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Transición del Antropocentrismo al Biocentrismo: El Presente Distópico y el Futuro del Diseño. Carlos Fiorentino (100 words Abstract) Las epistemologías de disciplinas contemporáneas, con raíces en la era industrial (como el diseño), tienen gran influencia en el paradigma del antropocentrismo del siglo XXI. Cuando el diseño está limitado a jugar un rol antropocéntrico encontramos como consecuencia un mundo diseñado de una forma profundamente insustentable. En contraste, cuando el diseño es “informado” y “guiado” por la naturaleza, los diseñadores pasan de ejercer una práctica a ejercer una praxis, de ser meros ejecutores a ser profesionales reflexivos. Este artículo explora el diseño biocéntrico como respuesta emergente al diseño antropocéntrico, y expone conceptos como la biomimesis y la metodología biomimética. (Full Abstract) Un punto de partida de la discusión biocentrismo- antropocentrismo se basa en que las epistemologías de disciplinas contemporáneas (como el diseño), consolidadas durante el siglo XX y con raíces en la era industrial, tienen influencia en el paradigma del antropocentrismo del siglo XXI. Otro punto es que en

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Transición del Antropocentrismo al Biocentrismo: El Presente

Distópico y el Futuro del Diseño.

Carlos Fiorentino

(100 words Abstract)

Las epistemologías de disciplinas contemporáneas, con raíces en la era industrial

(como el diseño), tienen gran influencia en el paradigma del antropocentrismo del

siglo XXI. Cuando el diseño está limitado a jugar un rol antropocéntrico

encontramos como consecuencia un mundo diseñado de una forma profundamente

insustentable. En contraste, cuando el diseño es “informado” y “guiado” por la

naturaleza, los diseñadores pasan de ejercer una práctica a ejercer una praxis, de

ser meros ejecutores a ser profesionales reflexivos. Este artículo explora el diseño

biocéntrico como respuesta emergente al diseño antropocéntrico, y expone

conceptos como la biomimesis y la metodología biomimética.

(Full Abstract)

Un punto de partida de la discusión biocentrismo-antropocentrismo se basa en que

las epistemologías de disciplinas contemporáneas (como el diseño), consolidadas

durante el siglo XX y con raíces en la era industrial, tienen influencia en el

paradigma del antropocentrismo del siglo XXI. Otro punto es que en particular las

disciplinas del diseño del Antropoceno, su teoría y práctica, están limitadas por el

preconcepto de ser disciplinas utilitarias o sólo orientadas a resolver problemas,

en otras palabras, priorizan el hacer sobre el pensar/reflexionar. Cuando las

disciplinas del diseño están limitadas a jugar dicho rol antropocéntrico –los

diseñadores vistos como hacedores– encontramos como consecuencia un mundo

diseñado de una forma profundamente insustentable; los diseñadores como

“actores industriales” “torturan” a la naturaleza usándola como recurso, agotando

materiales para la producción del diseño, planificando productos para la

obsolescencia y el consumismo rápido. En contraste, cuando el diseño es

“informado” y “guiado” por la naturaleza, los diseñadores evolucionan, pasan de

ser hacedores a ser creadores, de ejercer una práctica a ejercer una praxis, de ser

meros ejecutores a ser profesionales reflexivos. Reflexionar sobre el “know-how”

de la naturaleza puede brindarnos importantes pistas para diseñar mejor. Luego de

3.800 millones de años de evolución, todas las formas de vida, todas las especies

que conocemos o todavía están por descubrirse, que están presentes hoy, son

evidencia de “soluciones de diseño” perfectamente adaptadas para la

supervivencia en este planeta. La “vida” como sistema provee el “programa de

diseño” para crear las condiciones que conducen a continuar la vida, lo cual ha

demostrado ser la estrategia más exitosa y sustentable para todas las formas de

vida existentes, incluyendo los seres humanos. La pregunta que surge es: por qué

ignoramos esta “sabiduría” de la naturaleza, siendo esta una realidad irrevocable?

