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Pablo Picasso Un centenario Author(s): ALBERT RAFOLS i CASAMADA Source: El Ciervo, Año 30, No. 369 (NOVIEMBRE 1981), pp. 5-8 Published by: El Ciervo 96, S.A. Stable URL: http://www.jstor.org/stable/40811042 . Accessed: 31/08/2011 16:54 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at . http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. El Ciervo 96, S.A. is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to El Ciervo. http://www.jstor.org

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Pablo Picasso Un centenarioAuthor(s): ALBERT RAFOLS i CASAMADASource: El Ciervo, Año 30, No. 369 (NOVIEMBRE 1981), pp. 5-8Published by: El Ciervo 96, S.A.Stable URL: http://www.jstor.org/stable/40811042 .Accessed: 31/08/2011 16:54

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Pablo Picasso Un centenario

A u torre tra to: Yo Picasso París, primavera de 1901

Para celebrar el centenario del nacimiento de Pablo Picasso (Málaga, 1881), hemos ce- dido la palabra, a fin de que entre pintores ande el juego, a un pintor: ALBERT RAFOLS i CASAMADA, que ha expuesto en París, Pittsburg, Sâo Paulo, Helsinki, Rotterdam y México, además de realizar exposiciones individuales en Barcelona, Reus, Gerona, Santan- der y Madrid. Paralelamente a su trabajo pictórico ha llevado a cabo una intensa labor pe- dagógica y crítica. Fue director de la escuela Elisava hasta 1968 y actualmente es director de la escuela de dibujo y diseño Eina. Ha publicado también Signe d'aire, libro en que

recoge su obra poética desde 1968 a 1976.

dos cosas que sorprenden al considerar globalmente la obra de Picasso: la fuerza

excepcional con que se lanza a la pintura y la extraordinaria facilidad -aparentemente- con que pasa de una época a otra.

Pocos artistas logran una madu- rez y un dominio de la expresión antes de los veinticinco años com- parable a la de su época azul. Mu- chas de las obras de este período son suficientes para situar a un ar- tista fuera de lo común.

Dejando aparte su maestría en el dibujo que se manifiesta ya en sus estudios y retratos de adolescencia, obras como La habitación azul de 1901, el autorretrato Yo> Picasso del mismo año (es notable la segu- ridad que representa ya este título) o los saltimbanquis y arlequines o la Niña con paloma del mismo pe- ríodo son de una gran contundencia y novedad. La simplificación de los volúmenes, el tratamiento del color a base de grandes masas contornea- das de gris oscuro, el vigor del em- paste representan ya un paso gigan- tesco en relación a obras como Ciencia y caridad (1897), pintura de género, bien realizada, pero con-

vencional de concepto, donde se re- sumen seguramente las enseñanzas de su padre.

La Vie Barcelona, primavera-verano de 1903

LA EPOCA AZUL

Sus pinturas azules, que, según Pierre Daix, se originan a raíz del choque emotivo aue representó para el joven artista de veinte años el suicidio de su íntimo amigo Ca- sagemas, abarcan un período de dos o tres años que pasa parte en Barcelona y parte en París. Son obras, muchas de ellas, de conteni- do literario, pero cuya maestría y fuerte carga espiritual superan fa- cilmente lo que de anecdótico haya en el tema. Otras como La vida (1903), con todo su extraño simbo- lismo, El actor (1904-1905), donde se inicia ya la llamada época rosa, o La familia de Arlequín cuentan ya entre las imperecederas de este ar- tista. Son todas obras de juventud, pero indudablemente de un nivel muy alto.

UN PASO TRASCENDENTAL

El descubrimiento del arte primi- tivo ibérico y su estancia durante el verano-otoño de 1906 en Gòsol, constituyen un paso trascendental en su carrera. Las deformaciones se acentúan, las figuras adquieren una corporeidad casi escultórica, desa- f' parece la anécdota. Estas caracterís- v/

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rK ticas se harán patentes en obras l/como Desnudo de mujer sentada

con las piernas cruzadas, Dos des- nudos, ambas de 1906, o el retrato de Gertrude Stein (especialmente la cabeza que rehace de memoria a su regreso de Gòsol).

