michaux, henri - [es] miserable milagro. la mescalina copia

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V?] Pr

--

-I

I,.-'

COLECCION PRISMA

HENRI MICHAUX

MISERABLE MILAGRO (La Mescalina) Con 48 grabados fuera de texto del propio autor

0

AAKA MONTE AVILA EDITORES C. A.

ritulo original, MISERABLE MIRACLE (La Mescarino;

Version casreluana: JORGE CRUZ

© 1956 by Editions du Rocher, Monaco

© Para todos los palses de habla castellane 1969 by Monte Avila Ealtores, U. a. Caracas t Venezuela

i-ortaoa / Victor Viano Irnpreso an Venezuela par Editorial Arta

• • • en suma, 11710 Sc eiicuentra en situaeión tal que cincuerua onomatopeyas diferentes, Si-

maltdneas, contradictorias y cambiantes cada medio segundo, podrian ser su mdi f jet cx-presidn.

CH

CHI. CH I . NH

H 3 CO. C\CH

C.

PREFACIO

ESTO es una expioración. Por medio de las palabras, los signos, Ins dibujos. La Mescalina es la explorada.

Solo en las treinta y dos páginas reproducidas aqul, de las ciento cincuenta escritas en plena perturbaciOn interior, apren-deran más los que saben interpretar un texto manuscrito que en cualquier descripción.

En cuanto a Ins dibujos comcnzados inmediatainente después de la tercera experiencia, fueron realizados con un movimiento vibratorio que dura dias y dIas, In que equivale a decir aurornático y ciego, pew que precisamente par eso reproduce las visiones, vuelve a pasar por elias.

Al no poder dar Integramente el manuscrito, que directamente y a la vez traducla tanto ci tema, Ins ritmos, las formas y Ins caos como Las defensas interiores y sus desgarramientos, se ban presentado muchas dificuitades frente al muro de la tipografia. Hubo que reescribirlo todo. EL texto primordial, más sensible que legible, tan dibujado como escrito, no hubiera podido bastar, de todos mados.

Lanzadas vivamente, par sacudidas, en la página y a través de ella, las frases interrumpidas, de sIlabas volantes, deshilacha-das, rironeadas, se precipicaban, cafan, morlan. Sus jirones revi-vian, volvIan a partir, se largaban, estaliaban de nuevo. Sus letras acababan en humo o desapareclan en zigzags. Las siguientes, también discontinuas, segulan de iguai modo su agitado relato,

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como pájaros en pleno drama, a los que una tijera invisible les cortara las alas en vuelo.

A veces se soldaban palabras en el acto. "Marryrissiblement", por ejemplo, volvia una y otra vez y me era irnposible librarme de ella. Otra repetla infatigable ';Krakataa! ;Krakatoa!", ouna más comón como "cristal" volvIa veinte veces seguidas, hablán-dome largamente de otro mundo, y no hubiera logrado aumen-tarlo en In más minima ni complementarlo can ninguna Otra. Ella sola, coma un náufrago, en una isla, era tado para ml y el resto y el océano agitado del que acababa de salir y que recordaba irresistiblemente al náufrago que yo era que, como ella, estaba solo y resisriendo en media de la derrota.

En Ia inmensa batidora de luces, salpicada de claridades, yo avanzaba ebrio y arrebarado, sin volverme nunca atrás.

Cómo decirlo? Hubiera necesitado una manera de expresarme accidentada que no tengo, hecha de sorpresas, de faltas de ila-ciOn, de instantáneas golpes de vista, de saltas y de incidencias, un estilo inestable, tobaganeante y turbulento.

En este libro, el margen, ocupado más por extractos que pot tItulos, manifiesta de modo muy insuficiente los encabalgamien-tos, fenómeno siempre presente en la mescalina y sin el cual es como si se hablara de arEa casa. No se ban utilizado atros "arti-ficios". Se hubieran necesirado demasiados. Las dificultades in-superables pravienen: i 9 , de la velacidad inaudita de aparición, transformacion, desaparicion de las visianes; 2, de la muiriplici-dad, de Ia pululacion en cada visiOn; 39, de los desarrallos en abanico y en umbelas, pot progresianes autOnomas, independien-tes, simultáneas (a modo de siete pantallas); 49, de su género no emocional; 59, de su apariencia inepta y, ann más, mecánica: rafagas de imágenes, ráfagas de 'sI" o de "no", ráfagas de mavi-mientos esterearipados.

Yo tampoco me

mantenfa neutral, de lo cual no trato de jus-tifjcarme. La mescalina y yo nos hallabamos a menudo más en pugna que de acuerdo. Me sentia sacudido, quebrantado, pero no me apartaba.

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El oropel, ése era so espectáculo. Además, bastaba con descu-brirme los ojos Para no ver nada más de la loca comedia de magia. La inarmónica inescalina, alcaloide extraido del Peyotl, que contiene otros seis, era como un robot. Solo sabia hacer ciertas cosas.

Sin embargo, me habla preparado para admirar. Habia ido con confianza. Aquel dia removieron mis celulas, las sacudieron, las zarandearon, las convulsionaron. Las acariciaban, las some-dan a violencias. Querlan que consintiera en todo. Para que una droga nos cornplazca es preciso que nos guste someternos a ella. Me sentia empenado en una tarea demasiado penosa.

Con mis terribles sacudidas, ella forjaba so espectaculo. Yo era ci fuego artificial que desprecia al artifice, aun cuando le prueben que él mismo es el artifice. Me removian, me ponian en apuros. Aturdido, Sc prolongaba en ml un movimiento brow-niano, enloquecimiento de la percepciOn.

Me hallaba distraido, fatigado de estar distraido, con la mirada en ese microscopio. Qué habia de sobrenatural alli dentro? Sc concedla tan poco al hombre. Uno se sentia ma's bien aferrado y prisionero en on compartimiento del cerebro.

Hay que hablar de placer? Era desagradable. Pasada la angustia de la primera hora —resultado de la con-

frontación con el veneno, angusria tat que uno se pregunta si no va a caer desvanecido, como les ocurre a algunos, raros, es verdad—, es posible dejarse Ilevar por cierta corriente que se pareceria a la dicha. Lo creI? No estoy seguro de lo contrario. Sin embargo, a lo largo de esas horas inauditas, hallo, en mi diario, estas palabras, escritas más de cincuenta veces, torpe, di-ficilmente: intolerable, Into portable.

Tal es el precio de ese paraiso (U.

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II

CON LA MESCALINA

En una habitación ("ON gran malesrar, con angustia, con inte- despus de '—' nor solemnidad. El inundo apartándose a

ía ingesti6n de los cierta distancia, a una distancia en aumento. Ca-

3/4 de Ufla ampo- da palabra tornandose densa, dernasiado densa Ha de 0,1 gr. de

Mescalina para pronunclanla, palabra Ilena en si inisma, palabra en un nido, mientras el ruido del fuego

de ía lena en la chitnenea es la ónica presencia, se hace iinpor-tante, inquietante y se vuelven extnaflos sus movimientOS. En la espera, en una espera cada minuto más cargada, más expectante, más indecible, más dolorosa de sobrellevar ... hasta dónde se podrIa sobrellevar?

* * *

estremecimientos Lejano, parecido at ligero silbido de la brisa estremechnientos en Ins obenques, anunciador de tempestades,

tirones un estremecimlento, un estremecimiento que no se produciria en la came ni en la piel, un estremecimiento abstracto, un estremecimiento en on taller del cerebro, en una zona en la cual no es posible estremecerse con estremecimientos. Con qué va a estremecerse uno entonces?

* * *

Que puede odurrir Como Si hubiera una abertura que seria una algo reuni6n, un gentlo, que scria que puede ocu-

que puede ocurrir rrir algo, que pueden ocurrir muchas cosas,

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un mundo do CoSas. quo hay una muchedumbre, que hay el mayor Fcno,ncual

)zormzgueo do los hervidero posible, quo todas las posibilidades posihies, quo todos de hormtgueos se alcanzan, que la persona quo

quicren ser, oigo vagamente caminar al lado podria Ilamar, so apresuran, podrIa entrar, podrIa pegar fuego a la casa,

son in,ninentes podela trepar al techo, podrIa arrojarse aullan-do sabre el pavimento del patio. Lo podrla todo, cualquier cosa, sin elegir y sin quo usia

podria de esas acciones tuviera preferencia sobre otra. podr,a podrta Pew esto no me conmueve mucho. Es el "po-

dna lo que cuenta, ese prodigioso acceso de posibilidades que se ban vuelto enormes y que siguen multipli-cándose.

(Los sonidos de la radio o del disco, palabra a mósica, no tienen ningOn efecto sabre nosotros. Solo lo real siembra y produce.)

* * *

Comienzo De pronto, pero precedido primero por una do (as visiones palabra en la vanguardia, una palabra-estafeta,

interiores. una palabra lanzada por mi centro del len-CucJzilIos largos guaje alertado antes que yo, como esos mo-Coma

Ira yectorias. nos que sienten antes que el hombre los te-Cuchillos rremotos; precedida por La palabra 'encegue-

deslumbradores cedor", de pronto un cuchillo, de pronto mil labran el vaclo cuchiflos, de pronto mil guadanas brillantes

rápidamcnte. El ,ndrtir de luz, engastadas en relampagos, inmensas

Sr los grandes como para talar bosques enreros, se preci-distanciamientos. pitan para dividir el espacio de arriba abajo, Distanciamientos con golpes gigantescos, con golpes milagro-

41OTOSOS sarnente rápidos, quo debo acompafl ar, inte- Coma Si en m l cdlulas debieran

- riormerire, dolorosarnente, con la misma in-acompaftar soportable velocidad, con esas mismas impo-

(a ?nenos que sus sibles alturas, e ininediatamente después en convulsiones esas mismas profundidades abisales, en distan-

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mismas no muesen ciamientos cada vez más excesivos, dislocan-su causa)

esas terriblestes, locos... y cuándo va a terminar. . si

aceleruciones, es que va a terminar alguna vez? en ci ilinite ,nismo Terminado. Ha terminado.

de Sn propia elasticidad

* * *

de La Punta Surgen Himalayas bruscamente más altos terriblemente cite que la.más alta montana, afilados; son falsos

a ía base terribiemente baja picos, esquemas de montanas, pero no per eso

menos altos, triángulos desmesurados, de an-inso portables gulos cada vez más agudos hasta la extrema

recorridos orilla del espacio, ineptos pero inmensos. Mientras sign miranda esos montes extra-

iMMense ordinarios, he aqul que al concentrarse ci ac-terrernoto ceso intenso que me domina en las letras m"

Meuse de la palabra "immense" (inmenso) que yo pronuncio mentalmente, Ins dobles trazos de esas 'rn" desdichadas se estiran conic, dedos de guantes, como una cuerda con lazada co-

encabalgamientos rrediza, que, desmesuradamente grandes, se encabalgamientos lanzan a su vez hacia las alturas, arcos para

impensables y barrocas catedrales, arcos ridIcu-Palabras lamente altos sobre bases que siguen siendo notables pequeflas. Es de In más grotesco. de leiras Basta. He comprendido. No pensemos en

mas grandes que viaductos nada. No pensemos mas. jEl vacto y maine-

circundados nerse quieto! No demos una idea, una pieza de viva plate, al loco engranaje. Pero la máquina ya ha reto-tie oropel, Y mado su movimiento de cien imágenes par

chocant.e como fa pubitculad

minuto. La rnáquina de himalayar se ha de- tenido y luego se vuetre a poner en marcha.

En ci incesante Gtandes rejas de arado labran un cspacio al sismo, al mismo coal no se le da on comino. Rejas desmesura

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ticnipo pienso en das labran sin razOn para labrar. Rejas y de hacer

declarac:ones nuevo las grandes guadaflas que siegan de arri- in,nensamente ha abajo la nada, con grandes golpes que se

ascendentes repetirán cincuenta, den, diento cincuenta ye-ces. (Hasta que las baterlas no den más.)

Dejemos que sigan, puesto que no es posible hacer nada. Los distanciamientos daflan menos. Me acostumbrare?

Una biancura 1' 'Blanco" sale. Blanco absoluto. Blanco por Sc manifiesta, coma

encima de toda blancura. Blanco de la exalta-para reventar los ción del blanco. Blanco sin compromiso, por

briflante exclusion, por total erradicadon del no-blanco. conzo Un cliorro tie Blanco loco, exasperado, gritando de blancu-hierro colado que ra. Fanático, furioso, que acribilla la retina.

sale candente

Blanco electrico, atroz, implacable, asesino. de un horno Blanco con rafagas de blancura. Dios del "blan-

Martin co". No, no un dios, sino un mono aullador. (Con tal que mis células no estallen.)

Si una detonacion pudiera set ci

blanco El blanco existe

puesDetencion del blanco. Siento que, por mu-

No vivir ma's que cho riempo, el blanco va a tener para ml algo en ci centeilco excesivo.

* * *

Un oeéano sin sal, A orillas de un Oceano tropical, entre dos sin yodo,

risa sin

olor, sin

milreflejos de la luz plateada de una luna in- b, sin fresco, un visible, entre las ondulaciones de las aguas agi-océano pare tadas, variando incesantemente.

dptico Entre los embates silenciosos, los temblores Descuartizandcnto de la capa iluminada, en ci vaivén rapido que

POT ref lejos martiriza las manchas de luz, en el desgarra-miento decIrculos, arcos y lmneas luminosas, en

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Por ml, ci mar las ocuitaciones, ins reapariciones, en los dan-ondula zantes resplandores, deformándose, reformando-

SupUcio dese, contrayendose, extendiendose para volver a

la ondulación redistribuirse ante ml, conmigo, en ml, ahogado y en una insoportable presión, ml calma nil

Romper veces violada por las lenguas del oscilante in-en la nada finito, sinusoidalmente invadido por in muche-

Suphcio dedumbre de las ilneas liquidas, inmenso en sus

Jo inestabie, de mil pliegues, yo estaba y no estaba, estaba en

to impermanente, la mayor ubicuidad. Los miles de murmullOs supiido eran mis mil despedazamientos.

de las cosquilias per refiejos tornasolados

* * *

Sentimiento de una fisura. Oculto in cabeza Yo hueco en una bufanda, para saber, para reconocer los

sitios. Veo un surco. Surco con barridos, pequefios,

ci hecho es que es precipitados, transversales. Dentro hay un flui-torrenciai do, mercurial par el brillo, torrencial pot la

ci hecho Cs qUC marcha, eléctrico par in velocidad. Y se diria cac

ci hecho es queelástico también. P/it, pf it, p/it, se va, mos-

estallatrando en sus flancos infinitas ondulaciones. Le veo también rayas.

ci inoividabicD6nde veo exactamente ese surco? Es como

surco/ si me atravesara ci craneo, desde La frente hasta

la coronilla. Sin embargo, lo veo. Surco sin principio iii fin, que me alcanza en altura, y cuya anchura media es sensiblemente igual tanto abajo como arriba, surco que, dirla, viene del confin del mundo, y me atraviesa para volver a partir al otro confin del mundo.

tin fantasma La envoltura de mi cuerpo (si pienso en perdido estaba ello o me pongo a pensar) I iota ampliamente

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tendido. Yo quizd. en torno de éi (c6mo es posible?), inmenso Un surcc, giobo que contiene ese inquieto arroyuelo, pues atravesaba ese

gigante inmóvil ese gran surco, cuando al mismo tiempo quie- inientras qua to ver mi cuerpo, no Cs sino Un arroyuelo, pero

tormentas, siempre vivo, ardiente, champagne y gatO en-humaredas furecido. Un sitio enorme entre mi cuerpo y

Cortes, desmenuzamientos el surco, que pot su mitad in atraviesa. A veces

torturaban ese el vaclo ocupa ese sitio. (Es extraño, me crela no man's land ileno.) A veces in ocupan puntitos.

E/ arroyo e/ectrico Por tanto, lo contengo, salvo sus extremos, pasajes indecibles

que se prolongan a lo lejos, y sin embargo él contra-corriente contra-cuadrante Cs yo, son mis instantes que corren en su cur-

contra- so crisralino. En este curso ml vida avanza. despedazante Farigado por mil farigas, pot ese arroyo me

demasiado prolongo continuamente en el tiempo. Podria sacudida

demusiado detenerse. Quizá. Quien lo ha visto no creeria, responde sin embargo, que pudiera dejar de cotter al-

a no sé qué en guna vez, dejandome alil. mi qua quiebra, vuelve a quebrar,

sin Cesar SCe * *

reforma y quiebra - tie nuevo Ahora me encuentro ante un peflasco. Se rafadura brechas

pane. No, no está partido. Esrá como antes. brechas De nuevo se pane, enteramente. No, no está

breckas por todas partido. De nuevo se pane. Dc nuevo deja pan-es de partirse y todo recomienza indefinidamente.

a! flhISfl2O tiempo Roca intacta, luego rajadura, luego roca in-desgarraduras en racta, luego rajadura, luego roca intacta, luego

una bolsa, angulosas, rajadura. -

insoportablcmente angulosas

CartOn ahora carton, cartonaje, cartoneria, fabrica de cartOn, transporte de cartOn... y, en fin, calda de carton. (Film docu-mental o sonata?)

NN

Manos que no veo manejan vivamente grandes planchas de carton, más grandes que biombos, de on gris desagradabie a la vista y de una textura que debe set desagradabie a1 tacto.

"A1 diablo con esos cartones! iNo interesan!" La razón de todos esos cartones? Acababa de comprobar cierta

insensibilidad del lablo y de la mandibula superiores, comienzo de la sensaciOn bien conocida (antes de una extracción dental) de la "boca de cartOn".

DetenciOn.* * *

Prirnera etapa "10h, las doce y media ya! C6mo es posi-

Liacia las visiones ble? Aün no he visro colores, colores verdade-de colores ros, brillantes. Quizá no los yea". Descontento,

me envuelvo de nuevo en mi bufanda. Enton-ces, al abandonar en apariencia ml reflexiOn, desencadenados per ci pensamiento * o per la palabra que oprime el botOn, millares de puntitos de colores me invaden. ;Un embare! Una inundaciOn, pero en la que cada gotita coloreada fuera perfectamente distinta, aislada, separada.

Se detiene la inundaciOn.* * *

Aparicidn Retorno de 1a inundacion... Qué pasa? tic ios colores Un enemigo con esos colores? Nada más. Sin

embargo, los colores tampoco están ausentes. se apagan ahora demasiado rápido para que se los perciba

realmente? (Como una corriente no demasiado fuerte ni dema-siado prolongada.) Per intervalos se diria que están allI. Segu-ramente no es un espectáculo, o bien es un espectáculo asi como "ruidosamente" se relaciona con "ruido'. Extraño sesgo.

exviosión Al fin el equlvoco cesa. Esta vez reina el tie Los colores

color. Cen Empire Slate Building, con todas las ventanas iluminadas, por la noche, con lu-

* 0 a la inversa una nada, una pre-sensación ha desencadenado ci pen-samiento.

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ces diferentes, no colmarlan con rantas manchas de colores,* la pantalla inaudita de ml visián.

En una de mis fronteras Oa habla ilamado primero mi Spi:zberg), una superficie inverosimilmente inmensa de bulbos coloreados me satura. -

Detención. Ningán color más. Como si "eso" no tuviera ya la fuerza de

ser color.

* * *

Ha vuelto, recomienza. La mecánica se pone en marcha: Verde!

* * *

Verde. Lo vi? Lo vi demasiado fugazrnente? Se que hay verde, que va verde, que hay un acceso de verde, que hay verde que tiende frenCticamente hacia la existencia, un verde a más no poder verde. No lo hay y lo hay enormemente (!).

Esroy compuesto pot alvdolos de verde. Vet-

emito verde des como puntos brillanres sobre el lomo de un escarabajo. Está en ml la zona que emite

Extinción verde. Me encuentro revestido de Cl, empare-

del verde dado. Termino en verde. (Una especie de verde esmeralda.)

* * *

Una ancha plancha sensiblemenre circular y como elástica. Un espasmo en ella que sucesiva y casi imperceptiblemente la ha hecho ya contraer ya dilatarse.

Es rambiCn como elasticamente rosa. Rosa, luego no rosa, luego rosa, luego, no rosa o apenas rosada y despuCs extrema-

Ahora se y pronto lo sabre mejor, quc los dibujos bourrés (atiborra-dos) de ciertos locos —segón la expresión del Or. Ferdière— no son exagerados sino que Jan una vision ,noderada de su extraordinario uni-VtTS 0.

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damente rosada. El rosa se impone. Multiples bulbos rasas apa-recen. El rosa se impone cada vez más. Lo produzco, chispo-rroteo rosa. Brow rosa. Me ahogo en rosadez, en arrosamiento. El besuqueo de ese rosa me molesta, me resulta odioso. En ía alcanwrilla Detencion,

del rosa

Disyunción

Oigo en el corredor los pasos de la criada que vuelve. ;O& Necesitará algo? Golpeara

in puerra? Espero cjue no. En ese momento veo (en vision interior) mi puflo ianzado

con violencia en su dirección, con precipitación, quince, veinte veces seguidas; to veo en A extremo de ml brazo tendido, pero largo, largo, largo, un brazo de tres metros de largo, un brazo delgado, y me es dificil reconocer ml pequeflo puflo infantil. Espectácuio pasmoso. Cotera? Puts no siento ninguna. Esto ha quemado el sentimiento. Esto ha atrapado el lado non no dinOmico sino cinetico de la cóiera, cuya impresión sensible es escamoteada totalmense. Es to extraño de ese mecanismo. Excluye la conciencia del sentimiento, para expresarlo. For eso nhiro, como extraflo, ese espectáculo fracasado y mecOnico, pre-guntandome Si no soy tonto at querer interpretar ese film ridlcuio, en funcion de una cólera que no puedo saber si existe y que, por otra pane, corresponde a to sumo a " i Con tat que no abraV'.

* * *

Fendmcno de Las Hay prisa en ml. Hay urgencia.* interrupciones y Querria. Querria cualquier cosa, pew rOpido.

tie Las inversiones Querria irme. Querria estar libre de todo esto. tie corriente QuerrIa voiver a partir de cero. Querria salir.

un rabioso No salir pot urn sola salida. Querria un salir con la mano En mOltiple, en abanico. Un sahr que no acabara, el interrupror

un salir ideal que fuera tat que, si salgo, vol-

viera a salir en seguida.

* €Qué ocurriria si Se administrara este acelerador" a animales lentos, al camaleon, al perezoso o a una marmota que sale de la hibernaci6n?

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Querria levantarme. No, quertla acostarme, no, querria levan-tarme, en seguida, no, querria acostarme al instante, quiero le-vantarme, voy a telefonear, no, no teiefoneo. Si, es absolutamente neces•ario. No, resueltamente no telefoneo. Si, teiefoneo. No, me acuesto. Asi diez veces, veinte veces, cincuenta veces en pocos mi-nutos, voy a decidir, decidir là contrario, voiver a la primera

Sicnxpre el decision, voiver a la segunda decisiOn, retomar switch corrie,ztc de nuevo la primera resolucion, enteramente,

estahkcida fanáticamente, impuisado como por una cru-carriente zada, pero un instante después totalmente in-

xnterrzrnjnda diferenre, desinteresado, flojo. No es cucstiOn de decir, como en ci caso de las imágenes, que

no marcho, que veo ci mecanismo (que es ci mismo). Veinte veces estaria dispuesto a levantarme para hacer el liamado tele-fónico y otras tantas veces abandono, indiferente. Estoy "en la ilnea de ida y vueka'. Corriente interrumpida, corriente resta-bledda. Estaré asi tantas veces como "eso" quiera, compieta-mente movilizado y después compleramente en reposo, tranquilo y sereno en la plaraforma de un solo segundo. (0 acaso de un dobie o triple segundo.)

