sweet evil 1
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Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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Sinopsis braza lo prohibido.
¿Y si hubiera adolescentes cuyas vidas dependieran,
literalmente, en ser malas influencias?
Esta es la realidad para los hijos e hijas de los Angeles Caídos.
La chica sureña compasiva, Anna Whitt, nació con el sexto sentido para
ver y sentir las emociones de otras personas. Es consciente de la lucha en
su interior, una atracción inexplicable hacia el peligro, pero Anna siempre
ha tenido la ventaja de su lado angelical para equilibrar la oscuridad de su
interior. No es hasta que cumple dieciséis años y conoce al atractivo
Kaidan Rowe que descubre su terrible legado y su fuerza de voluntad es
puesta a prueba. Él es el chico sobre el que tu papá te advertiría. Si tan
sólo alguien le hubiera advertido a Anna.
Obligada a enfrentarse a su destino, ¿Anna elegirá su halo o sus cuernos?
Sinopsis alternativa: Ríndete al sexy, al erótico, al dulce, dulce mal.
Anna solía ser una buena chica. Hija de un ángel guardián y de un... ángel
caído. Ahora su vida depende literalmente de tentar a los demás al pecado
pero su alma depende de resistir la tentación. Solo tiene a Kaidan, el chico
del que tu papá te advertiría. Pero nadie se lo advirtió a Anna.
Y todo lo que quiere hacer es sucumbir a la “lujuria”.
Traducido por Flochi
Corregido por Angeles Rangel
Trilogía The Sweet libro #1
A
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Índice
Sinopsis ................................................................................................................................................ 2
Prólogo ................................................................................................................................................ 5
Capítulo 1 ............................................................................................................................................ 9
Capítulo 2 ......................................................................................................................................... 27
Capítulo 3 ......................................................................................................................................... 36
Capítulo 4 ......................................................................................................................................... 43
Capítulo 5 ......................................................................................................................................... 58
Capítulo 6 ......................................................................................................................................... 67
Capítulo 7 ......................................................................................................................................... 72
Capítulo 8 ......................................................................................................................................... 81
Capítulo 9 ......................................................................................................................................... 98
Capítulo 10 ..................................................................................................................................... 110
Capítulo 11 ...................................................................................................................................... 127
Capítulo 12 ..................................................................................................................................... 143
Capítulo 13 ..................................................................................................................................... 153
Capítulo 14 ..................................................................................................................................... 165
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Capítulo 15 ..................................................................................................................................... 176
Capítulo 16 ..................................................................................................................................... 186
Capítulo 17 ..................................................................................................................................... 206
Capítulo 18 ...................................................................................................................................... 214
Capítulo 19 ..................................................................................................................................... 219
Capítulo 20 .................................................................................................................................... 227
Capítulo 21 ..................................................................................................................................... 236
Capítulo 22 .................................................................................................................................... 252
Capítulo 23 .................................................................................................................................... 271
Capitulo 24 .................................................................................................................................... 282
Capítulo 25 .................................................................................................................................... 291
Capítulo 26 .................................................................................................................................... 303
Capítulo 27 .................................................................................................................................... 310
Capítulo 28 .................................................................................................................................... 322
Capítulo 29 .................................................................................................................................... 333
Capítulo 30 .................................................................................................................................... 360
Capítulo 31 ..................................................................................................................................... 387
Material adicional ........................................................................................................................... 393
Acerca de la Autora ......................................................................................................................... 422
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Prólogo
Convento de nuestra madre Maria de los Angeles
Traducido por flochi Corregido por Angeles Rangel
ace dieciséis años…
La recién nacida lloró cuando la partera la envolvió en una
manta y se la tendió rápidamente a la Hermana Ruth. Incluso
encorvada por la edad, la monja más vieja del convento exudaba un aire
majestuoso cuando hizo acallar al diminuto bulto, intentando protegerlo
de los últimos respiros de su madre.
H
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En la esquina de la sala estéril, un hombre grande con una cabeza suave y
rapada y barba estilo perilla permanecía de pie mirando. La oscuridad
cayó sobre su rostro cuando la joven partera intentó resucitar a la mujer
en la cama.
Sudor corría por las sienes de la partera mientras continuaba las
compresiones de pecho. Sacudió la cabeza y habló con un murmullo lleno
de pánico.
—¿Dónde está el doctor? ¡Debería estar aquí ahora mismo!
La partera no vio el suave resplandor de niebla que se elevó desde el tórax
de la paciente, para a continuación permanecer en el aire por encima de
su cuerpo, pero el hombre en la esquina si lo vio.
Sus ojos se agrandaron cuando vio como otro vapor, incluso más fuerte
que el primero, surgía desde la forma inerte de la mujer. Tomaba otra
forma: un ser alado de cegadora pureza. La Hermana Ruth se asombró
ante tal maravilla, luego pasó al bebé sobre su otro hombro y la acunó
para dejarle mostrar su rostro.
El espíritu más grande se agachó y cubrió a la niña con un beso tan suave
como la brisa. Se movió junto al hombre en la esquina, quien ahogó un
sollozo, extendiendo su mano hacia ella. Una lágrima escapó antes de que
contuviera la emoción.
El espíritu permaneció frente a él por un momento más antes de recoger al
espíritu más débil en sus brazos y alejarse flotando como en una espiral de
viento.
—Lo siento. No… no sé lo que pasó. —La voz de la partera y sus manos
temblaban a la vez que levantaba la sábana para cubrir el pequeño cuerpo
de la mujer. Se persignó y cerró los ojos.
—Hiciste todo lo que pudiste —dijo la Hermana Ruth con suavidad—. Era
su momento.
El temible y silencioso hombre apartó la mirada de la cama y fijó sus duros
ojos sobre la bebé.
La Hermana Ruth dudó antes de mecer a la niña en ángulo para que él la
viera. La recién nacida dejó salir un lloriqueo y abrió sus ojos oscuros bien
grande. Por el más breve momento, los rasgos de él se suavizaron.
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Las miradas de todos fueron intensas cuando la puerta se abrió de golpe y
la partera gritó. La policía entró como tromba, llenando el pequeño
espacio. La Hermana Ruth retrocedió hasta la pared y estrechó al bebé.
—Querido Dios del Cielo —susurró.
El hombre de la esquina pareció no inmutarse cuando los policías lo
rodearon.
—¿Jonathan LaGray? —preguntó el policía en el frente—. ¿También
conocido como John Gray?
—Ese soy yo —respondió con una voz rasposa, y brusca, levantando su
rostro con el ceño fruncido en una sonrisa malvada de desafío y peligro.
No luchó cuando se adelantaron con esposas, leyéndole sus derechos.
—Estás bajo arresto por tráfico ilegal de drogas a través del país y en las
fronteras internacionales…
Mientras ellos tiraban a Jonathan LaGray fuera de la habitación, citando
su lista de crímenes, se dio la vuelta para mirar a la bebé, dándole una
sonrisa tensa e irónica.
—Tan solo di no a las drogas, ¿lo harás niña?
Con eso, fue empujado fuera de la vista, y el llanto de la bebé se elevó otra
vez
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El Placer es el cebo del pecado
Platón
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Capítulo 1
Mentiras y Lujuria
Traducido por kathesweet, SOS Vanehz y rihano
Corregido por Angeles Rangel
iré de la falda y traté de no tirar nerviosamente también de las
tiras del top mientras nos parábamos en la fila para el
espectáculo. Mis hombros y brazos se sentían desnudos. El
traje había sido elegido para mí por la hermana mayor de Jay
como un regalo adelantado de mi cumpleaños dieciséis. Y Jay nos
consiguió entradas para ver unas cuantas bandas locales tocar,
incluyendo su última banda adorada, Lascivious. Sólo su nombre era un
ataque contra ellos, pero puse una sonrisa en mi cara por el bien de Jay.
Él era mi mejor amigo, después de todo. Mi único amigo.
T
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La gente en la escuela asumía que algo estaba pasando entre Jay y yo,
pero estaban equivocados. No me gustaba de esa manera, y no había duda
de que yo no le gustaba de esa manera. Conocía sus emociones.
Podía verlas, literalmente. Y sentirlas si me lo permitía.
Jay estaba en su elemento ahora, golpeteando sus dedos contra sus
caderas. Irradiaba tal emoción que podía ver alrededor de su cuerpo como
un tono amarillo-naranja enceguecedor. Me permití empaparme en su
buen humor. Recorrió una mano sobre su cabello rubio grueso y muy
corto, luego pellizcó la zona cuadrada de vello bajo su labio inferior. Era
fornido y bajo para ser un chico, pero aún así era más alto que yo.
Una canción ruidosa con un golpeteo sonó en el bolsillo de Jay. Él me
lanzó una sonrisa tonta y empezó a mover su cabeza adelante y atrás con
el ritmo. Oh, no… no el baile loco del trasero.
—Por favor no —rogué.
Jay siguió su baile vibrante con el ringtone, los hombros rebotando y las
caderas moviéndose de lado a lado. Las personas a nuestro alrededor se
alejaron, sorprendidas, luego empezaron a reír y a animarlo. Presioné mis
dedos contra mis labios para esconder una sonrisa de vergüenza. Justo
cuando el ringtone estaba a punto de terminar, él dio una pequeña
inclinación, se enderezó y contestó la llamada.
—¿Hola? —dijo—. Hombre, todavía estamos en la fila; ¿dónde estás? —Ah,
debía ser Gregory—. ¿Trajiste nuestros CDs? De acuerdo. Genial. Te veo
allí.
Empujó el teléfono en su bolsillo.
Froté mis brazos desnudos. Había sido un día de primavera hermoso en
Atlanta, pero la temperatura del aire había caído cuando el sol desapareció
detrás de los edificios altos. Vivíamos una hora al norte en un pequeño
pueblo llamado Cartersville. Era extraño estar en la ciudad, especialmente
en la noche. Las luces de la calle volvieron a la vida sobre nosotros, y la
multitud se volvió más ruidosa con la llegada de la oscuridad.
—No mires ahora —Jay se inclinó para susurrar—, pero el tipo a las tres
en punto está echándote un vistazo.
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Inmediatamente miré y Jay gruñó. Lo gracioso fue que, el chico de verdad
estaba mirándome. Aunque con los ojos inyectados en sangre. Me dio un
asentimiento y tuve que suprimir una risita ridículamente femenina
cuando volví a darle la espalda. Me ocupé jugando con una hebra de mi
cabello rubio oscuro.
—Deberías hablarle —dijo Jay.
—De ninguna manera.
—¿Por qué no?
—Él está… drogado —susurré.
—No sabes eso.
Pero lo sabía. Los colores de las emociones de alguien se difuminan
cuando sus cuerpos están bajo la influencia. Los de ese chico estaban
bastante borrosos.
Ver las emociones como colores era una extensión de mi habilidad de
sentir los sentimientos de otros, sus auras. Había tenido ese don desde
niña. El espectro de color era complicado, como lo eran las emociones, con
sombras de un color significando cosas diferentes. Para simplificar, las
emociones positivas siempre eran de colores, variando de brillante a
pastel. Las emociones negativas eran sombras de negro, con unas cuantas
excepciones. La envidia era verde. El orgullo era purpura. Y la lujuria era
roja. Esa era una popular.
Los colores me hipnotizaban, la manera en que se movían y cambiaban,
algunas veces en sucesión lenta, y algunas veces en rápida. Trataba de no
leer a las personas constantemente o mirarlas fijamente; parecía como una
invasión a la privacidad. Nadie sabía lo que podía hacer, ni siquiera Jay o
mi madre adoptiva, Patti.
La fila para el club se movió lentamente. Ajusté mi falta otra vez y bajé la
mirada para evaluar la decencia de su longitud. Está bien, Anna. Al menos
mi piernas tenían un poco de músculo estos días, en lugar de parecer un
par de palillos de dientes. Aunque he sido encasillada con apodos como
“Twiggy” y “Palos” mientras crecía, no me obsesioné con mi figura, o la
falta de ella. Los sujetadores con relleno fueron un invento útil, y estaba
satisfecha con las dos pequeñas hendiduras a mis costados que pasaban
como cintura. Correr se había convertido en mi nuevo pasatiempo hacía
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cinco semanas, después de que hubiera leído cómo mi cuerpo es el “templo
de mi alma.”
Templo saludable: verificado.
Cuando nos movimos unos pasos más, Jay frotó sus palmas.
—Ya sabes —dijo—, probablemente podría conseguirnos bebidas cuando
estemos dentro.
—Sin bebidas —contesté inmediatamente, mi corazón acelerando su paso.
—Bien. Lo sé, “No al alcohol, no a las drogas.” No a nada. —Me imitó,
agitando sus ojos, luego me codeó para mostrarme que simplemente
estaba bromeando, como si pudiera ser malo de alguna manera. Pero sabía
que yo tenía una aversión anormal a las sustancias. Incluso ahora, su
comentario sobre drogas y alcohol me causó una reacción incómoda y casi
física; se sintió como un empujón urgente y codicioso. Tomé una
espiración profunda para calmarme.
Finalmente hicimos nuestro camino hasta el frente de la fila, donde un
bravucón joven puso una pulsera de menor de edad en mí y me dio una
mirada evaluativa, sus ojos escaneando mi cabello hasta la cintura antes
de levantar la cuerda de terciopelo. La pasé por debajo con Jay a mis
talones.
—De verdad, Anna, no dejes que me ponga en medio de todos esos chicos
esta noche. —Jay rió detrás de mí, levantando su voz mientras entrábamos
en el salón ya lleno, la música latiendo. Sabía que debería haberme
agarrado el cabello antes de que viniéramos, pero la hermana de Jay,
Jana, había insistido en que lo dejara suelto. Puse mi cabello sobre mi
hombro y lo envolví en una cuerda con mi dedo, mirando alrededor,
buscando en la multitud apretadamente junta y haciendo una mueca
ligeramente ante el ruido y la explosión de emoción.
—Ellos sólo creen que les gusto porque no me conocen —dije.
Jay sacudió la cabeza.
—Odio cuando dices cosas como esa.
—¿Como qué? ¿Qué soy especialmente especial?
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Estaba tratando de hacer una broma, usando el término que los sureños
usábamos afectuosamente para decírselo a las personas que “no tenían
razón”, pero la ira explotó gris del pecho de Jay, sorprendiéndome, luego
se desvaneció.
—No hables de ti de esa manera. Simplemente eres… tímida.
Era “rara” y ambos lo sabíamos. Pero no me gustaba enojarlo, y se sentía
ridículo tener una conversación seria a punta de gritos.
Jay sacó su teléfono del bolsillo y miró a la pantalla mientras éste vibraba
en su mano. Sonrió y me lo entregó. Patti.
—¿Hola? —Puse un dedo en mi otra oreja para poder escuchar.
—Sólo estoy comprobando para saber que llegaste a salvo, cariño. Vaya,
¡de verdad está ruidoso allí!
—¡Sí, así es! —Tuve que gritar—. Todo está bien. Estaré en casa a las once.
Era mi primera vez en algo como esto. Jay le había rogado a Patti por su
permiso él solo, y por algún milagro ella aceptó. Pero no estuvo feliz con
eso. Todo el día había estado tan nerviosa como un gato en el veterinario.
—Permanece al lado de Jay, y si algún extraño trata de hablarte.
—Lo sé, Patti. No te preocupes, ¿de acuerdo? Nadie está tratando de
hablarme. —Era difícil tranquilizarla cuando estaba gritando y siendo
empujada.
El DJ estaba anunciando que Lascivious estaría en el escenario a las
cinco.
—Me tengo que ir —le dije—. La banda está a punto de salir. Estaré bien.
¡Lo prometo!
—Muy bien, cariño. ¿Quizá puedas llamarme de camino a casa? —No era
una sugerencia.
—De acuerdo. ¡Te quiero, adiós! —Colgué antes de que empezara a hablar
de movimientos de autodefensa o alguna otra cosa loca. Apenas había
salido de nuestro apartamento más temprano esa noche a causa de su
lista de advertencias. Parte de mí creía que ella podría ser lo
suficientemente paranoica para seguirnos al club.
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—Vamos. —Agarré la mano de Jay y lo empujé hacia la multitud. Era una
mezcla ecléctica, todo desde punks hasta góticos y niños ricos. Nos llevé
todo el camino a la esquina frontal del escenario, molestando a un par de
personas con mi ligero empuje, pero fui cuidadosa en disculparme. Creía
que le debía un asiento de primera fila a Jay después de enojarlo.
El escenario de manera estaba abollado, como cada otra superficie en el
edificio. El club era pequeño y cuadrado, pero los techos eran altos.
Personas abarrotadas dentro y rompiendo cada código de incendios en
Georgia agregaban a la atmosfera.
Nos apretujamos justo cuando el DJ les dijo a todos que “animaran” a
Lascivious. La banda fue recibida por una horda de gritos, y reconocí la
primera canción como una que Jay sonaba para nosotros de camino a la
escuela algunas veces. A pesar de mi tendencia usual a ser ultra-
reservada, me encontré atrapada en la música, saltando de arriba abajo y
cantando a todo pulmón. Jay estaba justo allí conmigo, haciendo lo
mismo. No podía creerlo. Esto era divertido. Salté con la multitud,
permitiéndome ser atrapada en el regocijo que me rodeaba.
—Hombre —gritó Jay en mi dirección cuando la primera canción terminó—
. ¡Ellos. Son. Geniales!
La segunda canción comenzó, era lenta. Me calmé un poco y miré a la
banda. El vocalista principal rezumaba orgullo. Su aura purpura oscuro,
casi ahogaba su camiseta ajustada y jeans apretados. Su cabello en
puntas tenía un estilo de rígida inclinación a un lado. Sostuvo El
micrófono como una amante. El ritmo aceleró en un frenesí de golpes de
tambor. Mientras llegaban al coro, atrayendo mis ojos a la batería
mientras la multitud salvaje empezaba a saltar de nuevo.
Me di cuenta de muchas cosas sobre el baterista a la vez. Estaba enfocado
en la tarea en cuestión, manteniendo el ritmo perfecto. En vez de un
remolino de colores transparentes alrededor de su torso, había una
pequeña y concentrada estela de rojo brillante en su esternón. Pero de
cualquier forma su aura estaba en blanco. Huh. Eso era raro. Pero antes
de que pudiera contemplarlo mucho, mis ojos viajaron a su rostro.
Wowza.
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Era viciosamente caliente. Como en C-A-L-I-E-N-T-E calientee. Nunca
entendí hasta ese momento, por qué las chicas insistían en agregar una
“e” de más. Este chico era digno de una “e” de más.
Examiné al baterista; determinada a encontrar una falla.
Cabello castaño. Un interesante corte de cabello: corto alrededor de los
lados y atrás, pero largo en lo alto, colgando desordenadamente y ladeado
en la frente. Sus ojos eran pequeños y sus cejas poco espesas y… Oh, ¿a
quién engañaba? Podría desmenuzarlo, pero incluso el sospechoso sesgo
de sus ojos lo hacía más atractivo para mí.
Había una intensidad en la forma que tocaba, como si estuviera desatando
su pasión en la música y nada más importara. Estaba sintiéndola, perdido
en ella, y era bueno. Una ligera capa de sudor brillaba en sus brazos y
rostro, humedeciendo y oscureciendo su cabello en las sienes.
Nunca antes había sentido tal atracción física instantánea. El poder de ello
era desapacible. Me daba cuenta cuando los chicos tenían lindos rasgos,
seguro, pero normalmente era distraída por sus emociones.
Ahora con la ausencia del aura del baterista, era capaz de mirar los
músculos en sus bíceps y antebrazos flexionados mientras golpeaba las
baquetas en un torbellino de movimientos preciso. El ritmo era
intoxicante, golpeando cada nervio dentro de mí. Todo su cuerpo se movía
fluidamente, saltando con la fuerza del pulso, su rostro enfocado y seguro.
Miré otra vez la estela roja en su pecho. No era algo que hubiera visto
antes. Dudaba que sintiera lujuria en ese momento, con su total
concentración en la música. Era raro. La canción llegó a su fin con un
último choque de los platillos; entonces giró las baquetas en sus dedos
antes de meterlas bajo su brazo. Jay estaba animando, junto con el resto
de la multitud. Me quedé parada ahí en absoluto asombro.
—¿Te estás divirtiendo? —preguntó Jay.
—Si, definitivamente —dije, aún mirando al baterista mientras quitaba los
mechones rectos de cabello de sus ojos y miraba hacia abajo a dos chicas
gritándole desde la otra esquina del escenario. Les dio la más linda y
despreocupada media sonrisa que nunca hubiera visto. Mi corazón
trastabilló. Las chicas gritaron y saltaron de arriba abajo, sus mega
escotes amenazando con estallar en ese momento de sus camisas de corte
bajo. La estela roja del baterista se amplió una ranura, y sentí un
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desagradable, gruñente, desgarrante sensación en mis entrañas; otra
nueva sensación. Quería que alejara la mirada de ellas.
¿Celosa? ¡Santo cielo!
—No es justo, hombre —dijo Jay, siguiendo mi mirada—. Algunos chicos
tienen toda la suerte.
—¿Qué? —Finalmente rompí mi trance para mirar a Jay.
—El chico, ¿el baterista? Escucha esto. Es un músico asesino, consigue
toneladas de chicas, su papá está cargado, y como si eso no fuera
suficiente, ¡tiene un maldito acento inglés!
Tuve que sonreír ante la mezcla de envidia y admiración.
—¿Cómo se llama? —grité mientras la tercera canción empezaba.
—Kaidan Rowe. Oh, y esa es otra cosa. ¡Un nombre genial! Bastardo.
—¿Cómo lo deletreas? —pregunté. Sonaba como Kai-den.
Jay lo deletreó para mí. Es una A-I, como comida Tai-landesa —explicó.
Kai, como Tai-landés, simplemente delicioso. ¡Gah! ¿Quién era esta chica
invadiendo mi cerebro?
El nombre Kaidan Rowe sonaba familiar. Nunca lo había visto antes, pero
había oído de él.
—¿Cuánto tiempo tienen? —pregunté, asintiendo hacia la banda.
—Juniors —gritó Jay en mi oído. Okey, estaba impresionada. Solo eran
unos años mayores que nosotros y tenían un talento superior. Según Jay,
estos chicos eran el próximo gran éxito. Habían grabado un disco en corto
tiempo que iba a ser vendido en marcas de Los Angeles, y habían hecho un
tour regional este verano. Jay era todo un fanático.
Una agravada riña estalló tras nosotros. Me giré y vi la redonda cara de
Gregory y una mata de cabello castaño rizado sobre una demasiado grande
camisa hawaiana empujando entre la multitud. Era el compañero musical
de Jay en Crime. Habían escrito algunas canciones juntos, y eran bastante
adictos a la música. El problema era que ninguno de los dos podía cantar.
Para nada.
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—¡Ya casi es hora, G! —Jay y Gregory hicieron esa cosa de hombres de
apretar las manos y golpear pechos juntos en el espacio estrecho, entonces
Gregory y yo asentimos el uno al otro. Estaba sorprendida y un poco
asqueada de ver un aleteo de rojo a través de su aura mientras miraba mis
piernas, pero pasó rápido mientras volvía su atención de vuelta a Jay.
—Compañero, no vas a creer esto —dijo Gregory en su espeso acento de
Georgia—. Justo estaba hablando con Doug; ya sabes, uno de los gorilas, y
¡puede llevarnos al backstage!
Mi corazón bailó una involuntaria danza por todo mi interior.
—¡De ninguna maldita forma! —dijo Jay—. ¿Dónde están los CD’s?
Gregory tendió dos CD’s de sus composiciones y letras. Eran buenas
canciones, pero me encogí ante la idea de cosas como ellos siendo llevados
a Lascivious. La banda probablemente pasaba por esa clase de cosa de
fans todo el tiempo. No me gustaba pensar en el arduo trabajo de Jay y
Gregory, tirado a un lado como si fueran compositores desesperados. Pero
los dos estaban envueltos en tales auras amarillo feliz que no pude hacer
otra cosa excepto serles de apoyo.
Mientras la canción en curso terminaba, miré a Kaidan callar los platillos
con sus dedos; entonces meter las baquetas bajo su brazo y sacar su
cabello húmedo de sus ojos otra vez. Cuando se inclinó hacia abajo para
coger una botella de agua, nuestros ojos se encontraron. Mi respiración se
pegó justo donde estaba, en mis pulmones, y las ruidosas voces alrededor
de mí se volvieron un estático ruido blanco. La estela de lujuria del
baterista palpitó por un glorioso momento, entonces su frente se arrugó y
apretó su mirada. Sus ojos buscaron a mi alrededor antes de volver a mi
rostro. Rompió el contacto visual y tomó un trago de su agua, lanzándola
de regreso al piso a tiempo para la siguiente canción.
El breve encuentro me dejó nerviosa.
—Voy al baño —le dije a Jay, girándome para irme sin esperar respuesta.
Me di cuenta de que la multitud se movía más fácilmente cuando uno se
movía lejos del escenario.
El aire en el baño de las chicas estaba atascado con olores de orina y
vómito. Solo uno de los tres puestos estaba desatascado, pero no parecía
detener a las chicas de usarlos de cualquier forma. Decidí que podía
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soportarlo. Volví a aplicar mi brillo labial en el espejo y estaba a punto de
irme cuando escuché a dos chicas que se habían hacinado en uno de los
pequeños puestos.
—Quiero a Kaidan Rowe.
—Lo sé, ¿no? Deberías tirarle tu número. Sin embargo yo quiero a Michael.
Puede hacerme lo que le hace a ese micrófono. —Se escurrieron fuera del
puesto, riendo, y me di cuenta de sus pechos voluptuosos como las que
habían estado en frente del escenario. Ambas auras se desvanecieron.
Ajusté mis ganchos de cabello. La hermana de Jay, Jana, había enrollado
mi masa de cabello en finos hilos en desorden bien organizado, el que
había arruinado con éxito. Le había dejado pasar un poco de maquillaje en
mi rostro, pero había enloquecido cuando le pedí que cubriera el molesto
lunar al final de mi labio superior. “¿Estás loca? ¡Nunca cubriría tu
hermosa marca!” ¿Por qué la gente la llamaba así? Un lunar no era
hermoso. Era una pequeña y oscura llamadora de atención. Odiaba la
forma en que los ojos de todos iban a él cuando hablaban conmigo.
Coloqué la última pinza en su lugar y me moví para que las chicas
pudieran lavarse las manos. Ellas compartían el grifo y se quejaban de que
no había jabón, luego fueron a acicalarse. Yo las miré, tan a gusto juntas,
y me pregunté cómo sería tener una amiga. Estaba a punto de irme
cuando algo en su conversación me detuvo.
—El barman dijo que el papá de Kaidan es uno de los peces gordos en PP,
en la ciudad de Nueva York. —Mi estómago dio un vuelco. PP era para
Publicaciones Pristine: una popular corporación a nivel mundial, que
incluyen revistas pornográficas, videos, y yo sólo podía imaginar qué más.
—De ninguna manera —dijo su amiga.
—Sí. ¡Oye, deberíamos tratar de conseguir un pase entre bastidores! —
Consiguió emocionarse tanto que de alguna manera perdió el equilibrio,
pisando mi pie y agarrando mi hombro. Extendí la mano para sostenerla.
—Oh, lo siento —dijo, inclinándose contra mí.
Cuando pareció mantener el equilibrio, me alejé de ella.
De la nada había un oscuro pensamiento tirando dentro de mí, una
necesidad de abrir la boca y decir algo que yo sabía que no era ni verdad ni
agradable.
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—He oído que ese tipo Kaidan tiene gonorrea.
Y allí estaba, fuera de mi boca. Mi corazón latía con fuerza. Sabía que la
mayoría de la gente miente en algún nivel, a veces a diario. Pero por
alguna razón, yo nunca había sido propensa a pequeñas mentiras. No le
decía a la gente que estaba “bien” si yo no lo estaba. Nadie nunca me
había preguntado si algo hacía que sus traseros se vieran grandes, así que
supongo que nunca había sido realmente probada. Todo lo que sabía era,
hasta ese momento, nunca había engañado deliberadamente a nadie. La
mirada de asombro en sus rostros reflejó la conmoción que sentí en mí
misma.
—Qué asco. ¿Hablas en serio? —preguntó la chica que había llamado la
atención sobre él. Yo no pude responder.
—Bueno, eso es repugnante —dijo la otra chica.
Hubo una pausa incómoda. Yo realmente no sabía lo que era la gonorrea,
excepto que era una enfermedad de transmisión sexual. ¿Qué demonios
había de malo en mí? Me estremecí cuando la chica de Kaidan llegó y tocó
mi cabello.
—Oye, oh mi Dios. Tienes el pelo muy suave. Parece como miel. —Sus
colores emocionales eran tan confusos por el alcohol que no pude
conseguir una buena lectura, pero se sentía como si fuera sincera. La
culpa agrió mi estómago.
—Gracias —dije, sintiéndome terrible. No podía dejar que esa horrible
mentira se asentara por ahí así.
—Um, realmente no oí eso de Kaidan. —Ambas me miraron con confusión,
y tragué, obligándome a seguir—. Él no tiene gonorrea. Quiero decir, no
que yo sepa.
—¿Por qué harías eso? —La amiga estaba más sobria, y me estaba
mirando con desprecio merecido. La chica borracha todavía se veía
confundida. Pensé en arreglarlo como si hubiera estado bromeando, pero
eso también sería una mentira, y, ¿quién bromea acerca de las ETS de
todos modos?
—No lo sé —dije en voz baja—. Yo sólo... Lo siento. —Retrocedí y salí de
allí lo más rápido que pude. Era una buena cosa, también, porque la
última canción de Lascivious estaba terminando y todas las chicas
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estaban tambaleándose hacia el baño ahora. Ya era hora de cambiar las
bandas. Me retorcí las manos y mordí mi labio inferior, en busca de Jay
mientras la multitud se apuraba a mí alrededor. Yo quería ir a casa.
—¡Anna! —me saludó Jay, y yo tuve que perseguirlo a través de la
multitud hacia la puerta, donde estaba un hombre gigantesco de pie con
el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho en actitud clásica del
gorila.
¡Acabo de mentir! Era todo lo que podía pensar. Horribles sentimientos se
deslizaban alrededor de la boca de mi estómago.
Gregory le tendió una tarjeta plastificada, la que el portero miró antes de
abrir la puerta.
Agarré el brazo de Jay. —Espera, Jay, tal vez yo solo debería quedarme
aquí.
Se volvió hacia mí. —De ninguna manera. Patti me mataría si te dejo. Está
todo bien. Vamos. —Él me empujó por la puerta.
Hicimos nuestro camino con los miembros del equipo que estaban
transportando a toda prisa el equipo del escenario. Música y voces
estridentes se derramaban de una habitación al final del pasillo.
—¿Realmente estamos haciendo esto? —le pregunté. ¿Y mi voz realmente
estaba toda aguda y temblorosa? Necesitaba gritar.
—Emociónate, Anna. Está bien. Sé agradable —dijo Jay.
Una pared de humo de cigarrillo y gases de alcohol nos golpeó mientras
entrábamos en la habitación caliente. Puse las manos en mis caderas y
traté de ser discreta mientras revisaba por marcas de sudor en la parte
superior de mi camiseta. Cuando vi que pequeñas manchas humedecidas
se había formado regresé mis brazos a los costados.
Sé agradable, había dicho Jay. Como si eso pudiera pasar.
Sólo tomó unos segundos de exploración de la habitación para
encontrarlo, de pie en una esquina trasera con tres bellezas de piernas
largas que estaban, obviamente, conscientes de la última moda. Una cinta
de aura color rojo se tejía alrededor y entre ellos. Una de las chicas sacó
un cigarrillo de un paquete. Como un mago, Kaidan sacó una caja de
cerillas, abriéndola y encendió una con un pulgar. ¿Cómo hizo eso?
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 21 ~
Jay le dio a mi mano un tirón, pero me aparté.
—No, ustedes, chicos, vayan por delante. Voy a esperar aquí. —Quería
estar cerca de la puerta. Mi estómago no estaba bien.
—¿Estás segura?
—Sí, estoy bien. Estaré aquí mismo. Buena suerte, o rómpete una pierna,
o algo así.
Mientras Jay y Gregory se volvían y se dirigían hacia la multitud, mis ojos
traidores regresaron a la esquina y se encontraron con otro par de ojos
devolviendo la mirada oscuramente.
Dejé caer mi mirada durante tres segundos, y luego levanté los ojos de
nuevo, vacilante. El baterista seguía mirándome, ajeno a las tres chicas
que trataban de recuperar su atención. Levantó un dedo hacia las chicas y
dijo algo que parecía:
—Discúlpenme.
Oh, Dios mío. ¿Estaba él...? Oh, no. Sí, estaba caminando en este sentido.
Mis nervios se dispararon en alerta máxima. Miré a mi alrededor, pero no
había nadie más cerca. Cuando volví a mirar arriba, allí estaba él, de pie
justo enfrente de mí. Buen Dios, él era sexy, una palabra que no había
existido en mi vocabulario personal hasta ese momento. Este tipo era sexy
como si fuera su trabajo o algo así.
Miró fijamente a mis ojos, lo que me sacó fuera de guardia, porque nunca
nadie me miraba a los ojos así. Tal vez Patti y Jay, pero no retenían mi
mirada como él lo estaba haciendo ahora. Él no apartó la mirada, y me di
cuenta de que no podía apartar la mirada de esos ojos azules.
—¿Quién eres tú? —preguntó de una manera contundente, casi de
enfrentamiento.
Parpadeé. Fue el más extraño saludo que jamás había recibido.
—Yo soy... ¿Anna?
—Exacto. Anna. Qué bonito. —Traté de centrarme en sus palabras y no en
su voz lujuriosamente acentuada, lo que hacia que todo sonara bonito. Se
inclinó más cerca—. Pero, ¿quién eres tú?
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 22 ~
¿Qué significaba eso? ¿Tenía que tener algún tipo de título o posición
social para entrar en su presencia?
—¿Acabo de llegar con mi amigo Jay? —Oh, odiaba cuando me ponía
nerviosa y empezaba a hablar en preguntas. Señalé en la dirección general
de los chicos, pero él no me quitaba los ojos de encima. Comencé a
divagar—. Acaban de escribir algunas canciones. Jay y Gregory. Que ellos
querían que tú oyeras. Tu banda, quiero decir. Son realmente... ¿buenos?
Sus ojos recorrían todo mi cuerpo, deteniéndose para evaluar mi triste y
pobre pecho. Me crucé de brazos. Cuando su mirada se posó en esa peca
estúpida encima de mi labio, fui golpeada por el olor de naranjas, limones
y algo terroso, como el suelo del bosque. Fue agradable de una manera
masculina.
—A… ja. —Él estaba más cerca de mi rostro ahora, gruñendo con esa voz
profunda, pero mirándome a los ojos de nuevo—. Muy linda. ¿Y dónde está
tu ángel?
¿Mi qué? ¿Era una especie de argot británico para el novio? Yo no sabía
cómo responder sin seguir sonando lamentable. Él levantó sus cejas
oscuras, esperando.
—Si te refieres a Jay, él está allí hablando con un hombre en un traje. Pero
él no es mi novio o mi ángel o lo que sea.
Mi cara enrojeció con calor y apreté mis brazos sobre mi pecho. Yo nunca
había conocido a alguien con un acento como el suyo, y me daba
vergüenza el efecto que tuvo en mí. Evidentemente era grosero, y sin
embargo yo quería que siguiera hablándome. No tenía ningún sentido.
Su postura se suavizó y dio un paso atrás, pareciendo confuso, aunque
todavía no podía leer sus emociones. ¿Por qué no mostraba ningún color?
No parecía borracho o drogado. Y esa cosa roja... ¿Qué era eso? Era difícil
no mirarlo.
Finalmente miró a Jay, que tenía una profunda conversación con el
hombre que parecía gerente.
—No es tu novio, ¿eh? —Él estaba sonriendo ahora. Aparté la mirada,
negándome a contestar.
—¿Estás segura de que no te gusta? —preguntó Kaidan. Lo miré de nuevo.
Su sonrisa era ahora una sonrisa traviesa.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 23 ~
—Sí —le aseguré con confianza—. Lo estoy.
—¿Cómo lo sabes?
No podía decirle muy bien que la única vez que el color de Jay había
mostrado leve atracción por mí fue cuando accidentalmente lo enfoqué un
día mientras estaba quitándome mi sudadera y mi camiseta se subió
demasiado alto. Y aun así, duró sólo unos segundos antes de que nuestra
vergüenza apareciera.
—Sólo lo sé, ¿de acuerdo?
Él levantó las manos en señal de rendición y dejó escapar una risa fácil.
—Lo siento mucho, Anna. He olvidado mis modales. Pensé que eras...
alguien más. —Él extendió la mano—. Soy Kaidan Rowe.
Saqué un brazo de mi apretado auto-abrazo para tomar su mano. Cada
centímetro de mi piel estalló en piel de gallina, y mi cara ardía
repentinamente caliente. Estaba alegre por la iluminación tenue. Yo no era
una de esas personas que se ruborizaban rosadas en las mejillas; me
sonrojaba carmesí en toda la cara, y mi cuello se volvía manchado. No era
lindo. El flujo de sangre siempre me mareaba. Debería haber jalado mi
mano entonces, pero él continuó sosteniéndola, y su gran palma y los
dedos largos se sentían tan bien.
Él se rió entre dientes profundamente y dejó que su mano se deslizara
lejos de la mía hasta que ya no estábamos tocándonos. Se dio cuenta de
como mis brazos se cruzaban sobre mi pecho de nuevo, y luego levantó la
barbilla y olfateó el aire.
—Ah, huele bien. No hay nada como los perros calientes americanos. Creo
que conseguiré uno más tarde.
Bien. Fortuito. Olí.
—Yo no huelo nada —le dije.
—¿En serio? Inclínate algo hacia la puerta. Respira un poco... más
profundo.
Hice lo que me dijo. Nada. Decidida, hice algo que era raro para mí: Estiré
mi sentido del olfato más lejos.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 24 ~
No había olor de perros calientes en todo el club. Solamente alcohol rancio
y agua caliente con blanqueador para los trapeadores. Lo empujé hacia
fuera más lejos. Nada en el restaurante de al lado. Más lejos. Mi nariz
quemaba y me estaba mareando. Más lejos. Y ahí estaba. Olí el perro
caliente más cercano en un vendedor en una calle pequeña casi a
kilómetro y medio de distancia. Mi sentido del olfato rápidamente regresó y
lo encontré mirándome con expectación. ¿A qué estaba jugando? Él no
podía haber olido eso. ¿Por qué iba a fingir?
Sacudí la cabeza y traté de mantener mi cara neutral.
—Hmm. —Sonrió—. Supongo que estaba equivocado, entonces.
Dios, sus ojos eran preciosos, el color de las aguas de luna de miel
tropicales rodeados de zafiro oscuro y encerrados por espesas pestañas.
¿Qué...? ¿Aguas de luna de miel? ¡Mantén el control!
Una chica tenuemente perfumada se acercó y se puso entre Kaidan y yo,
colocando su espalda con firmeza en mi cara. Tuve que dar un paso hacia
atrás.
—Estamos solitarios por ahí. —Sus manos se movieron sobre su pecho y
hasta descansar sobre sus hombros. Rojo saltó de ella cuando lo tocó, y él
llevó la mano para apretar su cadera huesuda. Me di la vuelta, sin
escuchar su respuesta en voz baja, que pareció calmarla. Ella me dio una
mirada de hielo antes de caminar de vuelta a la esquina.
—Tal vez te veré, Anna. Voy a asegurarme de darle a las canciones de tu
novio Jay una escuchada. —Y con eso se fue.
—Él no es mi... —Escupí en su espalda en retirada.
Había estado buscando en el lugar equivocado antes, cuando busqué una
falla en Kaidan. No estaba en su rostro, estaba en su personalidad. La
confianza era buena, pero el exceso de confianza no lo era. Miré a mi
alrededor, sintiéndome estúpida y sola.
Gracias a Dios que tuve que estar sola durante sólo un rato antes de que
Jay volviera sintiéndose muy feliz. Dejé que su emoción me empapara.
—¿De qué estaban hablando Kaidan Rowe y tú? —me preguntó Jay—.
¡Hombre, parecía que iban a rasgar sus ropas el uno al otro! —Jadeé y
golpeé su brazo, pero él no se inmutó.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 25 ~
—No lo hacíamos. —Mis ojos se precipitaron hacia Kaidan por una
fracción de segundo, y aunque estaba demasiado lejos como para haber
oído, el guiño que me envió trajo otro rubor a mi piel.
—¿Y? —dijo Jay—. ¿Me vas a decir o no? ¿Qué estaba diciéndote?
¿Qué en el mundo podría decirle a Jay que no lo dejaría tan
profundamente confuso como me sentía? Miré a Kaidan de nuevo y lo
atrapé mirándome durante un segundo antes de voltear su espalda hacia
nosotros.
—Nada, en realidad. —Me evadí—. Fue extraño. Te lo diré más tarde.
Tengo que llamar a Patti y decirle que estamos en camino, entonces quiero
saber de ti. ¿Quién era ese hombre con el que estabas hablando? ¿Qué te
dijo? ¿Supongo que Gregory se queda?
La táctica de distracción fácilmente me ayudó a salir del problema
mientras salíamos del club. Jay siempre conducía. Después de que llamé a
Patti, él me dio detalle de toda la conversación con el encargado de
negocios de Lascivious. Diseccionamos cada palabra con todo sentido de
esperanza, llegando a la conclusión de que el representante de la banda
quedó muy impresionado con el talento y la ambición de Jay y Gregory, y
que definitivamente conseguirían el estatus de estrella de rock a finales de
año. Por lo general era divertido soñar en grande con Jay, pero aunque le
seguí el juego, esta noche mi mente estaba en otra parte.
Usar mis sentidos extendidos para encontrar ese estúpido olor a perro
caliente había puesto mis pensamientos en un revoltijo. A kilómetro y
medio de mi casa permití que mis ojos buscaran y, luego, que
permanecieran en una casa oscura y abandonada mientras la pasábamos.
Me quedé mirando las ventanas tapiadas de negro chamuscado, y el techo
medio derrumbado devorado por las llamas hace mucho tiempo. Si me
permito recordar, probablemente podría todavía olerlo y saborear como
una bocanada de ceniza....
Me desperté a las dos de la mañana una semana antes de mi noveno
cumpleaños con el fuerte olor a humo quemando mi nariz. Nuestra casa
estaba en llamas. Me agaché como me habían enseñado y me arrastré a
través de la oscuridad al cuarto de Patti, sintiendo que podía hiperventilar.
—Despierta —le dije—. ¡Hay humo!
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 26 ~
Patti saltó de su cama en estado de pánico, corriendo hacia el pasillo. Y
entonces ella solo se quedó allí mientras yo tosía y me atragantaba. Corrió a
través de cada habitación, e incluso salió a la calle para echar un vistazo a
los complejos cercanos.
—No hay fuego en los apartamentos, cariño. Debe haber sido un mal sueño.
Sube en la cama conmigo esta noche, y yo me ocuparé de ti.
Había sido un mal sueño, pero no de la manera en que ella quería decir.
Para la familia a un kilómetro y medio de distancia, cuya casa ardiendo
podía oler como si fuera la nuestra, había sido una pesadilla de la vida real.
Había sido una noche larga y dolorosa para mí, también: la noche en que
mis cinco sentidos empezaron a mejorar.
—Soñando con Kaidan Rowe, ¿eh?
Miré hacia arriba. Estábamos estacionados en frente de mi edificio.
—No —murmuré—. Yo no estaba pensando en él.
Jay se echó a reír y yo golpeé su gran brazo una vez más.
Suspiré, imaginando cómo reaccionaría si le dijera que tenía la nariz de un
súper sabueso y ojos como binoculares. Él estaba totalmente bien con mi
forma de ser excéntrica, pero no sabía el alcance de la misma.
—Gracias por llevarme esta noche —le dije—. Me divertí.
—¿En serio? ¡Sabía que te gustaría! Así que, ¿te recojo para ir a la escuela
el lunes?
—Sí, te veo entonces.
Salí y me dirigí escaleras arriba, sintiendo resentimiento hacia ese chico
Kaidan por hacerme abrir mi memoria a cosas que estaban mejor
tapiadas.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 27 ~
Capítulo 2
Síndrome de buena chica
Traducido por flochi Corregido por Angeles Rangel
atti estaba friendo huevos en nuestro pequeño apartamento
cuando llegué de correr el lunes a la mañana. Me incliné sobre
la encimera para mirar. Usó su muñeca para empujar un rizo
rubio rojizo de su rostro. Cuando la hebra volvió a caer, extendí mi mano y
la envolví detrás de su oreja. Una emoción traslúcida y pálida de color
amarillo se arremolinó en su pecho, flotando cálidamente hacia mí.
Volteó el huevo, chasqueando la lengua cuando se le rompió la yema. Al
verla en la cocina, deseé que fuera mi verdadera madre para poder haber
heredado su genética. Me habría encantado compartir sus gruesos rizos y
suave voluptuosidad.
P
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 28 ~
Obviamente me había esperado despierta hasta que llegué a casa el
sábado a la noche, entonces me acosó para contarle los detalles, fingiendo
estar emocionada cuando en realidad estaba rebosante de ansiedad. Le
conté la versión apta para todo el público, dejando fuera los trozos sobre
mentir a las personas y tener encuentros extraños con un chico. Se había
mordido el labio cuando habló e inspeccionó mi rostro, pero luego aceptó
mi historia y se relajó.
Patti me pasó un plato y me ahuyentó agitando la espátula. Me senté en
nuestra mesa redonda, empujando a un lado las facturas impagas y las
pruebas de fotos de sus trabajos de fotografía independientes.
—¿Qué vas a hacer hoy?
—El Distpach me contrató para sacar fotos a una conferencia de prensa
con el gobernador esta mañana. Debería estar en casa cerca de las cuatro.
Notando la hora, me devoré el desayuno y corrí para prepararme.
Quince minutos más tarde besé a Patti, preparándome para salir por la
puerta, pero ella me ahuecó la mejilla con una mano suave para
detenerme.
—Te quiero, dulce niña. —Amor rosa suave sobrevolaba su cuerpo.
—Yo también te quiero —dije. Ella me palmeó la mejilla y me fui.
Jay siempre me recogía para ir a la escuela exactamente a las 7:10. Él era
puntual. Me gustaba eso.
—¿Lista? —dijo cuando me subí al coche. Sus ojos todavía estaban
hinchados por acabar de rodar fuera de la cama.
—Buenos días, sol —dije. Requirió dos fuertes tirones en la puerta
chirriante para que finalmente se cerrara. Retorcí mi cabello húmedo y lo
dejé colgando sobre mi hombro. Se secaría lacio y lo tiraría hacia atrás.
Por lo general manejábamos a la escuela en silencio, porque Jay no es una
persona madrugadora, pero no habíamos tenido oportunidad de hablar
desde que me llevó a casa el sábado a la noche.
—Siempre me he preguntado cuál era tu tipo, pero nunca imaginé que
sería ¡un rockero experto!
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 29 ~
Aquí vamos. Había estado esperando que estuviera demasiado dormido
para esta conversación.
—No es mi tipo. Si tuviera un tipo sería… agradable. No un impetuoso y
egocéntrico promiscuo.
—¿Lo llamaste promiscuo? —Jay rió—. Vaya, eso es como, el peor lenguaje
que te haya escuchado usar en mi vida.
Lo fulminé con la mirada, sintiendo vergüenza, y él se rió con más fuerza
todavía.
—Oh, oye, tengo un chiste. ¿Cómo llamas a alguien que sale con músicos?
Levantó sus cejas y me encogí de hombros.
—No lo sé. ¿Cómo?
—¡Baterista! —Sacudí la cabeza mientras él se partía de la risa por su
propia broma durante otro minuto antes de acosarme nuevamente sobre
Kaidan—. Muy bien, ¿así que le hablaste de mis Cds, hubo algo de
confusión cultural por su jerga, y luego hablaron de hot dogs? Eso no
puede ser todo. Parecían realmente intensos.
—Se debe a que él era intenso, a pesar de que no estábamos hablando
sobre nada en particular. Me puso nerviosa.
—Pensaste que era ardiente, ¿no?
Miré fijamente por la ventana a las casas y árboles que pasábamos. Ya casi
estábamos en la escuela.
—¡Lo sabía! —Golpeó el volante, disfrutando de cada segundo de mi
malestar—. Es tan raro. Anna Whitt se ha enamorado.
—Bien, sí. Es ardiente. Pero no importa, porque hay algo en él que no me
gusta. Es… espeluznante.
—Lo que quieres decir es que no es un amable vecino. No contraigas el
síndrome de chica buena.
—¿Qué es eso?
—Ya sabes. Cuando una chica buena se enamora de un chico malo y
espera que el chico se enamore y mágicamente cambie su modo de ser.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 30 ~
Pero quien termina cambiando es la chica. Como Jaime Moore,
¿recuerdas?
¡Jaime Moore! ¡De ahí es de donde escuché el nombre de Kaidan antes!
Ella fue una junior de nuestra escuela.
Aparcamos en nuestro lugar habitual en la Preparatoria Cass.
—Nos vemos en el almuerzo —dijo Jay. Tenía el ojo puesto en una chica
llamada Kaylah, la que estaba bajando de su coche a tres lugares del
nuestro.
—Sí, nos vemos. —Caminé hacia la escuela mientras él se retrasaba
diciéndole hola a la chica.
Jaime Moore estuvo en mi mente todo el día.
Me senté con Jay en el almuerzo, pero mis ojos seguían yendo hacia
Jaime, sentada con su mismo grupo de amigos, pero de alguna manera era
una paria ahora. Se sentaba en el extremo, manteniéndose ensimismada
mientras los otros jugaban y coqueteaban.
Ser huraña y estar fuera de moda nunca había sido un problema para
Jaime Moore. Era un año mayor que yo, hermosa y verdaderamente una
persona agradable. Su color primario solía ser el amarillo sol de felicidad.
Al principio de este año escolar había sido porrista y presidente del club de
drama. En otoño escuché que estaba saliendo con un sujeto de una banda
de preparatoria en Atlanta.
Kaidan Rowe.
Entonces sus colores empezaron a cambiar. De amarillo a rojo. De rojo a
gris. De gris a negro. Ella estaba llena de ira, luego aversión propia y más
recientemente depresión. Rumores volaron sobre fotos de Jaime tomadas
en el celular de su novio, y luego con el tiempo la ruptura. Pronto fue
echada de las porristas por fallar en el nivel. Luego llegaron historias de
ella divirtiéndose, moviéndose de un chico a otro, pero nunca siendo feliz.
Por primera vez ella no obtuvo el papel protagónico en la obra de invierno.
Mi corazón se contrajo cuando la miré nuevamente, sentada al final de la
larga mesa del almuerzo. Todavía vestía a la moda y se tomaba su tiempo
en arreglarse el cabello, lo cual era probablemente la razón por la que era
bienvenida para sentarse con los otros. Pero su sonrisa y su sol amarillo se
habían esfumado, reemplazado por un gris neblinoso opaco.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 31 ~
La campana sonó y la vi salir de la cafetería.
No, no quería ver a Kaidan otra vez. Estaba segura de eso ahora.
Atravesé los concurridos pasillos, apenas corriéndome ante las embestidas
emocionales de algunas de las personas que me rodeaban. Había sido
difícil adaptarse a una escuela grande luego de pasar los primeros ocho
años en una pequeña escuela privada, pero ahora me acostumbré.
Casi estábamos en final del año escolar, dos semanas más. El calor de
Georgia se acercaba, trayendo consigo las remeras sin mangas y las
chancletas, así como los pantalones cortos y las faldas que no ocultaban
secretos. Yo evitaba mostrar demasiada piel, en parte se debía a mi propia
modestia, y en parte porque me sentía mal por los chicos. A diferencia de
otras chicas, yo veía de primera mano cuando la mayor parte de los chicos
la estaban pasando mal concentrándose en algo que no fuera cómo sus
hormonas los dominan.
Jay me desordenó el cabello cuando lo pasé en el pasillo, sin nunca dejar
de hablar con otro de los chicos de la clase de banda. Sonreí, volviendo a
alisarme el cabello.
Me deslicé en clase de español e inmediatamente empecé el trabajo de
clase escrito en la pizarra. Una vez terminado, miré a hurtadillas hacia
Scout McCallister, quien se sentaba junto a mí. Estaba echando una
cabezada por encima de las conjugaciones verbales inacabadas.
Scout era un luchador estatal, un bombón con grandes ojos marrones y
un rostro de bebé. Siempre había sido amable conmigo, incluso flirteaba
conmigo, pero no lo tomaba en serio, viendo cómo flirteaba con muchas
chicas.
La clase terminó temprano y nos dijeron nuestro proyecto final.
—Um, ¿Señora Martinez? —Levanté mi mano y ella asintió—. ¿Va a
recoger la tarea?
Un gemido colectivo se elevó desde los estudiantes, y el chico junto a Scout
murmuró:
—¡Cállate, estúpida! —Me hundí en mi asiento, mortificada por mi
metedura de pata.
—¡Ah, sí! —dijo la Señora Martinez—. Gracias, Anna.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 32 ~
—¿Por qué tienes que ser tan buena todo el tiempo? —susurró Scout.
Levanté mis ojos y atrapé su expresión burlona. No tenía la tarea que
pasar cuando la profesora se acercó.
Mi cara seguía caliente para cuando terminó de recoger las hojas de la
tarea. Veronica, quien se sentaba frente a mí, se dio la vuelta y me miró
con simpatía. Ella fue una de los pocos estudiantes que hicieron la tarea.
Nadie trabajó en sus proyectos luego de eso. Bueno, yo sí, siendo tan
seguidora compulsiva de las reglas como era. La clase estalló en un
parloteo emocionado de tiempo libre, y la Señora Martinez se volvió a su
computadora, ignorándonos. Incluso los profesores ya estaban dispuestos
a dar por finalizado el año.
Abrí mi libro.
Verónica se agachó para poner sus cosas en el bolso y vio mis sandalias.
—¡Lindos zapatos! —me dijo—. ¿Dónde los conseguiste?
Oh, cómo deseaba sentirme bien sobre mentir. Mantuve mis ojos sobre el
libro cuando respondí:
—Gracias. Um, creo que son de una venta de garaje o un mercado de
pulgas o algo así.
—Oh. —Veronica los miró otra vez con una apreciación más breve, y
compartimos una sonrisa amable. Tenía cabello oscuro corto y una nariz
griega con un ligero arco en ella. Cuando me pilló mirando su nariz me
sentí aturdida por la onda negra de odio propio que salió de ella antes de
que se diera la vuelta para enfrentar a sus amigas. Claro, el rasgo que más
odiaba de sí misma era el que yo pensaba que la hacía ver naturalmente
seductora de una manera que yo nunca podría soñar.
Scout se giró en su escritorio hacia mí.
—¿Y qué vas a hacer el viernes, pequeña?
—Nada —respondí.
—¿Huh? —Su mirada de confusión me hizo sonreír.
—Nada —dije otra vez—. Ya sabes. ¿Significa “nada” en “español”?
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 33 ~
—Oh. Sí. Ya veo, debes tener la impresión de que presto atención aquí o
algo así. De todas maneras, ¿vas a avenir a una fiesta? Los padres de Gene
tienen una casa del lago.
Mi estómago dio un vuelco.
—Vaya, que bien. Pero no lo sé. —Apoyé mi codo en el escritorio y fingí
estudiar el graffiti grabado en la madera.
—Jay está invitado también. Vamos, nunca nos divertimos juntos. —
Probablemente me hubiera sentido muy incómoda si hubiera sido otro que
no fuera Scout quien me dio esa mirada soñadora. Miré sus emociones.
Feliz. Esperanzado. Ligeramente lujurioso. No pude evitar sentirme
halagada por su invitación y aparente interés.
—Supongo que puedo hablarlo con Jay —dije, dejando de lado el hecho de
que era a Patti a quien tendría que convencer—. Pero sabes que no me
gustan las fiestas, como una fiesta-fiesta. —Ni siquiera pude mirarlo a los
ojos luego de decir tan lamentable cosa, pero no quería que tuviera falsas
expectativas.
—Sí, ya sé —dijo—. ¿A qué se debe?
¿Cómo podía explicarlo? No tenía una opinión reprobadora hacia mis
compañeros por beber y divertirse. Sabía que se trataba de una rebelión
adolescente y auto-exploración. Pero siempre había una promesa de
excitación peligrosa que yo deseaba fuertemente. Irónicamente, era ese
deseo lo que me repelía.
—¿Estás asustada? —preguntó.
—Algo así —admití—. No me gusta el hecho de que podría hacerme hacer
algo que normalmente no haría.
—Esa es la diversión que tiene. Te hace ser más abierto y libre.
Abierto y libre. Me pregunté si así era como Danny Laurence se había
sentido cuando se desmayó en el césped de una fiesta el año pasado y los
otros chicos borrachos pensaron que sería divertido pararse a su alrededor
y orinar sobre él. O la cosa más terrible que ocurrió durante las vacaciones
de Navidad, de la cual nadie hablaba en Cass, la chica senior que estaba
drogada y se fue con el coche fuera de la ruta, matando a su mejor amiga
que iba en el asiento del pasajero. ¿Se había estado sintiendo ella viva?
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 34 ~
Cada vez que la veía caminando en los pasillos en una nube negra de
remordimiento, quería ponerme a llorar por ella.
—Supongo que tan solo soy aburrida —balbuceé.
Estaba lista para terminar la conversación. Alcé la vista al reloj,
agradecida de ver que la campana estaba a punto de sonar.
—Confía en mí, Anna. —Scout se acercó—. Una bebida, o un golpe de X, y
lo que menos sentirás será aburrimiento.
Todo dentro de mí se tensó. X. Éxtasis. La palabra rebotó en mi cabeza
como una pelota de goma, fuera de control e imposible de atrapar. El fondo
oscuro que había en mí se revolvió con ansia y mi respiración se aceleró.
No me gustaba reconocer esa oscuridad. Se elevaba ante cualquier
mención de drogas o alcohol. Y para ser honesta, fue eso lo que me atrajo
a Jay el año pasado. Vi algo parecido en él, aunque no exactamente lo
mismo.
Una hebra oscura corría debajo de la superficie de sus emociones. Siempre
estaba allí, amenazando, en especial ante la mención del alcohol. No sabía
lo que significaba, pero quería que nosotros estuviéramos en ellos juntos.
Pensé que podría ser capaz de ayudarlo, o protegerlo. Un pensamiento
gracioso, considerando que él era un tipo musculoso.
Miré a Scout, quien me sonreía. No una sonrisa siniestra, sino una sonrisa
quiero-experimentar-algo-contigo.
Verónica debe haber escuchado nuestra conversación silenciosa, porque se
dio la vuelta y nos dio una sonrisa conspiradora.
—¿Vas a ir a la fiesta, Anna? —preguntó ella.
—No lo sé, quizás.
—¡Tienes que ir! Va a ser de locos. Todos van a estar allí.
Bajé la mirada y tracé las ranuras de la madera en el escritorio con la
goma de borrar. ¿Podría conseguir cambiar de tema con facilidad?
—Entonces, voy a cumplir dieciséis el miércoles. Voy a recibir mi permiso
de conducir.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 35 ~
—¡Estoy tan celosa! —dijo Verónica, golpeando mi escritorio—. ¡Ya pasaron
tres meses desde que cumplí dieciséis, y papá sigue sin dejarme sacar el
mío! Estoy segura de que me odia. ¿Te darán un coche?
—Uh, no. —Ni siquiera cerca.
Todos se pusieron de pie y agarraron sus cosas cuando la campana sonó,
y la tensión que había mantenido un fuerte asimiento en mi cuello se
relajó finalmente relajando sus viciosos dedos y liberándome.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 36 ~
Capítulo 3
Sorpresa dulces dieciséis
Traducido por Lalaemk Angeles Rangel
o me sentí mayor cuando desperté la mañana del miércoles.
Patti estaba fuera en nuestro pequeño balcón con su café y su
periódico. Ella lo abrió con atención, y su cara se iluminó
cuando me vio.
Algo neblinoso flotaba a su lado como un fantasma. Presioné mis dedos
contra mis ojos, pero cuando los quité eso todavía estaba ahí. Era casi del
mismo tamaño que ella, tal vez más larga, como una difusa sombra
blanca. ¿Había desarrollado otra visión? Por favor, no. Había aprendido a
N
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 37 ~
temer la adquisición de nuevas habilidades, como el impactante horror de
humo de una milla de distancia, cada una venía con alguna fresca
desventaja.
—¡Feliz cumpleaños! —dijo Patti, parada y dándome un gran abrazo, luego
ahuecando mi cara y mirando a mis ojos—. ¿Te sientes bien?
—Um… —mis ojos se deslizaban a la cosa-nube, que se movía a su
alrededor, nunca cambiando su apariencia general.
—¿Qué está mal? —Miró abajo hacia su hombro, hacia donde estaba mi
mirada, y limpió a lo largo de su brazo, justo junto a la nube—. Por favor
no me digas que tengo caspa. —Corrió una mano a través de sus ondas,
llevando su cabello hacia un lado para darle una mirada.
—No, tú no. Nada está mal. Lo siento. Todavía estoy cansada, sólo ando en
las nubes.
Ella me abrazó de nuevo, besando mi cabeza.
—¡No puedo creer que mi pequeña niña tenga dieciséis! Hay una carta de
Nana en la mesa. Déjame ir a hacer tu chocolate caliente. —La cosa
sombra flotó junto a ella, siguiéndola al apartamento como si estuvieran
enlazadas.
Me senté en una silla de plástico, sintiendo inquietud, mientras Patti me
hacia mi cacao. La mayoría de las mañanas eran relajantes, tomando
bebidas calientes en el balcón, pero no hoy. La combinación de aire
húmedo de la mañana y la extraña visión me hacían sentir claustrofóbica.
No podía creer que estaba viendo algo más. Nada extraño me había pasado
por más de dos años. Pensé que se había terminado. Cerré mis ojos y
recosté mi frente en la mesa. ¿Nunca terminaría?
Me senté derecha cuando entró Patti, poniendo mi cacao frente a mí se
sentó en otra silla de plástico con su café. Le di otro vistazo a la nube
cuando ella no estaba mirando.
—¿Estás segura que estás bien? —preguntó.
Tiempo de actuar normal. Aclaré mi garganta.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 38 ~
—Sí. Así que hay una fiesta la próxima semana por el fin del año escolar.
Me estaba preguntando si tal vez pudiera ir con Jay, si eso está bien —
pensé en Scott y deseé que ella me dijera que sí.
Patti olisqueó y torció la nariz.
—¿Los padres de esta persona estarán ahí? —preguntó ella en un tono
firme.
¿Lo estarían? —No lo sé.
—Bueno, necesito hablar con ellos primero. Si es sólo una pequeña
reunión con supervisión paterna, entonces lo consideraré.
Rayos. Patti hacía parecer como si fuera propensa a tener un mal
comportamiento o algo así. ¡Yo! La pequeña señorita buena-buena de la
escuela. No entendía por qué no podía confiar en mí. Debí haber estado
haciendo pucheros, porque dejó el periódico y me dio una palmadita de
consuelo en el brazo.
—¿Todavía quieres ir a conseguir tu licencia después de la escuela hoy,
cariño?
—Sí —respondí. Porque eso era lo que una adolescente normal hacía. Y me
gustaría aparentar normalidad aunque mataba.
—Bien. Y luego cena en La Tia’s
—¡Sí! —dije, mi estado de ánimo mejoró. La comida mexicana era nuestra
favorita. Íbamos al pequeño y barato restaurante en cada cumpleaños, y
cada vez que Patti tenía un inesperado bonus, lo que no era muy seguido.
Periódicos y otras agencias la contrataban esporádicamente, por lo que su
ingreso no había sido constante. Habíamos tenido problemas durante los
años en que asistí a la escuela privada, a pesar de cada ayuda financiera
parcial. Puse mi pie firme después de octavo grado, insistiendo en la
escuela pública cuando encontré un montón de avisos tardíos escondidos
entre dos libros de cocina.
—Suena bien para mí. Te recogeré después de la escuela. Odio correr, pero
tengo que terminar unas cosas esta mañana, ¡puesto que seremos chicas
ocupadas esta tarde! —Besó mi mejilla con un gran sonido—. ¿Estás
segura que te sientes bien?
—Sí, estoy segura. Te amo —dije.
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—Te amo también. —La vi irse adentro con la nube siguiéndola cerca por
atrás.
Las aves estaban comunicándose una con la otra en un árbol cercano, y el
aire olía como césped húmedo. Agudicé mí oído a las aves, probando mi
habilidad. Me concentré, enviándola en una invisible, delgada como la
línea de un lápiz, entonces burbujeando a su alrededor. Las aves sonaban
como si estuvieran posadas sobre mi hombro.
La agudización de mi sentido del olfato y del gusto vinieron juntas la noche
del incendio, dejando un sabor a muerte en mi boca. Había sido como
estar encerrada en una pequeña, cerrada habitación sin salida al exterior,
con una parrilla humeante con barbacoa. No tenía manera de saber que
podía controlarlo al principio. Pensé que estaba muriendo o volviéndome
loca.
Cada año o algo así, la pesadilla regresaba mientras un nuevo sentido
florecía. Mi cabeza quería explotar cuando mí audición se hacía mayor.
Cientos de voces y sonidos en un radio de casi dos kilómetros gritaban
como televisiones a todo volumen sin control. No podía oír mis propios
gritos.
Mi visión mejorada, el quinto y final sentido, dio la bienvenida a mi pre-
adolescencia. Al menos podía cerrar mis ojos con este sentido.
Dominar cada sentido había tomado mayor práctica, sin mencionar las
migrañas, vómitos, y sangrados de nariz. Ser capaz de oír y ver y oler todo
dentro del radio de dos kilómetros fue una mayor sobrecarga sensorial. Y,
por desgracia, la salud perfecta no me hizo inmune al dolor.
Había ido al doctor sólo para revisiones anuales. Más allá de las migrañas,
nunca me había enfermado. Cortadas y rapaduras y moretones sanaban
en cuestión de horas, algunas veces menos. Sin embargo, no era como en
la televisión, Sonde el Súper héroe cerraba la herida por sí mismo en
segundos ante sus propios ojos. Podía verlo suceder en el curso de unas
horas, como una flor abriéndose ante el sol de la mañana, pero ¿quién
tenía tiempo para eso?
Me perdí un montón de días escolares durante esos días. La única ventaja
de no tener amigos antes de noveno grado era que no tenía que explicarle a
nadie. Al menos tenía a Patti. Ella me había fomentado como un niño,
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 40 ~
adoptándome tan pronto como los estados de California y Georgia lo
permitieron. Era lo suficientemente grande para llamarla “Pat-Pat” en ese
punto.
No podía esconder los efectos físicos secundarios de todo por lo que
pasaba, pero Patti me crió a través de ello sin preguntas. Ella cepillaba mi
largo cabello con cuidado cuando mi sentido del tacto se desarrolló; se
sentía como si cada enredo podía destrozar mi cuero cabelludo para
siempre. Dolía mover mis brazos por la piel y músculos sensibles.
Cuando una plaga de migrañas vino y pude retener los alimentos, Patti, de
alguna manera puso sus manos en una seria prescripción de analgésicos
que supuestamente noquearían a un hombre maduro y haría que se
durmiera durante horas. Después de la primera, tuve una sensación de
alivio como por veinte minutos, luego el dolor abrasador se abrió paso de
nuevo. Patti estaba horrorizada cuando se enteró que había tomado seis
en una tarde. Las advertencias en la etiqueta decían que no debían
tomarse más de dos por día. Después de que se las llevara. Las busqué por
las casa con una ciega obsesión toda la semana, pero nunca las encontré.
Cada sentido físico se hizo más fácil de controlar mientras lograba
enfocarme. Eventualmente fui capaz de usar mis niveles sensoriales
normales todo el tiempo a menos que escogiera fortalecerlos, lo que debió
haber sido divertido si hubiera tenido con quien compartirlo. Sólo que no
lo había.
Las pequeñas nubes estaban por todos lados, siguiendo gente. Cada
persona tenía una. Las miré fijamente todo el día, lo que estoy segura, me
hizo ver incluso más extraña de lo usual.
Vi a la de Jay moverse a su alrededor mientras cambiaba de libros en mi
casillero.
—¿Qué pasa chica cumpleañera? —preguntó, mirando a su alrededor—.
¿Tengo una bolita de papel en mi, o algo?
—No, nada. Lo siento —forcé a mis ojos ir a su cara—. Iré por mi licencia
hoy.
—Dulce. Lo bueno que el coche de Patti tiene caja de cambios. Eso
significa que también puedes manejar el mío.
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~ 41 ~
—Qué bueno —acordé. El coche de Jay era un cacharro. Hacía que el viejo
Sedan de Patti luciera como nuevo.
Cerré mi casillero y nos movimos por la multitud hacia nuestras clases.
Cuando Jay no estaba mirando, discretamente estiré la mano para tocar la
nube blanca frente a mí, y mi mano la atravesó. Me volví hacia Jay.
—¿Quieres ir a esa fiesta de final de año el próximo viernes? —pregunté.
Golpeó los nudillos con el presidente del club de drama que iba en
dirección opuesta. Una chica del equipo de baile abrió su casillero cerrado
y le dio a Jay una mirada coqueta mientras pasábamos. Él miró fijamente
sobre su hombro a ella antes de regresar a nuestra conversación.
—¿La que es con Gene? ¿Realmente quieres ir?
—Sí, creo —dije—. Si Patti me deja.
Estábamos ahora en mi clase. Jay metió sus pulgares bajo las cintas de su
mochila sobre sus hombros.
—Escucha —él dudó—. Sólo… cuídate de Scott, ¿bien?
¿Huh?
—Espera un segundo —dije—. ¿Cómo puedes emocionarte por alguien
como Kaidan Rowe, pero me adviertes sobre alguien como Scott
McCallister?
Jay miró hacia abajo y rascó el suelo con la punta de su tenis, haciéndolo
rechinar.
—Tú no lo escuchas en los casilleros de Educación Física cuando está con
los chicos.
—Oh —medité eso—. ¿Él dice cosas acerca de mí?
—No, no de ti. ¿Crees que lo dejaría hacer eso? —alejó sus ojos de mí—.
Mira, no importa. Sólo olvida que dije algo.
Me pregunté si Jay estaba celoso de Scott, no por mí, sino en general.
Scott era popular, pero otra vez, también lo era Jay en una manera
diferente. Nunca sentí celos de Jay acerca de algo. Su color ahora era sólo
un leve marrón grisáceo de la preocupación.
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—Seré cuidadosa —prometí—. Y tú estarás ahí también. Y apuesto que
Kaylah irá…
—Bien, bien —dijo—. Iremos
Él me dejó, corriendo por el pasillo hacia su clase antes de la campana de
tardanza. Su blanca nube haciendo su camino cerca detrás de él.
Me deslicé hacia mi clase a tiempo, parpadeando hacia la sala llena de
brumas flotantes alrededor de mis compañeros. Eso iba a tomar algo para
acostumbrarse. Era Historia Mundial, y fuimos asignados a hacer trabajo
en grupos. Tenía esta clase con Gene, así que decidí tomar ventaja del leve
caos de escritorios moviéndose y gente arrastrando los pies.
—Hola, ¿Gene? —susurré.
Él miró hacia arriba y me dio un asentimiento. Él era bajo y musculoso,
como Scott, de lucha libre, aunque Gene estaba en una categoría de peso
ligero.
—Mi madre, um… ella como que quiere hablar con tu madre acerca de la
fiesta. Para asegurarse de que todo será supervisado y todo eso —traté de
no temblar. Sus cejas fueron hacia arriba por un segundo.
—Sí, te escuché chica —arrancó una esquina de su papel—. Haz que llame
a este número el día antes de la fiesta. Sólo dile que mi mamá trabaja
locas horas, así que ese será el mejor día para encontrarla. ¿Bien?
Me sentía mareada cuando le di las gracias, deslizando el papel en el
bolsillo y dirigiéndome a mi grupo.
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~ 43 ~
Capítulo 4
Fiesta en el lago
Traducido por Cowdiem y flochi Corregido por Angeles Rangel
l viernes siguiente era nuestro último día de escuela, y hacia un
calor pegajoso. El atardecer trajo un poco de alivio al
bochornoso calor, el aire acondicionado en el auto de Jay
dejaba salir aire tibio incluso en la posición más fría. Mis pies estaban
puestos en el polvoriento salpicadero mientras íbamos a la casa del lago de
Gene. Nos abanicaba a ambos con una vieja caja de papas fritas del suelo
que aun olía a grasa.
Nunca había ido a una casa en el lago, aunque había estado en el lago
muchas veces para picnics de la iglesia, o tardes con Patti. Siempre
disfrutaba la serenidad del tortuoso camino rodeado de arboles.
E
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~ 44 ~
Giramos en un camino de grava con baches y avanzamos hacia las luces
de los otros autos y una hermosa y grande cabaña de madera. Se estaba
oscureciendo ahora mientras estacionábamos y salíamos. Grillos, sapos y
cigarras nos daban serenata desde todas direcciones en el húmedo y cálido
aire.
La casa estaba brillantemente iluminada, pero no nuestro camino, así que
extendí mi visión para esta segura de que no tropezaba con rocas o ramas
caídas en el camino. Junto con ser capaz de ver lejos podía ajustar mi
sensibilidad a la luz. Me gustaba pensar en eso como “visión nocturna”. La
luna estaba en etapa creciente y no sería lo suficientemente brillante para
que los ojos normales pudieran ver, pero funcionaba para mí. Nuestros
pasos crujían en la grava mientras caminábamos.
—Échale una mirada a este lugar —dijo Jay boquiabierto.
—Lo sé. Es enorme. —La casa tenía tres enormes niveles con pórticos
envolventes y techos abovedados. Parecía una pensión.
Puse mi visión de vuelta al llegar hacia el pórtico bordeado de luces. Voces
y risa se mezclaban con la fuerte música hip-hop dentro. Cuando Gene
abrió la puerta, el cambio de volumen nos golpeo fuerte.
—¡De ninguna forma! ¡Miren todos quién está aquí! ¿Qué hay de nuevo
Jay? —Ellos golpearon sus manos en un apretón, luego Gene me miró—.
¡Anna Whitt en la casa! —Él se inclinó y nos abrazamos, dándome una
fuerte bocanada de alcohol en su aliento. Debería haber estado metiendo
bebidas cuando sus padres no estaban mirando.
Caminamos a través de la habitación, chocando con hombros con el
creciente gentío. Jay era saludado por todos los que se le cruzaban. La
sala de estar de Gene había sido convertida en un salón de baile
oscurecido, el equipo de música a todo volumen. El comedor estaba lleno
de chicos de pie y animando, jugando alguna clase de juego. Jay y yo nos
detuvimos.
Chicas y chicos estaban alrededor de una mesa en frente de cada uno,
poniendo sus vasos de plástico en el borde de la mesa y tratando
repetidamente de pasar los vasos con una mano. Era una carrera. El vaso
de Kristin Miller finalmente aterrizo volteado y ella elevó los brazos en
victoria. Las chicas saltaban gritando mientras los chicos se quejaban y
negaban con la cabeza.
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~ 45 ~
—Se ve divertido —le dije a Jay mientras mirábamos desde la puerta.
—Es un juego para beber —explicó él—. Dar vuelta el vaso. Tienes que
beber lo que sea esté en el vaso antes de darle vuelta. No es justo estar
sobrio.
—Oh.
Nos movimos hacia la gigantesca cocina, donde el altísimo techo
abovedado se cernía sobre los accesorios de acero inoxidable y la baldosa
de terracota. La totalidad del mesón central de granito de la masiva cocina
estaba cubierto de vasos de plástico de brillantes colores, juegos, bebidas,
latas de cerveza, y botellas de alcohol. Mi estómago se apretó. ¿Sus padres
estaban permitiendo que menores de edad bebieran descaradamente?
Un grupo de gente estaba de pie en frente de la enorme ventana mirando el
agua. Gene se giró del grupo y se acercó.
—¿Qué están tomado? —Apunto con el pulgar hacia el mesón.
—Nada para mí, gracias —dije. Sentí la duda de Jay. Sé fuerte no lo
necesitas, lo urgí silenciosamente. Él me miró a los ojos y suspiró antes de
responder.
—Nah, nada por ahora amigo.
—¿Seguro? —Gene nos miró incrédulo—. Mi hermana recién cumplió
veintiuno, así que todos pusimos el dinero y le dijimos que comprara en la
tienda y se quedara con el cambio.
—¿Dónde están tus padres? —pregunté mirando alrededor.
—Bahamas.
—¿Bahamas? —no pude mantener la conmoción fuera de mi voz.
—Sí, era el celular de mi hermana al que tu mamá llamó. Ella puede poner
la voz de padres sin problemas. No puedo creer que ustedes no estén
bebiendo. Mejor consíganse uno antes de que se acabe. El timbre de la
puerta sonó y él se alejó, deslizándose en los calcetines hacia el vestíbulo
ahora un enjambre de personas. Estaba estupefacta.
—Patti cree que sus padres están aquí —murmuré. Jay se rascó el rastrojó
de pelo de su cabeza.
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—Er, ¿en serio? ¿Te quieres ir? ¿Eso es lo que estás diciendo? —preguntó
él reluctante.
No le respondí. No me quería ir, pero al mismo tiempo me sentía culpable
al quedarme.
—Démosle una hora —me comprometí—. ¿Está bien?
—Trato. Una hora. —Jay aún estaba pasando sus manos por la cabeza.
Luego las frotó juntas, una nerviosa veta gris cortando su aura amarilla.
—Podría tomarme solo un trago —dijo, sonando esperanzado—. Tú nos
puedes llevar a casa.
—Tú —dije, apuntando con un juguetón dedo a du pecho—, eres el alma
de la fiesta. Otra gente tiene que beber para ser como tú eres cuando estás
completamente sobrio.
Él tiró del pelo de su mentón, pensando.
—No sé que hay en ti, Whitt, pero no puedo negarte nada, no importa cuán
fuerte lo quiero. Es de verdad molesto.
Sonreí, porque podía ver que él estaba sintiendo una alegría de un
amarillo pálido sin trazas de molestia.
Tras de Jay, el completamente liso cabello rubio de Kaylah y sus elegantes
gafas de montura metálica entraron en el campo de visión. Ella estaba en
el grupo de baile y tenía una figura de reloj de arena.
—Estoy espiando a la chica que te gusta —susurré.
—Genialll —susurró de vuelta.
—Anda y habla con ella. Voy afuera a mirar. —Le di un apretón a su
enorme bícep y me dirigí a la puerta trasera. Supe del momento en que Jay
hizo contacto con Kaylah, porque su enorme manada de amigas se
pusieron a chillar ante su sonoro saludo.
Nadie estaba fuera en la terraza. Caminé hasta el borde y puse las manos
en la baranda de madera. Estaba oscuro ahora. Grillos y ranas parecían
competir por cuál era el más bullicioso. Luciérnagas aparecían en todas
direcciones. Había un camino de piedras suavemente iluminado que
llevaba a un muelle y una casa de botes. Voces distantes y sombras que se
movían me decían que había invitados de la fiesta ahí también. El agua
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brillaba en la luz de luna. Aire tibio se posaba pesado en mi piel, pero yo
estaba cómoda.
La puerta se abrió detrás de mí, y un lío de música y voces se filtró antes
de que se cerrara de nuevo.
—Ahí estas.
Me giré hacia la voz.
—Hola Scott —dije. Y hola, mariposas.
Desde que él me había invitado a la fiesta había estado en mi mente. Se
acercó y ser paró junto a mí con un vaso rojo. Olía pastoso y agrio.
—Cerveza —dijo—. ¿Quieres un sorbo?
—No gracias —me sentía tímida. Él inclinó su cabeza hacia atrás y lo vació
en varios tragos, luego se giró a un costado y eructó. Agradable.
—Disculpa —dijo, poniendo el vaso en la saliente—. Entonces. ¿Qué estás
haciendo aquí sola?
—Solo mirándolo todo. Es hermoso.
—Si —dijo él—, tu cabello se ve bonito.
—Gracias —tenía una tira en la parte superior empujada hacia atrás con
horquillas, y el resto colgaba en mi espalda.
—¿Recuerdas la clase de astrología del Sr. Bunker el año pasado en
Ciencias de la Tierra? —pregunté, mirando al brillante cielo, fascinada por
la magnitud de la creación.
—Uhh, no —Scott se rió a carcajadas.
—Bien, mira justo ahí —apuntó—. Es la Osa Mayor. Esa parte como
cuadrado es el cuerpo y esas estrellas la cola1. ¿Lo ves? —Scott se deslizó
más cerca mientras yo trazaba la forma con un dedo estirado.
—¿Dónde? Oh, ¡hey, la veo! Genial.
1 En el libro se la da descripción en inglés, en la cual esta constelación es descrita como
un cucharon con pocillo y mango.
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Nos quedamos callados y me di cuenta de que éste era un ambiente
bastante romántico, si tan solo yo no fuera tan nerviosa e incapaz de mirar
en su dirección.
—Deberíamos entrar —dijo él—. ¿Has visto el sótano? —Negué con la
cabeza—. Es genial. Te conseguiré algo de beber y luego podemos verlo.
—Scott… —no quería tener que decirlo. De nuevo. Sería casi más simple
solo tomarme algo de modo que la gente me dejara tranquila respecto a
eso.
—Que hay de algo sin alcohol —ofreció él—. ¿Bebida? ¿Jugo?
Yo tenía sed. —Seguro, gracias. Lo que sea está bien.
Él me tomó de la mano mientras me guiaba dentro. Se sentía raro, pero
agradable. Había incluso más gente ahora, y muchos de sus colores
desvanecidos o ausentes por el consumo de alcohol. Las nubes estaban
aún ahí con cada persona, no afectadas como las auras. Aún cuando las
sombras blancas eran traslucidas, era muchísimo para asimilar con tanta
gente hacinada.
El aire estaba pesado y caliente, a pesar de los altos cielos. Mientras nos
internábamos, aun tomados de la mano, reconocí a los atletas de la
escuela mientras gritaban: —¿Qué hay de nuevo Scott? —Y “ ¡Scottie!” se
dieron golpes de nudillos al pasar, me miraban, luego asentían como
entendiendo a Scott, dándole pulgares arriba o choca esos cinco. Yo
pretendí no notarlo.
Estaba atrapada entre sentirme avergonzada, nerviosa, y, Dios me
perdone, excitada mientras nos íbamos hacia la escalera del sótano. Me
pregunté si esta fiesta era una “cita” para nosotros. Quizás obtendría mi
primer beso. Mis piernas temblaban y apreté su mano más fuerte.
Una hora. Le daría a esta fiesta una hora, luego tenía que hacerle honor a
Patti. Bien, quizá quince minutos habían pasado desde que había hecho
ese trato, pero no contaría esos. Sesenta minutos comenzando ahora.
—Ve por delante —gritó Scott cerca de mi oído—. Nos puedes encontrar un
lugar para sentarnos y bajaré pronto con nuestras bebidas.
Mis rodillas temblaron todo el camino hacia abajo. Me detuve al final en la
entrada. La enorme sala de recreación a espacio abierto era el sueño de
todo chico. Una gigante televisión pantalla plana estaba montada en la
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pared, rodeada de un sofá afelpado en forma de una enorme L. Había una
mesa de pool, una mesa de futbolito, juegos tragamonedas, y un área
lateral con una enorme mesa de póker y un bar. Las paredes estaban
cubiertas de momentos memorables de los deportes en la universidad.
Mientras escrudiñaba a la gente en la habitación, dos cosas fueron
rápidamente aparentes. Primero, la mitad de la habitación con sillones
estaba en estos momentos siendo usada como centro de besuqueos. Y
segundo, la otra mitad de la habitación estaba llena de chicos mayores que
yo no reconocí fumando lo que instintivamente reconocí como mariguana,
aunque era mi primera vez oliendo él agri-dulce humo. La esencia se
apoderó de mí con un ansia que casi me puso de rodillas. En pánico, tomé
las escaleras de dos escalones a la vez.
En lo alto, me concentré en calmar mi respiración mientras me dirigía a la
cocina. Scott estaba en el mesón hablando con una de sus amigas, Kristin
Miller. Algo sobre su conversación en susurros me hizo detenerme y estirar
mi audición hacia ellos.
—¿Ella no sabe? —preguntó Kristin.
—No aun, así que mantiene la boca cerrada —dijo Scott. Kristin rio. Era
una evidente chismosa.
—Se va a enojar tanto contigo.
—Nah —dijo él—. Seguramente me va a agradecer por esto.
Me quedé donde estaba, volviendo mi audición a la normalidad y
preguntándome de qué estaban hablando. ¿Quizá su ex novia estaba aquí
y se enojaría porque él me estaba hablando? ¿Pero por qué él habría dicho
que ella estaría agradecida?
Capte un vistazo de la borrosa cabeza de Jay mientras él se movía hacia
mí. Estaba contenta de verlo. Él me dio un abrazo de oso, levantándome
del suelo un segundo antes de ponerme de vuelta.
—Nunca creerás esto —él estaba casi sin aliento—. ¡Recién estaba
conversando con este chico que fue al recital de Lascivious esta noche, y él
dijo que la banda venia!
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¡¿Dijo qué?! Mi corazón dio un gran golpe en mi pecho. Casi me había
olvidado sobre el baterista con la extraña estrella. O podía ser que había
bloqueado el encuentro en mi memoria.
—¿Vienen acá? —pregunté—. ¿Esta noche? ¿Por qué?
—¡Porque es la mejor fiesta de la vida! Hay gente aquí de, digamos, todos
lados ¡Todos saben de ella!
—Aún así, no pondría mis esperanzas tan alto —me pregunté si estaba
diciendo eso en su beneficio o más en el mío.
Scott se estaba moviendo hacia el sótano con nuestros refrescos
sostenidos alto en el aire. Lo llamé, saltando y moviendo mis brazos hasta
que me reconoció. Su frente se arrugó mientras miraba desde Jay hacia
mí. Se movió hacia nosotros y me paso un vaso.
—Gracias —dije. Jay y Scott asintieron el uno al otro.
—¿Qué hay de nuevo? —preguntó Jay bastante frio.
—No mucho. ¿Tú?
—Relajándome. Relajándome. —Un pesado silencio siguió. Nunca había
notado que los sentimientos entre Jay y Scott eran tan cálidos y velludos
como un gato calvo. Pero, nunca había estado alrededor de ellos de esta
forma. Sus auras rodeadas de irritación gris irregular. Scott tomó un gran
sorbo y miró hacia mi jugo rojo anaranjado.
—Así que, ¿qué están bebiendo chicos? —preguntó Jay, mirando mi copa.
—Cerveza para mí. Y mezclé algunos jugos para Anna. Nada de alcohol. —
Scott se dio la vuelta hacia mí—. ¿Estás lista para bajar? —Mi corazón dio
un vuelco.
—Oh —dije—. Um, en realidad volví aquí porque la mayoría de los asientos
estaban ocupados y había algunos chicos sospechosos fumando.
Su rostro se descompuso.
—¡Jay! —Nos giramos hacia la voz trinando de Kaylah, quien se estaba
apresurando hacia nosotros y saltó en los brazos de Jay.
—¡Vaya, oye! —Rió él.
—¡Creo que la banda de la que hablabas acaba de llegar! —le dijo ella.
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—¡Ha! —Jay soltó a Kaylah y se dio la vuelta hacia mí, haciendo un
pequeño baile desafiante con la lengua hacia fuera—. ¿Qué pasa ahora,
odiosa?
Mi corazón se aceleró y dio una voltereta cuando los dos se agarraron de
las manos y se fueron. No quería ver a Kaidan Rowe nuevamente, ¿o sí?
No. además, por primera vez un chico estaba mostrando interés en mí, y
yo también estaba interesada. No quería preocuparme por un chico
grosero arruinara las cosas.
De repente me sentí sedienta, así que tome un enorme trago de jugo. Yum.
Agrio, pero dulce… y algo más. Tome otro trago. ¿Qué era? Olí el líquido.
No había ningún olor abrasador a alcohol.
Tomé otro largo trago, luego resoplé, incluso sabiendo que había algo en
esa bebida, pero no podía —no, no lo haría— detenerme. Esperé que el
pánico se elevara, pero en vez de eso me sentí relajada. Esa fiesta no era la
mitad de mala después de todo, incluso si el chico más pasivo-agresivo,
descortés, y sexy de Georgia acababa de aparecer. Ni siquiera tenía que
hablar con él.
—¿De qué banda estaba hablando? —preguntó Scott.
—Lascivious. Son la favorita de Jay.
—Hmph. Nunca los escuché.
Kristen Miller y Veronica de la clase de español se dirigieron hacia
nosotros susurrando y riéndose, sus mejillas sonrosadas por la bebida.
Tenían el cabello corto marrón y cortes de pelo parecidos, que subían sus
cuellos y se inclinaban hacia abajo en el frente hasta sus barbillas. Sin
embargo el cabello de Veronica era más oscuro, casi negro, y tenía algunas
mechas gruesas de color rojo. Veronica era la más borracha, sus colores
borrosos. Colgó sus brazos alrededor de mi cuello y dejó escapar un
chillido tonto y feliz, arrastrando las palabras.
—Chica, ¿!puedo decir que eres la cosa más fantástica jamás vista?! ¡Estoy
tan contenta de que estés aquí!
Normalmente le preguntaría si se estaba burlando de mí, pero me estaba
sintiendo muy ligera y animada en ese momento, así que me encontré
siguiéndole la corriente, incluso disfrutándolo.
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~ 52 ~
—¡Gracias! —grité—. Y me encantan tus mechas, por cierto.
Sus ojos se iluminaron.
—¡Oh, dius mío! Vas a ser mi mejor amiga esta noche. ¡Vamos a bailar!
Kristen puso los ojos en blanco.
—¡Espera! —dijo Scott—. Termina tu bebida para que no se derrame en el
piso.
Excelente idea. Terminé cada gota del delicioso jugo y le tendí la copa vacía
a Scott.
—¡Vamos! ¡Amo esta canción! —Veronica tiró de mi brazo, y dejé que me
llevara.
—¡Ven! —le grité a Scott por encima de mi hombro. Él y Kristen nos
siguieron. Los cuatro zigzagueamos entre las personas hacia la pista de
baile, donde la música resonaba, las ventanas temblando con los sonidos
graves.
Mis inhibiciones cayeron como ladrillos de mí. Cuando Veronica gritó: —
¡Vaaaya! —Alcé mis brazos e hice lo mismo. Mi cabeza estaba tan ofuscada
por dentro. Había perdido mi habilidad de sentir los colores de las otras
personas, y eso era tan liberador. Las nubes seguían allí, pero se habían
vuelto como extensiones de las personas, en mi mente. Nada podía
molestarme en ese momento. No me importaba si veía a Kaidan Rowe justo
en ese momento. Incluso si podía hacerme desdichada.
Veronica y yo bailamos. Fue una absoluta y completa felicidad. Todo el
mundo estaba siendo agradable, sin importarles cuando los golpeaba. La
calidez de la cercanía de los cuerpos era maravillosa. Podía sentir cada
roce de mis propias extremidades contra los otros mientras dejaba que mis
caderas se movieran y cerraba los ojos.
Escuché débilmente a Kristen hablando junto a mí.
—¿Ella no lo puede estar sintiendo todavía?
—¡Cierra la boca! —dijo entre dientes la voz de Scott.
Veronica levantó la copa hacia su boca, pero alguien se cayó sobre ella,
golpeando la copa y mandándola al suelo.
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~ 53 ~
—¡Aw, mierda! —dijo ella, y ambas reímos, cayendo unos sobre otros. Mi
risa no estaba bien. Era más suave y baja de lo normal, y estuve
repentinamente demasiado tranquila para poder soltar una Buena
carcajada. Noté lo suave que era el cabello corto de Veronica. Lo froté entre
mis dedos.
—¡Lo estás sintiendo, chica! —dijo.
—¿Qué había en mi bebida? —pregunté, curiosa.
—Algo de X triturado. No te enojes conmigo. ¡Eres tan afortunada! Lo
habría hecho esta noche yo también, pero mi papa no me da dinero.
No estaba enojada. Tolo lo contrario. Scott había tenido razón. Quise
agradecerle. Lancé hacia atrás mi cabeza, sumergida en la sensación. El
hecho de que estuviera drogada era lo importante. Era como un viejo
amigo perdido que me había encontrado y envuelto en una acogedora
manta. Quise que durara por siempre.
Había una sensación persistente en mi mente, pero la ignoré. Pronto ya no
podía concentrarme en nada que no fuera el hecho de que mi boca se
sentía como si hubiera estado tapada con un calcetín.
—¡Tengo la boca seca! —grité—. Y mis dientes están castañeando.
—Vamos. Vayamos por algo de agua y chicle. Eso ayudará. ¡Y necesito otra
maldita bebita, también!
Una vez más Veronica me sacó a través de la multitud de la mano. Sentí
como si estuviera caminando sobre una nube blanda y todo estuviera en
cámara lenta. Nos dirigimos a empujones hacia la cocina, donde se giró y
me gritó: ¡Santo chico sexy! ¿Quién diablos era? ¿Lo viste?
—¿A quién? —Me di la vuelta.
—En el salón. ¡Ho-la! ¡Cuando lo pasamos te estaba mirando!
Mire en la dirección de la sala, pero había demasiadas personas.
—No lo sé. No vi. —Me encogí de hombros—. Estoy feliz que seamos
amigas.
—¡Aww! Eres tan dulce. No puedo creer que no hayamos salido antes. —
Veronica deslizó un pedazo de goma de mascar en mi boca. La mastiqué
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 54 ~
como loca, mi mandíbula corriendo con mente propia mientras ella se
preparaba una bebida, salpicando cosas en la encimera.
