transformaciones socio espaciales

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Estudios urbanos

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  • De los pequeos condominios a la ciudad vallada Rodrigo Hidalgo

    Rodrigo Hidalgo*

    De los pequeos condominios a la ciudad vallada: las urbanizaciones cerradas y la nueva

    geografa social en Santiago de Chile (1990-2000)**

    Abstract

    Through the examination of enclosed urbanizations within the Metropolitan Region of Santiago, Chile, the spatial distribution of this type of development and its effects on the social landscape of Santiago are examined. During the 1990s, the construction of different types of condominiums showed an evolution marked by an increase in the size and number of housing units, situation that had a ect effect on the social geography of the municipalities involved.

    Keywords: enclosed urbanizations, socio-spatial transformations, Santiago de Chile.

    Resumen

    A travs del estudio de la localizacin de las urbanizaciones cerradas en el rea Metropolitana de Santiago de Chile, se analiza el avance de estos conjuntos de vivienda y sus efectos sobre la distribucin espacial de los diferentes grupos socioeconmicos que componen la sociedad santiaguina. En la dcada de los 90, los condominios, en sus diferentes modalidades, presentaron una evolucin que estuvo marcada por el aumento de su tamao y del nmero de viviendas construidas, situacin que tuvo efectos ectos en la geografa social de las comunas donde se concentraron.

    Palabras clave: urbanizaciones cerradas, trasformaciones socio-espaciales, Santiago de Chile.

    Revista eure (vol.XXX, N91), PP.29-52, Santiago de Chile, diciembre 2004

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  • De los pequeos condominios a la ciudad vallada Rodrigo Hidalgo

    1. Introduccin

    Las reas metropolitanas de las ciudades de Amrica Latina son el escenario actual de una serie de cambios que representan un particular momento de la historia de los pases de la regin. Son precisamente dichos espacios los que mejor expresan las transformaciones territoriales asociadas al proceso de globalizacin de la economa e implantacin de las polticas de desarrollo neoliberal (De Mattos, 2002).

    Aunque las ciudades crecen asociadas a las dis- tintas funciones urbanas, comerciales, industriales, de servicio, entre otras, las reas residenciales son las que generan un mayor consumo de suelo e infor- man de las estrategias que despliegan los diferentes agentes inmobiliarios involucrados con el negocio de la vivienda (Capel, 2002).

    Algunos estudios recientes dejan de manifiesto que durante la dcada de los 90 el rea Metropoli- tana de Santiago1 continu aumentando significativamente su superficie, pasando de 50.000 hectreas aproximadamente en 1990 a cerca de 62.000 en el ao 2000, crecimiento que en un 40% estuvo vinculado a la expansin de los espacios resi- denciales (Ducci, 2002).

    * Instituto de Geografa, Pontificia Universidad Cat- lica de Chile. Chile E-mail: [email protected].

    ** El artculo se basa en los resultados del proyecto Fondecyt 1030472. Recibido el 3 de agosto de 2004, apro- bado el 2 de noviembre de 2004.

    1Esta ltima la hemos delimitado en base al concepto conurbacin, acuado a comienzos del siglo XX por el pla- nificador ingls Patrick Geddes (1915), que lo defini como la fusin fsica de espacios urbanos que tienen un origen distinto y que es provocada por la urbanizacin no contro- lada que se difunde sobre un territorio determinado. Si a esta rea urbanizada continua sobreponemos los lmites de las comunas que la conforman, se puede trazar el respectivo permetro poltico administrativo de la aglomeracin. Con este criterio hemos definido, en base a informacin satelital de noviembre del 2001, los lmites de la conurbacin de Santiago, la que est compuesta por 39 comunas, a saber: Santiago, Independencia, Conchal, Huechuraba, Recoleta, Providencia, Vitacura, Lo Barnechea, Las Condes, uoa, La Reina, Macul, Pealoln, La Florida, San Joaqun, La Granja, La Pintana, San Ramn, San Miguel, La Cisterna, El Bosque, Pedro Aguirre Cerda, Lo Espejo, Estacin Cen- tral, Cerrillos, Maip, Quinta Normal, Lo Prado, Pudahuel, Cerro Navia, Renca, Quilicura, Colina, Lampa, Puente Alto, San Bernardo, Padre Hurtado, Pirque y Calera de Tango.

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    Los sistemas predominantes de produccin de la vivienda se encuentran asociados en Chile a dos modalidades preferentes. La primera dice relacin con aquellas unidades que generan los promotores privados, las que generalmente son diseadas bajo la modalidad de urbanizaciones cerradas o condomi- nios2. Una segunda alternativa corresponde a las residencias que construye el Estado para los grupos socioeconmicos medios bajos y bajos, que no pue- den acceder por sus propios medios a la oferta del mercado.

    Ambas modalidades responden a causas dife- renciadas y expresan una serie de procesos que han transformado de manera notable el paisaje urbano. Condominios y viviendas sociales son los ejes modi- ficadores a travs de los cuales se construye la actual geografa social de las ciudades chilenas, y en espe- cial de las grandes reas metropolitanas. Son estas intervenciones ofrecidas por los agentes inmobilia- rios a diferentes estratos sociales, las que dan conte- nido a una parte cada vez mayor de nuestras reas urbanas.

    El progresivo enclaustramiento vivido por las reas residenciales es uno de los smbolos que expre- sa con mayor claridad las formas actuales de habitar en la ciudad. Cabe hacer notar que no son slo los grupos sociales de mayores ingresos los que optan por esta tipologa de viviendas, sino que tambin los sectores medios emergentes y medios bajos acuden a los condominios en bsqueda de vivienda.

    La construccin de reas residenciales cerradas es tambin posible de ser observada en el resto de las grandes aglomeraciones urbanas de Amrica Latina, donde desde mediados de la dcada de 1980 se comienzan a edificar grandes conjuntos de vivien- das, cuyos accesos son controlados y restringidos slo a quienes habitan en ellas (Cabrales, 2003 y Borsdorf, 2003). Particularmente en Argentina y Brasil la edi-

    2En adelante se utilizar la expresin "condominio" de forma genrica, para referirse a los conjuntos de viviendas con acceso controlado y que comparten espacios comunes. Reciben diversas denominaciones, como "barrios cerrados" o "urbanizaciones privadas" en Argentina, "fraccionamientos cerrados" en Mxico y "condominios fechados" en Brasil. En cada uno de estos pases existe, a su vez, una amplia gama de tipologas, que se relacionan con la forma de la edificacin, nmero de viviendas y localizacin de los conjuntos (vese Borsdorf, 2002).

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    ficacin de dichos espacios cobra importancia en tr- minos de viviendas construidas y despierta un nota- ble inters por parte de la comunidad de investiga- dores. Es en estos pases donde se producen las pri- meras aproximaciones para interpretar los efectos sociales y espaciales de los barrios amurallados (Caldeira, 2001; Torres, 1998; Svampa, 2001, en- tre otros).

    En el caso chileno el proceso de enclaustramien- to residencial tiene especial significacin en el rea Metropolitana de Santiago, y por extensin tam- bin se comienza a observar en las metrpolis regio- nales. En la capital del pas es posible distinguir agru- paciones residenciales de este tipo que se construyen en distintas localizaciones, tanto de viviendas unifamiliares como de edificios de departamentos, en las reas consolidadas de la ciudad y en los espa- cios de la periferia o borde urbano. Adems se llevan a cabo proyectos inmobiliarios fuera de los lmites de las ciudades, que ocupan suelo rstico en comunas ajenas a dicho permetro. Cada una de estas modali- dades de urbanizaciones cerradas tienen expresiones diferenciadas en el espacio urbano residencial; algu- nas comprometen el crecimiento del rea urbana, involucrando la extensin de las redes de infraes- tructura y servicios, y otras aprovechan y densifican los espacios existentes al interior de la ciudad.

