penélope se hace a la mar-estudios clásicos 128-2005

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    PENLOPE SE HACE A LA MAR:LA R E M I T I F IC A C I ~ NDE U N A HERONA

    Penelope puts to sea: a remythified heroinen. Penelope, mythic exam ple of the goodwife and virtuous woman, represents in feminist criticism an m ilestone in the patriar-chal tradition that must be deconstructed to vindicate the role of women as socialand existential beings. In this paper of class ical tradition, we analyse three w orks ofcontemporary women-writers (Xohana Torres, Oriana Fallaci and Itziar Pascual) thatrecreate a new Penelope, who rebels against her canonical history to v indicate, fromdifferent points of fem inist view, a new place in a utopian my thic imaginary.

    l . INTRODUCCINUna de las heronas griegas ms conocidas en la actualidad esla discreta y prudente Penlope (mpi+pwv y ix+pwv, segn loseptetos homricos), la fiel esposa de Ulises (Odiseo) que espera su marido en el palacio de Itaca durante veinte largos aos.Podemos decir que es casi la nica mujer de los hroes que parti-ciparon en el asedio troyano que se mantuvo fiel a su esposo y res-pet su ausencia sin caer en brazos de otro hombre. Su fama estforjada por su carcter y su conducta intachable, su fidelidad, a finde cuentas, mientras se ocupaba del telar, el trabajo propio de lasmujeres.El mito de Penlope va unido a la historia de su marido y alciclo mtico troyano. Sin Ulises y sin Troya, Penlope no tendraa quien esperar y su fama ya se habra quedado muda en el ima-ginario mtico griego. Su historia aparece contada en la Odisea deHornero y, aunque existen otras tradiciones, es aqu donde encon-tramos la versin cannica de este personaje mtico, la historiaoficial que ha perdurado en el imaginario occidental y en la his-toria de la literatura.Si enfocamos el mito desde la perspectiva de la herona, y nodesde la de su famoso marido, y la convertimos en protagonista,

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    8 RAMlRO GONZLEZ DELGADOPenlope sera un personaje positivo, que sufre y espera por un mari-do que no termina de llegar.'

    Y resulta novedosa e interesante esta perspectiva porque, ademsde ser Ulises un hroe cada vez ms desmitificado en la literaturadel siglo XX (especialmente tras la obra de Jean Giono, El naci-miento de la Odisea) ,en pocas anteriores el desdichado era Ulisesque, enamoradsimo de su mujer, tena que abandonarla.?2. PENLOPE LA C R ~ T I C A EMINISTA

    Durante la guerra de Troya, con un suegro de edad avanzada, unesposo ausente y un hijo todava pequeo, Penlope tendr que hacer-se cargo de tareas asumidas normalmente por los varones de la fami-lia: tiene que estar al frente del palacio y custodiar los bienes y lasriquezas familiares. Pero las complicadas circunstancias' provocanque la mujer no lleve a cabo con xito este papel: los pretendientesque la acechan, alojados en el palacio y llevando una vida espln-dida, van a minar la riqueza y el patrimonio real. Por otro lado, comomujer, ya ha cumplido con su funcin: dar un heredero al trono. Esadems una mujer modelo, pues, durante la ausencia del marido, noolvida sus labores propias (tejer) y permanece recluida en su oikossin dar que hablar; cumple a la perfeccin el papel de la mujer enla antigedad y su comportamiento ejemplar ser alabado.Si en el mundo contemporneo Penlope deja de ser un mito paraconvertirse en un smbolo (la mujer sacrificada y angustiada que' Como apunta Fernando GA RCI A OM ERO~Pervivencia e Penlopen, en El prrjil clr le.>omhws.Eds. F. De M atin o y C . Morenilla, Bari, 2002, pp. 187-204):

