popper - el mito del marco comun

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    Paids Bsica

    himos ttulos publicados

    38. H. M . Fcinstcin - Ln /Onnacin de William James 39. H. Gardner - Arle, mente y L'erebro 40. W. H. Newton-Smith - la racionalidad de la cieucitl 41. C. lvi-Strauss - Antropologa e.)tructural 42. L. Festinger y D. Katz - Los mtoc/os de iuvestigacin eu las ciencias sociales 43. R. Arrillaga Torrens - la nallcra/eza tlel conocer 44. M. Mead - E.r:periencfos personales y cientl(icas de ima autroploga 45. C. Lvi-Strauss - Tristes trpicos 46. G. Oeleuzc - Lgica del .)'entidn 47. R. Wuthnow - Audlisis cultural 48. G. Oe leuze - El p liegue. Leibniz y el barroco 49. R. Rorty, J . B. Schneewind y Q . Sk iuncr - LA {ilosnfu en la histo ria 50. J. Le Goff - Pensar la historia 51. J. Le Goff - El orden de la memoria 52. S. Toulmin y J . Goodfield - El descubrmie11to del tiempo 53. P. Bourdieu - 1 ontologfu politict1 ele Martin Heicleggcr 54. R. Rorty - Co11ti11ge11L'ia, iro11a y solidaridad 55. M. Cruz - fllos1>{a e u la his toria 56. M. Blanchot - El espacio literario 57. T. Todorov - Crftica de la crtica 58. H. White - El contenidu de la foruiu 59. F. Rclla - El s ilencio y las palabras 60. T. To

  • 16 EL M IT O DEL MARCO COM N

    yo esperaba que expresara lo mismo que todas las pginas de este la rgo libro.

    Tal vez sea interesante desvelar que la idea de componer estos dos ver-sos se la debo a un joven miembro del Partido Nacionalsocialis ta de la pro-vincia austraca de Karnten, que, ni soldado ni polica, vesta sin embar~o el uniforme del partido y llevaba una pis tola. No sera mucho antes dd ano J 933 -el ao en que Hitler subi al poder en Ale mania- cuando este J?ven me dijo: Es que quiere usted argumentar? Yo no argumento, yo d ispa-ro!. Haba plantado la semilla de mi Open Society. . .

    Han transcurrido ms de sesenta aos desde esta experiencia: Y en el lugar donde oc urri parece que las cosas han progresado. Pero en lo que era entonces la frontera de Krnten con Yugoslavia, frontera que no ha cambiado, la proclividad a dispa rar bajo el pretexto de provocacin tnica se ha incrementado terriblem ente. El ataque del irracionalismo contra la argume ntac in prosigui durante es tos sesenta aos en ms de se~en_ta modas. El pretexto de provocacin tnica es el ms mezquino Y. d mas ' e-pugna nte. pero no el ms reciente. Pos iblemente sea el ms viejo. N. es una idea reconfortante. Pero es necesario al me nos que no aceptemos la exis tencia - n i aqu ni en ningn otro s itio- de una tende ncia his trica a que todo vaya cada vez peor. El fuiuro depende de nosotros. Somos noso-tros los nicos responsables.

    Por esta razn, un importante principio sostiene que tenemos el deber de seguir siendo optimis tas. Tal vez debera explicar esto en pocas palab ras antes de terminar estas precis io nes. .

    El fu turo est abierto. No est predeterminado y no se puede pr~de.c 1r, salvo

  • 18 EL M IT O DEL MARC O COMN

    todo desde w1 punto de vista evolutivo, o, ms precis_amente, des_de el punto de vista de la teora de la seleccin natural. Slo al final de l_a primera part~ (esto es la seccin VIII) se analizar el progreso de la ciencia desde un pun to de vi~ta lgico, y se propondrn dos criterios racionales deyrogre_s~_en ciencia, criterios que nos harn falta en la segunda pa_rte de m1 expo:~~~o~~

    En la segunda parte analizar unos cuantos obsta~ulo~ al pr~g ciencia en particular obstculos ideolgicos. Y terminare (secc10nes XI_-XIV) a~alizando las dis tinciones entre, por un lado, las revolucwne

    1s c1_ent1-

    . 1 d por otro las revo ucwnes (icas sujetas a critenos raciona es e progreso, y, ' . 1 E t ideolgicas , que slo rara vez son susceptibles de defensa raciona . s ~ distincin me pareci lo suficientemente interesante co_mo para d~;. m conferencia el ttulo de La racionalidad de las revoluciones c~~-nt1 teas. Aqu, naturalmente, debe ponerse el nfasis en la palabra Ctentl ico.

    1 . E focar el progreso en la Me referir ahora al progreso en a c1enc1a. n . , . ciencia desde un punto de vista biolgico o evolutivo. Nada mas l~JOS :r~ m que la intencin de sugerir que se trate del punto de v1sta mt: 1~P. tante para examinar el progreso en la c iencia. Pe_ro el _enfo:t1~ '. gico ofrece una adecuada va de acceso a dos ideas d1rectnces , e a pnmera parte de mi disertacin: las ideas de instruccin Y de s~leccwn.

    Desde el punto de vista biolgico o evolutivo, la c1enc1a, o e_l progreso en la ciencia, puede cons iderarse un medio q~e emplea_la_ espec~e human~ para adaptarse al medio: pa invadir nuevos mchos ecolog1cos, e mclu~o pa ra inventar nuevos nichos e lgicos.' Esto conduce_ al problema_ ~igu~~~tt~:

    Podemos distinguir entre tres niveles de adaptac~n: adapta_c~on g e es Ca aprendizaJe conductual adaptativo y descubnm1en t0 c1ent1fico (qdu .

