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  • ESTADO MAYOR CENTRAL DEL EJERCITO

    SERVICIO HISTORICO MILITAR

    REVISTA DE

    HISTORIA MILITAR

    Aio XIII 1969 NGm. 26<

  • DIRECTOR: Excmo. Sr. D. Joaqun de Sotto y Montes, General de Caballera. del Servicio de Estado Mayor.

    Consejo de Redaccin

    ASBSORBS: D. Juan Priego Lpez, Coronel de Estado Mayor, y D. Jos Manuel Martnez Bande, Coronel de Artillera.

    REDACTOR JEFB: D. Joaqun Portillo Togores, Coronel de Ca- ballera, del Servicio de Estado Mayor.

    SECRETARIO DE REDACCION: D. Jos Mara Crate Ch- doba, Teniente Coronel de Infantera.

    REDACTOR: D. Juan Manuel Zapatero Lpez Anaya, Capitn y Doctor en Historia.

    ADMINISTRADOR: D. Constantino Alonso Calle, CapitPn de Oficinas Militares.

    REDACCIN Y ADMIN!JSTRACIN

    MAKTlRES DE ,4LCALA, 9 - MADRID - TELEFONO 247-03-00 Precio de! nmero: 75 pesetas

  • SUMARIO

    Pgs.

    Sobre la importancia de estudio de la Historia Militar. por CARLOS MAR- Tisxz \iL,ERDE ,., ,. ___ _. . 7

    La Caballera en la Historia Militar, por R.\uL Lrs VALDERR~BANO .%?

    VII Corp dlite ingls y el empleo d e las armas rayadas a principio del siglo 3~s~ por BERSARDO S. RODRGIXZ FARI%A . ._ . _.. .._ 57

    La; mocedades militares del Ihque de Rivas, por JOSE ?&4~.4 GRXTE CR- DOB.4 .,. .

  • Esta revista invita a colaborar en ella a los escritores militares 43 civiles espaoles 0 extranjeros, que se interesen por los temas histricos relacionados con la profesin de las armas. En las pgi- nas de la misma encontrarn amplia acogida los trabajos que versen sobre acontecimientos blicos, destacadas personalidades del mundo militar, e instituciones, usos y costumbres del pasado del Ejrcito, particularmente si contienen enseanzas o antecedentes provechosos para el militar profesional de nuestros das.

    Depsito Legal M. 7.667.-1968

    1AJtLSRSS GRhCOS VDA. DB C. BERMEJO.-J. GARCfA MQRATO, 122.-TEL. 233-06-19.-XADRID

  • SOBRE LA IMPORTANCIA DEL ESTUDIO DE LA HISTORIA MILITAR

    por CARLOS MARTINEZ VALVERDE

    Capitn de Navo

    aSiendo imuficiente la experiencia de uno aoao, se tiene que apelar a h de la -anidad, estudiar en la Historia la causa de todas ,las victorias y ciasif,icar- las, metodizando esas camas, ordmn- dolas en cuenpo de doctrina (l)

    (VILLAYARTiN)

    No vamos a analizar exhaustivamente todas las razones que existen para que el hombre estudie lo que hicieron los que le precedieron, su modo de ser, su civilizacin, los conflictos entre los puebl.os... En este trabajo tan slo se muestran razones de tipo de utilidad militar, para es- tudiar algunos aspectos de la Historia.

    LA HISTORIA, MAESTRA DE LA VIDA

    Podemos reforzar las palabras e nuestro insigne tratadista militar que encabeza estas lneas, con la idea que sobre ella expresa otro autor de estos ltimos tiempos, conocido por sus trabajos sobre la Guerra Mundial II : Liddle Hart. Dice : Existen dos formas de experiencia prctica, la directa y la indirecta, y de las dos puede ser esta ltima la ms valiosa, pues tiene siempre sobre la primera, la superioridad de su mayor variedad y extensin -y subraya- la Historia es la expe- riencia universal, es la ,experiencia no de uno, sino de muchos hombres sometidos a las condiciones ms diferentes (2). An otro : Maham,

    (1) Nociones de Arte Militar. (2) Tlte Strategy of hdirect appoack (La bsstvateg2a de aprn&mc&z kli-

    7ecta).

  • 8 CARLOS MARTNEZ YALVERDE

    algo ms antiguo, LIII reconocido prestigio en los conceptos navales, se- . expresa. el estudio de la Historia Militar es fundamento de los cono-

    cimientos practicos tiIes y .de las reglas que han de regir el futuro.. Los grandes capitanes que en el mundo han sido, as lo entendieron,

    y la mayora de ellos, antes o despus, bebieron en las fuentes ,de la Historia Militar de los pueblos. Estudiaron las guerras con sus hechos. de armas, sus causas y sus consecuencias, y estudiaron la filosofa de la Historia. No hicieron otra cosa que seguir lo que recomendaba Na- polen: El que quiera ser un gran capitn 0 iniciarse en los misterios del arte de la guerra, lea y relea las campaas de Alejandro, Anbal, Csar, Gustavo, Turena, Eugenio y Federico... Y en guerra naval tene- mos a Maham (3), a Colomb (4), Thursfield (5), Corbett (B), a Cas- tex (i)... Recorriendo sus pginas se ve que todas sus enseanzas, to- das sus sabias teoras, se basan en la Historia, es decir, son la expe- riencia de guerras y campaas.

    En estos tiempos en que tiene innegablemente enorme importancia el progreso (siempre lo tuvo, pero parece que ahora se insiste ms y ms en proclamarlo), la potencialidad econmica, necesidad mayor, sin duda, que en otras pocas ; en estos tiempos en que absorbe totalmen-

    te la mente ,de muchos la inquietud por lo conocido, de un modo de- masiado limitado, con el nombre de iTcnica (S), es muy necesario

    romper una lanza por el estudio general de la Historia, conocida, con justicia, como Maestra de Vida. Algn apasionado detractor de ella la llam despectivamente montn de polvon (9), pero aunque algu-

    (3) ALFRED THJ.YER MAHAIJ. Infhence of sea poner ufon History (1890) y Naval strategy (19ll). (Zmfluencia del Poder Nmal y Estrategia Naval).

    (4) PHILIP HOWARD ,COLOIVIB, Naval Warfase (1891) (Gz~wa Naval). (5) J. R. TURSFIELD, fluval Wurfure (1913). (6) SIR JULI~T CORBETT, Some prGzc@les of MaritGne Strategy, 1911. ('i) AMIRAL CASTEX, Thories Styatgiques. (8) Me refiero al eoncelpt,o errneo de algunos que tan .solamente comprendea

    en e! nombre de ~Tcnka ,lo relativo a modernas armaa o aparatos, entusiasmndo- se ms cuanto mayor es el cmulo de clcukx

  • .S@BRE LA IMPORTAXCIA DEL ESTUDIO DE LA HISTORIA MILITAR

    nos encontrasen hechos histricos como intiks, para la realizacin de sus actividades, muchos de los hechos y fenmenos cuyo estudio es tenido, por ellos: como intil, sirven para otras personas dedicadas a otro sector de nobles e importantes actividades. En todos los casos es interesante, en muchos es til y en mrrchos imprescindible, saber cmo fueron nuestros antepasados, sus usos, sus costumbres y tambin su modo de reaccionar. Muchas de las noticias, del Pasado, son cons- titutivas de tradicin y ella nos distingue, en grado sumo, en algunas profesiones. Pero, refirindonos a la Historia, que pudiramos llamar seleccionada, es decir, a orientaciones adecuadas de su estudio, con finalidad dirigida, segn a quien se trate de formar con aqul, podemos afirmar con -4lexis Carrel (10) que la Historia no puede arrinconar- se : que. por el contrario. debemos hacer uso del Pasado para prever- el FIIYIII~O y p:-epa:a~- nuestro de;tino. I\Iuc!lo~ en realidad -podemos aadir- desprecian el estudio de la Historia Militar, porque descono-. cen sus alcances. Una vez que los descubren se quedan admirados de.las ensetianzns que les brinda esa Historia orientada o dirigida- y de sus efectos formativos en distintos aspectos.

    Por mi parte, y despus de muchos aios dedicado a la formacin de hombres en distintos nkelcs, en la Armada, puedo afirmar la ne-

    cesidad del etttdio metdico de la Historia, orientndola en varios apartado5 o ((estratos)) a ((grosro modo)), y empleo esta expresin, pues creo no debe existir lma separacjn rgida y terminante entre esas orientaciones, como pudiera hacerse con mamparos estancos, sino que, por el contrario, esistcn zonas comunes. Es muy impor- tante el arte de escribir Historia3 ,es decir, la Historiografa ; el bis-. io:-iador, s;endo siempre veraz. debe encaminar su testo a la com- prensicn y a la; materias adecuadas. ,ieg-m a quien se dirijan esas ewefianzas. El profesor, el aleccionador, el formador, que conoce ms an el moclo de wir de los alumno;, 0 de SIIS hombres en general, y la mi.Gn que tienen encomendada, debe tambin insistir en los puntos m.5 convenientes para llevarla a cabo.

    Cno de e5to.s estratos de que antes habl, es el que pudira- mo.~ llamar EIistoria heroica, historia apasionante, orientada es- pecialmente a lo; que empiezan. a los irenes que han elegido eI7

    Servicio de las -k-mas en cualquiera de 105 Ejrcitos, a os Caballeros AIu1nno~ de los primeros a?o.; de las A\cademias Militares J tambin, 3 10; ;ilhOCiCi;l!CY~. J- a 10; soicktdo; y marineros qne cump!en su ser--

  • -10 CARLOS MARTNEZ I'.tLWRDE

    ,vicio militar. En este estudio, con mayor o menor extensin o in- tensidad, segn a quienes va dirigido, se les debe imbuir la grandeza

    ,de la noble profesin, voluntariamente escogida por ellos o a la que les llevaron sus deberes ciudadanos. Con las enseanzas del Pasado,

    :con el conocimiento de los hechos de los que les precedieron, se les debe inculcar que deben estar orgullosos de sellos y de la profesin mi- litar. Esto no puede hacerse, ciertamente, con ,estudios de los que

    rpueden incluirse en el grupo de las llamadas materias tcnicas)). OXcnicas que, incluso, a veces, por su naturaleza abstracta, hasta aparecen apartadas de la profesin militar, aunque en realidad sean importantsimos auxiliares .de ella, pero auxiliares al fin. El conoci- amiento de esas materias no basta para inculcar a los hombres que en ,esa profesin de las armas, en defensa de sagrados ideales e intereses, merece la pena sufrir incomodidades y fatigas, calamidad,es y hasta

    la muerte. Hay que hacer que los hombres conozcan que otros que les precedieron as lo entendieron y que se sacrificaron por ellos, cuando .an no pensaben nacer incluso, pero que, aun as y todo, ya estaban incluidos, claro est, en el complejo Patria, que lo mismo es Futuro que Pasado. Que deben agradecrselo y tomarles como gua, como

    >ejemplo. El nico medio de conseguir todo esto, en los tiempos de paz,

    es por medio de la Historia y aplicar su conocimiento, conveniente- ment,e, a la formacin de la moral de los posibles combatientes ; pues pueden ser convertidos en tales en cualquier momento (ll). En esta fase ,de estudio histrico-moral, se deben presentar las acciones de

    -nuestra Historia Militar, haciendo hincapi sobre las victoriosas : -hay que crear en los hombres una ((moral de victoria ; hay que

    causarles una sensacin ,en donde la voluntad de vencer est animada ~con la confianza en la capacidad de vencer de nuestras armas. Todo, considerado y razonado convenientemente, para no llevar a falsas interpretaciones y a excesiva confianza (12). Han de ser presentadas.