    Parte del anlisis espacial del proceso de localiza- cin de los nuevos espacios residenciales cerrados es enfocado desde los efectos que estos proyectos inmo- biliario-residenciales tienen sobre la distribucin zonal de los diferentes grupos socioeconmicos en Santiago (Sabatini y Cceres, 2004). As como se destaca que ellos contribuyen a fragmentar an ms el espacio social de la ciudad, tambin se pone en relieve el cam- bio en el patrn tradicional de segregacin provocado por las urbanizaciones cerradas y condominios en ge- neral. Lo anterior se manifiesta en que muchas de las urbanizaciones amuralladas de gran escala se edifican en municipios tradicionalmente habitados por po- blacin de bajos ingresos, y cuyo espacio residencial tiene un origen asociado a la vivienda social y a la autoconstruccin. Esta situacin ha llevado a algunos investigadores a plantear cmo el mosaico social de la ciudad comienza a transformarse y mostrar formas de agrupamiento que rompen de alguna forma la ten- dencia de acumular en determinadas reas a estratos socioeconmicos similares. En este sentido, se seala

    que "la construccin de condominios cerrados para grupos medios y altos fuera de su rea tradicional de concentracin, es tal vez el cambio ms notorio y ge- neralizado que est afectando a la estructura interna de las ciudades chilenas y latinoamericanas" (Sabatini, Cceres y Cerda, 2001).

    Esta situacin no slo es propia del caso de Santia- go, sino que tambin es vlida para Buenos Aires, donde por ejemplo el Municipio del Pilar, tradicio- nalmente poblado por personas de bajos ingresos, es uno de los lugares donde existe mayor concentracin de urbanizaciones amuralladas (Vidal Koopmann, 2003). Lo anterior expresa una nueva forma de Segre- gacin social, que Caldeira (2002), basada en el caso de Sao Paulo, define como "enclave fortificado", el que corresponde a un nuevo estadio en la forma en que los diferentes grupos sociales ubican sus residen- cias en las ciudades. Lo anterior se manifiesta en la aparicin de nuevas modalidades de fragmentacin del espacio urbano, en el cual los diferentes grupos estn muchas veces ms prximos, pero separados por muros y tecnologas de seguridad.

    En el caso de la capital chilena, en la dcada de los 90 comenzaron a aparecer proyectos inmobilia- rios cerrados que se localizaron en comunas popula- res, como Huechuraba, Pealoln y Puente Alto, entre las ms representativas. Las operaciones des- plegadas tuvieron un inusitado auge y comenzaron a convertirse en destino de grupos medios y medios altos que optaron por localizaciones fuera del rea tradicional de altos ingresos, aludida como el "cono" o "cua" del sector oriente, representada por Provi- dencia, Las Condes, incluido Vitacura y Lo Barnechea, uoa y La Reina. Aunque las cifras de edificacin de conjuntos acogidos a la leyes de co- propiedad inmobiliaria asociadas a los espacios resi- denciales cerrados muestran que la mayora de los conjuntos se ubican precisamente en dichas comu- nas, existen tambin otros proyectos que, en una proporcin menor, se concentran fuera del rea eco- nmicamente ms privilegiada de la ciudad.

    En este sentido, una primera hiptesis de este artculo postula que los efectos socio-espaciales de la edificacin de condominios es diferenciada en el rea metropolitana de Santiago. Por una parte ella refuerza considerablemente el patrn clsico de distribucin de los sectores de mayores ingresos, a travs de una

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    significativa concentracin de condominios de vi- viendas unifamiliares y de edificios de departamen- to, en las comunas donde tradicionalmente se han ubicado los estratos ms altos. Por otra parte, se con- solidan importantes proyectos en comunas cuya matriz social es inferior a los residentes que llegan a vivir a ellos, situacin postulada ya hacia la mitad de los 90 por Sabatini (2000). Ello, sin embargo, por su magnitud an no es capaz de modificar significativamente la estructura socio-espacial del rea metropolitana de Santiago y abrir el abanico de con- centracin del sector oriente de la ciudad hacia otros territorios.

    En paralelo, una segunda hiptesis afirma que en la dcada de los 90 se pas de proyectos de un nmero reducido de viviendas, pequeos condo- minios, ubicados en espacios consolidados de la ciu- dad, a conjuntos de gran escala, ciudad vallada, en la periferia del rea metropolitana de Santiago. Ello se explica principalmente por el aumento de las ga- nancias que provoca en los promotores el acceso a suelo de menor valor, situacin que sustenta el xito del negocio inmobiliario asociado a estas tipologas de vivienda. Esta situacin, a su vez, se ve potencia- da por una nueva forma de abordar la expansin urbana por parte de los Instrumentos de Planifica- cin Territorial del Ministerio de Vivienda y Urba- nismo, a travs de las Zonas de Desarrollo Urbano Condicionado, ZODUC, pensadas justamente para legitimar proyectos inmobiliarios de gran escala en las afueras de las ciudades de mayor tamao.

    La literatura generada en torno a los barrios ce- rrados expresa una amplia discusin, la que muchas veces trasluce una fuerte carga de prejuicios en rela- cin a los efectos urbanos y sociales que dichos con- juntos de viviendas provocan en la ciudad (Salcedo, 2004). La llegada de los nuevos residentes, la cons- truccin de su identidad social, las relaciones entre ellos y los vecinos ya establecidos, la generacin de los sentimientos de topophilia y territorialidad, son precisamente los tpicos centrales por los cuales han transitado las indagaciones tericas y los respectivos trabajos empricos realizados en nuestro pas en rela- cin a los grupos de habitantes que eligen vivir en un conjunto residencial protegido (Campos y Garca, 2004; Fernndez, Salcedo y Torres, 2004;

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    Salcedo y Torres, 2004; Sells y Stambuk, 2004). La construccin de las nuevas fronteras urbanas y el contraste de los diferentes modos de vida de los di- versos grupos humanos involucrados, es precisamen- te una fuente potencial de disfuncionalidades socia- les y territoriales que irn en aumento, en la medida que los proyectos de gran de tamao sigan crecien- do. Ellos son verdaderas comunidades autogo- bernadas con escasa conciencia de lo que significa la relacin con el resto de la ciudad, situacin que pue- de conducir a potenciar la fragmentacin fsica con el consiguiente aislamiento cvico de quienes habi- tan en los barrios cerrados (McKenzie, 2003).

    En esta perspectiva, se hace cada vez ms necesa- ria la realizacin de estudios que indaguen en las variables objetivas basadas en datos empricos, que expliquen la magnitud real del fenmeno en rela- cin a las cifras totales de edificacin y de su correlato con las bases de datos censales, con el fin de conocer cmo estas urbanizaciones cerradas comienzan a di- bujar una nueva geografa social de la ciudad. Lo anterior permitir establecer marcos generales que den los puntos de partida para interpretaciones de carcter especfico, que expliquen la realidad de los casos a ser estudiados.

