revista_intercambio_21

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Revista de actualdiad

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  • 1N 21 Lima, Octubre 2012

    Tacna, la mltiple frontera

    Una educacin para todos y cerrando brechas

    La Amazona y las nuevas fronteras de la misin

    Conga: convertir oportunidades en

    desarrollo

    DILOGOPor una Cultura del

  • 2Conga: convertir oportunidades en desarrolloFlavio Figallo

    El Proyecto Majes - Siguas y el conflicto por el aguaMarcos Obando

    El dilogo. Consideraciones conceptualesGonzalo Gamio Gehri

    La Carrera Magisterial en el contexto actualJess Herrero, SJ

    "Una educacin para todos y cerrando brechas"Entrevista a Martn Vegas

    Vaticano II: dilogo y obedienciaRafael Fernndez Hart, SJ

    Los jesuitas en la PUCP. Una mirada histricaVctor Hugo Miranda, SJ

    La Amazona y las nuevas fronteras de la misinJaime Tatay, SJ

    Buscando alternativas de futuroJos Ignacio Garca, SJ

    Tacna, la mltiple fronteraEmilio Martnez, SJ

    Los jesuitas y el Corredor MigratorioAlejandro Olayo, SJ

    El movimiento indgena del Cauca, ColombiaMauricio Archila Neira

    Jvenes mexicanos alzan la vozJorge Atilano Gonzlez, SJ

    Puckllay: arte y comunidadAnabel Pajuelo

    Profetas del OdioMiguel Cortavitarte

    Actividades y otros

    N 21 Octubre 2012

    DirectorCsar Torres SJ

    Consejo EditorialJos Luis Gordillo, SJHortensia MuozOscar EspinosaBernardo Haour SJJos Francisco Navarro SJ

    Editor GeneralVctor Hugo Miranda SJ

    EdicinDiana Tantalen

    Colaboran:Flavio Figallo, Marcos Obando, Gonzalo Gamio, Jess Herrero SJ, Martn Vegas, Rafael Fernndez Hart SJ, Jaime Tatay SJ, Jos Ignacio Garca SJ, Emilio Martnez SJ, Alejandro Olayo SJ, Mauri-cio Archila, Jorge Atilano Gonzlez SJ, Anabel Pajuelo, Miguel Cortavitarte.

    Diseo y DiagramacinRomy Kanashiro

    DireccinCosta Rica 256 - Jess Mara (Lima)Telfonos: (51) (1) 461-8803 / 463-5006e-mail: [email protected]

    ImpresinVERTICE PRE PRENSA DIGITAL S.A.C.Av. Canevaro 442 - Lince

    Para enviar informaciones o sugerencias escribir a: [email protected]

    Portada:Romy Kanashiro

    Hecho el Depsito Legal en la Biblioteca Nacional del Per N 2010-08595

    Contenidos

    2

    Panorama Regional y Poltico

    Iglesia

    Internacional

    Cultural

    Noticias de las Regiones

    Migraciones

    Medio Ambiente

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  • 3Editorial

    l P. Felipe Mac Gregor, SJ propona trabajar por una cultura de paz y, parafraseando esta expre-sin suya, es que hemos titulado este nmero de la revista Intercambio Por una cultura del

    dilogo, porque creemos que es justamente lo que nuestra sociedad necesita el da de hoy y es aquello en lo que nosotros podemos colaborar. Los jesuitas reunidos en la Congregacin General 35 el 2008 definieron la mi-sin de la Compaa de Jess como invitada a establecer puentes de dilogo y reconciliacin entre las fronteras culturales, sociales y religiosas en nuestras sociedades. Nuestro trabajo en servicio de la fe y la promocin de la justicia es un llamado a ir a las fronteras fsicas y espiri-tuales donde nadie ms quiere o puede ir, y en medio de esas fronteras trabajar por el dilogo y la reconciliacin.

    En medio de los conflictos sociales que se suscitan en nuestro pas, en medio de las tensiones que pueden sur-gir en el espacio eclesial, en medio de las realidades de injusticia que viven muchos en el Per y en el mundo en-tero, ms all de nuestras fronteras geogrficas, en cada uno de esos espacios, estamos invitados a propiciar el dilogo, a que podamos sentarnos en una misma mesa y de manera horizontal podamos escuchar-nos unos a otros.

    Dialogar no es sentirnos dueos de la verdad, es reconocer que encontra-mos la verdad juntos, en cami-no, compartiendo, debatien-do. Dialogar es disponerme a escuchar al otro sin interrumpir-lo y a dejarme confrontar por lo que el otro pueda decir y con-frontado estar dispuesto a cambiar mi propio punto de vista si es necesario. Dialogar es expresar mi opinin, mi parecer, mis certezas, con respeto y

    sin querer imponerlas, es ponerlas sobre la mesa para hablar y discutir sobre ellas. Dialogar es no renunciar a la posibilidad de pensar, reflexionar, discutir, debatir, confrontar junto con otros. Dialogar es construir una cultura nueva, una sociedad ms justa, es en definitiva ayudar a la construccin del Reino.

    Trabajar por una cultura del dilogo no es slo un im-perativo cultural o social, no es slo algo que est de moda o que debera estar de moda; trabajar por una cultura del dilogo responde al llamado primero de Je-ss a trabajar por su Reino, a ir a las fronteras porque l estuvo primero en las fronteras, porque l fue puente de dilogo y reconciliacin entre personas distintas, entre culturas distintas. Es originalmente el hecho de sentirnos llamados como cristianos a participar en la construccin del Reino, lo que nos motiva a generar espacios de dilo-go en nuestra sociedad, en nuestra Iglesia, en el mundo.

    RECONCILIACIN

    Puentes de

    DILOGO y

  • 4Panorama Regional y Poltico

    s all de narrar los detalles de las inciden-cias producidas por los actores que inter-pretan el viejo drama de dimes y diretes,

    tratar de mostrar qu nos puede revelar este conflicto para entender la realidad regional y nacional, tomando como punto de apoyo la relacin entre conflicto, cam-bio social, movimiento poltico y desarrollo.

    Los conflictos pueden funcionar como seales de pro-blemas estructurales o ser simplemente expresin de los intereses de grupos que pugnan por imponerse en un escenario determinado. Claro que la realidad es siem-pre complicada y muchas veces una cosa se mezcla con la otra al punto que no siempre es fcil establecer tal distincin. Sin embargo, el hecho de que un conflicto sea indicio de una falla estructural no significa que se le atienda. Esto ltimo requiere cuanto menos de un movi-miento social que elabore un conjunto de medidas para corregirla y conduzca la accin social hacia la superacin de la situacin inicial.

    Conga forma parte de una legin de conflictos mine-ros (Tambo Grande, Ta Mara, Tintaya, Santa Ana, etc.) que, ms all del deseo de algunos grupos involucrados, no se oponen expresamente a toda actividad extractiva sino que muestran la necesidad de repensar las condi-ciones para su expansin. En todos los casos se parte de problemas locales que pasan rpidamente a irrumpir en la escena nacional. La diferencia en Conga es que es el primero que est bajo un liderazgo poltico regional.La existencia de un liderazgo poltico regional requiere de varios factores. De un lado, debe tener como base un partido o movimiento cuyo funcionamiento trascienda la coyuntura electoral. Que cuente con una mnima pero permanente base de operaciones y suficiente presencia territorial como para alinear la poltica local con la regio-nal (sea directamente o mediante alianzas).

    El Movimiento de Afirmacin Socialista - MAS cumple varios de estos requisitos. Creado a partir de Patria Roja

    (en su forma MNI1), cambia de nombre y construye una identidad regional. Tiene como base de operaciones y presencia territorial con el SUTEP y las rondas campesi-nas, y ha superado la prueba electoral de permanencia en ms de un periodo gubernamental. El MAS no es un partido enmascarado sino, ms bien, sustituye la co-

    1 Movimiento Nueva Izquierda

    Convertir oportunidadesCONGA:en desarrollo

    Se supona que los organismos multilaterales y las grandes empresas

    mineras, asociadas en la ICMM, haban tomado las medidas necesarias para

    convertir en bendicin la llamada "maldicin de los recursos naturales"

  • 5Panorama Regional y Poltico

    Flavio Figallo R.Pontificia Universidad Catlica del Per - PUCP

    herencia ideolgica partidaria con corrientes de opinin construidas sobre la base de reivindicaciones locales que aglutinan a diversos sectores sociales. En tal sentido, se concibe como autnomo, independiente y originario, renegando as de los viejos partidos, las regulaciones de carcter general y el centralismo.

    Pero, como sabemos, este movimiento no est solo. Comparten su ambicin y disputan su liderazgo tanto Tierra y Libertad, como el MOVADEF. Los primeros han prestado cierto contenido ideolgico ambientalista a los argumentos que se oponen a la expansin minera; mientras que los segundos, agazapados en los frentes de defensa, han alentado de acuerdo con su ideologa

    Convertir oportunidadesCONGA:en desarrollo

  • 6Conga forma parte de una "legin" de conflictos mineros

    que no se oponen expresamente a toda actividad extractiva sino que muestran la necesidad de

    repensar las condiciones para su expansin

    el enfrentamiento directo y violento con las autorida-des nacionales. Para estos tres movimientos, Conga es un peldao para proyectos de mayor envergadura. Santos no oculta sus ambiciones presidenciales, Tierra y Libertad es el nico con inscripcin nacional y nico partido nacional de origen regional (hasta ahora), y el MOVADEF junta reivindicaciones para introducirlas con la mayor violencia posible donde las causas objetivas lo permitan.

    A lo anterior hay que agregar que una de las caracters-ticas de estos movimientos es privilegiar la accin directa sobre el dilogo, actuando a travs de movilizaciones y tomando decisiones de manera asamblesta. Dicho de otra manera, su bajo nivel de organicidad y debilidad para la construccin de propuestas se traduce en la in-capacidad para sostener acuerdos duraderos. El asam-blesmo es la receta clsica para propiciar el desborde por la izquierda y el protagonismo de los movilizados presentes en la asamblea.

    Desde el lado del poder central, los organismos multi-laterales y las grandes empresas mineras asociadas en la ICMM2, se supona que haban tomado las medidas necesarias para convertir en bendicin la llamada maldi-cin de los recursos naturales3. Para ello es que se crea un fondo nacional de contingencia, destinado a evitar los efectos de un exceso de divisas en la economa; se impulsa la participacin tripartita de gobierno, sociedad civil y empresas en la iniciativa para la Transparencia de las Industrias Extractivas (EITI por sus siglas en ingls) cuya finalidad es hacer seguimiento de los pagos de las empresas al Estado y el destino de estos recursos; se po-nen en marcha polticas de distribucin de la renta que beneficien a las zonas de explotacin y propicien el de-sarrollo en los espacios subnacionales.

