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  • lhompson

    ,,~ G DIMAIDII'O"" APlA

  • Ttulo de la obra original en ingls From Si1UU to Golgota Senes ofartldes thatfirstappeared in the Adventist Review in 1981 Al! nghrs teserved Spanish language editwn pubshed with permission o[ the copynght owner

    DEL SINAf AL GLGOTA es una coproduccin de

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    ISBN 10 1575548844 ISBN 13 9781575548845 Impresin y encuadernacin

    Stilo Impresores Ltda. Impreso en Colombia

    Pnnted in Colombia

    1" edicin septiembre 2011

  • Contenido PGINA

    1 Del Sina al Glgota ....................................................... 9 2 Una ley, dos montes ..................................................... 25 3 Un largo camino .......................................................... 39 4 El camino de Bena G. de White rumbo al Glgota .......... 59 5 la teologa de Bena G. de White: B gran conflicto ........ .75

  • Del Sina al Glgota

    N o os HABIS acercado al monte que se po-(( da palpar y que arda en fuego, a la oscu-' ridad, a las tinieblas y a la tempestad [ .. ,l,

    lall terrible era lo que se vea, que Moiss dijo: "1 :Sloy espantado y temblando", hin, os habis acercado al monte, . (1Ieh. 12: 18-24). Ce

    En este libro ab()f"d.aiIK montes, de la dl:;t(1111C1ai de la ley de Dios. En ..

    gota. I.uego veremos de una montaa a la

  • 10 Del Sina al

    Escrituras (captulo 3) y luego a la luz de la vida y los escritos de Elena G. de White (captulos 4 y 5).

    La comprensin que los adventistas han tenido de la ley de Dios es el fundamento de este libro. El lector podr seguir la secl1encia en la medida en que relato la manera como estos conceptos han abierto para m nuevas perspectivas sobre las Es-cnturas, nuestra herencia adventista y nuestra ex-periencia como una comunidad de creyentes en la actualidad.

    La historia del peregrinaje entre el Sina y el Glgota es, en realidad, la historia de un viaje del mandato a la invitacin, del temor al amor. Esta pe-regrinacin no ha ocurrido una vez, sino muchas. Hasta cierto punto es un viaje que todos hemos de hacer. El recorrido entre estos dos montes no es fcil. Incluso nuestro intento por comprenderlo sus-cita preguntas tan difciles como: Por qu parece que el Dios del Antiguo Testamento es distinto al Dios del Nuevo Testamento? Por qu el Sina es tan diferente al Glgota?

    Si furamos ms conctetos y preguntramos si la revelacin de Dios en el Sina fue amistosa o es-

  • 1. Del Sina al Glgota 11

    pantosa, tendramos una pregunta que resulta par-ticularmente difcil de responder para los adven-t istas por dos razones .

    ./ Primero, dado que el Sina est tan relacionado con la proclamacin de la ley de Dios, nos ne-gamos a afirmar nada que contribuya a un re-chazo a la ley que, como adventistas, hemos sido llamados a vindicar. En privado admitimos que los truenos y el humo constituyen un pro-blema, pero en pblico contamos una historia diferente. Nos parecemos un poco a la niita que protesta en la casa por las travesuras de su hermano, pero frente a los dems lo defiende con uas y dientes .

    ./ La segunda razn por la que se nos hace difcil enfrentamos al terror del Sina, no es exclusiva de los adventistas, pero nos sita en el mismo terreno donde se hallan muchos cristianos. Se trata de nuestro deseo de testificar acerca de las bondades de Dios. Cuando Dios toca nuestras VIdas reconocemos que l es bueno, aun cuando no seamos capaces de entender su forma de actuar en ciertos casos. As, de manera muy

  • 12 Del Sina al

    natural, enfatizamos los relatos bblicos que ponen en evidencia la bondad de Dios. Las na-rraciones ms controvertidas simplemente las obviamos, o minimizamos aquellos aspectos que nos parecen ms objetables. Nuestra tendencia a idealizar e inconsciente-

    mente mejoran> los relatos bblicos, llam pode-rosamente mi atencin mientras tomaba un curso de hebreo elemental. Un da nos asignaron traducir algunas oraciones de la historia bblica de Samuel. Una de las oraciones, en un simple y franco hebreo, deba ser traducida: y Samuel cort la cabeza del rey. De todas maneras fue obvio que muchos es-tudiantes lucharon sin xito con la frase. Despus de que habamos estudiado la oracin en la clase, uno de los estudiantes tmidamente admiti cul haba sido el problema: Creemos que era lo que deca -dijo-, pero no creamos que Samuel pu-diera haber hecho algo as.

    Uo podemos hacer respecto a Samuel? Fue un momento muy solemne cuando toma-

    mos nuestras biblias y lemos con suma atencin

  • 1. Del Sina al Glgota 13

    1 ";IIIlUcI L5: 33: Entonces Samuel cort en pe-d;l/oe. a Agag delante de Jehov en Gilgal. La his-IOlla que conocemos del Samuel que viva en el 1l'llIplo, nos lleva a verlo siempre como un nio t'j(,lllplar y obediente. Pero aqu est de pie con IlIla cspada de la que gotea sangre humana.

    Nos horrorizara si un pastor cristiano fuera y l'l ) 1'1 l ra en pedazos a un vecino no cristiano delante !Id \cor. Pero, qu podemos decir respecto a Sa-IIIIICI7 A falta de una mejor solucin tratamos de ',II;lVlzar o simplemente pasamos por alto algunos 1\1' \( le. aspectos ms violentos de la historia bblica. 1'\ I (,:-'lI\lado es un Samuel mucho ms gentil y un ('1('llIplo menos problemtico para nuestros hijos. !'no al hacer esto nos estamos alejando del verda-dl'IO Samuel.

    Ahora bien, creo que es muy apropiado filtrar 1.1" hlstonas bblicas que contamos a nuestros nios. "lIlcmbargo, los nios crecen y comienzan a leer I)()r SI mismos. Tan pronto como sea posible, tene-11)( ):-, q ut' presentarles la Biblia tal como es. En nues-I rae. escuelas adventistas esperamos que nuestros l':-,l lid tan tes lean la Palabra de Dios, no solo que les

  • 14 Del Sina al Glgota

    cuenten las historias que contiene. Como profesor universitario constantemente he tenido que lidiar con Jvenes cristianos que quedan conmocionados y perplejos cuando leen en la Escritura este tipo de relatos llenos de crudeza.

    El hecho de que los jvenes adventistas lean las Escrituras con mentes abiertas, es un motivo de gozo. Pero tambin significa que debemos empezar a enfrentamos a la espada ensangrentada de Samuel y a los truenos del monte Sina. y justamente ese es el propsito de estas pginas. Estoy convencido de que necesitamos reconocer la diferencia que existe entre la situacin en la que vivimos nosotros y en la que le toc vivir a Samuel; la diferencia entre el Glgota y el Sina; entre la experiencia de los pri-meros adventistas y la nuestra.

    El objetivo de este libro es que podamos com-prender el concepto sobre la ley de Dios que apa-rece con notable claridad ,en los ltimos escritos de Elena G. de White, a saber, que el propsito de la ley de Dios es ser un instrumento de vida, y no un instrumento de muerte y condenacin. Debido al pecado nos sentimos condenados por la ley, pero el

  • 1. Del Sina al Glgota 15

    propsito de Dios es guiamos a una comprensin (Ic ~u ley como buenas nuevas, como una ley de vida. ( ,uando se completa ese proceso, el contenido de la ley llega a ser una invitacin ms que un mandato, y rcspondemos a ella con amor, y no con temor.

    La clave para entender la ley de Dios desde esta pnspectiva positiva radica en reconocer que es Illucho ms abarcante que los Diez Mandamien-lo~ cincelados en las tablas de piedra, En realidad, ('s el principio sobre el cual se fundamenta toda vida, el principio del amor. Pablo nos conduce en 1:1 direccin correcta cuando expresa que el amor (", el cumplimiento de la ley (Rom. 13: 10). Jess I (',..,umi la ley como algo que incluye el amor a Dios y ('1 amor al prjimo (Mat. 22: 37-40). Elena G. de White suele utilizar la expresin lleno de abnega-('IOIl para definir esta clase de amor.

    I.a caracterstica ms notable de la ley de Dios, !'lrando es entendida como el principio lleno de al)!lcgacin, es que en su forma ideal no es algo (1111' l ene que estar escrito, es un estilo de vida que hrota de una relacin con Dios. Por eso Jeremas hahlo de un tiempo cuando nadie nos ensear los

  • 16 Del Sina al l. 1'1 1I'1i\T!l

    mandamientos, porque la ley estar escrita en nues-tros corazones y todos conoceremos al Seor (Jer. 31: 33, 34). Elena G. de White hace la misma re-ferencia a la ley al describir lo que ocurri en el cielo luego de la rebelin de Lucifer: La nocin de que haba una ley sorprendi a los ngeles casi como algo en que no haban soado antes.l

    El mismo principio se mantiene en la actualidad Podemos ver este principio, aun en nuestro

    mundo de pecado, ya que, cuando los nios Juegan llenos de alegra lo suelen hacer liberados de toda regla; cuando los esposos se aman el uno al otro, ninguno piensa en reclamar sus derechos o en echar a perder el compromiso, pues estn unidos por medio del amor. Ese es el tipo de ley, una ley de amor, que los adventistas hemos de defender. De-cimos que queremos vivir en un mundo donde esta clase de leyes suprema y que, con la ayuda de Dios, construiremos ese mundo al amar a las personas con las cuales nos relacionemos.

