revista sustentabilida(es) no. 1

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1 volumen 1 enero 2010 ISSN 0718-8846 Vicerrectoría de Desarrollo Regional y Proyección Comunitaria sustentabilidad(es)

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La revista Sustentabilidad(es) contiene ya en su propio título una pregunta: podemos hablar de una sola sustentabilidad o más bien de varias sustentabilidades.

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volumen 1, número 1, año 2010 1

1volumen 1enero 2010

ISSN 0718-8846

Vicerrectoría de Desarrollo Regionaly Proyección Comunitaria

sustentabilidad(es)

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sustentabilidad (es)2

SUSTENTABILIDAD(ES)Revista auspiciada por laUniversidad Nacional Abierta y a Distancia - UNADRector: Jaime Alberto Leal AfanadorVicerrectoría de Desarrollo Regional y Proyección Comunitaria.Calle 14 Sur No. 14-23PBX: [57] [1] 344 3700 Ext. 432Bogotá - Colombiahttp://www.unad.edu.coemail: [email protected]

ISSN 0718-8846 versión impresaISSN 0718-8854 versión en línea

Director Editor: Antonio Elizalde Hevia; [email protected] Secretario de Redacción: Eduardo Yentzen Peric; [email protected] electrónico: Mauricio Quintero Castillo; [email protected] Página Web http://sustentabilidades.siderpco.org/

COMITÉ DE REDACCIÓNAntonio Elizalde, Andrés Yurjevic, Eduardo Yentzen

COMITÉ EDITORIAL Alberto Acosta (FLACSO, Ecuador)Santiago Alvarez Cantalapiedra (Centro de Investigación para la Paz, FUHEM, España)Felipe Ángel, (Fundación Josué Ángel Maia, Colombia)Alba Carosio (Universidad Central, Venezuela)Ismael J. Clark Arxer (Academia de Ciencias de Cuba)Jorge Echeverry González (Universidad Nacional de Colombia, Sede Manizales, Colombia)Arturo Escobar (Universidad Nacional de Colombia)Armando Fernández (Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre, Cuba)Dimas Floriani (Universidad Federal de Paraná, Curitiba, Brasil)Edgar González Gaudiano (Universidad Autónoma de Veracruz, México)José Gutiérrez-Pérez (Universidad de Granada, España)Agustín Hernández Aja (Universidad Politécnica de Madrid, España)Jaime Alberto Leal Afanador (Universidad Nacional Abierta y a Distancia, Colombia)Enrique Leff (Universidad Nacional Autónoma de México, México)Pedro Medellín (Universidad Autónoma de San Luis, Potosí, México)Eduardo Mora (Universidad Nacional de Costa Rica)Luz María Nieto Caraveo (Universidad Autónoma de San Luis, Potosí, México)Patricia Noguera (Universidad Nacional de Colombia, Sede Manizales, Colombia)María Novo (Universidad Nacional de Educación a Distancia, España)Carlos Walter Porto-Gonçalvez (Universidad Federal Fluminense, Brasil)Tania Ricaldi (Universidad Mayor de San Simón, Cochabamba, Bolivia)Víctor Toledo (Universidad Nacional Autónoma de México, México)Claudia Patricia Toro Ramírez (Universidad Nacional Abierta y a Distancia, Colombia)Eloísa Tréllez Solís (Asociación Cultural Pirámide, Lima, Perú)Ramón Vargas (Encuentro por la Vida: Cultura y Democracia Ambiental, Argentina)Mariano Vásquez-Espí (Universidad Politécnica de Madrid, España)Gustavo Wilches-Chaux (Red de Estudios Sociales sobre Desastres en América Latina, Colombia)

Los estudios, ensayos, comentarios de libros y otros trabajos nacionales y extranjeros publicados en la Revista SUSTENTABILIDAD(ES) son sometidos a un sistema de doble evaluación ciega por alguno de los integrantes de nuestro cuerpo de árbitros o comité editorial. En casos dudosos es sometido a un nuevo arbitraje. Están protegidos por el Registro de Propiedad Intelectual y su reproducción en cualquier medio, incluido electrónico, debe ser autorizada por los editores. Cada texto es de responsabilidad de cada autor y no compromete necesariamente la opinión de las instituciones auspiciantes.

La redacción tiene su sede en Lucrecia Valdés 360, Santiago, Chile Diseño y diagramación: Mauricio Quintero Castillo - ColombiaDiseño de Caratula: Eduardo Yentzen - Chile

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Antonio Elizalde, Prólogo

ARTICULOS

Felipe Angel, El útero de la necesidad

Germán Bula, Cinco habilidades para el siglo XXI

Dimas Floriani, Perspectivas regionales en educación ambiental: la contribución de Iberoamérica en el contexto de la ciudadanía ambiental planetaria

Manuel Guzmán Hennessey, Hipótesis caos: de la racionalidad simple a la autoorganización en el sistema climático global

Enrique Leff, La Esperanza de un Futuro Sustentable: Utopía de la Educación Ambiental

Mara Rosas Baños, Propuesta teórica para enfrentar los retos del siglo XXI: Economía ecológica política

Mario Rosales, Desarrollo humano sustentable en la Comuna de La Pintana

Isa Torrealba y Fabricio Carbonell, Pensamiento Ambiental Alternativo: Procesos productivos sustentables en visión de la CIA-Sur, judrun-nigibiti kwide

Eloísa Tréllez Solís, Siete pasos para la danza de la pedagogía ambiental

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Contenido

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RESEÑAS Y COMENTARIOS DE LIBROS

Carlos Walter Porto-Gonçalves, Ecologia e Capital de Enrique Leff: Quando a teoria não esquece o mundo

Antonio Elizalde Hevia, Educación Ambiental. Aportes políticos y pedagógicos en la construcción del campo de la Educación Ambiental de Daniela García y Guillermo Prioto

Eduardo Yentzen, Perspectivas da Educacao Ambiental na Regiao Ibero-Americana. V Congresso Ibero-americano de Educacao Ambiental

DOSSIER

Evo Morales, Convocatoria a Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio climático y los Derechos de la Madre Tierra

INSTRUCCIONES PARA AUTORES

Instructivo para autores enviar artículos

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La revista Sustentabilidad(es) contiene ya en su propio título una pregunta: podemos hablar de una sola sustentabilidad o más bien de varias sustentabilidades. ¿Es posible seguir pensando pensar tal como se pensó en el pasado en una idea abstracta y tan esencial en su perfección, que la hacía única y absoluta? De allí el discurso de “El Desarrollo”, esto es la ilusión de un desarrollo, un progreso, un bienestar, un bien común, siempre histórico, local y concreto pero que por la fuerza y las necesidades e intereses de los dominios imperiales (militar, mercantil o mediático) terminó haciéndose universal e imponiéndose al conjunto de los seres humanos, destruyendo así la diversidad de experimentos sobre el “como hacerse humano” realizados a lo largo de la historia de nuestra especie sobre el planeta. No debieramos haber ya aprendido de nuestra propia historia que “todo lo sólido se desvanece en el aire”, que toda certeza es provisoria, que nos hemos adentrado definitivamente en un mundo de incertidumbre donde la búsqueda de seguridades y de absolutos no es más que una ilusión, y que todo es impermanente. Incluso no es el propio avance científico el que nos ha llevado a descubrir los límites al conocer humano, a reconocer la complejidad de la realidad, de lo realmente existente, y a avanzar en la búsqueda de nuevos epistemes menos dogmáticos, mucho más abiertos a reconocer sus propias limitaciones y las verdades y aprendizajes posibles de obtener en y de otros.

Los temas de pensamiento(s) complejo(s), saber(es) ambiental(es), diversidad(es) cultural(es), territorios y mundos de vida sustentables, diálogos de saberes, gramáticas del futuro y utopías sustentables, serán los temas que nos convoquen. Tenemos la convicción de la necesidad de profundizar en la reflexión en torno a los temas de la sustentabilidad y este es el supuesto implícito que da origen a la revista.

Antonio Elizalde HeviaPrólogo

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No basta con asumir casi ingenuamente que la mera adjetivación del desarrollo como sostenible o sustentable vaya mágicamente a cambiar un modelo civilizatorio que ha canalizado sus energías de toda índole (científicas, políticas, económicas, culturales y espirituales) durante las últimas seis décadas dentro de un proceso de racionalización social en función del logro del crecimiento infinito, fundado en los principios de la racionalidad económica e insuflado por los recursos fósiles del planeta. Es fundamental rediseñar el proyecto civilizatorio de la humanidad en una nueva perspectiva, la de los límites y los potenciales de la naturaleza, del pensamiento creativo, de la diversidad cultural y el diálogo de saberes. Para ello será necesario un amplio y persistente esfuerzo colectivo de reflexión para la construcción de una nueva racionalidad social, al cual esta revista busca contribuir.

La revista persigue dos objetivos:

1. conformar inicialmente un campo de reflexión y debate, que partiendo de los aportes que durante 35 años han establecido el campo de un Pensamiento Ambiental Latinoamericano, avance hacia siempre nuevos horizontes de pensamiento crítico, en la perspectiva de hacer un aporte importante al desarrollo de la(s) Ciencia(s) de la(s) Sustentabilidad(es);

2. generar una red de amistades y solidaridades intelectuales, además de afectivas, emocionales y espirituales, que se transforme en un intento deliberado por generar una escuela de pensamiento, una corriente intelectual, y un

espacio de solidaridad social para la construcción de un mundo sustentable.

El foco de interés estará puesto en diversos temas que tengan que ver con la sustentabilidad, y en particular de un pensamiento filosófico, político y ético, entendido en un sentido amplio como el espacio desde el cual surge la crítica al discurso y a la racionalidad hegemónica del desarrollo (crecimiento). Es posible acotarlo aún más orientándonos hacia

construcción de una racionalidad ambiental, en la perspectiva planteada por Enrique Leff, a través de reflexiones críticas y de un diálogo de saberes que nos permita transitar del mundo real actual, hacia un futuro sustentable.

La revista tiene como espacio institucional de respaldo el generosamente abierto por la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD) de Colombia, lo cual no necesariamente significa que las opiniones expresadas en la revista reflejan las de esta

institución.

Agradecemos la excelente disposición de todos aquellos que tan generosamente han manifestado su voluntad de acompañarnos en la realización de este esfuerzo de producción colectiva de saberes, ya sea haciendo parte de nuestro comité editorial o de nuestro cuerpo de árbitros. De manera similar quedamos en deuda con todos aquellos que nos aporten sus ideas, conocimientos y experiencias mediante sus colaboraciones. Con el esfuerzo de todos esperamos hacer una revista útil, consultada y valorizada en el mundo de las ideas, y que genere debates y diálogos tan necesarios en un mundo que camina hacia el pensamiento

Rediseñar el proyecto

civilizatorio de la humanidad en una nueva perspectiva,

la de los límites y los potenciales de la naturaleza, del pensamiento creativo, de la

diversidad cultural y el diálogo de

saberes.

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único e incluso hacia la ausencia de pensamiento.

En este primer número que presentamos a sus lectores se publican un conjunto de artículos que dan cuenta en parte importante del territorio intelectual por el cual la revista busca aventurarse. El primer artículo presentado es de Felipe Angel se titula El útero de la necesidad y su autor señala que el pensamiento ambiental latinoamericano debe enfrentarse a dos necesidades, una es enfrentar los problemas ambientales y la otra, avanzar un proceso cultural identitario. Los porfiados hechos nos han obligado a avanzar en la primera de ellas, contribuyendo a generar conciencia ambiental colectiva. Queda pendiente la deuda con la propia educación como un saber en sí mismo, hay un mapa gnoseológico diverso que muestra el pensamiento ambiental latinoamericano y que se resiste al unanimismo.

Continúa el texto Cinco habilidades para el siglo XXI de Germán Bula quien señala que aunque nuestra civilización nos ha hecho posible desarrollar notablemente algunas habilidades ha desatendido otras que nos podrían ser muy necesarias para superar la actual crisis ambiental. Propone una concepción de la auto-realización mediante el cultivo de habilidades, y señala, siguiendo el ejemplo de Italo Calvino cinco habilidades requeridas para el siglo que vivimos: sabiduría; capacidad de gozo, capacidad de hacer historia, metaobservación y capacidad de encarnar múltiples epistemologías y maneras de ser. Enseñar habilidades puede ser la tarea educativa por excelencia del siglo XXI. Dimas Floriani en su trabajo Perspectivas regionales en educación ambiental: la contribución de Iberoamérica en el contexto de la ciudadanía ambiental planetaria busca inicialmente identificar aquellos obstáculos para la implementación de

políticas de Educación Ambiental que obedeciendo a distintas concepciones filosóficas, epistemológicas, educacionales, políticas, económicas, tecnológicas, culturales, permitan cartografiar el campo de disputa socioambiental. Se pregunta ¿cómo articular proyectos democráticos de construcción de la ciudadanía, en la perspectiva de la educación socioambiental, en contextos de las sociedades latinoamericanas, recién emergentes de procesos democráticos todavía inestables? Debatiendo finalmente si es posible hacer un balance de las experiencias de educación socio ambiental en redes, y si estas contribuyen para el fortalecimiento de la Educación Ambiental en distintos niveles espaciales y culturales, hacia la constitución de una identidad o de identidades latinoamericanas plurales.

La contribución de Manuel Guzmán Hennessey titulada Hipótesis caos: de la racionalidad simple a la autoorganización en el sistema climático global presenta una interpretación del fenómeno climático global a partir del enfoque de las ciencias del caos y la totalidad examinando el criterio de racionalidad científica y filosófica, base epistemológica del pensamiento de Occidente plasmado en el Protocolo de Kioto. Denuncia como como este modo de pensamiento, contribuyó en la creación de un acuerdo insuficiente como lo demostró la cumbre de Copenhague para la solución del desafìo climático. Avanza algunas sugerencias respecto a la adopción de un modo de visión compleja, que permita avanzar hacia procesos auto-organizativos de la cultura que contribuyan a una gradual modificación de los patrones de consumo dominantes.

Enrique Leff aporta con su artículo La Esperanza de un Futuro Sustentable: Utopía de la Educación Ambiental elementos sustantivos para el debate que esta nueva revista busca iniciar.

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Nos sugiere un horizonte para la construcción social de la sustentabilidad en la perspectiva que abre la racionalidad ambiental inspirada en el Principio Esperanza de Ernst Bloch. Propone una esperanza activa que permita desconstruir la racionalidad teórica, económica e instrumental de la modernidad que nos ha conducido ciegamente a la mayor crisis posible -la de la insustentabilidad de la vida- y señala una necesaria nueva comprensión del mundo –anclada en una ética de la otredad, una política de la diferencia, un diálogo de saberes y una pedagogía ambiental–, para la construcción de un futuro sustentable, territorializando de esa manera la racionalidad ambiental en nuevos modos de vida sustentable.

Propuesta teórica para enfrentar los retos del siglo XXI: Economía ecológica política se titula el artículo en que Mara Rosas Baños realiza una crítica a la carencia de aportaciones teóricas demostrada por la economía ecológica respecto del devenir de la economía y las posibilidades de cambio, pese a su carácter crítico en relación a las propuestas de la economía ambiental para la resolución de conflictos ecológicos. Sostiene que la economía ecológica política va más allá de ser una simple combinación entre economía ecológica y ecología política para abordar los conflictos ecológicos distributivos puesto que propone un estudio del sistema capitalista que pone de manifiesto la raíz de los problemas distributivos mediante la identificación de intereses de los diferentes actores y la prioridades perseguidas por el actual sistema de reproducción social.

El trabajo de Mario Rosales, Desarrollo humano sustentable en la Comuna de La Pintana, presenta la experiencia realizada en uno de los municipios menor desarrollo relativo de la urbe de Santiago. Allí se ha aplicado de modo pionero el concepto de “desarrollo humano sustentable”, mediante programas

para reducir la pobreza y creativos proyectos ambientales. Logrando una alta cobertura de servicios básicos, reduciendo drásticamente la pobreza y buscando además fortalecer la identidad y autoestima local para consolidar una comuna de entorno grato, impulsando asimismo iniciativas pioneras, como la separación de desechos sólidos en un tercio de las viviendas, siendo su parte húmeda procesada con compostaje y lombricultura.

Isa Torrealba y Fabricio Carbonell en su artículo titulado Pensamiento Ambiental Alternativo: Procesos productivos sustentables en visión de la CIA-Sur, judrun-nigibiti kwide proponen una Conservación Integral Alternativa con base en estudios de campo realizados por la ONG MERALVIS, en Costa Rica. Señalan que el pensamiento ambiental alternativo desde Latinoamérica, comprendido en la ética ambiental, intenta dar las pautas para alcanzar un desarrollo acorde con los conceptos ecológicos actuales y con elementos de nuestra identidad indígena. Este pensamiento critica al actual modelo de desarrollo y aboga por la transdisciplina o la integración de comunidades epistemológicas para el abordaje de los problemas y la diversidad cultural, como un camino mediante el cual los seres humanos podríamos mejorar nuestras relaciones entre nosotros y con el medio ambiente.

Eloísa Tréllez Solís presenta en Siete pasos para la danza de la pedagogía ambiental una creativa y poética propuesta de interpretación de la pedagogía ambiental en Iberoamérica como una danza multicolor y llena de matices, cuyos pasos principales tienen que ver con diversas imágenes, miradas y sueños: el colibrí, el tiempo, el retorno del desgajamiento, la evolución y la ayuda mutua, la e-moción, el buen humor y la ternura y la escucha del amor. Conduciendo la articulación creativa de todo ello hacia un caleidoscopio de oportunidades de vida y de futuro, que

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tienen que ver con los seres humanos, con su manera de concebir el mundo y con el nexo indisoluble con la Naturaleza y el Universo.

Se cierra este primer número con el comentario del libro Ecologia e Capital de Enrique Leff hecho por Carlos Walter Porto-Gonçalves y titulado Quando a teoria não esquece o mundo y con las reseñas de Educación Ambiental. Aportes políticos y pedagógicos en la construcción del campo de la Educación Ambiental de Daniela García y Guillermo Prioto realizada por Antonio Elizalde y la de Eduardo Yentzen del libro Perspectivas da Educacao Ambiental na Regiao Ibero-Americana que reune las conferencia y ponencia del V Congresso Ibero-americano de Educacao Ambiental realizado en Joinville el año 2006.

Finalmente, por su notable convergencia con el enfoque de la revista además de ser considerado oportuno, relevante y pertinente, se presenta como Dossier el texto de la Convocatoria a Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio climático y los Derechos de la Madre Tierra hecha por Evo Morales, presidente de Bolivia.

Aprovechamos asimismo de convocar a compartir y socializar, mediante escritos enviados a esta revista, sus hallazgos, reflexiones, investigaciones, experiencias y aprendizales en torno a los temas que nos definen a todos los integrantes del espacio intelectual latinoamericana y de las diversas comunidades de saberes que este territorio contiene.

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El útero de la necesidadFelipe Ángel

Resumen: Una doble necesidad es el útero del pensamiento ambiental latinoamericano. A) la necesidad de enfrentar los problemas ambientales y B) la necesidad de un proceso cultural identitario. Los hechos -maestros ellos- con su inapelable pedagogía, enseñaron a la humanidad en la última década los rudimentos de la inclinación general de la educación ambiental. Así se cumple una primera fase de la Educación Ambiental, inclinada hacia generar conciencia ambiental colectiva. Enfrentamos un nuevo escenario. Una propuesta desde el objeto de estudio de las ciencias.Palabras clave: Necesidad, identidad, hechos, Sapiens Sapiens, diversidad

O útero da necessidade

Resumo: Uma dupla necessidade é o útero do pensamento ambiental latinoamericano. A) a necessidade de enfrentar os problemas ambientais e B) a necessidade de um processo cultural identitario. Os factos -mestres eles- com seu inapelable pedagogia ensinaram à humanidade na última década os rudimentos da inclinação geral da educação ambiental. Assim se cumpre uma primeira fase da Educação Ambiental, inclinada para gerar consciência ambiental colectiva. Enfrentamos um novo cenário. Uma proposta desde o objecto de estudo das ciências.Palavras-chave: Necessidade, identidade, factos, Sapiens Sapiens, diversidade

The uterus of necessity

Abstract: A double need is the uterus of latinamerican environmental thought A) the need to confront environmental problems and B) the need of an identitarian cultural process. The facts -masters as they are- with their unappealable pedagogy, taught mankind in the last decade the rudiments of the general inclination of environmental education. Thus was fulfilled a first phase of Environmental Education, inclined towards generating environmental collective conscience. We confront now a new scenery. A proposition rising from the object of study of science.Key words: Need, identity, facts, Sapiens Sapiens, diversity

Recibido 25.09.09 Aceptado 22.12.09

art

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El útero del pensamiento ambiental latinoamericano ha sido la necesidad. Necesidad no solamente de afrontar las problemáticas ambientales sino, también, la de parecernos a nosotros mismos, la de buscarnos. Al enfrentar la fisonomía del horizonte de la relación entre lo humano y lo ecosistémico, topamos con la base sobre la cual se configuran las diferencias entre las distintas civilizaciones. Es, además, la causa de las problemáticas ambientales. Nos encontramos con un horizonte complejo, contradictorio, disímil. En los distintos lugares de la Madre Tierra y en los sucesivos estadios de cada civilización específica, la cara del horizonte mediante el cual se definió qué clase de relación se da entre lo ecosistémico y lo humano se desplegó en plétoras, en diversidades, en particularidades, y así se hizo múltiple. Esto es importante porque urge asimilar que el horizonte actual no es el único realmente posible. La comprensión de este hecho nos educó para la diversidad, en la diversidad y desde la diversidad. Desde ahí hemos logrado entablar un diálogo de saberes con otras caras de ese horizonte. Ese estado de ánimo, libertario en cuanto otorga la autonomía de pensar a quienes habitan en el mundo de una particular manera, sesudo ya que no se esquiva el pensamiento universal ni nos regodean únicamente sus limitaciones, se nos propuso vida, se nos convirtió en vivencia; ese estado de ánimo es la manera más directa que el referido horizonte posee para expresarse. Aprendimos que el encanto de la necesidad reside en la casa del esfuerzo. Allí, en esa vivencia, hemos morado en los últimos años.

Sé que estas palabras te llegarán desde lejos. Lo sé porque a mí me llegaron así. Pero no se trata de lo unívoco de la lejanía sino de su multiplicidad. Lejanías varias: lejanía síquica, lejanía a través del tiempo, lejanía dentro del espacio. Síquica porque

El útero de la necesidad

Felipe Ángel*

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quien atiende el cauce de su llamado ya no navegará en los ríos que le han sido propios sino que, tras lento y pavoroso proceso de convencimiento, tendrá que pronunciar su nombre de manera novedosa. Lejanía a través del tiempo ya que llevamos más de dos siglos en los cuales la avaricia industrializó la depredación. Lejanía en el espacio porque estas palabras vienen desde los polos peluqueados de su cabellera de hielo, desde los bosques talados en el sureste asiático, desde los potreros asfixiados con bovinos domesticados o desde los desiertos tan nuevos que siguen sin estrenar. La noción que nos

llega desde la diversidad de la lejanía es sencilla: la crisis ambiental se enfrenta a una sin salida.

Arriesgaré unos minutos de esta conferencia a estipular algunas pautas de esa vivencia. En particular para mencionar el agrado que ha acompañado la verificación de que las temáticas a m b i e n t a l e s en esta última d é c a d a

irrumpieron en la conciencia colectiva global. Comerciantes, taxistas, artistas, enamorados o no, políticos y economistas, tenderos y hasta los héroes míticos de las historietas infantiles, todos a una, como en Fuenteovejuna, saben de la importancia de los problemas ambientales. Para que esto haya sucedido así, ¿qué tanto ha sido el aporte de los educadores ambientales, del pensamiento ambiental y, en términos generales, del movimiento ambiental? ¿Hemos sido nosotros los generadores de este cambio? Oh, hemos estado allí, hemos sido generosamente

recompensados por la alegría que habita en ello pero no se nos puede escapar que nuestro mejor esfuerzo nos vio ruborizarnos ante su precariedad. En esta toma de conciencia global el movimiento ambiental ha contribuido pero no ha sido el factor determinante. ¿Qué, pues, generó este cambio de mentalidad? Fijémonos en esto: nosotros contamos con el mejor aliado argumental, con el más hábil de todo cuanto sirve para convencer: contamos con los hechos. Han sido los hechos, los desastres en los cuerpos de agua, el mal aliento del aire, el derretimiento de los polos y de los nevados, la merma de la biodiversidad, los deslizamientos en zonas pobladas, las inundaciones, etc., lo que ha inclinado a millones de personas hacia la percepción de la importancia de las temáticas ambientales. Contamos, sin duda, con el mejor de los aliados: el curso de la realidad misma. Pero esto nos crea un dilema. Preferiríamos no tener ese aliado puesto que su presencia indica que las cosas van mal. Eso significa que no hemos logrado influir lo suficiente en la gestión ambiental.

Algunos de los más avezados pensadores ambientales latinoamericanos han llegado a la conclusión de que la presente civilización, el actual estilo de vida, derrotará ya no sólo a los mecanismos de la naturaleza, sino que, pavorosa y simultáneamente, derrotará a la humanidad, a su numerosa diversidad a través del transcurso de los tiempos en procura de la habitabilidad de los lugares. La derrotará al romper los mecanismos mediante los cuales funciona la Madre Tierra. Dos o tres generaciones se auto otorgaron, ¿qué digo? Nos auto otorgamos el derecho de consumir los recursos naturales, de acabar con ellos. Esto ha sucedido en un lapso que impresiona por su brevedad; comienza cuando la bomba atómica toca el pavimento de una calle de Hiroshima, en agosto de 1945. Esa imagen muestra dos acontecimientos: primero, que la domesticación de la Madre Tierra

Educamos para el autismo colectivo. Autismo que para

lo humano se escenifica en no comprender su relación con lo ecosistémico.

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estaba completa. Hasta el átomo sucumbía ante el afán domesticador de los humanos. Hemos domesticado no únicamente el agua, el metal, los bovinos, la flora, sino que en el pecado, en la noción de pecado, resumimos nuestra entelequia domesticadora y eso que no consideramos pecado el arrojar ante una población inerme un átomo domesticado en forma de bomba, la bomba atómica. Segundo, que la forma de domesticación no era propiamente propicia para guardar un inteligente respeto por los mecanismos de la Madre Tierra.

El espíritu que anima el ambientalismo no es otro que aquel que lleva en sí la inclinación por no evadir los hechos. Y esto sucede no sólo respecto del ámbito del ecosistema, de la contaminación de los lagos, de la desaparición de una u otra especie, del calentamiento global, etc., sino que, igualmente, ya que es una manera de estar presente en el mundo, sucede respecto de la vida cotidiana, respecto de los amores o de la irónica matemática de nuestros flacos bolsillos de ambientalistas; respecto del escondido regocijo que nos da el simple ver el mar o de la pérdida de algún paraíso personal ido en un rostro que no volvió a sonreírnos. Ese íntimo hábito de no evadir lo que dicen los hechos acata su vigencia y nos señala el momento del movimiento ambiental que hoy vivimos. La educación ambiental, no toda ella pero sí una gran parte, la hemos dedicado a la sensibilización de la ciudadanía, a su concientización. Esto se concibió como una primera fase, indispensable para llegar a una segunda, que consiste en un cambio de actitudes. Estamos, por decirlo así, en el final de la primera fase. Los hechos realizaron nuestro trabajo de sensibilización, de concientización. Los ambientalistas hemos contribuido, ya lo anoté, pero el salto cualitativo de la última década no hubiera sucedido de haber sido generado solamente por nuestra labor. Por ende, la educación ambiental debe enfrentar este nuevo

escenario. Sugiero que la educación ambiental dedique parte sustantiva de sus esfuerzos a dotarse de una cercanía al pensamiento ambiental.

La educación tradicionalmente ha sido considerada como algo cuyos mecanismos empiezan y terminan en lo humano. La educación ambiental considera inadecuada esta perspectiva.

Educar de esta manera, empezando y terminando en lo humano, es de la entraña del acaecer de la Modernidad. Educamos para el autismo colectivo. Autismo que para lo humano se escenifica en no comprender su relación con lo ecosistémico. Relación ya no tangencial sino consustancial. Lo humano referido exclusivamente a lo humano deviene un autismo colectivo, donde lo humano pretende relacionarse sólo consigo mismo.

El sistema educativo de la Modernidad se caracteriza por tratar de sacar al ser humano de la naturaleza. En esto sigue la pauta del espíritu filosófico que anima, o más bien desanima, el desarrollo de la ciencia moderna. Baste aquí mencionar dos ejemplos. Primero, en las ciencias naturales: la denominación Sapien Sapiens es un atentado contra la nomenclatura epistemológica de Linneo, que acatan las ciencias naturales. Linneo diseñó una manera en la cual el primer nombre identifica la especie específica y el segundo de dónde proviene. Por ende, referirse a algo que proviene de sí mismo, como es el caso de la denominación Sapiens Sapiens, desarticula de un golpe el esquema evolutivo. Segundo ejemplo, referido a las ciencias sociales: el concepto de prehistoria. Ninguna ciencia tiene un preobjeto de estudio. No existe la prequímica o la prebiología. ¿Por qué se acuña el término prehistoria? Para sacar al autodenominado Sapiens Sapiens de la evolución. Prehistoria es la noción que sirve de barrera para que el ser humano no se conciba directamente relacionado con la evolución [1].

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Numerosas consecuencias se derivan de lo dicho. Una de ellas consiste en que la separación de lo humano con respecto a la naturaleza, se convierte en un eje que posibilita la especialización actual, casi fanática por estar autoimpedida para escuchar los otros saberes. No para oírlos sino para escucharlos. Es decir, autoimpedida para incluir las conclusiones de otros saberes dentro del saber de la especialización de uno.

La educación es teleológica porque se educa para una determinada relación de lo humano con el ecosistema [2]. La educación es de época, puesto que se basa en los valores y conocimientos validados por tal o cual época en su práctica diaria. De época implica no sólo la temporalidad sino la espacialidad. Es decir, en el fondo sólo existe la etnoeducación. Que haya sido una sola de las etnoeducaciones desplegadas, una sola por diversos continentes, no invalida mi argumento. Tampoco el hecho de que haya sido en muchas ocasiones arbitraria y violentamente impuesta. Por el contrario, fortalece el análisis de la educación en las regiones del llamado Tercer Mundo. No hay forma de desconocer de que se trata de una clase de educación nacida, fortalecida y desplegada a partir de una específica concepción del mundo en una civilización determinada en un momento dado: la de Europa de los siglos XVIII y XIX. Lo fortalece porque convierte en necesario un análisis más profundo sobre un punto esencial: ¿es toda la educación igual en cualquier civilización, raza o tiempo? ¿Hay en la educación una corriente central que la hermana en su diversidad o son diferentes la educación de la Costa Pacífica colombiana, basada en las tradiciones afrocolombianas con respecto a la educación de la Cordillera Central, basada en la tradición indígena, y cada una de estas, a su vez, es distinta si la comparamos con la educación formal de las ciudades, basada en la tradición occidental?

Quizá el hecho mismo de referirnos a todas con las misma palabra, «educación», no sea indiferente al asunto. El ser humano, todo él, es educación. [3]

¿Qué es felicidad? ¿Qué es progreso? ¿Qué es placer? ¿Qué es familia? ¿Qué me es permitido hacer y qué no? En fin, incluso estos contenidos educacionales no institucionalizados, para no hablar ya de los institucionalizados, pasan por un hecho innegable: hay un acompañamiento en el proceso de aprendizaje. A esto llamo educación: al acompañamiento al proceso de aprendizaje. La educación es connatural a lo humano. No existe lo humano sin educación. Lo humano es lo único que depende, ya no sólo individual sino también colectivamente, de la formación que recibe después de nacer. Por eso su proceso de aprendizaje lo lleva a la autonomía individual con mucho retraso con respecto a la fauna. Por eso su proceso de aprendizaje se inclina únicamente ante la muerte. Lo último que aprendemos a conocer es el gesto del rostro de la muerte. Fuere la civilización, el lugar o el momento que fuere, hay un hecho que los traspasa a todos: la educación. Tal o cual, esta o aquella, vaya y venga, pero no cambia lo central: se produjo el hecho educacional.

Distintos ritmos gobiernan los varios ámbitos del saber, con diferentes avances en los procesos de cada uno de ellos. En términos generales podríamos percibir que en ciencias naturales, tanto por la fragilidad en recursos económicos como por capacidad tecnológica, no hemos innovado, salvo la propuesta de la Nueva Biología de Humberto Maturana. Hemos, eso sí, conocido cada vez más nuestro territorio, elaborando no poca parte de nuestras peculiaridades simbólicas mediante el encuentro con la majestuosidad de esta biodiversidad. El aporte latinoamericano a la historia del pensamiento se ubica dentro de las ciencias sociales. En filosofía se recuperó

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la Filosofía de la Naturaleza; recuperado la vocación de su origen con la filosofía del agua de Tales de Mileto. Vocación relegada por Nietzsche, pauperizada desde 1800 por la primacía de Kant, el dolor de Husserl [4] y la triquiñuela de Heidegger e ignorada desde ciertas perspectivas posmodernas[5]. En sociología nos hemos reconocido en la noción de espacio y replanteado la definición de desarrollo al enfrentar tanto su sustentabilidad como lo propiciador de su habitabilidad. En historia el avance repercute en moldear un nuevo gesto en el rostro de nuestras identidades; identidades urdidas lejos del viejo estilo de glorificar la infatuación de los héroes sino, mejor, sobre la imbricación de los pueblos con su territorio. En educación hemos cooptado y cincelado los aportes de los distintos saberes según su lugar dentro de la “topografía epistemológica”. Queda pendiente la deuda con la propia educación como un saber en sí mismo; preguntarnos, por ejemplo, cuál es la escuela pedagógica propicia, si conviene una amalgama o si hemos de crear una nueva; preguntarnos por qué en nombre de la transversalidad curricular se le niega a la educación ambiental un espacio dentro del pensum, en un ejercicio plano de lógica formal según el cual lo uno niega lo otro. En ciencia existe un consenso para rechazar la racionalidad científica imperante, punta de lanza de no pocas problemáticas ambientales[6]. Esto ha abierto varias puertas, desde aquel extremo que niega la validez misma de la ciencia hasta aquella otra orilla que le quita los abismos elitistas al mostrar que el escenario del método de la ciencia incluye conocimientos comunitarios, oficios prácticos, saberes campesinos y ancestrales. A partir de la diversidad de este mapa gnoseológico afianzamos nuestra confianza. El pensamiento ambiental latinoamericano se resiste al unanimismo. En la solidez de sus diferencias reside la vitalidad que lo sustenta.

[1] Ver Ángel, Felipe. El Método de Jacobo; Una historia ambiental de las ciencias naturales, de las ciencias humanas y de las ingenierías. En edición.[2] Ver Angel, Felipe. «¿Para qué educar en el siglo XXI?» 21. Conferencia pronunciada en el I Congreso de Educación Ambiental y Desarrollo Sustentable de la República Argentina. Mayo, 2004. Embalse, Córdoba.[3] Ver Jaeger, Werner (1990), Paideia. Los ideales de la cultura griega. FCE, México DF. Página 710 y siguientes.[4] Ver Husserl, Edmund (1995) Ciencias europeas y fenomenología trascendental. Crítica, Barcelona. Además, ver “La filosofía en la crisis de la humanidad europea” (Conferencia de Viena, 1935) en Filosofía como ciencia estricta, Buenos Aires, Nova, pp. 135-172.[5] Ver Angel Maya, Augusto y Angel, Felipe (2001), La fuga hacia la incertidumbre. Ecofondo. Bogotá.[6] Ver Prigogine, Ilya. (1988), ¿Tan solo una ilusión?, Tusquets Editores. Barcelona.

* Fundación Josué Ángel Maya, Cali, Colombia. Email: [email protected]

NOTAS

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Cinco habilidades para el siglo XXIGermán Bula*

Resumen: Nuestra civilización ha desarrollado ciertas habilidades de manera espectacular, pero ha descuidado habilidades que podrían ayudarle a superar la actual crisis ambiental. Este artículo propone algunas hipótesis respecto a ese descuido de habilidades por parte de la civilización occidental, elabora una concepción de la auto-realización a partir del cultivo de habilidades, y propone cinco de ellas de particular importancia para el siglo XXI: sabiduría (esto es, comprensión holista); capacidad de gozo, capacidad de hacer historia (esto es, de cambiar entornos fenomenológicos cambiando prácticas sociales), metaobservación y capacidad de encarnar múltiples epistemologías y maneras de ser.Palabras clave: ecopedagogía, habilidades, Hubert Dreyfus, Charles Spinosa, Arne Naess, Gregory Bateson

Cinco habilidades para o século XXI

Resumo: Nossa civilização desenvolveu certas habilidades de maneira espectacular, mais tem descuidado habilidades que poderiam lhe ajudar a superar o actual crise ambiental. Este artigo propõe algumas hipóteses com respeito ao descuido de habilidades por parte da civilização ocidental, elabora uma concepção da auto-realização a partir do cultivo de habilidades, e propõe cinco habilidades de particular importância para o século XXI: sabedoria (isto é, entendimento holista); capacidade de gozo, capacidade de fazer história (isto é, de mudar meios fenomenológicos mudando práticas sociais), metaobservación e capacidade de encarnar múltiplas epistemologías e maneiras de ser.Palavras-chave: ecopedagogía, habilidades, Hubert Dreyfus, Charles Spinosa, Arne Naess, Gregory Bateson

Five Skills for the Twenty-First Century

Abstract: Our civilization has developed certain skills spectacularlly, but has disregarded other skills that could be helpful in overcoming today’s environmental crisis. This article proposes some hypotheses in relation to western civilization’s disregard of those skills, elaborates a concept for self-realization through the cultivation of skills, and proposes five of them of particular importance for the Twenty-First Century: wisdom (that is, holistic understanding), capacity for joy, history-making capacity (that is, capacity to change phenomenological environments by changing social practices), meta-observation, and the capacity to embody multiple epistemologies and ways of being.Keywords: ecopedagogy, skills, Hubert Dreyfus, Charles Spinosa, Arne Naess, Gregory Bateson

Recibido 25.09.09 Aceptado 22.12.09

art

ícu

los

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(…) the stars had faded and light cracked the horizon. Venus had moved all the way across the sky, and now it too dimmed. I followed it until my eyes ached. A gray cloud crossed over its

path and when it was gone so was the planet. I stared and stared until I couldn’t even see the sky. But it was hopeless. Venus was gone. It shouldn’t have been (…) we should be able to see

it, even in broad daylight. Some Indians can. And but a few hundred years ago, sailors from our own civilization navigated by it, following its path as easily by day as they did by night. It is

simply a skill that we have lost, and I have often wondered why.Wade Davis, The Serpent and the Rainbow

Introducción

Un hombre se encuentra en una caverna, rodeado de llamas. Quiere escapar del fuego, pero no puede, y teme por su vida. Sus ojos son pequeños y carentes de vida y curiosidad. Su tronco es débil, su pecho hundido, sus piernas enclenques. Sus oídos están atrofiados. Todo esto contrasta con su poderoso brazo derecho, tan fuerte como puede llegar a ser un brazo humano, sólido y contorneado, cubierto de venas hinchadas, y rematando en una mano que más parece de un gigante que de un hombre.

El hombre quiere escapar pero no puede; si supiera saltar o agacharse podría salir de la cueva, o sí sus ojos vieran mejor podría discernir varios puntos de escape. Pero el hombre sólo sabe usar su brazo, sólo sabe usarlo para alimentar con una pala una enorme estufa de carbón, que, por otro lado, es la causa de las llamas que están a punto de tragárselo. El hombre, ante el peligro, aprieta los dientes y se aplica a alimentar la estufa con más velocidad, con mayor esfuerzo. ¿Suicida? No exactamente, sus débiles ojos no ven la

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Germán Bula*

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conexión entre la estufa y el fuego; el hombre sólo sabe que alimentar la estufa le ha traído bienestar en el pasado, y que tiene que hacer algo, pues se encuentra en peligro. Por lo tanto, alimenta la estufa con carbón, haciendo lo único que sabe hacer…

La humanidad actual ha conseguido logros impresionantes; ha transformado la faz de la Tierra, y desatado impresionantes reacciones en cadena a nivel subatómico. La humanidad actual se comunica de un punto a otro del planeta, ya no transportando átomos sino emitiendo bits, a la velocidad de la luz; y sabe de estrellas distantes, tiempos remotos y estructuras matemáticas más allá de los sueños de griegos, babilonios o árabes. Y sin embargo, hoy en día, en conjunto, se muestra inepta para los retos que el siglo XXI le presenta: sobrepoblación, pobreza a escala global, extinción masiva de flora y fauna, deuda externa insostenible en el hemisferio sur, violencia generalizada (étnica, tribal, fundamentalista), cambio climático y degradación ambiental.

Proponemos que la humanidad ha hipertrofiado algunas de sus habilidades, dejando que el resto se atrofien. Por ejemplo, no ha cultivado la habilidad de ver las conexiones sistémicas entre los problemas recién citados:

(…) stabilizing world population will only be possible when poverty is reduced worldwide. The extinction of animal and plant species on a massive scale will continue as long as the Southern Hemisphere is burdened by massive debts. Scarcities of resources and environmental degradation combine with rapidly expanding populations to lead to the breakdown of local communities, and to the ethnic and tribal violence that has become the main characteristic of the post-Cold-War-era.

Ultimately, these problems must be seen as merely different facets of one single crisis, which is largely a crisis of perception (…) (Capra, 1996, 3-4).

La civilización actual también ha perdido la capacidad de disfrutar de la naturaleza, lo que ha su vez incide en su capacidad para comprenderla y en su voluntad para defenderla; de modo que autores como Zimmerman (2001) hacen de la educación de los sentidos parte de su ecopedagogía. Somos muy efectivos para hacer que el entorno que nos rodea se amolde a nosotros, y meros principiantes en amoldarnos al entorno que nos rodea; somos excelentes competidores (admiramos a futbolistas y a hombres de negocios) y pésimos cooperadores; sacamos cinco en análisis y apenas tres en síntesis, cinco en reduccionismo y uno en holismo; somos primeros en la clase en la comprensión de cantidades y estudiantes mediocres en lo que hace a las cualidades. Autores como Capra (1996, p. 5 y ss) consideran que nos encontramos ante una crisis intelectual que producirá (o debería producir) un cambio de paradigma hacia un pensamiento holista e integrador (p. 10) caracterizado por una ética de la ecología profunda (p. 11 y ss).

Consideramos necesario el cambio de paradigma por el que aboga y trabaja Capra, quien recientemente ha escrito un libro exaltando el enfoque holista, involucrado y analógico que hacia la ciencia tenía Leonardo Da Vinci (Capra, 2007). En este ensayo, nos enfocamos en considerar las habilidades del hombre actual, más que los paradigmas que organizan su epistemología (abarcando así temas que Capra sólo toca marginalmente, como la capacidad de disfrutar del mundo natural). A continuación intentaremos aclarar qué queremos decir con habilidades, proponer algunas hipótesis respecto a por qué hemos descuidado algunas de ellas y, de manera programática,

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propondremos el rescate de algunas habilidades particularmente importantes para enfrentar los problemas actuales. No tenemos nada en contra del poderoso brazo derecho del hombre en la caverna, pero sugerimos que desarrolle otras partes de su cuerpo para poder salir del incendio en que se ha metido.

Habilidad y Conocimiento

El término “saber” tiene un uso ambiguo; decimos de Juan que sabe Geografía, y de Pedro que sabe montar bicicleta. Pero de Juan decimos que domina una serie de proposiciones, mientras que es posible que Pedro ni siquiera pueda reproducir en términos de proposiciones el “saber” que encarna cuando monta bicicleta (y aún si pudiera, en eso no consistiría su saber montar bicicleta). De hecho, para quienes sabemos caminar resulta difícil la tarea de describir con exactitud como lo hacemos (haga la prueba).

No obstante solemos concebir la experticia o habilidad de manera computacionalista, como si en el cerebro del experto hubiese una serie de proposiciones y algoritmos que este sigue para llevar a cabo la tarea en la que es experto, y que su experticia yace en la posesión de más o mejores proposiciones o algoritmos. Como han mostrado Dreyfus & Dreyfus (1986, 1999), el acumular seguir instrucciones y algoritmos explícitos es propio de los principiantes en alguna habilidad, mientras que el experto responde a lo que, fenomenológicamente, aparecen como peticiones del entorno: piénsese en el cocinero principiante que debe seguir paso a paso una receta, y contrástese con el experto que “a ojo” añade algo de agua al arroz respondiendo a cierta cualidad en las burbujas de la olla, o al futbolista experto, que no calcula la mejor jugada, sino que la “ve”.

Las habilidades no se consiguen acumulando proposiciones, sino

acumulando experiencias exitosas y fallidas en situaciones variadas dentro de una disciplina. Esto transforma el entorno fenomenológico, el gestalt vivencial de quien adquiere la habilidad:

If, as the learner practices her skill, events are experienced with involvement, the resulting positive and negative experiences will strengthen successful responses and inhibit unsuccessful ones. The performer’s theory of the skill, as represented by rules and principles, will thus gradually be replaced by situational discriminations accompanied by associated responses (Dreyfus & Dreyfus, 1999, 108).

El experto encuentra, en las diferentes situaciones que enfrenta, similitud con situaciones que ha enfrentado de manera involucrada en el pasado; vivencialmente, sentirá que su entorno le pide las respuestas que en el pasado han sido exitosas. Es importante recalcar que la experiencia se adquiere y se hace patente en la medida en que las situaciones se viven de manera involucrada (lo que implica riesgo), no de la forma distanciada que acompaña el cálculo y la elección de proposiciones y algoritmos pertinentes para una situación dada:

As the brain of the performer acquires the ability to discriminate among a variety of situations, each entered into with concern and involvement, plans are intuitively evoked and certain aspects stand out as important without the learner standing back and choosing those plans or deciding to adopt that perspective. Action becomes easier and less stressful as the learner simply sees what needs to be achieved rather than deciding, by a calculative procedure, which of several possible alternatives should be selected (Dreyfus & Dreyfus, 1999, 108).

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Dicho de otro modo, mientras que el ajedrecista principiante trabaja con un árbol de decisiones interno y con una lista de consejos heurísticos para seguir (capturar el centro, comer piezas valiosas, etc.), el experto experimenta el tablero como un conjunto de riesgos, posibilidades, situaciones cómodas o incómodas, etc; el tablero le dice como jugar (por cierto, los escaques negros y blancos en el tablero – que son irrelevantes para el juego en un sentido formal – son de suma importancia para el experto, e irrelevantes para el principiante). Para el futbolista primerizo, la cancha es una nube confusa de jugadores; el experto ve el hueco por donde debe hacer el pase-gol. El aprendiz de samurai experimenta una cosa pesada e incómoda que debe ser manejada según ciertas reglas y procedimientos que parecen arbitrarios (como una cierta manera de agarrar el mango); para el experto, la espada ni siquiera existe: es una extensión de su propio cuerpo, con la que responde a situaciones que reconoce, y en las que está intensamente involucrado. Nótese que esta descripción de las habilidades cobija tanto habilidades que podrían llamarse mentales (como despejar ecuaciones o jugar ajedrez) como aquellas que podrían llamarse corporales (como manejar una espada o un balón de fútbol). De hecho, queremos plantear el gozo estético como una habilidad, luego habría que hablar también de habilidades emocionales.

