monografia diferencias caracol afr - guacara
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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA
MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACION UNIVERSITARIA
FUNDACION MISION SUCRE
ALDEA UNIVERSITARIA “JOSÉ MARTI”
ANEXO SAN JUAN DE MACARAPANA
SAN JUAN DE MACARAPANA – EDO SUCRE
EL CARACOL GIGANTE AFRICANO (Achatina fulica) Y LA GUACARA
(Megalobulimus oblongus o Strophocheilus oblongus)
Prof. Colab. Josmar Rodríguez.
Ronel Enrique Rodríguez.
C.I.: 10.376.440
San Juan, 19 de Octubre de 2012.
INTRODUCCION
Cuando una especie de fuera de su área natural se introducen en un nuevo
entorno, puede causar graves daños y provocar desequilibrios ecológicos entre
las poblaciones naturales, cambios en la composición de especies y en la
estructura trófica, desplazamiento de especies autóctonas, pérdida de
biodiversidad, reducción de la diversidad genética y aparición de nuevos
patógenos (Martínez & Adarraga, 2006).
Existe un interés creciente a nivel mundial en el estudio de las especies
exóticas, debido a sus efectos sobre las comunidades nativas y a la manera en
que modifican la biodiversidad global. Alrededor del 15% de estas especies
exóticas causan daños económicos o ecológicos que afectan a la diversidad
biológica, al medio ambiente, a los hábitats y a la fauna nativa (Vilá et al., 2010).
Según Williamson and Fitter (1996), las etapas que experimenta una especie en
su paso a un área nueva se pueden dividir en:
• Importación: desde su área nativa hasta una nueva área alejada
• Introducción: cuando es liberada, escapa o vive en un medio natural
• Establecimiento: cuando constituye una población reproductora
• Invasión: cuando ejerce un fuerte impacto negativo
Los primeros movimientos de organismos marinos facilitados por el ser humano
fueron probablemente de ostras Crassostrea gigas (Thunberg, 1793), debido al
interés gastronómico desde antiguo de estos organismos, y que ocurrieron al
menos hace seis siglos (Carlton, 1985).
El Mar del Norte, junto con las cuencas marinas más pequeñas, como los
mares Báltico y Negro, son las regiones marinas de Europa con un mayor
número de especies exóticas asociadas con impactos ecológicos y económicos.
Aunque, en general, hay mayor número de especies que causan impactos en
los ecosistemas marinos que en los de agua dulce, las especies marinas
representan la proporción más pequeña de todas las especies exóticas
registradas (Vilá et al., 2010). Aunque menos frecuentes, las especies exóticas
marinas pueden también tener efectos positivos, entre ellos estarían la mejora
de los valores estéticos (por la llegada de especies ornamentales, por ejemplo),
la creación de nuevas actividades económicas en la pesca y la acuicultura y el
aumento del empleo por la nueva creación de programas de control y gestión
(Bax et al., 2003). Los conocimientos adquiridos en los procesos de los
ecosistemas y la dinámica de los recursos y sus interrelaciones también podrían
ser vistos como un impacto positivo.
Entre las amenazas a la biodiversidad y a la conservación de los ecosistemas y
sus servicios ambientales, las invasiones biológicas, junto con la destrucción del
hábitat, representan los factores de riesgo más significativos, más extendidos y
de mayor impacto. Aunque no todas las introducciones resultan viables, el
número actual de especies introducidas establecidas sobrepasa por mucho la
tasa natural de invasión, entendida como la migración de nuevas especies a las
comunidades locales (Miller et al. 2002). Las especies exóticas invasoras que
se han establecido son aquellas introducidas en un ecosistema fuera de su área
de distribución natural y cuyas características les confieren la capacidad de
colonizar, establecerse y seguir causando daños al ambiente. El impacto de las
especies exóticas invasoras sobre los ecosistemas es inmenso. Su repercusión
va más allá del daño a la biodiversidad. A menudo las invasiones implican
pérdidas económicas cuantiosas y problemas sanitarios severos, por lo que se
vuelven una amenaza directa para el bienestar humano. Estas especies, por la
frecuencia e intensidad de los disturbios que ocasionan, alteran los ciclos
biogeoquímicos, la estructura de los niveles tróficos y actúan como
competidores, depredadores, parásitos o patógenos de las especies nativas,
condicionando su supervivencia (Goldburg y Triplett 1997). Adicionalmente, la
degradación de los ecosistemas vuelve a las especies nativas y a sus hábitats
más vulnerables a los efectos de las especies invasoras.