    Pero, qu pasa con la ley del amor cuando las personas no quieren amar y se niegan a ser ama-

  • 1. Del Sina al Glgota 11

    d,I'," Nos quedamos sonriendo y diciendo cosas ,1,1',1 adables, como si no existiera una diferencia si '

  • 18 Del Sina al bOnUJIa

    dichas con rudeza pueden ser malentendidas con facilidad. Algunos ejemplos pueden ilustramos este punto.

    Algunas veces el amor ha de ser firme Primero, qu ocurre cuando los nios juegan

    en una calle de mucho trnsito? El amor reconoce que hay un gran peligro, y por esta misma razn, si las palabras dichas con ternura no funcionan, hay que tomar medidas ms enrgicas. En algunas oca-siones es necesario el castigo, todo debido al amor. Pero con toda seguridad el deseo de los padres es que el nio entienda. Todos preferimos que se nos hable con cario. Por qu no hacerlo si puede fun-cionar? A veces es necesario expresarse con dureza, pero esto puede malinterpretarse en algunas oca-siones. Es realmente un desafo para los padres ser suficIentemente cariosos para disciplinar y a la vez suficientemente firmes para salvar. Esta es una tarea que demanda constantemente de ayuda divina.

    El segundo ejemplo lo encontramos en el monte SinaL Dios ha libertado a un pueblo que haba es-tado oprimido por la esclavitud durante varias ge-

  • 1. Del Sina al Glgota 19

    1It'I ,Il'iolles. El azote de! ltigo y las maldiciones de! 1,11 )alaZ haban ahogado e! lenguaje de! amor, y Dios 111)('1\') a sus hiJos ahogando a sus perseguidores en '" Mar ROlO.

    "1' 11IZO evidente, sin embargo, que la simple li-11('1 ;ll'iOI1 no result suficiente. El Seor tena que IIIt 1',11 arles a sus hijos cmo deban vivir. Pero, cmo 1 H H Ita comumcarles una ley de vida a un grupo de l' \I'''l'lavos que no tenan reglas? De ah que tuviera \ 1111' III ti izar el humo y los truenos, puesto que ese era 1'1 Il'Ilgua1e que ellos podan comprender. Por eso, I )1\1', 111 i hz una manifestacin de poder tan grande 11111' quedaron aterrorizados, pero a la vez conven-, Ido') de que all se haba manifestado alguien en ljllll'll podan confiar (xo. 20: 18-20). Aun as, te-111.111 poca memoria. Para salvarlos de la ruina, e! ',\'111)1' lena que volver una y otra vez con truenos, 11'1. 11 11 pagos y humo, yen ocasiones hasta con espada. I 11,llldo los nios juegan en la calle, el lenguaje de ,1111111 algunas veces tiene que ser firme. Esa es la 1.11I'a dc I)IOS. Procurar ser tan bondadoso que con-I jlll',ll' IIllestro corazn, y lo suficientemente firme \1,11;1 ',;t1varnos.

  • 20 Del Sina al .. ".nllT'!JI

    En mi propia experiencia fue Elena G. de White quien me ayud a comprender la relacin entre la orden y la invitacin, la obediencia y la aplicacin de la ley de amor. Hay mandamientos concretos que tienen una aplicacin explcita de la ley de amor en determinadas circunstancias a favor de la hu-manidad cada.

    Elena G. de White declara que los dos principa-les mandamientos (amor a Dios y amor al prjimo) son explicaciones de la ley nica del amor, como los Diez Mandamientos los son de estos dos man-damientos principales. 2 Ms adelante ella expone la rigurosidad que tambin tena la ley de Moiss, la cual se adaptaba misericordiosamente a las necesi-dades del pueblo:

    La mente del pueblo, cegada y envilecida por la ser-vidumbre y el paganismo, no estaba preparada para apreciar plenamente los abarcantes pnncipios de los diez preceptos de Dios. Para que las obligaciones del Declogo pudieran ser mejor comprendidas y ejecu-tadas, se aadieron otros preceptos, que ilustraban y aplicaban los pnncipios de los Diez Mandamientos. 3

    En ese mismo sentido, Elena G. de White hace afirmaciones extraordinarias sobre la naturaleza con-

  • 1. Del Sina al Glgota 21

    dll'lllllnl de las acciones de Dios, Ella declara que la 1 1I111llcisln dada a Abraham, la esclavitud en Egipto, 1.1 IlIl Iclamacin de la ley en el Sina y la legislacin ,11111'iollal dada a travs de Moiss, habran sido in-I H'l (',>arlas si la humanidad hubiera mantenido los 1IIIIIl'IplOS dados a Adn y Eva despus de la cada.4

    I 'l Ir lo tanto, la ley escrita es claramente una me-dida de emergencia. Cuanto ms el ser humano se ,Ih-:I dc Dios, ms especficas deben ser las necesi-1 LIllt-" que la ley tiene que satisfacer. Jess se re-Illlll :1 esto en su controversia con los lderes judos ( 1I.Illdo declar que la ley del divorcio fue permi-Ild,1 '>010 por la dureza de vuestro corazn, pero

  • 22 Del Sina al Glgota

    toda esta ley que yo pongo delante de vosotros? (Deut. 4: 8). Elena G. de White tambin reconoce el propsito misericordioso de la ley de Moiss: Fue declarado el objeto de todos estos reglamen-tos: no serviran meramente para ejercer una so-berana arbitraria, sino para el bien de Israel.5

    Si de todas maneras no interiorizamos de inme-diato la ley, de tal forma que llegue a estar escrita en nuestro corazn, entonces la constante repeticin de los mandamientos puede, de hecho, destruir el respeto por la autoridad y distorsionar el desarrollo moral. Este punto est muy bien explicado en uno de los primeros consejos de Elena G. de White so-bre educacin, cuando ella contrasta dos tipos de enseanza en las aulas.

    En el primero, todo est completamente regulado por medio de mandatos, de tal manera que los alum-nos parecen soldados bien entrenados. En el se-gundo, el maestro reconoce la responsabilidad de educar a los alumnos para que vean y sientan que tienen dentro de ellos el poder de ser hombres y mu-jeres de principios firmes, preparados para afrontar cualquier situacin de la vida. La seora White de-

  • 1. Del Sina al Glgota 23

    11.11,1 que los observadores descuidados podran 1111'1(>111 a los soldados bien entrenados, pero la vld,I It lima de los alumnos mostrar los mejores re->,1 di ad(l'-, de ese mejor plan de educacin.6

    tI 1

  • Una ley, dos montes

    PARA LOS CRISTIANOS, el Glgota es como un mante que presenta diferentes facetas. Por lado, es el juicio de Dios contra el pecado; por

    (11 n) lado, es el anuncio divino de la liberacin de '

    PI1I' nuestros pel~!$V ptQ(~laJrr 1IIIt'slro enemigo.

    Sin

    (",,1 \'ccha relacin ,k I JaSar por alto

  • 26 Del Sina al

    la ley de amor. Es en este contexto que Elena G. de White declar por escrito:

    En la cruz del Calvario, el amor y el egosmo se en-contraron frente a frente. All fue hecha su mani-festacin culminante. 1

    El propsito de Satans era destruir la ley y a quien representaba la personificacin de esa ley, Cristo. Pero el objetivo del Seor era fijar la eterni-dad de la ley y cumplirla de tal modo que la ley de amor quedara protegida para siempre.

    Todo ello se pone de manifiesto en el sacrificio que Cristo hizo por nosotros. El don de s mismo es la mayor manifestacin del principio del amor abnegado. El Padre no solo estuvo dispuesto a en-tregar a su Hijo Guan 3: 16), sino que el mismo Hijo dej voluntariamente su gloria celestial para habitar y morir en nuestro planeta para que nosotros pudiramos vivir (Fil. 2: 5-8). Es imposible en-contrar un amor mayor que este, y este es el tipo de amor que encontramos en el Glgota.

    Cuando visualizamos la ley de Dios como una simple serie de mandatos, tal y como Dios la dio en el Sina, distorsionamos nuestra compresin tanto

  • 2, Una ley, dos montes 21

    Ikl '->111;\1 como del Glgota, Algunos hasta podra-IIIt 1', Vl' r el Glgota como la anttesis del Sina, como "11111 de la ley Aunque es cierto que el Glgota pone 1111 :1 1:1 ley como fundamento de salvacin (Rom. 1(1 -1) Y como amo condenador (Rom. 6: 14), no 111' 11111

  • 28 Del Sina all~nln,.~ ..

    en forma de mandamientos, pero de qu manera el Glgota es una invitacin?

    La invitacin no es escandalosa. Por ello la base del llamamiento es muy diferente a la del Sina. En el Sina la presencia de Dios se manifest de forma visible y audible. Pero en el Glgota un simple ob-servador sera incapaz de reconocer la presencia de Dios, y mucho menos entender que esta escena de agona y sufrimiento era la ms grande invitacin que la Divinidad haca a los seres humanos. Sin em-bargo, era y es la invitacin:

    ./ Primero, para que aceptemos el triunfo del amor sobre el egosmo .

    ./ Segundo, para que sigamos las pisadas deJess y vivamos la ley de amor.

    Esta invitacin no es percibida por el odo, sino por el corazn. Ah radica la razn de por qu su poder tiene una manera misteriosa de crecer y pro-fundizarse hasta que se aduea de aquel que est dispuesto a morir a fin de que la ley de amor pueda mantener su vigencia.

