AOPoi!UO (;.Ail2ÓN OBL CAMINO

CRITICA DE LA ECONOMIA POLITICA

DEL SIGNO

P" JEAN BAUDRILLARD

~· D

1\!AS ALL\ DEL VALOR DE USO

E.! ~tams o.lcl ,.~Jor de uso en Mar~~: es ambiguo. Sabemos que la mercJncia es a la vez valor ck cambio y valor deu10. Peroesteúltirno es sic:mprec:oncn•to y particular, stgúnsudc:st.inopropio, ya sea end procc!Odeconsumo inrli,.;dual o en d proceso Je trnbajo (en este caso, c:l tocino vak como tocino, y el algodón como algodón; noputdcnsustituird uno al otro, ni por lotanto"intcr­c:ambiarse"), en tanto que d valor J c cambio es abstmcro y general. Naturolmcnre, nu podría habe r ''alor de cam­bio sin que hubiera ,.aJorde uso; los dos l'Stán empare­jados,peronoexisteimplicaci6nde los~ensenrido absoluto: "Par~ definir la noci6n de mercancía, import~ poco ronocer s.u con tenido particular y s.u destino exacto.

Basta que el articulo que ha de'''" mercancía -<iicho de otro modo, el soporte del v~lor de cambio- satisfaga cualqui<·t ntnSidat! .ocia] por tener la propil"<lad útil correspondiente. Esto~ tocJ.oJ" (fl copjtal, 1 , 6). Por lu tanto, el valor tic uso no se halla implicat!o .-n la lógi· ca propia del valurde cambio,<¡ue es una 16gica de la equivakncia. l'or lo demás puede existir valor de uso sin que exista valor de cambio ( lo mismo en cuanto 1

b ÍIICI"U de trabajo que para los productos, en la l'Sren al margen del mercado) . Aunque C5té oominuamcntc re· oobn~do por el pTOC'CSO de producción y de cambio, el valordcusonose inscribc realmenteenclcampo<k la l'Conomía ltl<!~U~ntil: tiene su fin~lidad propi~. incluso r.,;­

lringida, Y hay en él, a parti rdenhí.la promesa de rcsor· gi r m~~ allá de la <X'<momía mercan til , dd d inero )' de l \a· lnr de camhiu, en la autonmnfa gloriosa de la relación sin,ple .ód homb...-oon su trnhajo y con s.usproóucwo; ..

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MÁS ALLÁ DEL VALOR DE USO 149

Resulta, por lo tanto, que el "fetichismo de lamer­cancía"(asaberqueloque esrelación socialsedisfraza decalidadydeatributodelapropiamercanda)noactúa sobre la mercancía definida <1 14 vez como valor de cam bioY valordeu~,sinosobred valor de cambio única­mente. El valor de uso, en este análisis restrictivo del fetichismo,noaparccecomorelaciónsocial,niporlotan· tO como lugar de fetkhización: la utilidad como tal elude la dcwrminación histórica de clase: designa una relación f inal objetiva de de~tino propio que no se en­mascara y cuya transparencia desafía la historia, C(>fn(>

for-ma (incluso si su contenido cambia ctmtinuamentc con las determinaciones sociales y culturales). Aquí es donde juega el idealismo marxista, aquí es donde hay que ser más lógico que el propio Marx, en su propio sentido, más radical: el valor de uso, la utilidad misma, de igual modn que la equivalencia abstrdCta de la~ mer-­cancías, es una relación socin/ fetichizada - una abstrac­ción, la del ~istem<~ de las nccerid.ldes, que adopta la evi­denciafalsadcundestinoconcreto,deunafinalidad propia de los bienes y de los productos-, de la misma manera que la abstracción del trabajo social que funda la lógica de la e.:¡uivalencía (valor de cambio) se oculta bajo la ilusión Jcl valor ""infuso" de las mercancías.

La hipótesis es, en efecto, que las necesidades (el sis­tema de las n~><:csidadcs) son el equivalente del trabaio socialabstracto:sobrcellas scfundaclristetiUlde!va!or de uso, como sobre el trabaju social abstracto se fund~ el sistcmadclvalordc cambio. La hipótesis implica tam bi~n, para que haya sistema. que una misma lógica abs­tractadclae.:¡uivalenciaregulcc!valurdcu'iUyclvalor de cambio, un mismo código, El código de la utilidad es también un código de ~quivalcncia abstracta de los objetos y de los sujetos (de cada uno de ellos y de los dos juntos en •u rcl~ción), por lo tamo de combi­natoria y de cálculo virtual (volvcn:mos sobre esto): co·

]JÜ MÁS ALLÁ DEL VALOR DE USO

mo tal, por lo demás, como sistema, y no naturalmente como operación práctica, es como el valor de uso pu~de ""' "fetichiz.ado". Es siempre la abstracción sistemática la fetichizada (cf. "Fetichismo e ideología"). Lo mismo ocurre en cuanto al valor de cambio. Y son las dos feti· chi>.aciones, las de los dos valores, ellas sulas reunidas, las que constituyen el fetichismo de la mercancia.