A pesar de su lento despegue, el conocimiento en el campo de las invasiones
biológicas ha tenido avances relevantes en los últimos años en el mundo. En
los países más desarrollados, el monto de los proyectos e inversiones en este
campo se incrementa de manera vertiginosa. Comparativamente, los avances
en México son limitados. La Conabio estableció el Programa de Especies
Invasoras, el cual ha ido creciendo en importancia. Con un enfoque estratégico
y orientado al conocimiento para la toma de decisiones, recientemente se ha
buscado determinar las prioridades nacionales en materia de especies
invasoras (Conabio et al. 2006). A pesar de estos avances, las acciones
emprendidas hasta el momento, aisladas y muy puntuales, están lejos de
configurarse como parte de una estrategia nacional. Las especies exóticas
invasoras son organismos que causan, o tienen el potencial de causar, daños al
ambiente, a la economía o a la salud. Hoy día, están consideradas como uno de
los principales agentes de cambio ambiental en el planeta (Sala et al. 2000).
Estas especies afectan la conservación de los ecosistemas, el crecimiento
económico y el desarrollo sustentable del mismo. Es reconocido que en muchos
casos las especies invasoras contribuyen a la inestabilidad económica y social.
No obstante, la cuantificación de los impactos al ambiente y a la sociedad
apenas empieza a ser establecida (véase más adelante el apartado sobre
impactos económicos y sociales). Las afectaciones causadas por las especies
invasoras son múltiples. Van desde el desempleo y la pérdida de productividad
en diversas operaciones comerciales hasta daños en la infraestructura y
cambios importantes en el suministro de agua y luz. Los impactos pasan por la
degradación ambiental, pérdida de biodiversidad, contaminación genética,
contribución al aumento y severidad de desastres naturales, hasta la
enfermedad y muerte de los organismos nativos.
El caracol gigante africano Achatina fulica, es considerado una de las plagas
más perjudiciales del mundo. Esto se debe a su alta resistencia a variables
ambientales, a su dieta polífaga y a su alto potencial reproductivo que favorece
su dispersión. Además del impacto que puede ocasionar sobre la agricultura, A.
fulica también puede actuar como vector de parásitos de importancia médica y
veterinaria. Así mismo se deben considerar las posibles pérdidas económicas
por la amenaza que esta plaga representa para más de 100 tipos de cultivos y
granos almacenados.
Antecedentes:
El caracol gigante africano es una especie terrestre nativa del este de África,
donde se halla ampliamente diseminado. También se encuentra presente en
Asia, Oceanía y América. Su introducción en América se inició en Hawai en
1939, a fines de la segunda guerra mundial alcanzó California y fue registrada
en Florida a inicios de la década del 70 donde pudo ser erradicada. En
Sudamérica existen antecedentes de su presencia en Ecuador, Colombia,
Venezuela y está ampliamente distribuido en al menos 23 estados de Brasil.
Durante el mes de junio de 2010 llegaron a la Dirección de Vigilancia y
Monitoreo los primeros reportes no oficiales sobre la presencia de este molusco
en la provincia de Misiones. Poco tiempo después en conjunto con personal del
Centro Regional Corrientes Misiones las detecciones fueron confirmadas
oficialmente por SENASA, a través de tareas de vigilancia específica.