Pero el salto fuerte se produce en 1907. Se ha hablado mucho del mo- mento en que descubrió el arte ne- gro y de la repercusión que tuvo en su obra, pero es indudable que es a partir de esta fecha que se acentúa el esquematismo de sus figuras, las formas se hacen agresivas, los con- trastes violentos.

UNA OBRA SORPRENDENTE

El tema del desnudo femenino, clásico del arte académico (1) y que llega a Picasso a través de In- gres y su Bain turc, recibe su máxi- ma atención. Las deformaciones que le inflige y que tienen un para- lelismo con los desnudos de Matisse -especialmente Le Bonheur de vi- vre (1906) o el Nubleu, souvenir de Biskra (1907)- y en las que in- corpora las enseñanzas de las Ba- ñistas de Cézanne y el impacto del descubrimiento del arte negro, culminan en una obra sorprenden- te: Les demoiselles d'Avignon. En esta obra intenta, en cierto modo, resumir el arte desde el Greco, presente en la zig-zagueante compo- sición y el tratamiento del fondo y los drapeados, hasta un cierto pri- •

mitivismo y salvajismo, emparen- tado con el fauvismo y el arte ne- gro, presentes en las cabezas de las dos figuras de la derecha.

El resultado es una obra de las más anticonvencionales y feroz- mente originales de su producción. Y lo más sorprendente es la ruptu- ra que representa con toda su obra anterior. Ruptura tanto más nota- ble por cuanto Picasso tenía ya, dentro de aquel estilo, un gran re- nombre.

Pero las Demoiselles no apare- cen como por casualidad, sino que son el resultado de una serie de estudios que abarcan todo el año 1907 y que responden a un profundo afán de renovación del artista.

HACIA UNA CIERTA ABSTRACCIÓN

A partir de aquí su obra avan- za hacia una cierta abstracción, pero sin abandonar nunca el contac- to con el mundo que le rodea. Este camino le llevará, dos años después, tras su paso por Horta de Ebro, donde ya en su primera juventud había pasado una larga temporada, a pintar sus primeros paisajes cu- bistas nacidos de^ la lección de Cézanne. De esta época son obras tan decisivamente nuevas como Mujer con peras (Horta de Ebro 1909) o el Bodegón con botella de licor.

Les Demoiselles d "Avignon Parí« pmnezado en mavo v reelaborado en julio de 1907

Bodegón con trenzado de silla. París, mayo de 1912.

"Ma Jolie" (Mujer con cítara o guitarra) París, invierno de 1911-1912

DESCOMPOSICIÓN DE LAS FORMAS

A partir de aquí, descomponien- do las formas en facetas, variando los puntos de vista del objeto, sus- tituyendo los contrastes de color por modulaciones monocromáticas de ocres y grises, llegará pronto al llamado cubismo analítico con obras como Muchacha con mando- lina (1910) o, al año siguiente, El Acordeonista u Hombre con man- dolina, en uno de los momentos más decididamente abstractos de toda su producción. Personalmente creo que este momento, el del cu- bismo analítico, en el cual juega un papel igualmente importante Braque, con una serie incontenible de descubrimientos e invenciones, constituye una de las cimas de su pintura y de todo el arte contem- poráneo. La riqueza creativa de estos años es verdaderamente ex- cepcional. Aparece el collage -^no se sabe exactamente si primero en Braque o en Picasso- técnica que quedará como una adquisición de- finitiva para el arte moderno, crea objetos en cartón o metal (Guitarra (1912) con una concepción total- mente nueva, incorpora letras y ob- jetos en las telas (Bodegón con trenzado de silla (1912), Ma jolie (1911-12), El aficionado (1912), etc.).

