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Albert Frank-Duquesne Satán

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Albert Frank-Duquesne

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Albert Frank-DuquesneSatnBs. As.,2007Albert Frank-Duquesne/ SATN Pg.2 de 224ADVERTENCIADELTRADUCTORAmablelector: sientodecirlequesi adquiriestevolumenporcuriositas, eldiablo acaba de hacerle otra jugarreta - !d. ha perdido plata. "o que no haa aqu# acull$ algunas curiosidades esot%ricas ni quiero negar que &ran'-(uquesnecolorea este trabajo con multitud de re)erencias e*ticasa las que generalmenteslo acceden unos pocos iniciados. +ero, estimado amigo, no vale la pena. "o, amigo lector, este libro no es para cualquiera. "o querr#a o tratarlo a !d. de,cualquiera-, menos asustarloodisuadirlodecomprarloleerlo, pero... laadvertencia ha de constar desde el primer rengln. Ahora, si ha algo destudiositasensu$nimo, .arripoa/, vamosagalopar,queeste,0at$n-dedonAlberto &ran'-(uquesne es cosa seria, adem$s de que, como dice el propio autor,nada ms urgente que el cristiano ilustrado se ocupe de des-ocultarsusmisterios. 1 contra lo que uno pudiera creer, es enormemente consolador. 2sque silosdiablos creentiemblan, algunos ,hobbits- de esta comarca tambi%ntodav#acreen...se go3an en su )e. 4uitad a 0at$nnuestra 5eligin carece de sentido. 6maginemos un pa#s singuerra, sin enemigos al acecho, sin )ronteras peligrosas, sin ,hiptesis decon)licto-. 7os ej%rcitoslos soldados ser#an despreciados, el centinela que haceguardiapuededormirse8.porlomenosaprovechasutiempo/9,nohaporqu%invertir en armasla consigna ser#a liquidar de una ve3para siempre uni)ormes entrenamientos, armasconsignasdeguerra, pistas decombatelanaturaltensin del militar. 2l pa#s que as# hiciera, har#a mu bien... siempre que sea verdadque no tiene, en serio, enemigos. Ahora, si ha enemigos peligros#simos, slo queno est$n a la vista, pues, nada, estamos )ritos.1esloquedenunciaba7en:666 cuando nos advert#a quela mejortretade0at$n consiste en hacernos creer que no e*iste. ;otalque ho el(iablo es slomateria de )iccin, interesante material para guiones cinematogr$)icos, paracuadros impresionistas, para novelas de horror o tal ve3 como tramadecoracinde un concierto de roc' < roll. 1 nada m$s.Albert Frank-Duquesne/ SATN Pg.3 de 2241 sin embargo... 2sa curiositas que denunciamos al principio, es de su industria,cr%ase o no. 2sa progresiva desaparicin de lastudiositasen seminarios universidades, en congresosmedios intelectuales catlicos, que reempla3a unaignorancia invencible con su jerga meta-sint$cticasus idiotismos la page, escosa tambi%n, no vaa a creer, de 0at$n. +or no hablar del racionalismo e*eg%ticodel que se mo)a nuestro Autor con tanto empe=o.>ersado en las 2scrituras como pocos, inteligent#simosapiencial conocedor dela ;eolog#ade la 7iteratura, los libros de &ran'-(uquesne son densos, est$n llenosde re)le*iones pro)undasespeculaciones variopintas que estimulan al lectorinteligente,al quebuscalaverdadincansablemente,al quequieresaberlotodosobre (iossus cosas.+ero es e*igente. 2ste ensao -como cualquier otra obra salida de su pluma-e*ige que nos sentemos a un escritorio, con l$pi3papel, la 2scritura a mano, quenos a)erremos al te*to,que no nos dejemos cansar por nuestras perplejidades8Perplejos, mas no desconcertadoscomo quer#a 0an +ablo -66Cor. 6>:?9. 0i esverdad que %l lo escribi en menos de die3 d#as -cosa que se deduce de las )echasque asent al )inal- di)#cilmente se pueda leer con provecho en tan poco tiempo.Aqu# presentamos una versin ,argentina- del te*to originalmente publicado en)ranc%s. 2sto, no slo como retribucin por lo que hicieron los espa=oles8tradujeron #ntegramente el n@mero de Etudes Carmelitainesdedicado a Satn, ae*cepcindeestetrabajoque, conmucho, superaalosdem$s9, sinoporqueestamos orgullosos de ser los primeros en publicarlo en nuestra lengua 8lo que noquita que reserv$ramos los modismos menos )elices del ,argentino- para ponerlosen boca de 0at$n -no porque creamos que 0at$n sea un ,chanta-, sino por lasresonancias un tanto groseras del habla r#oplatense9.;ambi%n hemos querido darnos corte con nuestro +. Aastellani, poniendo en notalos lugares paralelos que hemos hallado entre ambos talentos 8destacando tambi%nalguna que otra divergencia que nos parec#a de inter%s9.+ero conviene que el lector sepa que, en notable contraste con el elegante aire,Albert Frank-Duquesne/ SATN Pg.4 de 224el incisivo lanese divertido humor que constitue la marca de todo lo que salede la pluma de Aastellani, el estilo de &ran'-(uquesne es 8nunca m$s apropiada lae*presin9 endiablado. (icen que el estilo es el hombre. +ues bien, Bircea 2l#ade lorecordaba como de fuerte complei!n, un rostro eclesistico, "astante enrgico,gestos impulsivos de toro# tiene calor, se quita la c$aqueta, se su"e las mangas %aspira una enorme pipa "elga# tiene poca paciencia cuando es otro el que $a"la&&&.Algoparecidosurgedel an$lisis desunerviosa sinta*is, desua)icinpor laproposiciones parent%ticas, se in)iere al hombre detr$s de su curioso manejo de lapuntuacin 8superabundancia del puntocoma, los dos puntos repetidos en unamisma )rase, los tres puntos a menudo tambi%n, los redundantes signos dee*clamacin, etc.9el)recuente recurso a oraciones subordinadas revelan a unerudito detal modo saturado deconocimientos que sutransmisin le ,sale-inevitablemente engorrosa. 2se manejo de innumerables )uentes, de datos curiososjuntoarelevantes te*tos dela2scrituraquea)lorantanjustos acadapaso,semejante pujan3avariedad de )ollaje trans)orman muchas veces sus )rases enuna verdadera jungla en donde el lector menos atento se pierde con )acilidad. Aontraparte masculina de su contempor$nea, 0imone Ceil 8in)initamente menoserudita, pero qui3$ m$s pro)unda9, al leerlosreleerlos sentimos lo mismo:recordamos que ,la salvacin viene por los jud#os-que, habiendo aceptado alAristocontodosucora3n, despu%sdein)initastribulaciones, estosverdaderosisraelitas nos deslumbran con sus brillantes intuiciones, la pro)undidad de suinteligencia, laastringentelgicadesusconsistentesra3onamientos, el talante-$sperocordial- de los que (ios eligi para s#, desde toda la eternidad 'Cuando(srael era ni)o, *o lo am, % de Egipto llam a mi $ijo -Dseas :6:E9."os hacen creer que tal ve3 &iladel)ia no est% tan lejos.1 nos hacen transpirar. 2s que &ran'-(uquesne es un genio erudito, pero, a, noes un escritor 8ni, para el caso, lo )ue 0imone Ceil9. 0u estilo conspira contra lainmediata comprensin del te*tolas m$s de la veces ha que releer sus p$rra)osm$s sesudos para una recta inteligencia de materia tan subida. Aomo )uere, noshemos es)or3ado en presentar la versin m$s )iel amigable posible, aunque nosiemprehemoslogradograncosa, tantoporladensidaddelostpicosqueseabordan cuanto por el #mpetuarrebato que caracteri3an sus )rases. Albert Frank-Duquesne/ SATN Pg.5 de 224Aon todo, si nos hemos tomado el insalubre trabajo de intentar ponerlo en buencastellano, lohemoshechoconlaconviccindequequienseacerqueaestetrabajoconladebida,docilitas-ser$ampliamenterecompensadoquequienrecojael guantesepongaaestudiaresteastringentete*to-aqu# midomispalabras- aprender$ m$s en una ma=ana que en a=os de estudio.Apartedela"ouleversante8FtrastornadoraG, FemocionanteG FconmovedoraG9e*periencia espiritual de comprobar qu% sucede cuando un ,hermano maor- vivede toda palabra que sale de la boca de (ios.