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PRODUCCIONES PALACIEGAS TENOCHCAS EN OBJETOS DE CONCHA YLAPIDARIA
Adrián Velázquez Castro and Emiliano Ricardo Melgar Tísoc
Ancient Mesoamerica / Volume 25 / Issue 01 / March 2014, pp 295 - 308
DOI: 10.1017/S0956536114000170, Published online: 07 August 2014
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How to cite this article: Adrián Velázquez Castro and Emiliano Ricardo Melgar Tísoc (2014). PRODUCCIONES PALACIEGAS TENOCHCAS ENOBJETOS DE CONCHA Y LAPIDARIA. Ancient Mesoamerica, 25, pp 295-308 doi:10.1017/S0956536114000170
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PRODUCCIONES PALACIEGAS TENOCHCAS ENOBJETOS DE CONCHA Y LAPIDARIA
Adrián Velázquez Castro y Emiliano Ricardo Melgar TísocMuseo del Templo Mayor, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Seminario 8, Col. Centro, Del. Cuauhtémoc, México D.F.,C.P. 06060
Abstract
Investigaciones recientes han mostradoque un buen número de objetos procedentes de las ofrendas del recinto sagrado de Tenochtitlan sonproducciones locales y no piezas foráneas, obtenidas por tributo, intercambio o saqueo. En el caso de los objetos de concha y lapidaria,sus características formales permiten identificar a un importante grupo no solamente como propio del centro de México, sino comoexclusivo de Tenochtitlan e incluso de su templo principal, ya que elementos idénticos no han sido recuperados en otros emplazamientos
o en las edificaciones aledañas al Huey Teocalli tenochca. El estudio de las técnicas de manufactura de estas piezas ha permitidoconfirmar esta suposición e incluso proponer la existencia de un estilo tecnológico tenochca. La gran estandarización morfológica ytecnológica de los objetos y su restringida distribución, permiten proponer que su producción se llevaba a cabo en un contextodependiente, probablemente en el palacio mismo del gobernante mexica.
LA PRODUCCIÓN DE OBJETOS EN TENOCHTITLAN
La visión de la sociedad mexica que dan las fuentes documentales,es la de un pueblo nómada y guerrero recientemente llegado aMesoamérica a principios del siglo XIV, el cual muy rápidamentelogró asimilar las prácticas culturales de esta área, gran parte de lacual estaba bajo su dominio para la época del contacto europeo.Gracias a ello, desde los primeros hallazgos arqueológicos hasta
la actualidad, muy pocas de las expresiones artísticas encontradasen las excavaciones de lo que fuera la antigua Tenochtitlan(Figura 1) son consideradas manufacturas locales, considerándosegeneralmente objetos foráneos, producto de saqueo o tributo, y enmenor medida de intercambio comercial (Batres 1990:129;Contreras 1990:407; Estrada 1990:372–377; González y Olmedo1990:11–12; López 1989:87; Urueta 1990:132–148).
Sin embargo, los análisis arqueométricos hechos a cada vez unmayor número de objetos procedentes de la capital mexica hanido cambiado la idea anteriormente señalada. Tal es el caso depiezascerámicas que habían sido clasificadas como foráneas inicial-mente, pero cuyo análisis de pastas mediante activación neutrónicamostró que sus arcillas eran propias de la cuenca de México. Este esel caso de dos urnas consideradas “Fine-Orange,” propias de la costa
del Golfo de México; dos vasijas policromas identificadas como“cholultecas” y una urna similar a las del tipo Tohil Plumbate,tipos cerámicos oriundos de la costa de Chiapas y Guatemala(Chávez 2007:361–362; Mercado 1982:35; Neff et al. 1989;Nicholson y Quiñones 1983:5; Román y López 1999:38). De lamisma forma, la singular composición de las aleaciones de los cas-cabeles de cobre de las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlany la estandarización de sus formas, ha llevado a la conclusión de quesu producción era local (Schulze 2008).
Con respecto a la producción de objetos en Tenochtitlan, Duránmenciona que los gobernantes mexicas a partir de Moctezuma I(1440–1469), convocaban a maestros artesanos de los distintosterritorios dominados para realizar encargos especiales como laelaboración de joyas, ofrendas y regalos para las importantesfiestas religiosas en que se ostentaba el poderío y la riqueza delimperio (Durán 2006:245–246, 323, 341–347, 373). Durante suslabores se les suministraban alimentos y se les premiaba si
cumplían con sus encomiendas satisfactoriamente, así como se lesamenazaba con el destierro en caso de no terminar a tiempo eltrabajo (Durán 2006:245–246). Ya para el siglo XVI, se sabe queen el palacio de Moctezuma II se reunían pintores, orfebres, ofi-ciales de pluma y lapidarios (Sahagún 2006:450). En el caso deTexcoco, el gobernante Nezahualcoyotl reunió a los mejores artesa-nos de su tiempo para trabajar en el palacio y convertirlo en un atrac-tivo centro cultural para el cultivo y desarrollo de las artes (Boone2010:212–213).
