odas de horacio as

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    OdasOdas

    Horacio

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    Odas Horacio

    LIBRO IODA PRIMERA

    Mecenas, estirpe de antiguos reyes, oh mi refugio, mi apacible gloria! Hayquienes encuentran placer en haberse cubierto en la carrera con el polvo olmpico. Yla meta, perseguida por las ruedas ardientes de su carro y la codicia de las palmastriunfales los eleva a los dioses, dueos de la Tierra.

    Este otro se regocija si la turba inconstante de los ciudadanos, producindose aporfa, le hace subir el triple escaln de los honores.

    Hulgase aquel otro si encierra previsor en sus silos todo el grano recogido en laseras lbicas. A aquel, cuyo gozo es labrar con el azadn los campos de sus mayores,

    jams, ni aun pagndole todo el oro de Atalo, se le arrancar de all para llevarlo,

    marino temeroso, a surcar con nave de Chipre el mar de Mirtos.Cuando el Abrego lucha con las olas icarias, el mercader espantado aora laquietud apacible y el campo de su aldea; mas pronto repara las averas de susembarcaciones, pues no se resigna a padecer miseria. He aqu uno que no desdea lascopas de un Msico aejo y gustosamente consume una parte del da ya tendido sucuerpo bajo el verde madroo, ya cerca del armonioso brotar de un manantial sagrado.

    Muchos encuentran placer en el campamento, en los acentos confundidos del clarny de la trompeta, en los combates que las madres maldicen.

    El cazador permanece a cielo abierto olvidado de su joven esposa s sus fielesperros han venteado un ciervo, o un jabal marso ha roto las redes de fina malla.

    A m la hiedra, recompensa de las doctas frentes, me mezcla con los dioses del

    cielo; a m el umbro bosque, y los coros de leves ninfas con los stiros, me separandel pueblo, con tal que Euterpe no haga callar sus flautas y Polimnia no se niegue aconcederme la lira de Lesbos.

    Mas si t me concedes un lugar entre los lricos inspirados, tocar los astros conaltiva frente.

    II

    Ya el padre de los dioses ha hecho caer bastante granizo sobre la tierra y, batiendo

    con su diestra enrojecida las sagradas colinas, atemoriz a la ciudad.Horroriz a las naciones el pensamiento de que volviera el duro siglo en que Pirra

    lamentaba prodigios nunca odos, cuando Proteo llev su ganado marino a recorrer loselevados montes; cuando los peces se posaron en las ramas de los olmos en donde lastorcaces haban tenido su morada familiar, cuando sobre la llanura rasa de las aguasnadaron los tmidos corzos.

    Yo he visto el Tiber, enturbiado de amarillo, llevando con violencia sus ondas porla ribera etrusca, irse a abatir el monumento de un rey y el templo de Vesta; mientrasque, demasiado celoso ante los llantos de Ilia de mostrarse vengador, el ro, maridosumiso, vaga y se extiende por la orilla izquierda sin permiso de Jpiter.

    Ella saba que nosotros, ciudadanos, hemos afilado el hierro que mejor debiera

    haber exterminado a los Persas temibles; saba nuestras luchas la juventud esclarecidapor la falta de sus padres.

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    A cul de los dioses invocar el Pueblo en socorro del Imperio que se tambalea ycon qu ruegos fatigar a las sagradas vrgenes de Vesta, sorda a sus frmulas rituales:

    ;A quin dar Jpiter la misin de expiar el crimen? Ven por fin, te suplicamos,cubriendo con una nube tus hombros resplandecientes, profeta Apolo.

    O, si lo prefieres, ven t, riente Ericina, que en tu vuelo vas ceida por el Fuego y

    el Deseo. O t, si inclinas tus ojos sobre tu raza despreciada y sobre tus nietos, padreMarte.Ya saciada, ay!, de juegos largos en demasa; t, a quien agradan los gritos, los

    carros brillantes y la mirada terrible del infante nmida contra su enemigoensangrentado.

    Ven t, dios alado que, cambiando de figura, vistes sobre la tierra los rasgos de unmancebo y aceptas, hijo de la bienhechora Maya, ser llamado vengador de Csar.

    Retrasa por mucho tiempo tu retorno al cielo, prolonga gozoso tu estancia entre elpueblo de Quirino y que en tu clera contra sus vicios no te nos lleve una brisademasiado rpida.

    Gzate aqu mejor con los triunfos grandes; complcete con los nombres de padre

    y de prncipe, y no permitas que los Medos cabalguen impunes mientras vivamos,Csar, bajo tu mando.

    III

    Ojal quiera la diosa soberana de Chipre y los hermanos de Helena, Castor yPolux astros luminosos, y Eolo, el padre de los vientos que a todos encadena menos alYapix, guiarte, nave que me debes a Virgilio a ti confiado! Vulvele sin dao, te lo

    ruego, de los confines ticos, y conserva a esta mitad de mi alma!Dureza de roble y triple lmina de bronce ceida al pecho, de aquel que

    encomend primero el quebradizo esquife a la sabia de los mares, y no temi la fuerzaimpetuosa del Abrego en choque con los Aquilones, ni a las siniestras Hiadas, ni larabia del Noto, seor sin rival del Adritico, cuyo capricho revuelve y aplaca lasaguas. Qu acometida de la Muerte temi aquel que con secos ojos pudo ver losmonstruos nadadores, la mar embravecida y los escollos tristemente clebres deAcroceraunia? De nada sirvi a un dios, en su providencia, poner entre las tierras paradesunirlas, la barrera del Ocano, ya que, pese a todo, impas naves franquean laextensin inviolable de las aguas. En su audacia para desafiarlo todo, el linaje humanose lanza por la ruta prohibida del sacrilegio. En su audacia, el hijo de Prometeo trajo,

    por desdichado engao, el fuego a la humanidad, y en pos del fuego arrebatado a lamansin eterna, se abati sobre la tierra la consuncin con nuevo cortejo de fiebre. Yla muerte, replegada y lenta hasta entonces, aceler su paso!

    Ddalo se aventur en el vaco del aire con alas vedadas al hombre, forzar elAqueronte fue uno de los trabajos de Hrcules. Ya no hay para los mortales nadademasiado alto.

    Nuestro desatino pretende tocar el cielo y no permite que Jpiter deponga susirritados rayos.

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    IV

    El crudo invierno se dulcifica con el blanco retorno de la primavera y de Fevonio;

    los rodillos hacen deslizarse al mar las barcas enjutas; el ganado no se goza ya en losestablos ni el campesino junto al fuego; las praderas no encanecen con la blancaescarcha. Ya Venus Citerea conduce su carro bajo la alta Luna y, unidas a las Ninfas,las gracias encantadoras golpean la tierra en alternado ritmo mientras que el rutilanteVulcano visita las forjas laboriosas de los Cclopes.

    Ahora es tiempo de enlazar nuestros lustrosos cabellos con el mirto verde o con losflores que producen la esponjosa tierra; ahora es tiempo de sacrificar a Fauno, bajo lasombra de los bosques sagrados, una cordera o al menos, y si as lo prefiere, uncabrito.

    V

    Qu esbelto mancebo entre profusin de rosas y baado de lquidos perfumes teabraza, Pirra, en el fondo de placentera gruta? Para quin trenzas tu rubia cabellera,con coqueta sencillez? Cuntas veces, ay, llorar los cambios de tu fidelidad y de losdioses, e inexperto se asombrar de ver el mar turbado por negras tormentas!

    El que, ahora crdulo, se goza en tu beldad de oro, y que te espera toda para s,siempre amante, y no sabe de las traiciones de la brisa, otros desdichados.

    Infelices los que no han aprendido lo que oculta la belleza! En cuanto a m, una

    tabla votiva sobre el sagrado muro atestigua que he consagrado mis vestidosempapados al dios soberano del mar.

    VI

    Ser celebrado por Vario, guila del canto moenio, tu coraje, y l cantar tusvictorias sobre el enemigo por todas las batallas que por mar o a caballo los fierossoldados han librado bajo tu mando.

    Mas yo, Agripa, no intento cantar estas cosas ni la terrible clera del inflexible hijode Peleo, ni las correras por mar del astuto Ulises ni los horrores de la casa dePenlope.

    Dbil como soy, no intento empeos sublimes porque el pudor y la Musa que reinasobre mi lira pacfica me impiden menoscabar, por falta de ingenio, los mritos delgran Csar y los tuyos.

    Quin celebrar dignamente a Marte, vestido de acero, o a Marin, ennegrecidode polvo troyano, o al hijo de Tideo, igual a los dioses del cielo con la ayuda de Palas,

    Yo canto los banquetes, y las luchas en que las muchachas se debaten con afiladasuas contra los mancebos. Esto es lo que yo canto cuando mi corazn est vaco cefuego o cuando, ligero como siempre, se abrase por algo.

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    VII

    Otros alabarn la luminosa Rodas, o Mitilene o Meso; o los muros de Corinto, que

    dan a dos mares, o a Tebas, ennoblecida por Baco; o a Delfos, ilustrado por Apolo, olos valles de Tesalia. Hay otros cuya nica tarea es la de celebrar a todo lo largo de unpoema la ciudad de Palas, la inviolada, y de cosechar por doquiera los ramos de olivo,con que ceir su frente. Muchos llamarn a Argos, en honor de Juno, productora decaballos, y a Micenas, rica.

    A mi espritu, ni el sufrido espartano ni los campos de la opulenta Larisa deTesalia, han impresionado tanto como el rumor de la fuente Albunea o el Anio, que se

    precipita en cascadas. O el bosque sagrado de Tiburno, o los pomares que rieganinquietos arroyuelos.

    Y as corno el claro Noto con frecuencia limpia las nubes en el oscuro cielo y noprovoca sin fin las lluvias, as t, Planco, s prudente; acurdate de poner un lmite a

    su tristeza y a las penas de la vida en el dulzor del vino, ya te retenga an elcampamento en donde brillan las enseas o la sombra densa de tu finca de Tibur.Se dice que Teucro, al huir de Salamina y de su padre, ci con una corona de

    hojas de lamo sus sienes humedecidas por el licor lieo, y habl de este modo a susentristecidos amigos: "Adnde quiera que nos deba llevar la Fortuna, menos dura quemi padre, all iremos, camaradas y compaeros mos. No hay porqu desesperarteniendo a Tenero por jefe y bajo sus auspicios, pues el infalible Apolo ha prometidoque sobre una tierra nueva habr otra Salamina bajo el mismo nombre. Oh bravosvarones, oh guerreros que muchas veces conmigo habis corrido peores pruebas! Queel vino ahuyente ahora vuestros cuidados! Maana saldremos de nuevo por la inmensallanura del mar".

    VIII

    Dime Lidia, te ruego en hombre de todos los dioses, por qu te empeas en causarcon tu amor la perdicin de Sibaris? Por qu ha tomado odio al soleado Campo deMarte luego de tanto soportar el polvo y el sol? Por qu no cabalga entre los jvenescorno l en edad del servicio militar? Por qu no tasca la boca de un caballo galo condentado freno? Por qu teme el contacto del amarillo Tiber? Por qu evita el aceite

    ms cautamente que si se tratase de la sangre de una vbora? Por qu no se amoratansus brazos bajo el peso de las armas, el mismo que sobresali a menudo lanzando eldisco y la jabalina ms all de la meta? Por qu vive escondido, como Aquiles, elhijo de la marina Tetis, temeroso de que su atuendo varonil le arrojase a la matanza delos batallones Lios.

