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PRESS RELÉASE DE PRESSE
COMMUNIOUÉ GENERAL AGREEMENT ON TARIFFS AND TRADE ACCORD GENERAL SUR LES TARIFS DOUANERS ET LE COMMERCE
CENTRE WILLIAM-RAPPARD, 154, RUÉ DE LAUSANNE, 1211 GENÉVE 21, TÉL 022 310231
GATT/1407 11 de febrero de 1987
EL DIRECTOR GENERAL DEL GATT PIDE LA COLABORACIÓN DE LOS CÍRCULOS ECONÓMICOS EN LA RONDA URUGUAY
En una alocución pronunciada hoy, miércoles, en el 292 Congreso de la
Cámara de Comercio Internacional, en Nueva Delhi, el Sr. Arthur Dunkel,
Director General del GATT, pidió a los hombres de negocios que contribu
yeran a asegurar el éxito de la Ronda Uruguay. Habló también del lugar
central que ocupa la agricultura en la Ronda.
Adjunto figura el texto íntegro del discurso del Sr. Dunkel.
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ALOCUCIÓN PRONUNCIADA POR EL SR. ARTIIUR DUNKEL. DIRECTOR GENERAL DEL ACUERDO GENERAL SOBRE ARANCELES ADUANEROS Y COMERCIO.
EN EL 299 CONGRESO DE LA CCI. EN NUEVA DELHI
11 de febrero de 1987
Es para mí un gran honor y un placer personal poder dirigirme hoy a
ustedes. Siempre he considerado esencial establecer una relación entre la
función del GATT y el "mundo real", el mundo de las actividades económicas
y sociales, y, a este respecto, los estrechos vínculos que mantenemos con
la Cámara de Comercio Internacional son inestimables.
La elección de Nueva Delhi para este 299 Congreso de la CCI es de
importancia simbólica, como lo fue la elección de Uruguay para la inicia
ción de la Octava Ronda de Negociaciones Comerciales Multilaterales. Veo
en estas decisiones un reflejo de la función cada vez más importante de los
países en desarrollo en el comercio mundial y en la configuración del
futuro del sistema de comercio mundial. Tal función se ha puesto especial
mente de manifiesto en las negociaciones que han conducido a la iniciación
de la Ronda Uruguay.
En estos dos últimos meses he pensado mucho en el Congreso de la
Cámara de Comercio Internacional que iba a celebrarse en Nueva Delhi. Como
probablemente sabrán algunos de ustedes, durante ese tiempo se estaban
celebrando intensas consultas en la sede del GATT con miras a establecer la
estructura y los planes de negociación, así como un mecanismo de vigilancia
del cumplimiento de los compromisos de statu quo y dssmantelamiento enun
ciados en la Declaración de Punta del Este. Ante las dificultades de esta
tarea, me preguntaba una y otra vez si podríamos terminarla a tiempo y, en
la afirmativa, qué noticias tendría que darles hoy. Como ustedes saben,
hace algunos días que llegamos a un acuerdo -sin reservas- en los tres
principales órganos de negociación de la Ronda Uruguay: el Comité de
Negociaciones Comerciales, el Grupo de Negociaciones sobre Mercancías y el
Grupo de Negociaciones sobre Servicios. En la terminología del GATT, el
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CNC, el GNM y el GNS. (Como podrán observar, un problema que no se
resolvió en Punta del Este fue el de la proliferación de obscuras siglas.)
Lo últimamente ocurrido en esos órganos permitirá hacer avanzar a la nueva
Ronda de conformidad con el ambicioso calendario convenido por los
Ministros en Punta del Este. Durante la presente semana están celebrando
reuniones cuatro de los 14 grupos de negociación creados para llevar a cabo
las negociaciones sobre temas específicos. Entre la próxima semana y el
mes de abril, todos los demás grupos de negociación habrán celebrado por lo
menos una reunión. De aquí a junio el GNS tendrá 12 días de reuniones.
Permítaseme destacar que, desde el momento en que todos y cada uno de
los planes de negociación han sido convenidos, estos grupos podrán ponerse
a trabajar en firme inmediatamente. Ello significa que avanzamos a un
ritmo mucho más rápido que en la Ronda Kennedy y en la Ronda de Tokio, lo
que ya de por sí debería ser tranquilizador para los productores y comer
ciantes de todo el mundo.