Alguien me palmeó el hombro. Mis movimientos fueron lentos cuando me
di la vuelta, y me tomó un instantes procesar su rostro.
—¡Jay! —Llevé mis brazos hacia sus hombros, mirándolo y dejando que mi
cabeza cayera hacia atrás.
—¿Estás bien? —preguntó.
—Estoy muy bien. —Intenté hablar con normalidad, pero la voz
entrecortada que salía era completamente desconocida. Froté pequeños
círculos en sus hombros con mis palmas—. Eres el mejor amigo, Jay. Te
quiero.
—¡¿Estás borracha?!
Uh-oh. Estaba decepcionado. No, no, no. todo estaba tan bien. Tan
perfecto. Necesitaba que Jay estuviera contento también.
—Ella está rodando —dijo Veronica, tirando algunos cacahuates en su
boca con las manos arregladas.
Me miró con ojos enromes y entonces bajó mis brazos y se apartó un paso
de mí.
—¿Qué demonios, Anna?
—Jay, por favor. No te enojes conmigo. —Extendí mi brazo para agarrarlo
pero él esquivó mis brazos
—Eres una hipócrita, ¿no lo crees? —preguntó, su rostro tenso. Todo lo
que pude hacer fue mirarlo fijamente como un cervatillo a un foco de luz.
Jay nunca, nunca me había gritado.
—Como sea, hombre, olvídalo. —Pasó entre Veronica y yo, agarrando una
botella medio llena de un líquido claro antes de desaparecer entre el
movimiento y el ruido que nos rodeaba. Me sentí agradecida cuando Scott
subió y llenó el espacio vacío que Jay había dejado atrás. No quería huecos
esta noche.
—¡Te perdiste a Jay siendo un completo aguafiestas! —Le dijo Veronica—.
¿Y sabías que Anna y yo somos totalmente mejores amigas ahora?
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 55 ~
Scott me miró vacilante, pero cuando le sonreí deslizó un brazo alrededor
de mi cintura y me acercó a él. Las palabras de Jay ya se habían filtrado a
través de mí y se habían ido. No había espacio en el paraíso para nada tan
feo como la ira.
—Oye tú. —La voz de Scott fue toda melosa y mantecosa en mi odio—. Lo
siento, Veronica, pero voy a tener que robarte a tu nueva mejor amiga.
—Más vale que se comporten. —Guiñó un ojo.
Me di la vuelta hacia ella y nos abrazamos como si nunca nos fuéramos a
ver otra vez, y entonces Scott estaba llevándonos a través de los fiesteros,
hacia arriba a una escalera curva de Madera, por el pasillo, y dentro de
una habitación.
La repentina quietud fue shock para mis oídos cuando cerró la puerta
detrás de nosotros. Scott nos llevó a lo que parecía una cama de invitados.
Se sentó, así que yo también. Se recostó sobre sus codos, así que y
también lo hice. Cuando giró su cuerpo para inclinarse sobre mí, dejé caer
mis codos y me recosté, completamente quieta.
—¿Estás enojada conmigo? —preguntó. Negué con la cabeza.
—Todo se siente tan suave. —Mis dedos acariciaron los costados de mis
pantalones vaqueros. Incluso la normal aspereza del drill de algodón se
sentía como seda bajo mis dedos.
—Cuando estoy elevado por el E —dijo—, siempre pienso que todos
deberían estar desnudos. Al igual que Adán y Eva.
Eso tenía un perfecto sentido para mí en ese momento, y parecía gracioso.
—Completamente al natural y feliz —dije, y nos sonreímos el uno al otro.
—¿Sabes cuando empezaste a gustarme? —preguntó—. ¿Recuerdas el año
pasado luego del combate estatal, cuando yo tenía, um, la oreja
deformada?
Me había olvidado de eso. Había estado tan avergonzado por la oreja
extremadamente hinchada por los combates de boxeo en al competición
estatal. Su novia incluso se había disgustado tanto que lo botó.
—Siempre fuiste dulce —dijo—. No me miraste como todos los demás. —
Apoyó su brazo a lo largo de mi vientre y acarició mi cintura—. Sabes,
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 56 ~
Anna, no te tomaría mucho para que seas más, no lo sé, popular o lo que
sea. Te he visto jugar voleibol y softbol en el gimnasio. Eres buena. Podrías
decidirte a hacer deportes y quizás usar ropa diferente o algo. Quiero decir,
eres bonita, pero podrías ser, um, ardiente. ¿Sabes?
Me quedé quieta por un segundo. Parte de mi cerebro contempló sentirse
ofendido, pero fue rechazado por una pesada manta de tranquilidad en mi
torrente sanguíneo.
—Lo siento, Scott, pero aunque tuviera el dinero, no me importan esas
cosas. Quiero gustarles a las personas por lo que soy. ¿No es eso lo que tú
también quieres?
Levanté mi mano para tocar su rostro, pero él la agarró y la sostuvo.
—¿Has besado a muchos chicos?
—Nunca he besado a alguien —admití.
—¿Ni siquiera Jay?
—De ninguna manera. Es como mi hermano. —Intenté pensar ahora en
Jay. ¿Qué había estado mal con él antes? Me sentí triste, pero no recordé
por qué.
—¿Cuánto tiempo dura esto? —pregunté—. ¿Esta sensación?
—Como cuatro horas. Luego toma como dos horas para descender.
¿Descender? Sonaba terrible. Me pregunté si podía hablar con Scott para
que me diera más.
—Anna.
—¿Huh? —Intenté enfocarme en él.
—Quiero darte tu primer beso.
—Bien —susurré.
Antes de que él incluso tuviera la oportunidad de inclinarse, la puerta se
abrió de golpe, dejando entrar el volumen ensordecedor de la fiesta. Ambos
nos sentamos en la cama y me encontré mirando fijamente las
profundidades azules de los ojos de Kaidan Rowe.
—¿Qué de…? —empezó Scott.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 57 ~
—Ah, aquí estás, cariño. Vamos, entonces.
Kaidan me estaba mirando. Y me hacia señas para que fuera hacia él. Me
quedé abrumada por la sorpresa.
—¿Puedes caminar, o tendré que llevarte? —preguntó Kaidan.
Scott levantó sus cejas.
—¿Qué estás hacienda, man?
—Tengo que hablar con Anna. —Pero Kaidan ni siquiera miró a Scott
cuando lo dijo. Scott y yo nos dimos la vuelta hacia el otro. Nunca cruzó
por mi mente no ir con Kaidan. Él era la parte mas impresionante de mi
sueño despierta.
—Volveré —dije, poniéndome de pie.
—No contaría con eso, en realidad —dijo Kaidan, acercándose para tomar
mi mano y empujarme fuera del cuarto. Estaba meditando cuántas
personas me habían llevado del brazo esta noche cuando Scott gritó:
—¡Amigo! —Y Kaidan cerró la puerta de golpe detrás de nosotros.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 58 ~
Capítulo 5
Igualmente
Traducido por Simoriah Corregido por Micca.F
aidan mantenía un firme agarre sobre mi mano. Me concentré en
donde nuestros cuerpos se conectaban, maravillada ante cómo mi
mano entraba dentro de la suya. No recordaba dejar la casa o
caminar por el muelle, pero cuando nos detuvimos procesé el hecho de que
estábamos fuera del cobertizo para botes. Kaidan golpeó la puerta con el
costado del puño.
—Todos afuera —les dijo con autoridad.
—Llegamos primero —dijo uno de los chicos.
K
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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—Vete a la mierda. —El tono de Kaidan era espeluznantemente calmo.
Las seis figuras nos rozaron al pasar con débiles protestas y volvieron a la
fiesta. Cuando se fueron, esperé que Kaidan entrara al cobertizo, pero en
su lugar fue hasta el final del muelle y se sentó. Lo seguí, sentándome en
el borde con los pies colgando, sin alcanzar completamente el agua.
Observé su camiseta marrón con un dragón dorado en stencil por un
hombro y sobre el pecho. Era lo suficientemente ajustada para acentuar el
musculoso cuerpo debajo. Cuando miré su rostro me sacudió ver con
cuanta intensidad me miraba. Una brisa rozó mi piel como una pluma.
Mis dientes castañetearon, pero no sabía si era por el X o el aire frío.
—¿Quién eres? —me preguntó una vez más.
—No sé cómo quieres que responda eso.
Un destello repentino a través de mi cuerpo agrietó el agradable estado de
ensueño. Jadeé.
—¿Qué sucede? —preguntó. Allí estaba de nuevo, pero más largo esta vez.
La realidad estaba filtrándose una vez más. Estaba comenzando a
sentirme insegura y ansiosa.
—Creo… se siente como si estuviera comenzando a gastarse. ¡Pero él dijo
cuatro horas! —No podía sentarme ahí. Me puse de pie, sintiéndome
aterrorizada. Temblaba por dentro. Kaidan también se puso de pie,
levantando mi mentón para mirarlo.
—¿Alguna vez has estado enferma? —preguntó, sosteniendo mis ojos con
los suyos.
—¿Enferma…? —No podía pensar.
—Gripe. Amigdalitis. ¿Algo? —Ahora tenía mi atención.
Otro espasmo me sacó de mi estado de ensueño mientras me doblaba
sobre las manos y las rodillas.
—Quizás esta pequeña y dulce asistencia te ayudará. —Ofreció una
pequeña píldora blanca. ¡Sí! Intenté tomarla, pero él fue más rápido.
—Primero responde mis preguntas. ¿Alguna enfermedad en tu vida?
—No.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 60 ~
—¿Cuán atrás puedes recordar?
La pregunta detuvo mi temblor. Nos miramos con fuerza. Él no podía saber
eso. Era mi secreto más importante.
Se acercó, justo como en la noche en que nos habíamos conocido, y bajó la
voz.
—Responde la pregunta.
Miré su boca, sus apuestos labios, y por un segundo me olvidé de la
píldora. Aclaré mi garganta.
—De acuerdo —susurré—. Hasta el principio. Mi nacimiento, e incluso
antes que eso. ¿Feliz?
Asintió, con el rostro serio. No podía creer que hubiera admitido eso en voz
alta, y él no había reaccionado como si fuera extraño en lo más mínimo.
Miré la mano junto a su costado apretada en un puño, sosteniendo dentro
mi escape de la realidad.
—Ahora para la parte importante —dijo—. ¿Quién es tu padre?
—No-no lo sé. Fui adoptada.
—Mentira. Debes tener una idea. —Levantó el brazo, y su mano flotó sobre
el agua.
—¡Hubo un hombre! Lo recuerdo del día en que nací. Jonathan LaGray.
Siempre he asumido que él es mi padre, pero nunca siquiera he hablado
él. ¡Por favor! No sé nada de él. Está en prisión. —Miré su mano mientras
la bajaba hasta que estuvo segura a un costado.
—Sí, por supuesto —dijo, mirándome ahora de forma diferente—. Debería
haberlo averiguado por tu comportamiento esta noche.
Mis pensamientos no eran lo suficientemente coherentes para
preocuparme por lo que decía. Ahora estaba temblando, desesperada por
la necesidad. Tenía que quedarme en mi mundo de escape. No podía
volver.
—Mi píldora —rogué.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 61 ~
—¿Te refieres a esta? —La sostuvo en alto y mis ojos se agrandaron—. Lo
lamento, amor, sólo una aspirina. —Y para mi horror la lanzó con
indiferencia al lago, y con un ligero sonido se hundió.
—¡No! —grité. Él me detuvo tomándome por la parte superior de los brazos
con sus fuertes manos.
—¿Hace cuanto tiempo te dio la droga?
—¿Qué? No lo sé, quizá treinta, no, ¿cuarenta minutos?
—Debería salir completamente de tu sistema muy pronto. Estarás bien.
Sólo siéntate aquí e intenta calmarte.
Me soltó los brazos y me senté, descansando la frente contra mis rodillas y
moviéndome hacia atrás y adelante, peleando contra temblores menores.
Fue cruel al engañarme con esa píldora. No había querido algo con tantas
ganas desde aquellas píldoras para el dolor años atrás.
El viento sopló contra mi piel una vez más y oí pequeñas olas golpear
contra la orilla rocosa. Después de dos minutos, la espesa niebla en mi
cabeza comenzó a levantarse y fui atormentada por la fealdad de la
claridad.
No debería haber venido a esta estúpida fiesta. Debería haberme ido al
segundo en que descubrí que los padres de Gene no estaban allí. No podía
creer que Scott pensara que estaba bien darme Éxtasis. ¿Por qué lo había
amado y había deseado más, como algún tipo de demonio? Ugh, ¡casi tengo
mi primer beso mientras estaba drogada!
Levanté la mirada y vi a Kaidan de nuevo sentado en el borde del muelle,
mirando el agua, y me di cuenta de lo que sus preguntas significaban.
Sabía algo de mí. Me acerqué a él, temerosa de que fuera a huir si lo
presionaba mucho por algo de información.
—¿Por qué tuvo que venir e irse tan rápido? —pregunté.
—Nuestros cuerpos pelean contra cualquier cosa externa. —¿Nuestros
cuerpos?—. Gérmenes, cáncer, enfermedad, todo. Las drogas y el alcohol
se van rápido. Apenas valen la pena el esfuerzo. Intenté fumar. Pasé días
expulsando alquitrán negro.
—Qué atractivo —dije.
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~ 62 ~
—Precisamente. No puedo permitirme no verme atractivo. —Rió sin
diversión.
—Así que… —Estaba desesperada por no espantarlo—. ¿Eres como yo?
—Sí, y no, parece.
En ese momento noté algo. Lo habría hecho antes si no hubiera estado
fuera de mí por el X.
—¿Por qué no tienes una de esas cosas con nubes alrededor? —le
pregunté.
Se volvió y me miró con incredulidad.
—¿“Cosas esas con nubes”? No puedes estar hablando en serio.
—¿Sabes de qué estoy hablando? ¡Sí, lo sabes!
Él comenzó a ponerse de pie y yo hice lo mismo de un salto. Miró hacia la
casa, frunciendo el ceño.
—¿Tus sentidos han regresado? —preguntó.
Sabía que se refería a mis sentidos especiales, y me maravillé ante cuán
normal lo hacía parecer.
—Eso creo.
—Hay una pelea en la casa. Creo que será mejor que oigas.
Me puse de pie y estiré mi audición. Estaba más lenta de lo normal y me
tomó más esfuerzo, pero finalmente entró a la casa. Gritos. Caos.
Puñetazos y refriegas. Rotura de vidrios, chicas gritando, gente gritando
sus nombres para intentar separarlos.
—¡Oh mi Dios, Scott y Jay! —Partí tan rápido como me lo permitían las
piernas por el tambaleante muelle. Ni siquiera podía concentrarme lo
suficiente para activar mi visión nocturna, pero de alguna forma no
tropecé y ni me caí. Abrí la puerta de repente y me abrí camino a codazos.
Tres enormes jugadores de fútbol estaban arrastrando a Jay al porche.
Golpeaba y gritaba obscenidades que nunca había oído de él. Me detuve en
la puerta y miré alrededor. La ventana de la habitación frontal estaba rota.
Las chicas lloraban. Scott estaba de pie en el cuarto del frente, donde la
música y el baile se habían detenido y todos estaban mirando. Sostenía su
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 63 ~
nariz, la cual sangraba, al igual que su brazo. Su camisa estaba rota desde
el cuello hasta la cintura y estaba salpicada de sangre. Debía estar un
poco más sobrio, porque vi con mi sexto sentido cómo se sentía ahora.
Miedo oscuro y crispado.
Gene avanzó a tropezones hacia el espacio abierto. No llevaba su camisa, y
por el cabello enredado de su novia, habían estado ocupados en la central
de besos.
—¡Aw, hombre, mis padres van a matarme!
—Algo salió mal en la fiesta —susurró alguien en la multitud.
—Gene —dijo Scott, sonando chillón y nasal—. ¡Jay se volvió loco! Salió de
la nada y me dio un puñetazo terrible. ¡Me lanzó por la ventana! Creo que
me rompió la nariz.
—Maldición. —Gene apoyó las manos en su cabeza y la sacudió de un lado
al otro.
Jay comenzó una nueva ronda de pelea afuera, pateando y gritando. Los
tres grandotes ajustaron sus asideros y le gritaron para que se calmara y
se quedara quieto. Atravesé corriendo la puerta y los escalones del porche
hacia él.
—¿Jay? —Me miró con los ojos de un hombre salvaje que no conocía. Sus
mejillas estaban de un rojo ardiente. Mostró los dientes y jadeó a través de
ellos. Dos tipos sostenían sus brazos, y otro estaba de pie detrás de él,
sosteniéndolo alrededor del pecho. Jay me miró hasta que su respiración
se calmó y su mirada feroz se suavizó hasta llegar a un sollozo lastimoso.
—Él te drogó. Anna. Drogó.
Sabía a qué se refería. Asentí hacia los jugadores de fútbol.
—Está bien, chicos, gracias. Ahora voy a llevarlo a casa. —Cuando lo
dejaron ir, tropezó tres pasos hacia atrás y cayó a un arbusto. Eso iba a
doler en la mañana. Corrí hacia él.
—Ven, te ayudaré hasta el auto —dijo el tipo más grande. Creo que su
nombre era Frederick, un nuevo graduado. Los otros dos volvieron a la
casa. Tomó a Jay por debajo de un brazo y lo levantó, mientras yo lo
sostenía del otro. Frederick había sido un gran defensor, así que no sentí
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 64 ~
nada del peso de Jay. Hicimos nuestro camino en la oscuridad mientras en
la fiesta la música volvía a sonar.
Miré hacia la casa y encendí mi visión extra, buscando por alguna señal de
Kaidan Rowe. Nada. Había tantas cosas que quería preguntarle. Lo que era
más importante, ¿por qué éramos así? ¿Qué éramos? Nosotros. Oh, mi
Dios. La sola idea de que hubiera alguien más como yo enviaba un
enloquecido rayo de energía a través de mi cuerpo. Tenía que verlo de
nuevo. Tan pronto como fuera posible.
Cuando llegamos al auto, busqué las llaves de Jay y su celular en el
bolsillo, llevé el asiento del pasajero hacia atrás, y di un paso al costado
mientras Frederick lo depositaba dentro. Le agradecí y volvió a la fiesta.
Jay se había desmayado. La idea de volver y buscar a Kaidan cruzó mi
mente pero, ¿qué pasaba si Jay despertaba? Además, no quería lidiar con
todo el drama en el aire.
En su lugar, empujé mi audición hacia el muelle y oí. Estaba en silencio.
Enfoqué mi audición alrededor de la casa, arrugando el rostro ante el
fuerte ataque, y dije al aire:
—No terminé contigo, Kaidan Rowe.
De alguna parte de la cocina una solitaria voz con acento contestó:
—Igualmente.
A pesar de la tibieza de la noche, tuve un escalofrío.
Después de subir al auto y ajustar el asiento del conductor, llamé a Jana
desde el teléfono Jay. Ella respondió desde su propia fiesta. Se había
graduado el año anterior, pero todavía vivía con su familia, yendo y
viniendo de la universidad. Cuando se enteró de la actual incapacidad de
su hermanito para entrar caminando a su casa, maldijo y dijo que nos
encontraría allí. Quizá podríamos hacerlo entrar sin despertar a sus
padres.
Qué desastre.
Estaba nerviosa conduciendo por el tortuoso camino que atravesaba el
oscuro bosque, incluso con mi visión nocturna. Continuamente veía los
ojos de pequeños animales que reflejaban las luces del auto, a veces
cruzando el camino y haciéndome frenar de golpe.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 65 ~
No fue hasta que estuvimos fuera del bosque y en la ruta principal que
finalmente me permití pensar en todo lo que había sucedido esta noche.
Cuanto más pensaba en lo que Scott había hecho, más me disgustaba. Y
estaba indignada conmigo misma por disfrutarlo. Eventualmente tendría
que lidiar con Scott. Odiaba la confrontación, pero no podía permitirle que
se saliera con la suya. Al menos el año escolar había terminado y no
tendría que enfrentarme a ninguna de esas personas por un par de meses.
Pero todo mi enojo hacia Scott y la vergüenza ante mi propio
comportamiento fueron opacados por la conversación con Kaidan. Sólo
pensar en eso hacía que mi corazón se acelerara de nuevo. No podía
creerlo. Realmente era como yo. ¿Lo cual era qué, exactamente? Él sabía,
por supuesto. Desearía haber hablado más tiempo con él. Me preguntaba
cómo podría localizarlo.
Supongo que podría poner mi teléfono en una pieza de mi ropa interior y
lanzárselo al escenario en el próximo show. La idea casi me hace reír.
Probablemente echaría un vistazo a las bragas de algodón blanco y las
tiraría a la basura.
Jay se movió. Intentó decir algo, pero salió como un gran sonido
arrastrado.
—¿Qué, Jay? —Usé mi voz calmante.
—¡Voy a descomponerme!
¡Oh! Saqué el auto del camino y me incliné sobre Jay para abrir la puerta,
la cual se atascó, como siempre. La abrí justo a tiempo.
Tuvimos que detenernos una vez más después de eso. Pobre Jay. Froté su
espalda mientras él cerraba la puerta y se apoyaba contra ella. No había
mucho más que yo pudiera hacer. Comenzó a lloriquear mientras
entrábamos en su vecindario.
—Está bien —dije.
—No, no lo está. No quiero ser como el abuelo Len. —Su quejido se volvió
un gemido dolorido.
—¿Quién? ¿Qué quieres decir?
No dijo otra cosa coherente después de eso. Jana estaba de pie junto al
cordón con los brazos cruzados, molesta. Odiaría ser Jay mañana, por
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 66 ~
más razones que una. Jana era una goth de pura cepa y no aceptaba
porquerías.
Ella y yo lo dejamos sobre su cama sin despertar a sus padres, y luego
Jana me llevó a casa.
—¿Qué lo poseyó para emborracharse tanto? —me preguntó.
—La fiesta fue un poco apabullante.
—Espera, ¿fue la que se hizo en el lago? Incluso yo oí sobre esa fiesta esta
noche. Debe haber sido una locura.
—Lo fue.
Estuvimos en silencio por unos pocos minutos.
—¿Quién es el abuelo Len? —pregunté.
—¿Uh? Oh, ¿él lo mencionó? Sí, es el papá de nuestra mamá. Era un
terrible borracho. Si Mamá lo cuenta, sin embargo, era el tipo más
agradable cuando estaba sobrio. Ella estaba loca por él. Todos lo estaban.
Entonces él bebía y era como si tuviera un gemelo malvado. Lastimó a
mucha gente. Peleó contra sus demonios internos y eventualmente perdió.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 67 ~
Capítulo 6
De los días oscuros
Traducido por maleja.pb
Corregido por Micca.F
las nueve de la mañana siguiente en el balcón ya estaba
húmedo y caliente, mientras tomaba un sorbo de mi cacao.
No había brisa, y el olor a estiércol de vaca emanaba de un
potrero cercano. Patti salió con su café y lo olió, arrugando la nariz. Abrió
su periódico y yo abrí mi libro. No podía concentrarme. Habían ocurrido
demasiadas cosas en la fiesta de anoche.
No me gustaba pensar en el día de mi nacimiento, en parte porque no era
natural ser capaz de recordar tan atrás, y en parte porque no podía
encontrarle sentido al mismo. No sabía cómo debería hacerme sentir, y no
quería sentir algo equivocado, si eso fuera siquiera posible. Pero ahora que
A
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 68 ~
Kaidan había elegido esa costra, estaba sangrando y necesitaba ser
atendida.
Llamé a la época anterior a mi nacimiento los “días oscuros”. No porque
fueran malos, sino porque estando en el útero estaba a oscuras. Era como
ser mecida por la noche en una hamaca tibia. Lo que más recordaba era el
sonido de la voz de mi madre. Ella estaba cantando la primera vez que
tuve la oportunidad de escuchar los sonidos gorjeantes. Cuando pensé en
probar mis extremidades, empujé hacia afuera al encuentro firme de la
resistencia suave que me rodeaba, me hacia volver hacia atrás y reír,
rebotar. La voz de Jonathan LaGray había estado allí durante mis días
oscuros, también, retumbando grave y brusca.
Nacer fue desconcertante, demasiado brillante y demasiado frío, pero lo
peor de todo fue la sensación de haber perdido algún tipo de conocimiento
que había sido un lugar común durante mis días oscuros.
No podía ver bien con mi visión infantil nublada, pero recuerdo el impacto
de los ojos del hombre cuando ese día me miraron con fijeza. Estaban
llenos con algunos de los conocimientos de los que ahora yo carecía.
Tan solo di no a las drogas, ¿lo harás niña?
Nunca supe si el mensaje del hombre rudo que me había dado había sido
en serio o sarcástico. Nunca lo había visto de nuevo.
Todavía podía recordar a la monja, una mujer anciana y arrugada que
emitía una paz lavanda pura. Y Patti, de pie junto a mí con su pelo
cayendo sobre su rostro el día en que vino a buscarme. Estuvo a punto de
explotar de amor cuando me pusieron en sus manos extendidas, como si
yo fuera un regalo frágil.
Esa fue la única parte de la memoria que entendí, y por lo tanto podría
apreciar libremente: el momento en que conocí a Patti.
Ahora la miraba al pasar la página del periódico y tarareaba para sí
misma. Un tren pasó por la colina a través de la dispersión de los árboles
de pino.
—Conocí a alguien que es como yo —le dije. El tren sopló su silbato.
El periódico se deslizó de sus manos y cayó al suelo en un crujido de
papel. Estaba sorprendida por la nube negra de tormenta de emoción que
se elevó a su alrededor.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 69 ~
—¿Patti? —susurré.
—¿Quién era? —El pánico en su voz me asustó. Se agarró al borde de la
mesa de plástico como para mantener el equilibrio.
—Re-realmente no lo sé —tartamudeé—, pero ayer por la noche hablé un
poco con él.
—¡Aléjate de él! —Para dar énfasis me señaló y se quedó mirándome con
los ojos abiertos.
Sonó el teléfono en el apartamento mientras nos mirábamos la una a la
otra. Sonó de nuevo.
—Contesta el teléfono —dijo—. Tengo que pensar.
Me puse de pie de golpe y corrí, respondiendo a la tercera llamada.
—¿Hola?
—Hey —dijo una voz débil y rasposa.
—¿Jay? ¡Suenas terrible! —Me senté en la mesa de la cocina y miré a Patti.
Estaba sentada con los ojos cerrados, sin soltar el borde de la mesa, su
postura rígida.
—Me siento muy mal —dijo—. ¿Cuánto me odias?
—No seas loco, Jay. Estaba preocupada por ti. ¿Estás enfermo?
—Me siento como si me hubieran golpeado con un camión Mack. No me
acuerdo de todo, pero lo que sí recuerdo me hace sentir como un idiota.
—Tuvimos suerte de que Jana ayudó —le dije.
—Bah. He pagado por eso. Me hizo levantar a las siete para prepararle el
desayuno antes de tener que ir a trabajar. Y no estoy hablando de un
tazón de cereal. ¡Estoy hablando de huevos y tocino, todo! Ni siquiera
podía ponerme de pie.
Contuve una risa cuando me lo imaginé.
—¿Qué es lo que recuerdas? —le pregunté.
—Me enojé contigo porque pensé que te habías emborrachado, así que
empecé tragando una botella de ginebra. Ugh. No puedo ni siquiera pensar
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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en ello o me enfermaré. Entonces todo el mundo se acercaba a mí y me
preguntaban si me enteré que Scott te puso una droga, y perdí el control.
Sólo recuerdo pedazos después de eso, en su mayoría abriéndome camino
por el lugar tratando de encontrarlo. Estoy bastante seguro de que
atropellé a unas cuantas personas. Oh, hombre, no puedo creer que me
perdiera tanto.
—¿Eso es todo lo que recuerdas?
—Sí. ¿Por qué? ¿Qué más hice? —Miré y vi a Patti ahora de pie, mirando
hacia los árboles con los brazos sobre el pecho. Mantuve mi voz baja—.
Hubo un incidente menor relacionado contigo, Scott, y una ventana.
—Oh, no. ¿Hablas en serio? ¿Están todos bien? ¿La ventana se rompió?
—Sí, se rompió, pero todo el mundo está bien. Scott tenía algunos cortes y
posiblemente su nariz estaba rota, pero creo que la mayoría era su ego
herido. ¿No te duelen los nudillos?
—Me duele todo. Aw, hombre. Ahí van mis ahorros de verano. Tengo que
llamar a Gene y conseguir arreglar la ventana antes de que sus padres
vuelvan. Pero, ¿era incluso cierto sobre las drogas? Definitivamente no
estabas actuando bien cuando te vi.
Hice una pausa. Otro momento en el que hubiera preferido mentir.
—Había éxtasis en mi bebida, y estaba bajo sus efectos cuando me viste,
pero los efectos completos no permanecieron conmigo, por alguna razón.
Dejó escapar un sonido largo, enojado como un estruendo.
—Oye, Jay. Por ahora quiero dejarte descansar. Por favor. Gracias por
defenderme, pero no quiero que vayas tras él. Me encargaré de enfrentarlo
cuando sea el momento adecuado. ¿De acuerdo?
—Bien —murmuró para aplacarme. No había sonado creíble.
—Gracias —le dije de todos modos.
—Hey, espera un minuto —dijo—. ¿Qué diablos está pasando contigo y
Kaidan? Estaba buscándote cuando escuché por primera vez el rumor,
pero alguien dijo que te fuiste con él.
Mi estómago se tambaleó y miré otra vez hacia Patti. Estaba seriamente
perdida en sus pensamientos. Le susurré:
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 71 ~
—Nada pasó entre nosotros. Estuvimos hablando en el muelle. Que se
acordaba de mí.
—¿Hablar de qué? Apenas puedo oírte. ¿Está Patti a tu lado o algo así?
—Sí, lo siento. No sé. Hablamos de drogas, y nuestros padres. Intentar
tener una conversación con él es realmente difícil.
—Son dos polos apuestos, pero podría ser bueno para ti. Te hace falta un
poco de diversión.
—¡Oh, por favor! —dije, olvidando estar en silencio por un segundo—. No
es así. No puedo explicarlo.
—¿Te gusta? —preguntó.
—Me siento… intrigada —confesé.
—Muy bien, muy bien. —Sonó contento—. Eso es un comienzo.
Un comienzo de qué, no lo sabía, pero quería descubrirlo.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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Capítulo 7
Identidad
Traducción SOS por flochi Corregido por Nanis
atti estaba actuando de manera tan rara que me encerré en mi
habitación con mi libro. Leería unas cuantas frases, luego
pensaría en lo de anoche, volvería a leer más, luego me
preguntaría qué pasaba con Patti.
Por lo general no es una acosadora, pero por más de una hora estuvo
yendo y viniendo por la puerta de mi habitación.
—¿Estás bien? —le grité finalmente.
P
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Apareció luciendo un avergonzado y nervioso gris en torno a ella. Se sentó
en el borde de mi cama. Me crucé de piernas para darle espacio y mi
completa atención.
—Anna. —Carraspeó. Sus ojos estaban llenos de humedad y bordeados de
rojo—. El día que te recogí en el orfanato… no, déjame volver más atrás.
Esto va a sonar extraño.
¡Sabía algo acerca de mí! Agarré su antebrazo, ávida de información.
—Toda mi vida ha sido extraña, Patti. Si sabes algo, por favor, dímelo. No
hay nada que puedas decir que me asuste, o…
Dejó escapar un resoplido por su nariz y sacudió la cabeza.
—Todo lo que voy a decirte te asustará. Cariño, he estado asustada por
diecisiete años.
No respondí. Solté su brazo. La mirada en su rostro y el temor gris oscuro
rodeándola hizo que mi corazón latiera con más fuerza.
—Siempre has sido una persona spiritual, Anna, pero me pregunto cuánto
ves en realidad, cuánto crees.
—¿Te refieres a Dios? Creo…
—Lo sé. Pero qué hay de… ¿Otros espíritus? —preguntó.
—¿Como fantasmas?
—No. Me refiero a ángeles.
Mi cuello y cuero cabelludo hormiguearon.
—Seguro —dije lentamente—. Sé que las escrituras hablan de ángeles allá
arriba, cantando, trompetas y todo eso.
—También habla de ángeles bajando aquí a la tierra. Y demonios, también.
—Bi-en. Sé que esas cosas pasaron hace tiempo, o lo que sea, ¿pero qué
tiene que ver con nosotras?
—Sabes que estuve casada —dijo ella. Asentí, confundida sobre a dónde
llevaba esto. Patti se puso de pie y caminó por el suelo a medida que
hablaba—. Por tres años estuve intentando concebir. Él finalmente fue al
medico y descubrió que él no era el problema. Ese fue el principio del fin
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para nosotros. Rogué porque mi cuerpo fuese arreglado y fuéramos
bendecidos con un bebé, pero los meses pasaron y nunca quedé
embarazada. Entonces una noche tuve un sueño. En realidad, le dije a mi
esposo que era un sueño, pero yo sabía que fue real.
Se quedó quieta mirándome. Asentí otra vez, deseando que tan solo lo
dijera, sea lo que sea.
—Un ángel vino a mí, Anna. Me dijo que había un bebé esperándome en el
convento en Los Ángeles.
Un escalofrío subió por mi espina dorsal. Se acercó y se sentó, poniendo
su mano en mi rodilla como para mantenerme allí, como si fuera a escapar
de ella. Habló más rápido ahora.
—Desperté a la mañana siguiente y le conté a mi marido sobre ello, pero él
dijo que me había vuelto loca. Y, de alguna manera, así era. Todo lo que
sabía era que tenía que ir por ti sin importar qué. Compré un boleto para
mí y le rogué que fuera conmigo, pero no lo hizo. Para cuando llegué a
casa contigo, él se había ido. Se volvió a casar un año después. Pero te
tenía a ti y eso era todo lo que me importaba. ¿Me crees hasta ahora?
—Sí, por supuesto. —Pero aun así, mi cerebro estaba disparando
negaciones rápidamente contra las irracionales ideas. Tomé sus manos en
las mías, esperando calmarla.
—Antes de que me dejaran llevarte, una de las monjas que dirigía el
orfanato habló conmigo. Su nombre era Hermana Ruth. Era la persona
más anciana que he conocido, al menos cien años en ese momento. Me
dijo que me había estado esperando y que podía sentir que yo era la
persona indicada para criarte.
—¿Qué se supone que significa eso? —susurré.
Ella se detuvo, estudiando mi rostro.
—Criarte requeriría de mucho cuidado, porque eres más que humana,
Anna.
Siempre había sabido que yo era diferente, así que, ¿por qué sonó como
una completa locura?
—¿Entonces qué soy? —pregunté con aprensión.
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—Tus padres eran ángeles.
Dejé escapar una risa nerviosa, pero me detuve cuando Patti no esbozó
una sonrisa.
—Tu madre era un ángel de luz, y tu padre era…
—¿Era qué?
—Un demonio.
Tuve que obligarme a respirar.
—No es posible —susurré—. No lo crees en realidad, ¿verdad?
—Cada cosa que la Hermana Ruth me advirtió se ha hecho realidad. Me
dijiste cuando tenías tres años que recordabas haber nacido. Y luego todas
las otras cosas que pasaron una por una, igual que ella dijo que pasarían.
—¿Supiste todo eso? —Estaba sorprendida. No era de extrañar que Patti
nunca hiciera preguntas. Siempre había pensado que era extraño que no
me llevara al medico para revisiones cuando empecé con las migrañas
debido al desarrollo de los sentidos, dado su nivel de congoja hacia mí.
Pensé que quizás no confiaba en los médicos con su niña especial.
—Lamento nunca habértelo contado. —Patti ahora levantó la mirada—.
Nunca se sintió el momento oportuno.
Intenté darle sentido a todo eso en mi mente. Tenía que haber alguna
explicación lógica. ¿Pero no había estado intentando por años llegar a
unas razones lógicas para ser capaz de hacer las cosas que hacía?
—Quizás ella era una anciana demente con poderes psíquicos o algo así
—razoné.
—Entonces, ¿cómo explicas las cosas sobrenaturales que puedes hacer?
Ella dijo que cuando fueras mayor serías capaz de ver a los ángeles de la
guarda, también.
Pensé en eso y fui golpeada con un cegador momento de comprensión.
—¡Las nubes blancas!
—¿Puedes verlos?
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Me enderecé y miré la nube de Patti. Parecía estar apoyando su mano
borrosa sobre su hombro. No podía notar algún rasgo. Era solo un borrón
nebuloso. ¿Podía ser realmente un ángel? Extendí la mano y miré cómo la
mano nubosa revoloteaba desde su hombro y la apoyaba en mi palma. No
pude sentirlo, pero me sentí abrumada por la tremenda paz y comprensión
antes de retirarla.
—¿Lo ves, Anna? —dijo Patti, mirándome con intensidad—. Todo es
verdad. No hay nadie en la tierra como tú. Hay otros parecidos, pero sólo
son la mitad de lo que tú eres. Esto es importante, Anna. Enfócate en mí.
—Todavía estaba mirando fijamente a su ángel guardián, pero me obligué
a mirarla a los ojos.
—Los otros como tú son todos hijos de demonios, Anna, demonios y
humanos. Criados por los mismos demonios, eso quiere decir que este
muchacho que conociste…
¿Dónde está tu ángel? Las palabras de Kaidan regresaron a mí.
—Es mitad demonio —susurré.
Todo vino a la vez, golpeándome con fuerza en el pecho y deslizándose a
través de mí como una inundación de agua fría.
—Debería habértelo dicho antes. —Las palabras de Patti ahora llegaron,
pero me sorprendí llorando con ella—. He sido egoísta. Sabía que una vez
que te lo dijera no habría vuelta atrás. Las cosas cambiarían para siempre.
Y hay tan pocos mitad demonios en la tierra. ¿Cuáles eran las
probabilidades de que encontraras uno?
—No estoy enojada contigo —dije. No podía enfocarme en ninguna emoción
en particular cuando tanto estaba siendo disparando en mi interior—. No
lo entiendo. ¿Demonios y ángeles? ¿En serio? Quiero decir, ¡vamos! Eso
es… es…
Caminó hacia mi armario y recogió mi Biblia. Tomé un pañuelo de mi
mesita de noche y se lo entregué a Patti. Patti se secó los ojos y lloriqueó,
luego se aclaró la garganta. Se sentó y abrió el libro en su regazo.
Pasándomelo, señaló el Génesis, capítulo seis, verso cuatro. Lo leí en voz
alta.
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—Los Nephilim estaban en la tierra aquellos días, y también después,
cuando los hijos de Dios fueron hacia las hijas del hombre y tuvieron hijos
junto a ellas. Fueron héroes de la antigüedad, hombres de renombre.
Alcé la mirada hacia ella, esperando que me explicara.
—He investigado mucho en el transcurso de los años —dijo—. Los hijos de
Dios son los ángeles. Las hijas del hombre son simplemente mujeres
humanas. Un Nephilim es el hijo de un ángel celestial o un demonio. Los
demonios son simplemente ángeles caídos. Tú eres un Nephilim.
La palabra parecía familiar.
—Pensé que los Nephilim eran gigantes. Como Goliat.
—Significa gigante, pero sabes cómo es la Biblia. —Dio una sonrisa
llorosa—. Es difícil decir lo que deberías tomar literalmente y lo que es solo
metafórico. Es más fácil para las personas pensar en ellos como una raza
de personas verdaderamente gigantes que llegaron y se han ido, o como
alguna mutación genética. La Escritura está llena de referencias a ángeles
y demonios, pero incluso los creyentes tienden a pensar en ellos como
fábulas y fantasía. Es difícil envolver nuestras mentes alrededor de tantas
cosas que no podemos ver.
—Pero no lo entiendo. ¿Cómo pueden los ángeles o los demonios tener
hijos? Son espíritus, ¿no?
—Tienen que poseer a alguien.
¡Eek! Posesiones demoníacas. Esto estaba empeorando cada vez más.
—Le hice a la Hermana Ruth muchas preguntas, y ella intentó explicar la
jerarquía angelical. Hay ángeles mensajeros, como el que vino a mí. Los
ángeles guardianes son los más enriquecedores de almas, escogidos por su
obediencia. No interfieren en la vida humana a menos que estén enviados
por el poder divino para hacerlo. Si es el momento de morir para alguien,
los ángeles guardianes pueden realizar milagros o prevenir desastres. De lo
contrario todo lo que pueden hacer es intentar calmar nuestro dolor. Es
realmente muy hermoso pensar en ello. —Sus ojos miraron
melancólicamente, y me di cuenta que había pasado mucho tiempo
pensando en ello durante años—. Tenía tantas preguntas para la Hermana
Ruth, pero no hubo tiempo. Me dio un mensaje para ti.
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Las manos de Patti temblaron cuando tomó la Biblia y la cerró. —Dijo que
tendrías que ir a verla tan pronto como fueras lo bastante madura, lo cual
ya eres.
—Bien, sí. Definitivamente. —Tenía que encontrarme con esta Hermana
Ruth—. ¿Dijo la razón?
—No me la diría. Tiene conocimiento que solo compartirá contigo, y sería
muy peligroso escribirlo. También dijo que tienes… —Aquí ella cerró sus
ojos y pareció luchar—… que ver a tu padre.
Me tomaba tiempo enojarme, pero pensar en mi “padre” me hizo rabiar.
—No quiero verlo.
—Lo sé. Le dije que estaba en contra. El pensamiento de que estés en la
presencia de un demonio me pone enferma. Pero te diré lo que me dijo.
Cree que tus padres estaban enamorados. Y todos los ángeles son capaces
de una completa gama de emociones, incluso los caídos. Así que si él pudo
amar a tu madre, un ángel de luz, ¿no podría amarte también a ti?
Pensé en su rostro el día de mi nacimiento cuando vio morir a mi madre y
su espíritu ascendió. Sí, él la había amado. Y sus ojos no habían mostrado
ninguna maldad cuando me miraron ese día. Pero aun así. Todos estos
años sin una sola palabra…
—¿Cómo sabía la monja todo esto?
—Dijo que ella es única en la tierra, como tú, solo que diferente a ti y a los
demás, aunque no explicó cómo. La Hermana Ruth definitivamente era
especial. Tenía una presencia pacífica, como tú. Lamento no tener más
información, Anna. Fue mucho qué procesar en ese día.
—Está bien, Patti.
Parte de mi cerebro, la parte realista, no quería creer una sola palabra de
lo que me dijo, pero la otra mitad, la parte espiritual, sabía sin duda
alguna que era la verdad. Mi corazón por lo general dirigía el camino. Pero
era consciente de saber que cuando asumiera todo, estaría aterrorizada.
—¿Dijo algo más sobre mi naturaleza?
—No eres malvada, si eso es lo que te estás preguntando. —Agarró mi
mano y la puso en su regazo, sosteniéndola entre las suyas—. Tu
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habilidad para sentir las emociones de las personas proviene de tu madre.
Todos los ángeles guardianes pueden ver y sentir las emociones humanas,
de tu padre tendrás una tendencia hacia un pecado en particular, pero ella
no supo saber decirme cuál.
Oh, estaba bastante segura de que yo ya lo sabía. Hola, drogas y alcohol.
—Pero no malvado —dije, para que constara.
—No cariño, no malvado. Un alma malvada rechaza la bondad y el amor
naturalmente incrustado en nosotros al ser hechos a semejanza de
nuestro Creador. Tendrás que luchar con más fuerza que el humano
promedio contra las tentaciones, pero puedes hacerlo. Básicamente eres
una chica normal, pero lo sientes todo con más fuerza, todo lo bueno y lo
malo. —Se detuvo, bajando la vista a mi mano en su regazo y la acarició—.
¿Me perdonas, Anna? —preguntó—. ¿Por no habértelo dicho pronto?
Siempre pensé que eso haría las cosas más difíciles para ti si las sabías,
pero ahora no sé si hice lo correcto.
—Te perdono. No estoy enojada. —Me incliné hacia delante y la abracé.
Nos estrechamos mutuamente, todas sus acciones durante toda mi vida
llegaron en perspectiva: la extrema protección para mantener mi inocencia
y mantenerme oculta, la crianza sin hacer preguntas. La apreté con más
fuerza, dándome cuenta de todo lo que había dado para criarme. Ella se
echó hacia atrás ahora.
—Esta es la razón por la que siempre te alenté a llamarme Patti en vez de
mamá. Sé que suena tonto, pero no quería quitarle ese título a tu
verdadera madre cuando sabía que ella estaría observándote desde arriba.
A todos los efectos, Anna, eres una hija para mí, y no podría amarte más.
Limpié una lágrima de debajo de mi ojo, y susurre:
—Lo sé.
—Así que, tengo un plan. —Alisó una mano sobre mi cabello suelto,
volviéndolo a acomodar una vez más—. No tengo dinero ahorrado luego de
ayudar a Nana con las cuentas del médico, pero si empiezo a ahorrar
ahora, deberíamos tener lo suficiente para hacer un viaje a California al
final del verano. ¿Cómo suena eso?
—Fantástico. Pero quiero conseguir un trabajo, también.
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—Hecho. Es una cita, entonces. —Sentí una ola de entusiasmo cuando
nos estrechamos las manos—. Ahora que te he dicho todo lo que sé, por
qué no me cuentas sobre esos súper poderes que tienes. —Ambas
sonreímos, emocionadas por ser finalmente capaces de hablar al
respecto—. Oh, espera. Una cosa, antes de que empieces. Necesito que me
hagas una promesa. —Su rostro se endureció. Un humo gris claro de
nerviosismo se mezcló con el verde pastel de esperanza en su aura.
—Bien.
—Prométeme que te mantendrás alejada del chico que conociste.
Abrí la boca y dudé. Su ángel guardián, tan nuboso como parecía, pareció
mirarme, esperando.
—Por favor, Anna —dijo Patti—. No es seguro. Hay cosas de las que no
puedo protegerte, así que tienes que tomar decisiones inteligentes para
protegerte.
—Pero…
—No. —Me cortó rápidamente—. No estoy segura de qué pasa con tu
padre, pero puedes estar malditamente segura de que los otros demonios
son malvados. Pura maldad y real. Y este chico fue criado por uno de ellos.
¿Entiendes? Quiero que lo prometas.
Tragué saliva con fuerza.
—Lo prometo.
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Capítulo 8
Consecuencias
Traducción SOS por Lizzie, Little Rose, Flochi y LizC
Corregido por Nanis
o podía dejar de pensar en Kaidan Rowe.
Me preguntaba qué implicaba exactamente ser el hijo de un
demonio. Uno sin el equilibrio de un lado ángel. Él había sido útil
y amable conmigo la noche de la fiesta, a su propia manera brutal.
El conocimiento de eso sólo estaba alimentando la ardiente necesidad
dentro de mí por saber más. Tenía tantas preguntas. La paciencia es una
virtud con la que nunca había tenido un problema hasta ahora. Tenía que
mantenerme ocupada. Conseguir un trabajo era lo primero en mi lista de
prioridades.
N
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Fui al Paula’s Dairy Bar a las afueras de nuestro barrio, caminando a poca
distancia, y fui contratada en el acto. Las únicas reglas de la propietaria:
Sonreír. ¡Y no dar mi helado gratis! Sí, señora. Podía manejar ambas cosas.
Trabajé y traté de mantener mi mente ocupada. Corrí todos los días, a
veces dos veces, leí un montón de libros, y pasé mucho tiempo
investigando en Internet acerca de los ángeles y los demonios. No tenía ni
idea de si todo lo que había leído era cierto o si todo era sólo folklore.
Pasó un mes, y ahora tenía un par de cientos de dólares ahorrados.
Estábamos cada vez más cerca. Pero ninguna cantidad de mantenerme
ocupada podría hacerme dejar de pensar en él. Estaba tan cerca. Estaba
segura de que tenía por lo menos algunas de las respuestas a mis
preguntas. Pero había hecho una promesa.
Patti estaba siendo ella misma con su cautela habitual, pero si Kaidan
intentaba hacerme daño, tendría que hacerlo, ¿no? Ella lo estaba
imaginando como algo terrible, pero si lo conociera, vería que no es más
que sólo un niño especial, como yo. Me quedé tocando el teléfono con mi
dedo, debatiéndome, y luego lo agarré y marqué.
—¿Hola? —dijo.
—Hola, Jay.
—¡Oye, princesa de las paletas de hielo! Reina de los conos con florituras.
—Lindas alteraciones.
—Muchas gracias. Lo intento. Entonces, ¿qué te pasa?
—En realidad, me preguntaba si, uhm...
—¿Siiiii? —dijo. Me mordí el interior de mi labio.
—¿Está Lascivo tocando en algún momento cercano? —solté.
Completo silencio.
—¿Jay? ¿Hola?
—Lo siento, sólo me desmayé por un segundo.
—Muy gracioso.
—Quieres ver a Kaidan —bromeó.
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Exhalé en el receptor.
—Sí. Lo hago. Quiero hablar con él. Esto va a sonar realmente aleatorio,
pero creo que nuestros padres puedan conocerse.
—¿En serio? Eso es al azar. ¿Cómo lo sabes?
—Sólo algunas de las cosas que dijo cuando hablé con él, y algunas cosas
que he encontrado de otras personas desde entonces. De todos modos,
¿estarán tocando pronto?
—Ellos han estado tocando en sedes en todo el estado y algunas en
Alabama. Déjame llamar a algunas personas y te llamo.
—Gracias.
Colgué y caminé por el apartamento, enderezando las cosas aquí y allá,
tratando de pasar el tiempo. No tenía ninguna tarea a desarrollar. Patti y
yo siempre hacíamos todo lo que necesitábamos hacer en ese momento.
Saqué un plumero y me abrí paso por la casa, sin apenas darme cuenta de
lo que toqué con él. Cuando sonó el teléfono, se me cayó el plumero en un
estante y salí corriendo.
—¿Hola?
—Oye. No están tocando por aquí hasta dentro de dos semanas, pero
conozco su horario de práctica. —Las tendencias de acecho de banda de
Jay venían muy bien—. Practican en casa de Kaidan. Greg dice que hay
todo este dulce sistema en el sótano para la banda. De acuerdo con Greg,
Kaidan siempre tiene la casa para sí mismo.
—¿Dónde está su padre? —Mi estómago cayó al pensar en su demoníaco
padre.
—Su papá trabaja en la ciudad de Nueva York. Él viaja en su propio jet
privado. Una locura, ¿no? No sé lo difícil que será conseguirlo en la
práctica de la banda, pero puedo llevarte, sólo para ver.
Eso sonaba horriblemente incómodo, pero era todo lo que tenía para
trabajar.
—Está bien —le dije.
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Había gente vertiéndose fuera de las puertas delanteras. Jay había
conseguido pasarnos a través de la puerta privada de los Rowe diciéndole
al hombre en el altavoz que éramos amigos de Kaidan. A juzgar por el
número de autos mucha gente vino a ver la práctica. Parecía como si
hubieran tenido un mini-concierto o una fiesta. Jay detuvo su auto en el
lado de la calzada circular llena de vehículos. Había una fuente en el
centro del círculo, directamente en frente de una enorme casa de piedra
gris, con cientos de rosas y enredaderas bordeando los arcos de las
gigantes puertas y ventanas. Era lo más parecido a un castillo que había
visto en su vida, sólo que no había príncipe azul a la espera en el interior.
—¿Quieres que vaya contigo? —preguntó Jay.
—Tal vez sería mejor si hablo con él a solas.
—Eso está bien. Hay una tienda de instrumentos aquí que he estado
esperando para ver de todos modos. Llámame cuando estés lista para que
te recoja.
—De acuerdo, gracias.
Salí del auto y me acerqué a la puerta, pasando a gente que se estaba
yendo. Cuando levanté mi mano para llamar, la puerta se abrió. El
cantante de Lascivo, Michael, estaba allí en ajustados jeans negros con
una chica elegante bajo el brazo.
—La práctica ha terminado —dijo él, pasando junto a mí.
—Sólo necesito hablar con Kaidan —le dije.
Se encogió de hombros, alejándose.
—Haz lo que quieras —dijo sobre su hombro—. Está abajo. Probablemente
ocupado por ahora.
Entré en el vestíbulo abierto lleno de una gran escalera de dura y brillante
madera. Me sentí como una intrusa mientras seguía el sonido de las voces
a través de un comedor con elaboradas cubiertos de porcelana, con una
puerta abierta con alfombradas escaleras que llevaban abajo. Dos chicas
en minifalda subieron los escalones, una de ellas pisoteando y maldiciendo
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mientras avanzaba. Los sonidos de percusión comenzaron en el sótano,
siguiendo a las chicas hacia arriba.
—Si estás aquí para ver a Kaidan —dijo la enojada—, no te molestes.
—Ella empujó más allá de mí y siguió una diatriba contra él mientras se
alejaban—. Nunca lo llamaré de nuevo.
—Lo que sea —dijo su amiga—. Lo llamarás está noche.
Me detuve, pensando dar la vuelta y salir de la casa. La explosión de cada
golpe de tambor subiendo del sótano a juego con el ensordecedor latido de
mi corazón en mis oídos. Me obligué a avanzar, y luego bajé los escalones
uno a la vez. Me detuve en la parte inferior y examiné un sótano puesto
para avergonzar. Era más grande que mi apartamento. Entré en la enorme
habitación y cerré la puerta detrás de mí.
Parte de la sala de la derecha parecía una sala de cine en miniatura, con
tres filas de asientos de cuero como de estadio y una pantalla gigante.
Justo en frente de mí en el medio había una zona de bar tiki con mesas
altas y taburetes sacados de una escena hawaiana. Al extremo izquierdo
había dos sillones largos frente a un escenario con altavoces, micrófonos y
baterías en el centro. Los tambores se estaban utilizándose actualmente. Y
muy bien utilizados, por cierto.
Él tenía los auriculares puestos. Las líneas rectas de su rostro eran
severas con concentración mientras sus brazos se flexionaban debajo de
su camiseta rojo brillante con cada discordante estruendo de las baquetas.
El ritmo que creaba era impecable. Estaba asombrada por su capacidad de
pensar lo suficiente por delante de los sonidos con el fin de colocar cada
barra en el exacto y correcto lugar, todo en el momento adecuado.
Mientras movía la pierna hacia arriba y hacia abajo el pedal de forma
sincronizada Todo sucedió demasiado rápido para mantener mis ojos
arriba. Estaba abrumada por la belleza de ello. Nunca había sentido tanto
anhelo. Yo quería... envolverlo, envolverlo hacia arriba. Hacerlo mío.
Era un temerario y vergonzoso deseo.
Con un estallido final, el golpeteo de los platillos fue el único sonido. Él se
quitó los auriculares y los dejó a su lado, poniéndose de pie para mirarme.
—Bueno, si es la pequeña huerfanita Annie.
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Fue detrás de la barra y tomó una botella de agua de una gran nevera. Se
bebió la mitad de un solo trago, mientras yo me quedaba de pie inmóvil,
luego la dejó caer en la barra y sacó un objeto de plata de sus jeans. Con
un rápido giro de su muñeca, se abrió una cuchilla. Mi corazón martilleó.
Me vio mirarlo, retorciendo el cuchillo entre sus dedos. ¿Quién juega con
cuchillos?
En unos simples pasos, cerró la distancia entre nosotros y estaba frente a
mí, muy cerca, con la cabeza girada hacia un lado. Al parecer me
encontraba divertida, por alguna razón. Pero luego hizo una mueca cruel,
y su mano vacía se apoyó en la pared sobre mi hombro. Nuestros rostros
estaban a centímetros de distancia. Su mirada me tenía congelada en el
lugar. Era muy consciente del cuchillo a mi lado, sostenido en su mano.
Venir aquí fue un error garrafal.
—¿Qué quieres? —gruñó.
—Sólo quiero hablar. —Intenté mantener un tono calmado—. No tienes
que intentar asustarme.
Mantuvo el rostro serio, y un tono de voz seductoramente bajo.
—Difícilmente puede haber espacio para el miedo cuando estás tan
malditamente excitada.
Su audacia me sorprendió. Su mirada bajó a mi cuerpo, pero nunca se
movió.
—Ah, hay furia ahora —dijo fríamente—. Y un poco de vergüenza.
Estaba leyéndome, ¡leyendo mis colores! Y yo no podía ver los suyos. Me
sentía desnuda ante él, vulnerable. Me concentré en el motivo por el que
había ido allí.
—Ahora sé lo que somos. —Deseé que no me temblara la voz.
—Felicidades. —Me miró un segundo más, saboreando su poder, sin duda,
y luego se alejó, arrojando el cuchillo en la dirección aproximada del
tablero de dardos y clavándolo en el centro. Sin perder el tiempo, se dejó
caer en un sofá blanco con grandes almohadones. Se recostó, apoyando
sus grandes botas negras en los almohadones blancos con los brazos
detrás de su cabeza. Me miró como desafiándome a hablar.
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No tenía idea de qué hacer o decir. Ya no sabía por qué había venido.
¿Acaso simplemente quería irrumpir y decirle “¡Ja! ¡Lo sé todo!” y luego
exigir que me diera información? Alzó un poco la cabeza con una mueca y
su mirada perdió el enfoque, como si estuviera escuchando algo muy
lejano. Saltó del sofá y corrió hacia mí. Intenté retroceder, pero me tomó
por los hombros, apretando con fuerza sus labios en mi oreja.
—¡Mi padre está aquí!
El miedo me paralizó.
Un demonio. Había un verdadero demonio aquí y ahora. No había
considerado esta posibilidad. Creí que estaría en Nueva York. Quería
correr, pero Kaidan me empujó hacia el sofá y me empujó contra los
almohadones. Desgarró mi blusa, y yo tomé aire para gritar.
Kaidan apretó fuertemente un dedo en mis labios para callarme, luego
tomó una manta del brazo del sofá y me la arrojó. Se quitó su propia
camiseta sobre su cabeza y me indicó que lo imitara. No sabía qué estaba
pasando, pero el miedo me hizo hacerle caso, quitándome la camisa y
cubriéndome el pecho con la manta.
Kaidan se inclinó sobre mí. Oh mi Dios. ¡Un semi demonio semi desnudo
estaba enterrando su cara en mi cuello! Su caliente y suave hombro
presionaba el mío. El placer se abrió paso entre la confusión y el miedo.
Sentí el calor de su boca en mi hombro, y agarré el almohadón con mis
manos para impedir que se posaran donde querían posarse, lo que era
sobre él.
Cuando la puerta del sótano se abrió de un golpe, grité involuntariamente.
Kaidan se apartó un poco, pero se quedó frente a mí, volviendo la cabeza
hacia la puerta.
—Padre. —Lo saludó en un tono respetuoso.
Miré bajo el brazo de Kaidan al hombre alto de pie en un traje negro con
corbata azul marino que combinaba con sus ojos. Su cabello era más
oscuro que el de Kaidan, estaba más corto, y peinado hacia atrás
suavemente. El apuesto hombre demonio sonrió mientras nos veía. Incluso
parecía que avanzaba para poder verme mejor. Levanté la manta que se
había resbalado mostrando mi sostén.
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—Mis disculpas, hijo. No sabía que tenías compañía. —Mientras se
acercaba para verme de cerca podría haber jurado que sus ojos se volvían
rojos por un instante. Su voz enfrió el cuarto—. Nunca imaginé que te
atreverías a entretener a Nephilim femeninas.
—Normalmente no lo hago. —Kaidan se puso de pie y se alejó de mí—. Ella
me atrapó aburrido y solo después de la práctica.
Su padre olfateó y se frotó la nariz, como si hubiera un olor desagradable
en el aire.
—Vendrán para el té. Ambos.
Se volvió y subió las escaleras. Kaidan cerró los ojos y apretó los puños. Mi
corazón estaba acelerado. Me apresuré a volver a ponerme la camisa,
pasando mis temblorosos brazos por las mangas, y me horrorizó ver que
dos botones se habían caído al piso. La mantuve cerrada con ambas
manos. Kaidan tomó su camiseta roja del piso y me la pasó. Me di la
vuelta e intercambiamos camisetas. La suya me quedaba gigantesca, pero
era mejor que estar expuesta. Intenté ignorar que olía como un sueño: a
madera y cítricos y a hombre.
Seguí a Kaidan escaleras arriba, intentando convencerme de que tomar el
té con un demonio y su hijo encantador de cuchillos no era nada para
asustarse.
Salimos a un comedor formal, donde el padre de Kaidan estaba sentado en
una silla con apoyabrazos y me hizo un gesto para que me sentara en el
sofá más cercano a él. Kaidan se inclinó contra la pared con los brazos
cruzados sobre su pecho desnudo. Su padre lo miró y rió en voz baja.
—Mira a mi chico ahí de pie —me dijo—. Tan de las cavernas. Hijo, ponte
una camisa y acompáñanos.
Kaidan se fue cuando una mujer apareció con una bandeja con un
delicado juego de té. Sirvió tres tazas, y luego miró al señor Rowe para su
aprobación. Él le sonrió levemente, haciendo que ella se sonrojara, y luego
él asintió para despedirla con una palmada en el trasero antes de volver su
atención hacia mí. ¡Agh!
—¿Cómo te llamas?
Mi garganta estaba muy seca para responder en el primer intento, por lo
que tragué y volví a intentar.
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—Anna.
—Anna, me llamo Pharzuph, pero entre los humanos me dicen Richard
Rowe. No creo haber visto un símbolo tan inusual en mi vida. —Miró mi
pecho con demasiado interés, y tuve que contenerme de cruzarme de
brazos. Kaidan volvió usando una camisa negra y se sentó en el sofá,
manteniendo una clara distancia entre nosotros dos.
—¿Reconozco el color de Belial? —preguntó Pharzuph. No me gustaba
cómo hablaba, como si estuviera intentando seducirme.
—¿D… disculpe? —pregunté.
—Belial es el nombre de ángel oscuro de tu padre —explicó Kaidan.
—Seguramente ella sabe eso –—bufó Pharzuph. Pero mientras me miraba
tenía esa misma mirada de confusión que Kaidan tuvo la noche que nos
conocimos.
Tosí y volví a tragar, manteniendo mi respiración calmada para intentar
tranquilizar mi aura. Quería beber un poco de té para humedecer mi
garganta, pero no quería derramarlo.
—Me acabo de enterar que soy una Nephilim. Kaidan me explicaba
algunas cosas.
Mi voz salió más tranquila de lo que esperaba. Tuve cuidado de mencionar
solamente lo que había aprendido de Kaidan. No quise hablar de la
Hermana Ruth o Patti.
—¿Y cómo se conocieron ustedes dos?
—Por coincidencia —respondió Kaidan en mi lugar—. Estaba en uno de
mis conciertos.
—Asumo que Belial no te ha enseñado lo que significa pertenecer a la raza
de los Neph, ¿entonces?
—No. no nos hemos conocido. —Me removí, todavía sin poder creer que
estuviera sentada aquí explicándome a un demonio que parecía tan
normal.
—¿Supongo que no sabe de tu existencia? Me atrevo a decir que no habría
descuidado tu entrenamiento de lo contrario. —Pharzuph parecía relajado,
incluso sin expresión, pero su tono era frío y calculador.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 90 ~
No respondí, optando por un encogimiento de hombros. Hacerme la tonta
se sentía como la mejor opción.
—Puedo asegurarte que le informaré al instante. Pero mientras tanto, no
puedes permanecer desatendida. Kaidan te enseñará cómo funciona todo.
Primero es lo primero, destilas inocencia. Sí, eso es correcto. Puedo olerla,
tu virginidad. —Lo dijo como si fuera una mala palabra, y mi rostro se
ruborizó—. Como fruta demasiado madura. Por no mencionar de tus
emociones colgando alrededor de tu persona para que todos lo vean.
¿Cuántos años tienes?
—Dieciséis.
Se inclinó hacia delante y se golpeó la rodilla con una risa de asombro
ante mi respuesta.
—¡Una Neph de dieciséis años virgen! ¿Cómo vas a ser una mala influencia
para los seres humanos si no te comportas mal? ¿Asumo que formas parte
de tomar sustancias con tus amigos?
—Sí. —Seguramente podría salvarme si exageraba la verdad a un demonio.
Intenté procesar todo lo que había dicho. ¿Malas influencias en los
humanos? Oh, chico. ¿Y qué me había llamado. ¿Neph? Ah, una
abreviatura para Nephilim.
—No debes participar lo suficiente o no tendrías tu virtud. Ve por mi bolso,
Kaidan.
¿Su bolso? Eso sonaba como una enormidad de asquerosidades. Pharzuph
levantó su té y lo sorbió hasta que Kaidan regresó. Pharzuph empujó a un
lado la bandeja del té y abrió la pequeña bolsa, sacando viales de polvos y
líquidos, bolsitas de plástico con varias plantas secas, tubos plateados,
jeringas, y otra parafernalia de drogas que hizo que mi piel se arrastrase
con repulsión y necesidad. Por favor, por favor no me pidas que haga algo
de esto.
—¿Cuál te atrae más? —me preguntó.
Calmada. Es difícil escoger. Mi mano se deslizó a uno de los frascos de
polvo y lo señalé.
—Cocaína. Muy bien. —Se recostó y tomó su té nuevamente, mirándome.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 91 ~
Me permití respirar cuando el teléfono de Pharzuph sonó. Lo sacó,
mirando la pantalla, y apretó un botón para silenciarlo.
—Debo regresar al trabajo. Anna, ¿confío que no te importa pasar tiempo
con mi hijo?
Negué con la cabeza.
—Claro que no. Kaidan se ocupará de ti. Te tendrá perfeccionando tus
habilidades en nada de tiempo. No toma mucho tiempo, sin embargo.
Aprende lo que necesites aprender, y ponte a trabajar. —Volvió su atención
hacia Kaidan ahora—. Estoy esperando compañía esta noche y vas a
unirte a nosotros. Marissa va a traer a una de sus sobrinas.
—Sí, padre —contestó, sus ojos apartándome de mí.
Pharzuph se puso de pie y estaba marcando cuando abandonó la
habitación. Kaidan empacó su bolso negro.
—¿Alguna vez has estado en Lookout Point? —me preguntó Kaidan. Hizo
un exagerado asentimiento, como si debiera acompañarlo. Intenté sonar
natural, aunque parecía como si hubiera sobrevivido a una pequeña serie
de ataques cardíacos.
—No —dije.
—Bueno, entonces, ahí es a donde iremos.
Salimos juntos en su brillante Hummer negra, la cual se sentía muy
llamativa. Era tan larga como mi habitación. ¿Qué chico necesitaba una
Hummer toda para sí solo? Cuando empezó a conducir, señaló el odómetro
y levantó cinco dedos. ¿Ocho kilómetros? Entonces puso un dedo sobre
sus labios. ¿Su padre podía escuchar en un radio de ocho kilómetros? Me
di la vuelta lo suficiente para echarle un vistazo a la bolsa negra que había
lanzado en el asiento trasero cuando subimos. Kaidan me observó
mirando.
—Te encantará la vista de Lookout Point.
—Fantástico —dije, dándome la vuelta para mirar la carretera de adelante.
Era un notorio lugar para perder la virginidad. Estuve agradecida cuando
pasamos el desvío al Lookout Point y pude respirar con un poco más de
facilidad.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 92 ~
—Es seguro ahora —dijo—. ¿Tu amigo Jay te trajo?
—Sí. ¿Cómo lo sabes?
—Estaba escuchando cuando apareciste, por supuesto. Tuve que hacer
que todos se fueran. —Sonó molesto. Recordé lo molesta que estaba la
chica cuando había sido echada.
—Oh, lo siento. ¿Puedes prestarme tu celular para llamarlo?
Me entregó un artilugio de alta tecnología que al di vueltas en todas
direcciones antes de que lo tomara de mis manos y tocara la pantalla táctil
para mostrar el teclado del teléfono. Marqué el número de Jay.
—¿Hola?
—Hola, Jay. Solo quería dejarte saber que, um, Kaidan va a llevarme a
casa.
—¡Ahoyo! —No me atreví a reírme, pero vi que Kaidan sonreía por el rabillo
de mi ojo—. Suena bien, chica llámame más tarde.
No pude averiguar cómo colgar, así que se lo pasé a Kaidan.
—¿Dónde vives? —preguntó—. ¿Aquí en Atlanta?
—No. Cartersville. Está como a cincuenta kilómetros. ¿Está bien?
—Sí. Él esperaría que me tarde un rato.
Mi estómago todavía estaba revuelto tras el encuentro con Pharzuph, por
no mencionar las propias acciones perplejas de Kaidan hacia mí. Había
sido frío y confrontativo cuando llegué. Y luego su padre apareció y él fue…
¿Qué? ¿Protector? No tenía sentido. Incluso ahora, me estaba llevando a
casa en vez de llevarme a algún lugar aislado e introducirme a la temida
bolsa negra, entre otras cosas.
—¿Quién es Marissa? —pregunté, sorprendida por mi propia
impertinencia.
—Nadie —espetó. Su rostro se endureció y apretó la mandíbula. ¿Estaba
enojado?
—Eres la persona más desconcertante que he conocido —balbuceé.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 93 ~
—¡¿Yo?! Los Neph no se aparecen sin ser invitados a los conciertos de la
banda y a sus casas a menos que estén buscando problemas.
¿Se sintió amenazado por mí? El pensamiento fue tan absurdo que me reí
por la ironía.
—Ni siquiera sabía que era una Neph hasta después de la fiesta —dije.
—Me di cuenta de eso ahora.
—Solo que, tenías razón. Soy como tú, pero… también no lo soy. —Me
detuve.
—Estoy escuchando —pidió.
Había dicho mucho. Era una locura querer contarle sobre mí. Había algo
en él que me hacía querer abandonar todas las precauciones. Pero él
estaba en el bolsillo de su padre, y no debería arriesgarme.
—No importa —dije.
—No. puedes decírmelo ahora.
—¿Cómo sé que no volverás y se lo dirás a él?
—No le diré nada si puedo evitarlo. Quizá no lo notes, pero intenté
protegerte allí atrás. Pensé que podía distraerlo y hacerle pensar que
estaba trabajando, quizá nos dejaría en paz y no vería lo que eras.
—Me di cuenta. —Mi voz se suavizó—. ¿Por qué hiciste eso?
—No estoy seguro. —Él me miró, pero apartó los ojos de nuevo, estudiando
la carretera—. Supongo que quería averiguar por mí mismo. No lo
esperaba en casa hasta tarde esta noche. No está por lo general en casa
durante la semana, pero supongo que Marissa lo llamó. Me tomaste por
sorpresa cuando apareciste. No estaba escuchando, y ese no es mi estilo.
Aunque no podía ver sus colores, le creía. Aun así, no me gustaba la
inseguridad de no saber a ciencia cierta.
—¿Por qué no puedo ver tus emociones? —le pregunté.
Kaidan dejó escapar una simple risa, como si la respuesta fuera obvia.
—Porque no quiero que lo hagas.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 94 ~
¿Podía ocultar sus colores a propósito?
—¿Es algo que me puedes enseñar?
—Supongo. Aunque, llevaría tiempo para aprender.
Más tiempo con Kaidan no sería tan malo. Entonces recordé: eso era
exactamente lo que su padre quería.
—¿Qué pasará si no lo hago, ya sabes, hacer todas las cosas que tu padre
me dijo que hiciera? Porque no voy a hacerlo.
—¿En serio? —Sonaba divertido—. ¿Y por qué no?
—Porque, bueno, las drogas… ya viste lo que me hacen. No habría
ninguna moderación. Simplemente no puedo hacerlo. No lo haré. Y
definitivamente no voy a empujar a otras personas. Y en cuanto a que
tenga... ya sabes...
—¿Qué? —preguntó.
Mi pecho se calentó y éste se extendió a través de mi rostro y
extremidades.
—¿Estás demasiado avergonzada para decirlo? Sexo. Adelante, dale una
oportunidad. Sexosexosexo.
—Por favor, sólo responde a mi pregunta. ¿Qué pasará si no lo hago?
—Los dos podríamos ser castigados. Si te niegas a ser “entrenada”,
entonces tendrás que tener un perfil bajo. No vengas a mi casa de nuevo, y
no hagas nada que pueda llamar su atención. Los Neph son la menor
preocupación de los demonios en nuestro mundo. Serás olvidada y pasada
por alto en cuestión de días. Pero si se entera de que todavía sigues siendo
virgen, estás por tu cuenta. Le diré que lo intenté y no quisiste. Y deberías
saber que si te persigue, y sigues negándote rotundamente a hacer lo que
te dicen...
Asentí para que él continuara, pendiente de sus palabras.
—¿Qué va a pasar?
—¿Qué crees? Estás muerta.
Mi estómago cayó. Patti había sabido que este tipo de peligro estaba allí
cuando me hizo prometer que me mantuviera alejado de él. ¿Cómo pude
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 95 ~
haber sido tan imprudente? ¡Había caminado a la guarida de un demonio!
¿Qué pasa si Pharzuph me comprobaba y descubría que todavía era una
sobria virgen?
—No entiendo por qué es un problema que sea virgen, o por qué tienes que
ser el que...
—¿Prefieres a otro? —Hablaba en serio, pero había matices de diversión
que me molestaban.
—No, quiero decir, no es eso. Si se trata de nosotros dos, ¿cómo se supone
que eso es una mala influencia para los seres humanos?
—Sería parte de tu entrenamiento para hacerte completa en tu naturaleza
pecaminosa, para que puedas atraer a más humanos. No creo que valga la
pena arriesgarte a permanecer virgen. Entiendo que tengas miedo de
convertirte en adicta a las drogas, pero ¿cuál es tu razonamiento detrás de
no tener relaciones sexuales?
Caray, ¿podría esta conversación hacerse más personal? Me retorcí un
poco en el asiento.
—Quiero esperar hasta que me case —admití, cruzando y descruzando las
piernas de nuevo.
Él se rió de eso. Ruidosamente. Lo fulminé con una mirada.
—Lo siento. Es que la idea de un Neph siendo tan puro, casarse, y tener
una vida humana normal es... —Dejó de reír cuando me miró—. No es
posible.
Esto no puede estar pasando. En el curso de una hora mi vida había sido
alterada drásticamente. Mi futuro entero sería para siempre sesgado y
sombreado.
—Incluso la mayoría de los humanos ya no esperan hasta el matrimonio.
—Me miró a través del cabello encrespado marrón que colgaba en sus
ojos—. Mira. No es momento de preocuparse todavía. ¿Por qué no me dices
este gran secreto tuyo?
Me mordí el interior de mi mejilla. No estaba del todo a salvo con Kaidan.
Ya lo sabía. Así que, ¿por qué no tenía miedo de él? Su padre era un
pedazo terrible y repugnante de trabajo, pero Kaidan era una historia
diferente. Quería confiar en él. Quería que él confiara en mí.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 96 ~
—Mi madre era un ángel —solté—. Un ángel de la guarda.
Ya está. Rogué por no vivir para lamentarlo.
Apartó la vista de la carretera para estudiar mi cara.
—Pero a los ángeles de luz no se les permite poseer a los humanos.
—Supongo que ella rompió las reglas —le dije.
Se pasó una mano por el cabello, dejándolo caer de vuelta a través de sus
cejas.
—Eso es algo inaudito. Definitivamente algo que no deberías decir a nadie
más. Guau.
Kaidan se echó a reír entonces.
—¿Qué es tan gracioso? —pregunté.
—Tú. Eres una contradicción andante. Cuernos y un halo. No lo creo.
Le di un inexpresivo “ja, ja” a su burla. Reunirnos con su padre había
robado mi sentido del humor.
—¿Hay un montón de otras personas como nosotros? —pregunté—.
¿Nephilim?
—En realidad no. Hace más de cien años. Solían ser miles, pero eso es una
historia para otro día. —Me quedé maravillada al pensar en otros por ahí
que habían pasado su infancia desarrollando poderes inusuales, como yo.
Kaidan desaceleró en la salida de Cartersville y ambos nos callamos
cuando indiqué las direcciones. Entró en mi vecindario y estacionó afuera
del edificio de apartamentos. Levantó la vista hacia él con escepticismo y
apagó el motor. No estaba preparada para salir todavía.
—¿Qué quiere decir ser Nephilim? —pregunté—. ¿Cuánto nos parecemos a
nuestros padres?
Inclinó su asiento hacia atrás unos centímetros y entrelazó los dedos
detrás de su cabeza.
—Sentimos un tirón en la dirección de sus naturalezas pecaminosas.
Estamos visto como sus propiedades, sus peones. Los Nephilim trabajan
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~ 97 ~
para promover la causa demoníaca, promover el pecado entre nuestros
compañeros.
Lo dijo con toda naturalidad, como si no tuviera alguna opinión o
sentimiento acerca de esta atrocidad.
—Eso es tan enfermo.
Él me ignoró.
—Los demonios tienen trabajos específicos. Mi padre es el Duque de la
Lujuria. Tu padre, Belial, es el Duque de Abuso de Sustancias.
Sus palabras me golpearon, dejando tras de sí una picadura. A pesar de
que había tenido una sensación acerca de mi naturaleza, todavía me hacía
enfermar escucharlo. ¿Y el hijo de la Lujuria? Acababa de subir algunas
muescas en la escala de peligro.
—No puedo creer esto. Es tan malo.
Continuó ignorándome, arrugando los ojos como había hecho en su casa.
—¿Cuál de estos lugares es el tuyo?
Miré a nuestro apartamento y señalé.
—¿No has oído eso? ¿O es que nunca escuchas? Hay una mujer gritando
allí.
—¡Patti! —dije. Tiré de mi cinturón de seguridad, salté de su auto, y corrí
hacia el edificio, dejando a Kaidan sin una despedida.
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~ 98 ~
Capítulo 9
Ir o no ir
Traducido por Xhessii y flochi Corregido por Simoriah
ubí corriendo las escaleras de concreto hacia nuestro apretado
espacio de vivienda, sin siquiera molestarme en cerrar la puerta
detrás de mí. ¿La habrían capturado los demonios? Patti estaba
sentada en el sofá, y se volvió cuando me oyó entrar. Sus ojos estaban
inyectados en sangre. Fui directo hacia ella, agachándome a sus pies y
poniendo una mano sobre su brazo.
—¿Qué sucede? —pregunté.
S
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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—Los frenos del auto se echaron a perder hoy. Lo siento, cariño. Tendré
que usar todo el dinero que había comenzado a ahorrar para nuestro viaje.
—Soltó otro sollozo, limpiándose los ojos con la manga.
¿Eso era todo? Oh, gracias a Dios. Dejé escapar un suspiro de alivio y dejé
caer mi cabeza hacia atrás.
Con mi visión periférica vi un movimiento en el corredor y recordé que no
había cerrado la puerta, pero cuando me puse de pie para cerrarla, Kaidan
estaba de pie en la entrada, frotándose la parte trasera del cuello. Oh,
mierda. ¡Mierda, mierda, mierda! ¡No esperaba que me siguiera! Me moví
para cerrar la puerta antes de que Patti lo notara, pero era demasiado
tarde. Ya lo estaba mirando. Luego me miró a mí.
—¿Anna? —Patti y yo nos miramos con los ojos bien abiertos antes de que
ella dijera—. Es él, ¿verdad?
—Patti… Lo siento.
Ella miró a Kaidan como si esperara que él hiciera algo amenazador, pero
él sólo cambió su posición de un pie al otro. Lucía como si pudiera girar y
huir. Patti se puso de pie y fue hacia la puerta.
—Bueno, bien podrías entrar —dijo con actitud. Él lo hizo y ella cerró la
puerta, luego puso las manos en las caderas y lo estudió.
Él parecía casi tan nervioso frente a Patti como yo había estado frente a su
padre. Lo hacía verse más joven. ¿Qué pensaría él que ella lo forzaría a
hacer… cantar himnos con nosotras? Lo absurdo de todo, además de la
consciencia de que yo estaba en graves problemas, hizo que las esquinas
de mis labios se elevaran, una reacción nerviosa. Patti entrecerró los ojos
en dirección a mí y yo apreté los labios. El silencio se extendió y me vi en
la necesidad de llenarlo.
—Patti, éste es Kaidan. Kaidan, Patti.
Se observaron con incertidumbre, y luego para mi sorpresa ella extendió la
mano y él la estrechó.
—Debes ser un joven bastante especial para que Anna está dispuesta a
romper una promesa para verte.
Él me miró, y yo bajé la mirada.
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~ 100 ~
Patti volvió su escrutinio sobre mí. Tenía una expresión graciosa en el
rostro mientras me miraba.
Recordé la camisa roja de Kaidan que colgaba de mi cuerpo y mis orejas se
calentaron. Comencé a balbucear una excusa.
—¡Oh, esto! —dije—. No es nada. Mi camisa se rompió accidentalmente,
así que Kaidan me prestó una de las suyas. Sé que luce mal, pero es la
verdad… lo prometo. —Mi corazón se hundió cuando me di cuenta de que
mis promesas nunca más tendrían el peso que habían tenido una vez.
Patti se aclaró la garganta y se cruzó de brazos.
—¿Puedo hablar contigo a solas por un segundo? —le pregunté.
—Puedes sentarte —le dijo ella a Kaidan, la voz apretada—. ¿Puedo
ofrecerte algo de beber? —Por supuesto que su hospitalidad sureña saldría
a relucir, incluso en un momento como éste.
—No, gracias, señora. —Kaidan se sentó en medio del sofá. Lucía fuera de
lugar en nuestra sala de estar. Lo fulminé con la mirada mientras nosotras
nos volvíamos hacia el pasillo, señalando mi oreja y sacudiendo la cabeza.
Le convenía no escuchar. Sí, claro.
Fuimos al cuarto de Patti, y antes de que la puerta tuviera una
oportunidad de cerrarse, mis ojos se estaban llenando de lágrimas.
—Patti, por favor, por favor¸ perdóname. Me siento horrible por dentro.
Nunca antes he sido deshonesta contigo, y estoy tan molesta conmigo
misma en este momento. Quiero decir, yo sólo… sabía que él podía
responder mis preguntas, y sabía que no me haría daño. Pero no sabía
cómo hacerte creer en eso.
Evité mirar a su ángel guardián, sintiéndome ya lo suficientemente
culpable. Quería decirle a Patti que ella había tenido razón. Nunca debería
haberlo buscado. La información que había aprendido de él sólo me
enfermaba, y ahora estaba en serio peligro. Pero no podía decirle eso.
Nunca. Se volvería loca.
El aura de Patti iba constantemente del amor rosa pastel a un nerviosismo
gris claro, quedándose finalmente en el rosa. Mis lágrimas se derramaron,
y Patti me abrazó. La envolví con los brazos, necesitando absorber cada
onza de amor y suavidad que ella ofrecía.
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~ 101 ~
—Sé que esto es difícil para ti, Anna, pero no puedes perder la cabeza. No
puedes perder lo que eres aquí. —Se apartó y puso un dedo sobre mi
corazón—. Porque eso es lo que es importante.
Me limpié los ojos con la manga de la camisa de Kaidan.
—No quiero que te preocupes por el dinero, ¿de acuerdo? —le dije—. Todo
sucede por una razón, ¿verdad? Sólo repara tu auto. Haremos ese viaje tan
pronto como podamos.
Ella asintió e hizo una pausa, pensando.
—Parte de la razón por la que estoy tan disgustada en este momento es
porque cuando me mandaron a casa desde la tienda, lo primero que hice
fue buscar el número del convento. He tenido un mal presentimiento, y
odio decirlo, pero tenía razón. La Hermana Ruth sigue entrando y saliendo
del estado de consciencia. Por el amor de Dios, ¡la mujer tiene que tener
cerca de ciento veinte años ahora!
Sus ojos se fijaron en los míos.
—Tenemos que encontrar una manera de llevarte ahí pronto. Contactaré a
cada periódico y revista que conozco y rogaré por trabajo extra. Si no es
este verano, entonces puede que tengas que perder unas clases en otoño.
—Veré si yo también puedo conseguir unas horas extras en la tienda de
helados. Haremos que funcione. Llegaremos a tiempo.
¿Y si no era así? ¿Qué sucedería si la Hermana Ruth se llevaba la
información que tenía sobre mí a la tumba?
—Sabes… —dije, dándome cuenta de algo—. Podríamos contactar a mi
padre y pedirle dinero.
—No. —El rostro de Patti se puso rígido por un segundo—. Encontraremos
una manera. —Inclinó su cabeza hacia mí y susurró—. ¿Confías en este
chico?
—Confío en que probablemente esté escuchando esta conversación en este
momento.
—Seguramente es capaz de ser un caballero y no haría tal cosa —dijo ella
con falsa dulzura. Sabía que se lo estaba diciendo a él, no a mí. Y me
pregunté cómo le iría a Kaidan si una madre lo hacía sentir culpable.
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~ 102 ~
—Todavía no lo conozco muy bien, pero mi instinto y mi corazón me dicen
que confíe en él.
—Eso es bueno. Tu instinto y tu corazón son muy precisos. Sin embargo,
es terriblemente apuesto. Eso puede confundir las cosas a veces. —Ella
mantuvo una expresión seria.
Me encogí de hombros.
—Es apuesto, supongo. Sé que tengo que tener cuidado.
Ella pareció satisfecha de que no me desmayara cuando hablaba de él.
—Bueno, no lo dejemos esperando allí por siempre.
Cuando regresamos a la sala de estar él estaba de pie, mirando a la pared
de fotografías. Nunca en mi vida había tenido una causa para sentirme
avergonzada del acogedor lugar al que llamaba hogar. Pero mientras lo
miraba en ese momento, después de estar en la prístina y lujosa casa de
Kaidan, todo aquí parecía viejo y pintoresco. Las fotografías artísticas en
blanco y negro de Patti describiendo mi infancia que se alineaban en las
paredes eran humillantes. Él señaló y sonrió maliciosamente a una foto
mía a los seis años, donde me faltaban los dientes delanteros.
Levanté los ojos hacia el cielo y me senté en el sofá. Patti fue a la cocina y
trajo algunos vasos.
—¿Estás seguro de que no puedo ofrecerte algo para beber? Tenemos té
dulce, y… —Revisó el refrigerador—. Bueno, eso es todo aparte de agua.
—Té estaría bien, gracias —respondió Kaidan.
Me satisfizo que él aceptara la oferta. Patti se enojaba cuando la gente
rechazaba su hospitalidad.
Kaidan se sentó cuidadosamente junto a mí en el viejo sofá hecho jirones.
Recordé cuando él estaba desparramado en el elegante sillón en su casa
con las botas arriba, y encontré irónico que mostrara más respeto a
nuestra deslucida casa.
Patti nos dio nuestras bebidas y él bebió un gran sorbo, sonriendo
educadamente.
—Gracias. Nunca había bebido té frío hasta que vine a Estados Unidos.
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~ 103 ~
—¿En serio? —preguntó Patti—. Sí, noté tu acento. ¿Inglaterra?
—Mayormente, sí. —Tomó otro sorbo—. No es mi intención entrometerme
pero, ¿oí que mencionaron que unos problemas con el auto están
interfiriendo con un viaje que planearon?
—Estamos ahorrando para un viaje a California —dijo Patti. Estaba en
guardia. Él probablemente no se daba cuenta, pero yo sí. Ella siempre
cruzaba las piernas y se apoyaba en el asiento cuando estaba cómoda. En
este momento estaba sentada derecha y hablaba con más formalidad de lo
usual.
—Para que pueda conocer a mi padre —agregué.
Sus ojos se agrandaron con interés.
—Amo los viajes en carretera. ¿Por qué no me dejan que las lleve?
No podría haberme sorprendido más si me hubiera golpeado en el rostro.
Patti y yo nos miramos incrédulas.
—He hecho más dinero con la banda del que sé cómo gastar,
honestamente. Y tengo un vehículo. O podríamos rentar un auto si lo
prefieren. A mi cargo.
—Esa es una oferta muy generosa. —Patti eligió sus palabras con
cuidado—. Pero, ¿por qué querrías hacer eso?
El verde mar y el torbellino gris de emociones que Patti emitía eran las
mismas que yo sentía: agradecimiento, sorpresa, nerviosismo,
escepticismo. Deseé que Kaidan no pudiera leernos.
—Yo…
Viendo a Kaidan sin palabras, me sentí algo mal por él. Él siempre decía
las cosas correctas, pero yo sabía cómo era estar bajo la aguda mirada de
Patti. A ella no le impresionaban el encanto o el ingenio. La impresionaba
la honestidad genuina. Esperaba que él pudiera sentir eso.
—No lo sé —dijo él finalmente, resoplando la respuesta como si fuera lo
último en el mundo que quisiera admitir—. Normalmente no me ofrecería a
ayudar a alguien más.
—¿A menos que hubiera algún provecho para ti? —La pregunta de Patti no
estuvo adornada con sarcasmo o acusación, pero yo abrí la boca,
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 104 ~
preparada a distender la situación. Me detuve cuando vi que los dos
estaban teniendo una intensa y silenciosa conversación con sus ojos.
—Sí. —Fue franca honestidad de parte de Kaidan, teñido con algo más.
¿Sorpresa?
—No puedo irme ahora mismo —dijo Patti—. Tengo los desfiles del jubileo
y la feria estatal que cubrir. Si rechazo el trabajo, no seguirán ofreciéndolo.
—Se puso de pie, caminando hacia la puerta corrediza de vidrio y miró
hacia afuera con las manos en las caderas. Podía notar que estaba
considerando algo por la manera en que el dedo del pie rápidamente
golpeteaba la alfombra pisoteada—. Quizás ustedes dos deberían ir
inmediatamente.
¿Qué? ¡Hablaba en serio! Kaidan estaba sentado allí como la imagen de la
inocencia, pero yo sabía cómo era capaz de comportarse. En ese momento
decidí que cualquiera fueran sus verdaderos motivos, no importaban.
Confiaba en mí misma.
—Sé que es una oferta extraña —le habló Kaidan a Patti—. Lo admitiré; me
siento intrigado por Anna. —Era la misma palabra que yo había usado
para describir mis sentimientos hacia él a Jay, y ese hecho calentó todo mi
cuerpo—. Conozco a otros Nephilim, pero Anna es… diferente.
—Ella es diferente —dijo Patti—. Es importante que vaya tan pronto como
sea posible, o yo nunca consideraría esto. Tiene que ser mantenida a salvo.
No la quiero cerca de tu padre o de alguien como él.
—Yo tampoco la quiero cerca de mi padre —dijo él con sinceridad.
Realmente estaba entusiasmado con todo el asunto de la honestidad, y
Patti se lo estaba tragando.
—¿Cuántos años tienes? —le preguntó.
—Diecisiete.
—¿No tienes que tener dieciocho para alquilar habitaciones de hotel? —
Luego de preguntarlo ella cerró los ojos, como si la idea de nosotros dos en
un cuarto de hotel le diera dolor de cabeza. Kaidan siguió adelante.
—Estoy emancipado como adulto legal, ya que mi padre viaja a menudo.
Tengo los papeles. Pero no tenemos que compartir una habitación.
Patti se paseó.
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~ 105 ~
—Aun así no se siente correcto —dijo ella—. Y dejar que pagues…
—No me importa. Lo juro —dijo Kaidan—. No estarás en deuda conmigo.
—Sin embargo, son sólo chicos. No tienen ninguna manera de protegerse.
—Bueno, yo sí tengo algunos medios para protegernos —dijo Kaidan—.
Además de nuestros sentidos, quiero decir.
Ella se detuvo y lo miró.
—¿Qué quieres decir? No un arma, espero.
—No, pero soy bastante bueno con un cuchillo.
Sentí un escalofrío ante el recuerdo.
Patti se cruzó de brazos.
—¿En serio? —lo desafió—. ¿Te importa demostrarlo?
Oh, Dios. ¿Qué tenía en mente? A mí no me importaría otra demostración.
Kaidan se puso de pie y arrancó una uva del racimo sobre la encimera. Se
la entregó a Patti y luego regresó y se sentó en el lado opuesto del sofá de
donde yo estaba.
—Sólo lanza la uva a través de la habitación hacia Anna —dijo Kaidan,
colocando la mano cerca de su bolsillo.
Sucedió tan rápido. En el momento en que el brazo de Patti se movió,
Kaidan sacó y abrió el cuchillo. Vi venir la uva y abrí las manos, pero en el
aire hubo un sonido sibilante y un golpe sordo. Patti y yo saltamos por la
sorpresa. Luego giramos la cabeza y miramos fijamente la pared, donde la
uva estaba empalada en el extremo de la hoja de plata.
—¿Cómo hiciste eso? —preguntó Patti, impresionada.
—Cuando concentro mis sentidos, todo parece ir a cámara lenta, mientras
que mis reflejos se aceleran.
Se puso de pie y sacó el cuchillo de la pared, atrapando a la uva abierta
con la mano.
—Puedo arreglarlo —dijo, rozando con sus dedos la marca en la pared.
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—No, no. Yo me ocuparé. —Patti se puso de pie y le sacó la uva, tirándola
a la basura.
—No se vayan a ninguna parte, ¿de acuerdo? Necesito pensar. Sólo
necesito un momento.
—De acuerdo —dije. Ella volvió a su habitación y cerró la puerta. Kaidan
se sentó junto a mí una vez más—. ¿Por qué estás haciendo esto
realmente? —le pregunté.
—Por las mismas razones que dije. —Sonaba incrédulo de que se lo
preguntara.
Comencé a morderme las uñas. La oferta de Kaidan no había sido
solamente llevarme a mí; había dicho que nos llevaría a ambas. Eso
parecía significativo. Mis sentimientos mezclados hacía él estaban
empañando mi juicio. Pero Patti era buena para juzgar el carácter. Su
decisión me probaría de una vez por todas si debía confiar en Kaidan. Si
ella se negaba, sabría en ese momento que había algo poco fiable en él.
Chupé el lado interior de mi dedo meñique, donde me había hecho
sangrar.
—Estás nerviosa —dijo.
—Mm-hm.
—Estás nerviosa a menudo —señaló.
—Sip. Ansiedad. Toda mi vida.
—Ya veo. ¿Estás nerviosa por si ella dirá sí o no?
Hice una pausa.
—Ambos.
Él asintió una vez más, como si tuviera perfecto sentido.
