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    PSIQUIATRA UNIVERSITARIA| 339

    PSICOANLISIS

    ILUSIN DE ILUSIN

    (Rev GPU 2015; 11; 4: 339-346)

    Bernardita Mndez1

    Lo que este tipo de interacciones ofrecen es una oportunidad para el analizando, no tanto de re-nunciar a sus ilusiones sino ms bien a experimentarlas en un contexto ms amplio, no como lmitesconstrictivos frente a las experiencias con los otros sino como posibles formas de enriquecer sus in-teracciones. La propia facilidad del analista de involucrarse y alejarse de las ilusiones relativas a smismo y a los otros resulta crucial para este proceso2.

    De este modo finaliza el trabajo titulado The wings of Icarusdonde Mitchell (1999) examina elconcepto Ilusin y el problema del narcisismo. En sus palabras finales aade la posibilidad de que elanalizando aprenda o internalice un tipo de amor a la vidaque no se sustenta en las ilusiones peroque se ve continuamente enriquecido por estas3.

    Ms tarde, en el eplogo de este trabajo escrito aos despus, Mitchell menciona uno de sus inte-reses ms recientes, el cual: incluye una suerte de retorno hacia una de mis preocupaciones ms

    tempranas la funcin de la idealizacin, no en el narcisismo sino en el romance.

    NARCISISMO. ESPACIO DE ILUSIN. INTERACCION PS ICOANALTICA

    NARCISSISM. ZONE ILLUSION. PSYCHOANALYTIC INTER ACTION

    INTRODUCCIN

    En las citas anteriores he destacado en cursivas las ex-presiones amor a la vida y romance4, expresiones

    que al momento de reunirse se descubren ocupando elespacio informe y generativo de la ilusin. En qu con-siste este espacio? Para responder a esta interrogante

    habr que seguir el camino inaugurado por Winnicott yKohut, quienes complementan y amplan el significadorestringido de ilusin entendido como distorsin delexamen y sentido de la realidad, acercndolo al mbitodel juego, creatividad y esperanza.

    Atendiendo a la descripcin que Mitchell (2000) hacedel romance que se desarrolla entre l y su paciente

    1 Licenciada en Psicologa Universidad Catlica de Chile, Psicoanalista ICHPA. (La actual es la Monografa presentada en Semina-rio dedicado a Stephen A. Mitchell organizado por la Asociacin Chilena de Psicoanlisis, APCh, julio, 1915). [email protected].

    2 Mitchell S. y Aron L. (1986). The Wings of Icarus: Illusion and the Problem of Narcissism . En Mitchell S. & Aron L., RelationalPsychoanalysis. The Emergence of a Tradition. Hillsdale NJ: The Analytic Press, 1999, p. 176.

    3 Ibd, p. 176.4 Una de las acepciones del vocablo Romance es Relacin amorosa pasajera. Diccionario de la Real Academia Espaola. Versin

    Digital.

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    ILUSIN DE ILUSIN

    Gloria5es posible situar tambin esta experiencia relacio-nal junto a cierta vitalidad y sentido de agencia. Mitchelldescribe ese romance como poseyendo la cualidad deun espacio potencial al modo winnicottiano. Este espa-cio cobr vida en las sesiones y ella se lo llevaba fuera

    de las sesiones como una presencia intrapsquica cons-tructiva. () durante este periodo ella creci en modosque ambos veamos como muy constructivos6.

    Cuando Winnicott se refiere al espacio potencial,describe, entre otros distintivos, su carcter de zonade ilusin7. Esta zona intermedia de experiencia entreel individuo y el ambiente constituye para Winnicott yotros autores la clave del sentido de la vida y de la saludmental. Desde esta perspectiva, salud mental ser en-tendida como sinnimo de la capacidad de jugar.

    Mitchell comenta que el espacio potencial en an-lisis a veces es llenado con el romance. Podremos en-tender el romance al interior de la situacin analtica

    como una forma particular de invitacin a la experien-cia de ilusin y de juego?

    ESPACIO POTENCIAL E ILUSIN

    En el caso del romance de Mitchell y Gloria se observalo que se ha descrito como las formas especficas delespacio potencial que incluyen entre las experienciashumanas la del espacio analtico o teraputico. Mitchell(2000) lo expresa de un modo sutilmente distinto peroprobablemente ms preciso cuando se refiere a los es-pacios potenciales que el psicoanlisis hace posible(lascursivas son mas)8. Ms preciso ya que tal espacio

    no siempre se da, as como las madres no siempre estnen condiciones de facilitarlo.

    En tanto continente y contenido, el espacio poten-cial se llena y se construye a partir de la capacidad de

    jugar, de ilusionar y, podra decirse tambin, siguiendoa Mitchell, la capacidad de abandonarse a las emocio-nes que emergen en un espacio que posibilita el desa-rrollo de la confianza mutua.