Se ha planteado que Tenochtitlan intentó monopolizar laproducción y distribución de los bienes preciosos tras su conso-lidación como imperio. Tal es caso de las cerámicas de estilo impe-rial (Azteca III, IV y guinda), las cuales se encuentran en grandescantidades en los sitios de la cuenca de México e incluso desplazan
a las cerámicas locales propias de las ciudades aliadas de la TripleAlianza (Garraty 2006:367–381; Minc 2009:346–366). De lamisma manera, en el taller lapidario de Otumba se sustituye laobsidiana local gris por la verde-dorada de la sierra de Pachuca,yacimiento que fue monopolizado por Tenochtitlan (Charlton1993:231–235).
Incluso se ha determinado un estricto control en la producción ydistribución de bienes de uso doméstico por parte de Tenochtitlan,que sustituyen a las manufacturas locales. Tal es el caso de lascerámicas sin engobe, usadas para la preparación de alimentos,que son exportadas masivamente al resto de los señoríos de la
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Ancient Mesoamerica, 25 (2014), 295–308Copyright © Cambridge University Press, 2014doi:10.1017/S0956536114000170
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cuenca de México (Garraty 2007:144–157). De la misma manera, laobsidiana verde-dorada desplaza a las otras variedades de vidriosvolcánicos en la elaboración de instrumentos de corte (Pastrana2007:111–158).
Dos materiales que resultan interesantes a la luz de lo anterior-mente expuesto, son las conchas de moluscos y los elementos lapi-darios. A diferencia de los ejemplos anteriores, aquí las materiasprimas usadas son, en casi todos los casos, foráneas a la cuencade México. De aquí se podría desprender la pregunta ¿es posiblerelacionar directamente la procedencia de las materias primas consu lugar de manufactura?, o dicho de otra manera ¿una pieza deun material exótico es necesariamente una producción foránea?
Recientemente se han desarrollado investigaciones sobre lastécnicas de elaboración de objetos de concha y lapidaria en el
Museo del Templo Mayor.1
A través de la arqueología experimental
y el análisis de las huellas de manufactura, ha sido posible detectar una gran estandarización morfológica y tecnológica en un grupo depiezas procedentes de las ofrendas enterradas en el principal edificiode culto, inhumadas a partir de la etapa constructiva IVb, atribuidaal gobernante Axayacatl (1469–1481). Estos elementos se ha pro-puesto que son resultado de las producciones artesanales palaciegastenochcas en coincidencia con las fuentes escritas (Melgar y Solís2009, 2010a, 2010b; Velázquez 2007, 2011). En el presenteartículo se presenta el corpus de información que apoya dichahipótesis, basado en el estudio de 522 objetos.
LAS COLECCIONES DE OBJETOS DE CONCHA YLAPIDARIA DE LAS OFRENDAS DEL TEMPLO MAYOR
DE TENOCHTITLANEl Proyecto Templo Mayor realiza excavaciones arqueológicas en loque fuera el recinto sagrado de México-Tenochtitlan desde el año de1978. Hasta el momento se han descubierto el Templo Mayor o
Huey Teocalli, así como varios edificios aledaños a él. Se han defi-nido siete etapas constructivas cuya edificación ha sido atribuida adiferentes gobernantes, desde 1325 d.C. hasta 1521 (Matos 1988:176). Una parte importante de los hallazgos son las ofrendas quelos mexicas enterraron en sus estructuras como la expresión materialdel ofrecimiento ritual de dones o regalos a la sobrenaturaleza, tantocon el fin de entablar comunicación con ellos, como de recibir algún
Figura 1. Sitios de la cuenca de México referidos en el texto.
1
Las investigaciones sobre objetos de concha iniciaron en 1997; se handesarrollado dos proyectos “Arqueología experimental en materiales con-quiológicos” (1997–1999) y “Técnicas de manufactura de los objetos deconcha del México prehispánico” (2000 a la fecha). Las investigacioneshan estado a cargo de Adrián Velázquez Castro. En el caso de la lapidarialos estudios iniciaron en el 2004 con el proyecto “La lapidaria del TemploMayor: Estilos y tradiciones tecnológicas” (2004–2010) y continuaron con“Estilo y tecnología de los objetos lapidarios en el México antiguo” (2011a la fecha). Ambos proyectos han sido coordinados por Emiliano Melgar Tísoc.
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tipo de beneficio a cambio (López 1993:52–56). Éstas fuerondepositadas en los rellenos constructivos, cajas con muros y pisosde sillares o lajas, y urnas talladas en rocas. La disposición de lasoblaciones dentro del recinto sagrado presenta variantes. En el
plano vertical se han identificado diferentes alturas, ya que se enter-raron en la cima de los edificios, en su interior, en las plataformas yen los pisos de las plazas. En el plano horizontal, las ofrendas seenterraron en las fachadas occidental y oriental de las estructuras,
en su centro, en sus caras norte y sur y en sus esquinas (López1993:111–131). La riqueza de las ofrendas varía considerablementede un depósito a otro. Algunas de ellas se componen de un solo ele-mento, otras por varios ejemplares de un mismo tipo de objeto, y
otras más por una gran variedad de materiales y formas (López1993:140–141). Al día de hoy se han reportado un total de 200ofrendas, 146 en el Templo Mayor y 54 en los edificios aledaños(López et al. 2012:25; Velázquez 2007:40).
