mi vida y mi doctrina -...

of 204 /204
MI VIDA Y MI DOCTRINA HIPÓLITO YRIGOYEN

Author: others

Post on 01-Apr-2021

1 views

Category:

Documents


0 download

Embed Size (px)

TRANSCRIPT

  • M I V I D A Y M ID O C T R I N A

    H I P Ó L I T OY R I G O Y E N

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    3

    NOTA DEL EDITOR

    Este texto ha sido escrito por Hipólito Yrigoyenen 1923, con motivo del acceso a la presidencia delDr. Marcelo T. de Alvear, con vistas a reafirmar losprincipios doctrinarios de la ideología radical, y enmomentos en que arreciaba la confrontación prime-ra contra Alvear.

    No circuló en su momento, y el propio autor loentregó hacia 1930 al Dr. Horacio B. Oyhanarte,que cumplía en esos momentos una activa actuaciónen favor del radicalismo depuesto. La primera vezque fue editado, sin embargo, fue en 1957, y estuvoa cuidado de la editorial Raigal, y el Dr. Enrique So-bral, meticuloso y ferviente albacea de los textosdoctrinarios radicales. En esa ocasión, unas líneasde Rodolfo Oyhanarte, hermano del anterior, expli-

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    4

    caron la procedencia de esas páginas que le habíansido entregadas en 1934, y su voluntad de darlas aluz, "entendiendo que este documento pertenece alpaís, al proceso de su historia cívica y política".

    Esta nueva edición del texto yrigoyeniano se pu-blica con idéntico propósito. Lo precede un explí-cito aunque breve trabajo de la historiadora HEBECLEMENTI, en el que se puntualizan los princi-pios doctrinarios del radicalismo, desde sus oríge-nes, hasta la revolución de 1930 que lo depuso.

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    5

    EL RADICALISMO COMO DOCTRINAPor

    HEBE CLEMENTI

    Es lugar común dividir las etapas del pensa-miento siguiendo una calificación que tiene estrechaconexión con el despliegue ideológico europeo, opor mejor decir francés: ilustración, romanticismo,positivismo, negación del positivismo, son etapasque se ligan a figuras y hechos históricos franceses,con mención de las génesis a veces alemanas. Si lasimplificación puede resultar confusa en Europa, esmás difícil de aceptar cuando se trata de la historialatinoamericana. Por ejemplo, salta a la vista quetoda nuestra conformación ideológica y nuestroquehacer sigue hibridado por el pensamiento ilus-trado, y la división entre el romanticismo nacionalidealista y el positivismo generalizador y pragmático

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    6

    es todavía más difícil. Tan mezclado llega a hacerseel proceso que Ricaurte Soler, en un libro notablesobre el positivismo argentino, afirma que "el ritmoacelerado del proceso histórico argentino permitióel encuentro en la misma filosofía positivista de lademocracia liberal con el socialismo, y aun con elbolcheviquismo. Este encuentro se proyectó comoera de suponer sobre las categorías y los conceptosutilizados. Así, el progreso fue primero concebidoen función de los postulados democráticos liberales,y después en función del socialismo cientificista".

    La confusión se acentúa cuando se trata de apli-car esas corrientes de pensamiento como confor-madoras de acciones concretas que inciden en eldesarrollo de las sociedades. Concretamente, si enlos hechos buscamos los orígenes del radicalismo,hay que retrotraerse al Mitin del Frontón, en 1890,que configura un estallido de protesta dentro delproceso positivista, una encrucijada del poder polí-tico de turno, en que participan gente de tendenciascívico-políticas dispares, y cuya única amalgama esel malestar generalizado, el repudio a cánones utili-tarios y la invocación de principios éticos de libertady justicia. La honradez administrativa, la libertad desufragio, la autonomía provincial, el castigo al frau-

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    7

    de y la malversación, es el programa para la felicidadnacional. El Acta que certifica la creación de laUnión Cívica, documenta esta actitud exaltada yejemplarizadora que los posee.

    Es común, por otra parte, calificar al radicalismocomo movimiento liberal, sin entrar en especifica-ciones. Pero sucede que liberal era también la ideo-logía al menos del gobierno de turno, contra el quese levanta este movimiento, en la medida que esconstitucionalista y parlamentarista, dos claves delliberalismo político inglés. Es un período además,en el que se conoce ampliamente el escandalosolobbying de los congresistas norteamericanos, y laépoca de oro del parlamento inglés ya ha caducado.

    Parece pues evidente que hay que buscar los orí-genes en la influencia del liberalismo español, que sibien es cierto que llega tardíamente a la escena his-tórica de la Península, tiene para fin de siglo un én-fasis muy peculiar en el desarrollo ético-individualista a partir de la educación, como unaespecie de doctrina remozada, que en lugar de po-ner el énfasis en lo político lo hace en lo ético. Locual supone una conciencia cabal del descrédito delas instituciones, del Régimen (como se lo llama), yla convicción de que sólo el desarrollo ético indivi-

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    8

    dual ejercitará los cambios. Se ha encontrado quelos textos de filosofía de derecho que se estudiabanentonces en la América Hispánica propiciaban esamisma prioridad, lo cual a su vez explica el hechode que los sectores medios -que por lo general ac-ceden a estudios legales mucho antes que a cual-quier otra carrera universitaria-serán los más adictosy numerosos.

    La sociología, que con su método generalizadorha permitido a la historia americana alcanzar algu-nas verdades y vislumbrar horizontes más amplios,describe al radicalismo como otro de los movi-mientos de los sectores medios que hacia la primeray segunda décadas del siglo XX se empeñaron en laconquista del poder político, basándose en unaideología de tipo liberal y parlamentarista, basada enel voto popular. Las propuestas de Francisco Made-ro en Méjico, de Batlle y Ordóñez en Uruguay y delaprismo en Perú, se moverían sobre las mismas cla-ves. Pero con toda la similitud que pueda reunir elconcepto, lo cierto es que las comparaciones enhistoria dejan mal parado al sociólogo.

    Por eso es que, creemos, el análisis detenido y laconfrontación entre postulación teórica y hechos,en cuanto al desarrollo del radicalismo en su géne-

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    9

    sis, puede darnos algunas precisiones sobre las quelleguemos a generalizaciones consecuentes.

    Ese primer estallido de desacuerdo y de aparenteunidad que fue el Mitin del Frontón, alcanza en loshechos de la Revolución de 1890 una materialización,que por su fracaso genera enfrentamientos y cam-bios sensibles de posiciones entre el conglomeradohasta ese momento unido aparentemente. La de-rrota no ha significado ni la destrucción del opositorni la salud del vencedor, pero los divide. Si Barto-lomé Mitre había desconcertado a sus fieles luegode los sucesos de 1874, volverá a decepcionarlosdespués de 1890. El General Roca, estimando queel enemigo más temible por su predicamento y sucapacidad especulativa era Mitre, lo vence quebran-do el sector opositor al convenir con él unACUERDO, que llevará a Mitre a la ruptura con laUnión Cívica.

    El Manifiesto del Comité Nacional de la UniónCívica, a los Pueblos de la República, del 2 de juliode 1891, expresa algunas definiciones en cuanto alnucleamiento que todavía no lleva el nombre deradical:

    "La Unión Cívica fue desde el principio la coali-ción de los hombres de bien, vinculados para destruir

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    10

    el sistema de gobierno imperante que ha producido tangraves perturbaciones a la República.

    ...Este programa excluía todo personalismo, y sobre lainfluencia de los caudillos, sobre el prestigio de loshombres, agitaba algo más grande y levantado, uncredo político que perseguía el predominio de lasideas y de las instituciones. La Campaña de la UniónCívica no era contra un hombre ni contra indivi-duos determinados sino contra todo un Régimenque había subvertido las leves y producido la ruinageneral.

    ...ella debía destruir el funesto sistema de la opre-sión oficial, buscando el restablecimiento de las ins-tituciones, la honradez administrativa, la libertad desufragio y el respeto a las autonomías de los muni-cipios y las provincias.

    ...la política de conciliación, en la forma que se hainiciado, se reduce a prometer al país para fines del92 la elevación al mando de dos personas honora-bles; pero persistirá el mecanismo opresivo en todala República, quedará intacto el funesto sistema queha producido nuestros desastres.”

    Estas apelaciones a la reparación institucional y alcredo político aparecen sancionadas estatutaria-

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    11

    mente en la Carta Orgánica Nacional en donde va sedenomina UNIÓN CÍVICA RADICAL, del 17 denoviembre de 1892.

    El enunciado es allí específico en cuanto a las ba-ses:

    "La Unión Cívica Radical, asociación políticaesencialmente impersonal, a cuyas filas pueden in-gresar todos los habitantes que quieran adherirse asu programa -formada para luchar por el resurgi-miento de la vida institucional, que asegura a la pa-tria su paz y su progreso por el cumplimientohonrado de la ley, la pureza de la moral administra-tiva, el ejercicio efectivo de la soberanía popular y elamplio reconocimiento de la autonomía de los Es-tados y de los Municipios- bases fundamentales denuestro sistema de gobierno y existencia nacional...”

    En esa Carta Orgánica se fija la existencia de unaConvención Nacional y de un Comité Nacional,este último a cargo de la dirección del partido entoda la República y con asiento en la Capital Fede-ral, que por encontradas razones irá disponiendo losresortes para la prevalencia del área capitalina y la dela provincia de Buenos Aires como centros rectores,en tanto la figura de Hipólito Yrigoyen, cauteloso y

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    12

    retraído, pero incisivo y apasionado, irá dando con-tenido programático a las actitudes políticas, porencima de episodios a los que Leandro N. Alemaporta su romántica apostura y su verba de tribuno.

    La postura principista se robustece en la con-frontación con otras corrientes políticas, a pesar deldeterioro que la "revolución" de 1893 provocó ensus filas. El hecho es que cuando en 1897 se vuelvea la urgencia de tomar una definición ante el nuevoproceso eleccionario, el Manifiesto del Comité de la Ca-pital de la Unión Cívica Radical, con motivo delacuerdo electoral de "las paralelas", en diciembre de1897, reseña y puntualiza doctrina.