—¿Qué es una insignia? —pregunté—. Tu padre dijo que la mía era
inusual.
Kaidan señaló el destello rojo de su propio pecho.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 107 ~
—La tuya no es de un color sólido como el de todos los demás. Es ámbar,
como el color de la cerveza, pero tiene un remolino de blanco a través de
ella.
—Fantástico —susurré, volviendo a morder mí uña. No podía creer que yo
también tuviera una de esas cosas. Y por supuesto la mía tenía que ser
extraña. No podía verla en el espejo; como los colores del aura, las
insignias no se reflejaban.
Patti volvió después de diez minutos y se sentó en el sillón reclinable frente
a nosotros.
—¿Preferirían volver a hablar en privado? —preguntó Kaidan.
—Eso probablemente sería lo mejor. —Patti la hizo un gesto hacia el
balcón—. ¿Te importaría?
—Para nada. —Se puso de pie y salió por la puerta corrediza hacia el
balcón. Nuestros ojos se encontraron y le di otra mirada de no escuches. Él
me dio una sonrisa sin compromiso y se volvió.
Le di mi atención a Patti.
—No voy a mentir, cariño —comenzó—. Dejarte ir me aterroriza. No has
tomado las mejores decisiones últimamente. Te he refugiado y protegido, y
eso te ha hecho ingenua de tantas maneras… no sólo acerca de los
demonios, sino también de los humanos. Hay gente que se aprovechará de
tu naturaleza dulce. Confío en ti, pero vas a enfrentarte a muchas
decisiones difíciles. Es esencial que tomes las decisiones correctas. Dicho
todo esto, no creo que Kaidan vaya a ser alguien que intente aprovecharse
de ti. Voy a dejarte esto a ti, Anna. Si no te sientes cómoda, entonces no
quiero que vayas. Podemos ir juntas dentro de un par de meses. Es tu
decisión.
Se sentó en la mecedora de madera de mis días de infancia, y puso las
palmas contra sus mejillas, observándome, rodeada de un aura gris claro
de nerviosismo.
Mi decisión. Me sentía aturdida. Estar atrapada en un auto con Kaidan
por días, pasar la noche con él… era lo que más y menos quería en este
mundo. No podía evitar pensar que había algo decente en su interior, sólo
esperando salir. Patti también debió haberlo visto.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 108 ~
Estaba intrigada. Podríamos conocernos. Cuando menos, era una manera
de ver a mi padre y a la Hermana Ruth, más temprano que tarde.
Así que eso era todo. Había tomado mi decisión. Me puse de pie y golpeé la
puerta de vidrio, haciéndole señas a Kaidan para que entrara.
Nos volvimos a sentar en el sofá frente a Patti.
—Voy a dejar que Anna decida —explicó ella.
Como si él no lo supiera. Todos los ojos estaban puestos en mí.
—Iré —les dije.
Patti se giró hacia Kaidan entonces con la ferocidad de una madre.
—Sé que solamente soy una mujer humana, pero que Dios me ayude, si
algo le sucede mientras está contigo…
—Le aseguro que estará en buenas manos.
—Mm-hm, esa es la parte que me preocupa. —Señaló las manos de él—.
Manos alejadas, señor.
Los ojos de él se agrandaron, y también lo hicieron los míos.
—¡Patti! —dije.
Ella se cruzó de brazos, feroz y seria. Ambos retrocedimos una fracción.
—Tráemela de vuelta a salvo, con su virtud intacta.
Cerré los ojos. Alguien máteme ahora.
—Sí, señora —respondió Kaidan.
No pude hablar o moverme debido a la vergüenza que enrojecía mi rostro.
—Y gracias por hacer esto —agregó Patti.
Avanzó, se sentó junto a Kaidan, y lo abrazó. ¡A ella le agradaba! Él vaciló
por un segundo antes de devolver el gesto poniendo sus brazos alrededor
de ella. Era una de las imágenes más extrañas que había presenciado
jamás; un abrazo entre dos personas que no parecían pertenecer al mismo
universo, según mi opinión. Cuando Patti se apartó, su rostro estaba
calmado.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 109 ~
—Entonces nos iremos a la mañana, ¿sí? —Kaidan levantó una perezosa
ceja hacia mí y yo me estremecí, comenzando a sudar frío mientras asentía
en acuerdo.
¿Qué había hecho?
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 110 ~
Capítulo 10
Sentido del Tacto
Traducido por kathesweet y rihano
Corregido por Simoriah
así fue que a las seis en punto de la mañana siguiente estaba
volando por la I-20 hacia el oeste en el asiento del pasajero de la
enorme camioneta de Kaidan Rowe, dirigiéndonos hacia
California. Si conducíamos todo el día durante tres días,
podíamos llegar a tiempo para las horas de visitas de este sábado en la
prisión.
No había dormido bien. Patti había estado inquieta toda la noche,
dándome la clara sensación de que quería cancelar todo el asunto. Y luego
Y
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 111 ~
Kaidan apareció, calmándola con la promesa de que él no tenía cuernos o
una cola.
Me alejé del espejo lateral para no ver las bolsas bajo mis ojos. Pensé en
tratar de dormir, pero no sabía si sería capaz de relajarme lo suficiente.
En su lugar pensé en Jay y nuestra conversación anoche. Él había estado
emocionado y a la vez preocupado ante la idea de que Kaidan y yo
cruzáramos juntos el país. Iba y venía, atrapado entre su deslumbrada
admiración por el baterista de Lascivious y su lealtad hacia mí como
amigo. Tuve que callar a Jay cuando comenzó a cantar “Anna y Kaidan
sentados en un árbol.” 2
—¿Por qué estás sonriendo? —preguntó Kaidan.
—Um, sólo estoy pensando en cuando hablé con Jay anoche.
—¿Tu novio?
Sacudí la cabeza, sin permitir que me hiciera enojar.
—Me enseñó un chiste para ti. ¿Cómo sabes si un baterista está en tu
puerta? —No esperé su respuesta—. La velocidad del golpe aumenta y él
no sabe cuándo debe entrar.
—Pfff. Qué chico divertido.
El teléfono de Kaidan sonó.
—Creo que es tu mamá, er, quiero decir, Patti. —Me entregó el teléfono.
—¿Hola? —dije. Apenas habíamos viajado por una hora y ella ya estaba
llamando. No era bueno.
—Oh, Anna. ¡Gracias a Dios! —Mi corazón dio un gran latido dentro de mi
pecho.
—¿Qué sucede? ¿Pasó algo malo?
—Creo que deberías regresar a casa.
—¿Por qué? —Contuve la respiración y presioné una mano contra el
pecho.
2 N. de T.: canción de niños que continuaría “Anna y Kaidan sentados en un árbol,
besándose”.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 112 ~
—Ésta fue una mala idea. Por favor, simplemente da la vuelta… —Estaba
comenzando a divagar en esa manera nerviosa suya. Exhalé.
—Patti, me asustaste muchísimo. Creí que algo había sucedido. Mira, todo
está…
—¡No! ¡No me digas que todo está bien! —Miré a Kaidan, que estaba
mordiéndose el labio. Me llevé una palma a la frente—. No puedo creer que
te permitiera ir —dijo Patti—Lo siento tanto. Soy la peor madre del mundo.
Simplemente regresa a casa. Me pondré en contacto con tu padre y le
pediré dinero…
Cuando comenzó a llorar, moví mi cuerpo hacia la ventana y me incliné
hacia adelante, intentando pensar en una manera de calmarla. Mantuve
mi voz moderada y suave.
—Por favor no me pidas que regrese a casa, Patti. Hiciste lo correcto.
Necesito conocer a la Hermana Ruth y a mi padre. Es hora. Te llamaré
cada hora, si eso te hace sentir mejor.
Ella estaba llorando completamente ahora. Mi corazón se apretó al
escuchar su dolor, y mis ojos quemaron.
—Eres la mejor madre del mundo —le aseguré—. Por favor confía en mí en
esto. Tomamos la decisión correcta.
Ella dejó escapar un suspiro profundo.
—Si algo, y quiero decir si algo te sucede —dijo—. Será mejor que me
llames de inmediato. No me importa qué tenga que hacer para conseguir el
dinero, pero una de nosotras estará en un vuelo inmediato hacia la otra.
¿Me oyes?
―Sí, señora.
Cuando la incómoda conversión terminó, no pude mirar a Kaidan mientras
le regresaba el teléfono. Crucé los brazos sobre mi pecho y observé los
kilómetros pasar a través de las ventanas tintadas, odiando la idea de que
Patti estuviera sentada en casa provocándose una úlcera.
Estábamos acercándonos a una señal: bienvenido a Alabama.
—¡Oh, sí! —dije sin pensar.
—¿Qué? ―Él me miró divertido y mi alegría se desinfló, desilusionada.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 113 ~
—La frontera del estado. Nunca he estado fuera de Georgia.
—¿Nunca? ¿Has estado en un estado toda tu vida?
Asentí.
—Bueno, excepto por las primeras semanas de mi vida.
—Eso es increíble.
Alabama se parecía mucho a Georgia, pensé con decepción.
A partir de las diez de la mañana, el teléfono de Kaidan sonó por lo menos
cada quince minutos con mensajes de texto. Leyó cada uno de ellos,
apoyando una mano sobre la parte superior del volante. Los mensajes lo
hicieron sonreír, reír o fruncir el ceño, pero nunca respondió ni uno. Y
cuando su teléfono sonaba, miraba quién estaba llamando, pero nunca
respondía. Después de cerca del décimo mensaje y llamada, yo quería tirar
la cosa por la ventana.
—¿Te gustaría que condujera para que puedas manejar tu vida social? —
pregunté. Había salido mucho más impertinente de lo que había querido,
pero él no prestó atención a mi tono, todavía mirando su mensaje más
reciente.
—No, no, estoy bien.
—Será mejor que no tengamos un accidente porque estás ocupado
mandando mensajes eróticos y conduciendo —dije. Él estalló en risas.
—Tengo mis sentidos auditivos en alerta… el auto frente a nosotros está a
dos y tres cuartos de auto de distancia, y el de atrás está a cuatrocientos
metros. Junto a él, está pasando un auto compacto. El motor suena
extranjero, probablemente un Honda. Nos estará pasando en
aproximadamente doce segundos. Tiene neumáticos con calidad de
carrera, bandas de rodadura extra-gruesas. Mandando mensajes
eróticos…
Se rió de nuevo. Doce segundos después un Civic pasó velozmente, con
neumáticos anchos. Fanfarrón.
Él señaló las señales de cada estado al que entrábamos: primero
Mississippi, luego Tennessee, donde leímos todas las señales para cosas de
Elvis y Kaidan hizo una horrible imitación. Sonrió cuando me burlé de él,
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 114 ~
una verdadera sonrisa que hizo que sus ojos se entrecerraran de la
manera más linda. La imagen hizo que se me contrajera el corazón.
Estuvimos en silencio todo el camino hasta Arkansas, donde nos
detuvimos. El tanque de gasolina necesitaba ser rellenado, con lo que
Kaidan llamaba nafta. Me entregó su teléfono para que pudiera hablar con
Patti. Mantuve la conversación animada y breve mientras caminaba por el
asfalto, estirando las piernas. Para mi alivio, no volvió a llorar, y corté
justo cuando Kaidan terminaba.
—Cuatro estados nuevos en un día —dijo cuando volvimos a subir al
auto—. Estamos cubriendo mucho terreno.
—Sí —concordé—. Házme saber si necesitas que conduzca.
—Estoy bien por ahora. Sin embargo, puedes sacar de algo de esa comida.
Patti había empacado un refrigerador con toda clase de cosas: bebidas,
cuatro clases de sándwiches, muffins y brownies caseros, y fruta fresca en
recipientes de plástico. Había estado ocupada anoche. Comimos mientras
conducíamos. Kaidan no podía encontrar una estación de radio que le
gustara, así que conectó su propio reproductor de música y subió el
volumen. El bajo hacía vibrar mi asiento, pero no me molestaba la música
alta. Era agradable, porque siempre tenía que mantener el volumen bajo
en nuestro apartamento. Además, con la música tan alta no nos
preocupábamos por intentar hablar. A medida que las horas pasaban,
cualquier resto de incomodidad entre nosotros se alivió.
A mitad de camino a través de Arkansas alcanzamos la peor tormenta
eléctrica que había experimentado jamás. El cielo estaba negro con nubes,
y la lluvia caía sobre el auto como guijarros. Rayos iluminaban el aire
como un tenebroso momento de sol en un sueño retorcido, y luego los
truenos sacudían la tierra mientras éramos presionados de vuelta hacia la
oscuridad.
Admití para mí misma que probablemente estaría asustada si estuviera
con alguien más, pero con Kaidan me sentía segura. Era una falsa
sensación de seguridad, porque ni siquiera él podría salvarnos de un
tornado. Pero Kaidan usó sus sentidos extras para ver y oír, mientras los
otros autos tenían que detenerse al lado de la carretera. La tormenta
pareció seguir por horas.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 115 ~
Cruzamos Little Rock y la tormenta se convirtió en una lluvia continua sin
truenos, y luego en una llovizna débil. El clima se sentía
espeluznantemente calmado después de la tormenta, y medio esperé que
un tornado saltara frente a nosotros y nos barriera. Lo que vi en su lugar
me quitó la respiración.
—¡Mira! —Señalé el arcoíris brillante que se extendía a través del ancho
cielo. Había visto muchos pequeños arcoíris en casa, bloqueados por
arboles, pero el arco entero de éste era visible.
—Hmmm. —Lo oí decir, dándole al arcoíris una mirada momentánea.
Yo estaba mucho más impresionada por todo en este viaje que Kaidan.
—¿Tu padre sabe que estás en este viaje conmigo? —pregunté.
—No. Hablamos por un minuto antes de que se fuera esta mañana. Sabe
que me voy de viaje con una virgen particularmente obstinada, pero eso es
todo lo que le dije. Me felicitó por mis valientes esfuerzos, aunque cree que
es demasiado tiempo para estar con una chica. Espera que esté bien
desflorada para el final de nuestro tiempo juntos.
—Bueno, estará bien decepcionado entonces —murmuré, y él sonrió.
Crucé los brazos sobre mi pecho, queriendo decir algo que borrara la
sonrisa de su rostro.
—¿Te divertiste con la sobrina de Marissa anoche?
Funcionó.
—No. —Su tono fue duro.
Lo dejé así, pero me pregunté cuál era la historia allí.
Para cuando la llovizna se detuvo completamente, estaba oscuro afuera, y
estábamos comiendo otra vez. Kaidan casi había limpiado el contenido del
refrigerador. Patti tenía suerte de no tener un adolescente que alimentar;
nunca podría permitírselo.
—Probablemente deberíamos detenernos pronto —dijo. Asentí en
acuerdo—. Supongo que deberíamos tomar habitaciones separadas —
agregó.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 116 ~
Mi estómago se sacudió. No iba a permitir que nada sucediera con Kaidan.
Parecía dispendioso hacerlo pagar por habitaciones separadas sólo para
satisfacer mi mojigata modestia y la actitud sobreprotectora de Patti.
—Podemos compartir una habitación siempre que ésta tenga dos camas
separadas —me comprometí—. Y no se lo mencionaremos a Patti a menos
que pregunte.
—Muy justo.
Tomó la salida hacia Webber Falls y encontró el único motel del pueblo, la
Posada Armadura Brillante, que era de todo menos brillante. No que me
importara, pero Kaidan parecía aprensivo.
—Parece poco confiable.
—Estará bien —le aseguré, aunque imaginé que compartiríamos la
habitación con varias familias de insectos.
Mientras él se registraba, me quedé en el auto y llamé a Patti para decirle
dónde estábamos. Quiso saber todos los detalles sobre Kaidan. Le prometí
que estaba siendo amable. Le conté sobre el arcoíris, sobre el apetito de
Kaidan, lo que pensó que era gracioso. Él volvió al auto con una tarjeta
plástica.
—Muy bien, te llamaré mañana, Patti.
—Muy bien entonces, cariño. Ten una buena noche. Te amo.
—También te amo. Adiós.
Colgué, habiendo aprendido lo básico sobre su teléfono, y se lo devolví. Se
detuvo frente a mí.
—¿Siempre dicen eso? —preguntó.
—¿Decir qué?
—¿Que… se aman?
—Oh. Sí, siempre lo decimos.
Él asintió pensativamente, y sacó nuestros bolsos del asiento trasero. Se
me ocurrió tristemente que Kaidan podría nunca haberle dicho esas
palabras a nadie, ni escucharlas de nadie en su vida, excepto quizá chicas.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 117 ~
Caminamos juntos, mirando los números de las habitaciones mientras las
pasábamos.
Dentro de la pequeña habitación dejamos caer nuestras cosas, nos
quitamos los zapatos, y caímos sobre nuestras camas. Kaidan tomó la
cama al lado de la ventana, y yo estaba contra la pared, con el baño al otro
lado. Miré alrededor de la habitación. No había cucarachas escabulléndose
por ahí.
Antes de que pasara mucho tiempo nos habíamos dado vuelta, yaciendo de
lado para quedar cara a cara frente al espacio entre nosotros. Yo estaba
apoyada sobre mi codo viéndolo jugar con uno de sus cuchillos. Me
estremecí cuando lo giró sobre su palma, luego lo movió rápidamente entre
sus dedos y lo giró sobre los nudillos.
—Me pongo nerviosa cuando haces eso —dije.
—Puedo decirlo. No me he cortado desde que era niño, así que no te
preocupes.
—¿Has estado jugando con cuchillos desde que eras niño?
—Cuando tenía siete llegué a casa de la escuela después de mi primera
pelea… el hermano de una chica que había besado en el parque. Mi padre
me dio una navaja de resorte y me dijo que aprendiera a protegerme,
porque vendrían muchas peleas más.
—¿Quería que usaras un arma en peleas en la escuela? ¿Contra otros
niños?
—No, no. Era sólo preparación para defenderme cuando creciera, como
ahora.
—¿Él fue quien te enseñó a usarlo?
—No. Me enseñé yo mismo con práctica. Mi padre no usa un arma. No una
física, de todos modos. Usa su influencia para salirse de situaciones, y
tiene otros espíritus demoníacos que le cuidan la espalda.
—¿Alguna vez has necesitado usarlo?
—Unas pocas veces. —Su tono era ligero, como si no fuera gran cosa—.
Sólo heridas superficiales. No hay necesitad de matar a alguien. Ése no es
mi pecado.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 118 ~
Me guiñó un ojo y cerró la navaja. Tiempo de cambiar de tema.
—¿Te asustaste cuando tus sentidos empezaron a enloquecer? —pregunté.
Él su puso de espaldas y descansó la cabeza en las manos, cruzando los
tobillos.
—¿Asustado? No, pero yo sabía que estaba viniendo. Supongo que tú no.
—Sacudí la cabeza y él continuó—. Mi padre fue casi inexistente durante
mis primeros cinco años, pero volvió a casa durante una semana antes de
que cumpliera seis para explicarme “los extraordinarios cambios que me
apartarían de la humanidad” —imitó la seria voz de su padre—. Me enseñó
cómo controlar cada sentido y usarlos a mi favor sobre los humanos.
Aprendí rápido. Quería… complacerlo.
—¿Y lo hiciste?
Hizo una mueca hacia el techo.
—Si lo hice, nunca me lo dijo. Pero cuando cumplí trece comenzó a
quedarse más en casa, interesándose en mi participación en su trabajo.
Creí que significaba que estaba orgulloso. Me sentía útil.
—Entonces, antes de que él volviera, ¿tuviste una niñera o alguien que te
criara? —Imaginé una Mary Poppins cantándole y mostrándole
amabilidad.
—Tuve muchas niñeras, pero todas estaban preocupadas con
pensamientos de mi padre. Él se aseguró de ello. Ninguna de ellas se
quedó por más de un año, seis meses en promedio. Cuando empezaban a
volverse demasiado dominantes, eran reemplazadas. Él se aburre con
facilidad.
Ésa era la dulzura que él había tenido. Sentí una ira familiar ante la idea
del padre de Kaidan: la misma ira que sentía hacia mi padre. Kaidan me
miró.
—Realmente deberías intentar controlar tus emociones.
No podía acostumbrarme al hecho de que alguien pudiera ver mis colores.
El teléfono de Kaidan sonó de nuevo. Le lancé una mirada llena de odio y
él sonrió al ver mi expresión.
—¿Te gustaría que lo apagara? —preguntó.
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~ 119 ~
—Sí, por favor. De lo contrario, estará sonando toda la noche.
—Muy bien —dijo, apagándolo con un sonido de timbre y poniéndolo en la
mesita de noche—. ¿Cuál es tu sentido favorito, pequeña Ann?
Ann. Me había puesto un apodo. Eso no debería haberme entibiado de esa
manera, pero lo hizo.
Me concentré en su pregunta. Mis sentidos nunca habían sido algo que yo
considerara agradable, ciertamente no merecedores de una clasificación
por favoritismo. Era difícil ver más allá de la dolorosa carga que habían
sido al principio.
—El olfato puede ser realmente bueno —dije—. Hasta que hueles un
zorrillo o algo así. Um... la vista es útil, llegar a leer las señales desde tan
lejos y todo eso.
Él me lanzó una mirada escéptica.
—Nunca los usas, ¿verdad?
—No muy a menudo —confesé—. Me gusta fingir que soy normal.
—¿Por qué?
Me encogí de hombros, intimidada por su confianza.
—No mencionaste tu sentido del tacto —dijo.
—Uf, no. Pero déjame adivinar… ése es tu favorito.
Él se bajó de la cama con movimientos gráciles y vino a sentarse junto a
mí. Me incorporé torpemente, pero él puso una mano en mi brazo.
—No, quédate acostada. Quiero mostrarte algo.
Lo miré con recelo y él se rió.
—Cálmate, cariño.
—¿Qué vas a hacer?
—Nada que comprometa tu virtud y que haga que Patti me persiga. Ahora
cierra los ojos.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 120 ~
Resoplé un poco, pero tenía curiosidad. Quizá podría mostrarme algo útil.
Puse mis dudas a un lado, recostándome y cerrando los ojos, pero me
mantuve lista para moverme si era necesario.
—Ahora, quiero que te relajes y te concentres en tu sentido del tacto. Seré
un buen chico. Te lo prometo.
Sólo un ejercicio para generar confianza, ¿verdad? Oh, ¿qué demonios?
Inhalé profundamente para calmarme y saqué mi sentido físico desde
dentro de mí. Cuero cabelludo. Cuello. Hombros. Vientre. Espalda.
Caderas. Muslos. Pantorrillas. Tobillos. Dedos de los pies. Todos
hormigueando.
Sentí las pequeñas hendiduras de hilo entrecruzadas en la tela de mi
camisa de algodón y shorts de jean. El edredón del motel era irritante con
miles de espinas de poliéster. Cabellos sueltos de mi cola de caballo
cosquilleaban mis sienes y el cuello. Y entonces, ¡oh! Inhalé con fuerza,
pero me las arreglé para mantener los ojos cerrados mientras la tibia
punta de un dedo presionaba contra la palma de mi mano. Me concentré
en eso.
—¡Puedo sentir tu huella digital! —susurré.
Él no respondió. Levantó la punta del dedo de mi palma, y un segundo
después mi pie estuvo en sus manos, palpitando con sensibilidad. Sus
dedos movieron cada dedo entre ellos con la perfecta cantidad de presión
para que no me hicieran cosquillas, pasando a la almohadilla de mi pie,
arco y talón, todos los músculos descuidados que cantaban ante la divina
atención. Se movió hacia arriba y mis tobillos se deleitaron bajo sus manos
esculpidas.
Un repentino pánico se apoderó de mí cuando me di cuenta de que estaba
a punto de pasar a las pantorrillas. ¡No me había afeitado!
—Espera —dije, a medio sentar—. No mis piernas. Están... —Estaba
demasiado avergonzada para terminar.
—Son encantadoras. —Su rostro estaba serio, pero sus ojos estaban
sonriendo.
—No, por favor. —Jalé mis rodillas protectoramente hacia mi pecho y
murmuré—. No tuve tiempo para afeitarme esa mañana. —Ahora él rio.
Era un sonido maravilloso, tan rico.
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~ 121 ~
—De acuerdo, bien, sin piernas. Pero te lo estás perdiendo. No he
terminado contigo. Rueda sobre tu estómago y relájate de nuevo. —
Obedecí, dejando que mis brazos yacieran fláccidos a mis costados y
cerrando los ojos. De alguna manera parecía un poco más seguro estar
sobre mi estómago.
—Mmm. —Gimió él, sin haberme siquiera tocado aún.
—¿Qué? —pregunté, amortiguada por la esponjosa almohada.
—Oh, nada. Es sólo que tienes un pequeño y agradable…
Me puse de lado rápidamente, mirándolo con dureza. Él levantó las
manos.
—¡Lo lamento! Un chico no puede dejar de notarlo. En verdad, el mejor
comportamiento, comenzando ahora.
Mentalmente taché ese último pensamiento acerca de estar más segura
sobre mi estómago mientras rodaba sobre este, tomándome más tiempo
para relajarme esta vez. Cuando habló, su voz profunda era un rumor
suave.
—Necesito que confíes en mí y que te mantengas relajada. Sólo voy a
levantar tu camisa un poco para poder llegar a tu espalda. —Me estremecí
ante el tirón de mi camisa hacia arriba y el aire fresco rozando mi piel
desnuda. Pero no era nada comparado con el escalofrío que experimenté
cuando los diez calientes dedos encontraron la parte baja de mi espalda,
trabajando en lentos círculos sobre mi piel. Los levantó de manera que
apenas me tocaban. Cada folículo de vello en mi cuerpo estaba erizado.
Todos los pensamientos acerca de protestar desaparecieron. Y justo
cuando pensé que no podría soportar los roces de su delicado toque por un
segundo más, sus palmas presionaron sobre los músculos de mi espalda,
los fuertes dedos pulgares haciendo círculos hacia afuera desde la espina
dorsal hasta la cintura. Ahogué un gemido de placer.
De acuerdo, quizás él tenía razón sobre que el sentido del tacto era digno
de favoritismo.
Con un movimiento experto, sus furtivas manos subieron a la parte
trasera de mi camisa, más allá del incómodo cierre del sujetador que se
clavaba en mi piel, los dedos trazando mis omóplatos. Los músculos
tensos se contrajeron ligeramente, luego se volvieron gelatina bajo su
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 122 ~
contacto. Sus manos estaban ahora sobre mis hombros, estirando mi
camisa. Una de sus manos salió para apartar mi cola de caballo. Y luego
ahí estaba la mejor sensación hasta el momento: sus labios en la parte de
atrás de mi cuello.
Me estaba besando. En el cuello. Debería detenerlo, pensé, pero la
suavidad de su boca era tan... Oh. Podía sentir la belleza de cada pliegue
de sus labios mientras se apoyaban contra los poros de mi piel. Los únicos
sonidos en la habitación eran nuestros corazones latiendo y nuestra
respiración. ¿Por qué él tenía que oler tan bien? ¿Sería tan malo besarlo?
¿Sólo un pequeño beso? No podía pensar con claridad.
Intenté recuperar el control de mi respiración mientras su boca caliente se
abría y movía bajo mi oreja. Incliné la cabeza para darle mejor
acceso. ¡Malo! Cada papila gustativa en su lengua dio su propio, suave
masaje. Los labios ahora estaban en mi mandíbula, y yo podía oler la
tierra, la salmuera y la dulzura de su piel. En ese momento, me engañé
creyendo que tenía el control; que un rápido beso no sería nada del otro
mundo. Me volví hacia él, llevando mis brazos sobre sus hombros,
moviendo los dedos por el cabello en su nuca, y tirando de su cara los
últimos centímetros hacia mis labios que lo esperaban.
Besar era mucho más dichoso e íntimo de lo que me había atrevido a
imaginar. Sus mejillas y mentón eran ásperos, pero nuestros labios eran
suaves juntos, cuidadosos y lentos. Sentí su hambre cuando sus labios se
movieron un poco más duro, lo que averigüé que yo quería. Su mano fue a
mi cintura, delineando la cadera. Podría haberlo besado toda la noche. Era
la sensación más maravillosa del mundo. La punta de mi lengua ondeaba
contra las suaves crestas de la suya en una sensación juguetona y
tentadora. Estaba tan contenta con este beso. Pero no era suficiente para
él.
Su mano se arrastró debajo de mi camisa, contra mi vientre y costillas,
aterrizando en la pequeña curva de mi sujetador. Con un ligero apretón de
su mano, el hechizo se rompió y yo separé mi boca de la suya. Mi tambaleé
en mi sentido del tacto con un apretado tirón.
Mis manos fueron de su cabello a su pecho, alejándolo y sentándome.
Cuando Kaidan me miró, la lujuria ardía en sus ojos como una isla en una
tumultuosa tormenta. Se inclinó para besarme de nuevo, pero sostuve mis
brazos contra su pecho. Su destello rojo estaba latiendo y girando justo
frente a mí, tan grande como nunca la había visto.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 123 ~
—Me prometiste que te comportarías —le recordé, sin aliento.
—Tú me besaste, Anna —gruñó. Su voz se había vuelto muy profunda.
—Bueno, pero tú empezaste por besar mi cuello.
—Es verdad. No había planeado eso. —Su voz sensual, junto con esos ojos
ardientes, me dijeron que tenía que alejarme de él. Me corrí hasta el final
de la cama, de donde salté y comencé a caminar de un lado al otro, tirando
de la banda para el cabello floja y acomodándolo en una cola de caballo
apretada. Traté de no pensar en el sabor de sus labios. Había tenido mi
primer beso, y nunca sería la misma.
—¿Por qué te detuviste? —preguntó.
—Porque estabas pasando a otras cosas.
Él se rascó la barbilla y mejilla.
—Hmm, me moví demasiado rápido. Error de novato.
Me crucé de brazos una vez más, observándolo especular internamente
como un entrenador esbozando una jugada que había salido mal.
Increíble. Luego me enfocó en su punto de mira una vez más.
—Pero veo que todavía me quieres.
Le di mi mirada más malvada, pero era difícil mirarlo. ¡Dios, era tan
apuesto! Y todo un galán. El beso no significaba nada para él.
—Oh —dijo con fingida tristeza—. Ahí va. ¿Molesta, en su lugar? Bueno,
algo así. Parece que no puedes reunir una buena cantidad de furia…
—¡Basta!
—Lo siento, ¿estaba diciéndolo en voz alta?
—Yo también puedo leer a la gente, sabes. Bueno, no a ti, ¡pero al menos
tengo la decencia de intentar no notarlo, para darles algún tipo de
intimidad emocional!
—Sí, qué decente de tu parte. —No se había movido de su lánguida
posición en mi cama.
Me incliné hacia delante, tomando una almohada y lanzándosela.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 124 ~
—¿Pelea de almohadas? —Él levantó una ceja.
—Sal de mi cama. Por favor. Estoy lista para ir a dormir.
Él se puso de pie e hizo un gran gesto con el brazo hacia la cama. Me
arrastré hacia ella, metiéndome debajo de las mantas ásperas y dándole la
espalda. En ese momento me di cuenta de que yo todavía vestía mi ropa,
pero no iba a levantarme. Podía sentir sus ojos en la espalda.
—Pero pensé que podríamos desnudarnos, al igual que Adán y Eva, tan
natural...
Jadeé. ¡Había olvidado todo acerca de ésa parte de mi conversación con
Scott! Completa humillación. Me acurruqué en una bola aún más
apretada.
—Oh, vamos. Todavía no me has agradecido siquiera.
—¿Por qué? —pregunté, aún sin mirar.
—Por evitar que besaras a ese perdedor. Realmente no te gustaba,
¿verdad?
Mis mejillas ardieron, y me alegró darle le espalda. Mantuve la boca
cerrada.
—Así que eso es todo, ¿entonces? —preguntó. Lo ignoré—. Siempre me
pregunté cómo se sentiría.
Eso hizo que me sintiera lo suficientemente curiosa para volverme hacia él.
—¿Cómo se sentiría qué? —pregunté.
—El rechazo. —Parecía estar en medio de una revelación.
—¿Qué estás diciendo? ¿Qué nunca una chica te dijo que no?
—Ninguna.
Bueno, eso explicaba mucho.
—¿Y qué hay de ti? —pregunté—. ¿Nunca te has detenido o has dicho que
no a una chica?
Él se echó a reír como si yo hubiera dicho algo ridículo.
—¿Por qué habría de hacer eso?
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 125 ~
—Por muchas razones —dije—. No importa, sólo vete a dormir. Tenemos
un largo día mañana. —Le volví la espalda, golpeando la gruesa almohada
y apoyando la cabeza.
—Supongo que sí rechacé a una, pero ella no cuenta —dijo.
—¿Por qué no?
—Porque era Neph.
La incomodidad me carcomía.
—¿Ésta debe ser la parte en la que tomo una ducha fría? —preguntó.
—Buena idea.
Cuando él estuvo en el baño con el agua corriendo, salté de la cama y me
puse el pijama. Luego regresé rápidamente a la cama y me repetí a mi
misma, No pienses en el beso. No pienses en el beso. Imposible.
Me quedé muy quieta con los ojos cerrados cuando él regresó a la
habitación. Un vapor con olor a limpio pasó sobre mí. Escuché mientras él
rebuscaba por la habitación durante unos minutos, y luego oí la puerta de
nuestra habitación abrirse. Me senté en la cama y vi a Kaidan en la
puerta.
—¿Dónde vas? —pregunté, justo cuando él cerraba la puerta.
Él levantó la vista.
—Tengo que trabajar.
¿Por qué me sentía tan aturdida, y también un poco ofendida?
—¿Tienes que hacerlo? ¿O quieres hacerlo? —lo desafié.
—¿Por qué eso debería importar, Anna? —preguntó secamente—. Ahora
me voy. —Hizo un movimiento para cerrar la puerta.
—¿Dónde irás? —exclamé.
—Visitaré a la chica de la recepción, como ella sugirió. ¿A menos que
hayas cambiado de opinión...? —Sus ojos tenían una promesa de
seducción, y yo sacudí la cabeza.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 126 ~
No había cambiado de opinión. Nada más sucedería en esta habitación.
Bajé la mirada al irritante edredón.
—No lo creí. —Le oí murmurar. Luego apagó la luz y cerró la puerta con
fuerza.
Me quedé allí intentando no imaginar cómo lucía la chica de la recepción,
y cómo los labios de él pronto estarían sobre los de ella. Gruñí de
frustración ante mi propia estupidez, y me recosté sobre el otro costado.
Deseé poder conciliar el sueño y dejar este episodio detrás, pero sin
importar qué intentara no pude ponerme cómoda. Consideré encender la
televisión, pero yo no quería que Kaidan supiera que mi traidor corazón
estaba esperándolo.
Unas agonizantes dos horas más tarde, él regresó y me quedé muy quieta,
fingiendo dormir. Fue directo al baño a lavarse. Unos minutos más tarde,
se metió a la cama y se hizo el silencio.
—¿Anna? —Su voz era baja. Por supuesto que sabía que yo estaba
despierta. No le respondí, pero él no se dejó intimidar—. ¿Al menos
disfrutaste tu primer beso?
Quería decirle que se callara, pero el estallido de ira disminuyó.
—Sólo ve a dormir, Kaidan.
Me mordí la parte interna del labio, confundida. ¿Por qué no podía
mantenerme enojada con él? Pensar en lo que él había estado haciendo me
llenaba de una variedad de emociones terribles, pero la ira no era una de
ellas. No tenía derecho a estar enojada. Había sido estúpido asumir que no
trabajaría mientras estábamos juntos en este viaje.
Estaba aliviada de tenerlo de vuelta en la habitación. Él suspiró, y después
de un tiempo estuvo claro que no iba a decir nada más. La tensión se
disolvió.
Esa noche di vueltas y vueltas, repitiendo mi primer beso al menos mil
celestiales veces.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 127 ~
Capítulo 11
Un temor saludable
Traducido por Lalaemk y Cowdiem Corregido por Silvery
inguno de nosotros había pensado en poner la alarma, pero la
luz del sol que entraba por las cortinas delgadas funcionaba
bien. Me estiré y pateé lejos las sábanas enredadas, girándome
para ver si Kaidan estaba despierto. Sus ojos parpadeaban abiertos,
también. Bostezó, haciéndome bostezar también. Pude haber usado un
poco más de horas para dormir, pero esto tendría que bastar por ahora.
N
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~ 128 ~
Kaidan se apoyó contra la cabecera de la cama con los ojos cerrados. Cada
músculo delgado se notaba bajo su piel bronceada. Yo tenía un decente
bronceado en verano, pero nada como él. Me hacía preguntarme acerca de
su herencia, que podría haber sido cualquier cosa desde Italia, hasta
América del Sur. Probablemente él ni siquiera lo sabía.
Mientras sus ojos estaban cerrados lo miré descaradamente. Sus hombros
redondeados y sus antebrazos estaban apretados. Su torso entero era un
espectáculo digno de ver, un pecho tonificado inclinado hacia sus
abdomen con una leve onda, pero él no estaba hecho de manera en podría
hacer a una chica consciente de sus imperfecciones. Su cintura en una “v”
a sus caderas, donde se reunía con la manta del hotel.
Rompí la mirada cuando él se movió. Por el rabillo de mi ojo lo vi tirar las
mantas a un lado con facilidad y se deslizó hasta el borde de la cama junto
a la ventana. Se puso de pie, de espaldas a mí, y levantó sus brazos para
una estirada gloriosa. Cuando miré de nuevo, mis ojos se posaron en su
trasero desnudo.
¡Querido Dios!
Grité y enterré mi cara en mi almohada.
—¡¿Qué?! —Le oí preguntar— ¿Viste una cucaracha?
—¡¿Por qué estás desnudo?! —No me atrevía a levantar mi cara roja.
—Huh. ¿Eso es todo? —preguntó— Siempre duermo en cueros. No
entiendo cómo puedes soportar toda esa ropa.
—Increíble —dije. Me levanté y me dirigí al baño.
Habíamos estado en la carretera por casi doscientos kilómetros y aún no
habíamos hablado. Kaidan rebuscó a través de las estaciones de radio
locales. Cuando oímos, “I´m bringing sexy back…”3 él soltó una pequeña
risa y sacudió su cabeza antes de cambiar la estación otra vez y dejándola
en una angustiosa cantante de rock.
Miré fuera de la ventana a los bordes de un I-404 alineada en un cepillo
verde. Pasamos por ranchos y granjas, algunas modernas, algunas
3 Canción de Justin Timberlake, con el título “Sexy back”.
4 Interestatal 40.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 129 ~
inclinadas y abandonadas. Debimos haber visto todas las razas de ganado
conocidas por el camino.
—¿Hambrienta? —preguntó Kaidan. Me encogí de hombros, luego asentí.
Él entró en un aparcamiento casi vacío de un restaurante de panqueques.
En el interior, nos sentamos en una cabina con cojines agrietados. Una
camarera de aspecto cansado, no más grande que nosotros, se acercó. Un
calor de alegría de levantó para saludarnos.
—¿Qué puedo traerles de beber? —preguntó, antipática.
—Café —dijo Kaidan.
Ella me miró a mí.
—Chocolate caliente, por favor.
Ella se alejó para traer nuestras bebidas.
—Ella está embarazada —susurré.
Él la miró y sacudió su cabeza.
—No lo parece —dijo.
Sin embargo, eso no significaba nada. Algunas veces no se le notaba a la
gente hasta mediados de sus embarazos. Una chica en la escuela lo
escondió de todos hasta su sexto mes.
—Puedo sentir al bebé, ¿tú no?
—No.
Tal vez era mi imaginación, pero él parecía un poco molesto de que yo
podía hacer algo que él no podía. Ambos la miramos detrás mientras
llenaba las tazas. Ella misma no estaba contenta, envuelta en gris.
Trajo nuestras bebidas y tomó nuestras órdenes. Traté de sonreírle, pero
ella evitó mi mirada.
Kaidan tomó su café negro. Quité la crema batida de mi chocolate con una
cuchara y me la comí toda antes de hablar. Ya estaba temiendo lo que
tenía que decir.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 130 ~
—Kaidan… ¿Crees que podrías tratar de ser un caballero, al menos
mientras estemos viajando juntos, y tal vez usar shorts en la cama?
—Ahh… ya veo —se sentó hacia atrás—. La visión de mi culo te dio un
buen susto, ¿no es así?
—Lo digo en serio —dije.
Él tomó un trago de su café.
—Para que conste, no soy un caballero, pero haré una excepción esta vez.
No más dormir desnudo mientras estemos viajando juntos. ¿Satisfecha?
Ahora puedes parar con el mal de ojo. Mira… ahí viene nuestra comida.
Mi estómago gruñó a la vista de los panqueques con una grande
cucharada de mantequilla derritiéndose encima. Pero era la comida de
Kaiden la que hizo sobresalir mi mirada. Panqueques, huevos revueltos,
salchichas, tocino, jamón, sémola, y ¡tostadas! Tomó tres platos para dar
cabida a todo. Él me sonrió y se sumergió en ello.
Estaba muerta de hambre. Comimos cada pedazo, y entonces nos
recostamos sobre los asientos de la cabina, sintiéndonos atontados por la
sobrecarga de alimentos.
Kaidan se incorporó bruscamente y una mirada de tristeza pasó por su
rostro. Hizo un gesto hacia mí para que me inclinara sobre la cabina, así
que me deslicé hacia abajo. La mirada de miedo en sus ojos me
recordaban cuando su padre había venido.
—Aquí vienen los problemas —susurró. Comencé a girar mi cabeza, pero él
siseó—. ¡No mires!
—¿Dónde? —pregunté. Estaba mirándolo. Él inclinó la cabeza en dirección
de la camarera detrás del mostrador cercano.
—Cubre tu insignia —susurró—. Miré alrededor y miré por la carta de
postres, sosteniéndolo frente a mí.
Esperé un segundo, entonces moví mis ojos hacia la camarera. Estaba
vertiendo agua en la cafetera. Le temblaba la mano mientras servía. Luego
se detuvo para apoyarse en el mostrador. Su brumoso gris se oscureció, y
su barbilla tembló. Lo que más me impresionó más fue su nube blanca, su
ángel guardián, era errático, saltando alrededor agitado. Yo los había visto
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 131 ~
hacer eso antes en alguna ocasión, pero no entendía por qué. Después de
un momento, se calmó.
El cocinero detrás de la ventana le preguntó a la camarera algo acerca de
una orden y ella respondió.
—Se ha ido —susurró Kaidan con alivio.
—¿Qué acaba de suceder? —pregunté.
—El espíritu demoniaco. ¿No pudiste verlo?
—No vi nada —miré alrededor, presionándome más en la cabina.
—Todo Neph tiene la habilidad para verlos. No debes estar dispuesta.
Nuestra camarera se acercó con impaciencia disimulada.
—¿Algo más?
—No gracias —dije—. Todo estuvo bien.
Ella puso la cuenta en la mesa y se alejó con nuestros platos sin otra
palabra. Kaidan cavó por su cartera en el bolsillo trasero y dejó uno de
veinte en la parte superior de la cuenta.
—¿Crees que está molesta con nosotros? —pregunté. A pesar de que podía
ver las emociones, no tenía manera de ver la fuente de ello.
—¿Por qué lo estaría? Está frustrada porque no puede comprender por qué
está sintiendo una oleada de emoción oscura de la nada. Es lo más
probable que trate de culpar a algo, usualmente otra persona, falta de
sueño, hormonas, algo, otra cosa menos lidiar con la emoción. Y así
comienza el ciclo.
—Así que estás diciendo —me incliné hacia él para susurras a través de la
mesa—, ¿que nuestra camarera acaba de ser visitada por un demonio?
Él asintió, acomodando la sal, la pimienta, el azúcar, y los condimentos en
una fila ordenada.
Pensé acerca de nuestra cuenta e hice los cálculos en mi cabeza. Ella
estaba obteniendo alrededor de cinco dólares de propina. Algo me dijo que
sus problemas comenzaban con el dinero. Busqué un billete diez dólares
de los ahorros que guardaba en mi bolsillo y lo coloqué sobre los veinte de
Kaidan.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 132 ~
—Sabes que no puedes comprar la felicidad —me dijo. Era tan
endiabladamente guapo que me estremecí y aclaré mi garganta. Miré de
vuelta a nuestra camarera, a la que parecía que estaba abrazando su ángel
guardián.
—¿Los ángeles de la guarda siempre están con ellos? —pregunté, todavía
viendo.
—Sip. Están con sus humanos cuando visitan el baño… incluso cuando
están teniendo sexo.
Cerré y mis ojos y negué.
—Tenías que ir ahí.
—Tú preguntaste. Y no te preocupes. Son demasiado puros y obedientes
para ser voyeuristas.
Se sentía una falta de respeto, hablar de los ángeles de esa manera. Traté
de pensar en otra pregunta.
—Así, ¿los demonios que visitan a la gente son en forma de espíritus?
—Eso es correcto. Lo bueno es que este es un largo viaje. Tengo demasiado
que enseñarte.
Se puso de pie, así que lo seguí, mientras la camarera se acercaba. Vio los
dos billetes en la mesa.
—Traeré su cambio —dijo.
—No, es tuyo —ronroneó Kaidan. Él la miró demasiado y los colores de ella
fueron del verde pálido de gratitud a una ráfaga de rojo.
—Sí, ¡gracias otra vez! —dije, más fuerte de lo que quería—. ¡Ten un
grandioso día!
Le di un golpe al tobillo de Kaidan con mi pie mientras él se movía. Él
caminaba hacia una hermosa mañana Shawnee, Oklahoma, mientras
nuestros pies crujían contra los trozos sueltos del pavimento.
—Este será un largo viaje si les das a las chicas una mirada de dormitorio
cada vez que nos detenemos —traté de mantener un tono ligero.
—¿Ojos de dormitorio? —preguntó. Estábamos subiendo a su coche ahora.
Se sentó en asiento del conductor y se giró hacia mí. Su cabello cayendo
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 133 ~
sobre su frente, ondulándose al final de sus cejas. No había rudeza en su
rostro, todo era bordes cuadrados. Pero eran esos ojos azules que lo
hicieron por mí.
—Como si no supieras lo que haces —dije.
—Estoy trabajando.
Hmph. Bueno.
—Esa pobre chica estaba teniendo un día suficientemente malo como para
que llenaras su cabeza con ideas también. —Saqué el cinturón de
seguridad con más fuerza de la necesaria y él puso en marcha el coche.
—Creo que es perfectamente capaz de tener ideas por su cuenta. Uno
podría pensar que estás celosa, hablando así, pero puedo ver que no lo
estás. Es extraño. ¿En realidad estás preocupada por ella?
—¿Por qué es tan difícil de creer?
—Ni siquiera la conoces —señaló.
—Es posible sentir compasión por extraños.
—Ella se embarazó por su cuenta fuera del matrimonio —dijo—. Hizo su
propia decisión.
—No conocemos las circunstancias.
El siguió los señalamientos de vuelta a la I-40 oeste, y pude sentir que la
discusión había terminado.
—¿Por qué dijiste que soy incapaz de ver demonios? —pregunté.
—Me atrevo a decir que no te has abierto a la maldad. Tienes que estar
dispuesta para realmente verlo y aceptarlo por lo que es.
—No quiero estar abierta a la maldad. Ni siquiera me gusta ver las
noticias. Sé que está ahí, pero los detalles me lastiman demasiado, sentir a
toda esa gente sufriendo.
Él me dio una mirada burlona.
—¿Qué quieres decir con “sentir su sufrimiento”?
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~ 134 ~
—No siempre soy buena bloqueando sus emociones, especialmente si es
un gran grupo de gente con un montón de emociones oscuras. Trato de
alejarlo, pero a veces todavía se queda dentro, y me lastima.
—¿Quieres decir que en realidad puedes sentir las emociones que emiten?
¿No sólo verlas?
—Sí —dije—. ¿Tú no?
—¡No! Sólo puedo ver sus colores. Sentirlos debe ser un atributo de tu
madre.
—Oh. —Ni siquiera sabía qué decir a eso.
—Espera —dijo, la amenaza de una sonrisa en su cara—. ¿Eso quiere decir
que sientes la lujuria cada vez que alguien cercano a ti la siente?
—No, pervertido. No es así, es más como un anhelo insatisfecho por algo.
Es incómodo.
—Hmm. Muy mal. Bueno, sin ofender —dijo—, pero necesitas endurecerte
un poco. Podría beneficiarte ver demonios y saber lo que están haciendo.
Él tenía razón. Sabía que tenía que lidiar con ello, pero justo ahora estaba
enfocada en obtener información.
—¿Exactamente qué es lo que los espíritus demoniacos hacen? —
pregunté.
—Ellos susurran no-tan-buenas cosas a los oídos humanos. —Él conducía
con sólo una mano. La otra se envolvió en un lapicero entre sus dedos sin
mucha atención en ello.
—¿Qué quieres decir?
—¿Conoces la pequeña voz en tu cabeza? —preguntó—. ¿La que a los
humanos les gusta llamar su “conciencia”? —Asentí—. Son en realidad los
mensajes que la gente está recibiendo de sus ángeles de la guarda. Verás,
los espíritus demoniacos susurran pensamientos a la mente de una
persona, y los pensamientos de demonio pelean con los propios
sentimientos del humano, junto con los mensajes que sus ángeles de la
guarda tratan de inculcar. El viejo cliché acerca del demonio sobre un
hombro y un ángel en el otro no está tan lejos. Un demonio puede
susurrarle a una chica que no es atractiva y que no merece amor.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 135 ~
Entonces él se va. Su trabajo está hecho. Se mueve a su siguiente víctima.
El ángel de la víctima susurra que ella es hermosa y que vale la pena,
blah, blah, blah. ¿Qué crees que escogerá creer?
Era tan injusto. Continué con mis preguntas.
—¿Qué tan seguido visitan a la gente los demonios?
—Depende de la necesidad. Una vez al mes. Una vez al año. Varía de
persona en persona.
—¿Por qué se les permite hacer esto? —No podía evitar sentirme
traicionada en nombre de la humanidad. Fui sacudida por el dejo amargo
en la respuesta de Kaidan.
—Quizá porque el Creador no es tan bueno y cariñoso como ustedes
quieren creer.
—¿Estás enojado con Él?— no estaba segura de por qué me sorprendía.
—Nunca me ha hecho ningún favor. Estaba maldito desde el día de mi
concepción, y tú probablemente también, con o sin tu parte de ángel.
—¿Qué quieres decir con eso?
Él pasó una mano a través de su cabello y mirando dura y fijamente el
camino.
—Quiero decir que no hay oportunidad de redención para los Neph. Es la
primera lección que aprendemos en el entrenamiento. Nos vamos al
infierno, justo como nuestros padres.
Espera. ¿Qué? Él tenía que estar equivocado.
—No puedo ver como eso sea posible —dije—. Quizá tu padre no quería
que tuvieras ideas mayores que ser el niño prodigio de la lujuria.
—Veremos —dijo—. Pregúntale a tu propio padre cuando lo conozcas.
Traté de concentrarme en el paisaje y no en los confusos sentimientos
dentro de mí. No podía forzarme a estar emocionada por cruzar la línea del
estado de Texas. Todo lo que podía pensar era en la posibilidad de ser
condenada al infierno. No podía ser verdad. Descubriría la verdad, aunque
deseaba que no fuera desde el demonio que me había dado la vida.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 136 ~
Me apoyé en la ventana, perdiendo el interés en la plana extensión de
terreno en cada dirección, y dejé que mis ojos se cerraran.
Un suave codazo en mi hombro me hizo entreabrir mis agotados ojos y
miré alrededor. Me senté y alisé mi cabello mientras mi visión se ajustaba.
Estábamos en medio de la nada. Kilómetros de plana nada.
—Disculpa por despertarte, pero tengo que parar por gasolina.
Conseguimos gas en una pequeña tienda de campo, junto con
emparedados, manzanas, bebidas, y rocky-roas fudge5 hecho por la esposa
del dueño.
Kaidan había sido cautivado por el profundo acento tejano del dueño. Él le
hizo un número ridículo de preguntas solo para mantenerlo hablando.
—¿Hacia dónde se dirigen ustedes jovencitos? Tenemos unos mapas por
ahí donde están las manzanas6.
Me reí en voz alta mientras él masacraba el hermoso hablar lento y
cansino del hombre.
—¡Él no dijo “por ahí”!
—Siempre quise decir eso. Amo a los americanos. Tú tienes un agradable
pequeño acento, aunque ni de cerca tan magnífico como el de él.
—¿Lo tengo?
Él asintió.
A parte del ocasional “ustedes”, no pensaba que sonaba sureña, pero
supongo que es difícil de darse cuenta por ti misma.
—Cuéntame de los lugares donde has vivido. —Me giré en mi asiento hacia
él y desempaqué el primero de sus dos emparedados, doblando una
servilleta en el extremo inferior y pasándoselo.
—Gracias. —Él le dio una mordida enorme y comenzó a hablar después de
tragar—. Nací en Londres. Mi madre también murió cuando me dio a luz,
5 Rocky-road fudge: es un dulce suave hecho a base de azúcar, leche y margarina. Este
en especial tiene además chocolate puede contener nueces, malvaviscos u otros.
6 En el libro esta descrita la fonética en ingles del acento pero no tiene traducción directa.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 137 ~
como todas las madres de los Nephilim. —Él tomó otro bocado mientras yo
ponderaba eso.
—Crecí moviéndome entre las islas británicas: Inglaterra, Irlanda, Escocia,
Gales. Pasé cortos periodos de tiempo en Francia, Italia, y África del sur.
Esta es mi primera vez en los Estados Unidos. Estaba decepcionado de
Atlanta al comienzo, quería vivir en Nueva York, pero me he
acostumbrado.
Todo respecto a Kaidan era emocionante y exótico. Esta era mi primera vez
viajando lejos de casa, y él ya había visto tanto. Comí mi manzana,
contenta de que estuviera fresca y no blanda.
—¿Cuál fue tu lugar favorito? —pregunté.
—Nunca he estado bastante apegado a ningún lugar. Supongo que tendría
que ser… aquí.
Me detuve en medio del proceso de masticar y examiné su rostro. Él no me
estaba mirando. Estaba apretando su mandíbula, tenso. ¿Estaba hablando
en serio o me estaba molestando? Tragué mi bocado.
—¿La península de Texas? —pregunté.
—No. —Él pareció escoger cada palabra con deliberado cuidado—. Quiero
decir aquí en este coche. Contigo.
Cubierta en escalofríos, alejé mi mirada de él y miré fijamente hacia el
camino delante de mí, dejando que la mano con la manzana cayera a mi
regazo.
Él se aclaró la garganta e intentó explicarse.
—Nunca había conversado de esta forma con alguien, no desde que
comencé a trabajar, ni siquiera con las únicas cuatro personas en este
mundo que llamo amigos. Tú tienes a Patti, e incluso ese novio tuyo. Así
que esto ha sido con un alivio. Casi… agradable. —Se aclaró la garganta
de nuevo.
Oh Dios mío. ¿Acaso tuvimos un momento? Procedí con precaución,
esperando no arruinarlo.
—Ha sido agradable para mí también —dije—. Nunca le he contado a Jay,
nada. Él no tiene idea. Tú eres el único con el que he hablado respecto a
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 138 ~
eso, excepto Patti, pero no es lo mismo. Ella aprendió lo básico de la monja
del convento donde nací.
—Naciste en un convento —declaró.
—Sí.
—Naturalmente.
—De todos modos —continué—, no hablé con Patti sobre ninguno de los
cambios en mí o las cosas que podía hacer cuando estaba creciendo. Así
que entiendo la soledad.
—Aun así —dijo—. El amor de ella hacia ti…
Y ahí estaba.
Yo había crecido con amor, y nada más. Kaidan había crecido con todo el
conocimiento de quién era, y todas las cosas materiales del mundo, pero
sin amor.
—¿Qué hay de todas las chicas con las que has salido? —Sabía que me
estaba entrometiendo—. Estoy segura que debería haber más de alguna
que te amó, y ¿quizás algunas que tú podrías haber amado?
—Ninguna chica me ha amado. Tienes que conocer a alguien para amarlo.
Todas han sido solo enamoramientos. Querían tenerme. Esa es la
naturaleza de la lujuria.
Mis entrañas se retorcieron con la culpa mientras reconocía el sentimiento
que él describía. Y justo cuando temía que él lo notara, el rostro de Jamie
Moore apareció en mi mente. Ella habría sido capaz de amarlo, teniendo la
oportunidad. Aunque no quería pensar en ella, sentí un tirón en esa
dirección.
—Hay una chica en mi escuela con la cual estuviste el año pasado.
Supongo que fue cuando recién te moviste acá. Ella era muy agradable.
¿Jamie Moore?
Él asintió reconociéndola, pero mantuvo sus ojos en el camino. No
continué. Estaba asustada de que había empujado mi suerte demasiado
lejos, y el tópico me ponía nerviosa de todos modos.
—Mira, así son las cosas —dijo Kaidan—. Todas saben desde el comienzo
que no estoy interesada en una relación. Nunca les miento. No lo necesito.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 139 ~
La verdad duele más que una mentira. Jamie pensó que ella podía
cambiarme. Fue una idea tonta.
Parecía como que él quería que yo creyera que él se había endurecido, pero
no lo hice. Había visto quiebres, vistazos de algo más suave escondiéndose
bajo eso. Así que fui a buscarlo.
—¿Alguna vez te sientes culpable por eso, o triste porque sufren? —me
apresuré antes de que respondiera—. Por favor, no quiero que lo entiendas
como que estoy juzgando. Sólo trato de entenderte.
Su agarre se intensificó en el volante, volviendo sus nudillos blancos.
—Y si digo que no, ¿eh? ¿Qué hay si no tengo compasión por los que he
herido, no, mejor que eso, los que han permitido ser heridos, que han
buscado el dolor?
Mantuve las manos en mi regazo y miré fijamente a la manzana a medio
comer volviéndose marrón en el borde.
—Entonces me sentiría muy mal por ti —dije.
—¿Por qué?
—Porque es una manera triste de vivir y… me preocupo por ti.
—No digas eso. —Su tono estaba al límite, casi enojado—. No deberías
decir eso, sobre preocuparse. Apenas me conoces.
—Y tú apenas me conoces a mí, y aquí estamos. Ofreciste traerme a este
viaje. Has respondido mi millonésima pregunta. No me has forzado a hacer
nada, y no me has expuesto a tu padre. Estoy contenta de estar contigo
aquí.
Ahí. Lo había dicho. Buscamos los ojos del otro por un momento antes de
que él se girara de nuevo al camino y su agarre en el volante se aflojó. Mi
pulso volvió al ritmo normal.
—Una vez que consigo que una chica esté conmigo, es una cosa de solo
una vez —comenzó—. Una que otra vez, podemos enredarnos dos veces,
tres máximo. Pero no trato de pensar en ellas como individuos. Es
puramente físico. No hago promesas de llamar. No doy mi número de
teléfono, lo consiguen de otra gente. Vienen a ver la presentación de la
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 140 ~
banda o se presentan en una fiesta donde estoy y me dan regalos, estoy
seguro que lo puedes imaginar.
Deseaba no poder hacerlo.
—Pero la tercera vez que vi a Jamie, ella me dio algo diferente a todas las
demás. Ella me hizo un CD. Podía ver que le había dedicado tiempo. Dijo
que cada canción tenía un solo de batería fantástico o un riff de batería
único. Era una colección excelente. Nos vimos durante tres semanas,
bastante seguido. Pero entonces ella dijo que me amaba, tuve que
romperlo. Al final necesitaba que me odiara. Así que dejé mi teléfono en la
prueba de la banda con una foto de ella que me había mandado.
Él me dio una rápida mirada de desafío, y luego sus ojos estaban en el
camino de nuevo. Supongo que necesitaba escuchar todo eso. Tenía el
interior hecho nudos.
—¿Te estabas enamorando de ella? —pregunté.
Él gimió y negó con la cabeza.
—Por Cristo, Ana. —Me estremecí—. Cierto. Olvidé que viajaba con una
santa. —Él suspiró y pasó una mano por su cabello antes de continuar—.
No. No estaba enamorado de ella. Nunca he estado enamorado de nadie.
Solo estaba respondiendo tu pregunta de que si me siento mal o no
respecto a herir a alguien. La respuesta es sí. Me sentí mal por ella. Dios,
no puedo creer que esté teniendo esta conversación contigo.
Me recliné en el asiento y miré fijamente por la ventana al último pedazo
de Texas mientras el sol desaparecía, deseando que Kaidan no notara
cómo limpiaba la solitaria lágrima que se deslizaba por mi rostro por él.
—No me tengas compasión, Ana, y no pienses bien de mí por esa pequeña
revelación. No te seas tonta y te convenzas que no he disfrutado el trabajo
que he hecho, porque sí lo he hecho. Debes saber con quién estas
tratando.
Era tiempo de averiguar más de la persona con la que estaba tratando.
—¿Alguna vez has drogado alguna chica o puesto algo en su bebida? —
pregunté, aun mirando fijamente a Texas.
—No. Eso es para lo que no se tienen confianza.
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~ 141 ~
—¿Alguna vez te has aprovechado de alguna chica que ha perdido el
conocimiento?
—No. ¿Cuál es el punto si no puede recordar?
—¿Y forzado a alguna chica a hacer algo que no quiere?
—No. ¿Estás entrenando para ser sicóloga?
—No dudo que hayas disfrutado físicamente de lo que haces, Kaidan. Si
quieres que sepa con quién estoy tratando, responde esto: ¿te da placer el
herir a la gente?
Vi su pecho levantarse y hundirse con un suspiro silencioso. Él habló libre
de sentimientos, bordeando la impaciencia.
—No siento nada por ellos. Ignoro su dolor. No lo dejo entrar en mis
pensamientos. No me da placer o dolor el verlos sufrir, con la única
excepción de la que hablamos. ¿Es eso suficiente apertura emocional para
ti?
Tendría que leer entre líneas cuando tenía que ver con Kaidan. Para
conocerlo, tendría que saber por qué él ignoraba el dolor de ellos, y qué
pasaría si él dejara ese sufrimiento entrar en sus pensamientos. Si sentía
placer en herir a otros, él disfrutaría en su dolor, no lo desviaría.
—¿Por qué estás intentando con tanta fuerza el hacerme pensar que eres
una mala persona? —pregunté.
—Porque sería mejor para ti tener un sano temor hacia mí de modo que no
puedas decir que no fuiste advertida. No soy como los chicos de tu escuela.
Piensa en la atracción que sientes hacia las drogas. Así me siento respecto
al sexo.
Oh.
—¿Comienzas a comprenderlo ya? Déjame ser aún más claro. —Su voz
bajó mientras me guiaba a través de su trabajo—. Puedo entender a
alguien en solo cinco minutos de conversación para saber qué tendría que
decir o hacer para atraerlas a la cama. Eso te incluye, aunque admito que
estaba fuera de juego anoche. Con alguna gente basta con simple
adulación y atención. Con otras toma más tiempo y energía. Hago lo que
se necesite para quitarles la ropa, y luego intento hacerlo de modo que
nunca estén con otra persona sin pensar en mí. Sé secretos del cuerpo
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~ 142 ~
humano que la mayoría de la gente ni siquiera sabe de ellos mismos. Y
cuando me voy, sé que están arruinadas cuando comienzan a suplicarme
que me quede.
Mi corazón latía con fuerza. Estaba asustada ahora. Él movió sus ojos
alrededor de mi aura.
—Ya era hora —dijo.
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~ 143 ~
Capítulo 12
La colonia de Kaidan
Traducido por: maleja.pb, Simoriah Corregido por Silvery
antuvimos nuestros pensamientos para nosotros mismos
mientras entrabamos a Nuevo México. El cambio abrupto en
el paisaje llenó mi mente con alivio. Las llanuras de Texas se
habían convertido en extensiones de suaves colinas y montañas pequeñas,
irregulares, con arbustos. El sudoeste asomándose. Me sorprendió lo
mucho que podía ver.
Kaidan desaceleró cuando el sol caía bajo en el cielo. Aparcamos en un
lugar de comida rápida y salí a estirar las piernas. La ausencia de
M
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~ 144 ~
humedad hacía que el aire delgado se sintiera en mis pulmones. Yo estaba
acostumbrada a atragantarme con la humedad.
Pedimos comida y nos la comimos en silencio, sentados frente a la pared
de cristal que daba a la playa de estacionamiento. La puesta de sol provocó
una túnica de color rosa oscuro y naranja extendiéndose por el paisaje.
—Bonito país el que vemos. Muy diverso.
—Es magnífico —estuve de acuerdo, empujando la otra mitad de mi
sándwich de pollo hacia él. Lo terminó mientras mordisqueaba la última
de las patatas fritas.
—Vamos a seguir un par de horas más y luego pasaremos la noche —
dijo—. Voy a esperar para llenar el tanque hasta la mañana.
Asentí con la cabeza y limpiado toda la basura para estar lista para irnos.
El pensamiento de otras noches juntos me ponía nerviosa.
A medida que subimos en el coche y continuaba por la I-40, la belleza del
viejo oeste me animó. La mirada de Kaidan rozó sobre mí cuando me volví
hacia él, tirando de mis pies desnudos debajo de mí.
—Hay alguien más que necesito ver en Los Ángeles, además de mi padre.
Él asintió con la cabeza para que yo continuara. Le conté la historia del
ángel que visito a Patti, y cómo llegó a ser mi madre adoptiva. Entonces le
dije que la monja, la Hermana Ruth, había pedido que viniera a hablar con
ella en persona.
—Simplemente no puedo imaginar lo que tiene que decirme que no podía
decirle a Patti.
—Huh. No he oído nada acerca de los ángeles bajando y hablar
directamente a los seres humanos en la historia reciente tampoco.
—Estoy preocupada de que no va a vivir mucho más tiempo —le dije—.
Creo que esa es la única razón por la que Patti me dejó ir contigo a este
viaje.
—Vamos a llegar a tiempo.
Eso esperaba.
—Quiero saber todo lo que sabes acerca de los demonios —le dije.
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~ 145 ~
Se aclaró la garganta y comenzó: la materia de manera casual.
—Estoy seguro de que has oído hablar de los siete pecados capitales: ira,
la pereza, la gula, la envidia, la codicia, la lujuria y la soberbia. La
soberbia se dice que es el pecado del cual surgen todos los demás. Así que
aquí está cómo funciona su clasificación en la tierra: hay un demonio en
forma humana asignado a cada uno de los siete pecados capitales, salvo la
pereza y la gula, aquellos se han combinado en un demonio, ya que a
menudo van de la mano. Hay seis pecados adicionales también: la
mentira, el asesinato, el maltrato u odio, el robo, el adulterio, y la
sustancia. Eso hace doce ángeles oscuros en cuerpos humanos. Se les
conoce como los Duques, y ellos son los jefes del mal en la tierra.
—¿Nuestros padres son dos de los doce Duques?
—Eso es correcto.
Era extraño escuchar hablar a Kaidan. Su acento adquiría un tono pícaro
cuando estaba excitado o enojado, pero luego había momentos, como
ahora, que sonaba como un alumno refinado dando un informe oral. Me di
cuenta de que podía transformarse para adaptarse a su público. Kaidan
podría desempeñar el papel de un chico malo arenoso o un caballero
educado según fuera necesario. Pero, ¿quién era en realidad? Llegué de
nuevo a frotar mi cuello, que había empezado a picarme.
—Entonces, ¿cuál es la diferencia entre un duque y los otros demonios,
como el del restaurante hoy?
—En forma de espíritu son los mismos, pero los Duques son los demonios
únicos autorizados a poseer cuerpos humanos. Cada Duque goza de una
legión de demonios que atormentan la tierra. Los murmuradores se llaman
los Legionarios. A veces sólo se refieren a ellos como espíritus. Entre los
duques y los Legionarios, hay seiscientos sesenta y seis demonios en la
tierra.
Un escalofrío punzante de incredulidad me recorrió.
Hice los cálculos.
—Así que, doce Duques, seiscientos cincuenta y cuatro murmuradores, o
Legionarios... ¿dónde entra la figura Nephilim?
—Estamos a sólo un subproducto. No contamos como seres humanos,
pero tampoco calificamos como parte de los Legionarios o demonios.
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~ 146 ~
Trabajamos para nuestros padres y mantenemos la boca cerrada. Eso es
todo.
Lo único que pude hacer fue asentir, sintiendo mareo mientras
continuaba.
—Antes había más Duques. En un tiempo había uno para cada uno de los
Diez Mandamientos, además de los que cubrían los siete pecados
capitales, pero muchos de ellos se convirtieron en antiguos. Ellos
cambiaban según era necesario. La mentira y el adulterio son sólo dos de
los Diez Mandamientos que todavía están presentes. Los Duques se
especializan en cada curso de la vida basado en el estado de la sociedad
que este en ese momento. Mi padre se especializa actualmente en la
pornografía.
Sostuve una botella de agua en mi regazo, obligando de nuevo las náuseas
que trepaban por salir.
—He oído que tu padre tenía una buena racha con el alcohol el siglo
pasado —continuó—. Pero en esta era es la droga. Los Demonios sienten
un tirón en la dirección de su especialidad, y su descendencia siente una
idea de él también. Por ser mujer, es probable que tengas sentidos
adicionales, como ser capaz de decir cuándo otros tienen naturalezas
adictivas, ¿me equivoco?
Asentí con la cabeza, pensando en cómo lo vi en Jay.
—Pero ¿qué significado tiene ser mujer en eso?
—No estoy seguro, pero las mujeres Neph siempre parecen ser más
sensibles a las cosas. Intuición femenina o lo que sea. Las Hijas pasadas
de mi padre eran capaces de sentir a las vírgenes y la fertilidad, como hace
mi padre, pero yo no puedo.
—Eso es interesante. Bien, ¿qué más?
—Sip. Vamos a ver. Supongo que tú debes imaginar que las posiciones de
los duques son muy codiciadas entre los demonios. Todos quieren una
oportunidad en forma humana. Incluso ha habido guerras entre los
espíritus oscuros. Lucifer mismo preferiría estar en la tierra, pero está
destinado al infierno, junto con su brazo derecho y la mano izquierda de
guerreros, Belcebú y Ammadeus.
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—¿No pueden irse? —le pregunté, lo que mandó una oleada de alivio a la
superficie.
—No, no pueden. Lucifer vive vicariamente a través de los Duques y los
legionarios.
—¿Por qué hay tan pocos demonios en la tierra? Podía enviar a todos ellos
si quisiera, ¿no?
—Supongo que puede, pero todo se ejecuta como una especie de operación
clandestina, lo cual es irónico, ya que todo el mundo en el cielo debe saber
lo que los oscuros están haciendo. Pero Lucifer parece querer permanecer
bajo el radar, por así decirlo.
—Tiene miedo —pensé en voz alta.
—La cosa es que —dijo Kaidan, ignorando mi comentario—, los
Legionarios no puede hacer a los humanos nada. Ellos no pueden quitar el
libre albedrío de una persona. Ellos ponen ideas en la cabeza. Periodo.
Pero los seres humanos son egoístas por naturaleza. La mitad del tiempo
los demonios sólo les dicen lo que quieren oír, animando a sus instintos
egoístas.
Estas eran las cosas desagradables para oír. Kaidan pasó rápido a través
de esto, y me dio los hechos rectos como si citara de un libro de texto
demoniaco.
—¿Los Duques susurran a la gente? Quiero decir, ¿qué es lo que hacen en
realidad?
—No, no pueden susurrar en forma humana, pero tienen ciertas
habilidades verbales de la persuasión. El tejido de los Duques en la
sociedad, aterriza en posiciones de influencia sobre los líderes centrales
eléctricas y la sociedad.
—¿No tratan de convertirse en los líderes? —le pregunté.
—Nunca. Recuerda que el objetivo de su trabajo es conseguir que los seres
humanos se abran paso hasta la cima y rompan su propia alma en
pedazos, en el proceso.
La forma en que hablaba acerca de los humanos me hizo sentir triste. Era
imposible no pensar en las personas que estaban siendo manipuladas. El
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dolor del corazón. El hecho de que mi padre tuvo una mano dura en este
juego del mal.
Kaidan frunció el ceño y me dijo:
—Te has convertido en una llave.
Pasé mis manos sobre mis mejillas húmedas. ¡Ugh! Me hizo un gesto de
disgusto con la mano.
—Siempre lloro cuando estoy emocional, que es más o menos todo el
tiempo. Sólo ignórame y sigue adelante, por favor.
Suspiró y pasó un camión con remolque, y luego tomó un trago de agua
antes de continuar.
—De acuerdo, así que los Duques están ubicados estratégicamente
alrededor del planeta y se mueven de acuerdo sea necesario. Se reúnen
una vez al año para ver dónde cada demonio hará el mayor daño, excepto
aquellos que están encerrados, como tu padre. Hay tres Duques aquí en
los Estados Unidos en este momento: mi padre, tu padre, y Melchom, el
Duque de la Envidia. Cada Duque tiene una visita trimestral del demonio
mensajero personal de Lucifer, Azael. Ellos le dan un reporte de su trabajo
y del estado de la humanidad, el cual le es entregado a Lucifer. Oigo que
está satisfecho con cómo las cosas están yendo hoy en día.
—Pero los hombres también son buenos —discutí—. Estoy segura de que
mucha gente es resistente.
—Supongo, pero incluso los devotos tienen debilidades. Los demonios
tienen que tomar diferentes medidas con diferentes culturas, porque
algunas aceptan más el pecado, mientras que otras son más estrictas. Es
un tema de semántica y presentación. Se les ocurren medios ingeniosos de
promover el dolor y la apatía, al estilo de los esquemas de marketing.
Buscan placer. Comer, beber, y ser felices. Carpe diem.
—Vive cada día —susurré.
El hotel fuera de Albuquerque era una mejora de aquel de la primera
noche. Kaidan encendió su reproductor de música, ubicándolo sobre la
mesa de noche entre nuestras camas. Estaba comenzando a pensar en su
lista de reproducción como la banda sonora de nuestro viaje.
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Me dejé caer sobre la cama y decidí llamar a Patti. Me sorprendí cuando
tuve que encender el teléfono de Kaidan. Debió haberlo apagado en algún
momento durante el viaje. Ahora que lo pensaba, el día de hoy había sido
más pacífico sin oír el constante pitido.
Patti sonó aliviada de oír mi voz. Me pregunté qué cosas terribles se había
imaginado todo el día. Kaidan bajó el volumen de la música y salió al
balcón mientras hablábamos.
—Estaré en el jubileo todo el día mañana y el sábado —dijo—. ¿Qué tal si
te llamo tan pronto como llegue a casa estas dos noches que vienen,
probablemente alrededor de las once en punto… supongo que serían las
ocho en punto en tiempo de la Costa Oeste?
—De acuerdo, me aseguraré de tener el teléfono conmigo, entonces.
—¿Anna?
—¿Sí?
—¿Cómo está Kaidan? ¿Todavía se está comportando?
Me enrosqué en la cama y sentí una sensación de cosquilleo en mi
estómago cuando pensé en él.
—Sí —respondí—. Por favor no te preocupes por nosotros. Estamos
conociéndonos. Está enseñándome mucho.
—Bien —dijo ella—. Me alegra, pero aun así. Sólo se cuidadosa de no bajar
la guardia.
Patti me dio el número de teléfono del convento, y acordamos que yo la
llamaría cuando llegáramos a California para ver si la Hermana Ruth
estaba lo suficientemente estable para un visitante.
Colgamos después de intercambiar divertidos sonidos de besos y de reír.
Fui a la máquina expendedora en el corredor y traje dos botellas de agua.
De vuelta en la habitación subí el volumen de la música. Fui a la puerta
del balcón y miré a Kaidan desde atrás, mientras las aguas enfriaban mis
manos.
Me imaginé poniendo los brazos alrededor de él y apoyando mi mejilla
contra el medio de su espalda, pero él no era mío para que lo tocara así. El
beso de anoche había sido un golpe de suerte. Ya parecía como si hubiera
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~ 150 ~
sucedido hace mucho tiempo. No podía permitirme perderme de esa
manera de nuevo, especialmente ahora que había sido oficialmente
“advertida”.
Me paré junto a él y presioné una botella de agua junto a su antebrazo.
—Gracias —dijo, tomándola. Nos apoyamos contra la baranda, mirando
los somnolientos edificios y respirando aire cálido y seco. Nuestros brazos
se rozaron y pude oler su colonia dulce y selvática. Inhalé una respiración
embriagadora y decidí retroceder una vez más adentro. Necesitaba aclarar
mi cabeza, quizá correr un poco.
Volví a entrar y tomé mis ropas para correr, luego me cambié en el cuarto
de baño. Abrí la puerta del baño, deteniéndome cuando vi la bolsa de
artículos de tocador de Kaidan en el lavabo. Me vi dominada por la
curiosidad por su colonia o loción para después de afeitar, porque nunca
la había olido antes en nadie. Sintiéndome traviesa, metí un dedo en la
bolsa y espié. No había una botella de colonia. Sólo una navaja, espuma de
afeitar, cepillo de dientes, pasta de dientes, y desodorante. Tomé el
desodorante, saqué la tapa, y lo olí. No, no era eso.
El sonido de la profunda risa ahogada cerca de la puerta me hizo gritar y
dejar caer el desodorante al lavabo con un estruendo. Llevé una mano con
fuerza al pecho y tomé el borde del lavabo con la otra. Él rio con fuerza
ahora.
—De acuerdo, eso debe haber lucido realmente mal —le hablé a su reflejo
en el espejo, luego me moví con torpeza para levantar el desodorante. Le
puse la tapa y lo dejé caer en la bolsa—. Pero estaba intentando descubrir
qué colonia usas.
Mi rostro estaba en llamas cuando Kaidan entró en el pequeño baño y se
apoyó contra la mesada, cruzando los brazos sobre el pecho. Me alejé. Él
parecía entretenido por mi apuro.
—No he estado usando ninguna colonia.
—Oh. —Aclaré mi garganta—. Bien, no vi ninguna, así que pensé que
podía ser tu desodorante, pero tampoco es eso. Quizá sea tu detergente
para la ropa o algo. Sólo olvidémonos de eso.
—¿Qué es lo que hueles, exactamente? —Su voz tomó un matiz ronco, y se
sintió como si estuviera ocupando mucho espacio. No pude obligarme a
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mirarlo. Algo extraño estaba sucediendo aquí. Retrocedí, golpeando la
bañera con el talón mientras intentaba ponerle palabras al olor.
—No lo sé. Es como cítricos y el bosque o algo… hojas y savia. No puedo
explicarlo.
Sus ojos se hundieron en los míos mientras él llevaba esa sexy sonrisa
registrada suya, los brazos aún cruzados.
—¿Cítricos? —preguntó—. ¿Como limones?
—Mayormente naranjas. Y un poco de lima, también.
Él asintió e inclinó la cabeza hacia un lado para sacar el cabello de sus
ojos. Luego su sonrisa desapareció y su insignia latió.
—Lo que hueles son mis feromonas, Anna.
Una risa pequeña y nerviosa salió de mi garganta.
—Oh, de acuerdo, entonces. Bueno… —Miré el pequeño espacio que
estaba disponible para pasar por la puerta. Hice un movimiento incómodo
hacia allí, pero él movió el cuerpo y retrocedí una vez más.
—La gente usualmente no puede oler las feromonas —me dijo—. Debes
estar usando tus sentidos extras sin darte cuenta. He oído de Nephs que
pierden el control de sus sentidos con ciertas emociones. Miedo,
sorpresa… lujuria.
Froté mis brazos con las manos, queriendo solamente desviar la
conversación fuera de la zona de peligro.
—Sí, y me cuesta controlar el aroma a veces —balbuceé—. Incluso se aleja
de mí cuando duermo de vez en cuando. Me despierto pensando en los
rollos de canela de Patti y termina viniendo del departamento de alguien
más. Luego sólo estoy atascada con el cereal. De todas formas…
—¿Te gustaría conocer tu propio aroma? —me preguntó.
El corazón se hinchó en mi pecho y se volvió a apretar hasta ser pequeño.
Toda esta cosa del aroma era demasiado sensual para ser discutida en
este pequeño espacio. En cualquier segundo mi cuerpo traidor estaría
emitiendo algunas de esas feromonas y habría rojo en mi aura.
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—Uh, no realmente —dije, manteniendo mis ojos desviados—. Creo que
probablemente debería irme.
Él no hizo intento alguno de apartarse de la puerta.
—Hueles a peras con tonos de fresa.
—Wow, de acuerdo. —Aclaré la garganta, todavía negándome a hacer
contacto visual. Tenía que salir de allí—. Creo que yo sólo… —Señalé la
puerta y comencé a pasar junto a él, haciendo lo mejor que podía para no
rozarlo. Finalmente dio un paso atrás y puso las manos a los costados
para mostrar que no iba a tocarme. Me libré de los confines del baño y
respiré profundamente.
Zapatillas. Necesitaba conseguir mis zapatillas. Busqué en mis cosas en el
piso y las encontré, metiendo mis pies y atando los cordones. Por supuesto
que Kaidan Rowe sabía cómo olían las fresas. Probablemente había
tomado un curso de flores durante el entrenamiento de lujuria.
—¿Vas a algún lado?
En mi vista periférica lo vi de pie en la puerta del baño. No encontré su
mirada, temerosa de que fuera tan tormentosa como estaba de nuestro
beso.
Me puse de pie y miré el reloj. Eran las nueve.
—Sí, voy a correr.
—¿Te importa si te acompaño?
Dejé salir una exhalación decidida y lo miré ahora.
—Sólo si haces algo por mí. —Él levantó las cejas en respuesta—.
Enséñame a esconder mis colores.
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Capítulo 13
Ocultar las emociones
Traducido por maleja.pb, SOS LizC y SOS Shadowy Corregido por Angeles Rangel
l silencio entre nosotros mientras corríamos era cómodo. No pasó
mucho tiempo para ajustar nuestros pasos e igualarlos entre sí.
Pasamos junto a un centro comercial cercano y nos dirigimos
hacia las colinas. Aparte del auto en movimiento ocasional, nos quedamos
solos.
Nos encontramos con un grupo de rocas subimos lo más alto que
pudimos. En la parte superior, Kaidan se echó hacia atrás, con las manos
E
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~ 154 ~
detrás de su cuello. Me quedé sentada con las piernas cruzadas, junto a él.
Miré al cielo sin obstáculos, jugueteando con mis zapatos.
Kaidan estaba tan tranquilo que pensé que se había quedado dormido.
Volteé hacia abajo y lo encontré mirando a las estrellas. Una de sus manos
descansaba sobre su abdomen, y la otra estaba a su lado, cerca de mí. Era
una mano fuerte, con largos dedos, nudillos masculinos, y las uñas cortas.
Poseída por un instinto básico, deslicé mi mano en la suya. Por un
segundo horrible esperaba que se alejara de mí, pero no lo hizo. Siguió
mirando hacia arriba, aunque su respiración pareció detenerse. Deslicé
mis dedos entre los suyos. No se sentía nada cuando Patti y yo nos
agarrábamos de la mano o cuando Scott me agarró la mano y me condujo
a través de la fiesta. Este sentido íntimo, pero dulce. Tanto para mi temor
saludable.
Algo se escurrió por debajo de nosotros en la tierra, tal vez un lagarto. Me
gustan lagartos. O podría haber sido un escorpión o una serpiente. Esas
posibilidades me hicieron temblar.
—¿Tienes frío? —preguntó.
—No, sólo pensaba en reptiles venenosos.
Él rió entre dientes. Yo esperaba que tuviera un cuchillo con él, por si
acaso. Me pregunté cómo nuestros cuerpos reaccionarían al veneno.
—¿De verdad me vas a enseñar a ocultar mis emociones? —le pregunté.
Levantó la cabeza y me miró.
—Está bien. —Cuando se incorporó, a regañadientes separó los dedos y
quitó su atención de eso.
—Dijiste que puedes bloquear las emociones que sientes por los cercanos a
ti —dijo Kaidan—. ¿Cómo haces eso?
—Yo como que lo ignoro cuando se trata de mí y me obligo a no pensar en
ello.
—Esto podría ser similar. Imagina cada emoción como algo físico en tu
mente, un objeto de tu elección, y luego imagínate físicamente
empujándolo o tirando lejos una manta por encima. Cualquier cosa que
funcione para ti. O, como has dicho, ignóralo, pretender que no está ahí.
Sé el jefe de tu mente. Vamos a concentrarnos en una emoción positiva en
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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primer lugar. Piensa en Patti.... Bueno, puedo ver tu amor por ella.
Empieza con eso.
Me imaginé mi amor por ella como algo físico, una almohada mullida. La
había compactado en una luz rosa claro y la pateé con un pie imaginario
tan duro como pude. Kaidan pasó los ojos por encima de mí y su boca
hacia atrás con una expresión impresionado.
—¿Se desvanece? —le pregunté.
Él asintió con la cabeza, y me quedé muy sorprendida. ¡Tal vez yo podría
hacer esto! Era diferente a bloquear las emociones de los demás, porque
tenía que concentrarme más. Desviar algo desde el exterior era más fácil
que capturar lo que estaba dentro de mí y manejarlo.
—Eso fue rápido. Eres buena. Ahora algo un poco más desagradable. Algo
que te hace enojar y sentir triste.
Pensé en mi padre y las palabras que dijo el día de mi nacimiento. Me di
cuenta ahora que tiene que haber sido sarcasmo puro. No podía haber
significado para mí que me mantuviera alejada de las drogas, se supone
que es mi trabajo, ¿verdad? ¿Por qué no había intentado hacerme trabajar
todos estos años?
—Lo que sea que estés pensando, no te hace enojar. Prueba con esto.
Piensa en la persona que te drogó y trató de aprovecharse de ti. Piensa en
todas las chicas con las que probablemente tuvo éxito.
—¿Crees que se lo ha hecho a otras chicas?
—Las personas que se comportan de esa manera suelen ser reincidentes.
Mi estómago se apretó. ¿Qué pasa si Kaidan no hubiera estado allí esa
noche? ¿Cuánto Scott había tomado las cosas? ¿Todo el camino? Pensé en
las víctimas de violación, la forma en que a menudo se sentía culpable. Yo
sabía que me hubiera culpado.
—Bien —murmuró Kaidan—. Ahora.
La ira surgió dentro de mí y yo lo canalicé en una pelota de béisbol en
espiral. La hice girar y bateé la emoción lejos. Fue un jonrón. Y se sentía
bien.
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La ira hacia Scott todavía estaba en algún lugar dentro de mí. Yo no
estaba haciendo mis emociones desaparecer. Ellas simplemente estaban
ocultas por la parte de mi cerebro que les mostraba.
Me pasé una hora practicando cómo Kaidan me llevó a través de las
emociones: alegría, tristeza, miedo, ansiedad.
—Esto es casi demasiado fácil para ti, ¿no? —dijo Kaidan, inclinándose un
poco más cerca—. Estoy muy impresionado. —Él rozó mi mejilla con el
dorso de la mano, y mi corazón dio una serie rápida de golpes.
Ignorarlo. Desviarlo. Oh, mierda, esto es más difícil que los sentimientos de
otros.
—Ya sabes, para que conste, Anna, no voy a pensar menos de ti si tú
cambias de opinión acerca de hacer las cosas que mi padre espera.
Me quedé inmóvil mientras su mano se fue alrededor de mi tobillo y hasta
la pantorrilla, ahora afeitada, moviéndose hacia arriba hasta que sus
dedos dieron una tentadora caricia contra la parte posterior de la rodilla.
Sus ojos me miraban mientras hablaba, y mi respiración se hizo rápida y
superficial.
—Es sólo tú y yo aquí en este momento, Anna. Sentí que regresaba a la
vida cuando nos besamos, y sé que tienes miedo de eso. Miedo a dar
rienda suelta a ese otro lado de ti misma. Pero tú no tienes que
preocuparte. Lo puedo manejar.
Un estremecimiento me atravesó. Por un momento, mis pensamientos
estaban demasiado distraídos para comprender la sensación en mi mente.
Su mano caliente se abrió camino hasta la parte posterior de la pierna y
me agarró por la muñeca. Me obligué a tomar incluso las respiraciones y
envolver mis manos mentales en torno a esta lujuria por él. Se inclinó más
cerca. Podía sentir su aliento contra mi cara y yo sabía que podía sentir el
mío.
La mirada que Kaidan me dio fue expectante, más que seductora. No
dejaba de robar miradas a mi pecho. Su mano estaba todavía en la parte
posterior del muslo, un pulgar acariciando la piel sensible allí.
Negué con la cabeza y tomé el sentido contrario a lujuria y el deseo, la
compacté en un balón de fútbol de rojo y negro y lo pateé en la red. ¡Gol!
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—No —le dije a Kaidan.
Él apartó la mano y se echó hacia atrás.
—Lo siento, tuve que jugar sucio. Algunas personas trabajan mejor bajo
presión. Ahora, si no te importa, yo probablemente debería marcharme.
Saltó de la roca, aterrizando sobre sus pies, y me observó mientras
caminaba alrededor de las rocas gigantes y suciedad, pateando piedras y
haciendo una serie de estiramientos de brazos y el cuello. Cinco minutos
más tarde regresó a mí. Su voz era tranquila.
—Vamos —dijo él, extendiendo su mano.
Y como le dejé que me ayudara, yo sabía a ciencia cierta que a pesar de
que sólo había estado montando un espectáculo para probar mi nueva
habilidad, si yo hubiera dicho que sí, no habría dudado en llevarme para
arriba con él. Me quedé en silencio todo el camino hasta el hotel.
Después de la carrera y la lección, me senté con las piernas cruzadas
sobre la cama, pasando los canales locales de la televisión mientras
Kaidan se duchaba. Cuando salió, su pelo estaba oscurecido por el agua, y
él estaba sin camisa. Sus pantalones cortos holgados, dejando al
descubierto la parte superior de sus boxers. Fue una buena oportunidad
para practicar esconder mis emociones. Las empujé y obligué a mis ojos
abiertos a volver a la pantalla de TV.
Se inclinó y sacó una camiseta Henley de su bolsa. Una vez que se vistió,
pasó una mano por el pelo mojado y se aclaró la garganta.
—Bien, entonces. Voy a, um, estaré fuera por un rato.
¿Él iba a salir otra vez? oculté mis emociones, pero estaba segura de que el
dolor era evidente en mi rostro por la forma en que miraba lejos de mí,
sacudiendo la cabeza. Apagué el televisor y lo miré.
—No te vayas. —Deseé poder arrebatar las palabras en el aire y meterlas
de nuevo en mi boca.
—Tengo que trabajar, Anna. Ya sea allí o aquí.
Él me miró con desafío, y yo estaba atrapada en el interior de esa mirada
tormentosa de nuevo.
—No cambiaría tomar una noche libre.
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—¿Es así? —Alzó la voz ahora, y apretó los puños—. ¿Dice la muñequita
que nunca ha tenido que trabajar un día en su vida?
Debería haber cerrado mi boca, pero por supuesto que no podía.
—No es como si los demonios están monitoreando tu comportamiento —le
dije.
Cerró los ojos y sostuvo el dedo índice hacia mí. —No me empujes, Anna.
Tú no sabes de lo que estás hablando. —Había un trasfondo latente en su
voz, como parecía que luchaba con un torrente de emociones. Seguí
adelante, sintiéndome temeraria cuando alcé mi voz.
—¡Se puede tener una noche sin sexo! No puedes simplemente…
Un astillado accidente me hizo gritar y saltar hacia atrás en la cama. Con
sólo deslizar un brazo enojado, Kaidan había enviado una lámpara de
cristal volando de la cómoda, donde se golpeó contra la pared. Me señaló
con los ojos llameantes.
—Tú. No lo hagas. ¡Entendido!
Contuve la respiración y no me moví. Nunca había visto a nadie tan loco,
sobre todo no contra mí.
—No esperé hasta este momento. —Su voz era ronca cuando pasó junto a
mi cama y salió de la habitación, cerrando la puerta detrás de él.
Me senté allí durante unos minutos, sorprendida por cómo mis palabras
tenían el poder de tocar un nervio en él. La lámpara estaba más allá de la
reparación en el suelo. Bajé y recogí los pedazos más pequeños con manos
temblorosas, tirándolos a la basura. El temperamento de Kaidan sólo le
costó una lámpara rota realmente fea. Esperaba conseguir un golpe en la
puerta del personal del hotel acerca de la conmoción, pero nadie vino
nunca. Cuando lo limpie todo hasta que me senté en la cama andando por
las nubes, pensando en todo durante un tiempo antes de decidirme ir a la
cama.
Las sábanas eran suaves sobre mi cuerpo cansado. Un agotamiento
repentino me golpeo mientras respiré hondo y solté el aire. No quería
pensar en el trabajo de Kaidan. Dije una oración en silencio, mirando
hacia el techo.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 159 ~
Kaidan me despertó a la mañana siguiente. Ninguno de los dos habló
mientras nos preparamos y cogíamos nuestras maletas. Bajamos para
tomar ventaja del desayuno continental del hotel.
Era extraño ver a Kaidan Rowe hacer algo tan ordinario como dejar caer
un bagel en una tostadora. Todo parecía más substancial alrededor de él.
Me atrapó mirándolo.
Llevé mi plato a la mesa, deseando que no fuera tan perspicaz todo el
tiempo. Dos chicas de nuestra edad susurraban y se daban un codazo
entre sí hacia Kaidan en la estación de pan. Vestían camisetas sin mangas
y micro-pantaloncillos sobre trajes de baño.
Tomé un queso danés y estiré mi audición en lo más mínimo. Por el rabillo
del ojo vi que una de las chicas miraba hacia mí, luego empujó a la otra
chica con la cadera, haciéndola chocar contra Kaidan.
—Uups, lo siento —dijo ella. La insistente rió.
—No hay problema. —Su voz era seductora, pero aún llevaba ojos
somnolientos. Se centró en el queso crema.
—¿Es tu novia la de ahí?