Marxdefiniólaformadelvalordecambioydelamer­canciaporelhechodequetodoslosproductospueden cqui\·alcrse sobre la base del trabajo social abstracto. Y planteó a la inversa la "incomp;ttibilidad" de los valore; de U50. Ahora bien, hay que ver que

J. Para que exista intercambio económico y valor de cambio, es prcriso ya también que el principio de utili­dad se hara CQilvertida en el principio de realidad del objeto o del producto. Para ser intcn·~mbiablcs de ma neta abstracta y general, es preciso tambi~n que los productos sean pensados y racionalizados en términos de utilidad. Si no lo son (en d intercambio simbólico pri· mitiw), no tienen tampoco valor de cambio. La reduc­ci6n al status de utilidad es la base de la intercambla­bilidad (económica).

2. Si el ¡Jiindpio Jd intercambio y el principio de utilidadtienenralafinidad(ynohacensino'"cocxi"· tir" en la mcrcancb), es porque, upu~'$lamcnte a lo •JU<' dice l\Iarx de la "incnmparabilidad'" <le l<.>S v~lorcs de uso, la lógica de la equivalencia está ya toda entero en la utilidad. Si bien d valor de uso no es cuantitativo en el sentido aritmético, es ya el equivalente. Como valores útiles, todos los bienes son ya comparahl~'$ entre si. por estar asignados al mismo denominador común funcional/racinnal, a 1~ misma d~tcrminaci<Íil ahstracta Onicam~'nte los objetos o categorias de bienes investí· dos en d intercambio simbólico, singular y personal (el don, el regalo) son estrictamente incomparable~. La relación personal (elintercamblonoeconómil"o) la& hace

MÁS ALLÁ DEL VALOR DE USO J5 J

absolutam~nte Mngulares. En cambio. comQ valor titil, el objeto alcanza 13 univers;~lid~d abstracta, la "obje­tividad" ( por rtducd6ndc toda función simbólica).

3. Se trata, pu~, aquí de una fomea fob¡eto, cuyo tfj~tivaknu general C$la utilidad. Y noes~sta una "ana­logia" con las f6rm ulas dd valor ele cambio: ~la miSIIIa

forma lógica. Todo objeto ~ traducible en el código abstracto general de Jo utilidad, que es su razón, su ley objet iva, su ~~en rido -~ ~~to indepcndicntemt:nte de que se utilice y de aquello en que se uril ice. bla funcio­nalidad la que se impone romo c&ligo, y este código, que se funda únicamcnle sobro la adecu~ci6n de un oh­jeto a su fin ( útil), se somete todos los objetos reales o virtuales, sin acefrión de pcH<>n11. Aqul toma origen lo econ6miro, el cllculo económiro, del cual la (ormafmer­cancla no es otra cosa que la forma desarrollada, y que vuelve continuamente.

4. Ahon bien, este \'3lor de uso (uti lidad). opuC5ta· mente a la ilusión antropológica que quiere hacer de ~1 la simple relación de una "necesidad" del hombre con una propiedad luil de l objeto, es tambi~n una rdaci6" $0Cinl. Asl como en el valor de cambio el hombre/pro­ductor no aparece romu crcadur, sino como fuerza de trabajo social abstracto, así en el sistema del valor ele uso, el hombrerconsumi<k>r'' n<> aparece jamás como de9eo y g<.:«. sino como fuerza de necesidad $0Cial abs­tracm (podría deci rse Bedürfni.Jlt.raft, Bedürfnisvern<O­gen, por ana lo¡¡ia (on ArbeiWua(l, Arbeiln'fl""lflógeft).

El productor social 11bstracto es el hombre pen~do en términos de valor de cambio. El individuo $OCia! abstrae· to (el hombre de ~necesidades" ) ~ el hombre pensado en términos de valor de uso. Exiue homologí.a entre la "emancipación~, en la era burguesa, dd individuo privado fi naliudo por sus necesidades y la "emancipa­ción" funcional ck lO$ objetos en ~u valor de uso. 8ta resulta de una ra(ion:ali7.3ción objetiva. por superación

1;2 MÁS ALLÁ DE L VALOR DE USO

-de la~ antiguas coacciones rituales, simbólicas, que ha­cían que en otro tipo de intercambio radicalmente dis· tint" los ol>jet0'5 no tuvieran en absoluto el stat u~ de 'objetividad'' que les damos. En adelante seculari:z..a­dos,funciunaliwdos,racionali...adosenaquellopara lu '!OC sin·en, los objetos devienen la promesa de una eco­nomía política ideal (e idealista), teniendo por consig· na "a cada cual ¡;cgún su~ necesidades".

Simultáneamente, el individuo, descargado de toda ubl.igadón colectiva de orden mágico o religioso, "libe­rado" de sus vínculos arcak-os, simbólicos o personaJe:~, ''privado" en fin y autónomo, se define por una actividad "objetiva" de transformación de la naturaleza -el traba· jt>-vporla<kstruttióndeutilidadensuprovecho: ne<:esidades,:;ati.facciunes,valordeuso.