    "...Los antecedentes del partido son bien conoci-dos; adquirió popularidad porque inscribió en subandera la austera intransigencia de los principios de-mocráticos y su consecuencia y firmeza lo hicierontan poderoso, que pudo conmover la República alsolo influjo de su benéfica propaganda. Como fuer-za orgánica destinada a luchar en una época de des-composición, tuvo que forjarse en la adversidad, ydirigida por el noble repúblico que llora aun el pue-blo argentino, hubiera seguido su acción regenera-dora llegando a la meta de sus aspiraciones, si no

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    13

    hubieran obrado dentro de su seno factores que pretendierondesnaturalizar su misión, malogrando la campaña sa-crosanta.

    ...No es un misterio que dentro de su seno seelabora desde tiempo atrás una tendencia evolucio-nista, que ahogada por el credo mismo de la causa,aprovechó un momento de expectativa para pro-nunciarse en la forma conocida...

    ...resistimos la nueva política con enérgica entere-za, porque desconociendo ella los principios denuestro programa, rompía la unidad de la únicafuerza orgánica que existía en la República; la resis-timos sin odios ni pasiones, porque con fe en el pueblo,previmos su fracaso y abrigamos la esperanza de reconstruirel partido sobre la base inconmovible de su primitivo credo.

    ...El Comité de la Capital es el único que tiene el dere-cho de llevar el nombre que se le dio al partido despuésdel inmoral acuerdo del año 1891...”

    Al fracaso de los hechos de 1893 se sumaba enfebrero de 1896 el renovado fracaso en las eleccio-nes legislativas, aun en los ámbitos más adictos de la

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    14

    Capital y la provincia de Buenos Aires. El 1 de juliosellaba su existencia el caudillo Alem, con aquelepitafio tremendo de que prefería "morir a vivir enla esterilidad".

    Las elecciones favorecerán a Julio A. Roca y lagobernación de Buenos Aires en manos de Bernar-do de Irigoyen, iban a acallar a tal punto las virulen-cias partidarias, que la Unión Cívica Radical entra enuna especie de cono de sombra de la que saldrá re-cién en 1904, con motivo de la reorganización delComité Nacional. El Manifiesto que éste da a cono-cer entonces, debe cotejarse con el documento an-terior.

    Porque se vuelve a mostrar que la austera intransi-gencia allí propuesta, se vería refrendada en los he-chos, ante el fracaso que el gobierno del acuerdo hamostrado ser, por lo cual el radicalismo renueva susfuerzas:

    "La convocatoria de este Comité revela que elRadicalismo, sin autoridades y sin disciplina de partido, hasubsistido como tendencia y se ha acentuado vigorosamentecomo anhelo colectivo, cubriendo con brillante juventudlos claros abiertos por el escepticismo y las impa-ciencias, salvando el honor de su bandera en el

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    15

    prestigio de su causa con el decoro de los que prefi-rieron la Abstención digna al éxito fácil.

    ...al cabo de trece años de ejercicio de esta políticapositivista el país comprueba el arraigo del régimencuya coparticipación se proclamó como medio lentopero seguro de extirparlo.

    Pero el hecho de que la orientación del partido18viniera a darse en forma más o menos orgánica através de Cartas y Declaraciones emitidas en mo-mentos claves de la lid sufragista, traía invariable-mente cuestionamientos y dificultades. El caso deLisandro de la Torre, que renuncia atacando estre-pitosamente la conducción personalista de Yrigo-yen, en septiembre de 1897, se une al de Pedro C.Molina, quien inicia la disputa por razones de tipoprincipista (referidas a eventual fijación de preciosde vino) y termina renunciando con una carta tre-menda, en la que puntualiza las fallas de conduc-ción:

    "Somos individualistas y socialistas, federalistas yunitarios, liberales y conservadores, creyentes y des-creídos, religiosos y ateos. ¿Qué vínculo nos une enton-ces? En la actualidad no tenemos más que el odio ala camarilla gobernante. Todos nuestros discursos lorespiran. Surgido para eliminar del escenario políti-

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    16

    co un personalismo, vive encenagado en otro.Constituido en apóstol del gobierno de la constitu-ción, pasa cuatro años renegando de la suya. ¿Quéfe pueden merecer estas promesas? El Partido Radi-cal no tiene orientación. Ninguno de sus miembros,ni aun los dirigentes, podrían afirmar con seguridadadónde se les lleva".

    Bien mirado, ese mismo texto está puntualizandolas bondades del credo, que si bien es ambiguo, tienealgunos goznes seguros para seguir los vaivenes dela política nacional. Por lo demás, si la doctrina esambigua, por debajo de las propuestas omitidas ososlayadas, está la conducción del líder que llena losespacios vacíos y las ambigüedades con su persona-lidad señera, su estilo de vida y su credo fervoroso.La fe en el resurgimiento de la virtud cumple el principalpapel. La fe en la igualdad, a través del voto es el segun-do fundamento; las posibilidades para todos ins-trumentadas por el voto indiscriminado. Laconciliación llevada a cabo por la política roquistaimplicaba la continuación del Régimen, también ana-tematizado por Sarmiento cuando decía en Facundoque "las ideas no se concilian; las conciliaciones al-rededor del poder público no tienen más resultado

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    17

    que suprimir la voluntad del pueblo para sustituir-la".

    El 5 de octubre de 1910, ante la encrucijada de lanueva elección presidencial, vuelve el Comité Na-cional a lanzar una declaración "unánime" por laque persiste en su política abstencionista, paramantener su misión histórica que viene cumpliendo"en la absoluta integridad de sus postulados". Envirtud de esta posición, rechaza nuevamente "la in-vitación para participar en las funciones del gobier-no, desde que con ello no se resuelve el problemadel restablecimiento de las instituciones y de las li-bertades comunes, ni siquiera sería un medio por sísolo, para alcanzar tan sagrados y vitales propósi-tos".

    La Ley Sáenz Peña de 1912, evidentemente quitaestas banderas a la Unión Cívica Radical, y la sumede modo irrevocable en el proceso electoralista. Nohay salida. Aunque Yrigoyen se lamentará en algunaocasión de haber accedido a entrar en el juego elec-cionario, perdiendo la facultad revolucionaria yobligándose a compatibilizar con el Régimen, esverdad que no le quedó otra opción mínimamentedefendible.

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    18

    En abril de 1912, en un Mensaje a la JuventudUruguaya con motivo de la sanción de esa LeySáenz Peña, puntualiza Yrigoyen el valor de la luchade esas décadas:

    " ...es así qué la abstención no ha sido entonces unrecurso político militante sino una suprema protesta,un recogimiento absoluto y un total alejamiento delos poderes oficiales, para dejar bien establecido enel presente y en la historia y como demostración almundo que nos mira que la Nación no tenía ningunacomunidad con los gobiernos, que en hora fatal le arre-bataron el ejercicio de la soberanía... hemos dejadoresuelto el más vital de los problemas de las cienciasmorales y políticas, resguardando a la patria las fa-cultades plenas que son la primordial condición delos pueblos civilizados para avanzar expansivamentehacia su destino en acción noble y altiva, fundandosu prosperidad y poder sobre las sólidas bases del ejerciciode su soberanía, porque vanas serán siempre las ofuscacionesdel progreso, si no se basan en el establecimiento del ordenmoral y político".

    Parece innegable que una atmósfera de sanea-miento espiritual y sobre todo de esperanza demo-crática debió cundir en la población argentina.

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    19

    Eduardo Mallea, no sospechado de partidismos eu-fóricos, en El sayal y la Púrpura reedita ese clima:"...en los tiempos en que la gente de mi edad tenía-mos trece años, dieciséis años después del comienzodel siglo, hubo un cambio en la actitud de los ar-gentinos frente al país. Antes se pensaba en térmi-nos de vaca holandesa, especie de país opíparo... ysobrevino un estado de pureza cívica, y una granseriedad de conciencia culminó en 1916 con el ad-venimiento de un gobierno austero y popular... erauna necesidad civil de decencia contra muchos añosde explotación y fraude, era un estado de noblezacolectiva, de salud nacional...”

    Digamos en seguida que el resultado del comiciofavorable al radicalismo en 1916 se debió "princi-palmente a la división conservadora y a la actitud endefinitiva favorable de los radicales disidentes deSanta Fe, colocados por las circunstancias en situa-ción decisora para el triunfo de la fórmula Yrigo-ven-Luna..." (afirma Roberto Etchepareborda en"Los antecedentes de las elecciones de abril de 1916como factor decisivo en la historia política argenti-na"). Pero lo importante para nuestro registro esque sobre un total de población de 7.704.933, votaun total de 745.825, siendo los inscriptos 1.189.264.

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    20

    La diferencia, pues, entre el país político y el paísreal es sustancial.

    Y en 1928, después de la encendida campaña y detoda la trayectoria de gobierno, sobre una poblaciónde 11 millones y medio de habitantes, hay inscriptos1.867.566, y votan solamente 1.461.671.

    Y sin embargo, sería inconducente que tomára-mos una actitud estrictamente objetiva cuantificable,porque se trata de percibir cómo se va elaborandoun sentir político partidario que nace de una retóricaidealista ético-política, que va generando toda unapedagogía de sensibilización nacional y de participa-ción cívica en la vida nacional, que es hoy un créditoseguro de la población argentina, y quizá constituyael mejor título honorífico del radicalismo histórico.Ese tipo de adoctrinamiento ético-político-individual puede seguirse con cierto grado de pate-tismo -dada la situación en que fue engendrado- enel CUARTO MEMORIAL DE YRIGOYEN A LACORTE, que es el último que hace llegar el propioYrigoyen para defenderse de las imputaciones quese le hacen hallándose preso en Martín García, des-pués de los sucesos del año '30. A nuestro modo dever, es una especie de corolario a cuanto venimos

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    21

    exponiendo, y que incluso por el estilo y la semánti-ca, desentraña los principios y providencias del cre-do radical, en su formulación tanto como en sulimitación.

