movimientos sociales en la colonia

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Movimientos Sociales en la Colonia

Captulo II.- Antecedentes organizacionales del Cooperativismo durante la poca de la Colonia. Lo que llamamos poca colonial o virreinato es un largo perodo de la historia nacional que se extiende de 1521 a 1821 y se subdivide a su vez en dos fases, que coinciden con el reinado de las casas reales de los Habsburgo (siglos XVI y XVII) y de los Borbones (siglo XVIII y principios del XIX). En trminos generales, puede decirse que durante el primero de estos reinados, las colonias de ultramar se manejaron con autonoma limitada en el marco de un rgimen de unidad imperial y se dispens un trato relativamente ms benigno hacia los indgenas, pues se procur respetar las disposiciones provenientes de la metrpoli espaola, mientras que bajo el dominio del llamado Despotismo Ilustrado, la Espaa Borbnica que haba heredado de la tradicin francesa la concepcin del estado nacional unitario, centralizado y absolutista, pretendi establecer una relacin propiamente colonial y totalmente vertical con el nuevo mundo, motivo por el cual la mayora de los dictados de los monarcas y virreyes, respecto a los pueblos de indios, tuvieron como propsito el abuso constante de los indgenas, el despojo de sus bienes y la expropiacin de sus territorios.

En este contexto, lo que podramos considerar como formas primitivas de cooperacin o ensayos precooperativos, que surgieron y se desarrollaron a lo largo de la poca virreinal o de la colonia, se expresaron en tres niveles principales, a saber: a) las formas de organizacin comunitaria de los pueblos originales de Mxico, con su expresin principal en la llamada Repblica de Indios, as como el manejo de las cajas de comunidad concedida a sta y el establecimiento de las mayordomas; b) la formacin de comunidades ideales, misiones para indios, hospitales-pueblo y otros experimentos sociales, bajo la inspiracin de las rdenes regulares y misioneras de la iglesia catlica, y c) diversas formas de organizacin para la comercializacin, el ahorro y la produccin, promovidas por la propia estructura econmica y social colonial, tales como: los psitos, las alhndigas y los gremios de artesanos con sus cofradas, hermandades y corporaciones teniendo todas ellas en comn: una idea activa de cooperacin inducida, tutelar y sincrtica.

Todas estas formas de organizacin solidaria llegaron con toda su influencia hasta los das de la Independencia, a pesar de que con alguna frecuencia se haba decretado oficialmente su desaparicin, pues se estimaba que lo ms avanzado, en materia de organizacin social para la produccin, el consumo y el ahorro, era lo proveniente del viejo continente, en tanto que las formas de organizacin tradicionales se consideraban como resabios del pasado, que no correspondan con la nueva realidad econmica y social del pas. No obstante, lo que en la prctica se impuso, fue una especie de hibrido organizacional entre las formas tradicionales de organizacin indgena y las nuevas formas de organizacin importadas de Espaa. El anlisis de los rasgos caractersticos de las formas de organizacin solidaria que se generaron durante el Mxico colonial constituye el objetivo central de este captulo; sin embargo, su adecuado tratamiento y contextualizacin histrica ha requerido dedicar algunos apartados a analizar, por una parte, el choque cultural en materia de cultura organizacional y econmica que se produjo como resultado de la conquista espaola, as como las bases generales en que se fund el nuevo sistema econmico, poltico y social instalado en Mxico a lo largo de los tres siglos que abarc la llamada poca colonial o del virreinato y, por la otra, a describir la labor de promocin social realizada por diversas rdenes religiosas encargadas de la difusin del evangelio durante este mismo perodo de nuestra historia y que estuvo en pugna constante con el proyecto puramente expropiador o saqueador de los primeros conquistadores. I.- La conquista y colonizacin Espaola de Mxico: choque de dos civilizaciones en materia de organizacin social para la reproduccin de la vida.El choque o encuentro de dos civilizaciones con niveles culturales distintos, con expectativas diferentes y con posiciones de poder diametralmente opuestas, que se produjo a raz de la conquista y posterior colonizacin espaola del actual territorio de Mxico, al reconfigurar la nocin que hasta entonces se tena del mundo, provoc grandes dudas, incertidumbres y perplejidades en ambos bandos, las cuales fueron despejndose a lo largo de tres siglos con un saldo favorable hacia los conquistadores, si bien tambin tuvo lugar un cierto proceso de amalgama, sincretismo o de asimilacin de algunos elementos de la cultura local, como se explicar en seguida, una vez que expongamos, por separado, los rasgos distintivos de la cultura econmica del Mxico prehispnico y la cultura econmica imperante, al momento de la conquista, en la urbe espaola.

El Mxico prehispnicoEn trminos generales puede decirse que el Imperio Azteca, configur un estado de carcter centralista, teocrtico y militar, que simultneamente asumi importantes responsabilidades en los mbitos econmico y social. Dispona de un sistema jurdico que normaba la conducta de los individuos y de los gobernantes; pero, sin duda, lo ms sobresaliente es que, desde su base, se sustent en un sistema comunitario, en el cual la tierra no tena dueo y el trabajo colectivo era una prctica comn.De acuerdo con Alfonso Caso (1976) y Mendieta y Nez (1985), la estructura agraria en el imperio azteca comprenda, tres grandes grupos de tierras: las del Rey y los nobles, denominadas Tlatocalalli y Pillali, respectivamente; las del ejrcito y los dioses, conocidas como Mitlchimali, las primeras y Teopantlalli, las segundas y, finalmente las tierras del comn del pueblo, llamadas Altepetlalli; las tierras del pueblo, a su vez, se dividan en parcialidades o Campan; las parcialidades en Calpullis o barrios, y los barrios en calles o Tlaxilacallis. Para distinguir cada uno de estos tipos de tierras exista una especie de mapas pintados a colores. Generalmente las mejores y ms abundantes tierras estaban en poder de los nobles y guerreros y eran cultivadas por esclavos o productores pobres de los barrios.El Altepetlalli era de propiedad colectiva y era cultivada por los habitantes de los diferentes Calpullis. Los frutos obtenidos se destinaban al sostenimiento de la nobleza, de los sacerdotes y los militares, as como a cubrir determinados gastos de los barrios y al pago de tributos. Cada barrio era propietario de una extensin de tierra o Calpulli, alrededor del cual se vivenci buena parte de la vida comunitaria entre los mecehualtin o habitantes de los barrios o comunidades, emparentados por linaje, oficio comn o culto a determinadas divinidades, quienes no podan abandonar el barrio en el cual se ubicaba su vivienda, llegando el Calpulli, merced a las funciones productivas, sociales y de ejercicio del poder poltico, que a continuacin se van a describir, a adquirir el carcter de una institucin medular para el sostenimiento y reproduccin del poder Imperial.

Como forma desagregada de gobierno local, el Calpulli, disfrutando de una autonoma relativa, se rega por un consejo de ancianos, comandado por la persona de mayor edad en la comunidad, denominado Capolec o pariente mayor, el cual era designado en una especie de asamblea general y entre cuyas funciones se incluan: el registro o censo de la poblacin; el reparto de las tierras laborables, entre los miembros de la comunidad en edad productiva; la determinacin y distribucin del trabajo en comn, ya fuese en beneficio del propio Calpulli o para el pago del tributo correspondiente al gobierno central; el nombramiento de los encargados o responsables de la direccin de las diversas labores productivas, as como de los vigilantes que cuidaban que todo se realizase conforme a lo programado; distribucin de los productos del trabajo en comn, en proporcin a las necesidades de cada familia, y establecimiento del tipo de ayuda que deba darse a las personas en desgracia y a quienes iniciaban una nueva familia.

Las tierras del Calpulli eran entregadas en lotes o parcelas a los miembros de la comunidad para que las trabajasen por su propia cuenta, carecan de cercas, no podan enajenarlas de ningn modo y deban reintegrarlas a ste si sus poseedores se mudaban de barrio o cuando las dejasen de sembrar sin justificacin alguna durante ms de dos aos. Se trataba de un derecho de uso de la tierra, en la mayor parte de los casos vitalicio, concedido por la comunidad al particular. En ltima instancia, el propietario de la tierra era el Calpulli, si bien el trabajador la posea en usufructo indefinido, pues si haca buen uso de la misma poda considerarla como un patrimonio familiar y hereditario, aunque condicionado al bien comn. De esta suerte, prcticamente no haba tierras vacantes u ociosas y se ejerca un control riguroso sobre todas ellas, lo mismo que sobre los bosques y aguas adjudicados al Calpulli.

Eventualmente el Consejo de Ancianos poda dar tierras en alquiler, pero la renta que generaban deba ir directamente a incrementar los ingresos del fondo comunitario. Entre las actividades ms frecuentemente efectuadas en comn, tanto al interior de cada barrio como entre todos stos, estaban: la construccin de templos y centros ceremoniales; de escuelas; de sistemas de riego que incluan: acequias, canales, cercos, estanques y jageyes; de almacenes de granos y semillas; de caminos locales y vas de comunicacin entre pueblos; de obras de defensa y embellecimiento de sus barrios y, de combate de plagas.Todos los integrantes de la comunidad deban trabajar, excepto los menores de edad y los inhabilitados fsica y mentalmente. Prcticamente no haba gente ociosa, pues aquellos que no trabajaban eran expulsados de la comunidad. Todos los nios reciban educacin obligatoria, gratuita e integral.Al consejo de ancianos se le entregaba el producto de las siembras, el cual se almacenaba en graneros. La distribucin del producto social generado, como lo ha sugerido Cano Juregui (1986), se haca del siguiente modo: cinco por ciento, para pagar el tributo al gobierno central; diez por ciento, se reservaba en previsin de desastres naturales o calamidades, como sequas, heladas, inundaciones u otras eventualidades, como la guerra, hambrunas o epidemias. El resto se destinaba al sostenimiento del jefe del Calpulli y a satisfacer las necesidades de los trabajadores y su familia, as como para sostener a los menores de edad y a los no aptos para el trabajo.Como se puede deducir, fiscalmente los individuos no estaban obligados a tributar directamente sino por conducto del grupo o unidad recolectora. El tributo que pagaban los miembros del Calpulli al gobierno central, ya fuese en especie o trabajo en obras y servicios pblicos, era una expresin de reciprocidad entre comunidad y gobierno que puede ser equiparado al actual pago de impuestos o contribuciones que realiza todo ciudadano, pero asumido en aquel tiempo como un deber colectivo y no personal, con lo que se contribua a financiar el gasto pblico que deba revertirse en forma de servicios o beneficios colectivos para la comunidad: proteccin, justicia, bienestar, celebraciones religiosas, etctera.En el mbito religioso y cultural, cada barrio tena su pequeo dios representado generalmente por un animal cuyo nombre llevaban los habitantes del barrio mismo y aun ste; se unan peridicamente para celebrar su fiesta religiosa y en general, las familias unan sus esfuerzos para el embellecimiento, defensa, etc., del barrio que les corresponda". (Rojas Coria, 1982: 49). Algunas veces, estos barrios o Calpullis se diferenciaban por la actividad artesanal predominante en ellos, a cada una de las cuales les corresponda una deidad especfica que se converta as en patrona del Calpulli en cuestin.Con esta peculiar forma de organizacin socio econmica, la sociedad nhuatl, fue capaz de construir un rgimen comunal orientado a satisfacer las necesidades de los miembros de la comunidad y sus familias en todos los rdenes de la vida; que no despertaba la inclinacin hacia la acumulacin particular de riqueza, puesto que sus habitantes no tenan necesidades insatisfechas, ya que su reproduccin material estaba garantizada por el sistema de trabajo y administracin colectiva de la riqueza social.

