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Espías vascos

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  • 3Espas vascos

  • 5Espas vascos

    Mikel Rodrguez

  • 6Edicin:Editorial Txalaparta s.l.

    Navaz y Vides 1-2Apdo. 78

    31300 Tafalla NAFARROA

    Tfno. 948 703934Fax 948 704072

    [email protected]://www.txalaparta.comPrimera edicin de Txalaparta

    Tafalla, abril de 2004Segunda edicin de Txalaparta

    Tafalla, junio de 2004

    Copyright Txalaparta para la presente edicin

    Mikel Rodrguez

    FotocomposicinNabarreria gestin editorial

    ImpresinGrficas Lizarra

    I.S.B.N.84-8136-362-6

    Depsito legalNA-1806-04

    Ttulo: Espas vascosAutor: Mikel RodrguezPortada: Esteban Montorio

  • En la pblica luz de las batallasOtros dan su vida a la patria

    Y lo recuerda el mrmol

    Yo he errado oscuro por ciudades que odioLe di otras cosas

    Abjur de mi honorTraicion a quienes me creyeron su amigo

    Abomin del nombre de la patriaMe resign a la infamia

    J. L. Borges

    Quince Monedas

    El espionaje, una ms de tantas actividades practi-cadas por los seres humanos en el terreno de la poltica,la estrategia militar o la economa. Tan vieja como el comero el fornicar. Nuestra especie no se hubiese desarrolladosin esta capacidad, tpicamente humana: la domestica-cin de los animales, el cultivo de la tierra o la forja demetales tuvieron su gnesis en la observacin del entor-no. Miembros de otros grupos humanos copiaron poste-

    Introduccin

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  • riormente esas habilidades a sus vecinos, como siglosdespus haran con las tcnicas de fabricacin de la por-celana, las anclas o los espejos. O los microchips y losavances genticos hoy en da. No discutiremos aqu la li-citud de su actuacin. La misma Biblia contiene muchasoperaciones de espionaje. Sus acciones se conviertenen delito cuando as lo deciden los gobernantes, juecesy legisladores.

    Pero lo habitual no siempre implica normalidad y lafigura del espa puede ser cualquier cosa menos aspti-ca. En su variante individual, el espa atrae, como todoaventurero, un hroe a quien cada imaginacin cargarcon adjetivos a gusto del consumidor: sofisticado, cni-co, atractivo, atormentado, seductor, inteligente... Si setrata de su variante ms baja, la del delator o del chivato,la valoracin habitual ser otra: indigno, rastrero, dbil,venal, cobarde, traicionero... Por supuesto ninguna de es-tas caracterizaciones resulta objetiva y tienen poco quever con la realidad.

    Una advertencia que resulta conveniente hacer yapor si el lector est ojeando este volumen en una libre-ra o una gran superficie es que las historias de espasrepletas de sexo y violencia son ms propias de las no-velas y del cine que del libro de historia. En la realidaddel espionaje hay una cuota de sexo y violencia, s, perolas labores de informacin son actividades ms empa-rentadas con el periodismo el de investigacin, no elrosa o con el trabajo de bibliotecarios, archiveros e in-formticos. Una rutinaria extraccin y catalogacin dedatos nada espectaculares es el principal quehacer dia-rio de todas las agencias de informacin. Esto es un librode historia as que, adems de veneno, pual, escote ysbanas de satn, habr pginas sobre cdigos y lecturade anodina prensa extranjera. Si alguien est buscandoel manual de la Escuela de Seduccin del KGB en Byko-vo, donde para graduarse haba que lograr hacer el amorcon cinco mujeres distintas sin que te sonsacasen, aquno lo hallarn. Si no es lo que buscan, espero que estna tiempo de no comprar el libro.

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  • Eso s, no hay que confundir el tedio y la rutina conla atona. El espionaje siempre implica tensin y peli-gro. Incluso al ms alto nivel. Si no, que se lo digan a losdirigentes de los servicios secretos soviticos: su funda-dor, Dzerzhinsky, muri de un ataque cardaco tras unareprimenda de Stalin. Yagoda, Berzin y Beria fueron eje-cutados y Yerzov se ahorc.

    Otro tpico que toca deshacer ahora para que nadiese sienta engaado, es el de que los espas son seresexcepcionales. sta es una historia de hombres y muje-res normales. Y los que se distinguen, a veces, es por lorisible o lo pattico. El facttum de la OSS el serviciode inteligencia precursor de la CIA durante la SegundaGuerra mundial en Bilbao, Earl Fuller, demuestra que lasofisticacin y el valor son cosas de 007, no del espareal: Fuller tuvo, en cierta ocasin, un incidente en Ma-drid muy gracioso, que demostraba qu clase de perso-na era: un americano bruto, campechano, sin pulir. Unda fue a Madrid, como bamos todos de vez en cuando,a hacer consultas o a recibir instrucciones. En aquellaocasin se aloj en el Hotel Palace. Cuando se fue a dor-mir, dej los zapatos fuera para que se los limpiasen. Ala maana siguiente, cuando fue a recogerlos, descubrique no se los haban limpiado. Entonces vio que en elpasillo haba un hombrecillo asitico con chaqueta blan-ca, que llevaba unas botas de montar. Pensando que erael mozo del hotel, le grit: Oye, chinito, ven aqu y lm-piame los zapatos, que no me los has limpiado!. Resul-t ser el agregado militar japons que, furibundo, entren su habitacin y sali corriendo con un sable desen-vainado. Fuller se refugi en su cuarto, cerrando la puer-ta con tres vueltas de cerradura. No sali en toda lamaana por si le estaba esperando el japons. Aquellose coment mucho en los crculos diplomticos madrile-os. Desde luego, la escena de un pequeo japons fu-ribundo con la katana desenvainada persiguiendo porlos pasillos del hotel a un chicarrn californiano parecems extrada de una pelcula del inspector Clouseauque de James Bond.

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  • La visin que tenemos de las organizaciones de es-pionaje es ms monocorde: a casi nadie le agradan. Estasiglesias secretas, ms all del bien y del mal, mezcla deKafka y Buuel, se asemejan a una mera suma de engra-najes bien engrasados que no se dirigen hacia ningn si-tio concreto, pero que destrozan a quien pillan pordelante. Aqu hay que aclarar que, aunque la figura delespa es antiqusima, su institucionalizacin es muy re-ciente. Hasta hace siglo y medio slo existan la Ochranazarista y el Intelligence Service britnico. Pero para 1900todos los estados importantes se haban dotado de ser-vicios permanentes de espionaje. Espaa, en su lnea deretraso, no organiz un servicio de inteligencia de formadefinitiva hasta 1936. Primero se denomin Segunda-bis,al ser la informacin competencia de la Tercera Seccindel Estado Mayor. Posteriormente, adoptarn las siglasSECED, CESID y CNI.

    Por lo general, durante el siglo pasado los espas de laSegunda-bis parecieron un calco sin gracia de los agentesde la TIA, Mortadelo y Filemn. Significativamente, el jefedel MI-6 en Bilbao, Arthur P. Dyer, no nombra en sus me-morias la existencia de este servicio de inteligencia.Como ancdota surrealista, el general Muoz Grandes sereuna con el jefe de la Segunda-bis, el teniente coronelArozarena, antes del Consejo de ministros... para pregun-tarle por el precio de la merluza en el mercado central osobre qu estaban pensando unos mineros encerradosen huelga entre las tinieblas de un pozo! En 1970 se pro-dujo una reorganizacin total, trasladndose el capitnMarquina a Israel para copiar el organigrama y mtodosdel Mossad, el cual, sorprendentemente, tambin aseso-raba al PNV. Pero, vistas algunas de las ltimas accionesde los agentes espaoles, como las chapuceras escuchasen la sede de Herri Batasuna de Gasteiz, no parecen serbuenos alumnos. En cualquier caso, los espas viven entrenosotros, porque desde 1970 el CESID tiene base en Gas-teiz y subdelegaciones en Bilbao, Donostia e Iruea.

    Euskal Herria, con su larga trayectoria histrica y suposicin estratgica entre los dos estados ms viejos de

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  • Europa, siempre ha resultado un lugar idneo para elespionaje. Existe el tpico de que los vascos han sidograndes espas. Desde el marqus de Castejn, ministrode Marina de Carlos III, que crea que nadie como un viz-cano para estas labores: Los vizcanos son hombrescapaces de todo y muy a propsito para el fin, por su ca-rcter silencioso, su habilidad, su genio laborioso, sufri-do a los trabajos para lograr los altos e importantes finescomo es ste... hasta el propio MI britnico. Cuando losingleses tuvieron que inventar una identidad ficticiapara proteger a Garbo, el espa ms decisivo de la Se-gunda Guerra mundial, crearon a Cato, un joven naciona-lista vasco, vstago de una familia de pequeosindustriales de Bilbao. Incluso lo rodearon de una corteimaginaria de nacionalistas galeses y escoceses y en losaos cincuenta lo mataron de malaria en Angola. Hastahace unos pocos aos no se aclar la verdad: Garbo noera vasco, se llamaba Juan Pujol, y todava viva.

    En el libro no hemos querido evaluar al espionajevasco con la calificacin de sobresaliente ni con ningunaotra. En parte porque es comn entre los espas, a losque se supondra ecunimes y objetivos, la exageraciny atribuir a su actuacin hasta los eclipses y las tormen-tas. Pasados unos aos o unos siglos resulta imposibleestablecer el porcentaje que debe el devenir histrico asu accin. Nos parece mejor que cada lector busque suadjetivo y ponga su nota al terminar el libro.

    S adelantamos que la tipologa del espa vasco esvariadsima. Hay mujeres fatales, como la seductora ymalvada condesa Marga dAndurain, y santas austeras,de virtud probada, como Ramona Arregui. Las andanzasde hroes como Higinio Uriarte se alternarn con traido-res como Jos Mara Urkijo, Kinito. La figura del infiltradoser la de mayor recorrido cronolgico, desde el Medie-vo hasta Mikel Lejarza, un euskaldun de 25 aos agentedel SECED que, en 1973, se infiltr en ETA y a cuyas in-formaciones se atribuye el desmantelamiento en 1975de la cpula de la organizacin y la detencin de 150 mi-litantes. Las implicaciones de sus actividades al parecer

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  • llegaban muy lejos. En 1975 facilit a ETA la direccin y elcalendario con que el jefe de Gobierno, Arias Navarro, vi-sitaba a su amante en Alpedrete. Alguien del SECED de-seaba un magnicidio para crear un nuevo escenariopoltico.

    Algunos eran profesionales, muy profesionales,como los tenebrosos, con sus flamantes mquinas de des-criptar Kryha y sus contactos con la CIA. Otros unos ama-teurs, como el grupo de las chicas, voluntarias armadasslo de ganas de aportar algo a la causa. Algunos, dile-tantes, como los aristcratas y burgueses que desde SanJuan de Luz buscaban derrocar la Repblica o como sushijos Javier Satrstegui o Antonio Menchaca quienesdesde sus eternos veraneos conspiraban para derribaral Caudillo. Bastantes estaban con los buenos comoDelia Lauroba y otros, como Ricardo Nalda, crean es-tarlo. Muchos se haban vendido al lado oscuro. La listaes larga: el capitn Zulueta, Raimunda Amarandain, Car-los Imaz... Por el contrario, otros carecan de toda impli-cacin poltica, eran meros espas industriales. Que nosperdonen los armeros de Eibar y Soraluze, pero tene-mos que preguntarlo: el revlver de seis disparos quepatentaron en 1835 o la pistola ametralladora de tiro se-lectivo diseada en 1931, eran fruto exclusivo de su in-genio o tenan algo de copia?

