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revista de historia & arte

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ARTE

ISLÁMICO

Para comprender el arte musulmán

hay que tener muy claro la gravitación

que su religión tiene sobre ese pueblo, la que es ori-

ginal y única. Todos los elementos orientales y occi-

dentales que en ella existen conforman una concep-

ción peculiar del hombre y del universo, la que no

tiene semejanza con ninguna otra creencia

conocida.

Los elementos artísticos del arte islámico deri-

van del persa y del bizantino en sus aspectos mas

gruesos. Fueron tomados y reelaborados l evándo-

los a conclusiones sorprendentes.

No existe en el arte musulmán la escultura, la

que es considerada una idolatría. Fue reemplazada,

hasta cierto punto, por los relieves y el trabajo de la

piedra en filigranas que parecen encajes de gran

complejidad y finura.

La mas importante expresión de su arte la en-

contramos en su arquitectura donde elaboran cons-

trucciones, no solamente fastuosísimas, sino tam-

bién de gran imaginación técnica. Utilizan un nuevo

estilo de arco, en "herradura", el que se va refinan-

do con la influencia india, hasta convertirse en una

serie de volutas simétricas.

El mas imponente ejemplo de arquitectura

islámica es la famosa Alhambra, conjuntamente con

el Alcázar de Sevil a. En el primero no encontra-

mos ningún elemento frívolo o afeminado; toda su

riqueza expresiva, su espumeante follaje de piedras

talladas, le dan un profundo carácter espiritual.

También destacan, por su ingeniería, las obras

de regadío, como son en Egipto el "nilómetro",

destinado a medir las crecidas del río. En España

utilizaron las obras romanas y construyeron otras

igualmente importantes.

En el arte de la fortificaciones crean elementos

que luego incorporaría como propios la arquitectu-

ra medieval, como las almenas, barbacanas, etc.

El refinamiento de la cultura islámica alcanza

un alto grado de excelencia; perfeccionaron el tra-

bajo de los tapices dando origen a los "gobelinos";

realizaron hermosos trabajos en la iluminación de

textos, de gran perfección en el detal e, aunque no

lograron superar el problema de la perspectiva; las

vasijas, jarros, calderos, platos, fuentes y vajil a en

general pueden considerarse verdaderas obras de

arte, en las que incorporan el ornamento geo

métrico que les es característico.

Debemos mencionar en forma especial el arte

de los azulejos, que introdujeron posteriormente en

España e Italia. Aunque los temas son básicamente

geométricos, la calidad del esmalte es insuperable y

el juego decorativo que forman crea una sensación

espacial casi mágica, difícil de igualar.

A partir del siglo III a. de C. se inicia la

conquista de la meseta del Irán por los

partos, provenientes del Norte. Poco queda de su

cultura como para tener una visión clara, pero lo

que se conoce nos da una indicación de las carac-

terísticas aqueménides antiguas.

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Edificios de adobe o ladrill o, de muros lisos, son

interrumpidos por salientes o decorados con efigies

hechas en el estuco.

En la escultura, aunque evidente el sello racial,

la forma y la expresión son griegas, consecuencia

del paso de Alejandro que, aunque efímero, caló

profundamente en los estilos de los pueblos

conquistados.

Los frisos intentan complementar la antigua

cultura persa con las nuevas manifestaciones, espe-

cialmente los de carácter conmemorativo, creando

enormes expresiones de ruda ejecución.

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SASANIDAS

A comienzos del siglo II d. de C. se

establece en Persia la dinastía aque-

ménide por medio de la victoria sasánida. La lucha

entre estos y los arsásidas partos quedó grabada en

los monumen tales relieves rupestres de Piruzabad

y en los de Nas-i-Rustan, cerca de Persépolis. El

dios y el rey aparecen en sus cabalgaduras en el acto

solemne de la entrega de la insignia del poder.

Importante es la arquitectura del palacio real

sasánida en Ctesifonte del cual quedan ruinas, dete-

rioradas también durante la Segunda Guerra Mundial.

Construido con ladrillos, estucos y piedras ta-

l adas, presenta detalles originales como en su fa-

chada de pilares superpuestos y arcadas ciegas, y el

gran arco parabólico central que era el ingreso al

"iwan" o Salón Principal, cubierto con una bóveda

cupuliforme.