    En general estos conjuros estn funcionando, la econo-ma ha crecido y la pobreza ha disminuido. El problema, para los expertos vinculados a la gestin gubernamen-tal, es que la falta de timing ha producido un stress social. La disponibilidad de recursos ha crecido a una velocidad superior a las capacidades de las institucio-nes locales para gestionarlas, de manera que las expec-tativas de mayores beneficios para mayor cantidad de

    2 El Consejo Internacional de Minera y Metales (ICMM) establecido en 2001 para mejorar el desempeo del desarrollo sostenible en la industria minera y metalrgica. Rene a 22 compaas mineras, as como 34 asociaciones mineras nacionales y regionales. www.icmm.com/

    3 Al respecto puede leerse el artculo de Joseph Stiglitz (2012) De la maldi-cin a la bendicin de los recursos naturales En: Project-Syndicate. www.project-syndicate.org/commentary/from-resource-curse-to-blessing-by-joseph-e--stiglitz/spanish

    beneficiarios se convirtieron en frustracin, prebendas, gastos intiles y as en fuente de conflictos.

    Recientemente la visin del gobierno se ha complejiza-do, incluyendo en su agenda medidas sobre el territorio, el agua, el ambiente, la cultura y la institucionalidad lo-cal. Se ha puesto en marcha la consulta previa y fortale-cido la autoridad ambiental con la creacin del Servicio Nacional de Certificacin Ambiental para las Inversiones (SENACE); se ha anunciado la flexibilizacin del Sistema Nacional de Inversin Pblica (SNIP) y nuevas medidas sobre ordenamiento territorial, y el manejo de los recur-sos hdricos.

    Todo lo anterior contrasta con la escasa capacidad de propuesta de los movimientos regionales. Respecto de este tema, por ejemplo, solo se cuenta con una pro-puesta de cambios al reglamento de la Ley de Consulta Previa, el documento que Tierra y Libertad tiene sobre la nueva minera y el posextractivismo4, y algunas for-mulaciones para el ordenamiento territorial. Esto es ms grave cuando se trata del desarrollo regional, donde lo ms que se encuentra son iniciativas que se han queda-do en el camino. En mi opinin esto se debe a que los movimientos polticos regionales solo necesitan de los conflictos para satisfacer sus aspiraciones de alcanzar la escena nacional y reproducirse. Conga muestra que falta an mucho camino por andar para que las fuerzas po-lticas alcancen las capacidades de reflexin, propuesta y evaluacin necesarias para convertir las oportunidades en desarrollo.

    4 Propuesta para una nueva minera (julio, 2012) tierraylibertad-lima.blogs-pot.com/2012/07/tierra-y-libertad-y-la-cut-presentan.html

    Panorama Regional y Poltico

  • 7Foto

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    MAJES-SIGUASEL PROYECTO

    parecen en el horizonte complicados proble-mas para Arequipa y para el sur. En circuns-tancias diferentes, una obra de irrigacin no tendra por qu despertar suspicacias,

    protestas y enfrentamientos; sin embargo, la segunda etapa del proyecto Majes - Siguas, parece estar en el medio de una controversia sin salida posible, por lo menos en el mediano plazo.

    El proyecto Majes, como se le conoce localmente, es un viejo proyecto reclamado por los arequipeos desde

    finales del siglo XIX y que recin tuvo la posibilidad de ser realidad en el ao 1971, durante el gobierno militar de Juan Velazco Alvarado. La construccin de las obras de infraestructura (presa de Condoroma y canales de derivacin hacia la pampa de Majes), demandaron ms de diez aos de trabajo, considerando que las primeras adjudicaciones de tierras, en la parte que corresponde a la primera etapa de este proyecto, se iniciaron hacia el ao de 1981 y el asentamiento rural propiamente dicho empez dos aos despus. Hoy da existen alre-dedor de 15 mil hectreas incorporadas a la frontera

    Marcos Obando AguirreCentro Loyola Arequipa

    conflictopor el agua

    Panorama Regional y Poltico

    y el

  • 8agrcola y este nuevo territorio contiene una poblacin que a la fecha debe superar ampliamente los cincuenta mil habitantes. En lgica simple, y en lo que correspon-de a esta primera etapa, el proyecto Majes considera la irrigacin de aproximadamente 22 mil hectreas en zonas desrticas ubicadas en la provincia de Caylloma, mediante el uso de agua de la cuenca del ro Colca. Para ello se represa este recurso en Condoroma y luego se traslada parte de esa agua hacia las pampas men-cionadas a travs de un complejo sistema de tneles y canales de casi 100 kilmetros de extensin.

    La segunda etapa del proyecto Majes considera la am-pliacin de 40 mil hectreas adicionales localizadas en las provincias de Cayllo-ma y Arequipa, en este ltimo caso en las pam-pas conocidas con el nombre de Siguas, razn por la cual esta etapa se denomina Majes Si-guas. El esquema inicial del proyecto consider que para lograr esta se-gunda etapa se deba utilizar agua de las na-cientes del ro Apurmac, que se encuentran localizadas en la regin Arequipa. Lo peculiar es que este ro es tributario de la cuenca oriental, es decir, sus aguas corren hacia el Amazonas y por lo tanto, una vez represadas en Angostura, se las tiene que trasvasar hacia la cuenca del Pacfico. El vo-lumen de agua necesario para este proyecto permitir tambin la generacin de energa elctrica, constitu-yendo una fuente importante de generacin de ener-ga para el pas. En suma, este proyecto constituye un esfuerzo nacional por ampliacin de frontera agrcola, por generacin de energa elctrica y por colonizacin y desarrollo de espacios anteriormente desrticos y deshabitados.

    Sobre esta segunda etapa se han dado pasos impor-tantes: a nivel de gobierno se ha comprometido la par-ticipacin de la Corporacin Andina de Fomento con un aporte financiero importante; se ha adjudicado al Consorcio Angostura la buena pro para las obras de afianzamiento hdrico. Y todo ello est ahora deteni-

    do por la oposicin planteada por pobladores de la provincia de Espinar en la regin Cusco, bajo el argu-mento de que esta obra quitara agua a esta provincia. Mucho se ha hablado y actuado a partir del inicio del conflicto, sin tener a la fecha resultados concretos. Lo ms resaltante, en todo caso, es la propuesta, desliza-da por el propio presidente Humala, en el sentido de considerar a este proyecto como birregional; es decir, con participacin tanto de Arequipa como de Cusco. Se entiende que en este caso la participacin del nuevo socio (Cusco), sera en todo nivel y no slo en la parte que le corresponde en la provincia de Espinar. Por su-puesto que esta propuesta no ha cado nada bien en Arequipa, puesto que ello significa echar por la borda

    muchos aos de manejo y planificacin de Majes, sobre todo considerando que el proyecto en su in-tegridad est localizado en territorio arequipeo.

    Recientemente el presi-dente de la regin Are-quipa anunci una nue-va alternativa, la misma que dara por concluido el impase con el Cusco.

    No se tocarn las aguas del ro Apurmac y tampoco se construir la represa de Angostura; en su lugar se construir una presa en Sibayo para almacenar agua necesaria para la segunda etapa de Majes. Esta alterna-tiva dejara sin piso a la oposicin cusquea y dejara al proyecto Majes bajo los fueros de la regin Arequipa. El tema est planteado hasta aqu y por supuesto se tendr an mucho que debatir.

    Pero como todo, esto tambin est dejando estragos y lecciones. En el primer caso, y dada la manera como se ha movilizado a la poblacin, la conformacin de la gran regin del sur est cada vez ms lejana. En trmi-nos de lecciones aprendidas una vez ms constatamos que nuestra clase poltica no est en la capacidad de liderar procesos que den salidas a este tipo de con-flictos. Finalmente, los niveles de desinformacin, o abiertamente de mala informacin, son tan altos que nuestros ciudadanos se ven en el medio de movilizacio-nes y protestas que no conllevan necesariamente a los beneficios que esperan obtener.

    Panorama Regional y Poltico

  • 9os agudos conflictos sociales que enfrentan diferentes zonas del pas, el litigio que afronta una importante universidad en el contexto de la defensa de su autonoma, los desafos que

    plantea la recuperacin de la memoria en nuestra so-ciedad, han puesto sobre el tapete la necesidad de dia-logar, bajo la premisa de que el dilogo constituye un vehculo de entendimiento y de soluciones pacficas a

    los numerosos desencuentros que experimentamos en diferentes espacios de la vida nacional. La filosofa pue-de resultarnos til para aproximarnos con cierto rigor a este concepto (y a su prctica).

    Dilogos es un trmino griego que a menudo se tra-duce como conversacin o discusin. Proviene de las voces di (a travs de), y lgos (discurso, lenguaje,

    Gonzalo Gamio GehriUniversidad Antonio Ruiz de Montoya - UARM

    Consideraciones CONCEPTUALES

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    DILOGOPanorama Regional y Poltico

  • 10

    razn, entre otros sentidos). No alude a dos tal y como se cree cotidianamente. Se trata de una forma bsica de actividad humana en la que la razn es pro-tagonista. Con ella se trata de arribar a acuerdos de diferente naturaleza o, en todo caso, si los acuerdos no llegan a lograrse, ella nos permite comprender y eva-luar el carcter y los alcances de nuestros desacuerdos; de este modo, el dilogo convierte estas situaciones de inevitable discrepancia en provechosas y aleccionado-ras para quienes participan en l. Cuando el propsi-to del dilogo es la verdad, lo describimos como una investigacin. Cuando el objetivo trazado es elegir conscientemente un curso de accin que consideramos valioso o correcto en el diseo de un proyecto de vida, lo describimos como deliberacin. Cuando la meta establecida es construir alguna forma de arreglo social basado en la convergencia legtima de intereses parti-culares hablamos de negociacin. Todas estas for-mas de interaccin comunicativa son expresiones de dilogo; cuando se llevan a cabo sin distorsin estn animadas por el ejercicio del lgos. La prctica del di-logo se contrapone al mero uso de la fuerza.

    El cultivo del dilogo requiere de los interlocutores un compromiso estricto con el libre intercambio de razones. Quien dialoga se muestra atento a los argumentos del otro tanto como a la elaboracin de los propios. En con-traste, la violencia advierte Hannah Arendt permanece sorda y muda. La atencin a los argumentos del interlo-cutor no slo nos remite a la dinmica propia de la accin recproca de ofrecer razones, si no que pone de manifies-to la exigencia de una determinada actitud de parte de los participantes, que ha sido descrita como una disposi-cin falibilista. Para que el dilogo sea genuino, nosotros tenemos que suponer que podramos estar equivocados, y que las razones del otro podran contribuir a esclarecer nuestro eventual error o a despejar nuestra confusin. Por supuesto, tendramos que esperar que los participantes asuman una disposicin anloga a la nuestra. No dialo-gamos realmente cuando suponemos que contamos con toda la razn de nuestro lado, y nos declaramos absoluta-mente invulnerables ante el discurso de los otros.