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    convierte la renuncia en herosmo), las escritoras feministas reac-cionan contra ese comportamiento que le ha dado fama y que hasido entendido como modelo de virtud, pretendiendo destruirlo paradar un nuevo significado a la herona.Ya hemos sealado que la literatura contempornea ha ido des-mitificando la figura de Ulises. Si Homero haba alabado la astuciay las artimaas de Ulises, la literatura posterior las consider de formanegativa por utilizar recursos impropios de un hroe (ya en la anti-gedad Eurpides y Virgilio; posteriormente, por ejemplo, el ciclotroyano medieval y la tragedia neoclsica francesa). Sin embargo noes esa desmitificacin del hroe, muy presente en la literatura con-tempornea, lo que interesa a las autoras que vamos a ver aqu, sinola propia Penl~pe:~s el mito que representa la tradicin patriarcal;y es precisamente esa tradicin de la mujer sumisa y obediente laque hay que derribar o deconstr~ir,~ara llevar a cabo la recupera-cin y construccin de la mujer como sujeto social y existencial.Las versiones feminista^^ que analizaremos no pretenden des-mitificar a Ulises, sino destruir el mito griego para volver a cons-truirlo desde una perspectiva actual: es lo que podramos llamar unaremitificacin. Las autoras dan voz a Penlope, una voz propia quetransmite sus pensamientos y deseos, pero expresando lo contrarioque Homero. Estas mujeres no defienden a la Penlope que espera,sino a una mujer que pudo, como su esposo, echarse a la mar.Hablar de feminismo implica aludir a diferentes escuelas y dis-tintas formas de entender la realidad. Es ste, sin duda, un terrenocomplicado y que aqu vamos a tratar en su conjunto. Lo que nosinteresa es la pervivencia del mito de Penlope en la literatura con-tempornea a travs de la obra de autoras que podemos calificar

    Para estas escritoras Penlope tambin tiene inteligencia (no en vano Homero la calificaba comola ms inteligente de todas las mujeres en Odisea 11 115-122; XIX, 325-326) y aprende las artimaaspropias de su esposo como, por ejemplo, servirse de la estrategia del telar y descoser lo tejido durantela noche con el fin de mantener alejados a los pretendientes.Estamos, por tanto, en la primera tarea de la crtica feminista, segn apunta Elena GAJERILOSestudios sobre mujeres y los estudios de gnero*, en Introduccin a la literatura comparada. Ed. A.

    Gnisci, Barcelona 2002 [trad. cast.], pp. 441-486): Las tareas de la crtica literaria en femenino, enton-ces, son la de definir los modelos y los arquetipos fem eninos, mediante el estudio tematolgico, y la deidentificar la tradicin literaria femenina en cuanto tal (p. 459).Advertimos desde aqu que no se identifica autora-mujer con autora-feminista,,. Si se habla deversiones feministas (entre comillas) es porque, com o veremos, la imagen qu e ofrecen de nuestraherona responde al tipo habitual de remitificacin de las he ronas en la crtica feminista: paso d e obje-to a sujeto, presencia constante de una voz propia, etc.

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    como feministas por las reivindicaciones que la herona planteafrente a su posicin en el mito clsico. Se tratara, por tanto, de untrabajo, englobado dentro del campo de estudio de la tradicin cl-sica, de tematologa o estudio comparado del mito literario dePenlope en la obra de determinadas escritoras.En relacin con la tematologa y la crtica feminista, la estudio-sa de Literatura Comparada Susan Bassnett ya apunt:

    the importance that thematic study still has for many critics today,though not necessarily described as such. It is also significant thata great many women writers and artists are concerned with explo-ring archetypes, and with rewriting the story of some of the mostprominent archetypal figures in western cultural history.'Las autoras que vamos a tratar aqu se sirven del mito griego, eneste caso del personaje de Penlope, y lo adaptan a su potica perso-nal, a sus gustos y a sus teoras, siendo conscientes de lo que hacen ydel nuevo valor que adquiere as la herona griega. La re-escritura delmito clsico permite un dilogo muy interesante entre los personajes

    antiguos y el mundo subjetivo de las autoras contemporneas. As, par-ten de un material con mucho prestigio (nada menos que de un per-sonaje de la Odisea)y que es conocido por el pblico culto que advier-te las innovaciones (con sorpresa o desilusin) de esta re-escritura.Lo que estas autoras pretenden es equiparar la figura de Penlopea la de Ulises. As, algunas escritoras, mediante la palabra, tratan dederrumbar ese imaginario social caracterizado por la oposicin entrehombre y mujer y construyen una cultura integral, que recoge todoslos valores humanos (tanto femeninos como masculinos). Para avan-zar en este camino de integracin, parten de la premisa de que hom-bres y mujeres son categoras humanas de igual rango, que ambas senecesitan y ambas se superan. Este sera uno de los puntos de arran-que de la crtica feminista, ya que la superioridad del hombre no esalgo natural, sino una construccin social. Evidentemente, el concep-

