balandier, georges - el desorden

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    EL DESORDEN

    La teora del caos y las cienciassociales. Elogio de la fecundidaddel movimiento

    Por

    Georges Balandier

    Gedisaeditorial

    20-10-99

    PRIMERA PARTE

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    ORDEN Y DESORDEN

    1.-El mito proclama el orden

    primordial

    La ciencia quiso primero la muerte del mito, como la razn ladesaparicin de lo irracional. Ha visto en l el obstculo para lograruna verdadera comprensin del mundo, ha desencadenado unaguerra interminable contra el pensamiento mtico. Valry haglorificado esta lucha devastadora contra las "cosas ambiguas": "Loque perece por un poco ms de precisin es un mito; bajo el rigor dela mirada y bajo los golpes multiplicados y convergentes de laspreguntas y las interrogaciones categricas con que el espritudespierto se arma por todas partes, veis morir los mitos"1. Sinembargo, el mito no tiene una vida difcil y sus metamorfosis lomantienen presente en todas partes. Asimismo, la ciencia actualbusca menos su erradicacin que su aislamiento. Cuando ella trazasus propios lmites las fronteras de lo posible, las de lo real, segnla formulacin de Frangois Jacob, deja al mito y al sueo, se dice el campo que les pertenece. Les concede lo que ella jams podr

    reivindicar: dar sentido, proponer justificaciones morales, presentaruna visin del mundo. El pensamiento cientfico plantea laspreguntas, el pensamiento mtico da las respuestas, las explicacionesque no se sitan evidentemente en el mismo registro que lainterrogacin erudita. Son dos usos de la razn, dos procedimientosque permiten poner orden e inteligibilidad en el universo y llegar aeste ltimo mediante "relatos" absolutamente distintos por su modode produccin, por la lgica, la autoridad y la inscripcin en laduracin que les son propias. El relato cientfico es corregible ycorregido. El relato mtico, una vez establecido, requiere unaperennidad y no vara realmente sino manteniendo sus apariencias,

    su forma; se inscribe en una tradicin, echa races, y es la migracinlo que provoca sus metamorfosis en otros lugares.

    Esta separacin ntida ha sido negada a veces, sobre todo porManuel de Diguez que entrev un "relato oculto" e inconsciente"bajo el relato descriptivo del sabio". Este autor enuncia la siguientepregunta: "Cul es el antropomorfismo de la ciencia en su mito secreto,a partir del cual el sabio confiere a su vez inteligibilidad al universo?"Y esta pregunta desemboca en una respuesta interrogativa yprovocativa: "Y si fuese por un relato tan ingenuo como el de los

    1 Valry, P.: Petite lettre sur les mythes, en Variet II, Pars. Gallimard, 1930.

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    restituye mediante la simbolizacin los momentos y los fenmenosoriginales. El mito remite a una realidad primordial que preexiste auna profundidad misteriosa y que se traduce con signos, imgenes yreflejos en nuestro mundo. Relaciona dos mundos, manifiesta looculto, transmite una parte de la verdad. Ayuda a la conciencia a

    llegar al descubrimiento de un proceso teognico y cosmognico.Cassirer, refirindose a las formas simblicas y tomando como baselas adquisiciones de la antropologa, considera que el mito es el sabercolectivo originario que permite estructurar y dar sentido al universosensible; es la expresin de una difcil bsqueda del secreto delorigen, de una puesta en orden prstina del mundo de las cosas y loshombres. Pero, ms que en el mito, Cassirer pone el acento en elpensamiento mtico, en la manera en que ste funciona y da unidad ala diversidad de sus producciones. Afirma su permanencia, suomnipresencia. No considera que sea un momento de la historia delconocimiento: las formas del pensamiento mtico y las de laracionalidad se desarrollan en dos planos diferentes; el sentido delmito se mantiene junto a lo que puede decir el pensamiento racional,o en su interior.

    El mito es irreductible; su interpretacin, inagotable. Losfilsofos lo han interrogado y a veces le han otorgado una funcindidctica. Las ciencias humanas han multiplicado las tentativastendientes a precisar su naturaleza (se trata de un rasgo dementalidad, un lenguaje, un discurso del inconsciente?), determinarsus funciones (es un conocimiento ilusorio, una memoria que fija al

    pasado transfigurndolo, una constitucin que rige el conformismosocial, un aspecto de la creacin de toda cultura?), precisar suhistoria (est condenado a desaparecer por los progresos de larazn?). Gracias a una especie de "mito del mito", lo imaginario senutre incansablemente de los productos del pensamiento mtico. Elcomentario mitolgico no tiene fin. Lo que me importa, en este texto,es la lgica que acta para dar al mundo una unidad, un orden, unsentido primordial; es captar cmo la creacin pensada a partir de uncaos inicial impone sin cesar el doble juego de las fuerzas del orden yel desorden, y las figuras mediante las cuales aqullas actan.

    En el comienzo era el caos

    El tiempo de los comienzos remite afuera del tiempo, cuandonada exista, cuando todo deba ser creado cada elementoprogresivamente puesto en su lugar o, incluso, a una suspensindel tiempo histrico, cuando los hombres transforman la esperanzaen ruptura del orden establecido, convierten un presente vivido,asemejado al desorden y a mal, en un futuro portador de un ordendiferente y deseado. Tiempo del nacimiento del mundo o tiempo de la

    espera de una nueva sociedad. La antropologa se ocupa del primeroconsiderando las cosmologas, los sistemas simblicos, las

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    definiciones de la persona, los juegos de palabras y las prcticas quefundan y mantienen una cultura de la tradicin. La historia y lasociologa de las religiones consideran los momentos en que unafractura rompe el acuerdo del hombre con la sociedad y la cultura,cuando toma forma el proyecto de un nuevo comienzo, de una

    recreacin por la cual todo se encuentra en juego: las relaciones delos hombres con las potencias que los dominan y sus relacionesmutuas.