    LA IDEA DE LA REPARACION es la primeraclave. Es la matriz generadora de la acción, que seorienta hacia la restauración de un pasado áureo,impreciso pero originario, que será la piedra de to-que para la interpretación de la historia que hace elradicalismo y que lo investirá de esa cualidad pre-tendida de "partido nacional histórico", otorgándoleesa áurea de inmanencia y superior trascendencia.Es un impulso reparador, cumplimentador de undestino, una especie de proa hacia la acción queconduce a la realización de la Nación, en una glorio-sa tercera etapa, luego de las dos primeras cumpli-das, la de la emancipación e independencia y la de laorganización y la constitución. Allí también está im-plícito el principio ético universal que expresa lo ra-dical, que ambiguamente sintetiza y abarca todo loque es verdadero y justo, como culminación másalta de la vida. No se reitera demasiado ese univer-salismo infuso, sino que la tónica se pone sobre eldesarrollo ético individual, expresado a través delvoto, como instrumento para lograr la integración

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    22

    de la nación histórica, "que ha venido errando alcamino gloriosamente iniciado en Mayo". La reali-zación de esa nación convoca a los discípulos de ladoctrina a participar en una verdadera iglesia de rea-lización política. La concepción de esta "magna fi-nalidad patriótica" fue concebida por Yrigoyen,según reza el Memorial "desde los albores de su vi-da y durante toda su existencia la ha nutrido conexperiencias humanas y con los clásicos pensadoresque iluminaron consecutivamente su frente".

    La reparación moral, concebida como "apostoladopolítico que condensó toda una época de denoda-dos esfuerzos hacia la fundamental reparación queha realizado, vino a la vida pública en una unidad dedoctrina tan pensada y sentida, que no obstante elmaremagnum de sucesos que debió disipar en sucamino fue siempre el mismo en el llano que en lacumbre, como lo patentizan las comprobaciones desus múltiples actividades sin variantes ni confusionesalgunas, inalterables en el concepto como en la ac-ción. Reparador y reformador ante todo, no fue elresultado de improvisaciones que son de impresiónpasajera y generalmente se derivan a situacionesacomodaticias, o desaparecen por propia inconsis-

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    23

    tencia,... dogma absoluto... así he afrontado la obra conlas más clarividentes concepciones y con las másserenas y elevadas actitudes,... sobrellevando todaslas inclemencias y todas las impiedades del camino,en una línea de conducta impertérrita hacia sus lu-minosas finalidades.

    ...no fueron, en consecuencia, los poderíos y los cargospúblicos ni las confabulaciones en sentido alguno las quellevaron a las soluciones del credo político profesa-do, sino, repítolo, las integridades, probidades, sacrificios,abnegaciones y desprendimientos.

    ...por ello todo credo de la ciencia política en laorganización y perfeccionamiento sucesivo de lospueblos debe ser radical en su esencialidad porque éstaes la más selecta condición de la vida.

    Esta reparación moral, que se hace nacional en lamedida que su ámbito de acción se generaliza a toda la ciu-dadanía, alcanza a las instituciones y, por cierto tambiéna la raza. La reparación étnica, como la llamabanalgunos, propone argumentos luego muy debatidos,en torno a la sobreimposición de la masa inmigrato-ria sobre la población criolla. No hay texto que im-parta estas premisas. Hay que espigarlas en algunosepígonos del radicalismo, y en este sentido, RicardoCaballero al rememorar la conspiración de 1905, es

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    24

    buena muestra de los elementos integradores de esenacionalismo étnico, desde la prédica radical:

    ..."Entendíamos dicha unidad étnica por la con-junción de los nativos con los españoles y sus hijos;a la que debía agregarse la de los hijos delos pueblosque nos comprendieron y nos hicieron conocernuestros mejores atributos en el mundo; los inglesesy los americanos, compañeros de nuestros padresen la guerra de la independencia, en los entreverosde la organización nacional y en la defensa de loshogares argentinos dispersos en la inmensidad delas campañas, sobre las que se cebaba la avaricia delsalvaje".

    LA IDEA DE LA ABSTENCION es la segundaclave, concebida como el instrumento de lucha quemantenga al radicalismo fuera del circuito de accióny de prebendas posibles del oficialismo, calificadocomo Régimen. Tal como se manifiesta el 29 de fe-brero de 1904, al reiterar la abstención, expresa quees una protesta contra el régimen imperante, sub-versivo del sistema constitucional y atentatorio de ladignidad cívica, y declara su propósito inquebranta-ble de perseverar la lucha hasta modificar radical-

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    25

    mente esta situación anormal y de fuerza por losmedios que su patriotismo inspire.

    LA IDEA DE LA DOCTRINA RADICAL,sostenida a manera de iglesia con su ortodoxia sus-tentada en la acción ética, es en cierto modo la terce-ra condición, puesto que mantiene el aglutinamientosolidario de la fundamentación ideológica radical.Otra cosa será si nos proponemos encontrar elPROGRAMA DE GOBIERNO, en términos derealidades concretas. El enfoque idealista, apostólico es elque prevalece. En muy contadas ocasiones, quizá lamás elocuente es el Manifiesto del Comité Nacionalal reorganizarse, en febrero de 1904, las expresionesde protesta se concretan. Quizá podamos citar unsolo caso en donde bajo el nombre de LADOCTRINA RADICAL, se ofrece un programacabal de acción. Pero habrá que esperar a 1927,cuando José Bianco publica este sustancial trabajo,un poco a manera de balance de las iniciativas delprimer gobierno, y la tarea a cumplir en el segundo."Nos parecía imprescindible metodizar la doctrina radicalpara fundamentar las tendencias que definen el go-bierno del pueblo, para el pueblo y con el pueblo."Explica los distintos y sucesivos capítulos de la

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    26

    doctrina, arrancando de la redención como símbolo,que le permite al partido mantenerse lejos de intere-ses "transitorios y emprender la reivindicación institu-cional". Y en cuanto al Régimen, para Bianco "es elpasado que plasma la oligarquía en todas sus mani-festaciones", mientras que la política social, de la doc-trina radical se caracteriza por "el rasgo esencial que traduceten concepto irreductible: el bienestar individual, que arraigaen el bienestar colectivo, concibiendo las dos proposi-ciones como extremos de una equivalencia en don-de la solidaridad social excluye la lucha de clases. "En esoestriba la diferencia entre la doctrina radical y lasteorías socia-listas en sus modalidades tendencio-sas".

    Bianco pone especial atención a la idea de la repa-ración institucional y la manera en que ésta asegura laformación de una conciencia social que respalda lalabor del gobierno radical. Y en este sentido realizauna crítica aguda a la formulación del Congreso, talcomo lo marcan las prácticas eleccionarias, ponien-do el acento en la posible antinomia entre la políticapresidencial y la congresista.

    "La contradicción es flagrante: la mayoría populares minoría de la cámara en la hora en que se inaugu-ra el período presidencial. De no serlo, habría elegi-

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    27

    do un presidente del partido político afecto a la ma-yoría de esa Cámara. Es más flagrante todavía esacontradicción con el Senado al renovarse por terce-ras partes cada tres años con elección de segundogrado, en que actúan como colegios electorales, laslegislaturas de cada provincia. La democracia impo-ne la renovación periódica y sucesiva, pueden per-fectamente los senadores electos no ser, dos o tresaños después, exponentes de la mayoría que consa-gró la investidura. Pueden también ser, esas mismasmayorías, adversarias al orden nacional que decidie-ron la elección presidencial".

    Bianco está al parecer anticipando una política presi-dencial robusta, que tendrá antagonistas parlamenta-rios, en la medida que no respondan a su política, ylo demuestra analizando las iniciativas del anteriorgobierno de Yrigoyen que fueron frustradas por lareserva o la abulia parlamentaria. Una actitud similartendrá el propio Yrigoyen al iniciar su segundo go-bierno, ocasión en que desde el vamos y desde suprimer mensaje, precisa las leyes que se habían de-morado injustificadamente durante su primer go-bierno:

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    28

    - legislación sobre el régimen de petróleo (dondese contempla la expropiación)

    - la reforma a la ley de arrendamientos agrícolas- la legislación sobre creación de un Banco Agrí-

    cola.- La autorización al Banco Hipotecario Nacional

    para emitir cédulas.- la admisión de bonos de pavimentación para la

    capital.- el convenio bilateral con Inglaterra.Pero estas consideraciones son si se quiere se-

    cundarias cuando se considera EL VOTO, comoinstrumento del "ejercicio ético-político de la ideali-dad radical". El voto, como decía Gálvez, pasa a serun instrumento realmente revolucionario.

    "Hay en la igualdad del voto un virus revolucio-nario. El voto es un arma tan poderosa como el fu-sil, acaso lo sea más... el sufragio universal y secretoimplica, pues, un principio de revolución social".

    La reivindicación de ese ejercicio podía sin duda justifi-car la política presidencial más fuerte, que incluíaasimismo el rechazo de las representaciones y lasintervenciones provinciales. Consecuentemente,esta política presidencial sería atacada crudamente,

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    29

    siendo catalogada de personalista, primer agravio alque acuden las posturas divisionistas frente a la po-lítica de Yrigoyen. Hasta tal punto será éste el ar-gumento, que figura entre las reivindicacioneslegalistas más fuertes de los revolucionarios de1930.

    Analizaremos ahora someramente las actitudes divi-sionistas frente a la unidad doctrinaria.

    Resulta episódico mencionar la diferenciación deestilo personalidad de la trayectoria de Leandro N.Alem, quien nucleó el apoyo popular y la adhesiónal líder carismático de los primeros pasos del radi-calismo. Pero en cambio, es cierto que en el mo-mento de designar presidente, se planteófuertemente el rechazo de Yrigoven, a quien se con-sidera como habiendo cumplido la etapa pertinente.Los hechos lo favorecen. Sin embargo, hacia 1928,cuando las alternativas de la guerra mundial acen-túan antagonismos, surgen fuertes críticas a la con-ducta "personalista" del presidente, y exigencias deque debe "separarse el partido y el gobierno". En1922-23, en cambio, se buscó reforzar la brecha conel apoyo de "los de afuera", inclusive con adversa-rios tradicionales, que al decir de G. del Mazo fue"el máximo atentado principista que produjo la más

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    30

    importante crisis de la Unión Cívica Radical desdeaquella que le dio nacimiento en 1890.