    ' usan BASSNETT, omparative Literature. A critica1 Introduction, Oxford-Cambridge 1993, p.117. Ya la autora haba partido de lai teoras de Elaine SHOWALTERn The New Feminist Criticism(Londres 1986) que apuntaba que la ms temprana manifestacin de crtica feminista consisti enexponer la misoginia en la literatura (a travs de imgenes estereotipadas de mujeres como monstruos,la exclusin de las mujeres en la historia de la literatura ...) y despus se centr en la produccinliteraria de mujeres y en la revisin de la masculina^ historia de la literatura tradicional. Esta ideaser recogida por Elena GAJERI, p. cit. Sobre tematologa, vid. Anna TROCCHI,Temas y mitosliterarios, en Introduccirn .. Ed. A. Gnisci, op cit.. pp. 129-169.Estudios Clsicos 128,2005

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    to de mujer cambia con el contexto cultural y el momento histrico.En esa bsqueda de la identidad, la literatura escrita por mujeres haaportado rasgos diferenciadores: las escritoras renuncian al tradicionalenfoque masculino para centrarse en la expresin de lo interior (de losubjetivo) de sus personajes y modificar el imaginano social en el futu-ro. Si se toma el mito que nos ocupa, hay una necesidad de adaptacinde la herona a una realidad utpica por parte de la crtica feminis-ta. As, la relectura de la tradicin homrica desde la perspectiva femi-nista provoca el proceso deconstructivo del mito de Penlope.Veremos cmo en nuestra poca se ha reformulado el personajede Penlope en los tres grandes gneros literarios a travs de diver-sos procedimientos. Ejemplos de esta nueva Penlope los aprecia-mos en Xohana Torres (poesa), Oriana Fallaci (narrativa) e ItziarPacual (teatro). Todas ellas, en sistemas lingsticos diferentes, uti-lizan el mito para buscar la identidad propia de la mujer y hacer delmito una metfora de la marginacin femenina. Reivindican la figu-ra de Penlope, pero defienden una herona contempornea que nadatiene que ver con la del mundo clsico. Para ocupar este nuevo espa-cio, Penlope tendr que enfrentarse con los dems y consigo misma.

    Cuando Xohana TorresR ngresa en la Academia Gallega en el ao2001 su discurso lleva por ttulo

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    QUE ramos de loureiro erguen rapazas.QUE cor malva se decide o acio 5QUE acades disas patrias a vindima.QUE amaine o vento, bebers o vio.QUE sereas sen voz a vela embaten.QUE un sumario de xerfa polos cons.As falou Penlope: 10Existe a maxia e pode ser de todos.LAque ta?to novelo e tanta historia?EU TAMEN NAVEGAR.

    Este poema subversivo y feminista reivindica el papel activo dePenlope: no quiere ser la mujer que espera pacientemente en casatejiendo (v. 12: Para qu tanto ovillo y tanta historia?), sino quequiere igualarse a Ulises y echarse a la mar. Pero la autora identi-fica a Penlope con todas aquellas mujeres de todos los tiempos(annimas y marginadas) que quieren convertirse en agentes acti-vos: el infinitivo atemporal del ltimo verso es la muestra ms clarade lo que estamos diciendo. Es precisamente ese Eu tamn nave-gar un grito reivindicativo en boca de nuestra herona, que tomala palabra, y un lema identificador de un nuevo modelo de mujer.Adems, debemos sealar que la literatura gallega es muy ricaen alusiones al mito que nos ocupa,1 creemos que por ser Galiciaun pueblo eminentemente marinero, que mira al mar y vive de l,con unas mujeres que, como Penlope, contemplan el mar esperan-do el regreso de sus maridos a su Itaca particular.