Este artículo explora las implicaciones de esta pregunta, discute el rol del diseño

en el Antropoceno desde diferentes ángulos disciplinarios, expone definiciones

sobre la sustentabilidad, e introduce la perspectiva del diseño biocéntrico

(biocentered design approach) y la idea del diseño restaurativo/regenerativo. Este

artículo también explora las epistemologías de base que hacen del diseño

biocéntrico una respuesta emergente al diseño antropocéntrico, e introduce

conceptos como la biomimesis y la metodología biomimética.

Palabras clave: diseño biocéntrico, antropocentrismo, biomimética, bioafiliación,

sustentabilidad, multidisciplinaridad.

1. Escapando de una Distopia Diseñada

Las disciplinas de diseño han servido al interés de los modelos dominantes gestados

durante los últimos dos siglos, desde la revolución industrial –en lo económico, social y

político– y gradualmente consolidados desde la mitad del siglo XX. La nueva era

geológica conocida ahora como el Anthropoceno (Crutzen, 2006, Steffen y otros, 2011)

es el crepúsculo de las disciplinas tradicionales de diseño como las conocemos hoy. Sin

embargo, lejos de las utopías de diseño positivistas soñadas por las escuelas del

modernismo del siglo pasado (por ejemplo, Bauhaus o Ulm HfG), los diseñadores del

siglo XXI estaríamos viviendo en una “distopia de diseño,” si consideramos cuan

sustentable son los productos resultantes de nuestras disciplinas, es decir, considerando

los factores del medioambiente y los factores sociales al mismo nivel de importancia –o

aún más importantes– que los factores económicos que dominan la práctica profesional.

Las teorías de diseño surgidas en el siglo pasado se desvanecen y colapsan cuando

confrontan las nuevas realidades, el nuevo conocimiento y los nuevos desafíos del

corriente siglo, que afectan a ésta y a las futuras generaciones de diseñadores. Los

principios y modelos del antropocentrismo —centrados en el usuario (user-centered),

resultan inadecuados o incompletos para enfrentar los desafíos que un futuro sustentable

requiere, porque dichos principios y modelos están en conflicto con los principios

básicos de la naturaleza (Maldonado, 1972; Bateson, 1972; Capra, 1982; Buchanan,

1992; Orr, 2002; McDonough, 2002; Fiorentino, 2016; Fry, 2017). Esta situación

paradigmática puede cambiar con las nuevas teorías de diseño emergentes, teorías que

ofrecen una perspectiva holística e inclusiva para resolver problemas inherentes a los

humanos, mediante la inclusión de modelos y maneras de evaluar y medir el diseño, que

imiten los sistemas naturales y los sumen a la ecuación del diseño. Entre estas teorías

emergentes se destacan la bioafiliación (Wilson, 1984; Kellert y otros, 2008) y la

metodología de la biomimética o biomimesis (también conocida con el anglicismo

biomimicry) (Benyus, 1997; Baumeister, 2014; Wahl, 2016; Cohen y otros, 2017). Para

poder evolucionar en este nuevo contexto y configurar un nuevo mapa de diseño pro-

sustentable a seguir, el primer paso es entender el significado, las connotaciones y las

implicaciones del concepto “sustentabilidad.”

2. Sustentabilidad en el Antropoceno

Existe una recurrente definición del termino “sustentabilidad,” que es mayormente

aceptada en todos los ámbitos disciplinarios, independientemente de cómo es entendida

y utilizada. En 1987, Gro Harlem Brundtland, por aquel entonces Primer Ministro de

