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Antonio Gramsci lini que resulta también un benjamín de la Voce, de Prezzolini. 1, Todos recuerdan que, en realidad, cuando Mussolini sale de Avanti! y del Partido Socialista está cir- cundado por esta corte de sindicalistas y de meridionalistas. La repercusión más notable de este período en el campo revolucionario es la Semana Roja de junio de 1914. La Romágna y la Marche son el epicentro de la Se- mana Roja." En el campo de la política burguesa la repercusión más notable es el pacto Gentiloni." Puesto que el Partido Socialista por efecto de los movimientos agrarios del Valle Padana había retornado después de 1910 a la táctica intransigen- te, el bloque industrial sostenido y representado por Giolitti pierde su eficiencia. Gioiitti cambia su fusil. La alianza entre burgueses y obreros es sustituida por la alianza entre burgueses y católicos que representan las masas campesinas de la Ita- lia septentrional y central. Con esta alianza el partido conservador de Sonnino re- sulta completamente destruido, manteniendo una pequeñísima célula sólo en la Ita- lia meridional en tomo a Antonio Salandra. La guerra y la posguerra han visto de- senvolverse una serie de procesos moleculares en la clase burguesa de máxima im- portancia. Salandra y Nitti fueron los primeros dos jefes del gobierno meridional (por no hablar de los sicilianos, naturalmente, como Crispi, que fue el más enérgico representante de la dictadura burguesa del siglo XIX) y trataron de poner en prácti- ca el plan burgués industrial-agrario meridional. En el terreno conservador, Salan- dra; en el terreno democrático, Nitti (estos dos jefes de gobierno fueron ayudados por 11 Corriere della Sera, es decir, por la industria textil lombarda). Ya durante la guerra, Salandra trató de cambiar a favor del "Mezzogiorno" la fuerza técnica de la organización estatal, trató de sustituir el personal giolittiano de Estado por otro que encamase el nuevo curso político de la burguesía. Recordarán la campaña produci- da por La Stampa, especialmente en 1917-1918, por una estrecha colaboración en- tre giolittianos y socialistas para impedir la "pugliesización" del Estado. Aquella campaña fue conducida en La Stampa por Francesco Ciccotti, de modo que era de hecho una expresión del acuerdo existente entre Giolitti y los reformistas. La cues- tión no carecía de importancia, y los giolittianos e»su encarnizamiento defensivo llegaron a exceder los límites consentidos a un partido de la gran burguesía, llega- ron incluso a las manifestaciones de antipatriotismo y de derrotismo que están en la memoria de todos. Hoy Giolitti está nuevamente en el poder, la gran burguesía se fía de él por el pánico que la invade cada vez más, por el impetuoso movimiento de las masas populares. Giolitti quiere domesticar a los obreros de Turín. Los ha gol- peado dos veces: en la huelga de abrii pasado y en la ocupación de las fábricas, las dos veces con la ayuda de la Confederación Nacional del Trabajo, o sea del refor- mismo corporativo. Ahora intenta encuadrarle en el sistema burgués estatal. Ln efecto, ¿qué sucederá si la mano de obra Fiat acepta la propuesta de la dirección? Las actuales acciones industriales resultarán obligaciones; la cooperativa deberá pagar a los poseedores de obligaciones un dividendo fijo, cualquiera que sea el giro de los hechos. La fábrica Fiat será marcada, de todos modos, por los institutos de 84

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Antonio Gramsci

lini que resulta también un benjamín de la Voce, de Prezzolini. 1 , Todos recuerdan que, en realidad, cuando Mussolini sale de Avanti! y del Partido Socialista está cir­cundado por esta corte de sindicalistas y de meridionalistas.

La repercusión más notable de este período en el campo revolucionario es la Semana Roja de junio de 1914. La Romágna y la Marche son el epicentro de la Se­mana Roja." En el campo de la política burguesa la repercusión más notable es el pacto Gentiloni." Puesto que el Partido Socialista por efecto de los movimientos agrarios del Valle Padana había retornado después de 1910 a la táctica intransigen­te, el bloque industrial sostenido y representado por Giolitti pierde su eficiencia. Gioiitti cambia su fusil. La alianza entre burgueses y obreros es sustituida por la alianza entre burgueses y católicos que representan las masas campesinas de la Ita­lia septentrional y central. Con esta alianza el partido conservador de Sonnino re­sulta completamente destruido, manteniendo una pequeñísima célula sólo en la Ita­lia meridional en tomo a Antonio Salandra. La guerra y la posguerra han visto de­senvolverse una serie de procesos moleculares en la clase burguesa de máxima im­portancia. Salandra y Nitti fueron los primeros dos jefes del gobierno meridional (por no hablar de los sicilianos, naturalmente, como Crispi, que fue el más enérgico representante de la dictadura burguesa del siglo XIX) y trataron de poner en prácti­ca el plan burgués industrial-agrario meridional. En el terreno conservador, Salan­dra; en el terreno democrático, Nitti (estos dos jefes de gobierno fueron ayudados por 11 Corriere della Sera, es decir, por la industria textil lombarda). Ya durante la guerra, Salandra trató de cambiar a favor del "Mezzogiorno" la fuerza técnica de la organización estatal, trató de sustituir el personal giolittiano de Estado por otro que encamase el nuevo curso político de la burguesía. Recordarán la campaña produci­da por La Stampa, especialmente en 1917-1918, por una estrecha colaboración en­tre giolittianos y socialistas para impedir la "pugliesización" del Estado. Aquella campaña fue conducida en La Stampa por Francesco Ciccotti, de modo que era de hecho una expresión del acuerdo existente entre Giolitti y los reformistas. La cues­tión no carecía de importancia, y los giolittianos e » s u encarnizamiento defensivo llegaron a exceder los límites consentidos a un partido de la gran burguesía, llega­ron incluso a las manifestaciones de antipatriotismo y de derrotismo que están en la memoria de todos. Hoy Giolitti está nuevamente en el poder, la gran burguesía se fía de él por el pánico que la invade cada vez más, por el impetuoso movimiento de las masas populares. Giolitti quiere domesticar a los obreros de Turín. Los ha gol­peado dos veces: en la huelga de abrii pasado y en la ocupación de las fábricas, las dos veces con la ayuda de la Confederación Nacional del Trabajo, o sea del refor-mismo corporativo. Ahora intenta encuadrarle en el sistema burgués estatal. Ln efecto, ¿qué sucederá si la mano de obra Fiat acepta la propuesta de la dirección? Las actuales acciones industriales resultarán obligaciones; la cooperativa deberá pagar a los poseedores de obligaciones un dividendo fijo, cualquiera que sea el giro de los hechos. La fábrica Fiat será marcada, de todos modos, por los institutos de

