sabbatella, ignacio. crisis ecológica y subsunción real de la naturaleza al capital

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Crisis Ecológica y Subsunción Real de La Naturaleza Al Capital

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  • Crisis ecolgica y subsuncin real de la naturaleza al capitalEcological crisis and nature subsumed to capital

    Ignacio SabbatellaLicenciado en Ciencia Poltica por la Universidad de Buenos Aires.Becario del Conicet Instituto Gino Germani.

    Correo electrnico: [email protected]

    Fecha de recepcin: agosto 2009Fecha de aceptacin y versin final: noviembre 2009

    ResumenEl presente artculo pretende indagar la crisis ecolgica como una crisis estructural del modo deproduccin y reproduccin capitalista, al mismo tiempo que propone lneas de reflexin paraentender el modo en el cual se conjuga con las crisis econmicas. A tal fin, se esgrimen las cate-goras que brinda el marxismo en su vertiente ecolgica, no solo para entender el surgimientode la crisis de sobreproduccin, sino tambin de la crisis de subproduccin. Asimismo, se plan-tea la incorporacin del concepto de subsuncin real de la naturaleza al capital con el objetivode caracterizar el proceso creciente de apropiacin capitalista del entorno natural y la creacinde una segunda naturaleza. Por ltimo, se sugiere como corolario de la crisis ecolgica el aumen-to de la desigualdad ambiental y, por ende, el incremento de la conflictividad ambiental.

    Palabras clave: crisis econmica, crisis ecolgica, subproduccin, subsuncin real de la natura-leza al capital, desigualdad ambiental, conflicto ambiental.

    AbstractThis article attempts to examine the ecological crisis as a structural crisis of the mode of capi-talist production and reproduction, while proposing lines of reflection to understand the modein which this is related to economic crisis. To that end, the categories offered by Marxism, inits ecological current, are presented not only to understand the rise of the crisis based on over-production but also of the crisis due to underproduction. Thus, the incorporation of the con-cept of nature subsumed to capital is proposed, in order to characterize the growing process ofcapitalist appropriation of natural surroundings and the creation of a second nature. Finally, asa corollary to the ecological crisis, there arises an increase in environmental inequality and,therefore, an increase in environmental conflict.

    Key words: economic crisis, ecological crisis, underproduction, nature subsumed to capital,environmental inequality, environmental conflict.

    conos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 36, Quito, enero 2010, pp. 69-80 Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Acadmica de Ecuador.

    ISSN: 1390-1249

  • Introduccin

    Recesin, desocupacin, baja de sala-rios. Degradacin ambiental y agota-miento de bienes naturales1. Crisiseconmica y crisis ecolgica. Como nunca an-tes en la historia de la humanidad se han con-jugado estos dos tipos de crisis. La crisis eco-nmica capitalista no es una novedad en smisma, en su continuado ciclo de expansin-contraccin, aunque s en su magnitud. Loque resulta verdaderamente novedoso desdehace unas dcadas es la experimentacin deuna crisis ecolgica que lleg para quedarse yque, ao tras ao, se profundiza. Sin embargo,sus causas no suelen ser atribuidas al funciona-miento del sistema capitalista.

    Durante la primera mitad de 2008, la crisisecolgica se tradujo en la subida exponencialde los precios del petrleo y de los alimentos.La cotizacin internacional del barril del pe-trleo traspas los 100 dlares y alcanz unmximo histrico de 147 dlares en el mes dejulio, en tanto que la denominada crisis ali-mentaria agrav la situacin mundial del ham-bre. La Organizacin de las Naciones Unidaspara la Agricultura y la Alimentacin (FAO)seala que:

    en el primer semestre de 2008 los preciosinternacionales en dlares de los cerealeshaban alcanzado sus niveles ms altos encasi 30 aos [...]. Los precios de los alimen-tos eran un 40% superiores a los valores de2007 y un 76% respecto a los de 2006 [...]la escalada de los precios de los alimentosempuj a unos 115 millones de personas al

    hambre crnica durante 2007 y 2008, locual significa que hoy en da viven en elmundo mil millones de personas hambrien-tas (FAO 2009: 6).

    Con todo, lejos de cuestionar la lgica mer-cantil subyacente, las recomendaciones quebrind la Conferencia de Alto Nivel sobre laSeguridad Alimentaria Mundial organizadapor la FAO en Roma apuntaron al incremen-to de la productividad y de la produccin. Demodo que se inst a la comunidad internacio-nal a que intensifique la inversin en cienciay tecnologa para la alimentacin y la agricul-tura y a continuar sus esfuerzos por liberali-zar el comercio agrcola internacional, redu-ciendo las barreras comerciales y las polticasque distorsionan los mercados (FAO 2008:3). Mayor aplicacin cientfica y tecnolgicasobre la naturaleza y ms mercado: las recetaspropuestas no diferencian de las causas de laenfermedad.