Diremos pues que una habilidad es la capacidad de responder exitosamente a un conjunto de situaciones que, gracias a la experiencia involucrada, se presentan fenomenológicamente a quien es hábil como solicitando determinadas respuestas adecuadas. Un corolario de esta definición es que la persona hábil en una determinada habilidad experimenta un mundo diferente que quien no lo es (con respecto al epígrafe, para mí Venus

es sencillamente invisible durante el día). De este corolario se sigue otro: las habilidades transforman a las personas, son maneras de hacer y maneras de ser.

Origen de nuestras torpezas

En esta sección reseñamos algunas posibles causas de la curiosa y sesgadísima distribución de nuestras habilidades, que ayudará a clarificar lo que queremos decir al referirnos al hombre moderno como torpe o inhábil, y a demarcar la clase de habilidades que hemos descuidado y que nos faltan.

1. Nuestra concepción de la habilidad. Como ya hemos reseñado en la sección anterior, tendemos a concebir la habilidad como posesión de información. Por lo tanto, no concebimos ciertas habilidades como habilidades, ni las valoramos debidamente. Por ejemplo; disfrutar la música de Bach (al margen de saber leer partituras o poder tocar un instrumento) es una habilidad que hay que cultivar, pero normalmente la concebimos más bien como un gusto subjetivo y accidental: a ciertas personas les gusta Bach, a otras el reggaeton, y entre gustos no hay disgustos. Así mismo, la habilidad de disfrutar de un amanecer, o del silencio, o en general de estar contento consumiendo pocos recursos naturales y energía (en lugar de consumir varias hectáreas de cebada fermentada y tener el reggaeton a todo volumen para estar feliz) la vemos como una diferencia de caracteres, no de niveles de habilidad para gozar de la vida.

2. Imperialismo. La colonización Europea del resto del planeta estuvo acompañada de un discurso que justificaba la conquista por la inferioridad del colonizado y el deber de civilizarlo (vease, por ejemplo, Zavala, 1977, y sus reseñas

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de los debates españoles sobre si los indígenas tenían o no un alma). Es lógico, pues, que la cultura dominante minimice o aún satanice las habilidades de otras culturas. Davis (1985) nos habla del profundo e impresionante contacto con la divinidad que tienen los practicantes del vudú en Haití, y de cómo su danza y contacto con sus dioses fue y es visto como una patología por observadores y estudiosos externos (por cierto, EE.UU tardó varias décadas en reconocer a Haití como un estado independiente tras su separación de Francia, en parte porque la justificación de la esclavitud en EE.UU pasaba por aseverar que la raza negra era incapaz de gobernarse a sí misma). Así mismo, la capacidad poco europea de involucrarse e m o c i o n a l m e n t e con la naturaleza en lugar de cosificarla, no es vista como una habilidad sino como un error: “falacia patética” o “totemismo”.

3. Monocultivo de habilidades. A manera de hipótesis tentativa, postulamos que nuestra cultura tiende a preferir la excelencia en una o unas pocas habilidades que se consideran superiores por sobre cultivar una diversidad de habilidades. Esto nos dejaría con una gran experticia en unas cuantas habilidades (la tecnológica, la militar, la empresarial) a expensas de las otras; en lugar de un diverso ramillete de habilidades con qué responder a nuevas situaciones. De los antiguos griegos, que consideramos los padres de nuestra cultura, tomamos el logos impersonal y

atemporal, y nos olvidamos de la metis (la astucia situada, temporal y previsora, ver Detienne y Vernant, 1988); conservamos el discurso demostrativo y erístico y perdimos la riqueza del mito; conservamos el concepto de un cronos uniforme, y perdimos el del kairós, la capacidad de reconocer el momento justo, la oportunidad, por fuera del tiempo ordinario, en que es posible el cambio (ver Valencia, 2008).

4. La tecnología. Cuando las máquinas hacen las cosas por nosotros, no tenemos que cultivar la habilidad que han reemplazado. Con seguridad, y gracias a la tecnología

GPS, nunca renacerá la habilidad de seguir a Venus con la mirada, cuya pérdida lamenta Wade Davis en nuestro epígrafe. Pensamos, sonriendo, en los monjes eléctricos del autor de ciencia ficción Douglas Adams (1987), quienes, como las videograbadoras que miran por nosotros la tele que nos da pereza ver, creen por nosotros en los dioses que nos da pereza creer. Puede que el impacto de la tecnología se algo más profundo. Chuangtsé, quizás el segundo maestro más importante del Taoismo después de Laotsé,

cuenta el cuento de un anciano que recolecta agua de un pozo con mucho esfuerzo físico, y responde así a uno que le habla de una máquina que facilitaría su labor:

He oído decir a mi maestro que los que tienen aparatos ingeniosos son también ingeniosos en sus tratos, y los que son ingeniosos en sus tratos tienen astucia en el corazón, y los que tienen astucia en el corazón no pueden ser puros e incorruptos, y los que no son

la humanidad ha hipertrofiado algunas de sus habilidades,

dejando que el resto se atrofien. Por ejemplo, no ha cultivado la

habilidad de ver las conexiones

sistémicas entre los problemas

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puros e incorruptos tienen un espíritu que no descansa. Los que tienen un espíritu que no descansa no pueden viajar en los vehículos de Tao. No es que no conozca esas cosas. Pero me avergonzaría de usarlas.” (Chuangtsé, 1949, 614-615)

5. Relaciones de poder. Schuler (2001), retomando a Braverman, señala el interés que tienen los gerentes de empresa en conseguir que sus empleados pierdan habilidades, reduciendo su poder relativo; esto lo consiguen parcelando las labores, confiando sólo trabajos rutinarios a cada trabajador, esto es

The decomposition of broad workplace responsibilities by management into discrete constituent parts, which are then used to force workers to perform within circumscribed ranges. This process, often in the name of ‘efficiency’, dramatically lessens the scope and directionality of worker power. (Schuler, 2001, 7)

Ahora bien, Schuler postula que este proceso no solo ocurriría en el taller sino también, de manera análoga, en nuestras democracias. A través de relatos que piden de cada individuo que se preocupe por lo que le afecta individualmente en lugar de pensar en el mundo más amplio; a través de medios de comunicación que promueven la política del escándalo y, de ese modo, el cinismo y la no participación política; y a través de una cultura del consumo y la distracción en el tiempo libre, los ciudadanos estarían perdiendo sus habilidades cívicas para beneficio de una élite (Schuler, 2001, pp. 7-8).

Cinco habilidades para el siglo XXI

El numeral anterior pudo haber dejado la impresión de que este es un ensayo ludita, que aboga por alguna especie

de retorno a la pre-modernidad o, de manera más amplia, que está motivado por un resentimiento contra la civilización occidental. Cabe anotar que la actual crisis ambiental no podrá superarse sin el uso generalizado y creativo de tecnología avanzada. Sin el uso de tecnologías de punta para mantener en condiciones dignas a la población mundial, no será posible una retirada sostenible; Lovelock (2007), por ejemplo, sugiere el uso de la energía nuclear (que tiene sus peligros pero no produce gases de efecto invernadero) en un período de transición hacia una civilización con menor consumo de energía y menor población total.

Así pues, no sugerimos dejar de lado las habilidades que en la actual civilización hemos cultivado; sugerimos ampliar nuestro repertorio de habilidades. Consideramos, por un lado, que nuestra actual situación lo exige; y, por otro, que la meta de ampliar y cultivar nuestro repertorio de habilidades es consistente con la felicidad humana y el interés por el florecimiento de seres humanos y no humanos.

Csikszentmihalyi (1990), sostiene que la felicidad está estrechamente relacionada con lo que el llama flow, el estar inmerso en una tarea que requiere alta concentración y habilidad, de modo que el self se pierde en la actividad que realiza, y la realiza por las recompensas inmanentes a la misma, más que por recompensas externas que puedan acompañar al éxito. Piénsese, por ejemplo, en el gozo que trae el tenis de mesa cuando se practica con concentración, y el tiempo parece correr de manera distinta a la ordinaria. La consecución del flow requiere esfuerzo y compromiso, y parece reñir con la ideología dominante de nuestro tiempo, que concibe la felicidad en términos de recepción pasiva de experiencias por las que se ha pagado (Quizás el anciano de Chuangtsé se rehusaba a usar una máquina porque esta le robaría el fluir que conseguía con su trabajo).

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Hay que anotar que el flow sólo se consigue si hay una cierta proporción entre el reto que enfrentamos y nuestra habilidad. Si el reto es demasiado difícil, experimentamos ansiedad, y si es demasiado fácil, experimentamos aburrimiento. Teniendo en cuenta que nuestra habilidad crece cuando la practicamos, resulta que para conseguir el flow es necesario que los retos que enfrentemos sean cada vez mayores, o que nos desarrollemos en campos variados donde encontremos nuevos retos. Spinoza (1999) define la felicidad como un paso a una mayor perfección, como un aumento en el poder de obrar.

Arne Naess, filósofo y alpinista noruego, y admirador de Spinoza, construye su ecosofía postulando la auto-realización como meta última de su sistema normativo. No debe concebirse la auto-realización como la adquisición egoísta de bienes o poder: “Self realization is not a maximal realization of the coercive powers of the ego. The self (…) is something expansive (…)” (2008c, 132). La auto-realización implica una expansión del sí-mismo; a medida que se desarrollan las potencialidades de una persona (ver Naess, 2008b, 95), la persona encuentra que su campo de interés y sus vínculos emocionales van más allá de los límites de su propia piel. Ya hemos mencionado que el samurai pasa a concebir la espada como parte de sí mismo; también quien ama (es hábil amando) considera al ser querido como parte de sí mismo]; y quien despliega sus capacidades ayudando a una comunidad (adquiriendo así una felicidad mucho más intensa y profunda que la que se puede comprar) hace de dicha comunidad parte de su self. Finalmente, quien vive y goza intensamente de un lugar (de una montaña, de un humedal, de un río), defiende al río como a sí mismo:

What is now the practical importance of this conception of a wide and deep ecological self?

Opponents often argue that we defend nature in our rich, industrial society in order to secure beauty, recreation, sport, and other nonvital interests for ourselves. It makes us strong if, after honest reflection, we find that we feel threatened in our innermost self. If so, we more convincingly defend a vital interest, not only something out there. We are engaged in self-defense. (Naess, 2008b, 88).

Así pues, de la autorrealización se desprende, en último término, la defensa de la autorrealización y el florecimiento de todo lo demás: “The mature human individual, with a broadened self, acknowledges a right to self-realization that is universal. Consequently, he or she seeks a social order, or rather a biospheric order, that maximizes the potential for self-realization of all kinds of beings” (Naess, 2008c, 132).

El cultivo de habilidades que sugerimos no sólo es necesario para enfrentar las actuales crisis, sino que constituye la autorrealización que, sugerimos, requiere la felicidad humana profunda y duradera. A continuación sugerimos cinco habilidades de particular importancia para nuestro presente, aclarando que no se trata de una lista exhaustiva; al contrario, es una invitación a encontrar y cultivar otras habilidades pertinentes para nuestro momento histórico; mientras más mejor.

Sabiduría

¿Qué entendemos por sabiduría? Para decirlo en pocas palabras, recurrimos a Laotsé:

(…)Tememos, porque tenemos un yoCuando no consideramos a ese yo como yo,¿Qué debemos temer?Por lo tanto, al que valora al mundo como a su yo,

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Puede entonces encomendársele el gobierno del mundoY a aquel que ame al mundo como a su yoPuede confiársele el mundo a su cuidado.(Tao Teh Ching, I. XIII)

Tendemos a separar nuestro yo del sistema más amplio del que hace parte, y por el que es constituido; y para cumplir las metas de este yo, pensamos en términos lineales, de metas y fines, mientras que el sistema más amplio al que pertenecemos no es lineal sino sistémico. En efecto, la novedad evolutiva que es el propósito consciente colorea nuestro pensamiento y nuestra percepción, resaltando metas y fines y ocultando consecuencias sistémicas y efectos secundarios:

El argumento del propósito tiende a revestir la siguiente forma: “D es deseable, B lleva a C; C lleva a D; entonces D puede lograrse pasando por B y C”. Pero si la mente total y el mundo externo no tienen, en general, esta estructura lineal, entonces, al imponerles por la fuerza esta estructura, nos cegamos a las circularidades cibernéticas del yo y del mundo externo. Nuestra selección consciente de datos no pondrá de manifiesto circuitos íntegros, sino sólo arcos de circuitos, extraídos de su matriz por medio de nuestra atención selectiva. Específicamente, es posible que el intento de llevar a cabo un cambio en alguna variable dada , situada en el yo o en el ambiente, se efectúe sin comprender la red homeostática que rodea a esa variable (….) Puede ser esencial para la sabiduría corregir de algún modo la estrecha concepción teleológica.” (Bateson, 1991c, 476)

Así, por ejemplo, para conseguir más peces hacemos estallar dinamita en el río, dañando no sólo la fuente de peces sino de toda una serie de variables

importantes para la superviviencia humana. Los sistemas en los que vivimos tienen múltiples bucles de retroalimentación positiva y negativa que, si se alteran, pueden llevar a círculos viciosos y cambios exponenciales (por ejemplo, extinguir un depredador que controla la población de otra especie; sin ese bucle de retroalimentación negativa, la especie se convierte en una plaga): “Considero sabiduría el conocimiento del sistema interactivo más amplio, ese sistema que, si se le perturba, puede generar curvas exponenciales de cambio” (Bateson, 1991b, 464)

Reconocernos como parte de un todo más amplio (y se trata de una habilidad, del cultivo de una manera de ver) es hacernos humildes:

Durante el período de la revolución industrial, el desastre más serio fue quizás el incremento enorme de arrogancia científica (…) el hombre occidental se vio a sí mismo como un autócrata con poder absoluto sobre un universo que estaba hecho de física y de química.(…)Pero esa arrogante filosofía está ahora obsoleta, y en su lugar alboreó el descubrimiento de que el hombre es sólo una parte de sistemas más amplios, y que la parte nunca puede controlar el todo. (Bateson, 1991b, 468).

¿Qué significa obrar como una parte de un sistema, en lugar de obrar como un ente contrapuesto al sistema? Entre otras cosas, significa cambiar el hábito que tiene el hombre de cambiar su ambiente en vez de cambiarse a sí mismo” (Bateson, 1991c, 476). Por ejemplo, Arne Naess habla de su técnica para conservarse caliente en su cabaña rústica en las montañas del norte de Noruega. “(…) engage in some strenous excercise. Five minutes of vigorous mucsuclar movement is enough to heat the human body. A person occupies less than 1 percent of the volume of the

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room. Why heat more than 99 percent just to heat that little volume?” (Naess, 2008a, 56).

Gozo

Una de las tareas que me tocaron cuando estuve de guardaparque en la Isla de Gorgona (un lugar con muchísimas especies endémicas, marítimas y terrestres; con lunas enormes y amarillas; ballenas, delfines y toda la riqueza biológica y humana, visual, auditiva, y olfactiva del pacífico colombiano), fue escoltar hacia su cabaña a un turista que estaba completamente borracho. ¡An-estesiándose entre tanta belleza estética! Desde el punto de vista de este ensayo, hemos de ver esto como una muestra de torpeza, una falta de habilidad para gozar del mundo natural.

Para hablar del gozo, vale la pena retomar la distinción que hace Spinoza entre la felicidad generalizada y el placer, que afecta sólo a una parte de la persona (Naess, 2008c); la felicidad profunda es una que afecta al sistema completo, y no se parece a las adicciones y obsesiones que benefician una parte del sistema a expensas del resto. Como los sistemas biológicos exitosos, la felicidad de la auto-realización es una que busca optimizar todas las variables (reconociendo que se relacionan entre sí de forma sistémica), en lugar de maximizar alguna:

(…) los sistemas biológicos distintos de los que asumen como premisas ideas occidentales (y especialmente la del dinero) tienen propósitos múltiples. En el bosque de pinos gigantes no existe una variable

aislada de la que podamos decir que todo el sistema está orientado a maximizarla y que todas las otras variables son subsidiarias de ella; y, efectivamente, el bosque trabaja para lograr lo óptimo y no lo máximo. Sus necesidades son saciables y un exceso de cualquier cosa resulta tóxico (Bateson, 1991a, 365)

Esta clase de felicidad, en efecto, requiere de menos recursos y energía que otra de tipo más obsesiva. Uno de los

principios de la ecosofía de Naess se resume así: simple en medios, rico en fines. Es decir, ser trata de vivir una vida rica y variada, utilizando pocos recursos. Esto se consigue, por ejemplo, cultivando la capacidad de asombro ante fenómenos naturales tales como las luces de la tarde o el amanecer, o la manera en que un cubo de azucar se moja hacia arriba cuando roza una taza de café. En la educación hay que: “(…) assist youth in the warm appreciation and understanding of basic natural processes (…) Those who are offered

the opportunity for such experiences are changed, their life quality enhanced. They can live with less dependence on what there is not enough of for all.” (Naess, 2008a, 63). Aprender de la naturaleza produce este tipo de gozo, siempre y cuando se haga desde el punto de vista del participante, no del observador (Naess, 2008d, 137); esto es, desechando la mirada fría y objetivante que hemos aprendido a exaltar.

Bateson (1991a, 1993a, 1993b), sugiere que la capacidad de apreciación estética de la naturaleza tiene que ver con la sabiduría que mencionamos

Reconocernos como parte de un todo más amplio (y se trata de una

habilidad, del cultivo de una

manera de ver) es hacernos humildes

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en el numeral anterior: “La belleza de los bosques por los cuales camino es mi reconocimiento de cada árbol, individual y de la ecología total de los bosques como sistemas. Un reconocimiento estético análogo se produce de una manera más llamativa cuando hablo con una persona” (Bateson, 1991a, 362). Nótese que ni el bosque ni la persona mostrarán belleza si les tratamos de manera objetivante: un bosque sólo puede ser bello en cuanto bosque, no en cuanto, p.ej, lote-donde-poner-un-conjunto-residencial, o mil-toneladas-al-año-de-madera-utilizable. Se contempla belleza en un sistema cuando se le ve como una totalidad, no con una mirada parcial o utilitaria: una persona es bella como persona, no como mesero-que-debe-traerme-comida, o persona-que-quiero-que-me-preste-plata.

El cultivo del gozo estético de la naturaleza, así como de la capacidad de reconocer mis vínculos con otros sistemas, tiene como meta, en la ecosofía, el promover el cuidado espontáneo de esos otros sistemas que aprecio estéticamente, y que reconozco como constituyéndome. Así pues, la ecosofía no busca la acción moral por respeto al deber, sino la acción moral espontánea producto del desarrollo de la personalidad. Kant, en su juventud, llamó a esto “acción hermosa”; acción hecha de acuerdo al deber pero no por deber sino por inclinación, acción que fluye sin trabas ni conflicto interno a partir de una personalidad que ama lo que defiende (Naess, 2008b, 2008d).

Hacer historia

Como mencionamos anteriormente, nuestras habilidades, y por tanto, nuestras prácticas, determinan el mundo que experimentamos. Las cosas se nos aparecen (pre-reflexivamente) de la manera en que se nos aparecen, debido a que hacen parte de un mundo constituido por prácticas, que también

determinan nuestra identidad (Spinosa, Dreyfus & Flores, 1997). Para mi hija, una correa es algo que sostiene pantalones; para mí, a su edad, el olor del cuero estaba pre-reflexivamente asociado al castigo y la autoridad paterna. Ya no le pegamos a los niños, por lo menos en el submundo familiar que comparto con mi hija, y los cinturones se aparecen como cosas diferentes. Cuando se cambian las prácticas, el mundo se transforma. Esto es lo que Spinosa, Dreyfus & Flores (1997) llaman hacer historia, y es, sin duda, una habilidad indispensable para el siglo XXI.

Cuando la acción política es exitosa haciendo historia, consigue algo más profundo que la legislación o la ejecución de proyectos: más que esta o aquella ley, el movimiento feminista ha conseguido que las mujeres sean vistas de manera diferente. Las mujeres que aparecen en las películas de los años cincuenta nos parecen algo de una época anterior, reliquias; ya no percibimos como raro que una mujer sea médica o abogada. Contrástese este movimiento con el que consiguió hacer ilegal el alcohol en Estados Unidos: la ley lo prohibía, pero en el mundo de la mayoría de los estadounidenses el alcohol no tenía nada de malo, y la prohibición fracasó. El movimiento abstemio no consiguió que el alcohol fuera visto como ellos lo veían, como una puerta al vicio y al crimen, sino que siguió siendo, a los ojos pre-reflexivos de la mayoría de los estadounidenses, un vehículo de celebración, relajación, e integración social.

En política ambiental, podemos citar el caso de Chico Mendes (Spinosa, Dreyfus & Flores, 1997, 109 y ss) quien logró hacer que los problemas de degradación ambiental se vieran también como problemas de justicia social, y los problemas de justicia social como problemas de degradación ambiental. Anteriormente, la izquierda tradicional veía el ambientalismo como una preocupación superficial y

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burguesa, y los ambientalistas pensaban que luchaban en pro de la naturaleza despoblada y virgen, no a favor de seres humanos. ¿En qué consistió el logro de Mendes? En la apropiación cruzada de prácticas de diversos grupos, exportando prácticas de acción de un ámbito a otro, llevando el ambientalismo a los sindicalistas y el sindicalismo a los ambientalistas. De manera análoga, las feministas se apropiaron de prácticas, por ejemplo, del mundo masculino de los negocios, ampliando así su ámbito de acción y cambiando sus identidades.

¿Cómo se hace historia? Lo primero es darse cuenta de alguna incongruencia en la manera usual de hacer las cosas, ser conciente y procurar asir una incomodidad con nuestro obrar cotidiano. Viviendo de manera involucrada, más que llevando a cabo un análisis distanciado, es que se hace patente la incongruencia, que se transforma a través de la práctica (Spinosa, Dreyfus & Flores, 1997, p. 22). Este cambio se consigue logrando que otros vean las cosas como las veo yo, convenciéndolos de adoptar prácticas nuevas en ámbitos nuevos, o de recuperar prácticas perdidas, mostrando los beneficios y la mayor coherencia o expansividad del mundo al que les estoy invitando.

Es importante señalar que el primer paso (encontrar una incongruencia en mis prácticas) es difícil, como lo es el segundo. Normalmente, nosotros no nos damos cuenta de que el mundo que vivimos es un mundo histórico, creado por nuestras prácticas: estamos ocupados lidiando con las tareas que tenemos, y no nos vemos a nosotros mismos como agentes que obran de una manera determinada (Spinosa, Dreyfus & Flores, 1997, p. 18). Para captar una incongruencia en nuestras prácticas, necesitamos vivir con especial atención y presencia, para no dejar pasar, sencillamente, aquello que nos incomoda, sino

llegar a identificarlo. Las mujeres del movimiento feminista hubieran podido ignorar la incomodidad que sentían al verse con iguales potencialidades que los hombres y, no obstante, con menos oportunidades.

Hubieran podido seguir adelante en su manera usual de obrar, y achacar su incomodidad al mal genio; pero le pusieron atención a aquello que las incomodaba, e identificaron las prácticas y ámbitos de acción que tenían que transformar. Vieron el mundo de una manera diferente, y convencieron a otros de que lo vieran así también.

Para cultivar la habilidad de hacer historia, es importante que aprendamos a vernos como seres históricos, que comprendamos que una silla se nos aparece como un lugar donde hemos de sentarnos no porque es “obvio” o “sentido común” sino porque ese es el papel que las sillas ocupan en el mundo que constituyen nuestras prácticas (Spinosa, Dreyfus & Flores, 1997, p. 172). Ojalá que el próximo siglo muchas de las cosas que hoy son “obvias” y “de entido común” resulten tan anticuadas como lo son hoy las mujeres en las películas de los años cincuenta, o el uso de la correa como herramienta pedagógica.

Metaobservación

El cambio de prácticas aludido en el numeral anterior, así como en general la transformación de nosotros mismos que los tiempos requieren, necesita de una habilidad, si se quiere, de segundo orden. Por metaobservación entendemos la capacidad de hacer de nosotros mismos (de nuestra epistemología, mundo, prácticas) un objeto de reflexión, y, por ello, algo que se puede cambiar.

Le pido al lector que tenga paciencia conmigo y realice mentalmente el siguiente ejercicio matemático: un bus tiene siete personas al salir del terminal,

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luego deja cinco y recoge diez; en la siguiente parada se baja la mitad de los pasajeros y se suben ocho, y en la siguiente se bajan diez y se suben tres. ¿Cuántas paradas hizo el bus? Quizás usted estaba contando el número de pasajeros, no el número de paradas; había un sesgo en su observación que este pequeño ejercicio ha hecho consciente.

Debemos aprender a examinar cómo somos, cómo vemos, bajo qué supuestos (conscientes y sobre todo, inconscientes) obramos. La metaobservación es condición de posibilidad de la adquisición de las tres habilidades aludidas hasta ahora: la corrección de nuestros sesgos usuales

de percepción y pensamiento pasa por su identif icación; no podemos reconocer la riqueza sistémica de otro ente si no reconocemos que hasta ahora lo hemos visto de manera parcial y objetivante; y no se puede hacer historia, cambiar nuestro mundo pre-reflexivo, si no notamos su carácter histórico y configurado por prácticas;

si nuestro mundo es, para nosotros, meramente obvio.

Multiplicidad

Como ya hemos dicho, lo que sugerimos es ampliar nuestro repertorio de habilidades. No abogamos tanto por un cambio de epistemología como por tener más de una epistemología. No abogamos por la sabiduría a expensas de la tecnología y el análisis, sino

por una humanidad capaz de ambas cosas. Es importante aclarar que no abogamos, tampoco, por una síntesis entre oriente y occidente, ni entre holismo y reduccionismo. Abogamos, sencillamente, por ampliar la cantidad de formas en que somos capaces de obrar.

He aquí otra habilidad de segundo orden: la capacidad de transformarnos según lo exija la situación, el poder de resistir la tentación de absolutizar una epistemología, o una habilidad, o una manera de existir. Entendemos la autorrealización como el aumento en el poder de obrar espinozista, como el lograr ser más: ahora bien, los seres humanos somos más plenos cuando nos realizamos de múltiples maneras, cuando llegamos al estado de flow en múltiples actividades, cuando desarrollamos nuestras potencialidades de múltiples maneras y nos permitimos nacer de nuevo, vivir muchas vidas.

Educación para el siglo XXI

Si aceptamos que el cultivo de nuevas habilidades (al lado del acopio de nuevos conocimientos) es una meta importante para el siglo XXI, se abre ante nosotros un enorme proyecto educativo e investigativo. ¡Que entre el que quiera! Recibimos antropólogos: no miraremos con desprecio o curiosidad de coleccionista las habilidades que otras culturas tienen, de conocer, apreciar y aprovechar su entorno; sino que nos acercaremos como aprendices. Recibimos filósofos: sin duda hay que refinar nuestras ideas respecto al conocimiento, la epistemología y lo que quiere decir aprender una habilidad. Recibimos literatos: la literatura permite tener experiencias (así sea vicarias) en el salón de clase, y a través de ella podemos acercarnos a múltiples maneras de ser. De hecho, recibimos a personas de todas las profesiones: el estilo con que actúa nuestra civilización permea todas nuestras profesiones, y

es de infinita importancia

recalcar que la meta de este proyecto es

producir personas disímiles, no similares, a

quienes los educan

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en todas es posible la metaobservación y el cambio hacia maneras de ser más acordes con lo que los tiempos nos exigen.

Enseñar habilidades promete ser más divertido que enseñar conocimientos: la adquisición de una habilidad es, en sí misma, una recompensa (mientras que la tabla periódica sólo se aprende por la recompensa externa que es la nota). Docente y estudiante participan juntos en la adquisición de habilidades, pues, a diferencia de un pedazo de conocimiento (Irlanda: Dublín; Inglaterra: Londres; Portugal: Lisboa, España: Madrid, etc, etc, etc,) las habilidades nunca se terminan de adquirir; luego el docente crece y se hace más al tiempo que ayuda al estudiante a crecer y hacerse más.

Una anotación final: es de infinita importancia recalcar que la meta de este proyecto es producir personas disímiles, no similares, a quienes los educan. Si los profesores siguen produciendo copias de sí mismos (estudiantes que saben lo que sabe el profesor) entonces la humanidad no habrá aumentado su repertorio de habilidades, será el mismo hombre con un solo brazo hipertrofiado. Nótese que lo que miden las pruebas de estado estandarizadas (ICFES, ECAES) es básicamente la similitud del estudiante con respecto a un estándar preconcebido. Recibimos educadores: hay que inventar una forma de educar que produzca personas diferentes a nosotros, no iguales; recibimos ideas para estimular la creatividad en el aula, para diseñar currículos capaces de transformarse a sí mismos; y recibimos ideas para crear sistemas de evaluación nuevos, que en lugar de premiar solamente la igualdad, premien también la diferencia.

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BIBLIOGRAFÍA

NOTAS

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Educación socioambiental en el contexto latinoamericano a comienzos del nuevo siglo: obstáculos y perspectivas epistemológicas y políticasDimas Floriani

Resumen: La identificación de ‘obstáculos’ para la implementación de políticas de ‘Educación Ambiental’ obedece a distintas lógicas y actitudes: concepciones filosóficas, epistemológicas, educacionales, políticas, económicas, tecnológicas, culturales, para nombrar aquellas más visibles. Una cartografía de estos múltiples elementos que configuran el campo socioambiental es de fundamental importancia. ¿Cómo articular proyectos democráticos de construcción de la ciudadanía, en la perspectiva de la educación socioambiental, en contextos de las sociedades latinoamericanas, recién emergentes de procesos democráticos todavía inestables? Por último, es legítimo preguntarse si es posible hacer un balance de las experiencias de educación socio ambiental en redes, y si estas contribuyen para el fortalecimiento de la EA, en distintos niveles espaciales y culturales, hacia la constitución de una identidad o de identidades latinoamericanas plurales.Palabras clave: obstáculos políticos y epistemológicos – educación ambiental – redes socioambientales en América Latina

Educação sócio-ambiental no contexto latino-americano no início do novo século: entraves e perspectivas epistemológicas e políticas

Resumo: A identificação de ‘obstáculos’ na implementação de políticas de ‘Educação Ambiental’ obedece a diferentes lógicas e atitudes: concepções filosóficas, epistemológicas, educacionais, políticas, econômicas, tecnológicas, culturais, para citar as mais evidentes. É de fundamental importância o desenho de uma cartografia com esses múltiplos elementos do campo socioambiental. Como articular projetos democráticos de construção da cidadania, na perspectiva da educação socioambiental, em contextos sociais latino-americanos, que emergem de processos democráticos instáveis? Finalmente, é legítimo indagar sobre a possibilidade de um balanço das experiências de educação socioambiental em redes e se estas contribuem para o fortalecimento da EA, em diversos níveis espaciais e culturais, na direção da constituição de uma identidade ou de identidades latino-americanas plurais.Palavras-chave: obstáculos políticos e epistemológicos – educação ambiental – redes socioambientais na América Latina

Socioenvironmental education in the latinamerican context at the begining of the new century: obstacles and epistemological and political perspectives

Abstract: Our civilization has developed certain skills spectacularlly, but has disreThe identification of ‘obstacles’ to implement policies of ‘Environmental Education’ is due to different logics and attitudes: philosophical, epistemological, educational, political, economic, technological and cultural, to name those most visible. Mapping these multiple elements that constitute the field, is one of the most important tasks. How do articulate projects to build democratic citizenship, in the perspective of socio-environmental education, in contexts of Latin American societies, newly emerging democratic processes still unstable? Finally, the question remains whether it is possible to make a balance of the experiences of socio-environmental education networks, and whether they contribute to the strengthening of the EA, at different spatial and cultural levels, in the perspective of shapping an identity or plural Latin American identities.Keywords: political and epistemological obstacles - environmental education - socio-environmental networks in Latin America

Recibido: 23.09.2009Aceptado: 15.11.2009

art

ícu

los

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Obstáculos para la implementación de políticas de Educación Ambiental

La identificación de estos obstáculos obedece a distintas lógicas y actitudes: concepciones filosóficas, epistemológicas, educacionales, políticas, económicas, tecnológicas, culturales, para nombrar las más visibles.

Una cartografía de estos múltiples elementos que configuran el campo socioambiental es de fundamental importancia. Es necesario tener presentes las confrontaciones entre los siguientes puntos, antes indicados y que conviene profundizar en cada uno de sus principales elementos involucrados:

1. Concepciones filosóficas sobre los sentidos de la naturaleza (medio ambiente) y de la sociedad (desarrollo sustentable/sostenible). La naturaleza como externalidad o como procesos materiales, físicos, o aún como concepciones culturales de apropiación y de transformación.

2. Concepciones epistemológicas: condiciones de producción, apropiación y usos del conocimiento científico y demás tipos de conocimientos (estéticos, religiosos, práctico-culturales, etc.) en la perspectiva de la producción de alternatividades epistémicas.

Es ineludible la tensión weberiana entre la razón y la emoción, es decir entre el carácter objetivo del conocimiento y las bases subjetivas de la creencia en la verdad que sostiene a aquel conocimiento. Una vez que esta contradicción es insuperable, hay que saber operar dentro de ciertos criterios de ‘objetividad’, según los

Educación socioambiental

en el contexto latinoamericano a

comienzos del nuevo siglo: obstáculos

y perspectivas epistemológicas y

políticas*Dimas Floriani**

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cánones aceptados por una comunidad de investigadores que validarán o no los resultados presentados de manera pertinente y de acuerdo a los criterios de cientificidad dominantes.

Los espacios de producción del conocimiento son establecidos al interior del círculo de los saberes constituidos por el campo científico, cuyas reglas son instituidas bajo distintas formas jerárquicas de poder. Pero es en estos espacios que ocurren las disputas por nuevos sentidos; hay intentos por parte de los aspirantes a nuevas legitimaciones de teorías y de reconocimiento de parte de sus pares. Este proceso de búsqueda de nuevos contenidos, en pos de la definición de otro sentido, para el investigador, que extiende la percepción para quién está involucrado en esa búsqueda, confiriéndole reconocimiento de validez objetiva.

Establecer mejor los nexos entre las condiciones de producción teórica del conocimiento científico y las condiciones de acceso al mismo, significa reconocer el doble carácter de este juego, una vez que ambos procesos refuerzan y condicionan, cada uno a su manera, las formas de apropiación material del mundo y de sus distintas mentalizaciones. La ciencia moderna es interdependiente no sólo de las condiciones teórico-metodológicas acerca de los distintos objetos del mundo, pero lo es igualmente de las condiciones generales y específicas del contexto social de donde sobresale.

La ciencia es a la vez causa y efecto del sistema de producción y de apropiación del mundo, al interior del sistema cultural que la genera y que es generado parcialmente por ella. La teoría de la reflexividad plantea una cierta circularidad que puede ser viciosa o virtuosa, según se la considere, acerca de la producción social de eventos y de la manera como estos actúan sobre quiénes los producen; según el principio

de la reflexividad, ocurre que las prácticas sociales son constantemente examinadas y reformadas según la información renovada acerca de esas prácticas mismas, lo que produciría cambios constitutivos en sus características esenciales (Giddens et alii, 1997).

Creemos que es posible plantearse con mayor propiedad los sentidos de los eventos científicos para la sociedad, partiendo en dirección a la búsqueda del significado de la definición de ciencia. Plantear esta pregunta a la ciencia misma es una de las tareas más difíciles, pues de acuerdo con Morin (1984), este planteo genera conocimiento y a la vez su auto-conocimiento.

Morin aconseja así problematizar la categoría de la razón, una vez que la razón ni siempre es racional pero en ella convive lo irracional también. Como consecuencia de esta denuncia, las ideas de razón y de verdad deben ser siempre resignificadas, pues la razón no es algo estático y cerrado, vuelta una cosa en sí misma; las construcciones operatorias de la razón siguen los cambios de paradigmas; la razón es biodegradable por el hecho de ser (o deber ser) viva. La receta es entonces encontrar medios para que el uso de la razón pueda convivir con el azar, el desorden y lo singular. Así, al presentarse como proceso, es decir, razón abierta, se trata de entenderla como racionalidad crítica, combinando en su observación y juicio dimensiones irracionales, no-racionales y supra-racionales.

La ciencia es a la vez condicionada por factores internos (sistemas teóricos, lógicos y metodológicos) y por variables extra-científicas (culturales e históricas). Una pregunta importante es cómo desarrollar mecanismos sociales y políticos que reconozcan la importancia de la producción social del conocimiento ( y aquí se incluyen el papel de los media, pero también la función de “tribunales” sociales), es

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decir, instancias democráticas y abiertas en las cuales se pueden explicitar a la vez, sea las zonas de disenso – espacios institucionales de disputas de sentidos sobre la emergencia de fenómenos nuevos que amenazan la seguridad, la salud, es decir, las condiciones de vida de las personas y de los grupos sociales – sea las zonas de consenso institucionalizadas.

Otra pregunta que debe ser planteada a ese respecto se dirige al papel que la ciencia debe jugar dentro de un nuevo contexto, es decir, en qué medida es posible volver más transparentes los procesos de producción del conocimiento científico, no sólo en su dimensión epistemológica, es decir, de los procesos cognitivos, filosóficos y metodológicos de su producción, sino también y en igual medida en los mecanismos de institucionalización, de difusión y de control social de sus resultados. Habría que plantearse si una de las condiciones para lograr una nueva ampliación del proceso social de control de los procesos científicos tendría que pasar por fuertes mecanismos éticos y jurídicos, para mantener visible y de forma permanente, lo que emerge como primera reacción (miedo al desconocido) pero que después son internalizadas por los grandes intereses corporativos (de empresas y corporaciones científicas). ¿Cómo legislar, por ejemplo, a nivel internacional, los programas de clonaje y de experiencias de modificaciones genéticas en gran escala? ¿Cómo admitir o prohibir investigaciones sobre enfermedades erradicadas pero reavivadas en laboratorio, en nombre del progreso de la ciencia (como es el caso del virus de la influenza o gripe española recientemente reavivado)?

Las distintas reacciones (en favor o en contra) sobre prohibir o liberar experiencias con investigación científica pueden chocar con antagonismos de principios legitimados por sistemas de creencias que fundamentan sus respectivos criterios de verdad. Por un

lado, vedar los progresos de la ciencia sería indefendible según los criterios modernos de libertad de pensamiento. En general, los procesos de racionalización favorables a la inclusión de nuevos temas en la investigación científica y a la utilización de sus resultados para el mercado responden a los argumentos filosóficos e ideológicos en nombre de las ventajas del progreso y del bienestar. Los argumentos posibles en contra de estos progresos, sin embargo, se basan igualmente en principios que actúan en nombre de una defensa anticipada al peligro amenazante frente a lo desconocido.

La ciencia es también política

Para Isabelle Stengers (2008) la ciencia propende a eliminar el conflicto que la opone a lo real en nombre de una política de la ley y del orden. El científico moderno es alguien que tambalea entre su interés de mantenerse libre, como creador de “novedades”, pero se vuelve a la vez, para todos los efectos, guardián del orden constituido.

El problema es la manera de como los científicos miran los fenómenos, la forma por la cual la ciencia declara un hecho más “real” que otro, el método por el cual una práctica es definida como “científica” con respecto a otra práctica considerada “no-científica”. Es en este sentido que la representación de un fenómeno científico es una creación política. Y este invento puede interesar y volverse interesante en la medida que no se plantea un horizonte donde sea necesario garantizar un orden y una jerarquía entre la realidad imaginada, entre lo que es y lo que debería ser.

El tema del sentido de la palabra “política” aplicada a la ciencia es del orden de la autoridad: ¿quién tiene el derecho de decir algo de algo? Además, uno de los problemas del poder de los saberes científicos es la contestación referida a los saberes científicos

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“inferiores” a quienes les es negada la posibilidad de probar la veracidad de los fenómenos con los cuales se ocupan. Un ejemplo de magnitud hoy día que reporta esta cuestión es el debate entre la agronomía considerada como científica y hegemónica, es decir, la ciencia convencional frente a los saberes vernaculares de los productores agroecológicos.

A su vez, la intervención social del científico lo obliga a utilizarse de un arte de tipo farmacéutico (pharmacon, que produce mezcla, dosis) y que obliga a encontrar una relación entre prácticas científicas y prácticas no científicas. Este arte enseña que las cosas no ocurren nunca de manera buena o mala, racional o irracional. Para ejemplificar esta estrategia de intervención, Stengers nombra dos conductas: la primera, vivida como experiencia en Holanda y Francia cuando trabajó con asociaciones de auto-ayuda de dependientes químicos. Allí se encontró con un hecho que ameritó inversión sea en la política sea en los saberes científicos; es decir, no es posible pensar su papel en sociedad sin plantearse el problema democrático como proritario: la producción activa de saberes de parte de colectivos que se esmeran políticamente desde su situación misma. El segundo caso tomado por Stengers trata de experiencias de recombinación genética en la Universidad de Harvard hace un par de años. El alcalde puso a los habitantes en guardia y los científicos tuvieron que aceptar negociar con un grupo de ciudadanos elegidos por sus pares en la formación del “Cambridge Experimentation Review Board”. En contraposición a los temores expresados por la mayoría de los especialistas frente a la intromisión de estos “incapaces”,

el grupo realmente se impuso como interlocutor activo y como testigo ante los científicos.

Pero no hay que rendirse a los obstáculos. Más allá de buscar imponer modelos cerrados para los sistemas de conocimiento, el siglo XXI nos señala desde ya un inmenso viraje anclado en nuevas asociaciones para la búsqueda de respuestas más compatibles con los retos de la complejidad del hacer, del pensar y del vivir. Las regiones de frontera entre las ciencias de la vida, de la naturaleza y de la sociedad propenden a ocupar nuevas zonas del conocimiento, restituyendo a los

sistemas de representación otras modalidades de producción del conocimiento. Las disciplinas de educación socioambiental que interactúan con este sistema también empezaron a promover nuevas asociaciones, cuyos resultados todavía inciertos vienen cargados de potenciales compromisos. Nuevas articulaciones con estos nuevos sistemas de conocimiento motivarán a la constitución de metodologías de trabajo intelectual, franqueando así nuevos caminos hacia

la intervención social. Teoría y praxis encontrarán aquí nuevos cauces hacia la creatividad.

Pero el mundo humano y de los humanos no está hecho sólo de ideas y de palabras, sino también de acciones [7]; acción social que emerge de los sistemas de ideas, sostenidas o negadas por aquella. Uno de los obstáculos a ser transpuesto para la educación socioambiental es rehacer el camino de la disyunción acometida por las prácticas y las lógicas del crecimiento económico con las demás dimensiones

Una pregunta importante es

cómo desarrollar mecanismos

sociales y políticos que reconozcan la importancia de la producción social del conocimiento

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de la sustentabilidad de las sociedades humanas y de los sistemas naturales que las involucran constitutivamente. Los sistemas de pensamiento y de acción hegemónicos nos han impuesto la razón metonímica, por donde medra la parte económica sobre el conjunto de las formas de vida, de producción y de consumo. Hay que hacer manifiestas y transparentar las demás dimensiones sofocadas de la sustentabilidad, mezclando lo material con lo inmaterial, lo cuantitativo con lo cualitativo, la cultura con las prácticas productivas, por donde se compondrán formas abiertas y creativas de articulaciones entre lo social, lo económico, lo ecológico, lo espacial y lo cultural; y por donde pueda emerger una nueva concepción de sujeto-actor, capaz de dialogar con los eventos y las estructuras.

Es necesario encauzar la producción social del conocimiento a través de una trayectoria histórica. Así como los sistemas de pensamiento y de conocimiento, sean científicos o no científicos constituyen capítulos de la cultura, de la política y de la tecnología; son la infratextura de la infra-estructura, según Morin; emergen como mediación entre actividad humana y naturaleza, generando prácticas materiales y simbólicas.

Si las tecnociencias traducen los mecanismos de los sistemas de conocimiento y de apropiación/transformación de las formas de vida en el contexto de la sociedad productivista de mercado, son a la vez objeto de disensos, sea al interior de las comunidades científicas, como de los demás actores sociales y si exige y propende a desarrollar confianza, es tema de contestación y desconfianza. En este contexto de resignificación de los sistemas de conocimiento, de sus prácticas y usos sociales, se interponen otros saberes, culturalmente arraigados y dejados de lado, como inferiores y desclasados.

De los contextos de resignificación, emergen confrontaciones culturales y políticas, filosóficas entre el paradigma dominante y los demás emergentes, lo que puede generar diálogos fecundos entre saberes o simplemente rechazos de saberes distintos de parte de los hegemónicos, o desconocimiento de los subordinados (intencionalmente o no) sobre estos últimos. Esta confrontación es de naturaleza “civilizatoria”, una vez que están en juego alternativas científicas, tecnológicas, de valores y culturales, de distintos matices y sentidos.

La emergencia de nuevas racionalidades cognitivas y epistemológicas ocurren en contextos fuertemente enmarcados por las asimetrías de poder en la producción global de la ciencia, lo que genera una injusticia cognitiva global, apoyada en la jerarquía entre ciencia moderna y conocimientos locales o tradicionales, traduciendo la jerarquía entre el Norte y el Sur, entre desarrollados y subdesarrollados.

El escenario es por lo tanto transnacional. Los espacios sociales ya no deben ser restringidos a los estados nacionales o a instituciones únicamente privadas, sino también a instancias reguladoras internacionales, capaces de legislar sobre los grandes problemas regionales y globales, en el dominio del riesgo y de las catástrofes tanto naturales como sociales, y aquí se borran las fronteras entre lo natural y lo social.

Articulación de proyectos democráticos y de construcción de la ciudadanía

Algunas teorías políticas y sociológicas en Latinoamérica crearon una expectativa ideológica de que la modernización (léase industrialización y urbanización con la consecuente distribución de los ingresos) de las sociedades conllevarían al desarrollo de valores e instituciones democráticas en

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el continente. Los hechos han refutado aquellas previsiones y con las sucesivas crisis de las décadas de la posguerra, se abrieron profundas hendiduras entre los proyectos de desarrollo económico y de las instituciones políticas.

A su vez, pasados los años de plomo y de represión política y social en Latinoamérica, por donde se impusieron cambios estructurales en el orden económico, político y social en contra de las demandas y expectativas de amplios sectores sociales, en especial de los más marginados socialmente, una vez más se creyó que las instituciones políticas emergentes de los viejos compromisos oligárquicos de las elites políticas serían capaces de traducir los intereses y necesidades reprimidas históricamente. Las viejas instituciones como los partidos políticos y del Estado no han conseguido captar y traducir aquellas expectativas populares y han abierto un nuevo intervalo entre el sistema de representación política y las demandas de la sociedad civil. En algunos países, sin embargo, este conflicto ha favorecido cambios importantes en los sistemas de representación política, con los nuevos gobiernos populares, sobretodo en aquellos países en que los sectores marginados eran o son blanco de discriminaciones históricas no sólo por razones de pobreza sino además étnicas y culturales.

Según encuestas recientes (Informe Latinobarómetro 2006), un 58% de los latinoamericanos considera que no puede haber democracia sin partidos políticos, pero solo el 22% confía en ellos. También solamente un promedio de 31% considera que las privatizaciones fueron provechosas.

En América Latina, los partidos se constituyeron históricamente en base a máquinas partidistas capaces de distribuir privadamente los beneficios públicos, por medio de acuerdos de compadrazgo y de clientelismo. La pregunta que queda todavía es si la

emergencia de nuevos actores sociales es capaz de generar formas institucionales de penetrar el Estado y por esta vía democratizarlo, y volverlo objeto de control ciudadano.

