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  • La inmensidad de un plan que abraza a la vez la historiay la crtica de la Sociedad, el anlisis de sus males y ladiscusin de sus principios, me autoriza, creo yo, a dar ami obra el ttulo con el que aparece hoy: La ComediaHumana .

    Balzac

  • Honor de Balzac

    Historia de la grandeza ydecadencia de Csar

    Birotteau & La casa deNucingen

    La Comedia Humana (Editorial Lorenzana) - XIV

    ePub r1.0mandius 20.09.15

  • Ttulo original: Histoire de la grandeur et de la dcadence de Csar Birot-teau & La Maison NucingenHonor de Balzac, 1838Traduccin: Antonio RiberaEdicin: Augusto EscarpizoDiseo de cubierta: Piolin

    Editor digital: mandiusePub base r1.2

  • TOMO XIV

    ESTE TOMO CONTIENE LAS SIGUIENTES OBRAS

    Historia de la grandeza y decadencia de Csar Birotteau

    La casa de Nucingen

  • HISTORIA DE LA GRANDEZA YDECADENCIA DE CSAR

    BIROTTEAUCOMERCIANTE PERFUMISTA TENIENTE DE ALCALDE DEL SEGUNDO

    DISTRITO MUNICIPAL DE PARSCABALLERO DE LA LEGIN DE HONOR,ETC.

  • A monsieur Alphonse de Lamartine.Su admirador,

    DE BALZAC

    ICSAR EN SU APOGEO

    Durante las noches de invierno, el ruido slo cesa unos in-stantes en la rue Saint-Honor; los hortelanos continan por ella,dirigindose al mercado, el movimiento con que la animaban loscochesque vuelven del espectculo o del baile. En medio de aquelsilencio en la gran sinfona del barullo parisin que se producealrededor de la una de la madrugada, la esposade monsieur CsarBirotteau, perfumista, establecido cerca de la Plaza de Vendme,se despert sobresaltada, presa de un sueo espantoso. La per-fumista sevea doble, seapareci ante s misma cubierta de hara-pos, y abriendo con una mano seca y arrugada la puerta de supropia tienda, en la que se encontraba simultneamente en elumbral de la entrada y sentada en su silln, cerca del mostrador;peda limosna y oa su propia voz en la puerta y en el mostrador.Quiso abrazarsea su marido y puso la mano en un lugar fro. Sumiedo sehizo entonces tan intenso, que no pudo volver la cabeza,que le qued petrificada; se le pegaron las paredes de la gargantay le falt la voz; qued clavada en su sitio, con los ojos dilatados yfijos, los cabellos dolorosamente afectados, los odos llenos derumores extraos, el corazn contrado pero palpitante, en fin, su-dorosa y helada a la vez, en medio de una alcoba cuyos dos ba-tientes estaban abiertos.

    El miedo es un sentimiento medio morboso, que oprime contal violencia la mquina humana, que sus facultades se ven de

  • pronto llevadas al mayor grado de su potencia, o al ltimo de ladesorganizacin. La fisiologa se ha sorprendido durante muchotiempo ante este fenmeno, que derriba sus sistemas y trastocasus conjeturas, aunque no sea ms que una fulminacin operadaen el interior, pero, como todos los accidentes elctricos, raro ycaprichoso en sus formas. Esta explicacin pasar a ser vulgar elda en que los sabios reconozcanel papel inmenso que desempeala electricidad en el pensamiento humano.

    Madame Birotteau experiment entonces algunos de los sufri-mientos en cierto modo luminosos que producen estas terriblesdescargasde la voluntad, extendida o concentrada mediante unmecanismo desconocido. Durante un espacio de tiempo, muycorto, aprecindolo con los relojes, pero inconmensurable de-terminndolo por sus rpidas impresiones, aquella mujer tuvo elmonstruoso poder de emitir en un momento ms ideas y hacersurgir ms recuerdos de los que hubiera concebido durante todoun da en el estado ordinario de sus facultades. La punzante his-toria de aquel monlogo puede resumirse con algunas palabrasabsurdas, contradictorias y desprovistas de sentido, como lofueron.

    No hay razn alguna para que Birotteau haya salido de lacama. Comi tanta ternera que tal vezsehalle indispuesto. Pero siestuviese enfermo me hubiera despertado. En diecinueve aosque vivimos juntos en este cuarto y en esta misma casa,el pobrenunca ha abandonado su lugar sin decrmelo, y nunca ha dormidofuera de casa, a no ser para pasar la noche en el cuerpo deguardia. Se acost esta noche conmigo? `Dios mo, qu estpidasoy! S.

    Y diciendo esto fij los ojos en la cama y vio el gorro de dormirde su marido, que conservaba an la forma casi cnica de sucabeza.

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  • Habr muerto? Se habr matado? Pero por qu? Desdeque le nombraron teniente de alcalde, hace dos aos, est todo lno s cmo. La verdad es que desde que desempea funcionespblicas causa lstima. Sin embargo, sus negocios van bien y meha regalado un chal. Irn mal acaso?`Bah!, ya lo sabra yo. Perose sabenunca lo que un hombre y una mujer tienen en el saco?Pero no hemos vendido hoy por valor de cinco mil francos?Adems, un teniente de alcalde no puede matarse porque conocedemasiado bien las leyes. Pero dnde diablos est?

    Mientras deca esto, la pobre mujer no poda mover el cuelloni avanzar la mano para tirar del cordn de una campanilla quehubiera puesto en movimiento a una cocinera, tres dependientes yun mozo de almacn. Presa de la pesadilla que continuaba susefectos an despus de despierta, olvidaba a su hija, apacible-mente dormida en un cuarto contiguo al suyo, cuya puerta estabaal pie de su cama. Por fin grit: `Birotteau!, sin recibir ningunarespuesta; mejor dicho, crea haber gritado, cuando en realidadno haba hecho ms que pronunciarlo mentalmente.

    Tendr alguna querida? `Ca!, para eso es demasiado tontoy, adems, me quiere con exceso. No le dijo un da a madameRoguin que nunca me haba sido infiel, ni an con el pensami-ento? `Pobre hombre!, es la probidad en persona. Si alguienmerece el cielo, es l. De qu podr acusarseante el confesor?Para ser realista, como lo es, sin saber por qu, no realza muchosu religin. `Pobrecillo!, a las ocho de la maana seva callandito amisa como si cometieseun pecado, teme a Dios por Dios mismo yel infierno no sehizo para l. Cmo haba de tener una querida sisale tan poco de mi lado que casi me aburre? Me quiere ms que alas nias de susojos y sedejara matar por m. En diecinueve aosno ha proferido nunca una palabra ms alta que la otra hablandode mi persona. Su hija es siempre despus que yo. Pero si Csar-ine est ah. (`Csarine! `Csarine! `Csarine!) Birotteau nunca ha

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  • tenido un pensamiento que no me haya comunicado. `Cuntarazn tena cuando me cortejaba en el Petit Matelot , al decirmeque slo tratndole le conocera! No tiene a nadie. `Qu cosamsrara!

    Diciendo esto, volvi penosamente la cabeza y mir furtiva-mente a travs de su cuarto, lleno a la sazn de esospintorescosefectosde luz que no pueden describirse y que parecen pertenecerexclusivamente al pincel de ciertos pintores. Cmo describir losespantosos zigzags que producen las sombras horizontales, lasapariencias fantsticas de las cortinas bombeadas por el viento,los juegos de luz incierta que proyecta la lamparilla sobre lospliegues del calic rojo, las llamas que vomita un alzapao, cuyorutilante centro parece el ojo de un ladrn, y, finalmente, todas lasextravagancias que asustan a la imaginacin en el momento enque slo tiene poder para percibir dolores o para agrandarlos?Madame Birotteau crey ver mucha luz en la pieza que preceda asu cuarto, y pens de pronto que haba fuego; pero al descubrir unpauelo colorado, que le pareci ser un charco de sangre, la ideade los ladrones acudi a su mente, sobre todo cuando crey ver lashuellas en la manera cmo estaban colocados los muebles. Al re-cordar la suma que haba en caja, un temor generosoextingui losfros ardores de la pesadilla; salt de la cama y se puso en camisaen medio del cuarto para socorrer a su marido, a quien suponaluchando con los asesinos.

    `Birotteau! `Birotteau! grit con angustiosa voz, saliendodel cuarto.

    Al llegar a la pieza contigua encontr a su marido midiendo elaire con una vara en la mano, pero tan mal envuelto en su bata deindiana verde y tan preocupado, que el fro le amorataba laspiernas sin que se diese cuenta. Cuando Csar se volvi para de-cirle a su mujer: Qu quieres, Constance?, su aire, al igual que

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  • el de los hombres ocupados en clculos, era tan necio, que ma-dame Birotteau se ech a rer.

    `Dios mo, Csar! `Qu ideas ms originales las tuyas! Porqu me dejas sola sin advertrmelo? He estado a punto de morirde miedo y no saba qu imaginarme. Qu hacesah, desnudo deese modo? Te vas a constipar. Me oyes, Birotteau?

    S, mujer, aqu me tienes respondi el perfumista entrandoen el cuarto.

    Vamos, ven a calentarte y dime lo que tienes repuso ma-dame Birotteau removiendo las cenizas del fuego para atizarlo.Estoy helada. `Qu tonta he sido al levantarme en camisa! Pero laverdad es que cre que te asesinaban.

    El perfumista coloc la palmatoria sobre la chimenea, se en-volvi en su bata y maquinalmente fue a buscar una falda paramujer.

    Toma, Mim, tpate le dijo. Veintids por dieciochoaadi continuando su monlogo. Podemos tener un mag-nfico saln.

    Pero, te has vuelto loco, Birotteau? Ests soando?No, mujer, no. Lo que hago es calcular.Para hacer tonteras deberas al menos esperar el da ex-

    clam la perfumista ponindose la bata para ir a abrir la puertadel cuarto en que dorma su hija. Csarine duerme y no nosoir. Vamos a ver, Birotteau, habla, qu te pasa?

    Que podemos dar el baile.`Dar un baile nosotros! Amigo mo, ests soando.No sueo, paloma ma, no sueo. Escucha: Siempre es pre-

    ciso hacer lo que sedebe,segn la posicin que uno tiene. El gobi-erno me ha puesto en evidencia, yo pertenezcoal gobierno y estoyobligado a estudiar el espritu que le anima, y a favorecer sus in-tenciones desarrollndolas. El duque de Richelieu acaba de con-seguir la libertad de Francia y, segn monsieur de La Billardire,

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  • los funcionarios, que representan la vida de Pars, tienen el deberde celebrar la libertad del territorio, cada uno en la esfera de susinfluencias. Demostremos un verdadero patriotismo que har en-rojecer de vergenza a esostitulados liberales, a esoscondenadosintrigantes. Crees t que no quiero a mi pas? Yo deseo de-mostrar a los liberales, a mis enemigos, que amo al rey, lo cual esamar a Francia.

    De modo que crees tener enemigos, mi pobre Birotteau?`Ya lo creo, mujer, que tenemos enemigos! La mitad de

    nuestros amigos del barrio son enemigos nuestros. Todos dicen:Birotteau tiene suerte, no es nadie y sin embargo todo le sale bi-en. `Hasta lo han hecho teniente de alcalde! `Pero djales, quebien van a rabiar! Quiero que sepasprimero que nadie, que soycaballero de la Legin de Honor. El rey firm ayer la real orden.

    `Oh!, entonces hay que dar el baile, amigo mo dijo ma-dame Birotteau conmovida. Pero qu has hecho t para obten-er esa cruz?