    Mitchell nos muestra una y otra vez a partir de suexperiencia clnica que la disponibilidad del analista aaceptar ldicamente las invitaciones de sus pacientes

    5 Mitchell S. (2000). Inter subje ctivi ty: Betw een: Expres sive-ness and Restraint in the Analytic Relationship.En Relatio-nality: From Attachment to Intersubjectivity. Hillsdale,NJ: The Analytic Press. Cap. 6, pp. 125-146.

    6 Ibd, p. 137.7 Winnicott D. Objetos transicionales y fenmenos transicio-

    nalesen Realidad y Juego. Gedisa, 1971.8 Intersubject ivity, p. 138.

    a unirse en una forma de interaccin particular y deabandonarse responsablemente a las emociones emer-gentes en el espacio del anlisis resulta fundamentalpara los fines analticos.

    Qu es lo que lleva a una persona a buscar la ayuda

    de un analista y luego a mantenerse en esa forma par-ticular de relacin? Resulta coherente pensar que, juntoa los motivos conscientes, un motivo inconsciente cen-tral es la bsqueda y la esperanza de integrarse en unarelacin que posibilite la construccin (co-construccin)de una zona de ilusin. He aqu donde se nos muestrala doble acepcin del vocablo ilusin: por un lado sus-pensin de la realidad, por otro, esperanza. Motivo, en-tonces, que podra expresarse como ilusin de ilusin.

    SELF

    Desde la perspectiva de los autores que ponen su mi-

    rada en el polo del selfpara establecer la primaca delas relaciones interpersonales dentro de la experienciahumana9, los distintivos de la vida mental saludableson las autorrepresentaciones duraderas integradas,la constancia objetal y la flexibilidad en la regulacinde la autoestima, los que se adquieren en un pro-ceso que depende de las relaciones del nio con suentorno humano.

    Qu sea o en qu consista el self es una pregun-ta que no se responde fcilmente. Desde ya hablar deel selfconduce al equvoco de identificarlo con una sus-tancia, con un objeto separado y ubicado en el centrodel individuo. Quizs resulte ms acertado entenderlo

    como un proceso o actividad de carcter autorreflexivo,que opera en el mbito intrapsquico e interpersonal deuna manera simultnea.

    Ahora bien, aun cuando autores como Sullivandenuncian el carcter ilusorio de la singularidad e in-dividualidad del self 10; aun cuando el psicoanlisis

    9 As clasifica Mitchell uno de los modelos relacionales ba-sado en su tendencia conceptual y en la manera en quese establece la primaca de las relaciones dentro de laexperiencia humana. En: Mitchell S. (1988). La matriz re-lacional. En Conceptos relacionales en psicoanlisis: unaintegracin. Mxico: Siglo XXI eds. Cap. 1, p. 43.

    10 Resulta interesante comentar aqu que Sullivan se refierea tal ilusin como la madre de las ilusiones como unailusin esencialmente narcisista, sirviendo a la funcindefensiva de distanciar la ansiedad y distraer la atencinde los modos en que las personas de hecho operan conotros (Multiple Selves, Singular Self, p. 106). Esta corres-ponde, a mi juicio, a la forma restringida de entenderla ilusin.

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    contemporneo descubre en la discontinuidad de laorganizacin del selfun elemento enriquecedor de laexperiencia vital, todo ello no contradice el estatus mo-tivacional central que posee la experienciasubjetiva deun self independiente de los cambios en el tiempo, de

    un selfconectado con la funcin de la autorreflexin, ylos esfuerzos para organizar y mantener un sentido delselfintegrado11.

    De acuerdo con Kohut12, la confirmacin de lasubjetividad por parte de un otro resulta clave parael proceso de formacin y articulacin del sel f, ascomo tambin resulta ser la accin teraputica cen-tral del proceso analtico. Al referirse a la perspectivade la psicologa del self Mitchell (1993) comenta queel factor clave de todo el proceso de formacin y ar-ticulacin del sel f en el contexto analtico es la bs-queda largamente perseguida por parte del pacientede una experiencia saludable con un Otro, el esfuerzo

    y la b squeda p ermanente de un nuevo comienzo.Desde esta perspectiva, aade Mitchell, la tarea delanalista es localizar y aliarse con la esperanza(las cur-sivas son mas) asociada a la expresin y articulacindel sel f, ah donde hay un sel f daado que necesitaser reparado13.

    A tales distintivos de un selfsaludable se suma elsentido de agencia equivalente a la descripcin quehace Kohut como centro de iniciativa14. Podr aso-ciarse este centro de iniciativa a la idea de vitalidad?