    Primer ejemplo: "una cosmogona tan rica como la de Hesodo",y, adems, todava viva, a la que se refieren, por la lectura del mito ysu simbolismo, los trabajos de Marcel Griaule y sus colaboradoresdedicados a los Dogon de Mal. La narracin de las creaciones, ellasmismas productos del "verbo" en el origen, se une a un comentariofilosfico (una metafsica) y una teologa. Es el resultado defragmentos de mitos y saberes, transmitidos en un estado disperso,

    relacionados y ordenados segn la lgica de los comentaristas (ysabios) dogones. Es necesario "comenzar en la aurora de las cosas",dice el ms ilustre de ellos, identificar los grmenes o signos de loscuales ellas proceden. En los orgenes, una figura divina y nica,hecha de cuatro partes correspondientes a los cuatro elementos, queconcibe el plan del mundo en "palabras" a fin de realizarlo en lamateria. De una especie de juego csmico, resulta un primer universolas estrellas, el sol, la luna y la tierra, semejante a un cuerpo demujer, pero esta gnesis fracasa, el "primer desorden" manifiestalas "dificultades de Dios". Este mundo sin cohesin debe ser

    destruido.Es necesario realizar otra creacin, agitando y mezclando los

    cuatro elementos; el hombre ser su base. El relato que lo cuentaadquiere entonces una riqueza enorme. Asocia una mitologa de losmovimientos la espiral, las vibraciones que son la forma inicial de lavida, con una mitologa de lo vegetal, del rbol y del grano, con unamitologa del agua, relacionada con el cielo y con el pez, y unamitologa de los seres que culmina con el advenimiento del hombre.Entonces la humanidad se desarrolla y la vida se organiza en la tierrapor el reparto de las regiones cultivables, la institucin del

    matrimonio, la invencin y el desarrollo de las tcnicas. El lugar, laregla, el instrumento fundan un orden de los hombres, pero en l eldesorden trabaja, y de l procede inicialmente, a travs de lasperipecias que relatan la gesta de los ancestros mticos y la de losancestros "sociolgicos". Se descubre siempre en accin una figuradel desorden, csmica, mtica o humana. I

    Las primeras criaturas vivientes formadas por Dios (el nico)son dos parejas de gemelos andrginos con rasgos dominantesmasculinos: uno de ellos realiza la unin, la armona, el otro lleva ens el desgarramiento y la separacin. El plan divino era crear dos

    parejas de gemelos correspondientes; de haberse llevado a cabo, sehabra logrado la formacin de ocho criaturas perfectas de las cuales

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    naceran bajo forma humana otros seres perfectos y, conjuntamente,un universo ilimitado y ; armonizado, resultante de la liberacinrealizada por Dios de todas las cosas todava concentradas en l. Elproyecto de armona inmediata, malogrado por la falta cometida poruno de los gemelos de la pareja desgarrada, impaciente por poseer

    a su gemela (su componente femenino), sublevado contra unaCreacin de la cual no ha tenido la iniciativa, con la ambicin derivalizar con Dios aduendose para su solo beneficio del mundocreado. Esta primera figura del transgresor conserva su forma, si nosu nombre, al pasar del dominio del mito al de los hombres. En elprimer caso es Ogo, que vive con la ilusin de que posee el "secreto"y podr ser demiurgo para su exclusiva ventaja, pero slo engendrala esterilidad de la tierra, el incesto, lo monstruoso, la muerte; unmundo que no es un mundo, una realizacin frustrada y condenada ala degradacin, un falso orden sin verdadera vida. Dios debeintervenir: piensa primero realizar una tercera creacin, despusrenuncia a esa idea y decide luchar contra el desorden y la impurezadel mundo actual. Por un sacrificio, que es el de Nommo, el gemelodel transgresor, reducido al estado de un cuerpo mutilado (porevisceracin) y desmembrado, cuyas piezas deben servir a la "nuevapuesta en marcha del universo" y a la prosecucin de la accincreadora, que es esencialmente una puesta en orden ms lograda.Esta permite resucitar al sacrificado, hacer del cuerpo recompuesto elequivalente de un universo regenerado donde todo incluidos losprimeros ancestros de los hombres encuentre su justo lugar. Elmundo est hecho, pero es el resultado de un drama en el que el

    creador manifiesta sus lmites, donde el transgresor generador dedesorden es vencido nicamente por el sacrificio que entraa unrenacimiento del orden. Al Salvador se opone el Rebelde, como elorden civilizado al desorden salvaje.

    La lucha de las fuerzas contrarias no cesa con este logro de unaCreacin en adelante basada en el hombre. El transgresor sigue sudestino con los rasgos del Zorro, figura mtica o legendaria quesimboliza : la naturaleza inculta, la soledad, la fiebre incestuosa, lainsaciabilidad, la agitacin y la obsesin de la reprobacin, la muerte.En un mundo que no puede ser perfecto, pero donde el hombre se ha

    establecido por fin, el Zorro mantiene una influencia perturbadora.Esta figura manifiesta la ambivalencia del ser humano y de todo loque existe; adems, se ve percibido de manera ambigua. Es temido y,sin embargo, ridiculizado, es visto bajo un aspecto negativo y, sinembargo, reconocido en cuanto "elemento indispensable para lamarcha del mundo". La lgica del relato opera sobre dos planos: rigeun discurso sobre el hombre y un discurso sobre el orden de lascosas. El primero une el advenimiento del hombre a la victoria sobrela animalidad, sobre el instinto, sobre la pulsin salvaje representadapor el incesto, generador de caos y muerte. El segundo discursomuestra que las fuerzas contrarias se disputan el mundo, en uncombate sin fin, que el orden no se alcanza jams. Y que no debe seras. Esta lucha insoportable se considera necesaria, pues el

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    movimiento (el progreso, la marcha hacia adelante) es concebido"como una puesta en equilibrio perpetua, y el desorden como unfermento de la civilizacin". "Por eso Dios no ha aniquilado al Zorro"6.Una lejana tradicin presenta la leccin que redescubre lamodernidad, habla de la ncesidad de reconocer el lugar del desorden.

    Las tradiciones africanas contienen, en grados diversos deriqueza y complejidad, relatos del origen, mitos del comienzo quecomponen los sistemas conceptual, simblico e imaginario a partir delos cuales las sociedades se piensan y legitiman su orden. Todasllegan a la conclusin de que ste no se produce sin riesgos y quesiempre tiene que rehacerse. Un ejemplo complementario se proponeen un estudio en vas de concrecin, dedicado a los Bwa de Burkina yMal. En ese caso tambin la Creacin conoce fracasos yreconstrucciones; es continuada ms all de las rupturas y sedesarrolla en tres movimientos. En el origen, la "Forma" ("abuelo

    Dios"), aparece por autognesis; ella engendra las primeras criaturaspor el juego y por el gusto del espectculo que ellas dan alenfrentarse con sus deseos. La tentativa de armonizarlas termina enun fracaso: se constituyen "parejas", pero queda un ser aislado,incompleto, mal hecho, de desmesura y de dominacin que quiereaduearse del secreto de su creador y se convierte entonces en unfactor de desorden. La aventura termina en un diluvio, y es elmomento del paso a la segunda Creacin con la aparicin de lamateria, los vegetales, los animales, los genios y las mscaras. Sudifcil concordancia con las criaturas primordiales hace que se

    sucedan episodios de orden y abundancia, de desajuste y escasez. Seestablece un poder femenino y fracasa; se constituye una parejabasada en la diferencia y la atraccin mutua de los sexos con lainvencin del matrimonio y la cocina, pero su desmesura la impulsa adesafiar a Dios. Una tercera Creacin inicia el tiempo de la "granaceptacin", que es tambin el de la institucin de la muerte. Sereorganiza el espacio y cuatro divinidades reciben la carga delmundo. La sociedad humana se organiza en sus formas tradicionalesy recibe su Ley. Se descubren la agricultura y el arte de la fragua. Seconstituyen la alianza de los hombres y los animales y las alianzassimblicas. Pero ese mundo en orden no es un mundo terminado, es

    movimiento, vida, turbulencia. El mito transmitido por la tradicin delos Bwa da acceso a su "pensamiento antropolgico". Las relacionesprimero tumultuosas, luego difcilmente establecidas entre laCreacin (el Creador) y la sociedad de los hombres, se reencuentranen el seno de sta y en cada hombre.