Taxonomía:
Phyllum: Mollusca
Clase: Gastrópoda
Subclase: Pulmonata
Orden: Stylommatophora
Familia: Achatinidae
Género: Achatina
Especie: Achatina fulica (Bowdich, 1822)
Nombre vulgar: Caracol Gigante Africano
Características y hábitos:
Esta especie es considerada plaga agrícola y se caracteriza por poseer una
dieta polífaga. A su vez posee una elevada capacidad de adaptación a
diferentes condiciones ambientales y a pesar de que su dispersión natural es
lenta, la acción del hombre permite su rápida diseminación. Otra característica
importante es su elevado potencial reproductivo. Estos factores favorecen su
proliferación y le otorgan ventajas competitivas, por lo tanto su presencia
representa un riesgo elevado para los moluscos terrestres nativos.
A. fulica puede actuar como huésped de nematodos del género
Angyostrongylus. Dos especies de este género, A. cantonensis y A.
costaricensis se destacan desde el punto de vista sanitario al representar un
riesgo para la salud humana. El primero de ellos es causante de
meningoencefalitis y el segundo es agente causal de angiostrongilosis
abdominal. Se lo encuentra en una amplia diversidad de ambientes, como áreas
boscosas naturales e implantadas, áreas agrícolas, áreas urbanas y áreas
periurbanas. Cabe aclarar que se presenta con mayor frecuencia en ambientes
antrópicos. Los adultos, llegan a medir unos 20cm de largo y 10cm de ancho. El
caparazón es cónico, de color castaño, con bandas longitudinales castaño
claras y oscuras. Los huevos son depositados en el suelo, las puestas pueden
llegar a tener hasta 600 huevos de medio centímetro de diámetro y son de color
amarillentos. Durante el año, A. fulica puede realizar múltiples posturas.
Los juveniles tiene una alta tasa de crecimiento y su comportamiento es voraz.
Están activos todo el año, resisten altas y bajas temperaturas y pueden vivir, en
promedio, hasta 6 años. Utiliza diferentes sustratos como refugio. Se lo puede
observar en paredes, árboles, arbustos, suelo y en viviendas.
La familia Achatinidae es la que regularmente se encuentra en los jardines y
zonas de cultivos, donde se alimenta de las partes tiernas de las plantas,
llegando algunas veces a convertirse en plaga de importancia económica
(Mioulane 1988). Morfología externa El caracol gigante africano terrestre, es un
gasterópodo invertebrado de sangre fría formado por dos partes: la concha y el
cuerpo. La concha es helicoidal en espiral, compuesta por tres capas: la externa
denominada periostraco, la medial o mesostraco y la interior o endostraco (Foto
1). se ubican los ojos) que cumple con las funciones de los sentidos. El pie, está
estructurado por fibras lisas que segregan la sustancia mucosa (musina) que
facilita el desplazamiento ágil del molusco. La masa visceral está incluida dentro
de lo que se denomina el saco visceral, el cual reposa sobre el pie del caracol
(Figueredo, 1996) (Foto 2). Tiene como función primordial la defensa tanto a los
factores ambientales como contra los depredadores, en el caso de que se
presente esto último, se refugia dentro de su concha. La sensibilidad a los
factores se refleja principalmente en cambios en la colocación de la concha.
El cuerpo del caracol está constituido por tres partes: cabeza, pie y masa
visceral. La cabeza, contiene cuatro tentáculos retractiles (dos de ellos más
largos en cuyos extremos Además podría considerarse que está constituido por
una doble bolsa. La interior es musculosa mientras que la exterior es de
revestimiento o cutánea que recibe el nombre de manto. La capa cutánea
contiene las glándulas que segregan un moco, comúnmente llamado “baba”,
que tiene funciones lubricantes protectoras y de poder hidrófilo.
Esta baba brillante que segrega su cuerpo facilita el movimiento y nos sirve
para detectar su presencia. En nuestro medio, el caracol se ha visto forzado a
un régimen de vida más activa durante casi todo el año. Entra en fase de
estivación cuando el calor es intenso, aspecto que influye en su desarrollo
fisiológico.