Figura 2. Mapa de procedencia de las materias primas de concha y lapidaria.
Figura 3. Atributos de divinidades hechos en concha, procedentes de las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlan: (a) anáhuatl ,(b) oyohualli y (c) epcololli . Fotografías de Germán Zúñiga Amézquita.
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Dentro de las ofrendas se han encontrado una buena cantidad deobjetos de concha y lapidaria. En el primer caso se han cuantificado3,025 elementos, entre piezas completas y fragmentos. Los materi-ales usados son especies procedentes tanto del litoral Atlánticocomo Pacífico de México (Figura 2), predominando los objetosde la almeja nacarada, Pinctada mazatlanica, y los pendientesde caracoles del género Oliva (Velázquez 1999a:117). En elsegundo, se han hallado alrededor de 50,000 piezas de piedrapulida. Las rocas identificadas son jadeítas del valle del Motagua;serpentinitas de los estados de Guerrero y Puebla; mármoles jaspea-dos y esquistos de Oaxaca; travertinos de Puebla; obsidianas,mayoritariamente de la sierra de Pachuca y de Otumba, y turquesas“químicas” de Arizona y Nuevo México (Athié 2001; Melgar 2010;
Melgar y Solís 2010a, 2010b; Olmedo y González 1986; Ruvalcabaet al. 2010; Urueta 1990) (Figura 2).La mayor parte de los objetos se han encontrado en la etapa
constructiva IVb (1469–1481), correspondiente al reinado deAxayacatl. Por otro lado, es notable el bajo número de estosobjetos en las etapas anteriores y posteriores. Ello quizás se debaa la conservación diferencial de las épocas arquitectónicas delrecinto sagrado tenochca, causada por su destrucción tras la con-quista española.2
A pesar del carácter foráneo de las materias primas, llamala atención que muchos de los objetos representan elementosiconográficos característicos de divinidades nahuas del centrode México. Tal es el caso de los pectorales circulares incisos ycalados (anahuatl ), propios de Tezcatlipoca y los guerreros
estelares; los pendientes en forma de gota (oyohualli) deTlahuizcalpantecuhtli y las divinidades de la música y la danza; ola orejera de voluta (epcololli) de Ehecatl-Quetzalcoatl (Figura 3),entre otros (Melgar 2010; Velázquez 2000; Velázquez y Melgar 2007).
Un aspecto que es importante resaltar es que muchos de losobjetos referidos se encuentran casi exclusivamente en las ofrendasdel Templo Mayor, estando ausentes en muchas de las edificaciones
aledañas. No se encuentra ejemplares idénticos en forma y materiaprima en ningún otro emplazamiento de la cuenca de México.3 Unejemplo interesante lo constituye el ehecacozcatl hallado en
Figura 4. Ehecacózcatl del (a) Templo Mayor de Tenochtitlan y (b) de Hualquila, Iztapalapa, México D.F. Fotografía de Germán ZúñigaAmézquita y dibujo de Esperanza Mancha González.
Figura 5. Pendientes en forma de cabezas de pato hechos en obsidiana delTemplo Mayor de (a) Tenochtitlan y (b) de Tlatelolco. Fotografías deEmiliano Melgar Tísoc.
2
El corpus de objetos analizados procede principalmente de las 128ofrendas excavadas entre 1978 y 2000.
3
En el caso de los objetos de concha, las comparaciones que se presentanen este trabajo fueron hechas con base en una revisión exhaustiva de losinformes de trabajos arqueológicos de sitios rivereños en los lagos de lacuenca de México, que se encuentran en el Archivo Técnico del InstitutoNacional de Antropología e Historia (INAH) (Velázquez 1999a); y de latesis de Esperanza Mancha González que estudió 1066 objetos ornamentalesencontrados en salvamentos y rescates arqueológicos en la cuenca deMéxico, procedentes de diferentes sitios y periodos (Mancha 2002:476).En lo que respecta a la lapidaria, se revisaron informes del ArchivoTécnico del INAH (Melgar y Solís 2009), tesis (Gómez 2000; López2006; Rosales 2004; Vázquez 1995), y publicaciones (Cabrera 2009;Charlton 1993, 1994; Gazzola 2007, 2009; Pastrana 2007) que tratan de
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Hualquila, Iztapalapa, que difiere notablemente de los ejemplarestenochcas, ya que el primero está elaborado en Strombus gracilior
y presenta perforaciones para su suspensión, mientras que lossegundos son invariablemente de Turbinella angulata y notienen horadaciones (Mancha 2002:212–215; Velázquez y Melgar 2006) (Figura 4). Incluso difieren las piezas hechas en la capitalAzteca de las de su ciudad hermana, Tlatelolco, y su aliado,Texcoco. En estas últimas se han recuperado objetos comopendientes en forma de cabezas de pato y bezotes, hechos de obsi-diana meca y gris, proveniente de Otumba y Zaragoza. Estas piezascontrastan con aquellas encontradas en Tenochtitlan, manufactura-dos de vidrio volcánico verde-dorado de la sierra de Pachuca(Melgar y Solís 2009) (Figura 5). De la misma manera, los pecesde concha nacarada hallados en Tenochtitlan y Tlatelolco son deformas y materiales muy diferentes, de Pinctada mazatlanica enel primer caso y de concha de agua dulce (Unionidae) en elsegundo.
