morgenthau hans j 1987 política entre las naciones -115-130

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    POLICfICA EN.'TRELAS N.ACIONES

    La lucha por elpoder y la paz

    Hans J. MorgenthauSexta edicin revisada por

    Kenneth W. 'fhompson

    GELGrupo Editor Latinoamericano

    Coleccin ESTUDIOS INTERNACIONALES

  • I! edicin 3.000 ejemplaresColeccin ESTUDIOS INTERNACIONALES

    212-085

    ISBN 950-943284-9

    Ttulo del original en ingls:POLITlCS AMONG NATIONSThe Struggle for Power and Peace

    Copyright 1948, 1954, 1960, 1967, 1973, 19i8, 1985 b,\' Alfred A. Knop, Inc.Esta traduccin se publica por acuerdo con Alfred A. Knopf, Inc.

    Traduccin de Heber W. Olivera

    1986 by Grupo Editor Latinoamericano S.R.L., Laprida 1183, 1~. (1425)Buenos Aires, Argentina. Te\. 9619135.

    Queda hecho el depsito que dispone la ley 11.723.Impreso y hecho en la Argentina. Printed and made in Argentina.Colaboraron en la preparacin de este libro:Diseo de tapa: Pablo Barragn. Composicin, armado y acetatos:Tipografa Pompeya S.R.L. Impresin interior: EDJGRAF. Impresinde tapa: Imprenta de los Buenos Ayres S.A. Pelculas de tapa: Foto-cromos Rodel. Encuadernacin: Proa S.R.L. Se utiliz para el interiorpapel OESPE de 70 gs. y para la tapa cartulina grano fino de 240 gs.provistos por Copagra S.A.

    .-,.r

    '1

    PrefacioLuego de la segunda guerra mundial, COI/lO graduado de la Universidadde Chicago, tuve el privilegio de trabajar junto al profesor Morgenthauen carcter de investigador asistente. Ms tarde, nos aplicamos a la pre-paracin de un libro de texto titulado PrincipIes and Problems of Iruer-nationa! Politics. Fue l quien tuvo la principal responsabilidad en miregreso a la Universidad, a comienzos del '50, como miembro del depar-tamento de Ciencias Polticas. Cuando se acord que yo debia editar unfestschrift en su honor, trabajamos juntos en la identijicacin de susprimeros estudiantes, colegas y amigos especialmente familiarizados consus escritos. En los ltimos aos, cuando nuestras actividades profesio-nales nos trajeron a Nueva York, mantuvimos frecuentes contactos ylargas discusiones. Como miembro de varios consejos asesores, contri-buy significativamente a los programas de la Fundacin Rockejeller,para los que tambin yo trabaj, Pocas semanas antes de morir, presen-t una ponencia sobre la presidencia y la poltica exterior ante el MillerCenter de la Universidad de Virginia. Tanto en el aspecto personal COI/lOen el profesional, nuestra amistad y colaboracin intelectual contirwhasta sus ltimos das.

    Aquella estrecha relacin determin que la preparacin de la sextaedicin de su clsico Poltica entre las naciones resultara al mismo tiem-po sencilla y ms difcil. Por una parte, me haba mantenido raza' able-mente familiarizado COil la evolucin. de su pensamiento desde la publi-cacin de Scientific Man vs. Power Politics hasta la revisirl, poco antesde su muerte, de ciertos ensayos inditos. Cuando Bert rand W. Lummus,Se/liar Editor del College Department de la Ralldom House, me illvit apreparar una nueva edicin de Poltica, , " me senti seguro de posecr elconocimiento necesario pam la tarea. Por otra parte, al realizar la revi-sin y correccin de los ltimos escritos del profesor Morgel1t1zau, des-cubr nuevos e importantes desarrollos en las etapas finales de su traba-jo que hasta elltollces me eran desconocidos, De 110 mediar Sil honestidu,habria resultado sorprendente que adoptara como principio rector /10la defensa de una posicin intelectual, sino "la bsqueda de la verdad",

    Fiel a mi descubrimiento de COlltl1UOS desarrollos en su pensamien-to, en esta edicin he procurado, ell los casos posibles, dejar que Morgen-thau hable por si mismo. Gracias a la colaboracin de sus hijos SusQ/1I1ay Matthews, mi asistente y yo hemos tenido acceso a sus papeles, que sehallan en la Alderman Library de la Universidad de Virginia. Peter Gell-nllln ha sido un incansable colaborador en la bsqueda de nuevos escri-tos, ditos e inditos, donde se abordaban los ms urgentes problemas

    cbibliotecaText Box

  • 114 La poltica internacional como lucha por el poder

    Francia e Inglaterra se vieron enfrentadas a la alternativa de aceptarla expansin imperialista alemana o rechazarla con la ayuda de laUnin Sovitica, el prestigio de esta ltima era tan escaso que las po-tencias europeas desestimaron su propuesta de colaboracin sin vacila-ciones. El prestigio militar de la Unin Sovitica toc su punto ms bajodurante la campaa contra Finlandia de 1939/40, cuando la pequeaFinlandia pareci capaz de defenderse por s sola del gigante sovitico.Esta falta de prestigio se convirti en uno de los elementos decisivospara convcncer al estado mayor nazi, como a sus homlogos de las fuer-zas aliadas, dc que la Unin Sovitica no podra soportar el ataque alemn.

    Esta diferencia entre prestigio y poder real no debe ser tema intras-cendente para una poltica exterior inteligente. Si en 1938, 1939 1941 laUnin Sovitica hubiese parecido tan poderosa como lo era en la realidad-si su prestigio hubiese guardado relacin con su poder-, la actitud deotras naciones con respecto a la Unin Sovitica habra sido distinta,con lo que los destinos de la Unin Sovitica y el mundo tambin habransido diferentes. Si en la actualidad la Unin Sovitica es tan poderosacomo parece serlo -o ms fuerte o ms dbil-, esto implica un asuntode importancia vital para la Unin Sovitica y para todo el mundo. Elmismo caso afecta a Estados Unidos o a cualquier otra nacin con gra-vitacin en la escena internacional. Demostrar al mundo el poder queuna nacin posee, evitando precisiones y cuantificaciones, es el meollo decualquier poltica de prestigio inteligentemente concebida.