    Aguzando la mira, podrá percibirse en la brechaentre personalistas y antipersonalistas intereses no ex-clusivamente electorales sino un aglutinamiento quese corresponde con la extracción social de los nu-cleados. "Oligarcas de boina blanca" serán moteja-dos en alguna ocasión por Yrigoyen. Del mismomodo, la elección de Marcelo T. de Alvear comosucesor fue fuente de controversias y habrá de se-guir siéndolo. De hecho la política conciliadora deAlvear, no bien asume el gobierno, sobre problemasque quedaron sin solución por el gobierno anterior(concretamente la suspensión de relaciones oficialescon la provincia de Córdoba por haber modificadola ley provincial de elecciones motivando una inter-vención pendiente, cuestión que Alvear remite adecisión del Congreso malquistándose así con elsector adicto a Yrigoven, que no concurre a la inau-guración del período legislativo el 20 de junio de1924) precipita un cambio en la situación interna delpartido. Será el diario La Época vocero del yrigoye-nismo, el que bautizará la situación que luego serepetirá muchas veces: "el contubernio ha sido

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    31

    protocolizado por el más alto representante del go-bierno".

    El hecho es que un acuerdo entre antipersonalis-tas y conservadores será la tónica en adelante en lagestión política que prevalece en la conducción delpaís, mucho antes de los hechos del año '30, y mu-cho después. Las acusaciones lloverán en tal sentidoa través de la prensa partidaria: "tránsfugas, fósiles,traidores", serán los epítetos más comunes.

    Con todo, las alternativas del gobierno de Alvearno revelan a una mirada panorámica demasiada di-ferencia con las que prefijara el líder anterior en suprimer gobierno. Hay escasas situaciones críticas, enla medida que el país se beneficia con el auge eco-nómico inmediato a la post-guerra, y el país viveuna cierta euforia esperanzada aunque es cierto queno hay tampoco medidas renovadoras. Sin embar-go, puede percibirse en los debates de la bancadapersonalista fiel a Yrigoyen, un progresivo afina-miento teórico acerca del papel del Estado en laconducción de la economía de la Nación. Mientrasse discute, por ejemplo, la nacionalización del petróleo,el diputado Diego Luis Molinari lo expresa conjusteza:

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    32

    "Hay una oposición y contraste extremos entrelos distintos puntos de vista que aquí se han soste-nido. Hay, en el fondo de esta cuestión, el debatesecular, que se renueva en otras de las tantas bases yen particular sobre ésta del petróleo, acerca de si esel Estado o el individuo el que ha de primar en laregulación económica de los bienes que constituyenel patrimonio colectivo. La representación radical seinclina por el Estado, y entiende que en el Estadoha de estar el contralor de estas grandes riquezas.Tenemos pues una ideología definida con respecto aestos problemas, un programa de acción concreto, ybases legales explícitamente declaradas, que han deconstituir el programa que desarrollará la UniónCívica Radical interpretando el sentimiento colecti-vo de la Nación Argentina".

    Se estaba bien lejos, como se ve, de las ambigüe-dades que no pudo sortear Yrigoyen, y que en lascartas a Pedro E. Molina en 1909 resultan cierta-mente patéticas, por lo ambiguas e indefinidas. Contodo, en ningún momento habló claramente el an-ciano líder, al respecto.

    Por ejemplo, cuando se lo postula para la segun-da presidencia, el texto al aceptarla vuelve a insistir

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    33

    en las idealidades de siempre, sin avenirse a los térmi-nos que ya han ganado la calle.

    "Las grandes dificultades no consistieron sólo enluchar con el adversario, pues que con la bandera delos principios interpretados y cumplidos con integridad,era bastante para dominarlo. La dificultad enormeconsistió más que nada en hacer que en su seno semantuviera intacta esa integridad de principios y de postula-dos indeclinables. La Reparación es una imposiciónque obedece a las leyes eternas del espíritu y de lanaturaleza, y el pensamiento de la Unión Cívica Ra-dical es la expresión del juicio argentino y los senti-mientos que exterioriza son los del alma misma dela República. Todos los apostolados han sido objeto de pre-venciones e inmolaciones infinitas...

    La votación le fue ampliamente favorable. Triun-fa por 840.000 votos y 249 electores, sobre 440.000y 127 electores opositores. La voz popular se impo-nía con un 57,4% por encima de la oposición. Eldiario La Fronda, expresión de un sector de la opo-sición más recalcitrante, califica a sus sostenedoresde "turba esclavófila", y la institución del voto gene-ralizado es vista como adulterada por el "enorme

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    34

    ejército de empleados públicos, el oro de los bol-cheviques rusos prodigado sin medida en nuestracampaña", mientras los seguidores fieles son "turife-rarios del santón de la calle Brasil, sayones repara-dores, agrupación cuevícola, gentualla peludista",etc. Esta andanada de improperios será moneda co-rriente en el deterioro de la imagen radical comopartido político y en el desprestigio del líder, agra-vada todavía por su enfermedad. Lo cierto es quedicho desprestigio lo seguirá mucho tiempo después yafectará la atención historiográfica que su figura me-recerá durante largas décadas.

    Un ejemplo puede verse en el libro de SánchezViamonte El Ultimo Caudillo, que aunque se escribiópara la ocasión de las elecciones tenía una intencióneducadora:

    "Poseía Hipólito Yrigoyen dos raseros para medirlos méritos:

    la antigüedad del ayuno y la intensidad de la fe.Las elecciones para el desempeño de las funcionespúblicas se hicieron a base de tales aptitudes".

    Allí anticipa que el pueblo habrá de alcanzar lamadurez política cuando haga de "régimen y causa"una misma cosa, puesto que "caben en la misma

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    35

    fosa". La caída de la causa, la desaparición del cau-dillo, el último caudillo, será el broche de la puber-tad política argentina.

    Los resultados no confirmaron al vate. Paraconsternación de los doctos y los puros. Gran partede esa consternación será la tierra fértil para el climarevolucionario de un año más tarde. El líder encambio, había visto en el triunfo la afirmación de laintegridad de los principios y los postulados, la con-sagración de su apostolado.

    El documento final de tales principios doctrina-rios que hemos venido rastreando es el CUARTOMEMORIAL A LA CORTE, el último de los queel propio Yrigoyen redacta y hace llegar al presi-dente Agustín P. Justo, para defenderse de las im-putaciones que se le hacen estando recluido enMartín García. Constituye un repositorio doctrinal,a pesar de su redacción particularísima y arbores-cente, concebido a la luz de su trayectoria políticade cincuenta años, trazada "en un orden siempreascensional hacia todas las cumbres, en donde elimperio del hecho está siempre vencido por la ra-zón del derecho y en definitiva condenado por lasanción de la virtud y la justicia".

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    36

    Estos son los principios genéricos del radicalismohistórico.

    Lo que viene después es adecuación a las cir-cunstancias, que se procuran conectar con estasnormas genéricas que podríamos sintetizar así: a)consolidación de la unidad de la causa; b) utilizaciónde la abstención como actitud reparadora; c) solida-ridad con la dirección para no apartarse de la orto-doxia; d) apertura a las nuevas efervescenciasreparadoras de la radicalidad prístina que de otromodo se perdería en un evolucionismo degradante(lo cual a su vez genera sucesivas heterodoxias obien sucesivos renacimientos, generalmente lidera-dos por comités provinciales y-o por juventudesnucleadas en torno a prédicas circunstanciales).

    Paradójicamente, la manera de actuar de los opo-sitores al radicalismo en 1930, empleará vocabula-rios bastante parecidos, en el sentido de proclamarla regeneración y el retorno institucional (que noresiste el menor análisis en cuanto a la historia ver-dadera, como tampoco lo era en el caso radicalfrente a las prácticas del partido Autonomista Na-cional (PAN). En general, la reivindicación de la purezaadministrativa y el retorno a las normas constitucionalesconculcadas por un gobierno irrespetuoso y caótico,

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    37

    eran los presupuestos más expuestos por los restau-radores del orden. Nicolás Matienzo en su trabajoLa Revolución de 1930 y los problemas de la democraciaargentina hacia octubre de 1930, exponía la temáticaconstitucional y el desencanto de los primeros acto-res revolucionarios que habían buscado en la revo-lución subsanar "el atropello a las autonomíasprovinciales, el desquicio de las instituciones repre-sentativas, el centralismo presidencial excesivo, y lacrisis del federalismo como consecuencia de esosatropellos". Tales principios fueron durante largasdécadas los que fijaron la consideración del movi-miento del '30 en las esferas más expectables de lahistoria "oficial".

    Habrá otra versión sobre los orígenes del '30, queprecede, circunda y a veces oscurece a la anterior,que tiene formulaciones mucho menos claras y quedelata la incidencia en la vida política de una juventudturbulenta. Y se la ha visto actuando en El Frontón, yen las escaramuzas de la revolución de 1890, y en laReforma universitaria, cada vez más activa y másantagónica. Sin entrar a precisar los contenidosideológicos anti-liberales y sus posibles encuentroscon el fascismo europeo, los hechos mostrarán esci-siones muy graves desde los primeros pasos del go-

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    38

    bierno. Si hubo un acuerdo fue el del menosprecio al votogeneralizado, a la elaboración partidaria a partir de esevoto y del parlamentarismo, pero también es ciertoque muy pronto se admitirá el peso político del radica-lismo, y a Alvear como su dirigente, cuando se supe-ra la abstención a la que se recurre doctrinariamenteen los primeros años posteriores al '30.

    Digamos a manera de conclusión que si bien enla época en que Yrigoyen llega al poder la prédicaliberal ha empezado a hacer crisis en los ámbitosdonde se generó, parecería un criterio ahistóricopretender que estadistas o políticos se hicieran car-go de los cambios del mundo social y económico enla segunda década de este siglo. Las posturas teóri-cas de un Yrigoyen pueden parecer hoy anacrónicas,pero si se amplía el horizonte, y se observa porejemplo al avisadísimo Herbert Hoover -que des-pués de una larga actuación en economía y en polí-tica asume la presidencia casi en los mismos díasque Yrigoyen su segundo gobierno- se observaráuna identidad muy curiosa de los argumentos libe-rales, defensivos siempre de la individualidad y de lalibertad del individuo frente al poder del Estado.

    Y por su parte, la gente que entra a actuar en laArgentina durante la década del '30, y a partir de la

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    39

    revolución, independientemente de su carácter deciviles o militares, se enfrenta a una serie de cam-bios muy representativos de una sociedad definiti-vamente distinta a la que circuló anteriormente.Puntualizamos los más significativos:

    - El mundo entero está en crisis, no solamenteeconómica sino ideológica. El liberalismo muerefrente a la crisis del capitalismo que azota a los paí-ses capitalistas a partir de 1929 y se buscan manerasdiferentes de superar la crisis. En cualquiera de esasmaneras aparece siempre el papel revigorizado delEstado dentro de la economía.

