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Resumen: El trabajo resume las líneas más sobresalientes de la vida de Antonio Beltrán, catedrático de Arqueología, Epi- grafía y Numismática y Prehistoria de la Universidad de Zaragoza y director hono- rífico del Museo de Zaragoza, experto internacional en arte prehistórico, funda- dor de museos, de los Congresos Naciona- les de Arqueología y de Numismática, e ideólogo del Parque Cultural del Río Mar- tín, defensor del patrimonio artístico (Lon- ja, Aljafería, pinturas de Goya en Aula Dei y el Pilar de Zaragoza…), conferenciante, comunicador y divulgador de la cultura, el «ultimo erudito polígrafo de tradición humanista» y «figura capital de la cultura aragonesa», de cuyas instituciones recibió en vida continuos homenajes y las más altas distinciones. Autor de un centenar y medio de libros y de mil seiscientas publi- caciones en el ámbito de su especialidad. Palabras clave: Humanista, Arte rupestre, Arqueología, Museos, Cultura aragonesa. Abstract: The work summarizes Antonio Beltrán’s life outstanding lines, Professor of Archaeology, Epigraphy and Numisma- tics and Prehistory of the Universidad de Zaragoza and Honorary Director of the Museo de Zaragoza, international expert in prehistoric art, founder of museums, of National Congresses of Archaeology, and Numismatics, and the ideologue of Martin River Cultural Park, artistic heritage defen- der (Lonja, Aljafería, Goya paintings in Aula Dei and Pilar of Zaragoza…), lecturer, popularizer of culture, the «last pundit, polygrah of humanist tradition» and «main figure of Aragonese culture», of whose ins- titutions received in life continued tributes and the highest distinctions. Author of one hundred and fifty books and one thousand and six hundred specialized publications. Keywords: Humanist, Art cave, Archaeol- ogy, museums, Aragonese culture. Preludio El 26 de abril del año 2006, fallecía en Zara- goza Antonio Beltrán Martínez, dejando tras de sí una larga estela de afectos y logros científicos, impulsados a lo largo de sus constantes años de docente, divulga- dor, intérprete del patrimonio, conferen- ciante, conversador infatigable, creador de congresos sabios (los Arqueológicos del Sudeste Español, los Nacionales de Arqueo- logía, de Numismática), fundador y pro- motor de museos, revistas (Boletín Arque- ológico del Sudeste Español, Caesaraugusta, Monografías Arqueológicas), de activida- des científicas e ilustradas…, que supo dirigirse a todos en su lenguaje, desde las aulas universitarias y académicas, las salas de conferencias, las ondas radiofónicas, las páginas de los diarios, los plenos munici- pales, los consejos asesores académicos; recorriendo Aragón de un extremo a otro, o saliendo al extranjero y convirtiéndose en un ciudadano del mundo, transmitien- do su humanismo desde las tierras de Kakadu en Australia, Brasil o Namibia a los barrancos del aragonés río Martín; deján- donos una huella indeleble en formas variadas, algunas de las cuales han tomado aspecto material en forma de homenajes que le fueron concedidos en vida, en su Antonio Beltrán Martínez: hacia una semblanza Miguel Beltrán Lloris 1 Museo de Zaragoza Zaragoza Miguel Beltrán Lloris es director del Museo de Zaragoza y fue con anterioridad director del Museo de Cáceres. Dirige las revistas Caesaraugusta (Institución Fernando el Católico) y Museo de Zaragoza. Boletín (Gobierno de Aragón). Es autor de trescientas ochenta publicaciones sobre museología y Antigüedad y ha dirigido excavaciones arqueológicas en Caesar Augusta (Zaragoza), Colonia Celsa (Velilla de Ebro), Azaila y otros lugares. 210 1 Correo electrónico: [email protected]

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Page 1: Revista Museos 0825f78167-37a9-4... · tics and Prehistory of the Universidad de Zaragoza and Honorary Director of the Museo de Zaragoza, international expert in prehistoric art,

Resumen: El trabajo resume las líneasmás sobresalientes de la vida de AntonioBeltrán, catedrático de Arqueología, Epi-grafía y Numismática y Prehistoria de laUniversidad de Zaragoza y director hono-rífico del Museo de Zaragoza, expertointernacional en arte prehistórico, funda-dor de museos, de los Congresos Naciona-les de Arqueología y de Numismática, eideólogo del Parque Cultural del Río Mar-tín, defensor del patrimonio artístico (Lon-ja, Aljafería, pinturas de Goya en Aula Deiy el Pilar de Zaragoza…), conferenciante,comunicador y divulgador de la cultura, el«ultimo erudito polígrafo de tradiciónhumanista» y «figura capital de la culturaaragonesa», de cuyas instituciones recibióen vida continuos homenajes y las másaltas distinciones. Autor de un centenar ymedio de libros y de mil seiscientas publi-caciones en el ámbito de su especialidad.

Palabras clave: Humanista, Arte rupestre,Arqueología, Museos, Cultura aragonesa.

Abstract: The work summarizes AntonioBeltrán’s life outstanding lines, Professorof Archaeology, Epigraphy and Numisma-tics and Prehistory of the Universidad deZaragoza and Honorary Director of theMuseo de Zaragoza, international expertin prehistoric art, founder of museums, ofNational Congresses of Archaeology, andNumismatics, and the ideologue of MartinRiver Cultural Park, artistic heritage defen-der (Lonja, Aljafería, Goya paintings inAula Dei and Pilar of Zaragoza…), lecturer,popularizer of culture, the «last pundit,polygrah of humanist tradition» and «mainfigure of Aragonese culture», of whose ins-

titutions received in life continued tributesand the highest distinctions. Author ofone hundred and fifty books and onethousand and six hundred specializedpublications.