Oh-oh, pensé. Podía sentirlos mirando hacia mí, y presté mucha más
atención al melón en mi tenedor.
—Ah, sólo una amiga, en realidad.
Uff.
—¿Te quedas aquí en el hotel esta noche? —preguntó.
Qué atrevido de su parte.
—No, nos vamos enseguida.
—Mi prima piensa que eres ardiente…
—¡Oh, santo cielos, cállate! Así que…
Bien, volvamos a la audición normal para mí, gracias.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 160 ~
Después de unos minutos, Kaidan se sentó frente a mí. Se quedó mirando
a mi pecho y levantó las cejas en señal de desaprobación. ¡Maldición! Me
olvidé de mis colores. Mantener la emoción oculta era un trabajo duro y
constante.
—Nunca un momento aburrido —dije, después de conseguir el control. El
retorcijón en mi estómago hizo que mis palabras sonaran mezquinas. Su
boca se alzó mientras mordía un gran bocado de la rosquilla, la cual
estaba quemada.
—Eres linda cuando estás celosa. —Se metió el bocado en la boca.
Mis ojos se abrieron de par en par y los entrecerré entonces.
—Además —dijo—, sólo son un par de bobas.
Miré a las chicas ahora sentadas en una gran reunión de los miembros de
su familia, jóvenes y viejos, en completa alegría. Habían sido tan
descaradas con un completo desconocido, aprovechando el día.
—Anna... —Kaidan vaciló, y levanté mi mirada a la suya—. Er, no soy muy
bueno en toda la cosa de pedir disculpa. —Movió trozos de pan quemado
alrededor de su plato.
—Oh —dije—. Bueno. Está bien. Sólo fue un accidente.
—No. —Sacudió la cabeza, arrastrando el final de la palabra—. La gente no
pierde sin querer los estribos y rompen cosas. Fue una decisión
consciente.
—Bueno, ya lo superé. Vamos a olvidarnos de ello.
Me miró parpadeando, pareciendo sorprendido por mi fácil perdón. Le di
una pequeña sonrisa y tomé un sorbo de mi jugo. Se echó hacia atrás en
su silla y me observó.
—¿Cómo está tu jugo de naranja, Ann? ¿Cuenta con un toque de limón?
El vaso se detuvo en mis labios mientras procesaba su insinuación, y me
tomó un segundo en asegurarme de que mi turbación permaneciera
escondida en mi interior. Dejé la bebida deslizarse sobre mi lengua un
momento antes de tragar y contestar.
—En realidad está un poco ácido —dije, y él se rió.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 161 ~
—Es una lástima. —Tomó una pera verde de su plato y la mordió,
lamiendo el jugo que goteaba hacia abajo por su pulgar. Mis mejillas se
calentaron a medida que dejaba mi vaso en la mesa.
—Bien, ahora estás siendo crudo —le dije.
Sonrió con satisfacción perezosa.
—No tengo idea de qué estás hablando. Estoy disfrutando de mi desayuno.
—Tomó otro bocado y sacudí la cabeza. El muchacho tenía un gran efecto
en mí, pero parte del factor conmocionante estaba empezando a
desaparecer, y me encontré estando menos ofendida por su naturaleza
incorregible.
Terminamos de comer y Kaidan sacó un mapa en su teléfono.
—Vamos a estar en la carretera cerca de diez horas de hoy. La Institución
Correccional Federal está a las afueras de Los Ángeles, Patti dijo que las
horas de visita de mañana son desde las diez hasta la una.
Una oleada de náuseas me hizo inclinarme hacia delante y apoyar la frente
sobre la mesa.
—No te preocupes, cariño.
Sus palabras me trajeron consuelo, y levanté la cabeza.
—¿Crees que tal vez pueda conducir un poco hoy? —pregunté—. Podría
ayudarme a liberar mi mente.
Sacó las llaves de su bolsillo y las sostuvo en frente de mí.
—Puedes tener el primer turno.
Pasamos un montón de reservas de nativos americanos en Nuevo México.
Muchas de ellas estaban iluminadas con luces de neón de casinos. A
medida que nos sumergimos en un valle poco profundo, una reserva
circular unida apareció a la vista. Lo más turístico de todo fue un tipi de
colores brillantes en frente de una pequeña tienda.
—¿Te importa si nos detenemos? —pregunté.
Kaidan levantó la vista del juego que estaba jugando en su teléfono. —No,
en absoluto.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 162 ~
Entré en el polvoriento estacionamiento. El sol era brillante y caliente
mientras bajaba del auto. Ahuequé mi mano sobre mis ojos para
protegerlos. El calor seco hacía que mi piel se sintiera marchita y sedienta,
como la tierra reseca y agrietada en la que caminábamos. El exterior de la
tienda era una genuina pieza de arquitectura de adobe, pardo rosado, con
esquinas y bordes redondeados. Una mujer con un aura amarilla suave se
sentaba junto a la entrada, tejiendo en un telar tradicional.
En el interior, nos paramos en una gran sala que olía a tierra dulce y
cedro. Las paredes estaban cubiertas con mantas tejidas a mano con
intrincados diseños y patrones. Mesas alrededor de la sala mostraban
joyería colorida. En la esquina había un enfriador de bebidas antiguo que
debe haber tenido cincuenta años.
Una pareja se sentaba en una mesa pequeña al lado. Un anciano y una
mujer de un color de piel que combinaba con el rico color de la tierra,
ambos con largo pelo negro y gris retirado de sus caras. Nos saludaron con
simpáticos asentimientos y sonrisas.
Fui a su mesa y los observé trabajar por un momento. Ella estaba
ensartando pequeñas cuentas en una pulsera a mano, creando un
elaborado diseño. Él estaba tallando un trozo de madera. Podía distinguir
las patas traseras de un caballo. Increíble. Hacían que el arte se viera fácil
en sus manos experimentadas.
Caminé alrededor de la tienda. Cientos de animales de madera de todos los
tamaños nos miraban de vuelta desde las paredes. Lobos y coyotes
parecían ser los más populares. Kaidan examinó un águila con sus alas
extendidas.
—Increíble detalle —dijo. Su apreciación me alegró, ya que él no mostraba
mucha admiración por los seres humanos, en general.
Pasé mis dedos sobre una áspera manta de tiro mientras me movía por la
habitación, y entonces vi una mesa llena de joyería turquesa y ámbar. Me
acerqué y toqué varias de las piedras lisas.
Un collar delicado y exquisito atrapó mi atención, hecho de plata con un
amuleto turquesa naturalmente en la forma de un corazón deforme. Era
una de las cosas más bonitas que jamás había visto. Miré la etiqueta de
precio y me resistí. Me habría costado todo el dinero que había traído.
Estaba segura de que valía todo eso, pero aún así. Lo puse de nuevo abajo.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 163 ~
—¿Ves algo que te guste? —preguntó Kaidan. No lo había oído acercarse.
—Sí. Todo es hermoso, ¿no es así?
—¿Puedo… darte algo?
Una oleada de calor fluyó a mi cara por la sorpresa de su oferta. Mantuve
mis ojos sobre la mesa.
—Oh. No. No necesito nada, pero gracias.
Estaba parado tan cerca que mi hombro tocaba su pecho y tenía miedo de
que pudiera escuchar mi corazón galopando.
—Supongo que sería mejor que volviéramos al camino.
—Sí.
Me volví hacia la pareja amable y les di las gracias. Ambos asintieron a su
manera tranquila. Kaidan señaló el enfriador de bebidas mientras nos
íbamos.
—Nos conseguiré bebidas así no tenemos que parar de nuevo por un rato
—dijo, entregándome las llaves.
Entrecerré los ojos mientras caminaba de vuelta afuera, ahuecando mis
manos sobre mis ojos. Difícilmente podía ver, estaba tan brillante. No
habíamos estado en la tienda por mucho tiempo, pero el interior del
vehículo ya estaba ardiendo con el calor. Encendí el motor y el aire
acondicionado. Mientras estaba sentada en el auto caliente con el aire
arremetiendo, vi a la mujer tejiendo afuera y me pregunté cuántos
demonios susurrantes estaban involucrados en el atropello de las culturas
Nativas Americanas a lo largo de la historia.
La zancada de las piernas bronceadas de Kaidan en sus holgados
pantalones cortos de patinador me sacó de mi ensimismamiento. Subió y
puso las bebidas frías en los portavasos.
—Nuevo México es mi estado favorito —declaré mientras entrabamos en la
I-40.
—Estoy esperando para verlo todo antes de decidir. Y por cierto, tu forma
de conducir no es tan mala. Esperaba estar aterrorizado.
—¿Por qué?
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 164 ~
—Me imaginaba a una pequeña ángel tímida y demasiado cautelosa, pero
tienes un pie de plomo impresionante7.
Ups.
—Tu auto se mueve tan silenciosamente —dije—, que no me doy cuenta de
lo rápido que voy. Encenderé el regulador de velocidad a partir de ahora.
—No te preocupes. Mantendré un oído pendiente por policías —me dijo.
—¿Estaremos pasando el Gran Cañón? —pregunté—. Siempre he querido
verlo.
Kaidan sacó el mapa y lo estudió.
—Está un poco fuera del camino, más de una hora. Pero, ¿qué tal esto?
Podemos ir en el camino de vuelta, ya que no tendremos una crisis de
tiempo.
No sabía si era el aire del desierto o qué, pero me sentía a gusto. Todavía
tenía miles de preguntas para Kaidan, pero no estaba de humor para otra
conversación pesada todavía. Me gustaba hablar con él. Todavía nos
estábamos guardando, y no era ni de cerca tan despreocupado como
hablar con Jay, pero estaba empezando imaginar mantener a Kaidan en mi
vida como un amigo después de este viaje. El tiempo nos ayudaría a
olvidar el beso. Mi flechazo por él se desvanecería. Si pudiera dejar de
analizar cada toque y cada mirada, entonces tal vez podría funcionar. Me
prometí en ese momento: No más celos. No más coqueteo. No más
lujurioso deseo por el elusivo Kaidan Rowe.
7 Expresión para las personas que manejan muy rápido.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 165 ~
Capítulo 14
El reidor
Traducido por Caami y flochi Corregido por Angeles Rangel
rizona estaba competiendo con Nuevo México para ganar el
título del estado favorito, con las vistas más impresionantes de
las montañas color rojo. En un momento dado, el camino
parecía estar tallado directamente a través de una grieta entre dos altas
montañas. Subidas de mucha pendiente nos rodeaban por ambos lados, y
las señales premonitorias nos advertían de las rocas resbalosas, como si
no hubiera un lugar al que escapar. Miré por la ventana con asombro
mientras conducía.
Había una cosa que tenía que hacer mientras estábamos en el suroeste.
—¿Te gusta la comida mexicana? —le pregunté.
—No hay muchos alimentos que no me gusten.
A
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 166 ~
Debí haber adivinado. Estaba segura de que podría encontrar un lugar
perfecto para comer cuando nos detuviéramos en un pueblo cerca de
Flagstaff esa tarde. Evité los restaurantes de cadena ocupados hasta que
encontré lo que estaba buscando: un cuchitril pintoresco como el que
frecuentaba en la vuelta a casa de Patti.
—Interesante elección —dijo Kaidan.
—Confía en mí.
Mi boca se hizo agua con los aromas de chiles y maíz frito en el interior.
Una pared estaba pintada con un mural de una mujer bailando Latina,
una falda colorida fluía a su alrededor. La música de mariachi estaba
tañida por encima.
Una camarera nos llevó a una cabina privada con respaldos altos y un
arco de ladrillo en el extremo. Un chico trajo unos nachos calientes y un
tazón de salsa.
Cerré los ojos para una rápida bendición y los abrí para encontrar a
Kaidan mirándome, un nacho cargado de salsa en la mano.
—¿Haces eso en cada comida?
—Si. —Tomé un nacho y lo sumergí—. Y todas las noches antes de dormir.
Llevamos nuestros pedazos al mismo tiempo, y un segundo más tarde
ambos alcanzamos nuestras aguas con hielo, los ojos desorbitaos.
—Picante —dije, casi chupando el vaso.
Kaidan se rió y se limpió la frente con la servilleta. Debería haber sabido
que no habría cosas cobardes aquí.
Un camarero se acercó y le dimos nuestros pedidos.
—No te vi rezar en la noche —dijo Kaidan después de que el hombre se
fue.
—No es necesario ponerme de rodillas o decirlo en voz alta. Sólo lo digo en
mi cabeza mientras me acuesto.
Él estaba pensativo mientras comía los nachos. Nuestra comida llegó
súper rápido. Las fajitas de Kaidan chisporroteaban y emitían un olor
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 167 ~
humeante de comino y cebolla dulce. No hablamos ni una palabra hasta
que habíamos terminado, excepto cuando Kaidan dijo:
—¿Puedo? —Y ensartó la mitad de mi enchilada de carne mechada.
Cuando terminó, Kaidan tiró la servilleta sobre la mesa en señal de
rendición.
—Me comprometo a confiar en tus decisiones a partir de ahora —dijo,
estirando y dándole palmaditas a su estómago.
Le entregué las llaves.
Teníamos una gran vista de una cordillera de las montañas nevadas a lo
lejos mientras pasábamos por Flagstaff. Había árboles de nuevo ahora, los
pinos gigantes se extendían hacia arriba.
Mi estómago se hizo un nudo en la señal de California, y a cuenta atrás del
kilometraje hasta Los Ángeles. Kaidan debió haber notado mi rodilla
rebotando locamente, porque trató de distraerme de mis pensamientos.
—No me has preguntado nada en años —dijo.
—Vamos a ver. Bien. Demonología Básica 101. ¿Cómo puede un demonio
entrar en un cuerpo?
—Bueno, es difícil que dos almas sanas posean un cuerpo a la vez. El alma
humana no puede simplemente ser empujada fuera del camino. Estoy
seguro de que, ¿viste películas sobre exorcismos?
—Oí hablar de ellas, pero nunca vi ninguna.
—Esas historias son ejemplar de posesiones que salieron mal, por lo
general algún espíritu Susurrador insatisfecho quiere crear problemas. El
alma del demonio y la humana luchan por el cuerpo y el cuerpo se
desgasta. Se puede conseguir sangrar. La mayoría de las veces termina en
muerte.
Qué horrible manera de morir.
—Los demonios y los ángeles tienen libre albedrío, pero las reglas todavía
se aplican. Los demonios tienen prohibido dañar físicamente a los seres
humanos, y eso incluye las posesiones. ¿Me estás siguiendo? —Asentí, y él
continuó—. Los Duques pasan mucho tiempo en los hospitales y salas de
emergencia mientras buscan un nuevo cuerpo en su forma de espíritu.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 168 ~
Cuando la gente está a punto de morir y pierde la voluntad de vivir, las
almas apenas cuelgan de sus cuerpos, como un diente flojo. Los Duques
sólo pueden apretar el alma humana y liberarla sin protestas, a
continuación, entran en el cuerpo antes de que muera y lo sanan con sus
poderes. Ellos curan más rápido que nosotros. Podrían compartir cuerpos
cuando las almas humanas son así de débiles, pero lo dificultan sus
competencias dentro del cuerpo, por lo que prefieren ser los únicos
habitantes.
—¿Cómo deciden a quién elegirán? —le pregunté.
—Ahí es donde puede ser difícil. Buscan jóvenes o de mediana edad con
perfiles bajos, de preferencia alguien que no está rodeado de una gran
familia cariñosa. Es demasiado esfuerzo si hay humanos que los buscaran
cuando desaparece la persona. Algunos Duques quieren cuerpos
atractivos, algunos quieren parecer más rudos. Puede tomar un tiempo
encontrar a la persona perfecta, pero el tiempo no les importa. Además, los
Duques disfrutan de tener la oportunidad de susurrar a los seres
humanos cuando están buscándolos y esperándolos. Un hospital es
perfecto para trabajar, porque las emociones ya son muy altas.
—Eso es repugnante —murmuré.
—En cuanto a esperanza de vida —continuó—. Seres humanos normales
pude vivir arriba de ciento veinte años en estos días, pero su esperanza de
vida es más baja debido a cuestiones relacionadas con la salud. Los
Duques y los Neph no tienen esos problemas, por lo que nuestros cuerpos
pueden hacer mucho. No somos inmunes al envejecimiento, sin embargo.
Un cuerpo se desgasta, no importa cuán saludable sea. Los Duques
descartan sus cuerpos antes de llegar a ese punto. Luego pasan al
siguiente cuerpo, y construyen una nueva identidad falsa.
—¿Qué sucede cuanto dejan los cuerpo? —prevee zombis.
—Si no hay otra alma habitándolo, el cuerpo asemeja la muerte por un
paro cardiaco.
—Ah. Me he estado preguntando acerca de las almas Nephilim. ¿Son
nuestras almas mitad demonio?
La boca de Kaidan se alzó. —Las preguntas que me haces me recuerdan a
cuando yo era un niño. Le pregunté lo mismo a mi padre.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 169 ~
Traté de imaginarme a un curioso y joven Kaidan mirando al demonio en
su vida, desesperado por su atención. Me hubiera gustado conocer a ese
niño.
—No —respondió—, nuestras almas no son mitad humano ni demonio.
Nosotros tenemos almas Neph únicas, pero como hijos de Ángeles Oscuros
nuestras almas están marcadas con manchas demoníacas.
No me gustaba como sonaba eso.
—Creo que en tu caso tiene un parche de ángel bloqueado por ahí,
también —agregó.
Divertido.
—Hay algo más acerca de lo que estoy confundida —dije—. Si tuviera un
hijo algún día, ¿el parto me mataría?
—Sí, lo haría. ¿Por qué? ¿Estás pensando en concebir?
Le di a su brazo un pequeño golpe y sonrió, pero se puso serio de nuevo
antes de responder. —No estoy seguro de por qué, pero nadie sobrevive.
Pensé en mi madre cantando, y en su amor por mí dentro de ella. Debió
haber sabido que no iba a vivir para abrazarme, y sin embargo ella
irradiaba alegría pura.
—¿Fuiste capaz de sentir los sentimiento de tu madre cuando estaba
embarazada de ti? —le pregunté.
—Sí, supongo que era porque estábamos compartiendo una fuente de vida.
Podía sentir incluso momentos de afecto dirigidos hacia mí, incluso breves
destellos de amor, pero sobre todo se desesperaba. No hay duda de que
ella sufría por la obsesión con mi padre, pero él la veía sólo como un
recipiente para su uso. Ella fue escogida por su belleza, y por las
características físicas de su familia que la complementaban. Cuando era
muy pequeño, le pregunté a él qué le había pasado a ella y dijo: “Tú la
mataste, la avergonzaste también. Ella era agradable a la vista”.
Levantó una mano y pasó los dedos por su pelo, bloqueando mi punto de
vista a su cara así que no pude ver ningún tipo de emoción que podría
haber estado allí. Tuve una imagen violenta de patear al padre de Kaidan
en sus preciadas partes de la lujuria. Se aclaró la garganta y comenzó de
nuevo.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 170 ~
—Mi padre ha tenido un niño en cada vida, todos entrenados en la música
y los modales, y muy educados.
Afirmó los hechos sin ningún tipo de interés.
—¿Algunos de ellos continua con vida?
—No.
—Es posible que tengas parientes por ahí. ¡Tal vez yo también!
—No, no tenemos. No te emociones. No existen descendientes.
—¿Por qué no? —pregunté.
—Los detalles no son importantes.
—Son importantes para mí.
—Por favor, Ann, no ahora. Te voy a contar todo después, pero no ahora.
No estoy de humor para tus lágrimas. Ha sido un buen día.
No quería ser protegida a través de la ignorancia. Odié la idea de que
pensara que lloraría, y odié incluso más el hecho de que probablemente él
tuviera razón. Kaidan señaló hacia afuera de la ventanilla a un cartel.
Estábamos entrando a California.
Respiré profundamente. Mañana iría a prisión y conocería a otro de los
Duques de Lucifer. A mi propio padre.
¿Qué era lo peor que podría pasar? Si me preparaba, entonces no dolería
increíblemente. Podía rehusarse a verme. Podía verme, pero ser odioso y
grosero y decirme que nunca más volviera. Sin importar qué, yo me
encontraría bien. No lo necesitaba, me dije. Necesitaba conseguir
información de su parte, sí. Pero tenía a Patti para darme amor.
—¿Puedo usar tu teléfono? —pregunté.
Me lo entregó, y saqué el papel con el número del convento. Una mujer
respondió a la tercer llamada.
—Convento de Nuestra Madre María, esta es al Hermana Emily al habla.
—Hola, Hermana Emily, mi nombre es Anna Whitt…
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 171 ~
—Ah, sí. La Hermana Ruth ha estado esperándote, y haga lo que haga, no
transmitirá un mensaje de ningún tipo. Insiste en verte.
La esperanza burbujeó dentro de mí.
—Por eso es que estoy llamando. En este momento estoy en California.
Quiero ir a verla de inmediato.
—Desafortunadamente la Hermana Ruth ha estado en estado de coma
durante las últimas veinticuatro horas. Esta no es la primera vez. Ha
salido antes, así que esperamos que lo haga nuevamente.
—¿Creen que pueda ir y sentarme a su lado?
—Querida, contamos con alguien sentado al lado de ella todo el día. ¿Por
qué no me das un número de teléfono donde pueda contactarte?, y te
dejaré saber el momento en que ella… es decir, si está bien para verte.
—Sí, por favor —dije—. Por favor, llámeme en el segundo en que despierte;
no me importa si es a la mitad de la noche.
Cerré los ojos tras colgar. Por favor, no dejes que muera todavía.
—Tengo curiosidad sobre algo —dijo Kaidan.
—¿Sí?
—¿Sientes las influencias del pecado, o tan solo eres extremadamente
controlada? Porque incluso cuando te he visto sentir emociones oscuras,
es muy breve.
Pensé en ello.
—Claro que siento la tentación, pero soy realmente consciente de ello, así
que puedo aplastar la mayoría de los impulsos antes de que tengan tiempo
de presentarse. Las reglas están destinadas a protegernos, así que las sigo.
Algo podría sentirse bien en el momento, pero las consecuencias dan
miedo. —Me detuve—. Eso suena patético, ¿no?
—Solo es… fascinante, eso es todo. ¿Entonces nunca te has abierto al
pecado?
—Desobedecí a Patti cuando me dijo que me mantuviera alejada de ti.
—Cierto. Recuerdo esa vez. Así que solo una, ¿entonces?
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 172 ~
—Hubo otra vez… —Pensé sobre las dos chicas en el baño y me detuve,
palideciendo.
—¿Sí? Sigue —instó.
Él miraba la carretera, pero la emoción subrayó su tono. Me froté las
palmas humedecidas en mis pantalones cortos.
—La noche que nos conocimos, algo como… bueno, solté de plano una
mentira. A propósito.
Pensé que él estaba intentando no sonreír.
—¿A mí? —preguntó.
—No. Sobre ti.
Ahora él soltó una sonrisa devastadora, arrugando las esquinas de sus
ojos. Mi rostro estaba en llamas.
—Continúa. Por favor.
—Había unas chicas en el baño hablando sobre ti, y por alguna razón, no
sé por qué, me molestó, y les dije… que tenías una enfermedad de
trasmisión sexual.
Me cubrí el rostro avergonzada y él se echo a reír. Pensé que podría salirse
de la carretera.
Bueno, era en cierta forma gracioso de una manera irónica, porque él no
podía enfermarse de todos modos, incluso si consiguiera una. Me encontré
empezando a reír, también, sobre todo aliviada de que él no se hubiera
ofendido.
—¡Me preguntaba si alguna vez ibas a decírmelo! —dijo entre rachas de
risa.
¡Duh! ¡Claro que él estaba escuchando! Mis risitas aumentaron, y se sintió
tan bien que seguimos hasta que estuvimos partiéndonos de la risa. Era
un buen tipo de risa: del tipo que limpia el alma, hacer doler los músculos,
y perder el control de ti misma.
Unos minutos más tarde empezamos a recobrar el aliento, sólo para
estallar en otra ronda de risas.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 173 ~
—¿Me perdonas, entonces? —pregunté cuando finalmente nos calmamos y
me limpié los ojos.
—Sí, sí. Se han dicho cosas peores sobre mí.
Pasamos un aviso publicitario de ginebra. Me hizo pensar en Jay.
—Oye, ¿recuerdas cuando dijiste que los Duques tienen el poder de
persuadir a las personas? —pregunté—. ¿Nosotros también tenemos esos
poderes?
—Podemos influenciarlos —dijo—. Y no, no son solo los Duques. ¿Por qué?
—Hubo unas cuantas veces cuando me pareció que mentalmente persuadí
a Jay de que no bebiera, pero supongo que no.
—No. Los Duques tienes la habilidad de poner un impulso en una persona
por una orden dicha en voz alta o incluso silenciosamente. Pero al igual
que los Susurradores, no pueden forzarlo. La influencia no funciona si el
humano es realmente fuerte y firme contra lo que el Duque le dice que
haga. Funciona mejor si la persona está inclinada a ir en esa dirección,
pero están como tambaleándose en el borde de una decisión.
Miramos la carretera en este punto. Miré la mano de Kaidan sobre el
volante, y solo por diversión dije en mi mente, da un golpecito al volante
con tu dedo.
Golpe, golpe. ¡Oh, Dios mío! ¡Lo hizo! Lo intenté nuevamente, y esta vez
cuando golpeteó el volante me reí. Él ni siquiera había notado que lo
estaba haciendo.
—¿Qué te pasa? —preguntó.
—¿Estás seguro de que es imposible para un Nephilim tener influencia?
—Nunca he escuchado de alguno que lo tenga excepto un Duque, y
créeme, lo he intentando. No funciona.
Por veinte minutos Kaidan periódicamente se carcajeaba entre dientes y
luego sacudía la cabeza. Yo seguí sonriendo, también.
Ahora estábamos a menos de dos horas de distancia.
—Sé que pronto llegaremos, pero tengo que ir al baño —dije.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 174 ~
—Oh, bien. Parada al baño. —Tomó la siguiente salida y ambos entramos
en un autoservicio. Cuando salí vi la espalda de Kaidan mientras se dirigía
a las puertas de salida. Tuve el repentino impulso de intentar mi poder de
influencia otra vez.
¡Date la vuelta! Ordené a su espalda. Y para mi absoluta incredulidad, se
dio la vuelta a mitad de camino y puso su mano sobre la manija de la
puerta para abrirla. Se detuvo por un breve momento, y entonces se giró y
me miró con una expresión incrédula y con los ojos bien abiertos. Me lancé
de prisa al pasillo de los dulces y me agaché riendo.
—Oooh, no es tan gracioso —lo escuché decir mientras la campanilla de la
salida resonaba.
No pude mantenerme de pie mientras me dirigía de regreso al coche,
agarrándome los costados y partiéndome de la risa, sin importar la fuerza
con la que intentara mantener una cara seria. Me fulminó con la mirada
falsamente y sacudió la cabeza cuando subí.
—¿Cómo hiciste eso? —exigió.
—No lo sé. Sólo lo dije, te di una orden silenciosa y deseé que sucediera.
No estabas realmente pensando en ello, así que supongo que lo seguiste.
Siguió sacudiendo la cabeza.
—No puedo creerlo. Quizás eres más ponderosa porque tienes dos padres
ángeles. Es completamente injusto.
—Ja, ja —bromeé.
En nuestro camino hacia la interestatal pasamos una larga fila de tiendas
y comercios, y un enorme salón de tatuajes.
—Tuve un tatuaje una vez —dijo Kaidan—. El año pasado, justo antes de
que dejáramos Inglaterra.
—¿Qué quieres decir con “una vez”?
—¡La maldita cosa se había ido a la mañana! —Su voz sonaba indignada—.
Las sábanas quedaron negras por la tinta. Me pasé horas en eso para
hacerlo, ¡y mi cuerpo simplemente lo expulsó!
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 175 ~
Y una vez más ambos estuvimos matándonos de la risa, compartiendo las
mejores bromas internas. Estuvimos doblándonos de la risa, incapaces de
respirar, y yo accidentalmente me reí por la nariz. Kaidan me señaló y se
rió con más fuerza, agarrándose el estómago.
—¿De qué era tu tatuaje? —Conseguí sacar las palabras.
—Tenías que preguntar. Era un par de alas negras de aspecto mortal sobre
mis hombros.
Kaidan y yo empezamos a reírnos a carcajadas otra vez, los músculos
doliendo debido al esfuerzo.
No teníamos manera de saber que sería nuestro último motivo de risa en
mucho tiempo.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 176 ~
Capítulo 15
La gran purga
Traducido por Xhessii y Flochi Corregido por Majo
ecorrimos las colinas secas y los valles del sur de California,
pasando por vecindarios de casas con tejas rojas en los tejados, y
con césped recortado. Para la noche estábamos en las fueras de
Los Ángeles. Continué revisando el teléfono de Kaidan por llamadas del
convento, pero no había nada.
—Todavía es temprano —dijo Kaidan—. Conduzcamos por L.A. o por
Hollywood. Estamos lo suficientemente cerca.
—¡Hollywood! —No estaba al día en los cotilleos sobre celebridades, pero
sonaba emocionante, y no estaba lista aún para tranquilizarme.
R
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 177 ~
Nos estábamos enfocando en el camino cuando me di cuenta de unas
letras en una montaña pequeña.
—¡Oh, por Dios, Kai, mira! ¡El letrero de Hollywood! —Brinqué en mi
asiento y apunté a las letras mayúsculas gigantes color blanco que
estaban paradas en la montaña. Su cabeza se inclinó, mirándome.
—Me llamaste Kai.
—Lo siento —dije.
—No, está bien. Así es como me llaman mis amigos.
—¿Tus amigos? —pregunté.
—Sí, lo más cercano que tengo a amigos. Cuatro Neph8. Dos que conozco
desde la infancia, aunque no estoy particularmente apegado a alguno de
ellos. Es más como que estamos todos juntos.
—¿Los conoceré?
—No lo sé. No les voy a contar sobre ti, porque creo que necesitas estar
agazapada. Pero eso no significa que ellos no escucharán sobre ti. Los
Duques y los demonios son peores que un montón de viejas cotilleando. —
Esa era una imagen graciosa.
—¿Cómo son tus amigos?
—Bueno, está Blake, el hijo del Duque de la Envidia. Él vive aquí en una
de las playas. Él nació en Filipinas. Su trabajo es el mejor, porque todo lo
que tiene que hacer es poner en sus manos las últimas cosas materiales y
tener una cita con la mujer más hermosa. Me he preguntado si él tiene un
empuje a pecar. Él es completamente suave. Sólo lo he visto celoso una
vez, y se puso feo.
—¿De qué estaba celoso?
—La chica que le gustaba estaba platicando con otro tipo. En todo caso, él
es un seguidor de las emociones. Le gustan todos los deportes extremos.
Viaja por el mundo para surfear. Tiene un balance locamente bueno. Y
luego están las gemelas, Marna y Ginger. —Su voz se volvió un poco agria
mientras hablaba de ellas—. Hijas del Duque del Adulterio, Astaroth. Son
bailarinas. Pasé buena parte de mi infancia con ellas, compartiendo
8 Neph: Nephilim
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~ 178 ~
tutores y estanterías. Ellas todavía viven en Londres. Marna puede ser
alegre, pero Ginger no ha sido agradable desde hace algún tiempo.
—¿Esperan que ellas rompan matrimonios? —pregunté.
—Apenas cumplieron dieciocho, así que ahora si lo esperan, pero antes
trabajaban con otras parejas adolescentes, haciendo que ellos se
engañaran. Los Neph deben evitar cometer pecados con los adultos y
mantenerse alejados de cualquier centro de atención porque todavía somos
menores de edad y debemos evitar cualquier escándalo que pueda afectar
a la reputación de nuestros padres entre los humanos. —Él hizo una
pausa, mirando al carril y moviendo mechones de cabello de sus ojos. Su
rostro y su tono eran severos cuando continuó—: El padre de las gemelas,
Astaroth, tuvo una hija en su vida pasada quien fue atrapada teniendo un
affair con un político cuando ella tenía quince años. Astaroth tenía un
interés superficial en la política en ese tiempo, y hubo un enorme alboroto.
Sus acciones afectaron su posición de influencia, así que él planeó su
muerte para que se viera como un suicidio. Luego él dejó su cuerpo y
empezó la vida que lleva ahora. Todos pensaron que su corazón se rindió
por el estrés.
—¿Él la mató? —No debí estar sorprendida.
Kaidan me dio una risa seca de desdén. —Más bien la mandó a asesinar.
No quería hacerlo por sí mismo.
Sacudí mi cabeza, imaginando el miedo que las gemelas deberían encarar.
—Ambas, Marna y Ginger tienen talento especial como tú… la cosa
femenina —dijo Kaidan.
—¿O sí? ¿Cuál es el de ellas?
—Ellas pueden ver las uniones entre la gente cuando los sentimientos son
mutuos. Atracción, amor romántico, compromiso. Su padre también ve las
uniones. Así es como saben a dónde ir.
—Guau. Poder femenino, sólo que de una manera inquietante. Bien, esos
son tres de tus amigos. ¿Quién es el último?
—Kopano. —Él dijo el nombre con un ligero fruncido de ceño y un tono
cercano a la irritación—. Su padre es Alocer, el Duque de la Ira.
Temblé con la mención de la Ira. —¿Es malo? —pregunté.
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Otra vez, estaba la risa seca y el tono extraño. —No. Él es prácticamente
un monje célibe.
—Y, ¿dónde vive? En Kopano —dije probando con su nombre.
—Él es de África, pero ahora está en la Universidad aquí en Estados
Unidos. La situación de Kope es muy silenciosa-silenciosa. Ninguno de los
demonios sabe sobre él a excepción de su padre, pero Kopano tiene suerte
de estar vivo. Unos años atrás él se giró hacia Dios y él estaba preparado
para morir en lugar de hacer el trabajo de su padre. Pero cuando se lo dijo
a Alocer, él le permitió vivir.
—¿Por qué?
—Alocer ama a Kope, o al menos, lo respeta. Es desconocido para la
mayoría de nuestra clase.
Estudié el rostro de Kaidan. Había algo nostálgico en su voz. ¿Celos?
—Kopano es un misterio —empezó—. Aquí está la salida.
Terminamos en la franja de Hollywood. Estaba emocionada de ver
palmeras por todas partes, algunas cortas y bajas, algunas altas con
troncos delgados que se estiraban a lo alto. Pero mi emoción se fue cuando
vi las emociones generales de la gente amontonada por todas partes. Había
turistas felices, pasando justo como nosotros, pero los pecados principales
estaban presentes en abundancia, presionándome. Podía sentir la adicción
en mucha gente por lo que encontré queriendo abrir la puerta. Tragué
duro, dispuesta a que los miedos me dejaran.
Una mujer atractiva pasó, manteniendo su cabeza agachada, y desde este
ángulo podía ver que su rostro no estaba bien… no era natural. Su piel
estaba apretada, sus labios estaban demasiado llenos, y sus pómulos
resaltaban filosos. Ella estaba oscura con auto-desprecio. Me pregunté
cuántas cirugías plásticas llevaría. Era claro que debajo de todos esos
cambios, había una mujer hermosa con la que se empezó.
Casi todos los oídos tenían un celular pegado. Había muchos vagabundos
y prostitutas. Apenas y pude ver el Teatro Chino o a las estrellas en las
aceras. Todo lo que podía ver eran las almas y las emociones.
—¿Es demasiado para ti estar aquí? —me preguntó Kaidan.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 180 ~
—Es difícil —dije—. Pero no porque sea Hollywood. Incluso en Atlanta
algunas veces es difícil.
—Salgamos de aquí.
Nos detuvimos en una luz roja. Sacudí mi cabeza y me las arreglé para
darle una sonrisa pequeña al hombre que pasó junto a mi ventana con un
volante que ofrecía recorridos a las casas de las celebridades. Cuando él se
alejó me encontré con los ojos de una vagabunda que se sentaba en
algunos periódicos grises que coincidían con su aura gris de
desesperación. Abrí mi pequeña cartera y saqué dos billetes.
—Estás desperdiciando tu dinero —me advirtió Kaidan.
—Tal vez. Tal vez no.
Ella vino, arrastrando una pierna, a la ventana cuando la bajé y le di el
dinero.
—Dios te bendiga —dijo ella. Sus ojos reflejaban un aura de color verde
pálido de la gratitud. Ella no estaba drogada o borracha, o tenía una
adicción corriendo a través de ella. Me pregunté qué circunstancias
horribles la forzaron a vivir en la calle.
—Espera —dije. Abrí mi cartera y saqué todos mis ahorros, presionándolos
contra su palma. Su labio temblaba mientras lo llevaba a su pecho.
Nuestros ojos se quedaron prendados hasta que la luz quedó verde y nos
alejamos manejando.
Me di cuenta demasiado tarde de que dependería financieramente de
Kaidan por el resto del viaje, de todas maneras no es que él me permitiera
pagar algo.
—Lo siento —le dije—. Eso fue presuntuoso de mi parte. Pero ella…
—¿Por qué en el mundo pides disculpas? —Sus ojos eran suaves, y me
tomaron por sorpresa. Miré hacia abajo, sintiéndome mal. El tráfico nos
detenía y nos dejaba ir en el carril. Kaidan miraba la calle, perdido en sus
pensamientos.
—Legionario —dijo. Mi atención se giró bruscamente a donde él estaba
señalando—. Susurrando a ese hombre de traje azul. Si él viene en esta
dirección voy a pedirte que te ocultes. Mantente lista para moverte.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 181 ~
Asentí y me agaché en el asiento. Todavía no podía ver ningún demonio,
pero observe al hombre, caminando y hablando en su celular mientras su
ángel guardián se apresuraba a su alrededor. Cerró el teléfono y dejó de
caminar. Pareció vacilar en una decisión, mirando en torno para ver si
alguien estaba mirando, luego regresó y, con una ráfaga de determinación,
caminó de vuelta a la mujer parada junto al poste de luz en un vestido de
cuero negro con un abrigo de piel sintética. Una prostituta. Ella bajó su
cigarrillo y lo aplastó bajó sus pies. Sus colores fueron de un gris claro
nervioso cuando él se acercaba, cambiando a un suave azul de alivio
cuando le pasó el dinero a su palma. A medida que se alejaban
caminando, una nube sucia de culpa y temor pinchada con excitación
amarilla-anaranjada brilló alrededor del hombre.
—Padre estaría satisfecho al ver el éxito de uno de sus Susurradores —dijo
Kaidan con desdén—. No debería haberte traído aquí.
Aparté bruscamente mis ojos ahora, y a cambio miré la mano de Kaidan
sobre el volante, y sus largas piernas sobre los pedales. Esto me mantuvo
ocupada hasta que salimos de la ciudad, de vuelta en la carretera, donde
pude mirar las luces de la ciudad. Kaidan me entregó su celular, ya que
Patti estaría llamando pronto.
Hablé con ella por un rato mientras íbamos a registrarnos a otro hotel.
—Suenas triste, cariño —dijo Patti.
—Acabamos de ir a la avenida Hollywood. Había mucho sufrimiento. Pero
no quiero pensar en eso. Hoy fue un buen día.
Le conté sobre la reserva de Nativos Americanos y el restaurant mexicano.
Le encantó cada detalle. Me alegró escuchar que la tensión se iba de su
voz.
—Sé fuerte mañana, Anna. Todo saldrá bien. Tan solo lo sé.
—Te extraño —le dije—. Ojala pudiera tener uno de tus abrazos ahora
mismo.
—También te extraño, Anna. Ten un abrazo. —Hizo un sonido mmnnn,
como si estuviera apretando, y me reí—. ¿Hablaremos a la misma hora
mañana?
—Sí —dije—. Te quiero.
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~ 182 ~
—También te quiero, amor.
Yacimos en nuestras camas, contemplando qué hacer. No estábamos
cansados, a pesar de que ambos nos habíamos puesto los pijamas. Me
había sorprendido cuando Kaidan se cambió, pero no lo mencioné.
—Podemos ir a nadar —sugirió.
—No puedo —dije—. No traje un traje de baño. —A propósito.
Me senté contra la torre de almohadas de mi cama. Quise mantenerlo
hablando tanto tiempo como fuera posible, en caso de que planeara salir.
—Kaidan, ¿qué le sucedió a todos los Nephilim? ¿Por qué hay tan pocos de
nosotros?
Se acercó y sentó en mi cama, una distancia respetuosa. Se frotó el rostro,
como si estuviera cansado, entonces empezó.
—Muy bien. —Suspiró—. Hace más de un siglo había miles de Neph y sus
descendientes sobre la tierra. Le línea de descendencia tenía plenos
poderes, como nosotros. Empezó a hacerse difícil para los Duques
seguirles el rastro y controlarlos. Unos cuantos Neph estaban usando sus
habilidades para escalar al poder entre los humanos, tomando lugares en
la cima del liderazgo, iniciando guerras, cometiendo genocidios, en general
llamando demasiado la atención. Los Duques querían que los Neph fueran
como ellos, influenciando a los humanos para causar caos, no tomando
papeles protagónicos. Así que decidieron la Gran Purga. Todos los Neph
fueron cazados y asesinados, ya sea que hayan desafiado a los Duques o
no. Con el trascurso de unos cuantos años todos habían desaparecido.
El rostro de Kaidan estaba sombrío, y golpeé lejos las emociones
depresivas.
—Es como si los Neph fueran incluso menos que los humanos a sus ojo —
dije.
—Desde la purga, han tomado medidas para asegurarse de que los Neph
no sobre poblarán otra vez. El Duque del Orgullo, Rahab, trató de insistir
que los Duques no se reprodujeran, pero lo derribaron en ese punto. En su
lugar, se aseguraron de que los Neph no tuvieran hijos.
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—¿Quieres decir…? —Me cubrí la boca, sintiéndome muy enferma—. ¿Los
esterilizaron? —Él asintió, haciendo un gesto de tijeras con dos dedos. Lo
señalé, como una pregunta.
—Sí, yo también —dijo, con voz suave—. Todos nosotros tuvimos el
procedimiento.
—Salvo yo —dije, y entonces me sentí pálida, imaginando lo que mi padre
me haría.
—La peor parte es la rapidez con que las píldoras del dolor son quemadas
por nuestro sistema. Pero es mejor de esta manera. Conseguir que alguien
se embarace es matarlos.
—Entendí. Pero es su razonamiento lo que me molesta, ¡es el hecho de le
han quitado la elección a todos!
—Es lo que hay. —No tuve duda alguna de que ese había sido el lema de
los Neph por miles de años. Kaidan apoyó su barbilla sobre sus
antebrazos, bajando la mirada con ojos caídos.
Había tenido razón en pensar que yo lloraría. El pensamiento de semejante
crueldad. La completa falta de amor y respeto por la vida. Me puse de pie y
fui a asomarme por la ventana, intentando esconder mis lágrimas de
Kaidan.
—Sabía que esto solo te molestaría —dijo él.
—¡Claro que me molesta! ¿No te molesta a ti? —Me di la vuelta hacia él
ahora, y levantó una mirada solemne hacia mí. Sí, estaba claro en las
profundidades azules de sus ojos que lo molestaba, también.
—No es útil perder el tiempo pensando en cosas que no pueden ser
cambiadas.
¿No había nada que pudiera hacerse? ¿No podíamos pelear de alguna
manera? Tanto como quería creer que podíamos hacerlo, la idea de
destruir a los Duques se sintió monumentalmente desesperada.
Caminé de regreso a la cama, donde yacía Kaidan, y me senté contra el
cabecero con mis rodillas dobladas hacia mi pecho. Empujé mis pies fríos
bajo las sábanas.
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Kaidan se sentó en el borde de la cama y se acercó a mí. Demasiado cerca.
Estaba demasiado ocupada ocultando mi nerviosismo para mirarlo.
—¿Nerviosa? —preguntó.
—Umm…
—¿Sobre mañana? —especificó.
—Oh. —Ahora que él lo había mencionado… —Sí.
—Lo harás bien. Te dejaré y volveré por ti en el momento en que me
llames.
Tomó mi mano suavemente en la suya. Mi corazón estaba latiendo
demasiado rápido. Lo observé mientras pasaba la almohadilla de su pulgar
hacia atrás y adelante sobre la uña de mi pulgar. Sabía que si ahora
alzaba la mirada él me besaría. Quería que me besara. Todo lo que tenía
que hacer era levantar mi cara. Pero se sentía mal que quisiera besar a
alguien que no era mi novio. El pensamiento de Kaidan como el novio de
alguien era risible. Probablemente pensaba que novio y esposo eran malas
palabras.
Luego de haberme rehusado a mirarlo por suficiente tiempo, levantó mi
mano, la llevó a sus labios y besó mi pulgar. Apoyé mi mejilla sobre mi
rodilla y cerré los ojos. La dulzura de su gesto era demasiado. Justo
cuando estaba a punto de dejar de luchar y girar mi rostro hacia el suyo,
se puso de pie.
—Descansa un poco —dijo, soltando mi mano.
Me hundí entre las sábanas e intenté reanudar una respiración normal. Lo
escuché meterse en su cama y quedarse quieto.
—¿Kaidan?
—¿Sí?
—No intento juzgarte. Solo soy curiosa. Um… —Torcí la manta entre mis
dedos—. ¿Vas a salir esta noche?
La pausa fue larga y pesada antes de que dijera:
—No creo que lo haga.
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¡Sí! Frené cualquier pensamientos y sentimientos esperanzadores sobre lo
que significaba, pero no podía negar la velocidad del colibrí volando en mi
interior.
—¿Ann? —susurró.
—¿Sí?
—No me molestará si tienes que, ya sabes, rezar apropiadamente, de la
manera que lo haces.
—Oh. Bien, gracias. —Me había agarrado fuera de guardia, pero sentí
ganas de compartir mi momento privado con él.
Me sentí cohibida al principio así que entrelacé mis dedos en frente de mí y
cerré los ojos, pero cuando empecé, una paz se estableció sobre mí. Pensé
en todo lo que había visto ese día, y lo que enfrentaría mañana. Pedí fuerza
de corazón para enfrentar a mi padre terrenal. Rogué que los Nephilim
pudieran encontrar una razón para tener esperanza. Y el último deseo de
mi corazón fue para que Kaidan experimentara amor en su vida, tanto dar
como recibir.
Una vez que terminé, alcancé el interruptor de la lámpara y vi su apuesto
rostro sobre la almohada mirándome. Calidez atravesó mis extremidades.
—Buenas noches —susurré, y apagué la luz.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 186 ~
Capítulo 16
El Cielo de Luto
Traducido por Shadowy, Dark&Rose y LizC Corregido por Majo
esperté al asomar los primeros rayos del sol y me quedé
escuchando la respiración estable de Kaidan mientras dormía.
Me alegraba que este día finalmente hubiera llegado. Quería
acabar con ello de una vez.
Me arrastré hasta el baño y tomé una ducha, luego me vestí con el mejor
atuendo que había traído —pantalones cortos caqui y una camisa amarilla
con botones—, con una camiseta sin mangas blanca por debajo. Traté de
pensar en cosas positivas y pacíficas mientras secaba mi cabello con una
toalla.
D
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 187 ~
En la habitación, Kaidan yacía de espaldas, con sus manos apoyadas en la
cima de su estómago. No parecía completamente despierto todavía.
—Nos ordené algo de servicio a la habitación para el desayuno. —En su
estado soñoliento, su voz era incluso más profunda de lo normal.
—Gracias —le dije.
Observó mientras me sentaba en una silla y cepillaba mi pelo mojado,
enganchando ligeros enredos mientras lo hacía. Estaba demasiado
nerviosa sobre el día para sentirme cohibida. Él no apartó sus ojos de mí
en todo el tiempo que me hice una trenza francesa.
Nuestro desayuno llegó y tomé dos mordiscos de un gofre. Los nervios
habían disparado mi apetito, pero me obligué a tomar la mitad de un vaso
de jugo de manzana.
Kaidan miró por la ventana a nuestra vista de la sucia cuidad. Fui y me
paré a su lado.
—Te has vuelto desaliñado —le dije, extendiendo la mano para pasarla por
la barba en su mandíbula.
Agarró mi mano y la apretó contra su mejilla, cerrando sus ojos por un
momento. Cuando los abrió de nuevo me sobresalté con la mirada
devastadora y desesperada que me dio. Y con la misma rapidez, estaba
dejando caer mi mano y girando de nuevo hacia la ventana, cruzando sus
brazos. Tragué, confundida. Empecé a alejarme pero entonces él habló.
—Tengo algo para ti.
Sacó su mano de su bolsillo, y cuando la abrió, en su palma estaba el
collar pequeño y hermoso de turquesas que yo había admirado en Nuevo
México. Lo miré con incredulidad.
—Te vi mirándolo y pensé que te gustaba.
Oh, no, no las lágrimas. Por favor no las lágrimas. Parpadeé las estúpidas
cosas, pensando en lo mucho que no quería limpiar el rímel de mi cara.
—¿Te he molestado? —preguntó.
—¡No! No estoy molesta. Sólo estoy sorprendida. No puedo creer… quiero
decir, me encanta. Nadie nunca me ha dado algo como esto. —Limpié
fuerte bajo mis ojos y luego abroché el collar alrededor de mi cuello.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 188 ~
Él maldijo en voz baja y bruscamente se apartó el pelo de los ojos, mirando
a otro lado. —Esto fue un error.
—No. —Agarré su brazo—. No lo fue.
—No leas en esto, Anna. Sería un error romantizarme.
—No lo estoy haciendo. Fue un lindo gesto. Eso es todo. —Traté de
tranquilizarlo, aunque yo misma no estaba segura.
Trataría con este torrente de emociones más tarde. En este momento tenía
a un demonio que conocer.
Nos sentamos en el estacionamiento de la Institución Correccional Federal
del Sur de California. Otros visitantes estaban sentados en sus coches,
también, o merodeando por la entrada. No habíamos hablado a menos de
cinco millas de la prisión, en caso de que mi padre estuviera escuchando.
Me aferré a mi estómago, el cual se contrajo y gruñó.
Él me dio una amonestación suave. —Deberías haber comido más.
—No podía.
Miré el reloj; ya era hora.
Las puertas de los autos se abrieron y cerraron de golpe alrededor de
nosotros. Las puertas de visitantes estaban abiertas.
—Estás lista —dijo Kaidan.
Tomó un rato pasar a través de la seguridad. Tenían que buscar el fax que
Patti había enviado dándome permiso para visitar como una menor de
edad. Ella había saltado a través de aros muy importantes para hacer que
esto pasara. El guardia que tomó mi nombre comenzó a interesarse
cuando le dije que era la hija de Jonathan LaGray.
—La primera visitante que Johnny LaGray ha tenido en diecisiete años —
afirmó.
No probablemente, pensé, previendo un flujo constante de visitantes
espíritus demonios burlándose de las medidas de seguridad de la prisión.
El guardia me dio un resumen de las reglas. Abrazos y tomarse de las
manos estaban bien con moderación, pero los guardias estarían vigilando
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~ 189 ~
para asegurarse de que no le pasaba nada a mi padre. No tenía que
preocuparse, abrazos y apretones de mano no estaban en mi agenda.
Explicó que mi padre sería notificado de que tenía un visitante, pero que
tenía el derecho de negarse a verme.
Los otros visitantes y yo fuimos conducidos a una habitación del tamaño
de una pequeña cafetería y nos dijeron que nos sentáramos y esperáramos
en nuestros lugares asignados. Mesas coincidentes se alineaban en la
habitación, rodeada de guardias. Me senté en una silla tan tambaleante
como mi estómago. La habitación se llenó de murmullos de conversación
de adultos y las voces agudas de los niños. El ambiente general era
sombrío, con auras grises más prevalentes.
Sonidos de puertas de metal pesadas abriéndose y cadenas repicando me
hicieron entrar en pánico. Me preocupaba que pudiera enfermarme. Los
presos entraron en fila india, las manos esposadas delante de ellos, con los
pies encadenados arrastrándose, usando overoles color naranja. La gente
estiraba el cuello para ver.
Lo reconocí en seguida, la cabeza afeitada lisa. Mi pulso latía en mis oídos.
Su corta barba castaña del día de mi nacimiento se había convertido en
una barba larga y puntiaguda con un poco de gris. Su insignia brillaba de
un color amarillo profundo y oscuro. Y entonces vi sus ojos y los recordé
del día de mi nacimiento —pequeños y marrones claro, curvados hacia
abajo en las esquinas, al igual que los míos.
Nuestros ojos a juego se encontraron y se quedaron bloqueados mientras
un guardia lo dirigía hacia mí. Vi la preocupación y esperanza en sus ojos,
no la maldad que había temido. Mientras se acercaba, cada pizca de ira
que había estado albergando, cayó de mí.
Se paró delante de mí ahora, al otro lado de la mesa, y me encontré
parándome, también. Nuestros ojos se llenaros de humedad. Tal vez era a
él que necesitaba agradecerle por la maldición de la hiperfunción de
conductos lagrimales.
El guardia abrió las esposas de mi padre, manteniendo sus tobillos con
grilletes, y nos estiramos el uno al otro a través de la mesa. Sus manos
eran cálidas y ásperas. Las mías estaban frías de los nervios, pero ahora
se descongelarían.
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—Toma asiento, LaGray —dijo el guardia, y nos sentamos, nunca mirando
lejos el uno del otro. El guardia nos dejó.
—No puedo creer que estás aquí —dijo. Su voz era tan áspera y ronca
como recordaba—. Escribí tantas cartas a través de los años —continuó—,
pero no era seguro enviártelas. Y… quería que tuvieras la oportunidad de
una vida normal.
—Nunca hubo ninguna posibilidad de eso —dije tan suavemente como
pude.
Él asintió y se sorbió la nariz. Parecía un hombre duro —un hombre
siniestro.
—Probablemente tienes razón sobre eso. Esperaba que aprendieras de esa
monja cuando fuera el momento adecuado.
—¿La Hermana Ruth? —pregunté—. No la conocí todavía. Ella habló con
mi madre adoptiva.
—¿Te han tratado bien, la gente que te crió?
Estaba sorprendida por su franqueza conmigo, su evidente sensibilidad.
—Sí. Sólo una mujer. Patti. Y ella es tan cercana a un ángel como los
humanos pueden ser. Nunca he estado sin amor.
Se relajó, bajando sus hombros, pero sus ojos todavía se llenaron de
humedad.
—Eso es bueno. Eso es lo que esperaba. ¿Qué le dijo a ella la Hermana
Ruth?
—Dijo que tú y mi madre estaban enamorados.
Él sonrió a medias, y por un momento su cara era de ensueño, una lejana
mirada pasando sobre ella.
—Tengo mucho que decirte, y ese es un bueno lugar para empezar —dijo—
. Cuando yo era un ángel en el cielo. Si deseas escucharlo.
—Quiero oírlo todo.
Todavía estábamos cogidos de las manos, y no había oportunidad de que
ninguno de nosotros estuviera soltándose. Sus pulgares ásperos frotaban
los picos suaves de mis nudillos. No sentamos con nuestros pechos
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apoyados en la mesa, las cabezas inclinadas hacia el otro, manteniendo
nuestra conversación lo más silenciosa posible. Escuché mientras
empezaba.
—Antes de que existiera la tierra, estaban los ángeles en el cielo, miles de
millones de nosotros. Estábamos contentos. Bueno, la mayoría de
nosotros. Los ángeles no tienen género. Así que nuestras relaciones en el
cielo no estaban nubladas por lo físico. Era una comunidad de amigos, lo
cual puede no sonar convincente para un humano, pero era bueno. Era
correcto.
Su rostro se suavizó, con reverencia, mientras recordaba. No podía creer
que estaba sentada allí teniendo una conversación civilizada con mi padre.
Lo observé, maravillada, mientras continuaba con su historia.
—A pesar de que los ángeles podíamos sentir toda la gama de emociones,
nunca hubo ninguna necesidad de sentir oscuridad por más de un minuto
o dos, y luego lo dejábamos ir y seguíamos adelante. Todo el mundo tenía
un rol, y todos éramos utilizados para lo mejor de nuestras capacidades.
Nos sentíamos seguros e importantes.
—Cuando conocí a Mariantha, nuestras personalidades hicieron clic de
inmediato. —Hizo una pausa, tímido ante la mención de este ángel,
Mariantha. Su expresión tierna era tan contradictoria con su apariencia
exterior endurecida.
—Mariantha es tu madre, Anna —explicó.
Mi corazón dio un vuelco. Asentí y mordí mi labio, saboreando cada
detalle.
—Me sentí atraído por ella. Y digo “ella”, pero recuerda —no teníamos
género en la esfera celestial. Nuestros sentimientos eran estrictamente
emocionales. Hice excusas para verla una y otra vez. Nuestras almas se
complementaban entre sí hasta el punto donde, con el tiempo, no
podíamos soportar estar apartados. Durante ese tiempo había un ángel en
la más alta jerarquía que tenía el tipo de carisma que rápidamente lo
convirtió en una celebridad en los cielos.
—Lucifer —susurré.
—Sip. Nunca había conocido a nadie como él. Tenía el tipo de personalidad
que atrae a los demás. Quería escuchar todo lo que él tenía que decir.
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~ 192 ~
Mariantha dijo que él le daba un mal presentimiento. Ella no creía que un
solo ángel necesitara sobresalir tan brillantemente. Fue la única cosa en la
que alguna vez estuvimos en desacuerdo.
Su rostro y su tono estaban impregnados de melancolía mientras miraba
hacia abajo a nuestras manos.
—Empecé a ir a las reuniones para oír hablar a Lucifer. Él era, y es, el
maestro del engaño. Glorificaba la obra de Dios y la obra del reino, y luego
colaría un comentario de doble intención para dejarnos pensando. Con el
tiempo, las diminutas semillas de duda empezaron a crecer, y también lo
hizo el número de ángeles que se reunían para escuchar. Lucifer usaba
verdades parciales mezcladas con mentiras, y nosotros caímos por ello. Yo
estaba impactado el día que me di cuenta que mis sentimientos sobre todo
habían cambiado. No le dije a Mariantha. —Susurró esa última línea con
remordimiento. El terror me llenó, sabiendo a dónde se dirigía la historia.
—Lucifer ganó un gran número de seguidores. Sabía que había tenido
éxito deformando nuestros pensamientos, y estaba listo para ir con toda
su fuerza. Nos dijo con total convicción que Dios estaba creando
secretamente una nueva raza y todo un nuevo reino sólo para estos
humanos. Lucifer dijo que el Creador estaba obsesionado como un niño
con un nuevo juguete. Planeaba usarnos a los ángeles como no más que
esclavos de la nueva raza: los humanos. Los humanos tendrían lujos y
libertades y experiencias que a los ángeles nunca se les permitirían. Los
ángeles seríamos usados, y pisoteados, y olvidados. Yo estaba cabreado. Lo
siento, cariño. Disculpa mi lenguaje.
Contuve una sonrisa. Cuán lindo que este demonio gigante estuviera
disculpándose por una ligera maldición.
—Yo era un tonto. —Negó con su cabeza, recordando—. Realmente creía
que Dios era falible. Pensé que había enloquecido. Y no estaba solo. Una
tercera parte de los ángeles en el cielo se puso detrás de Lucifer. Una
multitud enfurecida de ángeles. ¿Quién podría haberlo imaginado?
Dejó ir mi mano por un breve momento para alisar su pelo facial,
pensando.
—Tuve que decirle todo a Mariantha en ese punto. Ella me rogó que no
luchara, pero yo sabía que cuando todo hubiera terminado ella vería la
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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verdad, me perdonaría y entendería. Así que me fui y me uní a la guerra.
Sabes lo que pasó después de que perdimos, ¿no?
Tragué saliva.
—Fuiste arrojado a los abismos del infierno.
Él asintió, viéndose dolorosamente triste.
—No fue hasta que me encontré a mi mismo allí abajo que me di cuenta
del engaño de Lucifer. Otros se dieron cuenta, también, pero más aún,
ciegamente, lo apoyaban. Me lo guardé para mí porque sabía que sería
peligroso hablar en contra de él. Mi naturaleza silenciosa me ganó respeto.
Pensaron que me sentía melancólico y vengativo, pero en realidad me
estaba odiando por lo que le hice a Mariantha. No podía dejar de pensar en
ella.
Se detuvo para levantar la mirada al techo. Su corazón aún sentía dolor
después de tanto tiempo. Le acaricié las manos, animándole a continuar.
—Así que, el tiempo pasó y escuchábamos historias sobre la tierra y la
creación de la humanidad. Lucifer envió espías. Se convirtió en más audaz
y atrevido, enviando a ángeles rebeldes para convertir a los humanos
contra el Creador.
Su cabeza de repente se alzó bruscamente y miró por encima de mi
hombro. Un extraño susurro sibilante salió desde el fondo de la garganta
de mi padre, y sus ojos brillaron de color rojo brillante. Retiré mis manos.
Cuando volvió a mirarme parecía completamente normal.
—Lo siento —dijo, distraído—. Se supone que no trabajan en mi territorio.
No pude responder. Todo el episodio, con una duración de no más de dos
segundos, había sido la cosa más aterradora que jamás había visto. ¿Era
eso un silbido inhumano en algún tipo de lenguaje demonio? Miré a mi
alrededor, pero nadie más lo había notado.
—No fue mi intención asustarte. Esta no es exactamente una conversación
para sus oídos, ¿sabes?
—Sí —dije—. Simplemente no lo entendía al principio, porque no los puedo
ver.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 194 ~
—¿En serio? —Su frente se arrugó cuando sus cejas se unieron con gesto
de preocupación—. Eso podría ser un problema.
Me toqué el collar, todavía temblando.
—Puede ser que esté equivocada —dije—. Pero a mí me parece que
realmente respetas a Dios. No entiendo cómo puede ser, sin embargo,
teniendo en cuenta tu... línea de trabajo.
Bajé la mirada, esperando que no se sintiera ofendido.
—Es irónico, ¿eh? —Su boca se extendió en una sonrisa satírica—. Me
merezco el infierno. Me dejé llevar por el mal camino con demasiada
facilidad.
Sus antebrazos estaban aún sobre la mesa, sus palmas abiertas hacia
arriba. Deslicé mis manos hacia las suyas de nuevo, y se las apreté.
—Subí escaños de la escalera en el infierno por razones egoístas. Escuché
a cada ser humano que le fue asignado un ángel de la guarda, y me
obsesioné con la posibilidad de ver a Mariantha nuevo. Algo sobre mi
actitud triste y el trabajo duro debe haber impresionado a Lucifer, porque
me encontré atado a la tierra en el 1700, con el trabajo llevar a los seres
humanos a una adicción eventual.
Sentí un atisbo de vergüenza al pensar en las drogas, y aunque tuve la
precaución de mantener los colores ocultos, mi rostro era más difícil de
controlar.
—Me temo que tuve demasiado éxito —susurró—. Sabía que cuando fuera
hecho Duque iba a tener que hacer un buen trabajo para mantener la
posición. Fue horrible cuando vine a la tierra y vi a las almas humanas
atrapadas en sus formas físicas. Eran creaciones milagrosas, una
verdadera obra de genio y amor. Pero no estaban en sintonía con sus
propios cuerpos. Mi trabajo era demasiado fácil. Me concentré en ver a los
ángeles de la guarda tanto como pude en todo el mundo, cientos de miles
de ellos. Era la única cosa por la que valía la pena existir. Yo ya lo había
perdido todo.
—Y entonces, hace diecisiete años, yo estaba en una pequeña ciudad no
muy lejos de aquí, llamada Hemet, comprobando a uno de mis
distribuidores allí. Fui a su casa, y nunca olvidaré el momento en que la
vi. Maldita sea, ella era una vista hermosa —susurró, haciendo una pausa
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 195 ~
como para rememorar el recuerdo—. Ella estaba inclinada sobre una
mujer humana que estaba desmayada en un colchón en la esquina hecha
un ovillo. Pensé que era una niña al principio. Eres pequeña como ella.
Su agarre se apretó en mis manos mientras estudiaba mi sección media
donde mi aura estaría.
—Sientes una fuerte atracción a las drogas, ¿no? —preguntó.
Asentí con la cabeza y él sacudió la cabeza, con tristeza.
—Puedo verlo. Y conseguiste una doble debilidad: la atracción de mi parte,
además de la adicción en tu genética. Eso tiene que ser fuerte.
—Me he acostumbrado a ello ya. Mi cuerpo puede sentirse atraído, pero mi
mente me conoce mejor.
—Bien. Eso es lo que me gusta escuchar.
—Está bien, volvamos a la historia —dije, agarrando sus dedos.
—Sí, aquí es donde se pone bueno. Cuando vi a Mariantha, ella le estaba
susurrando a esa mujer humana como una madre con un niño febril.
Nadie en la casa del comerciante estaba al cuidado cuando fui a buscar a
la señora y me la llevé. Es decir, a excepción de su ángel de la guarda, mi
Mariantha. —Él se rió entre dientes—. Ella vio lo que yo era, pero no se
registró quién[ era al principio. Fue apaaas… um, ella se volvió loca
tratando de proteger a su humana. Y entonces ella me reconoció.
Dijo esa última frase con tal adoración que nuestros ojos se humedecieron
al mismo tiempo. Los dos nos reímos, limpiándolos antes de juntar las
manos otra vez.
—Mariantha y yo llevamos a la mujer humana a un hotel y la
desintoxicamos. Me tomó un día entero el que ella volviera en sí, y para
entonces ella se había ido demasiado lejos. Su cuerpo estaba destruido y
su alma estaba aguantando a duras penas. Los dos sabíamos que si la
señora moría, Mariantha tendría que acompañar a su alma al más allá. A
Mariantha no se le permitiría regresar a la tierra después. Nunca
volveríamos a vernos. Por lo tanto, esperando lo mejor, ella ascendió a ese
cuerpo, algo que ningún ángel de luz había hecho desde los tiempos del
Antiguo Testamento.
Le apreté sus manos, aferrándome a cada palabra.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 196 ~
—El alma humana no luchó contra ella, ella se hizo a un lado con
facilidad. Le tomó casi tres días desintoxicar y sanar el cuerpo. Fue mucho
para Mariantha el hacer frente a su primera vez en forma física. Era difícil
de ver. Tuve que obligarla a comer y beber. Se peleó conmigo, pero ella
consiguió superarlo. Y cuando su mente estaba clara y estuvimos juntos
de nuevo, fue como siempre había sido, sólo que diferente. Por primera
vez, no éramos sólo almas, éramos un hombre y una mujer superados por
la atracción física y... Bueno, así es como llegaste.
Me sonrojé y él bajó la mirada, avergonzado.
—No debería haber dejado que esto ocurriera —dijo—. No es que no esté
feliz de que estés aquí. No me malinterpretes. Pero en todos mis años como
demonio, había tenido cuidado de no engendrar hijos propios. No me
parecía correcto.
Me sentía agradecida por eso.
—Ella supo de inmediato que estabas con ella. No podíamos evitar el estar
felices. Sabíamos que no nos quedaba mucho tiempo juntos, así que
apreciamos cada segundo. Me aparté de su lado sólo una vez, para hacer
mi informe a Azael, el mensajero del infierno. No podía dejarles saber su
existencia. Mariantha oyó historias a través de los otros ángeles de la
guarda sobre un último Nephilim angelical. No sabíamos a quién más
recurrir.
—Espera, ¿qué es lo que quieres decir con Nephilim angelical?
—Esa monja es un descendiente de un ángel de luz, probablemente un
ángel de la guarda. No estoy seguro de su historia exacta.
Quería saber cómo había escapado a la atención de los Duques y los
Legionarios, pero no quería preguntarle a mi padre y arriesgar a exponer a
la fuente de mi información acerca de los demonios. De alguna manera no
creo que él estuviera satisfecho con mi relación con Kaidan.
—Llegamos al convento justo a tiempo —dijo—. Llegaste temprano. ¿Te
acuerdas de aquel día?
—Sí. —Presioné mis labios, sintiéndome culpable por cómo me había
cuestionado sus motivos todos estos años. Me apretó la mano y tironeo de
ellas para que levantara la mirada hacia sus ojos. Su rostro estaba
accesible, lleno de amor.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 197 ~
—Quiero que sepas, pequeña, después de ver a Mariantha irse, nunca me
permití pecar a otra alma.
Sus ojos sostenían la mirada de los míos, pidiendo que lo creyera.
—¿Nunca? —susurré—. ¿Todo este tiempo has estado en la cárcel?
—Le he dado informes falsos a Lucifer durante dieciséis años. Sé que eso
no compensa por todo el daño que he hecho, pero tenía que asegurar mi
lugar en la tierra lo suficiente para verte y decírtelo. Lo curioso es que,
ahora que te he conocido, me dan ganas de quedarme más tiempo.
Cuando le sonreí, me lanzó una mirada similar a la que Patti me había
dado el día en que me dio la noticia acerca de mi identidad. Estaba
agradecido de que no estuviera enojada con él, y eso provocó que mi
corazón se abriera aún más, dejándole entrar del todo. Apreté sus manos.
—Papá —dije. Ambos nos sobresaltamos ante el sonido sorprendente de la
palabra entre nosotros. Continué—: ¿Sabes lo que la hermana Ruth tiene
que decirme?
—¿Qué quieres decir?
—La Hermana Ruth le dijo a Patti que había cosas que necesitaba discutir,
pero que ella sólo me las diría en persona.
Él negó su cabeza.
—No tengo ni idea —dijo. Su agarre sobre mis manos se tensó—. Necesito
que me escuches, Anna. Esto es importante. Lo que sea que la monja te
diga, no puedes decírselo a nadie. A nadie. Si es algo grande y consigue
que Lucifer regrese, tendrá que matarte. Demonios, incluso si es algo
pequeño tendrá que matarte. ¿Quién más sabe esto, además de nosotros?
—Sólo Patti...
—Está bien. Eso debería estar bien. ¿Eso es todo?
—Y Kaidan —añadí. Mis ojos se movieron hacia todas partes, excepto a su
rostro. No podía con ello.
—¿Quién? —Había un filo en su voz.
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~ 198 ~
Sus ojos buscaron los míos. No quería decirle nada acerca de Kaidan.
Sabía cómo iba a sonar. Liberé mis manos de las suyas, retirando la trenza
por encima de mi hombro para hacer tiempo.
—Él es mi amigo. Es el que me trajo hasta aquí para verte.
—¿Se lo dijiste a un chico humano?
Tosí, ganando tiempo.
—Es Neph, también.
Jonathan LaGray se puso rígido y sus sonrojadas mejillas palidecieron. Me
retorcí mientras sus ojos se clavaban en los míos.
—¿Quién es su padre? —preguntó con los dientes apretados.
—Richard Rowe. Supongo lo conocerás como Pharzuph.
Oh, muchacho. Ya no estaba pálido.
—¿Atravesaste todo el país…
—¡Shhh! —le advertí, mientras la gente miraba a hurtadillas. Bajó la voz
hasta un grito susurrado.
—… ¡¿con el hijo del Duque de la Lujuria?! Hijo de un…
Golpeó un puño sobre la mesa y un guardia se acercó a nosotros. Sacudí
la mano y asentí con la cabeza hacia el hombre, tratando de hacerle creer
que estaba bien, y mi padre bajó sus manos apretadas sobre su regazo.
Después de un momento, el guardia volvió hacia la pared y miró hacia otro
lado.
—¡No te preocupes! —susurré—. Te lo dije, sólo somos amigos.
Cerró los ojos y se masajeó la frente con los dedos para calmar su
temperamento.
—Dile que su padre nunca tiene que saber sobre ti ni le digas lo que sea
que la Hermana Ruth te diga. ¿Entiendes?
—Él nunca le diría nada a su padre. Pero, um... —Tragué saliva—.
Desafortunadamente, Pharzuph ya sabe de mí.
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~ 199 ~
Sus ojos brillaron en rojo otra vez y mi corazón casi se detuvo. Apoyé la
espalda en el asiento, haciendo que se tambaleara.
—¿No te preocupa que la gente vea tus ojos cuando haces eso? —pregunté,
segura de que mis ojos eran gigantescos en ese momento.
—Los seres humanos no pueden verlo. Y no trates de cambiar el tema.
Conozco a Pharzuph —gruñó—. Es un hijo de puta en la tierra y en el
infierno. Haría cualquier cosa para su beneficio.
—Kaidan piensa que se olvidará de mí sí me mantengo fuera de radar.
—Tal vez momentáneamente, mientras él está ocupado o distraído con su
trabajo, pero te volverás a cruzar en su mente de nuevo algún día. —Se
removió en su silla—. Tengo que salir de aquí —dijo.
—¿De la cárcel? ¿Cómo?
—Tengo una audiencia de libertad condicional por venir. Voy a usar mi
influencia para asegurarme de pasar por ello. Voy a salir de aquí, de un
modo u otro, en cuestión de semanas, y me pondré en contacto contigo
cuando sea seguro. No hagas nada hasta que esté contigo. Quiero que te
vayas directamente a casa después de este viaje. Consigue llegar allí lo
antes posible y permanece ahí. ¿Vas a hacer eso?
—Sí. Te lo prometo.
—Mantente alejada de la casa Rowe.
—Por supuesto.
—Bien. Buena chica. Vamos a resolver esta cosa juntos. ¿Confías en mí?
—Sí, señor.
Nos tomamos de las manos otra vez. Con él a mi lado nada parecía
imposible, y me sentí feliz.
—Tienes una sonrisa bonita —dijo—. Una belleza natural.
Nadie jamás me había llamado una belleza excepto Patti. Los padres no
contaban en cuanto a cumplidos se trataba, pero aun así me hizo sentir
bien. Miré el reloj y me sorprendí al ver cuánto tiempo había pasado ya.
—Nos queda una hora, gal. ¿Qué más quieres saber?
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 200 ~
Todavía no estaba lista para preguntar sobre el destino de las almas
Nephilim. Eso tendría que esperar hasta el final. Pensé por un segundo.
—¿Crees que Mariantha ha sido castigada? —pregunté.
—Bueno, ella no está en el infierno, si es eso lo que quieres decir. Habría
oído hablar de eso si así fuera.
Mi estómago se tensó ante la mención del infierno.
—¿Cómo es? —pregunté vacilante—. ¿Allí abajo?
—Es otra de esas cosas que es difícil de explicar. —Soltó una de las manos
y acarició su barba—. Imagina un callejón oscuro y ancho que continúa
para siempre, entre dos rascacielos que se extienden tan arriba como
puedes ver. Es difícil mantener la esperanza. Las almas arden de la
negatividad absoluta.
—Eres muy bueno describiendo cosas que son difíciles de explicar —le
dije, temblando del frío de la imagen.
—He tenido mucho tiempo para pensar en ello.
—¿Por qué Dios no trató de detener a Lucifer de planificar esa rebelión?
—Amaba a Lucifer. Vio que tenía gran poder, y lo permitió. Pudo haber
sido de cualquier forma. Lucifer era capaz de elegir el bien. Creo que Dios
siguió manteniendo la esperanza de que tomara la decisión correcta. Quizá
parece cruel poner a prueba a los ángeles y las almas humanas, pero no es
así. Tenemos que enfrentar dificultades para saber cuáles son nuestros
verdaderos puntos fuertes. Cómo volver de un fracaso es una prueba muy
valiosa.
—Sí. Podrías haber querido vengarte después de la caída —le dije.
—Fácilmente. Y todo esto es especialmente duro para los seres humanos, a
quienes se les dio la prueba de fe sin ver todo con sus propios ojos. Es por
eso que se les da la capacidad de sentir el Espíritu Santo.
—¿Cómo funciona?
Se echó hacia atrás en su silla, frotándose las manos por encima de su
cabeza lisa.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 201 ~
—El Espíritu Santo es como miles de millones de señales de teléfonos
celulares que vienen de Dios y la conexión con cada alma, un enlace
directo. Las personas procesan los mensajes como sentimientos, a veces ni
siquiera escuchan su propia voz en su mente, así que es fácil pasar por
alto.
Asentí, mirándolo con asombro. Tenía una respuesta para todo. Era
mucho para asimilar, sin embargo, había mucho más todavía que quería
saber.
—¿Está el destino de cada persona escrito en piedra? —pregunté.
—No, no, no. No hay “destino” en ese sentido. Nadie fue hecho al fracaso.
Para las almas individuales, siempre hay elección. Cada vez que se hace
una elección, se forma un nuevo camino. Por lo que entiendo, los seres
humanos se les dice antes de ir a la tierra que la vida será difícil. Ellos
saben qué dificultades tendrán que enfrentar. Saben que es una prueba, y
están ansiosos por ello. Tú, también, sabías antes de venir a la tierra que
nacerías en estas circunstancias.
Una chispa se encendió en mi mente. Di un grito ahogado y me enderecé.
¡El conocimiento perdido de mis días oscuros!
—¡Sabía que había algo más! Sin embargo, todavía no puedo recordar.
Mi padre se rió de mí.
—No te rindas, nena. Todo va a volver una vez que te despojes de ese
cuerpo. Ningún alma puede imaginar lo difícil que va a ser una vez que
están en forma física y no pueden recordar más.
Seguí sonriendo, sintiéndome optimista con esta nueva información. Y
entonces se levantó una pregunta en mi mente que me robó la felicidad.
—¿Por qué las madres de los Nephilim siempre mueren?
Él asintió, como si hubiera esperado esto. Dejando caer sus brazos de la
mesa, tomó mis manos otra vez.
—Hablamos mucho sobre esto cuando Mariantha estaba embarazada.
Cuando el cuerpo de la mujer fue creado, fue hecho como un recipiente
para acomodar otra alma humana a través de los reinos. Siempre
escuchas a la gente hablar sobre el milagro del nacimiento, y es verdad. Es
un milagro cada vez que un alma hace el pasaje. Pero un alma Neph es
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 202 ~
diferente de un alma humana. Es algo más. El cuerpo humano no fue
creado para ser capaz de expulsar a un alma tan compleja en el reino
terrenal. No puede físicamente sobrevivirlo.
Oh. Vaya. Esto era enorme.
—¿Y esto es de conocimiento general entre los demonios? —pregunté.
—Por supuesto, pero no van hacer alarde del hecho de que los Neph son
tan poderosos. No quieren poner ninguna idea en las mentes de sus hijos.
Era sin embargo otra manera en que los Neph habían sido engañados y
oprimidos. No podía esperar para contarle a Kaidan la verdad. Quería
llegar al fondo de todo. Tantas preguntas estaban rebotando en mi mente.
Le hablé de Hollywood y lo mucho que me rompió el corazón sentir todo el
sufrimiento de la gente.
—Los ángeles de luz son extremadamente sensibles a las emociones de los
demás, así que obtuviste eso de tu madre, lo cual es bueno, Anna, pero no
puedes ser tan sensible de modo que seas ciega a la imagen más grande.
¿Nunca te lastimaste cuando eras pequeña? ¿Haberte caído y raspado la
rodilla?
—Claro.
—¿Todavía te duele?
—No. Ya veo a dónde quieres llegar con esto —dije.
—Sé que suena trillado. Nunca sugeriría decir esto a alguien que está en
medio de una tragedia, pero incluso el peor dolor terrenal y pena no dura
en el reino celestial. Y todo tiene un propósito más grande.
—Pero ¿qué pasa con el sufrimiento de los Neph? —pregunté, indignada—.
La forma en que son tratados...
—Lo sé. Siempre he creído que los Nephilim son las almas más fuertes de
la tierra. Creo que incluso los Duques se sienten amenazados por ellos. Si
alguien puede derrotar a los demonios, son sus propios hijos.
Pero los hijos están asustados, quería decir. Nos han dicho que vamos a
terminar en el infierno. Debería haberle preguntado, pero no estaba lista
para escucharlo. Eché un vistazo al reloj. El tiempo estaba pasando
demasiado rápido.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 203 ~
—Dime más —dije—. Dime algo. ¿Cuál es el significado de la vida?
Dejó escapar una gran y fuerte carcajada.
—Pensaste que me dejarías perplejo con esa, ¿verdad? En realidad es muy
simple. El propósito de la vida es encontrar tu camino de regreso a una
forma espiritual de pensar y vivir, para poder superar la materia física. Eso
es más o menos toda la prueba. Y a cada alma se le da talentos y
fortalezas para ayudarles a lo largo del camino.
—¿Eso es todo?
Él se rió de mis ojos saltones en respuesta.
—Es mucho más difícil de lo que parece. —Miró el reloj ahora—. Diez
minutos más, pequeña. ¿Qué más tienes para mí?
Hubo un trueno en mi corazón. Miré a sus grandes y curtidas manos
sosteniendo la mía en la mesa. No lo podía posponer por más tiempo.
—¿Es cierto que hay una mancha en mi alma, y estoy condenada a ir al
infierno, sin importar qué? Eso no es cierto, ¿verdad?
Su respiración se había hecho poco profunda mientras me miraba. Un
temblor empezó a sacudir su barbilla, y miró hacia otro lado. No. Por favor,
no. Negué con la cabeza, retirando mis manos para taparme la cara. Me
dolía el corazón y mis ojos picaban.
—Por favor, perdóname, Anna. —Su voz fue tranquila—. Por esto nunca
quise tener hijos. Por favor, mírame.
Retiré mis manos de mis ojos humedecidos, presionando mis dedos sobre
mi boca.
—Podría ser diferente para ti. El bien de tu madre podría anular mi mal.
No lo sé. Y si es cierto, entonces voy a estar allí contigo. Permaneceremos
juntos a través de la oscuridad.
—¿Por qué Él nos haría eso? —Mi voz se elevó—. ¿A todos los niños
Nefilim? ¡No es nuestra culpa!
Se inclinó sobre la mesa, agarrando las manos de mi cara y
sosteniéndolas. Sus ojos se fijaron en los míos.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 204 ~
—Nada bueno viene de la ira —dijo—. Confía en mí. Va a evitar que
pienses con claridad. Sé que no quieres eso. No pierdas la esperanza.
Recuerda, el infierno es sólo un lugar de espera. Tendrás tu oportunidad
de juicio. No podemos saber todo sobre el último plan. Sería como tratar
de enseñarles a los niños física cuántica.
Me froté la cara, tratando de asentir y tragar el sollozo en mi pecho. No
quería ir al infierno. No había nada más petrificante que la idea de un
lugar ausente de amor.
—¡Dos minutos! —gritó un guardia en la puerta—. Abrácense y
despídanse, amigos.
Los dos nos pusimos de pie. Rodeé la mesa y me lancé en sus brazos
gruesos y sólidos. Olía a jabón. Fue surrealista ser abrazada por él, pero
tan correcto. Besó mi coronilla.
—Te quiero, papá.
—No sabes lo bien que esas palabras me suenan. Te he amado cada día de
tu vida. Gracias por venir a mí. Estoy orgulloso de ti.
Él se apartó y me levantó la barbilla para poder mirarlo.
—Recuerda todo lo que te he dicho, ¿entendido?
Asentí.
—Y dile al chico Rowe que mantengan sus garras fuera de mi niña, porque
me encargaré de él rápidamente si no lo hace.
—Papáááá.
Vergonzoso.
Un silbato sonó y nos apartamos el uno del otro. Todo el mundo estaba
poniéndose de pie, abrazándose, y caminando hacia la puerta. Mi
estómago se apretó.
—Por favor, ten cuidado —exhortó.
—¿Te veré pronto?
—Por supuesto. —Besó mi frente y yo a regañadientes me uní a los otros
visitantes que salían.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 205 ~
En la puerta me di la vuelta. Seguía mirándome, alto y estoico. Toda mi
vida me había engañado con el pensamiento de que no necesitaba su
amor, pero me había equivocado. Todo el mundo necesitaba el amor de su
padre.
Un recién afeitado Kaidan se apoyaba contra su brillante todoterreno
negro con los brazos cruzados bajo el luminoso sol de California. Se
enderezó y se quitó las gafas de sol cuando me vio. No podía mirarlo. Pasé
por delante y abrí la puerta, subiendo al interior.
No hizo ninguna pregunta. Simplemente entró al auto y condujo, con los
ojos fijos en la carretera. Cuando habíamos conducido unos ocho
kilómetros de la prisión, escondí mi rostro entre mis manos y solté todas
las lágrimas que tenía en mí.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 206 ~
Capítulo 17
Primer sacrificio
Traducido por NayeliR Corregido por Micca.F
rente al hotel había una pequeña lavandería automática con cinco
lavadoras y cinco secadoras funcionando por tragamonedas. Pasé
la tarde lavando mientras Kaidan iba al gimnasio del hotel. Me
había dado su teléfono en caso de que el convento llamara. Me senté sola
en una pequeña silla, pensando, mientras la secadora trabajaba.
Le pregunté si había estado escuchando nuestra conversación mientras
esperaba en la prisión. Él admitió que cuando regresó esa tarde, escuchó
por un momento para asegurarse de que estaba bien, pero eso era todo, y
le creí.
F
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 207 ~
Le dije cada detalle de lo que mi padre dijo. Él estaba siendo un oyente
tranquilo, no diciendo mucho. Ni siquiera cuando “te dije mucho” más o
menos en la parte final.
Las ropas estaban finalmente secas, entonces me paré sacándolas de una
a la vez, doblándolas.
Salté y dejé salir un vergonzoso chillido cuando dos manos vinieron
alrededor de mi cintura.
—Sólo yo, cariño —dijo cerca de mi oído—. ¿No eres la imagen de la
domesticación? ¿Cocinas así de bien?
Puse ambas manos en el borde de la secadora para estabilizarme. La
máquina seguía caliente.
—Kai —dije. Podía sentir su nariz y boca moverse sobre mi cabello. ¿Por
qué me estaba haciendo esto? ¿Diciéndome que no fantaseara con él, y
entonces arrimándoseme por detrás?—. No deberías…
Mis rodillas estaban temblando. Estaba tan confundida. Lo que en
realidad quería hacer era cerrar mis ojos y apoyarme en él, pretendiendo
sólo por un momento que estábamos juntos. Pero presioné desde un lugar
dentro de mí que era más fuerte que mi cuerpo. No podía ser una de sus
chicas momentáneas.
—A no ser que vayas a ser mi novio, no deberías tocarme así.
No se alejó, rechazado, como había esperado. En cambio, habló en mi
cabello.
—A los Neph no se les permite estar en relaciones, especialmente no con
otro.
—Nadie tiene que saber —dije en el aire, cerrando mis ojos—. Sólo
nosotros.
—Eso no puede pasar nunca. —Su rechazo fue gentil, pero firme.
De nuevo, desde el lugar de fuerza, me encontré tomando sus manos,
desenroscándolas de mi cintura, y apartándolas de mí. Un segundo
después se había ido. Caliente y luego frio, una y otra vez.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 208 ~
Eso no puede pasar nunca. Tuve que inclinarme sobre la secadora,
respirando profundamente, sintiendo el calor. Por una vez mis ojos
permanecieron secos.
Sabía en mi corazón que no había oportunidad. Por supuesto que no
había. Él no había dicho que no quisiera estar conmigo, sólo que eso no
estaba permitido. Traté de aferrarme a eso, pero sabía que no debía.
Cualquiera que fuera la razón, no podía haber nunca un “nosotros”, ni
siquiera en secreto, definitivamente no exclusivo, y cuanto antes
consiguiera mi cabeza poner punto final a este hecho, mejor.
Amontoné las ropas en mis brazos y me dirigí a la habitación.
Kaidan estaba viendo televisión en su cama. No me miró. Puse sus ropas
en el vestidor y empaqueté la mía de nuevo en mi bolsa. Vi la camiseta roja
en el fondo de mi bolsa, la que él me prestó en su casa. Fui y la puse sobre
su montón. Pensé en qué hacer después. Mi bolsa de libros estaba en el
suelo con toda mi lectura de verano para la asignatura de inglés que Patti
insistió que trajera. La recogí y la arrastré a mi cama.
—¿Qué tienes ahí? —preguntó.
Supuse que estaba actuando como si nada hubiera pasado. Bueno, dos
pueden jugar a eso.
—Inglés —dije, tirando un libro de poesía Americana y mi libreta sobre la
cama frente a mí. Kaidan apagó la televisión y se acercó, extendiéndose a
través de mi cama, tomando el libro, y abriéndolo.
Me sentí nerviosa.
Y entonces comprendí dolorosamente. Quizá él no estaba fingiendo que no
era gran cosa. Quizás en realidad después de todo no era gran cosa. ¿Y por
qué sería? Muchas chicas, mucho más atractivas que yo, no dudaron en
pedirle comprometerse, y rechazó a cada una. ¿Por qué pensaba que yo
era diferente? ¿Porque compartimos un secreto sobre nuestros padres y
algunas emociones espeluznantes?
He escuchado el refrán de que no puedes extrañar lo que nunca tuviste.
Sólo lo hice. La desilusión dolía
Encontré una esquina desocupada en la cabecera de mi cama y me senté
con mis piernas cruzadas. Mi cabeza me estaba matando. Tiré la trenza
sobre mi hombro y saqué la goma. Desenrosqué las hebras de cabello y
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~ 209 ~
corrí mis uñas a lo largo de mi dolorido cuero cabelludo. Peiné mis dedos
por las profundas ondas hechas por la trenza sin ningún enredo. Kaidan
hizo un extraño sonido gutural y luego tosió. Cuando miré hacia él estaba
mirando fijamente el libro. Sus ojos moviéndose sobre mí y regresando al
libro otra vez. ¿Cuál era su problema?
Hice un mohín y estaba agradecida ahora de saber cómo esconder mi
color. Abrí mi libreta con un dramático ruido y saqué la cima de la hoja de
ejercicios. La primera pregunta me hizo quejarme.
—¿Qué pasa? —preguntó.
—No puedo entender este tipo de preguntas. “¿Cuál es la opinión del autor
de la muerte, como se vio en las líneas dieciocho a la veintidós?” ¡Es un
poema, para llorar fuerte! La belleza de la poesía es que puede significar
diferentes cosas a diferentes personas en diferentes momentos. Pero sabes
que ellos están esperando uno específico, la supuesta respuesta correcta, y
ninguna otra respuesta meditabunda contará. ¡Está mal analizar la poesía
de esta manera!
Tiré abajo el papel en acalorada pasión y sentí su mano acunar mi mejilla.
No me fijé que se había levantado de un tirón durante mi diatriba. Mi
corazón estaba bombeando duro cuando giré mi cara hacia él. Los ojos de
Kaidan estaban encendidos, y su dulce, aroma terroso estrellaba mis
sentidos.
—En serio —susurré, incapaz de alejar la mirada—. Estás haciendo esa
cosa de los ojos-habitación otra vez.
Nos encontramos a medio camino. Sus labios estaban tan calientes como
sus ojos, enviando una onda de choque a través de mí. Su tierna boca
abrió la mía y pude sentir la red de pasión, como seda, circulando entre
nosotros, empujándonos más cerca. Estaba consciente de una poco
entusiasta batalla dentro de mí, pero trepé más cerca, empujando la
libreta y papeles al piso.
Sus labios de alejaron de los míos y se movieron vorazmente bajo mi
cuello. Un gemido escapó de mí al sentir su caliente aliento sobre mi piel, y
era todo el ánimo que necesitaba. Él estaba sobre mí, y yo estaba presa
por un hambre desconocida. Callé el urgente susurro de mi corazón para
agarrar su playera y tirarla hacia arriba sobre su cabeza, y su suave piel
morena estaba por todos lados, emanando calor. Él desabotonó mi playera
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 210 ~
y me moví fuera de ella. Estaba fuera, tirada al piso con la libreta, y mi top
estaba sobre mi cabeza, en su mano, entonces volando a través de la
habitación. Sus labios estaban sobre mí otra vez, nuestra piel desnuda
aplastada junta, pero seguíamos necesitando estar más cerca. Empujó sus
labios sólo lo suficientemente lejos para hablar.
—¿A qué hora llamará Patti?
Dirigí un vistazo al reloj, sintiendo su boca sobre mi clavícula.
—No por una hora —susurré.
—Eso simplemente no va a ser tiempo suficiente.
En un suave movimiento tiró de ambos así que estábamos sentados, yo a
través de su regazo con mis piernas envueltas alrededor de él. Mi cabello
cepilló mi piel, suave en contraste a la dureza de sus manos. Sus perfectos
labios se movieron sobre mis hombros, empujando los tirantes de mi
sostén hacia abajo y mordisqueando sólo con la suficiente presión. Mi
cabeza cayendo dentro de su mano esperando. Presioné mis caderas
contra él y fui recompensada cuando gimió, tirando de ambos otra vez, tan
fluidamente.
Su boca estaba en el pequeño oleaje de piel que se asomaba fuera por
encima de mi sostén. Mis manos estaban en su espeso cabello. Besó hacia
abajo desde arriba de mi cuerpo hasta mi ombligo, manteniendo sus
manos bajo mi cuello, concentrándose en mi piel. Estaba jadeando por las
cortas respiraciones, incapaz de controlarme mientras sus labios
quemaban un camino bajando hacia el borde de mis shorts. Con un
movimiento rápido abrió el botón y lamió la piel sensible. Jadeé, y él hizo
un sonido masculino gruñendo antes de que hablara.
—Ahora puede ser tiempo de detenerme, cariño. Estás a punto de ser
desvestida, y confía en mí cuando digo que será demasiado tarde después
de eso.
Mi cuerpo estaba asfixiando mi mente. No podía pensar. Sólo podía oler,
probar, ver, oír y sentirlo.
Un molesto susurro sonó desde las profundidades de mi mente otra vez,
pero había algo más también: algo que me las arreglé para arrastrar hacia
el fondo de mi conciencia hasta ahora. La duda demoníaca.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 211 ~
Estábamos malditos por simplemente haber nacido. ¿Así que por qué
estaba manteniendo las reglas que en realidad no se aplicaban a mí de
todas formas? ¿Por qué no podía tomar de esta vida lo que podía esta vez
tener? Esto no tenía nada que ver con lo que Pharzuph exigía de nosotros,
y todo que ver con lo que Kaidan y yo nos habíamos convertido el uno del
otro.
—No, Kai —dije, arqueando mi espalda bajo sus dedos calientes—. No
pares.