    Desde la perspectiva del modelo relacional la ex-periencia subjetiva de un selfintegrado est profunda-mente incrustada en las relaciones pasadas y presentes

    que tenemos con otros15, razn por la cual la relacinanaltica es susceptible de convertirse en una opor-tunidad, entre otras, para la integracin del self y dela autoestima. Ello en tanto se la entiende como unarelacin, no solo con un objeto antiguo y/o malo(Loewald/ Fairbain) sino tambin como un objeto nue-vo/bueno, cuya participacin cuest iona, retroalimen-ta, se muestra escptica, sostiene, etc. Constituye unaoportunidad para quebrar las categoras habituales apartir de las cuales empaquetamos automticamentenuestra experiencia.

    11 Kohut en Mitchell S. Multiple Selves, Singular Self. EnHope and Dread in Psychoanalysis. New York: BasicBooks. (1993) Cap. 4, pp. 95-122.

    12 Ibd, p. 108.13 Ibd, p. 108.14 Ibd, p. 109.15 Ibd, p. 113.

    ILUSIN Y NARCISISMO

    En Wings of IcarusMitchell (1999) compara dos enfoquescontrastantes frente al problema del narcisismo: aquelque lo ve como una ilusin y el que lo ve como la base de

    la creatividad y ensanchamiento de los bordes del self; elque lo considera una defensa versus el que lo consideracomo la base de la creatividad y el crecimiento16.

    En un esfuerzo de sntesis Mitchell (1999) proponeuna tercera aproximacin desde el modelo relacional,que incorpora algunos aspectos de estos modelos almismo tiempo que pone el acento en la comprensindel narcisismo como un patrn aprendido de integra-cin de las relaciones, que sirve al propsito de vehicu-lizar y mantener la conexin ntima con otros.

    En trminos descriptivos el narcisismo implica laatribucin de un valor ilusorio. Para Freud, tal sobre va-loracin conlleva una imagen inflada en importancia,

    sea de uno mismo o del otro, la exageracin de su po-der, el ensalzamiento de su per feccin.

    Desde la teora clsica que ve en el desarrollo un pro-ceso lineal que progresa desde un modo de funcionamien-to infantil y primitivo a uno ms evolucionado y racional,la sobrevaloracin ilusoria representa un alejamiento in-deseable de la realidad o del involucramiento con otros,incluso en aquellos casos en que la ilusin se transfiere atravs de la idealizacin hacia el objeto amado.

    No obstante, a pesar de lo limitado que resulta esteenfoque, la teorizacin y tratamiento del narcisismo apartir de la teora clsica y posterior abri paso al estu-dio del concepto del selfy los dinamismos intrapsqui-

    cos de fenmenos asociados, tales como la regulacinde la autoestima y de la autovaloracin. Permiti, comoseala Mitchell (1999), responder a interrogantes comoestas: Cmo llega una persona a experimentar y vi-sualizarse a s misma del modo en que lo hace? Cmose desarrolla la autovaloracin y cmo se conserva?17,interrogantes que luego constituiran la preocupacincentral para tericos del modelo relacional.

    Mitchell (1993) repara en que los primeros modelosque intentan responder a dichas interrogantes, enfo-can el desarrollo psquico desde las dinmicas intrap-squica18 correspondientes a los estadios tempranos

    16 p. cit., p. 154.17 p. cit., p. 156.18 En True Selves, False selves (Hope and Dread in Psychoa-

    nalysis. New York: Basic Books. (1993), p. 143), Mitchellsostiene que, a su juicio, la psique humana es ambas, in-traspquica e interpersonal. Se trata de un fenmeno deuna persona y de dos personas simultneamente.

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    del desarrollo, perdiendo de vista lo profundamenteincrustada que est la experiencia subjetiva del selfensu medio interpersonal pasado y actual. A pesar de ellolos fenmenos que se describieron como asociados aldesarrollo temprano del self, tales como la creatividad,

    ilusin y juego, la necesidad de un reflejo, la empata, elespacio potencial, etc., poseen una relevancia central ala hora de pensar el tratamiento psicoanaltico entendi-do como una relacin de dos.

    Por otro lado, de acuerdo con Mitchell (1999) la de-terminacin de la patologa o salud emocional, cuandose trata de ilusiones narcisistas, tiene menos que vercon el contenido de la ilusin que con la actitud de lapersona acerca de tal contenido: cun serio se lo toma,y de qu modo tal actitud determina sus actuacionesy disposiciones vitales19. Tal aproximacin da pie parapensar en un narcisismo saludable, el cual refleja unequilibrio dialectico entre ilusin y realidad: las ilusio-

    nes concernientes a uno mismo y a otros aparecen, segozan de un modo ldico y se renuncia a ellas de caraa las desilusiones. En el narcisismo patolgico, en cam-bio, las ilusiones son tomadas demasiado en serio, larealidad es sacrificada con el fin de perpetuar la ilusin.En este caso est ausente la capacidad de juego.