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crédito que permanecen en manos de los burgueses, cuyo interés es reducir los obre­ros a su voluntad. La mano de obra deberá ligarse necesariamente al Estado que "vendrá en ayuda de los obreros" a través de la labor de los diputados obreros, a tra­vés de la subordinación del partido político obrero a la política gubernamental . H e aquí el plan de Giolitti en su aplicación total. El proletariado turinés no existirá más como clase independiente, sino sólo como un apéndice del Estado burgués. El cor-porativismo de clase habrá triunfado, pero el proletariado habrá perdido su posi­ción y su oficio de dirigente y de guía; él aparecerá a las masas de los obreros más pobres como un privilegiado, aparecerá a los campesinos como un explotador del mismo modo que los burgueses, porque la burguesía, como simple hecho, presenta­rá a las masas campesinas los núcleos obreros privilegiados como la única causa de sus males y de sus miserias.

La mano de obra Fiat aceptó casi por unanimidad nuestro punto de vista y la propuesta de la dirección fue rechazada. Pero este experimento no podía ser sufi­ciente. El proletariado turinés, con toda una serie de acciones, había demostrado ha­ber logrado un elevado grado de madurez y capacidad politica. Los técnicos y los empleados de fábrica en 1919 mejoraron las condiciones sólo porque fueron apo­yados por los obreros. Para truncar la agitación de los técnicos, los industriales p ro ­pusieron a los obreros nombrar ellos mismos, por elección, nuevos jefes de escua­dras y jefes de reparto. Los obreros rechazaron la propuesta, aunque hubiera razo­nes iguales de conflicto con los técnicos que siempre habían sido un instrumento pa­tronal de represión y de persecución. Entonces los periódicos hicieron una furiosa campaña para aislar a los técnicos poniendo a la vista sus elevados salarios que lle­gaba a 7000 liras al mes. Los obreros cualificados ayudaron en la agitación de los peones que sólo así lograron imponerse. En el interior de las fábricas fueron barri­dos todos los privilegiados de la categoría más cualificada para enmendar los daños de los menos cualificados. De este modo la vanguardia proletaria se ganó su posi­ción social de vanguardia; ha sido ésta la base del desarrollo del partido comunista en Turín. Pero ¿fuera de Turín? Y bien, nosotros queríamos llevar la cuestión fuera de Turín y precisamente a Reggio Emilia, donde existía la mayor concentración de reformismo y de corporativismo de clase.

Reggio Emilia había sido siempre el blanco de los "meridionalistas". Una frase de Camillo Prampolini: "Italia se divide en 'nordici ' y ' sud ic i ' " ; era la expre­sión más característica del odio violento que se desarrollaba entre los meridionales y los obreros del Norte. En Reggio Emilia se presentó una cuestión similar a aquella de la Fiat: una fábrica debía pasar a manos de los obreros como fábrica cooperativa. Los reformistas de Reggio estaban entusiasmados con el acontecimiento y lo publi­caron en sus periódicos y en sus reuniones. Un comunista turinés 2 0 se trasladó a Reg-

' N. de T.: La palabra "sudici", que significa sucios, fonéticamente evoca la palabra "sud" (suden castellano).

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gio, tomó la palabra en el convicio de fábrica, expuso todo el complejo de la cues­tión entre Norte y Sur y consiguió el "milagro": los obreros, en grandísima mayo­ría, rechazaron la tesis reformista y corporativa. Se demostró que los reformistas no representaban el espíritu de los obreros reggianos, representaban sólo la pasividad y otros lados negativos. Habían logrado instaurar un monopolio político, dada la no­table concentración en sus filas de organizadores y propagandistas de un cierto va­lor profesional y, por tanto, impedir el desarrollo y la organización de una corriente revolucionaria. Pero bastaba la presencia de un revolucionario capaz de ponerlo en la picota y revelar que los obreros de Reggio son valerosos combatientes y no cer­dos criados con la cebada gubernativa.