Noruega y miembro de la Comisión Mundial sobre Desarrollo y Medioambiente para

Naciones Unidas (World Commission on Environment and Development), introdujo una

definición para el desarrollo sustentable cuyo propósito debería ser “cubrir las

necesidades de la presente generación sin comprometer la habilidad de las futuras

generaciones de cubrir sus propias necesidades” (Bruntland y otros, 1987, p.11). Una

explicación más detallada del concepto hace referencia a la continuidad de los aspectos

económicos, sociales, e institucionales de la sociedad humana, así como también el

cuidado del medioambiente y los sistemas naturales más allá de la especie humana. En

otros palabras, la definición de Bruntland tiene también la intención de abogar por

mejores consecuencias para la sociedad y la naturaleza, ahora y en el futuro. El modelo

inicialmente asociado a este concepto puede ser traducido como los “tres principios

básicos” (“the triple bottom line”) de la sustentabilidad. Dicho modelo conlleva una

visión multidimensional de la sustentabilidad, agregando dos nuevas dimensiones, la

social y la medioambiental a la tradicional y dominante dimensión económica que

caracteriza el presente paradigma de nuestra civilización.

Aun debatida después de 30 años de ser propuesta, la definición de Bruntland es

todavía la más aceptada, holística y adecuada. No obstante, es una definición aplicada

en el contexto de otro concepto: el del desarrollo. Algunas preguntas críticas surgen

aquí: Puede el desarrollo ser sustentable? Puede el desarrollo ser sostenido de la forma

actual? Puede ser sostenido indefinidamente? Si no es el desarrollo, qué es lo que

queremos sustentar? Puede la civilización humana ser sostenida a cualquier costo? En el

centro de semejantes interrogantes hay una clara limitación etimológica del término

sustentabilidad: no podemos sustentar lo insustentable. Usando palabras del escritor y

ecologista David Orr: “no podemos saber qué significa la sustentabilidad hasta que

hayamos decidido lo que queremos sustentar y cómo nos proponemos hacerlo” (Orr,

2004, p.141). Otro autor, Daniel Wahl, en su libro “Diseñando Culturas Regenerativas”

(Designing Regenerative Cultures, Wahl, 2016) explica cómo la sustentabilidad es una

palabra limitada, y como concepto, incompleto para definir el propósito y la prospectiva

de disciplinas en evolución, como por ejemplo las disciplinas de diseño. Wahl critica

que nuestros sistemas, políticas y prácticas no pueden ser sustentables (aún) bajo las

condiciones del corriente antropocentrismo (Wahl, 2016). Para alcanzar por completo la

premisa de Bruntland, desde una perspectiva regenerativa, lo que se necesita es cambio,

restauración, resiliencia, y luego —como consecuencia del proceso, sustentar el

equilibrio logrado.

El término “antropoceno” fue usado por primera vez en el año 2000 por el

premio Nobel en ciencia Paul Crutzen (Crutzen, 2000), pero es ahora sabido que la

presencia humana como especie dominante ha modificado los ecosistemas por largo

tiempo, y el detrimento del medioambiente puede ser verificado con evidencia científica

(geológica) desde tiempos pre-industriales (Crutzen, 2006). Es claro también que la

sustentabilidad, independientemente del su uso epistemológico, es un concepto que fue

creado bajo la perspectiva de un mundo antropocéntrico. El antropocentrismo es

esencialmente una perspectiva centrada en los humanos y con raíces de pensamiento

occidental, dominante en gran parte de la historia humana.

Cada disciplina ha de tener un enfoque distinto, si bien no sobre la definición de

la sustentabilidad, sobre la manera de alcanzarla. Las disciplinas de diseño pueden jugar

un papel significativo para lograr avances en este tema.

Los nuevos modelos económicos y productivos guiados por los “tres principios

básicos” de la sustentabilidad —lo económico, lo social y el medioambiente— y un

enfoque multidimensional están emergiendo como respuesta a las limitaciones de los

actuales modelos antropocéntricos. Renombrados economistas y ecologistas —como

por ejemplo Paul Hawken, Amory Lovins, Hazel Henderson, Herman Daly y Bill

McDonough entre otros— por muchos años han promovido la idea de un modelo de

“economía circular,” más inclusivo, democrático, sintonizado localmente y biocentrado

(centrado en torno a la vida en este planeta).