Así pues, muchas de las piezas de concha y lapidaria aparecencomo exclusivas no sólo de Tenochtitlan, sino de su culto máscerrado y elitista, como era la inhumación de ofrendas en sutemplo principal. Ello constituye una buena evidencia de que sumanufactura debió ser local y controlada por el aparato estatal.
Figura 6. Arqueología experimental en concha y lapidaria: (a) desgaste con arenisca, (b) corte con obsidiana, (c) incisiones con obsidianay (d) pedernal. Fotografías cortesía de los proyectos TMOCMP y LTMETT.
Tabla 1. Piezas de concha analizadas
Objeto CantidadEtapa
Constructiva
Anahuatl de Pinctada mazatlanica 45 IVb Epcololli de Pinctada mazatlanica 8 IVb y VIIOyohualli de Pinctada mazatlanica 11 IVb, V y VIIPendiente rectangular con perforaciones en losextremos de Pinctada mazatlanica
67 IVa, IVb y V
Incrustación circular perforada de Pinctada
mazatlanica
22 IVb
Círculo con espiral inciso de Pinctada
mazatlanica
4 IVa y VI
Pendientes en forma de peces de Pinctada
mazatlanica
8 IVa y IVb
Incrustación fitomorfa de Pinctada mazatlanica 1 IVa
Incrustación circular sólida de Pinctadamazatlanica
35 IVa y IVb
Pendiente en forma de lagartija de Pinctada
mazatlanica
1 IVa
Fragmentos de Pinctada mazatlanica 4 IVa y IVbPectoral sección de espira (ehecacozcatl ) deTurbinella angulata
12 IVb y VII
Total 218
Nota: Etapas constructivas: IVa (1440–1469 d.C.) Moctezuma I; IVb (1469–1481 d.C.)Axayacatl; V (1481–1486 d.C.) Tízoc; VI (1486–1502 d.C.) Ahuizotl, y VII(1502–1520 d.C.) Moctezuma II.
estos materiales también en diferentes sitios y periodos de ocupación en lacuenca de México.
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EL ESTUDIO DE LAS TÉCNICAS DE MANUFACTURADE LOS OBJETOS DE CONCHA Y LAPIDARIA
En términos generales es posible definir a la tecnología como el con- junto de elementos sociales y materiales con los que el ser humanomodifica su entorno, para satisfacer necesidades de muy distintaíndole. Aquí se incluyen tanto las herramientas como los productosque con ella se elaboran, así como conocimientos, comportamien-tos, actitudes y significados, compartidos por conjuntos de perso-nas, siendo transmitidos de una generación a otra (Lemonnier 1986:154; Pfaffenberger 1988:241; Schiffer 1992:44).
Dentro de la tecnología pueden reconocerse procesos técnicos,también llamados cadenas de operación, los cuales son una seriede pasos que se siguen desde que el material está intacto hasta
que el objeto se encuentra totalmente terminado (Lemonnier 1986:149; Leroi-Gourhan 1943, 1945; Schiffer 1992:51). En cadauna de las fases de estas secuencias de actividades, los productorestienen que tomar decisiones frente a un espectro de posibilidades,restringidas por factores ambientales, históricos, sociales y cultu-rales (Lemonnier 1986:153; Schiffer 1992:51). No existen limitantesexternos a un grupo humano lo suficientemente poderosos para ser los únicos causales de todas las decisiones en las cadenas deoperación. Esto ha llevado a plantear que la tecnología esuna construcción social, en la que se ven reflejados principiosde organización y aspectos ideológicos, políticos o simbólicos
(Gosselain 1992:580; Pfaffenberger 1988:241). Estudiosetnoarqueológicos confirman que dichas preferencias tienden a ser específicas y consistentes, dictadas en gran medida por latradición y la costumbre. De la misma forma se ha comprobadoque los límites tecnológicos muchas veces coinciden con las delas comunidades y etnias (Sackett 1990:33; Stark 1999:27). Estoha permitido plantear el concepto de “estilo tecnológico,” como lasuma de elecciones hechas por un grupo humano, las cuales confor-man el conocimiento de una tradición de manufactura (Carr 1995:166; Lechtman 1975:6–7; Stark 1999:27–29).