* * *

Dc nuevo siento prisa. Gran prisa. Prisa in-En las mesas tolerable. La prisa va a dar un espectáculo corto y rodeandolas,

muchos y repetido. La mesc solo puede suministrar cristales, gags: veo un enorme restaurant. Los pisos

Cuando Cl O]0 son multiples y se come en todos los balcones goza Cs COfl (;pues hay balcones, y con co!umnitasfl, me-crtstales sas per millares, millares de personas que cc-

nan, una inultitud de camareros de casaca azul. ;Extrana idea! Sirven. Retiran ci servicio. Vuel-

Las chispas yen a servir. Vuelven a retirar ci servicio. No de ha,nbre bien colocan la fuente, retiran ci plato. No bien

colocan el plato, retiran La fuente. Ya no es

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siquiera la rapidez de on gag, es la rapidez de un metrónorno loco. No es aim la de una corriente alternada. Trate de captar los detalles: esas personas que cenan son una especie de mani-quies, y In mismo los camareros. Ninguna expresión que pueda retenerse. Ninguna particularidad en los movimientos.

La Mese. Qué explicación? Este espectáculo comple-ckseos frendticos tarnente cretino es, sin embargo, la traduccion

quc aparecen de un mecanismo prodigioso. Hay que saber y desaparcccn que la mescalina da sensaciones de hambre muy

al instante violentas, presentes un instante y desaparecidas al instante siguiente: chispas de bambre. Ahora

bien, la rnescalina abunda en irnágenes y realiza instantánearnen-te sensaciones o ideas, sin ninguna participación de la voluntad y sin deseo consciente. El gag imbécil es el resultado de ese perfecto funcionamiento automático.

El resto del espectáculo: todo lo que yo detesto, el exhibicio-nsmo. El del arreglo personal, el de la alegria de corner. No se ban olvidado el aire festivo y Ins balcones en los que se mues-tran colores que alegran.

Detencion. Varias detenciones. Algunas llanuras coloreadas. Más detencion. Esta vez es el fin segurarnente. Era solo elfin de algo, elfin de las sacudidas. La cepilladura

celular habia terminado. Than a venir las cosquillas, y qué hacen his celulas que no saben responder a las cosquillas haciendo cosquillas?

Iba a saberlo. Nunca hubiera esperado eso. Luego de un largo periodo de nada, 9 en una especie de

reposo después del cornbate (o era mi capitulación que se estaba preparando?), los movirnientos rápidos continuaban, mucho me-nos violentos, ya no más desgarradores y sin embargo dominan-tes aün... e iba a tener ocasión de advertirlo.

Sin razón particular, salvo —y fue suficiente— que me habla asombrado no oIr ninguna müsica (interior), mientras Ins ruidos

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de afuera e incluso una lejana armonia entraban en ml sobera-El circa retniano namente, veo aparecer luego de muchos colores

on ci paraho azules una cincuentena de trompetistas, la tram-del oro pet peta en alto, perfectamente ridiculos, vestidos

con trajes azul y rosa * cuyo nombre no sé y no quiero saber, pero con gran aire de opereta, que comienzan a tocar, o al menos a imitar mimicamente un concierto a una velocidad sin nombre, lornias encienques, y la mitad de los habitantes de una ciudad

catadas, Vacias, coma Orleans para escucharlos, también ellos vestdos grotescamente, liamativos como corbatas, y que me cuel-guen Si 00 habIa cuarenta filas de balcones superpuestos (y para

J%ionurncntos que nada fake, con columnitas y ridIculamente de otra estirados). Y el conjunto, par supuesto, en co-

civthzaczon lores de cintas propias de senoritas y de confi-teria para niños ... Una perfecta nausea.

** *

Grotesco rock eso, intolerable! Por qué hice esta reflexion ía palabra y pensC en esa palabra reclutadora? Eh! Podia

reciutadora sospechar que fuera tan reclutadora? En tiem-pos normales nada me dice y desaparece sin

saquco turbar la onda y sin provocarla. desordenado

en las palabras,

Aqul, apenas aparecida, arrastra consigo irre-

y tan rdpido sistiblemente a sus hermanas y a sus primas

quc no hay (par el lado más superficial), sus primas leja-

tiempo para nas que tan poco tienen que ver con ella (elijo

* Sc crcc quc cs asombroso ver surgir colores cuando se piensa en la müsfca. Lo seria si SC produjeran ambos al mismo tiempo. Pcro In primero que uno advierte, y con disgusto, es que ya no Se puede evocar sonidos. El circuito Sc cicrra. dPor qué? Ccntro vccino que inhihe al otro? dLa atenclén excesiva de un lado (la óptica) no permite la atención del otro (la acástica)? Es una ICY quc he creido advertir en la vida del hombre y que en Ia mes-calina es evidente: Un cierre para crear nueva abertura. Una nueva ab&tura desencadena automfticamente un cierre de otro lado... sensibilidad de un lado postula insensibilidad de otro, cosa cjue a los gra-félogos Icc cuesta tame comprender. Qué absurdo Seria un hombre total, igualmente presente, importante,

acentuado en todas SUS parted

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nmethatamente Solo

, inagotable to indesarrai gable, to in fatigable, to tics puds improbable, lo innombrable, to irrevocable, to

es posihie infranqueable, to indomable, sin contar to in-considcrurlas ace piable, to inexplicable, to "indomitable" y

del mute de vista una retahila que, al menos aqul, debo interrum-dcl scntrdo

pit. .Pero entonces no solo no podia interrumpir la tonta enumeraciOn, sino que tenia que reco-

Horriblerrer todas las palabras, pronunciarlas mental- esta cooperacton

obligatoria,,

mente rapido y fuerte y muy desagradablemen-casE muscular, te. (Un extraflo puente elástico me unia, en

con ci deshonroso efecto, a cada una de cuss.) cortejo Irnposible detener eso. Los adverbios, los lar-

tic pulabras gos adjetivos en able y los prefijos y los in" "in" para mi Mezcalina; es irresistible.

(Al fin y al cabo, a su manera, la mescalina se ha expresado. Me ha expresado. Las palabras laniadas a la diabla, espasmOdi-camente; se reconoce ahI 'al sesgo" la enfadosa situaciOn del momento.)

DetenciOn! 1A1 fin!

* * *

DetenciOn. Larga detenciOn. Una ültima trinchera de fuego.

Más detenciOn... Rabrá concluido? *

* Casi en ese momenta, en la penumbra, iba a levantarme. "No salga", me dice uno de mis compañeros, que me habia parecido que deseaba on vase de agua. 'No salga'. dSalir tic ddnde?" dije, mM a menos graciosamente y entre otras cosas

pars apartar la idea de que hago mM que elks y me expongo a income-didades. Eien. Pero al volver a ml la palabra, se pone a funcionar, desa-rrollindose con concluir en series que Se encabalgan. Concluir y salir Se hacen inagotables.

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caricatura do la Y he aqul que sobre esta idea de conclusion, corn posicio'n v k el mal compositor en clue me he convertido,

la creacidn por mi debilitamiento (?) a causa de la rapi-dez de las ondas cerebrales sobre las que estoy forzado a alinearme, por ci tren inhabituil que

Sabre un fondo tengo que sostener, he aqul, pues, clue se pone, dodo con una

velocidad nueva que me pongo a emplear Ins tópicos de desa-rnicamente rrollo más deforniados y de la manera más ton-ciertas ideas ta, más sistemática, a alinear las antitesis fáci-

pueden circular les, las enumeraciones más fáciles aün, todo lo clue es fin, final, puerta de salida, terminaciOn (y no solo las imágenes, sino, coimo de tome-

Otras no reclutan nada na, las palabras mismas que 'se pronuncian" no suenan con precipitadamente en ml): ietrero de direcciOn

esas sacudidas, y "Salida", navio amarrado "en la punta del muc-par consecuencia Ile", panorama al final del sendero (!) todo no dardn imdgenes eso —estüpido trabajo de escolar— comienza en ci film, qunque a desfilar ante ml, que no creo en lo que veo. puedan contar

mucho mds quo Ridiculo e inevitable y clue nunca hubiera algunas do las podido adivinar.

quo abren Sin embargo, en ese fenOmeno grotesco, lo en seguida que cuenta, lo que resulta prodigioso, es el ac-

un tumulto óptico ceso, Ia muchedumbre, ci infatigable, el siem-pre renaciente acceso, clue es tal que al final y a la salida uno se siente urgido, urgido de liegar hasta el fin, un fin nunca bastante final . En e1 ápice del ángulo agudo de un triangulo

impulso en trastornado, el punto final se convertirá en ci sacudidas, punto de partida de la base de un nuevo trián-

impuiso gulo, en ci extremo del cual un punto final indefinidamente engendrará la base de un nuevo triángulo,

rcnovado clue ... y asi indefinidamente. La presiOn no la anula un tercer punto final, ni un cuarto, ni un décimo, ni una rama de dearrollo colateral de imágenes, clue se desarrolla

La gasolina de auto, ci étcr, ci tetracioruro do carbono empleado per René Daumal —que obtiene tie ella mm. sorprendente fe—, todos los pro-ductos que violentamente quitan grasa y azócar al cerebro, producen quizá ese fenónieno.

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simu!taneamente, ni la imagen del paquebote que deja el muelle,

Todo se transforma ni el avión que despega de la pista, ni un sábico en fleclias que van, cohere intercontinental que franquea la estra-

violentamente, tosfera, ni un cohere interplanetario que fran-

hacwelpunto quea el umbra! de la gravitación terrescre. For lejos que esté, es preciso que suelte Un nuevo

cohere, que a su vez, al detenerse, suelta un nuevo cohere, que a su vez al detenerse, suelta un nuevo cohere, perpetuos tiros

hacia adelante para liberar más y con esfuerzo

pregresioncs renovado, el apetito de partida, el apecito de disconunuas

aventajar, falsos coheres, per otra pane, ente-ramente abstractos, esquemáticos, pero no me-

Ve!ocidad nos avidos de alcanzar por sacudidas el infinito

como escandida que se aleja.

***

En las visiones interiores trato de introducir una imagen del' exterior. Con esta intención, en un libro de zoologia muy ilus-trado, abierto a mi lado, observo sucesivamente varios animales. la experiencia de No hay nada que hacer. Cuando cierro los ojos, introducir Ernáge- ya no están alli, están francamente excluidos. ties en las vistones Ni la sombra de una post-imagen. Tan pronto

niescahnkxnas como desaparecen de ml vista, parecen haber sido cortados a cuchillo. De todos modos miro de nuevo jirafas y avestruces, animales de formas esbelias que deberi an probar la alargadora mescalina. Mirandolos, siento que no los "reten-go". En efecto, con los ojos cerrados, ninguna imagen. Vuelvo a tomar el libro, pero cansado de imâgenes (más que cansado, sin ningün contacto con ellas), me pongo, en la claridad vaci-lame de la lena, a recorrer el texto del cual leo con dificultad pocas palabras "la jirafa... rumiante, entre los antilopes y los... por vi forma. . ." Ay! Me parece que algo se mueve al leer esras palabras. Cierro los ojos, y acudiendo cuando se las nom-bra, galopan a lo lejos dos docenas de jirafas que levantan ca-denciosamente sus patas delgadas y su cuello interminable. Es

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verdad, nada tienen en comán con los animales musculosos y coloreados de las hermosas fotos en colores obseryadas antes y de los cjue ninguna jirafa "interior" habla podido nacer. Estas son esquemas en movimiento de la noción 'jirafa", dibujos for-mados pot reflexion, no per copia.

Las jirafas deben Pero en cuanto a set esbeltas, to eran. Alias alargarse inds para como casas de siete p1505, sin que su base se

entrar en las hubiera agrandado proporcionalmente, para en-

visianes le la trar en el universo mescaliniano hubieran de-niescalina bido transformarse en esos delgados gigantes,

en esos vertiginosos maniqules ridiculos que un mistral no niuy violento hubiera derribado en seguida per tierra, con las patas quebradas.

Derencion.

A golpes de trazos zigzagueantes, a golpes de huidas hans-versales, a golpes de esrelas en relámpagos, a golpes de no sé qué, corrigiéridose siempre, veo pronunciarse, ocultarse, afirmarse, ase-

rulnas gurarse, abandonarse, corregirse, afirmarse, a ruinas golpes de puntuaciones, de repeticiones, de sa-

perpctuamentc cudidas vacilantes, por lentas desviaciones, pot en ruinas agrietamientos, pot indiscernibles deslizarnien-

(sin cacT nunca)

tos, veo formarse, deformarse, volver a defer-

marse, un edificio que urge, en perpctua meta-encajes- morfosis y transustanciación, aproximándos ya

desencajes a la forma de una gigantesca larva, ya pare-encajes- ciendo el primer proyecto de un tapir inmenso

desencayes y casi orogénico, o el taparrabo aün trémulo de un bailarIn negro exhausto, que va a dormirse. Pero del sueflo, y aun antes que se efecthe, emerge mágicamente ci edificio trans-formado, con arriculaciones de goma.

La "Mescaline Ahi está de nuevo como antes, con pisos *

elude la farina" que no pueden contarse, con mil hileras de ía-

* Infinitos, pete nunca vertiginosos. Habria que tenet para esto un senti-miento de las distancias y de la profundidad que yo no tengo y del cuaI, aqui, estoy totalmente desprovisto.

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Havelock Ellis drillos espasmodicos, temblorosa y oscilante rui-na, abarrotado, tartamudeante, Bourouboudour.

Con la Punta sensible de la lengua en el sztmmftm de su goce, como si esa Punta de la lengua se convirtiera instantáneamente en tin grueso, graso hipopOtamo rosa, enterarnente ileno de ese goce y no solo uno, sino cien pesados hipopOtamos ventrudos y diez mil cerdas enormes amamantando a lechones ya grandeci-tos, apretados contra sus flancos roilizos, y todos amontonados

Lie nuevo unos contra otros, y como si ci summum de goce asediado Lie rosa, asi ostentado y multiplicado, fuera ónicamente

lam ulo pot el set rosa, rosa, rosa, rosa estópida, maniática, pa-rosa

rosa a gritos, a menos que tu-viera el alma prostituida y el débil goce de

El género sucumbir, asI yo vela rosa, estaba plenamente "rozador" aplicado en ci rosa. El rosa me asediaba, me lamb, que-

a un color na que me confundiera con ei. Pero no cami-

naba. Hubiera sentido verghenza.

De isla en isia, cada vez mayor lerititud. Apaciguamiento tam-

tJltimos signos de bién. Por primera vez, una figura aparece, Si

velocidad eso es una figura. Dos o trescientas filas alter-nadas de Ojos y de labios, más bien bezos, bezos, bezos, bezos, bezos, bezos, bezos y Ojos más bien

In inmensa mongoloides, Ojos, Ojos, Ojos, Ojos componlan

alfombra andante esa figura, que se deslizaba continuamente de de ftguras arriba abajo; a cada fila inferior que desaparecia

la reemplazaban otras filas que aparecian, de ojos angostos, de Ojos angostos, de Ojos angostos, o de grandes bezos, de grandes bezos, de grandes bezos, de grandes bezos, de grandes bezos con pliegue carnoso de cresta de gallo Pero no tan rojos. Y los Ojos, indescifrables, eran muy estrechos bajo los párpados pesados y

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vastos y ligeramente vibrantes. Y todo esto inruensamente rec-tangular y, en surna, como una alfombra andante en la cual profundidad y volumen eran totalmente invisibles; se hubiera dicho, más bien, un espesor siempre igual, el de una confortable alfombra en que los Ojos y los labios tuvieran acaso el bulto más que el relieve de vientres de avispas, vientres innumerables que hubieran sido fijados alli y aün se movieran. Y pasaba la alfombra andante de Ojos enigmáticos, y no se sabia a cuál de ellos presrar mayor atención. Habia un ligero declive; la anchura de la cara que se deslizaba sin cesar era la de una calle comün y la altura en proporción. No habIa —cosa curiosa— ninguna dificultad para observar to alto más que to bajo o to mediano. Yo podia considerar sin miedo y ann sin repugnancia ese gran rthtro atento, tan exagerado y tan despojado, por otra pane, visiblemente incapaz de tin movimiento que to habrla "desvin-culado' de los demas. Tampoco mi curiosidad era tan grande. Como los demas espectáculos, no parecla hecho para ml. La mescalina, pronto agotada, se habia vuelto discreta. Si los ros-tros parecen monstruosos cuando quiero describirlos, no lo son en verdad, ya que ninguna expresión es visible. Los colores tenhan las centenas de matices y de tonos finos que muestra el otoño en los bosques y las selvas. Más que nna alfombra, podia set también on campo o una montafla de rostros. Parecian simple-mente yuxtapuestos, en un paralelismo más mecánico que deli-berado. Manifiestamente, la mescalina no sabla transigir. La su-perabundancia de colores, que ocupaba todo el espacio y en ningnna pane se podia sofocar, nos molestaba, a ellos y a ml, supongo. A esta gran exhibicion le faltaba gravedad en propor-ción a su extension visible. Jnmensa sin grandeza. Todo se esf u-maba cada vez más. La tormenta de las luces blancas habia pa-sado y ya no volverla.

El anopodokotolotopadnodromo iba a cerrar. J. P. nos dijo a todos en cinco palabras nuestro pensamiento.

"No se sale con orgullo". Dc los tres que éramos, ninguno habia tomado esto con reverencia sino más bien como un juego de prestidigitador. Y nos levantamos con la impresiOn jnbilosa

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de haber salido de entre los testes de una cristalerla, y no se nos pedirla cuenta del par qué '.

Sin embargo no habia terminado todo coma yo habia creldo. Avanzada Ia noche, con Ia cabeza de puevo envuelta en una rela, a cubierto de Ia lámpara, vela imágenes indudablemente más coloreadas de lo que soy capaz. Más esfumadas que una hora antes, debilitadas, caracterIsticas, sin embargo, 'suyas', no mias.

La delicadeza de ese debilitamiento progresivo Ia segul con delicia toda la noche. Par lentas e insensibles degradaciones, las imágenes, ahora extremadamente más lentas al punto de conver-rirse en cuadros, pew siempre inmensas (especialmente una al-fombra, hermosa, grande come La Plaza de Ia Concorde), sufrian en sus colores, Para conduit bellas y "humanas", sufrian una

Ia atenuacidn atenuación de una fineza que yo hubiera que-,nilagrosa rido compartir con alguien... Ese tono exte-

nuado, extreme prodigio de Ia delicadeza, totalmente en el ilmite de Ia perfecciOn, habla sufrido, si se lo volvIa a vet una media hora más tarde, una nueva, infima atenuación, ültima caricia de Ia extranjera que se Va, y asI, en niveles decrecientes, de una enternecedora sutileza, se convertian en imagenes-recuerdos. Ha-bla un Punta en que ya no eran apariciones visionarias, sino solo su recuerdo. COmo saberlo? Siempre nos enganabamos o vela-mos que antes nos hablamos engaflado, tan exacta iba a hacerse Ia superposición. Imágenes e imágenes del recuerdo que debian coincidir, cosa que solo en ese estado ocurre. El tiempo pasaba

* Varios colores habian faltado totalmente durante horas; por ejemplo el rojo, que sin embargo empleo a menudo en pintura, al contrario del verde, que nunca empleo y quc, con ci blanco, se mostró aqui violento y super-abundante (Teoria de Ewald Bering —Theore der Vorgange, 1890-segün Ia cual, si cstov bien informado, en Ia embriaguez sóIo vemos ci color. . . de nuestro humor, con exclusion dc otros ... Pero yo estaba contra Ia mayor parte de los colores mescailnianos. For ello me sentia avergonzado o furioso.)

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en la observacion de esas minucias. Aquf y allá retornaban vet-des magnificos. Nunca me dormia del todo.

Asi paso mi noche, acribillada, de tiempo en tiempo, pot imá-genes admirables.

* * *

TERCERA Si alguien tuviera que habituarse a la mes-EXPERIENCIA

calina, pero ella suscita más bien miedo ("Haz Las pequencsi,nas que no nos volvamos locos", rogaban los meji-

muertes de la canos dirigiéndose al dios del Peyotl, luego de Mescalina, de las ayuno y continencia), serla pot los periOdicos

cuales e inefablEs naufragios que con ella se sufre. El' se resucita

agotamiento en ci goce que sigue al acto de sin Cesar - amor Se llama a veces. ,, pequena muerte Corn-

a tos movindentos parada con ella la extremadamente pcquefla locos de las muerte de la mescalina es como la primera en

imdgenes relaciOn con la Gran Muerte, tan discreta y que desaparecen

dulce es, pero se padecen centenas de esas muer-

periodicanzcnte ci cuerpo responde tes en una jornada. -

con Un ritmo De pequena muerte en pequefla muerte, du-lento y grave rante horas, de naufragios en salvamentos, Sc

ci ritmo de los sucumbe sin inquietud cada ties o cuatro mi-cuatro ininutos

nutos, para resucitar dulce, maravillosamente. (Item po aproximativo SOlo un largo suspiro, muy elocuenre para los

insuficientemente que saben, anuncia Jos nuevos salvamentos, verif-Icado) pero Ia travesIa continua, una nueva muerre

se prepara y de ella se va a salir de manera semejante. Es como si se poseyera otro corazOn, cuyo sistole y diástole se produjera quince a veinte veces pot hora. Sin em-bargo, existente a no, el Organo infatigable rehace sus fuerzas y su drama; hay que participar de él, aunque ya estemos fatiga-dos, y, al cuarto minuto de su ciclo, aliviado, uno deja escapar el suspiro que concluye la abstracta opresión.

AsI me ocurria a ml mismo la ültima vez que Ic entregué mi cuerpo y la hetramienta que se llama mi cabeza. Fue tambien

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la vez de 14 fractura, abierta y quizá per mucho riempo, como Ocurre con una niujer que poseemos pero ante la cual nos man-tenemos independientes, cuando un dIa, per una especie de desmatencion o de enternecimiento más grave que el amor, uno se abandona y ella penetra en uno a una velocidad de torrente y par no salir más.

abierto a ella AsI aquel dIa fue el de la gran abertura. esta vez ' Olvidando las imágenes de pacotilla que, per

accpiando estar otra parte, desaparecieron, cesando de luchar, ahierto me dejé atravesar por el fluido que, penetrando

por el surco, parecla venir del extremo del mundo. Yo mismo era torrente, estaba ahogado, era navegación. Mi sala de la constitución, ml sala de los embajadores, ml sala de regalos y cambios donde hago pasar al extranjero pan un primer examen: yo habia perdido todas mis salas con mis scm-vidores. Estaba solo, tumultuosamente sacudido como un hilo mugrienro en un detergente enérgico. Brillaba, me quebraba, gritaba hasta el confIn del mundo. Me estremecia. Mi estreme-cimiento era un ladrido. Yo avanzaba, bajaba, me hundia en la transparencia, vivIa cristalinamente.

a derecini A veces una escalera de vidrio, uria escalera ía escalera como escala de Jacob, una escalera con más celeste escalones de los que podria subir en tres vidas

enteras, una escalera de diez millones de peldanos, una escalera sin descansos, una escalera hasta el cielo, la empresa más for-midable, la más insensata después de la torre tie Babel, subla al absoluto. De pronto, ya no la vela. La escalera que ilegaba al cielo habia desaparecido como burbujas de champagne, y yo con-tinuaba ml navegación precipitada, luchando por no rodar, lu-chando contra succiones y drones, contra cosas infinitamente pequenas que sobresaltaban, contra telas tendidas y patas ar-queadas.

una estrella de Por momentos, millares de piececillos de una mar gigante estrella de mar gigantesca se fijaban en ml tan

intimamente que no podia saber si era ella la que se convertla

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en ml o yo quien me habla convertido en ella. Me apretaba, me cerraba y contrala, pero todo lo pie aqul se contrae pronto debe relajarse; incluso ci enemigo se disuelve come sal en el agua, y de nuevo yo era navegación, navegación ante todo, que brillaba con un fuego puro y blanco, que respondia a mil cascadas, a fosas espumantes y a rorrentes Eemolineantes que me doblaban a! pasar. Quien corre no puede vivir en un lugar.

Corriente La corriente que ese dia extraordinario paso corriente pot ml era algo tan inmenso, inolvidable, üni-

co, que yo pensaba y no dejaba de pensar: "Una montafla, a pesar de su fai.ta de inreligencia, una montana con sus cascadas, sus barrancos, sus declives pot donde corren las aguas, seria, en ci esrado en que me encuentro, más capaz de comprenderme que un hombre. .