    Hay quien obtuvo la gloria de la inmortalidad, comoel genial Aviraneta, mientras que a otros los hemos res-catado del olvido. Finalmente, algunos seguirn siendofiguras polmicas, como Jess Galndez o Antonio Irala,mientras que otros, a la postre, fueron esfinges sin mis-terio, como el inexistente Cato.

    Para escribir este libro, que es la primera monografasobre la historia del espionaje en Euskal Herria, ha habi-do que superar algunas dificultades. No lo decimoscomo mrito especial, sino para explicar las limitacionesde la obra. El primer problema fue delimitar qu temasiban a ser tratados. El espionaje presenta un abanicomuy amplio, desde el voyeur de vecindad hasta la red deinformacin gubernamental mejor organizada, pasando

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  • por el espionaje industrial, el confidente policial o el al-ter ego de los espas: los agentes del contraespionaje.Muchos de estos personajes se encuentran entre difu-sos lmites y resultaba difcil decidir si incluirlos o no.

    Otra cuestin todava ms complicada era delimitarquin es vasco. Como todos los trminos identitarios,la palabra es muy ambigua. La informacin que posea-mos de muchos personajes se limitaba al apellido. Crite-rio de lo ms endeble, porque actualmente hay cuatromillones y medio de personas en el Estado espaol conuno de sus dos primeros apellidos euskaldunes, de losque el 75% vive fuera de Euskal Herria. En Nafarroa, don-de se dan los mayores porcentajes, no pasan del 55%. Yen lugares tan distantes como Albacete llegan al 15%. Asque, a falta de otros datos, resultaba imposible saber siun apellido vasco se corresponda con una persona per-teneciente a esta comunidad. Miquel Ezquerra, agentede los servicios secretos nazis, que escap de las ruinasde la Cancillera de Berln el 30 de abril de 1945 al gritode maricn el ltimo, era vasco? Fueron necesarias ar-duas pesquisas para descubrir que se trataba de un ara-gons y, por lo tanto, sus andanzas quedaban fuera de lamateria de este libro. Ni siquiera conocer el lugar de na-cimiento es un criterio vlido. Jess Galndez naci enMadrid y, si l no era un espa vasco, quin lo era?

    Si en la mayora de los casos desconocemos dndenacieron los personajes, menos sabemos si se sentanvascos, espaoles, franceses o compartan varias de es-tas identidades. stas son preguntas del Euskobarme-tro, que slo pudieron hacerse desde finales del sigloXX. Probablemente no habremos incluido en la nminade nuestros espas a alguno por apellidarse Rodrguez oGarca, mientras que habremos escrito sobre Otxotore-nas o Antxustegietzartes nacidos en Jan.

    Finalmente, tambin haba que plantearse hasta dn-de bamos a profundizar en el apartado tcnico. bamosa aburrir a los lectores explicndoles los mtodos de cifray la frmula de la tinta simptica o debamos soslayar las

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  • cuestiones tcnicas, como si se tratase de las tripas de unordenador?

    Adems de las cuestiones de contenido, estaba elproblema de las fuentes. A los historiadores nos ayudamucho poder partir de las obras previas y aqu no las ha-ba, salvo para el perodo de la Guerra Civil. A diferenciadel servicio secreto britnico, que ha dado mejores es-critores que agentes los esplndidos Daniel Defoe,John Le Carr, Graham Green o Ian Fleming ningn es-pa vasco nos ha dejado sus memorias. Ms bien al con-trario, han pecado de un exceso de discrecin, a vecestotalmente injustificado, que enmaraa la verdad. La vi-sita a los archivos no aclara muchas cuestiones, pues elespionaje deja un gran vaco documental debido a lascondiciones de la clandestinidad. Los fondos ms jugo-sos, Washington y Mosc, descatalogan con cuentagotasy no entiendo una palabra de cirlico. Cuando ha sidoposible, hemos intentado soslayar esta cuestin acu-diendo a los protagonistas y, sorprendentemente, he-mos encontrado algunos agentes que quisieron hablarcon nosotros. stas son las cortapisas del libro, por lasque no pedimos disculpas, pero que debamos aclarar.

    Finalmente, es inevitable hacer algunos reconoci-mientos, porque es de bien nacidos el ser agradeci-dos. En primer lugar, a los protagonistas que quisieroncompartir su tiempo, contndonos sus experiencias enlas redes de informacin. Tambin a Amaia Arregi, quecon su buen criterio ha reorientado algunos comentariosdesmesurados o simplemente incomprensibles del au-tor. Y, cmo no, a la comunidad virtual de Internet, queme aclar cuestiones que nunca habra discernido porm mismo, como las relativas a la criptografa.

    Que se levante el teln y comience la obra!

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  • Dnde empezar cronolgicamente nuestra his-toria de espas? Aunque es probable que los autores deSantimamie copiaran la tcnica de obtener pigmentosde la horda vecina o que las bandas bagaudas tuviesenojos en los latifundios del valle del Ebro, no hay restosdocumentales de todo ello. Las crnicas comienzan aaportar datos tmidamente despus del ao 1000. Datosindirectos, pero que permiten deducir la actividad delos espas.

    Los aos brbarosEl espionaje medieval no estaba organizado. Era,

    ante todo, intriga palaciega, rumor y cuchicheo, desarro-llado a travs de las relaciones familiares y vasallticas.Poco diferente de lo que podemos or al personaje deYago en Otelo. Y como en la obra de teatro, a menudo conconsecuencias mortales. Las conspiraciones terminabanen el exilio o en algo peor. Vela Jimnez, seor de lava,fue expulsado de sus tierras por una conspiracin urdi-

    IEl espionaje en Euskal Herria

    hasta la Guerra Civil

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  • da por el conde de Castilla. Refugiado en Crdoba, tra-m su venganza. Sus hermanos Rodrigo e Iigo descu-brieron el itinerario del heredero castellano, Garca, enviaje de bodas a Len y lo asesinaron.

    El seor de Vizcaya, Diego Lpez de Haro, ejemplifi-ca bien el proceso de auge y cada de un conspirador.Primero intrig, preparando verdaderas o falsas acusa-ciones contra otros favoritos de Sancho IV. Luego consi-gui romper la alianza internacional con Franciamostrando las felonas que preparaban en la Corte deSan Luis, sustituyndola por un pacto con Aragn que leprodujo pinges beneficios. El ltimo paso iba a consis-tir en separar al rey de su esposa, tras lo cual Diego go-bernara de forma absoluta. ste fue el momento en quecomenz el reflujo: los dimes y diretes se volvieron con-tra el favorito, acusado por todos los poderes del reino.De nuevo las denuncias, verdaderas o falsas, pusieronen alerta a Sancho IV. Finalmente, el propio rey y otrosnobles palaciegos lo apualaron.

    Uno de los clsicos del espionaje medieval fue laconspiracin contra Sancho IV Garcs. Navarra constituydurante todo el Medievo un campo de batalla para los es-pas. Desde Burgos y Zaragoza, tributarios de Iruea, seprepar el asesinato del rey. Los instrumentos fueron suspropios hermanos, Ramn y Emersinda. El gobernadorde Montes de Oca parece que realiz las funciones de en-lace con el rey castellano. El primer paso consisti enapartar del squito real a los fieles a Sancho. El segundo,infiltrar hombres de guerra en tierras de Lara, disfrazadosde peregrinos penitentes a San Milln, en espera de laocasin para dar un golpe de mano en La Rioja. En 1076,Sancho IV se hallaba en Pealn, en una cacera de vena-dos y jabales ofrecida por sus hermanos. All muri des-peado. El seor de Vizcaya y el de Montes de Ocaabrieron las puertas de sus fortalezas a Alfonso VI de Cas-tilla con la excusa de que acuda a vengar el asesinato.Prueba de que las intenciones de Alfonso eran otras fueque Emersinda se exili en Castilla y Ramn, en Zaragoza.

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  • Ejemplo tpico de trifulca palaciega fue la muerte enGasteiz del infante Don Fadrique y de Simn Ruiz enabril de 1277. En esta ciudad se celebraban las negocia-ciones de paz entre Alfonso X y Felipe III de Francia. Sepact la convocatoria de Cortes para dilucidar el here-dero del reino y la amnista de los caballeros castellanosy navarros que haban luchado contra sus seores. Al-fonso, al que ahora llaman el Sabio, pero al que su propiohijo tildaba de loco y leproso, estall en ira cuando lareina, su hija y varios nietos huyeron a Aragn. Esta fugaanulaba su posicin de fuerza en las negociaciones conFrancia, pues los nobles descontentos podran declarar-se partidarios de los huidos. Lo pagaron el Infante y Si-mn Ruiz, ejecutados como agentes de Felipe III.

    En Bilbao tuvo su sangriento desenlace otra de estasalgaradas de palacio, cuando el 12 de junio de 1358 elhermano bastardo de Pedro I, el infante Don Juan, fue arecibirlo. Don Juan se crea en el favor real, por lo queacudi ingenuo a besarle la mano. Pero los espas de Pe-dro le haban convencido de que su hermanastro conspi-raba para arrebatarle el trono. Cuando Juan se presentante el rey, los nobles se abalanzaron sobre l y lo acu-chillaron sin dejarle alegar nada, lo que apunta a que setrataba de una intoxicacin. Luego tiraron su cadver ala ra para que alimentase a las angulas.

    La otra gran variante del espionaje medieval fue lablica. Las preguntas eran las mismas que en la actuali-dad, seal de que la inteligencia militar hay quien veuna contradiccin entre ambos trminos no ha progre-sado durante el ltimo milenio. Algunas cuestiones sonrelativamente fciles de averiguar por simple observa-cin: dnde estn las fuerzas del enemigo; cul es su n-mero, calidad y moral; qu vas de comunicacin utilizan;quines las dirigen; cul es su biografa, puntos dbiles yvirtudes; dnde estn sus depsitos de vveres y de ar-mamento... Otras cuestiones necesitan de respuestasms complicadas y recnditas, que exigen la infiltracinde agentes hasta el centro neurlgico del enemigo: cul

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  • es su plan, qu sabe de nosotros, quines son sus agen-tes en nuestras filas...

    Las preguntas bsicas las respondan simples ojea-dores, que debieron estar presentes desde la batalla deOrreaga/Roncesvalles Cundo y por dnde pasar elEjrcito franco para que podamos concentrar nuestrasfuerzas y atacarlo? hasta las Navas de Tolosa Exis-te un sendero de montaa por el que rodear las defen-sas almohades?. Por cierto, que en esta batalla,donde Navarra gan las cadenas del escudo, la historio-grafa medieval defenda que un ngel disfrazado depastorcillo indic el camino a los cristianos, la nica sa-cralizacin que conocemos de un espa. Las operacionesms complicadas se realizaban mediante el habitualdoble juego. En 1377, el adelantado de Castilla, PedroManrique, entabl conversaciones secretas con Carlos IIde Navarra. Le ofreci entregar Logroo a cambio de20.000 doblones. Cuando las mesnadas navarras avanza-ban por La Rioja se toparon con el ejrcito castellano.Manrique, que permaneca fiel a su seor, haba provo-cado el casus belli que necesitaban contra Navarra.

    La sofisticacin renacentistaLa llegada del Renacimiento supuso un refinamiento

    de las redes de espionaje y Navarra fue la primera en su-frirlo. El monarca de la Corona de Aragn, Fernando el Ca-tlico, dispona en la Corte navarra de un extenso y bienorganizado servicio de informacin. Lo componan fun-damentalmente miembros del clero que desconfiabande las veleidades reformistas de sus reyes. Cuando enjulio de 1512 le comunicaron que Catalina y Juan de Al-bret barajaban la posibilidad de casar al heredero con lahija de Luis XII de Francia, puso inmediatamente manosa la obra, pues este enlace hubiese fortalecido la situa-cin del reino. Falsific y public un pacto entre Luis XIIy los reyes de Navarra que le permiti acusarlos de fe-lones, impos y enemigos de la Iglesia. Su jugada maes-tra consisti en la falsificacin o quiz compra en laCancillera pontificia aprovechando la agona del Papa

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  • de la bula Exegit contumacium obstinata protervitas. Con ellaobtena la justificacin legal que le permiti deponer alos reyes de Navarra por cismticos y declarar lcita laconquista del Viejo Reino.