    7

    El Elemento Ideolgico en lasPolticas Internacionales

    LA NATURALEZA DE LASIDEOLOGIAS POLITICAS 1

    Un rasgo comn a toda poltica -sea interna o internacional- consisteen que con frecuencia sus manifestaciones bsicas no aparecen tal comolo que realmente son: manifestaciones de la lucha por el poder. Antesbien, el elemento de poder, al igual que la meta inmediata de la polticaproseguida, se explica y justifica en trminos ticos, legales o biolgicos.Lo que es lo mismo que decir que la verdadera naturaleza de la polticase oculta tras justificaciones ideolgicas y racionalizaciones. .~ .

    Cuando ms enmaraado se encuentra un individuo en la lucha porel poder menos probable es que vea la naturaleza de la lucha por elpoder. Las palabras que Hamlet dirige a su madre pueden ser destina-das, con la misma falta de resultado, a todos los que sienten apetitopor el poder:

    ... Madre, por misericordiano tomes en serio esta halagadora uncin,que no tu falta, sino mi locura habla.

    I El concepto de ideologa se usa frecuentemente en el sentido general de con-vicciones filosficas, polticas y morales; manejamos este concepto general en lasltimas partes de este libro. El concepto de ideologa que empleamos en este capi-tulo corresponde a lo que Karl Manheim ha llamado "ideologia particular". VaseKarl Mannheim, Ideology and Utopia, Nueva York, Harcourt, Brace and Com-pany, 1936, pg. 49: "La COncepcin particular de ideologa se encuentra mplctacuando el trmino denota que somos escpticos con respecto a las ideas y repre-sentaciones propuestas por nuestro oponente. Las consideramos como encubri-mientos no del todo conscientes de la naturaleza real de la situacin, cuya presen-tacin en trminos reales contrariara sus intereses. Estas distorsiones se ubicanen toda la variedad que va desde la mentira deliberada al enmascaramiento cons-ciente o inconsciente, desde tretas calculadas para engaar a los dems hasta elautoengao". Vase tambin la pgina 238: "El estudio de las ideologas ha asumidola tarea de desenmascarar los engaos ms o menos conscientes y los enmascara-mientes de los grupos de inters, en especial los de los partidos polticos".

  • 116 La poltica internacional COI1W lucha por el poder

    o como lo describe Tolstoi en La guerra )' la paz:

    Cuando un hombre acta en soledad siempre est animado por una. serie de motivos que,' como bien lo supone, han orientado su com-

    portamiento anterior, que justifican su accionar presente y que hande sustentar los proyectos que haga para su actividad futura. Lasasambleas de los hombres actan de la misma manera, slo quedejando de lado a quienes no han participado directamente en latarea de inventar motivos, justificaciones y proyectos relativos ala actividad que realizan en conjunto.

    Por causas que nos son conocidas o desconocidas, los francesescomenzaron a despedazarse entre s. Y para equilibrar el hecho,se lo acompaa con la justificacin de deseos que han formu-lado ciertos hombres, los que lo consideran esencial para el bien deFrancia, para la causa de la libertad y de la igualdad. Los hombresdejan de matarse entre s y este hecho viene acompaado por lajustificacin de que era necesaria la centralizacin del poder o laconformacin de un frente de resistencia a Europa y as sucesiva-mente. Los hombres se desplazan del oeste al este, masacrando a sussemejantes, y este hecho se apoya en frases sobre la gloria deFrancia y la villana de Inglaterra y as sucesivamente. La historianos ensea que estas justificaciones de los acontecimientos carecentotalmente de sentido comn, que son incongruentes unas con otrascomo es, por ejemplo, el asesinato de un hombre como consecuen-cia de la proclamacin de sus derechos o el asesinato de millones enRusia como forma de menospreciar a Inglaterra. Sin embargo, todasestas justificaciones tuvieron incontrovertible valor en su poca.

    Sirven para desplazar la responsabilidad moral de los hombresque producen los hechos. En su tiempo realizan el trabajo de escoba,como e! de quienes se adelantan al tren para limpiar los rieles:limpian el camino de la responsabilidad moral de los hombres. Msall de esas justificaciones, no se ha podido encontrar solucin parael problema ms evidente que se plantea al analizar el hecho hist-rico: cmo fue que millones de hombres llegaron a reunirse paracometer crmenes, asesinatos, guerras, etc.? 2

    En el escenario poltico, el actor no puede ayudar "actuando y re-presentando" el encubrimiento de la verdadera naturaleza de sus accio-nes polticas tras la mscara de una ideologa poltica. En la medidaen que se encuentre ms alejado de una lucha por el poder particular,ms oportunidades tendr un observador de entender su verdadera na-turaleza. De ah que no sea por accidente que los extranjeros a menudollegan a una mejor comprensin de la poltica exterior de un pas quela que tienen los propios nativos, y que los especialistas se encuentrenen mejores condiciones que los polticos para comprender la globalidadde una poltica. Los polticos, a su vez, manifiestan una inclinacin ina-gotable a no querer ver qu es lo que estn haciendo cuando se refierena su poltica no en trminos de poder sino a travs de principios ticoso legales o de necesidades biolgicas. Dicho de otro modo, en tanto

    2 Epilogo, parte 2, captulo 7.

    La ideologa el! las polticas internacionates 117

    cualquier poltica implica necesariamente una bsqueda del poder,las ideologas posibilitan una participacin en esta lucha por el po-der que est revestida de una forma psicolgica y moralmente viabletanto para los actores como para su auditorio.