    ' 1 d ) E e- ta parte e mi un caso especial de aprendizaje coductua a aptat1vo n s. . d ,_ exposicin el problema principal ser estudiar las semepnzas Y ese~~ anzas ent;e \as estrategias de progreso o de adaptacin en e l_ mvel _cien11(1 ~o y en los otros dos: e l gentico y el conductual. y comparare los ti es_ mvf-les de adaptacin mediante la inves tigacin del papel que desempenan a instruccin y la seleccin en cada nivel.

    u

    Para no llevarlos a ustedes con los ojos vendad os al resulta.do de es.ta comparacin, enunciar ya mismo mi tesis principal. E~ una tesis _que afi r-ma la semejan za {"undamental de los tres niveles . !-le aqu1 s u enunciado.

    d 1 virus y

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    Es preciso obse1var que, en general, ninguna aplicacin del mtodo de ensayo y e li minacin del error, n i la seleccin nalural, consiguen un estado de equilibrio de la adaptacin . En primer lugar, po rque no es probable que las soluciones de ensayo que se o frezcan al problema sean perfectas u p-timas. En segundo lugar - lo q ue es ms importante-, porque la emergen-cia de nuevas estructuras, o de nuevas ins tru cciones, implica un cam bio en la situaci n ambiental. Pueden llegar a ser pertinentes nuevos elementos del medio. En consecu encia, pueden surgir nuevas presiones, nuevos desa-fos y nuevos problemas como resu ltado de los cambios estructurales que su rgieron de dentro del organis mo .

    En e l nivel gentico, el cambio puede consistir en la mutacin de u n gen, con el consecue nte cambio de una enzima. Ahora bien, la red de enzi-mas constituye el medio ms n timo e n la estructura de un gen. Co nse-cuentemente, habr un camb io en ese m edio ntimo . Y con l pueden s u r-gir nuevas relac iones entre e l organismo y el medio ms distante, y, posteriormente, nuevas presio nes d e seleccin .

    Lo mis mo ocurre e n e l n ivel conductual. Pues, en la mayora de los ca-sos, la adopcin de una nueva clase de comportamiento se puede equipa-rar a la adopcin de un nuevo nicho ecolgico. Como consecuencia de e llo, se presentarn nuevas presiones de seleccin y nuevos cambios gen ticos.

    En el nivel cientfico, la adopcin tentativa de una nueva conjetura o teo-ra puede resolver uno o dos problemas. Pero invariableme nte plantea mu-chos problemas nuevos , pues una teora revolucionaria nueva funciona exactamcnle como un nuevo y poderoso rgano sensorial. Si el progreso es s ignificaLivo, los problemas nuevos sern d is tintos de los antiguos: los nue-vos problemas se plantearn en un nivel de prof'undidad radicalmente distin-Lo. Esto es lo que ocu rr i, por ejemplo, con la relatividad. Es lo que ocurri con la mecnica cunlica. Y es lo que est ocu rriendo ahora mismo, de un modo ms dram1ico, con la b iologa molecular. En cada uno de estos ejem-plos, la nueva teora planle nuevos horizontes de problemas inesperados.

    s te -sugiero- es e l camino del progreso de la c iencia. Se calibrar m e-jor nuestro progreso si se comparan nuestros viejos p roblemas con los nuevos. Si el progreso que se ha realizado es grande, los nuevos problemas revestirn una naturaleza jams soada has ta ento nces. Habr problemas ms profundos, y ms problemas de este tipo. Cuanto ms progrese e l co-nocimiento, ms claramente podremos discernir la vastedad de nuestra ig-norancia.5

    Resumir mi tesis. En los tres niveles a los q ue me he referido - el gentico, el conductual y

    el cient fico-, operamos con estrncturas heredadas que han s ido transmiti-das por la instrncci n , ya sea a travs del cdigo gentico, ya sea a tra vs de la tradic in. En los tres niveles, los cambios en los ensayos hacen su rgir

    . nuevas t:slructuras y nuevas instrucciones desde dentro de la estructura. a

    S. La 'p1chcn~in i le 1Hh:su -:1 ignorancia sc ha vis ru realwt>I" la biulo~fa mo lccuku:

    LA RAC ION ALIDAD DE LAS REVO LUCIONES CtENTfFICAS 21

    travs de ensayos tentativos, sometidos a la seleccin natural o a la elimi-nacin del error.

    lII

    Hasta aqu he ins istido en las semejanzas de funcio namiento del meca-nismo de adaptacin en los tres niveles. Es to plantea un problema obvio: Qu pasa con las diferencias?

    La principal d ife rencia entre el nivel gentico y e l conductual es sta. Las mutaciones en el n ivel gentico no slo son a leatorias, sino comple ta-mente ciegas en dos sentidos.' En primer lugar, no estn dirigidas a un !'in. En segundo lugar, la sob revivencia de una mutacin no pu ede influir en las mu taciones poster iores, ni s iqu iera en la Frecuencia o las probabili-dades d e s u aparici n (aunque se admile que a veces la sobrevivencia de una mutacin pued e determinar qu clase de mutaciones tendr posib ili-dades de sobrevivir en los casos futuros). En el nivel conductual, los ensa-yos tambin son ms o menos a l azar. Pero ya no son completamente c ie-gos en ningu no d e los dos sentidos mencionados. En primer lugar, estn dirigidos a un fi n . En segundo lugar, los a nimales pueden a prender de la produccin de un ensayo: pued en a prender a evitar e l tipo de conducta de ensayo que ha llevado al fracaso. (Pueden evita rlo a un en casos e n que pu-do haber tenido xito. ) Anlogamente, tambin pueden aprender de l xito. Y el comportamien to exitoso puo.:de repetirse, aun en casos en que no sea adecuado. Sin embargo, hay un c ierto grado de ceguera inherente a to-dos los ensayos.'

    La adaptacin conducta! es en general un proceso intensamen te ac tivo: el animal - sobre todo e l animal joven en el juego- e incluso la planta in-vcsligan acliva y constanteme nte el medio."

