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- 1 - MÉTODOS DE ORACIÓN CATÓLICA Luis Fernando Figari ÍNDICE La Oración del Nombre de Jesús Guigo II, el cartujo La escalera Doble sentido de los pasos Lectura Meditación Oración Contemplación Una obra valiosa Método de oración Notas Un maestro de oración, García Giménez Cisneros San Juan de Ávila: predicador, director espiritual y reformador Oración metódica en el Carmelo El maestro Fray Luis de Granada San Juan Bautista de La Salle: Pedagogo de la Vida Interior Preguntas y respuestas sobre la oración metódica Preparación remota Preparación próxima Preparación inmediata Cuerpo de la oración El texto en Aplicación en mí Corazón Resoluciones Conclusión LA ORACIÓN DEL NOMBRE DE JESÚS La “oración a Jesús”, conocida también como “oración del corazón” es una breve fórmula piadosa, Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí, algunas veces con el añadido: pecador, repetida en el marco de un método. Hay algunos entusiastas que quieren hacer retroceder su origen hasta los apóstoles, pero, al parecer, no es posible encontrarla, con sus características actuales, antes del siglo XIII. Sin embargo, teniendo en cuenta la naturaleza de la `“oración a Jesús” se pueden descubrir sus orígenes en el ambiente de búsqueda de una oración continua que sella intensamente la historia espiritual de los primeros siglos cristianos, particularmente el peregrinar de los Padres del desierto. Es doctrina común del monacato primitivo la búsqueda del ideal de la oración continua. Se dice de San Antonio de Egipto (c.250-356), quien ha pasado a la historia como

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MTODOS DE ORACIN CATLICA

Luis Fernando Figari

NDICE

La Oracin del Nombre de Jess

Guigo II, el cartujo

La escalera

Doble sentido de los pasos

Lectura Meditacin Oracin Contemplacin Una obra valiosa

Mtodo de oracin

Notas

Un maestro de oracin, Garca Gimnez Cisneros

San Juan de vila: predicador, director espiritual y reformador

Oracin metdica en el Carmelo

El maestro Fray Luis de Granada

San Juan Bautista de La Salle: Pedagogo de la Vida Interior Preguntas y respuestas sobre la oracin metdica Preparacin remota

Preparacin prxima

Preparacin inmediata

Cuerpo de la oracin El texto en s Aplicacin en m Corazn

Resoluciones

Conclusin

LA ORACIN DEL NOMBRE DE JESS

La oracin a Jess, conocida tambin como oracin del corazn es una breve frmula piadosa, Seor Jess, Hijo de Dios, ten piedad de m, algunas veces con el aadido: pecador, repetida en el marco de un mtodo. Hay algunos entusiastas que quieren hacer retroceder su origen hasta los apstoles, pero, al parecer, no es posible encontrarla, con sus caractersticas actuales, antes del siglo XIII.

Sin embargo, teniendo en cuenta la naturaleza de la `oracin a Jess se pueden descubrir sus orgenes en el ambiente de bsqueda de una oracin

continua que sella intensamente la historia espiritual de los primeros siglos

cristianos, particularmente el peregrinar de los Padres del desierto. Es doctrina comn del monacato primitivo la bsqueda del ideal de la oracin continua. Se dice de San Antonio de Egipto (c.250-356), quien ha pasado a la historia como

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`el padre de los monjes, que rezaba constantemente, pues haba aprendido que era necesario rezar incesantemente en privado. La aspiracin a una oracin incesante se nutre de orientaciones como las de San Pablo que exhorta

a vivir perseverantes en la oracin (Rom 12, 12) y a orar sin cesar (1Tes

5, 17).

Los ejercicios de la memoria o presencia de Dios y el combate contra pensamientos dainos, as como la `meditacin secreta' (krypte melete), como metdica y constante repeticin, oral o mental, de una oracin o frase corta o de una sentencia de la Sagrada Escritura, son el medio donde, a travs de un largo proceso histrico, nace y se impone como frmula privilegiada la oracin a Jess. Ireneo Hausherr, notable estudioso del tema, sostiene que la oracin es una frmula abreviada que sintetiza la espiritualidad monstica de pnzos: lamentacin, tristeza, dolor por los propios pecados.

Las jaculatorias

La repeticin de jaculatorias, oraciones cortas, para alabar al Seor, obtener ayuda o para implorar perdn, se descubre en la temprana tradicin cristiana. Ya en tiempos de Casiano (c.360-435) se va enlazando esta prctica con el propsito de alcanzar la oracin continua. Otro testigo, de los numerosos que se pueden aducir, es San Juan Crisstomo (c.344- 407), quien recomienda la repeticin frecuente y sucesiva de unas mismas breves palabras. Sin embargo, la explcita invocacin al Seor Jess, como en la `oracin, no est necesariamente ligada a esta difundida prctica. Existe una gran libertad en la eleccin de la sentencia que se repite buscando la comunin con Dios. As, por ejemplo, el mismo Casiano recomendaba en sus Colaciones: Si queris que el pensamiento de Dios more sin cesar en vosotros, debis proponer continuamente a vuestra mirada interior esta frmula de devocin: Ven, oh Dios, en mi auxilio, apresrate, Seor, a socorrerme. No sin razn ha sido preferido este versculo entre todos los de la Escritura. Contiene en cifra todos los sentimientos que puede tener la naturaleza humana. Se adapta felizmente a todos los estados, y ayuda a mantenerse firme ante las tentaciones que nos solicitan. Arsenio (m. 449), monje del desierto, cuyos dichos son repetidos reverentemente por los monjes, por ejemplo, oraba diciendo: Seor, dirgeme por el camino de la salvacin. Sera fcil seguir citando oraciones breves de diversos padres en las que no se menciona explcitamente `Jess' ni `Seor Jess' o `Jesucristo.

Tambin es posible encontrar referencias a la invocacin del nombre del Reconciliador, pero sin el recurso a la frmula en la que cristaliz la llamada oracin a Jess ni al marco metdico psico-fsico que la acompaa. Como un ejemplo se puede citar una oracin de Isaac de Siria, Obispo de Nnive (s. VII): Oh nombre de Jess, llave de todos los dones, abre para m la gran puerta de tu casa del tesoro para que pueda entrar y alabarte, con la alabanza que nace del corazn, como respuesta a tus misericordias que vengo experimentando de un tiempo ac; pues t has venido y me has renovado con la conciencia del Nuevo Mundo. Otro ejemplo, entre los muchos citables, es el del abba Sisoes, quien en una ocasin confiesa que durante treinta aos haba rezado as: Seor Jess, protgeme de mi lengua.

Componentes de la "oracin a Jess"

La frmula que, entre diversidad de frases, va imponindose con el correr de los aos es: Seor Jess, Hijo de Dios, ten piedad de m, pecador. Sus elementos se pueden encontrar en la Sagrada Escritura. As, en la oracin de los dos ciegos: Ten piedad (eleison) de nosotros, Hijo de David! (Mt 9, 27). En el ruego de la mujer cananea: Ten piedad (eleison) de m, Seor, Hijo de David! (Mt 15, 23). En el pedido del padre del epilptico: Seor, ten piedad (eleison) de mi hijo... (Mt 17, 15). En la oracin de los diez leprosos: !Jess, Maestro, ten piedad (eleison) de nosotros! (Lc 17, 13). Tambin en la oracin del ciego de Jeric, que San Marcos llama Bartimeo, que clama: Hijo de David, Jess, ten piedad (eleison) de m! (Mc 10, 47-48; Lc 18, 38-39). Un caso aparte, pero con toda probabilidad vinculado al surgimiento de la oracin a Jess es la prototpica oracin humilde del publicano aspirando a la misericordia divina: Oh Dios! Ten compasin de (hilaszeti = se propicio a) m, pecador! (Lc 18, 13). En una ocasin, San Juan Crisstomo, reflexionando en torno al Salmo >, sostena: Resulta sumamente importante saber cmo debemos rezar. Cul es la forma correcta? La podemos aprender del publicano; y no tengamos vergenza de tener como maestro a uno que ha dominado el arte tan bien que unas pocas simples palabras fueron suficientes para que obtuviera perfectos resultados... Si rezas como l lo hizo tu oracin ser ms liviana que una pluma. Pues si este modo de orar justific a un pecador, cuanto ms fcilmente elevar a un hombre justo a las alturas. En los dichos de Ammonas, probablemente discpulo de San Antonio, hay un consejo en el que dice: permanece en tu celda, come un poco cada da y lleva siempre la palabra del publicano en tu corazn. De este modo te salvars. Tambin Martirio, Obispo sirio de Bet Garmai, conocido igualmente como Sadona (s. VI), en su Libro de la perfeccin resalta el valor ejemplar de la oracin del publicano en la necesaria prctica de la auto-acusacin ante Dios y en la humildad de corazn.

En los pasajes citados y en muchos otros de los Evangelios estn los elementos fundamentales de la oracin; la gracia, la devocin y el tiempo haran el resto.

La teologa del nombre

Es preciso sealar un elemento ms en el surgimiento de la oracin a Jess. No se puede dudar de la influencia veterotestamentaria de la teologa del nombre de Dios, ni de su particular concrecin y profundizacin en el Nuevo Testamento en referencia al Seor Jess, as como a las acciones realizadas en su nombre. Algunos ejemplos neotestamentarios de esta teologa, adems de los bien conocidos: Santificado sea tu nombre (Mt 6,9; Lc 11,2), del Padre Nuestro; o bautizndolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espritu Santo (Mt 28, 19), de la misin apostlica, se pueden encontrar en referencias al nombre de Jess, particularmente en la Carta a los Filipenses: al nombre de Jess, toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en al abismo y toda boca proclame que Jesucristo es Seor (2, 9-11); en los Hechos de los Apstoles: Porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a

los hombres por el que nosotros debamos salvarnos (4, 12); en el Evangelio segn San Juan: Pues s, os aseguro que, si alegis mi nombre, el Padre os dar lo que le pidis. Hasta ahora no habis pedido nada alegando mi nombre. Pedid y recibiris, as vuestra alegra ser completa (16, 23-24), y el pasaje semejante en el mismo Evangelio (14, 12-14), entre otros.

En la I Corintios, San Pablo, en una concrecin de la `teologa del nombre

veterotestamentaria, califica a los cristianos como aquellos que invocan el nombre de nuestro Seor Jesucristo en todo lugar (1, 2), equiparando as a Jess con Yahveh, cuyo nombre reverenciaban los israelitas. Se trata de una manifestacin de fe en que Jess es el Cristo, el Hijo de Dios vivo (Mt 16,

16). Todo esto se encuentra en el trasfondo de la historia de la oracin a

Jess. En la primera mitad del siglo II, en El Pastor de Hermas, se descubre una referencia pertinente al tema del nombre. El nombre del Hijo de Dios es grande e inmenso y sostiene todo el mundo. Ahora bien, si toda la creacin es sostenida por el Hijo de Dios, qu pensar de los que fueron por El llamados y llevan el nombre del Hijo de Dios y caminan en sus mandamientos? Ves, pues, quines son los que El sostiene? Los que de todo corazn llevan su nombre. De ah que El se hiciera fundamento de ellos y los lleve con placer sobre s, puesto que ellos no se avergenzan de llevar su nombre.