    Cuando monsieur de La Billardire me dio ayer esta noticia,yo me hice la misma pregunta que t me haces dijo Birotteaucon embarazo. Pero, reflexionndolo bien acab por reconocermis mritos y aprob al gobierno. En primer lugar, soy realista, yfui herido en Saint-Roch, en Vendimiario. No supone algo elhaber tomado las armas por la buena causa en aquel tiempo?Adems, segn algunos negociantes,yo desempe mis funcionesconsulares a satisfaccin general. Finalmente, soy teniente de al-calde, y el rey concede cuatro cruces al cuerpo municipal de lavilla de Pars. Hecho examen de las personas que podan ser con-decoradas, el prefecto me puso el primero en la lista, sin contarcon que el rey debe conocerme. Gracias al viejo Ragon, yo leprovea de los nicos polvos que l quiso usar. Nosotros somos losnicos que poseemosla receta de la difunta reina, aquella pobre yaugusta vctima. El alcalde me ha apoyado calurosamente. Qu

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  • quiere? Si el rey me da la cruz sin que yo se la pida, me parecequeyo no puedo rehusarla sin faltarle a todas las consideracionesquele debo. Acaso he querido yo ser teniente de alcalde?Puesto quevamos viento en popa, como dice tu to Pillerault cuando est con-tento, estoy decidido a que en nuestra casa todo armonice connuestra gran fortuna. Si puedo ser algo, me arriesgar a ser lo queel buen Dios quiere que sea; tal vez subprefecto, si tal es mi des-tino. T, mujer, ests en un gran error creyendo que unciudadano paga su deuda al pas proveyendo de perfumera dur-ante veinte aos a los que lo han deseado.Si el Estado reclama elconcurso de nuestras facultades, nosotros se las debemos,como ledebemos el impuesto mobiliario, las puertas y ventanas, etctera.Deseas acasopermanecer siempre tras el mostrador? A Dios gra-cias, bastante tiempo hace que permanecemosen l. El baile sernuestra fiesta; adis el por menor, al menos para ti. Quemonuestro letrero de La Reina de las Rosas, borro de nuestra pu-erta el Csar Birotteau, comerciante perfumista, sucesor deRagon, y pongo en letras grandes y doradas el sencillo nombrede Perfumera. En el entresuelo pondr la oficina, la caja y unbonito gabinete para ti. De la trastienda, del comedor y de la co-cina har un almacn. Alquilo el primer piso de la casa vecina,abro una puerta en la pared y pongo mi escalera,a fin de poderpasar de una casa a otra. Despus, lo amueblaremos todo denuevo, renovar tu cuarto, te preparar un bonito gabinete y ha-bilitaremos un cuartito para Csarine. La seorita que tomarspara el mostrador, nuestro primer dependiente y tu camarera(porque tendrs una camarera), se albergarn en el segundo piso.En el tercero estar la cocina, la cocinera y el mozo. El cuarto sernuestro almacn general de botellas, cristales y porcelanas. Eltaller de nuestros obreros estar en el granero. Los transentes novern ya pegar las etiquetas, escogerlos frascos y taparlos. Eso esbueno para la rue Saint-Denis, pero en la rue Saint-Honor est

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  • feo. Nuestro almacn debe estar siempre limpio como un saln.Dime, acaso somos nosotros los nicos perfumistas que dis-frutan de toda clasede honores? No hay vinateros y almacenistasde mostaza que mandan la guardia nacional y que son muy bienvistos en palacio? Imitmosles, extendamos nuestro comercio y,al mismo tiempo, rocmonos con la alta sociedad.

    Mira, Birotteau, sabes lo que pienso escuchndote? Mehaces el efecto de un hombre que busca cinco pies al gato.Acurdate de lo que te aconsej cuando se trat de nombrarte al-calde: `tu tranquilidad ante todo! Ya te dije que lo mismo sirves tpara figurar que mi brazo para aspade molino. Te advert que lasgrandezas seran tu prdida, no me has escuchado y ya llegnuestra prdida. Para desempear un papel poltico se necesitadinero. Acaso lo tenemos nosotros? `Cmo! Quieres quemar elletrero, que cost seiscientos francos, y renunciar a la Reina delas Rosas, a tu verdadera gloria? Deja que los dems ambicion-en. El que ama el peligro, perece en l, y la poltica es peligrosa.Tenemos hoy cien mil francos colocados, fuera de nuestro comer-cio, de nuestra fbrica y de nuestras mercancas. Si quieresaumentar la fortuna, obra hoy como en 1793; el papel est a 72,compra papel. De estemodo tendrs diez mil francos de renta, sinque el desembolsoperjudique a nuestros negocios.Aprovecha es-ta circunstancia para casar a nuestra hija, vende las existencias yvaymonos a tu pas. `Cmo! Despus de haber hablado, durantequince aos, de comprar Las Tesoreras, aquellas bonitas praderasabundantes en agua y en lea, y aquellas dos quintas que dan milescudos al ao, quieres hoy meterte en poltica? Acurdate deque somos perfumistas. Hace diecisis aos, antes de que t hu-bieses inventado la Doble pasta de las Sultanas y El agua car-minativa, si te hubiesen dicho que te iban a dar el dinero ne-cesario para comprar Las Tesoreras, te hubieras muerto dealegra; y ahora que puedes adquirir esapropiedad que tanto has

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  • deseado,hablas de gastar en tonteras un dinero ganadocon el su-dor de nuestra frente, y digo nuestra frente, porque yo he per-manecido sentada tras ese mostrador como una perra en la per-rera. No es preferible tener un palmo de tierra, casar a nuestrahija con un notario y vivir ocho mesesdel ao en Chinn, que ex-ponerse aqu a sufrir un fracaso? Espera el alza del papel, daleocho mil francos de renta a tu hija, conservemospara nosotros losdos mil restantes y con el producto de nuestras existencias podre-mos comprar Las Tesoreras. All, en nuestro pas, gatito mo,llevndonos nuestro mobiliario, que no deja de valer dinero, es-taremos como prncipes, mientras que aqu se necesita por lomenos un milln para poder figurar.

    Bueno, mujer, aqu es donde te esperaba dijo Csar Birot-teau. Aunque t me creas muy tonto, no lo soy tanto para nopensar en todo eso.Escchame bien: Alexandre Crottat nos vienepara yerno como anillo al dedo, una vez que haya adquirido elestudio de Roguin. Pero, crees t que se contentar con cien milfrancos de dote, suponiendo, como supongo y deseo, que dise-mos a nuestra hija todo nuestro haber lquido? `Oh, s!, preferiracomer pan secoel resto de mis das, que ver a mi hija desgraciada.Como t dices, quisiera hacerla reina de su casaprometindola aun notario de Pars. Pero, mira, cien mil francos, o sea ocho milfrancos de renta, no son nada para comprar el estudio de Roguin.El pequeo Xandrot, como nosotros le llamamos, nos cree muchoms ricos de lo que somos.Si su padre ese cortijero que esavarocomo un limazo no vende tierras por valor de cien mil francos,Alexandre no ser notario, pues el estudio de Roguin vale cuatro-cientos o quinientos mil francos. Si Crottat no da la mitad al con-tado, cmo se arreglar para adquirirlo? Csarine debe tenerdoscientos mil francos de dote, y yo quiero que nos retiremos dePars con quince mil francos de renta. Vamos, si yo te hiciese veresto claro como el da, no cerraras la boca?

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  • `Ah!, si es que tienes un PerS, paloma ma, la he encontrado dijo Birotteau tomando a

    su mujer por el talle y denotando en sus facciones extraordinariaalegra. No he querido hablarte de este asunto antes de que es-tuviese madurado. Pero maana tal vez est terminado. Se tratade lo siguiente: Roguin me ha propuesto un negocio tan seguro,que l piensa explotarlo en unin de Ragon, de tu to Pillerault yde dos clientes suyos. Vamos a comprar en los alrededores de laMadeleine unos terrenos que, segn los clculos de Roguin,valdrn cuatro vecesms dentro de tres aos, poca en que los ar-riendos habrn expirado y nosotros quedaremos dueos de ex-plotarlos. En esta sociedad entramos los seis por partes iguales.Ya aporto trescientos mil francos, a fin de llevar los tres octavosdel negocio. Si alguno de nosotros necesita dinero, Roguin se lobuscar hipotecando su parte. Para tener la sartn por el mango ysaber cmo marchar el asunto, yo he querido ser propietario dela mitad, que ser comn entre Pillerault, Ragon y yo. Roguin fig-urar a nombre de un tal monsieur Charles Claparon, mi copropi-etario, que dar, como yo, una contraletra a sus asociados. Lasactas de adquisicin se hacen mediante promesas de venta hastatanto que seamosdueos de todos los terrenos. Roguin examinarcules son los contratos que deben ser realizados, pues no est se-guro de que nosotros pudisemos dispensarnos del registro car-gando los derechos de transmisin a aquellos a quienes les ven-damos al por menor. Pero, en fin, esto sera demasiado largo deexplicar. Una vez pagados los terrenos, slo tendremos que cruz-arnos de brazos, y dentro de tres aos poseeremos ms de unmilln. Csarine tendr veinte aos, nuestras existencias estarnya vendidas y, con la gracia de Dios, nos encaramaremos mod-estamente a la regin de las grandezas.

    Pero dime, de dnde vasa sacar los trescientos mil francos?le pregunt madame Birotteau.

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  • Querida ma, t no entiendes los negocios.Dar los cien milfrancos que estn en casade Roguin, pedir un prstamo de cuar-enta mil francos, hipotecando las construcciones y los jardines enque estn situadas nuestras fbricas, y como tenemos veinte milfrancos en cartera, ya dispondremos de ciento sesenta mil.Respectoa los ciento cuarenta mil restantes, suscribir efectos ala orden de monsieur Charles Claparon, banquero, y ste les darvalor sin descontarlos. Con esto quedan ya pagados los cien milescudos,y cuando los efectos lleguen a su vencimiento, los iremospagando con nuestras ganancias. Si no pudisemos pagarlos,Roguin me procurar fondos al cinco por ciento sobre la parte queme corresponde de los terrenos. Pero no creo que tengamos querecurrir al prstamo. He descubierto una esencia para hacerbrotar los cabellos, un Aceite Comgeno . Livingston me instaluna prensa hidrulica para fabricar mi aceite de avellanas. Segnmis clculos, dentro de un ao habr ganado por lo menos cienmil francos. Estoy meditando un anuncio que comenzar di-ciendo: `Abajo las pelucas!, y cuyo efecto ser prodigioso. T nonotas mis insomnios. Hace ya tres mesesque me quita el sueo elxito del Aceite Macassar, `y yo quiero reventar a Macassar!

    De modo que eran esos los proyectos que meditabas desdehace dos mesessin decirme nada? `Que aviso del cielo! Acabo deverme mendigando en mi propia puerta. Dentro de poco slo nosquedarn los ojos para llorar. Nunca hars t eso,al menos mien-tras yo viva, lo oyes Csar? Hay en todo ello cierto misterio quet no ves, porque eres demasiado honrado y demasiado leal parasospecharde los dems. Por qu vienen a ofrecerte millones? Tte despojasde cuanto posees,hacesms de lo que puedes,y si tuAceite no da resultado, si no se encuentra dinero, si no se realizael valor de los terrenos, con qu pagars tus letras? Con las cs-caras de las avellanas? Para salirte de tu esfera no quieres em-plear tu nombre, quieres quitar el letrero de la Reina de las

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  • Rosas, y en cambio vas a hacer anuncios y prospectos que osten-tarn el nombre de Csar Birotteau en todas las esquinas y en to-dos los lugares de anuncio.