    Al mismo tiempo, los efectos del cambioclimtico se hacen sentir con el aumento delcalentamiento global, acompaado de fuertessequas e inundaciones. Segn la organizacinGlobal Humanitarian Forum para el ao 2030se espera que la vida de 660 millones de perso-nas est gravemente afectada, ya sea por desas-tres naturales causados por el cambio climti-co o por la degradacin progresiva del medioambiente (Global Humanitarian Forum 2009:12). A pesar de la creciente preocupacin delas potencias mundiales por el cambio climti-co, no han hecho ms que crear los derechosde emisin de CO2 a partir del Protocolo deKyoto, generando una suerte de privatizacinde la atmsfera. En la actualidad, el comerciode los crditos de carbono ascendi a 126 000millones de dlares en 2008, y se espera quellegue a los 3,1 billones en 2020 (Friends ofthe Earth 2009: 4).

    Como si fuera poco, la crisis ecolgica seevidencia tambin en el acelerado consumo delos bienes que provee la naturaleza. El informePlaneta Vivo de 2008 de la World Wide Fund

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    1 La introduccin del concepto bien natural no escasual ni neutral. Podramos caracterizarlo como partede una disputa discursiva al interior del mundo acad-mico, pero que fundamentalmente han establecidoalgunos movimientos sociales contra el concepto hege-mnico recurso natural, impuesto desde una racio-nalidad instrumental y economicista propia del rgi-men capitalista de produccin. Entre los bienes natu-rales agua, tierra, minerales, bosques nativos, biodiver-sidad y fuentes de energa (fsiles, elica, hidroelctri-ca, solar, etc.).

  • For Nature (WWF) indica que en los ltimos35 aos se ha perdido casi un tercio de la vidasilvestre de nuestro planeta. An ms impac-tante resulta el ndice de huella ecolgica, ela-borado por la WWF, que mide la demanda dela poblacin mundial sobre los recursos biol-gicos del planeta2. La demanda de la humani-dad en 1961 era la mitad de la biocapacidadmundial, mientras que en 2005 la demandaexceda en casi un 30% esa capacidad. Es decirque la huella ecolgica aument ms del dobleen las ltimas cuatro dcadas y los pronsticosson menos alentadores, ya que a mediados dela dcada de 2030 la demanda equivaldr a lacapacidad biolgica de dos planetas Tierra(WWF 2008: 2). La WWF atribuye los datosal crecimiento de la poblacin mundial y al delos niveles de consumo, pero solo explica unaparte del problema y adopta una posicin cer-cana al neomalthusianismo.

    La problemtica ecolgica envuelve aspec-tos econmicos, sociales, culturales y polticos,de manera que requiere una visin totalizado-ra. Hoy, ms que nunca, quedan expuestos losfundamentos del funcionamiento del modode produccin y reproduccin capitalista co-mo factores desencadenantes tanto de la crisiseconmica como de la crisis ecolgica.

    Para cuestionar estos fundamentos se hacenecesario recuperar la crtica de las formas feti-chizadas de la economa poltica que brindara

    la teora marxista, pero ahora enriquecida conlos aportes del marxismo ecolgico. No bastacon el anlisis de la relacin capital-trabajo,sino que se vuelve imprescindible incorporaruna nueva mirada de la relacin entre el hom-bre y la naturaleza y, especficamente, el modoen que el rgimen capitalista de produccin seapropia de su entorno natural.

    Esta apropiacin ser entendida en trmi-nos de la subsuncin real de la naturaleza alcapital. Asimismo, evaluaremos de qu mane-ra reaparece histricamente para el marxismoecolgico la crisis de subproduccin unida a lacrisis de sobreproduccin, caracterstica delcapitalismo. Por ltimo, dejaremos algunas re-flexiones con relacin a las desigualdades yconflictos ambientales como consecuenciasineludibles de este sistema y sus crisis.

    Los aportes de la crtica marxista ecolgica a la relacin capital-naturaleza

    Tanto la economa clsica como la neoclsicahan interpretado la relacin hombre-naturale-za desde los fundamentos del individualismometodolgico; es decir, los individuos sonconsiderados como tomos presociales, los ho-mo economicus, actuando en un mundo sin es-pacio y, por ende, antinatural. Se trata de unaracionalidad que separa en un primer momen-to recursos naturales de otros componentes novaliosos de la naturaleza, incapaces de servircomo fuentes de valorizacin capitalista; y enun siguiente paso, esa racionalidad separa unrecurso natural del otro (Altvater 2009: 3). Lanaturaleza adquiere un estatus econmico,aunque permanece como factor externo. La se-paracin entre aquellos elementos tiles y notiles para el capital depara la destruccin dela integridad de la naturaleza.

    Desde la perspectiva clsica de la econo-ma, la mano invisible del mercado es la quemejor asigna los recursos provistos por la natu-raleza. En funcin de salvaguardar al mercadode sus fallas, los neoclsicos introdujeron el

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    2 La huella ecolgica mide el rea de tierra y agua bio-lgicamente productivas, requerida para producir losrecursos que consume un individuo, una poblacin ouna actividad, y para absorber los desechos que estosgrupos o actividades generan, dadas las condicionestecnolgicas y de manejo de recursos prevalecientes.Esta rea se expresa en hectreas globales (hag): hect-reas con la productividad biolgica promedio a nivelmundial. Los clculos de la huella utilizan factores derendimiento para dar cuenta de las diferencias nacio-nales en la productividad biolgica (por ejemplo, lastoneladas de trigo por hectrea en el Reino Unidocomparadas con el rendimiento en Argentina), y facto-res de equivalencia para dar cuenta de las diferenciasen los promedios mundiales de productividad entre losdiferentes tipos de paisaje (por ejemplo, el promediomundial de los bosques comparado con el promediomundial de las tierras agrcolas) (WWF 2008: 42).