Keywords: Humanist, Art cave, Archaeol-ogy, museums, Aragonese culture.

Preludio

El 26 de abril del año 2006, fallecía en Zara-goza Antonio Beltrán Martínez, dejandotras de sí una larga estela de afectos ylogros científicos, impulsados a lo largo desus constantes años de docente, divulga-dor, intérprete del patrimonio, conferen-ciante, conversador infatigable, creador decongresos sabios (los Arqueológicos delSudeste Español, los Nacionales de Arqueo-logía, de Numismática), fundador y pro-motor de museos, revistas (Boletín Arque-

ológico del Sudeste Español, Caesaraugusta,

Monografías Arqueológicas), de activida-des científicas e ilustradas…, que supodirigirse a todos en su lenguaje, desde lasaulas universitarias y académicas, las salasde conferencias, las ondas radiofónicas, laspáginas de los diarios, los plenos munici-pales, los consejos asesores académicos;recorriendo Aragón de un extremo a otro,o saliendo al extranjero y convirtiéndoseen un ciudadano del mundo, transmitien-do su humanismo desde las tierras deKakadu en Australia, Brasil o Namibia a losbarrancos del aragonés río Martín; deján-donos una huella indeleble en formasvariadas, algunas de las cuales han tomadoaspecto material en forma de homenajesque le fueron concedidos en vida, en su

Antonio Beltrán Martínez:hacia una semblanza

Miguel Beltrán Lloris1

Museo de Zaragoza Zaragoza

Miguel Beltrán Lloris es director del Museode Zaragoza y fue con anterioridad directordel Museo de Cáceres. Dirige las revistasCaesaraugusta (Institución Fernando elCatólico) y Museo de Zaragoza. Boletín(Gobierno de Aragón). Es autor detrescientas ochenta publicaciones sobremuseología y Antigüedad y ha dirigidoexcavaciones arqueológicas en CaesarAugusta (Zaragoza), Colonia Celsa (Velillade Ebro), Azaila y otros lugares.

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1 Correo electrónico: [email protected]

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primer pueblo (Sariñena), en su segundaciudad (Cartagena), en su tercera ciudad(Zaragoza) o en sus otros pueblos arago-neses, tan importantes como los primeros(Ariño, Alacón…), desde cuyas calles, pla-zas y barrancos nos lanza miradas (sabias einteligentes, llenas de humanismo) porobra y gracia de las manos hábiles queesculpieron su efigie (como FranciscoRallo en Zaragoza o Javier Egea en Sariñe-na) o trazaron las placas de agradecimien-to y reconocimiento a su labor, a su dedi-cación, a su cariño sin límites por sustierras y por sus gentes…

No es este lugar para desgranar su tra-yectoria vital y profesional, y de ello se hanocupado en el pasado, y lo están haciendotambién ahora, numerosas gentes, buenasgentes, desde los colegas de profesión2,investigadores, discípulos, amigos, institu-ciones científicas, culturales (AA. VV., 1998:3-6), administrativas y desde muy variadasprocedencias que nos hacen continua-mente percibir la huella de Antonio Bel-trán en nuestras vidas, en todos nuestrospasos, impregnando nuestras acciones deuna vitalidad inusitada, que toma fuerzacuando volvemos a recorrer los muchoscaminos que de su mano hicimos, ahorasolos (aparentemente) pero con mejor

capacidad (una vez transcurrido el primerdolor) y superadas las nostalgias, intentan-do seguir su ejemplo (¡qué remedio!) yevocando su labor a lo largo de múltiplesescenarios, desde el eco de su voz, alminuto de silencio, sobrecogedor, que seguardó en el campo de fútbol de la Roma-reda, en Zaragoza, al conocerse su falleci-miento…

Desde la casa de las musas

Estas líneas se escriben con numerosospuntos suspensivos, que no quieren indi-car otra cosa que esta larga historia deAntonio Beltrán, al servicio de la cultura,del patrimonio, de sus gentes, podría seruna historia interminable, llena de anéc-dotas y afectos en las que el conocimiento,la divulgación, la interpretación del patri-monio, eran las metas (algunas de lasmetas) que con más eficacia coronabaAntonio Beltrán. Y esas son las enseñanzasque afloran cuando intentamos redefinirnuestros museos (yo escribo desde unmuseo) en una época en la que las viejas yacadémicas definiciones de nuestras insti-tuciones emanadas del ICOM y G. H. Riviè-re, o sugeridas por otros venerables sabiosy museólogos, como Kennet Hudson,

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2 Alzola (2006: 14-15); Almagro Gorbea (2006: 5-6);Utrilla (2007: 9-12); Beltrán Lloris, F. (2006: 9-23);Marco (2006: 30); el número especial de laRevista Cauce, n. 23, Año VII, agosto 2006,con trabajos de las gentes, sus gentes, delParque Cultural del Rio Martín, dedicado a lamemoria de Antonio Beltrán; Beltrán Lloris,M., (e.p.); Beltrán Lloris, F. y M., (e.p.); seencuentra, además, en prensa, el trabajocolectivo: Antonio Beltrán Martínez, vir bonus,magister optimus, que coordinado porM.y F. Beltrán, reúne los trabajos de susdilectos discípulos, colegas y amigos que congenerosidad han acogido la propuesta querecibieron: Jean Clottes, Pilar Utrilla, TeresaAndrés, Martín Almagro Gorbea, GuillermoFatás, Francisco Marco, Francisca Chaves,Enrique Satué, Gonzalo Borrás, EsperanzaOrtiz, trazando un resumen de la vidacientífica y cultural de A. Beltrán.