    (11) Dice el Teniente de Navio, .francs BAUDRY de modo muy rotundo en PU Bnfalla Yaz& : La Narina de Guerra est hecha para batirse y puede ser que

    maana mkmo. Nlo es una ent,idad pacifica de regatas, de puerto y de buen tiempo. 321 guerra y la batalla, deben ser nuestro. constante pensamknto 3 debemos haMar

    ~~re~~~ente~rnente de ello para estar seguros que no lo o!vidnmor. (12) EI Capitn de l;avo britrinico, S. \i. Roserr.r,. en su artcu:o citado en :a

    -nota 9, Histovy, Dzlst Hea@ or Comerstom. presenta este fenmeno de la excesiva confia,nza en si mismo en la guerra anglo-americana dc I.Pli, y ello produce a los ingleses a~l,lgnos fracasos.

  • SOBRE LA IMPORTAKCIA DEL ESTUDIO DE LA HISTORIA MILITAR 11

    %tambin, acciones adversas, si hay en ellas ejemplos que seguir y que merecen y deben ser citados, pero no ms de lo necesario, huyendo de ese espritu que pudiramos llamar de cante hondo, tan frecente, en el que quiz, con el deseo de paliarlas, ye enuncian y hasta se alaban ms las gloriosas derrotas y se olvidan las victorias.

    RECORDAR LAS ACCIOSES VICTORIOSAS

    Pero volviendo a las acciones victoriosas, nuestra Historia Mili- tar y 10 mismo la Naval: est plena de ellas ; sean batallas decisivas, combates o escaramuzas, es necesario hablar de ellas. Hay que re- cordar tambin en esta orientacin de que tratamos de las acciones adversas. pero... menos,, y mucho menos incomparablemente de lc que se hace, llevando a mucho; a conocer tan slo lo que pudiera llamarse ((gloriosas derrotas. Hay que imbuir la idea de que venci- mos, tanto en la mar como en tierra, a las que fueron y son an principales potencias, e inculcar el ansia y la determinacin de ser ,de .nuevo fuertes. Hoy pesa mucho el aspecto econmico, pero es necesa- rio que se desee y que se tenga esperanza (13), puede ser haber alianzas.. . El hombre joven ha de estar orgulloso de su Patria ; tam- bin el de edad madura, idesde luego ! : pero el que empieza ha d? estarlo con la esaltacin propia de la juventud ; es un algo en que nr se le debe frenar. El joven debe admirar a sus mayores que se hicie- ron acreedores a ello ; a veces es conveniente, para conseguirlo y para amarles, que conozcan tambin ,511 mala fortuna, sus reacciones&

    Todo sin idealizar exageradamente, de tal modo que se le presenten como seres perfectos, pues aun los mejores tuvieron sus defectos, y el mostrarles como dechados de perfeccin puede dar lugar, despus, al mejor conocer los hecho.~, al desencanto. al desengao. De las cua- lidades de los que nos precedieron. las hay que se prestan, unas ms y otras menos, a ser imitadas por las diferentes perronns, de acuer- do con el propio carcter y- condicin de stas, y segkl la naturaleza de su servicio. Como expresin de admiracin exaltada y del deseo de emulacin, recordemos la vibrante y a la vez sentimental tercera estrofa de La Marsellesa. la de los Cadetes en qxe con potica exa!- tacin, cantan. trazando YU lnea de conducta con el firme deseo de

  • 12 CARLOS .UARTiKEZ VALVERDE

    ser dignos de los que les precedieron, o morir en la demanda (14). Para presentar como modelo de algunas virtudes a nuestros ma-

    yores, hay que conocer sus hazaas y centrar aqullas en stas, las de guerra, y en la Marina, no slo stas sino las de mar ; los descubri- mientos, las exploraciones. las a \-eces meritsimas camp;Cas hidro- grficas... Todo mencionando, con preponderancia, las de la gxo-r;~ en el mar, principal finalidad de la Marina de Guerra. La lectura ,de una corta efemrides gloriosa, diaria, en las escuelas militares, cuar- teles y buques ; la celebracin de solemnes conmemoraciones, en el marco adecuado y con conferencias histrico-formativas ; la existen- cia en los referidos centros y unidades de placas o monumentos, con expresin de acciones gloriosas de nuestras armas u otras acciones, de mrito marinero, en la Narina. El Panten de Marinos Ilustres, se instal junto a la Escuela Saval, precisamente para recordar en todo momento a los futuros Oficiales las virtudes de los que fue- ron (15). En todas las fuerzas armadas, son de gran importancia y eficacia, para la moral, visitas, cuando Se presente la ocasin, a museos militares, navales, areos y, aun martimos. El recorrer. los lugares del Mundo que hablan de la grandeza de Espaa, hacin- dolo bien patente con conferencias, arengas 0 alocuciones, son ne- cesarios complementos de estos estudios histricos, pequeos en apa- riencia por su forma, pero grande; por su alcance moral, orientados no de un modo meramente contemplativo o de curiosidad, sino im- pulsor : para la mejor superacin en el Futuro.

    Si .de valores humanos , si de virtudes militares y ciudadanas se trata, la Historia Patria nos presenta multitud de valiossimos cjcm- plos que sirven en la formacin de los hombres del Presente. El in- culcar y formar de una ((moral militar -digo mejor formar que estudiar- han de basarse, adems de en la vida cotidiana con ejem- plos vividos y con conduccin en ellos, e.s decir, ensalzando todo lo

    bueno y vituperando todo lo malo, en los: ejemplos de la Historia indispensables para, en tiempo de paz, crear moral de combate. Ms se basa ell todo ello que en definicionci: dc virtudes militares que

  • SOBRE LA IXPORTANCIA DEL ESTUDIO DE LA HISTORIA MILITAR 13

    pueden saberse definir, de memoria o razonndolas, y, sin embargo, no poseerse. Lo que es necesario es que los hombres teltgnlz esas virtudes, aunque no sepan definirlas. En los tratados de Moral Militar, suelen venir ejemplos tomados de la Historia rubricando las defini- xiones. Ello es buena combinacin, mientras no se haga excesivo nfasis sobre las susodichas definiciones, como fundamento de la for- macin moral. En el Manual del Marinero de los Estados Unidos (16), la parte dedicada a la 3!!oral Militar se basa, especialmente, en una presentacin, orientada y comentada, de las glorias de aquella Marina. Si la eleccin, redaccin y exposicin son adecuadas, ello basta, en muchos casos, especialmente para espritus sencillos.

    Los tratados de Moral Militar deben abundar en ejemplos basados sobre acciones del propio Ejrcito a que vayan destinados ; asi se comprenden ms, SC adquiere una mejor identificacin con ellos ; estn ms en el ambiente, Esto no quiere ,decir, claro est, que hayan d,e excluirse totalmente los ejemplos altamente formativos de otros Ejrcitos nacionales, de los cuales hay que estar tambin orgullosos, considerndolos como cosa propia.

    Es importante tambin, para la formacin moral, lo que pudiramos llamar pequena historia : relato de casos de la vida cotidiana, quiz sin celebridad, pero que sirven para incrementar la experiencia del que se est formando para el mando, en sus diversos escalones ; su xonocimiento le har reaccionar en sus funciones de conductor de hombres, teniendo en cuenta cmo reaccionaron otros en casos an- logos. Todo, por supuesto, adecuadamente comentado.

    Por ltimo, las lecturas histricas tambin constituyen un magn- fico campo recreativo y apasionante: Hay pasajes y relatos verdi- cos que, expuestos de un modo ameno, son ms atrayentes que lo que pueda inventar la fantasa en una novela, y que bien orientados, sirven en alto grado para nuestro propsito formativo, conquistando a los lectores al tiempo que los deleitan.

    En este sentido de formacin de los que empiezan, creo firmemen- te sera muy provechoso que, para el ingreso en las Escuelas Milita- res, hubi,ese una asignatura de Historia Militar, debidamente dosifi- cada, orientada y expuesta, segn la Escuela de que se trate. En lo que a Marina se refiere, podemos afirmar que la Historia del Ba- chillerato, a ms de estar ya algo olvidada, no est ciertamente orientada con la debida intensidad, ni a lo naval ni a lo martimo.

  • 14 CARLOS MARTIKEZ VALVERDE

    Tampoco tiene una orientacin adecuada para formar militarmente n un joven. Un examen sobre esta materia histrica, dara motivo

    adems para compulsar el entusiasmo, militar o moral, del opositor. Sera a modo .de test del espritu militar o, al menos, de su entu-

    siasmo : un test no muy completo, es verdad (nada es perfecto),. pero test al fin. Desde luego ms adecuado al caso que lo que puedan mostrar las pruebas de cualquier otra disciplina abstracta de las que componen hoy en da la preparacin, por necesaria que sea, en otros aspectos del saber.

    Otra orientacin importantsima de la Historia es aquella en que la considera en un aspecto que pudiramos llamar tctico, Histo- ria dirigida a Jefes y Oficiales, pero en la que deben ser iniciados los rllumnos, Cadetes de cursos avanzados y Guardias Marinas, pues hay que empezar pronto la formacin de ese sentido tctico del Oficial para lograr resultados provechosos. No se consigue aqul con apretar un botn, ni tan siquiera se consigue tras un curso, que- siempre es demasiado breve y escaso, por largo que se programe. Hay que empezar desde edad relativamente temprana, repito ; ir po- niendo sedimento tras sedimento, creando mentalidad y sentido tc- ticos ; formando al artista de la maniobra tctica, capaz de tener inspiraciones. Para crear ese sentido tctico no basta nicamente con estudiar y conocer los reglamentos tcticos, que por s solos, tan slo son letra, clculo o expresin de unas reg-las (y stas, s son variables con el tiempo). El estudio de los reglamentos es important- simo ; es desde luego indispensable saberlos. i y bien ! , pero no es ello todo. Para poseer ese sentido tctico es necesario, adems, la expe- riencia: la propia, ques es siempre limitada, y la de los dems (17). Villamartn expresa, magistralmente, el incompleto efecto de los re- glamentos cuando afirma: es imposible una teora completa de ilrte Militar, y ser ms peligrosa y falsa aqulla que ms concreta y ab- soluta pretenda ser. No bastan reglas tcticas, es preciso conocer la guerra en su espritu, los ejrcitos en su esencia, y el siglo en sus creencias y en sus pasiones. Es fcil comprender que al decir teo-- ra, no se refiere tan slo a conocimientos tericos.

    La maniobra tctica no puede codificarse totalmente ; lo que se

    (17) BISXIRCK e expresa de un modo rotundo y spero : aLos necios dicen. que aprenden tan slo a fuerza de propia experiencia. Por mi parte prefiero apro-

    vechar ta,mbia la eseperiencia de 10s dems. Sok3 decirlo ~ISXIRCK. pero no eia

    idea original suya.

  • SOBRE LS IMPORT.~CIA DEL ESTEDIO DE LA HISTORIA MILITAR 15

    persigue es i \-encer ! . Baudry lo expresa muy claramente cuando dice. que pretender traducir en frmulas Ia victoria, sera negar la vic--- toria misma {IS). El combate, choque de voluntades, de inteligen-.- cias, de fuerzas materiales animadas por impulsos morales, sostenr. das por una logstica complicada, ,en teatros de operaciones de lo ms diverso ; los fenmenos meteorolgicos, el estado del tiempo atmos- frico, al que podemos hacer nuestro aliado o que puede ser nuestro. enemigo ; en la mar, adems, las condiciones hidrogrficas ; la cer- cana o 1,ejana de tierras, sean islas, islotes o continente ; la reaccin. de una costa, que puede ser amiga o enemiga ; la intervencin de fuerzas de otros Ejrcitos ; la cercana o lejana de las bases, las existencias remanentes de combustible y de municiones, con la nece- sidad de abastecer en la mar aun durante la batalla ; la intervencin de fuerzas navales de refuerzo, propias o del enemigo ; la existencia. o no existencia de campos de minas, la presencia de submarinos ; la naturaleza del terreno y de las vas de comunicacin, si de operacio- nes terrestres o aniibias se trata ; la resistencia fsica de los hombres ; la moral propia y la del adversario, actuando de forma ms audaz o menos audaz; la posibilidad de una maniobra inesperada por parte del enemigo... En todos los casos y situaciones, el que haya o no domi- nio propio del aire, y la necesidad de buscar el apoyo de las fuerzas propias o aliadas; y, siempre tambin, 1% coordinacin de empleo de: las armas.