    En narrativa hemos elegido la novela Penlope en la guerra de laitaliana Onana Fallaci." Del mismo modo que en el poema de Xohana

    'O Vid. pp. 272-278 de Fernando LILLORED ONE T: La tem tica hom rica en la poesa gallega,Cuadernos de Filologa C ldsica . Estudios griegos e indoruropeos 7 (1997), pp. 263-286.l ' Vamos a seguir aqu la edicin castellana Penlope en la guerra, Ed. Noguer, Barcelona, 1990. Latraduccin, a cargo de V. Riera Llorca, sigue la edicin italiana Penelope alla guerra, Riz~oli d., Miln,1962. Oriana Fallaci naci en Florencia e inici su carrera periodstica m uy joven, como reportera desucesos en Giornale del Mattino. A los veinte aos ya colaborab a en la prestigiosa revista italianaL'Europeo. Sus obras s e han traducido a num erosos idiomas y, como periodista y escritora, goza de unreconocimiento internacional. Entre sus principales obras destacan Insallah, El sexo intil, Carta u unnitio que nunca naci o Entrevista con la historia, entre otras.

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    Torres, encontramos aqu la reivindicacin de la Penlope moderna:el ttulo de la obra no puede ser ms elocuente. Las Penlopes moder-nas no quieren saber nada del telar. Si la Penlope de Xohana Torresquera navegar, la de Fallaci est en guerra. El mismo ttulo encierrael sentido femenino y agresivo de la protagonista de la novela.Giovanna, llamada Gib, joven escritora italiana, es enviada porun productor cinematogrfico a pasar un par de meses en NuevaYork para familiarizarse con el ambiente y preparar el guin de unapelcula. Deseosa de conocer un mundo distinto hasta el entoncesvivido, parte con la esperanza de encontrar a Richard, un soldadonorteamericano del que se haba enamorado cuando se refugi ensu casa tras escapar de un campo de concentracin durante la 11Guerra Mundial. Y sucede que lo encuentra y renace el amor.Momentos de felicidad van completando su estancia en la ciudad delos rascacielos, aunque hay algo en esa felicidad que no termina decuajar: el frgil Richard, su enrgica madre Florence, su enigmti-co amigo Bill... Cuando Gib abre los ojos y se da cuenta de que susamigos son una pareja gay, ya es demasiado tarde. Quiere abando-nar el fabuloso imperio y volver a su tierra con las heridas de unaderrota que afectan a su condicin de mujer. Como le seala Bill enla carta que le escribe al marchar de Amrica (p. 246):

    La verdadera guerra es aquella que se sostiene en el amor y en elodio no controlados, sobre todo cuando regresas. Tu regresas, Gi6,con el cerebro y con el corazn destrozados en una herida gravsi-ma; pero los dems lo ignoran porque en apariencia eres comoantes. Djales en esta ilusin. No digas que has cambiado, no cuen-tes la guerra que te ha hecho cambiar.Aunque, al final, intenta quedarse con Francesco, el chico que laama y espera en Italia, el empeo por contar su historia har que lla termine aborreciendo y la deje sola. Gib es la Penlope que se vaa la guerra y deja en casa (en su pas) a su novio. La autora quierereivindicar la posicin de la mujer y no quiere comportarse como laherona clsica: desea emular al hroe, a pesar de que al comienzode la obra ya se lo advierten (p. 22: palabras de Francesco a Gib):Desde que te conozco no haces ms que hablar de Amrica. Se diraque tienes una cita, all. Peor, pareces un Ulises que va a expugnarlos muros de Troya. Pero no eres Ulises, eres Penlope. Quierescomprenderlo, s o no? Deberas tejer la tela, no ir a la guerra.,Quierescomprender, s o no, que la mujer no es un hombre?.