La distribucin de los productos a mercados internos y a otras naciones vecinas se realizaba en condiciones previamente pactadas y se estimulaba por parte del poder pblico el desarrollo de la educacin, las ciencias y las artes.

Teniendo presente lo hasta aqu expuesto, conviene llamar la atencin en que el principio en que se funda el sistema de organizacin econmica y social de los aztecas es resultado de una prctica histrica que llev a los pobladores originales de Mxico a confiar su destino al mbito comunitario. Por ende, la intensidad de las relaciones intercomunitarias basadas en la reciprocidad y el establecimiento de una relacin de equilibrio y armona entre la comunidad y su medio ambiente, constituan los factores de los que dependa el bienestar material y espiritual de estos pueblos.Producto de esta cosmovisin, para los pueblos originales de Mxico, la cooperacin y la ayuda mutua presentaban un sentido natural, espontneo y desinteresado, por lo que siendo parte de una misma comunidad o pueblo, era natural que las personas cooperasen entre s en pos del beneficio individual y colectivo.Rasgos generales de la cultura econmica espaola en el Siglo XVI

A diferencia de lo que aconteca en los pueblos precolombinos, en Espaa, mucho antes de la conquista, ya se haba roto la solidaridad econmica de la comunidad erigindose, el hombre individual, como centro y base fundamentales de la nueva organizacin. Hacia finales del siglo XVI en esta civilizacin ya estaba totalmente enraizado el concepto egosta y brutal de la propiedad individual.

Como producto de la prctica de este principio, la sociedad occidental, se dividi en ricos y pobres; nobles y vasallos; vencedores y derrotados; se hizo consentir la riqueza y la felicidad en los que posean ms tierras, esclavos, mujeres y animales de labranza, y se erigi la violencia como recurso legitimo en aras de la acumulacin de capital. Por lo anterior, era totalmente lgico y natural que el hombre occidental corriera y se aventurar a todos los peligros tras la fortuna, usando la violencia como medio para adquirirla.

La invasin y cada de Roma bajo el dominio de las tribus brbaras, ocurrida en el siglo V; la posterior organizacin y puesta en marcha de las guerras de reconquista a partir del siglo XI y su culminacin en 1492 con la toma de Granada, va a convertir a la Iglesia catlica y a sus monasterios, durante toda la Edad Media, en depositaria de la tradicin y la cultura romanas, posicin que le otorga legitimidad y capacidad de influencia en la definicin de las normas con que habran de modelarse las nuevas instituciones estatales, familiares y econmicas de la nueva Europa.

De esta manera, como afirma Castro Pozo (1969: 100), todo este largo perodo de guerras va a forjar un slido espritu caballeresco y aventurero, bravo y montaraz, hecho para las grandes empresas destructoras, sediento de riqueza y de seoro pero incapaz de cultivar una huerta.

En efecto, despus de la Reconquista, la organizacin econmico-social de Espaa se finc sobre las slidas bases de la propiedad territorial feudalizada, en poder de una clase noble y todopoderosa, capitaneada por el Rey; la que dispona de grandes extensiones de tierras, que eran labradas por sus siervos y por cultivadores libres que se las arrendaban.Las comunidades, seala Castro Pozo (1969: 100-101), con los mismos caracteres del feudo, posean tambin otra cantidad de tierras. Sus habitantes tenan prerrogativas y derechos especiales que los reyes les haban concedido por medio de cartas o fueros de privilegio, en pago de los servicios prestados en la guerra de independencia Cerraban el ciclo de propietarios del suelo, el clero feudalizado, las iglesias, conventos, y, en general, abadas, que no cultivan aqul directamente, sino por intermedio de sus siervos o colonos, de quienes perciban diezmos que, muchas veces, cedieron a las comunidades para la defensa.

Simultneamente a lo anterior, el desarrollo de las universidades y la afluencia del campesinado hacia las ciudades, gener una nueva etapa de expansin y perfeccionamiento de las pequeas industrias fabriles y manuales de la economa urbana. El acelerado crecimiento de las ciudades modific las bases de la economa familiar y dio origen a las corporaciones y talleres de produccin urbana que se desarrollaron desde mediados de la Edad Media y que estaban fundados en la actividad econmica de los gremios de artesanos, los cuales gradualmente fueron abandonando su carcter mutual y colectivo para dar paso al aprovechamiento individual del dueo del taller y la explotacin de la fuerza de trabajo a su servicio. A su vez, los comerciantes y banqueros adquirieron mayor autonoma y fuerza econmica, todo lo cual desencaden el surgimiento de la era del capitalismo mercantil.Junto a lo anterior, va a tener lugar el movimiento renovador conocido como Renacimiento, el cual fortaleci la autonoma y soberana del espritu y propici un gran desarrollo cientfico, cultural y de las artes. Se trataba, adems, de un movimiento social e intelectual que coincida en el tiempo con la era de los descubrimientos y las conquistas ultramarinas; que constituyen la base de la expansin y proyeccin mundial de la cultura europea hacia nuevas y desconocidas latitudes, resquebrajando el monoltico sistema medieval y poniendo en jaque su concepcin geocntrica del mundo.Otro hecho de gran relevancia que se produce poco despus del descubrimiento de Amrica y como efecto o extensin del Renacimiento, es el surgimiento del movimiento utpico en Italia, Francia e Inglaterra con influencias importantes en la pennsula ibrica, un movimiento o corriente del pensamiento social que va a ver en el descubrimiento y posterior colonizacin de Amrica una inesperada y nada despreciable oportunidad de poner en prctica sus ideas sobre la posibilidad real de construir una sociedad ms humana y solidaria.

De esta manera, en la hora de la conquista, Espaa se presentaba organizada sobre principios econmicos, sociales, polticos y culturales diametralmente opuestos a los existentes en el valle de Anahuac. Mientras que en ste la propiedad territorial permaneci colectivizada y la reproduccin de la vida dependa de la comunidad como cuerpo social, en el agro espaol evolucion hasta la apropiacin individual y la emergencia del latifundismo, y en los centros urbanos de la metrpoli, la produccin mercantilizada origin el capitalismo burgus y el pauperismo y proletarizacin de los artesanos que la servan.En la realidad del mundo prehispnico prevaleca el rgimen seorial desptico tributario en el imperio azteca y el despotismo teocrtico en los grupos nmadas y seminmadas menos desarrollados, realidades que tenan muy poco que ver con el capitalismo ya instalado en Europa; sin embargo, llegado a este punto del anlisis conviene preguntar: cmo se explica el hecho de que el Imperio azteca a pesar del grado de civilizacin alcanzado no halla podido evolucionar hasta una fase tpicamente capitalista? En opinin de diversos autores (Castro Pozo, 1969; Alfonso Caso, 1976), lo anterior se explica por algunas de las razones que a continuacin se exponen. Factores determinantes del distinto grado de desarrollo alcanzado por las civilizaciones azteca y espaola.

Castro Pozo (105-106) afirma que si bien el colectivismo agrario es una etapa de la cultura arcaica, desde la cual ha ascendido hacia el individualismo casi toda la humanidad civilizada en las civilizaciones americanas precolombinas, a pesar del grado de progreso intelectual, moral e intelectivo que alcanzaron los queshuaimara-mochicas y los mayaquiches-aztecas, aquella evolucin no se produjo en los primeros y, muy lentamente, se iniciaba en los ltimos, cuando la conquista espaola puso fin al autoctonismo de su desenvolvimiento.

En el imperio azteca no pudo desarrollarse la propiedad privada de los medios de produccin, incluyendo la tierra, y el individualismo que le es inherente, debido a la ausencia de un conjunto de factores detonadores del desarrollo capitalista que, de no encontrarse presentes en un momento histrico determinado, no pueden dar paso al florecimiento de este modo de produccin. Entre dichos factores, ausentes en la civilizacin azteca, podemos indicar los siguientes:

1.- Ausencia de animales de labranza y de carga como caballos, bueyes, burros o mulas, lo cual condicion un uso limitado de la rueda.

2.- Practica de la esclavitud en gran escala. En el caso del Imperio Azteca, ciertamente la esclavitud se practicaba en gran escala; pero, la esclavitud, por si sola, no fue factor suficiente para engendrar la propiedad territorial individual, por que el esclavo o tlacotli siendo un instrumento de produccin cuyo sostenimiento resultaba caro no poda ser patrimonio de los pobres, sino solamente del imperio en su conjunto y de la nobleza, en lo particular, que los utilizaba como una especie de servidumbre a su servicio o los reservaba para el sacrificio a los dioses.

La mayora de los esclavos procedan de las guerras de conquista; pero, exista tambin otro grupo de personas, pertenecientes a la propia sociedad azteca, que podan reducirse a tal condicin, como resultado de la comisin de algn delito grave (robo, asesinato, deuda, etc.) y que eran vendidos como esclavos en los mercados pblicos. Estos tlacolis, por el simple hecho de serlo, no perdan los bienes que posean, ni comprometan a sus descendientes, en realidad, lo que comprometan era su fuerza de trabajo, la cual era adquirida para ponerse al servicio de nobles o mercaderes. Para estos esclavos, a diferencia de los capturados en las guerras, exista siempre la posibilidad de que, una vez reparado el dao o por mritos, pudiesen recuperar su condicin de hombres libres.La esclavitud de los prisioneros de guerra, as como la tributacin, en especie o fuerza de trabajo, a la que sujetaban a los pueblos vencidos, ya haban bosquejado el proceso de la propiedad individual territorial entre los aztecas; pero, al mismo tiempo, la permanencia del Calpulli, con su rgimen de reparto parcelario de la tierra y el derecho de usufructo indefinido de la misma, que obligaba al productor a su cultivo permanente o, en caso contrario, a su expropiacin para ser reintegrada al patrimonio comn del Calpulli, acto como factor contrarrestante de la tendencia a la privatizacin de la tierra.