  • anlisis de las externalidades de produccin yconsumo. Las externalidades son susceptiblesde ser incorporadas a los precios de las mer-cancas y, de esa manera, corregir la falla. Unainterpretacin exagerada de este enfoque secondensa en el Informe Stern encargado porparte del gobierno del Reino Unido de GranBretaa e Irlanda del Norte, cuando indicaque el cambio climtico debera considerarsecomo la mayor falla del mercado jams vistaen el mundo (Stern 2006: 25).

    Segn Altvater (2009), los lmites al creci-miento, el agotamiento de recursos y las gue-rras libradas alrededor de ellos dejan al descu-bierto, ms que nunca, las dificultades parasostener un enfoque metodolgico basado enreglas racionales de decisin tomadas por unconjunto de individuos. Por ello se vuelve im-prescindible adoptar una visin holstica, tota-lizadora, fundamentada en las relaciones de loshombres entre s, y de ellos con la naturaleza.All radica la fortaleza de la crtica marxista, yaque pone al individuo situado en un marco so-ciohistrico, aunque debe nutrirse con unaperspectiva que incorpore las fronteras natura-les. Se torna imprescindible recuperar la crti-ca del fetichismo de las mercancas, no solo enla relacin capital-trabajo, sino tambin en larelacin capital-naturaleza.

    El mundo natural no formaba parte de laspreocupaciones inmediatas de Marx, pero nodejaba de sealar que la naturaleza es, junto altrabajo, punto de partida de la produccin devalores de uso. En este trabajo de conforma-cin, el hombre se apoya constantemente enlas fuerzas naturales. El trabajo no es, pues, lafuente nica y exclusiva de los valores de uso queproduce, de la riqueza material. El trabajo es,como ha dicho William Petty, el padre de la ri-queza, y la tierra, la madre (Marx 2000: 10).

    Apartndonos de su forma histrica, en to-da sociedad el trabajo es el momento de inter-cambio con la naturaleza; es la actividad con lacual el hombre se apropia de su entorno y lotransforma para encaminarse a la satisfaccinde sus necesidades (alimento, vivienda, vesti-

    menta, etc.). En el proceso de trabajo intervie-ne no solo el trabajo del hombre, sino tambinel objeto sobre el cual se realiza y los medios detrabajo. El objeto de trabajo primario lo brin-da la naturaleza, condicin ineludible paracualquier sociedad. Con los medios de trabajosucede algo similar:

    Entre los objetos que sirven de medios parael proceso de trabajo, cuntanse, en un sen-tido amplio, adems de aquellos que sirvende mediadores entre los efectos del trabajo yel objeto de ste y que, por tanto, actan deun modo o de otro para encauzar la activi-dad del trabajador, todas aquellas condicio-nes materiales que han de concurrir para queel proceso de trabajo se efecte. Trtase decondiciones que no se identifican directa-mente con dicho proceso, pero sin las cua-les ste no podra ejecutarse, o slo podraejecutarse de un modo imperfecto (Marx2000: 133).

    Dichas condiciones materiales, o condicionesde la naturaleza exterior al hombre, se presen-tan de dos formas, si a los medios de trabajoadicionamos los medios de vida. De esas con-diciones depender la productividad del traba-jo y la produccin de plusvala.

    Si prescindimos de la forma ms o menosprogresiva que presenta la produccin so-cial, veremos que la productividad del tra-bajo depende de toda una serie de condicio-nes naturales. Condiciones que se refieren ala naturaleza misma del hombre y a la natu-raleza circundante. Las condiciones de lanaturaleza exterior se agrupan econmica-mente en dos grandes categoras: riquezanatural de medios de vida, o sea, fecundi-dad del suelo, riqueza pesquera, etc., y ri-queza natural de medios de trabajo, saltosde agua, ros navegables, madera, metales,carbn, etc. En los comienzos de la civiliza-cin, es fundamental y decisiva la primeraclase de riqueza natural; al llegar a un cier-to grado de progreso, la primaca corres-ponde a la segunda (Marx 2000: 429).

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  • Ms de ciento cuarenta aos despus de la pu-blicacin de este libro, el capitalismo ya estexplorando cun imperiosas resultan esas con-diciones naturales de produccin: tierra culti-vable, energa, minerales, agua, biodiversidad.

    Durante el proceso de trabajo, el hombre sevale de materias primas brindadas por la natu-raleza, al tiempo que genera outputs indesea-dos que vuelven como deshechos al medio na-tural. Hay una produccin de entropa, comoafirmara Ilya Prigogine. Es decir que el traba-jo, como relacin de intercambio entre la so-ciedad y la naturaleza, involucra inevitable-mente una transformacin de materia y ener-ga que no son aprovechadas en su totalidad, yparte de ellas se pierde.