2.1 La Sustentabilidad: Un Problema de Diseño

El economista Paul Hawken sugiere que la sustentabilidad más que un problema de

gestión es un problema de diseño” (Hawken, 1994, p. prefacio xiii). Los seres

humanos hemos sabido manejar las cosas que hemos diseñado y creado

artificialmente con ingeniería y tecnología, como máquinas, automóviles, edificios,

objetos, etc., pero nuestro conocimiento del planeta no se puede comparar con

dichas habilidades. Alineado con este razonamiento, Prof. David Orr alude a la

responsabilidad moral y ética de los diseñadores hacia las prácticas de diseño,

destacando que la sustentabilidad es un desafío como ningún otro. Según Orr, no se

trata de crear artefactos más “ecológicos” sino de crear comunidades que ocupen su

lugar en el mundo con “elegante frugalidad.” La clave es saber si las disciplinas

emergentes (eco-diseño, diseño sustentable, biomimética) evolucionarán sólo como

un “kit” de “soluciones parche” en un contexto marcado por el desorden general, o

si el diseño eventualmente ayudara a transformar la cultura en su totalidad, cuya

necesidad de una reforma profunda es inminente. El consumismo “verde” o aún las

corporaciones “verdes” (Green consumerism, greener corporations) son como

“apósitos protectores” sobre heridas infringidas por el crecimiento económico, y

demasiado indiferentes a las necesidades reales de los seres humanos y los

problemas urgentes que enfrenta la supervivencia humana para el largo plazo (Orr,

2002).

No es posible sustentar una realidad que es erróneamente formulada y

fuera de curso, o lo que es peor, fuera de control debido a que es demasiado tarde

para rediseñarla o re-direccionarla. Sostener algo que funciona mal solo conduce al

riesgo de una falla total e inevitable, sin mencionar el incalculable costo humano y

material implícito. Cuando los diseñadores hablamos sobre sustentabilidad o un

futuro sustentable, debemos hablar de rediseñar las cosas que queremos sustentar y

rediseñar el futuro en el que esas cosas van a cohabitar. El diseño para la

sustentabilidad se trata también de detectar el origen de las fallas y actuar para

corregirlas, en armonía con las leyes de la naturaleza (Orr, 2002).

2.2 Hacedores Antropocéntricos y Creadores Biocéntricos

Un punto de partida de la discusión biocentrismo-antropocentrismo se basa en que

las epistemologías de disciplinas contemporáneas (como el diseño), consolidadas

durante el siglo XX y con raíces en la era industrial, tienen influencia en el

paradigma del antropocentrismo del siglo XXI, y que en particular las disciplinas

del diseño del Antropoceno, su teoría y práctica, están limitadas por el preconcepto

de ser disciplinas utilitarias o sólo orientadas a resolver problemas; en otras

palabras, que priorizan el hacer sobre el pensar/reflexionar, lo superficial sobre lo

intrínseco, y la intervención (reactiva) sobre el planeamiento (proactivo)

(Maldonado, 1972). El diseño sin embargo conlleva una razón de ser

profundamente intelectual, y un interés profundo en enfocarse en desafíos

complejos a través del razonamiento y la práctica combinados–un “intelecto

practico” identificando y anticipando problemas también. Esta idea conecta al

diseño con precedentes mucho más antiguos que la era industrial. Aristóteles

propuso un concepto muy útil para definir el intelecto práctico del diseño, llamo a

este concepto techné, cuyo significado seria “aprendiendo mientras creamos”

(Wang, 2013). De esta forma, una comprensión más profunda y preponderante de

una epistemología del diseño debería diferenciar diseñadores como creadores y no

meros hacedores. Por qué es esta diferenciación tan importante? Cuando las

disciplinas del diseño están limitadas a jugar dicho rol antropocéntrico –los

diseñadores vistos como hacedores– encontramos como consecuencia un mundo

diseñado de una forma profundamente insustentable; los diseñadores como “actores

industriales” “torturan” a la naturaleza usándola como recurso (Capra, 1982),

agotando materiales para la producción del diseño, planificando productos para la

obsolescencia y el consumismo rápido. Cuando el diseño se alinea intelectualmente

con el concepto praxis, siguiendo la idea de Aristóteles, los diseñadores pasan de

hacedores a creadores, capaces de promulgar, elevar y ser conscientes de su rol de

contribuir a la sociedad de una manera menos antropocéntrica.