3.- La prctica de una agricultura intensiva por medio de terrazas, camellones de cultivo, canales de riego o de desecacin, chinampas y pozos, se bas en el uso de instrumentos manuales de trabajo como el hacha, el bastn plantador y la azada; pero no de arados de hierro, lo cual condicion la permanencia de una agricultura colectiva en base a unidades territoriales pequeas.

4.- La tierra se distribua en razn de las necesidades de cada productor y, como comunidad, en funcin de su capacidad productiva, as al no fraccionarse la propiedad territorial, no engendr la propiedad individual sobre ella, antes bien propici el establecimiento de criterios colectivos en la prctica de otras actividades econmicas como la caza, la pesca y la recoleccin. 5.- Escaso desarrollo de la divisin social del trabajo y de la diferenciacin y autonoma de cada actividad econmica, practicndose bsicamente cinco profesiones: cultivo de la tierra (incluidas agricultura, caza, pesca y recoleccin de frutas y plantas silvestres), manufactura de artesanas, comercio, culto religioso y actividad militar. A nivel microeconmico, la organizacin econmica del Calpulli o comunidad agraria, consista de un territorio de tierras colectivas en las que podan producirse todos los bienes bsicos necesarios para la alimentacin de la poblacin, lo cual dej un estrecho margen al desenvolvimiento de las industrias manuales.

6.- Desarrollo marginal del intercambio de productos y del concepto de valor de cambio. A nivel macroeconmico la sociedad azteca era autosuficiente en lo econmico, sus necesidades se limitaban a la reproduccin del ncleo familiar y a la defensa contra invasiones externas.

En buena medida, se trataba de una sociedad econmicamente igualitaria donde cada familia posea en promedio los mismos bienes o recursos que las otras y que, por lo mismo, no desarroll un sistema monetario para el intercambio de productos.La permuta en forma de trueque se estableci si, pero principalmente entre Calpullis o comunidades que habitaban la misma regin, incluso hubo varios objetos, semillas y animales que se utilizaron como signos de valor. Existieron igualmente lugares pblicos, mercados y plazas, para el intercambio de productos, principalmente alimentos e individuos especializados en el desempe de esta actividad, llamados pochtecas. Estos pochtecas gozaban de privilegios especiales como tener sus propios dioses, contar con barrios exclusivos para vivir y disfrutar de prerrogativas en el pago de impuestos. Adems, se regan por sus propias leyes y acuerdos comerciales por los que se estableca que cada mercanca deba venderse en un lugar y a un precio determinado, que su calidad estuviese sujeta a revisin, que nadie pudiese realizar operaciones de compra y venta fuera del mercado y que para dirimir sus diferencias se sujetasen a un tribunal especfico. Tenan unidades de medida de longitud (tierra), de volumen, y de peso. Pero no se desarroll un sistema monetario a base de metales preciosos, pues, en parte, no haba propietarios individuales interesados en atesorar. Por consiguiente, a pesar de haberse generado el artculo mercanca, o ms propiamente, cambiable, ste slo se us para facilitar las pequeas transacciones de la permuta, sin nimo de lucrar en sta ni acapararle con fines ulteriores.El comercio con el exterior, principalmente con el altiplano y la tierra caliente, era controlado por la elite gobernante; se haca a precios y en condiciones previamente pactadas, procurando el beneficio mutuo de las distintas partes involucradas en los actos de comercio y evitando todo gnero de competencia o deslealtad. Se intercambiaban productos de gran demanda como el jade, la concha, plumas de vistosos colores, cermica, orfebrera y algodn. Los comerciantes caminaban en grupos y por rutas conocidas, contaban con albergues, puentes y canoas; adicionalmente al desempeo de la actividad comercial, los pochtecas transmitan informacin, conocimientos y nuevas tcnicas productivas y actuaban, incluso, como espas de guerra.En suma, el imperio azteca soport su fortaleza econmica en el desarrollo de la agricultura y de las guerras de conquista, pero el azar de la guerra y la dependencia de la agricultura respecto de factores climatolgicos, demand desde un principio el trabajo colectivo para evitar el hambre y la muerte de algunos o de todos los miembros del barrio o la comunidad. Con el paso del tiempo, el trabajo colectivo se consolid como una institucin econmica y social que fortaleca la propiedad colectiva territorial en los Calpullis y exclua la propiedad privada. No aparece como invencin de los hombres sino por la necesidad ante la agresin del medio en que stos desenvuelven sus actividades. En este contexto, los instrumentos de produccin, entre los que se encuentra la tierra, no son susceptibles de apropiacin individual y por consiguiente, en dicha condiciones era imposible el surgimiento del rgimen de produccin capitalista.

Pero volviendo a las implicaciones del choque civilizatorio implcito en la conquista de Mxico, vale la pena agregar algunos elementos o ideas-fuerza que conformaban la cosmovisin de la poblacin primigenia del valle de Anahuac, a fin de tener un panorama ms exacto del significado y consecuencias del encuentro entre dos mundos.

Probablemente uno de los rasgos ms sobresalientes de la cultura de los habitantes de los pueblos prehispnicos haya sido su preocupacin por mantener, cuidar y reproducir, un perfecto equilibrio y armona con el padre cosmos-sol, con la madre naturaleza-tierra, consigo mismo y con el resto de los hombres. Bajo esta cosmovisin, la vida del hombre slo tena sentido si era capaz de contribuir a establecer un verdadero sistema de conocimiento y colaboracin entre los hombres y de stos con la naturaleza y el firmamento.Ciertamente el que el hombre sea considerado como parte de la naturaleza, es una tesis que ya haba sido reconocida por la filosofa occidental de aquella poca. El problema fue que, en el caso espaol, a diferencia de la cultura indgena de las Amricas, no se fue consecuente con dicha filosofa, por que el inters por la acumulacin privada de capital fue ms fuerte que el deseo de coexistir con la naturaleza y aceptar vivir de los frutos de la tierra y no del despojo y la explotacin del trabajo ajeno.

En la cosmovisin indgena, dos temas son fundamentales y se hayan ntimamente ligados entre s: la tierra y el trabajo comunitario.

Respecto a la tierra, es importante considerar que para la cultura indgena mesoamericana, todo est vivo en el universo, gracias a la interrelacin, interdependencia y complemento vital entre todos los seres vivos; por consiguiente, el hombre no es el dueo, sino el administrador de la tierra y la administracin de lo que es todos y representa la fuente original de la vida, tiene que seguir los parmetros del equilibrio natural y no los caprichos del antinatural egosmo humano por el que se podra reducir a la tierra a una propiedad inerte o simple objeto de cambio. Partiendo del principio de que el dueo de la tierra es Dios y que la concede en prstamo al hombre para que haga su voluntad cultivndola. Antes de iniciar cualquier labor agrcola, se debe pedir permiso a la tierra con ritos propios, para sembrarla, vivir en ella y conservarla, obligndose a restablecer el equilibrio cuando ste se haya roto, a fin de garantizar la continuidad de la vida. Cada pueblo posee un territorio que es el lugar en el que Dios los puso para que desde ah conozcan el universo.Todo esto explica que los indgenas amen y defiendan la tierra hasta con su propia vida, pues el despojo o compra-venta de sta, destruye el plan de Dios, y no puede entenderse ms que como un absurdo o un contra sentido en la lgica comunitaria indgena. Por consiguiente, arrebatarles la tierra es matar el corazn del pueblo indgena, es quitarles la libertad y romper la unidad y hermandad de los pueblos indios. El indgena se relaciona con la tierra mediante el trabajo, colabora con ella y toma de sus entraas nicamente lo que necesita para vivir con decoro y dignidad. Al producir y distribuir los bienes de la naturaleza, hace economa, con ello, en realidad, est administrando la casa de la humanidad que es la naturaleza que les rodea y les provee el sustento. Pero, la naturaleza no tiene dueo, es la casa comn de todos. Ahora bien, en lo que se refiere a la importancia de la comunidad, sta queda revelada si tenemos en cuenta que el ser indgena no se concibe a s mismo en forma aislada e individual, sino siempre en comunidad con los otros, este sentido comunalista indgena puede entenderse como un profundo anhelo de sentirse unido a los dems. Su mxima realizacin y orgullo est en pertenecer a un ncleo de poblacin y confiar su destino y bienestar a esa colectividad humana. En el marco de su comunidad, las mujeres y los hombres indgenas establecen una relacin reciproca e integral, que comprende todos los aspectos de la vida de un pueblo. En este sentido, la comunidad es el espacio fsico y humano donde se recrea el pueblo en su vnculo con la tierra y a efecto de garantizar una relacin de respeto con la madre-naturaleza, es necesario que esa comunidad est unida y organizada con criterios democrticos y de solidaridad, funcionando como una estructura de autoridad y decisin colectiva.

El desarrollo de la vida comunitaria se sustenta en el dilogo participativo y respetuoso de todos sus moradores, haciendo patente un rgimen de comunalidad que los integra, les da cuerpo e institucionalidad. Dicho rgimen comunalista es la forma como se toman las decisiones en la comunidad, es decir, por medio de un dilogo prolongado y mesurado, plural y democrtico en el que se oigan todas las voces y, al final, los acuerdos se tomen por consenso, para que nadie quede excluido.

Se entiende entonces que en la cosmovisin indgena, la reflexin comunitaria y el anlisis de la realidad siempre ser superior a las ideas brillantes de los lderes naturales, por que lo que importa es que las decisiones que se adopten sean asumidas desde la comunidad, por la comunidad y para la comunidad.

Derivado de esto, se crea una mstica en la que el ejercicio de algn cargo o comisin, por mandato de la comunidad, se convierte en un servicio a los dems, por que se sobrentiende que quien ms tiene (dones), debe aportar ms, sin esperar ningn beneficio personal.

En sntesis, el modelo civilizatorio entonces prevaleciente en el Anahuac haba encontrado una forma propia de entender el espacio y el tiempo y gracias a ello, los pueblos mesoamericanos pudieron construir una cultura originaria que en muchos campos del saber cientfico era ms avanzada que la europea, especialmente en las matemticas aplicadas a la astronoma, la medicina y la produccin agrcola.

Desgraciadamente, la ambicin y la barbarie de la conquista espaola ech por tierra un proceso civilizatorio floreciente que se haba acumulado, desarrollado y perfeccionado a lo largo de ms de 20, 000 aos, si se considera la cultura de los pueblos recolectores y de 4 000 si se parte del surgimiento de comunidades agrcolas sedentarias con una forma de vida estable basada en la experimentacin de cultivos. Pero, al consumarse la conquista espaola, los elementos fundamentales de la cosmovisin indgena, antes descrita, fueron aplastados, ignorados y olvidados por los conquistadores.