    6. Para el uso del tnn ino ccieg::is (cspcci"lmc:n1e e n el segundo sentido) vase D. 1: Camp bcll, Mctl1(xlolngic.al Suggcstions rum a Commrative Psyc:holO!;..V o Knuwle

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    Es preciso observar que, en general. ninguna aplicacin del mtodo de ensayo y eliminac in del error, ni la seleccin nalural, consiguen un estado de equilibrio de la adaptacin. En primer lugar, porque no es probable que las soluciones de ensa yo que se ofrezcan al problema sean perfectas u p-timas. En segundo lugar - lo que es m s importante-, porque la emergen-cia de nuevas estructuras, o de nuevas ins trucciones, implica un cambio en la situacin ambiental. Pueden llegar a ser pertinentes nuevos e lementos d el medio. En consecuencia , pueden surgir nuevas presiones, nuevos desa-fos y nuevos problemas como resultado de los cambios estructurales que surgieron de dentro del organis mo.

    En el nivel gen tico, e l cambio puede consis tir en la mutacin de un gen , con e l consecuente cambio de una enzima. Ahora bien, la red de enzi-mas constituye el medio ms ntimo en la estructura de un gen. Conse-cuentemente, hab r un cambio en ese m edio ntimo. Y con l pueden sur-gir nuevas relaciones entre el organismo y el medio ms dis tante , y, posteriormente, nuevas presiones de seleccin.

    Lo mis mo ocurre en el nivel conductual. Pues, en la mayora de los ca-sos, la adopcin de una nueva clase de comportamiento se puede equipa-rar a la adopci n de un nuevo nicho ecolgico . Como consecuenc ia de ello, se presentarn nuevas presiones de seleccin y nuevos cambios genticos.

    En el nivel cientfico, la adopcin tentativa de una nueva conjetura o teo-ra puede resolver uno o dos problemas. Pero invariablemente plantea mu-chos problemas nuevos, pues una teora revolucionaria nueva funciona exactamenle como un nuevo y poderoso rgano sensorial. Si el progreso es s ignificativo, los problemas nuevos sern distintos de los antiguos: los nue-vos problemas se plantearn en un nivel de profundidad radicalmente d istin-to. Esto es lo que ocurri, por ejemplo, con la re latividad. Es lo que ocur ri con la mecnica cuntica. Y es lo que est ocurriendo ahora m is mo, de un modo ms dramtico, con la biologa molecular. En cada uno de estos ejem-plos, la nueva teora plante nuevos horizontes de problemas inesperados.

    ste -sugiero- es e l camino del progreso de la ciencia. Se calibrar me-.ior nuestro progreso si se comparan nuestros viejos problemas con los nuevos. Si el progreso que se ha realizado es grande, los nuevos problemas revestirn una naturaleza jams soada hasta entonces. Ha br problemas ms profundos, y ms problemas de este tipo. Cuanto ms progrese e l co-nocimiento, ms claramente podremos discernir la vastedad de nuestra ig-no rancia.'

    Resumir mi tt!sis. En los tre~ niveles a los que me he referido -el gentico, e l conductual y

    e l c ientfico-, operamos con estructuras he1edadas que han s ido transmiti-das por la instruccin, ya sea a travs del cdigo gentico, ya sea a travs de la tradicin. En los tres niveles, los cambios en los e nsayos hacen surgir nt1t!vas es tructuras y nuevas ins trucciones desd e dentro de la estr11c/Llra, a

    S. La apn:hcn~i611 de nuestra ignoranc ia se ha vis lu realzada, por l!jemplo, por la asomb10-' rcvoltKin producida por 1:1 biologa molccula1:

    LA RACIONA LIDAD DE LAS REVOLUCION ES CIENTfFICAS 21

    travs de ensayos ten tativos, sometidos a la seleccin natural o a la elimi-naci n del error.

    IlI

    Hasta aqu he insistido en las semejanzas ele funcionamiento del meca-nismo de adaptacin en los tres n iveles. Es to pla ntea un problema obvio: Qu pasa con las diferencias?

    La principal di ferencia entre e l nivel gentico y el conductual es sta. Las mutaciones en el nivel gentico no slo son a leatorias, sino comple ta-mente Ciegas en d os sentidos. En primer lugar, no estn dirigidas a un l"in . En segundo lugar, la sobrevivencia de una mutacin no puede influir en las mutaciones posteriores, ni siquiera en la frecuencia o las probabili-dades de su aparicin (aunque se admite que a veces la sobrevivencia de una mutacin puede d eterminar qu clase de mutaciones tendr posibil i-dades de sobrevivir e n los casos futuros). En el nivel conductual, los ensa-yos tambin son ms o menos al azar. Pero ya no son comple tamente cie-gos en n inguno de los dos sentidos mencionados. En primer lugar, estn dirigidos a un fin. En segundo lugar, los animales puede n a prender de la produccin de un ensayo: puede n aprender a evi tar el t ipo de conduc ta de ensayo que ha llevado al fracaso. (Pueden evitarlo aun e n casos en que pu-do haber tenido xito.) Anlogamente, tambin pueden a prender del xito. Y el comportamiento exitoso puede repetirse, a un en casos en q ue no sea adecuado. Sin emba rgo, hay un cierto grado de cegue ra inherente a to-dos los ensayos.'

    La adaptacin conducta! es en general un proceso inlensamcnte activo: e l animal -sobre todo el animal joven en e l juego- e incluso la planta in-vestigan activa y consta ntemente e l med io.'

    6. Para el uso del 1nnino ciegas (especialmente en el segunJo scntiucde varia1 con l:.1 cxpcricnda (rcbuj~111do el grado de 1tccguera).

    8. Sobre la importancia Je la pa11i1.:i p~1d6n ac tiva , vase R. 1-ldd y A. He in. cMovcmcnt-Produced Stimulation in 1he Dcvelopmcnt ofVisually Guidcd Bchaviour, cnlourmil u{Comp

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    En el nivel del descubrimiento c ientHico emergen dos nuevos aspect?s. El ms importante es que las teoras c ientficas pueden formularse lin-gsticamente y que incluso pueden pub.licarse. De esta :uert_e.se c.c:nvier-ten en objetos exteriores a nosotros: objetos abiertos a mvesugac10n. En consecuencia estn abiertas a la crtica. As, pues, podemos liberarnos de una teora q~e no se adapta. antes de que su adopcin nos c?nvierta en inadaptados para sobrevivir. Mediante la cruca de nuestra~ teonas ~odemos dejarlas morir en nuestro lugar. Esto, naturalmente, reviste una inmensa importancia. .