Pero el principal arte sasánida fue el perfeccio-

namiento de la tapicería, dando origen a las actual-

mente famosas alfombras persas. El trabajo es tan

singular que resulta inimitable. Confeccionadas con

hilos de seda y pelo de cabra, en algunos casos se

ha l egado a contabilizar 10.000 nudos por centíme-

tro cuadrado. Tomando en consideración el tamaño

del tapiz, se concluye que en ella debieron trabajar a

lo menos tres generaciones.

INDIA

El primer contacto occidental con la In-

dia lo efectúa Alejandro Magno en el siglo

III a. de C. Cinco siglos después los misioneros bu-

distas penetran China y todo el extremo oriente.

La cultura india es diversa y la mas extendida

territorialmente. Abarca China, Corea y Japón por

el Este, Arabia y norte de África por el Oeste, y

hasta el Beluchistán por el Norte. Cuajó en toda la

indochina estableciéndose en Birmania, Tailandia e

Insulandia.

Al igual que el arte musulmán, es fundamental-

mente sacro. La teoría de la bel eza india es total-

mente diferente a la occidental; predomina en ella

una manifestación corpórea con sentido narrativo,

donde lo religioso y lo erótico se confunden armó-

nicamente.

La religión hindú, una de las mas importantes,

es consecuencia de la evolución de las doctrinas

sankyas y la jinista, basadas en antiguos poemas co-

nocidos como Vedas, reformados en el siglo VI a.

de C. por los Upanishads o Postulados de la Trans-

migración de las Almas. Un siglo después recibe in-

fluencias del judaísmo. Posteriormente aparece Bu-

da, sacerdote de la omnisensibilidad y la no-

violencia, únicos medios para alcanzar el nirvana.

Todas estas versiones forman una verdadera mara-

ña de ideas que se entremezclan y se rechazan de la

forma mas incomprensible.

Ruinas de Harappa — Mohenjo - Daro

Y solo legando a

comprender su pensamiento, es posible comprender el

arte de la India.

Durante el siglo XXX a. de C. se desarrolla en

el noroeste del Indo una civilización notable en sus

obras arquitectónicas, similar a la mesopotámica. Se

inició en Harappa alrededor del 3300 a. de C. y en

Mohenjo-Daro por el 2700. Alcanzaron gran refina

miento en casi todas las artes, siendo aniquilados

por los arios alrededor del 1500 a. de C.

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La India era un hervidero de razas y cultos, en

especial en el centro del país, donde se desarrolla

un politeísmo febril. La l egada de los arios, como

raza fuerte, causó un impacto profundo e impuso

de modo universal muchos de sus símbolos, como

la cruz Suástica, que representa la divinidad solar.

La arquitectura india destaca por su monu-

mentalidad y sus formas hacen pensar que original-

mente eran construidas de madera. El budismo im-

pone un nuevo criterio manifestado especialmente

por la "stupa", evolución de la primitiva tumba

hindú.

Los templos o santuarios pueden clasificarse

en 3 tipos: a) excavados en la roca viva, b) tal ados

en la roca viva por los cuatro costados, c) edifica-

dos con piedra canteada

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Arte cristiano

Las catacumbas se encontraban fuera de las

murallas de la ciudad debido a la p r o h i b i c i ó n de

enterrar a los muertos en esta. Los cementerios se

ubican generalmente en las orillas de los caminos.

Las catacumbas no solo servían como cementerio,

sino que además, en lugar donde guardar las reli-

quias y donde esconderse cuando arreciaban las

persecuciones. Carecen general-

mente de decoración,

salvo excepciones co-

mo cúpulas y frescos

decorados con motivos

simples no carentes

de arte y armonía.

Mu-chos elementos son

griegos y grecorromanos.

Así

también utilizan símbolos

de antiguo significado.

La imagen mas represen-

tativa es, sin embargo, la

d el "Buen Pastor", junto

con la "Adoración de los

Reyes Magos", "Noé y el

Arca" y otras de ori gen

bíblico.

Daniel y los Leones,

fresco en las catacumbas

ORIENTE Y OCCIDENTE

Con la oficialización del cr is ti ani s mo como

religión del Imperio, sale de las catacumbas e i n i cia

la ed ific a ció n de lugares de reunión exteriores.