Su cara estaba frente a mí otra vez, nuestras bocas moviéndose en un
armónico frenesí. Mis manos moviéndose desde su cabello, sobre su duro
pecho, bajo la onda de su estómago, alrededor de su cintura, y subiendo
sobre su firme espalda. Lo empujé hacia mí. No podía creer que esto
estaba pasando. Excitación y miedo corriendo a través de mi sangre.
Y entonces ahí estaba… confusión.
Estaba murmurando algo para sí mismo que no podía entender, luego
sacudiendo su cabeza. Lo empujé hacia mí otra vez, pero él alcanzó hacia
abajo, tomando mis muñecas y sosteniéndolas entre nosotros. Levanté mis
caderas hacia él y me asombré al encontrar resistencia. ¿Qué estaba
pasando?
—No podemos. —Apenas susurró.
—¿Kai? —Se estaba alejando de mí, y era tal tortura que apenas podía
soportarlo.
Hice un último intento de revivir la intimidad; alcanzándolo, pero se volvió
de piedra sobre mí.
—¡Maldición, Ann, por favor! No te muevas.
Permanecí acostada, respirando duro y mirando dentro de sus profundos
ojos azules hasta que alejó su mirada.
Rodó al lado de la cama y se levantó, alejándose a una agonizante
distancia. Gruñó y agarró su cabello duramente en ambos puños,
entonces comenzó a pasearse, sacudiendo su cabeza de lado a lado. Su
insignia de color rojo sangre bombeando tan duro como mi corazón.
Me senté, consciente de mi acalorada, expuesta piel en el frío aire de la
habitación. Agarré una almohada y la presioné en mi pecho en un
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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apretado abrazo. Cada centímetro de piel que había besado se sentía como
si estuviera encendida.
Rechazo barrió sobre mí, convirtiendo mi calor en hielo. Decir que no podía
ser mi novio era una cosa. ¿Pero esto?
—No me quieres. —Una revelación tan patética que podría haber sido
mejor dejarla sin decir.
Gruñó otra vez, más fuerte esta vez, y se arrodilló en el piso, empujando
sus puños en sus ojos. Estaba en un obvio dolor. Quería alejarlo de él,
pero sabía que no podía.
—No hagas eso. —Su voz era dentada—. Es la cosa más difícil que he
hecho en mi vida entera.
Se levantó otra vez, la vista de su cuerpo estrellándose en mí con fuerza.
—No entiendo, entonces —susurré.
—No hiciste nada mal, ¿está bien? —Su voz al borde de la desesperación—
. Y no pienses por un segundo que no te quiero… —Paró de hablar y
gruñó, presionando sus nudillos en su frente—. No debería ser como esto
—dijo.
—¿Como qué? —pregunté.
—Sin compromiso. En una habitación de hotel.
—Entonces, comprométete —dije. Su cara se tensó y sostuvo sus brazos
fuera en frustración.
—¡No puedo! —gritó—. Y no estoy tomando tu virginidad. Te arrepentirías.
Giró lejos de mí, inclinando su frente contra la pared. Estaba aún sin
respirar mientras se deslizaba hacia abajo, girando y desplomándose en la
esquina de la habitación, los codos en sus rodillas, el rostro en sus manos.
Dejé que el significado de lo que acababa de pasar penetrara. Habíamos
estado tan cerca, y Kaidan se negó a sí mismo. Por mí. Había hecho su
primer auto-sacrificio. Por mí. Él desafió los demonios de su padre. Por mí.
Una vibrante energía se precipitó a través de mi cuerpo mientras las piezas
se estrellaban en su lugar. Oh, querido Señor. Estaba enamorada de él. Y
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no había una cosa en la tierra, en el cielo, o en el infierno que pudiera
haberme detenido.
En el momento de la impresionante comprensión, giró hacia mí y me miró.
Mi guardia emocional estaba abajo. Regresé rápidamente mi mente al
modo oculto, pero era demasiado tarde. Lo había visto. Sostuve mi
respiración por su reacción. Él cerró sus ojos e inclinó su cabeza a su
pecho, su postura hundiéndose. No era la respuesta de mis sueños.
Me concentré, encontrando difícil de contener la enormidad de mi
sentimiento por él. Ahora que lo vi por lo que era, estaba abarcando todo.
Cerré mis ojos y lo mantuve escondido con cada pizca de fuerza de
voluntad en mí.
Me paré, aún abrazando la almohada, y caminé rápidamente hasta
recuperar mi playera de arriba de la televisión. Dejando caer la almohada,
empujé mi top sobre mi cabeza y abotoné mis shorts. Necesitaba irme…
dar un paseo para aclarar mi cabeza y darle tiempo consigo mismo.
Y entonces el teléfono sonó. ¡Oh, genial!
Él no se movió, así que caminé hacia el buró donde estaba y eché una
ojeada al identificador de llamadas. Mi corazón saltó y mis dedos
temblaron al tomarlo y presionar el botón verde.
—¿Hola? —dije.
—¿Señorita Whitt? Es la Hermana Emily.
—¿Está despierta?
—Lo siento, querida. La Hermana Ruth se ha ido a estar con el Señor.
¡¿Qué?! Mi estómago cayó en picada y me senté rígidamente en la cama,
una sensación profunda de pérdida inundando mi alma.
—No —susurré.
—Eso me temo. Varios años atrás ella tenía un testamento redactado, y te
dejó todo a ti. He estado yendo a través de sus objetos personales y sólo
había una cosa junto con su ropa y su Biblia. Una pequeña caja. ¿Puedes
venir al convento?
—Sí, ahí estaré.
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Capítulo 18
Siendo atravesada
Traducido por Kathesweet Corregido por Micca.F
bicado dentro de la gran ciudad estaba el pequeño convento,
pintoresco y escondido entre una frontera de árboles de hojas
perenne, eclipsado por el gran orfanato al lado. No era la clase de
lugar que atraería el interés de los turistas. También pasaría fácilmente
desapercibido por la mayoría de los locales.
Kaidan pasó el auto a través de la puerta abierta. Más allá de los árboles y
de un pequeño jardín había un edificio de ladrillo descolorido de dos pisos,
U
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invadida a los costados por vides. Aparcamos en un área de grava y
miramos hacia el edificio. Lo recordaba, sólo que sin tantas vides.
Habíamos estado en silencio todo el camino. Desearía poder de alguna
manera aligerar la tensión entre nosotros, pero tenía que seguir su curso.
Anoche las cosas habían cambiado. En una gran manera.
—Esperaré aquí —me dijo Kaidan. Salí y caminé hasta la entrada en un
camino de cemento agrietado. El aire de la tarde temprana aún estaba
caliente, pero se hacía soportable por la dulzura de la madre selva en el
aire.
En la puerta, leí el pequeño cartel:
Convento de Nuestra Madre María.
Me detuve frente a la pesada aldaba de bronce y la dejé caer tres veces.
Una monja joven respondió, llevaba puesto un vestido de mangas largas
floreado que caía hasta debajo de sus rodillas, con medias blancas y
sandalias. Su cabello estaba en un moño, y un crucifijo colgaba alrededor
de su cuello.
La hermana puso una mano sobre su corazón. Una corriente fina de pesar
azul marino atravesó la paz lavanda de su aura.
—Debes ser Anna. Muchas gracias por venir.
Me invitó al área del vestíbulo y me dio un abrazo cálido, el cual
necesitaba, incluso de una extraña. Cuando se fue a recuperar la caja,
miré alrededor, a las paredes de color crema del vestíbulo y me sentí
cómoda. Podía recordar estar allí en los brazos de Patti mientras ella se
despedía de la Hermana Ruth hace dieciséis años. Allí todavía estaba la
fuente contra la pared, dejando salir una corriente de agua como una
oleada de nostalgia.
La monja joven bajó los escalones de madera y me entregó una caja
pequeña. Era de alrededor de treinta centímetros de longitud y estaba
sellada con capas de cinta.
—Gracias por todo —le dije.
—De nada, querida. —Apretó sus manos en frente de ella―. Siento que no
tuvieras oportunidad de conocer a la Hermana Ruth. Ella era el alma más
preciosa que alguna vez he conocido.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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—Yo también lo siento.
Se secó los ojos con un pañuelo, y sentí el gran pesar de la pérdida cuando
nos abrazamos una última vez y me giré para irme.
La Hermana Ruth estaba muerta, y con ella se fue cualquier conocimiento
que hubiera tenido. Kaidan no me miró cuando entré en el auto con la caja
sobre mi regazo. Hizo un giro rápido y salió del aparcamiento, levantando
la grava. Su humor no había mejorado.
Quería que dijera algo. Recorrí mis dedos a lo largo de los bordes con cinta
de la caja, meditando una lista de temas sin sentido que pudieran llenar el
espacio entre nosotros. La muerte de la Hermana Ruth sólo profundizó el
vacío.
Cuando volvimos al hotel, entramos juntos a la habitación. Me subí en mi
cama y me senté con la caja sobre mi regazo. Levanté la mirada hacia
Kaidan, que estaba medio sentado, medio inclinado sobre la mesa al otro
lado de mí con sus brazos cruzados y sus ojos idos en sus pensamientos.
—¿Puedo usar uno de tus cuchillos? —pregunté.
—Aquí, permíteme. —Se sentó al otro lado de mí y sacó un cuchillo,
deslizándolo por las esquinas. Abrí la tapa de cartón. Dentro había una
caja de madera tan vieja y suave que la madera parecía petrificada. La
saqué y dejé la caja de cartón sobre el suelo. Un pequeño broche dorado
mantenía cerrada la tapa. Abrí el broche y levanté la tapa. Al principio no
podía procesar lo que estaba viendo. Estaba hecho de plata… no, quizás
era oro… no… ¿Qué era? Centelleaba con una serie de colores metálicos
desde bronce hasta platino, como si estuviera vivo.
—¿Es la empuñadora de una espada? —pregunté. Simplemente mirarla
me asustó—. ¿De qué está hecha?
Kaidan estaba inclinándose y mirándola con incredulidad absorta.
—¿Puedo? —preguntó, haciendo señas hacia ésta.
—Adelante.
La levantó cautelosamente y la acunó en su mano, girándola de lado a
lado. El metal brilló como nada que hubiera visto.
—No lo creo —susurró.
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—¿Qué? ¿Qué es?
Su cara parecía registrar el objeto, y lo dejó de nuevo en la caja de madera,
frotando sus manos y mirando hacia abajo con temor inspirado por el
terror.
Me estiré para sentirla, pero cuando mi dedo tocó el metal cálido, un rayo
de energía atravesó mi dedo y subió por mi brazo. Grité y alejé mi mano.
Kaidan se sentó derecho y me miró, con el cabello colgando en sus ojos
redondeados.
—¿Qué es esto? —pregunté.
—Claramente no fue forjada en la tierra —balbuceó—. Creo… Pero es
imposible. ¿Una espada de Justicia?
—¿Qué es eso?
—Eran usadas por los ángeles en la guerra de los cielos.
Ahora fue mi turno de mirarla boquiabierta con el mismo respeto
temeroso.
—¿Pero por qué está dándomela? —Mi corazón se aceleró.
—Sólo los ángeles de la luz podrían usarlas. Las leyendas doradas dicen
que la hoja aparecerá sólo cuando se necesitara si el portador es puro de
corazón. Anna… es la única arma que puede eliminar un espíritu
demoniaco.
Nos miramos, compartiendo un secreto que podría condenarnos.
—¿Y por qué está dándomela? —pregunté otra vez, mi corazón palpitando
tan rápido como podría.
No tengo idea de cuánto tiempo seguimos mirándonos, buscando por un
significado, antes de que se pusiera de pie y se alejara de mí. Buscó el
teléfono en su bolsillo y me habló mientras estaba poniéndose sus zapatos
y dirigiéndose a la puerta.
—Necesito aclarar mi cabeza. Patti llamó mientras estuviste en el convento
y le conté sobre la Hermana Ruth. Llámala con el teléfono de la habitación
y pagaré el cargo. —La puerta se cerró detrás de él y me senté allí atónita.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 218 ~
La Hermana Ruth me dio un arma. ¡No sabía qué hacer con una espada!
¿Se esperaba que matara demonios? Si sólo hubiera venido a Los Angeles
mucho antes así podría haber hablado con ella.
Llamé a Patti con la intención de decirle todo sobre la visita a mi padre y lo
que la hermana Ruth me dejó, y luego recordé lo cuidadosa que había sido
la monja con la información. Ella me lo dijo sólo en persona. Así que le dije
a Patti que todo había ido bien y que le daría todos los detalles cuando
regresara a casa. El teléfono se sentía inseguro.
—Suenas cansada, cariño —dijo Patti cuando había terminado—. ¿Por qué
no descansas un poco? Podemos hablar mañana, ¿de acuerdo?
Estaba desgastada cuando colgamos. Mientras me subía en la cama me
pregunté qué estaba haciendo Kaidan y a quién podría estar llamando, no
es que fuera de mi incumbencia. Pero estaba preocupada por él. Pensé en
intentar escucharlo, pero si quería privacidad estaría a más de un
kilómetro para este momento. Kaidan no volvió a la habitación hasta
después de que estuve en la cama un rato, medio durmiendo.
Me sacudí y me moví toda la noche, incluso gritando y despertándome una
vez con un sueño que no podía recordar. Kaidan yació quieto toda la noche
en su propia cama. Nunca escuché su respiración profunda.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 219 ~
Capítulo 19
Menor no acompañado
Traducido por rihano Corregido por Nanis
ebo haber finalmente dormido, sólo para ser despertada por un
zumbido seco. Me senté derecha. Eran las cuatro y media de la
mañana. Kaidan apagó la alarma.
—Tenemos que empezar temprano —dijo él, sonando despierto y tan triste
como la noche anterior.
—Oh. Ah, está bien.
Todavía era de noche fuera, mientras acelerábamos por la carretera
interestatal. A pesar de una ducha de agua caliente, yo estaba todavía con
sueño. La ciudad estaba en calma a esta hora temprana de la mañana del
domingo. Casi no había coches en la carretera. Pasamos junto a una señal
D
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de LAX, lo que me molestó, porque no habíamos pasado el aeropuerto de
camino a la ciudad.
—¿A dónde vamos? —le pregunté.
Se aclaró la garganta y dijo sin amabilidad:
—Te vas a casa hoy.
Mi mandíbula cayó.
—Todo se ha arreglado —dijo él—. Patti estará esperando por ti cuando tu
vuelo llegue a Atlanta.
Allí estaba otra vez, el rechazo golpeándome en el estómago.
—¿Por qué? —Forcé a salir.
Su voz era suave, pero aún tenía ese borde serio.
—Las cosas se han vuelto demasiado complicadas.
—¿Te refieres a causa de la espada, o soy yo? —le pregunté.
—Eres tú. —¿Qué había hecho, además de cuidar de él? ¡Esto era injusto!
—¿Es tan insoportable estar cerca de alguien que se preocupa por ti? —le
pregunté.
—Yo diría que estás sintiendo algo más que “preocupación” por mí, Anna.
—Estaba poniéndose insolente ahora, agarrando el volante—. Pude ver tu
emoción estallando a tu alrededor como goma de mascar rosa anoche.
—¡¿Y qué?! —Estaba completamente despierta y subiendo el volumen
ahora—. No he tratado de decírtelo. ¡Lamento perder la concentración por
un segundo y dejar que lo veas!
Tomó la salida del aeropuerto, hablándome con calma exasperante rayana
en la frialdad.
—No seas dramática con respecto a esto.
—¿No llamas a esto dramático? ¿Abandonarme en el aeropuerto antes del
amanecer?
—Voy a ver que estás en buenas manos antes de irme. —Su actitud
calmada me ponía nerviosa.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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—No te preocupes —escupí. Podía ver ahora cómo la gente decía cosas
hirientes a los que amaban por la ira. Mi mente corrió a través de todas las
cosas cortantes que podría decirle.
Se subió a una acera de salida y puso el coche en parar.
Tan rápidamente como había llegado mi ira, se fue sustituido ahora por la
tristeza.
—Nunca he estado en un avión —le dije, agarrándome a un clavo
ardiendo.
—Vas a estar bien.
—Quiero quedarme contigo. —Desesperación.
—No puedes —dijo él en modo zombi—. Tu padre tenía razón. Deberías
llegar a casa lo antes posible. No confío en mí mismo contigo.
—¿No confías en ti mismo? ¿O no confías en mí?
Miró fijamente al frente mientras nos sentábamos allí. Agarré la tela en su
hombro y tiré.
—¡Respóndeme!
Volvió la cara, y mientras nuestros ojos se encontraron su fachada de
calma se agrietó, desatando su ira y temores.
—¡No confío en ninguno de nosotros! No podemos estar juntos en calidad
de nada, nunca más. Es casi un maldito milagro que aún seas una virgen
ahora. Si esa Espada de la Justicia está destinada para que tú la uses,
entonces deberías querer mantenerte alejada de mí, también, porque te
prometo que no podría resistir si me pidieras que sacara el carro del
estacionamiento en estos momentos. —Se inclinó más cerca—. ¿Podrías
resistir una droga repetidamente si la colocas en la punta de tu lengua,
Ann? ¿Podrías? ¡Estamos jugando con fuego!
Él miró más allá de mí al aeropuerto, respirando con dificultad.
—Entonces, ¿qué vas a hacer ahora? —le pregunté—. ¿Regresar a hacer el
trabajo de tu padre y pretender que nunca me conociste?
Suspiró y suavizó su actitud.
—¿Qué querrías que hiciera?
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¿Qué querría que hiciera? ¿Tener sexo sin sentido con una chica tras
chica, o negar a su padre y ser asesinado? Ambos pensamientos me
atravesaron como flechas heladas, atravesando mi corazón.
—Tienes que trabajar —lo saqué fuera. Odiaba la verdad de esto.
La mirada que me dio estaba llena de amargura.
—¿Sabes lo que mi padre dijo cuando volví a casa la noche después de que
él te conoció? Dijo que Dios era un tonto que te puso en mi camino. Y
tenía razón.
—No. —Apreté los dientes—. ¡Tu padre estaba equivocado! ¿Y cómo sabes
que no fuiste tú quien se puso en mi camino? Hay un propósito para ti en
todo esto, también.
Kaidan negó con la cabeza. Pude ver su mandíbula apretada en la
hendidura de su sien. Me miró duro.
—¿Quieres saber por qué mi padre eligió vivir en Atlanta, a pesar de que
su trabajo estaba en Nueva York? Él tiene este enamoramiento con esa
mujer humana, Marissa. Ella es la dueña de una red de prostitución
clandestina en Atlanta. Esclavitud sexual internacional. Las niñas de
familias hambrientas se venden a ella. ¿Y adivina quién introduce a esas
chicas a su nueva vida?
Yo contuve la respiración y me congelé. No había palabras para consolar
este tipo de dolor. Mi estómago se contrajo.
—Marissa llama a las chicas sus sobrinas. La chica que me trajeron la
noche antes de nuestro viaje era la más joven. No podría haber tenido
doce.
Querido Dios.
—Por primera vez me negué, le dije que no podía. ¿Y sabes por qué?
Negué con la cabeza, fascinada por sus ojos mientras las palabras salían
de él rápidas y potentes.
—Porque todo en lo que podía pensar era en ti, Anna, y lo buena que eres
y lo que pensarías. ¡Tú pones pensamientos en mi cabeza que ningún
Neph debe tener! —Hizo una pausa, mirando por la ventana—. Mi padre lo
dejó ir por el momento, pero estaba furioso. Él va a estar vigilándome
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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ahora, poniéndome a prueba. No me puedo permitir tener nada más qué
ver contigo.
Nos quedamos en silencio un largo rato. Yo no quería irme todavía. No así.
No tenía ni idea de qué decir.
—Kai... Sé que estás asustado y temeroso. Yo también lo estoy. Pero tal vez
esta espada es una señal de que algo va a suceder. Algo bueno para el
Neph.
Tenía la cabeza baja. Estaba mirando fijamente a la consola entre
nosotros.
—Sentiste poder cuando tocaste la empuñadura, ¿no? —preguntó,
levantando sus ojos azules hacia mí a través de las hebras de cabello.
Asentí con la cabeza—. Bueno, yo no. No soy digno de ayudar con
cualquier plan que tienen para ti. Así que vuelve a tu dulce e inocente vida
y mantente alejada de mí.
—Por favor —le supliqué. No me alejes. Podemos ser amigos, y…
Tomó mi barbilla en su mano firme y me miró.
—Nunca podremos ser sólo amigos, Anna. Métete eso en tu cabeza ahora.
No puede haber nada.
Él me soltó y salió del coche. Me senté allí, odiando el escozor en mis ojos
y la garganta. Miré por el espejo lateral mientras él habló con un
trabajador de la aerolínea en el punto de registro exterior. Con una corta
extensión de mis sentidos le oí decir al hombre que mi boleto había sido
comprado por teléfono anoche y yo estaba viajando como un menor no
acompañado, por vez primera. El empleado le aseguró que ellos cuidarían
de mí.
Kaidan le dio las gracias y se dirigió de nuevo al coche, abriendo la puerta.
Me tomé mi tiempo para salir. Pensé en hacer una escena, pero no me
atreví a hacerlo. Me mostró un pequeño fajo de dinero y luego lo metió en
mi bolsillo.
—Perdiste todo lo tuyo —explicó él, y luego se volvió antes de que pudiera
discutir y fue al mostrador de facturación de nuevo.
En un sueño brumoso yo estaba presentando mi identificación y
recibiendo un pase de embarque. Caminamos de regreso al coche, lejos del
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 224 ~
camino de los otros pasajeros que estaban apareciendo. Nos quedamos
parados frente a frente. ¿Tenía que ser así? Me arriesgué y apoyé la frente
contra su pecho, esperando que él me rechazara, pero no lo hizo. Me
permitió apoyarme contra él, pero mantuvo sus propias manos a los
costados.
—Es hora de que te vayas —dijo.
—Espera. —Miré hacia él—. Hay algo que necesito saber. —Estaba
luchando por tiempo, y había sido algo que me molestó todo este viaje,
sobre todo después de la noche pasada—. Recuerdas al principio del viaje,
cuando dijiste que siempre sabes de inmediato lo que tendrías que hacer
para conseguir a una chica en la cama... ¿incluso yo?
Se metió las manos en los bolsillos, y vi sus antebrazos flexionarse. Sus
ojos eran de un azul ahumado en esa forma peligrosa suya, y él hizo un
simple asentimiento.
—¿Qué tendrías que hacer? —le pregunté—. ¿Para mí?
—No vamos a ir allí —dijo en voz baja
—Dime. Por favor.
Me miró fijamente a la cara, prestando especial atención a mi peca. Se
humedeció los labios y apretó la mandíbula.
—Bien —dijo finalmente—. Tendría que hacerte creer que te amaba.
Cerré mis ojos. Eso dolió. Sobre todo porque me di cuenta en lo profundo,
que había pensado que me amaba. Tenía un caso muy grave de síndrome
de niña buena.
¿Todo este viaje había sido un juego para él, entonces? ¿Era yo nada más
que otra chica tonta que había sido tan tonta como para enamorarse de él?
Negué con la cabeza. Yo no podía creerlo. Miró hacia abajo, desafiándome
a preguntar más.
—Desearía, solo por una vez, poder ver tus colores —susurré.
—Bueno, me alegro de que no puedas. Y deseo nunca haber visto los
tuyos.
Él había estado en lo cierto cuando dijo que la verdad podía doler mucho
más que cualquier mentira.
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Con un profundo suspiro me alejé de él, tomé mi bolso y me dirigí hacia el
aeropuerto, sin mirar atrás.
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“La mente es su propio lugar, y en sí misma
puede hacer un cielo del infierno, un infierno del cielo.”
—John Milton, El Paraíso Perdido
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Capítulo 20
Elefante en la habitación
Traducido por Lalaemk Corregido por Nanis
i no lo supiera mejor, juraría que Patti podía ver colores y leer
mentes. Tal vez iba junto con el territorio de la maternidad. Cuando
me recogió del aeropuerto, declaró a mitad del camino a casa.
—Estás enamorada de él.
Todo lo que pude hacer fue asentir,
—Te estás haciendo daño. No debí dejarte ir —dijo.
S
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 228 ~
—No, estoy contenta de haber ido. Tenía que hacerlo. No me retracto.
Aparte, el amor no correspondido es una de esas cosas que todos los
adolescente tienen que pasar, ¿cierto? —Traté de sonreír.
—¿No correspondido? —Levantó sus cejas en desacuerdo—. Diría que ese
muchacho tiene sentimientos por ti, también. Probablemente no eres la
única herida en este momento.
No hablamos más en el camino a casa, pero reflexioné sobre lo que había
dicho.
Repasé nuestro viaje hacia atrás en mi mente para imaginar dónde Kaidan
podría haber tenido un momento dado. No pude pensar en otra cosa. Jay
no sabía que había llegado a casa antes, y no estaba lista para hablar con
él todavía.
Mis esperanzas aumentaron cada vez que sonaba el teléfono, pero nunca
era él. Inventé historias en mi mente de cada escenario posible donde él
podría venir por mí o llamarme y declararme sus sentimientos. No iríamos
muy lejos juntos, donde su padre nunca nos encontraría.
En otras palaras, estaba delirando.
¿Así que esto era lo que las chicas hacían después de haber sido
abandonadas por Kaidan Rowe? Ahora entendía todos los mensajes que él
recibía. Me pregunté si cada una de ellas se había sentido tan especial
como yo bajo su toque. Me pregunté si se suponía que me tenía que doler
menos, puesto que él me había dejado por nuestro propio bien. Porque no
lo hacía.
El día que regresé, volví al trabajo, pidiendo tantas horas como fuera
posible.
Patti me dio mucho espacio el primer día en casa.
El segundo día trató de animarme.
—¿Quieres hacer unas ventas de garaje conmigo?
Sacudí mi cabeza.
—¿Qué tal un día en el lago?
Negué aún más duro. De ninguna manera
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~ 229 ~
—Bien, entonces. Sé que no es oficialmente una ocasión especial, pero,
¿qué dices de comida Mexicana? —Sus ojos brillaban mientras movía sus
cejas.
Me eché a llorar.
En el tercer día estaba determinada a salir por mí misma de esta depresión
insalubre, por el bien de Patti sin nada más. La autocompasión era como
usar una chaqueta de lana en el calor sofocante, y quería que se fuera. Así
que fui a correr un poco en la mañana. Ayudó un poco.
Cuando regresé a casa, Patti me vio desde donde se sentaba en el balcón.
Entró al departamento con un toque de amarillo en su aura.
—¿Lista para tu chocolate caliente? —preguntó.
Pensé acerca de eso.
—Creo que tomaré café en su lugar.
Me dio una mirada, sorprendida, y luego asintió.
Nos sentamos en el sofá y me dio una taza de café caliente con azúcar y
crema. Tomé un sorbo. Estaba un poco amargo, pero el amargo encajaba
conmigo.
—Sé que estás pasando por un tiempo oscuro justo ahora —dijo Patti,
frotando mi brazo—. Necesito que seas fuerte. Cuando estás asustada y
con miedo es cuando hay que cavar más profundo.
Asentí, pero no me estaba sintiendo fuerte. No me sentía como el tipo de
persona digna de ser encargada de un artefacto celestial. Me sentía como
una niña pequeña pretendiendo ser una bebedora de café.
Ella debió haber sentido mis dudas, porque se inclinó sobre el regazo y me
abrazó lo suficientemente fuerte para apretar mi cabeza, casi derramando
nuestros cafés.
Corrí de nuevo en la tarde. Luego leí, o traté, al menos. Luego comí un
enorme plato de helado descomunal de rocky-road ice cream. Cuando eso
estuvo terminado escuché todas las canciones que solían ser mis favoritas
pero que de alguna manera ya no evocaban ningún sentimiento.
Extrañaba la lista de reproducción de Kaidan.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 230 ~
La compañía constante de Patti me ayudó a poner una grieta en mi actitud
oscura, y un poco de luz plateada se filtraba ahora. Pero necesitaba algo
más. Era tiempo de sumergirme en el tanque de alegría final, algo que
había estado evitando.
Llamé a Jay.
—¡Estás en casa! ¿Qué hay de nuevo, chica? ¿Cómo estuvo?
Me relajé en el sillón ante el sonido de su voz.
—Estuvo… bien. Estoy contenta de haber ido.
—¿Bien? ¡¿Bien?! Bueno, puedo ver que vas a hacerlo difícil. Voy para allá.
Quédate justo donde estás, pequeña.
Jay estaba en mi sala en un tiempo record, lleno de vida y de una energía
amarilla-anaranjada. Me dio un abrazo de oso y gritó. En la semana desde
que lo había visto, su cabello había crecido en un grueso esponjoso, y el
pequeño pelo en su barbilla era más grande, también. Se tendió en el sofá
y se sentó con las piernas cruzadas en el asiento.
—Antes que nada —comenzó—. ¿Cuánto te tomó enamorarte de él?
Su tono era muy ligero, pero palidecí.
—Déjame adivinar —dijo—. ¡Dos días!
—Cuatro —dije suavemente.
Jay dejó escapar un whoot y golpeé su rodilla.
—Más fuerte que la chica promedio —me dio una sonrisa con orgullo—.
Espera, no estás realmente, como, enamorada o lo que sea, ¿o lo estás?
—Lo amo.
—Jesús, no suenas demasiado feliz por ello.
—Piensa sobre lo que estamos discutiendo aquí —le recordé.
Él registró eso.
—¿Él te lastimó?
—No físicamente.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 231 ~
—¿Ustedes lo hicieron? No es que sea de mi incumbencia, pero, ¿lo
hicieron?
—No. —Gracias a Kaidan.
Me concentré en desintegrar la tapicería del brazo de la silla reclinable.
—¿Estás bien? —preguntó
—No aún.
—Demonios. —Se apoyó contra el sillón y miró hacia la puerta—. Bueno,
no lo tomes demasiado duro. Eres demasiado dulce para él de todas
maneras.
Tragué fuerte.
—¿Cómo te fue con tu papá? —preguntó.
Este era un terreno más cómodo, aunque tenía que filtrar la mayoría de la
conversación.
—Estuvo bien. Él tiene la cabeza rapada como un grande, temible
motociclista. —Tuve una sensación agradable cuando pensé en mi papá—.
Estoy contenta de que lo conocí. Pienso que será una gran parte de mi vida
ahora, tan absurdo como suena.
—Eso es asombroso, Anna.
—Sí —le dije todo acerca de la redención que mi papá encontró en la
cárcel, y cómo podría salir pronto. Ya estaba viendo hacia delante para
verlo nuevamente.
Patti volvió a la casa, una aura de un suave azul de alivio floreciendo a su
alrededor cuando me vio con Jay. Él saltó a saludarla con un abrazo.
—Me alegro de verla, señora Whitt.
—También me alegro de verte, Jay —ella frotó su cabeza—, y por favor,
¿nunca vas a llamarme Patti?
Una sensación de normalidad se arrastró de vuelta a mi vida con ellos dos
ahí. Por esos pocos momentos preciosos era feliz, sin pensar en nada más.
Hasta que Jay levantó su barbilla y miró mi cuello.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 232 ~
—Hey, me gusta ese collar. No creo que alguna vez te haya visto usar
joyería. ¿Lo obtuviste en tu viaje?
Llevé mi mano a la piedra.
—Sí. Kai me lo regaló.
Todo nos quedamos inmóviles e incómodos ante la mención de su nombre.
Patti y Jay intercambiaron una mirada. Yo aclaré mi garganta y empujé las
manos en mis bolsillos.
—Así que —dijo Jay, juntando las manos y balanceándose sobre sus
talones—. ¿Qué tal los Braves9?
En el quinto día supe que Kaidan había llegado a su casa. Sostuve mi
aliento y lo llamé. Escuché cada palabra encantadora de su correo de voz,
entonces colgué. Esa noche me senté en la cama y lo llamé otra vez. Esta
vez, dejé un mensaje.
—Hola, Kai, um, Kaidan. Soy yo. Anna. Sólo estoy tratando de ver si
llegaste bien a casa. Estoy segura de que probablemente lo hiciste. Sólo
quería asegurarme. Puedes llamarme en cualquier momento. Si quieres.
De todos modos. Bien, adiós.
Colgué y hundí mi rostro avergonzado en la almohada. ¿Ahora estaba
dejando mensajes después de que dejó claro que no quería tener nada que
ver conmigo? La próxima cosa que sabría era que estaría frecuentando sus
presentaciones para darle miradas psico en su espalda, y luego haciendo
puntos intermedios nocturnos para ver qué chica traía a casa. El
pensamiento de él con otra chica me hizo retorcer de la incomodidad y
acurrucarme en posición fetal.
El día sexto era nuestro primer día de vuelta a las compras de regreso a
clases. Todavía teníamos un mes antes de que la escuela comenzara, pero
el estado emitió un día libre de impuestos, así que las tiendas estaban
teniendo grandes ventas. Ojeé todas las faldas y playeras de moda
juveniles colgando en los maniquíes. Traté de imaginar la reacción de
Kaidan si iba vestida de esa manera a una de sus presentaciones, con
algún otro chico que no fuera Jay en mi brazo. Pensamientos feos de un
acosador. Estaba llena de ellos.
9 Los Atlanta Braves: (Bravos de Atlanta) son un equipo profesional de las Grandes Ligas
de Béisbol con sede en la ciudad de Atlanta, Georgia.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 233 ~
Dos semanas pasaron, y todavía estaba tropezando con sillas para tomar
el teléfono cada vez que sonaba, como ahora.
Esta vez era Jay.
—¡Amiiiiiiga! ¡Nunca vas a creer esto! —gritó él. Distancié el teléfono de mi
oreja—. Acabo de tener una llamada del representante de Lascivious, y
¡quieren comprar los derechos de dos de nuestras canciones!
Mi estómago se estremeció ante la mención de la banda.
—Wow, Jay, ¡felicidades! ¡Eso es grandioso!
Esperé que sonara contenta, a pesar de la agitación en mi interior.
—Tienes que venir conmigo el jueves, Anna. Ellos van a dar una
presentación de una de ellas, ¡en vivo!
Un gran estremecimiento. Era la excusa perfecta para ver a Kaidan. Pero
no me haría bien, sólo lo opuesto. No sabía cómo decírselo a Jay sin
lastimar sus sentimientos.
—Jay —comencé, sentándome en una silla y descansando mi frente en mi
palma—. Quiero apoyarte. Realmente quiero. Me encantaría oír tu canción,
pero no es una buena idea para mí ir. Kaidan me dijo que quería que me
mantuviera alejada de él.
—Amiga, lo que sea. Estarás ahí para mí, no por él. Tú eres mí mejor
amiga.
Estaba rota. Rompía mi corazón el pensar en no estar ahí para Jay, pero
Kaidan había sido claro. Aún, era la peor amiga del mundo.
—Mira, Jay, voy a ser honesta contigo, aunque sea vergonzoso. Estoy a un
paso de estar acosándolo. —Mi voz tembló—. Todo lo que hago es pensar
en él. Si no hubiera tal cosa como el identificador de llamadas, lo llamaría
todo el día para escucharlo hablar en su correo de voz. Estoy teniendo una
gran dificultad en superarlo. Si lo veo otra vez…
—Lo siento. Supongo que no lo pensé de esa manera. Está bien. Lo
entiendo.
Sus sentimientos estaban heridos. Podía notarlo en su voz, e hizo mis ojos
picar.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 234 ~
—Lo siento, Jay. ¿Me llamarás en el segundo en que dejes la presentación
y me dirás todo? —pregunté—. No me importa que tan tarde sea.
Promételo.
—Está bien, seguro.
La decepción en su voz me desgarró por dentro. Colgamos y me dio un
picor en las manos por la urgencia de llamar otra vez a Kaidan, esta vez
con la excusa de hablar de las canciones de Jay. Tiré mi teléfono lejos
como a una víbora venenosa, hacia la silla al otro lado de la habitación.
Me senté en mi cama con el teléfono en mi regazo a las once treinta el
jueves en la noche. Le advertí a Patti que Jay llamaría tarde. Cuando sonó,
lo arrebaté.
—¿Hola? —susurré.
—Oh, hombre, te perdiste del mejor show ¡del mundo!
Sonreí. Al menos ya no sonaba molesto conmigo.
—¿Cómo estuvo tu canción? ¿Le hicieron justicia?
—Amiga, ni siquiera estoy bromeando. ¡Fue un millón de veces mejor de lo
que imaginé!
Me sentía aturdida por él.
—¿Sí? ¿Fue tan bueno, huh?
—Definitivamente. No puedo esperar que lo oigas. ¡Todo el mundo estaba
rockeándola! Todo el lugar. Casi gritaba como un gran… bueno, ¡como tú!
Ja, ja. Pero no lo hice. —Él dejó escapar un gran suspiro de alegría.
—Estoy tan feliz por ti, Jay. Lo mereces. —Me sentí mal en ese momento,
lamentándome por no haber ido y sólo haberme escondido en una esquina
en la presentación o algo.
—Estaban hablando acerca de ir a L.A. para hacer un disco el próximo
año.
Me quedé en silencio. ¿Los Ángeles? ¿Tendría que mudarse ahí? Me
recosté en un lado y abracé mi almohada, manteniendo el teléfono en mi
oreja.
—¿Todavía estás ahí? —preguntó Jay.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 235 ~
—Todavía estoy aquí. Lo siento. Esas son… noticias grandiosas.
—Sí. Oye —dijo—, hay algo más, también. No sé, tal vez no debería
decírtelo.
Uh-oh.
—Bueno, ahora tienes que decírmelo ya que lo trajiste a colación.
—Muy bien, entonces. Después, entre bastidores, Kaidan estaba rodeado
de todas estas chicas —Oh, Dios, ¡reflejo gag!—, pero tan pronto como me
vio, las dejó a todas esperando y vino directo a mí. Él dijo que le habían
gustado las canciones, lo que estuvo bien. Entonces me preguntó que
dónde estabas, y le dije que estabas en casa. Y estaba todo cómo, “¿Cómo
está ella?” Y yo era como, “Bueno, ha estado mejor, hombre”. Y no lo sé,
fue raro. Él no estaba actuando bien. Salió corriendo justo después de eso,
ni siquiera se quedó a la fiesta —hizo una pausa, tranquilo—. ¿Qué fue lo
que realmente pasó entre ustedes?
Estaba más confundida que nunca cuando susurré:
—No lo sé.
Él preguntó por mí. No se quedó a la fiesta.
—Tal vez es sólo uno de esos mujeriegos que no se deja acercarse a nadie
—teorizó Jay.
—Sí —dije—. O tal vez él tenga serios problemas con su papi.
Jay se rió ante eso.
Desearía haber estado bromeando.
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~ 236 ~
Capítulo 21
Té para las gemelas
Traducido por Cowdiem y maleja.pb Corregido por Simoriah
ra nuestro último día de compras de cosas para el regreso a la
escuela y habíamos ido al centro comercial. El cielo estaba
nublado, y el apretado estacionamiento estaba tan oscuro que
tuve que ajustar mi visión. Sostenía las dos bolsas de las compras
mientras Patti buscaba las llaves en su bolso. Si no hubiera estado usando
mi visión extendida, quizá no los habría notado de pie al otro lado del
estacionamiento.
Cuatro Neph: dos hombres, dos mujeres, cada uno con una pequeña
insignia de polvo de estrella. Casi dejé caer las bolsas, apretando mi
E
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 237 ~
asidero justo a tiempo. Luego miré alrededor casualmente, fingiendo no
haberlos notado mirándome. Pensé en las palabras de Kaidan el día que
había ido a su casa: los Neph no se presentan a menos que estén buscando
problemas.
Mantuve mi rostro neutral, esperando no revelar mi pánico interior. Deseé
que Patti no estuviera conmigo.
Ella abrió nuestras puertas y subimos al auto. Espié y vi a los cuatro
subirse a brillante auto negro en la fila siguiente. Iban a seguirnos. Tenía
que pensar.
Usando el recibo de una de las bolsas y una lapicera de la guantera,
escribí una nota tan rápido como mi temblorosa mano me lo permitió.
Nos están siguiendo. Actúa normal. No vayas a casa.
Baja la velocidad cuando rodeemos la escuela primaria, y saltaré
del auto y correré. Tú sigue tu camino; hacia la iglesia.
Te llamaré al celular cuando sea seguro.
Los ojos de Patti fueron de la calle a la nota que sostuve entre nosotras.
Sus nudillos se pusieron blancos y dio una pequeña y rápida negación con
la cabeza. Genial. Iba a ponerse difícil.
¡Correré al campo de juegos!
Debía haber juegos de fin de semana hoy, todos los deportes, y mucha
gente. Podía intentar mezclarme con ellos y perderlos. Oh, pero… ¿qué tal
si ellos iban detrás de Patti en vez de mí? De una forma u otra, no era
bueno. Metí el papel en mi bolsillo. El rostro de Patti estaba pálido y
brillante de sudor. Dio un pequeño asentimiento en acuerdo. Ahora
necesitábamos actuar normal. Esperaba que Patti siguiera mi idea.
—Gracias por traerme hoy —dije—. Creo que finalmente estoy lista para la
escuela.
—No hay problemas, cariño. Segura de que no necesitas otro sostén,
¿cierto?
Me sentí avergonzada y ella esbozó una expresión de disculpas.
—No, estoy bien —me forcé a decir.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 238 ~
Miré por el espejo retrovisor. Había cuatro autos detrás de nosotros.
Empujé mi sentido de audición hacia ellos, pero solo encontré silencio en
sus autos.
Nos acercábamos a la curva ciega10 junto a la escuela primaria. No serían
capaces de vernos durante al menos diez segundos mientras rodeábamos
la lenta curva. Junto a la escuela había un pequeño bosque, y al otro lado
de esos bosques había campos de futbol, beisbol y juegos generales. Si tan
sólo pudiera llegar ahí, tendría una oportunidad.
Mi corazón palpitó con fuerza cuando comenzamos el giro. Patti me dio un
apretón en el brazo. Abrí la puerta y salté, cerrándola tan silenciosamente
como pude.
Salí corriendo a toda velocidad, más rápido que nunca antes.
No era lo suficientemente estúpida para creer que ellos no oirían la puerta
del auto cerrarse, o mis pisadas al correr. Sólo esperaba ser lo
suficientemente rápida para llegar a algún lugar donde pudiera
esconderme. Ahora podía ver el bosque al borde de la escuela.
Pasé velozmente junto al costado del edificio y corrí hacia la red de árboles.
Ramas picaron mi rostro, pero no disminuí la velocidad. Ahora venían
voces de los campos cercanos. Ya casi. El regocijo fluyó en mis sentidos
mientras volaba por el bosque.
Repentinamente oí algo viniendo detrás de mí, aun más fuerte que las
voces frente a mí en los campos. Era el golpeteo de pies en el suelo del
bosque. Alguien más estaba corriendo. Rápido.
—¡Detente! —Era una voz de hombre, debilitada por el esfuerzo. Obligué a
mis piernas para que empujaran todavía más rápido, hasta que mis
músculos quemaron, pero supe que no era suficientemente. Era una
corredora de resistencia de largas distancias. El tipo detrás de mí era
bueno en las distancias cortas. Y un defensor11, al parecer, cuando me
derribó con un simple golpe, casi dejándome sin aliento. Mi rostro se llenó
de tierra y restos de hojas.
Luchando para salir de su asidero, rodé y me agité de modo que no
pudiera sostenerme bien. Uno de sus gigantes brazos estaba enganchado
alrededor de mis caderas, y se estaba estirando hacia mi brazo libre, pero 10
Curva ciega: curva tan cerrada que no permite ver qué sucede del otro lado. 11
Defensor: posición de campo en el fútbol americano.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 239 ~
lo lancé hacia un lado y golpeé su nariz tan fuerte que grité debido al sordo
dolor en la mano. El tipo gruñó y le dio a su cabeza un fuerte sacudón,
sangre cayendo a la tierra; luego estaba sobre mí, usando cada parte de su
masa para mantenerme inmóvil. Tomó mis muñecas y las inmovilizó
contra la tierra junto a mi cabeza. Jadeé, buscando aire.
—Quédate quieta. Estás segura. —Su voz tenía un suave acento que no
pude identificar.
Lo miré. Su nariz ya había dejado de sangrar. Su piel era oscura como el
café, y las ondas negras de su cabello eran cortas. Tenía los ojos color
avellana más claros que hubiera visto alguna vez, y mientras me miraba
fijamente sentí el aroma de algo cocinándose en el campo de juegos: la
cremosa riqueza del caramelo caliente y burbujeante… Espera. ¿Éste era
su aroma? Tragué y presioné la cabeza contra la tierra, intentando no
respirar fuerte para que mi pecho no se presionara contra el suyo.
Otro par de pies corrió hacia nosotros.
—¡Kope! —gritó el otro chico—. ¡¿Qué demonios?! ¿Tienes sangre de
guepardo o qué?
Ante el sonido de la voz de su amigo, el tipo encima de mí levantó algo de
su peso.
—Ahora permitiré que te levantes. —Su voz era queda junto a mi oreja—.
No huyas.
El otro chico puso las manos en las rodillas para recuperar el aliento.
Tenía cabello negro que estaba decolorado en las puntas, y cuando lo
apartó de su frente, se peinó hacia atrás con el sudor. Era, como mínimo,
en parte asiático, con oscuros ojos almendrados y pómulos altos y
pronunciados. Exhalé y cerré los ojos, dándome cuenta de quiénes eran.
Blake y Kopano. Mi alivio fue seguido por una absoluta humillación por
haberlos hecho perseguirme.
—¡En serio! —insistió Blake—. ¿Cómo corriste tan rápido?
—Soy africano. —Sin quitar sus ojos de mí, Kopano salió de encima de mí,
y yo me senté.
—Oh, ja, ja. Un comediante —dijo Blake.
Kopano se tocó la nariz mientras se ponía en cuclillas junto a mí.
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—Ustedes son amigos de Kaidan —declaré, sintiéndome como una tonta.
—Algo así —dijo Blake—. No es exactamente el Sr. Amistoso. —Sacó un
celular del bolsillo y marcó, llevándolo a su oreja.
—Hey. Vuelvan a la escuela. Kope tenía razón… ella saltó y huyó. Todo
está bien… Sí, está con nosotros… Bien, se lo diré.
Él terminó la llamada y deslizó el teléfono dentro de su bolsillo.
—Marna pide que te diga que lamenta que te hayamos asustado tanto —
dijo.
Kopano y yo nos pusimos de pie y nos sacudimos la suciedad de encima.
Saqué algunas agujas de pino de mi cabello. Todavía temblaba mientras
seguía a Blake a través de los árboles hacia la escuela vacía. Miré a
Kopano, que caminaba detrás de mí.
—Lamento lo de tu nariz —dije, con el rostro avergonzado.
Él mantuvo sus ojos bajos y asintió como si no fuera importante. Estudié
sus suaves facciones y los labios llenos por un momento antes de volver mi
cabeza hacia adelante una vez más. No estaba segura de qué pensar de la
mirada que me había dado cuando estábamos en la tierra, o la forma en la
que había olido.
Se sintió como si hubiese pasado una eternidad hasta que encontramos el
límite del bosque y caminamos hacia el estacionamiento de la escuela,
vacío a excepción del auto negro y dos de las chicas más hermosas que
había visto de pie frente a él. Pude oír su conversación.
—¿Tiene dieciséis años? —preguntó una sorprendida.
—Para mí luce como si tuviera doce —dijo la otra.
—Se amable —advirtió la primera.
Supe instantáneamente quiénes eran: las hijas gemelas de Astaroth, el
amigo de Londres de Pharzuph. Mientras miraba sus faldas de verano y
tacones de tiras, me volví consciente de cómo debía verme en mis shorts
cortados y la alta cola de caballo hecha al azar.
Cuando Kaidan me contó que las gemelas eran bailarinas, me las había
imaginado como altas y delgadas bailarinas de ballet. Pero no. Sus cuerpos
gritaban salsa y tango; pequeñas cinturas anidadas entre amplios y
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~ 241 ~
redondeados pechos y caderas. Cualquier baile que hicieran era del tipo de
agitar el trasero. No eran mucho más altas que yo, con brillante cabello
castaño cortado en capas, y un conjunto de accesorios perfectamente a la
moda. Como Kaidan, rezumaban sex appeal. Los otros chicos tampoco
eran desagradables a la vista.
Aparentemente, Pharzuph no era el único demonio que escogió un cuerpo
atractivo para habitar, y una pareja atractiva para que le diera un hijo, lo
cual era inteligente. La gente encantadora y bien parecida podía conseguir
mucho.
Ahora estábamos todos juntos, de pie en un círculo, estudiándonos el uno
al otro.
—Te asustamos, ¿verdad? —dijo Blake, elevando una ceja que recién había
notado tenía un piercing. Lucía un apretado collar de cáñamo con un
caparazón de mar en el medio, y su insignia tenía el venenoso verde de la
envidia.
—¿Qué están haciendo aquí? —pregunté, manteniendo la voz firme y
fuerte.
—Oímos el rumor de una hermana Nephilim por estos lados —dijo
Kopano. Sus ojos claros eran llamativos contra su piel oscura.
—¿Rumor de quién? —pregunté.
Blake se encogió de hombros.
—Las palabras vuelan.
—Pero, ¿cómo me encontraron?
—Marna le mostró los pechos a uno de los espíritus y él nos mostró el
camino…
—¡Blake! Cállate. —Ella le dio un empujón—. Eso no es verdad. Obtuvimos
tu nombre de Kai, y luego investigamos un poco, porque él no nos quería
decir nada sobre ti.
—Casi como si estuviera escondiendo algo —dijo la otra hermana,
cruzándose de brazos y mirándome. La sucia mirada que le envié en
retribución fue inefectiva. No podía recordar los nombres de las hermanas
por las descripciones de Kaidan, pero esta chica era la irritable.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 242 ~
Miramos hacia la entrada de la escuela cuando entró un auto.
Probablemente un trabajador o el conserje. No podíamos quedarnos
simplemente ahí perdiendo el tiempo. Hice una rápida decisión de confiar
en ellos y esperé que no resultara uno de mis momentos de inocencia.
—Podemos conversar en mi casa, si quieren —ofrecí. Todos se miraron
antes de aceptar.
Me subí a la parte trasera con las chicas mientras Blake tomaba el asiento
del acompañante. Kopano condujo, así que asumí que era su auto. Aparte
de mí dando las ocasionales instrucciones, nadie habló.
Aún tenía la llave de la casa en mi bolsillo, y me sorprendió que no se
hubiera caído durante la sesión de lucha con Kopano. Me sonrojé ante el
recuerdo mientras nos estacionábamos y bajábamos del auto.
Kopano parecía relajado, pero los otros tres se veían incómodos en la
pequeña sala de estar de mi casa. Las chicas agitaron sus cabellos,
mirando alrededor al viejo mobiliario. Crucé los brazos sobre el pecho y
trate de lucir tan ruda como mi supuesto comportamiento de niña de doce
años me lo permitiera.
—Necesito hacer una llamada —dije.
—¿A quién? —preguntó la gemela irritable.
—A la mujer que estaba conmigo. Patti.
No sentía ganas de explicar. Ignoré sus miradas, caminé hacia la mesada y
marqué el número de Patti. Ella respondió de inmediato.
—Soy yo —hablé rápido, ansiosa de liberarla de la miseria de la
preocupación—. Estoy bien. Sólo son amigos de Kaidan. Estamos en el
apartamento ahora.
Ella dio un suspiro de alivio.
—Puedes venir a casa cuando quieras.
—De acuerdo. Estaré allí en quince minutos. ¿Segura que estás bien?
—Segura. Te veo pronto.
Corté.
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—¿Acaso tu padre no tiene dinero? —preguntó la gemela malintencionada,
notando nuestro pequeño televisor.
—Ésta no es su casa. Vivo aquí con mi madre adoptiva.
—¿Él aún está en la cárcel? —preguntó la gemela agradable.
—Sí.
—Eso es lo que pensamos. No nos gusta aparecer en lugares donde un
Duque pudiera estar —dijo la palabra Duque con un escalofrío. Todos nos
quedamos de pie en un semicírculo, compartiendo la desagradable calma.
—¿Qué le sucede a tu insignia? —preguntó Blake, sonando como un chico
del Valle.12
—No estoy segura, para ser honesta —dije.
Miré a las chicas, deseando poder diferenciarlas.
—Entonces, ¿ustedes son Ginger y Marna?
—¿Cómo sabes nuestros nombres? —preguntaron simultáneamente.
—De la misma forma que ustedes saben el mío.
La hermana malvada estrechó sus ojos hacia mí una vez más. ¿Qué le
sucedía?
—Los rumores dicen que Kai y tú son compañeros de trabajo. —Blake me
guiñó un ojo. Sentí mi rostro entibiarse, pero me encogí de hombros
evasivamente. No pensé que alguno de ellos creyera mi acto de rudeza.
—No lo he visto ni hablado con él en semanas —dije.
La Hermana Malvada sacó un teléfono y buscó entre sus contactos.
Marcó.
—Aw, demonios, buzón de voz… ¡Hey! ¡Cara de culo! Estamos en la casa
de tu pequeña Anna. Llámame de inmediato. —Cerró el teléfono y me miró
enojada—. Estoy sorprendida de que aún tenga el mismo número —dijo—.
Ese tipo cambia de número más que nadie que conozca.
12
Valley boy: joven gay que escucha música de los 70 o alguien que vive en el valle de
San Fernando, California.
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~ 244 ~
Me sentía muy incómoda. Todavía no sabía qué querían de mí. Ni uno solo
de ellos emitía colores emocionales, y actuaban muy tensos.
—¿Por qué no se sientan y traeré algo para beber? —Definitivamente había
sido criada por Patti Whitt.
Kopano se sentó en el extremo del sofá. Blake se encogió de hombros y se
sentó en el otro extremo.
—Permaneceré de pie —dijo la Hermana Malvada con un aburrido gesto de
su mano. Haz lo que quieras, pensé.
Me dirigí a la cocina, sorprendida cuando la hermana más agradable me
siguió. Observó con interés mientras yo llenaba vasos con hielo y sacaba
una jarra de la nevera.
—¿Qué es eso? —preguntó.
—Té dulce —dije. Sus ojos grises se agrandaron y sonrió. Tenía un rostro
delgado y ovalado. Bonito.
—¡Ooh, Ginger, té con hielo! He oído hablar de ello —dijo en voz alta.
—Suena horrible —dijo Ginger.
—Puedo prepararte una taza de té caliente en su lugar. —Me aseguré de
ser cortés, pero no iba a desperdiciar ninguna sonrisa en la hermana
malvada, Ginger.
—De acuerdo. —Ella resopló y se sentó entre los dos chicos, moviéndose
sobre los resortes.
Miré a Marna mientras calentaba el agua, preguntándome qué tan mal lo
estaba haciendo, pero ella no parecía interesada en criticar. Le di un vaso
de té helado y ella bebió un sorbo.
—Mmm. Esto es diferente. Sin embargo, no está mal. ¡No está mal, Ginger!
—Bien por ti. Bebe. Pásalo bien.
No iba a ser tan difícil distinguir a las hermanas después de todo.
—¿Ésta es tu primera vez en los Estados Unidos? —le pregunté a Marna.
—Sí. Acabamos de cumplir dieciocho años y de terminar la escuela, así
que ahora estamos viajando por el mundo.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 245 ~
—No, no lo estamos, Marna. Deja de decirle eso a la gente. Sólo estamos de
visita en los Estados Unidos. Luego es hora de regresar a Londres.
—Bueno, así se siente para mí —gritó, volviéndose hacia mí con una dulce
sonrisa—. Nos reunimos Blake y Kopano en Boston, luego condujimos
hasta aquí juntos. Es un largo camino.
—¿Qué hay en Boston? —pregunté. No creía que hubiera algún Duque
viviendo allí.
—Kope acaba de terminar su primer año en Harvard. —Lo miramos, y él
asintió tímidamente, luego bajó la mirada.
Harvard, wow. Nunca había conocido a nadie que fuera a una escuela
grande y famosa.
—¿Qué debo poner en esto? —le pregunté a Marna acerca del té caliente
de su hermana.
—Una cucharada de azúcar. Lo necesita. Vieja amargada.
Notas musicales llenaron el aire y Ginger sacó su teléfono. Mi estómago se
tensó cuando lo abrió.
—¿Está Pharzy en casa? —preguntó a modo de saludo. Kaidan—.
Maldición. Nos quedaremos aquí por ahora, entonces.... No te preocupes.
No hemos torturado a la pobre chica. Ella es la que está intentando
torturarnos a todos con té helado americano.... No creas que puedes evitar
vernos.... ¿Cuándo, esta noche? Espera. —Alejó el teléfono de su oreja y
me miró—. ¿Sabes cómo llegar a un club llamado Double Doors?
—Um, algo así. Puedo preguntarle a mi amigo. Te escribiré las
instrucciones.
—No lo creo —dijo Marna en un tono cantarín—. Tú vendrás con nosotros.
Mi corazón se aceleró. Había escapado por poco de este lazo con Jay antes.
Me observaron, y todo en lo que yo pude pensar era en que Kaidan estaba
del otro lado de la línea telefónica.
—No puedo —dije con una sacudida de la cabeza.
—¿Por qué no? —estalló Ginger.
—Estoy muy ocupada. —Haciendo nada.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 246 ~
—Ven —dijo Kopano. Su voz pareció resonar alrededor de la silenciosa
habitación. Sostuvo mi mirada, pero yo tuve que apartar la mía. Sus
conmovedores ojos me hacían sentir que él podía ver demasiado.
—Por favor —dijo Marna a mi lado, juntando sus dedos.
Pensé en Jay y lo emocionado que estaría si yo fuera y oyera su canción.
Miré los suplicantes ojos de Marna y el rostro serio de Kopano, lleno de
misterio.
—De acuerdo —susurré.
—Estaremos allí a las siete —dijo Ginger, luego cerró el elegante teléfono.
Oh, Dios mío, ¡iba a ver a Kaidan! Mi cuerpo entero zumbaba con emoción
y temor.
Tomé mi bebida y me senté en el suelo, frente a los otros con las piernas
cruzadas, esperando que ninguno de ellos fuera lo suficientemente
observador para ver el ligero temblor de mi mano.
Ginger comenzó.
—Lo primero que necesitas saber es que podemos ver a través de cualquier
mentira. Así que sé honesta con nosotros en todo. ¿Entiendes?
Como fingir no era realmente lo mío de todos modos, asentí, dándome
cuenta de que sentarme en el suelo era una mala idea; me daba la
posición de inferioridad de tener que levantar la mirada para verla. Y no
me gustaba la forma en que me estaba hablando.
—En primer lugar, ¿qué pasa contigo y Kaidan? —preguntó ella.
Mi primer impulso fue decir que no era nada de su incumbencia. Kaidan
obviamente no le había dicho nada o ella no estaría acosando para obtener
información. Pero no había necesidad de ser grosera, y no quería parecer
evasiva. Tenía la esperanza de ganarme su confianza.
—Lo conocí después de uno de sus shows hace dos meses. Yo no sabía que
había alguien más como yo por ahí. Ni siquiera sabía qué era yo. Mi padre
ha estado en prisión toda mi vida, por lo que fui criada por una mujer
humana. Kaidan me explicó las cosas y me enseñó lo que él pensaba que
yo debía saber. Me llevó a California para conocer a mi papá y para hablar
con él. Y eso es más o menos todo.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 247 ~
—Belial, ¿verdad? —preguntó Blake.
—Sí.
—¿Por qué Kaidan te llevó? —preguntó Marna, inclinando la cabeza con
interés, como si la idea de que Kaidan hiciera algo bondadoso fuese
peculiar.
—No lo sé. ¿Curiosidad, quizás? Él dijo que en un momento que quería
descifrarme, supongo que para asegurarse de que no era una amenaza.
Además, Pharzuph le dijo que me enseñara el oficio.
Blake se echó a reír y dijo.
—Sí, chico. —Lo ignoramos.
—Y entonces, ¿por qué no has hablado con él en un tiempo? —preguntó
Ginger.
Tragué saliva e intenté ser práctica, como si realmente no fuera sobre mí.
Como si todavía no hubiera una herida abierta.
—Porque no somos amigos ni nada. Ambos averiguamos lo que
necesitábamos saber.
—Amalas y déjalas, es más probable —dijo Blake—. No creí que Rowe
desperdiciara su tiempo con hermanas Nephs.
—No fue así. —Eso sonó demasiado defensivo.
—¿No? —preguntó Ginger con una cruel sonrisa en el rostro—. Se tomaron
unas vacaciones, sólo los dos, ¿y estás diciendo que no se echaron un
polvo?
Y entonces recordé el comentario sin importancia de Kaidan acerca de que
la única chica que él había rechazado jamás era una Nephilim. El tono
acusatorio de Ginger y su actitud amarga me hicieron detenerme. ¡¿Podría
él haberla rechazado?! De ninguna manera.
—Nosotros no... —Casi dije, no hicimos nada, pero eso habría sido una
mentira, así que me puse la idea colgando por ahí sin supervisión.
—Claro —resopló Ginger.
Marna cambió de tema.
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~ 248 ~
—Así que has estado trabajando para Belial, ¿a pesar de que él no ha
estado por aquí?
Abrí la boca, indecisa, y luego les dije.
—No.
Todos me miraron fijamente.
—¿Interesada en las golosinas de papi? ¿Pasándoselas a otros chiquillos?
—preguntó Blake.
—Sé lo que quieres decir —le dije—. Pero yo no tomo drogas. Me ponen...
loca o algo así.
—Apuesto que sí. —Sonrió Blake.
—Ah, cierra la boca. —Ginger lo golpeó en el pecho y él rio.
—No te preocupes, Gin, eres la única para mí.
Ginger puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos y piernas.
—¿No tomas drogas? —preguntó Kopano, sentándose más adelante. Su
acento era suave, pero sucinto.
—No —dije.
El indicio de una sonrisa pasó por las cuidadosas facciones de Kopano, y
él se echó hacia atrás con una mirada diferente en sus ojos.
Definitivamente era del tipo vigilante y silencioso.
—¿Cómo te saliste con la tuya con eso? —preguntó Marna.
—Supongo que porque no fui criada por un Duque.
—Sí, pero no puedo creer que él no te dejara con alguien que te enseñara a
hacer su trabajo en su ausencia. —Marna sonaba casi atemorizada.
De repente me puse muy nerviosa. No por mí, sino por mi padre. Si este
grupo había oído hablar de mí, entonces seguramente otros también lo
habían hecho, concretamente, los Duques. ¿Todos cuestionaban el juicio
de Belial, pensaban que él había descuidado sus deberes?
—Esta conversación no se puede pasar a nadie. —Mi voz tembló.
Blake soltó un bufido de burla.
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~ 249 ~
—No te preocupes. No le contamos nada a nuestros padres.
Le creí.
—¿Belial ha estado en la cárcel toda tu vida y acabas de conocerlo? —
preguntó Kopano.
—Sí.
—Quizás él no sabía nada de ella —le dijo a los otros.
Tendría que haberlo corregido, pero me senté en silencio, digiriendo cuán
rebelde era mi padre.
—Quizás sea por eso que hay un poco de blanco en tu insignia —dijo
Marna—. Porque no has tenido que trabajar.
—Pero no había nada de blanco en ninguna de las nuestras antes de que
trabajáramos —señaló Ginger.
—Quizás tenga algo que ver con el hecho de que no pueda ver a los
Legionarios —dije.
O quizás porque mi madre era un ángel de luz...
—¿No puedes verlos? —preguntó Marna—. Suertuda. Algunos de ellos son
francamente horribles. También me tomó un tiempo verlos. Hasta que…
Un silencio se extendió, y los cuatros Nephs compartieron un recuerdo
desagradable a través de sus miradas. Marna se movió y bajó la mirada,
hosca. Ginger le dio una palmadita rápida y suave en el hombro. Me
pregunté qué había sucedido, pero no me atreví a preguntar.
—Como sea. Aun así no tiene sentido —dijo Ginger—. Incluso si no lo
sabías antes, lo sabes ahora. Has conocido a su padre. Así que, ¿por qué
no estás trabajando?
Éste era terreno peligroso. No sabía si podía confiar en ellos plenamente,
amigos de Kaidan o no.
—Oh, dejémosla en paz —dijo Marna.
Mantuve la mirada apartada y la sala permaneció en silencio.
—Vas a hacer que te maten si los Duques lo averiguan, sabes —afirmó
Ginger con demasiado entusiasmo para mi gusto.
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—Déjala —dijo Kopano—. Ella no nos conoce. Nos dirá cuando esté lista.
Ginger se recostó contra su asiento. Le di a Kopano una mirada que
esperaba reflejara mi agradecimiento.
—¿Dónde se van a quedar esta noche? —pregunté.
—Nos íbamos a alojar con Kaidan si Pharzuph no estaba en casa, pero
tendremos que conseguir un hotel —dijo Blake.
—Sé que no hay mucho espacio aquí, pero…
—¡Ooh! ¡Podemos tener una fiesta de pijamas con Anna, Gin! —me
interrumpió Marna.
—Oooh, sí, qué bien —dijo Ginger con un tono inexpresivo—. Ustedes dos
pueden contar historias mientras yo tengo arcadas y vomito.
Miré a Marna.
—Puedes quedarte aquí si…
—No —me interrumpió Ginger—. Marna y yo permanecemos juntas.
Marna me dio una sonrisa consoladora. Me gustaba. Y mientras que la
personalidad de Ginger dejaba mucho que desear, tenía que admitir que
su lealtad a Marna era admirable. Eso era lo único bueno que podía decir
de ella.
—¿Cuánto tiempo toma llegar a este club desde aquí? —preguntó Blake.
—Quizá de cuarenta y cinco minutos a una hora.
—De acuerdo. Volveremos aquí para recogerte a las seis. Asegúrate de
estar lista.
—Um... —Me sentía nerviosa por lo de esta noche; la idea de ver a Kaidan
de nuevo, la idea de salir con estos imprevisibles Neph, la idea de que Jay
los conociera, y la incomodidad de que mis dos mundos chocaran—. Esta
noche voy a ir con mi mejor amigo, Jay, y ustedes nos pueden seguir.
—¿Quién es Jay? —Ginger entrecerró los ojos con sospecha.
—Sólo un chico humano. No sabe nada de nosotros. Escribió algunas
canciones, y la banda de Kaidan tocará una de ellas esta noche.
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—Mejor amiga de un ser humano —dijo Blake.
—Se pone cada vez mejor —murmuró Ginger, poniéndose de pie y
extendiéndome su taza de té, sin haber bebido un sorbo. Me puse de pie y
la tomé.
Salieron, Kopano dando un asentimiento educado y Marna saludando con
los dedos, antes de que yo cerrara la puerta detrás de ellos.
En cuatro horas, volvería a ver a Kaidan.
El té sin tocar de Ginger se derramó sobre mi mano temblorosa.
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~ 252 ~
Capítulo 22
Envidia
Traducido por Shadowy y dark&rose Corregido por Simoriah
ía teléfono, le advertí a Jay de los cuatro amigos de Kaidan, pero
aún así se quedó mudo al verlos. Pellizqué su brazo en el club
cuando lo atrapé mirando fijamente a las gemelas con la lengua
prácticamente colgando. No era el único. Cada chico en el club las estaba
mirando, en sus diminutos vestidos y sandalias de tacón. Jay llevaba su
gorra de béisbol de los Braves hacia atrás esa noche.
Double Doors era un club de dos pisos. El bar estaba en el segundo piso y
tenía una panorámica del escenario y la multitud. Kopano, Jay, y yo
llevábamos pulseras que mostraban que éramos menores de edad; no que
eso detuviera a los camareros de hacer la vista gorda si alguien nos pasaba
V
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 253 ~
un trago. Los otros tres tenían identificaciones falsas y bebidas en mano.
Optamos por quedarnos en el último piso mirando desde las barandillas,
en lugar de luchar contra la loca muchedumbre frente al escenario. Jay
estaba de pie a un lado mío y los Neph al otro.
No bajé la mirada a la batería cuando la banda fue anunciada. Temía que
los otros estuvieran esperando para ver cómo lo miraría. Y tenía más
miedo de cómo Kaidan podría reaccionar. La canción de Jay era la primera
de la lista. Tomé su mano y la apreté cuando comenzó la canción.
Conocía bien la melodía. La había oído tocar en el teclado de Jay tantas
veces, en diferentes variantes mientras la perfeccionaba. Pero oírla en toda
su gloria con todos los instrumentos y un cantante talentoso era una
experiencia diferente. No sólo era digna de un escenario; era digna de un
álbum. Todavía tenía que mirar a Kaidan, eligiendo concentrarme en la
música, mirando a Michael o a la multitud rebotando, o dándole vistazos
al exaltado rostro de Jay.
Al final irrumpimos en ovaciones salvajes, y yo levanté mis brazos hacia
Jay para uno de sus gigantes abrazos de oso.
—Me alegra haber venido —le grité—. ¡Eso fue increíble! Eres lo máximo.
Marna se acercó a nosotros y miró a Jay.
—¿Tú escribiste eso? Fue increíble.
Jay me dejó ir y enfrentó a Marna.
—Gracias —dijo, y ella retorció su cabello. Su interacción me puso
incómoda. Marna parecía agradable, pero no quería que nadie se metiera
con Jay.
—No hagas que Jay se enamore de ti —le dije a Marna en un tono burlón,
atrapando su mirada y sosteniéndola—. No quiero que él se quede atrás
con un corazón roto cuando tú vuelvas a Londres.
Jay rio y Marna notó mi advertencia, dándome un pequeño asentimiento.
Me volví hacia la barandilla y, si quererlo, miré directamente hacia Kaidan.
Kaidan llevaba la camiseta roja. La que yo había tomado prestada una vez.
Me permití imaginar que él había pensado en mí cuando la había elegido
esta noche. Estúpida. Yo también llevaba una camisa roja, pero la mía era
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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estilo baby-doll, con mangas que se ceñían en los hombros. Había sido una
compra espontánea en mi día de compras de regreso a clases.
Me odié por mirar tan fijamente. Quería que se fijara en mí, pero temía lo
que vería en sus ojos. Así que cuando su cabeza se inclinó hacia arriba y
sus ojos volaron a los míos, contuve el aliento. Ninguno se movió ni
reaccionó.
Un delgado brazo rodeó mi hombro y me retiró de la barandilla. Arranqué
mis ojos de Kaidan.
—Tu pequeño humano es un pastelito —susurró Marna.
—¿Tiene novia? —preguntó Ginger, dando un paso hacia nosotros.
—No —dije.
—Entonces no te molestes —dijo Ginger—. Encuentra a alguien útil en
quien trabajar.
—Nadie va a trabajar en Jay —declaré.
—No planeaba hacerlo, lo juro —me prometió Marna antes de volverse
hacia su hermana—. ¿No puedo tomarme una maldita noche libre?
¡Estamos de vacaciones!
La resolución de hierro de Ginger pareció vacilar mientras miraba el labio
inferior de su hermana hacer pucheros.
—Oh, está bien. Lo juro, un día, Marna…
Ginger se apoyó contra la barandilla con los codos en alto y miró a la
banda por encima del hombro. Vi a Kaidan reconocerla con un seco
asentimiento, y ella devolvió la señal con un gesto de la mano poco
femenino. Él levanto una esquina de su boca con diversión. Tenía que
haber una historia entre estos dos. Ese tipo de animosidad no provenía de
la nada.
—Uh-oh —susurró Marna—. El pastelito puede no estar de tan buen
humor esta noche después de todo…
Ginger y yo nos volvimos para ver a Jay de pie solo junto a la barandilla,
mientras su ángel de la guarda se ponía furioso alrededor de él. ¡No! Se
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~ 255 ~
quitó la gorra de béisbol y la dio vuelta, bajando la visera sobre su frente.
Ginger tomó mi brazo cuando me moví hacia él.
—¡No puedes interferir! —siseó. Liberé mi brazo y observé hasta que su
ángel se calmó.
—¿Se ha ido? —le susurré a las chicas.
—Sí, ahora está debajo de nosotros con la multitud —dijo Marna.
Me acerqué a Jay, esperando que el Susurrador no volviera y se percatara.
Ginger maldijo detrás de mí.
Sus ojos estaban oscuros, parcialmente ocultos bajo la gorra. No registró
mi mano cuando la puse en su antebrazo. Jay miraba a la banda, y un
nocivo verde brillante se filtraba en sus emociones. Miré a Blake, que
estaba observándome. Los cuatro estaban observándome. Lo tomé como
una señal de que el Susurrador se había ido, y me concentré en Jay.
—¿En qué estás pensando? —le pregunté.
Él sacudió la cabeza. Su ángel envolvió sus nubosas alas alrededor de él.
Quizás entre su ángel y yo, podíamos sacarlo esto.
—Simplemente apesta que alguien más tenga que interpretar mi canción.
—La amargura envenenaba cada palabra—. Quiero ser capaz de hacerlo yo
mismo. Nunca estaré en una banda. Siempre seré el tipo bajo y gordo
detrás de escenas.
—¡Jay! —jadeé—. En primer lugar, no eres gordo. Eres saludable y
atractivo y fuerte. En segundo lugar, cualquiera de esos tipos ahí abajo
daría cualquier cosa por ser capaz de crear música a partir de la nada en
la forma en que tú lo haces. Esa canción fue increíble, y es tuya. Pero no
puedes tenerlo todo. Si pudieras cantar, pero no tuvieras imaginación
creativa, no serías Jay. Serías el superficial vocalista Michael, sin
profundidad alguna. No todos podemos ser artistas. Si no hubiera detrás
de escenas, no habría industria musical. ¿Cuánto apestaría eso?
—Te escucho —dijo, y el verde vil poco a poco comenzó a despegarse en
delgadas tiras—. Simplemente hubiera sido agradable ser el hombre al
frente por una vez.
Suavicé mi tono.
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—¿Crees que eso es lo que todas las chicas quieren? Porque no lo es. Sólo
recuerda que son los chicos buenos quienes ganan al final, Jay —dije—.
Algún día esas chicas estarán peleándose para ver quien consigue casarse
contigo.
—Seguro, después de que han pasado años persiguiendo a los imbéciles
que las tratan con basura. Entonces nosotros recogemos los pedazos. Eso
no es justo.
—No, no es justo. Tienes razón. —Envolví su gigantesco pecho con mis
brazos y lo apreté con fuerza.
—Gracias, Anna. Lo siento por ser deprimente. —Se alejó y reajustó su
gorra, levantándola un poco más ahora—. ¿Cómo estás tú, de todos
modos? ¿Es raro estar aquí? —Hizo un gesto en dirección a Kaidan y
rápidamente sacudí la cabeza, sin querer que los demás entendieran lo
que quería decir.
—Me alegro de haber venido. Todo está bien.
—Podemos irnos cuando quieras. Sólo di la palabra. Ellos tienen dos
canciones más. No voy a ir tras el escenario esta noche. —Lo noté mirando
en dirección a Marna.
—¿Qué sucede contigo y Kaylah por estos días? —pregunté.
—Nah, nada. Con ella, ojos que no ven, corazón que no siente. Es divertida
para pasar el rato, pero eso no va a ninguna parte.
—Ve a hablar con Marna entonces —dije, asintiendo con la cabeza hacia el
lado donde estaban las gemelas—. Estaré bien sola, lo prometo.
Él apretó los labios, como si no estuviera seguro, pero apreté su mano y
me alejé. No creía que Marna intentara hacerle daño a Jay, y si lo hacía,
ella y yo tendríamos serios problemas.
Traté de mover mis ojos alrededor y no centrarlos únicamente en el
baterista, pero era difícil. Él seguía mirando hacia arriba. Me pregunté si
estaba molesto por mí, deseando que dejara de mirarlo y me alejara. Dolía
imaginar que podía sentirse así.
Un brazo cálido rozó el mío y miré para encontrar a Kopano a mi lado.
—Hey —le dije.
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—¿Te gusta esta música? —preguntó.
—Sí. ¿A ti?
—No lo he decidido. —Eso me hizo reír.
—Gracias por lo de antes —susurré. Él miró sus manos en la barandilla de
metal y dio un ligero asentimiento.
—Cuando estés lista —dijo, levantando sus ojos hacia los míos—. Me
gustaría mucho conocer tu historia.
Estaba sorprendida por la audacia de su declaración. Una vez más,
encontré su mirada casi demasiado personal. Me sentí excesivamente
consciente de él estaba de pie junto a mí, la calidez de su piel, la pasión
tranquila en sus ojos. Me concentré en mis propias manos en la
barandilla, y luego en Kaidan, quien estaba haciendo una pausa entre las
canciones. Mis ojos se abrieron.
Kaidan me miraba directamente con agresión en el rostro. Esa era la
reacción que había temido. Mi corazón latía con fuerza cuando rompí
nuestro contacto visual, apretando mi asidero en la barandilla.
Kopano miró de mí hacia el escenario.
Jay apareció en ese momento, sosteniendo un volante.
—Hay una fiesta después del show —dijo—. ¿Quieren ir?
—No, yo debería ir a casa pronto —respondí.
—¿Por qué? —preguntó Jay.
—Tengo que trabajar mañana.
—¡Ni siquiera abren hasta las once!
Marna se acercó y sacó el volante de la mano de Jay con sus delgados
dedos.
—Ella estará allí —dijo Marna. —Todos estaremos allí.
La parte inteligente y de auto preservación en mí quería negarse, pero la
parte estúpida de mí sólo podía escuchar el ritmo de la canción
comenzando detrás de mí y sabía que la persona responsable de hacer
esos ritmos estaría en la fiesta; incluso podría hablarme.
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—Pido el asiento del pasajero en el auto de Jay —dijo Marna.
Jay la miró con incredulidad.
—Adorable —dijo. Luego se quitó la gorra y la dio vuelta.
Como había prometido, Ginger no se separaría de Marna, por lo que
insistió en viajar en el auto de Jay. La idea de Ginger en el pequeño
asiento trasero de su auto en medio de viejas bolsas de comida rápida y
asientos rotos era histérica para mí.
—Supongo que iré contigo, si eso está bien —le dije a Kopano. Él asintió.
Nos sentamos en el auto hasta que los otros alejaban. Él tenía su propio
volante con las indicaciones, así que me imaginé que estaba dándoles una
ventaja de un kilómetro y medio para que pudiéramos hablar. Algo en su
comportamiento me hacía sentir tímida. No lo miraba. Me pregunté por
primera vez cómo sería estar sola con Kopano si Kaidan no existiera. Él era
virtualmente lo contrario de Kaidan, pero me encontré atraída hacia él.
Quizá, cuando se trataba de chicos, mi “tipo” no era una apariencia
determinada; era una intensidad determinada.
Después de unos pocos minutos, comenzó a conducir. Esperó hasta que
estuvimos a un kilómetro y medio del club antes de hablarme.
—Me gustas.
De acuerdo, eso era inesperado. Me senté quieta, insegura de cómo
responder.
—Lo que quise decir es —explicó—. Me gustas como persona. Nunca he
sido testigo de uno de nuestra especie hacerse amigo de un humano de tal
manera. Incluso yo no me he permitido preocuparme por ellos en la forma
en que debería, a nivel personal.
Nos quedamos en silencio una vez más, y me descubrí mordiendo mi labio,
entonces me detuve.
—Kaidan me contó tu historia —dije—. Me dijo que eres afortunado de
estar vivo.
—Eso es cierto. Si alguno de los otros cuatro hubiera desafiado a sus
padres, habrían sido asesinados. Los Duques no están destinados a
preocuparse por sus hijos. Mi padre es una excepción.
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—Y el mío —susurré. Mi pulso se aceleró con nerviosismo ante mi
revelación. Kopano me miró antes de responder.
—Me preguntaba si era así. Él siempre supo que estabas viva. ¿Tengo
razón? ¿Él te dejó tranquila?
—Sí. Pero por favor no digas nada.
—Guardaré tus secretos. No le temo a la muerte.
—¿No le temes al… infierno?
—No —habló con calmada certeza—. No será por la eternidad. Incluso los
Neph tendrán su día del juicio.
Estaba anonadada por su certeza. Él estaba preparado para enfrentar lo
que fuera que la vida y la muerte le asestaran.
—¿Le has dicho algo de esto a los otros? —pregunté.
—En años pasados. Pero sus situaciones son diferentes.
—¿Crees que alguno de ellos cree en lo que hacen?
—No podría soportar su presencia si lo hicieran. Blake y Marna hacen lo
que se les dice, pero mínimamente y sin entusiasmo. Kaidan y Ginger han
sido los mejores trabajadores, pero con el tiempo he observado mucho.
Tienen fuerte voluntad de vivir, y harán lo que sea necesario para
mantenerse con vida. Pero no son felices. Ser controlado y no ser amado
no es una forma natural de vida.
—No, no lo es. ¿Qué hay de otros Nephilim?
—No todos los Nephilim desprecian sus vidas. Hay muchos que parecen
abrazar su trabajo y creen en la causa. Supongo que no hay forma de
conocer verdaderamente tu propio corazón hasta que no has sido puesto a
prueba.
Medité esas palabras mientras conducíamos en un cómodo silencio el
resto del camino a la fiesta.
Me senté en un sofá entre Jay y Kopano en la vieja casa de algún
desconocido, sintiéndome nerviosa. Marna estaba junto a Jay, y los dos
hablaban. Ginger y Blake examinaban las fotos en la pared, muchas de las
cuales estaban autografiadas por músicos.
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~ 260 ~
Una entusiasmada multitud de chicas esperaba en el cuarto delantero a
que llegara la banda. Debería haber sabido que esta sería una fiesta
groupie. Juré que el segundo en que viera las manos de Kaidan sobre otra
chica, saldría de allí, incluso si eso significaba caminar a casa. Sabía que
él tenía que trabajar, pero no tenía que presenciarlo.
Todos los chicos estaban bebiendo cervezas y hablando animadamente
sobre acústica e instrumentales y el sistema de sonido que había en la
casa. La música de una banda local resonaba desde las paredes de cada
habitación.
Crucé las piernas, luego las descrucé y las crucé al otro lado. Kopano echó
un vistazo a mi inquietud, pero no dijo nada.
—¡Oh, mi Dios, están aquí! —chilló una de las chicas desde la otra
habitación, y mis abdominales se apretaron.
Tuve el fugaz impulso de arrebatar la cerveza medio llena de la mano de
Marna y beberla de un trago. La puerta se abrió y la gente aclamó. Froté
mis palmas húmedas contra los muslos de la falda de jean que la hermana
de Jay me había dado por mi cumpleaños.
Jay se volvió hacia mí.
—¿Estás bien?
Asentí y forcé una sonrisa. No lo engañaba, por supuesto, pero me dio esa
tonta media sonrisa, y supe que él me llevaría a casa en un instante si yo
se lo pedía, incluso si eso significaba interrumpir su conversación con
Marna.
Mientras los miembros de la banda entraban en la habitación, uno por
uno, toda la fiesta se reunió. Las personas se amontonaron, compitiendo
por la atención y el tiempo para hablar con ellos. Intenté no mirar a las
chicas que rodeaban a Kaidan, pidiéndole que firmara su escote y muslos
con marcadores permanentes.
—Ven —me dijo Kopano, poniéndose de pie. Lo seguí sin preguntar.
Fuimos a la cocina, encontrando un rincón desocupado, y revisamos la
sección de bebidas.
Tomé una Coca-Cola.
—¿Quieres un poco? —pregunté.
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~ 261 ~
—No bebo cafeína —dijo.
—Wow, me haces parecer una chica mala; eso es difícil de hacer.
Él esbozó una gran sonrisa por primera vez que yo hubiera visto, y un
enorme hoyuelo apareció en su mejilla derecha. El ala de una mariposa
aleteó en mi estómago. Volví mi atención a las bebidas, buscando un vaso
a tientas.
—No permitas que te presione —dije—. Sólo estaba bromeando. No te
necesitamos lleno de cafeína. ¿Qué hay una gaseosa de jengibre en su
lugar?
—¿Esa bebida no es sólo para los malestares estomacales?
—No. Es bastante buena. —Vertí un poco en un vaso y se la ofrecí—. Aquí,
toma un sorbo.
Él tomó el vaso y bebió.
—Me recuerda a champagne —dijo.
—¿Has probado el champagne?
—Cuando era más joven, antes de cambiar mi vida.
Tomé el vaso y la llené con tres cuartos de gaseosa de jengibre, luego se la
devolví.
—¿Qué hizo que te decidieras a cambiar?
Él sostuvo su vaso, recordando con serenidad.
—Cuando tenía quince años, fui con mis dos hermanos a un campo de
reanimación en un pueblo cercano creado por misioneros de Gales.
Nuestra intención era crear problemas y despertar su ira. Cuando
llegamos, estaban rezando. Nunca había visto a nadie rezar, y me sentí...
extraño. Por primera vez en mi vida experimenté la esperanza. Volví a casa
y le dije a mi padre que no volvería a trabajar. Pensé que como mínimo me
desheredaría, pero reaccionó con silencio. Fingió no haber oído lo que dije.
En todos los años desde entonces, ha hablado conmigo sólo un puñado de
frases, pero nunca intentó hacerme trabajar. Cuando tuve la edad
suficiente, presenté una solicitud en la universidad y me fui de casa.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 262 ~
Mi respeto por él era enorme. Me preguntaba por qué no era el que
heredara la misteriosa Espada de la Rectitud. Si él le temía a algo, no lo
demostraba.
A medida que la fiesta crecía, más gente se movió hacia la cocina,
presionándonos más cerca el uno del otro. Vi a Kaidan al otro lado de la
habitación, apoyado contra la mesada mientras que la chica junto a él
hablaba, agitando su pelo rubio platino. Mi estómago se tensó. No lo había
visto entrar. La chica sirvió un vaso de algo dorado y se lo entregó a
Kaidan. Él bebió y me miró, sin sonreír, mientras bajaba el vaso. Me puse
de espaldas a él y le di un sorbo a mi bebida.
El aura de la multitud de esta noche era una mezcla de colores vivos y
positivos con un puñado de grises difusos salpicados por todas partes. A la
vez que los tragos eran consumidos con rapidez, los colores comenzaron a
desvanecerse y las voces se hicieron más fuertes.
Marna y Jay atravesaron la multitud y se pararon junto a mí y Kopano.
Ginger y Blake no se estaban muy atrás. Dos minutos más tarde Kaidan se
materializó a través de la multitud con una botella de licor, vasos, y
rodajas de limón. Se las había arreglado para, de alguna manera,
deshacerse de la chica.
—¿Alguien quiere Tequila? —preguntó a nuestro grupo, pero sus ojos
estaban fijos en mí.
—Diablos, sí, K, llénalo —dijo Blake.
Intenté dar un paso atrás, pero no pude ir muy lejos.
Kaidan sirvió la bebida, entregando una a cada gemela y a Blake.
—¿Jay? —preguntó él.
—No, amigo. Tengo que conducir.
—¿Kope? ¿Anna?
Ambos lo miramos, sin responder.
—Oh, es cierto, casi lo olvido —dijo Kaidan con suave indiferencia—. El
príncipe y la princesa nunca caerían tan bajo. Pues bien, bebamos por los
campesinos.
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~ 263 ~
¿Qué era eso? El grupo compartió una ronda de miradas incómodas. La
boca de Jay se tensó en firme desaprobación mientras miraba a Kaidan,
que no se encontraba su mirada.
Los cuatro levantaron sus vasos, tomando los tragos y terminándolos con
mordiscos de lima.
Me llegó el fuerte olor a tequila picante y salado y me aferré a la mesada
con una mano.
—¿Cómo está tu gaseosa, princesa? —Aunque Kaidan habló con aire
tranquilo, había una amenaza subyacente que dolía oír.
—No tienes porqué ser odioso —susurré.
—Si me preguntas, diría que la princesa prefiere un caballero oscuro. —
Ginger sonrió satisfecha y tomó un largo trago de su cerveza.
—Ella sólo piensa que es así —le dijo Kaidan.
Abrí y cerré las manos a mis lados. Después de todo lo que habíamos
pasado, ¿cómo podía pararse allí y tener la audacia de lanzar tentaciones
en mi rostro e insultarme? Yo quería decir algo que lo hiciera callar, pero
cuanto más nerviosa me ponía, más cohibida me sentía.
—Anna —preguntó Jay—. ¿Estás lista para irte?
No había manera de que Jay estuviera listo para marcharse.
—¡No! No te vayas todavía —rogó Marna. Tiró del frente de la camisa de
Kaidan—. ¡Estás espantando a todo el mundo, Kai! Si no puede ser
agradable, entonces no te enojes tanto13.
—Ella quiere decir borracho —me dijo Blake en un susurro, luego agregó—
. Británicos. —Poniendo los ojos en blanco.
El intento de Blake de un alivio cómico no aligeró mucho el estado de
ánimo.
—Mis disculpas —le dijo Kaidan a Marna. Alejó la botella con el dorso de
su mano, y Marna alisó a golpecitos la parte de la camisa que había
arrugado. Miré a Kaidan, pero él no encontrar mi mirada.
13
N. de T.: juego de palabras. En inglés americano, “pissed” se utiliza para describir el
enojo, mientras que en inglés británico refiere al estado de ebriedad.
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—Vamos —dijo Jay—. Hay demasiada gente aquí. Podemos salir por atrás.
Los siete nos salimos al porche y bajamos las escaleras de la cubierta,
encontrando sillas de jardín para sentarnos bajo un roble gigante. Kaidan
se echó hacia atrás en su silla, equilibrándola sobre las patas traseras.
—¿Qué tal si jugamos a Verdad o Consecuencia? —sugirió Marna.
Me sentí inquieta inmediatamente. Justo cuando estaba a punto de
sugerir otra cosa, Kaidan habló y mi corazón vaciló.
—Yo primero —dijo—. Reto a Kope a que bese a Anna.
Todo dentro de mí se llenó de furia y vergüenza. Kaidan se inclinó hacia
atrás con los brazos cruzados, con gesto engreído. Me levanté sin pensar y
enganché el pie debajo de la silla, rápidamente pateándola hacia arriba y
haciéndolo caer hacia atrás. Él me miró desde el suelo con una expresión
de asombro que se transformó en una sonrisa.
Las gemelas y Blake estaban pletóricos. Blake se rió tan fuerte que se cayó
de lado de su silla, lo que hizo que Jay se uniera a la risa. Ya no podía
sentarme allí con ellos. Esta noche era un desastre. Di media vuelta y
atravesé el patio, hacia el lado de la casa. Oí a Ginger hablar entre jadeos
de risa.
—¡Quizás no sea tan mala después de todo!
No sabía dónde estaba yendo. Me abrí camino entre las dos casas, hacia la
calle, y oí pasos corriendo por la hierba detrás de mí.
—¡Espera! —Era Jay—. ¿Estás bien? —Me detuve y permití que me
alcanzara.
—Sabía que no debería haber venido.
—Sí, lo dijiste. Pero quizá no sea tan malo. Te vio coqueteando con ese otro
chico, y le hizo pensar que…
—¡Shhh! —dije, mis ojos agrandándose. Miré por encima de su hombro,
pero no pude ver a los demás.
—¿Qué? —preguntó, confundido—. No pueden oírnos.
—¡No estaba coqueteando! —susurré entre dientes.
—Bueno, estaban parados realmente cerca y hablando muy serios…
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—¡De acuerdo, de acuerdo! Quizá se vio mal, pero sólo estábamos
hablando. Estaba lleno de gente.
—Hey. —Marna rodeó la esquina hacia nosotros—. No te preocupes por
Kai. Es un borracho asqueroso. Regresemos.
—Creo que no debiera hacerlo —dije. Me hubiera gustado poder sacarme
eso de encima y estar calmada, pero él me había hecho daño.
—¿Tengo que mandarlo a que te pida disculpas? —preguntó ella.
—¡No!
—Kaidan —gritó ella—. ¡Ven aquí!
Mi pulso se aceleró y crucé los brazos sobre el pecho, mirando mis pies.
Le oí acercarse a través de la larga hierba. Marna y Jay debían haberse
alejado, porque cuando levanté la vista, sólo estábamos nosotros. Él bajó
la mirada y golpeó el viejo muñón de un tronco de árbol con el pie.
—Lo siento —dijo, concentrándose en darle al muñón otro buen golpe.
Wow. Una disculpa. Sentí que me suavizaba.
—Yo también lo siento, por lo de voltear la silla.
—No, me lo merecía.
Cuando nos miramos, de pie con esa separación tan dolorosa, mi corazón
se contrajo y me fue difícil tomar aire. Él ya se estaba serenando, pero
sabía que el sabor del tequila seguiría estando en sus labios. Tuve que
volver a bajar los ojos para respirar.
—¿Volverás si prometo no decir nada más? —preguntó.
Asentí, y él tomó una petaca de su bolsillo, bebiendo un largo trago antes
de guardarla de nuevo. ¿Por qué estaba bebiendo tanto?
Lo seguí hacia el grupo, donde nos sentamos.
—De acuerdo, me toca —dijo Marna, al parecer decidida a ignorar la
tensión en el aire y a jugar ese estúpido juego. Yo no estaba de ánimo para
participar—. Ginger, ¿verdad o consecuencia?
—Consecuencia.
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~ 266 ~
—Perdóname por tomar la idea de Kai, pero te reto a besar a Blake... —
Modificó su pedido ante la insistente mirada de su hermana—. ¡Oh,
vamos! Sólo el besito más pequeño en los labios.
Pensé que aun así se negaría, pero aparentemente no era alguien que se
negara abiertamente a una apuesta. Se volvió hacia Blake y lo señaló con
el dedo.
—Intenta tocarme y haré que el volteo de la silla de Anna se vea angelical
—advirtió.
Él sonrió y ella se inclinó hacia adelante, ambos cerrando los ojos mientras
ella presionaba sus labios contra los suyos durante uno, dos, tres
segundos. Parecía inocente, pero se mostraron tímidos cuando se
apartaron y se volvieron a sentar.