Utilidad,nccesidades,valordeuso: todo esto no des· cribe jamás la finalidad de un sujeto en lucha con sus relacioncsdeobjetoambivalentes,od intercambio5im­bólico entresujetos;~o describe la relación del indivi­duo consigo mismo pen:;ado en términos económicos, es de<;ir, mejor todavía, la relación del sujeto con el siste· ma económico. Lejos de que el individuo exprese sus necesidades en el sistema económico, es el sistema econó­mico el que induce la función/individuo y la funciona­lidad simultánea de los objetos y de las necesidades.' El individuo es una estructura ideológica, una forma histó rica correlativa de la formafmerc~nda (valor de cambio) y de la forma/objeto (valor de uso). El individuo no

1 En "'te concepto, no existe diferenoia fundamental entr~ d consumo "productiw/' (o;kstrucci6n diiecta de utilidad en el

~::~~~i~~~:~!~i~:i:;t~~~~:~~=~.~~:~~ la< "necesidades"oonunrrab•fo •ocU.!,unadi<eip!inaproduc­'iva. En!"'rtt! •lgunad•ujetuni •ude<o.>sehallan implioo dos. No exi""• puc<, a """ nivel m:h qtu: d conwnw pnr ducti...,.

:\tÁS 1\LLÁ DF.L VA LOR UF. USO 153 es má' que el ~u~to pensado en lb-minos Je ~'<--m>Omla. repensado, simpl ificado y h~-cho abstracto por b l"COn()­mia. Y toda la historia de la conciencia y de la moral ( todas las cate¡,>Orias de la psiCOITK:t~físka occidt•nrnl) n" es otr~ rosa que la historia de la t.'ctmomia política d..t su jeto. El va lor <k uwcs lu expre~ión de toda una met,1fi . ~i<;-A: l:t de b uti lidad. Se inscribe como una e5pcdc de ley morQ/ en el coruzón del objeto, y se inscribe ahí en función de la finalidad <k la "ne<:e,;idad" del sujclo. E~ 1~ l r.UlSCripo:;ión enelconmJn de las cosas de la misma ley moral ( kantiana y cristiana) inscril:l en el cora:Wn dd sujcto, que la positi•·iza en su esencia y la inStituye en on3 relación fiW<l (con Dios o con algun3 real idad tras· cendcntc). Aqul y allá, la ci rculAción del valor es tá regulada por un código providencial que vcb sobre la correlación del objeto con la n~>cesidad del sujeco, bajo el signo de la "funcionalidad", as! como aseguo:a, por lo demás, la coincidcnci~ del su}cto con la ley di•·ina, bajo el signo de la moral.

El mismo finalismo es el que sella la esencia dc.l suje­to (su identidad consigo mismo a travk del rocunoci­miento de esl:l finalidad trasc:endentc) y que in~tituyc el objeto en una "verdad", en una esencia u~mada valor de uso, en una n ansparencia consigo mismo)·Conclsu­jero bajo el signo racional J.: la utilidad. Y est~ misma le~· moral opera la misma reducc-ión fundamental de todaslasvirtualida.Jessimhól>c;¡sdel 5ujctoydel ohjelo.. Una final idad simple sustituye una multiplicidad de sentidos. Y aquí también o:scl principio de equi•·alencia el que opera como reductor de la arnbh·a lcocia ~imbó\iea:

l. l nstitureclobjet<>'-'nuna t'<j ui\'alcnciufuncional consi¡,<o mismo "" e! sol<> mure<~ ele ~'Sta vaknci:t cletcr· minada : la utilidad. Esta simpliricación absolu ta, est ~ racionaliución por la identidad ( equivalencia dc)l mis· mo coMign mismo), le f'<' rmitc entrar en rl c:ampo da ial-cunomíapolític:ammu\'alu.- pvsitin>_

MÁS ALL Á UEL VALOR UE USO

2. La mi~ma simplificación absoluta del sujeto wmo sujeto de la conciencia moral y d., las "necesidades" le permite entrar como individuo abl;tracto (definido por la identidad, la equivalmci~ wnsigo mismo) en el •is· tema de '"lores y de prácticas de la economía política

Así, la funcionalidad de los objetos, su código moral de utilidad, se halla regido por la lógica de la equi••a­lencia tanto como su status de valor de cambio. Cae, pu~, en la misma medida bajo la jurisdicción de la <'C<Jnumia política. Y ~¡ llamamos FOl\MA/0BJ6'l'O a .,;ta equivalencia abst racta de las utilida.Jcs, podemos deór <1ue la farmafobjew no es otraco,;a que lo forma COtt

Jumada de la {on>l(l(merctmcía. Dicho de otro modo, una misma lógka (y un mismo fetichismo) ju<'ga sobre las do:< verti<'ntesdc la m<"cancía <''>pccificada por Marx valurdcusoy valorde<·amhio.