Primero son pequeñas c a p ill a s para comenzar lue-

go la ed i fic aci ó n de grandes obras como San Pa-

blo Extramuros y Santa María la Mayor, ambas de

techo plano, finamente decoradas, con paredes cu-

biertas de mosaico y columnas de origen griego,

jónicas y corintias.

El arte arquitectónico cristiano va a s i m i l a n -

do la cultura romana y su expresión se va haciendo

según los cánones de las antiguas tradiciones. Los

mosaicos adquieren gran importancia y, conse

cuentemente, se perfeccionan las técnicas, aunque

los modelos son rígidos y de poca e x p r es iv id a d .

Las imágenes son extáticas intentando demostrar,

ante todo, beatitud.

San Pablo Extramuros: interior.

Santa María la Mayor

Los relieves, aunque caen en cierta simetría,

conservan la gracia del pasado. Se utilizan pasajes

del evangelio para graficarlos en sencillos y hermo-

sos r e li e ve s en piedra y marfil.

Importante es también el desarrollo del altar el

que, de si m pl e mesa, evoluciona hasta convertirse

en una hermosa pieza de arte, generalmente de

mármol. También se incorpora a la iglesia el cam-

panario, el coro y el pulpito, todos elementos ca-

racterísticos del cristianismo que adquieren el carác-

ter de piezas de arte sumamente elaborado.

En oriente el arte cristiano tiene un desarrollo

algo diferente al occidental.

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Reaparecen antiguas

artes como la iluminación de textos con imágenes

finamente desarrolladas y pintadas con colores vi-

vos. Son habitualmente miniaturas aunque en oca-

siones los m i s m o s motivos se imitaron en pinturas

monumentales.

Campanario de Santa

María la Mayor de

Trujillo

La escultura conserva las características orien-

tales y las técnicas ya sumamente

avanzadas al respecto. El gusto grie-

go predomina de manera notable

aunque interpretado de diversas ma-

neras a través del prisma cristiano.

Los r e li ev e s y la orfebrería mues-

tran las mismas características.

Aparece una nueva construcción, el

Hospicio, destinado a acoger viu-

das y huérfanos. También se des-

arrollan los monasterios alcanzando

grandes dimensiones y con capaci-

dad para centenares de monjes.

Todas estas innovaciones fueron resultado de

la confluencia de tres elementos que, en oriente, en-

tran en contacto: los cristianos sirios, los campa-

mentos romanos y los castillos partos.

Constantino pone especial y personal preocu-

pación en la edificación cristiana en Jerusalén;

e je mpl o era el T e m p l o del Santo Sepulcro, donde

se mezclaban armónicamente los estilos latino y

oriental, hoy inexistentes.

Otra influencia importante la ejerce Egipto, en

un p r i n c i p i o no dispuesto a perder sus tradicio-

nes, pero siend o reducido violentamente a aceptar

la nueva doctrina, la que a si mil a rápidamente, con-

virtiéndose en uno de los principales constructores

de monasterios los que alcanzan, algunas veces,

proporciones exageradas, compatibilizando la fe

cristiana con las tradiciones faraónicas.

También en oriente el mo s aic o y el fresco se

desarrollan notablemente, aunque los modelos tie-

nen mucho menos gracia y soltura. En muchos ca-

sos resultan algo p ue ril es , lo que les da un ca­

rácter ingenuo. En Egipto incorporan a los mode-

los cristianos los símbolos propios de su cultura, lo

que enriquece la expresión.

Relieve de un sarcófago

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BIZANZIO

Al desplazarse el eje religioso h a c i a el

oriente, Constantino, siguiendo a sus

predecesores, d e c i d e instalar una c a p i t al en la

BIZANCIO

desconocida ciudad griega de Bizancio, la que se

aviene a las características urbanísticas decretadas

por las leyes. Sobrepasando su original intención,

Bizancio, luego Constantinopla, se engrandece

permanentemente, perdurando hasta fines de la

Edad M ed i a , siend o destruida por los turcos.

Do todos los ed ificios construidos en su fun-

dación solo uno perdura hasta hoy: Santa Sofía. Ini-

ciada por Constantino, fue finalizad a por Diocle-

ciano.