    Todos estos factores y muchos ms, hacen que el combate sea cosa suIna:nCnte compleja, y no hay reglamento tctico que pueda. prever todas las situaciones que pueden originarse por las mltiples y diferentes combinaciones que pueden tenerse con tan numerosos factores : I-lay que reaccionar apoyndose en el reglamento -s- pero, adems, y i mucho!, en la experiencia propia o extraa, aun- que sea de LUX modo subconsciente ; hay que inspirarse en el Pasado y extrapolar para el Presente. La maniobra tctica vara con los tiempos ; de acuerdo con las armas, con los elementos de lucha, s, pero la de pocas pasadas ensea, como veremos ; y ms an, a igual- dad de otros factores, la del inmediato Pasado, pues una guerra em- pieza siempre de un modo semejante a como termin la anterior. Los

    -- (S) Sigue : Ya11 ilwumerables aso11 ,las causas decikas de la TictoCa, que

    re&tara vano intentar encontrar una frm,ula tan concisa y dogmtica en su

    forma, como geenra! en 53s~ aplicacin, al margen de la cua! no exktiera ni la victoria. ni !a salvacin. ,4. BAKDRY, Ln Batalla Naz'ai.

  • adelantos, elucubraciones o no, de tiempo de paz, han de tomarse con reserva: unas veces tienen xito y hacen evolucionar la tctica, pero otras veces tambin fracasan por s mismo; o por el antdoto que el mismo adelanto de la ciencia proporciona al adversario.

    EL PASADO COMO ISSI'IRACI6S PARA EL FUTURO

    De cualquier modo, la maniobra del Porvenir puede ser riistinta a la del Pasado en su detalle motcrial, pero no en su filosofa. Sern iguales los deseos de conseguir la ventaja de las armas, el que mu- chos batan a pocos, el conseguir la sorpresa... el aprovechamiento de todos 10s numerosos factores, antes enunciados, favorables, y qut el enemigo no pueda aprovechar los que a l pudieran favorecerle, etctera, etctera. Lo del Pasado nos sirve de inspiracin par el Futuro. No es precisamente que se catalogue ni se mantenga nitida- mente en la memoria y se disponga de ello como de las notas dc- un fichero, pero todo ello funciona en el subconsciente y

  • SORRE Ld IMPOKTAXCIA DEL ESTUDIO DE LA HISTORIA XILITAR 17

    Villamartn, que en la Histotia de las guerras se ven derrotas nacidas del respeto a una regla -reglamento-, y victorias alcanzadas por un movimiento contrario a los preceptos. sino hacer lo que no est en el reglamento, obede- &endo a su espritu ms que a su letra. Esto suponiendo que el regla- mento y la doctrina que lo origin no merezcan ser reformados por imperfectos o por anticuados, que tambin puede ocurrir. Analice- mos todos estos conceptos con un ejemplo, clebremente heterodoxo :

    ,(Zl) Utla maniobra heterodoxa puede 110 serlo tanto, ett ,real,idad, colmo R pri- unera avista pueda creerse. Ademk3 por IIO eer esI>erada por .e*l enemigo, sumir a ste en la confusin y proporcionar la victoria a quien la ejecuta : Urna victoria hija de 110 que algunos llamaran barbaridad y otros nsutilezas, pero al fin y al

    cabo una victoria. En esto .se ,basa :la aprosi~macin indireata)), 1~0 que LIDDU HART lhna, en no ser esperado ni fsica ni mentalmente. y ello puede tenerse en ruenta tanto en e! niTe tctico como el estratgico.

  • En 1805 no combatan los buque s como ahora, es verdad, pero. vamos sin embargo a sacar unas enseanzas, considerando lo que es inmutable con los tiempos : el golpe de vista del Almirante, lo que influyen las comunicaciones, el tener velocidad y amplitud de manio- bra, lo que influye el adiestramiento, el tener Comandantes subalter-

    nos compenetrados entre s, la mala coordinacin de los aliados ene- migos.. . etc. Xelson, en Trafalgar, parece que no acta de modo orto- doxo ; en vez de presentar una lnea de batalla artillera, lanza SIIS fuerzas, en ,dos columnas, contra la del enemigo. Villeneuve se aferra a lo dispuesto en todos los tratados de tctica de la poca; sin em- bargo, Xelson obtiene la v,ictoria. El estar a barlovento o a sota- vento conduce a tcticas distintas, pero los aliados van a utilizar mal la de sotavento -que es la francesa-: por su mala formacin (con claros en la lnea y con buques sotaventeados) y por su peor adiestramiento artillero. Nelson aprecia todo esto, Villeneuve no, y, a pesar de su ortodoxia, rechaza la propuesta de Gravilla de mantener una reserva. El Almirante britnico conoce tambin la mala inteli-

    gencia entre espaoles y franceses ; los primeros desconfan de los segundos desde el combate de Finisterre ; los franceses del adiestra-

    miento de los espafoles... Nelson sabe que va a estar en mala posi- cin a acercarse a la lnea enemiga, pero despus... Esto es otra cosa inmutable ; con los tiempos, la nwkw~n : el arriesgar algo para obte- ter mucho. Sobre este punto escribe de esta batalla nuestro gran Escao, que hubiese sido locura haber atacado una lnea de navos -bien adiestrados- como el Prncipe (Prncipe de Asturias, insig- nia de Gravina), que en el combate de Crdoba (el de San Vicente), dispar en cinco minutos 500 caonazos -fa importancia del VOZU- mes de fuego y la precisilz e12 el tiro , son factores favorables inmu- tables desde que hubo masa .de artillera-, maniobrando de un modo que conserv a medio cable a sus matalot,es, proporcionando un sos-

    tn mutuo -igualmente la perdurable importancia de la nzakobm a lo largo de .los tiempos-; si tal hubiera hecho, no slo habra sido Nelson vctima de su osada, sino que dejara en astillas sobre el mar su capitana y cuantos navos la hubieran seguido. Y, analizando en conjmto la maniobra de Xelson, dice: fue a cortar de hecho um lnea para envolver a cuantas divisiones pudiera -para conseguir

    la ventaja, tambin constante en tctica y en estrategia, de Zn co+ centrncin- y de este modo no atropellaba la tctica, sino que cono- ca la guerra y recproca influencia, as como la desigualdad de re-

  • SOBRE LA IMPORTANCIA DEL ESTUDIO DE LA HISTORIA MILITAR 19

    cursos. Selson -dice caballerosamente- ((no se port como temera- rio sino como hroe. 71 el golpe dc Gsta y el sentir psicolgico, y

    hasta la kspivacix, son tambin cualidades importantsimas e inmu- tables a travs de los tiempos. _\unque sea distinto el modo de combatir, podemos cokderar tambin la importancia inmutable de la cond?tccilz de los lzoijzbres : del touch)) de Nelson. &ualmente queda bien patente, segn Escao, la importancia del adiestramiento para el combate, sea cualquiera la forma, antigua o moderna, en que se desarrolle ; ya hemos visto c6mo Escalio lo aprecia al considerar que hay navos y ((navoa.. Pues, mucho ms modernamente lo dice Sir Percy Scott, introductor de los modernos mtodos artilleros en la Marina Britnica, ya en este siglo se expresa: la eficacia de un buque no se mide por el nmero de ca15one:: que monta, sino por el nmero de proyectiles que dispara... --proyectiles certeros, se en- tiende-, y completa su idea de modo rotundo : dp nadn sirve+z ~zi In est~ategitr 17i In tcictica si 120 se dn en el bln?zco. Esto es perfectamen- te aplicable a lo,< modernos misiles. Y ,sohre cun distinto es un buqu,e bien adiestrado de otro que no lo est, dice: los lobos de nacimiento cuentan el nmero de buques, los hombres juiciosos computan el adies- tramiento de las dotaciones: i XRZCTO y eficack !, podramos concre- tar, tambin son factores inmutables a travs de los tiempos... Vemos !o bien definido, organizado y desarrollado que en la actualidad tie- nen el adiestramiento las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. Sus centros a l dedicados han sido modelo para los de otros pases. Tambin el esfuerzo realizado por nuestras Fuerzas Armadas para conseguirlo : El a,diestranziento sigue siendo uno de los ms firmes puntales de la e,fictLcia. Y este concepto de lo que vale el adiestramien- to, junto con las virtudes morales, en lo que altera el nmero, lo podemos tomar tambin de Sapolen. Conocida es su famosa con- .versacin con Moreau, en casa de Gohier ; enuncia un concepto que al principio estraga: F,l nmero mayor bate siempre al ms peque- 50)) (21), pero ino habla al nmero aritmtico ! , pues el mejor adies- iranzimto as como la mejor wzoyrrl aumenta ese (cnmero a que se refiere... Todo esto es tan cierto ahora como antes.

    Maestros en ciencia y arte militar nos hablan del adiestramiento, considerando que ha de prepararse al hombre de forma lo ms seme- jante posible a la accin real, tanto en el aspecto fsico como en el del espritu ; as Clausewitz nos dice, a este respecto, que es de rn-

    (22) Cest toujours le grand nombre qui bat le petit nombre.>

  • 20 CARLOS >lARTXEZ VALVERDE

    xima importancia que el combatiente no encuentre en la guerra cosas que por ser la primera vez que le salen al paso, le suman en el terror o en la perplejidad)). Esto era as antes de Clausewitz y lo sigue siendo ahora y lo ser siempre. De ah que deba someterse, al hom- bre, a impresiones semejantes a las que ha de recibir en el comba- te; de ah la gran importancia de las pistas de combate, para t-1 adiestramiento de combate en tierra; de las tambin modernas es- tructuras con forma de buque, para el adiestramiento que pueden ser autnticas pistas de combate a bordo, dndoles posibilidad de reaccin contra los incendios, explosiones prximas, etc. Sin embargo, la frase de Clausewitz debe ser completada con un si a pesar de todo, se encuentran impresiones nuevas. j No importa ! i Adelante ! N : Es imposible prever todo y hay que reaccionar ante lo imprevisto : pero para hacerlo bien, sirve mucho la preparacin de casos pre- vistos.

    Del estudio de la Historia cabe igualmente aprender lo que no debe hacerse : se pueden estudiar errores de percepcin, tcticos o de otra clase; a lo que ll,eva la baja moral, la falta de cohesin, de unidad de mando, de doctrina..., etc. Considerar esos errores y fal- tas es importante para ir formando mentalidad y tratar de no caer en otros semejantes. Hay que prepararse en sentido positivo y en el negativo ; pero no se abuse de ,este ltimo que al ser preponderante lleva al desconcierto y a la desconfianza. Debe empezarse por orientar el estudio en buscar qu se debe hacer ms bien que lo que no se debe y entrar poco a poco en esto ltimo.

    D.e todo esto se ,desprende que siendo la tctica arte y ciencia de la conduccin del combate, aunque las armas hayan cambiado y sigan hacindolo, y lo mismo otros elementos de lucha y reglas de evolucin y de maniobra, siguen inmutables doctrinas y principios tcticos, desprendindose de ello la importancia del estudio de la His- toria aun en el campo tctico.