En abril de 1921 quedaron cesantes 5000 obreros de la Fiat, los consejos de fábrica fueron suprimidos, los salarios reales se bajaron. En Reggio Emilia sucedió probablemente una cosa similar. Los obreros fueron derrotados. Pero ¿el sacrificio que hicieron fue inútil? No lo creemos, estamos convencidos de que no ha sido inú­til. Ciertamente es difícil registrar toda una línea de grandes acontecimientos de ma­sa que probaron la eficacia inmediata y fulminante de estas acciones. Por otra parte, por lo que concierne a los campesinos, estos acontecimientos son siempre difíciles y casi imposibles; son todavía más difíciles por cuanto concierne a la masa campe­sina del "Mezzogiomo".

El "Mezzogiomo" puede ser definido como una gran disgregación social. Los campesinos constituyen la gran mayoría de su población, pero no tienen ningu­na cohesión entre sí (se comprende que es necesario hacer excepciones: Puglia, Cer-deña, Sicilia, donde existen características especiales dentro del gran cuadro de la estructura meridional). La sociedad meridional es un gran bloque agrario constitui­do por tres estratos sociales: la enorme masa campesina amorfa y disgregada, los in­telectuales de la pequeña y mediana burguesía rural, los fuertes terratenientes y los grandes intelectuales. Los campesinos meridionales están en continuo fermento, pe­ro como masa son incapaces de dar una expresión centralizada a sus aspiraciones y a sus necesidades. El estrato medio de los intelectuales recibe de la base campesina los impulsos para su actividad política e ideológica. Los grandes propietarios en el campo político y los grandes intelectuales en el campo ideológico centralizan y do­minan, en último análisis, todo este complejo de manifestaciones. Como es natural, es en el campo ideológico donde la centralización se verifica con mayor eficacia y precisión. Giustino Fortunato y Benedetto Croce representan las claves del sistema meridional y, en cierto sentido, son las dos mayores figuras de la reacción italiana"''.

Los intelectuales meridionales son uno de los estratos sociales más intere­santes y más importantes en la vida nacional italiana. Basta pensar, para convencer­se, qué más de la 3/5 parte de la burocracia estatal está constituida por meridiona­les. Para comprender la psicología particular de los intelectuales meridionales es ne­cesario tener presente los siguientes datos:

1 0 En todo lugar el estrato de los intelectuales ha sido radicalmente modifi-

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cado por el desarrollo del capitalismo. El viejo tipo de intelectual era el elemento or­ganizativo de una sociedad de base prevalentemente campesina y artesana. Para or­ganizar el Estado, para organizar el comercio, la clase dominante formaba un tipo particular de intelectuales. La industria ha introducido un nuevo intelectual: el orga­nizador técnico, el especialista de la ciencia aplicada. En las sociedades donde las fuerzas económicas se desarrollaron en sentido capitalista hasta llegar a absorber la mayor parte de la actividad nacional, es este segundo tipo de intelectual el que ha prevalecido con todas sus características de orden y disciplina intelectual. Sin em­bargo, en los lugares en que la agricultura desempeña un papel todavía notable o di rectamente preponderante, ha prevalecido el viejo tipo que forma la mayor parte del personal estatal y que también localmente, en el pueblecito o en la aldea rural, ejerce la función de intermediario entre el campesino y la Administración en gene­ral. En la Italia meridional predomina este tipo, con todas sus características: demo­crático en la faz campesina, reaccionario en la faz que dirige al gran propietario y al gobierno, políticamente corrompido, desleal. N o se comprendería la figura tradi­cional de los partidos políticos meridionales si no se tiene en cuenta los caracteres de este estrato social.

2° El intelectual meridional surge principalmente de una capa que en el "Mezzogiorno" es todavía importante. El burgués rural, el pequeño y mediano pro­pietario de tierras que no es campesino, que no trabaja la tierra, que se avergonzaría de ser agricultor, pero que de la poca tierra que tiene dada en alquiler o en simple me­dianería, quiere obtener un medio de vida conveniente para mandar a sus hijos a la universidad o al seminario, para la dote de sus hijas que deben casarse con un ofi­cial o un funcionario civil del Estado. Los intelectuales reciben de esta clase una ás­pera aversión hacia el campesino trabajador, considerado como máquina de trabajo que debe ser exprimida hasta los huesos y que puede sustituirse fácilmente dada la superpoblación trabajadora. Toman también el sentimiento atávico e instintivo del miedo irracional al campesino y a sus violencias destructoras y, por este motivo, el hábito de una refinada hipocresía y de un refinadísimo arte de engañar y domesticar las masas campesinas.

3 o Ya que el clero pertenece al grupo social de los intelectuales, es necesa­rio notar la diversidad de características entre el clero meridional en su conjunto y el clero septentrional. El cura septentrional, generalmente, es hijo de artesano o de campesino, tiene sentimientos democráticos, está más ligado a la masa de los cam­pesinos; moralmente es más correcto que el cura meridional, quien a menudo con­vive abiertamente con una mujer y por esto ejerce un oficio espiritual más completo socialmente, es un dirigente de toda la actividad de una familia. En el Norte la sepa­ración de la Iglesia y del Estado y la expropiación de los bienes eclesiásticos ha sido más radical que en el "Mezzogiorno", donde las parroquias y los conventos, o se han conservado o se han reconstituido importantes propiedades inmobiliarias o mo-biliarias. En el "Mezzogiorno" el cura aparece ante el campesino: 1) como un admi­

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nisti ador de l ierras con el que el campesino entra en conflicto por el problema de los alquileres; 2) como usurero que pide elevadísimas tasas de interés y que recurre al elemento religioso para cobrar con seguridad el alquiler o la usura; 3) como un hom-ln e sometido a las pasiones comunes (mujeres y dinero) y que por tanto espiritual-mente no ofrece garantías de discreción y de imparcialidad. La confesión ejerce una escasísima labor dirigente y el campesino, si a menudo es supersticioso en sen­ado pagano, no es clerical. Todo este complejo explica el porqué en el "Mezzogior-i i o " el partido popular (exceptuada alguna zona de Sicilia) no ha tenido una posi­ción importante, no ha tenido ninguna red de instituciones ni de organizaciones de masa. La posición del campesino hacia el clero se resume en el dicho popular: "El cura es cura en el altar; fuera es un hombre como todos los demás".