    6 Calame-Griaule, G. y Ligers, Z.: "L'homme-hyne dans la tradition sou-dainise",en L'homme, 1,2,1961, pgs. 109-118. Sobre la mitologa y elsimbolismo de los Dogon: Griaule, M. Dieu d'eau, Pars, Fayard, 1966 (nuevaedicin). Sobre el personaje y la gesta del Zorro (la figura del desorden):Griaule, M. y Dielerlen, G.: Le Renard pal, Pars, Instituto de Etnologa,

    1965, y de Heusch, L.: "Le renard et le philosophe", en L'Homme, VIII,1,1968, pgs. 70-79; Adler, A. y Cartry, M.: "La transgression el sa drision",en L'Homme, II, 3,1971, pg. 5-63.

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    El mito habla, en su lenguaje propio, de la ambigedad de losocial y de lo aleatorio que lo afecta: es el resultado de una oscilacinnecesaria entre alianza y enfrentamiento, orden y desorden. Lasociedad es mostrada como el producto de la negociacin y elcompromiso, de la obligacin y de una libertad que puede correr el

    riesgo del exceso. Los Bwa afirman sin temor al sacrilegio: "Lo queDios ha rehecho varias veces, lo puede modificar el hombre".Proponen, adems, por el relato mtico, una interpretacin psicolgicaque hace del deseo una fuerza de animacin; es el "ser hostigador delinterior", acta a la manera de una "persona de la oscuridad",arrastra al individuo sin que ste lo sepa para "precipitarlo en lafelicidad" o "hundirlo en la infelicidad". Es aquello por lo cual se llevaa cabo la realizacin personal, pero tambin la disgregacingeneradora del desorden en s y en torno de s. Es una energtica delas pulsiones que parece as iniciada. Por ltimo, es importantesubrayar como lo hace con nfasis el relato mtico la funcin deljuego y lo arbitrario. La Creacin es un "gran juego", las criaturasanimadas son los actores de un espectculo que Dios no deja demantener. La Creacin es una recreacin, el Dios de los Bwa es el quetiene el privilegio de la risa, secreto del cual querrn apropiarse loshombres y del cual harn finalmente el motivo de sus fiestas. Lo queexiste ha tomado forma por efecto del juego y el espectculo cuyafinalidad fundamental ha sido la "risa de Dios". Lo arbitrario divino esla figura de la necesidad, y los riesgos del juego de la Creacinconstituyen las figuras del azar. Los hombres entran progresivamenteen este "partido" que no tiene trmino, y su conocimiento es primero

    conocimiento de las reglas mviles del mundo.7

    En ciertas tradiciones lejanas y pasadas, ms ntidamente que

    en el espacio cultural africano, la antropologa restituida por el relatomtico y las prcticas ritualizadas es esencialmente, puede decirse sinabusar de la palabra, una entropologa: un saber que mantienepermanentemente la obsesin de la entropa, la prdida y eldesorden. Se aplica tambin a los Aztecas fundadores de Mxicocuando los capelos construyen progresivamente la Francia y suidentidad, creadores de un imperio, generadores de un podertemido por todos sus vecinos. Su interpretacin del mundo es

    ejemplar en cuanto lleva la visin dramtica a su paroxismo, hasta lacertidumbre del hundimiento del universo en cataclismos capaces deprovocar el advenimiento de "monstruos del crepsculo". Sucosmogona es una genealoga de mundos engendrados y destruidos:cuatro de ellos cuatro "soles" han precedido al mundo en el queviven y que saben que est igualmente amenazado por la ruina. Elprimero ha sido devastado por las "fuerzas oscuras de la tierra", elsegundo por la violencia de las tempestades, el tercero por la lluvia

    7Todo el apartado dedicado al mito de los Bwa se basa en el excelenteestudio de J. Capron, realizado en varias dcadas de trabajo. Se trata de un

    estudio todava indito en su totalidad: Le Pouvoir villageois: essai sur lesystme polilique des populations bwa, conjunto de textos, al que perteneceel volumen: Le Grand Jeu, le mythe du cration, Ouagadougou-Tours, 1988.

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    de fuego, y el cuarto por un diluvio de cincuenta y dos aos. De lasruinas de este ltimo y gracias al sacrificio de su propia sangrerealizado por Quetzalcatl (la Serpiente Emplumada) surge la raza delos hombres actuales; aparecen en un universo que no ha sido creadode una sola vez, sino generado en ciclos de construccin (puesta en

    orden) y destruccin (reduccin al caos). Nada de lo que existe esestable ni tiene asegurada su permanencia, todo est condenado a ladegradacin en un perodo muy largo. Los Aztecas han relacionado demanera inseparable la economa del Cosmos y la de los asuntoshumanos. Todas las gestiones la de la ciudad, la del imperio y la delmundo no son ms que una; se mantienen y se condicionanmutuamente. Constituyen una respuesta, un alarde ante la leyinexorable de la Creacin: el Cosmos engendra su propia decadencia,la energa se agota "en el calor de la vida", el tiempo se disgregahasta el punto de acarrear el fin del futuro. Esta fsica y estametafsica trgicas se unen a una sociologa que no lo es menos; lafuerzas sociales se deterioran, la sociedad padece los efectos deldesgaste.