Desde finales del siglo pasado hasta la actualidad, se desarrollanen el Museo del Templo Mayor proyectos de arqueología expe-rimental encaminados al conocimiento de las técnicas de manufac-tura de los objetos de concha y lapidaria (Figura 6). Se ha optado por
esta línea de estudio ante la carencia de los indicadores directos de laproducción (desechos, piezas en proceso de manufactura y herr-amientas), dados los contextos de procedencia de los objetos, entodos los casos de ofrenda. De esta forma, se replican con materialesmodernos las diferentes modificaciones hechas para transformarlosen objetos (desgastes, cortes, perforaciones, incisiones, calados yacabados) similares a los arqueológicos. Con tal fin se empleanherramientas que por distintas fuentes de información ( fuenteshistóricas, evidencias arqueológicas y propuestas de otros investiga-dores) puede suponerse que se utilizaron en el pasado (Melgar 2004,2010; Velázquez 1999b, 2007).
Tabla 2. Análisis de piezas de lapidaria
Objeto Cantidad Etapa Constructiva
Anahuatl de obsidiana 2 IVbCetro con remate globular de Techalotl de obsidiana 26 IVbNariguera con extremos hendidos de Xipe Totec de obsidiana 12 IVbOrejera circular de Quetzalcoatl de obsidiana 26 IVb y VIIAplicación semiesférica de obsidiana 3 IVb
Remate cilíndrico de cabeza de serpiente de obsidiana 10 IVbRemate cilíndrico de crótalo de víbora de cascabel de obsidiana 10 IVbPendiente zoomorfo de cabeza de pato de obsidiana 14 IVbPendiente circular de obsidiana 2 IVbAplicación semirectangular de obsidiana 3 IVbBezote de obsidiana 1 IVbFigura en forma de gancho de obsidiana 1 VIILápida con la representación del dios de la tierra Tlaltecuhtli 1 IVaFigurilla de deidad del pulque 1 IVaEscultura del dios del fuego (Xiuhtecuhtli) de travertino 1 IVbMáscara antropomorfa de travertino 1 IVbCetro zoomorfo en forma de serpiente en zig-zag de travertino 9 IVbCetro zoomorfo de cabeza de venado de travertino 5 IVbCetro en forma de sonaja-bastón (chicahuaztli) de travertino 5 IVbFigurilla femenina de travertino 1 IVb
Representación de Serpiente de Fuego (Xiuhcoatl) con teselas de turquesa 1 IVaDisco de mosaico con teselas geométricas de turquesa 1 IVaCuentas de turquesa 7 IVbCuchillo rostro con ceja de teselas de turquesa 5 IVbNariguera circular con sección escalonada ( yacaxihuitl ) de teselas de turquesa 2 IVbPreforma de pedernal con teselas de turquesa 2 IVbMosaico de teselas de turquesa en forma del glifo de piedra preciosa ( chalchihuitl ) 1 VITeselas de turquesa sueltas 150 IVb, V y VIDisco de mosaico con teselas de turquesa con iconografía de Huitzilopochtli , Tlahuizcalpantecuhtli y Mixcoatl 1 VIITotal 304
Nota: Etapas constructivas: IVa (1440–1469 d.C.) Moctezuma I; IVb (1469–1481 d.C.) Axayacatl; V (1481–1486 d.C.) Tízoc; VI (1486–1502 d.C.) Ahuizotl, y VII (1502–1520d.C.) Moctezuma II.
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Para poder proponer cuáles fueron las técnicas y herramientasmás probablemente usadas, se lleva a cabo el análisis de lashuellas de manufactura de las piezas experimentales y se comparancon las de los objetos arqueológicos. Este análisis se realiza entres niveles de observación: macroscópico (simple vista), micros-copía estereoscópica de bajas amplificaciones y microscopíaelectrónica de barrido (MEB). Si bien cada uno de ellos proporcionainformación valiosa, es el último el que ha ofrecido los mejoresresultados, ya que la MEB es una técnica idónea para el estudiode las características superficiales de los materiales. A través deella ha sido posible distinguir con precisión rasgos particulares decada material y herramienta probados—a manera de una huelladigital—e identificarlos en los objetos arqueológicos (Melgar 2008; Melgar et al. 2010; Velázquez 2007; Velázquez y Melgar
2006; Velázquez et al. 2004).Para el análisis con MEB se obtienen réplicas en polímeros4 loscuales son cubiertos con iones de oro para su observación en elmodo de alto vacío (HV), que es el que permite la mejor resolución. Estas réplicas se hacen en los repositorios que resguar-dan las piezas, evitando tener que trasladarlas al laboratorio deMEB; agilizan las sesiones de trabajo, ya que pueden verse hasta
20 en una sesión de dos horas, y permiten revisar modificacionesde piezas que superan las dimensiones de la cámara de muestreo(10 cm por lado, por 5 cm de alto) (Melgar et al. 2010; Velázquez2007). De cada muestra se obtienen cuatro amplificaciones (100×,300×, 600× y 1000×), siguiendo los mismos parámetros.