    Bajo la forma social capitalista, la relacinsociedad-naturaleza se quiebra. Readquiere re-levancia el carcter dual del trabajo que se ma-nifiesta en su carcter concreto de produccinde valores de uso y en su carcter abstracto deproduccin de plusvalor. El primero es parteintegral del metabolismo hombre-naturaleza y,en cambio, el segundo es una relacin socialinmaterial entre capital y trabajo. En conse-cuencia, en el rgimen capitalista la produc-cin de entropa crece, dado que el proceso deproduccin de valores de uso es al mismotiempo valorizacin del valor por parte delcapital. El proceso de produccin y reproduc-cin capitalista se organiza a partir de:

    [] una cadena de procesos de trabajosucesivos y/o simultneos, en donde loscomponentes de la naturaleza intervienencomo tales solo en algunos eslabones de lacadena, generalmente en el inicio. Pudien-do participar como objetos o medios de tra-bajo, continan el ciclo bajo la forma deproductos elaborados (cosas a las cuales seles ha aplicado trabajo) que siempre provie-nen de algn elemento natural. Estos pro-ductos, bajo distintos grados de transforma-cin, circulan en la dinmica social, regre-sando en la mayora de los casos al medionatural como desperdicios (Galafassi 1998).

    En la continuidad del ciclo, el origen naturalde las mercancas y su destino, una vez desgas-tadas, suelen ser desconocidos para millonesde consumidores. La propiedad privada esta-blece la cosificacin del objeto natural y laalienacin respecto a la naturaleza que, a suvez, se transforman en fundamentos del agota-miento de los bienes naturales y de la contami-nacin ambiental. La naturaleza es fetichizadapor obra y gracia del capital.

    De modo que, en el rgimen capitalista, laforma predominante en la cual el hombre sevincula a la naturaleza es la apropiacin priva-da y la mercantilizacin. La produccin estdirigida a la obtencin de plusvala relativa atravs del aumento de la productividad; y elmercado est signado por la competencia entrecapitales individuales. Con esas caractersticas,la reproduccin en escala ampliada del capitalestimula la centralizacin no solo de los me-dios de produccin. Para una perspectiva eco-lgica, cabe enfatizar una restriccin cada vezms pronunciada en el acceso y control de losbienes naturales, que no es ms que la riquezanatural de medios de vida y objetos/medios detrabajo.

    La ciencia moderna ha jugado un rol pro-tagnico al servicio del capital, construyendolas nociones de progreso infinito y crecimien-to ilimitado desde finales del siglo XVIII. Di-cha concepcin de la ciencia ha resultado muyfructfera para el proceso de acumulacin capi-talista; un vnculo sobre el que las ciencias so-ciales an tienen hilo para enhebrar. Se trazaun horizonte perpetuo y de dominio absolutodel mundo natural. Estamos ante la subsun-cin real de la naturaleza al capital. Si dentrode la teora marxista tradicional se instituye elconcepto de subsuncin real del trabajo al ca-pital (Marx 2001: 72), desde all podemosproyectar la naturaleza subsumida a las necesi-dades del capital: la produccin capitalista enescala ampliada se apoya en un mundo naturalcrecientemente mercantilizado, que no soloprovee de valores de uso, sino tambin que ad-quiere un precio mediante el cual puede ser

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  • enajenado y apropiado. En la subsuncin real,la naturaleza se presenta como una fuerza pro-ductiva del capital. En trminos similares, En-rique Leff plantea que la naturaleza es cosifi-cada, desnaturalizada de su complejidad eco-lgica y convertida en materia prima de unproceso econmico; los recursos naturales sevuelven simples objetos para la explotacin delcapital (Leff 2005: 264).

    Pedro Scaron (traductor de la edicin crti-ca al espaol de El capital) seala que el sustan-tivo subsumtion que utiliza Marx significatanto subordinacin como inclusin (Scaron2001: XV). En sus orgenes, el capitalismooperaba sobre la base de procesos laborales pre-existentes, al mismo tiempo que se apoyaba enlas condiciones naturales en la forma de me-dios de vida y de trabajo. El capitalista apare-ca como poseedor de esos medios y comoapropiador directo de trabajo ajeno. La escaladel proceso de trabajo se ampliaba gradual-mente, pero no produca un cambio en la for-ma del mismo. A esa forma Marx la denomi-naba subsuncin formal del trabajo al capi-tal, y decimos tambin subsuncin formal dela naturaleza. En cambio, con la subsuncinreal del trabajo y de la naturaleza al capital seproduce una revolucin total del modo de pro-duccin mismo. Se revolucionan la forma delproceso de trabajo y la productividad del tra-bajo. Es la instauracin del modo de produc-cin especficamente capitalista que conquistatodas las ramas industriales y, segn nuestraperspectiva, la naturaleza misma.