Al nn som<'(er radicalmente: el valor de uro a esta liogic-.. Je laequivaknda,almamcnercl valor de uso en lo "incomparabk", el allálisis marxista ha contribuido a la mitología (1·erdadera "mística" r.odonalista) que haccpa""rlarclacióndclindividuocunlosobjetoscon­cebidos como valor de uso por u!la relación concreta y ob~tÍI'a, "natural" en suma, entre la necesidad propia del ho~nbn' y)~ función propia de! objeto, opuestamente a la rclaciún "alic:na<b", reificada, abstracta, que existí· riaconl"' prrxJ\ic!OliCOffiOValordccamhio: habrfaaquí, t•n el ll S<>, ~o1uo ona t:<fcra concreta de la relación pri­l'ada,p•>roposicíóna lat-;krasocialyaktractadelmer­cado.• (1\hnr analiza , sin embargo, radicalmente, por lo Jcmás, la abs tra('Ción del ind ividuo privado como rela­ción social.) Contra toda esta metafísica hormigueante

• El ""'""mo mi•mo no es sioo en •pariencia una npcnd6n "concrc~a" (p"' "P'"ic~-.., " la ob<trac..;iún del intereambi.,). Por-

r.: :.,~~:t:: .. ~·~~~;"" .~:.,~~~~~"~;"c.:;:::~:·~ "d~.~~: dón de prodllCt<><, >Í•~• J~strucci<'>n d~ utiliJad. En d ciclo de lo

T

MÁS ALL Á DE L VALOR Dll USO ! 55 delasnecesidad.,sydclvalordeuso,hayquetencren cuenta que la abstracción, b reducción, la racionalización y la sistcmati<.ación son tan prorundas y tan gcnerali· zadas al nivel de las ~ncresidadcs" como al nivel de las mercancías. Quizá esto no cstab:! todavía daru en un ~'Stadiu anterior de la ec<>nomía politica, en el que se pudo J'CflSM que; si el individuo cstaba alicnado por t."l sist.,ma del valor de cambíu, al menos \·olvía a ser él mismo en sus ncce~ id ades y en el momento del va· lor de uso. Pero se ha hecho posibk hoy, en el es radio de movilización consumativa en <JUC nos encon rr,.mos, , . .,, q u<: las H<"<;<:si<bd.,s, lejos de articularse sobrccldeseoula exigenciaprupiadclsujeto,encucn· tran su coherencia complctamenre en otro lu&ar: ~n un sisremagcnera!izadoqueesal d'-'I'Coloqucd sistema del

e<"OnÓmko, e;!""¡., unt<>, de !<.-los modos, u n.~ abstr>~e<'ión pro­ducid~ o <:on>umid• <:om<> •·alor (•le c~mbi" e" u n e•«>, d~ U"<> en el <>troJ . En ningun• p:<Etc d obi< oo '\;onc«w", d produc~>

;;~~~~:";;~ ~1~\~ .~;~~".o~~~·.?;,'~·:~ dc ~.~~~," q::;r~ic;;'~· .. ,~"~ se reproduce de manci• ampliada. l>el tni>mo mudn, d wn>umo no es en absoluto una de>tru.:dtin (de oa~lf deUto "concl't'to"),

~;~.;f'.b:="~~~~~~;i~.~~~~ra"'!;:~·~;~~· :;~~: :'r~ .. ~~:~d:~,l~:~:l ~~.~:;:• ~1;1 ~~~::;-"' d~·c~:;;:~:~", ,;,u

Onicamente el cmu~m<> nu cncaj• en esta r~pmducción arn · pliada dd sislell\a del valor, v t><• porque ,... dtstrm-ción de m<t ancia, >ino ¡~>rque"' ''"'")('~';.:." dt· la l~y y tl e la hnalicl•d delU"<objetos,ab...lici<'•nJc>t• fin•lidadabstr>~eto.Eico«;~<mo no hace. cuando parece con•umir (dt">ttuir) ¡,,. pr<><luct<>S, Qtra C<>Sa ~uc C"n>umir (rt·onatar, ,.,,.,d,.irJ '"utilidad . lkmuyc los

J )6 lllÁS .4.LLÁ Uf.L VALOR O" U SO

•·alor de cambio es al tr~OOjn<.:nn.crcto, fuente del v~lor. Todas las pulsioncs. las rdociones si mhólicas, las rel~ ·

dones do: objeto, y hasta las pcr•·ersiones, todo el lr10bojo de inl'asión del sujeto se abstraen y encuentran su e'fUÍ· •·r!lcnl~ ¡:encral en la utilidad y el sistema de bs nocesi­dades. asfcomo tod'-"" 1"' \"alores )' cl trdba jo wcialrcal <:n,ucntran su ~'<]Ui\'alcn tc genernl en la mon<·da y c·n el dinero. Todoloqucsurgcddsujeto, desucucrpo,dcsu deseo, esta diwciado " tuali·ra<lo en términos de n eccsi· Jades. m~s o mmos ~i(icadas de ant(.'IJ'l3nU por objc· tU$.. Tod~slas pulsioncs se racionali7.an, se finali-¿an y se objcti•·~n en ne«:<idadcs: por lo tanto, se anulan simbó­licamente·. Tod<> la amhimltmcia ~mí reducida por la e'lui•·a/enc.il•. Y decir que el sistema dclasnt"Cesidadeses un sistema do.; <><¡u i,·ulencia general no es en ahsolUio una mctMora: quiere decir que e¡tamos de lleno en la cconomb política. l'or <"'-'hemos hahladodel fetichismo del wdordeuso.Silas nt.·cc,sidades (ucr:t n laexprcsióu conCreUI, singular, del sujeto, sería absurdo hablar de fetichismo. Pero si lasncccsidadc5$CCrigen cada \'C1. más en un sistema ~hsl:racto, regulado por un principiu de e<fUi vakncia y de combinatoria general, emonres, natu ra!mcnte, el mismo fetichismo que lie vincula al sistem~ d..! valor de cambio y de 1~ mcrcancia octúa aquf en un sistt·ma que <'S hnmólvgo al <!lr<J, )' q"e lo O!.~preloft