Hasta el momento se han realizado 748 experimentos en conchay 350 en lapidaria, y se han estudiado colecciones de las diferentesáreas de Mesoamérica y del norte de México, con temporalidadesque van desde el periodo formativo hasta el contacto europeo.
HACIA LA DEFINICIÓN DE UN POSIBLE ESTILOTENOCHCA DEL TRABAJO DE LA CONCHA Y LALAPIDARIA
En este trabajo se presentan los resultados del análisis hecho a 522piezas de concha y lapidaria procedentes de las ofrendas del TemploMayor, y que incluyen ejemplares de las etapas constructivas IVa aVII (1440–1520 d.C.) (Tablas 1 y 2). Entre ellas se encuentran losobjetos estandarizados que constituyen insignias de divinidades delcentro de México del posclásico tardío. Muchasde éstasson exclusivasde las ofrendas del principal edificio de culto de Tenochtitlan, y comose dijo anteriormente, se sospecha que su manufactura pudo ser local.
Las huellas identificadas en ellas son las siguientes:
Superficies . En todos los casos pudieron apreciarse bandasanchas de aproximadamente 100 μm de anchura, características
Figura 7. Micrografías tomadas con MEB a 100× de superficies arqueológicas de (a) una pieza de Pinctada mazatlanica y (b) una tesela deturquesa, y desgastes experimentales hechos con (c) basalto en Pinctada mazatlanica y (d) turquesa. Fotografías cortesía de los proyectosTMOCMP y LTMETT.
4
Para la elaboración de las réplicas se usa un cinta replicadora de acetato(Buehler Replicating Tape 25 ft) que se reblandece con una gota capilar deacetona y que se presiona contra el área cuyas huellas de manufactura sequieran observar (Melgar y Solís 2009; Velázquez 2007).
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del desgaste con rocas basálticas (Figura 7). En las piezas de conchaes excepcional la aplicación de técnicas de pulido. En lapidariaúnicamente las piezas de obsidiana y travertino presentan rasgosde este acabado con un material aún no determinado, consistenteen sucesiones de líneas rectas-paralelas muy rugosas, de entre .6 y2 μm (Figura 8).
Bordes y calados . En los bordes de muchos de los objetos seobservaron sucesiones de líneas muy finas, de entre .6 y 1.3 μmde anchura, las cuales pueden aglomerarse para formar rasgos demayor tamaño. Esto coincide con el uso de instrumentos afiladosde obsidiana (Figura 9). En varios casos, sobre estas huellas se apre-ciaron las bandas de 100 μm de espesor, características del uso dedesgastadores de basalto, seguramente empleados para regularizar
los cortes. Una excepción a lo anterior la constituyen tres cetroscon remates en forma de cabezas y crótalos de víbora de cascabel,en los que se vieron bandas rectas-paralelas bien marcadas deentre 2 y 5 μm de ancho, en cuyo interior se aprecian microsrayados; estos rasgos coinciden con los que dejan los cortes con her-ramientas afiladas de pedernal (Figura 9).
Perforaciones . En las horadaciones circulares de casi todas laspiezas se aprecian bandas de aproximadamente 5 μm de espesor,que pueden entrecruzarse para producir una textura rugosa, opueden correr paralelamente para formar bandas de mayores
dimensiones, en cuyo interior se aprecian micros rayados. Estamorfología es característica del empleo de perforadores de pedernal(Figura 10). Nuevamente la excepción a lo anterior la presentan losantes referidos cetros de obsidiana en forma de cabeza y crótalode víbora de cascabel. En este caso, en los desgastes para lasconcavidades de los ojos y los ahuecamientos para el enmangue,se vieron líneas irregulares de alrededor de 1.3 μm de ancho,sobre una textura rugosa. Ello coincide con el uso de polvo depedernal como abrasivo, animado a través de un instrumentodesconocido (Figura 10).
Incisiones . En los diseños decorativos incisos de todos losobjetos se apreciaron rasgos similares a los de los cortes, anterior-mente descritos, que coinciden con el uso de instrumentos aguzados
o afilados de obsidiana (Figura 11). Únicamente en las piezas deobsidiana se emplearon instrumentos de pedernal (Figura 11).
DISCUSIÓN DE RESULTADOS
Las técnicas de manufactura empleadas para la producción deobjetos de concha y lapidaria de las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlan, aparecen altamente estandarizadas. En todos loscasos se usaron desgastadores de basalto, se cortó y elaborarondiseños incisos con instrumentos de obsidiana y se hicieron horada-ciones con perforadores de pedernal.
Figura 8. Micrografías tomadas con MEB a 1000× de superficies arqueológicas de (a) una pieza de obsidiana y (b) una de travertino, ypulidos experimentales con (c) arena en obsidiana y (d) nódulo de pedernal en travertino. Fotografías cortesía del proyecto LTMETT.