    A fin de remediarlo, de postergar y retrasar la degradacin,todo debe ser programado y contribuir a la salvaguardia de laenerga. El individuo est totalmente subordinado a esta obligacin ytodo lo que lo aleja de ella el juego libre tanto como la desviacines reprimido. Pero esta penosa gestin no es suficiente, es necesarioaportar nueva energa, recargar el universo y, con l, la sociedad. Lamquina del mundo debe ser alimentada con energa vital, con "agua

    preciosa", es decir, con sangre humana. El sacrificio de hombres ymujeres se convierte en una tcnica as como tambin en unaoperacin simblica y ritual; capta fuerzas que seran consagradas ala disipacin sin su frecuente acabamiento, permite "rechazar da trasda el ataque de la nada", mantiene un orden csmico que, por estarazn, nos parece ms monstruoso. Jacques Soustelle muestra laparadoja a la que lleva esta visin del mundo: "Es una idea planteadarigurosamente hasta sus consecuencias ms extremas..., con unalgica perfectamente coherente, que ha llevado a este paroxismosangriento a una civilizacin que no se sustentaba en una basepsicolgica ms inhumana ni ms cruel que otras".8 Pueden obtenerse

    varias enseanzas de esto, independientemente de toda evaluacinmoral. La descripcin del mundo de los Aztecas es concebida a lainversa de la que la mayora de los mitos y la ciencia han propuestohace mucho tiempo segn las categoras de la economa estricta delas fuerzas, de la irreversibilidad de un tiempo que va hacia suagotamiento, y todas las cosas con l, del fin de un orden en un caosengendrado por el cataclismo y que seala el trmino de un ciclo. He

    8 Citas extradas de Soustelle, J.: Les Quatre Soleils, Pars, Plon, 1967,prlogo y cap. VI; del mismo autor: La Vie quotidienne des Aztques, Pars,Hachette, 1955. Sobre la economa csmica de los Aztecas, vase sobrelodo a Duverger, C: La Fleur ltale, Pars, Seuil, 1978.

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    ah una termodinmica csmica innominada: la certidumbre del reinode la entropa que se traduce en una degradacin cualitativa, en ladesaparicin de las diferencias, en la prdida de una energa eficaz.La historia de los hombres es la de una lucha permanente y trgicacontra este proceso. En este accionar sin tregua, es lo simblico y el

    rito, el imperio de los signos y las acciones sacrificiales lo queproporciona los medios para mantener el orden, para luchar contra eldesorden general en cuanto estado atraedor, como se dira hoy. Losfilsofos epicreos reconocan efectos de orden sobre un fondo dedesorden; los Aztecas, en cambio, eran productores de orden, y alcosto ms elevado, a pesar del poder del desorden; para ellos, lo reales una construccin frgil que corre el riesgo constantemente dedestruirse. Lo que ellos llevan al extremo se vuelve un elementorevelador de "la gran dosis de arbitrariedad y de contigentia queforma parte de los asuntos humanos", y, adems, del totalitarismoque puede dominar absolutamente a la sociedad puesto que esaarbitrariedad es impuesta sin decaimiento, hasta sus msdespiadadas consecuencias.

    Frente al mito originario, el mito de los nuevos comienzos, quepiensa la ruptura con la historia en curso a fin de provocar eladvenimiento de la historia deseada. El que pone en marcha el"principio esperanza", del cual se ocupa una sociologa definida en suespecializacin: por el estudio de las esperas, los profetismos ymesianismos, los preludios revolucionarios. Es necesario marcar aqula diferencia: este mito se inscribe en el tiempo histrico (el de los

    hombres y no el de las entidades o figuras imaginarias), y no en el del"tiempo antes del tiempo", segn una frmula que suele iniciar lanarracin mtica de los orgenes del mundo. Pero es un tiempo quepermite conjugar corte y nacimiento. Lo que ya existe aparece comoun desorden inicuo, una violencia hecha a los hombres y unainjusticia, un mundo falso y perverso; lo que se anuncia se presentacomo un mundo verdadero, un orden en el cual es necesario crear lainstitucionalizacin, sin mantener por eso la ilusin de un retorno alpasado que permitira restaurar algn estado ideal. El orden, laarmona son proyectados en el futuro. Van a producirse y todoconduce a esa esfera: hombres fuera de lo comn, mediadores y

    mensajeros de Dios o de la historia, son los iniciadores y lospromotores de esa idea. Los acontecimientos sucesivos sonreconocidos como signos de un desorden creciente cuyo desenlaceprximo ser una catstrofe destructora; aparecen mandamientosnuevos que rigen las conductas, provocan movimientos disidentes,introducen ritualizaciones que convierten la esperanza en accin. Elmito cobra forma en el transcurso de sta; marca a los hombres a finde cumplirse, funda la relacin de los hombres con las potenciassimblicas cuyo apoyo ellos creen tener, nutre la palabra "caliente",que da la certidumbre de que el mundo puede cambiar y va ahacerlo. La historia est jalonada durante mucho tiempo por estasmanifestaciones que han tomado la forma de sublevaciones orevoluciones fundantes, o la de innovaciones religiosas que

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    engendran primero una liberacin y una re-creacin en lo imaginario,y terminan por transformar lo real. En tiempos ms prximos, ladescolonizacin a menudo ha sido preparada por iniciativassemejantes, trazando lo sagrado el camino de lo poltico.

    frica fue en esa poca el continente donde esas iniciativas semultiplicaron, donde cundieron los mitos anunciadores de nuevoscomienzos. Durante ms de medio siglo, la regin congolesa fue unade las ms fecundas; en especial, naci all, una religin (Iglesia)reciente, el kimbanguismo. El cristianismo colonial desempea el rolde inspirador y de provocador de rechazo; es rechazado porque esacusado de traducir en el lenguaje del simbolismo y del rito lasrelaciones de dominacin, discriminacin y desigualdad, pero esutilizado en cuanto repertorio de donde son sacados los primerostemas de la liberacin. El fundador, Simn Kimbangou, haba sufridoun fracaso en su carrera dentro del protestantismo misionero antes

    de asumir una figura mesinica. Antes de cumplir los treinta aosrecibe las primeras pruebas de su eleccin por Dios, se somete almandato de ensear una nueva fe, manifiesta su don de curacin.Provoca entonces una doble ruptura: con las Iglesias cristianas, dondelas disidencias se multiplican enseguida, y con los adeptos divididosde los cultos locales neotradicionales; conserva slo la relacinfundamental establecida con los ancestros, garantes de una alianzapropicia al nacimiento de un mundo liberado de la ley extranjera ypuesto en orden. Su accin obtiene un xito rpido al combatir lo quees, por excelencia, la manifestacin del desorden general: la brujera

    difusa, trabajo oculto y no controlado por el cual todo se degrada,generador y signo de una inseguridad que reduce a todos a vivir bajouna amenaza permanente. Tambin en esta empresa, Kimbangouaparece como un salvador. Se convierte durante un breve perodo de marzo a septiembre de 1921 en el agente de una puesta enmovimiento mstica y social, que provoca, en razn de su poder, laintervencin de la fuerza colonial. Es arrestado, condenado,deportado. Su "Pasin" comienza entonces con respecto a sus fieles,su Iglesia se mantiene gracias a metamorfosis sucesivas, su fuerzasimblica acrecentada por el martirio contribuye al desarrollo delmito.