Órganos de los sentidos
Presentan dos pares de tentáculos retráctiles telescópicos en la cabeza, los
órganos táctiles se encuentran en los tentáculos inferiores, labios y borde del
pie que radican en las células neuroepiteliales que constituyen el tegumento de
estas superficies.Los órganos oculares se encuentran en el extremo de cada
uno de los tentáculos superiores, tienen función fotorreceptora con muy poco
poder visual, sólo son capaces de diferenciar la luz de la oscuridad y objetos de
poca coloración a una distancia de 2 a 6 mm. También carecen de sensibilidad
auditiva y de equilibrio, ambos órganos ligados a los otocistos los cuales
registran toda perturbación mecánica, cuando la perturbación es menor actúan
los otolitos que comienzan a moverse y contactan con las pestañas sensoriales
que comunican con el nervio correspondiente.
Locomoción del caracol
El caracol está adaptado para la locomoción en terrenos ásperos y muy
accidentados y una gran adhesión al sustrato. El músculo pedal, está formado
por un conjunto de fibras orientadas en varias direcciones: longitudinales,
dorsoventrales y transversales, las dos primeras forman el músculo retractor
anterior y posterior del pie donde se encuentra la glándula que facilita la
secreción mucosa (Matinella, 2007). Estas fibras se entrelazan, para producir
una serie de ondas desde la parte posterior hasta llegar a la región cefálica,
justo en esa parte llega el estímulo del desplazamiento del caracol, que produce
el alargamiento de la cabeza que toma un punto de apoyo fijo y atrae el
resto del cuerpo (Foto 4).
En la región posterior ocurre un fenómeno inverso, cada onda nueva que nace
se acompaña de un ligero acortamiento del pie. Las ondas siempre se mueven
en el mismo sentido que el caracol, es decir hacia adelante, ya que los
caracoles no tienen capacidad para desplazarse hacia atrás. El producto de 30
a 36 ondas, hace que el caracol pueda desplazarse unos siete
centímetros/minuto. Estas ondas siempre se producen aunque el caracol esté
inmóvil y lo hace a razón de 23 ondas/minuto.
Reproducción y ciclo de desarrollo
Los caracoles terrestres viven entre tres y cuatro años, estando en condiciones
de reproducirse generalmente al año o año y medio. La edad de madurez
sexual depende esencialmente de la humedad, temperatura, luminosidad
ambiental y de la época de nacimiento (Cuellar, 1986). En las diferentes fases
de vida, muchos factores como físicos, químicos y biológicos pueden interferir
con daños, los cuales se pueden manifestar en cualquiera de las etapas del
ciclo biológico e inclusive causarle la muerte.
El ciclo biológico del caracol gigante africano, A. fulica, se resumen en cinco
fases, en atención a las observaciones destacadas en la literatura y ensayos
realizados en el laboratorio Malacológico, de la Dirección control de vectores,
reservorios y fauna nociva, con sede en Maracay estado Aragua, estás son:
• Cópula: aunque el caracol es hermafrodita con tendencia protándrica, la
fecundación requiere indispensablemente una cópula recíproca, ésta va
precedida de un período preliminar, durante el cual dos animales se reconocen
y se frotan repetidamente con las rádulas, adoptando una postura horizontal en
direcciones opuestas (Cuellar, 1986).
Estos movimientos se acompañan con la secreción de mucus proveniente de
las glándulas multífidas, lo que facilita la salida de los dardos calcáreos de sus
bolsas, actuando recíprocamente como órganos excitadores mediante
estímulos de picado alrededor de los órganos genitales. De esta forma, se
provoca la evaginación de los penes.
El pene de cada uno de los animales se mueve libremente y penetra la vagina
del compañero merced de la acción de los músculos peneanos y a su propia
estructura, momento en el cual se vierte el espermatóforo, elemento que suple
la ausencia del órgano eyaculador en los Achatinoideos, (Cuellar, 1986). La
cópula dura entre 5 y 10 horas. Durante el período de actividad realizan hasta
seis acoplamientos en dos meses, siendo normal uno cada 21 días (Fontanillas,
1989).