    Esta vindicacin de la actitud propia del falibilismo cues-tiona severamente la afirmacin conservadora dilogo s, pero con verdad. A veces pienso que esta posicin incurre en el burdo error de confundir la verdad con la simple veracidad, la disposicin a no mentir, dar cuenta de lo que se sabe, poner los propios intereses y aspiracio-nes sobre la mesa, etc. Resulta bastante claro que toda forma de investigacin, deliberacin comn y negocia-cin exige veracidad, consistencia en el discurso y en la accin y transparencia; la ausencia de tales condiciones vicia el dilogo y lesiona la posibilidad de cualquier forma de entendimiento. Pero esta declaracin conservadora parece entraar ms que estas consideraciones elemen-tales. Parece indicar que hemos de participar en el di-logo esgrimiendo (toda) la verdad, puesto que ella nos pertenece. Esta presuposicin confunde toda forma de dilogo con la investigacin, pero adems asume que la verdad es el punto de partida y no el punto de llegada de la investigacin. Convierte as en superflua la actividad de dialogar, pues asume que la verdad es algo que se posee de antemano. No cabe, en esa perspectiva integrista, el falibilismo ni la apertura hacia el otro. De hecho, esta po-sicin considera que el dilogo constituye una innecesaria e impertinente concesin al error.

    Esta actitud fundamentalista malinterpreta seriamente el significado del dilogo y lesiona su ejercicio. Sobre la base de esta presuposicin no es posible que prospere forma alguna de deliberacin, negociacin o investiga-cin. Quien asegura estar en posesin absoluta de la verdad, o en posesin de los criterios de correccin de la accin o de los arreglos sociales, no est dispuesto a ad-mitir las interpretaciones de otros o a ceder posiciones con el propsito de arribar a acuerdos que nos permitan resolver conflictos difciles. El integrista exige del otro silencio y sumisin, capitulacin y resignacin. Adhesin inmediata sin crtica ni rplica, anuencia frente al solem-ne monlogo del iluminado. El intercambio de razones se torna en imposicin o en un burdo adoctrinamiento.

    El ejercicio del dilogo transita otras rutas. Toma en se-rio la necesidad de construir consensos en torno a in-

    No dialogamos realmente cuando suponemos que contamos con toda la razn de nuestro lado, y nos declaramos absolutamente

    invulnerables ante el discurso de los otros

    Panorama Regional y Poltico

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    terpretaciones, acciones comunes e intereses. Valora la capacidad de examinar las propias posiciones y estar dis-puesto a abandonarlas si es que existen buenas razones para ello. La apertura dialgica est reida con cualquier versin del dogmatismo. Cuando intentamos silenciar las preguntas que podran perturbar nuestras creencias ms bsicas cuando declaramos nuestro ideario como invulnerable a la crtica simplemente aniquilamos la posibilidad de conversar y de forjar acuerdos racionales que orienten nuestras prcticas sociales.

    Alguien podra objetar que hasta aqu no he hecho otra cosa que discutir exclusivamente las condiciones ideales del dilogo consideraciones normativas implcitas en el nivel de la prctica y en el de las actitudes-, pero que no he considerado que en nuestros conflictos reales el ejer-cicio del lgos casi nunca aparece de esta forma pura; los agentes reales nos presentamos en los procesos de deliberacin, negociacin e investigacin cargados de presuposiciones ideolgicas, propsitos no revelados y juegos de poder bajo la mesa. Todo ello es cierto. Inclu-so es evidente que, en la mayora de los casos de nego-ciacin poltica, la situacin de los interlocutores dista mucho de ser equitativa, de modo que la prctica de la argumentacin corre el peligro de ser sustituida por diferentes formas de presin que arrinconan irremedia-blemente a la parte ms dbil.

    Esta es una realidad que observamos en los arreglos po-lticos del da a da, e incluso en las transacciones ms cotidianas al interior de las instituciones ms modestas. Muchos actores polticos y lderes de opinin exigen del gobierno el uso de la fuerza y no la negociacin con las autoridades regionales que se declaran contrarias a determinadas formas de explotacin minera en las zo-nas de su jurisdiccin. Que en nuestras interacciones or-dinarias la razn est sistemticamente amenazada no significa que tengamos que abandonar en nombre de una cruda y desencarnada Realpolitik los principios que regulan la prctica dialgica: el reconocimiento de tales principios nos permite identificar las situaciones en las que el dilogo se ve perturbado o lesionado, se le pa-rodia o se convierte en un mero disfraz para la manipu-lacin o la extorsin. Habermas compara el recurso a la razn como una tabla que se ve sacudida por el mar de las contingencias; se la zarandea de aqu para all, pero siempre permanece a flote. La realidad echa sus cartas, pero el cuidado del lgos nos permite interpelarla y es-tablecer sendas posibles de accin.

    COMPAA DE JESS PROVINCIA DEL PER

    APOSTOLADO SOCIAL

    Red de Centros Sociales Jesuitas SEPSI

    ENCUENTROS Servicio Jesuita

    para la Solidaridad

    Apostolado Indgena

    Migraciones

    www.socialsjperu.org

    Una fe que hace justicia...

    Panorama Regional y Poltico

  • 12

    n los ltimos das estamos asistiendo a un amplio de-bate a propsito de la pro-puesta de un Proyecto de

    Ley remitido por el Ejecutivo al Le-gislativo de Reforma Magisterial. Conviene recordar, como antece-dentes, que ya en su discurso del 28 de Julio del 2011, el Presidente Humala anunci el propsito de evaluar la Carrera Pblica Magis-terial vigente (Ley N 29062). En el discurso del presente ao anunci el envo al Congreso del Proyecto de Ley de Desarrollo Docente. Efecti-vamente, al poco tiempo es remitido el Proyecto de Ley, pero cambiando el nombre por el de: Reforma Ma-gisterial.

    Esta determinacin ha generado el rechazo de muchos polticos, para quienes se est deteniendo la exi-

    tosa Ley de Carrera Pblica Ma-gisterial. Otros grupos ms bien saludan el proyecto. El Sindicato prefiere el mantenimiento de la Ley del Profesorado con algunas adap-taciones.

    Es importante recordar que, desde hace varias dcadas, sucesivos go-biernos han generado normas sobre el magisterio sin asumir la obligacin de implementarlas. La Ley del Profe-sorado fue promulgada en 1984 (Ley 24029). Slo empez a aplicarse en 1986, ya con Alan Garca. A un mes de terminar su presidencia, se ha-cen modificaciones substantivas (Ley 25212. Junio 1990) con beneficios no presupuestados. Entre otros el fa-moso 30% de la remuneracin total por preparacin de clases que ahora exigen los profesores con huelgas. Slo la Ley de Carrera Pblica (LCPM

    29062) del 2007, compromete al se-gundo gobierno aprista a conducir su implementacin durante cuatro aos.

    La LCPM recogi un largo proceso de anlisis, estudio y reflexin que se inici el ao 2001 con dos impor-tantes consultoras a cargo de Jos Rivero (2001) y Hugo Daz (2005). Hubo cuatro momentos importantes antes de su formulacin: las Polticas de Estado formuladas en el Acuerdo Nacional (2001), la nueva Ley Gene-ral de Educacin (2003), el Pacto Social de Compromisos Recprocos (2004) y el Proyecto Educativo Na-cional (Enero 2007). Una idea clave gestada en este proceso fue la nece-sidad de conciliar el derecho de los docentes a un trabajo estable, con el derecho de la sociedad a contar con una educacin de buena ca-

    en el contexto actual

    LaCARRERAMAGISTERIAL

    Necesitamos que todos los docentes se rijan por una sola ley que les

    brinde estmulos y reconocimiento en funcin a su desempeo en el aula, y que

    permita que quienes evidentemente no tienen capacidad ni vocacin se retiren

    de la docencia

    Panorama Regional y Poltico

  • 13

    lidad que sea la plataforma de de-sarrollo. La LCPM vincula el ingreso y la permanencia de los docentes a la evaluacin de sus capacidades y de su desempeo en aula. Tambin establece mayores aumentos remu-nerativos al ascender de nivel, esti-mulando a los docentes a superarse progresivamente.

    Ha sido realmente exitosa la LCPM? Desgraciadamente, no naci bien. No fue discutida y aprobada por todo el Congreso, sino slo por la Comisin Permanente; se promul-g en medio de una huelga y, por ello, muchos docentes la interpreta-ron como un castigo; hubo fallos en

    su implementacin, como filtracio-nes de la prueba y cambios en los resultados de los puntajes de la eva-luacin nacional... Si a ello aadimos la fuerte campaa de desprestigio de la ley, como propiciadora de despi-dos encontraremos las razones por las cuales solo una minora de profesores optaron por la incorpora-cin a la LCPM. El lento proceso de incorporacin ha llevado a que en muchas instituciones educativas do-centes que realizan el mismo trabajo y tienen el mismo horario, reciban remuneraciones distintas, deterio-rando as el clima institucional, tan importante para el logro de apren-dizajes.

    Definitivamente, la Ley no logr instalarse entre el magisterio como una opcin para su desarrollo pro-fesional. La interiorizaron, ms bien, como un castigo.

    Estas fueron las motivaciones, creo yo, que llevaron a la formulacin de la nueva Ley de Reforma Magisterial. Debe tenerse en cuenta que los ejes centrales de la LCPM estn presen-tes en el nuevo proyecto que recoge, textualmente, 54 artculos de los 65 que tiene la actual Ley. Lo ms signi-ficativo del nuevo proyecto es: la in-corporacin de todos los Profesores de la Ley del Profesorado a la LRM, incluyendo as a todos los profeso-

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    Jess Herrero, SJConsejo Nacional de Educacin

    Panorama Regional y Poltico

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    res en una nica ley y no en dos como estn ahora; la ampliacin de espacios en los cuales el docente puede desempear su profesin; el incremento de dos niveles ms en la carrera y un concepto ms integral de la re-muneracin que posibilita a futuro una mejor jubilacin y una compensatoria por tiempo de servicios tambin algo mejorada.

    Considero importante resaltar algunos aspectos a tener en cuenta. Necesitamos que en el plazo ms breve todos los docentes se rijan por una sola ley que les brinde est-mulos y reconocimiento en funcin a su desempeo en el aula, a la vez que permita que quienes evidentemente no tienen capacidad ni vocacin se retiren de la docen-cia. Tambin es urgente elevar el piso salarial para ase-gurar a todos los maestros una remuneracin digna. Por otro lado, ni la LCPM ni el nuevo proyecto contemplan la necesidad que hay, en los cursos de Educacin para el Trabajo y en los centros de Educacin Tcnico Pro-ductiva, de contar con tcnicos que no necesariamente sean docentes. Eso debe ser corregido para permitir que especialistas en diversos mbitos de la produccin y el trabajo ejerzan la docencia, aun sin pertenecer a la ca-rrera magisterial.

    Finalmente, queda la preocupacin de cmo asegurar las condiciones polticas, institucionales, sociales y eco-nmicas para la aprobacin y aplicacin de una nueva ley. El primer paso, la aprobacin del proyecto y de su reglamento, exige construir consensos polticos y socia-les para conseguir oportunamente dicha aprobacin y evitar posteriores conflictos que interrumpan el proceso educativo y deteriore su calidad, en perjuicio de nues-tros educandos. Si el proceso de formulacin, consulta, reglamentacin fuera a hacerse ms largo de lo pre-visto, podra pensarse en un sistema de incremento de la remuneracin a los profesores en el ltimo trimestre, a cuenta del aumento que definitivamente les corres-pondera.