    Kimbangou se convierte en la referencia originaria, el fundadorde una religin autctona si bien conserva una apariencia cristiana, elpunto de partida de los nuevos tiempos; ms tarde, su personamisma, presentada bajo doce representaciones asociadas con losdoce meses del ao, definir un ciclo temporal sealado por esecalendario mstico. Pero, al comienzo, Kimbangou es esesencialmente identificado en su carcter de salvador surgido de undesorden que l convertir en orden, por el hecho de la gracia divinade la cual l se beneficia sin mediacin alguna. El desorden esreconocido en las pruebas y las "miserias" impuestas por la

    dominacin extranjera, en la degradacin de las costumbres enadelante sin reglas (sin "mandamientos") que favorece la extensin

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    de los manejos de la hechicera, en la corrupcin del poder indgena yde la autoridad. La codicia ilimitada y la sexualidad nuevamentesalvaje son las representaciones principales del desorden; el sexo y eldinero lo designan todo lo mismo que la brujera (la inseguridad). Laespiral de los desrdenes culmina ineluctablemente en el caos, las

    catstrofes y las sublevaciones que destruirn el mundo malvadoperdonando a los adeptos a la nueva fe, y, ms all, en la fundacindel "Reino" en el seno del cual cada cosa y cada persona encontrarnsu justo lugar.

    El mito se organiza y se desarrolla en funcin de la personafundadora, jalonando las etapas de su transfiguracin. Kimbangou esel mesas (el enviado que debe cumplir la profeca), el salvador (elque realiza la salvacin colectiva e individual), el mrtir (la vctimaelegida cuyos sufrimientos constituyen la condicin necesaria para laredencin, para el paso hacia un mundo nuevo), el rey (el creador de

    una sociedad nacida de un contrato moral nuevamente vivo); estambin el "Gran Simn" cuya connivencia con las fuerzasdevastadoras del mal y las generadoras del bien permiten tener lacertidumbre de la victoria final; es, en cada uno de sus actos, elinstrumento de Dios. Una frmula lo afirma: l es "todo eso a la vez".Su alejamiento favorece el proceso de elaboracin simblica: tiene eldon de la ubicuidad, puede actuar por su sola aparicin; posee elpoder de dominar los elementos y de provocar la ltima catstrofeevocada por el "reino de la sangre roja"; l formula la Ley que harsurgir el orden deseado; desva el poder material confiscado por los

    dominadores extranjeros en beneficio de su pueblo. Todo contribuyea mantener la espera de su regreso, relacionado con la desaparicintotal de la sociedad rechazada. Los cantos de los adeptos proclamande manera anticipada: "El Reino nos pertenece. Nosotros lotenemos!" El tiempo de los nuevos comienzos ya ha llegado. Pero lahistoria practica la irona. Una vez conquistada la independencia, elkimbanguismo se convierte en el Zaire en una potencia eclesial,poltica y econmica. Es la institucin de un orden que no hacerealidad la esperanza formulada en el transcurso de los aos de laefervescencia fundadora.9

    En este mito, como en todos los que son de igual factura, seespera de la transfiguracin de un hombre (parcialmente asemejadoa Dios, a un dios o a cualquier otra potencia) la transfiguracin de lahistoria, la abolicin de una edad y el advenimiento de otra era; elpasaje de un desorden maquillado de orden, y mantenido por la

    9 Dedicado a los mesianismos congoleses el primer estudio de sociologainterpretativa: Balandier, G.: Sociologie actuelle de l'Afrique noire,dynamique sociale en Afrique cntrale, Pars, P. U. F., 1955 (4a. ed., 1982).Otras obras siguieron despus en las que se present la evolucin delkimbanguismo; la ms reciente es la de Asch, S.: L'Eglise du prophteKimbangou, de ses origines son role actuel au Zare, Pars, Karlhala, 1983.

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    fuerza, a un orden verdadero. La figura iniciadora es un poderosooperador simblico. Todo se expresa y se efecta en el espacio de losagrado: en el origen, una eleccin divina que designa el momento dela ruptura con un mundo en el que el mal hace estragos; despus,una aceleracin del proceso destructor durante el cual los

    sufrimientos del fundador son anunciadores de la catstrofe final; porltimo, la creacin del nuevo orden, bajo el aspecto de un reino nuevodonde se lograr el acuerdo de los hombres entre ellos y con eluniverso. Las imgenes con una fuerte carga afectiva refuerzan elcuerpo del mito, los acontecimientos revelan su verdad, las prcticasrituales y las solidaridades lo muestran en marcha. Es por el mito y elrito unidos que debe efectuarse la transformacin, realizarse a la vezen cuanto teogona y politeogona a fin de dar otro curso a la historia,un curso que lleve en s el sentido y el orden cuya espera los hombreshan expresado confusamente.

    El rito trabaja para el orden

    La complejidad del rito lo ha hecho objeto de interpretacionesjams logradas. Se lo relaciona con el mito, algunas de cuyassecuencias traduce en acciones, en prcticas; pero no ni su simplereflejo ni su representacin: tiene su lgica propia, determinada porsu finalidad y la exigencia de ser eficaz. Su organizacin misma es elresultado de lo mencionado. Se organiza en torno de los elementos

    centrales que le especifican y designan su funcin particular, seinscribe en el interior de un sistema, que contribuye a la integracinindividual en una sociedad y en una cultura (iniciacin), a la gestincorrespondiente de lo sagrado (culto), a la manifestacin del poder(ceremonial poltico) o a todo otro fin de orden social. El rito penetraen el "bosque de smbolos", los utiliza dndoles forma por suasociacin y manipulndolos; pone en marcha el capital simblicopara expresar (decirse a s mismo en el transcurso de su realizacin)y actuar, es un operador simblico pero no se reduce slo a eso. Elrito es una dramatizacin que impone condiciones de lugar, tiempo,circunstancias propicias, designacin de los que incluye o excluye.

    Requiere que sus ejecutantes lo realicen de conformidad con susreglas, pues toda infraccin importante al orden que lo constituye loarruina y engendra efectos nefastos, de desorden contagioso. Desdeel instante en que se sitan en espacio ritual, sus ejecutantescambian de ser: sacerdote oficiante, sacrificador, mscara queencarna a un dios o a un ancestro, posedo transportador por unespritu durante el trance. Por la representacin de los actoreslitrgicos y de aquellos que los acompaan cantos, danzas,expresiones corporales, el drama ritual transfigura lo real alprovocar la irrupcin de lo imaginario. Cumple una funcinmediadora, completamente aparente en el momento de su intensidadms fuerte; produce un cambio de estado en el cual las antinomias sedisuelven, en tanto que las dificultades desaparecen bajo la accin de

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    la creencia. Durante un tiempo, convierte la incertidumbre encertidumbre; hace que cualquier cosa se pase, de acuerdo con laspotencias y las fuerzas que rigen los destinos humanos, y cuyoresultado es estimado positivo por la sociedad entera o por algunosde sus componentes.