1. Antonio Beltrán y Trinidad Lloris en Valencia en el año 1940. Foto: Familia Beltrán.

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(cuando pide el paso de los poetas a losmuseos), o el Museo Nacional de Australiacuando incorpora a su carta de intencio-nes la importancia de la comprensión delas gentes, la comunicación intercultural, yel acceso a la documentación plena, o E.Heuman, cuando reclama para el museo(desde la American Association of Museums)un espacio de reflexión y serenidad. Porello, nos parece tarea desmesurada, eimposible, desarrollar en estas líneas, nosólo la aportación de Antonio Beltrán almundo de los museos, como se nos hasolicitado en una primera instancia desdela revista museos.es, sino también el signi-ficado y alcance de la vida, de su vida,especialmente en lo referente a nuestroentorno patrimonial, excepción hecha delmundo de los afectos, que sería imposibleembridar en estas breves líneas.

Efectivamente, se podría resumir surelación con nuestras instituciones a partirde una serie de lugares en los que laimplantación de museos y su mejor pro-moción han corrido parejas a la interven-ción de Antonio Beltrán. Desde un puntode vista ordenado y cronológico, comocorresponde, serían las ciudades de Carta-gena (el Museo Municipal, 1943-1950),Zaragoza (el Museo Provincial de BellasArtes, 1956-1974; el Museo Etnológico y

de Ciencias Naturales de Aragón, 1954-1974), Madrid (el Museo de la Casa de laMoneda, como asesor desde 1953 a 1986),o determinados territorios aragoneses,como el Parque Cultural del Río Martín(con el «Centro de Interpretación AntonioBeltrán» en Ariño) e incluso los museos nonacidos y que forman parte de nuestroideario museístico actual, como el de ArteContemporáneo de la Zuda el de LosSitios, o el de Historia de la Ciudad, enZaragoza. A través de estos lugares, podrí-amos adentrarnos en una «teoría museoló-

gica según Antonio Beltrán» (parafrasean-do el bellísimo libro de los discípulos deG. H. Rivière) y llegaríamos a percibir elpensamiento de este gran humanistasobre el mundo de los museos y la impor-tancia de su proyección social.

Su acción se llevó a cabo siempre enunos periodos de carestía crónica enmateria de patrimonio, supliendo con ima-ginación dichas carencias y embarcando alas instituciones en inmejorables proyec-tos de mecenazgo cultural para conseguirla «refundación» del Museo Municipal deCartagena, de la mano de un Almirante dela Armada, la promoción de un auténticocomplejo cultural al estilo de los museos alaire libre escandinavos en el Parque Gran-de de Zaragoza, de la mano de la Diputa-ción Provincial, o la incorporación delMuseo Provincial de Bellas Artes a la diná-mica cultural actuando como motor dearranque (como presidente de su patrona-to) cerca del Ministerio de Educación yponiendo su empeño personal en lamodernización y puesta al día del centroen el año 1972 o ya promoviendo desde elParque Cultural del Río Martín los princi-pios que ahora hace suyos la nueva mu-seología, los de una institución (el Parque)«comprometida al servicio de su comuni-dad, en la que los objetos y el propiomuseo son sólo un medio y no un fin en símismo».

El que Antonio Beltrán fuera bautizadocomo el «abominable hombre de losmuseos» por las autoridades de Zaragoza,dice mucho del empuje y vitalidad queeste hombre de la cultura sabía imprimir asus acciones y de las innumerables gestio-nes que desarrolló para fortalecer el naci-miento y progreso de nuestros museos enun trabajo continuo de excitación adminis-trativa (en la mejor línea de búsqueda de

la excelencia en la gestión que hoy consu-me nuestro tiempo museístico) para con-seguir sus objetivos. Desde la cátedra deArqueología, Epigrafía y Numismática queobtuvo en 1949 en la Universidad de Zara-goza, dirigió su mirada hacia nuestrosmuseos, que convirtió enseguida en cam-po de experimentación y aplicación de susenseñanzas prácticas y como tales (practi-cantes de museos), participaron muchosde sus dilectos discípulos (entre los queme cuento), aprendiendo antes de hora ysin masters reglados (como en el usoactual), lo que significa un museo, comoinstitución conservadora, exhibidora,difusora y acrecentadora, del patrimoniocultural, antes de que el ICOM, en sus pri-meros articulados (en 1947) definiera deforma canónica las labores trascendentalesde nuestros museos, prolongando la labordocente de las aulas en las experienciasdel museo y promoviendo el conocimien-to etnológico a través de empresas que enaquel momento se antojaban poco menosque imposibles, concibiendo, por ejem-plo, al Museo Etnológico de Aragón comoun centro de investigación y coordinadorde encuestas de conocimiento y bancode datos (como se hacían entonces, a basede fichas en soporte papel) y haciendoque el Provincial de Zaragoza, acogiera porprimera vez grandes bienales de arte, o sir-viera de centro de promoción del conoci-miento de la arqueología en el territorioaragonés a través de reuniones científicas,o sirviendo como sede de congresos inter-nacionales de Prehistoria, durante los cua-les se ponían en valor las colecciones delCabezo de Monleón de Caspe y un largoetcétera que se prolongaba de forma natu-ral fuera del museo.