    El rgimen capitalista no solo incluye a lanaturaleza, sino que tambin la subordina alos designios de la produccin de plusvalor. Esun proceso simultneamente extensivo e in-tensivo. Extensivo porque el capital se vaadueando de cada porcin de la naturaleza,ampliando las fronteras de extraccin comocontinuidad de la acumulacin originaria. Eintensivo porque cada vez precisa mayor can-tidad de bienes naturales y de sometimientode las fuerzas naturales para incorporarlos co-mo medios de vida y medios de produccin,

    fundamentalmente como energa. El avanceindito en las ltimas dcadas en el terreno dela biotecnologa ilustra de manera brutal lasubsuncin de la naturaleza. Combina estre-chamente una aplicacin cientfico-tecnolgi-ca intensiva con la mercantilizacin de la natu-raleza, llegando a sus ms nfimos poros. Enefecto, el uso y manipulacin gentica de orga-nismos vivos (plantas, animales, microorganis-mos y material gentico humano) posibilitauna vasta gama de usos industriales y comer-ciales, y la generacin de alteraciones ambien-tales que afectan la vida de las especies en elpresente y en el futuro. Esto nos permite unacomprensin ms acabada de lo que se deno-mina ambiente construido o segunda natu-raleza; es decir que el capital modifica y cons-truye un medio natural acorde con sus expec-tativas de obtencin de ganancias. Adems, losavances biotecnolgicos permiten ampliar loscontenidos pasibles de patentamiento. Es asque capitales multinacionales quieren hacersede la propiedad intelectual de material biol-gico y genes hasta hace no mucho impensados.Hay una tendencia al patentamiento de lavida, dice Daz Rnner (2009: 12), que cobrasentido en la subordinacin de la naturaleza alcapital, en la mercantilizacin ms profundade cada aspecto vital.

    En el prximo apartado veremos cules sonlas consecuencias del desmantelamiento de losmecanismos de regulacin estatal en la etapaneoliberal, en relacin con la subsuncin realde la naturaleza.

    La crisis ecolgica desde la ptica del marxismo ecolgico

    Como hemos anticipado en la introduccin, lacrisis ecolgica se manifiesta tanto en la degra-dacin ambiental que las lites globales discu-ten en trminos de cambio climtico, como enlos problemas de aprovisionamiento de bienesnaturales, debido a su agotamiento y/o encare-cimiento. Es interesante observar que dichos

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  • bienes son crecientemente apropiados enforma privada, mientras que los desperdiciosque crea la produccin capitalista, sean gasesde efecto invernadero o efluentes industriales,son arrojados a la atmsfera o a cursos de agua,en principio, espacios comunes de la humani-dad. En ese sentido, James OConnor esgrimeuna metfora en la cual la naturaleza es unpunto de partida para el capital, pero no sueleser un punto de regreso. La naturaleza es ungrifo econmico y tambin un sumidero, peroun grifo que puede secarse y un sumidero quepuede taparse [...] El grifo es casi siempre pro-piedad privada; el sumidero suele ser propie-dad comn (OConnor 2001: 221).

    El marxismo ecolgico propone explorarlas relaciones entre economa y naturaleza;ms precisamente, analizar la contradiccinentre el capitalismo como sistema autoexpan-sivo y la naturaleza, inherentemente no auto-expansiva. OConnor retoma las condicionesde produccin del capital, que Marx tambinesboz en los Grundrisse, y las define comotodo aquello que compone el marco de la pro-duccin capitalista y que no es producido co-mo una mercanca, aunque es tratado como silo fuera; quiere decir que no son productos deltrabajo, con lo cual no tienen valor pero s pre-cio3, dada la lgica mercantilista del capital yla apropiacin privada. Es lo que Polanyi(1989) denomin mercancas ficticias4.

    Las condiciones de produccin se compo-nen de tres partes: las condiciones externas omedioambiente (capital natural) aquellos ele-mentos naturales que intervienen en el capitalconstante y variable, en los cuales haremoshincapi; las condiciones personales (capitalhumano), o sea, la fuerza de trabajo; y las con-diciones comunales generales (capital comuni-tario) la infraestructura y espacio urbano. Elproblema es que no se encuentran disponiblesen la cantidad, momento y lugar requeridospor el capital. Se hace necesaria entonces la re-gulacin estatal, de manera que se politizan,pues el Estado aparece mediando entre el capi-tal y la naturaleza.

    Hasta mediados de los aos setenta, losEstados nacionales valoraban el petrleo, elgas, las minas, la tierra y el agua como recur-sos geopolticamente estratgicos, y los mante-nan bajo propiedad estatal o ejercan un rigu-roso control sobre ellos (Giarracca 2006). Perocon el advenimiento del neoliberalismo, seinstituyen polticas de desregulacin y liberali-zacin de los mercados de bienes naturales y laprivatizacin de empresas pblicas que admi-nistraban aquellos. De esta manera, el Estadotraspasa al mercado funciones clave en la regu-lacin de las condiciones de produccin, altiempo que omite controles para la proteccindel medioambiente. Tiene lugar la mxima ex-presin de la subsuncin real de la naturalezaal capital. Sin embargo, es el comienzo de unacrisis indita para el capitalismo y la historia

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    3 Cabe, por tanto, que una cosa tenga formalmente unprecio sin tener un valor. Aqu, la expresin en dineroes algo puramente imaginario, como ciertas magnitu-des matemticas. Por otra parte, puede tambin ocu-rrir que esta forma imaginaria de precio encierre unaproporcin real de valor o una relacin derivada deella, como sucede, por ejemplo, con el precio de la tie-rra no cultivada, que no tiene ningn valor, porque enella no se materializa trabajo humano alguno (Marx2000: 64).