Muchos peyotleros, poco acosrumbrados a sonar quizá, no tie-nen visiones o no las tienen tan fuertes come para interesarse en ellas, y prefieren mantener los ojos abiertos para contemplar la belleza to-

Lo quo so ye con talmente nueva, irisada y come vibrante que los ojos atnertos adquieren los objetos, sobre todo los más apa-

gados, pues éstos son los que resultan mejor, hasta set casi maravillosos (de tonos).

los colores de la debi/isima En cuanto a ml, en una oscuridad muy es- vision sterna pesa, con las cortinas bajas y los postigos en-

con jugdndose con treabiertos, no distingula gran diversidad en los do la los objetos, salvo que ya no podia mirarlos

percepclOn para fijamente. La distancia en que me hallaba con iar jonas

re!acion a las colgaduras y sobre todo a la pa- exquisitosred de enfrente, habla dejado de mantenerse fija. La pared vacilaba ernie hallarse a ties me-

Las distancias tros y a tres metros y medio. No liegaba a de-modificadas

cidirse. De todos modos ye no habla puesto gran atenciOn en ello, ya porque no me pareciO muy difererite de lo

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que habia experimentado en momentos de fuerte fiebre, ya por-que sienio poco agradable mantenla los ojos cerrados, interesado ónicamente por las visiones.

Sin embargo, tuve que levantarme para poner un leflo en ci fuego. El ruido que produjo me pareció tan formidable que me disculpé ante mis compañeros del temblor de tierra provocado. Rieron de manera tan esponránea e inteligente que comprendi en seguida que su oldo sensibilizado por la mescalina habia per-cibido ci mismo alboroto insélito que el mb. Pasé a la habita-ción de al lado cuya ciaridad me hizo mal. Finalmerite en el baflo, encendI la luz y ... confundido, vi en La palangana un feto. Oh! Caramba! Estaba asombradIsimo. Una mujer, es vet-dad, habla pasado per alil hacla poco, pero apenas la conocia y parecla tan discreta. Inaudito! Estaba muy sorprendido. Quizá ella habla pasado alli un tiempo bastante considerable —ahora me acordaba— pero de todos modos ;era tan reservada! Un accidente, sin duda. El efecto del choque emotivo, del trauma-tismo de la droga. Y yo miraba fascinado, sin moverme. No soy muy activo. Veamos, sin embargo, hay que saber si este few está entero. Si no, la pobre seguirá sufriendo. Iba a volver al baflo. Por eso se habia mostrado tan agitada de repente. l-{abIa que hacer algo. Por lo tanto, toco con disgusto la cabeza blanda y azulada del viscoso pequeño set sanguinolento. ;Qué cosa! En-tero o no?. . En fin, para terminar cuanto antes, con una varilia que encuentro en un rincón, me pongo a sacudir con enérgicos movimientos de vaivén el cuerpecito ... que se abre y se deshace. 'Ah!' y me siento extenuado como ante un mci-dente de más. Sin embargo, el feto que ya no existla estaba ahI todavIa, glauco y azulado y ensangrentado, con tonos fines, por otra pane, y casi irisados... pero que yo no apreciaba. No, me aterraba. Y la prueba suministrada por la desgarradura? Quizá, pero la existencia del feto, perfeétamente evidente e indudable momento antes, no podia suprimirse pot la aparición de esta especie de jirón o de papel mojado, en verdad providencial. Quedé abatido. De acuerdo, ci caso de ese few parecia resuelto, pero oscuramente sentia que de encontrar en una fuente, en un

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lavatorio a en un jarrón vaclo otto few o algo peor que un feto, la cuestión no podrIa explicarse tan feliz e inesperadamente como

huyendo de la la presente. Conducta no tan pueril como pa-alucinación recla. Sintiendo que no era capaz de resistir a la

alucinación y prefiriendo no exponerme, volvI resueltamente at living-room oscuro, donde en mis visiones interiores habian apa-recido y aparecian extrañas imágenes coloreadas, pero no fetos, nada que se pareciera a fetos,, nada verdaderamente peligroso. No temla en ese sentido. Por qué? No sabrIa decirlo. Es posible que en el mundo real, con las mujeres, los animates domésticos, incluso con las tortugas, tema las consecuencias. Como soy poco práctica, tengo miedo de to clue puede hacerse 'material" y exi-gir decisiones rápidas y racionales, tengo miedo de que me tomen de improviso. Todo esto, pot otra pane, resulta visible si no marerializado en ese episodio, que no es tampoco una verdadera alucinación, ya que no se realizó sin un apoyo, pero me ha ensenado más que decenas de páginas sobre el tema. ComprendI coma quedábamos clavados en ella, sin poder apartarnos. En cuanto at apoyo, lo hay siempre. Cuál es la superficie, par lisa que sea, que no tiene suficientes variaciones como para dat a un objeto imaginario la ocasión de situarse alil? ,Qué atmOsfera no contiene suficiente polvo en movimiento para retener y fijar el objeto de una ilusión?

Antes yo sentia una especie de respeto par los que tenlan apariciones. iAhora no! Quizá las vean, pero len qué estado! (De ningün modo en la calma, clue, en efecto, las haria ex-traordinarias).

Todo se mueve, todo es vibrante y ileno de realidad para el ojo y el alma de quien se halla en estado segundo... o sea ha hallado en éi.

Alrededor de tres semanas después de la áltima ingestion de mescalina, me propuse, una noche, leer en la cama el estudio de Quercy sabre la AlucinaciOn. Un falso movimiento y el libro que lance sobre e1 divan cae en ci parquet y, al abrirse, me muestra una admirable fotografla en colores que all1 se encontraba in-serta. Me precipito para volver a ver esos colores maravillosos

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y saber de quién es el cuadro reproducido que he visto apresura-damente y que, sin embargo, reconocerla entre todos. Hojeo el libro: Nada. Trato de dejar caer del volumen la hoja extrafla. Imposible. Tomo el volumen y, página por página, verifico, y al dia siguiente por la mañana vuelvo a verificar y hago verificar por un amigo: Nada. Ante la palabra Alucinacion', he tenido una.

Al verla en la cubierta del libro, yo habia funcionado. Al instante se habla efectuado. Sin embargo, no habla comprendido y buscaba vanamente, más verdadera que una verdadera, La ad-mirable reproduccion en colores entre las páginas grises del libro que la habla suscitado.

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Hr

CARACTERES DE LA MESCALJNA

EL QtJE recibe un pufletazo en el rostro ye mil velas 0 mil estrellas centelleantes, Pero

no ye tin voiquete de hollmn a tin acto de una pieza de Shakespeare, aunque sea abreviado.

En lo más intenso de su acción la mescalina provaca imágenes enceguecedoras o hendidas pot ci rayo, zanjas de fuego, asi como hombres lejanos o liliputiensemente * pequeñOs, anima-dos par un movimiento rápido, más cercano al de los pistones de tin motor que a ademén humano aiguno.

parece que no Va a MuchIsimos cristales y todo concluye tarde ter,ninar jamds a temprano en cristales.

Más debilitada, pero aán muy agitante, os tenta grandes campos de colores de millones de puntos distintos y expande muchedumbres con la agitación de las muchedum-bres. Mu tarde solo es capaz de agitarse como orugas en marcha. Las formas casi siempre innumerables, extremadamente alarga-das, exageradamente endebles y gráciles, hendidas en su mitad, permiten ver delgados minaretes, columnitas como agujas, torte-cillas demasiado lindas, losanges y Ia que puede haber de más esbelto en cualquier genera, esbelto y endeble. Más que hendi-

* La imagen liliputiense en la mayoria de las toxicomanias no se deberá a quc la imagen que es prodigiosamente pequcña no vuelve a agrandarse, como ocurriria normalmente? El mecanismo de agrandamiento (a ci sentimiento de que es ma grande) no funcionaria ms. -

Visiones. Lo que la Mescalina

impUlSa a 17cr

Lo que da por cnchna tie toda la Mescalina, es una vibrackin enorme,

,nzfltiple, fina, poli,norfa y terrible. auc

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das, están a veces quebradas * (al menos reducidas) en su mitad o en varios sitios. Pan quien no haya probado más que una vez la mescalina, las artes mejicanas (estatuas zapotecas y toltecas; y tempios azrecas) con máltiples lIneas de fisura, se vuelven elocuentes y significativas. -

Mas débil aürx, la mescalina hace temblar todo con pequefl{-simos temblores incesantes, oscilaciones, encajes-desencajes. Reina allI un infimo y permanente sisnio, que hace pensar en un pr o-ceso ruinifornie, sin que nada, a pesar de los incesantes lagartos, caiga en ruinas.

Más tarde aün hace ondular * * todas las cosas, con una casi imperceptible y microscópica marejada. En esta especie de alfom-

Coma Si Se v,erafl bra andante que desfila de un extremo a otto las ciudades y jos del campo visual, se puede reconocer, segun su

signos de una temperamento, sus preocupaciones, sus impre-especie de siones áltimas (importancia de las ültimas), CTVIIZZUCIOn

de las mariadas segun los incidentes del momento (ruidos for-tuitos, palabras oldas, o incluso pensamientos

transmitidos, pues uno se ha vuelto extremadamente receptivo), .rc puede reconocer, digo, cualquier corn, con tal que, ünica con-dicion, sea pot mirladas, es decir muchedumbres, cuadros de flores, ciudades, rebaflos, campos en barbecho, dioses, o, quien no sabe inventar o se opone a ello, multiples puntos ünicamente de color. Cierto espesor más bien que ui-i verdadero relieve y superficies cuyo tacro resultaria ligeramente desagradable.

AsI como hay un estilo mescalina, hay colores de Ia mescali-na. A quien la ha probado es posible mostrarselos en la realidad. Los reconocerá. (No siempre aquel!os sino los que tengan el mismo aire de familia.)

La vibraci6n quebrarla la linea recta que querriamos trazar. La imprcsjón de oridulación podrIa provenir, advierte el Dr. Ajuriaguerra, dc la irregular aparición de puntos sabre una superficie.

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Estadjo 1. Los chillones primero . Rojos estridentes

Violencia per ci pasan junto a los verdes absolutos. Es un dra-movimiento ma, óptico. Los repugnantes después. Pedrerias

en cantidad, visiblemente faisas, son ci incansabie regalo. Debilitándose más, la mescalina distribuirá hasta ci agota-

miento tejidos con aguas, rasos dudosos, objetos niquelados cuyo niquel ha sufrido deterioros y revestimientos de tonos provoca-

Estadio ii. tivos. Per mementos hay colores muy inrensos

J-lalago par ci y puros, pero tarde o temprano ci bazar retorna, inovimiento reduciendo a la nada el efecto de las beilezas

precedentes. Cualquiera sea ci color, ci matiz duizon, verdadero halago para la vision, es ci más corriente.

El que detesta las seducciones fáciies va a rabin. Pero pot qué torturarse los nervios?

La mescaiina provoca un estado vibratorio. Vibraciones mM-tipies, al comieno casi fulminantes. Con amplitudes anormales, con muchas puntas. HabrIa que efectuar su prueba experimental. Lo curioso es que en ese estado nos mantenemos sensibies y en la epilepsia no. Caemos en ei, simplemente. La descarga eiectrica de las neuronas es acaso menos masiva y las ondas diferentes. El estado de esquizofrénicos agitados deberia set también exami-nado desde este punto de vista.

El alargamiento fantástico de las imágenes en la visiOn mes-caliniana podria tener una relaciOn con las puntas. Las puntas, al comienzo de la intoxicaciOn, son muy altas, y siguen varias, muy prOximas.

La imagen visual es (o se acompaña de un fenómeno que es) del mismo orden de tamaflo quizá que esas vibraciones agranda-das, lo que expiicaria también la interferencia onda-imagen y también onda.pensamienro (esta iitima constreflida hasra la lo-cura) y que ha sido observada y registrada aqul en muchos pasajes.

A consecuencia de Ia vecindad frecuente de los colores complementarios (?) —vet Rouhier— El Pcyotl. La Planta quo Juice quo los ojos so maraviUen.

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Vsjdn, Es curioso que en la técnica yoga y en a!-

puerta Jet estadlo gunas otras la posicion forzada de Ins ojos ex-segundo cesivamente convergentes en la contempiacion

inmovil de la Punta de la nariz, baste para dat, maltratando los globos oculares, visiones y alucinaciones, y para provocar el estado segundo, una especie de autohipnosis. La droga sigue ei camjno contrarjo. La mescalina va del cortex Optico at ojo, y en la técnica yoga el recorrido es inverse, del ojo at cOrtex Optico.

'Vuelva a verme —me dice ci gurñ, a quien habian querido confiarme— cuando, luego de meditar en esa actitud, yea alli una !uz". Se referia a mi frente. Ese recuerdo vueFve ahora. Es probable que, una vez más, por exceso de orgtillo, haya perdido algo esencial. Me disgustaba utilizar un procedimiento tan ex-clusivamente corporal. iTonto rniramiento de señor! La medio-cre condiciOn humana hay que recorrerla de un extremo a otto, sin fin, sin vergüenza. Des piies, no antes, liberarse de ella. si se puede, si es realmente eso to que hay que hacer.

La mescaiina disminuye la irnaginación. Castra la imagen, la desensualiza. Produce imágenes ciento por cienro puras. Se trans-forma en Iaboratorjo.

Las mias, como las de muchos, como las de los no-cientificos, viven habitualmente en los olores, los ruidos, los contactos, el calor, la came y se mezclan con todo.

Ella ( la mesc.) produce imágenes tan exactamente despoja-das de la buena piel dc la sensaciOn, y tan ünicamente visuales, que son el esca!on de to mental puro, de 10 abstracto y de la demostracit5n.

También es la enemiga de la poesla, de la meditacion, y sobre todo del misterio. Lo tiene quizá. Asi una cabaigata no Ileva a la meditacion aunque sea tan lenta para quien la capte como la muerte interminable de un anciano. Pero la velocidad, jay! Un

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opiómano me interrogaba sobre la mescalina. Agita o calma (es deck, es capaz de grandeza)? Ante mi respuesta, abandonó el tema con desprecio.

***

La Mescaflna La mescalina es tin desora!en do La composi-repite, enumera ción. Se desarrolla tontamente. Primaria, minus,

chocha.

Ligada a lo verbal, redacta por enumeración. Ligada al espa-do y a lo figurative, dibuja pot repetición. Y per simetrIa (Si-metrIa sobre simetria).

El sismo que ha conmovido primero el cortex visual, lanza sus vibraciones hacia todas panes. Algunas se advierten. Otras se ignora pot dónde pasan. Se sospecha que muchos comparti-mientos del cerebro ya no están intactos. Compartimientos de palabras acusan el ataque y muchas barreras ütiles caen. Acuden palabras que no queremos, tonos y colores que desechamos.

Dos semanas después de la Oltima experiencia, todavIa no lo-graba escribir sin repetirme y de la manera más trivial, sobre todo carente de imágenes (naturales), que hubiera necesitado como ejemplos de las leyes que me parecla haber descubierto, o bien volvIa a las imágenes padecidas durante la experiencia, pero sin ninguna libertad frente a ellas, sin variaciones posibles, como un verdadero parailtico de la imaginación.

Incluso en la conversaciOn, aunque mâs locuaz, menos conte-nido, me habla vuelto indigente en imágenes. "La planta casta" * (Rouhier) es el terreno y el triunfo de 10 abstracto.

A pesar de las apariencias estamos en lo abstracto, en 10

rápido abstracto. (Rápido sobre todo si no hay encadenamientos de palabras). Es imposible detenerse. Sus seres son dibujos; sus formas, esquemas. La imagen no llama a la imagen, la suscitan

* Casta, antierótica, aunque deja la virilidad intacta, en efecto, pero sin que ci goce mismo llegue a desabstraer.

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una ref!exión, una palabra, una abstraccion . Acude por evo-cación.

La imagen: fijación de la idea. Lo abstracto —abstracto es una inanera de seguir corriendo—. La imagen es un procedi-miento de fondeo, la vueita a lo solido. Sin imágenes; no se rendria la prueba de lo abstraèto. No se sabrIa S j CS una idea o remar en ci vaclo. La imagen es la prueba de su logro, su ate-rrizaje, su merecido reposo. Sc avanza pot abstracciones, pero se reposa en la imagen.

En la mescalina, las imágenes son ci epifenonwno (abundante y molesto), pero lo que cuenta es lo abstracto.

Nos inundan claridades. La reflexion más chata, pues estamos muy matter of fact, sigue a algunos rebotes en la metafIsica. Sal-tando y volviendo a saltar sobre otras ideas, todas las cuales Ic sirven de trampolines, tomando informes al vuelo, no deja de avanzar vertiginosamente, de iluminar, de descubrir, con un de-vorador apetito de deteccion que pronto hace descuidar la feria óptica que la acompafla o los cretinos balbuceos de la lengua derrotada.

Los agregados al pensamiento principal se hacen fenomenal-mente rapido, las correcciones aiTh más rapido; retrocesos como ci relámpago recaen fulgurantes sobre lo que habla quedado en la sombra y que resplandece con la ültima evidencia. En esta abstracci6n, ningtn tartajeo, ningñn circo, contraniamente a las visiones que en vano intentan seguirla. Su velocidad prodigiosa y ridicula es una tortuga al lado de la abstracción que las precede y continua su carrera sin ocuparse de ello.

Contrarjamentc a lo que durante mucha tiernpo Sc ha pcnsado, la viden-cia (ver observaciones del Dr. Jarricot) no es tampoco videncia de ini-genes. El vidente sube de golpe (tiene Ia intuición) quc, digamos tal persona, cuyo nombre se Ic dice, estâ encinta. Dcspués y mal y tantean-do y enganând.osc fabrica imigenes a la ventura; congestion de ovaries, detalles diversos, apoyados en un bagaje cientIfico insuficiente y descri-tos falsamente. El hombre sabe primero, después comprende, tertlo ye y erce Vet y am-plifica. Del mismo modo, ci verdadero poeta crea, luego comprcndc... a veces.

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En lugar de un trabajo de construcción, la inteligencia baja el efecto de la mescalina efecrüa sobre todo recorridos. Sobresale en recorridos. Sin descanso, no contemplativa. La que Ic falta es set panorámica, tener una visión de conjunto, trabajar sinóp-ticamente. La que atraviesa espacios —par otra parte crItica de la otra inreligencia— carece de sentido crItico y sigue su camino, cavando sin mirar a su airededor. Yo mismo, engaflado par las luces que recibia sobre todas las cosas, sabre todo prablema exa-minado (y todo se me convertia en problema y se ofrecla a mis desciframientos), cedia a Ia tentaci6n de creer en las nuevas claridades, que —Ia sé, sin embargo, y habitualmente me guar-do de ello— no son más que ilusiones o, en el mejar de las casos, la vanguardia de nuevas oscuridades, de las que hay que guardarse como de la peste. Qué ironia, era la mescalina, par su misma falta mescaliniana, la que me daba la ilusión de corn-prender la mescalina, me arrojaba en explicaciones de primer grado y me hacia efectuar imprudentemente cien reflex jones. y este libro.

Es dificil introducir una imagen en la mescalina y fijarla en ella, pero la mescalina realiza las ideas, incluso de través, y las cubre de imágenes acm continua Al menos las que pueden cir-cular sobre su fondo vibratorio, donde se agitarán en muchedum-bres ridIculas y tontas; pero tonto, sabre todo, quien se deje distraer por ellas.

Los huichols, los tarahumaras, y muchos otros mejicanos se reunlan para ingerir el mismo alimento. El mismo? Se dirigian a un dios al acudir al Peyotl, y los demás dioses invitados por la solemnidad del acm sacramental no estaban lejos. Las de los volcanes, del fuego, de las cosechas, de la iluvia, ci de los astros

Fenómcno tie y el Universa. Le bastaba al indio pronunciar la aparickSn el nombre del dios que adoraba, para que éste,

a la evocación mandado por la palabra, aparecicra. Lo que se aprende en demonologia parece ahora aclararse, a

saber, que ci nombre es todo. Cosa verificada aqul.

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El demonio, una vez liamado, aun cuando no exista, aparece a quien ha tenido Ia imprudencia o Ia audacia de pronunciar su nombre, permaneciendo en estado segundo (ya sea que el trance provenga de Ia exaltaciOn pot Ia. fe, per Ia danza, o que, muy simplemente, como se hacia en ci inundo entero y segün ci ritual, se haya mascado previamente algunas hojas de datura o las cx-tremidades florecidas del cáñamo indio).

En cuanro at occidental de boy, que hace tiempo no cree en los dioses y que serla incapaz de imaginar una forma bajo Ia cual serian susceptibles de aparecérseles, In que su espiritu capta, ünico dios que él percibe todavIa y que seria vano adorar, es Ia infinita relatividad, Ia cascada interminable, la cascada de las causas y de los efectos, o más bien de los precedentes o de los siguientes, donde todo es rueda que arrastra y rfteda arrastrada. Aun esos pasajes de una rueda a otra, que erradamente se llama dispersiOn, son acaso molestos para muchos pues su espIritu as-pita a unit. Como no les gusta esa velocidad, incapaces de volar, se ponen a dormir como lo harlan en el tren.

A falta de dioses: PululaciOn y Tiempo. En Ia mescalina el tiempo es inmenso. La aceleración fainás-

tica de las imágenes y de las ideas to ha hecho asI. Ahora es soberano. Las cabezas de coheres de las ideas siguen prodigiosa-mente rapido, sin afectarlo. Dios deberla vivir en uno semejante, Si existier a.

El Otto tiempo no to alcanza. En el sensacional domingo en que me fue dado cambiar de

riempo, estoy a salvo. Tiempo nuevo, tiempo que, pot otra parte, de ningón modo

aparece como inadmisible, sino más bien verdadero tiempo en-contrado. Lo inconmensurable es natural. Es to ünico natural. Per extraflo que sea, hemos vuelto a lo nuestro. Hay seguridad.

Espacio! Tambien el espacio ha cambiado. Que Ia mescalina no se ha conrentado con el espacio, como hace el éter en que uno se zambulle, donde se vive principescamente, en un perfecto y grandioso aislamienro?

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Que no nos irnporta la paz con sus imagenes? Deseo absurdo; son ellas, omnipresentes, las que condicionan ese espacio. Soy un continente de puntos. Estoy emparedado ernie acantilados de pun-tos. Una pared sin fin de puntos es mi .frontera. Pululaci6n1 Pululacián pot todas panes! Pululacion de la que no se puede

salir . Espacio que rebosa, espacio de gestación, de transformaciOn,

de multiplicacion y cuyo hormigueo, aunque no fuera mâs que una ilusion, dana rnejor cuenta que nuestra vista ordinaria de lo que Cs el Cosmos. Medio rápido, ünico (aun cuando los enfermos de infinito to encuentra más o menos en todas las drogas), de entrar en coinunicación con lo infinito corporal. Ese interior es-pacio estrellar es tan sorprendente y tan precipitados son sus movimientcs, que no se lo reconoce como tal. Autoscopia celular en que ]as energIas se perciben mejor que las partIculas y donde pronto se superponen cono en una panralla las imágenes desen-cadenadas per el pensamiento superactivo.

En esa desordenada aglomeracián de particulas, más dominada por las ondas que por esférulas, reina per momentos una no menos insoportable e infinita rectitud.

La simetrIa (más mecánica que pensada, en general comple-tamente situada fuera de propésito y locamente repetitiva) po-drIa calcarse sobre las ondas cuya santa interminable seguiria la atención, saltando a izquierda y a derecha de una ilnea ideal, de modo que se puede dejar atrás esa explicacion.

La repetición (que también crea simetrIas) es curiosa pero de Otto modo. No se trata, naturalmente, de figuras repetidas tres o cuatro veces. No hay aqul menos de cien repeticiones y aun la ñltima no es más que el fin provisional, hasra el momento en que la observamos; entonces se repite en seguida, dos, tres, cuatrocientas veces.

* Ver al final Ia observaciàn de Be. S. sabre ci espacio, condicionado, segün éI, no por las imâgenes pululantes sino particularmente par on sistema durable y tendiente a volver que él llama imagen privilegiada y cuyo análogo ace encontrar en la imagen, en mis visiones, del surco", a la vez cambiante y permanente.