    El otro aspecto tambin guarda conexin con el leng~~Je. Una de las no-vedades del lenguaje humano es que estimula la narrac10_n y, por tanto'. la imaginacin creadora. El descubrimiento cientfi~o e: afm

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    pena especular acerca de los posibles lmites del darwinismo. Pues siempre hemos de buscar las alterantivas posibles a cualqu ier teora dominante.

    Pienso que caben aqu dos puntualizacio nes. La primera es que el ar-gumento contra la herencia gentica de los caracteres adquiridos (mutila-ciones) depende de la existencia de un mecanismo gentico en el que se distingue tajantemente entre la estructura gnica y el resto del organism o: el soma. Pero este mecanismo gentico tiene que ser un producto tardo de la evolucin, que fue p recedido indudablemente por varios o tros mecanis-mos de menor sofisticacin. Adems, ciertos Lipos muy especia les de muti-laciones - en particular, las mutilaciones de la estruc tura gnica por radia-ci n- son heredadas. As, pues, s i suponemos que el organismo primitivo era un genoma libre ( na ked gen), podemos decir incluso que toda muti-lacin no letal de este organismo sera heredada. Lo que no podemos decir es que este hecho contribuya en absoluto a explicar la adaptaci n gentica o el aprendizaje gentico, salvo indirectamente, a travs de la seleccin na-tu ral.

    La segunda puntua lizacin es la siguiente. Podemos considerar la hi-ptesis tentativa de que, como respuesta somtica a c iertas presiones am-bienta les, se produzca cierto m utgeno qumico que incremente lo que se denomina tasa de mutaci n espontnea . ste ser a un efecto de tipo semi-lamarckiano, aun cuando la adaptacin slo tendra lugar media nte la eli-minac in de las mutacio nes, es decir, por seleccin natural. Po r supuesto, esta hiptesis no tendra demasiado inters, pues al parecer la tasa de mu-tacin espo ntnea basta para la evolucin adaptativa."

    Estas dos puntua lizacio nes slo se hacen como adver tencia contra una adhesin excesivamente dogmtica al da1-winismo. Natura lme nte. mi hi -ptesis es que Darwin tiene razn , incluso en el nivel del descubrimiento c ientfico, y que tiene razn aun ms all de es te nivel: que tiene razn aun en el nivel de la creacin artstica. No descubrimos nuevos hechos o nuevos efectos copi ndo los, ni infirindolos inductivamente de la obser-vaci n, n i por ningn o tro mtodo de instruccin de l medio. Empleamos ms bien el m todo de ensayo y eliminacin del e rror. Como dice Emst Gombrich , uel hacer vie ne antes que el comparar:" la produccin activa

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    ensayo y seleccin" se constituye una especie de negativo fo togrfico o complemento de la ins trucci n gentica. Ms adelante, este ~omplement? se sepa ra de la ins truccin or iginal y, gracias a un proc~so ana logo . cons ti-tuye nuevame nte su negativo . Es te negativo del negativo se convierte e n una copia idntica de la instruccin positiva originaria." .

    El p roceso de selecci n que subyace a la duplicacin es un mecan~smo de operacin rpida . Es esenc ialmente el mism o que opera en la mayon a de los casos de s ntesis qumica s y tambin, sobre todo , e n procesos como los de cris talizaci n. S in embargo, aunque el mecanismo subyacente es selec-tivo y o pera mediante ensayos al azar y eliminacin del en:or, funciona co-mo parte de algo q ue, s in n inguna d uda, es un proceso de ms trucc1.n Y no de seleccin . Se admite que, debido al carcter a leato rio de los ~ov1m1e~tos impl citos, los procesos de apareamien to se producir n con ligeras d i-ferencias cada vez. A pesar de esto, los resultados son precisos y conserva-dores: los resultados ~stn determinados esencialmente por la estructura origin:il. .

    S i buscamos aho ra procesos s im ilares en escala csmica, nos encontra-mos con un cuadro extrao del mu ndo, que nos pla ntea a su vez m uchos problemas. Es un mundo dua lista: un mundo de estruc turas en movimien-to de d istribucin catica. Las es tructuras pequeas (tales como las llama-das par tculas e leme ntales) da n lugar a estructuras mayore~. Y esto es producido principalmente por el movimiento catico o a leato rio de aque-llas estructu ras en condic iones especiales de presi n y de te mperatura. Las estruc turas ms grandes pueden ser tomos, molculas, cristales, organis-mos, estrellas, sistemas solares, galaxias y racimos galc ticos. Muchas de estas estructuras parecen te ner un efecto de siembra, como gotas de agua en una nube o como c ristales e n una soluc in. Esto equivale a decir que

    21. Qui7.5 V, Cambrid~!~ Univers ity Press, Cambridge, 1944. Vase su W~uu es Li(e?, en Schr&lingc r. What is Lifi:!? Mwcl and Mauer, Cambridge University Pn:ss, Cam-bndgc, 1969. pgs. 64 y 9 1.

    24. Hahida cuema de que las pccu liaridndcs de la mecnica cu:in1ica (la.l...:s como los cs1a- , q ue, se poJ rfa decir, a.nticipaha tanto e l su rgim ien10 de Ja b~ologfa molecular como la influcm:ia de Max Delbrck e n su desarrollo. En este libro, Schr-

  • 30 EL MITO DEL MARCO CO M N

    ciones nuclea res), mientras que para los movimientos aleatorios de sostn podemos apelar al movimiento browniano clsico y a la hiptesis clsica del caos molecular. As pues, en esta imagen idealista del orden que se apoya en el desorden, o de la estructura que se apoya en el azar, el papel que desempean los efectos cunticos y los efectos clsicos parecen opo-nerse virtualmente a los que se encuentran en las imgenes ms tradic io-nales.