    Como la revelacin dada en el Glgota presenta una naturaleza superior, muchos han llegado a sos-

  • 2. Una ley, dos montes 29

    1('lln un concepto totalmente errneo al decir que 1.1 I rvelacin del Sina es obsoleta. El Sina est 1'( lip:-.ado pero no eliminado, ya que los dos mon-1(", ('(lI1stituyen dos modos radicalmente diferentes (le alcanzar a los seres humanos con el mensaje que \ \ 1I111ene las buenas nuevas del amor de Dios. Y ,llIllque la revelacin de Dios a travs de Jesucristo l", la revelacin suprema, nuestra labor de alcanzar ,11;1'> personas no ha terminado. El pecado tiene el 1111',(110 poder de siempre, y los elementos que hi-1 11'1 ( l\ I necesaria la revelacin del Sina an siguen \' I ~',( '111 es Incluso despus de haber probado el gozo \ le 1:1 1I1V1tacin del Glgota, el pecado tiene el po-dt'l dI' arrastrarnos. Quiz un toque del Sina COIlS-11111 ya la nica manera que Dios tiene de traernos dI' vlll'lla a la conciencia y a la vida.

    Preferencia por la invitacin I ,1 compleJldad de nuestra naturaleza peca-

    1111110',.1 Implica que hemos de estar plenamente 11111',1 1('llIes de los peligros que conlleva dar una apli-\ ,h 1\ Ii 1 eqUIvocada al principio del Sina-Glgota. 1 1I,IIItlo IIOS encontramos bajo la autoridad de otra

  • 30 Del Sina all~nln t' ..

    persona, es evidente que tendramos preferencia por la invitacin y no por la orden. Algunas veces llegu a solicitarles a los miembros de la iglesia que indicaran lo que les gustaba o no de la siguiente lista que abarca toda la imagen Sina-Glgota:

    ./ Prohibicin

    ./ Orden

    ./ Permiso

    ./ Recomendacin

    ./ Invitacin En todas las ocasiones Invitacin obtena la

    victoria. La menos aceptada era Prohibicin, y luego Orden.

    Es interesante que los Diez Mandamientos, la edicin de la ley de Dios en el Sina, nos han sido dados en forma de prohibiciones y rdenes, las dos maneras menos populares de la imagen Sina-Gl-gota. Aun cuando como cristianos podamos enten-der cada orden como una invitacin, como seres humanos tendemos a no apreciar las rdenes, ya que muchas veces los que ocupan puestos de responsa-bilidad suelen abusar de ellas y las prohibiciones incluso para satisfacer sus apetencias y propsito~

  • 2, Una lev. dos montes 31

    q'.' l!'ilas De ah que inconscientemente solemos ver 1.1'. ordenes como algo arbitrario e indeseable, Mos-1I ; Illl()S resistencia hacia ellas, las evitamos o las igno-1; 11 11 os Cuntas veces nos hemos estacionados en Itl)',:trcs prohibidos? No hemos sobrepasado ell-11111 (' de velocidad porque estbamos seguros de que 110 ,>cramos detenidos por la polica? Con mucha 1.11 didad olvidamos el hecho de que estamos tenien-, h 1 ('11 poca estima el respeto que hemos de tener por

    1111l'~1 ra vida y por la de los dems, Pero si nos dete-111 '1IIl 1$ a observar el cuerpo de un nio inocente que 11.1 ',Ido atropellado por un automVIl que venia a .dl.l velocidad, comprenderamos que las rdenes 11.111 '>Ido establecidas con el propsito de salvar la \'11 1.1 I liS rdenes son vitales pero tambin son peli-,'.1' )'.:1'., puesto que tenemos la costumbres de verlas , '1" lO arbllrarias y, por lo tanto, obsoletas,

    1'11 cuanto a nuestra relacin con Dios, y con el ,jII.II. hay otro peligro incluso mucho ms grave: , In'l qll('la aceptacin es resultado dela obediencia, Mil, h.l'> veces a los nios se les hace difcil enten-oIr I 1'IIIl'cho de que sus padres los castigan porque 1, ", ,"",111 1'11 realidad, mientras son disciplinados,

  • 32 Del Sina al'lIIn'U!JI

    los nios luchan por tratar de entenderlo. De ah que para muchos de nosotros resulte ms fcil creer en el amor como resultado de la obediencia: Mis padres me aman cuando soy bueno, no cuando soy desobediente .

    Cuando extrapolamos este concepto a nuestra relacin con Dios, para desgracia nuestra, llegamos a suponer que Dios solamente nos ama cuando so-mos obedientes. De esta manera, nuestra vida cris-tiana deviene una lucha desesperada para obtener la aceptacin y el amor de Dios. Pocos cristianos describiran su teologa dentro de este marco, pero si al acudir al Sina no nos conduce al Glgota, evi-dentemente provocar ese tipo de experiencia en la cual el pecador batalla a fin de conseguir la sal-vacin por medio de la obediencia.

    Si cuidadosamente recordamos tanto la revela-cin del Sina como la del Glgota, descubriremos que Dios nos mostr una imagen completamente diferente. En lugar de ser un Dios que demanda obe-diencia como fundamento de su actividad salv-fica, se manifest como un personaje que nos ama, incluso cuando no lo merecemos. Cuando Dios

  • 2. Una ley, dos montes 33

    11111'111 a 1~l'acl de EgIpto, no lo hizo debido a la obe-1111'111 1,1 (!c los israelitas. Para ellos, la liberacin en I 1 M,II I{ojo ocurri antes del Sina. Esto ilustra un II 1IIII'plll hastante importante: la gracia llega antes '1"1 \;t ley, en otras palabras, Dios salva antes de dfll 111 dClles

    I'alll, 1 alude a este principio de la gracia antes di \I Il-y cuando dice que cuando an ramos "1 11 '1 ,1111 ll'l'~ Y enemigos, Cristo muri por noso-1111', (1

  • 34 Del Sil1a al ._ .............

    sus mandamientos. En algunos momentos pode-mos sentimos a gusto, o quiz atemorisados por sus rdenes, pero siempre reconoceremos su amor.

    Entender el principio de la gracia antes de la ley como fundamento de la relacin de Dios con nosotros, es un buen ejemplo de cmo hemos de re-lacionamos con los dems. Hemos sido llamados a amar no solamente a la gente buena, sino tambin a los malos. Los amamos porque son una creacin de Dios y para que lleguen a vivir como hijos de Dios. Nuestra obra no consiste en condenar, sino en amar y ofrecer el don de la vida.

    Al aplicar el principio Sina-Glgota en nuestra familia y en la familia de la iglesia, hemos de ser cons-cientes de los peligros que implica enfatIZar solo una parte del pnncipio, ya sean las rdenes o la invita-cin. Por un lado, si decidimos concentramos ni-camente en la inVItacin porque es ms agradable, el resultado ser lo que Elena G. de White llama una bondad cruel.2 Por nuestra debilidad, en ocasiones necesitamos una mano firme; ser indul-gentes cuando tenamos que haber sido firmes, puede provocar un gran desastre.

  • 2, Una ley. dos montes 35 ===~===

    Por otro lado, si tomamos al Sina en lugar del ( ,ni gota como la esencia de la relacin de Dios con 1\ 1 hiJOS incluso cuando son desobedientes,

    Cuando el Seor habl en el Sina, los truenos 1'1,111 tan fuertes que casi era imposible distinguir la J '111 ura de su voz; sin embargo, en el abrumador si-Il'lIllll elel Glgota, todo aquel que se acerca con re-"{'II'llcia no puede dejar de notar las lgrimas que

  • 36 Del Sina al Glgota

    brotan de nuestro Dios. Esto hace que el Nuevo Tes-tamento parezca muy diferente al Antiguo Testa-mento. No obstante, esta diferencia de nfasis no es simplemente una diferencia entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Dependiendo de las nece-sidades del momento y del progreso que l mismo ha tenido a lo largo de su andadura del Sina al Gl-gota, cada escritor de la Biblia dar su propio n-fasis. Elena G. de White se fij en el hecho de que los escritores bblicos diferan grandemente en dotes mentales y espirituales, y se pone de ma-nifiesto en sus escritos.4

    Este principio de diversidad y el principio de progresividad a lo largo del camino que existe entre el Sina y el Glgota, son dos principios vitales, no solo para nuestro entendimiento de la Palabra de Dios, sino tambin para la comprensin de nuestra herencia adventista y de la experiencia de Elena G. de White. Como veremos en los siguientes cap-tulos de este hbro, el progreso en nuestro trayecto del Sina al Glgota, de la orden a la invitacin, del te-mor al amor, es un modelo bblico que tambin

  • 2. Una ley, dos montes 31

    qlll'da reflejado en la experiencia y en la teologa 111' 1;lena G. de White.

    Ahora bien, no importa dnde se encuentre un 1 I('yente o un profeta en su ruta hacia el Glgota, I'I"erlor nunca hace concesiones con relacin a ',11', exigencias ticas. La ley de Dios, la ley del amor ,tlJlH'gado, es inmutable. El Creador puede reve-1,110.,(' de diferentes maneras, pero su propsito siem-jlll' ser el mismo: llevarnos a una experiencia que r I H llentra su ms pleno gozo en obedecer al Seor d('luniverso.

    I 1/1 l'\I'udo de todas las gentes, p. 40, (la cursiva ha sido aadida). , I .... limonios para la iglesia, t 3, p. 158. , 11".1 . I 6, P 134. '1/ ,I"flicto de los siglos, p. 10.

  • Un largo camino

    [ OMO CRISTIANOS que tomamos en serio la Pa-labra de Dios, reconocemos que no resulta fcil asimilar el aparente contraste que existe

    (' 1 iI re el Dios del Antiguo Testamento y el Dios

    Ilti l~ exageracin dda cuenta, 1,1 hecho de que 1\'llihle cu

  • 40 Del Sina al bOlgll1a

    consolador de El camino a Cristo y El Deseado de todas las gentes; por otro lado, al Dios arbitra-rio de los Testimonios para la iglesia.