    Para Mitchell (1999) el factor etiolgico clave deesta dificultad de equilibrar ilusin y realidad est dadoal interior de las relaciones con otros significativos queconducen a la formacin del carc ter. El desarrollo deeste equilibrio necesario para un narcisismo saludablerequiere un tipo de relacin particular con un padre(madre) en el cual este es capaz de experimentar de

    un modo confortable tanto al nio como a s mismoen ambos modos, en ilusiones juguetonas de grandio-sidad, idealizacin y fusin, y tambin en desilusionesdecepcionantes y en limitaciones realistas. Requiere dela capacidad del padre de gozar y jugar con las ilusionesdel nio, sumar las propias ilusiones y ser capaz de de-

    jarlas i r, experimentndose a s mismo como al nio, deun modo ms realista20.

    CONSIDERACIONES TCNICAS

    Tanto en Wings of Icaruscomo en Intersubjectivity, Mit-chell describe su postura analtica consistente en unatarea doble. En el caso del anlisis de las ilusiones nar-cisistas se trata de una dialctica sutil que alterna elunirse con el paciente en una integracin narcisista y si-multneamente cuestionar la naturaleza y el propsito

    19 p. cit., p. 165.20 p. cit., p. 167.

    de dicha integracin21. Mitchell propone la utilidad deentender a las ilusiones narcisistas como una forma departicipacin con otros, como una tctica y una invita-cin a una forma particular de interaccin. El pacienterequiere que el analista complete el lazo con el objeto

    antiguo. Se trata, en otras palabras, de una invitacino de la esperanza (inconsciente) de unirse en un jue-go particular y, por lo tanto, requiere del analista unadisposicin al juego, la capacidad de entrar y salir delespacio del juego y la ilusin. En este proceso algunospacientes habrn de aprender a jugar.

    En cuanto a las emociones y sentimientos que sedesarrollan en la relacin analtica, Mitchell (2000) sos-tiene que lo que se le pide al analista es que permitaque sus sentimientos (amor, odio) emerjan, pero de unmodo responsable, esto es, sin dejar simultneamen-te de tomar en cuenta sus implicaciones en el procesoanaltico del cual ellos son los guardianes22. Y, ms que

    guardianes, Mitchell combina la responsabilidad anal-tica con la preocupacin que naturalmente emerge alinterior de una relacin en que nos involucramos pro-fundamente con una persona23.

    ROMANCE EN EL ESPACIO POTENCIAL ANALTICO

    Comenta Mitchell que luego de transcurrido un tiempode este romance entre l y su paciente las fantasasde Gloria comenzaron a tornarse obsesivas y, en lugarde abrirse a nuevas experiencias su vida comenz a co-lapsar en torno al anlisis. En algn momento se hizoclaro que ella crea verdaderamente que una aventura

    amorosa entre ellos despus o durante el anlisis eraposible. Esta situacin condujo a que Mitchell le aclara-ra que l nunca tendra una aventura con una pacientedurante o despus del tratamiento. El hacer explcitossus lmites dio lugar a que Gloria evocara dolorosamen-te el rechazo por parte de su padre y la retirada de suto con quien haba tenido en su niez una relacinprofunda y apasionada. Pero, paulatinamente, el sea-lamiento de los lmites le permiti a Gloria consolidarsus relaciones con otros hombres de su mundo lo queconstitua su motivo de consulta incluida la relacinamorosa con su marido.

    Mitchell comenta que los espacios analticos que elpsicoanlisis hace posible tienen una duracin limitadaen el tiempo. Pueden resultar de una enorme utilidadanaltica, pero solo por un tiempo. Ms all se vuelven

    21 p. cit., p. 171.22 p. cit., p. 132.23 p. cit., p. 134.

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    constrictivos24. Al igual que en el tratamiento de lasilusiones narcisistas, Mitchell descubre en este contex-to la necesidad de encontrar un equilibrio constructivoa fin de facilitar el proceso analtico. En estos casos, en-tre el amor cultivado y el amor cuestionado en la trans-

    ferencia y la contratransferencia.

    CONCLUSIN

    Tanto en ingls como en castellano el vocablo ilusin(illusion) denota un engao a nivel de los sentidos (es-pejismo) y de las creencias, sumado a la connotacin deesperanza, poco realista en el caso del ingls. En caste-llano, en cambio, se aade a la esperanza el sentido deentusiasmo y alegra25.

    Desde el psicoanlisis podra decirse que el sentidode esperanza que el fenmeno de la ilusin comportase asocia tambin a la idea de vitalidad o, como dice

    Mitchell, a una suerte de amor a la vida que se sostieneen el doble juego de la ilusin y la renuncia a ellas.