+& ,&-ella .ista, primavera de /&001&Albert Frank-Duquesne/ SATN Pg.6 de 224NOTICIABIOGRAFICAAlbert &ran'-(uquesne naci en Bruselas all$ por E?HI. 0u padre )ue &rederic'&ran', unrabinoholand%s convertidoal cristianismoenlas circunstancias quere)iere en este mismo trabajo. +or parte de su madre era descendiente de Jeine.2n sus a=os mo3os recibi una educacin catlica m$s o menos convencional, si no)uera necesario se=alar que tuvo de pro)esor de5eligin de Jistoria a unsacerdote notable, el +. Cauth, quien lo inici en toda suerte de lecturas que elpreco3 estudiante engulli con voracidad. 0lo que a los catorce a=os )alleci supadre,porra3ndenecesidad, tuvoquedejardeestudiar)ormalmenteparacontribuir al sost%n de su casa. 0on los dos rasgos que de)inen el per)il intelectualde nuestro autorque Bircea 2l#ade supo describir en l@cida s#ntesis despu%s dehaber conversado con %l: ,6nmensas lecturas, pero con las lagunaslasinsu)iciencias del autodidacta- '2ragmentos de un 3iario4. Bien pronto &ran'-(uquesne abandona el hogar, se embarca en un buquenoruegoviaja hacia los destinos m$s inveros#miles: trabaja en un po3o petrol#)ero.en ;e*as/, luego viaja al Brasil donde desempe=a toda clase de menesteres, vuelvea Bruselas a trabajar en las minas de carbn )inalmente aterri3a all$ por EHE? en+ar#s, un mendigo alejado de la 6glesia...de todos. 0u car$cter no es )$cil, tieneel sino del solitario a la b@squeda de la verdad que se le escapano tiene tiemponi paciencia para las minucias)rivolidades del mundo. Al rev%s del jud#o errante,es el jud#o perseguidor, como +ablo, de la verdad. +ronto se vio seducido por elteoso)ismosiente la atraccin del esoterismo en todas sus )ormas, llegando a darcon)erencias con el patrocinio de la 0ociedad ;eos)ica de +ar#s. ;ambi%n seinteresa por las doctrinas hind@es del >edanta que intenta conciliar con su ra#3 jud#a su educacin cristiana. +ara el a=o EH2K, , en parte por in)luencia de las lecturasdel jesuitaingl%sLeorges;rrel 8./9a)uer3adere)le*ionarsobreloste*tospatr#sticosquetantain)luenciatienensobre%l, caeenlacuentadequedebepertenecer a una 6glesia, pero no sabe a cu$l a)iliarse. &inalmente decide que los>iejo-catlicossonlosm$s)ielesalatradicindelos+adresal esp#ritudel2vangelio. 2n EHM2 es ordenado sacerdote de esa con)esin cism$ticaesAlbert Frank-Duquesne/ SATN Pg.7 de 224nombrado p$rroco en los alrededores de Bruselas. +ero su cora3n sigue inquieto 8e inquieto estar$, hasta el d#a de su muerte9. 2nEHM7 es reordenado 8bajo condicin9 en la 6glesia Drtodo*a 5usa establecida en+ar#s. >uelve en talcar$cter a Bruselas donde se desempe=a como sacerdote deesa 6glesiadonde es conocido como ,el +. Nuan-. F7istoG "o, listo nada.Aonsiderando retrospectivamente su vida, nuestro autor dir$ que )ue una ,vida devagabundaje intelectualanarqu#a espiritual-.+ero )ue entonces -a comien3os de la 0egunda Luerra Bundial- que comien3auna copiosa correspondencia con los ++. 1ves Aongar D.+.(om 7ialine D.0.B. ara#3 de la cual se siente cada ve3 m$s atra#do por el catolicismo. 2l primer domingode cuaresma del a=o EHO0 celebra por @ltima ve3 con)orme a la liturgia ortodo*a el M0 de junio de ese mismo a=o abjura de esa con)esin en presencia del obispocatlico de Balinas 8Bons. >an AauPenbergh9. +ero es reducido al estado laical.2stamos en B%lgica, es el a=o EHO0,los alemanes han ocupado el pa#s. Al a=osiguiente es enviado al campo de concentracin de Breendon', acusado de,di)amacinepistolar del &Qhrer-. All# comien3aunlargocautiverioplagadodeinmensos su)rimientos que, muchos a=os despu%s, cali)icar#a como de ,purgatorio-, en otro lugar, de ,sacramento de la noche m#stica-. Algo de eso se puede colegirde su con)esin de )e -. esperan3a/- con que termina el prlogo a 5o que te esperadespus de la muerte, libro traducido al castellanode los mejores salidos de supluma.7os @ltimos a=os de su vida, se dedic a escribir. +ero al no hallar editor catlico,lleg a desesperar de su publicacin, con)esando alguna ve3 que en determinadaocasinquemnomenosdecuatromil p$ginasmanuscritas. Aontodo,tuvolainspiracin de acercarle su libro Cosmos % 6loriaa Alaudel quien convenci a sueditor 8c$e7 >rin9 de publicarlo. A partir de all# se le abrieron, en alg@n grado, laspuertas de la intelligentsia catlica: cont con el apoo del +. Bruno de Nes@s Bar#aD.A.(. -el editor de Etudes Carmelitaines-de otros in)luentes de aquel tiempocomo Bons. Andr% Aombes, el +. Al)red (eboutte A.0.0.5.el +. Nean (ani%lou 0.N.,que le )acilitaron el acceso a editorialesrevistas catlicas, adem$s de introducirloal vigoroso )oro que por entonces constitu#a el (nstitut Cat$olique.Albert Frank-Duquesne/ SATN Pg.8 de 224I.- LA CUESTIN EN EL ANTIGUO TESTAMENTO1.- La serpiente del Gnesis.Abramos el Discurso sobre la Historia Universal. Desde el comienzo mismo,dice Bossuet: Moiss propone a lo judos carnales, por medio de imgenessensibles, verdades puramente intelectuales.... As es que La Serpiente delGnesis constituye una viva imagen de los falaces rodeos del Tentador; y latierra, con la que se dice que la Serpiente se alimenta, signifca los bajospensamientos con que el Tentador nos inspira. Aunque el Aguila de Meauxhabitualmente tiene la debilidad de seguir la exgesis alegrica de los Padresantes que atenerse a la nica obvia -pues a l se le antojaba que la exgesis literales slo una pedagoga conducente a la alegrica- generalmente se admite que eneste caso su interpretacin se ajusta incluso a los espritus contemporneos que senutren (si se me permite decirlo) de crtica y escrpulos de archivistas. Lo ciertoes que -como anota Newman- el relato entero de la Cada en el Gnesis is full ofdifculties, hormiguea con problemas. All uno se topa, sin ninguna duda, conuna relacin de hechos autnticamente histricos: realmente, algo ocurri. Pero, demodo igualmente patente, esos acontecimientos que sucedieron realmente, sepresentan bajo una forma estilizada, folklrica, desde hace tiempo estereotipada,alegrica, y por va de alusin signifcativa, ms en la lnea del smbolo sugestivoque del proceso verbal: la Escritura nunca recurre a la ramplona simplifcacin delos titulares de los diarios. As, cuando de un croquis se trata, la caricatura liberay devela al modelo mucho ms reveladoramente que el retrato. Por lo dems,tratndose en el Gnesis de un estado de ser, de un estado de dispensa, deprivilegio excepcional -de un en- que nos hemos vuelto incapaces deAlbert Frank-Duquesne/ SATN Pg.9 de 224comprender, (1) no habramos sido aptos para recibir ni comprender ningunadoctrina