    El caso paradigmtico de lo ocurrido con los ve- cinos de la Comunidad Ecolgica de Pealoln du- rante el 2003, con la posible construccin en uno de sus predios de viviendas sociales para la erradica- cin de la "toma de Pealoln", es una luz de alerta al modo en que la ciudad de los agentes privados est desarrollndose, y un llamado de atencin a las au- toridades y ciudadanos de la necesidad de generar mecanismos de regulacin y participacin que sean capaces de construir una ciudad relativamente ar- mnica y democrtica. De lo contrario lo ms proba- ble es que este tipo de conflictos tienda a reproducir- se, considerando que muchos de los proyectos, como sealamos, estn invadiendo barrios populares con una matriz socioeconmica pobre y otros terrenos rurales carentes de los equipamientos y servicios m- nimos. Ambas situaciones contribuyen a dar un alto grado de complejidad a las modalidades de ocupa- cin del territorio que se generan por los proyectos aludidos, y por consiguiente problemas con solucio- nes tambin difciles.

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    2. Teoras e hiptesis del crecimiento de los espacios residenciales cerrados. Alcances y contrastes para el caso chileno

    La discusin relativa a los espacios residenciales cerrados muestra una amplia gama de estudios que provienen de distintas perspectivas; gegrafos, so- cilogos, antroplogos, abogados y cientistas polti- cos manifiestan diferentes enfoques ante un fen- meno que seguir creciendo, y con ello generando nuevas expresiones espaciales del cambio social en la ciudad.

    Las explicaciones dadas a la aparicin y creci- miento de los espacios residenciales cerrados se cen- tran en cinco ejes principales relacionados con: (a) el paradigma de la globalizacin; (b) la creciente crimi- nalidad y seguridad asociada; (c) la imposicin de un producto inmobiliario por parte del mercado de la vivienda; (d) la bsqueda de distincin por parte de los grupos que acceden a ellos; y (e) la flexibilidad de los instrumentos de planificacin territorial. To- dos estos ejes explicativos permiten construir un marco terico que tendr distintas expresiones y peso en cada pas y lugar donde se levanten este tipo de emprendimientos inmobiliarios.

    2.1. El paradigma de la globalizacin

    Diversos autores sealan que el paradigma de la globalizacin permitira explicar la aparicin de los barrios cerrados, a travs de la participacin de capi- tales externos a los pases donde se materializan los proyectos. Esta situacin es vlida para algunos con- dominios de mayor tamao, que son promovidos por empresas constructoras chilenas que se asociaron en la segunda mitad de los 90 con compaas inter- nacionales, como GeoSal, que tuvo hasta hace unos meses la participacin del consorcio mexicano Geo, y Habitaria, sociedad en partes iguales entre la espa- ola Ferrovial y el grupo Luksic. Estas asociaciones explican la introduccin de nuevas tipologas de vi- vienda y aportes en trminos de gestin, tecnologa y diseo aplicado. A su vez, se postula que las asocia- ciones con compaas extranjeras permitieron intro- ducir innovaciones en las formas de abordar la cons- truccin en serie, lo que signific un especial inters por los proyectos de gran escala, situacin que ha

    desembocado en la puesta en marcha de una verda- dera industria inmobiliaria (Pereira, 1999).

    En este esquema, los barrios cerrados son conce- bidos como uno de los artefactos de la globalizacin. Para el rea metropolitana de Santiago estos artefac- tos "aparecen fundamentalmente como resultado del propio desarrollo de un sector de servicios globalizado, que a medida que se despliega a escala planetaria plantea la necesidad de un soporte fsico-arquitectnico que facilite su adecuado funciona- miento y destaque su presencia urbana; de esta perspectiva, pueden ser observados como imgenes representativas de las transformaciones que acompa- an a la globalizacin en la ciudad" (De Mattos, 2003).

    Si se tiene en cuenta el esquema planteado por Harvey (1990), en el cual la globalizacin se relacio- na con una serie de innovaciones en las tecnologas de la informacin, comunicacin y transporte, y por otro lado trae aparejada una creciente desregulacin de la economa y de la actividad del sector pblico, apareceran con ella una serie de consecuencias que potenciaran el crecimiento de los barrios cerrados (Janoschka y Glasze, 2003). En el caso chileno, di- chos efectos estn en su mayora vinculados a la libe- ralizacin del mercado inmobiliario, que incluye la flexibilizacin de lmites urbanos de los planos regu- ladores, lo que se traduce en suelo libre y barato para el desarrollo de los proyectos de vivienda. La privatizacin de las actividades econmicas tambin llega a los servicios y con ello se venden productos que van de la mano con el amurallamiento de la ciudad: la industria de la seguridad.

    2.2. La creciente criminalidad y seguridad asociada

    Precisamente, un segundo eje que se postula para explicar el fenmeno del enclaustramiento residen- cial es la creciente criminalidad y seguridad asocia- da. Parte considerable de las lecturas tericas del fe- nmeno de la urbanizacin cerrada toma en consi- deracin la literatura generada por la Escuela de Los ngeles, cuyo principal exponente es Mike Davis (2003), que postula que el modelo de desarrollo neoliberal y la extrema privatizacin de los servicios pblicos en Estados Unidos durante la dcada de los 80 se correlaciona ectamente con la pauperizacin de los grupos ms necesitados, y con

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    un alza en los niveles de crimen y violencia. Ello estara conduciendo a una mayor cantidad de forta- lezas residenciales y a una creciente demanda de pro- tegerse mediante los medios que el mercado ofrece para ello (Low, 2002). Lo anterior se habra visto potenciado en los primeros aos del siglo XXI debi- do a los atentados a las Torres Gemelas, llegndose a sealar que en Amrica del Norte, "el ansia de vi- vienda segura y protegida se ha intensificado tras los trgicos acontecimientos del 11 de septiembre de 2001" (Callies, Franzese y Guth, 2002).

    La forma en que los medios de comunicacin tratan el problema de la seguridad lleva a establecer muchas veces dudas sobre la relacin entre la ima- gen que los medios construyen y la realidad de lo que ocurre (Ramos y Guzmn, 2000). Aunque en el caso chileno las estadsticas de delitos son realiza- das por Carabineros a partir de las denuncias de los propios afectados, la variacin de dichas cifras con diferentes ritmos, en la dcada de los 90, muestra un crecimiento de las transgresiones a la ley. Ambas situaciones, producidas a partir de lo que se informa y las cifras objetivas, podran estar ayudando a au- mentar la sensacin de miedo e inseguridad (Rodrguez y Winchester, 2001), y de paso poten- ciar la demanda de viviendas en condominio, con acceso controlado y vigilancia las 24 horas del da.

    Asociado a lo anterior, en nuestro pas, y ms especficamente en Santiago, se gener en la dcada de los 90 un intenso crecimiento de los servicios vinculados a la seguridad privada. Un estudio re- ciente de la Cmara Nacional de Comercio (2004) revela que existen "ms de 100 empresas de guardias de seguridad operando en Chile y el 84% de ellas han sido creadas entre 1990 y el 2003. Cerca de 80 mil personas trabajan ectamente en esta industria y de ellas ms de 62 mil cumplen labores de vigilan- cia. La Regin Metropolitana de Santiago es la que aglutina el mayor nmero de personas, con cerca de 30 mil que trabajan en este rubro".

    2.3. La imposicin de un producto inmobiliario por parte del mercado de la vivienda

    Otro argumento dado para explicar el fenme- no de la urbanizacin cerrada tiene relacin con la imposicin de un producto inmobiliario por parte del mercado de la vivienda. En este sentido, as como

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    se especializan las actividades y productos relaciona- dos con la venta de la seguridad, el sector inmobilia- rio residencial detecta que el producto ofrecido en torno a los condominios es aceptado cada vez ms por los consumidores y termina por imponer una tipologa de vivienda que en definitiva, es un pro- ducto de consumo ms (McKenzie, 1995).