El carácter innovador de la Ronda Uruguay es asimismo evidente por lo
que respecta a los compromisos contraídos por los participantes en lo que
he llamado statu quo y desmantelamiento. La finalidad de mantener un
statu quo de las restricciones al comercio que no estén en conformidad con
el Acuerdo General es preservar los actuales niveles de acceso a los
mercados mediante la limitación y regulación de las condiciones en que los
países pueden imponer nuevas restricciones al comercio. Tiene también por
objeto lograr que, durante el curso de las negociaciones, ningún partici
pante trate de mejorar su posición negociadora estableciendo nuevas medidas
de restricción o distorsión del comercio. El compromiso de desmantela
miento está encaminado a la eliminación gradual, en el transcurso de las
negociaciones, de las medidas que no estén en conformidad con el Acuerdo
General. Para garantizar que los participantes en las negociaciones hagan
honor a estos compromisos, la Declaración de Punta del Este prevé el
establecimiento de un mecanismo de vigilancia eficaz. Ese mecanismo está
ya en pie, a raíz de las decisiones adoptadas el 29 de enero.
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Aunque hemos hecho hasta ahora buenos progresos, no debemos olvidar
que aún tenemos por delante los problemas reales. Como el tema principal
de la reunión de esta tarde es la función que deben desempeñar los círculos
económicos en apoyo de la nueva Ronda, me siento obligado a darles una
indicación clara de los principales problemas con los que tendrán que
enfrentarse los negociadores, con el fin de que sus esfuerzos puedan gozar
de la comprensión y el apoyo de todos ustedes.
Al hacerlo, trataré en primer lugar de los aspectos del contexto
comercial en los que los negociadores comerciales, aún con su mejor
voluntad, no pueden influir más que indirectamente. A continuación pasaré
a las cuestiones que pertenecen, sin duda alguna, a su esfera de
competencia.
Al situar la Ronda Uruguay en el contexto económico global, al que
pertenece, conviene examinar en primer lugar los resultados que actualmente
arroja el comercio mundial. La situación no es alentadora. Tras la
recuperación registrada en 1984, año en que el comercio creció el 9,5 por
ciento, el aumento de su volumen fue del 3 por ciento en 1985 y de cerca
del 4 por ciento en 1986. En conjunto, el crecimiento medio anual del
comercio ha sido inferior al 3 por ciento en los años del decenio de 1980
hasta ahora transcurridos, frente al 5,5 por ciento en el decenio de 1970 y
el 8,5 por ciento en el de 1960. Desgraciadamente, no hay razón alguna
para pensar que el panorama vaya a ser mucho mejor a finales de 1987.
Estas tendencias se han visto agravadas en los últimos años por una
serie de factores que afectan a los enfoques políticos adoptados en la
esfera de las políticas comerciales.
Uno de esos factores es la aparición de grandes y constantes desequi
librios comerciales que entrañan superávit o déficit insólitamente grandes
en los principales países industriales. Se reconoce por lo general que
esos desequilibrios reflejan diferencias macroeconómicas subyacentes, en
particular la tendencia a que el gasto aumente más rápidamente que la
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producción en los Estados Unidos y menos rápidamente en Alemania Occidental
y el Japón. En este contexto, no necesito extenderme en el tema de la
vinculación existente entre el gran déficit presupuestario y el gran
déficit comercial de los Estados Unidos. Aun cuando sus raíces se hallen
en la esfera de la política macroeconómica, el sentimiento proteccionista
alimentado por esos desequilibrios constituye una considerable fuente de
inquietud para la comunidad comerciante. Ese sentimiento ha exacerbado el
debate de cuestiones tales como el futuro del AMF, las consecuencias para
el comercio de terceros países de la reciente ampliación de las Comunidades
Europeas y la situación en materia de competencia del mercado mundial de
aeronaves civiles. *
Otra fuente de inquietud la han constituido los rápidos cambios de las
relaciones entre las monedas. En los últimos años se ha producido un
extraordinario aumento y un descenso no menos extraordinario del tipo del
cambio del dólar frente al marco alemán y el yen. Si bien el descenso
durante dos años del dólar no ha tenido hasta ahora más que una repercusión
limitada en el déficit comercial de los Estados Unidos, los grandes movi
mientos de los tipos de cambio han introducido un elemento más de imprevi-
sibilidad en las relaciones comerciales. No es de extrañar, pues, que en
la Declaración de Punta del Este, por la que se decidió iniciar la Ronda
Uruguay, se señale la inestabilidad financiera y monetaria de la economía
mundial y la necesidad de aunar esfuerzos para mejorar el sistema monetario
internacional.