El terruño o el valor del territorio

Museos y territorialidad, visión asumidaen nuestros días, fueron conceptos lleva-dos a la práctica por Antonio Beltrán deforma continua en todas sus actividades.Que la «acción patrimonial» no debíadetenerse en la mera gestión museística,queda patente en la larga serie de monu-mentos externos que quedarán ligadospara siempre al recuerdo de este granhumanista, que ejerció su acción en cali-dad de Comisario de Zona del Patrimo-nio Artístico Nacional, o como Delegado

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Museos y territorialidad,

visión asumida en nuestros

días, fueron conceptos

llevados a la práctica por

Antonio Beltrán de forma

continua en todas sus

actividades

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de Excavaciones Arqueológicas, porcuyas solícitas manos desfilaron desde larenacentista Lonja zaragozana o el suges-tivo palacio fortificado de Abu ChafarAhmed Almoctadir Bilah, también enZaragoza, hasta la investigación porme-norizada de significativos yacimientosarqueológicos (El Cabezo de Monleón deCaspe, Contrebia Belaiska, Botorrita,Fuentes de Ebro, Azaila, Cueva Pintadade Galdar, Los Bañales de Uncastillo,Caesaraugusta con su teatro romano… ),o sus continuos desvelos en pro del arterupestre prehistórico (Niaux, Bedeilhac,Le Portel, Les Eglisses, Cosquer, Chauvet,Fuente del Sabuco, Valdelcharco delAgua Amarga, Albalate del Arzobispo…)en cuyo ámbito destacó internacional-mente sustentando con otros magistralessabios el ABC del conocimiento en dichamateria (A-nati, B-eltrán, C-lottes).

El que el Museo Etnológico de Sabiñá-nigo otorgase su nombre (el de AntonioBeltrán) a la Sala de Religiosidad Popular,o el Centro de Ariño luzca el mismo«emblema», o el Museo de Zaragoza lotenga como su director honorífico per-petuo, a propuesta del Ministerio de Cul-tura, no son sino leves muestras del espí-ritu creativo de Antonio Beltrán y de sumirada hacia sus museos, como cuandopostulaba en el año 1951, promoviendoel nacimiento del Museo Etnológico deAragón, «la necesidad de archivar, estu-diar y conocer nuestro patrimonio en elque las tradiciones y usos de las costum-bres populares no fueran consideradoscomo restos arqueológicos o fósilesreflejados en la cultura material, sinocomo parte de las actividades normalesde las colectividades, del pueblo, practi-cadas y vigentes…». Cuando Antonio Bel-trán se lamentaba de la exigua e incómo-da arquitectura del Museo de Zaragoza opostulaba la creación de un foro públicoen el Museo Etnológico de Aragón dondelas gentes pudieran tener un espaciopropio para plantear dudas y suscitarcuestiones de debate, en un ambienteacogedor, doméstico y como espacio dereflexión, estaba anticipando, en la vidade los museos, derroteros que despuéshan marcado nuestro tránsito en la socie-dad actual como único instrumentocapaz de garantizar tanto nuestra super-vivencia como nuestra utilidad social.

Breve peripecia personal

Estas líneas podrían servir a modo de intro-ducción para iniciar un más largo recorridopor la peripecia personal y profesional deAntonio Beltrán, en el que sus amores, afi-ciones y vocación marcharon siempre de lamano, sin que pueda establecerse unalínea divisoria clara entre ellas, siemprebajo el lema (que hizo constante en su dila-tada vida de «eterno joven profesor») here-dado de su abuela Tomasa: «a lo que no segana nada es a estar parado». Lema que,desde un azulejo, recibía a todas las visitasen mi casa paterna. Condición ésta, quecombinó, por cierto de forma extraordina-ria, con otro lema (como la goyesca estam-pa del anciano caminando con bastones)de «aún aprendo», con el que solía admirar-nos de continuo asimilando las nuevas tec-nologías del ordenador (cuyos fervores lecontagió Guillermo Fatás cuando mi padrecontaba setenta años y adquirió su primerMacintosh), o de los medios audiovisualescon los que consiguió metas insuperablesen forma de videos comentados e ilustra-dos profusamente tanto para sus conferen-cias o demostraciones públicas como paraanimar la vida familiar, ya durante las enfer-medades (me acuerdo del restablecimien-

to milagroso de mi hermano Paco -de unahepatitis B- a partir de videos y diapositivaspaternas), las alegrías navideñas y cual-quier circunstancia digna de ser recordada.