    Se puede apuntar que hasta la dcada de 1970 exista en Santiago y en el resto de las ciudades chilenas- una cierta variedad en las modalidades de produccin de la vivienda y de los agentes involucrados en ella. En un principio los propieta- rios del suelo y de las viviendas jugaron un papel ms preponderante, que fue eclipsado a lo largo del tiempo por la creciente importancia que asume el Estado como promotor del desarrollo urbano a tra- vs de la vivienda social, del fomento de la construc- cin para la clase media y como agente regulador del uso del suelo (Hidalgo, lvarez y Salazar, 2003).

    Estas formas de acceder a la vivienda en Santia- go tuvieron importantes modificaciones con el cam- bio de modelo de desarrollo econmico que sufri el pas con el advenimiento del Gobierno Militar, que tuvo como paradigma fundamental el creciente protagonismo de las leyes del mercado y la retirada del Estado de aquellos sectores donde entorpeca el libre juego de la oferta y la demanda. En este escena- rio, el sector inmobiliario se convierte en uno de los protagonistas del desarrollo econmico nacional, y particularmente, de las ciudades. La empresa y capi- tal inmobiliario asociado es concebido como un ele- mento dinamizador de la economa, considerando el efecto multiplicador que provoca en otros secto- res, en trminos de mano de obra y servicios asocia- dos.

    Aunque el gremio de la construccin en Chile cobra fuerza desde la creacin de la Cmara Chilena de la construccin en la dcada de 1950, es precisa- mente a fines del siglo XX, con la reforma neoliberal, que se comienza a formar un vigoroso sector inmo- biliario, que tiene dentro de sus funciones construir pero que tambin abarca la gestin del suelo, la pro- mocin de compra y venta del producto, as como la proyeccin de sus inversiones en aquellos lugares de la ciudad que pueden reportar mayores ganancias. De esto ltimo se desprende el hecho de que la ciu- dad actualmente es el territorio de los agentes inmo-

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    biliarios que articulan en base a sus intereses el desa- rrollo de la urbe. Las formas del crecimiento de la ciudad son producto de la accin del negocio inmo- biliario, quien gua y modifica las ectrices de los instrumentos de planificacin urbana. De esta for- ma, es fundamental re-concebir el diseo y gestin de dichos instrumentos y adentrarse en el campo de los agentes para realizar con ellos esta labor.

    Esto tiene sus manifestaciones en los diferentes componentes del espacio urbano, siendo una de las columnas vertebrales el espacio residencial, que como veremos, hoy se articula en algunas comunas santiaguinas en base a la edificacin de condomi- nios, tanto de viviendas en altura como en superfi- cie. Esa forma de agrupamiento residencial es uno de los productos preferidos de los agentes inmobi- liarios, que explotan adems de la seguridad- la exclusividad que hay atrs de la promocin de este tipo de viviendas.

    2.4. La bsqueda de distincin por parte de los grupos que acceden a los espacios residenciales cerrados

    Considerando esta ltima afirmacin, la bsque- da de distincin por parte de los grupos que acce- den a los espacios residenciales cerrados es otro de los elementos explicativos de la aparicin y aumento de la urbanizacin enrejada, lo que es vlido no slo para las lites sino que tambin para los grupos me- dios emergentes. En este ltimo caso, dicho proceso obliga a aquellos grupos a buscar una dramtica di- ferenciacin a travs del empleo de cercos perimetrales, vigilancia electrnica, accesos controla- dos y otros recursos para hacer ms defendible el espacio privado. Como veremos en el punto subsi- guiente del trabajo, son precisamente los grupos medios los que muestran una importante propor- cin de cambio de localizacin en el rea Metropo- litana de Santiago respecto de su lugar de residencia para el perodo comprendido entre 1992 y el 2002, lo que muchas veces se relaciona con proyectos resi- denciales cerrados en lugares de bajos ingresos.

    Estudios realizados en Estados Unidos dejan de manifiesto que los habitantes de las urbanizaciones cerradas presentan posiciones alternativas al modo de vida propio de las grandes metrpolis, aspecto destacado por los principios del "Nuevo Urbanis-

    mo", que se levanta como una alternativa al estilo de vida moderno que dej la metrpoli industrial y que trata de revalorar los principios de la ciudad jardn (Duany, Plater-Zyberk y Speck, 2000). Sin embar- go, una parte no despreciable de las interpretacio- nes, a pesar de reconocer esta situacin, no dejan de poner en relieve que el factor explicativo principal de la urbanizacin blindada es el miedo al crimen y la necesidad de seguridad que l despierta (vese Low, 2002).

    Sin obviar la trascendencia de la demanda por seguridad, las lecturas del fenmeno en Latinoamrica expresan el valor que adquieren los grupos emergentes, que aparecen con la reforma eco- nmica neoliberal vivida en la regin desde los aos 80. La obra de Svampa (2001), referida a la situa- cin de Argentina, califica a dichos grupos como "los que ganaron" en el proceso de modernizacin capitalista, y que a su vez comenzaron a adoptar estrategias de distincin, basadas en nuevas pautas culturales y de consumo, asociadas en el mbito de la vivienda a las urbanizaciones amurralladas.

    Los anlisis realizados en Chile en torno a las motivaciones de los residentes que optan por vivir en barrios cerrados muchas veces van ms all del miedo y la seguridad (Campos y Garca, 2004). Aunque los estudios realizados en este sentido no dejan de tener cierta carga de prejuicios al dar nfasis a ciertas dimensiones "negativas" de dichos espacios residenciales, asociadas a la segregacin social y frag- mentacin del espacio urbano que ellas provocaran, algunas investigaciones estaran sealando que los residentes de las nuevas urbanizaciones blindadas no slo se mudan a ellas para distanciarse del resto de la sociedad o protegerse del crimen, sino que otor- gan importante valor a algunas variables objetivas, como son la eleccin de localizaciones a partir de sus atributos paisajsticos y de la comodidad que repre- sentan los servicios otorgados por dichos conglome- rados de viviendas (Fernndez, Salcedo y Torres, 2004; Gonzlez, 2004).

    2.5. La flexibilidad de los instrumentos de planificacin territorial

    El ltimo eje establecido en este artculo para interpretar la aparicin y auge de los espacios resi- denciales cerrados tiene que ver con la flexibilidad

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    de los instrumentos de planificacin territorial. Esta situacin es especialmente vlida para el caso chile- no, donde los planos reguladores del suelo en las ciudades y reas circundantes, entran en crisis a cau- sa de las constantes modificaciones y excepciones de sus prerrogativas de las que son objeto desde finales de los aos setenta.

    La mxima expresin de esta situacin se produ- jo en 1979 con la Poltica Nacional de Desarrollo Urbano, que decret que el suelo urbano no era un bien escaso y que su precio deba ser fijado por las fuerzas del mercado. En base a ella se lleg a definir un rea potencialmente urbanizable de 60.000 hec- treas, casi duplicando la superficie que ese centro urbano tena hacia 1980.

