petra. jornadas de viaje
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Nada prepara para recibir a Petra. Sin importar cuánto se haya leído, ni cuan profusamente se haya uno documentado, el vuelco de corazón que se vive al salir de El Siq, la brecha que separa la ciudad del mundo, es indescriptible.TRANSCRIPT
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To you I saypasser by
as you are, I wasand as I am now, you will be.
Enjoy, life is mortal
Inscripcin en placa romana en Umm Qais, Jordania, data aprox siglo II. Traduccin libre del guia del museo de antigedades local.
Jornadas de viaje
PETRA
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INada prepara para recibir a Petra. Sin importar cunto se haya ledo, ni cuan profusamente se haya uno documentado, el vuelco de corazn que se vive al salir de El Siq, la brecha que separa la ciudad del mundo, es indescriptible.
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Slo espontneas lgrimas de incredulidad le hacen justicia al segundo preciso de su revelacin. Slo el cuerpo estremecido sin control lo comprende, slo el alma traspasada por el exquisito dolor de la belleza intemporal, esa que escapa al efmero Cronos. No hay vanidad en Petra, y ese desprendimiento la hace inmensamente bella.
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El Siq, largo y estrecho pasaje lleno de misteriosas seales, con el cielo apenas una cinta azul sobre la cabeza, descubre de pronto el majestuoso Al Jesneh (El Tesoro), espectacular visin salida de otro y de este mismo tiempo, en inslita conjuncin, congelada en la eternidad de cambiantes tonos de rosado y terracota, excavada con paciente maestra en la arenisca por los Nabateos, nmadas rabes que una vez pausaron en su cabalgar desde ms all de los siglos para extraerla de la roca a punta de cincel.
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Hincado, dejo que sus seis columnas ocupen mis sentidos, sus dos ngeles flanquendolas, sus siete copas en el capitel, y sobre l aquellas treintids rosetas. En imposible ngulo, mis ojos ya cautivos se dejan llenar de su corona y de su inmensidad, de una dimensin diferente del tiempo, que trasciende incluso lo aparente, pues esconde todava azules, amarillos y malvas, reservados para el acercamiento de veras. Con capricho de gran dama, Petra juega con la luz y con la admiracin. Ms que rosa, Petra es la confirmacin de, en el fin, lo insulso que es el tiempo.
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Caminar por el borde de montaas, salir de la ruta trillada, guiado por el paso seguro de Murad, entre riscos y antiguos pasos de agua. La fortaleza para tan duros ascensos y descensos sale ms de la emocin que del nulo entrenamiento. Hay que llegar a Petra por los caminos difciles, los ms exigentes. Poder ganarnos a Petra.
II
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Qu llenura de contento al conquistar la cima desde donde se ve Al Jesneh de arriba a abajo! a la vista, su corona est ahora ms cercana que su entrada. Un angosto y profundo abismo separa el templo del mirador que nos aguanta. Exhaustos y emocionados nos sentamos sobre la roca, colgante como una percha. El ruido de
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la multitud que ahora se me antoja floja - apenas un eco lejano que sube fusionando mil atnitas voces en nico gemido de jbilo que no cesa, que seguramente llega al infinito. El Tesoro es un sitio donde el silencio no ejerce su frgil majestad. Este improbable balcn en la rida pared es posicin de reyes, ms por el peligro y el ruido que acompaan al privilegio, apta ms para guilas que para gente.
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Sin embargo, sea tal vez por el efecto del viento o a lo mejor del vrtigo, lo que pareciera es que montase sobre las alas de esos dos ngeles cincelados en la faz de la altsima pared, que desde aqu se dejan detallar con abandono. De nuevo es la belleza la homenajeada y esta caminata es rendido tributo que atraves flores amarillas del desierto, peligrosas bajadas, subidas coemadrsimas, para recibirla en recompensa, ah triunfante a nuestros pies cansados, unos cien metros abajo.
Tesoro de la humanidad, te estoy contemplando desde el ngulo alterno, el menos fcil, a lo mejor como nadie por lo revelador que resulta. Petra es un descubrimiento que pertenece ahora a las montaas. Tacharrafna!
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III
El camino desde Little Petra hasta El Monasterio atraviesa la vasta planicie de los Ammarin, bedules -especie de beduinos - que viven en carpas y tienen camionetas para cruzar la inmensidad. El sol tempranero es benigno y sopla una brisa fra que contrasta con el clido dorado del arenal. Protuberancias redondeadas llenan de puntos el paisaje, lo aleja de la monotona. El camino imperceptible lleva por dos campamentos de cerriles que prefieren esconderse para no vernos, intrusos como parecemos alejados de la ruta usual. En su lugar, nos saluda la algaraba de los perros. A la distancia uno nos muestra sus dotes de cuidador de un rebao, y ladrando conduce las cabras hasta el redil.
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Despus de descansar de la estupenda comida preparada a la brasa en la arena, el paisaje cambi para mostrarnos los riscos y paredes que conducen por senderos poco transitados a Ad Deir, El Monasterio. Los ochocientos cincuenta escalones del camino directo que sale de Petra son un bullicio intransitable. Al evitarlo, el precio en dificultad y riesgo trajo la quietud que favorece la contemplacin, el sosiego. Ventanas que se abran a cada recodo del camino con espectculos de la naturaleza, tan cercanos como la pared de la roca de la que nos agarrbamos para no resbalar ni rodar, tan lejanos como lo permita la vista ensimismada. La posibilidad de caer si
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dbamos un paso en falso era realidad que nos traa constantemente a tierra.