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Extrafla multiplicación (todo este univetso nace por gestación espasmódica).

- Las generaciones sucesivas de un cuerpo, las crecunlentos mulciplicaciones sucesivas de una figura (geo-

d,scont!nuos metrica o natural) se producen por descargas sucesivas, con detenciOn total después de cada

progreüones una o después de cada serie, seguida de una probablemente continuaciOn casi inmediata, y todo a tal velo-

correspondrendo cidad que a veces es casi instantánea. Muy a a quantas menudo cada fase es perfectamente visible, re-

cortada, estupenda; rapidez y crecimiento por quanta de energia.

<Ocurra lo clue ocurra en este espacio, tenemos todo el tiempo para asistir a! espectaculo. Con nuestro tiempo nuevo, con nues-tros minutos de tres mil instantes no seremos superados, con nuestra atenciOn subdividida no nos sobrepasarán. Jamás)

Y sin embargo, como testimonio de las armonlas complejas que se establecen en el set en las situaciones más inauditas (por otra pane, el cuerpo emplea más de tres horas para recuperar su ritmo), un ritmo extraflo y lento se instala en nosotros poco e

Todo aqui, a poco y constituye el ciclo de los cuatro minu-

aunque se irate tie ins, que parece mucho más largo. Cualquiera la mayor ciuthzd sea el especthculo que observamos en nuestra

tithe scr construido vision, sufrirá después de este lapso un vuelco v acabado en general. De golpe, otra composición ocupará

cuatro minntos su lugar, se desarrollara, se repetira hasta que un nuevo trastorno se produzca y la atenciOn pase a la visiOn siguiente. Es entonces cuando se lanza un ligero suspiro, pero de extremo alivio, que conmueve a quien lo oye y lo reconoce; pero la nueva presentaciOn no tarda. Aqul esta, surge, se forma, se desarrolla, se amasa, se muda, se multiplica; luego de trans-currido su tienipo, también ella desaparece y no volvemos a verla más.

Cuando se calma el efecto de la mescalina, los espectáculos se encuentran muy caprichosamente metidos en su nido de cuatro

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o de tres minutos. Cornpletamente diferente es su comienzo, su plena fuerza, su tormenta. Entonces todo teatro desarticulado pot Jos demas choques, per las demas "tomas" padecidas en todo el set, cruje y no quiere decir nada más. Lo máltiple y lo enca-balgado se realizan en usted.

En el mismo momento, esdecir en los veinte mornentos que constituyen un momento ordinario, en un tercio de segundo quizá, siento un escalofrio, veo estrernecerse la palabra, veo pequeños Iris: escritos al infinito, y sus s silban aunque sin hacer ruido; al mismo tiempo me rastrillan, me tirotean, varo en escollos, quiero proclamar muy alto, y todo lo que pasa ocurre desde el comienzo de Imundo, y al mismo tiempo es si4fixe 1

Y- atis:ier e infinitos frostis se producen, y superlativamente, superlativamente es Jo que es, y es seguro, absolutamente, super-lativamenre en las sacudidas ininterrumpidas.

AsI la droga sobreexcftante toca muchas teclas en mi cabeza, pero no sabe tocarlas ni sabe hacerme tocar.

Jnterminablemente interrumpidos, nuestros ensayos de com-posición no dejan más que esta constante, . . May... Es muy. Todo es muy...

Qué expresa quien dice "un set infinito"? Serfa jactarme hablar más inmodestamente de lo infinito sue

tin Inecanismo de lo finito. No toqué nada. Estaba en un me-de infinitud canismo i/c in/initud. Todo lo que aparecia que-daba preso en ese mecanismo. E incluso si digo "todo", esto equivale a jactarme. Lo que alli aparecla era Jo triste más que Jo importante.

Pero al contrario de lo que ocurte con Jo finito, en lo infinito no habla ninguna diferencia. El tamaflo no hubiera sido más grande ni tendrIa la menor necesidad de set aumentado, aumen-tado, aumentado y siempre, siempre, siempre.

I Estas palabras ban sido dejadas en franc5s porque se asocian en sentido Sonora con la primera mencionada par el autor. (N. del T.)

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Yo no habia Ilegado a ello tampoco por una mayor abertura de espiritu, más abarcadora, sino —cómo decir?— por una division más grande, y lejos de haber deseado tocar el 'set in-finito" (?), yo habia más bien aceptado, en contra de mi instinto, la infinita fragmentacion, el estado bullente de lo más menudo que divide todo y lo compone y lo recorre. (i yo asistia a una "serie * en infinitud", no se trataba de La

grandeza de los imperios, se trataba, pot ejemplo, de un error, del cual, al advertirlo, me desembarazaba para caer victima de uno nuevo, del cual, al advertirlo, me desembarazaba para set alcan- modelo de infinite zado por otto error, del cual, al advértirlo, me desembarazaba, para set aferrado pot un nuevo error, del cual, al advertirlo, me desembarazaba, para caer en un nuevo error. como si indefinidamente fuera de una habitaciOn a otra en un palacio de innumerables departamentos, pero construidos y re-corridos en una sucesiOn tan rapida que quizá cincuenta segundos hubieran bastado. El fenOmeno radica jusramente en que no se trata de contar. El alienado —pensaba-- que gracias a su locura conoce semejante carrera relampago, ye seguramente con piedad la simplificaciOn miserable de los razonamientos en torno de el, tan laboriosos, desarrollados pot hombres normales que quieren hacerlo encerrar. También acepta que 10 metan en el asilo, quid pro quo añadido a las centenas de quid pro quo cuya fila intermi-nable ye alargarse en el horizonte, desalentando en él toda pa-labra. Por sentirniento de infinito, deja hacer.)

***

Hacia la quinta hora que sigue a la ingestiOn de la mescalina, luego de Jos grandes choques del comienzo y los amplios desa-rrollos que siguen, en la fatiga (ia causa de ella?), el fenOmeno

graviwcidn de las ideas, gravitando como planetas, Cs sor-de lag ideas prendente y Mcil de observar (salvo su ronda,

* Serie expresa suficienternente que Va a finalizar. Pero al quedar atrás per la velecidad de sus compenentes, toda capacidad de medición, y al hacer abandonar La idea misma de contar y evaluar, Se convertia en un 'mode-b' de infinite, un modelo practice y suficiente.

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si se efectóa realrnente). Acude una idea y rapidamente deja de existit. Cuando vuelve algunos niinuros más tarde, parece abso-lutamente nueva. Justo antes de desaparecer, tenemos el fugitivo sentimiento, si no de reconocerla, al menos de haber pasado muy cerca. Pero cuando? Hace tres minutes? Una hora?

Paz Para los despropósitos. AsI el anciano repite quizá cien veces una frase, una idea que

DesvarIr, interior noventa y nueve zonas de sombras le han ocul-do la mescalina tado sucesivamente y que le resulta fresca y es-

pontánea otras tantas veces. Y todo hombre desvarIa, Pero se guarda de mostrarlo. El anciano, en cambio, no puede contenerse y se traiciona. El niflo, pot su pane, por qué iba a ocultarse? Sus despropositos son su fiesta.

La mescalina demuestra a quien la prueba su desvario interior, pues éste está muy aumenrado gracias a la velocidad o gracias a la supresión del rnecanismo de freno de esa velocidad.

Pero el inventor, ci tipo del cual se dice que ha efectuado un descubrin-iiento pensando siempre en el?

La diferencia con el desvario pure, que no mejora la idea, cualquiera sea el nümero de pasajes de ésta, es que ci inventor o el creador, en cada pasaje, realiza vivamente un nuevo vInculo, reuniendo aqul, separando alil, hasta que al cabo de muchas in-tervenciones provisionales, crea una obra enteramente conforme con su secreto deseo.

Sea lo que fuere acerca de esos desvarIos, Jos pasajes (aparen-temente) planetarios de un universo acelerado son una de las maravillas de la mescalina. Ella realiza experimentalmente tam bién el inundo de la relatividad. La exhibe. De repente, cuarenta minutes después de haberla absorbido, la rapidez de las image-nes aumenta fanrásticamente y ci tiempo se trastorna. Todo se modifica.(Las ideas son más bien esferas que ideas. La inverosI-mil irrealidad de la realidad es patenre, violenta; las reflexiones desoxidadas y veloces circulan como cuerpos astrales.)

Al salir de la mescalina sabemos mejor que cualquier budista que todo no es más que apariencia. Lo anterior no era más que

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ilusión de Ia salud. Lo que fue durante el efecto era ilusión de la droga. Estamos convertidos.

Al otto dia y los dIas siguientes, podemos observar mejor el pensamiento de lo acelerado. (Durante la mescalina la velocidad de aparición y desaparición es demasiado grande.)

Pasan pensamientos a gran velocidad, elementos perceptibles solo on breve instante. Se trata de atrapar algo para hacer con etlo on vIncuto mental; se trata de hacer una buena union o de deshacer otra. Pasaba alli las primeras jornadas de mi regreso a la 'salud mental", pues... casi me olvido de decirlo,(la mesca-lina es una experiencia de la locura. Se emplea Para su estudio, aunque es raro aim, Pero no seguirá siéndoto. Es la 'esquizofre-nia experimenta1"

Lo supe después; si no algunos de sus inesperados efectos me hubieran sorprendido menos, y quizá me hubieran parecido acaso menos dignos de atenciOn. En este senrido me crela so primer explorador.

La mescalina me revelaba más sobre la locura de los demás que sobre la mia, y más sobre los sintomas que sobre el fondo. Me hacia revelaciones, principalmente, sobre los automatismos mentales y sobre las constituciones mentales diferentes. Pot pri-mera vez comprendia desde adentro a ese animal, que me habla resultado tan extraflo y falso hasta -ahora, llamado orador. Crela sentir qué irresistible era para algunos La inclinaciOn a la elocuen-cia. La mescalina actuaba de tal manera que me despertaba de-seos de lanzar proclamaciones. Sobre qué? Sobre cualquier cosa. Ella regresaba siempre y querla que proclamara algo, Pero yo no sabla qué, y no 10 averiguaba. Con tal de proclamar algo perfectamente, absolutamente ... J . P. habla de una certidumbre absoluta y general que habia tenido. Pero yo no la tenla. En mis notas escritas en el momento hay abundancia de superlatives (que me trabajaban), pero en el aire, sin referirse a nada, a ninguno de mis pensamientos, y que en mi libro tuve que supri-mir: sin relaci6n con nada.

Me pregunto pot qué proceso la mescalina excitaba en ml los superlatives. Por la intensidad de so presiOn en ml y por la

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intensidad proporcional y acoplada de ml resistencia? Quizá. El orador tiene a menudo una fuerte presión.

Si yo hubiera puesto algo mb, serla encaminado a la mega-lomania.

Tiraban con fuerza de los hilos que agitan a! megalói-nano. Con fuern y mecánicamente. Yo no respondia. Una sola buena razón me hubjera arrastrado mejor.

La gran demoledora me ponla también en ciertos estados nor-males, que no lo son para ml. sQuiza un dIa sea obligatoria en el estado universitario y pant

los futuros "conducrores!" de hombres la ingesüón de la ntes-calina y de algunas otras drogas bien elegidas.x

Sobre todo demolia algunas de mis barreras, las que hacen que yo sea yo y no otto entre mis orros posibles 'yo". Necesité semanas y semanas para reconstruirlos y encerrarme allI de nuevo,

at dia siguiente AsI como un pintor moderno que hemos comenzado por detestar, hallar fuera de tiempo y rechazar, dana después y a pesar de todo a quienes antes nos satisfacian, y por comparación los totna grises y fáciles, al dIa siguiente de la experiencia mescaliniana, ningón cuadro me pareció interesante (salvo, ligeramente, los cuadros medimnicos). Todos me pare-clan tontamente (y voluntariamen te!) desviados de lo innume-rable, si no de lo infinito.

Los que me pareclan más hermosos, dos dIas antes, pot set los más sobrios, me resultaban boy los más extranos, los más despreciables de acuerdo con las superficiales apariencias del hombre, con su pecho, sus manos, sus pies. . ., cuando no con su casa. Asimismo las bellas páginas de la literatura me pareclan carentes de interés, ciegas, avaras, mezquinas.

El hormigueo, incluso inconscienre, proseguia en ml, impi-diéndome comunicarme con la simplicidad; y el tamaño, dema-

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siado ligado a la medida, ya no tenia sentido. Estaba perdido para ml.

diez dias despuôs Escribla todavia en migajas". Me era jim posible componer de un tirón, ampliamente. Todo se bacia per pequeños aportes, per muy pequeflos aportes, pot palabras aisla-das, trozos de frases, aproximaciones, pot correcciones a veces a la palabra que habia acudido media hora antes, pero jamás per varias bases enteras seguidas. Esos pequeflos trozos, pot otra parte, al cabo de tres semanas, "tenlan" on tema, que La aguja de on None inolvidable habla dirigido secreta aunque sabia-mente. - (En fin, ya no tenla dominio sobre las palabras, no sabia din-

girlas. iAdi6s, redacci6n) Con otras barreras, mi barnera contra los "más o menos" ya

no funcionaba. Como mis hermanos desconocidos de Zacatecas, citados en

1737 por el P. de Arlegui en la Chronica de la Provin-cia de Zacatecas, "incapaces, cuando se embriagaban con su terrible Peyotl, de mantener un secreto', a ml también, per primera vez en mi vida, me gustaba más divulgar on secreto que guardanlo. Qué digo? Me precipitaba en la divulgación de los secretos

(secretos personales pero que me habia prometido guardar). Soltarlos se hubiera dicho una especie de eyaculación. La barrera de las numerosas vacilaciones y tergiversaciones

ya no existia. Respondia a las cartas cuando era necesario, pot si o per no segán los casos, sin buscar complicaciones. Acudla a los demas, abierto, complaciéndome en abrirme y en verlo abiertos, enfadosa disposicion que espero cambiar pronto.

tres semanas La mayor parte de las imágenes de la mes-despues calina hab Ian desaparecidci. Algunas deblan

it y venir, sin que me volviera sobre ellas, y no me mostraba

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orgulloso ni avergonzado pot eso. Si me ponía a dibujar, una simetrIa imperiosa y desconocida me advertla que yo estaba ann bajo la influencia de su recuerdo.

Lo ñnico consciente aill era el surco, ci surco de la fractura, claro como ci primer dIa. La pt.4ulaci6n, después de un apaitnte eclipse, habla vuelto; la de los infinitamente pequenos, la de Jos infinitamente posibles, la de los infinitamente más allá)

Pero ci surco seguia siendo ci problema central. Ese foso que se me habia aparecido tan soberanamente, tan

constante durante horas, y con una existencia que hubiese jurado más evidente que la mIa habrIa sido un signo que la horrible mescalina, a través de su tonta imagineria, habla Ilegado a darme?

Acaso fuera solo una simple 'comparación". Una palabra. reflexion come, "soy ma: abieno" que habria acudido al espiritu, y con la cual ella, inagorablemente, habia forjado imágenes y un turn.

Pero por qué no se movIa, volviendo a pesar de mis diferen-tes reflexiones, a esa representacion o a un equivalente?

Y ahora, luego de más de veinte dIas, esté acostado, sentado o caminando, ci surco sigue alli atravesado en mi cabeza, sin ocuparse en absoluto del cerebro, del diencéfalo iii de la materia gris, que, sin embargo, deben estar aill; me hiende de un extremo al otto juntándome con el infinito, pot un camino infinito, cam-p0 de fuerzas exrrañamente ligado. . . ligado a qué?

rids de ti-es meses Me vuelvo a orientar poco a poco, sin ha-despuds berme recuperado aün completamente, me ale-

jo de esa droga, que no me conviene. Soy yo, mi droga, lo que ella me arrebata?.

Debe haber temperamentos ms ,nescalinianos que otros, los que a con-secuencia quizá del adrenoeromo, hormona de una composición parecida a la mescalina, convierten en seguida una palabra en una imagen. Co-nozco a algunos, TaT vez rams tambidn.

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Me alejo del cambio de carácter que habla introducido en ml. Vuelvo a mi lentirud, a mis filtros, a los puentes que construl entre las cosas y que prefiero a las cosas, y, sobre todo, lejos de las asépticas imágenes de la mescalina, vuelvo a mi gran desor-den, que me torna más ebrio de to que a ella le es posible.

Confluencias incesantes de arroyitos provenientes de todas par-tes, que constituyen la duizura de las reservas de "salud", verda-dero infinito que solo su extrema variedad impide reconocerlo asi.

Y recupero mis fuerzas. Quién to hubiera creido? 1Mis flier-zas! Con qué delectaciOn adolescente las siento volver.

AlegrIa, alegria por primera vez en mi vida también, de ha-liarme la voluntad, con la coal he sido siempre injusto (no tiene importancia), pero en to cual me he mostrado muy poco pets-picaz. Mi gran descubrimiento posterior a la droga: la voluntad. La veo pot todas panes ahora, me veo Ileno de ella, empleandola en todo y alli donde menos lo sospechaba.

Debo afladir to siguiente? Con mayor frecuencia veo ga-tos en las ramas altas del jardin, más gatos de los que hay en realidad. Muy a menudo no hay nada. A veces palomas. Más de una vez he tenido que tomar Los gemelos, tan bien imitados están esos seudogatos.

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Iv

EL CARAMO INDIO

Notas Para un paralelo entre dos aiucinógenos

QUIEN, para compararlos * tome haschich después de la mes-

calina, deja un auto de carrera o una locomotora eléctrica de gran velocidad pot un poney 14•

Vuelve a lo humano. Lo invade primero un sentimiento de benevolencia. Siente en su pecho una especie de agradable estI-mulo, algo que regocija ci corazén. Incluso desea salir y sale. (Ya no es ese enfermo encerrado en una habitación que a pesar de estar entre dos estuf as debe envolverse con üna mama y para quien un rayo de luz que pasa a través de las cortinas corridas es una navaja cortante). Camina y le gustarla ver gente. Hay un rostro ante él, en el autobñs, se instala alli, se siente a gusto, permaneceria horas... si el recorrido lo permitiese. . . Dc re-greso en su casa se siente bastante agitado. No es que advierta un gran cambio cuando de repente i-ic.

Ha habido psicólogos y psiquiatras que atribuyeron al subconseiente de Aldous Huxley las ruinas que bajo el efecto de la mescalina se le habian aparecido; pero ellas Se les aparecen a casi todos los individuos debido _verosimilmente— a los movimientos de temblor que animan las imá-genes de los objetos reales (o imaginados) que par eso parecen en ruinas o dispuestos a caer. En respuesta a este estado de espiritu (pues en nombre de la psicologia profunda convertida en verdadero sustituto universal me foranulaban ob-

ones semejantes) me resolvi a tomar otro alucthógeno, para compren-der mejor las diferentes provocaciones que iba a sentir y ver. Tratáitdose de on simple paralelo para evitar engañarme sabre la "originalidad" de la mescalina, fui may breve sabre el segundo veneno y no presento aqul un estudio sabre él. Par otra parte, el haschich, pues de él Se trata, no Se entrega pronto. Es may rcservado. Sin embargo on poney puede dar sorpresas que no esperariamos de una locomotora.

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Elsa sábita, De qué? Qué pasa? No hay ningán mo-nsa sin motivo tivo visible de nsa. Desearia más bien visiones,

pero —no 10 sabe todavia— para eso va a tener que esperar horas. De nuevo tie. De nuevo sin hallar razones.

De qué? Qué pasa? No hay ningán motivo visible de usa. Desearl a más bien visiones. De nuevo He. Dc nuevo sin hallar razones.

Yo, ateniéndome al ónico testigo que puedo seguir, yo, "al acecho", velaba en mi interior a causa de esa nsa, de esa nsa sin motive.

Vagos torbellinos pasaban, provocando lentamente el estado segundo. Torbellinos y Qua cosa. Se hubieran dicho movimientos uniformes que habnian acabado de repente en vibraciones bnuscas y corns, muy corns, exageradamente corns. Yo hubiera nepre-

ondas-sacudidas sentado esto mediante un piano regularmente en escalera cuyo inclinado, concluido de sábito en escalones muy tfltimo "escaldn" pequeflos, cada uno menor que ci precedente

y menor que lo menor esperado. . . que nos hacla cuer. Lo imprevisto o los sucesivos imprevistos, provocan la nsa. Una base mecánjca de la nsa; vibratonia más bien. Tam-bién una suerte de comicidad metafisica pero sóio al cabo de cierto tiempo, ya que pnimero el sujeto es suavemente sacudido y preparado para esto.

Asi contempiaba una media hora más tarde, con un send-miento inaudito de humor, ci mapa de la Argentina colocado per azar ante ml, pues un diccionanio, al caer, se habla abierto en esa página.

Sin moverme, prodigiosamente divertido, saboreaba la comi-cidad exorbitante de la forma de ese pals, que, lo confieso, hasta entonces se me habia escapado totalmente y que al dIa siguiente se me escapania de nuevo pot compieto. Risas qua vuelven Incluso en plena degustacion de esa comi-

par alas cidad, sélo vagamente presentla lo que ponia a ese pals aparte de todos los demas, Nada argentino acudla tampoco a mi espIritu. Simplemente, en una especie de éxtasis

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del ridiculo, me hundia en silencio en su forma inefablemente divertida, infortunio del cual ese pals, merecedor de algo mejor, me pareció que no iba a librarse nunca.

alas tie lisa El cáñamo se manifiesta para muchos me-diante estentóreas carcajadas, aunque. sobre todo al comienzo no hayan notado nada de gracioso. Masajeado per las risas, par las

olas tie nsa, per ese cosquilleo vibratorio tan particular, poco a poco Ilegan a advenir la gracia, sabre todo donde nada la reclama. Ella reside justamente en el contraste entre esa no gracia y ci humor que las inunda y en ese objeto perfectamente grave cuyo estado hilarante va a triunfar. Pues cierta seriedad se torna propiamente irresistible. Sin embargo, no seth la nsa de las grandes palmadas en la espalda, sino la nsa fiel a sus onigenes, una nsa delicada aunque intensa, nacida de vibraciones sutiles, nsa que 'pesca", que capta el fin del fin de un mundo infinitamente absurdo.

Como las visiones no se producian siempre QHay que renun-ciar a ellas? Algunos adictos al haschich no las ban tenido jamás y están muy bien asI), me puse a hacer cualquier cosa.

Zonas tie Mirando fotos now que me fijo en ciertas preferencia en ci zonas con preferencia muy marcada, mucho

espectdcuio más marcada que de costumbre, pues tengo preferencias sin duda, como todo el mundo, supongo, pero ya no son las mismas. En lugar del camello y de la cabeza del camellero, por ejemplo, que, como me conozco, hubiese obsen-vado pnimero, paso per encima de ellos y me detengo larga-mente en el pico rocoso de atrás, y, más lejos, en los peflascos granosos de Hoggar. Me deleito en ello, observo con una admi-

admirable rable "digitacióni óptica", si puedo decide asi,

'digitacidn todas las anfractuosidades de la roca. Las sigo. opuca Veo en profundidad. El placer sui genenis que

se siente en la montafla y que hare tan atrayente la vision, par las rocas desiguales, tan agradablemente multiples de percibir, de wear con Ia, mirada, lo vuelvo a encontrar aqul, placer que

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nunca experimento con la fotograf ía. La fotografia, contraria-mente a lo que se ha creldo (lo que determina que casi pueda pasar pot una de las causas del arte abstracto), Cs esa represen-tación en funcion de la luz, espec:aculo Perfecto, del cual no demos participar, aunque .rc trate de lugares, de objetos, de per-Jonas. Pasamos par delante. Les pasamos revista. Al contrario de los cuadros antiguos, occidenrales, chinos, persas... la fotogra-fla no tics indica las distancias, las interdistancias que habria que percibir para mezclarnos con los seres y con los lugares representados. Es opaca. Not rechazan del lugar mismo que ad-m'ira.mos, par la minuciosidad de las .combras y de Ids luces, capa molesta dotada de impermeabi1jd,4 iProhibido entrar!

la inirada Cuando el haschich desfotografIa los lugares reluvenecida fotografiados, podemos penetrar por fin, to he-

/ado .rc deshiela. Yo devoraba con renovado ardor ese paisaje en colores. jQué maravilla es mirarlo! jQué felino es! Una nueva juventuci volvia a mí, una de las más sutiles, la de la mirada.