La Declaración de Punta del Este se refiere también a la relación
existente entre el funcionamiento del sistema de comercio y la capacidad de
los países en desarrollo endeudados para atender al servicio de su deuda.
Los economistas del GATT han venido siguiendo la experiencia de 16 de esos
países durante los últimos años. Las cifras relativas al comercio revelan
que todos los ajustes de balanza de pagos que ha tenido que realizar ese
Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Egipto, Filipinas, Indonesia, Marruecos, México, Perú, República de Corea, Tailandia, Turquía, Venezuela y Yugoslavia
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grupo de países para lograr hacer frente a las obligaciones de pago de su
deuda han adoptado la forma de contracción de las importaciones. Así pues,
el valor en dólares de las importaciones de esos 16 países descendió de
200.000 millones en 1981 a menos de 150.000 millones en 1986, lo que
representa una disminución de más dal 25 por ciento en cinco años. El
valor en dólares de sus exportaciones descendió hasta el punto de que en
1986 fue inferior en unos 15.000 millones al correspondiente a 1981. Por
supuesto, la evolución de los mercados del petróleo explica en buena parte
lo ocurrido, pero incluso a los países no exportadores de petróleo les ha
resultado muy difícil evitar recurrir acentuadamente a la contracción de
las importaciones. Como consecuencia, los países endeudados se han visto
obligados a reducir sus compras, lo que a su vez ha reducido las ventas del
resto del mundo. Las presiones de la balanza de pagos han constituido
también obstáculos importantes en los esfuerzos desplegados por países en
desarrollo como la India para liberalizar sus economías.
Nos enfrentamos, pues, con problemas en las esferas de las políticas
monetarias, fiscales y financieras que tienen un fuerte impacto en el
comercio internacional y en las políticas comerciales, y cuyas soluciones
básicas, sin embargo, han de buscarse al margen de los limites estrictos de
la esfera de la política comercial. Sería razonable apuntar que, puesto
que los Ministros de Comercio han sentado las bases para avanzar en la
esfera de las políticas comerciales -lo que desde luego no quiere decir que
su tarea esté hecha-, sus compañeros de gabinete habrán de ocuparse de
otros importantes problemas económicos para que la contribución de las
negociaciones comerciales a la economía internacional sea plena.
Ahora bien -y con esto entro en la esfera de competencia de la polí
tica comercial-, ninguna de estas observaciones quiere decir que la Ronda
Uruguay no sea por sí misma un importante acontecimiento económico. Un
breve esbozo de su contenido basta para revelar las posibilidades que
brinda en cuanto a la reactivación y ampliación del sistema de comercio.
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El avance de la nueva Ronda se basará en una acción simultánea en
cinco amplios frentes: en primer lugar, se llevará adelante el proceso de
apertura de los mercados; en segundo lugar, se corregirán los errores e
insuficiencias pasados; en tercer lugar, se establecerán condiciones de
competencia previsibles y equitativas; en cuarto lugar, se reforzará la
función jurídica e institucional del Acuerdo General; y, en quinto lugar,
se preparará el terreno para el desarrollo de disciplinas multilaterales en
nuevas esferas del comercio internacional.
Permítaseme abordar estos cincos puntos uno por uno.
Llevar adelante el proceso de apertura de. los mercados significa
esencialmente nuevas reducciones de los obstáculos arancelarios y no
arancelarios. Es la parte clásica de toda ronda del GATT.
Corregir los errores pasados significa someter de nuevo a las disci
plinas del GATT ciertos sectores del comercio mundial, como el de los
textiles y el vestido y el de los productos agropecuarios. Y signi
fica asimismo aplicar las disciplinas del GATT a segmentos del
comercio internacional sujetos a acuerdos concluidos al margen del
GATT, en las llamadas "zonas grises". Estoy pensando en los sectores
del acero, los automóviles, los aparatos electrónicos de uso domés
tico, las máquinas herramientas, etc., etc.