    IX

    Ves cmo el Soracte se yergue blanco de nieve espesa, como las selvas no puedensoportar el peso que las fatiga, como los arroyos han detenido sus aguas bajo el agudo

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    hielo?Disipa el fro poniendo con largueza leos en el hogar y s ms liberal, Toliarco, y

    saca el vino de cuatro aos conservado en tinajas sabinas de dos asas.Deja a los dioses lo dems: ellos abatieron los viento que luchan sobre el mar

    hirviente y que agitan los cipreses y los vientos olmos.

    Evita inquirir lo que suceder maana, y cualquiera que sea el da que te depare lasuerte, Toliarco, ponlo entre tus ganancias. No desdees, muchacho como eres, losdulces amores y las danzas, en tanto que tu edad en flor se mantiene lejos de la vejezcanosa y tarda. Ahora hay que buscar el Campo de Marte y las plazas, y tambin a unahora convenida, los dulces coloquios nocturnos.

    Busca la risa grata que denuncia a la doncella desde el rincn apartado en que seoculta, y la prenda de amor quitada a su brazo o a su dedo que ofrece dbil resistencia.

    X

    Mercurio, nieto del elocuente Atlante, t, que viendo las costumbres feroces de loshombres nuevos sobre la tierra, acudiste hbil a pulirles con la palabra y con el uso dela palestra que embellece; es a ti a quien cantar, mensajero del gran Jpiter y detodos los dioses; padre de la corva lira, hbil en ocultar con un gracioso engao todolo que te viene en gana; te canto a ti que, una vez con astucia robaste las vacas deApolo y, en el momento en que l te amenazaba con voz terrible si no las restituas,desposeste al dios de su aljaba y de buen grado rompi a rer.

    Tambin bajo tu gua, el viejo Pramo pudo, al abandonar ilion, engaar a losorgullosos atridas y los fuegos de Tesalia y el cerco inicuo de Troya.

    Eres t quien pone a las almas piadosas en bienaventuradas mansiones y bajo tuvara de oro riges la turba de vanas sombras, grata a los dioses celestes e infernales.

    XI

    No quieras asaber, pues ello nos est vedado, qu fin, Liconoe, han sealado param y para ti los dioses. Y no interrogues a los clculos babilnicos. Cunto mejor essufrir todo lo que pueda suceder! Y ora Jpiter te conceda ms de un invierno, ora sea

    ste el ltimo que ahora quebranta el mar Tirreno contra los acantilados dedesgastadas rocas, s prudente. Filtra tus vinos y, ya que la vida es corta, ajustaesperanza larga. Mientras hablamos, el tiempo celoso huy. Atiende al da presente, yno te fes lo ms mnimo del porvenir.

    XII

    Qu hombre o qu hroe te propones, Clio, celebrar con la lira o con la aguda

    flauta? Qu dios vas a cantar cuyo nombre el festivo Eco devuelva, ya en lasregiones sombras del Helicn, ya en el Pirado o en el Hemo helado, donde los

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    bosques siguieron atropelladamente al armonioso Orfeo, el cual, por arte materno,deja en suspenso la carrera precipitada de los ros y la agilidad de los vientos? Aquin reservas las caricias en las cuerdas sonoras de tu lira para dar odos a las encinasy llevarlas tras de s?

    ,Qu dir antes del acostumbrado elogio del dios, tu padre, que gobierna las cosas

    humanas y divinas, y que con la variedad de las estaciones templa el mar, la tierra y elcielo?De l nada nace ms grande que l mismo, y nada tiene Vigor que se asemeje a lo

    que tiene por segundo. Sin embargo, los de Palas sern los honores ms prximo a l.No callar tus alabanzas, Baco, audaz en el combate. Ni te omitir a ti, Diana,

    virgen enemiga de las crueles bestias salvajes. Ni a ti, Febo, que te haces temer por tuflecha certera.

    Cantar tambin a Alcides y a los hijos de Leda, clebres uno por las victorias desus caballos y el otro por la fuerza de sus puos. Su estrella clara, tan pronto como seofrece resplandeciente a los marineros, hace fluir de las rocas alterada el agua. Huyenlas nubes y sobre el mar se aplacan, por que as lo quisieron, las amenazadoras olas.

    Nombrar despus de estos primero a Rmulo y el reino pacfico de Pompilio?Acaso cantar las antorchas soberbias de Tarquino o la noble muerte de Catn? Anlo estoy dudando.

    Ni Camena agradecida tendr altos acentos para cantar a Rmulo y a los Escaurosy a Paulo, prdigo de su gran alma despus de ser vencido por Cartago. Y a Fabricio.

    A ste y a Curin, de revueltos cabellos. Y a Camilo, la penuria ignorada, laheredad de sus mayores y el hogar modesto les hicieron tiles para la guerra.

    El renombre de Maecelo crece como un rbol por la accin secreta del tiempo.Luce entre todas las glorias la estrella de Julio como brilla la luna entre las estrellasmenores.

    Padre y guardin de la raza humana, hijo de Saturno! Los hados te han dado elcuidado del gran Csar, que reina despus de ti.

    Lo mismo que cuando domea y lleva en triunfo legtimo a los Partos que alamenazar el Lacio o someter a los Seras y a los Indios situados en los confines delOriente.

    Por debajo de ti gobernar equitativamente el mundo gozoso. T desquiciars elOlimpo bajo el peso de tu carro terrible. T lanzars rayos enemigos sobre lossagrados bosques profanados.

    XIII

    Cuando t, Lidia, ensalzas a Tlefo y su hermoso cuello de rosa y sus brazos decrea blancura, ay! mi hgado hierve y se hincha con una bilis incmoda. Entonces nimi espritu ni m color guardan su justo lugar, y las lgrimas resbalan furtivas por mismejillas y denuncian con qu hondura me consumen obstinados ardores. Me abrasocon el vino las violencias de las peleas si han maltratado tus hombros esplndidos, y siel mancebo en sus transportes ha impreso con sus dientes una huella indeleble en tuslabios.

    No. Si quieres escucharme, no esperes que sea constante el brbaro que martiriza

    esa dulce boquita que Venus impregn con la quinta esencia de su nctar. Dichosos,ay!, tres y mil veces aquellos a quienes ata un lazo indisoluble; aquellos a quienes

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    Oh, hija hermosa ms que tu madre! Puedes poner a mis yambos acusadores eltrmino que quieras: arrjalos al fuego o, si lo prefieres, tralos al Adritico.

    Ni la diosa de Dndimo ni en sus santuarios el dios Pitioy Apolo agitan al mismo tiempo el espritu de sus sacerdotes, ni los coribantesredoblan sus golpes contra el bronce sonoro, como la sombra clera que no desvanni la espada de Norica, ni el mar lleno de naufragios ni el fuego cruel ni el mismoJpiter precipitndose en estruendo.

    Se cuenta que Prometeo, obligado a agregar al primer barro partculas tomadas deunos y otros seres, puso en nuestro pecho la violencia que arranc de un len furioso.

    La clera abati a Tiestes con irreparable dao y fue la causa primera de que altasciudades pereciera desde su cimientos, e hizo que un ejrcito ensoberbecido por lavictoria clavase el arado enemigo sobre las ruinas de sus murallas. Calma tu enojo: yotambin experiment en la dulce poca de la juventud el hervor del corazn y me ha

    llevado furioso a los rpidos yambos.Ahora yo deseo mudar en dulzor la aspereza, mas es preciso que vuelvas a ser miamiga y me devuelvas mi alma, pues que yo me retracto de mis ultrajes.

    XVII

    gil Fauno: deja frecuentemente el Liceo por el grato Lucretil y sin cesar defiendemis cabras del abrasador esto y de los vientos lluviosos.

    Impunemente, en la seguridad del bosque, buscan apartadas de las sendas, los

    madroos escondidos y el tomillo estas esposas de un maloliente macho, sin temor alas verdes culebras.Los apriscos no tiemblan a los lobos de Marte siempre que la siringa armoniosa

    hace resonar, Tndaro, los valles y las rocas pulidas del inclinado Ustica.Los dioses me guardan y a ellos son gratas mi piedad y mi mesa. Para ti correr

    aqu, en mi heredad, la Abundancia hasta rebasar prdigamente con su cuernogeneroso los ricos bienes de los campos:

    aqu, en la profundidad de este valle, evitars los ardores de la cancula, y con lalira de Teos cantars los amores que por Ulises sintieron Penlope y la marina Circe;

    aqu, a la sombra, saborears copas de un Lesbos inofensivo; no vers a SemeleyoTioneo trabar combates con Marte y no tendrs que temer recelosa que el brutal

    Ciro, enemigo enfadosamente desigual, ponga sobre ti sus manos atrevidas yrasgue la corona ceida a tus cabellos y tu vestido sin culpa.

    XVIII

    No plantes, Varo, ningn rbol antes que la via sagrada en la regin del Tibur ddulce suelo junto a los muros de Catilo. Porque la divinidad no ha reservado para lossobrios nada ms que adversidades, y no hay otro medio de ahuyentar las roedoras

    preocupaciones. Quin, despus de haber bebido, comenta las duras pruebas de la

    milicia o de la miseria? Quin, en cambio, no os cantar a ti, Baco, nuestro padre, y ati, graciosa Venus?

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    Y que nadie debe pasar la medida de los dones de Baco es la leccin que nos da lamortal pelea de los Centauros y los Lapitas. librada por causa del vino que envi eldios Baco a los Sitonios cuando la intemperancia no opone a las pasiones ms que tinasimple barrera para distinguir lo que los dioses permiten y lo que prohiben. No. Yo,resplandeciente Baco Basareo, yo no te provocar contra tu voluntad ni sacar a la faz

    del da estos objetos que cubren abundante follaje. Frena los salvajes tmpanosmezclados a la trompeta berecintia que siguen como en cortejo al ciego amor propio,y frena la jactancia que encumbra ms de la cuenta las huecas testas; frena la fe que

    prodiga los secretos y que es ms transparente que el vidrio.

    XIX

    Venus, madre cruel de los deseos, y Baco, hijo de la tebana Smele y la Licencialasciva, me ordenan que vuelva mi corazn a fenecidos amores. Ardo por la belleza

    radiosa de Glcera ms esplndida que el mrmol de Paros; me abrasa su grata altivezy su rostro demasiado peligroso a quien lo contempla. Venus, derramndose todaentera en m, ha desertado de Chipre y no consiente que cante a los Escitas ni a losvalerosos Partos que fingen huir peleando, ni nada que no concierna a ella.

    Ponedme aqu, muchachos, un montn de csped tierno; poned mirtos, incienso yuna ptera con vino puro de dos aos, Venus se ablandar con el sacrificio de unavctima.

    XX

    Bebers en modestas tazas un vino sabino de poco precio que yo mismo heenvasado y encerrado en tinaja griega cuando en el teatro te fue tributada.

    Oh t, noble caballero, caro Mecenas!, una ovacin tal que las orillas de tu ropatrio, junto con el eco gozoso del monte Vaticano, repitieron a una tus alabanzas.

    T bebers el vino Ccubo, y el sano jugo de las uvas que ha exprimido una prensade Galeno. En cuanto a m, los caldos de mis copas nada deben a las vias de Falernoni a las colinas de Formio.

    XXICantad a Diana, tiernas doncellas; cantad, mancebos, al dios Cintio de abundosos

    cabellos, y a Latona, profundamente amada de Jpiter soberano.Ensalzad, doncellas, a la diosa que goza con las flores y con la cabellera de los

    bosques erguida sobre el helado lgido o entre los sombros bosques de Erimanto, ode Crago verdegueante, montaas consagradas a Diana.