    VIII

    Has ta ahora he considerado el progreso en la ciencia sobre todo desde el punto de vista biolgico. Sin embargo, me parece que son decisivas las dos precisiones lgicas siguientes.

    En primer lugar, para que una teora nueva constituya un descubrimien-to o un paso adelante, es menester que e ntre en conflic to con su predeceso-ra; esto es, es menester que lleve al menos a a lgunos resultados conflic tivos. Pero esto, desde un punto de vista lgico, significa que debe contradecir" a su predecesora: debe derrocarla.

    En este sentido, el progreso en la ciencia -o por lo menos el progreso que impacta- es siempre revolucionario.

    Mi segunda precisin es que, en c iencia. el progreso, a pesa1 de ser re-volucionario y no meramente acumulativo.' tambin, en cierto sentido, es

    Pero mis ohservacioncs 110 fueron lo suicicnlcmcnte claras . Pues en la discusin posterior a la co nferencia, el profesor Hans Motz ohjcl lo que l enlenda como reduccionismo de mi parte c1)0 la referencia a uno de los a11fculos de Eugenc Wigncr (Thc Pruhability of the Exis tcncc of a Self-Reproducing Unit , cap. 15 de su Symmetries aud Rc/lectious: Sc:nli}Lc Esst1_vs. MIT Press, Cambridge. Mass., 1970, pgs. 200-208). En este a rt culo, Wigner propn.>eiona una suerte d..: prue-ba de la tesis de la probabilidad nula de que un sislcma wrico cu:S.ntico i..:onh.:nga un sistema que lo re produzca. (O. con mayor pn.'Cisin , de la pmhahilidad nula de que un s istema cambie. de tal manera que en un momento Jado contenga un subsis tema y ms tarde un segundo suhs1stema que sea una copia del primc1'0.) l-lc quedado perplejo ante este argumento l impregnado de teurfo ( 11 mariposa 11 es un trmi11o tcOriLu. corno lo es agua : implica u11 conjunto de cxpc..: lativas). Ltl n:cienle ~1cuml~l~c i6n de evidencias relativas a l:;ls partc ulas deme nlalcs pucde inll.:rpn:tarse como acunrnlac1on de folsacionc:s de (1 antcdor teora elcc tromagn~lica Je la mate ria.

    LA RACIONALIDAD DE LAS REVOLUCIONES CIENTf FI CAS 31

    s iempre conserva~or: u na teora, por revolucionaria que sea, s iempre debe ser capaz de explicar plenamente el xito de su predecesora. En todos Jos casos de xito de la predecesora, es preciso que produzca resultados por lo menos tan buenos como los de s1a y, si es posible, mejores. As, en estos casos, la teora predecesora debe aparecer como una buena aproximacin de la nueva teora, mientras que debe haber, preferiblemente, otros casos en que.la nueva teora arroje resultados mejores que la vieja."

    Lo 1m~ortante. d.e los dos criterios lgicos que acabo de enunciar es que n.os permiten decidir acerca de cualquier teora nueva, aun antes de haber s ido contrastada, s i ser mejor que la anterior, supo niendo que resista las contrastaciones. Pero esto significa que, en el campo de la c iencia, dispo-nemos de algo as como de un criterio para juzgar la calidad de una teora en comparacin con su predecesora y, en consecuencia, de un criterio de progreso. Y eso signi fica que el progreso en la c iencia puede evaluarse ra-cionalmente." Esta posibil idad explica por qu, en ciencia, slo se consi-deran interesantes las teoras progresistas. Y esto a su vez explica por qu, en los hech~s. la historia de la ciencia es en general una historia de pro-greso. (La c1enc1a parece constituir e l nico campo del esfuerzo humano acerca del que pueda decirse tal cosa.)

    Como ya he sugerido, el progreso cienl fico es revoluc ionario. En verdad, su mxima podra ser la de Karl Marx: Revolucin permanen-te . Sin embargo. las revoluciones c ientficas son racionales en el sen ti-

    27 Puc

  • 32 EL MITO DEL MARCO COMN

    do en que, en principio, es pos ible d ecidir racionalmen te s i una nueva teora es mejor que su predecesora. Por supuesto, es to no sign ifica que no podamos equivocarnos gravemente. Hay muchas maneras de come-ter errores.

    Dirac nos informa de un interesantsimo ejemplo de error." Schr-dinger descubri, pero no public, una ecuacin relativista del electrn, m s tarde conocida como ecuacin Klein-Gordon, antes de descubrir y publicar la famosa ecuacin no relativista conocid a hoy con su nombre. No public la ecuac in relativista porque no pareca concordar con lo s res ultados experimentales tal como los interpre taba la teora anterior. Sin embargo , la discrepancia se debi a una interpretacin errnea de lo s resultados empricos y no a un en-or de la ecuacin r elativista. De haberla publicado Sc hrodinger, poda no ha berse planteado el problema de la equivalencia e ntre su mecnica ondula toria y la mec nica matriz de Heisenberg y Born, y la his toria de la fs ica moderna haber sido dife-rente.