El campesino meridional está ligado al gran terrateniente por los oficios del intelectual. Los movimientos de campesinos, en cuanto se unen, no en organi­zaciones de masa autónomas e independientes aunque fuera formalmente (es decir, capaces de seleccionar cuadros campesinos de origen campesino y de registrar y acumular las diferenciaciones y los progresos que en el movimiento se realizan), terminan por sistematizarse siempre en las articulaciones ordinarias del aparato es­tatal -comunas, provincias, Cámara de Diputados- a través de composiciones y des­composiciones de los partidos locales, cuyo personal está constituido por intelec­tuales, pero que son controlados por los grandes propietarios y sus hombres de con­fianza, como Salandra, Orlando, Di Cesaró." La guerra pareció introducir un nue­vo elemento en este tipo de organización con el movimiento de los ex combatien­tes, en el que los campesinos-soldados y los intelectualeS'oficiales formaban un blo­que más unido entre si y en cierta medida antagónico con los grandes propietarios. No duró demasiado, y el último residuo es la Unión Nacional concebida por Arrien­dóla que tiene una sombra de existencia por su antifascismo. Sin embargo, dada la falta de tradición y de organización explícita de los intelectuales democráticos en el "Mezzogiorno", también esta agrupación debe ser considerada y tenida en cuenta, porque puede convertirse de tenue hilo de agua en caudaloso y crecido torrente, en diferentes condiciones políticas generales. La única región donde el movimiento de los ex combatientes asume un perfil más preciso y llega a crearse una estructura social más sólida es Cerdeña. Y se comprende porque en Cerdeña la clase de los grandes terratenientes es tenue, no desarrolla ninguna función y no tiene las anti­quísimas tradiciones culturales, intelectuales y gubernativas del "Mezzogiorno" continental. El impulso desde abajo, ejercitado por las masas de los campesinos y de los pastores, no encuentra un contrapeso sofocante en el estrato social superior de los grandes propietarios. Los intelectuales dirigentes sufren en pleno el impulso y dan pasos hacia adelante más notables que la Unión Nacional. La situación sici­liana tiene características que la diferencian profundamente, tanto de Cerdeña co­mo del "Mezzogiorno". Los grandes propietarios están mucho más unidos y deci­didos que en el "Mezzogiorno" continental. Existe una cierta industria y un comer-

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ció muy desarrollados (Sicilia es la región más rica de todo el "Mezzogiomo" y una de las más ricas de Italia); las clases superiores sienten muchísimo su importancia en la vida nacional y la hacen pesar. Sicilia y el Piamonte son las dos regiones que han dado mayor núcleo de dirigentes políticos al Estado italiano, son las dos regio­nes que han ejercitado una función preeminente del '70 en adelante. Las masas po­pulares sicilianas están más avanzadas que en el "Mezzogiomo", pero su progreso ha tomado una forma típicamente siciliana. Existe un socialismo de masa siciliano y con su desarrollo peculiar; en la Cámara de 1922 contaba aproximadamente con 20 diputados sobre 52 no electos en la isla.

Hemos dicho que el campesino meridional está ligado al gran terrateniente por medio del intelectual. Este tipo de organización es la más difundida en todo el "Mezzogiomo" continental y en Sicilia. Forma un monstruoso bloque agrario que en su conjunto funciona como intermediario y guardián del capitalismo septentrio­nal y las grandes bancas. Su único fin es conservar el "status quo". En su interior no existe ninguna luz intelectual, ningún programa, ningún interés por mejoras o pro­greso. Si cualquier idea o programa ha sido afirmado, han tenido su origen fuera del "Mezzogiomo", en los grupos políticos agrarios conservadores (especialmente de Toscana) que en el Parlamento estaban asociados a los conservadores del bloque agrario meridional. Sonnino y Franchetti" fueron los pocos burgueses inteligentes que plantearon el problema meridional como problema nacional y trazaron un plan de gobierno para su solución. ¿Cuál fue el punto de vista de Sonnino y de Franchet-ti? La necesidad de crear en la Italia meridional un estrato medio independiente de carácter económico que funcionase, como entonces se decía, de "opinión pública" y limitara los crueles arbitrios de los propietarios, por una parte, y moderase el insu-rreccionismo de los campesinos pobres, por la otra. Sonnino y Franchetti habían quedado asustadísimos por la popularidad que tenían en el "Mezzogiomo" las ideas del bakuninismo de la I Internacional. Este susto les hizo padecer deslumbra­mientos a menudo grotescos. En una de sus publicaciones, por ejemplo, se señala el hecho que una taberna o una cantina popular de un pueblo de Calabria (citamos de memoria) está dedicada a los "huelguistas", para demostrar cuan difusas y radica­les son las ideas intemacionalistas. El hecho, si es verdaderotcomo parece ser, da­do la probidad intelectual de los autores), se explica muy simplemente, recordando cuan numerosas son las colonias de albaneses en el "Mezzogiomo" y cómo la pala­bra "skipetari" tuvo inmediatamente en los dialectos la deformación más extraña y curiosa (en algunos documentos de la república veneciana se habla de deformacio­nes militares de "s'ciopetá")". Ahora, en el "Mezzogiomo" no estaban tan difusas las teorías de Bakunin, pues la situación era tal que, probablemente, hubiera sugeri­do a Bakunin sus teorías: ciertamente los campesinos pobres meridionales pensa-

' N. del T.; En italiano la palabra " s ' ciopetá", fonéticamente similar a "skipetari", proce­de de "sciopero", huelga.