Mi padre, por cierto, opinaba que todoera digno de ser recordado: «nada me esajeno» siguiendo el enunciado de Terencio(homo sum: humani nihil a me alienum

puto), y por cierto, que repasando suamplia bibliografía, que ha quedado fijadafísicamente en el papel, se comprueba quenada en este mundo le fue ajeno: 135 tra-bajos de Prehistoria, 340 de arte rupestre,276 de arqueología, 393 de numismática,51 de epigrafía, 30 de historia antigua, 42de historia del arte, 269 de etnología, 29de museos, 35 de historia general, 150 detemas varios y 33 biografías, amén de losnumeroso libros y a los que habría quesumar innumerables artículos periodísti-cos y constantes apariciones radiofónicasque difundían su voz hasta los rinconesmás apartados, haciendo gala de un len-guaje próximo, asequible y en la mejorlínea de la interpretación, como se diríaahora, a lo que sumó durante toda su vidasu papel como conferenciante, desde losforos científicos de congresos y reunionesespecializadas urbi et orbe, hasta cual-quier lugar de la geografía española en elque fuera requerido para hablar de la Vir-gen de Herrera de los Navarros, de la coci-na de la abuela, del teatro romano de Cae-

sar Augusta, de los misterios de lasmonedas, del traje ansotano, los dólmenesdel Pirineo o de cualquier actividad huma-na que enseguida incorporaba a su ideariopersonal introduciendo en sus «relatos»,entusiasmo, alegría de vivir y un optimis-mo continuo tan de agradecer en las épo-cas agrias por las que transitamos. El alcal-de de Zaragoza Ramón Sáinz de Baranda(a él le debemos el progreso arqueológicode nuestra ciudad) decía frecuentemente,a propósito de su inmensa e infatigableactividad oratoria: «Antonio Beltrán yaestaba dando conferencias en Zaragozacuando la fundó Augusto».

Una peripecia vital de Antonio Beltrán,que tenía la virtud de sentirse como ciuda-dano del mundo y que además superponíadicha condición al amor todopoderosoque sentía por sus «tierras y sus gentes»simbolizadas continuamente en lo que élllamaba «mis pueblos», nos diría que nacióen Sariñena (6/IV/1916), cursó sus estu-

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2. Curso de Numismática, el primer manual deAntonio Beltrán, publicado por fascículos bajo elpseudónimo de Celestino Belmar, en los años difí-ciles de la postguerra, 1943. Foto: Familia Beltrán.

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dios primarios y secundarios en Reus yValencia (1921-1925), los universitarios enValencia y Zaragoza (1932-1940) (figura 1)e impartió innúmeras clases en Cartagena(1943-1949), donde además ejerció deprofesor adjunto de la Universidad deMurcia, hasta su incorporación a su cáte-dra de Arqueología, Epigrafía y Numismá-tica en Zaragoza, ciudad de la que ya nun-ca salió (1949-2006), tan sólo para reunirsecon su compañera, Trini, y con sus padresAntonio Pío y María, en la necrópolis deBujaraloz.

Cartagena, Valencia y Zaragozaescenarios de su vida

Este itinerario geográfico nos podría servirpara marcar los hitos importantes de lavida de Antonio Beltrán, que él mismo, sinembargo, nos ha dejado de primera manoa través de significativos relatos autobio-gráficos, que constituyen, además de nues-tras propias e intransferibles visiones de larealidad, documentos imprescindiblespara entender y acercarnos a la figura deAntonio Beltrán. El primero de ellos nospermite adentrarnos en las vocacionesprofesionales del autor: Antonio Beltrán.

Ser Arqueólogo (Madrid, 1988) siempreentremezcladas, con pasión, con los episo-dios de su vida. La serie que inició más tar-de, como el mejor «documentalista», reco-rre cronológicamente los floridos noventaaños de su existencia: Antonio Beltrán.

Historia de una vida. I. De recién nacido

a universitario (1916-1936) (Zaragoza,1996); Antonio Beltrán. Historia de una

vida. II. La guerra civil, la posguerra,

Cartagena y la llegada a la cátedra de

Zaragoza (1936-1949) (Zaragoza, 1997);Antonio Beltrán. Historia de una vida. III.

Memorias: Años de Zaragoza. Desde 1949

(Zaragoza, 1999); Antonio Beltrán. Histo-

ria de una vida. IV. Mi Vida, (Zaragoza,2000); Antonio Beltrán. Historia de una

vida. V. Mi Vida. Epílogo, (Zaragoza, 2005).Estos enunciados encierran toda la peri-

pecia vital de Antonio Beltrán, centrada,como hemos dicho, en sus ciudades ypueblos, de forma especial en Cartagena,Valencia y Zaragoza. Y estas ciudades sir-vieron de escenario de sus múltiples acti-vidades y de su gran calidad humana comogestor de patrimonio, profesional univer-sitario y docente universal y a través de las

mismas podríamos ir enunciando los gran-des apartados de su vida en los que se dis-tinguió por encima de otros derroteros:desde su formación universitaria, hasta eltriste episodio de nuestra Guerra Civil,con su alistamiento voluntario en el Bata-llón 520 de Izquierda Republicana y el epi-sodio de la 43 división encerrada en la«Bolsa de Bielsa», por cierto bajo el mandode su homónimo Antonio Beltrán «ElEsquinazao» («parentesco» que le provoca-ría sinsabores posteriores), con sendospasos a Francia (recluido en el campo deSaint Cyprien-sur-mer) y su regreso final aValencia, donde hubo de sufrir las denun-cias y encarcelamientos del triunfal fran-quismo, lo que no le impidió rematar sus

licenciaturas de Derecho y Filosofía yLetras (figura 2). Vino después su intensopaso por Cartagena, en donde bajo elamparo del Almirante Bastarreche, al quemi padre tenía como una especie de«mecenas renacentista», consiguió la crea-ción de un Museo Municipal, el de Carta-gena, y el nacimiento de los «CongresosArqueológicos del Sudesde» (figura 3),que darían como resultado el alumbra-miento natural de los «Congresos Naciona-les de Arqueología», sin duda alguna elforo de discusión e intercambio de ideasmás significativo de cuantos ha habidoentre los años 1949 y 2002, a escala nacio-nal y en una época -especialmente la ini-cial- ciertamente ayuna para estas coyun-

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3. Antonio Beltrán en el «Congreso Arqueológico del Sudeste Español de Elche», con Antonio García yBellido y Pío Beltrán Villagrasa, 1948. Foto: Familia Beltrán.