    Y vosotros, mancebos, alabad con otros tantos loores a Tempe y Delos, cuna deApolo de cuyos hombros penden el carcaj y la lira regalo de Hermes, su hermano.

    l alejar la guerra y su cortejo de lgrimas, apartar las miserias del hambre y dela peste lejos de nuestro pueblo y de Csar, nuestro prncipe, y las echar sobre los

    Persas y sobre los Bretones porque vuestras preces le conmovern.

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    El hombre de vida intachable y limpio de culpa no necesita, Fusco, de dardos ni dearcos moriscos ni de pesada aljaba de envenenadas flechas, ya se apreste a viajar a

    travs de las Sirtes hirvientes o del inhspito Cucaso o de los lugares que lame elfabuloso Hidaspes.En efecto, cuando en el bosque Sabino yo cantaba a mi Llage y libre de cuidados

    me extraviaba fuera de sus lindes, ante mi un lobo sabino salt huyendo... Yo estabadesarmado.

    Era un monstruo como la guerrera Apulia no aliment en sus vastas sierras, comono lo produce la tierra de Juba, seca nodriza de leones.

    Ponme en las llanuras perezosas en que ningn rbol se reanima con el soplo delesto; regin del mundo agobiado de brumas y de clima malsano; ponme bajo el carrodel sol muy prximo, sobre tierra negada a seres vivientes; siempre amar a Llage dedulce risa, de dulce voz.

    XXIII

    Me huyes, Cloe, igual que el cervatillo que busca a su madre, atemorizado en losrecovecos de las montaas turbadas con vano espanto por la brisa y el ruido de lasfrondas, pues si la llegada de la primavera agita con un estremecimiento lasmovedizas hojas, si los verdes lagartos remueven la maleza, tu corazn y tus rodillastiemblan.

    Mas yo no soy un tigre feroz ni un len de Getulia; no te persigo para

    despedazarte: deja de correr junto a tu madre, pues que ests ya en sazn para recibirmarido.

    XXIV

    Qu moderacin cabe, que rubor en llorar la muerte de un tan querido amigo?Ensame cantos lgubres, Melpomene a quien Jpiter concedi con la ctara una tanlimpia voz.

    Pero es posible que pese sobre Quintilio el sueo eterno? Cundo el Pudor y laincorruptible Fidelidad, hermana de la justicia, cundo la desnuda Verdad encontrarnun igual a l?

    A muchos hombres de bien arrancan lgrimas su muerte, pero para nadie es msdigno de llanto que para ti, Virgilio; en vano reclamas piadoso a los dioses que tedevuelvan, ay!, a Quintilio que de esa manera no les confiaste.

    Ah, si tu pudieras mejor que Orfeo de Tracia pulsar la lira que atrajo a los rboles!Acaso volvera la sangre a la varia sombra que una vez con su varita espantableMercurio, inexorable para abrir a las splicas la puerta fatal, ha empujado al oscurorebao de las sombras? Dura ley! Pero la resignacin hace menos penoso lo que nosest vedado corregir.

    Con menos frecuencia vienen a golpear con piedras tus ventanas cerradas losjvenes encanallados, para espavilar tu sueo, y menos tu puerta se hace amiga del

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    umbral, antes tan complaciente en mover los goznes. Oyes cada vez menos:",Duermes, Lidia ma, mientras, siendo tuyo, perezco durante largas noches?"

    Pronto, vieja desgreada llorars en una calleja solitaria sobre los desprecios de losmujeriegos, mientras que el viento de tracia redobla su bacanal bajo un cielo sin luna

    y mientras la quemazn del amor y del deseo que pone en furor a las yeguas

    volver tu hgado ulcerado y entonces gemirs, porque la floreciente juventud se gozacon la yedra verde y con el oscuro mirto, y ofrece los follajes mustios al Eurocamarada del invierno.

    XXVI

    Amigo de las musas, abandonar tristezas y temores a la intemperancia de losvientos para que se los lleven al mar de Creta sin preocuparme lo ms mnimo al saberqu rey de una comarca helada se hace temer bajo el Septentrin, o qu cosa cause

    temor a Tiridates, rey de los Partos. Oh, t que te gozas en fontanas invioladas!Trenza flores al sol, teje una corona para Lamia, mi amigo querido, dulce Pimplea.Sin ti de nada me sirven los elogios; a ti y a tus hermanas corresponde inmortalizar aLamia con cuerdas nuevas, con plectro lsbico.

    XXVII

    Es propio de tracios luchar con copas hechas para la alegra; desechad una

    costumbre brbara; respetad a Baco y alejadle de peleas sangrientas.Qu monstruosamente disuenan las cimitarras persas en medio del vino y de lasluminarias! Cesad en vuestros impos clamores; calmaos, camaradas, y quedaos con elcodo apoyado.

    Queris que yo participe tambin en las libaciones del spero Falerno? Que elhermano de Megila de Opntica nos diga de qu herida, de qu flecha muere condichosa muerte.

    Se niega? Pues con esta condicin beber. Cualquiera que sea la Venus que tedoma, no te abrasa con fuegos de que debas avergonzarte y a un amor honradosiempre te sometiste: cualquiera que ella sea, vamos, confala a mis seguras orejas.Ah desgraciado! En qu Caribdis viniste a caer, muchacho digno de un mejor amor!

    Qu bruja, qu hechicera con sus filtros de Tesalia, qu dios podr librarte?Apenas Pegaso te desligar de las ataduras de esta Quimera triforme

    XXVIII

    Un poco de polvo, mezquino regalo, cerca de los anchos flancos del Marino tecubre, Arquitas; a ti que mediste el mar y la tierra y el infinito nmero de las arenas:de nada te sirve haber explorado las moradas etreas y recorrido la bveda celeste con

    un alma destinada a la muerte.Han perecido el padre de Penlope, comensal de los dioses, Tirn, elevado a los

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    aires, Minos, admitido a los secretos de Jpiter: el Trtaro posee al hijo de Pantoo quedescendi al Orco por segunda vez, y aunque atestiguando por su escudo arrancado suexistencia troyana, no hubiese concedido a la negra muerte ninguna otra cosa que nofuesen sus nervios y su piel. Y no era segn tu juicio, una autoridad despreciable esteadivino de la verdad y de la naturaleza.

    Mas una misma noche nos aguarda a todos: todos hemos de hollar por una sola vezel camino de la muerte. Las Purias entregan a unos al feroz Marte en espectculo; lams vida sirve de perdicin a los marineros; se atropellan los funerales de jvenes yviejos; no hay cabeza que se hurte a la cruel Proserpina. Tambin a m me ha tragado

    bajo las ondas Ilricas el Noto, compaero impetuoso del declinar de Orin. Pero t,marinero, no seas avaro, no te hurtes de dar a mis huesos y a mi cabeza insepultaalgunos granos de estas arenas vagabundas.

    Ojal con todos los embates con que el Euro amenaza estas aguas hesperiaspadezcan tan slo las selvas venusinas, estando t a salvo! Quieran los dioses que lasrecompensas vengan a ti de aquellos que pueden hacerlo, de Jpiter propicio y de

    Neptuno guardin de la sagrada Tarento. No tienes miedo de cometer una falta que

    caer ms tarde sobre tus hijos inocentes? Acaso te esperan justas represalias y cruelesalternativas: no ser abandonado ni mis imprecaciones sern frustradas y ningunaexpiacin te absolver. Vas aprisa? Espera, no ser mucho el tiempo que pierdas.Podrs reemprender tu camino despus que hayas echado sobre m tres puados de

    polvo.

    XXIX

    Envidias ahora, Iccio, los tesoros afortunados de los rabes y preparas una ruda

    campaa contra los reyes del pas Sabeo que an no sabe de derrotas, y trenzascadenas para el Medo espantable? Qu doncella entre las mujeres brbaras te servirviendo muerto a su prometido? Qu muchacho arrancado de su palacio real

    permanecer junto a ti con los cabellos perfumados dispuesto a escanciar tus vinosdespus de haber sido enseado a lanzar las flechas sricas con el arco heredado desus mayores? Quin negar Que el curso precipitado de los ros pueda remontarhacia las montaas abruptas y que pueda retroceder el Tiber si t, que prometasmejores cosas, aspiras a cambiar los libros del clebre Panecio, adquiridosdondequiera, y a la familia socrtica por una coraza de cuero cordobs?

    XXX

    Oh Venus reina de Gnido y de Pafos! Desdea tu Chipre querida y cuando Glicerate llame, entre nubes de incienso, transprtate a su riente mansin.

    Que vayan contigo Cupido, el ardiente nio y las Gracias con la cintura desceiday las Ninfas y la Juventud que sin ti no tiene encantos y Mercurio persuasivo.

    Qu solicita el vate en el da de hoy en que se le dedica un templo? Qu pidevertiendo en la ptera la libacin de un vino nuevo? No las mieses fecundas de laferaz Cerdea, ni los rebaos prsperos de la ardiente Calabria, ni el oro y el marfil de

    la India ni los campos que lame con sus apacibles aguas el curso silencioso del Lris.Poden con el hocino aquellos a quienes la suerte concedi vias en Cales, y el rico

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    mercader beba en clices de oro los vinos trocados por mercanca siria; hombrequerido de los dioses mismos ya que tres o cuatro veces al ao puede, impune, volvera ver las aguas del Atlntico. A m me alimentan las aceitunas, la achicoria y las lige-ras malvas.

    Concdeme, te ruego, Apolo, hijo de Latona, gozar de mis adquiridos bienes y con

    estos dame la salud: pdote serena inteligencia y no arrastrar una vejez triste ni vivirprivado de mi ctara.

    XXXII

    Me invitan a cantar. Si nunca en mis ocios bajo la sombra he modulado contigo misversos, te pido un canto latino que viva este ao y muchos ms, lira ma, tocada antes

    por un ciu-dadano de Lesbos que, ya en medio de las armas, guerrero feroz, o

    amarrando a la hmeda orilla su nave batida por las olas cantaba a Baco, y a lasMusas y a Venus con el nio siempre a su lado, y a Lico de, bellos ojos negros y denegros cabellos.

    Honor de Febo, lira, querida en los banquetes de Jpiter soberano, dulce consuelode nuestras penas; recibe el saludo de mis rituales invocaciones.

    XXXIII

    Albio, no te desesperes fuera de toda medida pensando en la inclemente Glicera;no te extiendas en elegas plaideras porque otro ms joven te aventaj en despreciode la fe jurada:

    Lcoris, que se adorna con una frente tersa, se abrasa de amor por Ciro; Ciro va trasde la spera Foloe: pero los corderos se unirn a los lobos de la Apulia, antes queFoloe tenga delicadezas para este grosero amante. As lo ha querido Venus queencuentra placer, con un juego cruel, en colocar bajo su yugo de bronce cuerpos yalmas mal apareados.

    Yo mismo cuando me invitaba otro amor preferible, encontr placer en quedaraprisionado en las gratas ligaduras de Mirtales, una liberta ms violenta que las olasdel Adritico que corroe los golfos de Calabria.