    EL ISTERS MILITAR DE LA HISTORIA

    Es importantsimo -y menos discutido- el estudio de la Historia en sus aspectos estratgico, logstico y poltico (dae poltica interna- cional o int,erna), aun para Oficial,es jvenes, aunque se haga ms a la ligera -quede el hacerlo a fondo para ms adelante-: hay que ir sembrando en sus mentes los primeros principios, aunque sea de

  • SOBRE LA IMPORTANCIA DEL ESTUDIO DE LA HISTORIA MILITAR 21 .

    un modo el.emental. Conforme se asciende en grado, responsabi!ida- des y mando, deben intensificarse los estudios histricos (SY), hacia los motivos y alcances polticos de las guerras, y sus resultados, hacia las causas y efectos y campasas en su aspecto estratgico y poltico, hacia las normas de la accin estratgica, y el apoyo e influencia de la logstica. Citemos algunos ejemplos: Estudios dirigidos hacia el concepto de la cobertura estratgica, hacia el aspecto poltico inter- nacional de la guerra submarina con respecto a los Estados neutrdies ; hacia los antecedentes ; eficacia de la navegacin en convoy ; hacia el despliegue de bases estratgicas : hacia el efecto de los frentes de diversin ; a la posihi!idad y desarrollo de los desembarcos en los lu- gares ptimo.< : n los sktemas de mando que han sido y SLIS ensean- zas ; a las consecuencias de errores de informacin... (%), etc., etc.

    Veamos algo sobre algunos de estos temas : Que la flota de com- bate efecte la cobertura de una flota de invasin no es cosa nueva

    Y .., ; permanece ! Todos los autore.; estudian esta figura estratgica basndose en la Historia: la vemos, por ejemplo, en los movimien- tos previstos por lilejandro Farnesio para efectuar eI proyectado des- embarco en Inglaterra, la necesidad de que la flota de combate pro- cedente de Espaa se las entienda con la flota britnica px-a que, mientras ello ocurra? pase desde los Pases Bajos el convoy de tropas. Tambin Farnesio opina que la flota de combate y convoy no han de navegar tan cerca que se embaracen los movimientos de aqu- lla con los de ste, y que la batalla que pueda refir la flota de cober- tura -que en este caso cubrira poco-, arrastre en los azares del combate al convoy que trate de proteger. Estos conceptos -con las variaciones de distancias impuestas por las velocidades de los moder- nos buques, de sus radios de accin, de sus armas y por el empleo

    (25) MO~;TECLCCLI dice sobre la formacin para el mando: La primera calidad de un Generd en Jefe es ten,er gran conocimiento de qte la guer.ra no es ana ciencia infusa. sino adquirida por la experiencia, ;por,que el buen Capitn no nace,

    Gin0 que se forma.

    (24) Si de info;r:lacin procedente de prisioilero ,se trata. ;>odemos ttler pre- sente lo que dice Napoien,: que ias lwe2-. q*Je detl deben XI apreciadas en SJU junto vAor; el soldado apellas ve ms que su Carrpafia.... Lo misma podemos co1:siderar pasa cosa2 ce 1 ! mar : marineros, barco,?, rumores.... etc. Y sigue : no Ue deben tomar en consideracin Ias declaracione,s que se arrancan a !os prisioneros, sino cuando stn concordantes con las relaciones de Za xzlguardian ; ctil los que pudi&amos tener -o:m informadores propio;. podemos aclarar : ; Esxpel-Lencia ! i His-

    toria !

  • 22 CARLOS MARTNEZ TALVERDE

    de la aviacin, es decir, con otra amplitud, mayor en el espacio y menor en el tiempo-, son aplicables hoy en da.

    Sigue habiendo variantes como antes segn estn situadas las flotas de combate y de transporte entre s y con respecto al enemigo ; si la extensin de mar a cruzar es grande o pequea, etc. (25>. Cor- bett, en sus Primipios dc Est~aategia Nnval~ estudia varios casos, todos ellos aleccionadores, basados en diferentes circunstancias en que las Islas Britnicas estuvieron amenazadas por la invasin. Casos tan diferentes como pueden ser cuando la Gran Armada de Felipe II, en 1,588, la tentativa francesa en 375.5; la de 1779, y la de 805. En lugar del conocido refrn de vivir para ver, podemos recomendar a los pesimistas en el estudio de la Historia : estudiar para saber... y para actuar ; estudiar y maniobrar, hay que aclarar : -hasta que lean hechos y razonamientos.. . , que piensen despus por SLI cuent;t y quedarn convencidos de la importancia del estudio de la Historia.

    Otro estudio muy aleccionador, ste ms moderno, es el de la co- bertura estratgica efectuada por la aviacin americana bomhardean- do los campos de Formosa y de Luzn antes del desembarco de Leyte. Es de gran importancia, igualmente, el de la cobertura, ylte pu- diramos considerar comprendida en el concepto de grande tactique ejercida por la flota de los Estados Unidos, para que tal desembdrco se verifique y no consigan causar los japoneses el Abouquir)) que pretenden en ,el golfo de Leyte. Pero si no hay variaciones en la filo- sofa, las hay en la forma: La aviacin naval embarcada permite, ahora, que para ejercer la cobertura no se necesite la posicin gco- grfica intermedia entre lo que se protege y el posible atacante : IA flota del Almirante Halcey ejerce la accin de cobertura con Leyte del lado del posible acercamiento del enemigo, y con las Tslas Fili- pinas tambin de por medio. Y de esa misma batalla sale una leccin, en lo que a logstica se refiere. En medio de la l>atalla sc apro-c-i- siona en la mar uno de los grupos operativos de Halsey : Constancia de la importancia de los aprovisionamientos : variacin en el modo de aprovisionarTe con respecto a otros tiempos, y enseanza qe asi ha delltlacerse en ~111 conflicto futuro.

    Sos muestra tambin la I-lktoria lo constante de la misin de las

  • SOBRE LA IMPORTAXCIA DEL I5STUDIO DE LA HISTORIA MILITAR 23

    fuerzas navales en lo que al trfico martimo se refiere, y en la guerra general, las posibilidades y necesidades martimas mayores o menores, segn que los pases sean martimos o continentales. Las posibili- dades de ataque a una costa, por una flota, en el momento y lugar convenientes. Nos ,ensefa a aplicar los principios de carga, transporte p apoyo en las operaciones anfibias... Y asi podramos seguir.

    Veamos una enseanza de esta aplicncin flexible de los principios, dada igualmente por la Historia: En la invasin de Noruega? los .alemanes con los mismos buques de guerra han de transportar tro- pas y han de apoyarlas, y los cruceros tienen previsto salir de nuevo a la mar y efectuar tambiCn la cobertura una vez realizado el desem- barco. iTodo con enorme rcri>ide: -otro factor inmutable-, b cele& &,d que tiene por consecuencia Ia. sorpresa (26) para llegar pronto a los puertos del nortee. El estudio de esa invasin de Noruega, pero vista ahora del lado aliado, muestra tambin el concepto de ftierza avn?z~&n de que tanto se habl despus en el Pacfico, si bien con distintas dosificaciones cle fuerzas, en Noruega con fuerza de ,des- embarco (tropas), ya que algunos d.estacamentos desembarcados de los buques britnicos ocupan cabezas de playa antes de que lo hagan las fuerzas alemanas, qe avanzan rpidamente desde el sur, y dntes de que puedan mandarse tropas aliadas desde Inglaterra.

    Nos ensca, del mismo modo, la Historia lo mucho que supone para hacer la guerra en una pennsula, el tener el dominio del mar. El Almirante Castex, al estudiar la Guerra de la Independencia espa- ola X308-1812 (para los ingleses Peiiinsula War), nos presenta el desgaste de fuerzas francesas para defender la costa; In flexiOiliduu en el ntnque que a los aliados dan las fuerzas navales ; la posibilidad de las fuerzas propias con fcil y rpido movimiento por lneas .exterio- res, etc. Todo ello -inmutable- es aplicado, ms tarde, a la guerra de Corea en 1950, a pe-ar del progreso del mat.erial blico. Tambin seran posiblemente repetidas en un conflicto futuro estas acciones ,contra la costa. contra un dispositivo que ti.ene la caracterstica de ser en cordnt a pesar de la moderna posibilidad de intervencin r- pida de las reservas.

    De la Historia nos aleccionan igualmente los fracasos, pues sirven --

    (26) Ya d,ijo Cenv.ss~ss : La d.iligencia es madre de la ventura... Pero en nin-

    gwna cosa se tmues~tra II& esta verdad, que en los de !a guerra, x donde la celeSdad y presteza previenen 10s design:os del ene:nigo y alcanza la Cctoria antes que el contrario se potqa en defensa.

  • 24 C.4RLOS MARTiNEZ VALVERDE

    para sobre ellos reaccionar y evitar que vuelvan a producrse. Las causas que motivaron el de los Dardanelos en la Guerra Mundial 1, y su estudio, y el tenerlos cn cuenta, hacen que se mejore la logstica de los desembarcos, se perfeccione el apoyo de fuego naval y ,el. areo, hacindose ms inmediata y eficaz (gracias al adelanto en las comunicaciones). La enseanza de los ,Dardanelos hace que se cons- truyan embarcaciones especialmente adecuadas para el desembarco ; que se reglamente la carg-a y se le d a las fases del desembarco carc- ter tctico o logstico, segn el momento y circunstancia. Sobre ei es- tudio de los Dardanelos -cuando muchos espritus ligeros pensaban que no habra ya ms operaciones anfibias- se fundamental? la doc- trina y los reglamentos anfibios de los Estados Unidos, que fueron de tanta aplicacin en la Guerra Mundial II y han sido adoptados, des- pus, por tantas naciones. Gracias a los trabajos basados en ei estudio, de lo que ocurri no slo en los Dardanelos,, sino hasta en otras ope- raciones anfibias ms antiguas, los desembarcos vuelven a t,ener, en el panorama blico, la importancia que ya tuvieron en el siglo XVIII. Y... desembarcos modernos pueden verse afectados por factor,es y pro- blemas polticos, de mando, climatolgicos, logsticos... semejantes a los que gobernaron aqullos. Ms adelante volveremos sobre esto.

    El estudio de la Historia nos ensea tambin la necesidad del mando nico, aumentada, si cabe, en las operaciones anfibias. En 1741 vemos, como causa principal del fracaso de los ingleses en Car- tagena de Indias, la falta de ese mando nico ; lo nefasto para los bri,tnicos de la mala inteligencia entre el i2lmirante y el General; el primero, partidario de la accin relmpago por acercarse la esta- cin hmeda, peligrosa en la mar e insalubre en tierra ; y el General inflexiblemente reglamentario (21), aferrado a un sistema ortodoxo, de meticuloso asedio, sin tener en cuenta circunstancias c1,iwwtolgicu.s y sanitaCas, debidas al implacable aDawce de la estacin y la urgencia de terminar. isiempre la necesidad de arriesgar algo paya obtener mzacrzo ! . . . Nos ensean tambin el estudio de estas operaciones la imprescindible del apago 2ogistico de la flota a las fuerzas desembar- cadas -otro factor inmutable- . . .y, podamos seguir presentando

    (2) E! Almiraxte Vel-,non era un carcter vehemente y luchadSor ; el General

    Cathcart, designado para aa operacin, especial,mente escogido por sus dtes, haba fallmecido en ila travesa, sucedindole en el mando de aas tropas el General Went- w(orth, sencillamente al que le segua en antigedad. que no tena las cualidades a

    propsito para obrar en coordinada compcnet:acin con L7ernon. Todo ecto podra

    repetirfie en ios tiempos modernoCs.

  • SOBRE LA ILV~o~~~\TcI.4 DEL ESTUDIO DE LA HISTORIA MILITAR 26

    enseanzas aplicables, aunque los buques de ahora sean muy distintos, la artillera moderna alcance ms, y haya aviacin y misiles.