de la cada si ciertos elementos no nos fueran propuestos por va desmbolos. (2)La prueba de nuestros primeros padres no debe aqu interesarnos sino en lamedida en que aclara nuestro tema. Ahora bien, en virtud de su constitucinmisma, el hombre no poda dejar de experimentar la tentacin, sin la cualtampoco podramos, por lo dems, soar siquiera para l progreso o ascensinalguna (Eccl., III, 21). Con todo, el equilibrio interior de Adn es tal que losencantos puramente exteriores de este mundo no podan hacerle mella. El peso,la atraccin, la seduccin gravitacional de esos prestigios, que slo pertenecen aeso que Pascal llamara las grandezas (o el orden) de la carne, no podran, sinla intervencin de un espritu seductor y demonaco iniciador (I, Tim., IV: 1)-l mismo a la vez engaador y engaado (por su enceguecedora infatuacin, cf.II Tim., III: 13)- desorbitar al hombre, alienarlo, arrancarlo de la atraccin delReino. Ha sido necesario que el Diablo vivifcara la tentacin, insinundose lmismo en el corazn de Adn (cf. Juan, XIII:27). Tal ha sido el rol de la serpiente.Sobre este personaje a la vez real y simblico se han dado lasexplicaciones ms dispares. Pero a nuestro juicio la ms satisfactoria es la mssimple, la ms corriente en los primeros siglos de la Iglesia: cualquiera seanuestra concepcin del Demonio, puede tambin atribuirse a la Serpiente, (3) este(1) a !"st#r"a se "nserta entre d#s $e#nes% "gual&ente &"ster"#s#s e "rredu't"bles a la n#'"#nes der"(adas de nuestrae)*er"en'"a+ el $e,n% que *re'ede a la -a.da / el que se en'uentra des*u0s del 1lt" D.a. a ("da ed0n"'a es a laes'at#l#g.a '# la rela'",n que t"enen entre s. las d#s &"tades2 dere'3a e "4qu"erda2 del 'uer*# 3u&an#.(2)5att"6#l 3a destrad# que2 *ara l#s Ant"gu#s2 el s.&b#l# es un &"t#2 n# .ntegra&ente "&ag"nad# en t#das sus*artes2 s"n# tomndole prestado a lo real los elementos con que se presenta. 7ada de dual"s 'artes"an# entre la$'#sa% / el $s"gn#%2 s"n# s"&b"#s"s / s"nerg"a2 dual"dad '#&*le&entar"a2 s.ntes"s real"4ada *#r la un"dad su*er"#r delsent"d#2 del al'an'e. 8s *#r est# que el s.&b#l# *uede #t#rgarn#s ese '#n#'"&"ent# #bs'ur#2 'as" '#nnatural2 de l#"ne6able2 '#sa que l#s '#n'e*t#s / las estru'turas s#n "n'a*a'es de 3a'er. 9es:s2 que n#s qu"ere *#ner en '#nta't#'#n real"dades $("(as% e "ndu'"r en '"ert#s estad#s del al&a2 ense;a *#r tant#2 &ed"ante *arb#las.(e art"'ulad#2 s"n# ta&b"0n de &"e&br#s /*atas+ su a*ar"en'"a e(#'a la del 'a&ell# # a la *r"&era *are>a en'are'"end# la *r#3"b"'",n d"("na+ D"#s 3a*r#3"b"d# '#&er@ / seg:n el Dentad#r2 "n'lus# est *r#3"b"d# t#'ar el rb#l. EA b"enF Adn l# t#'a / n# le s#bre("enen"nguna desgra'"a+ $EGen que n# *asa nadaF% 8nt#n'es 8(a ta&b"0n l# t#'a / de re*ente (e al Den"# ba># lasa*ar"en'"as del re*t"l2 se asusta2 *"erde la 'abe4a / en un a''es# de (ert"g"n#s# $*n"'#% / deses*era'",n2 '#&e /3a'e '#&er a su es*#s#. a -a.da ser.a ent#n'es el e6e't# del es'r:*ul#2 esa 6alta de es*eran4a / de 6e2 una suerte der"g#r"s >ansen"sta $a(ant la lettre%+ se '#&"en4a *#r $Dertul"an"4ar% / se a'aba *#r *erder '#ra>e / largarl# t#d#*#rla b#rdaan4a2 anal#g.a del #brar2 que *ara n#s#tr#s '#ns"ste en desen(#l(er &an"6estand# 2 '# $test"g#s 6"eles /(erdader#s% esta $"&agen%2 s"end# *ara n#s#tr#s *#s"ble a6"r&ar # des&ent"r '#n nuestras ("das2 este $7#&bre% quedebes $sant"6"'ar% # la 6"gura # sura del Adn 'eleste al&und# de l#s es*.r"tus2 *ara que l# ad#ren. =atns se n"ega2 *#r des*re'"# de la en'arna'",n 6utura de esa s*e'"es("r"2 '# d"'e Dan"el e&*l#2 /2 ennuestr#sd.asKabr"el !uan-e*"s'#*atu&e>usa''e*"talter2la G"rgen2 6l#rsu*re&adelas"&*le3u&an"dad2 se'#n("erte en $?e"na de l#s Angeles% en su lugar. 8n el $e,n% 'r"st"an#2 es ella2 de a3#ra en &s2 la te#6an.a *#re)'elen'"a unt# a D"#s% / #*eran en su un"dad. =e'#&*rende a la (e4 la grande4a / la en("d"a #s la ?eden'",n debe subst"tu"r '#n l#s 3#&bres sal(ad#s / gl#r"6"'ad#s a l#s es*.r"tus 'a.d#s.Albert Frank-Duquesne/ SATN Pg.3C de 224mentira). Es l el que pari al mal, el que la introdujo en la Historia, eligiendolibremente traducir a los hechos esta pura posibilidad, esta hiptesis despojadade toda plausibilidad.Cundo y cmo, la Revelacin no dice gran cosa. Pero nos informa que lfue el homicida desde el principio -subjetiva y objetivamente-, es decir el quequiso la ruina del hombre, no solamente desde el umbral de la Historia humana,no slo a partir de sus primersimos contactos con nosotros cuando consiguicortar los lazos de vida que nos unan a Dios, sino a partir del momento cuandoen su propio nivel de existencia anglica la fgura de hombre -species viri,como dice Daniel- le fue mostrada en el Verbo, nuestro principio: hominiseversio, tal es, segn Tertuliano (Apol., XXII) la obra esencial, capital, tal el objetivovital del Diablo y los suyos. (57)6.- Son los demonios espritus puros?Esta cuestin puede aplicarse a todos los Angeles en general. Ahora bien,acerca de los Angeles slo sabemos con certeza incontestable lo que la Iglesia nosha dicho fundndose en la Revelacin escrituraria.; y convendra recordar aquque la Escritura recurre frecuentemente a ese lenguaje simblico hecho parasugerir, para inducir una visin, o al menos una intuicin, ms que para notifcaren negro sobre blanco frmulas y noticiones rgidamente determinadas (como sifueran poliedros ontolgicos). Por otra parte, la Biblia no tiene por fn ensearnosla historia natural de los seres invisibles, ni tampoco, si vamos al caso, la de losseres visibles. Siguiendo la tradicin cristiana ms antigua, cada creaturamaterial tiene un doble espiritual. Segn Clemente de Alejandra, Orgenes, elPseudo Dionisio, no existe ningn insecto, ninguna brizna de pasto, que no tengasu Angel. Todos los fenmenos naturales manifestan en el plano sensible la(andr.a2 Kreg#r"#de7"sa/Kreg#r"#7a'"an'en# '#n#'en a l#s Angeles de las -"udades2 /2 '# Zr.genes2 a l#s de las de las "gles"as. Dertul"an# 3abladel Angel del 5aut"s el de la Zra'",n.8n la ="na)"s eu'ar.st"'a las >erarqu.as 'elestes *art"'"*an aqu. aba>#2"n("s"ble&enteandr.a2 5as"l"#2 !"lar"#2A&br#s"#/9er,n"). =een'#ntrarn&sre6eren'"asenGa'ant-Mangen#t.Albert Frank-Duquesne/ SATN Pg.33 de 224organismo animado por el mundo anglico. Dios le confa a los Angeles unadoble tarea: as como rigen el universo subhumano como tutores hasta que elheredero alcance la mayora de edad, as El los constituye en sus mensajeros anteste. En nuestros das se profesa ordinariamente, al menos en la Iglesia CatlicaRomana, que los Angeles son, estrictamente considerados los trminos, purosespritus. Pero esta doctrina nunca ha sido dogmticamente defnida; se ladeduce sencillamente, de un texto en el que el IV Concilio de Letrn afrmasimultneamente que los Angeles poseen una naturaleza espiritual adems desealar sus diferencias en lo que se refere a los hombres. De aqu se ha extradoesta inferencia: si son espritus, al igual que nosotros lo somos, y sin embargo sondiferentes, es porque no tienen cuerpo. Se procede con igual lgica: si no tienencuerpo ni forma alguna, deben poder animar o infuenciar todos los cuerpos ytodas las formas. Y si conocen y eligen sin el menor intermediario en la claridadplena del cognosco sicut et cognitus sum -coloquio inmediato de esencias!