El establecimiento de condiciones de competencia previsibles y equita
tivas es algo indispensable. No es posible obtener apoyo para una
mayor apertura de los mercados, lo que implica más competencia, si los
participantes en el comercio internacional siguen bajo la impresión de
que esa competencia no está sujeta a reglas convenidas. Se trata aquí
da la utilización de medidas de salvaguardia como protección temporal
frente a las importaciones y de subvenciones a la exportación y la
producción. Todos los sectores del comercio internacional sufren de
la actual falta de consenso respecto de esas reglas y disciplinas,
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pero más especialmente el sector agropecuario, en el que la situación
del comercio ha evolucionado realmente más irracionalmente que en
ningún otro. No existe ya la competencia basada en la ventaja compa
rativa, que ha quedado sustituida por la competencia entre los
Ministros de Hacienda por medio de toda suerte de subvenciones
directas e indirectas. La superproducción ha dado lugar a una combi
nación de enormes existencias y exportaciones subvencionadas en
productos tales como los cereales, el azúcar, los productos lácteos,
el arroz, la carne, etc. Ello ha deprimido artificialmente los
precios del mercado mundial y ha afectado gravemente a los ingresos en
concepto de exportaciones de un gran número de productores eficientes
tanto de los países desarrollados como de los países en desarrollo.
Es, pues, realmente alentador observar que, por primera vez en la
historia de las rondas del GATT, se considera que el comercio agrope
cuario ocupa un lugar central, y no periférico, en las negociaciones.
Y precisamente porque la agricultura ocupa un lugar central, todo el
que tenga interés en que la nueva Ronda llegue a feliz término ha de
tenerlo también en lo que ocurra en este sector.
Con miras a reforzar la función jurídica e institucional del Acuerdo
General, en la Declaración de Punta del Este se prevé el examen del
funcionamiento de sus artículos, el fortalecimiento de su procedi
miento de solución de diferencias y una mayor vigilancia de las
políticas comerciales, así como también la intensificación de las
relaciones con otras organizaciones internacionales que se ocupan de
cuestiones monetarias y financieras.
El último de los cinco puntos a que me he referido es el de la
inclusión en la nueva Ronda de esferas nuevas, tales como los aspectos
de los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio,
las medidas en materia de inversiones relacionadas con el comercio y,
sobre todo, el comercio de servicios. Por lo que respecta a estos
últimos, de los que se ocupa el GNS, las negociaciones tendrán por
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finalidad establecer, respetando debidamente los objetivos de política
de las leyes y reglamentaciones nacionales, un marco multilateral de
principios y normas para el comercio de servicios, incluida la elabo
ración de posibles disciplinas para sectores particulares. El obje
tivo que se persigue es asegurar la expansión de este comercio en
condiciones de transparencia y de liberalización progresiva, como
medio de promover el crecimiento económico de todos los interlocutores
comerciales y el desarrollo de los países en desarrollo.
Llegados a este punto, me es fácil imaginar que aquellos de ustedes
que se ocupan de actividades de producción, compra y venta de mercancías y
servicios en los mercados internacionales deben de formularse la siguiente
pregunta: ¿Cuándo empezaremos a sentir los resultados positivos de esta
ambiciosa empresa en nuestras actividades cotidianas? Debo recordar que
los Ministros se han concedido un plazo de cuatro años para llevar a feliz
término la Ronda Uruguay. Han insistido asimismo en que la iniciación y el
desarrollo de las negociaciones y la aplicación de sus resultados serán
tratados como partes de un todo único.
Mi respuesta es que los Ministros de Comercio reunidos en Punta del
Este fueron lo bastante precavidos para prever también la posibilidad, en
ciertas condiciones, de la pronta aplicación de algunos acuerdos. En otras
palabras, podrían esperarse resultados tangibles en algunas esferas antes
de 1990.
