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"NICETHINGTOSAY" Carmen Pastrana (del 8 de mayo al 14 de junio de 2014)

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Exposición de pintura de Carmen Pastrana en la Galería BAT, Madrid

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"NICETHINGTOSAY"

Carmen Pastrana

(del 8 de mayo al 14 de junio de 2014)

"NICETHINGTOSAY"

Carmen Pastrana

(del 8 de mayo al 14 de junio de 2014)

María de Guzmán 61, 28003 Madrid T. +34 91 554 48 10 - +34 91 554 49 20 F. +34 91 533 53 18 www.galeriabat.com e-mail: [email protected]

EN Y CONTRA EL VACÍO

[Breves notas sobre las más recientes escenas de Carmen Pastrana que,

a modo de emblemas, se componen sobre el blanco absoluto]

ÓSCAR ALONSO MOLINA

emblema (también empresa, jeroglífico o divisa) del griego ?µßßßµß (émblema), compuesto del prefijo ?? (en) y ßßßßß (poner), que significa "lo que está puesto dentro o encerrado"

Cuanto ocurre en el mundo de Carmen Pastrana lo hace en o contra el vacío, ese blanco impoluto de sus fondos que, indudablemente, se convierte al final en un inesperado protagonista más de sus impecables escenas. Apenas pobladas, desoladas, metafísicas, éstas desarrollan sucintos pero muy intensos diálogos donde alguien o algo se relaciona con algún otro elemento y, en efecto, también con el vacío insondable que lo rodea. O contra él.

Semejante envolverlo todo en el blanco, no dejando rastros ni sombras, donde la profundidad se anula, volviéndose ambiguos los pesos y las masas, el origen de las luces, la caducidad de la piel y la textura del mundo, ¿será para Carmen una medida higiénica o solamente terapéutica?; quiero decir, la presencia constante de ese medio, se supone que neutro, tan homogéneo y sin cesuras, ¿se tratará de una condición estética impuesta para concentrar con limpieza nuestra atención en los acentos figurativos y las historias en que se ven enredados o, por el contrario, tan sólo aspira con su empleo sistemático a una suerte de tratamiento especial del espacio plástico y del tiempo narrativo, a su control absoluto? No, no queda claro del todo ya, porque su obra última se encarna progresivamente en un cuerpo más conciso y escueto, más sintético, casi afásico; así, cada vez más sus dibujos y pinturas se organizan en torno a una tensión no explícita, pero donde es fácil detectar cierta estructura recurrente: casi siempre una pareja de elementos figurales que, manteniéndose en la distancia, desarrollándose en paralelo, se encargan de poner en marcha la máquina metafórica de estas escenas suyas desde las cuales se abordan, con registros de apariencia desenfadada o intrascendente, propios de la cultura teen y su merchandising, algunos hondos aspectos de la existencia humana y de su estar el mundo. Una flor y una mujer; una mujer y un perro o un ave; un perro o un ave y una flor… qué universo material cíclico tan reducido y, sin embargo, qué proliferación de alusiones y al cabo qué densidad alegórica. La iconografía recurrente de nuestra pintora se restringe a un puñado de figuras y de acciones que, en su combinación y variantes (el sexo, la raza del animal, el estampado de los vestidos, etcétera) dan lugar a interpretaciones que se suman entre sí sin tregua, construyendo un discurso que a lo largo de la serie crece y se vuelve más tupido y rico.

Que todas esas lecturas tengan que ver con el habitar del ser humano sobre la faz de la tierra se

reafirma, de manera paradójica, porque ésta es justamente la gran ausente en sus líneas y su horizonte: la prodigiosa, inmarcesible variedad de imágenes que ofrece lo vivo y lo terrenal, sus paisajes, sus culturas y tipos, sus motivos concretos, queda reducido aquí sin remisión a la impenetrable superficie del blanco que todo lo domina y, al mismo tiempo, que todo lo elimina. Dónde actúan, desde dónde caen, sobre qué se apoyan sus personajes… No hay respuesta: nada, silencio, ¡fundido en blanco!

El espacio platónico de la pura idea sirve a Carmen Pastrana como poderoso marco para conseguir

efectos de una sutileza compositiva refinada y artificiosa, eso es claro, pero también se nos presenta como pantalla de proyección de sugerencias o contextos indeterminados que el espectador habrá de construir por sí mismo. Al tiempo, es lo que actúa también sobre esa flor, esa mujer, ese perro o ese ave que allí vemos, con una fuerza inesperada y sólo equiparable a la elegancia que desprende al ejercerla: todo en su seno se comprime y achata hasta los límites de la ilustración, del dibujo, volviendo los cuerpos casi transparentes y en las lindes de la japonesería; pero es que, además, este passepartout inmaculado confiere a todos ellos un aire alegórico que, al final, los empuja a su última condición, la del emblema.