    `Oh!, t no sabes lo que dices. Tendr una sucursal, con elnombre de Popinot, en alguna casa de la rue des Lombards, ypondr al frente de ella a Anselme. De estemodo pagar mi deudade agradecimiento a los seores Ragon, estableciendo a susobrino, el cual podr hacer fortuna. Hace algn tiempo que meparece que esos pobres Ragon andan mal.

    `Oh!, lo que quiere esa gente es tu dinero.Qu gente, hermosa ma? Tu to Pillerault, que nos quiere

    como si fusemos sus hijos y que come con nosotros todos losdomingos? Ese anciano Ragon, nuestro predecesor que haprobado su honradez con cuarenta aos de trabajo? Ese Roguin,notario de Pars y hombre de cincuenta y siete aos, que llevaveinticinco de notario? Un notario de Pars sera la flor de la hon-radez, si las gentes honradas no tuviesen todas igual valor. Encaso de necesidad, mis asociados me ayudaran. Dnde est elcomplot, corcita ma? Mira, quieres que te diga con franqueza loque pienso? T siempre has sido desconfiada como una gata. Tanpronto como hemos tenido diez cntimos nuestros, ya empezastea creer que los parroquianos eran ladrones. `Diablo!, hay que ar-rojarse a tus pies para suplicarte que dejes que te enriquezcan.Para ser hija de Pars, no eres nada ambiciosa. A no ser por tusperpetuos temores no habra habido hombre ms feliz que yo. Site hubiese prestado odos, nunca hubiera hecho la Pasta de lasSultanas ni el Agua Carminativa . Nuestra tienda nos ha dadopara vivir, pero estosdos descubrimientos y nuestros jabones nosprocuraron los ciento setenta mil francos que poseemos limpiosde polvo y paja. A no ser por mi genio pues yo tengo talentocomo perfumista seramos irnos miserables tenderos, nos ver-amos apurados para pasarlo convenientemente y yo no sera uno

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  • de los negociantes notables que concurren a la eleccin de juecespara el tribunal del comercio, ni habra sido juez ni teniente de al-calde. Sabes lo que sera?Un tendero como lo fue el viejo Ragon,dicho seasin nimo de ofenderle. Despus de haber vendido per-fumera durante cuarenta aos poseeramos, como l, tres milfrancos de renta, y al precio a que estn hoy las cosas,cuyo valorha doblado, apenas tendramos, como ellos, lo suficiente paravivir. (De da en da, esematrimonio me da ms lstima: tendrque adivinar lo que les pasa, y espero saberlo maana porPopinot.) Si hubiese seguido tus consejos, t, que nunca eststranquila y que te preguntas si tendrs maana lo qu tienes hoy,yo no tendra crdito, ni la cruz de la Legin de Honor y no estaraen camino de ser un gran poltico. S, mueve la cabeza cuantoquieras; pero no dudes que si las cosasme salen bien, puedo lleg-ar a ser diputado por Pars. `Ah!, no en vano me llamo Csar. Entodo salgosiempre airoso. `Es incomprensible! Fuera de casatodoel mundo me concedecapacidad, y aqu la nica persona a quienyo quisiera agradar y por cuya dicha sudara sangre, es precis-amente la que me tiene por tonto.

    Estas frases, aunque intercaladas de elocuentes pausas y lan-zadascomo balas, como suelen hacer todos los que se colocan enactitud recriminatoria, expresaban una fidelidad tan profunda ytan sostenida, que madame Birotteau se conmovi interiormente;pero, como todas las mujeres, se sirvi del amor que inspirabapara salir con la suya.

    Bueno, Birotteau, si me quieres, djame ser feliz a mi gusto.Ni t ni yo hemos recibido buena educacin ni sabemos hablarpara frecuentar el gran mundo. Cmo quieres, pues, desempearelevados cargos? Yo, por mi parte, ser ms feliz en Las Te-soreras. Siempre me han gustado los animales y los pjaros, ypasar perfectamente la vida cuidando gallinas y ocupndome demi cortijo. Vendamos nuestras existencias, casemosa Csarine y

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  • deja tu Imgenes. Vendremos a pasar los inviernos en Pars, encasa de nuestro yerno, y seremos felices sin necesidad de que elcomercio ni la poltica nos obligue a cambiar de manera de ser.Por qu querer aplastar a los dems? Comers dos vecescuandoseas millonario? Necesitas ms mujer que yo? `Mira a mi toPillerault! l ha sabido contentarse con su pequeo haber y em-plea su vida en buenas obras. Necesita l muebles hermosos?Estoy segura de que has encargado ya el mobiliario, porque vi enla tienda a Braschon y supongo que no habr venido a comprarperfumes.

    Pues bien, s, hermosa ma, he encargado ya los muebles, ymaana empezarn los trabajos dirigidos por un arquitecto queme ha sido recomendado por monsieur de La Billardire.

    `Dios mo, tened piedad de nosotros! exclam madameBirotteau.

    `Qu poco razonable eres, paloma ma! A los treinta y sieteaos, fresca y bonita como ests, quieres ir a enterrarte enChinon? Yo, a Dios gracias, no tengo ms que treinta y nueve, y,puesto que la casualidad me abre una carrera, me aprovecho deella. Obrando con prudencia, puedo fundar una casahonrosa enPars, como se haca antao; puedo crear con mi fama la casaBirotteau, como hicieron los Keller, los Desmarets, los Roguin, losCochin, los Guillaume, los Lebas, los Nucingen, los Saillard, losPopinot, los Matifat. Pero mujer, si este negocio no fuese tan se-guro como oro en barras

    `Seguro!S, seguro; hace ya dos meses que lo estoy calculando.

    Aunque no lo parezca, yo me informo del valor de las construc-ciones, consultando a los arquitectos y empresarios del Ayuntami-ento. Monsieur Grindot, el joven arquitecto que va a restaurarnuestra casa,siente en el alma no tener dinero para formar partede nuestra sociedad.

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  • Es claro, como l tendr trabajo, os anima o vosotros a queemprendis la especulacin.

    Crees que puede engaarse a gente como Pillerault, CharlesClaparon y Roguin? Mira, la ganancia es tan segura como la de laPasta de las Sultanas.

    Pero, amigo mo, qu necesidad tiene Roguin de especularteniendo su notara pagada y su fortuna hecha? A veces le veopasar ms preocupado que un ministro de Estado, y su actitudcabizbaja no me gusta; me parece que oculta algo. Hace cincoaos que se le ha puesto una cara de viejo calavera. Quin te diceque no seescapar cuando tenga en su poder vuestro dinero? Esose ha visto muchas veces. Acaso le conocemos nosotros bien?Aunque hace quince aos que es amigo nuestro yo no pondra lasmanos en el fuego por l. Mira, esasqueroso,no vive con su mujery debe tener queridas que le arruinarn. No veo que pueda serotra la causade su tristeza. Cuando yo me peino por las maanas,miro a travs de las persianas y le veo volver a pie a su casa.Quin sabede dnde sale?Me hace el efecto de un hombre quetiene hogar fuera de su casa y que gasta por ambas partes. Espropia de un notario semejante vida? Si gana cincuenta mil fran-cos y se come sesenta,en veinte aos puede acabar su fortuna, ycomo una vez que se ha acostumbrado uno a brillar es difcil per-der la costumbre, seestafasin piedad a los amigos, fundndose enaquel principio que dice que la caridad bien ordenada empiezapor uno mismo. Es ntimo amigo de se granuja de du Tillet,nuestro antiguo dependiente, y esa amistad me da muy mala es-pina; porque, si no ha sabido juzgar a du Tillet, es muy tonto, y sile conoce, no s por qu anda con l. T me dirs que su mujerama a du Tillet; pero, creme, eso mismo basta para que noespere uno nada bueno de un hombre que no tiene honor.Adems, son tan tontos los dueos actualesde esosterrenos paradar por cien cntimos lo que vale cien francos? Si t encontrasesa

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  • un nio que no supiese lo que vale un luis, no le diras su valor?Vuestro negocio me haceel efecto de un robo, dicho seasin nimode ofenderte.

    `Dios mo, qu raras son a veces las mujeres y cmo em-barullan todas las ideas! Si Roguin no figurase en este negocio,me diras: Mira, Csar, mira, cuando Roguin no se mete, es queno vale nada. Y ahora que figura l como una garanta, medices

    No, no es l, es un tal Claparn.`Claro!, pero eso es porque un notario no puede figurar en

    una especulacin.Pues entonces, por qu se mete en un negocio que le est

    prohibido por la ley? Qu me respondes a esto, t que eres tanesclavo de las leyes?

    Djame continuar. Metindose Roguin en este negocio, teatreveras a decirme que no vale nada? Es esto razonable?Luegome aades que haceuna cosacontraria a la ley. Pero has de saberque si fuera necesario figurara con su nombre. Luego aades quedudas de si es rico, a lo cual te contesto yo que lo mismo podrandecir de m.

    Un comerciante no es lo mismo que un notario dijo ma-dame Birotteau.

    En fin, mi conciencia est tranquila dijo Csar continu-ando. Las gentesque venden lo hacen por necesidad,y nosotrosno les robamos, como se roba a aquellos a quienes se les comprapapel a 75. Hoy adquirimos los terrenos al precio de hoy, y dentrode dos aos ser diferente, como ocurre con las rentas. Sepaus-ted, pues, Constance-Barbe-Josephine Pillerault, que nuncacoger a Csar Birotteau haciendo una accin contraria a la msrgida probidad, ni a la ley, ni a la conciencia, ni siquiera a la del-icadeza. `Sospechar de la honradez de un hombre establecidohace dieciocho aos!

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  • Vamos, clmate, Csar; la mujer que hace tanto tiempo quevive contigo conoce tu alma. Despus de todo, t eres el amo. Esafortuna la has ganado t, es tya, puedes gastarla, y ten la segur-idad de que ni tu hija ni yo te haramos el menor reproche aunquenos dejaras reducidas a la miseria. Pero escucha:cuando invent-aste la Pasta de las Sultanas y el Agua Carminativa , qu arries-gabas?Cinco o seis mil francos. Hoy pones toda tu fortuna a unacarta, no eres solo en jugarla y tienes asociados que pueden serms astutos que t. Da el baile, restaura la casa,haz diez mil fran-cos de gasto, eso no es ruinoso; pero respecto al negocio de laMadeleine, me opongo formalmente. T eresperfumista; s, pues,perfumista y no revendedor de terrenos. Nosotras las mujerestenemos un instinto que no nos engaa. Yo te he prevenido; obraa tu antojo. T has sido juez del tribunal de comercio, conoceslasleyes,has sabido dirigir tu hogar, y yo, Csar, te seguir. Pero sabeque temblar constantemente mientras no vea nuestra fortunaaseguraday a Csarine bien casada.Dios quiera que mi sueo nosea una profeca.

    Esta sumisin contrari a Birotteau, el cual emple la inocenteastucia de que echaba siempre mano en ocasiones semejantes.

    Escucha, Constance,yo no he dado an mi palabra, pero escomo si la hubiese dado.

    Entonces, no hablemos ms. l hombre es antes que la for-tuna. Vamos, acustate, querido mo, porque se ha acabadoya lalea. Por otra parte, si quieres continuar hablando, mejor estare-mos en la cama. `Oh, qu sueo ms feo! `Dios mo, verseuna a smisma! `Esto es espantoso! Csarine y yo vamos a hacer novenaspor el xito de los terrenos.

    La ayuda de Dios es buena para todo dijo gravementeBirotteau. Pero, mujer, no olvides que la esenciade la avellanaes tambin un poder. Hice este descubrimiento por casualidad,como el de la Doble pasta de las Sultanas. La primera vez

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  • abriendo un libro, y ahora mirando el grabado de Hero y Leandro,recuerdas aquella mujer que derrama aceite sobre la cabezadesu amante? Las especulacionesms segurasson las que se basanen la vanidad, en el amor propio, en el deseo de parecer. Estossentimientos no mueren nunca.