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    Con estas palabras, adems de hacer la autora el primer guio alttulo de la obra (y, por consiguiente, al mundo clsico), sedeja demanifiesto el fuerte carcter de la herona, que quiere romper contodos los estereotipos. Debe aceptar su condicin de mujer y no rom-per con el orden preestablecido. Desempea el rol de Ulises: empren-de un largo viaje a la Troya moderna y, aunque slo tarda dos mesesen volver, las cosas ya no son las mismas. Francesco es un hombre,no es Penlope, y quiere olvidar un viaje que Gib se empea en con-tar y que Francesco no va a aceptar, como tampoco acepta el nuevorol de la mujer, segn apreciamos en la siguiente conversacin quemantienen Francesco y Gib (p . 253):-Haba esperado tanto que volvieras. Cuando lleg tu telegrama,fue como si recibiera una flor. Ahora preferira que no hubierasregresado.

    Se volva cada vez ms blando, ms blanco.-He vuelto para encontrar a un hombre y una casa. Y te he habla-do como se habla a un hombre.-Me has hablado como un hombre habla a un hombre, no comouna mujer habla a un hombre. En cuanto a encontrar una casa, metemo que esta vez te hayas equivocado de direccin. Tu casa estall.-Mi casa est aqu.-Estuvo.-Est.-Estuvo. Por qu has vuelto, Giovanna?-Tambin por ti.-Lo siento.

    La nueva herona, que quiere asumir el papel de Ulises, sealados motivos de su regreso: la casa y el amor. Una casa y un amorque ya no encontrar. Del mismo modo que en la obra teatral deAntonio Gala, le tendramos que haber preguntado: Por qu corres,Gi6?. Las cosas pueden cambiar y no van a volver a ser las mis-mas. Sin embargo, ella reflexiona y acepta y comprende su nuevaposicin (p. 255):Lo importante, baby, no es existir sino hacer saber a los dems

    que se existe. Y luego me veo con esos idiotas que me criticanporque soy una mujer. Yo soy ms valerosa que un hombre y lasPenlopes ya no se usan. Yo hago la guerra y sigo una ley de loshombres.

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    Charo Amador.13 La obra comienza con un interesante poema deMensaje de Fernando Pessoa: Uli~es.'~e pone en escena a tresmujeres: Penlope (la homrica), la mujer que espera (que transmi-te los pensamientos de la autora) y la amiga de Penlope (persona-je que nos transporta al mundo actual). Junto a ellas tambin tomala palabra el telar azul, smbolo de la espera. Aparecen dos espaciostemporales, el mtico y el actual, que convergen en una misma evo-lucin. La obra alterna prosa y verso y presenta una estructura abier-ta y fraccionada en veinte escenas; podemos decir que, sin olvidarla tradicin literaria en la que se inscribe,15se convierte en una rei-vindicacin feminista. En la propia obra hay referencias claras aHomero, pero para ofrecer una versin contrapuesta a la suya. As,en la presentacin de los personajes, por ejemplo, de Penlope sedice: y a pesar de Homero, sangre y mujer de s misma; en otraocasin la amiga de Penlope comenta lo siguiente (p. 109):

    LAAMIGA DE PENLOPE.Pero si nadie espera a nadie, bonita! ,Qu t s?Yo no me quiero meter donde no me llaman, pero ... Hasta en lacancin de Serrat termina mal. Qu no sabes cul es? Tiene nom-bre de chica: Lucrecia, o algo as. Pero se vea venir, eh...Esto tepasa por ser como eres. S: comprensiva, tolerante, amable. Yo no.Yo no le paso ni una. A m me lo iba a hacer. Le monto una quese entera... Vamos, que si se entera. Ahora: hay que ponerles lascosas en su sitio. Luego no vale protestar. Se acostumbran a lobueno... y ya sabes el refrn; les das el dedo y se toman el codo.

    " tziar Pacual (Madrid 1967) es licenciada en Dramaturgia por la Escuela Superior de Arte Dramiticode Madrid, colabora en diferentes medios de comunicacin y escribe obras teatrales desde 1991. Pdeino\lcer Lns voces de Penlope en Marqus de Bradomn 1997. Concur.so de Textos Teotru le,~ ~ a r u(jiwiesAutores, Ed. Instituto de la Juventud, Madrid, 199 8, pp. 101-135. Vid. Aurora UPU.(>PFZ"El arquetipode Penlope en el teatro: Plauto, Buero Vallejo e Itziar Pascual*, en La duulitut en el terrt,u. Eds. K .Andresen, J. V. Bauls y F. De M artino, Bari. 2000, pp. 207-225 -esp. pp. 220-225%)y M V o s RAGIJC-ARIAS(La dcada de los 90: mito y teatro en Espaa, en La recepcin del mito clsico en la literuturuy el pensamiento. Eds. A. Ruiz Sola y B. Ortega Villaro, Burgos, 2002 , pp. 165-187 -\p. pp. 171-172.).