- en lams absoluta libertad con relacin a las desviaciones eventuales que se deben a lacarne, va de suyo que en esta hiptesis, desde el instante mismo en que estospuros espritus acceden al conocimiento y a la eleccin, -es decir, al ser mismo-,su destino est sellado para siempre. Pero de ningn modo la Iglesia nos imponela fe en esta coincidencia en la persona del jefe de los Angeles, entre su venida alser y la eleccin que fja su suerte eternamente.En los primeros siglos de la Iglesia estas contradicciones no se le habanescapado a los espritus perspicaces: Orgenes, por ejemplo. Justino, Atengoras,Irineo, Tertuliano, Clemente Alejandrino, Cipriano, Lactancio, es larga la lista delos autores eclesisticos de los primeros siglos que sostienen que las jerarquasanglicas poseen el anlogo o el equivalente de un cuerpo, y se extiende hastaJuan Damasceno (Encr. Patr., de Rouet de Journel, n 2351) y Gregorio el Grande,Albert Frank-Duquesne/ SATN Pg.34 de 224quien dice que comparados con nuestros cuerpos, los Angeles son espritus;comparados con Dios, son cuerpos -bid., 203). Para Orgenes y muchos otros, la nocin de espritu absolutamente puro,con todo lo que ella comporta (simplicidad, aseidad, necesidad, unicidad,eternidad, etc.) slo puede predicarse rigurosamente de Dios, el nico en gozarde la absoluta espiritualidad. Toda vez que la Revelacin nos muestra a losAngeles localizados en el tiempo y dotados de movimiento transitivo, tienen quetener un cuerpo, por cierto diferente del nuestro, pero que les confere -tanrealmente como el nuestro a nosotros mismos- un cierto modo de presenciareferido y coordinado con los otros seres corporalmente presentes en el universofsico. Esos Padres tenan en vista textos de Gnesis VI, 1-4; Job, I:6 y XXXVIII:7;Salmo CIII:4, y tantas otras angelofanas bblicas. La experiencia de los hombrescorrobora, por otra parte, la Revelacin escrituraria. Y la Iglesia ha queridoabstenerse de defniciones irreformables, e incluso de defniciones dogmticas asecas. Cuando aparecen estos mensajeros de Dios lo hacen generalmente bajoforma humana, aunque glorifcada. Cuando en la llanura de Mambr se manifesta elmismo Verbo acompaado de dos Angeles, la Escritura nos habla de treshombres, de los cuales uno solo recibe de Abraham honores divinos. El Seorreviste entonces la species viri de la que habla Daniel, la forma que El asumirdefnitivamente a partir de su Encarnacin (Gn., XVI:17; 18:2-3; XXI:16;XXXII:24). Al Angel de Yawhv increado, refejo eterno de su gloria, se unenlos dos mensajeros creados que quieren salvar a Lot de Sodoma (ibid., XIX:1, 3,17). Un profeta ve, bajo forma humana, a seis Angeles encargados del castigo deJerusaln (Ezeq., IX:2). Ms tarde, Zacaras y la Virgen sern los interlocutores deGabriel -en hebreo: virilidad de Dios- y este hombre les hablar con voz humana(Lc., I:11-20, 26-38). Las santas mujeres mirforas, la maana de la Resurreccin,Albert Frank-Duquesne/ SATN Pg.35 de 224tienen una aparicin de Angeles parecidos a hombres, vestidos con trajesresplandecientes (ibid., XXIV:4, 23). Mara Magdalena, al inclinarse hacia elsepulcro, ve dos Angeles sentados (Jn., XX:12); los centinelas haban entrevistoa uno, rodando la piedra de la tumba (Mt., XXVIII: 2-3). Otros dos aparecen enla Ascensin, siempre con aspecto de hombres (Hechos, I:10); un tercero semuestra a Cornelio claramente (ibid., X:3). Todava otro libera a Pedro de suprisin (ibid., XII:7-10). Y simplemente mencionemos las intervenciones anglicasen el Apocalipsis.Pues bien, todas esas angelofanas sugieren que se trata aqu de espritusque se contactan con el universo mediante una substancia o forma, pasiva yexpresiva, que se podra llamar cuerpo. Y este cuerpo es normalmente capazde comer, de saborear un festn, de extender la mano para meter a Lot en la lacasa donde estaban, cerrando enseguida la puerta, de tomar por la mano a Lot,su mujer y sus dos hijas, de llevarlos fuera de la ciudad (Gn., XVIII:10, 16).Los ms pesados trabajos no tienen nada que arredre sus fuerzas fsicas: rodarla roca del sepulcro y sentarse encima (Mt., XXVIII:2; en San Juan son dos losque reposan as, como buenos obreros tras un rudo laburo: rasgo humano comoel quaerens me sedisti lassus del Dies irae); golpear a Pedro en el costado paradespertarlo (Hechos:XII:7; se ve el gesto:es nuestro!), expresar en lenguajearticulado el discurso mental (como en el umbral de San Lucas)... ah tienen loque hacen los Angeles.Por otra parte es verdad que, SI los Angeles tienen cuerpo tal y como lo hacredo la Iglesia de los primeros siglos, y como aun lo sostiene la teologaoriental, no puede tratarse de una materia espesa y densa, corruptible en elmismo grado que la nuestra. No se trata de piel de animales (Gn., III:21). Loscuerpos anglicos son incomparablemente superiores a los que poseemosactualmente. As como Cristo despus de la Resurreccin, aparecen y desaparecen,Albert Frank-Duquesne/ SATN Pg.36 de 224descienden del cielo y suben de vuelta; con toda evidencia, sus cuerpos noestn, del mismo modo que los nuestros, sometidos a las leyes que rigen lassubstancias materiales. Es as que se nos ocurre pensar en el cuerpo espiritualque nos ha sido prometido para despus de la Resurreccin (I Cor., XV:42). Laanaloga ngelo-humana debe, esta vez, verifcarse ms rigurosamente.Hablando del estado que ser el nuestro despus del Jicio Final, Nuestro Seordeclara que los elegidos defnitivamente salvados, y por tanto resucitados, sern,no slo iguales a los Angeles sino como ellos y no agrega restriccin oespecifcacin alguna (Lc., XX:36; Mat. XXII:30, en el cielo, ellos, los hombres,sern como los Angeles de Dios). Ahora bien, sabemos que la humanidad parasiempre estabilizada en la gloria vivir en un universo renovado que comprendeuna tierra nueva tanto como un nuevo cielo y que los hombres en este estadoejercern su comercio, su vida ad extra por medio de un cuerpo, glorioso, peroautnticamente cuerpo. Resucitados, provistos de un organismo sublimado,seremos, dice el Verbo encarnado similares a los Angeles, no slo(San Lucas)sino tambin(San Mateo). Por ltimo, hay slo metfora en la Biblia cuando nosmuestra a los Angeles provistos de alas y volando (Is., VI:2; Ez., I:5; Dan., IX:21,Apoc., VIII:13, XIV:6, XII:4)?Pero, se dir, SI los Angeles no son espritus puros, les ser posibleentonces ignorar, dudar, equivocarse? Que incluso algunos de ellos no hayanhecho su eleccin en el instante mismo de su venida al ser?Pues bien, San Pedro,retomando una expresin de la que se sirven Lucas y Juan para describir laansiosa y minuciosa inspeccin de la tumba vaca, nos muestran a ciertasjerarquas anglicas inclinndose para ver mejory hundiendo sus miradasen los misterios del designio redentor (I