Actualmente me aburro pronto cuando viajo. Tantas cosas ya vistas, e incluso cierto envejecimiento en el ojo. Cualquiera sea 'a causa, el goce habla vuelto, jusramente aquél, solo y suficiente. Con la mirada intensa y maravillada, yo tentaculaba las palmeras y las rocas.

Qué estremecimientos del aparato ocular, qué sutiles movi-mienros de adelante hacia atrás o de atrás hacia adelante, qué vibraciones, qué infimas variaciones en la acomodacion visual

estereovisión Ilegaba a procurar esa vision deleitosa (discri-minadora), esa estereovista que no da del todo la mescalina, cuyos aparentes movimientos de encaje y desencaje no acthan en favor de un perfeccionamiento de hi vision, sino solamente en favor del embellecjmjento de los tonos.

Era la misma cdusa que hare poco me hacla hundir en los rostros? Pues me hundla en ellos más que enamorarme 0 consi-derarlos con benevolencia. Veia demasiacjo —ahora me acuer-do— sus ligeras arrugas. . - y las apreciaba.

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Pero ci haschich ofrece más ann. Ofrece ci relieve interior, espaclo psiquico ci relieve humano, ci de las presencias, ci espa-

cio psicologico, el que conocemos cuando entramos en un salén donde hay personas que se sientan, que se levantan, que se preparan a salir, y otras que vienen hacia nosotros, donde algu-nas nos rniran, otras no, donde otras quc nos gustaria tocar alzan los ojos hacia nosotros. Este conjunto de movimientos, reales o potenciales, ocupa un espacio psIquico. En ese lugar penetra-mos. Asi es como gracias al haschich, sus imágenes recobran su admirable naturalidad.

* * *

senthniento de . yo miraba en una revista esos sorpren-ILiS afturas, denres saitadores de las Nuevas Hébridas, que,

scnt,miento de ingravidcz mas o menos proregidos per largas lianas, se

de suspenshin arrojan de una róstica torre de unos quince en ci airc metros, con la cabeza hacia la tierra, en la que

arerrizan con menos velocidad auncjue no tan menor. Vela las distancias, las apreciaba, come si hubiera estado

aiM arriba, como si hubiera sido aquei o hubiera estado con aquei que debia saitar, sentia el vertigo de las aituras y, al dar vueita la página, seguIa aón en la cima a esa altura impre-sionante. No sabia entonces que ci sentimienro de estar en ci aire y sin peso era una de las irnpresiones propias del has-chich. La historia de la aifombra mágica es una vieja realidad en Persia y en Arabia, donde ci cáñamo, desde hare sigios, im-pulsa a volar pot el aire y recorre Ins cieios.

* * *

Lo que más me sorprendió el tercer dIa que probe ci cáflamo indio, no fueron los rostros que —ya hastiado— me resultaban bastante indiferentes; fue la voz, olda al pasar, de una muchacha que ni siquiera habla mirado, Pero mientras ella se alejaba, yo residia amorosamente en su voz; voz como detenida y en sus-penso, voz apenas formada, de una timidez religiosa, apropia-da para enajenarnos, voz implorante de protección, tan preca-

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vida pan con ci fenomeno verbal, adelantada con tanta pruden-cia como un pie en ci borde de un precipiclo, como dedos que se aproximan a! fuego. C6mo todo ci mundo, conmovido, no voivIa sobre sus pasos para seguir esa presencia cxquisita? En cuanto a mis decisiones, siempre Ilegan demasiado tarde. Sin embargo, me hubiera bastado con dar media vuelta, alcanzarla, encontrarla, conocer a esa joven tan elegante en sus aprehen-siones, tan conmovedora y distinguida en su infima audacia que debia parecerle inmensa, tan delicadamente osada en su fain de reserva, en la que ensaya sus primeros pasos.

Más tarde, de regreso en mi casa, vagamente, vuelvo a reco-rrer y a ver en ml ensueflo ci episodio de un film visto aigunos dIas antes, cuyos ruidos y cuyas voces "salen" violentamente de sthito, se echan sobre ml. Recuerdo revivificado, más fuerte que la impresión original.

Parece que oigo de manera desacostumbrada. Un ruido real, infimo, que normalmente no oiria, lo percibo a través de tres puertas cerradas. Mejor aán, sigo sus desplazamientos, aunque pequeflos, los sigo como un enjambre volante de abejas. Gozo de una estereoandjciOn.

Oigo como los ciervos que acechan en ci monte cuando le-vantan, dirigen, bajan los grandes pabellones peludos de sus rosadas orejas independientes.

* * *

jQué larga es la espera! Dudo, saigo, camino, me agito, me fatigo, camino, camino, vuelvo, me acuesto, me duermo y. me despiertan las ruidosas carcajadas de niños que, para diver-tirse, se ]anzan en ml sueflo bolas de nieve a la cara. iPero qué risas! Como si estuvieran en mi cuarto; y las siluetas tie los muchachos tan claras, la distancia entre unos y otros tan sen-sible. . . Qué diferencia con mis sueños (tan vagos... cuando los tengo).

* * *

Vivamente me cubro los ojos con una sabana, ilas visiones deben haber liegado! 1A1 fin!

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Las visiones Oh, no eran ya las cataratas de la mescalina, interiores ci tifón en el mundo de las imágenes, las os-

cilaciones y lo ruiniforme y la constante desintegración y trans-formacion.

Las imágenes eran claras (permaneclan en su lugar). Tenla ci tiempo (justo ci tiempo) de contempiarias.*

Eran como muy cortas escenas en colores, rnuy bien corn-puestas, más bien sobrias, la ükima de las cuales, como un cuadro, conclula abruptamente, un cuadro como una palabra final.

El conjunto se hubiera dicho compuesto per un excelente director de escena, por un señor excéntrico. Ridicule, a veces espirituai, peilizco sin nsa (Todavia!). La nsa por lo abrupto, Pero eso de ningán modo me hacia rein. Primero, embustes de "prestidigitador", caivo con barba y cosas par el estilo. Pero con una sorpresa. Siempre me sorprendla. Era más un enigma que usia bufonada, por ejemplo una corola admirablemente bianca con, aqul y aila, una adorable sospecha de arnanililo indio, uno de cuyos pétaics, delicado y pleno como la salud, es-nba retenido como pot una cadenita, pot un larguisimo resorte de reioj. Esto adquirIa a veces un aire de apoiogo, de demos-tración, como si se hicieran signos, y luego de los pnimeros tan-teos, poco a poco (regulando mejor ci tiro), un signo Para nosotros, un signo satánico.

Resueltamente a veces provocaba también farsas. Una cuerda que yc segula con la mirada, enroliada aqul, desenroilada allá, continuandose airededor de un tonelete, detrás de un tnipode, concluia de golpe en boca roja de pequeño felino (un género de ocelote segñn me pareció y que no me espantó en exceso; ci cuello tenla forma de cuerda, Pero la boca era muy verdadera y amenazante). Y yo habia retrocedido sobresaltado. Otra vez, un conjunto comphcado de piezas metâlicas que observe, se con-vierte de pronto en una ametrailadora que me apunta. Tampoco entonces me conmuevo demasiado.

* Luego de cierto nómero de imágenes extreniadamente fugaces, de las quo nada hubiera podido decir.

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Los seres eran a menudo de pequefla calla, los hombres tam-bién, veinte centimetros significaban aqui una gran talla, pero de ningün modo equivallan a la muchedumbre inmensa de los el cdñamo omac hombres-microbios de la mescalina. Tampoco

eran como maniqules, sino al contrario, tenlan

Agujeros, faltasexpresi6n. Cosa curiosa, y propia del haschich, a menudo :ncom1etos. Les faltaba, pot ejem-

plo, la mitad del brazo, pero la mitad del medio y completa-mente, sin enlace; y ci brazo cumplia so funcion sin dificultad e incluso en un interior falraban, por ejemplo, los tres cuartos de la bandeja de la mesa, por otra pane en excelente estado, nueva. AsI, segiin he dicho, el film demasiado corto parecla incomplete, como si hubiera sido interrumpido demasiado * pronto.

Era como un set bastante artista y que me conocia; un ser que venla pot espectáculos insoiitos (que hacen perder el equi-iibrio más que tSr), sobre los cuaies convenla reflexionar; un set que venia a presentarse a ml, o, más bien, antes de la pre-sentación, me daba seflales de su habihdad y de su saber (respecto a ml). Lograba verdaderos hallazgos. Me intrigaba, se mostraba taimado y rraidor.

Me adivinaba, me vigilaba, me devoivIa las imágenes que yo habia recorrido en un libro, iuego de haberlas repensado, re-fundido y transformado en monstruos compuestos, no del todo aterradores, equivalentes de una palabra reçientemente forjada, pero en la que no hacia faita set gran erudito para ver aiusiones y burla.

Comenzaba a vet sus especialidades. Le gustan las molestas consisrencias, pero Cs una manera de hablar, solo accesoriamenre pueden molestarme; Ic gustan los relieves interesantes, mOlti-

Relieves pies, in granuloso; la corteza como la de los interesantes castaflos y de Ins alcornoques, la iuperficie as-

pera de las limas. No le gusta lo liso, aprecia mucho los pequeflos

* Asi los ültimos peldaflos, cada vez menores, interrumpidos, de la escakra que provoca nsa.

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accidentes en el relieve. Sobre un braze usc, pone grietas o una excrecencia como cresta de gallo, o Ic Rena de pliegues como una rodilla. A una mejilla le afladira una desconcertante super-ficie escrotalosa, la superficie cicatrizal de un árbol que ha su-frido un dane o la piel entorpecedora de un cuello de tortuga. Todas esas cosas me habian parecido farsas primero. Pete no. Puede hacerlas y muchas más sin utilizar esos medics.

La tendencia al alargamiento, manifestada en los objetos y en las personas por efecto de la mescalina, que alarga y adelgaza todo, era poco visible con el haschich, pete no estaba ausente Era mucho más extraña y, como conviene al haschich que es reser-vado, estaba alli como oculta, sensible ünicamente al interior oscuro de 51 misma. La prolongacion es evidente, segán se lo experimenta, Pero ide qué? De tiempo más que de espacio, y de "no-interrupción", más que de tiempo, de distancia, sobre redo, de una disrancia que no encuentra su medida.

Mirando mi pierna, mientras permanecia acostado, me sot-prendio la distancia entre ella y mi cabeza; el recorrido para it de una a otra me pareció tan exorbitante que me preguntaba qué set podria considerar la posibilidad de llegar al final o in-cluso de emprender el trayecto. Y yo me instalaba en esa Ion-gitud, instalaba confortablei ente no sé qué (tiempo? espa-cio?), me instalaba sin cesar cada vez más.

* * *

En una visión que tuve, encontré una abubilla posada y pre-parandose a tragar a su presa. La distancia que habia desde la extremidad de su pico, con el cual sostenia un gusano, hasta su gaznate, por donde debia pasar, me precipitó en una meditaci6n indecible, constantemente reforzada per la del pájaro inmóvil, que también reflexionaba en un tiempo que parecia inmenso

La mescalina partia a toda velocidad sin interesarse (aparentemente) en ml. Al Ha Ic parece tener la mirada sobre ml. Mi mesc. se csforzaba en vano; aunque Se excitase y Sc repusiese yo nunca crela en nada. En cam-bio, todo lo que muestra el haschich Inc interesa, In sign hasta el fin. Quicro conocer el final. Quiero saber a d6nde me ileva.

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y sin embargo insuficiente pan resolver ese problema diflcil que nos volvIa inmóviles, al pájaro y a ml, inverosimilmente posaclos y atentos.

El Pico era largo, es cierto, come ci de todas las abubilias, Pero no más. Sin embargo, la abubilla, como yo, habia corn-prendido, en una especie de dekomposicion imaginaria de su Pico, que el trayecto que habla que recorrer desde su Punta hasta su base se habla hecho prácticamente infinito.

El haschiclt es Es posibie hacer trabajar al haschich, formu-maniobrista, lade preguntas, someterle problemas. Dará una

director de escena, respuesta, acepta los dates del problema, lo demonic. coal es quizá lo más extraordinario; Pero aten-Hay que

encontrarlo don a Ia solución que tal vez nos pondrá en en su terreno ridicule a nosotros y a los daros de nuestro

problema. Pero no rechaza el trabajo. Es activo. Un buen hueso que puede dársele es una fota Dos más bien, incluso tres. Las miramos (per él) sin pensar en nada (de todos modos habremos pensado en algo, dl nos lo mostrará bien). Luego cerramos los ojos. A dl le corresponde trabajar ahora.

ftndgenes Jr Cuando la mescalina está en nosotros, si se sintesis pronunciaran ciertas palabras, las imágenes co-

rrespondientes aparecerlan instantá•neamente, tontamente, irre-sisriblemente, sin inteligencia, sin la nienor fineza. Con el haschich ocurre lo contrario. Hay que darle su tiempo de pre-venciOn, de destruccion (como para pasar de oruga a mariposa), su tiempo de preparaciOn, de reconstrucciOn, fases donde la mayor pane de las veces no vemos nada. - Prefiere mostrar el problema resuelto, es decir, el cuadro final, a veces pasmoso,

"Suenos al especie de sueflo de encargo, de sueflo al minu-minuto" to, en el coal los datos ban side convertidos en

las estatuas de un4 monstruosa pareja inesperada (sin embargo, siempre sobria y con elegancia en la soluciOn).

Asi forja a gusto on ser hibrido, del misma modo que se compone una palabra nueva con otras dos, o como se formaron

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las represenraciones de los dioses Ganescha y Anubis, es decir, Ponnas hombre con cabeza de elefante y cabeza de zo-

compuestas rro sobre hombros de hombre, bloques de atri-butos contradictorios, nunca manejados al mismo tiempo ni fusionados, sino definitivamente distintos.

la mu jet- Hacer mujeres-cocodrilos se torna cosa Mcii cocodrilo con el haschich, pues contrariamente a Ia fria

mescalina, se interesa pot las mujeres, se interesa pot las pieles desiguales, arrugadas y duras.

No retrocedamos ante ninguna disparidad. "El" se las arre-glará.

la mu jet- Fotos ante ml; miro largamente un camino. cam mo Luego, largamente, miro una mujer desnuda.

Cerremos los ojos ahora. El cáñamo puede efectuar una sintesis interesante si está en uno de sus buenos dias; puede convertirme en un monstruo muy curioso, en el cual yo encontrarla tanto a la mujer como al camino y el estilo y el género, si puedo decirlo asi, de uno y otto, y la expresión femenAna no estará ausente. No es mecánico el haschich. Sus comienzos son siempre ines-perados, pero raramente visibles. Esta vez, lo serán. Vayn, co-mienza de manera sorprendente, recorriendo el camino más large, más largo aün, como si tuviera miedo de que un camino fuera demasiado carte para una mujer. En fin, cuando es muy largo y se pierde en las lejanias, usted se dará cuenta de que es tam-bién la pierna de una mujer que sigue, que sigue (qué razón tenla de alargarse), se pierde en el infinito. Nunca hubiera esperado una sintesis semejante, que adopta ahora un carácter de evidencia y "dice bien lo que quiere decir".

En cierto modo también el hecho de mirar a una mujer a par-sir de sus piernas, de "remontarla" de abajo arriba, se describe aqul y acaso se toma en solfa.

Si yo Ic daba, junto con una mujer, ya no un camino sino orra cosa, la respueSta "reunidora" era siempre apropiada e im-posible de adivinar de antemano, como si yo, pot mi parte, viera los objetos y él sólo, en ml, sus puncos comunes.

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El haschjch no sólo hare cuadros. Realiza acres. Quizá a ma mismos cuadros los forman no tanto imágenes que se propo-nen como deseos que hinchan sus imágenes; a ellos están des-tinadas sin que uno to sepa. Atli usted prueba, experimenta que ya no está solo. Usted habita a alguien, el habitante N 9 2. Todo cambia desde entonces. Todo es trampa. Ya en cuadro, él era más que taimado, cinico que ye demasiada clara.

El lo va a sustituir a usted, va a convertirse en el habitante N9 1. jOsa, por su pane, realizar * acros, y qué actos! Actos no suyos y sin embargo usted no puede recusar completamente. No son suyos y menos aün no-suyos. Provienen de usted; sus ele-mentos to prueban. Estan justamente inás allá, aill donde usted se ha detenido, per remor, sin saber que era per temor, sin saber que se habla detenido. Ahora usted comprende. Su acm es una invencion. Imaginar: dar una solución nueva. Me demuestra que yo habla retrocedido. Pero él no ha retrocedido y me lo ha hecho hacer. El demonia to ha realizado. Demonio existirá en-tonces? Lo que existe, en todo caso, es, en el set conveniente-mente escindido y orientado (y "vidente', pues nunca encontra-na esto en estado primero), to que o el que descubre sus posi-bilidades demanlacas.

El demonio. (Por qué nunca el angel? No hay droga Para el angel? Parece pie no.)

Sin embargo, en estos actos inconfesables que pot él comento, falta cierto encarnizamienro. El acto existe, la vision, el ruido, el sentimiento de presencia constituyen una vision circunstan-ciada, Pero los contactas groseros, los olores, innobles compa-fleros de la vida real, no existen.

* * *

Me ocurnIa en, las horas reposadas de la gran inmovilidad final (Ketf en arabe significa reposo), cuando uno no levantarla el brazo aunque fuera Para impedir un cataclismo inminenie;

* En las visiones del cine interior.

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acudlan a ml, coma incluso en ci sueflo no las he conocido, imágenes tan naturates, que sienten de tal modo 10 natural, que no es posibie, me decia, que no existan en aiguna parte. Es-pectaculos, muebles y sabre todo lugares que no conozco, ca-munes, ordinarios, donde nada tengo que hacer, y donde, sin embargo, no me sorprendla estar; la escalerita de una pobrisima quinta de las afueras, una cailejuela, un patiecito. Y no solo vela todo esto, sino que caminaba a ml gusto por esos sitios, con seguridad, sin vaciiaciOn, sin preguntar tampoco, empujando una puerta que no conozco, que quizá conocerla un dia, donde entonces —to espero— la recanoceré,

Yo que solo acepto to extraordinario y me cierro a lo que me radea y se presenta a mis ojos, y to exputso de mi memaria coma mediocre e indigno y a to cuat me niego a aficianarme (y par eso no sé nada y queda vaclo y sin recuerdas), yo estaba All y me quedaba mirándaias can toda simplicidad y adhesiOn del corazón y famiharidad.

* * *

Hay dias en que, en las libros que hojeo o estudio, leo una palabra par atra. No una vez sino veinte veces, cincuenta veces, tantas veces que, como una descarga que obstruye ci paso a la comprensiOn, pronto se me hace imposible y. . abandono mi lectura.

Luego de fumar haschich e inciuso muchas horas después, cuanda su efecto aparentemente ha terminado (con él, sin embargo, tan antojadizo, nunca se sabe), si retomo una tectura abandonada antes, se producen aün interrupciones, tapsus, no más nuinerosas, pero Si más incongruentes, más criticas, más combativos. En esto recanozco que no son mIos sino de dl. Las patabras que antes satla leer en lugar de las verdaderas no lte gaban de ese modo. Estas (las del haschich) me Regan preci-pitadamente, coma sopladas a üitimo momento. La fatso se arroja, se tanza sobre to verdadero, que durante un segundo se

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oculta y reaparece inmediaramente después. Continiro mi lectura aturdido. De nuevo ci demonio ha sido rnás rápido que yo.

* * *

Cuando salgo, luego de tomr haschich, soy otto hombre, tengo otra mirada. El haschich seflala, elige, observa y, como una espada que no se dobla, penetra.

Sin él miro más bien como Los bueyes y como ellos tengo una digestion, una digestion interminable, una digestion de no sé qué. Y como esea situaciOn nunca se aitera del todo, no puedo impedir que mis miradas vaguen circularmente; a veces, un es-pectáculo más ilamativo las atrae, pero no per mucho tiempo, y la mirada circular recomienza, vacilante y bobalicona.

El Ha. me Con ci haschich dentro soy como un halcón reestructura en de can. Si mi mirada se extiende en clrculo, forma diferente sera una sofa vez, como una rápida exploración

del horizonte quc no se repetirá. No somos partidarios de la dispersion. Buscamos un objeto para liegar a una pista. Si es un rostro nos remontaremos pot él hasta ci fin del mundo. Ya nada nos apartará de él. Con una mirada que piensa, que piensa, que atraviesa la cabeza del otto. No nos sentimos febri-ics. El interior de la cabeza, ese sitio de la metafisica, del cálculo, es quizá lo ünico que lamento de este haschich apenas conocido y resueltamente abandonado. Ese sitio que podrla seflalar con ci dedo en mi cráneo, agregando 'es aqul dentro a cinco o seis centimetros", ese sitio que solo vive entonces y no antes; que es, si no una facultad, al menos una funciOn, gracias a la 'cual, aun debilirado per la droga, se que estoy en un centro y que ese centro, vivo en ml, me da ci derecho (y la desenvoltura) de mirar a cualquiera en los ojos, pues voy más aIM de los rasos. Tan pronto como el haschich se desvanece en ml, ese fenOmeno desaparece y me veo obligado a volver a la periferia, a la corteza, el otro centro definitivamente dormido.

Los dibujos que efectuaba después de tomar mescalina, al dia siguiente o una o dos semanas ma's tarde, contenlan enorme

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cantidad de lineas finas, paralelas, apretadas unas contra otras, con un eje de simetrIa principal e infinitas repeticiones.

Por su misma marcha, las ilneas que yo trazaba, rapidas, vi-brantes, sin cesar, sin reflexionar, sin vacilar, sin disminuir la velocidad, prometlan un dibujo visionario".

El Ha. es a Muy diferentes, los dibujos efectuados des-gran supresor pués del haschich eran inhabiles, torpes, frag-

mentarios, interrumpidos prematuramente. Siernpre presentaban partes inconclusas. Sus superficies esraban compuestas de cua-drados, de poligonos. Y siempre faltaban muchos.

Sc haclan lentamente. Del mismo modo las telas de las arañas Zilla drogadas (cx-

periencia del Dr. Peter Witt, de la Universidad de Berna) con atropina y bencedrina, nembutal y marihuana resultan siempre incompletas, rasgo idéntico en todas las araflas de la rnisma familia; diferente segán la droga empleada. Arañas drogadas, Y como es de esperar, son igualmente in-

con marihuana y completas las telas de las araflas que han be-con anna k bido la orina de un esquizofrénico, nueva prue-esquizofrenico ha de que esa enfermedad es primero enferme-

dad del cuerpo, primero es una toxicosis.* No convendrIa someter a esta experiencia a los psiquiatras

más que a las aranas?

* . . . que seria de naturaleza aminica. Prueba imperfecta, Cs verdad, ya que Ta enfermedad mental puede crear, acarrear ci mal fisico, que Ic cones-ponde y que a su vcz lo arrastrani.

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V

ESQUIZOFRENIA EXPERIMENTAL

Mds mescahna. . . . Pero bubo una cuarta vez. Por un error ScM meses mds de cálculo, tome ci séxtuplo de la dosis que me tarde tonic se's bascaba. No to advercI en seguida. Con los ojos ampollas, o sea

0,6 gr., ci cerrados, observaba en ml, como en una panta-miserable se ha o como en un tablero de comando, los co-

convierte en ci lores y las imneas esta yea desmesurados de la espantoso Inhlagro Mescahina —que apareclan en la vision inte-

rior— y la agitación de las imágenes siempre las imdgenes ran sorprendente. Luego, de pronto, nada más.

No vi nada más. De golpe todo Sc Me habla deslizado en un fondo. Una puerta

borra hasta entonces abierta acababa de cerrarse de golpe en medio de on silencio absoluto.

Qué? Qué ocurre? El estado mayor capturado pierde de vista sus tropas. Más indefendible que un tapOn saltando en aguas agitadas, más vulnerable que un niflo que avanza en sen-tido conrrario de una columna de ranques que desembocan en ci camino.

