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Créditos Moderadora

Merlu

Traductoras

Nelly Vanessa

Mona

Agus.Torres

ChiviSil

xx.Majo.xx

Brenda Carpio

Merlu

Vivi

Valen Drtner

Niki26

Likeyp

Pachi15

Kuami

Gracekelly

Correctoras

Merlu

Niki26

cgrande

flor212

neige

pachi15

Osma

Recopilación y Revisión

Merlu

Diseño Móninik

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Sinopsis

Para Peyton Lane de 16 años, la vida nunca ha sido fácil. No es popular, tiene sobrepeso y, oh sí, su hermana se avergüenza de ella. Pero a lo largo del curso de un tumultuoso año, todo cambia para Peyton. De pronto, todos los ojos están sobre ella y no es porque esté gorda. Desde un par de apuestos gemelos, a una pareja de roqueros peligrosamente sexys, Peyton deberá descubrir en quienes puede confiar con su corazón. Desde las subidas y bajadas, las vueltas y revueltas, esta es la historia de Peyton sobre cómo encontrar la voz propia, y crecer por sí misma.

Este es un romance adolescente que incluye situaciones realistas y crudas emociones. Esto es, Partes de Mí.

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Prólogo

Generalmente, ella estaría muy lejos de mi radar... pero hay algo detrás de esos encantadores ojos marrones que me atraen, que me hacen girar para verla mejor. Siento su tristeza, su lástima, su dolor. Todo lo que quiero hacer con cada centímetro de mi ser es hacerla sentir querida, amada. Pero hay algo que me retiene, poniéndome en mi lugar, y no estoy seguro de estar listo para enfrentar esa verdad aún. Me preocupo demasiado por lo que mis amigos piensan cómo para arriesgarme ciegamente. Pero Peyton es lo único sobre lo cual he estado fantaseando desde que cruzamos nuestro caminos; mi anhelo por ella es casi demasiado arrollador para exponerlo.

No estoy seguro de cuánto tiempo voy a poder mantenerme alejado.

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1 Sabes que eres mi perra, ¿verdad?

Rompedora de Huesos (sin terminar)

Desde pequeña supe

Que al crecer el mundo mío sería

Siempre sentí que estaba destinada para algo

Mejor de lo que todos creían.

Nunca dejé de luchar por mostrar

Mis talentos, mi potencial

Nunca perdí la fe de que mi destino sería realmente

Ese algo que todos buscan; no podía esperar a ver lo que tenía guardado.

El mundo es como una ostra

Sal de una vez y toma el control

Dirige tu futuro en la dirección que tú quieras

Tengo, tengo que tomar la decisión correcta

Nunca antes imaginé mi muerte…

Espera, ¿a quién engaño? Había imaginado mi muerte de un millón de diferentes maneras, casi siempre por mi propia mano. Eso es lo que la depresión te hace: te atormenta hasta que haces todo lo que está en tu poder para silenciarla o detenerla. No había tenido la intención de tomar todas esas pastillas en realidad... sólo quería hacer que se detuviera. Sólo quería adormecerla. Mi conciencia se debatió entre despierta y dormida al principio, hasta que, de pronto, la oscuridad arremetió contra mí como un maremoto.

El grito fue débil pero atravesó la oscuridad. Pude sentir una ligera presión sobre mi pecho, como si alguien estuviera apretándolo, pero estaba demasiado débil para percibir quién.

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Abrí los ojos y me sorprendió el encontrarme a mí misma en un pasillo oscuro. No tenía idea de cómo había llegado hasta allí, pero pude ver una tenue luz en un extremo y grité:

—¿Hola?—resonó mi voz contra las sólidas paredes. Me giré sobresaltada al sentir una respiración contra mi nuca, poniéndome los pelos de punta.

—No quería alarmarte, Peyton. —La forma en que dijo mi nombre me hizo estremecer.

—¿Cómo sabes mi nombre? —pregunté, mirándolo con cautela. Debía medir un metro ochenta, y sus ojos azules parecían poder atravesarme.

Él se rió en respuesta sin contestar mi pregunta.

—¿Por qué lo hiciste?

Negué de manera irritada. ¿Quién se creía que era? No le debía nada. Ni siquiera lo conocía. Comencé a caminar en sentido contrario, en dirección a la luz brillante.

—No puedes ir allí —exclamó detrás de mí.

No me molesté en detenerme mientras le gritaba sobre mi hombro.

—¿Por qué no?

—Porque nunca volverás.

En lo que fue apenas un parpadeo, él apareció a mi lado sosteniéndome para que no siguiera.

—No quieres hacer eso Peyton.

—¡Suéltame!—Forcejeé para liberarme de su agarre—. ¡Ni siquiera sé quién eres!

Su agarre se mantuvo firme, pero su voz se suavizó.

—No lo ves... Es exactamente por eso que no puedo dejarte ir.

Me acercó más a él y de repente mi cuerpo se calmó. Mi ritmo cardíaco volvió a la normalidad. Ni siquiera tenía ganas ya de luchar. Todo se sentía bien.

—Shhh... —susurró dulcemente en mi oído derecho, suavemente acariciando mi cabello—. Quédate conmigo Peyton.

—¿Qué?—pregunté, confundida porque dijera tal cosa.

—Peyton, quédate conmigo…

De repente, el mundo a mi alrededor se desdibujó dejando nada más que oscuridad a su paso.

Alguien estaba sacudiendo mi hombro... Era débil pero podía sentirlo. Mis ojos se abrieron y lo único que pude distinguir en la bruma borrosa fueron unos ojos azules. Los mismos ojos azules que se habían reunido conmigo momentos antes en

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el pasillo oscuro. Traté de hablar, pero lo único que salió fueron incoherencias. Quería saber quién era. Quería saber cómo me encontró.

Mis párpados se sentían como si estuvieran siendo hundidos con rocas. A pesar de que podía oír débiles voces en el fondo, me entregué una vez más rendida a la oscuridad.

Cuando desperté, encontré que mi estómago estaba siendo aplastado desagradablemente. Fue un despertar muy desagradable. Me dijeron que de haber llegado al hospital unos meros cinco minutos más tarde hubiera muerto. Estaba enojada con la elección que había hecho. Estaba enojada de que no resultara pero, sobre todo, estaba enfadada con el mundo. Estaba convencida de que el mundo entero estaba en contra de Peyton.

Debido a que había intentado atentar contra mi vida, fui puesta bajo vigilancia de suicidio en el hospital durante tres días. Incluso pasé unos días en la sala mental gracias a mi genial decisión y ni siquiera fue lo peor de todo.

Mi hermana, quien convenientemente había ignorado mi existencia toda mi vida, de repente se había vuelto mi sombra. No podía deshacerme de ella por ningún medio. Para ser alguien que había fingido que no me conocía desde que tenía memoria, era interesante ver lo rápido que el barco podía cambiar de rumbo.

Mis padres me enviaron de regreso a la escuela tan pronto como volví a casa sin querer dejar pasar ni un momento. Estaban bajo la impresión de que la única manera de curar tal contratiempo era volver a la normalidad. La parte más difícil sería volver a la escuela y fingir que nada había cambiado; como si no hubiera cruzado esa línea imaginaria que, una vez cruzada, se hacía mucho más fácil intentarlo de nuevo. Eso me asustó.

Tener que ocultarles esto a mis dos mejores amigas también sería difícil. Estaba segura de que querrían saber adónde me había escabullido la primera semana de clases, y por qué misteriosamente había estado evitando sus llamadas telefónicas y sus visitas a mi casa.

—Mira por dónde vas —me vociferó Kari Ann Blakely. Era bueno ver que nada había cambiado desde que había tratado de dejar este mundo cruel.

—Lo siento. —La dejé pasar tímidamente bajando la mirada.

Habíamos estado asistiendo a la misma escuela desde primaria. Sin embargo, sorprendentemente, eso era lo más lindo que me había dicho alguna vez. Trágico, lo sé. Estábamos en primer año de secundaria y Kari Ann era la jefa de animadoras en Westview High. Por lo tanto: La chica más popular del instituto.

Me apresuré a recoger mis cuadernos que habían quedado esparcidos por todo el suelo con la colisión. Kari Ann ni siquiera había hecho el gesto de ayudar. De repente, sentí que mis dedos rozaban la mano de otro. Alguien estaba de hecho ayudándome a recoger mis libros.

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Lentamente, vacilante, levanté mis ojos para encontrarme con la misteriosa alma de buen corazón que, por una vez, despertaba mi esperanza en la humanidad.

—Aquí tienes —dijo él mientras me entregaba mi libro de biología avanzada—. No le hagas caso. No es más que una matona.

Y con eso, el gran amor de mi vida se fue.

Juro que mi corazón se había paralizado durante un momento. El misterioso muchacho no era otro que Jax Austin —cabello marrón con ojos azules, hoyuelos de ensueños—, también conocido como el mariscal de campo del equipo de fútbol. Mi atracción por Jax tenía tres razones obvias:

1.) Era auténtico

2.) Era cuidadoso y dulce

3.) No era manipulado por Kari Ann a diferencia del resto de la Secundaria Westview.

Jax era el hijo del medio de su familia. Tenía un hermano mayor que estaba en la universidad y un hermano gemelo, Jace, quien era cinco minutos menor que él. Sus padres se divorciaron cuando tenían once años y, como en ese momento Jace y Jax no se llevaban muy bien, decidieron vivir con padres opuestos. Jax se quedó con su padre y Jace con su madre. Sólo sabía eso porque era del conocimiento público, y por supuesto por todas mis habilidades de stalker 1en Facebook cuando lo acechaba.

Su madre murió inesperadamente en un accidente de coche hacía un mes, y se extendían rumores de que, después de cinco años, los gemelos iban a reunirse. Misma casa, misma escuela. Sería muy interesante ver cómo se comportarían.

Todo el mundo por aquí conocía a Jax como una sola persona, no dos. Nadie siquiera había visto a Jace porque vivía con su madre en Canadá. Se suponía que Jace comenzaría a asistir a la secundaria Westview en cualquier momento. De hecho, era posible que ya hubiera comenzado. Los rumores se arremolinaban en torno a la espera de otro Jax Austin caminando alrededor de la escuela volviéndose salvajes. Al parecer, algunas personas incluso lo habían entrevisto y decidido que Jax y Jace era uno de los pares de gemelos idénticos más difíciles de diferenciar.

A pesar de que sabía que estaba muy lejos de su radar, una chica podía soñar. Y soñar en grande como yo. Estaba bastante segura de que la única razón por la que Jax siquiera pronunciara una sola palabra hacia mí era debido a mi hermana, Kayleigh. Ella era apenas un año mayor pero estábamos a mundos de distancia socialmente. Era muy popular —siempre lo había sido. Siempre había odiado en secreto que obtuviera la mayoría de los genes de mi padre, en tanto que yo terminé con los de mi madre. Para ser honesta, si no fuera por nuestro apellido la gente ni siquiera sabría que estábamos relacionadas.

Aunque mi hermana me toleraba, sabía que prefería mantenerme escondida para que no la avergonzara ni la decepcionara a ella ni a su camarilla. Allí estaba ella: una diosa de pelo rubio y ojos marrones, hermosos dientes rectos, gran sonrisa, talla

1 Stalker: En un anglicismo empleado en los foros y comunidades en internet para referirse a las personas que acosan a otras.

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cuatro. Y, al otro lado del espectro, estaba yo: pelo castaño, ojos marrones, gafas, talla pequeña. Había tenido sobrepeso toda mi vida y eso sólo había hecho más fácil las cosas para mi hermana. Totalmente injusto si me lo preguntas.

Yo nunca había tenido novio, ella tenía chicos llamando a la puerta todos los días. A veces, me preguntaba cómo lo tomarían los demás si ella me aceptara como su hermana.

Realmente sólo tenía a dos personas con las que podía contar en este mundo además mis padres: mis mejores amigas, Madison Thereaux y Brooklyn Jones. Igual que yo, su popularidad era básicamente inexistente. Nos conocimos en la secundaria en la clase de teatro; habíamos sido inseparables desde entonces. Madison tenía largo y rebelde cabello color rojo vivo, llevaba gafas y tenía ojos azules. Era delgada como un palo, con una hermosa sonrisa.

Brooklyn, por otro lado, era mi hermana afroamericana de diferente padre.

Su peinado cambiaba todos los días dependiendo de su estado de ánimo, pero hoy lucía su medio metro de cabello indio oscuro. Tenía ojos marrones y más confianza que cualquier persona que conociera con talla mediana. Llevaba un mono vaquero oscuro que nadie podría encontrar de su tamaño, excepto Brooklyn.

—Chica, ¿dónde has estado toda mi vida? —exclamó Brooklyn teatralmente mientras me tomaba en un fuerte abrazo.

—En un viaje de último minuto a visitar a mi abuela...—la interrumpí, esperando que no se diera cuenta de que estaba mintiendo. Era terrible en eso y Brooklyn casi siempre podía captar cuando estaba faroleando.

—¿Estás bien?—El tono de Brooklyn se bañó de preocupación. Asentí.

—Por ahora... —Al menos esa no era una mentira.

—Entonces, ¿cuál es el plan para este fin de semana? —preguntó Madison mientras tomábamos nuestros asientos en inglés.

—Isahia escuchó a Cooper hablar con Jackson acerca de una fiesta en su casa este fin de semana. Por lo que escuché, ¡va a ser LA fiesta! —exclamó Brooklyn.

Isaiah Felt y Brooklyn habían estado saliendo de forma intermitente durante un año.

—¿Es una broma? ¿Cómo podemos esperar incluso poner un pie en esa fiesta? —Rodé los ojos segura de que estaba siendo sarcástica.

—¿No puedes hablar con tu hermana, Peyton?—Madison me miró. No pude evitar sofocar una carcajada.

—Tienes que estar bromeando. Sé que es un nuevo año, pero igual no van a conseguir una invitación para la fiesta.

Por no hablar de que mis padres nunca permitirían tal cosa ahora que estaban híper-consientes de todo lo que estaba haciendo —de cada movimiento que hacía. Estaban preocupados de que intentara lo mismo otra vez. Mi cabeza aún seguía algo aturdida. Tomó casi todo de mí intentarlo la primera vez, y realmente no tenía las energías para hacerlo de nuevo.

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—Entonces simplemente tendremos que colarnos. — Los ojos de Brooklyn se iluminaron ideando su plan.

—Esta es la peor idea que ustedes dos han tenido alguna vez —me quejé.

De repente, Kari Ann entró a clases del brazo de Jax. Mi corazón se hundió a mi estómago. Cómo alguien podía afectarme de tal manera estaba más allá de mí. Él tomó un asiento frente a mí y Kari Ann a la derecha de él. Al parecer, estaba tratando de convencerlo de algo.

—Vamos, será impresionante. Todo el mundo que merezca la pena conocer estará allí. Tienes que venir; será muy aburrido sin ti —oí a Kari Ann intentar persuadir a Jax.

—Estoy seguro de que sobrevivirás —respondió Jax obviamente desinteresado.

—Pero ¿y tú? —añadió en tono coqueto Kari Ann, apoyando la mano sobre la de él.

Entonces, sucedió algo que no podría haber predicho: Jax Austin se dio la vuelta, me miró a los ojos y me habló. Estaba en tal conmoción de que voluntariamente decidiera hacerlo, que la primera vez que habló lo único que vi fue sus hermosos labios separarse, pero me enfoqué en una marca de nacimiento que mis ojos encontraron en su rostro. Era un poco más grande que la mayoría de las pecas, pero no era una que reconociera. Para tratarse de alguien con quien había soñado y fantaseado durante horas, ¿cómo podía no haber notado esa hermosa parte que era tan de él? La marca de nacimiento era beige, circular, y estaba justo debajo de su ojo derecho. Eso hacía que el brillo en sus ojos fuera mucho más notable.

—Tierra a cadete del espacio —gruñó Kari Ann, obviamente molesta porque la atención fuera desplazada a mí.

—¿Estás bien? —Se veía realmente preocupado.

—Oh, bien. Sí, lo siento —balbuceé, intentando con todas mis fuerzas encontrar las palabras adecuadas—. ¿Qué dijiste?

Él se rió un poco y luego respondió: —Kari Ann dijo todo el mundo estará en la fiesta de Cooper este fin de semana. Me estaba preguntando si irías.

Mi mandíbula cayó abierta inconscientemente. ¿De verdad me había preguntado si iría a la fiesta? ¿Por qué le importaba? Consciente finalmente de mi boca abierta, la cerré rápidamente. Ni siquiera sabía por dónde empezar, así que fui con la única cosa que se me pudo ocurrir.

—No. Eso no es realmente lo mío. —Traté de calmar mis nervios.

—¿En serio? ¿Y cuál es tu escenario? —preguntó, pareciendo intrigado.

La aguda alarma sonó entonces haciéndome exhalar interiormente por el alivio. Salvada por la campana. Tener que decirle a Jax que mi fin de semana habitual consistía en un montón de bocadillos, TV y normalmente salir con mis padres o dormir fuera de casa con mis dos mejores amigas —y quedarme despierta toda la noche chismeando sobre él—, no estaba en mi agenda. Además de que las miradas indiscretas de Kari Ann se estaban haciendo más evidentes.

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Él se dio la vuelta y, tan rápido como me había sentido parte de su mundo, otra vez volví a ser una paria.

Entré en mi casa suspirando después de un largo día de escuela. Todo lo que quería hacer era ponerme unos pantalones cómodos y relajarme, pero al ver el rostro de mi hermana mientras pasaba por el recibidor mi plan se aguó.

—Oí que fuiste invitada a la fiesta de Cooper este fin de semana —me reprochó mirándome.

—No exactamente —contesté, tomando asiento junto a ella en el sofá—. Alguien sólo me preguntó si iría, lo cual no es necesariamente una invitación.

—Bueno, no puedes ir Peyton —exclamó con severidad, pero al ver mi expresión decaída se suavizó—. Mira, sabes lo mucho que me encantaría tenerte allí. Pero no quiero tener que estar vigilándote toda la noche. No quiero que nada malo te suceda. Además, sabes que mamá y papá no te van a dejar salir de su vista.

—¿Por qué me pasaría algo? —pregunté vacilante.

—Sólo prométeme que no irás, por favor. —Estaba suplicándomelo. Me quedé anonadada. Sabía lo poco que sus amigos pensaban de mí, pero ¿mi propia hermana?

Negué ligeramente antes de levantarme.

—Sería bueno que por una vez te comportaras como mi hermana en lugar de alguien que me odia tanto. ¿Qué te hice? ¿Eh? ¿Qué hice para merecer esto? ¿Te has preguntado alguna vez por qué decidí hacer lo que hice? —Y con eso, tomé mi mochila y subí por las escaleras antes de que mi hermana pudiera ver lo mal que me había hecho sentir

—¡Peyton! —la oí llamándome detrás de mí, pero no me importó.

Las lágrimas ya estaban brotando de mis ojos. Odiaba llorar delante de cualquiera —sentía que me hacía débil. Por mucho que me hubieran acosado y ridiculizado en el pasado, había aprendido a guardar las apariencias. Me había enseñado a mí misma cómo hacer que pareciera como si no hubieran llegado a mí... incluso cuando me mataba algunos días. Había aprendido a guardar mis sesiones de llanto de mi habitación o en el baño de la escuela.

Tenía mis defensas más altas que la Gran Muralla China. Era triste en realidad el hecho de que nadie conociera al verdadero yo, a excepción de un puñado de personas. Era una persona muy creativa. Me encantaba actuar, cantar, escribir, bailar, lo que sea.

Había crecido actuando, y me había ganado el protagónico en casi todas las producciones de las que era parte. Me encantaba la música, era mi vida. Esa era la razón principal de que Madison y yo nos hubiéramos unido tan rápidamente en la escuela media y nos volviéramos cercanas tan rápido.

Ella también vivía para la música. Me introdujo en un mundo completamente nuevo que nunca antes supe que existía: pop, punk, emo, screamo, indie, etc. Asistíamos a la mayor cantidad de shows en vivo como podíamos. Nuestro grupo favorito era DarienMae y, juntas, los habíamos visto en concierto y reunido con ellos más de cinco veces.

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Recuerdo la primera vez que conocí a Colton Lee, el guitarrista principal de DarienMae. Se había acercado a cantarme directamente a mí presionando su frente contra la mía y yo estaba paralizada. Supe en ese momento que tenía que conocerlo. Después del espectáculo, nerviosamente me acerqué y le pedí una foto. Él era tan genuino y dulce que no pude evitar sonreír. Incluso me dio la púa que había usado esa noche cuando se la pedí. Sabía que había algo eléctrico sobre Colton cuando nuestros brazos se envolvieron alrededor del otro con fuerza durante horas, sólo abarcándonos entre sí. Levanté la vista hacia él en un momento de tranquilidad y comenté:

—Sabes que eres mi perra ¿verdad? —Eso sólo lo hizo reírse a posta.

—¿En serio? —disparó en respuesta—. Entonces hazme una camiseta la próxima vez que vengas a vernos tocar.

—Lo haré. —Lo miré sonriendo. Y lo decía en serio. Volvimos a todos y a cada show de DarienMae después de eso y me puse una camiseta amarilla neón que decía ‘Colton es mi perra’.

Se convirtió en mi primera necesidad. Incluso le hice una camiseta que decía ‘Peyton es mi maestro’.

¿Qué podía decir? Este ajuste y el elemento me daba una confianza que nunca supe que había en mí. Era la música. Me recorría como un río salvaje. Mi nuevo amor por este género de música también me abrió los ojos a las posibilidades de unirme a una banda. Si la imagen no fuera tan importante a la hora de ser parte de una banda ya estaría en el escenario. Pero mi talla S no era sólo incómoda para el mundo que me rodeaba, yo misma no estaba del todo segura con mi propia piel, por lo que mi confianza era bastante deficiente.

Secándome las lágrimas restantes, me senté en mi escritorio con una pluma y papel. No sabía lo que quería escribir, sino que simplemente dejaría que mis dedos hablaran.

Nunca creíste en mí, siempre pensando que iba a fracasar. Puedo ser quien quiero ser, y voy a prevalecer.

No era lo más genial que hubiera escrito, pero era un comienzo.

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2 ¿Estás Intentando pelearte con la

máquina expendedora?

—Mátame—

Golpéame duro –ya estoy en el suelo–

Dame tu mejor tiro –no dudes en derribarme

Patéame mientras estoy en el suelo y maldice mi nombre

Todo será en vano

No te daré ni un gemido de dolor,

Poco a poco me escabulliré en mi tormento.

¿Cómo no entiendes que lo que haces es peor que caer al vacío?

Te crees muy duro, pero no eres nada

Muero un poco más con todo lo que haces - ¿No puedes verlo?

Me estás matando.

Igual que palos y piedras, tus palabras me pegan sin piedad.

Me lastiman dejándome en carne viva, pero no te parece importar

Debo salvaguarda mi corazón, la ingenuidad dejarla atrás.

¿Cómo no entiendes que lo que me haces es peor que tirarme al vacío?

Te crees muy duro, pero no eres nada

Muero un poco más con todo lo que haces - ¿No puedes verlo?

Me estás matando.

Lanzaste un golpe directo a mi cara y me hizo retroceder

Mientras intento huir me persigues

Con fuego en tus ojos tratando de mostrarme cómo vives tu vida

¿Cómo no entiendes que lo que me haces es peor que tirarme al vacío?

Te crees muy duro, pero no eres nada

Muero un poco más con todo lo que haces - ¿No puedes verlo?

Me estás matando.

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Apuñálame justo en la espalda cuando menos lo espere

Acuéstame con mucha suavidad mientras muero

Y luego ahógate en tus penas y pesares

¿Cómo no entiendes que lo que me haces es peor que tirarme al vacío?

Te crees muy duro, pero no eres nada

Muero un poco más con todo lo que haces - ¿No puedes verlo?

Me estás matando.

Me has matado.

Era jueves, y los cotilleos sobre la fiesta de Cooper se estaban extendiendo. Mi hermana había estado tratando de terminar su conversación conmigo durante dos días, pero la evitaba como la peste. No iba permitirle hacerme sentir aún más inferior. Incluso había estado despertándome una hora antes para poder escabullirme a la escuela de que ella se despertara. Por suerte, tenía las dos mejores amigas más increíbles en el mundo que cada día me acompañan en mi misiva. Eran las siete de la mañana, y la escuela comenzaba en una hora.

Normalmente, me encontraba a las chicas en mi casillero y nos poníamos al día por una buena media hora antes de encontrar algún problema en el cual meternos... pero esta mañana no había nadie esperándome en mi casillero. De hecho, los pasillos estaban bastante vacíos a excepción de unos pocos alumnos aquí y allá. Abrí mi casillero y puse mi mochila en el interior. Después, me dirigí a las máquinas expendedoras. Me había olvidado de tomar el desayuno esta mañana y mi enorme estómago estaba haciéndome pagar por ello; gruñía sin parar. Llegué a la máquina expendedora, y después de unos minutos de darle vueltas a los contenidos en el interior, decidí que simplemente compraría una barra de arroz. Puse mi dólar y apreté el número correspondiente pero, cuando estaba a punto de caer, se quedó atascada.

—Mierda —susurré para mí misma; era el único dólar que tenía.

Pero no me daría por vencida sin luchar. Comencé a empujar y a patear la máquina, sin ningún resultado, cuando de repente oí pasos detrás de mí. Estaba demasiado avergonzada como para seguir intentándolo así que supuse que tendría que pasar hambre hasta el almuerzo.

—¿Estás intentando pelearte con la máquina expendedora? —Era Jax. Cómo en el mundo era que estaba aquí, en la escuela tan temprano como yo, estaba más allá de mí—. Hola, nunca pudimos terminar nuestra conversación del otro día.

¡Lo recordó! Me sentía más alegre que cuando había llegado a un concierto de Biebs por primera vez. Mi corazón latía y tuve que recordarme a mí misma respirar.

—Sí, siento eso.

Él caminó hasta la máquina expendedora y rápidamente la desenchufó.

—Un pequeño truco que descubrí —susurró. La barra de arroz cayó inmediatamente después de que la máquina estuvo desconectada.

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—Vaya. Gracias.

Pude sentir mi cara ponerse roja brillante. Me sentía avergonzada por no creerlo mientras me entregaba el premio. Me di la vuelta para marcharme, pero me di cuenta de que Jax venía conmigo. Levanté la mirada lentamente hacia él, preguntándome por qué de repente, después de tantos años, finalmente me daba la hora del día.

—Entonces, la fiesta de Cooper... —Jax se fue apagando, mientras caminábamos en un incómodo silencio.

—¿Sí?

—Debes venir. No tengo ganas de salir con un grupo de atletas mudos y bolsas para golpear. Vamos, puedes hacerme compañía. —Se detuvo de repente, y sólo me miró, esperando una respuesta.

—No creo que me inviten... y además mis padres tendrían un ataque —le contesté apartando un mechón de pelo de mi cara.

—Déjame encargarme de tu invitación, ¿puedes encargarte de tus padres? Diles que irás a la casa de un amigo. Trae a tus amigas también. Cuantos más, mejor. —Estaba segura de que soñaba, o al menos alucinaba. ¿Jax Austin realmente me estaba invitando a una de las fiestas exclusivas que sus amigos celebraban?

—De acuerdo —le respondí con mi voz quebrándose. Jax debe haber notado el tono incómodo en mi voz, porque dando un paso cerró el espacio entre nosotros.

—Escucha, si la fiesta apesta nos podemos fugar. —Usó la palabra ‘nos’ en relación a hablar de nosotros. Si no estaba alucinando estaba en alguna seria realidad alternativa.

No podía hablar, así que simplemente asentí de acuerdo y comencé a ir por el camino contrario a mi casillero sin intención. Me detuve abruptamente cuando me di cuenta de que Jax venía conmigo.

—¿A dónde te diriges?

Sería muy vergonzoso admitir que me había descolocado hasta el punto en que accidentalmente había ido en dirección equivocada, así que en su lugar le inventé una respuesta.

—Iba a revisar la hoja de inscripción para la obra. ¿Acaso te importa? —le espeté, y de inmediato consideré patearme a mí misma en la cara. Jax Austin finalmente me estaba dando la hora, en cualquier momento de su día, y yo lo trataba mal.

—¿Te gusta la actuación? ¡A mí también! Siempre he querido hacer una audición... —Actuaba como si mi arrebato no lo hubiera perturbado—. ¿Te importa si voy contigo?

Negué, sin habla, girando sobre mis talones y continuando hacia la falsa hoja de registro. Seguimos caminando a la par.

—Entonces... —dije finalmente para llenar el incómodo silencio.

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—¿Hiciste la tarea de inglés? —preguntó Jax; se refería al haiku2 que nos habían asignado escribir.

Asentí, quedándome muda.

—¿En serio? Tuve un montón de problemas con la mía. Me senté allí durante treinta minutos mirando una hoja de papel en blanco. ¿Vas a compartir la tuya? —Me miró entonces, sus ojos azules fascinándome.

Me encogí de hombros.

—Probablemente no... Estaba delirando cuando la escribí, probablemente no es nada bueno.

—Por lo menos lo hiciste, tiene que contar para algo ¿no? —No siempre.

—Sí, supongo —le contesté. Estábamos a punto de rodear la esquina que llevaba al auditorio cuando vi a mis dos mejores amigas caminando hacia nosotros.

—Oye Boo —me saludó Brooklyn—. ¿Dónde estabas? Te estuvimos buscando por todos lados; te esperamos en tu taquilla.

Abrí la boca para responder, pero fui sorprendida con la guardia baja cuando me di cuenta de que Jax estaba respondiendo por mí.

—Me disculpo, damas, por entretener a Peyton. Estábamos hablando, y ya saben cómo es. —Sin darme cuenta me encontré asintiendo hacia él, agradecida de que hubiéramos llegado a nuestro destino—. Mira, tengo que irme, pero ¿te veo el sábado, verdad? —Esperó una respuesta antes de irse.

—El sábado, claro —fue todo lo que pude decir. Estaba segura de que estaba en la zona crepuscular. Y con eso, él se fue. Lo miré alejarse hasta que dobló la esquina, y entonces dejé que mi mandíbula por fin callera.

—¿Qué fue todo eso? —pinchó Madison.

—Jax me pidió que fuera a la fiesta de Cooper el sábado. —Decir las palabras en voz alta, lamentablemente, no ayudaba a que creyera en ellas. Las bocas de Brooklyn y de Madison se abrieron, igual que la mía al observar al chico del que tenía un enamoramiento alejarse.

—¿Estás volviéndote loca? ¿Desde cuándo eres parte del radar de Jax? —preguntó Madison, no queriendo insultarme.

—Tu conjetura es tan buena como la mía, pero esta es la tercera vez que me habla esta semana. Esas son tres veces más que… nunca.

—Bueno, ¡suena como que tenemos una fiesta a la cual asistir este fin de semana! —exclamó Brooklyn, vertiginosa, saltando arriba y abajo con Madison—. ¿Qué vamos a usar? Necesito arreglarme las uñas, cambiar apariencia, y un nuevo atuendo. ¿Quieren ir de compras mañana por la noche para que todas podamos conseguir atuendos nuevos?

Todos coincidimos en que sonaba como un plan fantástico. El viernes sería.

2 Haiku: tipo de poesía japonesa.

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El sábado por fin había llegado. Yo había convencido a mis padres, después

de innumerables conversaciones nocturnas, de que podía manejar pasar la noche con Brooklyn y Madison sin tratar de hacerme daño. Todavía estaban renuentes a permitir que saliera de su vista, pero sabía que mi madre también tenía miedo de que si me mimaba demasiado huiría. Al final, me salí con la mía.

Después de todo un día de mimos a nosotras mismas, estábamos listas para enfrentar esa fiesta. Había llegado a la fiesta con Brooklyn, Madison, el novio de Brooklyn, Isaiah, y nuestro amigo gay, Liam Turner. Tan impopulares como éramos todos, nos veíamos bien este sábado por la noche. Cómo no supe qué hacer con mi melena de gruesas trenzas oscuras, Brooklyn terminó rizándome el cabello en bucles. Aunque tenía maquillaje mínimo, llevaba un vestido sin tirantes color rosa, con escote corazón moldeado. Tenía bolsillos, lo que me encantaba porque podía meter allí mi teléfono o mi billetera y no tener que llevar mi bolso.

—¿Estamos listos para esto? —Isahia nos miró a todos por confirmación, antes de abrir la puerta de entrada a la casa de Cooper. El interior estaba lleno con gente conversando, y la música a todo volumen tapándoles la voz. La primera cosa que oí mientras entrábamos fue la fuerte voz de Kari Ann:

—Ewww, ¿quién invitó al equipo perdedor?

Ella estaba claramente en estado de ebriedad y agitaba sus brazos. Entonces, me di cuenta que alguien se ponía por detrás de ella y ponía los brazos alrededor de su cintura, tranquilizándola. No era un espectáculo que quisiera ver, porque era Jax. Estaba claro ella estaba a su nivel también. No podía controlar sus manos y sus labios estaban en la base de su cuello. Brooklyn me miró con simpatía en los ojos.

—¡Necesitamos tomar algo! —Y con eso, me agarró de la mano y nos llevó hasta el patio donde había jungle juice3 y un barril. Rápidamente me serví una taza colmada de jungle juice y terminé bebiéndola en cuestión de segundos.

—Despacio allí tigre. Todavía querrás estar funcionando en un par de horas, ¿no? —me aconsejó Liam mientras me sacaba el vaso de las manos.

—Prefiero no recordar más tarde —gruñí, recuperando el vaso y otra vez lo desbordé con jungle juice. Cuando estaba a punto de tirar por tercera vez de la perilla, oí la voz de Jax. Se estaba riendo y cantando en alto para sí mismo mientras pasaba junto a mí al barril.

—Hola —le dije, suavemente tocándole el brazo.

—¡Hola nada! ¡Quita tus sucias manos de encima de mí, psicópata loca! —gritó Jax con tono beligerante, llamando atención no deseada en nuestra dirección. Solté su brazo, pero me mantuve firme.

3Jungle Juice: Mix de licor con jugos frutales.

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—No te pongas así. Tú me invitaste —susurré, bajando la mirada con la cara ardiendo.

Jax, obviamente, no captó la nota de que estábamos siendo discretos porque continuó hablando alto con todos escuchando nuestra discusión.

—¿Yo te invité? ¿En qué mundo? Mírate. ¡Eres un cerdo! Mírame a mí. ¡Estás muy lejos de mi liga.

Miré a mi alrededor y me di cuenta de que todos los ojos estaban sobre nosotros; más importante aún, sobre mí. Jax acababa de darles el pequeño reality que anhelaban para la noche. Las lágrimas comenzaron a formarse en las esquinas de mis ojos y supe que no tenía mucho tiempo antes de que comenzaran a salir.

—Peyton... —escuché a mis amigos llamarme, pero fueron ahogado por el estruendo de la risa.

Jax se estaba riendo histéricamente ante lo que acababa de hacerme, ¿y la peor parte de eso? Todo el mundo se había unido. Ahora todo lo que escuchaba mientras corría y me abría paso entre la multitud era oinks y risas.

Sentí una mano agarrar mi brazo, y miré a un rostro preocupado y contrariado.

—Peyton, ¿qué estás haciendo aquí? —susurró mi hermana. No podía evitarla para siempre, pero este no era el momento para enfrentarla. Se dio cuenta de las lágrimas en mis ojos y luego miró a su alrededor de repente dándose cuenta de lo que estaba pasando—. Te dije que no vinieras —dijo en voz baja, con tono simpático.

—Bueno, debes estar feliz. Tenías razón.

Saqué mi brazo de su agarre y me empujé más allá de ella, pasando a toda la gente bailando —más allá de todas las personas en la cocina, pasando por todas las personas en el porche, dándome cuenta mientras salía que no tenía en qué irme. Pensé en caminar hasta mi casa, pero andar veinte millas con zapatos de tacón alto en el frío congelante no me atraía en lo más mínimo. Terminé sentada en el maletero del coche de Brooklyn, llorando y sola.

Después de una buena sesión de llanto de quince minutos, todo lo que me quedó fue un resfriado y una cara muy roja. No tenía ninguna intención de poner un pie en esa fiesta otra vez y no quería arruinar el momento de mis amigos. Así que evité todas las llamadas, todos los textos, y tuve la suerte de que ninguno de mis increíbles amigos se parara a pensar que aún podría estar afuera. Especialmente mientras comenzaba a llover, casi como si el cielo se abriera y llorara junto conmigo.

Tan fría y temblando como estaba, no tenía intención de mover un músculo. Sólo quería estar acurrucada en mi cama caliente y olvidarme de todo: todo lo relacionado con hoy, todo lo relacionado con Jax. Fue entonces cuando vi la silueta de alguien que venía hacia mí a través de la capa de lluvia.

—Hola, he estado buscándote por todos lados. ¿Qué estás haciendo aquí? —Si no lloviera con tanta fuerza, me habría frotado los ojos en estado de shock de que fuera Jax la persona que estaba frente a mí.

—Déjame en paz —gruñí, dándome la vuelta todavía sollozando.

20

—Vas a pescar un resfriado aquí. Al menos déjame llevarte a en algún lugar seco. —Alargó la mano hacia mí, pero se sorprendió cuando lo evité violentamente sin levantar la mirada.

—Está bien, ¿qué está pasando?

—Para que lo sepas, tus cambios de humor son una verdadera mierda.

—¿De qué estás hablando? ¿Cuáles cambios de humor? —Jax me miró preocupado, mientras ambos nos quedábamos allí, empapados.

—¡No actúes como si no estuvieras avergonzado de mí! ¡Le acabas de mostrar al mundo exactamente lo que piensas que soy! —le grité con la lluvia distorsionando mi ya inestable voz.

—¿De qué demonios estás hablando? —se consternó.

—Amable conmigo en privado, un idiota en público. Eres igual que el resto de ellos. ¡No puedo creer que haya pasado tantos años colgada de ti! —le revelé, sabiendo que nunca podría recuperar las palabras, pero al menos eran honestas.

—Años... —comenzó Jax, con una mirada confusa extendiéndose sobre su rostro, antes de que lo interrumpiera.

—No voy a jugar este juego contigo.

Y, a pesar de que todavía estaba lloviendo y todavía llevaba tacones y nunca había caminado por más de cinco minutos, hacerlo de repente sonaba muy atractivo para mí. Comencé a caminar hacia la carretera alejándome de Jax.

—¿A dónde vas? —exclamó detrás de mí, pero no se molesté en mirar hacia atrás. Tomaría el control de mi vida, un paso a la vez.