• Fecundación: para la fecundación se requiere que los óvulos elaborados en la
glándula hermafrodita lleguen a la “cámara de fecundación” a través del canal
hermafrodita, que es el lugar donde se efectúa la unión de los óvulos con los
espermatozoides almacenados que remontaron el tracto genital. Los óvulos
fecundados se acumulan en el canal festoneado, donde son rodeados por una
capa de albúmina secretada por la glándula del mismo nombre, y más tarde por
una cubierta calcárea blanquecina procedente de la secreción de las glándulas
multífidas, que se endurece al contacto con el aire (Cuellar et al., 1991).
• Oviposición: el molusco A. fulica es una especie ovípara. El caracol presenta
una cavidad de paredes lisas y sólidas, que comunica al exterior por donde
expulsa los huevos. (Foto 5). La postura en los caracoles terrestres se efectúa
después de la cópula, período que oscila entre 10 y 50 días, debiendo
transcurrir un tiempo variable según la especie, los individuos y las condiciones
ambientales (Cuellar, 1986). Deposita sus huevos en masa, a intervalos de 5 a
20 minutos, cuando se encuentra en tierra, excava un nido, no muy profundo,
con la ayuda de la parte anterior del pie. En ocasiones la puesta puede ocurrir
al abrigo de hojarascas, piedras, ramas vegetales y posteriormente obtura el
nido con los detritus de tierra de excavación. Los huevos maduran cuando se
ponen en contacto con un poco de humedad. En el laboratorio Malacológico se
observaron moluscos depositando sus posturas en envases con condiciones
ajustadas al hábitat, mientras que otros ejemplares realizaron el acto de
oviposición en situaciones contrarias a su ambiente característico. La estructura
del huevo consiste en una cubierta externa impregnada de compuestos
cálcicos, una capa interna fina, membrana hialina y un cúmulo de albúmina en
el seno de la cual se encuentra el embrión.
Los ejemplares jóvenes suelen tener mayores posturas que en las temporadas
sucesivas, por lo que los Helicultores recomiendan usarlos como reproductores
un sólo año. En Europa son criados en cautiverio (Helicicultura) y muy utilizados
para consumo humano.
• Incubación: en el laboratorio, se comprobó que el tiempo de incubación está
comprendido entre 7 y 12 días, considerando los parámetros de temperatura
(23 a 26ºC), pH en rango de 6-7 y humedad relativa entre 73% a 78%. Otros
estudios reportan cifras similares para los mismos parámetros evaluados.
(Período de incubación que varía de 10 a 25 días, temperatura 20 a 25 ºC, pH
5-6 y humedad entre 76% a 87%). Los huevos de A. fulica están provistos de
una concha débil, blanquecina y frágil que se endurece progresivamente, son
pequeños y redondos, miden de 3 a 5 mm de diámetro al momento de la
postura, y adquieren un color parduzco al finalizar el período de incubación,
midiendo en promedio 25-35 mm (UNICO,1998).
• Eclosión (período embrionario): la eclosión ocurre generalmente en un día
húmedo, lluvioso o por la noche, después que el embrión se ha desarrollado y
ocupa todo el espacio interior del huevo. Una vez liberado del huevo, el caracol
juvenil permanece 5 a 10 días en la cámara de incubación alimentándose de los
restos de la cubierta calcárea y del detritus orgánico. No obstante, en el
laboratorio Malacológico la eclosión de los huevos se inició al séptimo día post
incubación, donde en una puesta de 180 huevos el 72% resultó fértil. Según
reportes de la Asociación española de Helicicultura del 2002, los caracoles al
nacer, pesan aproximadamente 0,04 gr cada uno.
Ritmo biológico
La vida de los caracoles se caracteriza por tener tres fases de diferente
actividad biológica: vida activa, estivación e hibernación, dependientes de las
condiciones higrométricas y térmicas del ambiente (Bernardita y Lagos, 2004).