Las olas del ocCano mescaliniano se habian precipitado sobre ml, arropellandome, derribándome como si yo fuera arenihla. Los movimientos, hasta enronces en mi vision, estaban ahora so bre ml. No habla durado diez segundos, pero se habia efec-tuado. Esraba perdido.

Pero no tan rápido. No vayamos tan répido. El suplicio debe durar horas. Mn no ha comenzado. Es la una y media. Ignoro atm que voy a abordar la gran prueba del espiritu.

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A pesar tie que ci Inocentemente, como Un turista, asisto a los descenso a Los primeros cambios. Asisto con caima a la agita-

infiernos se cián interna, extrafla, que ya conozco, que re-

prepara sin quc yo conozco. Advierto ci comienzo de las deshi-10 sepa lachaduras que quizá voy a vet pronto; la sen-

sación tie boca de caballo, y que en la ventana, con las cortinas nO del todo corridas, es como si se agitaran grandes sábanas de una brillante blancura.

Un comienzo de respiración más pesada se forma en mi pecho, preiudio de otra 'atenciOn".

IAneas, cada vez más imneas, que no sé si veo realmente, aun-que antes eran netas y finas (las sentirla entonces?), que co-mienzo a ver (jqué tenues son ahorai), con SUS amplias curvas, amplias! Now que par momentos desaparecen y de nuevo se impone su amplirud verdaderamente extraordinaria si se ziene en cuenta su delgadez, y se que ci blanco que pronto voy a ver será ligeramenre violeta, aunque no yea otro tono que ci gris claro, ciaro de los enormes hilos aracneanos que alta, rItmica, incesantemente saltan pot encima del vaclo.

Resueltamente es enorme la amplitud de las sinuosidades, y aunque las ilneas son finas podrIan saitar pot sobre las casas. Niluca visto. Tengo deseos de telefonear a B. para anunciarle

distanciacián ci espectácuio formidable. Renuncio temiendo tie una ref lexión una interrupción prolongada en esta horn cx-

traordinaria. Entonces ese pensamiento de telefonear, ese pen-sarniento tie hace apenas aigunas decenas de segundos, toma sus distancias rápida y gravemente y adquiere tambien una extrema importancia, como ci iAtimo viajero que vemos en ci andén al abandonar la ciudad natal en ci ten que arranca imperturbable, indetenible. Asi es este alejamiento progresivo. El (el pensa-miento) sigue siempre aili como un eco, como Si se encontrara en el otro extreino de la nave de una gran iglesia silenciosa (la del tiempo?) que me hubiera devuelto no ci sonido sino la 'onda de presencia". Dc tal modo en ci siiencio 'resuena', si puedo decirlo as!, la idea que está lejos pero que ese encuen-

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tra en el interior de la gran iglesia. Extraflamente me alegro de set ci ünico en saber que tuve este pensamiento, un pensa-miento cualquiera per otra pane, cuya resonancia vuelve particu-larmente majestuoso, imperial.*

Grandes Z pasan en ml (('zébrures' [rayas] —vibraciones-zig zags?). Luego S quebradas, o también, lo que constituye quizá sus mitades, 0 incompletas, especie de cáscaras de huevos gigances que un nine hubiera querido dibujar sin lograrlo jamás.

Formas en huevo o en S comienzan a perturbar mis pensa-mientos, como si unas y otras fueran de la misma naturaleza.

De nuevo me he convertido en trayecto, trayecto en ci tiem-p0. Pues era eso ci surco y ci flüido que contenla absolutamente desprovisto de viscosidad; era eso per lo cual pasa del segundo 51 a! segundo 52, a! segundo 53, luego al segundo 54 y asi sucesivamente. Es mi paso hacia adelante.

Anestesiado para ci mundo de goce de mi cuerpo y para todo lo que hace una hora lo Ilenaba continuamente, ya no siento sino lo que va hacia adelante. Me he convertido en proa.

Dc tiempo en tiempo encuentro una formidable encrucijada de enervamientos, terraza de insoportables vieritos del espIritu y comienzo a escribir casi sin darme cuenta, sin reflexionar, ocu-pado en la transmisiOn de estas palabras, bien significativas,

Estirainiento de pero que, sin embargo, no reconozco: "Dema-los rostros siado! ;Demasiado! ;Me da demasiado!".

Las 'Incas continijan casi sin detencion. En ellas se esbozan rostros, esquemas de rostros (más a menudo de perfil) se ma-nifiestarx en ci trazo en movimiento, Se estiran, se tuercen, seme-jantes a esas cabezas de aviadores sometidos a una presión de-masiado fuerte que Its masajea las mejillas y la frente como

rostros en los si fueran de caucho. Mucho ma's lineales éstas, acantilados menos horribles, simpiemente grotescas. Lo que

resulta molesto en su dimension, dimension de acantilados, que con las Ilneas sinusoidales que los impulsa parece aumentar.

* 2Vanidad de estar solo ante esa majestad?

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fl

Salvo esos rostros grotescos que rIen en las olas (o era un signo de ía situación que yo no comprendla?), nada.

Son los ünicos navIos que esas olas desmesuradas lievan y no sobre ellas sino en ellas.

Qué inmensa puede set una cosa! Hay en cue algo piodi-giosamente exagerado, aunque no modifique en nada el carác-ter grotesco de esas cabezas, que están adornadas con perlas gris Plata, a veces un poco matizado de azul, en verdad rnuy delicado, en contraste sorprendente con las imneas tan hiperbolicas.

Me abandonan un instante. Un no sé qué desciende en una gotera vertiginosa, Pero esta situación no dura y vuelven las lIneas, las lineas, las condenadas lineas de descuartizamiento.

Froto mi cabeza cada vez más insensible, sin embargo, acar-tonada, la froto con y en un chal, la froto maquinal y rabiosa-menre, ünica zona viva de mi 5cr, patria cada vez más reducida.

Y las lineas, las lIneas de descuartizamiento me parecen an más grandes. Debo esforzarme por no recurrir al azácar, que pasa por antidote. Dc todos modos me pongo a corner casi maquinalmente algunos gajos de naranja. Pues hay algo sos-pechoso en esas ilneas que crecen, esas lIneas que se convierten en acantilados, que interminablemente estiran rostros, Pero come lo observe, mi observación me mantiene aán a distancia de la conciencia del hecho.

Y las lmneas siguen creciendo; no sabrIa dibujarlas ni siquiera vagamente, pues el papel ya no basta. Me detengo, dejo el lápiz, aparto ci papel y voy a hacer otra cosa.

Me habian hablado de visiones en el cristal. (Pero, en cuanto a esto, tambien debi de comprender ma', imaginando que podria transferir las visiones de mi cabeza al cristal.) Tome, pues, la bola preparada a ml lade, recuerdo que la di vuelta una y otra vez en mi mano, cohibido, como un niflo con un objeto nuevo, que no sabe utilizar e ignora si vale la

Pena, y dispuesto a velvet a dejarlo. Asi iba a hacer, luego de haberlo observado inütilmente en tres o cuatro posiciones en las que habia visto mis dedos agrandados per la refracción, cuando... ME HUNDI.

FAI

La inmerskin Fue una inmersión instantánea. Cerré los ojos para volver a encontrar las visiones, pero era inütil, lo sabla, habian terminado. Estaba desconectado de ese circuito. Perdido en una profundidad sorprendente, ya no me movia. Algunos segundos transcurrieron en ese estupor. Y de repente las olas innumerables del océano mescaliniano que desembocaban en ml me derribaron. Me derribaban, me derribaban, me derriba-ban, me derribaban, me derribaban. Esto ya no iba a terminar nunca más. Estaba solo en la vibracion del estrago, sin perif e-

En ha vibracidn na, sin anexo, hombre conventido en blanco

del estrago que no logra recuperarse.

Qué habia hecho yo? Sumergiéndome, habia alcanzado, creo,* mi fpndo, y coincidia conmigo, que ya no era observador vidente sino yo de regreso a ml y, allá de ileno sobre nosotros, Ci tifon.

Quizá la bola de cristal no hizo sino apresunar ml perdida. De todas maneras yo iba a ser dennibado. O no? Jamás lo sabre.

Sin embargo, los objetos exteriores hablan recobrado setisi-blemente sus colones narurales. Es como si la excitación óptica hubiera desaparecido.** Todo volvia al orden, salvo yo.

* Cothciclir 4qu6 signifies? En mi vida (cuando quiero) trato de aproxi-marme Ic mâs posible a ml, pero sin coincidir, sin abandonarme, sin darme. Quiero que quede on margen, que es tamblén como on margen de segu-ridad. Puede parecer excesivo que para 5cr yo me falte una donacion. Es verdad, sin embargo. Falso narciso que no Va conmigo ni me somete a ml. Y no soy ci tnico. Hay cantidad y cantidad entre mis semejantes. No efectian la donacion. Tener religion no es creer en una divinidad, al contrario de los que no creen en ninguna. Es una donacidn que deseamos, deseamos de modo irresistible hacer a alguien que se halla infinitamente pot eneima de nosotros. El amor no postula más Is existencia de una mujer de belleza perfecta. Es una donaciOn de SI, CS la necesidad de hacer esa donaciOn y ci hombre mac eunuco puede desearlo de modo irrefrenable. El narci- sismo sOlo es posible ci one cc hace donaciOn a ci mismo. Y en ello tam-hiS, es curioso, hay que creer (creer en si). Ahora bien, dejando mis laws volantes", mis lazos de vecindad o de urgencia, gracias a la magia de la bola, acababa de entregarme, de darme a mi mismo, de volverme como a ml, verdadera verdad-patria-uniOn, aca-baba de darme mi apellido, esto en el peer momento de ml existencia. El terrible ciclOn nos atrapO a mi y a ml, unidos tan tonta e indisoluble-mente, y desde entonces recibi todos los golpes en vez de observarios.

* A pesar de la inidriasis muy fuerte, que, sin cambios, debla durar horas

Si

No encuentro palabras para decir lo atroz que eso puede set, atroz en esencia, y al intentarlo, me siento un falsarlo. (No set nada más que su set propio era eso Alli, locamente

rapido, centenas de ilneas de fuerza deshilachaban ml set, que nunca liegaba a reconstituirse con suficiente rapidez, y qde en ci momento de reconstituirse era rastrillado per una nueva fib de lIneas en forma de rastrillo, y luego mM y más (Esto va a

La que rastnhladurar toda la vida, ahora que ha comenzado,

ci alma ahora que me encuentro en el camino por don-de eco pasa?)

4or un instante, como el estallido de un j1as/., me acordaba de la singular marcha de los dementes desgrenados a quienes no solo el viento o las manos divagantes o la incuria trarifor-man de tal modo, sino también la imperativa necesidad interior de traducir al menos asI, ci rapido, el infernal peinado-despei-nado de su set indefinidamente martirizado, atravesado, trefilado)

AsI y siempre a esa incesante e inhumana velocidad, me aco-metia, me traspasaba la topadora eléctrica que horadaba so Ca-mino en lo más personal de la esencia de mi persona.

Me hallaba no dentro de lo humano sino en un frenét±o agitador mecánico, en un amasador-moledor-desmenuzador, tra-tado como metal en una fundicion, como agua en una turbina, como viento en un fuelle, como raiz en una desfibradora auto-mática, como el hierro sometido al movimiento infatigabie de las fresas de acero para labrar engranajes.

;Pero yo tenia que velar! Como una curruca en la estela remolineante de un cuatri-

motor, como una hormiga bajo las aguas aplastantes de una compuerra de desague, como no sé qué, como nadie.

Mas intenso que lo intenso era ese combate, y yo estaba más activo que nunca, sobrepasandome milagrosamente, pero sobre-pasado fuera de 'toda proporciOn por el fenomeno dislocante.

El horror consistia sobre todo en que yo no era más que una ilnea. En la vida normal uno Cs una esfera, una esfera que des-cubre panoramas. Se pasa a un castillo de un momento a otto,

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se pasa sin cesar de un castillo a un nuevo castillo; tal es la Guando uno no as vida del hombre, aun del más pobre, is vida del mdc qua una tinea hombre de mentalidad sana.

Aqul hay solo una linea. Una ilnea que se quiebra en mu aberraciones. El lingo de un carretero enfurecido me hubiera dado reposo. Tampoco hay piedad. El acelerado lineal en que me habia convertido no retrocedia, enfrentaba cada desmenuza-miento, estaba por reformarse, casi iba a reformarse, cuando ía fuerza más rápida que un bolido ejercida sobre él ... Era atroz porque yo resistia.

EmociOn? Ni siquiera podia retroceder en la emoción. La difusion natural de las emociones que van al corazón, que late más precipitada o más gravemente, asi como a los pulmones, cuya respiración se modifica, no se efectuaba. Lo note diez dias más tarde cuando viendo en el cine un drama habitual en estos lugares, experimenté una emoción que penetró mi pecho". En mis dias de horror, habia olvidado ese camino, esa confortacion.

***

Haberme convertido en una lines era catastrOfico, Pero, si es posible, resultaba san más inesperado, prodigioso. Todo yo debla pasar por esa linea. Y per sus sacudidas espantosas.

La metafisica La metafIsica aferrada por la mecánica. aferrada pot la Por un mjsmo camino, obligados a pasar, yo,

meeanlca mi pensamiento y is vibraciOn. Yo ünicamente un pensamiento, no el pensamiento convertido

en ml, o desarrollándose en ml, sino ye junto a dl. A continuaci6n sobrevenia la vibraciOn desarticuladora que

"rechazaba" el pensamiento y luego de algunas modulaciones que pars el pensamiento eran desmenuzamientos, lo eliminaba.

maltratados, era Los pensamientos luchaban furiosa, desespe-como Si me radamente contra su desintegración. Pero siem-

hubieran reducido pm fracasaban. Sin tardanza. Un bacilo sometido a m, a to talla a las sales de radio conoce este efecto, Pero el

mxcrobtanahombre lo ignora. Esta preservado.

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Nunca senalaré bastante la intimidad de este fenOmeno y hasta qué punto una idea es nuestro centro y qué destructible, mane-jable y desintegrable es. Quien no lo ha experimentado no puede saber qué desintegrables son las ideas.

Si, una idea quizá flagelada, lisiada. No dejaban de serb. Destruccion veinte veces más rapida que yo.

Las olas que saben amasar los pensamientos pasaban ince-santemente.

La crueldad con que se precipitaban sobre un pensamiento es inimaginable. Luego de algunas escapadas en jirones, el pen-samiento filamentoso desaparecla irreconocible.

corriente mortal Como si en adelante corrientes mortales Para parael ci pensamiento acabaran de tomar como camino

pcnsamwnto cómodo a mi espiritu, conductor de no sé qué electricidad. El rayo y yo debiamos pasar juntos.

Imposible dejar el lecho del terrible fenomeno. No tenia otro camino que el centro de mi yo; él era casi todo, peine trepidante; yo poca cosa sin posibilidad, siempre bajo la furiosa carda. Las laminarias constantemente agitadas por las aguas de un mar violento parecerian estar de vacaciones comparadas conmigo. A ml no me ofrecian ningunas vacaciones, ni siquiera por dos se-gundos.

Terrible, más que terrible! Sin embargo, no sentla terror. Quien combate ci fuego tiene otra cosa que hacer. Yo luchaba sin descanso. No podia permitirme el terror. Para eso hubiera necesitado tregua.

Vefa también que no era necesario resistir como yo lo hacia, primero con mi yo, y luego con mis ideas más caras, a las que el movimiento infernal escarnecIa, desintegraba, haciéndome cada vez más vulnerable, más desposeido, más perjudicado. Hu-biera tenido que cambiar de procedimiento, dejar que mis tropas se las arreglaran..

El loco es un valiente que enfrenta el fenómeno destructor en bugar de dejar que sus funciones subaiternas se ocupen de ebb.

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Pero en esa hora critica, aflojar las riendas es dii Icil. Tampoco hay un instante de tranquilidad Para "presentarse de otro modo".

Ideas tontas y sin importancia hubiesen bastado, aunque hu-biesen estado destinadas a converrirse en pensamientos de acción mecánica y a desaparecer diabolicamente maltratadas at cabo de poco tiempo. En cambio yo presentaba, sobre todo at co-mienzo, mis ideas más seguras, sobre las c lue me apoyo, y ellas se quebraban at instante, estallaban fuera de su eje y se volvian peor que rid iculas, inimaginablemente rechazadas, destruidas y nula& Pero a pesar de haber visto el mecanismo, me obstinaba en suministrar to mejor de ml, to más Intimo, to más henri michaux, si puedo decirlo asi (a pesar de los consejos que yo comenzaba a darme), asI como on hombre, cuyo brazo es atra-pado en el movimiento rotativo de una correa, haga lo que haga, es ilevado irresistiblemente at centro peligroso que va a des-truirlo totalmente en una nada.

Todo to que usted presente a la esquizo-mescaliana será tn-turado. No se presente usted mismo, entonces. Y no le presente ninguna idea vital, pues es horrible to que hace con ella.

Presente lo que tiene poca importancia, imágenes, pequefias ideas corrientes.

Si no, usted resultará totalmente inhabitable, se vera con horror; su casa en medio del torrente seth objeto de irnisión para usted mismo.

En la medida en que podia tragaba azácar. In hacia en te-rrones y en pociones calientes a grandes cucharadas. Pero to vomitaba. Y eso segufa invadiéndome.

Sin embargo, habia que hacer algo. En medio de la devas-tación que me enloquecia, de las ondulaciones que enloqueclan a las ideas que pasaban a la linea del 'yo", Pero no las del yo a! prójimo (diferente del circuito social de Ia palabra), llamé por teléfono a A. y hable con calma, con demasiada calma. Dosis excesiva. Creo que me equivoqué. Es duro soportarlo. Me ha'ria

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falta an contraveneno", Mi calma resulto engaflosa. Uno se dice que todo ira bien, que lo más grave ha pasado. iPasadol Mn no habia empezado.

Esa calma tenla un origen diferente. Para poder leer, en el cuarto medio oscuro, ci nñmero de teléfono del medico, habla yea to cabeza de encendido la iuz. La iámpara que está junto al un loco f-urioso espejo me mostró una cabeza que nunca habia

visto, la cabeza de un loco furioso. Hubiera infundido miedo a un criminal. Lo hubiera obhgado a retroceder. Fuera de ml, completamente extravertida, espantosamente fotogénica y resuel-ta (mientras que yo estoy de este lado), era una cabeza de ener-gámeno, aunque ni ella iii yo nos hubieramos movido, ella era la mascara abotagada de quien ya no escucha a nadie, faz terri-ble de loco furioso, que es en reandad el enloquecido furioso. Cuando el animal se ye acosado, su cabeza se vue!ve horrible. Sin embargo, mi voz (verificada inmediatamente despues por quienes la oyeron) era grave, casi dulce, y no me notaba Di siquiera una sombra de colera o de hostilidad. "El" debla haber matado ya, pensaba, pues no podia considerar que esa caUza es-tuviera al borde del crimen, como la mIa. 'Debe set una cues-tión de minutos ahora, de decenas de minutos". Eso me infundia calnia, * la calma grave de quien es responsable de on loco peli-groso, pues eso cambiaba la situación. En medio de lo atroz, aün me podian atacar gravemente de otro modo. Un hombre es tan vasto.

Cuando las trepidaciones y las destrucciones internas se vuel-yen intolerables, el loco tiene que expresarlas en actos corres-pondientes, destruyendo, quebrando, quemando, hiriendo, matan-

Cuando Ilamé por telefono mu tarde —S... estaba a ml lado—, de flue-vo hablé con calma, como si temiera enloquecerme yo mismo al enloque-cer al doctor, quiero decir ci "yo" encargado de los conductos y de la organización y que yo sahia era el 61timo que debia atacarse o perturbar-Se. Se necesitaban y era Jo que felizmente Se hacia solo, compatimientos estancos, era ml ünica tabla de salvación, en tanto que una o varias par-tes quedaban frias, fuera de circuito y casi ajenas. S. . . sorprendido por mis palabras, me arrebat6 ci teléfono y rectificó vi-vamente "no es urgente", pero era demasiado tarde, ya habia colgado.

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do o matándose; en una palabra, cuando comience "su obra" voy a poder contenerlo ... hasta que se lo lleven, o, cosa ri-

dicula como un esfInter insuficiente, no voy a poder contenerlo? En tal caso, es ahora cuando debo reclamar la camisa de fuerza.

Este era ci problema que tenia que resolver con calma y juicio en un momento de ruptura y de desintegración.

Cuánto hubiera deseado, en lo posible, no liamar is atención y no malgastar pot un abandono premaruro, pot una floja y prudente apelación, 10 que me quedaba de independencia (!) y de vida. Traga, me decla, como incitación a! coraje.

***

Sin embargo, habla algo nuevo y algo malo. Lo que habla estado separado ya no lo estaba. Dos companimientos estancos acababan de inundarse. Actualmente necesitaba luchar con to-

imputsos das mis fuerzas contra los actos ridIculos que aflulan a ml cabeza; al ver ml rostro, habla comprendido que iban a ocurrir, pero nunca lo hubiera adivinado. Con una rapi-dez, una rapidez insensata, apareclan, me sacudian para que yo ejecutara ci acm propuesto, me sacudlan, me sacudlan como un jirén a impulsos del viento de un molino, luego desapareclan. Apareclan otros, pujando, pujando, todos normales, avidos de realización, no de una clase sino de diez, no contra tai o cual ni contra ml sino contra cualquiera, sin preferencia, insaciables, y a quienes diez crimenes y otros tantos incendios no hubieran contentado; nada podia contentarlos. Desde su aparición yo no debla intentar luchar —no se trata de esto— sino reemplazarlos por un pensamiento inofensivo pero que a menudo, después de algunas trituraciones rapidas, se volvia a su vez peligroso, pues ^qu6 hay en una palabra que no pueda transformarse en cu-chub? Y después cómo no tomarlo, cómo derenerlo? Hacer frente? Absurdo. Soy los pensamientos. Coinciden conmigo; yo más que consentirlos, soy inseparable de ellos desde su spa-rición. Todo ilega en medio de la locura porque no hay retr9-cern. Una idea pasa con usted ci sendero ünico. No hay panora-

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ma. No hay diversién. No hay un tercero. No hay comparación. No hay detención (tan necesaria para el juicio).

El y usted, a toda velocidad. Fenomeno capital de Ia demencia que quizá sea 'a otra cara del fenOmeno de la fascinacion. -

Conducta desarreglada, caderia de pensamientos y de actos pensados que van mecánica y automáticamente en sentido con-rrario del sentido habitual.

Los impuisos perversos no se hablan apoderado de todo el movimiento. En efecto, de todos modos no dejaba de maltra-tarme terriblemente el movimiento vibratorio. Tenla numerosos efectos. La fuerza de sus zigzags era tal que habiéndole pedido a un amigo, M. S., que viniera y permaneciera en la habitacion contigua, más clara, donde, mientras no lo necesitara, pocirla

impermanencia Jeer, cinco minutos después de su alejamiento no lograba saber si estaba alli, incluso si habla venido, o si solo yo habia pensado en pedirle que viniera. Pues cinco minutos después de ausentarse, la amplia comprobacion de que estaba presente habla resultado tantas veces sacudida, quebrada y sobre todo interrumpida en ml conciencia que ya no me parecia ver-dadera ni falsa, ni pasado ni futuro, sino on picadillo del que no podia sacar un solo hecho definitivo. Nada podia set detenido.

La certidumbre, sacudida como un objeto, contradicha tan pronto como dicha, luego de haber adoptado decenas de posi-ciones matizadas, variadas, variadas y pronto contradictorias (tales como: Hubiera podido venir si yo In hubiera mandado Jlamar. Puedo intentar llamarlo. En efecto, por qué no haberlo Ilamado? o bien ya Jo habia despedido? Por qué no ha que-rido quedarse? o bien temo aburrirlo y le he dicho que me dejara? 0 bien no podia permanecer más tiempo, o bien no habia tenido tiempo de venir y mañana sera demasiado tarde, etc., etc. . . ), la certidumbre, indefinidamenre variada, se vol-via prácticamente nula e inoperante.