Por tal motivo, como afirma Bolivar Echeverra (2006), lo que explica la rapidez con que se efecto la guerra de conquista, es que las culturas locales actuaron no conforme al patrn europeo sino de acuerdo al suyo propio. Se comportaron como los indios que eran, es decir, slo hicieron lo que podan hacer. No era que los espaoles fuesen ms fuertes o ms astutos que los indios, sino que su fuerza y su astucia eran de otro tipo; el uso que hacan de ellas desarmaba a los indios pues los desafiaba a desenvolverse con un grado de deshumanizacin, que ellos no podan concebir siquiera que fuese posible alcanzar. (Bolivar Echeverra, 2006: 240).Empero, seala este mismo autor, la destruccin principal no fue de orden blico sino el que se produjo sobre los organismos poltico-religiosos que daban orden y sentido a esos mundos prehispnicos. Lo que puede considerarse como la gran traicin de Moctezuma Xocoyotzin deriva de una fascinacin por aquella gente barbuda que decan que eran dioses, una fascinacin que ray en la autonegacin de si mismos y que se tradujo en la opcin oportunista y egosta de soar con la posibilidad que pareca abrrseles a estos personajes semidivinos de entrar directamente en contacto con los dioses, pasando por encima de los magos, los sabios y los sacerdotes que los mantenan a distancia de ellos. (Bolivar Echeverra, 2006: 240).

La conquista de Mxico represent, en suma, la confrontacin violenta de dos modelos civilizatorios que corresponden a tiempos cronolgicos distintos en la evolucin de las sociedades humanas y que, en principio, son incompatibles entre s. Uno dominado por el valor de uso y el goce de lo inmediato y colectivo y el otro anclado en el valor de cambio y el disfrute individual, en razn de la acumulacin de riqueza para la satisfaccin de necesidades en el futuro. Este encuentro se produjo como conquista y sometimiento de la cultura occidental sobre la cultura india. Se cumpli como suplantacin del otro, es decir, en la eliminacin de su identidad, de su cultura, y en la imposicin de la propia. (Bolivar Echeverra, 2006: 243). Se destruyen as las formas civilizatorias indgenas y se impone, en lugar de ellas, la forma civilizatoria occidental. Sin embargo, como veremos ms adelante, este propsito de destruccin cultural enfrenta obstculos insalvables que le dan un resultado no previsto. En el plano social, el mestizaje formal y material, es decir, cultural y biolgico, impedir que el encuentro de esas dos historias se reduzca a la conquista y la destruccin de la una, la oriental americana, por la otra, la occidental. (Bolivar Echeverra, 2006: 243).

Y en el plano religioso, poltico, jurdico e ideolgico, la labor misionera de las rdenes religiosas actuar como contra tendencia o resistencia al proyecto dominante, dando paso a un rico proceso de experimentacin social y organizacional cuyos destinatarios sern los pobladores originales de Mxico y que se saldar con resultados reveladores en los mbitos econmico, social y cultural.

Cabe aclarar, que en el marco de la conquista violenta de Amrica, el compromiso tico y poltico de los misioneros con los indgenas, era indispensable para salvaguardar un mnimo de equilibrio en la frgil estructura de un pueblo convertido masiva y bruscamente a usos y modos de vivir totalmente extraos a sus tradiciones, todo lo cual le va a imprimir un carcter especfico y original al proceso de conquista y colonizacin de Mxico.

Junto con lo anterior, el mantenimiento de ciertas formas de gobierno local y de solidarismo comunitario de origen prehispnico, sern inicialmente toleradas por la administracin colonial, atendiendo a un sentido de utilidad prctica, supeditada al fin ltimo de recoleccin eficiente de los tributos y de relativa garanta de cierto nivel de estabilidad social.

La Conquista y colonizacin espaola fue una empresa imperial que se manifest como actividad econmica y evangelizadora al mismo tiempo.

En lo esencial, la conquista y colonizacin espaola fue una actividad que deba ser autorizada por el rey, quien gozaba de los derechos, no slo de la soberana, sino tambin de la propiedad; era el seor absoluto y jefe poltico de sus dominios americanos. Toda posicin y privilegio, ya fueran econmicos, polticos o religiosos dependan de l.

Para detentar tal poder, el rey de Espaa haba sido investido por el Papa con la dignidad de vicario papal para las Indias, ttulo que le confera algunos poderes administrativos en el campo eclesistico, que ejerca en forma directa o travs del Instituto del Regio Patronato Espaol o, en su defecto, por intermedio de su representante el Virrey de la Nueva Espaa. En virtud de lo anterior, no slo designaba a las autoridades administrativas locales sino que tambin nombraba a los obispos, curas y doctrineros, quienes deban pasar por la autoridad poltica local, que tena el derecho de escogerlos dentro de una terna presentada por la Iglesia. Exista, por tanto, una injerencia y control casi total de la Corona sobre la Iglesia, lo cual va a impactar no solamente en la organizacin de la propia iglesia sino tambin en el discurso o el lenguaje oficial, con una mezcolanza confusa de elementos polticos y religiosos.Adems, como es sabido, este inmenso poder poltico y religioso eman de la concesin que el Papa Alejandro VI, hiciera a los Reyes Catlicos de Espaa, el 4 de mayo de l493, al expedir, la denominada bula Noverentu Universi, primera de sus cuatro famosas bulas alejandrinas, por la cual se les otorga, de manera explcita, por la autoridad del Omnipotente Dios, a Nos en S. Pedro concedida, y del Vicariato de Jesucristo, que ejercemos en las tierras, con todos los seores dellas, ciudades, fuerzas, lugares, villas, derechos, jurisdicciones y todas sus pertenencias...las damos, concedemos y asignamos perpetuamente... sobre todos los territorios descubiertos, al occidente de las Islas Azores y Cabo Verde que no fueren posedas por otro prncipe cristiano. Esta donacin se hace con la condicin de que enven a las nuevas tierras e islas descubiertas a hombres buenos, temerosos de Dios, doctos, sabios y expertos para que instruyan a los susodichos naturales y moradores en la fe catlica y les enseen buenas costumbres, poniendo en ello toda la diligencia que convenga. Con ello la conversin de los indios al cristianismo se convierte no slo en un deber moral y una obligacin jurdica, sino tambin en una coartada para justificar ante los otros reinos cristianos europeos, la presencia espaola en Amrica. Finalmente mediante la citada bula tambin se dispuso, so pena de excomunin latae sententiae, que ninguna persona de cualquier dignidad, aunque fuese real o imperial, podra viajar a los nuevos territorios por mercaderas o por otra cualquier causa, sin especial licencia de los reyes catlicos o sus herederos y sucesores. Visto globalmente, tanto para la Santa Sede como para la Corona Espaola, la presencia europea en el territorio de Amrica, deba cumplir un doble objetivo: a) realizar la ocupacin militar de los nuevos territorios y aplicar en ellos los modelos polticos y econmicos propios de la civilizacin europea y b) llevar a cabo la aculturacin de los pueblos conquistados, mediante su evangelizacin; tareas que deban ejecutarse de forma simultnea, si bien, en la prctica, dichos propsitos no siempre o casi nunca se conciliaron de la mejor manera.

En el marco del primer objetivo, la conquista y colonizacin espaola se centr en los grandes imperios indgenas americanos, procurando transformar, a la numerosa poblacin nativa, en mano de obra esclava para la explotacin de minas y otras actividades productivas. Para lograrlo se ech mano de la violencia y la represin en gran escala. En cambio, la labor de evangelizacin demandaba necesariamente un arduo trabajo de convencimiento que exclua la violencia abierta. Por ello, afirma Armani (1982: 22), las rdenes religiosas a las que se confi la labor misionera asumieron sin vacilar la defensa de los indgenas. Se opusieron al sistema de esclavitud y desplegaron una fuerte labor de lobby ante la Corte Espaola a fin de influir sobre la legislacin que emanaba de sta para la administracin de las colonias americanas, en particular a propsito de las normas que regulaban el tratamiento de los indgenas (Armani, 1982: 22), lo que explica el carcter social y humanitario de cierta parte de la legislacin entonces emitida. En esta perspectiva, dos instituciones sern claves para el proceso de apropiacin de los nuevos territorios y para el sometimiento ideolgico de los indgenas: las encomiendas y las reducciones religiosas. Legalmente ambas se instalan con fines de defensa, amparo, enseanza y adoctrinamiento de los indios, a fin de que no vivan separados por las tierras y montes, privados de todo beneficio espiritual (Castro Pozo, 1969: 162). Pero las leyes coloniales, con una intencionalidad claramente corporativa, disponen que ambas instituciones tributen a la Corona y que se cancele la libertad de trnsito o de circulacin para los indios, por lo que, al igual que los habitantes de los pueblos, los instalados en las misiones, reducciones y hospitales-pueblo, tenan prohibido mudarse a otro pueblo o comunidad.

La encomienda, como institucin clave en el proceso de conversin de los indgenas en fuerza de trabajo disponible al servicio de los colonos espaoles, fue creada, de hecho, desde los inicios de la Colonia, en el tercer viaje de Coln, con la sublevacin del alcalde Francisco Roldn, quien reparte a la poblacin nativa en contra del criterio del almirante Coln. Ms tarde, durante la conquista y colonizacin de Mxico, Hernn Corts no slo reparte tierras e indgenas a los conquistadores, sino que, reproduciendo el patrn utilizado en la reconquista de los territorios ocupados por los moros, nombra a las autoridades comunales de todo Mxico. (Sobrado y Rojas, 2004: 32). Frente a esta realidad y con el propsito de delimitar con claridad los lmites entre los derechos de la Corona y los de los encomenderos particulares, se estableci que slo el soberano de Castilla tena derecho al tributo o al trabajo forzado de los indgenas, por ello el soberano castellano fue reconocido como el Encomendero Mayor, titular exclusivo del tributo o del servicio personal de los indios.

Posteriormente, en 1503, se dictaron normas ms prcticas como la que permita la encomienda privada, pero slo si se configuraba como un contrato libre de trabajo entre los colonizadores y los indgenas, con pago de salario a estos ltimos. (Armani, 1982: 30).

Pocos aos despus, las llamadas Leyes de Burgos, dictadas el 27 de diciembre de 1512, establecieron una reglamentacin orgnica de la administracin de las colonias americanas. Estas leyes, segn indica Armani (1982: 30) partan de dos presupuestos: la superioridad intelectual y moral de los espaoles sobre los indgenas y la natural ingenuidad y pereza de estos ltimos, destinados por la naturaleza y por la historia a servir a los europeos. Por estas leyes, y para cumplir con la obligacin del tributo y ser educados en el trabajo, los indios deban prestar cada ao nueve meses de servicios personales en favor de la corona espaola. Los tres meses restantes, podan trabajar por su propia cuenta como si fueran sus tierras, esto es, como asalariados libres de los colonizadores espaoles. Medidas ms liberales fueron previstas para los indgenas que hubiesen demostrado un efectivo progreso en las costumbres civilizadas y en la fe cristiana. Se dispona igualmente la prohibicin del maltrato a los indios y el uso del ltigo.