Los ejercicios de la invocacin del nombre del Seor Jess, entre los Padres del desierto son tambin, adems de una manifestacin de fe, fruto de la

conviccin, arrastrada de la mentalidad semtica veterotestamentaria, sobre el

poder del nombre de Dios. As, la invocacin del nombre no se limita a una evocacin piadosa sino que es adems portadora de una fuerza o dinamismo que actualiza su presencia (ver p. ej. Ex 23, 20s. o Is 30, 27) e incluso un dinamismo salvfico. No faltan sentencias neotestamentarias que refuerzan esa tradicin, por ejemplo: todo el que invoca el nombre del Seor se salvar (Rom 10, 13; Hch 2, 21; ver el paralelo en Jl 3, 5).

Aproximacin a sus races

Por lo visto, los remotos fundamentos histricos de la oracin se pueden trazar hasta los monjes egipcios del siglo IV, quienes se ejercitaban en la repeticin de una palabra o sentencia para enfrentar los malos pensamientos y para pacificar la mente: la oracin monolgica. La conciencia de la fractura interior del ser humano y de su fragilidad subyace a esta disciplina espiritual que, ms all del combate contra pensamientos inconsistentes o ideas erradas, encuentra una va positiva en la unificacin de todo el ser en Dios. La bsqueda de la paz ambiental (huda del mundo), la soledad y el silencio, y la tranquilidad o paz del corazn constituyen, en sentido amplio, el camino hesicasta (termino derivado de hesiquia palabra griega para quietud, tranquilidad, reposo), que es, precisamente, de lo que se est hablando. Se trata del conjunto de medios cuyo ejercicio favorece la unin con Dios a travs de la `oracin incesante, la continua memoria de Dios (mneme Zeo ).

La invocacin del nombre de Jess, ya explcitamente, ya implcitamente, por ejemplo, al decir Seor, se encuentra bien documentada en los testimonios que tenemos de los medios monacales de esos tiempos. Pero, aun cuando en un sentido amplio se puede hablar con toda razn de que esas invocaciones o

referencias son una plegaria a Jess, no se trata todava de la frmula establecida que se conoce como la oracin a Jess. Es tambin en el siglo IV que se descubren testimonios fidedignos del uso de la aclamacin Kyrie eleison (Seor, ten piedad!) en la liturgia. No es posible medir su influencia en los medios monacales, pero, sin duda, es un dato a ser tenido en cuenta.

Los diversos elementos estaban all. Con toda seguridad fueron usados libremente, pero el desarrollo sistemtico de la oracin tomara aun cientos

de aos.

La invocacin del nombre del Seor

Son muchos los Padres del desierto que parecen recomendar invocaciones semejantes a lo que sera finalmente la oracin a Jess. Un tal Macario, cuya precisa identidad todava se discute, aunque algunos piensan que vivi en el siglo IV, sera uno de ellos. Diversas sentencias, escritos, y `cincuenta homilas son atribuidos al tal Macario sin que los expertos terminen de ponerse de acuerdo sobre la identidad del autor o autores ni sobre el alcance de las atribuciones. En el Ciclo copto de apotegmas de Macario (s. VII-VIII?) se puede leer: Bienaventurado aquel que persevera, sin cesar y con contricin del corazn, en el nombre de Nuestro Seor Jesucristo. Y, en una enseanza que parece ir ms all de la mera plegaria `monolgica', se recomienda poner atencin en el nombre de Nuestro Seor Jesucristo cuando tus labios estn en ebullicin para atraerlo, pero no trates de conducirlo a tu espritu buscando parecidos. Piensa tan slo en tu invocacin: Nuestro Seor Jess, el Cristo, ten piedad de m.

Segn el mismo Ciclo copto, Macario le habra aconsejado a Evagrio Pntico

(345-399), quien al parecer estuvo hacia el 383 en el desierto de Nitria y unos aos despus en el de Las Celdas, entre el Cairo y Alejandra, permanecer siempre firme en el Seor, pues no es fcil decir a cada respiracin: Seor Jesucristo ten piedad de m; yo te bendigo mi Seor Jess, socrreme. Existen algunos lugares comunes sobre la oracin entre las sentencias del Ciclo copto y otros escritos atribuidos a Macario, salvo la expresa invocacin del nombre del Seor como en ellas aparece y que por su formulacin permitira aceptar una fecha posterior al siglo IV para esas sentencias.

En un texto atribuido a Evagrio se dice: A cada respiracin agregad una sobria invocacin del nombre de Jess y la meditacin de la muerte y la humildad. El mismo texto aparece en un escrito de Hesiquio de Batos, del que se hablar ms adelante. La opinin de Ireneo Hausherr sobre el texto de Hesiquio es que se est ante una metfora, no todava ante una tcnica de respiracin psico-fsica. De ser as habra que decir lo mismo de los textos del Macario del Ciclo copto y del atribuido a Evagrio.

Diadoco, obispo de Ftice (m. c. 468), es partidario de la purificacin interior por la sanante memoria del Seor Jess, meditando incesantemente en este glorioso nombre en las profundidades del propio corazn. En una ocasin ensea: Si un hombre empieza a progresar cumpliendo los mandamientos e incesantemente llamando al Seor Jess, entonces el fuego de la gracia divina lo impregnar, incluso a los sentidos exteriores del corazn. En otro pasaje afirma: El intelecto, cuando hemos cerrado todas sus salidas por el recuerdo

de Dios, exige, absolutamente, una actividad que ocupe su diligencia. Se le dar entonces el `Seor Jess por nica ocupacin y para que responda por entero a su fin. Las condiciones ascticas y morales como requisito para el

`ejercicio del Nombre se perciben, por ejemplo, cuando dice: Si el alma es turbada por la clera, oscurecida por los vapores de la ebriedad, o atormentada por una tristeza malsana, el intelecto no ser capaz de convocar la viva memoria del Seor Jess, ni forzndolo.

Aun cuando Diadoco no parece conocer la frmula de la oracin, sus reflexiones sobre el uso del nombre del Seor, as como su teologa bautismal

por la que el hombre recupera la plenitud de la imagen, y la cooperacin a la

gracia para alcanzar la semejanza perdida y la unidad de su ser, constituyen pasos que van haciendo el ambiente para el nacimiento de la oracin. Barsanufio, el egipcio, y Juan de Gaza (s. VI), de quienes conservamos sus cartas espirituales, plantean una estrategia asctica para combatir los malos pensamientos mediante el recurso al nombre de Jess, ya que el mejor medio de lucha es confiar, desde nuestra impotencia, en Aqul que nos da la victoria:

Cuando durante la salmodia, la oracin o la lectura, te viene un mal pensamiento, no le prestes atencin sino ms bien concntrate ms en la salmodia, la oracin o la lectura. Si el mal pensamiento persiste esfurzate en invocar el nombre del Seor y el Seor te auxiliar y suprimir las astucias de los enemigos. Y en otra ocasin: cuando el ardor de la batalla aumenta, tambin t aumenta tu fuerza clamando: `Seor Jesucristo! T ves mi debilidad y mi afliccin, aydame y lbrame de quienes me persiguen (Sal 142,

6); a Ti acudo para refugiarme (Sal 143, 9)!'. Al hablar de la dispersin de la mente, se lee que uno debe recogerse diciendo: Seor, perdname en consideracin del santo nombre. A pesar de las caractersticas que hemos podido apreciar, como parece obvio, an no estamos ante la frmula que luego cristalizar sino ante una devocin oracional al nombre del Reconciliador.

La frmula oracional

La primera evidencia irrecusable de una versin de la oracin a Jess se descubre en la Vida de San Dositeo, discpulo de Doroteo de Gaza (s. VI-VII), quien a su vez fue entrenado por Barsanufio y Juan. La biografa de Dositeo establece que Doroteo le transmiti la frmula que repeta incesantemente:

Pues l (Dositeo) viva en continua memoria de Dios. (Doroteo, su padre espiritual) le haba transmitido la regla de que siempre debera repetir estas

palabras: `Seor Jesucristo, nuestro Dios, ten piedad de m! Hijo de Dios,

slvame!' Por lo cual deca continuamente esta oracin. Cuando enferm, l (Doroteo) le dijo: `Dositeo, no descuides tu oracin. Asegrate que no abandones tu oracin. Ya en este momento se puede afirmar que estamos ante una frmula de la oracin a Jess, aunque todava falta madurar algo ms.

Conviene, tambin, traer a colacin el testimonio de Filemn, de cuya vida no sabemos prcticamente nada, as como del tiempo en que vivi, aunque se

puede estimar que fue hacia mediados del siglo VI. Filemn us la oracin,

aunque sin llamarla de una manera especfica. Vea en ella un buen medio para concentrarse evitando la disipacin interior, as como un camino para

mantener la memoria de Dios. Al recomendar un camino espiritual a un hermano, le dice: Ve, practica la sobriedad en tu corazn, y en tu pensamiento repite sobriamente, con temor y temblor: Seor Jesucristo, ten piedad de m. En otra ocasin ampla la frmula: Seor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de m.

As, paso a paso, vamos llegando a la Carta a los monjes del pseudo- Crisstomo que, aunque difcil de fechar con exactitud, podra ser de este

tiempo o algo despus. En ella el annimo autor opta por una nica forma para

ser incesantemente repetida: Seor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de m, pecador. La clave de esta aproximacin se centra en la memoria y el corazn, punto de anclaje de la atencin. Es all donde debe acogerse el nombre del Seor. Permanece en tu corazn clamando el nombre del Seor Jess para que el corazn se fije profundamente en el Seor, y el Seor en el corazn, y los dos sean uno. As, pues, habiendo sido fijada una frmula, an queda cierto trecho que recorrer antes de llegar a la metodologa psico-fsica del monje de origen latino, Nicforo, del siglo XIII.

San Juan y Hesiquio

San Juan Clmaco (580-650), vivi en el desierto del Sina, a las faldas del monte de Moiss, Jebel Musa. San Juan es ampliamente conocido por su

`Escalera del Paraso', que an hoy es leda, durante la Cuaresma, en los monasterios ortodoxos. Es una obra muy popular tambin entre los laicos. En su obra, un indiscutible clsico espiritual de todos los tiempos, recomienda

que la memoria de Jess est unida a tu respiracin. Foco difusor de la oracin a Jess, juntamente con Gaza Palestina, es el Sina. All, en un monasterio, fue abad San Juan Clmaco. En su `Escalera, sin embargo, la frmula de la oracin no excluye otras variables. A estas alturas an es la plegaria monolgica, con diversidad de contenidos segn las necesidades, la que se encuentra como el elemento clave del mtodo hesicasta espiritualidad del reposo , del cual es magnfico exponente San Juan Clmaco.