    Estos principios legales y ticos, as como las necesidades biol-gicas, vienen a cumplir una doble funcin en el campo de la polticainternacional. O son los objetivos ltimos de la accin poltica, es decir,los objetivos para cuya realizacin se busca el poder poltico, de los queya hemos hablado." o bien son los pretextos y frentes falsos detrs delos cuales se oculta el elemento de poder implcito en toda poltica.Esos principios y necesidades pueden cumplir una u otra funcin o lasdos a un mismo tiempo. Un principio legal y tico, como puede ser lajusticia, o una necesidad biolgica, como puede ser un adecuado nivelde vida, pueden ser el objetivo de una poltica exterior o tambin puedenser una ideologa o tambin ambas cosas al mismo tiempo. Dado queno nos interesan por e! momento los objetivos ltimos de la polticainternacional, nos ocuparemos de los principios legales .Y ticos y delas necesidades biolgicas en tanto y en cuanto cumplen la funcinde ideologas.

    Estas ideologas no representan el resultado accidental de la hipo-cresa de determinados individuos que bien podran ser cambiados porotros ms honestos para que la conduccin de los asuntos exteriorestambin fuera ms honesta. El desengao siempre se convierte en elcolofn de tales expectativas. Los opositores ms activos en la exposrcin de la desviacin de las polticas exteriores de Franklin D. Roosevelto Churchill, una vez que se convirtieron en responsables de la conduc-cin de los asuntos exteriores tambin confundieron a sus partidariospuesto que a su vez recurran a disfraces ideolgicos. Forma parte dela naturaleza de la poltica que el actor del escenario poltico sea empu-jado a emplear ideologas a los efectos de ocultar el objetivo final desu accin. El objetivo inmediato de la accin poltica es siempre cl podery no debemos olvidar que el poder poltico implica poder sobre lasmentalidades y las acciones de los hombres. Incluso quienes han sidoseleccionados como un objetivo futuro para el ejercicio de! poder deotros, en tanto no son vctimas de ese poder, a su vez ellos mismos loejercen sobre terceros. De este modo el actor en el escenario polticoes constantemente un futuro amo y un futuro sbdito. Mientras buscapoder sobre otros, otros buscan ejercerlo sobre l.

    A esta ambivalencia del hombre en tanto ser poltico le correspondeuna ambivalencia homloga en la valoracin moral de Sil condicin.Estimar como justo su propio deseo de poder y considerar injusto eldeseo de los otros de ejercer poder sobre l. Desde el fin dc la segundaguerra mundial, los soviticos han considerado sus propias apetenciasde poder como justificadas por razones de propia seguridad. No obs-tante, al mismo tiempo han considerado como "imperialista" y prepa-ratoria de la conquista mundial la expansin del poder norteamericano.Los Estados Unidos a su vez estigmatizaron de igual modo las aspira-

    3 Vase el captulo 3.

  • 118 La poltica internacional como lucha por el poder

    cienes soviticas, en tanto consideran como objetivos de defensa na-cional a sus propios objetivos. Sobre esto, John Adams escribi:

    El poder siempre piensa que tiene un alma grande y una vastaperspectiva que supera a la comprensin del dbil, puesto quesupone estar llevando a cabo una misin divina cuando en realidadest violando todas las leyes. Nuestras pasiones, ambiciones, avari-cia, amor y resentimiento poseen mucha sutileza metafisica y muchaelocuencia persuasiva que instilan en el entendimiento y la concien-cia para ganarlas como partidarias.

    Tambin esta evaluacin, que es tipica del enfoque que todas lasnaciones hacen sobre el problema del poder, es inherente a la propia natu-raleza de la poltica internacional. Si una nacin abandonara las ideolo-gas y sostuviera abiertamente que su meta es el poder y que en pos deella Se opone a aspiraciones anlogas de otras naciones, se veria enque cohesionara a las dems naciones en una resistencia cerrada a esapoltica tan claramente declarada, lo que llevara a la nacin a disponerde un mayor poder que el que sera necesario emplear si recurriera aotra metodologa. Por otro lado, esa confesin de propsitos significarauna afrenta deliberada a los parmetros morales de la comunidad inter-nacional, de curso universal, que desplazara a la nacin hacia una po-sicin tal que la llevara a desarrollar esa poltica exterior sin mayorentusiasmo y con conciencia culposa. A los efectos de conseguir la unindel pueblo en torno a la poltica exterior del gobierno y el respaldo detodas las energas y recursos nacionales, el jefe de estado debe invocarnecesidades biolgicas, como la propia existencia de la nacin, o prin-cipios morales, como la justicia, antes que al poder. No existe otro modopara que una nacin pueda obtener el fervor y la voluntad de sacrificarse,elementos sin los que ninguna poltica exterior puede sortear la pruebafinal, la de la fuerza.

    Estas son las fuerzas psicolgicas que insoslayablemente generanlas ideologas de las polticas internacionales y las transforman en armasen la lucha por el poder dentro del escenario internacional. Una nacincuya poltica exterior cuente con las convicciones intelectuales y losvalores morales de su pueblo habr conseguido una ventaja apreciablesobre' un rival que no haya logrado bases similares o, al menos, simu-larlas. Las ideologas, al igual, son instrumentos que pueden levantaruna moral nacional y, por consiguiente, el podero de esa nacin; poreso mismo tambin puede disminuir la moral de la nacin rival. El deci-sivo aporn- que implicaron los Catorce Puntos de Woodrow Wilson parala victoria de los aliados durante la primera guerra mundial al Conso-lidar su moral y, simultneamente, debilitar la de las potencias centra.les, represcnra un ejemplo clsico de la importancia que reviste el factormoral en el terreno de la poltica internacional.4

    4 Acerca del problema de la moral nacional, vase el apartado correspondienteen el capitulo 9.

    La ideologa en las polticas internacionales 119

    IDEOLOGIAS TIPICASDE LAS POLITICAS EXTERIORES

    La naturaleza de la poltica internacional indica que las polticas decorte imperialista emplean casi siempre enmascaramientos ideolgicos,mientras que las polticas de statu qua frecuentemente se presentan talcomo realmente son. Su naturaleza tambin provoca que determinadasclases de ideologas estn coordinadas con determinadas clases de pol-ticas internacionales.