Y aquí el círculo se cierra: no decir nada puede decirlo todo, como advertía Gracián; la emblemática

contemporánea de Carmen Pastrana suspende en el vacío un tanto enigmático del silencio y de la nada los motivos de sus figuras (pictura, imago), para cuyo desciframiento sólo nos ha dejado los herméticos títulos (inscriptio, lemma), ese asidero desafiante pero que ya no remite a un epigrama concreto (subscriptio, declaratio), a no ser que estas líneas que estás leyendo sean el propio texto explicativo genérico, ojalá. Contra el fondo vacío de la interpretación se ven lanzados, casi siempre por pares, unos symbolon que en el fondo nunca van a revelarnos lo que quiere contarnos la autora sino de manera ambigua, oscura, parcial e impenetrable. En cualquier caso lo harán en o contra el blanco, puestos allí dentro o encerrados, os lo decía desde el principio.

Ó. A. M. [Madrid,enero de 2012]

MORAL Y MELANCOLÍA

[Sobre el carácter transformador de las imágenes

a partir de las que pinta y dibuja Carmen Pastrana]

ÓSCAR ALONSO MOLINA

La maldad imaginaria es romántica y diversa; la maldad verdadera es aburrida, monótona, triste y vacía. La bondad imaginaria es sosa; la bondad verdadera siempre resulta sorprendente, maravillosa, alucinante.

-Simone Weil-

Nadie es capaz de ver las cosas como son si antes no sabe cómo deben ser.

-Boyer D’Agen- En la obra de Carmen Pastrana hay algo de surrealismo que no lo es. No sé si me explico... Uno se acerca a esas imágenes y, casi de inmediato, se le hace presente un mundo emocional desbordante, hiperestésico y sensible a los más mínimos matices, como detonante inmediato para su invitación a bucear en las asociaciones oníricas y esa abundancia de encuentros inusuales que allí acontecen, convocando extremos en principio incompatibles de los seres y enseres que pueblan los mundos de la vida. Como es bien sabido, también eso mismo fue a menudo el surrealismo, cuyos mecanismos de activación imaginales permanecían al servicio de la propia inercia de las amalgamas, lo sorprendente y otras y muy variopintas alteraciones de lo visible; pero aquí...

De la mano de esos delicados encadenamientos de sintagmas que propone Carmen Pastrana,

el espectador se irá adentrando poco a poco en un universo con algo de maravilloso y, al tiempo, con mucho de melancólico; si se me apura, diré que presiento incluso un fondo que a punto estoy de llamar tenebroso, aunque quizá sea más sensato llamarlo sencillamente terrible, latiendo allí dentro, en calma, mostrando su enorme potencial con tranquilidad y sin siquiera luchar por aflorar de entre esas capas, las más profundas, donde “reposando en sí se presiente”. Es como si a tal naturaleza atroz y perturbadora le bastara hacer manifiesta su elíptica presencia en medio de las delicadezas y los refinamientos de una obra, por lo demás, toda ella placeres sofisticados, cuidadas rarezas y un aliento límpido. Sólo así consigo explicarme el equilibrio logrado en todos estos trabajos entre la expresión de la dulzura y el intenso dolor -¿sentimiento?- que transmite su encarnación en imágenes. Pero entonces, ¿de qué naturaleza serán todos los acoplamientos y cambios de escala (puntos de vista) que pinta y dibuja Carmen Pastrana, parafraseando un mundo interior de sorpresas y pequeñas acciones incomprensibles al primer golpe de vista?; ¿será que allí, tras la apariencia de la sorpresa, velado, subyace un fondo “moral”, un comentario siempre de lo que las cosas deberían ser? Quien me acercó a su trabajo me anunciaba en la presentación, un tanto enigmáticamente, que “no es fácil definirlo en bloque. Tal vez al tener una raíz emocional, éste ha sufrido interesantes variaciones como su vida”; y así, el amigo común, para ilustrarlo, me señalaba cómo hace un par de años Carmen había vuelto a la tranquila vida de Olmeda de las Fuentes tras una intensa estancia de siete años en Nueva York: “Creo que semejante polarización – continuaba diciendo- está de alguna manera presente también en su trabajo.” No quiero ni imaginar ahora lo que diría el psicoanálisis de estas imágenes suyas... Supongo que cosas tan sorprendentes como las que ha dicho ya de las fenomenales escenas del Bosco, quien, por cierto, por aquí aparece citado de manera generosa en alguna ocasión, y a buen seguro no por casualidad.