La estivación, es un estado letárgico, más o menos acentuado, como respuesta
a los periodos secos de estiaje. Su duración puede llegar a ser de cuatro
meses, anualmente, durante los cuales el caracol disminuye o incluso puede
llegar a paralizar su metabolismo en consonancia con la humedad ambiental. La
hibernación ocurre en países con bajas temperaturas invernales y por la
disminución del fotoperíodo, es un estado de letargo más pronunciado y
duradero que la estivación.Temperaturas ambientales aumentadas hasta 10-
12ºC y una adecuada humedad ambiental, permiten al caracol salir de su
letargo, el cual posee un apetito desmedido, por las pérdidas energéticas
sufridas en la fase anterior. El fotoperíodo es el principal factor que
desencadena la actividad o inactividad, el crecimiento y la reproducción de los
caracoles, según se sometan a regímenes luminosos propios de días largos
(más de 15 horas de luz) o cortos (Aupinel, 1996). La estivación: se desarrolla
en las épocas de máximo calor y menor humedad, en este período los
caracoles buscan un lugar protegido que les sirva de refugio (bajo piedras,
ramas, grietas, árboles, entre otros), una vez que lo han encontrado, se sitúa
con la parte abierta de la concha hacia el exterior del refugio. Elimina todo el
contenido del tubo digestivo, se recoge en el interior de la concha y crea una
capa mucilaginosa rica en calcio con la que tapa la abertura y se endurece con
el aire para proteger al caracol y lo impermeabiliza. Esta capa es el epifragma
una estructura con igual función que el opérculo presente en otras especies.
Cuando las condiciones ambientales de temperatura y humedad retornan
favorables para los moluscos, rompen el epifragma, salen de su letargo y
comienzan a alimentarse. Buscan plantas tiernas para poder seguir viviendo de
forma activa y voraz.
Hábitos
A. fulica tiene hábitos nocturnos y prefieren los sitios húmedos y sombríos,
debajo de piedras, bloques, restos de cosechas, arbustos y hojas secas en
descomposición, entre otros (Thomé et al., 2001). Su actividad comienza al
atardecer y gradualmente se incrementa hasta alcanzar un pico a las 4-6 horas
después de oscurecer. En condiciones severas de sequía, cuando la humedad
del suelo en los primeros cinco centímetros del perfil baja hasta 6%, se
entierran profundamente en el suelo, hasta que las condiciones de humedad le
sean favorables (Bichos, 2007). La voracidad alimenticia de los moluscos,
ocasiona grandes pérdidas, no sólo en la agricultura sino también en
piscicultura y en la jardinería, generalmente ataca inmediatamente después de
una lluvia, al atardecer o en la noche (Barnes, 1991).
Durante las inspecciones domiciliarias, el personal del laboratorio Malacológico
de la Dirección control de vectores reservorios y fauna nociva, observó al
caracol asaltando el alimento de animales domésticos tales como pollos, gatos,
perros y aves. (Foto 8). Utilizan la rádula para raspar la epidermis de hojas,
flores, frutos, semillas, plántulas, ramas jóvenes y partes subterráneas,
dañando los brotes vegetativos en desarrollo.
Cuando el ataque se hace más severo, se presentan perforaciones de tamaño y
bordes irregulares, desmejorando la calidad del producto que va al mercado
(Fuentes, 2006).
Ecología y parámetros ambientales La actividad del caracol está condicionada
esencialmente por tres parámetros climáticos, humedad, temperatura y
fotoperíodo.
• Humedad ambiental recomendada: diurna: 75-80% y nocturna: 85-90% no
mayor a 95%.
• Temperatura óptima recomendada: diurna: 20-22 ºC y nocturna: 16-18 ºC;
• Temperatura de estivación: mayor 30 ºC.
• Fotoperíodo: 18 horas/luz-6 horas/oscuridad.