    Los efectos de dicha iniciativa se sintieron tanto en el precio del suelo como en la fragmentacin del espacio social de Santiago. Una mayor disponibilidad de suelo no provoc una disminucin de su valor, sino que por el contrario este aument debido a los procesos especulativos que ello gener en los territo- rios liberados por el mercado. Por otra parte, la am- pliacin de los lmites urbanizables potenci la acu- mulacin de conjuntos de vivienda social en aquellas comunas que ofertaban suelo con un menor valor, y que en definitiva especializaron su uso en este tipo de proyectos habitacionales. En general, se trataba de localizaciones distantes de la ciudad consolidada, des- provistas de los servicios y equipamientos mnimos, cuyos habitantes deban recorrer grandes distancias para acceder a sus lugares de trabajo, a los centros de salud y educacin (por mencionar algunos), situacin que potenci la exclusin social de las personas y fami- lias que recibieron esas soluciones de vivienda.

    En la actualidad, las grandes inversiones inmo- biliarias se ven favorecidas por las recientemente crea- das Zonas de Desarrollo Urbano Condicionado (ZODUC), son pensadas como verdaderas "ciuda- des flotantes" destinadas a normar la expansin de las ciudades y los emprendimientos privados asocia- dos a ella. El Ministerio de Vivienda y Urbanismo, principal impulsor de esta iniciativa, trata de pro- mover a travs de ellas una poltica urbana de carc- ter indicativo que deje amplio margen a la iniciativa privada. Las ZODUC pretenden ser el marco gene- ral para acoger proyectos inmobiliarios ms all de los lmites establecidos, en el caso de Santiago, por el

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    Plan Regulador Metropolitano. En el discurso origi- nal ellos estn llamados a convertirse en polos aglutinadores de la demanda por nuevas instalacio- nes residenciales y de servicios relacionados, con el fin de frenar la dispersin de la ocupacin del terri- torio provocada por las parcelas de agrado.

    Una realidad que nace aparejada con esta forma de disear la expansin de la metrpoli corresponde a la aparicin de nuevas modalidades de espacios residenciales cerrados, y a la reproduccin de proce- sos vividos en algunas ciudades del Cono Sur. Esta situacin la podemos denominar como el surgimiento de la ciudad vallada, es decir, de conjuntos de vi- vienda que superan las mil unidades, con una am- plia gama de equipamientos y servicios en su inte- rior. Como se explicar en el siguiente apartado, en el caso del rea Metropolitana de Santiago la evolu- cin de las tipologas de condominios es variopinta durante la dcada de los 90 y primeros aos del siglo XXI. Se pasa desde el pequeo condominio, basado en una densificacin del espacio urbano exis- tente, a grandes proyectos que consumen amplios paos de suelo en la periferia, contribuyendo con ello a la expansin de la superficie construida.

    Esta situacin se produjo con anterioridad en Argentina y Brasil, donde proyectos como Nordelta en Buenos Aires y Alphaville en Sao Paulo son todo un smbolo de verdaderas ciudades fortificadas, que estn transformando notablemente los modos de habitar urbano en dichos pases. Por ejemplo, Nordelta "se urbaniza desde 1999 en un rea de 1.600 hectreas y se construye una infraestructura habitacional para 80.000 personas de altos ingresos, separadas del resto de la sociedad urbana por fuertes medidas de seguridad; adems, se encuentran en construccin todos los servicios comunes de una ciu- dad, como instalaciones culturales, de esparcimien- to, de compras y un centro de oficinas" (Janoshka, 2002). En el caso de Alphaville, edificado en etapas desde mediados de los aos 70 por una empresa del mismo nombre, que lleva adelante proyectos en di- versas ciudades del Brasil, corresponde a una verda- dera ciudad habitada por cerca de 30.000 personas, que cuenta con una amplia gama de servicios en su interior (Carvalho de Oliveira, 2000).

    Cada uno de los argumentos descritos para ex plicar la aparicin y crecimiento de la urbanizacin

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    cerrada posee validez, y explica en mayor o menor medida algunos casos, dependiendo de la realidad en que ellos se inserten. En este sentido, y dada la complejidad de los fenmenos urbanos, es posible que en determinadas situaciones confluyan ms de uno de los ejes aqu expresados. Sin embargo, el marco presentado muestra, en trminos generales, las tendencias ms relevantes que se han construido en la interpretacin de los espacios residenciales ce- rrados, las que permiten a su vez conocer y entender una parte considerable de los procesos involucrados en ellos, as como la respectiva relacin con el caso chileno.

    Queda claro adems que es necesario seguir pro- fundizando en la construccin de modelos tericos y de metodologas que apoyen los respectivos traba- jos empricos, tan necesarios para leer las transforma- ciones que se viven en los espacios metropolitanos, y que en la actualidad nos informan de importantes cambios que se producen en las sociedades y pases de Latinoamrica. Esto cobra especial validez, en el sentido de que muchos esquemas para interpretar la realidad urbana de los pases en cuestin asumen a priori posturas relacionadas con la reforma neoliberal, sin considerar lo que muestran los indicadores obje- tivos (estadsticas y modos de edificacin, por ejem- plo) y subjetivos (vinculados a las preferencias y sa- tisfaccin de los propios usuarios de la ciudad).

    En este sentido, la literatura da cuenta de cons- tantes bsquedas tericas que permitan leer en for- ma clara y precisa el fenmeno de los barrios cerra- dos. Estudios recientes informan que se sigue inda- gando en modelos conceptuales que ayuden a en- tender la formacin de las reas residenciales cerra- das en las ciudades. As, aparecen interpretaciones que tratan de analizar las urbanizaciones amuralla- das desde las "economas de club", entendidas como uniones de personas en torno a bienes de consumo comn (Webster, 2001). La teora explica que en estos lugares las viviendas tienen gran atractivo eco- nmico para las empresas inmobiliarias, gobiernos locales y tambin para sus habitantes. Las inmobilia- rias obtienen sobre todo con los grandes proyec- tos- mayores ganancias debido a que ofertan no slo la vivienda, sino que un conjunto de productos aso- ciados a ella, como son los equipamientos y servicios de uso privado. Los gobiernos locales esperan "con sus brazos abiertos" a estos proyectos, debido a que

    ellos contribuyen con recursos frescos al desarrollo territorial y aportan a la base fiscal del lugar. Final- mente, los usuarios de las viviendas buscan mejorar su calidad de vida en dichos conjuntos residenciales y valoran positivamente sus instalaciones (Janoschka y Glasze, 2003).

    3. La evolucin de los espacios residenciales cerrados en la dcada de los 90 en el rea metropolitana de Santiago

    Los conjuntos habitacionales construidos en el rea metropolitana de Santiago muestran una am- plia gama de tipologas, que se diferencia en tamao y forma (Cuadro 1). Las distintas modalidades de espacios residenciales cerrados tienen tamaos que van desde un grupo reducido de viviendas,peque- os condominios (entre cinco y veinte unidades de casas unifamiliares o edificios de 6 a 20 departamen- tos, aproximadamente), hasta conjuntos que supe- ran las mil viviendas proyectadas, principalmente de residencias unifamiliares, que hemos denomina- do ciudad vallada.

    Estos extremos reflejan a su vez la evolucin de los conjuntos de vivienda en anlisis, desde inicios de la dcada de 1990 hasta la actualidad. Cabe ha- cer notar que la primera normativa de copropiedad en Chile fue la llamada Ley de Venta por Pisos de 1937; sin embargo, ella estuvo asociada hasta la se- gunda mitad de los aos 70 con edificios de depar- tamentos, en los cuales la normativa de copropiedad aludida tuvo una aplicacin casi exclusiva.