De la incesante (re)combinación de figuras de un pintor tan enigmático como el maestro flamenco, nuestra protagonista parece haber tomado tanto el gusto por la concreción material de las figuras y las escenas, por híbridas que ambas sean, como esa refractaria cualidad a ser explicado por completo -“no es fácil definirlo en bloque” a él tampoco- en el plano narrativo y moral, incluso echando mano del análisis paranoico-crítico u otros medios ligados a la ciencia hermenéutica más libre. Y ni que decir en lo que respecta a las cuestiones estilísticas de su original maniera. Así, los espacios poéticos de ambos, a pesar de la enorme distancia, se caracterizan por a la incesante concatenación de imágenes que, en un fluir de las continuidades, aspiran a dejarnos en última instancia sin habla, sin logos, o mejor aún, a convertir nuestro lenguaje en un cauce de imágenes verbales sin principio ni fin, sin centro ni periferia. En el centro del mito. Como si de un magma desbordante se tratara, ese imposible lenguaje aformal codiciado desde el númen del preconsciente codificado sueña, efectivamente, con desdibujar los límites entre todas las cosas, empezando por el mismo sueño y la vigilia, el exterior y el interior (o lo que es lo mismo aquí: la supuesta realidad y el mundo anímico e imaginativo); pero también, y sobre todo, entre lo viable y lo imposible, entre lo grande y lo pequeño, entre la norma y lo que al cabo ha de resultar por fuerza paradójico, incompatible, contra natura, monstruoso... Y es que la violencia que se ejerce sobre el reino de lo posible, cierto y concreto, es uno de los niveles más seguros para medir la presencia de estilemas “surrealizantes” en una obra. Herencias epigonales de aquella terapéutica tan traumática que la vieja vanguardia no dudó en aplicar como herramienta de intervención en su época -a su época-, los conceptos de shock e impacto (a los que hoy nos hemos acostumbrado hasta grados delirantes, gracias sobre todo a la publicidad y el devenir del arte contemporáneo) son, en estos trabajos, amortiguados y, digámoslo así, transformados en meras alusiones, gestos sin conclusión efectiva; puro amago. Apuntándolos en rápida enumeración, encontramos tres familias principales: insinuaciones al mundo de los sentidos y los sentimientos en cuanto claves ineludibles de nuestra manera de estar en el mundo físico y social; a la figura femenina como médium entre la biología pura y el universo simbólico; a la mirada sobre el mundo natural y los estados edénicos desde la perspectiva de nuestro presente, tan lejano como indiferente a su recuperación. La presencia casi constante en su obra de figuras femeninas, aisladas o en grupo, y de algunas especies de aves asiduas (garzas, cigüeñas, flamencos y gaviotas, principalmente), junto a la recurrencia de una variopinta iconografía proveniente del mundo mediático volcado a los adolescentes de hoy (ídolos de grupos musicales teen, tribus urbanas, dibujos Manga, personajes de series televisivas y cómic para los más pequeños, etcétera), configuran un personal reparto donde la realidad se mezcla con la ficción, tanto en los papeles protagonistas como en el desarrollo de las acciones llevados a cabo por ellos. El acercamiento de Carmen Pastrana a la vida del día a día es revelado a través de sus seres comunes, vestidos con ropa actual y discreta, cortes de pelo que todos reconocemos, y una actitud melancólica muy extendida en la gestualidad contemporánea. Todo ello hay que entenderlo también en la estela lejana de un pop más lírico que irónico, y tendente a lo simbólico, que gusta de resumir las figuras a su silueta, los escenarios a una escueta línea de horizonte, los objetos a su imagen más reconocible, casi estereotipada, para juntarlos y empezar a

hablar de lo mágico que anida en cada escena cotidiana y doméstica, en el rostro familiar de la existencia.