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turas. En esta ciudad comenzó, por obliga-ción, sus numerosísimas horas de clase,que alternaba con su preparación científi-ca para cuando salieran las consabidascátedras y con una actividad fuera de locomún en la investigación, promoción dereuniones y «excitación general del áni-mo», que habían de significar el preludiode su vida posterior.

La llegada a Zaragoza, a partir del año 1949llena la segunda parte de la gran vida deAntonio Beltrán. Desde su inicio se vinculóde forma estrecha a todas las institucionesque le ofrecieron el cauce para su desbordan-te actividad: de forma especial, la InstituciónFernando el Católico de la Diputación Pro-vincial, y el Ayuntamiento de la ciudad. De sumatrimonio con Trinidad Lloris (20 de agostode 1943), nacieron primero -en Cartagena-sus hijos Antonio Miguel Pío (1944-1945),Antonio (1945) y Miguel (1947) y finalmente-en Zaragoza- Francisco (1955). Es a partir deeste momento cuando se cimenta y crece ladescendencia de los Beltrán Lloris, con losmatrimonios y uniones con CarmenchuAlcrudo (1972), Laura Soriano (1987) y Con-cha Lomba (1991) y los nietos Cecilia, Daniel,Sergio y Jorge. Y es desde Zaragoza donde sesigue cimentando la actividad de AntonioBeltrán, cuyo nombre queda unido a proyec-tos de enorme envergadura y trascendenciacientífica y cultural: los «Congresos Naciona-les de Numismática», la madurez y desarrollode los «Nacionales de Arqueología», el naci-miento y promoción de los museos aragone-ses arriba descritos (figura 4) y sobre todo laincorporación de Antonio Beltrán a todos losesfuerzos culturales aragoneses desde losmás diversos ámbitos: Comisario Provincialde Excavaciones Arqueológicas de Huesca(1950), Jefe de sección y Redactor de la revis-ta Hispania Antiqua Epigraphica (1950-1969), fundador (1951) de la revista Publica-

ciones del Seminario de Arqueología y

Numismática Aragonesa (más tarde Caesa-

raugusta), Comisario Provincial de Excava-ciones Arqueológicas de Zaragoza (1952),miembro numerario del Deutsches Archaeo-logisches Institut de Madrid (1953), Comisa-rio de la 3ª del Servicio del Patrimonio Artís-tico Nacional (1953-1973), Consejero de laInstitución Fernando el Católico de la Dipu-tación provincial de Zaragoza (desde 1954),Asesor de la Fábrica Nacional de Moneda yTimbre de Madrid (1953-1986), Académicode la Real Academia de Nobles y Bellas Artes

de San Luis de Zaragoza (1953-1992), miem-bro permanente del Comité Ejecutivo de laUnión International des Sciences Préhistori-ques et Protohistoriques de la UNESCO (des-de 1954) (figura 5), Secretario del Comité dearte rupestre adscrito al International Coun-

cil of Monuments and Sites dependiente dela UNESCO y Asesor en la de la misma en arterupestre (desde 1957) y un largo rosario deresponsabilidades administrativas, científicasy culturales (figura 6) desde las propiamenteuniversitarias (Secretario General de la Uni-

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4. En las salas del Museo de Zaragoza, tras la reapertura de las mismas después de una de las reformas,1956 Foto: Familia Beltrán.

5. Reunión en Zaragoza de la Unión Internacional de Ciencias Prehistóricas. De izquierda a derecha MartínAlmagro Basch, Concepción Blasco Bosqued, Antonio Beltrán, Miguel Beltrán y Guillermo Fatás, 1964.Foto: Familia Beltrán.

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versidad de Zaragoza entre 1958 y 1968 yDecano de la de Filosofía y Letras entre 1968y 1985), a las ciudadanas, como teniente deAlcalde en repetidas ocasiones, patrimonia-les (Consejero Provincial de Bellas Artes,1969-1984), hasta miembro de sociedadessabias españolas y extranjeras cuya enumera-ción ahorro al lector...