Las dos centurias `Sobre la sobriedad y la oracin, atribuidas a Hesiquio de Batos (s. VII-VIII), constituyen uno de los ms importantes testimonios del ejercicio del santo nombre de Jess. Una y otra vez vuelve sobre el mismo tema quien escribe bajo el nombre de un higmeno del monasterio de Batos, en el Sina. En la obra se va delineando un mtodo, no slo de hacer oracin, sino de disciplina espiritual. La meta es recobrar la belleza y justicia original del alma. La sobriedad y la atencin se intercambian en el marco de una estrategia de lucha contra los malos pensamientos. La humildad, la atencin, la resistencia al mal y la oracin son condiciones para la batalla espiritual. La bsqueda de la pureza de corazn y la memoria de los propios pecados permiten recibir la ayuda del Seor. El recuerdo y la invocacin ininterrumpidos de Nuestro Seor Jesucristo producen en nuestro interior un estado divino, a condicin de que no seamos negligentes en la constante oracin a Cristo, en la sobriedad perseverante y en la obra de la vigilancia. En todo tiempo sea as como invocamos a Jesucristo, Nuestro Seor, clamando con un corazn ardiente para entrar en comunin con su santo nombre, mantenindolo como una chispa en nuestro corazn. Pues la constancia, en la

virtud como en el vicio, engendra al hbito; y el hbito es como una segunda naturaleza, escriba Hesiquio casi al final de su primera centuria revelando la inmensa importancia que daba a la invocacin del santo nombre.Pero, inspirndose en San Juan Clmaco, Hesiquio parece ir ms lejos, al punto de haber servido de fundamento, o al menos de referencia, para las tcnicas psico-fsicas que aparecern despus. A la respiracin de tu nariz une la atencin (nespis) y el nombre de Jess. Verdaderamente feliz es el hombre en quien la `oracin a Jess se prende al poder del pensamiento y lo llama continuamente en su corazn, as como el aire est unido con nuestros cuerpos y la llama a la mecha de la vela. A pesar de lo que parece implicar, lo impreciso an del lenguaje no permite afirmar con total seguridad que lo que propone Hesiquio sea una coordinacin de los ritmos respiratorios con la oracin. De ser as habra que hacer retroceder la fecha del mtodo psico- somtico del siglo XIV a este tiempo en que vivi este monje sinata.

Svjatocha

El asunto de la fijacin de una frmula oracional que mencionando el nombre del Seor Jess sea a la vez una confesin de fe en su divinidad, un reconocimiento de las propias culpas, y un pedido de misericordia se ha ido abriendo camino en los ambientes monacales de Africa y Asia Menor. Desde esos antiguos tiempos hasta el nuestro ir haciendo fortuna el ejercicio espiritual del nombre de Jess, particularmente entre los cristianos orientales, bizantinos y rusos en especial. Para encontrar un testimonio de su presencia en Rusia no es necesario esperar a la difusin efectuada por Nilo Sorskii (1433-

1509), ni a la traduccin eslava de la Filocalia (Dobrotolubiye) por Paisij

Velichkovsky (1722-1794), o las versiones del siglo pasado de Ignacio Briantchaninov (1807-1867) o de Tefano el Recluso (1815-1894). Es interesante sealar que ya hacia principios del siglo XII hay un testimonio de un monje ruso conocido como Svjatocha (o Sviatosa), que en el mundo habra sido un tal prncipe Nicols. De l se ha dicho: Nadie nunca lo vi ocioso. Siempre tena las manos ocupadas en algn trabajo manual. Y en todo momento sus labios repetan: `Seor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de m.

El mtodo psico-fsico

En este punto habra que referirse a un higmeno de Constantinopla, una de las ms notables figuras de su tiempo, Simen, el nuevo telogo (949-1022), particularmente a un tratado que corre bajo su nombre, pero que la moderna crtica atribuye a un monje del monte Atos llamado Nicforo el Hesicasta o el Solitario, quien se cree que vivi en el siglo XIII y XIV, y que de ser este el caso, habra sido maestro de Gregorio Palamas, Arzobispo de Tesalnica (c.

1296-1359).

En las obras autnticas de Simen, no parece haber evidencia de ideas como las que se descubren en el referido tratado aunque s se percibe un acentuado cristocentrismo que lo podra haber predispuesto a la prctica de la oracin que, segn testimonios, de alguna manera practic. Hay quien considera los

escritos de Simen y su concepcin de la vida mstica como un puente entre los Padres y los monjes del desierto y los hesicastas de siglos posteriores. Independientemente de la identidad del autor, la obra que interesa es: `Tres mtodos de atencin y oracin. El ttulo es descriptivo. Descartando los dos primeros, presenta el tercero: el mtodo hesicasta. Est precedido por la obediencia del corazn, y la constante presencia de Dios en la conciencia, estableciendo rectas relaciones con Dios, el padre espiritual, los dems hombres y las cosas. Insistiendo en la necesidad de estar libre de toda preocupacin, con la conciencia tranquila y sin atadura pasional alguna, se debe: mantener la atencin dentro de s mismo, en el corazn. Mantener la mente ah (en el corazn), tratando por todo medio posible de encontrar el lugar donde est el corazn, para que una vez hallado, la mente se centre en l, y as manteniendo la mente en atencin, mantener a Jess en el corazn, esto es, su oracin: `Seor Jesucristo, ten piedad de m. Esta oracin sera la base de toda la vida espiritual, pues es particularmente apta para superar la desintegracin interior, domar las pasiones, conquistar la humildad y andar en presencia de Dios.

En el tercer mtodo de `Tres mtodos de atencin y oracin, claramente se pueden notar dos ejercicios y una tcnica psico-fsica que aspira a la liberacin

de las pasiones y al recogimiento interior, favorecidos por las tcnicas

corporales. Por lo que se ha venido viendo parece claro que la oracin no requiere necesariamente de tcnicas corporales externas, an cuando para el pseudo-Simen aparezcan ntimamente vinculadas.

Estos planteamientos son semejantes a los del referido Nicforo en un escrito, al parecer, definitivamente suyo: `Sobre la sobriedad y la guarda del corazn. En l dice: T sabes que tu respiracin es la inhalacin y exhalacin de aire. El rgano que sirve para esto son los pulmones que estn alrededor del corazn. As que el aire que pasa por ellos envuelve al corazn. Es as que la respiracin es una va natural al corazn. De modo que habiendo recogido tu mente en ti mismo, condcela por el canal de la respiracin por el que el aire llega al corazn y, juntamente con el aire inhalado, fuerza a tu mente a descender al corazn y permanecer ah. Ms adelante dice Nicforo:

Adems, debes saber que cuando tu mente queda firmemente establecida en el corazn, no debe permanecer en silencio y sin hacer nada, sino que debe

repetir constantemente la oracin: `Seor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad

de m!, y nunca cesar. Pues esta prctica, manteniendo la mente libre de sueos, la vuelve evasiva e impenetrable a las sugestiones del enemigo y cada da la conduce, ms y ms, a amar y anhelar a Dios. Si Nicforo el Solitario es autor tambin del tratado `Tres mtodos de atencin y oracin, la fecha de ste tendra que llevarse hasta fines del siglo XIII, o las primeras dcadas del XIV.

Fase atnita

Hasta ac el desarrollo del mtodo se ha venido presentando, salvo algunos adelantos como las referencias al pseudo-Simen y a Nicforo, desde la llamada `fase sinata' de la oracin hesicasta. El paso a la `fase atnita en referencia al monte Atos se dar a travs de Gregorio el sinata (1255-1346),

quien aprendindola en el monte Sina, profundizndola con el anacoreta Arsenio, en Creta, la lleva al monte Atos donde se produce una renovacin de la vida interior. Gregorio es considerado el restaurador del hesicasmo y de la oracin incesante en Atos. Sus consejos tienen un carcter prctico y presentan el mtodo con magistral claridad: Colcate en un asiento o incluso en un lecho, curva la espalda, inclina la cabeza sobre el pecho, recoge tu espritu y encirralo en tu corazn y fija toda tu atencin. Repite entonces de una manera continua, ya de viva voz, ya mentalmente esta invocacin:

`Seor, Jesucristo, ten piedad de mo `Jess, Hijo de Dios, ten piedad de m (a la que algunos aaden pecador como culminacin). Vigila bien que el espritu no se escape de tu corazn, evita cuidadosamente todo pensamiento extrao (sus avisos se extienden a la presencia de colores, imgenes o formas, advirtiendo especialmente contra la imaginacin-fantasa), aunque fuera noble y excelente, pues te distraera del pensamiento de Dios. Para ello retarda el ritmo de la respiracin. En Atos la frmula, empleada por los monjes en Gaza y en el Sina, quedar fijada y vinculada a ejercicios psico-somticos, en el marco, para entonces ya tradicional de la purificacin del corazn, la lucha contra las pasiones y el recogimiento en Jesucristo.

Sin embargo, un contemporneo suyo, Mximo Kausokalybe, vara un tanto la frmula repitiendo tambin, junto al nombre de Jess, una invocacin a Santa Mara. No obstante que para este tiempo no haba ya la total libertad que se ha visto en siglos pasados, an parece darse una relativa libertad en la elaboracin de la frmula, siempre y cuando incluya la invocacin a Jess, a la que, siguiendo la `teologa del nombre, se otorga un singular poder. Sin embargo no es conveniente segn sostiene Gregorio el sinata cambiar con frecuencia la frmula de la plegaria .

Se hace necesario, tambin, mencionar al famoso teorizador de la `oracin del corazn Gregorio Palamas (1296-1359), a quien la Iglesia oriental venera

como un gran santo. Fue un entusiasta del hesicasmo, que con l alcanza gran difusin. Sus enseanzas, de alto vuelo teolgico, conocidas como

palamismo, luego de recibir un rechazo inicial de la Iglesia bizantina, fueron apoyadas, principalmente por el Snodo de Constantinopla de 1351, divulgndose ampliamente. Quien llegara a ser Obispo de Tesalnica, sufri los

embates del monje Barlaam, un platonizante anti-mstico, cuestionador del hesicasmo. La llamada `polmica palamita sirvi para esclarecer los alcances

del movimiento hesicasta y para dotar a lo que se podra denominar como

neo-hesicasmo de una profunda fundamentacin teolgica.

Por ltimo, una breve referencia a Calixto II, Patriarca de Constantinopla, e Ignacio, monjes del monasterio Xantopulos del monte Atos (s. XIV), autores de Direcciones para los hesicastas, en cien captulos. Se trata de un tratado instructivo, para novatos, lleno de pormenorizadas orientaciones para poner los medios, con la ayuda y gracia de Dios, que lleven a responder a la economa de Cristo, despojndose del viejo Adn y revistindose con el nuevo hombre espiritual. El texto muestra como su ncleo las enseanzas de Nicforo sobre: El mtodo de ingresar al corazn por la atencin mediante la respiracin juntamente con la oracin: Seor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de m. Resulta significativo que las instrucciones cubren una variedad de aspectos constituyendo al mismo tiempo un tratado de la teologa de la

oracin y tambin un plan de vida para el hesicasta. Los esfuerzos por demostrar los antecedentes de oracin propuesta en San Juan Crisstomo, San Juan Clmaco y Hesiquio, entre otros, son notorios.