en ¡od,¡ n• l"ofundidad y wdt~ $11 perfec:ci6n. Y lo mismo que el ,.,.Jor de cambio no es sustancial

al pnxJuctu, sino una forma que cxpn'S:l una rdoción social, asi el \'alor de uso no l'S mmpoco una función in(usa del objctu sino una d<•tcrminación social (a la wz del sujeto, del objeto}' d~ su relación). Dicho de otro mudo. dt: b misma n>:>.ucra que la lógica d~ h mcr· rancia se c>:tiende iudifcrcntoJmcmc :1 k,; hombre-s'' a b,tos.u,yhacequeloslK>mbrcs,vbcdt:cicnJoala~is­m;~ ley. no aparl"7J.:an m:is que como ,•alor de C'd mbio. la finalidaJ rl'SITÍnb.;da de la utilidad $C impone altO$

:1-!ÁS ALLÁ l)~L \',\1.01\ OE USO ] )7

hombres como~ los objetos. Es ilógico e ingenuo espcrJr que, atra,·ésde losobjctospensadoscn términos de valor de l'amhio, es decir en su~ ncce•idades, pueda el hom· brc r~alizar>e d<J otro modo él mismo '1"" como mlM de ~<so. T al <-;, sin embargo, la vulgata humanista moderna a tnwb de b funcionalidad, la finalidad doméstica del mundo externo, 5c supone que el hombre se rcaliu. en su calidad de hombre. La verdad es totalmente distinta: rodeado de mercancías y de valor de cambio, el hombre no es ya sino valor de cambio ymcrcancia. Rodeado de objetos qul' funcionan y que "sin·en", d hombre noe~y.1 otra cosa que d m;h bdlo de los objetos funcionales y >c rvl!cs. No súlo d Homu oeconmuicus vudv~ a ser por completo valor de uso en el proceso dcprodm.:óóncapi· talista, sinoqu<·cstc lmpcrativomllitariol'!itructurahasta la relación del inJi,•iduo l'Onsigo mismo : en e) proce.>O de smisfacción, ha~c valer y fructificM sus propia~ ,-;..,. tualidade•deplacer,"rcali~"ymancjalomejorposiblc e~ d<·cir al máximum) su propia "facultad" de gozar, tratada literalmente como una fuerza productiva. eNo está fundada toda la moral humanista sobre el "buen uso·· de si mi>mo?

1\·brx dice en sustancia: "La producción no produ<:c sol•mcntc bienes, produce también hombres para consu­mirlo,, ~· l•s ncrcsidade< correspondientc·i". PmP""ición cuya interprt.•taciún sode alterarse en d Sl.'ntido ~implistn <lela "'mnnipui;Kión d<· las nt..:esidadcs" y de b denuncia de las '" nec..sidadcs anificiak'S'".' l lay que tener ~n cuen­ta que lo <¡ue produce e! si~tcma de la mcrcanda en su forma gen<·ral <"S d <:O>~cepto mismo de necesidad l"Ons-

H•~ que· dc-<: it qu~ h< f&mul•< d~ .\!•rx en .,;oe domiO>i"

~- ;~,::~·:;~~i·,,;~~~.~f¡~~·-d~? ,;;::, 1>-:'.r:~·~;;:~::.s.,:· .r.:"r~~~ oión <le! rontCJ<to hi•tórico y social'", o también. \"<:rsión mh

~i:!~~.:~::i·f~~;;~?~~~~ r~~~~: E:!~:;~i:T:=

]58 MÁS ALLÁ DIOL VALOfl DE USO

titutivadelapropiaestructurudclindividuo,L>Sdccir clconreptohistóricodcunsersocialquc,abandonado t>l inter<:ambio simbólico, >e amonomi1.:1 y racionaliza su deseo, ~u relación con lQ<; demá, y con los objet{)'; en tér· min{)';den~sidadcs,deutilidad,desatisfaccióny de valor de uso.

Así, lo que r~xlucc el intercambio simbólko, lo que cmcrg.: dd abandollo del intercambio simbóliru, no es tal ocualvalor,esdegolpelaopo;sicióncstructural dedos valores: valor de cambio y valor de uso, cuya forma lógica es la misma, y cuya organización <lual escande lo L..:onómico. N os encontramos aquí con un nivel antr~ pológico global, con el mi•mo esquema de "reducción semiológica" que hemos analil.:ldo l'Il "fetichismo e ide<r logia", Demostramos en <licho estudio cómo esta reduc­ción, esta estructuración opositiva en términos duales constitula la matri~ misma del funcionamiento ideo!& giccr, a causa de que esta ~-structuración no es jamás puramente estructural, sino que actúa siempre en privi legio de uno de los dos términoo. La lógieii estr11Ctuml l'3 siempre acompañada de una estrategia (así, mascu· linn/ femeninocn beneficio de lo masculino; consciente / inconsciente en IJ<,neficio de la conciencia, cte.). Lo mismo ocurr~ aquí. En la correlación:

ve s. vu = s;:;-

,·alor de uso y significado no tienen en ahwlutoel mis­mo 1"-'W reSpc<'tivo que valor de cambio y significante. Ü~'{:ÍfllOS que tienen un ••alor táctiCO, mientras que v~Jor de cambio y significante tienen un v~lor ~"Stratégicu . El sistema se organiza Sl:gún una bipolaridad funcional,