    Los retos son grandes, lo reconozco, pero tambin es grande la capacidad que hay en nuestro pas, y es por ello que muchos educadores seguimos trabajando para construir esa visin en la cual todas las peruanas y pe-ruanos tienen iguales oportunidades de llegar a ser ciu-dadanos creativos, productivos y crticos que contribu-yan a la construccin de un Per justo y solidario.

    Panorama Regional y Poltico

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    Cmo van a certificar la planificacin y prepara-cin de las clases y otras actividades que la Ley de Reforma Magisterial (LRM) est proponiendo?

    Nosotros proponemos 3 componentes para la evalua-cin. Primero, el profesor debe conocer aquello que ensea, es decir, debe saber su materia y debe saber de pedagoga. Segundo, debe aplicar aquello que sabe, que es el desempeo en el sentido ms estricto. Tercero,

    Entrevista a Martn Vegas, Viceministro de Educacin

    Diana TantalenOficina de Coordinacin del Sector Social

    El Proyecto de Ley de Reforma Magisterial, presentado por el Ministerio de Educacin, ha causado gran controversia entre los docentes

    del pas, ocasionando movilizaciones y protestas en diferentes provincias. En esta entrevista el

    Viceministro de Gestin Pedaggica, Martn Vegas Torres, nos explica en qu consistir el proceso

    de evaluacin al profesorado, cmo se realizar el seguimiento y las metas que se han propuesto con

    esta nueva Ley.

    EducacinPARA TODOS Y CERRANDO BRECHAS

    Una

    debemos valorar su esfuerzo personal, si est haciendo innovaciones, si se est capacitando o estudiando.

    Para la parte del conocimiento: la evaluacin se har so-bre un marco del buen desempeo docente, sobre un parmetro, para saber qu es un buen profesor en el Per. Con este mtodo los profesores van a saber en funcin de qu se les evala. Para evaluar su saber peda-ggico estamos construyendo un sistema con un banco

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    de preguntas, un software que permita, en el momento en que el profesor se sienta preparado, ir a una cabina autorizada, responder una evaluacin e inmediatamen-te tener su resultado. Si le fue bien ya tiene la primera parte de la evaluacin aprobada, de lo contrario podr esperar dos meses y volver a presentarse.

    El desempeo del aula se va a trabajar con tres meca-nismos: uno es la evaluacin que realizar el director, quien debe tener una valoracin del trabajo de sus pro-fesores. El segundo mecanismo es lo que se llama el portafolio del docente, para ello el profesor reunir la evidencia de su trabajo profesional: sus planes de clase, sus proyectos de innovacin, los productos que hayan elaborado sus estudiantes; todo esto para mostrar cmo trabaja en clase. El tercer mecanismo es una evaluacin del trabajo con sus estudiantes, la que ser filmada, as quedar como evidencia. Cuando evalen su trabajo en clase, si no est de acuerdo con el resultado, puede re-clamar y decir que lo han evaluado mal, la prueba ser la filmacin.

    El portafolio docente y el desempeo en clase sern evaluados por una institucin acadmica externa, no lo harn ni el Ministerio de Educacin ni el director del co-legio.

    Entonces, la evaluacin del docente tendr una parte objetiva, la de su saber; una parte ms subjetiva, dig-moslo as, la del director de la institucin educativa; y otra parte desde una institucin externa. La combina-cin de las tres permitir el equilibrio que d garanta de justicia en la evaluacin; ms o menos ese es el esquema de evaluacin. Lo otro ser, efectivamente, si est capa-citndose, si tiene maestras, etc.

    Con 300 mil maestros en todo el pas, cmo pien-san organizar el seguimiento de este proceso?

    La Ley se aprueba este ao; en el 2013 se hace una prue-ba para el profesorado, para reubicarse en el nivel que les corresponde. En el 2014 se ajustan todas las asignacio-nes, por el trabajo rural, la escuela intercultural bilinge, etc. Y el tercer ao empiezan las evaluaciones. Entonces tenemos 3 aos para ir armando todo el sistema, para tener a los directores ms consolidados y preparados, y para que la entidad o entidades que vayan a administrar la otra parte tengan los equipos listos para eso. Es com-plejo, no lo negamos, pero tenemos un plazo de tres aos para irlo terminando de probar, validar y cuajar.

    Cmo se va cuidar el quines van a calificar a los profesores y a los directores? Cmo poder evitar casos de corrupcin?

    En cada colegio existe un Consejo Educativo, una ins-tancia donde participan los padres de familia y los pro-fesores, all hay una vigilancia primera e inmediata que se da en el colegio. Y a nivel de cada gobierno regional tambin se crea un comit de vigilancia, que es el que supervisa todo el proceso. Estos son los dos mecanismos que no deben permitir que exista esta situacin. Y claro, tambin hay que seleccionar bien a los directores, por este motivo la primera gran evaluacin ser a ellos.

    Este tipo de evaluacin, a travs de un software y con la filmacin cmo se piensa implementar en las zonas donde no hay tanto acceso a la tec-nologa?

    Para dar la prueba van a tener que viajar a la capital de la provincia o del distrito, porque en el rea rural no hay

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    acceso a internet, pero est bastante extendido. Respec-to a la capacitacin, hemos aprobado el Programa Na-cional de Logros de Aprendizaje 2013 2016; en este Programa se cubre la capacitacin de los profesores de reas rurales con un sistema de acompaamiento peda-ggico, es decir que el profesor de una escuela no tiene que ir a un lugar a capacitarse, sino que un equipo de acompaantes en cada regin, certificados por el Minis-terio de Educacin, irn a la escuela o a la red educativa -porque en muchos lugares, variando si es selva o zona andina, los profesores se agrupan en una microred de 5, 10 o 15 instituciones educativas segn las distancias-, all ir el acompaante pedaggico a asesorar directa-mente al profesor sobre su prctica pedaggica. Este es un mecanismo que hemos ampliado, porque haba algo avanzado en el Ministerio.

    En la actualidad existen nios que sin saber leer bien ni hacer operaciones, continan pasando de ao la aplicacin de la LRM va a servir de purifi-cador para aquellos malos maestros?

    Existen profesores que, adems de no hacer un buen desempeo, tienen otra serie de incumplimientos a sus deberes (van tres das a clases, llegan tarde, salen tem-prano). La LRM tipifica mejor las sanciones al profesor, esto es muy importante, porque ni con la Ley de Carrera Pblica es fcil sancionar disciplinariamente a un pro-fesor porque no estn bien tipificadas. La Ley tambin establece que se va a dar un procedimiento abreviado de sancin, porque el procedimiento administrativo, en la actualidad, puede tomar ms de un ao.

    El buen desempeo y las evaluaciones cada tres aos van a generar unas reglas de juego diferentes, porque hoy en da el profesor entra y la gran mayora nunca ms es evaluado, esa es la Ley del Profesorado, que si se aplicara el docente ascendera por los cartones y la anti-gedad que tiene; hoy da sabe que cada tres aos va a ser evaluado. Ms all de que sea jalado o no en la eva-luacin, sabe que le van a pedir el portafolio de lo que hace, y va a empezar a esforzarse por cumplir con este portafolio; y si sabe que el director va a ser parte de los que evalan, va a producirse un cambio en la dinmica misma de la institucin educativa.

    Cree que el problema educativo se debe sola-mente a la falta de capacitacin de los maestros?

    Si suponemos que la calidad educativa es una mesa, son tres patas en las cuales reposa esa calidad educativa. Una es la relacin del Estado con el magisterio: la Ley, la capacitacin, la promocin de la innovacin. La otra son las polticas vinculadas al aprendizaje, para todos y cerrando brechas, una poltica general para que todos los estudiantes logren aprender. La tercera pata es la modernizacin y descentralizacin de la educacin, que implica los temas de gestin.

    En el caso de las polticas vinculadas al aprendizaje, he-mos priorizado 4 aprendizajes: comunicacin, matem-ticas, ciudadana y ciencias; para ello existe el kit que todo nio recibe ahora, con libros, etc., y la ruta peda-ggica del profesor, que es una suerte de secuencia de lo que debe lograr con sus estudiantes en estos cuatro aprendizajes. Esta gua pedaggica tendr adems un kit de autoevaluacin, porque uno de los problemas que hemos encontrado en los profesores es que estn formados para evaluar conocimientos, pero no la aplica-cin del conocimiento del nio a situaciones concretas.

    Tambin hemos establecido una secuencia en el colegio. Cada ao escolar se inicia con un plan de mejora de Fo

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    aprendizajes, como insumos se tienen la evaluacin de aprendizaje de los estudiantes, que la hacen los profeso-res, y la evaluacin que hace el Ministerio de Educacin. Esta se realiza en 2 grado de primaria, pero vamos a ampliarla a 4 grado de primaria y a 2 y 5 de secundaria. Tambin se usar como insumo una pauta de lo que debe hacer el padre de fami-lia, que es otro actor cla-ve. Luego, antes de las vacaciones escolares de medio ao, se organiza el Da del Logro, en el cual el colegio muestra a los padres de familia la produccin de los estu-diantes, es decir, aquello que ha elaborado, cmo est aprendiendo a leer y escribir, a comunicarse en ciudadana, las maquetas de ciencias, etc.; esto permite aplicar el kit de autoeva-luacin y planificar la segunda parte del ao, con una estrategia de recuperacin de los estudiantes que se van rezagando. Y a fin de ao est la evaluacin censal de estudiantes, que hace el Ministerio.

    Para el rea rural existen estrategias ms especializadas: estn los acompaantes con sus redes; los materiales educativos, que el prximo ao estarn en 7 lenguas para los nios, junto a la especializacin de profesores en educacin intercultural bilinge; y en tercer lugar lo que es la universalizacin de la educacin inicial, empe-zando por los distritos rurales.

    Cree que es necesario trabajar una nueva curr-cula?

    Si. El diseo curricular nacional es un documento de al-rededor de 600 pginas, poco prctico para los profe-sores, por ello estamos haciendo un estudio de cmo darle una orientacin curricular a los docentes. La ltima versin de este documento es del ao 2009, y la Ley Ge-neral de Educacin establece que cada 5 aos debe ac-tualizarse o modificarse, ese es el plazo que nos damos, tener en un par de aos una versin nueva.

    El esquema que estamos planteando es distinto. Lo que debe tener muy claro el Ministerio de Educacin es lo que ahora llamaramos el Marco Curricular, es decir, cu-

    les son los aprendizajes que todo nio debe lograr. Estos aprendizajes se desagregan en un mapa de progreso, que nos da una secuencia de lo que se debe lograr en los ciclos que existen en la educacin bsica; esto es algo

    que el Diseo Curricular Nacional no tiene tan desarrollado. Luego este mapa de progre-so se contextualiza a la realidad de cada regin, as damos la esencia de lo que todo nio debe lograr sin importar su condicin social, racial, econmica, cultural. El cmo se logra esto vara de acuerdo al contexto, aqu entran los currcu-los regionales, que ven la forma por la cual se logran estos aprendiza-

    jes pero de una manera ajustada a su realidad.

    Se va continuar trabajando en primera instancia con los colegios emblemticos?