Temperaturas de 0 ºC inducen la muerte del caracol por congelamiento del
agua de sus tejidos. Temperaturas de 30 ºC son inocuas siempre y cuando el
grado de humedad sea idóneo (Cuellar, 1986). El hecho de que sean animales
lucífugos (que huye de la luz) junto con el mayor grado higrométrico, les lleva a
desarrollar su actividad principalmente durante la noche, buscando zonas de
penumbra u oscuras durante el día. El viento, por sus efectos sobre la
evaporación de la humedad tegumentaria y, por tanto, sobre su hidratación
corporal, tiene también un efecto desfavorable cuando adquiere una velocidad
excesiva, de ahí que los caracoles busquen lugares protegidos de las fuertes
corrientes de aire (Bernardita y Lagos, 2004).
Guácara (Megalobulimus oblongus)
Reino Animalia
Phylum Mollusca
Clase Gastropoda
Orden n/a
Suborden n/a
Familia Strophocheilidae
Subfamilia Megalobuliminae
Genero Megalobulimus
Especie Megalobulimus oblongus
Comentarios taxonómicos Anteriormente denominada Strophocheilus oblongus.
Megalobulimus oblongus, es el ejemplar tipo descrito; sin embargo, en
Suramérica existen las siguientes variedades: Megalobulimus oblongus var.
albolabiata (E.A.Smith, 1894) Megalobulimus oblongus var. conicus (Bequaert, )
Brasil Megalobulimus oblongus var. formicacorsii (Barrattini & Alcalde –
Ledón,1949) Megalobulimus oblongus var. haemastomus (Scopoli 1786);
Uruguay, Brasil Megalobulimus oblongus var. intertextus (Pilsbry, 1895)
Megalobulimus oblongus var. lorentzianus (Doring 1876); Argentina
Megalobulimus oblongus var. musculus (Bequaet 1948) Las diferencias entre
las variedades de Megalobulimus oblongus son mínimas.
Descripción morfológica Mide entre 7 a 8 cm de largo, aunque puede llegar a
los 11 cm; tienen una elegante curva en la concha de color crema uniforme con
tonos variando del castaño al rosado, con una base algo bulbosa y estriada,
apertura de la concha con borde grueso color rosado pálido; la columela no se
trunca. El cuerpo es de color azulado o gris con tubérculos, bultos o parches
color marrón. El pie es de color crema. Es considerablemente diferente a los
caracoles de la familia Achatininae (Caracol africano), produce menos baba y
parecen tener mucho menos de succión. Una característica morfológica de esta
especie es que presenta barbelos (lóbulos) alrededor de su boca.
Distribución Ampliamente distribuida en Sudamérica, en Colombia, Brasil,
Uruguay y Argentina; en la región del Caribe, en Barbados, Martinica, Jamaica y
las Antillas Menores. En Venezuela se distribuye principalmente al norte del
Orinoco, en zonas de bosque por debajo de los 1.500 msnm.
Hábitat Se encuentra en ambientes húmedos y con abundante vegetación
preferiblemente en bosques siempre verdes.
Hábitos Es terrestre y nocturna, se pueden ver subidas en árboles y taludes,
escondiéndose en el suelo en las épocas secas y durante el día para mantener
la humedad, se alimente de vegetales, siendo común las hierbas como los
dientes de león y el llantén.
Reproducción Pudiendo llegar a vivir 14 años, es reproductiva a partir de los 2
años, coloca 2 huevos de 27 a 30 mm, varias veces al año comúnmente en las
hojas de las plantas y eclosionan en 3 o 4 meses, son necesarios dos
individuos para el evento reproductivo.
Particularidades Es la especie de caracol terrestre más grande de Sudamérica.
Aspectos legales No cuenta con una legislación específica. Sin embargo, toda
especie de la fauna silvestre se encuentra protegida por la Ley de Gestión de la
Diversidad Biológica y la Ley de Protección a la Fauna Silvestre y su
reglamento.
Bibliografía
http://www.petsnails.co.uk/species/megalobulimus-oblongus.html#start, 09 de
agosto de 2012
PetSnails.co.uk: Megalobulimus oblongus (Müller 1774) Strophocheilus
oblongus, Giant South American Snail