    De acuerdo con Winnicott, el espacio que haceposible la experiencia de una ilusin vital y saludableasociada al juego y a la creatividad es aquella zonaintermedia de experiencia entre el individuo y el am-biente facilitador. Desde el modelo relacional, podraplantearse que el espacio potencial que el anlisishace posible consiste en una experiencia compartidade ilusin. Ahora bien, para que el espacio analtico setransforme en un ambiente facilitador se requiere, enprimera instancia, de la capacidad de juego del analis-ta. Dicha capacidad facilita la co-construccin (analista-

    analizando) de un espacio que se ofrece a este ltimocomo una oportunidad de juego e ilusin.

    Entendida as, la oportunidad de jugar junto a unotro que se deja llevar responsablemente resulta ser unaspecto motivacional fundamental, que probablemen-te subyace a muchos motivos de consulta. El procesode anlisis se entiende, desde esta perspectiva, comoaquel que se encamina al encuentro del momento dela esperanza (Kohut), de la revitalizacin de un un selfcongelado y abortado, en el decir de Winnicott26.

    Por su parte, Mitchell (1999) comenta la impor-tancia para los fines analticos de una disposicin delanalista a aceptar la invitacin del paciente a partici-par en una forma particular de relacin. Para ello serequiere de una disposicin y habilidad para jugar, loque implica la libertad de moverse de ida y vuelta entre

    24 p. cit., p. 138.25 Diccionario Word Reference: www.wordreference.com26 En Wings of Icarus p. 162.

    la realidad y la ilusin. El hecho de poder participar enese juego con el paciente se traduce en una facilitacinpara que este ltimo se rena con la esperanza, recupe-rando o quizs conquistando por primera vez el amora la vida.

    Posiblemente la vitalidad fundada en la esperanzaes la que est en la base de la capacidad de aceptar larealidad con sus limitaciones.

    De otra parte, se requiere del analista la disposi-cin y capacidad de abandonarse en forma responsablea la emergencia de sentimientos en la relacin analticacon y hacia su paciente.

    Mitchell comenta que la base para todas las rela-ciones interpersonales futuras del nio dependen de lacapacidad de los padres de jugar al juego de la cons-truccin y renuncia de las ilusiones y de ofrecerle unapresencia emocional completa y variada.

    De la informacin que Mitchell nos entrega acerca

    de Gloria no sabemos cun en serio o no se tomaba suto este romance apasionado con su sobrina. De ellodepende que pudiese entendrselo como un juego delcual en algn momento habran de salir, ya sea que sediluyese gradualmente o bien que el to se viese obli-gado en algn momento a poner lmite a la ilusin. Talcomo a Mitchell le ocurri al interior del proceso anal-tico con Gloria. Pero ese trnsito qued suspendido enla niez de Gloria, cuando su padre retorna al hogar y elto se retira de la relacin, transformndose en una pre-sencia inmutable. Tampoco ocurri viniendo del padreya que, al parecer, este no fue capaz de establecer unarelacin propia con su hija.

    Mitchell (1999) seala lo limitado que resulta laperspectiva de Kohut al igual que las posturas mstradicionales cuando entienden la ilusin como unaactividad mental localizada en las fases tempranas deldesarrollo y no como el producto normal de una acti-vidad mental a lo largo de todo el ciclo vital. Del mismomodo, comenta, las ilusiones que aparecen en la situa-cin psicoanaltica son tratadas como reflejando nece-sidades tempranas del desarrollo, en su forma puraen vez de entenderlas como un modo aprendido deconexin ntima con otros. Para este autor las ilusionesnarcisistas se generan a lo largo de todo el ciclo vital.

    En una lnea similar podra pensarse que la invita-cin a participar de un tipo de relacin particular, porejemplo el romance de Gloria, puede ser entendidacomo el vehculo para completar lazos pertenecientesa distintos momentos de la vida as como a distintasdinmicas psquicas: el lazo amoroso con su to y suscorrespondientes dinmicas de amor edpico, al mis-mo tiempo que el vehculo para completar y repararel probable lazo deficitario con una madre depresiva.

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    En otras palabras, un mismo sentimiento como el amortransferencial puede dar cuenta de necesidades de in-tegracin narcisista correspondientes a distintas etapasdel desarrollo. De este modo se vuelve ms complejo loque en otro momento se habra entendido como una

    transferencia de carcter edpico, originada en la etapadel desarrollo correspondiente e integrando mocionespulsionales especficas.

    Podr, entonces, entenderse el romance de Gloriacon el to como una ilusin narcisista particular de estafase del ciclo vital? Como el momento de la idealiza-cin propia del amor romntico, hacia una figura quesustituy al padre, ah donde haba una madre depresi-va y un padre ausente, y/o como la esperanza por partede Gloria asociada a la experiencia articuladora de suselfy de su autoestima? Se trataba de un modo de co-nexin entre ellos que llen ese espacio de juego com-partido con la ilusin entendida como esperanza de

    amar y de sentirse amados, de reflejar y ser reflejado,de admirar y sentirse admirados?