    El colegio emblemtico es en realidad un mito urbano, porque era emblemtico en la infraestructura pero no haba ninguna intervencin pedaggica, no se le ha for-talecido esta parte. Pensar que slo nos vamos a dedicar a un colegio por regin o por provincia va en contra de una lgica de derecho a la educacin, eso lo estamos corrigiendo.

    Se ha pensado un mecanismo para asegurar la continuidad de esta nueva ley?

    Existe en el pas el Proyecto Educativo Nacional 2021 (PEN), que es una poltica de Estado. Es verdad que exis-te todo un debate sobre si hemos reformado o cam-biado la Ley, pero en realidad se trata de una reforma incremental. En lo que concierne a la Carrera Pblica, el gobierno anterior dio un paso, hizo una Ley que re-cogi todo un debate previo y la puso como optativa; nosotros hemos visto que ese mecanismo optativo no funcion por una serie de razones. Ahora nuestro si-guiente escaln es ver un esquema que sea para todos los docentes, que est basado en el buen desempeo y, adems, que cumplamos con el Acuerdo Nacional y me-joremos los recursos. El siguiente gobierno seguramente evaluar hasta dnde se lleg.

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    os Conflictos sociales en los que se recurre a la mediacin de la Iglesia hacen pensar en la grave tarea que tiene una

    institucin tan antigua y tan arraiga-da en el imaginario del Per. En si-tuaciones como stas se asigna a la Iglesia un rol social y poltico que no est en disonancia con sus fines; al contrario, como se desprende de una lectura de los documentos del Con-cilio Vaticano II, la idea de contribuir

    con la venida del reino de Dios supo-ne, e incluso exige, intervenir a favor de las condiciones histricas que ace-leran la venida del reino. Ahora bien, lo dicho requiere responder a algunas cuestiones.

    En primer lugar, la Iglesia es una ins-titucin de carcter histrico que, por lo tanto, est sujeta al devenir de circunstancias azarosas que pueden desdibujarla. En segundo lugar, qu

    inters tiene el reino de Dios anun-ciado por la Iglesia del Vaticano II en medio de problemas polticos, socia-les y econmicos de nuestro pas?

    Al respecto de la primera cuestin, uno tambin podra preguntarse cmo es posible que una institu-cin que padece las consecuencias de conflictos internos se encuentre en posicin de ayudar a otras o de contribuir con el pas. As planteada

    Rafael Fernndez Hart, SJUniversidad Antonio Ruiz de Montoya - UARM

    VATICANO IIdilogo y obediencia

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    la cuestin, lo que parece estar en juego es la credibilidad de la Iglesia. En efecto, una crisis de credibilidad hace difcil aceptar el mensaje. Qu hizo el Concilio Vaticano II para des-atar este problema en los aos 60? En medio de un contexto de bsque-das y de un mundo que aceleraba sus descubrimientos, Vaticano II escogi formular la identidad eclesial en tr-minos de un dilogo bienintencio-nado con el mundo: la Iglesia deba entender cmo piensan y sienten las personas en el presente.

    En diciembre de 1965, se publica el ltimo escrito del Concilio Vaticano II, la constitucin pastoral Gaudium et spes. Para algunos estudiosos como Norman Tanner1, esta Consti-tucin es un resumen de todos los trabajos del Concilio y su aplicacin concierne a la vida de la Iglesia as como la que se encuentra fuera de ella. Desde su proemio, aparecen dos elementos de fondo a tener en cuenta. El primero es que el mundo est atravesado por realidades que no tienen el mismo color, es decir por una realidad que supone oposi-ciones, contradicciones, conflicto. Y el segundo es que al estar la Iglesia en medio del mundo, no puede ser ajena a su historia: Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angus-tias de los hombres de nuestro tiem-po, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discpulos de Cristo (GS, 1).

    Sin desmerecer la filiacin mstica respecto de su origen (GS 40), Va-ticano II subraya la responsabilidad histrica de los cristianos. Ellos no se desentienden del mundo, ni preten-den someterlo; forman parte de l, lo acompaan, contribuyen con su

    1 Cf. Norman Tanner, Conciles et synodes, traduit de langlais par Calire Forestier-Perginier, Paris: Editions du Cerf, 2000, p. 138.

    transformacin, y sobre todo, dia-logan con l. Ahora bien, no habra que pensar que el dilogo es simple-mente el hecho de saber estar frente a un interlocutor intercambiando in-formacin con l. Muchos de nues-tros dilogos tienen una finalidad prctica y no se requiere ir ms all de dicho intercambio. Pero, en este caso, el dilogo no es un hecho lin-gstico que repitamos sin tener ma-yor idea del evangelio. El dilogo en el Vaticano II es un criterio espiritual que florece de un evangelio escrito con palabras de un pueblo amado por Jess y sediento de su Dios. Pue-den acaecer conflictos y dificultades en la Iglesia, pero no habra razn para que el criterio del que ella se sir-ve pierda su sentido, que consiste en comunicar la calidez y urgencia del amor del Dios de Jess. Eso es lo que la Iglesia ha aportado al pas en los ltimos aos: un criterio evanglico para caminar hacia la paz, incluso si para lograrlo de modo institucional, haya tropiezos.

    Al respecto de la segunda cuestin, uno podra tambin preguntar qu tipo de actualidad tiene el Reino de Dios. A este respecto, se puede decir que el Concilio formul una norma-tiva general para ser vivida por todos sus miembros: la necesidad de con-tribuir efectivamente con el Reino de Dios. Es obvio que esta normativa est arraigada en el evangelio en el que Jess hace del Reino el centro de su vida, de su anuncio y misin.

    En este sentido, el Reino no es actual porque la Iglesia lo proclame y ase-gure su venida, sino porque compro-

    mete a sus miembros con la transfor-macin de un estado de cosas que no debe ser ni social, ni poltica ni econmicamente. Alguno se apurar en decir que eso explica que la Iglesia haga de la moral su eje y horizonte, pero no hay que olvidar que existe slo una norma que traspasa todo horizonte moral y se hace as ms amable y exigente a la vez: el amor que nace del Reino. La norma que la Iglesia obedece, es decir que ella aco-ge, es la de un pueblo que no ceja en su esfuerzo por hacer verdad este reino. Eso es tambin lo que la Igle-sia ha aportado al pas: obedecer a la norma del Reino contribuyendo con el descubrimiento y transformacin de estructuras de poder que abando-nan a los ms dbiles y vulnerables. La Iglesia descansa sobre sus creyen-tes porque ellos son quienes se hacen cargo de este Reino. El todo de los cristianos comparte esta misin y no slo quienes lo organizan.

    Dialogar y obedecer son maneras complementarias de entender cmo hacemos una institucin. Tanto el ejercicio del dilogo como el de la obediencia anhelan secretamente la unidad. Sin embargo, un dilogo sin obediencia (en ese sentido profundo que tiene la obediencia y que es escu-cha) renuncia al entendimiento entre las partes; una obediencia sin dilogo renuncia al amor. Cmo conversar cuando ya no se puede or o cmo ordenar cuando no hay vnculo? El Concilio se elabor ms all de las ideas y nos ense cmo vencer esas ideologas que no tienen nada que ver ni con el bien comn ni con el Reino.

    La Iglesia ha aportado al pas en los ltimos aos un criterio evanglico para caminar

    hacia la paz

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    Iglesia

    l 20 de agosto ltimo el P. Miguel Cruzado Silve-rii, Provincial de la Compaa de Jess en el Per, envi una carta al Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana expresndole el sentir de los

    jesuitas del pas con respecto al conflicto entre la Jerar-qua Eclesistica y la Pontificia Universidad Catlica del Per (PUCP), sealando que es posible reanudar el dilo-go. En momentos en los que la falta de dilogo est tan presente en nuestra sociedad, el P. Cruzado enfatiza que la Iglesia debe proponer el dilogo como una solucin a los problemas presentes.

    Para el Provincial de los jesuitas es en base al conocimien-to que tienen, por la participacin activa en la vida acad-mica y pastoral de la PUCP, que la Compaa de Jess se siente capaz de transmitir a los pastores de la Iglesia del Per el deseo de contribuir a la solucin del problema. En la carta, el P. Cruzado hace un recuento de la presencia de los jesuitas en la PUCP desde su fundacin, resaltando la presencia del P. Prspero Malzieu quien form parte,

    junto al P. Jorge Dinthilac SSCC, del Comit Permanente al inicio del funcionamiento de la universidad.

    Los jesuitas tienen como misin, enfatizada una y otra vez por los Papas, estar en las fronteras intelectuales all don-de se debaten los temas fundamentales sobre lo humano y lo divino, en la interaccin entre la fe y la razn. El Papa Benedicto XVI record a los jesuitas esta tarea en 2008, con motivo de la eleccin del nuevo Superior General, P. Adolfo Nicols. Y siendo fieles a esta tarea no han cesado de profundizar su llamado al trabajo intelectual como un servicio a la Iglesia.

    La Universidad Antonio Ruiz de Montoya, as como la Universidad del Pacfico, son una muestra de su apuesta, ya sea como responsables ltimos o como colaboradores en la tarea universitaria. Existen jesuitas que han traba-jado, adems, tanto a nivel acadmico como apoyando en diversas actividades de acompaamiento pastoral en distintas universidades de Lima, como la Universidad Na-

    UNA MIRADA HISTRICA

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    Vctor Hugo Miranda, SJPastoral Juvenil y Vocacional

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    cional Mayor de San Marcos, la Universidad Nacional de Ingeniera, la Universidad de Lima, y varias universidades de distintas ciudades (Cusco, Ayacucho, Trujillo, Arequi-pa, Chiclayo y Piura).

    Y aunque la PUCP no es la nica universidad en la que los jesuitas han lleva-do a cabo esta tarea en-comendada por los Papas, es uno de los espacios uni-versitarios en los que su presencia ha sido continua y fructfera, desde su fun-dacin hasta el da de hoy. La PUCP no es una univer-sidad jesuita; sin embargo, ha tenido entre sus auto-ridades mximas a dos de ellos. El P. Rubn Vargas Ugarte fue profesor desde 1931 y elegido Rector de la Universidad a la muerte del P. Dinthilac, SSCC en 1947 permaneciendo en el cargo hasta 1953. El P. Felipe Mac Gregor se incorpor a la docencia en 1948 y fue nom-brado Rector desde 1963 hasta 1977, catorce aos que marcan la modernizacin de la Universidad alcanzando la potencialidad de sus posibilidades tanto a nivel de in-fraestructura como de propuesta acadmica.

    Pero los jesuitas no solo han dado rectores a la PUCP, sino tambin profesores especialistas en diversas mate-rias. Ulpiano Lpez, quien fuera Director de la Escuela de Ciencias Religiosas; Jos Luis Idgoras fue profesor de Teologa; Alfredo Noriega lo fue de Literatura Clsi-ca en la Facultad de Letras; Alberto Rodrguez fue pro-fesor de Teologa en Ingeniera y fundador del CAPU; Jos Luis Rouilln fue profesor de Teologa en la Facul-tad de Arte; Luis Martnez fue Director del CAPU cerca de quince aos; Francesco Interdonato fue profesor de Teologa en Derecho; Angel Gonzlez-Alorda, Director del CETUC (Centro de Teleducacin de la UC); Manuel Marzal, quien adems de ser profesor de Antropologa fue miembro del Consejo Universitario y Director de R-gimen Acadmico de Profesores. Jesuitas que ya no es-tn entre nosotros, pero que dejaron huella en las aulas y en sus alumnos.