    Precisamente, en ese tiempo comienzan a irrum- pir el en el espacio residencial de la ciudad de Santia- go las llamadas "comunidades de Castillo Velasco". Fue en el municipio de La Reina, en el piedemont andino de la ciudad, en que el arquitecto chileno Fernando Castillo Velasco vinculado en sus inicios al movimiento moderno y a la puesta en marcha de algunos proyectos de vivienda social de autoconstruccin- dise conjuntos de viviendas unifamiliar es con acceso comn destinadas a la clase media profesional, en base a una subdivisin del suelo preexistente que variaba en general de 0,5 a 4 hectreas. Fueron condominios de un nmero re- ducido de viviendas, que marcaron el inicio de una

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    nueva forma de re-construir y densificar el espacio residencial. Los conjuntos de Castillo Velasco han sido llamados "condominios de base ideolgica", compuestos por personas de tendencias polticas y sociales comunes, vinculadas a la izquierda intelec- tual o a grupos ecologistas (Borsdorf, 2002).

    En base a lo anterior, podramos sealar que en la evolucin del espacio residencial santiaguino de los 90, es el pequeo condominio, que no supera

    una treintena de unidades, el que marca el punto de partida del enclaustramiento habitacional. Esta for- ma de construir viviendas estar asociada a un aco- modo del diseo arquitectnico a la morfologa ur- bana preexistente, de una porcin de la ciudad que se encontraba ya consolidada. Se obtienen, de esta forma, mayores rendimientos del suelo urbano, si- milar pero en una escala menor- a lo que ocurre con la edificacin en altura (Cuadro 1).

    Los proyectos ms pequeos de este tipo pue- den homologarse a lo que fueron los cits construi- dos en Santiago hacia fines del siglo XIX y comien- zos del XX, los cuales respondan a un diseo de casas alineadas en torno a una calle comn, cuyo acceso estaba en algunos casos restringido a los veci- nos residentes. Los tamaos de las viviendas variaban

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    en funcin de los diferentes grupos socioeconmicos que accedieron a ellas. Aunque la superficie de las casas de los condominios edificados en los 90 es mayor, subyace en ellos la idea de introducir en la ciudad una tipologa de vivienda que se acomoda a las dimensiones de subdivisin predial heredadas del pasado.

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    Estos conjuntos se difunden en Santiago en di- versas comunas, en general del sector oriente, como lo son la citada La Reina, Las Condes, Vitacura, Lo Barnechea, uoa y Providencia, entre las ms im- portantes. Lo que hace la densificacin generada por los pequeos condominios de viviendas unifamiliares y de edificios de departamento, es posibilitar el acce- so a estas comunas de estratos de menor estatus que los de la matriz de origen de dichos territorios. Esta situacin es uno de los nuevos procesos que asoma con este tipo de proyectos inmobiliarios, los que a su vez tienen relacin con las nuevas centralidades que aparecen con el potenciamiento de los grandes cen- tros comerciales, conocidos en nuestro pas con el anglicismo mall.

    Entrado el ltimo decenio del siglo XX, esta tipologa habitacional comienza a aumentar paulati- namente su tamao, superando las 100 unidades, y de paso es llevada por los promotores a comunas de menores ingresos. Este es el caso de Pealoln, La Florida, Puente Alto, San Bernardo y Huechuraba, entre las ms importantes. Aqu ocurre el proceso ya destacado en los puntos anteriores, en que las urba- nizaciones cerradas llevan a territorios ms pobres a poblacin de mayor estatus socioeconmico. Al igual que para el caso de las comunas citadas del sector oriente, de mayores ingresos, comienzan en estos municipios a aparecer desde los 90 nuevas reas de equipamientos y servicios privados, que tambin se vern favorecidas por la vialidad urbana concesionada.

    Algunos de estos proyectos corresponden a agru- paciones construidas por etapas, que superan en la actualidad las 500 viviendas unifamiliares y que se encaminan a ser verdaderos ncleos auto-referentes,

    prximos a la tipologa de la ciudad vallada (Cuadro 2). Se encuentran localizados en comunas de la peri- feria de la mancha urbana de la gran conurbacin santiaguina, como Pealoln y Puente Alto, en el rea oriente, y Huechuraba en el norte. Este ltimo caso, el rea del El Carmen de Huechuraba es todo un smbolo de la construccin de urbanizaciones cerradas. Ella est delineada en base a proyectos de- nominados "microbarrios", que representan las dife- rentes etapas de construccin.

    Para El Carmen de Huechuraba los accesos con- trolados son exclusivos para cada uno de estos microbarrios, cuestin que contrasta para los con- juntos Casagrande (Pealoln) y Ciudad del Este (Puente Alto), que tienen un acceso nico. Cada uno de ellos cuenta en su interior con diferentes servicios que le otorgan a dichos conjuntos cierta autonoma interior respecto del resto de la ciudad. Colegios, jardines infantiles, multicanchas y gimna- sios estn en el abanico de la oferta inmobiliaria rea- lizada a los residentes que llegan a vivir a ellos.

    Otro de los grandes proyectos del rea oriente corresponde al conjunto Barrio Andino Alto Macul, que cuenta en la actualidad con 414 viviendas con recepcin final de la eccin de Obras de la Mu- nicipalidad de La Florida, y que tiene permisos de construccin aprobados por 3.902 unidades, de las cuales 1948 son casas unifamiliares y 1954 corres- ponden a departamentos en altura, en una superfi- cie total de 256 hectreas. Este conjunto, ubicado en el piedemont de la comuna de La Florida, no slo incluye en su interior los servicios citados, sino que tambin contempla un parque ecolgico de 140 hectreas de bosque nativo, con senderos para uso exclusivo de sus residentes.

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    Por otra parte, en comunas periurbanas como Pirque, Calera de Tango, Padre Hurtado, Lampa y Colina, la construccin de espacios residenciales ce- rrados comienza tambin a cobrar fuerza en la dca- da de 1990. Estos conjuntos se construyen en base a viviendas unifamiliares y en predios cuya superfi- cie es igual o superior a media hectrea, que corres- ponden a la medida mnima de subdivisin de pre- dios rsticos que establece el Decreto Ley 3.516 de 1980.

    En general se trata de loteos que poseen un n- mero reducido de viviendas pero con una gran can- tidad de lotes. En las comunas mencionadas y por extensin en el resto de los municipios con mayor proporcin de suelo rural de la Regin Metropolita- na de Santiago- se llevaron a cabo importantes pro- cesos especulativos en torno a la citada subdivisin. Lo anterior se puede ejemplificar a travs del total de subdivisiones acogidas al mencionado decreto en dicha Regin, que alcanz entre 1994 y el 2002 la cifra de 156.251 lotes, valor que contrasta con las 9.943 viviendas que cens el INE en el 2002 para el conjunto de parcelas de agrado en la misma rea.

    El aumento de las formas descritas de agrupar viviendas en torno a espacios de uso comn y con- trolados, empieza a cobrar en los primeros aos del siglo XXI aun mayor impulso, lo que se traduce en la aparicin de una nueva tipologa de espacio residen- cial cerrado: la ciudad vallada, asociada a las ZODUC y ubicadas por extensin en comunas periurbanas. Uno de los proyectos que ya inici su construccin es Piedra Roja, en la comuna de Colina, y que posee planes que involucran en una primera etapa la venta de unidades terminadas, dos condominios de 250 casas cada uno y 380 sitios individuales, para que los adquirentes desarrollen sus propias construcciones. El diseo tiene previsto una gran variedad de equipamientos de ocio, como club nutico con su respectiva laguna, club ecuestre y club de golf, ade- ms de tener presupuestados colegios y centro co- merciales propios. Piedra Roja a su vez tiene como estrategia de venta la utilizacin del camino privado Pie Andino, que une a la zona de Chicureo (Colina) con el sector de la Dehesa en Lo Barnechea. Ello constituye una clara estrategia para extender la conectividad del rea ms exclusiva de Santiago, con una zona cuyos promotores pretenden que gane

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    estatus en corto perodo de tiempo, para as poten- ciar sus inversiones.