Las transformaciones recientes por que ha pasado la esfera pública en la mayor parte de los países latinoamericanos, coincidiendo con los ciclos de democratización y de reformas neoliberales son múltiples y ambivalentes. Con la globalización de los mercados y los proyectos de integración regionales un nuevo cuadro socio-político y económico se presenta con un marco histórico de crecimiento urbano no planificado y de restricciones en inversiones sociales, dictados por el ajuste estructural, generando agravamiento de la violencia urbana y rural, con la instrumentalización de las relaciones sociales urbanas por la red del crimen organizado.

Nuevas formas de articulación política emergen de este nuevo marco de las sociedades, ampliándose la necesidad de pensar otros mecanismos de funcionamiento de las redes de representación política por parte de sectores sociales no representados por las viejas estructuras sociales y políticas. Si los actores tradicionales, organizados en sindicatos, partidos, asociaciones de clase tienen todavía su importancia, ocurre una ampliación del modelo de concepción discursiva del espacio público en Latinoamérica, con la incorporación de nuevos actores públicos (New Publics), los grupos subalternos (Subaltern Groups) y la multiplicación de Públicos deliberativos o participativos.

En este conjunto de nuevos sujetos-actores que construyen o explicitan sus identidades silenciadas históricamente, hay una multiplicidad de nuevos actores urbanos y rurales, pueblos de floresta, nuevas subculturas y etnicidades que contrastan con imágenes de naciones homogéneamente mestizas. Grupos

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subalternos y movimientos sociales que sin embargo denuncian los límites del espacio público establecido y que reivindican sus derechos de participación. Las Madres de Plaza de Mayo, los sin tierra y sin techo, los sin empleo, los zapatistas, las organizaciones no gubernamentales, movimientos ambientalistas, organizaciones de mujeres y de grupos que reivindican sus derechos de libertad e identidad sexual y de género, son unos cuantos ejemplos de los contrapúblicos.

Dos son los principales obstáculos para rebasar los limites actuales que separan América Latina de la construcción de un proyecto democrático efectivamente maduro, según Fernando Calderón; primero: la política y los actores políticos no estarán en condiciones de resolver los problemas político-institucionales si no son capaces de encarar los problemas de la sociedad, particularmente aquellos referidos a la equidad y a la pobreza; segundo: el cómo construir opciones político-institucionales que resuelvan esos problemas. O, cómo – en un contexto de acelerada globalización – la política y las instituciones de la democracia procesarán los cambios que vienen experimentando las sociedades latinoamericanas.

Hay un conjunto de factores que todavía obran en contra de la consolidación democrática, algunos de orden coyuntural pero los demás de carácter estructural: 1. las situaciones de crisis y los riesgos político-institucionales; 2. los límites de los sistemas de representación e intermediación; 3. las demandas de más participación del Estado y de mayor control ciudadano; 4. los problemas de desigualdad y pobreza; 5. la frustración de expectativas en la población; 6. el débil liderazgo de las elites dirigentes (percepción de los problemas); 7. el aumento y fragmentación de los conflictos sociales.

El papel de la educación en el sentido más amplio, lo que incluye la educación

socioambiental, no podrá realizarse plenamente sin el rol de los medios de comunicación, lo que significa decir que los medios (televisión, radio, Internet) tendrán un relevante rol para la toma de conciencia de un par de cuestiones centrales para nuestras sociedades. La televisión es el medio de información más utilizado: en 2006, el 83% de los latinoamericanos vio las noticias en la televisión.

Este balance acerca de los obstáculos para la realización de un efectivo sistema democrático en Latinoamérica cuenta, empero, con algunos puntos positivos, es decir, que está surgiendo una nueva forma de ciudadanía y han aparecido nuevas formas de vinculación entre sociedad y Estado. Parece probable que haya una redistribución social del poder.

Es posible por lo tanto dibujar una agenda para la acción en materia de gobernabilidad democrática (Calderón, 2008):

1. Recuperar y fortalecer la ética política en función de la equidad y el respeto a las instituciones.

2. Vincular la renovación de la política con los cambios experimentados por la sociedad – nueva estructura social, nuevos mecanismos de reproducción intercultural, nuevos patrones de socialización, desarrollo de la sociedad-red, importancia estratégica de la migración y otros – y también con los nuevos problemas y desafíos de la globalización.

3. Proponer nuevas formas de representación y participación para recuperar la confianza en el sistema de partidos y en las instituciones de la democracia.

4. Aumentar la capacidad de acción del Estado.

5. Asociar los avances en el plano de la equidad con el fortalecimiento y la renovación de las instituciones de la democracia.

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6. Fortalecer las capacidades de ciudadanos hoy más autónomos y activos.

7. Aquilatar la importancia de los nuevos medios de comunicación en la configuración del espacio público.

Experiencias socioambientales en redes y fortalecimiento de la EA en distintos niveles espaciales y culturales: identidades latinoamericanas plurales.

Hay tres dimensiones que intervienen en la problemática socioambiental: por una parte los aspectos teórico-metodológicos y epistemológicos de los conocimientos científicos y no científicos conectados con la teoría y la práctica del ambientalismo, es decir, en territorios de frontera y en las intersecciones naturaleza-sociedad; el segundo punto atañe al tema de la relación política entre la esfera pública y las prácticas colectivas de la sociedad civil y su relación con el Estado, en la perspectiva de la construcción de una ciudadanía local, regional y mundial, fuertemente enmarcada y ajustada a los contenidos filosóficos y políticos del socioambientalismo; y por último, la dinámica de la historicidad de los contextos de construcción de estos nuevos marcos en los cuales se inscribe la educación socioambiental, con obstáculos, potencialidades y creatividades que la caracterizan como actividad humana, política y cultural.

El primer aspecto presentado en la primera parte del texto nos muestra que el debate intelectual y político acerca de los fundamentos de teorías y metodologías de estudios socioambientales se han amplificado sobremanera; sin embargo, ello no significa que se trata de grandes acuerdos consensuados por las comunidades de científicos o de movimientos socioambientales; se trata más bien de la explicitación de conflictos y de esferas de disputas simbólicas y materiales, de

apropiación y de resignificaciones de sentidos sobre la naturaleza, desarrollo, presente y futuro de nuestras sociedades y de estrategias de conservación, preservación y metamorfosis de la vida, en el sentido social, natural y cultural.

Por una parte, la ampliación del abanico de estudios sobre temas en distintos padrones y dimensiones (micro, meso y macro) es un hecho inobjetable y que las distintas ciencias cuentan hoy día con investigadores y usuarios de sus resultados (gobiernos, organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales, universidades, movimientos sociales...); de otra parte, ocurre una división temática del trabajo intelectual, traducida en incontables publicaciones electrónicas o no, constitución de colectivos de investigación institucionales e interinstitucionales, en distintas escalas.

La circulación de ideas, el realce para una cierta mayor independencia en términos de la disensión epistemológica (al fin de cuentas, lo que es “ciencia”: ¿por qué y para qué y cómo ella es construida?), los debates en encuentros, seminarios, congresos entre grupos e intra-grupos, la invasión de fronteras epistémicas por los diversos y múltiples objetos de estudios compartidos, de difícil monopolio entre especialistas; todos esos fenómenos contribuyen a politizar la producción social del conocimiento académico-científico y social en sentido amplio de esa producción. Las comunidades de investigadores y de sujetos-actores forman grupos de presión y se posicionan frente a las agencias oficiales de fomento a la investigación, modificando los antiguos sistemas de gestión de la ciencia, desde siempre corporativos, cerrados y verticalizados (Apel, 1993).

La novedad es que las barreras y fronteras entre conocimientos especializados, académicos y culturales se vienen derrumbando y es más adecuado hoy día considerarlos como transfronterizos,

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con importantes consecuencias para las prácticas sociales y culturales.

Persisten todavía obstáculos para la construcción democrática de nuestras sociedades; hemos apuntado algunos de ellos en la segunda parte de nuestra ponencia; pero la historia en la cual ocurre la emergencia de nuevas concepciones y prácticas alternativas en la relación sociedad-naturaleza por parte de sectores sociales cada vez más amplios, apuntan hacia alterar los viejos y disfuncionales sistemas de organización política de nuestras sociedades, abriendo espacios a lo nuevo, ensanchando así los espacios de participación y deliberación política de sectores marginados históricamente, silenciados y oprimidos secularmente en términos de identidad y dignidad humana. Esta nueva realidad permite desarrollar nuevas percepciones y entendimientos de otros significados de democracia, de política y de estrategias de desarrollo para nuestras sociedades, en que se incorporan variables híbridas y complejas, más allá del monopolio de lo económico y del mercado.

La historia de los últimos veinte años en Latinoamérica está llena de experiencias conflictivas, pero muy aleccionadoras y ricas en consecuencias para pensar y vivir alternativamente situaciones novedosas. Es importante desarrollar una metodología de conducción del pensamiento que reflexione sobre nuestras prácticas de organización, además de aquellas que definen la naturaleza misma de nuestra intervención social, desde los distintos lugares de nuestras acciones; por tanto es imperioso reflexionar acerca de los limites y obstáculos de la historia de las organizaciones consagradas a los labores y quehaceres educacionales, en la perspectiva socioambiental.

Algunas de estas organizaciones que se han planteado eses desafíos estratégicos, como el Programa Latinoamericano y Caribeño de Educación Ambiental –

PLACEA – NEREA, REBEA RIACA, el Programa de Ciudadanía Ambiental Global, además de otras incontables organizaciones y movimientos sociales que asumieron este grandioso desafío de hacer historia en dirección a dominios antes no vislumbrados, tienen diagnosticados los problemas centrales y los obstáculos estructurales en los cuales encuentran sus límites pero también sus potencialidades.

Hoy día, a pesar de los muy amplios niveles de conciencia alcanzados y por lo tanto distintos de los de hace más de veinte años, los desafíos de la sociedad del riesgo son todavía más c o m p l e j o s y difíciles, como aquellos p r e s e n t a d o s por los cambios climáticos, la pobreza y la asimetría de poderes entre regiones del planeta[8] .

Casi todos sabemos de estos problemas. Lo que todavía no sabemos del todo es cómo tenemos que hacer para superarlos, si es que podremos hacerlo; pero hay que seguir; tenemos que seguir, como nos decía Becket y aunque ello signifique traer los molinos de vuelta, pensando en el fundador de la novela moderna de Occidente, hay que seguir soñando el sueño no sólo de un mundo posible sino que mejor para todos.

La novedad es que las barreras y fronteras entre conocimientos especializados,

académicos y culturales se vienen

derrumbando y es más adecuado hoy día considerarlos

como transfronterizos

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[7] Sin embargo y “en términos de Austin, ‘se hacen cosas con palabras’, se ejercen acciones mediante enunciados” ( apud Bleichmar, 2009, p. 45).[8] Las prácticas de intervención socioambiental han asumido, por lo general, proyectos parciales, segmentados y de corte más defensivo o correctivo; lo más importante es tratar de imprimir lógicas de acciones pró-activas, es decir, asumiendo que los cámbios, además de discursivos, deben tener un carácter material productivo ( Nuevas tecnologias de producción alimentaria, energética, comercial...) en base a concepciones y valores críticos y alternativos frente a los dominantes”.

* Este texto es una versión ligeramente modificada de la conferencia, bajo otro título, presentada al VI Congreso Iberoamericano de Educación Ambiental, realizado en Sán Clemente del Tuyu, Argentina, entre los dias 16 y 19 de septiembre del 2009.** Universidad Federal de Paraná, Curitiba, Brasil. Email: [email protected]

NOTAS

• APEL, Karl-Oto. (1993) “La crise écologique em tant que problème por l’éthique du discours” en Hans Jonas. Nature et Responsabilité. P. 93-100. Librairie Philosophique, Vrin, Paris.

• AVRITZER, L. & COSTA, S. (2004) “Teoria crítica, democracia e esfera pública: concepções e usos na América Latina” en Dados, vol. 47, N° 4, Rio de Janeiro.

• BLEICHMAR, Sílvia. (2009) Inteligencia y simbolización. Una perspectiva psicoanalítca, Paidós, Buenos Aires.

• CALDERÓN, Fernando (2008) “Una inflexión histórica. Cambio político y situación socioinstitucional em América Latina” en Revista de la Cepal, 96. Santiago: diciembre 2008.

• DE SOUSA SANTOS, Boaventura (org.). (2005) A Globalização e as Ciências Sociais, Cortez Editora. 3ª. Edição, São Paulo.

• FLORIANI, Dimas (2004) Conhecimento, Meio Ambiente e Globalização, Juruá/PNUMA, Curitiba.

• GIDDENS, A. BECK, U. LASH, S. (1997) Modernização Reflexiva: Política, Tradição e Estética na ordem social moderna, Editora Unesp, São Paulo.

• LATINOBARÓMETRO, 2006. Santiago de Chile: 2006. http://www.latinobarometro.org

• MORIN, Edgar (1984) Ciencia con Conciencia, Anthropos, Barcelona.

• PRIGOGINE, I. & STENGERS. I. (1985) A nova aliança. Metamorfoses da ciência. UnB, Brasília.

• STENGERS, Isabelle (2002) A invenção das ciências modernas, Editora 34, São Paulo.

BIBLIOGRAFÍA

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Hipótesis caos: de la racionalidad simple a la autoorganización en el sistema climático globalManuel Guzmán Hennessey

Resumen: El presente artículo explora una aproximación interpretativa del fenómeno climático global, desde el enfoque de las ciencias del caos y la totalidad; se examina el criterio de racionalidad científica y filosófica, como base epistemológica del pensamiento de Occidente plasmado en el Protocolo de Kioto. Luego se argumenta cómo, este modo de pensamiento, coadyuvó a la creación de un acuerdo insuficiente entre naciones, que no garantiza la solución del problema, como se pudo comprobar en la cumbre de Copenhague (diciembre 2009); se sugiere la posibilidad de adoptar un modo de visión compleja, que sea capaz de facilitar los procesos auto-organizativos de la cultura, en el orden de modificar gradualmente las conductas de consumo de la civilización, durante la segunda mitad del siglo XXIs.Palabras clave: cambio climático global, modelo racionalista, ciencia del caos, auto-organización.

Hipótese caos: da racionalidade simple à auto-organização no sistema climático global

Resumo: O presente artigo explora uma aproximação interpretativa do fenómeno climático global, desde o enfoque das ciências do caos e a totalidade; examina-se o critério de racionalidade científica e filosófica, como base epistemológica do pensamento de Occidente plasmado no Protocolo de Kioto. Depois argumenta-se como, este modo de pensamento, coadjuvou à criação de um acordo insuficiente entre nações, que não garante a solução do problema, como se pôde comprovar na cimeira de Copenhague (dezembro 2009); sugere-se a possibilidade de adoptar um modo de visão complexa, que seja capaz de facilitar os processos auto-organizativos da cultura, no ordem de modificar gradualmente as condutas de consumo da civilização, durante a segunda metade do século XXIs.Palavras-chave: mudança climática global, modelo racionalista, ciência do caos, auto-organização

Chaos hypothesis: from simple rationality towards self-organization in the system of global climate change

Abstract: This article explores an interpretative approximation for global climate change, from the approach of the science of chaos and totality, and it analyses the scientific and philosophical rationality criteria as the epistemological base of occidental thinking concreted in Protocol of Kioto. Furthermore the article claims that this thinking was partially responsible for the insufficient agreements between nations, that does not guarantee the solution to the problem, as it was seen in the summit of Copenhague (December 20019). The possibility of adopting a vision of complexity is suggested, capable of facilitating self-organization processes of the culture in order to gradually change consumption patterns of civilization, during the second half of the XXIst century.Keywords: global climate change, science of chaos and totality, model of rationality, auto-organization

Recibido: 20.01.10Aceptado: 08.02.10

art

ícu

los

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Introducción

Ante los resultados de la Cumbre Mundial del Clima, en Copenhague (diciembre 2009), cuyo desenlace no responde a las necesidades de la humanidad para detener la catástrofe climática, podemos preguntarnos si lo que ha fracasado —aquí— es el método mediante el cual, el Sistema de las Naciones Unidas ha intentado, desde 1997 (Protocolo de Kioto), encontrar una solución al problema.Este método se orienta hacia la posibilidad de lograr acuerdos entre países, sobre el tipo de soluciones que deberían adoptarse para detener el avance del problema; el método se apoya en las evidencias que sobre la índole del problema, ha presentado la ciencia (representada en la UNFCC, por el IPCC).

Tal esquema no debería tener objeción, si el punto de partida de los análisis de la ciencia, incorporara todas las variables que conforman el problema. Pero si se acude, como en efecto sucede, a un tipo de racionalidad simple, que deja de lado factores esenciales del problema, y el análisis se concentra tan sólo en aquellos puntos iceberg del mismo, vale decir: en las consecuencias visibles del problema, el esquema de los acuerdos internacionales parece condenado al fracaso, más por la falencia epistemológica intrínseca del método, que por la voluntad de los negociadores multinacionales del Acuerdo.

El anterior es el primer escollo que enfrenta el Protocolo de Kioto, a partir del método racionalista simple que lo sustenta: su exclusivo enfoque sobre lo visible. Pero la adopción de tal método no es una escogencia original del Protocolo, sino la consecuencia natural y obvia del modo de pensamiento imperante en la civilización de Occidente desde el positivismo lógico. El segundo problema surge

Hipótesis caos: de la racionalidad

simple a la autoorganización

en el sistema climático global

Manuel Guzmán Hennessey*

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como consecuencia del primero, y es la mecánica del método, que parte de un supuesto erróneo: la reducción del problema a las emisiones de dióxido de carbono (o de GEI) a la atmósfera. Como consecuencia de lo anterior, el Protocolo de Kioto se estructura sobre un componente fuerte y otro débil; el primero es la mitigación (países anexo I), y el segundo, la adaptación (países no anexo I, principalmente). El primero incurre en una falta aún mayor: considerar que un grupo de países, agrupados de una manera más o menos arbitraria, como países altamente desarrollados (el Anexo I), puede reducir sus emisiones de carbono a la atmósfera, con base en sus niveles de emisiones de 1990. El año base de la reducción, también es más o menos arbitrario. Y la cuota mundial de reducciones (5.2% entre 2008 y 2012) también lo es.

Otro grupo de países, entre los que se cuentan las llamadas economías emergentes (como China, India y Brasil, entre otros), pero también los países en vías de desarrollo, fueron agrupados, de una manera —aquí sí arbitraria— como países del No anexo I. Estos países no tienen compromisos de reducción de emisiones, a pesar de que el total de las emisiones de China, India y Brasil, supera con creces, al mayor emisor de carbono (Estados Unidos) y a muchos países sumados del anexo I.

Quizás como una forma de remediar la falla antes citada, el Protocolo puso una cuña perversa: los mecanismos de flexibilización del mercado de los créditos de carbono, según los cuales, los países con compromisos de reducción de emisiones pueden comprar a otros, que no los tienen, su derecho a seguir emitiendo carbono a la atmósfera. Como la realidad geopolítica del mundo se movió entre 1997 y 2005, año que entró en vigor el Protocolo, fue necesario armar una madeja de clasificación aún más artificial de grupos de países, compuesta por:

países anexo B, países anexo II, y países con economías en transición.

Todo esto fracasó en Copenhague. Como un castillo de naipes se fueron viniendo abajo las esperanzas de la humanidad, representada allí por una sociedad civil deliberante y vivaz, que llevó a cabo una cumbre paralela, el klimaforum, y marchó hasta el Bella Center, congregando a más de ciento cincuenta mil manifestantes que tenían el propósito de entregar a los líderes del mundo el llamado Manifiesto por el clima, documento concertado por más de quinientas organizaciones de la sociedad civil de todo el mundo.

Se insistió allí en la necesidad de cambiar el sistema para poder cambiar el clima[9] .

Este ensayo plantea la insuficiencia del modelo racionalista para manejar la complejidad de la crisis climática. Y como consecuencia de lo anterior, sugiere la posibilidad de incorporar al análisis del problema del clima, un modelo de visión totalizante que aproveche la autoorganización natural de los sistemas, en beneficio del hallazgo de soluciones de largo plazo, que actúen a escala global y modifiquen los patrones de consumo de la civilización actual. Reemplazar gradualmente el modelo racionalista simple que soporta el Protocolo, por un modelo complejo que interprete —con un mayor nivel de fidelidad— la índole de la realidad, desde su noción intrínseca de incertidumbre, es también —y ante todo— una postura ética, pues reconoce una disyuntiva tan dramática como no ha habido otra en toda la historia de la civilización humana: o encontramos entre todos una solución del problema antes de mediados del siglo XXI (si es que nos alcanza el tiempo para ello) o nuestros descendientes verán la extinción masiva de muchas especies vivas, empezando por la de ellos.

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Las partes en que se divide la exposición de esta idea, son: 1) Breve revisión macro del modelo racionalista simple, 2) El modelo racionalista simple en el Protocolo de Kioto (breve revisión micro), 3) Esbozo de una posibilidad auto-organizativa del sistema global del cambio climático.

Breve revisión macro del modelo racionalista simple.

La modernidad alentó la idea de que el conocimiento del mundo debía aprehenderse desde un sujeto externo a él, mediante el uso de un método basado exclusivamente en la razón; este sujeto podía y debía, a su vez, controlar al mundo, y dominarlo. El método único en que se apoyó la modernidad para proclamar su cometido, era el de la ciencia, el recién instaurado por el trinomio Newton Galileo Descartes, y según el cual, sólo existe lo que se puede medir, y para conocer lo que sucede en la realidad, es mejor separarla en partes. Todo lo que no estuviera incluido en sus parámetros era considerado anticiencia, pseudociencia o metafísica.

Dos paradigmas hicieron carrera desde entonces, el de una ciencia que era capaz de “ver y saber todo” desde la excluyente razón, y el de un mundo fundado sobre un antropocentrismo categórico que excluía la noción de naturaleza como parte sistémica del mundo, y el uso de la intuición, como modo de conocer lo que ocurre en la realidad. Un físico de la Universidad de Londres, Sir Hermann Bondi, ha llamado a esta tendencia el “señuelo de sentirse completo”[10] . Un nuevo tipo de pensamiento, apenas emergente en nuestros días, alienta hoy un conocimiento más humilde, y también más integral, del fenómeno científico; el mundo no es algo externo al sujeto que lo observa, porque este sujeto, al formar parte del mundo, no puede ser objetivo sino subjetivo. El mundo no es una entidad controlable

y estática, sino un conjunto azaroso de datos que fluye en la realidad de manera no siempre predecible. El mundo, como sostiene Wittgenstein, no es la totalidad de las cosas, sino la totalidad de los hechos, con lo cual se descubre que es la trama de lo que sucede entre las cosas, lo que finalmente define la dinámica y el decurso de la realidad.

El conocimiento, sostiene la epistemóloga argentina Denise Najmanovich, “no es el producto de un sujeto radicalmente separado de la naturaleza sino el resultado de la interacción global del hombre con el mundo al que pertenece; el observador es hoy partícipe y creador del conocimiento. El mundo en que vivimos los humanos no es un mundo abstracto, un contexto pasivo, sino nuestra propia creación simbólico-vivencial. Cada cosmovisión, sistema de creencias e ideas, cada paradigma, ha nacido de la interacción intelectual, sensorial, afectiva de los seres humanos con el mundo... estamos pasando de las ciencias de la conservación a las de la creación, porque, aunque parezca paradójico a primera vista, la noción de historia está estrechamente ligada a la de creatividad en un universo evolutivo y complejo... la transformación de nuestra mirada implica pasar de la búsqueda de certezas a la aceptación de la incertidumbre, del destino fijado a la responsabilidad de la elección, de las leyes de la historia a la función historizante, de una única perspectiva privilegiada al sesgo de la mirada”[11] .

La ciencia normal no apunta a obtener novedades en el plano de los hechos o de la Teoría y, cuando tiene éxito, no encuentra ninguna, ha escrito Thomas Kuhn, en La Estructura de las Revoluciones Científicas.

Aprender a navegar por un tipo de ciencia “no normal” parece necesario, sobre todo en escenarios de alta incertidumbre, como el de la crisis climática actual, esta nueva ciencia ha adoptado como método la azarosa

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búsqueda de las verdades en medio de las novedades (los matices de grises) puesto que, además de la razón, incorpora la intuición para agregar valor y complejidad al limitado marco racionalista que alentó el positivismo. Michael Talbot, ha dicho que la ciencia de hoy ha empezando a explicarnos cosas que en otro tiempo se consideraban incognoscibles; Talbot escribe que “existen energías a las que la ciencia aún no se ha asomado y fuerzas que todavía no conocemos, lo cual se deriva de que en el mundo subatómico hay claras indicaciones de nuevas regiones que falta por explorar y tal vez de mundos enteros más allá del cuanto”[12] .

Es preciso aprender a movernos en el que quizá sea el más complejo de todos los sistemas: el sistema complejo adaptativo[13] de la cultura humana. Un sistema conformado por millones de variables interactuantes en azaroso y desaforado movimiento. Y nuestro sistema perceptivo cultural no está diseñado para ello; se trata del sistema en red más complejo y caótico de cuantos existen. Los primeros problemas no lineales a que se enfrentaron los científicos del caos tenían tan sólo dos variables, por ejemplo el vaivén de un péndulo (atractor de punto fijo): variable posición y variable velocidad; con la ayuda de la matemática no lineal era posible predecir su posición exacta en cualquier momento futuro. Pero cuando sobrevinieron los sistemas de tres o más variables se complicó el asunto[14]. Muchos de estos sistemas resultaron, además, caóticos.

Lo anterior sirve para ilustrar la manera en que la ciencia del siglo XX pretendió enfrentar problemas de la complejidad de la crisis climática global. Lo está

enfrentando actualmente bajo el mismo paradigma reduccionista que aparentemente hizo crisis, pero que aún mantiene su cadáver insepulto en muchos ámbitos del quehacer científico y cultural de hoy día. Al problema climático global se le ha mirado como si fuera un sistema atractor de punto fijo, compuesto por variables controlables y predecibles. De ahí el uso de herramientas como el Protocolo de Kioto, basada en el mecanismo

simple de un mercado controlable y unas decisiones voluntarias de países.

El caos significa que un sistema dependiente de leyes determinantes puede, no obstante, comportarse de manera aleatoria y exhibir cierto comportamiento impredecible. Muchos teóricos han utilizado la metáfora del libre albedrío para referirse a esta característica de los sistemas caóticos. Los sistemas complejos adaptativos, mencionados arriba, pueden ser

considerados parientes de estos sistemas caóticos; se trata de mundos imaginarios compuestos por millones de organismos rivales, productos químicos, empresas que compiten, operadores de bolsa, comunidades vulnerables por razones geográficas que tienen la necesidad de adaptarse al cambio climático; cada uno de estos sistemas se adapta al contexto y, por consiguiente, lo altera con relación a todos los demás miembros[15].

Es probable que la crisis ambiental climática que atraviesa el mundo actual represente un crucial punto de inflexión entre el mundo de nuestros días y un nuevo mundo que es preciso inventar, para que el mundo que todos conocimos, siga siendo viable para las generaciones que vendrán; esta

Cada cosmovisión, sistema de

creencias e ideas, cada paradigma,

ha nacido de la interacción intelectual,

sensorial, afectiva de los seres

humanos con el mundo...

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crisis puede ser entendida de manera holográfica, pues su información se repite, se autoorganiza y se multiplica, de diversas maneras, adquiriendo la caprichosa y movediza forma de las variadas caras de las crisis, que componen el actual fenómeno del clima.

Para ver mejor esa realidad cambiante y turbulenta en que estamos inmersos, es necesario abandonar nuestras viejas creencias de que el mundo es una entidad controlable y estática, y adoptar, en su reemplazo, una sana y madura actitud de duda, que nos ayudará a ver mejor, la difícil realidad que tenemos enfrente.

El viraje entre un antropocentrismo categórico y un antropocentrismo sistémico bien podría ser el motor de arranque epistemológico que impulse a la humanidad hacia la construcción de una nueva cosmología, que es en últimas lo que aquí se requiere, para reemplazar el actual paradigma del progreso, basado en el consumismo desenfrenado de bienes y servicios, y en una dependencia exclusiva de combustibles fósiles, y para reemplazar también, el modelo de desarrollo insostenible, por un nuevo paradigma de crecimiento y equidad, que garantice una armonía duradera entre las sociedades entre sí, y entre la civilización con el Planeta.

Se hace necesario abandonar —entre muchas otras— cuatro viejas creencias:

• La idea del progreso, basada en el crecimiento ilimitado, es la finalidad central de la vida humana.

• El hombre no es el centro de la naturaleza, sino una especie que interactúa con ella, en niveles y escalas diferentes a las de otras especies vivas.

• La ciencia no tiene todas las explicaciones para los actuales problemas del mundo.

• El Sistema de las Naciones Unidas requiere una revisión profunda, a fin de adecuarlo a los nuevos

desafíos que hoy nos presentan problemas como el del cambio climático global.

La crisis del desarrollo debe interpretarse como la crisis de los postulados racionalistas del positivismo, y de sus correspondientes significaciones imaginarias.

Lo anterior puede constatarse en las crisis de:

• Las instituciones, entendidas como representaciones de aquellas significaciones imaginarias de la sociedad.

• La economía de mercado como mecanismo regulador del crecimiento y el progreso.

• El capitalismo privado como expresión inmejorable de la libertad humana.

• El sistema climático global, en particular, y el medio ambiente, en general.

Esto escribe Castoriadis: “Desde hace más de veinte años se han instalado dispositivos contra la polución en las chimeneas de las fábricas, etc. para retener las partículas de carbón contenidas por el humo. Estos dispositivos se mostraron muy eficaces y la atmósfera alrededor de las ciudades industriales contiene actualmente mucho menos CO2 que antes. Sin embargo, en el curso del mismo período la acidez de la atmósfera se ha multiplicado por mil (mil veces) y la lluvia que cae sobre ciertas partes de Europa y de América del Norte es hoy tan ácida como el “jugo de limón puro”, lo cual supone efectos graves que ya se pueden percibir, sobre el crecimiento de los bosques, pues el azufre contenido en el humo y fijado anteriormente por el carbono se desprende ahora con libertad y se combina con el oxígeno y el hidrógeno atmosféricos para formar ácidos. El hecho de que los ingenieros, los hombres de ciencia, las administraciones no hayan pensado

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en ello antes de que sucediera, puede parecer ridículo; pero esto no hace la cosa menos cierta.

La respuesta será: “La próxima vez lo sabremos y lo haremos mejor”[16].

El modelo racionalista simple en el Protocolo de Kioto (breve revisión micro)

Los resultados obtenidos hasta la fecha (Diciembre 2009, Copenhague) parecen indicar que el Protocolo de Kioto quedó mal inventado como instrumento idóneo de la humanidad, orientado a brindar soluciones a la crisis climática global.

Entre 1997 y 2008, año que empezó su tortuoso periodo de cumplimiento (que se iba a revisar, por primera vez, en Copenhague, en diciembre de 2009, COP 15, pero que sólo se revisó parcialmente, y no se tomaron medidas vinculantes que obligaran a los Estados firmantes a reducir sus emisiones de carbono); la humanidad no tuvo tiempo de acabar de inventarlo.

Y no ha habido —hay que decirlo— mayores intentos de revisarlo a fondo, ni mucho menos de hurgar en las raíces conceptuales que lo sustentan, más allá de las eminentemente relacionadas con las ciencias del clima y del ambiente.

Hoy es un instrumento que, a fuer de inadecuado, acabó convirtiéndose en contraproducente, al generar algunos efectos opuestos a los que inicialmente perseguía, como la postergación de una reflexión compleja y profunda sobre el modelo de consumo que soporta el estilo de desarrollo y crecimiento de la civilización actual.

Un modelo “creciente y ascendente” como alcanzaron a caracterizarlo Nicolo Giglio y Oswaldo Sunkel, en un documento de la Cepal de los años setentas. Habrá quienes argumenten

que la revisión de este modelo de consumismo no era el propósito del Protocolo de Kioto, sino el desarrollo de herramientas de mercado orientadas a mitigar las emisiones de GEI, por parte de los países desarrollados. El hecho de que esto sea así, no releva al Protocolo de tal responsabilidad, sino que descubre la falencia de quienes lo diseñaron, al no enfrentar lo que Nicholas Stern llamó la “falla de mercado” o coeteris paribus.

El principio de responsabilidad común, pero diferenciada, más parece un contentillo de última hora, concedido a los grupos ecologistas que presionaban por la firma del Protocolo, desde la reunión de Río de Janeiro, en 1992.

No refleja este principio el resultado de una reflexión geopolítica profunda sobre lo que verdaderamente entraña la responsabilidad de los países, en este momento histórico (2009) y tampoco cuando se empezó a diseñar tal esquema, desde la COP 6, de La Haya (2000). La humanidad concedió prevalencia a la inminencia de hacer algo, sobre la revisión crítica de una herramienta universal que comprometía el futuro de todos.

La división entre países del “anexo I” y del “no anexo I”, según la cual, en el primer grupo están las economías desarrolladas, que tienen compromisos de reducción de emisiones, y en el segundo, aquellos países en vías de desarrollo, que no tienen este compromiso, nunca fue un buen invento. No parece coherente tratar a China, a México, Brasil y a India, con el mismo criterio que a países de muy precaria economía y de muy bajo ingreso per cápita (lo cual redunda, obviamente, en un bajísimo nivel de emisiones de GEI).

De hecho China emite emisiones de carbono al nivel de Estados Unidos, y si sumamos las emisiones de lo que se ha llamado “chindia”, superan con creces a Estados Unidos y buena parte de la UE.

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Por eso la negociación del Protocolo se da, en la práctica, entre bloques de países en vías de desarrollo (el G77+China y la UE y Estados Unidos)[17].

Por haber puesto el acento en lo inconmensurable, como dice Lyotard, nos perdimos de un análisis profundo sobre el desorden de este discurso (Foucault), nadie osó deconstruir la escritura de la letra menuda del acuerdo (Derrida), ni mucho menos nos detuvimos en la paradoja epistemológica (Serres) que entrañaba la aplicación de una medida de emergencia para resolver otro problema emergente[18], vale decir: la “aspirina” de Kioto para curar el descalabro epistemológico que había representado el desarrollo sostenible, sacralizado en la Cumbre Mundial de la Tierra, del año 92, en Río de Janeiro.

Cuando personas como el presidente Putin calificaron el tratado como “científicamente defectuoso”, o la misma Academia de Ciencias de Rusia, como “carente de bases científicas”, se interpretaron estas posiciones como muestra de intereses especiales de países, y no como críticas metodológicas a un Protocolo endeble.

El Protocolo no fue claro en establecer la forma en que se obligaban los países a cumplir los límites de emisiones, como tampoco el mecanismo para verificar tal cumplimiento; y en las puertas de la Cumbre de Copenhague, se sabía que aunque todos los países del Anexo I hubieran hecho perfectamente sus tareas, en 2012, ello habría significado que el mundo habría reducido, para tal año, tan sólo en 5,2% sus emisiones de carbono con respecto a sus niveles de 1990.

Lo anterior —que en el momento de redactar este escrito resultaba bastante improbable— tan sólo habría significado, según cifras de expertos basadas en los escenarios del IPCC, que la temperatura promedio del Planeta

se habrá reducido 0.05º C para el año 2050, o 0,02º C, si —como todo parece indicar— los Estados Unidos no entra al mismo, antes de 2010, en Copenhague.

Y mientras todo esto ocurre, en el árido terreno de las negociaciones, el Panel Internacional sobre el Cambio Climático (IPCC), que es el organismo conformado por más de 3.000 científicos de todo el mundo, parece desgañitarse pidiéndole a las economías emergentes que deben reducir sus emisiones entre un 25 y un 40 por ciento, para 2020, con respecto a los niveles de 1990; con lo cual evitarían el colapso que científicos como James Lovelock, han descrito de manera muy clara (La Venganza de la Tierra, Planeta, 2007): una subida de las temperaturas más allá de los dos grados centígrados.

Esta cifra coincide con lo que las organizaciones de la sociedad civil (Bonn, 2009) le pidieron a los gobernantes del mundo que se reunieron en Copenhague.

No hay que hacer mucha aritmética para concluir que, ante las cifras de la sociedad civil (40 y 95%), y el pedido del IPCC, las del Protocolo de Kioto (5.2%) parecen una burla a la humanidad.

En Copenhague la solución adoptada fue recurrir a los jefes de gobierno directamente, para que avanzaran en 36 horas lo que no habían hecho en, al menos, los dos años anteriores. Además, el desprecio demostrado por el trabajo realizado por sus delegaciones en el seno de la Convención durante esos años fue enorme, sacando prácticamente de la nada, EEUU y un grupo de países emergentes un documento nuevo.

De esta forma, tanto el grupo de trabajo sobre el Protocolo de Kioto (AWGKP en sus siglas en inglés) como el grupo de trabajo sobre la acción a largo plazo (AWGLCA en sus siglas en inglés) vieron tirado por tierra el fruto de su

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esfuerzo y dedicación durante dos años, con un nivel mayor de intensidad en los últimos doce meses[19].

Consigno aquí, como colofón, lo que dijo el delegado de Kenia, Odenda Lumumba a Mau, en la reunión de Tailandia (2009, previa a la COP 15):

“Estamos muy disgustados, pues no es aceptable ni honorable que los países ricos intenten echar sobre las naciones pobres la responsabilidad del cambio climático…es irresponsable la idea de querer negociar un nuevo tratado, después de haber pasado 15 años para llegar a un consenso con el Protocolo de Kioto… cuando miles de personas en el tercer mundo están sufriendo las consecuencias del cambio climático; en Kenia hay diez millones de personas que sufren malnutrición, y muchos pueblos del área subsahariana se enfrentan a la desaparición debido al crecimiento del desierto”.

Esbozo de una posibilidad autoorganizativa del sistema global del cambio climático

Este ensayo parte de la consideración de que el fenómeno conocido como calentamiento global, o más técnicamente, como cambio climático de origen antropogénico, es un fenómeno emergente de la cultura humana, que se explica en virtud de una azarosa mezcla compuesta por:

• La condición caótica de los sistemas que intervienen en el clima,

• La imprevisión de una sociedad que no pudo anticiparse a las alertas que dieron los científicos, sobre las consecuencias del cambio climático.

Esta mezcla se da entre 1950 y 2000, aproximadamente, periodo en el cual la humanidad conoce las consecuencias del fenómeno climático que se había venido incubando, quizás desde el siglo XIX.

Los fenómenos emergentes se caracterizan por depender de interacciones no lineales entre sus componentes, y por ser impredecibles; si bien la impredecibilidad se ha considerado, muchas veces, como una condición esencial para que un fenómeno sea emergente, los investigadores Collier y Muller argumentan que esta condición no debe, necesariamente, ser un criterio para la emergencia.

No obstante, Lovelock afirma que el cambio climático es predecible, pero en el sentido de que se puede inferir, con exactitud, que un aumento de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera superior a las 500 ppm, repercutirá en un cambio climático catastrófico. Este aumento de la concentración atmosférica de dióxido de carbono es comprobable hoy día.

La previsión del tiempo a largo plazo es imposible porque la evolución del tiempo depende de las matemáticas del caos y sus modelos son impredecibles por naturaleza, pero la predicción del clima en el largo plazo sí puede ser predecible, porque los modelos sobre los cuales se elaboran los análisis son lineales.

Según la teoría del caos determinista, un sistema puede pasar por estados caóticos, pero también por otros no caóticos y fácilmente predecibles, esto hace que un mismo sistema pueda ser emergente y no emergente al mismo tiempo[20].

Hacía el final del siglo XX se impuso la idea de que la vida y la conciencia eran el resultado natural e inexorable de las condiciones emergentes y de autoorganización del mundo físico. Así lo anota J. Doyne Farmer, en su artículo “La segunda Ley de la Organización”, publicado en el libro La Tercera Cultura[21]. En los días que vendrán es muy probable que los seres humanos lleguen a la conclusión de que el fenómeno que diezmó a la

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humanidad durante la segunda mitad del XXI, el cambio climático global, fue o es el resultado, natural e inexorable, de las propiedades emergentes y de autoorganización de un sistema complejo compuesto, entre otros, por estos dos componentes principales:

• La cultura humana del siglo XX.• El mundo físico modificado durante

ese mismo siglo.

La manera en que evolucionan los sistemas caóticos de tipo complejo depende de la autoorganización interna de sus fuerzas atractoras. Los sistemas tienden a una mayor desorganización, cuando la influencia de las fuerzas realimentadoras sobre ellos es mayor que las compensadoras, y tienden a una mayor organización cuando ocurre lo contrario.

La segunda ley de la termodinámica, que postula la entropía, nos puede servir como metáfora para la elaboración de una hipotética segunda ley de la autorganización, que postularía que la entropía tiende al caos y la negentropía al orden, y que lo que podemos hacer, para facilitar que los fenómenos autoorganzativos del sistema en juego, avancen hacia estadios de nuevo orden, consiste en conocer, intervenir y modificar las bases del sistema global de la cultura. Con ello podemos facilitar la evolución natural del sistema, mediante el estímulo de las fuerzas negentrópicas, y propiciar un avance cualitativo gradual del sistema global de la cultura, hacía un nuevo orden organizativo de la sociedad en su conjunto.

Retomo el dilema planteado en la introducción de este artículo: o encontramos entre todos una solución del problema antes de mediados del siglo XXI (si es que nos alcanza el tiempo para ello) o nuestros descendientes verán la extinción masiva de muchas especies vivas, empezando por la de ellos.

Reemplazar la perspectiva racionalista simple por el modelo autoorganizativo complejo, no implica, necesariamente, el abandono del Protocolo de Kioto, sino la incorporación a este acuerdo de aquella parte invisible del problema, el aspecto subyacente de la realidad (Bohm, 1992).

La parte visible del problema es el impacto de la desorganización del sistema climático sobre los ecosistemas, de lo cual se deriva la cascada de efectos sobre los ecosistemas vivos y construidos, y sobre las especies que ya ha comenzado a verse. La parte invisible es el andamiaje cultural del factor antropocéntrico del problema. Vale decir: el sistema de creencias que soporta la actual ideología del progreso.

Actuar bajo el presupuesto racionalista resulta una postura ingenua, pues no es posible controlar la realidad sin intervenir su conjunto dinámico total; actuar bajo la perspectiva compleja nos facilita una actuación más profunda, sobre todos los aspectos de la realidad que intervienen en la dinámica del problema.

La realidad fluye en forma de ciclos orden caos, que ascienden en espiral hacia estadios o mesetas de condiciones mejoradas y autoorganizadas; cada ciclo orden caos consta de dos partes: ciclo orden y ciclo caos; orden significa estabilidad del sistema y caos inestabilidad.

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La inestabilidad produce movimiento, desequilibrio, cambio, y se manifiesta en forma de crisis.

La condición esencial de la crisis es la autoorganización del sistema. Navegar a favor de la crisis, facilita la autoorganización.

Cada ciclo orden caos repite los patrones básicos de realidad pero aporta márgenes de libertad que sugieren la posibilidad de un crecimiento en espiral. El crecimiento puede ser positivo o negativo. Positivo cuando se aprovechan las condiciones realimentativas de los atractores, y negativo cuando priman las fuerzas compensadoras del sistema. La realimentación genera evolución. La compensación, involución.

En cada ciclo del espiral se repiten patrones pero se puede mejorar. Si no se navega bien en el ciclo autoorganizativo –caos, crisis– se puede o naufragar o involucionar. La autoorganización es en gran medida instintiva (Sheldrake, Sakaiya). Aprovecha la memoria (genética, mórfica) de especie, en lo cual bien pudo haberse apoyado James Lovelock para sugerir que sólo una actuación tribal de la humanidad podrá salvarnos de la catástrofe que se avecina.

Lo único que hay que hacer para que un sistema complejo adaptativo progrese, de un modo natural, hasta un estado de mayor organización, es permitir

que la variable “tiempo” avance y se consolide.

La afirmación es de John Doyne Farmer, quien agrega: las estructuras organizadas emergen espontáneamente, sólo hay que dejar que el sistema se ponga en marcha; naturalmente, algunos sistemas se organizan más que otros, o a un nivel más alto, y en todo esto habrá una cierta cantidad de azar. La progresión del desorden a la organización procederá a rachas, e incluso puede revertir de vez en cuando, como en la evolución natural. Pero en un sistema complejo adaptativo la tendencia general será hacia la autoorganización. Un sistema débil da lugar sólo a las formas de autoorganización más simples, mientras que un sistema fuerte, como el cambio climático global, da lugar a formas más complejas de autoorganización como la vida[22].

La autoorganización, en los sistemas sociales y humanos, se presenta en forma de datos de realidad; estos datos se agrupan en paquetes selectivos de información, que a su vez generan el conocimiento sobre la autoorganización, en forma de conjunto ordenado de paquetes selectivos de información (variables de diferentes categorías).

Este conjunto toma la forma de un todo organizado de manera coherente y sistemática.

Gell Man sostiene que la realidad fluye en forma de datos de regularidad y datos de azar, y que los sistemas complejos se adaptan a esta dinámica, que es regular y azarosa al mismo tiempo, en virtud de su capacidad biológica de adaptabilidad; Sheldrake sugiere que esta capacidad biológica de adaptabilidad a las situaciones de autoorganización proviene de una propiedad biológica que tienen las especies y que consiste en aprovechar el aprendizaje generativo de la historia de cada especie. Sakaiya, por su parte, propone que los individuos desarrollan,

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en estadios de autoorganización, una memoria de autoprotección instintiva, que los lleva a preferir el uso de aquellos recursos que abundan en el entorno, y a desechar aquellos que les son escasos.

Uno de los mayores beneficios que tiene la visión compleja es que nos descubre patrones de alto y bajo poder de cambio en los sistemas; es decir, líneas que definen tendencias fuertes o débiles.

A partir de una visión caótica del mundo podemos aprender/ver/aprehender, a través de la complejidad, las estructuras subyacentes que generan los cambios y determinan las tendencias; ahora bien, esta visión del mundo, con la práctica, aprende a ser selectiva, pues el arte de ella no consiste en enmarañarse en la complejidad y perderse en medio del bosque sino en lograr que la espesura de la selva nos permita la visión de los árboles; una visión caótica ilumina las líneas definitorias de la autoorganización, y por ende el modo de encauzarlas hacia estadios duraderos.

La autoorganización se presenta de manera variada, pero en todas sus manifestaciones es posible convertir (o extractar) los signos de la fluyente realidad en datos cognoscibles/asibles/procesables. Leer estos datos apropiadamente es lo que aquí llamo gestionar la autoorganización.

Se estarán preguntando los lectores cómo aplicar el aprendizaje de la autoorganización y la identificación y el movimiento de los puntos estratégicos de inflexión, al problema del cambio climático global.

Distingo dos sistemas interactuantes que se realimentan mutuamente: el del cambio climático global y el del mundo físico. Que equivalen al del marco de visión sobre la probable evolución del problema, y el marco de la realidad donde se desarrolla el problema.

Llamo al primer sistema, el sistema A, y al segundo, el sistema B.

El sistema A actúa como un sistema complejo compuesto por:

• El mundo físico —otra vez el mundo físico, pero ahora me refiero a las evidencias del problema en ese mundo físico—.

• Los esfuerzos institucionales de la civilización orientados a detener el avance del problema —Protocolo de Kyoto—

• Los esfuerzos no institucionales de una parte de la humanidad por ignorar, acrecentar o soslayar la importancia del problema.

La dinámica de este sistema complejo es caótica, por lo tanto no es fácil predecir lo que va a suceder. El sistema caótico complejo del cambio climático global es además un sistema abstracto, puesto que involucra en su dinámica aspectos relacionados con el sistema de creencias de la civilización humana del siglo XX, y los mezcla con aspectos del mundo físico concreto, como las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera o la temperatura media del Planeta.