Naturalmente, dentro de la amplia gama de temas de negociación
incluidos en el programa, todos los participantes tienen sus cuestiones
prioritarias, declaradas o sin declarar. En mi opinión, sin embargo, la
naturaleza y el grado de apremio de algunos problemas tendrán una impor
tancia clave en la determinación del ritmo de avance en las distintas
esferas.
Permítaseme pasar ahora a la cuestión de lo que pueden y deben hacer
los hombres de negocios para asegurarse de que en la Ronda Uruguay se
cuidan sus intereses.
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Para empezar, conviene recordar que los productores y los comerciantes
son Importantes beneficiarios de las normas y disciplinas del GATT. La
finalidad inmediata de esas normas y disciplinas es reducir la incerti-
dumbre que rodea a las operaciones que traspasan las fronteras nacionales.
Al limitar el alcance de las intervenciones ad hoc en el comercio, se
presta al acceso a los mercados mayor seguridad en el presente y mayor
previsibilidad en el futuro. Es evidente que, a la larga, los beneficios
de la aceleración del ritmo de crecimiento económico que resulte de la
expansión del comercio mundial alcanzarán prácticamente a todos: consumi
dores, trabajadores, accionistas y contribuyentes.
Tengan presente que las normas del GATT prevén también el aumento
tempcral de los obstáculos a las importaciones cuando una determinada
industria se vea perjudicada por repentinos e importantes aumentos de las
importaciones o cuando las dificultades en materia de balanza de pagos
únicamente puedan resolverse mediante restricciones provisionales de las
importaciones. Permiten asimismo a los gobiernos proteger a las empresas
nacionales, de conformidad con criterios ir.ternacionalmente convenidos, de
la competencia basada en el dumping o las subvenciones.
El carácter pragmático del GATT parece indicar que la comunidad
económica debería ser firme y declarada partidaria suya. De hecho, mi
experiencia, primero como antiguo negociador y después como Director
General del GATT, es que no siempre es así. En términos generales, cuanto
más depende una determinada industria de los mercados extranjeros, más
partidarios son los hombres de negocios de esa industria de un sistema de
comercio abierto y liberal. Ello explica que los países con mercados
internos reducidos, para los que resulta esencial el acceso a los mercados
extranjeros para lograr niveles de producción eficientes, hayan sido firmes
partidarios del GATT. Los países pequeños y medianos se sienten también
atraídos por el sistema del GATT porque en la determinación de las polí
ticas comerciales internacionales atribuye más importancia a la función de
las normas y disciplinas multilaterales que a la potencia económica y
política.
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Esto no significa, sin embargo, que falten fundamentos sólidos para
que los empresarios de los países grandes sean partidarios del GATT. En lo
que se refiere a algunos sectores, como la mayor parte de la agricultura en
los Estados Unidos, el potencial de producción a los precios del mercado
mundial es tan elevado que no basta un gran mercado interno para colmar las
posibilidades de una producción eficiente. La producción comercial de
aeronaves, vehículos automóviles, ordenadores y productos petroquímicos no
son sino ejemplos de algunas de las industrias que acuden también a la
mente en este contexto. Y, por supuesto, existe una gran gama de productos
de gran especialidad -equipo de conmutación telefónica, ropa de diseño,
grabadores portátiles para profesionales, etc.- para los que es probable
resulte insuficiente la demanda interna incluso en los países más grandes.
Son también partidarios, bien informados, del sistema del GATT en los
grandes países los círculos económicos y los encargados de la adopción de
políticas que comprenden la importancia de afrontar la competencia del
mercado mundial aun cuando sea probable que la proporción del comercio
internacional en la renta nacional se mantenga relativamente reducida a
causa de las grandes dimensiones del mercado interno. Reconocen que la
presencia permanente de la competencia potencial del mercado mundial
constituye un enorme estímulo para la eficiencia y la innovación y,
por ende, para el crecimiento económico, la creación de puestos de trabajo
y el aumento de la demanda de consumo, independientemente de las dimen
siones del mercado interno. Fue éste un motivo importante de la adhesión
de México al Acuerdo General el año pasado, así como de la decisión de
China -con su mercado interno de 1.000 millones de habitantes- de notificar
a las partes contratantes que desea volver a ser miembro del GATT.