En realidad, precisa Armani (1982: 31), se encomendaba a los particulares la mayor parte de los tributarios indgenas, quedando obligados directa y exclusivamente hacia el soberano slo aqullos necesarios a los trabajos pblicos. Adicionalmente a los indios asignados en encomienda, los cuales eran jurdicamente libres en cuanto se sometiesen pacficamente y se cristianizasen, los colonizadores disponan a menudo de indgenas infieles, con status legal de esclavos, en cuanto se trataba de capturados en acciones blicas, llamadas guerras justas y despus vendidos en el mercado. Dichas guerras se libraban cuando los indios no se sometan a la Corona Espaola y dado el apetito insaciable de los colonizadores espaoles, en la prctica, stos inventaron muchas de estas guerras para hacerse de un nmero siempre creciente de esclavos.Todo ello propici que, al poco tiempo de introducida, la encomienda a favor de los particulares dej de ser un servicio pblico delegado y se transform en una verdadera esclavitud personal. La ley no se respet, adems los encomenderos saban que la mano de obra era puesta a su disposicin slo por un tiempo determinado, y por eso mismo la aplicaban a un trabajo extenuante y absolutamente desproporcionado a la resistencia fsica de los trabajadores y a los medios de mantenimiento que se les suministraba. (Armani, 1982: 33). Esta circunstancia aunada a las guerras, epidemias, esclavitud y trabajos forzados provoc la desaparicin de pueblos indgenas enteros y la disminucin de la poblacin aborigen a un dcimo de la existente al momento de la conquista, provocndose con ello un verdadero etnocidio.

La corona espaola, tratando de paliar la situacin de los indgenas decret el carcter hereditario de la encomienda con la esperanza de que los colonizadores, viendo en los indgenas un bien durable y personal, los tratasen mejor. Con dicha intencin, Carlos V, tras haber condenado la encomienda varias veces equiparndola a la esclavitud, e impresionado por un documento que le present en 1542 fray Bartolom de Las Casas publicado luego con el ttulo elocuente de Brevsima Relacin de las destruccin de las Indias -, lleg a promulgar el 20 de septiembre del mismo ao las Nuevas Leyes de Indias, que supriman la institucin de la encomienda; pero anul muy pronto esa decisin, revocando entre 1545 y 1546 las partes ms destacadas de las Nuevas Leyes que se referan a la abolicin de la encomienda, al enterarse de las reacciones negativas de los espaoles de Amrica, y de las consecuencias polticas y econmicas que se haban derivado de la medida. El nico resultado de la accin de Carlos V fue la limitacin del derecho de encomienda a dos generaciones de beneficiarios (Armani, 1982: 34) y que los encomenderos no pudiesen heredar las tierras vacantes por haber muerto los indios de sus encomiendas sin herederos o sucesores, ordenando que la sucesin de dichas tierras corresponda a los pueblos en donde residan los indios fallecidos sin herederos directos. Ms tarde, en los primeros meses de 1549, se prohibi el servicio de los indios en las minas y el servicio personal en concepto de tributo y finalmente, en 1570, las encomiendas fueron formalmente abolidas, a excepcin de las que se concedieron a perpetuidad a los descendientes de Hernn Corts, aunque en la prctica, esta institucin sigui prevaleciendo hasta principios del siglo XVIII, con todo su crudeza en Yucatn y en el norte del pas y como una medida para el otorgamiento de cargos contra las cuentas de tributos de la real hacienda a favor de ciertas personas a las que se quera beneficiar, en el resto de la Nueva Espaa.

En la prctica, las autoridades coloniales espaolas tampoco tuvieron inters o posibilidades reales de hacer valer la legislacin expedida en materia de proteccin de los indgenas. La enorme distancia entre la metrpoli y sus colonias jugaba en sentido opuesto a dicho inters. Por tal motivo y dentro del contexto descrito, la riqueza de cada conquistador y la elevacin de su status social dependan, en lo fundamental, de la buena voluntad del gobernante al momento de la reparticin de tierras e indios que haca el virrey. Este reparto poda variar de acuerdo a los humores del gobernante ya que la encomienda, como se indic, por la naturaleza de su propsito formal de cristianizacin de los indgenas, no era indefinida y poda ser revocada y reasignada. El tamao de las encomiendas, por lo tanto, dependa de la calidad de la relacin y lealtad con el poder, tratndose ms de una relacin personal que institucional, por lo que el porcentaje del botn que les tocaba a las autoridades superiores y eclesisticas, jugaba un papel determinante. (Sobrado y Rojas, 2004: 32).En estas condiciones, el desarrollo de la iniciativa y participacin de los indgenas en la atencin de los problemas civiles y comunitarios se hallaba extremadamente limitada por las autoridades virreinales. Esta carencia de autonoma ciudadana y comunal se prolongar durante todo el periodo colonial con efectos negativos sobre el proceso de formacin de competencias ciudadanas y democrticas, indispensables para la construccin de una autntica Repblica Ciudadana.

Asimismo, al estar toda la actividad econmica regulada por la monarqua espaola. Controlado el comercio con Amrica a travs de la Casa de Contratacin de Sevilla y la produccin y el comercio local por medio de los llamados estancos y alcabalas e, incluso, las minas slo podan ser explotadas con autorizacin real y dentro de las normas de pago establecidas, se fue engendrando un tipo de empresario rentista y cortesano, dependiente completamente de los favores gubernamentales para desarrollar sus negocios y sin capacidad ni inters real por la innovacin y la productividad.

Como consecuencia de lo anterior, el mantenimiento del orden social basado en el sistema de servidumbre o encomiendas, requiri de una estructura militar con gran capacidad represiva, papel que asumieron por cuenta propia los encomenderos espaoles y sus aliados, los caciques de los pueblos de indios. Al mismo tiempo, la prctica de la encomienda, como forma empresarial de enriquecimiento exitoso, se convierte en ncleo generador y legitimador de los valores sobre el papel del trabajo y de lo que sern las virtudes empresariales. De ah el cuidado de las relaciones cortesanas con el poder, del manejo prioritario de las lealtades y de los valores suntuarios de la corte, as como el menosprecio del trabajo fsico y del contacto con los trabajadores (Sobrado y Rojas, 2004: 36-37), por lo que slo la actividad militar se consideraba honrosa para los conquistadores y funcionarios nacidos en Espaa.Como era de esperarse, el desarrollo simultneo de la empresa colonizadora y la obra misionera, condujo en poco tiempo a un conflicto entre los ideales religiosos y las exigencias de orden prctico tendientes al sometimiento, organizacin y desarrollo de las nuevas provincias de ultramar, poniendo en dramtica evidencia las contradicciones que habran de perturbar por siglos la poltica colonial espaola. (Armani, 1982: 20).

En el caso particular de Mxico se trataba de la confrontacin poltica, ideolgica y social entre dos grandes proyectos: el evangelizador y redentor de las rdenes misioneras: Dominicos, Franciscanos, Agustinos y Jesuitas y el mercantil-capitalista y seorial de los encomenderos, cuya aspiracin mxima consista en detentar legalmente el seoro de tierras y hombres a perpetuidad. A diferencia de este ltimo, la puesta en prctica del proyecto de los misioneros en el Mxico del siglo XVI va a plantear la posibilidad de que la conquista comience en el plano religioso y descienda y se plasme despus en el plano de lo prctico y lo econmico. (Bolivar, Echeverra, 2006: 223).El descubrimiento de seres humanos no tocados por la avaricia y la corrupcin europeas abre las posibilidades a la imaginacin utpica de crear una sociedad alternativa, justa e igualitaria, en la tierra virgen de Amrica.

En esta tnica se ubican los misioneros que fueron encargados de la evangelizacin del Nuevo Mundo cuya hazaa, a decir de Fernndez Zayas, Cecilia, (1996: 32) es comparable, con la conquista militar de Corts si se toma en cuenta el hecho de que un puado de hombres ascticos llevaron a millones de indios que hablaban varias decenas de idiomas distintos, desparramados en un territorio inmenso, desde los altos valles del altiplano hasta las orillas clidas de los mares, a aceptar la religin cristiana. Cabe aclarar que cuando nos referimos al proyecto de evangelizacin con fines de promocin humana, estamos haciendo alusin a la labor misionera desplegada principalmente por el llamado clero regular, conformado por clrigos y sacerdotes de base cuya misin sacerdotal los llev a acercarse a los dolores del pueblo aborigen y a asumir la defensa de sus derechos. En cambio, la gran mayora de la jerarqua catlica de la poca, en lo fundamental, se mantuvo siempre en alianza con la Sede Apostlica de Roma, en buena medida, por que, como ya se dijo, deban al Patronato Regio su entronizacin como obispos y arzobispos, convirtindose en un instrumento de sometimiento ideolgico de los indgenas durante toda la poca colonial. De igual modo, el grueso del clero secular, compuesto en buena parte por elementos criollos, que rega las parroquias y dependa directamente del rey y de los diezmos de las comunidades y villas espaolas, fueron con frecuencia cmplices en la explotacin sistemtica de las poblaciones indgenas.

Para Bolivar Echeverra (2006: 244), la razn de ser de la misin evangelizadora se explica como producto de que ciertos peninsulares perciben en s mismos el brote de la utopa moderna; que experimentan lo que podramos llamar un desfallecimiento del impulso absolutamente brbaro de conquista; que se autocritican en su destruccin del otro en el mismo momento en que la estn ejecutando los evangelizadores van a representar el momento autocrtico de este proceso de conquista; van a afirmar que esos humanoides americanos, que deban ser en principio aniquilados y sustituidos, son seres humanos plenos, que tienen la misma jerarqua ontolgica e incluso una jerarqua moral mayor que los propios conquistadores; van a plantear que exista algo as como una conexin y un dilogo un enriquecimiento mutuo de su propia forma civilizatoria y la de los aborgenes.

Esbozado en sus grandes rasgos el carcter esencial de la conquista y colonizacin espaola como una empresa imperial, rapaz y depredadora, que cubre en forma simultnea una tarea dual de explotacin del trabajo indgena y de evangelizacin cristiana de esa misma poblacin, en el siguiente apartado, profundizaremos en el anlisis de las caractersticas distintivas del rgimen econmico, poltico y social que se estableci durante el virreinato con la finalidad de complementar el contexto histrico en el que se van a inscribir las formas de organizacin social con contenido solidario o cooperativo que se crearon a lo largo de la colonia, as como las distintas innovaciones sociales, evangelizadoras y educativas realizadas en nuestro pas por diversas rdenes religiosas, temas que se abordarn en los apartados subsiguientes.

