textos werther

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GOETHE:  L  AS DESVENTURAS DEL JOVEN W  ERTHER  . Texto 1 ¡Cuánto me alegro de haber marchado! ¿Qué es, amigo mío, el corazón del hombre? ¡Dejarte, cuando tanto te amaba, cuando era tu inseparable, y hallarme bien! Sé que me perdonas. ¿No estaban preparadas por el destino esas otras amistades para atormentar mi corazón? ¡Pobre Leonor! Pero no fue mi culpa. ¿Podía pensar que mientras las graciosas travesuras de su hermana me divertían, se encendía en su pecho tan terrible  pasión? Sin embargo, ¿soy inocente del todo? ¿No fomenté y entretuve sus sentimientos? ¿No me complacía en sus naturalísimos arranques que nos hacían reír a menudo por poco dignos de risa que fueran? ¿No he sido…? ¿Pero qué es el hombre para quejarse de sí? Quiero y te lo  prometo, amigo mío, enmendar mi falta; no volveré, como hasta ahora, a exprimir las heces de las amarguras del destino; voy a gozar de lo actual y lo pasado como si no existiera. En verdad tienes mucha razón, querido amigo; los hombres sentirían menos sus trastornos (Dios sabrá por qué lo hizo así) de no ocupar su imaginación con tanta frecuencia y con tal esmero en recordar los males pasados, en vez de en hacer soportable lo presente. Texto 2  No te he contado aún lo que me sucedió cuando regresamos del  baile y hoy no tengo tiempo para hacerte una relación detallada. El sol salía con toda su majestad e iluminaba el  bosque. Se veían brillar en las extremidades de la ramas y en las hojas de los árboles las gotas de la lluvia o del rocío, y el verdor de los campos era más fresco y vivo. Nuestras dos acompañantes dormían y ella me preguntó si no haría lo mismo. -Si tiene sueño -me dijo-, no gaste cumplidos. -¿Dormir, dormir yo mientras vea esos ojos abiertos? -le respondí con mi mirada fija en la suya. Me sería imposible cerrarlos. Y en efecto ambos seguimos despiertos hasta llegar a su puerta. Una criada la abrió sin ruido y después de interrogarla, le respondió que sus padres y los niños dormían profundamente. Yo me separé de ella tras haberle pedido permiso para visitarla aquel mismo día; ella aceptó y estoy de regreso. Desde entonces el sol, la luna y las estrellas pueden salir y ocultarse cuando y como quieran, yo no sé ya cuándo es de día ni cuándo es de noche, cuándo hace sol o cuándo hace luna;  para mí ha desaparecido el universo en su totalidad. Texto 3 Sí, querido Guillermo, los niños son lo que conmueve más mi corazón en la tierra. Cuando me detengo a mirarlos y veo en esos pequeños el germen de todas las facultades que necesitarán practicar algún día; cuando descubro en sus caprichos o terquedades la futura constancia y firmeza de carácter, o en sus travesuras y en su malicia el humor fácil y alegre que hace olvidar las penas y los contratiempos de la vida, y todo esto de una manera franca y total, no dejo de repetirme siempre estas palabras divinas del maestro. Mientras no llegues a ser como éstos… Pues bien, mi amigo, a estos niños, estas amables criaturas que deberíamos considerar modelos, los tratamos como esclavos. ¿Por qué no han de tener ellos también una voluntad personal? ¿No tenemos nosotros la nuestra? ¿En qué se basa o está fundada esta prerrogativa? ¿Es  porque nosotros tenemos más edad y somos más serios? ¡Dios  piadoso! Desde la inmensidad de tu gloria, ves a los niños grandes y a los pequeños, y nada más, y hace mucho tiempo que has declarado por boca de tu hijo, quiénes son con los que más te complaces. Los hombres creen en él, pero no lo escuchan, y nunca han obrado de otra manera. Forman