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3

¿Cómo puede alguien odiar el fútbol? Es el pasatiempo americano

Sin título (sin terminar)

Negro como el carbón. Nada que esperar.

Sola. Otra vez. Amigos es una palabra extraña.

Hogar es una ilusión.

Una caminata junto a una falsa esperanza de cambio. Gritos de dolor, arrasados por el viento.

Recuerdos destruidos desapareciendo con el tiempo.

Gritos en el interior, desvaneciéndose con sueños de una mejor vida.

Un día, algún día, algo cambiará.

Finalmente, mi posición voy a reclamar. Mi meta no se me va a escapar, y viviré todo lo que me perdí.

Encontraré a quienes me quieran encontrar.

Ya no seré pasiva. De una vez por toda mostraré lo que quiero que todos vean.

Me estaba deslizando bajo las sabanas de mi cómoda cama cuando escuché un golpe suave.

—¿Peyton? Sé que todavía estás despierta.

Era Kayleigh. Ella debía haber dejado la fiesta casi inmediatamente después de la payasada que Jax lanzó. No había manera de que ella pudiera haberse quedado mucho más tiempo porque después de caminar unos kilómetros, simplemente no pude soportarlo y terminé por llamar a mi padre para que me recogiera. Explicarle a él por qué estaba caminando por la ruta, empapada, llorando, y vestida de esa manera era algo que no quería enfrentar… pero decidí lamerle el culo a las consecuencias y, como vivíamos tan cerca, estuvo allí en menos de diez minutos. Estaba castigada una semana.

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Kayleigh golpeó otra vez interrumpiendo mis pensamientos. Tanto como quería seguir bloqueándome del resto del mundo, ella era mi hermana después de todo. Abrí la puerta y la dejé entrar.

—¡Ey! —me saludó suavemente.

Entonces, algo increíble pasó. Mi hermana me abrazó. Por primera vez en más de diez años, ella en realidad me mostraba afecto. Yo siempre supe que mi hermana me quería, en el sentido de que “somos familia”. Pero, sinceramente, nunca supe que mi hermana en realidad se preocupaba por mí. Fue súper inesperado, pero exactamente lo que necesitaba. Nos quedamos allí por lo que pareció una eternidad, sosteniéndonos la una a la otra y llorando.

Finalmente, ella me liberó y ambas tomamos asiento en mi cama.

—No trataba de herir tus sentimientos cuando te pedí que no vinieras a la fiesta.

—Lo sé.

—Sabía que ellos te comerían viva. No quería que fueras por esa precisa razón. —Kayleigh parecía sumamente angustiada—. Eres mi hermana pequeña, no sé lo que haría si algo te pasara. Te quiero, ya lo sabes.

Sacudí mi cabeza, vergonzosamente.

—Lo siento si te puse en aprietos delante de tus amigos.

—No lo hagas. Nada de eso fue tu culpa. —Ella agarró mi mano.

—Sí lo es, si no hubiera ido a la fiesta, nada de eso habría sucedido. —Miré hacia abajo, lamentando mi decisión de ir.

—Todos cometemos errores. Y lo siento si no salí en tu defensa. —Ella me abrazó otra vez, bien y apretado.

—Gracias —murmuré entre nosotras.

—De nada. —Cuando lo dijo, escuché otro golpe suave en mi puerta—. ¡Entra!

El novio desde hacían cuatro años de Kayleigh, Bentley James, entró.

—¿Todo bien?

Nos miramos la una a la otra, sonreímos, luego asentimos para que él pudiera entrar.

Bentley había estado saliendo con Kayleigh de manera intermitente desde el primer año de estudiantes. Su reciente periodo juntos había sido de más de seis meses. Él también era parte del equipo de fútbol, pero Bentley era diferente de sus compañeros. Él quería algo más para él y su vida, y creía en cada punto de sus grandes ojos marrones que eso iba a pasar. Bentley siempre me trataba como una igual. Podría ser porque estaba saliendo con mi hermana, pero también podría ser porque simplemente era una persona sincera.

—¿Abrazo grupal? —Él saltó sobre la cama y nos envolvió con sus largos brazos.

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—Bien, te dejaremos dormir un poco —sugirió Kayleigh mientras él nos liberaba del abrazo. Ella se levantó y caminó a la puerta—. ¿Vienes? —le preguntó a su novio.

—Sí, dame un segundo —contestó Bentley, girando su atención a mí.

—Alguien te estaba buscando, ya sabes, en la fiesta.

—Sí, probablemente debería enviarle un mensaje a mis amigos para avisarles que llegué a casa sana y salva. —Bostecé, comprendiendo cuán cansada en realidad estaba.

—No ese alguien. Alguien de cabello castaño y ojos azules. Él parecía bastante preocupado por ti. —Él levantó sus cejas, como esperando animarme.

—Bien, se puede guardar toda esa preocupación para él solo después del ardid que lanzó. Ya superé a Jax.

—No estoy hablando de Jax. —Se rió por lo bajo, dirigiéndose hacia la puerta.

—¿Entonces quién? —La única persona que yo conocía que tenía el cabello castaño y ojos azules era Jax…

—Jace. ¡Hola! ¿De quién más podría estar hablando? —Bentley salió de mi habitación, cerrando la puerta suavemente detrás de él.

¿Jace? ¿Jace? De repente, todo tenía sentido. No estaba experimentando cambios bruscos de humor; eran personas completamente diferentes. No era para nada un rumor que ellos eran difíciles de diferenciar. La marca. Esa era la única manera de diferenciarlos. Ahora sabía que había sido Jace quien me preguntó en clase si iría a la fiesta, en la máquina expendedora, en el auto de Brooklyn, e incluso, posiblemente, en mi taquilla, no Jax.

Estaba asombrada. Todo el tiempo había creído que era Jax. Me sentía horrorizada. El tratar tan mal a Jace esta noche, mientras que él solo me trató bien, me atormentaría siempre.

Había estado temiendo volver a la escuela esa mañana de otoño. No solamente

debido a lo que pasó en la fiesta, sino también debido a lo que pasó con Jace. No podía enfrentarlo. No podía admitirle que todo este tiempo pensé que él era el estúpido de su hermano. Pero decidí que iba a ser una nueva Peyton, una Peyton más fuerte, una que no tolerara todas las pequeñas mierdas de la escuela secundaria. Estaba más que nerviosa al entrar a la escuela el lunes por la mañana. La visión de algunos rostros amigables enseguida alivió algunas de mis mariposas, pero definitivamente no todas ellas.

—¡Hola linda! —Liam me saludó con la mano.

—¡Hola nene! —respondí, envolviéndolo en un abrazo.

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—¿Cómo has estado? He estado preocupado por ti desde la fiesta. ¡Chica, hay muchas cosas en las que necesitamos ponernos al día! —canturreó Liam, con entusiasmo.

—Estoy bien. ¿Qué tienes que contarme?

La conversación con Liam confirmó que, después que dejé la fiesta, Jace enfrentó Jax sobre lo que me había hecho y había terminado pegándole delante de todos. El rumor era que Jax quedó con un ojo morado peligrosamente oscuro y un deseo de muerte hacia su hermano. Los gemelos no se hablaban.

El chisme se regaba a toda velocidad y la gente consideraba por qué Jace daría alguna vez dos mierdas por mí. Incluso peor, mientras Liam siguió chismeando, noté a Jace—y estaba cien % segura que era Jace—, arrinconado en su taquilla por un grupo de animadoras dirigidas por Kari Ann. Incluso logré escucharlas por casualidad haciéndole preguntas sobre mí y si le gustaba yo, y lo vi estremecerse y decir:

—¿Qué? Tengo novia. Además de que no es así conmigo y Peyton.

Eso fue como ser golpeada en el estómago. La única razón por la que se mostraba tan amistoso conmigo era por simpatía.. Tenía que ser eso. No podía creer que alguna vez pensara que les podría gustar a los gemelos de esa manera. No podía creer que alguna vez estuviera lo suficientemente delirante para pensar que estaba en cualquier lugar cerca de su liga. Sería el hazmerreír de mi escuela durante meses, sino de los años por venir.

Vi a Jace mirar en mi dirección. Incluso lo noté comenzando a moverse hacia mí, intentando alejarse del grupo de animadoras, pero no podía soportar ser el hazmerreír durante otro día en la fila, así que me eché a correr en la dirección contraria. Me oculté en el baño de chicas hasta mucho después de que de la primera campana sonara sólo para evitarlo.

En cuanto salí del baño, noté a Jace al final del pasillo esperándome. Traté de girar sobre mis talones y esconderme de nuevo en el baño, pero Jace fue rápido como un relámpago y, antes de que yo lo supiera, él me tenía por la muñeca.

—Peyton, por favor. —Me empujó contra la pared adyacente al baño. Estábamos tan cerca que podía sentir su aliento sobre mi oreja y mi cuello— Ahora, ¿vas a decirme por qué has estado evitándome? Se supone que debes ser mi amiga.

La manera que "amiga" salió de su lengua me hizo estremecer.

—¿”Pensé que no era así con nosotros”? —siseé, lo que lo hizo sostenerme y agarrarme por los antebrazos.

—Somos amigos. ¿No sé lo que quieres de mí Peyton? Lo siento si te he dado cualquier otra impresión. —Él dejó caer su agarre y cruzó sus brazos a través de su pecho.

—Claro —murmuré, mirando hacia abajo. Mis mejillas estaban ardiendo y no quería que él viera qué clase de efecto tenía sobre mí.

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—Mira, tengo que ir a clase. ¿Estamos bien? —Él se colgó la mochila sobre su hombro y dio un paso hacia atrás.

Asentí derrotada. Es todo lo que tenía dentro de mí. No lo sabía en ese momento, pero sería la última conversación que tendría con Jace por un tiempo.

Una semana después del incidente en la fiesta las cosas finalmente volvían a

la normalidad en mi escuela, en el sentido de normalidad de que no estaba constantemente siendo señalada o recibiendo burlas. Todavía había casos aquí y allá de ruidos de cerdo cuando entraba en una habitación, pero las personas ya fueron pasando a chismes más grandes y mejores.

Era la hora del almuerzo y me dirigí directo a mi mesa habitual, la misma en que mis amigos y yo habíamos estado sentándonos desde el principio del semestre, cuando algo, o más bien alguien, llamó mi atención. Jax estaba sentado allí solo, luciendo a plena luz su ojo morado. Miré alrededor con inquietud preguntando dónde estaban Madison o Brooklyn, pero era demasiado tarde, él ya me había visto.

—Peyton, justo la persona que estaba buscando —me saludó en un tono bastante alto.

Eché un vistazo alrededor tomando nota de que yo era otra vez la atracción principal, encogiéndome. Entonces, vi a Jace. Él estaba en fila en la cafetería, pero sus ojos estaban definitivamente sobre nosotros. Todos nos miraban ahora.

—¿Qué quieres Jax? —pregunté, no viendo ninguna otra salida de esto sin ambages.

—Solamente saber qué es lo que hay en ti que tiene a mi hermano todo irritado.

Me lanzó una sonrisa arrogante.

—¿De qué estás hablando? —Rápidamente eché un vistazo en dirección a Jace, notando que había tomado más interés en nuestra conversación cerrando alguna distancia entre nosotros.

—Sabes que recibí un puñetazo por ti. —Él señaló su herida.

—No actúes como si hicieras algo por mí —murmuré entre dientes, pero lo suficientemente alto para que pudiera escuchar.

Con el rabillo de mi ojo, pude ver que Jace ya estaba avanzando hacia nosotros, y lo único que quería en ese momento era que la tierra me tragara.

—¡Oh, así que la chica muerde! —exclamó Jax, lanzándose hacia atrás dramáticamente—. Eso debe ser lo que es… Quiero decir mírate, tú no eres su “tipo habitual”—Jax usó comillas en el aire para demostrar su punto.

Jace finalmente llegó hasta nosotros, agarrando a su gemelo por el hombro rudamente

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—¿Qué mierda está pasando Jax?

—Oh, sólo estaba empezando a conocer a tu nueva novia —contestó Jax, sarcásticamente. El rostro de Jace se puso más rojo que una rosa carmesí con la mención de mí siendo asociada a él de esa manera.

—Somos solamente amigos, y tú solamente eres un imbécil.

Sacudí mi cabeza más para mí que para alguien, riendo en voz baja. Si este incidente no me ayudaba a superar a los gemelos Austin… no estaba segura de qué lo haría. Noté a Brooklyn, Madison, e Isaiah al lado de la multitud, con miradas comprensivas repartidas en cada uno de sus rostros.

—¿Qué es tan gracioso? —preguntó Jax en tono condescendiente.

Una voz surgió de mí, tan poderosa y fuerte que me resultaba sumamente inesperada:

—Oh es que, para ser tan “indigna” —Utilicé comillas burlándome de su gesto—, es curioso cuánto se ha disparado mi popularidad por toda tu atención y concentración en mí.

Jax lucía aturdido, incapaz de pensar bien qué decir. La expresión de Jace era una mezcla de conmoción y algo que no lograba identificar, pero parecía estar en un infierno de mucha tristeza. No gasté otra respiración en los gemelos, giré sobre mis talones y me dirigí directamente a mi grupo de amigos que, por cierto, estaban todos riendo de oreja a oreja.

No fui capaz de estar lejos de Jace por mucho tiempo. Todavía teníamos

juntos inglés y tenía que verlo cada mañana a las ocho. Así que, hice la única cosa en la que pude pensar lo evité y fingí que no existía, asegurándome sin embargo de lucir tan linda como fuera posible, usando vestidos y maquillaje diferentes para cada día. Pensé que tenía un plan infalible… Eso fue hasta que mi profesora la Sra. Fink nos emparejó para escribir una asignación juntos.

—Pero, Sra. Fink usted no entiende, por favor ¿puedo ser asignada a un compañero diferente? —pedí inmediatamente después de clase ese día.

—A veces, en la vida Peyton tienes que hacer cosas que no quieres hacer… ¿Y sabes lo que esa lección nos enseña? —La Sra. Fink me miró por encima de sus enormes anteojos.

—No lo sé —gemí.

—A crecer —susurró mientras se alejaba.

—Ouch. —Jace apareció de la nada, como siempre hacía.

—Sin ofender ni nada —dije rápidamente—. Simplemente no quiero drama.

Volvió a mirarme con expresión ofendida.

—No tienes que seguir actuando como si fuera el enemigo, ¿sabes?

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—Lo sé, pero es más apasionante así —contesté antes de pasar de él hacia mi casillero.

Jace y yo nos habíamos estado encontrando en la biblioteca local unas pocas

veces a la semana con motivo de prepararnos para la tarea. Ésta consistía en confeccionar una historia corta y luego encuadernarla cómo un libro real, que deberíamos presentar en unas semanas.

Aunque Jace tenía talento en el terreno de las bromas, no le era posible unir palabras tan elocuentemente cuando se trataba de escribir. Entonces, hicimos un trato, él diseñaría la encuadernación y haría todo el trabajo de arte. Aparentemente, le gustaba dibujar en su tiempo libre ¿Quién lo hubiera sabido? Y yo escribiría toda la historia corta. Nuestro plan era hacerlo funcionar espléndidamente. Realmente hacíamos un equipo decente.

—Entonces, ¿llegaré a oír la historia antes de que la entreguemos o qué? — me preguntó Jace un día en la biblioteca.

—Sí, sólo quiero asegurarme que esté perfecta. No me gusta compartir mi trabajo cuando no está pulido.

—Wow, suenas como una profesional —bromeó Jace.

—Cállate —disparé, sonriendo ligeramente.

—¿Vas al partido de fútbol esta noche? —me preguntó.

—Odio el fútbol —susurré, esperando que no me oyese.

—¿Cómo puede alguien odiar el fútbol? Es el pasatiempo americano. —Me estaba mirando como si fuese un extraterrestre de otro planeta.

—Estás predicando a un convencido. Mi familia ama los domingos de fútbol. Yo siempre lo he odiado. —Lo miré, y luego otra vez a mi hoja.

—Entonces, dime esto. —Se pausó, acercando su silla, manteniendo su voz baja debido a nuestros alrededores—. Dime porqué lo odias y te dejaré en paz.

Suspiré dramáticamente apoyando mi lápiz sobre la mesa.

—Es aburrido, no entiendo el atractivo de correr de un lado del campo al otro.

—¡Oh, Dios mío!—Se horrorizó llevándose las manos a la cabeza—. No entiendes para nada el juego, ¿no? —continuó a pesar de su promesa, acercándose todavía más—. ¿Te gusta algún deporte?

Asentí.

—Me gusta el béisbol, el softbol, inclusive el básquet.

Volvió a mirarme otra vez con su expresión en shock.

—Entonces, ¿te gusta el béisbol y el básquet pero no el fútbol?

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—No vas a dejarlo pasar, ¿no? —pregunté.

Movió su cabeza indicando que no con las manos sobre su boca.

—No lo dejaré hasta que te vea en un partido de fútbol divirtiéndote.

—Buena suerte con eso —me reí entre dientes, mientras volvía a la historia.

Él no estaba mintiendo tampoco. Incluso después de que nuestra tarea estuviera entregada, Jace siguió con el esfuerzo de llevarme a un partido de fútbol. Me mandaba mensajes al azar que se suponía debían transmitir cuánta "diversión" estaba teniendo. Por primera vez, sentí que estábamos construyendo una amistad. Después de su persistencia por casi un mes, cedí y accedí a ir a un partido de fútbol con mis amigos. Brooklyn amaba el fútbol e Isaiah estaba en el equipo, así que obviamente ella iba a alentar a su hombre.

Tenía mariposas en el estómago la noche del partido. Sería la primera vez que vería a Jace sin tener nada que ver con la tarea o la escuela, y realmente esperaba divertirme. Me imaginé que inclusive si no veía ni un punto del juego, todavía estaría saliendo con mis amigos. No le dije que estaría allí... Quería ver la expresión de sorpresa en su rostro. Medio me gustaba agarrarlo con la guardia baja.

Con lo que no había contado era con la expresión de Jace… con otra chica. Ella lucía menor que yo por un año o dos, y no la reconocía de nuestra pequeña ciudad. Los vi en la tribuna mientras esquivábamos a la multitud buscando un lugar en las gradas. Intenté mantener mi cabeza baja mientras pasábamos, pero pude sentir los ojos de Jace casi al momento en que me avistó.

—¿Peyton? —lo escuché llamarme cuando pasé.

Miré atrás justo en el momento en que se separaba de su bomboncito y caminaba hacia mí.

—Hola —farfullé.

—No puedo creer que estés aquí. —Una sonrisa comenzó a extenderse por sus labios como un fuego incontrolado.

Asentí.

—Sí, decidí probar lo que me habías sugerido. —Podrías cortar la extraña tensión con un cuchillo. No ayudaba que podía sentir los ojos de la rubia fijos en mí.

—¡Jace! —gritó ella, haciéndole señas para que regresara a su lado.

—¿Tu novia? —pregunté, sin esperar oír la respuesta.

Él asintió con un extraño encogimiento de hombros.

—Déjame presentarte. —La llamó a unírsenos en la parte baja de la tribuna. La idea de encontrarme cara a cara con ella no me hacía sentir muy cómoda.

—En realidad, ni siquiera sé dónde se fueron mis amigos.

Miré hacia atrás por donde los había visto por última vez antes de que Jace acaparara mi atención. De pronto era el medio tiempo, y el campo se llenó con nuestro equipo de animadoras presentando su rutina. La novia de Jace apareció de inmediato junto a él. Ella me sospesó de arriba a abajo mientras acortaba la distancia entre nosotras, dándome una mirada presumida y luego volviendo a mirar a Jace.

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—Tengo hambre —gimoteó—. ¡Vayamos a conseguir algo de comida!

—En un segundo Jess, te quería presentar a mi amiga Peyton. —Él me señaló—. Jessica ella es Peyton.

—Encantada de conocerte —mentí a través de mis dientes, estrechando su mano.

No había manera de negar, que le estaba saliendo las garras. Mientras Jessica quizás había jugado el papel de amable con él, no se preocupaba en esconder su desdén hacia mí.

—Peyton fue mi compañera para esa tarea de inglés que te estaba comentando —intentó como para armar una conversación, pero yo no quería nada más que salir.

—Oh... Genial —respondió ella con tono desinteresado.

Vi su mirada pasar a través de mí, sacudiendo sus brazos hacia alguien.

—¡Kari Ann! Ven, ¡vamos por algo de comer!

El minuto en que escuché su nombre me recuperé. La situación había sido lo suficientemente incómoda, y no necesitaba agitar más las cosas o agregar más tensión a la situación.

—Nos vemos luego —dije por encima de mi hombro mientras caminaba lejos del drama.

El otoño se desvanecía rápidamente mientras el invierno se adueñaba de todo.

He estado pasando los últimos meses no haciendo otra cosa que ir a la escuela, pasar el tiempo con mis pocos amigos y familia, e inclusive nos unimos al gimnasio con Brooklyn. Habíamos sido muy diligentes y, aunque a veces engañábamos con la comida, siempre nos esforzábamos en el gimnasio. Algunos días ejercitábamos dos horas al día. Otros, nos encontrarías bailando rutinas en el medio de la noche, además de nuestros entrenamientos diarios. Eran increíbles los resultados que estábamos viendo. Después de pasados menos de tres meses, Brooklyn había pasado de la talla dieciocho a la dieciséis. Ella se veía genial, se sentía genial.

Yo también estaba sintiendo los resultados. Sabía que originalmente había estado en los 90kg, con una meta de 68kg. Hoy, pesaba 80kg pero caminaba con una nueva confianza. Ya no necesitaba de mis jeans de talla treintaiocho, ahora era una talle treintaicuatro. Era un lugar difícil en el que estar cuando compraba. Especialmente para los jeans, teniendo en cuenta que medía 1,62m. Los leggins se volvieron mis mejores amigos.

Jace me había estado ignorando desde nuestro último incómodo encuentro. Nuestras conversaciones eran más frías ahora y usualmente no iban más allá de los saludos corteses. Luego del partido de fútbol, los chimentos no hicieron más que arder cuando Jace cambió su estado sentimental de Facebook a soltero.

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Después de esto no podías caminar por los pasillos sin escuchar su nombre o susurros sobre él. Parecía una competición por ver con quién terminaría. Sentía curiosidad sobre qué había pasado con la encantadora Jessica, pero estaba más aliviada que otra cosa. Había estado estrictamente enfocada en mí misma. De hecho, la manera más fácil de superar a alguien es empezar con otra persona… O eso dijo Brooklyn. Definitivamente seguía siendo virgen, y nunca me habían besado, pero afortunadamente el drama a mi alrededor había terminado. Jax se había sorpresivamente retirado e inclusive era cordial a veces. Di por hecho que se debía al hecho de que lo había enfrentado y me tenía un poco de respeto por ello.

En los fines de semana e inclusive algunas noches de semana, Madison, Brooklyn y yo éramos capaces de escaparnos del drama que era el instituto. Íbamos a conciertos cada noche; hasta podrías considerarnos seguidoras.

Amábamos la atención. Todas las bandas que encontrábamos nos trataban como iguales. Nunca nos miraron como si fuésemos perdedoras o trágicos accidentes. Éramos capaces de escabullirnos en distintas fiestas y conocer a tantas bandas distintas que sentíamos que estábamos en la cima del mundo. Y, después de un tiempo, cuando nos dimos cuenta de lo fuerte que era nuestra pasión por la música decidimos formar una banda.

Yo estaba emocionadísima por poder finalmente cantar mis letras acompañada con música de fondo. Madison tomó el rol de violinista y vocalista de respaldo, Brooklyn se dedicaba a la batería y encontramos un guitarrista maravilloso, con toneladas de potencial y rendimiento, Noah Leaderman, quien convenientemente también cantaba armonías.

Harper Michaels se unió como pianista, y Josiah Jensen completaba la banda como un bajista de puta madre. Éramos sorprendentemente buenos. Habíamos dedicado horas a escribir, practicar, y ensayar; y finalmente habíamos reservado nuestro primer espectáculo. Era obvio que estaba extremadamente nerviosa, así que las chicas me llevaron a un día de compras antes de nuestro debut.

Habíamos planeado cortarnos el cabello, teñirlo, arreglarlo, hacernos las uñas, y el maquillaje así como elegir un conjunto para el evento de la noche. Era un espectáculo muy promocionado y, de alguna manera, terminamos siendo los elegidos para hacer la apertura nuestra banda favorita DarienMae. Durante su última parada en la ciudad, deslicé un demo de nuestra banda en un sobre cuidadosamente armado por Madison y por mí para Colton Lee, el guitarrista, y sorprendentemente lo escuchó. Me llamó al día siguiente para decirme que él y los chicos habían estado escuchando el CD completo y repitiéndolo. Supieron desde ese momento que debían tenernos en su gira.

Estaba nerviosa por nuestro debut, pero sabía que nunca me había visto mejor, lo cual extrañamente me infundía la confianza que no había sabido que tenía. Llevaba un vestido negro con escote corazón, una chaqueta de cuero, mallas y botines con lazos en los lados, todo del mismo color. También cambié mis aburridas gafas por unos brillantes lentes de contacto azules.

Había cuatro bandas en la lista de la noche. DarienMae era la principal, mientras que había tres bandas que abrían: La Unión de Ática, Los Diarios de la Conspiración, y nosotros, Un cambio en el Tiempo. Tocábamos justo antes que

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DarienMae. ¡Era impresionante! Una de nuestras actividades favoritas era practicar cómo íbamos a empezar nuestra actuación. No queríamos ser como todas las bandas de la ciudad. Queríamos resaltar. Así que, justo antes de empezar, Noah, Josiah, y Brooklyn fueron los únicos que salieron al escenario a preparar el equipo. Ellos incluso afinaron el violín y configuraron la estación del teclado.

Nuestra introducción de Demonios Salvajes era tan larga que cada instrumento tuvo la oportunidad de empezar por separado. Empezamos nuestra actuación con Brooklyn tamborileando el comienzo de la introducción, en un dueto de la batería y el bajo, tocado a las mil maravillas por Josiah. En la vuelta número 12, Noah entró, rasgueando como si su vida dependiese de ello. Harper sorprendió a la audiencia entrando en escena cuatro tiempos después, rebotando por todo el escenario con entusiasmo.

Madison daba saltitos en el lado izquierdo del escenario; la gente estaba embelesada. Se preguntaban si alguien iba a cantar. Sabía que era mi turno. Cerré los ojos, respiré profundamente, y antes de darme cuenta dejé mi lugar en el frente de la fila y salí al escenario. La audiencia quedó fascinada. Fue algo adictivo lo que sentí. Era algo que nunca imaginé sentir antes.

Antes, cuando tenía una tonelada de ojos fijados en mí normalmente era porque la gente estaba disgustada conmigo, o burlándose de mí. Esta vez, la gente me miraba dispuestos a que los encantara con mi voz. Mirando alrededor, dejando que la introducción se me hiciera eterna, ubiqué a mi hermana y a su novio Bentley entre el público. Junto a ellos estaban mis padres —la cabeza de mi madre se apoyaba en el hombro de mi padre.

Alcancé a ver a Liam abrazado con un extraño que nunca había visto y nuestras miradas se encontraron lo suficiente para que me sonriera animándome y luego vi a Jax y Jace. Isaiah, el novio de Brooklyn estaba junto a ellos.

Espera.

¿Qué hacían Jax y Jace en nuestro show? Nunca había visto a Jax ni a ninguno de su pandilla en ningún concierto de Darien Mae o grupos similares. ¿Qué hacían aquí? Fui tomada tan de sorpresa, que no me di cuenta que la banda había seguido y ya debía haber empezado la canción.

El mismo trabajo en dos empleos sin futuro.

Madison cantó mi parte, vacilando en el micrófono, mirándome, deseando que me moviera y no arruinara todo el show. Esta era, después de todo, la mayor noche de nuestras vidas.

Nunca sabiendo qué hacer, nunca haciendo lo suficiente, y los demonios son impagables.

Me repuse. Obtuve combustible de la energía de la audiencia cuando escucharon mi voz.

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Nadie sabe las cartas en tu mano, simplemente sigue jugando, ya entenderás que la vida no es fácil, no es gratis, las cosas tienen un

precio, incluso tú y yo.

Armonizamos.

La chica embarazada sin ningún lugar donde ir, camina sola, el padre del bebé la dejó sola, y los demonios son salvajes.

Canté fuertemente con un gangueo.

Nadie sabe las cartas en tu mano, simplemente sigue jugando, ya entenderás, la vida no es fácil, no es gratis, las cosas tienen un

precio, inclusive tú y yo.

Madison y yo cantamos juntas, espalda con espalda, nutriéndonos de la energía de la otra.

Y los demonios son salvajes.

Madison coreó.

Y los demonios son salvajes.

Repetí, terminando la canción. La audiencia irrumpió en gritos y aplausos, y así lo supe: ésta era mi vocación.

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4 Últimamente ha sido más fácil

encontrar mi voz

Esta Soy Yo

Oooh---oooh

Déjame que te cuente una historia encantadora acerca de una pequeña y

dulce abejita

Sabiendo que había más en este mundo, ella era una niña realmente

decidida

A medida que crecía ella encontró su voz, aún todas las chances

No en su pos.

Una decisión tuvo que tomar, ya nunca mirar atrás.

No debía quedarse quieta y su vida entera reordenar.

Oooh---oooh

Siempre muy complaciente, ella fue siempre usada.

Nunca sabiendo en quién confiar, el amor nunca vio llegar

Nadie sabía quién ella era en realidad

Sólo otra chica más

Oooh---oooh

¿Era tan difícil encontrar a alguien honesto?

¿Por qué siempre era apuñalada sin miramientos?

¿Qué ha hecho para merecer esto? ¿Acaso es todo así de violento?

Su corazón le decía que se alejara, su mente que no se retractara

Siempre a la defensiva, no había quien la guiara

Oooh---oooh

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Tal vez ya lo has adivinado, esa chica Soy Yo.

Me tomó mucho tiempo darme cuenta de que me merezco algo mejor

Que no necesito conformarme.

Las sanguijuelas no son amigos y mejor estoy sin ellos.

Más fuerte soy, más rápido todo lo entiendo.

Llevó su tiempo, pero ahora sí. ESTA SOY YO.

Después de que terminara el show y nos hubimos mezclado tanto como fue

humanamente posible, nos retiramos entre bastidores a las habitaciones de la banda.

Decepcionada de no haber encontrado a Jace después que todo terminara, trasladé

mi atención hacia el guitarrista principal de mi banda favorita, Colton. Lucía extra

delicioso esta noche después de dar una actuación épica. Tenía cabello rizado castaño

y ojos verdes. No tenía dientes perfectos, pero había vulnerabilidad en su sonrisa.

Además, nuestra relación desde el primer día se había sentido tan eléctrica, tan

correcta. Después de estar conectada por la cadera durante toda la noche, que era

algo que me había acostumbrado con Colton, sentí nuestra conexión una vez más;

era innegable. Ambos grupos, el nuestro y DarienMae, arrastramos los pies hasta la

más grande de nuestras dos habitaciones de la banda y nos arrojamos por todo el

mobiliario. Me encontré aplastada en un sofá de dos plazas en el centro de la

habitación con Colton. De inmediato todo se volvió súper ruidoso. Todo el mundo

hablaba a la vez, con ganas de cotillear sobre cómo fue la noche.

Tiré mi cabeza hacia atrás, agotada por la intensa noche, cerrando los ojos.

—En todas las veces que hemos hablado, y todas las veces que hemos colgado,

nunca imaginé esto de ti —exclamó Colton con su mirada brillante.

—¿Qué cosa? —pregunté, con curiosidad.

—Estuviste increíble, Peyton. Hemos hablado mucho en el pasado acerca de

ti cantando y deseando perseguir eso, pero nunca supe que era a este punto. —Su

sonrisa valía millones de dólares y podía sentir cómo me derretía.

No pude evitar sonrojarme. Colton era cien% mi tipo, y aunque estaba todavía

colgada de Jace, la nueva yo estaba abierta a las posibilidades.

—Gracias —musité, apartando la mirada.

—Realmente das todo un espectáculo en el escenario. ¿Cuál es tu nombre

artístico? —bromeó.

—¿Cómo? —fruncí el ceño sin comprenderlo del todo.

35

—El único defecto que te encuentro es que careces de verdadera confianza.

¿Eso por qué? —preguntó, mirando a su alrededor con cautela para asegurarse de

que todo el mundo estuviera todavía en sus conversaciones.

Me incorporé, incómoda con que me hubiera evaluado de esa manera y que,

desgraciadamente, hubiera acertado. Se suponía que mis muros estaban para

proteger a la gente de ver el verdadero yo, pero por primera vez sentía como si

alguien pudiera ver a la verdadera Peyton.

—No lo sé —mentí, antes de volver a acurrucarme junto a Colton.

Miró a su alrededor, ligeramente molesto por cómo todo el mundo hablaba

tan alto, y luego me lanzó una sonrisa socarrona.

—¿Quieres salir de aquí?

Me sentía vulnerable, me sentía ansiosa, y me sentía emocionada. Mariposas

pululaban por mis entrañas permitiéndome tomar ese salto de fe.

—Está bien —le contesté, vacilante.

—Está bien —repitió, levantándose y ofreciendo su mano para que me

levantara también. Me preguntaba qué respondería si la gente le preguntaba a dónde

íbamos o si querían venir, pero todo el mundo estaba demasiado enfrascado en sus

propias conversaciones y grupos, y fuimos capaces de pasar inadvertidos.

Ciegamente lo seguí, haciendo preguntas mínimas. Colton era alguien con

quien siempre había soñado pasar tiempo a solas, pero nunca tuve la confianza para

dárselo a conocer a él. Ahora, con mi nueva yo, me sentía bastante confiada de que

yo, Peyton Walker, en realidad podría ser suficiente para el infame Colton Lee.

Terminamos escabulléndonos a su habitación en el hotel, lo cual me ponía los

pelos de punta ¡sobre todo con toda mi inexperiencia! Pero también estaba

entusiasmada; la posibilidad de que pudiera experimentar mi primer beso me estaba

volviendo loca de anticipación.

Era muy diferente a lo que esperaba, sobre todo para alguien de tan corta

edad. Colton era sabio más allá de sus años y más maduro que todos sus compañeros.

Era el más joven de su banda, apenas tenía veinte años. Al principio, hablamos lo

que parecieron horas; sólo realmente para llegar a conocer uno al otro. Era mejor

que cualquier cosa que jamás hubiera imaginado. Yo no podía creer que hubiera

perdido tanto tiempo preocupada por los gemelos Austin, que ni siquiera me daban

la hora del día, cuando ahí estaba este hombre increíble en el mundo, solo esperando

por mí. Sentía como que Colton estaba hecho para mí y yo para él; encajábamos.

No podía explicarlo, era tan diferente a todo. Sabía muy en el fondo que era

tan simple como que te gustara alguien y ese alguien te correspondiera el

sentimiento, pero esto parecía demasiado bueno.

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Estábamos sentados en el sofá de su hotel, lo suficientemente cerca como para

tocarnos, pero lo suficientemente lejos para ser apropiado en cualquier situación. Me

estaba secando las lágrimas en la comisura de los ojos de tanto reír por algo que

Colton había dicho, cuando él lo cambió todo.

—¿Tienes alguna idea de lo hermosa que eres? —preguntó de la nada,

metiendo un mechón de pelo detrás de mí oreja.

Fui consciente de pronto de que había empezado a temblar. Debía ser una

imagen bastante extraña, así que me paré y me apoyé contra la pared. Ni siquiera

podía mirarlo. Nunca nadie me había llamado hermosa antes; tenía que ser

demasiado bueno para ser verdad. Obviamente, sintió la tensión incómoda y no

perdió el tiempo en abordarlo.

—Oye, ¿estás bien? —preguntó, mientras se levantaba y comenzaba

lentamente a acercarse a mí.

Mi corazón latía más rápido y más fuerte con cada paso que daba hacia

adelante. No podía recordar cómo respirar. Estaba bastante segura de que me iba a

desmayar, pero fui capaz de mantenerme alerta.

—Ey.

Me tocó la mejilla suavemente.

—¿Qué está mal?

No podía ofrecerle la verdad mirándolo a los ojos, así que hice mi mejor

esfuerzo por mantener mi rostro hacia el piso.

—Nadie me había dicho eso antes.

—¿Qué? ¿Que eres hermosa? —Y de pronto algo pareció hacer clic para él. Vi

el dolor en sus ojos, la comprensión finalmente bañándolo—. Eres hermosa Peyton.

Me miró a los ojos durante un largo tiempo, permitiéndome creer,

permitiéndome ver lo que él veía.

Todavía estaba temblando, mariposas atacando mis entrañas, y todavía

estaba teniendo problemas para respirar cuando Colton acarició suavemente mi

mejilla con la mano.

Yo sabía que este era el momento por el que había estado esperando toda mi

vida: mi primer beso. Se inclinó y suavemente presionó sus labios contra los míos.

Voltios de electricidad se dispararon a través de todo mi cuerpo, a través de mis

dedos, de mis pies, incluso mi nariz. Con cada roce de sus labios, la magia se

incrementó. Comenzó con besos lentos y delicados, y luego antes de darme cuenta,

se volvieron duros y apasionados besos. Colton me presionó contra la pared, sin dejar

de besarme, con sus manos presionándome contra toda su silueta.

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Antes de darme cuenta, tenía mis brazos sujetos a la pared por encima de mi

cabeza, y estaba explorando mi cuerpo con su boca, mis labios, mi mejilla, mi cuello,

mi oreja, como si no tuviera suficiente. Yo era plenamente consciente que estaba

gimiendo, pero no me importaba, esto se sentía bien. Finalmente, dio tregua

permitiéndome respirar, sonriendo para sus adentros.

—¿De qué estás sonriendo? —le pregunté, tímidamente.

Me dio otra sonrisa de sabelotodo, antes de concluir:

—Nunca te han besado antes, ¿verdad?

¡Oh Dios, pudo notarlo! Debió de haber sido un beso horrible. Me sonrojé,

mirando hacia abajo.

—Ey, ey, no pasa nada. —Me besó en la frente con suavidad—. Nunca había

visto a alguien ponerse tan emocionada sobre besar antes, bueno, al menos no en

mucho tiempo. —Se rió para sus adentros.

—¿Eso es malo? —pregunté, sinceramente preocupada.