    Debera ser evidente que la o bje tividad y la racionalidad del progreso e n la c iencia no se deben a la o bjetividad y a la racionalidad personales d e l cientfico. '" La gran c ie nc ia y los grandes cien tficos, como los gran-des poetas, se inspiran a veces e n intuiciones no racionales. As ocurre con los grandes matemticos. Como sealaro n Po incar y Hadamard," una demostracin matemtica pued e ser descubie rta por ensayos incons-cientes y estar guiada por una inspiracin ele carcter decididamente es-ttico antes que por el pensamiento racional. Es to es verdad, y es impoi-tante. Pero es evidente que eso no hace que el resultado. esto es, la demos trac i n matemtica, sea irraciona l. En cualquiei caso, una demos-lracin debe ser capaz d e res is tir la discus i n crtica, e l examen a que la sometan matemticos compelen tes. Y esto pued e muy bie n inducir a l in-ventor matemtico a controlar, racio nalmente , los resultados a los que ha llegad o inconscienle o intuitivamente. Anlogam ente, los bellos sueos pitagricos de Kepler de la armona d el s is tema del mundo no invalidan la objetividad . la contrastabilidad ni la rac io nalidad de sus tres leyes, ni la racionalidad del problema que es las leyes plantean a una teora expli-

    1

    ca tiva. Con esto termino mis dos ohscrvaciones lgicas sobre el progreso e n la

    c iencia. Ahora pasar a la segunda parle de mi exposicin, y con e lla a las observaciones que podd a n describirse en parte como sociolgicas, y que versan sobre los obstculos a l progreso de la c iencia.

    1

    29. E l rela to ts t tom:i.do ck Paul A. M . Di rae, l'hc E.voh1tion of thc Physicist's Pii.:ture of Nau1rc .. . St.:ii.rnti /i

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    incapacidad se debi al dogmatismo y a la into lerancia. Pero habra que considerar prec iosas las nuevas ideas, y habra que cuidarlas con esmero, sobre todo si tienen algo de salvajes. No s ugiero que debiramos estar dis-puestos a aceptar ideas nuevas tan slo por mor de su novedad. Pero s que deberamos estar dispuestos a no e liminar una idea nueva aun cuando no nos parezca muy buena.

    Hay muchos ejemplos Je ideas desdeadas, ta les como la idea de la evo-lucin antes de Darwin, o la teora de Mendel. En la historia de estas ideas desdeadas se puede aprender mucho acerca de los obstculos al progreso. Un caso interesante es e l del fsico viens Arthur Haas, quien en 19 10 antici-p parcialmente a Niels Bohr. Haas public una teora acerca del espectro del hidrgeno basado en una cuanti~.acin del modelo atmico de J. J. Thomson: el modelo de Rutherford todava no exista. Haas parece haber sido el prime-ro en introducir el cuanto de accin de Planck en la 1eora atmica con el fin de derivar las constantes espectrales. A pesar de su empleo del modelo at-mico de Thomson, poco le fall a Haas para tener xilo en su derivacin. Y como explica Max Jammer en detalle, parece perfectamente posible que la teo-ra de Haas (que Sommerfeld tom en serio) inluy indirectamente en Niels Bohr." Sin embargo, en Viena. la leo-ra fue rechazada. Se la ridiculiz y se la desacredit como una broma tonta de Ernst Lecher (cuyos primerns experi-mentos haban impresionado a He inrich Hertz)," uno de los profesores de f-sica de la Universidad de Viena, a cuyas conferencias algo vulgares y no muy estimulantes asist unos ocho o nueve at'ios ms tarde.

    Un caso mucho ms asombroso, que lambin describe Jammer,1 es el re1.:hazo, en 1903, de la leora de Einslein sobre el fotn , publicada por primera ~7. en 1905 y por la cual habra de recibi r e l Premio Nobel en l 92 1. Es r, :echazo de la teora del fotn formaba parte de una solicitud en la que se recomendaba la designacin de Einstein como miembro de la A11''t11wl t'l'tlu111.:t1t o{Ow111111111 Mt:,:luwfrs, p.i&s. 43 y sig .. y Th~o Kahn. lln doc11men1 historiquc de 1'~11.:~1dCmic d..:s scicnces de Blrlin sur 1'~1 ctivit si.: icnti iquc c..l'Albcn Einslcin ( 19 13), en Archives i111enwticmules d'liistofre des scic11c.c .... 15, 1962, p\gs. 337-342, cspecialm'-n1c p~. 340.

    LA RACIONALIDAD DE LAS REVOLUCIONES C IENTfFICAS 35

    no soaban con eliminar lo que consideraban un error. En verdad, la re-daccin de la defensa del desliz de Einstein es sumamanete interesante e ilus trativa. El pasaje ms importante de la solicitud dice de Einstein: El que a veces haya ido demasiado lejos en sus especulaciones, como, por ejemplo, en su hiptesis de los cuantos de luz, no debe pesar demasiado contra l. Pues nadie puede intrnducir, ni siquiera en la ms exacta de las ciencias naturales, ideas realmente nuevas sin correr a veces un riesgo." Est muy bien dicho, pero es una subestimacin. Siempre hay que asumir el riesgo de equivocarse, y tambin el riesgo menos importante de ser ob-jeto de una comprensin o un juicio errneos.

    No obstan le, este ejemplo muestra con toda contundencia que a veces ni s iquiera los grandes cientficos a lcanzan la actitud autocrtica que les impedira sentirse tan seguros de s mismos mientras co meten graves erro-res de apreciacin.

    No obstante, una dosis limitada de dogmatismo es necesaria para el progreso. Sin una seria lucha por la supervivencia en la que las viejas teo-ras se de baten tenazmente, ninguna de las teoras riva les podra exhibir su forta leza, esto es. su potencia explicativa y su contenido de verdad. Pe-ro el dogmatismo intolerante es uno de los principales obstculos para la ciencia. En verdad, no slo debetiamos mantener con vida teoras alterna-tivas mediante su discusin, s ino que deberamos buscar sistemticamen-te nuevas alternativas, toda vez que una teora dominante se torna dema-siado exclusiva. El peligro para el progreso de la ciencia se acrec ienta enormemente si la teora en c ues tin o btiene algo as como un monopol io.