    XXXIV

    Adorador que fui de los dioses avaro y negligente mientras que profesando minecia sabidura, iba al azar; hme aqu obligado a dirigir mis velas en sentidocontrario y a reanudar mi abandonada ruta. Porque Jpiter, que con su fuego rutilanterasga las nubes con frecuencia, ha guiado en medio de un cielo sereno sus caballostonantes y su carro alado; con su sacudida conmueve la tierra inerte y los ros

    vagorosos, la Estigia, la espantosa mansin del siniestro Tnaro y el confn de Atlante.El dios puede hacer de las simas cumbres; puede rebajar la altura de los grandes y

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    convertir en claro lo oscuro. La Fortuna rapaz, haciendo vibrar sus estridentes alas, haquitado de esta cabeza la corona y se complace en colocarla en esta otra.

    XXXVOh, diosa que gobiernas la noble Actium, cuyo poder eleva al ser mortal del grado

    ms bajo o cambia los triunfos soberbios en funerales!Con inquieta plegaria te rodea el pobre colono en el campo, y sobre las olas en que

    t eres soberana te implora cualquiera que en bitinia nave surca el mar de Crpatos.A ti invocan el rudo Daco, los Escitas en desbandada, las ciudades y las naciones y

    el fiero Lacio, y las madres de los reyes brbaros, y los dspotas empurpuradostiemblan; que con pie ultrajante derribes su enhiesta columna o que el pueblo entumulto y gritando "A las armas, a las armas!" arrastre a los inrresolutos y destruya

    su reino.Ante ti siempre marcha tu esclava la Necesidad llevando en su mano de bronce losclavos trabales y las cuas, sin faltar el rudo garfio y el plomo fundido.

    T tienes por cliente a la Esperanza y a la rara Fidelidad cubierta con blanco velo yque no te niega su escolta cada vez que, bajo un vestido fnebre, abandona airada lascasas poderosas.

    Pero el vulgo prfido y la cortesana perjura vuelven la espalda y los amigos huyenen todos sentidos despus de agotar las jarras hasta las heces no queriendo, perjuros,compartir la pesadez del yugo.

    Preserva a Csar dispuesto a marchar al fin del Mundo contra los Bretones, yguarda al nuevo enjambre de jvenes temibles, a las regiones de la Aurora y al Mar

    Rojo.Ay! Vergenza nos da de nuestras cicatrices y de nuestro crimen, vergenza nos da

    de nuestros hermanos. Ante qu accin hemos retrocedido, generacin brbara?Qu sacrilegios hemos dejado sin cometer? De qu objeto ha apartado sus manos

    la juventud en el temor de los dioses? Qu altares ha respetado? Oh! Quieran lasdivinidades que de nuevo temples nuestras melladas armas en nuevo yunque para ircontra los Masagetas y contra los rabes!

    XXXVI

    Me es dulce sacrificar con incienso, con la lira y con la sangre prometida de unternero a los dioses guardianes de Numidia que, volviendo hoy salvo de los ltimosconfines de Iberia, reparte abundantes besos entre sus buenos camaradas, pero aninguno ms que a su querido amigo Limia, recordando que sobre su infancia gobernun mismo maestro y que juntos tomaron la toga nueva.

    No neguemos a este hermoso da la seal de la tiza ni demos paz al nfora sacadade la bodega. No demos, al modo de los Salios, reposo alguno a nuestros pies; queDamalis, gran amiga del vino, no llegue a vencer a Basso en beberse de un trago laancha copa de los tracios; que no falten en el banquete ni rosas ni el verde apio ni el

    perecedero lirio. Todos pondrn en Damalis sus ojos enturbiados por la embriaguez;

    pero nadie apartar a su nuevo amante de ella ms envolvente que la trepadora hiedra.

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    XXXVII

    Ahora hay que beber; ahora hay que golpear la tierra con pie suelto; ahora en

    banquete digno de los Salios es tiempo, camaradas, de disponer los manjares de losdioses.Antes era sacrilegio sacar el vino Ccubo de la bodega de los antepasados en la

    poca en que una reina preparaba la ruina insensata del Capitolio y los funerales delImperio contaminado de vicio, con su infamante rebao de hombres castrados; desen-frenada de esperanza y embriagada de las dulzuras de la Fortuna. Mas para amenguarsu furor apenas una sola nave de las suyas escap del incendio, y para reducir aterrores su mente turbada por el vino Meretico, Csar, mientras ella volaba lejos deItalia.

    forz el empuje de los remos para caer sobre ella como cae el gaviln sobre lastmidas palomas, o sobre la liebre el gil cazador en las llanuras de la helada

    Hemonia; quera ceir de cadenas al monstruo fatal. Mas ella buscando ms noblemuerte, ni tuvo femenil espanto ante la espada ni gan con su flota rpida la seguridadde abrigadas costas; os en cambio contemplar con impvido rostro su palacio enruinas y sin temor manejar las serpientes irritadas para embeber su cuerpo en negra

    ponzoa, ms intrpida por la voluntad de morir: mujer soberbia, neg a las crueles lagloria de conducirla destronada en orgulloso triunfo.

    XXXVIII

    Odi siempre, muchacho, las ostentaciones prsicas: no tengo gusto por las coronastrenzadas con helecho. Evita investigar en qu sitios se retras la floracin de la rosa.

    Quiero que nada agregues solcito al sencillo mirto; el mirto no es digno ni de ti,que me sirves, ni de m, que bebo bajo la sombra prieta de la parra.

    LIBRO IIODA PRIMERA

    Las revueltas civiles desde el consulado de Metelo, sus causas, los motivos de laguerra, sus vicios y sus aspectos, los vaivenes de la Fortuna, las amistades funestas delos prncipes, las armas empapadas de sangre que no fue todava expiada, esta materiallena de peligroso azar, todo esto lo llevas en tu mano y caminas sobre ascuasdormidas bajo engaosas cenizas.

    Que la diosa severa de la tragedia abandone el teatro, y pronto, cuando t hayasordenado el relato de los sucesos pblicos, recobrars tu noble menester sobre coturnocecropio.

    Oh, Polin, sostn ilustre de los entristecidos reos y de los consejos de la Curia!

    T, por quien en tu triunfo dalmtico el laurel te granje honores eternos!He aqu que con el estruendo amenazador de los cuernos atruenas nuestros odos,

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    va resuenan los clarines; ya el rebrillar de las armas infunde espanto a los caballos enhuida y a la vista de los jinetes.

    Me parece escuchar a los grandes jefes hermosos con el polvo que les ensucia y vertoda la tierra sumisa, mas no el alma inflexible de Catn.

    Juno y todos los dioses propicios a los africanos que, impotentes, haban

    abandonado este suelo sin vengarlo, han vuelto a ofrecer los nietos de los vencedoresa los manes de Yugurta.Qu campo embebido en sangre latina no testimonia, sembrado de tumbas,

    nuestros impos combates y la estrepitosa cada de la cruel Hesperia que hasta losMedos oyeron?

    Qu abismo o qu ros ignoran tan lgubre guerra? Qu mar no ha tenido ensangre la carnicera de la Daunia? Qu riberas no han visto correr nuestra sangre?

    Mas t, musa procaz, no debes dejar all tus juegos y tomar los atributos de la Nenia de Ceos; ven conmigo a buscar en el fondo de la gruta Dionea ritmosarrancados a plectro menos grave.

    II

    Yace la plata, sin color, escondida bajo la avara tierra, Crispo Salustio, enemigo delmetal que un empleo mesurado no ha hecho brillante.

    Prolongar su vida a travs del tiempo Proculeyo conocido por su corazn paternalhacia sus hermanos; la Fama que sobrevive le llevar en alas que no temen ladescomposicin.

    Si dominas tu espritu de avidez, tu reino ser ms vasto que si unieras la Lidia alas tierras lejanas de Gades, y si ambas Cartagos te tuviesen a ti solo por dueo.Engorda el cruel hidrpico si cede a su debilidad y no aleja la sed, a menos que de

    sus venas haya huido la causa de su mal y de su cuerpo plido el humor acuoso que leconsume.

    Fraartes es llevado al trono de Ciro, pero la Virtud en desacuerdo con la plebe leaparta del nmero de los dichosos y ensea al pueblo a no usar conceptos falsos;

    ofrece la corona segura, el reino, el laurel legtimo al que contempla con miradaimpasible montones enormes de tesoros.

    III

    Acurdate de conservar tu alma gil en las esperanzas de la suerte y no menosalejado de una alegra insolente en la prosperidad, oh, Delio!, cuyo destino es morir.

    Bien hayas vivido tina pertinaz tristeza, ya en los das festivos, tumbado en lejanapradera, hagas tu felicidad con un Falerno de aeja solera!

    Para qu el pino inmenso y el plateado lamo buscan asociar la sombrahospitalaria de sus ramas? Por qu la corriente fugitiva salta con esfuerzo en el lechode los arroyos?

    Ordena que traigan aqu los vinos, los perfumes, las flores asaz efmeras del gratorosal mientras lo permitan tu condicin, tu edad y los hilos negros de las tres

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    hermanas.Tendrs que abandonar los pastizales reunidos con tus compras y tu casa y tu villa

    que baa el amarillo Tiber. S: todo lo abandonars y un heredero ser el dueo detantas riquezas acumuladas.

    Entre ser rico y sobrepasar al viejo Inaco, o ser pobre y de nfimo origen, no hay

    diferencia para quien tiene una sola vida bajo el cielo. Ser vctima prometida alinmisericorde Orco.Todos somos empujados al mismo sitio, para todos es agitada en la urna la misma

    suerte. Mas tarde, o ms temprano, saldr y nos har subir a la barca, para el eternodestierro.

    IV

    No tienes por qu ruborizarte, Jantia, de Prcida, de tu amor por tu esclava. Ya,antes, la esclava Briseis toc con su blancura de nieve el corazn del arroganteAquiles; Ayax, hijo de Telamn, se enamor de la beldad de Tmesa, su esclava; el hijode Atreo se abras en medio de su triunfo por la doncella robada despus que los

    batallones frigios hubieron sucumbido bajo el vencedor Tesalio, y Hctor, arrebatadopor la muerte, hubo dejado a los griegos fatigados una Prgamo ms fcil de tomar.

    Puedes saber si la rubia Filis no tiene padres afortunados de los cuales t sers atodo honor el yerno? S: a buen seguro, llora su origen real y sus Penates injustos.

    Creme: t no la has elegido sacndola de la msera plebe, y una mujer tan fiel ytan desprendida de lucro no ha podido nacer de una madre ruin.

    Yo alabo sus brazos, su rostro, sus piernas tan bien torneadas, pero desinteresado:

    gurdate de tener celos de este hombre cuya edad en su impaciente carrera ha cerradoya el octavo lustro.

    V

    No es capaz an de recibir sobre su cuello y soportar el yugo, ni de igualar suesfuerzo al de un compaero, ni de sostener el peso del toro que se precipita al amor;la aficin de tu ternera anda en torno a los prados verdegueantes, y ya mitiga el calor

    molesto en el curso de las aguas, ya siente pasin por jugar con los terneros bajo lahmeda sauceda.

    Reprime el deseo de la uva en agraz, ya el otoo te pintar los verdes racimos conlos tonos de la prpura.

    He aqu que va a seguirte, porque el tiempo implacable ya le dar los aos que a tite ha arrebatado, y con osada frente Ilage va a provocar a su amante, querida comono lo fueron ni la inconstante Foloe ni Cloris, cuyos blancos hombros resplandecencomo en una noche serena resplandece la Luna cabrilleando sobre el mar, o corno elgnidio Giges que, mezclado a un coro de muchachas, ser maravilloso para engaar alos forasteros de vista sutil velando toda diferencia bajo sus cabellos esparcidos y surostro ambiguo.