—Puede ser bueno y malo. Malo ahora, en el sentido de que no querrás

sobrepasar cualquier límite antes de estar lista, y en ocasiones las líneas pueden

verse borrosas cuando estás emocionada. Y bueno porque, cuando estés lista, va a

ser una experiencia maravillosa. —Me llevó hasta el sofá donde nos sentamos, con

su brazo alrededor de mí—. Algún día Peyton, vas a encontrar a alguien que te va a

decir que eres hermosa cada día, alguien que va a tomar tu mano en público, y nunca

se va a perder la oportunidad para darte un beso. Algún día encontrarás a la persona

con la que deseas compartir esa hermosa parte de ti misma, y alguien que va a

asegurarse de que el momento sea tan perfecto como puede serlo contigo.

Quiero que ese alguien seas tú, dije para mí misma apoyando mi cabeza en

su hombro.

Yo había estado en lo cierto; había sido demasiado bueno para ser verdad. Me

enteré un par de semanas después de esa noche, luego de no saber absolutamente

nada sobre Colton, que tenía no sólo una novia, sino una prometida. Había tenido

una novia/prometida cuando me besó. El manager de su banda sintió la necesidad

de mantener a las novias ocultas así las niñas seguirían cayendo por los chicos

DarienMae. Obviamente eso estaba funcionado. Me sentía derrotada. Pensé que me

estaba enamorando. Le envié un mensaje un par de veces, pero sin respuesta. Me di

cuenta que así era la vida e iba a tener que seguir adelante. Así que eso es lo que hice;

me enfrasqué en la escuela, en los ensayos de la banda, y con mis pocos amigos.

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La buena noticia fue después de la noche de que nuestra banda tocara junto a

DarienMae habíamos estado recibiendo un poco de reconocimiento. Bandas más

populares estaban interesadas en tenernos como teloneros en sus conciertos y nos

buscaban, por lo que mis fines de semana los pasaba realmente ocupada. Así como

mi popularidad creció, también lo hizo el odio hacia mí, pues la gente empezó a tener

celos de lo que tenía.

Kari Ann se había encargado de hacerme la vida imposible, haciendo carteles

con el dibujo de un cerdo y mi nombre en él y pegándolos por todas partes. Brooklyn

había atrapado a su pandilla poniéndolos en el vestuario de las chicas y los echó

fuera.

La gente no se metía con Brooklyn —todo el mundo lo sabía.

Era el comienzo de semestre de primavera y me dirigía a mi clase de actuación.

Estaba decepcionada ya que a estas alturas yo era la única de nuestro trío que seguía

matriculada. Brooklyn y Madison habían decidido graduarse antes y, por lo tanto,

me quedé sola. Allí estaban los pocos rostros habituales que reconocí de mis viejas

clases de actuación pero, a medida que mis ojos recorrieron la habitación, mi mirada

atrapó algo que no podía ignorar: Jace, sentado justo en frente de mí. Mi corazón se

hundió en mi estómago. Me miró también, lanzándome una simpática sonrisa.

Tuve que ordenarle a mis piernas que se movieran luego de quedarme

congelada allí delante de él por lo que parecieron horas. Me dirigí a la parte delantera

de la clase y me senté, feliz de que sería él quien quemara agujeros en la parte de

atrás de mi cabeza y no al revés.

Afortunadamente mi profesor de teatro se mantuvo hablando durante las dos

horas de clase, por lo que no hubo ningún injustificado e incómodo “momento Jace”.

La campana sonó, levanté mi mochila hasta mi hombro y me dispuse a salir.

Fue entonces cuando noté que Jace estaba esperando en la puerta pero no me detuve;

mientras más me acercaba, más quería correr en sentido contrario, pues no me

quitaba los ojos de encima y no podía negarlo: me estaba esperando a mí. Me acerqué

lenta y vacilantemente, insegura de lo que posiblemente podría querer.

—Hola —lo saludé con apenas un susurro.

—Tanto tiempo sin hablar, ¿eh? —Se puso a acompañarme mientras

caminábamos por el pasillo.

—Uh uhm. —Era insoportable; se podía cortar la tensión incómoda con un

cuchillo.

—Sólo quería decirte que vi tu primer show. Estuviste increíble Peyton.

—Gracias —respondí tajantemente, acelerando mi paso con la esperanza de

perderlo. Fue por desgracia demasiado inteligente para eso, ajustando su paso

también—. ¿Tienes prisa para llegar a almorzar? —bromeó.

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—Seguro —respondí con tono indiferente.

—¿Seguro? —Y habiendo dicho esto, me agarró del brazo provocando que me

detuviera a medio paso.

—Peyton, ¿qué está pasando? Sé que no hemos hablado en los últimos meses,

pero me gustaría pensar todavía como amigos, ¿tú no?

—¿Amigos? —siseé, prácticamente escupiendo veneno en su rostro—. ¿Desde

cuándo somos, amigos Jace? Respóndeme eso. —Me giré sobre mis talones y me

marché por el pasillo.

—¡Peyton! —llamó detrás de mí, y estoy segura de que debió de haberlo

pensado, ya que apenas lo oí como un susurro, pero fue claro como el día—. Lo estoy

intentando, Peyton.

No había sido capaz de dejar de pensar en Jace desde nuestro encuentro, pero

necesitaba concentrarme porque mi banda tenía un gran show en el que tocar esta

noche. Otra vez íbamos a abrir para DarienMae, pero la lista para el show estaba

llena de talentos.

Estaba nerviosa por tener que cruzarme con Colton, pero me dije que esto era

lo mejor para la banda y que podía tragármelo por la noche. Me encontraba

pasándola con Noah, atascados en el pre-show un poco, tratando de llegar a algún

material que valiera la pena.

—Quiero que bajes un poco el tono del estribillo y repítelo de esa manera una

y otra vez. Casi lo tengo.

Le sonreí a Noah. No había ningún otro lugar en el mundo que prefiriera estar

que aquí escribiendo música con Noah. Escribir mis letras era terapéutico para mí.

Ser capaz de expresar mis pensamientos y sentimientos sin temor a ser rechazada

era adictivo.

¿Tan difícil es encontrar a alguien honesto?

¿Por qué siempre es apuñalada sin miramientos?

¿Qué ha hecho para merecer esto? ¿Acaso es todo así de

violento?

Canté con tanto volumen y fuerza, que vi los ojos de Noah iluminarse con

entusiasmo. Lo había tomado por sorpresa, obviamente. Continué, mi confianza

creciendo con cada nota.

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Su corazón le decía que se alejara,

Su mente que no se retractara

Siempre a la defensiva, no había quien la guiara

Tal vez ya lo has adivinado, esa chica Soy Yo.

Esa chica Soy Yo.

Cuando terminé de cantar, miré a Noah y lo atrapé con la boca colgando en

estado de shock.

—¿De dónde diablos salió eso? —preguntó con asombro emocionado

—No lo sé —respondí honestamente—. Últimamente, sólo ha sido mucho más fácil de encontrar mi voz. —Me reí. Me encantaba la sensación de validación.

—Tenemos que tocar esta canción, Peyton. Tenemos que tocar esta canción esta noche. Tenemos que terminar la actuación con esta canción. —Noah dejó su guitarra contra la pared y comenzó a caminar, con sus ojos marrones ocultos por las cejas fruncidas. Al parecer, estaba sumido en una profunda reflexión.

—¡Baja de las nubes! —me reí—. Tenemos exactamente media hora hasta el show. ¿Cómo esperas que encontremos a todos y que se aprendan sus partes a tiempo?

—Bueno, ya que no somos la banda de apertura diría que tenemos una oportunidad mucho mejor de lo que pensaba en un principio. —Me lanzó una sonrisa juguetona

—¿Estás seguro de esto? Nunca hemos sido de salir sin que nuestro material esté pulido…

En realidad, estaba más preocupada de lo que la gente pudiera pensar. Esta canción revelaba partes de mí que había mantenido ocultas durante años. No sabía si estaba dispuesta a ser tan vulnerable, especialmente con todo lo que había pasado en mi vida hasta el momento. Era una sensación tan emocionante como aterradora para abrirse así como así.

—Esta es la mejor canción que tú, quiero decir, nosotros alguna vez hemos escrito. La gente va a identificarse contigo, Peyton. Cuenta un mensaje tan fuerte, que de veras siento que después de esta noche todo va a cambiar. —Hablaba con tanto entusiasmo que era difícil no sentir lo mismo.

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5

¿De verdad le estás creyendo toda la mierda que dice?

Vive tu vida perfecta (sin terminar)

Una vez oí, a un hombre llorar por un sueño perdido

Lo único que pude decirle, fue que no se diera por aludido

La vida tiene sus vueltas, esto no es ninguna sorpresa

Así que sigue soñando, y vive tu vida perfecta

Noah tuvo razón; se me habían acercado más de diez personas dejándome saber cuan impactados se encontraban con mi canción final. Los desconocidos se acercaban a mí, dejándome entrar en sus secretos más profundos y oscuros como alguna forma de conectarse conmigo. Era un sentimiento mágico; ninguna de mis otras canciones había creado alguna vez tal impacto. Volaba en una nube; nada me podría derribar… Excepto la vista de Colton y a quién ahora conocía como su novia.

Mi mente dijo la palabra tan agresivamente que tuve que seguir recordándome que no tenía razón de odiarla. No me había hecho nada. De hecho, en todo caso, yo había sido quien la había ofendido.

A pesar de que Colton la llevaba del brazo entre la multitud, no pude dejar de notar sus miradas en mi dirección casi como si me cuidara. Al menos sabía que me veía fabulosa; llevaba una camisa de muñeca azul brillante con volantes, junto con leggings de encaje negro y mis nuevos botines favoritos. Mi cabello estaba medio recogido en rizos sueltos bajo una diadema de perlas negras que hacía juego con mi pulsera. Mi maquillaje era oscuro hoy. Probablemente el más atrevido que hubiera usado alguna vez. Los últimos fines de semana, Kayleigh y Brooklyn me habían dado tutoriales de maquillaje y estaba realmente poniéndome al día. Esta noche había optado por un ahumado en los párpados, con un poco de delineador azul.

—Ven, vamos a hablar. —Brooklyn me cogió del brazo y me llevó fuera—. ¡La nueva canción fue un éxito! —Me abrazó, saltando de arriba a abajo.

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—Muchas gracias. —Me dejó ir y nos sentamos en las escaleras fuera del edificio.

—¿Cómo puedes manejar la cosa con Colton? He visto que intercambiaron algunas de sus miradas. ¿Qué es lo que pasa? —Me miró.

—Es difícil… Quiero decir, el verla, y saber que es real. Y que ella era real cuando me besó. Es difícil, pero estoy tratando de no pensar demasiado en ello... —Me calmé ya que Isaiah venía directamente hasta nosotras.

—¡Estuvieron geniales! —Se le ocurrió aplaudir.

—¡Basta!

Brooklyn se rió, saltando hacia arriba y hacia sus brazos. Eran muy cariñosos todo el tiempo, pero siempre eran conscientes de su entorno así que, después de un beso rápido, me preguntaron si quería ir con ellos, pero decidí quedarme. Sabía que estaría sola, sin Brooklyn o Madison y fuera de mi zona de confort, pero irme tan temprano cuando ni siquiera eran las diez, sin embargo, parecía demasiado cobarde.

Me puse de pie, pero entonces decidí que me gustaba el aire fresco y podría quedarme unos minutos más. Me senté de nuevo y cerré los ojos, simplemente respirando el aire, sintiendo mi entorno. Cuando abrí los ojos, me di cuenta de que alguien se había deslizado en silencio justo a mi lado. Al principio, estaba segura de que era Jace, pero después de casi treinta segundos de mirar fijamente con incredulidad, me di cuenta que era Jax, no Jace.

—Hola —me saludó.

No me atreví a responder, es decir, después de todo lo que me había hecho en esa fiesta y luego en la escuela, no merecía un segundo de mi tiempo. Sólo desvié la mirada y me levanté para alejarme de él.

—Peyton. —Agarró mi muñeca para detenerme, y antes de que entendiera lo que estaba ocurriendo, comprendí que Jax me besaba. ¡Realmente besándome! Mis ojos todavía estaban abiertos debido a la sorpresa, pero me besaba con tal impaciencia que no tuve tiempo para registrar un pensamiento. Rompió el beso, abandonándome sin aliento—. Eres diferente, Peyton.

—¿Qué se supone que significa eso? —pregunté; con mi mente todavía nebulosa por nuestro beso.

—Es como que, hemos ido a la misma escuela toda nuestra vida, y nuestros caminos nunca se han cruzado en realidad hasta ahora. ¿Por qué eso? ¿Qué ha cambiado? Es como si hubieras estado aquí de pie frente a mí todo el tiempo, pero sólo ahora estoy viendo con claridad. —Él se pasó los dedos por su cabello—. ¿Dónde has estado toda mi vida?

Y luego bajó sus labios a los míos una y otra vez, dejando una brumosa niebla persistente en mi mente y mi corazón.

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El chisme se propagó a toda velocidad cuando regresé a la escuela el lunes siguiente. Yo era la atracción principal. De nuevo.

Dondequiera que mirara, la personas susurraban me señalaban y miraban. En esta instancia, sin embargo, no porque estuviera siendo su objeto de burla, era porque Jax me había besado la noche del viernes, y todo el mundo —y me refiero a todo el mundo—, se moría por saber cuál sería su próximo movimiento.

Las personas que nunca me dieron siquiera la hora venían a mí y me felicitaban. Me invitaron a comer con más gente de la que podía contar.

Todo estaba tan fuera de control que no sabía cómo manejarlo. Lo único que no había cambiado, era la repugnancia extrema que Kari Ann sentía hacia mí y, curiosamente, era lo que me mantenía con los pies en la tierra.

Me alivió un poco poder empezar la mañana con la clase de teatro. Era un ambiente donde podía perfeccionar mi oficio y realmente sacar mi cabeza de todo ese desastre. Pero me reí ante mi ingenuidad entonces, al recordar que tenía esta clase con Jace.

Era un poco difícil apartar de mi mente a Jax con su hermano gemelo clavándome los ojos en la nuca. Me daba miedo la idea de que me hablara; yo sabía que tenía que haber oído los rumores... me inquietaba un poco lo que pensara.

Era la semana de escenas en la clase y, para mi mortificación, me habían puesto en una escena junto a Jace. Era demasiado. Echándole un vistazo al guión, me di cuenta de que iba a ser una escena romántica —que Jace y yo tendríamos que interpretar un beso ¿Podía mi vida ser más complicada? Secretamente me maldije. Mientras digería lo que iba a ocurrir, noté el enfoque de Jace.

—Hola —saludó, tomando asiento junto a mí—. Entonces, ¿qué opinas sobre la escena?

—Umm, no he pensado mucho en ello —mentí—. Pero, ¿estamos realmente hablando de la escena aquí o...?

—¿De qué estás hablando? —preguntó Jace frunciendo el ceño. No estaba segura de sí estaba siendo honesto o haciéndose el tonto. Así que me decidí ir directo al grano.

—Sé que has oído que Jax me besó. —Lo miré con los ojos entrecerrados, no estando segura de cuál sería su reacción.

—Uh uh —respondió, casi de forma monótona—. ¿Y qué tiene eso que ver con nuestra escena?

De repente me sentí estúpida. Estaba pensando que para él esto sería un asunto importante, igual que para todos los demás, pero era obvio que no se sentía de la misma manera.

—Nada —respondí después de lo que pareció una eternidad, y nos quedamos así.

Con eso, quedé tan convencida de que no le importaba en lo más mínimo, que me quedé sin nada para decir cuando comentó al respecto una hora después.

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—¿Puedo preguntarte una cosa? —Dejó de leer su guión y se volvió hacia mí—. ¿De verdad le estás creyendo toda la mierda que dice?

Mis mejillas se colorearon en cuestión de segundos.

¿Qué tal si Jace sabía algo que yo no? ¿Qué tal si todos lo hacían? ¿Qué pasaba si Jax me besó y dijo todas esas cosas sólo por la atención, no porque fuera cierto? No sería algo tan ajeno a él, luego lo que me había hecho pasar. No podía creer que no hubiera pensado en esto antes.

Jace me miró con simpatía en sus ojos haciéndolo mucho peor. Las lágrimas se agolparon en la esquina de mis ojos, pero estaba decidida a no dejarlas correr. Él probablemente pensara que tenía algo en el ojo cuando en realidad, estaba tratando de no romper en llanto delante de él

—Peyton —dijo suavemente, frotando mi brazo con su mano—. Tú no has hecho nada malo —susurró—. Es sólo que no quiero que te hagan daño; sobre todo él. No lo conozco realmente, a pesar de que somos hermanos, pero por lo que he visto en este año, no creo que tenga los mejores intereses en el corazón. Prométeme que no vas a creer todo lo que diga. Prométeme que vas a pensarlo antes de seguir con él, por favor.

Asentí a la ligera, ni siquiera segura de qué decir. Nunca había estado tan confundida en mi vida. Era como si estuviera sentada allí, pidiéndole a las estrellas que me enviaran a mi príncipe azul, y entonces el destino me engañara con tres novios potenciales que dudosamente estarían ahí si fuera la vieja Peyton. No sabía qué pensar, en quien confiar.

—Te mereces algo mejor que él Peyton. —Salió antes de que la campana sonara anunciando el final de clase.

Finalmente llegó la hora del almuerzo, y mientras me dirigía a mi casillero vi

a Jax, apoyado allí, esperándome.

—Hola —dijo él, probablemente, de la manera más tranquila que alguna vez le había escuchado.

—Hola —le contesté, abriendo mi armario y dejando mi mochila dentro—. ¿Qué quieres Jax?

Él había respondido tan bien en el pasado a mis contestaciones groseras, que tenía sentido continuar por el mismo camino.

—Pensé que podríamos pasar el almuerzo juntos.

Llevó su mano hasta el borde de arriba de la puerta de mi taquilla abriéndola más ampliamente. Sus maravillosos ojos azules, seguían con atención cada uno de mis movimientos. Me reí ante tal ocurrencia, pero luego de mirar su rostro, rápidamente me di cuenta que no estaba bromeando.

—¿Hablas en serio?

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—Sí, ¿por qué no?

—No quiero almorzar contigo —contesté como si fuera una obviedad, antes de alejarme de él hacia la cafetería.

—Bien, no tenemos que comer... Vayamos a dar un paseo. —Me agarró la mano y comenzó a tirar de mí hacia las puertas de la escuela.

—¡No! ¿Qué estás haciendo? —Rápidamente arranqué mi mano de la suya.

—Peyton, estoy tratando de llegar a conocerte —dijo en voz baja, al darse cuenta de unos compañeros viendo.

Terminamos en uno de mis locales favoritos, The Wall Mexicano. Era tan auténtico y el personal tan muy amable, que me había convertido en una cliente habitual hacía mucho. El personal nunca me había visto allí con otro muchacho que no fuera Liam, por lo que al verme entrar con un rostro tan hermoso hizo a todos sonreír de oreja a oreja.

Después de comer, tomamos asiento en una de las acogedoras cabinas. Jax agarró mis manos entre las suyas, y comenzó a frotarlas suavemente.

—¿He oído que estás en una escena con mi hermano?

Asentí, no estando segura de a dónde iba con esto.

—¿Tienes que darle un beso? —Fui sorprendida al escuchar una punzada de celos en su voz. Asentí de nuevo, tragando lentamente—. De acuerdo, bueno, mientras eso no signifique nada.

Después de hablar y comer, entendí por qué Jax me había pedido almorzar con él. Estaba tratando de consolidar el estado de nuestra relación. Sin saberlo, yo había sellado mi destino como la novia de Jax. Menos de diez minutos después de haber estado en el restaurante, mi teléfono empezó a sonar sin parar. Lo cogí para ver qué era lo que estaba pasando y me puse atónita al encontrar que Jax había cambiado su estado en Facebook y ahora claramente decía que estaba en una relación... y no con cualquiera. ¡Decía que estaba en una relación conmigo!

Cuando llegué a casa esa noche, por fin conseguí el tiempo para revisar millones de notificaciones y toneladas de textos. Cuando estaba haciendo esto, me encontré con un texto de Colton. Había sido de esta mañana, antes de que la noticia se hiciera pública. Entonces, me di cuenta de dos textos más de parte de él; el segundo era una repetición del primero, casi como si lo mandara nuevamente porque no hubo una respuesta.

El tercero era más como un ruego, decía: Por favor, Peyton, realmente necesito hablar contigo. Siento lo que pasó con nosotros pero, por favor, sólo dame un poco de tu tiempo.

No estaba segura de qué podría querer, además de confrontarme por los rumos que daban vueltas. Pero Colton siempre había sido bueno conmigo en el

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pasado, y no quería que nuestra amistad fuera arruinada para siempre, por lo que acordé reunirme con él para hablar.

El sol se estaba poniendo cuando llegué a Winslow Park. Vi una silueta sentada en los columpios, y supe que era Colton. Me acerqué, vacilante, no estando segura de qué esperar sobre nuestro misterioso encuentro.

—Hola —lo saludé sentándome en el asiento del columpio junto al de él—. Querías hablar.

—He oído que tienes novio, o debería decir que más bien lo leí. —Me miró.

Asentí ligeramente, todavía no estando segura de qué hacer con toda la situación.

—¿Es el tipo de la noche del viernes? —Su expresión era difícil de leer.

Asentí otra vez. —¿Cómo lo sabes?

—Hubo algunos chismes el viernes por la noche sobre un tipo al que estabas besando fuera de la sede.

No hacía falta buscar una punzada de celos en su voz, pues eran más que evidente.

—¿Qué tiene que ver este asunto contigo Colton? Tú estás comprometido, ¿lo recuerdas? ¿Quieres decir algo con respecto a eso? —Cada pregunta siendo remarcada por una pizca de reproche.

—Es importante porque creo que me estoy enamorando de ti, tontita. Lo he intentado todo para no hacerlo. He tratado de permanecer lejos de ti Peyton, pero no puedo.

Me miró a los ojos con intensidad un momento, y de pronto presionó sus labios contra los míos. Mi mente y mi corazón estaban más confundidos que nunca, pero mi cuerpo tenía muy en claro mi deseo por Colton. No pude evitar devolverle el beso. La chispa intensa y la química eran demasiado para soportar.

—No me gusta estar lejos de ti —Colton murmuró entre besos.

Pasamos las siguientes horas envueltos entre sí; besos, abrazos, tomados de las manos, sólo estar cerca uno del otro. Nunca quise dejar el momento.

—¿Qué vamos a hacer? —Me faltaba el aliento.

—Es complicado, Peyton. Vivo con Tara. —El oír su nombre me golpeó como una tonelada de ladrillos en el rostro. Colton, obviamente, se dio cuenta de esto, porque me acarició el rostro con las manos—. Ey —dijo en voz baja, mirándome profundamente a los ojos—. Vamos a tomar las cosas con calma. Todo lo que sabemos es que tienes novio y yo tengo novia…

—Prometida —lo corregí.

—Prometida, pero espero que no por mucho tiempo. —Y con eso cerró la distancia entre nosotros y bajó sus labios a los míos, separando mis labios con la lengua.

—Peyton, eres mi futuro... —le oí susurrar mientras cerraba mis ojos y me empapaba de su cercanía.

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6 Evitaba a Colton como a la Peste

Nadie conoce

(La verdadera yo) (Sin terminar)

Las paredes se están derrumbando

No hay lugar donde ir

Mi aire se está agotando

¿Cómo lo iba a saber?

Voy apagarme

Del mundo para siempre alejarme

Siempre con el ceño fruncido

Ya no soy una pequeña niña ingenua

Todo el mundo pretende que esta es la manera en que va a ser

Les gusta creer en todo lo que ven

Una broma de perfección, todos son unos ingenuos

Nadie conoce la verdadera yo.

Las vacaciones de primavera se acercaban rápidamente, y con sólo una semana restante de escuela todos tenían lo mismo en la mente: el Baile de primavera. Sería nuestra última celebración escolar antes que las vacaciones de primavera empezaran. Obviamente iba con Jax, Brooklyn con Isaiah, y Madison con Liam, por lo que no tendrían que pasar por soltera en la lista. El padre de Jax nos consiguió una limosina Hummer y nos convertiríamos en el grupo más popular, junto con Jace y su cita, Olivia Jenson —cabello negro, ojos color esmeralda, junior de una escuela vecina—, y todo el enorme grupo de amigos de Jax.

Incluso cuando sabía que iba al baile con Jax, estaba ansiosa con respecto a cómo me lo iba a preguntar y qué tan elaborado sería. Siempre había sido una romántica de corazón, así que dejé que mi fantasía de una propuesta perfecta llenara mi mente. Vi a Isaiah enviarle a Brooklyn una rosa a cada clase, hasta que en la última le preguntó si quería ir.

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Escuché que Liam llenó eltaquillade Madison de globos hasta reventar; él era un buen amigo. Estaba ansiosa esperando por mi propuesta, esperando por sentir un poco de la emoción que las otras chicas sintieron.

Desafortunadamente para mí, mi romántica propuesta nunca llegó. Jax imaginó que ya que estábamos saliendo, era un hecho que iríamos juntos y no era necesaria una propuesta. Estaba decepcionada. Era el primer baile en el que tendría tenía una cita y, sin embargo, era decepcionante.

Al menos mi vestido era fabuloso. Brooklyn, Madison, y yo habíamos ido a esta asombrosa y pequeña boutique que encontramos en el centro. Brooklyn inmediatamente se enamoró de un vestido blanco y negro que encontró. Se moldeaba perfectamente en cada una de sus curvas, y el contraste con su piel la hacía ver bellísima. Todas sabíamos que era EL vestido. Madison optó por uno beige suave que se le pegaba al cuerpo como una segunda piel. Lucía grandiosa.

En cuanto a mí, puse mi atención en uno largo de un solo hombro, color púrpura muy fruncido, con una abertura que mostraba mi pierna izquierda. Era algo bueno que mis piernas lucieran bien en estos días, y combiné el vestido con unos tacones altos color púrpura que tenían un lazo en la parte de arriba. Madison y Brooklyn dijeron que Jax quedaría encantado conmigo y por primera vez les creí.

Era la noche del baile y mi grupo usual de amigos, más Jax y yo, estábamos

en la sala de mi casa tomándonos fotos. Mi madre tenía a todas las parejas en lo alto de las escaleras, y era su sexta ronda de fotografía cuando finalmente sentí la necesidad de apurarla:

—Mamá, tenemos que irnos al baile.

—¡Oh, de acuerdo cariño, pero todos ustedes lucen tan apuestos! —exclamó mi madre.

—Mamá, no hagas que llegue tarde a su primer baile formal —dijo mi hermana Kayleigh.

Todos descendimos las escaleras y empezamos a caminar hacia la puerta principal y luego la limusina. Me detuve tranquilamente en nuestra entrada, volteando hacia mi hermana.

—¿No tienes ningún consejo para mí, hermana mayor?

—Pásalo bien, Peyton, te lo mereces. Pero prométeme que no harás nada que no estés preparada para hacer, ¿de acuerdo? —Me pregunté a qué se refería con eso, pero asentí, y la abracé—. Por cierto, luces hermosa —susurró en mi cabello.

Sonreí mientras la soltaba, dándome cuenta que finalmente habíamos construido una relación. Era algo que siempre había esperado, pero nunca pensé que tendría. Bajé las escaleras en mis nuevas zapatillas de tacón y me uní al grupo en la limusina.

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Cada uno tenía una copa de champan, y al subir Jax me pasó una y me senté a su lado.

—¿Por qué estamos brindado? —pregunté, mientras me echaba hacia atrás.

—Por esta noche. —Jax sonrió abiertamente, luego de chocar su copa con la mía.

—Por esta noche —repetí, y luego tomamos un dulce sorbo de champán.

La música sonaba suavemente al fondo, mientras la voz de Rihanna se

escuchaba rogando que su hombre se quedara. Mis ojos se estaban adaptando a la penumbra cuando sentí una sensación extraña; tenía frío. En realidad, estaba temblando y tenía la piel de gallina. Estaba acostada en una cama. Me pregunté cuándo me quedé dormida. ¿Quién me había llevado a casa?

¿Estaba al menos en casa?

Miré hacia abajo, a mi cuerpo, y fue terrible ver que no tenía mi vestido, tampoco sostén. Sólo llevaba la parte inferior de encaje.

Millones de pensamientos aparecieron en mi cabeza al notar una figura borrosa caminando hacia mí que rápidamente identifiqué como Jax. ¿Qué me había hecho? Temblaba de miedo.

—¿Qué es… estás haciendo? —balbuceé mientras luchaba por incorporarme.

Salté de la cama, pero estaba muy desorientada—seguro por haber sido drogada—, y no conocía nada de lo que me rodeaba. Fui entonces arrinconada contra una pared, el helado frío de ésta calándome la espalda y el calor húmedo de su pecho desnudo contra el mío contrastándose mientras intentaba formar algún pensamiento coherente. Estaba segura de que iba a violarme. Mi primera vez sería una violación.

—No se suponía que te despertaras tan rápido, aunque está bien; sé que has estado fantaseando acerca de esto, conmigo, toda tu vida.

Lo miré horrorizada.

—Por favor, no hagas esto, Jax. Te lo ruego —le supliqué. Sentí sus manos buscando mi ropa interior, deslizando sus dedos por la banda elástica

—¡Para! —grité empujándolo, pero él era fuerte.

De pronto, un poder que no sabía que tenía se adueñó de mi y le di un puñetazo. Directo en la nariz. La gran cantidad de adrenalina que corría por mis venas, hizo que no notara el daño que le había hecho a mi mano. Todo lo que vi fue a Jax agarrándose la cara, y la sangre brotando de todos lados.

—¡Maldita perra!

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Se abalanzó hacia mí, pero logré esquivarlo y terminó golpeándose a sí mismo. Incluso cuando no podía olvidar lo que me había hecho, me aseguré de que estuviera vivo y aún respirara antes de salir de la habitación de hotel. Preocupada de que se despertara mientras estuviera allí poniéndome el vestido, simplemente tomé mi sostén, me lo puse rápidamente y me llevé una bata del hotel. Ni siquiera me molesté en tomar mi vestido o tacones. Estaba tan aterrada… Sólo salí lo más rápido y silenciosamente que pude.

Mi mano estaba palpitando de dolor; entraba y salía del entumecimiento, con flechazos de enceguecedor dolor. Me aseguré de que nadie me viera porque debía ser un desastre. Por suerte no era mi mano dominante, así que sería capaz de marcar el dial con mi mano derecha. Localicé un teléfono público en el vestíbulo del hotel, y chequeé el reloj que estaba en la pared detrás del escritorio. Las 3:18 am. ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente? Estaba tan nerviosa y avergonzada por lo que había pasado, que incluso no sabía a quién llamar.

Levanté el teléfono, manteniéndolo contra mi oreja por un tiempo, y luego lo devolví a su base.

Las puertas corredizas de cristal del vestíbulo se abrieron y un grupo de mi escuela entró, obviamente aún vestidos de fiesta, llenando el vestíbulo con sus risas. Traté de esconder mi rostro, en caso de que alguien me reconociera. Pero ahí, en el medio de la multitud estaba Jace. Él tenía su brazo colgando alrededor del cuello de Olivia y estaba sonrojado de alegría junto con el resto de ellos.

Debí haberlo mirado fijamente durante mucho tiempo porque Jace me vio también. Se disculpó con el grupo, y Olivia, mientras continuaban la fiesta todo el camino hacia sus habitaciones.

—¿Peyton? —Me puse de espalda a Jace, con miedo de lo que esto podría significar para él. Puso su mano en mi hombro y me dio la vuelta—. Oh Dios mío, ¿estás bien? —De pronto me tomó la mano, dándose cuenta que tenía una lesión grave—. ¿Qué te pasó, Peyton? ¿Fue Jax? ¿Te hizo algo?

Sólo lo miré con lágrimas en mis ojos. Nunca lloraba enfrente de nadie, pero hoy, en este momento, me sentía sin fuerzas. Agaché la cabeza con vergüenza, me sentía derrotada.

—¿Voy a matarlo! —Vi fuego en los ojos de Jace.

—Jace, ¿puedes simplemente llevarme a casa, por favor? —gemí, con ojos suplicantes.

—No te llevaré a tu casa, te llevaré al hospital. —Y con eso, Jace me cargó en sus brazos, como si no pesara nada, y me llevó hacia su auto. Apoyé mi cabeza en su pecho, aliviada de estar libre de su enfermo hermano.

Mi mano estaba rota. En mi intento de liberarme, le rompí la nariz a Jax y me

destrocé todos los huesos de la mano. Estaba resultando ser una semana catastrófica.

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El lado positivo fue que me pusieron una escayola color púrpura —o al menos eso me dije.

Jax fue retirado de la escuela por su padre, quien pensaba que era lo mejor mantenerlo fuera de escena, y probablemente así fuera. Las vacaciones de primavera habían llegado y se habían ido, y estaba a sólo una semana de mi teatral temida escena con Jace.

Habíamos estado pasando mucho tiempo juntos desde aquella noche; él era la única persona que conocía la verdad sobre lo que pasó. Era la única persona con la cual me sentía lo suficientemente cómoda como para hablar de ello, ya que fue la experiencia más traumática de mi vida.

Amigos y compañeros por igual estaban chismorreando sobre la naturaleza de mi lesión y cómo había sucedido. La mayoría pensaban que había caído de la bicicleta y roto mi mano con la caída; eso era todo. No estaba dispuesta a hablar con nadie acerca de la verdad. Se lo oculté incluso a mis amigas más cercanas, Madison y Brooklyn. Me sentía culpable escondiendo un secreto de tal envergadura, pero explicar la historia significaría admitirme que había ocurrido, y no estaba segura de estar lista para eso todavía.

Colton había tratado de llegar a mí mucho últimamente pero, con todo lo que pasé, no me sentía cómoda estando cerca físicamente con alguien, y sabía que cuando se trataba de Colton no podíamos mantener nuestras manos lejos el uno del otro, así que lo evitaba como a la peste. Esto no hizo que se alejara, en todo caso, él se hizo más persistente, lo que produjo que terminara alejándome.

Para empeorar las cosas, estaba teniendo problemas para dormir. Las pesadillas comenzaron la noche del baile y no habían cesado desde entonces. Pasaba la mayor parte de mis noches con sudores fríos o calientes, gritando, o con insomnio. De hecho, se había puesto tan mal que estaba teniendo problemas para permanecer despierta durante el día, especialmente en clases. Ya había sido enviada a detención tres veces esta semana debido a eso, pero no podía evitarlo. Incluso me enviaron a la oficina del director, para averiguar lo que estaba pasando.

Me sentía como en el día más largo de la historia, así que cuando llegué a casa no se me podía culpar por estar demasiado aliviada. Se suponía que Jace vendría a ensayar la escena, pero no podía mantener los ojos abiertos y, antes de darme cuenta iba a la deriva en un sueño profundo.

En mi sueño yo estaba corriendo, y corriendo, y corriendo… ¿De quién? No estaba muy segura, nunca vi su rostro, pero llegué hasta el borde de un acantilado y la persona me tenía acorralada. Traté de eludirlo en vano. Podía sentir el aliento de alguien en mi cuello. Era aterrador; la sensación de la piel de gallina se apoderó de mí, y cuando me di la vuelta, no había nadie allí. De repente, me di cuenta que ya no estaba soñando y que el aliento que sentía era real. Yo estaba literalmente temblando de miedo, cuando sentí las manos de alguien tocar mis hombros.

—¡Aaaaaaaah!

—Peyton, tranquilízate, soy yo, Jace. —Frotaba mis hombros, en un intento de confortarme.

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—¿Jace? —Lo miré de soslayo, con las pestañas cansadas.

—Sí, ¿estabas teniendo una pesadilla o algo? —preguntó Jace.

Asentí ligeramente.

—He estado teniendo problemas para dormir desde, ya sabes, esa noche y todo. —Me senté mirando hacia abajo, avergonzada por mi confesión.

—Peyton, ¿por qué no me lo dijiste? —Él se sentó en el borde de mi cama.

—Yo… simplemente no quería abrumarte o algo así. Él es tu hermano… y… —Me callé al Jace tomar mi mano en la suya, y sentí voltios de electricidad recorrer todo mi brazo.

—Si algo te pasara, no sé lo que haría —confesó, bajando su cabeza a mi mano y besándola suavemente.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza. Estaba bastante segura de que todo el mundo podía oír el latido que salía de mi pecho. ¿Jace realmente admitió lo que pensaba que acaba de admitir? Él debió haberse dado cuenta, porque podría haber jurado unos pocos segundos más tarde que lo vi inclinándose, cerrar los ojos y todo... para ser interrumpido por mi querida hermana al llamar a mi puerta.

—¿Peyton? —preguntó, asomando la cabeza—. ¿Podemos hablar?

—Claro —le respondí, suspirando suavemente y levantándome de la cama.

—¿Sabes qué? Se está haciendo tarde, y debería estar yendo a casa de todos modos. —Jace se puso de pie y levantó su mochila al hombro.

—¿Estás seguro? No hemos sido capaces de ensayar la escena completa. —Me estaba refiriendo a nuestro temido beso. Para ser honesta, necesitaba el ensayo y la práctica después de todo lo que había sucedido. No estaba del todo segura de estar lista para andar besando a alguien.

—Estoy seguro de que va a salir bien. —Jace me sonrió—. ¿Nos vemos mañana?

—¿Crees que puedes encontrar la salida? —bromeé mientras salía.

—Estoy seguro de que me las arreglaré —le oí responder desde el pasillo antes de escuchar sus pasos por las escaleras y fuera de nuestra puerta.

Kayleigh tomó su lugar en el borde de mi cama.

—Así que, no te he presionado, porque sabía lo difícil que debe ser para ti hablar, pero… realmente creo que es hora de que hablemos de lo que pasó en la noche del baile de primavera.

Ni siquiera podía mirarla a los ojos. ¡A mi propia hermana! Era patético.

—Kayleigh…. —empecé antes de que ella interviniera.

—Escucha, sé que no siempre he sido la mejor hermana, pero quiero que sepas que estoy siempre aquí para ti, Peyton. Puedes confiar en mí en todo. Y si alguna vez necesitas alguien con quien hablar, o simplemente que te escuche, estoy aquí. Prometo que no voy a juzgarte. Eres mi hermana pequeña, y Dios no lo quiera,

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si algo te ocurriera nunca sería capaz de perdonarme a mí misma. —Esa era la segunda vez que oía algo como eso hoy.

Cómo no tenía motivo alguno para justificar no ser abierta y honesta con ella, le conté todo. Acerca de haber sido drogada, la habitación del hotel, la nariz, la mano, etc… Al principio, ella se sentó allí, escuchando—lo más difícil que la he visto hacer antes. Y entonces, vi el cambio en su expresión, cuando mencioné lo asustada e impotente que me había sentido esa noche. Ella me abrazó durante mucho tiempo después que terminé mi historia; me sostuvo y me acarició el cabello como queriendo tranquilizarme. Y tan extraño como diferente se sentía, también me sentía segura.