    En el siglo XVI se reconoci pblicamente, por in-fluencia del pensamiento poltico de Maquiavelo, la ne-cesidad de los servicios de espionaje. El soldado Gaitnen su memoria sobre la campaa contra Barbarroja con-sign ms de 6.000 ducados pagados a los espas que lesadvertan de los planes del pirata, advirtiendo que estascantidades no se solan declarar en los libros de cuentas.Sus reflexiones de soldado acostumbrado a combatir defrente, pero soldado viejo que sabe de las verdaderasnecesidades de la guerra, no tienen desperdicio: Res-pecto a los espas, como stos no pueden ser sino per-sonas principales y ricas, es menester pagallosricamente. Y que las haya espas no hay que dudar enello. Porque el rey don Fernando ya dicho las tena en lacasa y consejo del rey de Francia Carlos VIII. Pues Este-ban Petit y Ambrosio Albiense, el uno gran consejero y elotro confesor de dicho rey, avisaban al de Espaa de losdesignios y consejos de su amo. A los cuales, en benefi-cio y recompensa de su traicin, les enviaba frascos lle-nos de ducados en excusa que era vino de San Martn ode Madrigal. Digo pues que las fieles espas que no seandobles ni mentirosas dan las victorias en las manos. Aun-que, a mi parecer, el premio de los unos y de los otroshaba de ser la horca.

    Si nuestro padre fuera un hereje, nosotros llevaramos los haces de lea para quemarlo

    Esta frase de Felipe II implica claramente que la vigi-lancia y consiguientemente, el espionaje era uno delos pilares de la monarqua de los Austrias. Entonces,como ahora, la informacin es poder. Ninguno de losagentes de la poca se mova por razones patriticas. Enel siglo XVI no hay nacionalistas espaoles, vascos ofranceses. Es la religin, las relaciones vasallticas o eldinero el mvil de los agentes. Las Espaas de los Aus-

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  • trias tenan sus servicios de espionaje imbricados en laestructura diplomtica.

    En el nivel ms alto, los embajadores se ocupabande dirigir la recogida de informacin. Sus informes secentralizaban en el Consejo de Estado, que designaba auno de sus miembros espa mayor y superintendentede correspondencia secreta. El embajador era los ojos ylos odos del rey en la corte extranjera y amparado en eldisimulo cumpla funciones de espionaje. Un segundoescaln, integrado por secretarios, jesuitas, militares,agentes comerciales y encargados de negocios, consti-tua el verdadero nervio de las redes clandestinas. Final-mente, siempre exista un nivel inferior, compuesto deinformadores y delatores a sueldo, generalmente hijosdel pas.

    Los embajadores se ocupaban de depurar los datosy enviarlos al Escorial mediante cartas cifradas. Recibanun cdigo de cifra, del que el Consejo de Estado dispo-na de otra copia. Las misivas, que tardaban un mes en-tre Londres y Madrid, se quemaban una vez traducidas.Pese a la inmunidad diplomtica, los correos a menudofueron interceptados y asesinados. El problema de losembajadores era que su calidad de hijosdalgo los hacapoco discretos, cualidad esencial en un espa. La frasede un embajador al ser expulsado de Inglaterra porconspirar da buena cuenta de ello: Don Bernardino deMendoza no haba nacido para revolver reinos, sino paraconquistallos. Si se comportaba as en pas enemigo,qu no hara en los talleres de armera del Deba cuan-do era proveedor de la Armada!

    En los tres niveles del espionaje actuaban numero-sos vascos. En la cspide, los secretarios reales. De losdoce primeros, cinco fueron guipuzcoanos. El secretariode Felipe II, Francisco de Eraso, organiz una red de in-formacin que abarcaba Inglaterra, Pases Bajos, Francia,Ginebra, Italia y Alemania. En este mbito superior semovan los embajadores vascos, como Francs de lavay Beamonte en Pars o Juan de Idiquez en Venecia. Nu-merosos euskaldunes tambin entre los religiosos, se-

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  • cretarios, soldados y comerciantes que recogan la infor-macin y la trasladaban a la pennsula. Otra rama queprodujo algunos espas fue la de los intrpretes. La ad-ministracin hispana siempre anduvo escasa de ellos,utilizando flamencos, italianos y vascos. El rcord del do-minio de lenguas lo ostentaba el donostiarra Juan deCruzate, que lea y hablaba con soltura diez. Otro vecinode Donostia, Martn de Bustamante, estaba entretenidopor su Majestad por haberle servido de lengua en nego-cios de gran secreto, porque se vio en grandes peligros yescap por su buena industria.

    Adems de espiar a las potencias enemigas, tambinse realizaban tareas de contraespionaje. Vigilaban espe-cialmente a los sbditos en el extranjero que se habanconvertido al protestantismo, llegndose a perpetrar al-gunos secuestros selectivos. El seguimiento se extrema-ba con los estudiantes navarros que estaban enuniversidades francesas y con los editores que publica-ban libros en castellano y euskara. No obstante, la efica-cia de estas acciones era escasa. La abierta fronteranavarra y el golfo de Bizkaia facilitaban los movimientosde los espas. Tanto es as que un aviso al Escorial deque llegaran agentes ingleses disfrazados de peregrinosy arrieros fue tenido por falso. Slo en Donostia haba500 extranjeros, la frontera estaba abierta y se dejaba pa-sar a todo el mundo porque clausurarla resultaba incon-veniente para la economa: no era menester disfrazarsecomo en carnaval. En 1590 se logr un gran xito al dete-ner en Iruea al capitn Masparrot y arrancarle durante elinterrogatorio los cdigos de cifra de los agentes galos.

    En Nafarroa, los cuarteles generales del espionaje deFelipe II estaban en el monasterio de Urdax y el palaciodel virrey. Sabedores de los intentos de los Labrit y pos-teriormente de los Borbones de recobrar su reino, orga-nizaron una potente trama de informadores en el Bearn.En un primer momento, la red de espionaje de los Labrital sur de la cordillera era muy densa. Pero en 1516, en lasalforjas de uno de los caballos de la fracasada expedicindel mariscal de Navarra, se hallaron decenas de cartas

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  • que permitieron detener a quienes se mantenan fieles ala legtima dinasta. Casi resulta un sarcasmo que el jefede los espas de Felipe II en el Bearn fuera Pedro de Na-varra, hijo bastardo del mariscal, quien haba liderado laoposicin a la conquista castellana. El mariscal jur obe-diencia al emperador para recuperar sus bienes embar-gados y su vstago aprovech las relaciones y clientelasen Ultrapuertos en beneficio de Felipe II. Pedro de Nava-rra traduca los avisos en el caso de que estuviesen eneuskara, procesaba la informacin y la remita al virrey.Los mensajes generalmente no iban en clave, aunqueeran crpticos al cambiar el nombre de las personas. Oca-sionalmente, cruzaba la muga para entrevistarse con losagentes pero, por lo general, utilizaba al abad de Urdax,Len de Aranbar, que, como comisario de la Inquisicin,se desplazaba constantemente por la frontera.

    Los servicios de inteligencia estaban lo suficiente-mente organizados como para emprender operacionesde alto nivel. En 1567 ofrecieron al Rey Prudente asesinaren su viaje por Ultrapuertos al prncipe Guillermo deOrange, lder de sus sbditos flamencos sublevados.Felipe rechaz indignado la propuesta, aunque aclarque hubiera aprobado a posteriori un hecho consumado,pues los telogos haban dictaminado la licitud del tira-nicidio de Guillermo el Taciturno, como enemigo de laraza humana. Y ofreci 25.000 ducados al futuro tiranici-da. En lo sucesivo no se consult al rey. Uno de los aten-tados contra Orange lo organiz el alavs Juan Iraunza,contando como brazos ejecutores a sus compatriotasJuregui y Berneo, que fueron descubiertos y ajusticia-dos el 18 de marzo de 1582. Hubo otros intentos fallidos,pero finalmente Guillermo cay bajo el pual en 1584.

    Esta red felipista contaba con la ayuda de algunos li-najes preeminentes de Navarra, como el seor de Garro,la seora de Urtubia o el seor de Luxe. Sus comunica-ciones cruzaban a travs de Otsagabia, Urdax u Honda-rribia hasta el palacio del virrey, Caldern, que lasremita al Escorial. Los mviles de estos aristcratas na-varros eran religiosos: en 1559, Juana de Albret se con-

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  • virti al protestantismo, ejemplo seguido por los funcio-narios, parte de la alta nobleza y los comerciantes delBearn. Sus sbditos papistas comenzaron a cruzar lafrontera para or misa. Carlos de Luxe aglutin al partidocatlico, apoyado por agentes espaoles y con dineroproporcionado por el virrey, convirtindose en el pala-dn de las libertades locales. Luxe se quejaba de los im-puestos con que les cargaba el gobierno hugonote delBearn, los enemigos de nuestra sancta ley catholica.Incluso propugn la anexin de Ultrapuertos a la Monar-qua Hispnica en su calidad de navarros, pues si lesgobernaban los prncipes del Bearne, era slo porquelos reyes espaoles as lo han permitido. Los agentesde Felipe apoyaban a la Liga Catlica contra el candida-to al trono, el hugonote Enrique de Borbn, prncipe deNavarra y del Bearn. Se lleg a la guerra abierta y la LigaCatlica se apoder del castillo de Maule. Se sucedan lossaqueos y quemas de pueblos por una y otra parte. Comosabemos, la anexin no se produjo, aunque no resultaclaro si ello supuso un fracaso de los planes del virrey o siel verdadero objetivo de la conjura era mantener encen-dida la guerra civil para debilitar a Pars.

    Uno de los espas de la red era el abogado y conseje-ro de la Audiencia Real de Navarra, Sebastin de Arbizu.ste, seor de la Torre de Etxarri, haba nacido en Irueaen 1533. Estaba casado, pero conviva con su criada, conla que tena dos hijos. Se convirti en espa por proble-mas judiciales en 1588. Acusado de falsificar moneda, ha-bra sido condenado a una pequea pena pero, comoinsult a los jueces, lo desterraron cuatro aos a Pau. Enla capital del Bearn comenz a trabajar para la red de Pe-dro de Navarra. La prioridad consista entonces en lacaptura de Antonio Prez, el secretario de Felipe II, quehaba huido a Francia causando el descrdito de la mo-narqua y en posesin de muchos secretos de estado. Sedispusieron 20.000 ducados para sufragar la operacin.

    En 1591 Antonio Prez haba llegado a Pau, alojndo-se en la Torre de la Moneda. Con el apoyo de Enrique IVprepar la invasin de Aragn, presentndose como el

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  • defensor de las libertades y fueros pisoteados por FelipeII. Arbizu, fingindose su amigo, otro navarro sufridor delyugo castellano, obtuvo los planes de la expedicin ylos comunic al monasterio de Urdax. Cuando, en 1592, los1.500 invasores penetraron por el valle del Tena, lasfuerzas locales estaban sobre aviso. El pequeo ejrcitofue copado en un desfiladero y derrotado. Lo que Arbi-zu no logr fue secuestrar a Antonio Prez, un supervi-viente nato que eluda toda situacin de peligro.