    Otros jesuitas como Armando Nieto y Roberto Anton-cich tambin han sido profesores en la PUCP. En la ac-tualidad Jeff Klaiber, profesor de Historia y antiguo Jefe

    del Departamento de Humanidades; Alberto Simons, profesor de Teologa; Rmulo Franco y Fernando Roca, del Departamento de Comunicaciones, se suman a la

    larga lista de presencia je-suita en la PUCP.

    Es justamente por la pre-sencia de los jesuitas en la historia de la PUCP que el Provincial afirma que, para la Compaa de Jess en el Per, esta Universi-dad sigue siendo un ins-trumento idneo y eficaz para la evangelizacin y para fomentar valores que no se deben perder. En la carta dirigida a Monseor Pieiro, el P. Cruzado re-cuerda que el Cardenal Jo-seph Ratzinger, hoy Roma-no Pontfice; el Arzobispo

    Gerhard Mller, hoy Prefecto de la Congregacin para la Doctrina de la Fe; y el Cardenal Oscar Rodrguez Mara-diaga, Presidente de Caritas Internationalis, han honra-do a la misma Universidad al aceptar de ella Doctorados Honoris Causa.

    El Padre Provincial no desconoce que al interior de la PUCP haya dificultades y voces discrepantes, situacin que es propia de una institucin universitaria. Sin em-bargo, lo que ms le preocupa, es la situacin de los jvenes. Es de vital importancia la cercana de la Iglesia al mundo juvenil en un contexto social de debilitamiento institucional, que puede limitar la transmisin de valores cristianos a las nuevas generaciones.

    El nfasis de la carta est puesto en la esperanza de que el conflicto an pueda ser resuelto. El P. Cruzado lamen-ta que esta situacin haya enfrentado a hermanos en la fe, perjudicando as el servicio eclesial, y pide al Presi-dente de la Conferencia Episcopal Peruana y a los Obis-pos que se hagan todos los esfuerzos posibles para que el dilogo sea retomado, en vistas a llegar as a una solucin saludable para el mayor bien de nuestra Santa Madre Iglesia.

    La carta invoca finalmente a no agudizar los enfrenta-mientos, sino a respetar la libertad en las dudas y en materias opinables, a unirnos en lo esencial y a guiarnos en todo por la caridad.

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    AMAZONANUEVAS FRONTERAS DE LA MISION

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    Jaime Tatay, SJ.Centro PignatelliZaragoza, Espaa

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    el 20 al 22 de Junio se die-ron cita en Ro de Janeiro ms de cincuenta mil per-sonas en la que ha sido,

    hasta la fecha, la cumbre ms mul-titudinaria de la historia de la Orga-nizacin de Naciones Unidas (ONU). La tercera cumbre de desarrollo sos-tenible de la ONU, conocida como Ro+20, ha tomado la posta de Es-tocolmo72 y Ro92 en la bsqueda de una frmula capaz de combinar desarrollo econmico, igualdad so-cial y sostenibilidad medioambien-tal. El inspirador ttulo de la cumbre, El futuro que queremos, sintetiza la

    triple inquietud social, econmica y ecolgica que motiva estas cum-bres internacionales.

    La sociedad civil, el mundo em-presarial y los gobiernos de todo el mundo saben que las cosas no van bien, tanto a nivel social como econmico y medioambiental. Los datos se acumulan en informes y evaluaciones provenientes de todos los continentes. Es cierto que en las ltimas dcadas ha habido impor-tantes mejoras en la lucha contra la pobreza, en la capacidad de anlisis de los problemas medioambientales

    y en la formulacin de soluciones viables. Sin embargo, en la actuali-dad, el gran reto al que nos enfren-tamos consiste en articular el com-promiso poltico y la movilizacin social necesaria para implementar esas soluciones.

    Las agendas nacionales y los grandes intereses corporativos casi siempre tienen prioridad respecto a proble-mas globales como la desigualdad econmica, la pobreza extrema o la degradacin medioambiental. Esta mirada cortoplacista y miope no al-canza a ver los intereses futuros de

    Medio Ambiente

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    cada pas. Intereses que ya no pue-den ser desligados de lo que pase ms all de las fronteras nacionales. En nuestra poca no solo hemos globalizado la informacin y el flujo de capitales, tambin hemos globa-lizado los problemas. En este barco vamos todos juntos y no podemos dejar de preguntar por el futuro que queremos, para todos.

    Un buen ejemplo del carcter trans-nacional y global de los retos a los que nos enfrentamos es el de la Amazona. La cuenca del ro Ama-zonas es compartida por muchos pases sudamericanos, pero lo que suceda en esta inmensa regin no afecta nicamente al continente americano, sino al conjunto del pla-neta.

    La Amazona y el futuro que queremos

    Si consultamos el estudio ms com-pleto de los recursos forestales reali-zado por la FAO hasta la fecha, The Global Forest Resource Assesment 2010 (FRA), observamos que la tasa de deforestacin a nivel mun-dial sigue siendo muy preocupante. Es cierto que la prdida de superfi-cie forestal se ha ralentizado a nivel global en el periodo 2000-2010, respecto a la dcada anterior, pero an es muy alta, siendo Amrica del Sur y frica los continentes donde la destruccin de los bosques es ms elevada. Entre Rio92 y Rio+20 han desaparecido ms de tres millones de km2 en el mundo.

    Esta problemtica afecta de pleno a la regin amaznica y demanda una especial atencin por sus graves im-plicaciones sociales y medioambien-tales. La agricultura, la ganadera, la minera, los grandes proyectos hidrulicos, el cambio climtico, la contaminacin y la expansin urba-

    na son los factores que estn condu-ciendo a la progresiva degradacin de la cuenca amaznica. La actual explotacin de la Amazona se mues-tra incapaz de internalizar los costes reales de la degradacin que provo-ca y de valorar en su justa medida los servicios que la Amazona ofrece al bienestar de la humanidad.

    Efectivamente, la contribucin de la Amazona al planeta es enorme y a menudo desconocida: protege el suelo de la erosin, mejora la re-tencin y la calidad de las aguas, es un importante reservorio de carbono atmosfrico, alberga buena parte de la biodiversidad del planeta, es fuen-te de valiosos recursos madereros y no madereros, desempea un papel clave en la regulacin del clima, es el hogar de numerosos pueblos indge-nas milenarios y cumple una irrem-plazable funcin cultural, esttica, pedaggica y espiritual.

    La actual degradacin de la Ama-zona es un caso particular de una crisis global que atraviesa fronteras nacionales, desborda disciplinas aca-dmicas y afecta a las futuras gene-raciones. Una crisis que no puede ser desligada de otros graves problemas actuales como el colapso de la biodi-versidad (actualmente nos encontra-mos en medio de la sexta extincin masiva de la historia del planeta), el cambio climtico, la seguridad alimentaria y energtica o la pobre-za extrema. Estos problemas estn relacionados con el actual modelo econmico y las desigualdades que genera, pero tambin con los patro-nes culturales, hbitos de consumo, y cosmovisiones que subyacen al modelo econmico imperante. Por eso las cuestiones planteadas en la Amazona no pueden ser resueltas nicamente por tecncratas y gesto-res, precisan tambin de un anlisis tico.

    La solucin a los problemas de la Amazona requerir de respuestas coordinadas y sistmicas entre los actores implicados. Un dilogo in-formado, sincero y urgente entre la sociedad civil, la comunidad cientfi-ca, el mundo empresarial y la clase poltica. En este dilogo las religio-nes fuente de sabidura, sentido y motivacin para millones de perso-nas a lo largo de la historia pueden y deben tener una palabra.

    Una palabra desde la teologa cristiana

    La conservacin de la Amazona pre-cisa de una visin eco-sistmica de la naturaleza, la sociedad humana y la interaccin entre ambas; una visin capaz de ir ms all del concepto economicista de recurso natural para caminar hacia una gestin sostenible de los ecosistemas y una compresin integral del lugar del hombre en ellos. La teologa cristia-na y la Compaa de Jess pueden y deben contribuir a la construccin de esta nueva visin.

    Las escrituras, la tradicin y el ma-gisterio de la Iglesia sostienen que hombres y mujeres, en su condicin de imago Dei, ocupan un lugar espe-cial en el cosmos. Al hombre le fue concedido un lugar especial en la creacin y un inmenso poder de re-creacin y transformacin, por medio de la ciencia y la tcnica. Este poder, sin embargo, no debe convertirse en control y dominio desptico, sino en oportunidad para usar responsable-mente los bienes heredados.

    Los ecosistemas del planeta no son Dios mismo (pantesmo), pero tam-poco son simple materia, susceptible de ser utilizada indiscriminadamente (materialismo radical). Los ecosiste-mas terrestres reflejan la gloria del Creador, son signo sacramental de

    Medio Ambiente

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    su presencia, regalo para uso y dis-frute por parte de la humanidad a lo largo de las generaciones.

    Las tradicionales virtudes cardinales la prudencia, la templanza, la jus-ticia y la fortaleza ledas en clave ecolgica, son una buena gua ha-cia ese futuro justo y sostenible que buscamos. La Amazona debe ser gestionada de forma sostenible por razones de justicia intra-generacio-nal. La llamada a la solidaridad, al consumo responsable y a la simpli-ficacin de estilos de vida es, al mis-mo tiempo, una necesidad urgente y una cuestin de justicia distributiva. Pero la Amazona tambin debe ser conservada por razones de justicia inter-generacional. Las futuras gene-raciones deben incluirse en el clculo moral del presente.

    Los principios de precaucin, solida-ridad y responsabilidad centrales en la historia de la tica cristiana im-pulsan, a la luz de la creciente degra-dacin medioambiental, la amplia-cin (temporal y espacial) de la idea del bien comn. La insistencia hist-rica del magisterio social de la Iglesia en la centralidad del bien comn y el destino universal de los bienes co-bra especial relieve ante la progresi-va degradacin de los ecosistemas, fuente y sostn de la vida sobre el planeta, bien comn primordial.

    Estos principios teolgicos funda-mentan una tica medioambiental cristiana y reflejan, como han puesto de manifiesto las recientes encclicas papales, que la cuestin ecolgica no es un mero apndice, sino una dimensin imprescindible de la mi-

    sin de la Iglesia. Buena muestra de la preocupacin eclesial respecto a los problemas medioambientales ha sido su nutrida presencia en Ro+20 y en La cumbre de los pueblos (foro paralelo a la cumbre oficial).