a sus hijos semejantes a ellos y… Adiós; prefiero callar que seguir con este desvarío. Texto 4 Ossian ha desbancado a Homero en mi espíritu. ¡A qué mundo nos transportan los sublimes cantos de aquel poeta! ¡Vagar por los matorrales, aspirar el viento de tormenta, que columpia en las nubes las sombras de los antepasados a los pálidos rayos de luna; oír quejarse en la montaña la voz del torrente de la selva y el gemido sordo de los espíritus en sus cavernas y los lamentos de la joven agonizante al pie de cuatro piedras cubiertas de musgo, bajos la cuales descansa el héroe glorioso que fue su amante! ¡Oh!, cuando en aquel desierto contemplo el bardo encanecido por los años, que busca las huellas de sus padres y sólo halla sus sepulcros y sollozante voltea hacia la estrella de la tarde, medio escondida entre el oleaje de una mar intranquila; cuando veo que renace el pasado en el alma del héroe, como en los tiempos en que la misma estrella brillaba sobre los bravos guerreros o la Luna contribuía con su propia luz al regreso de sus naves victoriosas; cuando leo en su frente su hondo pesar y le veo solo en el mundo andando trémulo hacia la tumba, saboreando una suprema y dolorosa alegría en la aparición de los fantasmas inmóviles de sus padres; cuando le oigo gritar, absorto en la tierra seca y la hierba doblada por el viento: “El viajero vendrá; vendrá quien me ha conocido en mi esplendor y preguntará por el hijo de Fingal. Y su pie hundirá en mi tumba mientras su voz llamará en vano…” Entonces, amigo mío, quisiera, como un leal escudero, sacar la espada y librar a mi príncipe de las penas de una vida que es una muerte lenta, hiriéndome después a mí mismo, para enviar mi ser en  pos del alma del héroe liberado. Texto 5 “Está decidido, Carlota: quiero morir y te lo informo sin ninguna intención romántica, con la cabeza tranquila, el mismo día en que te veré por última vez. “Cuando leas estas líneas, amada Carlota, yacerán en la tumba los despojos del desdichado que en los últimos momentos de su vida, no encuentra placer más dulce que el de hablar contigo en la mente. He pasado una noche terrible; con todo, ha sido  benéfica, porque me ha ayudado a resolverme. ¡Quiero morir! “Al separarnos ayer, un frío inexplicable se apoderó de todo mi ser; volvía la sangre a mi corazón y respirando con angustiosa dificultad pensaba en mi vida, que se consume cerca de ti, sin alegría, sin esperanza. ¡Ah!, estaba helado de miedo. Apenas  pude llegar a mi alcoba, donde caí arrodillado, loco por completo. ¡Oh, Dios mío! Tú me concediste por última vez el consuelo del llanto. ¡Pero qué lágrimas tan amargas! Mil ideas, mil proyectos agitaron mi espíritu, fundiéndose, al fin, todos en uno solo; pero firme, inquebrantable: ¡morir! Con esta decisión me acosté; con esta resolución, firme y terminante como ayer, he despertado: ¡quiero morir! No es desesperación, es convicción, mi carrera está terminada y me sacrifico por ti. Sí, Carlota, ¿por qué te lo debería ocultar? Es necesario que uno de los tres muera y deseo ser yo. ¡ Oh, vida de mi vida! Más de una vez en mi alma desgarrada se ha introducido un horrible  pensamiento: matar a tu esposo… a ti… a mí. Debo ser yo; así será. “Cuando al anochecer de un día hermoso de verano, subas a la montaña, piensa en mí y recuerda que he recorrido el valle muchas veces; mira después hacia el cementerio y a los últimos rayos del sol poniente, ve cómo el viento azota la hierba de mi tumba. Estaba tranquilo al comenzar esta misiva y ahora lloro como niño. ¡Tanto martirizan estas ideas a mi pobre corazón!