3. Sustentabilidad Desde un Angulo Biocéntrico

En un reciente congreso sobre sustentabilidad propuse una pregunta en el título de

mi presentación: “Que es más sustentable que la naturaleza?”1 A pesar de lo naïve

que pueda sonar la pregunta, sugiere que la sustentabilidad está incorporada en el

concepto de diseño biocéntrico, si éste es entendido y concebido correctamente.

Luego de 3.800 millones de años de evolución, todas las formas de vida, todas las

especies que conocemos o todavía están por descubrirse, que están presentes hoy

(incluyendo la nuestra), son la evidencia de “soluciones de diseño” perfectamente

adaptadas para la supervivencia en este planeta, mientras que los restos fósiles que

hoy encontramos en sedimentos geológicos, son también evidencia, pero de

aquellas “soluciones de diseño” que no funcionaron (Benyus, 1997; Wilson,

1984).

La “vida” como sistema provee el “programa de diseño” para crear las

condiciones que conducen a continuar la vida (Benyus, 1997); de la misma

manera el “programa de diseño” que propone el biocentrismo prepara el terreno

para la futura evolución del diseño.

3.1 Sustentabilidad, Bioafiliación y Biomimética

El concepto sustentabilidad y diseño para la sustentabilidad (DfS) necesitan ser

sintonizados con un proceso biocéntrico. Ambos, diseño y sustentabilidad deben ser

enmarcados en el contexto de un nuevo entendimiento de los sistemas y estructuras que

regulan el mundo natural, del cual la sociedad humana debe formar parte (Jantsch,

1980). El diseño para la sustentabilidad debe proponer un proceso de diseño que cree el

marco disciplinario necesario para desarrollar productos de diseño o modificar el

1 “What is More Sustainable Than Nature? Anthropocentric and Biocentered Design.” Presentación en

la 14th. International Conference on Environmental, Cultural, Economic & Social Sustainability, el

17-de enero del 2018, The Cairns Institute, James Cook University, Australia.

comportamiento humano a través del diseño, hacia metas regenerativas que modifiquen

la profundamente insustentable situación de la práctica e industria del diseño, y en este

proceso lograr en el futuro las metas propuestas por Bruntland en su idea de desarrollo

sustentable. El antropólogo y diseñador industrial Victor Papanek fue categórico al

afirmar que si el diseño pretende ser ecológicamente responsable y socialmente

sensible, debe ser revolucionario y radical en su sentido más real. Debe dedicarse al

principio natural del mínimo esfuerzo, máxima diversidad con un mínimo inventario, o

haciendo lo máximo de los mínimos recursos posibles, como la naturaleza. Esto

significa consumir menos, usar cosas por más tiempo, y ser frugal al reciclar materiales

(Papanek, 1984, p. 344-346). Las reflexiones del Prof. Orr concuerdan con las de

Papanek, al agregar que “la sustentabilidad depende de replicar la estructura y función

de los sistemas naturales” (Orr, 1992, p. 33).

Es aquí que, en respuesta a la necesidad de enfoques de diseño más

revolucionarios y radicales, conceptos como bio-afiliación (biophilia), bio-inspiración, y

el diseño bio-informado han surgido y prosperado en los últimos años, activados por la

elocuencia y elegancia del discurso de biomimicry2 como un enfoque biocéntrico de

diseño.