    Sea como sea, este juego y su correspondienteduelo se vio interrumpido cuando el padre de Gloriavuelve al hogar, momento en que el to se retira. Quedaabierta la pregunta de si se trataba de un juego o deuna suerte de adiccin27del to a esta ilusin, que nole dejase a Gloria opcin para relacionarse con l de otromodo. Si ese fuese el caso se podra pensar que el juegoromntico al que Gloria invita a Mitchell constituira unmodo aprendido de conexin con otros que se volviun patrn estereotipado y compulsivo de integracin.

    Del mismo modo en que Mitchell propone ver

    las ilusiones narcisistas como una tctica o invitacina participar en una forma particular de relacin, po-dra extenderse esta mirada al campo de las ilusionesentendidas como esperanza de jugar el juego de lailusin28, lo que sera consistente con la idea de los es-pacios potenciales que el psicoanlisis hace posible, yque, como Mitchell nos muestra, a veces son llenadoscon amor romntico.

    Pero este juego, este espacio potencial, tiene sufecha de expiracin, como toda experiencia que se de-sarrolla en la temporalidad, es decir, que forma parte deun ciclo vital. Fijar lo lmites tal como lo tuvo que hacer

    27 As se refiere Mitchell a la actitud de los padres que setoman demasiado en serio sus ilusiones narcisistas, obli-gando al nio a participar de tales ilusiones, como nicomodo de conectarse con ellos. p. cit., pp. 167-168.

    28 Cabe comentar aqu el uso que se le da a la palabra ilusinen Chile para referirse al anill o de compromiso, anterior almatrimonio.

    Mitchell o como lo deben hacer los padres re-enva lailusin al campo de las relaciones con objetos nuevosa la vez que reales, as como al mundo de la cultura, lasartes y la religin.

    REFLEXIN FINAL

    El psicoanlisis en cuanto experiencia vivida es uno delos tantos caminos que se pueden emprender con elpropsito de lograr cambios significativos en la formade experimentar la propia vida. En tanto camino, estenos pone frente a preguntas cruciales relativas a la ex-periencia humana. Por qu una persona busca y luegopermanece en este dispositivo que se caracteriza por laintegracin de una relacin particular con otro, una decuyas tareas es facilitar el proceso de la autorreflexin?Qu motivos profundos, aparte del sufrimiento y elconflicto, conducen a una persona a unirse en una re-

    lacin con un otro cuya participacin cuestiona, retro-alimenta, se muestra escptica, sostiene, etc., y que, endefinitiva, se constituye en una oportunidad para que-brar las categoras habituales a partir de las cuales em-paquetamos automticamente nuestra experiencia? Esms: cmo se entiende esta motivacin si se consideraque, inevitablemente, conlleva el peligro de ingresar enzonas peligrosas de la experiencia humana como sonlas del perderse a s mismo, dejar de reconocerse, quedararrojado a una soledad absoluta, quedar sometido a laarbitrariedad de los propios impulsos inaceptables, etc.?

    En cuanto al analista, cul es el supuesto ltimoque gua su prctica?

    Si bien podra pensarse, a primera vista, que lapregunta que interroga por los supuestos que guanel actuar del analista se sita en un terreno distinto aaquel que concierne a las motivaciones profundas enel analizando, si se los entiende desde la perspectivageneral que indaga sobre las motivaciones humanasy el sentido de la propia existencia, es posible reunira ambas bajo una mirada comn. Resulta coherentesuponer que la ilusin como esperanza, como movi-miento de sentido progresivo y afn a la vida, posee unestatus central en lo que concierne a las motivacionesprofundas del ser humano. Esta postura es una alterna-tiva frente a los planteamientos de Fromm (en Mitchell,1999, p. 160) para quien existen, en trminos genera-les, dos tipos de respuestas posibles frente a realidadesineludibles de la condicin humana, tales como la fini-tud y la separacin: respuestas progresivas y produc-tivas que aceptan las realidades existenciales y creanlazos significativos con otros, y respuestas regresivas ydestructivas, basadas en el autoengao y la negacinde las realidades de la condicin humana.

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    A partir de los conceptos revisados en el presen-te trabajo se hace posible visualizar una tercera al-ternativa a partir de la cual se abre la oportunidad debarajar las cartas de la propia vida y buscar nuevascombinaciones.

    Qu distingue a esta esperanza entendida comofuerza subyacente afn a la vitalidad del concepto depulsin de vida contrapuesta a la pulsin de muerte, deEros confrontado a Tnatos? Por lo pronto, estos con-ceptos remiten a una realidad abstracta de carcterespeculativo, difcil de aprehender en el momento enque se piensa en las particularidades de la experienciavivida. Resulta ms fcil y cercano a la experiencia, sinque por ello se sacrifique la profundidad, pensar enelecciones particulares de vida en las que este supuestovital tiene el espacio para manifestarse. O inhibirse. Unejemplo es la decisin de iniciar un anlisis, lo mismode persistir en l durante un tiempo indeterminado.