    El rito se presenta bajo formas mltiples, segn la naturaleza delas obligaciones que requiere de parte del oficiante, segn que surealizacin sea peridica (repeticin constitutiva de un ciclo) uocasional (acontecimiento que pide una respuesta), segn quefuncione para beneficio de la colectividad o de individuos particulares,segn la riqueza de su contenido y la fuerza de la representacindramtica que acompaa su movimiento. Pero, en todos los casos, elrito aparece como algo diferente del instrumento vinculado con losprocedimientos tcnicos, racionales, de accin sobre el mundo ytambin como un instrumento que acta en el mundo por otros

    medios. Pone en marcha la informacin, el saber; bajo este aspecto,puede ser comparado con una memoria (dispositivo de acumulacin)en el sentido informtico del trmino. Resulta de la utilizacin de susdatos segn un programa ajustado a un objetivo; por este motivo,comporta fases, secuencias por las cuales se cumple la progresin desu accin. Obtiene su eficacia de las potencias a las cuales se dirigey, en ese sentido, impone la correspondencia con una representacindel mundo (por consiguiente, de la sociedad) y con las significacionesy con los valores que la expresan. Su arbitrariedad, con respecto a loextrao, no hace otra cosa que designar lo arbitrario particular de lo

    cual resulta toda cultura. Se inscribe en el campo de las convencionesculturales dominantes, generalmente en positivo, a veces ennegativo. Con el apoyo de los dioses, los ancestros u otras entidades,obtenido por su mediacin, contribuye al buen funcionamiento de lamquina social cuya energa utiliza y mantiene. Su funcindesintegradora slo aparece en circunstancias o coyunturas raras. Elrito acta sobre los hombres por su capacidad de conmover, los poneen movimiento, cuerpo y espritu, gracias a la coalicin de mediosque provoca. Confa en las potencias cuya presencia manifiesta, porun efecto mstico en el cual la unin sacrificial y el trance constituyenla prueba principal. Apela a la funcin imaginaria. Aprovecha el

    registro simblico y el conocimiento reservado "profundo"que leconfiere la autoridad relacionada con todo esoterismo. Conjuga loslenguajes, el suyo propio, pero tambin la msica, la danza y losgestos, y los actos litrgicos definidos segn su cdigo particular. Esuna obra colectiva que utiliza los medios de comunicacindisponibles, de alguna manera una creacin multi-medios queobedece a convenciones estrictas, en cuanto drama inseparable de losagrado. El rito requiere la creencia y la legitima por la participacinen la vida de un ms all del universo humano trivial; la reactiva,pero asocindola con una representacin donde la simulacin daforma a otra realidad, a lo surreal; aunque los participantes puedentener conciencia de esta simulacin cuando se sustraen al efectoritual.

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    El rito remite a las prcticas que se ocupan explcitamente delorden y el desorden, inseparables de toda vida, de toda historia.Cualquiera que sea su objetivo, por su naturaleza, el rito es el ordenen s mismo. Est estructurado y constituye un sistema decomunicacin y de accin de una gran complejidad. El antroplogo

    Vctor Turner recuerda justamente que "posee a la vez una estructurasimblica, una estructura de valor, una estructura ideolgica y unaestructura de rol", a las cuales conviene agregar la que pone demanifiesto lo imaginario. Puesto que rige las conductas de lacomunicacin definidas culturalmente, se somete a un cdigogeneral, refuerza su pertinencia y eficacia por las repeticionesmltiples y las variaciones temticas que reducen las ambigedadeso los "ruidos" en los que se perdera la significacin. Salvo paradesnaturalizar su accin y los efectos esperados, su cdigo tienefuerza de ley. El rito, como lo hemos definido, es un proceso adaptadoa un fin; es una liturgia, y en cuanto tal, implica episodios ordenados,una sucesin de fases durante las cuales se asocian de maneraespecfica smbolos, iconos, palabras y actividades. Impone la idea deun orden global al cual contribuye y en el cual participa, aunque suejecucin pueda implicar vacilaciones que resultan de apreciacionescontradictorias o inciertas, y aparecer entonces bajo los aspectos delbricolage. "Es" necesariamente un orden, sin que la rigidez lo marqueen cada una de las manifestaciones rituales.

    El rito trabaja para el orden. Un gran texto chino, el Libro de losritos, ha dicho de stos que "tienen un mismo y nico fin, que es unir

    los corazones e instaurar el orden". La armona entre los hombres y lacoincidencia con el mundo: ste es el principio. Y se verificaprincipalmente en el caso de las manifestaciones rituales peridicasrelacionadas con los ciclos de la naturaleza y la actividad agraria. Lasregularidades naturales y las regularidades sociales se presentan asligadas, los hombres las hacen solidarias por las prcticas simblicasy se consagran a salvaguardarlas conjuntamente. Los rdenes queellas rigen deben ser mantenidos juntos, pues toda perturbacin enun punto engendra perturbaciones que se extienden porcontaminacin. En esta correlacin se inscribe una teora: lanaturaleza y la sociedad obedecen a una misma necesidad;

    contravenir a sta es amenazar a una y a otra, iniciar un ciclo dedesrdenes en el transcurso del cual las catstrofes, las calamidadesy las crisis sociales se nutrirn mutuamente. De esto resulta unaconsecuencia: la afirmacin de una solidaridad as asemeja la"naturaleza" de la sociedad a la "naturaleza" de la naturaleza; elorden y la permanencia (la eternidad) de una garantizan el orden y lapermanencia de la otra (sacada de este modo fuera de la historia y delas incertidumbres). Adems, es significativo que el poder polticotenga una doble carga en las sociedades de la tradicin, la del ordende los hombres y la del orden de las cosas; que la relacin seaconcebida como una armomfa primordial mantenida con la naturalezao bien como una relacin positiva que debe establecerse ymantenerse de manera constante. As sucede, en los antiguos reinos

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    africanos sobre todo en frica oriental y central donde el rey uneen su dignidad un gobierno "natural" de los hombres a un gobiernopoltico de la naturaleza. En la Rwanda monrquica, "el rey,concebido a la vez como responsable poltico de los fenmenosnaturales y como fecundador del orden social, es el garante de esta

    armona preestablecida pero sensible, en la medida en que todaanomala del orden natural produce un desbarajuste sociopoltico, yviceversa."10 El desorden trabaja a menudo oculto, el poder impide ose opone a su accin; la teora social tambin, al imponer laconformidad con un orden cuya degradacin no excluira a nada(incluida la naturaleza) ni a nadie, al hacer del rito un instrumento delas regularidades o un corrector de las faltas de orden.