    Ideologas del statu quo

    La poltica de statu qua por lo general est en condiciones de mostrarsu propia naturaleza y dejar de lado los encubrimientos ideolgicospuesto que la propia existencia del statu qua ya le ha dado una ciertalegitimidad moral. Lo que existe debe contar con algo a su favor; deotro modo no existiria. Demstenes lo describi de esta manera:

    Nadie mostrara igual presteza para embarcarse en guerras quetendieran al engrandecimiento o a la defensa de las posesiones pro-pias. Mientras todos los hombres combaten con denuedo para man-tener lo que estn en peligro de perder, no pasa lo mismo cuandose trata de incrementar lo que se tiene; los hombres pueden conver-tir esto en una meta, pero si fracasan no experimentan la sensacinde haber sufrido una injusticia por parte de sus oponentes.'En tanto una nacin lleva adelante una poltica de statu qua, tam-

    bin est tratando de conservar el poder que ha adquirido; esto le evitatener que lidiar con el resentimiento de otras naciones. El fenmenose produce especialmente cuando la preservacin del statu qua no essusceptible de ataque moral o legal y cuando el poder de la nacin hasido empleado tradicionalmente para el mantenimiento del statu qua.Suiza, Dinamarca, Noruega o Suecia no necesitan dudar para definirsus polticas exteriores en trminos del mantenimiento del statu qua,ya que l generalmente es reconocido como legtimo. En cambio, a otrasnaciones, como Inglaterra, Francia, Yugoslavia, Checoslovaquia o Ru-mania, quienes durante la mayor parte del perodo entre ambas gue-rras mundiales desarrollaron polticas de statu qua, no les bastaracon manifestar sencillamente que sus polticas exteriores procuraban ladefensa de sus posesiones. Dado que la legitimidad del statu qua de 1919era desafiada dentro y fuera de esas naciones, estaban obligadas a invo-car principios ideales capaces de enfrentar ese desafo. La paz y el dere-cho internacional fueron los principios que cumplieron con ese propsito.

    Ambos son factores especialmente eficaces para hacer las veces de

    5 Demstenes, Por la libertad de los Radios, secciones 10 y 11.

  • 120 La poltica internacional como lucha por el poder

    ideologas tiles a las polticas de statu quo. Al modificar el statu quo,las politicas de tipo imperialista con frecuencia llevan a la guerra y entodos los casos deben tener en cuenta esta posibilidad; por el contrario,una poltica exterior que se propone el pacifismo como objetivo es, porlo tanto, antimperialista y est al servicio del mantenimiento del statuquo. Al proclamar en trminos pacifistas los objetivos de una polticade statu quo, el jefe de estado estigmatiza como traficantes de guerraa sus rivales imperialistas, sanea su propia conciencia y la de sus con-ciudadanos de escrpulos morales y se ubica en situacin de contar conel apoyo de las naciones que estn interesadas en el mantenimientodel statu quo,"

    El derecho internacional desempea una funcin ideolgica similarante la poltica de statu qua. El derecho en general -y el internacionalespecialmente- es en principio una fuerza social esttica. Consolida unadeterminada distribucin del poder y brinda parmetros y procesospara indagar y mantenerlo en situaciones concretas. Mediante un sistemalegislativo muy desarrollado, que incluye decisiones judiciales y la im-posicin del derecho, el derecho interno posibilita adaptaciones e in-cluso grandes cambios en la distribucin global del poder. Al no contarcon un sistema que permita tales cambios, no slo primaria sino esen-cialmente, el derecho internacional configura, como veremos ms ade-lante, una fuerza esttica," Por lo tanto, la invocacin al "orden bajo laley" o a "procesos legales ordinarios" de parte del derecho internacionalcuando procura apoyo para una determinada poltica exterior, siemprerevela el encubrimiento ideolgico de una poltica de statu quo. Msparticularmente, cuando se establece una organizacin internacionalcomo la Liga de las Naciones con el fin de mantener un statu quo deter-minado, apoyar a esta institucin equivale a apoyar ese determina-do statu quo.

    El uso de estas ideologas legalistas a los efectos de justificar laspolticas de statu quo se ha generalizado desde fines de la primeraguerra mundial. Si bien es cierto que las alianzas tan caractersticas depocas anteriores no han desaparecido, el hecho es que tienden a trans-formarse en "acuerdos regionales" en el marco de organizaciones legalesglobales. El "mantenimiento del statu quo" lleva al "mantenimiento dela paz y la seguridad internacionales". Las estados que tengan intersen el mantenimiento del statu quo proveern a la defensa de sus intere-ses comunes contra determinada amenaza, no mediante una "santa alian-za" sino a travs de un "sistema de seguridad colectiva" o de un "tra-tado de asistencia mutua". Dado que frecuentemente las modificacionesdel statu qua se realizan a expensas de las naciones pequeas, la dc-tensa de los derechos de stas (Bgica, 1914; Finlandia y Polonia, 1939)pasa a ser, en condiciones adecuadas, otra ideologa de la polticade statu quo.

    Acerca de la reciente transformacin de la ideologa de la paz, vanse losdos uttimos apartados de este mismo capitulo, en el capitulo 16 el apartado "Con,(lena moral de la guerra" y en el captulo 17 del apartad" "Ambigedad de la t.ecni-tu-nctn tecnologica".