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ban en la "destrucción" mucho antes que el cerebro de Bakunin hubiese presentado la teoría de la "pandestrucción".

El plan gubernativo de Sonnino y Franchetti no era más que el comienzo de una actuación. Y no podía serlo. El nudo de relaciones entre Norte y "Mezzogior-no" en la organización de la economía nacional y del Estado es tal, que el nacimien­to de una clase media difusa de naturaleza económica (significa, pues, el nacimien­to de una burguesía capitalista difusa) es casi imposible. Toda acumulación de capi­tal sobre el lugar y toda acumulación de ahorros se hace imposible por el sistema fis­cal y aduanero y por el hecho de que los capitalistas propietarios de fábricas no transforman los beneficios en nuevos capitales porque no son del lugar. Cuando la emigración asumió en el siglo XX tan gigantesca proporción y las primeras reme­sas comenzaron a llegar de América, los economistas liberales dieron un grito de triunfo: el sueño de Sonnino se realizaría. Una silenciosa revolución tuvo lugar en el "Mezzogiomo" que lenta pero seguramente cambió toda la estructura económi­ca y social del país. Pero el Estado intervino y la revolución silenciosa fue sofocada al nacer. El gobierno ofreció los bonos del tesoro a intereses reales y los emigrantes y sus familias, de agentes de la revolución silenciosa, se convirtieron en agentes pa­ra dar al Estado los medios financieros para subsidiar la industria parasitaria del Norte. Francesco Nitti, que en el plano democrático y formalmente fuera del blo­que agrario meridional podía parecer un activo realizador del programa de Sonni­no, fue el mejor agente del capitalismo septentrional para rastrillar los últimos re­cursos del ahorro meridional. Los millones tragados por la Banca de descuento eran casi todos provenientes del "Mezzogiomo": los 400.000 acreedores de la B IS 2 4 eran en su gran mayoría ahorristas meridionales.

Por encima del bloque agrario funciona en el "Mezzogiomo" un bloque in­telectual que prácticamente ha servido hasta ahora para impedir que las resquebra­jaduras del bloque agrario resulten demasiado peligrosas y determinen un derrum­be. Exponentes de este tipo intelectual son Giustino Fortunato y Benedetto Croce, quienes pueden ser juzgados como los reaccionarios más activos de la Península.

Hemos dicho que en la Italia meridional hay una gran disgregación social. Esta fórmula, además de los campesinos, se puede referir también a los intelectua­les. Es notable el hecho de que en el "Mezzogiomo", junto a las grandes propieda­des, hayan existido y existan importantes acumulaciones culturales e intelectuales en formas individuales o en restringidos grupos de grandes intelectuales, mientras que no existe una organización de la cultura media. En el "Mezzogiomo" están la editorial Laterza y la revista La Crítica; existen academias y empresas culturales de notable erudición; no existen pequeñas y medianas revistas, no hay editoriales en tomo a las que se agrupen formaciones medias de intelectuales meridionales. Los meridionales que han tratado de salir del bloque agrario y de plantear el problema meridional en forma radical han encontrado hospitalidad y se han reagrupado en tor­no a revistas editadas fuera del "Mezzogiomo". Se puede decir, por tanto, que todas

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las iniciativas culturales debidas a los intelectuales medios que han tenido lugar en el siglo XX en la Italia central y septentrional fueron caracterizadas por el meridio-nalismo, fuertemente influenciado por intelectuales meridionales: todas las revis­tas del grupo de intelectuales florentinos, Voce, L' Unitá, las revistas de los demó­cratas cristianos, como La Azione di Cesena, las revistas de los jóvenes liberales emilianos y milaneses de G. Borelli, como La Patria, de Bolonia, o L'Azione, de Milán; en fin La Rivoluzione Libérale2 de Gobetti. Giustino Fortunato y Bencdetto Croce han sido supremos moderadores políticos e intelectuales de todas estas ini­ciativas. En un círculo más amplio que el demasiado sofocante del bloque agrario, ellos consiguieron que el planteo de los problemas meridionales no pasase de cier­tos límites, no se convirtiese en revolucionario. Hombres de gran cultura e inteli­gencia, surgidos en el terreno tradicional del "Mezzogiorno" pero ligados a la cul­tura europea y mundial, tenían todas las dotes para dar una satisfacción a las necesi­dades intelectuales de los más honestos representantes de la juventud culta del "Mezzogiorno", para atemperar las inquietas veleidades de rebelión contra las con­diciones existentes, para orientarlos según una línea media de serenidad clásica del pensamiento y de la acción. Los llamados neoprotestantes o calvinistas no han com­prendido que en Italia, no pudiéndose hacer una reforma religiosa de masa debido a las condiciones modernas de la cultura, se llevó a cabo la única reforma histórica­mente posible con la filosofía de Benedetto Croce: se ha cambiado la dirección y el método de pensamiento, se ha construido una nueva concepción del mundo que ha superado al catolicismo y a cualquier otra religión mitológica. En este sentido, Be­nedetto Croce ha cumplido una gran función "nacional", separó a los intelectuales radicales del "Mezzogiorno" de las masas campesinas y a través de esta cultura hi­zo que la burguesía nacional y el bloque agrario los absorbieran.