Algunas precisiones ms

El contexto de la oracin a Jess es la fe. El obispo griego-ortodoxo Kallistos Ware, sostiene: El Nombre es poder, pero una repeticin puramente mecnica, por s misma, es incapaz de lograr algo. La Oracin a Jess no es un talismn mgico. Como en todas las operaciones sacramentales, se requiere que el hombre coopere con Dios a travs de su fe activa y su esfuerzo asctico. Estamos llamados a invocar el Nombre con recogimiento y vigilancia interior, manteniendo nuestra mente en las palabras de la Oracin, conscientes de a quin nos dirigimos y quin nos responde en nuestro corazn. Este autor contemporneo, conocedor del entusiasmo por las disciplinas orientales del mundo hodierno, dice enftico que la oracin a Jess no es un instrumento para ayudarnos a concentrarnos o relajarnos. No es simplemente una parte de un `yoga cristiano, un tipo de `meditacin trascendental o un

`mantra cristiano... es una invocacin dirigida a otra persona: Dios hecho

Hombre, Jesucristo, nuestro Salvador y Redentor.

Kallistos Ware insiste en el carcter secundario que la tradicin hesicasta otorga a las tcnicas psico-fsicas, resaltando la centralidad de la `oracin del nombre de Jess, de la `oracin del corazn (de la mente en el corazn), que como verdadero don de Dios no est ligada a tcnica alguna. Sin embargo, partiendo de la concepcin de la unidad del ser humano, afirma: El cuerpo no es slo un obstculo que sobrepasar, una protuberancia de la materia a ser ignorada, sino que tiene un rol positivo que jugar en la vida espiritual y est dotado con energas que pueden ser encauzadas para el trabajo de la oracin. Sera, pues, slo como una ayuda para la concentracin en la oracin que el mtodo neo-hesicasta emplea las posturas corporales, el sincronizado ritmo respiratorio y la concentracin cordial.

Segn hemos visto, la oracin a Jess responde a un largo proceso que se extendera desde los ambientes del monacato primitivo, hacia el siglo IV, hasta nuestros das. Baldomero Jimnez Duque afirma que: en el Oriente cristiano se llega as a un mtodo de orar, al margen de lo estrictamente litrgico, con una estratificacin a ultranza, que comporta sus ventajas y sus riesgos. En verdad se trata de todo un mtodo con sus ejercicios y disposiciones preparatorias; con sus grados: vocal, mental, cordial-espiritual; con una teologa subyacente, y con una clara meta: la unin con Dios, descrita como

zeosis, deificacin.

La oracin a Jess en Occidente

Si bien la difusin en occidente de la oracin se ha producido, principalmente, a travs de las sucesivas ediciones de los `Relatos de un peregrino ruso, y de las traducciones de la `Filocalia, seleccin de textos sobre la oracin a Jess y el hesicasmo, hay algunas anotaciones finales que hacer.

No parece equivocarse el trapense Basil Pennington cuando afirma: la expresin oracin a Jess es un paraguas que cubre una variedad de mtodos. Habra una sencilla prctica devocional de repetir el nombre del Seor. Tambin se dara el uso de jaculatorias con amplia libertad. Y finalmente el mtodo fijado por el neo-hesicasmo con la frmula y las prcticas psico-fsicas, en diverso grado.

En relacin a lo primero, en occidente existe tambin una gran devocin al nombre de Jess. San Ambrosio de Miln (333-397), San Agustn de Hipona (354-430), San Pedro Crislogo (c.406-450), San Beda el Venerable (673-

735), son tempranos testigos de ello. En los siglos XI y XII, San Anselmo de

Cantorbery (1033-1109) y los autores de la escuela cisterciense expresan frecuentemente una afectiva devocin al nombre del Seor Jess. Tambin los franciscanos, tras las huellas de San Francisco de Ass (1181-1226), manifiestan una notable piedad hacia el nombre de Jess. Las `fraternidades de Jess o del `Buen Jess, son un testimonio ms. El apasionado mstico ingls Ricardo Rolle (1300-c.1349) y el Beato germano Enrique Suso (c.1295-

1365) difunden con sus escritos la devocin al nombre del Seor. Esto ocurre en el mismo siglo en que, al parecer en Suecia, surgi una orden del Nombre de Jess. Un testimonio particularmente significativo es la difusin hacia el siglo XIV del `Anima Christi con la invocacin `Oh buen Jess, yeme!'. En el siglo XV, bastara citar a San Bernardino de Siena (1380-1444), el famoso predicador franciscano que difundi, en medio de polmicos esclarecimientos, la devocin al santo nombre de Jess, que gustaba representar con el trigrama IHS, desarrollando la `h en forma de cruz. En el mismo siglo la Iglesia, con la intervencin del Papa Sixto IV (del 1471 al 1484), aprob la fiesta del Santo Nombre de Jess que, aunque en forma restringida, an se celebra hoy.

Ms adelante, y por si fuera poco, Fray Luis de Len (1527-1591), en su clsico `De los nombres de Cristo', culmina su enumeracin de los nombres del

Seor con: Jess. En el marco de una `teologa del nombre', el preclaro agustino del Siglo de Oro espaol, escribe: El nombre de Jess... es el propio

nombre de Christo, porque los dems que se han dicho hasta agora, y otros muchos que se pueden dezir, son nombres comunes suyos, que se dicen dl por alguna semejana que tiene con otras cosas de las quales tambin se dizen

los mismos nombres. Otro agustino espaol, el valenciano Jernimo Cantn

(1555-1636), escribi hacia principios del siglo XVII una obra titulada

`Excelencias del Nombre de Jess, segn ambas naturalezas, por encargo de una cofrada de Tarragona, dedicada al Santsimo Nombre de Jess. Estas pocas referencias entre las muchas que se podran mencionar dan una idea suficiente de la explcita importancia devocional que en occidente se le ha venido dando al nombre del Seor Jess.

La oracin mediante jaculatorias es conocida en occidente, por lo menos, desde tiempos de San Agustn y Casiano, como se ha sealado. Las aspiraciones o piadosas invocaciones que elevan a la persona a Dios y recuerdan su presencia forman parte de la espiritualidad carmelitana, entre otras. Al presentar los Abecedarios espirituales de uno de los grandes maestros de la oracin aspirativa en el Carmelo, Juan Sanz (1557-1608), el estudioso carmelita Rafael Lpez Mlus, escribe: La oracin de jaculatorias naci, sobre todo, por obra de San Agustn, pero es la Orden del Carmen quien parece se

ha apropiado de ella, y trabaja por llegar a la cumbre practicndola y dndola a conocer entre las almas. La tradicin oriental trada por Casiano se mantuvo a lo largo de los siglos en medios monsticos y piadosos. Por ejemplo, la hermana Kunne Ginnekins (m. 1398), discpula del fundador de la `Devotio Moderna', Gerardo Groote (1340-1384), repeta incesantemente esta o una jaculatoria similar: Querido Seor Jess, cundo vendrs a mi casa? En su larga agona, hay testimonios que as lo indican, San Francisco Javier (m.

1552) repeta incansable: `Jess, Hijo de David, ten piedad de m! Oh

Virgen, Madre de Dios, acurdate de m!'. La oracin por jaculatorias y aspirativa ha sido muy alabada y alentada en un receptivo occidente. Habra incluso que decir que la vida espiritual en occidente, a lo largo de los siglos, est regada de oraciones breves y fervientes.

El padre Hausherr, en su obra El Nombre de Jess, refiere algunos datos, verdaderamente inverosmiles, de unos campeones occidentales de la oracin

por jaculatorias en este siglo XX. El jesuita William Doyle que apuntara a cien

mil (sic) repeticiones diarias, superado por un lasallista, el hermano Mutien- Marie, de quien se deca efectuaba unas trescientos setenta mil (sic) aspiraciones al da. Juan Bautista Reus (m. 1947), otro jesuita, quiz siguiendo tradiciones que se remontan al tiempo del fundador San Ignacio de Loyola (1491-1556) o atento a las orientaciones del quinto General de la Compaa de Jess, el napolitano Claudio Aquaviva (1545-1615), quien recomendaba volar mentalmente hacia Dios por medio de frecuentes aspiraciones y as encontrar a Dios presente en todo lugar, repeta unas doce mil veces al da la jaculatoria:

Jess, Jos y Mara. Obviamente no se trata de una competencia, pero estos testimonios, ms all de las asombrosas cifras, claramente dejan sentado que tambin en occidente se practica el ejercicio de breves oraciones dirigidas a Dios como saetas de amor, en cuya trayectoria surgi la `oracin a Jess.

En relacin a la prctica de ejercicios corporales en la oracin, basten dos testimonios. El primero es de Santo Domingo de Guzmn (1170-1221), de

quien se recogen, en Las nueve maneras de orar de Santo Domingo, diversas

posturas y ejercicios corporales para favorecer la oracin. Por la coincidencia con el tema de la oracin recogemos parcialmente un relato del Segundo modo de orar. Tambin Santo Domingo con frecuencia sola rezar echndose al suelo, el cuerpo estirado y apoyada la cara sobre el piso. Entonces con el corazn compungido deca las palabras del Evangelio, a veces lo suficientemente alto como para ser escuchado, `Seor, ten piedad de m pecador. No era la nica cita que usaba, ni tampoco era la nica postura que asuma en oracin. El otro testimonio es el de San Ignacio de Loyola, quien en sus Ejercicios espirituales da diversas orientaciones sobre varias posturas corporales, ambientes, uso de potencias, y ritmos respiratorios. As, por ejemplo, sobre esto ltimo dice: El tercero modo de orar es, que con cada un anhlito o resollo se ha de orar mentalmente diciendo una palabra del Pater noster o de otra oracin que se rece, de manera que una sla palabra se diga entre un anhlito y otro.

El ejercicio de la oracin a Jess del neo-hesicasmo, con las caractersticas con que se ha venido dando en el oriente no se ha dado en occidente, salvo

como un trasplante en los ltimos tiempos. Sin embargo, los elementos que

aparecen bajo ese amplio `paraguas que es la oracin, la devocin al

nombre de Jess, la prctica de jaculatorias, incluso incesantemente repetidas, y la intervencin de ciertos ejercicios corporales en la oracin, s se encuentran en la tradicin occidental, aunque no con idnticas caractersticas que en aquella tradicin que naci y se fortaleci en tierras de Egipto, Palestina, Siria y Grecia.

Oracin del Nombre de Jess

Preparacin remota

1. Vida cristiana activa en la Iglesia.

2. Obediencia y pureza de mente y corazn.

3. Tranquilidad de conciencia.

4. Humildad.

Preparacin inmediata

1. Relajacin del cuerpo, asumiendo la postura ms adecuada.

2. Calmar toda emocin.

3. Eliminar toda actividad mental discursiva o imaginativa.

4. Recogerse en el interior.

5. Ponerse confiadamente en la presencia de Dios.

6. Implorar la ayuda del Espritu Santo (1Cor 12, 3).

Cuerpo

1. Concentrar la atencin en el lugar del corazn, mantenindose en paz y en reverencia.

2. Al ritmo de la respiracin (inspiracin-espiracin) repetir (oral o mentalmente) por un determinado nmero de veces: Seor Jesucristo, Hijo de Dios,/ ten piedad de m, pecador. En todo momento deber mantenerse un reverente y vigilante recogimiento.

Bibliografa

(Esta bibliografa tan slo es indicativa de los libros consultados para la redaccin de este texto. No es una bibliografa analtica sobre el tema)

A Priest of the Byzantine Church, Reflections on the Jesus Prayer, Dimension Books, New

Jersey, 1978.