    7 Vase el capitulo 26.

    La ideologa ell las polticas internacionales 121

    Ideologas del imperialismo

    Cualquier poltica de tipo imperialista ncccsi ta en todos los casos unaideologa, puesto que, a diferencia de lo que ocurre con las polticasde statu quo, al imperialismo siempre se le exige que cargue con laresponsabilidad de aportar la prueba. Debe probar que el statu qua queprocura destruir realmente merece ser destruido y que cI sustento moral(que muchos confunden con la realidad tal como es) debe originar unms alto principio de moralidad en el que se apoye la exigencia deuna nueva distribucin del poder. "Motivos de seguridad o venganza,de honor o de fervor, de derecho o de conveniencia que justifiquencualquier guerra pueden encontrarse inmediatamente en la jurispru-dencia de los conquistadores", ha escrito Gibbon.t

    Aunque las ideologas caractersticas del imperialismo empican con-ceptos legales, no pueden recurrir al derecho internacional positivo, esdecir, al derecho internacional tal como existe en la actualidad. Tal comolo hemos sealado, la ndole esttica del derecho internacional lo haceun aliado natural del statu quo. A su vez, la ndole dinmica del impe-rialismo necesita ideologas dinmicas. Slo la doctrina del derecho na-tural, es decir, el derecho tal como debe ser, se ajusta a las necesidadesideolgicas del imperialismo. Frente a las injusticias del derecho interna-cional tal como existe simbolizado en el statu qua, el imperialismo invo-car un derecho superior que s satisfaga las exigencias de la justicia. Deese modo la Alemania nazi sustent sus reclamos de que se revisara elstatu quo del Tratado de Versalles, la primera invocacin fue al prin-cipio de igualdad que, segn Alemania, haba sido violado por el refe-rido Tratado. La demanda de colonias, por ejemplo, de las que el Tra-tado haba privado a Alemania, y el reclamo de que se revisasen lasclusulas sobre desarme unilateral, tambin se basaban en el mis-mo principio.

    Cuando una poltica de tipo imperialista no se orienta contra unstatu quo en particular producido por alguna guerra perdida, sino quesurge de un vaco de poder ten tador para cualquier conquis ta , las ideo-logas morales que convierten a la conquista en un mandato inevitableocupan el sitio del llamado al derecho natural justo contra un derechopositivo injusto. Entonces conquistar pueblos dbiles se convierte en"la tarea del hombre blanco", como "la misin nacional", como "el des-tino manifiesto", como una "responsabilidad sagrada" o como un "debercristiano". Especialmente el imperialismo colonial se ha ocul tado amenudo tras frases ideolgicas del tipo "las bendiciones de la civiliza-cin occidental", bendiciones que deban ser llevadas por los conquis-tadores a las razas de color de la tierra. La ideologa japonesa encu-bierta tras la nocin de "zona de coprosper idad" en el este asi tico ma-

    R The Decline and Fall 01 the Roman Erripire, The Modern Library Edition,vol. 2, pg. t235.

    cbibliotecaText Box

  • 122 La poltica internacional COmo lucha por el poder

    nifiesta todas las connotaciones de una misin humanitaria. Toda vezque una filosofa poltica se mantiene con el fervor de una fe religiosay entra en contacto con una poltica de corte imperialista, entonces seconvierte en un eficaz instrumento de encubrimiento ideolgico. El im-perialismo rabe en su perodo expansivo se sustent, a los efectos dela justificacin, en el cumplimiento de un deber religioso. El imperia-lismo napolenico devast a Europa tras el lema "libertad, igualdad,fraternidad". El imperialismo ruso, particularmente en sus apetenciaspor Constantinopla y los Dardanelos, recurri sucesiva y simultneamentea la fe ortodoxa, al paneslavismo, a la revolucin mundial y a la defen-sa contra el asedio capitalista.

    En los tiempos modernos, fundamentalmente bajo la influencia delas filosofas sociales de Darwn y Spencer, las ideologas imperialistasse han volcado al arsenal de los argumentos biolgicos. Trasladada a lapoltica internacional, la idea de la supervivencia del ms apto ve enla supremaca militar de una nacin fuerte sobre otra ms dbil unfenmeno perfectamente natural que ordena a la ltima ser la presade la primera. Segn esta filosofa, contrariara a la naturaleza que elfuerte no ejerciera dominio sobre el dbil o que el dbil intentara equi-pararse al fuerte. La nacin fuerte tiene todo el derecho a "un lugarbajo el sol" porque es "la sal de la tierra". Esto lo descubri el famososocilogo alemn Werner Sombart durante la primera guerra mundialcuando sostuvo que el "hroe" alemn deba vencer necesariamente al"tendero" ingls. Que las razas inferiores deben servir a las razas do-minantes es una ley natural a la que slo pueden oponerse villanos ytontos; la esclavitud y el exterminio son el destino de los dbiles.

    El comunismo, el fascismo, el nazismo y el imperialismo japonshan dado un giro revolucionario a estas ideologas biolgicas. Mercedal engao y la violencia, las naciones que la naturaleza ha sealado paraque fueran los amos de la tierra son mantenidas en inferioridad pornaciones de menor jerarqua. Los vigorosos pero pobres "desposedos"son mantenidos al margen de las riquezas de la tierra por los ricospero decadentes "poseedores". Alentadas por sus ideales, las nacionesproletarias deben enfrentar a las naciones capitalistas que slo defien-den su dinero. La ideologa de la sobrepoblacin encontr particulareco en Alemania, Italia y Japn antes de la segunda guerra mundial. Losalemanes eran un "pueblo sin espacio" y si no podan conseguir "unespacio para vivir" se extinguiran y si no lograban fuentes de materiasprimas moriran. Con variaciones de detalle, la misma ideologa tam-bin fue usada por Italia y Japn para justificar sus polticas expansio-nistas y encubrr sus objetivos imperialistas.9 '

  • 124 La poltica internacional como lucha por el poder

    brunas en muchos pases del Tercer Mundo. Sin embargo, tanto elnexo causal como el moral entre la abundancia en el mundo industrialy las necesidades del Tercer Mundo pueden ser susceptibles de unserio cues tionamientoo

    A lo largo de la historia, la humanidad ha mostrado drsticas dife-rencias en los estndares de vida de los distintos grupos. Lo que carac-teriza la situacin actual es la conciencia que de esas diferencias tienenlos privilegiados y los desfavorecidos debido a las modernas tecnologasde la comunicacin. Esa conciencia coincide con el auge del principiode igualdad, tanto en oportunidades cuanto en condicin, en todo elmundo. De ah las aspiraciones de los desfavorecidos en el sentido deestrechar la brecha entre los ricos y los pobres, y el embarazo moralde los ricos frente a tales aspiraciones.