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    VI

    Septimio, t que has de seguir a Gades y llevar nuestro yugo a los mal instruidos

    cntabros y a las Sirtes brbaras en donde siempre hierven las aguas moriscas, ojalTibur, fundado por el colono argivo, llegue a ser el reposo de mi vejez y el trmino demis fatigas por mar, por tierra y en la milicia!

    Si el rigor de las Parcas me veda este lugar, yo deseara el ro Galeso, dulce a laslanudas ovejas o me apartara a los campos en donde reina el laconio Falanto.

    Ms que todo me sonre este rincn de la tierra en que la miel no cede a la miel delHimeto, en donde la oliva rivaliza con la verde oliva de Venafro; en donde Jpiterconcede una larga Primavera e inviernos tibios; en donde el monte Auln amado delfecundo Baco no envidia en nada a las uvas de Falerno.

    He aqu el lugar y las colinas afortunadas en donde t derramars el tributo de unaslgrimas sobre las calientes cenizas de tu amigo el poeta.

    VII

    Oh t que conmigo fuiste llevado a extremos peligros cuando rnilitbamosconducidos por Bruto! Quin volvi a concederte la ciudadana y te restituy a losdioses de nuestros padres y al cielo de Italia?

    Oh, Pompeyo, el primero de mis camaradas con quien tantas veces he rotobebiendo, la lentitud del da con una corona puesta sobre mis cabellos lustrosos de

    malobrato sirio!Contigo conoc Filipos y la fuga rpida cuando escap sin gloria ni armas despusde que nuestro valor hubo sido roto y los rostros amenazadores hubieron de tocar conla barbilla un suelo deshonroso; mas a m el gil Mercurio me llev, lleno de temor, atravs de todos los enemigos bajo una espesa nube: a ti, en cambio, absorbindote enla efervescencia de su oleaje, te llev la suerte de nuevo a la guerra.

    Ofrece, pues, el obligado festn a Jpiter; reposa bajo el laurel tus miembroscansados por prolongadas campaas, y no des paz a los cntaros de vino para tireservados.

    Llena hasta los bordes, con un Msico que hace olvidar, los bruidos ciborios;derrama los perfumes de los huecos pomos. Quin se apresura a trenzar coronas con

    el hmedo apio o con mirto? A quin designar Venus como rbitro de los lihadores?Yo, para festejar a Baco, ser ms loco que los Edonios tracios. Qu dulce esdesvariar cuando se encuentra a un amigo!

    VIII

    Si nunca, Barino, el castigo de una perjura sentencia te hubiese daado, y si undiente se te hubiese puesto negro y fea una ua, yo te creyera. Mas no te es preciso

    ms que obligar con juramentos tu prfida cabeza para que sea tu belleza mucho msesplndida, para que seas, en cuanto sales, el tormento de toda la juventud.

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    Te es provechoso engaar a las guardadas cenizas de tu madre y a las mudasconstelaciones de la noche y al cielo entero y a los dioses exentos del fro de lamuerte. S. De esto se re la propia Venus. Ren las sencillas Ninfas y el cruel Deseoque, sin cesar, aguza sus flechas ardorosas en una piedra ensangrentada.

    Aade que todos los adolescentes crecen por ti, que para ti crecen nuevos esclavos

    sin que los primeros deserten del techo de una amante impa aun cuando fueronamenazados.Las madres temen por sus hijos mozos y tambin los viejos avaros: las doncellas

    recin casadas temen, pobrecillas!, que el aura que te rodea les quite los maridos.

    IX

    No siempre se ve correr las lluvias de las nubes sobre los campos erizados de

    malezas, o los caprichos de las tempestades atormentar sin descanso el Mar Caspio, nien las orillas armenias se ve, amigo Valgio: permanecer el hielo inactivo durante todoslos meses, o en las laderas del Grgano los perpetuos Aquilones sacudir los encinaresy despojar los olmos de su follaje.

    Mas t, siempre, t persigues con acentos lastimeros a tu Miste desaparecido, y tusamores no se encalman ni cuando Vspero se eleva ni cuando huye el sol rpido.

    Pero el viejo Nstor, que vivi tres edades, no gimi todo el resto de su vida sobresu amable Antloco. Los padres y las hermanas frigias de Troilo apenas adolescente

    no lloraron siempre. Cesa, al fin, en tus lloronas lamentaciones. Mejor es quecantemos los nuevos triunfos de Csar Augusto y el Nifrates helado y el ro medoanexionado a los ros de las naciones vencidas corriendo con menores remolinos, y a

    los Gelones cabalgando en los lmites prescritos dentro de ms estrechos territorios.

    X

    Vivirs, Licinio, ms rectamente si no tiendes constantemente a altamar y no tecies demasiado a la orilla, poco seguro en un horror prudente a las tempestades.

    El que escoge la mediocridad dorada tiene la seguridad de que le preserva de lasordidez de un techo humilde y est lejos de un palacio sujeto a la envidia.

    Los vientos sacuden con ms frecuencia los gigantescos pinos, y las torres elevadasse derrumban con ms estrepitosa cada, y los rayos azotan con ms facilidad lascumbres de los montes.

    Ten esperanza en la adversidad, y teme la suerte contraria en las prosperidades conel corazn bien prevenido. Jpiter trae los deformes inviernos, y es l tambin el quelos aleja. Si el presente es malo, no quiere decir que lo sea el porvenir. En ocasionesApolo despierta con las cuerdas de su lira la Musa silenciosa, y no siempre tiende elarco.

    En los momentos difciles, mustrate animoso y fuerte: pero has de tener tambinla prudencia de recoger velas si un viento favorable las hincha demasiado.

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    XI

    Deja de investigar, Quinto Hirpino, lo que maquinen los belicosos cntabros y los

    escitas que el Adritico separa de nosotros, y no te inquietes demasiado por el empleode una existencia que reclama pocas cosas. Tras de nosotros huye la juventud ligeray su gracia. La edad canosa y rida desecha los alocados amoros y el sueo plcido.

    Las flores de la Primavera no tienen para siempre su hermosura, y la luna de rojoresplandor no guarda siempre el mismo aspecto. Por qu fatigas tu espritu efmerocon deseos eternos?

    Por qu no, tumbado bajo este elevado pltano, bajo este excelso pino, sin mspreocupaciones y en tanto que an podamos, no coronar nuestros plateados cabelloscon olorosas rosas, y con nardos asirios perfumados, beber? El vino disipa lasroedoras cuitas. Qu muchacho ser el ms gil para extinguir en las copas el ardorde Falerno con esta fresca corriente?

    Quin har salir de su casa a Lidia, la esquiva cortesana? Vamos, dile que se dprisa con su lira de marfil, recogida y trenzada su cabellera a la moda laconia.

    XII

    No querrs que las largas guerras de la feroz Numancia, el irreductible Anbal, elmar de Sicilia, empurpurado con sangre pnica, casen con los blandos ritmos de lactara; ni los crueles Lapitas, ni la embriaguez de Hileo ni los hijos de la tierra,

    domeados bajo los brazos de Hrcules, por los cuales tembl ante el peligro la casabrillante del viejo Saturno. T, en prosa, sers, Mecenas, capaz de cantar las historiasde los combates que Csar llev a cabo, y los reyes, en otro tiempo amenazadores,llevados por las calles con cadenas al cuello.

    Pero mi musa ha querido que yo celebre la suavidad del canto de nuestra soberanaLicimna; que celebre los luminosos destellos de sus ojos y su corazn tan fiel a losrecprocos amores.

    Hemos podido ver su gracia cuando avanzaba el pie en las danzas, cuando hacacompeticiones de jovialidad y cuando enlazaba sus brazos con los de las hermosasdoncellas en los das sagrados en que se festeja a Diana.

    Querrs, acaso, cambiar un solo cabello de Licimnia por los bienes que posey el

    rico Aquemnides, por los tesoros migdonios de la frtil Frigia o por las ricasmansiones de los rabes, en esos momentos en que se vuelve ofreciendo su nuca a tus

    besos ardientes, o cuando rechaza con rigor complaciente esas caricias que ella segoza en ser robadas ms an que t al reclamarlas?

    XIII

    Quienquiera que fuese el primero que te plant, te puso en un da nefasto y te ha

    hecho crecer, rbol, con una mano sacrlega para la destruccin de tus nietos yoprobio de la aldea.

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    Lo creo firmemente; hubiera desnucado a su propio padre y, de noche, hubieramanchado de sangre de un husped el santuario de sus Penates; manej los venenosde la Clquida

    y todos los horrores que en cualquier sitio puede concebirse, aqul que te levanten mi campo, rbol maldito destinado para caer precisamente sobre la cabeza de tu

    inocente amo.Nunca el mortal se guarda suficientemente del dao que ha de evitar a cadamomento: el marino pnico se asusta del Bsforo y no teme fuera de esos los destinostenebrosos venidos de otra parte.

    Nuestros soldados temen las flechas y la fuga rpida del Parto; y ste las cadenas yla pujanza itlica; pero un golpe imprevisto de muerte arrebat y arrebatar a lasnaciones.

    Qu a punto estuve de ver el negro reino de Proserpina, a Eaco en su tribunal, lasapartadas mansiones de las almas piadosas y a Safo que lloraba con su lira elica a lasmuchachas lesbianas: y a ti, Alceo, cantando con son ms lleno bajo tu plectro de orolas duras pruebas de la navegacin, del exilio y de la guerra.

    Las palabras de ambos, dignas de un religioso silencio son admiradas por lassombras: pero, sobre todo, bebe con sus odos el vulgo apiado hombro con hombro,los combates y la expulsin de los tiranos.

    Qu de extrao hay puesto que con estos cantos se estupefacta la bestia de las ciencabezas bajara sus negras orejas y enroscadas a los cabellos de los Eumnidesreposaran atentas las serpientes?

    Y hasta el mismo Prometeo y el padre de Penlope con este dulce son olvidan suramal y Orin no se preocupa de perseguir a los leones o a los tmidos linces.

    XIV

    Ay Pstumo, Pstumo! corren fugitivos los aos y la piedad no retrasar ni lasarrugas ni la vejez inminente, ni la muerte indmita.

    No. An cuando t ofrezcas, amigo, trescientos toros, tantos corno das pasan, paraablandar a Plutn el dios inmisericordes, l cie al triforme gigante Gerin y a Titios.

    Con las aguas siniestras en que todos los que nos almentarnos con los frutos de latierra debemos hacer la travesa ya seamos reyes, ya indigentes colonos.

    En vano nos guardaremos de Marte el dios cruento, y de las quebradas olas delrugiente Adritico; en vano, durante los otoos, evitaremos el viento del mediodafunesto a la salud: deberemos ir a ver al sombro Cocito que arrastra una corrientelnguida y a la posteridad infame de Danao y a Ssifo el de Elida condenado a untormento sin fin; habremos de abandonar la tierra y nuestra casa y una esposa amada,y estos rboles que cultivas, ninguno, fuera del ciprs odioso, te seguir, seorefmero que eres.

    Un heredero ms digno consumir el Ccubo guardado bajo cien llaves y teir losmosaicos con este vino orgulloso mejor que el que se da en las cenas de los pontfices.

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    Odas Horacio

    XV

    He aqu que nuestras construcciones regias van a dejar al arado muy pocas

    yugadas. De todos lados se van a ser estanques ms extendidos que el lago Lucrino. Yel pltano, destinado al celibato, triunfar de los olmos. Entonces, los macizos devioletas y los mirtos y todo halago del olfato esparcern su perfume donde los frtilesolivares daban su fruto para su primitivo amo.