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GOETHE:  L AS DESVENTURAS DEL JOVEN W  ERTHER .

Texto 1

¡Cuánto me alegro de haber marchado! ¿Qué es, amigo mío, elcorazón del hombre? ¡Dejarte, cuando tanto te amaba, cuandoera tu inseparable, y hallarme bien! Sé que me perdonas. ¿Noestaban preparadas por el destino esas otras amistades paraatormentar mi corazón? ¡Pobre Leonor! Pero no fue mi culpa.

¿Podía pensar que mientras las graciosas travesuras de suhermana me divertían, se encendía en su pecho tan terrible pasión? Sin embargo, ¿soy inocente del todo? ¿No fomenté yentretuve sus sentimientos? ¿No me complacía en susnaturalísimos arranques que nos hacían reír a menudo por pocodignos de risa que fueran? ¿No he sido…?

¿Pero qué es el hombre para quejarse de sí? Quiero y te lo  prometo, amigo mío, enmendar mi falta; no volveré, comohasta ahora, a exprimir las heces de las amarguras del destino;voy a gozar de lo actual y lo pasado como si no existiera. Enverdad tienes mucha razón, querido amigo; los hombressentirían menos sus trastornos (Dios sabrá por qué lo hizo así)de no ocupar su imaginación con tanta frecuencia y con tal

esmero en recordar los males pasados, en vez de en hacer soportable lo presente.

Texto 2

 No te he contado aún lo que me sucedió cuando regresamos del  baile y hoy no tengo tiempo para hacerte una relacióndetallada. El sol salía con toda su majestad e iluminaba el

 bosque. Se veían brillar en las extremidades de la ramas y enlas hojas de los árboles las gotas de la lluvia o del rocío, y elverdor de los campos era más fresco y vivo. Nuestras dosacompañantes dormían y ella me preguntó si no haría lomismo.

-Si tiene sueño -me dijo-, no gaste cumplidos.

-¿Dormir, dormir yo mientras vea esos ojos abiertos? -lerespondí con mi mirada fija en la suya. Me sería imposiblecerrarlos.

Y en efecto ambos seguimos despiertos hasta llegar a su puerta.Una criada la abrió sin ruido y después de interrogarla, lerespondió que sus padres y los niños dormían profundamente.Yo me separé de ella tras haberle pedido permiso para visitarlaaquel mismo día; ella aceptó y estoy de regreso.

Desde entonces el sol, la luna y las estrellas pueden salir yocultarse cuando y como quieran, yo no sé ya cuándo es de díani cuándo es de noche, cuándo hace sol o cuándo hace luna;

 para mí ha desaparecido el universo en su totalidad.

Texto 3

Sí, querido Guillermo, los niños son lo que conmueve más micorazón en la tierra. Cuando me detengo a mirarlos y veo enesos pequeños el germen de todas las facultades quenecesitarán practicar algún día; cuando descubro en suscaprichos o terquedades la futura constancia y firmeza decarácter, o en sus travesuras y en su malicia el humor fácil yalegre que hace olvidar las penas y los contratiempos de lavida, y todo esto de una manera franca y total, no dejo derepetirme siempre estas palabras divinas del maestro. Mientrasno llegues a ser como éstos… Pues bien, mi amigo, a estosniños, estas amables criaturas que deberíamos considerar modelos, los tratamos como esclavos. ¿Por qué no han de tener ellos también una voluntad personal? ¿No tenemos nosotros lanuestra? ¿En qué se basa o está fundada esta prerrogativa? ¿Es

 porque nosotros tenemos más edad y somos más serios? ¡Dios  piadoso! Desde la inmensidad de tu gloria, ves a los niñosgrandes y a los pequeños, y nada más, y hace mucho tiempo

que has declarado por boca de tu hijo, quiénes son con los quemás te complaces. Los hombres creen en él, pero no loescuchan, y nunca han obrado de otra manera. Forman a sushijos semejantes a ellos y… Adiós; prefiero callar que seguir con este desvarío.