    `Ay de m! Bien lo veo.A cierta edad los hombres haran locuras por tener los cabel-

    los que no tienen. Hace algn tiempo que los peluqueros me dicenque no slo venden el Macassar , sino todas las drogas buenaspara teir los cabellos o que tienen fama de hacerlos brotar.Desde que se firm la paz, los hombres corren ms tras lasmujeres, y a stas no les gustan los calvos, verdad, Mim? Ya vescmo se explica la peticin de este artculo por la situacin polt-ica. Una frmula que mantuviese los cabellos en buen estado sevendera como el pan, y mi esenciase vender tanto ms, cuantoque sin duda ser aprobada por la Academia de Ciencias. Tal vezme ayude an el buen monsieur Vauquelin; maana ir a somet-erle mi idea, ensendole el grabado que encontr despus de dosaos de indagaciones en Alemania. En este momento se ocupaprecisamente del anlisis de los cabellos. Chiffreville, su socio dela fbrica de productos qumicos, me lo ha dicho. Si mi descubri-miento est de acuerdo con los suyos, mi esenciaser compradapor los dos sexos.Lo repito, mi idea esuna fortuna. `Dios mo, nopuedo dormir! `Ah!, afortunadamente, Popinot tiene una hermosacabellera. Con una seorita que tenga los cabellos largos hasta lostalones y que dijese, si esposible decirlo sin ofender a Dios, que selo debe en parte al Aceite Comgeno pues ser decididamenteun aceite, los calvos acudirn a comprarlo como las moscasvana la miel. Dime, hermosa ma, y el baile? `Yo no soy malo!, peroquisiera encontrar a esepillastre de du Tillet que seda tanto tonocon su fortuna y que siempre evita mi encuentro en la Bolsa.Claro, como que sabe que conozco una accin suya que no tiene

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  • nada de laudable. Tal vez he sido demasiado bueno con l. Pero,mira, mujer, es cosa rara que siempre ha de pagar uno aqu abajolas acciones buenas que comete. Yo me port con l como unpadre, pues an no sabes t todo lo que yo hice por l.

    Nada ms que mentndolo me pones la carne de gallina. Sit supieras lo que quera hacer de ti, no le habras guardado elsecretode los tres mil francos, pues yo adivin la manera como sellev a cabo. Si le hubieses enviado a la crcel, tal vez habrashecho un gran favor a mucha gente.

    Pues, qu pretenda hacer de m?Nada; si estuvieses en disposicin de escucharme esta

    noche, te aconsejara que no te ocupes de du Tillet.Y crees que no sera extraordinario eso de excluir de mi

    casaa un dependiente a quien yo afianc por la cantidad de veintemil francos, con los que empez el negocio? Vaya, mujer,hagamos el bien por el bien. Por otra parte, tal vez du Tillet sehaya enmendado.

    `Habr que revolverlo y trastornarlo todo!Qu dices de revolver? Se arreglar todo sin que lo notes.

    Has olvidado lo que acabo de decirte de la escalera y de la in-stalacin en la casa vecina, que he arreglado con el tratante enparaguas Cayron? Maana tenemos que ir juntos a casade mon-sieur Molineux, el propietario. Puedo asegurarte que maanatengo ms asuntos que un ministro.

    Con tus proyectos me has trastornado de tal modo la cabeza,que no s lo que me digo. Duerme, Birotteau le dijo Constance.

    Buenos das respondi el marido. Mira, Mim, te digobuenos das porque est amaneciendo. `Ah!, ya est durmiendola pobrecilla. No temas, porque has de ser riqusima, o he de per-der el nombre que llevo.

    Pocos momentos despus, Constance y Csar roncabanapaciblemente.

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  • Una rpida ojeada dirigida a la vida anterior de este hogarconfirmar las ideas que debe sugerir el amistoso altercado de losdos principales personajes de esta escena. Por otra parte, de-scribiendo las costumbres de los vendedores al por menor, expli-caremos tambin las singulares casualidadesque contribuyeron aque Csar Birotteau fuese teniente de alcalde y perfumista, anti-guo oficial de la guardia nacional y caballero de la Legin deHonor. Esclareciendo la profundidad de su carcter y los resortesde su grandeza,sepodr comprender cmo los accidentescomer-ciales, que son fortuna para las cabezasprivilegiadas, se convier-ten en irreparables catstrofes para los espritus mezquinos. Losacontecimientos no son nunca absolutos y sus resultados depend-en por completo de los individuos. La desgraciaesun estribo parael genio, una piscina para el cristiano, un tesoro para el hombrehbil y un abismo para los dbiles.

    Un colono de los alrededores de Chinon, llamado JacquesBirotteau, secas con la camarera de la dama en cuya finca traba-jaba. Tuvo tres hijos, su mujer muri del parto del ltimo y elpobre hombre no sobrevivi mucho tiempo a su esposa.El amasenta cario por su camarera, hizo educar con sus hijos al mayorde los tres del colono, llamado Franois, y lo coloc en un semin-ario. Una vez ordenado cura, Franois Birotteau anduvo escon-dido durante la Revolucin e hizo la vida errante de los curas nojuramentados, acorralados como bestias feroces y por cualquiercosaguillotinados. En el momento en que comienza esta historia,el cura era vicario de la catedral de Tours, y slo una vez habasalido de estaciudad para ir a ver a su hermano Csar. El movimi-ento de Pars aturdi de tal modo al buen sacerdote,que no seat-revi a salir de su cuarto, y despus de una semanade permanen-cia, volvi a Tours, prometindose no ir nunca ms a la capital.

    Al segundohijo del viador Birotteau le dio por la milicia, y notard en alcanzar el grado de capitn durante los primeros

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  • combates de la revolucin. En la batalla de Trbia, Macdonaldpidi voluntarios para emplazar una batera: el capitn Birotteauavanz con su compaa y fue muerto. El destino de los Birotteaules llamaba a ser oprimidos por los hombres o por los acontecimi-entos donde quiera que se hallasen.

    El ltimo hijo es el hroe de esta escena.A la edad de catorceaos, cuando Csar supo leer, escribir y contar, abandon sutierra y se fue a Pars a buscar fortuna con un luis en el bolsillo. Larecomendacin de un boticario de Tours le dio entrada, en calidadde mozo, en casa de monsieur y madame Ragon, perfumistas.Csar posea entonces un par de zapatos herrados, un calzn ymedias azules, un chaleco con flores, una chaqueta de aldeano,tres camisasde gruesa tela y su garrote de marcha. Si sus cabellosestaban cortados a estilo de monaguillo, posea las slidas espal-das del turens; si sedejaba llevar a vecespor la pereza latente enel pas, en cambio senta gran deseode hacer fortuna; y si carecade talento y de instruccin, tena en cambio una rectitud in-stintiva y sentimientos delicados que haba heredado de sumadre, criatura que, segn decan en Tours, tena un corazn deoro. Csar recibi la comida, seis francos de salario al mes y unamala cama en el granero, cerca de la cocinera; los dependientesque le ensearon a embalar, a hacer los encargosy a barrer el al-macn y la calle, seburlaban de l al mismo tiempo que le iban in-struyendo, y los seores Ragon le trataban como si fueseun perro.Aunque por la noche le hiciesen un dao horrible los pies y sushombros estuviesendeshechos,nadie tena en cuenta el cansanciodel aprendiz. Esta ruda aplicacin del egosmo,que esel evangeliode todas las capitales, contribuy a que Csar encontrase muydura la vida en Pars. Por la noche lloraba pensando en laTouraine, donde el aldeano trabaja a su antojo, donde el albailcoloca la piedra en doce tiempos y donde la pereza alterna sabia-mente con la labor, pero se dorma sin tener tiempo para pensar

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  • en huir, pues tena que hacer encargospor la maana y obedecaasu deber con el instinto de un perro guardin. Si por casualidad sequejaba, el primer dependiente se sonrea y le deca con airejovial:

    `Ah!, amigo mo, no todo son rosas en La Reina de las Ro-sas, y no creas que aqu caen del cielo las perdices asadas;primero hay que perseguirlas, despus cogerlas, y luego hay quetener con qu aderezarlas.

    La cocinera, que era una mujer gruesa oriunda de Picarda,comase las mejores tajadas y slo le diriga la palabra a Csarpara quejarse de los seores Ragon, que no le dejaban robar nada.A fines del primer mes, un domingo en que esta muchacha se vioobligada a guardar la casa, entabl conversacin con Csar. Ur-sule endomingada, pareci encantadora al pobre muchacho, queiba a tropezar en el primer escollo oculto de su carrera. Como losseres desprovistos de proteccin, Csar am a la primera mujerque le dirigi una palabra amable. La cocinera tom a Csar bajosu proteccin, siguindose de aqu secretosamores que fueron ob-jeto de implacable burla por parte de los dems dependientes.Afortunadamente para Csar, dos aos despus la cocinera loabandon por un desertor de su tierra escondido en Pars, jovende veinte aos que posea algunas fanegas de tierra y que con-sinti en casarse con Ursule.

    Durante aquellos dos aos, la cocinera haba alimentado biena su pequeo Csar, le haba explicado algunos misterios de lavida parisiense hacindosela examinar desde abajo; y, por celos,le haba inculcado un profundo horror por los lugares que podanofrecer peligro. En 1792, los pies de Csar, abandonado, sehabanacostumbrado al pavimento, sus hombros a las cajas,y su espritua lo que l llamaba los embustes de Pars; as es que cuando Ur-sule le abandon, no tard en consolarse, pues aquella mujer nohaba realizado ninguna de sus ideas instintivas acerca de los

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  • sentimientos. Lasciva y grosera,zalamera y ladrona, egostay bor-racha, hera el candor de Birotteau sin ofrecerle ninguna rica per-spectiva. A veces el pobre muchacho vea con dolor que estabaunido, mediante los lazos ms fuertes para los corazones sencil-los, a una criatura con la cual no simpatizaba. En el momento enque qued dueo de su corazn, Csar haba crecido, y alcanzadola edad de diecisis aos. Su inteligencia, desarrollada por Ursuley por las bromas de los dependientes, contribuy a que estudiaseel comercio de un modo que ocultaba el saber bajo la capa de lasencillez. Observ a los parroquianos, pidi explicaciones en mo-mentos perdidos acerca de las mercancas, lleg un da en queconoci el precio de los artculos mejor que los recin llegados, ydesde entonces los seores Ragn avinironse a emplearle.

    El da en que la terrible quinta del ao II hizo limpieza en casadel ciudadano Ragon,Csar Birotteau, que tena la promesa de as-cender a segundodependiente, seaprovech de estacircunstanciapara lograr sus deseos,obteniendo cincuenta francos de sueldo almes y sentndose con inefable gozoa la mesade los Ragon. El se-gundo dependiente de La Reina de las Rosas, que posea ya seis-cientos francos, obtuvo, pues, un cuarto donde pudo acomodarconvenientemente, como muebles codiciados, los trapillos quehaba ido amontonando poco a poco. Los das de salida, vestidocomo los jvenes de la poca a los cuales impona la moda queafectasenmaneras brutales, aquel modesto aldeano tena un porteque le sirvi para franquear las barreras que la domesticidadhaba interpuesto entre la burguesa y l. A fines de aquel mismoao, su probidad le vali el cargo de cajero. La imponenteciudadana Ragon lavaba y repasaba la ropa del dependiente.