Dictionnaire de Spiritualit: Hsychasme; Jsus (Prire a); Jsus (Nom de); Nicphore

L'Hsychaste; Dorothe, y otros artculos pertinentes.

Intoxicated with God. The Fifty Spiritual Homilies of Macarius, Dimension Books, New

Jersey, 1978.

La Filocalia de la Oracin de Jess, Editorial Lumen, Buenos Aires, 1979.

Las sentencias de los Padres del desierto. Resencin de Pelagio y Juan, (Serie sistemtica), Descle de Brouwer, Bilbao, 1988.

Los dichos de los Padres del desierto, (Serie alfabtica), Ediciones Paulinas, Buenos

Aires, 1986.

Textos de Espiritualidad Oriental, Ediciones Rialp, Madrid, 1960.

The Letters of Saint Antony the Great, SLG Press, Oxford, 1983.

The Lives of the Desert Fathers, Mowbray, London & Oxford, 1980.

The Way of a Pilgrim and The Pilgrim Continues His way, The Seabury Press, New York,

1965.

Strannik El Peregrino Ruso, Editorial de Espiritualidad, Madrid, 1976.

Thologie de la vie monastique. Etudes sur la tradition patristique, Etudes publies sous la direction de la Facult de Thologie S.J. de Lyon-Fourvire, Aubier, 1961.

Un monje de la Iglesia de Oriente y Oliver Clment, La Oracin del Corazn, Editorial

Lumen, Buenos Aires, 1981.

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Claretiana, Buenos Aires, 1982.

Athanasius, The Life of Anthony and the Letter to Marcellinus, Paulist Press, New York,

1980.

Anthony Bloom, Oracin viva, Descle de Brouwer, Bilbao, 1970.

Sergio N. Bolshakov, En las alturas del espritu, Ediciones Paulinas, Buenos Aires, 1983.

Sergio N. Bolshakov, Russian Mystics, Cistercian Publications, Kalamazoo, 1980.

Sebastian Brock, The Syriac Fathers on Prayer and the Spiritual Life, Cistercian

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Juan Casiano, Colaciones. Tomo I y II, Ediciones Rialp, Madrid, 1958, 1962.

Oliver Clment, Aproximacin a la oracin. Los msticos cristianos de los orgenes, Narcea, Madrid, 1986.

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Tito Colliander, Camino de los ascetas, Ediciones Paulinas, Buenos Aires, 1983.

G.M. Colombas, OSB, El monacato primitivo. Tomos I y II, BAC, Madrid, 1974, 1975.

Lorenzo Dattrino, Il Primo Monachesimo, Edizioni Studium, Roma, 1984.

Francisco R. De Pascual, Jacques Serr, Olivier Clement, Placide Deseille, La Oracin del

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Paul Evdokmov, El conocimiento de Dios en la tradicin oriental, Ediciones Paulinas, Madrid, 1969.

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Jean-Yves Leloup, Palabras del Monte Athos, Ediciones Paulinas, Buenos Aires, 1983.

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Chariton de Valamo, Arte de la oracin, Editorial Lumen, Buenos Aires, 1979.

GUIGO II, EL CARTUJO

Entre los grandes maestros espirituales merece mencionarse a Guigo II, autor de un breve tratado que recoge y sistematiza con notable claridad y sentido didctico la oracin tradicional de los claustros occidentales.

En 1174, Guigo el Anglico o Guigo II fue elegido prior del monasterio de la Gran Cartuja ubicado entre ariscas montaas en las cercanas de Grenoble, en Francia. Los cartujos constituyen una orden de austeridad ejemplar, cuyos miembros desarrollan una vida aislada y silenciosa propia de eremitas, pero en el marco de un monasterio. La idea es vivir una vida solitaria, pero en una estructura que favorezca la plena dedicacin de los monjes en la realizacin de su anhelo de soledad y silencio, en la conviccin de que ellos son medios adecuados para aguzar la visin de eternidad y favorecer una vida de oracin profunda, ordenada a la contemplacin.

Su fundador fue San Bruno (1032-1101), quien inici una praxis de vida luego transformada en escuela, y un tanto codificada por el quinto de sus sucesores,

Guigo I (1083-1137), alrededor del primer tercio del siglo XII, en torno a un

oratorio dedicado a Nuestra Seora de las Cabaas. La devocin a Santa Mara fue y sigue siendo uno de los elementos principales de su austera espiritualidad.

En el mbito monacal de los discpulos de San Bruno, Guigo II, de quien se conoce poco, se convirti en el noveno prior del centro de aquella orden de la que el Papa Inocencio XI, dijo a fines del siglo XVII: "La Cartuja nunca ha sido reformada, pues nunca ha estado deformada".

La escalera

De los trabajos del misterioso Guigo slo han llegado hasta nosotros la Scala claustralium (1) o Scala paradisi y unas Meditaciones (2). Existe tambin un trabajo, menos valioso, que le viene siendo atribuido y que contiene una meditacin sobre el Magnificat.

La Escalera de los monjes o Carta sobre la vida contemplativa fue redactada hacia 1150, en forma de carta, de estilo monstico, a un monje de nombre Gervasio. El contexto del escrito es la vida monstica y se orienta en una definida opcin hacia la vida contemplativa. La obra de quince cortos captulos no slo impact entre los monjes, sino que, en lengua verncula, se difundi tambin entre los laicos. No pocos resaltan su influencia en los inspiradores de la Devotio Moderna, a travs del cartujo Enrique Eger de Kalkar (m. 1408) (3) y Gerardo de Groote (1340-1384). Habran sido los famosos "Hermanos de la Vida Comn", mismo corazn de la Devotio, quienes en el siglo XV difundieron una versin breve de la obra de Guigo atribuida a San Bernardo, bajo el ttulo de Los cuatro pasos.

Doble sentido de los pasos

Guigo presenta una escalera simblica de cuatro escalones o pasos espirituales ligados causalmente -lectura, meditacin, oracin y contemplacin- como trayectoria de la tierra al cielo para los monjes. Vale aclarar que habra una doble distincin que hacer.

Ante todo, en un primer sentido, los pasos son funciones dentro de la oracin. Hay una interrelacin entre los escalones, reclamndose unos a otros. As por

ejemplo: "La lectura sin la meditacin es rida -afirma-; la meditacin sin la

lectura est sujeta al error; la oracin sin la meditacin es tibia; la meditacin sin la oracin carece de frutos; la oracin cuando es ferviente gana la contemplacin, pero lograr la contemplacin sin oracin sera no slo raro sino incluso milagroso".

Claro que en el asunto de la escala y en particular sobre la "contemplacin", el autor reconoce lgicamente que la estructura que propone no puede poner

lmites al poder de Dios, que obra siempre con entera libertad, impulsado por su amor misericordioso. Cuidadoso telogo y buen observador psicolgico,

subraya, tambin, la necesidad de la respuesta humana: "Nada podemos sin El. Es El quien obra en nosotros, sin embargo no sin nosotros. Y es que somos cooperadores de Dios, como dice el Apstol (4). Dios quiere que lo

invoquemos, es voluntad suya que cuando su gracia viene y toca a nuestra puerta (5), ejerciendo voluntariamente nuestra libertad, le abramos a El

nuestro corazn y le otorguemos nuestro consentimiento".

Por otro lado, tambin, cada uno de los pasos se identifica con un grado de progreso en el camino de unin con Dios. As, mirando a los sujetos que realizan los ejercicios espirituales, se identifica la lectura con los principiantes, la meditacin con los proficientes, la oracin con los devotos y la contemplacin con los bienaventurados. El autor deja establecido este proceso gradual, aun cuando no lo desarrolla.

Lectura

Guigo enmarca el ejercicio de la oracin en las diversas prcticas y ejercicios de la vida monstica, que bien pueden considerarse como una preparacin remota.

El paso inicial es la lectura, que consiste en la aplicacin de toda la atencin a un pasaje concreto de la Sagrada Escritura. Bien podra haber escrito: "aplcate

todo al texto". Es el "fundamento" que proporciona al ejercitante la "materia" y

"lleva a la meditacin". El inters despertado por una primera inteligencia de lo que sosegadamente se ha ledo impulsa a ahondar ms en ello, pasando as a otro de los escalones: la meditacin.

Meditacin

Incentivado el ejercitante con el texto que ha ledo aplica a l su mente procurando captar todo su sentido. Guigo no se queda en una repeticin rumiativa, va ms all aplicando el discurso, pero siempre en un sentido inquisitivo anclado en el texto, buscando "extraerle el jugo a la uva". Es un

trabajo que ante todo busca "el corazn del asunto", sin dejarse distraer por lo superficial (6). Una vez en posesin del sentido busca la implicancia y aplicacin del pasaje a la propia vida. Al proceder as se llega a percibir una "nueva dimensin" en el texto que despierta "hambre" de aquello que an no se posee, o tambin, habra que decir de algo que sobra y constituye un obstculo para el propio camino espiritual, lo que conduce al tercer escaln: la oracin.

El Prior cartujo cuida mucho de hacer notar que el ejercicio de la meditacin no es una actividad de la inteligencia aplicada a obtener mayores informaciones o

conocimientos, sino que est ordenada a algo mayor. No rechaza el uso de la

razn, pero tampoco cae en un racionalismo que en definitiva terminara siendo fin de s mismo. Obviamente se trata de una advertencia contra el intelectualismo. Hilvanando textos escritursticos Guigo habla de la necia sabidura del mundo, de la de "aquellos que no tenan la gracia de comprender lo que tenan la habilidad de ver. `Se entontecieron en sus razonamientos (7)' y `toda su sabidura fue devorada' (8)".

Oracin

La conciencia de la lejana del bien que aparece en la meditacin, inaccesible a las solas fuerzas, lleva al ejercitante a implorar la misericordia divina. Es un momento fuerte en que la persona toma especial conciencia de su propia identidad, su contingencia, su pecado y de la nostalgia de Dios, que siente en lo profundo de su ser. Guigo manifiesta algo de la experiencia interior que conduce a la oracin y en ella se expresa cuando dice en una plegaria: "Cuando partes para m el pan de la Sagrada Escritura te reconozco en la fraccin del pan, y cuando ms te conozco, ms te anhelo conocer, pero no ya desde fuera, en la corteza de la letra, sino en su sentido profundo... Dame, pues, Seor, una prenda de lo que espero heredar, al menos dame una gota de lluvia celestial con la que pueda refrescar mi sed, pues me estoy quemando de amor".

Contemplacin

Este paso es puro fruto de la liberalidad divina. Ante la plegaria y la nostalgia de Dios que ella manifiesta, El "no espera que el alma nostlgica termine de expresarse sino que interrumpe la oracin... y se presenta de improviso cubierto del dulce roco celestial... Renueva entonces al alma fatigada, sacia su sed y colma su hambre, hace que se olvide de las cosas materiales, haciendo que muera a s misma le da nueva vida, y embriagndola la hace recuperar el sentido". En la contemplacin "la mente es como elevada sobre s misma y suspendida en Dios, saboreando las alegras de la eterna dulzura (9)".