    Entonces, el espeso ramaje del laurel rechazar los abrasadores rayos del sol Noeran los usos prescritos bajo los auspicios de Rmulo y del hirsuto Catn y por lasreglas de los antiguos.

    Los particulares disponan de escaso censo; en cambio el , pblico era grande.Ningn prtico de diez pies de ancho ofreca a aquellos el fresco del Norte, y las leyesno permitan despreciar un csped nacido al azar, reservando el uso del mrmol paraadornar a expensas del tesoro los monumentos pblicos y los templos de los dioses.

    XVI

    Suplica reposo a los dioses el hombre sorprendido en el ancho Egeo cuandosiniestra nube ha velado la luna, y los astros, guas seguros, no brillan para losmarinos.

    Suplica reposo el tracio en sus furores guerreros, y los Medos armados de aljaba yGrosfo que no se, vende ni por piedras preciosas ni por prpura ni por oro.

    Con poca cosa se contenta el que ve brillar sobre su mesa modesta el salerofamiliar cuando el temor o un bajo deseo no viene a hacer pesado el sueo.Por qu siendo tan corta la vida lanzamos tan lejos el pensamiento? Por qu

    buscar en otra parte tierras que otro sol calienta? Quin, desterrndose de su patria,se huye a s mismo?

    Sube la preocupacin a las naves guarnecidas de bronce; sigue, sin descanso, a losescuadrones de caballera, ms rpida que los ciervos y ms rauda que el Eurodisipando las nubes.

    Que el espritu, contento con el presente, odie la inquietud de lo que ha de venir yendulce con tranquila sonrisa las amarguras de la vida: no hay nada absolutamentefeliz.

    Una muerte precoz se llev a Aquiles en el esplendor de su gloria; una larga vejezconsumi a Tirn, y la hora quiz va a ofrecerme lo que a ti te habra negado.

    En torno tuvo, cien rebaos mugen; cien rebaos de vacas sicilianas. Para ti, alzansu relincho las jacas amaestradas para las cuadrigas. Tienes para vestirte lanas, dosveces ceidas con mrice africano.

    A m, la verdica Parca me ha concedido un pequeo dominio y la delicadainspiracin de la Musa griega, con el desdn por el vulgo maldiciente.

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    Odas Horacio

    XVII

    Por qu me quitas el alma con tus lamentos? Ni a los dioses ni a m nos es grato

    que t desaparezcas el primero, Mecenas, gloria ilustre y sostn de mi fortuna.Ah, si un golpe prematuro me arrebata en ti la mitad de mi alma! Qu espero yoque soy la otra no teniendo igual valor y faltndome la mejor? Ese da para los dos

    ser el cataclismo. No, no he pronunciado un juramento engaoso. Ir s, ir adondequiera que me precedas; presto a emprender la ruta en tu supremo viaje.

    Ni la quimera con su aliento de fuego ni, aunque se irguiese, el gigante de cienbrazos, podran arrancarme de ti. As lo han decidido la poderosa justicia y las Parcas.

    Ora Libra haya presidido mi nacimiento y el Escorpin haya tenido signo msviolento en mi hora natal, ya sea Capricornio tirano del mar de Hesperia, los astros decada uno de nosotros nos unen de modo increble. A ti, Jpiter, con su rutilanteinfluencia te arrebat del imperio de Saturno y retras las alas del Destino en su vuelo

    cuando el pueblo, apiado en el teatro, lo hizo crepitar con un triple gozosoaplauso, y a m, un tronco cado sobre mi cabeza ya me mataba si con tu diestra nollegas a aminorar el golpe, Fauno, guardin de los hombres y amado de Mercurio.Acurdate de sacrificar vctimas y en erigir un templo votivo; yo sacrificar tinamodesta cordera.

    XVIII

    Ni el marfil ni planchas doradas resplandecen en mi casa; ni arquitrabes de Himetiapesan sobre columnas talladas en lo reas lejano de frica ni, heredero desconocido deAtalo, ocup su palacio ni clientes honorables tejen para mi prpuras laconias perotengo lealtad; y la vena de mi ingenio es fecunda y, aunque pobre, me consideran rico.Yo no mortifico a los dioses ni pido al amigo poderoso ms generosidades, dichosocon suficiencia en mi nica heredad sabina.

    Un da empuja a otro, y sin cesar nuevas lunas caminan a morir. T, prximo a lamuerte, das mrmoles a tallar y, sin pensar en la sepultura, construyes casas y teempeas en alejar los lmites del mar que ruge delante de Bayas, como si no fueras

    bastante rico con lo que encierra la orilla.

    Pero qu ms? Si hasta arrancas los mojones de los campos contiguos a los tuyosy, avaro, saltas sobre las lindes de tus clientes. Marido y mujer son expulsadosllevndose en un pliegue de su vestidos los Penates y los Lares de sus mayores y loshijos desarrapados. Y, sin embargo, ningn palacio aguarda al rico propietario msseguro que los trminos del Orco rapaz.

    Por qu ese empeo en avanzar? La tierra se abre igualmente para el pobre quepara los hijos de los ricos y de los reyes; Caronte, satlite del infierno, ni seducido porel oro devuelve al astuto Prometeo. El Orco tiene prisionero al orgulloso Tntalo y atodos sus descendientes; ni invocado ni sin invocar escucha al pobre, agitado por lascalamidades, para que le ayude.

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    Odas Horacio

    XIX

    He visto a Baco ensayando sus himnos sobre rocas apartadas -habis de creerme,

    hombres del porvenir-, y aprendindolos las Ninfas y los Stiros de patas de cabra conatentas orejas.Avohe! Mi corazn est temblando con un temor reciente y mi pecho, lleno de

    Baco, se agita con gozosa turbacin. Perdname, Liber, perdname, t que te haces te-mible por los golpes de tu tirso.

    Puedo cantar a los Tiades infatigables y a la fuente de vino y leche que sedesparrama en arroyos, y a la miel que chorrea de los troncos huecos; puedo cantartambin al honor de Ariana, tu esposa feliz, que ocupa un lugar entre las estrellas

    puedo cantar la casa de Penteo, derribndose en implacable ruina y la prdida delTracio Licurgo.

    T desvas los ros y el mar brbaro; t, en colinas apar tadas y beodo, atas con

    nudos de vboras los cabellos de las Bistrnides.T, bajo la apariencia de un len de mandbulas y uas espantables, has sabidohacer retroceder a Reto cuando la cohorte impa de los gigantes, por un caminoescarpado, escalaba el reino de tu padre.

    Y, sin embargo, se te consideraba mejor hecho para la danza, las risas y el juego.Se te reputaba poco apropiado para los combates, pero concilias en ti al mismo tiempola paz y la guerra.

    Te vio, sin daarte, el Cerbero cuando ibas hermoso con tu cuerno de oro, vacaricindote dulcemente con su cola y tus pies con su triple lengua, lami tambintus piernas cuando salas de los infiernos.

    XX

    En alas no vulgares ni dbiles ser llevado, poeta biforme a travs del transparenteter. No habitar durante largo tiempo sobre la tierra y, despreciando la envidia, dejaratrs las ciudades. No. Yo, descendiente de padres menesterosos y convidadocomensal tuyo, Mecenas querido no perecer, y las aguas de la Estigia no me tendrn

    prisionero.He aqu que ya sobre mis piernas las arrugas hacen spera la piel que se encoge; mi

    cabeza se cambia por la de un cisne; ligeras alas brotan de mis dedos y de mis brazos;ved que voy ms rpido que caro, el hijo de Ddalo, a recorrer, ave armoniosa, lasorillas del Bsforo rugiente, las Sirtes gtulas y las llanuras hiperbreas.

    Me conocer la Clquida y la Dacia que finge no temer a las cohortes marsas; meconocern los Gelones al fin del inundo; aprendern de m los iberos y los que bebenlas aguas del Rdano.

    Lejos los cantos fnebres de mis vanas exequias, los feos lamentos y los gemidos.Reprime, Mecenas, los lloros y abandona los honores superfluos del sepulcro.

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    LIBRO IIIODA PRIMERA

    Odio la profana turba y me aparto de ella. Guardad silencio. Sacerdote de lasMusas, yo canto para las doncellas y para los muchachos himnos que hasta ahora nose haban odo.

    Los reyes temibles, tiene imperio sobre el rebao de sus hombres; pero ellosmismos estn bajo el imperio de Jpiter, el glorioso vencedor de los Gigantes; y aquelque con un fruncimiento de sus cejas conmueve el Universo.

    Sucede que uno ordena sus plantas en los surcos ms lejos que otro; que ste, de unrango ms noble, desciende al Campo ce Marte para captar votos; que este otro,superior por sus virtudes y su renombre, se los disputa; que aquel otro le sobrepuja

    por la multitud de sus clientes. Bajo una ley igual, la Necesidad saca a suertes a los

    ilustres y a los ms humildes; en la vasta capacidad de su urna remueve los nombresde todos.Para aquel que ve una espada desenvainada pendiente sobre su impa cabeza, los

    festines de Sicilia, con su refinamiento, no tendrn dulce sabor, y el canto de lospjaros, y los acordes de la ctara, no le devolvern el sueo; el dulce sueo que nodesdea las humildes viviendas de los campesinos ni una umbrosa ribera, ni lasenramadas de Tempe acariciadas por los Cfiros.

    A aquel que se limita con lo que le basta, no le inquietan las tormentas del mar nilos crueles asaltos de Arturo en su ocaso ni las Cabrillas en su orto; ni sus viasazotadas por el pedrisco ni un suelo cuya promesa es falaz cuando los rboles acusanora a las aguas del cielo, ora a las constelaciones que abrasan los campos, ora a los

    rigores del Invierno.Los peces sienten que las llanuras lquidas se reducen bajo los bloques arrojados aaltamar. Una multitud se afana para echar all las toscas piedras; el contratista y losobreros en presencia del amo cansado ya de tierras.

    Pero el miedo y las amenazas suben adonde sube el seor y se asientan en latrirreme guarnecida de bronce, y a la grupa de su caballo se instala la negraPreocupacin.

    Pues si, para endulzar el dolor, no valen ni el mrmol de Frigia ni el uso devestidos de prpura ms resplandecientes que los astros, ni la via de Falerno ni el

    perfume de Persia, por qu atraer la envidia, elevando muy alto con la nueva modalas puertas de mi atrio? Por qu cambiar mi valle de la Sabina por riquezas ms

    agobiantes?

    II

    Que aprenda gustosamente a soportar una estrecha pobreza el joven endurecido porla spera milicia; que hostigue, caballero de lanza temerosa, a los Partos feroces y

    pase su vida al raso entre alarmas; que, en vindole de lejos desde lo alto de lasmurallas enemigas, la mujer del dspota que nos combate y su hija casadera suspiren

    ay!; que el regio prometido, inexperto en las armas, no vaya a provocar a este sperolen que una rabia sangrienta lleva a la carnicera.

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    Odas Horacio

    Es dulce y bello morir por la patria. La muerte va tras el hombre que huye, y noperdona ni las piernas ni la espalda medrosa de una juventud cobarde.

    La virtud que no sabe de la deshonra del fracaso, resplandece con honor sinmancha y no toma ni deja las hachas al arbitrio del aura popular.