El esquema es nuevo, destinado a soportar la

gran cúpula central de 31 metros de diámetro, en

forma de m e d i a naranja, hábilmente elaborada

con sistemas de contrafuertes y cubierta de tejas

blancas de 1/5 del peso de la teja normal.

Con este modelo comienzan a ed ificarse to-

das las demás iglesias que harían carac terís tic o el

arte arquitectónico bizantino. Igualmente se si-

guen los cánones impuestos por Santa Sofía en los

frescos y mos aico s que la decoran interiormente.

En un comienzo son sumamente realistas al punto

de pasar por vulgares, para, posterio r ment e, ir ad-

quiriendo delicadeza, en especial finalizada la

q u e r ell a iconoclasta.

El renacimiento bizantino trajo transformacio-

nes en la arquitectura, en especial en las cúpulas de

iglesias, haciéndolas más elevadas, d e b ie nd o , para

ello, sacrificar el tamaño.

Pero el arte que adquiere e s peci al importan-

cia es la pintura. Se conservan tratados donde se establecen

las normas para la pintura sobre

pasajes bíblicos. En un p r i n c i p i o pre-

domina el carácter teológico sobre el pia-

d oso; la querella iconoclasta trae como

consecuencia la p é r d i d a de muchas

obras que son destruidas al no perm i t i r -

se la reproducción de la figura humana

para señalar cuestiones divinas. Luego,

liberados de aquellas absurdas p r o hi bi -

c io ne s, los pintores vuelven a atacar,

dándole esta vez a sus personajes un

carácter aún más familiar, más íntimo.

Esta es la época más rica en produc-

ción, pero más pobre en técnica. No hay

p e rs pe cti v a, los planos se juntan y los

cuerpos se deforman para permitir la des-

cripción. Una car acte rístic a per­manente es la r e -

p e t ic ió n d el mismo fondo: ed ificios, castil os,

iglesias.

Los relieves, en c a m bi o , alcanzan una nota-

ble c a l i d a d técnica y exp resiv a, así como una

gran riquez a imaginativa en las denotaciones de

volúmenes a través del juego luz y sombra.

El arte bizantino es fundamentalmente orien-

tal y ese debe ser el criterio a usar para ser com-

prendido.

La expansión del arte bizantino es notable; su

fuerza alcanza la Europa del Mediterráneo

(Venecia), los Balcanes y Rusia.

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ARTE PRIMITIVO El arte primitivo es el realizado por pueblo cuyo desarrollo

cultural corresponde al del

cazador-recolector, o se encuentra en los

primeros estadios de la agricultura. La estructura de

este arte es fundamentalmente ingenua, hasta infan-

til. Su intención, según sea la etnia, solo varía en lo

formal, siendo en el fondo siempre de carácter reli-

gioso, con manifestaciones eróticas y supersticiosas

que tienden a una violencia despiadada.

Sus máximas expresiones artísticas pueden divi-

dirse en cinco grupos fundamentales:

Las Corporales, es d ecir las realizadas sobre el

cuerpo, como tatuajes de cicatrices, pinturas, adita-

mentos, etc.

Las Rituales, como tótems,

máscaras, ídolos, etc.

Las Funcionales, como las

guerreras, las ligadas

a las supersticiones médicas,

etc. (Telas ceremonia-

les, decoraciones y ornamen-

taciones.)

Las Estéticas propia-

mente tales, como los teji-

dos, las cerámicas, cuyo sen-

tido real nos es desconocido.

Las Supersticiosas, tales

como los fetiches vudú.

Arte prehistórico

Hay que re-

montarse a la

edad de pied ra, conocida

como la época del Reno

(paleolítico superior). Se

subdivide en tres grandes ma-

nifestaciones o etapas: Auriña-

ciense, Solutrense y Magdale-

niense.

Se desarrolla un importan-

te arte del marfil consecuencia

de las necesidades propias de

entonces: arpones, bastones

de mando (?), las famosas

"Venus" de proporciones exa-

geradas, etc.

Aparecen también las her-

mosas pinturas rupestres de

Altamira, Lascaux y otros si-

tios.

El sentido y función de estas pinturas es aún motivo

de discusión e

investigación al no conocerse ni el fin

al cual se destinaban ni tampoco, y

quizás lo más importante, las técnicas

utilizad as para d e spla z ar de distan-

cias considerables, rocas cuyo peso

alcanza, en algunos casos, más de se-

senta toneladas.