    Gracias al rito el individuo llega a ser un hombre social y elcurso de su vida pasa del nacimiento a la muerte por sus etapas msimportantes. El individuo entra en un orden (su propia sociedad), se

    sita en l y progresa hasta el final de su existencia. La iniciacinmasculina realiza la socializacin, es el "verdadero" nacimiento, elacceso a un doble estado de realizacin en la medida en que el nioes considerado bajo la forma de un ser incompleto; consagra lamadurez fsica, marca el cuerpo y confiere a la sexualidad sudisciplina; implica revelaciones y enseanzas, el ingreso en elconocimiento y la imposicin de una moral sin lo cual es imposiblevaler socialmente. Por un simbolismo utilizado a menudo, la iniciacinmasculina se vive y se manifiesta como una muerte (de la infancia yel mundo de las madres) y un nacimiento (de la madurez y el mundo

    social) simblicos; es la mmica ritual del alumbramiento de loshombres hechos para adaptarse a la sociedad que los acoge. Lainiciacin produce la interiorizacin del orden propio de ella, y lomantiene iniciando un proceso que permite escalar los grados delconocimiento y el status social a medida que se aumenta de edad.Hace contribuir, a cada generacin nueva a la conservacin delorden. En cambio, la muerte aparece como una victoria del desorden,un alentado contra la corriente de la vida, y se la relaciona con laimpureza. El rito funerario tiene por objeto el restablecimiento de unoy la desaparicin del otro. Es necesario que la obra nefasta de lamuerte est relacionada con una causa, que rara vez se considera

    natural en las sociedades de la tradicin: la costumbre africana de lainterrogacin del cadver lo demuestra plenamente al forzarlo a stea descubrir su secreto. Es necesario que el muerto sea tratado de lamanera prescrita, para que no se convierta en un agente deldesorden errante entre los vivos sino, por el contrario, en unapotencia benfica que acte en beneficio de ellos. Slo el trabajosimblico y ritual puede convertir lo negativo (potencial) en positivo(actual), el difunto convertido en ancestro propicio. Es necesario, enfin, que la colectividad se libere de la "muerte del muerto", que se

    10Smith, P.: "Aspects de l'organisation des rites", en Izard, M. y Smilh, P.: La

    fonction symbolique, essais d' anthropologie, Pars, Gallimard, 1979.

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    purifique, que elimine los factores de desorganizacin y degradaciny haga de los ritos funerarios la ocasin de una verdadera renovacin.Es la dramatizacin ritual, en la cual todo y todos se encuentrancomprometidos, la que produce ese efecto en el momento de lamayor intensidad emocional. Los Dogon de Mal, ya mencionados,

    hacen explcitamente de los funerales notables la ocasin de recordarlos hechos primordiales y fundantes, de manifestar una continuidadque resulta de la correspondencia, de reavivar las normas y lasrelaciones sociales principales. En un tiempo crtico, cuando la muerteha ejercido su accin disolvente y puesto de manifiesto el trabajo delas fuerzas de destruccin, la dramaturgia litrgica compromete a latotalidad de los participantes en una accin que expresa lapermanencia y el poder del orden social.

    El rito da una respuesta al acontecimiento, a lo inesperado, a loaleatorio; conjura la amenaza que stos encierran o administra el

    desfile de sus perjuicios, puestos de manifiesto. Entonces ya nomantiene ms un orden, funciona como reductor de un desorden realo supuesto: su intervencin se sita en el campo de las coyunturasimprevisibles, temidas o nefastas. Cuando la colectividad entera seencuentra en esta situacin, la experimenta a menudo como unacalamidad que es resultado de una voluntad perversa (la de unapotencia) y de una falta que incumbe a su propia responsabilidad. Noms que la muerte, el acontecimiento no es estimado natural; revelapor sus efectos una intencin y un proceso que es necesariodeterminar recurriendo a la adivinacin, a sus tcnicas adecuadas. La

    respuesta ritual no excluye la respuesta tcnica, pero el ritoprevalece sobre el instrumento, y esto, ms aun cuando el perodocrtico perdura y mantiene un sentimiento de impotencia. La sequa,la epizootia, la epidemia, la esterilidad, la hechicera y el conflictoinsidioso en vas de generalizarse son generadores de ritos; se esperade stos que pongan obstculos a un mal cuyo contagio, real osimblico, amenaza con generar una desorganizacin general. Eldestino, la suerte, la infelicidad, la muerte, el desorden figuran en elseno de una misma configuracin interpretativa. Es el exceso lo queindica la presencia del desorden o el riesgo de su irrupcin, a unpunto tal que la sucesin rpida de acontecimientos felices es

    considerada una ruptura del orden normal de las cosas y suele darlugar a prcticas conjuradoras. Orden y norma estn ligados; el ordenes mesura.

    El infortunio individual por lo general se relaciona con unaagresin mstica o una transgresin; en los dos casos hay unainfraccin a una ley de la tradicin, mal conocida (es la sancin de laspotencias lo que la revela), o reconocida (es el no-respeto conscientede una obligacin lo que acarrea las consecuencias nefastas). Elriesgo y el peligro proceden de la falta de conformidad con las reglasque rigen el orden social tradicional. En ciertas sociedades, lo inverso

    revela la rectitud: en los Dorz de Etiopa, las personas que triunfan"pueden proclamar (segn Dan Sperber) que su salud y su riqueza

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    testimonian su buen comportamiento moral". Los Ndembu de Zambiaatribuyen la adversidad que golpea a las personas la llamanafliccin a la posesin de un espritu determinado; un adivino loidentifica; una asociacin ritual adecuada interviene entonces a fin deaplacar al espritu que ha "emergido" y provocado el trastorno. En

    este asunto, la culpabilidad importa menos que la cura; lo esencial esque el orden sea capaz de vencer al desorden. Una vez asistida, lavctima entra en la iniciacin y se vuelve miembro del grupo de cultoque se ha hecho cargo de ella espiritualmente; transformada por laoperacin simblica y dramtica, se convierte en un factor de orden.Turner dice del ritual ndembu, cuyo anlisis realiza, que "puede serconsiderado como un instrumento que consigue maravillosamenteexpresar, mantener y purificar peridicamente el orden socialsecular". Este resultado no se obtiene de manera mecnica: es elproducto de un trabajo colectivo constante, reductor de un desordenque no puede no aparecer. Los conflictos, las desorganizaciones, lasenfermedades son temporariamente transmutados, por el rito; ste:no acta como un medio de represin ni como un exutorio; capta lasenergas que se desprenden de esas situaciones a fin de convertirlaspositivamente; hace de lo que es provocador de enfrentamiento,desgarramiento social y degradacin individual, un factor dereconstruccin y cohesin. Si hay un deseo presente en esascircunstancias, es el de "dominar las divisiones arbitrarias creadas porlos hombres, de superar por un momento 'momento en el tiempo yfuera del tiempo' las contingencias materiales que "desunen a loshombres y los separan de la naturaleza". 11