    4 Polanyi estaba pensando en los orgenes histricos dela economa de mercado como un sistema autorregula-do. Para ello era imprescindible establecer ficticiamen-te al hombre y a la naturaleza como mercancas. Laproduccin es interaccin entre el hombre y la natura-leza; para que este proceso se organice a travs de unmecanismo autorregulador de trueque e intercambio,el hombre y la naturaleza debern ser atrados a su

    rbita; debern quedar sujetos a la oferta y la deman-da, es decir, debern ser tratados como mercancas,como bienes producidos para la venta [...]. El hombrecon la denominacin de fuerza de trabajo, la naturale-za con la denominacin de tierra, quedaban disponi-bles para su venta; el uso de la fuerza de trabajo podacomprarse y venderse universalmente a un precio lla-mado salario, y el uso de la tierra poda negociarse porun precio llamado renta. Haba un mercado de manode obra y un mercado de tierra, y la oferta y la deman-da de cada mercado estaban reguladas por el nivel delos salarios y de las rentas, respectivamente: se mante-na consistentemente la ficcin de que la mano de obray la tierra se producan para la venta (Polanyi 1989:137).

  • de la humanidad. La asignacin de bienes porparte del mercado es inherentemente no plani-ficada y se rige por la obtencin de gananciasy la competencia. El capital tiende a la des-truccin y agotamiento de los mismos5, gene-rando escasez y aumento de los costos y gastosimproductivos.

    Adems de la demanda del mercado, otrofactor que interviene simultneamente en elvalor de las condiciones naturales de pro-duccin son las luchas ambientales, ya quebuscan determinar los lmites en el uso y apro-piacin de la naturaleza. No son los preciossino los movimientos ambientalistas los queponen de manifiesto los costos ecolgicos yque impulsan la internalizacin de los mismospor parte de las empresas. Por lo tanto, se tratade luchas anticapitalistas.

    En el marxismo clsico, el sujeto de cambioes bsicamente el movimiento obrero, ya quesu eje de anlisis es nicamente la contradic-cin capital-trabajo y el problema del capitalen la realizacin del valor y del plusvalor, porel cual tiende a la crisis de sobreproduccin.Por el contrario, el marxismo ecolgico incor-pora el anlisis de lo que se denomina la se-gunda contradiccin del capital, ahora entre elcapital y la naturaleza. El capital socava suspropias condiciones de produccin cuandotrata a elementos de la naturaleza como mer-cancas y cuando degrada sin miramientos elambiente, especialmente cuando la regulacinestatal es dbil o nula. El movimiento ambien-talista no reemplaza al obrero, sino que actasobre un aspecto complementario de las con-tradicciones capitalistas. Una forma ms decrisis se abre para el capital: el encarecimientode materias primas y la internalizacin de loscostos ecolgicos pueden forjar un problemade produccin de plusvalor con una tendenciahacia la crisis de subproduccin. Para el mar-

    xismo ecolgico existe una barrera externa a laacumulacin de capital (OConnor 2001).

    En pocas de expansin de la acumulacindel capital, aumenta la demanda de materiasprimas, de energa y la generacin de subpro-ductos no deseados (desechos, gases de efectoinvernadero, etc.). La crisis ecolgica se puedemanifestar, en trminos monetarios para el ca-pital, en el aumento de los costos de la energao de los medios de vida (como recientementesucedi con los precios del petrleo y de losalimentos), y en el aumento de gastos impro-ductivos con el fin de atender la remediacindel ambiente. La dificultad para producirplusvalor puede desencadenar una crisis eco-nmica de subproduccin.

    Pero eso no significa que las crisis econ-micas no causen presiones sobre la naturaleza.Los capitales individuales buscan defender orestaurar sus ganancias recortando o externali-zando sus costos, y producen, como un efectono deseado, la reduccin de la productivi-dad de las condiciones de produccin, locual, a su vez, eleva los costos promedio. Tam-bin estimula la incorporacin de nuevas tec-nologas que degradan el ambiente, as comoel renacimiento de viejas tecnologas ambien-talmente riesgosas. De manera similar, el in-tento por reducir el tiempo de circulacin delcapital conduce a una mayor despreocupacinpor los impactos ambientales (OConnor2001: 219).

    Se podra aducir que las crisis econmicasdificultan el financiamiento de proyectos per-judiciales para el medioambiente, es el caso,por ejemplo, de un emprendimiento megami-nero; asimismo, producen la cada de la de-manda de materias primas y de energa. Peroestos frenos siempre resultan momentneospara el capital. Las crisis son especialmenteimportantes dentro de su rgimen de acumu-lacin porque son tiempos de reestructura-cin, de quiebras, de fusiones y, en definitiva,son tiempos de centralizacin que preparan elenvin para producir en una escala cada vezmayor.

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    5 Marx ya tena alguna sospecha: Por tanto, la produc-cin capitalista solo sabe desarrollar la tcnica y lacombinacin del proceso social de produccin, soca-vando al mismo tiempo las dos fuentes originales detoda riqueza: la tierra y el hombre (Marx 2000: 424).