Además, en estos trabajos, el gusto por la limpieza del conjunto y su estructura, que roza la japonesería con su valoración exquisita del vacío, lo mismo que el cuidado, puesto hasta la máxima tensión, de los ritmos lineales en equilibrio con el blanco del lienzo y el papel, o las áreas de color entendidas como acentos, focos de atención en la lectura del plano de representación, son rasgos que nos transportan de manera indescriptible a la imaginería oriental y sus premisas narrativas, compositivas y gráficas. Algo que, por cierto, quizá lleve a recordar el estilo literario del hoy tan afamado Haruki Murakami, con su tratamiento impecable e incruento, elegante y onírico de los acontecimientos en la frontera de lo fantástico, plagado de elipsis enunciativas y hechos de raíz simbólico-imaginativa, como a un paso “más acá” del mundo definitivamente alterno en el fascinante Viaje de Chihiro, a quien también podríamos compararlo.

Gadamer insistía en el hecho de que cualquier obra de arte pude aportar percepciones vagas, fragmentadas o medio deshechas a una estructura transfiguradora. Sólo por la presencia inagotable que supone descifrar su misma realización, no ya sus planos de sentido conceptual, cabría esperar de estas pinturas y dibujos de tan sugerente factura, pensados para la mirada cercana casi más que para la lejana, una experiencia similar. Y así, frente a esos descomunales lirios de Carmen Pastrana, tan imponentes, sobrevolados por jóvenes que planean en el aire, o que caen ya al agua; frente a sus pegatinas y recortes fotográficos provenientes de la industria mediática nipona y su merchandising; sus cantos rodados y sus filigranas; sus escalofriantes piscinas y torres de Babel, uno puede hacer extensivo aquello que John Berger ponderaba en la obra de Picasso realizada entre los años 1931 y 1943, sólo que aquí de otra manera, y, claro, con relación a un contexto histórico y estético claramente distinto: que comparten “una preocupación con sensaciones físicas tan fuertes y tan profundas que destruyen cualquier objetividad y recomponen la realidad como un complemento del dolor y o del placer.” ¡Que no es poco! Y que así sea.

Ó. A. M. [Madrid-Roderos (León), junio de 2010]

Carmen Pastrana, Blanca, 2014, Óleo sobre lienzo, 192 x 152 cm.

Carmen pastrana, Cuadro I, 2014, Óleo y collage sobre madera, 33 x 33 cm.

Carmen pastrana, Cuadro II, 2014, Óleo y collage sobre madera, 33 x 33 cm.

Carmen pastrana, Cuadro III, 2014, Óleo y collage sobre madera, 33 x 33 cm.

Carmen pastrana, Cuadro IV, 2014, Óleo y collage sobre madera, 33 x 33 cm.

Carmen pastrana, Cuadro V, 2014, Óleo y collage sobre madera, 33 x 33 cm.

Carmen pastrana, Florero, 2013, Óleo sobre lienzo, 192 x 152 cm.

Carmen Pastrana, Serie Máscaras, 2014, Técnica Mixta, 27 x 20 cm Unidad.

Carmen Pastrana, Puede que sólo esté en su cabeza II, 2011, Óleo sobre lienzo, 155 x 180 cm.

Carmen Pastrana, Parking, 2013, Óleo y collage sobre lienzo, 41 x 41 cm.

Carmen Pastrana, El árbol rosa, 2013, Óleo y collage sobre lienzo, 41 x 41 cm.

Carmen Pastrana, Mi jardín que no veo, 2013, Óleo y acrílico sobre lienzo, 155 x 195 cm.

Carmen Pastrana, Dragón, 2013, Mixta con collage, 19 x 19 cm.

Carmen Pastrana, Van llegando, 2014, Óleo sobre lienzo, 100 x 160 cm.

Carmen Pastrana, No sois bien recibidos, 2013, Técnica mixta sobre madera, 23 x 30 cm.

Carmen Pastrana, Se me escapa, 2014, Técnica mixta sobre madera, 22 x 30 cm.

Carmen Pastrana, Globo, 2013, Técnica mixta sobre madera, 22 x 30 cm.

Carmen Pastrana, Desordenado por colores I, 2014, Técnica mixta sobre madera, 22 x 30 cm.

Carmen Pastrana, Que bien que llegaste II, 2012, Técnica mixta sobre madera, 21 x 29 cm.

Carmen Pastrana, Que bien que llegaste III, 2012, Técnica mixta sobre madera, 21 x 29 cm.

Carmen Pastrana, Que bien que llegaste I, 2012, Técnica mixta sobre madera, 21 x 29 cm.

Carmen Pastrana, Van llegando IV, 2014, Técnica mixta y collage sobre madera, 29 x 42 cm.