    El rito explcitamente poltico manifiesta por necesidad el juegojams acabado del orden y el desorden, con una abundanciasimblica nica y conformando una verdadera dramaturgia del poder.Los perodos de interregno, o de vaco del poder detentado por lossoberanos de las sociedades de la tradicin, inician a menudo unacrisis a la vez simblica y real. Es un tiempo de desorden y violencia,de suspensin de la regla, agresin, confusin y desasosiego; cuandola fuerza generadora de orden ya no cuenta con su respaldo, elcuerpo de la realeza se vuelve inoperante y se instaura el caos poracciones mimticas y mltiples transgresiones. Parece entonces que

    la ritualizacin acta al revs: es necesario dejar el campo libre aldesorden para que el orden reavivado surja de una sociedadprovisoriamente falsa, pervertida, porque en apariencia no estgobernada. Con la asuncin del nuevo soberano, el mito serestablece: "ordena" con una fuerza acumulada, mientras que la Leyencuentra un vigor nuevo y a menudo duro; termina por un actosacrificial o de comunin re-uniendo la cohesin y la obligacinsociales. En las sociedades de la tradicin, este acceso al poder nuncaes un procedimiento puramente constitucional y puesto en escenacon fastos. El rey es hecho, producido por una verdadera

    11Turner, V.W.: Les Tambours d'affliction, analyse des rituels chez les

    Ndembu de Zambie, traduccin francesa, Pars, Gallimard, 1972.

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    transfiguracin. El rey cambia de ser al recibir su dignidad. Supersona puede convertirse en el lugar donde se enfrentan ritualmentelas fuerzas del orden y el desorden. En el universo kongo, en especialen el caso de los Suku del Meni Kongo, en el Zaire, la iniciacin en larealeza que culmina en la investidura requiere el aislamiento, la de-

    culturacin, el abandono a una suerte de salvajismo y a las violencias,el retiro de todo orden, antes de que el personaje soberano searitualmente construido y cargado con la fuerza del poder. El ordendebe, en s, vencer al desorden para que pueda, en su embestida,asegurarle la salvaguardia. Lo imaginario y la dramatizacin ritualhacen surgir de este enfrentamiento una energa nueva, capaz demantener todas las cosas segn su ordenamiento y sustentar lacorriente de la vida.12

    Ninguna sociedad puede ser librada de todo desorden; esnecesario, por lo tanto, obrar con astucia frente a l ya que no es

    posible eliminarlo. Se trata principalmente de la tarea del mito y elrito: stos lo abordan para darle una figura dominable, paraconvertirlo en un factor de orden o desviarlo hacia los espacios de loimaginario. Mediante procedimientos en los que operanprincipalmente la transgresin y la inversin, el mito y el rito llegan aser los instrumentos que permiten mantener juntos orden y desorden,de la misma manera que la antigua Grecia relacionaba mesura ydesmesura, razn y exceso dionisaco. Todas las culturas hacen dealguna manera la parte del fuego; todas las tradiciones contienenestos dos aspectos inseparables.

    La tradicin obra con astucia frente almovimiento

    Segn la acepcin corriente, la tradicin es generadora decontinuidad; expresa la relacin con el pasado y su coaccin; imponeuna correspondencia resultante de un cdigo del sentido y, porconsiguiente, valores que rigen las conductas individuales ycolectivas, transmitidas de generacin en generacin. Es una

    herencia que define y mantiene un orden haciendo desaparecer unaaccin transformadora del tiempo, reteniendo slo los momentosfundantes de los cuales obtiene su legitimidad y su fuerza. Ellaordena, en todos los sentidos de este vocablo, lo que ha subrayadoMarx al considerarla como una "obsesin" que pesa sobre el cerebrode los hombres. Es en la religin, y sobre todo en su institucincultural o eclesial, donde la tradicin encuentra sus anclajes msslidos. Ellas le dan su referencia original, la traducen en sistemassimblicos y en figuras o iconos, la mantienen y le confieren eficaciapor las prcticas rituales. La religin y la institucin eclesial afirman

    12Vase Balandier, G.: Le Dtour, pouvoir et modernit, Pars, Fayard, 1985,

    cap. I, "Le corps corps politique".

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    Pero la tradicin slo acta en parte sobre las apariencias deestabilidad; debe transigir con lo que la corroe y tratar desometrselo. Los Dogon de Mal manifiestan una clara conciencia dela presencia del desorden y el peligro del inmovilismo que impediratoda "marcha hacia adelante". La narracin mtica analizada

    precedentemente lo muestra con claridad: llega a la conclusin de lanecesidad de continuos restablecimientos del equilibrio, de la accinde fuerzas contrarias que se enfrentan en el hombre (sobre todo en elconflicto edpico) como en todo el campo de la creacin. La tradicinno es ni lo que parece ser ni lo que dice ser, los antroplogos en losucesivo ya lo saben. Est disociada de la pura conformidad, de lasimple continuidad por invarianza o reproduccin estricta de lasformas sociales y culturales; acta slo siendo portadora de undinamismo que le permite la adaptacin, le da la capacidad deabordar el acontecimiento y aprovechar algunas de laspotencialidades alternativas. El tradicionalismo se presenta bajovarias figuras, y no bajo el nico aspecto de una herencia deobligaciones, que imponen el encierro en el pasado.

    Distingamos, como lo hice hace poco, tres modalidadesprincipales. El tradicionalismo fundamental tiende a mantener losvalores, los modelos, las prcticas sociales y culturales msarraigadas; se encuentra al servicio de una permanencia, de lo que seestima constitutivo del hombre y de la relacin social segn el cdigocultural del cual es el producto y el conservador. El tradicionalismoformal, que no excluye al anterior, utiliza formas conservadas cuyo

    contenido ha sido modificado; establece una continuidad de lasapariencias, pero sirve a objetivos nuevos; acompaa al movimientomanteniendo una relacin con el pasado. El pseudo-tradicionalismocorresponde a una tradicin reformada, interviene durante losperodos en los que el movimiento se acelera y genera grandesconmociones; permite dar sentido a lo nuevo, a lo inesperado, alcambio, y domesticarlos imponindoles un aspecto conocido otranquilizador. Arma la interpretacin, postula una continuidad,expresa un orden que nace de un desorden.15 En ese sentido, revelaen qu grado el trabajo de la tradicin no se disocia del trabajo de lahistoria, y en qu medida la primera es una reserva de smbolos e

    imgenes, pero tambin de medios, que permiten atenuar lamodernidad. La tradicin puede ser vista como el texto constitutivode una sociedad, texto segn el cual el presente se encuentrainterpretado y abordado.

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    Balandier, G.:Anthropologie politique, Pars, P. U. F., 4a. ed., 1984; cap VII,"Tradition et modernit".