    Como adventista de cuarta generacin aprend desde mi niez a apreciar los escritos de Elena G. de White; sin embargo, mi reaccin frente a ellos sola ser ms bien contradictoria, puesto que valo-raba como muy tiles los libros que trataban acerca de la vida de Cristo, pero luchaba con los Testimo-nios porque cada vez que intentaba leerlos, de al-guna manera buscaba una excusa para no continuar. Me senta mal, yo saba que todo buen adven-tista tena que leer los Testimonios. Durante mucho tiempo no encontr la respuesta, pero mantuve la fe mientras continuaba recibiendo bendiciones y quedaba admirado por lo que Dios haba hecho a travs de Elena G. de White.

    Con el paso del tiempo la luz comenz a llegar. De dnde? De las Escrituras, de Elena G. de White y de Escocia. Una mezcla curiosa, pero til. Perm-tanme explicarle por qu.

    Como estadounidenses, mi esposa y yo nunca habamos tenido que enfrentarnos a una cultura

  • 3. la historia de una peregrinacin 41

    (It 1I1de la tradicin fuera sumamente valorada. Si te-1\('1110S un problema, luchamos contra l. No hay vacas sagradas que puedan interponerse en nues-II!) camino. Los desafos de la colonizacin supera-1 (lIl a las exigencias de la tradicin.

    La obra de la iglesia refleja un modelo similar . .' Necesitamos una escuela de iglesia? Construya-Illt )~ una. En nuestras campaas de evangelizacin Pll'lllcamos la verdad y esperamos que la gente se 1 h'nda. Por qu algo debera interponerse en el ca-11l1llO? Abajo la tradicin! Esto es tpico de los nor-11':lIllericanos. Pero en Escocia aprend varias cosas 1l'"pecto a la tradicin.

    l.as compra de la comida pueden ilustrar esto. A II!', estadounidenses les encanta comprar en grandes 1 .Il1lidades, pero los escoceses prefieren compras 111:11 as pequeas. Los dueos de los supermerca-1111', se admiraban cuando nos vean comprar una 1 ''Ia de manzanas. Cuando finalmente encontramos 1111t 1 que poda vendernos en grandes cantidades, los 1111\1', chentes crean que ramos ricos. Experien-I 1.1', ( 1 )mo estas nos ayudaron a comprender el im-1'111 \\ 1 que tiene la tradicin en la iglesia.

  • 42 Del Sina al ...... If ... U

    Habamos salido de un lugar en Estados Unidos donde haba seis mil adventistas entre una pobla-cin de cuarenta mil habitantes. All nadie pregun-taba: Adven ... qu?. En cambio, en aquella poca, en Escocia haba solo unos cuatrocientos adventistas entre seis millones de personas, as que todo el mundo preguntaba: Adven ... qu?. Nos gust mucho ese pas y su gente, pero el poder de la tradicin fue un enorme obstculo para compar-tir nuestra fe.

    la importancia de dar a la Biblia su verdadero lugar Al iniciar mis estudios doctorales, aquel am-

    biente proporcion un marco singular para mis lar-gas horas de estudios especializados en Antiguo Testamento y para fructfera confrontacin entre la Biblia y mi herencia adventista. Como resultado de esto se devel frente a mis ojos una nueva e intere-sante visin .

    ./ Primero, aprend a leer el Antiguo Testamento. Escuch hablar al Antiguo Testamento por m mismo, iY no a travs de Las bellas historias de la Biblia! Me sorprendi saber que Jeft sacri-

  • 3. la historia de una peregrinacin 43

    Ilc a su hija 0uec. 11: 31, 39), que el concepto ele virtud que tena Ester era muy diferente al mo (Est. 2: 14-17), Y que Elseo dio permiso para que Naamn se arrodillara al entrar al tem-plo de un dolo pagano (2 Rey. 5: 15-19). Tam-bin comenc a valorar las implicaciones de algunas leyes que Dios haba dado sobre la es-clavitud, la poligamia y la venganza (xo. 21: I-ll; Nm. 35: 16-21). Un Dios estadouni-denses del siglo XXI seguramente habra abo-lIdo estas costumbres .

    .; Segundo, comenc a entender cun creativa haba sido Elena G. de White al interpretar el Antiguo Testamento. Cuando compar sus co-Illentanos en Patriarcas y profetas con las Escri-1II ras, me di cuenta de que sus interpretaciones Il'sultaban ms comprensibles que las crudas Ilarraciones del Antiguo Testamento. Por eJem-plo, cuando las Escrituras relatan la historia de la rebelin de Israel, Dios envi serpientes para (a~llgar al pueblo (Nm. 21: 6). Pero cuando llena G. de White aborda estos mismos hechos 11\ h dIce que Israel se haba apartado de Dios y,

  • 44 Del Sina al Glgota

    por lo tanto, no contaba ya con su proteccin contra las serpientes. 1 Me encant este co-mentario de Elena G. de White, pero despus de meditar un poco entend que haba dado ms importancia a Patriarcas y profetas que a la Biblia. Aun en mi ao bblico haba estado oyen-do a Patriarcas y profetas y Las bellas historias de la Biblia en lugar de or a la Biblia en s, pero yo necesitaba aprender de ambos.

    ,/ Tercero, Elena G. de White me ayud a enten-der algunos de los marcados contrastes que hay entre los escritores bblicos. Cmo poda el salmista bajo la inspiracin de Dios invocar imprecaciones tan terribles contra sus enemi-gos como las que aparecen en Salmos 69: 21-29; 137: 7-97 Esto es radicalmente diferente al pedido que]ess hace en la cruz: Padre, per-dnalos, porque no saben lo que hacen (Luc. 23: 34). Elena G. de White escribi que los es-critores bblicos diferan grandemente en sus dotes espirituales.2 As pues, era posible que un escritor que aun cuando estuviera bajo la inspiracin divina, no captara plenamente el sig-

  • 3. la historia de una peregrinacin 45

    nificado del perdn. Sin la ayuda de Elena G. de White, quiz yo nunca habra tenido el valor de sugerir esto .

    .! Cuarto, descubr que dos escritores bblicos podan relatar los mismos hechos, y al mismo 1 iempo interpretarlos de maneras muy diferen-les. Por ejemplo, segn 2 Samue124: 1, cuando David orden su fatdico censo, Dios fue el res-ponsable. Sin embargo, otro escritor inspirado de una poca posterior atribuy l~ responsabi-lIdad a Satans (1 Crn. 21: 1). Esto es una evi-dencia de lo que yo haba descubierto en los cscntos de Elena G. de White con respecto al proceso de interpretacin inspirada .

    .! luinto, tena que aprender a ser ms tolerante ('(m quienes usan un mtodo diferente para in-IlTpretar las Escrituras. Los profesores me en-

  • 46 Del Sina al

    la prctica Juda de leer eventos postenores en pasajes de un poca anterior.

    ./ Finalmente, fui capaz de comprender que el contraste que me dejaba perplejo al leer los es-critos de Elena G. de White es plenamente b-blico. Si permitimos que la Palabra de Dios nos hable, el contraste entre el Sina y el Glgota es ms que evidente.

    Todos estos aspectos concretos fueron prepa-rando el momento cuando todas las piezas del rompecabezas encajaran. Esto sucedi cuando uno de los profesores me inVlt a asistir a un seminario que iba a impartir para todos los estudiantes de teo-loga. Como yo estaba muy mteresado en compren-der el asunto del problema del mal, el ttulo del seminario llam mi atencin: El componente de-monaco en Yahv.

    El profesor dijo que debido al hecho de que Satans casi no es mencionado en el Antiguo Tes-tamento, tanto el bien como el mal tienen su ori-gen en las manos de Dios. Para ilustrar esto, l cit una sene de episodios demonacos de Dios en el Antiguo Testamento: El ngel destructor de Egipt~

  • 3. la historia de una neregrinacin 41

    (1 'Xl) 12: 23,29), el arca asesina de Uza (2 Sam. (1 (1-9) Y otros ms (ver tambin xo. 4: 24; Eze. 20: .'\ 26). Su conclusin fue la siguiente: El Dios del 1\llllguo Testamento era la combinacin de un de-IIIOI1!O del desierto con una deidad buena.

    ;[ seminario no fue muy bien recibido por los 1",llldlantes, pero a m me impact. No me conven-I I!) la presentacin del profesor; no obstante, sus ar-

    ~',IIIl1Cntos sobre la ausencia de Satans en el Antiguo I 1'..,1 amento me intrigaron. De hecho, la historia del

    V,I: tll conflicto entre el bien y mal qued aclarada de 1.11 lorma en mi mente que me sent tentado a pre-1111 ar un buen sermn adventista frente a aquellos 1" ,Illd lantes. Si hubiera cedido a la tentacin, habra J I( 110 lo siguiente:

  • 48 Del Sina al Glgota

    para desarrollar un "gobierno" fundamentado en el egosmo. Este mundo ha llegado a ser el teatro donde Satans ha intentado establecer su gobierno y Dios ha procurado manifestar su amor. nica-mente cuando el universo entienda claramente que el egosmo destruye, entonces Dios podr des-truir al egosmo.

    Esta lucha entre el bien y el mal proporciona la clave para interpretar correctamente muchos rela-tos bblicos.