    La "familia ignaciana" ms de 60 trabajadores de obras SJ, profesio-nales de Fe y Alegra, miembros de CVX y jesuitas de todos los conti-nentes ha estado tambin repre-sentada en ambos foros. Reflejo del creciente inters de la Compaa de Jess en la problemtica ecolgica y sus ramificaciones socioeconmicas es el documento publicado por el Secretariado Social de la Compaa, Sanar un Mundo Herido, y las recien-temente creadas Redes de Incidencia Ignaciana Global (GIAN, ingls). El portal de internet, www.ecojesuit.com, por ejemplo, trata de divulgar el trabajo realizado por la GIAN-Eco-loga. Todos estos recursos son una buena hoja de ruta para el trabajo en red en esta nueva frontera de la misin de la Iglesia. Los problemas de la Amazona no son un reto para la Provincia del Per o del Brasil, son un reto para la asistencia y para la Compaa universal.

    Es cierto que el documento final de Rio+20 ha resultado, a juicio de la mayora, decepcionante. Un resultado que muestra la impotencia de la clase poltica para tomar decisiones valien-tes, contrarias a los grandes intereses empresariales y a las agendas naciona-les inmediatas. Pero el triste resultado de la cumbre oficial contrasta con los interesantes debates que all tuvieron lugar, la entusiasta participacin de la sociedad civil y las mltiples iniciativas en marcha en todo el mundo. Estas iniciativas, promovidas en algunos casos por la Iglesia, ofrecen motivos para la esperanza en un mundo ms humano, ms justo y ms respetuoso con la creacin.

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    a Conferencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible, que recibi el nombre Ro+20 por celebrarse veinte aos despus de la celebrada tambin en Ro de Janeiro en

    1992, culmin con el acuerdo titulado "El futuro que queremos"1, un texto de 60 pginas que no ha suscitado el entusiasmo del pblico, y tampoco de los expertos, pero que ha permitido concluir de forma satisfactoria una Conferencia sobre la que existan enormes dudas

    1 www.un.org/es/comun/docs/?symbol=A/CONF.216/L.1

    acerca de su resultado. El recuerdo del fracaso de la Conferencia de Copenhague, en 2009, est todava muy cercano. Probablemente la escasa "ambicin" del acuer-do logrado explica, en parte, la poca atencin que los medios de comunicacin han dedicado a este evento. Pero tampoco podemos olvidar el contexto de crisis eco-nmica, y poltica, en Europa que ocupa la atencin de nuestras sociedades.

    Ro+20 quera responder a los dos retos mayores de nuestro tiempo: la pobreza y la crisis medioambiental.

    Jose Ignacio Garca, SJJesuit European Social Centre en Bruselas

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    Vistos por separado, estos dos retos, podramos pensar que caminan en direccin inversa; mientras que pases como China, India o Brasil han conseguido que millones de personas dejen atrs la pobreza para incorporarse a una difusa clase media, el medio ambiente ha visto un deterioro notable, especialmente en lo que afecta a la acumulacin de gases de efecto invernadero y sus po-tenciales impactos sobre el cambio climtico. Tambin deberamos aadir como impactos negativos al medio-ambiente: el consumo masivo de recursos forestales; la produccin vegetal orientada a los biocombustibles y no para la alimentacin; la sobre explotacin de pesqueras; el acaparamiento de tierras en frica o el aumento im-presionante en la explotacin de yacimientos mineros (como el oro o los minerales raros necesarios para la produccin de equipos electrnicos). Slo en Mxico, en el perodo 2000-2010, se ha extrado ms oro que en todo el perodo de la colonizacin espaola, que dur ms de trescientas aos: 191 toneladas, frente a 419 de este decenio del siglo XXI2.

    Si consideramos la cuestin de la pobreza tenemos que reconocer que el balance es ms positivo, aunque siem-pre en trminos relativos, porque como la poblacin to-tal del planeta sigue aumentando, y aunque son millo-nes los que han salido del umbral de la pobreza, sigue habiendo mil millones de personas en todo el mundo que deben vivir con menos de un dlar diario, que es el indicador de pobreza extrema. Pero el balance de estos veinte aos es totalmente negativo si consideramos el medio ambiente.

    La historia de esta Conferencia se remonta a cuarenta aos atrs, en 1972 se celebr en Estocolmo la Con-ferencia de Naciones Unidas para el Medio Ambiente Humano, de la que surgi la Declaracin de Estocolmo y aprob el establecimiento del Programa de Naciones Unidas para el Medioambiente (PNUM). En 1983 la Asamblea General de Naciones Unidas estableci la Co-misin Mundial para el Medioambiente y el Desarrollo, ms conocida como Comisin Brundtland por su presi-dente, que en 1987 elabor el famoso informe Nuestro futuro comn. Este informe consolid el trmino de de-sarrollo sostenible como aqul que podemos disfrutar hoy sin que comprometa el desarrollo de generaciones futuras, adems seal la necesidad de erradicar la po-

    2 Gonzlez, J.J. Minera en Mxico. Centro de Estudios Sociales y de Opi-nin Pblica de la Cmara de Diputados. Documento Trabajo 121. Mxico DF, 2011 (www3.diputados.gob.mx/camara/content/down-load/271334/837084/file/Miner%C3%ADa_en_mexico_docto121.pdf)

    breza como algo bsico para un desarrollo sostenible medioambientalmente.

    En 1992 se celebr una nueva Conferencia de las Nacio-nes para el Desarrollo, tambin conocida como Cumbre de la Tierra, en Ro de Janeiro. Reuni a ms de 100 Jefes de Estado y de Gobierno y a representantes de 178 pases. Los principales resultados de esta Conferencia fueron la Declaracin de Ro sobre el Medioambiente y el Desarrollo y la Agenda 21. Fruto de esta Conferencia fueron tambin el Convenio Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climtico y la Convencin sobre Bio-diversidad. Bsicamente la estructura diseada en Ro 1992 es la que est vigente, es lo que se denomina "ar-quitectura institucional".

    Una ltima parada en nuestro recorrido fue Johannes-burgo en el 2002. El objetivo era hacer balance diez aos despus de Ro y reforzar el compromiso interna-cional. De nuevo una Declaracin y un Plan de accin, sin demasiadas novedades. Inmediatamente el tema del desarrollo sostenible qued desplazado por las cuestio-nes medioambientales y especialmente el cambio cli-mtico. Probablemente el gran fracaso de la cumbre de Copenhague de 2009 hizo ver que no es posible separar las cuestiones medioambientales de las del desarrollo. Todo este camino es el que prepar el terreno a Ro+20.

    Ro+20 quera ser un nuevo estmulo para avanzar en las cuestiones medioambientales, pero tambin en las implicaciones sociales del desarrollo. Para buscar una frmula que integrase las preocupaciones por los im-pactos medioambientales de la actividad humana, con el legtimo derecho de los Estados para que sus habitan-tes salgan de la pobreza, se acu el trmino de econo-ma verde, que en su versin ms positiva quiere ser un movimiento hacia energas renovables, sistemas ms efi-

    Slo en Mxico, en el perodo 2000-2010, se ha extrado ms oro que en todo el perodo de la colonizacin espaola, que dur ms de trescientas aos: 191 toneladas, frente a 419 de

    este decenio del siglo XXI

    Medio Ambiente

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    cientes de produccin y modos responsables de consu-mo. En su versin ms negativa se tratara de mantener la actividad econmica como en la actualidad (business as usual), incorporando una nueva lnea de negocio que tratara de atraer nuevas inversiones, a las que ofrece-ra un buen retorno, por tratarse de nuevas tecnologas apreciadas y reconocidas socialmente. Pero a da de hoy no sabemos con exactitud qu quiere decir este con-cepto de economa verde porque Ro+20 no ha dado muchas pistas salvo una declaracin genrica, seguimos sin saber si es una verdadera alternativa o un slogan de moda.

    La sociedad civil organiz en Ro la Cumbre de los Pue-blos, una Conferencia paralela de cientos de organiza-ciones de todo el mundo: ecologistas, activistas de de-rechos humanos, grupos indgenas, movimientos por la paz, grupos religiosos, una constelacin de grupos que representan el amplio espectro de iniciativas sociales. Durante dos semanas organizaron ms de 3.000 pre-sentaciones, que incluyeron: debates, conciertos, con-ferencias, exposiciones y una marcha por el centro de la ciudad que congreg a ms de 40.000 personas. La Cumbre de los Pueblos, que participa de la inspiracin y el estilo del Foro Social Mundial, quiere ser una opor-tunidad para que la sociedad civil comparta entre s, y con todos aquellos interesados, preocupaciones que no suelen tener fcil entrada en las discusiones oficiales, y lo que es ms importante, alternativas que, a medida que pasa el tiempo, van siendo menos utpicas y ms realistas.

    El xito de Ro+20, si podemos hablar as, en el sentido de que se ha llegado a un documento final, hay que atriburselo en exclusiva a Brasil que logr un acuerdo de mnimos, es cierto, pero que sirvi para devolver la confianza a este tipo de negociaciones. Tal vez este sea el efecto ms importante de Ro+20, devolver la con-fianza a un sistema de negociacin que se haba visto descalificado tras la Conferencia de Copenhague.

    "El futuro que queremos" ha resultado ser un mundo bastante parecido al que ya tenemos, sin demasiadas concreciones. Sin ningn tipo de obligaciones nuevas, y con serias dificultades para hacer cumplir las que ya estaban contradas. Combatir la pobreza sigue siendo el objetivo primero de este acuerdo que tampoco ha comprometido fondos nuevos o ha impuesto nuevas exigencias y no termina de aclarar cmo lo haremos sin degradar todava ms el medioambiente.

    Medio Ambiente

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    a palabra frontera ha ido adquiriendo un significado peculiar en el contexto de la misin de la Compaa de

    Jess. Tal significado podra mante-ner el sentido original, pero, al mis-mo tiempo, lo enriquece de nuevos matices. Si en lo literal entendemos frontera como un lmite que sepa-

    ra realidades distintas, relacionada con la misin de la Compaa este trmino se ha convertido en una po-derosa categora que conecta con lo esencial de nuestra vocacin para proyectarnos hacia aquellos lugares donde nadie quiere o puede ir. En Tacna la frontera real es la lnea que divide Per y Chile, con sus puestos

    fronterizos correspondientes, Santa Rosa y Chacalluta pero, desde esta realidad, hay una clara asociacin al otro sentido de frontera.

    Si quisiramos buscar el origen de frontera relacionado a la misin, tendramos que remontarnos a las invitaciones que dos Papas, en dos

    TACNA

    Emilio Martnez, SJCentro Cristo Rey - ENCUENTROS SJS

    La mltiple frontera

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    Congregaciones Generales (CG), han hecho a la Compaa para estar pre-sentes en los campos ms difciles y de primera lnea del apostolado. En primer lugar fue Pablo VI, en 1974, dirigindose a la CG 32 y, en 2008, Benedicto XVI reiter este llamado en la Audiencia a los Congregados al final de la CG 35. El P. General Adolfo Nicols, SJ ha asumido la im-portancia de estas invitaciones incor-porando el concepto de frontera en los lineamientos de misin. La Con-ferencia de Provinciales Jesuitas en Amrica Latina (CPAL) tambin se ha hecho eco y, en su plan apostlico, define la presencia en las fronteras dentro de lo sustancial de nuestra identidad e invita a que lo hagamos operativo en nuestras planificacio-nes con estas palabras.