II.- Aspectos generales del rgimen econmico, poltico y social impuesto durante la Colonia.Al consumarse la conquista del Imperio de Anahuac, en agosto de 1521, los conquistadores consideraron a sus habitantes y a sus tierras como cosa sin dueo que ellos, por haber triunfado en la guerra de Conquista, gozaban del legtimo derecho de apropirsela y distribursela como un botn. Muchos indios se rebelaron y huyeron a las sierras y selvas, fueron perseguidos, expropiados en sus tierras y convertidos en esclavos.

En esta lnea de accin, las leyes coloniales tuvieron por base jurdica el principio de que las tierras del nuevo mundo, incluidas las comunidades indgenas, eran patrimonio de la Corona Real de Espaa, de la cual habran de emanar los ttulos de propiedad de los particulares, confirmados mediante la expedicin de las llamadas mercedes reales que sirvieron tambin para estimular a los espaoles residentes en la pennsula Ibrica a colonizar la Nueva Espaa.

Al constituirse los pueblos espaoles, independientemente de las tierras de merced real, se conceda por la Corona tierras para los mismos en cantidad suficiente para dehesas, ejidos y propios. Las medidas agrarias para dotar de tierras a los espaoles por merced real eran fundamentalmente dos: las peonas y las caballeras. Estas medidas no fueron precisas pues sufrieron modificaciones en el transcurso del dominio espaol. Cabe indicar, asimismo, que a algunos indios se les vendi en propiedad privada la tierra de los pueblos y comunidades indgenas en recompensa por los servicios prestados a la Corona.

En lo que se refiere a la propiedad eclesistica, al igual que los conquistadores y colonos espaoles, los primeros religiosos que vinieron a la Nueva Espaa solicitaron y les fueron concedidos los primeros solares en los que fundaron sus conventos y posteriormente edificaron monasterios. No obstante, la prohibicin existente en la Real Cdula de 1535 para vender o transmitir por los particulares a la Iglesia las tierras, en el transcurso de los aos, sta fue acrecentando sus bienes por donaciones y legados. Al principio de la poca colonial, la propiedad eclesistica no pagaba impuestos, pero en 1737 se celebr un Concordato con la Santa Sede, determinndose gravar los bienes eclesisticos.

A lo largo de la colonia, la concentracin de la propiedad en manos de la Iglesia lleg a tener una extensin considerable, de tal manera, que muchas veces, parte de estas mismas propiedades sirvieron para sostener las guerras europeas de algunos soberanos espaoles. De este modo, con el correr del tiempo y gracias a la acumulacin de tierras y de capitales, as como el cuasi monopolio que ejerca en la formacin de la conciencia social, ya sea mediante la predicacin y la confesin, o bien a travs del control de la educacin, de los hospitales y de la caridad pblica, la Iglesia lleg a conformarse como la corporacin ms poderosa e influyente en la poca colonial.

Evidentemente, todas esas tierras, ya estuviesen en manos privadas o de la Iglesia, eran labradas por el indio esclavizado en las reducciones, encomiendas, obrajes o repartimientos, sirviendo de valioso auxiliar a las yuntas y caballos en el arado y labranto de las mismas. (Castro Pozo, 1969: 166).

De esta manera se cancel la propiedad colectiva de la tierra. Desaparecieron variados elementos culturales que haban soportado siglos de superviviencia, el sentido comunitario en la reproduccin de la vida se debilit y fue reemplazado lenta, pero consistentemente, por el individualismo, la competencia y el afn de lucro.

Como parte del proceso de acumulacin originaria de capital para la construccin del capitalismo en Amrica inmediatamente se estableci la esclavitud y se modificaron las bases de la actividad econmica, sustituyendo la agricultura por la minera. La organizacin horizontal soportada en el trabajo comunal fue reemplazada, en lo fundamental, por la organizacin poltica monrquica basada en la propiedad individual de la tierra y en la diferencia de clase, construyendo una sociedad estamental, en cuyo seno se produjo la decadencia y estancamiento espiritual del indgena.

La esclavitud de los indgenas fue abolida formalmente hacia el ao 1534. Pero se mantuvo el sistema de pago de tributos en trabajo, llamado servicio personal, que equivala a una forma encubierta de esclavitud, el cual se conserv hasta 1549. A partir de ese ao, los tributos a pagar por parte de los pueblos de indios se haran exclusivamente en especie o dinero. Sin embargo, a partir de 1550 se estableci un nuevo mecanismo de prestacin obligatoria de trabajo conocida como repartimiento, el cual consista en el reclutamiento en los pueblos de indios de alrededor del cinco por ciento de hombres en edad adulta, quienes eran enviados a servir por siete das a las personas o instituciones que requiriesen mano de obra, a cambio de una remuneracin preestablecida de un real diario. El repartimiento, estaba controlado por el gobierno, regulando directa y monoplicamente el mercado de trabajo, lo cual afectaba tanto a los empresarios agrcolas y mineros como a los propios trabajadores, quienes deseaban verse en libertad para contratar su fuerza de trabajo de manera ms estable o duradera. En 1632, ante la inminencia de una crisis en la produccin agrcola nacional, el virrey Rodrigo Pacheco y Osorio, Marqus de Cerralbo, acepto suprimir el sistema de repartimiento para la agricultura, si bien lo mantuvo para la minera y las obras pblicas. En el norte, en cambio, debido a la escasez de fuerza de trabajo, el sistema de repartimiento slo se cancel hasta 1777. Siguiendo esta misma tendencia, en 1642, se impuso la retencin legal de trabajadores por deudas contradas, lo cual afect tanto a los trabajadores de las haciendas y minas, como a los que operaban en los obrajes y talleres artesanales.

Dada su visin utilitarista y saqueadora, los espaoles no introdujeron ningn nuevo sistema agrcola, y, de las herramientas, slo el arado de hierro, el machete, la hoz, los azadones, las palas, las limas, las tenazas y el rastrillo, as como los molinos de harina, las norias y las prensas para moler caa de azcar; por tal motivo, la productividad agrcola disminuy en relacin con la existente en el imperio azteca en alrededor de un 50%. De igual modo, impusieron el cultivo extensivo de la tierra y la degradaron por no fertilizarla y aunque introdujeron nuevos productos como el trigo, la caa de azcar, la cebada, el centeno, la vid, y el arroz y se importaron varias especies de rboles frutales como el olivo, el naranjo, el higo, el nogal, el olivo, las manzanas, las peras, los limoneros, las mandarinas, las limas, as como varias hortalizas, verduras y legumbres como la zanahoria, el rbano, la lechuga, la col, la cebolla, el cilantro, el perejil, las espinacas, etctera, los artculos alimenticios escasearon y encarecieron, en buena medida, porque se dejaron de utilizar los sistemas de riego antes existentes, las acequias y acueductos. Grandes extensiones de tierras quedaron ociosas y se prohibi o limit el cultivo y consumo del amaranto y la cha. En sentido inverso, Mesoamerica y la Nueva Espaa aportaron al viejo Mundo: maz, papas, ail, cacao y grana cochinilla, en una primera etapa y, en una fase avanzada de la poca colonial: tabaco, henequn, maguey para la produccin de pulque y maguey tequilero, principalmente.Desde el principio de la conquista, la agricultura indgena se enfrent a una nueva actividad que no exista en el mundo prehispnico: la ganadera. Las sociedades indgenas mesoamericanas slo haban domesticado guajolotes y una especie de perro silvestre llamado xoloixcuintle, los cuales eran usados como alimento. El resto de las fuentes protenicas que se consuman en la poca prehispnica se obtenan de la caza y la pesca. En cambio, la cra y engorda de animales para su venta en el mercado, como una actividad econmica autnoma, era desconocida para los pueblos mesoamericanos. Con la llegada de los espaoles, los primeros animales que se introdujeron fueron los cerdos y caballos (1519). La introduccin de ovinos y bovinos se hizo poco despus de la cada de Tenochtitlan en 1521. Por su parte, los toros de lidia se incorporaron al paisaje nacional a partir de 1523, junto con otros animales como: cabras, asnos, bueyes y gallinas. Todos estos animales terminaron por poseerse de manera privada e individual, en cambio, la tierra aunque se delimit y se pusieron mojones para distinguirlas, esto siempre fue confuso y as permaneci un buen tiempo. Legalmente, los primeros ganaderos novohispanos obtenan licencias especiales de los ayuntamientos de las ciudades para poder hacer uso del pasto y los rastrojos en tierras baldas, desocupadas o sin cultivar. En la prctica, los ganados fueron echados al campo, sin control alguno, pues las licencias concedidas por los ayuntamientos a los ganaderos no incluan el derecho de propiedad sobre la tierra, lo cual provoc que el ganado de varias personas estuviese mezclado y se apacentara de manera libre y en forma de grandes hatos o rebaos que muy pronto terminaron invadiendo y daando las tierras de los indios, y si bien en 1529 se implant en la ciudad de Mxico la institucin espaola de la Mesta, un organismo municipal encargado de supervisar el registro y guarda de los hatos y rebaos, controlar el acceso al pasto y servir de rbitro en las diferencias que se presentaban entre los ganaderos, a partir de la dcada de los treinta del siglo XVI, fue inevitable el reconocimiento de los derechos de propiedad a los ganaderos, crendose la figura jurdica denominada estancia ganadera, la cual era una concesin de uso de suelo para explotacin ganadera que inclua un rea ms o menos extensa de pastoreo: 1 747 hectreas para ganado mayor (bsicamente bovinos) y 776 hectreas para ganado menor (ovinos).

La creacin de la estancia ganadera no fren la presin sobre las tierras de los pueblos de indios en lo valles y altiplanos centrales de Mxico sino que ms bien la agudiz. Por tal motivo, el Rey Carlos V dict leyes para evitar esos abusos, como la XII del 2 de mayo de 1550, que obligaba a resarcir los daos cometidos por el ganado en los maizales de los indios; sin embargo, dichas leyes pocas veces se respetaron.Ante tal situacin y probablemente como una medida compensatoria, una real cdula de 1551, otorg el permiso para que los naturales se dedicaran a la cra de ganados mayores y menores, prctica hasta entonces reservada para los espaoles y prohibida para los indios. Con el correr de los aos, los pueblos de indios accedieron con relativa facilidad al ganado menor y slo de manera tarda y limitada al ganado mayor. Desde el ltimo cuarto del siglo XV, la ganadera extensiva amenazaba con reducir las tierras dedicadas al cultivo de alimentos, particularmente de trigo, por ello el Virrey Marqus de Villamanrique, con fecha 7 de abril de 1576, emiti una ordenanza en la que estableca el nmero mximo de cabezas de ganado que podan tener los labradores en las tierras de labor, del modo que sigue: veinte bueyes, cuatro vacas para leche, veinte cabras y hasta ocho cabezas de yeguas por cada caballera dedicada al cultivo.