    Su siguiente operacin consistira en tomar la villade Baiona, verdadera obsesin de los servicios secretosde los Austrias. El plan era prender fuego a la ciudadaprovechando las hogueras de San Juan de 1595 y, enmedio del caos, abrir las puertas y el puerto al ejrcitocastellano. Paulatinamente, la Liga Catlica haba conse-guido que algunos de sus hombres ocupasen los pues-tos clave de la defensa, pero Arbizu, sospechoso tras elfracaso de la expedicin a Aragn, fue desenmascarado.Los conspiradores de Baiona fueron desmembrados enla rueda.

    La red se mantuvo durante muchos aos y fue cam-biando de objetivos: hacia 1600 vigilaban ms los movi-mientos de ingleses y de Enrique IV. En el ArchivoGeneral de Simancas restan bastantes de sus avisos, re-dactados en euskara. Sorprende pensar en un espa ac-tual enviando un informe en vascuence al presidenteespaol. Como curiosidad incluimos esta carta de la se-ora de Urtubia, ms por su valor lingstico que por laescasa informacin que contiene: Jauna: erezebitoudout zure senoriaren carta conserba ordenariocouequinbatean, non ezcouac apazen baitizquizut mila bider ni-tzas douen couidadoas. Nic escribiteus geros emen da-bilan beria da armadaren erdia jouan dela Indietacoflotaren bidera eta beste erdia Barzalonara jouan dela.Besteric es ta dino denic gastigazera zure senoriary etagledizen nais serbizari humblea. (Seor, he recibido lacarta de Vuestra Seora juntamente con la conserva deordinario y as le beso mil veces las manos por el cuida-do que tiene de m. Desde que le escrib, la noticia que

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  • corre por aqu es que la mitad de la armada ha ido a laruta de la flota de Indias y que la otra mitad ha ido a Bar-celona. Ninguna otra cosa hay digna de comunicarse aVuestra Seora y quedo su humilde servidora). Sobreel informe alguien aadi que la mitad de la flota habavuelto a Plymouth, pero que de la armada que se dirigaa Barcelona nada se saba. Sufragar esta red costaba1.000 ducados anuales, adems de ventajas comerciales,como permisos de comercio a travs de la frontera paralos nobles amigos.

    Aun a riesgo de ser recurrentes, recordamos de nuevoque estos espas no eran superhombres, ms bien fanfa-rrones que tendan a irse de la lengua. En abril de 1593,el espa Martinengo confes en una taberna de Hondarri-bia a Juan de Arbelaiz, correo mayor de Irun, que viajabaa Londres con despachos falsos para engaar a Isabel yque iba a quemar una torre en la que se guardaba plvo-ra. Lo que realmente hizo Martinengo fue denunciar ados agentes de Felipe en Baiona. Ambos fueron tortura-dos, muriendo uno. Dejaba ocho hurfanos que recibie-ron una pensin del Escorial. Posteriormente,Martinengo entreg a Enrique IV los despachos que lle-vaba para Isabel. Otro agente doble era el pamplonsJuan de Undiano, residente en Baja Navarra, que vendasus servicios tanto a Felipe como a Enrique. En 1594 fue-ron ejecutados Pierre dOr y dos agentes espaoles ms.Las traiciones se sucedan en ambos lados y el 8 de mar-zo de 1597, un ingls, grandissimo bellaco, llamado Monpal-mar, residente en Ziburu, ofreci la lista de los agentesbritnicos en la pennsula por 500 ducados.

    En Iparralde, la ciudad de Baiona mantena con gran-des gastos espas militares al sur de los Pirineos. Su fun-cin era avisar de los movimientos de tropas y de lasposibles intrigas que se urdiesen mediante cartas dirigi-das a la Corporacin. En los libros de cuentas de la ciu-dad figuran las sumas que se les abonaban, pero nuncasus nombres.

    Un frente tradicional era el espionaje naval. Algunosmarinos vizcanos eran expertos en tomar lenguas, es

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  • decir, informar sobre los preparativos y movimientos na-vales del enemigo, desde la Ccladas en el Mediterrneohasta el Mar del Norte y el Caribe. Antonio de Chvarriera uno de los espas encargados de obtener informessobre las intenciones y fuerza de la escuadra turca. En1571 le entregaron 1.176 escudos con este fin. Tres mesesdespus, la armada otomana fue hundida en Lepanto.Por desgracia, es imposible dilucidar el papel exacto deste y otros agentes por la imprecisin de los documen-tos. En el informe sobre Chvarri se lee que haba en-tregado al conde de Ladrico cosas muy importantes alservicio de S. M. que por diversos respetos no convienedeclarse.

    Era Inglaterra la enemiga ms peligrosa en el mar. Elduelo contra la Jezabel del Norte abarc el ltimo cuar-to del siglo. El principal espa de Felipe II era EdwardStafford, que le informaba de los movimientos de la flotainglesa. Las redes de los Austrias se apuntaron buenostantos. Su principal inters era descubrir cundo y conqu destino salan las armadas y los corsarios enemigos.En 1596 uno de sus agentes era un vecino de DonibaneLoitzun que efectuaba cuatro viajes anuales a Plymouthy Londres. En estos puertos sonsacaba a los marinos so-bre sus futuras correras invitndoles a beber. Se le abo-naba 200 ducados por viaje y el doble si traa noticiasvaliosas. Eso s, el Rey Prudente ordenaba que los pagosse hicieran a su vuelta. Desde un punto de vista defensi-vo, estas acciones resultaron muy eficaces. Un informetipo adverta que 16 navos entre las 300 y 600 tonela-das saldrn a mediados de febrero hacia Brasil o quizlos puertos de Galicia. A partir del aviso se mandaba unvelero rpido a Brasil para que aprestasen la defensa conlos recursos locales y se reforzaban los puertos gallegosenvindoles arcabuces, picas y plvora para armar a lapoblacin. Los fracasos de las expediciones de Norris,Drake, Frobisher, Cumberland, Cavendish y RichardHawkins en 1589, 1590, 1591, 1592 y 1596 fueron tanto unxito de la Marina como de las redes de informacin delEscorial. Estas victorias parciales paliaron en parte el de-

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  • sastre de La Invencible y certificaron la permanencia de lascolonias americanas en manos de la monarqua hispana.

    El aspecto ofensivo del espionaje estaba ms descui-dado y las expediciones a Irlanda de 1596, 1597 y 1601 ca-recieron de toda informacin poltica veraz de lo que allpasaba y, lo que era peor, no dispusieron de cartas nuti-cas o de pilotos que conociesen el clima y los fondos dela isla. Estas carencias llevaron al fracaso de los desem-barcos de Pedro de Zubiaur y Esteban de Legorreta.

    El problema esencial era la falta de numerario, queno permita cubrir todos los frentes abiertos. En 1589 losministros se quejaron a Felipe de la falta de espas queaportaran la informacin requerida para adoptar decisio-nes acertadas. Pero el dficit de la administracin espa-ola constitua un problema endmico y las partidas delos espas se fueron reduciendo.

    El segundo frente contra los ingleses era el poltico. Enesta silenciosa batalla, adems de agentes venales el orode Indias compraba muchas voluntades contaban con elauxilio de los perseguidos criptocatlicos, los jesuitas quecruzaban subrepticiamente el Canal y los partidarios deMara Estuardo. Aqu no estuvieron afortunados, pues to-paron con un gran obstculo: el secretario de la reina,Francis Walsingham. Antipapista integral y xenfobo hastala mdula, era un sabueso para olisquear la traicin. Wal-singham, creador del servicio secreto britnico, redactThe Plot for Intelligence out of Spain, el plan para recopilar noti-cias sobre Espaa por medio de embajadores, viajeros ycomerciantes en Flandes, Italia, Venecia y la propia penn-sula. Dispona de agentes en Hondarribia, Donostia y Bil-bao. Sus hombres tambin interceptaban y descifrabanlos mensajes intercambiados entre Felipe II y don Juan deAustria en los Pases Bajos. Su red advirti a tiempo losdesignios de Felipe para Inglaterra y la organizacin de laGran Armada de 1588, lo que permiti a Londres prepararla defensa y derrotarla, con la ayuda de las tormentas y dela incapacidad del mando.

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  • El principal secuaz de Walsingham era Thomas Top-clif. Un torturador sdico, inventor de diablicas mqui-nas, con excepcional habilidad para dejar siempre unhlito de vida en el interrogado y poder as reiniciar elsuplicio. Los historiadores ingleses han relatado hasta lasaciedad sus aventuras, donde siempre descubran enel ltimo momento la mortal conspiracin papista. Ac-tualmente se piensa que muchas de estas tramas fueroninspiradas por ellos mismos para hacer aflorar a los des-contentos, para expropiar algunas fortunas y para hacer-se indispensables a Isabel. As que no sabemos si en elcomplot de Ridolfi y de Trockmorton, si en la decapita-cin de Raleigh y de Essex, la implicacin de los espascatlicos fue esencial o eran marionetas en manos deWalsingham.

    Durante el siglo XVII la actividad de la red de espio-naje de la monarqua hispana perdi fuerza, segn seentraba en la crisis de los Austrias menores. Aunque, apartir de 1599, se intent racionalizar el servicio, creandola figura del superintendente de las Inteligencias Secre-tas que se encargara de todo lo relativo al espionaje, losfallos del sistema burocrtico y, sobre todo, el agota-miento de los fondos econmicos, provocaron una cre-ciente ineficacia. La queja general de que todo iba muydespacio se traslad al espionaje. Las acciones msafortunadas se debieron a iniciativas individuales, comola del almirante Antonio Oquendo, que envi el mercan-te de Juan Bautista de Nealo al puerto pirata de Larachepara que le informase de las luchas intestinas de los her-manos Muley Cidan y Muley Jeque y se aprovech deellas para ocupar la ciudad en noviembre de 1610. Bue-na muestra de este marasmo administrativo fue que,cuando tras largas peticiones de la Embajada en Viena,el conde de Oate fue autorizado para asesinar a Wa-llenstein, el principal condottiero del emperador llevabaya semanas muerto! Esta decadencia era ms problem-tica pues contrastaba con la situacin de Inglaterra. All,el abogado John Turloe, a quien Cromwell encomendconvertir su servicio secreto en el mejor de Europa, logr

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  • aunar los recursos de correos, la secretara de Estado, laPolica, el ejrcito y las embajadas, creando una formida-ble organizacin.

    El Siglo de las LucesLos intentos de regeneracin borbnicos tambin tu-

    vieron su reflejo en las labores de informacin. Durante elsiglo XVIII el espionaje adquiri un carcter de instrumentode uso comn y protegido por las monarquas europeas.Todos los pases lo practicaron, pero fue en Rusia y Espa-a donde obtuvo mayor envergadura institucional. Losministros Carvajal, Jorge Juan y el marqus de la Ensena-da mejoraron la correspondencia diplomtica y las medi-das de seguridad. Contaron con correos muy leales a losque pagaban generosamente y perfeccionaron el cifradode la informacin. Los libros de claves, que se renovabanregularmente, se sellaban con tres escudos de lacre entreuso y uso. Ensenada saba que, para que el espionajefuera eficaz, haba que pagarlo, lo mismo que la buenaprensa. Y fue especialmente diestro en el manejo defondos reservados que lograba mediante el Real Giro,una caja paralela de la que sali dinero para pagar los es-pas, contratar tcnicos extranjeros e incluso sobornar alpropio Papa.

    Este siglo es tambin el del espionaje cientfico, quese canalizaba a travs de Bilbao. Se compraban clandesti-namente los nuevos telares mecnicos, libros tcnicos,cronmetros, mquinas de vapor, armamento e instru-mentos nuticos, que se escondan en las sentinas de losmercantes pues estaba prohibida su exportacin. Igual-mente se traficaba con artesanos, inventores e ingenierosextranjeros, a los que ofrecan mejores condiciones devida y trasladarlos a la pennsula con sus familias. Tam-bin las dems potencias robaron algn avance tcnicolocal, como los planos del glibo hidrodinmico ideadopor el intendente de astilleros Antonio de Gaztaeta.