    Es innecesario sealar que esas aspiraciones y el concomitante em-barazo moral -ambos imposibles de satisfacer o paliar a escala mun-dial- son ampliamente usados como justificaciones ideolgicas y racio-nalizaciones de objetivos polticos especficos al servicio de interesesnacionales concretos. Esos objetivos estn naturalmente dirigidos haciacambios en el statu qua a expensas de los ricos y en favor de los pobres.Conscientes de que existe una extrema desigualdad, y persuadidos delprincipio moral que la condena, los ricos se encuentran en una obviadesventaja para definir y promover sus propios intereses; deben hacerlocon mala conciencia y no demasiado convencidos de la justicia de sucaso. Frente a las demandas de igualdad econmica, se encuentran enuna dbil posicin moral, similar a la que en 1938 se encontraron lasdemocracias occidentales cuando debieron afrontar el reclamo alemnde una parte de Checoslovaquia, reclamo hecho en nombre del principiomoral de la autodeterminacin.

    El argumento moral en favor de la equiparacin de los estndaresde vida en todo el mundo aparece como una aplicacin especial del ar-gumento general de apoyo de la ayuda humanitaria a las naciones eninfortunio. Estados Unidos ha aceptado esta obligacin en la teoria yen la prctica. Sin embargo, la situacin que proporciona una justifica-cin moral para la ayuda humanitaria difiere fundamentalmente de laque clama por la equiparacin de los estndares de vida en todo elmundo. La ayuda humanitaria se halla justificada por una sbita cats-trofe natural, cuyas consecuencias seran muy difciles de sobrellevarpor parte del pas afectado con sus solos recursos. Las diferencias aescala mundial en los estndares de vida son el resultado de un com-plejo de factores naturales, culturales, econmicos y polticos. La inter-vencin externa puede modificar tales diferencias en instancias espec-ficas, pero no se puede esperar que las elimine en todo el mundo. Esesta imposibilidad de lograr ese cambio -aunque medien las mejoresintenciones y la ms vasta aplicacin de recursos- que se supone mo-ralmente obligatorio lo que, precisamente, niega la obligacin moral. Elprincipio del derecho romano ultra vires nema obligatur (nadie est obli-gado a ir ms all de su capacidad) tambin se aplica a las supuestasobligaciones morales.

    La supuesta obligacin moral de las naciones industrializadas y ricas

    La ideologa en las polticas internacionales 125

    de elevar el estndar de vida de las naciones no industrializadas y po-bres a lo ancho del mundo se sustenta en la relacin que se presumeexiste entre las polticas y el alto estndar de vida de las primeras yel bajo estndar de vida de las ltimas. Sin embargo. la suposicin deuna relacin simple y causal de este tipo es un mito. Los colonialistas,imperialistas y capitalistas cumplen aqu el papel de demonios respon-sables de todos los males del subdesarrollo. En verdad esos males tienenmltiples causas, entre las cuales el colonialismo, el imperialismo o elcapitalismo son, a lo sumo, una de ellas.

    La erradicacin de las desigualdades en el aprovisionamiento de ali-mentos es, entonces, no slo -ni siquiera primariamente-e- una cuestinde tecnologa agrcola y generosidad colectiva, sino de inters polticoy voluntad. La perpetuacin de la pobreza, de la que la insuficiencia dealimento es una manifestacin impresionante, es, en muchas sociedades,no otro desafortunado accidente que debe ser remediado con reformastecnolgicas, sino el resultado de deliberadas opciones sociales, ccun-micas y polticas. Si se quiere librar al mundo del hambre, antes se debeliberar a esas sociedades de las estructuras que causan el hambre. Estosignifica reformas radicales si no revolucin. Si las lites polticas delTercer Mundo estn dispuestas a seguir su propia retrica es materiacon trover tibl.

    As, los trminos en que el llamado conflicto Norte-Sur es sostenidoentre las naciones ricas y las pobres del mundo en buena medida encu-bren y al mismo tiempo justifican el conflicto entre las naciones tradicio-nalmente poderosas y las nuevas naciones polticamente dbiles, cuyoprincipal y real objetivo consiste exactamente en una nueva distribu-cin del pode!'.

    Ideologas ambiguas

    La eficacia de la ideologa del antiimperialismo surge de su am bigcdad.El observador se siente confundido al no poder establecer con claridadsi est frente a una ideologa del imperialismo o ante una legtima ex-presin poltica del statu quo. Esa confusin se plantea siempre queuna ideologa no es formulada para responder a un tipo particular depoltica, por lo que puede ser usada tanto por los sostenedores del statuqua como por los adalides del imperialismo. Tradicionalmente, y pa rt icu-larrnentc en el transcurso de los siglos XVllI y XIX, el cqui librio de poderfue empleado como lIn arma ideolgica tanto por los sostenedores dl'lstatu qua como por los defensores del imperialismo." En nucs! r;t poca,las ideologas de la autodeterminacin y las de las Naciones Unidas handesempeado un rol anlogo. Desde comienzos de la gueITa Ira siemprehan ido unidas .1 una creciente amplitud en las ideologas de la paz,de apaciguamiento de las tensiones y de la detente.