    En Vendimiario de 1794, Csar, que posea cien luises de oro,compr papel al treinta, lo pag la vspera del da en que empezla depreciacin en la Bolsa y estrech su pequea fortuna con in-decible dicha. Desdeaquel da sigui el movimiento de los fondos

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  • con ansiedadessecretasque le hacan palpitar al or el relato delos reveseso de los xitos que marcaron aquel perodo de nuestrahistoria. Monsieur Ragon, antiguo perfumista de Su Majestad lareina Mara Antonieta, confi a Csar Birotteau el secreto de suadhesin a los tiranos cados en aquellos momentos crticos, y es-ta confidencia fue una de las circunstancias capitales de la vida deCsar. Las conversaciones de la noche cuando la tienda estabacerrada, la calle en calma y el arqueo hecho, fanatizaron alturens, el cual, al hacerse realista, obedeca a sus sentimientosinnatos. La narracin de las virtuosas acciones de Luis XVI y lasancdotas con que los espososensalzaban los mritos de la reina,caldearon la imaginacin de Csar. La horrible suerte de aquellasdos cabezascoronadas, guillotinadas a pocos pasos de la tienda,llen de indignacin su corazn sensible y le inspir odio por unsistema de gobierno que tan fcilmente derramaba sangre ino-cente. El inters comercial le haca ver la muerte del negocio enlas tormentas polticas, enemigas siempre del trfico. Por otraparte, cual verdadero perfumista, senta odio por una revolucinque pona a todo el mundo a lo Titus y suprima los polvos. Siendola tranquilidad que procura el poder absoluto el nico medio depoder dar vida al dinero, se hizo ardiente partidario de la monar-qua. Cuando monsieur Ragon le vio tan bien dispuesto, le nom-br su primer dependiente y le inici en los secretosde La Reinade las Rosas, algunos de cuyos parroquianos eran los ms activosy adictos emisarios de los Borbones y se servan de la tienda paramantener la correspondencia del Oestecon Pars. Arrastrado porel fuego de la juventud y electrizado por sus relaciones con los Ge-orges, los La Billardire, los Montauran, los Bauvan, los Longuy,los Manda, los Bernier, los Du Gunic y los Fontaine, Csar tomparte en la conspiracin que los realistas y terroristas dirigieronen 13 de Vendimiario contra la Convencin expirante. Csar tuvoel honor de luchar contra Napolen en los peldaos de Saint-

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  • Roche y fue herido al principio de la escaramuza.Todo el mundosabeel resultado de aquella tentativa. Si el ayudante de campo deBarras sali de su oscuridad, Birotteau sesalv a causade la suya.Algunos amigos transportaron al belicoso dependiente a La Reinade las Rosas, donde permaneci escondido y fue curado por ma-dame Ragon, teniendo la suerte de ser olvidado. Csar Birotteauno haba tenido ms que un destello de valor militar. Durante elmes que dur su convalecencia,hizo slidas reflexiones acercadela ridicula alianza de la poltica y de la perfumera, y, siguisiendo realista, resolvi ser pura y simplemente perfumistarealista sin comprometerse nunca y entregndose en cuerpo yalma a su patria.

    El 18 de Brumario, los seores Ragon, sin esperanzaya de vervictoriosa a la monarqua, se decidieron a dejar la perfumera y avivir como buenos burgueses, sin mezclarse nunca ms en lapoltica. Para recabar el importe de sus existencias, necesitabanencontrar un hombre que tuviese ms probidad que ambicin yms sentido comercial que capacidad. Ragon propuso, pues, eltraspaso del comercio a su primer dependiente. Birotteau, dueoa los veinte aos de mil francos de renta en papel del Estado,titube. Toda su ambicin consista en irse a vivir a Chinoncuando tuviera mil quinientos francos de renta y el primer cnsulhubiera consolidado la deuda pblica. Por qu arriesgar su hon-rada y sencilla independencia en los azares del comercio?, sedeca l. Nunca haba credo ganar una fortuna tan considerable yslo aspiraba a casarseen Touraine con una mujer tan rica comol para poder comprar y cultivar Las Tesoreras, pequeapropiedad que codiciaba para hacer en ella una vida felizmenteoscura. Iba, pues, a rechazar la proposicin de su amo, cuando elamor cambi de pronto sus resoluciones centuplicando la cifra desu ambicin.

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  • Desde que Ursule le haba sido infiel, Csar se haba manten-ido juicioso, tanto por temor a los peligros que se corren en Parspor amor, como a causa de sus trabajos. Cuando las pasionescarecende alimento, se trocan en necesidades,y el matrimonio seconvierte entoncespara los hombres de la clasemedia en idea fija,pues no tienen otro medio de hacersedueos de una mujer. CsarBirotteau estaba en esta situacin. Todo el quehacer del almacnde La Reina de las Rosas pesabasobre el primer dependiente,el cual no tena un momento libre para entregarse al placer. Ha-ciendo semejante vida, las necesidadesson an ms imperiosas;as es que el encuentro de una muchacha hermosa en la que undependiente libertino no hubiera pensado, tena que causarmucho efecto al juicioso Csar.

    Un hermoso da del mes de junio, entrando por el puente Mar-ie, en la isla de Saint-Louis, Birotteau vio a una joven de pie a lapuerta de una tienda situada en la esquina del muelle de Anjou.ConstancePillerault era la primera dependienta de un almacn denovedades titulado Le Petit Matelot, que fue el primero en sugnero que se estableci en Pars con letreros pintados, bander-olas flotantes, muestras de chales, corbatas apiladas como castil-los de cartas y otras mil seducciones comerciales, precios fijos,anuncios, ilusiones y efectosde ptica llevados a tal grado de per-feccionamiento, que los escaparatesde las tiendas se han conver-tido en poemas comerciales. La baratura de los objetos llamadosnovedades que se vendan en Le Petit Matelot, le dieron unnombre inaudito en el lugar de Pars menos favorable para elcomercio y la fama. Esta primera dependienta era citadaentonces, por su belleza, como lo fueron despus la hermosa ca-marera del caf de Las Mille Colonnes, y algunas otras criaturasque han hecho asomarseal escaparatea ms jvenes y viejos queadoquines tienen las calles de Pars. El primer dependiente deLa Reina de las Rosas, aunque viva entre Saint-Roch y la rue

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  • de la Sourdire, como se ocupaba exclusivamente de perfumera,no sospechabasiquiera la existencia de Le Petit Matelot, pueslas tiendas pequeas de Pars se ocupan muy poco unas de otras.Csar qued tan sorprendido ante la belleza de Constance, queentr furiosamente en Le Petit Matelot para comprar en l seiscamisas,cuyo precio regate largo rato haciendo que le enseasenmontaas de telas, ni ms ni menos que si fuese una inglesadeseosade regatear. La primera dependienta se dign ocuparsede Csar al notar, por algunos sntomas que conocen las mujeres,que haba ido ms bien por la tendera que por la mercanca. Csardej su nombre y su direccin a la dependienta, la cual se mostrindiferente ante la admiracin del parroquiano una vez que stehizo su compra. El pobre dependiente haba hecho poca cosaparacaptarse las simpatas de Constance;sehaba quedado mudo e in-mvil como un poste, el amor haba contribuido a que pareciesean ms parado y, por otra parte, estabademasiado deslumbradopara notar la indiferencia que sucedi a la sonrisa de aquellasirena.

    Durante ocho das, fue todas las noches a pasear por delantedel Petit Matelot, acechando una mirada, como acecha unperro un hueso a la puerta de una cocina, indiferente a las burlasque se permitan los dependientes y las dependientas y dejandopaso con humildad a los compradores y a los transentes, atentosa las pequeas revoluciones de la tienda. Algunos das despus,tras pensarlo mucho, decidise a entrar en el paraso donde mora-ba su ngel, ms bien para comunicarle una idea luminosa quepara comprar pauelos.

    Seorita, si necesitausted perfumes, yo se los podr propor-cionar le dijo Csar al pagarle.

    Constance Pillerault reciba a diario proposiciones, aunquenunca de matrimonio, y a pesar de que su corazn era tan purocomo blanca su frente, slo despus de marchas y contramarchas,

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  • durante las cuales le demostr Csar su infatigable amor, sedignrecibir los favores de ste, aunque sin hacerle ninguna promesa,prudencia sta exigida por el infinito nmero de adoradores quetena, como taberneros, cafeterosy otros. El amante sehaba pro-porcionado un apoyo en el tutor de Constance,monsieur Claude-Joseph Pillerault, quincallero establecido en el Quai de la Fer-raille, donde acab por conocerle, entregndose a ese espionajesubterrneo que distingue el amor verdadero. La rapidez de esterelato obliga a guardar silencio acercade los gocesdel amor paris-iense hecho con inocencia, y a callar prodigalidades propias de losdependientes, como comer melones de los primeros, comidas encasade Vnua y giras campestres en coche los domingos. Sin serguapo, Csar no tena nada en su persona que se opusiese a quefuera amado. La vida de Pars y su permanencia en un almacnsombro haban acabado por borrar la vivacidad de su tez dealdeano. Su abundante cabellera negra, su hermosa constitucin,su aire sencillo y probo, todo contribua a disponer el nimo en sufavor. El to Pillerault, encargado de velar por la dicha de la hijade su hermano, haba tomado informes y sancion las intencionesdel turens. En 1800, durante el hermoso mes de mayo, la seor-ita Pillerault consinti en casarsecon Csar Birotteau, el cual sedesmay de alegra en el momento en que Constance-Barbe-Josphine pronunci el ansiado s bajo un tilo en Sceaux.

    Hija ma le dijo monsieur Pillerault, adquieres un buenmarido. Csar tiene un corazn ardiente, sentimientos honrados,es franco como el oro, juicioso como el Nio Jess, en fin, el reyde los hombres.

    Constance abdic francamente de los brillantes destinos conque haba soado algunas veces, como todas las dependientas;quiso ser mujer honrada y buena madre, y adapt su vida al reli-gioso programa de la clasemedia. Por lo dems, estepapel estabams conforme con sus ideas que las peligrosas vanidades que

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  • seducena tantas jvenes parisienses.Dotada de corta inteligencia,Constance ofreca el tipo de la mujer de su casa, cuyos trabajosvan siempre acompaados de gruidos, que comienza por rechaz-ar lo que desea,cuya inquieta actividad se emplea en la cocina yen la caja, en los asuntos ms gravesy en las insignificancias de laropa, que ama riendo, que no concibe las ideas ms sencillas,que razona acercade todo, lo teme todo, lo calcula todo y piensasiempre en el porvenir. Su belleza fra, pero cndida, y su fres-cura, impidieron que Birotteau viese sus defectos, los cuales es-taban, por otra parte, compensados con esa delicada probidadpropia de las mujeres, con un orden excesivo y con el fanatismodel trabajo y el genio de la venta. Constance tena a la sazndieciocho aos y posea once mil francos. Csar, que se habahecho ambicioso a causadel amor, compr las existencias de LaReina de las Rosas y las transport a una hermosa casasituadacerca de la Plaza Vendme. Como contaba nicamente veintinaos y se vea casado con una mujer adorada y dueo de un es-tablecimiento cuyas tres cuartas partes de valor haba pagado,debi esperar un porvenir hermoso, sobre todo al considerar losprogresos que haba hecho desde el punto de partida. Roguin,notario de los Ragon, fue el redactor del contrato matrimonial, ydio sabios consejos al nuevo perfumista, impidindole que aca-base de hacer el pago de las existencias con la dote de su mujer.

    Hijo mo, guarde usted ese dinero por si se presenta algnbuen negocio le haba dicho el buen hombre.