    All se pone en juego la esperanza (consciente e incons-ciente) puesta en las fuerz as internas de crecimiento, devitalizacin-revitalizacin y de enriquecimiento. Kohutlo expresa como el esfuerzo perpetuo de encontrar unpuente constructivo sobre los impassesdel desarrollo.Fuerzas y/o movimientos que se oponen, en un juegodialctico, a aquellos que empujan en la direccin con-traria, regresiva, destructiva e inmovilizadora.

    Lo novedoso, desde el modelo relacional, es quedicha esperanza requiere de un contexto relacionalparticular para que se exprese y se co-construya a lavez. Requiere del analista que localice y se ale con unaesperanza constructiva: ese esfuerzo positivo del desa-

    rrollo es la voz entre otras que Kohut siente que necesi-ta ser encontrada, amplificada y clidamente acogida sies que hay unselfdaado que debe ser reparado29. Re-quiere, entonces, que el analista integre para s y desdes ese supuesto bsico de confianza en la existencia deun fondo esperanzador que subyace a la relacin consu paciente. Supuesto que contradice la interpretacinrestringida de las ilusiones como defensas frente a larealidad, como resistencias frente al proceso analtico.

    A mi juicio, lo restringido de esta perspectiva con-siste en una suerte de negacin de la temporalidad delos procesos humanos. Desde el modelo clsico, en loque se ha llamado una hermenutica de la sospecha,las ilusiones del paciente son vistas como manifesta-ciones de una defensa frente a la realidad, lo que poneal analista, por ejemplo a Kernberg (en Mitchell, 1999)en la tarea de interpretar rpidamente y con vigor

    29 Mitchell, Multiple selves, singular selves en Hope andDread, 19, p. 108.

    su carcter defensivo y su irrealidad (las cursivas sonmas). Aqu no hay espacio para el tiempo de la espera.Tales intervenciones no operan bajo el supuesto de laconfianza en las fuerzas constructivas del crecimien-to. Supuesto que se situara en una posicin dialcti-

    ca frente a las fuerzas regresivas que fijan al pacienteen ilusiones a partir de las cuales se niega la realidad.Desde la modelo tradicional, resulta una ingenuidadpensar que el resplandor de estas experiencias narcisis-tas se transformar, con el tiempo, en un sentido msrealista y duradero del selfcomo algo valioso.

    Ahora bien, la funcin de corte y de lmite, prove-niente de la realidad externa y de la relacin con otrossignificativos, sin duda es un factor de crecimiento.Desde esta perspectiva Loewald, por ejemplo, critica aKohut, quien pareciera evitar todo sentido de una afir-macin de los aspectos positivos y enriquecedores delas limitaciones delselfy de los otros, lo que constituye,

    a juicio de este autor, un modo sutil de seduccin delpaciente (en Mitchell, 1999, p. 164)

    Desde la perspectiva de Mitchell, quien considerala utilidad de entender las ilusiones narcisistas no solocomo una solucin al servicio de una economa ps-quica interna, ni tampoco solamente como una puraeflorescencia de la vida mental infantil, sino que fun-damentalmente como una forma de participacin conotros, se interpretan los anhelos de admiracin e idea-lizacin en el paciente como invitaciones al analistaa participar en un modo particular de relacin. Consi-derar a las ilusiones narcisistas de este modo sita larespuesta del analista bajo una perspectiva diferente a

    la que se deriva del modelo clsico, por cuanto integrasimultneamente el elemento regresivo de los patro-nes de relacin en el momento en que estos de tornancompulsivos al sentido progresivo de esperanza que lailusin comporta.

    El analizando, nos dice Mitchell, requiere de ciertaparticipacin del analista para completar el lazo conel objeto antiguo. Sin embargo, a la hora de plantearlas implicancias tcnicas derivadas de esta mirada,Mitchell muestra cierta inconsistencia cuando consi-dera el timing de este proceso. Por un lado entiendeque los analizandos que manifiestan transferenciasnarcisistas necesitan idealizar al analista o ser admira-dos por l (o ambos), por lo menos por un tiempo, demanera de sentirse involucrados y de sentir que algoimportante est pasando. Pero por otro lado, cuandose refiere a las implicancias tcnicas de este enfoque,repetir en ms de una ocasin la necesidad de unirsea la integracin narcisista y simultneamente (las cursi-vas son mas) cuestionar la naturaleza y el propsito detal integracin.