    - El ejército aparece cumpliendo el papel de pala-dín de las instituciones. La revolución rusa no dejade ilustrar ese mismo aspecto. En esa misma medi-da, habrá de ser el preservador del statu-quo institu-cional.

    - La aparición del fascismo y poco después delnazismo, revelará una nueva faceta del papel delEstado dentro de la sociedad, y del ejército dentrode la estructura del Estado.

    Pero estos cambios se dan todavía con escasaprecisión, con mucha ambigüedad y mala informa-ción, más una carga de arrogancia y de suficienciapropia de los comienzos. La proclama de Lugones,

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    40

    en boca del paladín de la revolución del '30, adolecíade una frondosidad retórica que remite a la "granurbe" que todavía no lo era tanto, y que rendía tri-buto a la oratoria exaltada. El nuevo ideario políticode la tercera década "es un acto de fe en la patria,pero también un diagnóstico con el objeto de de-sembarazarla de las instituciones extranjeras queadoptó la Argentina con entusiasmo erróneo y de laideología liberal que con excesiva fe tomó por lalibertad misma", dirá Lugones. La claridad es mu-cho mayor en la postulación de lo que se niega queen la formulación específica de lo que se programa...

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    41

    MI VIDA Y MI DOCTRINAPor

    HIPÓLITO YRIGOYEN

    Introducción deHORACIO B. OYHANARTE

    Tres momentos culminantes -ya que no se puede hablar deciclos en una Nación que cuenta sólo 135 años- tiene la his-toria argentina: la Independencia, la Constitución de 1853 yla Reparación Nacional.

    El primer período lo llenan los hombres de la gesta primi-genia debatiéndose con el poder de la metrópoli, en el mo-mento preciso en que nace la patria, ante que en los hechos,en el pensamiento de algunos soñadores y de algunos videntes.El segundo lo integran las luchas intestinas, cuando perdidaslas áncoras que nos amarraban a la larga noche colonial que

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    42

    dura tres siglos, nos aventuramos, sin brújula y sin timón,por el mar encrespado e ignoto de los acontecimientos en quebraman las furias del instinto, repercutiendo en la vastedadde nuestro desierto, con el entrechocarse de todas las desorien-taciones y de todos los heroísmos.

    El primer período comienza con el grito inicial, dado enPlaza Mayo en 1810, que describe una parábola luminosahasta Ituzaingó en 1826. Lo forman dieciséis años que durael parto de la nacionalidad.

    El segundo va desde la inmolación de Dorrego hasta queBuenos Aires asume el rol de Capital Federal; suma cin-cuenta y cuatro años, un poco más de medio siglo.

    El período de la Reparación, en cuyo término nos debati-mos después de la inicua y criminal "incidencia", lo cubre lalucha que se inicia en 1889 por la aplicación del derecho, conla reunión del Jardín de Florida, hasta el advenimiento de laprimera presidencia legítima y constitucional, que se inauguraen 1916 con la ascensión del doctor Yrigoyen. Forma éste unlapso de veintisiete años, a los cuales hay que agregar lostreinta y tres años que corren desde ese momento hasta nues-tros días, o sean sesenta años, cerca de la otra mitad de lahistoria patria.

    Este período, tal vez el más arduo, tiene un precursor y unrealizador, ambos de la misma estirpe: Alem e Yrigoyen.Aquel vislumbra y éste ejecuta; aquel entrevé y éste forja. La

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    43

    nacionalidad, llegada que hubo a su pubertad, quiso ser in-dependiente y esto lo obtuvo en sólo dieciséis años de un gue-rrear indómito, en el cual improvisó en generales a susleguleyos; y en el que hizo soldados invencibles por igual a lospetimetres de sus ciudades y a los pobladores rurales que es-culpieron las primeras páginas de nuestra crónica, sin saberleer ni escribir, desde el lomo "en pelo" de sus cabalgadurascriollas.

    En cambio, la empresa de ser libres, cuando ya éramosindependientes, ha llenado casi toda la historia argentina;abarca más de un siglo de su fasto. Esta tarea secular perse-guida con denuedo y con altivez, con sangre y sin renuncia-mientos, llega a realizarla un hombre, al cual porantonomasia se le llama "El Hombre", al frente del movi-miento de opinión más ilustre y tesonero que haya jamásmarcado rumbos dentro y fuera de la nacionalidad.

    ¡He aquí la obra de Yrigoyen!Por eso se le debe llamar el Libertador: Libertador prisio-

    nero, como dijera el poeta. Su puño recio cortó las ligadurasgóticas que ataban al país al más miserable y retrógrado delos predominios. Él creó la República en el derecho, él fundóla Nación en la legalidad, él dio directivas y consignas dehonor a las muchedumbres burladas, escarnecidas y expec-tantes, en la Democracia.

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    44

    Pertenece por eso a la rara estirpe, a la abolida genealogíade los fundadores de pueblos. En la trabazón geométrica desu cerebro nació la patria redimida; surgió como Palas de lafrente de Júpiter esta cosa eterna y evangélica: la nacionalidadpara todos; el bien y el resguardo para los humildes y para lossufrientes, en la libertad y la justicia.

    Llenó -como ningún otro argentino, como ningún otroamericano, al igual que el mayor de los hombres del mundo-una labor pública que se dilata por medio siglo; y, ejemploúnico y admirable, la jadeó de extremo a extremo, sin undesvío, sin una mácula, sin la sombra siquiera de un remor-dimiento.

    Por el camino torcido y sombrío de los pactos y de lasalianzas, reconociendo la ilegalidad, no pidiendo, sino acep-tando lo que se le ofreció tantas veces, pudo llegar un cuartode siglo antes; pero no a la cabeza del pueblo, como lo hizo,sino opaquecido por la vecindad delincuente de los usurpado-res.

    Pero él quiso dar este soberbio ejemplo al pasado y al por-venir de su raza; él quiso decirles que más arriba del Idealestá el carácter. El suyo ha sido el más perfecto, el más volcá-nico, el más inconmovible que se haya arrebujado bajo lafrente de un pensador y de un patriota.

    Llegó solo -si puede llamarse soledad a la compañía fervo-rosa de todo un pueblo- y partió solo, dejándonos la certitud

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    45

    del triunfo en su memorable apoteosis final. No hay, y difí-cilmente habrá un dolor como el dolor de su partida; un ho-menaje como el tributado por más de diez millones de almasasomadas tremantes a su sepultura.

    ¡Para morir así, valía vivir como él vivió!Yacentes con él estaban los tres años de su último vía cru-

    cis de las más abyectas afrentas, al más misericordioso de losseres. Nadie -ningún hombre nacido de la mujer- en la dobleamplitud de la Historia y del mundo, ha entrado en la In-mortalidad con un séquito semejante. Nadie tampoco lo hamerecido como él; manos probas y creadoras; corazón magná-nimo; mente egregia que orientaba hacia el porvenir, comofaro en noche tenebrosa y ennegrecida.

    Sólo la Unión Cívica Radical que fue su creación, reac-cionando sobre sí misma ha podido, a su vez, engendrar untal arquetipo -realizando el milagro del verso del Dante alreferirse a la madre de Dios "virgine madre figlia del tuoFiglio"-, de un epitome como el que duerme su sueño de gloriaen el mausoleo de Julio.

    Hizo más que Moisés: entró en la Tierra Prometida, yaunque parezca paradojal murió vislumbrándola. Desde laIsla -donde en el porvenir se alzará su estatua como la quealumbra la entrada de Nueva York desde el mar, con ladiestra encendida por la llama jamás extinta de la libertad-,auscultando sus ojos de profeta la negrura comarcana, vio, de

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    46

    nuevo corporizarse, rigiendo la vida del pueblo, su Obra im-perecedera. Él sabía mejor que nadie que no existe Calvarioinfructuoso para el Destino de las multitudes. Desde su futu-ro peñasco andino cuidará las puertas inviolables del hogarcolectivo; verá pasar de ida y de vuelta los bajeles de la opu-lencia y del ensueño. Desde allí presidirá, hoy mismo ya pre-side, la victoria, la revancha futura que se acerca, la que élnos entregó con el legado genesíaco de su faena, con el endio-samiento de sus exequias griegas.

    La Revolución, que los inconscientes reaccionarios han te-nido la osadía de despertar, ya está realizada en la concienciadel Pueblo; torpe es quien no lo vea; nadie ni nada la deten-drá.

    Habremos, entonces, entrado en la cuarta etapa de nuestraHistoria en que construiremos una otra arquitectura econó-mica, social y legista; renovador período en el cual siguiendosu inspiración y su ejemplo se fundará una nueva Argentina:tan grande como él la concibiera; tan justa como él la eviden-ciara: tan humana y tan poderosa como lo merece el holo-causto de todos los mártires y de todos los martirios.

    Buenos Aires, julio 3 de 1945.

    Horacio B. Oyhanarte

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    47

    IPERSONAL

    Los fundamentos de la restauración estaban paramí en la esencialidad de la obra constructiva querealizamos y en el alma de la Nación, que conacentos y reclamos tan poderosos nos impulsaba aimplantarla. Los pueblos no se equivocan jamás enel ejercicio de los atributos de la vida pública,mientras elijan hombres libres y honorables que in-terpreten sus inquietudes espirituales y sus ideales.Hombres que sean capaces de llegar a conocer ydominar esas fuerzas imponderables que se generanen el sentimiento de la comunidad y representan loscaracteres vitales de una raza.

    Los males que combatí se aumentaban por mo-mentos, pero la grandeza inapreciable de los movi-

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    48

    mientos realizados, bastó, por sí misma, para ponertérmino a ellos, e iniciar la época de la reforma re-volucionaria en sus fuentes más puras. Los pueblosdesde que comenzó el imperio de su soberanía y elejercicio efectivo de sus instituciones, por la repre-sentación del gobierno legítimo, supieron que nohabría proscripción alguna que los detenga en laacción espontánea de sus pujantes expansiones.