    Bstenos afirmar y recordar, para cerrar este punto ,de un modo general, las enseanzas que si.empre nos 1d.a la Historia en los nefastos que son los conflictos de mando. Tdngase bien presente, p. e., el mal resultado del sistema ingls del mando llamado in commissiom), con Joints Generals, modalidad especialsima britnica de responsabili- dad conjunta, tercamente mantenida a lo largo de siglos. Tngase presente para no adoptar, en lo militar, tal sistema.

    Interesante tambin, y aplicable al transcurrir el tiempo, es la leccin que nos da la Historia -en este caso positiva- sobre la efi-- cacia que puede proporcionar un sistema de gran libertad de accin en los mandos? que fue tradicional en la Marina inglesa a travs de los tiempos. Por ejemplo, el Comodoro Popham cuando hace su defen- sa ante el consejo de guerra, despus de sus operaciones en el Ro de la Plata (X307), defiende este sistema tanto como a su propia conduc- ta (28), y si bien en aquella ocasin no obtuvo resultados positivos por el esfuerzo de los espaoles (de la Pennsula y del Plata), vemos que, en general, una de las causas de xito de la

  • 26 CARLOS MARTiNEZ VALVERDE

    En lo que se refiere a la gran logistica)), es decir, lo .que pudi- ramos considerar el nivel estratgico, se sabe -siempre por la His- toria- la importancia que han tenido siempre las bases navales con- venientemente situadas -la misma que tienen ahora-. Sin embargo, el aprovisionamiento en la mar hace que, al aumentarse por ese pro- cedimiento y maniobra la autonoma de os buques, puedan esas bases, estar ms alejadas, en lo que a su aspecto logstico se refiere. Su importancia sigue siendo enorme: pero con una traslacin de lo antiguo a lo moderno : la extrapolacin ha de hacerse con la introduc- cin ,de la aviacin, de los misiles y de los submarinos lanzadores de esos ingenios. La Historia tambin nos muestra la wlnerabilidad que tienen esas bases no ya solamente por el ataque de las potencias ene- migas, especialmente -como siempre- por ataques de revs lanzados desde tierra, sino por efecto de los movimientos nacionalistas de los pases en que estn encla\Fadas, cuando no lo estn en la propia metr- poli. Hace llegar a la cuestin por otros cauces : tratados con esos pases, arrendamientos, etc.

    La Historia tambin no.5 dice que si fue decisivo el tener el domi- nio del mar para la conduccin y xito de las operaciones y para el resultado final de las guerras cuando se trata de pases martimos, no por ello la derrota en los mares de una potencia continental llev consigo su inmediata rendicin. Despus de a batalla de Abouquir sigui am en Egipto el Ejrcito francs tres anos ms. Despus de la batalla de Trafalgar, decisiva en tal alto grado como puede serlo LIII~ batalla naval, fue preciso que pasasen an diez aos para que X,lpo- len fuese completamente derrotado en Waterloo. La Guerra 7\1un- dial 1 continu dos aos despus de la batalla de Jutlandia, y lci Guerra Mundial II., sigui con -4lemania ya vencida en el mar : para terminar la guerra, fue necesario ocupar su antemural de Francia y despus invadirla para forzarla a que pidiese la paz.. . Ya lo deca Corbett (30) : estamos inclinados a olvidar cun impotente es por s slo el Poder saval para decidir una guerra contra un Estado con- tinental. Lo mismo podemos decir modernamente y con amplios ejemplos de ccconventrizaciones del Poder -4reo. i Siempre el hom- bre! La Infantera, convenientemente armada y con el apoyo #de otras armas -como ames- sigue siendo la reina de la- batallas.

    Pues la Historia tambin nos ensea en que a partir dc un punto en la dosificacin, ias armas de apoyo son escejiva; para una Infan- ---

  • SOBRE LA IYPORTAKCI.4 DEL ESTUDIO DE LA HISTORIA MILITAR 27

    tera, debiendo ser aqulla adecuada. Un cierto nmero de hombres con sus armas ligeras pueden hasta cierto punto ser sustituidos por armas pesadas; la accin de los infantes queda complementada por el apoyo ,de ellas, pero nada ms que i hasta cierto lmite! y al fusi- lero granadero que asalta y ocupa no puede oponrsele en determina- dos terrenos, momentos y circunstancias, ms que otro LI otros de su misma especie. Esto ya se vio en Corea, donde la dosificacin del apoyo empez a verse que era inadecuada.

    EI, MOVIMIIXI-0 PENDUI~AI: DE IAS COSAS

    Tambin nos ensea la Historia moderna el verdadero alcance en la mar. de la guerra submarina v los vaivenes de T-entaja y desven- taja que toman alternativamente lo submarino y lo antisubmarino. Forma parte de lo que pudiramos llamar (movimiento pendular de las cosas)) (existe en poltica, en literatura, en pintura. .., en todo) : vaive- nes que podemos sintetizar en la conocida expresin: lucha del can contra la coraza. Tambin nos enaefia la Historia la eficacia de la guerra de minas en determinados parajes estrechos, por ejemplo en los Dardanelos durante la Guerra Mundial 1 y lo poco eficaz que fueron los grandes barrajes del Mar del Norte en ella y en la 2.. El mando britnico se lamentb, ms tarde, ,de no haber aprovechado en esta ltima la experiencia de la primera, en lo que a ese enorme despil- farro de material y de actividad se refiere.

    La Historia nos muestra la imperiosa necesidad de la incorpora- cin de la aviacin en las operaciones navales, introducida en la gue- rra naval aun de LIII modo balbuceante en la primera conflagracin mundial y, de un modo rotundo, en gran amplitud y como arma prin- cipal en la batalla naval, en la Guerra Mundial II. Sirva de enseanza el fracaso de las teoras de Duhet. Se vio el error de la idea de con- siderar a la Pennsula italiana como un inmenso portaaviones i Era un portaaviones que no estaba nunca en la zona de combate! i Un por- taaviones quieto y lejano, no incorporado a la maniobra tctica de la flota! i Un portaaviones cuyos aviones no llegaban a tiempo, y cuando llegaban lo hacan con poca carga militar! Matapn es elo- cuente leccin, en el Mediterrneo. Los italianos no tienen aviacitin naval y los ingleses s. Tarento tambin es otra leccin de la Historia en el mismo mar : los ingleses con la aviacin consiguen una impor- tallte ventaja inicial.. . La guerra en el Vediterrneo. que precia-

  • mente se esperaba fuese un magnfico ejemplo de la no necesidad de ella, resulta, por el contrario, una leccin clara de SLI rotunda nece- sidad.

    En otros teatros de operaciones... sigue 1s leccin : Recurdese el hundimiento de los buques britnicos ((Prncipe #de Gales y Re- pulse ante Kuantang, atacados por la aviacin japonesa, desarro- llando siet,e ataques magistralmente combinados contra los buques ingleses, sin proteccin area stos al estar pospuesta a otras nece- sidades tcticas en tierra, del momento.

    Si de extensiones de mar mayores de trata, si tomamos Ias del ocano Pacfico, vemos en la Historia de la Guerra en esas inmen-- sidades, abundancia de sucesivas circunstancias con la necesidad de empleo eficaz de la aviacin, tanto desde portaaviones como desde tierra, la de gran radio, por uno y otro contendiente.,.

    Tambin nos dice la Historia que muchas cosas : elementos, armas, o tcticas, vuelven a ser de actualidad despus de haber sido abando- nadas durante algn tiempo. Podemos considerar el empleo ,de los gases de combate en la Guerra Mundial 1 y su no empleo en la II. ;Se emplearn cn otro conflicto futuro? 2 Se dejar de emplear el arma atmica? 2 Quedar reducido su empleo en los lmites tcticos ? Por lo pronto se mantienen alerta los servicios de Guerra Qumica, Atmica y Bacteriolgica.

    Nos dice la Historia la eficacia de la navegacin en convoy para que los buques mercantes puedan ser convenientemente protegidos ahora no slo por buques de guerra, sino por aviones. El cunvoy ya es una necesidad del siglo XVII, cuando los espaiioles .deban de es- coltar las flotas de galeones de Tierra Firme y de Nueva Espaa, siempre amenazadas por el ataque de los enemigos. Pareci despus que los convoyes haban terminado con el advenimiento de la nsvega-

    cin a vapor, pero... el empleo de los submarinos, un adelanto en el. arte de la guerra, en la de 1914-1918, hizo que el convoy escoltado pasase a ser nuevamente de actualidad. En la Guerra Mundial 1.1, es clave del xito aliado en la gran batalla del Atlntico. No slo SOII los convoyes escoltados por buques y aviones, sino protegidos desde la costa, especialmente por elementos areos dentro del radio de accin lde 6stos. El convoy es tambin un buen sistema de defensa con posibilidad de reaccin contra el atacante. Este es uno de tantos ejemplos de ese movimiento de pndulo que, segn antes vimos, en sentido figurado, afecta a tantas cuestiones blicas. El Mando naval

  • SOBRE LA II\IPORTASCI:\ DEL ESTUDIO DE LA HISTORIA MILITAR 29

    britnico ha manifestado que de haber tenido en cuenta las enseanzas de la Historia, la Guerra Mundial ;II le hubiera cogido ms preparado para esos servicios de proteccin de trfico martimo. Para otra ter- cera guerra que pudiera haber, debe tenerse, pues, muy en cuenta, y preparar las escoltas adecuadas, con los medios del da.

    As realmente se hace en la actualidad: Se piensa en el peligro submarino y se incrementan lo s antdotos contra l, entre los cuales ocupa sitio importante el helicptero. No deben descuidar tampoco otros aspectos de la guerra naval: Existe, por ejemplo, e peligro

    I aereo... pero, no slo existe el peligro sino el apoyo. Adems con- tina la previsin de acciones contra la costa, y siempre podr tambin haber combates entre buques de superficie, en una y otra moaalidad al can 0 con misiles.

    Podemos pr,esentar como arma de guerra desechada y despus revalorizada, el cohete : su empleo en la Guerra Mundial II, el aumen- to de su precisin incomparable con aqulla tan escasa de los cohetes a la Congrve empleados en el pasado siglo.

    Y ms vaivenes : se habl mucho despus de estos dos guerras mundiales de que ya no habra guerras limitadas, y despus de ase- gurarlo durante tanto tiempo, surgieron los conflictos limitados de Corea, clel Congo y del Vietnam... \o podemos, pues, asegurar de un

    modo rotundo la desaparicin de las cosas, ni tampoco el manteni- miento continuo de tcnicas y armas, pese a existencias de factores inmutables.