  • 7/26/2019 PSI Ilusion de Ilusion

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    ILUSIN DE ILUSIN

    A mi juicio, poner lmites a la ilusin, sean estasnarcisistas u otras como en el caso del romance, cues-tionar sus beneficios, mostrar su fijacin en el tiempo,todas estas intervenciones son necesarios para el cre-cimiento del analizando. La cuestin es cundo resul-

    ta provechoso para el proceso analtico plantear estoslmites. Permitir la integracin y simultneamentecuestionarla pareciera delatar una cierta desconfianzaen lo que puede resultar de dicha integracin, lo queconduce a la idea de acotarla en el mismo momento enque se manifiesta. Bromberg (1983 en Mitchell, 1999,p. 175) pareciera otorgarle al tiempo un espacio msamplio cuando sostiene que: Para algunos de estosindividuos, ms que para otros, el xito del anlisis de-pende de ser capaz de participar en un periodo inicialde duracin indefinida, en el cual el anlisis los prote-ge parcialmente de la cruda realidad que an no pue-den integrar, mientras se lleva a cabo una funcin ms

    amplia de mediar su transicin hacia un nivel de lasrepresentaciones del selfy de los objetos ms maduray diferenciada.

    Tal como lo expresa Mitchell (1999), su posturaanaltica consiste en una disposicin a participar ascomo la curiosidad frente a los lmites constrictivos aque esta forma de participacin da lugar. Para ejempli-ficar esta postura utiliza la metfora del baile: No es-toy proponiendo ir al baile y quejarse todo el rato de lamsica, sino ms bien disfrutar de la msica sumado alponer en cuestin la particularidad del estilo. Cmo esque el analizando no aprendi otros pasos? Por qu elanalizando cree que esta es la nica forma deseable de

    danzar? La mayora de los analizandos necesita sentirque su propio estilo de danza es apreciado de manerade abrirse a expandir su repertorio.

    Hay algo que resulta confundidor en esta met-fora: se puede disfrutar verdaderamente del baile,abandonarse a sus ritmos y al mismo tiempo reflexio-nar acerca del estilo? No representan, acaso, dos mo-mentos distintos: el del movimiento de la danza y elde la detencin propia del momento de la reflexin?

    Ahora bien, esta tensin temporal pareciera dis-tenderse en el caso del romance de Mitchell (2000)con su paciente Gloria: Nuestra relacin analtica secaracteriz por una tensin romntica y un sutil flir-teo ertico de parte de los dos. No eleg de manera

    consciente ser coqueto, pero tampoco restring de unamanera consciente esta forma de ser con ella y que po-da ser interpretado potencialmente como coquetera() Durante este periodo que dur varios aos, ellacreci en modos en que ambos considerbamos como

    constructivos. El romance entre nosotros tena muchode la cualidad de un espacio potencial winnicottia-no (p. 138).

    Cmo podremos entender esta duracin, estasuerte de rendicin o abandono a los sentimientosemergentes, sino a partir de una confianza tcita deque, en la medida que se aborda la labor analtica deuna manera responsable y cuidadosa, disponindose aponer los lmites cuando el analizando se muestre ca-paz de integrarlos, el proceso se encaminar hacia uncrecimiento deseado?

    Resulta coherente entender este romance comoel modo particular en que se expres la ilusin en su

    doble sentido de espejismo e imaginacin junto a laesperanza que nos lanza ciega y confiadamente a unfuturo prometedor. La oportunidad de ingresar y que-darse, por un tiempo, en estos espacios ilusorios proba-blemente es lo que nos otorga las fuerzas para tolerarla realidad ineludible de la separacin y de la finitud.

    Para Winnicott (en Mitchell, 1988), algunos pa-cientesparecen personas, pero carecen de las experien-cias de ellos mismos como seres reales y existentes enel tiempo. Podra decirse que se asemejan a los zom-bis30, o a aquellos personajes ficticios a quienes se lesha robado el alma.

    En los espacios de ilusin que el psicoanlisis hace

    posible hay lugar para imaginar una suerte de ritualmgico, en el que se ponen en juego principios de lanaturaleza, entre ellos el fuego y sus atributos de movi-miento y permanente cambio: La tarea del analista essoplar las brazas, reavivar el fuego, encender la chispa.l debe crear una atmsfera lo ms receptiva posiblefrente a la subjetividad del paciente. Con estas me-tforas describe Mitchell (1999) la tonalidad afectivacon que Winnicott recibira a un paciente con un selffracturado y magullado por las intromisiones materna-les que han precipitado en l la necesidad de una adap-tacin prematura a la vida y una desconexin con supropia realidad subjetiva, el ncleo (corazn) del selfyla fuente (desde la cual mana) su creatividad.

    30 Segn Wikipedia, un zombi es una figura legendaria propia del culto vud, y es la representacin de un cadver que de una u otramanera puede resucitar o volver a la vida.