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ENTRE CERVANTINO Y QUEVEDESCO

Todas las obras de este fructí- fero período son de un gran vigor, pero sin dejar de aparecer casi disi- muladamente rasgos de humor (2), de una cierta ironía muy particular y -en el mejor sentido de la pala- bra- muy hispánica. Una ironía, me atrevería a decir, entre cervan- tina y quevedesca. En esta época se alternan obras tan rigurosamente geométricas como la Guitarra (Cé- ret, 1913) con otras más abarroca- das como la Mujer en un sillón (Pa- rís, 1913) de pechos en forma de peonza.

La temática de este período es, en general, de una gran sobriedad. Ha desaparecido todo resabio lite- rario. Trabaja a partir de los objetos o las personas que constituyen su entorno cotidiano. Son elementos que le sirven de excusa para cons- truir el cuadro. La complejidad no está en el tema; más bien en la for- ma no diría de desarrollarlo, puesto que no hay propiamente tema, sino de servirse de tales elementos para conseguir sus construcciones plásti- cas. El cuadro adquiere un valor en sí al margen de cualquier referen- cia externa a él.

TODO EL ARTE DEL SIGLO XX

Es imposible, en unas forzosa- mente breves notas como las pre- sentes, dibujar todo el desarrollo de una obra tan diversa y tan rica que, como dice W. Rubin "gracias a su multiplicidad estilística, varie- dad y originalidad, condensa en un todo el arte del Siglo XX". Me li- mitaré a destacar algunos momen- tos o características que me pare- cen importantes.

Después de la "cuaresma cubis- ta", al decir de Eugenio d'Ors, va

Mujer en un sillón París, otoño de 1913

Gran Bañista. (Fontainebleau o París),

1921-1922

recuperando poco a poco el color, primero a través de los objetos in- corporados, luego mediante la sim- plificación de los planos y su trans- formación en planos-color, indepen- dientes hasta cierto punto unos de otros, pero orquestados sabiamen- te en el todo que constituye el cua- dro.

Su contacto con los ballets ru- sos de Diaghilev para los que rea- liza el telón de fondo del ballet Pa- rade (1917) le lleva a un retorno a un cierto manierismo irónico (Ba- ñistas, verano 1918), que simulta- nea con obras de estética total- mente cubista. De esta época son notables los dibujos de bailarinas con un retorno a la línea pura y las figuras de carácter escultórico. Son los primeros años veinte, en los que impera un llamado "retor- no al orden", cuando realiza obras de un particular clasicismo hierático y gigantesco, del cual son buen ejemplo la Pareja bai- lando, con personajes en traje de calle tomados desde un ángulo bastante insólito, la Gran Bañis- ta (1921-22), las maternidades o La flauta de Pan (Antibes, 1923) donde se apunta una temática que verá un insospechado^ desarro- llo muchos años después en el

mismo Antibes (La joie de vivre (1946) ).

Sin embargo no abandona total- mente el cubismo. Quizá una de las cosas más sorprendentes de Picasso sea esta facilidad con que, en algunos momentos, simultanea estilos diversos y contrapuestos. Su gusto por la experimentación, por la sorpresa, van más allá de to- do lo previsible. Picasso atraviesa todos los estilos sin dejar de ser Picasso.

ATENCIÓN AL ENTORNO

Siguiendo su evolución, atenta a cuanto ocurre a su alrededor, hay un momento en que se aproxima al surrealismo (hay una serie de obras de los años 1930 y 31 espe- cialmente con figuras junto al mar o la Composición con guantes (1930) de clara intención surrealis- ta). O cultiva avant la lettre la "es- tética del mal gusto" para desem- bocar finalmente en el período ex- presionista, con fuertes resabios cubistas, dentro del cual dará obras tan importantes como Inte- rior con muchacha dibujando (1935), o Muchacha leyendo (1935) o el excepcional y culminante Guer-j, nica . [y

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Interior con muchacha dibujando Paris, 12 de febrero de 1935

1/ En esta obra, trabajada única- mente en negro, blanco y gris, re- sume, como hiciera treinta años antes con Les demoiselles d'Avignon, toda la estética de este momento. Obra de un dramatismo sobrecogedor, no solo por el tema, sino por la misma forma de resolver la composición, representa uno de los hitos más importantes del arte de nuestro tiempo.