    Cuando Adn y Eva decidieron escoger el egos-mo, en ese mismo instante abrieron las puertas de la miseria. Gnesis 3-11 describe los trgicos re-sultados del xito de Satans a medida que una re-belin tras otra minaba los fundamentos de la verdad y del amor. Durante el tiempo de Abraham, la ver-dad de Dios casi se haba extinguido. El mismo pa-triarca cont verdades a medias y tom una segunda esposa sin ningn tipo de remordimiento (Gn. 12: 10-20; 16: 1-7). Incluso, su propia familia adoraba a otros dioses (Jos. 24: 2). Por qu Dios permiti todo esto? Porque Satans y el egosmo deban te-ner su oportunidad.

  • 3. la historia de una peregrinacin 49

    Un plan audaz Con Abraham, Dios emple una estrategia bas-

    l;tllle inteligente con el objetivo de atraer una vez IllS los seres humanos a l. Hasta dnde podra I )IOS llevar a Abraham? No muy lejos al principio, ya que Abraham tena que escoger. El Seor no po-(ha obligarlo, pues esto contradecira su propia ley ( 1(' amor. Fue precisamente en este punto que mi ex-periencia en Escocia me result de gran ayuda, pllesto que entonces comenc a comprender que i'llslumbres y hbitos profundamente arraigados )10 se cambian con facilidad. Ni siquiera el mismo I )jos puede cambiar de inmediato al ser humano, ya que esto sera contrario a su ley de amor.

    Al seguir la historia desde Abraham hasta Moi-',('s, vemos la llama de la verdad vacilar y casi apa-p,arse. Pero llegamos al Mar Rojo y al SinaL Con IH derosos y certeros golpes, el Seor derrot a los Idolos egipcios, lanz una advertencia a los dioses (k Canan y conquist los corazones de un pueblo )('helde. Cuando el Sina fue sacudido por los true-\lOS, el pueblo de Israel qued paralizado e impre-',H l\ lado. All estaba un Dios en quien podan confiar,

  • 50 Del Sina al 11 m mna

    alguien que haba abierto caminos a travs del mar y que resquebraja montaas.

    Pero, dnde se encontraba Satans? Por su-puesto que estaba all tambin. Sm embargo, por una muy buena razn el relato bblico no lo menciona. 3 Israel acababa de salir de Egipto, donde la gente adoraba incontables dolos buenos y malos. As que el politesmo era una amenaza real para los israe-litas. En aquellas condiciones habra sido mucho ms fcil para ellos adorar a Satans como si fue-ra una deidad. En vez de correr este riesgo, el Seor deliberadamente escogI asumir la plena respon-sabilidad por el mal. La revelacin ms amplia del conflicto entre el bien y mal tendra que esperar.

    Siendo que las Escrituras fueron escritas pri-meramente para Israel, su primera tarea era satis-facer las necesidades de Israel. Si Dios hubiera narrado la historia para nosotros en lugar de con-tarla a ellos, lo ms probable es que no la habran entendido. Por lo tanto, en los cinco libros de Moi-ss y en gran parte del Antiguo Testamento, todo VIe-ne directamente de la mano de Dios. Fijmonos que la serpiente de Gnesis 3: 1 simplemente es la

  • 3. lo historia de una peregrinacin 51

    ['natura ms astuta que Jehov Dios haba creado. Incluso en el libro deJob, Satans es mencionado dc manera muy limitada. Dios le dice: No te has fi-lado en mi siervo Job [. .. ]. Todava mantiene su 1I11egndad, a pesar de que t me incitaste contra l para que lo arruinara sin causa! Oob 2: 3). El mis-1110 Job no reconoci ni una sola vez la presencia {Ic Satans. Hasta donde l saba, Dios era su ver-dugo (ver Job 16: 7-14).

    Otro resultado directo de la esclavitud de Israel lile el desarrollo de costumbres que para nosotros re-.. 1 litan inaceptables: esclavitud, poligamia, venganza,

    (Il'(~tera. Sin embargo, para que el Seor pudiera )',;(Ilarse el corazn de aquel pueblo, algunas de estas practicas tenan que ser temporalmente regulari-::ldas y no abolidas.4 Dios no conducir a su pue-1,10 ms rpido de lo que este lo pueda seguir a L

    De esta relacin surge una pregunta importante: .' '-,( lbre qu bases determinamos que algunas cos-111111 bres de la poca del Antiguo Testamento son , puco aceptable o incluso errneas? No es a la 111: de la cruz de Cristo? La poligamia como tal no es I 11I1denada en ninguna parte de la Biblia, pero como

  • 52 Del Sina al ._, .... " ....

    cristianos sabemos que dicha prctica est en dis-cordancia con la ley de Dios. Solamente podemos llegar a esta conclusin bajo la direccin del Esp-ritu Santo, al meditar en la cruz de Cristo. La cruz es suprema, pero nuestra comprensin de ella siempre continuar profundizndose.

    Por mi propia experiencia, no obstante, s que a nosotros, como adventistas, a veces nos resulta muy difcil admiurlo. Creo que hemos de vencer nuestros prejuicios y admitir que la revelacin de Dios a travs de jesucnsto es la revelacin ms clara que tenemos de la Deidad. Nuestro aprecio por el Sina es comprensible, pero si los escritores del Nuevo Testamento pudieron ver con bastante clari-dad que el Glgota es mejor que el Sina, entonces nosotros tambin podemos hacerlo.

    La palabra mejor podra provocar que algunos tropecemos; sin embargo, podemos verla desde dos perspectivas dIferentes. Mejor en contraste con peor, o mejor como el prximo paso a bueno. Ilustremos de la siguiente manera. Cuando un miembro de la fa-milia se enferma, de inmediato pensamos de peor-mejor. Pero cuando queremos sustituir una Biblia

  • 3. la historia de una peregrinacin 53

    Vieja por otra nueva y mejor, todos pensamos de hueno-mejor, puesto que la Biblia en desuso nos dio un buen servicio y fue muy buena.

    Cuando aplicamos al Sina y al Glgota, la pala-hra mejor pudiera sugerir algn tipo de ambige-(Iad. Debido al terror que provoca el Sina, nuestros '.l'Illmientos nos llevan al concepto de peor-me-I( Ir, y esto nos podra llevar a un completo rechazo (le I SinaL Pero desde el punto de vista del propsito del Seor, la secuencia bueno-mejor evidente-IlIente debe ser la preferida. El Sina no fue malo, .lllIplemente fue exactamente lo que los israelitas I J('cesitaban, y fue muy bueno. Todava tiene vigen-cia al enfrentar los problemas que el pecado ha cau-'"Ido. Pero la revelacin en el Glgota, de hecho, es 1Ill'Ior porque es suprema. Es el mximo don de I )IOS a la humanidad.

    Habiendo reconocido la validez de ambas reve-1.1\ Iones, hemos de saber por qu una de ellas es 11 1('lor, y aqu la eleccin es clara: de un lado en-( (1lIlramos temor y orden; del otro, amor e invita-( 11 )11. Dios puede usar las rdenes, y aun recurrir al 1('I\lOr, pero nicamente en caso de emergencias.

  • 54 Del Sina al

    Una unin permanente nada ms puede ser cons-truida si est fundamentada en el amor y en res-puesta a una misericordiosa invitacin. Esto es mucho ms evidente en el Glgota que en el SinaL La manifestacin de Dios fue un acontecimiento grandioso en el Sina, pero el Glgota pareca aban-donado por Dios.

    Abandonado por Dios? S, al menos a los ojos humanos. No hemos de pasar por alto que el la-drn y el centurin romano reconocieron la pre-sencia de Dios; pero para los discpulos, para Mara y hasta para el mismo Jess, las palabras del salmista eran dolorosamente reales en aquel momento: ~~Dios mo, Dios mo, por qu me has desamparado? (Sal. 22: 1). El amor haba muerto, la esperanza se haba perdido y Satans haba obtenido la victo-ria, o por lo menos eso pareca.

    Sin embargo, la resurreccin cambi este cua-dro, y la cruz comenz a establecer un nuevo es-quema de vida en los seguidores de Jess, que comenzaron a entender que el Glgota represen-taba la misericordiosa invitacin de Dios a la hu-manidad. Realmente el Eterno estaba presente en

  • 3. la historia de una peregrinacin 55

    aquel solitario monte. No profiri amenazas, no dio (lrdenes, en lugar de ello ofreci una tierna y apre-Illlante invitacin. La santa presencia divina no amenaz a nadie en el Glgota, puesto que Dios no descendi a matar, sino a ocupar nuestro lugar. N o dio ningn toque de cometa que ordenara la des-I ruccin de los impos, sino que implor el perdn de sus enemigos y mostr la ms tierna conside-I aCln por una madre cuyo corazn estaba destro-zado. All se hallaba el sello de la promesa de Dios de que escribira su ley en el corazn de los seres humanos.

    De esa manera el Glgota se convirti en sm-bolo del Dios que est dispuesto a asumir la cruz a fin de que nosotros podamos vivir. Este es el men-saje que encontramos al final del trayecto que hay del Sina al Glgota.

    I Patnarcas y profetas, pp 404,405. 2 El gran conflicto, p 10 \ Satans es mencionado concretamente tres veces en e! Antiguo Testamento Estas referencias aparecen en libros que fueron escntos o canonizados al final de! periodo histnco que abarca e! Antiguo Testamento: 1 Crrucas 21 l,Job 1: 6-12, 2' 1-7 Y Zaca-rias 3. 1,2 El hbro de]ob, que desempea un pape! sigruficativo

  • 56 Del Sina al Glgota en la comprensin que como adventistas tenemos del gran conflicto, y que la tradicinjudia sugiere que fue escnto por Moiss, no fue aceptado como cannico sino en la tercera sec-cin de la Biblia hebrea, los Escntos.