    El principal foco de tensin segua siendo Londres.En la centuria hubo ms de cuarenta aos de conflicto

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  • declarado entre ambos estados y la guerra irregular fuepermanente. Pero los xitos de los espas navales del XVIno se repitieron. Por un lado, la Embajada en Londres es-taba muy vigilada y no daba grandes resultados. Por otro,la actividad de los comerciantes-espas, movidos porun afn econmico y temerosos del potro de tortura, diopeor rendimiento que las motivaciones religiosas de susantecesores, cuyo fanatismo y limitaciones intelectualesse compensaban con valor y determinacin. Adems, al-guna extraa mutacin gentica haba ocurrido en los ha-bitantes de la isla, porque la tradicional prctica deemborrachar a marinos no obtena ya resultado alguno,habindose los ingleses inmunizado al alcohol.

    Esto no significa que no se lograsen algunas victo-rias, destacando las operaciones clandestinas desarro-lladas desde Bilbao de 1773 a 1779 a favor de lossublevados de las Trece Colonias. Londres protest porla correspondencia mercantil que continuaban algunoscomerciantes de Bilbao con los rebeldes de las colo-nias. El banquero Diego Garca de Gardoqui, desde elBocho, y el gobernador de Nueva Orlens, Luis de Unza-ga, desde la Luisiana, suministraban clandestinamentemosquetes, plvora e informaciones sobre los casacasrojas y la Royal Navy. Las quejas del embajador inglsGrantham en la Corte madrilea no hallaron gran eco pordos razones: los ingleses practicaban esa misma polticacon los comanches y pawnees del Mississippi y con losindependentistas de las colonias hispanas y porque elministro Floridablanca estaba detrs de la operacin deGardoqui.

    En octubre de 1776, un comisionado de los subleva-dos, Arturo Lee, se entrevist con este banquero bilbanoen Gasteiz. Gardoqui se neg a gestionar la entrada es-paola en la guerra, pero le proporcion un emprstitode 170.000 pesos procedente de la Hacienda Pblica yde particulares, y bastimentos por 1.000.000 de reales.Este suministro clandestino continu hasta la declara-cin oficial de hostilidades en junio de 1779. Por supues-to, los escolares estadounidenses nunca estudian nada

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  • de esto, porque tiene menos glamour que las aventuras deLafayette.

    El siglo XVIII fue prdigo para los espas vascos. In-cluso institucionalmente. Las Juntas Generales de Gipuz-koa de 1749 establecieron la figura del espa secreto,que deba vigilar el contrabando con Iparralde. Su nom-bre slo lo conoca el diputado general para evitar repre-salias. Los justicias de los pueblos guipuzcoanosnombraban a su vez espas que vigilaban el comerciofraudulento de tabaco y alcoholes. Respecto al espiona-je industrial, una operacin conocida fue la obtencindel secreto de la fundicin de grandes anclas. En la po-ca era frecuente la prdida de buques fondeados por-que una tormenta los arrojaba contra la costa. Paraevitarlo resultaba esencial fundir anclas de mucho peso,que asegurasen los navos incluso con mala mar. Pero lasferreras vascas carecan de la tcnica adecuada y la Co-rona compraba las anclas para los navos de alto bordoen los Pases Bajos. Juan Fermn de Guiligasti, patrn dela ferrera Arrazubia de Aia, viaj clandestinamente a Ho-landa para espiar su tcnica de fabricacin. En 1739 vol-vi a Aia acompaado por un experimentado maestroartesano. Con su colaboracin logr forjar un ancla de 72quintales, la mayor realizada hasta entonces en la penn-sula Ibrica. El contrato volvi a las ferreras vascas. Pordesgracia Guiligasti, que se defina en su corresponden-cia con Ensenada como hombre rstico y sin letras, erapoco amigo de escribir y no disponemos de informacinsobre sus aventuras.

    La operacin de la que quedan ms documentos fuela obtencin del secreto de los caones ingleses. En eldespacho de Marina e Indias, el tudelano marqus deCastejn se encontr en 1773 con un enorme problema:los caones de la factora de La Cavada, que siempre ha-ba fabricado buenas piezas, comenzaron a explotar.Este marino, con 40 aos de servicio y antiguo cautivode los ingleses, saba que esto pona en peligro todo elImperio colonial. Como el hecho no haba trascendidoan al exterior, se pudo dotar a los navos con caones

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  • escoceses y de 1775 a 1778 se compraron ms de 4.000.Pero en cuanto Londres descubriese que no se tratabade adquirir un producto ms barato que el nacional,sino que la artillera haba dejado de fabricarse en Espa-a, cerrara el grifo y el Imperio quedara inerme.

    Se necesitaba descubrir el secreto de los caonesbritnicos. Castejn recurri a las eminencias grises delMinisterio, consultando al bilbano Jos de Mazarredodnde hallar dos valientes capaces de inflirtrarse en laCompaa y Propietarios de Fundiciones de Hierro dela Villa de Carron, la mayor y mejor fbrica de artilleradel mundo. El secretario de Marina quera vascos, pueslos consideraba los mejores espas. A diferencia deotros sbditos, al valor unan la discrecin y un carctercallado y sufrido.

    Mazarredo sugiri que fuera la Real Sociedad Vas-congada de Amigos del Pas quien tomara en sus manosla cuestin. En julio de 1777 el conde de Peaflorida y elmarqus de Narros comunicaron haber encontrado loshombres: un platero e inventor navarro llamado IgnacioMontalvo y Juan Jos Delhuyar, un sabio de familia origi-naria de Lapurdi, hermano del profesor del Seminariode Bergara. Haban descartado un tercer agente, el me-talrgico Ignacio de Zabalo, por cobarde, pusilnime ydelicado de temperamento. Se traz el plan, que apro-b el mismo Carlos III: actuando cada uno por su cuentay sin conocerse, viajaran a Inglaterra, donde pasaran al-gunos meses aprendiendo la lengua y el oficio. Luegointentaran ingresar en la fbrica de Carron. El contactocon la pennsula se mantendra a travs de un comer-ciante donostiarra, socio tambin de la Vascongada,Juan Jos de Michelena. Los gastos los sufragara la Se-cretara de Marina.

    Montalvo adopt la identidad de Jos Martnez, pr-fugo de la justicia tras haber matado a un hidalgo a cuyahija haba seducido. Sus rdenes eran trabajar una tem-porada como platero en Londres, ingresar en Carroncomo pen y trasladarse a Holanda cuando conociese elsecreto de la fundicin de los caones. En sus instruccio-

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  • nes figura que ha de tener siempre presente el solem-ne juramento que tiene hecho de guardar inviolable se-creto sobre el objeto de su viaje, glorindose de habersido escogido para una empresa de tanto honor y con-fianza, como de la inmortal gloria y brillante fortuna queha de granjearse a la vuelta si logra arrancar del avaro yoculto seno de los maestros britnicos el secreto que vaa buscar. Fue el primero en partir, el 3 de abril de 1778.

    Las rdenes de Delhuyar eran recorrer Sajonia, Frei-berg y las armeras de Stakerlberg en Suecia antes deinfiltrarse en Carron, donde se fingira alemn. Las infor-maciones las transmitira a travs de Pars utilizando eleuskara como cdigo. Sus corresponsales seran JuanBautista Porcel, Antonio Mara de Munive y Xabier Marade Egua, a los que escribira con disimulo diccionesbascongadas, que juntndolas expresen lo que quieracomunicar.

    Los dos espas retornaron victoriosos en otoo de1783. Montalvo haba logrado infiltrarse en Carron,mientras que Delhuyar se limit a espiar los arsenalesde Suecia y Dinamarca al estimar que su artillera eramejor. El navarro, que en el transcurso de su misin des-pert algunas suspicacias y que incluso fue detenidopor espionaje, obtuvo el ttulo de conde de Casa Mon-talvo. Para Juan Jos Delhuyar habra un lugar propio enlos manuales de qumica: trabaj con su hermano en ellaboratorio del Seminario de Bergara, donde descubriel tungsteno.

    De los dems espas vascos disponemos de menosdocumentacin. El aventurero navarro Juan Jos OvexasDaz Layasa, despus de amasar una enorme fortunaen Potos con medios harto dudosos, se instal en 1723en Saint-Malo, base de la piratera atlntica. All vigilabala salida de las escuadras. Los servicios del indiano fue-ron muy eficaces y el ministro Grimaldi reclam su pre-sencia en la Corte. En Madrid, Felipe V lo felicit, peroironiz sobre su fabulosa fortuna: Jams vi una ovejacon tanta lana.

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  • Historias de espionaje y crimen bastante ms srdi-das se desarrollaron en las colonias. El obispo Ustariz,el verdadero dueo de Filipinas, tena algunos agentesinfiltrados entre el ejrcito independentista de DiegoSilang, quien se haba sublevado aprovechando la con-quista de Manila por los ingleses. Cuando el lder tagalocomenz a confiscar las tierras y posesiones de la Igle-sia, el obispo acept que uno de sus hombres lo elimi-nase, con la condicin de que confesara y comulgarapreviamente. El 2 de mayo de 1762 el infiltrado lo ase-sin por la espalda. Una historia similar se desarroll enVenezuela, la colonia donde los vascos tenan mayoresintereses comerciales. En 1799 su gobernador ManuelGuevara envi a uno de sus agentes, el sargento Valeci-llos, a Trinidad. Su misin era entablar amistad con elindependentista Gual y aprovecharse de esa intimidadpara espiarlo y, si haba ocasin, asesinarlo. A Gual lehe suministrado un poco ms de cicuta con lo cual se hapuesto muy hinchado, se puede leer en una de las mi-sivas de Valecillos.

    El marqus de Casa Irujo, embajador en EstadosUnidos, tena idnticos planes para el independentistavenezolano Miranda y algunos aos despus su sucesor,Luis de Ons, cre una red de espas para seguir los pa-sos del navarro Javier Mina quien, con un puado dehombres, planeaba liberar Mxico del absolutismo deFernando VII. Los independentistas respondern de for-ma similar y, tras el asesinato de Cnovas en el balnea-rio guipuzcoano de Santa gueda, el delegado de laRevolucin cubana en Pars, doctor Betances, explicabaa las visitas: En esta silla donde ests estuvo sentadoAngiolillo, el que dispar a Cnovas. Aunque puedeque no se tratase ms que de una boutade.

    Las Guerras de la RevolucinLa Revolucin francesa fue el factor que desequili-

    br todo el contexto europeo y supuso un enorme au-mento de la actividad del espionaje. En 1793, el serviciosecreto ingls y elementos locales, en su campaa para

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  • crear el caos en la Francia revolucionaria, provocaron in-cendios con mechas fosfricas en Baiona y pusieronen circulacin gran cantidad de papel moneda falso enIparralde. Al menos, eso afirmaba el ministro de Polica.Fue, sobre todo, a partir de las guerras napolenicascuando las redes de espionaje desarrollaron ms enti-dad. El shock de la invasin francesa y la impotencia delejrcito regular para evitarla, provocaron que las guerri-llas y el espionaje se convirtieran en la respuesta a losgabachos en Hegoalde.

    La Junta Suprema Gubernativa promovi redes deinformacin por toda la pennsula. La figura clave era ladel comisionado, el jefe de los agentes de una circuns-cripcin, que se ocupaba de interceptar los despachosenemigos atacando a los mensajeros o escamotendo-los de los puestos de correos. Parece que la primera redque actu en Euskal Herria fue la de Juan Lpez Fragaque organiz en 1808 un servicio de espionaje en Casti-lla, con agentes mayoritariamente sacerdotes trabucai-res en Gasteiz y Baiona, que vigilaban los movimientosde las tropas francesas.