Como precedente del diseño biocéntrico, el ingeniero Otto Schmidt introdujo el

término biomimética en 1954, y lo definió como el estudio sobre la formación,

estructura o función de sustancias biológicamente producidas, y de materiales para

aplicar en ingeniería y productos (Harkness, 2002). La teoría de bioafiliación (Biophilia,

Wilson, 1984) surge tres décadas después del concepto de Schmidt, introducida por el

2 Janine Benyus desde el lanzamiento de su libro “Biomimicry” en 1997, y luego la creación del

Biomimicry Institute y la consultora B3.8, se ocuparon de diseminar la idea de la biomimesis de una

manera muy elocuente y constante, generando un movimiento mundial y una red global de grupos de

investigación. Desde ese entonces se han creado programas de grado y posgrado en varias

instituciones de USA y Europa.

biólogo E.O. Wilson en 1987, y propone enfatizar nuestra “inherente inclinación

humana hacia afiliarnos con los sistemas y procesos naturales, especialmente la vida y

las características vivas de los ambientes no-humanos” (Kellert, Heerwagen & Maador,

2008, p.3). La idea de bioafiliación fue luego reforzada por evidencia científica, que

comprueba que el contacto con la naturaleza tiene un fuerte efecto positivo en los seres

humanos, en términos curativos y terapéuticos, de incremento de la salud y de la

productividad en ambientes de trabajo, entre otras actividades humanas (Montana-

Hoyos & Fiorentino, 2015). La teoría de biophilia inspiró el concepto de biomimicry,

definido como “innovación de diseño inspirado por la naturaleza” (Benyus, 1997) y del

diseño biofílico (Kellert y otros, 2008) definido como “un enfoque innovador que

enfatiza la necesidad de mantener, extender y restaurar los beneficios de experimentar la

naturaleza en espacios diseñados” (Kellert y otros, 2008, p.5).

Hoy biomimicry es una disciplina emergente reconocida por su original

metodología, con la habilidad de conducir hacia la innovación sustentable (Kennedy y

otros, 2016, p.46).

El diseño biocéntrico propone aprender de la naturaleza en vez de explotarla

como recurso. La biomimética, biomimesis o biomimicry (de bios=vida, y

mimesis=imitar) estudia “el carácter de la naturaleza” y emula conscientemente los

principios de adaptación y supervivencia de la naturaleza, imitando no solo las formas,

las funciones y las estructuras, pero también los procesos y contextos (Benyus, 1997)

entendiéndoles a nivel sistémico. Un entendimiento a nivel sistémico significa una

manera de hacer y fabricar en red (“networking”) que reemplaza la manera linear

tradicional. También se vincula a un modelo regenerativo que, como la naturaleza, en

vez de solamente consumir materiales vírgenes, también genera la producción de

materiales nuevos (“upcycling”) en un ciclo virtuoso (Wahl, 2016). Estos sistemas han

sido formados por selección natural durante miles de millones de años para conformar

una red de colaboración y mutualismo densamente entrelazada, a la cual llamamos

“vida” (Woolley-Barker, 2013). Como lo propone la metodología de biomimicry, los

organismos vivos se integran y optimizan con el contexto para formar estrategias que

conducen a extender condiciones para la vida.

4. Implicaciones Filosóficas del Diseño Biocéntrico

Una manera de pensar biocéntrica es el resultado de un cambio de “lentes” y de mirada,

que revisa nuestros postulados y perspectivas en relación con la naturaleza. Se trata de

entender la vida (no sólo la vida humana, y eventualmente no sólo la vida en este

planeta) como un resultado lógico en el contexto de un fenómeno cosmológico3, y este

entendimiento implica poner la vida en el centro de relevancia como observamos en la

naturaleza. Esta idea contrasta fundamentalmente con las epistemologías de las

disciplinas de humanidades y los campos de estudios antropocéntricos en un sentido

profundo. Sin embargo, es importante evitar conflictos innecesarios derivados de estos

contrastes. La naturaleza no debería oponerse a los intereses de la humanidad, ni los

humanos deberían desconectarse de la naturaleza, porque desde una perspectiva

cosmológica la especie humana está profundamente entrelazada con el sistema de

sistemas que conecta todas las formas de vida, sus propósitos y sus culturas.