En esta misma direccin, pero de forma ms imperativa, el Rey Felipe III se vio obligado a emitir la Ley XIII, del 11 de junio de 1612, a efecto de ordenar a los Virreyes que hagan sacar los ganados de las tierras de regado, y se siembren de trigo.Y para garantizar el cumplimiento de las disposiciones anteriores, en la villa de Camora y pueblo de Jacona del partido de Suchimilco, el 2 de marzo de 1630, a pedido de Luis de Aguilera, vecino de la ciudad, se emiti mandamiento para que los agricultores respetaran las disposiciones establecidas en lo que hace al nmero de ganado que podran tener en las tierras de labor.

En buena medida, las querellas y dificultades antes sealadas, se debieron al fuerte impacto ambiental que la introduccin de nuevos cultivos y ganado provocaron en la Nueva Espaa. En efecto, el aprovechamiento de los pastos abri un escenario previamente inexistente, y el trigo exigi un rgimen de riego diferente al acostumbrado para el maz. Las ovejas y cabras, de las que llegaron a conformarse rebaos trashumantes de hasta 200 000 ejemplares, arrasaron con los pastos y provocaron la erosin de los suelos. Lo anterior, aunado a la demanda de madera y cal para la construccin y minera provoc la deforestacin de los montes vecinos a las principales ciudades espaolas y reales de minas. De esta suerte, la Mixteca Oaxaquea, el valle de Toluca, la cuenca del Balsas y el Mezquital, se cuentan entre las regiones de mayor afectacin por el impacto ambiental, entonces ocasionado.

En los pueblos de indios, a lo largo del siglo XVI, se continu practicando una agricultura familiar de subsistencia sin participacin en los circuitos de intercambio y con un escaso y, a veces casi nulo, uso de signos de valor monetario. Por esa misma razn, la inmensa mayora de los tributos se pagaban en especie.En lo que se refiere al comercio, al cruzar por cada provincia y ciudad, las mercancas cubran un impuesto conocido como alcabala, establecido a partir de 1575. Esto permita que se pagara la administracin pblica, pero encareca los productos. Los caminos eran malos y transportar mercancas se volva lento y costoso. Por ello, no haba mucho comercio entre las distintas zonas del virreinato. (Florescano, Enrique, 2009: 16).No obstante lo anterior, la fuente principal de acumulacin capitalista en la Nueva Espaa estaba en el comercio o en el agio. Los grandes comerciantes se instalaron en la ciudad de Mxico, organizndose corporativamente en un consulado, que empez a funcionar en 1593. Se encargaban de introducir y distribuir mercancas provenientes tanto de Europa como de Asia y Per. Tenan suficiente capacidad econmica como para poder comprar de contado flotas enteras de mercancas (trigo, vino, aceite de olivo, porcelana, vidrio, tela, insumos para la minera, etc.), las cuales eran resguardadas en sus grandes bodegas. De este modo, ejercieron un monopolio mercantil durante casi toda la colonia contra el cual nada poda hacer la incipiente produccin nacional. Los grandes comerciantes abusando de las circunstancias, se aprovechaban de un estado de cosas propicio siempre para especular, sin riesgo ni recato alguno por la penuria de la hacienda colonial.

El estmulo de la produccin industrial no poda, pues, hallarse en ninguna parte. El clero que monopolizaba el capital circulante y cuyas arcas estaban siempre abiertas a las solicitaciones de los agricultores, sistemticamente negaba todo crdito a los industriales. (Chvez Orozco, 1976: 54-55).

Otro problema serio fue que la mayor parte de la fuerza de trabajo disponible se utilizaba en las minas y obrajes y no en la agricultura. La produccin minera novohispana estaba altamente concentrada y se explotaba con tcnicas tradicionales, no intensivas y deba pagar a la Corona el impuesto denominado quinto real que, en realidad, representaba el 10% de la produccin total. Adems, como se recordar, la poblacin local fue diezmada en un 90% como producto de la guerra de conquista. Ms de 20 millones de antiguos mexicanos fueron masacrados durante los primeros 60 aos de la conquista y colonizacin espaola, lo cual oblig, en ciertas regiones, a importar fuerza de trabajo negra.Para colmo de males, como seala Castro Pozo (1969: 171), al indio no se le crearon nuevas necesidades, antes bien se redujeron y cercenaron, hasta dejarle convertido en un ser casi irracional, con un standard de vida inferior al de las bestias de labranza, lo cual gener en ellos, sobre todo en la fase inicial de la poca colonial, una actitud de indiferencia y apata casi absolutas; envilecidos y menospreciados como eran, no tenan demasiadas esperanzas y su autoestima estaba por los suelos.

En lo que hace a la organizacin estatal y colonial espaola, que gobern y administr la Nueva Espaa, cabe destacar que, al consumarse la conquista del imperio azteca, debido, por una parte, al escaso nmero de soldados espaoles residentes en el nuevo mundo y a quienes habra que convencer de establecerse de manera definitiva y no dejar desprotegidas las conquistas realizadas, y por la otra, derivado del temor de que Hernn Cortes o cualquier otro caudillo militar decretar el establecimiento de una repblica autnoma, al margen del reino de Castilla, fue necesario instaurar un rgimen poltico de transicin, denominado por diversos autores como rgimen seorial, el cual habra operado desde 1521, hasta 1580, ao en el que concluye el perodo de gestin del tercer virrey de la Nueva Espaa, Martn Enriquez de Almansa.

Dicho rgimen consista en una especie de triunvirato, conformado, en primer lugar, por los encomenderos espaoles que haban participado en la guerra de conquista, dotados de cuantiosas encomiendas por Hernn Corts y reconocidos como hidalgos, es decir, miembros de la pequea nobleza y exentos de tributacin; en segundo lugar, por las llamadas doctrinas, instituidas por las rdenes religiosas encargadas de la evangelizacin de la poblacin nativa y que eran equivalentes a una parroquia o unidad de administracin religiosa, cada una con su iglesia, su santo patrono y su fiesta titular y, finalmente, por los seoros o cacicazgos, controlados por los antiguos caciques indios, muchos de los cuales fueron bautizados y provistos de nombres cristianos. La jurisdiccin de la mayora de encomenderos y doctrinas comprenda un seoro, por lo que ste se convirti en la unidad administrativa por excelencia. La corona ejerca sobre este triunvirato una especie de control indirecto y no vertical ni absoluto, por lo que, a pesar de la ruptura que signific la conquista espaola sobre el Imperio Azteca, al menos durante el primer medio siglo posterior, hubo una relativa continuidad en la forma de ejercer el poder.La imparticin de justicia, fue uno de los tantos mbitos de poder que incesantemente se disputaron los tres rdenes de gobierno arriba sealados, disputa que culmin en 1531 con el nombramiento de los llamados corregidores reales. Ese mismo ao, arriba a Mxico el primer virrey, Antonio de Mendoza, investido de poderes de gobernador, capitn general, presidente de la audiencia y vicepatrono de la iglesiaDurante todo este perodo, la Corona espaola se movi con gran habilidad poltica en busca del equilibrio de poderes y la estabilidad institucional en un marco de experimentacin e innovacin social y poltica, para lo cual requiri limitar los abusos de los encomenderos, enarbolar los derechos de los indios, estimular la labor misionera y otorgar concesiones y prerrogativas a sus representantes directos en la Nueva Espaa.

A partir del ltimo cuarto del siglo XVI, una vez concluida la etapa formativa del sistema econmico, poltico y social de la Nueva Espaa, segn explican Castro Pozo (1969) y Armani (1982), el rgimen poltico colonial adquirira un grado mayor de madurez y consolidacin, hasta llegar a configurar y articular, ms o menos funcionalmente, un aparato gubernamental de carcter centralista y responsable ante el rey, constituido por las siguientes estructuras y niveles de gobierno:En Espaa. El rey de Castilla era soberano de las Indias occidentales que haban sido incorporadas al reino el 14 de septiembre de 1519 y gracias al vicariato real, ejerca tambin un control sobre las actividades eclesisticas. El rey estaba asistido por el consejo real y supremo de las Indias, de Madrid, constituido en 1524, atenda los asuntos civiles y era el mximo rgano legislativo, administrativo y judicial. Estaba integrado por funcionarios coloniales, militares, juristas y clrigos. A l le corresponda dictaminar sobre la nmina real de todos los funcionarios civiles y eclesisticos en las colonias. De este Consejo dependa la Casa de contratacin (Tribunal de Comercio) de Sevilla, instituida hacia 1503, ejerca el control sobre la emigracin y sobre el trfico mercantil, examinaba los informes sobre los nuevos descubrimientos geogrficos, segua el desarrollo econmico de las colonias y centralizaba el producto de los impuestos. Por su parte, el Consejo de Hacienda, controlaba los asuntos financieros y fiscales, y la Junta de Guerra, se ocupaba de los problemas militares.El Consejo Real de Indias era lento y burocrtico. En numerosas ocasiones sus integrantes fueron designados no en razn de sus conocimientos y habilidades, sino de su cercana con el rey. Para el ejercicio de sus funciones enfrentaba serias dificultades prcticas: no contaba con la informacin suficiente, rpida y fidedigna para la toma de decisiones. En el mejor escenario, cualquier comunicacin procedente de Amrica tardaba en llegar a Europa tres meses. A lo anterior, habra que agregar el tiempo indispensable que podra tomar el procesamiento administrativo de cualquier decisin de importancia y su retorno hasta la corte virreinal, todo lo cual podra consumir incluso aos, de ah que no resultara extrao que muchas ordenanzas, normas y provisiones, de tal forma adoptadas, resultarn incoherentes, desfasadas, inaplicables o incluso contraproducentes.

En la Nueva Espaa. El virrey, residente en la ciudad de Mxico, era el representante del rey, dotado de los ms amplios poderes administrativos, militares y judiciales como presidente del Tribunal (Audiencia) de la capital. En virtud del vicariato real controlaba los asuntos eclesisticos, especialmente las instituciones que estaban financiadas gracias al patronato real para las Indias.La Audiencia era la alta corte de justicia. El virrey y las Audiencias controlaban las administraciones provinciales y locales mediante el envo de Visitadores y Jueces Pesquisadores. Los gobernadores eran la autoridad de las provincias y comandantes militares.

En las villas y ciudades deban regir los Ayuntamientos, sin embargo slo unas cuantas de stas contaban con dicho nivel de gobierno. Por eso, una de las demandas ms constantes de las villas era contar con su propio ayuntamiento. Queran ser gobernadas por quienes haban nacido en ellas, pero las autoridades superiores casi nunca lo aceptaban. (Florescano, Enrique, 2009: 14).El Ayuntamiento contaba con un rgano deliberativo y ejecutivo denominado Cabildo (Consejo Comunal), autoridad frecuentemente electiva, pero a veces designada tambin desde arriba, estaba presidido por el Corregidor o un alcalde mayor y se integraba con un nmero variable de regidores. Se encargaba de administrar las comunidades locales.