Pet., I:12; Lc., XXIV:12, Jn. XX:5, 11).Parece que el dispositivo de los propiciatorios, entre los judos, haya simbolizadoesta incertidumbre: los querubines vuelven hacia el su rostro (Exodo, XXI:20). Unprofeta nos hace asistir a un dilogo de las milicias celestes: Hasta cundoAlbert Frank-Duquesne/ SATN Pg.37 de 224durar lo que anuncia la visin? y tambin, Cundo, pues, se realizarn estosmisterios? (Dan., VIII:13; XII:5-7). Ese tal vez que Jess hace proferir al Padre, encuanto a las reacciones libres de los hombres (Lc. XX:13), por qu sus mensajerosno lo pronunciaran?Si algunos de los Principados y Potestades que en los cielos se instruyen alobservar el drama de la vida humana y descubren, manifestado por la Iglesia, lainaudita, la conmovedora dispensacin del misterio escondido en Dios desde elprincipio (Efesios, III:10), han podido dudar, durante un tiempo, y preguntarse siel Mal vencera al Bien, la Parusa los iluminar. Es la gloria divina prometida alhombre en el Verbo encarnado la que, segn varios Padres, provoc por razn desu primera proclamacin (Hebreos, I:6), la rebelin luciferina -tradicin tantomusulmana cuanto cristiana-, es la gloria divina prometida la que constituye elobjeto del designio en vista del cual las edades han sido dispuestas por laPalabra de Dios (ibid., XI:3); y es ella, en fn, quien nos habilitar a nosotros,nosotros los hombres, a juzgar a los Angeles, a pronunciarnos sobre su caso, asellar defnitivamente su suerte (I Cor., VI:3). Si alguno de ellos ha podido vacilaren su lealtad hacia Dios, inclinarse hacia alguna clase de indulgencia ocomprensin hacia el Rebelde, la Parusa marca el momento en que por elCristo, por su intermedio y como a travs Suyo , Dios, reconciliar todas lascosas consigo mismo, incluidas las celestes (Col., I:20). Cuando el Apstol nosmuestra a la creacin entera gimiendo con dolores de parto hasta que nosotros,los hijos de Dios, hayamos accedido a esa libertad plena que slo confere lagloria de modo que la creacin pueda participar de esta liberacin (Rom., VIII:19-22), con qu derecho excluiramos a las jerarquas anglicas de esta creacintomada en su integridad? Las potencias celestes, ante la salvacin, la deifcacin,la gloria asegurada para siempre a los hombres rescatados, ya no pueden dudar;las que lo habran hecho -y que no son los Demonios sino las jerarquas todavaexpectantes- se retractan, y todas se prosternan ante el Trono pronunciando elAlbert Frank-Duquesne/ SATN Pg.38 de 224Amn que las fja, a ellas tambin, en la inamisible beatitud (Apoc., VII:12).Este conjunto de refexiones se insertara fcilmente en el cuadro de unadoctrina que negara a los Angeles la espiritualidad pura en el sentido rigurosodel trmino. (59) Pero in dubiis libertas: nos contentamos aqu con exponer para unay otra concepcin el por y el contra. La tesis generalmente admitida en la Iglesialatina desde el medioevo se caracteriza, una vez admitidos sus principios, poruna lgica slida y compacta. Precisamente porque los Angeles son esprituspuros, nos dice, porque estn libres de toda atadura corporal, es que puedenmoldearse, animar o infuenciar todos los cuerpos y todas las formas. Por logeneral en sus manifestaciones aparecen con aspecto simblico: jvenes sobretodo, pero tambin caballos de llamas y carros de fuego (Zac., I:8; II Reyes, VI:17),a veces incluso formas voltiles (I Reyes, XVII:6). A falta, en esta hiptesis, deorganismos fsicos que individualmente les pertenezca con propiedad, nopueden propagarse por la procreacin: qu transmitiran? Aqu es donde lasprimeras generaciones cristianas, al contrario, vean en la unin sexual de loshijos de Dios y las hijas de los hombres (Gn., VI:2), la prueba de lacorporeidad anglica; acaso los hijos de Dios no son en el AntiguoTestamento, idnticos a los habitantes del cielo, los celcolas (cf. Job, I:6 yXXXVIII:7)?Se encontrar en el Apndice III un excursus sobre la espiritualidad de losAngeles y, por ende, de los demonios. Resumamos aqu, con todo, lo que dice laTradicin bajo la doble forma de Ecclesia remota y de Ecclesia proxima, lo que dicen(# su 6#r&a de6"n"t"(a2 3a'"a &ed"ad#s del s"gl# BB des*u0s de -r"st#. =u ant"gaedad 3a s"d#atest"guada*#rlale/enda'#nte&*#rneaasu'#d"6"'a'",nque*retendequeM#"s0sre'"b",2 s#breel="na.2 elDargu& de5ab"l#n"a s#bre el Pentateu'#.3H.- 8l Dal&ud #Kue&ar#s llen#s de un 6ueg# r#>#2 se '#n("erte en el $&al%2 un &al'ualqu"era2 abstra't#. Pr#*#ng# un grad# &s de a*lana&"ent#+ $?uega *#r n#s#tr#s2 *#bres *eque;#s *e'ad#res%.^7. del D.+ en l# que se re6"ere a tradu''"#nes agua'3entas de la 8s'r"tura2 '"n'uenta a;#s des*u0s al *#bre Frank-Duquesne n# le al'an4ar.an las "r#n.as_. Albert Frank-Duquesne/ SATN Pg.78 de 224Lzaro! siendo que las lgrimas sobre el adorable Rostro an no se han secado?La Encarnacin abunda en contrastes que manifestan el amor y lacondescendencia del Unignito, sin que alcancen a tocar la unidad personal delVerbo encarnado. Esta nica Persona vive en dos esferas a la vez, conforme a lacondicin nica ode cada una. En lo que respecta a su alma humana, suignorancia no puede obscurecer nada de lo que debe conocer para ensearnosy salvarnos; pero al mismo tiempo esa oscuridad lo torna perfectamente sym-ptico -con la misma longitud de ondas ontolgica que la nuestra-, con lasreglas actuales de nuestra vida mental (Hebr., II:10, 17-18; IV:15).Por otra parte, prestemos atencin a lo que el Cristo tena psicolgicamenteen comn con nosotros, su conciencia normal, sobre lo cual hay no menos deveinte pasajes en el Nuevo Testamento que afrman que ella constituye su , susemejanza a los hombres en todas las cosas, salvo el pecado. Sin esa conciencianormal la raza no tendra ms posibilidad de tener parte en la Redencin quelos lenguados o los canguros (a pesar de Romanos 8, no se ve como puedan ser,con toda la fuerza del trmino, coherederos del Unignito). Pero debemosconstatar lo siguiente: esa conciencia humana se enriquece -aunque eso es unempobrecimiento para el Verbo como tal (II Cor., VIII:9)- gracias a los aportesde la herencia, del ambiente, de la educacin, del Zeit-geist, de la experienciapersonal y de la refexin.Aqu es donde estalla la futilidad, la superfcial psicologa de las objecionesde aquellos que dan en negar la utilidad del ayuno de cuarenta das, o quepresentan las sugestiones del Diablo como torpes y pesados encantos,inadecuados para tentar realmente al Hijo del Hombre. Es el Espritu quien,con la espada en los riones (Ef. VI:17) empuja a Jesucristo hacia el desiertopara all ser tentado. Se trate aqu de la tradicional Quarantania, o de la regincontigua a Betbar, nos importa muy poco: asuntos historiogrfcos y deAlbert Frank-Duquesne/ SATN Pg.79 de 224arquelogos, tambin importantes para el Sr. Baedecker y la Gua Michelin. Anosotros, lo que a nosotros nos importa, es el alma de Cristo, infnitamente msque sus desplazamientos fsicos; por lo dems, en todo lugar donde Jess sufre elasalto del Diablo, en Palestina o en la persona