4.1 Punto de Inflexión y Cambio de Paradigmas

La especie humana en el Antropoceno ha evolucionado (quizás involucionado) 3 Según la definición de la NASA, cosmología es “el estudio científico de las propiedades del universo

a larga escala.” Como una rama de la filosofía, la cosmología estudia el origen y la estructura general

del universo, sus partes, elementos y leyes, y especialmente con las características del espacio, tiempo,

causalidad y libertad. El entendimiento de la vida como fenómeno natural esta intrínsecamente ligado

a esta perspectiva.

progresivamente hacia una desconexión de la naturaleza (Steffen y otros, 2011), sino

completamente a nivel físico (como si esto fuera posible), al menos en lo conceptual, lo

cual sugiere una separación entre la mente y la materia (Prown, 1982). Esta desconexión

ha sido enfatizada en discusiones filosóficas por Gregory Bateson (1972), Fritjof Capra

(1982), David Orr (2002) entre otros intelectuales, como una indicación de haber

alcanzado un punto de inflexión en la historia humana. Bajo la perspectiva biocéntrica,

este punto de inflexión puede también conducir a un momento de “iluminación,” bajo el

cual los humanos debemos reaccionar, recalibrarnos, volver a encontrar el camino

“regenerativo” (Wahl, 2016), y reconectarnos con la manera natural que nos da chances

de lograr un futuro sustentable. Reconectarse implica la precondición de haber estado

desconectado o conectado en falso, no solo con el resto de la naturaleza pero también a

nivel intergeneracional entre humanos. Esta desconexión es resultado también de la

velocidad con la que puede accederse hoy a la información, y los tiempos para procesar

conocimiento, en detrimento del ritmo necesario que requiere la sabiduría (Orr, 2002).

El geógrafo y ecologista Dieter Steiner, coincidentemente con la visión del “eco-

criticismo” y en reconocimiento de una crisis ecológica, sugiere que la desconexión

intergeneracional que experimentamos como resultado del desarrollo o la modernidad, y

la pérdida de sabiduría como característica del antropocentrismo, es la causa de una

“inversión evolucionaria” de la humanidad. Steiner afirma que si un sistema se basa en

el fenómeno más reciente o joven, no tiene la influencia mutua de relacionarse con los

sistemas asociados de los fenómenos precedentes o más viejos, no obstante los empieza

a dominar completamente, y entonces tenemos una clara inversión evolucionaria

(Steiner, 1995, p.42).

Dos décadas antes de las palabras de Steiner, Gregory Bateson se refirió a estas

desconexiones como parte de las dinámicas de una crisis ecológica (Bateson, 1972),

coincidiendo en que, desde una perspectiva de ecología humana, la humanidad enfrenta

una crisis de “desconexión” de la naturaleza. Esta concientización es clave para

entender el rol que disciplinas como las de diseño o la ecología humana pueden tener

como agentes de transformación, evolucionando de ser disciplinas con raíces

antropocéntricas a disciplinas de inclusión biocéntrica.

Daniel Wahl explica el proceso regenerativo (en progreso) que implica

transformar prácticas antropocéntricas en biocéntricas e integrales (Wahl, 2016). La

transición descripta por Wahl sitúa las disciplinas emergentes como la biomimesis en un

punto de cambio inminente del paradigma dominante de diseño.4 Los filósofos Ergon

Guba (1990) y J.M. Nielsen (1990) se refieren a ese punto de inflexión como parte de

un proceso cíclico, concepto introducido por el filósofo Thomas Kuhn in 1962, en el

que la historia se repite de forma similar cada vez que la humanidad enfrenta una

profunda crisis planetaria (Nielsen, 1990). Kuhn propone esta estructura como un ciclo

evolutivo (Figura 1), que eventualmente se puede repetir en las ciencias (Kuhn, 1996).

Desde un punto de vista de diseño, esta interpretación axiológica del modelo de

paradigma cambiante y cíclico Kuhniano ha influenciado la manera en que los filósofos

del diseño ven los paradigmas tecnológicos que producen innovación y disrupción

continua o discontinua, típica del antropoceno (Crilly, 2010).

4 Ergon Guba en The Paradigm Dialog define un paradigma como “una serie de creencias básicas que

guían las acciones” (Guba, 1990, p.17).