MÁS ALLÁ DE L VJ.LOR DE USO 159

pC'ro jcnrquizada. y donde la preeminencia absoluta~» r~ponde ~1 valor de cambio y al significamc. Valor de uso y necesidades no wn mi~ que un cfecw dd va­lnr de l'llmbio. Signiricado ( y refen:ntc) no son m~s que un ~{celo del significante (volveremos sobre este pun10 ma~ tarde). N i uno ni otro son una realidad autónoma o:¡uc· el va lor de cambio o el si¡¡nificame vendrían a ex­pr<.-Sar y traducir en su código; no son en el fondo otra COS<I o:¡uc modelos de simuúoción, producidos por el juego del •·alor de cambio y del significante, y por donde ésros se dan la caución de lo n:-.d, de lo vivido. de lo concreto, 1~ C'aución de una rcali.bd objetiva que, sin embargo, tn el mismo momento, esos si~temas en su calidad de liste­mas sustituyen pvr su propi~ lógica total ("susti tuir'' e-s tambi~n falso, por lo demás: el término da a entender c¡uc es cicrto que existe en ~lguna ¡>arte una n:a lidad fundamental,qucelsístcma •·endriaacaptaro a dt.-sviar. De hecho, no hay otra realidad o principio de re<~licbd que la ¡1roducida de golpe por el sisteona corno su n:fe­n:ncia ideal ) . Es decir o:¡uc va lor de uso y significado no C'OnstÍ tU )'en un otra purre ( objetivo y concreto) al valor de cambio y al significante; sólo son •u coartada.

Vimos al principio o:¡ ue a trovés del sistema del valor 1k uso (es dcei r la extensión del proceso de abstraC<.·i6n ~·de racionalidad productiva a todo el dominio del "«~n ­sumoH • travb del s.istcma de las "noccsidadcs" «<ll'UJ s.istcma de ~'aJores y de fuerza$ prodoetivas) es el c:un· po de b ecunomí:o política lo que se generoli1.a y K'

sa tura. En este sentido, el valor de uso aparece «~mo la«~nsumación y la real izaci6ndclvalorde cambio(clo.• lu l'ctmomfa polí tica en general). Y d fetich ismo del 1·alordd uso viene a aumentar y a profundiur el fcti­c hi~mo del valor <k cambio.

Esto «<nstituye un primer punto. Pem hay que tener en eucnta que el sistema del \'aiOt del uso no 1'$ única· uumu el doble, la trasposición o la eJUensión del sistc-

160 MÁS ALLÁ DEL VALOR DE USO

ma del valor d~ cambio, Es simultáneamente su <.:aución ideológica (y, una vez más, si es posible, es por e<ilar estructurado lógicJmcnte de la misma manera). Ideología naturali-tante,secntiende,cJ,-alordeusoestádadofun­damcntalmenre por la instancia ante la euaJ todos los hombres son iguales. Las nececsidades, a diferencia de lüs medios de satisfacerlas, parecen ser la cosa más gen~~ ral del mundo. Los hombres no wn iguales respecto de los bienes considerados como \'alor de cambio, pem si parecen Sl•r!CI res¡x-.:to de !Cis hienes considerados como ,-_alordcuso.Sedisponeonoscdisponedeellos,según la dasc y los ingresos; pero la vinualidad de servirse d~ dios es la misma para tod05. Todo el mundo es igual­mcntcricocnp<>sibi!;dadesdefdicidad y de satisfacción. Es la democracia de las "necesidades", secularización de la 1·irtual de todos Jos hombr~'S an te Dios. Así

uso, retnitido a la esfera antropológica, re­en lo universa l a los hombres divididos social­

menteporclvalordecumbio. El ,·alordeeambioesladcsaparieióndel pr~sode

trabajo rea l al nivel de !a mercancía, de tal m(Kio que O:staapar~comova loramónomo. Elvalor de u'lOhace más: da a la m.,-,canda, inhumana en su ahitracóón, una finalidJd "humana". En el ~·alor de <.:ambio, el tm hajo social desapa rece. En el sistema del valor de uso

la r.:absordón sin rastro de todo el proceso de trabajo ehistóricoloqueeonduceal sujetoapen­

individuu, definido por '"'" necesidades y sus y a intcgrafSC de este modo ideal· mente en la ~stru ctura de la mercancía. Así, sin cesar de ser sistema, es deci r histórica y lógicamente solida­rio del sistema del valor de cambio, cl sistema dd va· lur de uso viene a natumli::ar este último y a ofrcrerlc c.;ta caudón universal e intempmal sin la cual el si>­t~ma del ,-a lor d~ c~mbio no podría sencillamente re· produó r><· ·~ ni <lun s.::rrcproduciducn su forma gc<><·ral).