Casi sin marcas en este camino, hay pasos que son una adivinanza. El andar parece interminable, el morral me pesa horrores y ya ni el jata, turbante rabe, me protege del sudor. Despus de una cuesta candente, se revela a la distancia el sobresaliente perfil de este otro gran monumento de Petra, El Monasterio. Estamos llegando por el lado opuesto a la multitud, tras muchas horas de larga caminata. La explanada por la que le entramos nos da una perspectiva nica, nos permite asimilar pausadamente aquel templo colosal tallado de la roca, que completa a Petra, confirmacin de la firmeza de la voluntad que la
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cre. Hay algo magnfico en la imponencia de este prodigio. Aunque no causa el asombro de El Tesoro, su monumental aislamiento sobrecoge. El gran ascenso, la magnitud de la fachada y las grandes terrazas en frente suyo le dan un aspecto sacro especial. Al ser la altura parte de su camuflaje, se permite dimensiones de grandiosidad, sobresale retador de la roca sobre la que fue hecho, gigante capullo que se desnuda al amparo de lo remoto.
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IV
Los extenuantes alrededores de Petra son murallas naturales que hoy se dejan caminar, un desierto en vertical y sin planicies que mantuvo oculta esta ciudad a los ojos occidentales hasta el siglo XIX. Montes que suben y bajan, viejos cursos de agua hoy desiertos son los surcos del rostro milenario de Jordania.
Con andar exhausto llegamos al Alto Sitial de Sacrificio. Es una maravilla espacial, en vez de arquitectnica como los templos y tumbas abajo. La cima aplanada enmarca un rectngulo cuidadosamente sacado a la roca con suaves golpes de cincel, deducible por la exactitud de sus lados y su escasa profundidad. All los Nabateos ofrecan a su deidad, DuShara, sacrificios de ovejas, cabras y camellos cuya sangre ba
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alguna vez las laderas. Pero tambin ofrecan leche, aceite y grano, acompaado de los aromas ardientes del incienso. En las alturas, buscaban la elevacin con humilde sencillez, sumisos a lo imponderable, dejando la grandeza a lo etreo, a lo divino.
Antes de llegar, un regalo inesperado sigui con nosotros buena parte del camino: dos nias sobre su burro, pastorcitas guiando su rebao de cabras, negras casi todas, por entre rocas y arbustos que coman vorazmente. De sonrisa tmida y nunca arisca, nos permitieron por mucho rato fusionarnos en silencioso andar, apenas
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interrumpido por los cencerros cuyo taer, colgando del cuello de sus animales, marcaba el ritmo de nuestros pasos cansados y gozosos. El rostro de la mayor, de unos diez o doce anos, fue marco para una estupenda y respetuosa foto, que ambos acordamos sin palabras, conectados por el caminar juntos y el poder de la sonrisa cmplice y en m, jadeante. Prendado por los ojos del desierto, la tez teida por el sol y el viento, por incontables generaciones de pastores que han repetido su camino de dignidad en pobreza que quizs no sea tal. Ms adelante y prximo a nuestro destino del da, una madre beduina nos ofrece Chai, t, dulce humo de la brasa, muestra de hospitalidad que se repite por doquier en el agreste paisaje que nos circunda. Petra sin sus beduinos no existe, sera un lugar sin vida y sin realidad.
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VCierro los ojos y todava las vetas multicolores de las rocas de Petra, impregnadas para siempre en la retina, persisten en llevarme hacia el mundo de los sueos regodendome en los azules, desplayndome en los blancos, colorados y ocres que un pintor divino, refugiado en el solaz de los tiempos, dej sobre los muros de la ciudad.
Petra es un regalo a la memoria, y es ah donde se conserva intacta. Cada rincn, cada cueva, es un grito de admiracin, cada movimiento de la luz un refulgir de colores danzando con la parsimonia de los siglos. Ondas, rizos, crculos y lneas coloridas dibujan cada pared de Petra con abundancia de tonos y exquisito diseo, la madre naturaleza en
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gran faceta de artista. Ese misterio solo puede ser entendido visitndola, con la mente como espejo que refleje vivamente su semejanza plena con el mundo subterrneo que hasta ahora conoca slo en modelos, y del que vivo.
Cierro los ojos y franjas multicolores aparecen frente a m, arrullo visual en cuyas olas cabalgo. Petra ya no es un sueo, es una realidad vivida tan de cerca que sobrepasa la piel, una hermosa y propia forma de mirarla que trato, sin poder siquiera, de transformarla en palabras. La fuerza de los colores de Petra es una marca honda que no le da paso al olvido, y sin embargo enmudece ahogada en lgrimas al intentar describirla. Y aleja por siempre el mito de que la ciudad es rosada.
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MASOct 21-30, 2008Petra, Jordania
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Estas rocas retornan de otra vida,tras profundo silencio. ...Estas rocas encierran un mensajeque no ha logrado descifrar el tiempo.
Miguel Ramn Utrera
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2008. Marco Antonio Surez.
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