—Perdí mi virginidad en la noche del baile. ¿Te acuerdas los tipos de chicos con el cuales solía salir cuando Bentley y yo no estábamos juntos...? —me confesó—. Pensé que iba a ser ésta increíble noche romántica, y en su lugar todo lo que recuerdo es no estar lista y ser presionada. Dios, incluso tenía mi periodo. Le rogué que lo hiciéramos la otra semana cuando no lo tuviera, pero él dijo que no. Recuerdo que estaba en el medio del acto y las lágrimas estallaron por el dolor y la incomodidad de la situación en general. Él solo fingió no darse cuenta y siguió su camino hasta que terminó. Fue la experiencia más degradante que he tenido. —Ella sacudió su cabeza ligeramente, con el ceño fruncido.

»Lo lamento mucho, Peyton, que Jax hiciera esto. —Me miró con empatía—. ¿Vas a tener problemas para confiar en los chicos un poco, y la intimidad? Olvídate de eso. Pero, estoy muy agradecida que no tuviera éxito en su misión de esa noche. Estoy muy contenta de que lograras escaparte, a pesar de que estuvo condenadamente cerca. Debido a que una noche cambió toda mi vida, espero que nunca tengas que experimentar algo como me pasó a mí.

—Siento mucho que te pasó. —Apreté su mano—. Me gustaría que me lo hubieras dicho antes, así que podría haber estado allí para ti.

—Estoy trabajando en ello. —Ella me sonrió, con los ojos llorosos.

—Las dos tenemos cosas para trabajar, y no digo que sea mucho tampoco, pero te amo, Kayleigh. Eres mi hermana, y quiero que te sientas cómoda diciéndome todo.

—No estoy segura de todo. —Ella se echó a reír—. Pero me voy a tomar las cosas día a día.

Y así nos pusimos de acuerdo, trataríamos de ser mejores hermanas. Íbamos a tomar las cosas día a día y ver a dónde nos conduciría. Estaba emocionada de ser capaz de confiar en mi hermana; ella era alguien que realmente había admirado toda mi vida—siempre deseando ser ella, siempre aspirando incluso a estar en su presencia. Las cosas estaban finalmente bien. El buen karma finalmente estaba viniendo a mí, y amaba cada minuto.

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7

¿Tengo permitido entrar al local?

Ojos En Mí (Sin terminar)

Ojos en mí

Dondequiera que vaya

No puedo escapar

No puedo derrocar

---

Me están observando

Todo el tiempo

Loca me estoy volviendo

Mi mente estoy perdiendo.

---

Las voces no cesan

Son demasiado fuertes para dejarme pensar

Me atacan cuando duermo

Y tratan de hacerme ver

Era el fin de semana antes de mi famosa escena con Jace y, después de la forma en que dejó las cosas la última vez que lo vi, estaba decidida a borrar de mi mente la escena —el beso, Jace, y todo. Así que, después de mucha deliberación, decidí devolver las múltiples llamadas telefónicas de Colton. No fue una sorpresa que él atendiera en el primer tono y accedió a reunirse conmigo sin dudarlo. Él estaba extremadamente ansioso por verme, hablarme, ya que lo había estado evitando durante casi un mes. Estaba nerviosa por estar a solas con él, por lo que le había pedido pasar el rato casualmente junto a mis compañeros de banda y yo, nuestros amigos comunes, y sus compañeros de banda. Era un ir; apenas algo discreto y con poca presión. Decidimos tener una fiesta en la mansión de Harper, debido a que su familia estaba fuera del país.

Mis padres no estaban tan interesados en que saliera esa noche de fin de semana después de sincerarme sobre Jax y el Baile de Primavera, pero fui capaz de

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conseguir que se pusieran de acuerdo con la idea de dejar a Kayleigh y Bentley como chaperones—en contra de su conocimiento.

Kayleigh, sorprendentemente no se molestó en lo más mínimo. Lo dejé a la corriente exageraciones que mis padres estaban haciendo por el Baile de Primavera. Bentley estaba dentro mientras él consiguiera bebidas gratis; que no iba a ser un problema, en absoluto. Yo estaba nerviosa por ver a Colton por primera vez en semanas. Él no tenía idea de lo que había ocurrido entre Jax y yo... y yo no estaba segura de que estaba dispuesta a decirle. Era difícil ignorar su sonrisa de oreja a oreja mientras lo saludé en la puerta.

—¡Vaya casa es esta! —Exclamó, con los ojos verdes bailando con entusiasmo.

Me reí a la ligera. —Seh, los padres de Harper están forrados. Su madre es terapeuta y su padrastro neurocirujano.

—Maldita sea —fue todo lo que pudo ofrecer en respuesta, todavía desconcertado.

—Bueno, ¿quieres entrar? —pregunté, corriéndome ligeramente para que pudiera entrar en el enorme vestíbulo.

—¿No me has visto desde hace un mes y ni siquiera consigo un abrazo? —me reprochó con picardía.

—Oh... umm, sí, claro —contesté, torpemente dándole el abrazo de lado más embarazoso del universo.

—Vaya, ¿qué diablos te pasó en la mano? —Una mirada de preocupación bañó su rostro mientras tocaba suavemente mi brazo donde estaba el yeso.

—Me rompí la mano —respondí como si no fuera nada.

—Sí, como que deduje eso... —Se calló, evidentemente, a la espera de una mejor explicación.

—Es una larga historia —contesté, abriendo la puerta aún más para permitirle la entrada.

—¿Quieres un trago? —le ofrecía mientras lo guiaba a la terraza trasera, donde la banda estaba asando y nadando.

—Sí —aceptó, siguiéndome a uno de los muchos barriles repartidos por el enorme patio trasero. Tenía la esperanza de que él se olvidara de mi mano rota, para no tener que decirle lo que realmente había sucedido. Le llené un vaso de plástico con el líquido color ámbar. Se lo tomó en cuestión de segundos y luego me miró.

—Está bien, es tu turno. —Él comenzó a llenar un segundo vaso de plástico antes de entregármelo.

—Gracias —contesté monótonamente, con ninguna intención de beberlo.

—Peyton, tenemos que hablar —me urgió en voz baja, dando un paso hacia mí.

—¿De qué quieres hablar? —pregunté, tomando un pequeño paso atrás, con la esperanza de que no se diera cuenta.

—Lo que dije la última vez… lo decía en serio.

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—Lo cual fue…—Me hice la tonta.

—Tú eres mi futuro —reafirmó las palabras que me había dicho antes. Tomó la mano que no tenía herida y mi ritmo cardíaco se disparó; la ansiedad alcanzando niveles críticos—. Rompí con Tara.

Respira, tuve que recordarme a mí misma. Sólo respira.

Alargó el brazo hacia a mí pero me lo sacudí de encima violentamente.

—¿Está todo bien? —lo oí preguntar detrás de mí.

Todavía estaba temblando ferozmente, pero sabía que era injusto para Colton. Nunca me había hecho daño en sentido físico. Agitarme de esta manera por su cercanía, era increíblemente injusto. Finalmente me volví hacia él, dándole mi atención.

—Tengo que decirte algo.

Me sinceré acerca todas las razones que lo había estado evitando. La expresión de sorpresa y lástima que me había mostrado cuando le dije que nunca antes había sido besada, se quedaba corta en comparación con la que ahora mostraba. Odiaba que la gente sintiera pena por mí. Era la misma mirada que me había acostumbrado a recibir a través de los años debido a mi sobrepeso.

Yo sólo quería que todo volviera a la normalidad, independientemente de lo que eso fuera.

—Lo siento… —comenzó, y groseramente lo corté.

—No —dije con determinación.

—¿Qué?

—Es sólo que estoy cansada que la gente me mire así.

—¿Así cómo?

—Con lástima —escupí incapaz de contenerme—. Como si fuera alguna clase de juguete roto que necesita ser arreglado.

—Estás diferente —indicó como si no fuera obvio.

—¿Y qué otra cosa podrías esperar? —pregunté incrédula.

Su teléfono comenzó a sonar —The Script saliendo de los pequeños altavoces—, llenando el silencio. Lo sacó del bolsillo de atrás, dándole un rápido vistazo a la pantalla.

Todo el color desapareció lentamente de su cara dejando bien en claro quien estaba del otro lado.

—Pensé que habías roto con ella —le reclamé, incapaz de ocultar mi decepción.

—Lo hice —respondió apresuradamente—. Es sólo que está teniendo algunos problemas para dejarlo. —Dejó su vaso de plástico—. De hecho, debería irme.

—Pero si apenas llegas. –Lo miré con súplica y sus penetrantes ojos me atravesaron.

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—Lo sé —comenzó pasándose los dedos por la nuca—. Sabes que tocamos ese concierto en el Pixie anoche y realmente no he conseguido dormir mucho. Además, tengo que levantarme temprano mañana... Nuestra gira por la costa oeste comienza el martes. Tenemos un montón de detalles de última hora que revisar.

—Lo sé. —Hice un puchero.

—Nos veremos cuando regrese a la ciudad, te lo prometo. —Dio un paso hacia mí dudando—. ¿Tengo permitido entrar al local? —bromeó a la ligera.

Asentí, preparándome mentalmente para su cercanía. Mi corazón todavía estaba latía desbocado, pero al menos ya no temblaba. Era un progreso supongo.

Después de que Colton y sus compañeros de banda se fueron, así como la mayor parte de los demás, los únicos que quedamos éramos mi hermana, Bentley, Noah, Harper y yo. Estábamos tirados alrededor de una fogata, disfrutando de la cálida brisa nocturna.

—Cántanos una canción —sugirió Kayleigh sorprendiéndome gratamente. Ella nunca había mostrado interés en mis talentos. A pesar de que me apoyaba de corazón, nunca había parecido importarle mucho mi lado artístico.

—Bueno, tenemos que escribir una canción nueva de todos modos. —Miré a Noah a través del parpadeo naranja de las llamas.

Noah cogió la guitarra acústica a su lado. Comenzó rasgando las cuerdas con suavidad, esperando mi señal.

—¿Tienes alguna cosa en mente?

Miré a mi hermana y ella asintió con la cabeza ligeramente hacia mí. Simplemente tenerla allí hacía todo mucho más fácil.

Abrí la boca desnudando mi alma y corazón a mis amigos, familiares y compañeros de banda. Estas eran personas en las que podía confiar, eran quienes no me juzgarían. Ellos me apoyarían, aún si estuviera equivocada.

El sentirme amada esa noche, es algo que nunca antes sentir. Era lo más normal que había sentido en semanas.

Sentía muchísimos nervios por mi escena con Jace y el tiempo no había

aceptado mi solicitud de no moverse. Estuviera lista o no, nuestros labios estaban obligados a encontrarse uno con otro en menos de treinta minutos.

Yo había llegado a la clase temprano ese día para ayudar a acomodarlo todo, cuando vi a Jace caminando hacia mí. Por la manera en que miraba, podía decir que podría atravesarme aún a millas de distancia.

—¿Estás lista para esto? —preguntó en un intento de entablar una conversación.

—Jace, no estoy segura de poder hacer esto —contesté con pena.

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Dio unos pasos hacia mí.

—No voy a dejar que te pase nada.

Asentí mordiéndome las uñas. Si no hacía esto, arriesgaba no sólo mi nota sino la de Jace también, lo cual era totalmente injusto. Lo inesperado era lo que más intimidante resultaba para mí, y la intimidad física definitivamente entraba en la categoría de no saber qué esperar.

Había llegado el momento y no podía evitarlo por más tiempo. Jace se encontraba ahora en el centro del escenario justo frente a mí en medio de su monólogo. Mis ojos escanearon tímidamente la multitud; las luces me cegaban y no podía distinguir bien a nadie familiar, pero los padres y demás estudiantes claramente llenaban el auditorio... A excepción de una extraña figura arrinconada en una esquina.

—Tengo miedo de ser vulnerable a ti —escuché a Jace recitar, lo cual era la introducción para nuestro beso.

Había algo familiar en la figura acurrucada en esa esquina.

Oí a Jace repetir la frase una vez más dándome la oportunidad de salvar nuestra actuación, pero me quedé clavada en mi lugar —paralizada—, cuando logré enfocar mejor mi visión al fondo del auditorio. La figura finalmente levantó la cabeza, y esos ojos me miraron fijamente —fríos y azules ojos. Ojos que podría reconocer en cualquier lugar; el mismo par de ojos que me habían estado persiguiendo en mis sueños el mes pasado.

No se podía negar: Jax estaba allí, en la parte posterior del teatro con los ojos fijos en mí. Sentí una mano cepillar mi mejilla y de repente retrocedí en el tiempo.

La voz de Rihanna inundó mis oídos, el frío penetró mi piel. Parpadeé. Realmente me estaba volviendo loca. Empecé a frotarlos rezando porque todo fuera un sueño.

No se suponía que despertaras tan rápido...

Déjà vu.

Grité, aterrorizada de mi mente. Él estaba cada vez más cerca y yo estaba temblando sumida en el terror. Sin otro pensamiento en mente, golpeé a mi agresor en la cara. Mi mayor miedo se había reencarnado una vez más. Tener que vivir a través de la noche una vez era una cosa... pero ¿dos veces? Increíble dolor se disparó a través de mi puño y el brazo, tirando de mí hacia atrás. El dolor fue el doble de fuerte que la vez anterior. Mi rostro se retorció en agonía y gemí por el palpitante dolor.

Lentamente la voz de Rihanna se desvaneció, y lo único que podía ver ahora eran las brillantes luces del escenario. Miré hacia el frente preguntándome dónde demonios estaba. Podía escuchar las murmuraciones y a la gente removiéndose en sus asientos.

Finalmente, fui capaz de asimilar lo que me rodeaba; padres, estudiantes y maestros por igual, de pie y mirándome con la conmoción en sus rostros

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preguntándome qué estaba mal. De pronto, llegó a mí la noción de dónde estaba… los que se suponía que debía estar haciendo.

Has arruinado todo, me regañó mi voz interior. Me volví hacia Jace con una disculpa en los labios y la humillación en toda mi cara.

Le había golpeado en la cara de la misma manera que había hecho a su hermano... sólo que esta vez llevaba un yeso alrededor de mi muñeca. Lo miré, rezando por no haber producido ningún daño permanente en su angelical rostro.

Él estaba sosteniendo su rostro adolorido, medio horrorizado, medio con lástima. Jodida lástima

Yo estaba completamente mortificada por todo el incidente que había

ocurrido. ¿Quieres saber la parte jodida de la historia? Mi directora intentó expulsarme... Mis padres no iban a permitirlo así que marcharon derechos ahí y le dijeron lo que había sucedido la noche del Baile de Primavera. Ella se resistía a creerlo debido al papel de Jax en el equipo de fútbol y entre sus compañeros. Esencialmente su popularidad lo hacía digno de confianza. Finalmente, decidió que un castigo menor era más adecuado, por lo que quedé suspendida. Tres días.

Después de la catástrofe, era comprensible que mis padres buscaran ayuda para mí... problema. Esa actuación fue toda una pesadilla por sí misma. Estábamos a mediados de Mayo y yo había estado viendo a la madre de Harper en secreto a un precio reducido durante las últimas semanas. Ella me había prescrito un medicamento para la ansiedad, que me obligaba a tomar una pastilla todas las noches antes de acostarme. No había notado grandes cambios, pero mi estado de ánimo parecía más estable.

Jeanette, la madre de Harper, también había sido capaz de ayudarme a aceptar el hecho de que había desarrollado un caso leve de trastorno de estrés postraumático. Dije leve porque sólo estaba experimentando algunos de los síntomas y no se presentaban todo el tiempo. La noche con Jax había hecho más daño de que lo que jamás hubiera imaginado.

Jeanette había estado ayudándome a explorar un tipo de psicoterapia llamada, "Desensibilización", donde me vi obligada a revivir los terribles acontecimientos del Baile de Primavera una y otra vez. Por extraño que parezca, estaba funcionando... Cuanto más hablaba de ellos, —cuanto más lo sacaba realmente de mi pecho—, más fácil se me hacía dejarlo en el pasado.

Todos los días se estaba volviendo más fácil dejar de verme a mí misma como una víctima. Yo era una sobreviviente. Ya no sentiría más lástima por mí misma. Tomaría todo esta desastrosa experiencia, y lo convertiría en algo que me hiciera más fuerte.

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8 Me convertí en LA chica.

De gira

Sal al escenario y entrégalo todo.

Levanta tu voz, comienza una pelea.

Bebe un poco, fuma un montón.

Embriágate lo suficiente —pero no pierdas la conciencia.

Conoce al mundo, no te pierdas los paisajes

Asimílalo todo —especialmente las puestas de sol

Elige a un par de fans —arriésgate un poco.

Este es tu momento, que valga la pena.

No te olvides del cinturón —la salud es primero

Si acaso tartamudeas —te corearemos el siguiente verso.

Encaja la llave en el agujero

Ven a la ventana o quédate en el frío.

Sal ya de la acera —regresa a la ruta

Para ver la próxima ciudad, supera la derrota.

Lista para rockear con guitarra en mano.

Mira como una linda chica toma el control.

Conoce al mundo, no te pierdas de los paisajes

Asimílalo todo —especialmente al ponerse el sol

Elige a un par de fans —arriésgate un poco.

Este es tu momento, haz que valga la pena.

El comienzo del verano era todo sobre lo que se hablaba en mi pequeña ciudad. Con sólo un par de días más de escuela, la anticipación estaba por los cielos; campamentos de veranos y excursiones a la playa siendo la conversación del momento.

Había ya alcanzado mi meta de 75 kilos, pero no estaba satisfecha ni en lo más mínimo. Mi cuerpo aún se sentía enorme debido a la pequeña cantidad de peso que

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aún me quedaba por perder, mezclado con mi piel sobrante. Recibía cumplidos aquí a allá, pero cuando estaba sola me volvía mi peor crítica.

Mi nuevo peso había llamado bastante la atención en mi pequeña escuela. Todos querían saber cómo lo hice —mis secretos. Me convertí en LA chica, algo que nunca podría haber predicho de no ser por mi pérdida de peso.

Completos extraños de pronto se interesaban en mí ahora. Me había vuelto una especie de celebridad local —lo cual, era algo intimidante. De pronto, todas las miradas estaban sobre mí. Por fin tenía el papel principal en mi propia vida… se sentía extraño pero emocionante.

Debido a mi creciente popularidad, no me sorprendí de que las entradas para mi más reciente show se agotaran en apenas 24 horas. Era el mejor cumplido que podríamos haber recibido. Y en su mayoría era debido a mí. Era todo demasiado avasallante como para asimilarlo.

En menos de un año había pasado de ser una don nadie a una heroína por simplemente ser yo, algo que toda mi vida me había aterrorizado… había tocado las vidas de las personas. Había cambiado su percepción sin manchar mi reputación. Todos estaban aquí para nosotros y, aún más, para apoyarme a mí.

—¿Estás nerviosa? —me preguntó Kayleigh mientras me arreglaba el cabello. Me encogí de hombros en respuesta.

—He pasado peores cosas.

La atrapé asintiendo en el espejo.

—Y eres una superviviente.

Para ser honesta, estaba más interesada en saber si Colton o Jace aparecerían. No sería tan extraño que Colton lo hiciera, él era un músico después de todo y esta era su escena. Jace, era una historia completamente diferente. Había estado manteniendo mi distancia de él por miedo a ver la mirada de lástima en su rostro de nuevo. Si tenía que ser sometida a ésta una vez más me iba a arrancar el cabello.

Él había retrocedido, entendiendo las indirectas. Verlo en la audiencia era algo que no iba a poder afrontar. Colton me había estado enviando mensajes recibiendo cortas respuestas de mi parte. Él era siempre tan impredecible, que me había preparado para la posibilidad de su sorpresiva aparición.

Le sonreí a su reflejo.

—¿Crees que les vaya a gustar la nueva canción? —Me estaba refiriendo a la que tenía recién salida del horno.

—Bueno, duh. Tu voz suena impresionante en esta. No van a saber qué los golpeó. —La vi guiñándome.

—Espero que tengas razón —respondí parándome abruptamente—. Tengo que calentar.

—Siempre tengo razón —bromeó Kayleigh dándome un fuerte abrazo—. Rómpete una pierna.

Le disparé una mirada sobre mi hombro mientras me iba.

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—¡Ups! Me había olvidado de tu extraña superstición. ¡Buena suerte! —gritó tras de mí.

—¡HOLA CINCINNATI! —comencé, esperando que las aclamaciones se detuvieran antes de continuar.

Habíamos conseguido presentar nuestro show en el prestigioso Teatro Blacklight; tocaríamos en el mismo escenario donde un puñado de nuestras bandas favoritas había tocado, algo que era casi imposible de lograr siendo tan nuevos en el mundo de la música.

—¡Bienvenidos a nuestro primer show como banda principal! Vendimos todas las entradas, y todo gracias a ustedes chicos —señalé a la multitud—, así que gracias por todo lo que han hecho. Tenemos algunas increíbles bandas de acompañamiento esta noche. ¡Algunos son realmente increíbles, y la mayoría son músicos luchando por mostrar sus talentos, así que ayúdenlos a ganarse su paga!

Comenzamos con par de ritmos para calentar a la audiencia.

—De acuerdo, chicos, vamos a comenzar este show con algo un poco diferente —anunció Noah en el micrófono—. Tenemos una nueva para ustedes. —Volvió su atención hacia mí—. ¿Peyton?

—Esta se llama “Cosas que nunca dije”.

Tal vez no era la cosa más inteligente incorporar mis sentimientos por ambos chicos en una sola canción pero, para ser justa, no había anticipado que ambos se presentaran en mi primer show como banda líder; Colton y Jace, en el mismo cuarto conmigo.

Ver a los dos chicos con los que había estado obsesionada durante meses casi lado a lado, resultó ser terriblemente chocante. Esto podía ponerse feo. Pero no iba a dejar que arruinara mi momento. Iba a mostrar lo mejor de mis habilidades como siempre hacía cuando estaba en el escenario. ¡Distracciones fuera!

Comencé el primer verso en la parte más aguda del rasgueo del violín de Madison; los ojos de ambos chicos calvados en mí mientras cantaba las palabras que ellos probablemente pensaban que fueron escritas exclusivamente para ellos.

Pensé en ti sin cesar cada día desde nuestro encuentro

Tu rostro me atormenta todas partes.

Lo niego y le resto importancia

Pero no soy tonta

Me enamoré en serio, no puedo mentir.

Todo este tiempo se acelera

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Dime que sientes lo mismo

Y me rendiré a tu juego.

Miré a Colton, quién estaba claramente colgado en cada una de mis palabras asintiendo ligeramente en profundo pensamiento. Cambié mi atención a Jace, su expresión más difícil de leer. Ni siquiera estaba mirándome mientras cantaba. Tenía una expresión de incomodidad grabada en su rostro y miraba hacia otro lado. Deseaba saber lo que estaba pensando.

La noche había sido un completo éxito gracias a todo el apoyo que había recibido, y en agradecimiento me quedé alrededor, y hablé un poco con todos los que habían venido hasta aquí desde mi pueblo natal, Day Heights. Me tomó más de lo que hubiera querido, pero sentí que era lo menos que podía hacer.

—¿Qué te dije? —se pavoneó Kayleigh riendo alegremente cuando vino a abrazarme luego del show, mis padres y su novio Bentley escoltándola.

—Amor, eso fue algo digno de ser visto —concordó mi madre, lanzando sus brazos alrededor mío al mismo tiempo que mi padre.

—Impresionante, calabaza —agregó mi padre, besándome la cabeza.

—¿Necesitas que te lleven? —preguntó Kayleigh.

—No, estoy bien. Me llevará Brooklyn —respondí.

Esa era mi respuesta automática. No tenía idea de si Broolyn estaba siquiera aun aquí, ya que no la había visto desde que el show terminó. Pero los dos apuestos y completamente opuestos chicos que estaban en las inmediaciones eran difíciles de ignorar.

Pude notar que durante todo el tiempo que estuve mezclándome entre las personas quisieron ser educados y dejarme hacer lo mío, pero era obvio querían hacerme consciente de su presencia.

Desafortunadamente, no iba a ser capaz de enfrentarlos por separados ya que se encontraban los dos en la barra uno junto a otro. Me pregunté si ya se habían percatado de que estaban esperando por la misma chica. Caminé hacia ellos, sin estar segura de con cual hacer contacto visual primero, así que miré al piso.

—Hola —me saludaron simultáneamente antes de darse cuenta de que habían estado esperando a la misma persona todo este tiempo. Vi a Colton mirar a Jace cautelosamente, sus pensamientos volando salvajemente en su cabeza, y a Jace dándole la misma mirada a Colton también.

—Hola… —Mi voz cayó, sin estar segura de cómo afrontar esto. Miré a Jace, sus ojos azules incomparables con los de su gemelo—. Jace, este es Colton —señalé—. Colton, este es Jace.

—Gusto en conocerte —oí a Jace decir; incómodamente se estrecharon las manos antes de volver su atención a mí—. Bueno, sólo me pasaba para felicitarte por una increíble presentación. Me tengo que ir, tengo trabajo en la mañana. —Jace había conseguido un trabajo de verano a medio tiempo en construcción con su tío.

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Mi rostro cayó antes de poder detenerlo, Colton obviamente notando mi decepción en los ojos.

—De acuerdo —respondí desanimada.

—Nos vemos luego. —Jace me hizo un gesto de despedida y se fue, todo el drama que había imaginado desvanecido.

Me volví hacia Colton, incapaz de anticipar cuál sería su reacción ante Jace.

—¿Quién era ese? —preguntó simplemente.

—Un amigo de la escuela. —Al menos no era una mentira.

—Quieres que salgamos de aquí —cambió de tema.

—Sí, de hecho sí —respondí, finalmente sintiéndome lo suficientemente bien como para estar físicamente cerca de alguien.

Nos subimos al coche y condujo a rumbo desconocido, en un silencio que se sintió eterno.

—¿Adónde vamos? —finalmente pregunté luego de pasar un sinfín de salidas en la carretera.

—Estamos escapando. —Sus ojos se dispararon para clavarse en los míos, y luego volvieron a la carretera, con una pícara sonrisa cubriendo su rostro. Agradecía la distracción

Nos detuvimos en un parque desconocido a las afueras de Cincinnati. Seguí ciegamente a Colton, ansiosa para lo averiguar qué había planeado. Luego de que estacionamos, sacó una manta del baúl y seguimos el resto del camino a pie. Ya estaba oscuro y apenas iluminado cuando eligió un área para estirar la manta.

—¿Tú planeaste esto? —me encontré preguntando.

—Esperé por ello —respondió devolviéndome una sonrisa. Se sentó en la manta y señaló el espacio junto a él. Seguí su directiva uniéndome a él en la manta a cuadrillé. Estaba siendo más meticuloso con sus acciones, conociendo mi desorden y cuán inestables mis reacciones podían ser. Se movió un poco más cerca, mirándome con atención para no alarmarme.

—Estuviste tan sexy allá arriba —exclamó ligeramente.

Nunca me habían llamado sexy en toda mi vida, y la idea me hizo reír.

—¿En serio?

Deslizó sus dedos a través de mis rizos.

—No tienes ni idea de lo mucho que te extrañé. —Era la primera vez que lo veía desde que el tour por la costa oeste terminara. Él se había mantenido en contacto a través de mensajes de texto, pero fueron más que nada para reportarse.

—Te extrañé también —repetí, pasando mis dedos por sus cortos mechones.

Afortunadamente mi corazón no estaba corriendo de temor esta vez, estaba acelerado con anticipación.

Presionó su frente contra la mía, cerrando los ojos.

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—Desearía que todo fuera así de sencillo.

Me pregunté a qué se refería con eso. No tuve mucho tiempo para ponderar esa idea, sin embargo, porque entonces se inclinó hacia adelante. Cerré los ojos, nuestros labios rozándose suavemente. Llevé mi mano a su nuca, tirando de él más profundamente.

Él se echó hacia atrás, jadeando.

—Demonios, tú definitivamente me extrañaste.

Me reí por eso, antes de jalar su cuerpo más cerca para otro dulce beso.

—Así que, ¿qué estamos haciendo realmente aquí?

—Escuché esta increíble noticia de que se supone que Marte va a pasar cerca de la luna y se va a ver igual de grande. —Levantó sus ojos al cielo, claramente intentando verlo.

Sacudí la cabeza riéndome.

—¿Qué? —preguntó juguetonamente.

—Eres tan crédulo —respondí divertida—. Déjame adivinar, lo viste en las noticias de Facebook?

—¿No es real? —preguntó, aun mirando el cielo.

—Puedes mirar todo lo que quieras… pero no vas a ver dos lunas esta noche —declaré, haciendo trozos sus sueños.

Estaba a punto de responderme cuando mi teléfono sonó, alertándome de un mensaje de texto.

—Probablemente una alerta de Facebook —bromeé, agarrando mi iPhone blanco con una risotada.

Encendí mi teléfono sorprendida al encontrarme tres mensajes de Jace. Me extrañó no haberlos sentido. Abrí el primero.

Siento no haberme quedado por más tiempo, decía el primero.

Sonreí para mí misma antes de mirar a Colton quien estaba igual de inmerso en su teléfono. Regresé mis ojos a los mensajes abriendo el segundo.

Te veías ocupada. Había sido enviado media hora más tarde del primero, y tras no haber recibido respuesta del primero. Mi corazón se sentía como si estuviera haciendo un redoble de tambores.

Le disparé una mirada de disculpa Colton, sólo para descubrir que esta vez estaba sentado ahí en silencio esperando.

—Lo siento.

—¿Está todo bien? —preguntó más irritado que preocupado.

—Sí… sí —divagué cerrando mi teléfono, sin siquiera molestándome en ver el tercero.

—¿Estás segura? —preguntó aun mirándome con suspicacia. Esta no era una conversación que quisiera tener en lo más mínimo con él.

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No tenía intenciones de iniciar una confrontación… así que hice lo único que se me ocurrió: lo callé con un beso.

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9 ¿Acaso te calienta ser el héroe

todo el tiempo?

Vulnerable (sin terminar)

Se está haciendo más difícil respirar

No dejo de perder el aire

Dime lo que tengo que hacer

Para sacarme de aquí

Estoy sin aliento

Todo a mí alrededor se oscurece

Todo esto es tú culpa

Porque regalé mi corazón.

Cuando por fin llegué a casa, saqué mi teléfono del bolso muriendo por leer el resto del texto. Cuando encendí la pantalla, el corazón se me fue hasta garganta al ver un nuevo texto de Jace añadido a mi creciente pila.

¿Quién era ese tipo de todos modos?

Cerré los ojos tomando una profunda respiración. No podía negar los intensos sentimientos que tenía por Jace, o la innegable química que sentía cuando estábamos juntos... Pero Jace se las había arreglado para descolocarme con cada gesto. Era el maestro de las señales confusas. Un minuto estaba segura que iba a besarme y al otro era como si no le importara nada de mí. Me encantaba el misterio que acompañaba su comportamiento, pero al mismo tiempo era lo que más odiaba de él. Deseaba que de una vez terminara de cruzar la línea y eligiera un lado: amigo o novio.

Abrí el último mensaje que me había enviado no hacía no una hora.

¿Sabes qué? Olvida que pregunté. No importa quién era... Con tal de que seas feliz. Parecía un tipo decente por lo que escuché. Deberíamos salir todos juntos alguna vez. Me encantaría dar mi aprobación.

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Jace y sus señales mixtas me tenían al borde del colapso. ¿Cuánto más podría soportar? ¿Por qué no me quería? Mis mejillas comenzaron a sonrojarse por la decepción y la vergüenza. ¿Por qué no podía ser suficientemente buena para hacerle feliz?

Me limpié las lágrimas, frustrada con la situación. Ahí estaba yo, 23 libras menos y todavía dudaba de mi propia valía. No importaba que hubiera ganado todos estos amigos materialistas o que mi popularidad se disparara, ya que la única persona por la que quería ser mejor y la única persona que me había tratado normal desde el primer día, no sentía lo mismo por mí... Y eso me lastimaba. Ya no quería pasar más tiempo con él.

Estar cerca de él y no poder contar con él, sabiendo que él no me quería, sólo servía para deprimirme más. Limpié las últimas lágrimas que habían caído por mis mejillas, recogiendo mi teléfono. Releí tres veces el mensaje antes de darle “ENVIAR”.

No hay problema. Él es el guitarrista de DarienMae. Veré si está interesado.

Quería ser cortés, pero no pasar más tiempo con Jace. Me puse mi pijama y me lavé la cara. Había sido un largo día y estaba agotada. Estaba a punto de meterme en la cama y terminar la noche, cuando vi la alerta de mensaje de texto en mi teléfono y me acerqué a ella.

Probablemente era Brooklyn comprobando que hubiera llegado bien a casa. No me podía imaginar a nadie más ya que eran más de las 2 de la mañana. Desbloqueé la pantalla, y me sorprendí al ver que era otro mensaje de Jace

¿Acabas de llegar?

Traté de leer la emoción del texto, pero Jace había sido uno de las personas más difíciles de entender desde el día que lo conocí; irritable y guapo, todo al mismo tiempo... ¿Qué importaba si llegué a casa después de la función u horas más tarde? Jace y yo no estábamos juntos... algo que me causaba un pinchazo cada vez que lo recordaba.

Había estado enamorada de una versión de Jace casi toda mi vida... Y luego tuve que descubrir que la persona que había idolatrado y fantaseado era más bien una pesadilla... Pero entonces algo hermoso había surgido consolarme: había una mejor versión de Jax por ahí. Una persona mejor.

Todo sobre Jace me atraía... Tenía el pelo castaño claro, y había estado deseando y soñando con pasar mis dedos a través de él. También tenía esa marca de nacimiento que lo hacía único y, ¿tengo que hablar de su cuerpo? ¿Debería incluso ir allí? No había comparación. Me hacía sonrojar incluso de pensar en él quitándose la camisa... No sé si podría incluso manejar una cosa así.

Y eso era sólo por el lado físico. Su complejo de héroe era suficiente para enamorar a cualquier chica. Cuando me levantó del suelo y me llevó a su coche lo supe... Jace se había robado mi corazón.

Pero cuanto más jugaba con mis emociones, más perdía la fe en que alguna vez fuera suficiente para él. Así que hice a un lado esa atracción, de modo que al

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menos pudiéramos intentar entablar una amistad. No significaba que las mariposas en mi estómago no me iban a hacer cosquillas cada vez que lo mirara. No significaba que mi ritmo cardíaco no se detuviera un poco cada vez que me tocara. Simplemente significaba que trataría de ocultarlo mejor. Que pondría mi mejor cara de póker cuando estuviera con él.

No sabía si quería ver su último texto. Pero la curiosidad mató al gato, como dicen, y, antes de darme cuenta, ya estaba escribiendo mi respuesta.

Puse mi teléfono en mi mesita de noche y me metí en la cama, acurrucándome debajo de la manta caliente. Debería haber estado cansada, mi día había sido embalado atasco, pero mi mente no paraba de correr.

Maldito seas Jace, dije para mí misma antes de cerrar los ojos dejando fuera al resto del mundo.

Mis padres habían hecho todo lo posible este año para irnos de vacaciones de

verano. Junto con los padres de Harper, alquilaron un total de cuatro casas de playa para una semana llena de diversión. Los padres estaban todos juntos en un alojamiento, mientras que nosotros daríamos rienda suelta en los tres restantes.

Seríamos sólo nuestro grupo habitual: la mayoría de mis compañeros de banda y mis amigos, junto con Kayleigh y Bentley. Yo estaba emocionado de poder alejarme del drama que era mi vida amorosa. Ser capaz de despejar la mente y volver a centrarme en mí como objetivo principal.

—¡Mierda, este lugar es increíble! —exclamó Bentley con los ojos cada vez más amplios, mientras entrábamos a la casa alquilada en la que pasaríamos toda la semana.

Era una casa de playa de dos plantas, con dos dormitorios y una zona loft con tres camas. El salón también tenía un sofá cama y contábamos con una terraza desde la cual podíamos contemplar el mar. La playa estaba a sólo un corto paseo de allí.

—No está mal —contesté, devolviéndole la sonrisa—. ¡Escojo mi propia habitación!

Corrí por las escaleras hasta el segundo piso, y tiré mi maleta en la parte superior de la misma, reclamando uno de los cuartos de arriba. Kayleigh y Bentley ya se habían graduado y eran mayores de edad, así que mis padres les permitieron compartir la otra habitación. Eso dejaba las camas individuales restantes para Brooklyn, Madison, e Isaías. El sofá cama, quedaba reservado para la mejor amiga de Kayleigh, Mónica.

—¿Cuál es el plan para esta noche? —preguntó Madison cuando bajé de nuevo a la planta principal.

—¿Fogata de medianoche? —dijo Isaías. Brooklyn le echó los brazos al cuello.

—Me gusta esa idea.

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Sonreí hacia ellos. —Me parece muy bien.

—¡Cariño, estamos en casa! —escuché que anunciaba una voz mientras la puerta principal se cerraba, y múltiples pasos llenaban el vestíbulo—. ¿No es un lugar impresionante? —preguntó Noah mientras subía el último escalón hasta la sala principal, con el resto de nuestro pequeño ejército siguiéndolo.

—¡Estoy hambrienta! ¿Alguien más quiere ir a comer? —se quejó Harper, estudiándonos con súplica en sus ojos verdes a cada uno de nosotros.

El consenso era almorzar y después pasar el día en el paseo marítimo, conociendo las pintorescas tiendas, y los maravillosos paisajes.

—Déjame tonar mi bolso rápidamente y vamos —dije antes de saltar por las escaleras y entrar a mi dormitorio.

Agarré mi teléfono y revisé si tenía llamadas perdidas o mensajes de texto. Una llamada perdida. Pasé el dedo por la pantalla para desbloquearla y descubrí que era de Colton. Probablemente había querido reunirse. Al revisar los mensajes, encontré que tenía dos: uno de Colton, y otro de Jace.

Abrí el de Colton primero, con curiosidad por saber lo que decía.

Oye, ¿estás en casa? ¿Puedo pasar? Tenemos que hablar.

La última frase me hizo poner ansiosa. El “Tenemos que hablar", era una frase muy famosa de ruptura. ¿Habría vuelto con Tara? Mi mente estaba corriendo junto a mi corazón.

Estoy de vacaciones. Volveré en una semana, escribí en respuesta con cada palabra sólo poniéndome más nerviosa.

Cerré su mensaje de texto y abrí el de Jace.

¿Qué vas a hacer hoy?