Tendremos que llegar a los años de la ocupación alemana para en- contrar obras de fuerza parecida. Obras del dramatismo y la desola- ción de Aubade (París, 1942) o El Osario (París,1944-45).

A partir de este momento su arte no presentará cambios impor- tantes desde el punto de vista es- tilístico. Dará no obstante obras interesantes, especialmente las se- ries de obras en las que reflexiona sobre obras de otros artistas: Ve- lázquez, Delacroix, Courbet, etc.

SU OBRA LITERARIA

La brevedad de este texto no nos permite hablar de su escultu- ra (3), faceta importantísima den- tro de su obra, ni de sus grabados,

que constituyen series extensísimas, ni de su ceramica, ni de otro aspec- to poco conocido de su creatividad: su obra literaria (4).

Picasso es el artista que sabe im- primir su sello personal en todo cuanto toca. Picasso, el genio de las metamorfosis, nos ha legado una obra y un ejemplo: el de una actitud inconformista, expectante y activa, comprometida con su arte y, cuando hace falta -t:on su época, con un afán insobornable de llevar un poco más allá los límites de la sensibilidad de nuestro tiempo.

A. R. C. (Los epígrafes son de la Redacción.)

NOTAS

(1) Hay que tener en cuenta que Picas- so no inventa temas nuevos. Se limita al repertorio que encontramos en el arte oc- cidental desde el S. XVIII. Desnudos, re- tratos, bodegones con instrumentos mu- sicales, etc. La misma convencionalidad de los temas le da mayor libertad para un tratamiento crítico y subversivo.

(2) Evidentes en algunos de los textos tipográficos que aparecen en los cuadros, según ha estudiado R. Rosenblum.

(3) En el desarrollo de su obra escul- tórica en hierro tuvo gran importancia su contacto con Julio González.

(4) La obra literaria de Picasso consiste en varias series de poemas escritos entre 1935 y 1944 y las dos piezas: Le désir atrapé par la queu (1941), Les quatre pe- tites filies (1947-48).

r- Pablo Picasso • GONZALO SAN SEGUNDO

I II abres el sol: ¡basta! y buscas otros horizontes nuevos.

evasión de luz, llaman a la puerta... claridad, -¿quién va? Oh, empeño infatigable,

Málaga toda -un viajero esquinas y recovecos, nos sorprende. -¿equipaje? oh, abrazo vida-arte Y se escinde la mañana. -un sombrero laberínticos senderos.

allá y j un azul de r palomas blancas. . ,, . « , . j r . cuai ,, tu camino « :

trente eJ°s; -Pas<' esta todos trente esta es su casa. . ~ 9 , i,i. ¿tu

. torma: 9 al , mar, y ahí i,i. te quedas para siempre, ,

arlequines, centauros y J sirenas libertador, ' . , i ̂ ,. . ' y J ' ' recostado . , en el ̂ ,. Olimpo r ejercitan .

soñador, r el humor, creador, y ̂ ¡ el dolor, flor i u i j , , en el i u hoy prolongado, i j el , amor, de , tu desuno

ya gemido: tres or (el x nuestro) ' « u • * - « x ' « no u hay pintor * que no sea mío - « . Questas A i i i . . i TTT en tu grito ö nos zambullimos, A te dan i la bienvenida. i . . i III TTT ö V * VO * te saludo (Fragmento del poema "Concierto en V * VO * ' cuatro tiempos para violoncelo, pluma y

oh Gran Sol, Como el arado en el surco pincel" -Homenaje póstumo a Pablo Pi- geométricamente cubicado. hundes pincel en el lienzo. SKI^toéSS?: Ï^SE^"*

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