    Insistiendo sobre el movimiento pendular)) de las cosas, la His- toria nos ,ensea que no debe desecharse nada hasta estar bien segu- ros de que ya no sirve, sino ms bien mantenerlo en reserva; en una reserva eficaz. Veamos : se dejaron de armar con torpedos no anti- submarinos los buques de superficie, y despus, al recapacitarse sobre que los torpedos son los que hieren de muerte a los buques al hacerlo en su obra viva, se volvi a considerar de actualidad el destructor tor- pedero. El torpedo es magnfica arma no slo del submarino, sino del buque lig-ero de superficie; por ejemplo, la lancha rpida, es arma por antonomasia, del dbil contra el fuerte: honda de un marinero David contra un Goliat del mar. La historia nos dice, por ejemplo, lo eficaces que fueron los torpedos japoneses lanzados contra los buques americanos de superficie -provistos stos de radar- en los combates de la isla de Savo. iY lanzados por cruceros ! Todo esto cuando en muchas Marinas se desmontaban los grupos de tubos lanzatorpedos en

  • 30 CARLOS BfARTiXEZ VALI'ERDE

    esa clase de buques. Xo quiere decir que el arma haya de quedarae estancada ; puede mejorarse. Actualmnte se introduce en la triyectoria del torpedo una fase de propulsin en el aire, por cohete, de modo se- mejante al Subroc (sin necesidad naturalmente de SLI primera salida del mar si se lanza por tubo supermarino), para disminuir as 311 dura- ci&n de trayectoria y por tanto las perturbaciones. 2 Ser realmente

    eficaz? Hay casos que un arma se tiene como tal y despus se desecha. Taml$n ensefia la Historia que para ver si los adelantoc: de esta clase, obtenidos en la paz, dan resultado en la guerra, se prec;w wan con-

    firmados en la realidad de una contienda. Otro punto de meditacin semejante: Tras muchos titubeos se van

    armando buques con misiles en vez de con caones, hacindose ya en aigunos una sustituci6n total. Parece ser que las dificultades en SLI funcionamiento, debidas a la. humedad del aire, al fro, a la baja pre- sin, a las vibraciones y a las aceleraciones, han sido superadas. De todos modos siguen Gendo causa de averas... El medio martimo y lo mismo el de campaa y el del aire no son ciertamente abrigados laboratorios. El almacenaje es prolongado, tambin en tierra hay perturbaciones originadas por el transporte, el lanzamiento no se har en condiciones ptilnas como cuando sc efectuaron las p::ebas, y el personal no ser tan cuidadoso ni tan preparado como los que las hi- cieron. Sobre todo esto podramos seguir razonando.. . Pero ade- ms... 2 y las contramedidas ? 2 se perfeccionarn tanto que lleguen a perturbar los sist,emas de gua? Trtese, pues, de tener misiles, pero no se desprecien los caones. Por lo pronto ya se ve que no se ob- tendr con los primeros el volumen de fuego que proporcionan los segundos : ,el volumen necesario, y adecuado por su modo de ser, para. ser repartido en determinadas misiones, como son las de apoyo de fuego naval en las operaciones anfibias. La cabeza atmica prodrr- cir enormes efectos, s, pero no podremos repartir siempre ese efecto destructor en la manera que conviene para batir el despliegue de las faerzas del enemigo y preservar el terreno adecuadamente, parz la progre.Gn de las propias.

    Kodo ello y muchas cosas ms nos dice la experiencia : la Historia, maestra para futuras acciones, extrapolando el pasa,do.

    Hemos visto en las lneas que preceden algunas de las valiosas en- seanzas que nos proporciona el estudio de la Historia Militar de los

  • SOBRE L.t IVPORTASCI,~ DEL ESTUDIO DE LA HISTORIA MILITAR 31

    pueblos en general, y algo de cmo puede ser la orientacin de estos estudios segn el grado de formacin en que se halle el hombre en su trayectoria hacia el mando superior, hacia el mando en jefe.

    Importante es la Historiografa en ese reparto de formas de la Historia que narran distintos hechos, de manera peculiar y con dis- tinta orientacin, intensificando y analizando diferentes materias y fa- cetas en un mismo hecho histrico, siempre dentro de la verdad. La Historia, adems de arte es tambin ciencia, pues modernamente se aplican en su estudio procedimientos de investigacin y de interpre- tacin, aportados por la lgica y metodologa de las ciencias. La His- toria se introduce en los Ambitos de la Saturaleza y del espritu y nos interesa consderar los hechos haciendo referencia, tanto a su modo de ser. como a su evolucin, a la Historia pura, como a su esencia: Filosofa de la Historia.

    Para terminar estas lneas quiero transcribir un prrafo de Liddle Hart, de su libro ya citado: (( Ln estrategia de ap~oxhmcin iFjdirecfa, con conceptos en sus lneas, no solamente aplicables a la estrategia, sino a la tctica y a la vida militar en general. Es prrafo elocuente y responde a una clara idea: (ten toda carrera activa -dice- y muy especialmente en la militar, el alcance y posibilidades de la experien- cia directa son extraordinariamente limitadas. En contraste con la profesibn militar, la del mdico puede proporcionar una prctica continua y, no obstante,. los grandes progresos de la vledicina se han debido tambin, con ms frecuencia, al inwstigador que al prt- tico general)). Ello es obvio : el mdico se enfrenta a diario con la realidad de su profesin, con la lucha. contra la enfermedad y contra la muerte. El militar --igracias a Dios, pues otra cosa ira contra el bienestar de los hombres !- no est a diario en guerra, su expe- riencia 1 CCWZ stn SU TNentalidcld p~ofesionnl, aparte de en las campa- as en que sirva, y en la eficaz simulacin que son los ejercicios de combat,e y maniobras de tiempo de paz, aparte de en el estudio y apicacin de los reglamentos tcticos, ha de basarse grandemente en la experiencia ajena, considerando hechos v analizndoles con sus causas y ~11s ef.ectos ; es decir, ha:arse en mi adecuado estudio de la Hi,storia, Mnestrn de Vida.

  • LA CABALLERIA EN LA HISTORIA MILITAR

    1

    (3500-1000 a. J. C.)

    por RAUL LION VALDERRABANO Capitn de Caballera

    En un principio, el propsito que me llev a escribir estas pginas era reunir en ellas una sntesis de cuanto hoy se conoce sobre el origen de la Caballera. Pero a la vista de los datos arqueolgicos e histricos que fui reuniendo, surgi un objetivo secundario de algn inters : poner de relieve que si en Europa -especialmente en Francia y la Pennsula Ibrica- abund el caballo en tiempos paleolticos, luego desapareci y, hasta bien entrada la Edad del Bronce, no re- gres, ya domesticado, en fechas que para EspaRa -extremo occiden- tal ,del mundo entonces conocido- no pueden fijarse ms lejanas que los siglos XIII o XII antes de nuestra Era. No hay razn, pues, para asignar a los tipos morfolgicos del caballo representados en el arte paleoltico, una paternidad directa de las razas caballares actuales. Es- tas, sin excepcin, provienen de los caballos que en el ao 1700 a. C. salieron de las estepas ,del Asia Central con los pueblos mongoles e indoeuropeos, y que corresponden respectivamente a las subespecies conocidas por Equus Pme-wlski y Equus Gnzeliai.

    Las referencias histricas, comunes a cuantos tratados sobre el caballo he podido leer, me han sabido a poco, ya qu.e rara vez, siem- pre con poco ,detalle y ninguna precisin, se aventuran ms all del primer milenio anterior a nuestra Era, con lo que, a mi juicio, se

    escamotea en gran parte la trascendencia de la aparicin del caballo en la Historia Universal, que si est kna de pginas en las que la Caball,era tuvo papel principal y glorioso, quiz las ms desconocidas

  • 34 RAL LIN VALDERR.&BAXO

    y alejadas debieron ser sus jornadas ms interesantes, al afectarla importantes coeficientes que luego le habran de faltar, como la sor- pr~esa y la inexistencia de armas que, con eficacia, se le enfrentasen.

    Los espaoles podemos hacernos idea fcilmente de la importan- cia que la aplicacin del arte ecuestre a la guerra tuvo en sus co- mienzos, ya qu,e apenas hace unos cientos de aos, comprobamos la sorpr.esa y el temor producidos en el nimo ,de los mejicanos por un puado de espaoles a caballo, lo que nos facilit el derrotar ejrcitos abrumadoramente superior,es en nmero ; aunque en esta ocasin in-- tervinicron otros factores a nuestro favor. De los relatos de Sols y d,e las cartas que el propio Corts escribiera a los Reyes de Espaa, podemos ,deducir que si unas docenas de jinetes fueron capaces de tan- to, miles de aos antes, la aparicin de ejrcitos en los que el caballo se contaba por ,decenas de millar, tuvo que ser decisiva por s sola. Prueba ,de que as ocurriG, es el hecho de que con el .advenimiento, del caballo, se hundieron durante siglos, o para siempre, culturas mi- lenarias que an hoy nos asombran, al tiempo que salan de ia nada tribus hasta entonces salvajes, que se convertiran en grandes im- perios, precisamente a causa de sus caballos.

    Hasta hace algunos aos, concretamente hasta 1940, estaba ms o menos justificado que no se concretasen datos sobr,e el caballo anteriormente a 1500 a. C.. Las primeras pginas ,de su historia que- daban siempre como envueltas en nebulosas insalvables, debido a que se podan precisar poco las fechas y persistan errores de bulto que desfiguraban considerablemente la realidad. Hoy, que los nuevos m- todos de la investigacin, y sobre todo, la generalizacin de los an- lisis ,de la radiactividad del carbono 14 de cuantas materias se extraen de las excavaciones, han permitido concretar fechas con errores no superiores a cien aos, y menores de cincuenta para las comprendidas entre el afro 2000 a. C. y el comienzo de nuestra Era, podemos muy bien aspirar a conocer mucho de cuanto pueda interesarnos respecto a los orgenes de la Caballera, ya que en los tres pilares de la civi- lizacin en la antigedad: Sumer, Egipto y Creta, la aparicin del caballo ocurri muy posteriormente a la de la escritura y por los re- cientes trabajos de traduccin de sus escritos, conocemos en detalle la conmocin que sacudi el Viejo Mundo al aparecer el caballo y sus consecuencias en todos los pueblos entonces conocidos.

    Hoy que, como sabemos, el ciclo histrico .del caballo de armas ha terminado sustituyndosele en el campo de batalla por el carro &-

  • L., C.4EhLLER.A ES LA HISTORIA XILIT.4H 35

    combate, resulta curioso poder sellalar que tambin al principio fue el carro el primer elemento con que cont la Caballera, ya que diecisiete siglos antes de que se conociese el caballo y durante todos ellos, los carros de la Caballera sumeria mantuvieron la constante supremaca de su imperio sobre el mundo antiguo.

    Sirvan estas pginas de modesto homenaje al que desde entonces y por espacio de ms de treinta y seis siglos ha sido compaero fiel y entraiiable: el caballo.

    1. EQUUS

    Mucho antes que el hombre apareci en la tierra el caballo, mam- fero ungulado y perisodctilo, especie del gnero Eqws, al qile tam- bin pertenecen los asnos, hemonos, cebras, cuaguas y todos los hbridos de e,stas especies. En ell Pliceno, en el ltimo perodo de la Era Terciaria, aparece ya con su forma actual, tras una serie de transformaciones que, a travs de cincuenta y cinco millones de afios, habran de convertir al Eolzippus del Eoceno Inf,erior (*), en el actual Equus cnbczllus, pasando por el Mesahippus del Oligoceno, el Mery- clzippus del Mioceno y el Pliolzippus del comienzo del PliocenoY trans- formaciones que tuvieron lugar en .el continente americano, puesto que tan slo el Mevyclzippm emigr hacia Europa (*) sin que, en este continente, iograra aclimatarse, pues desapareci sin proseguir Su proceso evolutivo.

    No hace mucho que la paleontloga norteamericana, Tillv Edin- ger, realiz un interesante estudio sobre la evolucin del cerebro de ios quidos hasta nuestros das, b O-racias a la considerable cantidad de fsiles terciarios

  • 36 RAL LIS( VALDGRRBASO

    vas habitadas por el hombre paleoltico, a quien el caballo suminis- tr.aba carne para SLI alimento, excelente piel como abrigo y crines y huesos como materias primas para la fabricacin de SLIS enseres.

    Tnnumerables representaciones pictricas del caballo, nos dejo ei hombre de las cavernas. Recordando como ejemplo las figuras de caballos existentes en las cuevas de la Pasiega y Altamira en Santan- d,er, La Pileta en Mlaga y Pea de Candamo en Asturias. En Fran- cia hay ~111 magnfico grabado rupestre, de dos metros de longitud, en la conocida caverna de l,abastide y las figuras animales encontradas en el departamento de Charent,e, entre las que destaca la de una yegua en el ,momento de ser cubierta por un semental y el friso llamado de lou caballos, en Dordoa. Y destaca, por ltimo, una pequea estatuilla de caballo que fue hallada en la cueva de Vogelherd, en LVrtemberg.