No había visto a Jace desde la noche de nuestro espectáculo. Eso había sido hacían casi dos semanas, y nos habíamos escrito un par de veces pero sin ninguna intención de pasar el rato. De hecho, me había pasado casi toda la semana pasada envuelta en Colton, pasando juntos incontables horas.

Mientras más veía a Colton, más me enamoraba de él. Era difícil no dejarse embriagar por él —el misterio detrás de sus ojos ardientes y esa sonrisa vulnerable que me derretía.

—¡Peyton! Si no traes tú trasero aquí en menos de dos segundos nos vamos sin ti. —me gritó Harper desde las escaleras sacándome de mis pensamientos.

—¡Ya voy! —grité, lanzando mi teléfono rápidamente en mi bolso sin pensarlo dos veces, y corriendo fuera de la habitación.

Mi teléfono no paró de sonar durante todo el tiempo que estuvimos fuera para

el almuerzo, o incluso cuando recorrimos el paseo marítimo. Por suerte, como

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nuestro grupo era grande, nadie se dio cuenta y pude responder los mensaje sin llamar la atención.

Colton había estado tratando de convencerme de que lo dejara venir a la playa para que pudiéramos hablar. Por el otro lado, yo no quería tener esta conversación. Él fue la primera persona que me llamó hermosa. Fue quien me dio mi primer beso. Sabía que había una posibilidad de que este "hablar" significara el fin de nuestra relación y no quería hacerle frente a esa realidad hasta que fuera totalmente inevitable.

Jace, también había expresado su interés en que nos viéramos, pero estaba a cuarenta y cinco minutos de la ciudad y no estaba segura de que estuviera dispuesto a hacer todo ese camino. Le hice saber acerca de nuestra fogata de medianoche y él me dijo que estaba más que dispuesto a venir si quería.

Había preguntado también si tendría problema en que trajera amigos, a lo que respondí: Cuantos más, mejor.

—¿Sabes que realmente le gustas? —dijo Brooklyn mientras nos cambiábamos a algo más abrigado para asistir a la fogata.

—¿Qué te hace pensar eso? —Incliné la cabeza hacia un lado mirándola a través del espejo.

—Va a conducir casi una hora para pasar un rato contigo. ¿Eso no te da una pista? —respondió Brooklyn, mientras se deslizaba la sudadera sobre la cabeza.

—Sólo somos amigos. Ha dejado eso ya muy claro desgraciadamente —suspiré.

—No he querido decir nada porque es tu vida... Y quiero que seas feliz, pero Colton no va a ser capaz de renunciar a Tara tan fácilmente. Estuvieron juntos durante más de tres años Peyton.

Brooklyn era una persona prudente pero sabía cuándo era hora de bajarte de las nubes.

—Jace ha estado ahí para ti una y otra vez. Creo que necesitas olvidarte de Colton y poner tus fichas en Jace.

Por mucho que no quisiera admitirlo, Brooklyn tenía un punto. Colton había estado con Tara durante más de un par de años y tenían mucha más historia que nosotros. Pero, por el otro lado, Jace había estado jugando conmigo como si fuera una pelota desde el primer día.

No era intencional, pero había estado caminando por esa misma línea durante mucho tiempo. Me pasé mi sudadera con capucha por la cabeza y miré hacia atrás, a Brooklyn que recogía sus largos rizos en una cola de caballo.

—Sólo quiero alguien que me ame. —Era una triste realidad, pero era lo más honesta que había sido en mucho tiempo. Brooklyn se acercó a mí de inmediato y me enterró en un abrazo de oso.

—Ya tienes quien te quiera. Aquí todo el mundo te ama.

Madison llegó rebotando por las escaleras y saltó sobre nosotras, uniéndosenos en el abrazo.

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—¿Qué está pasando? —preguntó ella.

—Oh, nada. Charla de chicas simplemente —respondió Brooklyn cuando nos separamos.

—Por mucho que quiera a Colton, y sabes que lo hago, soy del Team Jace —respondió ella, empujando sus gafas aún más en la cara y pasando la mano por sus rizos rojos.

Me eché a reír y miré de una a la otra.

—Veo que ya han tenido esta conversación antes. —Se rieron en complicidad.

—Hemos apostado con quién terminarás. ¿Quieres entrar? —bromeó Brooklyn.

La alerta de un mensaje entrante sonó.

Estamos aquí. ¿Debemos simplemente pasar?

Era Jace.

Sí, pasa, respondí, curiosa por saber a quién habría traído. Oí los pasos y bajé a la planta principal para saludarlos.

Jace se acercó, seguido por alguien de aspecto familiar: pelo negro, ojos color esmeralda, una mujer. Una en que no había pensado mucho desde la noche del Baile de Primavera. Olivia. Miré de nuevo a Brooklyn y Madison, quienes se habían quedado mudas. Con que Team Jace, ¿eh?

Olivia fue seguida por un muchacho de más o menos nuestra edad que no conocía.

—Hola —me saludó Jace—. ¿Te acuerdas de Olivia? —se refirió a ella.

—Sí. ¿Cómo te va? —contesté, tratando de encontrar mi voz.

—Este lugar es increíble —se maravilló ella, mirando a su alrededor. Asentí con la cabeza en acuerdo, y luego volví mi atención de nuevo sobre Jace.

—Éste es Brandon, trabajamos juntos.

Estreché la mano de Brandon. Él era gigante, medía casi 1’82 metros. Tenía los ojos verdes y el pelo rubio largo.

—Encantada de conocerte —dije después de soltar su mano—. ¿Se nos unen a la fogata?

Era todo lo que podía decir. La decepción, que estaba segura tenía pegada en mi rostro, no era algo que quisiera que Jace o sus amigos notaran. Les di la espalda y empecé a dirigir al grupo hacia la playa.

Nuestro grupo ya se había encargado de encender la fogata, y habían dispuesto mantas y colchas alrededor de esta. Malvaviscos y salchichas ya estaban siendo ubicados en los extremos de palos para ser asados. Me encontré apretada entre Madison y Olivia. Olivia era preciosa, probablemente una de las chicas más naturalmente bellas que hubiera visto.

No me ayudaba que ella fuera completamente genuina. Se me hacía difícil poder odiarla y era imposible soñar con comparármele. Me sentía una tonta por

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pensar que yo podría haber sido lo suficientemente buena para Jace. Su atracción estaba centrada, obviamente, a muchachas en la misma liga y calibre que él. Yo no era nada de eso.

La mitad del grupo decidió que tenía ganas de meterse al agua, así que se quitaron la ropa y se quedaron sólo en los trajes de baño que traían debajo. En cuanto a mí, que ni soñaran que iban a verme así de desnuda y, de todas maneras, no había venido preparada para tal actividad en el agua. Olivia se volvió hacia Jace.

—¿Vamos?

Jace giró la cabeza hacia mí.

—Peyton, ¿vienes?

—No, adelante. ¡Diviértanse! —respondí, esperando que él no insistiera más.

Con su cabeza les indicó a sus dos amigos que lo siguieran hacia donde estaban los otros. Me enfurruñé en mi silla de playa siguiéndolo con la mirada, maquinando en mi cabeza sobre mis problemas de confianza.

Sentí que mis mejillas ardían. ¿Cómo podía ser que nunca podría estar contenta conmigo misma o considerarme lo suficientemente buena para alguien? Podía oír la risa estridente de Olivia desde abajo en la playa, cuando sentí mi teléfono vibrar notificándome un mensaje.

Tara está embarazada.

No estoy segura de cuántas veces volví a leer el texto una y otra vez esperando un resultado diferente. El corazón me latía con tanta fuerza en el pecho que me estaban entrando náuseas. No podía ser.

De repente, no podía estar allí. No cuando estaba a punto de empezar a llorar. Salté de la silla bruscamente sin saber a dónde me dirigía, pero segura de que debía ser muy lejos.

—Peyton. ¿A dónde vas? —me llamó Madison, quien previamente había estado envuelta leyendo un libro, pero no me atreví a volverme.

Odiaba el drama y ser el origen del mismo estaba muy lejos de lo que yo quería. Caminé durante lo que pareció una milla pero, en la arena, siempre se siente como que está trabajando más duro de lo que realmente es. Probablemente hubiera hecho la mitad de una milla de la playa cuando encontré una cueva desierta. Me senté allí, observando la luna entre las rocas.

Estaba temblando, sollozando incontrolablemente.

Otro texto de mi teléfono.

Oye, ¿estás bien? ¿A dónde saliste corriendo? Era de Jace.

Sólo la idea de Jace sentado alrededor de la fogata empapado, probablemente compartiendo una toalla con Olivia, me produjo a otra ola de sollozos. Más mensajes comenzaron a llegarme. Brooklyn, Madison, Harper, todos preguntándome si estaba bien. Me hacía sentir un poco mejor el saber que tantas personas se preocupaban por mí, pero nunca me había sentido tan sola en mi vida.

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Me había enamorado de dos hombres; uno que había embarazado a su ex novia y el otro había aparecido esta noche con otra chica. Realmente tenía buen ojo para el amor. Con rabia, me sequé las lágrimas con la manga de mi sudadera y revisé un nuevo mensaje entrante. Era Colton.

Por favor, habla conmigo. Estoy enamorado de ti Peyton. Lo siento. No sé qué más decir.

Todo estaba tan jodido. Ni siquiera quería pensar cómo de avanzado estaba o si la había estado viendo los mismos días que habíamos estado juntos. Se arruinaron mis vacaciones. Nunca sería capaz de relajarme o sacarme de la cabeza la idea de Tara embarazada, y Jace y Olivia corriendo por mi mente en repetición.

—Oye. —Una voz interrumpió mis pensamientos. Era una voz que podía reconocer en cualquier lugar, Jace—. ¿Estás bien? —le oí preguntar a mi espalda.

Me había congelado, odiaba mostrarme vulnerable frente a nadie. Sentí su mano tocar suavemente a mi hombro y salté, quedando mal puesta y resbalando hacia un montón de piedras un poco más abajo de nosotros.

—Oh, Dios mío Peyton. ¿Qué es lo que pasa? —preguntó Jace cayendo a mi lado, con la preocupación tiñendo su voz.

—Estoy bien Jace —mentí a través de sollozos—. Deberías volver con Olivia.

—¿Qué? —preguntó confundido, aunque sé que me entendió bien claro.

—Sólo contéstame una cosa.

Oh, oh, era como si no tuviera control sobre mis palabras. Lentamente y con propósito le espeté:

—¿Acaso te calienta ser el héroe todo el tiempo? Siempre ser “Jace, el que no mata ni a una mosca”.

—¿De qué mierda estás hablando?

Bruscamente me levantó del suelo con algo en su voz que no conocía. Tenía el pelo húmedo por el agua y su camisa se aferraba a su pecho mojado. Se veía tan puro en ese momento…

Casi sentí lástima por mi naturaleza tan brusca... Casi.

—¿Por qué siempre, convenientemente, estás cerca para salvarme, pero no quieres tener nada que ver conmigo la mayor parte del tiempo?

Poco a poco mi tristeza iba siendo reemplazada por ira, facilitándome el no mostrarme amable con Jace.

—Mira, Peyton, no sé a lo quieres llegar pero sabes muy bien que eso no es cierto. —Sus ojos se movieron de mi rostro hacia la fogata por un instante y luego volvió a mí.

—Regresa con Olivia... Eres todo un experto en eso ¿no? —comenté con sarcasmo.

—¿Qué demonios te pasa esta noche Peyton? —reclamó indignado.

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A pesar de que nuestra agitación crecía con cada frase que nos lanzábamos, podía notar que cada vez estábamos más cerca. Nuestros rostros, estaban a apenas centímetros ahora el uno del otro, y estaba tan enfadada con Colton, Jace e incluso yo misma que estaba lista para descargar mi enojo contra él. Al parecer, las mariposas que generalmente revoloteaban de alegría cada vez que estaba cerca de Jace, hacían sido reemplazadas por frustración ciega.

—Sólo estaba tratando de ser un buen amigo —declaró finalmente, negando una vez más antes de volverse y regresar a la fogata con Olivia.

—Ahí está ésa palabra de nuevo. Amigo. Te encanta usarla para referirte a mí, ¿no es verdad? —exclamé harta, haciendo que se detuviera abruptamente—. ¿Cuántas otras amigas tienes a las que les envías tantos mensajes como a mí? ¿O con la que pasas tanto el rato como conmigo, o, incluso, me atrevería decir jugar al héroe con ellas?

Jace se dio la vuelta lentamente, su rostro carente expresión. Me preparé mentalmente para su respuesta.

—¿Qué quieres de mí, Peyton? Lo estoy intentando. He estado intentándolo. Pero todo lo que haces es alejarme. Eres la persona más cerrada que conozco. Sé sincera conmigo, por una vez. Dime lo que quieres de mí, y lo haré.

Di un paso hacia él. Era la primera vez que me sentía lo suficientemente capaz de hablarle con el corazón.

—¿Acaso estás ciego? Quiero que... Siempre te he querido a ti.

Hizo una mueca ante mis palabras, y supe con una certeza de cien % que no sentía lo mismo. Eso me dio las fuerzas para finalmente pronunciar lo que tanto había temido tener que decir.

—Vete —dije abatida, intentando contener las lágrimas.

—Peyton... —Me agarró por el brazo y lo aparté con violencia.

—Vete a casa, Jace. —Le di la espalda y caminé hacia el interior de la cueva esperando escaparme de él.

—No —replicó con apenas un susurro.

—¿No? —No podía creer que me siguiera haciendo esto—. ¡ALÉJATE DE MI VIDA PARA SIEMPRE!

Estábamos más cerca que nunca, tanto física como espiritualmente. Podía sentir como con cada palabra la tensión nos tiraba el uno hacia el otro.

—No —repitió.

En un borrón, no estoy segura de quien dio el primer paso, nuestras bocas se unieron en ávido beso.

Con cada roce de sus labios, la atracción sólo se volvía más potente. Jace me lanzó contra la dura pared de la cueva sin soltarme. Me faltaba el aliento, pero no quería respirar. Sólo quería más de él.

Gemí cuando corrió mi largo cabello de mi cuello para besarme ahí. Parecía como si no pudiéramos detenernos; la química era algo que simplemente no puedo

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describir. Llevé mis manos a su abdomen bien esculpido, frotándolo. Fue cuando sus dedos comenzaron a vagar por debajo de mi camisa que lo detuve.

—¿Qué pasa? —preguntó jadeando, con sus labios hinchados y los ojos somnolientos.

Decirle a Jace que no me sentía cómoda con mi nuevo cuerpo debido a mi exceso de piel en medio de nuestro besuqueo estaba muy fuera de mi agenda. Demonios, todo este besuqueo se salía totalmente de mi agenda. Quería tanto esto, había esperado tanto tiempo…

El momento fue interrumpido cuando oímos la voz de una mujer.

—Oh, lo siento...

Era Olivia. Jace se alejó de mí.

—Olivia.

Se fue corriendo tras ella, dejándome sola en la oscuridad de la cueva. Era demasiado bueno para ser verdad. Siempre lo es, me dije a mí misma. Me pasé los dedos por el cabello para acomodarlo y comencé a caminar de regreso a la fogata.

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El diablo dentro de él era un terrible monstruo

Sin título (Sin terminar).

Grita de dolor

Las uñas se clavan en las paredes

Un paso HACIA atrás

Y lo pierdo todo

Corro rápido

Hacia la oscuridad total

Caigo hacia atrás

Al presipicio

La mañana siguiente desperté con un montón de mensajes de texto de Jace

disculpándose por haberse ido muy rápido la noche anterior, y dejándome saber que

estaba confundido.

Me explicó, que había estado viendo casualmente a Olivia desde la noche del

baile, y que realmente le gustaba y pensaba que su relación se merecía una

oportunidad. Me dijo sobre cómo siempre pasaban el rato con sus amigos, y lo

mucho que le preocupaba que el no verla más pudiera perturbar la dinámica que

tenían.

Ni siquiera me molesté en responderle. Sabía cómo me sentía acerca de Jace.

Sabía cómo me sentía acerca de nosotros, y no iba a hacer ninguna diferencia

decírselo, porque después de anoche lo sabía.

78

El resto del viaje a la playa no aportó el descanso y relajamiento necesario que

había estado esperando. Tuve el efecto totalmente contrario, especialmente con mis

amigos hablando constantemente sobre Jace y Olivia.

Había pasado una semana desde el regreso a casa de mis terribles vacaciones

y, debido al sorprendente drama que había atravesado mientras estaba allí, había

subido otros tres kilos. Pesaba unos 70 kilos ahora. Todo el viaje a la playa mis

amigos y familiares habían intentado meterme en el agua, pero la idea de usar traje

de baño me aterrorizaba. Mi piel colgante era cada vez más notable y me aterraba lo

que pudieran pensar al verme.

Colton había estado buscándome por aquí y allá, todavía queriendo hablar

cara a cara.

Estaba perdidamente enamorado de mí, pero su situación lo estaba dejando

comprensiblemente desgarrado. No quería verlo; el ser abofeteada en la cara con la

realidad del embarazo de Tara, era lo último que quería hacer ahora. Podía sentir

cómo mi ánimo se venía abajo, casi colgando por los hilos. Sólo quería dejar atrás a

los chicos y olvidar por completo. No iba a ser una tarea fácil ya que ninguno de los

dos me dejaba en paz, dicho sea de paso.

Jace quería seguir siendo amigos —jodidos amigos. Después de estar tan

físicamente cerca de él no podía imaginar no volver a besarlo. Ser amiga de él sonaba

como el peor tipo de tortura.

Colton todavía quería verme en persona; su persistencia, obviamente, se debía

a su creciente sentimiento de culpa y confusión. Yo sólo quería encontrar un botón

para apagarlo todo.

Fueron un par de semanas lentas para la banda, pero mantuve mi mente

ocupada en mi nuevo trabajo como vendedora en una tienda para niños.

Había encontrado una nueva amiga ahí, Saturn, y planeamos ir a un cine que

quedaba cerca de la calle de nuestro lugar de trabajo después de terminar mi turno.

Después de cerrar las puertas y despedirme del supervisor, salí directo hacia el cine.

A medio camino sentí que mi teléfono vibraba a través de mi bolso y lo saqué

rápidamente. Era un mensaje de un número desconocido.

¿Así que tienes nuevos amigos? Me gusta.

Revisé el número una y otra vez la esperanza de reconocerlo de alguna

manera. Era un número local, pero no recordaba haberlo visto antes.

¿Quién eres? contesté, sin dejar de caminar.

Me encontraba ahora en el semáforo entre el centro comercial donde

trabajaba y el cine, cuando mi teléfono sonó de nuevo. Lo saqué de mi bolso y abrí

otro mensaje del número misterioso.

79

Adivina.

Resoplé molesta. No quería jugar a este juego.

Debido a mi creciente popularidad en los últimos meses, había estado

recibiendo toneladas de mensajes de compañeros que querían un pedazo de mi fama.

Podría ser cualquiera. Además, venía de un turno de seis horas y lo último que quería

era jugar a las adivinanzas de un idiota. Guardé el teléfono en mi bolso cuando la luz

cambió a verde y me dispuse a olvidar al número desconocido.

Sin embargo, tenía un presentimiento extraño, y no pude evitar darme la

vuelta y mirar hacia atrás varias veces, con la sensación de estar siendo seguida

poniéndome la piel de gallina. El cine estaba inusualmente vacío ya que era un

martes por la noche. Compré mi boleto para Los Instrumentos Mortales: Ciudad de

huso, y luego esperé a Saturn. Después de quince minutos de mirar a su alrededor

preguntándome dónde estaría, finalmente le envié un mensaje.

Chica, ¿dónde estás? ¡La película empieza en cinco minutos!

Miré a mí alrededor y decidí que quizás Saturn ya estaba dentro del cine. Entré

en la sala y, además de una pareja sentada en la primera fila y unos pocos esparcidos

alrededor, no había nadie más. Entrecerré mis ojos, tratando de ver si alguno de ellos

sería mi compañera de trabajo, pero me di por vencida y simplemente me senté en

una de las filas del medio.

La película acababa de empezar, y saqué mi teléfono para asegurarme de que

estuviera en vibrador y ver si Saturn me había respondido. Efectivamente, había un

texto de ella esperando ser leído.

¡Oh Dios, nena! ¡Lo siento! Me había olvidado por completo. Los

padres de Brad nos llevaron por sushi y acabo de ver el mensaje de texto.

¿Podemos cambiar la fecha? ¡Soy una amiga terrible!

Debía habérmelo imaginado. Arrojé mi iPhone de regreso al bolso y centré mi

atención en la película. La sala se oscureció lentamente cuando los créditos de

apertura comenzaron aparecer en pantalla.

Mi bolso empezó a vibrar nuevamente distrayéndome, y finalmente lo revisé

para encontrarme con varios mensajes del número desconocido.

Deberías haberme dicho que ibas al cine. Podríamos haber ido

juntos.

Escalofríos recorrieron todo mi cuerpo. Me senté más recta ahora, buscando

entre los demás presentes a alguien con un teléfono. La poca iluminación no me

dejaba distinguir a nadie claramente. Regresé mi atención al siguiente mensaje.

Nunca imaginé que terminarías de empleada en un centro

comercial.

80

El pánico rápidamente se estaba apoderando de mí. No sabía bien cómo

proceder. De inmediato, decidí escribirle a varios amigos y conocidos a ver si alguno

me respondía.

¿Estás en el cine jugando conmigo?

No pasó mucho tiempo para que las respuestas comenzaran a llegar,

preguntándome de qué demonios estaba hablando y si necesitaba ayuda. Jace y

Colton respondieron casi instantáneamente.

Abrí el de Colton primero:

No, estoy en casa. ¿Estás bien?

No me molesté en responder antes de pasar a Jace.

No, no estoy en el cine. ¿Qué estás viendo?

Ciudad de huesos, contesté al texto de Jace. Me dejaron plantada.

En este punto había perdido todo el interés en la película, pero había tenido

que pagar de diez dólares para verla y no iba a perder mi dinero.

Joder, lo siento. ¿Alguien que yo conozca? Puedo darles una paliza

por ti.

Su texto me hizo sonreír. También me entristeció recordar que Olivia sería

quien conociera todo sobre él y no yo.

No, una nueva compañera de trabajo… Me dejó plantada por su

novio. Con eso no puedo competir, lol.

Jace casi me había ayudado a olvidar los mensajes misteriosos cuando otro

mensaje del desconocido llegó.

¿Qué pasa? ¿Eres tímida?

Me sacudí el nerviosismo que tenía encima, decidiendo que los diez dólares

no valían realmente la pena. Si el tipo que me escribía estaba aquí, quería alejarme

de él tanto como fuera posible. Mientras me ponía de pie para irme, copié el número

de los mensajes y lo pegué a mi conversación con Jace.

¿Sabes de quién es éste número?

Abriéndome camino entre los asientos, traté una vez más de revisar los

asientos ocupados viendo si lograba reconocer a alguien. Yo acababa de salir por las

puertas cuando sentí mi teléfono vibrar de nuevo.

¿De dónde lo sacaste?

Desde hace rato que estoy recibiendo mensajes de ahí. ¿Sabes

quién es?

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Estaba esperando en el semáforo cuando otro mensaje desde el número

misterioso llegó a mi teléfono.

¿Por qué saliste corriendo tan rápido?

Ahora estaba temblando. Casi no podía esperar a que la luz cambiara a verde

para cruzar; sólo quería llegar a mi auto y conducir a casa de inmediato. Estaba a

mitad de camino por la calle cuando tomé el teléfono de mi bolso y marqué el número

de Jace.

—¿Hola? —respondió al primer timbrazo.

—Mira, sé que dije algunas cosas la última vez que hablamos que son

injustificadas, pero esto no es gracioso. Si sabes quién me está enviando los

mensajes necesito saberlo ahora. Esta persona sabe dónde trabajo, lo que estoy

usando, y en qué película me encontraba. Jace... tengo miedo. —Estaba hablando en

un tono tan apresurado que tuve que tragar aire al final de la frase.

—Peyton, ¿dónde estás? —la voz de Jace había tomado repentinamente un

tono más serio.

Antes de que tuviera la oportunidad de responder, oí que alguien estaba justo

detrás de mí. Toda mi piel se erizó, mi corazón martilleando con pavor.

Estaba viendo el doble de mi enamorado, su gemelo.

—Jax... —fue todo lo que pude decir antes de bajar mi teléfono y salir

corriendo.

Podía oír débilmente cómo la voz de Jace gritaba mi nombre por el receptor

mientras corría en dirección contraria. Podía oír sus pesados pasos detrás de mí.

Estaba más pequeña ahora, pero ciertamente no más rápida.

Sentí cómo me alcanzaba, con los brazos rodeándome como hierros y

comencé a luchar para soltarme.

—¡AYUDA! ¡QUE ALGUIEN ME AYUDE!

Pero, de repente, un dolor agudo en la nariz me cegó. Me había dado un

codazo en medio de la cara enviándome al suelo con un golpe seco que me quitó el

aliento. Con lágrimas en los ojos y tratando de respirar, levanté la vista. Ahí estaba

él, Jax, con su apariencia tan engañosa. Un rostro que había llegado incluso a amar,

pero

Jax estaba de pie encima de mí; su apariencia tan engañosa. Un rostro que

había aprendido a amar en los últimos años, pero el diablo dentro de él era un

terrible monstruo. Lo último que vi fue su pie bajando hacia mi cara, y luego todo

fue oscuridad.

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11 Ella me estudiaba como si fuera un frágil juguete a punto de

romperse

Verdadera Vida Después de morir (Sin Terminar)

Vayamos hacia la luz, mi querido

Sin dolor, sin culpas, sin temores

Todo en lo que has creído

Ahora por fin lo ves

No hay necesidad de escoger bandos

Negro-negro o blanco-blanco

Estamos todos juntos

En el más allá.

Mis ojos se abrieron lentamente. Todo estaba borroso, mis oídos zumbaban y sentía un dolor insoportable. Traté de mirar a mi alrededor, pero me fue imposible mover el cuello. Empecé a juntar los pedazos de las últimas cosas que podía recordar. Estuve en la tienda, mi trabajo de media jornada, y luego se suponía que me debía encontrar con Saturn en el cine.

—No trates de moverte. Tuviste un accidente de auto. ¿Sabes tu nombre? —Enfermeras con sujeta papeles rodeaban mi cama.

Asentí ligeramente y grazné: —Peyton.

—Está todo bien. Tus padres ya vienen en camino. Simplemente quédate tranquila y relájate.

La enfermera con bata rosa claro tocó ligeramente mi hombro antes de dar media vuelta e irse con el resto de ellas, dejándome sola, o al menos eso creía. No me había dado cuenta antes, pero ahora veía claramente el contorno de una figura sentada en la silla al lado de mi cama de hospital. Traté de enfocar los ojos, pero renuncié con rapidez. No me quedaban fuerzas para más.

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—Hola —susurró la figura, y escuché el chirrido de la silla al arrastrarse por el suelo mientras se acercaba.

— ¿Jace? —pregunté débilmente.

—Shhh. Guarda tu energía. —Acarició mi cabello.

En ese momento más que nada quería saber cómo supo Jace sobre el accidente antes que mis padres —y ya estaba aquí—, pero tenía razón. Me sentía agotada. Acurruqué mi cabeza en su mano y me dejé llevar por el sueño.

—Shhh… Está despertando.

Mis ojos se abrieron lentamente tratando de distinguir las figuras borrosas.

—Cariño, ¿puedes oírme? Estamos todos aquí. Vas a estar bien —Esa era mi madre con esa suave voz suya que siempre me daba tranquilidad. Podía sentir como acariciaba mi cabello, y traté de enfocarme en ella.

—No tienes que hablar. Sólo queríamos que supieras que estábamos aquí —agregó la voz de mi padre detrás de ella.

Asentí débilmente, tratando de incorporarme.

—Ouch. —Hice una mueca después de poner presión en lo que suponía era mi brazo herido.

—Whoa, quieta ahí, tigre. Acabas de tener un accidente —comentó el novio de mi hermana. No pude evitar sonreírle. Siempre podía hacerme reír, incluso en los peores momentos.

—¿Dónde está Kayleigh? —pregunté notando que no estaba ahí.

—Fue a conseguir café, hemos estado aquí desde hace un buen rato —respondió Bentley.

Después de que un ataque de tos me invadió y mi madre me dio agua, finalmente me sentí lo suficientemente fuerte para seguir hablando.

—¿Cuánto tiempo he estado fuera? —pregunté buscando en los rostros de mis padres una respuesta.

—Casi veinticuatro horas —respondió mi madre—. La policía ha esperado para hablar contigo.

—¿La policía? —pregunté, sintiendo la ansiedad crecer en mi pecho—. ¿Por qué quieren hablar conmigo?

Mi padre dio un paso más cerca hacia la cama.

—Tienen algunas preguntas que repasar contigo acerca del accidente.

—No recuerdo el accidente.

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Era cierto: no tenía ningún recuerdo de estar en un accidente de auto, o en el auto en absoluto, y era algo frustrante e impotente. Mi madre tomó mi mano entre las suyas.

—Todo va a estar bien, cariño. Sólo tienes que responder sus preguntas lo mejor que puedas.

Asentí vacilante hacia ella. La puerta de la habitación se abrió en ese momento y entró Kayleigh.

—¡Oh Dios, estás despierta! —Corrió a mi lado en un instante—. ¿Por qué nadie me llamó?

Bentley intervino. —Acaba de suceder, nena.

—¿Cómo te sientes? —preguntó con suavidad.

—Me duele la cabeza —me quejé.

—Tuviste una conmoción cerebral por el accidente. Volaste a través del parabrisas. ¿No lo recuerdas? —preguntó Kayleigh, sus cejas fruncidas en sincera profunda preocupación.

Negué ligeramente.

—No recuerdo nada.

—Deberíamos dejarla descansar —interrumpió mi madre de repente—. La policía querrá hablar con ella pronto.

—Sí, tengo que ir a casa de todos modos. Mi madre me ha estado llamando sin parar para que la informe de todo. —Bentley caminó hacia mi cama y tomó mi mano entre las suyas—. Tómalo con calma, chica, ¿sí?

Asentí, sin siquiera molestarme en hablar.

—Sí, deberíamos irnos también —finalmente dijo mi padre, aunque se notaba que era lo último que quería hacer.

Los observé comenzar a recoger sus cosas antes retirarse del cuarto, aún sin tener pista sobre lo que me había llevado al hospital. Creo que Kayleigh debe haber visto mi expresión de desosiego, ya que se detuvo a medio camino y regresó hacia mí.

—Voy a quedarme con Peyton.

Sonreí agradecida hacia ella. Lucía exhausta con sus ojos marrones cubiertos de ojeras, y hermosa cabellera rubia necesitando urgente un lavado. Mis padres y Bentley salieron de la habitación después de despedirse, dejándonos solas. Mi hermana tomó la silla y la acercó hasta mi cama.

—Tienes que decirme lo que pasó.

Traté de sentarme una vez más, pero el dolor se subió por cada uno de mis nervios cuando quise enderezarme. Iba a estar adolorida por un tiempo.

—¿Estás segura de estar lista para escucharlo? —preguntó, preocupada.

No estaba segura si era lo mejor, pero… era algo que necesitaba saber.

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—Sí.

—¿Por qué no me dices lo último que recuerdas? —Kayleigh clavó sus ojos marrones sobre mí.

—Estaba saliendo del trabajo e iba a ver una película. Se suponía que me encontraría con Saturn —contesté con vacilación aun luchando por recordar el resto.

—Peyton —Kayleigh suspiró suavemente—. Tuviste en un accidente de auto.

—Ya sé esa parte.

—En el auto de Jax. —Sus palabras quedaron colgadas un momento en el aire, luego de que mencionara el nombre de mi viejo amor y agresor.

—¿Jax? —prácticamente grité. Mi corazón empezó a correr y me resultaba difícil respirar.

Kayleigh al instante se puso de pie y empezó a acariciar mi hombro como un mecanismo tranquilizador.

—El doctor, piensa que estás viva porque, cuando ocurrió el impacto, ya estaba desmayada, por lo que tu cuerpo estaba totalmente relajado. Tu cuerpo nunca se tensó, así que cuando saliste arrojada fuera del auto, sufriste lesiones estéticas leves y sólo te volviste a quebrar el brazo.

Mi mente instantáneamente se empezó a obsesionar por separado con dos cosas que mi hermana acababa de decir: Estuve desmayada en el auto de Jax y algo sobre lesiones estéticas.

—¿Tienes un espejo? —le pedí.

—Peyton, ¿no quieres espera hasta que esté curado? —La forma en que lo dijo me convenció que no debía esperar.

Presioné. —Tráeme un espejo, Kayleigh.

Finalmente cedió, rebuscando en su enorme bolso y entregándome un espejo compacto.

Lentamente y con vacilación, acercó el espejo hasta que pude ver mi rostro. Mi corazón se hundió ante el reflejo. Tenía una herida del tamaño de un pequeño anzuelo en la parte debajo de la barbilla por el lado derecho de mi cara. Era algo horrible de ver.

—Sanará —aclaró Kayleigh, con voz reconfortante.

—Sí —dije con voz sarcástica—. En una cicatriz enorme.

Las lágrimas comenzaron a correr por mi rostro sin mucho esfuerzo. Había creído que por fin había descubierto cómo funcionaba este juego llamado vida, pero no dejaba de lanzarme granadas, una tras otras. Y algunas de esas granadas, eran más grandes que otras. Me sentía como una niña pequeña contra el mundo.

Kayleigh me entregó un pañuelo de papel.

—Quiero saber la verdad, Kayleigh… sin endulzarla. ¿Qué fue lo que me paso?

—De verdad no te acuerdas de nada.

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Kayleigh hizo una pausa como si por fin lo entendiera. Por lo general me hubiera irritado por eso, pero sabía que mi hermana sólo quería hacerme sentir mejor. Ella entremetió sus dedos en su espectacular cabello rubio, como si de allí sacara fuerza para continuar.

—Jax te siguió hasta el cine, y luego hubo un tipo de altercado que terminó contigo desmayada en su auto. Luego pasó el accidente, y tú fuiste un milagro.

—¿Dónde está Jax? —demandé sin perder el tiempo.

—Peyton, creo que es suficiente por hoy —dijo suavemente.

—¿Qué pasó con él? —pregunté con más urgencia en mi voz.

Kayleigh me miró incómoda, su rostro libre de cualquier expresión.

—Jax… No lo logró.

Sentí como si mi garganta se estuviera cerrando. Me faltaba el aliento, tratando de darle sentido a todo. Jax estaba muerto. Jax probablemente murió por mi culpa. No podía recordar nada de eso y mi cerebro corría salvajemente a través de pensamientos apresurados.

—¿Cómo ocurrió?

—Estaba borracho, Peyton. Condujo directo hacia el tráfico. No se sabe si fue con intención o no. — Ella me estudiaba como si fuera un frágil juguete a punto de romperse en cualquier segundo.

No sabía cómo responder. Entonces mi mente saltó a Jace. Sé que lo había visto antes.

—¿Jace? —Fue todo lo que pude formular.

—Está en casa con su familia.

Asentí ligeramente. No sabía cómo una cosa así lo iba a afectar. ¿Y sabiendo que soy una parte de ello? Estaba segura de que nunca lo podría enfrentar de nuevo.

—¿Lo has visto? ¿Has hablado con él?

—Unas pocas palabras, sólo ha estado de paso —respondió.

—¿Está bien?

—Tan bien como lo puede estar con todo esto en su plato. Se mantuvo firme, si es eso lo que estás preguntando.

Yo estaba en el hospital, Jax estaba muerto, y Jace nunca me perdonaría... y eso que pensaba que mi vida no podía estar peor.

Había pasado tanto tiempo desde que algo me había salido realmente bien, que estaba en serio pensando si el universo no estaba contra mí.

—Él nunca querrá tener nada que ver conmigo ahora. —Mis mejillas empezaron a sentirse caliente, pero no traté de ocultarlo esta vez. Si alguna vez hubo un momento en que merecía llorar, era ahora.

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—No digas eso —susurró Kayleigh, tomando mi mano entre las suyas y frotando suavemente—. Él sólo necesita tiempo para procesarlo; como todo el mundo lo hará. Dale un poco de espacio. Él volverá si realmente se preocupa por ti.

Tenía la esperanza de que Kayleigh estuviera en lo cierto, pero las lágrimas fluían libres ahora y no estaba segura de ser capaz de detenerlas.

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12 Tú podrías ser todo lo que siempre quise —todo lo que siempre soñé.

Ruleta rusa

Ruleta rusa

Juego de vida o muerte

Nada es seguro

Todo es una apuesta

Tu dinero es tu vida

Algo que nunca olvidarás

Si ganas

Jugarás nuevo

Habían pasado un par de semanas desde el accidente. Me habían dado de alta del hospital después de unos días y había estado en casa de descanso desde entonces. Mis padres habían insistido en que lo tomara con calma, y no podía decir que no estuviera de acuerdo. Recibía el cuidado constante de mis amorosos y comprensivos amigos y familia. Pero no había sabido nada de Jace y eso consumía todos mis pensamientos.

Sabía que no lo había imaginado en mi cama cuando me desperté en el hospital, así que su ensordecedor silencio me ponía ansiosa. ¿Y si me culpaba por la muerte de su hermano?

El fallecimiento de Jax no había sido fácil para mí. Su funeral pasó, y Kayleigh dijo que estuvo repleto. Le pregunté si ella había vislumbrado a Jace, pero me dijo que no.

Era como si simplemente se hubiera levantado i desaparecido, como si se hubiera desvanecido en el aire. Su estado en Facebook no se había tocado desde la semana de nuestro encuentro apasionado. La última actualización decía: Tú podrías ser todo lo que siempre quise —todo lo que siempre soñé. Podría darte todo lo que nunca has imaginado—, todo lo que nunca creíste posible. La vulnerabilidad nunca ha sido mi fuerte, pero me dan ganas de dar ese salto.

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No sabría decir cuántas veces actualicé la página para volver a leer su estado tratando de encontrar pistas subyacentes de que era sobre mí. Pero, cuanto más lo visitaba y me torturaba a mí misma sobre él, más me empezaba a creer que fue escrito para Olivia.

No servía de nada que la mayoría de los comentarios sobre el mismo, fueran de amigos en común de ellos comentando lo adorable o enfermamente repugnante que era que él profesara su amor por ella en línea.

Olivia hasta le dio “me gusta” a su estado después del incidente en la playa, lo que significaba que había asumido también que estaba destinado para ella. Estaba empezando a ser una tendencia; una que iba a ser imposible de ignorar.