MÁS ALLÁ DEL VALOR DE USO J6J

El valor de uso es, pues, el coronamiento, el broche de oro de la K<>nomía política ·

O en su realidad vivida: es la inmanencia de la eco­nomía política C11 la cotidianidad real, hasta en el acto en que cllwmbrc cree volverse a encontrar. No vuelve a encontrar sus objetos sino en aquello para lo que sin•en, y no vuelve a encontrarse a si mismo, hasta en la expresión y la satisfacción de sus necesida· des, sino en aquello para loquesin·e;

O en su valor c~tratégico: es a<]udlo por lo cual se confirma ideológicamente d 'istema de producción y de cambio, gradas a la instituciún de una antropología idea· lista <]UC ~usrrac el valor de uso y las necesidades, de su lógica histórica para inscribirlos en una etemidad formal: la de la utilidad para 1~ objet<:>s, la de la apro· piación úti l de los objetos por el hombre en lane<:esidad.

Por esto decimos <]UC el fetichismo del valor de uso es más profundo, mús "misterioso"' aún que cl fetichis.­mo Jd valor de cambio. El misterio del valcrr de cambio y de la mercancía puede todavía relativamente - Jo ha sido después de Marx- ser descubierto y aflomr a la l'Oncicncia como rdaciún social. En el valor de uso, d valor se em'uch·ccsta vez de un misterio total , ya qu <' se funda en 1 ~ antropologia, co la evidencia (le una na­tura lidad, en una referencia original que no puede re­basarse. Ahí se encuentra la verdadera"teología"del valor, en d urden de las finalidades; "'' la relación "ideal"' de C<Jllivalencia. de "armonía", de Cl-onomía y dee<]uilibrio que implica el concepto de utilidad. y esto a todos los niveles, entre el hombre y la naturaleza, en tre el hombre y los objetos, entre el hombre y su cuerpo, entre él y loo demás. Ahí toma el valor una C\·idcncia absoluta y deviene '1a cosa más simple": ah í t~ml.>ién es dundc el misterio y la astucia (de la 1-l i:;­toria }'de la Haz6n) se vuelven el más profundo y la m:ís tenaz.

162 MÁs ALLÁ DEL VALOR DE USO

Si d sistema del valor de uso ená producido pcx el sistema del valor de cambio como su ideologia misma; si d valor de wo carece de autonomia, no siendo otra <:OSa que wu1iu y coartadA del valor de eambio, sin dejar de formar sistemas con ~1 .:kntro del man:o de la eoonom(a política, no e$ ya posible considerar el valor de uso como altemati,·a dd valor de cambio y su "res­ti!Ución~ al término de la econom(a polhica, bajo el signo de la ''libera<:ión de las neccsidadesN y de la "adminis· tnción de las OO!i3$N, como pcn:pecti•·a revolucionaria.

Toda perspectiva revolucionaria p3sa hoy por la* visión radical de la metafisica racionaliume, reducton, rqwesiVIT, de la utilidad -toda teOría crítica pasa por el an:l.lisisdela forma/objeto,• ausente del análisis mar­xista, lo cual ha tenido por resultado, con las conse­cuencias políticas e ideológicas que ello implica, que m. das las ilusiones hayan convergido ~bre el valor de uso, idealizado por aposición al valor cic cambio, cuando no es sino su fo.ma naturaliuda.

Mo\IIX Y JIOUINSÓN

l\larx, El eapitQl,l,i, D : "C'..onsiderada como ,.aJorde uso, la me...:ancia no encierra nada de misterioso, dando lomismoquelacontcmplen10$desdeel punto de vista de un objew apto para satisfacer necesidades del homb~ u que enfoquemos esta propiedad suya como producto del trabujohumano. Esevidentequelaactividaddelhom· bre hace cambiar a las materias naturales de fom1a, 1xua scr\'ÍfiC de ellas ... el carácter mlstkv de la mercancía

• Y de 1• fom>al•igr>O. Vc,..,rn<>$ cómo una mi>lha lógico togllla la organ~ión <Id signo ,... el .~ rontompor"­yt>x.<lel >ignifindo(ref=nte) dt..'nnit><>UIIélik,dtérmino

~. '!:uc'l.~";....~~~~ <k loo signifocantes y <lando

1

MÁS ALLÁ DliL VALOJ\ Dli USO J63

no brota de su valor de uso .. [Las categmías de la economía burgueia] son formas mentales aceptadas por la sociedad, y por tantoobjcth·as, en que se expresan las condicioncsdcproduccióndccsterégimcnsocialdepro­ducción históricamente dado que es la producción de mercancías. Por eso, todo el misticismo del mundo de las mcrcancfas, wdo el encanto y el misterio que nimban los productos del trabajo basados en la producción de mercancías se esfuman tan pronto como ]o<; desplazamos a otras formas de producción. Y ya que la cconomla política gusta tanto de las robinsonadas, observemos ante todo a Robin:;ón en su isla . . . Tan claras y tan sencillas son las relaciones que median entre Robinsón y los objetos que forman su riqueza , riqueza salida de sus propias manos, que hasta un seii.or Baudrillard' podrla comprenderlas sin estrujar mucho el caletre. Y, sin em­bargo, en esas relaciones se contienen ya todos ]o;¡ fac­tores sustanciales del valor."