    '"esulta interesante este poem a porque perm ite a la autora enten der el mito de otras maneras: Elmito es La nada que lo e s todo. ( El mismo sol que abre los cielos ( Es mito brillante y mudo: 1 El cuer-po muerto de Dios 1 (5) Vivo y desnudo. 1 1 El que a puerto aqu arrib 1 Fue. por no ser. existiendo. 1 Sinexistir nos bast. 1 Por no venir fue viniendo. 1 (10) Y nos cre. 11 As la leyenda se ehcurre 1 De entraren la realidad 1 Y a fecundarla va yendo. 1 La vida, abajo, mitad 1 (10) De nada, muriendo.." La ob ra no recibe solamente la influencia de la Odisea, sino tambin de la tradicin teatral espa-ola contempornea que tambin recreaba el mito de Penlope y, especialmente, de Buero Valkjo. Coinoseala A. LPEZ L ~ P F Z ,p. cit . , p. 224: Itziar Pascual coloca a Penlope dentro de un mundo sueos y realidades, vindose algunas veces tambin el reflejo de La tejrora de sueilos, que resulta seruno de los intertextos de esta nueva interpretacin del miton.estudio^ Clsicos 128, 2005

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    En la obra se habla de la soledad y del paso del tiempo, contra-poniendo el mito (Penlope) con la realidad cotidiana (la amiga).Tambin la mujer que espera (que en un momento de la obra se con-vertir en 'la mujer que esper'), con un carcter atemporal, vienea decir que no hay final para la espera y no se puede retener el amor,pues la desesperacin de la espera termina por hacer mella en lamujer (p. 114):

    LAMUJER QU E ESPERA.as, semanas, meses. Fragmentos de una eterni-dad que se posa sobre mi piel. Sobre mi rostro ojeras que me rega-l la noche; el brillo en los ojos del sueo helado; los labios parti-dos de no besar, o de hacerlo para conjurar tu recuerdo. No s. Mealivia saber que fui capaz de vivir una noche ms sin ti. Me ense-aste a amar, a rer, a volar. Pero se te olvid ensearme a olvidar.

    Es al final de la obra cuando se reflexiona sobre el mito. Caemosen la trampa de la autora, que nos ha guiado hasta el final median-te la versin cannica del mito. La historia de Penlope, aunque fueescrita para representar la esposa perfecta, representa la espera des misma, que teje y desteje hasta asumir su identidad como mujery como ser humano (pp. 133-134):

    PENLOPE.a historia oficial no me representa, porque est tallada porlos vencedores. La ma la escribi en piedra mi marido, Ulises. Fueuna vida para la gloria y la conquista, el triunfo sobre la guerra yla muerte. Mi conquista fue mucho ms discreta: la del diminutoespacio del ser y el estar. Aprend a esperar, pero no como elloscreen. La espera es una forma de resistencia. Es un acto silencio-so de reafirmacin. [...] Al principio %s verdad- esperaba por l.Esperaba la sorpresa de su barco en el horizonte [...l. El tiempo mehizo menos dependiente. Asum que aquel hijo era slo mi hijo;que la historia de nuestro tlamo estaba perdida y obviada. Queslo volvera cuando se sintiera satisfecho de s mismo. Aunqueello le llevara buena parte de mi historia cotidiana; lo mejor de mijuventud y de mi fe en la vida [...l. El dolor. (Largo silencio.) Lasprimeras lunas me visitaron con el hasto de la vejez prematura.Me preguntaba por el sentido de aquella ausencia, de aquel ir enbusca de bienes, ese infinito deseo por lo que no tena. Ese querersiempre ms. Fue entonces, una de esas noches, cuando alguien mesugiri el juego del telar. A tejer y destejer [...l... Imprescindiblepara hilar esa parte de historia oficial que tanto les gusta C...]. Aveces me pregunto qu le hizo volver. No lo hizo por m. La vejez