    Por esas mismas fechas en las Vascongadas se orga-niz otra gran red de espionaje, dirigida por Juan Manuelde Tellera. Nacido en Arrasate en 1779, segn su hojade servicios en septiembre de 1808 se puso en contac-to con el jefe del ejrcito de Galicia, el general Blake, enrepresentacin de la provincia de Gipuzkoa, estable-ciendo correos y espas hasta el interior de Francia paratener noticias seguras de las fuerzas que el enemigo in-troduca en la pennsula y sus intenciones, para gobier-no de nuestros generales, anticipando en el efectocrecidas sumas. Tellera, en coordinacin con el diputa-do general, Jos Mara Soroa, acudi a Blake con un planpara sublevar Gipuzkoa contra los ocupantes, pero elgeneral bloque el proyecto al considerarlo irrealizable.Blake le pidi que se centrase en labores de espionaje.

    Tellera, en pocas semanas, levant una importanteorganizacin, que llegaba hasta Baiona. En Irun la dirigaJuan Antonio Olazbal; en Andoain, Jos ngel Larreta; en

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  • Iruea era el encargado Manuel Joaqun de Ureta; en To-losa, Pedro Cardenal; en Azpeitia su jefe era Jos Empa-rn; en Gasteiz, Ramn de Arana y en Miravalles, ManuelMara de Aranguren. Todos eran notables locales que ca-nalizaban los informes hacia Durango, desde donde Te-llera los remita a Blake. Una decena de mozos deSoravilla, Andoain y Oiartzun eran los encargados de tras-ladar los despachos. La Diputacin deba sufragar la redcon 50.000 reales, pero en realidad slo proporcion13.000, adelantando Tellera los restantes. Algunos pue-blos quedaron entrampados por los gastos del espionajey, al acabar la contienda, el Ayuntamiento de Zeanuri re-miti a la Diputacin las cuentas de lo adelantado.

    Todos los agentes adoptaron seudnimos. Los infor-mes seguan un sencillo cdigo, camuflando los mensa-jes bajo trminos comerciales: el ejrcito espaolfiguraba como partidas de vino, la guerrilla era sidra,la infantera francesa paja, la caballera gala hierba, laartillera napolenica avena... Para la Diputacin esco-gieron la identidad de un inexistente Silvestre Oteman.Tellera, vista la imposibilidad de una sublevacin a granescala los ingleses enviaron 10.000 fusiles, pero no ha-ba condiciones objetivas para un levantamiento tan cer-ca de Francia impuls la guerrilla, que haba iniciadosus acciones en agosto. Tambin organiz la fuga de losmaestros armeros de Placencia de las Armas para queprosiguieran su labor en zona liberada. Su red colaboren muchas acciones de leyenda, como en el golpe demano que liber de la crcel de Durango a Mara ngelaTellera, la moza de Elgeta, herona de la resistencia.

    En el Viejo Reino, Francisco Javier Miguel de Irujo,buen conocedor del francs, apuesto, inteligente y as-tuto, diriga la red de inteligencia. Nafarroa se conside-raba uno de los puntos neurlgicos de la campaa, comorefleja una carta fechada el 10 de mayo de 1810, que leenvi desde Cdiz el secretario de Estado para que va-lindose de todos los medios posibles e imaginablesprocure ganar y seducir al comandante francs que man-da la Plaza de Pamplona, ofrecindole desde luego un

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  • milln de pesos fuertes, pagadero sobre las cajas deMxico inmediatamente, asimismo la grandeza de Espa-a de primera clase, el despacho de capitn general delejrcito, el ttulo de duque con la denominacin de lastierras que se le darn en la Amrica Meridional y otrasgabelas. La sede de su organizacin estaba en Uju,con agentes, en su mayora prrocos, en toda Nafarroa ytambin en Aragn, Baiona e incluso Pars. Sus informesconcedieron al comandante de la Divisin de Navarra,Francisco Espoz y Mina, muchos de sus fulgurantestriunfos. ste tena muy clara la forma de tratar con losespas enemigos, promulgando un decreto por el quetodo aquel pueblo que avisase a las autoridades fran-cesas que haba voluntarios con Mina veran fusiladospor suerte a cuatro de sus habitantes. Por respeto a larealidad histrica, anotamos que muchos vascos estu-vieron encantados con la invasin y el nuevo rey Pepe Bo-tella, desde su amante la marquesa de MontehermosoLa marquesa tiene un tintero / donde moja su pluma / Jos I, can-taban los gasteiztarras de la poca, su marido, cornudopero no apaleado, que multiplic sus rentas por 25 y mi-nistros bienintencionados como el agoizko Azanza o elbilbano Urquijo. Y sobre todo el nuevo jefe de la Policaen Pamplona, Mendiri, natural de la capital bajonavarra,un sdico al que Pars dio carta blanca para cometer todotipo de tropelas.

    La operacin clandestina ms espectacular fue la or-ganizada por el sacerdote Manuel Sobrail y el adminis-trador de Correos de Irun, Simn Iriarte: se trataba, nims ni menos, que de liberar de su cautiverio en Baionaa Fernando VII! El Consejo de Regencia aprob la acciny proporcion un milln de reales para gastos. La opera-cin se basaba en una casualidad afortunada: Sobrail,que hablaba perfectamente francs, haba entabladoamistad con un jefe de batalln galo que fue nombradojefe de la Polica departamental de los Bajos Pirineos, laque ejerca la vigilancia en torno a Fernando. Iriarte ges-tion los elementos necesarios para la fuga: una embar-cacin en Hondarribia para el paso martimo y la escolta

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  • que protegiese al Deseado hasta zona libre en Cantabria.La mansin de la familia Zuarnabarro, fuera de toda sos-pecha como supuestos afrancesados, hara las veces decasa segura. Sobrail, gracias a su contacto francs, se en-trevistara con Fernando y le trasladara el plan de eva-sin. Nadie dudaba que el Deseado afrontara el riesgo dela fuga. No en vano el fenmeno fans tuvo su precedentehispano en Fernando VII: Imagen seductora / del Rey ms des-graciado y ms querido / tendr yo la ventura / de morir a su vistade ternura?

    Pero la operacin se complic. Los franceses barrun-taban algo y se llevaron a Fernando muy lejos, a Valenay,donde lo tutelara el mismo Talleyrand. Afortunadamen-te, el oficial francs encargado de la seguridad segua ensu puesto. Con bastante dificultad se reajustaron los as-pectos logsticos del rescate y el 22 de marzo de 1812 elsacerdote lleg a Baiona. Pero la Polica lo detuvo y en-vi a Pars. Su amigo el oficial francs lo liber y, supone-mos que bajo el poderoso argumento del milln depesos, intent concertar su entrevista con el monarca.Pero el rey, haciendo gala de su proverbial cobarda, seneg en redondo. En realidad, Valenay era todo menosuna ttrica y hmeda prisin. El nico mal trato que su-fri en aquellos cinco aos fue cuando Talleyrand le pi-di que visitase la bien surtida biblioteca, de la queFernando hua como del demonio.

    Segn el informe de Sobrail:El jefe de polica haba visto y hablado con S. M. antes dela comida y estando solo arrimado a una de las ventanasdel saln le dio a entender a S. M. los deseos que yo tenade verle y hablarle. Enseguida hizo presente S. M. al mis-mo comandante varios pasajes, tanto sucedidos en Bayo-na como despus que se hallaba en Valenay, que lehaban puesto en el estado de sospechar de todo, dicien-do que l sufra inocente a la vista de todo el mundo y queno quera dar paso alguno por el que el emperador pudie-ra pintarlo como criminal. El comandante, conociendo queS. M. tema que mi visita o la proposicin suya fuese estu-diada o preparada por los tiranos de Pars, procur sose-gar la imaginacin del rey, hacindole ver con claridad

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  • quin era yo, cundo me haba conocido y el poco tiempoque haca de mi llegada. El rey, despus de algunas difi-cultades, propuso que, en el caso de poderlo ver, sloconsentira que fuera con el permiso del ministro de la Po-lica de Pars, para evitar de este modo cualquier motivode contestacin.

    Esta alusin a Fouch, un perro viejo a quien iba aresultar difcil engaar, casi pona en la picota a Sobrail,Iriarte y Zuarnabarro. El interrogatorio del sacerdote porel ministro fue para helar la sangre: Fouch le dej claroque sospechaba que era un espa. Habilidoso y dandovtores de amor a Francia y a la Revolucin, Sobrail pudosalir del despacho y puso pies en polvorosa hacia lafrontera. En Espaa, inform al presidente del Consejode Regencia del fracaso de la operacin de extraer a laPersona del rey de Valenay, aunque use de las mismasapariencias y tenga de su parte al jefe de su custodiacomo yo lo he tenido por el carcter tmido y pusilnimede S. M. Otras facetas del carcter real, como su ten-dencia a firmar penas de muerte, todava tardaran enser conocidas.

    La contienda carlistaSin apenas solucin de continuidad, los fuegos que

    haba trado la Revolucin encendieron las guerras car-listas que, a veces, incluso tendrn los mismos protago-nistas. El lder militar de los carlistas, Zumalacrregui,organiz con escasos medios un servicio de informacinregular de gran eficacia. Brillante militar de carrera, peroincapaz para la adulacin, haba encallado en el gradode coronel del que no lograba ascender, hasta que lacontienda lo revel como un organizador y tctico consu-mado. Todas las noches se reuna con sus agentes, unaveintena de confidentes mal pagados, que aprovecha-ban la oscuridad para cruzar las lneas en ambas direc-ciones. Los informes que de ellos esperaba eransimples, pero cruciales: dnde estaban los soldados re-gulares, quin los mandaba y por dnde venan los txa-pelgorris y los legionarios britnicos.

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  • Como Zumalacrregui gozaba de gran carisma y eraun profundo siclogo, lograba de sus agentes gran ren-dimiento y lealtad a toda prueba. De su brutal pero efi-caz estilo es muestra esta ancdota. Uno de susconfidentes tuvo un fallo que pudo acarrear funestasconsecuencias al ejrcito carlista. En castigo, Zumalac-rregui mand que le propinasen pblicamente cincuen-ta palos y le expulsasen del servicio. La siguiente noche,cuando se reuni con los agentes para darles instruccio-nes, vio entre ellos al apaleado. No dijo nada y, cuandotodos se hubieron retirado con las misiones encomen-dadas, se dirigi a l como si nada hubiera ocurrido:T, vete a dormir y descansa, porque maana voy a en-cargarte una misin que slo t eres capaz de realizar.Y el apaleado se iba a dormir henchido de orgullo y dis-puesto a dejarse fusilar antes de fracasar de nuevo.

    Unos hechos controvertidos fueron los achacados ados agentes carlistas en Gasteiz. El 28 de marzo de 1836,tras azotarlos pblicamente, dieron garrote vil en la Pla-za Vieja de Vitoria al panadero Jos Elosegi y a su ayu-dante, acusados de espionaje, incitacin a la deserciny de haber envenenado con termulina, cido axlico yalbayalde el pan de la Legin Britnica isabelina. Habansido descubiertos por la carta que un legionario deser-tor envi a sus compaeros desde las lneas carlistas. Seles achac el asesinato de los 1.606 soldados fallecidosen Gasteiz durante ese invierno, lo que a todas luces pa-rece una exageracin. Probablemente sumaron a los en-venenados todas las bajas por tifus, fro, neumona einfecciones varias.