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El que dichas huellas aparezcan en materiales de orígenes muydiferentes y tan distantes tanto entre sí como de Tenochtitlan (lascostas Pacífica y Atlántica, y el suroeste de los Estados Unidos,por ejemplo), apoyan la idea de una producción local de losobjetos. A esto hay que agregar el carácter iconográfico de laspiezas, propias de deidades oriundas del centro de México. Deberesaltarse la presencia de Huitzilopochtli, dios tutelar de los
mexicas, en el disco de mosaico de turquesa de la ofrenda 99(Velázquez et al. 2012:79–84).
Algunos rasgos tecnológicos particulares merecen una menciónespecial. Tal es el caso de los pulidos, casi ausentes en los objetos deconcha, y que se efectuó con un material no identificado en laspiezas de travertino, turquesa y obsidiana. En el caso de lasconchas nacaradas, la cara principal de las piezas es la interna, tor-nasolada y brillante por naturaleza y que no requería de ningúnacabado. En contraste, la obsidiana, la turquesa y el travertino pre-cisaban forzosamente de un acabado para que las superficies desus elementos no se vieran opacas.
Muy interesante es la evidencia de que las piezas de obsidiana nose cortaban con el mismo material, mientras que todos los demásobjetos analizados presentan rasgos característicos de este vidriovolcánico, aun teniendo una dureza mayor que él, en ciertos casos(la jadeíta, por ejemplo). Quizás esto sea resultado de creencias reli-giosas en que un material no se podía trabajar con instrumentoshechos del mismo. Esto también podría verse como una expresión
de la unión de opuestos y complementarios, ya que el pedernalera considerado un material ígneo y celeste, mientras la obsidianase creía fría y propia del inframundo
Por lo anterior, pueden inferirse decisiones sistemáticas y recu-rrentes tomadas en las diferentes fases de las cadenas de operación,a lo largo de 80 años (1440–1520 d.C.) del reinado de los cincodistintos gobernantes mexicas (Moctezuma I, Axayacatl, Tízoc,Ahuizotl y Moctezuma II) posteriores a Itzcoatl y su rebelión victor-iosa sobre los tecpanecas de Azcapotzalco en 1428 d.C. A partir deello se puede proponer la existencia de un estilo tecnológicotenochca que coincide con la expansión y consolidación imperial
Figura 9. Micrografías tomadas con MEB a 1000× de bordes de piezas arqueológicas de (a) Pinctada mazatlanica , (b) turquesa y (c)obsidiana, y cortes experimentales con obsidiana en (d) Pinctada mazatlanica y (e) turquesa y (f) con pedernal en obsidiana.Fotografías cortesía de los proyectos TMOCMP y LTMETT.
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de la Triple Alianza. También vale la pena recordar, en este sentido,que los objetosde las oblaciones de la capital azteca son singulares yni siquiera se parecen a las piezas de ciudades aliadas o emparenta-das, como son Texcoco y Tlatelolco.
El que la mayor parte de los objetos analizados tenga unadistribución muy restringida -ya que casi exclusivamente pro-ceden de las ofrendas del Templo Mayor, que son una de las expre-
siones del culto más cerrado y elitista que llevaba a cabo la sociedadmexica-, indica una producción muy controlada bajo la estrictasupervisión de las élites tenochcas. El que estos elementos fueranelaborados en el palacio del gobernante por especialistas depen-dientes, se puede inferir de datos que proporcionan las fuenteshistóricas. Durán, por ejemplo, menciona que la elaboración delos regalos que Moctezuma II envió a Cortés y sus huestes tras suarribo a las costas de Veracruz, fueron hechos en el palacio endonde a los maestros encargados de elaborarlos se les suministrarontodos los insumos necesarios, y se les pagó con mantas y alimentos(Durán 2006:507). Fray Bernardino de Sahagún, por su parte,
menciona que en el palacio de Moctezuma II, en la sala llamadatotocalli, se reunían los artesanos que producían artículos de lujo,como pintores, orfebres, oficiales de pluma y lapidarios (Sahagún2006:450). Curiosamente los artífices de la concha no aparecenmencionados, lo cual puede deberse a que estos materialespueden haberse asimilado al trabajo de las piedras finas.Evidencia de esto es que en el Códice Florentino a las conchas se
les considera un tipo de piedra preciosa (López 1991:240;Velázquez 1999a:28). Elementos que corroboran la asimilacióndel trabajo de la concha con el de la lapidaria son el que paraambos tipos de materiales se emplean básicamente las mismastécnicas y el que en algunos casos con ellos se elaboran objetosidénticos, tales como los pectorales anahuatl (Figura 12), placascon representaciones de divinidadesy pendientes en forma de peces.