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    me ha hecho intuir que fue un acto de demostracin. Haba salidotriunfante de las batallas, nadie poda con su tenacidad. Un gue-rrero sin oda no es nadie. [...l. La espera me hizo ms fuerte, mssegura y descreda. Llegaban rumores constantes de regresos o tra-gedias. Y un da aprend a esperar. A esperarme a m misma. Y aproteger un poco ese lado del corazn que se hace arena o fuente,dependiendo de la luz que lo ilumina. Aprend a mirar mi sombrapaseando por la orilla con una tristeza que construye futuro. Esatristeza dio paso a la serenidad. Y la serenidad a la calma. Y lacalma a la inquietud por ser yo, no la espera de otro. Me esper am misma. Esta es mi verdadera historia.

    La reivindicacin que aqu Penlope realiza es parecida a la deOriana Fallaci: La historia oficial no me representa. En este sen-tido, no deja de ser elocuente el ttulo de la obra: es la herona quientoma la palabra, adems de descubrirse a s misma durante la espe-ra de su marido. Las otras Penlopes, la amiga y la mujer que espe-ra, son mujeres contemporneas que van conociendo tambin su pro-pia identidad. La amiga de Penlope, mujer urbana actual, denun-cia la aparicin de su amor, que la dej tirada como una colilla,al que quiere olvidar (p. 134). La mujer que espera no slo se ter-mina identificando con la Penlope de Ulises, sino tambin con todaslas mujeres que algn da se sintieron solas y abandonadas, esasPenlopes annimas y trabajadoras que representaba tambin la he-rona de Xohana Torres (p. 135):

    LAMUJER QUE ESPERA.Quin viaj de los dos? Yo me fui sin mover lospies. Me revolv hasta desaparecer. T viajaste para volar; yo, paraenterrarme y renacer. Ahora s que tu viaje fue una invitacin almo. [...l. Sabes, Ulises... Te importa que te llama Ulises? Mehiciste dao. (Pausa.) me hiciste bien. Me regalaste el desgarroenvuelto en papel de celofn. Pero al romperme, me vi atrapada enla historia; en la mirada de esas mujeres que aguardan tras la celo-sa de una ventana. Y decid salir. Rasgar mi piel para tomar otra.(Pausa.)Y vol, Ulises. Con las alas de quien se sinti mendigo dela vida y ahora se sabe propietario de ella. [...] Supongo que ahoraentiendes mi silencio. Meses y meses sin palabras, sin cartas, sinllamadas. Pero slo lo supongo, Ulises. Llega un da en que lashuellas de lo que ocurri se hacen borrosas. Y te confundes al repe-tir cmo fue... t...] Y ahora ests aqu.A la vuelta de los aos. Solo.(Pausa.) ero esa es otra historia. T queras saber. Y esto es loque fue.

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    PENLOPE SE HACE A LA MAR: LA R E M I T I F I C A C I ~ NDE UNA HEROINA 19

    T viajaste para volar; yo, para enterrarme y renacer muestraclaramente lo que apuntbamos al comienzo de este estudio: no hayque destruir el mito griego, sino transformarlo, remitificarlo para darleun nuevo valor y un nuevo sentido. En la obra de Pascual, las tresmujeres sufren resignadas al papel que les toc. Sus sentimientos,temporalmente lejanos, son idnticos: abandonadas, reencontradaspara, al final, ser ellas quienes acaban decidiendo, construyendo ensoledad su propia identidad: el reencuentro consigo mismas.