de los miembros de su CuerpoMstico, all es el desierto.As, la Historia Universal recomienza, de arriba a abajo, con el Bautismo enel Jordn; Jordanis conversus est retrorsum. Y esta nueva partida se efecta desde elmomento en que Jess desafa al reino de Satn. Slo que las condiciones ya noson las mismas que en el Edn: ya no se trata de una eleccin sino de un combate:desde ahora el principado de Satn sobre este mundo est sujeto a prescripcin.Si bien ms adelante comentaremos el relato de la Tentacin con algn detalle,notemos aqu que la Tentacin no ha cesado de desarrollarse a lo largo de cadauno de los cuarenta das; es cierto que culmina sobre el fnal, cuando despus deun largo ayuno, Jess, acrisolado, vaciado por el hambre, descendi hasta elfondo de la fatiga y de la debilidad. Y es que el ayuno alimentario y las otrasmaceraciones fsicas, que el Cristo dejaba muy campante para los discpulos delBautista, no ocupaban en su enseanza ms que un rango muy secundario: lostoleraba, sin ms (Mateo XVII:21 le toma prestada a Marcos IX:28 lainterpolacin ). En ningn lugar el Evangelio nos muestra al Salvadorrecurriendo a esas vas extraordinarias; el suyo ms bien parece ser lo que laSanta de Lisieux llama el caminito, en cierto sentido pasivo y prosaico.Muy en particular, trata a las cuestiones alimentarias con desdeosadesenvoltura, desdeo que uno podra quiz designar con la palabra crudo ymuy crudamente! Con todo, si ha ayunado en el desierto, probablemente lohiciera por razones de orden intrnseco y extrnseco. Ms all de que saba a quse expona con una estancia tan prolongada en el desierto es fcil de comprenderque tuvo otros desvelos y preocupaciones, otras obsesiones ms all de lacuestin de sus vituallas! Aunque podra ser tambin que haya deliberadamenteAlbert Frank-Duquesne/ SATN Pg.8C de 224buscado provocar en S la ms extrema debilidad fsica por el agobio y ladepresin de todas sus fuerzas vitales. Esta gradual declinacin del vigor animalentorpece las potencias propiamente humanas, las facultades mentales, salvo lamemoria que estima, que aviva, que despierta y exalta el hambre. Durante losprimeros treinta y nueve das de la prueba, el proyecto (o ms bien, el futuro) dela obra a la cual lo haba consagrado el Espritu Santo, seguramente lo habrnpreocupado incesantemente. All es donde debe haberlo acechado la Tentacin...No podemos admitir que haya ni por un solo instante dudado en cuanto alos medios destinados a hacer triunfar su Reino. Para establecer este Reino deDios no pudo nunca soar siquiera con recurrir a los mtodos propios delmundo y del prncipe de este mundo, contradictorios de todo lo querepresenta la nocin misma de Reino, mtodos opuestos a la voluntad del Cielo.Ninguna tentacin pudo quebrarlo, por poco que fuera, en el sentido del propterregnum regni perdere causas. El Maestro haba pasado la treintena: haba tenido eltiempo de completar su discurso en el plano de la ciencia experimental yadquirida, bien que bajo el constante infujo de su ciencia infusa, de susinquebrantables convicciones. De qu verdades se alimentara en el desierto?-Es necesario que me ocupe de los asuntos de mi Padre. Ellos consisten en elestablecimiento del Reino de Dios. Nada humano me habilita para realizar estosproyectos: ni la astucia, ni la fuerza, ni la penetracin, ni la experiencia, sinosolamente la inhabitacin del Espritu Santo en el Hombre que Yo Soy. As, lanica va que conduce al Reino es la total sumisin de mi humanidad a lavoluntad del Padre. Pero qu digo? Que esta voluntad sea cumplida por loshombres sobre la tierra, como por los Angeles en el Cielo, eso es la venida delReino.... Siendo estas las refexiones habituales del Seor, no puede sorprender quehayan sido utilizadas como blanco -aqu hay una falla en el cuero, debe deAlbert Frank-Duquesne/ SATN Pg.81 de 224haberse dicho Satn-, un punto tangente y de insercin para el Tentador, para elda cuarenta que, para Jess, era el de su ms extrema debilidad. Pero, por otraparte, era inconcebible para el Demonio soar siquiera con arrastrar al Cristo conconsideraciones incapaz de convencer. Escuchmoslo: Prstame atencin!,creme y a mi muy antigua experiencia. Yo no soy el Padre universal, pero soy elTo del gnero humano, un To por herencia, mucho ms cerca vuestro que elAnciano de los Das, siempre muy ocupado con las Vas Lcteas. Apruebo tusprincipios; despus de todo tambin yo soy un Angel y qu Angel! Lo soy todopara la Luz y no pido ms que servir a Yawhv, con mis pequeos modos, desdeluego. Porque si no, adnde quedaran la belleza, la singularidad de mi servicioque es nico, no te parece? Pues bien, seamos prcticos. Hay que hacer lo quehay que hacer. Y qu quieres t? Restablecer la Teocracia en Israel. Es una ideaexcelente, la apruebo. Cuenta conmigo. Ahora, sabes como es este pueblo judo,no? Sus concepciones, sus sentimientos, sus prejuicios, sus duritia cordis, los hijosde Israel no te han escondido nada sobre todo eso... Entonces, absolutamentesolo, desesperadamente aislado, con tales principios, y nada ms que esosprincipios, cmo vas a enfrentar a este pueblo? Mira, da tras da, hora tras hora,a medida que pierdes el tiempo aqu, en lugar de lanzarte a la accin para lamayor gloria de Dios, te ensombreces, te disipas, te derramas, te desagregas,envenenado, paralizado por un sentimiento, por una mortfera experiencia detotal abandono, de absoluta soledad que se amasa en torno tuyo como una nubeopaca... y esto recin empieza! El hambre te ahueca, sientes el vaco; pero losdesvelos, la inquietud, la angustia de tus responsabilidades, ms aun. Tu cuerpoy tu alma se dislocan, se lican, se vacan de toda vitalidad. Esta empresa que tannoblemente han tomado a tu cargo, tu sabes muy bien, lo ves cada vez msclaramente, no tiene salida, es una tarea rigurosamente desesperada. La encarasmal, torpemente, como un ingenuo, un nefto; elige: verdaderamente quieresinstaurar el Reino? Entonces, a no vacilar sobre los medios...Albert Frank-Duquesne/ SATN Pg.82 de 224As es que, vuelta a vuelta, el espritu de Cristo solicitado por el Tentador,tuvo que rechazar las tentaciones de desesperacin, de inercia, de presuncin, deautonoma, e incluso las sbitas ganas, el abominable prurito -a satisfacerinmediatamente, de repente, dejando de lado cualquier otro asunto- de quererseccionar el nudo gordiano, de quemar las naves. Este es el elemento comn a lastres ltimas grandes tentaciones. El debate entero, el combate, pone en cuestinla absoluta sumisin a la voluntad de Dios, mdula y realidad de todaobediencia. Pues bien, lo que lo alimenta substancialmente, lo que constituye alCristo es precisamente esta voluntaria servidumbre, animada por el amor (Jn.,IV:34): sin ella dejara de ser lo que es, como Verbo y como Hombre. Jess nonecesita de Satn para saber que someterse a la voluntad divina implica para Elnada ms que sufrimientos, desamparo sin esperanza, hasta la ms amarga de lasmuertes, hasta la Cruz del esclavo rebelde; obedecer al Padre es