    Asumí el gobierno de la Nación sin pronunciarjuicio alguno, por mi parte, porque cualquiera quefueren los que hubiera emitido, no habrían sido sinoredundancias, que nunca significarían tanto comolos mismos acontecimientos que culminaron su fi-nalidad en esa representación.

    Como durante mi gobierno, ahora, nada ni nadieme moverá una fibra, sino para afianzarme en losideales que me animaron y encendieron mi pasiónpor la liberación y redención del pueblo. Por esomismo callé muchas veces, prefiriendo cumplir miobra en silencio, porque ese género de elocuenciamajestuosa en su imponencia, lleva impreso en sí lafranqueza y realidad de los hechos, que no dejanopacidad alguna en el pensamiento; y era, por lotanto, el verbo apropiado al momento histórico que

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    49

    lo comprendió en sus deberes supremos y solida-rios.

    Por otra parte, en tales hechos fundamentales,cobró vigencia el sentido cierto de las grandes pala-bras abolidas.

    Pensar que los gobiernos de hecho, pudieranconvertirse un día en fieles custodios de las liberta-des, sería dar muestra de una evidente ineptitud ode una complacencia que no podía caber en un go-bierno como el que presidí, que no tuvo otra normairrevocable que la de cumplir con su misión históri-ca, aplicando los procedimientos que eran la esen-cialidad de nuestra prédica en el llano. Una actitudequívoca por parte de la autoridad que tenía misióntan terminante, hubiera sido también moralmenteculpable.Tengo el sereno orgullo de decir que fui intensa-mente comprendido por el pueblo argentino, que enhomenaje y tributo de la patria asumió su defensa yresguardo con las contribuciones más abnegadas yheroicas. Creo, que fui interpretado de esa manera,porque en mi lenguaje llegó a escuchar nítidamenteel acento de su propia voz.

    La nueva época inaugurada es el resultado de esalabor gigantesca de la U. C. Radical, genial para

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    50

    concebirla, intrépida para ejecutarla, viril para soste-nerla triunfal en la contienda, noble para no perse-guir a los vencidos, ni siquiera con la espada de laley; generosa y magnánima, en cambio, para entre-gar sus prestigios y conquistas al bien de todosabriendo ampliamente el vasto escenario de la Na-ción.

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    51

    II

    Es que mi apostolado era más que la efectividadde una jornada libertadora y reconstituyente. Era el"fiat lux" de orientaciones permanentes que al se-ñalar los destinos de la patria, acentuaba todas susvirtudes ingénitas y afianzaba sobre ellas su grandio-so e infinito porvenir.

    Así llegamos a la cumbre del Ideal cívico, nítido yluminoso de democracia, fe republicana y de emi-nente patriotismo, a pesar de las duras penalidadesen la larga jornada y de las encrucijadas del camino.Así llegamos a la magna sanción de sus postuladosentre resplandores de conquistas morales y proyec-ciones de política fecundante, que será triunfal en elfuturo, cualesquiera que sean los trances de su con-solidación definitiva.

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    52

    Después de realizar la obra, asumo toda la res-ponsabilidad, afirmando que no renegaré jamás demis convencimientos, porque ellos se subliman enmi fuero íntimo, para llenar el cometido de mi vida,y su desvío me espanta como una profanación.

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    53

    III

    La U. C. Radical fue el precioso instrumento delas libertades argentinas, y ante su imposición, a mirespecto, me incliné reverente y asumí el gobiernocon todas las significaciones patrióticas que simbo-lizaban su mandato y como imperativo de mi au-gusto deber.

    Mi compromiso -yo lo sabía- era difícil, perotampoco ignoraba que no hay nada más noble nimás eficiente en el hombre que la conciencia debastarse a sí mismo, en todas las contingencias y losórdenes de la vida.

    La política que apliqué en el gobierno era la quepersigue la humanidad como ideal supremo de suprogreso y bienestar. Aquella que hace plácida lavida de las sociedades y estimula sus actividades y

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    54

    venturas, en la vigencia de un ordenamiento legalequilibrado, entre las dos grandes fuerzas siemprecombatientes: el capital y el trabajo. Naturalmenteque me sentí atraído por el drama tremendo de losque nada tienen y sólo anhelaban un poco de justi-cia. Ese poco de justicia que representa el mínimode felicidad a que tienen derecho los proletarios detodo el mundo. Esta política liberadora, no fue, apesar de ello, ni parcial ni partidaria, ni menos ex-cluyente; se fundamentó en el bien común y dioestabilidad a todos los avances y al desarrollo eco-nómico y social de la Nación.

    No he comprometido jamás la absoluta integri-dad de mi respeto en ninguna situación de la vida,ni como político ni como hombre. Ahí están misactividades y mis ideas, todas transparentes como lamisma intensidad de la luz, o más aun como el idealsoberano que las engendrara.

    Me explico la resistencia y la tenaz hostilidad quehe provocado en los intereses creados, dentro delbastión inexpugnable de los antiguos privilegios, aloperar la consagración definitiva de la representa-ción pública, en todas las manifestaciones del go-bierno por la contradicción con las modalidades ysistemas que han imperado durante tantos años.

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    55

    Creí sacrílega la pretensión del régimen de querereslabonar su pasado con la actualidad en el escena-rio de la República, dentro de un acomodaticio de-terminismo histórico. No. Triunfaron mis ideas, miconcepción de la libertad y de la justicia, y las gloriasy prosperidades futuras serán comunes, porque notrasuntan el triunfo de un partido político sobreotro, sino el triunfo de la Nación para bien de to-dos. Esta es precisamente la mayor grandeza delmovimiento reconstructivo de la U. C. Radical en laabstención, en la revolución, en la intransigencia yen la hora de mi gobierno. Por ello pude expresaren el instante mismo del advenimiento: nosotros novenimos a vengar los daños producidos a la Nación,sino a repararlos.

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    56

    IV

    Estoy profundamente convencido de que he he-cho a la patria inmenso bien, y poseído de la idea deque quién sabe si a través de los tiempos será supe-rado por alguien, y ojalá que fuera igual, siquiera, enel esfuerzo ciclópeo que demandaron las actualesconquistas y los tributos de rígida moral que le con-sagramos.

    Los que nacen con la conciencia superior de losdestinos de su vida, nada los fascina ni embriaga,porque no sólo tienen el más profundo desdén portodos los poderes de la tierra, sino también, porcuanto pudiera desviarlos de su propia recta orien-tación. Esto impone un riguroso estilo de vida y elsacrificio de todo lo que fuera personal.

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    57

    Las iras de los desplazados, sus ambiciones deregresión, sus reacciones esporádicas, sus pasionesincontroladas, no van a matar la eterna luz de misinfinitas concepciones, de integridades absolutasque constituyen mi vida en la patria y mi irradiaciónen el mundo. Representa todo ello, una trayectoriade principios inmanentes y directrices y de precep-tos inmutables, que si no han anulado su concienciapara percibir la claridad, habrá de quemarles las pu-pilas con los esplendores que deslumbran.

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    58

    V

    Al terminar el período que cumpliera en la presi-dencia de la República, por primera vez, en la histo-ria política del país, de índole constitucional ejercidoen la más absoluta identidad con los preceptos quelo fundamentaron y en los que se afirmaban mismejores esperanzas patrióticas, me sentí inducido aexteriorizar algunos juicios de orden público, quelas circunstancias de estar todavía en las funcionesdel cargo no me cohibían para hacerlo, desde quetodas mis actividades y consagraciones son esen-cialmente de carácter nacional; pero preferí callar.

    La U. C. Radical, por sus orígenes, por los he-chos producidos y actitudes asumidas para concre-tar en la realidad los ideales que sustentara, es unaalta conquista de la civilización argentina y america-

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    59

    na, que afrontó las contiendas del supremo deber,con toda abnegación y con el mayor denuedo. Fue,asimismo rígida escuela cívica del carácter y la con-ducta, donde se formaron varias generaciones ar-gentinas, que sirvieron esta insigne causa de lanacionalidad con el más puro idealismo y las gallar-días más varoniles.

    Consagrado a la reparación y restauración de losvalores esenciales argentinos, no debí omitir nuncaningún esfuerzo a fin de que no se malograra tanjusta empresa. Fue así mi gobierno un apostoladode moral política, el más eminente y trascendentalde que haya memoria en la historia cívica de la Re-pública.

    Y no hay osadía más villana que la de intentar ha-cer creer al juicio público que a mi lado y en tornomío pudo haber improbidades en cualquier sentidoque fuere, cuando es verdad categórica la de quejamás se ha respirado junto a mí, otro ambiente queel de todas las dignidades y las más acrisoladas vir-tudes.

    Ello vino a señalar la senda única con las normasseñaladas en los orígenes de la patria, siguiendo sindesvíos ni desfallecimientos los principios cardinalesde su augusta significación y de su fecunda virtuali-

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    60

    dad. Las doctrinas y orientaciones que sustento notuvieron correlación alguna con las distintas parcia-lidades partidarias que actuaron en los escenarioscívicos de la Nación, a las cuales consideré con igualcriterio desde que eran idénticas, en cuanto no te-nían otra finalidad que la de los aprovechamientospúblicos y la detentación del poder o de ser, enotros casos, de un reaccionarismo disfrazado deprincipios nuevos. De tal modo se sobrepuso miapostolado, cumpliendo su misión totalmente dis-tinta en el plano superior de los vastos problemasnacionales y realizándose en la plenitud de sus con-cepciones creadoras.

    Mis sagradas convicciones han respondido siem-pre a los impulsos de un hondo y ferviente amorpatrio. Quise que la Nación se perpetuara, deriván-dose más allá de las épocas tal como se inició en elescenario del mundo; libertadora heroica de losoprimidos; rompiendo los ajenos y propios yugos;sin más preocupaciones que las imperativas del de-ber y del trabajo que fecunda la vida y que, dueña deuna superior civilización, cimentada por una intensafraternidad humana, cumpliera ampliamente susgrandiosos destinos. Ese punto de vista, ese con-cepto que constituyó la orientación y el afán de mi

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    61

    vida, es el que formó mi conducta de argentino y miacción de gobernante.

    Las actitudes ejercidas durante mi existencia y losactos producidos en el ejercicio de las funciones delpoder, lo ratifican plenamente, sean ellos de carácterinterno como externo, morales como políticos, so-ciales como administrativos, en una unidad absolutade fundamentos, de finalidades y de principios.