El Ordine Nuovo y los comunistas turineses, si en cierto sentido pueden ser conectados a las formaciones intelectuales que hemos señalado y si, por tanto, tam­bién ellos recibieron la influencia intelectual de Giustino Fortunato y Benedetto Croce, representan sin embargo al mismo tiempo una ruptura completa con esa tra­dición y el comienzo de un nuevo movimiento que ya dio y seguirá dando sus fru­tos. Ellos, como ya ha sido dicho, impusieron el proletariado urbano como protago­nista moderno de la historia italiana y por tanto del problema meridional. Habiendo servido de intermediarios entre el proletariado y determinados estratos de intelec­tuales de izquierda, lograron modificar, si no completamente por lo menos en for­ma notable, su orientación intelectual. Este es el elemento principal de la figura de Picro Gobetti. Que no era un comunista y probablemente no lo habría sido nunca, pero había entendido la posición social e histórica del proletariado y no lograba ya pensar prescindiendo de este elemento. En el trabajo común del periódico, Gobetti fue puesto por nosotros en contacto con un mundo viviente que antes sólo había co­nocido a través de las fórmulas de los libros. Su característica más relevante era la lealtad intelectual y la falta completa de toda vanidad y mezquindad de orden infe-

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rior. Por eso tuvo que convencerse de que toda una serie de modos de ver y pensar tradicionales con respecto al proletariado eran injustos y falsos. ¿Qué consecuen­cias tuvieron para Gobetti esos contactos con el mundo proletario?

Ellos fueron el origen y el impulso de una concepción que no queremos dis­cutir y profundizar, una concepción que en gran parte enlaza con el sindicalismo y con el modo de pensar de los sindicalistas intelectuales. Los principios del libera­lismo se proyectan en ella desde el orden de los fenómenos individuales al orden de los fenómenos de masa. Las cualidades de excelencia y de prestigio en la vida de in­dividuos se trasponen a las clases, concebidas casi como individualidades colecti­vas. Esta concepción lleva generalmente a los intelectuales que la comparten a la pu­ra contemplación y registro de méritos y deméritos, a una odiosa y sosa posición de arbitros de la pelea, de adjudicadores de premios y castigos. Prácticamente, Gobetti escapó a ese destino. Se reveló como un organizador cultural de extraordinario va­lor y tuvo en este último período una función que no debe ser olvidada ni subesti­mada por parte de los obreros. El abrió una trinchera más allá de la cual no retroce­dieron los grupos intelectuales más honestos y sinceros que en 1919,1920 y 1921 vieron que el proletariado habría sido como clase dirigente superior a la burguesía. De buena fe y honestamente algunos, y otros de malísima fe y sin honestidad, fue­ron diciendo que Gobetti no era más que un comunista camuflado, un agente, si no del partido comunista, sí a menos del grupo comunista del Ordine Nuovo. N o es ni siquiera necesario desmentir esas charlatanerías insulsas. La figura de Gobetti y el movimiento que él representó fueron productos espontáneos del nuevo clima histó­rico italiano: en eso estriban su significación y su importancia. Algunas veces, ca-maradas del partido nos han reprochado el no haber combatido contra la corriente de ideas de La Rivoluzione Libérale. El hecho de que no hubiera luchado con él pa­reció prueba de una relación orgánica maquiavélica (como suele decirse) entre no­sotros y Gobetti. N o podíamos combatir a Gobetti porque él representaba un movi­miento que no debe ser combatido, al menos en principio. No comprender esto sig­nifica no comprender la cuestión de los intelectuales y la función que éstos desarro-I lan en la lucha de clases. Gobetti nos servía prácticamente como enlace: 1) con los intelectuales nacidos en el terreno de la técnica capitalista y que habían adoptado una actitud de izquierda favorable a la dictadura del proletariado, en 1919, 1920 y 1921; 2) con una serie de intelectuales meridionales que, mediante vinculaciones más complejas, planteaban la cuestión meridional de forma diferente a la tradicio­nal, introduciendo en ella al proletariado del Norte: Guido Dorso es la figura más completa e interesante de estos intelectuales. ¿Por qué íbamos a luchar contra el mo­vimiento de Rivoluzione Libérale! ¿Por qué no estaba constituido por comunistas que hubiesen aceptado de la A a la Z nuestro programa y nuestra doctrina? Esto no debe preguntarse porque habría sido, política e históricamente, una paradoja. Los intelectuales se desarrollan lentamente, mucho más lentamente que cualquier otro grupo social, por su misma naturaleza y función histórica. Representan toda la tra-