    XT

    Pero hay un peligro mayor an: una teora, incluso una teora c ientfi-ca, puede convenirse e n una moda intelectual, e n un s us tituto de la reli-gin, en una ideologa atrincherada. Y con es to llego al tema fundamental de esta segunda parle de mi exposic in , la q ue trata de los obs tculos a l progreso e n la c iencia, de la distincin e ntre revoluciones cientfficas y re-voluciones ideolgi

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    la religin, a las insatisfactorias e inconscientes necesidades religiosas de nuestra sociedad sin padre." A lo largo de mi vida he s ido testigo, comple-tamente a l margen de diversos movimientos total itarios, de una considera-ble cantidad de movimientos de seriedad intelectual y de confesa irreligio-sidad que, una vez que se consigue mirarlos con los ojos abiertos, m uestran aspectos de inequvoca naturaleza religiosa.19 El mejor de es tos mltiples movimientos fue el que se inspir e n la figura paternal de Einstein. Fue el mejor debido a la actitud s iempre modesta y enormemente a utocrtica de Eins tein, as como a la humanidad y tolerancia de este hombre de ciencia. S in embargo, ms adelante dir unas palabras acerca de los aspectos que me parecen menos sa tisfactorios de la revoluci n ideolgica eins teiniana.

    No soy u n esencialis ta , y no discutir aqu la esencia o la na tura leza de las ideologas. Dir s implemente, de modo muy general y vago, que em-plear el trmino ideologa para cualquier teora, credo o vis in del mun-do no cientficos que resulte a tractiva y de inters para la gente , incluidos los cie ntficos. (Por ta nto, puede haber ideologas muy tiles y o tras muy destructivas desde un punto de vis ta, digamos, humanitario o racio na lis-ta .)' No hace fa lta decir nada ms acerca de las ideologas para jus tificar la tajante d istinc i n que har entre ciencia" e ideologa y. posteriormen-

    38. Nuestras socicJaJcs ucdJ enta les. por su propia estn u.::tu1-a, no salisfac~n la necesidaJ de figu ra pa terna. He ~mal izado hrevemcnlc los problemas que d\!rivan de este hecho en mis Wil-liam James Lecturcs de Ha1vard, 1950 (i ndi1as). Mi difunto amigo. cJ psicoanalis ta Paul Fc-dern, me mostr pc')CO despus un ~u1culo dcJicado a es te problema, que huba escrito antes Je esa focha.

    3Y. t:.vidcntcs son los papdcs d e pm fc ta que c.lcscmpe1,arnn, en diversos movimie ntos. Sig-mund Frcud, An1old SchOnhcrg, Karl Kraus. Ludwig Wingcnstein y Herhe11 Marcusc.

    40. Hay muchos t ill

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    tambin de arcasmo en arte, movimientos que, a mi juicio, son intelectual-mente inspidos desde el momento en que recurren a valores que no tienen nada que ver con el arte (ni con la ciencia). En verdad, muchos movimien-tos de este tipo son meras modas que no habra que tomar en serio."

    Prosiguiendo con mi tarea de esclarecer la distincin entre revolucio-nes c ientficas e ideolgicas , dar a continuacin a lgunos ejemplos de im-portantes revoluciones c ientficas que no conducen a revoluc in ideolgi-ca a lguna.

    La revolucin de Faraday y Maxwell fue , desde e l punto de vista cient-fico, tan grande como la de Coprnico, o posibleme nte mayor an: destro-n el dogma central de Newton, el dogma central de las fuerzas. Sin em-bargo, no condujo a una revolucin ideolgica , aunque inspir a toda una generaci n de fsicos.

    El descubrimiento (y la teora ) de J. J . Thomson del e lectrn tambin fue una revolucin capita l. Desalojar la vieja teora de la indivisibilidad del tomo constituy una revolucin cientfica fcilmente comparable con el logro de Coprnico: cuando Thomson lo a nunci , los fsicos pensaron que les estaba tomando el pelo. Pe ro no c re una revoluc i n ideolgica. Y s in e mbargo, desplaz a las dos teoras rivales que durante dos mil cuatro-c ien tos aos haban batallado para ma ntener su dominacin en el campo de la mateda: la teora de los to mos indivisibles y la de la co nt inuidad de la materia. Para evaluar la importa ncia evolut iva de esta quiebra bastar con recordar que introdujo la estruc tura y la e lectricidad en el tomo y, por tanto, en la constituc in de la mater ia. Adems, la mecnica cumica de 1925 y 1926, de Hcisenberg, Born, De Broglie, Schrodinger y Dime, ern esencialmente una cuantizaci n de la teol'a de Thomson sobre el electrn. Y sin embargo, la revolucin c ie ntfica de Thomson no condujo a una nue-va ideologa.

    Otro ejemplo asombroso es la sus tituc i n que Rutherford hizo en 1911 de l modelo de tomo que haba propuesto J. J. Tho mson en 1903. Ruthe r-fonl haba aceptado la teoda de Thomson segn la cual la carga pos itiva debe d istribuirse en Lodo el es pacio ocupado por e l tomo. Esto puede ver-se desde su reaccin al famoso expel'imento de Geiger y Marsdcn. Estos cie ntl'icos descub.-ie ro n que cuando disparaban partculas alfa contra una hoja muy d elgada de c hapa de oro, unas poca s partculas a lfa - aproxima-dame nte una de cada veinte mil- eran reflejadas por la chapa, y no mera-

    43. Adems del cm pli.:o del lrmino \'ago cideoloi:;fo ,. (que induyc- todo l ipo de lcora s, cn.:cnci~s y acti tudes, c:ompn:ndidas a lgunas i.:apact:s de inlu i1 en los cientfic os) , debiera acla-rar:.c 4ue con este trmino inte nto cubrir no ~t'1lu modas hisloric islas 1.:omo el " moull, .. 0 11 1hc Ekctr ic ami M agnctic t ffot..: ts pro1n~1gnl'l isl 1lc ''c1~hijn::-.clc11 i11 n11 :-. td~d dat zich n.1ct willeklufig1.. Slh.lhcid. klciner dan J il' vanhct l id1t , lx.w1.'l'jl . Va."ilaJ.! 111 11 th' Cit'U 'O llt' VaJ:,mlerrnJ.:. cfet Wi.)" - c:11 Nu1111kwuli}!,c A/(h:di11J.:, lmiuklijk1.: Akmhmil' 1t111 Wctt11.,d1111111.111e A111.-.1atla111 , XTI , 19()3 .. 1904, sl..'gun

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    Hay muchas otras revoluciones cientficas que no desencadenaron re-volucin ideolgica alguna -por ejemplo, la revolucin de Mendel (que ms tarde preserv de la extincin al darwinismo). Otros son los rayos X, la radioactividad, el descubrimiento de los istopos y el de la supercon-ductividad. Ninguno de stos tienen correspondiente revolucin ideolgi-ca. Ni advierto tampoco revolucin ideolgica derivada de la quiebra de Crick y Watson.