No est dems hacer notar que no se debe ver una relacin mecnica necesaria entre los ejercicios de oracin y la experiencia de la contemplacin (10). Pero, conviene tambin tomar en consideracin la perspectiva del Plan de Dios y de la "cooperacin" humana a la gracia que se descubre en el pensamiento de Guigo. Si bien la contemplacin es eminentemente donal, su recepcin -segn se desprendera de la Escalera- suele favorecerse

dispositivamente por los ejercicios de la oracin, en respuesta a la gracia de Dios. El, en su libre magnanimidad y misericordia, puede premiar las fatigas del que ora y anhela su visita.

Teniendo todo esto como transfondo, Guigo sale al encuentro de una perspectiva que juzga temeraria: "no debemos tentar a Dios presumiendo que algo semejante -que seremos conducidos a la contemplacin en la misma forma como, por ejemplo, han sido bendecidos San Pablo y otros- nos habr de ocurrir. Ms bien, debemos hacer nuestra parte, es decir, leer y meditar sobre la ley de Dios, y orarle para que nos ayude en nuestras debilidades y mire compasivo nuestra fragilidad. El nos ensea a proceder as, cuando dice:

`Pedid y recibiris; buscad y encontraris; llamad y se os abrir' (11). Pues `el

Reino de los cielos padece violencia y son los violentos los que lo conquistan' (12)".

Guigo expresa muy bien la conviccin que tiene de la conveniencia de esforzarse para mejor disponerse a la contemplacin, como algo que puede hacer para encontrar respuesta a su hambre de Amor. En ello no parece querer prescindir de la libertad de Dios, "quien obra cuando El quiere y sobre quien El quiere", sino tan slo expresar la magnitud del propio anhelo por la unin amorosa, que se manifiesta por el deseo de poner los medios ms adecuados a su alcance para hacer concreto su clamor a la benevolencia divina.

Una obra valiosa

Guigo II muere hacia 1188 (13), pero el influjo y valor de su obra lo sobreviven. La Escalera se impuso por sus propios mritos, sin que se conozca referencia alguna a los rumores de santidad (14) sobre el Prior que la redact, pues segn la costumbre cartuja, los autores no firman sus trabajos, que son presentados como annimos: "Un cartujo" o "Un cartujo de X lugar", o simplemente sin referencia alguna. La obra se difunde ampliamente bajo atribucin ya de San Bernardo (15), ya de San Agustn (16).

La concepcin explcita de la interrelacin causal de los pasos de la oracin constituye un claro antecedente de la metodizacin de la Devotio Moderna. Esa

explicitacin causal es nota clave que resalta la obra de Guigo en la marcha de

la metodizacin, puesto que los elementos que presenta ya se conocan desde antiguo. Las traducciones modernas de este clsico de la vida espiritual sealan un renovado inters (17) por las enseanzas del Prior de la Gran Cartuja y por el camino de la lectio divina practicado en medios monacales.

Mtodo de oracin de Guigo II, el cartujo

Preparacin inmediata

Lectura: Atenta recoleccin de las facultades orientadas al cuidadoso examen de la Sagrada Escritura. La lectura, que est en la superficie, busca y provee comida slida.

Cuerpo

Meditacin: Aplicacin diligente de la mente que va investigando el conocimiento de la verdad oculta, con el auxilio de la propia razn. La meditacin encuentra, ahondando en la inteligencia interior, masticando la comida.

Oracin: Orientacin devota del corazn hacia Dios para solicitarle bienes y que aleje los males. La oracin capta el sabor, responde al gusto y pide

ardientemente segn la nostalgia interior y el deseo.

Contemplacin: Elevacin de la mente sobre s misma, como merced graciosamente concedida por Dios, que la mantiene suspendida en El, mientras ella gusta y goza de las dulzuras eternas. La contemplacin, cuando se produce, gusta las delicias y las dulzuras que regocijan y refrescan.

Notas

1. Son varias las traducciones hodiernas, generalmente de la versin crtica de E. Colledge y J. Walsh. Entre ellas: Guigues II Le Chartreux, Lettre sur la vie contemplative (L'echelle des moines). Duze mditations, par E. Colledge, O.S.A. - J. Walsh, S.J., Sources Chrtiennes 163, Ed. du Cerf, Pars 1970, pp. 81ss. Guigo II, The Ladder of Monks (A Letter on the Contemplative Life) and Twelve meditations, Translated, with an Introduction by Edmund Colledge, O.S.A., and James Walsh, S.J., Cistercian Publications, Kalamazoo 1981, pp. 65ss. Lettera sulla vita contemplativa di Guigo certosino al fratello Gervasio, en Giorgio Giurisato, Abate de Praglia, Lectio divini oggi, Edizioni Scritti Monastici, Abbazia di Praglia 31988, pp. 55ss. En la Bibliografa que sobre la Lectio Divina presenta Giurisato aparecen, bajo Guigo II, hasta cuatro otras referencias en italiano. Guigo II, cartuxo, Carta sobre a vida contemplativa ou A escada dos monges en A Lectio Divina, ontem e hoje, Monasteiro de S. Bento da Bahia 1989, pp. 7ss. Carta sobre la vida contemplativa, en Hugo Mujica, Camino de la palabra, Ediciones Paulinas, Buenos Aires 1989, pp. 133ss. Tambin en castellano, se puede ver: P. Senz, Carta sobre la vida contemplativa (La escala de los monjes) por Guigo II, en "Cuadernos Monsticos", ao XII,

1977, n. 42, pp. 367ss.

2. Son doce las meditaciones atribuidas a Guigo. Ellas son ejemplo de una teologa llena de imgenes y en recurso constante a la Sagrada Escritura. Algunos pasajes permiten encontrar ideas que aparecern en su Escalera. Las Meditaciones no han tenido la divulgacin de aqulla.

3. Fue Prior de la Cartuja de Munnikhuizen, vinculado a la Devotio, y partidario de la

sistematizacin de la oracin. Ver Dom Franois Vandenbroucke, New milieux, new problems. From the twelfth to the sixteenth century, en Dom Jean Leclercq, Dom Franois Vandenbroucke, Louis Bouyer, The spirituality of the middle ages, Burns & Oates, London and Tunbridge 1968, p.

433. Sobre la influencia de la espiritualidad cartuja en la Devotio puede tambin verse Otto

Grndler, Devotio Moderna atque antiqua: the modern devotion and carthusian spirituality, en The spirituality of western christendom. II The roots of the modern christian Tradition, Cistercian Publications, Kalamazoo 1984, pp. 27 ss.

4. Ver 1Cor 3, 9.

5. En referencia a Apoc 3, 20: "Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta entrar en su casa y cenar con l y el conmigo".

6. En una breve presentacin de Guigo y recogiendo su perspectiva, Keith Egan seala:

"Mientras Guigo es sobrio y restringido en su exgesis espiritual, no se siente inclinado a alinearse con el nuevo nfasis en el sentido literal o histrico. En realidad, Guigo considera el sentido literal como superficial y externo". Keith J. Egan, Guigo II, The theology of the contemplative life, en The spirituality of western christendom, Cistercian Publications, Kalamazoo

1976, p. 113. Sobre los sentidos de la Escritura se puede leer una presentacin sinttica en

(- 20 -)

Hugo Mujica, ob. cit., pp. 118-130.

7. Rom 1, 21.

8. Sal 106, 27.

9. Estos dos textos de Guigo permiten hacerse una idea bastante precisa de qu contemplacin est hablando.

10. Aun cuando Guigo establece este paso como parte de un proceso secuencial causal, no parece que se pueda entender que lo es en el mismo sentido que los anteriores, sino tan slo como usualmente ubicado en dicho lugar. Al depender de Dios y no del esfuerzo humano, no puede ser considerado como un escaln final del ejercicio que realiza el orante, salvo en un sentido muy amplio en el que por contemplacin se entienda algo diverso a lo que parece desprenderse de la Escalera.

11. Mt 7, 7.

12. Mt 11, 12.

13. Usualmente el ao reconocido era 1193, ver Guigues II en DS, cols. 1175 y 1176. Sobre la nueva fecha ver Guigo II, The ladder of monks (a letter on the contemplative life) and twelve meditations, p. 3s.

14. Refirindose a Guigo II, Hugo Mujica -quiz inspirndose en Le Couteulex, historiador de la Cartuja o en Colledge y Walsh, responsables de la hodierna edicin crtica, que dan noticia del hecho- seala: "Quiz haya que identificarlo con aquel cartujo que, despus de muerto, tantos milagros haca en su tumba que, atrayendo a numerosos peregrinos haca peligrar la soledad de la Cartuja, por lo cual el prior tuvo que darle la orden por la santa obediencia de cesar de hacer milagros, orden que cumpli inmediatamente", ob. cit., p. 132. Colledge y Walsh recuerdan un par de historias parecidas y juzgan que en todo caso ella "muestra que luego de su fallecimiento Guigo debe haber disfrutado entre sus hermanos una muy singular reputacin de santidad", Guigo II, The ladder of monks (a letter on the contemplative life) and twelve meditations, ob. cit., p. 4.

15. En el Migne aparece referido a San Bernardo bajo el ttulo Scala claustralium sive tractatus

de modo orandi, PL 184, 475-484.

16. Tambin el Migne lo recoga entre las obras de San Agustn, con el ttulo Scala paradisi, PL

40, 997-1004.

17. Ver nota 1.

UN MAESTRO DE ORACIN, GARCA GIMNEZ CISNEROS

Hacia 1493 una docena de monjes, cansados del largo camino desde Valladolid, ascenda trabajosamente hacia el santuario de Nuestra Seora, en Montserrat. Entre ellos iba quien sera elegido prior, y ms tarde abad del monasterio de Montserrat, Garca Gimnez. Poco tiempo antes, los Reyes Catlicos haban logrado que el Papa Alejandro VI anexionase Montserrat al monasterio de San Benito el Real de Valladolid.

Nacido en la villa de Cisneros, del antiguo Reino de Len, en 1455, Garca o

Garsas ser conocido como de Cisneros. Hacia el inicio de la dcada de los 70 ingres al monasterio benedictino San Benito, de Valladolid, en el que lleg a ocupar el cargo de segundo prior. San Benito era ya entonces centro de lo que se ha dado en llamar la reforma vallisoletana. Fundado en 1390 por auspicio real fue desde un principio destinado a convertirse en un centro de restauracin de la estricta observancia.

Ya desde tiempos de su noviciado, Garca es un entusiasta lector del Salterio, acompandolo por los comentarios de San Agustn. Como buen aprendiz de monje se fue familiarizando con la vida y dichos de los Padres, as como con obras de San Agustn, de San Gregorio, y otros, cuyas doctrinas son slido alimento para el espritu. Por ese entonces estaba en su apogeo la reforma exterior e interior, la austeridad y la observancia en Valladolid. A mediados de

la dcada del 70, unos diecisiete monasterios reconocan la direccin de la abada de Valladolid. Sin embargo, ms que un centro intelectual, que ciertamente no era, San Benito el Real era un centro de espiritualidad, en el cual los monjes se dedicaban a "vacar al estudio de la conciencia". Por entonces, hacia fines del siglo XIV, bajo influjos nrdicos de la "Devotio moderna", los monjes se aficionaron a la oracin metdica.