  • Resulta interesante analizar brevementealgunas consecuencias sobre el mercado de loscombustibles fsiles, el rgimen energtico so-bre el cual se ha asentado la acumulacin capi-talista. El uso predominante del petrleo y elgas elev exponencialmente la productividad,pero ha alterado aquel principio. La produc-cin de entropa ha aumentado y actualmenteacucia la crisis del irreversible agotamiento delos combustibles fsiles. El aumento exponen-cial del precio internacional del petrleo du-rante 2008 aviv la crisis econmica que yaestaba en marcha. Dispar los costos de laenerga y, por tanto, los costos de produccinindustrial y agrcola. A su vez, influy de ma-nera determinante sobre el aumento del preciode los alimentos.

    Adems, una elevada cotizacin internacio-nal del petrleo fomenta la expansin de nue-vas y dainas fuentes de energa, pero tambinel resurgimiento de fuentes viejas y dainas.De una parte, impulsa la produccin de agro-combustibles a partir del etanol (maz y caade azcar) y del biodiesel (soja) que compitencon la produccin de alimentos, lo cual ahon-da an ms la crisis alimentaria. Algunos pro-nsticos optimistas indican que podra quin-tuplicarse la participacin de los biocombusti-bles en el consumo de energa mundial para eltransporte, partiendo de apenas un poco msde 1% actualmente a alrededor de 5% a 6%para 2020 (Banco Mundial 2008: 57). Porotra parte, est la reaparicin de proyectos decentrales nucleares con los riesgos ya conoci-dos para el medioambiente. Segn el Orga-nismo Internacional de Energa Atmica(IAEA), en 2008 se inici la construccin de10 nuevos reactores nucleares, la mayor canti-dad en un ao desde 1985. En suma, a finesde 2008 haba 44 reactores nucleares bajoconstruccin y un total de 438 en operacin,los cuales aportan el 14% de la electricidadmundial (IAEA 2008: 1).

    Por ltimo, el aumento del petrleo renue-va el inters por expandir la frontera de extrac-cin; o sea, se ciernen nuevas amenazas sobre

    reas de importancia ecolgica que poseenreservas. Es lo que sucede, por ejemplo, en laAmazona peruana, donde nuevos proyectospetroleros amenazan con destruir la biodiver-sidad y desplazar a la poblacin mayoritaria-mente indgena que la habita, desencadenan-do, adems, mayores desigualdades ambienta-les y conflictos ambientales de proporcionestemas que veremos en el prximo apartado.

    Consecuencias: desigualdad ambiental y conflictos ambientales

    Hasta aqu hemos visto las caractersticas espe-cficas del modo de produccin capitalista enlo que hace a su relacin con la naturaleza y alas crisis inherentes al mismo. Ahora es nece-sario analizar cmo su accionar predatorio noafecta a todos por igual.

    Existen dos formas en las que se manifiestala desigualdad ambiental: la desigualdad en elacceso a y control de los bienes naturales, y ladesigualdad en el acceso a un ambiente sano.La primera forma se refiere a las asimetras depoder existentes para disponer, aprovechar yutilizar bienes esenciales para la vida, tales co-mo agua, tierra y energa. A ellos debemosagregar la pesca que sirve de alimentacin auna multitud de comunidades que viven a lavera de ros, lagos o mares. Tambin las medi-cinas ancestrales de pueblos originarios y cam-pesinos son objeto de apropiacin de multina-cionales que las patentan sin reconocimientoalguno. A esta forma de apropiacin se la hadenominado biopiratera. Lo mismo ocurrecon los genes humanos, como ya hemos visto.

    La segunda forma est relacionada con laproteccin del medioambiente y con las asi-metras de poder en la distribucin de la de-gradacin ambiental, derivada de actividadesproductivas: emanacin de la contaminacindel aire, del agua, de los alimentos provocadapor industrias, transporte, disposicin de resi-duos o grandes obras como represas y comple-jos tursticos.

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  • En el caso de la actividad extractiva de laminera y de los hidrocarburos, se conjuganambas formas de desigualdad ya que en todoel mundo son apropiadas por poderosos capi-tales transnacionales en detrimento del accesode poblaciones locales, que adems sufren des-plazamientos territoriales, y se realiza con ba-jos costos econmicos y altsimos costos ecol-gicos, dada la utilizacin de grandes cantida-des de agua, contaminacin con qumicos,quema de gases, etc. Tambin resultan peligro-sas estas actividades en su transporte, sea por larotura de mineraloductos, oleoductos y gaso-ductos o las prdidas en barcos petroleros.

    Por otro lado, la desigualdad ambientalatraviesa distintos tipos de desigualdad socialque generan nuevos actores afectados por losmismos. A las acciones colectivas6 desencade-nadas por estos actores, Giarracca (2006) lasdenomina disputas por la apropiacin y/omantenimiento de los recursos naturales. Aquaadimos en la definicin que tambin sondisputas por el acceso a un ambiente sano opor la proteccin del medioambiente. De ma-nera similar, Martnez Alier (2005) utiliza elconcepto conflictos ecolgico-distributivospara designar el desigual impacto del uso quela economa hace del ambiente natural.