    Birotteau mir al notario con admiracin, se acostumbr aconsultarle y se hizo amigo suyo. Como Ragon y Pillerault tuvotanta fe en el notariado, que en aquella poca se entregaba aRoguin sin permitirse una sospecha. Gracias a aquel consejo,Csar, provisto de los once mil francos de Constancepara empez-ar su comercio, no hubiese cambiado su haber por el del primercnsul, por brillante que pareciese el haber de Napolen. En

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  • primer trmino, Birotteau no tuvo ms que una cocinera, se in-stal en el entresuelo situado sobre la tienda, donde los recincasados empezaron una eterna luna de miel. Madame Csarapareci tras el mostrador como una maravilla, su clebre bellezaejerci enorme influencia en la venta, y entre los elegantesdel Im-perio no se habl ms que de la hermosa madame Birotteau. SiCsar fue acusadode realista y algunos comerciantes vecinos en-vidiaron su suerte, en cambio el mundo hizo justicia a su probidady le consider digno de ser feliz. El balazo recibido en los peldaosde Saint-Roch le dio reputacin de hombre valeroso y versado enla poltica, a pesar de que su corazn no encerraba ningn valormilitar ni su cerebro ninguna idea administrativa. As las cosas,las gentes honradas del distrito le nombraron capitn de laguardia nacional; pero fue destituido por Napolen, el cual, segnBirotteau, le guardaba rencor desdeque haba tenido el encuentrocon l en Vendimiarlo. De esta suerte y sin gran riesgo, Csar ad-quiri un barniz de persecucin que contribuy a hacerle interes-ante a los ojos de sus contrarios y a darle cierta importancia.

    He aqu cul fue la suerte de aquel matrimonio, feliz siempreen lo que atae a los sentimientos y agitado nicamente por lasansiedades comerciales.

    Durante el primer ao, Csar Birotteau instruy a su mujer enla venta de perfumeras al por menor, de la cual se impuso ella tanadmirablemente que pareca haber sido echadaal mundo y criadapara engatusar a los parroquianos. Una vez acabado el primerao, el perfumista hizo su inventario y qued asombrado de susresultados, toda vez que consider que, en veinte aos, no habrapodido ganar el modesto capital de cien mil francos en que quedcifrado el nmero de sus utilidades. Entonces, resolvi hacer for-tuna con ms rapidez y pens ante todo en unir la fabricacin a laventa al por menor. Contra la opinin de su mujer, alquil unabarraca y terrenos en el Faubourg du Temple, puso all un letrero

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  • que deca: Fbrica de Csar Birotteau, y tom un obrero con elcual comenz a medias alguna fabricacin de jabones, esenciasyagua de colonia. Su asociacin con aquel obrero no dur ms queseismesesy termin con prdidas para l nicamente. Sin desani-marse, Birotteau quiso obtener resultados a toda costa, con el ob-jeto de que no le riese su mujer, a la cual confes despus que enaquel tiempo de desesperacin su cabeza arda como una mar-mita, y que, a no haber sido por sus sentimientos religiosos, msde una vezsehubiese arrojado al Sena.Desolado ante algunas ex-periencias infructuosas, callejeaba un da a lo largo de los paseosesperando la hora de comer (el parisiense callejero es ms fre-cuentemente un desesperadoque un ocioso), y entre algunos lib-ros instalados en un puesto, sus ojos pudieron percibir este ttulo:Abdeker o el arte de conservar la belleza. Csar compr enseguida el pretendido libro rabe, especiede novela hecha por unmdico del siglo anterior, y fijse en una pgina en que se tratabade perfumes. Apoyado contra un rbol del paseo para hojear ellibro, Birotteau ley una nota en que el autor explicaba la nat-uraleza de la dermis y la epidermis y demostraba que tal pasta otal jabn produca a vecesun efecto contrario al que sedeseabasila pasta y el jabn tonificaban la piel que deba ser ablandada, oablandaban la piel que exiga tnicos. Birotteau vio una fortunaen este libro. Sin embargo, como confiaba poco en sus conocimi-entos, se fue a ver al clebre qumico Vauquelin y le rog sencilla-mente que le dijese los medios de componer un doble cosmticoque produjese efectos apropiados a las diversas naturalezas de laepidermis humana. Los verdaderos sabios,esoshombres tan real-mente grandes en el sentido de que no tienen nunca en vida lacelebridad que merecen por sus inmensos trabajos desconocidos,son casi todos serviciales y sienten simpata por los pobres de es-pritu. Vauquelin protegi, pues, al perfumista, y le permiti titu-larse inventor de una pasta para blanquear las manos, cuya

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  • composicin le indic. Birotteau llam Doble pasta de lasSultanas a este cosmtico, y a fin de completar la obra, aplic elprocedimiento de la pasta para las manos a un lquido para la tezque titul Agua Carminativa . Imitando en parte el sistema delPetit Matelot, Csar fue el primer perfumista que despleg eselujo de pasquines, anuncios y medios de publicidad llamados, talvez injustamente, charlatanismo.

    La Pasta de las Sultanas y el Agua Carminativa aparecieronen el Universo Galante y Comerciar con anuncios de colores, a lacabezade los cualesse lean estaspalabras: Aprobados por el In-stituto . Esta frmula, empleada por primera vez,dio unos resulta-dos mgicos. No slo Francia, sino todo el continente, quedplagado de anuncios amarillos, rojos y azules por el soberano deLa Reina de las Rosas. En una poca en que no se hablaba msque de Oriente, llamar a un cosmtico cualquiera Pasta de lasSultanas, adivinando la magia ejercida por estas palabras en unpas en que todo hombre tiende tanto a ser sultn como la mujer aser sultana, era una idea que lo mismo poda ocurrrsele a unhombre ordinario que a uno de talento; pero juzgando siempre elpblico por resultados, Birotteau pas tanto ms por hombre su-perior, comercialmente hablando, cuanto que redact l mismoun prospecto cuya ridicula fraseologa fue un elemento de xito.Aunque Birotteau no se hubiese fingido tonto, todo el mundo leatribuy el talento de hacerlo con oportunidad. No sin trabajo,hemos podido encontrar un ejemplar de aquel prospecto en lacasaPopinot y Compaa, drogueros de la rue desLombards. Estecurioso documento pertenece al nmero de los que los histori-adores titulan piezas justificativas , bien que en materia ms el-evada. Helo aqu, pues:

    DOBLE PASTA DE LAS SULTANAS Y AGUA CARMINATIVA

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  • de Csar Birotteau

    DESCUBRIMIENTO MARAVILLOSO APROBADO POR EL INSTITUTO DEFRANCIA

    Hace ya tiempo que eran generalmente deseadospor los dossexosde Europa una pasta para las manos y un agua para la caraque diese en el tocador un resultado superior al obtenido por elAgua de Colonia. Despus de haber consagradomuchas vigilias alestudio de la dermis y la epidermis de los dos sexos, los cualesdan, con razn, una gran importancia a la suavidad, a la finura, albrillo de la piel, monsieur Birotteau, perfumista conocidsimo enla capital y en el extranjero, ha descubierto una pasta y un aguallamados justamente maravillosos, desdesu aparicin, por los el-egantesde Pars. En efecto, esta pasta y este agua poseen asom-brosas propiedades para influir en la piel sin arrugarla premat-uramente, efecto segursimo de las drogas empleadas inconsid-eradamente hasta el da e inventadas por ignorantes avaros. Estedescubrimiento est basado en la divisin de los temperamentos,que forman dos grandes clasesindicadas por el color de la pasta ydel agua, las cualesson de color rosa para la dermis y la epidermisde las personas de constitucin linftica, y blancas para las de lasque gozan de un temperamento sanguneo.

    Esta pasta llmase de Las Sultanas porque este descubrimi-ento fue hecho para el serrallo por un mdico rabe. Estaprobada por el Instituto, previa informacin de nuestro ilustrequmico VAUQUELIN , y el agua est tambin basadaen los prin-cipios empleados para la composicin de la pasta.

    Esta preciosa pasta, que exhala los ms gratos perfumes,hace, pues, desaparecer tas pecas ms rebeldes, blanquea las

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  • epidermis ms recalcitrantes y disipa los sudores de manos deque tanto se quejan los hombres y mujeres.

    El Agua Carminativa hacedesapareceresospequeos grani-tos que les salen inopidamente a las mujeres en ciertos momentosy contraran sus proyectos para el baile; refresca y reanima loscolores, abriendo o cerrando los poros segn las exigencias deltemperamento, y es tan conocida ya como defensora de los ul-trajes del tiempo, que muchas damas la titulan, por agradecimi-ento, LA AMIGA DE LA BELLEZA .

    El Agua de Colonia es pura y simplemente un perfume insig-nificante y sin eficacia especial, mientras que la Doble pasta delas Sultanas y el Agua Carminativa son dos composiciones oper-antes de una potencia motriz que influye sin peligro sobre las cu-alidades internas secundndolas; sus perfumes, esencialmentebalsmicos y agradables, impresionan agradablemente el corazny el cerebro, comunican ideas y las despiertan, resultando as tanasombrosaspor su mrito como por su sencillez; en una palabra,que con esteproducto ofrecemosun atractivo ms a las mujeres, yun nuevo medio de seduccin a los hombres.

    El uso peridico del Agua disipa tos ardores ocasionadosporel afeite, preserva igualmente los labios de las aberturas y losmantiene rojos, borra a la larga las pecasy acabapor tonificar lascarnes. Estos efectos anuncian siempre en el hombre un equilib-rio perfecto entre los humores, lo cual tiende a librar de la jaquecaa las personas sujetas a esta horrible enfermedad. Finalmente, elAgua Carminativa , que puede ser empleada por las mujeres entodas las operaciones del tocado, preserva de las afeccionescutneas sin perjudicar la transpiracin de los tejidos, a los cualescomunica una persistente finura.

    Dirigirse, franco de porte, a monsieur CSAR BIROTTEAU,sucesorde Ragon, antiguo perfumista de la reina Mara Antonieta

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  • y dueo hoy de La Reina de las Rosas situada en la rue deSaint-Honor, en Pars, cerca de la Plaza de Vendme.

    El precio del bote de pasta es de tres francos y seis el de labotella.

    Para evitar todas las falsificaciones, monsieur Csar Birot-teau advierte al pblico que la pasta va envuelta en un papel quelleva su firma y las botellas tienen un sello incrustado en elvidrio.

    Sin que Csar lo sospechase,el xito fue debido a Constance,la cual le aconsej que enviaseel Agua Carminativa y la Pasta detas Sultanas por cajasa todos los perfumistas de Francia y del ex-tranjero, ofrecindoles una rebaja del treinta por ciento sitomaban los dos artculos por gruesas.En realidad, la pasta y elagua eran mejores que los cosmticos anlogos y seducan a losignorantes, con la distribucin establecida entre los temperamen-tos. Cebadoscon la ganancia, los quinientos perfumistas de Fran-cia compraron anualmente en casa de Birotteau ms de tresci-entas gruesas de pasta y de agua cada uno, consumo ste que leprodujo beneficios que, si eran mdicos en pequeo, resultabanenormes en grandes cantidades. Entonces Csar pudo comprarlos terrenos y las barracas del Faubourg du Temple, construy allvastas fbricas, decor magnficamente su almacn de La Reinade las Rosas y as su mujer dej de temblar por el porvenir, y ensu hogar se sintieron los saludables beneficios del desahogo.