    Quiz sean stas las ms notables representaciones del caballo. entre las numerosas que nos legaron nuestros antepasados. Por ellas, tanto como por los restos fsiles exhumados en cada regin cono- cemos los tipos de caballo que les fueron familiares y que, segn parece, estuvieron agrupados alrededor de dos fundamentales : Uno de poca alzada, gran cabeza, extremidades cortas y fuertes, abundan- tes crines y pelo largo, y otro de mayor alzada, cuello largo, cabeza pequea y extremidadses finas.

    Como es natural, no coinciden en esta clasificacion todos los auto- res. Siendo el caballo el animal ms representado en el arte parietal paleoltico, nada tiene de extrao ,el que se hayan venido haciendo estudios que sugieren la existencia de diversa- razas cabal!ares. Pa- rece, sin embargo, que deben tomarse tales clasificaciones con la; debidas reservas y sin perder de vista los convencionalismos estilsticos empleados en las diferentes cuevas. De poco puede servir hablar de alzadas y proporciones cuando los artistas paleolticos dejaron tan abundantes muestras de no haberlas tenido en cuenta, eso sin entrar en el posible efecto >de unos procesos de diferenciacin en ias sub- especies, que an no estaban por completo caracterizadas. Parece prudente desconfiar ~111 tanto de tales precisiones.

    Entre las ms autorizadas opiniones, Boudelle sostena la existen- cia ,de tres tipos de caballo en el arte rupestre: Uno, el caballo Przetvalski, otro de tipo nrdico, y un tercero que equiparaba al caballo celta. Sabido es que gel caballo Przewalski, es el padre del que algunos llamaron mongol, otros africano y otro5 lbico, de perfil sub- convexo, representado hoy por el caballo salvaje de Mongolia, a dife-

  • L.4 CABALLERI.\ ES LA HISTORIA MILITAR 37

    rencia del Eqws Gnzelini, llamado tambin caballo asitico, de perfil fronto-nasal rectilneo, padre del rabe, cuyo representante es el Tar- pn, caballo salvaje que pervivi ,en las llanuras ucranianas y las sel- vas polacas y del que derivan tanto el caballo cltico como el nrdico, ramas diferentes del Equus Gwzeliai, que Zeuner (*) reconoce en el friso de caballos bicromados de la cueva de Lascaux.

    De caractersticas similares al caballo cltico, son los restos de caballos encontrados en la regin francesa de Solutr. Constituyen un verdadero depsito al pie de un acantilado, lo que hizo pensar que los caballos azuzados hasta su borde, se despeaban y eran fcil- mente sacrificados. Se lleg a afirmar que los cazadores perigorden- se.5 de Solutr eran especialistas en la caza del caballo.

    Es indudable la presencia de cabezas de caballo de perfil rectilneo en las repre,sentaciones parietales de las cuevas francesas de Lascaux, Pair non Pair, Niaux, Les Trois Frres, Labastide, Conmarque, Le Gabilleu y Limeuil, as como en la cueva espaola d,e Pea Hornos, mientras que aparecen perfiles subconvexos en las cavernas santande- rinas de Altamira, La Pasiega y Las Monedas y en las francesas .de Font de Gaume, Gargas, La Baume, Montespn y Pech-Merle. Por ello debemos admitir que en pocas pleistocnicas existan en el sur de Francia y en la Pennsula Ibrica, algunas de las formas caracte- rsticas del Equus Pcewalski y del Equus Gmelini, ambos en sus tipos ms primitivos y con capas lig-eramente lanudas en tiempo invernal.

    Los radicales cambios climatolgicos de Europa, convirtieron en bosques las estepas d,el Occidente europeo, por lo cual el caballo, el bisonte, el mamut, el toro al,mizclero y otros muchos de los animales que entonces la poblaban, se retiraron del continente.

    -1 partir de este momento, se encontrara el caballo en la zona comprendida entre el Mar Caspio y Mongolia. En aquellas extensas estepas habit durante varios milenios a lo largo de los cuaks, fue- ron tomando forma definida dos ramas de la especie, cuyos ms fieles representantes, por menos evolucionados ms parecidos a sus ante- pasados, son en la actualidad el tarpn, del Turquestn, y el caballo salvaje de -Mongolia.

    Xo debe extraarnos tal desaparicin, toda vez que posib:ament,e ni siquiera fue la primera ocurrida a lo largo de los diversos (cmornen- tos geolgicow en los que los cambios del medio ambiental fueron siempre acompaados de cambios en la fauna.

  • 38 RAL LI-\1 BALDERRBASO

    Echegaray (*) realiza una interesante estadstica comparativa de la

    fauna representada en las cavernas de Monte Castillo, encontrando que las monedas y las chimeneas pertenecen a pocas distintas. Mien- tras en las monedas no aparecen bbvidos ni ciervos, abundan los renos, bisontes y osos, alcanzando el caballo un 41 por 100 de los animales representados ; en las chimeneas, por el contrario, no hay osos, bi- sontes ni renos, sino ciervos y bvidos que nos hacen suponer un aumento de bosque en el que el caballo baja del 41 al nueve por 100.

    A 3a vista de estos datos no parece aventurado creer en una poste- rior disminucin de las condiciones favorables al caballo, que tendra como consecuencia su desaparicin en el Occidente europeo.

    Recordemos la aparicin de una cultura, la de la cueva descubierta por cl Marqus de la Vega del Sella, en la que en la que encontramos a los descendientes de los cazadores de bisontes alimentndose de lapas que arrancaban de las rocas con una especie de pico di piedra tallada. Se hace difcil imag-inar abundantes caballos en su entorno.

    Esta opinin que defendemos parece estar de acuerdo con lo que, respecto a Francia, dijera Gordon Childe: Al terminar la ltima Edad del Hielo, cuando los bosques invadieron las ant&uas estepas y la tundra desalojando a las manadas de mamuts, bisontes, caballos y renos de Francia, decay la cultura basada en la caza de estos animales.

    Pero, sobre todo, sin esta desaparicin del caballo de las zonas en que le hemos visto abundar de la Europa Occidental, carecen de sentido los acontecimientos que tendrn lugar durante los ltimos tres milenios de la Era anterior. Por todo lo expuesto, creemos que durante el perodo 10000-6000 se extinguieron o emigraron a Asia Central las piaras que sirvieron de alimento y modelo a los artistas paleolticos.

    Si es admisible, a pesar de todo, la posibilidad de que en algn punto de Europa, de condiciones climticas idneas al efecto, queda- sen arrinconados algunos ejemplares de caballo, no lo es, en absoluto, el que semejante excepcin fuese conocida por los primitivos europeos y mucho menos an. el que se decidiesen a explotarlo con anterio- ridad a la general invasin que> como veremos, tuvo lugar algo despus del ao 2000 a. C.

    Queda. no obstante, por saber si el hombre prehistrico americano domestic al caballo. Efectivamente, en Amrica hubo animales do-

    (*) La adaptacit~~ de os sai!fucrios paicoitico.s. Sin:posio de Arte Rupestre. T?ar-

    celona 19% (.ed. de X. Pereil. Barcelona 1%23).

  • LA CABALLERA Eh LA HISTORIA MILITAR 39

    msticos segn est plenamente demo.strado. Los primitivos patago- nes, por ejemplo, hace siete y ocho mil aios, mantenan en establos const.ruidos dentro de sus propias cuevas, bradipos gigantes -tambin llamados as o perezosos- mamferos desdentados de los que se ali- mentaba.

    Tambin domesticaron las llamas en Per, usndolas como animal de carga y para arrastrar sus trineos, y ,donde no las haba, como en Centroamrica, utilizaron al peludo mastodonte, muy parecido al ma- mut, incluso para montarlo.

    El onagro, tantas veces citado en la Biblia y por los autores grie- gos, procede de Asia y vive en manadas que se extienden por Arabia, Afganistn, Gucerat, Persia y el sur del Tbet. Es extremadamente sobrio y fcil de domar, por lo que se le tuvo gran estima hasta hace poco, en Persia.

    El hemono, aunque es definido por algn diccionario como tipo -de asno salvaje, tiene con l comn claras diferencias. Es de mayor alzada, .capa alazana y produce hbridos fecundos con el cabalio. Vive en las estepas de la Siberia Meridional, Turkestn y Mongolia, y no soporta los atalajes ni el ser montado. Casi idntico al hemono es el kiang, que habita en Cachemira y el Tbet.

    El asno es el ms diierenciado de los tres respecto al tronco co- mn, del que se separ en la Era Terciaria. Lo ms probable es que .proceda de Asia, aunque durante mucho tiempo se le consider oriun- do de Africa por haberse encontrado all la mayora de sus fsiles, con la importante excepcin del hallado en la isla Pianosa, en el Adri- tico, el resto ms antiguo y septentrional que se conoce.

    Sin embargo, afirma Wendt que los primitivos americanos no hi- ,cieron jams por domesticar a los caballos que, por otra parte, pudie- ron muy bien no llegar siquiera a conocer, dado que desaparecieron de -4mrica bien pronto.

    II. 3000-2000 a. c.

    Durante un perodo inmensamente largo que termina hacia el ao 6000 a. C., los habitantes ,del valle comn a los ros Tigris y Eufrates, vivieron en una especie de estancami,ento, agrupados en familias aisladas y fabricando groscro.s utensilios de madera y hueso mientras vivan de la caza. Hasta cerca del aio 4500 no aparecen las primeras ciudades y los primeros progresos: cultivos, animales do-

  • 40 RAL LI& V.UDERR.iBAKO

    msticos, arados, ruedas3 botes de vela, ladrillos. precisos calendarios, solares, as como trabajos en cobre y cermica. Era el momento en que el hombre nmada se converta en sedentario y creador de riqueza.

    Sobre esta cultura, que fue comrn a todo el Asia anterior, viene a instalarse, hacia el ao 3500 a. C., un pueblo extranjero al que los indgenas pusieron el nombre de cabezas negras. Traan su propio bagaje cultural y una completa legislacin, poniendo las bases de la primera gran civilizacin, durante un largo perodo de instala-

    cin y perfeccionamiento, que podemos considerar de unos ocho, sigos. Desde un principio sustituyeron la escritura pictogrflca pri- mitiva por la cuneiforme y su reciente descriptacin ha permitido co- nocer las vicisitudes del pueblo sumerio.

    Polticamente, constituyeron un conjunto de ciudades-estado :

    Kisch, Ur, Lagasch, Uruk, Surupak, Nipur, Larsa y otras cuyas su-~ cesivas hegemonas sobre el conjunto, marcaron las etapas del que lleg a ser el gran imperio de la antigedad.

    Dejando de lado las Listas Reales que los propios sumerios redac- taron, correspondientes a los reyes anteriores al diluvio, las post,erio- res encajan perfmectamente con la fecha en que hicieran su entrada en Mesopotamia, coincidiendo con los mil aos que, aproximadamente, vino a tardar en consolidarse su imperio.

    Es decir, que de 3500 a 2500 a. C. se suceden:

    De estas dinastas, los nombres de cuyos reyes omito por abreviar, algunas fueron simultneas. En el ano 2500 a. C. se refunde todo eI imperio, facilitndonos la sincronizacin de fechas y dando comienzo a su Edad de Oro.

    El siguiente siglo y medio (ZOO-2350), ser regido por cuatro reyes de Lagasch : Ur-nansh, Eannad, Entenema y Urukagina, a

  • LA CABALLERA EX L.4 HISTORIA MILIT?LR 41:

    los que sucedi uno de Umma que estableci la capital en Uruk: Lu- galzagisi.