    La virtud, abriendo el cielo a los que merecen la inmortalidad, busca su camino por

    rutas reservadas y huye con ala desdeosa de las vulgares multitudes y del sueloenfangado.Es tambin una recompensa asegurada al silencio fiel. Impedir que el hombre que

    ha divulgado los ritos de la misteriosa Ceres habite bajo el mismo techo que yo o des-amarre de la orilla la misma barca. Muchas veces Jpiter, descuidado, junt en suscastigos al casto con el impuro. Y el malvado pudo avanzar y raramente el Castigo,con su pie cojo, le dej escapar.

    III

    Al hombre recto y firme en su resolucin ni la furia de los ciudadanos que quieranimponer el mal, ni la persecucin de un tirano amenazador, le quebrantan; ni empaasu espritu el Austro jefe turbulento del tormentoso Adritico; ni la gran mano deJpiter fulminador. Si el mundo se derrumba hecho pedazos, sus escombros le herirnsin inmutarle.

    Con valor parecido Polux y el errante Hrcules han trepado hasta tocar losalczares del Empreo y, entre ellos, Augusto se reclinar bebiendo nctar con suslabios de prpura.

    Por este valor mereciste, Baco -oh padre!-, ser llevado all arriba por los tigres

    que tiraban del yugo con cuellos indmitos. Por el Quirino, llevado por los caballos deMarte, huy del Aqueronte cuando Juno habl en la asamblea de los dioses estasagradables palabras: "Ilion, Ilion!" Un rbitro fatal e impuro y una mujer extranjerate han reducido a cenizas. Desde este da en que Laomedonte frustr a los dioses delsalario convenido a m y a la casta Minerva nos estaba reservado tu castigo con tu

    pueblo y tu jefe leal.No brilla ms para la lacedemonia adltera su husped escandaloso, y la casa

    perjura de Pramo no cuenta con el socorro de Hctor para romper los ataquesdesencadenados.

    La guerra, prolongada por nuestras sediciones, se ha calmado. Desde ahora mispesados resentimientos, mi odio por ni nieto que me ha hecho nacer la sacerdotisatroyana, a Marte los ofrecer. Yo consiento que Rmulo entre en las mansionesluminosas, que conozca el sabor del nctar, que ocupe un lugar en las filas plcidas delos dioses.

    Mientras un largo espacio de mar encrudezca a Ilion y a Roma, los desterradospueden reinar felices en donde les plazca; mientras que sobre la tumba de Pramo y deParis brinquen los rebaos y las fieras escondan impunes all sus cachorros, elCapitolio se alce esplendoroso y la fiera Roma pueda dictar leves a los Medos.

    Terrible extienda a lo lejos su nombre hasta el confn en donde el marinterponindose separa Europa de frica, all en donde el Nilo desbordado inunda loscampos; que sean an ms grande despreciando el oro dejndole abandonado y oculto

    bajo tierra, su mejor sitio; preferible a que sea amasado por una mano presta aarrebatar para el uso del hombre toda cosa sagrada.

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    A todo lugar en que el mundo ha encontrado un obstculo ante l, all Roma llegarcon sus armas vida de explorar en qu parte de la tierra se desencadenan los abra-sadores fuegos, las nieblas y las lluvias.

    Mas yo pronuncio estos destinos para los belicosos quirites con esta condicin: queun ciudadano muy piadoso y con mucha confianza en su fortuna no les lleve a reparar

    las moradas de la vieja Troya.Trova, renaciendo bajo lgubres auspicios, volver a encontrar la misma suerte y elmismo sombro desastre, y ser yo quien gue los batallones victoriosos contra ellos;Yo, la esposa y hermana de Jpiter.

    Tres veces volver a levantarse en torno a ella por obra de Febo un muro de bronceque volver a caer otras tantas veces abatido por mis griegos y tres veces la esposacautiva llorar a su marido y a sus hijos."

    Mas estos acentos no sabran acordarse a una lira jocosa. Adnde vas, musa ma?Deja de contar intrpidamente las plticas de los dioses y de reducir grandes cosas a la

    pequeez de tus ritmos.

    IV

    Baja del cielo, Calope, y entona un largo canto con tu flauta o, si lo prefieres, contu voz sonora o con la lira, o con la ctara de Febo.

    Lo os? Es que soy juguete de un amable delirio? Me parece escucharla; y creoverla vagar a travs de los bosques piadosos sobre los cuales pasa el fresco de lasaguas y de las brisas.

    Recuerdo que en mi infancia, en el Volturno Apulio, un da en que lejos de los

    lmites de mi patria me haba yo tumbado, rendido por el juego y el sueo, unaspalomas vinieron con follaje nuevo cubrirme. Lo cual fue prodigioso a todos aquellosque habitan el alto nido de la Aquerontia y los desfiladeros de Bantia y el campo frtilde la baja Forense.

    El verme dormir sin temor para mi cuerpo a las vboras y a los osos siniestros yque enlazados el laurel y el mirto sagrados cubran este minsculo infante cuya

    proteccin vena de los dioses.Soy vuestro, Camenas, ya me eleve a las alturas de la Sabina o me agrade el fresco

    Preneste o el empinado Tibur o la limpia Bayas, amigo de vuestras fuentes y devuestras danzas, ni la derrota de Filipos ni un rbol maldecido, ni el Palinuro batido

    por las olas sicilianas han podido matarme.En dondequiera que estis conmigo, desafiar con placer, tranquilo navegante, la

    rabia del Bsforo y las arenas abrasadoras de la costa Asiria; ir a visitar, inviolable alos Bretones feroces para con los extranjeros, la Concania que se place bebiendosangre de caballos y los Gtulos armados de aliaba y el ro escitico.

    Vosotras en la gruta de Piero recreis al gran Csar que va en busca de un trmino asus trabajos tan pronto como hizo retirar a las ciudades sus cohortes fatigadas de lamilicia.

    Vosotras, divinidades bienhechoras, dais el dulce consuelo y gozis de haberlodado. Sabemos cmo los Titanes impos y su turba monstruosa desaparecieron cuandohizo caer su rayo Jpiter, que gobierna la tierra inerte, y el mar batido por los vientos

    y las ciudades, y los sombros reinos y los dioses, y los batallones de los mortales bajola igual y nica direccin ce su imperio.

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    Un serio temor haba infundido en Jpiter est osada juventud erizada de brazos,estos hermanos que pretendan instalar a Pelin en el Olimpo umbroso.

    Pero qu podan Tifeo y el robusto Mimas o Porfirin de actitud amenazadora?Qu poda Retio y el audaz Enclado arrancando troncos para lanzarlos como

    jabalinas?

    ;Qu podan en sus ataques contra la gida sonante de Palas? A su lado se mantenael devorador Vulcano, a su lado la augusta Juno y el que nunca despojar del arco susespaldas, el que baa sus cabellos sueltos en el agua pura de Castalia, que habita los

    jarales de Licia y la selva natal del dios de Delos y de Ptara: Apolo.La fuerza sin inteligencia se derrumba bajo su propia masa. A la fuerza bien

    administrada los dioses mismos la hacen avanzar siempre ms alto y sienten odio poraquellos cuya fuerza tan slo medita acciones prohibidas.

    Sean testigos de mi aserto el gigante de los cien brazos, el violador famoso de laintacta Diana abatido por la flecha de una doncella.

    La tierra gime de gravitar sobre estos monstruos salidos de ella y llora a sus hijosque el rayo ha precipitado al lvido Orco, y lamenta que el rayo no fue bastante rpido

    para devorar al Etna que pesa sobre ellos.Contra el hgado del incontinente Titio se ensaa el buitre, carcelero eterno de su

    crimen, y el enamorado Piritoo, est aprisionado bajo trescientas cadenas.

    V

    Creamos que ya reina Jpiter en el cielo, en que rueda el trueno arrojado por sumano; pero aqu abajo, Augusto ser para nosotros un dios presente. Pues ha unido a

    su imperio a los Bretones y a los Persas temibles.Han podido los soldados de Craso vivir-oh, maridos desgraciados!-, con una

    esposa brbara? Han podido -oh, Curia! ah, desquiciamiento de las costumbres!-envejecer armados en casa de sus suegros?

    Bajo un rey medo el marso y el apulo olvidados de los sagrados broqueles de latoga, de la eterna Vesta, cuando Jpiter y la ciudad de Roma permanecen an en pie?

    Este dao lo haba previsto el espritu de Rgulo cuando discuta condicionesafrentosas y un precedente que traera la ruina sobre los tiempos venideros. Si no sedejaba a una juventud indigna de piedad perecer cautiva "Yo he visto -dijo- colgadasde los templos pnicos las banderas y las armas arrebatadas a nuestros soldados sinluchar; yo he visto, ciudadanos, hombres libros con los brazos atados a la espalda, las

    puertas de Cartago abiertas y en cultivo los campos arrasados por nuestras armas.Creis que rescatado a precio de oro el soldado volvera, sin duda, ms intrpido?

    Al oprobio agregad la prdida del honor. La lana que la prpura ha teido no puedemostrar sus colores perdidos.

    y el verdadero valor, una vez perdido, no cuida de entrar de nuevo en los pechosenvilecidos. Cuando se vea al ciervo combatir desembarazado de las tupidas mallas delas redes, ser valiente aquel que se entreg a los prfidos enemigos, y en nueva con-tienda abatir a los Cartagineses aqul que, sin resistencia sinti la coma sobre sus

    brazos trabados y temi a la muerte.ste ha podido mezclar la paz a la guerra no habiendo de dnde asegurarse la vida.

    Oh, deshonor! Oh, grandeza de Cartago ms excelsa por la ruina vergonzosa deItalia!"

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    Se dice que rechaz de s, como un desposedo del rango de ciudadano romano, elbeso de su casta esposa y de sus hijos, y hosco puso en tierra su mirada varonil hastaque por la autoridad de un consejo sin precedentes convenci a los senadores que andudaban, y en medio de sus amigos llorosos marchaba altivo al destierro.

    Y, sin embargo, l sabia qu torturas le preparaba el verdugo brbaro: pese a todo,

    apart a los parientes que le cerraban el paso y al pueblo que se le opona a su marcha.Se dira que como si dejara resueltos los asuntos de sus cuentes y partiera a loscampos de Venafro o al lacedemonio Tarento.

    VI

    Expiars inocente las faltas de tus mayores, romano, mientras no hayas reparadolos templos, las moradas arruinadas de los dioses y las imgenes afeadas por el negro

    humo.Imperas porque te muestras sumiso a la voluntad de los dioses. De ellos haz partiriniciativa y a ellos refiere tus xitos. Despreciados los dioses, han enviado mil males ala deplorable Hesperia.

    Ya por dos veces Moneses y la tropa de los soldados de Pacoro han quebrantadonuestros ataques desamparados por los auspicios, y gozan de haber agregado nuestrosdespojos a sus exiguos collares.

    Poco falt para que, entregados a las sediciones, pereciese la Ciudad destruida porel Daca y el Etope; ste formidable por su flota y aquel superior en lanzar saetas.

    pocas fecundas en crmenes mancillaron primero matrimonios, reza; de estemanantial ha nacido el ro que se ha desbordado sobre la patria y sobre el pueblo.

    La virgen demasiado precoz aprende con alegra las desvergonzadas danzasjnicas, se acostumbra a las malas artes y ya desde su tierna infancia se apresta aimpuros amores.