Este sistema abstracto se comporta como un sistema complejo adaptativo; estos sistemas evolucionan hacia estados de mayor organización, que pueden ser débiles o fuertes.

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Las modelaciones matemáticas del problema representadas por los escenarios de evolución del cambio climático global que actualmente maneja el IPCC, son también un ejercicio de hipótesis, pues a pesar de que contemplan casi todas las variables que intervienen en el problema, no pueden contemplar los pesos específicos que cada una de esas variables tendrán, en el complejo escenario de sus interrelaciones hacia el futuro.

La organización del sistema no implica juicio de valor, de manera que puede entenderse o como una estabilización de las condiciones climáticas extremas, caso en el cual se verían afectadas muchas especies vivas, empezando por la nuestra, o como una evolución de esas condiciones hacia un estado de equilibrio que mejore las condiciones de la vida y facilite la evolución conjunta de las especies y la cultura.

La hipótesis caos que aquí esbozo se limita a plantear dos probables escenarios de evolución del fenómeno, desde la consideración, también hipotética, de un doble ciclo caos. Lo que ocurre es que para caracterizar este doble ciclo caos basta un ejercicio de preterología, mientras que para caracterizar la evolución de este doble ciclo, no nos sirven ni la futurología ni los modelos matemáticos.

El segundo ciclo caos bien pudo haber empezado hacia la segunda mitad del siglo XXI, cuando los problemas ambientales globales que conocimos a partir de la década de los años sesentas, empezaron a deteriorar gravemente los ecosistemas naturales y construidos. La Cumbre Mundial de la Tierra de Brasil, en 1992, se considera el primer intento de la humanidad en reconocer la existencia de aquella problemática, y por lo tanto la reseño aquí como el hito de reconocimiento de la entonces probable gestación de un doble ciclo caos en el problema climático del mundo.

El Protocolo de Kyoto (1997), la revisión de Marraquesh (2002), la Cumbre de Bali (2007) y la Cumbre de Copenhague (2009), pueden considerarse intentos de poner en evidencia este doble ciclo caos.

Ahora bien, este trabajo concibe la cultura como un sistema evolutivo, donde los seres humanos continúan evolucionando como individuos, pero también la sociedad evoluciona como grupo. El sistema del cambio climático global puede evolucionar en una de dos dinámicas autoorganizativas:

• Hacia una mayor organización de sus condiciones climáticas extremas

• Hacia una mayor organización de sus condiciones de equilibrio que favorecen la permanencia evolutiva de la vida.

En el primer caso se habrán impuesto los esfuerzos no institucionales de una parte de la humanidad por ignorar, acrecentar o soslayar la importancia del problema, y en el segundo los esfuerzos institucionales de la civilización orientados a detener el avance del problema; incluyo aquí al Protocolo de Kyoto, pero también a la acción decidida de la humanidad, en el sentido de construir las bases de una nueva cultura.

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• UNFCC: Convención Marco de cambio climático de las Naciones Unidas.

• IPCC: Intergovernmental Panel of Climate Change.

• GEI: gases de efecto invernadero.• CO2: Dióxido de carbono.• COP 15: Conferencia de las partes del Protocolo

de Kioto número 15.• COP 6: Conferencia de las partes del protocolo

de Kioto número 6.• G77: Grupo de países del no anexo I que

negocian en bloque en las COP.• PPM: partículas por millón.

GLOSARIO

• Bondi, H. (1977), “The Lure of Completeness”, citado por Ronald Duncan y Miranda Weston Smith, en La Enciclopedia de la Ignorancia, Pergamon Press, Nueva York.

• Castoriadis, C. (1980), El mito del desarrollo, Kairós, Barcelona.

• Farmer, D. (1996), “La segunda ley de la organización”, citado por John Brockman en La Tercera Cultura, Tusquets, Barcelona.

• Gell-Man, M. (1995), El quarq y el jaguar, Tusquets, Metatemas, Barcelona.

• Guzmán, M. (2009) “La reunión de Bangkok de cambio climático” en Revista electrónica Razón Pública, www.razonpublica.com

• Lovelock, J (2007) La venganza de la Tierra, Planeta, Barcelona.

• Najmanovich, D. (1995) Redes, el lenguaje de los vínculos, Paidós, Buenos Aires.

• Stern, N (2007) El Informe Stern: la verdad sobre el cambio climático, Paidós Ibérica, Barcelona.

• Talbot, M. (1992) Más Allá de la Teoría Cuántica, Gedisa, Barcelona

BIBLIOGRAFÍA

NOTAS[9] La Declaración contiene estos puntos centrales: El abandono completo de los combustibles fósiles en los próximos 30 años, con objetivos intermedios cada 5 años, y la reducción al menos del 40% de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) de los países industrializados. El reconocimiento, pago y compensación de la deuda climática por el consumo de espacio atmosférico y los efectos adversos del cambio climático sobre los pueblos del sur. El rechazo a las soluciones falsas y peligrosas basadas únicamente en mecanismos de mercado y el uso de tecnologías. Soluciones reales a la crisis climática, basada en el uso sostenible, seguro, limpio y renovable de recursos naturales, así como la transición hacia la soberanía alimentaria, energética, de los suelos y del agua. por parte de todos los pueblos del mundo.[10] (Bondi, 1977: 5). [11] (Najmanovich, 1995: 33).[12] (Talbot, 1992: 25).[13] Me refiero al concepto acuñado por Murray Gell-Man, en sus trabajos al frente del Instituto Santa Fe.[14] El natalicio de los sistemas caóticos puede situarse entre 1960 y 1985 aproximadamente; y tiene a Edward Lorenz como uno de sus principales descubridores (atractor de Lorenz).[15] Los investigadores del Instituto Santa Fe (Gell Mann) están aplicando este concepto a una ingente variedad de problemas actuales, como la recuperación de ecosistemas estratégicos de gran fragilidad, los orígenes químicos de la vida, la competencia de empresas en los mercados, el movimiento impredecible de los sistemas bursátiles, la incidencia del terrorismo en la inversión privada, entre otros.[16] (Castoriadis, 1980:128).[17] (Guzmán, 2009).[18] (Guzmán, 2009).[19] Tomado de www.ecologistasenaccion.org, recuperado el 19-01-10.[20] Otras características de los sistemas emergentes son: la irreductibilidad, mediante la cual el todo unitario no puede reducirse a las propiedades de sus componentes; la individualidad y el holismo, según la cual, el todo se constituye como unidad, por las interacciones causales internas resistentes a fluctuaciones internas y externas; el downward causation, según el cual la dinámica del todo constriñe la dinámica de los componentes.[21] (Farmer, D, 1996: 339).[22] (Farmer,D, 1996: 347).

* Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia, [email protected]

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La Esperanza de un Futuro Sustentable: Utopía de la Educación AmbientalEnrique Leff

Resumen: Este texto retoma el Principio Esperanza de Ernst Bloch, en el horizonte de la construcción social de la sustentabilidad y en la perspectiva que abre la racionalidad ambiental. Se trata de una esperanza activa para desconstruir la racionalidad teórica, económica e instrumental de la modernidad que ha llevado a una crisis de insustentabilidad de la vida, y para la construcción de un futuro sustentable, desde una nueva comprensión del mundo –de una ética de la otredad, una política de la diferencia, un diálogo de saberes y una pedagogía ambiental–, territorializando la racionalidad ambiental en nuevos modos de vida sustentable.Palabras clave: sustentabilidad, utopía, futuro, racionalidad ambiental, educación.

A Esperança de um Futuro Sustentável: Utopia da Educação Ambiental

Resumo: Este texto retoma o Princípio Esperança de Ernst Bloch, no horizonte da construção social da sustentabilidade e na perspetiva que abre a racionalidade ambiental. Trata-se de uma esperança ativa para desconstruir a racionalidade teórica, economica e instrumental da modernidade que levou a uma crise de insustentabilidade da vida, e para a construção de um futuro sustentável, desde um novo entendimento do mundo –de uma ética da outridade, uma política da diferença, um diálogo de saberes e uma pedagogia ambiental–, territorializando a racionalidade ambiental em novos modos de vida sustentável.Palavras-chave: sustentavilidade, utopia, futuro, racionalidade ambiental, educação.

The Hope of a Sustainable Future: Environmental Education’s Utopia

Abstract: This text restarts the Ernst Bloch’s Principle of Hope, in the horizon of the social building of sustainability and in the perspective opened by environmental rationality. It deals with an active hope set up to deconstruct the theoretical, economic and instrumental rationality of modernity which has led to a crisis of life insustainability, and for the construction of a sustainable future, starting from a new understanding of the world –of an ethic of alterity, a politics of difference, a dialogue of knowledges and an environmental pedagogy–, territorializing environmental rationality in new modes of sustainable life.Keywords: sustainability, utopia, future, environmental rationality, education.

Recibido: 24.09.09Aceptado: 15.11.09

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ícu

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La libertad no sirve si no vive al borde de los límites donde toda comprensión se desintegra.

Naufragando en la filosofía intento decir en términos posibles lo que sólo tuviera que poder expresar la poesía, que es el lenguaje de lo imposible.

(George Bataille)

Todo instante se halla, como no surgido, en el año cero del comienzo del mundo.

La filosofía tendrá que tener conciencia moral del mañana, tomar partido por el futuro, saber de la esperanza, o no tendrá ya saber ninguno.

(Ernst Bloch)

Porque, qué es saber de la vida, y tú / regalo de los dioses, fisonomía profética y del presentimiento, / voz encantada que me cantas.

(Johann Gottfried Herder)

Prolegómenos a una filosofía de la esperanza de sustentabilidad

“La misión de la filosofía ya no es entender el mundo, sino transformarlo”, habría exclamado Marx al lanzar su cruzada en pos del socialismo científico, aquel que arrastrado por el socialismo real fue perdiendo su halo utópico en la competencia con el capitalismo, en el desarrollo de las fuerzas productivas como condición de la trascendencia dialéctica de la historia, y en su profunda contradicción con la naturaleza. Esta épica utópica que buscaba la humanización de la naturaleza llevó

La Esperanza de un Futuro Sustentable:

Utopía de la Educación

Ambiental* Enrique Leff**

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a desnaturalizarla y objetivarla a través del conocimiento científico-tecnológico para alimentar la productividad del capital, induciendo la destrucción de sus condiciones de sustentabilidad.

Nosotros, desde el saber ambiental, hemos mirado al conocimiento, más allá del entendimiento de la realidad, en sus formas de intervención en el mundo, y al saber como reinvención de otros mundos posibles. Desde el pensamiento ambiental latinoamericano que ha anidado en el campo de la educación ambiental, hemos construido un concepto de ambiente; desde el saber ambiental hemos emprendido una aventura epistemológica para ambientalizar a las ciencias, a sus paradigmas y disciplinas; hemos impulsado la incorporación del saber ambiental en el currículum y en las prácticas educativas; hemos construido una visión propia de la complejidad ambiental, más allá de las ciencias de la complejidad y del pensamiento complejo; hemos resistido a la colonización de nuestros saberes y tendido el puente de la interdisciplinariedad de las ciencias hacia la revalorización y emancipación de los saberes locales y al diálogo de saberes; contra la geopolítica de la globalización económico-ecológica y del desarrollo sostenible que busca armonizar el ambiente con la racionalidad económica e instrumental hegemónica, hemos pensado una racionalidad ambiental que abre el camino hacia la sustentabilidad basada en la diversidad cultural, en una política de la diferencia y una ética de la otredad.

Lo anterior nos lleva a seguir pensando y respondiendo a los retos de la sustentabilidad; a como trabajar y practicar este ambientalismo crítico en el ámbito educativo; a cómo pensar-actuar-ser en una pedagogía de la complejidad, de la racionalidad ambiental y el diálogo de saberes. Pero ante el avance de la crisis ambiental, de esta crisis civilizatoria del mundo

en la que se juegan los destinos de la humanidad, el mayor desafío es pensar un impensable: la construcción de un futuro sustentable.

La irrupción del ambiente, del saber ambiental y de la educación ambiental en el universo del conocimiento significa una revolución copernicana del saber. Pero esta vez, el descentramiento del mundo no va de la Tierra hacia la inmensidad del Universo, sino del logocentrismo de las ciencias hacia el infinito de los saberes. Si antes de Copérnico el universo era un plasma oscuro e insondable, con la ciencia positivista los saberes otros fueron subyugados y extraditados hacia el espacio negro del no-conocimiento. Pero allí esperaban estos astros enceguecidos para iluminar, desde la ígnea e ignota fuente del saber ambiental un nuevo universo de saberes para derribar los muros de contención y abrir el cerco de las ciencias. La llama del saber ambiental, llama a pensar e inflama el pensamiento con un deseo de vida, de un futuro sustentable.

Avisorar el futuro invita a repensar la utopía, a preguntarnos nuevamente sobre aquel horizonte que se ha perdido en los nubarrones de la metafísica y de la ciencia que han cerrado las miras del pensamiento en la positividad del presente y de la realidad ya construida; sin percatarse que esta realidad no es una simple evolución de la materia, un devenir ya inscrito en el ser de las cosas de este mundo, sino resultado de la intervención del conocimiento sobre lo real.

Pensar el futuro es desconstruir a la economía, que desconoce a la naturaleza y que descuenta el futuro; es dar un salto fuera de la ciencia positivista, porque como habría dicho Heidegger, “la ciencia no piensa; no piensa filosóficamente”; no piensa en el sentido que reclama el desafío de la sustentabilidad. Es en este sentido que Dante, antes que Fukuyama, había

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anticipado el cierre de la historia al denunciar los límites del conocimiento y el cerco que erige al advenimiento del futuro.

La utopía –esa idea a la cual Tomás Moro le dio nombre, pero no un concepto–, no es la fantasía quimérica que mantiene la vida humana suspendida en una ilusión para distraer la angustia e intentar burlar la falta en ser de la condición humana. No es el sueño que sirve para reparar el cansado cuerpo y para liberar las represiones de la conciencia del yo; no es la realización de los deseos inconscientes en la nocturna faz de nuestra existencia a través del poder de la tecnología y el consumo en el mercado.

Ir al futuro es como emprender la odisea del espacio antes de que despunte en el horizonte la luz de una estrella aún no nacida que nos marcara el rumbo en el oscuro firmamento; como salir a circunnavegar el planeta sin saber que la Tierra es redonda y que detrás nos esperan las Indias; es ir con la pulsión de navegar, porque nos es más preciso que la vida, sin entender lo por-venir que nos espera, sin saber qué es ese más allá de la realidad. Así, el pensamiento vislumbra en la penumbra un futuro virtual pero posible, más allá el umbral de lo conocido, de la realidad fijada y deslumbrada por el iluminismo de la razón, de una tasa apropiada de descuento del porvenir.

Abrir el futuro implica desactivar los mecanismos que mantienen la impronta de los modos de pensar, de conocer, y de producir; de la inercia de los procesos de racionalización que se han institucionalizado en la sociedad e incrustado en la subjetividad de nuestro ser; significa desconstruir los paradigmas del conocimiento y sacrificar las palabras que han cristalizado en referentes inamovibles que han coagulado en férreas barreras epistemológicas y encubrimientos ideológicos que, como jaulas de racionalidad y represas del

caudal natural, reprimen el pensamiento creativo, el potencial ecológico y el flujo de la historia hacia una sustentabilidad posible.

Pero ¿que palabras sacrificar y cuáles resignificar? Que conceptos habrá que embarcar en el arca de Noe para que la palabra perviva al diluvio universal que ha deslavado el sentido de las palabras? T.S. Eliot afirmaba que la poesía “sirve al dejar tras él un idioma más preciso, más sutil, más capacitado para expresar nuevas extensiones de la experiencia; tiene la obligación de explorar, de encontrar palabras para lo que no se ha articulado y capturar los sentimientos que no sentiríamos de otra manera porque no teníamos palabras para ellos.”

La utopía no es una fantasía, sino la movilización de lo real hacia lo posible a través del pensamiento, de la palabra y de la acción social. La construcción de la sustentabilidad no radica solamente en mantener un estado de espera optimista en un mundo resquebrajado por la perversión humana, la degradación de la naturaleza y el desasosiego de la existencia. El futuro sustentable se construye a través de una epistemología política y de una ética de la responsabilidad hacia la vida; ello implica abrir el campo de lo posible dentro de las condiciones cósmicas, geofísicas y ecológicas del planeta vivo que habitamos, y de las condiciones humanas para pensar y conducir a través del conocimiento, del saber, del sentido, del diálogo, de la responsabilidad ética y de la acción política, las posibles formas sustentables de apropiación y transformación de la naturaleza.

La productividad de la materia es movilizada u obstaculizada por las estrategias de poder en el saber: desencadenada por la fecundidad del deseo, de la alteridad, de la significación, de lo real abierto por el saber, y atravesado, bloqueado e

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impedido, por el conocimiento de la realidad. Del encuentro de lo real con el conocimiento y el saber emerge la complejidad ambiental, donde se reinicia la potencia de lo posible. En este sentido apunta Ernst Bloch cuando en El Principio Esperanza escribe:

Lo real es proceso [...] y, sobre todo, futuro posible [...] y posible es sólo lo condicionado parcialmente, es decir, lo todavía no determinado completa y conclusivamente. Aquí hay que distinguir [...] entre lo posible sólo gnoseológica u objetivamente, y lo realmente posible [...] Realmente posible [...] es todo aquello cuyas condiciones no están todavía todas reunidas en la esfera del objeto mismo: bien sea que tienen todavía que madurar, bien sea, sobre todo, que surjan nuevas condiciones [...] con la entrada de un nuevo algo real [...] mientras la realidad no sea algo totalmente predeterminado, mientras que posea posibilidades inconclusas en nuevos gérmenes y nuevos espacios de configuración, será imposible formular una objeción absoluta contra la utopía desde el punto de vista de la mera realidad fáctica (2007:238).

De esta manera, lo posible desde lo real se construye por lo socialmente posible, por la construcción de la utopía como un pensable, que por su acuerdo con lo real posible, moviliza la acción social hacia su potencialidad posible. Los imaginarios utópicos construyen categorías filosóficas, conceptos teóricos y saberes que fundamentan y fundan un óntico poder-ser a través de un poderlo pensar y en el poder sedimentar socialmente una racionalidad ambiental como una pléyade de pensamientos-prácticas-acciones que se orientan hacia la construcción de un futuro sustentable.

De allí se desprende el carácter procesual del saber ambiental en la construcción de la sustentabilidad: sobre lo que

podemos ir sabiendo y conociendo en el proceso de creación de lo posible, de un poder-ser que pasa por lo pensable, pero también por el acuerdo de lo pensado con lo real posible, y por su viabilidad a través de la realidad social existente. Se trata pues de movilizar la potencia de lo real con las ideas justas, más que con los conceptos que representan y fijan a lo real en el presente realizado, en la cosificación y objetivación del mundo actual. Se trata de abrir lo simbólico para su reencuentro con lo real, de resignificar al mundo, de seducirlo y erotizarlo a través del saber y la palabra, para llevarlo al acto amoroso del reencuentro con la vida.

Lo posible que nace desde la complejidad ambiental no es el de un cambio de época porque la civilización esté grávida de mutaciones; porque hubieran madurado los tiempos, y con ello, las condiciones objetivas y subjetivas para su transformación; porque la dialéctica histórica apuntara a una resolución de las contradicciones sociales. La trascendencia no está inscrita en la inmanencia de lo real o en la intencionalidad del ser. Lo posible aparece porque el proceso civilizatorio, guiado por el pensamiento filosófico e intervenido por la ciencia, ha llevado a un impasse, a la insustentabilidad de la vida humana, a un imposible que hace renacer lo posible de la vida. No basta pues invocar al ser para “dejar ser al ser”: es necesario movilizar el potencial de lo real fecundado por la palabra nueva.

Para construir el futuro necesitamos activar las gramáticas de futuro, como sugiere Steiner. Ello implica, en el campo de la ecología política, activar un proceso de resignificación de los sentidos de las palabras que funcionan como nuevos andamiajes y senderos, como vías alternativas a los oleoductos y autopistas trazados desde la racionalidad moderna, que han pavimentado, concretizado y cosificado el camino hacia abismos

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de insustentabilidad. Más allá de la dialéctica del no, de una contraposición de términos para bloquearle el paso a los procesos de racionalización de un mundo insustentable, se trata de construir los significados que abran las vías para la fundación de nuevos modos de pensar, de sentir y de ser; que más allá de servir al establecimiento de nuevas normas ambientales –de una ética y una moral que establezca lo permitido y lo prohibido ante la naturaleza–, forjen los referentes y objetivos de nuevos derechos humanos hacia el ambiente y hacia una vida sustentable y con sentido. Se trata de reavivar la palabra para reinventar identidades y revivir los movimientos sociales por la reapropiación de la naturaleza y de sus culturas.

El futuro anuncia una conciencia emergente del aún-no que se construye discursiva y argumentativamente, apuntando hacia lo nuevo posible desde la potencia de lo real convertido en derechos del ser, del ser posible en un territorio de vida. La sustentabilidad habrá de surgir de estrategias de poder, de juegos del lenguaje, de círculos de diálogos, pero sobre todo de la puesta en acto de la diferencia: la diferencia entre el logocentrismo científico y el saber ambiental, entre lo sustentable y lo sostenible, en la tensión de la diferencia de los seres y saberes culturales, en la otredad de las miradas, en el diálogo de saberes.

Empero, la “resolución” de esas diferencias en la construcción de la sustentabilidad no es la síntesis dialéctica de sus contradicciones. Más allá del despropósito de dar una vuelta de tuerca a la racionalidad económica e instrumental, un golpe de timón al barco para burlar la tormenta ecológica y un giro al pensamiento complejo para armonizar e integrar holísticamente las partes fragmentadas del todo social, se trata de saber llegar al Ambiente, que es el territorio de lo Otro: de eso otro que se abre en la disyunción de

lo real y del ser, hacia una diferencia, que más que una alternativa, apunta hacia lo desconocido, lo impensable, lo inefable de la Otredad del Ambiente que sostiene el proceso que apunta hacia un futuro sustentable.

“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”, dice el poeta; pero este camino no se anda a ciegas. Hoy caminamos en caminadoras, andamos por andaderas y andamios, gastando nuestra energía de vida en un lugar estático, sin dar un paso adelante hacia una nueva luz. El camino hacia el futuro es un sendero s i l e n c i o s o , pero pleno de i n t u i c i o n e s , plagado de palabras grávidas de nuevos sentidos: como cuando se resignifica el territorio, ya no como las fronteras de un estado-nación, sino como los territorios de vida de una cultura, como ecosistemas habitados por pueblos; cuando la autonomía se convierte en reivindicación del derecho de ser, de ser diferente, del derecho a tener derechos. La palabra nueva traza las líneas de fuerza de la ecología política, de las luchas emancipadoras de los pueblos indígenas de América Latina y del mundo entero que hoy no sólo resisten a la globalización, sino que re-existen, como bien dice Carlos Walter Porto Gonçalves, y como bendice la Tierra Leonardo Boff.

La apertura hacia la sustentabilidad es una nueva aurora; es el reinicio de la odisea civilizatoria hacia un mundo diverso, llevado por la heterogénesis de

Se trata de reavivar la palabra

para reinventar identidades y revivir los movimientos sociales por la

reapropiación de la naturaleza y de

sus culturas.

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la diversidad y por una ontología de la diferencia; por una ética del cuidado de la vida y la fecundidad de la otredad. El paso de lo uno a lo otro, de la unidad a la diversidad, de lo global a lo local, implica desconstruir ideas que fundaron la historia y condujeron su camino hasta la modernidad, guiadas por la idea del progreso y del crecimiento sin límites. Ya no se trata de abrirle el camino a un devenir entendido dentro de visiones evolucionistas como una generatividad de la materia o el despliegue de la Idea Absoluta, como una trascendencia fenomenológica o dialéctica por la intencionalidad del ser o de la lucha de los contrarios; o como una ecología profunda que propugna por los derechos de existencia de la naturaleza y una ontología existencial que pregona “dejar ser al ser”.

Alcanzar la sustentabilidad implica una decisión. Pero no es la elección del punto final, sino del camino que podría llevarnos a la finalidad buscada; a un fin sin fin, al camino abierto hacia el horizonte de la sustentabilidad, evitando el falso y engañoso derrotero del desarrollo sostenible. La sustentabilidad se construye en el encuentro, desencuentro y confrontación de sentidos del ambiente y de la sustentabilidad; en la disonancia entre la racionalidad económica y la racionalidad ambiental; en las diferencias de sentidos que no habrán de armonizarse por un proyecto interdisciplinario ni consensuarse por intermedio de una racionalidad comunicativa. Es la desconstrucción de lo insustentable y la construcción de una sustentabilidad generada por un diálogo de saberes que da lugar, incluso, al encuentro de otredades irreconciliables que habrán que convivir en sus diferencias.

Abrir las compuertas del por-venir, a aquello que aún no es, no es simplemente abrir la mente hacia el aún-no de la conciencia, a una conciencia ecológica, a una conciencia

de especie. Lo por-venir sustentable no es la realización ya inscrita en la potencia de lo real y de la naturaleza, de la ciencia y la tecnología. Lo por-venir se vislumbra en un horizonte. Un horizonte que no deja ver lo que está más allá de la línea divisoria entre el cielo y el mar. Como en un cuadro de Rotko en el que la mirada ve un más allá de la tela; como en la poesía, en la que más allá de las cosas nombradas, se vislumbran otros mundos por detrás de las palabras. En ese horizonte habita el no saber, el saber por-venir más allá del conocimiento consabido; un saber arraigado en el ser que transforma al mundo; un mundo inédito que se recrea en ese mismo saber.

Otro mundo es posible sólo si este mundo se abre a nuevos mundos; al encuentro con otros mundos de vida y otros saberes. Savoir vivre es saber llegar a ser, volver el conocimiento hacia la vida. A la conciencia sobre la condición existencial del ser humano, a lo inconsciente y a lo no sabido, es necesario agregar el conocimiento de las condiciones de sustentabilidad de la vida y de la vida humana en el planeta vivo que habitamos. Ante el desasosiego de la existencia y la muerte entrópica del planeta, es necesario aprender a sostener la alegría de la vida y la productividad neguentrópica de la naturaleza. Es aprender a vivir en otro entendimiento del mundo, con otro conocimiento, conviviendo con otros mundos de vida y diversas formas de ser.

Mientras hay vida hay esperanza, reza el dicho popular. Mientras hay vida, se puede esperar que ocurra “algo”, algo inesperado, algo deseado, algo proyectado, algo programado. Mientras haya vida en la tierra, podremos pensar y construir la sustentabilidad de la vida. La esperanza es un estado de espera, de expectación; pero no la del espectador que mira contemplativamente el mundo, sino del que espera actuando hacia la realización de lo esperado.

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No es la espera optimista del porvenir, sino la espera activa que moviliza y precipita el advenimiento de lo deseado. Solo la esperanza activa llena la vida de las ganas de vida de donde nacen las ideas que animan al mundo, que transforman la potencia de lo real en un futuro sustentable. Ello abre el sentido más esperanzador de la esperanza. Y es el sentido de lo que hace el deseo esperanzador de la vida. La esperanza es el deseo que mantiene viva la flama de la vida, que despierta el deseo de nuevos sentidos, que abre el pensamiento hacia nuevos modos de producción de la vida y formas de sentir la vida. En ese sentido invocamos a una re-erotización del saber como soporte de la vida sustentable.

La esperanza es la espera de un por-venir. Pero ni la filosofía metafísica ni la ciencia positivista apuntan el pensamiento hacia el futuro. Ciertamente podemos proyectar el futuro como en los estudios de prospectiva –incluso aquellos que han pronosticado una catástrofe ecológica–; se pueden invocar las profecías y las artes adivinatorias del oráculo o fantasear el futuro desde la ciencia ficción. Se puede imaginar, como lo hizo Huxley, la ironía del hombre feliz convertido en un robot del mundo tecnologizado. Pero partimos del pasado como un “hechizo”, en el doble sentido de la palabra: de un mundo hecho y del efecto hechizo de lo hechizo; lo que nos remite al sentido de la predestinación del hechizo, a darnos cuenta que la hechicería de la racionalidad instrumental está en hechizar las cosas, en cosificar al mundo y en hacer aparecer una realidad como por arte de magia.

Pero hoy es necesario lanzar la mirada al futuro desde la conciencia de un punto límite: el de la supervivencia y el sentido de la vida: el de la re-existencia del ser humano. Frente a esta falta en ser, del ser para la muerte de la condición existencial del hombre que definía el sentido de la esperanza, hoy la utopía,

más allá del impulso de emancipación frente a la represión del sujeto y la finitud de la existencia, se plantea ante las leyes límite de la naturaleza. Del espíritu emancipatorio-revolucionario de lo trágico del ser humano frente a los designios de los dioses y el sometimiento del ser al dominio de una racionalidad insustentable, la sustentabilidad plantea la recreación de la condición humana. George Bataille ya lo anticipaba al escribir:

El planeta Tierra está tan atestado de muerte, de riqueza; de él se alza un grito desgarrador: la riqueza y la muerte no hacen más que lanzar sobre la Tierra un enorme grito; es la soledad que grita (2001:53).

La vida se ha desorbitado en la economización de la vida y su encadenamiento a la tecnología. La racionalización del mundo moderno ha desnaturalizado a la naturaleza, descontado el futuro, sujetado al sujeto, olvidado al ser. La generatividad de la physis, el desencubrimiento del ser y la co-evolución etno-biológica de la naturaleza guiada por la cultura, han cedido a un desarrollo de las fuerzas creativas y productivas de la sociedad guiado por la codificación económica del mundo que hoy domina los procesos naturales, la creatividad cultural y la producción material. Más allá de la desconstrucción teórica que anuncia la filosofía posmoderna, debemos pues desactivar la racionalidad económica hegemónica y dominante. Es necesario resignificar el concepto mismo de producción y fundar la sustentabilidad en una nueva racionalidad productiva para reinscribir a la naturaleza y la cultura en una racionalidad ambiental que oriente sus potenciales ecológicos y culturales hacia la sustentabilidad.

Más allá del estatismo de la metafísica y el fijismo de la ciencia positivista, el mundo economizado produce novedades: la epigénesis del desarrollo biológico, las mutaciones genéticas, las hibridaciones

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biotecnológicas, las emergencias e irrupciones de la complejidad ambiental; pero estas novedades siguen una vía de innovación trazadas desde lógicas preestablecidas y racionalidades inconmovibles, que generan un mundo insustentable, que atenta contra la vida misma. Las novedades que emergen de la intervención del conocimiento científico-tecnológico producen efectos e impactos futuros que son desconocidos por la ciencia que los genera y por la economía que los impulsa, como es el caso de la transgénesis y las mutaciones inducidas por la biotecnología. Por ello, la esperanza de la sustentabilidad nace en la perspectiva de la desconstrucción de la racionalidad económica, científica y tecnológica moderna y la construcción de un futuro sustentable orientado por una racionalidad ambiental.

La sustentabilidad se forja en el encuentro y contraposición entre la ciencia funcional al capital y los saberes inscritos en una racionalidad ambiental. Más allá de la competencia entre enfoques y paradigmas de la ciencia como un proceso de producción de conocimientos que lleva a verdades superiores; más allá de que una ciencia crítica pueda desarmar la “verdad” de otra ciencia y orientarla hacia la sustentabilidad, o de una interdisciplinariedad capaz de integrar a las ciencias existentes en una ciencia de la complejidad, la sustentabilidad se abre hacia nuevos horizontes: el renacimiento de seres constituidos por saberes y su enlazamiento a través del diálogo de saberes.

El locus de la sustentabilidad está en un horizonte, donde se encuentra lo real y lo simbólico. Mas esa virtualidad topológica de la u-topía no está en

esa línea divisoria del cielo y el mar. La sustentabilidad arraiga en la naturaleza, se ancla en la Tierra, encarna en nuevos territorios de vida. Los imaginarios en los que se dibujan las formas del deseo de ser se proyectan en una perspectiva de futuros posibles. En esos anhelos futuribles se vislumbran y traslucen los imaginarios desiderativos de la sustentabilidad; de la sustentabilidad global posible como resultante de la confrontación de paradigmas científicos donde se reenlaza la cultura y la naturaleza; de las estrategias teóricas y discursivas de la sustentabilidad; del encuentro entre imaginarios distintos en un diálogo de saberes.

En ese nuevo horizonte, la producción material se genera desde las fuentes de la vida, desde los potenciales neguentrópicos que habrán de rescatar la vida de la muerte entrópica del planeta. Pero la sustentabilidad se genera también desde la autonomía del ser, desde su creatividad como procesos abiertos, no pre-determinados por una racionalidad económico-instrumental que los conduzca hacia fines pre-establecidos desde la realidad social instaurada e institucionalizada. Se

trata pues de pensar la producción de futuro como una creación colectiva desde la autonomía de las culturas; de pensar la re-existencia cultural como una apertura desde el ser en la cual el ser se-produce, como lo hace el autor con su obra, como lo hace el actor en escena, no sólo en el sentido en que se expresa y se despliega en la interpretación de una partitura o un libreto, sino en el acto en que el ser individual y colectivo al expresarse, producen y reproducen su ser en una creación social, y desde sus identidades recreadas resuenan en

se trata de “disoñar” el futuro, de

imaginarlo y darle palabras para señalizar y significar el sendero hacia lo más allá del

presente.

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los otros. Lo que implica la reescritura de las partituras que marcan los tonos y ritmos que mueven a la sociedad, para que sean las músicas que acompañan al reencantamiento y la recreación del mundo; para que sean un nuevo punto de partida de los tiempos, de contrapuntos y contratiempos en que se produce una nueva re-partición de los tiempos que confluyen en la transición histórica del mundo complejo. Pues sólo de la disonancia de estos tiempos habrán de nacer las concordias de la vida humana, más allá de las armonías del cosmos y de la geometría del universo, en las geografías de un cosmopolitanismo humano arraigado en la diversidad cultural y en nuevos territorios de vida.

“La vida es sueño”, dijo Calderón de la Barca. Sueño o realidad, se preguntaba Falstaff. Mas la realización del deseo no es el deseo realizado. La experiencia del sueño realizado no es la vivencia del sueño como deseo anticipado. Más aún, no hay vivencia sin la presencia de ensoñaciones, de recuerdos hacia atrás y hacia delante; no existe la vivencia pura sobre cuya huella aparecerían después los recuerdos y las ilusiones del reencuentro. No se saborea igual el sueño puro del deseo que las ensoñaciones que brotan y acompañan la vivencia del momento. Aunque el hambre llama al encuentro con aquello que habría de satisfacerla, todo momento de realización es siempre una nueva vivencia, sobre todo cuando se encuentra con el develamiento de lo nuevo, que habrá de provocar nuevos ensueños, nuevas saudades de lo vivido: como el descubrimiento de un nuevo paisaje, un nuevo manjar, una nueva música o una nueva poesía; pero sobre todo en el encuentro y el reencuentro amoroso.

Con todo, la esperanza del encuentro, el anhelo del abrazo, las ganas de revivir lo vivido, no es la esperanza de un vivir soñado de algo nunca vivido, nunca antes presente, del futuro que aún no

ha sido, un futuro no cono-cido. No se prepara el camino de la misma manera para el reencuentro de la vivencia vivida, que el derrotero hacia la realización de la utopía como un futuro inédito. Más allá de ensoñar lo vivido y de soñar el porvenir, se trata de “disoñar” el futuro, de imaginarlo y darle palabras para señalizar y significar el sendero hacia lo más allá del presente. Pues no es lo mismo el goce de la tensión del tiempo en la añoranza del reencuentro, que la esperanza del encuentro con lo otro desconocido y del futuro como construcción social.

La metafísica y la ciencia fijan la mirada en el presente, en un presente ya sido, ya conocido. Y sin embargo, no tenemos conciencia del momento vivido, del instante de la existencia en el que se juega la vida. Por ello necesitamos aprender a vivir el momento; no sólo porque la vida es breve y siempre es más tarde de lo que pensamos, sino para hacer del instante un paso en la forja del futuro, que prepare vivencias futuras más ricas de vida. El arte de la vida no consiste simplemente en reivindicar y revalorizar la vida, la vida humana, la vida vivida. Es saber hacer de cada acto de vida un punto de apertura hacia lo no vivido, de transitar de la oscuridad del ahora presente hacia la oscuridad del futuro, incitar la creatividad orientada hacia un futuro siempre dispuesto a nuevos futuros. Como afirma Bloch, es

situarnos en la frontera del acontecer, en la actualidad de la decisión de cada momento, en el dominio de la tendencia hacia el futuro […pues] lo más próximo es todavía completamente oscuro, y ello precisamente porque lo más próximo es lo más inmanente; en este algo más próximo se encierra el nudo del enigma de la existencia [...] El ‘ahora’ del existere, que mueve todo y en el que todo se mueve, es lo menos experimentado de todo; se mueve

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constantemente bajo el mundo. Constituye aquello a realizar que menos se ha realizado, una activa oscuridad instantánea de sí misma. De donde surge la conclusión extraña de que ningún hombre está allí verdaderamente, vive (2007:335; 344).

Por ello, el cuidado de la vida no es darle simplemente mantenimiento al cuerpo y al espíritu; es mucho más y otra cosa que planear nuestro futuro ahorrando la vida en el momento; o el derroche de la vida ante el sinsentido de la vida y la desvalorización del futuro. El arte de vivir hacia un futuro sustentable es hacer de cada momento de vida un instante de reinicio de la vida; que no sea el eterno retorno de lo idéntico o la dialéctica de la trascendencia que abre el devenir, sino la apertura hacia lo posible desde la fecundidad de la otredad. El instante no es un punto infinitesimal en el flujo continuo del tiempo, sino el punto en el que se abisma la vida en el éxtasis, donde se juega el ser en el encuentro con lo otro inefable: en la carcajada y el orgasmo; en la mirada lanzada al oscuro firmamento y al insondable infinito; en el cruce de miradas sin palabras, en la palabra que fulmina, que deja huellas y cicatrices en la existencia; en ese momento soberano donde impera el no saber, donde la palabra viene a taponar el vacío de la angustia que succiona la vida hacia la nada; a llamar angustia a la angustia para disolver la angustia; en el vacío inaugural de lo posible. El instante, como dijo Bataille, es siempre el delirio infinito:

Voy en el porvenir incognoscible. Nada hay en mí que haya podido reconocer. Mi alegría se funda en mi ignorancia. Soy lo que soy: el ser en mi se la juega, como si no fuera; nunca es lo que era […] Ser jamás significa estar dado. Jamás puedo percibir en mi eso que es reconocible y definido, sino solamente eso que surge en el seno del universo injustificable […]

Soy en la medida que me rehúso a ser eso que se puede definir…(2001:80-81).

Vivir el instante es hacer del presente un momento fundante de futuro, para que el futuro nos ofrezca un presente: un presente de vida para ser gozada; un futuro vívido de recuerdos actualizados; un presente que llega cargado de esperanza, de la tensión de la espera que intensifica el momento a ser vivido y que relanza la vida hacia el futuro. Es abrir las compuertas al saber que constituye al ser; al ser que nunca es sólo un ser-ahí fijado por la realidad de sus circunstancias, la actualidad de su tiempo y el límite de sus condiciones existenciales, sino un ser-siendo-sabiendo. Es saber sembrar instantes de vida para cosechar futuros sustentables.

Mas ¿Cuando llega el momento justo en el que el instante abre el futuro? En ese punto en el tiempo confluye el momento preparado socialmente con el instante de la decisión, del acto, de la palabra individual. Pone en la perspectiva de la vida a quién sabe esperar los momentos que no se dan solos, los tiempos que llegan porque otros han movilizado los procesos que permiten que ese momento esperado haya llegado a darse. Ello implica que más que esperar a que se produzca la totalidad social o la catarsis individual, debemos saber esperar el momento, produciendo el momento, madurando los tiempos la vida mientras trascurre la vida, preparando el mundo en el que habremos de habitar el mundo, creando las circunstancias de vida en la que habremos de maniobrar los azares y sentidos de nuestras existencias. Ello implica saber situarnos en este mundo, en este tiempo de crisis ambiental civilizatoria para desactivar las inercias y el automatismo de la vida insustentable y orientar nuestros actos de vida hacia futuros sustentables.

La construcción de la sustentabilidad no es sólo el tejido de las vidas individuales;

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su tiempo no es la confluencia de los tiempos personales. Las vidas que se juegan en los instantes de vida y en el horizonte de la finitud de la existencia personal se establecen en una época, en un contexto histórico y social. Los instantes personales están contenidos y preparados por procesos sociales. La sustentabilidad se abre a futuros colectivos, al futuro de la humanidad. De manera que lo que se forja en el acto, en la decisión del instante se proyecta en la construcción de un mundo futuro, en el que habrán de inscribirse las subjetividades personales en el devenir de la historia. Los sujetos son agentes habitados por saberes; el saber que constituye al ser cultural es un saber colectivo. En este sentido, el diálogo de saberes es un encuentro de otredades culturales que se establecen más allá del encuentro del yo con el tu, de la vida individual, de la cotidianeidad personal. El diálogo de saberes genera así el plasma social donde se plasma la palabra nueva para darle nuevos significados al mundo.

Pues una cosa son los encuentros y desencuentros de la vida que pueden restaurarse y retejerse durante la vida, los legados que generan linajes y encajes de vida en la reproducción de la vida. Más allá de las formas como esos hilos se entretejen en los gobelinos de una época, en modos de vida, en formas de ser y de sentir la vida; más allá de las revoluciones científicas y sociales que transforman la organización social de la vida, la construcción de la sustentabilidad implica restituir la trama de la vida, desconstruir los andamiajes y drenajes en los que fluye y se cuela la vida, destejer el entarimado acartonado de sus sentidos, sus imperativos categóricos, sus poderes totalitarios, para que los cursos y corrientes de la vida encuentren nuevos cauces, para que el oleaje de la vida suelte su esperma espumoso en nuevos horizontes, donde vuelvan a brillar las estrellas en el firmamento; donde pueda resignarse la vida y signarse un nuevo pacto social

con la naturaleza. No es el destejer de Penélope en la espera de Ulises. Es la Odisea que va al horizonte destejiendo el ayer para llegar a un mañana. Donde puedan nacer otros modos de ser, el más allá del ser-sido y conocido, hacia el por venir de la vida humana en el planeta Tierra.

Las circunstancias de la vida no son las condiciones del entorno. La contingencia de la vida personal es la coagulación en el tiempo de un conjunto de determinaciones y condiciones sociales. La complejidad ambiental es la perplejidad de lo inconmensurable, lo indeterminable, lo ininteligible, lo insensato; no una compleja causalidad o una simple casualidad. Más allá de lo contingente de la circunstancia, es la volatilidad de la existencia. Si el instante en que coagulan circunstancias dispersas es una casualidad única (como el big-bang que origina el universo o el encuentro amoroso que inaugura una vida), cómo pretender que un análisis sistémico dé cuenta de la historia?

Para construir la sustentabilidad es necesario desactivar los encadenamientos determinados de los tiempos de vida. El futuro sustentable es indecible, pero no por ello indecidible, porque la decisión es la de abrirle el paso a la palabra que resignifica el mundo y que abre futuros inéditos; a las palabras que se hacen lenguas y se alargan para besar la tierra; a la percepción de nuevos horizontes que trazan itinerarios para llegar a buen puerto, para dejar que nazcan nuevos lenguajes que reorganicen los alfabetos para redecirse y los diccionarios para redefinirse: léxicos de una nueva Babel para habitar un mundo diverso.

El deseo es el motor que moviliza el pensamiento y la acción. Pero el deseo puro no conduce conscientemente hacia un horizonte. Este camino se hace de palabras que labran sentidos y abren senderos; o se constituyen en murallas que obstaculizan el flujo de los tiempos. Las palabras utopía,

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esperanza, horizonte, cima, abren el deseo y despiertan el hambre que busca algo; hacen surgir la imagen idealizada de algo, de alguien, que habrá de calmarla, pero nunca colmarla. Sin embargo, no son palabras aladas que por sí solas emprendan el vuelo hacia el futuro, el porvenir, el más allá; no indican claramente el camino a seguir ni cómo construirlo. La convocatoria a las gramáticas de futuro, al diálogo de saberes y a la fecundidad de la otredad, traza las vías de acceso, tira las líneas de tensión para escalar una cumbre, sabiendo que los peldaños están hechos de ideas, pensamientos y miradas; de palabras lanzadas hacia delante para el encuentro con lo otro.

Las palabras, al nombrar y significar a las cosas del mundo, llaman al ser. Pero no conducen necesariamente, ni aseguran, la llegada al horizonte deseado. La sustentabilidad se juega entre el bendecir y el maldecir del mundo. Por ello, suspicazmente Bataille se pregunta:

¿Y si las frases llamaran un día a la tempestad y al desorden furioso de las masas de agua […] a la violencia de las olas? (2001:25).

Lo vivido, lo llegado a ser, no sólo arrastra la insaciabilidad del deseo, sino que va dejando la huella de vivencias significativas que marcan la vida; de huellas ecológicas de destrucción de las condiciones objetivas de vida. La esperanza renace en un nuevo contexto ante los desafíos de la sustentabilidad. No es solo la esperanza de un mundo mejor, el hambre de futuro, el deseo de cambio, el impulso transformador ante el estatismo del mundo. La sustentabilidad surge en una situación límite: la conservación de la vida y el sentido de la existencia.

Ante este imperativo no bastan las frases incitadoras al cambio social, a resemantizar el mundo y a formular proposiciones de futuro; no basta pasar

de la anamnesis a la hermenéutica para reinterpretar lo pasado y lo existente ante la imposible ciencia del futuro y el difícil saber de lo por-venir. No basta resignificar la vida vivida hasta reinventar nuestras historias y hacer coincidir los textos de nuestras narrativas con la textura de nuestros recuerdos. Romper las inercias de ese eterno retorno para forjar futuros posibles requiere estrategias que permitan abrir y multiplicar las vías de lo potencialmente posible. Y estas vías están hechas de nuevos lenguajes, de nuevas gramáticas, de la resignificación de las cosas del mundo, de la creación de nuevos conceptos sobre lo real, de nuevos modos de pensar, nuevos modos de producción y socialización, que permiten abrir los potenciales de lo real y de un diálogo de saberes.

La posibilidad de significar y dilucidar la sustentabilidad se enfrenta a dos imposibles de decir: el futuro y el erotismo: el primero, porque al no haber sido no existe como un presente nombrable, salvo su horizonte, la sustentabilidad; el segundo, por la prohibición que lo encierra en la oscuridad de un orden inefable. A estos impensables se les puede circundar, señalar como el lugar de un posible, adornar con guirnaldas de deseos, señalarlos con metáforas e invocarlos con palabras seductoras. La caricia no sabe lo que busca, como apuntó Levinas; no sólo porque no tiene palabras para lo que podría encontrar, sino porque en verdad, no sabe; tiene el impulso de acariciar, más que de tocar y de coger al mundo, de aprehender y apropiarse del objeto de su deseo, que llama, que atrae, pero que es inaprensible, indecible. Es la espera de un por-venir sin plan y sin proyecto, sin contenido ni fin predeterminado; es la esperanza atenta a la fecundidad de una otredad sin preconceptos ordenadores, que fertiliza la mirada y la palabra aún no dicha desde el silencio indecible.