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dición cultural de un pueblo, quieren resumir y sintetizar toda la historia: esto se puede decir especialmente del viejo tipo de intelectual, el intelectual nacido sobre el terreno campesino. Pensar en la posibilidad de que éste pueda, como masa, rom­per con todo el pasado para ubicarse completamente en el terreno de una nueva ideo­logía es absurdo. Es absurdo para los intelectuales como masa, y quizás absurdo también para muchísimos intelectuales tomados individualmente, no obstante to­dos los honestos esfuerzos que hacen y quieren hacer. Ahora nos interesan los inte­lectuales como masa y no sólo como individuos. Es ciertamente importante y útil para el proletariado que uno o más intelectuales, individualmente, adhieran a su pro­grama y a su doctrina, se confundan con él, se conviertan en proletarios y se sientan parte integrante. El proletariado como clase es pobre de elementos organizativos, no tiene y no puede formarse un propio estrato de intelectuales sino de manera muy lenta, muy fatigosamente, y sólo después de la conquista del poder. Pero es también importante y útil que en la masa de los intelectuales se determine una fractura de ca­rácter orgánico, históricamente caracterizada, que se forme, como estructura de ma­sa, una tendencia de izquierda en el significado moderno de la palabra, o sea, orien­tada hacia el proletariado revolucionario. La alianza entre proletariado y masas campesinas exige esta estructura y tanto más la exige la alianza entre el proletaria­do y las masas campesinas del "Mezzogiomo". El proletariado destruirá el bloque agrario meridional en la medida en que logre, a través de su partido, organizar en es­tructuras autónomas e independientes la mayor cantidad de masas de campesinos pobres. Logrará esto más o menos lentamente cumpliendo con su deber obligato­rio, pero este logro está subordinado a su capacidad de disgregar el bloque intelec­tual que es la armadura flexible pero muy resistente del bloque agTario. Para la solu­ción de esta tarea el proletariado fue ayudado por Piero Gobetti y nosotros pensa­mos que los amigos del muerto continuarán, aun sin su guía, la obra emprendida, que es gigantesca y difícil, y precisamente por eso digna de todos los sacrificios (in­cluso del de la vida, como ha sido el caso de Gobetti) por parte de aquellos intelec­tuales (que son muchos, más de los que se cree) septentrionales y meridionales que han comprendido la existencia de dos únicas fuerzas esencialmente nacionales y portadoras del futuro: el proletariado y los campesinos...

Notas

' Quarto Stato, revista de orientación socialista fundada y dirigida por Cario Ros-selli, publicada en Milán de marzo a octubre de 1926. Sobre Quarto Stato, cfr. la página de S. Merli en Rivista storica del Socialismo, núm. 11, p. 819 y ss.

3 Seudónimo de Tomaso Fiore, colaborador de Rivoluzione Libérale; sus escri­tos de aquel período sobre el "Mezzogiomo" son recogidos en el volumen Un popólo di

foriniche, Bari, 1951. ' Guido Dorso, cu una perspectiva meridionalista, representa con Gobetti el in-

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tento más avanzado por la parte liberal de dar una solución a la crisis del Estado italiano en la posguerra. Escribió La rivoluzione meridionale, Mussolini alla conquista del pote­re, Üilladura, classe politica dirigente, y L'occasione storica. Para una evaluación del pensamiento de Dorso, ver R. Villari, 11 Sud nella Storia d'Italia, op. cit., pp. 519- 521.

' Cfr. el texto completo en Obreros y campesinos (2), del presente volumen. 5 Por concretismo aquí se entiende la actitud tendente a afrontar el problema del

"Mezzogiorno" desmenuzándolo en sus aspectos singulares y parciales y perdiendo así su real sustancia política. La expresión más completa es, en cierto sentido, más válida; la ha habido en la experiencia salvcminiana de L ' Unità. Ctr. R. Villari, Gaetano Salvemini e ¡a questione meridionale, cn Gaetano Salvemini, AA.VV, Bari, 1959.

6 Giustino Fortunato, liberal conservador, entre los más importantes meridiona-listas. Su trabajo más significativo es II "Mezzogiorno " e lo Stato italiano, Bari, 1911 ; Eu­genio Azimonti, tecnico agrario, colaborador de Rivoluzione Liberale e de L ' Unità, de Salvemini; su trabajo más importante es / / "Mezzogiorno"agrario qualè, Bari, 1919.

7 Esta ideología en sentido gramsciano del "Mezzogiorno" como bala de plomo que frena el desarrollo nacional, nace significativamente en la expansión del decenio gio-littiano. La expresión de una concepción del desarrollo económico nacional según la cual el "Mezzogiorno" no es condición esencial de aquel tipo de desarrollo dado, sino que sólo es un retroceso frenante. A través de la ideología de la bala de plomo se expresa una con­cepción no muy diferente de la actual del "Mezzogiorno" como área retrasada hacia la que puede dirigirse, con pérdida de productividad, el plus de acumulación de la sección económica avanzada del país.

"Sergi, Niccforo, Orano, Lombroso y Ferri son los exponentes de la dirección an­tropológica en la cuestión meridional. Sus teorías de inspiración positivista fueron larga­mente seguidas también en el Partido Socialista.

9 Salvemini, cn su introducción a los Scritti sulla questione meridionale (Torino, 1954), contesta esta afirmación. Pero es evidente que Gramsci se refiere a la relación obje­tiva entre la cobertura ideológica de la critica salveminiana a la "sanguijuela roja" y, más cn general, al corporativismo socialista y la represión antiobrera. Una confimiación del carácter de la critica gramsciana a Salvemini es ya conocida en el escrito // "Mezzogior­no " e ilfascismo, op. cit. en el presente volumen.

1 0 Mussolini era director del Avanti! y había entonces una cierta convergencia en­tre Salvemini y Mussolini en la crítica a los socialistas reformistas. Sobre la influencia ejercida por Mussolini en los grupos de jóvenes socialistas y también sobre aquellos de Turín, véase Renzo de Felice. Mussolini il rivoluzionario (1883-1920), Torino, 1965.