No me había atrevido a enviarle mensajes de texto. Simplemente me torturé a mí misma en silencio esperando a que él quisiera saber de nuevo sobre mí. Que me dejara entrar de nuevo en su vida.

Colton me había visitado cuando aún estaba en el hospital. Verme definitivamente lo alarmó. No había querido que nadie viera mi cara como estaba, pero fue tan persistente como siempre. Hablamos durante mucho tiempo, debieron haber sido casi tres horas antes que las enfermeras lo echaran porque las horas de visita habían terminado. Él me dijo que si se tratara de un tiempo diferente o un lugar diferente estaríamos juntos... pero él aún amaba a Tara y con el conocimiento de su futuro hijo, sentía que tenía que hacer todo lo que estuviera en sus manos para que funcionara. Aunque dolía como una perra escuchar eso, sólo pude felicitarlo por ello. Era un buen tipo y, sí, existía. Me besó una última vez con pasión antes de comentar:

—Sabes, voy a despertar un día y darme cuenta de que cometí el mayor error de mi vida. Y lo más probable es que para ese entonces ya hayas seguido adelante... y seas feliz con alguien nuevo.

—Lo sé —dije, con mi frente apretada contra la suya—. Te amo Colton.

Ese fue el final del capítulo para mí y Colton

Quizás no el final del libro, pero sin duda el final de un capítulo. Por mucho que me importara Colton, y lo hacía, una increíble cantidad de peso se levantó de mi pecho.

Ya no tendría que andar a escondidas de Tara, o de nuestros amigos con Colton. Ya no tendría que pensar en si él me elegiría a mi o a ella. El juego había terminado.

Había pasado por muchas cosas el año pasado y, aunque Colton había parecido perfecto para mí, me daba cuenta ahora de que quería a alguien que sólo pensara en mí y estuviera dispuesto a involucrarse de lleno.

Había sido interrogada por la policía varias veces sobre el accidente, cada vez intentando ayudarme a recordar los acontecimientos que condujeron a la muerte de Jax. La policía me dio a conocer más detalles y fueron puestos en todas las noticias.

El coche se había estrellado contra un árbol, y el impacto me catapultó por el aire hasta que terminé aterrizando en un montón de hierbas. Jax quedó inconsciente con el golpe, y el coche se incendió. Luego de eso, hubo una enorme explosión,

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producida por el tanque de gasolina que llevaba en el maletero del coche, que terminó con su vida.

Yo debería haber quedado lo suficientemente cerca para ser alcanzada por la explosión pero, misteriosamente, aparecí lo suficientemente lejos de la colisión como para salvarme, y alguien había llamado al 911.

El misterioso desconocido que apareció de la nada, me salvó la vida, y luego desapareció, era con lo que la policía se había obsesionado, preguntándose si podrían tener un homicidio en sus manos en lugar de un simple accidente que resultó en muerte.

También yo me obsesioné, pero con la idea —o incluso la esperanza—, de que el misterioso desconocido fuera Jace. Pero, cuanto más tiempo pasaba sin tener noticias de él, más empezaba a descartar esa teoría.

Eran mediados de julio y finalmente había hecho un esfuerzo en ser más social. La familia de Brooklyn estaba celebrando una barbacoa y nos había invitado a mí y a Madison. Noah me había estado enviando mensajes de texto antes sobre su aburrimiento, así que le pregunté si podía acompañarnos.

—No me has llamado para escribir en mucho tiempo —exclamó Noah desde el asiento trasero del auto de Madison mientras nos dirigíamos a la casa de Brooklyn.

Lo miré a través del espejo retrovisor.

—No me he sentido realmente con muchas ganas de escribir. —Era una mentira total, pero por alguna razón no me importaba.

—Bonito verde —comentó, señalando el color de mi cabestrillo.

—Sí, me sentía lista para un cambio.

—Me muero de hambre —dijo Madison cuando estábamos a menos de cinco minutos de la casa de Brooklyn.

—Eres un pozo sin fondo —bromeé, sabiendo Madison había comido un buen desayuno menos de tres horas antes.

—¡Ey! —Ella cambió sus ojos azules hacia mí y luego de vuelta a la carretera—. No me puedes culpar por mi metabolismo de rápida asimilación.

Noah y yo nos reímos. Ella se detuvo en la calzada de Brooklyn y aparcó el coche.

—¡Huelo comida! —se burló Noah de ella. Rápidamente ella nos abandonó a favor del humo del asado. Estaba cerrando el coche cuando Noah me agarró del brazo, ayudándome a mantenerme de pie. Levanté la vista hacia él, confundida.

—¿Cómo has estado? —preguntó, de repente.

—Bien... —mentí.

—Peyton, no pareces bien. Normalmente te vemos tres a cuatro veces a la semana y no puedo recordar la última vez que te vi. Definitivamente fue antes del accidente. —Una mirada de preocupación se apoderó de su rostro.

—Estoy bien Noah. —Miré hacia arriba a sus grandes ojos marrones entonces.

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—Estás diferente. —Allí estaba otra vez... la misma evaluación que había estado recibiendo de mi nuevo cuerpo, mi cara y mi personalidad.

—Me veo diferente, mi mano está rota, estoy un poco frágil... Eso es todo —respondí de mala gana.

Se pasó la mano por su cabello negro oscuro.

—Has cambiado.

—¿Cómo es eso? —probé.

—No eres la misma chica con la que empecé a escribir música a principios de este año. —Su evaluación medio me molestaba.

—¿Ah sí? ¿Qué hay tan diferente en mí? —Aunque me sentía frustrada, quería saber.

—Todo —respondió, y luego levantó su mano a mi barbilla, frotando su dedo suavemente sobre mí reciente cicatriz formándose—. ¿Te duele?

Vaya. No vi venir eso. Rehuí de él, alejando mi cuerpo lo suficiente para que entendiera la indirecta, asintiendo ligeramente.

—Un poco.

—Lo siento. Sé que has pasado por mucho —tartamudeó, retrocediendo—. Sólo me preocupo por ti.

—Lo sé —respondí sintiéndome igualmente culpable—. ¿Podemos comer ahora?

Me moría de ganas de cambiar de tema... Me moría por olvidar su mano en mi cara. Había sido una chica súper enamoradiza este año, de Colton y luego Jace, y agregar otro chico en la mezcla no era lo mejor para mí, sin importar cuán guapo fuera Noah. Sin importar que él fuera exactamente mi tipo. Él había sido un gran sistema de apoyo para mí como un amigo y no quería perder eso. Significaba mucho para mí. En serio significaba mucho para mí.

—Sí, por supuesto —se recuperó rápidamente, y luego me llevó a la barbacoa.

Yo era la atracción principal —algo de lo que me estaba cansando a este punto. Todo el mundo me mimaba y actuaba como si estuviera a punto de romperme en cualquier momento. Mi cicatriz había sido señalada más de un par de veces y, debido a mi mano rota, nadie me dejaba hacer algo por mí misma. No podía esperar a salir de allí.

Brooklyn me llamó después de que llegara a casa a salvo para pedir disculpas por mimarme. Era difícil permanecer enojada con ella.

Después llegar a mi habitación y ponerme mis pijamas, abrí mi ordenador con ganas de distraerme de… bueno, todo.

Inicié sesión en Facebook y me desplacé por las noticias. Me estaba riendo de un video gracioso que Harper había publicado en su muro cuando vi que Jace había publicado recientemente.

No sé cuánto tiempo más podré hacer esto... era todo lo que decía.

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Tenía más de setenta comentarios en el corto período de tiempo desde que se había publicado y me ponía nerviosa. Por mucho que mi estómago se retorciera en nudos con la idea de hablarle, me importaba demasiado como para dejarlo pasar. Así que hice lo único que me aterraba más y sabía que serviría para llamar más la atención sobre mí, comenté su publicación. Fueron necesarias cinco veces de borrar y volver a escribir antes de que estuviera contenta con el resultado.

Puedes hacer cualquier cosa que te propongas; tú me enseñaste que todo es posible. Parecía bastante simple y, sin embargo, me volví loca preguntándome cuándo iba a verlo y lo que iba a pensar de ello.

Después de tan sólo diez minutos de mi comentario, ya tenía treinta “me gusta”. La atención sobre mí no había disminuido en lo más mínimo. La gente me estaba llamando una sobreviviente.

Unos minutos más tarde, mi alerta de mensaje me sobresaltó. Cogí mi teléfono y lo desbloqueé. Era un mensaje de Jace. Fue como si alguien pusiera un martillo en mi pecho y me golpeara con fuerza sin tregua. Había estado esperando durante incontables semanas saber de Jace, y con apenas un toque de mi dedo conseguiría lo que quería. Era desesperante. Tomé una respiración profunda antes de abrirlo.

5445 Bluebird Ln., Ven.

Miré el reloj junto a mi cama. Eran poco después de las diez. Había esperado que Jace contactara conmigo durante demasiado tiempo como para dejar pasar la oportunidad de verlo cara a cara... aunque me odiara por lo que había sucedido. Cambié rápidamente mi pijama por unos pantalones de yoga y una camiseta holgada y, sujeté mi cabello en una coleta antes de salir corriendo por la puerta.

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13

¿Qué te parece un poco de StripPoker?

El Rey del Juego

El Rey del Juego está haciendo sus rondas.

Seis tiros tiene en su mano, con al menos uno te va a derribar.

Con la esquina de su ojo llama a un empate.

Caminarás directo al sol.

Cuando diez pasos des, una milla bien podría mil ser

Con el arma en tus manos, tienes que salirte con estilo.

Pelea hasta la muerte, y tuerce su juego.

Él te descartará como un perro enfurecido.

Tu mano es muy mala, tal vez debas guardarte un as bajo tu manga,

Sólo podrás ganar si muy bien sabes engañar.

Cuando diez pasos des, una milla bien podría mil ser

Con el arma en tus manos, tienes que salirte con estilo. Pelea hasta la muerte, y tuerce su juego.

Él te descartará como un perro enfurecido.

Sus ojos captan tu mano, ¿valió la pena el riesgo?

Él dice ¿ vamos afuera y terminemos esto?

El viento sopla, tú tiemblas con miedo.

Sabes que el fin algún día llegará, pero no hoy, no aquí.

Aparqué en la dirección que me había dado, en una casa de dos pisos color gris coronado por tejas azules. Se veía bastante pintoresca. Me alejé de mi coche y llamé suavemente a la puerta. Jace me atendió vistiendo una sudadera negra y pantalones cortos.

—Hola —dije cuando abrió más la puerta invitándome a pasar.

—Hola —me saludó.

—¿De quién es esta casa? —Con mi barbilla señalé la casa.

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—De mi abuela. Ella se encuentra fuera de la ciudad así que se la estoy usurpando —me confesó Jace, cerrando la puerta tras sí. Me guió hacia la sala de estar y tomó asiento en el reclinador sacándose la capucha de la sudadera.

Su cabeza estaba afeitada bajo esta y, sorprendentemente le daba una apariencia más atrevida. Yo no estaba segura por dónde comenzar, así que consideré que ser neutral era lo más lógico.

—¿Cuándo te hiciste eso? —Asentí hacia su calvo cráneo.

—Hace un par de semanas. Necesitaba un cambio.

Asentí en silencio tomando asiendo en el sofá opuesto del reclinador.

—¿Quieres ver qué más tengo? —preguntó, sin esperar mi respuesta ya levantándose la sudadera para sacársela. El ritmo de mi corazón se incrementó al ver cómo el borde de su camiseta se levantaba junto con esta, exponiendo su duro estómago.

Mis mejillas ardieron con color y volví mi rostro a un lado para recuperarme

—¿Está todo bien? —preguntó despreocupadamente.

Asentí tragando duro, regresando mi atención a él.

—¿Te hiciste un tatuaje? —exclamé al notar el símbolo chino cubriendo su brazo.

—Dice Fe —se adelantó a mi pregunta leyendo mi mente.

Jace no tenía idea de que peligroso y sexy era definitivamente mi tipo. Los tatuajes sólo me hacían desearlo más.

—Es genial.

Jace se paró abruptamente, dirigiéndose a la cocina.

—Oye, ¿quieres una cerveza?

—¿Tu abuela te deja beber? —pregunté.

—Mi abuela no lo sabe —se rió.

Sabía que no debía, pero quería pasar tanto tiempo con Jace como fuera posible así que acepté. Hizo saltar la tapa y me pasó la botella.

—Gracias —respondí, tomando un sorbo.

Él se sentó en la mesa del comedor esta vez. Yo seguía sentada en el sofá del cuarto opuesto a él.

—¿Quieres jugar a las cartas?

Le hubiera dicho que sí a cualquier cosa para este punto, así me levanté tambaleante y me uní a él en la mesa.

—¿A qué jugamos?

—Poker, al estilo Texas. ¿Lo has jugado antes? —me disparó una rápida mirada mientras despejaba la mesa.

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—Un par de veces… —Sonreí juguetonamente. Jace no tenía idea de que el estilo Texas era la única clase que se conocía entre mis parientes. Mi enorme familia estaba acostumbrada a jugar por dinero de verdad, y yo siempre terminaba al menos trescientos dólares más rica. Se habían rehusado a jugar conmigo durante los últimos años alegando que yo hacía trampa.

Él me disparó una sonrisa.

—¿De veras? Bueno, hagámoslo interesante entonces.

—¿Por qué vamos a jugar? —pregunté curiosa.

—¿Qué te parece un poco de strip poker?

Sus ojos se iluminaron y sus cejas se levantaron.

Terrible; si hubiera sabido de su idea me hubiera vestido como una esquimal con cientos de capas. No podía siquiera hilar el pensamiento de Jace viendo mi cuerpo tal como era. Por otro lado, nunca había perdido un juego al estilo Texas y estaba determinada a defender mi corona.

—Estoy dentro —me encontré diciendo. Su sonrisa se expandió por todo su rostro.

—Vaya, vaya, Peyton. Sí que has cambiado.

Ahí estaba de nuevo… ¿Qué tal si la gente tenía razón? ¿Qué tal si había cambiado? ¿Era para bien o para mal?

En el corto espacio de una hora y media o menos, ya había crucificado a Jace. Ya me había salido full, trío y color entre otras combinaciones ganadoras. Jace ya había perdido los dos zapatos, sus dos calcetines y la remera. La imagen de él sin camiseta literalmente me estaba dando calor. Yo sólo había perdido mis zapatos y una media.

—¿Hay algo que no puedas hacer? —preguntó pícaramente.

Me encogí de hombros desnudando una sonrisa.

—Tienes que ponerte a tono conmigo. —Jace señaló hacia mí casi por completo vestido cuerpo tomando un largo trago de su cerveza.

Miré abajo a mi blusa sabiendo que de ninguna manera en el infierno estaba lista para que Jace viera esa parte de mí.

Su teléfono comenzó a sonar salvándome. Suspiré en alivio. Estaba sentada justo frente a él y antes de que alcanzara a desbloquearlo con su dedo alcancé a ver el nombre en el identificador de llamadas. Olivia.

Agarré mi celular pretendiendo ver la hora.

—Vaya, estoy muy cansada. No noté que fuera tan tarde. Mis padres ya me deben querer en casa —mentí entre dientes.

Jace levantó la mirada de repente, su humor abandonando su rostro.

—No es lo que crees.

Comencé a contorsionarme para ponerme mi media y mis zapatos, sin molestarme en ofrecerle una respuesta.

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—Sólo somos amigos, Peyton —declaró Jace firmemente, intentando recuperar mi atención.

Amigos… era la misma palabra que usaba para describir nuestra relación. De pronto me sentí mal del estómago preguntándome a cuantas chicas habría estado tirándole los dardos.

—Luego te veo, Jace. —Me puse de pie y comencé a hacer mi camino hacia la puerta, pero Jace se interpuso antes de siquiera saber lo que pasaba.

—¿Qué te pasó? —preguntó

—¿De qué hablas? —pregunté yo cortante.

—¿Qué te pasó al crecer que te hizo de esta manera? —planteó.

Intenté hacerlo un lado y pasar. No quería hablar con nadie de mis luchas; esos eran secretos que sólo dejaba entrever en mis letras. Era mi forma de liberarme.

—En serio, ¿quién te dañó? ¿Por qué eres tan insegura?

Sentí como si me hubiera abofeteado, mis mejillas volviéndose rojas

—Quiero ir a casa, Jace.

—Y yo te hice una pregunta. —Él dio un paso más cerca de mí, aun bloqueando la puerta. Sacudí mi cabeza, angustiada.

Él me agarró por las caderas donde mi blusa se encontraba con mi pantalón y lo empujé.

—¡NO!

—¿Por qué no puedo ver tu abdomen? ¿Por qué no puedo verte sin camiseta? —preguntó en tono demandante.

—Ni se te ocurra ir por ahí, Jace —le advertí—. Estás nadando en aguas peligrosas.

—Peyton —él me alcanzó de nuevo, pero rehuí su toque.

—No estoy bromeando. No se te ocurra tocarme, mierda… Quiero ir a casa. —Estaba intentando encontrar un espacio por el cual pasar, pero no me lo daba.

Lágrimas comenzaron a agolparse en las esquinas de mis ojos. No aquí, no frente a él.

Mantuve mi mirada hacia el piso, no atreviéndome a hacer contacto visual.

—Peyton —dijo más suavemente ahora, tocando mi mejilla y me quebré. Él me quebró. Las lágrimas comenzaron a correr libres por mi cara como una cascada. Sus brazos me rodearon de inmediato.

Ni siquiera intenté sacármelo de encima. Sólo me quedé ahí, llorando en silencio en sus brazos. Cuando finalmente pude respirar normal, no convulsionando, y pude armar una oración completa me alejé de él.

—Sólo recuerda, tú lo pediste. —Lo sorprendí quitándome fácilmente la blusa exponiendo mi sostén y mi cuerpo. Me mordí los labios con nerviosismo mientras sus ojos se movían de arriba abajo.

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—¿Qué es lo que tiene? —preguntó confuso.

Irritaba me volví a poner la blusa.

—Te veré más tarde. —Lo empujé en mi camino a la puerta y esta vez no me detuvo. Me dejó ir sin ni otra palabra.

Habían pasado un par de días desde mi extraño encuentro con Jace. Aún me

sentía angustiada respecto a eso. Había tantas cosas que amaba de él… pero el pensamiento de que siguiera viendo a Olivia y que nunca podría ser suficiente para él consumía mi mente.

Para ayudarme a reenfocarme, le pedí a Noah si podíamos adelantar nuestro ensayo un poco. Él accedió de inmediato.

Amaba la manera en que nuestras fuerzas trabajan juntas… mis palabras y sus acordes. Era como una hermosa danza. Siempre me ponía de buen humor. Él acompañaba despacito mi canto.

—Personas diferentes en distintos lugares… Viejos y jóvenes, rostros familiares…—canté mientras plasmaba las palabras en una hoja de papel.

Noah asentía rítmicamente. —Me gusta eso.

—Gracias —respondí de inmediato agregando más palabras en el papel—. “Es hora de dar un vuelco a las normas, de llenar los roles para los que nacimos” —le leí.

—Sí —asintió sonriendo.

—Veamos qué tal suena todo hasta ahora —lo instruí. Tocamos el primer verso un par de veces hasta estar seguros de cómo quedaba.

—Oye, ¿quieres agua? —Me ofreció levantándose.

—Sí, gracias —acepté.

Él dejó el cuarto y no pude evitar mirarlo mientras se alejaba. Noah definitivamente no desagradable a la vista. Hoy estaba usando una apretada camiseta de banda, su usual gorra y un par de jean con las rodillas desgastadas.

Sin ni siquiera darme cuanta había comenzado a trazar algunas letras pensando en Noah.

Sintiendo su intensidad, sus ojos me arrastran.

Lo que siento en mi interior debe ser un pecado.

Me entró pánico al darme cuenta de lo que había escrito, no queriendo que Noah viera ni un atisbo de eso. Él regresó pronto con botellas de agua. Lanzó una hacia mí y la atrapé.

—¿Escribiste algo decente mientras no estaba?

—Nada que podamos usar —mentí, ligeramente tachando las palabras.

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—¿Qué es eso? —señaló cuando vio que estaba escribiendo.

—Oh, nada… Es bastante malo en realidad. No sé lo que estaba pensando…—tartamudeé, sonrojándose.

—Déjame ver —Noah estiró su mano hacia mi anotador, pero yo lo saqué de su alcance despertando más su curiosidad.

—¿Qué escribiste Peyton? —entrecerró los ojos hacia mí con una sonrisa. No pude evitar reírme.

—Nada —mentí una vez más, aferrándome más al anotador.

Me había acorralado. Ambos nos reíamos ahora, disfrutando de la cómoda atmosfera que compartíamos. Había extrañado escribir con Noah, siempre lo pasaba bien con él.

Cuando se unió a la banda salía con una demonio llamada Marisa. Era terrible. Una vez la vi golpearlo en las tripas sin ninguna razón aparente.

A él finalmente le salieron las agallas y rompió con ella luego de un par de meses de ensayando conmigo. Pasábamos nuestro tiempo escribiendo nuevas canciones y consolándonos le uno al otro por los problemas diarios.

—Leélo y te dejo en paz, promesa de scout —dijo.

Si se lo leía era posible que supiera que se trataba de él. ¿Qué iba a pensar? Ni siquiera estaba segura de lo que pensaba yo aún. Siempre había estado platónicamente atraída a Noah, pero él había tenido una novia psicópata, era mortalmente sexy y estaba demasiado fuera de mi liga.

Nunca le había dado siquiera un segundo pensamiento a nada más que no fuera amistad entre nosotras. Además, cuando había salido con la ya mencionada diabla me había tratado como la mierda frente a ella, y amablemente de nuevo a sus espaldas. Nunca me había gustado eso. Ya había encontrado a demasiado falsos en estos días… no necesitaba a otro en el asado.

Él puso su brazo en la pared detrás de mí.

—Estoy esperando… —Pretendió mirar su reloj. Rodé los ojos.

—Bien —dije exasperada. Le di mi anotador y caminé hacia el otro lado del cuarto.

Él lo leyó en voz alta poniéndome más ansiosa.

—Sintiendo su intensidad sus ojos me arrastran. —Se detuvo un momento mirándome con las cejas levantabas—. Lo que estoy sintiendo debe ser un pecado.

Tomó un par de pasos hacia mí.

—Esto es increíble. ¿Por qué estabas tachándolo? Es sexy, Peyton.

Tomé dubitativamente mi anotador, mis mejillas aún avergonzadas.

—¿Quién fue tu inspiración? —preguntó con tono casual. No estaba segura si se hacía el tonto o de verdad no lo había relacionado.

—Nadie en particular —mentí una vez más—. Ya pensé un nombre para la nueva en la que estamos trabajando —cambié de tema

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—Oh, ¿sí? ¿Cuál?

—“Camino Rápido a Ninguna parte”.

—Genial —opinó entusiasmado tomando su guitarra. —Estoy pensado esto para el coro.

Comenzó a rasguear metódicamente y me perdí en la música.

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14 Si se tratara de mí, nunca te

perdería de vista

Simples Placeres

Nos tambaleamos fuera del bar, totalmente borrachos

No alejándonos demasiados

La misma maldita cosa cada noche, en busca de alguien con quien pelear

Su vida no es mala, su día es siempre triste

Él se engaña a sí mismo, ocultando lo que es verdad

Siempre lo intenta, pero nunca funciona.

Necesitaba un cambio, necesitaba una pista

¿Qué será de él cuando su vida llegue a su fin?

¿Va a ser feliz o triste?

¿Tendrá algún amigo?

Él es tan ingenuo que simplemente no lo ve

Los simples placeres que la vida puede traer

Ma le compra sus cigarrillos, Pa compra su bebida

¿Qué sabes tú? No tiene nada que perder

Nunca tiene que preocuparse de nada

Todo está cuidado, todo

Siempre ha sido alimentado con esa cuchara de plata

Ahora está tambaleándose fuera del bar

Basta de esto, es hora de un cambio

Es hora de que arregle su vida

¿Qué de él cuando su vida llegue a su fin?

¿Va a ser feliz, triste, o tener un amigo?

Él es tan ingenuo que simplemente no lo ve

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Los simples placeres que la vida puede traer

Durante toda mi vida, mi cumpleaños siempre había sido algo que esperaba con ansias y, al mismo tiempo, lo aborrecía. Siempre tenía grandes expectativas y me decepcionaban al final. Aunque mis padres eran eternamente cariñosos y atentos, me había cansado de pasar mi cumpleaños con ellos e ir al cine —la tradición. Quería salir de lo común... Quería hacer algo que me hiciera sentir viva.

Me decepcioné enormemente cuando Brooklyn y Madison me informaron de que no podían acompañarme a celebrar mi cumpleaños. Cuando llamé a Harper me dijo que estaba cansada y quería descansar en su casa, y me invitó a ver películas y comer helado. ¿Era esa la mejor oferta que podría conseguir en mi propio cumpleaños? Me molestaba a un cierto punto. Le dije que tal vez iría un rato, pero , en su lugar, hice algo que me sorprendió incluso a mí misma: le envíe un mensaje a Jace.

Me había sentido mal por la forma en que había escapado de la casa de su abuela y cuan llorona había sido. Para ser honesta, era todo un caso y, si yo fuera un chico, no me aguantaría tampoco. Pero, con su nuevo corte de cabello y tatuaje me imaginé que él podría tener algo mejor que hacer.

Oye, ¿qué cuentas? escribí.

Me arrastré por mi habitación, tratando de decidir qué ponerme. Me conformé con un par de leggings gris con una camiseta sin mangas negra lo suficientemente larga como para cubrir mi área problemática.

Revisé mi teléfono, ansiosa por ver su respuesta.

No mucho, acabo de salir del trabajo... ¿tú?

Puse mi vanidad a un lado, ya escribiendo mi respuesta.

¿Quieres pasar el rato? Mi corazón latía en mi pecho con la esperanza de no haber estropeado todo con Jace la otra noche. Para quitar mi mente de ello comencé a aplicarme un poco de delineador de ojos, rímel y rubor, nada exagerado, pero lo suficiente como para acentuar mis características.

En realidad, tengo planes... ¿tal vez más tarde? Preguntarme con quién tenía esos misteriosos planes estaba destinado a volverme loca de la peor manera.

Sí, tal vez, le escribí en respuesta. No había manera de que fuera a quedarme en casa en mi cumpleaños este año. Tantas cosas habían cambiado; yo había cambiado.

—¿Mamá? —grité, asomando mi cabeza hacia el pasillo.

—¿Sí, Peyton? —Escuché que me contestó desde el interior de su habitación.

—¿Podemos ir a la peluquería? —Mi madre amaba los mimos de cualquier tipo y, siendo mi cumpleaños, sabía que no sería capaz de resistirse.

—Por supuesto —dijo antes de escucharla revolotear alrededor, más que probable que preparándose para salir.

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—Te ves tan diferente —exclamó mi madre con asombro.

—¿Diferente bueno o diferente malo? —pregunté, mordiéndome el labio y acomodándome mi sedoso cabello.

—¡Me encantan los colores! —Mi madre pasó los dedos por mi cabello. Había elegido teñirme el cabello de negro con un toque de color púrpura en la parte superior y rojo fuego debajo. También había optado por un flequillo al estilo chino y capas entrecortadas.

Giré la silla y estudié mi reflejo en el espejo. Me veía como una persona completamente diferente. Lucía dura y atrevida. Era exactamente lo que quería.

—Me encanta —susurré, pasando mis dedos por mi cabello con delicadeza.

—Tienes que salir —dijo mi madre emocionada—. Ir por ahí a presumir tu nuevo look.

Ella tenía razón. Era la primera vez que me sentía segura de cualquier parte de mi aspecto desde... nunca. Necesitaba sacarle ventaja a este sentimiento.

Cuando llegué a casa, saqué mi teléfono para mandarle un mensaje a Harper, pero encontré que ya tenía uno de Jace. Decía: Estoy libre ahora si quieres pasarte por aquí.

Venme a buscar, algo habrá para hacer le respondí antes de bajar las escaleras.

No le tomó mucho tiempo llegar pero, en ese corto tiempo, recibí un montón de mensajes de Harper. Se estaba volviendo loca porque estaba sola en su mansión, sus padres estaban fuera de la ciudad por negocios, y tenía miedo de los ruidos extraños. A pesar de que era la última forma en que quería pasar mi cumpleaños, sabía que me sentiría mal si no me pasaba aunque fuera un rato a su casa para chequearla y asegurarme de que estuviera bien.

Jace no pudo ocultar su asombro al verme cuando subí al coche.

—¿Nuevo corte?

Asentí.

—Necesitaba un cambio.

Usar de la frase que él había acuñado causó que una sonrisa pequeña se formara en las esquinas de sus labios.

—¿Qué te hizo elegir negro y rojo?

Me encogí de hombros.

—Siempre he querido ser más atrevida. Parece extrañamente apropiado... ¿no es así?

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—Sí. —Asintió y puso el coche en reversa para salir de la calzada—. Así que, ¿dónde quieres ir?

—En realidad, tenemos que hacer una parada rápida primero. —Me quedé mirándolo fijamente, asimilando la forma en que el color celeste de su camiseta Volcom hacía resaltar sus impresionantes ojos.

Me pilló mirándole y aparté la vista a toda prisa.

—¿Qué es? —preguntó.

—Oh, nada... es sólo Harper —rápidamente cambié de tema.

—¿Qué pasa con Harper?

—Está sola en casa, y eso la pone nerviosa —contesté, mirando por la ventanilla del pasajero—. ¿Sabes? nunca hablamos de cuando estuviste en el hospital...

Jace ni siquiera se molestó en mirar en mi dirección, ni de responder.

—¿Jace?

—No estoy listo a hablar de ello —respondió Jace en voz baja profunda.

Asentí. No me había dado cuenta de lo insensible que había sido. En menos de un año Jace había perdido a dos importantes miembros de su familia debido a accidentes automovilísticos. Este último incidente con su hermano bieno pudo haber traído a la superficie los sentimientos no resueltos acerca de la muerte de su madre.

—Lo siento —dije en voz baja.

—¿Qué fue eso? —preguntó Jace, mirando rápidamente en mi dirección, para luego regresar a la carretera.

—Siento haber sacado el tema —respondí, sintiéndome culpable.

Se encogió de hombros como respuesta. Nos llevó en silencio durante un par de minutos, antes de finalmente hablar.

—Quiero hablar contigo acerca de ello... —hizo una pausa—, cuando esté listo.

Y así fue como lo dejamos, todo el camino hasta la casa de Harper. Una limusina hummer aparcada en su puerta me llamó la atención.

—¿Qué es todo eso? —Jace señaló con la cabeza hacia la limusina.

—No tengo ni idea.

Me moría de las ansias por saber qué ocurría, y prácticamente había volado fuera del automóvil en cuanto Jace estacionó. Corrí hasta sus escaleras de cemento y toqué el timbre de la enorme casa. Me di la vuelta y me sorprendí al ver que Jace me había seguido.

—Alguien está ansiosa —susurró Jace desde detrás de mi oreja derecha enviando escalofríos por mi espina dorsal. No tenía ni idea de qué día era. No tenía ni idea de mi historia con este terrible día... No podía soportar la idea de contener mi emoción.

La puerta de entrada gigante se abrió y un crescendo de "sorpresas" explotó en el aire. El lugar estaba abarrotado de personas. He mencionado cuán enorme es la

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mansión de Harper varias veces, pero parecía como si todo el mundo en mi pequeño pueblo de Day Heights se hubiera metido en esa casa. Busqué encontrarme con algún rostro que reconociera, pero habían chicos y chicas de toda mi escuela por donde mirara y era difícil enfocarme.

—¡¿Pero qué tenemos aquí?! ¡¿Esa es la chica del cumpleaños?! —Madison llegó rebotando hacia mí, gritando a todo pulmón.

—¿Es tu cumpleaños? —murmuró Jace con sorpresa.

Lo miré como disculpándome. Si hubiera sabido que mis increíbles amigos habían planeado una fiesta sorpresa, al menos le habría advertido a Jace sobre lo que nos estábamos metiendo.

—¡Toma! —me ordenó Madison, empujando un vaso a la altura de mi pecho

—¿Qué es? —le pregunté, oliéndolo ligeramente.

—Ron. —Brooklyn apareció frente a mí de repente, chocando su vaso de chupito con el mío—. Para la chica del cumpleaños. —Ella levantó su vaso de chupito y vi a varios otros seguir su ejemplo.

Era ron añejo y no mi favorito absoluto, pero me lo bebí de un solo trago haciendo una mueca.

—¡Me encanta el cabello! —Brooklyn pasó los dedos por mi melena con nuevo corte y color.

—Gracias —contesté, mirando a su alrededor.

—Chica, te ves osada. —Harper se apartó de la multitud—. Me gustaría poder lucir un look así.

Mi cabello fue la principal atracción durante los primeros veinte minutos mientras que las personas se acostumbraban a la nueva yo. Ubiqué a Noah en un rincón. Levantó la barbilla hacia mí y levantó su copa en el aire saludándome, articulando con la boca "bonito corte".

Le devolví la sonrisa como respuesta y le hice un gesto para que se uniera a mí. Él caminó hacia Jace y yo.

—Oye, gracias por venir. —Le di un abrazo.

—No me lo perdería por nada del mundo —respondió Noah.

—Noah, este es Jace —los presenté.

—¿No nos hemos visto antes? —preguntó Noah mientras estrechaba la mano de Jace.

Jace negó.

—He ido a verlos tocar antes, pero no hemos sido presentados correctamente antes.

—Maldita sea, estaba seguro que habíamos pasado juntos el rato antes... Con Peyton, sí. ¿No fuimos a los bolos o algo así? —Le lancé una mirada de muerte a Noah. Había traído a colación distraídamente a Jax. No estaba segura de cómo iba a afectar eso el estado de ánimo de Jace.

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—Debe haber sido mi hermano del que te estás refiriendo —respondió Jace simplemente, antes de alejarse de nosotros hacia la variedad de licores ubicados en la mesa.

Le disparé otra mirada a Noah.

—Su hermano, Jax, acaba de morir... —dije en voz baja, haciendo una pausa—. ¿Podemos no traer a colación recuerdos tan terribles?

Noah me miró lleno de culpa.

—¡Deberías habérmelo dicho! Me siento terrible... —Su voz se desvaneció.

—No hubo tiempo pero, por mi bien, mantengamos esto alegre.

Le devolví la sonrisa. Él no lucía para nada mal esta noche. Esta noche había optado por una camisa a botones y pantalones vaqueros en lugar de sus usuales camisetas negras de banda. Se veía guapo.

—Te ves bien —dije, sin poder detenerme.

Él sonrió, bajando la mirada.

—Me robaste el show esta noche.

Me miró a los ojos entonces e hizo que mi corazón se detuviera en mi pecho. Hizo un gesto con la cabeza de nuevo a Jace que aún se consumía sirviéndose una copa. Había sido invadido por un grupo de chicas que no conocía, y me esforcé para leer sus labios.

—Entonces, ustedes dos… ¿son algo oficial? —preguntó Noah, sus ojos marrones moviéndose entre Jace y yo.

Me reí un poco sin humor regresando mi mirada a Noah.

—Ni siquiera sé lo que somos. Me he estado preguntando eso desde el primer día.

Noah pareció sorprendido por mi franqueza. No era del todo nuevo. Había compartido mucho sobre mí con Noah, pero mi vida amorosa era una de las cosas sobre la nunca le había hablado.

—No tienes por qué conformarte, Peyton. Te mereces algo mejor que eso.

Moví mis ojos de regreso a Jace y a la creciente multitud de chicas que le pululaban.

—Debería ver cómo está.

Me abrí camino con dificultad a través de la gran multitud. La gente me paraba cada pocos metros para desearme feliz cumpleaños o para ofrecerme un cumplido sobre mi nuevo aspecto. Tardé más de diez minutos de caminar seis metros; la casa de Harper nunca se había visto tan llena.

—Oye —le dije a la ligera cuando logré colarme en el grupo

Las miradas de todas las chicas de pronto se clavaron en mí, obviamente evaluándome de arriba abajo. Suspiré con fuerza, empujando a Jace.

—¿Un trago? —preguntó mientras me servía otro trago.

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—Sí —le respondí al instante tragándolo con una tos—. ¡Uff! Eso fue fuerte, ¿qué fue eso? —pregunté, haciendo una mueca por el sabor amargo.

—Whisky —dijo Jace, antes de tomar otro chupito como si se tratara de agua. Era el tercero que lo había visto tomar en menos de diez minutos.

—Tal vez deberías reducir la velocidad —dije, quitándole la botella de whisky de las manos y plantándola de regreso a la mesa.

—Tal vez deberías dejar de actuar como mi madre. Oh, espera. No tienes que preocuparte por eso, porque no tengo una —me espetó bruscamente, tomando la botella de whisky y llenándose otro trago.

—Salgamos de aquí —le supliqué en voz baja. Estaba decidida a no terminar mi cumpleaños con un escándalo.

—No. Tú insististe en que hiciéramos una parada aquí. Vamos a disfrutar un rato mientras estamos aquí. —Chocó su vaso con una de las chicas que tenía más cerca, antes de echar la cabeza hacia atrás y tragárselo de un solo trago.

—No tenía idea de que tenían esto planeado, Jace. Lo siento —continué intentándolo.

—¿Quién quiere otro trago? —gritó Jace a su multitud de espectadoras. Tomó el whisky, hizo los vasos a un lado, y vertió el líquido directamente en cada una de sus bocas encastrándolo todo.

Puse los ojos en blanco, no queriendo perder ni un respiro. Era difícil estar enojada con él, sabiendo todo lo que siempre le había hecho pasar y cuántas veces él me perdonó. Conociendo el difícil momento que estaba atravesando...

Lo miré una vez más con simpatía antes caminar a la puerta de atrás y salir al patio.

Necesitaba el aire fresco. Necesitaba un segundo para recomponerme y recordar lo que era importante. Era una buena noche de julio; húmeda y ventosa, todo al mismo tiempo.

La luna estaba redonda y llena; una belleza a la vista. Cerré los ojos inspirando profundamente y disfrutando del silencio.

—¿Qué pasa cumpleañera? —Reconocí la voz de Noah sin la necesidad de abrir los ojos.

—Sólo tomando un respiro. —Abrí los ojos por fin, mirando en su dirección.

—¿Qué le pasó a tu amigo? —preguntó por Jace.

—Está con sus amigas. —Hice un gesto hacia el interior con mi cabeza.

—Pues mal por él —comenzó Noah, dando un paso más cerca de mí—. Si se tratara de mí, no te perdería de vista.

No pude evitar sonrojarme. Noah estaba coqueteando conmigo. No había forma de negarlo. Mi estómago empezó a hacer volteretas repugnantes.