Figura 1. Este diagrama muestra la estructura cíclica de un cambio de paradigma propuesto por Kuhn

(Fiorentino, 2013).

No es una tarea fácil ubicar los espacios transdiciplinarios o interdisciplinarios

propuestos por la ecología humana, la sustentabilidad o la biomimética, dentro de

límites paradigmáticos, ni tampoco lo es clasificar estos espacios bajo claras etiquetas

disciplinarias. Como alternativa, la idea de entablar un “dialogo paradigmático” en el

cual los conocimientos se fusionan y valorizan y pueden ser aplicados pragmáticamente

a múltiples disciplinas (Lincoln & Guba, 1996), parece cuadrar mejor en los dominios

de disciplinas tranformativas como la ecología humana y disciplinas emergentes como

la biomimesis. El surgimiento de disciplinas biocéntricas en este contexto puede ser

entendido como parte de una transición a una fase pre-paradigma, en la cual no hay

consenso aún sobre ninguna teoría en particular, no obstante los trabajos de

investigación en progreso pueden ser considerados científicos por su naturaleza (Kuhn,

1996) (Figura 2).

Figura 2. Aplicando el modelo de paradigma de Kuhn, el cambio climático por ejemplo, es visto como

una anomalía; crea tensión entre las “ciencias convencionales” (y status-quo) y las teorías emergentes que

compiten como respuesta a la crisis (por ejemplo, la sustentabilidad). Esta situación permite a nuevas

disciplinas emergentes como la biomimesis (biomimicry) jugar un rol en la fase pre-paradigma y preparar

el terreno para un cambio de paradigma, y volver las disciplinas ahora emergentes en dominantes

(Fiorentino, 2013).

5. Conclusión

Este artículo has discutido el rol del diseño en el Antropoceno, desde diferentes ángulos

disciplinarios (ecología humana, desarrollo sustentable, biomimética), analizó

definiciones sobre la sustentabilidad, e introdujo una visión de diseño biocéntrico,

restaurativo y regenerativo. Ha explorado las epistemologías de fondo que hacen que el

diseño biocéntrico emerja como respuesta al diseño antropocéntrico, y también

introdujo el concepto del diseño biomimético y los principios de la metodología

biomimética. La discusión tiene implicaciones filosóficas sobre el prospecto de la

ecología humana, y ayuda a identificar posibilidades y oportunidades para contribuir a

la práctica del diseño biocéntrico, una práctica más holística y apropiada para la

complejidad del presente y el futuro.

Un enfoque biocéntrico se alinea con la idea de la ecología humana orientada

hacia un nuevo cambio de paradigma. La ecología humana en este sentido crea un

espacio inclusivo para la transformación del diseño en sintonía con la idea de la práctica

reflexiva o praxis de diseño.

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Carlos Fiorentino

Maestría de Diseño, Candidato de Doctorado, Departamento de Arte & Diseño, Departamento de Ecología Humana, Universidad de Alberta, Canadá.

Carlos Fiorentino es investigador y docente de diseño con más de 20 años en la práctica

profesional y 10 años en academia. Nació en La Plata, Argentina, y se graduó como Diseñador

en Comunicación Visual en la UNLP. En 2008 obtuvo su Maestría de Diseño en la Universidad

de Alberta, Canadá. Actualmente enseña fundamentos de diseño en el Departamento de Arte &

Diseño, y es Candidato a Doctor en Ecología Humana en la Univ. de Alberta. El tema central de

su investigación es “Color Estructural y Biomimética.” Es co-fundador de Biomimicry Alberta,

y consejero para el Comité de Gestión para la Educación de la Sustentabilidad, Universidad

Grant MacEwan, Canadá. Introdujo también el primer curso enfocado en Diseño para la

Sustentabilidad (Univ. de Alberta, 2010) y participó de la creación de la primer curricula

interdiciplinaria sobre sustentabilidad en Alberta (Univ. Grant MacEwan, 2016). Carlos ha

diseminado su trabajo en conferencias y publicado artículos a nivel internacional.