    Segn lo entendiera Woodrow Wilsou, el principie de 1

  • 126 La poltica internacionat como lucha por el poder

    minacin nacional justific la liberacin de las naciones del este y cen-trceuropeas del dominio extranjero. Tericamente se opona no slo alsratu quo del imperio, sino tambin a cualquier clase de imperialismo,ya fuera de las viejas potencias imperiales -Alemania, Austri~. y Ru-sia- como la de las pequeas naciones liberadas. Sin embargo, la li-quidncin del viejo orden imperial da origen -an bajo el rtulo deautodeterminacin_ a nuevos imperialismos. Los de Polonia. Checos-lovaquia, Rumania y Yugoslavia son tan notorios cuanto inevitables, yaque el vaco de poder dejado por [a ruptura del antiguo orden imperiallll'ba ~CI' llenado y para ello estaban las naciones recientemente libe-radas. Tan pronto como se instalaron en el poder, se ampararon en elmismo principio de autodeterminacin para la defensa del nuevo statuquo. De este modo, el principio de autodeterminacin se convirti enel ar ma ideolgica ms poderosa durante el perodo que transcurreenll-e el fin dc la primera guerra mundial hasta fines de la segunda.

    Debe reconocerse que Hitler tuvo un arranque genial cuando acudia la propaganda para presentar el principio de autodeterminacin na-cional como encubrimiento y justificacin de su poltica de expansinterritorial. L2.s minoras alemanas en Checoslovaquia y Polonia, ampa-radas bajo el lema de la autodeterminacin nacional, desempearon en-tonces el mismo papel en el socavamiento de la existencia nacional deChecoslovaquia y Polonia al reivindicar las nacionalidades checa, eslo-vaca y polaca, en maniobra similar a la que antes, tambin amparadasbajo el mismo lema ideolgico, haban ejecutado para socavar al im-perio austro-hngaro. Al ver vuelta contra s el arma ideolgica y care-ciendo de otra ideologa que no fuera la del derecho y el orden, losfundadolTs del statu quo de Versalles se encontraron sin medios conlos que defender ese statu qua. As Austria y Checoslovaquia debieronrendirse, en tanto Polonia qued expuesta a un peligro mortal. Luegodel Acuerdo de Munich, que satisfizo las demandas alemanas en rela-cin a Checoslovaquia. haciendo suya la ideologa alemana, el London.Times manifest: "La autodeterminacin, principio profesado en. el Tra-lado de Vcrsalles, ha sido invocada por Herr Hitler contra su texto es-crito y esta apelacin le ha sido permitida".lz Rara vez la historia mo-derna ha brindado un ejemplo ms revelador acerca de la importanciaque tienen las ideologas en la poltica internacional y del efecto des-concertante de una ideologa ambigua usada correctamente.

    La ideologa de la autodeterminacin nacional tambin desempeaun papel crucial en el conflicto entre Israel y los Estados rabes..Parahacer just icia a los reclamos rabes de autodeterminacin nacional, s-tos deben ser colocados dentro del contexto en el que han surgido ydenlro del que se supone operan. Los reclamos rabes en favor de laautodeterminacin palestina deben ser vistos en el contexto de lo cons-tante oposicin de muchos rabes a la existencia no slo del Estado deIsrael silla a la instalacin de asentamientos judos en el territorio dePalcsttnc. En otras palabras, el reconocimiento de Israel como Estadoes incompatible con el reclamo de autodeterminacin nacional de los

    " Lc,nr/on Times. 28 de setiembre de 1938.

    La ideologa en las politicas internacionales 127

    rabes palestinos. Porque su reclamo se basa no slo en la margen oc-cidental del Jordn, sino -como se verifica en innumerables pronun-ciamientos de la Organizacin para la Liberacin de Palestina (O.LF'.)-en todo el territorio sobre el que se ha levantado el Estado de Israel.As, el principio de autodeterminacin nacional en favor de los rabespalestinos se revela como un encubrimiento ideolgico para las inva-riables aspiraciones rabes de destruir el Estado de Israel y establecerun Estado rabe en su lugar. Cuando Francisco 1 de Francia fue con-sultado por qu siempre estaba en guerra contra Carlos V de Hamburgo,respondi: "Porque los dos queremos lo mismo: Italia". ReemplazandoItalia por Palestina, la misma respuesta podra ser dada por los lderesde Israel y de la O.LP.

    Naciones Unidas tena como objetivo convertirse en instrumentode China, Francia, Inglaterra, Unin Sovitica y Estados Unidos, as comode sus aliados, a los efectos de consolidar el statu quo que impusierala victoria de esas naciones al cabo de la segunda guerra mundial. Noobstante, en los aos subsiguientes la realidad demostr que ese statuquo era provisorio y fue objeto de interpretaciones y exigencias dis-miles por parte de las distintas naciones. En consecuencia, la ideologiade Naciones Unidas ha sido empleada por esas naciones en el sentidode justificar sus interpretaciones particulares y encubrir sus interesesreales. Todas las naciones se presentan como adalides de Naciones Uni-das e invocan su Carta como sustento de las polticas que llevan ade-lante. Como estas polticas son contradictorias, la invocacin a NacionesUnidas y a su Carta se convierte en un encubrimiento ideolgico parajustificar sus polticas con principios de aceptacin generalizada y, si-multneamente, ocultar el verdadero propsito de esas polticas. Laambigedad determina que esa poltca se convierta en un arme paraconfundir a los enemigos y fortalecer a los amigos.