Texto 4

Ossian ha desbancado a Homero en mi espíritu. ¡A qué mundonos transportan los sublimes cantos de aquel poeta! ¡Vagar por los matorrales, aspirar el viento de tormenta, que columpia en

las nubes las sombras de los antepasados a los pálidos rayos deluna; oír quejarse en la montaña la voz del torrente de la selva yel gemido sordo de los espíritus en sus cavernas y los lamentosde la joven agonizante al pie de cuatro piedras cubiertas demusgo, bajos la cuales descansa el héroe glorioso que fue suamante! ¡Oh!, cuando en aquel desierto contemplo el bardoencanecido por los años, que busca las huellas de sus padres ysólo halla sus sepulcros y sollozante voltea hacia la estrella dela tarde, medio escondida entre el oleaje de una mar intranquila; cuando veo que renace el pasado en el alma delhéroe, como en los tiempos en que la misma estrella brillabasobre los bravos guerreros o la Luna contribuía con su propialuz al regreso de sus naves victoriosas; cuando leo en su frente

su hondo pesar y le veo solo en el mundo andando trémulohacia la tumba, saboreando una suprema y dolorosa alegría enla aparición de los fantasmas inmóviles de sus padres; cuandole oigo gritar, absorto en la tierra seca y la hierba doblada por elviento: “El viajero vendrá; vendrá quien me ha conocido en miesplendor y preguntará por el hijo de Fingal. Y su pie hundiráen mi tumba mientras su voz llamará en vano…” Entonces,amigo mío, quisiera, como un leal escudero, sacar la espada ylibrar a mi príncipe de las penas de una vida que es una muertelenta, hiriéndome después a mí mismo, para enviar mi ser en

 pos del alma del héroe liberado.

Texto 5

“Está decidido, Carlota: quiero morir y te lo informo sinninguna intención romántica, con la cabeza tranquila, el mismodía en que te veré por última vez.

“Cuando leas estas líneas, amada Carlota, yacerán en la tumbalos despojos del desdichado que en los últimos momentos de suvida, no encuentra placer más dulce que el de hablar contigo enla mente. He pasado una noche terrible; con todo, ha sido

 benéfica, porque me ha ayudado a resolverme. ¡Quiero morir!

“Al separarnos ayer, un frío inexplicable se apoderó de todo miser; volvía la sangre a mi corazón y respirando con angustiosadificultad pensaba en mi vida, que se consume cerca de ti, sinalegría, sin esperanza. ¡Ah!, estaba helado de miedo. Apenas

  pude llegar a mi alcoba, donde caí arrodillado, loco por 

completo. ¡Oh, Dios mío! Tú me concediste por última vez elconsuelo del llanto. ¡Pero qué lágrimas tan amargas! Mil ideas,mil proyectos agitaron mi espíritu, fundiéndose, al fin, todos enuno solo; pero firme, inquebrantable: ¡morir! Con esta decisiónme acosté; con esta resolución, firme y terminante como ayer,he despertado: ¡quiero morir! No es desesperación, esconvicción, mi carrera está terminada y me sacrifico por ti. Sí,Carlota, ¿por qué te lo debería ocultar? Es necesario que uno delos tres muera y deseo ser yo. ¡Oh, vida de mi vida! Más de unavez en mi alma desgarrada se ha introducido un horrible

 pensamiento: matar a tu esposo… a ti… a mí. Debo ser yo; asíserá.

“Cuando al anochecer de un día hermoso de verano, subas a la

montaña, piensa en mí y recuerda que he recorrido el vallemuchas veces; mira después hacia el cementerio y a los últimosrayos del sol poniente, ve cómo el viento azota la hierba de mitumba. Estaba tranquilo al comenzar esta misiva y ahora llorocomo niño. ¡Tanto martirizan estas ideas a mi pobre corazón!