A pesar de este sustancial apoyo general de los principios del GATT,
es necesario que los hombres de negocios participen más activa y concreta
mente, en el debate de las políticas comerciales en el plano nacional. Es,
evidentemente, una cuestión de propio interés.
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Siempre hemos sabido que la imposición de grandes obstáculos a la
Importación reduce la participación de un país en los mercados mundiales.
Ahora se va comprendiendo cada vez más que esa menor participación acaba
por afectar también al sector exportador. El comercio es una vía de
tráfico en ambas direcciones y todo intento de reducir la circulación en un
sentido afectará forzosamente a la circulación en sentido contrario. En
otras palabras, no serán sólo los consumidores y los contribuyentes quienes
soporten el coste de la protección, sino también muchos trabajadores y
accionistas de todos los sectores económicos, especialmente del sector
exportador.
En estudios recientes encaminados a la estimación de los costes que
imponen a la economía las restricciones de las importaciones se han cuanti-
ficado algunos de esos costes. Las estimaciones correspondientes a los
Estados Unidos, por ejemplo, parecen indicar que el coste anual de proteger
un puesto de trabajo oscila por lo general entre de dos a ocho veces el
sueldo anual pagado en la industria en cuestión. Estos resultados son
importantes, porque no hay que ser un experto comercial para darse cuenta
de que tal vez no constituya una buena política económica pagar
100.000 dólares anuales para proteger un puesto de trabajo de
25.000 dólares anuales. Pongo un ejemplo que afecta a los Estados Unidos
porque es donde han empezado a realizarse en su mayor parte estos estudios,
pero no hay razón alguna para creer que en los demás países varíe esencial
mente la conclusión básica: que proteger los puestos de trabajo por medio
de obstáculos al comercio cuesta de dos a ocho veces el sueldo anual.
Tenemos la firme esperanza de que los progresos realizados en la
comprensión de los costes de la protección, y de quienes los soportan,
aumentarán sustancialmente el apoyo que preste el sector privado para que
la Ronda Uruguay llegue a feliz término. Una forma de ampliar las posibi
lidades de que esto ocurra es fomentar la realización de más estudios del
tipo del que acabo de mencionar y hacer que los círculos económicos y el
público en general estén más informados de los costes de las restricciones
al comercio.
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Esto me lleva a hacer algunas sugerencias concretas en cuanto a las
formas en que los círculos económicos podrían participar más activamente en
el fortalecimiento del GATT y en el fomento de una mayor liberalización del
comercio, en vez de adoptar el enfoque contraproducente de distribución del
mercado. Estimo que sería de gran utilidad que los miembros de la CCI
-y de otros grupos económicos- realizaran campañas resonantes y bien
organizadas para convencer a sus respectivos gobiernos de que hagan dos
cosas. En primer lugar, al considerar las políticas comerciales los
gobiernos deben aplicar sistemáticamente análisis costes/beneficios. En
segundo lugar, deben establecer órganos independientes de examen de las
políticas comerciales que den todo tipo de oportunidades para el debate
público sobre los costes y beneficios de medidas concretas. Esta propuesta
presenta una doble atracción que es muy rara en la esfera comercial:
afecta a algo importante -una mayor apertura y transparencia- y_ no es
discutible desde el punto de vista político. La apertura y transparencia
en la adopción de políticas no tiene más que una función: mejorar la
calidad de la discusión y el debate públicos. Muy pocos están dispuestos a
levantarse en público y declarar que un electorado mejor informado es malo
para el país. No tengo la menor duda de que un proceso más transparente de
adopción de decisiones sobre políticas que afectan al comercio en el plano
nacional redundaría en una mejora de las políticas comerciales en general.
Los miembros de la CCI tienen también, naturalmente, que mejorar el
diálogo entre los diferentes sectores de la comunidad económica y finan
ciera. Los que producen para el mercado interno y los que producen princi
palmente para la exportación tienen que cooperar más activamente para
tratar de que se adopten políticas oficiales y empresariales encaminadas a
fomentar la eficiencia, la competencia y el crecimiento. Grupos como la
CCI pueden desempeñar hoy en día una función especialmente importante en la
reducción de las presiones que, con gran estrechez de miras, se ejercen en
lo.? gobiernos en pro de políticas proteccionistas a la larga ineficaces.
FIN
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