La ciudad que fue el continuo escenariode la mayor parte de su vida, Zaragoza, leha devuelto en forma variada y entrañablelos desvelos de este patriarca, agradeci-miento que de forma simbólica vienerepresentado por el oro de las Medallas dela Ciudad de Zaragoza (1977), de Santa Isa-bel de la Diputación Provincial (1998), delas Cortes (2000) (figura 7) y de la Institu-ción Fernando el Católico (2001), para ter-minar en el póstumo recuerdo esculpidopor las sabias manos de Francisco Rallo(2007), que en forma de busto, erigido enla Plaza de San Francisco y mirando haciasu querida universidad, nos contempla ennuestros paseos ciudadanos, ataviado conla sempiterna pajarita que formaba partede sus hábitos indumentales…

Los otros pueblos deAntonio Beltrán

No sería justa esta valoración (de hechome parece imposible abarcar la humani-dad de Antonio Beltrán a través de estas

páginas) sin hablar de los otros pueblos deAntonio Beltrán, además de Bujaraloz(patria de Pío Beltrán Villagrasa -numismá-tico universal y matemático- y el primerode la estirpe de los beltranes dedicada a ladocencia, la investigación y los museos) ySariñena (cuna de mi padre) que siemprepresidieron su vida. Tan importantes omás que los primeros antecitados, fueronlos pueblos que la humanidad de AntonioBeltrán incorporó a su acervo como suyosen la segunda parte de su vida, lugares alos que mi padre se refería continuamen-te, núcleos «deshabitados» algunos, sinexcesivos recursos económicos, cuyocorazón tocó y caló Antonio Beltrán, hastael punto de convertirse fervorosamente ala religión que practicaba nuestro padre,siempre en torno a «nuestras piedras ynuestras gentes» y en los que vio florecerel fruto de sus afanes. Bien es verdad queel terreno tenía los mejores ingredientes,(como diría el presidente de la AcademiaAragonesa de Gastronomía): el territorio,fértil en patrimonio y sus gentes, genero-sas, altruistas y entregadas.

El número extraordinario de la revistaCauce, el boletín informativo y culturaldel Parque Cultural del Río Martín, encie-rra en sus páginas las esencias de unaparte de sus pueblos, a través de la labordel parque, que es tanto como decir deAntonio Beltrán, y los nombres que des-

filan por sus páginas desgranando viven-cias en torno al homenajeado, son losque mi padre tenía en los labios de formaconstante cuando hablaba de sus alcal-des y las gentes de sus pueblos: CarlosClavero (alcalde de Ariño), Begoña Pas-tor (alcaldesa de Alacón), Antonio delRío (alcalde de Albalate), Cipriano Gil(alcalde de Alcaine), Ana María Esteban(alcaldesa de Torre las Arcas), PedroMillán (alcalde de Oliete), Félix Rubio(alcalde de Montalbán)… y además JoséRoyo, Juan Carlos Gordillo, MiguelVilluendas, Juan Paz, Esperanza Ortiz… atodos ellos corresponde el pensamientoque Antonio Beltrán hacía público enuna de sus entrevistas: «No sé que es lasabiduría, pero flota en el ambiente, estáen las casas, en las piedras, en los libros,se aprende de las personas…» (figura 8).

Antonio Beltrán, ya lo hemos dicho,contribuyó al alumbramiento de los Par-ques Culturales, en cuyos ámbitos nosólo vio ocasión de progreso, como élmismo decía, sino de auténtica poesía,como recoge de sus labios Pepe Royo,cuando evocaba los paisajes del río Mar-tín: «…con el aroma de una flor silvestreo con el encanto indefinible de un para-je solitario, junto a unos árboles, con elmurmullo de las aguas del Martín o lalimpidez de cualquiera de sus fuen-tes…» (figura 9).

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6. Institución Fernando el Católico de Zaragoza.Curso sobre indumentaria tradicional impartido porAntonio Beltrán, 1997. Foto: Familia Beltrán.

7. Recibiendo la Medalla de Oro de las Cortes de Aragón en acto presidido por Marcelino Iglesias, presi-dente del Gobierno de Aragón, 2000. Foto: Familia Beltrán.

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En el Parque Cultural del Río Martínconfluyó de forma espontánea su pasiónpor el arte rupestre y la naturaleza y(con la diligentísima colaboración de suamigo y discípulo José Royo) en el Cor-

pus de arte rupestre del Parque Cultu-

ral del Río Martín (2005), o en los tra-bajos de detalle sobre El abrigo de la

Higuera o del Cabezo del Tío Martín,

en el Barranco de Estercuel (1994), laSacralización de lugares y figuras en el

arte rupestre del río Martín (1999), El

arte rupestre en el Parque Cultural del

río Martín. Patrimonio Mundial (2005),Shamanismo y mitología en la pintura

prehistórica de la zona sacralizada del

río Martín (2001-2002)…nos dejó susúltimas y relevantes conclusiones sobre«la expresión gráfica de las ideas» (comodefinió magistralmente al arte rupes-tre), concibiendo su comprensión den-tro del espíritu que animó a la creación

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8. En el barranco del Mortero (Alacón, Teruel), ante la efigie que preside la entrada, erigida a propuestadel Alcalde Francisco Andreu Burillo. Foto: Familia Beltrán.

Antonio Beltrán contribuyó

al alumbramiento de los

Parques Culturales, en

cuyos ámbitos no solo vio

ocasión de progreso,

como él mismo decía,

sino de auténtica poesía

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del parque cultural, es decir, como uncamino imprescindible para situar lagestación de dicho arte a partir de unamejor comprensión de la naturaleza y elmedio ambiente, que animó en su crea-tividad al hombre primitivo, dependien-te de las fuerzas naturales y de su pro-pia reflexión y finitud. Volvió una vezmás a evocar las conclusiones queenunciara en su clásico trabajo sobreEl Arte Rupestre Levantino (1968), aho-ra matizadas por el tiempo, insistiendoen los problemas de la cronología,replanteando las secuencias formalesde las representaciones y analizando loscriterios de evolución y significado deeste fabuloso mundo, cuyo mensaje harecogido el Centro de Interpretación deArte Rupestre de Ariño (que ostenta sunombre).