1 ' Movimiento autonomista y de ex combatientes fundado en 1919 por Emilio Lussu. 12 La brigada Sassari, llamada a Turín con ocasión de la ocupación de las fábricas

( 1920), era el instrumento de la represión de los motines de agosto de 1917 del proletaria­do turinés por el pan y contra la guerra. Sobre los motines de Turín véanse los Scritti gio­vanile de Gramsci, c itados por Paolo Spriano, Torino operaia nella grande guerra, op. cit.

1 3 Motines de los fascios sicilianos y de Lunigiana de 1894, reprimidos duramente por Crispi. Contra las extremas condiciones de existencia de las clases populares se tuvie­ron cn 1898 graves motines cn toda Italia que lograron particular virulencia en Milán, don-

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de fueron sangrientamente reprimidos por el general Bava Beccaris. Los fascios sicilianos eran organizaciones de obreros y campesinos para defender los propios intereses; fonda­dos en 1891, se difundieron en toda Sicilia bajo la dirección deN. Barbato y G. de Felice-Giuffrida. Sobre ellos, cfr. F. S. Romano, Storia dei fasci siciliani, Laterza, Bari, 1959.

1 4 Con Giolitti toma el máximo relieve la tentativa de una parte de la burguesía de renovar su bloque de fuerzas englobando el movimiento obrero en posición subordinada y como sustituto de aquellas fuerzas agrarias que terminaron con la constitución de un obs­táculo objetivo a la misma expansión y desarrollo del capitalismo. La tentativa giolittiana de estabilizar esta alianza falló con la guerra y el fascismo, pero se trata de una tentativa de tipo reformista que las fuerzas de la burguesía se proponen de nuevo en todas las fases de expansión en las cuales parece que se dan márgenes para la construcción de nuevos y más estables equilibrios de fuerza. Cfr. G. Procacci, Gioii tti e ¡'età giolittiana, Torino, 1963.

Movimiento revisionista que ha tenido, sobre todo en Francia con Sorel (ideó­logo reconocido del movimiento), y en Italia con Arturo Labriola, Enrico Leone y Paolo Orano, su más completa expresión. Sobre el movimiento sindicalista que después conflu­yó en gran parte en el fascismo luego de haber asumido una posición netamente interven­cionista, véase Enzo Santarelli, La revisione del marxismo in Italia, Milano, 1964.

1 6 Enrico Corradini ( 1865-1931) fue el mayor teòrico de aquello que Gramsci de­nomina "socialismo nacional", es decir, la transposición sobre el plano de las naciones de la lucha de clases. En Italia, entre los más populares seguidores de esta tendencia, recor­damos a Giovanni Pascoli ("el gran proletariado se muere") y Gabriele d' Annunzio.

1 7 Revista de critica y de cultura política que se publicó entre 1908 y 1916. Para un cuadro completo de la problemática de La Voce, véase La cultura italiana del '900 atra­verso le reviste, IV, Lacerba, La Voce, a cargo de Gianni Scalia, Turín, 1961.

" Movimiento revolucionario que estalló en la Marche y en la Romagne en junio de 1914 organizado por la destrucción consumada por la Policía y Ancona al final de un cornicio. Testimonio al estado de tensión social existente en el país y la aversión a la gue­rra de las masas populares. Véase E. Santarelli, // movimento anarchico in Italia, Milano. En cuanto al papel de Mussolini, véase R. de Felice, op. cit.

• El así llamado pacto Gcntiloni fue el punto de llegada de las tentativas inter­puestas entre la Unión Electoral Católica Italiana, presidida por el conde Vincenzo Genti-Ioni y Giolitti. En base a este acuerdo los electores católicos fueron invitados a votar por aquellos candidatos liberales que estuviesen empeñados en respetar los siete puntos del acuerdo, esto es, por Giolitti. Para una evaluación del significado de este acuerdo, cfr. G. Candeloro, // movimento cattolico in Italia, Roma, 1961.

7 0 Se trata de Umberto Ferracini 7 1 Para este juicio sobre el papel de Croce y Fortunato, véanse los Quaderni. • El duque Giovanni Colonna Di Ccsaró, exponente de la democracia social, ex­

presión política de la gran propiedad territorial meridional. 2 1 Los mayores representantes del reforrnismo liberal posunitario. Autores de no­

tas c importantes encuestas sobre las condiciones del "Mezzogiorno" (La Sicilia nel IS76, 1926; Franchetti, Le condizioni amministrative delle province napoletane, Firenze, 1950).

" Después de la expansión del periodo bélico comenzó una grave crisis en la que

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estaban implicadas las bancas, entonces "mixtas", que tenían grandes compromisos fi­nancieros en la industria. El hundimiento de Ansaldo arrastró a la Banca Italiana de Des­cuento (|tic cierra sus taquillas haciendo perder a los ahorristas cerca de un tercio de la su­ma depositada; como Gramsci señala, constituye un episodiode expropiación de los pe­queños ahorradores.

sLa Rivoluzione Liberale, revista fundada y dirigida por Piero Gobetti de 1922 a 1925. Sobre la compleja e importante personalidad de Gobetti, véanse los juicios de Gramsci en Le reviste di Piero Gobetti, a cargo de Lelio Basso y L. Anderlini, Milano, 1961 ; Scritti politici di Piero Gobetti, a cargo de Paolo Spriano, Torino, 1960. Para una evaluación de la posición de Gobetti en el cuadro de la cultura italiana ver también E. Ga­rin, Cronache de filosofia italiana,Ban, 1969.

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