    Preguntarnos por las nuevas fronteras apostlicas pertenece a la esencia de nuestra vocacin y, por tanto, es un imperativo in-eludible para una planificacin que pretende hacerse en fide-lidad creativa a la misin de la Compaa, tal como fue confir-mada en la pasada Congrega-cin General.

    Identificar una frontera nos remite en primer lugar a la elaboracin de diagnsticos, en el que sern nece-sarias las ciencias sociales como ins-trumento, pero en los que resulta imprescindible mirar el mundo como nos ensea la contemplacin de la Encarnacin en los Ejercicios Espiri-tuales. Esta mirada misericordiosa e incisiva, al mismo tiempo, nos per-mite descubrir en nuestro entorno aquellas situaciones de sufrimiento o explotacin que requieren nuestra presencia. As, en Tacna, la realidad de la migracin puede ser identifi-cada como frontera, especialmente por dos situaciones que genera: mi-grantes latinoamericanos en trnsito

    hacia Chile y el abandono de nios/as cuyos padres no trabajan en Tac-na.

    Comenzando con la primera de ellas, debemos sealar que la fron-tera real se ha hecho un muro in-franqueable para muchos migran-tes que tratan de llegar a Chile. Este obstculo acarrea dos graves secuelas: el trfico de personas y la situacin de los migrantes que, al ser rechazados, quedan varados en Tacna sin recursos. Las redes de traficantes de personas (coloquial-mente conocidos como coyotes) son muy activas. Controlan los es-pacios de llegada y presencia de los migrantes como pueden ser los ter-minales, alojamientos o puntos de reunin. Para captar personas usan como arma la desinformacin, ofre-ciendo sus servicios para un paso seguro a Chile. El pasaporte sera el requisito necesario para ingresar a Chile, pero, a menudo, los funcio-narios de frontera impiden el acce-so incluso portando este documen-to. Aprovechando las aspiraciones de una mejor vida de todos los mi-grantes, en este caso materializado en lo que conocen como el sueo chileno, los coyotes ofrecen pasar la frontera por los medios ms diver-sos, ya sea la va del tren o por pa-sos no vigilados. Los precios por el ingreso ilegal oscilan entre los 150 y 300 dlares.

    La segunda situacin que se deriva de la frontera de la migracin es el abandono de nios. Segn los clcu-los del consulado del Per en Arica, alrededor de 4000 peruanos traba-jan acogindose al Convenio de siete das, un acuerdo entre Estados por el cual tanto chilenos como perua-nos tienen libre trnsito como turis-tas en Tacna y Arica. Sin embargo, los peruanos utilizan la facilidad del convenio para trabajar en Arica. La arista de este Convenio es que mu-chos padres permanecen ausentes de sus hogares de lunes a sbado y, a menudo, dejan a sus hijos en situaciones de abandono, algunas atenuadas por familiares, pero otras veces en el mayor desamparo.

    En esta encrucijada, donde adems el fenmeno migratorio tiende a in-visibilizarse, descubrir cul sera el aporte especfico del Servicio Jesuita al Migrante (SJM) resulta una tarea que precisa discernimiento, ya que no es obvia la forma de estar presen-te en las fronteras. Uno de los ejes de nuestra accin consiste en pro-porcionar una informacin veraz, tanto de los trmites necesarios para ingresar legalmente a Chile como para advertir de los riesgos en que se incurre con una entrada ilegal. Tam-bin pretendemos informar de los derechos laborales que tendran los peruanos que trabajan en Arica. Un segundo eje sera ofrecer una aten-cin social elemental a los que des-

    Aprovechando las aspiraciones de una mejor vida de todos los migrantes, conocido como

    "el sueo chileno", los "coyotes" ofrecen pasar la frontera por la va del tren o por pasos no vigilados. Los precios por el ingreso ilegal

    oscilan entre los 150 y 300 dlares

    Migraciones

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    pus de haber sido rechazados en la frontera o deportados, no tienen para alojarse, comer o comprar sus pasajes de regreso. Son muchos los casos que acuden por esta razn. En primer lugar se examina la necesidad real del solicitante y luego se presta la ayuda segn nuestras posibilida-des. Para ambas tareas es funda-mental actuar de forma coordinada tanto en la oficina de atencin como en los terminales u otros espacios que frecuentan los migrantes. La ubicacin de la oficina del SJM, jus-to frente a los terminales, constituye una gran ayuda para el trabajo.

    Por otro lado, la situacin de aban-dono de nios y nias se atiende desde el Centro Cristo Rey del Nio y Adolescente, en cuyos locales fun-ciona la oficina del SJM Tacna. Los nios y nias en riesgo y/o abando-no pueden beneficiarse de los pro-gramas de formacin integral del Centro y del albergue abierto La Ca-sita.

    Combatir el trfico de personas es una lucha que involucra diversas instancias. Hay un primer nivel que consiste en un permanente trabajo de campo, que nos permite no slo proporcionar informacin adecuada, sino tambin conocer las novedades continuas. Por el contacto directo con la situacin de los migrantes te-nemos informacin inmediata y de primera mano de los que ingresan o son rechazados, de los lugares o ru-tas de paso e incluso de las tcticas cambiantes de los traficantes. Parte de nuestra labor es acopiar y difundir esa informacin. Un segundo nivel de accin es la presencia en las redes temticas en las que las diversas ins-tituciones, segn sus competencias, pueden ser corresponsables en la deteccin, denuncia y seguimiento de este tipo de delitos. Hay un ter-cer nivel de accin que slo se puede

    realizar en coordinacin con las ofi-cinas de incidencia del SJM. Dentro de las situaciones que requieren una labor de incidencia desde Chile, ha-bra que destacar dos: las potestades de los funcionarios de frontera chi-lenos, que tienen toda la autoridad para denegar o aceptar los ingresos, y la negacin casi sistemtica de la condicin de refugio por parte del estado chileno.

    El Proyecto Apostlico Comn (PAC) de la CPAL define las fronteras como

    dinamismos complejos y profundos en los que se juega, de una u otra manera, el futuro de los pueblos y de la condicin humana en general. Los flujos migratorios, sin duda, son uno de estos dinamismos que mar-can el destino de los pueblos en lo general, pero influyen notablemente en lo local. Nuestra modesta presen-cia en Tacna pretende humanizar las situaciones que viven tantas perso-nas que, desplazadas de sus lugares de origen, buscan una mejor vida le-jos de su tierra.

    Migraciones

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    11.6 millones de migrantes pasan anualmente por el co-rredor migratorio mexicano hacia los Estados Unidos1. La ruta geogrfica de este corredor va desde Centro Amrica hasta la frontera Sur de los Estados Unidos. La gran mayora de los migrantes que usan este corredor son principalmente centroamericanos y mexicanos. En el caso de los migrantes centroamericanos, ellos son ya indocumentados al internarse en Mxico, los migrantes

    1 Banco Mundial, 2010. Datos sobre Migracin y Remesas 2011, 2a. Edicin. www.worldbank.org/migration

    mexicanos se convertirn en indocumentados al cruzar a los Estados Unidos.

    Este verano, durante cinco semanas, un grupo de Jesui-tas recorrimos este corredor migratorio. No con la inten-cin de imitar o reproducir la travesa de los migrantes, sino buscando profundizar en la comprensin de la rea-lidad de la migracin y las dificultades encontradas por los y las migrantes en su trayecto a los Estados Unidos. Visitamos albergues, organizaciones que defienden los derechos humanos de los y las migrantes, parroquias,

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    comunidades y diferentes proyectos jesuitas que asisten a migrantes a lo largo del corredor migratorio.

    Sin embargo, en estas semanas hicimos ms que acer-carnos acadmica y socialmente a la realidad migratoria, este tiempo tambin fue oportunidad para profundizar en nuestra fe al encontrarnos con Cristo en el camino y experimentar un fuerte llamado a comprometernos en la transformacin de aquellas estructuras que oprimen a los y las migrantes. Esta experiencia nos hizo recordar fuertemente las palabras del telogo Gioacchino Cam-pese, C.S. La meta de la teologa no es simplemente

    entender, sino entender para transformar la realidad de opresin, violencia y pecado en que la gente vive mien-tras peregrinamos hacia la realizacin del reino de Dios.

    En el corredor migratorio escuchamos gran cantidad de historias y fuimos testigos del sufrimiento de muchos que se movilizan en busca de una vida mejor. En to-das las historias que escuchamos hubo una peticin que se repiti invariablemente una y otra vez: Qu van a hacer con nuestras historias?, Qu van a hacer para ayudarnos?

    Las historias pueden ser muy conmovedoras, como las que narran aquellos que nunca jams han vuelto a saber de familiares que partieron a Estados Unidos en busca de un mejor futuro. Victoria nos comparti su historia entre lgrimas y dolor. Su esposo se encuentra entre los muchos migrantes desaparecidos, aquellos de los cules nunca se volvi a escuchar nada despus de haber ini-ciado la larga y peligrosa jornada a los Estados Unidos. Victoria narr cmo su esposo dej el hogar porque de-seaba ofrecer algo mejor a sus hijas. Ella no ha vuelto a escuchar de l en ocho aos y an se aferra deses-peradamente a la esperanza de saber que fue lo que le sucedi.

    Por supuesto que las historias pueden ser desgarradoras e inspiradoras, como las de los migrantes mutilados por el tren2 y que regresan a sus pases de origen con mu-chas dificultades por delante. Tal es el caso de Jos Luis Hernndez que sufri un terrible accidente mientras via-jaba en el tren, perdiendo una pierna, un brazo y cuatro dedos de su otra mano. Le ha tomado aos recuperarse, no slo de las heridas fsicas, sino tambin de las heridas emocionales: el estigma de ser ahora discapacitado, la vergenza de haber regresado fracasado y sin nada y la pena de sentirse una carga para su familia. Jos Luis mencion cmo a travs de trabajo duro, determinacin y el apoyo de algunas organizaciones civiles ha reunido a ms gente que ha corrido su misma suerte. Juntos, ellos han formado el COMIRED (Comit de Migrantes Retornados Discapacitados). Esta organizacin, que tie-

    2 Buscando evitar los controles migratorios, miles de ciudadanos centroame-ricanos saltan a trenes en movimiento que van desde el sur de Mxico has-ta la frontera norte con Estados Unidos. Estos trenes son conocidos como La Bestia (N. del E.)

    Alejandro Olayo, SJUniversidad de Oxford

    Corredor MigratorioJESUITAS

    Migraciones

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    ne al menos 26 miembros en Honduras, lucha por ob-tener apoyo del gobierno para aquellos retornados con necesidades especiales, como trabajos para discapacita-dos, prtesis, sillas de ruedas, etctera.

    An ms, hay historias que cuestionan y ayudan a re-flexionar, como las de Las Patronas; un grupo de mu-jeres, en un pequeo poblado de Veracruz, donde La Bestia no para y sin embargo ellas se organizan para brindar apoyo, alimento y consuelo a los migrantes que viajan encima del tren. Norma nos narr cmo al ver pasar