—Bien —dijo Ginger, aclarándose la garganta—. Mi turno. Jay, ¿Verdad o
consecuencia?
—Verdad.
—¿Te gusta Marna?
—No estoy seguro de lo que eso significa14, pero si estás preguntando si me
gusta y si creo que ella es la chica más hermosa que he conocido y que
desearía que se mudara aquí, entonces sí.
Marna y yo nos reímos ante su audaz y descarada franqueza.
Nuestra atención se desvió cuando Kaidan lanzó una rápida mirada por
encima del hombro, y luego se puso de pie, moviéndose hacia el lado
oculto del roble gigante y apoyándose contra él. Justo en ese momento la
puerta trasera se abrió y la chica rubia salió, mirando a su alrededor y
mirando a nuestro grupo.
—Hey, ¿Kaidan Rowe está ahí abajo? —preguntó.
—No —mintió Blake.
La chica frunció el ceño y regresó a la casa. Kaidan salió paseándose y se
sentó una vez más.
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N. de T.: la confusión de Jay surge porque el término “fancy” del original es utilizado en
el inglés británico para referirse a una atracción, pero no es utilizado así en el inglés
norteamericano.
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—Amigo, ¿cómo supiste que venía? —preguntó Jay.
—Audición sobrehumana —respondió Marna por él.
Jay rió y se ajustó la gorra.
—¿Ahora me toca a mí?
—No, no he terminado contigo aún —dijo Ginger—. ¿Alguna vez has
engañado a una novia?
Jay la miró fijamente.
—No. No lo haría.
—Sí lo harías —lo corrigió ella—. Todos lo hacen.
—Eso no es cierto —dijo Kaidan. Todos lo miraron boquiabiertos y él se
encogió de hombros—. Bueno, no lo es.
—¿Qué diablos sabes de eso? —le preguntó Ginger.
—Nada, supongo. Sé que necesito otro trago.
Todos lo observamos levantarse y volver a la casa.
—¿Cuál es su problema, entonces? —le preguntó Marna a su hermana.
—¿Cuál no es su problema? Probablemente no ha tenido sexo en una hora.
Se está poniendo nervioso.
Jay se estaba pellizcando el vello en su mentón con actitud pensativa. De
repente nuestro grupo se quedó en silencio y yo oí un portazo. Kaidan
estaba parado en la cubierta mirándome. Cuando miré alrededor a los
otros Neph ellos también me estaban mirando, o por encima de mí, a mi
alrededor. Y luego oí una voz susurrada decir, no tengas miedo.
¿Quién dijo eso? De alguna manera supe que había sido dicho en mi
mente, no algo que alguien hubiera dicho en voz alta. ¿Qué estaba
sucediendo?
—Jay —dijo Marna cuidadosamente—. ¿Serías tan amable y me traerías
otro trago? ¿Algo mezclado?
—Claro, ya vuelvo.
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Kaidan pasó junto a él, descendiendo. Los otros se pusieron de pie, así que
yo también lo hice.
—¿De quién fue? —preguntó Ginger.
—No podría decirlo con certeza —dijo Kaidan.
—Él me resultó familiar. Juraría que era Azael. Pero, ¿qué estaba
haciendo? —preguntó Marna.
—¿Azael? —espetó Ginger—. ¿Qué maldito propósito tendría él con ella?
—¿Azael es un demonio? —pregunté, sintiendo un escalofrío y echando un
vistazo al patio a oscuras detrás de mí. El nombre me sonaba familiar—.
¿No los ven todo el tiempo? ¿Por qué están tan asustados?
—No es cualquier demonio —susurró Blake—. El Mensajero de Satanás. Y
ellos no reconocen a los Neph ni nos prestan atención a nosotros, pero te
estaba rondando.
—¡Shiza!15 —siseó Ginger una maldición en idioma extranjero hacia mí—.
¿Qué no nos estás diciendo?
Se me hizo un nudo en el estómago. Fijé los ojos en Kaidan, quien se
quedó inmóvil, escuchando algo. En un lento movimiento, volvió la cabeza.
Todos seguimos su mirada hacia el rincón oscuro de la casa, donde un
hombre salió. Vestía jeans y botas con punta de acero con una chaqueta
de cuero negro que llevaba en el centro una gran insignia color ámbar. Su
cabeza era calva, y la larga barba estaba nuevamente recortada en una
perilla. Mi cuerpo dio un hipo de sorpresa y la alegría surgió dentro de mí,
justo cuando estuve segura de que el terror absoluto surgía en el interior
de mis compañeros.
Hizo su camino más allá de la cubierta hacia nosotros, y todos, excepto yo,
dieron un paso atrás.
—Eres difícil de encontrar —me dijo con un refunfuño amenazante y
profundo—. ¿No tienes teléfono celular?
—No, señor. —No estaba en absoluto asustado, de hecho, me estaba
esforzando por ocultar una sonrisa. Pero oye, él era malo, completamente.
Mantuvo los ojos fijos en mí, sin reconocer todavía a los demás.
15
Shiza: expresión derivada del alemán que significa “mierda”.
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—¿Quién es el humano que está contigo?
No sabía cuánto quería que simulara frente a los demás, así que fui a lo
seguro.
—Un chico de mi escuela.
Dio otro gruñido. Y como si fuera una señal, Jay salió por la cubierta y
bajó las escaleras hacia nosotros, copa en mano. Se detuvo y una serie de
emociones se dibujó en su rostro y aura cuando su mirada se posó sobre
mi papá, para asentarse definitivamente en el miedo.
—Jay, este es mi padre. —Mejor cortar por lo sano. Su temor se apagó lo
suficiente como para dejar entrar un poco de sorpresa, y esbozó una
sonrisa.
—Oh, wow, hola... señor.
—Es bueno conocerte, Jay —dijo mi padre en voz baja—. Estabas yendo a
tu casa. Que tengas una buena noche.
Los ojos de Jay se pusieron vidriosos. ¡Mi padre lo estaba influenciando!
Me sentí ofendida en nombre de Jay, aún cuando él no estaba siendo
obligado a hacer nada perjudicial.
—Sí, quiero decir, sí, señor. Ya me iba. Encantado de conocerlo, también.
Aquí está tu bebida, Marna. —Se la entregó y se dirigieron miradas
tímidas—. Bueno, buenas noches a todo el mundo. —Jay saludó con la
mano y se fue. Todos los ojos volvieron a mi padre. Se suponía que hiciera
una ronda de presentaciones.
—Padre, ésta es Marna y su hermana, Ginger, hijas de Astaroth. —Él
asintió y las chicas bajaron la mirada, sin mover un músculo—. Kopano,
hijo de... ¿Alocer? —Kopano asintió dándome la razón—. Éste es Blake,
hijo de... No puedo recordar su nombre. Lo lamento.
—Hijo de Melchom, señor. —Hizo una pequeña reverencia con la parte
superior del cuerpo, sin levantar los ojos.
—Y éste es Kaidan…
—Hijo de Pharzuph —interrumpió mi padre, su labio elevándose en una
mueca mientras lo miraba. Tuve que dar a Kaidan mucho crédito por no
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orinarse bajo el calor de la mirada acusadora de mi padre. Él le dio un
asentimiento respetuoso y mantuvo los ojos bajos, al igual que los demás.
Quería poner una mano sobre el antebrazo de mi padre para hacer que se
relajara, pero no hizo falta, porque apartó su mirada asesina de Kaidan y
la fijo sobre mí.
—Vienes conmigo, niña. Es hora de comenzar tu entrenamiento.
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Capítulo 23
Viendo demonios
Traducido por LizC y NayeliR
Corregido por Silvery
a pelota estaba en la cancha de mi padre, así que esperé con
impaciencia para hablar con él. Ver a papá al volante del básico
coche de alquiler era extraño. Demasiado normal o algo así. Me
moría de ganas de contarle lo que la Hermana Ruth me había dejado.
Después de diez minutos de silencio, comencé a preocuparme. Cuando mi
pierna empezó a saltar, él se inclinó y puso su gran mano sobre la mía.
—Debes saber que te quiero, Anna.
—Lo sé. —Pero había algo siniestro en su voz.
—Simplemente no lo olvides.
Puso ambas manos en el volante y el miedo se apoderó de mí.
L
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Observaba la carretera, con una expresión severa.
—Quería llamarte cuando salí, pero no es siempre seguro. Prefiero explorar
un área y hablar en persona. Cuéntame, ¿cómo te fue con esa monja en el
convento?
Mi estómago cayó ante la idea de la información que nunca sabría.
—No llegamos a tiempo. Murió la noche que te conocí. Pero ella me dejó
algo... una empuñadura de espada sin una hojilla.
El coche se desvió un poco. No paré de hablar.
—Kaidan piensa que es una Espada de la Justicia.
Mi padre sacudió el volante duro a un lado de la carretera y frenó de golpe.
Agarré el pomo de la puerta y me preparé contra el latigazo cervical.
Cuando nos detuvimos miré a mi alrededor, pero no había coches detrás
de nosotros. Se dio la vuelta en su asiento con una mirada salvaje en el
rostro.
—Descríbemela —exigió. Le dije cómo era y lo que sucedió cuando ambos,
Kaidan y yo, la tocamos. Me miró con esos ojos enloquecidos por algunos
largos latidos antes de golpear sus manos en un fuerte aplauso y
gritando—: ¡Sí!
Salté, sobresaltada. Debo de haberme perdido algo, porque no tenía ganas
de celebrar al pensar en la empuñadura. Pero por algo en su pura emoción
me dieron ganas de saltar a bordo.
—Algo se está gestando. Algo grande. No sé por qué, pero los ángeles van a
utilizarte. Mi pequeña soldado.
¿Pequeña soldado? Fue muy gracioso en una especie de escenario
imposible de paso.
—¿Qué crees que debo hacer?
—Todavía nada, niña. Hay muchas cosas que necesitas aprender primero.
Quiero que seas capaz de protegerte cuando no esté cerca. Puede que
llegue un momento en que tengas que hacer cosas que no te gusten, para
estar a salvo. Puede que tenga que al menos aparentar estar trabajando. —
Pasó una mirada crítica sobre mí—. Para empezar, tienes ésta totalmente
natural dulce e inocente cosa en ti. Por mucho que odie decirlo, es
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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probable que tengas que hacer algo más tajante con tu aspecto. Y vas a
necesitar conocer tus límites de consumo de bebidas. No quiero que
termines en una situación en la que no conozcas tus límites.
—¿Cómo se supone que voy a aprender?
—Bebes. Bajo mi supervisión. Vamos a determinar cuánto puedes manejar
en una cierta cantidad de tiempo y practicar para controlarlo para que
puedas mantenerte coherente y no emborracharte.
Mi corazón se sacudió contra mis costillas.
—¿Vamos a empezar esta noche? —pregunté.
Una pausa misteriosa pasó antes de que él se aclarara la garganta y dijera:
—No, vamos a empezar mañana.
Enfiló el coche en la carretera y aceleró. Me di cuenta por primera vez que
nos dirigíamos hacia Cartersville. Él me llevaba a casa. Tenía la imperiosa
necesidad de abrazarlo. Tiré mi visión a lo largo de la línea de árboles y el
camino que nos rodeaba. No había nadie a la vista, así que arrojé los
brazos alrededor de su cuello grueso y apreté, apoyando mi cabeza en su
hombro. Su cuerpo se estremeció con una ronca risita. Mantuvo una mano
en el volante y utilizó la otra para alcanzar y acariciar mi hombro.
—Sólo recuerda que te quiero —dijo de nuevo, y me pregunté qué pensaba
él para creer que alguna vez haría algo que me hiciera dudarlo.
Esa noche me asomé a la ventana de mi dormitorio y noté la falta de la luz
de luna y las estrellas. Enormes nubes grises cubrían el cielo nocturno de
invierno. Un escalofrío espeluznante estaba en el aire, haciéndome cerrar
con llave mi puerta del dormitorio.
Me preparé para ir a la cama, con la esperanza de no molestar a Patti,
quien había tenido un día difícil. Ella estaba teniendo un mal rato tratando
con el ligero cambio de austeridad desde que había conocido a mi padre.
La palabra de Patti ya no era la última palabra, porque había una mayor
amenaza, más peligrosa de la que ni siquiera ella podía protegerme. Ahora
lo único que podía hacer era esperar que me hubiera criado bien.
Mi cama fue un consuelo cuando me senté, cruzando las piernas y
juntando las manos juntas. Cerré los ojos.
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No sé qué me vas a hacer, o adónde me llevarás, pero confío en ti. Por favor,
muéstrame cuándo sea el momento de actuar. Ayúdame a reconocer las
señales. Habla a mi corazón y déjame oír.
Me desperté con un sobresalto a las tres de la madrugada. Lluvia golpeaba
el cristal. Cerré los ojos y traté de relajarme, apartando el presentimiento
extraño. Justo cuando empezaba a dormirme de nuevo, sentí un escalofrío
de certeza de que estaba siendo vigilada. Quería esconderme bajo las
sábanas como un niño, pero estaba demasiado asustada para moverme o
abrir los ojos. Contuve la respiración. ¿Había alguien en mi habitación?
Una imagen revoloteó en mi mente de un hombre joven de pie en un
mercado al aire libre rodeado de niños y mujeres de todas las edades
realizando sus compras. Sentí la ansiedad del hombre y la aprehensión
mientras permanecía allí, contemplando la multitud reunida con los ojos
muy abiertos. Bajó la mirada hacia el pequeño detonador en su mano y me
di cuenta con horror de que estaba atado con bombas. Él murmuró algo
entre dientes.
—¡No, no lo hagas! —le grité, pero no me escuchó. Con un grito en el aire
presionó el botón, liberando un destello cegador.
Quería sentarme, pero mi pecho estaba pesado. Otra escena comenzó a
reproducirse en mi mente.
Era un lugar diferente ahora. Un hombre en una oficina sostenía un
teléfono; la imagen cambió a la mujer del otro lado del teléfono, su esposa,
muy embarazada, colocando los platos para la cena. Su rostro se
ensombreció cuando él dijo que tenía una reunión tarde, y mientras decía
la mentira, su amante estaba desabrochando sus pantalones. El color rojo
brillante de su lujuria eclipsó su niebla de culpa. Mi mente estalló en
oscuridad.
¿Qué diablos está pasando? Me faltaba el aire y tiré de la manta hasta mi
barbilla.
Otra imagen se enfocó: perros aterrorizados, siendo empujados hasta la
agitación con palos y luego arrojados juntos a rasgarse la carne el uno al
otro, mientras la multitud de personas que los rodeaba se burlaban,
aplaudían, señalaban, y se reían. ¡Alto! ¡No es gracioso! Me sentí enferma
por el pánico en los ojos de los animales y el hambre humana por la
violencia. Seguí jadeando, incapaz de llenar mis pulmones.
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~ 275 ~
Un niño ahora, no más adulto que yo, en una especie de sótano o bodega,
atando una cuerda a una viga y el otro extremo alrededor de su propio
cuello. Negué con la cabeza, tratando de disipar sus sentimientos
aplastantes de duda y soledad que se acercó a mí como dedos oscuros y
asfixiantes. Sostuve en alto una mano hacia él. Deja que te ayude, le
rogué. No estás solo. Pero sus ojos estaban vacíos y se dejó caer.
—¡No! —grité cuando se retorció y giró. Desapareció en una nube de
pensamiento.
Una chica rozaba la delicada piel de su brazo con una navaja, cortando
profundo, odiando su vida, queriendo ensombrecer ese dolor con un dolor
de su propia elección.
Una adulta mujer frágil robada y violada, dejada abandonada y
ensangrentada en el suelo de su casa sin esperanza de que alguno de sus
hijos ocupados llamara o la visitara a tiempo para encontrarla viva.
Una imagen aterradora era sustituida por otra. Las emociones tan pesadas
que pensé que podría asfixiarme en la desesperación. Negué con la cabeza
adelante y atrás, adelante y atrás, pidiendo que se detuviera. ¡Qué alguien
les ayude! La visiones vinieron más rápido ahora, incluso más vívidas.
Una niña fingiendo dormir a medida que la sombra de un hombre se
cernía sobre su cama.
Un chico adolescente boca abajo en un montón de su propio vómito.
Una tribu familiar desarmada, con niños pequeños, siendo acuchillada por
machetes pesados mientras rogaban de rodillas pidiendo misericordia.
Una madre con ojos vidriosos mirando a la cara roja de su bebé llorando,
sumergiéndolo en el agua, sosteniéndolo abajo en la bañera hasta que su
agitación se detuvo. Sus ojos muertos son mirar a otro lado.
—¡No! ¡No! —Clavé las uñas en mi cabello, el cual estaba mojado por las
lágrimas.
Cinco hombres estaban de pie ahora junto a alguien en el suelo, llenos de
odio y miedo infundado a ciegas, mientras le daban patadas. La víctima
continuó cambiando: él era negro; era blanco; era musulmán; era judío;
era gay. Y los cinco hombres le propinaban patadas y patadas, irradiando
odio por cada víctima, aterrorizada por lo que no podían entender. Y
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entonces había un crujido final al pisar fuerte en su cara que ponía fin a
todo.
Estas eran las mismas atrocidades que había evitado pensar en toda mi
vida, pero estaban allí las reconociera o no. No podía yacer allí y soportarlo
por más tiempo. Me tenía que mover.
Un retumbar sonó en mi puerta, y el pomo se sacudió.
—¿Anna? —dijo Patti—. ¿Qué está pasando ahí? ¡Abre!
Abrí los ojos, tratando de concentrarme, y los vi en un parpadeo
relámpago.
Demonios.
Se turnaban para venir a mí, susurrando. Los espíritus eran tan grandes
como hombres, pero con rostros retorcidos de gárgolas y un lento batir de
alas negras superponiéndose unas a otras, incluso extendiéndose a través
de las paredes. Algunos tenían cuernos, colmillos y garras.
Ven, síguenos al infierno, donde perteneces…
Grité, gateando hacia atrás hasta que me golpeé con la cabecera.
—¡Anna! —Patti aporreaba ahora, pero apenas podía escucharla—. ¡Abre la
puerta!
Incesto, secuestro, abuso sexual. Un asesino serial tomándose su tiempo
con una victima suplicando.
Los demonios me rodeaban, al menos diez de ellos, y estaban
carcajeándose.
¿Cuál es el problema, pequeña? ¿Asustada del bogeymen16?
—¡Déjenme en paz! —lloré—. ¡Fuera de mi cabeza!
Ellos se encendieron de mi miedo.
16
El bogeyman, boogyman o bogyman es un aterrador ser legendario de países
anglosajones, caracterizado como un asustador de niños.
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Tropecé con la cama, cayendo hacia mi bolsa de libro y corriendo a
presionar mi espalda contra la pared mientras desgarré abierto el cierre y
empujé fuera la caja.
Pronto estarás en tu legítimo hogar, y en verdad nos divertiremos contigo.
Me paré, buscando a tientas por el broche de la caja y perdiendo mi
agarre. Cayó al suelo con un estruendo. Llegué a mis rodillas, alcanzando
alrededor innecesariamente. Los espíritus nublaron mi visión nocturna.
Me sacudí de regreso sobre mis talones y apreté mis ojos cerrados.
¡Por favor déjenme!
Inhumanos chillidos llenaron la habitación, haciendo a mis ojos volar
abiertos. Los demonios estaban siendo succionados hacia fuera por mi
ventana como por un vacío, hasta que se habían ido. Una repentina calma
cayó, y el único sonido era la lluvia estrellándose afuera.
Había un traqueteo a mi lado, y entonces mi puerta osciló abierta y Patti
paró en la luz. Jadeé a la vista de su ángel guardián. Era claro para mí
ahora. Podía distinguir sus rasgos y alas. Él era estoico, majestuoso y
enorme, como un soldado. Él miró alrededor de la habitación y apuntó
bajo mi cama. La caja estaba a medio camino debajo. Él debía de saber lo
que había en ella. Me arrastré hacia ahí y agarré la caja, apretándola en mi
pecho.
—¿Qué pasó, Anna? —preguntó Patti, cerca de las lágrimas.
Ella sostenía un atizador que usó para remover la manilla.
—Puedo ver los demonios ahora, y ellos estaban… dándome pesadillas.
—¡Eso era más que una pesadilla! —Se agachó a mí lado y alisó el cabello
de mi cara húmeda—. Estabas gritando como si estuvieras siendo atacada.
—Sólo visiones espeluznantes —dije, e incluso aunque era cierto, se sentía
como mucho más que eso. Temblé todo el camino desde el centro de mi
estómago. Puse un dedo en mis labios para mostrarle que no podía hablar
acerca de ello. Alguien debía estar escuchando.
Saltamos al sonido del rápido, duro golpeteo en la puerta de enfrente.
Corrí hacia abajo a la entrada con piernas débiles, poniendo un ojo en la
mirilla. Era Kopano.
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Lancé la puerta abierta y él entró recto y junto con un frío ráfaga de viento,
mirando alrededor con esos serios, sombríos ojos. Puso una mano en mi
hombro. Agarré su muñeca y la sostuve mientras trataba de atrapar mi
aliento.
—¿Anna? —Patti entró, mirando a Kopano.
—Este es mi amigo Kope —le dije—. Él debe haber estado escuchando
afuera para mí.
Él llegó hacia adelante y se dieron las manos. Ella cruzó sus brazos sobre
su delgado camisón.
—Necesito ponerme mi bata encima. —Patti cabeceó hacia su habitación y
nos dio una oportunidad de hablar.
—Los Susurradores estuvieron aquí —le dije a Kopano—. Pude verlos. Me
mostraron todas estas cosas horribles. No podía pensar bien. Oh, mi cielo,
Kope. Pensé que así es como se debe sentir el infierno.
Él se acercó para consolarme justo mientras la puerta de enfrente volaba
abierta. Salté hacia atrás y grité. Kaidan estaba ahí con el cabello
despeinado, su frente arrugada con preocupación.
La puerta del vecino a través de la entrada se abrió, y un hombre viejo
inclinado miraba hacia afuera sobre su tanque de oxigeno.
—¿Qué, en el nombre de Dios, sucede aquí? —preguntó en una voz
sibilante.
—Nada, Sr. Mayer, lo siento mucho.
Empujé a Kaidan dentro y cerré la puerta.
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté.
Sus ojos parpadearon hacia nuestra entrada, donde Patti estaba parada
ahora, sosteniendo su bata cerrada y asimilando la escena. Giré de regreso
a Kaidan, el pánico construyéndose dentro de mí.
—¡Ellos podrían regresar en cualquier segundo y vernos juntos y decírselo
a tu padre! ¡Ve a casa!
Él se quedó en desafío, pero mientras miraba a Kopano su fachada se
agrietó, revelando una expresión afligida que rompió mi corazón.
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~ 279 ~
—Sí, me iré —dijo Kaidan—. Tú conseguiste ayuda.
Alargué la mano por su brazo mientras él giraba, pero se deslizó a través
de mis dedos y caminó fuera.
Me senté en el sofá, enterrando mi cara en mis manos. No quise hacerlo
creer que estaba escogiendo a Kopano sobre él. Tenía que saber que no era
así. Estaba asustaba por él.
¿Y qué diablos estaban ambos haciendo ahí, de todas maneras? ¿Habían
estado en alguna parte cerca escuchando fuera por mí toda la noche?
—Iré con él —dijo Kopano, dejando el apartamento y cerrando la puerta.
Empujé mi oído alrededor para encontrarlos al pie de las escaleras, justo
al lado de la cortina de lluvia cayendo desde el techo como una cascada.
Me concentré duro, tratando de ignorar el espeluznante sentimiento que
seguía reteniéndome.
Patti miró alrededor de la esquina y le hice señas, señalando que estaba
escuchando algo. Ella giró a un lado de la lámpara y se sentó a mi lado,
frotando mis frías extremidades para tratar de calentarme.
—Vallamos a algún lado para hablar —le dijo Kopano a Kaidan.
—Podemos hablar aquí. Ella nunca usa sus sentidos.
Whoops. Estaba oficialmente escuchando a escondidas, pero no me sentía
culpable. Estaba demasiado desesperada por comprender mejor dentro de
la mente de Kaidan. Ellos hablaron en tonos bajos, difícil de escuchar con
el sonido de agua de lluvia.
—No estés molesto, Kai. Sólo siento afecto por ella.
—Ya me imagino que lo haces.
La afilada, dura contestación de Kaidan iba en directo contraste a las
tranquilas palabras de Kopano.
—Incluso estás dispuesto a arriesgarte a ti mismo por ella, hermano.
—Eso es porque realmente la conozco. ¿Cuál es tu razón? ¿Supongo que te
gustaría llegar a conocerla, también?
—Debes tener muy claro que ella no está disponible en esa forma. Sé
razonable. Hay claramente más en juego aquí. Yo sólo quería ayudar.
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~ 280 ~
—¡No hay nada que puedas hacer, Kope!
Se callaron y pude escuchar las irregulares respiraciones de Kaidan por su
nariz.
—Por favor confía en mí, hermano —dijo Kopano—. No hay arma más
fuerte para Pharzuph para usar que tu afecto por el otro. Si él se entera
que estabas aquí para consolarla, perderás toda influencia con él. No te
hagas el tonto tú mismo pensando que él no se deshará de ti.
—Sí, algunos de nosotros tenemos que preocuparnos por tales cosas.
Gracias por el recordatorio.
Los sonidos que vinieron después congelaron mi sangre: fuertes patadas
golpeando en charcos, y el metálico zing de una navaja. Me levanté con
una mano en mi corazón. Entonces había una profunda, ronca risa. De mi
padre.
—Ponlo lejos, chico. Lamento terminar la fiesta de testosterona.
Salté fuera del sofá y corrí del apartamento, bajé las escaleras de cemento,
hasta que casi choco en el tercero de ellos al pie de las escaleras. Mi padre
estaba absolutamente empapado, gotas de agua cubriendo su cráneo
mientras miraba con el ceño fruncido a Kaidan.
—¡Papá! —Puse una mano sobre mi boca. Mientras él arrastraba sus ojos
de Kaidan a mí. Experimenté una punzada de conocimiento.
—Fuiste tú —dije, mi corazón martillando—. Tú los enviaste.
No hizo intento de negarlo.
Me encorvé hacia atrás sobre mis talones. Los demonios no fueron
enviados por alguien que quería herirme. Tenía que haber sido mi padre,
mostrando algún rudo amor serio.
Un ligero sonido de arrastre vino desde el rellano. Patti nos miró
detenidamente desde lo alto de los escalones en su bata y pantuflas.
—Está bien —le aseguré—. Estaré ahí pronto. —Ella asintió, mirando duro
a mi papá por un segundo antes de regresar arriba. Él giró su atención de
regreso a Kopano y Kaidan, quienes mantenían sus ojos apuntando a sus
pies.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 281 ~
—Esta pequeña cosa. —Hizo un triangulo en el aire, apuntando entre
Kopano, Kaidan y mí—. No va a volar. No se preocupen acerca de Anna
más. ¿Escucharon? —Ambos dieron un solo asentimiento—. Entonces
fuera de aquí. Y mantengan sus cabezas en el juego.
Había sólo el sonido de la lluvia ahora, entonces sus carros se encendieron
y sus llantas echando agua lejos demasiado rápido. Antes de que mi padre
pudiera disculparse o darme otra mirada triste, envolví mis brazos
alrededor de él. Él dejó salir una profunda respiración.
—¿Vas a entrar? —pregunté, contra su pecho.
—mejor no, después de esa mirada de Patti. —Corrió una mano bajo mi
cabello—. ¿Sabe ella acerca de estos dos chicos peleando por ti?
—Ellos no están peleando por mí. Y ella se preocupa acerca de Kaidan.
—Hmph. Bueno, estaré aquí a las tres en punto esta tarde. Avisa a Patti,
porque necesitaré entrar y hablarte de ambos primero. Ahora vamos a
conseguir algo de sueño. Vas a necesitarlo. Y no te preocupes. No te
molestarán más espíritus esta noche.
Un enorme relámpago achispó el cielo nocturno. Mi padre besó la cima de
mi cabeza y desapareció dentro de la lluvia mientras un estruendo de
truenos sacudía el suelo bajo mis pies.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 282 ~
Capitulo 24
Dar un pequeño silbido
Traducido por Shyta Corregido por Silvery
i papa iba a llegar en cualquier momento, y Patti era un
manojo de nervios.
Desobedientes rizos rojos se salieron de su pinza de pelo y
ahora le enmarcaban la cara con falta de sueño. Ella había pasado la
mañana limpiando profundamente el apartamento con un paño,
espantándome cuando trataba de ayudarla.
No había sido capaz de volver a dormir enseguida la noche anterior.
M
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 283 ~
Patti se sentó conmigo en nuestra sala, y me di cuenta que después de que
me enterara lo que era, me había convertido en quien tenía la información
para protegerla. Ahora finalmente me quebré y le dije todo lo que tenia
dentro. Ella había entendido que los Neph eran vistos como una
propiedad, pero no sabía que nosotros éramos forzados a trabajar, o el
hecho de que teníamos “especialidades”. Miró hacia el cielo y sacudió la
cabeza después de descubrir que ella me envió en un viaje de larga
distancia con el hijo de la Lujuria.
Pero el detalle que la llevó al borde del abismo fue el hecho de que mi
padre había hecho perseguirme por los demonios. No importaba cuánto
trataba de explicar que era necesario para poder ver a los espíritus, ella
estaba furiosa. Cuando se acercaron las tres de la tarde y su humor no se
había aligerado, me empecé a preocupar.
Cuando mi padre llegó, Patti se paró junto el mostrador con sus brazos
cruzados. Él apareció tan grande y de temer como nunca. El tipo de
hombre con el que nadie se atrevería a meter.
Patti se acercó y le dio una cachetada.
Yo salté. Él parpadeó. Ella se quedó enfrente de él y apuñaló con su dedo
hacia su pecho, su otra mano en su cadera.
—¿Cómo te atreves a hacerle eso a ella? No me importa cuáles fueron tus
razones. ¿La escuchaste gritar? ¡Ella estaba aterrorizada! ¡No le vuelvas a
poner a esos demonios encima de nuevo nunca! ¡Nunca!
La miró con una mirada tranquila, permitiéndole que sacara toda esa idea
de su sistema. Puso la mano con la que lo apuñalaba en su otra cadera y
levantó la mirada hacia él, respirando fuertemente.
Llevaba el acero gris de furia.
—Te lo juro —dijo mi padre con cuidado—. Voy a pasar el resto de la vida
de Anna tratando de mantener a esos espíritus alejados de ella.
—Entonces, ¿Por qué tiene que entrenar contigo hoy? Si la vas a proteger,
entonces ¿por qué es necesario? ¿Por qué no puedes mantenerla fuera de
peligro? —La voz de Patti se quebró y se llevó una mano a la boca mientras
la furia se volvía hacia el miedo aplastante.
Mi padre la miró, y cuando habló nos sorprendió a las dos con lo que dijo:
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 284 ~
—Tú me recuerdas mucho a Mariantha. No por la forma en que te ves,
sino por la manera en que yo siento tu alma. Amar, pero justo llena de esa
misma terquedad. Sí, Mariantha lo aprobaría, y yo también. Has hecho un
buen trabajo. Más que bueno. Y quiero agradecerte.
Un sollozo se escapó entre los dedos de Patti. Él había golpeado a su punto
débil. No sólo halagó su maternidad, sino que la había comparado con un
ángel.
—Pero le fallé —dijo Patti, su cara pecosa se llenó de lágrimas—. No llegue
a llevarla con la Hermana Ruth a tiempo.
—Deja escapar esa culpa; es parte del plan.
—¿Qué pasa si arruino el plan?
Él esbozó una sonrisa de complicidad.
—El plan siempre está cambiando y siendo acordado. Tú no puedes
arruinarlo.
Se limpió la cara y la oscuridad del miedo desapareció. Todavía no me
había movido. Yo estaba tratando de envolver mi mente en el hecho de que
Patti había pasado de querer matarlo a ser consolada por él.
—¿Te gustaría un poco de té dulce? —preguntó ella. Damas y Caballeros,
les presento a Patti Whitt.
—Si señora, lo apreciaría. —Y mi padre, el caballero que provocaba temor.
Mientras ella iba a la cocina, él me dio un duro golpe en los hombros.
Sacudí la cabeza con asombro. Fuimos hacia una mesa pequeña y nos
sentamos.
—Así que, ¿dónde quieres hacer esto, chiquitina? —preguntó.
Patti estaba ocupada con las bebidas, pero Sabía que había oído por la
forma en que sus colores se volvieron locos. Me encogí de hombros. Yo no
quería hacer “esto” frente a Patti. Ella trajo los vasos de té y los puso sobre
la mesa.
—¡Ya sabes! —dijo ella—. Realmente estoy cansada, y he conseguido un
nuevo libro de la librería ayer, así que solo estaré en mi dormitorio esta
tarde. ¿Por qué no se quedan aquí? Y estaré cerca si me necesitan. Puedo
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 285 ~
venir a hacer la cena más tarde cuando estén preparados a tomar un
descanso.
Asentí de acuerdo. Mientras ella permanezca allí, yo podría hacerlo. Patti
se inclinó para besar mi mejilla, y luego se dirigió a su habitación.
—Las cosas están en el coche. —Él hizo una seña con el dedo pulgar hacia
la puerta.
Yo salí con él para ayudar, a pesar de haberme dicho que podía solo. Mis
pupilas saltaron cuando vi la imagen del asiento trasero. Todo tipo de
aperitivos, junto con bolsas y bolsas de botellas: cerveza, vino, licores,
jugos, gaseosas, condimentos como cerezas y limones y las aceitunas.
Llevamos todo por las escaleras.
No puedo creer que esté a punto de beber con mi padre. Esto estaba mal en
muchos niveles.
Las bebidas y los ingredientes que se necesitaban ser enfriados fueron
puestos en la nevera, y el resto se guardó en los mostradores. Me froté los
brazos, sintiéndome inquieta por dentro. Al menos no era un buffet de
drogas, porque yo sería un hostigado y frenético lío por ahora.
—Nada malo con tomar un trago, Anna. —Él sacó dos vasos y me senté en
frente de uno mientras él echaba algo. Vi la botella. Ron.
—Nunca nos dicen que no debemos beber. Sólo nos advierten sobre el
alcoholismo. Hay una fina línea entre los dos, y todo lo que hacemos es
tratar de encontrar la tuya. Tú beberás mucha agua y comerás mientras lo
hacemos. Debería ayudarte un poco. —Empujó mi trago hacia adelante. El
mío no estaba tan lleno como el de él.
—Voy a necesitar ver tus colores para ayudarme a calcular tu intoxicación.
Supuse que sería un alivio bajar la guardia mental, pero me sentí expuesta
y no me gustaba la forma en que los ojos de mi papá se abrieron cuando
veía mis colores. Yo había estado tratando de no pensar en Kaidan, pero
eso sólo me hizo pensar más en él. Mi padre se apretó el puente de la
nariz. Yo estaba imaginando que no creía que el color rosa oscuro de amor
apasionado tenía qué ver en el armario de emociones de su niña. Pero él
no dijo nada al respecto, sólo dejó escapar un corto suspiro y comenzó.
—Ten en cuenta el tiempo. Tendrás que prestar mucha atención al
momento en que bebas. ¿Tienes un reloj? —Negué con la cabeza, y él se
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 286 ~
quitó el suyo, tirándolo hacia mí—. Úsalo esta noche, pero consigue uno
de inmediato. Son las tres y veinticinco. Recógelo. —Ambos levantamos las
copas pequeñas—. Bebe todo en una. No trates de beberlo o tomarlo en
varios tragos. Y no te atrevas a escupir.
Lo entendí, no hay problema. Yo podría hacer esto. El líquido era claro,
como el agua. Una burbuja de vértigo se levantó dentro de mí mientras
seguía su ejemplo, llevándola a mis labios e inclinando mi cabeza.
¡Gah!
Mi rostro, boca y garganta se envolvieron en llamas mientras el trago hizo
su camino hacia abajo. Tosí y escupí y golpeé la mesa. Mi padre se rió y
palmeó mi espalda. Dejé escapar una respiración escupiendo y no podía
borrar el disgusto de mi cara.
—Buen trabajo por no escupir —dijo.
—¡Eso fue terrible! ¿Por qué alguien bebería eso a propósito?
Y entonces el calor golpeó. Se inició en el pecho, bajó a mi vientre, y
floreció a lo largo de mis miembros.
—Oh.
—¿Bueno, no? —preguntó, pero ya no estaba sonriendo. Estaba
estudiándome mientras yo volteaba mis ojos hacia la botella de ron, luego
hacia el mostrador donde las otras botellas estaban en línea, esperando
por mí.
—Al final de la noche, no te estremecerás más. Te vas a enojar conmigo en
algún momento cuando te diga que no más, pero necesito que aprendas a
reconocer ese momento en ti misma cuando un trago más te ponga al
límite. Sólo tú puedes controlarte a ti misma, nena. Para esta noche voy a
silbar cuando necesites reducir la velocidad y frenar. ¿Entendido?
—Lo entendí. Pero me estaba preguntando. Um, ¿vamos a entrenar
también con drogas?
—No vas a consumir drogas, Anna, nunca. —Una segura convicción
sonaba en su voz.
—No habrá ningún zumbido con las drogas cuando se trate de ti, irías
directamente al equivalente de embriaguez. Sólo que peor. No pienso que
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~ 287 ~
trabajes en absoluto, pero es necesario tener algunos conocimientos
básicos en caso de algún imprevisto. Ahora, ¿estás lista para beber?
Asentí con la cabeza y frunció el ceño. Al parecer, yo asentí con demasiado
entusiasmo.
Nueve horas, dos pizzas, una pelea, tres vómitos, un millón de silbidos,
toneladas de snacks, y bebidas innumerables después, aprendimos que
podía tener un trago cada dieciocho minutos, o tres en una hora.
Absolutamente no más. Incluso con la habilidad de mi cuerpo de quemar
el alcohol. Yo era lo que mi padre consideraba “un ligero” o “una cita
barata”. Si yo fuera a beber de forma regular mi tolerancia se
incrementaría, pero por ahora seríamos conservadores con nuestras
estimaciones.
Había aprendido las recetas de los cócteles más populares. Yo sabía que
odiaba los tragos consecutivos de cualquier cosa excepto los de tequila.
Era definitivamente una chica tequila. Vino agriaba mi estómago. La
cerveza era mi apuesta más segura.
Habría sido otra pequeña refriega entre Patti y John Gray cuando ella salió
a hacer la cena. Ella se había decepcionado cuando él insistió en pedir una
pizza en vez de hacerla cocinar. La cocina era un desastre. Pero la pizza
era un lujo que nunca nos dábamos. Cuando señaló que estaba orgulloso,
cruzó los brazos y puso mala cara, diciéndole que siguiera adelante y que
pidiera la “pizza apestosa” entonces.
Tuve una buena animación yendo en ese punto, pero cuando empecé a reír
de su tonta disputa, la mirada entrecerrada de Patti aclaró mi cabeza de
inmediato.
A lo largo de la noche, mi padre hizo muchas preguntas acerca de mi vida.
Quería saber todos los detalles de Jay y los cuatro Neph que había
conocido. Estaba especialmente interesado en la historia de Kopano.
—Nunca me hubiera imaginado que Alocer tenía un punto débil. Hace que
te preguntes...
—Un poco raro, ¿eh? —había dicho arrastrando las palabras—. La mayoría
de las personas tratan de ocultar lo malo que hacen, pero los Duques
deben tratar de ocultar lo bueno.
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Durante mi último descanso de baño de la noche, él trajo una mochila
púrpura y negra del maletero del coche de alquiler. Todavía tenía las
etiquetas en él.
—Para ustedes niñas. —Él colocó el bolso en el sofá entre Patti y yo—. Por
favor, tómenlo sin discutir. Y escuchen. Anna, necesitas un reloj, y
necesitas cambiar tu apariencia. Espero consigas eso de inmediato. —
Asentí con la cabeza, incapaz de mantener los ojos abiertos.
—Una última cosa. No creo que ustedes chicas debieran ir a la iglesia.
Yo nunca había pensado en eso. Había muchas cosas sobre mi vida
normal, cotidiana que apestaba a no demonio.
—Nosotros sólo podemos hacer nuestra pequeña cosa aquí juntos —me
aseguró Patti, frotando mi espalda. Toda la noche había sido una
revelación para nosotras dos. Teníamos que hacer cambios para mantener
mi fachada y volar bajo el radar de los demonios—. Ábrelo. — Cruzó los
brazos y asumió una postura de gorila, asintiendo con la cabeza hacia
abajo a la mochila.
Abrí la cremallera y Patti y yo nos golpeamos la cabeza tratando de ver lo
que había dentro. Luego nos miramos la una a la otra, nuestros rostros
estaban a unos pocos centímetros. Estaba lleno con las pilas de dinero en
efectivo. Yo sabía los pensamientos de Patti cuando vi su aura gris. Este
era el dinero del narcotráfico. El dinero sucio. Dinero de sangre. Mi padre
sabía nuestros pensamientos, también.
—Independientemente de dónde venga, el dinero está en tu posesión
ahora, y lo único que pueden hacer es ser buenas administradoras con lo
que les han dado. Para empezar, yo recomiendo conseguir una caja de
seguridad. Encontrarás un nuevo teléfono celular en el bolsillo lateral.
Tiene mi número en él. Llámame si me necesitas. No puedo garantizar que
voy a responder, pero si no lo hago, y es una emergencia, sólo mándame
un texto que diga A911. Significa “emergencia Anna”. No dejes ningún
mensaje de voz ni cualquier mensaje de textos detallado.
Me puse de pie y abracé su cuerpo sólido, apoyando la mejilla sobre la
suave tela de su chaqueta. Me pasó la mano por el pelo como lo había
hecho la noche anterior.
—¿Cuando te veré de nuevo? —le pregunté.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 289 ~
—No lo sé. Voy a estar en el camino. ¿Me haces otro favor?
Me aparté y lo miré.
—Echa un vistazo al otro lado de la bolsa —dijo.
Metí mi mano y saqué una llave conectada a una gran cadena de llave de
color negro con botones para cerrar y abrir puertas. Mi cabeza se sacudió
hacia arriba para ver su expresión seria. Patti se tapó la boca, sin decir
nada.
—No más chicos que te lleven a viajes, ¿me oyes? —dijo con voz ronca—.
Tú puedes llevarte a ti misma a partir de ahora. Lo último que necesitas es
a un chico que te distraiga y hacer que toda esta situación se haga más
complicada. Prométeme que te mantendrás alejada de ese hijo de
Pharzuph.
Abrí la boca, pero las palabras se atascaron en mi garganta seca. Sudor
caliente caía por mi frente.
—Yo lo intenté una vez, John —le advirtió Patti—. No funcionó tan bien
para mí.
—¿Has visto la forma en que la mira? —Se centró en Patti, pero me señaló.
—Sí, y he visto la forma en que ella lo mira. A decir verdad, creo que se
necesitan el uno al otro.
—Esos dos se necesitan el uno al otro como una bala necesita un objetivo.
Confía en mí. He visto niños Nephilim asesinados por haberse enamorado
y dejar que se interpongan en su trabajo.
—Bueno, no tienes que preocuparte, porque no estamos enamorados —
interrumpí—. Él no me gusta de esa manera.
Papá resopló un poco el aire.
—Bueno, él tiene que sentir algo, porque seguro que no quiere que el otro
chico esté cerca de ti.
—¿Hay alguien más en el que estés interesada? —preguntó Patti.
Tomé mis colores y los regresé a su lugar, los metí dentro, y tiré la barrera
a su lugar. Entonces me entretuve con la imagen del hoyuelo dulce de
Kopano por un breve segundo antes de apartarlo.
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~ 290 ~
—No estoy lista para pensar en eso —le contesté.
Mi padre inclinó la cabeza hacia el techo y se llevó las grandes manos a la
cara, amortiguando su voz.
—Soy demasiado viejo para esto.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 291 ~
Capítulo 25
Regreso a Clases
Traducido por maleja.pb y Simoriah
Corregido por Nanis
uando empezó la escuela una semana más tarde, supe que iba a ser
malo. Jay me advirtió que había habido un montón de
especulaciones y rumores sobre el verano de lo que pasó entre Scott
y yo en la fiesta. Pero no había esperado que todo el mundo susurrara a mi
espalda en la escuela. No tanto.
No me sentía cómoda con la atención. No ayudó que había donado treinta
y cinco centímetros de cabello a Locks of Love, consiguiendo que destacara
mi rubio platino, y habían crecido mis cejas.
C
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 292 ~
Bobby Donaldson, pitcher del equipo universitario de béisbol y
extraordinario jugador, que nunca me había dirigido una palabra para mí
en mi vida, se me acercó a mi casillero con un diablo de un aura roja
vigoroso antes de empezar las clases.
—Hey, chica. ¿Cómo estás?
—Um, ¿estoy bien?
—Soy Bobby. ¿De dónde eres?
Molesta, cerré mi casillero, abrí la bolsa púrpura y negro por encima de mi
hombro, y trate de meter mi largo flequillo detrás de la oreja.
—No soy nueva. Ya me conoces. ¿Anna Whitt?
Sus ojos recorrieron a través de los rasgos de mi cara.
—Díiaaa caliente-um, ¿de verdad?
Forcé mis ojos a no rodar, y pase junto a él. Corrió para estar a mi lado.
—¿Así que estás con Scott? —gritó él por encima del estruendo de voces
emocionadas del primer día.
—No, no lo estoy.
Aceleré, esquivando otros caminantes de la sala, pero Bobby se quedó en
mis talones.
—Porque es bueno si no lo estas. Oye, ¿quieres salir alguna vez?
Me detuve tan abruptamente que una chica tuvo que pasar a través de
nosotros.
—Soy sólo yo, Bobby. Soy la misma chica rara, mojigata con la que has
estado en el grupo de los jóvenes y la clase de ciencias en los últimos tres
años y con la que nunca hablaste. Todo lo que hice fue ir a una fiesta y
cortarme el cabello.
—He oído que ya no eres tan mojigata.
Y antes de que pudiera dar una vuelta sobre cómo que había oído mal, me
pellizcó la mejilla con los nudillos y se dirigió a su propia clase. Tragué la
bilis en mi garganta y parpadeé la humedad que se estaba formando en
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 293 ~
mis ojos. No iba a llorar a causa de Bobby. No importaba lo que pensaba.
Fui al primer período.
En el almuerzo estaba claro que no había tomado en serio las advertencias
de Jay. Los rumores estaban fuera de control. Podía ignorar las miradas y
susurros, pero no podía pretender que la gente no me buscara para
obtener información. ¿Qué pasó contigo y Scott? Dicen que estás
inventando lo de las drogas. ¿Realmente estas con un tipo en una banda?
¿Estoy teniendo una fiesta este fin de semana, quieres venir?
Le dije a cada uno de ellos que no quería hablar de eso.
Tuve una clase con Scott, español de nuevo. Se sentó en el otro lado de la
habitación y nunca me miró. Incluso Verónica me evitaba, tal vez
demasiado avergonzada acerca de las cosas BFF. Eran las únicas dos
personas en la escuela que no estaban interesadas en hablar conmigo.
Pensé que era huraña en los últimos años, pero para las primeras
semanas de este año estuve presa. Mantuve mis ojos hacia abajo y fui
directamente a casa después de la escuela. No partidos de fútbol. No andar
en la casa de Jay. Y definitivamente no partidos o clubes.
Pero a pesar de lo duro que traté de ser invisible, todos los ojos estaban
sobre mí. Sólo una persona fue capaz de sacudirme en claridad.
Lena era una niña tímida que trabajaba mucho y buscaba impresionar a
los demás, rasgos que aprecié. Por lo general escondía su rostro detrás de
una cabeza llena de brillantes rizos negros y se mantenían a sí misma.
Lena entró en el cuarto de baño después de mí entre las clases una
mañana. Después me di cuenta de que me había seguido. Lena arrastro
los pies a mi lado, apoyada en el espejo para ver su piel cremosa, lo
capturo mi ojo. Las dos estábamos lidiando con nuestro cabello, y luego se
inclinó para ver si había algunos pies en las puertas antes de hablar.
—Yo… —Ella se mordió como si estuviera reuniendo coraje—. Me enteré de
lo que Scott McCallister te hizo.
—¿Ah? —Continué cavando alrededor de un objeto imaginario,
sorprendida de que ella se rebajara lo suficiente para preocuparse por
tales habladurías, y esperando que lo dejara caer. Casi pierdo sus
siguientes palabras, pronunciadas en voz baja.
—Me lo hizo, también.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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Me tensé y levanté la mirada hacia ella.
—¿En serio?
—Bueno, algo así. —Ella arrastró su postura, mirando a los azulejos
agrietados—. El año pasado en una fiesta durante las vacaciones de
Navidad.
Así que Kaidan tenía razón. No había sido un incidente solitario.
Nerviosismo apareció en luz gris, Lena se ensombreció con aprensión
cuando no respondí de inmediato.
—Te creo, Lena.
Con esa tranquilidad, su preocupación gris se aclaró en el azul cielo de
alivio.
—¿Lo hicieron? —Ella se detuvo, pero yo sabía lo que quería preguntar.
—No —le dije—. Fuimos interrumpidos.
Ella continuó evitando mis ojos, ajustando la correa de su bolsa en el
hombro.
—Eso es bueno. Por desgracia, él no me drogo. Quiero decir, me convenció
de tomarlo, pero después me dijo que era demasiado fuerte, y no me
gustaría que fuera así. Él sólo estaba tratando de ser amable.
—Oh, Dios mío, Lena. Eso es... —No sabía qué decir. Ella me miró ahora.
—Tú eres la única persona a la que le he dicho. Sólo quería que supieras
que no estás sola.
—Gracias —le dije.
Ella asintió con la cabeza y salió corriendo por la puerta. Me quedé
pensando durante dos minutos y recibí mi primera llegada tarde.
Jay estaba temblando cuando se sentó a mi lado en la mesa del almuerzo.
Las chicas de la banda y el drama se sentaron en el otro extremo.
—¿Dónde está el almuerzo? —le pregunté.
—No voy a comer. —Su rodilla rebotaba mientras miraba alrededor de la
cafetería.
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~ 295 ~
—¿Qué pasó? —Empujé mi bandeja.
—Nada.
Me acerqué, mi estómago girando.
—No, dime.
—Tengo la sensación de que voy a ser suspendido.
—¿Por qué? ¿Qué has hecho? —le pregunté.
—Nada, todavía.
—¿Es Scott?
Jay asintió con la cabeza, apreté la boca ante la mención de ese nombre.
—Deberías escuchar lo que está diciendo.
—No quiero —le dije—. No vale la pena meterse en problemas otra vez,
Jay.
—Yo no sé nada de eso. Podría valer la pena cerrar su boca.
Seguí la mirada de odio de Jay a donde Scott estaba de pie junto a una
mesa de luchadores, haciendo que alguien se tropezara y se cayera. Los
chicos lo recompensaron con risas abundantes. Me pregunté de cuántas
chicas se habría aprovechado.
No podía dejar que se saliera con la suya, a pesar de que odiaba la idea de
la confrontación.
—Tú debes informar a tu aterrador-culo papá acerca de Scott —murmuró
Jay.
—Él lo mataría —le dije.
—Exactamente.
Me puso una mano en el brazo.
—Escúchame, ¿está bien? Voy a decirle algo a Scott, pero necesito que me
prometas que no interferirás. Quédate por aquí o ve a otro lugar.
Jay se quedó callado por un momento, frotándose las manos.
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~ 296 ~
—Jay.
—Está bien. Me quedaré aquí, pero te estaré viendo.
Me puse de pie y vacié mi bandeja, y luego la puse en el carrito. Scott
había pasado a la mesa de al lado y estaba sentado al otro lado de
Verónica y Kristin Miller. Tomé una respiración profunda y me acerque a él
con las piernas temblorosas.
—¿Puedo hablar contigo? —le pregunté en voz baja, tratando de no llamar
la atención de todos. La sangre latía en mis sienes y garganta. Me miró de
arriba hacia abajo por encima del hombro como si hubiera estado dando
vueltas en una pocilga.
—¿Hablarme de qué? —Se puso de pie y me miró, usando su corpulencia
para hacerme retroceder—. ¿Acerca de cómo sientes de mentir acerca de
mí a todo el mundo cuando lo único que hice fue tratar de ser amable
contigo?
Tomé aire antes de contestar.
—Por favor, Scott, vamos al pasillo y hablar a solas.
—No tengo nada que ocultar. —Él echó los brazos hacia los lados.
Tenía la intención de hablar con él en privado, pero si quería hacer un
espectáculo público de nosotros, entonces que así fuera. Apreté los puños.
—Yo no lo siento, porque no he mentido en nada y lo sabes —le dije—. No
ando propagando rumores.
—Como si yo hubiera necesitado medicamento —dijo. Toda la mesa estaba
viendo y escuchando—. Tú fuiste, al igual que, desesperada, colgando por
todas partes.
Traté de no dejar que su fealdad se filtrara en mí. Tuve que mantener mi
mente aguda. Mirando desde lejos el mismo ángulo de los espectadores,
que se habían quedado en silencio a nuestro alrededor cuando respondí.
—Pensé que estabas siendo amable al invitarme a la fiesta, y me pregunté
por qué un tipo como tú le estaba dando a una chica como yo atención,
pero ahora lo entiendo. Sabías que si la verdad llegaba a salir de lo que
pensabas hacer, toda esta gente creería en tu palabra sobre la mía. Los
dos sabemos lo que hiciste. Veronica y Cristina lo saben, también.
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Cristina echó a reír como si estuviera loca, sus colores eran un naranja
turbio de diversión a costa mía. Los ojos de Veronica se abrieron como
platos y miró hacia otro lado, vestida con un manto de oscuridad sobre su
vergüenza. En cuanto a Scott, que estaba envuelto en un remolino de
púrpura orgullo y miedo gris, una combinación peligrosa. Por un segundo
pensé en los tres dispuestos a decir la verdad. Me habría traído
satisfacción, pero me negué a obstaculizar su libre albedrío.
Bajé la voz a un susurro.
—Y también sé que no soy la primera chica a la que le has hecho esto.
Sus ojos se endurecieron.
—¿Realmente esperas que alguien crea eso? Eres una psicópata.
—¿Siempre le pides a los psicópatas si puedes besarlos?
Risas disimuladas se elevaron de la mesa.
—Sí, claro —dijo Scott—. Eso querrías.
—Ella no miente. —Todos nos volvimos hacia Veronica, quien había
hablado con audaz confianza. Pero sólo podía ver que estaba envuelta en
la oscuridad del miedo ahora.
—Cállate, estúpida borracha —le dijo Scott—. Tú y tu gran nariz pueden
mantenerse lejos de la conversación.
—¡Eres un mentiroso! —Ella se puso de pie de un salto y huyó de la
cafetería.
Scott volvió su expresión de desprecio hacia mí.
—Todos saben que ahora eres la puta de una banda.
Mi palma ardió, rogándome que le diera una bofetada.
—Deberías estar avergonzado, Scott.
—¡Oooh! —Él sacudió las manos en el aire—. Buena respuesta.
—Eres tan falso —susurré—. Y es realmente triste. Vives tu vida para
impresionar a un montón de gente que no te acepta por quien eres. Pero
quizás eso sea porque ni siquiera tú sabes quién eres.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 298 ~
Una burbuja de negrura se elevó desde lo profundo dentro de él, horrible y
violenta alrededor de él. Los orificios de su nariz se abrieron y me atreví a
avanzar un paso, hablando lo suficientemente bajo para que sólo él lo
oyera.
—Necesitas lidiar con ese odio que sientes por ti mismo, y dejar de
tomártelo con gente inocente. No es demasiado tarde para que seas la
persona que realmente quieres ser. —Sorpresa, culpa, y una oxidada
esperanza se elevaron del oscuro fango de su aura—. Buena suerte, Scott.
Lo empujé al pasar junto a él, apresurándome hacia la salida hacia el
corredor. No podía salir de ahí lo suficientemente rápido. Encontré a
Veronica en el baño, peinándose el cabello con pasadas castigadoras frente
al espejo. Se detuvo cuando me vio.
—Debería haber intervenido antes —dijo.
—Está bien.
—No, realmente no. Lo escuché mentir sobre ti todo el verano y todo este
mes vuelta en la escuela. Seguía esperando que todo explotara. —Metió el
cepillo en su bolso y sorbió por la nariz.
—Gracias por apoyarme. —Sabía que no iba a ser fácil contra la multitud.
—Sé que todo estuvo mal en la fiesta de Gene, pero me divertí contigo esa
noche —dijo Victoria.
—Yo también.
Sus sentimientos eran sólo una ligera niebla ahora.
—Oí sobre ti y el baterista de esa banda. ¿Es el alto, con cabello castaño?
Asentí y ella tomó mi brazo, de repente animada de nuevo.
—¡Oh, mi Dios, creo que estaba mirándote en el corredor en la fiesta!
—Oh, sí, me olvidé de eso.
—¿Quieres venir y pasar el tiempo juntas alguna vez? —preguntó. Me abrí
a los pasteles de su esperanza y alegría, permitiéndoles levantarse con los
míos.
—Seguro. Quizá puedas ayudarme con mi estúpido cabello.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 299 ~
Tiré del largo flequillo. Mientras ella levantaba capas de mi cabello con los
dedos, revisándolo y haciendo cumplidos de mi estilo, me maravillé ante la
naturaleza de la humanidad, y cómo algo tan adorable como la amistad
podía salir de algo tan horrible.
Había mucho que decir sobre una amiga mujer. Los dedos de mis pies
lucían mejor de lo que lo habían hecho jamás. Veronica insistía en que las
uñas estuvieran pintadas si iba a llevar sandalias. Teníamos algunas de
nuestras mejores conversaciones sentadas en el piso de su habitación
mientras ella se inclinaba sobre mis pies con una botella de esmalte.
—Scott no me ha hablado desde ese día —dijo Veronica una tarde de los
últimos días de octubre mientras aplicaba una capa de brillante esmalte
azul—. Sin embargo, para mí está bien.
Había pasado un mes desde el enfrentamiento en la cafetería. Me había
preocupado que la situación solamente escalara desde ahí, pero después
de una ráfaga frenética de chismes, Scott se había calmado, y la
conversación se había acabado. Oí que estaba saliendo con una chica de
otra escuela.
Finalmente comencé a juntarme de nuevo fuera de la escuela con Jay y
Veronica, pero prefería estar en una de sus casas en lugar de salir.
Siempre estaba buscando Susurradores cuando encontrábamos a alguien
en el centro comercial, paranoica porque mis dos amigos fueran
convertidos en un blanco. O que yo pareciera muy amistosa con los
humanos. Veronica pasó más esmalte en mis uñas.
—Dime cómo era con Kaidan —dijo ella.
Primero me sentí excitada al pensar en él, y luego triste. A veces el deseo
era tan arrollador que pensaba en él por horas. Le conté a Veronica de
nuestros besos y cómo él me provocaba de esa manera coqueta. Pero había
demasiado que no podía explicar.
—Todavía lo amas, ¿verdad? —No esperó una respuesta—. ¿Cuánto hace
que lo viste?
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 300 ~
—Tres meses o algo así.
—Tenemos que encontrarte un hombre nuevo.
—No, estoy bien. No quiero a nadie.
—Todavía lo quieres a él. Ése es el problema —dijo.
Sí, todavía lo quería.
—¿Qué hay de ti? —Usé las mismas tácticas evasivas que usaba con Jay,
aun cuando no quería hablar del tipo dudoso con el que ella había estado
saliendo.
—Creo que está empezando a ponerse impaciente conmigo. —Bajó la
mirada y comenzó a pintar sus propias uñas de los pies una vez más, las
cuales ya estaban perfectas.
—Sólo han estado juntos por unas pocas semanas —señalé.
—Lo sé, pero parece que fuera más tiempo porque nos vemos todos los
días y hablamos por teléfono cada noche, y anoche me dijo “no sé cuál es
el gran problema. No es como si fueras virgen”. —Imitó su voz quejosa.
Pensé en la relación de Veronica con Mike Ramsey que había durado a lo
largo de nuestro noveno año, y sentí la necesidad de defenderla.
—No debería decirte esto. Todavía es algo importante, sin importar si eres
virgen o no. No hagas nada con él porque te sientes culpable.
—No lo haré. Quiero decir, no está tratando de ser cruel o nada. Me dijo…
que me ama.
Había intentado decirle cuando ellos habían comenzado a salir que él me
daba un mal presentimiento, pero ella parecía decidida a no verlo. Y ahora
él le decía que la amaba cuando nunca había mostrado un ápice de
emoción rosa en su presencia. Intenté mantener los sentimientos de
molestia fuera de mi voz.
—Ésas son sólo palabras, Roni. Si te ama te lo demostrará esperándote.
—Sí, claro… ¿Cuánto hiciste esperar a Kaidan?
Froté una mancha de esmalte en la piel en la parte interna de mi dedo del
pie.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 301 ~
—Nunca lo hicimos. Sólo nos besamos y eso.
—¿En serio? —Ella pestañeó hacia mí y yo le quité el esmalte, tapándolo
para que no se derramara sobre la alfombra color marfil—. ¿Así que
todavía eres virgen, entonces?
—Sí. Al contrario de la creencia popular.
Sus ojos fueron a la colección infantil de unicornios en un estante.
—A veces desearía serlo todavía. Sin embargo, no es algo que puedas
recuperar.
Llevó su espeso cabello negro detrás de la oreja. Su melena había crecido
hasta los hombros, y ahora estaba teñida de negro con un mechón
púrpura en el frente. Se aclaró la garganta y estiró las piernas.
—¿Eres como, religiosa, verdad? —preguntó.
—Sí.
Comenzó a emitir fuertes vibraciones grises de una mezcla de sentimientos
negativos. Fingí concentrarme en los dedos de mis pies, dándole un
momento para calmarse.
—¿Piensas mal de mí? —preguntó—. Quiero decir, ¿sobre todo lo del año
pasado?
La miré, confundida.
—¿Qué cosa?
—Ya sabes. —Tiró de un hilo de la alfombra—. El aborto.
Mi corazón tartamudeó. Recordaba vagamente cómo el rumor había dicho
al comienzo de nuestro segundo año que alguien iba a hacerse un aborto,
pero nunca había investigado por los detalles.
—No pienso mal de ti, Roni.
—Mi papá me obligó —dijo, tragando. Veronica era dura, no una llorona
como yo, pero estaba peleando contra las lágrimas.
—Ella ahora tendría cinco meses.
—¿Ella? —susurré.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 302 ~
Se encogió de hombros.
—Siempre era una niña cuando soñaba. No que quisiera un bebé, pero…
no lo sé. Mi papá se puso furioso. Fue con los padres de Mike y todos se
unieron para hacer que dejáramos de vernos. Por supuesto, Mike tuvo una
nueva novia así de rápido. —Ella chasqueó los dedos—. Pero de todos
modos. Lo peor fue el día que fui a la clínica. Estas personas estaban
afuera.
Sus colores se oscurecieron de nuevo.
—¿Manifestantes? —pregunté.
—Sí. Tenían carteles con fotografías e intenté ignorarlos, pero esta mujer
me escupió cuando pasé junto a ella. También recuerdo exactamente lo
que dijo. Dijo: “Eres una asesina… arderás en el infierno por esto”.
Alejé las oleadas negras y grises de culpa, ira y miedo de Veronica de mí
porque ya estaba lidiando con las mías y era demasiado. Mi pecho se
apretó y mi voz estaba espesa.
—No debería haberte dicho eso. Estuvo mal. Se supone que la gente ame y
se ayude mutuamente, no que se juzgue. Ella no conoce tu corazón.
Veronica me permitió tomarle la mano. Nuestros brazos colgaron entre
nosotros, conectados por los dedos. Ella todavía se miraba los pies, pero la
oscuridad alrededor retrocedió lentamente.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 303 ~
Capítulo 26
Halloween
Traducido por maggiih Corregido por Majo
o podía creer que le había permitido al dúo de Jay y Verónica
hacerme sentir culpable para convencerme de ir a esta fiesta de
Halloween. Era la primera vez que saldría desde la noche en
que conocí a los otros Neph. Cuatro bandas iban a presentarse esta noche.
Lascivious no iba a tocar, pero sabía que Kaidan estaría allí. Él le había
dado la invitación a Jay. Mi cuerpo se tensó solo en pensar sobre ello.
Jay, Verónica, y yo caminamos a través de un mar de coches en un gigante
claro lleno con cientos de personas escandalosas. Era una fiesta de campo,
N
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 304 ~
con un improvisado escenario para las bandas. Nos acomodamos en las
afueras de la multitud, cerca de la frontera de los bosques.
Había un murmullo enloquecido en el aire, todo el mundo en disfraces. Vi
a un hombre de las cavernas tirar a la Mujer Maravilla por encima de su
hombro mientras ella gritaba de alegría. Un robot estaba ayudando a un
extraterrestre a hacer un cerveza bong17 a un lado de nosotros, mientras
algunos personajes de Pokémon tenía un barril en el otro lado. Una enorme
multitud saltaba y rocanroleaba en frente del escenario.
Me pregunté qué tipo de atuendo sexy Kaidan estaría usando. ¿Tal vez a
Adán en un taparrabos? ¿Y quién iba a ser su Eva esta noche? Puaj.
Esta fue una idea terrible.
Me alisé el ajustado vestido negro de Lycra que vestía. Por lo menos era de
manga larga y fluía hasta los tobillos. Creo que fue un traje de Verónica de
cuando estaba en la preparatoria. Ella juró que no era demasiado estrecho
para mí. No tuvo reparos en mentir.
Mi rostro, cuello, y manos estaban pintados de verde. Retocada con una
verruga falsa con algo de goma de mascar y puesta en mi nariz, para gran
consternación de Verónica. Llevaba una raída peluca negra y un sombrero
negro puntiagudo.
Verónica usaba una seductora Minnie Mouse en lunares rojo y blanco. Jay
era un pirata con un ojo parchado y un raro loro falso torcido en su
hombro.
Me quedé con mis brazos cruzados, examinando la multitud. Mis ojos se
detuvieron en un gorila muy alto mirando en nuestra dirección. Él llevaba
una insignia roja en su pecho. No tenía ni idea de cuánto tiempo nos
quedamos mirándonos el uno al otro, sin movernos, antes de que yo
levantara una mano en un saludo.
—¿A quién saludabas? —me preguntó Verónica.
—Um, ese mono grande. Creo que él está mirando... a nosotros.
Y en ese momento, el gorila levantó un brazo y se rascó la axila. El gesto
tonto me llenó de un torrente de alegría. Pero yo no iba a ir hacia él.
17 Cerveza bong: es una especia de embudo en el cual se le hecha cerveza.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 305 ~
Me enfrenté a mis amigos, mordiendo mi uña del pulgar. Por favor ven.
Cuando miré otra vez, él estaba caminado. ¡Sí! Mi pulso era errático.
Verónica se rió cuando él se acercó, pero se calló cuando se sacó la cabeza
de gorila y sacudió su sudor humedecido en el pelo. Por el rabillo de mi
ojo, vi sus lunares blancos cubrirse en rojo brillante. No iba a mentir, me
molestaba, aunque no podía culparla. Estaba agradecida cuando él se
volvió hacia Jay.
—Arrgh, amigo —dijo Kaidan.
—¿Qué pasa, hombre? —Jay se acercó y se dieron unas palmadas, luego
se agarraron las manos por un segundo.
—Tengo una broma para ti —le dijo Kaidan. Jay asintió con la cabeza,
preparado—. ¿Cuál es la diferencia entre un baterista y un bono de
ahorro?
—No sé. ¿Qué? —Jay sonrió de color amarillo brillante.
—Un bono de ahorro madura y finalmente hace el dinero.
Hicieron a un chico grande y redondo reír, entrechocando sus manos otra
vez. Mientras estaban distraídos, Verónica ladeó la cabeza hacia Kaidan y
levantó una ceja. Sacudí la cabeza y me miró, incrédula. Sus colores
habían vuelto a la normalidad ahora. Kaidan miró hacia nosotras.
—Esta es mi amiga Verónica —le dije—. Y este es Kaidan.
—Oh, he oído hablar mucho de ti —Verónica le dio una gran sonrisa.
Su ceño se elevó, pero no mordió el anzuelo. En cambio, me miró divertido.
—Linda Verruga —se inclinó hacia delante sin tocarme, movió la verruga
de la punta de mi nariz.
Verónica dejó escapar una carcajada ruidosa, demostrando que ella debió
haber sido la de mi disfraz.
—¡Te dije que era estúpido! —se regodeó.
Con mi dedo índice, moví la pintura alrededor de la nariz para llenar el
espacio en blanco. Cuando terminé, él me seguía mirando.
—Tu cabello ha crecido mucho —le dije.
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~ 306 ~
—Igual que tu trasero.
Mis ojos se agrandaron y la sangre se precipitó a mi cara. Verónica de
mató de la risa divertida, doblándose por la cintura. Incluso Jay dejó
escapar una risa estridente, el traidor.
Deseaba que Kaidan no fuera tan perspicaz, pero era verdad. Las curvas
femeninas que siempre me esquivaban por fin hicieron acto de presencia.
Estúpido vestido ajustado.
—Amigo, puedes salir con cualquier cosa —dijo el pirata al mono con cara
seria.
—Lo dije como un cumplido.
—Eso fue impresionante —Verónica agarró a Jay por la mano—. Vamos.
Vamos a encontrar un trago.
Ella me guiñó un ojo mientras deambulaban lejos. Di mi atención a la
hierba seca, pisoteada y dispersé latas durante un momento antes de
armarse valor para decir algo.
—Mi papá me dio un teléfono celular. —Y un coche. Y un montón de
dinero.
Kaidan colocó la cabeza del mono en el suelo y sacó su teléfono de un
bolsillo peludo, quitando pelusas marrones. Luego mantuvo sus pulgares
peludos encima de los botones y asintió con la cabeza. Empecé a darle mi
número, pero frunció el ceño en señal de frustración con las manos
grandes y disfrazadas.
—Dame —le dije, tomando su teléfono. Guardar mi número para él me dio
un escalofrío.
Se guardó el celular de nuevo y me miró con curiosidad.
—¿Cómo van las cosas con tu padre y el entrenamiento?
—Todo salió bien. Supongo. —crucé los brazos—. Sé que mis límites de
bebida ahora y todo eso.
Él asintió con la cabeza, examinándome. Pensé que me sentiría apenas
visible y oculta en la seguridad de un disfraz, pero deseé no ser verde. Mis
ojos exploraron la multitud. Esperaba ver una oscura sombra de
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 307 ~
susurradores en algún momento, lo que aceleró mi necesidad de ser
sincera con Kaidan.
—Entiendo lo que quieres decir ahora sobre los peligros de... estar juntos.
—Di un paso más cerca—. No lo entendía entonces, pero lo hago ahora.
Música comenzó a tocar, y él se movió hacia el escenario así no tendría
que enfrentarme. Su cabeza se movió con el ritmo de la canción, y me
pregunté si él se dio cuenta de lo que estaba haciendo.
—Sé que es arriesgado vernos —continué, segura—. Pero podríamos
hablar por teléfono cuando tu padre no esté alrededor. Si quieres.
Me preparé esperando su reacción. Con esperanza.
—Esa no es una buena idea —dijo, mirando la banda.
Me preocupó haberlo llevado demasiado lejos, haber sido demasiado
abierta. Pánico se levantó dentro de mí. En cualquier segundo ahora él
podría comenzar a cerrarse, y esta conversación podría terminar. Tenía
tantas cosas que quería decir.
Gritos provenían desde un grupo de personas cercanas. Un chico vestido
como Yoda estaba rociando cerveza desde el barril a la multitud. Kaidan
los miraba mientras yo daba un paso más cerca. Centímetros nos
separaban ahora.
—Pienso en nuestro viaje todo el tiempo —le susurré. Él continuó mirando
el grupo mientras luchaban con Yoda en el suelo—. ¿Alguna vez piensas
sobre eso?
Sus ojos vagaron sobre la multitud mientras respondía.
—A veces.
Me estaba alejando. Mi alarma se elevó al siguiente nivel. Agarré dos
puñados de pelo de su pecho de gorila esperando que me mirara, pero no
lo haría.
Me tragué mis emociones, no dejándome llevar.
—¿Por qué invitaste a Jay a esta fiesta?
—No lo sé —dijo.
Agarré la piel más ajustada, empujando hacia abajo.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 308 ~
—No puedo seguir viviendo así, Kai. Necesito saber cómo te sientes.
Necesito saber de una forma u otra para que pueda tener algún tipo de
cierre.
—Pensé que estarías en ello ahora —cuando él finalmente echó una severa
mirada abajo hacia mí, quise aporrear su pecho.
—No funciona así —le dije.
Mantuvo mis ojos y dijo nada más. Así que así era cómo iba a ser. Bien.
Deje ir su disfraz y retrocedí. Estaba oscuro afuera ahora. Dos fogatas
estaban encendidas, y las llamas se burlaban de mí con su baile
sicodélico. Humo vagaba en nuestro camino, espeso y asfixiante.
—No invites a Jay a más fiestas, Kaidan. Si hay incluso la menor
oportunidad de verte en algún lado, no voy a ir. Duele demasiado verte.
—Entonces ¿por qué has venido? —preguntó con poco interés.
¿Por qué, de verdad? El peso de la peluca y el sombrero se hicieron
demasiado. Me los saqué y los deje caer, pelo enmarañado cayendo contra
mis hombros. No podía pensar en una sola cosa para decir.
Su boca se abrió mientras registraba mi pelo cortado, más claro, pero
rápidamente la cerró.
—Deberías irte entonces —dijo, en voz baja.
Estupefacta, asentí en acuerdo. Se había acabado. No se abriría para mí,
esta noche o nunca. Dolía ver su testaruda, tenía una dura expresión de
indiferencia. No tenía fuerzas para decirle adiós mientras me daba vuelta,
yendo a ninguna dirección en particular. No voltees de nuevo, me ordené a
mí misma.
No tenía idea de dónde habían ido mis amigos.
—Espera —gritó Kaidan desde detrás de mí. Apreté mis ojos cerrados por
un segundo, pero seguí caminando. Entonces sentí su mano alrededor de
mi muñeca, girándome en un medio círculo y empujándome hacia su
pecho. Su cara estaba tan cerca. Se agachó y ahuecó mi cara con una
mano de peluche, y limpió la esquina superior de mi labio fuertemente con
su pulgar. Me estremecí de nuevo.
—¿Qué estás haciendo?
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—Yo… —parecía no tener idea de sí mismo—. Quería ver tu peca.
Una ternura vulnerable cruzó por su rostro, más doloroso de ver que la
frialdad. Tomó hasta la última onza de fuerza para no pedirle por un
último beso. Tan rápido como su expresión se había suavizado, se volvió
de piedra otra vez.
—¿Qué quieres de mí, Kai?
—¿Para empezar? —su voz bajó a profundidades sensuales y peligrosas—.
Quiero presentarme a cada peca en tu cuerpo.
Un poderoso escalofrió me atravesó.
—Por lo tanto solo algo físico, ¿entonces? —aclaré—. ¿Eso es todo lo que
quieres?
—Dime que me odias —demandó. Sentí el aire de sus palabras contra mi
cara.
—Pero no te odio, no puedo.
—Puedes —me aseguró, tirándome con más fuerza—. Y deberías.
—Te dejaré ir —mi voz temblaba—. Pero solo porque tengo que hacerlo.
Necesito seguir con mi vida, pero nunca te odiaré.
—Aquel que huye —murmuró Kaidan.
—Nadie huye —le corregí—. Y que me ayuden, si comienzas a
compararnos a un juego inacabado que se fue a tiempo extra.
Me soltó y tropecé un paso atrás. Tenía que escapar antes de comenzar a
aferrarme y rogarle que admitiera sus sentimientos, los que sea que
hubieran sido. Era necesario arrancar esta curita, y rápido. Así que, como
lo había hecho en el aeropuerto, caminé lejos de él, arrastrando mi corazón
detrás de mí. No miré hacia atrás. Juego terminado.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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Capítulo 27
Alegría de las fiestas
Traducido SOS por Little Rose, Jo y SOS Xhessii Corregido por Micca.F
abía visto gente deprimida. Había sido absorbida por la
desesperanza que se instalaba a su alrededor. Con nubes
pesadas como sacos de arena.
Llevaba mi propia nube de tristeza después de Halloween. Era mucho peor
que cuando volví de California. Cada día intentaba quitármela,
recordándome que siempre había esperanza. Esperanza por la tierra,
esperanza por la humanidad. Sólo no había esperanza para Kaidan y para
mí.
H
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 311 ~
Lidié con el dolor apagándome. Mientras más durmiera mejor. Falté a la
escuela un par de veces, sólo para quedarme en la cama. Desaprobé un
examen importante. Perdí peso. Pero sabía que el tiempo curaría el dolor, y
todo estaría bien. Podría seguir. Volvería a la vida. Eventualmente. Pero no
aún.
Patti hizo mis cosas favoritas el día de Acción de Gracias: papas dulces con
malvaviscos, pudín de maíz y tarta de lima. Sabía que el espectacular
festín era para animarme un poco. Éramos sólo nosotras dos. En las
mañanas de Acción de Gracias anteriores trabajábamos en el banco de
comida, y luego celebrábamos con los amigos de la iglesia de Patti, pero
ahora no podíamos hacer esas cosas.
Patti parloteó sobre nada, poniendo un plato a rebosar frente a mí. Intentó
fingirlo, pero tampoco estaba muy feliz. La miré cortar un trozo de pavo y
comer.
—Anna, por favor come.
—No tengo hambre.
—Eso es porque tu estómago se ha encogido a nada.
Me ocupé bebiendo agua.
—Eso es todo. —Dejó la servilleta en la mesa—. Llamaré a Kaidan. Sé que
esto tiene algo que ver con él.
Sus palabras me trajeron a la vida. —¡No!
—Entonces tienes que salir de esto —dijo—. Ya ha ido por suficiente
tiempo. ¡Por el amor de Dios, Anna! Si creyera que la medicación serviría,
ya te habría llevado al médico. No puedes rendirte. Tienes que seguir
esforzándote en todo, especialmente en la escuela.
—La escuela es… —Ni siquiera podía formar una frase.
—La escuela aún es importante —insistió Patti—. Y tú también. No se
puede flotar por la vida; tienes que estar alerta. Tu vida tiene un propósito.
¡Ya sea que te llamen a cumplirlo hoy o cuando cumplas cien, tienes que
ser una parte productiva de la sociedad hasta entonces! ¿Acaso crees que
me quedaré en la cama por los próximos quién sabe cuántos años?
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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Sacudí la cabeza. Ella tenía razón. Necesité del mes pasado para curar,
pero era hora de intentar volver a mi vida.
Miré mi plato y probé un poco de papas dulces. Los sabores y las esencias
me trajeron recuerdos fuertes. El dulzor me llenó con un ansia por el amor
y consuelo de mi infancia. Cuando la miré, caían lágrimas de mi rostro.
—Lo lamento, Patti.
—Dulce niña. —Se ahogó y vino hacia mí. Mientras nos abrazábamos y
llorábamos juntas, me permití sentir todo lo que estaba evitando. Era más
que la inseguridad de nunca saber cómo se sentía Kaidan. Era sobre lo
injusta que era la vida de un Neph.
Cuando era más pequeña, Patti y yo hacíamos una cosa en cada Acción de
Gracias en la cual nos turnábamos para decir por qué estábamos
agradecidas. Cada vez se volvió una competencia más feroz, ninguna
quería ser la última. Terminaban siendo los detalles más estúpidos,
seguidos de un ataque de risa. Ahora, mientras nos aferrábamos la una a
la otra, no podía evitar sentirme agradecida por ella.
Caminé al estacionamiento con Veronica y Jay el último día de clases
antes del receso de Navidad. Soplaba un viento frío, y me abotoné la
chaqueta. Habíamos estado turnándonos para conducir a la escuela. Hoy
le tocaba a Jay.
Le quitó el seguro a la puerta del pasajero y la abrió con un chirrido.
Luché con la traba para inclinar el asiento del pasajero. Finalmente saltó y
el asiento chocó con el tablero. Me subí atrás. No estaba segura cuándo
había ocurrido el cambio: yo atrás y Veronica adelante.
Mientras los autos salían del estacionamiento, pasamos junto a Kaylah y
sus amigos. Kaylah saludó a Jay y él levantó una mano del volante.
—¿Aún te gusta? —preguntó Veronica.
—Nah —respondió.
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Miré del uno al otro. Huh. ¿Cuándo comenzó eso?
Me había vuelto obtusa respecto a mis amigos. Eso me hacía sentir mal.
Me incliné tanto como me lo permitía el cinturón. —¿Chicos? ¿Podemos
seguir viéndonos en el receso? —pregunté.
Sus auras se llenaron de alegre alivio, lo que me hizo sentir culpable.
—Ya era hora. —Jay me miró por el retrovisor.
—Sí, ya estabas desapareciendo —dijo Veronica.
—Lamento haber estado, ya saben, tan desconectada.
Ambos se quedaron en silencio, mirándose como si estuvieran dibujando
estrategias respecto a quién llegaría al asunto. Veronica perdió.
—¿Qué pasó en Halloween? —preguntó.
—Kaidan y yo acordamos nunca volver a vernos.
—Ese chico ha enrollado tu cabeza —dijo—. No me agrada.
—Bueno, se ha acabado, y estoy lista para seguir con mi vida, así que
como sea.
Veronica suspiró. —Algunas cosas no están destinadas a ser.
Levanté los pies del suelo y me enrollé sobre ellos, haciéndome más
pequeña.
—Todo va a estar bien —dijo Jay.
Tragué y le asentí en el espejo.
Navidad vino y se fue sin ninguna alteración de mi radar emocional. Medio
esperaba que mi padre llamara, pero no lo hizo. Me preguntaba sobre él
casi tan seguido como lo hacía sobre Kaidan.
Unos días antes de Año Nuevo fui al centro comercial con Veronica. La
mayoría de mi ropa de invierno no me quedaba bien y necesitaba un
vestido para la fiesta de Año Nuevo. Veronica amaba hacer compras
conmigo, porque la dejaba elegir toda la ropa, sólo añadiendo algo de vez
en cuando. Pero se imaginaba lo que usaría y lo que no. Por primera vez
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 314 ~
tenía ropa linda, y me gustaba sentirme así de bien cuando me veía con
los atuendos que me elegía.
Fuimos directamente a su tienda favorita con luces tenues y música pop
de fondo. Pasó con una velocidad experta por pilas de camisas, tirando un
par de perchas en el camino.
—¿No crees que Jay es lindo? —preguntó. Se concentró en la ropa como si
nada, pero se estaba ruborizando.
—Eh… —Tenía que proceder con precaución—. Sí, siempre pensé que era
lindo, pero nunca tuve sentimientos por él ni nada por el estilo. ¿Por qué?
¿A ti te parece lindo?
—No. —Dejó de pasar las perchas y me miró—. Creo que es caliente.
Nos miramos un segundo y comenzamos a reír, aliviadas de habernos
confesado.
Nos encontramos con Jay y Gregory en el patio de comidas. Mordisqueé un
pretzel mientras los otros comían pizza. Jay y Veronica coqueteaban tanto
que Gregory me puso los ojos en blanco. Estábamos tirando la basura
cuando Jay se quitó la gorra de béisbol para mirar alrededor del patio de
comidas.
—He visto a ese tipo antes —dijo—. ¿De dónde lo conozco?
—¿Quién? ¿Dónde? —preguntó Veronica. Jay señaló.
Entre toda la marea de gente había un hombre solitario de pie junto al
puesto de helados, mirándome. Tenía la piel color marrón oscuro, y el
cabello en un corto estilo afro.
—Es Kopano —susurré con el corazón en la garganta.
—¿Lo conoces? —preguntó Verónica—.Es, un hombre.
Tenía razón. Kope no podía pasar por un chico. Debería tener diecinueve o
veinte, sólo un poco mayor que nosotros, pero era tan serio. Masculino.
¿Qué hacía aquí?
—Voy a hablar con él —les dije—. Los veré aquí en media hora.
Me detuve a unos metros de Kopano, con las manos detrás de mi espalda.
Mantuve mi pulso estable mientras nos mirábamos.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 315 ~
—¿Va todo bien? —pregunté.
—Todo está bien. Espero no haberte asustado. —Su tono amable nunca se
alteró, y me pregunté si alguna vez levantaba la voz. ¿Qué tan profundo
era su control, y qué sería liberarlo? La idea me hizo cosquillas en el
cuello.
Incliné la cabeza hacia el pasillo de tiendas. —¿Caminamos? —pregunté.
Vino a mi lado, y fuimos juntos a la corriente de compradores que se
convirtieron en un ruido de fondo mientras me concentraba en él. Era
paciente, esperando que explicara por qué vino.
—¿Cómo has estado? —preguntó.
—Fue un semestre duro, la verdad, pero estoy mejor.
Asintió hacia el piso frente a nosotros.
—¿Y qué hay de ti? —pregunté.
Manteniendo la mirada en el suelo respondió:
—He pensado en ti seguido desde el verano.
Me ruboricé por su confesión. Mis manos picaron. No sabía qué responder.
Llegamos a un área abierta donde había estado la casa de Santa unos días
antes. Ahora estaba vacía salvo por una fuente con un borde de mármol,
donde nos sentamos. Kopano miró el agua, llena de monedas de plata y
cobre de años de deseos.
—Mañana vendrán las gemelas de visita —explicó—. Volarán a Atlanta, y
Marna me pidió que viniera.
—Oh —dije, comprendiendo que no sólo estaba en Atlanta para verme. Mi
reacción inicial fue alivio de que no tuviera que lidiar con una situación
complicada. Pero me sentí decepcionada inmediatamente. No era justo
sentirme así, dado que Kaidan seguía gobernando mi corazón, pero lo hice
de todas formas. Quizá porque sabía que nunca podría estar con Kai.
—Llegué temprano, esperando verte —continuó—. Fui a tu casa, pero tu
madre me dijo que estabas aquí.
—Estoy sorprendida de que no me llamara. —Saqué mi teléfono y rodé mis
ojos con vergüenza—. Supongo que ayuda cuando lo enciendo.
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~ 316 ~
Me muestró esa sonrisa con hoyuelos, la que provocaba que se agitaran
mis mariposas internas, como siempre. Miré detenidamente mi teléfono.
—¿Tienes un celular? —pregunté.
Sacó su teléfono e intercambiamos números.
Un ruidoso grupo de chicos estaban pasando, molestándose entre ellos y
armando un alboroto. Cuando vi a Scott entre ellos, me moví rápido,
moviendo mi cuerpo lejos de su grupo e inclinando mi cabeza para que mi
cabello escondiera mi rostro.
—Los conoces —señaló.
—Algunos de ellos son de mi escuela. —No dije más, pero la tensión llenó
el espacio entre nosotros.
—Uno de ellos te ha lastimado.
¿Era tan obvio, aún con mis colores escondidos? Levanté mi cabeza ahora
que las espaldas de los chicos estaban hacia nosotros.
—Hubo un incidente este verano —dije.
Me miró expectante, así que le conté una breve versión de la historia,
manteniendo mi cabeza abajo. Cuando terminé y levanté la mirada, mi
corazón titubeó. Kope era una exposición de rabia apenas contenida
mientras miraba fijamente en la dirección que Scott y sus amigos habían
ido. Sus orificios nasales se ensanchaban y su boca estaba tensa.
—¿Kope? —susurré.
Sin respuesta. Miedo me atravesó mientras lo imaginaba volverse loco e ir
detrás de Scott.
Hablé en la calmada y suave voz que siempre usaba conmigo.
—Kope, mírame. —Su pecho se levantó y cayó con respiraciones rápidas.
Me estiré y apoyé una mano en su antebrazo, medio asustada de que me
agrediera en su aturdimiento. Se sacudió con mi toque, llevando sus ojos
hacia mí. Por un segundo más su cólera empañaba bajo la superficie, y
luego cerró sus ojos. No sabía si estaba contando hasta diez o rezando,
pero lo que sea que hizo funcionó. Cuando abrió sus ojos de nuevo la furia
se había ido.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 317 ~
—Lo siento, Anna. No quiero que me tengas miedo. Nunca te lastimaría.
—Lo sé —susurré, sin embargo seguía sacudida—. Está bien, Kope. Y toda
esa situación con Scott está en el pasado. Lo arreglé con él y dejé ir mi
enojo. Se terminó.
Hizo un rígido asentimiento, su mirada aterrizando en una pareja saliendo
de la joyería, tomados de la mano.
—¿Qué visualizas en tu futuro, Anna?
Su repentina pregunta golpeó un nervio en mí. Era la misma pregunta que
me había estado haciendo yo misma por meses.
—No lo sé —dije—. Solía saber lo que quería, pero ya no más.
Consideró esto, mirándome con curiosidad. —¿Qué querías?
Me estiré hacia abajo y toqué el agua. —Una familia, en su mayoría.
—¿Y ya no quieres eso?
Sequé mis manos es mis jeans, intentando no ponerme emocional. En un
momento, quise tener un marido afectuoso y una casa llena de niños más
que nada en el mundo. Pero había dejado ir esos sueños. No podía siquiera
adoptar un niño. ¿Qué dirían los Duques si me encontraban jugando a la
casita?
—No puedo tener esas cosas —le dije, todavía evitando su mirada—. Y
estoy cansada de querer cosas que no podía tener.
Su voz era baja cuando respondió. —Tal vez los niños están fuera de la
discusión, pero todavía podrías tener un marido, en secreto.
Mis ojos revolotearon a los suyos, y mi piel crepitó cuando sus palabras se
instalaban en mí. Abrí mi boca, pero no pude hablar. Sus ojos claros
jugaban a la gallina con los míos, sin ceder ante su reclamo.
—Es demasiado peligroso —dije.
—Eres joven. —No lo dijo en una manera condescendiente, pero aun así
me resentí—. Algún día tal vez estés de acuerdo con que hay algunos
peligros que vale la pena enfrentar.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 318 ~
Tragué, deseando que mi enloquecido corazón dejara de intentar escapar
de mi caja torácica. Sonaron pasos cercanos, viniendo hacia nosotros en el
suelo brillante.
Veronica, Jay, y Gregory se acercaban.
—Hola, chicos —dije. Los tres miraron adelante y atrás entre los serios
rostros de Kopano y yo. No pude dar una sonrisa de confortación porque
mi corazón todavía estaba acelerado por el sonido de la voz de Kope y las
palabras que había dicho.
—Hola, hombre. Es Kopano, ¿cierto? —preguntó Jay.
—Sí. —Kopano se levantó y sacudieron sus manos.
—¿Cómo has estado? —preguntó Jay.
—Muy bien, ¿y tú?
—Bien, gracias. —Fue un incómodo, pero dulce intercambio.
Veronica lo miró embobada todo el tiempo. Siguió enviándome la mirada
de ojos ensanchados que prometía que me molestaría después por
detalles. Presenté a Kopano a Veronica y Gregory. Imperturbable, ella lo
miró de arriba a abajo luego de que sacudieran las manos, usando una
brillante aura de interés fascinado.
—Debo ir en camino —me dijo Kopano.
—¿Le dirás a las gemelas que dije hola?
Él asintió. Un movimiento silencioso sucedió donde estábamos parados y
no supimos qué hacer después. Verónica aclaró su garganta y agarró el
brazo de Jay.
—Vámonos —le dijo. Jay le dijo “adiós” a Kope y ellos caminaron a la
salida con Gregory siguiéndolos.
—Llámame si todos quieren salir o algo así —le dije a Kope.
Con un movimiento dudoso, di un paso adelante y envolví mis brazos en
su cintura en un abrazo rápido. Kopano me sostuvo tan cerca como un
hombre que estaba falto de afecto. Alejé las lágrimas y corrí mis palmas
por su espalda. Él era grande y fuerte, y no tenía interés en dejarme ir. Así
que dejé que me sostuviera. Recosté mi rostro contra su pecho y respiré un
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 319 ~
suave aroma tropical. Cuando empecé a imaginarme las feromonas de
caramelo que él era capaz de emitir, tuve que alejarlo, sintiéndome
demasiado tímida para encontrarme con sus ojos.
—Cuídate, Anna —dijo él.
—Tú también —murmuré.
Pasé el día siguiente perdida en mis pensamientos, reflexionando sobre el
comentario de Kopano sobre un esposo, y también intentando averiguar
por qué las gemelas volaron a Atlanta en lugar de una ciudad más cercana
a Kope. A menos de que ellas quisieran ver a Kaidan, asumiendo que
Pharzuph estaba en Nueva York. Me ponía celosa que las gemelas tuvieran
permitido llamar y ver a Kai, pero yo no.
Y entonces, estaba Kopano. Sus palabras me habían sacudido. Por todo lo
que sabía, podía estar hablando en modo hipotético, pero no lo creía. Creía
que él estaba hablando sobre nosotros. Era todo lo que quería en un chico:
maravilloso, humilde, y no jugaba. Si lo hubiera conocido antes, no tenía
que decir lo que debió haber pasado. Y por mucho como sabía, debería
dejar ir a Kaidan, pero no estaba lista.
El día siguiente, justo cuando el sol se estaba poniendo, me senté al borde
de la cama de Patti mientras ella empacaba su maleta.
—Desearía que cambiaras de parecer y vinieras conmigo —dijo.
—Ya hice planes con Jay y Verónica para Año Nuevo.
Uno de los periódicos estaba enviando a Patti a cubrir la bola que bajaba
en Times Square. Se había ganado un buen representante, porque era un
gran trato conseguir esta clase de trabajo. Podía ver que le dolía dejarme
atrás.
—Todo está bien, Patti. Estaré bien.
—Lo sé. Pero es que siempre celebramos juntas. Te voy a extrañar.
—Yo también te voy a extrañar.
Mi celular vibró en mi bolsillo. Cuando lo saqué, mi pulso se aceleró a ver
el número de mi papá. Él nunca antes me había texteado.