Interesante es hacer notar que en la

prehistoria, mientras las obras técnicas

- herramientas y utensilios - tienen un

escaso desarrollo, el arte, en cambio,

logra resultados ad mira bles.

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ARTE PRE COLOMBINO

Dos fueron las zo-

nas donde se desa-

rrollaron culturas capaces de producir arte en forma

s is te m át ic a y con técnicas avanzadas, y fueron la

Mesoamericana y la Andina.

CULTURAS MESOAMERICANAS

La más antigua corresponde a la O l me c a, exis-

tente entre el 1000 y el 300 a. de C., junto al golfo

de México. Su trabajo de la pied ra, el jade y la

obsidiana es notable. Desarrollaron la arquitectura

considerablemente, siendo conocidas sus pi r á m i -

d e s . También lo son las Cabezas Colosales, de uno

y medio a tres metros de

diámetro. Fueron, al parecer,

zoólatras: declaraban que su

origen provenía de la unión

de una mujer con un jaguar,

de donde salieran los hom-

bres jaguares, sus antepasa-

dos.

Tlatilco fue una de las

primeras culturas estableci-

das en el Texcoco, influen-

ciadas por los Olmecas. Su

desarrollo va d e sd e el 800 al

500 a. de C. Destacan

principalmente las figuril as de

arcilla, de gran gra-

cia, como las "Venus", jóvenes de amplias caderas,

así como figuras monstruosas bicéfalas, jorobadas,

deformados, etc.

Entre el 400 a. de C. y el 300 d. de C. la cultura

Chupícuaro desarrolla una cerámica p u l i d a y rica-

mente policromada con diseños geométricos. Ex-

trañas son las botellas con asa en forma de estribo,

sin saberse si es invención local o existió alguna in­

fluencia Andina.

Contemporánea a la cultura Olmeca se desarro-

l a la Zapoteca, que, partiendo del 1000 a. de C.,

sobrepasa a la anterior, pues logra perdurar hasta el

900 d. de C. Se desarrolla en las planicies de Oaxa-

ca, r e c i b i e n d o influencias olmecas y, posterior-

mente, de Teotihuacán y Maya. Desarrollaron un

s i s te m a de escritura jeroglífica y un calend a rio,

prototipo de los demás. Destacan en la ejecución

de r eli eve s y en la cerámica, donde proliferan las

urnas, que representan sus p r i n c i p a le s d eid ad es,

como el Dios de la Lluvia o Cocijo, conocido en

otros lugares como Tlaloc.

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También en el golfo de México, entre el 300 y

el 900 de nuestra era, se u b i c a la cultura Veracruz,

cuyo centro fue El Tajín, donde se encuentras va-

rias p i r á m id e s , templos, siete canchas para el jue-

go de pelota, etc. Maestros en el tallad o de la pie-

dra sus modelos son de carácter zoomorfas; jaguar,

serpientes, ranas, con algunas ex cepcio nes antro-

pomórficas. En la cerámica logran gran finura de

d etalle, como en la muestra que representa una

mujer importante, según sus ropas y por su denta-

dura mutilada, señal de d istinción.

También en la costa del Pacífico se desarrollan

culturas, en parte independientes y también influen-

ciadas; son las de C o l i m a y Nayarit, que se ubican

entre el 300 a. de C. y el 900 d. de C. La cerámica es

de colores fuertes, el estilo escultórico de carácter

naturalista de animales, vegetales y figuras huma-

nas. El perro tenía entre ellos importancia.

El "techichi" era domesticado y cebado para alimen-

to, en cambio el xoloitzcuintle era un compañero

del hombre.

A partir del comienzo de la era cristiana y hasta

el 600, al noroeste del lago Texcoco, se desarrolla

una de las culturas más importante de la zona: Teo-

tihuacán. La ciudad cubre un área de 18 kilómetros

cuadrados y contenía una población cercana a los

cien mil habitantes, siendo la ciudad más antigua de

Amé rica . Lograron un desarrollo en el arte muy

elevad o. Las famosas máscaras con fines rituales,

comunes a muchas otras culturas, alcanzan una

especial expresión en esta cultura. fallecid O

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