No existen palabras para decir lo que

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aún no es. La esperanza busca en la oscuridad del no saber. Lo inefable de lo que espera la esperanza se asoma en lo sublime que sólo la música sugiere. Más allá de los himnos nacionales y de los cánticos libertarios; más allá de las oraciones de paz, de comunión y redención, un sonido ha significado la esperanza desde tiempos inmemorables: el sonido del shofar es la eufonía de la esperanza. El shofar se hace sonar en Rosh Hashana, el año nuevo judío, como un ritual liberador del sometimiento del pasado y de renovación de la vida. Los sonidos del shofar son “tekiá” –un sonido largo, esperanzoso–; “shevarim” o “truá” –un sonido cortado intermitente que significa rotura, aflicción, desgarramiento; las piedras y obstáculos del camino–, y nuevamente una “tekiá”. El sonido del shofar se hacía escuchar en la travesía del desierto, luego del éxodo de Egipto, para convocar al pueblo de Israel a seguir su camino hacia una tierra prometida. El shofar suena nuevamente en el Yom Kipur, el día del perdón, en que se pide a Dios que nos reinscriba en el libro de la vida.

Hasta ahora se buscó vivir bien (en las sociedades tradicionales) o vivir mejor (en la sociedad moderna). Se cuestionaron las formas de opresión de los otros, la angustia de la vida, pero no la vida misma. Es esto lo que pone en cuestión la sustentabilidad de la vida… que haya vida. La esperanza de sustentabilidad no es sólo la esperanza de ser mejores o de la trascendencia de la vida. Es simple y llanamente saber construir un mundo donde sea posible la vida humana. Es allí donde el llamado a un futuro sustentable no sólo reclama un mundo mejor, sino otros mundos posibles. La esperanza

de un futuro sustentable no es la esperanza de redención de las culpas ni la esperanza de alcanzar la eternidad; no es siquiera la esperanza de la tierra prometida. Es la esperanza de un futuro, de un mañana que tenga asiento en la tierra, no en el cielo; no es la llegada a un lugar asignado, sino la forja de un lugar en el mundo donde la vida tenga lugar. Reinscribirnos en el libro de la vida significa que la vida humana se forja en el habla y la escritura de la

vida; y así se inscribe en el cielo y en la tierra. Este es el sentido de geografiar la sustentabilidad y de territorializar la racionalidad ambiental a través del diálogo de saberes.

La risa que acompaña al erotismo de la vida se produce ante lo inesperado. En ocasiones experimentamos una carcajada nocturna. La risa irrumpe ante un pensamiento, ante un recuerdo, ante la presencia, así sea lejana de lo otro. De la misma manera que el conocimiento no es

una relación del concepto con la cosa, sino con los otros que co-nocen. El conocimiento que se proyecta al futuro es una relación siempre abierta entre el pensamiento y lo real. Es diálogo con lo otro. Es co-nacimiento (co-naissance).

La invitación del futuro abre así un espacio en el silencio de la vida, reordena sus circunstancias para provocar el encuentro con lo otro, que permita la reinvención del mundo y del momento; para que la historia pueda ser guiada por las condiciones de la vida en su juego de circunstancias, en una conjunción de subjetividades, en el encuentro de culturas y el diálogo de saberes, teniendo a la sustentabilidad en el horizonte.

La sustentabilidad surge en una

situación límite: la conservación de la vida y el sentido de la existencia.

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Pedagogía de la esperanza: utopía de la educación para la sustentabilidad

Luego de todo lo dicho, surge una pregunta: ¿Puede practicarse una enseñanza de la esperanza, de la descolonización del conocimiento, de la desconstrucción del logos científico, del saber ambiental y del diálogo de saberes como una pedagogía de la liberación que conduzca por la vía educativa hacia la sustentabilidad? ¿Puede formularse una pedagogía del saber vivir capaz de conducir el deseo de vida, de anticipar cada encuentro con la vida, para impregnarnos de huellas de vida que alimenten nuestras saudades, para orientar el deseo hacia el reencuentro con la vida y para que cada encuentro sea cada vez más sabroso; para convertirnos en chefs de los banquetes de nuestras vidas y artesanos de nuestras vidas; para que cada momento sea una obra de arte, y el futuro la culminación de un futuro deseado?

Vivir de esta manera no es un simple devenir, un dejar ser al ser, una adaptación de la vida a sus circunstancias; pues el devenir como generatividad ya inscrita en la vida que se despliega sin la conciencia del momento que reinicia la aventura del ser humano, no entraña ese saber conducir la posibilidad del ser hacia un futuro sustentable, cada vez más sabio, más sabroso, quizá más feliz. Saber vivir que implica saber convivir con los demás, saber vivir con el vivir bien de los otros. Es finalmente des-fallecer, para volver a vivir.

¿Que enseñar? Hasta ahora, la educación fue un sistema para engranar a los niños y jóvenes en un proceso de desarrollo, abrirles un espacio de realización en una sociedad establecida, la capilaridad social, la igualdad de oportunidades, el éxito profesional; capacitar a la nueva fuerza de trabajo para eficientizar el progreso, para incorporar a las nuevas generaciones a la historia de la cultura

de la modernidad. La educación como aparato ideológico del Estado.

Con la crisis ambiental, lo que se cuestiona es la sustentabilidad de la vida humana, y no solo la del planeta vivo, que habrá de encontrar sus formas de adaptación de la vida a las condiciones del cambio climático. Pues junto con la crisis ambiental que pone en riesgo la vida, hoy vivimos una crisis moral que cuestiona el sentido de la vida humana. Y esto invita no sólo a una reflexión, sino a una re-educación, a revisar desde la raíz el árbol de la vida generado por esta civilización, para conocer las causas de la crisis ecológica y de los valores que se fueron forjando paralelamente a la epistemología que ha constituido la concepción de nuestro mundo y de nuestros mundos de vida.

La pedagogía de la sustentabilidad nos invita a cuestionar la enseñanza y el aprendizaje. No sólo se trata de informar sobre la crisis ambiental y el calentamiento global, sino de desentrañar sus causas profundas. Es una práctica pedagógica, que más que impartir al alumno los conocimientos actuales y las normas sociales (y ambientales), va más allá del concepto de la educación como un educere, un dejar brotar el potencial creativo del alumno, esa idea de que todo aprendizaje nace de aquello que está ya inscrito en la mente (socialmente condicionada) del educando. No es sólo inducir la interdisciplinariedad y enseñar a pensar de manera compleja. Es preparar el pensamiento y la vida para lo incógnito, para pensar lo impensado, para desconstruir teórica y prácticamente el mundo, para ensayar otros modos de pensar-sentir-actuar, para escuchar lo inefable, para mirar lo otro intraducible a mi yo y al uno mismo; para enlazarse en un diálogo de saberes, donde la fecundidad no brota del juicio de la verdad probada, sino del por-venir probable.

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La pedagogía de la esperanza y la utopía del futuro sustentable requieren un espacio para practicarse. La educación ambiental es el campo de estas nuevas batallas por el por-venir. Ya no son los sindicatos las escuelas de la praxis revolucionaria. Las calles son las vías de expresión de las demandas populares; pero la escuela y la Universidad deben dejar de ser los aparatos ideológicos del Estado que reproducen la realidad cosificada, para ser los campos de práctica de los sueños utópicos y las gramáticas de futuro, para ejercitar el músculo de la imaginación para idear futuros deseables y ensayar su posible realización; para desconstruir las teorías heredadas y ambientalizar a las ciencias, más que para aprender los decálogos de conocimientos anquilosados, y para encerrarnos en las jaulas de racionalidad de la ciencia normal, en las miopes miradas paradigmáticas y los egoístas intereses disciplinarios de nuestra arrogancia científica. La escuela debe constituirse en laboratorio del nuevo pensamiento, para aprender a formular deseos de posibles y a realizarlos, a forjar una ética de la otredad y ensayar el diálogo de saberes, a jugar con las palabras e inventarles nuevos sentidos, a echarlas al viento como palomas mensajeras hacia nuevos mundos de vida, para que renazca la esperanza y se haga vida:

Esperanza, vuelo al vientoViento que mueve al mundo,Que lanza y enlaza voces,Voces que son aliento,Hálito de vida;Pensamiento orgásmico que fecunda al futuro,Pensum que da sentido a los saberes,Saberes que constituyen al serMatrices de una nueva racionalidadQue forjan nuevos mundos;Que nacen y renacen,Como frondosa florestaFluir de aguas frescas que irrigan la tierra, Bañando territorios educativos,Curriculando saberes.

Parvada de cóndores que pasan cantando,De quetzales que revuelan enverdeciendo los cielos,Pájaros azules del Mayab;Fuego nuevo que hace arder el pensamiento,Soles saberes irradiando luces sobre la sombra del conocimiento;Fotosíntesis que cultiva la biodiversidad del continente,Que apaga la sed de sus desiertas tierras,De pueblos hambrientos de aire húmedo y de cultas semillas,Que devuelvan su fertilidad al suelo de la existencia,A la creatividad a sus culturas;Caricia que enciende la voluptuosidad de Nuestras vidas deseantes,Arrojo del torrente de nuestros ríos vivos haciala desembocadura de nuevos mundos, Hacia nuevos horizontes del ser.

Caricia que busca,Sabiendo lo que no queremos,Para llamar a ser lo que no sabemos,Para dejar ser lo que aún no es,Lo que puede llegar a ser;Odisea hacia otros mundos posibles,donde sea posible soñar, Sueños de nuevos enigmas para descifrar,no para descubrir la verdad oculta,sino para alimentar una vida plena de sentidos y significados,Para reencantarnos con la vida y reerotizar la existencia humana,en este planeta vivo llamado Tierra.

Son estas las palabras que invitan a tejer los caminos hacia las sustentabilidades posibles; a encuentros en la que podamos abrazarnos, intercambiar miradas y reír a carcajadas por el gusto de la vida, aprendiendo a habitar poéticamente el mundo, para llegar a ser arquitectos de nuestros propios destinos y a territorializar nuevos mundos de vida.

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• George Bataille (2001), La Oscuridad no Miente, México, D.F., Taurus.

• Ernst Bloch (2007), El Principio Esperanza, Madrid, Trotta, 2ª edición.

• Enrique Leff (2004), Racionalidad Ambiental. La Reapropiación Social de la Naturaleza, México, Siglo XXI Editores.

• Emmanuel Lévinas, (1993), El Tiempo y el Otro, Barcelona, Paidós.

• George Steiner (2001), Después de Babel, México, Fondo de Cultura Económica, 3a edición.

BIBLIOGRAFÍA

NOTAS* Conferencia presentada en el VI Congreso Iberoamericano de Educación Ambiental, San Clemente de Tuyú, Argentina, 17 de septiembre de 2009.

** Universidad Nacional Autónoma de México, México DF, México. Email: [email protected]

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Propuesta teórica para enfrentar los retos del siglo XXI: Economía ecológica políticaMara Rosas Baños

Resumen: En recientes años la economía ecológica ha sido un referente de crítica a las propuestas de resolución de conflictos ecológicos de la economía ambiental. Sin embargo, el desarrollo teórico de la Economía Ecológica se ha estancado, existe una carencia de aportaciones teóricas acerca del devenir de la economía y las posibilidades de cambio. La economía ecológica política más allá de ser una combinación entre economía ecológica y ecología política para abordar los conflictos ecológicos distributivos como plantea Martínez Alier (2004), propone un estudio del sistema capitalista en el que se evidencia la raíz de los problemas distributivos a través de la identificación de los intereses de los diferentes actores y la priorización de los objetivos que persigue el actual sistema de reproducción social. En este documento se presenta un planteamiento teórico que puede constituir una dirección para contrarrestar algunos de los efectos más graves de la crisis económica, social y ambiental.Palabras clave: Economía Ecológica, Ecología Política, Economía Ecológica Política, decrecimiento, alternativas.

Proposta teórica para enfrentar os retos do século XXI: Economia ecológica política

Resumo: Em recentes anos a economia ecológica foi um referente de crítica às propostas de resolução de conflitos ecológicos da economia ambiental. No entanto, o desenvolvimento teórico da Economia Ecológica estancou-se, existe uma carência de contribuições teóricas a respeito do suceder da economia e as possibilidades de cambio. A economia ecológica política para além de ser uma combinação entre economia ecológica e ecología política para abordar os conflitos ecológicos distributivos como propõe Martínez Alier (2004) propõe um estudo do sistema capitalista no que se evidência a raiz dos problemas distributivos através da identificação dos interesses dos diferentes actores e a priorización dos objectivos que persegue o actual sistema de reprodução social. Neste documento apresenta-se uma proposta teórico que pode constituir uma direcção para contrarrestar alguns dos efeitos mais graves da crise económica, social e ambiental.Palavras-chave: Economia Ecológica, Ecología Política, Economia Ecológica Política, decrecimiento, alternativas.

Theoretical proposal to meet the challenges of the XXI century: Ecological economics politics

Abstract: In recent years, ecological economics has been a critical referent to the resolution proposals for environmental conflicts caused by the economic system. However, the theoretical development of ecological economics has stalled; there is a lack of theoretical input about the future of the economy and the possibilities for change. Ecological economics politics, beyond being a combination of ecological economics and political ecology to study ecological distributional conflicts as Martínez Alier (2004) defines, proposes a theoretical framework to study the capitalist system in which is shown the root of distribution problems through identifying the interests of different actors and the prioritization of the objectives pursued by the present system of social reproduction. In this paper is presented a theoretical approach which could provide a direction to oppose some of the worst effects of the economic, social and environmental crisis.Keywords: Ecological Economics, Political Ecology, Ecological Economics, Politics, decrease, alternatives.

Recibido: 08.01.2010Aceptado: 05.02.2010

art

ícu

los

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1. Economía Ecológica y Ecología Política

Un tema que ha causado muchas confrontaciones entre los teóricos de la Economía Ambiental y los de la Economía Ecológica (EE), es el crecimiento económico como vía de superación de la pobreza para alcanzar la sustentabilidad, este tema es sustancial porque nos muestra una de las debilidades teóricas más profundas de la EE. La EE en sus diversas corrientes ha mantenido su acercamiento con el sistema económico que describe la economía neoclásica, ésta ha sido una de las principales razones, sino la más importante del estancamiento teórico que presenta esta corriente. Aún cuando la EE sostiene que “en el debate sobre los efectos del crecimiento económico, es aceptado que cuando sube la marea económica, suben todos los barcos aunque sin alterar sus posiciones jerárquicas” (Martínez Alier, 2004:34) La EE no explica la dinámica del sistema y la razón de la forma de distribución del ingreso, acepta que aún cuando el crecimiento no elimina la desigualdad en la distribución de ingreso si genera una mejora al menos en el incremento del porcentaje al que de por si ya tienen acceso los pobres. Lo cual, lleva a esta perspectiva a tener una postura ambigua acerca de la necesidad de crecimiento económico para los países del tercer mundo. La pregunta que plantea al respecto, es sí el crecimiento económico disminuye la cantidad de conflictos ecológicos distributivos. Esto por supuesto lo aleja del hecho de que la dinámica de acumulación del mismo sistema económico los genera y utiliza.

En la edición más reciente del libro El ecologismo de los pobres, Martínez Alier (2004) combina la EE con la Ecología Política, en esta vinculación los conflictos distributivos son tratados desde un punto de vista ecológico, político y social y no desde un punto de vista económico. No obstante, el intento de Martínez Alier

Propuesta teórica para enfrentar los

retos del siglo XXI: Economía ecológica

políticaMara Rosas Baños*

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de conciliar la EE con la EP evidencia algunas cuestiones de suma importancia en el análisis de la EE.

“En la economía ecológica se considera que la economía está metida o incrustada en el ecosistema (o para decirlo en forma más precisa, en la históricamente cambiante percepción social del ecosistema). La economía también esta incrustada en una estructura de derechos de propiedad sobre los recursos y los servicios ambientales, en una distribución social del poder y los ingresos en estructuras de género, de clase social o de casta, y esto vincula a la Economía Ecológica con la Economía Política y con la Ecología Política” (Martínez Alier, 2004:39).

La ilustración de estas interconexiones genera un cuadro más completo del funcionamiento del sistema económico, que el que propone inicialmente la EE, en el que no aparecen los derechos de propiedad, la estructura de poder y la distribución del ingreso. El problema es que según Alier, los agentes de los conflictos ambientales distributivos no están tan bien definidos como las clases sociales de Ricardo o Marx, por esta razón no se puede utilizar la teoría clásica para su acercamiento al funcionamiento económico. En su mayoría los economistas ecológicos proclaman el estado estacionario y no una reconstrucción de fondo del sistema económico (Constanza, Daly, Goodland, Cumberlan, Norgaard,

1999). Sin embargo, un acercamiento desde la antropología económica, la teoría de Marx, la ciencia política o la geopolítica, al análisis de la situación económica actual resulta que el sistema económico capitalista en sus diferentes etapas si permite una identificación clara de las clases que se disputan el poder económico y político, además de que estas perspectivas permiten una visión más amplia del porque la pobreza es un fenómeno inherente al sistema económico dominante.

La relación entre crecimiento económico y pobreza depende de los lentes teóricos con los cuales se mire, para la economía convencional, la pobreza es un fenómeno externo al sistema, para la economía política es condición que garantiza los procesos de acumulación y es resultado de la dinámica asimétrica de clases. En los inicios del capitalismo, como lo narra Marx (1971) o Polanyi (2001), con los procesos de cercamiento a finales del siglo XV y principios del XVI en Inglaterra se crean las condiciones para la producción industrial, se desplaza gente de sus actividades productivas para obligarlos a contratarse como mano de obra bajo pésimas condiciones. En una etapa más reciente, bajo el Estado benefactor se vislumbra que tanta pobreza no contribuye a crear una demanda efectiva suficiente de productos en el mercado y genera condiciones adversas a los procesos de acumulación. En la presente etapa neoliberal, se descubre que los pobres son nuevamente útiles al sistema, los negocios dirigidos a los pobres crean enormes ganancias, los bienes y servicios dirigidos a este segmento de la población se pueden vender en promedio más caro que a estratos de población con ingresos medios y altos (Karnani, 2007). Así la polarización del ingreso que genera la dinámica del sistema económico neoliberal es útil para agilizar nuevos mecanismos de acumulación, además de los que se siguen utilizando como es el despojo de pueblos originarios para

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establecer obras de infraestructura para el capital.

Para la Ecología Política el debate en torno al crecimiento económico esta polarizado, hay propuestas concretas en las que el decrecimiento es una alternativa (Llistar, 2008; Sempere, 2008; Recio, 2008) sin embargo, se plantea el estado estacionario o el decrecimiento a un nivel que no aterriza en las transformaciones de fondo que tendrían que suceder y como se gestionarían los recursos entre las diferentes clases. Kershner (2008) ubica a ambas propuestas como utópicas, plantea que tanto la propuesta de decrecimiento como la de estado estacionario -tomando de referentes a Georgescu-Roegen y a Daly- enfrentan desafíos semejantes como “crítica utópica, crecimiento moral y un debate sobre los fines últimos” (Kershner, 2008:15) Pero no se abordan desde una perspectiva de funcionamiento social. Otra de las discusiones relevantes entre la economía ambiental y la EE es sobre el sistema de valoración, la EE propone una valoración multidimensional: monetaria, física y social de las contribuciones e impactos humanos de la economía. Sistema de valoración que el sistema de mercado capitalista no permite, en realidad la inconmensurabilidad de valores o comparabilidad débil nos índica que no podemos dar un valor que sea cuantitativo a impactos físicos o sociales como supone la economía ambiental. El problema es que la EE se queda en el planteamiento de la necesidad de considerar diferentes técnicas de valoración para la toma de decisiones, y mantiene el contexto socio-económico que obliga a que la toma de decisiones esté determinada por la capacidad de los espacios para generar ganancias. La argumentación en torno a porque es indispensable considerar la inconmensurabilidad de valores es suficiente para justificar la necesidad de construir un sistema socioeconómico diferente al capitalistas y sin embargo,

los economistas ecológicos siguen planteando la posibilidad de la existencia de un mundo que no se guíe exclusivamente por valores económicos sin cuestionar las relaciones sociales y políticas de producción capitalista. Tanto en este debate como en el que se presenta sobre el crecimiento económico existen varias posturas, pero al parecer ninguna de ellas es capaz de prever las implicaciones en el sistema de reproducción social que domina al mundo. La inconmensurabilidad esta ligada al concepto de sustentabilidad fuerte, sustentabilidad que implica una transformación socioeconómica, política de la interacción del hombre con el hombre y el hombre con la naturaleza. La pregunta ausente en la EE es sí ¿es posible construir una sociedad que interactué de tal forma que se garanticen decisiones que beneficien tanto a la sociedad como a los ecosistemas sin cambiar radicalmente el sistema económico?

2. Economía Ecológica Política

La respuesta que damos a esta pregunta desde la Economía Ecológica Política es no, los conflictos distributivos y ecológicos son causados por una distribución desigual de los derechos de propiedad debido a la existencia de clases sociales privilegiadas a las que las instituciones de los gobiernos de países subdesarrollados garantizan el acceso a recursos que no les pertenecen y que son estratégicos en la reproducción de la misma especie humana, como por ejemplo el agua, bosques, minerales, etc. Vivimos en una sociedad organizada en la explotación de la naturaleza y los seres humanos, la sustentabilidad es inalcanzable bajo la lógica que opera el sistema económico en su conjunto. El fin de incorporar una imagen verde en todas las esferas de la vida, es similar a la lucha contra la pobreza y la desigualdad en el mundo. A pesar de

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que se cuenta con todas las condiciones para terminar con ese lastre ni siquiera se ha reducido significativamente en las últimas tres décadas. El modelo económico que rige el sistema político rechaza que los problemas urgentes de la humanidad sean generados por el propio funcionamiento del sistema económico, así que con el fin de resolver estos problemas las instituciones sociales, políticas y científicas se enfocan a la búsqueda de mecanismos para incrementar la productividad y por tanto, las ganancias; mediante una innovación constante en bienes y servicios que busca fortalecer la dinámica de acumulación y crecimiento. El continuo incremento en la explotación de los recursos naturales, se justifica por el “bienestar social”, las masas de proletarios se verán favorecidas si logran conseguir un empleo con el cual puedan vivir con lo mínimo indispensable. La tecnología y la innovación en la producción agrícola, que se supone servirían para erradicar el hambre en el mundo, seguirá guiando a éste sector hacia la rentabilidad y caos germoplásmico, genético y terrestre.

La retroalimentación de las condiciones que generan desigualdad y pobreza no sólo se encuentran a escala global, todos los integrantes de la sociedad capitalista participamos en la reproducción de las condiciones que degradan tanto a la naturaleza como la vida de millones de personas. Nos hemos olvidado de los orígenes que dieron vida al sistema económico y nos hemos acostumbrado a la existencia de desigualdad y pobreza. Nos enrolamos en una búsqueda desesperada de rebasar nuestro status económico. En la lucha por crearse condiciones individuales de bienestar, todo lo que se puede transformar en dinero es explotado, incluso aquellos que parecieran no ser útiles al sistema económico, están muy lejana la construcción subjetiva del cambio. Indígenas, campesinos, mendigos, niños de la calle, todos los marginados, son utilizados para dar vida a “instituciones

sociales” que en la mayoría de casos son negocios rentables. Está sociedad es la que se encuentra despilfarrando los recursos de las futuras generaciones y extinguiendo todo lo que represente una ganancia económica. La conciencia social de clase ha desaparecido y la conciencia ecológica social está todavía más lejos de consolidarse en el subconsciente colectivo.

La EE no se puede construir sobre las bases de una sociedad con tales características, por tanto, propone rebasar los paradigmas de ciencia, progreso, producción y crecimiento. La racionalidad alterna debe basarse en nuevos conceptos y formulaciones teóricas desde una perspectiva metodológica interdisciplinaria y ética en la solución de los problemas ecológicos y distributivos, al estilo de la racionalidad ambiental que propone Leff (2001). Los aportes que en esas áreas tiene la EE son muy útiles, pero hasta ahora no se ha dado el paso de la crítica a la economía convencional a la construcción de las pautas para una forma de organización social alterna, aún cuando tiene indicios de las características que llevarían a la sociedad a la sustentabilidad, principios que se deben fundamentalmente a Georgescu-Roegen. La organización social y las actividades económicas de comunidades rurales están creando sociedades con un aprovechamiento menos depredador de los recursos naturales, un consumo moderado y una distribución menos inequitativa.

2.1 La valoración cualitativa y la construcción de una sociedad alterna

El problema de la valoración es uno de los temas más debatidos dentro de la literatura de la EE. Existe un consenso en que los bienes y servicios deberían regirse por los valores de uso y no los valores de cambio. No obstante, la EE no cuenta con mecanismos, a través, de los cuales, la sociedad capitalista

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pudiera establecer formas de valoración en función al uso y no al dinero. La propuesta de métodos de valoración “cualitativos” y no “cuantitativos” atenta contra la dinámica interna de reproducción del sistema económico capitalista. En primer lugar, porque el capital ficticio y dinerario constituye la base de intercambio y por tanto acumulación; en segundo lugar, porque el aparato productivo para proveer de flujos al sistema financiero depende de su capacidad de crear una constante y creciente demanda de bienes superfluos. La dinámica de competencia fuerza a las empresas no sólo a competir en técnica, para abaratar costos, sino también en creación de bienes y servicios sustitutos de diferentes calidades, para diferentes segmentos de mercado, diferenciados entre si por la capacidad económica de los consumidores. Tanto clase baja, media y alta nos enrolamos en la dinámica de sustitución constante de bienes y adquisición de cosas innecesarios, el consumismo. Se crean necesidades ficticias para generar las condiciones de acumulación y crecimiento.

Únicamente en cierto tipo de sociedades (rurales) la gente es capaz de distinguir entre el consumo para satisfacción de necesidades y consumo superficial. Martínez Alier (2000) clasifica como necesidades humanas materiales básicas: alimentación, abrigo, vivienda y necesidades no materiales afecto, comunicación, ocio, conocimiento etc. Para complementar la perspectiva de necesidades humanas no materiales, podemos incluir: el reconocimiento y prestigio social, aspectos en los que se fundamenta la organización social comunitaria, el “tequio y los cargos” [23]. La valoración de las necesidades materiales básicas, en la EE no puede estar sujeta a una valoración cuantitativa, esto deriva de principios éticos, puesto que algunos recursos naturales son indispensables para la vida. La Nueva Cultura del Agua (NCA) propone el acceso sin

costo a una cantidad de agua como derecho humano, siguiendo esa lógica también los alimentos y la vivienda son indispensables para garantizar la vida, por tanto, no deberían estarían sujetos al intercambio monetario.

La valoración cualitativa implica una serie de condiciones de organización social imposibles de adaptar en el sistema capitalista. La gestión de recursos humanos y naturales para los fines de la producción y reproducción real y ficticia hoy son guiados por la racionalidad del homo economicus al cual no le interesa más que ampliar su canasta de consumo e incrementar su tasa de ganancia, en una dinámica individual, en competencia. La organización social productiva del sistema capitalista se derrumbaría sin un sistema de intercambio monetario y basado en tecnologías intensificadoras de extracción de insumos y fuerza de trabajo. Esta es la razón por la cual, muchos juzgan las propuestas de la EE como inaplicables, y efectivamente son inaplicables en este sistema de reproducción social.

La distinción entre consumo necesario y superfluo es indispensable ya que la demanda de bienes junto con la tecnología determina los flujos de materiales y energía. Las exigencias de la continuidad de la vida humana no se limitan sólo a lo anterior, incluyen condiciones ambientales de temperatura, lluvia, composición atmosférica, etc., indispensables para la vida, “la destrucción de estas condiciones no puede “sustituirse” con el consumo de otros bienes.” (Martínez-Alier, 2001: 19) Conservar esas condiciones tendría que ser una prioridad para la sociedad si consideramos la no-sustituibilidad (en la que se basa todo el aparato teórico productivo de la economía convencional).

La valoración cualitativa, es principio y no fin, en la construcción de una organización social alterna coherente con los principios de la Economía

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Ecológica: justicia social y equidad intergeneracional. Algunas corrientes de la EE (USSE)[24] confunden justicia social con justicia distributiva, esto hace una diferencia entre los alcances de los debates en torno a los conceptos. La justicia social comprende normas, principios y decisiones acordados según el objetivo de la organización social, la justicia social se constituye en la base del desarrollo de una sociedad. También se interpreta como las condiciones que generan un acceso a una vida digna por parte de todos los integrantes de la sociedad. Por otro lado, la justicia distributiva hace referencia a lo que Aristóteles considera que debe de ser justo con respecto a la asignación de bienes, según las normas de una sociedad. Ambos conceptos hacen referencia a dos cuestiones, la normativa y la de asignación, pero únicamente la justicia social reconoce que ambos son guiados por el objetivo del orden social. Por ejemplo en el sistema capitalista el objetivo es la acumulación y por tanto, las normas se enfocan a garantizar condiciones para que se cumpla ese objetivo, las instituciones sociales, económicas y políticas se construyen con el fin de facilitar el cumplimiento de ese objetivo: la ley protege la propiedad privada, en la competencia el mercado premia a las grandes empresas y las instituciones de investigación en su mayoría realizan investigación por encargo, para fines productivos de minimización de costos. Todas estas acciones son congruentes con el objetivo del sistema social.

La justicia distributiva no confronta el objetivo de la sociedad con las normas y la asignación, por eso, se ha caído en una serie de debates que no tienen solución, en torno a sí el capitalismo podría generar condiciones de igualdad económica. La justicia distributiva no cuestiona el objetivo de la sociedad capitalista, y sus normas, lo cual llevaría a explicar el porque vivimos evidentemente en una sociedad cada vez más polarizada. La valoración

cualitativa orienta la creación de normas e instituciones para la constitución de un objetivo social completamente diferente al del sistema capitalista, puesto que supedita la valoración cuantitativa a la cualitativa. Si los individuos en sociedad ya no consideramos como motor de nuestras acciones los incentivos económicos, es necesario recobrar mecanismos para movilizar la sociedad con incentivos no monetarios. Una propuesta analítica que logra establecer criterios sociales que gobiernen las decisiones de distribución la ofrece la NCA, está muestra la forma en que una sociedad rebasa los fines individuales y se enrola en la creación de criterios de justicia social, basados en los criterios de asignación de la NCA presentamos cuatro categorías donde se muestra una jerarquización en la asignación de recursos indispensables para la vida. Esta es una forma de replantear nuestro pensamiento dominado por el paradigma individualista para crear una sociedad alternativa.

1. Recursos naturales para la vida: Alimentos, vivienda y vestido. Piso de dignidad básico. Todas las familias tienen derecho a contar con una dotación de estos bienes y servicios en cantidad suficiente para desarrollar sus actividades en sociedad con la libertad y en uso pleno de sus capacidades.

2. Recursos naturales destinados a la conservación y gestión sustentable de recursos renovables. Contempla asegurar la integridad de ecosistemas y la disminución del impacto de las actividades económicas. Cualquier decisión de gestión de recursos naturales para actividades productivas esta necesariamente guiada con el fin de satisfacción de necesidades materiales y no materiales de la sociedad y no con el fin de la crematística.

3. Recursos naturales destinados a las actividades de interés general. Toda la sociedad debe

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de contar con acceso a servicios básicos como: salud, educación, justicia y actividades que fomenten la cohesión social, a través de la construcción de instituciones para dicho fin.

4. Recursos naturales para el progreso. La ciencia y la tecnología debe contar con suficientes recursos para enrolarse en la búsqueda de tecnologías que aminoren el impacto de las actividades de la sociedad en el medio ambiente y creen las condiciones de productividad sustentable, creándose incentivos para ampliar y limitar la escala productiva por consenso social. La valoración cuantitativa esta supeditada a la cualitativa, el principio precautorio y las prioridades sociales deben guiar las decisiones en cuanto a aplicación de tecnología.

La sociedad que se construye con los cuatro principios está sustentada en mecanismos de asignación cualitativos, sin que con esto se inhiba la posibilidad de intercambios cuantitativos. Los criterios de decisión sobre la distribución de los recursos son guiados por dos objetivos: la satisfacción humana y de la naturaleza de las condiciones necesarias para la vida y en segundo lugar, por la satisfacción de necesidades no prioritarias basadas en el progreso científico. De esta propuesta se desprenden varias preguntas acerca de: la existencia de incentivos para generar innovación y tecnología; incentivos para la producción; la existencia de dinero; instituciones; posibilidad de aplicación a un plano global, nacional o local; y lógica del funcionamiento del sistema como un todo social.La respuesta a estas interrogantes no es una tarea sencilla, constituye la descripción de los dispositivos y racionalidad de funcionamiento del sistema social alternativo que plantea la EEP. Pero, la reciente crisis económica mundial de finales del 2008 nos muestra que no existe ninguna posibilidad de

cambio ni moderado ni radical en la política internacional. El agotamiento del modelo económico en el que se basa la economía mundial (derivado de la teoría económica neoclásica) desafortunadamente no ha dado origen al replanteamiento del funcionamiento del sistema económico internacional. Las respuestas a la crisis se han abocado a mantener el status quo, se mantiene la organización social productiva y sus impactos ecológicos, sociales y económicos. Los dueños de las grandes transnacionales deben de seguir siéndolo y los trabajos precarios, desempleados y marginados no entran en la soluciones para la refuncionalización del sistema.

Los cambios se están gestando a nivel local, en la práctica de investigación documental y de campo en comunidades rurales hemos encontrado la mayor parte de respuestas a las interrogantes planteadas en esta sección; el funcionamiento de comunidades que son ejemplo de gestión sustentable, equidad social y justicia social. Las actividades campesinas son vistas como una luz en medio de una densa oscuridad en el camino de la sustentabilidad, pero, cuyo resplandor se pierde en el momento de proponer una organización social alterna. La fuga de excedentes de las comunidades rurales es una de las razones por las que la EE no se atreve a utilizar las características sociales y productivas de la actividad campesina, a pesar de que es de su conocimiento una gran serie de experiencias de proyectos productivos exitosos. La EE acepta que las posibilidades de subsistencia de la especie humana ahora se encuentran en la capacidad de las comunidades rurales de gestionar los recursos de forma que no se devasten y desaparezcan. Sin embargo, es necesario aclarar que las condiciones de las sociedades rurales varían entre regiones locales y globales y, que por tal razón, las características y oportunidades son diferentes y sus resultados varían. No se puede construir un modelo de progreso único

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e uniforme, pero si se pueden describir las pautas generales que hacen de las experiencias de gestión sustentable un éxito capaz de ser reproducible. Las instituciones, la tecnología, la asociación productiva, la visión de largo plazo, la conservación de los excedentes potenciales y la distribución de los excedentes reales son los elementos que en las comunidades rurales se manejan con una racionalidad no económica y que crean nichos de sustentabilidad.

2.2 Actividades No-proletarias Generadoras de Excedentes

La evolución de la estructura social comunitaria ha dado lugar a formas de organización social para la producción -en comunidades indígenas y campesinas-, que utiliza a las instituciones tradicionales en la toma de decisiones y construyen una organización administrativa particular que repercute positivamente en el manejo de los recursos naturales. La autonomía y la innovación crean una vinculación entre la sociedad capitalista y las no capitalistas que se traduce en términos de intercambio que posibilitan la existencia de modelos de acumulación no capitalista

Actividades No-Proletarias Generadoras de Excedentes (ANGE) es una categoría que surge del análisis de experiencias productivas en las que predominan bajo la forma particular de relación social de producción comunitaria: la vinculación entre sus procesos de apropiación social de la naturaleza y sinergias tecnológicas (moderna y tradicional) con diversificación productiva; términos de intercambio que permiten la realización de excedentes monetarios en la esfera de la circulación; apropiación social de los excedentes tanto en forma de reinversión productiva como de generación de infraestructura, servicios sociales en la esfera de la distribución y en el plano ecológico mecanismos de conservación. La clave es identificar la lógica y los mecanismos por los cuales una pequeña

sociedad puede establecer relaciones sociales, políticas y ambientales no subordinadas a las económicas, que sean compatibles con los tiempos de regeneración de la naturaleza y donde exista un intercambio no desigual en el mercado y una apropiación colectiva de excedentes.

Las ANGE se basan en una relación de colaboración para la producción que se ajusta a principios de carácter social, político, cultural y económico dependiente de las características propias de cada comunidad. Son actividades no proletarias porque en ellas existen formas de relaciones contractuales escritas y no escritas que independientemente de si se es participe de la propiedad común o no, -en México se le llama a estas personas comunero o ejidatario-, se garantiza el acceso a los bienes y servicios derivados de la generación de excedentes. Estas relaciones sociales de producción se constituyen de formas de trabajo pagado de modo social[25] o económico. Estas relaciones sociales contrastan completamente con las que se establecen en el sistema capitalista, relaciones en las que los trabajadores se presentan al mercado desposeídos de las condiciones materiales de su reproducción como seres humanos y como poseedores únicamente de su fuerza de trabajo, en relaciones contractuales aparentemente libres en un supuesto intercambio entre equivalentes[26]; en un sistema donde se hace creer a los trabajadores que su condición desposeída y la acumulación del capital en unas cuantas manos es natural. Este sistema crea sujetos a-históricos, sin conciencia de clase e individualistas y cuyo sustento depende únicamente de los ingresos que obtienen vía salarios en forma monetaria. El término proletario se refiere a la perdida de toda posibilidad de que los individuos puedan controlar sus vidas (Meszáros, 1998); los trabajadores en el sistema capitalista ocasionalmente pueden decidir a quién vender su fuerza de trabajo, “pero no pueden

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elegir entre vender o no su capacidad para trabajar si quieren sobrevivir” (Lebowitz, 2006:19).

2.2.1 Formulación teórica en la construcción de categorías de una sociedad alterna

Derivado de un análisis sobre las diferencias entre la teoría que explica el comportamiento campesino y el modelo de acumulación capitalista, podemos decir, que las ANGE son formas de organización únicas, que se caracterizan por una lógica de organización social guiada por el objetivo social que es la permanencia en el tiempo de la comunidad, la comunidad es un nicho de sustentabilidad, capaz de auto-adaptarse y generar un modelo propio de autogestión que responda al objetivo social.

2.2.2 La lógica de producción comunitaria y los incentivos no económicos para el progreso

El objetivo social de las ANGE es la búsqueda de la continuidad de la comunidad como comunidad, de ahí se desprenden sus normas, la asignación y conservación de los recursos:

La sociedad se entiende como unidad social que tiene una estrecha relación con su territorio, la cual, genera un sentido de pertenencia de sus miembros, quienes se rigen con reglas sociales de inclusión y exclusión tanto de acceso a recursos naturales como sociales que rigen el comportamiento de la unidad .En este sistema de producción al mismo tiempo de que existen incentivos para acumular, también existen incentivos para controlar la escala productiva. La búsqueda del objetivo social guía las decisiones sociales, políticas, económicas, ecológicas y jurídicas. Y se construyen

normas y reglas que aseguran el funcionamiento social para el cumplimiento del objetivo de la unidad[27].

La forma de asignación se sustenta en el régimen de posesión: se entiende que el lugar de habitación de los miembros de la comunidad es propio, pero también es sabido por todos que la naturaleza no puede ser propiedad de nadie, sólo se posee para llevar a cabo fines según acuerdo social. Este régimen proporciona una serie de incentivos de vigilancia y gestión sustentable. Existen reglas claras de inclusión y exclusión a la participación de los recursos sociales. Estas reglas se construyen en función al conocimiento pasado de la organización social y se reformulan según las nuevas necesidades.

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Las decisiones de qué, cómo y cuanto producir no son decisiones que estén en función del mercado, éste juega un papel secundario. Estas decisiones se toman en función de las prioridades sociales y de los recursos naturales disponibles, considerando el tiempo y capacidad de regeneración. El mercado no asigna recursos; los empleos, por ejemplo, no se determinan por la presión que ejerce la oferta y la demanda de mano de obra, pues el interés de la comunidad es crear la mayor cantidad de empleos posible. Tampoco fija el salario; para la unidad social la reducción de costos no es la única prioridad, ni la más importante. Los salarios se establecen

considerando los recursos económicos, las necesidades de reinversión y creación de infraestructura, además de referencias a los ingresos ofrecidos en los empleos alternativos disponibles. El nivel de salarios es generalmente superior en las comunidades con ANGE que en el sistema capitalista, existe un sistema de seguridad social propio, cada comunidad determina algunas prioridades a parte del acceso a servicio médico, y se procura dar una pensión a los trabajadores, la seguridad social depende de las prioridades que determine la misma comunidad y es independiente del sistema de seguridad social capitalista.

Lógicas de producción individual Lógica de producción social

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2.2.3 Dinámica económica: construcción de nuevas categorías

¿Qué se produce?: Mercancías sustentables

No existe una competencia por disminución de costos con las empresas del sistema capitalista. Y a diferencia de la economía campesina, que supone que los campesinos no se dan cuenta del valor que están transfiriendo a la sociedad, en las ANGE se producen bienes con un alto valor agregado que se venden en un segmento de mercado no convencional. Valor agregado enfocado a: la disminución de químicos, condiciones de producción menos estresantes para los animales y más naturales; utilizar métodos tradicionales de conservación de productos no perecederos; y ser más nutritivos. Estas características hacen que la fluctuación que forzosamente genera la oferta y la demanda tenga bajo impacto en el precio de mercado. El mercado juega un papel secundario en la dinámica económica, las leyes de oferta y demanda no tendrían que regir la mayoría de estos productos porque la mayoría son bienes de consumo necesario. Con el fin de diferenciar las

mercancías que producen las ANGE del resto de las del sistema capitalista, les nombramos mercancías sustentables (esquema 1).

Las mercancías sustentables son, al igual que las capitalistas, valores de uso y valores de cambio, pero en su valor de cambio está considerado el tiempo necesario de reproducción de los ciclos de regeneración de la naturaleza, además del tiempo de trabajo socialmente necesario de acuerdo a la organización de la producción y nivel de avance tecnológico alcanzado por la comunidad. El proceso productivo contempla además de los medios de producción y fuerza de trabajo, como un elemento separado a los recursos naturales, puesto que estos determinan que es lo que se puede producir y no son considerados como medios de producción en general. Esta separación obedece a que para la ANGE la naturaleza no es un medio de producción. La valoración cualitativa está antes que la valoración cuantitativa, la primera se presenta en el proceso productivo y la segunda en el intercambio.

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¿Cómo se produce?: Información y tecnología

Existen mecanismos exitosos de difusión de información técnica de cierto de tipo de actividades económicas. La información es un input que se comparte, hay un interés genuino de compartir conocimientos y difundir los métodos principalmente de conservación y organización. La adquisición de tecnología y renovación de capital se da en la medida en que se cumplan las prioridades sociales. El ritmo de absorción de tecnología en los procesos productivos se incrementa conforme se avanza en el desarrollo de la infraestructura de la comunidad. La oferta de tecnología no proviene únicamente del sistema capitalista; existe una búsqueda constante de las capacidades no ejercidas que todavía se encuentran en la mente de la sociedad. La tecnología a implementar en los procesos productivos es evaluada por sus atributos en relación a la disminución del gasto de energía y tiempo, tanto de los seres humanos como de los recursos naturales. (esquema 2). Aquí cabría preguntarse si en este sistema se garantizaría el desarrollo de las fuerzas productivas, característica esencial del sistema capitalista. ¿Existen incentivos para la impulsar la creatividad humana? La respuesta es que si, pero no a la velocidad que lo ha hecho el sistema capitalista y tampoco bajo su lógica.

¿Cuánto se produce? Creación de excedentes y distribución

En las comunidades con ANGE existen dos tipos de trabajo, el trabajo que percibe una retribución económica valoración cuantitativa y el trabajo que no tiene una compensación de tipo monetaria valoración cualitativa. El primero es el que se contrata en la producción comunitaria y el segundo se presenta en las actividades que tienen que ver con cuestiones sociales y políticas. La compensación no económica tiene tres formas 1) prestigio social; 2) incremento en niveles de vida por participación en la construcción de infraestructura social, retribución en forma de trabajo, es decir, el trabajo desplegado en alguna actividad productiva en beneficio de alguna familia es retribuido en forma de trabajo en la misma actividad o en otra; y 3) compensaciones en especie. Este tipo de trabajo se presenta en la producción familiar, cargos políticos, cargos religiosos y en actividades sociales para el mejoramiento y construcción de infraestructura, el trabajo no se reduce a una mercancía. Ambas formas de compensación al trabajo no son excluyentes; los mismos trabajadores pueden percibir el pago en forma monetaria y no monetaria.

En las ANGE no existe la categoría ganancia porque el plusvalor que se genera en el sistema de producción

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no es apropiado individualmente, es apropiado socialmente (esquema 3) no es la retribución al capitalista por echar a andar la producción, y tampoco es el precio del capital. Por esa razón a lo largo de esta investigación se le ha nombrado excedente. Es un hecho que existe la creación de plusvalor en las ANGE, pues existe trabajo contratado y pagado a través de un salario, pero la diferencia fundamental entre este sistema y el capitalista o el de la teoría económica campesina es como es apropiado ese valor excedente. (Esquema 3)

Tanto el trabajo asalariado como el no asalariado son indispensables en la reproducción de la sociedad.

Conclusiones

Hasta ahora se había visto la EE como una mejor manera de examinar los problemas que aquejan la sociedad. Pero las condiciones ecológicas nos muestran la urgencia de tomar decisiones acerca de cómo podríamos organizarnos de

una manera alterna para enfrentar los resultados de la dinámica de acumulación capitalista.

La teoría económica ha mostrado su incapacidad para enfrentar los problemas urgentes de la sociedad, la pobreza, el desempleo, etc., querer incorporar la gestión sustentable tal como lo hace la economía ambiental generaría una exclusión y polarización social mucho más aguda de la que vivimos hoy por su forma de insertar los recursos naturales como mercancías es totalmente absurdo. El rechazo de esta forma de inclusión de la naturaleza al sistema económico deriva en problemáticas más complejas de resolver para la EE que podemos resumir en una pregunta ¿La EEP tiene algo que decir acerca de una forma de organización social alterna?

Este documento da una respuesta a esta pregunta, se presentaron principios en los que se basaría la dinámica de una organización social alterna compatible con todos los postulados de la EE. El origen de esta aportación

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se sustenta en los principios éticos de esta corriente ¿cómo construir una sociedad con justicia social, equidad intergeneracional y gestión sustentable? Objetivos sumamente ambiciosos y muy lejos de la realidad que vivimos. La respuesta que damos aquí es a través de la construcción de incentivos de intercambio y asignación no monetarios, a través de la valoración cualitativa. Según la discusión que se presentó sobre justicia social y las ANGE, el objetivo de la sociedad es su permanencia en el tiempo, que implica mucho más que salvarnos de la extinción como especie, nos invita a reflexionar sobre que tenemos y qué querríamos salvar como miembros de una sociedad organizada. Muchas comunidades tienen muy claro hacía donde van, que mundo quieren construir y cómo lograrlo.

Los principios para la construcción de una asignación ética de los recursos naturales es indispensable para eliminar no sólo el problema de la insustentabilidad, sino para eliminar los graves problemas que enfrenta la humanidad como la pobreza, la explotación, el trabajo infantil, la discriminación, el hambre y la guerra. Esta propuesta implica mucho trabajo en el plano productivo, porque quien produciría todos los bienes y servicios que tienen que estar en una canasta básica para toda la población, y bajo que incentivos lo harían. Se necesita como lo muestran las ANGE, dos tipos de trabajo, uno remunerado cualitativamente y otro cuantitativamente. Y es un hecho que tenemos que superar las experiencias de las economías socialistas, en las que hubo desbasto, corrupción, carencia de incentivos para la innovación y coartación de libertades. Aunque este debatido punto también entraría en un debate sobre las libertades sociales versus libertades individuales.