Completamente al azar yo pronunciaba S... en alta voz para el caso que fuera posible que no se hallara lejos de ml, y en

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efecto al oft su nombre aparecla con aire cohibido. Le decia tal o cual cosa para ocultar la humillante no la peligrosa verdad.

Volvia a partir docil y apenas habia partido, la renovada cer-tidumbre, sometida a los mismos ataques, se desmoronaba, cons-tantemente toboganante, dejaba de set certidumbre, para conver-tirse en sujeto, tema, tema de infinitas construcciones.dcstruccio nes, y se hacia nula.

Sin fijeza, no hay más certidumbres. La permanencia cons-tituye la certidumbre. Certidumbre de un solo segundo no vale.

Con S. . ., y niás tarde con ci medico, yo vigilaba mis pala-bras, o mas bien, luego de haber proferido algunas que me pare-cia que no hubiera debido decir, capaces de despertar sospe-

astucias de loco chas, preparaba otras, sea para apartarlo de la sospecha que las primeras hubieran podido infundirle, sea para sondearlo y tratar de saber qué pensaba realmente de mi estado extraordinario que no podia hallar ordinario, aunque aparentara estar en calma. La calma, la masa de calma, la calma, en gruesas tajadas de calma de las personas mentalmente sanas, es algo fantâstico e increible. Pestafleando mil veces, no es posibie creer que estén -verdaderamente inmoviies y sin ideas bullentes detrás de la cabeza. Se las vigila con el rabillo del ojo, como se vigila sus palabras, donde hay un mundo para captar y retener contra nosotros, si pusieran atención en ello. Pero es que no ponen atención? Se hace de modo que ninguna frase reveic exacta-mente so sentido sino otto, próximo, menos grave o de otro género, para despistar. (Pues presentarse como normal seria imposible y tonto). Incluso se pronuncian ciertas palabras am-bivalentes, para que el testigo no sepa 51 uno está loco o Cs

sélo un simuladok que siente placer en burlarse de los demás. Este comportamiento completamente nuevo en ml lo observa-

ba con sorpresa mientras hablaba o más bien inmediatamente después de haber hablado. Me habia vuelto tramposo.

Hablar con el prójimo creaba problemas, significacidn 4€ las mostraba estragos. Cuando más tarde llegó el

ausencias medico, a quien pude explicarle ciertas cosas y

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me juzgó salvado (decIa la verdad?), mien-tras se tranquilizaba a mi respecto, yo advertla

incesantes golpes (al curarme) que me ausentaba complera y 4€ veinte mll reperidamenre de la conversación, ilamado con por segundo imperio par el interior de otro modo grave que

intl no podia abandonar. La terrible carrera que se mxl mit efectuaba en mi me forzaba a cerrar el paren-

tesis en mis palabras explicativas, que, por orra parte me parecian frivolas y de esas que se dan a una mujer mundana que pide que la informen

Es insoportable estar en lo sobre la India con tres frases. Aunque él era

superlativo 4€ todo muy inteligente, por no hallarnos en el mismo esrado, no podiamos comprendernos con me-

- dias palabras. Debla resumir. Fabricar resume- Corran solos, nes para su usa Alejarme de la compleja ver-

ustedesdad. Esos puentes que tenia que consrruir me farigaban. Los abandonaba antes del fin.

Cuando partió hablé con S... * Por In tanto, me recuperaba, pero no siempre tenia confianza. Estaba invariablemente en primera Ilnea y las noticias de una próxima paz no podlan hacer frente a la realidad de los combates * * furiosos a los que me convocaban a cada minuto. Por otra parte, se puede sucumbir justo antes de on armisticio. Es cosa muy sabida.

Seguramente ma!, y acaso con más candor que lograda astu-cia, mis palabras, aun en migajas, tendian a hacerle creer que yo habla vuelto a set casi normal, mientras que, justamente, comenzaba a ver una posibi!idad de desgastes permanentes en ml; me preguntaba si también él los adivinaba, y hablando, sin farfullar mucho, creo, intenraba distraerlo, desviarlo de ellos. Es posible que en tal sentido el medico le hubiera pedido que me vigilara o que eventualmente avisara a un hospital psiquiá-

Luego de una media hora de silcncio, me dice. Ijebido quizâ a la fatiga de las prinieras palabras. Después abundantemente.

** No tanto combates. Regresar a ml era ma bien volver a asistir a esc formidable, extraño y sorprendente concierto de ondas totalmente no acusticas que daba sin interrupelén en Invisible orquesta.

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trico, aunque no correspondiera al carácter de uno ni de otto ni se acomodara a su actitud lo que yo me decla. Pero si hubieran visto el remolino en ci cual me debatia, hubiera sido normal y más normal aün que me hicieran internar en seguida.

Ausencias. - Durante estos cambios, yo advertla de nuevo Tango ausenctas. mis ausencias. Cuando ml mal era mâs fuerte, Tango ausenc!a pot ,nillares

cuando albergaba el rayo, atendia unicamente

perlas grises en a eso, a ese grave interior. Ahora volvia por ml sacudidas momentos al exterior, at intercamblo con el

exterior. Más ausencias significaba al mismo tiempo más pre-sencias.

El huracdn Me repartia entre dentro y fuera. Lo que mescalinianO tomaba a uno iba al otro. Ninguno lo rena todo

(desde ci comienzo ahora. Esos pasajes, esa lanzadera que yo ma-por otra parte) parecia haberse

nej aba, me daba una impreslon desagradable

dirigido a los de cosa ligera y poco interesante. No los re-puntos a los que cuerdo bier,. Desviado por la conversación de

yo dirigia ml la este!a infernal que habia en mi centro, ci atencion. huracán, como siguiendo mi atención, se dis-

Las imagenes primero

tributa, se dispersaba, habia tomado varios Ca-

—Las ideas— minos, estaba tanto fuera como dentro (donde el yo era menos maniaco, menos prodigioso) y tenla

y cuando Sc me más de una relación con una tempestad que dispersa, éi se sin liegar al puente se anuncia por signos di-

dzspersa conmigo versos; boteilas que ruedan o los ruidos de una Iona mal ajustada que cruje y parece soltarse a causa de las rá-fagas de viento, cuya fuerza aumenta y al fin disminuye, mientras ci navIo cabecea penosamente.

El medico volvió por la noche y después de haber discutido largo tiempo con interés y amistad, me dejo sin otto examen y aparentemente tranquilizado. Yo dudaba aün,

Pero parecia wino dudar.

* * U

Me acostC; la primera noche comenzaba, la primera noche distinta de las otras. Lo que habia parecido caima, se reveló, al estar en la cama, una agitación ligerisima, como Para preguntarse

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si lo era en realidad, una agiracián que me resultaba imposible reprimir. Y en mi centro, solo aill, una sucia y pequena turbacion, una pequena nada del todo perversa, Pero que puede descarrilarlo todo, y que la espectacular violencia de esa jornada habia velado de tormentas. Pero la exaltaciOn mescaliniana habla pasado.

Entonces?

Ahora habla motivo Para estar desesperado. Sin razOn, segula loco.

Trataba de tranquilizarme poniendo mdc eso a cuenta de mi corazOn probablemente agitado e intentaba tomarme el pulso. Era la una y media. Recomence no sé cuántas veces. Diez veces? Quince veces? Veinte veces?

Comenzaba a contar mis latidos. Cuando habla contado cierto nümero no me acorde ya a partir de qué division del cuadrante de los minutes habia empezado a contar, y volvia a empezar. Hablan pasado algunos segundos cuando volvI a preguntarme desde cuándo contaba, o también desde cuándo dejaba de contar, pues también eso me ocurrIa. Para ganar tiempo reiniciaba la cuenta a parrir del décimoquinto segundo o del trigésimo, luego me olvidaba, me confundla, recomenzaba al décimo segundo y antes del trigésimo me inrerrogaba de nuevo, Perdido en incer-tidurnbres más numerosas que los segundos y los latidos de mi corazOn que —más que verificarlo— yo decidia que no excedieran de cien per minutos o acaso rioventa.

Montones de ideas locas; no, una fila de ideas locas, pues acu-ideas /ocas than una a una, se me presentaban, y yo me

ponia a pensar, Sin conocer aün la afirmaciOn de Jaspers al res-pecro, ' tque el loco que tiene una locura, experimenta ya una especie de repose". Se deruvo. Me hubiera costado detenerme. Me hallaba en el estado de hormigueo, de la polivalencia. Podia hacer mil cosas insensatas, corrarme los dedos, quebrar las hal-dosas, quemar las' sillas, las colgaduras, abrirme las venas con la navaja, romper los espejos> Lo contrario * del acto normal * La faseinacien de Ia idea falsa entre los locos, la fascinacion del acto que

no hay gue coineter, Se establecja en virtud de las leycs que rigen la

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se presentaba tentador. Todo objeto se vuelve capaz de todo cuando un pensamiento para dramatizar la vida Ilega a apode-rarse de él. No me atrevia a dormir. No me atrevia a abando-narme. No me atrevia a apagar, pues entonces en la oscuridad mis pensamientos no tenlan oposición.

Algunas visiones acudieron a ml hacia las tics de la mañana. Formas como agujas, como piernas de compás, muy próximas, de ángulo agudisimo y, si no me equivoco, de un movimiento mediano. Su color: violeta pálido. Las visiones iban a volver qui•zá. Dejando mi centro peligroso, iba a regresar tal vez a lo que se llama ci cortex visual. Falsa esperanza. Fue necesario, sin distracciOn (I), seguir vigilándome.

Vanamente yo trataba de atraer mi cuerpo. Con seguridad hubiera sido preciso sensualizarlo. Pero se habia convertido en un extraflo. Nada Ic interesaba.

Para eludirlo trataba de leer pasajes de libros nuevos y de otros, de esos cuya acción sobre ml, en todo género —poético, épico, mistico, sentimental, heroico, erótico, chino, indio, hebrai-co—, yo conocia. Nada, es como si hubicra tornado ladrillos y no libros. En vano intentaba hacerme 'in manguito. Hubicra necesitado sensaciones agradables o emociones. Verdadero y ónico escudo contra la locura, ci blando escudo del consentimiento,

sentir, tener una"Sueno, suplicaba, boy, esta noche entre to-

impresidn, es liacer das, sueflo, yen, si puedes. Ven a apaciguar at una instalación. extenuado que ha crujido a causa de todos los La mew. proidbc vientos. Sueno, es quç vas a poder hallar de toda instaiación nuevo tus Ilanuras en ml? Sueno, luego de este

dIa horrible. . . " y yo imploraba. Pero no acudió. Pot otra par te, me mantenia en guardia contra él, a pesar de mis solicitaciones y mis melindres Para halagarlo. Sin embargo, no habia echado

expresión y la obra de arte en general. En los pensamientos y en los actos desviados que violan las sendas normales Se encontraria por via 4€ acuer- dos on oprfinente malestar 4€ espiritu, malestar del Qual no yen la causa,

contrarrestante, parasitante, que a cada instante crea una puerta falsa.

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todo a perder hablandole algo ridIculamente, Pero de .una ma-nera que me resultaba, estoy seguro, necesaria. En efecto, me-diante ese largo rodeo, mi set se aflojaba. De pronto, el contacto de mi manta de viaje le pareció suave y calido a la palma de mi mano, que envió Ia noticia a todo el cuerpo y ésre se apatiguó on poco.

Sa1vado? Yo estaba salvado? Quizá no era más que on co-mienzo. Pero qué maravilloso: mi cuerpo me resultaba agrada-bie. Mi locura iba a terminar. El cuerpo recuperaba su equilibrio. Conocla todos los placeres, las sensaciones antagOnicas.

Al fin volvió la maflana, el alba. Hubiera debido adormecerme. Las diversas señales que se manifestaban con el dIa naciente eran indicaciones de renaciente realidad. Tenlan todavIa poca densidad, pero un poquito que yo apreciaba como conocedor, como "agfa-decido".

Las seflales mostraban que mi cuerpo, compladéndose en sus sentidos, iba a recobrar voz. No me iban a derribar tan pronto.

"Las hojas caldas vuelven at arbo!, to yes". . . me decla. Pues, at convertirme en un extraño, "ajeno a ml", podia hablar-me como a otra persona.

Al tEa sguMnte Para aumentar la mejorla decidI it at campo, a la siesta visitar a F... fiel amigo de decenas de aflos

y tie un tacto casi chino.

Liegada a la estación de. Môntparnasse sin obstáculos. Ahora, ideas de arrojarme bajo un tren que entra en la estación. El impulso no es muy fuerte. Subo sin dificultad en el ñltimo coche. Ligero dolor de cabeza. La suceslén de los reflejos: tomar ci autobüs, bajarme de éI, ci ticket aqul, los billetes aiM, las sec-clones, buscar los andenes; todo esto me causa una fatiga desacos-tumbrada.

Lengua seca. (Ayer tambien mi hIgado tuvo que luchar con mi cabeza). Se me ocurre que es como una rabia. No hay locura

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en esta observaciOn. Pero en seguida ci mecanismo de dramati-zación se desencadena. Y si fuera la rabia? Pero no, absurdo, porque es claro que se debe a toda esa mescalina que ayer tra-gue. Quizá, Pero si me hubiera mordido un perro hace tres semanas? Absurdo, no me mordio ningün perro. Pero esta he-rida en la mano? Pero no, un araflazo superficial. Superficial ahora, pero antes? Y si muerdo a la gente? Y si no puedo contenerme desde ahora?... Eso es! Imposible cener una cer-tidumbre, pues ci razonamiento trabaja sin descanso, infinita-mente variado. El miedo se oculta debajo? Miedo que se pega a esta rabia que no es posibie, que serla en absoluto inverosimil, segán debo probarlo sin cesar e inOtilmente; miedo que no me deja respirar. Pero no es solo miedo, pues me impulsa, sin que me dé cuenta, a morder desde ahora a personas de quienes me burlo para aliviarme de una rabia que acaso no tengo.

Mecanismo de perversidad, es decir de rebe-

ca,nlno de per Version: lion a priori contra la Paz, contra la calma,

-, direeción contra la aceptaclon del orden habitual, contra

el reflejo.

Activa perversiOn que automáticamente rechaza lo verdadero. Un mnfimo resto de marejada atropella, agita, suscita los accesos ant agO n ic OS

La velada me hizo bien. Regresé apaciguado. . en apariencia.

Hablan pasado algunos dmas. Cuatro noches mas Podia creerme curado. Entraba en la cuarta tarde ci efeeto de daiio en la falsa

noche. Entraba, sin saberlo, en el horror, en su pesadilia intimidad. Mientras dormia, descendI y en ci

sueflo llegué a un descanso. Segul descendiendo, luego más y más, al nivel probable de un segundo subterráneo, luego de un tercero, luego más abajo aán, más abajo, a la pro-fundidad de un octavo, de un noveno subterráneo, mâs abajo, más abajo. Empujé la puerta de una celda. Se cerró. La have

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cay6 por una hendidura del enlosado en un abismo. listaba per-dido. Ya que ci miedo figuraba en el origen de esa acción dra-mática, podria creerse que ci programa se habia realizado. Pero esto equivale a no conocer su insaciable movimiento. Ocurrio que, sucesivamente, me reten Ian en una habitacion; estaba en-cerrado entre las planchas impetmeables de una cabina perdida en un transatlántico; la have caida se convirtió en have tragada, luego en Have que un enemigo (?) recogió, se metió en el bolsillo y perdio después; a continuación vinieron a buscarme para conducirme a una pieza en ci piso inferior, un nuevo mdi-viduo hizo crujir otra puerta detras de ml, en una cabina más subterranea, luego en otra, iuego tambien en un calabozo, etc... cuando me desperté. No, no sudaba. Reflexionaba.

Era dificil no sencir terror: a pesar de la luz de dos lamparas eléctricas, segula sintiéndome encerrado. Los episodios a veces contradictorios que a menudo habia vivido hubieran podido anu-larse unos a otros, por la famosa necesidad de la eieccion obli-gatoria. Pero no era asi. Las cosas estaban muy sabiamente he-chas, pues al olvidar todos los detalles —algunos de los cuales, pacientemente, he intentado evocar aqul (celdas, cabinas, piezas,

Me encierran calabozos, etc.) - solo habla conservado su 11-flea, sin poder jusramente aferrarme a una ima-gen fija que, at despertar, hubiese negado con

jencerrado! facibdad S6Io sabta que estaba encerirado.

Ese saber era to que ningün episodio habia refutado y to que todos ellos habian afianzada Ese miedo se habia in:jmizado. Y en to intimo habla perdido los frenos. Me agarraba y me invadla cuando luchaba para oponerle los obstácuios de la hógica y me invadla cada yea más rápido. Ni ci miedo ni yo nos apaciguá-bamos, ése era ci drama. A mis esfuerzos pot demostrar que todo eso no podia ser verdad —puesto que me hallaba aqul, en mi habitaciOn, que reconocla con sus objetos familiares—, ci miedo respondia fabricando episodios nuevos, episodios insensa-tos, contradictorios, Pero tan rápidos que no disponla más que de un instante para evitarlos; ya el siguiente me acosaba y habla

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que responderle vicroriosamente, de suerre que con it have veinte veces perdida, y a pesar de innegabies pruebas, ml habitaciori misma y mis libros se perdian a su vez, se irrealizaban, e inciuso cuando los voivIa a vet ya no podlan imponérseme y emerger (como tampoco yo) del abismo de las inmersiones y los entie-rros sucesivos.

/ Una vez que esa proclividad al mal entra en una relación de infinitud, usted está Perdido. Pues fascina. Quién duda de un sonido que repercute indefinidamente? Nadie. Una especie de

\admiracion parahizante responde a esa muhtiplicidad. Yo me habia dicho en determinado momento, al reconocerla

—y también pan convertir a ese descubrimiento en un apoyo, en un quiebra-misterio--, habla pensado que, en suma, todo eso provenia del miedo a que me internaran. Esa idea de la cual se hubiera podido esperar más no ofreció mucha resistencia, y para terminar sirvió para que me sintiera más encerrado, pues una idea-sentimiento tan fuerte, la de estar encerrado, contraatacada per ideas que devora, asimila o niega, se convierre después en certidumbre de cuarto grado y cada vez mas hasta set una cer-tidumbre vecina a lo absoluto, sobre ci cual es vano discutir; el resto es lo que se ha vuelto definitivamenre inseguro. " Aigunas decenas de minuros bastan en este juego vertiginoso. Ussed está encerrado, se ha hecho enteramente - abstracto.

La prisión donde usred estii encerrado, ahora, es la esencia de ha prisión. Ya no es una pesadiiha, todo ci terror se ha inrimi-zado. Piedras, puertas, haves resultan superfhuas.

Pot esencial, su prisión se ha hecho invulnerable. Ya no puede salir de ella.

***

Quién puede soportar la esenciación? La tendencia a ha cia es unPlacer -de vertigo, Un sécreto frenesI. -

El loco tiende a it esencia, siente ha fascinación de ha esencia y es peligroso buscaria. Cuando la masa de los hechos experi-

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men tales era pequena, en la época en que gustaba buscar la esencia, se liegaba natural y casi ünicamente a buscar la esencia de Dios.

Incluso la esencia de Dios es peligroso indagar. La religion es ci infierno de los escrupulosos. A ese set infiniro, que no ilegan a concebir y que los moviliza incesancemente en direccion de infinito y los arroja en las tendencias infinidzanres, responden con la conciencia de su falta infinira, de sus pecados. Viven infinita-mente en falta. El escrupuloso ira quinientas veces a confesar de nuevo un pecado antiguo e Infimo, por el cual se le ha acordado ya cuatrocienras noventa y nueve veces una absotuciOn, pero que sin embargo la sobrepasa, pues nada puede circunscribirse, nada puede preservarse de prolongaciones sin fin, ni exceptuarse de infinito.

Hay que haber visro en la India a quienes tienen el terror de la mancha —aquellos a quienes ni ritos, ni separaciOn de castas, ni ascetismo ban podido mirigar el miedo demencial a la man-cha— para comprender ci infernal motor que puede set la idea de la purificaciOn total. Y no es el 6nico tonel de las Danaides que deben Ilenar sin descanso. Los grandes libros religiosos de Ia India conrienen todos los terrores sobre la esencia.

Hay un temperamento que quiere adorar a Dios pero no puede y al que Dios enloquece. iCuintos hombres se ban hecho ateos * (teOfobos sobre todo) para reconquisrar la paz del espIritu!

***

Luego de esas horas Ilenas de pensamientos perversos tan a punto de converrirse en actos que era un suplicio contenerme, ninguna cólera se manifesraba en ml, ni siquiera en vagas som-bras o en presencia de cosas que hubieran sido normalmente irritantes.

* Acaso exista ci miedo loco de los microbios, del contagio y de las sucieda-des, Pero cuinto ms tolerable y nioderado.

!BJ

Cuando acudian a mi espIritu actos imperiosos tales como, caminando por los muelles del Sena, empujar al agua a un hombre que vela vagar por sus orillas, habia notado que care-clan de agresividad y de antipatla. Un rostro desagradable mu bien me hubiera detenido. Pero ante un hombre de espaldas, efectivamenre neutro para ml, la tentación de arrojarlo al agua era mayor, al punto que habia preferido evitar el Sena durante algunos dIas. El acm que iba a realizar, tatalmente ajeno a todo sentimiento rencoroso, se presentaba no tanto como gratuito sino como reflejo, coma ocurre cuando se patea con el pie una pelota que se encuentra en la calle, un ref lejo devuelto. Esta cornpleta indiferencia afectiva era su caracteristica y la que me impresio-naba tanto por set yo tin hombre de simpatias y de antipatias.

Calera demenc,alPero algün tiempo después, luego de un ha-

mado telefonico de V. . ., que estaba en des-

acuerdocomnigo y cuyo modo macbacon y obstinado me irritaba hacla tiempo, a pesar de sus intenciones amistosas, me dio un ataque de furor, un furor, on furor que no sabla dOnde arrojarlo Para librarme de eI, tin furor demente, un furor totalmente nuevo.

Mis gritos —completamente desacostumbrados— eran poca cosa, sin embargo, comparados con los ataques continuos y fre-néticos que la cOlera efectuaba en ml hasta perderse de vista a una velocidad inaudita.

El motivo no era especialmente su tesis y sus juicios ridiculos; contra eso mi cOlera hubiera sido insensata, desproporcionada. Apuntaba a su persona, y más que a su persona a su quintaesencia, en In que tenla de mu opuesto a la mIa; no hubiera querido maltratarla sino anularla, abolirla definitivamente, esencia de esencia contra la cual nunca me mostraria suficientemente cole-rico, opositor, antagonista. Yo buscaba la esencia de nuestra fun-

damental oposición para hacer con ella alga hi ausenuz 'k definitivamente irreductible. Torbellinos de cO-

li,nues a nuestra oposicio'n me lera mortal se agitaban en mi. Pew no me ha-

exaltaba bia puesto encarnado. No me hubiera bastado con abofetearlo, con derribarlo. Si 10 hubiera

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encontrado en la calle, dudo de que lo hubiera reconocido como objeto de mi furor. Yo estaba mucho más aiM y prodigiosamente sublevado.

Fanatts,no nuevo

Durante toda la jornada tuve que esforzrme para disrraerme del intolerable pensamiento de

nuestra coexistencia en la tierra.

* * *

Era la noche de una jornada fatigosa. El viaje de madrugada, despues la marcha sobre guijarros y el cambio de aire, me ha-bian agotado.

Ames de bajar a corner, en el momento de ponerme el saco, eché una ojeada ad espejo. (No, no es aün el "signo del espejo'. Pero Jo cierto es que el estado anormal me habla ensenado la utilidad de las observaciones de Jo exterior). Mi rostro era el de un hombre acosado. Vaya, otra expresiOn que jarnás me habia visto. Pero quizá era la sombra de la gran secoya que atravesaba la ventana la que deformaba mis rasgos.