Hay reunión esta noche. Tu vehículo está en camino. Alístate.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 320 ~
Brinqué cuando Patti habló detrás de mí.
—¿Todo está bien, cariño? —Miró al celular en mi mano temblorosa.
Dejé que leyera el texto. Miedo agudo y oscuro se empujó a través de su
aura mientras se paraba enfrente de mí, sobándome los hombros. Su
ángel guardián le susurró algo, haciendo que su miedo se aclarara y se
convirtiera en una neblina de nervios.
—Está bien. Todo estará bien. Tu papá está ahí. —Inclinó su frente hacia
la mía y cerró sus ojos. Yo hice lo mismo, sintiendo un olorcillo de champú
de avena.
Mi cabello estaba en un moño desastroso, y estaba vestida como una
harapienta. Tomé una ducha súper rápida, luego me puse unos jeans
oscuros, una blusa negra que Verónica había elegido, y botas negras. Pasé
el cepillo por mi cabello con algo de gel, y me lavé los dientes. No había
tiempo para acabar el desastre con la secadora y la plancha. Me las arreglé
para ponerme algo de maquillaje con una mano temblorosa. Mi cabello
todavía estaba mojado cuando sonó el timbre de la puerta.
—Yo atiendo —dije, metiendo el rímel en la bolsa de maquillaje y
alcanzando mi sudadera con capucha morada. Escuché la voz de Patti
mientras abría la puerta. Me precipité a la sala de estar y casi me tropiezo
cuando la vi abrazando a alguien. Me detuve en medio de la habitación,
confundida. Casi no lo reconocí.
Cuando se enderezó, sus ojos azules me taladraron con la misma
intensidad de siempre. Él tenía su cabello muy corto, revelando un
remolino de cabello que llegaba hasta su lóbulo izquierdo. Y obviamente
había estado yendo más seguido al gimnasio, porque sus brazos y
hombros eran aún más grandes. Verlo me dio ganas de sentarme y
respirar. Estaba usando una sudadera con capucha negra que tenía
cráneos a un costado y unos pantalones holgados. Tenía, además, un
gorro de lana gris en su mano.
—Lo siento, Anna, pero tendrás que ir conmigo.
—¿Qué está sucediendo? —preguntamos Patti y yo al mismo tiempo.
—Mi padre tiene una reunión con los Duques de todo Estados Unidos, y
ellos han pedido que vayas. Específicamente, tu padre lo solicitó.
—¿Va a haber problemas? —preguntó Patti.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 321 ~
—Creo que es solo una formalidad. Estoy seguro de que su padre tiene un
plan.
Nos paramos en un triángulo de preocupación hasta que me alejé y agarré
mi sudadera, me la puse y abracé a Patti.
—Te llamaré lo más pronto posible —le dije. Ella asintió, pero su rostro
estaba rígido por la preocupación. Odié dejarla sola. Kaidan agarró el gorro
de lana caliente y se lo puso sobre la cabeza.
Mientras cerraba la puerta detrás de mí, escuché a Patti susurrar:
—Por favor, por favor, por favor…
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 322 ~
Capítulo 28
Bolsa de Sorpresas
Traducido por Xhessii y Shadowy
Corregido por Nanis
or qué él te envió en lugar de preguntarme si podía
manejar por mí misma? —pregunté mientras
manejábamos fuera del vecindario.
—Él le dijo a los otros Duques que no tenías transporte,
Mi papá seguro quería que Kaidan me diera un “mano a mano”
—Todavía estoy sorprendida de que te haya mandado a ti —admití.
—¿P
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 323 ~
—Confía en mí, creo que él tenía uno de los otros en mente, pero mi padre
me ofreció como voluntario.
—¿Quién más estaba ahí?
—Mi padre está teniendo una fiesta, así que hay mucha gente en la casa.
Ellos tienen su encuentro oficial. Cuando me fui, Belial y Melchom estaban
jugando cartas, y mi padre estaba en la piscina. Espero que siga ahí
cuando lleguemos. Si puedes evitar estar en la misma habitación que mi
padre, no te podrá sentir. Ve directo a tu padre, y entonces, podremos
irnos. Los otros cuatro Neph que conoces están ahí, y los Duques creen
que estamos trabajando en la fiesta esta noche. Blake está ahí por su
padre, y los otros están tomándose unas pequeñas vacaciones. Las
gemelas se alejan de Inglaterra en cada oportunidad que tienen. Oh, y
Ginger hoy ha sido un rayo sol. —Él rodó sus ojos, molesto.
Ahí estaba de nuevo: la cosa misteriosa entre Kai y Ginger. Ella sacaba
emociones en él, incluso si eran negativas.
—Está bien —dije, necesitando un curso de actualización—. Recuérdame
de nuevo… ¿Melchom es el padre de Blake?
—Sí.
Deseé que hubiera alguna manera de esconder mi atención, tomar la
insignia. No quería que los Duques se dieran cuenta del remolino blanco y
se preguntaran por qué yo era diferente. Kaidan me miraba mientras yo
me mordía el labio, luego sacudió su cabeza y miró de nuevo al camino,
manejando con una mano mientras con la otra frotaba la parte trasera de
su cuello.
—¿Qué? —pregunté.
—Aquí estamos, posiblemente en peligro, y todo lo que puedo pensar es
en…
—¿Qué? —Piel de gallina en anticipación brotaron por todo mi cuerpo.
—Te ves bien —dijo él, con reticencia. Se quitó el sombrero de lana y rascó
su cabeza como si su cabello estuviera sensible.
Apreté mis labios e hice mi mejor esfuerzo para no parecer afectada. No
quería sentirme gratificada por sus palabras. Había trabajado duro para
alejarlo de mi corazón, y ahora él lo partía y lo abría de nuevo.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 324 ~
—¿Cómo se ve papá esta noche? —pregunté, cambiando de tema.
—No me gustaría estar en su lado malo.
—Él es intimidante, ¿cierto?
—Sólo un poco.
Traté de imaginarme la casa de Kaidan con los Duques, los Neph, y los
humanos, todos juntos. Esperaba que hubiera distracciones suficientes
para que pudiéramos entrar y salir rápido. Estaba feliz de ver al otro Neph
de nuevo. Bueno, mayormente. Pensar en Kopano enviaba un enjambre de
nervios por todo mi sistema, y las preguntas sobre la historia entre Ginger
y Kaidan todavía me molestaban.
—Kaidan, ¿puedo preguntarte algo? Entenderé si no quieres hablar de eso.
—Él me disparó una mirada inquisitiva, y continué—. ¿Qué pasó entre
Ginger y tú?
Él hizo un sonido desagradable de ouch y se frotó la parte trasera de su
cuello, mientras pensaba.
—No lo sé. Pasamos mucho tiempo juntos durante la infancia. Éramos
muy cercanos hasta que cumplí trece.
—¿Cercanos? —Mi boca de repente estaba seca—. Siempre imaginé que
estabas solo.
Él sacudió su cabeza, su cara estaba rígida.
—Siempre fuimos Ginger y yo.
—Oh. —Bueno, eso cambia las cosas. Una nueva visión se formó en mi
mente. Sabía que era egoísta, pero no quería pensar en él teniendo una
unión cercana en la infancia con ella.
Kaidan empezó con reservas, como si las palabras fueran expulsadas de él
contra su voluntad.
—Es más allá de lo extraño incluso pensar en ello. Era una vida diferente.
—Él hizo una pausa tan larga que pensé que había terminado la
conversación.
—Puedes decirme —murmuré.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 325 ~
Él refunfuñó al oír mi voz de terapista, y entonces las puertas se abrieron,
y dejó salir todo.
—Por mucho como odio admitirlo, ella y yo éramos muy parecidos. Ambos
entendimos muy pronto lo que se esperaba de nosotros, incluso antes que
los demás lo hicieran, y nos hizo curiosos. Fue como si experimentáramos
juntos, nada serio, sólo cosas de niños. Su nana nos descubrió cuando yo
tenía ocho y Ginger nueve. La mujer les dijo a nuestros padres y
naturalmente ellos pensaron que era malditamente divertido. Mi padre fue
enviado a Italia por un año cuando yo tenía doce. Las gemelas cumplirían
trece, así que era el año en que iniciarían a trabajar. Cuando regresé a
Inglaterra, Ginger había cambiado, era una persona totalmente diferente.
Ella se había endurecido y era criticona, y protegía con brutalidad a
Marna. Era una señal de las cosas que venían para mí. Nunca fue lo
mismo después de eso. Encontré más fácil no hablarle a ella, ni a nadie
más.
Él la cortó. Él era bueno en eso. Pero tener que pasar cuando eres un niño
debe ser traumático.
—Quizás pensó que era tu novia —dije.
—No me hubiera preocupado por eso. Las cosas cambiaron para mí en ese
tiempo. No podía pensar sobre Ginger ni en ser un niño nunca más. No
había vuelta atrás. Blake empezó a andar con nosotros el año siguiente, y
para él todo fue Ginger desde el inicio. A ella siempre le gustó la atención.
Una noche estábamos todos trabajando en una fiesta en las afueras de
Londres, y Blake conectó con esta chica, y él estaba besuqueándola ahí
mismo. Y de la nada, Ginger empezó a venir conmigo.
—¿Estaba tratando de ponerlo celoso?
—Eso es lo que pensé. En ese momento tenía dieciséis, y en su mayoría,
había conectado con extrañas a quienes evadía encontrarme de nuevo,
pero no era como si fuera capaz de evitar a Ginger el resto de mi vida.
Nuestra historia hace que las cosas sean lo suficientemente incómodas.
Supongo que ella imaginó que tenía sexo casual todo el tiempo, así que no
sería un gran problema para mí. Fue un poco fea la escena cuando le dije
que fuera a encontrar otro hombre si se sentía caliente. Ha sido brutal
desde entonces. Y entonces, está el tema de la locura de Blake.
Me incliné hacia él sobre la guantera, cautivada.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 326 ~
—¿Fue esa la vez que dijiste que él se puso celoso por una chica?
Kaidan asintió.
—Él fue testigo de toda nuestra conversación. Tiró a la chica con la que se
estaba besando, se tambaleó, gritó y tiró cosas.
No podía imaginarme a Blake en una ráfaga de envidia, gritando y
rompiendo cosas. Había demasiadas emociones ocultas debajo de la
superficie de estas historias.
—Creo que ella todavía tiene sentimiento por ti —dije.
—No. Creo que está molesta por su vida y se pierde el ser cercana a
alguien que considera su igual. Marna es más como su osezno.
Las emociones pasaron sobre mí y las empujé hacia abajo.
—Estás molesta porque no te dije, ¿verdad? —preguntó.
—Algo así. —No tenía sentido negarlo.
—Fue hace mucho tiempo.
—Pero estamos moldeados por las cosas que nos pasan cuando somos
niños. Ella todavía está lastimada. ¿No la extrañas? ¿Al menos, como
amiga?
—Esta es la primera vez que he pensado en ella en años, y es sólo porque
tú me lo pediste. ¿Recuerdas cuando te dije sobre las gemelas y su padre,
Astaroth? —preguntó—. ¿Acerca de cómo ellas pueden sentir las uniones
románticas entre la gente?
—Sí.
—Ese es el por qué estaba bebiendo esa noche cuando estábamos todos
juntos este verano. No quería que ellas supieran que había algo aquí. No
quería explicar algo o escuchar su basura.
Mi pulso se aceleró. Él estaba admitiendo que había algo entre nosotros.
Algo mutuo.
—¿Y esta noche? —pregunté, jugando con el cierre de mi chaqueta. Él jaló
debajo de su asiento una petaca como respuesta, y mi corazón galopaba
sólidamente en mi pecho.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 327 ~
—No te preocupes. Ahora mismo estoy sobrio. Empezaré a tomar cuando
lleguemos.
—¿Yo también necesito tomar?
—No. Con sólo uno de nosotros saldrá el truco.
Tomé un mechón de cabello alrededor de mi dedo y mantuve mis ojos en la
consola enfrente de mí, tratando de no temblar cuando pregunté:
—Si no tomas, ¿qué es lo que ellos verán?
Él miró al camino, apretando el volante. Le tomó mucho tiempo para
responder. Mucho tiempo.
—No lo sé. Quizás atracción. Quizás nada. Ha pasado mucho tiempo.
Estamos a ocho kilómetros.
¿Qué quería decir con quizás nada? ¿En qué lado se había posiblemente
ido, en el suyo o en el mío? No debí levantar mis esperanzas. Claro que él
no quería que supiera que se sentía atraído por mí. Pero eso no significa
que él sienta más que eso.
Me encogí en mi asiento. Mirarlo iba a hundirme, pero no había manera de
que me dejara caer de nuevo al lugar oscuro. Cerré mis ojos, meditando.
Una imagen de Kopano salió en mi mente. Él nunca me lastimaría de esta
manera y me dejaría confundida. Deseé que pudiera hacer que lo quisiera
de la misma manera que quiero a Kai. El corazón era una cosa confusa.
En su casa Kaidan marcó un código en la caja de seguridad y entró en el
camino de entrada, el cual estaba lleno de autos. Empujé mi audición en
la casa y lo moví alrededor hasta que encontré una voz ronca usando la
jerga del póker. No reconocía las otras voces en la mesa, lo que significaba
que Pharzuph no estaba allí. Kaidan abrió la petaca y la inclinó hacia
arriba. La dulce acritud del bourbon llegó a donde estaba sentada.
Probablemente podría discernir la marca si tuviera un sorbo para mí. Él
metió la petaca en el bolsillo lateral de sus pantalones y salimos.
Primero fuimos al sótano, el cual estaba lleno de gente. Blake estaba
mostrándole a un tipo la cosita más nueva de alta tecnología, causando
que el tipo estuviera rodeado en verde. Ginger y Marna estaban en la zona
del bar tiki, bebiendo copas y haciendo ojitos a un hombre al otro lado de
la habitación. Él estaba tratando de tener una conversación con una
mujer, pero estaba distraído por su deseo por las preciosas gemelas.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 328 ~
Kopano estaba sentado junto a Marna en un taburete. Marna volvió su
atención a él, retorciéndose las puntas de su cabello para un efecto genial
y puntiagudo. Él levantó su cabeza y si mirada chocó con la mía. Los dos
nos quedamos muy quietos hasta que él me dio un asentimiento y yo se lo
devolví.
Las gemelas evaluaron primero a Kopano y a mí, luego a Kaidan y a mí,
moviendo sus ojos entre nosotros dos, y luego mirándose la una a la otra
con sonrisas de complicidad. Habría pagado una parte del dinero de mi
padre por saber si habían visto algo.
—Nos iremos de esta fiesta en un minuto —les dijo Kaidan. Me disparó
una mirada que gritaba, vi esa mirada entre tú y Kope.
Levanté mis cejas, enviando una respuesta silenciosa de: ¿Y a ti qué te
importa?
—Hmph —refunfuño. Lo seguí cuando subió las escaleras.
Mi estómago giró mientras hacíamos nuestro camino a través de la casa
llena de gente hacia la terraza climatizada, donde los hombres estaban
sentados alrededor de una mesa, bebiendo whisky de máxima calidad
directamente de las botellas y hablando sobre otros. Vi a mi padre y tuve
que luchar contra las emociones estallando a mi alrededor. Mantuve mi
cabeza baja.
Sus ojos eran duros cuando me vio.
—Ven aquí, niña —dijo con tono poco familiar de amenaza. Tomé
pequeños pasos para estar a su lado—. ¿Tienes planes para el Año Nuevo?
—Sí, señor. —Me aclaré la garganta—. Una gran fiesta de hotel en Atlanta.
—Esa era la verdad.
—Bolsas de golosinas para la fiesta. —Me entregó bolsitas de cosas secas
verdes y polvo blanco. Marihuana y cocaína. Firme, chica, me dije,
agarrando las bolsas a mi abdomen.
—Gracias —susurré, mirando abajo.
Una voz junto a él habló.
—Podrías querer considerar tener a todos estos Neph trabajando juntos en
ese evento de Año Nuevo. —Levanté mis ojos para abarcar la vista de un
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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apuesto hombre japonés, quien supuse era Melchom, el Duque de la
Envidia. Tomó un cigarro fino de sus labios y jugó su mano de cartas, lo
que hizo que toda la mesa gimiera y rompiera en una conversación
frustrada por sus manos perdedoras. Sonrió, poniendo el cigarro entre sus
labios mientras recogía sus ganancias, y hablaba desde el lado de su
boca—. Sólo digo. Podrían hacer mucho daño si todo el grupo trabaja en
una gran fiesta juntos. No tengo planes para Blake. Dudo que Astaroth o
Alocer lo desaprueben.
—Está bien entonces —refunfuñó mi padre en mi dirección—. Todos
ustedes trabajan en Nueva York juntos.
Para mi alivio, hizo un movimiento con su mano para espantarme,
despidiéndome. Comencé a girar, y luego vi movimiento de mi otro lado,
donde Pharzuph, en una túnica, se dirigía hacia nosotros desde la zona de
la piscina cubierta.
—¿Todavía estás aquí? —Mi padre me espetó. Giré sobre mis talones y me
dirigí hacia la puerta, donde Kaidan se quedó esperándome. Por el rabillo
de mi ojo vi a Pharzuph entrando a la terraza a través de las puertas
correderas justo mientras nosotros estábamos apurándonos afuera.
—Vamos —dijo Kaidan en voz alta, al aire. Para el momento que llegamos
a la puerta principal, los cuatro Neph habían subido del sótano y estaban
uniéndosenos, poniéndose sus chaquetas. Kaidan le tiró sus llaves a
Blake. Sus ojos estaban distantes, escuchando. Me uní a ellos,
presionando mi audición hacia la terraza mientras salíamos de la casa.
—Esa chica tuya deja un hedor de virtud detrás de ella —le habló
Pharzuph con tranquilo desdén a mi padre, no queriendo que los hombres
humanos en la sala escucharan.
¡Ostras! ¡No había logrado salir de la habitación a tiempo!
Cogimos nuestro ritmo, caminando más rápido y metiéndonos en el auto
de Kaidan, Kai tomando el asiento del pasajero.
—Bueno, eso no durará mucho tiempo —dijo mi papá, sonando tan creíble
que dolía—. Sólo está haciéndose buena en su trabajo, y el resto vendrá
solo. Ella puede vencer bebiendo a cualquier hombre en esta mesa, eso es
malditamente seguro.
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~ 330 ~
Todo fue charla de póker después de eso, pero seguí escuchando hasta que
estuvimos fuera de rango.
Mordí mi uña del pulgar hasta que Marna tomó mi mano y la sostuvo
entre las suyas. Tan pronto como Blake señaló que estábamos fuera del
rango de ocho kilómetros de audición de los Duques, Blake se volvió y me
miró.
—¿Tú eres virgen? —Asentí, y me miró como una especia de anomalía, lo
cual supongo que era. Se rió y palmeó el volante—. Hombre, las cosas son
definitivamente más interesantes contigo alrededor.
Quería meterme debajo del asiento y esconder mi cara. Kaidan tomó un
trago de su petaca.
—¿Realmente vamos de fiesta juntos en Año Nuevo? —preguntó Marna.
—Como si tuviéramos elección ahora —señaló Ginger.
Habíamos recibido la orden de ir, pero, ¿cómo sabrían si estábamos
trabajando o no? ¿Y si uno de ellos decidía comprobarnos? Y entonces me
di cuenta: Sería esperado que Kopano esté allí trabajando, también. Me
giré hacia él.
—Tal vez puedes salir con una excusa o algo así —ofrecí, sintiéndome
horrible. Él negó con su cabeza.
—No puedo levantar sospechas contra mi padre o cualquiera de ustedes.
Trabajaré.
El auto estaba fantasmalmente silencioso. Nadie aquí había visto alguna
vez a Kopano trabajar. Cerré mis ojos. Esto estaba tan mal. Mantuvimos
nuestros pensamientos para nosotros mismos mientras la realidad se
establecía. Marna apretó mi mano.
—Entonces, ¿cómo está mi pastelito Jay haciéndolo estos días?
—preguntó. La amaba por tratar de distraerme.
—Bien. En realidad, creo que podría tener una novia pronto, esta otra
chica de la que somos amigos.
—¿Oh? —Una mirada de emoción y desafío destelló en sus ojos muy
abiertos, y me di cuenta de mi error. Ella se contuvo y bajó su mirada a
nuestras manos—. Bien por él —susurró.
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~ 331 ~
Las dos bolsas de plástico estaban en mi otra mano, poniéndome agitada.
Mi mente seguía volviendo al hecho de que Pharzuph sabía que era virgen,
y lo liberador que se sentiría tomar un golpe de polvo. Estaba justo allí,
mucho más tentador para mí que el alcohol. Todo lo que tenía que hacer
era meter mi uña allí y… ¡No!
Tenía que deshacerme de él. Le pedí a Kopano que cambiara de lugar
conmigo. Pasé por encima de su regazo mientras él se deslizaba por
debajo, tratando de no tocarme. Abrí la ventana unos centímetros. Ningún
auto estaba detrás de nosotros en la franja de la carretera. Abrí la bolsa de
marihuana primero, mis manos temblando, y eché el contenido por la
ventana.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Blake.
—Deshaciéndome de él —dije, sintiéndome inusualmente ansiosa.
—¡Eso es perfectamente un buen porro de marihuana! —protestó Blake.
—Lo siento. —Arrojé lo último de ello.
—Asientos de primera fila en el show de suicidio —dijo Ginger—.
Encantador.
Miré abajo a la bolsa de polvo blanco en mi mano. Abrí la ventana de
nuevo e incliné la esquina de la bolsa. Contuve mi respiración mientras el
polvo golpeaba el viento soplando, saliendo en espiral en una nube detrás
de nosotros. Vi la nube con una punzada de anhelo, y escuché un extraño
sonido de aleteo. Algo salió en espiral a través del aire mientras lo último
del polvo se derramaba.
—¡Detén el auto! —dije—. ¡Algo estaba en la bolsa!
Blake se detuvo y todos saltamos fuera, corriendo, usando nuestra
hipervisión para explorar el terreno.
—¿Qué era? —preguntó Marna.
—Creo que era papel.
—Sí, yo también lo vi —afirmó Kopano.
—¡Allí! —Ginger corrió hacia un árbol y cogió una tira de papel,
sosteniéndolo hacia mí. Lo abrí y lo leí para mí misma. No, no, no. Mis
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 332 ~
rodillas se doblaron, pero vi a Kaidan acercarse trotando y me obligué a
pararme derecha.
Dos vehículos venían por el camino, todavía a una buena distancia. Todos
lo notamos al mismo tiempo y nos apresuramos a volver al coche. Le
entregué la nota sobre el asiento del pasajero a Kaidan mientras Blake
conducía, recordando las palabras en mi mente.
Están empezando a sospechar de nosotros. Un montón de rumores.
Espías Legionarios estarán observándote en Año Nuevo. Tendrás que
trabajar. Recuerda tu entrenamiento. Pregúntales a los demás cómo
se comunican los espíritus.
Kaidan golpeó su mano contra el tablero después de leerlo.
—¿Les importaría ponernos al tanto? —preguntó Ginger con impaciencia.
Kaidan se giró, sus ojos ansiosos sosteniendo los míos. Era hora de
decirles todo.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 333 ~
Capítulo 29
Año Nuevo
Traducido por Merlie, LizC, magdaa, Jo y maleja.pb Corregido por Simoriah
stuve hablando más de dos horas antes de que Patti aceptara
mis afirmaciones de que estaría bien, y decidiera continuar con
su viaje a Nueva York. Ella sabía que se esperaba que los Neph
y yo trabajáramos en Año Nuevo, pero yo no había mencionado el detalle
de que los demonios Susurrantes me estaban espiando. Los espíritus eran
un tema complejo.
La fiesta de Año Nuevo tendría lugar en un lujoso hotel en el centro de
Atlanta. Hablamos sobre buscar una fiesta diferente donde no estuviera la
E
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 334 ~
gente que conocemos, pero se suponía que ésta sería la fiesta más grande
de la zona. Entre más gente, más distracciones para los espíritus. Según
los Neph, los demonios Susurrantes se distraían fácilmente. Esperaba que
tuvieran razón, porque sufría un extremo malestar ante la idea de liberar a
los espíritus en una fiesta a la que asistirían mis dos mejores amigos.
Jay acababa de encontrar un trabajo como asistente del disc jockey que
iba a pasar música en la fiesta. Así fue como obtuvimos entradas para la
fiesta más grande de la ciudad. También habría una estación de radio
local. Dado que Jay iba a trabajar parte de la noche, él tendría que llegar
temprano. Yo llevé a Veronica en el auto. Los cinco Neph se reunirían con
nosotros allí.
No fue hasta que entramos a Atlanta que Veronica notó mi nerviosismo. Yo
estaba encorvada sobre el volante con un dolor de estómago. Las
concurridas calles de la ciudad lanzaban emociones oscuras y de los
colores del arcoíris, las cuales alejé con gran esfuerzo.
—Hey, ¿estás bien? —preguntó Veronica, sosteniendo su brillo de labios a
mitad de camino.
—Sólo estoy nerviosa por la fiesta, supongo.
El interior del hotel era exquisito, no habían pasado por alto ningún
detalle. Había una fuente de cascada en el atrio, magníficos arreglos
florales en todas las mesas y alfombras lujosas con vividos diseños que se
extendían en todas direcciones. La mayoría parte de la gente estaba en el
vestíbulo, registrando sus habitaciones. La hora de regreso a casa de
Veronica era a la una y media, así que no íbamos a pasar la noche allí. Si
algo surgía y yo necesitaba quedarme, Jay podría llevarla a casa. Era
probable que los espías esperaran que estuviera de fiesta toda la noche.
El hotel vibraba con entusiasmo. Veronica aferró mi brazo, luciendo una
vibrante aura naranja de alegría, mientras miraba alrededor. Yo también lo
hice. No me entusiasmaba volver a encontrarme con ningún espíritu
oscuro. En absoluto.
No había aprendido nada nuevo de los demonios Susurrantes durante mi
única noche de curso intensivo con mi padre. Supongo que él no creía que
fueran a ser un problema para mí en ese momento, y todavía era un tema
delicado para mí después de haber sido cazada. Afortunadamente, mis
amigos Neph me habían enseñado lo básico.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 335 ~
Los espíritus estaban limitados en sus comunicaciones debido a su falta
de masa física. Mientras que su vista era aguda, su oído era tenue. Sólo
podían oír de cerca, donde las vibraciones de la voz eran más fuertes y
podían echar mano de la mente del individuo. Las fiestas con música a
todo volumen eran caóticas para su audición, lo cual era bueno para
nosotros, porque no serían capaces de oír nuestras conversaciones a la
distancia. Sólo serían capaces de oírnos si se acercaban, y ésa era también
la única manera en que podíamos oírlos. De cerca, podíamos abrir
nuestras mentes y hablar telepáticamente con ellos, susurrándonos
mutuamente.
Mi padre me aseguró de que no habría Duques escuchando. Kaidan estaba
seguro de que su padre pasaría Año Nuevo en la ciudad de Nueva York, lo
que me perturbaba, ya que Patti estaba allí, pero yo sabía que ella volvería
inmediatamente a su hotel después de que la bola cayera18. Aun así,
odiaba la idea de que respiraran el aire de la misma ciudad.
Veronica apretó mi brazo un poco más fuerte mientras nos dirigíamos al
salón de baile.
—¿Estás segura de que te sientes bien? —preguntó.
—Para ser honesta, no me siento tan bien.
Ella se detuvo y me hizo mirarla.
—¿Necesitas regresar a casa o conseguir alguna medicina?
—No, estaré bien. —Tiré de nosotras hacia adelante hasta que estuvimos
en la fila con los otros chicos bien vestidos, mayormente universitarios.
Aquellos mayores de veintiuno llevaban pulseras naranja neón. Los
menores de veintiuno obtenían enormes X en sus manos con marcador
permanente. Veronica frunció el ceño a las feas marcas en sus bonitas
manos mientras entrábamos.
Las X iban a impedir que consiguiéramos tragos. Estaba segura de que
había una manera para evadirla, pero no sabía dónde. La fiesta todavía no
estaba llena, sólo a mitad de su capacidad.
18
N. de T.: hace referencia a la celebración tradicional de Año Nuevo en Nueva York,
donde una bola iluminada desciende hasta marcar el inicio del nuevo año en Times
Square.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 336 ~
—¡Oh, mira! Allí está Jay. —Verónica corrió directamente hacia la cabina
del DJ y rebotó en la punta de sus pies—. Disculpe, señor, ¿puedo pedir
una canción?
Jay se puso de pie y miró por encima de la alta barrera. Se sacó los
auriculares.
—¿Qué tal? ¿Están listas para la fiesta, chicas, o qué?
Esbocé una sonrisa con la boca cerrada mientras Veronica dejaba escapar
un pequeño.
—¡Sí!
—Para ustedes, chicas —dijo Jay, poniéndose uno lado de los auriculares
contra su oreja—. Ésta es para ti, Roni.
Ella gritó cuando sonó su canción, y me arrastro hacia la pista de baile, la
cual estaba demasiado iluminada y vacía para mi comodidad.
Jay había hecho bien en poner una canción popular, ya que más gente
salió a bailar y el hotel bajó las luces del salón. Mucho mejor.
Cuando la canción terminó me abaniqué con las manos y miré alrededor.
De pie contra la pared del fondo había un impresionante grupo de gente
que hizo que mis brazos cayeran a mis lados. Los Neph estaban aquí, y
estaban mirando a través de la multitud directamente hacia mí.
Me di un momento para disfrutar la imagen de Kaidan. Vestía pantalones
de vestir negros y una camisa azul marino, que destacaba el color de sus
ojos, incluso a lo lejos. Su corbata tenía diseños abstractos en azul, negro
y plata. Tenía las manos en los bolsillos y una cadena colgando de su
billetera era su único accesorio informal. No apartó sus ojos de mí, y yo me
ruboricé, preguntándome si me había visto bailar.
—¿Ése es quien creo que es? —Verónica había seguido mi mirada, y
asentí. Ella no estaba muy entusiasmada porque él estuviera aquí,
considerando el desastre en el que me había convertido después de verlo
en Halloween.
—Voy a conseguir un trago y a hablar con Jay —dijo Verónica—. ¿Quieres
algo?
—¿Puedes traerme un agua, por favor? Solo iré corriendo al baño.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 337 ~
En el enorme y lujoso cuarto de baño intenté lavarme las X que gritaban
en mis manos, pero eso no iba a suceder. Me incliné en un ángulo sobre el
lavabo de la esquina para no atraer atención sobre mí. Sentí cuerpos tibios
aparecer detrás de mí y vi a las gemelas reflejadas en el espejo. Ginger
sacó algo de su bolso delgado y lo puso en el lavabo.
—Usa esto —dijo.
Rocié algo arenoso y utilicé las uñas cortas para frotar mi piel durante
varios minutos. Picaba como el demonio. Cuando las enjuagué apenas
quedaban las sombras de las X restantes. Tendría que ser lo
suficientemente bueno, porque mis manos estaban en carne viva. Las
sequé con pequeñas palmadas de una toalla de mano y noté que ambas
gemelas tenían pulseras, aun cuando sólo tenían dieciocho años. Oh, eso
estaba bien; tenían identificaciones falsas. Marna debió haber sabido lo
que tenía en mente, porque metió la mano en su profundo escote y sacó
otra pulsera, entregándome la cosa tibia, la cual tomé con las puntas de
los dedos.
—Emm, gracias.
Ella rió y la volvió a tomar, decidiendo ponérmela ella misma.
—¿Cuándo creen que llegarán? —murmuré. Las chicas entraban y salían
del baño, pero nadie nos prestaba atención.
—No te preocupes por eso —me aconsejó Ginger—. Sólo trabaja como si
siempre estuvieran ahí.
—Anna —dijo Marna quedamente—. ¿Sabes que tuve que comenzar a
trabajar a los trece años, todavía no podía verlos?
—No tienes que hablar de eso —dijo Ginger. Marna la miró.
—Está bien. Quiero contárselo. —Se acercó para que pudiera oírla—.
Cuando cumplí trece años, después de un año de entrenamiento y de todo
lo que había aprendido, todavía no podía verlos. Así que mi padre mandó a
que los hijos de Thamuz me quitaran cualquier inocencia que me quedara.
—El Duque del Asesinato —susurró Ginger las tres palabras como si ella
misma contemplara el asesinato.
—¿Envió Nephilim? —pregunté.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 338 ~
—Sí, pero ellos no son como nosotros. Son despiadados. No era virgen,
pero… ningún hombre jamás me había hecho daño de esa manera. Cada
vez que gritaba o lloraba, ellos me golpeaban. Pensé que iban a matarme. Y
luego vinieron los espíritus, susurrándome mientras los hijos de Thamuz
se turnaban. Creo que lo peor fue no poder mantener en secreto mis
propios pensamientos. No podía no pensar en lo que estaba pasando.
Me alejé de las hermanas y entré corriendo al gran cubículo para
minusválidos, apoyando mi peso en el pasamanos. Casi me había
descompuesto mientras oía la historia de Marna. Arranqué un poco de
papel higiénico y me sequé los ojos. Me había jurado que nadie me vería
llorar esta noche. Era demasiado peligroso.
Las gemelas me siguieron hasta el cubículo. Ginger cerró la puerta y la
trabó. Marna acarició mi cabello y mejillas, y me permití un último temblor
antes de recomponerme.
—Sólo te conté todo eso para que pudieras estar preparada —dijo Marna—
. Van a decirte cosas y tienes que ignorarlos. No puedes dejar que te
afecten. Mantente calmada e intenta fingir que esas voces son sólo un
molesto programa de televisión con el volumen demasiado alto. No pueden
hacerte daño a menos que se los permitas. Yo se los permití, y no quiero
que tú cometas el mismo error.
Mi boca se había secado. Tomé la imagen de la dulce Marna de trece años
y la guardé en el fondo de mi mente. Ahora mismo, no podía permitirme el
lujo de pensar en nada que me diera ganas de llorar. Marna me abrazó,
frotando la tela de seda de mi vestido en mi espalda.
—¿Así que... esa chica con la que bailabas? —Marna se movió sobre los
talones, sin continuar.
—Ésa es Veronica —dije, secando debajo de mis ojos una última vez—.
¿Ves un vínculo entre ella y Jay?
—No, pero no están lo suficientemente cerca. Vamos, regresemos.
Las manos me ardían al salir del baño, un recordatorio de lo que vendría.
Entrando al salón de baile, Ginger nos dejó para comenzar a trabajar, pero
Marna se quedó conmigo. Los demonios no se habían presentado todavía.
Estaba ansiosa por utilizar la habilidad de Marna para ver lo que estaba
sucediendo entre mis dos amigos. Los divisamos en la cabina del DJ. Jay
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 339 ~
tenía los auriculares alrededor del cuello, y se inclinaba sobre sus
antebrazos para observar a Veronica. Ella actuaba como era usual en ella,
coqueta, haciendo grandes gestos con las manos al hablar.
Marna se cruzó de brazos, frunciendo el ceño.
—Uh-oh, ¿qué sucede?
Ella salió de sus pensamientos al oír mi pregunta, descruzando los brazos
y encogiéndose de hombros.
—Nada, es sólo que hay mucha más gente aquí ahora. Los lazos pueden…
confundirse.
—¿Así que no puedes ver nada?
—Se sienten… atraídos. —Bueno, maldita sea, ¿eso era todo? No
necesitabas capacidades sobrehumanas para ver lazos para saber que se
atraían. Esperaba algo más.
—Tomaremos un trago juntas más tarde —me dijo, y con un guiño se
dirigió hacia su hermana. Fui hacia la cabina del DJ y me quedé allí por
un momento, sin querer interrumpir. Jay y Veronica estaban tan absortos
en su conversación que no me vieron. Jay la estudiaba y ella parecía
florecer bajo su atención. ¿Sólo atracción? ¿En serio?
Verónica se volvió, sorprendida de verme, y rió.
—Oh, mi Dios, este chico es demasiado. —Ella se estiró para golpearle el
brazo, pero él tomó su mano, y cuando se miraron… badda bing. Rosa. Un
toque de fucsia oscuro nadó entre sus auras mientras lentamente
separaban sus manos. Los ángeles guardianes de Jay y Veronica se
miraron con un asentimiento, complacidos.
Quería soltar vítores, pero en su lugar tomé mi botella del borde, dándome
una excusa para apartar la mirada. Mientras bebía, vi a Marna en una
mesa, observando. Me sonrió, pero fue más forzado de lo normal. Luego la
sonrisa se desvaneció y ella se puso rígida.
No podía verlos, pero supe que estaban allí. Justo detrás de mí. Los
Susurradores habían llegado, trayendo con ellos una sensación de arañas
arrastrándose por mi espalda. Me calmé y me alejé de mis dos amigos y su
dulce momento. Nunca me había sentido más separada de ellos.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 340 ~
Sabía lo que tenía que hacer. Fui directamente al bar.
Mientras caminaba entre la multitud, me obligué a no huir, gritando, de la
sensación de que un asesino acechaba detrás de mí. El impulso de dar
media vuelta y juzgar el peligro era fuerte, pero no tan fuerte como mi
miedo de lo que en realidad vería.
Llegué al bar cuando una pareja se alejaba con sus tragos. El camarero me
miró, apartándose el espeso cabello rubio de la frente. Mi corazón todavía
latía con fuerza malsana.
—¿Qué te sirvo? —preguntó, inclinándose sobre la barra hacia mí.
Sopesé la fila de botellas de cerveza en exhibición y señalé una ligera. Sus
ojos se posaron en mi pulsera.
—No luces como de veintiún años —dijo en una manera amigable,
quitando la tapa.
—Sí, lo sé. —Acepté la botella fría que me ofreció. Entonces saqué un
billete del pequeño bolso negro colgado atravesado de mi cuerpo, apoyado
en mi cadera.
Me pregunté si los Susurradores estarían mirando.
—Gracias. Quédate con el cambio —le dije, devolviéndoselo. Él lo tomó,
pero no se alejó de mí.
Sentí que debía hacer conversación con el barman. Él también parecía
estar pensando en algo que decir.
Está pensando en invitarte a su cuarto.
Un frío mortal subió rápidamente por mi columna vertebral ante el sonido
de la voz rasposa en mi cabeza. Yendo por mi primer instinto, incliné la
botella y bebí un largo trago de la misma. Asco. No me gustaba el sabor de
la cerveza, pero al menos no quemaba como el fuego. El demonio rió en mi
oído y pareció hacerse eco a través de mi cráneo.
Le gusta como lucen tus labios en esa botella. Hazlo otra vez.
Enfermo, enfermo, enfermo. Quería gritarle que saliera de mi cabeza.
Levanté el mentón y bebí, sin detenerme hasta que la botella estuvo vacía.
El tipo me miró con una ráfaga roja de lujuria rodeándole. Tomó la botella
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~ 341 ~
vacía y se rió entre dientes, la arrojó a la basura y sacó una nueva del
refrigerador.
—Eso fue hermoso —dijo—. Ten. Esta corre por mi cuenta. Por cierto, soy
Trevor.
La acepté y me las arreglé para no retroceder ante la repugnante charla del
demonio en mi oído, diciéndome que siguiera adelante mientras se alejaba
de mí, iba sobre el barman, y lo rodeaba.
Normalmente, dos personas solteras coqueteando no era algo malo. Pero
este demonio quería hacer que Trevor tropezara, hacerlo enfocarse en lo
físico y en última instancia sufrir. Quería que el barman ardiera de lujuria.
Quería que metiera la pata en su trabajo. El Susurrador hizo que algo tan
inocente como coquetear se sintiera mal. Sabía que era hora de decirle
algo a Trevor, pero mis ojos comenzaron a arder, amenazando con llenarse
de lágrimas. ¡No te pongas emocional!
—Tienes bonitos ojos —dijo Trevor—. Brillantes.
El demonio se rió.
Romeo necesita trabajar en sus líneas de flirteo. Aburrido.
—Gracias, soy Anna. —Necesitaba coquetear. Levanté las esquinas de mi
boca y moví un poco de cabello hacia adelante con un giro de la mano—.
¿Trabajarás aquí toda la noche?
—Sí, hasta la una. Después, ¿quién sabe? Debería haber muchas cosas
que hacer en la ciudad después de eso.
—Estoy segura —dije.
¿Ahora qué? ¿Debería, como, guiñarle un ojo o algo así? Coquetear con
extraños podría no haber sido mi fuerte, pero beber lo era sin duda, y eso
le gustaba. Tomé otro largo, frío y relajado trago mientras la primera
cerveza golpeaba mi sistema y ponía las cosas en marcha. Oh, rayos, me
olvidé de mirar la hora. Giré la muñeca hasta que el reloj de plata estuvo
en su lugar. Nueve y veinte.
Un grupo de gente se acercó al bar al lado de mí. El barman tomó sus
órdenes, pero no dejaba de mirarme. Lo saludé con los dedos de esa forma
tímida que había visto a las chicas hacer con Jay. Me sentí tonta, pero él
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~ 342 ~
sonrió y se apartó el cabello, luciendo un flujo constante de color rojo en
su aura.
Dejé el bar, preguntándome qué diablos iba a hacer ahora, y me dirigí
directamente hacia las sombras espeluznantes de dos demonios
Susurradores. Aun cuando no podía sentirlos, me estremecí de repulsión
mientras me apresuraba a través de los vapores.
Ahora la fiesta estaba cobrando vida, y el DJ estaba en el micrófono,
haciendo anuncios y haciendo entusiasmar a todos con su excitación
eléctrica. Me detuve entre los cuerpos en movimiento, muy consciente de
que me estaban siguiendo. Más allá en la cabina del DJ, Jay se movía por
ahí, organizando cosas para su jefe. No podía ver a Veronica por ningún
lado.
Comencé a buscar a los otros Neph, pero me contuve. Lo último que quería
era ver a Kaidan trabajando. No podía permitirme el lujo de distraerme. La
sola idea de Kai me hizo vaciar la mitad de mi bebida. Era demasiado
pronto para terminar la segunda. Ya estaba mareada.
—¡Anna! ¡Ahí estás! Santo... ¿Qué es eso? —Veronica apoyó una mano en
su cadera y señaló mi cerveza—. ¿Y cómo demonios conseguiste ese
brazalete?
—Conexiones —dije, tensándome cuando los Susurradores nos rodearon,
observando, intentando escuchar. Mi corazón empezó a latir con fuerza—.
Necesitaba relajarme.
Ella parpadeó hacia mí, una expresión de incredulidad desplegada en su
rostro. Debería haberle advertido de antemano que había “cambiado” mi
actitud hacia la bebida. Me incliné y le susurré al oído.
—Sólo seamos cuidadosas y divirtámonos, ¿de acuerdo?
—Bien, de acuerdo —replicó ella, todavía insegura sobre mi
comportamiento fuera de carácter—. Supongo que mientras me enganches
también.
Un Susurrador se inclinó cerca del oído de Verónica, y su ángel de la
guarda se zambulló entre ellos. Fingí no ver nada, agarrándola del codo y
tirando de ella hacia la cabina del DJ, sólo para ser detenida en el camino.
Jay estaba inclinado, sonriendo y hablando con Marna. Los ojos de
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 343 ~
Veronica se entrecerraron. Esto estaba a punto de convertirse en un
desastre. Cambié de dirección, dirigiéndonos hacia el bar en su lugar.
—No, espera —dijo, alejándose y observándolos.
Los dos espíritus lascivos podían ver la oscura decepción derramándose
alrededor de Veronica, arremolinada con una verde envidia. Los demonios
atacaron, ambos susurrándole a la vez a pesar de los esfuerzos de su ángel
de la guarda para detenerlos. Mi respiración se agitó mientras su aura se
oscurecía y el verde se hizo más vívido. Estar de pie allí, sin interferir, fue
una de las cosas más difíciles que había hecho jamás.
En ese momento Marna tiró del brazo de Jay, como si estuviera tratando
de conseguir que saliera de la cabina, y él rió, sacudiendo la cabeza y
señalando a su trabajo. Ella se paró de puntillas y gritó algo al jefe de Jay,
quien le sonrió y se encogió de hombros, palmeando a Jay en la espalda.
Marna aplaudió ante su éxito y tomó a Jay de la mano, llevándolo a la
pista de baile. ¿En qué estaban pensando?
Veronica los miró, y los espíritus, que habían terminado de susurrar,
bailaron alrededor de ella, antagonizando aún más con su ángel mientras
Veronica luchaba internamente.
Le susurré.
—Es sólo una amiga de Kai de Inglaterra. Jay la conoció en el verano.
—¿Esa es la chica inglesa? Me habló de ella, cuando éramos sólo...
—Amigos —terminé por ella.
Verónica nunca apartó la mirada de los dos mientras bailaban cada vez
más cerca, el amplio pecho de Marna presionado contra el suyo, sus
caderas moviéndose juntas. Me sentía mareada y con náuseas. Vacié el
resto de mi cerveza y me fijé en la hora. Dos cervezas en catorce minutos.
Eso no era bueno.
Me incliné hacia adelante una vez más para decirle a Veronica que no se
preocupara, para decirle que las gemelas se irían mañana, pero una
abrasiva voz demoníaca se disparó a través de mis pensamientos.
Basta de susurrarle a la chica.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 344 ~
Levanté el rostro hacia la cosa cerniéndose sobre nosotras. Cuando
encontré sus ojos hundidos y cubiertos de musgo, mi pie automáticamente
se apartó de la malévola mirada. Incluso en forma de espíritu, parecía
desnutrido, con las mejillas hundidas y un agujero gruñente como boca.
Aparté los ojos de golpe.
—Vamos, Veronica —le dije, tomando su codo—. Vamos por un trago.
Ella se mantuvo firme, sin dejar de mirar a Jay.
—Voy a ir allí. —Su voz estaba decidida cuando comenzó moverse hacia
adelante. Luego se detuvo. Miré más allá de ella hacia la pista de baile. Las
manos de Marna estaban alrededor de la parte posterior de la cabeza de
Jay, y se estaban besando, allí mismo para que el mundo los viera. Él
estaba atrapado en un remolino de lujuria roja. Nada. Bueno.
Verónica se alejó de un empujón, corriendo hacia la salida cerca de los
baños. Mis músculos picaban de ganas de correr tras ella. Los orgullosos
espíritus se pavoneaban en el aire y chocaban los cinco entre sí. No sabía
qué hacer. No podía consolar a Veronica o decirle nada a Marna y a Jay.
Sabía que debía trabajar, así que miré a mí alrededor, buscando
inspiración. Me preocupaba que los dos demonios se aburrieran de mí
mientras saltaban arriba y abajo, evaluando a la multitud y descendiendo
para susurrarles a las personas. Una oleada de paranoia se apoderó de mí.
—No te preocupes, siempre están un poco TDAH19. —Me volví hacia el
tranquilo hablante a mi lado. Ginger sorbía su cóctel con una pajita,
observando mientras Jay volvía corriendo a la cabina del DJ. Marna se
detuvo en el borde de la pista de baile. Cuando me vio, se volvió en la
dirección opuesta y desapareció en el mar de cuerpos.
—Pero no se olvidarán de ti por mucho tiempo —me aseguró Ginger—. Así
que vuelve a trabajar.
—Sí, gracias —dije.
Ella se alejó con un gran movimiento de caderas. Mientras los espíritus
estaban distraídos, abandoné el salón de baile rápidamente. Veronica
estaba justo saliendo del baño con los ojos rojos e hinchados. Se detuvo
cuando me vio, y su mandíbula tembló. Hubiera supuesto que ella era del
tipo que confrontaba una situación como esta, lista para marchar hacia
19
TDAH: Trastorno de déficit de atención por hiperactividad.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 345 ~
ellos y regañarlos. La idea de que llorara me desgarraba el corazón. Fui
hacia ella, comprobando sobre mi hombro y sin encontrar espíritus a la
vista. Luché contra el impulso de abrazarla.
—No voy a volver allí —me dijo—. Quiero ir a casa.
—Pero... —En circunstancias normales, nos habría sacado de allí de
inmediato.
Detrás de ella, un gigante ser alado descendió hacia nosotras, e inhalé con
fuerza. La criatura plantó su rostro de gárgola a centímetros del mío.
Intenté no encogerme. Si tuvieran cuerpos reales, su carne y su aliento,
sin duda, olerían tan rancios como la muerte. Me enfoqué a través de su
forma nebulosa en Veronica.
—Llévate mi auto —ofrecí, con desinterés en mi voz. Ella sorbió por la
nariz y lució confundida―. Tengo que quedarme y lidiar con algunas cosas
aquí, pero tú puedes conducir a casa y yo conseguiré que alguien me lleve.
El espíritu, de ser posible, se acercó aún más, y me encontré inclinando mi
postura para alejarme de él.
¿Por qué muestras interés por esta chica?
Pensé rápidamente y le envié un mensaje mental en respuesta.
El daño ha sido hecho y necesito que piense que somos amigas para poder
seguir trabajando en ella en la escuela.
Eso pareció apaciguar al demonio, pero mi corazón estaba latiendo con
demasiada fuerza. Tenía que ser más cuidadosa.
—Te llamaré mañana —le dije a Verónica. Ella sorbió por la nariz una vez
más y tomó mis llaves. Me alegré de verla alejarse de aquí. Sólo deseaba
que su corazón no tuviera que haber sido roto para que sucediera.
Ahora tenía que decirle a Jay que podría necesitar que me llevara a casa.
De vuelta en el salón de baile, me tomó más tiempo llegar a la cabina del
DJ porque ahora el lugar estaba lleno. Miré detrás de mí; un demonio me
seguía. Dejé escapar una bocanada de aire cuando llegué a la saliente
donde Jay estaba trabajando, con los ojos vidriosos por ensoñaciones y
pensamientos.
—¡Hola! —grité hacia él. Cuando él me vio se congeló y miró alrededor.
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—¿Dónde está Roni? —preguntó.
—Tomó mi auto y se fue a casa. Necesito que me lleves tú. —Su rostro
cayó y sus emociones se convirtieron en un revoltijo enmarañado. El
espíritu se levantó junto a mí para poder ver mejor a Jay. Me volví sobre
los talones para irme.
—¡Anna, espera!
—Hablaré contigo más tarde —grité sobre el hombro, poniendo algo de
distancia entre nosotros.
Probablemente pensó que estaba enojada con él, pero no quería a ese
Susurrador cerca de él. Era ya lo suficientemente frágil.
A mitad de camino del bar oí a Jay llamándome una vez más, mucho más
cerca esta vez, y luego tomó mi codo. El miedo por él casi me hace
atacarlo, pero la expresión de angustia en su rostro me detuvo. En su
lugar me crucé de brazos.
—¿Por qué se fue? —preguntó. Su expresión expectante me dijo que sabía
la respuesta.
—Ella lo vio, Jay.
Él cerró los ojos, afligido.
—No quise que esto sucediera. Marna está, como, muy fuera de mi
alcance, ¿sabes? Nunca esperé... simplemente no estaba pensando. —Se
frotó la frente.
Todos engañaban, según Ginger. Incluso había profetizado que Jay lo
haría.
—Ni siquiera estamos saliendo oficialmente —respondió Jay a mis
pensamientos silenciosos—. ¡Todavía estoy soltero!
—Hablaremos después —repetí, y asentí hacía la cabina del DJ,
señalándole que volviera a trabajar. Lo dejé parado ahí. Era lo más fría que
alguna vez había sido con él.
Si el principio de la noche era así de mala, no quería ver el final.
El espíritu saltó adelantándome, sabiendo que estaba yendo al bar. Me
detuve, teniendo una idea, y el demonio volvió hacia mí. Se suponía que
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~ 347 ~
sabía que estaba siendo observada esta noche. Quizá podía hacerme la
tonta con eso y obtener algo de información. Según los otros Neph, los
Susurradores podían ser astutos y despiadados en sus trabajos, pero a la
larga eran egoístas. Seguían de mala gana las órdenes de los Duques y no
les podría importar menos qué hacían los Neph. Eran unos malditos
difíciles atrapar en los que no se podía confiar.
Le envié un pensamiento al espíritu.
¿Por qué me estás siguiendo? Estoy tratando de trabajar y tú mi distraes.
¿Te envió mi padre?
El sonido de su cacareo agitó mi alma.
No tengo que responderte dijo de una manera tan juvenil que una parte de
mi miedo se disipó. Me di cuenta de que el segundo demonio espía se
había ido.
Veo que el otro espíritu te abandonó aguijoneé. Probablemente esté ahí
afuera haciendo algo divertido. Sin ti. ¿Qué se necesita para que te vayas y
me dejes volver al trabajo?
La sonrisa que se estiró a través de su rostro fue desagradable. Esperaba
ver gusanos saliendo de esa grieta cadavérica.
Dame un espectáculo demandó el demonio. Mi corazón retumbó.
Acepto.
Me moví con determinación a través de la multitud, estirando mi cuello
mientras buscaba en el gentío. Aplausos estridentes me golpearon por la
derecha, donde una muchedumbre había rodeado algo. Fui hacía allí,
preguntándome si quizás Blake estaba vanagloriándose de algún nuevo
artilugio. Llegué al borde del grupo y metí la cabeza entre dos chicos.
Kopano estaba en una mesa con varios humanos, jugando a las cartas, y
una considerable pila de dinero descansaba frente a él. Se había sacado su
chaqueta de color chocolate, había aflojado su corbata salpicada de
dorado, y había enrollado sus blancas mangas hasta los codos. ¿Así que
Kope era un apostador?
—Whoa —susurré, incapaz de contenerlo.
—Este chico es increíble —dijo el chico a mi derecha.
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~ 348 ~
—¿A qué están jugando? —pregunté.
—Blackjack. Todavía no ha perdido. Debe ser uno de esos genios lectores
de cartas o algo. Pero el tipo junto a él se está enojando.
Kopano mostró sus cartas con un rostro sensato, y todos en la multitud
festejaron como si estuvieran viendo un truco de magia. El espíritu rodeó
la mesa, al parecer emocionándose a la vez que el dinero cambiaba de
manos y uno de los tipos en la mesa se puso de pie, gritando acerca de
hacer trampa. Otros ansiosamente se acercaron para discutir quién
jugaría después. Una chica alta en un vestido corto acarició el hombro de
Kopano, pero cuando él levantó la mirada fue mi mirada la que encontró y
en la que se fijó. La velocidad de mi corazón se aceleró y aclaré mi
garganta, alejándome del gentío.
Me había alejado sólo un par de pasos cuando oí un crujiente thunk y
gritos estallando detrás de mí. Fui empujada desde atrás a la vez que la
multitud empujaba. Una pelea se había desatado en la mesa de póker.
¡Kopano! Me paré en puntas de pie, intentando verlo. Al otro lado de la
multitud frenética lo divisé alejándose ileso del caos con su chaqueta
marrón sobre el hombro, la cabeza baja.
Me moví cuando la seguridad del hotel inundó el área.
Mi corazón todavía latía rápido mientras miraba alrededor del enorme
salón rebosante de vida. Sacudidas de aprensión atravesaron mi estómago
cuando veía a cada chico de cabello negro corto, pero estaba agradecida de
que ninguno de ellos fuera Kaidan. Sacudí la cabeza, posponiendo las
preguntas de dónde podría estar.
Otra multitud se había formado alrededor de la pista de baile. Curiosa,
tomé una silla cercana y me paré sobre ella. Me llenó la aprensión por lo
que vería, pero era solo Blake haciendo break-dance en el medio de un
lugar abierto. Y ese chico podía bailar. Estaba haciendo mejores pasos de
los que había visto en programas de baile de horario central. Cualquiera
enviaría su habilidad. Otros chicos también envidiarían el número de
chicas que atraería después de esta proeza. Él demonio descendió a mi
lado, haciendo que mi respiración se agitase apenas.
Era hora de darle una demostración a este demonio.
Vi a la persona que necesitaba. El demonio me siguió mientras me dirigía
hacia la pareja que reía. Marna estiró la mano y acomodó la corbata del
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 349 ~
tipo, pero su mano cayó con sorpresa cuando me vio parada allí con mi
sombra maligna.
—Lo siento —le dije al tipo. Tomé la mano de Marna—. Hora de tomar
algunos tragos
—Genial. —Ella apretó mi mano y no le dio siquiera una mirada a su presa
abandonada. La llevé derecho hacia Trevor, abriéndonos paso a codazos a
través de los clientes que esperaban y apoyé los codos en el borde. Marna
se apretujó a mi lado. El demonio metió su impertinente y humosa cabeza
entre nosotras, pero no le prestamos atención.
Cuando Trevor me vio, le sonreí y él eludió a los otros clientes.
—Finalmente regresaste —dijo—. Lista para otra cerveza, ¿rubia?
Sacudí la cabeza.
—Dos tequilas con lima. —Él alzó una impresionada ceja y tomó la botella.
—Oye, hemos estado esperando por aquí más tiempo —gritó un hombre.
—Ya estoy contigo —le dijo Trevor.
Miré mi reloj. Una hora se había terminado. Podía tomar tres tragos.
Trevor puso dos tragos dorados frente a nosotras con un salero. Pero sin
limas. Levanté la mirada mientras él llamaba al otro barman y le lanzaba
un trozo de lima. El otro tipo sonrió y asintió. ¿Qué estaban haciendo?
—Si ustedes quieren sus limas, tienen que venir a buscarlas. —Trevor y el
otro barman se pararon uno al lado del otro frente a nosotras,
balanceando los trozos de limas perpendicularmente entre sus dientes.
Marna rio, lamió su muñeca, y puso algo de sal en la piel húmeda. No hay
problema. Podía hacer esto. La imité, poniéndome sal en la muñeca, y
ambas recogimos nuestros vasos. Cuando nos miramos para brindar,
hubo un momento de entendimiento. Una disculpa. Una aceptación. Un
espíritu similar.
Chocamos nuestros vasos, lamimos la sal de nuestra piel, vaciamos
nuestros vasos y nos inclinamos sobre la barra. Los chicos también se
inclinaron, y apenas registré la gente alrededor gritando sobre el sonido de
mi corazón latiendo con fuerza. Incliné el rostro y mordí la lima de entre
sus dientes sin siquiera tocarlo. Pero mientras me apoderaba de la fruta, él
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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pasó su cálida lengua sobre mi labio inferior. El aroma del tequila junto
con la sensación de su lengua y el sabor de la lima hicieron que me
alejara, mareada con pensamientos de Kaidan.
Eso fue divertido.
Casi salté del susto ante la amarga voz del demonio.
¿Ahora qué?
—Otro trago —le dije a Trevor.
—¿Tequila? —preguntó.
Me detuve, indecisa. Necesitaba subir las apuestas. Observé los rostros de
la gente presionada contra el bar a mi alrededor. Éramos alrededor de diez,
y había muchos más a nuestras espaldas. Tenía una cartera llena de
dinero. Me incliné hacia la chica al lado de Marna, quien sostenía una
copa vacía de vino.
—Oye, ¿quieres tomar un trago con nosotras? —le pregunté, emocionada.
—¿Yo? Oh, no. No puedo soportar el alcohol, sólo el vino.
—Aw, vamos. ¡Es Año Nuevo! —Le sonreí—. Te compraré uno.
Vi sus colores cambiar de una neblinosa desgana a un naranjo ansioso.
—De acuerdo, ¡pero sólo uno! —dijo.
—¿Tomarás un trago? —preguntó su amiga al otro lado.
—Quiero tragos para todos en el bar justo ahora —le dije a Trevor. Sus
cejas se levantaron.
—¿Todos? ¿Sabes cuánto costará eso?
—Sí. No te preocupes, estoy bien con eso. —Le di un guiño, mi primer
guiño a un chico. Mi piel latía con adrenalina.
Tomé una opinión general de las chicas cerca sobre el trago que debíamos
tomar. Se les ocurrió un trago que no conocía. Trevor se ocupó, haciendo
una fila de al menos veinte pequeños vasitos.
La mezcla de ingredientes le dio a Trevor la oportunidad de mostrar sus
habilidades, lanzando una botella hacia arriba y atrapándola al revés por
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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el cuello mientras servía. Hizo eso con varias botellas y jarras. Luego batir,
batir, batir, y tragos rosados cobraron vida. Se los pasé a la multitud,
recibida mayormente con felices agradecimientos, y teniendo que
convencer a algunas personas para que los aceptaran. No era propio de mí
ser una tentadora prepotente, pero con ese demonio respirando aire
malvado en mi nuca, presioné a esa gente para que aceptara los tragos.
Lidiaría con la culpa más tarde.
Juntos, veinte tragos fueron levantados en el aire mientras todos
gritábamos. Marna le dio un toque a mi trago y los vaciamos. Sabía a
caramelo con algo extra. El calor de los dos tragos seguidos sacudió mi
sistema, y pude sentirlo hasta mis pies cosquilleantes. Todo mi cuerpo
rogaba por otro trago. Trevor se pasó una mano por el cabello y esperó por
lo yo iba a decir después. Mientras el alcohol me atravesaba, luché para
distinguir sus colores y aquellos de los que estaban alrededor.
—Uno más, para nosotras cuatro —le dije a Trevor, señalando a las dos
chicas con las que nos habíamos hecho amigas en nuestra dulce y
malvada manera—. Sorpréndenos. —Se puso a trabajar sin vacilación. Vi
la hora en mi reloj. Éste tendría que ser mi último trago hasta casi la
medianoche. Esperaba que fuera suficiente.
—Vaya. —Oí murmurar a Marna mientras él ponía los tragos parduzcos
frente a nosotras. No había estado prestando atención. Esperaba otro
trago, porque estaba en un vaso pequeño, pero este parecía ser licor puro.
—¿Qué es? —pregunté.
—Los Cuatro Jinetes —explicó Trevor—. Jack, Jim, Johnny, y Jose20.
Vaya casi lo describía.
—Oh, demonios, no —dijo la chica al lado de Marna.
—¿Qué estás intentando hacer? —le preguntó la otra chica a Trevor—.
¿Matarnos?
El otro barman se inclinó y agregó.
—Está intentando hacer que bailen sobre la barra.
20
N. de T.: mezcla de Jack Daniels (whiskey de Tennessee), Jim Beam (bourbon), Johnny
Walker (whiskey escocés) y José Cuervo (tequila).
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—Esto podría lograrlo —dije, recogiendo el vaso de shot y levantándolo—.
Vamos, chicas. Por el Año Nuevo y los nuevos amigos.
La muchacha al lado de Marna miró a su vaso con gran temor antes de
recogerlo. Marna levantó el suyo y arrugó la nariz. Los cuatro chocamos
nuestras copas y los bebimos. Casi hago arcadas. No era una broma.
Había enorgullecido a mi padre, dejando el vaso en la barra sin una tos ni
una mueca, ganándome choques de mano de todos los extraños parados
alrededor de nosotras, y, por último, de Trevor, quien era todo sonrisas.
Me entregó una pequeña servilleta cuadrada que decía: Cuarto 109,
subrayado dos veces. La doblé y la guardé en el bolso, tomando cinco
billetes de cien dólares mientras estaba en eso. Había venido preparada.
Le entregué el dinero a Trevor, sintiéndome descarada.
—Quédate con el cambio.
Mientras los Cuatro Jinetes golpeaban mi torrente sanguíneo, tuve que
preguntarme si había consumido más de tres bebidas oficiales. Ahora que
pienso en ello, él definitivamente había llenado los vasos más de lo que mi
padre lo había hecho. Me sentí yendo de costado contra el chico de al lado.
—Whoa, quieta, chica —dijo, ayudándome a enderezarme. Solté una risita.
Esto es más adecuado susurró el demonio.
El show no ha terminado todavía le dije. Quería asegurarme de que su
informe a quién fuera no dejara dudas de que estaba trabajando.
—Es hora de bailar —le dije a Marna. Le di unas palmaditas al bar y ella
asintió, de acuerdo con la idea. Se inclinó para quitarse los zapatos, y yo
hice lo mismo. Luego nos subimos a la silla y al bar, ayudadas por las
manos de extraños. El lugar se volvió salvaje. Trevor y el otro barman
corrieron para retirar vasos y botellas vacías y secar la barra.
—¡Será mejor que suban también! —le dije a las otras dos chicas.
Marna y yo tomamos sus manos y las ayudamos a subir, riéndonos de
nuestra propia inestabilidad. Instamos a otras chicas a unirse a la
diversión, sacando gente de izquierda a derecha. Pronto éramos ocho
bailando con las manos en el aire, moviendo las caderas al ritmo de la
música. Con la fuerza del alcohol en mi sistema, era un milagro que
permaneciera en posición vertical sobre la barra.
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Miré a Trevor, que estaba de pie junto a mí, medio sonriéndonos,
disfrutando de la vista. Me había ayudado más de lo que sabía esta noche.
Una oleada de afecto se apoderó de mí, y se puse en cuclillas, poniendo
mis manos en su rostro y dándole un suave beso en los labios. Comencé a
apartarme, pero él tiró de mí hacia él y me dio un beso de verdad,
invadiendo mis sentidos. Cuando el beso terminó, él sonrió y me tomó las
manos para ayudarme a retroceder a bailar otra vez. Mis piernas no
estaban cooperando al cien porciento. Debe haberse notado, porque Marna
envolvió m cadera con su mano.
Para cuando la canción terminó, un gerente del hotel nos estaba haciendo
señales para que bajáramos, y regañando a los barmans, quienes
levantaron las manos como si no tuvieran control sobre las chicas salvajes
que se habían apoderado de la barra. Mientras apresurábamos a bajar, un
tipo bajo y delgado me ofreció los brazos. Me incliné, sujetando sus
hombros y chillé cuando sus manos tomaron mis caderas y caí en sus
brazos. Era más fuerte de lo que parecía. Por un momento la habitación
dio vueltas.
—¿Baila conmigo? —me dijo en el oído, y me las arreglé para asentir.
Caminar resultó ser difícil, ya que parecía que mi cerebro había dejado de
enviar mensajes a mis piernas para que avanzaran de manera ordenada.
Afortunadamente, el chico estaba feliz de sostenerme. Tenía su cabello
cortado al ras a los costados y un poco más largo en la parte superior, y el
rostro bien afeitado de un militar.
Cuando llegamos a la pista de baile él llevó mis brazos alrededor de su
cuello y me sostuvo de la cintura. Él tenía un cóctel en la mano. Era una
canción lenta, así que dejé mi cabeza cayera sobre su hombro.
—¿Cuál es tu nombre? —preguntó.
—Anna —murmuré.
—Soy Ned. ¿Tienes sed? ¿Un ron con cola?
Levanté mi pesada cabeza para examinar lo que él ofrecía. Me incliné y
tomé un largo trago por la pajilla. Cuando lo volví a mirar, todo estaba
borroso, y una vez más sentí esa sensación cálida de afecto, pensando en
como este valiente soldado estaba dispuesto a poner su vida en peligro. Lo
atraje hacia mí y le di un beso descuidado, aunque a él no pareció
importarle. Rio entre dientes, pasando un brazo alrededor de mi cintura.
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—Chica, estás aún más borracha de lo que pensaba. Mejor te lo tomas con
calma.
—Nah, estoy bieeeen. —Me extendí para tomar la copa en su mano, pero él
la levantó muy arriba, y salté por ella, tambaleándome. Su mano libre
todavía me sujetaba por la cintura. Su risa era juguetona, pero yo hablaba
en serio acerca de querer el resto de su bebida. El hecho de que no me lo
entregara me molestaba, y él parecía pensar que era terriblemente lindo.
Oí un sonido familiar mientras peleábamos por el trago. Un silbido. Era la
misma entonación que mi papá usaba durante el entrenamiento, pero no
era su sonido. Miré alrededor de la habitación en lo que se sentía como en
cámara lenta.
¡Ahí estaba el silbido una vez más!
Mis lentos ojos encontraron a Kope de pie contra la pared, las mangas
todavía enrolladas hasta los codos. Cuando supo que lo vi, levantó un vaso
de agua.
Ned nos estaba balanceando hacia adelante y hacia atrás, intentando
bailar.
—Tengo que ir al baño —le dije. Bueno, eso fue lo que quise decir, pero
arrastré las palabras, así que esperé que él comprendiera lo esencial
mientras me liberaba de sus brazos y me tambaleé en dirección a Kope,
chocándome con la gente en el camino. Finalmente llegué a él, y me ofreció
el agua e inclinó la cabeza hacia una silla. Tomé el agua, pero no me senté.
Me habló en esa forma enloquecedoramente tranquila, calma y delicada
suya.
—Descansa. El Legionario se ha ido.
Aleluya. Ahora todo lo que necesitaba era otro trago. Tendría que ser
astuta, ya que Kope estaba intentando ponerme sobria. Oye, ahora que lo
pienso...
—Silbaste —dije, señalándolo. Él asintió pero no me miró, y me pregunté
si estaba avergonzado de mí. Esa idea hizo que me agarrara el estómago,
diciendo—. Realmente necesito ir al baño.
Me tambaleé hacia un lado, y Kope me tomó del brazo para estabilizarme.
Levantó mi barbilla sin decir una sola palabra. Miré sus ojos color
avellana, sintiendo su pulgar moverse hacia atrás y adelante sobre mi
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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mandíbula, su forma de decir que no pensaba mal de mí. Tomando fuerza
de su mirada fuerte, sabiendo que no bebería otro trago después de todo.
Le di un solo asentimiento.
Cuando él dejó caer su mano de mi barbilla, me alejé de él, mareada,
arrastrando una mano contra la pared hasta que llegué a la salida más
cercana. Fui hacia el salón con el baño pero me detuve en la entrada. ¿Por
qué estaba tan oscuro? Oh, espera. Esto no estaba bien. Era una sala de
utilidad, donde dos personas se estaban besando.
Mi cuerpo se tensó con el shock del reconocimiento. Apartar la mirada
hubiera sido lo más sabio. Pero mis pies se sentían pesados por algún
horrible encantamiento mientras absorbía la imagen de la delgada espalda
y la fuerte de Kai. Uñas bien cuidadas vagaban sobre el cabello corto en la
parte posterior de su cabeza mientras él la besaba con fuerza. Estaban
completamente vestidos, pero bien podrían haber estado desnudos, por la
forma en que las caderas de él se movían contra las de ella. Ella levantó
una rodilla, subiendo su vestido hasta las caderas y revelando ropa
interior roja. Ella sacó la camisa de vestir azul de la cintura de los
pantalones de él y metió las manos dentro, tocando su espalda. Yo sabía
exactamente cómo se sentiría su piel sedosa.
Finalmente conseguí el suficiente sentido común para salir de esa sala.
Doblé la esquina y me encontré nariz con nariz con Ginger, quien tomó mi
brazo superior en un asidero mortal. Se asomó por la esquina para
confirmar que hubiera visto suficiente, y luego me alejó de ellos.
—¿En qué demonios estás pensando? —susurró entre dientes—. ¡Déjalo en
paz mientras trabaja!
—Estaba buscando el baño. —Intenté liberar mi brazo de su fuerte
asidero.
—Seguro —escupió.
—¡No tienes que hablarme de esa manera! ¡Y déjame ir!
Ella bajó mi brazo, apareciéndose en mi rostro una vez más. Esperaba que
Pharzuph no estuviera acampado en algún lugar cercano escuchando,
porque Ginger obviamente no estaba preocupada por tirarme debajo del
autobús.
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—Te estuve observando esta noche, Anna. Lo disfrutaste, ¿verdad?
Adoraste la atención del barman y tener sobre ti los ojos de los hombres
mientras bailabas para ellos. Admítelo. Te encantó.
Quería negarlo. Había sido invisible toda mi vida. Había sido demasiado
buena para ser digna de ser notada. Esta noche me había sentido
aceptada por la multitud, y a pesar del horrible espíritu que me seguía, me
las arreglé para divertirme mientras tanto.
—¿Todos esos tipos que te prestaban atención? —continuó—. Sí, querían
tener sexo. ¿Ese barman? Está comprometido. Lo investigué antes de que
tú siquiera llegaras. ¿Y notaste todas las chicas que estaban salvajemente
envidiosas de como sus novios trataban de echar un vistazo debajo de tu
vestido mientras bailabas sobre la barra? Porque eso es lo que estaba
sucediendo mientras tú disfrutabas.
—Detente. No es justo.
—Justo. —Resopló, mofándose de la idea—. No eres mejor que el resto de
nosotros.
—Nunca pensé que lo era.
Mientras miraba a Ginger a los ojos la habitación comenzó a girar una vez
más. Alguien se acercaba desde atrás, hablándonos. Intenté concentrarme
con todas mis fuerzas. Era Blake. Me ofreció sus nudillos, y con gran
esfuerzo finalmente logré golpearlos.
—Sabes que es una buena noche cuando pierdes los zapatos. —Rio.
Miramos mis pies desnudos, las uñas pintadas de rojo brillante—. ¿Quién
hubiera sabido que serías una besadora después de unos tragos? ¿Eh?
Los Cuatro Jinetes comenzaron al galopear en mi estómago, convirtiéndose
en un rodeo. Presioné una mano contra la boca y me abrí paso entre ellos
a empujones, dejando caer el vaso de agua que Kopano me había dado.
Ginger gritó cuando lo salpicó. Corrí al baño, abriendo la puerta de golpe y
cayendo dentro del último cubículo justo a tiempo.
Uno a uno perdí cada trago, luego presioné el botón y me deslicé contra la
pared hasta quedar sentada en el suelo de baldosas muy limpio, las
rodillas contra el pecho. Alguien más estaba descompuesta el otro extremo
del cuarto de baño. Me agaché y vi debajo de los puestos que eran las dos
chicas del bar. La que yo había presionado estaba vomitando y llorando
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mientras su amiga estaba de pie detrás de ella. Me enderecé y cerré los
ojos con fuerza. Terminaron después de unos minutos, dejándome sola en
el baño.
La habitación continuó girando, y cuando la imagen de aquel oscuro salón
utilitario hizo una aparición, cerré los ojos y contuve el impulso de vomitar
de nuevo.
Oí una pelea fuera del cuarto de baño, dos personas discutiendo, y luego
la puerta se abrió.
—¿Anna? —Oh, no—. ¿Ann? —Mi corazón se comprimió de dolor ante el
sonido de su voz.
—Estoy bien, Kai. —Mi garganta estaba irritada.
Pasos resonaron en los techos altos hasta que brillantes zapatos negros
aparecieron debajo de la puerta de mi cubículo.
—Estás descompuesta. Déjame entrar.
—No. Estoy bien ahora.
—¿Debo mandar a Marna, entonces?
—No. Sólo quiero estar sola. Vete en caso de que los espíritus regresen.
Hubo una larga pausa y recé para que él se diera prisa y se fuera, porque
las emociones que había mantenido a raya durante toda la noche estaban
saliendo a la superficie. Sabía que cuando llegaran a la cima iba a tener
un llanto feo y baboso que no necesitaba testigos. Por favor, no digas otra
palabra...
—Lo hiciste... bien esta noche. —El sentimiento reacio de su voz fue como
un martillo abriéndome de un golpe.
—Vete —dije con voz espesa—. Quiero estar sola. Por favor, ¡sólo vete!
Hubo un raro sonido de gente cantando que venía de afuera, y cuando me
esforcé para oír, todavía incapaz de utilizar mis sentidos extra, me di
cuenta de que estaban haciendo una cuenta regresiva. Gritos estallaron y
espantasuegras chillaron.
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—Feliz Año Nuevo. —Sus pies se volvieron para irse, y en el momento en
que la puerta se cerró detrás de él, dejé caer la cabeza sobre mis brazos y
lloré.
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Algunos se elevan por el pecado y
algunos por la caída de la virtud
William Shakespeare, Measure for Measure
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Capítulo 30
Algunos por la virtud caída
Traducido por maleja.pb, Jo SOS, magdaa SOS,
DaniShadowHunter y Xhessii
Corregido por Silvery
lguien llamó a la puerta de mi apartamento a las seis y media de
la mañana siguiente. ¡Seis y media! Me arrastré por el pasillo,
incapaz de mantenerme erguida. Mi estómago estaba molesto
todavía, y mi cabeza golpeó cuando divisé a mi padre a través de la mirilla.
Abrí la puerta y caminó junto a mí, en dirección a la cocina.
—Sírvete tú mismo —le dije.
—Buenos días a ti también, de mal humor. —Se sirvió un vaso de té y
junto con un bocadillo. Me miró fijamente, con los ojos turbios.
A
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—Enfermaste anoche.
¿Cómo iba a decirle? ¿Me olía mal? Él le dio un mordisco, frunciendo el
ceño.
—Me olvidé de darme una ducha —murmuré.
—O podría haber sido que los cuatro jinetes dispararon —sugirió.
—¿Cómo lo hiciste...? —empecé a decir, entonces lo averigüe—. ¡Ustedes
estaban cerca todo el tiempo! —Él asintió con la cabeza—. Bueno, ¿qué se
supone que debo hacer con ese espíritu respirando en mi cuello? Él dijo
que me dejaría en paz si le daba un espectáculo. Yo no podría decir
exactamente que no a la bebida.
—No vuelvas a dar rienda suelta a un camarero. Pide sólo lo que puedas
manejar.
Suspiré y me dejé caer en el sofá, presionando mis sienes. Era demasiado
temprano.
—Vamos a hablar de ello en el avión. Levántate y prepárate. Nos vamos a
Nueva York.
Volar en primera clase era agradable. Era una lástima que no pudiera
disfrutar de ello. Mi instinto estaba destrozado y mi cabeza se partía.
Resoplando el agua y traté de comer un croissant.
Los Duques habían llamado a una cumbre de emergencia, y todos los
Nephilim estaban obligados a asistir. Neph de todo el mundo se habían ido
la noche anterior para empezar la caminata. Mis amigos estaban volando
en el jet personal de Pharzuph.
De camino al aeropuerto le pregunté a mi padre por qué los Neph tenían
que ir. Dijo que los Neph eran invitados a cumbres sólo cuando uno de
ellos estaba en problemas. Una extraña sensación de entumecimiento se
apoderó de mí en ese momento. Había enviado a algunos de sus
murmuradores de confianza a buscar información, pero lo único que
aprendí fue que un Nephilim femenina no estaba trabajando a la par y se
trataría como un recordatorio para todos. Habíamos quedado en silencio el
resto del camino al aeropuerto, pero mi cerebro trabajaba horas extras.
Era demasiada coincidencia que los Duques llamaran una hora de reunión
de emergencia después de que hubiera sido probado. La tensión
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implacable en el rostro de mi padre me dijo más de lo que estaba dispuesto
a decir.
—Alguien silbó anoche —dijo mi padre durante el vuelo. El avión zumbaba
con ruido blanco de los motores. Nadie se sentó junto a nosotros.
—Fue Kopano.
—¿Le dijiste sobre eso? —preguntó.
Me mordí el labio y negué con la cabeza.
—Así que él escuchaba en tu formación. —Aspiró aire a través de sus
dientes frontales—. Ballsy.
—¿No estás enojado?
Él se encogió de hombros y lo dejó ir como si no hubiera ninguna
diferencia.
Luego se planteó el tema de la cumbre de nuevo, y mis entrañas se
encogieron.
—Siéntate lo más lejos que puedas de los Duques esta noche —ordenó—.
Los Neph no hablan en las cumbres. No hables, no importa lo que pase. Si
hay un problema, yo me encargo de él. Y no saques la maldita espada a
menos que yo te lo diga. Es nuestro último recurso. Una vez que el gato
esté fuera de la bolsa no hay vuelta atrás.
Juntos habían improvisado una funda para la empuñadura alrededor de
mi tobillo. Había encontrado una bolsa de cuero para sostenerlo así que mi
piel desnuda no se cortaba. Yo llevaba pantalones negros en suficiente
forma de campana en la parte inferior para ocultarlo. No había pensado
que los detectores de metales serían capaces de detectar el material
celestial, y él había tenido razón. Pasé a través de la seguridad del
aeropuerto sin problema.
Lo más espeluznante de la cumbre era no saber qué esperar. Tenía que
prepararme para lo peor.
Ridículo. Tortura. Dolor. Muerte. Infierno.
Un estremecimiento de terror me atormentaba por la idea de la
condenación eterna. Al mismo tiempo el avión golpeó una bolsa de presión
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de aire diferente y la cabina cayó, agitando. Agarré el brazo. No es eterno,
me dije.
Sería sólo temporal, podía hacerlo. Cerré los ojos durante la meditación. Y
luego otro pensamiento horrible entró a la superficie.
¿Qué pasa si Kaidan o Kopano trataban de detener a los Duques de
hacerme daño durante la cumbre? Podían causar a sí mismos ser
sometidos a un castigo, también. La idea de que alguien intervenga era
demasiado. Una lágrima rodó hacia fuera.
Mi padre se acercó y limpió la basura antes de tomar mi mano. Mantuve
mi cabeza hacia atrás, los ojos cerrados.
—Puede que no sea sobre ti —me tranquilizó. Pero podría serlo.
Desde la pequeña ventana redonda podía ver la mancha de otro plano que
pasaba a lo lejos. Estaríamos pasando por casa Patti en algún lugar en el
cielo de la mañana cuando regresara a casa. Cerré los ojos y me imaginé
su rostro, oyéndola animarme a ser fuerte. No podía pensar en cómo iba a
manejar las noticias de esta noche. Mi padre había dicho que era
demasiado peligroso para llamar, así que había dejado una carta. No era
suficiente adiós.
Una campana sonó encima de la cabeza y nos miramos el uno al otro. El
descenso inicial a la ciudad de Nueva York había comenzado. No teníamos
ninguna información y sin plan.
—Cuando lleguemos allí voy a alojarte en un hotel. Quédate en el cuarto
hasta que sea hora de irse. Voy a enviar a alguien que venga a buscarte.
Esa noche, cuando me acerqué al metro de Nueva York con mis cinco
amigos Nephilim, fuimos tragados por un torrente de asistentes que se
dirigían a la fiesta hacia Times Square en medio del frío. Todo el mundo
estaba envuelto en gruesos abrigos, guantes, bufandas y gorros de lana.
Yo nunca había visto a tanta gente.
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Si era este loco el día de Año Nuevo, no podía imaginar lo que hubiera sido
la noche anterior, con los pies en la tierra. Desde que la víspera de Año
Nuevo cayó un viernes este año, todo el mundo estaba haciendo un fin de
semana de la misma.
Agarré la tela en la parte posterior de la capa de Marna para no perderla
mientras miraba hacia las vallas publicitarias masivas y pantallas
parpadeantes a través de los edificios. Metí mi mano helada en mi otro
bolsillo de la chaqueta. Todo aquí era súper grande: edificios, pantallas
gigantes, tiendas, todos hacinados en un bombardeo de imágenes y
sonidos. No había manera de verlo todo, tú sólo tenías que dejar que te
envolviera. Perderte en ello.
Envidiaba a las expresiones frescas usadas por los otros Neph, como si
nada estuviera mal. ¿Habría sido capaz de compartir sus pavoneos de
confianza si hubiera sido entrenada para no revelar nada bajo presión? Me
concentré en no permitir que mi frente se arrugara.
Estábamos bien escondidos entre la multitud grande, exuberante. Había
una mezcla de caras nacionales e internacionales, visitantes que habían
venido de todas partes para vacaciones en la Gran Manzana. Miles de
ángeles puros de la guarda se balanceaban junto con sus cargos. Todo el
mundo estaba hablando y gritando de risa. El ambiente general era de
euforia, y muchas auras eran borrosas por la influencia de sustancias.
Después de caminar quince minutos a través de las masas, doblamos por
una calle menos ocupada. Todavía estaba activa, pero teníamos más
espacio para movernos y la multitud estaba desapareciendo. Estábamos
cerca, sólo unas cuadras. Kaidan debe haberlo sentido, también, porque se
dejó caer junto a mí mientras caminaba, sin dejar de mirar al frente. El
estar cerca de él me hizo sentir mejor, y me deleitaba con el toque
ocasional de su brazo contra el mío. Incluso a través de nuestros abrigos
sentí la atracción eléctrica entre nosotros.
Un numeroso grupo salió de un club y filtrado, se metió en la acera. En un
momento de audacia Cogí el meñique de Kaidan con el mía, sabiendo que
nadie sería capaz de ver. Sentí su mano rígida, y luego de repente se movió
hacia un lado. Me condujo por el dedo meñique, zigzagueando entre la
gente hasta que llegamos a un conjunto de escaleras estrechas en un
oscuro portal sótano, oculto por las sombras. La euforia explotó dentro de
mí por nuestra cercanía.
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Su boca encontró la mía en la oscuridad, ardiente y peligrosa. Le di un
pequeño gemido antes de fundirme en él y tirando de su boca abajo para
llegar aún más fácil. En ese beso hablamos de todas las cosas que no
podíamos decir. Me besó con una urgencia nacida de una emoción fuerte,
inestable: la furia. Traté de imaginar la naturaleza de ese sentimiento.
¿Estaba enojado por cómo me hacía sentir? ¿Enojado porque él no tenía
poder para cambiar el resultado de esta noche? No lo sabía, pero me dio la
bienvenida.
Necesitaba este beso. Necesitaba este último momento de sentirme viva. Mi
cuerpo se empujó contra él, dándole las gracias, la memorizándolo. Sus
manos recorrieron aproximadamente por mi espalda y sobre mis caderas,
tirando de mí, incluso más cerca, más fuerte.
Nos quedamos sin aliento cuando rompió el beso y apoyó su frente en la
mía. Mis manos se deslizaron desde la parte posterior de su cuello a su
cara. Pasé los dedos pulgares sobre sus cejas y sobre sus pómulos. Me
miró a la luz tenue, buscándome. Nuestra respiración se volvió caliente a
la niebla en el aire frío. Luego estiró para darme un beso dulce y suave en
los labios. Cerró los ojos y se quedó allí con nuestros labios apenas
rozando.
Si pudiera tomar todos mis recuerdos terrenales en el más allá frío
conmigo, éste sería el que yo haría reproducir para mantenerme caliente y
sana hasta el día del juicio final.
—¡Ejem!
Salté fuera de Kaidan ante el sonido de alguien aclarándose la garganta
desde la entrada de la escalera.
Ginger se quedó con las dos manos en las caderas, una diosa de la ciudad
con sus botas hasta la rodilla y el abrigo negro liso. Marna estaba a su
lado, mirando nerviosamente a su alrededor. Ginger negó con la cabeza
hacia nosotros con exasperación. Ella pisoteó en la dirección que teníamos
que ir, con su hermana cerca.
Kaidan me dio una mirada pasada de trituración y lo vi tragar. No quería
nada más que quedarme allí con él, pero ya habíamos empujado los límites
de nuestra suerte. Permaneciendo cerca unos de otros, subimos las
escaleras y la parte posterior mezclados entre la multitud. Más adelante,
Kopano volvió la cabeza lo suficiente para mirarme a los ojos. Sentí a
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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Kaidan endurecerse a mi lado, observando nuestra interacción, pero no
podía apartar la mirada de Kope, sus ojos tristes. Miré hacia atrás, una
perdida, a sabiendas que nos había oído a Kaidan y tomé ese momento
peligroso para nosotros mismos. Me dio un pequeño guiño de
reconocimiento, y su mirada se deslizó hasta el suelo antes de enfrentarse
de nuevo hacia delante.
Estábamos casi allí. A una manzana para llegar. Tenía que obligar a mis
pies hacia adelante. Mi cuerpo se rebeló en contra de toda esta cosa,
gritando, recordándome una vez más, ¿por qué estamos caminando hacia
una muerte segura? Era antinatural.
Las farolas de arriba comenzaron a parpadear. Ninguno de los seres
humanos parecía darse cuenta. Las luces parpadearon de nuevo.
—Legionarios —susurró Kai, señalando al cielo con un saliente hacia
arriba de la barbilla.
Cientos de espíritus demoníacos abarrotaron el aire por encima de
nosotros, viniendo de todas las direcciones y tapando la luz con un
movimiento rápido de nubes grises. La calle estaba bajo ataque cuando
demonios se precipitaron hacia abajo al azar, susurrando en los oídos
desprevenidos. El ambiente en la calle cambió inmediatamente, y sentí
una oleada dolorosa de estruendosa emoción negativa a través de la gente.
Una pelea entre dos hombres justo en frente de nosotros. Kopano tuvo que
saltar fuera del camino, y el resto de nosotros de par en par para moverse
por ellos, mientras que otras personas estaban metidas más cerca para
obtener una mejor vista. El volumen de la multitud aumento. La risa se
hizo más estridente, y gritó una mujer detrás de nosotros. No podía
contarles lo que había sucedido. El caos fue tomando control. Espíritus
volcaron encima de nosotros, completamente en su elemento,
bombardeando en picado en la masa de las personas se regocijaban con el
mal.
—¿Lista para tu primera cumbre, pequeña bebedora? —me estremecí al oír
la voz en mi cabeza y miré a la cara horrible de uno de los murmuradores
de la fiesta de la noche anterior. Seguí caminando.
Algo voló por el aire y aterrizó en el hombro de Blake. Ginger le dio un
manotazo y un insulto apagado. Pasó por encima de mi sujetador de
encaje negro.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 367 ~
Blake medio sonrió y dijo:
—Bien —Antes de que nos empujaran y lo obligaron a mantenerse en
movimiento.
Más adelante pasamos por una dama sin camisa, que estaba discutiendo
con un hombre. Empujó una camisa hacia ella, tratando de cubrirla, y ella
estuvo empujándolo, optaron por tirar su cabeza hacia atrás y girar en
torno a su lugar. El hombre frunció el ceño mientras los espectadores
aplaudieron y abuchearon. Kaidan sacó un frasco de su bolsillo trasero y
lo tragó hacia abajo. Un fuerte olor a bourbon flotaba por encima, por lo
que me mareé.
Las gemelas se desviaron hacia un lado y se detuvieron frente a una
puerta de cristal que había sido pintada de negro. Nos quedamos aquí.
Esto fue todo. El pequeño letrero sobre la puerta decía: Señor que ríe
mucho y mostraba un caballero alegre. Los Duques habían alquilado un
club de comedia subterráneo para celebrar su cumbre. La ironía de esto
me hizo despreciarlos aún más de lo que ya lo hacía.
Mientras Ginger alcanzaba el pomo de la puerta luché con una oleada de
terror. No podía entrar allí. Me alejé un paso, luego otro, mi respiración
volviéndose más superficial hasta que supe que estaba en el borde de un
ataque de pánico. Me giré, preparada para correr, sólo para enfrentar un
sofisticado caballero frunciendo el ceño en un elegante traje gris. Tenía un
cabello de sal y pimienta y un largo rostro ovalado. Pero su más persuasivo
rasgo era la enorme insignia morada en el medio de su pecho, como una
pulsante vil berenjena de orgullo. Rahab, el Duque del Orgullo.
Me giré de nuevo, intentando actuar como si no hubiera estado recién
planeando correr como endemoniada. Di traspiés hacia adelante un poco
en mi intento de caminar con el Sr. Mal Encarnado a mi espalda. El otro
Neph ya estaba adentro. Kaidan se paró sosteniendo la puerta abierta con
un rostro sin expresión, los ojos desviados hacia abajo.
—Después de usted, Duque Rahab —dijo él. Me alejé del camino y dejé que
Rahab me pasara con una fría brisa. Luego mis ojos encontraron los de
Kaidan y nos paramos allí.
—¡Entra y cierra la maldita puerta! —gritó una voz australiana masculina
desde adentro—. Estás dejando entrar una corriente de aire.
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~ 368 ~
Hubo un tenso segundo cuando supe que Kaidan pensó que yo huiría, y
que si lo hacía, él huiría conmigo. Pero no podía hacerle eso a él. Así que
me deslicé dentro y lo sentí entrar al club detrás de mí, cerrando la puerta.
Tuve que ajustar mis pupilas en la oscura entrada. El lugar era lúgubre y
olía como años de aire encerrado y moho escondido bajo las oscurecidas
viejas alfombras, pero estaba cálido. Las paredes estaban revestidas de
avisos de comediantes y espectáculos, pasados y presentes. El estrecho
pasillo estaba vacío excepto por un podio de anfitrión cerca de la puerta.
Todos los demás ya habían entrado.
—Hijo de Pharzuph —dijo un pelirrojo Neph varón. Era bajo y delgado,
pero tenía el cuerpo y postura de un luchador. Su fiero cabello rojo estaba
rapado tan corto que era apenas pelusa. En su mano empuñaba una vara
detecta metales.
Kairan devolvió el saludo con un asentimiento, diciendo:
—Hijo de Mammon. —Así que este era el hijo del Duque de la Codicia.
—Brazos arriba, amigo. Conoces el procedimiento. —Habló con un pesado
acento australiano. Kaidan levantó sus brazos y separó sus pies.
Me puse nerviosa cuando la vara pasó sus bolsillos, pero no sonó. Sí sonó
cuando llegó a sus zapatos, sin embargo.
—Sácatelos —le dijo a Kaidan, quien suspiró y se inclinó para desatar sus
botas negras. Me pregunté si había metal en ellas. Levanté la mirada
cuando sentí los ojos del Neph en mí. Descaradamente me miró arriba y
abajo antes de darme una ancha sonrisa.
—¿Quién eres tú?
—Anna. La hija de Belial. —Me sentía estúpida diciendo “Hija de Belial”,
como un personaje de Beowulf. El tipo miró mi insignia.
Kaidan se levantó y aclaró su garganta, haciendo que el otro Neph volviera
su atención a las botas. Hizo un poco entusiasta chequeo de ellas antes de
asentir que estaban bien y volver su atención a mí.
—Me llamo Flynn Frazer —dijo, acercándose.
Di un paso hacia afuera y levanté mis brazos a los lados. Se paró un poco
más cerca de lo necesario mientras pasaba la varita sobre mí. Y, sí, me
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toqueteó hacia abajo, prestándole mucha atención a mis caderas y parte
de abajo, lo que hizo que Kaidan cruzara los brazos y frunciera el ceño.