    Desde el momento en que termin la segunda guerra mundial, lasideologas de la paz, de la distensin y de la dtente, vinieron a desem-pear una siempre creciente funcin de esta clase. Debido al temor ge-neralizado que suscita una eventual tercera guerra mundial, que seralibrada con armas modernas que implican la destruccin masiva, ningngobierno est en condiciones de esperar apoyo de su pueblo o de otrospara su poltica exterior si previamente no logra convencerlos de susintenciones pacficas. De este modo los "congresos de la paz". "las ofen-sivas de la paz" y "las cruzadas de la paz" se han convertidu en instru-mentas caractersticos de la propaganda durante la guerra fra. Estasdeclaraciones de intenciones pacficas tan parecidas carecen de sentidoen relacin a las polticas exteriores reales, puesto que es un hechoincontrovertible que dada la incalculable destructividad de una guerramoderna, todas las naciones estn obligadas al logro de sus objetivospor vas pacficas antes que por la guerra. Por la misma razn, estasdeclaraciones vienen a cumplir dos papeles polticos importantes. En-cubren las reales polticas tras un teln de profesiones de pacifismo.Pero tambin procuran ganar el apoyo de los hombres de buena vo-luntad en todo el mundo para estas polticas. sean cuales lueren, yaque se las expone como nicamente dirigidas a la preservacin de la

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  • 128 La poltica internacional como lucha por el poder

    paz, meta que no puede dejar de ser compartida fervorosamente por loshombres de buena voluntad del mundo entero.

    Similares consideraciones se aplican al poco menos que universalllamado al desarme, especialmente en su forma "general y completa".El fin de la carrera armamentista es ampliamente considerado comodeseable en los campos humanitario, poltico y econmico. Pero apartir de la experiencia de las dos ltimas dcadas resulta obvio quelas condiciones polticas del mundo hacen imposible el desarme.'! Cuan-do, en vista de este completo fracaso de todos los intentos de desarme,los gobiernos declaran como poltica propia la del desarme "general ycornplcto", en realidad estn haciendo una apelacin ideolgica a lasnaciones del mundo que anhelan la paz y desean desahogarse de lacarga que significa la carrera armamentista. Esta apelacin sirve alpropsito de hacer que las polticas exteriores realmente perseguidassean ms aceptables para las otras naciones de lo que seran desde otropunto de presentacin.

    EL PROBLEMA DEL RECONOCIMIENTO

    Una de las tareas ms difciles e importantes que se le plantea al es-tudiante de poltica internacional consiste en discernir a travs de estosencubrimientos ideolgicos para comprender las fuerzas reales y losfenmenos polticos que actan tras ellos. La importancia de este dis-cernimiento surge del hecho de que si no se lo logra se torna imposibledeterminar correctamente la naturaleza de la poltica exterior con laque hay que manejarse. El establecimiento de las inclinaciones imperia-listas depende de una ntida diferenciacin entre el pretexto ideolgico,que por lo general niega enfticamente cualquier tendencia imperialista,y los objetivos reales de las polticas que se aplican. Llegar a unacorrecta diferenciacin es difcil por la complejidad natural que implicadevelar el verdadero significado de cualquier accin humana, ms alldel que el actor cree o simula significar. El problema se ve agravadopor otras dos dificultades que son caractersticas generales de la polticainternacional. Una consiste en diferenciar un alarde o un bluff tpicosde las polticas de prestigio, del encubrimiento ideolgico del imperia-lismo real. La otra estriba en descubrir, detrs de una ideologa de statuqua o de imperialismo localizado, el verdadero significado de la polticaque un" nacin realmente persigue.

    Nos hemos referido ya a la poltica exterior de Guillermo H, la quea travs de su lenguaje y de otras manifestaciones daba la impresinde ser claramente imperialista, cuando en realidad no era ms que unaextraa mezcla de designios imperialistas y fanfarronadas neurticas.Recprocamente, la naturaleza verdaderamente imperialista de las pol-ticas exteriores de Hitler y Mussolini slo fue advertida en forma gene-ralizada a fines de la dcada del treinta, cuando hasta entonces eran

    1\ Para una discusin ms amplia sobre las razones del fracaso del desarme,vase el capitulo 23.

    La ideologa ert las politicas internacionales 129

    explicadas en el exterior como simple bluff y alarde para consumo in-terno. Resulta muy arduo determinar la real naturaleza de una polticaexterior tras su encubrimiento ideolgico, deliberado o casual, cuandose recurre a las ideologas del statu qua. Los aos posteriores a la se-gunda guerra mundial ofrecen ejemplos notorios de esa dificultad apoco se repasen las polticas exteriores de Estados Unidos y de la UninSovitica.

    Las dos naciones expresaron los objetivos de sus respectivas pol-ticas exteriores en trminos casi idn ticos de ideologas del statu quo.Tanto una como otra nacin han declarado que no tienen apetenciasterritoriales que traspongan las lneas de demarcacin militar que fueranestablecidas por los Acuerdos de Tehern, Yalta y Postdam, y firmadaspor los respectivos comandantes militares a fines de la segunda guerramundial; que aspiran a que se instauren gobiernos democrticos entodas partes; que todas sus polticas cstn animadas slo por razonesde seguridad y de defensa nacional; y que es el imperialismo rival -co-munista o capitalista- el que los arrastra a defenderse pese a la propiavoluntad.

    Obviamente muchos norteamericanos y muchos rusos estn conven-cidos de que estas manifestaciones son la transparente expresin de lareal naturaleza de la poltica exterior de su pas. Pero la lgica indicaque los dos no pueden esta' en lo justo; uno u otro deben estar equivo-cados. Puede ocurrir que la Unin Sovitica interprete mal la polticaexterior de Estados Unidos o viceversa, o que los dos se interpretenmal mutuamente. La solucin de este acertijo, del que tal vez dependael destino del planeta, no debe buscarse solamente en la naturaleza delas ideologas, sino en la totalidad de factores que determinan la polticaexterior de una nacin. Algo ms sobre este punto diremos ms adc-lante."

    14 Vase la dcima parte.

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