Proponemos fortalecer los nichos de sustentabilidad existentes y ayudar en la creación de nuevos para generar una estructura nacional con la potencialidad

de crear los bienes y servicios necesarios para la población nacional y si fuera sustentable exportar llegar al resto del mundo. Se propone romper paradigmas científicos y sociales y ponernos a trabajar para reconstituir el marco intelectual y paradigmático de una sociedad alterna sustentada en una economía ecológica que respete los principios de sustentabilidad, equidad y justicia social.

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BIBLIOGRAFÍA

NOTAS[23] Trabajo no remunerado monetariamente.[24] Sociedad de Economía Ecológica de Estados Unidos de, USSEE, por sus siglas en inglés.[25] La forma de retribución social de da a través de la obtención de prestigio social, cuestión sumamente valorada en las comunidades, el reconocimiento cuenta mucho para las diversas esferas de la vida comunitaria. Pero esta retribución también puede hacerse con un intercambio físico de trabajo.[26] Supuesto intercambio entre equivalentes porque la fuerza de trabajo es una mercancía ficticia, al igual que la tierra y los recursos naturales (Polanyi:1954).

* Instituto Politécnico Nacional, Unidad Oaxaca, México. Email: [email protected]

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Desarrollo humano sustentable en la Comuna de La PintanaMario Rosales

Resumen: La Pintana es considerada comuna de menor desarrollo relativo de la urbe de Santiago, en gran medida, porque durante el régimen militar fue de traslado para familias pobres. No obstante, ha aplicado de modo pionero el concepto de «desarrollo humano sustentable», mediante programas para reducir la pobreza y creativos proyectos ambientales. Posee un plan regulador y ordenanzas ambientales, que limitan el crecimiento urbano para poder elevar el estándar de vida sus habitantes sin presiones adicionales. Con una población de 190 mil habitantes -eran 80 mil hace 15 años- ha logrado una alta cobertura de servicios básicos, reducido drásticamente la pobreza e impulsado iniciativas pioneras, como la separación de desechos sólidos en un tercio de las viviendas, siendo su parte húmeda procesada con compostaje y lombricultura. Varios programas buscan fortalecer la identidad y autoestima local para consolidar una comuna de entorno grato, donde el 44% del territorio mantiene una imagen rural.Palabras clave: Desarrollo local sustentable, buen gobierno local, desarrollo municipal, lucha contra la pobreza, gestión ambiental.

Desenvolvimento humano sustentável na Município da Pintana

Resumo: A Pintana é considerado município de menor desenvolvimento relativo da urbe de Santiago, em grande parte, porque durante o regime militar foi de translado para famílias pobres. Não obstante, aplicou de modo pioneiro o conceito de «desenvolvimento humano sustentável», mediante programas para reduzir a pobreza e criativos projectos ambientales. Possui um plano regulador e ordens ambientais, que limitam o crescimento urbano para poder elevar o regular de vida seus habitantes sem pressões adicionais. Com uma população de 190 mil habitantes —eram 80 mil faz 15 anos— tem conseguido uma alta cobertura de serviços básicos, reduzido drasticamente a pobreza e impulsionado iniciativas pioneiras, como a separação de desechos sólidos num terço das moradias, sendo sua parte húmida processada com compostaje e lombricultura. Vários programas procuram fortalecer a identidade e autoestima local para consolidar uma comuna de meio grato, onde o 44% do território mantém uma imagem rural.Palavras-chave: Desenvolvimento local sustentável, bom governo local, desenvolvimento municipal, luta contra a pobreza, gestão ambiental.

Sustainable human development in the County of La Pintana

Abstract: “La Pintana” is considered the county with minor relative development of the urbe of Santiago, mainly because during the military regime poor families were transferred there. Nevertheless, it has applied before others the “sustainable human development” concept, by means of programs to reduce poverty and through creative environmental projects. It possesses a regulatory plan and environmental regulations that set limit to urban growth in order to increase the standard of life of its inhabitants without additional pressures. With a population of 190 thousand inhabitants –they were 80 one thousand 15 years back- it has reached a high coverage of basic services, reduced poverty drastically and set forward pioneer initiatives, such as the separation of solid waste in a third of its homes, being the humid component of waste processed with composting and “lombricultura”. Several programs seek to strengthen local identity and self esteem to consolidate a County of pleasant surroundings, where 44% of the territory still maintains a rural scope.Keywords: Sustainable local development, efficient local government, county development, struggle against poverty, environmental management.

Recibido: 22.01.10Aceptado: 08.02.10

art

ícu

los

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Introducción

La Pintana es una de las 39 comunas del Área Metropolitana de Santiago y ha sido considerada territorio con retraso en su desarrollo, ya que durante el gobierno militar, se constituye en receptora masiva de familias de bajos ingresos provenientes de las comunas acomodadas de la urbe. Ayuda a ello la oferta de terrenos baratos no urbanizados, que el gobierno militar aprovecha para establecer allí programas masivos de viviendas para grupos humanos expulsados de otras comunas de la capital.

Desarrollo humano sustentable en

la Comuna de La Pintana

Mario Rosales*

sustentabilidad(es) - volumen 1- número 1- año 2010 - pag. 92 - 105

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Sin embargo esta situación ha cambiando positivamente. Entre otras políticas destacan los desestímulos municipales a la oferta de terrenos, lo que limita la construcción masiva de vivienda social. Si bien hasta hace unos años, La Pintana ocupaba el último lugar en Área Metropolitana por su elevado índice de pobreza, a la fecha ha bajado 9 puestos en dicho ranking. La pobreza se reduce de un 53% en 1990, a un 17.2% el año 2006 y la comuna posee altos indicadores de infraestructura y servicios: más del 99% de cobertura de agua potable, alumbrado y pavimentación y sobre el 96% para el alcantarillado.

La Pintana es una de las primeras comunas chilenas con planificación ambiental incorporada en sus planes de desarrollo y regulador. Para frenar la expansión urbana se dan usos no tradicionales a los suelos, distinguiéndose una Zona de Protección Ecológica y un Área de Interés Agropecuario, donde funcionan varias universidades y centros de innovación agrícola. También posee una Ordenanza Ambiental Marco con los componentes: i) Deterioro Urbano; ii) Saneamiento Básico; iii) Contaminación

del Aire; iv) Zoonosis y Tenencia de Animales; v) Higiene Ambiental y Seguridad Industrial; vi) Aseo; vii) Ornato; viii) Mercados y Ferias Libres. Entre las grandes obras destacan el Centro Cívico comunal, el Estadio Municipal de alto estándar, el Parque para Mediana y Pequeña Industria y la doble vía que conecta Santiago con al sur del país, hace poco inaugurada.

Durante la gestión del alcalde Jaime Pavez —reelegido en cuatro oportunidades con 34%, 52%, 62% y más del 60% de votantes— se crea la Dirección de Gestión Ambiental, DGA, con un equipo de trabajo de más de 50 profesionales y técnicos. La DGA implementa proyectos ambientales como la Planta de Compostaje que recicla la basura orgánica de hogares, mercados y ferias; el Vivero, que abastece de plantas a las escuelas y parques municipales; un Museo Natural Interactivo, usado por visitantes y estudiantes; una Clínica Veterinaria Móvil, que reduce la presencia y reproducción masiva de perros y gatos; y un Mini Zoológico, ubicado delante del edificio municipal.

Resumen de Logros de la Gestión Municipal de La Pintana

• Aplicación del enfoque de desarrollo humano sustentable en el Plan de Desarrollo y Regulador y 12 Ordenanzas Ambientales que orientan la política local.

• Detención de la construcción masiva de viviendas sociales en la comuna y reducción del incremento de la población, por aplicación de los planos reguladores local y regional metropolitano.

• El 44% del territorio es, de hecho, rural y no está ocupado por viviendas. Constituye una reserva para la expansión sostenible de la ciudad, que puede incluir grandes equipamiento como un Parque Ecológico y Recreativo Metropolitano.

• Creación y operación de la División de Gestión Ambiental que gestiona, de modo unificado, el manejo de los residuos sólidos, administra la Planta de Compostaje, el Vivero y otros proyectos ligados al tema ambiental.

• Un tercio de los hogares de la comuna separa los residuos húmedos de los sólidos, los que son procesados en la planta municipal, con importantes ahorros de costos.

• Mediante inversión propia y recursos externos se logra un elevado estándar de equipamiento y urbanización, bordeando el 100% de cobertura en agua potable, electricidad domiciliaria, alumbrado público, pavimentación y alcantarillado.

• Se construye el Estadio Municipal, de alto estándar, centro de una red de clubes deportivos y actividades recreativas para la juventud y la población en general.

• La pobreza comunal disminuye del 53% en 1990 al 17.2% en el 2006 y el ingreso monetario medio por familia llega a US$ 750 dólares mensuales, a fines del 2008.

• Hay un alto reconocimiento a la gestión del alcalde y apoyo de la población a la estrategia de desarrollo en curso, que se expresa en las reelecciones sucesivas.

• El accionar ambiental municipal es considerada un modelo por otros municipios y por instituciones académicas como Universidades, la CEPAL y otras.

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Cuadro 01 - El cuadro muestra los procesos migratorios ocurridos entre 1979 y 1985

Breve historia del proceso de poblamiento de La Pintana

El municipio de La Pintana comienza a funcionar como comuna autónoma en 1984, tras la subdivisión de la comuna La Granja mediante decreto del gobierno militar. Limita al norte con La Granja y San Ramón, al oriente con La Florida y Puente Alto, al poniente con El Bosque y al sur con San Bernardo y posee una extensión de 30,3 kilómetros cuadrados de los cuales el 55 % corresponde a áreas o zonas urbanizadas y el 44 % restante a área no urbana[27] con usos variados.

La comuna de La Pintana tiene dos grandes etapas de poblamiento. La primera se desarrolla entre 1950 y 1985, donde la migración de habitantes a La Pintana (todavía parte de La Granja) era lenta, aunque tiene un repunte a fines de los años sesenta con la toma de los terrenos del ex Fundo San Rafael, por pobladores provenientes en su mayoría de la población Santa Adriana, el 22 de julio de 1965. (ver cuadro 01)

Tabla 02Flujo de Erradicaciones a

La Pintana (Posteriores al Censo de 1982)

Comuna de origen: %

San Miguel 21,2

La Granja 21.1

Conchalí 9.2

Pudahuel 5.1

Maipú 4.8

Las Condes 4.2

La Florida 4.1

San Bernardo 4.0

La Cisterna 4.0

Santiago 3.9

Puente Alto 3.5

Quinta Normal 3.1

Ñuñoa 2.5

La Reina 1.7

San Ramón 0.7

Providencia 0.4

Quilicura 0.3

Fuente: Municipalidad La Pintana

La segunda etapa de poblamiento ocurre entre los años 1985 y 1994, siendo su característica principal el masivo poblamiento de la comuna por la erradicación de los sectores pobres de las comunas acomodadas del Gran Santiago (Las Condes, Providencia, Ñuñoa, La Reina) y de otros municipios con presencia de campamentos con grupos excluidos de la vivienda propia. En esta época, los habitantes de La Pintana casi se triplican

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Al respecto, la Municipalidad afirma[28]:

“Aunque la erradicación de campamentos se inicia entre 1976 y 1978, el procedimiento se aceleró en el período que media entre 1979 y 1985, especialmente por la aplicación del llamado «subsidio dirigido», desde 1981, y de hecho continúa hasta febrero de 1989. El mayor volumen de radicaciones, en tamaño y número, fue a concentrarse en la nueva comuna de La Pintana, la cual pasó a ser el caso demostrativo de la estrategia de reorganización y sus conflictos”.

De este modo, durante el gobierno militar La Pintana es estigmatizada al constituirse en receptora masiva de familias de escasos recursos provenientes de municipios acomodados -como Las Condes, La Reina, Providencia y Ñuñoa- y de otras comunas de Santiago. Dada la alta oferta existente de terrenos baratos no urbanizados fue fácil para el gobierno militar establecer allí campamentos y programas de vivienda mínima para los sectores pobres.

Sin embargo, esta situación ha cambiando. Hasta unos años, La Pintana ocupaba el último lugar en la Zona Metropolitana por su índice de pobreza, a la fecha ha subido varios puestos en dicho ranking, lo que indica mejoras importantes en su calidad media de vida. Entre otras políticas locales, han sido efectivos los desestímulos a la oferta de terrenos mediante la aplicación del Plan de Desarrollo Comunal de 1994, lo que ha reducido los usos habitacionales. De este modo el 44% de la superficie no puede ser ocupada por viviendas y esta situación tiende a mantenerse.

Hacia un desarrollo humano sustentable

Una primera visita por la comuna entrega sorpresas. La primera, es la coexistencia estable zonas urbanas

de vivienda con espacios más rurales privados o institucionales. La segunda es la abundante vegetación existente tanto en los espacios de corte rural como entre los mismos bloques de vivienda de diverso tipo y antigüedad. Llama la atención la cantidad de árboles y de plazas, en general, bien regados y cuidados.

También intriga la menor presencia de problemas ambientales comunes en el resto de Santiago, como la contaminación atmosférica (producto de la inversión térmica), la congestión vehicular y la deforestación. La diferencia es debida, entre otros factores, a su carácter suburbano, su ubicación periférica y su entorno paisajístico natural. Vale decir, su posicionamiento rural más que típicamente urbano. Este doble rol, urbano-rural, es bien aprovechado y estimulado por las políticas municipales.

Un componente futurista integrado en el Plan de Desarrollo, ha sido definir a La Pintana como comuna “verde” -“cuña” ambiental entre dos grandes conjuntos urbanos- y comuna “borde”, que contiene el explosivo crecimiento de Santiago. Del mismo modo, ha sido importante la adopción, por parte de la Municipalidad, de la concepción de “desarrollo humano sustentable” de la Agenda Social 21. En efecto, en 1992 en la Cumbre de Río de Janeiro Chile asume el compromiso de replicar “agendas 21” tanto a nivel nacional, como regional y local. Adoptar el concepto de “desarrollo humano sustentable” implica asumir una visión de conjunto del desarrollo con énfasis en la consistencia en la intervención en el territorio: “Si el desarrollo humano es... aumentar las alternativas, pobreza significa que las oportunidades y alternativas más básicas son denegadas: tener una vida larga, saludable y creativa y disfrutar de un estándar de vida decente, libertad, autoestima y respeto por los otros…[29]” La Pintana asume el reto.

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En suma, La Pintana constituye un territorio atípico donde la Municipalidad juega un rol clave al integrar el concepto de «desarrollo humano sustentable» en sus políticas, estrategias de gestión y tomas de decisiones.

En el plano de más abajo se puede observar la coexistencia actual de áreas pobladas con otras de carácter agrícola o institucional utilizadas por universidades, centros de investigación agraria o reserva para la construcción de un gran parque que integraría un nuevo Zoológico para la ciudad de Santiago.

Crecimiento económico y progreso social

Los primeros años de la gestión de los alcaldes democráticos coinciden con el crecimiento económico acelerado del país. Entre 1990 y 1998, el producto chileno se expande a tasas próximas al 7 % anual. Luego, en ese periodo hay una buena disponibilidad de recursos, aunque esta no es condición suficiente para garantizar el éxito de una gestión local. Los años siguientes -1999 y 2000- están marcados por un menor crecimiento, pero la economía chilena se recupera luego, aunque no llegará a los niveles de dinamismo alcanzados a comienzos de los noventa.

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En este contexto favorable es que hay que evaluar los resultados de la gestión municipal de La Pintana y de los restantes municipios del país. Una mirada a las cifras y datos sobre infraestructura, equipamiento y cobertura de los servicios muestra notables logros. La Pintana posee ahora altos indicadores de cobertura de agua potable, electricidad, alumbrado público, pavimentación, alcantarillado y propiedad de la vivienda permanente, los que bordean el 100 % de cobertura. El equipamiento de los hogares -televisión, refrigerador, lavadora, equipo de sonido y teléfono (fijo y celular)- es también satisfactorio. (Tabla 02)

La pobreza disminuye pero se esconde al interior de pequeñas viviendas

La comuna logra una notable reducción de la pobreza total entre 1990 y el año 2006, la que disminuye a casi a un tercio del porcentaje original de 53.3% de población pobre en 1990. Contribuyen a ello tanto el incremento del producto nacional, el mayor empleo y los ingresos familiares como las políticas municipales, entre las que destacan la fuerte inversión en infraestructura como pavimentación, alumbrado público, parques y plazas, escuelas y liceos públicos y centros de salud. (Tabla 03)

Del mismo modo, contribuyen a la reducción de la pobreza las políticas nacionales de ejecución municipal que permiten identificar a las familias

TABLA 02Indicadores de infraestructura y

equipamiento en La Pintana (En porcentaje de los hogares)

1992 2002

Agua potable 96.7 99.4

Alumbrado 96.8 99.4

Alcantarillado 87.0 96.0

Pavimento urbano 71.0 99.8*

Pavimento total 55.0 79.0*

Teléfono fijo 2.3 58.4

Teléfono celular -- 38.3

Gas (licuado o natural) 98.6

Vivienda permanente 86.8 95.8

Vivienda semipermanente 10.2 4.2

Propietarios 81.0 87.5*

Con allegados 41.6*

Con TV b/n 61.5 17.6

Con TV color 41.6 89.4

Videograbadora 7.8 35.6

TV Cable -- 6.8

Refrigerador 46.1 83.6

Equipo Sonido 28.5 70.1

Lavadora 42.2 81.4

Bicicleta 31.7 45.5

Moto 0.7 1.0

Auto, furgón o camioneta 6.7 16.7

Sin vehículo 66.8 47.3

Población comuna 169.640 190.085

Viviendas (42m2 promedio*)

44.394

Hogares 38.942 47.294

Fuentes: Censos Nacionales y Municipalidad *Datos municipales del año 2000

TABLA 03Evolución de la pobreza en La Pintana

(en porcentajes de la población total)

1990 1992 1994 1996 1998 2000 2003 2006

Pobreza total 53.3 44.1 28.9 29.2 31.9 31.1 25,9 17,2

Pobres. no indigentes

--- 33.4 24.8 23.7 21.4 20.5 18.3 3,6

Pobres Indigentes

--- 10.7 4.1 5.5 9.6 10.5 6,2 3,6

Fuentes: Encuestas CASEN, Municipalidad La Pintana

pobres (ficha CAS y luego ficha familia) para focalizar en ellas un conjunto de

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subsidios sociales y apoyos públicos que les permita paliar su situación.

No obstante, un análisis sutil muestra situaciones complejas. Según la municipalidad más del 40 % de las viviendas alberga “allegados”, es decir miembros de otra familia, parientes o amigos. Por otra parte, el tamaño de las casas es demasiado pequeño, como lo muestra el indicador medio de los permisos de construcción otorgados por el municipio: 42 metros cuadrados. Además, la “cultura de pobreza” pervive. Los barrios más recientes –formados durante el periodo militar- albergan redes de microtráfico y esconden delincuentes, más allá de la voluntad municipal por mejorar la situación.

En suma las calles están pavimentadas, las plazas son mantenidas por la municipalidad y los servicios, amplios en cobertura, funcionan adecuadamente, Pero, como afirman los funcionarios municipales: “la pobreza se trasladó al interior de las casas”. La pobreza extrema no se ve, pero está ahí.

Una política territorial y a la vez social: evitar que aumente la población

La Pintana muestra una inteligente política municipal para evitar el incremento del número absoluto y relativo de pobres. Se terminó con las erradicaciones masivas de grupos pobres a las fronteras interiores de la comuna. Es decir, con la estrategia de la dictadura de “concentrar” a los pobres

lejos de los ricos y grupos medios. No obstante, no sería justo asignar a la dictadura chilena el monopolio de la política de segregación espacial de los que menos tienen. De hecho, el Estado chileno venía practicando hace décadas la estrategia de construir masivamente viviendas mínimas para los grupos de menores ingresos en lugares donde el suelo fuese barato. Poco importaba la distancia y la falta de infraestructura. Tampoco el desarraigo y pérdida de empleos producidos por efecto de los traslados de habitantes casi desde un extremo a otro de la ciudad.

Al contrario de otras municipalidades, las autoridades de La Pintana se dan cuenta que es indispensable dejar de ser una comuna estigmatizada por la pobreza, evitando que lleguen aún más familias con dificultades. A poco andar de la gestión municipal del alcalde Pavez, este logra que se congele la construcción de vivienda social para grupos provenientes de fuera del perímetro de La Pintana. Así, se logra reducir el incremento de la población como lo muestra el cuadro: (Tabla 04)

El ritmo de crecimiento de la población se reduce drásticamente de un 7.8 % al año en el periodo 1982-1992 a un modesto 1.3% anual entre 1992 y el 2002. La Pintana es uno de los pocos municipios que aplica deliberadamente esta política. Otras municipalidades colindantes optan por la política contraria: favorecer el crecimiento poblacional dado el eventual aumento de las transferencias del Fondo Común Municipal.

TABLA 04Variación población y reducción del ritmo de crecimiento poblacional

(Censos de Población de 1982, 1992 y 2002)

PoblaciónCenso1982

Incremento 1982-1992

Crecimiento anual

promedio

PoblaciónCenso1992

Incremento1992-2002

Crecimiento anual

promedio

PoblaciónCenso 2002

73.932 116.153 7.8 % 169.640 20.445 1.3 % 190.085

Fuente: Censos Nacionales. Elaboración: propia

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sustentabilidad (es)100

Un segundo elemento contribuye al éxito de la política. El aumento del valor del suelo. Se trata de un efecto combinado de la fuerte inversión en infraestructura, del mejoramiento de los servicios y de la mejor calidad de vida resultante –por una parte- y de la reducción de la oferta de tierra urbana por las políticas municipales. Sube el valor del suelo y por ello se reducen las compras de tierra por el gobierno central para destinarla a vivienda social y se incrementa paralelamente el valor de las viviendas propias de la mayor parte de las familias de La Pintana.

Entre 1992 y el 2000 el valor del suelo se incrementa fuertemente pasando de US $ 2.3 el metro cuadrado a US $ 30 en un periodo de 8 años, según informa la Municipalidad.

Apoyo a las organizaciones, creación de cultura y “capital social”

Al mejorar la infraestructura y el equipamiento disponibles, incrementarse las áreas verdes y mejorar los servicios hay, sin duda, una ganancia neta en bienestar. Pero para que este efecto se dé mejor es necesario que la gente incremente su organización para que pueda participar y hacerse responsable de las nuevas realidades territoriales. Es decir, el respaldo a las organizaciones sociales y redes formales e informales contribuye a aumentar el “capital social” de la comuna.

TABLA 05Incremento de las Organizaciones

Sociales

1992 1996 2002

Número de orga-zaciones sociales

293 563 787

Fuente: Municipalidad de La Pintana

Una de las líneas de acción municipales ha sido la de fomentar la organización lo cual se puede verificar en el cuadro anterior. Entre 1992 y el 2002 se duplican las organizaciones sociales existentes. Las 787 organizaciones hasta entonces eran:

• 241 clubes deportivos, el 30.6 % del total de organizaciones. El incremento de estas se explica, en gran medida, por la importancia concedida por las políticas municipales al fomento del deporte.

• 198 comités de allegados –25 % del total- lo que constituye una doble política: por una parte canalizar la energía y el ahorro de las familias sin vivienda para que puedan solucionar su carencia, por otra parte, prevenir las invasiones de terrenos de modo de evitar el establecimiento de nuevos asentamientos informales.

• 89 juntas de vecinos –el 11.3 % del total-. Esta es una organización clásica y antigua que, cuando logra un adecuado funcionamiento, hace las veces de pequeño gobierno que promueve y coordina las actividades del barrio. La municipalidad desarrolla una activa política de formación de dirigentes incentivando la renovación de los antiguos por líderes jóvenes más dinámicos y emprendedores.

• 77 agrupaciones de mujeres de diverso tipo –10 % de las organizaciones- que realizan actividades sociales, de formación y de producción de artesanías.

• 75 centros culturales de diverso tipo –un 10 % del total- que van desde bandas musicales hasta clubes de lectura.

• 39 agrupaciones de adultos mayores, organizaciones que cobran creciente relevancia dado el progresivo proceso de envejecimiento de la población chilena que hace que este grupo etario se incremente de manera constante.

• 14 centros juveniles que reúnen a quienes inician su vida cívica,

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aunque muchos jóvenes participan también en los clubes deportivos y agrupaciones culturales.

• 18 centros de padres y apoderados en los establecimientos educacionales, que colaboran con los profesores en la gestión de la educación básica y media.

• Otras organizaciones diversas entre las que se incluyen, de modo creciente, las formaciones de microempresarios y otras ligadas al tema del empleo.

El deporte: prioridad en La Pintana

Las políticas de respaldo a las organizaciones sociales son complementadas por el funcionamiento de diversas infraestructuras, como sedes sociales, consultorios de salud indígenas o centros culturales. En el área del deporte y la recreación existe una red de clubes deportivos –un cuarto de las organizaciones existentes- que son respaldados por la construcción de 80 canchas barriales y otras infraestructuras similares.

En este sentido, uno de los grandes logros –orgullo de la comuna- es el Estadio Municipal. El municipio realiza una fuerte inversión en la habilitación de un recinto modelo dotado de todos los medios para practicar la alta competición. “Es inadmisible que haya

establecimientos deportivos para pobres de menor calidad que aquellos para otros grupos” afirman las autoridades municipales.

El Estadio Municipal de La Pintana es el centro de operaciones de una densa red de actividades deportivas que vinculan y animan los 250 clubes y organizaciones deportivas y cerca de 80 canchas y multicanchas formales e informales.

Incluso, un club deportivo profesional de primera división –Santiago Morning- ha elegido al Estadio Municipal de La Pintana como su sede oficial tanto para entrenar como para jugar los partidos de que le corresponden.

Una comuna sin Centro Cívico es una comuna sin alma

Un desafío importante para la Municipalidad es lograr reforzar la identidad local. Por el hecho de ser una comuna con una alta tasa de inmigración, la población no tenía suficiente arraigo con el territorio, los vínculos entre los habitantes eran débiles y la institucionalidad casi inexistente.

La Pintana ha sido durante mucho tiempo una comuna dormitorio desde había que desplazarse para trabajar, comprar, hacer diversas gestiones o recrearse. Con la conformación del centro cívico, en cuyo corazón se sitúa la propia Municipalidad, ya no es indispensable viajar fuera de la comuna. Además de los servicios que prestan las instalaciones del gobierno local –incluido un mini zoológico, un parque y un vivero- se han instalado, colindando, bancos y centros comerciales.

En el entorno del Centro Cívico, la Municipalidad crea y sostiene una oferta cultural importante donde destacan las fiestas de Navidad con sus ferias de juguetes, la maratón de San Nicolás y un festival de fuegos artificiales donde concurren lugareños y afuerinos.

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sustentabilidad (es)102

Cada 25 de diciembre miles de habitantes de la comuna se aproximan a la Municipalidad para participar en los festejos. Ya no es necesario ir a otros puntos de la ciudad para celebrar o participar en espectáculos masivos. De ese modo, se construye identidad local creando tradiciones e instituciones que hagan que sus ciudadanos se sientan a gusto en su territorio comunal.

Incluso la llegada a La Pintana constituye un hecho especial. En las principales arterias de entrada monumentos de gran tamaño señalan a quienes arriban que han entrado a la comuna. De este modo el lugareño que se acerca en bus o colectivo, ve en los monumentos la señal de que se ha llegado a casa.

Los esfuerzos educacionales y la buena cobertura de la salud

También ha sido importante el esfuerzo municipal para mejorar la educación general y de adultos, mediante diversos programas de inversión y mejoramiento educacional. La Pintana cuenta con 14 establecimientos educacionales

municipales incluido el Liceo de educación media El Roble que totalizan una matrícula de 15.452 alumnos. Funcionan además en la comuna 35 colegios particulares subvencionados por el Estado, los que suman 23.511 alumnos. Adicionando ambas categorías se llega a un total de 38.963 educandos.

El Estado y los municipios chilenos -que gestionan los establecimientos educacionales públicos- están ahora implementando la jornada escolar completa, para que los niños y jóvenes permanezcan en su escuela o colegio durante la mañana y la tarde de cada día. Sin embargo, pese a los esfuerzos la calidad de la educación chilena deja aún mucho que desear en calidad –respecto de la privada- aunque así en su cobertura que es masiva y universal.

Otro servicio esencial para el bienestar de la población es la atención de la salud. Los consultorios y puestos de salud que brindan la primera atención a los usuarios –sea preventiva o curativa sin hospitalización- son de administración municipal y operan en base a un financiamiento transferido

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desde el Ministerio de Salud. Se trata de un valor “per cápita” en función de la población inscrita para atenderse en el sistema. Desde allí se les deriva a los hospitales de especialidad, si los médicos y personal que presta atención así lo determinan.

TABLA 06Beneficiarios de Servicios de Salud

Primaria (en miles de personas)

1997 1998 1999 2000 2001 2008

116.5 126.0 128.5 140.5 146.7 191.0

Fuente: Municipalidad de La Pintana

En La Pintana ha habido un incremento importante de la población inscrita y atendida. Se pasa de 116 mil inscritos en 1997 a más de 190 mil el 2008, lo que equivale a casi totalidad de población comunal. Existen 6 consultorios, servicio de urgencia (SAPU), ambulancias y servicios de atención dental, distribuidos espacialmente para servir al conjunto de la población.

La Dirección de Gestión Ambiental de La Pintana, DIGA

La Dirección de Gestión Ambiental de La Pintana se ubica a pocas cuadras del edificio municipal central. Es un gran espacio operativo donde hay siempre mucha actividad. Ahí llegan los camiones con los residuos húmedos de un tercio de las viviendas, cuyos habitantes separan especialmente para que se los lleve un camión recolector de diseño especial. En la sede de la DIGA estos restos son procesados y transformados mediante sistemas de compostaje y lombricultura. De este modo, la municipalidad reduce el volumen, costos e impacto ambiental de la manipulación y destino de los residuos sólidos, evitando que parte importante de ellos sean enviados a un lejano vertedero.

No es todo, la DIGA es un verdadero laboratorio de experimentación de prácticas innovadoras que comienzan

de modo provisional y luego se transforman en políticas masivas. Un listado de iniciativas implementadas exitosamente es la siguiente:

• La mencionada Planta de Compostaje, que recicla los residuos húmedos de mercados, ferias y un tercio de las viviendas;

• El Vivero Forestal, que produce y distribuye cientos de plantas a las diversas escuelas, parques municipales y otros sitios públicos;

• Un Museo Natural Interactivo, visitado constantemente por estudiantes;

• Una Clínica Veterinaria Móvil, que regula y reduce la presencia y reproducción de perros y gatos;

• Un Mini zoológico, localizado en el ante patio del edificio municipal, que es visitado y admirado por niños y adultos que vienen a realizar gestiones diversas y aprovechan de entretenerse;

• Un pequeña Planta de Producción de Biodiesel –por ahora en etapa experimental- que se nutre del aceite quemado generado por restaurantes y puestos de comida de la comuna, producto que es utilizado por los camiones y maquinas de la DIGA.

Los logros y fracasos de las “plazas participativas”

Pero no todo lo logrado se ha mantenido. El originalmente exitoso programa de “plazas participativas” no pudo mantenerse en el tiempo, al entrar en colisión con algunos programas sociales del gobierno central.

El programa de “plazas participativas” consistió en la creación de áreas verdes del tipo plazas o plazoletas en los barrios. Los vecinos organizados en sus juntas de vecinos discutían con los técnicos municipales las características y diseño del área a construir. Además realizaban aportes en mano de obra y trabajo voluntario para aportar

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sustentabilidad (es)104

recursos adicionales a los entregados por la municipalidad. Entre 1994 y 1998 se construyen cerca de 100 nuevas áreas verdes con 120 mil metros cuadrados construidos.

Lamentablemente este programa debe descontinuarse tanto por la reducción del crecimiento de la economía chilena (1999-2000) que impacta negativamente las finanzas locales, como por la influencia de los programas de empleo extraordinario para reducir la cesantía que buscan evitar que esta sobrepase la media nacional del 10 %. No obstante, en La Pintana, donde los niveles de desempleo sobrepasan el 15 % de la PEA, los programas de empleo de emergencia inciden de mala manera en la conducta ciudadana reduciéndose drásticamente el trabajo voluntario. La gente se torna reacia a trabajar de modo voluntario, al verificar que era posible ser contratado con recursos gubernamentales. El centralismo de las políticas públicas nacionales no incentiva sino, a menudo, impide y traba la participación.

El programa de plazas participativas va de la mano con las acciones de arborización de la comuna, de manera de transformar radicalmente el paisaje urbano originalmente seco, polvoriento y pedregoso en verano y con barro y pozas de agua en invierno. En este sentido la combinación de pavimentación, construcción de

TABLA 07Programa de plazas participativas y áreas verdes

Año Áreas verdespostuladas

Áreas verdes construidas

Superficie construida m2

Inversión municipal M$

1994 47 17 18.434 55.074

1995 39 23 25.718 61.600

1996 34 21 31.822 70.000

1997 35 18 20.949 80.000

1998 45 20 22.500 80.000

Total 200 99 119.423 346.674

Fuente: Secretaría Comunal de Planificación (SECPLAC) La Pintana

áreas verdes e iluminación de calles y espacios públicos tiene un evidente efecto de mejorar la calidad de vida de las personas que cuentan ahora con espacios más acogedores y amables para realizar la convivencia vecinal y barrial.

A modo de conclusión: “buen gobierno” y desarrollo local

¿Cómo explicar los éxitos de La Pintana? Por la existencia de un “buen gobierno local”[30], es decir un estilo de gestión más participativa, que busca sistemáticamente aliados en el propio territorio y fuera de él para compensar las carencias de recursos, dada su condición de comuna de medios escasos (al alcalde y funcionarios de La Pintana no les gusta ser calificados como “comuna pobre”).

En lo interno el buen gobierno se caracteriza por un uso adecuado de sus recursos. Mantener buenos equipos de trabajo, tomar decisiones internas de modo participativo, delegar, mantener ordenadas las finanzas locales y buscar recursos externos. Todo esto ocurre en La Pintana. Los equipos municipales tienen buen nivel profesional, han tenido continuidad, se renuevan de modo progresivo y comparten el mismo ideario de “desarrollo humano sustentable”. Las decisiones se toman de modo bastante participativo, como ocurre con la elaboración del

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presupuesto municipal que se genera en múltiples reuniones de trabajo por departamentos, que culminan en un taller de varios días realizado con presencia de los principales ejecutivos y expertos municipales junto con el alcalde.

Del mismo modo, se observa un buen uso de los recursos, por ejemplo los gastos en personal se sitúan en un 25% de los ingresos propios el año 2006. Igualmente se prioriza el gasto en inversión, el que alcanzó el 18.8% del gasto devengado ese mismo año.

Pero lo más interesante es el trabajo “hacia afuera”. La gestión municipal descansa fuertemente en las redes de organizaciones locales, dando forma a procesos de articulación entre la comunidad organizada y los diversos departamentos municipales. Esta articulación municipio-comunidad explica, en gran medida, los éxitos electorales del alcalde.

Además la municipalidad realiza una buena tarea de gestión y búsqueda de recursos externos, los que provienen, principalmente, de programas del gobierno central o, incluso, de fuentes privadas. Lamentablemente para la municipalidad, La Pintana es un territorio con presencia deficitaria de grandes empresas e inversionistas de talla, lo que limita la posibilidad de movilizar recursos vía alianzas público-privadas.

NOTAS[27] “La Pintana, Antecedentes Diagnóstico 2000”, La Municipalidad de La Pintana.[28] Página web de la Municipalidad de La Pintana.[29] En “Síntesis de los principales enfoques, métodos y estrategias para superar la Pobreza” MIDEPLAN, Santiago, octubre del 2002, página 5.[30] Ver de Mario Rosales: “El Buen Gobierno Local”. Editorial Universidad Bolivariana, Santiago de Chile, 2005, 265 páginas.

* Experto en Descentralización y Gestión Municipal de la Federación Latinoamericana de Municipios, Ciudades y Asociaciones, FLACMA. Email: [email protected]

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Pensamiento Ambiental Alternativo: Procesos productivos sustentables en visión de la CIA-Sur, judrun-nigibiti kwideIsa Torrealba y Fabricio Carbonell

Resumen: La emergente filosofía ambiental alternativa desde Latinoamérica, comprendida en la ética ambiental, intenta dar las pautas para alcanzar un desarrollo acorde con los conceptos ecológicos actuales y con elementos de nuestra identidad indígena. Este pensamiento hace una crítica al modelo actual de desarrollo y aboga por la transdisciplina o la integración de comunidades epistemológicas para el abordaje de los problemas, y la diversidad cultural, como una forma en que los seres humanos podríamos mejorar nuestras relaciones entre nosotros y con el medio ambiente. Basados en estudios de campo mediante la ONG MERALVIS, en Costa Rica, proponemos una Conservación Integral Alternativa, dentro de esta nueva ética ambiental que aplicada a los procesos productivos, propone valores y principios para una nueva sustentabilidad.Palabras clave: conservación, desarrollo, sustentabilidad, transdisciplinariedad, ética ambiental.

Pensamento Ambiental Alternativo:Processos produtivos sustentávels em visão da CIA-Sur, judrun-nigibiti kwide

Resumo: A emergente filosofia ambiental alternativa desde Latinoamerica, compreendida na ética ambiental, tenta dar as pautas para atingir um desenvolvimento conforme com os conceitos ecológicos actuais e com elementos de nossa identidade indígena. Este pensamento faz uma crítica ao modelo actual de desenvolvimento e aboga pela transdisciplina ou a integração de comunidades epistemológicas para o abordaje dos problemas, e a diversidade cultural, como uma forma em que os seres humanos poderíamos melhorar nossas relações entre nós e com o médio ambiente. Baseados em estudos de campo mediante a ONG MERALVIS, em Costa Rica, propomos uma Conservação Integral Alternativa, dentro desta nova ética ambiental que aplicada aos processos productivos, propõe valores e princípios para uma nova sustentabilidade.Palavras-chave: conservação, desenvolvimento, sustentabilidade, transdisciplinariedad, ética ambiental.

Alternative Environmental Thinking:Sustainable Productive Processes envisioned by the CIA-Sur, judrun-nigibiti kwide

Abstract: Emerging Latin American alternative environmental philosophy, inside the environmental ethics subject, proposes itself to set up patterns in order to achieve a development that would cope with present ecological concepts as well as with elements from our indigenous identity. This way of thinking critiques the mainstream development approach, and promotes trans-disciplinarity or integration of epistemological communities for studying and solving different environmental and cultural diversity problems, as a mean through which human beings could improve the relationship among ourselves and with the environment. Based on community conservation field studies by means of the NGO MERALVIS, in Costa Rica, we propose an Alternative Integral Conservation inside this new environmental ethics that applied to productive processes, proposes new values and principles for a new sustainability.Keywords: conservation, development, sustainability, trans-disciplines, environmental ethics.

Recibido: 17.01.2010Aceptado: 05.02.2010

art

ícu

los

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volumen 1, número 1, año 2010 107

Introducción

En este documento nos basamos en el modelo conceptual CIA-Sur para entender de qué forma debieran efectuarse los procesos productivos para un futuro sustentable (judrun-nigibiti kwide). Según nuestro enfoque y dada las limitaciones conceptuales de la lengua española para encontrar una palabra holística, nos hemos visto en la necesidad de acoger y adaptar palabras provenientes de otros idiomas, en el caso del título, del ngöbe. La CIA-Sur es una propuesta teórica endógena compatible con la perdurabilidad del bienestar humano y producto de más de 10 años de investigación en el medio rural latinoamericano (sur), llamada Conservación Integral Alternativa desde el Sur, desde Abya Yala (ver marco conceptual en Carbonell y Torrealba 2008). Dicho modelo está basado en la praxis profesional y busca entender, desde la perspectiva latinoamericana, qué ocasiona el actual y ya más que evidente, desbalance entre naturaleza y sociedad para vislumbrar así las verdaderas oportunidades y amenazas de soslayar el abismo entre lo ambiental y lo social al integrar efectivamente desarrollo y conservación.

Si bien nosotros como ideólogos hemos materializado formalmente esta propuesta, en realidad es algo que nos ha venido enseñado y se ha derivado de una gran praxis investigativa en el medio rural latinoamericano, donde llegamos a ver la importancia de tres puntos clave: 1ro) la urgida necesidad de crear e imponer dentro del mundo occidental dominante un nuevo modelo integrador del arte y las ciencias sociales con las naturales, para vislumbrar formas nuevas de abordar los problemas propios de la conservación de la diversidad biocultural dentro del paradigma del desarrollo sustentable; 2do) el requisito vital de virar en 180º el sistema económico y político actual dirigido al ecocidio y genocidio, por el de una

Pensamiento Ambiental

Alternativo:Procesos productivos sustentables en visión

de la CIA - Sur, judrun-nigibiti kwide*

Isa Torrealba y Fabricio Carbonell**

sustentabilidad(es) - volumen 1- número 1- año 2010 - pag. 106 - 122

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economía para la vida, fundamentada en procesos productivos sustentables dentro de un sistema político apto para que la humanidad y los sistemas del mundo perduremos dignamente; y 3ro) la necesidad de ver que estamos ante un cambio de época, más que ante una época de muchos cambios; donde urge mirar y entender al mundo de otro modo, el mundo occidentalizado debe transformar su mirada y sus valores. Dado que el primer punto puede ser consultado en Torrealba y Carbonell (2008), en este documento enfocamos el segundo, principalmente desde el punto de vista ecológico-económico.

Antecedentes

El origen de la CIA-SUR viene de una serie de proyectos de investigación y extensión, aplicados en campo, dentro de la línea de conservacion con comunidades alo largo de más de 10 años. Tales proyectos fueron efectuados vía una micro ONG denominada Meralvis (Mejorando al desarrollo rural regional a través de la conservación de la vida silvestre). En Meralvis nos interesan los valores y actitudes de la gente sobre el ambiente, en un marco que busca entender cómo el uso de los recursos naturales afecta a la gente y viceversa; a su vez, tenemos una orientación macro en relación con las Agendas Globales del Desarrollo que intentan promover el desarrollo sustentable, pero partimos de un enfoque específico local de lugares y recursos en particular. Hemos enfocado tal sociología de la conservación vía tres programas estratégicos principales:

(1) COSECOM: Sobre el uso y conservación de los recursos naturales en las comunidades rurales de la región, con la misión de promover el autoconocimiento de situaciones interactivas entre la gente y la vida silvestre para fortalecer a la gente al facilitarles los medios para que se conozcan mejor a sí mismas en aspectos

relacionados con la conservación y el uso de la vida silvestre; específicamente, hemos trabajado en zonas con conflictos de intereses por las necesidades socio-económicas en disentimiento con las políticas de las áreas silvestres protegidas y sus cercanías (zonas de amortiguamiento) o por los usos de la vida silvestre (cacería, pesca, criaderos de fauna silvestre) en sus aspectos legales y de políticas ambientales futuras y actuales.

(2)INFOCON: Sobre el uso y la conservación de la vida silvestre en las comunidades indígenas de la región, con la misión de fortalecernos junto con ellas a través del intercambio de información sobre tendencias actuales de conservación de la biodiversidad; aquí hemos enfocado territorios indígenas con zonas naturales relevantes para la conservación de la vida silvestre por la presencia y el uso de fauna cinegética mayor, donde pudiéramos dialogar con los representantes comunitarios en una relación de mutua confianza, e incluir la relevancia de las mujeres indígenas y valorar la idiosincrasia y cultura indígenas respetando su propiedad intelectual.

(3) INTEGRAL: A través de este programa buscamos integrar los diferentes partícipes de los grupos campesinos, indígenas y ladinos en una visión transdisiciplinaria en pro de soluciones más sostenibles y verdaderamente conservacionistas desde un punto de vista endógeno.

Así, hemos tenido acciones en cinco países con 30 proyectos de investigación y extensión, que duraron entre 3 y 36 meses, y de los cuales 16 fueron rigurosas investigaciones socio-ambientales (Cuadro 1) y el resto de extensión. Los 16 proyectos de investigación tuvieron un promedio de 11 meses de duración total, con un período mínimo de datos en campo de 6 semanas intensivas y uno máximo fue de 11 meses en campo, arrojando un promedio de 6,8

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meses intensivos en campo. En todos enfocamos la concepción utilitaria de la biodiversidad y la conservación para enriquecer al desarrollo rural con una mezcla de métodos ecológicos y sociológicos.

Cuadro 1. Dieciséis proyectos rigurosos con períodos promedio de 6,8 meses en campo entre 1997 -2010, en comunidades campesinas, indígenas y ambos grupos (respectivamente programas Cosecom, Infocon e Integral).

AÑO, PROGRAMA Y TEMA PROYECTO Y PAÍS ETNIAS Y GRUPOS SOCIALES

2008-10 INTEGRAL, ecotonos gente-ambiente

Gente-ecosistema y Conservación-desarrollo, Costa Rica y Panamá

Ngobe-Bugle, Naso-Teribe, campesinos, Cabecar y Bribri

2007-8 INTEGRAL, diversidad bio-cultural

Conservación especies Parque La Amistad, Panamá

Ngobe, Naso-Teribe, Bribri, campesinos, funcionarios de ambiente

2007 INTEGRAL, perspectiva ambiental urbana

El lado Notable del Ambiente, Costa Rica

Diseñadores y artistas

2002-3, 2005-9 INTEGRAL, ecosistemas marino-costeros

Conservación integral de humedales, Golfo de Nicoya, Costa Rica

Pescadores artesanales y mangleros

2005-7 INFOCON, jaguares, Reserva de la Biosfera

Especies culturales de Talamanca, La Amistad-Pacífico, Costa Rica

Cabecar, Bribri, Campesinos varios, funcionarios de ambiente

2005-6 INFOCON, dantas, Reserva de la Biosfera

Conservación Tapires y del Parque La Amistad, Costa Rica y Panamá

Cabecar, Bribri, Ngobe, estudiantes y campesinos rurales, funcionarios,

1999-00 INFOCON, usos varios de la vida silvestre

Actividades humanas en el Corredor Talamanca-Caribe, Costa Rica

Bribri y funcionarios de ambiente

1998-99 INFOCON, ambiente y economía en el Altiplano

Valoración humedal andino Jachajawira, Perú, Chile, Bolivia

Aymara y otros grupos campesinos indígenas organizados

1997-98 INFOCON, cacería y fauna cinegética

Uso y conservación de fauna en Conte Burica, Osa, Costa Rica

Ngobes, funcionarios de ambiente, académicos

2007 INFOCON, insectos y sus usos tradicionales

Insectos comestibles por indígenas, Perú (retomado de 1994-5)

Campesinos indígenas, Quechuas, Aquarunas, Otros

2004 COSECOM, cacería de aves de canto y plumaje

Cacería aves canoras-plumaje, La Amistad-Caribe, Costa Rica

Cazadores rurales y urbanos y deportivos, campesinos del área

2002-3 y 2004-7 COSECOM, uso de manglares y playa

Conservación integral de humedales, Pacífico Central, Costa Rica

Peones de palma africana y pescadores artesanales.

2001-2 COSECOM, ambiente, producción, exportación

Conservación y manejo integrado de plagas, Arenal, Costa Rica.

Criadores de Mariposas, empresarios rurales.

1999-00 COSECOM, ecología de tapires y ecología del paisaje

Conservación de tapires en Tenorio y Miravalles, Arenal, Costa Rica.

Cazadores y guarda-parques; niños.

1999-00 COSECOM, cacería de fauna silvestre

Conservación de fauna y hábitats amenazados, Arenal, Costa Rica.

Maleku, campesinos, cazadores y guarda-parques.

1997 (94-98) COSECOM, uso de pecaríes y su ecología

Uso y conservación pecaríes, La Selva, Cordillera Volcánica, Costa Rica.