Carmen Pastrana, Van llegando II, 2014, Técnica mixta y collage sobre madera, 29 x 42 cm.

Carmen Pastrana, Dibujo I, 2014, Técnica mixta y collage sobre madera, 20,5 x 27,5 cm.

Carmen Pastrana, Dibujo II, 2014, Técnica mixta y collage sobre madera, 20,5 x 27,5 cm.

Carmen Pastrana, Puede que no esté mañana, 2010, Acrílico y óleo sobre lienzo, 180 x 92 cm.

Carmen Pastrana, Serie Máscaras, 2014, Técnica Mixta, 27 x 20 cm Unidad.

Carmen Pastrana, Máscara 5, 2014, Técnica Mixta sobre madera, 27 x 20 cm.

Carmen Pastrana, Máscara 6, 2014, Técnica Mixta sobre madera, 27 x 20 cm.

Carmen Pastrana, Máscara 16, 2014, Técnica Mixta sobre madera, 27 x 20 cm.

Carmen Pastrana, Máscara 18, 2014, Técnica Mixta sobre madera, 27 x 20 cm.

Carmen Pastrana, Máscara 9, 2014, Técnica Mixta sobre madera, 27 x 20 cm.

Carmen Pastrana, Máscara 14, 2014, Técnica Mixta sobre madera, 27 x 20 cm.

Biografía

Carmen Pastrana

CARMEN PASTRANA Madrid 1967. 1994 Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid. Beca Fin de carrera, Segovia. 1999-2007 Vive y trabaja en Nueva York, 2007-08 Beca-Residencia de NYARTS Beijing. Pekín, China.

EXPOSICIONES INDIVIDUALES

2014 Galería BAT Alberto cornejo, Madrid. “NICETHINGTOSAY”. 2013 Galería LEM. Mallorca. Carmen Pastrana y Olimpia Velasco. 2012 Galería La Casa Rosa, Málaga. “Se Alquila”. 6 propuestas de Artes Plásticas. Comisariada por María Marina. 2011 Galería Alexandra Irigoyen. Madrid 2010 Sala El Brocense. Cáceres.. 2008 Peñalver Studio. Nueva York. 2006 Peñalver Studio. Nueva York. Galería Marina - Miranda. Madrid. 2004 Galería Bilkin. Bilbao. 2002 Fish Tank Gallery. Nueva York. 2000 Galería Juan Manuel Lumbreras. Bilbao.

PREMIOS 2014 Premio Ayuntamiento de Elda en el ”XXXV Certamen de Minicuadros Huestes del Cadí”. 2013 Primer Premio en el XXXVI Certamen Nacional de Pintura Casimiro Sainz. Cantabria.

Premio adquisición en el XVI Certamen de Artes Plásticas “Sala de Arte. EL Brocense., Diputación de Cáceres.

2012 79 Salón de Otoño. Premio El Corte Inglés. Madrid. 2010 Premio adquisición en el XXVIII Certamen Nacional de Artes Plásticas Castillo de San Fernando.

Ciudad Real. 1999 Primer Premio en el IV Certamen Nacional de Pintura de la Fundación Antonio Camuñas, Madrid. 1998 Segundo Premio en el Certamen Nacional de Artes Plásticas del Ejército del Aire. Madrid. 1997 Mención de Honor en el XVIII Certamen Nacional de Artes Plásticas de Alcalá de Henares. Mención de Honor en el I Certamen de Pintura de Arganda del Rey, Madrid. 1995 Primer Premio en el I Certamen de la Galería de Arte Pilar Barrio, Madrid. Mención de Honor en el XVII Salón de Otoño de Pintura de Plasencia. 1994 Primer Premio en el “VII Certamen de Pintura de la Fundación Amigos de Madrid”. Madrid. * Carmen Pastrana ha participado en numerosas exposiciones colectivas y de divulgación.

"NICETHINGTOSAY"

Carmen Pastrana

(del 8 de mayo al 14 de junio de 2014)

Fotografía: Carmen Pastrana Texto: ÓSCAR ALONSO MOLINA Diseño de invitación: Diseño de catálogo virtual: Video: Alberto Cornejo Diseño y montaje de exposición: Mariam Alcaraz Ayudante de montaje: Mariano Gómez Web: Alberto Cornejo Alcaraz

María de Guzmán 61, 28003 Madrid T. +34 91 554 48 10 - +34 91 554 49 20 F. +34 91 533 53 18 www.galeriabat.com e-mail: [email protected]