El Corregidor era la autoridad a nivel comunal de las comunidades espaolas e indgenas, con poderes administrativos y judiciales. Era el encargado de cobrar los tributos y entregarlos a los representantes del rey, al tiempo que resolva disputas y conflictos y velaba por la proteccin de los indios. Duraban en su encargo tres aos y perciban un salario, procedente de los tributos recaudados a los indios, pero entregado por la Audiencia. Inicialmente se procur que los corregidores fuesen seleccionados entre espaoles que no hubieran participado en la conquista; aunque, a la larga, muchos encomenderos se hicieron con el cargo, sumando a sus privilegios, el poder de ejercer jurisdiccin real sobre un territorio.Finalmente, para garantizar el cumplimiento de sus rdenes y mandamientos por parte de los funcionarios a quienes delegaba su autoridad en la Nueva Espaa, el Rey contaba con dos mecanismos de control: Los juicios de residencia y los visitadores.Los juicios de residencia se aplicaban, como norma general, a toda persona que hubiese ocupado un cargo de designacin real, al trmino de sus funciones. Para dicho fin se designaba un juez que haca publicar un bando por el cual invitaba a todo aquel que quisiera presentar alguna queja contra el funcionario saliente, para que la presentara y fuese atendida. Los juicios de residencia solan ser prolongados, su duracin mnima se ubicaba en los seis meses; pero, bien podan durar varios aos.

Los visitadores eran designados por el Consejo de Indias para investigar determinada regin o nivel de gobierno. El juez visitador poda iniciar un juicio, requerir testigos, examinar documentacin y cuentas, perseguir sospechosos y sentenciar a los reos. nicamente el virrey escapaba a la jurisdiccin de los visitadores. Como ya se dijo, en buena medida, este rgimen poltico y administrativo fue posible implantarlo, sobre todo en su fase inicial, gracias a la colaboracin de los caciques indgenas que apoyaron al conquistador no slo para amparar sus derechos hereditarios sino tambin para aumentarlos y constituirlos desde el punto de vista individual. (Castro Pozo, 1969: 171). En este mismo orden de ideas, vale la pena aadir que, en trminos generales, dicho modelo gubernativo resultaba altamente ineficiente, desde el punto de vista administrativo, entre otras cosas, por que el ejercicio de cualquier funcin pblica se estimaba como un asunto personal y no institucional; esto es, la mayora de los burcratas o funcionarios no perciban propiamente un salario, sino una ayuda de costa, una especie de suplemento de sueldo con el que tendran que pagar todo tipo de empleados que los asistan: escribanos, asesores, sirvientes, ministros de vara, alguaciles y guardias personales. En razn de lo anterior, ejercan el cargo como si fuese de su propiedad, con un claro sentido patrimonialista, pues a veces, sobre todo a partir del siglo XVII, en que se legaliz el mercado de oficios, haban pagado efectivamente por l y, en consecuencia, tenan normalmente en mente la expectativa de recuperar las inversiones realizadas, por lo cual desempeaban el cargo en su propio beneficio personal: imponiendo multas, cobrando honorarios a quienes solicitaban sus servicios, apropindose de un porcentaje de los tributos indgenas, realizando confiscaciones, exigiendo servicios personales y retribuciones en especie (lea, alimentos), monopolizando y lucrando con la expedicin de papel sellado y, en fin, participando de una densa red de corrupcin y lealtades locales.

Sin embargo, a pesar de su ineficiencia, tal sistema de gobierno, result funcional y duradero a lo largo de todo el reinado de la dinasta de los Habsburgo. Esta aparente contradiccin se explica, en buena medida, por qu calzaba muy bien con la filosofa que subyaca en el fondo de este singular rgimen poltico y que tena como finalidad ltima la de poner coto a las aspiraciones autonomistas de los gobernantes de la Nueva Espaa. De lo que se trataba entonces era de impedir la concentracin de poder en manos de una nica autoridad, por lo cual, en un marco de relativa incertidumbre e indefinicin en cuanto a las competencias y jurisdicciones de cada nivel de gobierno que, a su vez, contribua a generar un ambiente de autoridad difusa y dispersa, se estableci un mecanismo de pesos y contrapesos que, en la prctica, permiti a los diferentes grupos de inters, convivir ejerciendo el poder en forma compartida. En ltima instancia las diferencias que no podan dirimirse mediante la negociacin entre las partes, eran resueltas por el Consejo de Indias o por el Rey, como autoridad suprema y fuente de justicia paternal.A principios del siglo XVIII, con la llega al trono de la dinasta de los Borbones y acorde con el nuevo enfoque ideolgico del llamado despotismo ilustrado, el viejo sistema poltico de contrapesos y equilibrios, sera sustituido gradualmente por un modelo de gobierno centralista, vertical y autoritario que contaba con un ejrcito formal a su servicio, una burocracia semiprofesional, una mayor autonoma respecto a la Iglesia, y tribunales especializados en la persecucin y represin, tanto de malhechores como de disidentes, como el tristemente clebre Tribunal de la Acordada, establecido en 1719. Dada la conjuncin de todos estos rasgos, diversos autores han calificado al nuevo rgimen poltico como un absolutismo burocrtico y militar. De igual modo, la Corona espaola dio pie para que en la misma Nueva Espaa se despertara el espritu ilustrado. Entre 1768 y 1792 se fundaron la Real Escuela de Ciruga, la Real Academia de las Nobles Artes de San Carlos, el Jardn Botnico y el Real Seminario de Minera (Valero Chvez, 2010: 52) y circularon, de manera soterrada pero constante, las obras de los principales representantes de la filosofa de la ilustracin europea como Montesquieu, Rousseau y Voltaire.

Al finalizar el siglo XVIII, poco antes de la Independencia, la Nueva Espaa contaba con cerca de seis millones de habitantes y estaba organizada de forma corporativa y estamental en las siguientes clases o sectores sociales, cuyos intereses y capacidad econmica eran distintas: Por sobre todas estaba la burocracia funcional, de virrey a paje; la que en nombre de la Corona de Espaa, dispona de los destinos del pas en lo poltico, econmico, judiciario y religioso. Ella estaba constituida, casi en su totalidad, por espaoles peninsulares de nacimiento, nombrados para el desempeo de sus funciones, directamente por el Rey o los virreyes. (Castro Pozo, 1969: 178-179). Representaban un porcentaje minoritario de la poblacin total y detentaban la mayor parte de las propiedades y riquezas del reino.En segundo lugar, se ubicaban los criollos, nobles, descendientes de conquistadores o potentados del comercio, dueos de grandes latifundios o minas, a quienes, por sus servicios o por compra, la Real Corona les concedi ttulos de nobleza. El gobierno los excluy sistemticamente de los altos puestos pblicos a los que slo pudieron acceder a fines del siglo XVII, si bien se instalaron con fuerza, desde principios de la colonia, en los cabildos. Econmica y socialmente, dentro de esta categora deben tambin ser considerados los dignatarios de la Iglesia que no eran espaoles peninsulares, quienes por sus mritos personales e influencia de sus familiares llegaron a adquirir dichos puestos. (Castro Pozo, 1969: 179). Representaba el sector ms culto de la sociedad y abrazaba con firmeza los postulados de la ilustracin.En tercer lugar, estaban los mestizos, pequeos terratenientes, rancheros, sacerdotes, frailes, industriales y empleados de stos. Laboriosos y empeados en labrarse una fortuna, eran tenidos en menos por los de arriba, a quienes, sin embargo, trataron de imitar. Tambin acaparaban las nacientes profesiones.

El artesanado estaba formado casi en su totalidad por mestizos, a quienes, por diversas ordenanzas, se les haba incorporado en gremios, segn su profesin u oficio y el territorio en donde lo ejercan. Exista tambin una pequea capa de peones agrcolas al servicio de las haciendas y trabajadores de las minas y obrajes semindustriales.

La ltima clase, estaba constituida por los indios y negros esclavizados, cuya condicin social y capacidad econmica eran nulas Permanecan huraos y retrados, hurfanos de todo ideal de reivindicacin de sus derechos. (Castro Pozo, 1969: 180).Adems de la separacin vertical en clases y estamentos sociales antes descritos, a lo largo de los siglos XVI al XVIII, la Corona Espaola va a impulsar una drstica poltica de segregacin horizontal: prohibiendo la mezcla de castas y manteniendo separadas las comunidades indgenas de los espacios citadinos en los que se asienta la poblacin espaola. Este sistema de apartheid posee un fuerte simbolismo que consiste en demostrar que de una lado han quedado los vencedores y del otro los vencidos, quienes tienen que aceptar la dominacin de los primeros hasta su gradual extincin, puesto que la mezcla o fusin de ambas culturas es imposible o, al menos, no deseada, por la parte vencedora.

Sin embargo, afirma Bolivar Echeverra (2006: 164), desde el siglo XVII, teniendo como escenario las ciudades y ya no el campo, la poblacin indgena va a replantearse el tema de su identidad y esta cobrar forma prctica en el impulso de una estrategia de mestizaje cultural mediante el cual los indios citadinos de Amrica imitan a su muy peculiar manera las formas tcnicas y culturales europeas. Las imitan, es decir, hacen una representacin de ellas, las escenifican ante un pblico compuesto por los habitantes de las nuevas ciudades, es decir, antes que nada por ellos mismos y despus tambin por los europeos americanos (los criollos) Al hacerlo, son indios que representan el papel de no indios, de europeos, y que ya no estn en capacidad de volver a ser indios a la manera en que lo fueron antes de la poca de la Conquista, porque esa manera fue anulada y no puede volver a tener vigencia histrica.

As, a partir del siglo XVII, lo que sucede es que los indios se integran a la vida citadina, reconociendo que una vez destruida su civilizacin no existe otra forma de sobrevivencia que no sea la de asumir y construir de nuevo, comenzando desde cero, la civilizacin de sus vencedores europeos. De esta manera, las formas culturales vencedoras son reconfiguradas mediante la incorporacin de las formas derrotadas. (Echeverria, Bolivar, 2006: 165).

Ello ocurre, segn este mismo autor, debido a que a finales del siglo XVI, la situacin de la vida civilizada en Amrica es desesperada: Espaa, ella misma en decadencia, ha perdido inters en Amrica, ha dejado sin sustento civilizatorio a los espaoles varados all y se despreocupa del decaimiento creciente de la Espaa americana. La poblacin indgena, por su parte, diezmada por el impacto genocida de la Conquista, ha perdido