De haber tenido que sintetizar el per-fil humano y científico de Antonio Bel-trán, entre sus muchos apellidos, ade-más del de humanista, polígrafo, viajeroincansable, o numísmata, sin duda algu-na el de analista de las ideas y de lasconcepciones de la humanidad prehis-tórica a través de su arte rupestre (figu-ra 10), debería situarse en lugar privile-giado, eso sí, junto a las cosas menudasde la vida (parva non pereant) con lasque se deleitó a lo largo de su centena-ria vida…

Antonio Beltrán:vivas, crescas et floreas

Los numerosos homenajes que ha recibido alo largo de su vida (AA. VV., 1975; AA. VV.,1985; AA. VV., 1986a; AA. V.V, 1986b) y los queahora se están gestando, nos ofrecen diversassíntesis de los horizontes en los que más habrillado Antonio Beltrán: el arte rupestre ensus diversas manifestaciones, la investigaciónarqueológica desde los procesos de indoeu-ropeización, como se decía entonces, hastalas ciudades romanas, la numismática en laque se inició de la mano de su padre Pío Bel-trán, la epigrafía paleohispánica y latina, ade-más de los intensos trabajos que dedicó a laetnología aragonesa, los museos, los temashistóricos, artísticos o la gran divulgación dela cultura antigua que llevó a cabo de formacontinua, y todo ello anudado a una gigantes-ca ansia por viajar y recorrer nuevos paisajes,aumentando su inmenso caudal, abriendonuevas puertas a su curiosidad infinita eincorporando a su ideario particular, a travésde sus periplos, enormes dosis de compren-sión y amor por la Humanidad en su sentidomás amplio…

Desarrollar, ni siquiera mínimamente lasfacetas enunciadas, como hemos hecho alprincipio desde los museos, nos parece unatarea poco menos que abordable y que tam-poco cabría limitar en una referencia numéri-ca de sus casi dos millares de publicaciones

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10. Trabajando en el abrigo del Val del Charco del Agua Amarga, con sus colaboradores Pepe Royo yEsperanza Ortiz, 2000. Foto: Familia Beltrán.

9. Retrato de Antonio Beltrán a los 72 años, 1998.Foto: Familia Beltrán.

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de las que fue autor, porque se quedarían fue-ra de este cómputo innumerables matices ysobre todo la huella de su docencia y de lasnumerosas empresas con las que abrió cami-no a las generaciones futuras en tan variadoscampos, a partir de papel de maestro univer-sal, en líneas de trabajo que han prolongadosus discípulos y amigos y por supuesto sushijos Miguel y Francisco que han continuadola trayectoria paterna transitando por los sur-cos que trazara en su momento Antonio Bel-trán. En lo que se refiere a mis más directaspercepciones (es inevitable que analicemos alos demás desde nuestra experiencia inme-diata), como hijo en primer lugar, alumnodespués y compañero más tarde, he tenido elprivilegio de compartir capítulos muy impor-tantes, comunes, de la vida de Antonio Bel-trán (Beltrán Lloris, 1998: 3-6) y de su manome inicié en el mundo de la arqueología, hicemi primera entrada en el maravilloso mundode los museos, escribí mi primer artículosobre un ánfora romana de las Alhambras,hice mis primeros calcos de arte rupestre, yconocí los frutos de la investigación y de lagratificante docencia universitaria...

Pero sobre todo aprendí una buena lec-ción: cómo el resto de sus hijos, la educaciónen libertad que he intentado transmitir a losmíos de la mejor manera posible, reviviendoesa frase de Schiller que mi padre hizo suya alhablar de su padre: «Nicht Fleisch und Blut;

das Herz macht uns zu Vätern und Söhnen».

Epílogo

Es habitual que nuestras sociedades se ocu-pen especialmente de sus gentes, tan solocuando el luto sirve de vínculo. Hemos visto,como la diosa Fortuna regaló a Antonio Bel-trán, muchos años de vida, plenitud en susacciones y el agradecimiento de las gentesque tuvieron la dicha de conocerle. AntonioBeltrán supo sembrar buenas semillas, en lopersonal (con nuestra madre magna mater)y en lo profesional, supo cuidarlas y hacerque florecieran. Creo que todos los que com-partimos la dicha de su vida suscribimos elvoto que tantas veces usó Antonio Beltrán,voto que se pide en favor de los humanistas,ante los goces y las amarguras de la vida,como reza el emblema de Paris con una bar-quichuela que salta sobre las olas de un marembravecido, sin hundirse: Fluctuat, nec

mergitur (figura 11).Antonio Beltrán, padre y amigo, has dis-

currido por la vida en un maravilloso trán-sito, enriqueciendo con tu humanismotodo aquello que has tocado, viajero impe-nitente pero pegado a tu casa, ciudadanodel mundo pero enamorado de tus pue-blos… Has llegado a tu puerto, estás en lacalma del Olimpo, en paz, sin zozobrar, ysigues en la poderosa memoria, acompa-ñado de los tuyos, que continúan viendoen ti, como diría el latino, a un vir bonus

et magister optimus.

Bibliografía

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de Zaragoza en ocasión de sus bodas de Plata

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11. Antonio Beltrán rodeado de libros en su despacho en la Residencia de profesores de la Universidad deZaragoza, 2006. Foto: Familia Beltrán.

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