    6. CONCLUSIONESUna de las principales aportaciones a la crtica literaria del sigloXX ha sido, sin duda, la crtica feminista. En el caso que nos ocupapercibimos una novedad importante: el traslado de las teoras femi-nistas del mbito literario al mtico, precisamente a travs de la lite-ratura de asunto mtico. El modelo mtico es susceptible de amplia-ciones ilimitadas y la existencia de un modelo cannico no entor-pece el impulso creador, aqu desde un punto de vista femenino.Adems, los estudios tematolgicos constituyen uno de los aspec-tos cruciales de la investigacin literaria, cruzndose, como en estecaso, con perspectivas ms innovadoras y radicales.Como hemos podido ver, nuestras Penlopes feministas adquierenrasgos diferentes segn las obras literarias. El personaje de la herona,que espera y sufre por su marido, resulta una figura muy atractiva parala crtica feminista, pues representa todo aquello contra lo que las muje-res deben luchar. Penlope debe tomar voz propia y rebelarse contrasu historia. As, la interpretacin que se hace de ella y las variacionesque se introducen con respecto al modelo cannico dependen de lareaccin de cada autora ante la personalidad y comportamiento tradi-cional de la herona que, segn las ideas y los propsitos feministas,rechazan de plano. Para ellas el mito de Penlope es representativo delestado patriarcal, el gran adversario del movimiento feminista.16

    I h En este sentido, recordemos las palabras de Simone de Beauvoir, una de las madres de la crticafeminista, en su obra El segundo sexo: No se nace mujer, llega una a serlo. Para la filsofa francesala mujer no es un producto de la Naturaleza, s ino tambin de la cultura. S u situacin social demarginalidad y discriminacin es algo que le viene impuesto por la tradicin, no por imperativo desu ser (una situacin inventada por quienes durante siglos han sido los protagonistas de todo cuantose ha llevado a cabo: los varones). Vid. E. GAJERI, p . cit., pp. 450-454.Estudios Clsicos 128, 2005

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    de tan larga espera, bien porque descubre la libertad de estar sola y noquiere reconocer a su marido, bien porque ha tenido devaneos con suspretendientes. Tambin encontramos una Penlope que, como quierela de Xohana Torres, viaja constantemente con el fin de despertar laesperanza de la liberacin en el cuento Penlope de Julin Padrn.'"Hay algo que no debemos olvidar: la existencia de la Odisea pro-picia todos los textos comentados aqu. Ms que completar lo queHomero no haba dicho en su poema, estas mujeres alteran el mundohomrico para adaptarlo a nuestra realidad cotidiana. Pretenden remi-tificar el mito clsico y darle un nuevo significado. Para ello las tresautoras que aqu hemos visto se sirven de gritos reivindicativos queponen en boca de la herona: Yo tambin navegar, Las Penlopesya no se usan y La historia oficial no me representa. Se trata detres reivindicaciones diferentes que pretenden una misma finalidady que, incluso, podemos adscribir a movimientos feministas dife-rentes: el feminismo de la igualdad (Xohana Torres), el feminismoradical de la diferencia q u e , en lneas generales, representa el recha-zo total del orden y la propuesta de uno propio- (Oriana Fallaci) yel feminismo postmodernista -inspirado en la negacin de la dife-rencia metafsica entre lo masculino y lo femenino y del propio prin-cipio de identidad- (Itziar Pascual). Adems, estas versiones femi-nistas incitan en todo caso a que el receptor de la obra contempo-rnea lea y conozca, si no lo hizo todava, la pica griega para verel papel de nuestra herona all.Nuestras escritoras destejen la historia mtica cannica para adap-tarla a un tiempo y a una realidad para la que no fueron concebidas.Estamos ante una transposicin de la cultura, el mito y la literatura cl-sica grecolatina a una sociedad contempornea que mira hacia sus or-genes y se siente orgullosa de ello. De lo contrario, Penlope hubieseguardado silencio y no estara hoy tan presente y tan cerca de nosotros.

    RAMIRO ONZLEZ ELGADOUniversidad de Extremadural 9 Puede leerse en Anto log u de l cuento venezo lano , G . Meneses (ed.) , Monte vila Editores,Caracas, 19903, pp. 255-265. Se trata de una recreacin libre que se sirve especialmente de los nombresde los protagonistas de nuestro mito griego y no constituye en absoluto un cuento feminista, aunquela Penlope de Padrn viaje y crea en la igualdad de las mujeres. Vid. un comentario de este cuentoen M" Conchita CASTRO ~ N D ~ :"P en lop e": historia de una ansiedad*, Boletn U niversitario de

    Letras (Universidad Catlica Andrs Bello) no 4 (1998). pp. 79-8 7.Estudios C1sico.s 128. 2005