    Durante la Segunda Guerra carlista el organizador delos servicios de informacin del Pretendiente fue el iru-ns Tirso de Olazbal. Desde Baiona gestion una redque mandaba informes en el interior de mangos desombrillas, previamente barrenados. Los fusiles se en-viaban de forma tambin ingeniosa: en la impedimentay bagajes de los gendarmes destinados a la vigilanciafronteriza. Incluso posea una pequea flota contraban-dista, constituida por el yate Duwehound, el velero Queen

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  • of the Sea y el Orpheon, que desembarcaba armas eludien-do el bloqueo de la escuadra de Snchez Barcaiztegui.Ni carlistas ni liberales se andaban con blandenguerasy el cura Santa Cruz fusil en Aretxabaleta a una espatras confesarla y comulgarla, pese a las rdenes contra-rias de su superior Lizarraga. Los txapelgorris haban ofre-cido 25 pesetas a quien delatase los movimientos delcura trabucaire y ste no era de los que aceptase impune-mente sentir la respiracin de nadie en la nuca.

    Los liberales no iban a la zaga en asuntos de espio-naje. Desde 1833 disponan de una importante organiza-cin en Francia, dirigida por el cnsul en Baiona, AgustnFernndez de Gamboa, futuro diputado general de Na-varra. Un protegido de Espartero y Mendizbal al que seacusaba de compaginar el espionaje con el contrabando.

    El espa vasco por antonomasia y el mejor conocido,gracias a la pluma de su lejano pariente Po Baroja, es Eu-genio Aviraneta. Este consumado conspirador era de as-cendencia guipuzcoana, aunque naci en Madrid el 13 denoviembre de 1792. Su padre, Felipe Aviraneta, tambinhaba ejercido labores de espionaje durante la Guerra deIndependencia, con una doble vida, como la PimpinelaEscarlata: afrancesado de da, agente patritico de noche.

    El historiador Pirala describe a Aviraneta comohombre sagaz y que ha nacido sin duda para conspirar,aunque utilizaba medios que repugnan a la nobleza denuestro carcter. Miembro de la masonera escocesa,actu en Espaa, Mxico, Cuba, Estados Unidos, Gibral-tar, Argelia y Francia. Tcnicamente era muy bueno, conconocimientos qumicos que le permitan fabricar tintassimpticas y reactivos, hbil tanto para crear claves se-cretas como para descriptar las del contrario. En lo per-sonal era un bon vivant y a los sesenta aos se cas conuna actriz de veintisis.

    Su primera actuacin fue durante la Guerra de Inde-pendencia. Capturado el jefe de la Junta de Defensa deCastilla, Aviraneta descubri la ruta de su traslado e in-tent su liberacin en un audaz golpe de mano durante

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  • la parada en una fonda. Actuaba solo y la escolta lo de-tuvo. Lo llevaron amarrado ante el jefe de la guardia,donde su buen francs consigui que le quitasen lascuerdas. En ese momento hizo el signo masnico degran peligro, con la suerte de que el comandante eracorreligionario. Su nuevo hermano pidi a los guardiasque saliesen y lo llev a campo abierto donde lo libertras abrazarlo.

    En 1821 era agente en Pars del ministro de la Guerra.En la capital francesa se introdujo en los crculos conspi-radores absolutistas, con el apoyo del Gran Oriente Ma-snico. En 1823 el ministro lo envi al sudoeste francspara que informase de los planes de invasin absolutis-ta. En Baiona, Aviraneta dedujo que la presencia del te-niente general Castex y de un importante banqueroresponda a la financiacin de la expedicin de los100.000 hijos de San Luis. Mediante un mozo de fonda ma-sn pudo asistir escondido a la cena en un reservado delsobrino del banquero con el general Tirlet, un marqus yunas damas. Agazapado tras la puerta, despus de mu-cha conversacin picante y de sobremesa, escuch al so-brino que al da siguiente se firmara el contrato paraliberar los fondos necesarios para la invasin. Aviranetatom un carruaje que fustig hasta Hendaia, pero la fron-tera estaba cerrada. Envi la noticia al gobernador deSan Sebastin mediante un contrabandista. La informa-cin de nada sirvi, pues el Gobierno constitucional ca-reca de fuerza para evitar la reaccin absolutista.

    Aviraneta traslad posteriormente su campo de ope-raciones al Nuevo Continente. En Mxico actu defen-diendo los intereses de la monarqua frente a losindependentistas, provocando un conflicto entre el ge-neral Santa Ana y el embajador norteamericano Poinse-tte y la logia del rito de York. Pero sus tejemanejesfracasaron y toda la colonia espaola fue expulsada. Des-de Nueva Orlans y La Habana prepar nuevas accionespara devolver Mxico a la obediencia borbnica. Esta-bleci contactos con los sectores que recelaban de Esta-dos Unidos y de su poltica expansionista. Consigui la

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  • promesa de apoyo del grupo antiyanki a una expedicinde reconquista espaola, siempre que sta fuese militar-mente potente y se concediese amplia autonoma admi-nistrativa y econmica.

    El plan sobre el papel era slido, porque el papel losoporta todo, pero la realidad iba a resultar menos propi-cia. Aviraneta haba calculado que se necesitara un cuer-po de 40.000 hombres y que se debera ocupar mediantealguna aagaza el puerto mejor fortificado de Mxico,San Juan de Ula, para asegurar el abastecimiento. Al fi-nal, el ejrcito puesto en pie de guerra fue de 3.000 sol-dados y no se ocup ningn puerto que ofrecieseseguridades de defensa. As, cuando Aviraneta desem-barc el 26 de julio de 1829 como jefe de inteligencia dela expedicin, la operacin estaba arruinada y la aventu-ra termin como era lgico: se reembarcaron hacia La Ha-bana perdidas armas, bagajes y algo de su honor. Y lopeor, dejando en los mexicanos, aliados u hostiles, laidea de que Madrid no era de fiar ni lo sera nunca.

    El resto de su carrera se desarroll en el escenarioeuropeo. En 1833 cre la sociedad secreta La Isabelina,cuyo objeto era adiestrar 10.000 ciudadanos liberalespara que se adueasen de Madrid y estableciesen ungobierno revolucionario. Se trataba de un golpe de Esta-do en la lnea de los carbonarios. Aviraneta prepar mi-nuciosamente el plan de ataque nocturno: institucionesa ocupar, a qu horas, situacin de trincheras y barrica-das para evitar la reaccin de la guarnicin... Tambinintent asesinar al ministro de Estado, Cea Bermdez,en un temerario atentado en plena calle, pero los refle-jos del cochero salvaron al poltico. Fue detenido, peroen agosto de 1835 lo excarcelaron. La guerra carlista es-taba en su apogeo y necesitaban sus servicios.

    En 1837, el ministro de la Gobernacin lo envi aFrancia. Se instal en Baiona, desde donde teji sus re-des. Mediante espas y agentes dobles prepar el se-cuestro de Don Carlos en Lizarra y Azkoitia, sembrando ladiscordia entre las filas carlistas a travs de falsas procla-

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  • mas a los batallones. Slo existan cuatro copias de la lis-ta de sus infiltrados entre las filas del Pretendiente: ladel ministro de Gobernacin, la del jefe de Polica, la dela reina y la suya propia. Su agente ms eficaz era una se-orita de compaa de la Corte carlista, Mara Luisa Tabo-ada, y el enlace ms activo, Gabriela, la roncalesa. En 1838prosigui con xito esa tctica de divide y vencers,con el objetivo de envenenar las relaciones entre DonCarlos y el jefe de su ejrcito, el general Maroto. Estaoperacin, bautizada Simancas, consista en introducir enla corte carlista documentos falsos que mostraban la trai-cin del militar. Mediante un estafador con reputacin delegitimista, el francs Robert, entreg una serie de su-puestas cartas entre Maroto y sus generales, miembrosde la logia madrilea Sociedad Espaola de Jovellanos.Cabecillas como Soroa, Aldave y Lanz, afines al sectorapostlico, es decir, clericales enfrentados a un militaroteal que tildaban de progre, estuvieron encantados de obte-ner pruebas contra su adversario poltico. La prueba defi-nitiva fue el diploma del Gran Oriente de la Masonerade Maroto, realizado por un grabador masn alemn.Don Carlos recibi a Soroa y qued convencido por laspruebas. Desde ese momento fue imposible proseguir laguerra: los batallones navarros y alaveses, as como losguerrilleros aragoneses y catalanes, no aceptaban la au-toridad de Maroto. Con el nico apoyo de las divisionesde Gipuzkoa, de Bizkaia y de Castilla resultaba imposi-ble seguir luchando. Los combatientes de ambos ladosarrojaron las armas y se abrazaron. El abrazo de Bergarapuso fin a la guerra carlista. Por el momento.

    Como a los gobernantes les encanta la machada deRoma no paga a traidores, Aviraneta estuvo a puntode perder la vida a la conclusin de las hostilidades.Tanto Espartero como los carlistas deseaban su cabezay el general lo encarcel. Un mdico lleg a pedir que enla ejecucin no daasen su crneo, pues quera estu-diar aquel cerebro portentoso. Tal era su fama. Afortuna-damente para l, fue liberado y se instal en Toulouse,desde donde sigui desbaratando las actividades del

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  • Pretendiente. Se convirti en Dominique Etchegaray, unlegitimista francs. Primero, se gan la confianza de susenemigos desarticulando conjuras que l mismo habaorganizado y, una vez bien situado, prepar el envene-namiento del general Cabrera y de otros destacadosmandos.

    Respecto a estos asuntos del veneno, an hoy losltimos nostlgicos del tradicionalismo creen que la ru-bia Miss Orsey, que volvi loco al Pretendiente y por laque abdic temporalmente, era una agente de Madridy que las extraas fiebres que acabaron con CarlosLuis de Borbn y su legtima esposa Mara Carolina, unavez que recobr la cordura, fueron unas gotas de venenode los liberales. Lo cierto es que el matrimonio falleciel 13 de enero de 1861 en Triestre. Una semana anteshaba muerto sbitamente su hermano Fernando Maraen Austria.

    Podramos extendernos mucho ms con las aventu-ras de Aviraneta, pero lo mejor es que acudan a las fuen-tes, lean a Po Baroja.

    Ms se perdi en CubaEn la primavera de 1898, el ministro del Ejrcito, Au-

    n, ante los tambores de guerra, prepar una red de es-pionaje en Estados Unidos. Urga conocer los preparativosestadounidenses para el Caribe y el Pacfico. Escogi paraesta misin al teniente de navo Ramn Carranza, totaldesconocedor de las labores de informacin, pero s muypatriota, valiente, competente en su campo y con un exce-lente ingls. El teniente se instal en Montreal bajo laidentidad de Frederick W. Dicson. Canad presentaba dosventajas: all la vigilancia era menos estricta y, cuestinpoco balad, no exista la pena de muerte por espionaje.Carranza situ un agente en Halifax, que remitira los infor-mes a Madrid. Enrol mediante una fuerte compensacineconmica a George Downing, quien con identidad falsase traslad a Washington. All, en un alarde de eficacia, ob-tuvo la informacin de que el 7 de mayo el departamento

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  • de Marina haba cursado un mensaje cifrado ordenandoque el crucero Charleston se incorporara a la flota en Extre-mo Oriente. ste era un buque muy superior a todos losde la escuadra espaola del Pacfico, por lo que convenaeludir la batalla. Y en un alarde todava mayor de incapaci-dad, Downing envi esta informacin por carta y sin cifrar.Tras el estallido de la guerra se censuraban todas las misi-vas enviadas al extranjero y el canadiense fue detenido.Ante la perspectiva del paredn, se ahorc en la celda.