Reforma y observancia

En pleno perodo de los Reyes Catlicos, o de las reformas y observancias, que ellos auspiciaran activamente desde 1485, llegaba el joven monje para hacerse cargo de la reforma de Montserrat. Como bien ha sealado un estudioso del siglo XVI espaol, eran tiempos signados por la unidad. Unidad de Aragn y Castilla (1479). Unidad geogrfica de dimensiones planetarias, esta vez simbolizada por el descubrimiento del Nuevo Mundo (1492). Uno de sus "predecesores", superior de los eremitas de Montserrat hacia 1482, antiguo secretario de Fernando el Catlico, Bernardo Boil, acompa a Cristbal Coln en 1493, justamente por los tiempos en que Garca llegaba a Montserrat. Habra que ver en ello todo un smbolo del rol al que estaba invitado a desempear el monasterio de Montserrat en la reforma religiosa que con carcter nacional, antes que Trento o las manifestaciones protestantes, impulsaban Isabel y Fernando.

La situacin ante la cual reaccionaba la reforma se ve descrita en el documento en que los Reyes la ordenan: ... porque en nuestros reinos hay muchos monasterios e casas de religin, as de hombres como de mujeres, muy disolutos y desordenados en su vivir e en la administracin de las mismas casas e bienes espirituales e temporales, de lo cual nacen muchos escndalos e inconvenientes e cosas de mal ejemplo... de que nuestro Seor es muy deservido, e a nos se podra imputar e dar asaz cargo. Fueron esos mismos Reyes Catlicos, quienes en una visita realizada al monasterio de Montserrat, en 1492, tomaron consciencia de la necesidad de su reforma, y obtuvieron que la congregacin de Valladolid se hiciera responsable del proceso.

El 3 de julio de 1493, Garca se haca cargo del priorato de Montserrat, que dependa por entonces de Valladolid. Muy pronto se entrega a la reforma, tanto en los aspectos materiales y exteriores del convento, como en lo relativo a la

disciplina comunitaria y la vida interior de los monjes.

Segn se especula, al realizar una gestin de paz ante Carlos VIII, rey de Francia, en 1496, tuvo ocasin de tratar con Juan Mombaer (1460-1503), quien por entonces radicaba en el monasterio de Livry, cerca de Pars. Mombaer o Mauburnus es uno de los propagadores de la "Devotio moderna", autor de una recopilacin de textos de la espiritualidad de Windesheim, conocida como el `Rosetum' (`Rosetum exercitiorum spiritualium'). Sea el que fuere el alcance de este viaje, a su regreso, el prior se entrega con renovados brios a la reforma de lo que en realidad era un cenobio santuario eremitorio. La situacin de Montserrat en poco se pareca a la de Valladolid. Centenares de peregrinos acudan diariamente, no pocos reciban alimentos de los monjes, y los enfermos era fraternalmente atendidos, los sacerdotes ejercan sus responsabilidades espirituales confesando, dando orientacin

espiritual, instruyendo a los peregrinos, y celebrando las solemnes ceremonias litrgicas.

Garca de cisneros se vio desde un principio con el reto de aplicar una reforma

conventual y estrecha a la realidad sumamente activa de Montserrat. De nimo emprendedor y combativo, no sucumbi por el sendero fcil. Procur preservar todas las caractersticas singulares de Montserrat, entre las que destacaban la oracin mental diversa de Valladolid, quiz introducida por el abad Juan de Peralta segn la inspiracin del mtodo de Luis Barbo (1) (c. 1382-1443), o confirmada segn prctica anterior y las solemnidades en la liturgia, lo que caus ms de un problema con el monasterio principal de Valladolid. En el Captulo General de 1500, Garca logr que sus proyectos fueran reconocidos. Ya con un nuevo estatuto, Montserrat estrena nuevas Constituciones en 1501, impresas en su propia imprenta, inaugurada pocos aos antes. En ellas se estableca que los monjes de Montserrat seguan la Regla de San Benito, pero "en otras cosas, algunas diferentes de nuestra congregacin (Valladolid), nos conformsemos con las loables costumbres de este monasterio, por conservar la devocin de los peregrinos".

En 1502, las constituciones de la reforma de Montserrat alcanzaran condicin de norma fundamental del monasterio cataln. Reunidos todos los monjes en

la sala capitular, el 18 de agosto, no slo ratificaron las constituciones, sino

que determinaron que ningn abad tomara el cargo sin antes jurar que las respetara y las hara respetar. Los "spirituales exercicios" ncleo de la reforma cisneriana, quedaban as reconocidos como recto camino de perfeccin y vida religiosa.

La obra de reforma

Demasiado largo sera ingresar a los detalles de la reforma de Montserrat. Baste dar una breve noticia de la misma exponiendo algo sobre la "ratio studiorum" de Garca de Cisneros. Montserrat es convertido por el abad Garca en una escuela de formacin espiritual.

Tres sern los cursos bsicos en los que se habrn de formar los monjes. La oracin mental metdica, segn el `Ejercitatorio de vida espiritual', a cuyo estudio deberan entregarse antes de ingresar a la prctica. Este estudio se iniciaba en el noviciado, profundizndose con la Regla de San Benito (c. 480-

547), el `Beatus vir' o `Trapado de la ascensin espiritual' de Gerardo Zerbolt de Zutphen (m. 1398), y el `Directorio de las horas cannicas'. Luego

procedan al estudio de los salmos y el Oficio Divino, as como a los

comentarios de los salmos de San Agustn. El tercer curso versaba sobre la teologa moral y la predicacin, para cuyo estudio estaba sugerida la `Suma Teolgica Moral' del dominico San Antonino de Florencia (1389-1459) y el Preceptorio de las leyes divinas, segn exposicin del Declogo del tambin dominico Juan Nider (m. 1438). Los monjes deban estudiar y el maestro tomarles la leccin. El tiempo de estudio estaba tambin regulado: "Despus de Prima, vyanse con sumo silencio a sus celdas, de las cuales ningn monje salga hasta el signo primero de Tercia... En el cual tiempo tenga cada uno leccin diputada, segn que el prelado se la asignare, en la cual slo se ocupe y no en otra".

El rigor en la etapa de formacin en relacin a la seleccin de obras de texto a ser estudiadas, era seguido posteriormente, luego de la "graduacin", por una gran liberalidad en la eleccin personal de los libros de la muy bien provista biblioteca del monasterio.

Como su primero, el cardenal fray Francisco Gimnez de Cisneros, estrecho colaborador, desde 1493, del movimiento reformador de los Reyes Catlicos,

Garca era un convencido de la utilidad de la imprenta en el impulso evangelizador de la reforma. Antes de fin de siglo ya editaba Montserrat un

primer "Enchiridion Benedictinum", que inclua la Regla de San Benito, obras de San Buenaventura (1221-1274), el `Tratado de ascensin espiritual' de Gerardo de Zupthen, entre otras obras. Muy pronto fue seguido por la eleccin

de misales, breviarios, procesionales y los ejemplares del `Directorio de las

Horas Cannicas', las `Constituciones de los Monjes', as como otras obras atribuidas al ilustre Abad, entre ellas: "Ejercitatorio de la vida espiritual", terminada el 13 de noviembre de 1500, editada simultneamente en latn y en espaol. La escuela de formacin de Montserrat contaba as, ante todo, con una buena provisin de libros para sus propios estudiantes y monjes, as como para irradiar a otros monasterios y conventos, al igual que a los laicos, la espiritualidad de la reforma vivida en el monasterio de Nuestra Seora bajo la direccin del abad Garca.

El Ejercitatorio

Guiado por el celo de la reforma, y convencido de las virtudes de la oracin mental metdica, Garca Gimnez concibi un pequeo manual que empleando material de maestros consagrados sirviera para introducir a los novicios a la oracin mental, y guiara su avance por las sendas de la ascensin espiritual. "Compilacin de los Ejercicios Espirituales", la llama su autor, reconociendo cual habr de ser su metodologa para la composicin de un tratado sobre "cmo el ejercitador y varn devoto se ha de ejercitar segn las tres vas que son llamadas Purgativa, Iluminativa y Unitiva".

Ciertamente una lectura atenta de la obra mostrar que no se trata de una simple compilacin, sino de una seleccin de textos sumamente valiosos, bastante bien trabados entre s, sobre todo antes de la cuarta parte, y con un meritorio logro en la presentacin antolgica de la doctrina que quiere comunicar. Consta la obra de 69 captulos. Hasta el captulo 30 expone las tres vas, y luego recopila textos tericos sobre la contemplacin, o desarrolla puntos para meditar. Se trata de un manual para estudios, como ya sabemos, eso explica quizs la impresin de yuxtaposicin de materiales que ofrece en la cuarta parte.

Sus fuentes son muchas, y el autor no pretende ocultarlas, pero se pueden determinar algunas ms fcilmente que otras. Gerardo de Zutphen, cuya obra

"De spiritualibus ascensionibus" fue impresa en el mismo Montserrat por

indicacin de Garca, es recogido generosamente. `El alfabeto del Divino Amor' del cartujo de Gemmitz Nicols Kempf (m. 1497) sirve para la redaccin de unos cuatro captulos. Juan Gerson (1363-1429), San Buenaventura. Juan Mombaer o Mauburnus (1460-1501), el clebre cartujo Hugo de Balma (m.c.

1303) a quien por un error bastante comn llama de Palma, Toms Hemerken

de Kempis (c. 1380-1471), y otros muchos cuya seleccin manifiesta la gran erudiccin del abad.

Influencias

Para el momento de su muerte, el 27 de noviembre de 1510, la escuela de oracin de Garca Gimnez de Cisneros est bien asentada. Cuando en 1512 es elegido abad Pedro de Burgos, discpulo predilecto de Garca, el impulso reformista cisneriano estaba definitivamente asegurado. A los pocos aos se empieza a difundir la obra. Hay ediciones en diversos lugares de Espaa, en Pars en Francia, Venecia en Italia, Cracovia en Polonia, y as en adelante. Adems, una versin, ms sencilla, del `Ejercitatorio' preparada por Pedro de Burgos con el ttulo de `Compendio de Ejercicios Espirituales' ve multiplicarse sus ediciones, difundiendo an ms la orientacin espiritual del abad Garca.

Los `Ejercicios Espirituales' de San Ignacio de Loyola portan en su ncleo la influencia de la escuela de Garca Gimnez de Cisneros. No pocos peregrinos acudan a Montserrat para aprender a ejercitarse en la oracin mental que ah se practicaba. A la Montaa Santa concurri tambin San Ignacio para venerar a Nuestra Seora, la Moreneta. Ignacio confesar sus pecados y pasar tres das repasando la doctrina cristiana. Quiz imitando algn personaje del "Flos Sanctorum" (2), o a los ermitaos que por ah habitaban, se refugi en una de las cuevas de la montaa, y luego por cerca de un ao en la zona de Manresa que mira a Montserrat. En esas andanzas toma contacto con el benedictino Juan Chanones, quien segn antiguos testimonios inici al peregrino en los ejercicios espirituales del abad Garca.