ComI pronto solo. El hotel desierto tiene un parque, me dirigI a él. iQu6 calma! Me rodeaban grandes árboles hermosos que In creciente disminuci6n de luz ennegrecia progresivarnente.

corno sin tener;De repente, me persegulan! Por qué? Y

un.,

i deiirio quien? Si me ba quiza pasaria. Pero me quede. persecucidn, Urn Habla que saber. No se movia ni una hoja. La en cainino de brisa marina habma dejado de sopiar al caer la

tenerlo, el noche. Tan sübitamente como a rnenudo co-corn ienzo que mienza abortd falto de

alimentos Era como si esa calma se hubtera establecido "contra" ml. Inmovilidad en la sornbra como

un revolver apuntándome. Sin embargo no pensaba en ningOn revolver en ese momento. La sübita inmovilizaciOn, fuera de su contexto, si puedo decirlo asI, habla debido sentirse corno una categoria en el espiritu. Inmovilidad sábita = amenaza, y ahora la amenaza se sentla, esencial, sin averiguar qué la constitula iii

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de dónde podia provenir. La apariericia seven de los arboles que me rodeaban bastaba (como wi telon de fondo) para mante-nerla. Lo que me circundaba suscitaba en mi preconsciente la impresión de la temida internación; y el crepósculo suscitaba acaso el estado en que me hallaba (!), el estado crepuscular, necesitado también el de internación? Quién sabe? Mi senti-miento-noción era Inmovilidad más sombra = amenaza, sentimiento que ban conocido muchisirnos niflos e incluso no pocos gangsters. Los niflos suelen sentir entonces "terrores noc-turnos". Terrores enloquecedores, metafisicos, de los que nada pueden decir, y en los que nada inaginan, a pesar de los esfuer-zos irritantes de los adultos para forzarlos a "sacar" lo que los ha espantado o to que los epanta. Miedo del peligro. Miedo justamente que no puede canalizarse en ningén objeto. Lo real sJppre escá pot debajo de la esencia. Todos Ins niños lo saben. Si yo me analizaba bled, sentIi qite 16 que me retenla aill, en la fosa de ese sentimiento de persecución Qpor quién, pot qué?), era la fascinacián de estar amenazado, cosa que no deja de pro-vocar cierto gusto, cierta aquiescencia para con el terrible sen-tiiniento.

Pot ml pane, siempre me habla mantenido cerrado a esta con-cepción de la persecución. iQu6 falta de orgullo —habla pensado siempre, a pesar del ejemplo de grandes escritores, locos perse-guidos— reconocer a los demas como enemigos y enemigos te-naces! Esta vez crela comprender. Lo que contaba no era la puesta en escena de los perseguidos. Habian cornenzado per sentir la amenaza, pot sentirse amenazados. Después hablan en-contrado amenazadores (quienes, pot otra parte, no efectuaban muy bien su trabajo).

Habla terminado la impresión, proveniente de las grandes presencias que me rodeaban. De manera anormal rue habla abandonado a ella. En lugar de observarla como indicación o comparaci6n, habla sufrido esa impresión como algo hipnoti-zante. Habia sucumbido a la indicación dramatizante del parque. Era el sentimiento ensstado puro. No, era el sentimiento tornado

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como remolino. En él me zambuilla. De nuevo me encontraba Perdido, pues ya no vela cómo salir de el. Estaba hipnotizado por la persecución, Pero sin ocuparme del todo pot vet quién me persegula. Soy demasiado perezoso.

Pero de todos rnodos la cosa iba demasiado lejos. Habla que actuar. Era hora. Deje el parque, me dediqué a caminar a gran-des trancos, haciendo ruido y hacia el lado del mar.

Quizá yo habia aplicado un mecanismo conocido a un punto desconocido. Incluso habia alguna coqueterla en esta persecución que tanto me habia intrigado y cuya aparición no podia dejar pasar sin tratar de darme cuenta. De todos inodos ese remolino * en que me deslizo cuando estoy fatigado va a volver siempre?

* La expreslén de ml rostro en ci espejb, que ha podido inf'Iuir sobre nil, era, por otra parte, ms la de tin hombre que siente ci remolino, que la del enemigo.

a

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REFLEXIONES

Sobre la probable importancia de las interruciones

ACAUSA de la interrupción de los pensamientos, ciertos mos mentales creen que les roban sus ideas (conclusion muy

natural), que están hechizados, que los persiguen, que se ha hallado un medio de influir sobre ellos, fenOmeno del cual miles y miles de locos de las más diferentes categorias psiquiátricas se ban quejado siempre.

Por la interrupciOn de la atenciOn no pueden saber con segu-ridad si alguien eritró o no en su habitaciOn y tienen la impre-siOn visual de una silbita presencia que penetra en ellos como en un molino, hechos que igualmente provocan lat quejas de un nómero incalculable de enfermos.

Es natural que teman que algo desagradable ha pasado en su ausencia, que hayan sido objeto de robo o maltrato.

Debido a la interrupciOn del dominio consciente del cuerpo, el paranoico dice que su cuerpo ha sido utilizado con fines cx-traflos, que ha sido utilizado pot otros, para otros, que 10 ban yjolado.

Por la interrupciOn en Ia observaciOn los atrasados nunca pue-den seguir, por ejemplo, la geometrIa, cuyas figuras no son suficientemente permanentes para la demostraciOn que exige una imagen invariable.

A causa de la interrupciOn de la fuerza de la voluntad se piensa: "Me dominan. Van a dominarme". La sola presencia ajena los afecta, es ya una persecuci6n. Lo restante va a ocurrir a continuaciOn.

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Las interrupciones de la volunrad suscitan ci senrimiénro de debilidad. Antes de razonar sobre las consecuencjas de esta de-bilidad, rienen de ella un sentimienro directo. En si mismos ya carecen de fuerza. Dominan de modo insuficienre su cuerpo, su ser. Los atraviesan. Los atacan. Una simple mirada los penetra peligrosamente. No pueden désviarla. La primera violaci6n ha cc me n za do

Se necesita mucha, mucha fuerza para protegerse. Cuando un rey ha Perdido su trono, sus enemigos se vuelven innumerables. Los nifios arrojan Piedras al tImido y los perros, oliendo una faira, le muerden las piernas.

Del envenenamiento provocado pot la mescalina uno se salva debido a su escasa duracion. Si el estado segundo durara más, el mescalinizado conocerla Ins males permanentes de la interrup-ción de conciencia y muchos otros; pero no tienen tiempo de atarse y de atarlo.

Sobre lot ritmos come antidoto

Semanas después de una dosis ordinaria de mescahna, si me pongo a dibujar, sigo trazando incesantemente rasgos paralelos, muy rápidos, muy nun,erosos, casi manlacos. Nerviosidad repeti-tiva, como ye la liamaba.

Pero la noche de la absorcion de las seis ampollas, Ia noche siguiente a ese araque demasiado grave para permitirme manejar una pluma (y ella hubiera resultado demasiado débil Para co. rresponderme y liberarme), no sabia a qué aferrarnie Para zafar--me de lo que fatigaba mi cabeza, que sufrIa quizá la misma repetición inütil que otros dMs manifestaba mi pluma.

Lo que me hizo mejor, más que recobrar la sensibilidad de mi cuerpo, en lo cual casi habla fracasado, fue marcar un ritmo con la mano sobte la pared de madera junto a mi cama.

Su ritmo lento, inesperado, realmente casi me habia come levantado de mi cama de miseria, de mu suplicio de ebrio. Algu-nos minutes después recogia, inesperadamente, descansado, el

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beneficlo de esta buena iniciativa. Pete el esfuerzo en mi set fatigado habia sido grande y no volvI a empezar en seguida, esperando que, bien reorientado, se realizara pot si solo.

La noche siguiente, temiendo el rerorno de ese miedo meta-fIsico de la vispera, y aunque me costara todavIa un rudo es-fuerzo (esfuerzo de arrancarme de mi estado), me puse a mar-car algunos ritmos. El bien que experimenté fue inmediata

Gracias a él, a ml yea, connive las infinitamente pequeflas oscilaciones que sacudlan mis pensamientos y atiborraban mi cabeza.

Ahora encontraba y comprendla mejor ese pensamiento chino que otras veces me habia sorprendido tanto: fi/ objeto de la másica es moderar". . . Pero no me acordaba bien. El pensa-miento de Yo-Ki dice: "El objeto de la mósica es moderar la alegrIa". La alegrIa! iSeria entonces tan inmensa! Por cierto que en este caso no lo era; habia que moderar todo ci set que se habia vuelto excesivo a causa de Las horas atroces. La mósica lo lograba pronto, con sorprendente facilidad. En paces instantes reunió al hombre reducido a piezas, desparramadas en todas las rutas de si mismo, y alcanzo la quietud con los sonidos orde-nados.

Mediante el dibuja yo habla podido acompaflar ml estado de fatiga, Pero nunca habia podido librarme de él. El dibujo no actóa sobre la respiración.

La montana como an:i4roga

Luego de La müsica (buscando un ritmo rmo propio, sin es-cuchar el de Otto), lo inico que me Ilevó en sentido contrario de la mescalina fue La attitud. No muy alto, a 1.150 metros en la garganta de la S., donde pasé algunos dIas. Habla transcurrido wi mes desde la ültima yea, Pero su efecto persistia. La primera noche en el aire nuevo me sentla "sustraldo" a ella. Al tercer dIa ya no la concebla.

La montana, es verdad, cómo no habla ida antes?

I

Como en otro tiempo (pero la sentla mejor, con una atención nueva) vela voiver la calma a la vez que la exaitante eievacion sin objeto, seflalada pot una respiración ampha, segura y lenta como un buen mayordomo. Sentla en mi fuerza recuperada ci impuiso hacia un gran bien, hacia una gran mejoria, hacia una inefabie mejorla, una mejorla que solo un gran ideal podrIa satisfacer. Por otra pane, a la larga, eso podria resultar molesto.

Es en las montaflas donde hay más apariciones de Angeles y de santos y donde Dios habla a los suyos. Inciuso en la ceida cerrada de un monasterjo y en una habitaciOn de hotel, uno siente tonificada la 'virtud", se siente despervertido. Descastigado. Robusto. Ha actuado ci reforzador natural de lo positivo y del esfuerzo. Qué efecto hubiera tenido una droga en la montana?

Sus particuiaridades, que aprecio, las encontraba adecuadas a mi rcsjsrencja al enervamiento mescalinjano. La montafla recha-za al febril, excluye a! obeso. Rechaza la adulaciOn, ci cornpro-miso, la blandura, ci sentimentalismo bobo y uniforme de las capitales, y las capirales están siempre en la lianura. No aprecia el desorden. Resiste a lo que en éi se envilece. Esta contra los placeres obrenidos sin dolor y como robados, sin ci pago del esfuerzo. Verdadera antidroga. Me convenia. Anti .complacien-te, anti-abarimiento. La montafla suscita una especie de coraje elemental. Es rectificaciOn. Es imposibie estar en la monrafla sin cierto esfuerzo. Forma no al hombre de las tripas sino Al. hombre de la pareja 'pulmOn-corazón", al hombre del coraje y del im-pew (y del idealismo). Es una invitaciOn a la acción, a la acciOn

victoriosa. Carninar, cosa que, per otra pane,

El cuerlYc SM casi equivale a perdcr el tiempo, es noble aqul, desechos deja

lie seT oscuro es como una conquisra. Corrige inmediatamen- y tortuoso te toda tendencia al abandono. Sigue el senrido

pesado y blando contrario. Ordena trepar, elevarse. Es casi una fatalidad.

Es una inviraciOn a convertirse en buen photo de Si mismo. Observaba sus primeros efectos en ml y gozaba de todos los

oxigenantes obsrácuios que la virihzante montafla ponha a los

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residuos mescalinianos que retoñaban en ml; solo vela sus hue-has sin comprenderlas y con mayor frecuencia precisamente cuando acababan de desaparecer, pues me to advertlan un redo-blamierito de sotidez y un nuevo refuerzo que tanto necesitaba y que, sin saberlo, habia deseado tanto.

La imagen privilegiada. Observación de Be. S.

Observado en la vision a oscuras:

a) Fugaces abalorios en cantidad como para sentir vergilen-za de descubrIrsetos en reserva.

b) Una imagen privilegiada cuyo interés es diversamente grande.

En ci campo negro aparecen primero playas luminosas en las cuates se dibujan estrIas infinitamente juntas, identicas a las que todos los dIas me anuncian la tlegada del sueflo. Al animarse et campo progresivamente, las estrias se convierten en imneas de curvatura de superficies inmateriates, que son las ñnicas en re-velar. Esas superficies se hacen cada vez más claras y alcanzan la pertecciOn de modetos matemáricos. (Pot ejemplo, las figuras asintOticas son de una agudeza extraordinaria). Su námero * y la complicaciOn de so figuraciOn aumentan. Los signos de cur-vamra parecen recorridos por una perpetua circulaciOn. De ahI et estabtecimiento de un sistema remotineante en evoluciOn per-petua, pues ciertas superficies se manifiestan en capas, reaparecen de perfil y se convierten en et Ilmite de un nuevo remolino, todo en la más serena regutaridad. Cuando la imagen corre ci r.iesgo de ser demasiado complicada para percibit, una higera irisación, de una casi imperceptible coloración, distingue un remolino de otro, o bien aparece un punto inmaterial como una especie de convenciOn que 'marca" una lInea de curvatura y permite seguir el entretazamiento de las figuras.

• Acaso haya transición de a a b por intermedio de rosetones que se aninian progresivamente. -

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Hacia el final de la intoxicación, el movimiento de circulación era más débil y las configuraciones menos ricas.

La permanencia * y la reaparición persistente de ese sistema (en evolucion) se oponen radicalmente a la fragilidad de las demas imágenes que llegan y desaparecen.

Es la visualjzacicjn de un ritmo **: cuando me familiarice con ci fenomeno y en su base misma, me pareció que la vision no era sino una manera de hacer tangible una evolucion rItmica, asi como el puntito convencional servIa para distinguir mejor los remolinos. Toda la visiOn no era más que una metáfora visual.

Tenfa la impresiOn (sin dare credito, pues par otra pane, la expeniencia era monOtona a la larga y al fin y al cabo fasti-diosa) de un espacio en cierto modo primordial, del cual el espaclo objetivo e incluso el de las demis visiones no hubiéran sido sino un epifenomeno.

La neutnalidad afectiva, indiferencia casi, con la cual segula el desarrollo del fenOmeno hacia pensar en una especie de estado pre-personal, un estado de 'ante existencia" infinitamente arcaico.

Conservar el domjnjo tie (a velociiaj mental

A juzgar par mi expeniencia con la mescalina y par lo que aprendi en otras fuentes, todas las drogas son modificadoras —habitualmente aceleradoras— de la velocidaci mental (u-na-genes, pensamientos, impulsos).

La salud del espIritu consistiria, al contrario, en conservar el dominio de la velocidad mental, de la velocidad de esas image-nes, de esos pensamientos e impulsos.

* Una vez segui ci fenómeno cerca de veinte minutos. " Si Se me permite comentar esas notas de Be. S., crco que, Jo mismo que

la Mcsc. hace ton las imâgenes con o sobrc sentimientos que no Sc co-nocen y que el/a revela, sobre ideas desconocidas y quc Se deteetan más tarde, asi ham ella con las imágenes sobre mósica quo no se conoce y sobre nitmos quo no Se oyen. El que es incapaz de un sueño musical Co de una composiciOn ritmica) no puede conocer el verdadero sueflo de imgenes de Is mescalina.

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Si no se apiican continuamente frenos o "limitadores", como se dirla en cibernetica respecto de Ins circuitos retroactivos, ci pensamiento no tarda en circular con dernasiada velocidad, como ocurre en ci sueño cuando no está sometido a control. Hay que preservar su velocidad.

Parece que de todos los animales ci hombre es ci que controla mayor nümero de barreras y pasajes fibres, de 'si" y de "no", de permisos y prohibiciones. Mamifero con frenos. El animal que soporta ci tabiero de comando más complicado.

Las cadenas de refiejos, no tan refiejos sin embargo, soiucio-nan muchas cosas pero no codas. Qué es lo que más fatiga en la vida y lo que conduce con mayor seguridad a la iocura? Per-manecer despierto. Permanecer frente a su tabiero de comando.

No basta ci sueflo de todas las noches para reponerse de las continuas, de las infinitas operaciones de control y para absorber (o neutraiizar) la muititud de impresiones, de puntos de vista, de respuesta a los excitantes, de comienzos de pensamientos, con Ins cuales no se sabe qué hacer y que los sueflos, por aigán tiern-po todavIa, van a agitar y fijar como sea.

Todo lo que dura es insostenible para ci que vigiia. Tiene que despedirse. Tiene que descansar, si no cae en la enfermedad ci que controia, o sea la locura. Pues no va a dejarlo todo simple-menté. Va a agitarse, a realizar escapadas, a habiar sin descanso, a escribir inciuso, a delirar, a oIr voces, a proyectar, a emprender multitud de cosas, a imaginar otras, como si aigo en la mente no exigiera sino funcionar mucho, mucho más rápido que de costumbre, mucho más rápido que lo que es su veiocidad "iibre", la de las pesadillas (que equivale aproximadamente a cincuenta veces la veiocidad normal), la que surge en pores segundos en ci espIritu de los que se ahogan, la que se manifiesta, creadora de dehrios, en muchas agonlas; la de las emociones muy grandes e incluso la de la alegrIa sábita, que ma's de una vez ha enlo-quecido en un instance y de modo espectacular a personas que no habian podido "contrariaria" a ella y a su cortejo de pensa-mientos demasiado maravillosos.

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Ciertos sentimientos -if-en ese caso justamente considerados malos— quizá fabrican ademas algunos venenos nerviosos Ca-paces de deteriorar los controles, como el del diencefalo, gran regulador y amo del sueño, u otros más, y desencadenan por eso, clebido a la falta de resistencia de los controles, una nueva ace-leracion de ideas mayor que la primera, y anulan toda modera-ciOn, todo dominio.

No dejar arrastrarse, conservar el dominio de la velocidad, serla, pot merafIsicas o chatas que scan las ocupaciones de los hombres, su preocupación subyacente, su constante y secreta aten-ción.

Bajo el hombre que piensa y a mucha mayor profundidad, está el hombre que maneja, y que sabe manejarse.

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POSTFACIO

ESTE LIBRO sigue ci orden cronologico. Lo que aprendo, lo aprendo poco a poco, coma un principiante. Asi hará ci lector.

Sin embargo, sin una primera y parcial sintesis, acaso no hubiera sabido de qué se traraba. De ahi el Prefacia.

La experiencia del cáflamo se efectha después, y más tarde la cuarta experiencia con la mescahna, que seth decisiva. Asi coma para ml fue una sorpresa, debe serlo para quien me lee. Par eso no complete el Prefacia con lo que todos padrán saber en la üitima parte.

No pretendo jactarme tampoco de una esquizofrenia experi-mental perfecta. Veo cómo se la podrIa completar.

La notable experiencia que realizó consigo el Dr. MorseHi (Journal tie psychologie normale et pathologique, 1936), a quien, luego de tomar 0,75 gr. de mescalina, Ia acometieron irnpulsos tan perversos que tuvo que refugiarse en la clmnica; y varias ob-servaciones sabre enfermos a estudiantes —entre elias las de los doctores Delay y Gerard— muestran que la bocura mescahniana no se integra mucho. Enfermos en vias de restablecimiento, luego de una muy corta interrupción, debida al choque, vuëiven a en-contrar el camino de la curación. No ocurrirá lo mismo si in-mediatamente despuCs a antes padecieran una grave y personal prueba psI quica.

Una palabra más. Los aficionados a la perspectiva ónica pa-drian tenet la tentación de juzgar en adelante el conjunto de mis escritos coma la obra de un dragado. La Iamento. Pertenezco más bien al tipo de bebedor de agua. Nunca alcohol. Nada de

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excitantes, y desde hace aflos nada de café, ni tabaco ni té. De vez en cuando, vino, pero poco. Desde siempre y de cuanto se toma, poco. Tomar y abstenerse. Sobre todo abstenerse. La fatiga es mi droga, si interesa saberlo.

Me olvidaba. Hace veinticinco años, o ma's, tuve que tomar siete u ocho veces éter, una vez laudano y dos veces el horrible alcohol.

Vibraciones y formas elementales que integran la mayor porte dc las apariclo-

nes e impulsan a ver iwo pululación Sr puntas, astas, torrecillas y columni-

las microsc6picas, asi conic formas esbeltas, finas, flexibles, indefinidamente repetidas, y pequeñas formas convulsivas con desplazamientos iguales do ado-

lante para atras y do atrds para adelante

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INDICE

Prefaclo . 11

II. Con la Mescalina 15

III. Caracteres de la Mescalina 41

IV. El Cdñamo Indio ................................... 61

V. Esquizofrenia Experimental ........................... 77

Reflexiones ............................................. 103

Postfacio ............................................... 111

I,

ESTE LIBRO SE TERMINO DE JMPR!MLR EL DIA 11 DE ENERO DEL A!O MIL NOVECIENTOS SETENTA Y UNO, EN LAS PRENSAS VENEZOLANAS DE

EDITORIAL ARTE, EN LA CIUDAD DE CARACAS

Michaux / Miserable Milagro

En-.ioracién" de In mescaUaA Miserable Milagro se presenta coino lila Llación. de tres exparieneins sucesivas obtenidas pot Ia utilización de c, e estupefaciente extraido del peyot!,a1yos efectos se comparan, r: cierto, con ins del haschisch: ii contrario de éste, In inescalina es anta todo mm aceleradora tie La velocidad mental, ofrece movilnientos ii i;ual que imágenes y arrastra la conciencia denLro de un "niecanisino c' ,.,finidad". En una tltima parte del libro, Michaux revels, lo que

- jirió Is cuarta vez: habiendo tornado, per error, una dosis dernasiado jerte, éI suiriô a pesar suyo la experiencia de la locura. Al final, an

una note, el actor resume Is enscflanza tie dicha experiencia: In esen-ciii para ci hombre Os ser capaz de ' 4inanejarse". A In rca tratedo y ixto poético, Miserable Milagro está ilustrado'por una acne de Iáminas

ç'ie reproducen páginas "escnitas en plena perturbacian interior" y Libujos ejecutados bajo Ia influencia de la droga. "jlfiserabie Milagre —explica Gaëtan Picon—: pues no hay reeursos sine en el artificio, ci sueflo, los estupefacientes tie toda Indole. Miiagro, tip. embargo, per esa heroics decision de combatir ci mundo, de c cprse1e"..."En oste diálogo entre el veneno y el genie —ha es- crito a so yea André itousseaux—, no es el veneno In que man cuenta, per viva que sea la irnpresiOn que nos produzea. 0 rnás bien, ese interés quc suscita en nosotros depende tie todo In que non revels o nos deja entrever eon respect al misteric del hombre, cuando on hombre de cualidad alta y suit Sc convierte an mensajero de nuestra especie en el umbral de esLs tinieblas luminosas". Nneido en Namur, Bélgica, en 1899, Henri Michaux es un nombre clove de Is poesia en este siglo. May numelosa y diverse, su obra comprende titulos tan importantes come Qui je fus (1927), Ecuador (1920), Men propriétés (1929), Un certain Plume (1930), Un barbare en Asir, (1933), Voyage en Grande Carabagne (1936), An pays de ía magic (1941), Exoreisntes ( 1948), L' Espace du. dec/ens (1944), hi Podde*na (1946), La vie dens lea p/is (1949), Face any venous (1954) y L' In/mi turbulent (1957). Situada bajo el doNe signo tie la fidelidad y tie la aventura, no dejando de renovarse y creciendo a! azar, In obra de Michaux presenLa, sin embargo, at ssr considerada en conjunto, In eonrtaneia tie un proyecto que se realize. A través de sun metamor-fosis y experiencas, an sus largos viajes espirituales, an la droga y ci aseetismo, cj dibujos y poemas, en ensayos y fébulas, Se trata de in misma bAsqueda, tie la mtsma pregunta ansiosa o maliciosamene formu-lada a si mismo y al mundo. Relates, descripeiones, retratos, irnágcnes, rek:eiones tie viajes, noLan tie zoologla o de botánica, todo en ella six-ne pare reflejar los modes reales o posibles del ncr.