H abiéndose burlado con razón de las robinsonadas de los economistas burgueses, Marxhuhicse debido descon­fia r de Robins6n. Al oponer el "misticismo" oscuro del valor mercanti l a la simplicidad y a la transparencia de las relaciones de Robin:;ón con su riqueza, cayó en una trampa. Si hacemos la hipÓtesis (marxista) de que la economía política burguesa resumió en el mito de Ro­bin:;ón toda su ideología, hemos de admitir que todo en esa historia va de acuerdo con la mística V !a me­tafísica del pensamiento burgués, 1u>sw y sobre' todo esa "transparencia" en las re/adanes del hombre con sus instrumentos y con los product.os de su uahajo.

Esta confrontación ideal del hombre con su capacidad Je trabajo (Arheitsv~"T"mó'gen) y con sus necesidades no ~s (únicamente) abstracta por eslar aislada de la esfera de la economía política y de las relaciones sociales

164 l\IÁS ALLÁ DEL VALOR DE USO

mercantiles; e; abstracta en s1 misma, no abstracta (abs· traida) d~ la cconomb política, sino abstracta por te· sumir toda la abstracrión de la economía política, a saber la del va lor de cambio en el valor de U!.O, la de lo L'l'Onómicocn la finalidad pro l'idencialde utilidad.

Robinsón "' el término d., toda una mutación en cur>a desde el am~ncccr de 1~ sociedad burguesa (pero teorizada tan sólo realmente a partir del siglo xvm) y que hace simultáneamente del hombre una fuerza pro­ductiva y un "hombre de necesidad<:s''. Los fabricantes y los id~01ogos de b Natura l<.= se lo reparten. Se ron· vierte , en su trabajo, en valor de uso parn un sistema de producdón, y simultáneamente los biene> y los pro­du<:tosscconi'Íertcn en valor de uso para él, adquieren un sentido en fu nción de sus necesidades, desde ese mo mento kgalizadas como "rmturalcza". Entra en el reino del va lor de uso,<¡ueesta rnbiéncl de la "Naturaleza», pero en modo alguno según una finalidad original re· cobrada: simpkm<:ntc pür<lue t<XIos ~>Stos umceptos (ne ccsidades, naturaleza, utilidad) han nocido juntos, en una misma fase histórica de ~istcmati1-'lción de la eco­nomía política y de h ideología que la sanciona.

El mito de Robinsón es el avatar burgués del mito <Id Paraíso TerrenaL T<XIogran orden social de prü<lucción (burgués o feudo!) mantiene un mito ideal, <¡oe es a la \CZ mito Je rc~li7.ación y mito de migen. La c<:o-

nomia política se m~ntiene del gran de Tea liz.ación del hombre según la ley natural ncccsid~des, como la tL-ologia se mantiene del mito TCaliowción dd hombre según la ley divina. La misma finalidad .., reconoce acá y allá: la de una relación ideal del hombre con el mundo a trad-s de sus necesidades v la regla de Naturalc"-'1, y la de una relación ideal del hombre con Dios a tra\·6 de la fe y la regla divina, la Providencia. 1\"aturalmcnte, esta vocación ideal está

MÁS ALLÁ DH. VALOR DE USO )65

siempre y de una \'e7, vivida como pcnlida o ~ompnr mctida; pero la finalidad pennan~>cc, y el \'olor de uso, sepultado bajo el \'alOI' de cambio, como la nnnonía natural del Pamíw Terre,al rota por el pecado y el dn· lor, se mantienen inscritas como esencias ínvulnc!'Jblcs, prometidas al término de la l listoria, a una futura re­dención. La misma lógica, la misma ideología: bajo el signo de una natt¡raleza donadora, en b que se trans· parcnta el modo de "producción" de la rL'Colccción pri· miti\'a,amcrioralfcudal, y de donde desaparece la ser­vidumbw y el trabajo, el mito del Paraíso Terrenal des­cribe l.1 idealidad de las relaciones feudales (protección de soOCranía y ridclidad de vasallaje). Igualmente, el miLO de HobinsóndC>;crihe,enllnesquemaaisbdo"tnns­parente" ( en el <.JUC se trasluce d modo anterior de b agricultu ray delartesanado)ydelguedesaparccelalcy del mercado y del cambio, la idealidad de las relaciones burguesas: autonomía dd individuo, a cada cual según su trabajo y sus necesidades, conciencia moral ligada a la naturaleza, y, de ser posible, algún Vkmcs, algún sirviente indígena (ahora hien, si las; relacirmes de Rn-

~~~~~·icc:; a s~a;:~.[,~~cr~c:uco ri:kz:S~':s;~:o)';c,b ras"' De hecho, no haynadaclaroen esta historia y, aquí

también, la c,·ideocia de la >implicidad y de la trans­Mnrx la evidencia de )a mercan­

sutilezas metafísicas y de argu<:ias nadac!aroninaturalen clhe­

h naturaleza ""-'gÚn sus neccsida­Ílti l" y hacerguclascosasscanútilcs.

mnraldclvalor<k usonohu!Jina dc!Jidopasar a la rriti~a de la ecunornía política, porgue

d ~istem~ V d "mi>l~ri<>'' de ésta se encuco\ran ,.a con Bobinsim en 'u i,b )'en la transp.1rcncia f~l­

,ifi<·ada d~ "' rcbci•'•n con bs cosas.