Cazadores y campesinos, académicos

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necesario ver a la conservación como sinónimo del desarrollo, teniendo en cuenta que no estamos hablando ni de la “conservación” vista y hecha desde arriba, ni del “desarrollo” humano entendido como crecimiento ilimitado. La «sustentabilidad», entendida como la perdurabilidad de una vida digna para la humanidad en conjunto con y respeto por los ecosistemas planetarios de los que todos dependemos, con procesos de cambio que promuevan una mejora continua del ser, implica una visión sistémica de lo social-económico-ecológico e identitario. Nótese que al ser un sistema no es posible dividir o separar la sustentabilidad o la mal llamada “sostenibilidad económica” y “sostenibilidad social”; en realidad, se trata de sólo una sustentabilidad. Así, todo proceso que se considere “perdurable” o “sustentable” implica dejar un legado a las futuras generaciones haciendo uso y disposición de nuestros recursos naturales -los cuales son finitos y tienen distintas formas y tasas de regeneración- de manera responsable y armoniosa.

Sustainability ha sido traducida como “sostenibilidad” y “sustentabilidad”. La principal diferencia radica en que la primera se refiere a la posibilidad de garantizar el futuro para las futuras generaciones con una economía no depredadora de los recursos naturales y la segunda, a la capacidad de usar como fuente de nutrición a la tierra en la que vivimos (sostén vs. sustento). Sin embargo, a la primera muchas veces se le malinterpreta como la posibilidad de mantener un “crecimiento sostenido” por siempre, lo cual atenta contra la génesis misma de lo perdurable. La palabra surgió formalmente dentro del contexto de la agenda política económica mundial en 1987 y se usó en inglés (sustainable development). Sin embargo, ya en los 1970s se había hablado de ecodesarrollo, término que no fue aceptado, e incluso, durante el siglo XIX ciertos economistas ya hablaban de un “desarrollo sin crecimiento”, por

Métodos

Para la construcción de la propuesta teórica CIA-Sur usamos elementos conceptuales y filosóficos de diversos autores, siendo algunos de los más relevantes: Fritjof Capra, por su visión holística de la teoría de sistemas aplicada al campo de la ecología; Jared Diamond y Charles Mann por su rescate histórico de las situaciones socio-ambientales vividas por culturas ancestrales y su visión de hacia dónde podríamos llegar en el futuro; Paulo Freire, por su tesis de la liberación del oprimido; José Martí, por su visión integral, propia y nuestra del ser humano y la naturaleza; Eduardo Galeano, por las venas abiertas de la América Latina; Francois Houtart, por su entender del poder de la relación político-económica Neoliberal; James Lovelock por su tesis de Gaia, e Immanuel Wallerstein, por su tesis económica del sistema-mundo (Capra 2000, Diamond 2005, Freire 1980, Galeano 2003, Lovelock 2006, Mann 2006, Martí 2005, Houtart 2006, Wallerstein 1996). Pero, lo más determinante es que a lo largo de muchos años, nuestra visión de la CIA-Sur ha sido refinada y enriquecida vía la reflexión profunda sobre los resultados de todos nuestros proyectos, acompañada de numerosas discusiones y coloquios en nuestras clases de enfoque socio-ambiental al nivel universitario y, especialmente, gracias a las enseñanzas y ratos compartidos con las etnias centroamericanas Ngöbe, Bribri , Naso, Huetar y Cabecar, junto con nuestras vivencias en la otredad suramericana (los Perú indígenas; las Venezuela de tugurios, cazadores, campesinos e indígenas; el Chile de Allende y de los rotos).

La visión de la Cia-Sur: un cambio continuo por una mejora perdurable

El punto central de la visión de la CIA-Sur es que para llegar a la sustentabilidad, es

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lo cual su origen formal es pretérito. No obstante, al nivel informal lo sustentable existe desde mucho antes y ha sido pilar crucial de muchas etnias indígenas. Lamentablemente, el ser humano occidentalizado dentro de la cultura dominante no lo reconoce abiertamente, sino hasta fines del siglo XX. Desde entonces, a lo sustentable, se le ha tergiversado, malinterpretado y manipulado. Al decir, de Fritjof Capra, no es el mercado lo que debe de ser mantenido, ni la producción, ni la economía; lo que debe ser sustentable y perdurable es la trama de la vida.

En cuanto al desarrollo, para nosotros crecimiento no es sinónimo de desarrollo. Haciendo una analogía con el ser humano, porque hayamos completado nuestro ciclo de crecimiento, no implica que dejemos de desarrollarnos. Seguimos desarrollándonos, “sin crecer”. Pasamos por sucesivos períodos de cambios bio-físicos y mentales de diversa duración, los cuales no acaban hasta que morimos. Individualmente nuestro desarrollo integral como seres humanos termina sólo con la muerte; socialmente, no acaba nunca. Internamente es el cambio más importante, el cual es sustento y base de las modificaciones externas que queramos hacer. Por ejemplo, la artista africana Melanie Kassise lo ve así:

Para mí, el desarrollo significa entenderse a una misma y la situación de una, y hallar formas de mejorarla. Se halla dentro de ti, del ambiente y de la comunidad (...) Tú necesitas conocer el medioambiente, la gente y la cultura, para ver juntos las formas para lograr una progresión posible y hallar formas de lograr esto. Uno tiene que usar el talento que tiene para hacer que las cosas sean mejores. Se debe buscar el punto débil en la cadena, y reforzar este vínculo; eso es el desarrollo para mí. Entonces, una persona puede progresar físicamente, socialmente, emocionalmente, mentalmente y moralmente, y se convierte en

un miembro útil de la sociedad (Organización de Mujeres Sirigu para la Cerámica y el Arte, SWOPA 2005:26).

Somos partidarios de un desarrollo endógeno, desde abajo y adentro, sustentado en la fuerza del conocimiento local, la cultura y el ecosistema y con una apertura para discutir y experimentar con el conocimiento y las prácticas tradicionales y las externas. Se refiere al desarrollo basado principalmente, aunque no exclusivamente, en los recursos localmente disponibles, tales como recursos naturales, conocimiento local, cultura y la forma en que la gente se ha organizado a sí misma. Se le visualiza como (Dankelman y Ramprasad 2000, Haverkort 1999, 2002 y Maffi 2006):

• una construcción sobre la base de los recursos locales (humanos, materiales, naturales y espirituales), optimizando los mismos a través del uso selectivo de ciertos recursos externos,

• el desarrollo se construye apuntando a objetivos basados en las necesidades y valores sentidos al nivel local, reconociendo los intereses de los distintos grupos e identificando nichos de desarrollo basados en las características de cada situación local,

• la idea final es mejorar el desarrollo in situ de los sistemas locales de conocimiento y entenderlos más profundamente para mantener los beneficios en el área local; el control local del proceso de desarrollo se maximiza al intercambiar experiencias en las distintas localidades y culturas de una región y al trabajar en red, formando asociaciones estratégicas.

Veamos ahora el tema de la conservación. Para la CIA-Sur, la conservación no es sólo “biológica”, sino la conservación de la diversidad bio-cultural, la cual debe ser trans-disciplinaria porque si no se fragmentaría

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y perdería su misión final, la de (re) crear o mantener la biodiversidad. Así como el aislamiento de grupos e individuos de una sociedad lleva a la fragmentación y puede ser una fuente de conflicto, el aislamiento y fragmentación excesiva e inapropiada en los sistemas ecológicos puede amenazar la supervivencia de las especies y de ecosistemas completos. Lastimosamente, como bien lo analizan Oelschlaege y Rossi (1998:57), todavía seguimos manteniendo tal fragmentación, lo social por un lado y lo biológico por otro; y ambos profundizan en sus especialidades que a la larga nos dividen y encasillan para ver sólo ciertos aspectos de los problemas y sus soluciones. Para entender a la conservación es vital comprender el alcance del término diversidad. En su acepción más amplia la diversidad es: una riqueza de interés común que trasciende las divisiones geográficas o políticas y cuya distribución actual está polarizada; una característica de cada ser vivo como consecuencia de procesos ecológico-evolutivos que incluyen componentes vivos y no vivos; implica la opción de cambio dado el potencial de creación de otros elementos asociados a los recursos bioquímicos y genéticos; es socio-cultural ya que incluye los aportes y efectos hechos por diferentes grupos humanos en diferentes espacios a lo largo del tiempo, y tiene valores tanto tangibles -productos de las especies y ecosistemas-, como intangibles -conocimiento tradicional y sus prácticas culturales. A mayor diversidad, más flexibilidad y más opción de adaptarse a circunstancias cambiantes; por tanto, la pérdida de genes, especies, etnias y lenguas, aunadas a un continuo deterioro de los ecosistemas y la presión de homogeneización de

culturas, realmente constituyen materia preocupante. Nótese que el concepto no tergiversado de biodiversidad comprende la idea de las formas de vida junto con la gente y el hecho de que la misma se construye dentro, entre y con las personas, además de que las personas afectan -para su merma, mantenimiento o aumento- su existencia; así, incluye el aporte cultural de los pueblos vinculado a cada contexto espacio-temporal singular.

Conviene notar que dentro del mundo occidentalizado desde la era industrial, la necesidad de preservación y protección del medioambiente y sus recursos naturales, surgen cuando el deterioro de los mismos afecta el sistema económico, respondiendo a una visión reduccionista de la complejidad de los sistemas eco-sociales. Al nivel ecológico, el equilibrio dinámico, se basa en el incremento de la complejidad en las redes alimentarias y no en la homogenización de actividades y producción.

Dadas las implicaciones que tiene al nivel global, hoy la conservación biológica ha pasado a ser un bien económico –recientemente valorado- y una cuestión política –regulada por tratados y acuerdos internacionales- que es extremadamente dependiente de la educación y formación cultural.

Para nosotros, la conservación implica un uso con respeto de los recursos, un cuidado de los mismos al tiempo que obtenemos beneficios de ellos; recursos materiales y extracciones que son transformadas para nuestro aprovisionamiento, pero que al mismo tiempo no merma, sino que crea, recrea o mantiene la diversidad. En este caso se trata de mantener, no de

el desarrollo significa

entenderse a una misma y la

situación de una, y hallar formas de mejorarla. Se halla dentro de ti, del ambiente y de la

comunidad

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preservar, una diversidad siempre cambiante; hay un cambio continuo tanto en lo biológico, como en lo social. Regiones, paisajes, ecosistemas y especies evolucionan y desde siempre lo han hecho de acuerdo a las acciones humanas que les han condicionado. Análogamente, la conservación también implica, el crear, re-recrear o mantener la riqueza cultural. Así es clave ver a la diversidad natural y cultural como parte de un todo de diversidad bio-cultural, que comprende la diversidad lingüística, étnica y biológica conectada con el lenguaje, el conocimiento y el medioambiente (Loh y Harmon 2005).

En síntesis, para la CIA-Sur conservación y desarrollo son uno, y los procesos productivos sustentables los recrean. Bien hemos podido llamar a este enfoque “desarrollo integral alternativo”, pero dadas las connotaciones del término “desarrollo” y a nuestra (de)formación profesional primero en el área de ambiente y luego, en el área social, preferimos usar “conservación”. Diversidad es variedad, diferencia; normalmente se refiere a la abundancia de varias cosas distintas o al grado de diferencia que existe entre los componentes de un sistema. Cambio se refiere a la acción de variar, mudar o alterar; generalmente implica pasar a otro estado, ser otra cosa. El desarrollo sustentable implica un cambio perdurable y conservación de la (bio)diversidad (cultural) el mantenimiento de la variación. Dura lo que varía y lo que varía dura. No puede existir diversidad sin cambio, lo mismo que no puede haber desarrollo sin conservación. Al fragmentarlos, uno impide al otro. Por tanto, el desarrollo sustentable se ve como un proceso de cambio continuo en la vida de los seres humanos, para propender hacia una mejora que nos permita perdurar. Para llegar al mismo, no es posible seguir teniendo a la naturaleza como “recurso-despensa”: un uso de los recursos como si constituyeran una fuente inagotable de abarrotes que

podemos seguir usando per seculo seculorem y ad libitum. Ni tampoco seguir homogeneizando las formas de producción, ni las culturas. En fin, no es posible seguir con el empuje del poder Neoliberal.

Procesos productivos sustentables en visión de la Cia-Sur

Los procesos productivos sustentables, contribuyen a tal conservación y desarrollo integral alternativo si los entendemos como la forma en que podemos alcanzar nuestra calidad de vida y contribuir con la de los demás seres vivos y nuestros procesos ecológicos. Por ejemplo, desde esta perspectiva una agricultura orgánica endógena tendrá que considerar, además de la inocuidad de los alimentos y de los agroquímicos, la perspectiva cultural local e histórica donde se desenvuelven estos productos y los agricultores y agricultoras. Otros ejemplos de producción sustentable costarricense son el manejo forestal indígena, la pesca artesanal en las costas del pacífico y la recolección de huevos de tortuga en Ostional, entre otros.

Dentro de esta visión particular, la producción sustentable, entendida como la generación de vida o energía para una mejora que nos permita perdurar, incluye diez consideraciones que pueden ser agrupadas en cuatro grandes áreas nucleares interrelacionadas. En lo social, se debe contribuir con la mejora de la calidad de vida de la humanidad en el presente, promover la participación de las personas en la toma de decisiones, y garantizar, verdaderamente, vida de calidad para las generaciones futuras (ver más abajo puntos 1, 2, 3); en lo económico debe sustentarse en un sistema productivo que nos permita perdurar promoviendo procesos de producción e intercambios en armonía con el equilibrio natural y transformando la visión de insustentabilidad basada en el consumo (puntos 4, 5 y 6) y en lo ecológico se debe estar sustentado por

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las particularidades de los equilibrios ecológicos dinámicos en los niveles local, regional y global, por la visión de una territorialidad respetuosa de la diversidad étnico-cultural regional, nacional y local y por una visión del macro bio en el sentido de constituir una red del soporte vital de la región trascendiendo hacia los ciclos de vida más allá de lo local (puntos 7, 8 y 9). Finalmente hay una cuarta área, frecuentemente omitida en las acepciones formales sobre lo sustentable de la producción, la cual está basada en la filosofía conservacionista funcionalista e indigenista que ve a la persona como parte de la naturaleza y es la identidad-espiritualidad, donde el cambio propio para una producción perdurable, logra efectivamente que las personas convivan en armonía dialéctica entre ellas y con la naturaleza (punto 10).

Punto 1: Vida digna para todos. Hoy, hay muchas sociedades humanas que no viven dignamente y carecen de los más elementales derechos humanos. Por ello, alcanzar la producción sustentable implica un proceso de cambio progresivo en la calidad de vida del ser humano, que lo coloca como centro y sujeto primordial del desarrollo. Es importante aquí tener un concepto de ser humano que incluya tanto su dimensión física y biológica, como la filosófico-cultural-espiritual (un ser humano humanista).

Punto 2: Facultamiento y plena participación de todas las personas. La participación es un proceso complejo, que conlleva mucho más que una consulta popular y el pertenecer a comités que inciden en la toma de decisiones. Todos deben estar adecuadamente informados y ser capaces de decidir sus transformaciones y cómo desearían que fuera su ciudad o asentamiento, urbano o rural. Así, debemos incluir ponderadamente la participación e intereses de grupos

usualmente excluidos: mujeres, niñas y niños, adultos mayores, indígenas.

Punto 3: Equidad inter-generacional. En una visión de mundo perdurable se garantiza con verdadero compromiso la calidad de vida y los procesos productivos para las generaciones futuras. Ya hemos diezmado bastante el capital natural de nuestras futuras generaciones, pero también estamos mermando nuestro capital cultural -muchas lenguas y etnias se encuentran hoy amenazadas de extinción. Necesitamos recobrar y fortalecer a las economías de producción e intercambio basadas en las culturas y arte locales. Para alcanzar una verdadera producción sustentable, no basta con cuidar de natura; debemos forjar cultura y pensar en el mañana.

Punto 4: Economía equitativa y con un tope. Un proceso de producción tendiente a la mejora más que al crecimiento, se logra por medio de un estilo de desarrollo económico, que propicie un crecimiento limitado para quienes ameriten crecer, y un decrecimiento limitado de aquellos sectores que tienen demás; buscando una equidad económica y social. Ya que vivimos en un mundo finito con recursos limitados, debemos comprender que sin límites, no hay equidad posible; nuestro crecimiento económico debe tener un techo (con un tope por arriba) y nuestro decrecimiento un piso (con una base por abajo). El tope es todavía una medida cuantitativa de acuerdo al sistema económico actual, mas puede ser ilimitado cualitativamente de acuerdo a la visión de una futura economía para la perdurabilidad de la vida (una economía que no se mide por la crematística o el dinero, sino que sustituye el tener por el ser). Sin embargo, el piso o la base debe ser una medida que cubra los requerimientos justos para que los seres humanos vivan con salud y dignidad. Hoy, hay un pequeño porcentaje por encima del

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tope superior y un gran porcentaje por debajo de la base inferior.

Punto 5: Consumismo ubicado en lugar de desbocado. Sólo lograremos el cambio si transformamos nuestros actuales patrones de consumo influenciados por productos superfluos. Los ciclos de vida de las cosas se tienden a ver como un proceso lineal de cinco pasos: 1-extracción (de recursos), 2- producción, 3- distribución, 4- consumo y 5- desechos. Este proceso lineal no considera que desde la extracción misma se generan desechos y que cada parte debe funcionar como un sistema en sí. Por otro lado, tampoco identifica la publicidad como aliada para generar necesidades. A su vez, las cinco partes deben funcionar en engranaje y encastre con los múltiples sistemas complejos presentes en nuestro planeta, tanto los bióticos (de vida), como los abióticos (geológicos, atmosféricos, etc.).

Punto 6: Procesos productivos engranados en los ciclos de vida de los sistemas de la Tierra. Hoy día nuestros procesos productivos envenenan la tierra y generan demasiados desechos, a merced de un mercado de acumulación. Por eso necesitamos una transformación de nuestros procesos de producción y ciclos de vida de las cosas totales para recrear el futuro. Afortunadamente, existen aunque de manera incipiente; diseños verdes, biomiméticos y ecoamigables, aunados a una gestión ambiental tendiente a crear sociedades cero desechos .

Punto 7: Pilares cruciales particulares regionales. Cada región tiene diferentes ecosistemas, una geografía distinta, etc., así, el desarrollo para una mejora continúa y perdurable implica un proceso de cambio con sustento en el equilibrio ecológico a los niveles local, regional y global. Como cada zona tiene sus particularidades culturales y ecológicas, cada una tendrá diferentes maneras de proporcionar una

diversidad de alternativas productivas sustentables. Por ejemplo, Costa Rica, sin considerar su rico patrimonio marino, tiene más de 20 zonas de vida vegetales terrestres, cada una con múltiples y variadas particularidades ecológicas, así como una gran diversidad de especies silvestres. Si añadimos la diversidad cultural, es decir las distintas lenguas, las comunidades costeras, cafetaleras, cacaoteras, ganaderas y las muchas formas de usar los recursos, además de nociones sobre la producción y el arte, la gama es enorme. Así, cada zona tiene su propia diversidad bio-cultural, de la que dependemos para sobrevivir. Cada región se puede dividir en muchas zonas y cada una puede propiciar una producción de sustento para una gran gama de opciones tendientes a las sustentabilidad.

Punto 8: Visualizando a Kaklavetzá. En un mundo perdurable las personas -dentro de una sociedad más equitativa que con brechas- buscan convivir en forma pacífica y en armonía con la naturaleza. Para ello es necesario entender la profundidad de este término del pueblo Cabécar, etnia costarricense. Kaklavetzá, implica los poderes del viento, de la montaña, del agua, el fuego, los animales, la lluvia, las plantas, árboles y personas que viven un mismo territorio. Es una palabra holística que engloba los ecosistemas con el bienestar humano, en una interrelación de reciprocidad y respeto, que se traduce en el bienestar de las personas y su medioambiente. Para ello constantemente debemos estar en la búsqueda del balance entre el bien y el mal, nuestro vínculo ancestral con lo natural y el dominio de la arrogancia, soberbia y creencia de superioridad, en la que es posible caer por poseer nuestra especie dones tan especiales, como el lenguaje. Si no actuamos con moderación e imponemos ciertas restricciones al uso de nuestros recursos productivos como el suelo, no quedarán estos para nuestros futuros hijos, nietos y bisnietos.

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Punto 9: Visualizando a la GAIA. La producción sustentable implica un proceso de cambio basado en el soporte vital de la región, es decir, incluyendo el hecho de que los ciclos de vida más allá de lo local. Por ello, debemos visualizar a la GAIA o madre tierra total, termino derivado de la diosa griega GAIA. La GAIA visualizada por el ex-científico de la NASA James Lovelock (1919- ), desde hace 40 años, implica el ver a la biosfera (que constituye una parte mínima en proporción con las otras partes del planeta: hidrósfera, litósfera y atmósfera) como reguladora de la vida, a través de la creación de gases e interacción sistémica continua. Poniéndolo simple, vida genera más vida y promueve las condiciones para continuemos aquí.

Punto 10: Visualizando las identidades pluriculturales. La producción sustentable implica el respeto a la diversidad étnica y cultural regional, nacional y local y, por tanto, forja identidades. Esto es especialmente importante para Centroamérica, donde la diversidad es una ventaja comparativa, tanto al nivel étnico, como cultural. Sin embargo, nuestra identidad está siendo constantemente abatida, ya que muchos grupos tienen una mente esencialmente colonialista en el sentido de apuntar hacia, querer tener y ver como mejor, a aquello forjado en la metrópoli o capital colonizadora. Es necesario romper tal “mentalidad colonialista”, en el sentido de ver siempre como mejor lo de afuera. En tiempos coloniales se veía como mejor a lo de la madre patria; tal falsa supremacía aria-europea, ha sido desmitificada por Jared Diamond (1937-) en sus libros “Armas, Gérmenes y Acero” y “El Tercer Chimpancé” donde se puede apreciar que los gérmenes fueron los verdaderos conquistadores y diezmadores de nuestros ancestros amerindios; la viruela llegó y fue más rápida que los conquistadores occidentales accidentales, al decir de Diamond. Aunque hay datos de

irrespeto tanto a otras sociedades indígenas como a la naturaleza por parte de algunas de las culturas de Abya Yala que devienen en un nivel de insustentabilidad, esos casos no tienen comparación con el nivel de irrespeto, ni con el nivel de imperdurabilidad actuales.

Judrun-nigibiti kwide: Bases para una economía alternativa en pro de un futuro sustentable

Para lograr una producción alternativa y sustentable las diferentes tecnologías incluyen (Hurd-Nixon 2004):

• Productos diseñados sobre la base de ciclos perdurables, de alta calidad y larga vida, que puedan ser reparados, re-utilizarse, reciclarse y al final de su vida útil, se pueda disponer de ellos de manera apropiada.

• Proceso y distribución de una producción sensible a la salud y al medioambiente, que evite la contaminación, elimine los desechos dañinos, minimice el embalaje y controle la posibilidad de accidentes medioambientales.

• Conservación de la energía y su generación, a partir de fuentes renovables tales como, el sol, viento y la biomasa.

• Tecnologías que prevengan la contaminación, al eliminar la contaminación del aire/agua/suelos, y estimulen la restauración de pantanos y otros ambientes naturales.

• Procesos y tecnologías de administración de desechos eco-industriales, no contaminantes, no bio-oxidantes, ubicados de manera que no segreguen a las comunidades y que no se cometa con ellos ningún tipo de racismo ambiental, por leve que sea.

• Edificios diseñados y construidos para ser eficientes energéticamente,

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saludables, a prueba de temblores de tierra y de fuegos, apropiados para trabajar y estimulantes a la productividad.

• Ubicaciones eficientes y suficientes, residencias asequibles, cercanas a los lugares de trabajo y centros comerciales para estimular a la comunidad y evitar los viajes entre hogares y centros de trabajo.

• Utilización múltiple de recursos y de ingresos múltiples, con un desarrollo orientado hacia el transporte, el cual sea propulsado por fuentes de energía renovables y no contaminantes, que enfatice el uso del transporte público, ferrocarriles, bicicletas y vehículos eléctricos.

• Tecnologías de la información que hagan posible cada vez más la sustitución de una información móvil, por la movilidad de las personas y las cosas, con un software libre que no genere conocimiento sólo para algunos.

• Productos alimentarios que mantengan la calidad de los suelos, conserven el agua y la energía, y utilicen en su producción insumos naturales.

• Sistemas de salud holísticos, financiados equitativamente, que promuevan la prevención de enfermedades mediante la educación para la salud y la adaptación a un nuevo sistema de vida.

Por tanto, debemos promover procesos productivos que cumplan los puntos previamente descritos. Aquí, el lanzamiento de una economía ecológica endógena sería una poderosa herramienta que contribuiría a que perduráramos en la Tierra. En la construcción de una economía

alternativa, con base en la ecológica en sus diferentes matices, unos economistas han hablado de un desarrollo “sin crecimiento” (i. e. Aguilar-González 2004) y otros del capitalismo del desastre (Klein 2007). La economía ecológica acepta que el sistema económico es un sistema abierto que se interrelaciona con los ecosistemas y con los sistemas sociales, influyéndose mutuamente (García-Teruel 2003) y la misma no está subordinada ni a la ecología, ni a la economía, ya que debe ser transdisciplinaria y holista.

Hoy, hay una amplia gama de economías compatibles con la ecológica: la economía de sistemas (Naredo 2004), la economía para la sustentabilidad (Gilman 1996), la economía ecológica en su visión europea (como paliativo a la deuda ecológica y el racismo ambiental) (Martínez-Allier 1998), el capitalismo natural (Lovins et al.1999), la economía del bienestar (García-Teruel 2003), la solidaria (Reynolds 2003), la alter-economía (Torres-López y Garzón-Espinosa 2007), y la economía para la vida (Hinkelammert

y Mora 2008). En resumen la economía ecológica posee las siguientes características (Ropke 2004):

• Es una economía integrada en sistemas culturales y sociales más amplios, de manera tal que naturaleza, economía y sociedad co-evolucionan.

• El trabajo transdisciplinar, el pluralismo y la visión holística del mundo son fundamentales para enfrentar los problemas ambientales; ninguna disciplina aislada proporciona una perspectiva suficiente ante la magnitud y

Es necesario romper tal

“mentalidad colonialista”, en el sentido

de ver siempre como mejor lo de

afuera.

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complejidad de la problemática ambiental y social mundial.

• Es una economía incrustada en la naturaleza, donde existen límites al crecimiento material y problemas ambientales críticos.

• La naturaleza tiene un valor por sí misma, independientemente de su uso o utilidad para los humanos. Es el soporte vital de la humanidad y todavía nos faltan conocimientos sobre la naturaleza y las relaciones entre las sociedades y su medio. Por eso existe incertidumbre respecto a las consecuencias de nuestras acciones, lo que a su vez supone adoptar principios precautorios y enfoques abiertos a la participación social ya que el conocimiento científico es insuficiente.

• Esta economía se apoya en la teoría de sistemas, proveniente de las ciencias naturales, para permitir una mejor comprensión de la dinámica y evolución de los problemas.

• Los aspectos sociales y culturales adquieren mucha importancia, donde las cuestiones de equidad y distribución inter- e intra- generacional son fundamentales.

Así, una de las diferencias radicales de la economía ecológica, es residir en paradigmas alternativos a los convencionales o clásicos, tales como: 1) Holismo (García-Teruel 2003): Las partes no pueden comprenderse separadas de sus todos y los todos son diferentes de las sumas de las partes; 2) Visión de Sistemas Complejos (Farrell y Twining-Ward 2005): Los sistemas complejos son realidades únicas que operan impredeciblemente sin el amparo de una ciencia linear «causa-efecto»; al ser altamente dinámicos y cambiantes, su condición de estabilidad puede pasar de estable a turbulenta y si su resiliencia o su capacidad de volver al funcionamiento normal tras una perturbación, es insuficiente, pueden cruzar un umbral generador de una sobre-presión local desencadenante de una serie de resultados en cascada,

algunos irreversibles. Los modelos de sistemas de pensamiento flexible constituyen una forma diferente de observar y entender una situación problemática compleja, que nos permite ver aspectos que no se verían con un enfoque de investigación tradicional. Así, algunos sistemas pueden ser mecánicos, pero también pueden ser determinísticos, impredecibles, caóticos, discontinuos, evolucionistas; 3) Visión de interrelaciones y conexiones en el tiempo y en el espacio (Capra 2000): Los sistemas no se pueden entender apartados de nosotros y de nuestras actividades, de nuestros valores y de cómo hemos adquirido el conocimiento y, en consecuencia, de cómo hemos actuado en el pasado sobre los mismos -tales fenómenos complejos y diversos no son el resultado de contadas leyes universales invariables a lo largo del tiempo y del espacio, sino que el conocimiento sobre los sistemas complejos sólo puede obtenerse mediante modelos alternativos de pensamiento que son necesariamente simplificaciones de la realidad; 4) Percepción funcionalista en lugar de composicionalista (Callicott et al. 1999): Nosotros como seres humanos, somos parte de la naturaleza y, por tanto, formamos parte de estos sistemas complejos según una visión de la ecología de ecosistemas. Los composicionalistas perciben al mundo desde el punto de vista de la ecología evolutiva, considerando por tanto, al ser humano no sólo separado de la naturaleza, sino por encima de ésta; y 5) Cosmovisión del planeta como un socio-ecosistema que fija el contexto y establece las leyes que en última instancia regulan la supervivencia de la actividad humana, como fundamento raíz de la idea de una economía sustentable.

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Consideraciones finales: urge un cambio global desde lo local, pero no globalizado

Es un error creer que unas cuantas zonas naturales protegidas en unión con las zonas agrícolas podrán solventar el déficit de materias primas y seguir funcionando como “zonas fuente” de recursos. De la forma como han sido establecidos los parques de conservación y escasos sistemas agrícolas limpios no son una solución con un futuro viable; urge conectar a los ecosistemas urbanos que actualmente funcionan como parásitos y depredadores de los agro y eco-paisajes. Ni los recursos marinos, ni la tecnología actual podrán solucionarlo todo tampoco. La tecnología conlleva una ideología del capital imperializante y trae consigo nuevos elementos que alteran los sistemas socio-ecológicos. Los ecosistemas marinos están exhaustos y ampliamente deteriorados; además de la crisis global de la pesca, especies tan resistentes como los tiburones que fueron capaces de sobrevivir a varias extinciones masivas anteriormente, hoy se encuentran al borde de la extinción. Necesitamos recobrar, fortalecer y reinventar las economías basadas en las culturas y arte locales, en una producción propia. No obstante, es fácil caer en el llamado green washing; si uno busca en la red es posible hallar cientos de ciudades que dicen ser sustentables. Erramos por consumismo y capitalización excesivos; si pudiéramos ver las conexiones político-económicas entre países y entendiéramos lo delicado, complejos y simples a la vez, que son los ciclos de la vida que nos podrían llevar a la perdurabilidad, entenderíamos el error que implica el caer en tal lavado verde.

Afortunadamente con la suerte de una historia de vida diferente, una educación crítica o situaciones coyunturales excepcionales, es posible vislumbrar un pensamiento alternativo forjador del desarrollo sustentable endógeno dentro de la

cultura occidental. La gran influencia externa, o desarrollo exógeno, a la que continuamente estamos expuestos hace que internamente nuestros estilos de desarrollo rivalicen con esos grupos alternativos surgidos en las diferentes latitudes del continente latinoamericano, los cuales han luchado siempre por un desarrollo diferente y, sobre los cuales, debido al apogeo de las crisis ecológica y económica, parecieran estarse visibilizando más e incrementando en número. Aunque aún haya muchas personas con una “mentalidad colonialista”, lo propio sobrevive. Desde Zapata hasta Evo Morales, pasando por Salvador Allende, en diferentes momentos y lugares, se ha querido y todavía se continúa hoy, luchando por un sentir propio y diferenciado. No se trata de caer en un chauvinismo, ni de no tomar elementos de afuera, sino de seleccionarlos y tamizarlos con una mentalidad crítica que va mucho más allá de nuestras fronteras, pensando en las implicaciones que esto tiene para otras personas en nuestro propio lugar y en las múltiples conexiones sistémicas que exige la perdurabilidad. Adicionalmente, no sólo en la América Latina, sino por todo el orbe, cada vez hay más grupos buscando rectificar el rumbo equivocado que ha tomado la humanidad desde el surgimiento de la era industrial y, más propiamente, desde de la última globalización. Estos grupos pugnan continuamente por un estilo de desarrollo diferente en aras de subsistir como una mejor humanidad.

Dentro del mundo occidental, la producción sustentable, sólo es posible si somos capaces de elaborar una destrucción interna y mental de nuestra propia insustentabilidad y separarnos de la mentalidad colonialista que nos ha sido inculcada, si no destruimos tales enseñanzas no podremos ni re-crear, ni crear un cambio para una mejora perdurable y sistémica. La insustentabilidad está siendo forjada y enseñada con fuerza prácticamente

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desde el nacimiento de la sociedad industrial moderna, hace unos 300 años atrás, pero con un mucho mayor auge e ímpetu desde después de la Segunda Guerra Mundial. Nuestra sustentabilidad autóctona quedó perdida desde tiempos indígenas, pero aún está aquí. Hay que rescatarla. Ya existen ejemplos de creaciones perdurables, los cuales están invisibilizados dentro de la sociedad mayoritaria actual. Todos formamos parte de este sistema y todo está conectado. Los que estamos hoy y los que estén mañana. Debido a que el español nos queda corto en relación con la complejidad del pensamiento ambiental alternativo, urge llegar a lo que los ngöbes llaman judrun-nigibiti kwide y que ha sido explicado a lo largo de este documento.

El cambio global, entendido desde una perspectiva amplia, es una oportunidad única de mejorar en todo nivel. En lugar de dejarnos intimidar por la comprensión y visualización del gran deterioro de nuestro entorno exterior, de nuestros interiores corporales vacíos y del alcance del daño hacia zonas mucho más allá de las fronteras del planeta y ponernos a llorar por la inmensa cantidad de problemas, como desalojos injustos en zonas costeras y rurales, los conflictos por el agua, la agricultura de agroquímicos considerados como armas de guerra de destrucción masiva, la basura estelar y el tremendo incremento de la temperatura, por mencionar sólo una pizca, creemos que es mejor ver en las situaciones de crisis una oportunidad para transformarnos positivamente apuntando al norte que siempre hemos tenido oculto en nuestras almas. Otros cambios climáticos, sirvieron de bases sea para extinguir a sociedades locales o para impulsarlas a ser cada vez mejores; la diferencia es que ahora se trata de una civilización global. Junto con el cambio climático, la era de la información ha permitido que se caiga el velo de la mentira y que todos nos demos cuenta de hasta dónde nos ha empujado este perverso sistema político-económico

neoliberal globalizado. Es una gran ocasión para lograr sentar las bases de una sociedad mejorada más que desarrollada, humanitaria y macro-ecológica, donde el ambiente deje de ser percibido desde la visión reduccionista de recurso para ser extraído, transformado, usado y explotado, bajo la lógica de la acumulación a costa de la exclusión de muchas personas y a expensas de nuestro finito capital natural. Ahora podemos llegar a una visión panorámica integral más justa y equitativa, tanto con los demás seres humanos, en especial aquellos grupos de personas excluidos, como con la madre natura que nos sustenta, da vida y es capaz de mantenernos en un proceso de mejora perdurable. Si nosotros, en lugar de trabajar contra ella o chuparle sus nutrimentos, decidimos trabajar junto con ella para construir algo diferente y si desde antes hubiésemos percibido tal necesidad, posiblemente ya tendríamos un mundo más igualitario, sano y pacífico. Sólo falta tejer el entramado, conectarnos unos con otros y así, efectivamente, trascender en el cambio.

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NOTAS * Ponencia expuesta en el IV Seminario Internacional sobre Pensamiento Ambiental y IV Encuentro Latinoamericano de Filosofía y Ambiente (3-6 Noviembre 2009), coordinado por la Universidad Nacional de Costa Rica, en conjunto con la Universidad Nacional de Colombia (Manizales) y otras instituciones gubernamentales y no gubernamentales Latinoamericanas. No hay Memorias de este evento; “judrun-nigibiti kwide” son palabras del idioma ngöbe que significan: la forma como producimos.

** Doctorandos en Ciencias Naturales para el Desarrollo. TEC-UNA-UNED. Costa Rica. Email: [email protected]

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Siete pasos para la danza de la pedagogía ambientalEloísa Tréllez Solís

Resumen: La pedagogía ambiental en Iberoamérica puede comprenderse como una danza multicolor y llena de matices, cuyos pasos principales tienen que ver con diversas imágenes, miradas y sueños: el colibrí, el tiempo, el retorno del desgajamiento, la evolución y la ayuda mutua, la e-moción, el buen humor y la ternura y la escucha del amor. La articulación creativa de todo ello conduce a un caleidoscopio de oportunidades de vida y de futuro, que tienen que ver con los seres humanos, con su manera de concebir el mundo y con el nexo indisoluble con la Naturaleza y el Universo.Palabras clave: educación, pedagogía ambiental, seres humanos, Naturaleza, Universo.

Sete passos para a dança da pedagogia ambiental

Resumo: A emergente filosofia ambiental alternativa desde Latinoamerica, cpedagogia ambiental em Iberoamérica pode compreender-se como uma dança multicolor e cheia de matizes, cujos passos principais têm que ver com diversas imagens, miradas e sonhos: o colibrí, o tempo, a volta do desgajamiento, a evolução e a ajuda mútua, a e-moção, o bom humor e a ternura e escuta-a do amor. A articulação criativa de todo isso conduz a um caleidoscopio de oportunidades de vida e de futuro, que têm que ver com os seres humanos, com sua maneira de conceber o mundo e com o nexo indisoluble com a Natureza e o Universo.Palavras-chave: educação, pedagogia ambiental, seres humanos, Natureza, Universo.

Seven steps for the dance of environmental pedagogy

Abstract: The environmental pedagogy in Iberoamerica can be understood as a multicolor dance full of nuances, which main steps refer to diverse images, gazes and dreams: the humming bird, time, the return of ripping of, evolution and mutual help, the e-motion, good humor, tenderness and openness to love. The creative articulation of all this, foresees a kaleidoscope of opportunities, of life and of future, relating to human beings, with their way to conceive the world and with the indissoluble link with Nature and Universe.Keywords: education, environmental pedagogy, human beings, Nature, Universe.

Recibido: 10.10.09Aceptado: 22.12.09

art

ícu

los

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Introducción

La Pedagogía Ambiental como concepto puede llevarnos a multitud de aproximaciones. Sus expresiones son tan numerosas como lo han sido las experiencias educativas ambientales llevadas a cabo en los 34 años transcurridos desde la muy conocida reunión mundial en Belgrado de 1975, donde se aprobaron los principios, metas y objetivos de la Educación Ambiental, los cuales fueron complementados y fortalecidos en la reunión de Tbilisi de 1977.

En estas tres décadas y algo más, la diversidad de los enfoques, de las acciones y de las metodologías aplicadas ha sido realmente interesante. En particular, Iberoamérica ha mostrado una singular creatividad, que se expresa en una danza, que responde, como lo diría el extraordinario músico y compositor venezolano Simón Díaz, a la música expresada en la geografía, los paisajes y las culturas de esta región del mundo.

Así como vibran los joropos del llano, que manifiestan la inmensidad de sus horizontes, surgen las singularidades de altura de los huaynos andinos, los rítmicos taquiraris de las selvas, la dulzura de los valses que recorren los andes y las costas, las cuecas y los tangos moviendo los sentidos y los sentimientos, la samba aportando su vital energía, así como el flamenco o las gaitas ibéricas y los fados llenos de dulce nostalgia.

Con esa misma diversidad, la educación ambiental iberoamericana conforma una coreografía hermosa y vibrante, a la cual pueden insertarse algunos pasitos de danza, para sumarlos a sus ritmos y cadencias.

Siete pasos para la danza

de la pedagogía ambiental*

Eloísa Tréllez Solís**

sustentabilidad(es) - volumen 1- número 1- año 2010 - pag. 124 - 133

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Son siete los pasos de danza que pueden proponerse para fusionarlos con el movimiento de estos tiempos, con las maneras y miradas de cada uno de los grupos humanos que caminamos juntos en estas tareas de vida. Siete pasos que forman parte de la genial y múltiple coreografía de nuestros tiempos educativos…

Estos siete pasos de danza tienen nombres diversos y expresan sentidos, ritmos y sentires.

Son ellos: el colibrí, el tiempo, el retorno del desgajamiento, la ayuda mutua, la e-moción, el buen humor y la ternura, y la escucha del amor.

Paso 1. El colibrí

Los colibríes baten las alas 75 veces por segundo,

su cuerpo parece estar suspendido en el vacío,

revolotean y vuelan hacia atrás, hacia delante,

con la cabeza hacia abajo, hacia arriba, o en picado.

Su vibración produce un sonido tipo susurro.

Su forma de aleteo configura un 8.

Abordar el tema de la Pedagogía Ambiental incita a pensar en el rol de los educadores y educadoras ambientales en esta maravillosa Iberoamérica, en las “pretensiones” de acompañar procesos y de abrir las puertas hacia una mirada positiva y constructiva que aporte elementos, así sean diminutos, que contribuyan “ en algo” a la creación de un mundo mejor.

Pero, ¿cuál es ese aporte? De qué dimensiones estamos hablando cuando se realizan, una y otra vez, acercamientos verbales o acciones específicas que son considerados formas de contribución a esa meta. ¿Cuáles son las opciones que emergen, enmarcadas en nuestros tiempos y vivencias, nuestras ilusiones y caídas, nuestros avances y retrocesos?

Sin duda, es el colibrí quien aporta su ejemplo, a partir del conocido cuento popular:

“Había una vez un pequeño colibrí que vivía en un bosque. Un día se desató un incendio, no sabemos si fortuito o por manos desalmadas. Los animales del bosque salieron corriendo, asustados ante el peligro inminente. En su huida vieron a un colibrí que en lugar de salir, retornaba al bosque con una gota de agua en el pico. Hubo una risa general: ¿Acaso crees que con una gota podrás apagar el incendio?. – Yo… hago lo que puedo, contestó el colibrí.”

El colibrí tiene mucho que enseñarnos. Su vuelo semeja el infinito, sabe volar hacia adelante y retroceder si es necesario, adecuarse a los tiempos y a los vientos, se sabe liviano y libre, y por ello no carga con pesares ni cadenas, le resultan claros y sencillos sus aportes, con una gota o con el polen que traslada de forma amorosa y desprendida. Es multicolor y sensitivo, disfruta los momentos y nos susurra sus mensajes imperceptibles, diminutos y profundos.

Gandhi señalaba:

“Casi todo lo que realice será insignificante, pero es muy importante que lo haga”.

El abordaje hermoso e intenso de la vida y de nuestra misión, vista como una gota que conforma la infinitud en los niveles galácticos o microscópicos.

Paso 2. El tiempo

Así como el aire es la atmósfera del cuerpo

Así el tiempo es la atmósfera de la mente(Pensamiento maya)

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¿Qué nexos tenemos entonces con el infinito, con las dimensiones del espacio y del tiempo?

El manejo del tiempo, la velocidad impuesta por la sociedad contemporánea ha tenido como resultado que nos hayamos detenido sin darnos cuenta, que cesemos en el deseo de movernos y que confundamos los espacios y los tiempos. Nos distraemos y no nos encontramos en el aquí y menos en el ahora. El ahora se confunde y se distorsiona.

Paul Virilio (2000) señala que:

“existe otra ecología (…) que es la contaminación de las distancias. El fin de los umbrales, la compresión temporal. La sustancia del mundo no se halla amenazada únicamente por la contaminación y polución del aire, del agua, de la fauna y de la flora. También hemos de habérnoslas con una contaminación del tamaño del espacio del mundo, por la compresión del tiempo. Ésta se basa en la supresión de los umbrales del tiempo a través de la aceleración de la comunicación y de los medios de transporte”.

Según María Novo (2006),

“el problema del tiempo comienza a ser central en nuestras sociedades, no solo en lo que respecta al replanteamiento de las horas que dedicamos a las distintas actividades, sino también a la forma en que gestionamos el tiempo, la aceleración, la prisa o el sosiego que imprimimos a nuestro quehacer diario.(…). La velocidad es un elemento clave que de la mano del modelo moderno del mundo, ha ido acuñando en nuestras sociedades estilos de vida muy agresivos para la Naturaleza, e incluso para nosotros mismos. Recuperar el “tempo” de la

Naturaleza significa abrir paso a una existencia consciente y responsable.

Quienes manejan el tiempo, manejan nuestra vida, nos esclavizan. Debemos avanzar hacia la autodeterminación, gestionando de manera individual nuestro propio tiempo y buscando el aporte de colectivos armoniosos. Estamos viviendo a mayor velocidad, la presión por los logros inmediatos es mayor, pero nos paralizamos frente a los computadores o televisores creyendo que ahorramos tiempo y que “viajamos” a otros espacios, perdiendo las posibilidades de disfrutar de los contactos directos y de las sensaciones y vivencias cercanas y sencillas. En síntesis, corremos sin avanzar.

Los famosos Hombres Grises encargados de robar el tiempo en la conocida novela de Michael Ende (1985) “Momo”, mostraban, a través de uno de sus agentes, las maneras de “ahorrarlo”:

Querido amigo —contestó el agente, alzando las cejas—, usted sabrá cómo se ahorra tiempo. Se trata, simplemente, de trabajar más de prisa, y dejar de lado todo lo inútil. En lugar de media hora, dedique un cuarto de hora a cada cliente. Evite charlas innecesarias. La hora que pasa con su madre la reduce a media. Lo mejor sería que la dejara en un buen asilo, pero barato, donde cuidaran de ella, y con eso ya habrá ahorrado una hora. Quítese de encima al periquito. No visite a la señora Daria más que una vez cada quince días, si es que no puede dejarlo del todo. Deje el cuarto de hora diario de reflexión, no pierda su tiempo precioso en cantar, leer o con sus supuestos amigos. Por lo demás, le recomiendo que cuelgue en su barbería un buen reloj, muy exacto, para poder controlar mejor el trabajo de su aprendiz”.

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Estas frases expresan las formas de secuestrar el tiempo que los Hombres Grises aplicaron en aquella población, llevando a todos los habitantes a un extremo de esclavitud y deterioro. Pero uno de sus personajes, Beppo Barrendero, da una señal sobre el ritmo y la mirada en su labor cotidiana, del hacer y del ahora, pues cuando sabe que tiene muchas calles por barrer, no mira el final, e indica la clave fundamental: “A cada paso, una inspiración, y a cada inspiración, una barrida. Paso – inspiración - barrida…”.

El concepto del tiempo se interpreta en toda la historia, para converger en un símil central:

“Cada ser humano tiene su propio tiempo. Y sólo mientras siga siendo suyo se mantiene vivo”

Paso 3. El retorno del desgajamiento

Eso que llena el Universo lo considero mi cuerpo

y eso que dirige el Universo lo veo como mi propia

naturaleza” Antiguo Poema Chino de

Chan Tzu

El Maestro Jorge Uribe Sáenz (2009), destacado investigador español de origen colombiano, está construyendo las bases de la llamada Teoría del Desgajamiento. Esta teoría expresa que la actual situación que vivimos los seres humanos, así como nuestras actitudes y acciones destructivas y depredadoras, se vinculan a la separación, a la ruptura que hemos provocado en nuestra relación con la Naturaleza. En uno de sus textos inéditos, señala:

“Los seres humanos se han independizado de la Naturaleza, y al hacerlo se han desgajado. Es como si nos saliéramos de la órbita

y camináramos hacia la nada. El olvido de que pertenecemos a un Todo es el origen del Yoísmo, sea, es el fundamento de la “ilusión” de independencia, que generalmente asociamos a separación-desprendimiento. Se puede ser in-dependiente sin des-prenderse. Cada rama de un árbol crece independiente, pero sin arrancarse, sin dejar de pertenecer al árbol, al bosque, al campo, al Todo.