    La diferencia de este proyecto con las urbaniza- ciones cerradas que describimos para los casos de Pealoln, La Florida, Puente Alto y Huechuraba, radica fundamentalmente en el aumento de la varie- dad de equipamientos y servicios ofertados en terri- torios perifricos de la aglomeracin continua santiaguina. Las agrupaciones basadas en la tipologa de la ciudad vallada marcan un punto de inflexin en el diseo del espacio residencial cerrado y en la forma con que el modo de vida urbana coloniza las reas rurales y en definitiva en las formas de creci- miento de la ciudad.

    Adems, la ciudad vallada es la expresin chile- na de los grandes proyectos que se estaban ya gene- rando en Argentina y Brasil, descritos en el punto anterior, situacin que muestra la proximidad que existe en los diseos de dichas intervenciones, y la nueva forma en que se construyen los espacios urba- nos de las ciudades del Cono Sur.

    4. La geografa social resultante de los espacios residenciales cerrados en el rea metropolitana de Santiago

    Como sealamos, el caso de Santiago muestra una amplia diversidad de tipos de condominios, que tienen distintas localizaciones y que son habitados por diferentes grupos socioeconmicos. La pregun- ta que se desprende del anlisis anterior es la siguien- te: En qu medida la edificacin de espacios resi- denciales cerrados en sus distintas modalidades, du- rante el perodo 1990-2000, es capaz de acentuar o modificar la distribucin de los diferentes grupos socioeconmicos en la citada rea metropolitana?

    Del anlisis del cuadro 3 y de las figuras 1 y 2 es posible destacar cinco procesos principales, que son necesarios de tener en cuenta a la hora de leer e inter- pretar la evolucin reciente del espacio socio-resi- dencial de la gran conurbacin santiaguina:

    (a) Reforzamiento del patrn histrico de acu- mulacin de poblacin de mayores ingresos en el sector oriente. Una gran proporcin de los condo- minios y urbanizaciones cerradas se concentran en

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    las comunas ms acomodadas de la ciudad, como Providencia, Las Condes, Vitacura, Lo Barnechea, La Reina y uoa.

    Esta situacin tambin es vlida para los sectores medios ubicados en municipios centrales como San Miguel y Santiago. Motivada por el subsidio de Renovacin Urbana3 y la localizacin de la nueva oferta de edificios de departamentos, que explota la cercana al metro y a la vialidad estructurante del rea central de la ciudad, a una seccin de estas co- munas llega poblacin de similar estatus que aquella que ya vive en ellas.

    En el caso de comunas como Maip, cuya edifi-cacin preponderante corresponde a viviendas unifamiliares, se produce un efecto similar con los nuevos barrios amurallados. Este es el caso de la Ciu- dad Satlite de Maip, que correspondi a unos de los proyectos residenciales ms ambiciosos que se generaron en Chile a fines de la dcada de los 80 para la clase media emergente, y que hasta hoy con- grega cerca de 5.000 viviendas. Fue diseado como una verdadera ciudad, ms all del lmite urbano consolidado del rea metropolitana de Santiago, cons- tituyendo una claro ejemplo de suburbanizacin residencial. En un comienzo se contempl el libre acceso y circulacin; sin embargo, la edificacin de las etapas actuales de la Ciudad Satlite se realiza en base a microbarrios en condominio, cuya poblacin objetivo es de similar estatus que los primeros resi- dentes que llegaron al proyecto.

    Lo anterior expresa una segmentacin socioeco- nmica de la oferta inmobiliaria bajo la modalidad de condominio, que tiende a mantener el valor eco- nmico y social de determinados lugares de la ciu- dad. Tras este reforzamiento del patrn histrico de acumulacin de poblacin, existen procesos que tie- nen relacin con las migraciones metropolitanas in- ternas asociadas al mercado de la vivienda nueva, que en este caso se vende como barrio cerrado.

    3El Subsidio de Renovacin Urbana consiste en un beneficio econmico que otorga el Estado a los postulantes de viviendas nuevas, cuyo valor no debe superar las 2000 unidades de fomento (UF). Su monto es de 200 UF para adquirir una vivienda en zonas que establece el Ministerio de Vivienda y Urbanismo con los municipios respectivos.

    (b) Tambin asociado al Subsidio de Renova- cin Urbana y la edificacin en altura, se cuenta el arribo de grupos medios a lugares fsicamente dete- riorados de reas centrales o cercanas a ellas, que con- sideran infraestructura y servicios de espacios urba- nos consolidados. Son habitados por personas de bajos ingresos y su transformacin genera lo que la literatura internacional define como elitizacin o "gentrificacin" de la base social ya presente en ellos (Sargatal, 2000). Esto se genera en parte de la super- ficie de comunas centrales sealadas en (a), a las que se suma Recoleta y Estacin Central.

    (c) Llegada de grupos medios a comunas de in- gresos ms altos a travs de la densificacin y cons- truccin en altura. Numerosas familias con este tipo de oferta inmobiliaria acceden a edificios de depar- tamento, que poseen menor valor que las viviendas unifamiliares ya existentes en esos lugares. Esto es vlido para los comunas del sector oriente de altos ingresos que detallamos en (a).

    (d) Cambio en la distribucin de una porcin de grupos medios, medios altos y altos, que acuden a urbanizaciones cerradas localizadas en comunas perifricas, de bajos ingresos, con predominio de poblacin pobre y con un espacio residencial edifi- cado en base a la vivienda social y a la autoconstruc- cin. Esta situacin es resaltada como un motor de cambio de la distribucin tradicional de una parte de los estratos altos, medios altos y medios. Aunque esta situacin se produce en algunas reas de las co- munas de Huechuraba, Pealoln, La Florida y Puen- te Alto, y en una menor proporcin en Quilicura, Pudahuel y Maip, existen an comunas pobres que no presentaron nuevos emprendimientos resi- denciales en la modalidad de condominios, como Cerro Navia, El Bosque, La Granja, Lo Espejo, Lo Prado, Pedro Aguirre Cerda, Renca y San Ramn. Otras como La Pintana y San Joaqun presentan pro- yectos de baja magnitud que no alcanzan a generar el proceso descrito.

    Bajo el esquema propuesto pensamos que este tipo de proyectos, por su magnitud, an no es capaz de modificar substancialmente el patrn de distri- bucin espacial de los grupos socioeconmicos, que fue construido a lo largo del siglo XX. Sin embargo, es muy probable que durante la presente centuria esta situacin se produzca y se modifique

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    significativamente la concentracin de la sociedad urbana ms favorecida.

    (e) Expansin y colonizacin de nuevas superfi- cies urbanas por parte de grupos altos y otros emer- gentes que migran hacia comunas periurbanas. Este es un proceso que ir en aumento, y que como se ha sealado, se ver favorecido por el mejoramiento general de las redes de infraestructura vial que se llevan a cabo actualmente en la Regin Metropolita- na de Santiago.

    En un contexto ms general, la lectura de los procesos antes descritos pueden ser tambin com- 46 eure

    plementada con la cuantificacin del comportamient- o de la variacin del parque habitacional y de la poblacin en las comunas del rea metropolitana de Santiago para el ltimo perodo intercensal, 1992- 2002 (Figura 3).