    4 Ver Patnarcas y profetas, pp. 492, 493.

  • El camino de Elena G. de White

    rumbo al Glgota

    f N EL CAPTULO anterior nos referimos a cmo el gran conflicto nos ayuda a resolver algunas d las dudas que nos surgen cuando leemos cier-

    tos relatos del Antiguo Testamento. Si reconocemos el gran conflicto que hay entre el bien y nos ayudar a entender por qu el parecen ser tan di'

    _ '_ ~.-.'l)

    ta~;_~~.

  • 60 Del Sina al

    G. de White. En sentido general, el punto que quiero destacar es que ella experiment un cons-tante crecimiento espiritual a lo largo de su vida, y esto fue lo que le permiti ir del Sina al Glgota. El 1906 se refiri a este proceso de crecimiento con las siguientes palabras:

    Por sesenta aos he estado en comunicacin con mensajeros celestiales, y he estado aprendiendo constantemente con respecto a las cosas divinas y al modo como Dios obra para traer a las almas del error de sus caminos a la luz de Dios.1

    En este captulo abordaremos el desarrollo de la experiencia de Elena G. de White, y en el pr-ximo demostraremos cmo este desarrollo produjo un notable cambio en su nfasis al relatar la histo-ria del gran conflicto entre el bien y el mal.

    Durante los primeros aos de su vida cristiana, la seora White se mantuvo a la sombra del SinaL Incluso lleg a visualizar a Dios como un tirano cruel que someta a los hombres a la obediencia ciega.2 Pero al madurar en su experiencia con el Seor, las sombras del Sina quedaron atrs. Cada vez ms fue experimentando que Dios era un Pa-dre tierno y amante. 3 En lugar de los incmodos

  • 4. [1 camino de [lena G. de White rumbo al Glgota 61

    mandatos, ella se dedic a escuchar las claras y mi-sericordiosas invitaciones de Dios. Sus escritos co-menzaron a evidenciar que, paso a paso, el amor haba triunfado sobre el temor.

    Antes de continuar, sin embargo, es preciso que nos concentremos concretamente en dos trminos clave que tienen gran importancia, tanto para los de-bates que se estn desarrollando en la iglesia como para el tema que estamos tratando aqu: inspiracin y crecimiento. En este libro queda bien claro que yo difiero en ambas cuestiones de los planteamientos tradicionales de los llamados fundamentalistas y evanglicos. Los adventistas compartimos mu-chas cosas en comn con nuestros amigos del mun-do cristiano conservador, pero no hemos de pasar por alto las significativas diferencias que tenemos con ellos.

    Creo relevante que destaquemos que el con-cepto que los adventistas tenemos con respecto a la inspiracin es diferente al que tienen la mayora de los cristianos conservadores. No obstante, a pesar de los excelentes artculos que se han publicado en nuestras revistas, incluyendo la Adventist Review

  • 62 Del Sina al L11l1mml

    [ReVIsta adventista],4 todava persiste en algunos crculos adventistas un concepto muy limitado de la inspiracin. Una de las principales preocupa-ciones de los evanglicos conservadores es defen-der la unidad y la autoridad divna de la Palabra de Dios, y crame que este es un objetivo digno de encomio. Pero un nfasis desmedido en la unidad corre el riesgo de no tomar en cuenta los relatos que ponen de manifieto la diversidad, que nos propor-cionan importantes pistas sobre cmo Dios trata a sus hiJos. Adems, puede resultar peligroso para nuestra vida espiritual dedicar mucho tiempo a de-fender las Escrituras cuando nuestra tarea principal es dar testimonio de su poder en nuestra vida.

    No intento probar la inspiracin Quiero precisar que no es mi intencin probar la

    inspIracin de la Biblia ni de los escritos de Elena G. de White, que yo acepto plenamente. Mi inte-rs aqu es que veamos qu dice Dios y por qu lo dice. HabIendo respondido afirmativamente, creo que podemos obtener bastante provecho al colo-car al Sina y al Glgota uno junto al otro, tomar

  • 4. [1 camino de [lena G. de White rumbo al Glgota 63

    notas de las diferencias y despus preguntemos el porqu. Tambin podemos reconocer las diferen-cias entre El camino a Cristo y los Testimonios para la iglesia y preguntamos lo mismo.

    Debido en gran medida al ministerio de Elena G. de White, los adventistas estamos no solo en una excelente posicin para ser realistas en cuanto a nuestra concepcin de la inspiracin, sino que tambin hemos de ser capaces de entender que el concepto que una persona tiene de la verdad pue-de crecer y desarrollarse, y que esa verdad al tomar una nueva perspectiva puede llegar a ser la

  • 64 Del Sina al Glgota

    de desarrollo nos referimos a un proceso de

    crecimiento espiritual que se halla directamente bajo la mano orientadora del Seor.

    Para comprender esto desde una perspectiva

    cristiana creo que concretamente dos principios son vitales:

    ,/ El principio de la diversidad significa que Dios usa mltiples medios a fin de satisfacer las ne-cesidades de quienes se encuentran en un de-terminado grado de desarrollo.

    ,/ El principio del crecimiento tal vez quede mejor ilustrado por esta frase: Por la contemplacin somos transformados. Es una ley de la mente que nos volvemos aquello que contemplamos.6

    Hemos de saber que las aplicaciones de esta ley del crecimiento son ilimitadas. Al centrar nuestros pensamientos en Cristo, nuestra mente es renovada, y esto nos permite verlo con mayor claridad y nos lleva a una renovacin que hace posible que tengamos una percepcin an ms clara.

    -

  • 4. [1 camino de Elena G. de White rumbo al Glgota 65

    Esto es un proceso continuo. Como seres hu-manos nunca podremos decir que poseemos una compresin plena de la verdad. Siempre hay algo ms all. Por eso Elena G. de White dice que con-tinuaremos desarrollndonos por toda la eternidad.7

    Esta ley se aplica a todos los seres humanos, in-cluyendo personajes virtuosos como son los profetas. Aplicndola al desarrollo de Elena G. de White, ella tiene dos supuestos importantes que sern ilustrados ms adelante .

    ./ Primero, a medida que la capacidad espiritual de Elena G. de White iban desarrollando, como resultado de la oracin, el estudio de la Biblia, los sueos y las visiones, su comprensin teo-lgica iba aumentando. Altamente significativo resulta el notable refinamiento que ella adquiri en cuanto a su concepcin de Dios, de su ley y del pecado .

    ./ Segundo, las visiones que Elena G. de White recibi tenan el propsito de ser comprendi-das por ella y, por tanto, se hallaban en armo-na con el nivel de desarrollo que ella tena en el momento de recibirlas.

  • 66 Del Sina al

    A medida que Elena G. de White progresaba, sus conceptos tambin progresaban

    Todo esto significa que a medida que Elena G. de White progresaba, bajo la direccin divina, el contenido de sus visiones tambin lo haca. Estas nuevas visiones tenan como propsito satisfacer sus nuevas capacidades. Para decirlo sin rodeos, Dios estaba constantemente revisando las visio-nes que imparta a Elena G. de White sobre el gran conflicto. Cuando va siendo capaz de asumir nuevos conceptos, entonces el Seor le muestra otros. Por esta razn ella no solo cont la historia del gran con-flicto una sola vez, en 1858; sino que continu exponindolo durante toda su vida introduciendo cambios significativos a lo largo del camino.

    En resumen, debido a la manera en que fun-ciona el principio del crecimiento, deberamos consi-derar las visiones ms como bocetos hechos a lpiz para experimentar las verdades que como fotografas que retratan la realidad; ms como ilustraciones animadas que como reproducciones exactas de vi-deo. Las visiones de Daniel, Ezequiel y de Apoca-lipsis nos han aportado buenos ejemplos bblicos.

  • 4. El camino de flena G. de While rumbo al Glgota 61

    Como introduccin al estudio del desarrollo teo-lgico de Elena G. de White, creo que los primeros Testimonios son bastante claros. Como ya hemos di-cho, la lectura de los Testimonios siempre me haba desconcertado. La palabras contundentes y las re-ferencias a un Cristo de ceo fruncido, especial-mente en el tomo 1, siempre lograban desviar mis buenas intenciones. Sin embargo, cuando me toc ensear el curso de Historia de la Iglesia Adventista, decid que haba llegado el momento de hacer esto, con o sin las palabras fuertes y el ceo fruncido.

    En aquel tiempo ya haba estudiado muchas de las frases difciles de la Biblia y haba comenzado a formular ciertos principios sobre la manera en la que Dios conduce a su pueblo, incluyendo a los profetas, del Sina al Glgota. Con esos principios en mente, no me sorprend con lo que encontr; no obstante, result de mucho provecho para m observar cmo Dios actuaba en la experiencia de Elena G. de White.

    Al leer la biografa de Elena G. de White pre-sentada en el tomo 1 de Testimonios para la iglesia, qued impresionado con el gran temor que la joven

  • 68 Del Sina al __ .", .. __

    Elena le tena a Dios. Ella era muy sensible, viva oprimida por la idea de un infierno de llamas inex-tinguibles siempre ardiente y de un Dios que sal-vara nicamente a los que fueran santos. Elena era profundamente religiosa, tanto que deseaba ser salva a pesar de considerar a Dios como cruel y ti-rano.8 Cuando ella entendi la verdad sobre la mortalidad del alma se di cuenta de que no existe un infierno que arder eternamente, se le quit un gran pes de encima.