Mi corazón comenzó a latir fieramente mientras la vara se acercaba a mi
tobillo, pero pasó por arriba sin un sonido, y él no lo tocó. Dejé salir una
nerviosa respiración cuando Flynn se paró, pasando su lengua sobre su
labio inferior.
—Todavía esperamos a algunos. Los veo allá abajo. —Asintió hacia una
puerta al final del pasillo. Kaidan tomó otro largo trago de un segundo
termo mientras caminábamos por el estrecho corredor negro. Me
preguntaba cuántos termos había empacado en él esta noche. Como que
deseaba justo entonces tener uno para mí. Pero necesitaba mi ingenio en
mí.
Al final de la pasarela puse mi mano en el pomo de la puerta de vidrio y
tomé una profunda, calmante respiración. Sentí la cálida presencia de
Kaidan cerca detrás de mí. Ocho meses de memoria entraron a mi corazón
justo entonces. Sólo ocho cortos meses atrás no sabía quién o qué era.
Nunca había sido besada apasionadamente. Si alguien me hubiera dicho
entonces que pronto estaría muriendo en las manos de demonios pasando
como caballeros, me habría reído y cuestionado su sanidad. Cuán rápido
la vida podía cambiar.
Abrí la puerta y la música subió por las oscuras escaleras. ¿Los Duques
escuchaban tecno? Eso parecía tan raro que casi exploté en un
inapropiado momento de risa nerviosa. Pero me contuve y me la tragué.
Tiempo de moverme. Un pie enfrente del otro.
Mientras bajaba al estudio de música pulsante y demonios esperando,
silenciosamente coreé algo que había leído innumerables veces. Siempre
había pensado que las palabras eran hermosas, pero nunca alguna vez
consideré que podría necesitar el poder de su belleza para mí misma algún
día:
A pesar de que camino a través del valle de las sombras de la muerte, no
temeré a ningún mal porque tú estás conmigo.
Dejé que el significado de esas palabras reverberara profundo en mi alma
mientras entraba a la oscurecida área, contemplando la escena. La
habitación era rectangular y plana, como un salón de recreación, con
como treinta mesas donde en cada una se sentaban cuatro. Había un
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pequeño escenario en el medio, como a casi un metro de alto. El techo bajo
me hacía sentir presionada adentro, como si pudiera colapsar sobre
nosotros en cualquier momento.
No supe lo que esperaba cuando llegué abajo, pero no hubo algarabía
cuando entré a la habitación. Unos pocos Neph levantaron la mirada, pero
los Duques no parecieron notar o importarles. Exhalé.
Los Nephilim estaban repartidos alrededor de la habitación, sentados y
parados solos o en pequeños grupos, callados y quietos. Había sobre cien,
jóvenes y viejos. Sentí un parentesco común mientras miraba alrededor a
la gente. ¿Cuántos de ellos se sentían de la manera que mis amigos y yo lo
hacíamos sobre hacer el trabajo de nuestros padres?
Los Duques se sentían en casa, esperando en las mesas principales
rodeando el escenario. Mis ojos se dirigieron hacia ellos. Pharzuph se
sentaba en una mesa llena de alborotados Duques, inclinándose hacia
atrás en su traje gris y riendo. Sus brillantes zapatos negros de vestir
estaban apoyados sobre la mesa.
Era extraño cuán hermosos eran todos ellos. Incluso los de aspecto tosco y
fuerte se mantenían en forma y tenían posturas confiadas que poseían
atractivo. Me maravillé con sus apariencias de hombres de negocios
respetables, sus finos trajes italianos, y ropa vistosa y tradicional de todo
el mundo. Si no fuera por las insignias multicolores de pecados sobre sus
pechos, se verían como si fueran nada más aparte de humanos poderosos
y seguros de sí mismos. Una mujer se sentaba con ellos. Me habían dicho
sobre ella, Jezebet. Ella era una figura rusa sofisticada y a la moda, con
pelo castaño corto que se posicionaba alrededor de su cara angulosa y
filosa y de sus orejas.
Y luego estaba mi padre, sentando en la mesa al lado de Pharzuph con
otros tres dominantes Duques. Mi papá me miraba. Tragué la montaña de
emociones abrumadoras que él me causaba. Sabiendo que había un
poderoso jugador de mi lado me dio una brizna de esperanza que no me
atrevía a tener. Alejó la mirada, frotando su pulgar y su dedo sobre su
barba.
Kaidan me tocó un costado. Encontré a mi grupo de amigos Neph en el
otro costado de la habitación alargada, y empecé a caminar hacía allí. Me
mantuve cerca de la pared con mi cabeza baja, esperando que Pharzuph
no atrapara mi olor si mantenía esta distancia.
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Blake y Kopano se sentaban juntos, y las mellizas estaban en la mesa de
al lado. Kaidan se fue con los chicos y yo me senté con las chicas. Giramos
nuestras sillas así podíamos enfrentar el escenario, con nuestras espaldas
hacía la pared. Nadie detrás de nosotros.
Mientras me sentaba allí podía sentir mi sangre latiendo rápido, zumbando
debajo de mi piel. Mantuve mi cabeza baja con mi pelo enmarcando mi
cara. Era capaz de ver lo que estaba pasando en la habitación, mientras
fingía indiferencia.
Marna le dio a mi pierna una rápida palmada cuando esta rebotaba. Costó
mucho sentarme quieta. ¿Cuánto faltaba?
En la otra mesa Kaidan seguía tomando. El estrés hacía que mi cuerpo
implorara por drogas más que nunca. El escape glorioso. El anhelo
profundo y oscuro me hacía querer gritar.
Mi cabeza se levantó cuando la puerta del club de comedia se abría una
fracción. El chico colorado, Flynn, entró, cerrando la puerta detrás de él y
luego montando guardia enfrente de ella. Le dio un asentimiento a los
Duques y la música se cortó.
Los deseos de mi alma pecadora se agrietaron y cayeron como vidrio frágil,
reemplazados por grueso miedo mientras Pharzuph se levantaba y se
paraba sobre el escenario. Asintió con su elegante cabeza mientras
inspeccionaba la habitación. Su pelo negro estaba especialmente brilloso
esta noche.
—Bienvenidos a todos. Confío en que todos han tenido viajes agradables
hacía esta maravillosa ciudad de Nueva York. Lamento que hayamos
tenido que apurarnos, pero un cierto problema ha sido aplazado
demasiado. Con todos los visitantes de esta ciudad en este fin de semana,
pensamos que sería la oportunidad perfecta para causar estragos. Los
Duques, Legionarios, y los Nephilim van a alcanzar muchas almas esta
noche. Así que sin más preámbulos, déjennos completar nuestro negocio
actual así podemos seguir con nuestros mayores placeres de nuestro
trabajo. ¿Podemos?
Pharzuph dio una deslumbrante sonrisa, y aclamaciones de apoyo se
produjeron de los Duques.
—Déjennos primero suscitar al mensajero Azael así nuestro señor Lucifer
puede estar informado de estos procedimientos.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 372 ~
¡Azael! Él era uno de los que me habían susurrado en la fiesta. Mi padre
confiaba en él.
Al unísono los Duques emitieron bajos siseos desde el fondo de sus
gargantas, un largo siseo seguido por dos cortos, y repetían una segunda
vez. Este no era un sonido humano. Tenía que venir del fondo de sus
almas, cosas de películas de terror. Cada Neph en la habitación se puso
inmóvil. Yo estaba cubierta con piel de gallina y estaba empezando a
transpirar, a pesar de las tres capas de antitranspirante. Quería secar mi
frente, pero no me atrevía a moverme y atraer la atención hacía mí.
Azael apareció con si viniera de la tierra. Voló grandiosamente, con sus
alas abiertas, y luego las plegó, un fantasma gris cerniéndose sobre el piso
del escenario al lado de Pharzuph. La cara de Azael parecía menos
espantosa que la de aquellos demonios que me habían perseguido la noche
anterior. Este tenía características de gato, que me hacían recordar a un
león.
—Bienvenido Azael. ¿Confío en que nuestro señor está bien?
Azael inclinó su cabeza y Pharzuph continuó.
—Bueno, entonces. Gracias por unirte a esta conferencia. Espero que
puedas volver con él con noticias que le alegraran. —Se giró hacía los
Duques—. Y ahora convocamos a nuestros Legionarios.
Hubo en gran y ruidoso arrastre de siseos mientras cada Duque mandaba
un mensaje personal a sus Legionarios. Lo horripilante nunca disminuyó.
Tomó todo mi autocontrol para no cubrirme los oídos.
Vinieron de todas las direcciones, aprisionándose unos con otros como
hojas de papel ahumado. Los espíritus demoníacos bloquearon todas las
luces del techo, como una inmensa niebla lúgubre colgando sobre
nuestras cabezas. La luz de las velas sobre la mesa alumbraba la
habitación con un resplandor bajo y vacilante. Puse mi visión de noche.
Había solo una salida en la habitación. Decir que estaba atrapada era
quedarse corto.
—Bienvenidos, fieles Legionarios —Pharzuph arrulló a la oscuridad, con
sus brazos bien abiertos hacía ellos. Le dieron espacio alrededor del
escenario, pero igual tenía que desplazarme un poco en mi silla para ver.
Pharzuph se enfocó en los Duques ahora.
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—Lo han hecho bien desde la última vez que nos juntamos. La humanidad
se pudre y se deteriora como nunca antes en la historia. Pronto, muy
pronto, vamos a estar completamente preparados para tomar lo que es
nuestro por derecho, ¡y nadie nos va a apartar de los reinos de nuestra
elección!
Hubo un escandaloso aplauso por parte de los Duques, quienes bramaron
su aprobación. Maravilloso. Pharzuph era un demonio animador. Su
sonrisa era extensa mientras le señalaba a Rahab para que se le uniera en
el escenario. Esto era todo.
Por favor dame fuerza. Por favor hazlo rápido. Por favor dame paz.
Una onda de paz pasó a través de mí, fluida y fría, sacudiendo el pánico
que se aferraba. Cerré mis ojos por un momento e imaginé la cara de amor
de Patti.
Rahab saludó a todos con una inflexión en francés. A diferencia de
Pharzuph, él no sonrió o trató de sacarlos de quicio. Su tono era frío y
aleccionador.
—Muchos años han pasado desde que tuvimos la necesidad de dirigir a los
Nephilim. —Escupió la palabra con disgusto—. Y todavía, justo como los
estúpidos humanos no aprenden de los errores del pasado, tampoco lo
hace la raza menor. Es muy simple. Su vida no es de ustedes. Fueron
criados para servirnos. Trabajan para nosotros, o pierden el privilegio de
estar en la tierra. Hay uno entre ustedes que ha sido prevenido e igual
elige pobremente. El pecado es una cosa hermosa, pero incluso nosotros
no debemos permitir que nuestros pecados nos controlen. Porque cuando
lo hacen, no podemos influir a los humanos correctamente. Lo
suficientemente simple, ¿no lo creen?
¿A dónde iba él con esto?
Rehab revisó la habitación con sus pequeños y brillantes ojos negros, y
contuvo el aliento. Sus ojos pasaron por encima de nuestro grupo y se
detuvieron sobre una mesa en el medio de la habitación. Junto sus manos
detrás de su espalda y caminó de un lado al otro en el escenario. Pharzuph
lo observó desde su lado con una mirada entusiasta de adoración. Reah se
detuvo y se quedó observando a la mesa en el centro de nuevo. No me
atreví a mover mi cuerpo, pero estiré y enfoqué mi vista, mientras
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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intentaba descubrir a quién seguía observando él. Había al menos una
docena de diferentes Neph agrupados en la mesa del centro.
—Gerlinda —La forma en la que Rehad dijo su nombre, se sintió como si
algo se deslizara por mi oreja—. Hija de Kobal.
¿Kobal? Ah, el Duque de la Gula. ¿Qué estaba ocurriendo?
Rehab señaló, el odio y desprecio ardían en sus ojos. Un agudo sonido de
dolor, resonó en el medio de la habitación, como si alguien hubiera
pateado a un perrito. De repente las sillas estaban raspando los azulejos
viejos, empujando hacia atrás las mesas que rodeaban a Gerlinda. Los
Nephilim alrededor huyeron, dejándola sola en el centro.
Gerlinda era una mujer alta que se encontraba ya en sus treinta años. Su
cabello corto y colorido liso alrededor de su rostro. Ella parecía prolija,
pero solo una cosa me preocupada: los Duques y los Neph eran siempre
muy cuidadosos en mantenerse en forma. No era muy buena en adivinar
pesos, pero probablemente Gerlinda se encontraba excedida varios kilos.
Ella sostuvo una mano sobre su boca, la cual aparentemente había
emitido el grito sin su permiso. El pánico brilló en sus ojos.
—¿Puedes lograr venir hasta aquí, hija de Kobal? —preguntó Rehab a ella
con aquella voz resbaladiza y escamosa—. ¿O necesitas un incentivo? —
Extrajo una chocolatina de su bolsillo y la agitó con burla.
Gerlinda se quedó boquiabierta, congelada en su asiento mientras los
Duques dejaron escapar un centenar de risas.
—¡Vamos gorda! —gritó un Duque con acento inglés. Ese debía ser
Astaroth, el gemelo del padre. Qué desagradable.
Los siguientes minutos fueron llenados de comentarios obscenos y risas
estridentes por los desordenados Duques.
—Tal vez necesitamos hacerla rodar al escenario.
—Tengo algo en mi bolsillo para ti, bien.
Una y otra vez continuó.
Recorrí una serie de emociones en aquellos momentos. Pura alegría de que
estaba a salvo. Repulsión por el trato a esta chica. Terror de que tendría
que observar lo que hubieran planeado para ella.
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Uno de los Duques arrojó algo hacia Gerlinda, y de repente había un
diluvio de comida chatarra lloviendo. Alimentos horneados, dulces,
pastelitos de queso. Habían planeado esto. Observé hacia la mesa de mi
padre. Se sentaba con Jesebet, Melchom y Alocer, los padres de Blake y
Kope. Los cuatro observaban aburridos, como si fueran demasiado
interesantes para participar en el espectáculo, pero a los Duques
victoriosos a su alrededor, no les importaba.
Comida continuó golpeando a Gerlinda, y lágrimas se deslizaron por sus
mejillas rosadas. No intentó moverse o esquivarlo. Mi corazón se partió por
ella. Me pregunté si esta pobre mujer era la única razón de la conferencia
de esta noche, o si ella solo era un preludio del show principal.
Un hombre alto y delgado con ojos gélidos y cabello claro se puso de pie,
apuntando a la mujer y gritando en alemán:
—¡Gerlinda! ¡¡Erhalten Sie auf der Bühne jetzt!!21 —Señaló el escenario.
Tenía que ser su padre, Kobal. Sus mejillas se encontraban rojas por la
furia. Gerlinda sacudió la cabeza y cuando ella no se movió, él empujó su
silla hacia atrás, dejándola caer, y se dirigió directo hacia ella. La tomó
fuertemente por el brazo, y ella gritó mientras él la atrajo a sus pies,
llevándola a empujones hacia el escenario. Los Duques lo animaron.
No podía observar. Mi estómago era una apretada bola, y todo lo bueno
que se encontraba en mi interior lloraba en contra de la injusticia.
¿Cuántas veces en la historia la gente inocente ha sido brutalizada,
mientras los espectadores se mantuvieron al margen y no hicieron nada?
¿Podía ser alguno de esos espectadores? Quería cerrar mis ojos, bloquear y
cubrir mis oídos, pero incluso si no podía ver o escuchar, podría saber la
terrible atrocidad que se estaba llevando a cabo.
Dudaba de que Gerlinda tuviera en su vida una persona que la amara y la
animara.
A diferencia de las drogas, la comida no podía ser evitada. Todos debíamos
de comer. ¿Me habría ido tan bien con mi auto-control si mi pecado era la
gula? No podía imaginarme haciendo pequeñas cantidades de drogas, y no
yéndome al agua. Era todo o nada.
21 ¡Sube al escenario ahora!
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Cuando Kobal subió a su hija al escenario, regresó de nuevo a su mesa,
recibiendo palmadas en la espalda de parte de sus “hermanos”, por sus
habilidades en maltrato.
Gerlinda se paró al lado de Rehab en el escenario, hundiéndose en
pequeños sollozos.
Rehab se burló de ella.
—Basta de estar lloriqueando. Tu padre fue suficientemente bueno en
prevenirte hace años. Hasta fue bastante lejos en buscarte asistencia
médica. ¿No te sometiste a una operación quirúrgica?
Gerlinda asintió con la cabeza y dejó escapar un grito desgarrador, como si
intentara con toda su fuerza de voluntad contenerse, pero ya no tuviera
más fuerza. Apreté mis dientes, y tragué varias veces, parpadeando el
ardor que sentía en mis ojos.
—¿Entonces cuál es el problema? —El acento francés de Rehab llegó a ser
más difícil de descifrar cuando gritó, y gotas de saliva volaron de sus
labios—. Dejas que tu apetito te sea desleal en nuestra causa. El exceso es
para humanos. No para los Neph Tu tipo necesita buscar diversión y
confortabilidad. ¡No eres nada!
Rehab inclinó su cabeza hacia Pharzuph, quién eligió una pequeña mesa
redonda, que se encontraba al lado del escenario. Había tres platos en ella,
cada uno con una comida diferente: una torta de chocolate, una
hamburguesa, una porción de empanada de limón. Pharzuph colocó la
mesa en frente de Gerlinda y bajó del escenario, uniéndose a la
desordenada mesa de los duques.
—Ya que has pasado tu vida empujando comida hacia tu rostro, estamos
haciendo lo más amable en permitirte comer tu salida fuera de esta vida.
Tienes una elección, chica Neph ¿No eres afortunada? Dos de estas
delicadeces contienen veneno que te llevaran a la muerte. Un veneno
asesina velozmente. El otro te promete sufrimiento, vomito y sangrado
hasta que tus tripas son todas comidas. —Rehab hizo una pausa, dejando
que su información maliciosa se estableciera—. El tercer plato no contiene
veneno. Si eliges la comida sin veneno, te será dado un año más para que
te pruebes a nosotros.
No. No podían hacer esto. Mi padre y los otros tres en la mesa observaban
con cortés desinterés, sin participar en los murmullos o en las alegres
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risas ocasionales. Quería que mi padre detuviera esto; él debía de haber
percibido mis ojos, porque inclinó la cabeza para encontrarse con mi
mirada. Una cruel advertencia se emitió para mí en sus ojos marrones. No
quería que dijera ni una palabra.
Mi mandíbula tembló y mordí mi labio inferior. Mi padre continuó
observando el espectáculo.
—¿Cuál será, gorda Gerlinda? —Rehab agitó su mano sobre los tres
platos—. ¿Morirás rápido, o te retorcerás de dolor mientras el veneno
corroe tu estomago? —Sonrió hacia la torta—. Muerta por el chocolate. Te
apuesto a que nunca soñaste que sería tan bueno.
—¡Toma el chocolate! —gritó uno de los Duques. Y luego toda la mesa
redonda estaba gritando sus opciones, como si fuera un show de juegos.
Sintiéndome gravemente mareada, me acurruqué en el fondo de mi silla.
Había esperanza, ella podría elegir el que no estaba envenenado. Quería
mirar a mis amigos, pero no podía quitar mis ojos del escenario. Mi padre
se inclinó en la silla, rascándose el costado de su rostro con dos dedos. Me
lanzó una mirada rápida y furtiva y continuó moviendo esos dos dedos
hacia arriba y abajo en su cara de una manera poco natural. Dos. Dos.
Una señal. Sus ojos volvieron nuevamente a mí, y luego hacia la mesa con
la comida.
¡El segundo plato no estaba envenenado! Mi padre sabía que tenía la
habilidad que me mantenía a aparte de los otros Neph Era capaz de
utilizar la influencia mental, pero ninguno de los otros Duques lo sabía.
Ellos no podrían sospechar de mí. Esperaba estar lo suficientemente cerca
del escenario.
—Es hora de elegir —ronroneó Rehab. Los Duques cantaban sus
elecciones y los espíritus encima de nosotros brincaban con anticipación,
en constante movimiento—. ¿Cuál elegirás, Gerlinda? ¿Cuál será el último
sabor que en tus labios antes de que conozcas a nuestro venerado líder?
Ella se vino abajo sacudiendo su cabeza hacia adelanta y atrás, llorando.
—Nein, nein, nein.
¡El segundo Gerlinda! La obligué. ¡Elige la hamburguesa!
—Elige ahora, o elegiré por ti —dijo Rehab mientras sus lamentos se
volvían incoherentes—. Y puedes imaginar cuál elegiré.
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Ellas se las arregló para tomar el tenedor, temblando violentamente y cortó
una porción de empanada de limón. ¡No! Varios Duques festejaron cuando
ella eligió lo que habían estado gritando, y otros abuchearon.
—Continua, chérie —Rehab sonrió—. Disfruta. Sé que nosotros lo
haremos.
¡La torta no, Gerlinda! ¡No! ¡La hamburguesa no tiene veneno!
Me incliné con tanta fuerza contra la mesa, que la moví, y casi caigo para
adelante. Gerlinda dejó caer el tenedor con estrépito, masajeando sus
sienes y cerrando sus ojos.
¡Buena chica! Le dije.
Es el segundo plato. Ese es.
Jadeante, eligió la hamburguesa, y Rehab frunció el ceño. Los Duques que
habían elegido la torta gritaron enojados, mientras que los Duques que
habían elegido la hamburguesa se elevaron triunfantes. La sostuvo en
frente de su rostro e hizo muecas como si fuera un roedor. Y luego con un
profundo respiro, dejó de llorar y se armó de valor. Mordió un poco.
La habitación se lleno de silencio. Masticó y masticó, agachándose y
dejando el resto de la hamburguesa en el plato, tapándose la boca para no
escupirla. Se tragó el bocado, y colocó ambas manos con las palmas hacia
abajo sobre la mesa, jadeando para recuperar el aliento. Finalmente,
después de lo que pareció muchísimo tiempo, se paró derecha, sin
observar a ninguno de los Duques. Levantó el mentón, y miró hacia
adelante. Había sobrevivido.
Cuando se hizo aparente que ella no brindaría ninguno espectáculo, los
Duques se volvieron locos, parándose y sacudiendo sus cabezas,
gritándose uno a otro. Me deslicé en mi silla, mordiendo una sonrisa. ¡Lo
habíamos logrado!
Rehab elevó la mano para silenciar a sus Duques. Ellos se sentaron y
observaron a medida que él hacia un círculo alrededor de Gerlinda, con
manos apretadas detrás de su espalda.
—¿Crees que eres una chica inteligente? ¿O solamente una afortunada?
¿Hm? —Ella no respondió, solo continuó observando hacia el frente.
Rehab se acercó a su lado.
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—¿Fuiste prometida un año, sí? —Ella estaba en silencio—. Es muy malo
para ti, que la honestidad no es nuestro punto fuerte.
Alcanzó su mano detrás de su espalda, y sacó una pistola con silenciador,
que colocó en su sien. La habitación se tranquilizó, pero el júbilo de los
Duques y los espíritus era palpable en la habitación. Gerlinda cerró los
ojos, y la mano de Rehab se apretó a medida que él se tensaba para
disparar.
—¡No!
Estaba sorprendida por mi explosión al igual que todos en la habitación.
Apreté los dedos de mis manos contra mis labios. Cada cabeza de la
habitación observó nuestro grupo.
Mis amigos observaron derechos como estatuas. Dejé caer mis manos,
sabiendo que era demasiado tarde. Me había condenado.
—¿Quién de todos ustedes se atreve a interrumpir esta cumbre sagrada?
—preguntó Rehab.
Tomando la punta de la mesa, me puse de pie, rezando porque mis amigos
se mantuvieran en silencio, diferente a lo que había hecho.
—Ella es mía. —Mi padre también se paró, luciendo una oscura expresión
de estrés y molestia—. Todavía se encuentra en entrenamiento. Debería
haberle habido advertido. Ella no está acostumbrada a nuestras formas.
—Eso puede ser así, hermano Belial —dijo Rehab—. Pero esta chica debe
aprender una lesión por su interrupción e insubordinación.
—Concuerdo. Y yo me haré cargo de esto. Terminemos esta reunión y
comencemos con los negocios reales de allá afuera. —Señaló hacia arriba,
hacia la ciudad, luego se volvió y me miró—. Ahora siéntate, niña y
mantén tu boca cerrada.
Me senté.
—Ese no es el protocolo correcto, hermano —el tono irritado de voz en
Rehab era igual al de un niño malcriado que no se había salido con la
suya—. Una violación como la suya, debe ser tratada inmediatamente.
—Con todo el respeto Rehab —dijo una voz melosa femenina. Todos
observaron a Jezebet—. Ese hubiera sido el caso cuando había miles de
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Nephilim a nuestra disposición. Con sus filas pequeñas ahora, yo
personalmente creo que los castigos deben ser implementados a criterio de
cada uno de los Duques. Kobal quería que su hija se hiciera pública. Bravo
por él. Belial quiere su privacidad. Yo digo que lo permitamos. Confió que
su sufrimiento será adecuado. Un poco de confianza para Belial ¿Hm? Es
su primera hija después de todo.
Rahab le gruñó:
—¡Lo haremos con una votación! Todos los que estén a favor del castigo
inmediato de esta chica, levanten su mano.
Todos, menos los cuatro Duques en la mesa de mi padre levantaron sus
manos. Ocho a cuatro. Perdimos. El miedo me atravesó. Mi padre miró a
los Duques, tronándose el cuello, luego sus nudillos mientras movía su
mandíbula de lado a lado. Me arrepentí de que mis acciones hicieran que
pasara por esto.
Por un momento durante la cumbre, me dejé creer que superaría la noche
después de todo. Pero había algo que decir sobre rehusar ser un
transeúnte. Mi corazón estaba tierno y vulnerable, pero incluso ahora me
negaba a ver esa debilidad.
—Hija de Belial, acércate. Ahora. —Los ojos de Rahab me taladraron,
haciendo que me atreviera a retarlo de nuevo, lo que probablemente nunca
se había hecho en una cumbre.
No podía sentir mis piernas mientras me paraba y empezaba a caminar.
Me pregunté vagamente si se miraba tan chistoso como me sentía. Había
una barrera de ruidos irritantes en mi mente mientras la legión de
demonios murmuraba por encima de mí: cientos de voces componiendo
algo como el ruido del viento entre árboles secos.
Fui al escenario del lado de la mesa de mi padre, dirigiéndome lo más
alejada posible que podía de Pharzuph, pero no era lo suficientemente
lejos. Mientras me paraba en el escenario junto a Gerlinda escuché una
tos y un sonido exagerado de un atragantamiento. Pharzuph movió una
mano en frente de su rostro. El rey del drama.
—¡Buen Hades, Belial! ¡Ella todavía es virgen! —Todos los Duques
jadearon.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 381 ~
Mi padre se paró, inclinándose en la mesa con puños como rocas y un
rostro todavía más duro, y le dijo a la mente de Pharzuph que se
preocupara por sus negocios. Le dijo unas palabras coloridas, y agarré una
imagen completa de la vida que él tenía con los más despiadados
criminales.
—¿Crees que no sé que ella es virgen? Ella es virgen porque maldición, le
dije que lo siguiera siendo. Es la influencia que usamos en un chico que
ha probado ser una venta dura. Ella está a punto de romperlo, y su
virginidad se irá en el momento que se acabe. Todo está incluido en los
reportes al jefe, así que calla tu trampa.
—Su olor es ofensivo —dijo Pharzuph.
—Hazte cargo de eso.
—Esta virginidad ni siquiera es necesaria para atraer hombres —discutió
Pharzuph—. Las mujeres han engañado exitosamente a los hombres
haciéndoles creer que son vírgenes, desde el inicio del tiempo.
—¡Suficiente! —regañó Rahab.
Él empujó a Gerlinda hacia atrás, haciendo que ella saliera de su camino.
Antes de que pudiera alejarme él me golpeó a un costado de mi cabeza y
me tambaleé hacia un lado, curveándome y atrapándome con las manos
en el piso. Mi oído sonaba y mi cabeza latía, pero con movimientos lentos
me puse de pie. Mantuve mis ojos bajos, con miedo a ver la lujuria de la
sangre en sus ojos.
Vi a su brazo levantarse y me protegí con mi brazo. Él golpeó el otro lado
de mi cara. Esta vez no me caí, pero dejé salir un pequeño llanto del dolor
agudo en mi oído. Tomando respiraciones superficiales, me enderecé y
puse mis manos en los costados como puños.
Pensé en la empuñadura. Mi papá me dijo que me daría una señal si fuera
necesario usarla. Por el momento su rostro estaba con mirada asesina.
Pero se mantuvo quieto, así que hice lo mismo.
Rahab se movió junto a mí, dejando la pistola en la mesa.
—Levántala —me dijo. ¿Hablaba en serio? Una mirada a sus ojos feroces
me dijo que sí. Con una mano temblorosa la levanté. Era más pesada de lo
que aparentaba. La levanté enfrente de mí.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 382 ~
—Para compensar interrumpir nuestra sesión, la terminarás por nosotros.
Tragué y se quedó atrapado en mi garganta seca. Rahab dio un paso atrás
y señaló a Gerlinda.
—La matarás tú misma.
La respuesta inmediata de mi cuerpo fue temblar mi cabeza de un lado al
otro. No. No. No.
—Rahab… —La voz de mi padre sonó más profunda que lo normal. Pero
Rahab sólo sonrió, sabiendo que había escogido el castigo perfecto. El
hecho de que había hecho molestar a mi padre sólo endulzaba más el
hecho.
—O la matas y vives, o ambas mueren. —Él emitió una risita singular.
Varios Duques se encontraron con la de él. La risa de todos juntos se elevó
hasta que mi cuero cabelludo hormigueó.
—Me obedecerás ahora, hija de Belial. Levanta la pistola.
Gerlinda y yo nos miramos por primera vez desde que subí al escenario.
Sus ojos no tenían esperanza. Ella creía que la iba a matar para salvarme
a mí misma.
—Hermano Rahab —lo llamó uno de los Duques, y le aventó otra pistola,
la que Rahab atrapó. Él apuntó a mi frente. Aguanté la respiración. Este
era el momento. Iba a morir, y mi pobre padre y sus amigos tendrían que
verlo.
Sólo había uno que podría salvarme ahora. Por favor ayúdame.
—Última oportunidad —regodeó Rahab, preparando la pistola con un clic.
Un chirrido sonó, como sillas haciéndose hacia atrás, y vino del lado de la
habitación donde mis amigos se sentaban. Antes de que alguien tuviera
oportunidad de ver, alguien sacó una lámpara… no, un reflector de teatro
en el fondo de la habitación. Todas las cabezas se giraron a la vez hacia la
luz cegadora.
Tan confundida y curiosa como estaba, mi mente se fue hacia el ruido que
oí. Forcé mis ojos entre la luz creciente para encontrar a Kopano y a
Kaidan parados. Una navaja brillaba en la mano de Kaidan.
¡Siéntense!
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 383 ~
Les rogué, con pánico. Ambos saludaron, y Kopano se sentó. Los ojos de
Kaidan estaban atrapados con los míos. Se lo pedí mientras él se paraba
ahí, todo obstinado. La luz brillaba más allá habitación, distrayendo a
todos los que pudieron darse cuenta de nuestra interacción.
Los Duques protegieron sus ojos, incluso mi padre, y la pistola de Rahab
cayó a su costado.
Por favor, siéntate, le pedí a Kaidan una vez más, rogándole. Y esta vez lo
hizo.
Una repentina paz llegó a mí, planchando las crestas de ansiedad y miedo
de mi alma.
La luz ahora era un enorme y brillante agujero en la pared trasera, que
cegaba, y de ahí salió un ángel, luego otro, y otro, hasta que sus tropas
llenaban todo el espacio abierto de la habitación. Este no era el tipo de
ángeles de naturaleza dulce, como los que cuidaban a los humanos. Estos
eran ángeles guerreros, que daban justicia. Ellos usaban una armadura
que brillaba como la empuñadura. Cada uno tenía el cabello de diferente
largo y enormes alas blancas. Todo en estos ángeles era feroz y etéreo,
estoico y galante. Apenas podía respirar.
Los Duques tropezaron, presionándose hacia el escenario. Se habían ido
sus aplausos y abucheos. Los espíritus demoniacos sobre nosotros se
elevaron hacia el cielo, siseando como gatos de los callejones.
—¿Q… qué…? —Rehab se dio cuenta que temblaba y se enderezó—. ¡Cómo
se atreven a venir aquí!
—Vamos a donde somos enviados —respondió el ángel del centro.
—Sí, sí, claro que lo hacen —escupió Rahab—. No tienen mentes propias.
¿Qué quieren?
—Tú no matarás a la hija de Belial. —La habitación quedó fantasmalmente
silenciosa. Mi corazón se elevó.
—Los Nephilim nunca han sido de su incumbencia. ¡Son nuestros!
—Nada en la tierra es suyo, oscuro.
Rahab se convirtió de un color rojo remolacha, espuma se formaba en las
esquinas de su boca.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 384 ~
—¡Los de tu clase se supone que no deben interferir en nuestro trabajo! Se
nos ha concedido el derecho de probar a la humanidad y hacernos cargo
de nuestros propios rangos.
—No es el momento de ella. —El ángel me consideró—. Ella servirá como
prueba a muchas almas.
Había una densa pausa. Y entonces Rahab sonrió.
—Bien. Quizá no es su momento ahora. —Él movió la pistola hacia mí—.
Pero es el de ella. —Antes de que alguien pudiera detenerlo, él apuntó a la
frente de Gerlinda y le disparó. Grité con el repugnante crujido y el rocío
de sangre. Ella cayó hacia atrás, golpeando la pared, y deslizándose hacia
abajo, muerta. Su espíritu salió de su cuerpo y fue atrapado por dos
espíritus Legionarios quienes la sacaron de nuestra vista.
La pistola que sostenía cayó al suelo y me agaché. Era seguro que Rahab
iría contra las órdenes de los ángeles y que también trataría de matarme, y
entonces sentí la empuñadura en mi tobillo. Mi mano encontró la cubierta
de cuero y me hice bolita para abrirla.
La tropa de los ángeles se movió hacia el escenario al unísono, llenos con
el coraje justiciero. Ninguno de los Duques se atrevió a moverse. Rehab dio
un paso hacia atrás mientras varios ángeles me rodearon en un círculo
para protegerme.
Un ángel de cabello largo se dio cuenta de lo que estaba haciendo y se
agachó, escudado por la vista de sus hermanos.
—No debes revelar esta noche la Espada de la Verdad, niña —me susurró
el ángel.
Su voz era un bálsamo para mi alma, y quité mis dedos de la empuñadura,
sin tener más el instinto temeroso de protegerme a mí misma. Me levanté,
temblorosa, pero extrañamente en paz.
Cada uno de los ángeles miraba a Rahab, afligidos y ofendidos por la
pérdida de la vida que acababan de atestiguar. El líder en el centro parecía
librar una batalla, queriendo más que nada desobedecer las órdenes para
hacerse cargo de Rahab ahí y entonces:
—Algún día —le prometió el ángel. Él y Rahab se miraron el uno al otro
mientras los ángeles se movían hacia la luz, uno por uno desapareciendo
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 385 ~
por ella. Cuando el último ángel entró en la luz, la oscuridad descendió de
nuevo en la habitación.
Una tensión palpable llenó la habitación con su ausencia.
—Algún día tomaremos de regreso lo que es nuestro —murmuró Rahab, a
punto de estallar de cólera. Se giró hacia mi padre—. ¡La castigarás dentro
de un centímetro de muerte! Ahora saquen sus vástagos mugrientos de
nuestra vista. ¡Todos! ¡Váyanse!
Había un pandemonio mientras brincaba fuera del escenario y corría para
agarrar mi chaqueta. Los Nephilim se levantaban de un salto, las sillas
caían y agarraban sus cosas y salían de ahí. Mis amigos me miraban con
incredulidad. Sus rostros me mostraban que habían pasado por un
infierno al igual que yo. Incluso Ginger se veía preocupada. Pero fue la
mirada vidriosa y blanca de Kaidan la que me mató.
Durante esos segundos lo miré hasta que su mirada se enfocó. Verme ahí
rompió algo dentro de él.
Alguien me agarró del codo: mi padre.
—Vete —gruñó, llevándome hacia el éxodo de los Nephilim. Ginger agarró
la mano de Marna y corrieron, con Blake corriendo cerca. Me empujó hacia
adelante y chocamos contra la multitud.
Me giré, buscando a Kaidan. Tuve que decir adiós. Mi padre sacudió su
cabeza. En la locura hice contacto visual con Kopano, y sus ojos
preocupados me rompieron.
Mi padre siguió empujándome por detrás, subí las escaleras estrechas y
bajé por pasillo oscuro, hombro a hombro con otros Neph Continué
girando, tratando de ver sobre el sólido cuerpo de mi papá, frenética por
vislumbrar a Kai.
Y ahí estaba, también empujando a la gente. Acerqué de nuevo mi brazo,
sintiendo el firme agarre de la mano de mi padre alrededor de mi cintura.
Los dedos tibios de Kaidan se enredaron en los míos, y nuestras miradas
se encontraron. En esos ojos azules había una mirada destrozada que hizo
que mi alma me doliera.
—¡Suficiente! —regañó secamente mi padre, jalándome y rompiendo mi
conexión con Kai. Grité. Entramos en la noche fría, donde mi padre gritó a
un taxi, abrió la puerta y me arrojó adentro. Le dio la dirección al taxista.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 386 ~
—Directo al hotel —me dijo mi padre, tirándome el dinero en mi regazo—.
Luego hablaré contigo.
Él azotó la puerta.
—¿Qué está pasando en ese club? —me preguntó el taxista mientras ponía
el pie en el acelerador—. ¿Hay un fuego o algo?
No podía responder. Me giré en el asiento, mirando a Kaidan al borde de la
acera, con las manos en la cabeza, el aire que expulsaban sus labios se
condensaba como humo, mirándome irme.
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~ 387 ~
Capítulo 31
Por debajo
Traducido por Simoriah Corregido por Micca.F
egresar a la escuela después de ese fin de semana fue
surrealista. Intenté concentrarme en Jay y Roni, que estaban
lastimados. No se hablaban en ese momento, a pesar de los
esfuerzos de Jay para disculparse. La profundidad de su tristeza sólo me
daba más esperanzas para su posible futuro. Estaba claro cuánto se
preocupaban el uno por el otro.
Seguía pensando en cómo el ángel había dicho que yo sería una prueba
para muchas almas. Quizás estaba diciendo algo sin que realmente fuera
así. Rehabilitación. ¿Podían los ángeles decir que iban a hacer algo y
R
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 388 ~
realmente no poder hacerlo? Sin importar lo que él hubiera dicho, no
había manera de que yo trabajara para mi padre. Preferiría morirme.
Marna había venido trayendo malas noticias el día después de la cumbre.
Kaidan se iba a mudar a Los Ángeles enseguida, y la banda pronto lo
seguiría. Me habían dado instrucciones de que no llamara. Se había ido
sin decir adiós. Sabiendo que vivía tan cerca había sido mi manto de
seguridad, y ahora se había ido.
Marna reveló otro tipo de información acerca de la noche de la cumbre.
Kaidan había escondido un cuchillo en la suela de su bota, lo que
explicaría lo que llevó a cabo cuando se había puesto de pie, dispuesto a
luchar por mí. Afortunadamente nadie se había dado cuenta, porque la luz
había sido el foco de la habitación.
Era mejor así, me dije a mí misma. Más seguro. Lo repetí como un mantra.
Revisé mi correo y lo subí al apartamento cuando llegué a casa de la
escuela. Patti aún no había regresado del trabajo.
Casi tiré la pequeña postal a la basura con el resto del correo, pero el sello
postal de Arizona me llamó la atención.
Fue difícil decir cuánto tiempo miré la postal, abrumada, antes de tomar
mis llaves. Salí corriendo del apartamento, apurada por conducir y
calmarme. No importaba dónde. Sólo necesitaba estar en la carretera.
A mitad de camino de Atlanta terminé en la parte más alta del Punto
Panorámico. Como era la mitad del día, era la única allí arriba. Sentí la
adrenalina de estar en un lugar que estaba prohibido, y mirando la gran
extensión, comprendí por qué me había sentido atraída hacia ese lugar en
particular.
Apagué el motor del auto y me senté allí mirando la postal en mi regazo.
En el frente había una fotografía del Gran Cañón. Aunque era una escena
hermosa, sabía que la foto no podía hacerle justicia. Volví la postal y leí la
pequeña y cuadrada escritura masculina junto a mi nombre y dirección.
Lo lamento.
Era todo lo que decía. Pero esas dos palabras me decían muchas cosas.
Pena y arrepentimiento. Dolor y una oportunidad perdida. Y por último,
sacrificio.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 389 ~
Intenté imaginar a Kaidan conduciendo una camioneta con todas sus
cosas, haciendo un desvío y parándose al borde del enorme abismo. Cuán
pequeño debió haberse sentido. ¿Se dio cuenta, como yo lo hacía ahora, de
que todo era mucho más grande que nosotros?
Salí del auto, apretando la postal en mi mano y preparándome contra el
frío viento de la altura. Caminando hacia el borde marcado por sogas, miré
la vastedad de la división. Nuestro propio cañón, aunque no tan grande. El
valle ante mí se sumergía, y cada centímetro de vida vegetal estaba
cubierto de una enredadera con muchas hojas, como una selva tropical.
Kudzu: la enredadera que comí en el Sur. Siempre había pensado que era
hermosa, en una forma salvaje, pero no hoy. Hoy me sentía mal por los
árboles que se sofocaban debajo.
Saqué el teléfono celular, bajé por la pantalla, y marqué antes de que
tuviera tiempo de cambiar de opinión. No sabía qué iba a decir o qué
quería oír de él. Ni siquiera me importaba si no decíamos nada, y
simplemente compartíamos tiempo de aire silencioso. Quizás podía
deleitarme con el sonido de su correo de voz una última vez…
—El número que ha marcado ha sido desconectado…
O no.
Colgué, metiendo el teléfono con fuerza en mi bolsillo y dejando que mi
cabeza cayera hacia atrás mientras el viento ganaba velocidad.
Había terminado. Realmente. Mis ojos se cerraron y oí el golpeteo de la
lluvia momentos antes de que la sintiera contra mi piel. Las frescas gotas
del cielo eran suaves en mi rostro. En ese momento estaba abrazada por
los elementos, reconfortada justo como si Patti me sostuviera en sus
brazos. En la seguridad de esa sensación, dejé que el dolor saliera a
tropezones de mi corazón con gritos que había contenido. Me acongojé con
la cara entre mis manos hasta que no hubo más que llorar. Levanté el
rostro hacia el cielo una vez más, dejando que la lluvia lavara mis saladas
lágrimas.
Ahora entendía lo que Kai había intentado que yo viera: no había nada
saludable en querer desesperadamente algo que no podías tener. Nunca
tendría un esposo e hijos. Él nunca tendría la libertad de permitirse ser
amado. Y cada vez que nos veíamos era un doloroso recordatorio de esos
hechos.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 390 ~
Patti me dijo que cuando realmente amas a alguien, debes sostenerlo en
una mano abierta. Así era como yo necesitaba amar a Kai. Era necesario
que abriera los dedos y lo dejara ir.
Como si estuviera complacida con mi revelación, la lluvia se detuvo y otro
viento sopló. Las nubes se movieron hasta que un rayo de sol de inverno
se derramó por el valle hacia el pico del Punto Panorámico, entibiando mi
rostro, dándome valor. Asentí e inhalé, arreglándomelas para esbozar una
pequeña sonrisa. Podría ser que hubiera heredado un legado de pecado de
mi padre, pero también se me había entregado un legado de esperanza de
mi madre, y ése era el que necesitaba abrazar.
No sabía si alguna vez volvería a ver a Kaidan, o cuándo, pero supe que lo
amaría toda mi vida. Siempre tendríamos nuestros recuerdos: el sonido de
la risa del otro y la sensación de los labios del otro. Siempre había sabido
que él estaba dispuesto a morir por mí. Nadie podía quitarnos eso.
Como los humanos, no tenía idea de qué me deparaba el futuro o cómo mi
vida podría ser usada en el esquema de las cosas. Pero no dudaba que
sería, de hecho, usada. Si la vida era un juego, como todos decían,
entonces quería ganar. Elevé mis manos al cielo.
Cuenta conmigo.
Fin del libro
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 391 ~
Nombres de Duques y trabajos
Índice de descripciones
Traducido por flochi Corregido por Angeles Rangel
Nombre del Duque: Descripción del trabajo: Sus hijos (Neph que aparece
en Sweet Evil)
Alocer (Al-ō-sehr): Ira: rechazo del amor, optar por la destrucción; ira
rápida; despiadado: Kopano (Kō-pah-nō)
Astaroth (As-tə-roth): Adulterio: romper los votos matrimoniales; engañar a
la propia esposa: Ginger y Marna
Belial (Beh-leel): Abuso de sustancias: adicciones físicas; principalmente
drogas y alcohol: Anna
Jezebet (Je-zə-bet): Mentiras: ser deshonesto o engañoso
Kobal (Kō-bal): Gula: consume más de lo que el cuerpo requiere o necesita:
también Pereza: evitar la obra física o el trabajo espiritual; pereza; apatía:
Gerlinda
Mammon (Ma-mun): Codicia: deseo de ganancia material terrenal; avaricia;
ambición egoísta: Flynn
Melchom (Mel-kom): Envidia: deseo de los rasgos, estatus, habilidades o
situaciones de los otros; celos; codicia: Blake
Pharzuph (Far-zuf): Lujuria: ansia de placeres carnales del cuerpo; deseo
sexual fuera del matrimonio: Kaidan (Ky-den)
Rahab (Rā-hab): Orgullo: excesiva creencia en las habilidades propias;
vanidad; pecado del cual surgen los otros pecados
Shax (Shaks): Robo: robar
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 392 ~
Sonellion (Sō-nee-lee-un): Odio: promueve prejuicios; mala voluntad hacia
los demás; hostilidad
Thamuz (Thā-muz): Asesinato: quitarle la vida a otra persona
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 393 ~
Material adicional
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 394 ~
Capítulo 1
Desde el punto de vista de
Kaidan Rowe
Traducido por Jo, vanehz y Prímula
Corregido por Angeles Rangel
odavía estaba enojado cuando llegué al club esa noche. En los tres
meses desde que había cumplido diecisiete Padre había estado
presionándome. Probándome. Esa tarde había descubierto lo que
podía muy bien ser mi límite. Padre no había dicho una palabra, pero su
rostro estaba tenso cuando partimos. Esperaba malditamente que lo
dejara ir realmente.
T
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 395 ~
Todavía estaba pensando en eso cuando tomamos el escenario —pensando
en el rostro de la joven en la fotografía— la “sobrina” de Marisa quien
pronto llegaría de Hungría. Pensando en la manera en que madame Marisa
hacía sonar sus largas uñas rojas sangre al juntarlas, un sonido que me
seguía hasta en las pesadillas. La forma en que Padre me miró con
expectación cuando Marisa me pasó la foto.
—Es una maldita niña —había soltado sin pensar. Intenté no
estremecerme cuando Marisa, la mujer demonio, corrió sus uñas por mi
brazo. Era como la única mujer que podía hacer eso sin encenderme.
—No te estamos pidiendo que te la folles —canturreó Marisa—. Sólo no la
queremos demasiado asustada cuando su nuevo dueño la toque. A
algunos compradores les gusta eso, pero no a éste.
—No es tan joven —dijo mi padre. Escuché el borde de advertencia en su
voz, un sonido que se sentía como astillas de hielo siendo empujadas por
mi garganta.
Bajé la mirada a la fotografía de nuevo. No parecía como si hubiera
comenzado a desarrollarse. Once, ¿tal vez? Por primera vez mi
repugnancia anuló mi miedo. Cuando se trataba de chicas de mi edad y
mujeres mayores, estaba dispuesto a todo, pero la pedofilia era
malditamente asquerosa. Le devolví la foto y crucé mis brazos. Marisa rodó
sus ojos y alisó un mechón de su largo cabello negro.
—Parece que tu chico es más del sencillo vainilla de lo que creías —
murmuró ella.
—Estará bien cuando la chica llegue, cariño —le aseguró Padre, dándome
una mirada—. Hará lo que tenga que hacerse.
Pero allí es donde estaba equivocado. Sabía que estaba en la peor de las
peores mierdas aquí, pero había ciertas líneas que no podía físicamente
forzarme a cruzar, y esta era una de ellas. Tal vez la foto era antigua. Sólo
podía esperar a que fuera mayor de lo que parecía.
Salí como el infierno de allí luego de eso. Intenté borrar a la chica de mi
memoria en el camino a la actuación. No me hacía bien pensar en ella o
las cientos de otras como ella.
No sientas.
No pienses.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 396 ~
No reconozcas lo que es real. Sólo sigue los movimientos, como siempre.
Tomé mi lugar en la batería esa noche y giré las baquetas, saboreando el
familiar sentimiento de la fría, suave madera entre mis dedos. Profundas
respiraciones, era yo mismo. El real yo. Aún durante el sexo no podía
dejarme ir completamente, estaba súper consiente. La música era la única
manera.
Miré la casa atestada. Chicas gritando, saltando arriba y abajo en frente
del escenario. Montones de piel mostrándose.
Sí. Podía hacer esto.
Comenzando con golpes suaves y trabajando mi camino alrededor del
escenario, arranqué un par de series de ritmos para calentar.
Inmediatamente la energía en la habitación cambió, se intensificó. Las
conversaciones se bajaron a murmullos y cabezas se giraron hacia el
escenario, luego voces volvieron a zumbar más fuertes que antes. Michael
me envió una sonrisa antes de que revisara sus cuerdas y micrófono. Un
perverso ritmo podía cambiar la atmosfera completa de una habitación.
Sentí ojos en mí, calentando mi sangre. Sí, un buen ritmo era sexy. Hacía
que la gente quisiera mover sus cuerpos… especialmente sus caderas…
Sencillo vainilla mi culo.
Maldición. Tenía que dejar de pensar en hoy. Además, Marisa estaba sólo
dolida de que hubiera ignorado todos sus asquerosas insinuaciones.
Michael lanzó su correa sobre un hombro, la guitarra eléctrica colgaba
baja. Tocó algunas notas, mirando a Raj en el bajo hasta que ambos
asintieron, felices con la sincronización.
Michael le hizo gestos al DJ, quien le dijo a la habitación que se entregara
a Lacivious. Y lo hicieron. Mientras más fuerte mejor.
A propósito no miré a la energética multitud mientras Michael iba al
micrófono con la bienvenida. Tenía que concentrarme. No podía distraerme
por todas las chicas y sus curvas allá afuera.
Michael me dio el visto bueno con un movimiento de su barbilla y yo
levanté las baquetas sobre mi cabeza para contar.
—¡Uno, dos, tres, cuatro! —Bam.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 397 ~
Estábamos en llamas esa noche. La primera canción estuvo llena de
energía, lanzándome en picada y terminando con ardor en los músculos.
Toda la mierda en mi vida desapareció y había solo creación de ritmos,
ritmos que hacían vibrar el alma, trayendo la carne a la vida, cada célula
punzando en un ritmo que apenas podían contener.
Me imaginé que el regocijo sería algo similar a esto. Sólo dejarse ir.
Mi frente ya estaba un poco húmeda al final de la primera canción,
haciendo que mi cabello se pegara. Lo empujé a un lado y me preparé
para la segunda canción, la que empezó más lento.
Cuando la habitación se acostumbró nos arranqué con el platillo caliente,
silenciando el tranquilo ritmo. Michael siempre llegaba a segunda base con
el micrófono cuando cantaba su parte de balada. Y luego la real diversión
comenzó, una dramática pausa silenciosa y quietud, seguida por un crudo
castigo general de la batería, letra gritada, y un estribillo de alto decibel lo
suficientemente fuerte para sacar el techo.
En. La. Zona.
Mi cuerpo tomó el control y golpe tras golpe cayeron justo hasta que,
crash, golpe de los platillos. Giré las baquetas en el aire y luego las metí
bajo mi brazo.
Maldición, que subidón. Me sentí bien. Concentrado. Hasta que mi
estúpido cabello mojado se metió en mis ojos y no pude sacarlo
pestañeando. Lo golpeé a un lado. Teníamos un par de minutos antes de la
siguiente canción mientras Michael hablaba tonterías con los fans un
poco, manteniéndolos animados.
Hablando de animados, dos chicas en el frente gritaban mi nombre así
que miré. La Madre Naturaleza las había bendecido a las dos con enormes
pechos. Nos habían bendecido a nosotros en regreso usando pequeñas
camisetas. Tal bondad merecía una sonrisa. Tal vez llegarían tras
bastidores después. Podría ser divertido…
Me removí en la banqueta. Demonios. Mantente enfocado, imbécil.
La tercera canción empezó. Raj escogió el tono en la línea del bajo y
entonces entré más fuerte, obligándome a perderme en los intrincados
detalles. Cuando terminé, calmé las baquetas picando entre mis dedos.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 398 ~
Con una inclinación de mi cabeza quité el cabello de mis ojos y agarré mi
botella de agua del piso.
Escaneé la multitud, tratando de no revisar el despliegue de escotes otra
vez, y esperando no ver los rostros de las chicas que me habían estado
espiando antes. Mi escaneo patinó hasta detenerse ante la señal de una
rubia de rostro fresco mirándome justo a mí. Era más linda que el infierno
con aquella salvaje melena de cabello largo y un aura rojo picante. Pero lo
poco que noté después, envió hielo cortando a través de mi espina dorsal.
Era eso… ¿una insignia en su esternón? No. Miré. No era negro, pero
definitivamente había algo sobrenatural allí. Busqué alrededor de ella,
esperando encontrar un ángel guardián deslizándose cerca, pero no tenía
ninguno.
Mierda. Un sangriento y jodido Neph. Enviado por mi padre, sin duda.
¡MIERDA! Trabajaba rápido.
Traté de tragar, pero no podía, así que forcé unos tragos de la botella de
agua. Ahora Michael me estaba dando la señal para la siguiente canción,
así que dejé caer la botella al piso y saqué las baquetas de debajo de mi
brazo.
Perdí todo enfoque. No sé cómo mantuve el ritmo, excepto por el hecho que
había practicado tanto que era casi una segunda naturaleza. Miré otra vez
para mantener un ojo en la chica, pero se había ido, empujando su camino
a través de la multitud hacia el lavabo. Tomó cada gramo de mi
autocontrol no abandonar a la banda y saltar del escenario para seguirla.
Pensé que conocía a cada Neph de mi edad, pero nunca la había visto.
Definitivamente recordaría ese dulce rostro. Ese cabello.
Maldije silenciosamente que la canción fuera tan larga, pero al menos era
la última antes de que la segunda banda empezara. Normalmente no
usaba mi audición amplificada durante un concierto, pero tendría que
hacer una excepción esta vez. Empujé mi sentido auditivo sobre la enorme
multitud e irrumpí en el lavabo de chicas. Escuché, tratando de darle
sentido a la tonta conversación mientras golpeaba la marcación de la
canción.
—He oído que ese tipo Kaidan tiene gonorrea.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 399 ~
Perdí una nota y todos los chicos de la banda me dispararon miradas
interrogantes. No podía recordar la última vez que había jodido una
canción, pero estaba demasiado concentrado en el drama del baño para
dar un trasero de rata.
Claramente la Neph estaba tratando de evitar que las otras chicas fueran
al backstage. Menos obstáculos en su camino mientras me encontraba y…
¿hacía qué? ¿Matarme? ¿Preguntarme sobre mi padre y los otros
sangrientos Duques?
¿Y ahora qué les decía a las chicas? ¿Se estaba retractando y
disculpándose? ¿Qué…? No tenía ni una pizca de sentido.
Finalmente la maldita canción estaba acabando y podía llegar al fondo de
esta basura.
La rubia salió justo mientras nos precipitamos de la plataforma. Mantuve
mi audición ajustada alrededor de la chica mientras caminaba al
backstage. Se encontró con un chico al que llamó Jay. La conversación
sonaba tan malditamente normal. Debía ser una buena actriz, pero no
podía engañarme.
Anna. La había llamado Anna.
Jay llevaría a Anna al backstage. Bingo. Hora de jugar, pequeña Neph.
Ah, Cristo. Tres modelos locales estaban esperando por mí cuando entré.
Olvidé que las había invitado. Mi mente estaba demasiado preocupada
para apreciar por completo a las mujeres que me rodeaban ajustadamente
en ese momento. Sentí a la chica Anna entrando con dos chicos humanos.
La chica a mi lado sacó un cigarrillo. Tuve mis cerillas encendidas antes
de que ella pudiera alcanzar su encendedor; un talento de pub que había
perfeccionado a los catorce años después de haber visto a mi padre
hacerlo. Pero no podía pretender estar más interesado en las chicas
mientras miraba a los chicos humanos de Anna dejarla ahí luciendo fuera
de lugar e incómoda en su propia piel, las emociones desplegándose a su
alrededor. ¡Buen Dios, su aura! ¿Por qué infiernos estaba mostrándola?
Las modelos hablaban y yo replicaba, pero por mi vida no podría quitar los
ojos de Anna. Y entonces ella me miró también, dando un golpe a mi
pulso.
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~ 400 ~
Su aura se volvió loca, y bajó la mirada, como con timidez. Como si...
¿Creía que era tonto? Miró otra vez hacia arriba, y podría jurar que parecía
aterrada, eso me molestaba. Bolas a la pared, amigo. Tiempo de
confrontarla.
Una mano delgada agarró mi brazo y dijo mi nombre. Levanté un dedo
índice y me excusé.
Los ojos de la Neph se dispararon alrededor mientras me aproximaba, lo
cual solo me hizo mirar más fijamente. No sabía a qué estaba jugando pero
estaba a punto de perder.
Finalmente sostuvo mi mirada.
—¿Quién eres tú? —pregunté.
—Yo soy… ¿Anna?
¿Tratando de ser linda, eh? No me lo trago.
—Exacto. Ana. Qué bonito. —Me incliné más cerca—. Pero, ¿quién eres tú?
—¿Acabo de llegar con mi amigo Jay?
Empezó a balbucear y a juguetear mientras miraba sus nervios en su aura
y ese ámbar y blanco arremolinándose como distintivo. Nunca había visto
un Duque con un distintivo ámbar, y el blanco era desconocido, la sombra
de los ángeles. Ana cruzó sus brazos y miró hacia arriba.
Sus labios estaban presionados como si fuera infeliz… y tenía la más
encantadoramente bella marca en lo alto del borde de sus labios. Dios,
quería tocarla… besarla… lamerla. Naturalmente, eso condujo a
imaginarla desnuda con ese cabello plateado alrededor de ella.
¿Mantendría ese acto inocente en la cama? Nah, no la dejaría; tendría su
verdadero lado de zorra expuesto en poco tiempo. Mmm…
Hey, imbécil, es posible que esté aquí para reunir información que podría
conducir a tu muerte, me recordé a mí mismo, aclarando mi cabeza antes
de que mi cuerpo tuviera alguna oportunidad de tomar el control. Además,
tenía una regla de “no Neph”.
Esta chica era extraña, sin duda, pero no podía dejar de acercarme y tener
un poco de diversión si íbamos a hacer todo esto de “pretender” cosas.
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~ 401 ~
Cuando le pregunté dónde estaba su ángel, pensé que seguramente
dejaría caer la charada y solo diría lo que jodidamente vino a decir, pero no
lo hizo. Parecía genuinamente nerviosa, como si pensara que me estaba
refiriendo a su no-novio como un ángel. Si todo esto era una actuación,
cómo podía hacer que sus colores saltaran alrededor como: gris pálido,
gris mediano, sombreado, ah sí, chico… un lindo remolineo de rojo. Me
deseaba, pero podía decir que no estaba feliz por eso.
¿Por qué no iba a decirme quién era y lo que quería? ¿Por qué jugar a este
juego cuando ella sabía que yo podía ver que era una Neph?
Di un paso atrás. Un pensamiento pasó y aquello me asustó la mierda. ¿Y
si no lo sabía?
No.
Eso no era posible. Tal vez de vuelta en el día cuando los Duques había un
sinnúmero de niños huérfanos podría haber Neph desaparecidos, pero
todo estaba bien regulado ahora. Alguien tenía que saber de ella. Tal vez
ella se mantuvo oculta de otro Neph para ser usada como arma secreta
contra nosotros, confundir el infierno fuera de nosotros y luego entrar a
matar.
Me pregunté hasta dónde estaba dispuesto a asumir este pequeño juego.
Miré a los humanos que vinieron con ella.
—No es tu novio, ¿eh? —Estaba empezando a parecer enojada, lo que
encontré entretenido—. ¿Estás segura de que no te gusta?
Sonreí y ella sobresalía la barbilla, de pie un poco más alta, que no era
muy alta en absoluto
—Sí, lo estoy.
—¿Cómo lo sabes? —le pregunté.
Pareció reflexionar sobre esta cuestión antes de soltar:
—Solo lo sé, ¿de acuerdo?
Levanté mis manos y reí en la cara de su lindo espectáculo de descaro.
Quizá me estaba divirtiendo un poco demasiado con todo esto, pero no
pude evitarlo. Fue tan ridículo. Estaba determinado a sacarla por todos los
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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medios posibles. La intimidación no había funcionado, así que era el
momento de encender el encanto.
—Lo siento mucho, Anna. He olvidado mis modales. Pensé que eras…
alguien más. —Extendí mi mano—. Soy Kaidan Rowe.
Sacó una mano de su pecho y tomó la mía. La suya era suave y fresca, y
parecía correcta en casa en la mía, que era una cosa estúpida para que yo
lo pensara. Esta Neph estaba haciendo cosas extrañas en mí.
Estaba a punto de tirar de mi mano cuando ella de repente se calentó… y
se sonrojó por completo. Un-jodido-creíble. ¿Cómo ella llegó a hacer eso? Y
su aura se estaba volviendo loca otra vez, el deseo de ganar por ser el color
dominante. Y solo para estar seguro de que ella no era una experta en
juegos mentales, abrí mi sentido del olfato y dejé que la rodeara.
Oh mi maldición. Definitivamente desprendiendo feromonas.
Oh… que olían tan bien. Como una pera fresca. Y una flor delicada que no
podía ponerle nombre. Eso iba a molestarme.
Correcto. Reí de la locura de todo y poco a poco tomé de regreso mi mano.
Estaba a punto de guardar mi sentido del olfato a distancia hasta que tuve
una idea. Una prueba más para ella. Buscando por la calle, evitando los
nauseabundos olores hasta que encontré lo que estaba buscando.
—Ah, huele bien. No hay nada como los perros calientes americanos. Creo
que conseguiré uno más tarde.
Me miró como si estuviera loco y dijo:
—Yo no huelo nada.
—¿En serio? Inclínate algo hacia la puerta. Respira un poco… más
profundo.
Me di cuenta de que sabía lo que quería decir. Su rostro se apretó por la
concentración y su pequeña nariz ligeramente ensanchada hasta que supe
que lo había olido. A más de un kilómetro de distancia. Esperé a que
tratara de negarlo, pero ella se limitó a negar con la cabeza y me miró
parpadeando. Sí, así es… Puedo hacer lo que tú puedes hacer, así que
vamos a cortar la mierda, ¿de acuerdo?
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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—Hmm. Supongo que estaba equivocado, entonces —dije con una buena
dosis de sarcasmo.
Esto realmente había ido demasiado lejos. Necesitaba conseguirla fuera del
ojo público y obtener algunas respuestas. Las cosas no fueron cuadrando.
Una de los modelos tomo ese momento inoportuno para acercarse.
Susurré lo que ella quería oír. Que estaría terminado para llevarla a su
casa, y luego teníamos toda la noche. Ella se marchó satisfecha mientras
yo sentía todo lo contrario. No podía salir del trabajo para perseguir a la
chica Neph, sobre todo si estaba bajo algún tipo de vigilancia. Pero yo la
encontraría. Sus amigos humanos estaban allí dando su información a
nuestro manager de gira. Averiguaría dónde vivían, a qué escuela asistían,
qué partidos estaban sucediendo en su área… Tenía recursos.
—Tal vez te veré, Anna. Voy asegurarme de darle a las canciones de tu
novio Jay una escuchada.
La oí decir:
—Él no es mi… —Mientras me alejaba, de vuelta a mis magnificas citas
esperando no muy pacientemente.
Yo escuchaba desde lejos cuando el tipo Jay regresó a ella, preguntando
acerca de nuestra conversación. Casi me reí cuando dijo:
—¡Hombre, ustedes parecían que iban a rasgar sus ropas el uno de otro! —
Y ella lo golpeó. En cambio le guiñé un ojo, y maldición si no se sonrojó de
nuevo.
Se merecía un Oscar.
Traté de darles a las modelos mi total atención, pero en lo único que podía
pensar era en la chica Neph cuando se fue. Escuché su conversación
mientras me alejaba. Ella estaba a punto de llamar a alguien llamado Patti
cuando salió de mi rango de audición.
—Fresia —dije cuando el nombre de la flor finalmente vino a mí.
—Las modelos dieron una mirada entre sí luciendo divertidas y soltando
una risita.
Negué con la cabeza. —Lo siento. No importa.
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Se rieron ahora y sonreí, sintiéndome como un idiota, un sentimiento
desconocido para mí.
Me inundó una intriga como nunca antes había experimentado, y no me
gustaba. No podía quitármela de la cabeza. Todo en ella gritaba inocencia,
pero eso era algo imposible. Su repentina aparición en mi vida me llevó a
la distracción, algo que no podía permitir. Aún así, me repetí nuestra
reunión por días, imágenes de su apariencia totalmente natural,
expresiones abiertas y la aparentemente autentica amistad con un niño
humano.
O esta Neph tenía algún plan retorcido, ingenioso para atraparme, o ella
realmente no sabía lo que era, lo que significaba un grave peligro para ella.
No es que me importara. Una cosa era cierta: No descansaría hasta que
encontrara más información sobre esta Anna.
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Esta escena nos lleva a profundizar en la mente de Kai en la cual nunca
antes hemos ahondado. Podría haber hecho llorar a Wendy un poco
mientras la escribía.
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Capítulo 26
Halloween—Punto de Vista de
Kaidan Rowe
Traducido por Lalaemk, maleja.pb, SOS cookie3 y Shadowy Corregido por Angeles Rangel
iempre había vivido la vida como un juego, moviendo mi pieza a lo
largo del tablero, tomando placer donde podía, pero sintiéndome
vacío. Hasta que una pieza sorpresa del juego vino y lo arruinó
todo. La vida era todavía un juego, sólo que las reglas habían cambiado y
ya nada tenía sentido, comenzando en el momento en que ella se alejó de
mí en el aeropuerto de Los Ángeles. Pensé que ella pelearía más, un poco
esperanzado que lo haría, pero al final se fue en silencio. Y eso me mató.
S
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 407 ~
No había dormido en absoluto en nuestra última noche en L.A., y
difícilmente podía mantener mis ojos abiertos en el primer día de manejar
por el este. No había nada que hacer cuando manejabas solo, excepto
pensar. Nunca antes temí mis propios pensamientos, pero ella me
envenenó con su maldita esperanza y bondad.
Y amor.
Una y otra vez la vi en mi mente cuando ella estaba sentada esa noche en
la cama, como una imagen fija capturada en mi cerebro... el aura rosa
fluorescente, sorprendentemente hermosa, rodeando su piel mientras ella
apretaba una almohada contra su pecho casi desnudo.
Esa imagen. Me dejaba muerto. Me provocaba y me cortaba.
Nunca en mi vida había querido a alguien más como esa noche con Anna
Whitt. Su voz cuando me dijo que no me detuviera... lo juro... su voz
acariciaba cada pulgada de mí. Ella era la combinación perfecta de dulce y
salado. Ángel y zorra. Y yo podía tenerla. Podía llevarla a lugares que ella
nunca soñó que existían, y nunca vería el mundo de la misma forma. Pero
no podía tener eso. No quería que ella cambiara. Era lo suficientemente
malo que ella me hubiera cambiado a mí.
Cuando vi su amor por mí, girando a su alrededor como si fuera un
maldito faro, no quería nada más que regresar a esa cama y darle cada
parte de mí. Nunca había sentido eso antes, una urgencia conducida por
algo más que lujuria, una urgencia que requería que bajara la guardia y
que permitiera que llenara el profundo vacío en mí. Fue entonces que supe
sin duda que teníamos permanecer lejos el uno del otro, o terminaría
muerto. Porque cuando estaba con ella, nada más malditamente existía. O
importaba.
Así que la llevé al aeropuerto, y luego manejé.
Finalmente me detuve después de medianoche, habiendo manejado
diecinueve horas. El vestíbulo del pequeño hotel había estado vacío esa
noche, excepto por mí y la chica detrás del mostrador de registro,
probablemente diecinueve o veinte años. Ella era tímida conmigo,
dándome pequeñas miradas a través de sus pestañas mientras tomaba el
efectivo e introducía mi información con el teclado.
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~ 408 ~
—¿Está viajando solo, Sr. Rowe? —preguntó mientras deslizaba la llave de
la habitación a través de la división. Cuando vi la sangre subir de su cuello
a sus mejillas, mi cuerpo recogió las señales, pero la sensación se sentía
sorprendentemente aburrida.
Este era el escenario perfecto. La puerta de una oficina permanecía abierta
detrás de ella, vacía. Yo parecía ser un viajero solitario. Ella estaba
aburrida y curiosa, con un aura mezclada de un gris brumoso de
nerviosismo, anaranjado de emoción, y un reflejo de rojo. Condiciones
favorables.
Anna se había ido. Yo había cortado todas esas ataduras. Era tiempo de
volver a trabajar.
Pero cuando vi al rostro de la chica, la cosa más extraña pasó. Me
encontré a mí mismo preguntándome si ella tenía padres en su casa que la
amaban como Patti amaba a Anna. Me imaginé a esos padres sanando su
corazón roto la mañana siguiente cuando ella llegara a casa la mañana
siguiente con un número de teléfono falso de un chico del que se había
enamorado más de lo que ella pretendía.
Pensamientos venenosos.
Una noche más libre. Sólo una más y regresaría al trabajo. Tomé la llave
de la habitación y le dije a la chica buenas noches, me volteé y fui a mi
habitación. Solo.
La noche siguiente me detuve en una ciudad universitaria. Usé mi
identificación falsa para entrar al bar. Estaba lleno de gente, y
extrañamente, no estaba sintiéndolo. Como dije, el tablero de juego de mi
vida se había vuelto un lugar confuso, Y había perdido todo el sentido de
dirección. Una chica en un vestido azul de verano con cabello café
ondulado se detuvo frente a mí y ladeó su cabeza. Aura confusa. Borracha.
Lucía tan diferente a Anna en tantas formas diferentes.
—Luces triste —dijo.
Me encogí de hombros. —Estoy bien.
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Sus ojos se ampliaron. —¿Tienes un maldito acento Británico? —preguntó
en una voz aguda y emocionada.
Aquí vamos.
—Bueno, técnicamente no hay tal cosa como un acento Británico, verás.
Soy de...
—¡Oh, por Dios! —me cortó y puso sus brazos alrededor de mi cuello,
plantando un beso en mis labios, entonces se alejó repentinamente—.
Espera. No tienes, como, una novia o algo, ¿cierto?
Por un momento me sentí ligeramente enfermo. Me tomó un momento
negar con la cabeza. —No, amor. ¿Quieres salir de aquí para que podamos
hablar apropiadamente?
Sus ojos se elevaron, y la dejé guiar el camino.
Tan lejos como las urgencias de mi cuerpo y mi seguridad como Nephillim,
era un alivio volver a trabajar. Pero cada otro nivel me sentía como un
traidor. Un fraude. Un fracaso. No alguien merecedor del amor de una
chica como Anna. Esperaba que nunca la volviera a ver otra vez.
Ese era el verano.
Veía a Jay en los conciertos todo el tiempo, pero nunca a Anna. Era yo
quien le hablaba a la banda de darle una oportunidad a la canción de Jay,
pensando que tal vez traería a Anna a otro concierto y así podría ver cómo
estaba sin tener que lidiar directamente con ella. Pero no había
funcionado. Sólo los otros cuatro Neph eran capaces de hacer que ella
saliera, e hice un desastre de esa noche.
Para el otoño mi curiosidad tuvo lo mejor de mí y le dije a Jay acerca de
esta fiesta de campo. Habían sido alrededor de dos meses desde que la
había visto u oído de ella. No estaba seguro de que él traería a Anna, pero
lo estaba esperando. Esperanza. Estúpida maldita palabra. Sólo quería
verla para asegurarme de que estaba bien. Me sentía un poco responsable
por ella puesto que había sido yo quien la había introducido a la vida
Neph.
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~ 410 ~
Ella probablemente no vendría, chica lista que era.
No dejé que padre viera el disfraz de Halloween que había alquilado. Era la
mejor manera de esconderme de la gente. Sólo una chica sería capaz de
reconocerme en el traje de un gigante gorila peludo, y eso es con lo que
estaba contando. Ella vería a un simio con una insignia.
Halloween siempre había sido mi fiesta favorita: las chicas se vestían de
maneras que normalmente no se atreverían. Las inhibiciones abajo,
incluso sin ayuda de las drogas y el alcohol, y oscura euforia en el aire.
Esta noche no era diferente. Había analizado el campo.
La cabeza de gorila olía apestoso. Y hacía calor en el interior de la maldita
cosa. No fue mi mejor idea, nunca. Entre los nervios y la falta de
ventilación, estaba sudando. Miré a través de los ojos de malla a la
multitud. Debía haber cientos de personas allí para ver a las cinco bandas
tocar. Nuestra banda no tocaría esta noche, por desgracia. El único
momento en el que mi cabeza estaba realmente clara era cuando tocaba.
Enfoqué mis ojos, observando cada cara con una visión clara desde el otro
lado del campo. En una multitud tan grande, era más fácil encontrar a
alguien con mi visión que con mi audición. Me preguntaba lo que usaría si
ella venía. Había una imagen de Anna vestida como un sexy ángel en mi
cabeza y no podía sacarla.
Mis ojos se detuvieron en la cabeza rubia difusa de Jay con un parche en
el ojo y un loro falso apoyado en su hombro. Junto a él estaba una
pequeña bruja, verde con una peluca cutre, negra y con sombrero
puntiagudo. También llevaba una insignia que sólo yo podía ver. Sonreí
para mí mismo dentro de la máscara mientras el alivio me inundaba. No
debería estar tan feliz por ver a una chica. De hecho, nunca en mi vida
estuve desesperado por una chica en particular que estuviera en el mismo
lugar que yo, por razones que no fueran pura lujuria.
No me acerqué. No sabía cómo se sentía ahora. Muchas cosas podrían
cambiar en dos meses, sobre todo cuando había hecho mi mejor esfuerzo
para alejarla y había mejores alternativas para ella por ahí.
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~ 411 ~
Mejores alternativas. Sentí que un ardor se levantaba al recordar la vista
de ella con Kopano. Primero, mientras estaban parados juntos sonriendo
en la barandilla de Double Doors, obviamente ajenos al hecho de que los
estaba viendo. Luego, mientras habían hablado entre sí después de la
fiesta. El pensamiento me dio ganas de quitarme la cabeza de gorila para
poder respirar mejor, pero no estaba de humor para ser reconocido por
alguien que no fuera ella.
Le pregunté a Marna esa noche si había visto algún vínculo entre Anna y
Kope. Sabía que ella sería discreta y honesta. Dijo que había visto destellos
de mutua atracción en la cocina. Ese pensamiento me dio ganas de poner
mi mano en algo, cualquier cosa, preferiblemente en su cara.
—La atracción es el vínculo más débil —había dicho Marna—: Kai, tu
sabes eso. Es cambiante y fugaz.
Pero no importó lo que dijo. No había ningún razonamiento para la bestia
de la envidia.
No debí haberles hecho pasar un mal rato. Él era, posiblemente, el único
chico en la tierra digno de ella. Pero estaba acostumbrado a conseguir lo
que quería, y por primera vez, no podía tenerlo y no quería que nadie más
lo tuviera. Pensamientos imposibles me atormentaban. Deseos imposibles.
Sueños peligrosos.
La miraba ahora mientras se veía a sí misma hacia abajo y luego cruzaba
sus brazos, mirando autoconscientemente en el vestido ajustado, negro.
Era evidente que no estaba cómoda con el tamaño de sus pechos. Nunca
se las había visto completamente pero había visto muchos de ellos en mi
vida todo desde el tamaño Dios-enormes-Santo a pequeños, así que tenía
una imaginación malditamente buena de las dulzuras de Anna. De todos
modos, los senos eran una excelente diversión, pero nunca habían sido mi
rasgo favorito.
En este momento tenía la vista de perfil de mi lado favorito de Anna. Mis
ojos perfilaron la curva de su espalda hasta la cintura, aterrizando en su
culo redondo, lo que provocó una profunda y embriagante agitación dentro
de mí. Menos mal que el traje del maldito simio era espacioso.
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Mis pensamientos se hundieron y mi pulso se disparó cuando me di
cuenta que me estaba mirando ahora, reconociéndome. Ambos nos
miramos por siempre antes de que finalmente saludara. Levanté una pata
y tuve una risita por la piel verde de Anna. Me di cuenta de que había otra
chica con ellos. Centré mi audición en ellas.
—¿… saludabas? —preguntó la chica. Iba vestida como una traviesa
Minnie Mouse.
—Um, ese mono grande —dijo Anna—. Creo que nos está mirando.
No, te estoy mirando sólo a ti, quise decir.
Ambas me miraban, así que levanté un brazo y rasqué el sobaco peludo, lo
que las hizo reír. Me pareció reconocer a la chica como una con la que
Anna estaba bailando en la fiesta del lago. Todavía amaba pensar en cómo
la robé lejos de ese pendejo en la cama esa noche, y la expresión de su
rostro. Era uno de mis pocos recuerdos preciados. Lástima que él no
hubiera tratado de pelear conmigo. Mi único consuelo era que Jay le había
sacado sangre.
Anna apartó su mirada de mí y empezó a masticar su uña. No iba a venir.
Testaruda. Me prometí que esperaría a que viniera a mí, pero estaba
impaciente. No quería hablar con ella por mucho tiempo. Sólo un
momento. Sólo para verla. Sólo para conseguir mi dosis. Y entonces podría
irme.
Me acerqué a ellos y me quite la cabeza del disfraz, sacudiendo mi cabello
húmedo por el sudor y aspiré el aire fresco de la noche. Los ojos de las
chicas se abrieron. Los lunares blancos de Minnie estaban cubiertos
temporalmente por encima de rojo. Tenía un ligero golpe en el arco de la
nariz que le daba a su rostro un cierto atractivo, aunque es probable que
lo odiara. Las chicas eran así cuando se trataba de sus cuerpos.
Miré a Jay.
—Arrgh, amigo —le dije, y él se rió, sacando la mano para chocarla, lo cual
hice. Él era un tipo agradable.
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—¿Qué pasa hombre? —dijo, más como un saludo que como una pregunta
real.
Había venido preparado con una broma baterista para él, ya que siempre
le gustaba decírmelas. Le dije la broma y se río plenamente, como sabía
que lo haría.
Miramos hacia a las chicas, y vi que los colores de Minnie se habían vuelto
a calmar.
—Esta es mi amiga, Verónica —dijo Anna con voz desapasionada—. Y este
es Kaidan.
—Oh, he oído hablar mucho de ti —dijo Verónica con una enorme y
cómplice sonrisa. Cotilleos de chicas. Brillante. No encuentro nada más
divertido que escuchar a escondidas las conversaciones de chicas. Le
hacen pasar un mal rato a los chicos por cosas que se dicen a puerta
cerrada, pero puedo decir con certeza que las chicas son mucho peores.
Miré a Anna ahora. No me gustaba la pintura verde. Ocultaba sus pecas.
¿Y qué era eso en la punta de su nariz? Solo Anna trataría de hacerse
menos atractiva.
—Linda verruga —dije, luego removí la cosa colgando sin ni siquiera tocar
tu piel. Ella se quedó boquiabierta, y sus dos amigos se rieron.
—Te dije que era estúpido —se regodeó Verónica.
Observé mientras Anna frotaba su dedo sobre su nariz para igualar la
pintura. Se quedó adorablemente bizca en el proceso y reprimí una
sonrisa.
Anna y yo nos miramos uno al otro. Solía sentirme incómodo bajo su larga
y fija mirada; la forma en que ésta me hacía sentir vulnerable. Ahora le
daba la bienvenida a ese sentimiento, aunque fuera sólo por un momento.
Ella se cruzó de brazos y dijo:
—Tu cabello ha crecido mucho.
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—Igual que tu trasero —respondí sin pensar.
Ah, mierda. Yo sabía que no debía hacer comentarios sobre el
“crecimiento” a las chicas. Sus amigos se echaron a reír, y no había
suficiente pintura en el mundo para ocultar la conmoción de su rostro.
—Amigo, puedes salir con cualquier cosa —dijo Jay.
—Lo dije como un cumplido —dije con honestidad. Maldita sea. ¿Por qué
siempre que estoy cerca de Anna me convierto en semejante idiota?
Verónica seguía riendo cuando agarró la mano de Jay y se lo llevó. Él me
lanzó una seria mirada de advertencia por encima del hombro al salir, y le
tuve aún más respeto por sus sentimientos protectores hacia Anna.
Especialmente ahora que creía sin dudar que él se sentía atraído por ella.
Sacudí la cabeza hacia un lado para quitar mi cabello de mis ojos mientras
Anna se movía, mordiéndose el lado y mirando fijamente el pasto.
Di algo, cretino
No tenía ni idea de qué decir. ¿Debía disculparme por el comentario acerca
de su trasero? No, mejor no mencionarlo de nuevo, o pensar en su
magnífico trasero principalmente.
—Mi papá me dio un teléfono celular —dijo con esa voz dulce suya,
levantando la vista de nuevo. La pintura verde y el cielo nocturno volvían a
sus ojos marrones aún más oscuros.
Saqué el teléfono celular de mi bolsillo y le quité una pequeña pelusa.
Cuando arqué una ceja ella empezó a darme su número, pero el maldito
disfraz y mi mano temblorosa no estaban cooperando. Sin preguntar, ella
me quitó el teléfono y programó su número. Ese pequeño acto de
familiaridad, como si ella tuviese todo el derecho de tocar mis cosas, hizo
crecer algo en mí. Quería arrojarla sobre mi hombro, llevarla al bosque y
reclamarla como el hombre de las cavernas que mi padre me había dicho
que era.
Genial. Ella estaba mirándome fijamente.
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~ 415 ~
—¿Cómo van las cosas con tu padre y el entrenamiento? —le pregunté.
—Todo salió bien. Supongo —contestó ella en voz baja y cruzó los brazos—
. Conozco mis límites de bebida ahora y todo eso.
Traté de imaginarme a Anna bebiendo. ¿Era una borracha tonta o triste?
Esperaba no comprobarlo nunca.
—Entiendo lo que quieres decir ahora sobre los peligros de… estar juntos.
—Ella se movió más cerca y mi respiración se detuvo—. No lo entendía
entonces, Kai, pero lo hago ahora.
Y ahí estaba esa mirada, la única que me drenaba la fuerza y me hacía
querer darle a ella todo lo que quisiera. Me volteé hacia el escenario donde
la música había comenzado, y traté de recobrar mi fuerza, pero ella siguió
hablando.
—Sé que es arriesgado vernos, pero podríamos hablar por teléfono cuando
tu padre no esté cerca. Si quieres.
Sí quería. Ella no tenía idea de cuánto quería. Pero no podía tener solo una
pequeña porción de Anna. Yo no era masoquista. Tendría que ser todo o
nada, y “todo” garantizaría la muerte de los dos.
—Esa no es una buena idea —dije.
Incluso ahora, desde que habíamos estado allí juntos. Ni una sola vez
había mirado alrededor en busca de Susurradores. Ella me hacía bajar la
guardia y me convertía en un maldito idiota todo el tiempo.
Volteé del escenario hacia un grupo de gente ruidosa detrás de nosotros,
pero no podía concentrarme en nada de nada.
—Pienso en nuestro viaje todo el tiempo —susurró ella—. ¿Alguna vez
piensas sobre eso?
Todos los días.
—A veces. —Traté de mirar cualquier cosa menos a ella.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 416 ~
Anna agarró la parte delantera de mi disfraz con sus pequeños puños,
sorprendiéndome, y exigió saber por qué había invitado a Jay a esta fiesta.
Para ver si todavía me amas, yo quería decirle, pero no lo hice. No era justo
de mi parte.
No podía mirarla. Solo hacía las cosas innecesariamente difíciles cuando
trataba de husmear en mis sentimientos.
Pero, ¿No era eso lo que yo estaba tratando de hacer? ¿Averiguar si ella me
amaba así pudiera ser difícil en todos los aspectos otra vez? ¿A quién
estaba engañando? Era un completo masoquista, buscando dolor, y un
sádico imbécil también, de manera que seguía lastimándola.
—No lo sé —dije entre dientes.
Ella tiró más fuerte, y la cantidad de pasión en su pequeña forma llenó mi
cuerpo con una necesidad zumbando que nublaba mi cabeza.
—No puedo seguir viviendo así, Kai. Necesito saber cómo te sientes.
Necesito saber de una forma u otra para que pueda tener algún tipo de
cierre.
A ella todavía le importaba. Eso era evidente, y tanto como me odiaba por
admitirlo, estaba aliviado. Pero tenía que estar lejos de ella. Tenía que
dejar de hacernos esto. Tenía que dejar de pensar en ella.
—Pensé que estarías en ello ahora —dije, cometiendo el error de mirar a
sus pequeños ojos, vivos incluso en la oscuridad.
—No funciona así —me dijo.
La miré fijamente. Tenía quemar este puente, mentir y hacerla creer que
no me importaba una mierda nada más que yo mismo. ¿Pero no había
intentado eso ya? ¿No había visto ella a través de mí como nadie más
alguna vez hizo? Malditas sus maneras angelicales de “ver lo mejor en las
personas”.
El humo de un fuego cercano sopló sobre nosotros.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 417 ~
—No invites a Jay a más fiestas, Kaidan. Si hay incluso la menor
oportunidad de verte en algún lado, no voy a ir. Duele demasiado verte.
Incluso cuando ella estaba siendo dura, era demasiado dulce, agarrando
mi corazón y retorciéndolo.
—Entonces, ¿por qué has venido? —pregunté.
No respondió, pero su rostro verde llevaba una expresión de confusión
triste. Extendiendo su mano, se quitó la enredada peluca negra y sentí
como si el viento hubiera sido eliminado de mis pulmones. Su pelo largo y
natural había desaparecido. El nuevo estilo rubio era sexy como el
infierno, pero una ola de tristeza y pérdida sacudió a través de mí. Ella
había tenido que cambiar. Con o sin mí en su vida, ella era una Neph, y no
había ningún escape de ello.
Sobrepuse mi voz y dije:
—Deberías irte entonces.
No te vayas. Maldita sea, no me dejes. Lanza tus brazos alrededor de mí. No
me importa si manchas mi cara con pintura, Anna. Dime que me amas.
Muéstrame que todavía me deseas. Tortúrame un poco más. Oh, Dios…
Estaba alejándose de mí. Al igual que había hecho en LAX.
Debería haberla dejado ir, pero ella había minado mi voluntad.
—Espéra —grité.
Ella no se detuvo. Mi pulso se disparó a tiempo extra. Empujé más allá de
la gente y corrí hacia delante, envolviendo mi mano alrededor de su
diminuta muñeca y girándola para enfrentarme.
¡Mierda! ¿Cómo podía darse la vuelta y no mirar atrás así? La tiré más
cerca, totalmente consciente de que estaba en modo Jekyll y Hide22 como
22
El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde (en inglés Strange Case of Dr Jekyll
and Mr Hyde), a veces titulado simplemente El doctor Jekyll y el señor Hyde, es una novela escrita por Robert Louis Stevenson y publicada por primera vez en inglés en 1886,
que trata acerca de un abogado, Gabriel John Utterson, que investiga la extraña relación
entre su viejo amigo, el Dr. Henry Jekyll, y el misántropo Edward Hyde. (Se dice de una
persona que cambia de un extremo a otro. Un día es muy amable y dos minutos más
tarde son un ogro).
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
~ 418 ~
un psicópata o algo así, pero estaba demasiado débil para hacer lo que
necesitaba ser hecho. Ella era mía. ¿No sabía eso? Porque mi cuerpo
estaba gritándolo, demandándome a jugarme mi derecho sobre ella.
Sus ojos me miraron con una mezcla de temor y esperanza, recordándome
lo perdedor que era por seguir haciéndole esto. Una vez más, había
realmente jodido todo. Tenía que dejarla ir, pero en su lugar me encontré
tocando su cara con una estúpida pata, maldiciendo el disfraz por ponerse
en el camino de sentir su piel suave, maldiciendo su pintura verde por
ocultar su rostro de mí.
Con un pulgar peludo limpié la pintura por encima de su labio. Ella
retrocedió de un tirón.
—¿Qué estás haciendo?
—Yo… —Allí estaba. El punto marrón perfectamente redondo, a la vez
inocente y sexy—. Quería ver tu peca.
El interior de mi disfraz era prácticamente un sauna en este punto. Ella
me sobrecalentaba. Quería más que nada besuquearla. Una última
probada.
No lo hagas, bastardo malvado. No lo hagas más difícil para ella. Sólo
aléjala.
—¿Qué quieres de mí, Kai? —Susurró.
Yo lo quería todo, y eso me cabreaba. ¿Por qué no podía controlar estos
sentimientos? ¿Y por qué debería tener que hacerlo? Todo eso me llenaba
de una furia rabiosa que me hacía querer golpear algo. O alguien. La
agarré con más fuerza.
—¿Para empezar? Quiero introducirme en cada peca en tu cuerpo.
La sentí temblar en mis manos, enviando mi cuerpo a su punto de
ebullición en el traje de mono.
—Por lo tanto sólo algo físico, ¿entonces? ¿Eso es todo lo que quieres?
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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Me odie por la desesperación que sentí. Estaba desesperado por demasiado
en ese momento. Si no podía alejarla, tal vez podía obligarla a alejarme.
—Díme que me odias.
—Pero no te odio. No puedo.
Su aliento olía a goma de mascar, aunque ella no estaba mordiendo nada.
Todo sobre ella era demasiado dulce para mí.
—Puedes —le aseguré, tirando de ella más apretada—. Y deberías.
Sonaba como si estuviera conteniendo las lágrimas cuando dijo:
—Te dejaré ir, pero sólo porque tengo que hacerlo. Necesito seguir con mi
vida, pero nunca te odiaré.
Sí. Déjame ir. Sigue adelante. Entonces tal vez yo pueda hacer lo mismo.
—Aquel que huye —murmuré.
—Nadie huye. —Ella sonaba feroz ahora. Mientras seguía en su cotorreo
enojado me obligué a abrir mis manos y la dejé ir. Se tambaleó hacia atrás,
disparándome una última mirada rompe-corazones con ojos muy abiertos.
Y entonces justo cómo en el aeropuerto, se dio la vuelta de mí y se alejó
abruptamente, su pelo rubio enmarañado cayendo a su alrededor. Y justo
como antes, no giró hacia atrás.
Bruscamente me puse la cabeza del gorila. Olía tan acida como me sentía.
Maldito el Creador y el Engañador. Malditos todos ellos.
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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Sweet Peril
nna Whitt, hija de un ángel y un demonio, se prometió que
nunca haría el trabajo de su padre: contaminar almas. Había
sido ingenua en tal afirmación. Había sido ingenua con respecto
a muchas cosas.
Atormentada por los demonios Susurradores, Anna hace lo que puede
para sobrevivir, incluso si esto significa abrazar su lado oscuro y ganarse
una reputación no deseada como la chica fiestera de la escuela. Su vida
nunca ha parecido más sombría. Y sobre todo está Kaidan Rowe, hijo del
Duque de la Lujuria, asediando su corazón y mente.
A
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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Cuando un mensaje perdido e inesperado de los ángeles aparece, Anna se
encuentra viajando por el mundo con Kopano, hijo de Ira, en un intento de
ganar el apoyo de los compañeros Nephilim y darles esperanza por primera
vez. Pronto se hace evidente que cualquier libertad que Anna y el resto de
los Neph están esperando ganar no será conseguida sin luchar. Hasta
entonces, Anna y Kaidan deben dejar a un lado las cuestiones entre ellos,
superar las todavía eróticas tentaciones, y enfrentar la pregunta definitiva:
¿Vale la pena amar a alguien como para arriesgar su vida?
Libro #2 de la trilogía The Sweet
30 de abril de 2013
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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Acerca de la Autora
endy Higgins nació en Alaska y vivió en todo Estados Unidos
antes de establecerse en el área de Washington, DC. Asistió la
Universidad George Mason para la carrera de licenciatura en
escritura creativa, y la Universidad de Radford para su Maestría en
currículo e instrucción. Wendy daba clases de inglés de IX Y XII grado en
una escuela rural antes de convertirse en madre y escritora. Actualmente
vive en el norte de Virginia con su esposo, hija e hijo. Sweet Peril es su
segunda novela y sale a la venta el 30 de abril del 2013; el tercer ejemplar
se titulará Sweet Reckoning, y se tiene previsto que salga a la venta en la
primavera/verano de 2014.
W
Sweet Evil Trilogía The Sweet #1 Wendy Higgins
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Moderadora
flochi
Staff de traducción
flochi
Kathesweet Vanehz
rihano lalaemk cowdiem
Simoriah maleja.pb Caami
Lizzie Little Rose
sprinkling LizC Xhessii
maggiih Shadowy
Caami dark&rose NayeliR
shyta Jo Merlie
Magdaa DaniShadowHunter
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Staff de corrección
Angeles Rangel
Micca.F NayeliR Nanis
Simoriah Silvery
Recopilación y Revisión
Angeles Rangel
Diseño
ƸӜƷYossƸӜƷ