    El porcentaje de variacin intercensal de las vi- viendas en las comunas mencionadas muestra un crecimiento mayor de las comunas perifricas de San- tiago, y tambin un aumento del parque en algunas comunas centrales y pericentrales. En cada una de ellas operan distintos procesos y agentes quienes en definitiva construyen los nuevos espacios residen- ciales-, ejerciendo efectos tambin sobre la variacin

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    de la poblacin que habita dichas comunas. A veces se producen intervenciones de ms de un agente, como es el caso de aquellas comunas donde llevan a cabo sus proyectos tanto el Estado como los promoto- res privados, que como hemos sealado, tienen en su producto preferido a la vivienda en condominio, en las diferentes modalidades analizadas.

    Por otro lado, el comportamiento de la pobla- cin muestra una dinmica muy interesante. Por ejemplo en las comunas centrales de Santiago se pro- duce una variacin intercensal 1992-2002 negati- va, siendo que el parque habitacional mostr una tendencia contraria. Ello se puede explicar por la variacin de los flujos migratorios al interior de la conurbacin, y por el papel que comienza a jugar el sector inmobiliario en la construccin de una oferta inmobiliaria que acumula un gran stock de su pro- ducto, para luego especular en torno a su valor de venta final. Por otro lado, la mayor parte de las co- munas de la periferia expresa un crecimiento demo- grfico significativo, asociado tanto a la vivienda en condominio, analizada en este trabajo, y a las vivien- das sociales para los grupos ms desfavorecidos.

    Si consideramos ambos tipos de viviendas, que corresponden en la actualidad a los modos preferen- tes de construccin del espacio urbano residencial, podemos afirmar que la geografa social de la ciudad y sus espacios circundantes es dibujada a partir de estas intervenciones. Para comprender en un con- texto ms amplio los cinco procesos descritos en rela- cin a la edificacin de condominios en Santiago, es necesario conocer el otro lado de la medalla en lo que se refiere a la conformacin del espacio residencial; en este caso, ello queda representado por los conjun- tos de vivienda social edificados en la ltima dcada.

    La mayor o menor integracin fsica de estas reas da lugar al nivel de fragmentacin del espacio urba- no, que puede ser expresada en trminos funciona- les por la articulacin entre los segmentos que com- ponen el calidoscopio de las actividades que se desa- rrollan en la ciudad, y en el mbito social, por la integracin o desintegracin, que se muestra en la inclusin o exclusin de las personas respecto de la sociedad en general.

    La concentracin de vivienda social en algunas comunas y la construccin de condominios y urba- nizaciones cerradas en otras, potencia un aumento de la desintegracin fsica de la ciudad y de la exclu- sin social, situacin que puede ser matizada en el momento en que los proyectos igidos a los estra- tos medios y medios altos, se sitan en aquellos mu- nicipios de base social popular, y se combinan con las iniciativas del Estado igidas a los ms pobres. Cuando esto ltimo ocurre precisamente se est en presencia de un cambio en el patrn clsico de dis- tribucin de los grupos sociales en la ciudad, que ayuda a reducir la distancia fsica entre ricos y po- bres, pero que no necesariamente se traduce en una menor segregacin social o en una mayor integra- cin.

    5. Consideraciones finales: desafos futuros en el estudio de los espacios residenciales cerrados

    Los condominios, entendidos como conjuntos de vivienda con acceso controlado, tuvieron en la dcada de los 90 un papel preponderante en la conformacin del espacio residencial del rea metro- politana de Santiago. En sus diferentes modalidades ellos presentaron una evolucin que estuvo marcada por el aumento de su tamao, y por los efectos pro- vocados en la localizacin habitacional de una por- cin de los grupos sociales medios, medios altos y altos.

    Precisamente, estas dos situaciones estn referi- das a las dos hiptesis centrales del artculo, y permi- ten sealar que tras de estas constataciones existe una serie de procesos sociales y espaciales, cuyo estu- dio an no se encuentra agotado. Los avances detec- tados en este trabajo, referidos al modo en que el sector inmobiliario fue aumentando su inters por la edificacin de fortalezas residenciales, as como los indicios de cambio en la distribucin socio-espacial de algunos sectores de la sociedad urbana de Santia- go, representan slo un paso ms en la comprensin de un fenmeno que ya est difundindose por todo nuestro continente, y que en pases como Argentina y Brasil se est dando con bastante anterioridad y profundidad.

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    La produccin de viviendas en las distintas tipologas de condominio es una manifestacin de la creciente importancia que asume el sector inmvil- iario en el desarrollo de la ciudad. Son precisamente los intereses y estrategias de los agentes inmobiliarios los que comandan las ectrices de crecimiento y desarrollo urbano del rea Metropolitana de Santia- go, y por extensin, del resto de las ciudades chile- nas.

    La generacin de espacios residenciales cerrados responde a su vez a la bsqueda de lugares seguros y en ocasiones exclusivos, por parte de cierto grupo de la poblacin que posee capacidad de ahorro y en- deudamiento. Paralelamente, esta forma de diseo de las reas residenciales se convierte en el producto preferido de los promotores privados, quienes apro- vechan y explotan ciertas condiciones externas del medio social, como son el aumento de las tasas de criminalidad y de la sensacin de inseguridad, para imponer en el mercado una nueva modalidad de consumo inmobiliario.

    Los espacios residenciales cerrados han comen- zado a redibujar en algunos municipios de Santiago la geografa social de la ciudad, acercando fsicamen- te a los diferentes grupos que componen la sociedad de la capital chilena. Sin embargo, en otras comunas tradicionalmente pobres an no arriban estos con- juntos y la vivienda social impulsada por el Estado es el principal agente constructor del espacio resi- dencial.

    La proximidad material que se genera en deter- minados espacios de algunas comunas no necesaria- mente ha dado lugar a una mayor integracin entre ricos y pobres, por lo que los efectos de ms largo plazo necesitan ser estudiados en un futuro, y de esta forma dar cuenta de las externalidades sociales, culturales y territoriales que dichos proyectos resi- denciales estn generando en el conjunto de la ciu- dad.

    Los cinco procesos detectados en la conforma- cin del espacio residencial producto de los condo- minios, en sus distintas modalidades, generan nue- vas formas de fragmentacin y segregacin del espa- cio social y funcional de la ciudad. Adems, apare- cen con ellos desafos para los diferentes estamentos

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    que participan en la gestin del espacio urbano, y tambin para los propios ciudadanos.

    Gran parte de los proyectos realizados provo- can, sobre todo en la periferia metropolitana, un nuevo dibujo no slo del espacio social, sino que tambin del trazado de los equipamientos, servicios y redes de infraestructura, bajo una dinmica que muchas veces poco tiene que ver con la planificacin territorial y las estrategias por alcanzar un uso arm- nico del espacio.

    El trabajo realizado no pretende concluir con una postura que seale lo maligno o positivo de la urbanizacin enrejada, sino que otorgar lineamientos para leer un proceso que se encuentra en pleno fun- cionamiento, y que cada vez requerir de un nme- ro mayor de trabajos que indaguen en aspectos tan importantes como las contradicciones entre el espa- cio pblico y el espacio privado que se genera a par- tir de estos proyectos, as como en los conflictos en- tre administracin privada de los condominios y el poder local, junto con problemas derivados del uso del suelo y de las respuestas que tanto autoridades como ciudadanos debemos construir en el marco de la ciudad democrtica.

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