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  • En 1810, madame Birotteau previ un alza en los alquileres einst a su marido a que arrendase toda la casa,cuyo entresuelo ytienda ocupaban, y a que se trasladaseal primer piso. Una circun-stancia feliz decidi a Constancea cerrar los ojos a las locuras queBirotteau hizo por ella en su morada. El perfumista acababa deser elegido juez del tribunal de comercio. Su probidad, su cono-cida delicadeza y la consideracin de que gozaba, le valieron unafama que contribuy a que fuese considerado como uno de loscomerciantes ms notables de Pars. Para aumentar susconocimi-entos se levant a las cinco de la maana y ley obras de jurispru-dencia y libros que trataban de litigios comerciales. Su amor a lajusticia, su rectitud y sus buenos deseos, cualidades esencialespara apreciar las dificultades sometidas a las sentencias consu-lares, hicieron de l uno de los juecesms estimados. Susdefectoscontribuyeron tambin a aumentar su reputacin. Compren-diendo su inferioridad, Csar subordinaba gustoso su opinin a lade sus colegas,los cuales,al verse escuchadoscon tanta atencin,le buscaron y le alabaron, los unos encantados de su modestia ylos otros de su amabilidad. Los comerciantes juzgados alabaronsu benevolencia y su espritu conciliador y en muchas ocasionesfue nombrado rbitro. Mientras duraron sus funciones, supoformarse un lenguaje plagado de lugares comunes y sembrado deaxiomas y de clculos traducidos en frases redondeadas, lascuales, pronunciadas con amabilidad, tenan apariencias de ora-toria para los odos de las gentessuperficiales. De estemodo supoagradar a esa mayora compuesta de medianas. Sin embargo,perda Csar tanto tiempo en el tribunal de comercio, que sumujer le oblig a renunciar en lo sucesivo a tan costoso honor.

    Por el ao 1813, gracias a su constante unin y despus dehaber recorrido vulgarmente una parte de la vida, aquel matrimo-nio vio comenzar una era de prosperidad que pareca llamada ano ser nunca interrumpida. Los seores Ragon, sus predecesores,

  • su to Pillerault, Roguin el notario, los Matifat, drogueros de larue des Lombards y proveedores de La Reina de las Rosas,Joseph Lebas, paero sucesorde los Guillaume y dueo del Gatoque juega a la pelota, el juez Popinot, hermano de madameRagon, Chiffreville, de la casa Protez y Chiffreville, los seoresCochin, comanditarios de los Matifat, el abate Loraux, confesor ydirector de las gentes piadosas de esta tertulia, y algunas otraspersonas componan el crculo de sus amigos. No obstante lasideas monrquicas de Birotteau, la opinin pblica estabaentonces de su parte y le crea muy rico, a pesar de que sloposea cien mil francos fuera de su comercio. La regularidad desus negocios, su exactitud y su costumbre de no deber nada y deno cobrar nada por el descuento de valores cuando stos eran se-guros y pertenecan a algn amigo, le valieron un crdito enorme.Por otra parte, haba ganado realmente mucho dinero; pero susconstrucciones y sus fbricas le haban costado mucho y gastabaen su casacerca de veinte mil francos anuales. Asimismo, la edu-cacin de Csarine, que era tan idolatrada por Constance comopor Csar, exiga grandes sumas. Ni el padre ni la madre mirabanel dinero cuando se trataba de causar un placer a su hija, de la cu-al no haban querido separarse nunca. Imaginaos los goces delpobre aldeano advenedizo cuando oa a su encantadora Csarinerepitiendo en el piano una sonata de Steibelt o cantando una ro-manza, cuando la vea escribir correctamente la lengua francesa,cuando la admiraba leyendo a Racine padre e hijo, dibujando unpaisaje o haciendo una acuarela. `Qu dicha para l revivir en unaflor tan bella y tan pura, que an no haba dejado el regazomater-no! Un ngel, en fin, cuyasgracias nacientes y cuyos primeros de-sarrollos haba seguido con tanto apasionamiento en una hija n-ica, incapaz de despreciar a su padre y de burlarse de su falta deinstruccin. Al llegar a Pars, Csar saba leer, escribir y contar;pero su instruccin no haba pasado de aqu, pues su laboriosa

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  • vida le haba impedido adquirir ideas y conocimientos ajenos alcomercio de la perfumera. Tratando constantemente con gentesindiferentes a las ciencias y a las letras y cuya instruccin no ab-razaba ms que especialidades y careciendo de tiempo para en-tregarse a estudios elevados,el perfumista seconvirti en hombreprctico, se apropi el lenguaje, los errores y las opiniones delburgus parisiense que admira de palabra a Molire, a Voltaire y aRousseau, que compra sus obras sin leerlas y que sostiene quedebe de decirse auromario porque las mujeres encierran en estemueble su oro, y que slo se dice armario por corrupcin. Potier,Taima y madamoiselle Mars eran diez veces millonarios, y novivan como los dems humanos. El gran trgico coma carnecruda y mademoiselle Mars se haca a vecespicar perlas para im-itar a una clebre actriz egipcia. El emperador llevaba en sus cha-lecos unos bolsillos de cuero para poder tomar el tabaco a pua-dos, y suba a caballo y al galope la escalera del invernadero deVersalles. Los escritores y los artistas moriran en el hospital acausade sus originalida des; por otra parte, todos eran ateosy erapreciso guardarse de recibirlos en casa.Joseph Lebas citaba conespanto la historia del matrimonio de su cuada Augustine con elpintor Sommervieux. Los astrnomos vivan del aire. Estos pun-tos luminosos de sus conocimientos de la lengua francesa,del airedramtico, de poltica, de literatura y de ciencia, explican el al-cancede aquellas inteligencias. Un poeta que pasa por la rue desLombards puede soar con Asia al sentir en ella ciertos perfumes.Sorprendido por el brillo de la cochinilla, ve en ella los poemasbrahamnicos, sus religiones y sus castas.Al percibir el marfil enbruto, monta sobre el dorso de los elefantes; pero el comercianteignora de dnde provienen los productos con que trabaja. Birot-teau, perfumista, no saba una palabra de historia natural ni dequmica. Considerando a Vauquelin como un gran hombre, lotena por una excepcin y razonaba como aquel abacero retirado

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  • que resuma una discusin acerca de la manera de adquirir el tdiciendo con aire socarrn: El t no se obtiene ms que de dosmaneras: por caravana o por El Havre . Segn Birotteau, el loey el opio no se encontraban ms que en la rue des Lombards. Elagua de rosa, llamada de Constantinopla, se haca en Pars con elAgua de Colonia. Estos nombres de lugares haban sido inventa-dos para agradar a los franceses,que no pueden soportar las cosasde su pas. Un comerciante francs tena que decir que su des-cubrimiento era ingls a fin de darle fama; del mismo modo queun droguero ingls atribuye el suyo a Francia. Sin embargo. Csarno poda ser nunca completamente tonto o imbcil; la probidad yla bondad comunicaban a los actos de su vida un reflejo que loshaca respetables,pues una accin hermosa haceaceptar todas lasignorancias posibles. Sus constantes xitos le dieron seguridad, yen Pars la seguridad se considera como poder, por ser aqullaconsecuenciade ste. Una vez que la mujer de Csar estudi a sumarido durante los tres primeros aos de matrimonio, fue presade continuas ansias, pues Constance representaba en esta uninla parte sagazy previsora, la duda, la oposicin, el temor, comoCsar representaba la audacia, la accin, la ambicin, la inauditadicha de la fatalidad. A pesar de las apariencias, el perfumista eramiedoso, mientras que su mujer tena en realidad paciencia y val-or. De esta suerte, un hombre pusilnime, sin instruccin, sinideas,sin conocimientos y sin carcter, lleg graciasa su conductay a su amor por la justicia, a su bondad verdaderamente cristianay a su amor por la nica mujer que haba posedo, a sentar plazade hombre notable, valeroso y lleno de resolucin. El pblico novea ms que los resultados. A excepcin de Pillerault y del juezPopinot, las dems personas de la sociedad de Csar slo le apre-ciaban superficialmente y no podan juzgarle. Por otra parte, losveinte o treinta amigos que se reunan entre s decan siempre lasmismas necedades,su conversacin estaba siempre llena de los

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  • mismos lugares comunes y se consideraban todos como hombressuperiores en sus profesiones respectivas. Las mujeres hablabande buenascomidas y de adornos, y todas sepermitan decir palab-ras de desprecio acerca de sus respectivos maridos. MadameBirotteau era la nica que tena el buen sentido de tratar al suyocon respeto en pblico, pues vea en l al hombre que a pesar desu secreta ignorancia, haba ganado su fortuna y su consideracinsocial, de la cual participaba tambin ella. Lo nico que hacaConstance era preguntarse lo que era el mundo y si todos loshombres eminentes se pareceran a su marido. Esta conducta nocontribua poco a mantener la respetuosaestimacin concedida aun comerciante de un pas donde las mujeres son bastante dadasa desprestigiar a sus maridos y a quejarse de ellos.

    Los primeros das del ao 1814, tan fatal para Francia, fueronsealados para los Birotteau por dos acontecimientos, poco not-ables para cualquier otro matrimonio, pero bastante importantespara impresionar a almas sencillas como las de Csar y su mujer,los cuales, al fijar sus ojos en el pasado, no vean en l ms quegratas emociones.Haban tomado como primer dependiente a unjoven de veintids aos, llamado Ferdinand du Tillet. Estemuchacho, que acababa de salir de una perfumera donde lehaban negadoparticipacin en los beneficios y que pasabapor ungenio, trabaj mucho para entrar en La Reina de las Rosas,cuyos dueos y costumbres le eran muy conocidos. Birotteau leacept y le seal mil francos de sueldo, con la intencin de con-stituirlo en su sucesor.Ferdinand ejerci tan grande influencia enlos destinos de esta familia, que es necesario decir algunas palab-ras acerca de l. En primer trmino, se llamaba sencillamenteFerdinand, sin nombre de familia. Este anonimato le pareci unainmensa ventaja en el momento en que Napolen escudri elcontingente de todas las familias para buscar soldados. Sin em-bargo, era indudable que haba nacido en alguna parte, a causa

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  • sin duda de alguna cruel y voluptuosa fantasa. He aqu los pocosinformes recogidos acerca de su estado civil. En 1793, una pobremuchacha de Tillet, pequeo lugar situado cercade Andelys, fue aparir de noche en el jardn del prroco de la iglesia y luego seaho-g, no sin antes haber llamado a las ventanas del cura. El buen sa-cerdote recogi al nio, le dio el nombre del santo del da y lo criy educ como si fuese hijo suyo. El cura muri en 1804 sin dejaruna fortuna que fuese bastante opulenta para sufragar la educa-cin que haba comenzado. Ferdinand, lanzado a Pars, hizo alluna vida de filibustero que lo mismo poda conducirle al patbuloque a la fortuna, al foro, a la milicia, al comercio o a la domest-icidad. Ferdinand, obligado a vivir como un verdadero Fgaro, fueprimero viajante de comercio y luego dependiente de perfumistaen Pars, adonde volvi despus de haber recorrido toda Francia,de haber estudiado el mundo y de haberse decidido a medrar atoda costa. En 1813, juzg necesario confirmar su edad y procur-arseun estadocivil requiriendo al juzgado de Andelys, el cual hizopasar su partida de bautismo de los registros del presbiterio a losde la alcalda, obteniendo una rectificacin mediante la cual ad-quira el apellido de du Tillet, que era el que haba usado hastaentonces.Sin padres conocidos, sin ms tutor que el fiscal, solo enel mundo y sin tener que rendir cuentas a nadie, trat a la so-ciedad duramente, no reconoci ms gua que su inters y juzgbuenos todos los modos de hacer fortuna. Este normando, queposea peligrosas capacidades, una a su deseo de medrar losgroseros defectos reprochados, con razn o sin ella, a los nat-urales de su provincia. Sus modales zalameros ocultaban un es-pritu poco recto, pues pona en duda audazmente los derechosajenos, no ceda un tomo de los suyos y empleaba el tiempo y suvoluntad inflexible como medios de fatigar a su adversario. Suprincipal mrito consista en el de los Scapin de la antiguacomedia; posea su fertilidad de recursos, su astucia para vadear