El desgajamiento hace que dejemos de sentirnos parte del Todo y

esa falsa ilusión de independencia (producto del egoísmo) además de una inmensa soledad, genera el des-interés por algo que parece estar tan lejos que no nos incumbe.

Es porque hemos olvidado que son las raíces de donde provenimos y que nos han permitido crecer y alejarnos, y en el nuevo afán de poseer hemos perdido la fortuna de ser poseídos por el Todo. Mientras sigamos empeñados en ignorar las raíces, porque no se ven (o porque las encubrimos) no conseguiremos un desarrollo

verdaderamente sostenible. No podremos ayudar al Todo si nos quedamos fuera, ignorando que somos y formamos parte del Todo.

Sólo nos podremos unir si reconocemos nuestra pequeñez que es donde justamente está nuestra grandeza. No existiría la playa si no fuera por la unión de millones de granitos de arena que sólo quieren ser eso. Ninguno pretende ni desea ser playa. La vida consiste en transitar por una playa infinita donde se van encontrando cosas que nadie mira, a las que sin

cada uno puede aportar y en ese

sentido todos podemos ser

importantes y necesarios, desde diversas formas y con distintos

matices

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embargo podemos darles su valor, o tal vez, descubrirlo”.

La Teoría del Desgajamiento del Maestro Uribe plantea posibles rutas de reinserción al Todo, optando por una mirada dual y constructiva, que muestra que cada uno puede aportar y en ese sentido todos podemos ser importantes y necesarios, desde diversas formas y con distintos matices.

Se trata de buscar y encontrar el camino de regreso al Todo. Es una tarea para cada uno de nosotros, seres humanos que deseamos caminar por una ruta hacia mejores y mayores logros en los procesos educativos ambientales.

Necesitamos trazar senderos creativos, que partan de nuestro propio interior, hacia el camino de retorno. Sólo así podremos compartir y mostrar, a modo de brújula poética y amorosa, algunos pasos y orientaciones del regreso, dirigiendo nuestras voces, escritos y sentimientos a aquellas personas que nos escuchan y que desean acompañarnos en los procesos de mejoramiento ambiental, en la construcción de la nueva utopía, por medio de una pedagogía que debemos fundamentar en la esperanza.

En el transcurso de nuestro camino por la playa infinita, seguiremos descubriendo, sintiendo, valorando…

Paso 4. La evolución y la ayuda mutua

Con el 200 aniversario del nacimiento de Charles Darwin, hemos retomado en el año 2009 las ideas básicas de la Teoría de la Evolución, examinando de nuevo sus fundamentos y principales planteamientos.

En este sentido, es interesante recordar al investigador ruso Piotr Kropotkin (1920), quien con base en diversos

estudios realizados en Siberia, publicó el libro “La Ayuda Mutua: un factor en la evolución”, en el cual dio respuesta al llamado “darwinismo social” de la época. En la Introducción a este libro, Kropotkin planteó el eje de su pensamiento, afirmando que la evolución ha surgido de procesos de cooperación. En la conclusión de su libro, indica:

Al mismo tiempo, otra fuerza activa -la ayuda mutua- ha sido relegada hasta ahora al olvido completo; los escritores de la generación actual y de las pasadas, simplemente la negaron o se burlaron de ella. Darwin, hace ya medio siglo, señaló brevemente la importancia de la ayuda mutua para la conservación y el desarrollo progresivo de los animales. Pero, ¿quién trató ese pensamiento desde entonces? Sencillamente se empeñaron en olvidarla. Debido a esto, fue necesario, antes que nada, establecer el papel enorme que desempeña la ayuda mutua tanto en el desarrollo del mundo animal como de las sociedades humanas. Sólo después que esta importancia sea plenamente reconocida será posible comparar la influencia de una y otra fuerza: la social y la individual.

Este reconocimiento de la importancia trascendental de la cooperación entre los seres humanos, en su proceso evolutivo, se aúna con la imagen de nuestros pensamientos y sentimientos realimentados y convergentes con los de otras personas, que ejercen su influencia y nos acompañan desde sus distintas vertientes. Cada individuo forma parte de ese Todo que se va realimentando a partir de sus mismas raíces.

En investigaciones ligadas con estudios microbiológicos, han surgido confirmaciones y seguimientos de esta teoría de la Ayuda Mutua. La Dra. Lynn

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Margulis (1986) en uno de sus trabajos indica que

“La competencia en la cual el fuerte gana, ha recibido mucha mejor prensa que la cooperación. Pero ciertos organismos superficialmente débiles han sobrevivido formando parte de entidades colectivas, mientras que los presuntamente fuertes al no haber aprendido el truco de la cooperación fueron arrojados a la pila de residuos de la extinción evolutiva”

Así pues, toda vida aparece como una forma de cooperación.

En este sentido, nuestro retorno al Tronco, es parte de un regreso solidario y convergente con las relaciones constructivas hacia el conjunto de los demás seres humanos. Un reconocimiento de la vida como parte de un proceso evolutivo y de cooperación, al cual la Naturaleza nos convoca, expresando la necesaria reinserción al Todo.

Paso 5. La e-moción

“La razón, para no extraviarse,debe dejarse guiar por la luz del corazón”.

Al-Gazzali (2002)

La palabra emoción proviene del latín motere (moverse). Es lo que hace que nos acerquemos o nos alejemos de una determinada persona o circunstancia. Por lo tanto, la emoción es una tendencia a actuar.

Al recibir informaciones sobre las situaciones ambientales, no siempre se desemboca en una intención hacia la acción. Requerimos movilizar internamente otros mecanismos de sensibilidad que nos impulsen a modificar nuestras conductas, o bien a replantear nuestra mirada sobre los

sucesos del entorno, de una manera crítica y creativa.

La sensibilidad y la emoción se convierten en elementos centrales para los procesos educativos, y en ese sentido precisamos el apoyo de las artes que nos pueden acompañar de manera imaginativa y sensible hacia otras formas de ver y sentir la vida: la música, el teatro, la danza, las artes pictóricas… son puertas abiertas que nos hacen movilizar nuestro ser interior, que endulzan y ponen color y sabores infinitos a nuestras vivencias y cotidianidades.

Nos acercan a la profundidad de nosotros mismos, y nos llevan de la mano hacia la Naturaleza y a la intensidad de nuestro ser natural, a la vibración del Universo y al sentido de nuestra existencia.

Cuando intentamos acompañar a grupos humanos en procesos educativos ambientales, debemos partir de los abordajes significativos que para nuestra vida han ido sucediéndose, y por los cuales llegamos a la certeza de nuestro nexo maravilloso, de nuestra integración armónica y única con lo natural, con el Universo, con la totalidad. Es una conducción y un acompañamiento que nos lleva a nosotros mismos y a la Naturaleza.

En sus remotos orígenes griegos la expresión pedagogo se relacionaba con aquellos esclavos que tenían como tarea la de llevar a pacer a los animales, luego los esclavos se encargaron de llevar a los niños a la escuela. En uno y en otro caso se hacía referencia a una conducción y acompañamiento hacia la consecución de alimentos, tema que puede tener connotaciones de diverso tipo: la comida y el sustento.

Se trata entonces de llevar, de acompañar, de conducir a las gentes, niños, niñas, jóvenes y adultos, hacia

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el logro de un alimento, de un sustento para la mente, para el espíritu. Un sustento nutritivo, orientador y, sobre todo, sensibilizador y emocional.

Llevar-los e insertarse en una búsqueda en la cual la compañía es sólo eso, estar al lado, conducir en algunos momentos, para que transiten múltiples caminos hacia el encuentro de los pastos más diversos y se nutran de ellos, sin exclusiones ni imposiciones.

Es una búsqueda de la real identidad, de la profunda integración del Ser Humano con la Naturaleza. Como dice Eckhart Tolle (2005):

“Dependemos de la Naturaleza, no sólo para la supervivencia física.La necesitamos para que nos enseñe el camino a casa”.

Paso 6. El buen humor y la ternura

Durante muchos años, se ha mantenido una cierta tendencia en la educación ambiental relacionada con las “acusaciones” (que no es lo mismo que las denuncias). Con un permanente estado de zozobra, de temores y peligros que nos acechan.

Es decir, se ha tendido a poner en evidencia aspectos negativos y conductas nocivas relacionadas con el ambiente, que en sí misma es una tarea obvia y natural. Pero seguramente ha habido un exceso, hasta el punto en que mayoritariamente se centran los procesos educativos en los “problemas” y sus eventuales soluciones, y menos frecuentemente en las potencialidades y los buenos hábitos.

De este modo se ha ido constituyendo un enfoque de negativismo, de planteamientos relacionados con el NO: No cortes, no quemes, no contamines, no botes basura, no gastes mucha agua, no, no… Lo cual agota y finalmente, puede llegar a producir sentimientos

de culpabilidad antes que acciones constructivas.

El humor es un elemento que requerimos poner en un lugar importante en nuestros procesos educativos. El origen latino de la palabra humor, lleva a la comprensión de algo líquido, que posteriormente los griegos llevaron al mundo de la medicina, con Hipócrates, y luego los romanos, con Galeno. Lo curioso de esta versión es que consideraron como Buen Humor, el balance adecuado entre cuatro tipos de humores o líquidos predominantes en el cuerpo: la sangre o bilis roja (los sanguíneos), la bilis amarilla, la bilis negra (de ahí vienen los melancólicos) y la flema (los flemáticos). Y era sinónimo de Buena Salud.

Es preciso construir procesos positivos, partiendo de un humor bueno, de un sentido equilibrado de la vida, abordando elementos creativos para la construcción de la esperanza, de la nueva utopía. Dejando de lado los negativismos, los catastrofismos. Asumiendo el humor y la risa como elementos de una vida sana y plena que nos conduce a tareas constructivas.

En todo ello, requerimos disfrutar y vibrar con y desde la ternura, en una complicidad sencilla y alegre. Como decía el filósofo y escritor Ralph Emerson:

“En el instante en que damos rienda suelta a nuestra ternura, la Tierra sufre una metamorfosis”.

Estamos a tiempo de re-orientar la vida, de transformar-nos, de re-encaminar nuestros pasos hacia un futuro diferente, sustentado en la ternura, excluyendo las miradas de dureza y de mal humor.

Y lo podemos hacer desde la visión del bien-estar, del estar bien con nosotros y nosotras mismas, del estar en paz y ser solidarios con la Naturaleza, de

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sustentabilidad (es)132

abordar los procesos conflictivos desde perspectivas sanas y convergentes, confiando y caminando en la formación de los nuevos caminos, con una sonrisa tierna, con buen humor y humor bueno.

Paso 7. La escucha del amor

Respira profundamente y permanece en silencio,

mientras percibes el fluir de tu propia existencia como un río,

en el que tu alma nada libremente con alegría». (Vesta)

Debemos escuchar y escucharnos. Disfrutando y nutriéndonos mutuamente, en un proceso de amor a la Naturaleza y a los Seres Humanos en su conjunto.

¿Qué es el silencio? Es el lugar, es el espacio donde se abren las diversas posibilidades. El silencio le traza caminos y reinterpreta las palabras, enmarca la música y sitúa las sensaciones vibratorias desde el fondo de las energías existentes o por aparecer.

Hemos olvidado el placer del silencio, inmersos en cotidianidades bulliciosas, de ruidos sin fin, de sonidos estridentes que no nos permiten pensar ni encontrar la paz. Que nos impiden concentrarnos y gozar de los sonidos sencillos y armoniosos de la Naturaleza.

En el silencio está también la capacidad de la escucha. De escuchar-nos, con atención y respeto. La posibilidad de intentar comprender al otro y a la otra, desde una perspectiva de amor.

Es preciso mejorar la capacidad de comprensión de los saberes del Otro e iniciar diálogos que se conviertan paso a paso en la construcción colectiva de nuevos conocimientos, provenientes de la articulación entre nosotros, y entre las ciencias “clásicas” y los saberes tradicionales, los conocimientos locales y las percepciones grupales ligadas con las distintas culturas.

En la escucha está la base de una relación armoniosa entre los seres humanos, y también con la Naturaleza. A ella debemos escucharla y re-conocernos como parte del Todo. Necesitamos que la Naturaleza nos ayude a re-conectarnos con nuestro ser interior. Y en ese proceso, comprender a plenitud nuestro papel como seres sociales y naturales, para actuar en consecuencia.

El silencio y la escucha.El pensamiento construido entre nosotros y la acción participativa.

El Universo engranado en un movimiento y actividad sin fin, en una

danza cósmica.El Universo, visto como una telaraña

dinámica.El movimiento y el ritmo de la Naturaleza, como parte de sus

propiedades esenciales.El conocimiento, como escucha poética

de la Naturaleza.La armonía entre ciencia, filosofía y

arte.La danza de la pedagogía ambiental y

sus pasos creativos.Y este Planeta cobijándonos, a

la espera de que lo escuchemos y actuemos con Amor.

Es preciso unirnos, de manera integrada, armoniosa y soñadora, en este camino dinámico de la pedagogía ambiental, articulando procesos filosóficos y políticos con la acción educativa y creadora. En una danza nueva, armoniosa y futurista, con los “siete pasos” y las miradas plenas de ternura. Recordando al gran poeta argentino y universal Roberto Juarroz (2005), que en uno de sus Poemas Verticales, nos dice:

“Pensar entre dos, como si hacer el pensamiento fuera igual que hacer el amor”

¡Construyamos juntos la nueva utopía, en un abrazo solidario de sentimientos y acción!

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volumen 1, número 1, año 2010 133

BIBLIOGRAFÍA• Al-Gazzali (2002), La alquimia de la felicidad,

Ed. Sufi, Madrid.• Ende, Michael (1985), Momo, Ed. Alfaguara,

Madrid.• Juarroz, Roberto (2005), Poesía Vertical II, Ed.

Emecé, Buenos Aires.• Kropotkin, Piotr (1920), La Ayuda Mutua:

un factor en la evolución, s/r. Se puede consultar el texto completo en: http://www.solidaridadesrebeldes.kolgados.com.ar/spip.php?article137

• Margulis, L. y Sagan, D. (1986), Microcosmos, Summit Books, New Cork.

• Novo, María. (2006), El desarrollo sostenible. Su dimensión ambiental y educativa. UNESCO, Pearson Prentice Hall, Madrid.

• Tolle, Eckhart (2005), Una Nueva Tierra, Ed. Norma, Bogotá.

• Uribe Sáenz, Jorge (2009), Textos inéditos, Madrid.

• Virilio, Paul. (2000) Entrevista “Una súbita detención de por vida en la prisión temporal del mundo” en Nihilismo y Crítica, Revista ET-CÉTERA, Nº4. Disponible en: http://www.humanidades.uach.cl/articulos/onetto3.pdf

NOTAS* El presente artículo es una versión revisada de la conferencia dictada por la autora en el VI Congreso Iberoamericano de Educación Ambiental, realizado en San Clemente del Tuyú, Argentina, en septiembre del 2009.

** Asociación Cultural Pirámide, Lima, Perú. Email: [email protected]

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Ecologia, Capital e Cultura. A Territorialização da Racionalidade Ambientalde Enrique Leff

Editora Vozes, Petrópolis, 2009, 439 págs. Carlos Walter Porto-Gonçalves

Recibido: 14.10.09Aceptado: 15.11.09

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Ecologia e Capital: quando a teoria não esquece o mundo

O livro Ecologia e Capital de Enrique Leff é um marco não só no campo do conhecimento ambiental, mas também no debate teórico-político contemporâneo por trazer uma abordagem que consegue transitar com rara desenvoltura desde o conhecimento advindo das ciências naturais ao das ciências sociais. A formação de Enrique Leff em engenharia química e seu doutorado em Economia do Desenvolvimento na Sorbonne devem ser lembrados ao leitor que encontrará no livro um refinamento filosófico raro nos dias que correm ao mesmo tempo em que é necessário diante do desafio ambiental contemporâneo. Afinal, a crise ambiental contemporânea é uma crise do seu (modo de produção) de conhecimento, como sustenta o autor ao longo deste livro.

Enrique Leff conseguiu compreender o significado da revolução dos anos sessenta quando novas perguntas foram levantadas quando alguns acreditaram já terem todas as respostas. E mais, soube entender desde o primeiro momento que a crise que as lutas sociais dos anos sessenta colocaram nas ruas com suas “barricadas do desejo” eram mais que uma crise do capitalismo. Era uma crise civilizatória e uma crise do próprio (modo de produção de) conhecimento que havia olvidado a inscrição da sociedade na natureza que, hoje, se mostra concretamente como aquecimento global.

Ecologia e Capital, publicado originalmente em 1986, incorpora a contribuição de uma epistemologia crítica que Enrique Leff vem desenvolvendo desde 1975 quando publica seus primeiros artigos sobre a crise do (modo de produção de) conhecimento científico que não só ignorou a inscrição da sociedade na natureza,

Ecologia, Capital e Cultura. A

Territorialização da Racionalidade

Ambientalde Enrique Leff

Carlos Walter Porto-Gonçalves*

sustentabilidad(es) - volumen 1- número 1- año 2010 - pag. 134 - 139

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como disciplinarizou de tal forma o conhecimento com uma divisão do trabalho científico que, mais do que solução, se tornou parte do desafio que a humanidade hoje se defronta. Enrique Leff antecipa em Ecologia e Capital uma teoria da complexidade ambiental muito antes que a teoria da complexidade estivesse em moda. E o faz no bojo de uma tradição do pensamento crítico latino-americano que não pode ignorar o lado colonial da constituição do mundo moderno. Afinal, para nós a modernidade do sistema mundo começa com os engenhos que manufaturavam a cana de açúcar introduzindo grandes latifúndios monocultores movidos à chibata e destinando os melhores solos para cultivo alheio. Ao contrário daqueles para quem a modernidade é usufruto e gozo para nós ela tem sido, sobretudo sofrimento e, por isso a teoria por aqui sempre é invadida por essa realidade crítica e se faz teoria crítica.

Por isso, Ecologia e Capital não deixa de tratar temas como “Subdesenvolvimento e Degradação Ambiental” (Capítulo 1) em que analisa as implicações da dependência não só na degradação dos recursos naturais como também por suas implicações no plano de um conhecimento que não parte das suas próprias condições existência que, no caso da América Latina, tem na tropicalidade uma das expressões maiores de sua riqueza e complexidade. Denuncia, com vigor e rigor, um conhecimento científico que ao se pretender universal ignorou sua província de origem, a Europa norte ocidental, e acreditou ser um conhecimento atópico aplicável a qualquer lugar do mundo independentemente das condições naturais e culturais específicas. Aqui, ao contrário, a complexidade e a riqueza da realidade tropical aparecem com toda nitidez em “Bases Ecológicas do Desenvolvimento Sustentável” (Capítulo 2) onde se pode ver medrar uma das mais importantes contribuições

de Enrique Leff para o pensamento contemporâneo, pois, ao contrário do pensamento hegemônico, vê a natureza enquanto potencial de produtividade e não como constrangimento. O leitor poderá verificar como o potencial produtivo da natureza tropical é particularmente ressaltado por sua capacidade de produção de biomassa.

Ecologia e Capital denuncia a racionalidade econômica que reduz tudo às transações mercantis e anuncia outra racionalidade a partir do Capítulo 3 - “A Cultura como Mediação entre os Processos Econômicos e os Processos Ecológicos” que se constitui num dos pontos altos do livro, que o aproxima dos grandes momentos da análise econômica não economicista como em A Grande Transformação de Karl Polany e O Capital que, Enrique Leff em Ecologia e Capital, não esquece que tem por subtítulo “crítica da economia política” e não um livro de economia crítica. Aliás, aqui Enrique Leff, dá continuidade de modo criativo ao fato de Karl Marx iniciar seu livro-maior com um capítulo filosófico e trabalhando uma categoria que a Antropologia não tardará a reconhecer a centralidade: o fetichismo.

A partir daí Ecologia e Capital nos remete ao que talvez seja a maior contribuição de Enrique Leff ao pensamento contemporâneo com sua busca de uma racionalidade ambiental, teoria que desde então o autor vem aprimorando[31]. Seus primeiros passos o leitor poderá ver nos Capítulos 4 e 5 - “Racionalidade Ambiental, Produtividade Ecotecnológica e Manejo Integrado de Recursos” e “Cálculo Econômico, Políticas Ambientais e Planificação do Desenvolvimento: A Difícil Valorização do Ambiente”, respectivamente, onde não só articula a produtividade biológica primária potencial da natureza à criatividade da cultura dos povos passando por essa outra idéia original do autor que é a da produtividade ecotecnológica tão bem

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desenvolvida no capítulo 4. Essa teoria ganha um capítulo especial, o de nº 8, onde Leff articula o que chama Cultura Ecológica à Racionalidade Ambiental (“Cultura Ecológica e Racionalidade Ambiental”).

Chamo a atenção para a sofisticada desconstrução crítica que Enrique Leff faz das tentativas de apreender a natureza numa lógica econômica mercantil que, com sua abstração matemática ignora a materialidade da Physis, como tão bem destaca em seu capítulo 5. Aqui, o autor desenvolve uma crítica consistente às tentativas da economia ambiental de apreender a natureza através da atribuição de preços ignorando, com isso, a clássica distinção que Aristóteles já nos havia alertado para não confundir a crematística, estudo da relação entre os preços das mercadorias, e a economia que, para o estagirita, era o estudo da administração da casa com toda sua logística. O autor, além de sua formação em uma área técnica, a engenharia, mostra um sofisticado domínio das teorias das ciências sociais ao recusar o simplismo malthusiano que medra nas lides ambientalistas, mostrando a pobreza da idéia que atribui a degradação ambiental à ação antrópica, como se o homem que age junto ao meio o fizesse enquanto ser estritamente biológico e não por meio da complexidade social, cultural e através de relações de poder. Assim, Enrique Leff deixa de falar num homem genérico e nos aproxima do homem de “carne e osso” (Thompson) que pela experiência sente o mundo e a partir daí pensa/age. Foge assim, de um estruturalismo rígido, pois reconhece as determinações estruturais, mas as vê sentidas e agidas através da experiência criativa que se faz cultura. Assim, a cultura para Enrique Leff deixa de ser superestrutura e habita o mundo mundano que sabe o mundo porque o saboreia/experimenta com seus calores e sabores, amores e dramas. Aqui podemos ver o doublé de físico e filósofo Gastón Bachelard com sua lógica

materialista, aquela que experimenta a matéria pelo tato, pelo contato, em contraponto à lógica das formas, a que chamou de lógica formalista, aquela que vê o mundo através das curvas dos gráficos e, cada vez mais, pelos (tele) visores. É esse conhecimento que conhece de sobrevôo, na feliz expressão crítica de Hanna Arendt, que quer, de fora, dominar a natureza. Enfim, os homens e mulheres só existem por meio da cultura através do que se apropriam simbolicamente da matéria. Os homens e mulheres só se apropriam do que faz sentido, enfim, ao que atribuem/inventam significado. Deste modo, toda apropriação material é simbólica, aliás, como bem é o caso da atribuição de cifras/cifrões matemáticos através de preços a tudo. É essa sobreeconomização da vida que submete a natureza, os povos e grupos subalternizados a limites de exaustão do que a miséria e devastação do planeta se mostram, hoje, evidentes. O aquecimento global é esse olvido das leis da termodinâmica (entropia) pela busca da produtividade a qualquer custo que, assim, se acredita sem limites. Esse livro é, assim, um convite à reflexão e à sensatez, daí sua radicalidade teórico-política.

Todo o esforço de exercício da razão que Enrique Leff põe à prova, e não só nesse livro, sabe e explicita que a realidade mundana do mundo é irredutível a qualquer teoria sem que, com isso, recuse a teoria. Como parte da milenar tradição materialista – o título Ecologia e Capital denuncia sua aproximação com Marx – Enrique Leff sabe que a palavra água não mata a sede, assim como sabe que nenhuma teoria esgota a realidade e, assim, nos convida a uma dura crítica ao logocentrismo e se abre à diversidade do mundo. Sabe que é da natureza da realidade social a luta permanente para dizer o que é a realidade social, como diria Pierre Bourdieu, e assim sabe que suas reflexões são partes da construção contraditória do campo ambiental, como bem explicita no capítulo 6 -

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“Estratégias do Ecodesenvolvimento e do Desenvolvimento Sustentável: Racionalização do Capital ou Reapropriação Social da Natureza”. Deste modo, Enrique Leff nos convida a reconhecer a possibilidade, sempre presente, de dizer o mundo de modo distinto, recusando qualquer “discurso competente” que se crê ungido enquanto discurso de autoridade que esconde do mundo e dos mundanos que o mundo da ciência é um mundo de polêmica, de dúvida. E assim, incita a responsabilidade de todos e não somente de alguns. Ecologia e Capital coloca, assim, a democracia como um processo/projeto denso em que mais que procedimentos formais, se abre à participação popular e às diferentes matrizes da racionalidade. Aqui se pode ver a coerência teórico-política do pensamento de Enrique Leff ao se abrir para o diálogo de saberes muito além da crítica aos saberes disciplinares e suas propostas de inter/trans/multidisciplinaridade.

Está em curso hoje um tenso e intenso debate acerca da apropriação da natureza que aponta na direção da sua mercantilização – a racionalização do capital – ou na direção da reapropriação social da natureza como se pode ler no Capítulo 7 “A Geopolítica do Desenvolvimento Sostenible e a Ecologia Política da Diferença”, onde Leff chega ao requinte de oferecer ao leitor brasileiro o espanholismo sostenible e seus derivados pra fincar bem sua crítica às apropriações instrumentais, sobretudo mercantis, da sustentabilidade (Ver a “Nota do Autor à segunda edição” à página 04).

Nesse debate que vem constituindo o campo ambiental, e cada vez mais o debate político contemporâneo, há um constante deslizamento de sentidos que exige uma atenção rigorosa de todos, haja vista tudo que está implicado, além dos muitos interesses envolvidos. O próprio autor, um dos principais intelectuais formadores do campo,

transitou do ecodesenvolvimento para o desenvolvimento sustentável até desembocar na racionalidade ambiental, como o leitor poderá verificar no interessantíssimo jogo com os pés de página onde esse embate aparece atualizado ao longo do livro.

Nesse sentido, essa nova edição brasileira de Ecologia e Capital reafirma não só o caráter aberto da obra de Enrique Leff, mas seu pioneirismo. Só assim podemos entender como Ecologia y Capital em sua primeira edição espanhola, de 1986, se torna Ecología y Capital – racionalidad ambiental, democracia participativa y desarrollo sustentable, em sua 2ª edição ainda em espanhol, de 1994, em Ecologia, Capital e Cultura – racionalidade ambiental, democracia participativa e desenvolvimento sustentável, na 1ª edição em português, de 1999, até esta - Ecologia, Capital e Cultura: a territorialização da racionalidade ambiental. Estamos, na verdade, diante de um mesmo livro sendo outro. Como o próprio autor esclarece quando nos diz: “esta reedição reafirma (...) os princípios que fundamentaram nossa proposta original, na construção de um paradigma produtivo alternativo à economia convencional, fundado nos potenciais ecológicos, na produtividade tecnológica e na criatividade cultural; nos processos de reapropriação social da natureza dentro dos princípios e valores de uma racionalidade ambiental e de uma política da diversidade e da diferença”. Creio que se pode ir além: Enrique Leff foi incorporando a posteriori nos títulos das sucessivas edições muito de um novo léxico político, que vislumbrara desde o início, e que vem do campo da luta dos movimentos sociais em torno da reapropriação social da natureza, como em “A Geopolítica do Desenvolvimento Sostenible e a Ecologia Política da Diferença” (Capítulo 7.), onde a democracia vem sendo cada vez mais requerida enquanto democracia

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participativa – “Os Novos Atores do Ambientalismo no Meio Rural da América Latina” (Capítulo 9); os sentidos para a vida pluralizados com a politização da cultura e o direito à diferença sendo politizado na luta pela terra enquanto território (natureza + cultura por meio da política) como em “Além do Desenvolvimento Sustentável. A Territorialização da Racionalidade Ambiental” (Capítulo 10). Não estranhemos, pois, que a complexidade ambiental de Enrique Leff fuja de uma teoria da complexidade que abstratamente vê que tudo está ligado com tudo, mas silencia as relações sociais e de poder que estão em disputa concreta pelos territórios.

Enrique Leff nos brinda com Ecologia e Capital com um pensamento que honra as melhores tradições de um pensamento crítico latino-americano que já nos deu Paulo Freire, Pablo González Casanova, Darci Ribeiro, Orlando Fals Borda, Ruy Mauro Marini, Enrique Dussel, Aníbal Quijano, Celso Furtado, Raul Prebisch, Leopoldo Zea, Florestan Fernandes e tantos outros.

Há um sentido teórico que emana de quem parte do mundo para formular teoria e, no caso específico, Enrique Leff se inspira nas lutas camponesas, nos povos originários, nos afrodescendentes que, sobretudo desde a América Latina, vêm oferecendo novos sentidos para estar no mundo e, assim, mostrando as múltiplas universalizações possíveis no mundo que a colonialidade do poder desperdiçou, mas que intelectuais como Enrique Leff recuperam. E seu Ecologia e Capital é, nesse sentido, um clássico.

NOTAS* Universidad Federal Fluminense, Niteroi, Brasil. Email: [email protected]

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Educación ambientalAportes políticos y pedagógicos en la construcción del campo de la Educación ambientalde Daniela García y Guillermo Priotto

Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación.Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2009, 232 págs.

Antonio Elizalde Hevia

Recibido 21.11.09Aceptado 15.02.10re

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El libro se propone motivar una reflexión ética, política y pedagógica dentro del marco de la educación ambiental, apuntando a profundizar -desde un enfoque de la complejidad- el sentido formativo de las propuestas educacionales ambientales.

Subyace a ello que el conjunto de problemas medioambientales surgen y se articulan en el contexto de un sistema y un estilo de desarrollo humano hegemónico a nivel planetario –anclado en la expansión del mercado como ideología- generando problemáticas inéditas en la historia de la humanidad.

En este contexto, la Educación Ambiental debe orientarse a la búsqueda de caminos alternativos que posibiliten una sociedad justa, participativa y diversa. Para ello se hace necesario desentrañar el sentido histórico de conceptos centrales de este campo, tales como naturaleza, ambiente y desarrollo sustentable.

Se asume en este trabajo la Formación Ambiental como un campo complejo y en construcción, en el cual se sostienen profundos debates epistemológicos y pedagógicos; y a partir de ello busca aportar a que este debate contribuya al cambio social. Enfatiza que sólo a partir de repensar la realidad como dinámica y en proceso de construcción, cabe la posibilidad de modificarla.

Se sostiene que la Educación Ambiental puede también posibilitar a las comunidades legitimar sus saberes, frente a los postulados del conocimiento hegemónico, ponerlos en diálogo, y aún apropiarse de saberes relevantes que le permitan autogestionar y decidir autónomamente. Afirma que estamos ante el requerimiento de una educación ambiental comprometida políticamente.

Educación ambientalAportes políticos y pedagógicos en

la construcción del campo de la

Educación ambiental de Daniela García y

Guillermo PriottoAntonio Elizalde Hevia*

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En su desarrollo el libro aborda las temáticas de crisis ambiental y emergencia del concepto de medio ambiente; la sustentabilidad como discurso ideológico; la ética y la sustentabilidad; la construcción política del campo de la educación ambiental; la educación ambiental como campo de la acción político-pedagógica; los problemas ambientales y la educación ambiental; y finalmente un anexo metodológico que explora la construcción de significados compartidos, el diseño de un proyecto de educación ambiental y la importancia de la evaluación como parte de los procesos formativos.

En sus fundamentos, el libro sostiene que la actual crisis ambiental debe entenderse surgiendo del contexto de una crisis civilizatoria, destacando en el proceso de conciencia de esta crisis tres vertientes complementarias: el nacimiento de nuevos movimientos sociales en particular ecologistas, el informe del Club de Roma sobre los límites del crecimiento, y la Conferencia de Estocolmo de 1972. Se profundiza luego en la construcción del concepto de ambiente que se conecta con las prácticas educativas ambientales, aportando el libro una conceptualización propia desde el paradigma de la complejidad.

En el desarrollo de la sustentabilidad como discurso ideológico sitúa su generalización a partir del Informe Brundtland, emanado en 1987, y su consagración en la Cumbre de Río de 1992; tras lo cual señala que se ha desarrollado una lucha de interpretación/apropiación del concepto, y profundiza en la sustentabilidad como proyecto de cambio, lo que requiere que su abordaje se haga en las dimensiones económica, social, ecológica y política.

En la profundización sobre el aspecto ético del tema se tiene en referencia el Manifiesto por la Vida elaborado por los principales referentes del Pensamiento Ambiental Latinoamericano. Por otra parte, se señala que la educación

ambiental tendría un antecedente en la educación popular de los años sesenta, pero que en su nacimiento habría que considerar como momento clave la Conferencia de Estocolmo en que se crea el PNUMA, se promueve la creación de ministerios del medio ambiente y se enfatiza la necesidad del desarrollo de la educación ambiental. En 1975 se crea el Programa Internacional de Educación Ambiental bajo la conducción de la UNESCO y el PNUMA. En la huella de las grandes cumbres ambientales, y con los aportes de la sociedad civil, van surgiendo lineamientos de una educación ambiental latinoamericana.

El libro asume que la educación ambiental en Latinoamérica debe impulsar procesos orientados a la construcción de una nueva racionalidad social, procesos de reflexión crítica y de cuestionamientos a la racionalidad económica dominante.

El trabajo concluye haciendo una interesante reflexión sobre los impedimentos y posibilidades para avanzar en educación ambiental y la distinción entre problemas y conflictos ambientales, para pasar a dar pautas para abordar conflictos ambientales desde la perspectiva de la educación ambiental. Finaliza este libro con aportes metodológicos para las prácticas educativo-ambientales.

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* Universidad Bolivariana, Santiago, Chile. Email: [email protected]

NOTAS

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Perspectiva da Educação Ambiental na Região Ibero-americana: conferências do V Congresso Ibero-americano de Educação Ambiental

Associação Projeto Roda Viva, Rio de Janeiro, 2007, 511 págs. Eduardo Yentzen*

Recibido: 21.11.2009 Aceptado: 15.02.2010

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El V Congreso Iberoamericano de Educación Ambiental realizado en 2006 en Joinville continúa una tradición iniciada en 1992 en México, repetida en ese mismo país en 1997, luego en Venezuela en 2000 y en Cuba en 2003. Como en todos los congresos anteriores este evento se transformó en una fiesta de diseminación de conocimientos y de saberes, de presentación de experiencias, y de puesta al día en el estado del arte respecto a la Educación Ambiental. Este libro da cuenta de de la enorme cantidad de aportes realizados en el evento llevado a cabo en Joinville.

El texto contiene un total de cuarenta artículos incluidas las tres conferencias centrales. La de Carlos Walter Porto-Gonçalves titulada “Educação, meio ambiente e globalização”, la de Antonio Elizalde que lleva por título “Educar para la sustentabilidad y la solidaridad: ¿La tarea de los educadores del siglo XXI?” y la de Enrique Leff titulada “Complejidad, racionalidad ambiental y diálogo de saberes: hacia una pedagogía ambiental”.

Porto-Gonçalves inicia su texto señalando que vivimos un momento histórico de naturaleza similar a lo que vivió el mundo en el Renacimiento y en el Siglo de las Luces. Son momentos de bifurcaciones como lo dirían Prigogine y Stengers. Sostiene que educar implica una idea de futuro cualquiera que sea ya que educar es proyectar ese futuro, es preparar ese horizonte de vida e implica así recuperar nuestra capacidad para inventar mundos de vida, para construir futuros. Lo cual significa reinventar nuestra voluntad de querer poder construir el mundo - una re-volición. Termina convocando a plantearnos alternativas no de desarrollo sino alternativas al desarrollo, así como buscar otra(s) racionalidad(es) en la perspectiva de lo que Leff viene llamando racionalidad ambiental que requiere una ética de

Perspectiva da Educação

Ambiental na Região Ibero-americana:

conferências do V Congresso Ibero-

americano de Educação Ambiental

Eduardo Yentzen*

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la otredad por medio de una política de la diferencia en la igualdad y de una política de la igualdad en la diferencia.

Elizalde después de un duro diagnóstico respecto a la situación global sostiene la necesidad de preguntarnos ¿qué es lo que realmente nos importa? y a partir de allí presenta una propuesta epistemológica, una propuesta ética y una propuesta política apuntando todas ellas hacia una propuesta pedagógica: educar para la sustentabilidad, educando en y para la solidaridad.

Leff parte a su vez afirmando que la crisis ambiental de nuestro tiempo es el signo de una nueva era histórica y que la encrucijada civilizatoria es principalmente una crisis de la racionalidad dominante, la de la modernidad, incapaz de dar cuenta de la complejidad ambiental. De allí que nos plantee aventurarnos en la construcción de una racionalidad ambiental antes que la racionalidad mercantil nos arrastre hacia la muerte entrópica del planeta y la pérdida de sentidos de la existencia humana.

De modo similar están reunidas en esta obra las presentaciones realizadas en cada una de las once mesas redondas realizadas, a saber:

1. Sociedad civil: el Tratado de Educación Ambiental para Sociedades Sustentables y Responsabilidad Global, la Carta de las Responsabilidades Humanas, la Carta de la Tierra y el Manifiesto por la Vida.

2. Educación para todos, Educación Ambiental y Educación para el Desarrollo Sustentable.

3. Educación Ambiental e Integración Regional.

4. Educación Ambiental y Sustentabilidad Cultural: identidades y diversidades.

5. Educación Ambiental y Sustentabilidad Económica:

comercio justo y consumo sustentable.

6. Educación Ambiental y Sustentabilidad Política: democracia y participación.

7. Educación Ambiental y Sustentabilidad Social: ética, justicia ambiental, conflicto social y desigualdad.

8. Educación Ambiental en la Escuela.9. Política y Pedagogía de la Educación

Ambiental: teoría y práctica.10. Educación Ambiental en la

Universidad: docencia, investigación y extensión.

11. Complejidad, Interdisciplinariedad y Diálogo de Saberes.

Algo fácil de constatar y a la vez importante de destacar es la notable diversidad de miradas, de aportes teóricos, de aproximaciones elaboradas a partir de experiencias concretas y de distintas prácticas educativas. Es un texto voluminoso y no fácil de leer de corrido, sino más bien un libro que produce un enorme placer hojearlo y encontrarse con una gran cantidad de ideas novedosas, de cuestiones sobre las cuales aprender, incluso de temas que convocan a una profunda reflexión y nos obligan a re-mirar nuestras propias creencias y convicciones. Como tal es una miriada de textos que proveen un enfoque casi enciclopédico que se constituye en un excelente material de apoyo en la tarea que los educadores ambientales están llevando a cabo cotidianamente en el espacio iberoamericano.

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volumen 1, número 1, año 2010 147

* Universidad Bolivariana, Santiago, Chile. Email: [email protected]

NOTAS

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Considerando que el cambio climático representa una real amenaza para la existencia de la humanidad, de los seres vivos y de nuestra Madre Tierra como hoy la conocemos; Constatando el grave peligro que existe para islas, zonas costeras, glaciares de los Himalayas, los Andes y las montañas del mundo, los polos de la Tierra, regiones calurosas como el África, fuentes de agua, poblaciones afectadas por desastres naturales crecientes, plantas y animales, y ecosistemas en general; Evidenciando que los mas afectados por el cambio climático serán las más pobres del planeta que verán destruidos sus hogares, sus fuentes de sobrevivencia y serán obligados a migrar y buscar refugio; Confirmando que el 75% de las emisiones históricas de gases de efecto invernadero se originaron en los países irracionalmente industrializados del norte; Constatando que el cambio climático es producto del sistema capitalista; Lamentando el fracaso de la Conferencia de Copenhagen por responsabilidad de los países llamados “desarrollados” que no quieren reconocer la deuda climática que tienen con los países en vías de desarrollo, las futuras generaciones y la Madre Tierra; Afirmando que para garantizar el pleno cumplimiento de los derechos humanos en el siglo XXI es necesario reconocer y respetar los derechos de la Madre Tierra;

CONFERENCIA MUNDIAL DE LOS PUEBLOS SOBRE

EL CAMBIO

CLIMÁTICO Y LOS DERECHOS DE LA

MADRE TIERRAEvo Morales Ayma*

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Reafirmando la necesidad de luchar por la justicia climática;

Reconociendo la necesidad de asumir acciones urgentes para evitar mayores daños y sufrimientos a la humanidad, la Madre Tierra y restablecer la armonía con la naturaleza;

Seguros de que los pueblos del mundo, guiados por los principios de solidaridad, justicia y respeto por la vida, serán capaces de salvar a la humanidad y a la Madre Tierra; y

Celebrando el día Internacional de la Madre Tierra,

El gobierno del Estado Plurinacional de Bolivia convoca a los pueblos y movimientos sociales y defensores de la madre tierra del mundo, e invita a los científicos, académicos, juristas y gobiernos que quieren trabajar con sus pueblos a la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra a realizarse del 20 al 22 de abril del 2010 en la ciudad de Cochabamba, Bolivia.

La Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra tiene por objetivos:

1. Analizar las causas estructurales y sistémicas que provocan el cambio climático y proponer medidas de fondo que posibiliten el bienestar de toda la humanidad en armonía con la naturaleza.

2. Discutir y acordar el proyecto de Declaración Universal de Derechos de la Madre Tierra.

3. Acordar las propuestas de nuevos compromisos para el Protocolo de Kioto, y para proyectos de Decisiones de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático que guiarán el accionar de los gobiernos comprometidos con la vida en las negociaciones de cambio

climático y en todos los escenarios de Naciones Unidas, respecto a:

a) deuda climática, b) migrantes-refugiados del cambio climático, c) reducción de emisiones, d) adaptación, e) transferencia de tecnología, f) financiamiento, g) bosques y cambio climático,h) visión compartida,i) pueblos indígenas, yj) otros

4. Trabajar en la organización del Referéndum Mundial de los Pueblos sobre el cambio climático.

5. Analizar y trazar un plan de acción para avanzar en la constitución de un Tribunal de Justicia Climática;

6. Definir las estrategias de acción y movilización en defensa de la vida frente al Cambio Climático y por los Derechos de la Madre Tierra.

Bolivia, 5 de enero, 2010

Evo Morales AymaPresidente del Estado Plurinacional de Bolivia

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*Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia

NOTAS

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Recepción de artículos: Los artículos presentados para su publicación deben ser ensayos y/o resultados de investigaciones, inéditos o no publicados en castellano o portugués, los cuales serán sometidos a un proceso de doble arbitraje ciego que evaluará la originalidad del texto, su desarrollo, la calidad de su argumentación y su relevancia y que dura al menos cuatro meses. Los autores cuyos artículos publiquemos ceden los derechos de los artículos publicados a la revista, y están protegidos por el Registro de Propiedad Intelectual y su reproducción en cualquier medio, incluido electrónico, debe ser autorizada por los editores de la revista.

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Bibliografía: Es necesaria y se ubica al final de cada artículo. Va ordenada alfabéticamente por el apellido del autor, y empleamos el sistema APA modificado. Por ejemplo: Ibáñez, J. (1991) El regreso del sujeto, Amerindia, Santiago de Chile. Sólo se menciona la ciudad, salvo que hubiera varias con el mismo nombre y, entonces, indicamos el país. Si se citan capítulos o artículos, su nombre va entre comillas, y sólo el título del libro o revista va con cursiva. Por ejemplo: Piñeyro, Nidia (2006), “Agua y semiótica” en Polis Nº15, Revista de la Universidad Bolivariana, Santiago. (Sólo hacemos uso de “,”). Si un nombre se repite en la

INSTRUCTIVO PARA AUTORES

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bibliografía es recomendable usar “Idem”. Por ejemplo:

Leff, E. (1994), Ecología y Capital; Racionalidad Ambiental, Democracia Participativa y Desarrollo Sustentable, Siglo XXI Editores/UNAM, México (séptima edición, 2007).

Idem (2004), Racionalidad Ambiental. La Reapropiación Social de la Naturaleza. Siglo XXI Editores, México.

Comillas: son siempre dobles. No usamos comillas simples.

Cursivas: las empleamos sólo para títulos de libros y para palabras en idiomas extranjeros. Para destacar palabras o frases usamos negritas.

Citas: en el texto y las notas van entre paréntesis donde sólo aparece el primer apellido del autor, el año del libro o artículo que aparece en la bibliografía. Si es textual debe ir también el número de la página con dos puntos. Por ejemplo: “(Smith 1998: 143)”. Si se repite la cita de un mismo autor y texto, en un mismo párrafo, es preferible usar “(Ibid)”, si es la misma página, si no lo es se puede usar así “(Ibid: 46)”.

Extensión: los artículos debe mantenerse entre 10 y 20 páginas (entre 5.000 y 10.000 palabras, incluyendo bibliografía completa), en tamaño carta, sin numeración de página, con caracteres “Times New Roman” 11 a espacio 1,5 líneas.

Gráficos: el artículo puede contenerlos sólo en color negro. Se sugiere que las letras vayan también en Times New Roman, y sólo la primera en mayúscula.

Mayúsculas: pedimos evitar su uso excesivo, de acuerdo a las normas habituales: nombres propios, después de un punto, con signos de interrogación, etc.

Notas: se emplea el sistema automático y van con números pequeños, no con paréntesis, y su contenido se ubica a pie de página. Aconsejamos limitar su extensión y cantidad, puesto que esta no es una revista técnica o especializada, sino que está dirigido a un público universitario amplio. En el texto y las notas, la bibliografía debe ir sólo mencionada con el primer apellido del autor, la fecha de la edición que se ha empleado y el número de página, precedido por dos puntos. Por ejemplo: “(Ferrater-Mora 2001: 246)”.

Referencia del artículo: se realiza con un asterisco (*), e indica al lector si forma parte de una investigación o si fue presentado a un congreso. Puede contener agradecimientos institucionales o personales.

Referencia sobre el (los) autor(es): Al inicio del artículo, junto al nombre y bajo el título se indican con un asterisco simple (*) si no hubiera referencia sobre el artículo, y si la hubiera entonces se emplea doble (**). Sus contenidos van al pié de la primera página con un simple y doble asterisco, en la misma letra y tamaño 10. Dicha referencia debe contener sólo: la institución de referencia (sólo una), ciudad, país y correo electrónico y/o dirección completa.

Subrayados y enumeraciones: se excluyen los subrayados, y signos especiales, así como el uso de procedimientos para enmarcar con color los párrafos. Las enumeraciones van incorporadas a párrafos.

Subtítulos: van en letra tamaño 12. Si hubiera subtítulos menores se usa la letra tamaño 11. No llevan número. Sólo la primera palabra va en mayúscula. Van centrados y con negrita. Se sugiere que no excedan de una línea.

Títulos: Sugerimos que los títulos no excedan de 15 palabras, Este debe incluir su traducción al inglés. Sólo la

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primera palabra va con mayúscula y es preferible evitar los subtítulos. En el artículo van con tamaño 14 y negrita centrados, y en el mismo tamaño, y al costado derecho, va el nombre del o los autores, pero sin negrita, ubicados al costado derecho.

Resúmenes: no deben tener más de 150 palabras y cuatro o cinco palabras claves, y un abstract en inglés con las mismas características.

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