    Sin embargo, aunque el peso de un infierno eter-no haba sido eliminado, todavia no senta que es-tuviera en completa paz con Dios. No quera llevar a cabo su labor proftica, pero era impulsada a se-guir adelante porque si rehusaba cumplir con sus deberes, esto traera una terrible expresin de desagrado al rostro del amado Seor. 9 Esto es muy parecido a lo que les ocurri a Ezequiel,Jeremas y Moiss, que quisieron escapar de su ministerio pro-ftico, pero no pudieron! Cuando su hijo menor cay enfermo Elena G. de White tuvo miedo de que Dios le quitara la vida al nio en caso de que ella permitiera que el nio fuera un obstculo para cum-

  • 4. fl camino de Elena G. de White rumbo al Glgota 69

    plir con su deber como profeta. lO Por esta razn ella sufri una depresin durante varios meses y hasta quiso morir. 11 lba a influir en sus escritos una ex-periencia como esa? Esto es precisamente lo que des-cubr al estudiar los Testimonios.

    Al leer, me fij en las luchas que ella experi-ment al principio para encontrar paz con Dios, un Dios que pareca estar bastante presto para cas-tigar, pero muy lento para salvar.

    El modelo bblico del camino del 5ina al Glgota estaba siendo una bendicin real para m cuando pude ver a Dios influyendo en la experiencia espiri-tual de su mensajera. Sin embargo, qued sorpren-dido con algunas cosas que ella dijo. Por ejemplo, he aqu una de esas:

    Dios tendr un pueblo separado y diferente del mundo. Y tan pronto como alguien tiene el deseo de imitar las normas del mundo, y no subyuga in-mediatamente estos deseos, Dios deja de recono-cerlo como hijo suyO Y

    Reconozco que en este contexto ella se est re-firiendo al peligro del amor al mundo y a la nece-sidad de una entrega total a Cristo. Ella se est refiriendo ms a una actitud permanente que a un

  • 10 Del Sina al bOln(Ua

    pensamiento pasajero. Pero dicha declaracin me pareci muy severa; era ms un reflejo del Sina que del Glgota.

    Un pasaje sorprendente En este mismo sentido, qued admirado cuando

    encontr una declaracin de principio de la dcada de 1870-79. Jaime White haba estado trabajando en las oficinas de la Review y se estaba empezando a mostrar irritable, hablando a los empleados de for-ma agresiva y respondiendo estos de igual modo.

    La seora White estaba preocupada, pues la si-tuacin empeoraba cada da ms, y concretamente escribi que todos deban aprendan a ser perdona-dores como lo es Dios. Para ilustrarlo ella narr la pa-rbola del hijo prdigo. El mensaje central de la parbola es sumamente claro: Dios perdona. Yo no me hallaba preparado para asimilar la descripcin que ella hace del regreso del prdigo:

    Cuando el hiJo estaba an distante de la casa, su padre vio al vagabundo, y su primer pensamiento fue del hijo rebelde que lo dejara aos antes para seguir un curso desenfrenado de pecado.B

  • 4. ti camino de [lena G. de White rumbo al Glgota 11

    Luego describe cmo el corazn del padre ha-ba sido tocado y recibi a su hijo en casa. Pero sent que algo faltaba. La bienvenida al hogar fue bastante comn y el padre se mostraba vacilante. Dnde se encontraba el padre con el corazn he-rido, el que anhelaba el regreso del hijo?

    De inmediato busqu Palabras de vida del gran Maestro y consult el pasaje paralelo escnto casi treinta aos despus (1900). Le las lneas que me resultaban ms familiares y que siempre haban sido una bendicin para m. Le acerca del amor de Dios que pone en accin influenClas a fin de traer al pecador de vuelta al hogar. Le sobre el dolor y la ansiedad que llenaban el corazn del padre, la espera continua del regreso del hijo y la instantnea respuesta de amor ante lo que quedaba del joven que volva. 14

    El trayecto hacia el Glgota ahora se ha com-pletado. Elena ya no ve ms a Dios como un per-sonaje antagnico, sino como alguien que espera ansiosamente el regreso del pecador y que hace todo cuanto puede para restaurar a quienes se han desviado del buen camino.

  • 12 Del Sina al Glgota

    A medida que Elena G. de White avanzaba en su andadura del Sina al Glgota nunca rechaz la experiencia anterior. Su alegra cada vez ms pro-funda es clara y puede ser vista por todos; sin em-bargo, ella comprendi que el Seor la haba estado guiando a cada paso del camino, incluso cuando ella le tena miedo. Despus de todo, tampoco po-demos negar el hecho de que Dios tambin se en-contraba en el Sina.

    1 Cada da con Dios, p. 74 (la cursiva ha sido aadida). 2Testimonios para la iglesia, t 1, p. 36 3 Ibd. 4 Ver el artculo Are Adventists Fundamentalists? [Son los

    adventistas fundamentalistas?], 8 de enero de 1981. 5 Manuscrito 8a, 1888, citado en A. V Olson, Through Cnsis to Victory 1881-1901 [A travs de la crisis a la Vlctoria, 1881-1901], (Washington, D c.: Reviewand Herald, 1966), p. 274.

    6 Ver Palabras de vida del gran Maestro, p 250; Laeducaan, pp. 186, 187, Patriarcas y profetas, pp. 70,434,435.

    7VerLaeducadn, pp. 296,297; El conflicto de los SIglos, pp. 583, 584. a Ver Testimonios para la iglesia, t 1, pp 35-37. 9 Ibd., p. 75.

    10 Ibd., p. 86. 11 Ibd., pp. 91, 92 12 Ibd., p. 130.

  • 4. El camino de Elena G. de White rumbo al Glgota 13

    13 Ibd, t 3, pp. 101, lO2. 14 Ver Palabras de vida del gran Maestro, pp 137, 138.

  • la teologa de Elena G. de White:

    El gran conflicto

    l os PRIMEROS cuatro captulos de esta obra h~n establecido el fundamento esencial para :,tiE~. podamos tener una comprensin correcta

    del crecimiento o madurez teolgica de Elena G. ',' de White que presentaremos en este captulo. captulos 1 y 2 compararon y Dios expresad en los , Sinacon

  • 16 Del Sina al bOlDIna

    la invitacin del Calvario, y de esta manera ha guiado a sus hijos a responder basados en el amor y no en el temor.

    En este captulo retomaremos una vez ms la teo-loga de Elena G. de White y mostraremos cmo la transicin del temor al amor en la experiencia de la seora White produjo un notable cambio de nfasis en sus relatos de la historia del gran conflicto entre Cristo y Satans. De hecho, sin los conoci-mientos que hemos adquirido mediante sus escritos posteriores, nos sera imposible poder tener un elemento catalizador para el contenido de este libro, puesto que la concepcin que Elena G. de White tuvo acerca del gran conflicto, principalmente como ha sido expuesto en la Serie El Conflicto y en el libro La educacin, fue lo que abri mis ojos al entendi-miento del trayecto del Sina al Glgota.

    Habiendo aprendido el principio del Sina-Glgota a travs de todos los escritos de Elena G. de White y descubierto su valor para una correcta interpretacin de las Escrituras, lo natural era apli-car estos mismos principios a los escritos del Es-

  • 5. La teologa de Elena G. de While 17

    pritu de Profeca. Este captulo es el fruto de las comparaciones que he hecho en las sucesivas edi-ciones de sus obras publicadas.

    Como fundamento de este estudio he tomado los primeros captulos de Patriarcas y profetas (pu-blicado en 1890) y los comparar con la primera y segunda edicin impresa de la historia del gran conflicto publicadas en 1858 en Spiritual Gifts, t. 1 yen 1870 en The Spirit ofProphecy, t. l. En sentido general Spiritual Gifts da una narracin simple; The Spirit of Prophecy la desarrolla y Patriarcas y pro-fetas la transforma. l

    Al comparar las sucesivas narraciones de los mismos hechos, mi mayor sorpresa fue descubrir que los elementos que yo consideraba fundamen-tales en la trama del gran conflicto, no aparecen claramente sino hasta la versin final de la historia en Patriarcas y profetas. Estos elementos son los que durante todo el conflicto tienen que ver con la li-bertad de eleccin y el servicio de amor. 2

    Estos son los aspectos que constituyen las di-ferencias ms significativas:

  • 18 Del Silla all.nlllllT!l

    ./ El papel del amor de Dios en la gran rebelin. De los tres libros nicamente Patriarcas y pro-fetas descnbe el papel que desempe el amor de Dios en el gran confllCto. La hermosa intro-duccin de dos pginas (pp. 11, 12) se halla completamente ausente en Spiritual Gifts y en The Spirit of Prophecy. Estos libros se limitan a narrar los hechos relacionados con la rebelin de Lucifer, y destacan las terribles consecuencias que sucede cuando alguien decide resistir la vo-luntad del Dios Todopoderoso .

    ./ Relacin del libre albedro y la ley con el carc-ter de Dios. Desde su inicio Patriarcas y profetas presenta el carcter de Dios como el asunto clave en el conflicto, ya que la ley refleja el carcter de Dios y, por lo tanto, solamente demanda un servicio basado en el amor. Ley de amor, servicio de amor, libre albedro, servicio voluntario son expresiones clave en este libro (ver pp. 12, 13). En contraste con esto, en Spiritual Gifts el tema de una ley inmutable solamente aparece cuando aborda el asunto del cambio del da de reposo

  • 5. la teologa de tlena b. de While 19

    (ver pp. 108-113), y all el tema central no es el carcter de Dios ni el servIcio por amor, smo la obediencia a la ley, es deci,r la observancia del s-bado como requisito elemental para ir al cielo. Si Lucifer fue excluido para siempre del cielo por-que la ley de Dios era inmutable, entonces todo transgresor de la ley tambin merece perecer (ver pp. 1l0, lll). The Sprit of Prophecy presenta la ley justo al co-mienzo del libro, pero hemos de precisar que all no se est hablando de la ley de Dios, sino de las leyes eternas. Dios haba hecho leyes y las exalt a su nivel (pp. 22,23). En resumen, Spiritual Gifts y The Spirit of Prophecy describen el gran conflicto como una lucha entre Cristo y Satans. Sin embargo, Patriarcas y pro-fetas presenta el gran conflicto como una con-frontacin entre dos principlOs opuestos: el amor yel egosmo .