El mtodo

Teniendo como fin ltimo la caridad perfecta de Dios, "juntar el nima con Dios", Garca presenta un camino espiritual que va de lo menos perfecto a lo ms a travs de determinados ejercicios organizados segn las tres vas: Purgativa, Iluminativa y Unitiva, de acuerdo a determinadas materias, horas (por la noche despus de Completas y por la maana despus de maitines) y das de la semana. Plantea un proceso de desarrollo gradual, que no excluye ciertos retornos a materias ms propias de otra va. Igualmente se aprecia una clara concepcin de individuacin. No todo es para todos, Para el maestro benedictino hay que ver que "los ejercicios se ordenen de tal manera que convengan a cada uno segn su estado y disposicin interior y exterior. No todas las cosas convienen a todos, ni todos pueden hacer una cosa igualmente".

El `Ejercitatorio', considerado como "el primer tratado completo espaol de oracin metdica que conocemos", no es sin embargo rgido. Las partes de la oracin no tienen que guardarse siempre en el mismo orden, sino que segn el grado de avance cada uno puede aprovechar mejor un orden ms personal. Esa misma impresin se produce al comparar cada una de las partes segn las diversas vas. Se constata cmo no se producen exactamente bajo un mismo patrn, sino que tienen caractersticas propias. Por otro lado la presencia de elementos ya intelectuales, ya efectivos permite concluir una cierta apertura

metdica. No parece que sea falta de coherencia, sino que habra una intencionalidad en dejar algo suelto el influjo y el acento, para ir avanzando de lo discursivo a la contemplacin amorosa, dejando amplio lugar a la accin del Espritu. La misma consideracin del Padre Nuestro, al final de la va Iluminativa, buscando resaltar el sentido anaggico, parte de un ejercicio de la mente para encender los afectos.

Mtodo de oracin del maestro

Garca Gimnez de Cisneros

Preparacin remota

a. Vas Purgativas e Iluminativa

Buscar buena compaa y apartar la mala.

Limpiar y purgar el propio espritu.

Mantener orden en los diversos ejercicios espirituales.

Purgar el corazn de todo pecado mortal, teniendo contriccin y confesin general.

Recto temor.

Menospreciar toda consolacin.

Vaciar el corazn de cuidados exteriores y superfluos.

Ardiente deseo de aprovechar por el camino de la oracin y vida espiritual.

b. Va Unitiva

Primero: "que el ejercitador por virtuosa costumbre y gracia est arraigado en las virtudes"

Segundo: "Silencio interior, de manera que est libre de todas las cosas exteriores, y que no se ocupe en lo que oy o vi".

Tercero: "Amoroso juntamiento con Dios, de tal manera, que todos sus juicios, todos sus hechos, todas sus doctrinas, con gran reverencia las abrace".

Cuarto: "Ninguna otra cosa busque, mas piense que es suficientsimo aquel su muy amado Dios".

Quinto: Memoria frecuente de las perfecciones de Dios, y gozo porque es todo poderoso, porque es sapientsimo, porque es soberanamente bueno.

Preparacin prxima

a. Vas Purgativa e Iluminativa

Pureza de corazn que nos dispone al fin ltimo que es la perfecta caridad de Dios.

Conciencia de la propia imperfeccin.

Disponer de la materia ordenada para los ejercicios espirituales segn el orden de cada una de las vas.

b. Va Unitiva

"Tener algunos puntos y palabras, por las cuales exprese su deseo afablemente" para la oracin.

Preparacin inmediata

I. Tiempo, lugar, postura y oraciones iniciales

I.1. Va Purgativa

"A la hora establecida para la oracin, venido al lugar acostumbrado, puesto de rodillas, signndote en la frente, en la boca y en el pecho con la seal de la Santa Cruz, di una antfona: Ven Espritu Santo, llena el corazn de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Y tres veces repite este verso: Dios mo, ven en mi auxilio. Seor date prisa en socorrerme".

I.2. Va Iluminativa

Para "el cual es conveniente hora despus de Completas". "Pues cada da, llegado a la celda a la dicha hora, puesto en el lugar de oracin, de rodillas o estando de pie, signado con la Santa Cruz, y recogido tu espritu, invocando al Espritu Santo, di esta antfona: Ven Espritu Santo, llena el corazn de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Luego el Salmo Dios mo ven en mi auxilio. Todo. O tres veces: Dios mo ven en mi auxilio. Seor date prisa en socorrerme".

I.3. Va Unitiva

Despus de maitines llegado "al lugar de la oracin, signado con la santa cruz".

II. Recogimiento y presencia de Dios

II.1. Va Purgativa

"Y recogida tu nima, toma persona de culpado; y con afecto de temor, puesto delante de Dios como si fuese un Juez".

"Humilla tu alma delante de la presencia del Seor en cuyo acatamiento ests; pues, firmemente has de creer cuando de pones a orar, que ests en la presencia de Dios".

II.2. Va Iluminativa

"recogiendo tu espritu, invocando al Espritu Santo".

Examen de conciencia: "Con gran diligencia ten captulo contigo mismo, examinndote en los pecados". Luego del examen, acusarse y pedir perdn a Dios, diciendo el salmo "Desde lo hondo" (Sal 129) por las negligencias.

II.3. Va Unitiva

"Recogiendo tu espritu, tomando persona de hijo o de esposa, con afecto de amor.

Cuerpo

III. Formar meditacin o Consideraciones

III.1. Va Purgativa

Primera partcula o va exasperativa. "Oh nima ma, piensa ahora, y diligentemente estudia" (ya considerando, pensando, mirando, contemplando, sin excluir lo que se llamar "composicin de lugar"), segn las meditaciones que para cada da de la semana indica.

Lunes: los pecados. Martes: la muerte. Mircoles: el infierno. Jueves: el juicio.

Viernes: Nuestro Seor en el Huerto de los Olivos. Sbado: los dolores de Nuestra Seora.

Domingo: de los gozos celestiales.

III.2. Va Iluminativa

Primera partcula. "Pasars con tu entendimiento a considerar y reconocer detenidamente y con mucha diligencia los beneficios de Dios", segn las meditaciones que para cada da de la semana indica.

Lunes: el beneficio de la creacin. Martes: el beneficio de la gratificacin. Mircoles: el beneficio de la vocacin. Jueves: el beneficio de la justificacin.

Viernes: el beneficio de los dones (naturaleza y gracia).

Sbado: el beneficio de la gobernacin. Domingo: el beneficio de la glorificacin.

"Y mira bien, que este ejercicio... no est en que te apresures a cumplirlo todo, ms que te detengas despacio en cada artculo, encendiendo tu nima en amor, hasta que, si ser pudiere, pase en admiracin. Y si el tiempo depurado para la oracin se te pasa en un slo artculo, no te has de ocupar en los otros, basta recordarlos hacindolos pasar por la memoria, y concluir tu ejercicio".

III.3. Va Unitiva

Primera partcula. "Con afecto de amor, forma la meditacin de las perfecciones y alabanzas de Dios, aprendiendo a gustar en ellas cun dulce es el Seor, de esta manera:

Lunes: cmo es principio y fin de todas las cosas. Martes: cmo es hermosura del universo. Mircoles: cmo es gloria del mundo.

Jueves: cmo es todo caridad.

Viernes: cmo es regla de todas las cosas. Sbado: cmo es quietsimo gobernador. Domingo: cmo es suficientsimo dador".

IV. Afectos

IV.1. Va Purgativa

Segunda partcula o va compuntiva. Con avivada afeccin "orando de esta manera o en otra, segn ms te inclinare la contriccin y devocin de tu corazn".

IV.2. Va Iluminativa

Segunda partcula. "Asimismo debes usar de algunos puntos elevativos para provocar el afecto en cada uno de estos beneficios".

"Encendida tu nima en amor, hasta que, si ser pudiere, pase en admiracin". "Si en principio del (ejercicio) te visitara el Seor con su gracia de devocin y

compuncin, encirrate dentro de ti mismo, y permanece tranquilo

conservando en ti aquella gracia, y ensanchando tu nima en deseos, y en esto pasa todo el tiempo de la oracin".

IV.3. Va Unitiva

Segunda partcula: "Este ejercicio todo consiste en suspiros y en deseos encendidos de tu amado".

Conclusin

V. Peticiones, alabanzas, y accin de gracias

V.1. Va Purgativa

Tercer partcula o elevativa. Con Espritu humilde y contrito, "elvate dentro de ti para alabar al Seor, implorando su misericordia, considerando y alabando su grandeza y nobleza, diciendo: Oh Seor, bueno, hermoso, dulce, misericordioso, ten misericordia de este pecador que redimiste por la sangre preciosa de tu Hijo". Y con estas palabras "demandar perdn por los pecados en que has cado".

Peticin por los cristianos e infieles diciendo: "Oh Seor Dios, ten piedad de todos los pecadores y convierte a los infieles al conocimiento de nuestra santa fe catlica".

Luego implora la misericordia de Nuestro Redentor y dirgete al Padre diciendo: "Oh Seor, por la Santa Pasin de tu muy precioso Hijo que por m fue ofrecido en la Cruz, ten misericordia de m, pecador". Luego dirgete a Nuestra Seora, demandndole su ayuda, y despus a los santos.

Terminadas las peticiones, "dilata tu nima adorando, magnificando y dndole gracias por los beneficios recibidos". Di tres veces: Oh Dios, s propicio a m pecador. O el Salmo: Alaba a Yahveh, alma ma (Sal 145) o el Salmo: Bendice a Yahveh, alma ma (Sal 103; 104). Gloria, Padre Nuestro y Ave Mara.

V.2. Va Iluminativa

"Levntate del ejercicio con gran reverencia, adorando y glorificando a Dios diciendo:

Oh Dios s propicio a m pecador y el (Cntico de los tres jvenes

II, Dan 3, 57-88.56): Obras todas del Seor, bendecid al Seor.

Himno "Te Deum", o Alaba a Yahveh alma ma (Sal 145).

Al final: Sea el nombre del Seor bendito y alabado desde ahora y por los siglos. Seor, escucha mi oracin, y llegue a ti mi clamor.

V.3. Va Unitiva

(- 30 -)

"Forma la oracin, levantando la mente a Dios con suspiros y deseos encendidos, hablando al Seor en tu corazn, diciendo amorosamente: Oh Seor, t eres mi amor, mi honra, mi esperanza...".

Contemplacin por ardor de amor

Al parecer, una vez llegada a este estadio la labor humana an puede seguirse "haciendo aquello que le parece que ms le puede ayudar: y stos deben estudiar en ello con gran diligencia, para que merezcan que Dios los ayude a subir ms alto".

"Despus que ya por la gracia del Seor fueras ejercitado de esta manera por algn tiempo, y hubieras alcanzado el amor del Seor, subidas las seis

gradas... entonces sin que preceda meditacin alguna ni obra del

entendimiento (discursiva), podr cien veces al da levantar su mente a Dios". "Esta sabidura no nace en nosotros como las otras ciencias por va del entendimiento, ms por ejercicios de entraables ofertas".

"La cual sabidura es sobre todos los dones en nosotros infundidos, en cuanto a la manera de levantar la ms alta porcin del nima a Dios por amor"

Final

"Pon tu mente en la vida del Seor, segn la meditacin de aquel da, o en otra cosa santa y devota".

Notas

1. Luis Barbo es un veneciano cuya influencia es grande en la historia de la espiritualidad. Fue prior comendatario de la abad'sia