    Por tal razón, puedo afirmar que no tengo en elcorazón un latido de animosidad contra nadie. Ja-más se ha cumplido un cometido de vida públicacon mayor insobornable magnanimidad. Nunca hepreferido una alusión personal acre, porque jamáshe experimentado esa índole de sentimientos, y, hoymismo, no obstante todas las oscuras y violentasirreverencias conjuradas, tengo la íntima satisfacciónde decir, que si se me propusiera tener alguna pre-vención malsana y pequeña, no sabría en quién fi-jarla.

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    62

    VI

    Desde los albores de mi vida pública, me identi-fiqué con la empresa redentora de la patria, paramantener inalterable ese supremo ideal sin desviar-me jamás del recto y duro rumbo.

    Me he plantado con la integridad de mi tempe-ramento y con toda la fortaleza de mi espíritu encontra de un régimen nefasto que ha malogrado, engran parte, la existencia nacional y el destino delpueblo.

    Hay momentos en la vida de las naciones, en quelos mandatarios deben erguirse simbólicamente paracumplir los designios sagrados que afrontaron comociudadanos y debían sancionar y hacer ejecutar co-mo estadistas.

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    63

    Yo sé bien que aunque la tempestad de los inte-reses conjurados haya crujido sobre mi frente susmás recios vendavales, no ha dejado ni dejará en suserenidad inconmovible el más mínimo vestigio,sino que resplandecerán en ella los fulgores de losdeberes más solemnes que pudiera interpretar y rea-lizar. Así me erguí en el poder como en el llano,provisto de toda la autoridad moral de mi historiapolítica contra los falsos convencionalismos.

    La poderosa imposición de un régimen adueñadode todos los gobiernos y devorado por todas lasconcupiscencias públicas, requería un carácter in-quebrantable en la lucha. Un alma olímpica convirtudes preclaras en la cual se estrellaran los dardosde los extravíos y los prejuicios; una clara concienciadel deber y un gran espíritu de sacrificio. ¿Qué másse necesitaba? Un pueblo grande, noble y valientecomo el nuestro.

    A toda esa exigencia se respondió y culminó ga-llardamente en el curso de los sucesos, en la empre-sa magna de la Reparación, fueran cuales fueren lasabnegaciones, las vicisitudes y los infortunios quedemandaran.

    Por mi parte he de decir, al final de la contienda,que ni las persecuciones, ni la injuria, ni la conspira-

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    64

    ción del silencio, ni las acritudes del agravio, llega-ron hasta mí; no fui enemigo de nadie, porque noson esas modalidades y sentimientos míos, y porqueera demasiado idealista mi misión redentora, paraensombrecerla con prevenciones personales.

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    65

    VII

    Todo lo he recibido como reacciones naturalesde la actitud que he asumido en esa misión que hatenido el poder de incorporar tantas decisiones y devencer tantas resistencias, porque es superior e in-mensa en importancia para los destinos de la Na-ción.

    Las determinaciones de mi espíritu y aun losarrojos de mi carácter no tuvieron signo hostil con-tra nadie; por eso mi acción no fue nunca agresivasino reparadora y aun protectora. La estabilidad dela patria sobre sus tradiciones de honor y sus basesconstitutivas, su prosperidad creciente y sus gloriasinmaculadas, fueron los impulsos, las iluminacionesde mi voluntad. Obedeciendo a esos imperativosque me absorbieron por completo, a cuya vanguar-

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    66

    dia estuve en todas sus irradiaciones, y de confor-midad también con mis propias modalidades, heeludido todas las banales e incongruentes exteriori-zaciones, como me sustraje a los atrayentes halagosde la superficialidad ambiente, entregado plena-mente a las horas de amargura de la patria, a suscruentas vigilias y a sus trances aciagos. Todo ellocomprometió mis totales dedicaciones que apare-cían intencionadamente misteriosas para las incapa-cidades que siempre se evaden a la fecundaintensidad de las consagraciones superiores.

    Cuando en la ya secular perversión era descono-cido el anhelo de todo bien público en formas dis-tintas pero igualmente culpables, templamos elánimo cada vez más a la serena contemplación delgran concepto reparador, sin sorpresa, pero conpena, por las defecciones de los apresurados, queson siempre fenómenos naturales de las imperfec-ciones humanas y sin desdén por las apreciacionesde los adversarios que la lógica de los sucesos loshabía desplazado de la responsabilidad del gobiernode la República. Trabajamos sin cesar aun para losmismos a quienes hubimos de remover en su resis-tencia al camino de su regeneración y de su nuevavida.

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    67

    La filosofía profunda de nuestra doctrina y el in-tenso amor que pusimos al crearla, idealizarla y pro-pagarla en la conciencia del pueblo, nos hizotolerantes y humanos en el gobierno. Representá-bamos el genio cívico de la Nación, y los genios quetrascienden por sus virtudes, sus juicios y sus méri-tos iluminando los escenarios públicos con sus po-derosas facultades, conducen a las naciones por elcamino de la verdad y de la justicia y erigen las li-bertades en sus múltiples y vastas realizaciones.

    Ellos son los que determinan los magnos sucesosen las horas difíciles, no sólo para salvar a los pue-blos, sino también para orientarlos por los caminosde su grandeza, haciendo que los propósitos que losdirigen impelan también de buen o mal grado, aun aaquellos que sólo los comprenden cuando sientensus benéficos resultados.

    Los genios conciben y estructuran una gran causay la realizan pero no se sirven ni se aprovechan deella para sí. La gran satisfacción está en haber inter-pretado con fidelidad y lealtad los anhelos y las es-peranzas del pueblo.

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    68

    VIII

    En mi gobierno, sin una sola desviación, se hancumplido todos los preceptos de la justicia y de lalibertad, tanto en el orden social, político comoeconómico. Tuvimos que hacer en un período degobierno constitucional lo que no se había hecho encasi un siglo de existencia, y ahí está mi obra paraprobarlo. Convocados por la potestad de la Nación,hemos laborado con perseverancia y tenacidad, des-de los más humildes hasta los más ilustrados ciuda-danos, en íntima y armoniosa conjunción deidealidades patrióticas, habiendo elevado la repre-sentación pública al más alto e insigne magisteriopolítico. Hemos señalado las funciones fundamen-tales que corresponde desarrollar a cada uno, con-forme a los principios de la soberanía de la Nación,llamando a todas las fuerzas sanas y capaces del pa-

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    69

    ís, para robustecer todas las esferas de la acción ensus justas direcciones y en sus más fecundas aplica-ciones. De tal modo se ha constituido así la más altajerarquía pública con la más indivisible dignidad na-cional.

    He ido al poder con las definiciones más categó-ricas y caracterizadas y desde el primer momentoasumí una actitud que no dejara duda de su signifi-cación al renunciar a toda participación, contamina-ción o derivación benéfica con el medio que seproponía reparar. Por el contrario, no sólo infundí ami misión cuanto hay de noble y puro en el almahumana, sino todo cuanto alcanza proyecciones ele-vadas de vida, rindiéndola también en holocausto ala causa reparadora.

    He vivido en la más absoluta integridad de misrespetos, para estar a la altura del honor de la Na-ción, absorbido por profundas meditaciones y, vigíainsomne de su destino, para entregarle, así, las fuer-zas de mi pensamiento y los frutos de mis desvelosy mis labores.

    Di todo lo que poseía en espíritu, en energía y encapacidad realizadora al ideal forjado para la patria,por mis fervores nacionales, a través de los más ru-dos sacrificios y los más amargos desencantos.

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    70

    IX

    El juicio público ha consagrado la obra de la Re-paración nacional y la creación de la soberanía queesplende en las horas actuales ante el mundo ymuestra a la República como un ejemplo de lo quepuede el espíritu de un pueblo, cuando se eleva so-bre la adversidad y cuando, idealizando sus aspira-ciones -solidario en el bien- se propone vencer parasu buen nombre, para su salud y su gloria. Un pue-blo que supo comprender, sin ningún esfuerzo, queel lema de la lucha debía ser, y lo fue, la conquistade un mínimo de dignidad dentro de un máximo delibertad, para el hombre.

    El ordenamiento admirable de los sucesos y elenlace de los acontecimientos, que han iluminadolos escenarios políticos de la República, por los

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    71

    principios sustentados y por la orientación de lasexperimentaciones consagradas, tienen una eminen-cia tal y una clarividencia tan ilustrativa, que no esconcebible cualquier juicio contrario en su juzga-miento.

    La Nación ha conquistado en una hora promi-nente el rango y la espectabilidad que no alcanzójamás, porque siempre he sostenido que el triunfono está en el hecho ni en sus consecuencias, sino ensu contenido espiritual, es decir, en el fundamentodoctrinario de las causas y en la integridad insobor-nable para sostenerlas.

    La U. C. Radical, ha entregado toda su mentali-dad, su carácter, su tranquilidad, su bienestar, supatriotismo, su sacrificio y su vida misma, a la reali-zación de la empresa redentora, acumulando todaslas calidades que mantendrán su recuerdo en la másviva admiración del futuro del país, renunciando atodos los beneficios y prestigios en el escenario delos gobiernos. Así le ha permitido conservar, a lolargo de la obra empeñada, su firme carácter y supundonoroso decoro.

    La capacidad superior de que ha dado tan elo-cuentes testimonios para triunfar en el llano y orga-nizar jurídicamente la República, desde el gobierno,

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    72

    en medio de una acción agobiadora y sin descanso,son el mejor augurio y la lógica de los aconteci-mientos también lo presagian, porque la Nación haentrado por fin al pleno y libre ejercicio de su sobe-ranía. No se sabe qué admirar más: ¡si la magnitudde su vasta y revolucionaria obra social y económi-ca, o la claridad infinita de sus concepciones idea-listas!

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    73

    X

    ¡Cuánto podrá decirse de sus beneficios actuandosiempre para establecer la concepción generatriz delgran lineamiento que se ha trazado para salvar elprincipio de la nacionalidad! Dentro y fuera de suespíritu ha sido lo que el sol a la vida de la naturale-za. La teoría fundamental de sus idealidades fueplasmándose en la acción continua, abnegada, fe-cundadora del gobierno que elevó, para que marcaracon rasgos inconfundibles su fisonomía moral anteel pensamiento del Universo. Más que para gober-nar, se había congregado para vindicar el honor dela Nación y restablecer el imperio de sus institucio-nes básicas por la imposición de la propia soberaníay por la reorganización integral de los poderes. Sólopor un vigor ciclópeo en su acción y facultades, ha

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    74

    sido capaz de poner término a los graves males quese cernían sobre la República y salvarla de las irreve-rencias que manchaban su dignidad y deprimían suspreclaras tradiciones.