    En 2350 a. C. sube al trono Sargn 1, clebre por sus conquistas que, en general, tuvieron objetivos econmicos bien concretos sefia- lados en sus crnicas: la Montaa de Plata (Tauro), Bosqu.es de, cedro (Lbano), La Tierra del Estafio (?), y sus expediciones a Capa- docia en busca de lapislzuli. Reuni bajo su mando toda la Meso- potamia, Elm, parte de Siria y Asia menor. Fue el fundador de la dinasta de Akad, de estirpe semtica, que gobernara en Sumer du- rante otros dos siglos. Y pertenece a esta poca la ms antigua cita que se conoce, quiz relativa a la Pennsula Ibrica:

    Anakuki, Kaptaraki, las tierras ms all del mar superior (Me- diterrneo) y las tierras ms all d,el mar inferior (Mar Rojo)... y los. pases desde el nacimiento del Sol hasta su ocaso...))

    Kaptara es Creta, Kaftor en el Antiguo Testamento ; A. Schulten afirma que Anaku, que significa en sumerio tierra del estao, se refiere al sur de la Pennsula, donde se poda adquirir el estao pro- cedente de las Islas Casitrides (*).

    Alrededor del ao 2000 a. C., tribus semticas, procedentes .de Ara- bia, hacen su entrada en Sumer paulatina y pacficamente; asimilada por cllos la civilizacin sumeria, ir en aumento su influenc:a en los destinos del imperio hasta alcanzar una verdadera preponderancia so- bre los dems pueblos que culminar, ms adelante con el adveni- miento .del amorreo Hanmurab.

    -4 este resumidsimo esbozo de la Historia de dos milenios, escrito

    (3 SHARRU-RINU = SICAR-GUS-1= SARGX, fue un .estraorclinario organizador

    poltico y un habilisimo conductor militar, lo que se puede apreciar por la mag-

    nitud de .sus planes y la iaqonencia de sus campailas... las do.s primeras, hacia e4 ~sur de -Ne,sopotamia y hacia el GoBf,o Prsico, se realizaron con predo~nki~o de la estrategia :pol:tica, ,pesro ,las que pondra en seguida en ejecwin tendrn un pre- Isupuesto J~gico econmioo)).

    La base del ejrcito regular de Sar,gn estaba coInstituida por 5.400 ho~mbres perfectamente entrenados, disci@inad,os y ,uniformados ; la totahdad de su ejrcito

    llegaba en guexa cerca de 10s FN.000 hombres, pero durante l*os perodos de paz la mayor parte era empleada en ,obrss de inter.s pb!ico.

    Utilizando el depsito del templo, bien ,pr,ovist,o de ganado, productos de la pesca y de XIas cosechas, armas, herra~n&ntas, etc., etc., poda p!anlficar, preparar y ahm.entar las operaciones del ejrcito sin que tuviera que recurrir a abastecerse por la fuerza a oosta de las ,poblaciones civiles, en ~sus desp1azamientos. (General A. MARISI, De Kadeslz. al Ebro, Buenos .4ires, l!X%).

  • 42 RATt LlM VALDERRBAXO

    a modo de orientacin y haciendo uso de la llamada cronologa corta, quiero aadir el nacimiento del primer ejrcito que se conoce.

    Los sumerios encontraron en la desembocadura de los ros Tigris y Eufrates una civilizacin, de la que ya hablamos, y que unida a la propia multiplic por dos las futuras necesidades. La tierra era ex- traordinariamente frtil y susceptible de convertirse en inagotable fuente de riqueza mediante el trabajo y el riego. En cambio, careca de materias primas, por lo que hubieron de buscar un intercambio de sus excedentes agrcolas por cobre, plata, plomo, lapislzuli y rna- deras (*).

    Rodeados como estaban de estepas habitadas por hambrientos n- madas, hubieron de defender por la fuerza tanto sus pastos, cultivos y canales de riego, como sus caravanas, de las incursiones de sus vecinos del desierto y de los salvajes montaeses, naciendo de esta forma en Sumer un cuerpo de soldados que no tardara en adquirir verdadera importancia.

    Todas las ciudades sumerias tuvieron sus tropas y la noticia ms antigua de un hecho de armas es la referente a la destruccin de la ciudad de Kisch y el fin de su hegemona sobre el territorio sumerio al ser derrotados SLIS moradores por los de Uruk: ... Klsch fue muerta con las armas y su reinado transferido a E-an-nak.. ., que es la sede de Innana-Mar, diosa titular de Uruk.

    Hacia el ao 2450 a. C., segn las ltimas computaciones, reinaba en Sumer Eannad, y entre los variados documentos que existen de su reinado hay, en el museo del Louvre, una estela de piedra encon- trada en Lagasch, a la que se conoce por Estela de los Buitres. Est dividida en ,dos campos, de los que el superior representa con todo detalle la infantera sumeria. Fue al ver aquella mquina de guerra, compacta formacin de hombres armados de lanzas y prote- gidos con escudos, avanzando impertrritos sobre los cadveres ene- migos, cuando supo el mundo que las falanges, que tanta fama dieran a Alejandro, eran usadas por los sumerios un par de milenios antes. Dada la continua influencia que Sumer ejerci sobre Asia Xenor, nada tiene de extrao que los griegos recogiesen esta herecria en sus colonias asiticas.

    Con ser, por esto, muy interesante la Estela de los Buitres,

    ,(g El cobre proceda de Omn, ai S. del Goifo Pi~sico : plata y plomo de

    Ias moataas dei Tauro, eil Asia Menor; ei !apislzul,i venia de .4fganistn, y las maderas de Zagros y de ia costa de! Vediterrheo.

  • LA CABALLERA EN LA HISTORIA MILITAR 43

    para nosotros an lo es mucho ms, dado que en el campo inferior, al frente de otras tropas sumerias de infantera, est representado el propio Eannad combatiendo a bordo de un carro de guerra del que no se pueden apreciar muchos detalles, fuera de las barandillas supe- riores y parte de la defensa anterior, porque el ngulo inferior derecho de la estela se encuentra deteriorado. Lo que no ofrece lugar a dudas es que el rey sumerio, con una lanza o venablo en su mano izquierda, ataca al enemigo sobre un carro de traccin animal, cuyas riendas lleva en su mano derecha.

    Nos quedara por conocer la clase de animal que arrastraba el carro si no ocurriese que, para cuando se hall la estela, era ya cono- cid.0 el ((Estandarte de Ur)) y en l se encontraba la solucin del pro- blema.

    Fue Sir Leonard Vooley quien, hacia 1927, empez a investigar la vida, costumbres e historia de los sumerios, y sus trabajos se veran coronados por un rotundo xito. Estaba, por entonces, efectuando excavaciones en Ur y trabajaba en una serie de tumbas reales correspondientes a una fecha que se fij como cercana al ao 3500 a. C.

    Los hallazgos que reuni, procedentes de dichas tumbas, eran materia bastante para llenar varios libros, ya que permitiran pre- cisar con detalle los ritos, vestidos, armas, joyas, instrumentos musi- cales y la vida diaria de un pueblo del que en 1900 no se conoca siquiera su existencia. El mismo Wooley se dio cuenta de la enorme importancia de sus descubrimientos y a su entusiasmo contribuyeron no poco las tablas matemticas, con frmulas para la extraccin de races cuadradas y cbicas que all encontr, as como el comprobar que los sumerios saban colar el bronce por el procedimiento de la cera perdida y que utilizaban nmeros de tal longitud que en el si- glo XVIII de nuestra Era se desconocan, como de 1939352000000000.

    Pero fue a la entrada de una de las tumbas donde tropez con algo que guarda ,estrecha relacin con la estela de Eannad. Haba all un carro construido en madera y decorado profusamente con mo- saicos rojos, blancos y azules, adornado en sus costados por cabezas de leones y toros de oro, lapislzuli y concha. Leones y toros decora- ban la delantera del carro a cuyo frente yacan los esqueletos de dos onagros junto a los de unos hombres, posibles palafreneros. Las rien- das pasaban por una anilla de plata que lleva encima la figura de un onagro en oro. No tard en surgir la polmica sobre ello, ya que

  • hubo opiniones de que se trataba de caballos e incluso de muios. Hoy nadie duda de que son esqueletos de onagros, de mayor alzada cwe los asnos, pero con orejas y muslos ms largos que el caballo.

    ~-Nuevos hallazgos de Wooley explicaran pronto cmo eran usados estos carros en la guerra. En un rincn de la mayor de la> tumbas rales, encontraron un da el que sera famoso Estandarte de Ur)). Se trata de dos rectngulos de 67 cms. x 27,s cms., y de dos trin- gulos que formaban !os laterales. Iba todo ello acoplado como un pendn en el extremo de LIII largo palo y estaba junto al hombre que bien pudo ser el porta-estandarte del rey. El mo.caico, cuyas figuras d,e ncar resaltan sobre un fondo de lapislzuli, representa en sus dos rectngulos, escenas de paz en uno \; de g-uerra en otro.

    En el lado correspondiente a la guerra, que es el qlle ahora nos interesa, se ve al rey y sus cortesanos. el carro real y una serie de prisioneros desnudos que >on conducido? ante el rey. Esto, en el tercio superior ; en el segundo puede yerse una formacin dt. infan- tera al-anzando frente al enemigo, que se retira derrotado, dejando

    cadveres abandonados en el suelo. Se aprecian con cierto detalle los cascos, armas y vestimentas de los guerreros sumerios.

    Y por ltimo, en el tercio inferior, verno; los carro5 dc guerra del ejrcito de Sumer, cada uno arrastrado po dos onagros y llevando dos guerreros, conductor y combatiente, que arroja al enemigo vena- blos de los que lleva en un carcaj sujeto a la parte delantera del carro o emplea como arma ofensiva ~111 hacha de mango largo.

    Es una obra de arte muy apreciada, pero adems, su valor como documento histrico est fuera de duda. Con un reali5mn asombroso para estar hecho Siglos antes del ai50 3000 a. C., el artfice comp~iso la esc,ena de una carga de carros contra el enemigo, en la que los onagros de lo s carros rezagados, avanzan ms sosegadamente que los que les preceden y as corren quiz ms excitados cada vez por el ardor del combate o por los cuerpo s enemigos que van arrollando, hasta llegar al carro delantero cuyo; onagros al galope, ponen a sus tripulantes en visible peligro de caer. Es la ms fiel representacin que SC nos poda dar del primitivo ejrcito, con el que los sumerios llevaron su civi!lizacin desde el Golfo Prsico al Mediterrneo.

    Conocemos las armas de este ejrcito por los ejemplares encontra- dos: Lanzas de cobre y tambin montadas en oro ; venablos cuya punto aguda era de pedernal tallado ; hachas dc uno y dos filos, de mbar y de cobre : cascos de oro y de cobre, con carrilleras y

  • Li CABALLER.\ E LA HISTORIA MILITAR 45

    casquete almohadillado que se col.ocaba entre la cabeza y el casco, y el arma llamada harp, intermedio entre la hoz y el yatagn, que al principio fue de slex sobre madera y luego totalmente de cobre u oro, con el filo en su parte convexa. (Todas estas armas en manos de un ejrcito cuya infantera evolucionaba por falanges y que dis- pona adems de su Caballera, un arma nueva de la que tena la ex- clusiva, era en todo muy superior a lo que en aquella poca se le poda enfrentar y as ocurri que, durante unos diecisiete srqlos, ei imperio sumrico ejerci un aplastante e indiscutido predominio en Asia Menor, Siria y Mesopotamia.

    Claro est que los carros sumerios distaban an mucho de los mo- delos ligeros y rpidos que usaron, posteriormente, hit3as y egip- cios. Eran pesados, de tosco aspecto a pesar de sus adornos, con refuerzos ,de madera e