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  • lo injusto y su prurito de apoderarsede lo que poda. Finalmente,contaba con aplicar a su indigencia la frase que el abate Terraydecaen nombre del Estado, sin perjuicio de llegar a ser ms tardeun hombre honrado. Dotado de una actividad apasionaday de in-trepidez militar para pedir a todo el mundo lo mismo una accinbuena que una mala, justificando su peticin con la teora del in-ters personal, era muy poco delicado en la eleccin de los medi-os, y consideraba demasiado seguro el xito del dinero como ab-solucin de todo pecado para no medrar tarde o temprano. Unhombre semejante,colocado entre el presidio y los millones, tenaque ser vengativo, absoluto y rpido en sus determinaciones, perodisimulado como un Cromwell que quisiese decapitar a la hon-radez misma. Su profundidad se esconda bajo la capa de un es-pritu burln y ligero. El ser un simple dependiente de perfumista,no pona lmites a su ambicin y haba dirigido a la sociedad unamirada rencorosa, dicindole: Sers ma. Se haba jurado a smismo no casarsehasta los cuarenta aos y cumpli su palabra.En lo fsico, Ferdinand era un joven bien plantado, de buena es-tatura y de maneras mixtas que le permitan adaptarse a todas lasnecesidades.Su cara flaca agradaba a primera vista, tratndolemucho, se sorprendan en ella esas extraas expresiones queafectan las personas que no estn de acuerdo consigo mismas, ocuya conciencia les grue a determinadas horas. Su tez, de ardi-ente color, tena cierta aspereza.La mirada de sus ojos claros erapenetrante y terrible cuando se fijaba en su vctima. Su vozpareca extinguida como la del hombre que ha hablado largo rato.Sus labios delgados no carecan de gracia, pero su narizpuntiaguda y su frente, ligeramente bombeada, denotaban un de-fecto de raza. Finalmente, sus cabellos, de color semejante al delos que se los tien de negro, indicaban un mestizo social que hu-biese heredado su espritu de un gran seor libertino y su bajezade una aldeana seducida, sus conocimientos de una educacin

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  • incompleta y sus vicios de un estado de abandono. Birotteau supocon profundo asombro que su dependiente sala por las nochesmuy elegantey que volva a casamuy tarde, despus de haber as-istido a los bailes que se daban en casade los banqueros y de losnotarios. Estas costumbres desagradaron a Csar, que entendaque los dependientes deban estudiar los libros de su casa ypensar exclusivamente en su profesin. El perfumista reprochcariosamente a du Tillet su afn de llevar ropa tan fina y el hechode tener tarjetas con el nombre escrito de estemodo: F. DU Tillet,moda que a su juicio perteneca exclusivamente a las gentes delgran mundo. Ferdinand haba entrado en casade este Orgn conintenciones de Tartufo, hizo la corte a madame Birotteau, trat deseducirla y juzg a su amo como lo juzgaba Constance, pero conasombrosa prontitud. Aunque discreto, reservado y sin decir loque deseabadecir, du Tillet manifest su opinin acerca de loshombres y de la vida de un modo que asust a aquella mujer tim-orata que participaba de las creenciasde su marido y considerabacomo un crimen el hecho de causar el ms leve dao a un se-mejante. A pesar de la astucia que emple madame Birotteau, duTillet adivin el desprecio de que era objeto. Constance,que habarecibido varias cartas amorosas de Ferdinand, no tard en notarun cambio en las maneras de su dependiente, el cual tom conella aires familiares para hacer creer a la gente que se entendan.La perfumista, sin comunicar a su marido las razones le aconsejque despidiese a Ferdinand. Birotteau estuvo de acuerdo con sumujer en este punto y, por lo tanto, qued resuelto el despido deldependiente. Un sbado por la noche, tres das antes de des-pedirle, Birotteau hizo el balance mensual de caja y vio que lefaltaban tres mil francos. Su consternacin fue inmensa, ms quepor la prdida, por las sospechasque podan recaer en tres de-pendientes: una cocinera, un mozo de almacn y algunos otrosobreros. A quin echar la culpa? Madame Birotteau no sala

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  • nunca de detrs del mostrador. El dependiente encargado de lacaja era un sobrino de monsieur Ragon, llamado Popinot, jovende diecinueve aos, a quien consideraban como la honradez enpersona. Esto sin contar con que las cuentas que acusabanel dfi-cit, por estar en desacuerdocon las existencias de caja, indicabanque la sustraccin haba sido hecha despus del balance general.Los dos esposos acordaron callarse y vigilar. Al da siguiente,domingo, reciban a sus amigos. Las familias que componanaquella especiede reunin se congregaban una vez en cada casa.Jugando a la berlanga , Roguin, el notario, puso sobre el tapeteunos luises viejos que madame Birotteau haba recibido algunosdas antes de manos de una recin casada llamada madamedEspard.

    Ha robado usted algn cepillo? le dijo el perfumista,rindose.

    Roguin dijo que haba ganado aquel dinero en casade un ban-quero a du Tillet, el cual confirm la respuestasin ruborizarse. Elperfumista, por su parte, sepuso rojo como la grana. Una vezdis-uelta la reunin, en el momento en que Ferdinand iba a acostarse,Birotteau lo condujo a su almacn so pretexto de hablarle denegocios.

    Du Tillet le dijo, me faltan tres mil francos de la caja y yono puedo sospecharde nadie; la circunstancia de los luises viejosparece acusarlo a usted demasiado para que yo no le hable de es-to; as es que no debemos acostarnos sin haber corregido este er-ror, porque, despus de todo, muy bien pudiera ser una equivoca-cin o que usted hubiera tomado alguna cantidad a cuenta de susueldo.

    Du Tillet dijo que efectivamente haba tomado aquel dinero, ycomo el perfumista hubiese abierto su libro mayor, se encontrcon que aquella cantidad no estaba adeudada en la cuenta de sudependiente.

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  • Tena prisa y por esto no le dije a Popinot que la adeudasecontest Ferdinand.

    Est bien dijo Birotteau, desconcertado al ver el aplomodel normando, que conoca admirablemente al hombre honradoen cuya casa haba entrado para hacer fortuna.

    El perfumista y su dependiente pasaron la noche en indaga-ciones que juzgaba intiles el digno comerciante. Yendo yviniendo, Csar coloc tres billetes de mil francos en la caja,pegndolos a una de sus paredes y despus fingi estar agobiadode fatiga, pareci dormir y ronc. Du Tillet le despert triunfal-mente y denot gran alegra al ver deshecho el error. Al dasiguiente, Birotteau ri pblicamente a Popinot y a su mujer yfingi encolerizarse a causa de su negligencia. Quince das des-pus, Ferdinand du Tillet entr en la casade un agentede cambio.Segn l, la perfumera no le convena y deseaba estudiar labanca. Al salir de la casa de Birotteau, du Tillet habl de Con-stancede un modo que dio a entender que su amo lo haba despe-dido por celos.Algunos mesesdespus, du Tillet fue a ver a su an-tiguo amo para rogarle que le adelantase veinte mil francos a finde completar la garanta que le exigan en un negocio que le ponaen camino de hacer fortuna. Al notar la sorpresa que manifestBirotteau al or tamaa desvergenza, du Tillet frunci las cejasyle pregunt si no tena confianza en l. Matifat y dos negociantesque estaban con Birotteau notaron la indignacin del perfumista,el cual reprimi su clera en presenciade ellos. Tal vezdu Tillet sehaba vuelto honrado, su falta poda haber sido causada por losruegos de alguna querida o por alguna tentativa hechaen el juego,y la reprobacin pblica de un hombre de bien acasosumira enuna senda de crmenes y de desgraciasa un hombre joven an ysusceptible de arrepentimiento. Considerando esto, aquel ngeltom la pluma e hizo un aval en las letras de du Tillet, dicindoleque haca con mucho gusto aquel favor a un muchacho que le

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  • haba sido muy til. Mientras deca aquella mentira, la sangre sele agolp en la cara. Du Tillet no pudo sostener la mirada de aquelhombre, y en aquel momento, sin duda, sinti contra l eseodiosin tregua que concibieron los ngeles de las tinieblas contra losngeles de la luz. Du Tillet manej tan bien el balancn, bailandoen la rgida cuerda de las especulacionesfinancieras, que continusiendo elegante y rico en apariencia antes de serlo en realidad.Tan pronto como pudo tener un cabriol, no lo abandon yanunca, y se mantuvo en la esfera elevada de las gentes quemezclan los placerescon los negocios,convirtiendo la sala de des-canso de la pera en sucursal de la Bolsa. Gracias a madameRoguin, a quien conoci en casade Birotteau, no tard en tratarsecon los financieros ms distinguidos. En este momento, Ferdin-and du Tillet haba alcanzado una prosperidad que no tena nadade engaosa: estabaen muy buenas relaciones con la casaNucin-gen, donde Roguin le haba presentado, y haba trabado amistadcon los hermanos Keller y otros banqueros de crdito. Nadie sabade dnde sacaba aquel muchacho los inmensos capitales quepona en movimiento; pero seatribua su suerte a su inteligencia ya su probidad.

    La Restauracin convirti en un personaje a Csar, el cualolvid estosdos accidentesdomsticos en medio del torbellino delas crisis polticas. La inmutabilidad de sus opiniones monr-quicas, por las cualessenta gran indiferencia desdeque le habanherido, pero en las que continuaba por decoro, y el recuerdo de susacrificio en Vendimiario, le valieron grandes protecciones, pre-cisamente porque no pidi nada. Aunque era incapaz de desem-pear ningn mando, fue nombrado jefe de batalln de la guardianacional, y en 1815, Napolen, que segua siendo enemigo deBirotteau, le destituy. Durante los Cien Das, Csar se convirtien el coco para los liberales de su barrio, pues hasta 1815no em-pezaron las diferencias polticas entre los negociantes, unnimes

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  • hasta entonces en sus deseosde disfrutar de la tranquilidad quetanto necesitabanpara sus negocios.En la segundaRestauracin,el gobierno real tuvo que cambiar el cuerpo municipal. El prefectoquiso nombrar alcalde a Birotteau; pero graciasa su mujer, el per-fumista slo acept el cargo de teniente de alcalde, que no lepona tanto en evidencia. Esta modestia aument mucho la es-timacin de que gozaba,y le vali la amistad del alcalde, monsieurFlamet de La Billardire. Birotteau, que conoca al prefecto delSenadesde la poca en que La Reina de las Rosas serva comopunto de reunin a los conspiradores realistas, le design para al-calde a monsieur Flamet, el cual no olvid nunca a los seoresBirotteau en sus invitaciones. Finalmente, madame Birotteau pos-tul frecuentemente en Saint-Roch, en compaa de grandes da-mas. Cuando se trat de distribuir cuatro cruces entre individuosdel cuerpo municipal, La Billardire apoy calurosamente a Birot-teau, alegando su herida en Saint-Roch, su adhesin a los Bor-bones y la consideracin de que gozaba. El ministerio, que de-seabadestruir la obra de Napolen, prodigando la cruz de la Le-gin de Honor, y tener proslitos en el comercio, las artes y lasciencias, incluy a Birotteau en la promocin, y este favor que es-taba en armona con la fama de que gozaba el perfumista en subarrio, le colocabaen situacin de tener que agrandar sus ideas dehombre que hasta entonceshaba salido airoso en todo. La noticiaque el alcalde le dio de su condecoracin fue el ltimo argumentoque decidi al perfumista a arriesgarse en la operacin queacababade exponer a su mujer, a fin de dejar cuanto antes la per-fumera y elevarse a las regiones de la alta burguesa parisiense.

    Csar tena entonces cuarenta aos. Los trabajos a que se en-tregaba en su fbr