    No aplicó jamás en la contienda política ningunamedida que no fuera absolutamente compatible conla magnanimidad y altura de sus sentimientos y nisiquiera atribuyó a ciudadanos determinados lasresponsabilidades de los daños inferidos a la patria,sino a un "régimen" tan nefando, que no tiene cali-ficativo que le alcance. Sólo buscó su derrumba-miento por el camino del honor, por las exigenciasdel deber y por cuanto hay de sagrado e intangibleen el fuero de las naciones, sin prevención algunacontra nadie, y menos aun con propósitos inconfe-sables y mezquinos.

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    75

    XI

    Desde el día inicial de mi vida pública, única-mente me propuse como condensación de misideales, libertar a la Nación, renunciando irrevoca-blemente al honor de gobernarla, y Dios es testigode que mis estímulos se hicieron tanto más sagradoscon ese imperativo propósito.

    Mi obra no ha sido la de un tiempo dado ni deninguna circunstancia accidental o intrascendente.Ella nació en el momento mismo de la causa que lainspirara y no ha tenido nunca atingencia algunacon las finalidades materiales del poder. Se concretaen una gran bandera que encarna los anhelos máselevados de la redención del pueblo y señala, porello, el recto camino que habrá de recorrer la Repú-

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    76

    blica para alcanzar la conquista de un luminosodestino.

    Todos los encantos y las complacencias de mifuero íntimo, consistían en la satisfacción del debercumplido como ciudadano argentino, en que debíanconcretarse los patrióticos esfuerzos nacionales.

    Afirmo que ese ensueño tan fervorosamente aca-riciado, fue uno de los impulsos fortalecedores demi carácter al asumir las responsabilidades de laspruebas, a las que debía entregar mis abnegaciones yel propósito de mis renunciamientos a los benefi-cios que pudieran aportarme.

    Bien sabía que no era yo el ciudadano más indi-cado para asumir la presidencia de la República,porque así como fui fiel al punto de mira de las ma-quinaciones desde el llano, inevitablemente debíaserlo desde el gobierno.

    Y no era ello porque motivara ninguna justa nilegítima resistencia o prevención por mis actitudespersonales; públicas o privadas, sino porque sóloera concebible mi ascensión al gobierno para aplicary caracterizar los principios de orden público quefundamentaron mi vida y contrastaron todos losintereses espurios creados al amparo de bastardasimpunidades.

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    77

    Además ya había expresado que siempre es supe-rior la abstracción del ideal sin mácula, a la duramaterialidad del poder.

    Inicié el gobierno afrontando todos los proble-mas y conflictos que planteaba la pavorosa situaciónengendrada, a lo largo del tiempo, por la prepoten-cia, la ilegalidad, el privilegio, la injusticia, el desqui-cio y el desconcepto.

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    78

    XII

    En el orden internacional tuve que plasmar nue-vas normas jurídicas contra las establecidas, parapoder así destacar el significado preciso de la inde-pendencia y la integridad de la Nación, en la pleni-tud soberana de sus atributos, a fin de que alcanzarael renombre que le correspondía en el concierto delos pueblos civilizados de la Tierra.

    Mientras el régimen debatía intereses menguadospretendiendo mistificar la conciencia pública, yolevantaba bien alto y para siempre las eminentesinsignias de la Nación, demostrando cómo se re-suelven las grandes y vitales cuestiones de un país,cuando las orientan las facultades y capacidades su-periores de los pueblos. Las naciones más podero-sas del mundo rindieron el homenaje debido a esas

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    79

    normas de un nuevo derecho internacional y reco-nocieron la plenitud justiciera de sus fundamentos.Señalamos, en un instante crucial de la historia de lahumanidad, ejemplos de integridad soberana, en elresguardo celoso de nuestro derecho, que prestigia-ron a la República. Propugnamos en tales principiosla igualdad de todas las naciones y enunciamos elprecepto evangélico de que "los pueblos son sagra-dos para los pueblos y, los hombres son sagradospara los hombres".

    Los problemas más arduos y más complejos quepudieran condenarse por lógica gravitación de lossucesos mundiales, se presentaron a la considera-ción y solución de mi gobierno, y todos los afrontócon la más encomiable significación del conceptouniversal al que estaban vinculados y con la másaustera conciencia de la autoridad de la Nación.

    Los fundamentales principios que profesé siem-pre respecto a la soberanía y a la dignidad de mi pa-tria, ya fuera por su concepto ante el país o ante elmundo, se pusieron en vigencia en el problema dela neutralidad argentina durante la guerra europea.La política deliberada y austera, que no improvisépor cierto, la había aprendido y experimentado enmis largas vigilias de ciudadano. La había ahondado

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    80

    y clarificado en el conocimiento de la ciencia políti-ca, en el estudio de los fenómenos sociales y eco-nómicos y en la íntima identificación de mi espíritucon el alma de la nacionalidad. Fue por esto que enun momento de universal desconcierto, puso nues-tra patria la nota de altivez y de cordura, tan alta yserena como rectora, atrayendo sobre sí, primero lasorpresa, la admiración inmediatamente y, por últi-mo, el homenaje de los grandes cerebros del mundoy la ratificación rotunda de los acontecimientoshistóricos.

    Fui ruidosamente injuriado y calumniado en esaemergencia, y el coro de imprecaciones y denuestosque en idénticas consonancias se conjuraron contramí, venía enconado de todos los resabios del régi-men, de los que habían causado el desastre de laRepública y de aquellos que dieron la espalda a lacausa suprema de la Nación. Indiferente a la diatri-ba, continué mi obra pensando solamente en lasgrandes figuras de nuestro pasado histórico y en elpueblo. Los anhelos de éste, sus sueños y sus deno-dados esfuerzos, tuvieron en mí el custodio másceloso; y, consecuente con el deber que me impuseal aceptar estoicamente el gobierno -y aunque pare-ciera inmodestia-, afronté el propósito firme de sa-

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    81

    crificarme por mi pueblo, entregándome por enteroa su sagrada causa.

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    82

    XIII

    Frente a todo, me amparaban mis antecedentes,porque es de la más evidente notoriedad que desdeque tuve uso de razón he sido una enseñanza vivadel fuero sacro de la vida y un ejemplo de las virtu-des más acrisoladas. Así se explica que haya alcan-zado siempre escalas más encumbradas en que meanticipé a la generalidad. Así se explica, también,que en las horas de cruciales pruebas para la nacio-nalidad, haya sido buscado y requerido por los pri-meros hombres del país, para ocupar los cargos demayor responsabilidad, ofrecimientos que declinéirrevocablemente. Ya se sabe que la U. C. Radicalno luchaba por la obtención de posiciones públicas,al margen de las grandes soluciones de fondo: elrestablecimiento de la legalidad y el imperio del or-

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    83

    den constitucional. Y es por ello que siempre me hesentido con autoridad, y más con derecho, para lla-mar a los hombres al deber supremo de todos losargentinos, cualesquiera que fueran las insignias olos cargos públicos de que estuvieran investidos.

    Mis convicciones insobornables y arraigadas, hanobedecido siempre a los impulsos de un fervoracendrado hacia mi patria. Quise en honor de ellaque retornara a su posición histórica y, orientadahacia una positiva fraternidad universal, cumplieraampliamente sus grandes destinos.

    Resuelto como estaba a libertar ala República, vi-viendo la hora de mi responsabilidad, he percibidoplenamente la misión que ésta me deparaba y alsentir sus irrenunciables imposiciones, quise abarcaren una irreductible síntesis reparadora las desgraciascolectivas para redimirlas y, eso ha llenado toda miexistencia, porque los deberes del patriotismo, sonmandatos imperativos e imprescriptibles.

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    84

    XIV

    No obstante ello, el régimen me afrentó. El ré-gimen al que yo he vencido rodeado de vientos ytempestades, en el más desamparado llano, y desdela presidencia de la República, liberando a las cator-ce provincias del sojuzgamiento de un poderío feu-dal y de cuantos privilegios y convencionalismos secongregaron en su torno; el régimen, al que he de-rrumbado por el impulso de las más puras y firmesintegridades que haya memoria en las redencioneshumanas y al que le he impuesto la regeneraciónbajo el bautizo de los preceptos de la moral política,de la dignidad nacional y de las virtudes ciudadanas;el régimen, que no pudo menos que declararse con-victo y confeso del proceso de los males más irrepa-rables, haciendo vivir a la Nación al margen de sus

  • M I V I D A Y M I D O C T R I N A

    85

    principios éticos y normativos, de sus preceptosconstitucionales, sin brújula ni timón en las orienta-ciones, tanto en la vida interna como externa; el ré-gimen, que durante más de dos años de la guerramundial soportó abyecto, sumiso y silencioso losatropellos más inauditos a la soberanía de las nacio-nes y las afrentas más bochornosas al honor nacio-nal. El régimen, decía, me afrentó a mí, quevolviendo por esos agravios y reivindicando su de-coro y su insigne significación, y con actitudes con-ducentes le ha dado el rango más eminente ygrandioso que una Nación pudiera alcanzar en laspruebas afrontadas; el régimen, al cual jamás rocécon la menor alusión o referencia personal, y para elque tuve todas las magnanimidades de mis senti-mientos, no haciéndole pasible ni siquiera con lasanción de las leves y de la justicia, me faltó durantemi actuación de gobernante a todos los respetos,que a justo título me guardaron los hombres másespectables del país, poniendo en mis manos, si yolo hubiera querido, todos sus poderíos; el régimenme hizo desaforadamente punto de mira de todassus vilezas, tramando inauditos planes de todo or-den para desviar el juicio público sobre mi persona.

  • H I P Ó L I T O Y R I G O Y E N

    86

    Contra él, la opinión pública, vidente y resueltame acompañó en sus determinaciones, exteriorizan-do su solidaria adhesión a mis actos de verdaderocontenido colectivo; y la Nación después de haberp