querer serrenegado, traicionado, golpeado por los suyos; es terminar entre el cielo y latierra, abandonado de Dios y de los hombres. Ahora bien, en el momento mismo en el que las sugestiones diablicas losacuden de la cabeza a los pies como un mstil azotado por un huracn, cuandosus potencias naturales se encuentran reducidas por un misterioso refujo devitalidad hasta los ms extremos lmites del agotamiento, slo la memoriaconserva su refector iluminando estas tinieblas (clsico fenmeno) y presenta ala humanidad de Jess la substancia imaginativa de las tres tentaciones de lasque nos da cuenta el Evangelio. Todas las dems facultades mentales estngolpeadas de estupor; slo la memoria funciona (tal el efecto del ayuno decuarenta das): su recentsimo Bautismo, la doble espera del pueblo elegido (elMesas proclamando el Reino; de pie sobre el pinculo del Templo, y todos losreinos del mundo, con su gloria, al servicio del Rey teocrtico)... he aqu lo que,suspendidas las otras potencias, la memoria del Cristo le pone por delante conalucinante vigor, con el relieve mismo de la vida; he aqu la esencia profunda deAlbert Frank-Duquesne/ SATN Pg.83 de 224la Tentacin: los recuerdos de Cristo se destacan solos, y con una agudeza tal quele conferen como una tercera dimensin -la de la presencia concreta- contra elnegro teln de un psiquismo reducido a la sola memoria. Satn, el Angel de laluz falaz, el genio de la ilusin, fragua y objetiva estas reminiscencias de Cristoque ocupan toda la perspectiva abierta a su mirada: juego de espejos, sin duda,espejismo y trampa ilusionista en s misma, pero que, as lo cree l, ha deproducir todo su efecto al proyectarse sobre el organismo debilitado de Jess (elclaroscuro la Rembrandt se presta a todas las trampas y sirve para todas lascoartadas). 3.- Psicoanlisis de SatnEn el Evangelio de San Marcos, el Tentador se llama Satn, el Diablo en losotros dos sinpticos. Este ltimo ttulo designa una funcin eminentementeejercitada: cuando yo era chico no faltaban verdugos pblicos en Francia, peropara m el Verdugo era el Sr. Deibler... Los exgetas que renen con escrpuloy esfuerzo los mil detalles de los cuales otros se sirven para sus sntesis les dirnque diabolos fgura cincuenta y tres veces en el Nuevo Testamento y que signifcaa veces el Calumniador (II Tim., V:3; Tito, II:3; Apoc., XII:10), y otras simplementeel Difamador y el que Siembra-las-desavenencias (I Tim., III:7). Es alguien, puestoque es honrado con elque equivale, en griego a nuestro Seor. Mateo, IV:10identifca Diabolos con Satn. Para los Judos, este ltimo vocablo originalmente seutilizaba para designar a cualquier contrera, a cualquier contradictorsistemtico. Luego, en el orden sobrenatural se utilizaba para designar acualquier criatura, aun buena, de la que se serva Yawhv para acorralar a uno uotro hombre, para colocarlo entre la espada y la pared. El Diablo habracomenzado por hacerle los trabajos subalternos al Creador. Esta concepcin noses presentada de tanto en tanto por nuevos descubridores que la presentancomo el nec plus ultra de la demonologa crtica, y ha sido desarrollada por elAlbert Frank-Duquesne/ SATN Pg.84 de 224muy conservador F. W. Farrar, en The Gospel according to St. Luke, CambridgeUniv. Press, 1905, y por el Prof. A.B. Davidson, en The Book of Job, CambridgeUniv. Press, 1908. Nada les molesta a estos inspirados crticos paradialcticamente extrapolar una nocin popular a su antojo; tampoco a nosotros:aunque slo volveremos sobre ella en el Excursus II de este trabajo, consagrado alJehov Negro.Vuestro padre, el Diablo, como le dir Cristo a los fariseos, es, desde elprincipio, en el corazn mismo de su ser, un asesino (para empezar, de supropia verdad). Por tanto, homicida quasi esencialmente, casi por vocacin.Mentiroso y padre de la mentira, precisa el Salvador. No que l sea la mentiramisma; porque la mentira, el error, la ilusin, no son trascendentales como laverdad s lo es; el mal no tiene nada de esencial, aunque puede convertirse enuna segunda naturaleza, una esencia adquirida, si se puede decir as (dndoleuna salida concreta en la Historia, el Demonio se jug el todo por el todo comocontra-creador: cre el signo Menos). Se puede tener al error por refugio y a lamentira como cobertizo (Isaas, XXVIII:15). Satn entonces, cualesquiera quehayan sido sus orgenes, no es un mentiroso, un asesino, en la periferia,adventiciamente; sus frutos no tienen nada de ocasional: traducenrigurosamente la naturaleza de este rbol. Porque hay frutos que se puedencolgar artifcialmente de un rbol: las manzanas y las naranjas de un pino deNavidad, por ejemplo, as como se pueden asignar buenas obras a corazonesendurecidos y sin amor. No as con Satn. En su mismo origen, en el corazn desu ser, su tesoro como dice Jess, es el mentiroso y el homicida. Generalmentese traducepor homicida. Pero en el Diablo, mentira y homicidio sonsinnimos. Mentir es hacerle violencia a lo verdadero; suprimir lo real enintencin y en efgie (a falta de algo mejor); aquello que se posee realmente,aquello sobre lo que se tiene asa, la expresin y la similitud verbal, eso es lo quese aniquila, lo que es materia de abolicin.Albert Frank-Duquesne/ SATN Pg.85 de 224Si uno se dijese, ahora, que en todo momento, aunque estuvisemosabsolutamente solos, que en todo momento el mundo espiritual entero nospenetra y nos espa in abscondito de tal manera que, para estos millares detestigos, en su nivel de ser (inmaterial), el sueo noms del pecado ms leve,proyectado, imaginado, se realiza (toda vez que estos testigos ignoran el actofsico y slo conocen el revs espiritual: desear a una mujer, es, en el mismo acto,mancharla, dice Jess), acaso no nos vemos obligados a concluir que mentir,inventar, sustituir la realidad con la propia versin de las cosas es equivalente avampirizar, matar una criatura de Dios en benefcio de una pseudo-criatura, deun robot, de un zombi, (90) de una larva lanzada a la pseudo-existencia pornosotros mismos? Mentir es parodiar la creacin. Es el equivalente verbal de lacorrupcin. Es hacerle la guerra a este Dios que dijo de S mismo que era la Luz yla Verdad.As, Satn es un mentiroso (no una mentira ya que la mentira, el mal, delantede Dios no es ms que una detestable posibilidad, sin ninguna realidad: elDiablo, dice Jess, es mentiroso y Padre de la mentira que en l se origin).Es mentiroso y homicida desde su principio, en el ms ntimo reducto de suser. All, en esta cmara de la Sabidura que nos ha concebido (Cant., III:4), estacaverna de Horeb (I Reyes, XIX:9), en donde -para el fel, mas, cuntos son?-donde alumbra suavemente la scintilla, aquella chispa de la Divina Presencia, allmismo, no se encuentra en el Demonio ms que podredumbre, huesosenmohecidos bajo la encaladura de los sepulcros blanqueados. No hay en lVerdad...Pero es que la Verdad es Dios. La santa humanidad de Jesucristo acepta ser(#r. 8s la Bgles"a de l#s:lt"s t"e&*#s2 el Bsrael deD"#s2 t#d#s l#s '#nstantes enla*erse'us",ndel Ant"'r"st#2 'r"st"an#s />ud.