—Noah... —empecé a decir, pero fui silenciada por su dedo en mis labios. Me quedé inmóvil en mi lugar, mi corazón latiendo lo suficientemente alto para que el mundo oyera.

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—No actúes como si no pudieras sentirlo también... —Entonces Noah estiró su brazo, tirando de mí hacia él.

Antes de que supiera lo que estaba pasando fui arrancada de Noah desde atrás. Jace había hecho una aparición inesperada y estaba más borracho que una mofeta.

—Si vuelves a tocarla, te mato... —le oí amenazar a Noah.

Noah levantó ambas manos en señal de rendición.

—Tranquilo hombre. Atrás, solo estábamos hablando.

—Eso sí que no se parecía a hablar para mí —escupió Jace a centímetros de la cara de Noah.

—¡Jace, cálmate de una puta vez! ¡Estás borracho! —grité con rabia—. Voy a llevarte a casa.

—Debería haber sido él —murmuró Jace entre dientes.

—¿Qué? —grité, tratando de escucharlo sobre la multitud que ahora se había formado alrededor de nosotros.

—Debería haberlo salvado a él en lugar de a ti.

Esta vez lo oí claramente. Mis especulaciones habían sido correctas: Jace me había sacado del coche en llamas, salvando mi vida.

—¿No querrás decir que...? —dije, luchando por contener las lágrimas.

—Pruébame —dijo Jace—. ¿Tienes alguna idea de lo mucho que mi vida se ha vuelto de cabeza por tu simple presencia en ella?

Podía oler el whisky en su aliento. Quería creer que estaba diciendo estas cosas porque estaba borracho, pero también había oído que la verdad siempre sale a la luz cuando se está ebrio. Sólo quería que esto acabara. El día en el que había tenido originalmente tantas esperanzas, había resultado al igual que los otros; miserable y terrible. Lo único que quería era volver a la comodidad de mi casa y ser rodeada de aquellas personas que en realidad me querían y estaban agradecidos de que aún viviera

—Voy a volver por mi cuenta a casa —le grité por encima del hombro mientras me movía a empujones a través de los espectadores de regreso adentro.

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Cállate y Bésame

Viajando

Viajé por los cielos distantes

Buscando mi deceso

Sabiendo que mi fin vendrá

A la voluntad de su pulgar

Si sientes que estás caminando

Sin rumbo fijo, quiéreme

Da un paseo, tú verás

El futuro de tu destino

Viene igual que yo

Nos encontraremos pronto

Bajo los más oscuros cielos

Cuando nos encontremos

Volaremos

En una misión para ti y para mí

Si sientes que estás caminando

Sin rumbo fijo, quiéreme

Da un paseo, tú verás

El futuro de tu destino

Ni siquiera había tenido la oportunidad de caminar hasta el estacionamiento cuando escuché la voz de Jace detrás de mí.

—¡Peyton! —No me molesté en girar, Jace era la única persona que hubiera preferido no escuchar de nuevo jamás.

—¡Peyton! —Lo escuché repetir, esta vez más cerca. Sentí una mano en mi hombro, haciéndome girar.

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—¿Qué pasa ahora Jace? ¿Quieres reiterar el hecho de que desearías que estuviera muerta? —Me miró como si hubiera sido golpeado en los intestinos con mis palabras.

—¿Qué? No —dijo suavemente, estirando el brazo hacia mí. Me aparté de él, todavía caminando.

—¿Sabes qué, Jace? —empecé, encontrando la voz que había estado buscando toda la noche—. No creo que pueda seguir haciendo esto.

Él me miró a los ojos, casi rogando que lo escuchara.

—Lo siento… Todo. Lo digo en serio.

Asentí.

—Lo aprecio… Pero eso no cambia la forma en que me siento… —Entonces me interrumpió.

—Peyton, mi madre significaba el mundo para mí. Cuando la perdí, quedé roto. Había perdido mi razón para vivir. Ya no podía verle sentido a nada.

Dejé de caminar, notando que esta era la primera vez que Jace me hablaba sobre su madre.

—Cuando me mudé aquí todo el mundo era tan alegre y emocionante, y yo no quería hacer nada con eso… Y entonces te vi en el pasillo el primer día. Tus ojos estaban llenos de tristeza, justo como los míos… Tú fuiste la primera persona que sentí que entendía por completo lo que era tener el corazón roto.

—Tú… —comencé, antes de que Jace me interrumpiera.

—Supe que quería conocerte. Supe que quería hacer que sintieras amor. Quería traer felicidad a tus ojos de nuevo. —Llevó su mano a mi cara, acariciándola gentilmente—. Tenía miedo de mis sentimientos por ti, Peyton. Nunca había conocido a alguien como tú. Mis sentimientos me sorprendieron, me desbordaron.

—¿Por qué fue eso? —pregunté—. ¿Porque era gorda?

—¿Qué? No. —Sacudió su cabeza acercándose a mí—. Todas las chicas con las que salí en el pasado estaban en mi círculo de amigos. Todo fue siempre arreglado por amigos mutuo, y nunca teníamos mucho en común realmente. Tú me intrigaste… Pero también me sorprendiste. Me estimulaste, me presionaste cuando necesitaba justo eso. Tienes una manera única de ocultar tus sentimientos, como si el resto del mundo no pudiera decir lo que estás pensando y, otras veces, los silencias a todos con tu franqueza.

Lo miré confundida.

—Me estás perdiendo aquí, Jace

—Tenía miedo de perderte. Olivia parecía la vía fácil, una opción segura. Pero tú me enseñaste que todo lo que tiene valor en la vida lleva tiempo y esfuerzo. Lo siento por cada vez que te hice llorar. Siento cada vez que hice que tu corazón se rompiera.

110

No tenía idea de qué decir. Esto era algo que había estado esperando desde que me enamoré de él; finalmente se estaba mostrando vulnerable conmigo. Abrí la boca para hablar pero fui de nuevo interrumpida.

—La noche del accidente, busqué en el GPS el teléfono de Jax, y conduje a la escena del accidente. Cuando llegué, Jax estaba inconsciente contra el volante y tú habías salido arrojada fuera del auto. Era todo un desastre. El auto ya había empezado a humear y no había suficiente tiempo. Tuve que escoger a uno de los dos.

—Y me escogiste a mí… —comprendí

—He estado viviendo con culpa por esa decisión desde entonces. —Jace me miró con tristeza en sus ojos.

—Lo siento —murmuré.

—Yo no… No podía perderte. Te amo Peyton. Te amo tanto que escogí salvarte sobre mi propia sangre. Tú me cambiaste. Tú me diste una razón para vivir de nuevo. No puedo perderte ahora. No después del infierno por el que he pasado.

Me acercó a él.

—No sé qué decir… —comencé.

Jace me amaba, con mis defectos y todo. Era todo lo que podía haber deseado, todo con lo había soñado jamás. ¿Cómo podía ser tan afortunada?

—No me hagas esperar más… dilo —me rogó, sus ojos azules centelleantes.

—Yo también te amo —confesé finalmente y le permití cerrar sus labios en los míos, con el sabor del whisky aún en su lengua—. Vamos a necesitar conseguirte algún chicle —me burlé, separándome.

—¿Me puedes llevar a casa? —me pidió tentándome con las llaves de su auto.

—Estoy segura de que eso puede arreglarse —respondí, antes de presionar mis labios contra los suyos ansiosamente una vez más.

Cerré mis ojos firmemente, sin querer despertar del asombroso sueño que

estaba teniendo. Jace, finalmente me había dicho cómo se sentía. Jace me amaba… A mí… Todavía estaba en shock.

Restregué mis ojos fuertemente antes de abrirlos y examinar mi habitación. No era un sueño… Era la realidad. Me pregunté cuándo vivir en mi realidad se volvió más emocionante que en mi sueños.

Estiré los brazos sobre la cabeza y tomé mi celular de la mesita de noche. Pasé mi dedo sobre éste solo para encontrar un par de mensajes de Jace.

Siento lo de anoche, lo que dije… soy un patán, decía el primero.

Sonreí ligeramente para mí misma abriendo el segundo.

Ya te extraño.

111

Me hizo sentir mariposas con eso. No podía creer que estuviera expresando sus sentimientos tan elocuentemente y a menudo. Me sonrojé un poco mientras escribía mi respuesta.

Gracias por arruinar mi cumpleaños, patán.

Y luego, porque no quería que pensara que en realidad estaba molesta con él, agregué un emoticono haciendo un guiño al final del texto. Comencé a prepararme para la ducha cuando escuché que otro mensaje me llegaba.

Déjame arreglarlo para ti.

Mi corazón comenzó a correr. Estar cerca de Jace siempre me volvió loca, pero saber que él se sentía de la misma manera me volvía una demente. Nunca hubo ninguna duda en mi mente de que quería a Jace… Que estaba perdidamente enamorada de él. Envié una rápida respuesta antes de meterme en la ducha.

Tiene un montón de cosas por arreglar, señor.

No se lo iba a poner fácil.

Él respondió unos segundos antes de que bajara mi celular.

Bien, me gustan los retos.

Su corte de pelo y musculosa espalda fue lo primero que reconocí.

—¿Qué estamos haciendo aquí? —pregunté, mientras sus hermosos ojos azules atrapaban a los míos y él esbozaba una enorme sonrisa.

Había aceptado reunirme con él en un parque local que era conocido por ambos, pero eran cerca de las diez de la noche y las estrellas gobernaban el cielo.

—Hola a ti también —se rió entre dientes, acercándome a él.

Pude sentir el repiqueteo de mi corazón mientras su cálido aliento se acercaba, y sus brazos me abrazaban.

Olía a Aqua Di Gio de Giorgio Armani. Era celestial. La única razón por la que reconocía la esencia fue porque me recordó a Liam. Él había usado la misma esencia prácticamente cada día durante el año escolar.

—Peyton —dijo sin aliento, sacándome de mi trance.

Desplacé mi mirada para encontrar la suya. Incliné mi cabeza hacia un lado alegremente cuando no dijo nada. Él mordió su labio seductoramente, lo que hizo que todo mi cuerpo se estremeciera más intensamente.

—Quiero hacer esto bien… —Se fue apagando, alejándose un poco—. Tú sabes, todo esto de ser novios.

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Se pasó la mano sobre la cabeza atrás y adelante, atrás y adelante, nerviosamente. Sentí que no podía respirar. Jace se acababa de referir a sí mismo como mi novio. Tan sorprendida y emocionada como estaba, todavía quería ser capaz de extraer una pequeña alegre venganza.

—¿Novio?

—Bueno… Sí… quiero decir, esperaba… —comenzó tartamudeando, lo que sólo lo hizo más irresistible.

—Cállate y bésame —ordené, inmediatamente lanzando mis manos alrededor de su cuello y pasando mis dedos a través de su corto y pinchudo cabello.

Sus ojos se iluminaron y, antes de que lo supiera, sentí sus suaves labios acariciar los míos. Se había dejado crecer un poco la barba produciéndome un agradable cosquilleo. Entonces, su beso se volvió más intenso, más impaciente, sentí su lengua buscando la mía.

—Maldición. —Jace rompió el beso, con la respiración entrecortada—. Creo que he subestimado tu habilidad para besar. ¿Cuántas personas has besado?

Pude escuchar los celos bañando su voz y eso me agradó.

—Sólo tres Jace… No es gran cosa.

Se encogió de hombros, alejándose, su cuerpo moviéndose en una dirección opuesta a mí.

—¿Dije algo malo? —pregunté, mientras me cepillaba un poco mi revuelto cabello con las manos.

Él sacudió su cabeza tristemente.

—Es sólo que siempre quise ser el primero en besarte.

Oír los sentimientos que tanto había resguardado me rompió un poco el corazón.

¿Cuántos meses había suspirado por Jace sólo para terminar decepcionada o herida? ¿Cuántas noches había llorado hasta quedarme dormida porque no podía ser honesto conmigo acerca de sus sentimientos?

Se me seguía haciendo difícil creer que esto fuera real Que él realmente estaba parado frente a mí… Y no tendría que perseguirlo más.

Él quería estar conmigo. Me amaba.

—¿Fue todo lo que soñaste y más?

Negué con la cabeza. A pesar de que había sido increíble y uno de los mejores momentos de mi vida... no había sido con Jace.

—No fue contigo.

Me dio un beso rápido en agradecimiento por mi dulce respuesta.

—¿Sabes?… —comencé—, hay un montón de primeras cosas que no he experimentado. ¿Por qué no me ayudas a vivir la vida un poco mejor? —Le di un golpe a Jace en el pecho con el hombro.

113

—¿Ah sí? ¿Y cuáles son esas cosas?

No me molesté en responder, simplemente agarré su mano y suavemente deslicé mis dedos entre los suyos.

—¿Nunca has tomado la mano de nadie antes? —Me miró con incredulidad.

—No de alguien que importara… No de alguien de la que estuviera locamente enamorada. —Moví mi dedo suavemente a través de su pulgar, adelante y atrás, adelante y atrás, en un movimiento tranquilizante.

—Dilo de nuevo —me rogó, presionándose cerca de mí.

—Te amo —susurré, mirándolo a los ojos por un largo tiempo.

—Tengo una sorpresa para ti.

—¿En serio? —jadeé, aturdida por todos sus increíbles gestos esa noche.

Asintió, sonriendo ampliamente.

—¿Ves esa estrella allá? —Señaló al cielo.

Desplacé mi mirada al precioso cielo sobre nosotros.

—¿Cuál?... Tienes que ser un poco más específico aquí.

—¿No ves esa que parece como si tuviera un poco de púrpura? —indicó, poniéndose detrás de mí, abrazándome por la cadera y señalando de nuevo.

Dos cosas increíbles pasaron en ese momento: los dedos de Jace suavemente hicieron cosquillas en mi cadera —donde tenía bastante piel sobrante—, y no me sobresalté, y pude ver ahora claramente la estrella a la que él se estaba refiriendo. Había algo tan mágico al mirar que me pregunté si era real. Tenía una tonalidad violeta radiando de ella.

—Nunca había visto algo tan hermoso ante.

—La llamé como tú. —Jace me miró esperando mi reacción.

—Um… ¿Qué? —¿Qué?

—Compré la estrella y la llamé como tú. —Estaba sonriendo gentilmente ahora.

Mis ojos parpadearon entre su hermosa sonrisa y el increíble gesto que acababa de hacer.

—¿Qué? Tú lo vales

—Te amo Jace Austin —susurré suavemente antes de deslizarme hacia él y presionar mis labios contra los suyos.

—Te amo Peyton Lane. Y me voy a asegurar de que nunca tengas que preguntarte eso de nuevo. —Me apartó los rizos de los ojos antes de descender sus labios a los míos de nuevo. Mi corazón estaba lleno de amor. Sí, habíamos tenido bastante durante el viaje, pero Jace valió la pena cada gota de sangre, sudor y lágrima. Él era mi premio final.

114

16 Él probablemente crea que soy

alguna clase de acechadora psicótica Libro de los Secretos

Verlo sangrar, verlo arrastrarse

Lentamente levantarse a sí mismo del suelo

Sólo el Señor sabe lo que ve

A pesar de todas las horribles cosas que soñaste anoche

Recuerda una cosa, no es el final.

Ni siquiera la cordura puede salvarte

Las voces que oyes, y las elecciones que tomas

Sólo está bien si revelas toda la verdad.

Se esconde de nosotros… el misterio de la vida

Hay muchas cosas allá afuera

A pesar de la agenda oculta que nuestros gobiernos nos da

Debemos levantarnos y unirnos

Abre tus ojos… intenta ver lo que hay dentro

Confía en tus instintos y en nada más.

Es un mundo grande, grande, es tiempo de que te pruebes.

Es un mundo grande, grande, es tiempo de que te pruebes.

Habíamos estado “saliendo” oficialmente durante dos semanas. Y eran las

dos semanas más mágicas e increíbles que alguna vez experimenté. Cada mañana

me había despertado con un mensaje que me saludaba con un “Buenos días

Hermosa”. Durante tres días de la semana anterior, había recibido flores. Uno

pensaría que era un poco demasiado, pero estaba dispuesta a saborear cada

momento.

115

Nunca nadie me había considerado lo suficientemente buena para recibir el

tratamiento real que Jace me había estado danto últimamente, definitivamente se

estaba ganando sus puntos.

Algo se sentía diferente hoy, sin embargo. Podría ser el hecho de que no recibí

ningún mensaje tierno al despertar, o que no había hablado con mi novio por dos

días completos. Yo ya había caído a esa rutina, y era muy extraño en él.

Mi mente comenzó a correr con pensamientos de él saliendo con Olivia… o

peor, haciendo algo imprudente; no me podía concentrar.

¿Y si se había cansado de mí? ¿Qué si ya lo había espantado?

Odiaba esta parte de mí. La parte que dudaba de que fuera lo sufrientemente

buena para Jace… en el fondo sabía que sí lo era, pero era un poco sobrecogedor y

sorprenderte a veces que alguien tan increíblemente hermoso y encantador pudiera

querer tener algo que ver con la pequeña e insegura yo.

Estaba mejorando, pero las cicatrices no desaparecían tan fácilmente. Era la

prueba viviente de eso. Mi puñado de mensajes y llamadas sin respuestas me estaban

haciendo ver como una acosadora o paranoica. Cualquiera de los dos, sí que estaba

jodida.

—No he visto a Jace últimamente —comentó Kayleith en el desayuno esa

mañana—. ¿Dónde se ha metido?

Me encogí de hombros sonrojándome de inmediato.

—¿Están ustedes bien? —El ceño de Kayleith estaba fruncido con

preocupación, y dejó de poner mantequilla en su tostada.

—Sí —vacilé—. Estoy bien.

—Eso no es lo que pregunté. —Kayleith me miró fijo—. ¿Estás segura de que

tú y Jace estáis bien?

—¿Qué tal si él quisiera romper conmigo? —Me encontré a mí misma

perdiendo el aliento con sólo el pensamiento y mis lágrimas ya picando en mis ojos.

—¿Por qué iba a hacer eso? —preguntó con incredulidad.

—Porque está ignorándome… —susurré mirando al piso—. Tal vez se dio

cuenta de que no soy buena para él.

—¿Qué? —Los ojos marrones de Kayleigh se oscurecieron—. Nunca vuelvas a

decir eso, ¿me oyes?

La miré sorprendida por su exabrupto. Lentamente asentí.

—Eres maravillosa, increíble. Eres asombrosa. Nunca lo olvides —Cepilló

suavemente mi cabello—. Eres una Lane, una luchadora.

116

Eso me tomó por sorpresa. Mi hermana se volvió más hermosa para mí de lo

que hubiera imaginado en ese momento. Siempre supe que el corazón de Kayleith

era puro, sólo esperaba lograr verlo y experimentarlo en primera persona. Superó

todas mis expectativas.

—Ahora, dime lo que de verdad está pasando. —Apoyó su mano en mi hombro

de manera alentadora.

—Jace está desaparecido y me desespera. Probablemente crea que soy alguna

clase de acechadora sicótica por todos los mensajes que le he enviado.

Me rodó los ojos.

—¿Eso es todo? ¿Sólo por eso te has estado sintiendo mal?

Mi boca se abrió en una exagerada mueca.

—Qué… grosera. Sabes que me encanta sobre analizar.

—¿Cuándo fue la última vez que supiste de él? —Al parecer Kaleyhg no estaba

tan preocupada como yo.

—Dos días… Sé honesta… ¿Estoy exagerando? —Realmente no lo sabía… Jace

era mi primer novio en serio, tenía permitido cometer algunos errores, ¿cierto?

Kayleigh se me quedó mirando como si tuviera dos cabezas.

—Dame tu teléfono —ordenó extendiendo la mano.

—¿Qué? ¿Por qué? —pregunté confundida.

—Porque no voy a dejar que arruines todo con Jace sólo por un par de días de

silencio. Voy a salvar tu relación.

La miré de arriba a abajo como si fuera una alienígena, pero ella sólo señaló

con su cabeza a su mano. Suspiré audiblemente y coloqué gentilmente mi celular en

su mano.

—Esto es totalmente injusto.

Sólo estaba frustrada porque no podría ponerme a revisar mi teléfono cada

cinco minutos. Eso sólo iba a servir para darme más tiempo para pensar y torturarme

a mí misma con escenarios improbables. Sonaba muy doloroso.

Justo cuando sus dedos lo tomaron y los míos dejaron el agarre de muerte, oí

la familiar vibración de un mensaje de texto entrante.

—¡Dámelo! —chillé, persiguiendo a mi hermana alrededor de la mesa. Tenía

que ser Jace… Tenía que ser Jace… o al menos eso es lo que no dejaba de decirme.

Entrecerró los ojos a la pantalla de mi celular.

—Es de Noah, ahora deja de volverte loca.

117

¿Noah? No había sabido de él desde la noche de la fiesta |la noche en la que

hizo obvio que estaba interesado en mí. Había estado evitando todos nuestros

ensayos programados porque no estaba segura de poder confiar completamente en

mí sola en un cuarto con él. Me tenía que asombrar por su absurda sincronicidad,

sin embargo.

Habíamos estado tocando juntos meses; si yo realmente le gustaba ¿por qué

no avanzó conmigo cuando tuvo su oportunidad? ¿Por qué no, cuando estaba sola y

disponible?

¿Por qué había salido con la Srta. demonio y jugado con mis emociones?

“La primera vez que nos quedamos después del ensayo para

escribir” leyó Kayleigh, ignorando el hecho de que estaba invadiendo mi

privacidad.

—¿Significa eso algo para ti?

De hecho lo hacía. Noah y yo habíamos terminado sumidos en una profunda

conversación perdiendo la noción del tiempo ese día. Sorprendentemente, ni uno

solo de esos minutos lo usamos en escribir. De hecho, fue una de las únicas veces que

alguna vez hablé con alguien sobre mi infancia y de lo que había soportado por mi

sobrepeso en la adolescencia; el infierno al que fui sometida a diario. No había sabido

en aquel entonces por qué había sido tan honesta y abierta con él… pero había algo

sobre sus amables ojos que me decían que podía confiar en él.

Le arranqué el teléfono a mi hermana de las manos, rápidamente escribiendo

mi respuesta.

¿Q t parec sta noche?

Sin perder el tiempo él respondió y ahí fue cuando lo supe….

¿Saber qué…? Mi mente está corriendo, mi corazón latiendo a una milla por

minuto.

Que estaba en problemas.

Sabía lo que estaba tramando ahora y no estaba segura de si quería permitirle

seguir adelante.

—De acuerdo, ¿qué está pasando? —preguntó Kayleigh en todo exasperado.

Era simple en realidad.

—Estoy jodida.

Habían pasado horas desde que recibí esos peligrosos mensajes de Noah, y

aún no tenía ninguna palabra de Jace. Podía decirse que mi cabeza era un desastre.

A pesar de que quería seguir el consejo de Kayleigh, algo en la boca del estómago me

decía que siguiera mi corazón.

118

Si seguía esperando a que Jace apareciera primero, terminaría haciendo algo

ridículamente estúpido cómo responder los mensajes de Noah y, con lo lejos que

habíamos llegado con Jace no quería arriesgar nuestro progreso por sólo un tal vez.

Nunca había sido invitada a la casa de Jace y nunca se me cruzó por la cabeza

de que pudiera haber una razón. Sólo asumí que le gustaba más mi casa ya que se

aparecía temprano por ahí cada día.

La guía de teléfono me había dado la respuesta necesaria y ahí estaba ahora,

con mi corazón latiendo desbocado en mi pecho. No estaba segura de cómo iba a

reaccionar con mi visita no avisada, pero necesitaba verlo. Necesitaba saber que

todavía se preocupaba por mí, que me amaba.

Había caminado toda la distancia entre nuestras casas y la caminata resultó

ser agradable y briosa. Me debe haber tomado unos 10 minutos, pero los sentí como

cinco. Definitivamente podía hacer esto más seguido. Eso era si de hecho me

respondía y me invitaba a entrar.

Subiendo los escalones de su porche, impacientemente me saqué el pelo de

los ojos, y tiré de mi camiseta intentando verme más presentable antes de llamar. No

estaba preparada para lo que pasó después.

—¡Abre la puerta! —oí una voz demandar inmediatamente después de que mi

puño tocara la puerta.

Oí unas cinco cerraduras ser destrabadas y la puerta se abrió lentamente. Lo

que vi después, fue lo más desconcertante que pude haber imaginado.

—Jace —me atraganté al asimilar su alta figura en la puerta.

—¿Peyton? —preguntó con tono desconcertado y preocupado, antes de abrir

la puerta del todo y salir al porche conmigo—. ¿Qué haces aquí? —siseó mirando con

ojos desorbitados por sobre su hombro hacia donde yo había oído que venía la voz.

Estaba formando mi respuesta cuando los vi. No era uno, ni siquiera dos, sino

múltiples cardenales. En su rostro, sus brazos, sus piernas. Cardenales. Se veía como

si hubiera estado en una pelea y definitivamente no había ganado.

Mi estómago se estrujó junto con mi corazón.

—¡Oh, Dios mío! ¿Estás bien? ¿Quién te hizo esto? —pregunté, extendiendo

mi mano para gentilmente acariciar su mejilla donde una marca se desvanecía de

azul a verdoso.

—Estoy bien. —Evadió mi toque. ¿Por qué estaba actuando tan frío?

—¿Quién carajo es? —exigió la misma voz.

—Peyton —su voz se volvió incluso más nerviosa—. Tienes que irte.

119

Mis ojos se dispararon a los de Jace. Estaba intentando hacer que me miraba.

Estaba intentando que se abriera conmigo. ¿Por qué me alejaba? Quería gritarle que

confiara en mí, que me dijera por lo que estaba pasando

Pero era demasiado tarde… Me debería haber ido cuando me lo dijo al

principio, pero mis pies estaban plantados firmemente y, aun si lo hubiera

intentando, los hubiera sentido como si estuvieran pegados al piso. Quería saber lo

que había pasado. Quería ser su salvadora igual que él había sido el mío antes.

—¿Quién puta está en la puerta? —La tensión que emanaba de la rasposa voz

era más que aparente.

Los ojos de Jace me rogaban que me fuera. Ni siquiera lo estaba diciendo ya,

sólo intentaba hablarme con los ojos. Pero ya era demasiado; su padre, o quien asumí

era su padre, salió tambaleándose a la puerta.

Esa fue la primera vez que vi verdadero miedo en los ojos de Jace y la primera

vez que todo encajó en su lugar. Él te lo hizo…

—Bueno, bueno, bueno —dijo la versión más vieja y estoica de Jace—. ¿Qué

tenemos aquí, Jace? ¿Es tu novia?

Rápidamente volvió su rostro hacia su viejo padre. Era más allá de evidente

que estaba totalmente bebido y eso que apenas eran las tres de las tarde. Me pregunté

si esto es lo que había estado soportando desde que su madre murió y su padre tomó

la custodia.

—No es nada, Frank. —La tensión podía cortar como un chichillo. Jace le

hablaba con dientes apretados. De pronto, no quería nada más que volverme una

mosca en la pared—. Peyton, vete a casa.

Mis pies ya no estaban pegados al piso y Jace no necesitó advertirme dos

veces. Me giré y me alejé rápidamente de su porche. Sólo cuando estuve del otro lado

de la calle volví a mirarlo. Ni siquiera… podría haberlo oído desde km de distancia.

El sonido del puño contra la carne me produjo náuseas.

Me llevé la mano a la boca mientras veía a Jace caer sobre sus rodillas,

sosteniéndose el estómago en su porche. Me largué de allí corriendo. Fabuloso. Se

suponía que debía salvarlo y estaba corriendo como una perra en la dirección

opuesta. Yo le había causado ese dolor a Jace...

¿Cuánto tiempo hacía que sufría malos tratos de su padre? ¿Durante cuánto

tiempo había estado tan sumida en mis propios dramas que fui tan ciega como para

no ver los moretones que portaba?

Me sentía terrible. Una cosa era que estuviera ignorándome porque era un

imbécil… era algo totalmente diferente que lo estuviera haciendo porque le estaban

moliendo a palos y no quería que lo viera así.

120

Por primera vez lo vi como él debía haberme visto ese primer día en el pasillo…

rota. Y no me gustaba. Jace siempre había sido un luchador. Siempre había luchado

por mí. No sabía qué hacer, pero Jace valía la pena hacer lo que fuera.

Aun si él no podía devolver la pelea, estaba determinada a pelear por él. Aún

si eso significaba tener que saltar frente a él y recibir sus golpes, los iba a recibir.

Jace me necesita. Y yo iba a ser lo que hiciera falta.

121

17 ¿Te mataría ser vulnerable por

una vez?

Me derrito

Nunca supe que podría sentirme así

Mi corazón está corriendo

Nunca supe que lo sentiría en tu beso

Oh, mi vida está cambiando

Entraste en mi vida

Oh tan confiado

Las luces brillaban tan fuertes

Fuiste enviado del cielo

Una sonrisa de tu boca

Y me derrito

Con un beso de tus labios

Me planto aquí para quedarme

No habían pasado más de cinco minutos desde que me había ido cuando un mensaje llegó a mi teléfono.

¿Estás bien? Era Jace.

Todavía estaba agotada por la imagen de lo que acababa de ver cuando hui, y mi mente no dejaba de cavilar tratando de decidir cómo debía enfrentar esto.

¿Debo llamar a la policía? ¿Debo decírselo a mis padres? No estaba segura de cuál era la respuesta correcta.

El hecho de que él estuviera preocupado por mí en un momento así, era entrañable y frustrante todo al mismo tiempo.

¿Estás malditamente jodiéndome? ¿Estás tú bien? escribí en respuesta. Estaba a pocas manzanas de mi casa cuando mi teléfono comenzó a sonar.

122

—¿Hola? —contesté sin aliento.

—¿Dónde estás? —la voz de Jace me preguntó.

—Lo vi darte un puñetazo Jace, justo delante de mis ojos. —Mi voz temblaba mientras por fin decía las palabras en voz alta.

—Peyton, ¿dónde estás? —preguntó de nuevo, ignorando completamente mi declaración anterior.

—Estoy en Dayton y Ferry.

—No te muevas, estoy de camino —Entonces se oyó un clic. Yo no podría haberme movido si quería. Saber que Jace estaba cerca me congeló en ese lugar; no lograba formar un pensamiento coherente.

—Peyton? —Oí mi nombre después de no más de unos pocos minutos.

Me di la vuelta para ver a Jace, con la cara llena de inquietud y preocupación.

—Lo siento mucho. —Corrió hacia mí entonces, abrazándome suavemente.

—¿Qué tienes que lamentar? —le pregunté, con los ojos llenos de lágrimas.

—Odio que hayas tenido que ver eso. No me gustó que te tratara mal. —Él empujó un par de cabellos de mi rostro.

—¿Qué demonios fue eso? —dejé salir.

—Mi padre —respondió simplemente.

—Como que deduje eso. —Mis labios temblaban y estaba tratando de mantener la calma.

—Es un hijo de puta alcohólico —dijo Jace, besando la parte superior de mi cabeza ligeramente.

—Jace, ¿cuánto tiempo ha estado sucediendo esto? —Yo estaba buscando sus ojos azules en busca de respuestas.

—Sólo desde que Jax murió... —Hizo una pausa y pude ver el arrepentimiento y la culpa atravesar sus ojos—. Jax era el niño dorado de mi padre. Verme es simplemente demasiado recordatorio de lo que ha perdido.

—¿Estás jodidamente bromeando? —Estaba realmente furiosa ahora. Las lágrimas se derraman por mis mejillas. El hecho de que él lo estuviera defendiendo era casi demasiado para mí.

—Peyton, estoy bien. —Estaba tratando de calmarme con su suave voz.

Apenas rocé sobre su estómago donde lo había visto claramente recibir el golpe anterior e hizo una mueca de dolor, alejándose de mí. Levanté su camisa con cuidado y el hematoma que encontré ahí era rojo, casi granate.

—Esto no está bien. Tú no estás bien. Vamos a la policía. Denunciaremos a este imbécil.

Jace rápidamente se endureció.

—No. Puedo manejar esto. —Y luego se bajó la camisa como si eso fuera suficiente para hacer desaparecer la herida.

123

—Jace, no eres Superman; A veces está bien pedir ayuda —lo presioné.

—Peyton, lo dejaremos así —espetó. Fue como si me abofeteara. No pude ocultar mi decepción. Todo lo que quería hacer era estar allí para él como tantas veces había estado a mi lado —mi pilar de apoyo—, pero él me estaba empujando, alejándome.

—Haz lo que quieras —fue todo lo que dije antes de dar vuelta para regresar en dirección a casa, pero de inmediato su mano se disparó a mi brazo

—¡Suéltame! —dije malhumorada, sin siquiera molestarse en dar la vuelta.

—Peyton… —Ni siquiera necesitaba mirar en su dirección para identificar algo que no estaba bien en su voz.

Dándome la vuelta lentamente, me encontré cara a cara con un Jace llorando. Con cada lágrima que se derramó de sus ojos mi corazón se rompió un poco más. No podía soportar verlo débil y derrotado; ese era mi rol, uno que interpretaba muy bien. Sin siquiera pensarlo, lancé mis brazos alrededor de él con rapidez acariciando su espalda.

—Shhh... —Traté de calmarlo.

Todo su cuerpo se estremecía con su llanto. Nos quedamos así, abrazados en silencio, durante lo que pareció una eternidad antes de que él finalmente hablara.

—Voy a manejar la situación, lo prometo. Por favor, ten un poco de fe en mí —dijo en voz baja a continuación.

—Tengo fe en ti —contesté—. Son los otros idiotas en tu vida de los que dudo.

Él esbozó una pequeña sonrisa en respuesta a mi afirmación.

—No estaba tratando de ocultarte esto —dijo entre sollozos—. Simplemente no quería que te mezclaras en esto. Has pasado por mucho ya, y no quería que pasaras por más.

Suspiré suavemente.

—Siempre estás tratando de protegerme; salvarme. ¿Te mataría ser vulnerable por una vez? ¿Permitir que sea tu salvadora?

Él tomó mi cara mientras respondía:

—Tú eres mi mundo Peyton Lane, nunca dejaré de luchar por ti. —Bajó sus labios a los míos de forma rápida y suave.

—Te amo —susurré mientras nuestros labios se separaron—. Eres mi todo. Pero no voy a sentarme y ver cómo te sacan la mierda. No lo haré; me niego rotundamente.

—No espero que lo hagas —se apresuró a responder—. Pero déjame tratar con ello antes.

—Está bien —respondí, derrotada.

—Me gustaría que pudieras haber conocido a mi madre. Realmente te habría gustado.

—Apuesto a que sí, si era algo parecido a ti. —Le sonreí.

124

—Ella me enseñó todo lo que sé —se rió entre dientes ligeramente, pero había tristeza en sus ojos.

—Háblame de ella —insistí, frotando mi mano arriba y abajo por su espalda con un movimiento suave.

—Yo... te lo prometo.

Era lo mejor que podía conseguir y no me decepcionaba en lo más mínimo. Estaba empezando a bajar sus defensas conmigo, empezaba a abrirse a mí, poco a poco, y estaba saboreando cada minuto de ello.

—¿Tienes pensado algo para hacer mañana? —preguntó Jace, sus ojos recuperando un poco de su brillo habitual.

—Kayleigh quería ir de compras, pero puedo cambiar la fecha, ¿por qué?

—Quiero presentarte a mi verdadera familia —respondió Jace.

Eso me tomó por sorpresa. Jace nunca se había molestado siquiera en presentarme a ninguno de sus amigos antes. No habíamos estado saliendo mucho, pero siempre me había planteado en el fondo si era porque estaba avergonzado de mí. Ahora entendía que Jace tomaba su tiempo con cualquier cosa en la vida, profesar su amor, abrírseme, presentarme a sus amigos, de una manera, que casi me hacía sentir más especial.

—¿A qué hora? —me encontré preguntando.

—Te recogeré alrededor del mediodía.

Me besó apasionadamente, y luego presionó una mano sobre mi corazón. No estaba segura de por qué lo hizo, pero se sentía especial. Mágico.

Y entonces se fue.

Mis ojos aún estaban cerrados cuando hizo su rápida salida. Abrí los párpados, mirando a mi alrededor, y me di cuenta que se había ido como por arte de magia.

Levanté mis dedos a los labios, para tocar el último lugar que había estado. Todavía estaban hormigueando. Ahora entendía por qué mi corazón nunca se sintió tan nebuloso cuando se trataba de Noah. La química con Jace era única e innegable. Era como si el destino quisiera que nosotros estuviéramos juntos ya que yo no podía alejarlo, sin importar lo que nos pasara. Y, para ser honesta, tampoco era algo que quisiera.

Poco a poco empecé a caminar de regreso hacia mi casa con sólo su rostro, su voz, y su olor encerrados en la memoria.

Jace era mi novio, mi amor, mío. Nadie podía estar a la altura... No Colton y definitivamente no Noah. Siempre había sido Jace, desde el primer día, y entonces comprendí lo que debía hacer ahora. Empecé a escribir un mensaje a Noah, que no estaba segura si tal vez significara el final de nuestra amistad y la banda, pero ya no habría más idas y venidas. Ya no habría cosas confusas.

Jace, era el elegido.

125

18 De lo único que estoy ebrio, es de ti.

Cuando sueñas

Tomas mi mano en la tuya, y me llevas a nuestra casa.

Nos besamos y abrazamos y estoy cegado por tu dulce abrazo.

Dejas de besarme y me miras profundamente a los ojos para decirme que

me quieres.

Y por primera vez comprendo que nunca podré negar la calidez de tu

sonrisa y ahora creo…

Cuando sueñas, cualquier cosa puede suceder.

Puedes abrazarme, amarme, actuar con libertad, no pierdes nada al

envolver tus brazos alrededor de mí,

Todos mis sueños por fin son una realidad

—¿Adónde me llevas? —Me reí cuando sentí que el automóvil se incorporaba a la derecha.

—Sólo un poco más allá —susurró Jace, su voz me produce escalofríos. No sabía si alguna vez iba a acostumbrarse a su efecto sobre mí.

Después del día en el que presencié la terrible agresión de su padre, Jace me había dicho que quería llevarme de viaje de fin de semana. Me dijo que iba presentarme a su verdadera familia, con todo lo que eso significaba.

Lo que no había compartido, era el hecho de que tenía que ir con los ojos vendados todo el camino… que estaba a casi tres horas de distancia, por lo que deduje que pronto nos detendríamos para ir al baño y comer algo.

Estaba realmente nerviosa al saber que conocería a alguien importante para Jace. Era tan introvertido y receloso, que cualquiera que consiguiera acercársele tanto debía ser muy especial.