    As encontramos nuevos conflictos o dis-putas en viejas relaciones desiguales, como elclsico intercambio inequitativo entre los pa-ses del Norte y los pases del Sur que, mol-deados por las dos formas de desigualdad am-

    biental, generan los trminos imperialismoecolgico y deuda ecolgica. En segundo lu-gar, dentro del mbito nacional, las desigual-dades de raza, gnero y clase engendran losmovimientos contra el racismo ambiental, elecofeminismo y el ecologismo de los pobres,respectivamente7.

    En condiciones normales de acumulacin,la apropiacin capitalista restringe progresiva-mente el acceso a los bienes naturales y generauna distribucin de los efectos de la degrada-cin ambiental en mayor medida sobre pobres,negros, indgenas, campesinos, etc. En tiemposde crisis, sea econmica o ecolgica, la brechade la desigualdad ambiental tambin se agran-da porque el capital est dispuesto a salvar supropio pellejo a cualquier precio, transfiriendolos costos hacia otros sectores sociales.

    Algunas reflexiones finales

    La naturaleza ya no puede quedar fuera de losanlisis econmicos, polticos y sociales. Lacrisis ecolgica en curso amerita la utilizacinde enfoques totalizadores de la realidad paracomprender sus causas y sus consecuencias. Suconjugacin con la reciente crisis econmicamundial no deja margen de duda para rastrearsus fundamentos en el modo de produccin yreproduccin capitalista. Vimos que la econo-ma clsica y la economa neoclsica no pue-den dar respuestas adecuadas, dado el indivi-dualismo metodolgico desde el cual parten.

    La teora marxista tradicional repara menosen la complejidad del mundo natural que en larelacin capital-trabajo, pero su herramentalcrtico permite desnudar las formas en que elrgimen capitalista de produccin fetichiza lanaturaleza. A travs de la propuesta del mar-xismo ecolgico, establecimos la segunda con-tradiccin del capital, entre la ilimitada acu-mulacin capitalista y los lmites de la natura-leza; entre la reproducibilidad y circularidad

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    6 Tomamos de Tarrow el sentido de accin colectiva quese convierte en contenciosa cuando es utilizada porgente que carece de acceso regular a las instituciones,que acta en nombre de reivindicaciones nuevas o noaceptadas y que se conduce de un modo que constitu-ye una amenaza fundamental para otros o las autorida-des (Tarrow 1997:24). Es la base de los movimientossociales, pero este trmino queda reservado a aquellassecuencias de accin que se apoyan en redes socialesdensas y smbolos culturales que permiten mantenerdesafos frente a oponentes poderosos. Los movi-mientos sociales son desafos colectivos planteados porpersonas que comparten objetivos comunes y solidaridaden una interaccin mantenida con las elites, los oponentesy las autoridades (1997: 26). 7 Para una ampliacin, vase Sabbatella 2008.

  • del capital y la irreversibilidad de los procesosnaturales. Tambin pudimos recobrar las for-talezas del carcter dual del trabajo y del pro-ceso de valorizacin estudiados por Marx.

    Asimismo, pudimos reconstruir la lgica dela apropiacin privada y de la mercantilizacinde la naturaleza inherente al capitalismo, y elproceso de subsuncin real de la naturaleza alcapital. Los bienes naturales, en cuanto condi-ciones de produccin, son puestos en la rbitade la circulacin como mercancas ficticias conun precio y, por ende, son pasibles de ser explo-tados ilimitadamente. Las reformas neolibera-les debilitaron la regulacin estatal de tal formaque el capital ha quedado librado a su propialgica. Dado que el capitalismo como sistemaautoexpansivo colisiona con los lmites natura-les, el resultado de estos procesos es una ten-dencia hacia la crisis de subproduccin, en lacual el camino del capital hacia la apropiacinde plusvalor se dificulta ante el agotamiento yencarecimiento de los bienes naturales y ante elprogresivo aumento de los gastos improducti-vos para afrontar la degradacin ambiental.

    Podemos establecer tambin una tendenciadel capitalismo mundial a la profundizacinde las desigualdades ambientales y que los cos-tos de la crisis ecolgica sern distribuidos enforma an ms desigual con el fin de sostenerlos niveles de acumulacin. Finalmente, en uncontexto de crisis y de creciente desigualdad,es esperable el incremento de la conflictividadambiental. Siguiendo nuestro argumento, losmovimientos ambientalistas tienen una poten-cialidad anticapitalista cuando impulsan lainternalizacin de los costos ecolgicos porparte del capital. Buena parte de ellos busca,adems, nuevas formas de relacionarse con elmedio natural.

    Hemos desarrollado las ntimas imbricacio-nes entre la crisis econmica y la crisis ecolgi-ca. Podemos aseverar, tras lo expuesto, que msall de cmo el capital supere su crisis econ-mica, no puede superar por s mismo la crisisecolgica a la cual ha sometido al mundo ente-ro. Las crisis econmicas son cclicas. La crisis

    ecolgica no tiene retorno; por el contrario, seprofundiza en tanto se mantengan vigentes losfundamentos de la presente formacin histri-ca, econmica, poltica, social y ambiental.

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