#sAlbert Frank-Duquesne/ SATN Pg.175 de 224Quin es entonces la Madre mstica del Cristo y de sus hermanoms(Apoc., XII:17)? Estos son todos aquellos que observan los mandamientos deDios, los que han guardando los testimonios de Jess (ibid). Pero acaso nohaba dicho Jess en los das de su curso terrestre quines eran sus hermanos? Ydando una mirada en torno sobre los que estaban sentados a su alrededor (Mc.,III:34) y extendiendo la mano hacia sus discpulos, dijo: "He aqu a mi madre ymis hermanos. Quienquiera que hace la voluntad de mi Padre celestial, ste es mihermano, hermana o madre" (Mt., XII:49). La Mujer que nos ocupa es entoncesesta eterna y divina Sabidura que justifca (aqu abajo) a sus hijos (Mt. XI:19)siendo la Iglesia su manifestacin en el mundo creado (Ef., III:9-11). En el Apocalipsis, as como por lo dems en otros pasajes neotestamentarios,la Iglesia puramente cristiana, despus de Pentecosts, es presentada como laEsposa de Cristo. En cambio, aqu se trata de su Madre, que es la hija de Sin, elIsrael ideal; por tanto no se trata de la Sabidura exclusivamente celeste, ni de laSinagoga sola, ni siquiera del Cuerpo mstico nacido en Pentecosts, sino que,puesto que hay Iglesia , y toda vez que hay , llamados, a esta Sofa creaturalcomo dice Boulgakov, miembros de esta Iglesia csmica y universal (Ef., I:4-12 yIII:9-11), de la cual la Sinagoga y la Katholik son sus aspectos histricos y susmanifestaciones segn los tiempos y los momentos que el Padre ha fjado con su'#n(ert"d#s+ el Bsrael deD"#s2 quetantas(e'esenl#sPr#6etasess"&b#l"4ad#enuna&u>er^..._#sa'tuales"nt0r*retes aleg#r"stas d"'en que la Mu>er es la Bgles"a en l#s t"e&*#s del 8&*erad#r D"#'les"an# a2 19942 *. 324-326). -astellan" ta&b"0n se las agarra '#n l#s $e)0getas%que ent#r*e'en '#n sus de(#'"#nes la re'ta "ntel"gen'"a del te)t#2 *#n"end# a"radas *alabras en b#'a de su 5en>a&.n5ena(.des+ $-ED,nde 3as ("st# en el 8(angel"#2 sa'r# '3arlatn -de'.a en'arnd#se '#n el ene&"g# "n("s"ble-2 que el!"># de Mar.a 6ue lle(ad# al -"el# re'"0n na'"d#2 s" su As'ens",n 6ue *asad#s l#s tre"nta a;#sF ED,nde d"'e u'asque la G"rgen Mar.a tu(# una lu'3a *ers#nal e "n&ed"ata '#n el den"#F EQue se re6ug", tres a;#s / &ed"# en eldes"ert#F U-#ntesta2 '3arlatn lengua larga2 ', se (er"6"'a en 7uestra =e;#ra esa des'r"*'",n del A*#'al"*s"sL EAl#s d#l#res de *art#F E7# 'rees '#n 'erte4a que n# l#s su6r", la Bn&a'uladaF EDe d# que t"enes tanta de(#'",na la G"rgen que *ara sat"s6a'erla *asas *#r en'"&a n# s,l# de la ra4,n s"n# ta&b"0n de la FeF 8s# n# es de(#'",n2 essens"bler.a de(#ta....% e es*e'"al2 s"n# que se trata de un lengua>e a &ed"# 'a&"n# entre el lengua>e '#&:n / el lengua>e*#0t"'#. Per#aun'uand#'#&"en4a*#r ser el &"slengua>e det#d#s l#s d.as2 n#r&al&ente2 ba>#*res",nd"al0't"'a2 se trans6#r&a en lengua>e De#l,g"'# # P#0t"'#. as *alabras $A# 're# en D"#s% *ertene'en al lengua>e'#&:n. Per# s" n#s *res"#nan *ara que n#s e)*l"ques &e>#r2 *r#bable&ente tengas que (ern#s en una ded#s d"re''"#nes. P#dr.as de'"r $-re# en una ent"dad "n'#r*,rea2 *ers#nal en el sent"d# de que *uede ser su>et# /#b>et#dear2/del'ualt#daslasde&sent"dadess#nun"lateral&entede*end"entes%. 8seesune>e&*l#delengua>e De#l,g"'#2 aunque est le>#s de ser un buen e>e&*l# de 0l. -#n este lengua>e estas tratand#2 en 'uant#n#s es *#s"ble2 de 6#r&ular asunt#s rel"g"#s#s de una 6#r&a *are'"da a la que usas *ara asunt#s '"ent.6"'#s. A&enud# est# resulta ne'esar"# *ara ense;ar2 'lar"6"'ar / en6rentar '#ntr#(ers"as. Per# n# es el lengua>e '#n el quenatural&ente se e)*resa la ?el"g",n. 8stas a*l"'and# '#n'e*t#s *re'"s#s -/ *#r tant# abstra't#s- a l# que tenes*#r el su*re e>e&*l# de l# '#n'ret# ^..._ 8se es un# de l#s ru&b#s *#r el que *#des &ar'3ar a *art"r de laAlbert Frank-Duquesne/ SATN Pg.19C de 224Toda vez que el universo forma un gigantesco Todo orgnico, al punto queSan Pueblo puede califcarlo no solamente como de creacinsino tambincomo , de creatura en cierta forma nica, (143) la Encarnacin y la Redencinimplican la existencia de lazos y repercusiones csmicas (Rom., VIII:19-22 para lascreaturas inferiores al hombre; Col., I:16-20 para aquellas momentneamente porencima de l). As es que en nuestro conficto con el Mal, en realidad nuestravictoria no es ms que la de Cristo, explicitada, extendida como mancha de aceite(Jn. XVI:33). La Cruz que cargamos con El, sobre la cual, como dice el Apstol,estamos co-crucifcados con El, y por la cual triunfamos, nos constituye envencedores del Mal en su forma ms universal, ms profundo que lo quehallamos aqu abajo: resistimos a la jerarquas invisibles, a las potestadesespirituales de la perversidad (Ef., VI:12; Col., II:15). Creer en la existencia y en laaccin de Satn equivale a creer que antes de ser humano, individual, fortuito yepisdico, el Mal es planetario, csmico, como una atmsfera universal en la que,no el cuerpo, fsicamente, sino el ser mismo de todas las creaturas,ontolgicamente, padece una desviacin, una desorientacin, anloga a la quepadeceran nuestros organismos en un hbitat planetario que no fue hecho paraellos (I Jn., V:19). Creen en Satn, es estar convencido que todo el Mal se reduce,en ltima instancia, a una Voluntad pervertida. Del mismo modo, quienquieraque niegue la existencia y la accin del Demonio pierde mucho espiritual ya6"r&a'",n$A#'re#enD"#s%+ ellengua>e De#l,g"'#. Per#en'"ert#sent"d#esunlengua>ea>en#alarel"g",n2*aral"4ante2 que#&"tet#d#l#quereal&ente"&*#rta. ="ne&barg#2 /a*esar det#d#2 algunas (e'es resultane'esar"#. Per#2 *#r #tra *arte2 un# *#dr.a segu"r la #tra d"re''",n2 a la que es*#ntnea&ente se "n'l"na la ?el"g",n2la e)*res",n *#0t"'a. Preguntad#s *#r qu0 '#sa es D"#s2 un# *#dr.a de'"r $D"#s es ar%2 # $el Padre de las lu'es%^..._. #s 'r"st"an#s 'reen que 9esu'r"st# es el !"># de D"#s *#rque 8l l# d"># ^..._ A3#ra b"en2 tal a6"r&a'",n n# *uedes"gn"6"'ar que8l estres*e't#deD"#senunarela'",n6.s"'a/te&*#ral equ"(alentealaquee)"steentreel*r#gen"t#r / su *r#gen"e en el &und# an"&al. =e trata de una a6"r&a'",n *#0t"'a. A tal a6"r&a'",n se 3a de e)*resarne'esar"a&ente '#n tal lengua>e *#rque la real"dad a la que se re6"ere es a>ena a nuestra e)*er"en'"a ^..._ 8l te,l#g#se (er aqu. #bl"gad# a e)*l"'ar que se trata de un lengua>e $anl#g#%2tratand# de ale>arn#s 'uant# antes de lassut"les / '#n(ed#ras e(#'a'"#nes de la "&ag"na'",n 3a'"a las 'laras *er# t#r*es anal#g.as que se ut"l"4an en elaula # en la sala de '#n6eren'"as.Dratar ent#n'es de strar en qu0 res*e't#s las rela'"#nes *adre-3"># n# s#nanl#gasalareal"dad2 '#nlaes*eran4adequeas.llegaral#sques. l#s#n. Bn'lus#"ntentarqu"4agregaranal#g.as *r#*"as -la l&*ara / la lu4 que 6lu/e de ella / '#sas *#r el est"l#. Per# 3a/ alg# de &uerte en ese *r#'es#.eturar de qu0 se trata2 *r#bable&ente se equ"(#'ar / ent#n'es se en6adar ta&b"0n... Qu"4 un estall"d#s"n'er# 3ub"era a'larad# la at&,s6era%. asde #r# en Dan / 5etel2 AaO3(0 r"*#sta sus'"tand# a ?,&ul# / ?e #s de la lu4%