En cierto modo, la oscuridad me ayudaba con mis nervios y me pregunté si ese habría sido el plan de Jace desde el principio. Quizá me conocía más de lo que pensaba…

—¿Puedo quitarme esta cosa ya? —me quejé, mientras alzaba mis manos para quitarla.

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—Todavía no. —Sentí los dedos de Jace estrecharse alrededor de los míos deteniéndome. Su mero toque bastaba para que mi corazón latiera desbocado.

Él pareció darse cuenta.

—Relájate —empezó Jace en un tono tranquilizador—. Seguro que van adorarte…

Respiré profundamente, inhalando y exhalando después. Jace tenía razón. Él era la única persona por la que necesitaba preocuparme y me amaba. Con eso ya estaba lista.

—Hemos llegado —le oí susurrarme débilmente al oído. Ansiosamente, me arranqué el pañuelo de mis ojos y examiné nuestro entorno.

Estábamos rodeados de naturaleza. Sip, definitivamente en alguna parte en el bosque. Miré a Jace, desconcertada.

—¿Qué estamos haciendo aquí?

Entonces la peor cosa que podría haber pasado, pasó. Respondió que acampar.

La naturaleza y yo no congeniábamos… Este iba a ser un viaje muy largo.

No estaba segura si había dejado salir el gemido en la cabeza o en voz alta, pero me di cuenta rápidamente de que la cara de Jace se ensombreció.

—Peyton, lo siento, no sabía que odiaras acampar.

Eso me hizo sentir como la perra más grande del mundo.

—Estoy dispuesta a probar algo nuevo por ti —aclaré sorprendiéndonos a ambos.

Sus labios se curvaron con una sonrisa traviesa.

—Tengo a saber, ¿por qué odias tanto acampar?

Me detuve. ¿Por dónde debía empezar?

—Bueno, para empezar… —desabrocho mi cinturón de seguridad antes de continuar—, odio pasar frío y, por la noche, estoy segura que la temperatura a caer por debajo de los quince grados.

Eso le divirtió a Jace.

—Para eso me tienes a mí. Seré tu calentador personal.

Mis mejillas empezaron a arder al comprender que esta iba a ser la primera vez que Jace y yo estaríamos solos sin control parental. Íbamos a pasar la noche en la misma habitación.

—Vamos a quedarnos en una yurta4. Habrán camas, mantas, y un calentador. ¿Podrías agradecérmelo?

4Yurta: La yurta es la casa tradicional de los nómadas de Mongolia. Como una especie de tienda de campaña con una estructura estable que aguanta climas extremos y fuertes temporales.

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—Gracias —dije suavemente, mientras él se inclinaba para que le besara en la mejilla.

Parecía demasiado victorioso. Estaba tratando de luchar contra una sonrisa, pero podía notar que estaba teniendo dificultades.

—Bueno, ¿qué más?

Realmente quería que continuara…

—Jace, ¿quieres que tus amigos nos sigan esperando?

—Quiero oír lo que detestas de acampar. —Era persistente, tenía que reconocer eso.

—Todo parece una estupidez ahora que me dijiste que tenemos una yurta —respondí sinceramente.

—Oh, ya veo cómo va esto… —Jace actuó como si estuviera herido—. Simplemente no confías en que yo sepa tratar a mi chica adecuadamente, ¿no?

Nunca me cansaría de oírle referirse a mí de alguna manera como suya, en particular.

—Dilo de nuevo. —Mis ojos le suplicaron.

—Mi chica. —Cómo siempre, el hecho de que pudiera comprender exactamente lo que le pedía resultaba increíblemente sexy—. Eres mía.

Y luego, bajó sus labios a los míos. Mi ritmo cardíaco comenzó a subir y toda mi piel se calentó. Rompí el beso rápidamente, sin querer dejarme llevar.

—Estoy lista para conocer a tu familia ahora.

Jace me sonrió ampliamente.

—Vamos.

Antes de darme cuenta, me arrastró fuera del auto y hacia una de las primeras yurtas que nos encontramos al otro lado. Golpeando fuerte en la puerta.

—Cariño, estoy casa —anunció inusualmente alto en un intento por bromear con quienes estuvieran dentro.

La puerta se abrió con un fuerte golpe y, allí de pie, apareció un varón moreno de cabello oscuro con ojos verdes y pecas. Estaba sonriendo tan abiertamente que parecía como si hubieran estado separados durante años.

—Elijah —oí decir a Jace.

Corrieron uno al otro y se abrazaron estrechamente.

—¿Cómo diablos has estado, hombre? —preguntó Elijah, mientras palmoteaba con una mano en el hombro de Jace.

—He estado bien —contestó Jace.

—¿Cuánto tiempo ha pasado? —trató de recordar Elijah.

—Un par de meses —dijo Jace suavemente, casi como si estuviera demasiado avergonzado a decirlo en voz alta.

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—No dejes que pase de nuevo. —Elijah lo miró serio y sincero.

—No lo haré, lo prometo. —Parecía que tenían algún tipo de conversación entre uno al otro en sus miradas. ¿Sabría Elijah sobre el detestable del padre de Jace? Si Jace era tan cercano a ellos como parecía, dudaba que lo dejaran en ese lugar.

—¿Es Austin a quien estoy escuchando? —Oí una voz profunda masculina provenir de la yurta vecina.

—¡Boone! —exclamó Jace, y a continuación se repitió la misma escena de antes pero esta vez con un muchacho rubio de ojos marrones.

—Bueno, eso fue grosero. —Elijah se puso a mi lado—. Debes de ser Peyton.

Asentí, echando una mirada de nuevo hacia Jace y Boone que todavía estaban envueltos en el abrazo, ajenos al mundo que los rodeaba.

—Es como si no se hubiesen visto en años… —dije suavemente, sumida todavía en los dos.

—Se siente así —respondió Elijah, mirándome y luego a sus dos amigos.

—Solíamos salir todos los días antes de... —Su voz se apagó, y ni siquiera tuve que adivinar a qué se refería. Miré hacia abajo, sintiendo la culpabilidad llenarme y ruborizar mis mejillas. A Elijah no se le escapó—. No tienes nada de qué avergonzarse, ni lamentarlo.

Lo miré directo a sus intensos ojos verdes.

—¿Te lo dijo? —No estaba muy segura si estar enfadada o intrigada.

—Jace y yo nos lo decimos todo. Es mi hermano.

Todavía estaba girada hacia Elijah cuando Jace apareció junto a mí, deslizando su brazo cómodamente en mi espalda. Era como si fuéramos dos piezas de un rompecabezas que encajan perfectamente. Su toque hizo que se me pusiera la piel de gallina.

—Soy un imbécil —susurró para que tan sólo pudiera oírlo yo.

—Sí lo eres. —Lo empujé juguetonamente.

—Eli, Boone, esta es mi novia, Peyton.

Sonreí otra vez cuando él utilizó la palabra que había aprendido a amar. Boone estaba junto a nosotros ahora estrechando mi mano.

—He oído hablar mucho de ti Peyton.

—¿Bien o mal? —pregunté con una sonrisa mirando de Jace a Boone.

—Sólo tiempo lo dirá —respondió. Iba a ser más difícil de conquistar que Elijah. Por suerte estaba preparada para el reto—. Peyton, ésta es mi novia, Lana.

Me sorprendió no haberla notado antes con su estatura de metro sesenta. Era linda y menuda, con el cabello castaño corto y ojos amables.

—Mucho gusto. —Estiré mi mano educadamente.

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—¡Gracias a Dios hay otra hembra en este viaje! Necesitamos algo para combatir toda esta testosterona —comentó en broma y me cayó bien al instante. Sip, podríamos ser amigas…

—Hay un par de personas más que quiero presentarte —susurró Jace en mi oreja—. ¿Nos disculpan?—se excusó con sus amigos.

—Claro, llámanos después. —Oí a Elijah exigirle—. Un placer conocerte Peyton.

—A ti también —contesté mientras nos dirigíamos a la tercera yurta en la fila.

—¿A quién voy a conocer ahora? —le pregunté ansiosamente antes de llegar a la puerta.

—Alguien, o más bien a dos personas que van a significar tanto para ti como son para mí, si no más... —Eso hizo que mi mente ardiera con curiosidad, pero rápidamente eso fue calmado porque reconocí a la pareja nomás al verla.

—Kayleigh, ¿qué estás haciendo aquí? —pregunté, aun caminando para abrazarla.

Miró a Bentley que estaba plantado al lado de ella, sonriendo impacientemente.

—Venga, ¿esperabas que papá y mamá te dejaran pasar un par de noches a solas con Jace?

—¡Soy una persona adulta!

Estaba más allá de sorprendida, pero no enfadada en lo más mínimo. Kayleigh y yo habíamos intimado en el transcurso del año. Ella había estado ahí para mí más que nadie en el mundo, era mi ángel guardián.

—Nos veremos más tarde. —Bentley se rió entre dientes mientras nos cerraba la puerta en las narices. Miré a Jace perpleja.

—Kayleigh significa mucho para ti. Probablemente más que cualquier otra persona que conozcas. Realmente la admiras. Lo veo en sus ojos. Ella es tu familia… mi familia ahora.

Me quedé mirando a sus ojos cobalto.

—Eres todo lo que podría haber deseado alguna vez. Todo lo que siempre soñé

Vi una llamarada de tristeza atravesar los ojos de Jace, confundiéndome por completo.

—¿Qué pasa?

Jace caminó por el porche hacia la carretera de grava. Lo seguí, lentamente.

—¿Cuántos años fantaseaste con mi hermano antes de darte cuenta que literalmente había un Jekyll y Hyde?

Sabía que no importaba la respuesta, el daño se produciría sin importar cual fuera.

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La verdad era, que fui a la escuela con Jax toda mi vida, amándolo desde lejos, incluso aunque él ni sabía que existía hasta el tercer año de secundaria, cuando todo cambió para mí.

—No importa —declaré, mirándolo a los ojos—. Me sentí atraída a ti por diferentes razones.

—¿Las cuales eran? —su tono no ocultaban sus dudas.

—Tu amabilidad, tu atención, y esta misteriosa atracción magnética que siento por ti constantemente, como si estuviéramos conectados en mente, cuerpo, y alma… Sí, eso lo resume todo. —Me reí tontamente, acercándolo a mí.

Sus ojos eran repentinamente oscuros y serios.

—Peyton, hay algo que necesito decirte...

Mi corazón se hundió a mi estómago. Las famosas palabras que habían destrozado tantos sueños, arrancando tantas esperanzas acababan de salir de la boca de Jace. Se podía decir que me ponía un poco histérica en el interior.

—¿Qué pasa? —Mi voz parecía pequeña, quebrada.

Mientras más me hacía esperar Jace, más mi mente corría con los posibles resultados que esto podría acarrear.

—No nos conocimos en el pasillo como piensas... —continuó caminando unos pocos metros lejos de mí. Estaba de espaldas a mí y la cabeza inclinada hacia abajo.

—¿Qué intentas decir, Jace? —No pude evitar el nerviosismo que quebró nuevamente mi voz.

—El día que tomaste las pastillas…

¿Qué demonios...?

—¡Jace, mejor escúpelo antes de me muera de un ataque cardíaco! —le ordené, con la boca seca como nunca.

—Fue el primer día me mudé a la ciudad. Iba caminando, explorando mi nueva ciudad cuando me topé con Kayleigh, ella pensó yo era mi hermano y me invitó. Estaba aburrido, por lo que le seguí la corriente. Además, Kayleigh no estaba mal a simple vista… No estaba sintiéndome muy bien y simplemente estaba buscando un descargo.

—Por favor no digas lo que creo que vas a decir... —Mis ojos estaban llenándose de lágrimas. Mi hermana ha ganado todo en la vida...Siempre he sido la segunda. Saber que Jace había estado interesado en ella antes de siquiera conocerme me estaba destrozando.

—Peyton, te vi ese día. Sí, estuve con ella sin buenas intenciones, pero todo lo que vi fue a ti.

—Bien, sería un poco difícil no fijarse en alguien con sobredosis. —Mi voz rezumaba sarcasmo.

—Te supliqué que volvieras, te prometí que las cosas serían diferentes si simplemente te quedabas con nosotros lo suficiente para llamar al 911 y enviaban

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una ambulancia. En el momento que apretaste mi mano, supe era esa sería mi misión.

—No soy una misión. —Parecía una tontería, pero era lo único que pude pensar como respuesta.

—No, sólo eres la chica que me hizo perder la cabeza y por la que estoy locamente enamorado. Fui un estúpido antes. Dejé que mis compañeros influyeran en mis decisiones y nunca fui detrás de lo que quería, lo que quería mi corazón. —Me dio un rápido beso entonces.

—Cambiaste mi vida Peyton Lane…y para mejor. Y ahora siempre tengo una sonrisa permanente en mi cara, y debes tener bien en claro que es gracias a ti.

No pude evitar sonrojarme. ¿No eran este tipo de cosas las que pasaban en las cursis historias de amor? El problema era que estaba teniendo conflictos en procesar el que le gustó primero mi hermana, pero se enamoró de mí por compasión.

—Estoy dispuesto a hacer todo lo necesario para demostrarte que no hay nadie más para mí. ¿Quieres que lo grite entre los tejados? Bien… —Se apartó de mí entonces y vociferó en voz alta para que todo el bosque lo oyera—. ¡Amo a Peyton Lane!

—¡Basta! —siseé, lanzando mi mano hasta sus labios para silenciarlo.

—¿Qué? ¡Es verdad… y quiero que todo el mundo lo sepa! —Estaba sonriendo locamente.

—¿Estás ebrio? —Me reí, sabiendo muy bien que no lo estaba.

—De la única cosa que estoy ebrio, es de ti.

Tenía que reconocerlo, estaba siendo sincero.

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19 Espera, ¿Dónde están tus

pantalones?

Mi Ángel.

Has salvado la vida con sólo un intento y esto es lo tengo que decir…

Eres mi ángel sin alas. Me enseñaste tantas cosas maravillosas.

Sin ti, ¿dónde estaría yo? ¿No sabes lo que me has hecho?

Tú me mostraste la manera correcta de vivir mi vida. Abrazándome, guiándome a través de las noches más oscuras. Eres mi todo. Ooh, eres mi ángel,

Mi ángel sin alas.

—¿Lo hice bien? —me preguntó Jace mientras entrábamos en nuestra yurta.

—Lo hiciste maravilloso... —me apagué sumida en mis pensamientos.

—Algo falta, sin embargo, ¿no es así? —comprendió, tomando mis manos entre las suyas y apretando suavemente—. Pensé que podrías decir que...

Mis cejas se alzaron por la sorpresa.

—No, no lo hiciste...

Él asintió con la cabeza animadamente, sonriendo ampliamente.

—Lo hice.

Era así como Jace y yo teníamos nuestro propio lenguaje, como si estuviéramos en la misma sintonía.

—Van a estar aquí por la mañana. —Era como si hubiera dicho las palabras mágicas. Tiré mis brazos alrededor de su cuello y lo arrastré hacia mí. Jace me conocía tan bien... Me preguntaba cuando tuvo el tiempo.

Sabiendo que Brooklyn y Madison se unirían a nosotros me hizo sentir todo tipo de emociones.

—Eres demasiado bueno para ser verdad —susurré antes de cerrar la distancia entre nuestras bocas.

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Pasó los dedos por mi cabello, apartándolo lejos de mi cara. Su otro brazo estaba alrededor de mi cintura, tirando de mí hacia él. Mi corazón comenzó a correr casi al instante. Yo era virgen. Tenía prácticamente ninguna experiencia. Mi primer beso había sido hacía menos de un año. Quedarme en una habitación a solas con Jace me asustaba como la mierda.

Jace pudo sentir mi cambio por el nerviosismo y se apartó del beso sin aliento.

—¿Qué pasa?

—Jace, tú sabes que te amo y quiero pasar tiempo contigo, pero no estoy preparada para esto y no creo que pueda confiar en mí misma respecto a ti.

El rostro de Jace se arrugó ofendido y me preocupó haber herido sus sentimientos.

—¿No confías en mí?

—No, lo hago. Es sólo que... —balbuceé, buscando las palabras adecuadas.

—Está bien. —Retrocedió—. Vamos a pasar el rato por un tiempo y si todavía te sientes de la misma manera más adelante, veré si a Bentley le importaría intercambiar.

No me lo merezco.

Jugamos a “Dígalo con mímica” alrededor de una fogata y vi una felicidad en

los ojos de Jace con la que sólo había soñado.

Aderezamos las cosas con alcohol. Los perdedores tenían que beber y, por desgracia para mí, mis compañeros Elijah, Jace, y Bentley no eran los mejores en tratar de adivinar. Estábamos completamente perdiendo.

Kayleigh, Boone, y Lana dominaron el juego partida tras partida hasta que finalmente lo dieron por terminado, horas más tarde cuando estuvimos bien caldeados.

El alcohol fluía por todo mi cuerpo, haciendo que me sintiera calentita y entumecida, todo al mismo tiempo. Tenía una sensación de hormigueo que recorría mi piel, también.

Me sentía muy divertida, tanto por nuestro pésimo juego como por el alcohol en mi sistema. Miré a Jace que parecía soportarlo mucho mejor que yo.

—Eres una borracha linda —susurró en mi oído.

—No estoy borracha.

—Claro. —Jace rodó los ojos antes de terminar su propia copa. El vodka había sido el alcohol de la noche y sabía lo loca que me había puesto.

Afortunadamente, tenía a Kayleigh y Bentley cuidándome, a pesar de que parecían haber desaparecido misteriosamente. Supuse que querían pasar un rato

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junto, ya que no tuvieron mucho de eso gran parte del día de hoy por tener que cuidar de “los niños” y acompañarme a mí a todas partes.

Elijah también se había excusado con anterioridad por no sentirse bien. Todos los que quedábamos éramos Jace, Boone, Lana, y yo.

Boone y Jace estaban sumidos en una profunda conversación, así que centré mi atención en las preguntas que Lana me estaba haciendo.

—¿Cuánto tiempo hace que ustedes están juntos?

—Sólo un par de semanas —contesté, tragando a la ligera.

—Estoy sorprendida —dijo Lana a continuación.

—¿Sobre qué?

—Jace es muy selectivo con quien nos presenta. Debes ser especial.

Me sonrojé un poco, preguntándome si Olivia había pasado la corte.

—¿Quién fue la última chica que les presentó? —me encontré preguntando.

—Bueno, además de Olivia, a la que ya conocíamos, a nadie más.

Busqué sus ojos en shock.

—¿A nadie?

Ella negó con la cabeza.

—Como he dicho, debes ser algo especial.

Miré hacia atrás a Jace y a Boone, disfrutando de la forma en que el resplandor del fuego bailaba en su cara, y cómo sus ojos azules brillaban en la luz.

—¿Cómo se conocieron? —preguntó Lana, aun estudiando mi apariencia.

—Me salvó la vida. ¿Me disculpas? —Me puse de pie de repente, sin desear nada más que estar cerca de él.

Me miró sorprendido cuando me acerqué.

—Estoy cansada, me voy a la cama. ¿Quieres venir?

Parecía inseguro.

—En realidad, me voy a quedar aquí un poco más. ¿Está bien?

—Por supuesto —contesté, esperando que no pensara que estaba enojada con él. Estaba borracha, excitada y cansada. Una combinación letal.

—Te veo en un rato —dijo y luego me dio un beso en la frente.

—Buenas noches —se despidió Boone también, mientras yo comenzaba la corta caminata hasta nuestra yurta.

Estaba agradecida por el tiempo a solas. No me había dado cuenta de lo perjudicada que estaba, lo cual se hizo evidente mientras me tambaleaba de regreso hacia la yurta.

Cuando mis tres chaquetas comenzaron a asfixiarme, casi me las arranco. No tenía paciencia para ponerme el pijama, así que simplemente me saqué mis ajustados mis jeans y me quedé en sudadera con capucha y ropa interior.

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Por alguna razón me causó gracia ver toda mi ropa amontonada y luego subí a la cama. En lo que se sintió como un parpadeo, sentí el calor de un cuerpo junto a mi rodearme, así como el peso en un lado del colchón.

¿Cuánto tiempo había pasado? Mi cuerpo se congeló, con mi corazón en la garganta. Entonces sentí su aliento cálido en la parte trasera de mi cuello, haciendo que todos mis vellos se pusieran de punta.

—Peyton, ¿estás despierta? —le oí susurrar en la oscuridad.

Mi respiración todavía estaba tranquila. Estaba tratando de fingir estar dormida. Si no lo hiciera, iba a abalanzarme sobre él y no estaba segura de que sería capaz de detenerme.

Cuando no respondí, sentí un brazo serpentear alrededor de mi cuerpo y tirar de mí, para estar más apretada a él.

—Espera, ¿dónde están tus pantalones? —Las manos de Jace se habían deslizado sobre la cintura de mis bragas de encaje un par de veces.

Esta vez no pude evitar reírme. Al escuchar mi risa, al instante comenzó a agarrar mis costados, haciéndome cosquillas. Me sentía tan juguetona, el alcohol claramente aún tenía el control sobre mí.

—¿Estabas fingiendo? —preguntó Jace, girándome hacia él con una expresión de asombro en su rostro.

—Simplemente no quiero caer en la tentación. Puedo sentirme cosquillear por dentro y te ves tan delicioso…

Sip, definitivamente todavía borracha.

Jace rió suavemente.

—Eres adorable. —Pasó sus dedos suavemente por mi cabello—. Sabes que no tienes que beber tanto.

—Lo sé. —Suspiré en voz baja—. Me pongo nerviosa.

—Dime algo que no sepa. —Jace me besó en la frente—. Nunca haría algo para lastimarte. Lo sabes ¿verdad? ―Asentí con la cabeza—. Y nunca te presionaría para hacer algo para la que no estás lista... —Hizo una pausa hasta que yo asentí con la cabeza de nuevo—. Me tomó mucho tiempo encontrarte… luchar por ti… y ganarte... Y si te pierdo todo por no… ¿Comprendes? —Asentí de nuevo, permaneciendo en silencio—. Ahora, vamos a dormir un poco. Tenemos un largo y agotador día mañana.

Empezó a moverse más hacia el costado cuando apreté sus dedos para detenerlo.

Me di la vuelta, quedando frente a frente. Con mis dedos recorrí su nariz y mejillas, tomándome todo el tiempo del mundo para saborear cada cm de su cuerpo. Cuando mis dedos llegaron a sus labios, los sostuvo ahí con su mano y empezó a darme besos como pluma por toda mi palma, llegando directo hasta mi cuello y luego tomando mi boca en la suya, apretándome y haciéndonos rodar por la cama.

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Sus manos estaban explorando mis piernas, caderas, y muslos. Las mías estaban bajo su camisa, jugueteando con los pocos vellos en su pecho.

Nuestra respiración se había intensificado, y estábamos casi gimiendo de placer por los besos, la cercanía. Eso fue hasta que grité la única palabra de seguridad que pude pensar en el caliente momento.

—¡Oh, Señor!

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20 Me veía diferente, me sentía

diferente. Demonios, era diferente. Chicos de antes

Supe que eras el indicado desde el primer día en que nuestros ojos se encontraron. Yo estaba buscando un poco de diversión, ¿quién hubiera sabido que

esto es lo que me encontraría?

Cambiaste mi perspectiva sobre el amor, yo era una tonta pensando que todos los chicos jugarían conmigo. Pero saliste te antepusiste a todos, abriste mis

ojos y me ayudaste a ver.

No eres nada como los chicos de antes, más gentil, amoroso y cariñoso. Nunca supe lo que realmente había para mí, hasta que entraste en mi vida.

Jace y yo habíamos estado saliendo oficialmente desde la noche atroz de mi cumpleaños. Dimos un salto y nunca miramos hacia atrás. Pasando de cerca cada momento juntos, nos envolvimos a nosotros mismos en el nuevo romance. Después de salir durante un mes, Jace había hecho reservas en un restaurante tailandés realmente de lujo. Me sorprendió; ¿las personas celebraban estar juntos después de sólo un mes? La idea parecía tonta para mí, pero emocionaba a Jace así que le seguí la corriente.

Después de compartir rollos de huevo y curry, Jace nos llevó a la misma playa en la que habíamos compartido nuestro primer beso. Entramos en la cueva; la luna estaba bailando en las rocas y se sentía casi demasiado real. Jace me besó rápidamente antes de quitarse su camisa.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté, ya sintiéndome caliente con sólo verle el torso.

—¿Qué crees que estoy haciendo? —preguntó con una sonrisa tímida.

—No estoy segura —balbuceé, con una nerviosa energía emanando de mí. Jace tomó la cremallera de la parte posterior de mi vestido—. Jace... —comencé, temblando.

—Shhh —le oí susurrarme contra mi cuello, poniéndome la piel de gallina en todo el cuerpo.

—Jace —tartamudeé—, no estoy segura si estoy lista....

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Terminó de desabrochar mi vestido, y al instante cayó a mis pies, dejándome en sólo bragas y sujetador. Rápidamente puse mis brazos en frente de mi cuerpo, tratando de proteger de su vista la parte de mí que odiaba.

—¿Confías en mí? —preguntó Jace con sorna. Asentí con la cabeza.

—Más que nadie.

—Bien. —Agarró mis brazos y los apartó de mi estómago. Luego cayó a mis pies.

—¿Qué estás haciendo? —pregunté, mirando con curiosidad la parte posterior de la cabeza por debajo de mí. Sentí sus labios presionar contra la parte superior de mi pie, haciéndome reír. Sus labios se movieron hasta el tobillo, donde también me besó dulcemente.

—¿Jace? —Traté de llamar su atención, pero claramente me estaba ignorando.

Sus labios ahora habían hecho su camino a la parte posterior de mis piernas, produciéndome escalofríos por toda mi columna. Movió las manos suavemente a través de mi cuerpo a raíz de su patrón de besos. Besó mis rodillas, las dos. Sus manos seguían moviéndose y ahora estaban peligrosamente cerca de mis caderas. Me besó en el muslo y, al entender lo que estaba haciendo, puse de nuevo mis brazos alrededor de mi estómago.

—Si eso es lo que te preocupa, podemos arreglarlo. Juntos. Te quiero tal como eres... Pero si realmente te molesta, te ayudaré a hacerlo desaparecer. Podemos ir al gimnasio todos los días si quieres. —Me miró desde su posición en cuclillas—. Me encanta cada centímetro de ti, Peyton Lane, y voy a demostrártelo. —Sin esfuerzo empujó mis brazos y empezó a cubrir de besos mi estómago y piel sobrante por todas partes—. Te amaba antes de perder el peso, y te amo ahora.

—¿Qué te gusta de mí, sin embargo? —presioné, sin dejar de mirar hacia él.

Se puso de pie, acunando mis mejillas con ambas manos.

—Me encanta lo talentosa y apasionada que eres. Me encanta tu honestidad tan directa. Me encanta tu corazón —Apretó la mano sobre el lugar que está mi corazón suavemente.

»Me encanta tu determinación —Se detuvo un poco antes de continuar—. Me enamoré de la chica de aquí. —Señaló a mi corazón—. No me enamoré de un cuerpo o una imagen, me enamoré de toda la persona. De ti.

Le di un beso con entusiasmo, separando los labios con la lengua. Mordisqueó y chupó mi labio inferior muy suavemente, un movimiento que me volvía loca.

—Lo siento por esto. —Jace rompió el beso, pasando ligeramente el dedo por la cicatriz. Su expresión parecía algo así como la culpa.

—Eso no es culpa tuya —Extendí mi mano para apretar la suya y presionarla contra mi mejilla.

—Lo sé, pero si no hubiera sido un imbécil podría haberte salvado cada vez que pasabas a través de ello. —Estaba mirándome a los ojos, en busca de perdón.

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—No podrías haberlo sabido Jace... no te eches la culpa al respecto —dije a la ligera.

—A pesar de que era estúpido, supe que te quería desde el primer día. Sabía que quería conocerte, estar cerca de ti.

Le sonreí pensativa. Odiaba jugar el juego de "y si". ¿Y si me hubiera perseguido desde el principio? ¿Todavía estaría Jax muerto? ¿Habría tenido algo más con Jax que sólo hablar? ¿Seguiría con Colton y nuestra aventura? Todo era demasiado abrumador para diseccionar.

—¿No podemos estar agradecidos de que finalmente notaste del error de tus acciones? —Sonreí de nuevo en broma tratando de sacarlo de su desanimo.

—Y vaya que lo hice... —Me besó apasionadamente—. Peyton, eres irresistible para mí...

Y con eso, me empujó contra la misma pared de la cueva en la que nos habíamos encontrado en nuestro apasionado arrebato antes. Los bordes de las rocas pinchaban en mi espalda, pero no me importaba. Todo lo que quería hacer era llenarme de Jace durante tanto tiempo como fuera posible.

Sus labios se abrieron paso hasta mi oreja, chupando, mordisqueando, y luego incluso tirando un poco con los dientes el lóbulo. Nunca había estado más encendida en mi vida. Rápidamente movió la boca con cuidado sobre mi cuello, cubriéndolo con besos, lamidas y creo que hasta chupones.

—Ewww, no hagas eso. —Me removí.

—¿Estás segura? Parecías más bien disfrutar de ello. —Los ojos azules de Jace brillaban con suficiencia mientras me sonreía.

Engreído.

Le di la vuelta inesperadamente para que fuera él el que estuviera contra las rocas. Sus cejas se arquearon en gozo de que me hiciera cargo, algo que nunca antes me atreví a probar. Le di un beso duro, con pasión, y tomé su labio inferior en el mío, chupando y mordiendo haciéndolo gemir. Yo estaba sonriendo para mis adentros.

—Dios eres sexy —dijo sin aliento, mientras movía mi juego hasta su oreja, mientras con mis manos tanteaba el borde de sus pantalones—. Será mejor que tengas cuidado. Si sigues así mucho más tiempo, puede que no sea capaz de parar.

Miré a los ojos de Jace y había pasión, anhelo y amor que pude ver.

Le di un beso esta vez más despacio, saboreando el gusto, el tacto, la cercanía. El calor entre nosotros no había cesado en lo más mínimo. Sus manos estaban corriendo por todo mi cuerpo. Él me estaba tirando hacia él, agarrando mis caderas. Y no se estaba alejando de disgusto...

Lo amo. Cada vez que el pensamiento venía a mi mente, me ponía una enorme sonrisa estampada en mi cara durante horas. Tenía ese efecto en mí. Él era el mío.

No podía soportar estar separada de él por más tiempo. Salté sobre él; agresivamente besándolo, enviándonos a estrellar contra la pared de la cueva.

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—Ouch —Jace rió entre dientes mientras se llevó la peor parte del impacto—. Dime lo que te gusta de mí —me susurró al oído. Todavía me sostenía en el aire, era tan sexy.

—Todo —le contesté.

Y por una vez, lo dije en serio. Amaba cada parte acerca de Jace... lo bueno, lo malo y lo feo. Él era mi salvador.

—Que buena escapada —bromeó, pinchándome en el costado.

Me puso suavemente en el suelo de la cueva, subiendo encima de mí, y besándome ligeramente. Él estaba a punto de ponerse de pie cuando lo agarré del brazo para detenerlo.

—¿Dónde crees que vas? —lo empujé duramente hacia abajo y me abalancé sobre él.

Nos quedamos así, rodando por el suelo de la cueva, con rocas afiladas y puntiagudas clavándosenos en la espalda durante horas, pero no me importaba. Había amado Jace desde la primera vez que me habló. Y nunca me había sentido lo suficientemente digna, hasta ahora.

Pasé los dedos por su cortísimo cabello que se notaba crecía rápido.

—Cuentame la historia de la primera vez que te diste cuenta que estabas enamorado de mí...

—Ya sabes esta historia. —Jace me miró desde encima de mí..

—Lo sé —hice un puchero—. Sólo quería escucharla de nuevo...

Él me devolvió la sonrisa.

—Todo comenzó con un caso de identidad equivocada...

Jace y yo pasamos el resto del verano tomando el sol disfrutando del amor

verdadero. Me enseñó que no tenía que ser perfecta todo el tiempo y fue realmente entrañable ser imperfecta. Me ayudó a crecer en la persona que quería ser; la persona que siempre supe que podía ser. Pasamos casi cinco semanas trabajando diligentemente en el gimnasio para ayudar a tensar la piel floja y, al igual que Jace había predicho, estaba funcionando. Me sentía mucho más segura, y se lo debía todo a mi cariñoso novio. Sólo ser capaz de referirme a él como mi novio me aturdía más que ir ver una gira de reencuentro de los Backstreet Boys.

Al principio siempre sentí como si estuviera por debajo de Jace, como si nunca fuera a ser lo suficientemente buena. Mi propia hermana estaba avergonzada de mí; supuse que él también lo estaría.

Pero Jace me trató como a un ser humano desde el primer día y supongo que ese fue el primer rasgo que me hizo enamorar de él. Nunca me miró como si yo fuera desagradable o gorda... Me miró con asombro en sus ojos... Me miró con curiosidad.

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Jace había sido mi caballero de brillante armadura en innumerables ocasiones en el último año. Había soñado con mi primer novio, mi primer beso, con pasar interminables noches tomados de la mano. Por años me pregunté cuando sería mi turno. Los chicos nunca me miraron como si fuera una chica. Y, entonces, ahí estaba. Un chico que se volvió y me dio esa segunda mirada que había estado deseando durante años. Me dio esperanzas.

A pesar de que me había agraviado, insultado y dañado, mi primer amor había sido todo lo que había deseado y más. Había amado a Colton en el mismo tiempo... pero era un tipo diferente de amor. Él fue un trampolín para mi relación, que estaba destinada a construirse con Jace. Colton me ayudó a empezar a aceptarme a mí misma; Jace me mostró cómo amarme a mí misma. Entró en mi vida y nada volvió a ser igual. Aunque siempre habría cariño en mi corazón para Colton, estaba y siempre había estado locamente enamorada de Jace Austin... Me gustó su aspecto, pero quedé enamorada de su personalidad y corazón.

Con mi banda nos estábamos tomando un tiempo, mientras que seguía actuando junto a Jace. Nos habíamos presentados en un par de audiciones y llamados, y la vida nunca se había sentido más dulce. Brooklyn se trasladó a Atlanta a vivir con su tía después de que el verano terminó. Tenían un trabajo preparado para ella, en un estudio de fotografía de su propiedad. Ella estaba más que emocionada, y ya habíamos puesto en marcha los planes para que Madison y yo la visitáramos.

Madison se había quedado en la localidad trabajando mientras asistía a la Escuela de Berkley de Música en el invierno. Noah conoció a una chica, un poco más tranquila de lo que él estaba acostumbrado, pero ha sido muy bueno para él. Nunca lo había visto tan feliz como cuando estaba con Terrick. Y eso es todo lo que podía esperar para Noah. Sólo quería que él fuera feliz.

Kayleigh rompió con Bentley... otra vez. Fue una decisión mutua debido al hecho de que él se iba a Óregon con una beca de fútbol para jugar para la Universidad de Oregon Ducks, mientras Kayleigh partiría a California con una beca académica.

Mi vida había cambiado mucho respecto al año anterior y mi primer día en el campus. Todavía estaba teniendo problemas para comprender que se trataba de mi vida y no una especie de cuento de hadas. Me veía diferente, me sentía diferente. Demonios, era diferente. Estaba ahora muy lejos de la persona rota que Jace se había comprometido a arreglar. Había ganado fuerza, había encontrado mi felicidad.

—¿Estas nerviosa? —me preguntó Jace cuando me recogió en el nuevo mustang rojo que sus abuelos le habían comprado como un regalo adelantado de decimoctavo cumpleaños. Era muy generoso de su parte, dado el hecho de que su cumpleaños no era hasta diciembre.

—¿Por qué iba a estar nerviosa? —le respondí, antes de subir en el asiento del copiloto y darle un rápido beso en los labios.

—Es el primer día de nuestro último año —respondió Jace como si me estuviera diciendo algo que no supiera ya.

—Uh huh —Asentí, casi burlándose de él.

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—¡Oye! —exclamó alegremente cuando doblamos una esquina aguda.

—¿Por qué tendría que estar nerviosa si voy a estar acompañada del chico más guapo de la escuela? —me burlé.

Jace me miró con cariño.

—Buena respuesta.

Después de aparcar el coche y agarrar nuestras mochilas, Jace me ofreció su brazo.

—Después de ti, mi dama.

Le devolví la sonrisa haciendo una reverencia falsa.

—Muchas gracias, dulce caballero.

Por eso sabía sin una fracción de duda alguna que él era el indicado. Podía ser yo misma en torno a él, sabiendo que él aceptaba cada centímetro de mí, y lo amaba.

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Epílogo

Estoy avergonzado de mí mismo. Me avergüenzo de poner tanto énfasis en lo que mis compañeros iban a pensar. El peso de Peyton nunca me molestó, ya fuera ella delgada o grande como una casa. Me había enamorado de su alma, de la persona en su interior.

Gasté tanto tiempo pensando en lo que los otros pensarían de mí que casi la pierdo... en múltiple ocasiones.

No podría jamás imaginar una vida sin su seductora mirada o su hermosa sonrisa; sus tan claras palabras o su gentil corazón.

Supe desde el momento en que la conocí que nadie nunca podría compararse al efecto que ella causó en mí, y no quisiera que lo hicieran. Peyton finalmente fue mía después de casi un año de desearla en secreto.

No puedo evitar sentir que he ganado el premio más grande en mi vida... su corazón.

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PRÓXIMO LIBRO

THE FIGHTER

Se suponía que el primer año sería uno de los mejores de su vida. En cambio, Jace Austin no sólo perdió a su madre, sino también a su gemelo idéntico. Después de un tiempo de sanar y curar, Jace fue capaz de confrontar sus demonios interiores y abrirse al amor.

El último año parecía que iba a ser más de lo mismo: otro día, otra montaña rusa. Su padre cree que Jace es el culpable por la muerte de su familia, bebiendo hasta hartarse.

Jace ya no puede ser un héroe y un día, pronto, tendrá que enfrentarse cara a cara con esa realidad y, admitámoslo, no va a ser algo bonito.

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SOBRE LA AUTORA

KIRA ADAMS

Krista Pakseresht siempre ha sido una soñadora. Desde la primera vez que abrió sus ojos. Crear mundos a través de las palabras, es la cosa donde es verdaderamente talentosa. Se especializa en los géneros Young Adulto, Horror, acción y fantasía bajo el nombre de Kira Adams.

Puedes encontrar a estar autora en Infinite Love series, the Foundation series, The Darkness Falls series, and The Looking Glass series.

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