    ./ La posibilidad de que Lucifer fuera restaurado. Los libros destacan el hecho de que hubo un punto en el cual no haba ms retorno para Lucifer y los dems ngeles rebeldes. Pero en

  • 80 Del Sina all:io!O(,ta contraste con Spiritual Gifts y The Spirit of Pro-phecy que indican que la suerte de Satans es-taba determinada desde el momento en que pec, Patriarcas y profetas revela que Lucifer y sus secuaces haban tenido la oportunidad de ser restaurados aun despus de haber quebrado la armona del cielo. Por su gran misericordia, Dios soport durante mucho tiempo a Luci-fer e intent convencerlo de los trgicos resul-tados que provocara persistir en su rebelda. Si simplemente l hubiera aceptado que la ley de Dios era buena y justa, podra haberse sal-vado a s mismo y a muchos ngeles, y aunque hubiera abandonado su puesto de querubn cubridor, podra haber sido restablecido en su puesto (pp. 18, 19). En esta misma conexin, es digno resaltar que Spiritual Gifts no revela ninguna conmiseracin por la condicin de los ngeles rebeldes, ya sea por parte de Dios, o por parte de los ngeles (pp. 18, 19). En The Spirit ofProphecy comienzan a aparecer algunos vestigios de conmiseracin a medida que los ngeles leales a Dios intentan

  • 5. la teologa de Elena G. de White 81

    persuadir a Lucifer a someterse (p. 20). Cristo tambin llora ante la suerte que le espera a Lu-cifer, pero el Padre permanece insensible (pp. 29-31). Solamente en Patriarcas y profetas se re-lata que todo el cielo se halla interesado en ganar una vez ms a los rebeldes (pp. 38-34).

    ti' La naturaleza eterna de e ruto. Tanto Spiritual Gifts como The Spirit of Prophecy reflejan la ten-dencia de algunos de los primeros adventistas de ver a Cristo como un ser creado que haba sido exaltado en igualdad con el Padre.3 Pero en Patriarcas y profetas la afirmacin de la eterna relacin entre Cristo y el Padre es clara e inequvoca. Tanto Spiritual Gifts como The Spirit of Prophecy describen el odio de Satans por la eminente posicin exaltada que ocu-paba Cristo. Sin embargo, en Patriarcas y pro-fetas se invierte la secuencia de causa a efecto al declarar que nicamente como resultado de las exigencias de Lucifer de igualdad con Cristo se hizo necesaria una declaracin categrica que estableciera la autoridad de Cristo. No haba existido cambio alguno en la posicin o en la

  • 82 Del Sina alnln.1T!l

    autoridad de Cristo, puesto que esta haba sido la misma desde el principio (p. 16) .

    .1 El amor del Padre por los pecadores. En Spiritual Gifts yen The Spirit of Prophecy Cristo es el amigo de los pecadores, pero la ira del Padre sigue ardiendo. Por esto Jess dice que est dis-puesto a

  • 5. la teologa de Elena G. de White 83

    dioso de Dios no solamente en el Hijo sino tam-bin en el Padre .

    ./ La cruz como ilustracin del propio sacrificio de Dios. Quiz la mayor inferencia en la transfor-macin de la historia del gran conflicto tenga que ver con la relacin que existe entre la ley y el carcter de Dios con la muerte de Cristo. En Spirtual Gifts y en The Spirt of Prophecy tanto Dios como su ley son descritos en trminos ar-bitrarios y autoritativos. A fin de salvar al ser humano es necesario la muerte de Cristo, pues-to que un Dios arbitrario y una ley arbitraria exigen la muerte por el pecado. Adems, la se-paracin entre el ser humano pecador y el Padre implica que la muerte de Cristo sea vista como una concesin renuente a favor de esta "raza de rebeldes (En Spirtual Gifts, t. 1, pp. 22-26; TheSpirtofProphecy, t. 1, pp. 45-51). Sin embargo, en Patriarcas y profetas la muerte

    de Cristo es vista de una manera totalmente dife-rente, pues es presentada como la respuesta final a los ataques que Satans ha suscitado contra Dios. El caudillo rebelde afirm que el Creador no obraba

  • 84 DeISinaall_nln"T~

    con justicia al imponer leyes a los ngeles; que al exi-gir sumisin y obediencia de sus criaturas, buscaba solamente su propia exaltacin (p. 20; la cursiva ha sido aadida). Tomando en cuanta todo esto, la muerte de Cristo haba contestado la pregunta de si el Padre y el Hijo tenan suficiente amor hacia el hombre para obrar con tal abnegacin y espritu de sacrificio (p. 50). En otras palabras, la cruz demos-tr que Dios actu en armona con su ley de amor, porque estaba dispuesto a hacer el sacrificio mximo para demostrar la supremaca de esa ley: tomar nuestro lugar.

    Cuando escrib los captulos de este libro (ori-ginalmente fueron artculos publicados en la Ad-ventist Review [Revista Adventista]), experiment sentimientos encontrados, pues reconozco que su contenido para algunos no solo resultar intil sino tambin inquietante. Muchos de nosotros tenemos un fuerte y acrrimo apego a las declaraciones re-gistradas en los primeros libros escritos por Elena G. de White. Pero soy consciente de que muchos de los que tenemos tal apego tambin anhelamos obtener una vislumbre del rostro amoroso de Dios.

  • 5. la teologa de flena G. de White 85

    En lo ms profundo de nuestro ser todos estamos inclinados a creer que Dios realmente ha de estar renuente a salvar seres humanos pecadores como nosotros. Por lo tanto, nos acercamos a esos escri-tos porque estn en armona con nuestros ms pro-fundos sentimientos.

    Hacemos lo mismo cuando leemos las Escritu-ras. Suponemos que de alguna manera Dios no es Dios a menos que est separado de los pecadores. Para cerrar el abismo, Dios estaba dispuesto a re-visar sus revelaciones, sus visiones a la humani-dad, a fin de que no nos apartemos completamente y pasemos a adorar a otros dioses. El Seor anhela venir a nuestro encuentro dondequiera que nos ha-llemos, quiere ayudamos a crecer. Por esta razn el Sina es tan diferente al Glgota, y llev mil cuatro-cientos aos hacer la mudanza de un monte al otro.

    Elena G. de White tena sesenta aos de edad cuando los brillantes rayos del Calvario finalmente disiparon las sombras del Sina. Nos parece que fue un largo tiempo, y lo es. Pero el impacto que el pe-cado ha tenido sobre generaciones y generaciones ha sido enorme, incluso sobre personas buenas

  • 86 Del Sina all,nlnrml

    como son los profetas. No es eso lo que la ley de Dios ha estado diciendo todo el tiempo?

    Cunto tiempo nos tomar a nosotros llevar a cabo este peregrinaje? La respuesta a esta interro-gante depender de cuan en serio tomemos la Pa-labra de Dios y los mensajes que l nos ha enviado a travs de los escritos de Elena G. de White. Dios nos ha dado un legado maravilloso. Es mi deseo que tambin el Seor nos d la gracia para apre-ciarlo y compartirlo.

    l Para obtener ms detalle en cuanto al desarrollo en tres partes de la Sene El Conflicto, ver a Arthur L White, El/en G. White, Mes-senger to the Remnant (Washington, OC Ellen G White Estate, 1954), pp. 55-61. Agradezco especialmente a Diana Forsythe, pastora asociada de la iglesia de la Universidad Walla Walla, su ayuda en las investigaciones necesanas para la preparacin de este captulo.

    2 Para mayor claridad, le informo que las conclusiones expues-tas en este captulo estn fundamentadas en tres textos para-lelos que abordan la histona del gran conflicto entre Cnsto y Satans, publicados en 1858, 1870 Y 1890 Investigaciones adi-cIOnales que han tomado en cuenta todos los escritos publi-cados de Elena G. de White nos ayudaron a identificar con bastante clandad algunos aspectos concretos del desarrollo de la histona del gran conflicto Por ejemplo, el captulo titulado

  • 5. la teologa de Elena G. de White 81

    Por qu existe el sufnmiento en la edicin de 1888 de El conflicto de los siglos incluy dos elementos clave de la versin registrada en Patnarcas y profetas (1890). el ofrecimiento de perdn a Lucifer y la ley de amor como centro del gran con-flicto El captulo paralelo, publicado antes en The Spint of Pro-phecy (1884) narra el asunto del ofrecimiento de perdn a Lucifer, pero no menciona el tema de la ley de amor Podria-mas, entonces, concluir que el concepto de la ley del amor como contexto para el gran conflicto se cristaliz en el pensa-miento de Elena G White entre 1884 y 1888

    3 Ver a Richard Schwarz, Portadores de luz (Miami, FL APIA, 2000), pp 161, 162 Consulte tambin el artculo Christo-logy en Seventh-day Adventist Encyclopedia, edicin reV1sada, pp 286-288

    00010002000300040005000600070008000900100011001200130014001500160017001800190020002100220023002400250026002700280029003000310032003300340035003600370038003900400041004200430044004500460047004800490050005100520053005400550056005700580059006000610062006300640065006600670068006900700071007200730074007500760077007800790080008100820083008400850086