Como se había mencionado anteriormente, después de laconsolidación del poder imperial, las élites tenochcas se enfocaronen convertir a su ciudad capital en un gran centro manufacturero,cuyos bienes inundaron la cuenca de México, desplazando a las
Figura 10. Micrografías tomadas con MEB a 1000× de perforaciones de piezas arqueológicas de (a) Pinctada mazatlanica y (b y c) deobsidiana, y perforaciones experimentales hechas con buriles de pedernal en (d) Pinctada mazatlanica y (e) obsidiana, y (f) con polvo depedernal y carrizo en obsidiana. Fotografías cortesía de los proyectos TMOCMP y LTMETT.
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producciones locales de otros sitios. Esto se ha observado tanto enlos artículos de lujo como los de uso cotidiano. Los resultados de lasinvestigaciones presentados en este trabajo muestran un ámbitoproductivo diferente: el de las producciones palaciegas cuyadistribución era restringida únicamente al culto estatal. Como ya
se ha argumentado, estos bienes no parecen haber circulado másallá del recinto sagrado de Tenochtitlan e incluso se concentrabanen su templo principal. Esto resulta comprensible por el carácter sagrado de los objetos elaborados, muchos de ellos atributos delas divinidades o representaciones de los dioses mismos. Se sabeque la elaboración de este tipo de imágenes era una actividadespecial que no podía ser desempeñada por cualquier persona, ni
en cualquier momento, ya que suponía un contacto con la sobrena-turaleza, en que se recreaba el tiempo primigenio en el cual losdioses patronos habían inventado o enseñado los oficios (LópezAustin 1985:29; Mendieta 2002:201). Los artistas capacitadospara ello eran llamados tolteca porque tenían cualidades morales,
intelectuales y prácticas, las cuales transmitían en su quehacer asus obras, logrando de esta manera crearlas o darles vida y medianteello se convertían en mensajeros de las divinidades. Se considerabanposeedores de la habilidad para percibir lo sagrado en su corazón, locual era llamado quiioltehuaiaia (“divinizaban su corazón”) o yol-
teotl (“corazón endiosado”) (González 2008:71; León Portilla1959:259–269). Si bien los artistas encargados de las produccionesestudiadas eran personajes a los que debió tenerse en muy altaestima, es difícil pensar que fueran miembros de la nobleza. Alparecer, formaban parte de un sector entre los nobles y el pueblo(Davies 1992:155). Una manifestación de este estatus intermediopuede verse en la alta estandarización de sus manufacturas, endonde no parece haber cabida para una expresión personal. Uncaso muy diferente ocurrió entre los mayas del periodo clásico, en
donde mediante sus firmas han podido identificarse varios artistasproductores de cerámicas tipo códice, pinturas murales, esculturas,dinteles y ornamentos de concha y lapidaria (Pérez 2000:60–67;Reents-Budet 2000:252–254; Wagner 2000:338–339). Éstos eranparte de las élites y en las obras puede verse un sello personalúnico en donde se privilegia el virtuosismo (Aoyama 2001:353–354; Fash 1991:160; Inomata 2001:321, 2007:121–125).
Para finalizar, las investigaciones llevadas a cabo sobre los objetosde concha y lapidaria procedentes de las ofrendas del Templo Mayor,muestran la existencia de una esfera productiva particular de bienesde lujo, que se llevaba a cabo en el palacio real y cuya distribución
Figura 11. Micrografías tomadas con MEB a 1000× de incisiones de piezas arqueológicas de (a) Pinctada mazatlanica y (b) obsidiana, eincisiones experimentales hechas con obsidiana en (c) Pinctada mazatlanica y (d) con pedernal en obsidiana. Fotografías cortesía de losproyectos TMOCMP y LTMETT.
Figura 12. Anahuatl de (a) obsidiana y (b) concha del Templo Mayor deTenochtitlan. Fotografías de Emiliano Melgar Tísoc y Germán ZúñigaAmézquita.
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se restringía al culto estatal. Puede diferenciarse de otras esferas pro-ductivas que se realizaban en la capital mexica, tanto de bienes delujo como de uso doméstico, los cuales se distribuían ampliamente,
incluso buscando desplazar a otras producciones. Es probable quelos objetos manufacturados en los talleres palaciegos fueran elemen-tos identitarios propios de la élite y el estado mexica.
SUMMARY
Recent investigations have demonstrated that a large number of objects from
the offerings of the Tenochtitlan sacred precinct are local products and not foreign artifacts obtained from tribute, exchange, or looting. In the case of shell and lapidary objects, their formal characteristics allow their identifi-cation not only as an important group of artifacts from central Mexico, but as exclusive to Tenochtitlan and even to its Great Temple (hereby TemploMayor), considering that identical elements have not been found in other
groups or in the buildings near Tenochtitlan’s Huey Teocalli. The study of
the manufacturing techniques of these objects has permitted the confirmationof this assumption, and it is even possible to propose the existence of a tech-nological style characteristic to Tenochtitlan. The high standardizationobserved in the morphology and technology of theseobjects and its restricteddistribution suggest that its manufacturing took place in a dependent context,probably even in the same Mexica ruler ’s palace.
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