    Ms tarde busca, en la misma mesa en que bebe su marido, nuevos amantes msjvenes y no elige al hombre que recibir de ella apresurados goces prohibidos lejosde las antorchas sino que, requerida, se levanta abiertamente delante de su maridocmplice, ora la llame un negociante, ora un patrn de nave ibera que compre a buen

    precio su deshonor.No haba nacido de tales padres la juventud que enrojeci el mar con su sangre

    pnica, que abati a Pirro y a Aritoco, el gran rey, y al siniestro Anbal.Era la varonil descendencia de soldados rsticos, instruida en remover la tierra con

    la azada sabina y, a la menor sea de una madre rgida, acarrear la lea cortadacuando el sol desplaza las sombras de las montaas. Y la que quitaba el yugo a los

    bueyes fatigados, trayendo en su carro fugitivo la hora amiga del descanso.Qu no empequeece el paso del tiempo destructor? La generacin de nuestros

    padres, peor que la de nuestros abuelos, ha hecho nacer hijos ms malos an ennosotros, que daremos una descendencia peor todava.

    VII

    Por qu lloras Asteria, a aquel que desde la vuelta de la Primavera te devolvern

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    los radiosos Cfiros; a Giges, el mozo de la fe constante, rico en el trfico de la Jonia?Impulsado por el Noto hacia Orico, cuando acababa de aparecer la constelacin de

    las Cabrillas, pasa en insomnio fras noches no sin abundantes lgrimas.Y mientras tanto un mensajero de su husped atribulada, dicindole que Cloe

    suspira, que la infeliz arde en amor con los mismos fuegos que t, busca seducirle con

    mil maas.Le cuenta de qu modo su prfida mujer empuj a Preto, por acusacionesmentirosas, a precipitar la muerte del casto Belerofonte; y le cuenta que Peleo estuvoa punto de ser presa del Trtaro, huyendo castamente de la magnesia Hiplite. En re-sumen, el seductor recuerda historias que inducen al engao.

    Todo en vano: pues ms sordo que las rocas de Icaros, Giges escucha estas palabrassin haber sido an doblegado. Mas t cuida no te guste, ms de la cuenta, tu vecinoEnipeo, aunque ms que ninguno se muestra en el csped del Campo de Marte hbilen gobernar un caballo, y ms que nadie hbil para descender nadando por el lechodel ro toscano.

    Desde el anochecer, cierra tu casa y no vayas, atrada por los sones de una flauta

    lastimera, a mirar a la calle mientras que sin cesar l te llama cruel. T, no obstante,no te ablandes.

    VIII

    Sorprendido, me preguntas qu es lo que yo hago, soltero como estoy, en lascalendas de Marzo; qu quieren decir estas flores, este estuche lleno de incienso, estas

    brasas puestas sobre un altar adornado con guirnaldas de follaje verde; consultar.

    Mecenas, docto en escritos de una y otra lengua. Es que he ofrecido a Liber undulce festn, e inmolarle un macho cabro blanco cuando casi haba cado muerto porel desplome de un rbol.

    Este da de fiesta, al volver del ao, har saltar el tapn pegado con pez a un nforaque aprendi a saturarse con huno durante el consulado de Tulo.

    Bebe, Mecenas, cien copas a la salud de tu amigo salvado! Y consiente que lasluminarias permanezcan encendidas hasta el da. Lejos de aqu toda clera, todo grito.

    Da tregua a tus preocupaciones polticas por la Ciudad. Las tropas de DacioCotisn, rey de Gates, han perecido; el daino Medo se arma contra s mismo,entregado a lgubres, disensiones; y se somete nuestro viejo enemigo de la extremaIberia, el Cntabro domeado bajo tarda cadena; ya los Escitas, aflojando su arco,

    piensan en retirarse de sus llanuras.Deja de inquietarte, simple ciudadano, por los peligros que haya de correr el

    pueblo inconsciente; y toma con alegra los dones de la hora presente y deja lospensamientos austeros.

    IX

    -Mientras te era grato y ningn joven rival ms amado rodeaba con sus brazos tu

    cuello blanco, yo prosper ms afortunado que el rey de los Persas.-Y mientras t no te abrasaste ms por otra, o Lidia no era pospuesta a Cloe, Lidia

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    en todas partes nombrada, yo prosper ms ilustre que la romana Ilia.-Ahora estoy bajo las tiranas leyes de una tracia, la sabia Cloe; instruida en dulces

    modulaciones; diestra en taer la ctara. Y por ello no tenera morir si, perdonada porel destino ni amiga, mi alma debe sobrevivir.

    -A m me consume un fuego compartido con un Turio, con Calais, hijo de Orinto, y

    por l consentira morir dos veces si, perdonado por el destino, debiera mi mozosobrevivirme.-;Pero qu ocurrira si tornase el placer de otros tiempos? ;Si, ahora desunidos, nos

    unce bajo su yugo de bronce? Si rechazo a la rubia Cloe y si se abre la puerta deLidia que yo rechac?

    -Aunque Calais es ms hermoso que un astro, y t ms liviana que el corcho y msirritable que el Adritico sin freno, quiero vivir contigo y contigo morir.

    X

    Aunque, en el confn del mundo, bebieras. Lice, las aguas del Tanais, casada conun esposo feroz, lloraras de dejarme tirado delante de los batientes speros de tuventana y expuesto a los Aquilones, huspedes del pas.

    No oyes con qu estrpito bate la puerta, con qu estrpito la arboleda que rodeatu hermosa mansin son agitados por los vientos? Ves como Jpiter, bajo su severadivinidad, endurece las nieves cadas?

    Depn una soberbia que desagrada a Venus, no sea que la polea y la cuerda sepongan a correr en sentido contrario. No es una Penlope rebelde a los pretendientesla que ha engendrado en ti un padre tirreno.

    Oh! Aunque ni los presentes, ni los ruegos ni la palidez de tus pretendientes teidade violeta, ni un esposo herido por el amor de una concubina Pirida te hacendoblegarte, apidate de los que te imploran!

    No seas ni tan dura como la encina seca ni de tan cruel tu corazn como el de lasserpientes lbicas. Este, m cuerpo, no sufrir siempre el mismo rigor de tu puerta, o eldel agua del cielo.

    XI

    Mercurio, pues t eres el maestro que instruye a Anfin a mover las piedras con sucanto, aydame, y t, concha sabia en resonar bajo las siete cuerdas de mi liraassteme tambin!

    T, que no tenas en tiempos ni voz ni encantos, ahora amiga de la mesa de losricos y de los templos: entona acentos a los que preste sus odos rebeldes Lide que,como yegua de tres aos retoza en las extensas llanuras y terne ser tocada, ignora loque es el matrimonio y est poco rasadura an para audacias de un marido!

    Pero t, lira, sabes hacerte seguir de los tigres y de los bosques y hace que sedetenga los arroyos en su curso.

    Cerbero, el guardin del palacio inhumano, ha cedido a tus caricias, aunque su

    cabeza, como la de las Furias, se arme de cien serpientes y de su boca trilinge brotenun soplo horrible y una baba emponzoada.

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    Odas Horacio

    Qu ms? Si hasta sonrieron a su pesar los rostros de Ixin y Titio, e inmvil eltonel un instante permaneci seco, mientras con el dulzor de tu canto maravillabas alas hijas de Daunio.

    Que oiga Lide el crimen y el suplicio famoso de estas doncellas, y el relato deltonel siempre vaco de un agua que se pierde por el fondo; que los oigan tambin las

    tardas disposicin, es del Destino que estn reservadas a las culpas incluso en el reinodel Orco. Las impas -qu impiedad mayor pudieron cometer?-, las impas osaronsacrificar a sus esposos con una espada sin misericordia.

    Una sola de entre todas, digna de la antorcha nupcial, Ideo un engao esplndido asu padre perjuro. Esta virgen, ilustre en todo tiempo, "Levanta -dijo a su esposo-,levanta; no sea que un largo sueo te venga de donde menos lo pienses. Engaa a tusuegro y a mis hermanas criminales que, corno leones encarnizados sobre los terneros,despedazan -ay!- uno a uno a sus maridos. Yo, ms blanda que ella, ni te matar ni teretendr encarcelado.

    Que mi padre me cargue de cadenas crueles porque, guiada por clemencia, heperdonado a un esposo desgraciado; que me suba a un navo y me destierre hasta el

    fondo de los territorios nmidas.Ve adonde te lleven tus pies y los vientos mientras la noche y Venus te favorezcan;

    ve bajo un favorable presagio y graba sobre mi tumba versos lastimeros que guardenmi memoria."

    XII

    Desdichados aquellos que no pueden darse al amor con libertad ni pueden ahogar

    sus penas en el dulzor del vino y mueren de miedo por los latigazos que les da lalengua de un to paterno.

    De tus manos, Niobe, el nio alado de Citerea quit el canastillo de lanas; te quitla aficin de tejer, trabajo de la Industriosa Minerva; te quit a Hebro de Lpara, que

    baa en las aguas sus espaldas untadas de aceite de la lucha. l, mejor jinete que elmismo Belerofonte, nunca fue vencido ni en pugilato ni en la carrera: hbil en abatircon sus flechas los ciervos cuyo tropa huye acosada al descubierto, y presto en recibiral jabal que se oculta en la espesura de los jarales.

    XIIIOh, fuente de Badusia, ms limpia que el cristal, que mereces un dulce vino y

    flores! Maana recibirs la ofrenda de un cabrito, cuya frente inflamada por loscuernos nacientes llama al amor y a los combates. En vano esta vez, porque esterenuevo de un rebao loco va a teir con el rojo de su sangre el curso de tus heladasaguas.

    La poca ardorosa de la cancula no, podr tocarte: t ofreces un amable frescor alos toros fatigados por el arado, y al ganado errante.

    T ocupas tambin un lugar entre las fuentes clebres, pues yo he cantado a la

    encina que nace entre tus tocas cncavas de donde se escapan saltarinas tus aguasparleras.

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    Odas Horacio

    XIV

    Aquel que en tiempos t decas, pueblo, que haba marchado como otro Hrcules abuscar un laurel que se compra con la muerte, Csar, desde las costas de la extremaIberia contempla victorioso sus Penates.

    Que su mujer, que pone toda alegra en su marido, avance sola despus de habercumplido todos los sacrificios rituales y, con ella, las hermanas de jefe ilustre. Y,tocadas con las cintas de suplicantes las madres de nuestras doncellas y muchachos,vosotras, las que ya conocis al hombre, evitad toda palabra de mal augurio!

    Este da, que es verdaderamente para m un da de fiesta, me librar de negraspreocupaciones: no temer ni al desencadenamiento guerrero, ni a la muerte violentamientras Csar sea dueo de la tierra.

    Ve, muchacho, a buscar perfumes, coronas y una jarra que recuerde la guerra de

    los Marsos, si es que alguna tinaja ha podido escapar a las correras de Espartaco!Di, tambin, a la armoniosa Neera que anude en seguida su cabellos color de mirra.Y si un portero odioso pretende retenerte, vuelve presto.

    Mis cabellos, que encanecen, calman mi espritu, antes vido de rias y dequerellas violentas: yo no hubiera tenido esta paciencia en mi ardiente juventud,cuando Planco fue cnsul.

    XV

    Mujer del pobre Ibico: pon trmino a tus desarreglos y a tus trabajos demasiadoconocidos. Prxima a la hora de los funerales, deja de loquear entre las muchachas yde extender una nube entre las claras estrellas. No te sienta bien, Loris, lo que puedeconvenir a Foloe, tu hija, que con ms derecho que t asalta las casas de los jvenescomo una bacante excitada por el tmpano. A tu hija el amor de