    XIII

    Gran inters presenta el caso de la llamada revolucin einsteiniana. Me refiero a la revolucin cientfica de Einstein, que ejerci entre los intelec-tuales una influencia ideolgica comparable a la revolucin copernicana o a la darwiniana.

    De los muchos descubrimientos revolucionarios de Einstein en el cam-po de la fsica, dos resultan pertinentes ahora.

    El primero es la relatividad especial. que desaloja a la cinemtica new-toniana al reemplazar la invariancia de Galileo por la invariancia de Lo-rentz. Esta revolucin, naturalmente, satisface nuestros criterios de ra-cionalidad: las viejas teoras se explican como aproximadamente vlidas para velocidades pequeas en comparacin con la velocidad de la luz.

    En cuanto a la revolucin ideolgica ligada a esta revolucin c ientfica, uno de sus ele mentos ele debe a Minkowski. Podramos exponerlo con las propias palabras de Minkowski: Las visiones del espacio y el tiempo que deseo poner ante vosotros[ ... ] son radicales. De aqu en adelante, e l tiem-po por s mismo y el espacio por s mismo estn condenados a disolverse en meras sombras, y slo un tipo de unin de ambos preservar una real i-dad indepencliente.47 Se trata de un juicio intelectualmente impactante. Pero, con toda claridad, no es ciencia, sino ideologa. Se vuelve parte de la ideologa de la revolucin ei nsteiniana. Ni el propio Einstein estuvo nunca tan contento con ello. Dos aos antes de su muerte escribi a Cornelius

    .46. L'l po1encialidad revolucionada de la relatividad especial descansa en un nuevo punto U.e vista, que_ pc~"?itc ' derivacin y la interpretacin de lns transformacio nes de Lorcn1z a par-tir Je dos pnnc1p1os simples. Se evala mejor la grandc1.a de esta revolucin s i se lec el libro de Abr:.1ham (vol. 11 , al que se hace rcfc1-cncia en la nOLa ant~dor). Este libro, ligeramente anterior a los :1.11.culos de Poinc~u y Einstein sobre la relatividad, conriene todo un anlisis Je la siLua-cin pohlcmtica: dt: la teorf:l de Lorcntz del experimento Michelson, e incluso del tit!mpo local de ~on..:ntz: Abral~am se accrct\ mucho n las ideas Je Einslcin. por ej., en pgs. 143 y 307. Hasta

    \ ~~ 11e~e la 1mprcs1~ de ~ue Max Abraham estuviera mejor informado que Einstein acerca de la. s1tuac16 11 prublemtca. Sm cmba1go. no S(! pc:rcata de las ro1cncialid01des revolucionarias de la s i-1uacin problemtica: ms bien 011 contrario. En efecto, en su P1l!a1,;in, cch01do en marzo de 1905 l!scribc Abraham: .. L., Lcoria de la dectrici c13 m hacia d centro de un cmnpo gravitncional, se inl clcsacelc:raudo constantcmenlc al ap1oximarsc a este ccnuo.

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    ria de Einstein puede compararse punto por punto con la de Newton" y que preserva esta ltima como una aproximacin. Sin embargo, Einstein nunco crey que su teo ra fuera verdadera. En 1922 dej perplejo a Corne-lius Lanczos con la afirmacin de que su teora era una fase pasajera: l la lla m efmera." Y a Leopold Infeld' ' le dijo que e l trmino izquierdo de su ecuacin d e campo" (el tensor de curvatura) era slido como una roca, mientras que el derecho (el tensor de la cantidad de movimie nto-energa) era dbil como paja.

    En el caso de la relatividad general. la idea de un espacio de cuatro di-mensiones parece haber ejerc ido considerable influencia ideolgica. Por cierto, sta desempea un papel tanto en la revolucin cientfica como e n la ideolgica.

    Sin embargo, los elem entos ideolgicos de la revolucin einsteiniana influyeron en los c ientficos y, en consecuencia, en la his toria de la c iencia. Y esta influencia no siempre fue para bien.

    Ante todo, en mi opinion. e l mi to de que E ins te in logr su resultado mediante el uso esencia l de mtodos epistemolgicos, y en particula r ope-racionales, tuvo un efec to devastador sobre la c iencia. (Carece de inters cmo llegue cad a cual a sus resultados, especialmente cuando son buenos: si soando, bebiendo caf so lo o incluso mediante una epis te mologa equi-vocada.; E n segundo lugar, llev a la creencia de que la mecnica cunti-ca, la segunda gran teora revolucionaria del siglo, debe superar la revolu-c in e inste in iana, especialmente con respecto a su ep istemologa. A mi parecer. esta c reencia afecta a a lgunos de los grandes fundadores de la me-cnica cu ntica." y tambin a a lgunos de los grandes fundadores de: la biologa molecula r." Llev a l domin io de una interpretacin subje tiva . !a mecnica cuntica: interpretacin que he combatido durante casi cuarcn-

    52. Vase la rcfc1cru.:ia a Trod s Eggcrs H nnscn ciracla en la anlerior no ta 27. Vase tamhi~n PcLe1 Havas, " Four-Dimcnsional Formulalions ol' N ewtonian Mcchanics and Lhcir Rclatio11 to thc Spcci::d an