    Carranza no escarment en cabeza ajena y cre unaagencia de investigacin privada como tapadera. Conve-na descubrir los detalles del bloqueo naval estadouni-dense en el Caribe, pues en la pennsula dos barcoscapitaneados por Jos Mara Gorordo y Manuel Des-champs esperaban, con 25.000 fusiles y 100 caones, esainformacin para forzar el cerco. Todava ms esencial re-sultaba conocer el dispositivo de defensa de la costaatlntica norteamericana, pues se aprestaba a zarpar unaescuadra espaola para atacar la navegacin entre Char-leston y Halifax. Pero sus nuevos agentes, los inglesesYork, Elmhurst y Mellor, nada prctico descubrieron. Me-llor fue detenido en Florida cuando intentaba averiguarlos planes enemigos. En la crcel contrajo el tifus y falle-ci. Finalmente, una operacin conjunta de los serviciosde contraespionaje estadounidenses y canadienses des-cubri a Carranza, que fue expulsado del pas.

    La guerra que terminar con todas las guerrasDurante la Gran Guerra Euskal Herria fue punto de

    confluencia de los espas de la Triple Entente y la TripleAlianza. Aqu libraban sus batallas, paralelas a las delfrente, ms sibilinas y con menos sangre. En Iparralde sesucedieron dos tipos de acciones. Por una parte, las delclsico espionaje. En diciembre de 1914 un hombre fuepasado por las armas por haber hecho seales a buquesenemigos. En 1917 explot un polvorn en Baiona y elbombardeo desde un submarino de las Forjas de Beau-cau caus enorme pnico.

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  • Por otra parte, existi una supuesta organizacin ale-mana que alentaba las deserciones. Asunto este bastan-te oscuro. En 1915 muchos reclutas vascos desertaron yotros aprovecharon un permiso para cruzar la frontera.Pero no pareca necesario que una bella fraulein te susu-rrara esa idea a la oreja, pues ese ao murieron 450.000franceses en vanas ofensivas que no ganaron un metrode terreno fangoso. El prefecto sugiri la posibilidad dela existencia de una agencia de desercin muy hbil-mente organizada al otro lado de la frontera. Es ciertoque el secretario de la Alcalda de Valcarlos y algunoselementos de Elizondo ayudaban a los prfugos, peroestos hechos recuerdan ms a la tradicional solidaridadtransfronteriza o a un intento de los contrabandistas porlucrarse que a una operacin organizada por el Kiser.Como medida de precaucin, las autoridades galasprohibieron los permisos en cantones pirenaicos y ex-tremaron la censura en las cartas.

    La prensa francesa denunci la existencia de esa or-ganizacin. El 6 de febrero de 1915 el diario Les Tempspublic un artculo titulado El espionaje alemn en elPas Vasco, hacindose eco de las deserciones. El pe-ridico defenda que una red establecida en Espaa in-citaba a los movilizados a huir, ayudndoles en el paso yextendiendo el rumor de que se dara una amnista al fi-nal de la guerra. El 26 de marzo, el diario Eskualduna reto-maba la misma hiptesis, amenazando con que esta vezno habra amnista, a diferencia de lo ocurrido en 1870.Joseph Garat escriba en La Gazette de Biarritz del 28 dejunio que eran elementos carlistas, llenos de odio haciala Francia republicana, quienes hacan de intermedia-rios en los planes alemanes. Pero las investigacionespoliciales en torno a estas agencias de desercin nodieron ningn resultado. Slo se detuvo a guas que ac-tuaban individualmente y que cruzaban a fugitivos bel-gas y franceses por dinero.

    El comisario de Hendaia present su informe al pre-fecto. En l afirmaba que la existencia de tal agencia eraimposible. Su explicacin de las deserciones era sta:

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  • La emocin causada por la lectura de las cartas de loscompaeros que estn en el frente. Estas cartas escritasen una lengua comprensible solamente para los habitan-tes del pas, son propagadas y comentadas de casa encasa... Todos saben que las familias vascas, que hablan elmismo lenguaje e integradas por elementos que mantie-nen entre s relaciones constantes, habitan indiferente-mente a un lado u otro de la frontera (...) Son muy pocoslos desertores actuales que no hayan encontrado hospita-lidad entre sus parientes espaoles de la frontera. No ten-go inconveniente en declarar que los vascos son en suinmensa mayora excelentes patriotas que suelen serbuenos soldados, pero no significa ningn desdoro a supatriotismo que incluso antes de la guerra cierto nmerode ellos se escapara del servicio militar emigrando a lasAmricas. Para remediarlo no se ve ms que una solucin:pedir al Gobierno espaol que enve a estos desertores alotro lado del Ebro.

    Si bien la agencia de deserciones parece invencinde la prensa, de 1914 a 1918 Donostia y Bilbao se convir-tieron en centros de espionaje internacional. En las Vas-congadas la opinin pblica era contraria a la guerra ycuando Lerroux, que haba declarado que Espaa debade entrar en la contienda, se ape en la estacin de Irun,poco falt para que lo lincharan. Respecto a las filias y fo-bias, haba divisin: Po Baroja estaba a favor de los Im-perios Centrales mientras que Unamuno era aliadfilo.PSOE, con Francia, los carlistas con Alemania o Rusia y losmonrquicos divididos, porque Alfonso XIII estaba a fa-vor de los Aliados, ms que por razones polticas, porqueel rey detestaba personalmente al Kiser, quien no lepermita usar con l su democrtico tuteo. El PNV debie-ra haber estado con Gran Bretaa, pero el problema ir-lands pesaba mucho y la tendencia anglfila mayoritariade De la Sota era contrarrestada por el prestigio consan-guneo de Luis Arana.

    Observadores de la Marina Imperial alemana se ins-talaron desde 1914 en Bilbao, advirtiendo de la salida demercantes para que los submarinos los hundieran. Msde cincuenta buques matriculados en el Bocho se fueron

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  • al abismo durante esos cuatro aos. Tambin se pagabaa los marinos para que avituallasen en el ocano a los su-mergibles. En estas actividades destac un ciudadanochileno llamado Reed Rosas, que en 1916 obtuvo la Cruzde Hierro como premio a su labor en Bilbao. En realidadse trataba de Wilhelm Franz Canaris, un oficial alemn alque haban hundido su crucero en aguas del Pacfico ydel que volveremos a hablar. En esta poca entabl rela-ciones que le seran muy tiles veinte aos despus.

    En el Pas Vasco, los alemanes no llegaron demasia-do lejos en sus acciones, pero en Barcelona financiaronuna banda mafiosa, mandada por el barn Koenig y prote-gida por el comisario Bravo Portillo, que asesinaba a losindustriales que trabajaban para los Aliados. Y para col-mo, atribuan los atentados a los anarquistas! FedericoStallmann, alias barn Koenig, haba nacido en Postdam en1874 y en 1915 recal en Bilbao, pero sus superiores le pi-dieron que actuase en Barcelona. Berln quera que elPas Vasco se mantuviese en calma, un remanso de pazdonde sus espas trabajasen con tranquilidad.

    En el primer cuarto del siglo XX, ms que Donostia oSan Sebastin, convendra utilizar el trmino Bella Easopara la capital guipuzcoana. La ciudad se haba converti-do en el centro ms cosmopolita del Viejo Continente.En su Casino se daban cita todos los personajes de lavida europea: Mata Hari, Len Trotski, Ravel, Romano-nes, Pastora Imperio... El millonario ruso Mantacheff de-rrochaba dinero a espuertas desde el Hotel MaraCristina sin salir jams de la ciudad, porque por buenoque sea el resto, no ser mejor que esto. Dueo de lasmayores minas de platino del mundo, gustaba de comerchurros, beber ans en los tiovivos y regalar a las mucha-chas de clase modesta slo porque le dejaran admirarhonestamente sus piernas bajo ideales artsticos. La Be-lla Easo durante cuatro aos fue tambin, como posterior-mente veremos, centro del espionaje mundial. Aunqueparece imposible aorar esa ciudad de farsa, si es que al-guna vez existi, algunos donostiarras an no han supe-rado su desaparicin y viven en continuo trauma.

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  • Se acerca la tormentaComo prembulo de la tormenta que haba de llegar

    en la siguiente dcada, a finales de 1924 se produjo uncurioso caso de provocacin de los servicios secretos.Era el segundo ao de dictadura de Primo de Rivera, elproblema de Marruecos estaba en vas de solucin yel orden pblico haba mejorado radicalmente. Los pro-blemas que haban permitido el advenimiento del dic-tador estaban solventados, por lo que se comenz acuestionar su utilidad.

    En octubre, un extrao personaje comenz a relacio-narse con los crculos del exilio de Donibane Lohitzune,Hendaia y Baiona. Se deca miembro de una Junta Cen-tral de la que formaban parte Unamuno, Ortega y Gassety Vicente Blasco Ibez. El objetivo de la Junta era ins-taurar la Repblica. El 8 de noviembre se producira unlevantamiento general en las calles, cuarteles y sindica-tos. Pero era conveniente, para convencer a los espritusvacilantes, que una fuerza armada penetrase simultnea-mente desde el exterior. El personaje, bien provisto defondos, reclut voluntarios a los que proporcion dinero,armas y octavillas.

    La noche del 7 de noviembre, 42 expedicionarios di-rigidos por Bonifacio Mazarredo salieron de DonibaneLohitzune y llegaron a Bera de Bidasoa. Al atisbar hom-bres armados por las calles, un vecino, Miguel Barasain,avis a la Guardia Civil. Tan seguros estaban los republi-canos del xito de la revolucin que gritaron a la parejaque les dio el alto: Compaeros! Somos nosotros!Los de Francia! Los que esperabais! Viva la Repbli-ca!. Los nmeros dispararon y fueron muertos en el tiro-teo. Al descubrir que los nicos sublevados eran ellos, elgrupo se volvi a Francia, perseguidos por guardias civi-les, carabineros y somatenes. Tuvieron 4 muertos y 27detenidos. Las autoridades francesas capturaron a nuevems. El 14 de noviembre se celebr un Consejo de Gue-rra en Iruea, donde se absolvi a los cuatro procesadospor falta de pruebas. Ningn peridico public esta sen-tencia y el capitn general de Burgos se neg a firmarla.

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  • El juicio se traslad al Tribunal Supremo Militar, que dic-t tres penas de muerte. El 6 de diciembre se dio garrotea Gil y a Sancilln, mientras que Pablo Martn, de Bara-kaldo, muri al caer por el hueco de la escalera al inten-tar huir en la conduccin desde la capilla.

    Esta operacin tuvo como consecuencia que los mili-tares y las derechas se apiaran en torno al dictador. Elsomatn de Navarra pas en un ao de 2.000 a ms de3.200 voluntarios. El capitn de carabineros Juan Cueto,del puesto de Bera, divulg en hoja impresa y firmadasu conviccin de que la incursin no era otra cosa que laestratagema urdida por un agente provocador al serviciode la Embajada espaola, apodado el Fenmeno. Los ser-vicios secretos haban utilizado como carne de can aun grupo de libertarios, desocupados, aventureros ycontrabandistas para crear la sensacin de que existaun autntico peligro revolucionario.

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  • La Guerra Civil fue un proceso local, por muchoque algunos autores se empeen en considerarla frutode la intervencin de los nazis o de Mosc. No obstante,debido al conflicto global entre fascismo y comunismode la poca porque la democracia liberal se lav lasmanos durante ms de quince aos ante las agresionesde Italia y Alemania era inevitable una fuerte implica-cin internacional.

    Los contactos del ala ms derechista espaola con lasagencias de informacin de Berln y Roma venan de le-jos. La relacin con Alemania databa de la dcada de losveinte. Francisco Moreno Zulueta, marqus de los An-des, estableci contacto con los servicios secretos ale-manes cuando era ministro de Primo de Rivera. ElTratado de Versalles prohiba a Alemania rearmarse y al-gunos industriales germanos deseaban probar sus nue-vas armas