burrell y morgan 1979

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7(;72 BURRELL, Gibson y MORGAN, Gareth (1979 6RFLRORJLFDO SDUDGLJPV DQG RUJDQLVDWLRQDO DQDOLVLV. Ed. Heineman, Londres. Introducción, capítulos I, II y III. 75$’8&,’2325(’*$5’2&$0,/$77,81/$0,/*5$&,$6 ,1752’8&&,21 Este libro, que ha consumido los últimos dos años de nuestras vidas, es el producto de una amis- tad y de una asociación intelectual. Comenzó como una idea inocua, que creció con tanta fuerza que se desarrolló en "una forma de ver". Ha modificado la manera en las que pensamos la teoría social y esperamos que haga lo mismo para otras personas. Este libro tiene el propósito de aclarar y ayudar a solucionar lo que parecen ser algunas de las fuentes principales de confusión dentro de las ciencias sociales en la actualidad. Inicialmente, tenía un objetivo bastante específico: tratar de relacionar las teorías de la organización con su contexto sociológico más amplio. Sin embargo, en el transcurso del desarrollo, este esfuerzo am- plió su alcance y evolucionó hasta llegar a ser un emprendimiento que abrazó muchos aspectos de la teoría filosófica y social en general. En tal carácter, en la actualidad se presenta como un discurso sobre la teoría social de importancia para muchas disciplinas de la ciencia social, res- pecto de las cuales aquellas en el área general de los estudios de la organización (sociología in- dustrial, teoría de la organización, psicología de la organización y relaciones industriales) son casos especiales mediante los cuales ilustramos nuestros temas generales. Nuestra propuesta es que la teoría social se puede concebir útilmente en función de cuatro para- digmas clave, basados en conjuntos distintos de suposiciones metateóricas respecto de la natura- leza de la ciencia social y la naturaleza de la sociedad. Los cuatro paradigmas se fundan en opi- niones mutuamente exclusivas del mundo social. Cada uno se erige por derecho propio y genera sus propios análisis específicos de la vida social. Respecto del estudio de las organizaciones, por ejemplo, cada paradigma establece teorías y perspectivas que se encuentran en oposición funda- mental con aquellas generadas en otros paradigmas. Dicho análisis de la teoría social nos enfrenta cara a cara con la naturaleza de las suposiciones que suscriben distintos enfoques de la ciencia social. Penetra a través del detalle superficial que reviste a muchas teorías sociales, hasta llegar a lo que es fundamental para determinar la manera en la cual vemos el mundo que intentamos analizar. Se hace hincapié en la función esencial que cumple el marco de referencia del científico en la generación de la teoría e investigación sociales. Al referirse a la situación del campo de estudios de la organización en la actualidad, al igual que en otras disciplinas de la ciencia social, se percibe que una amplia proporción de la teoría e in- vestigación se ubica dentro de los límites de apenas uno de los cuatro paradigmas que se conside- rarán en esta obra. De hecho, el grueso se ubica en el contexto de una gama relativamente estre- cha de posibilidades teóricas que definen a ese paradigma único. Por lo tanto, no es ninguna exa- geración sugerir que el emprendimiento social y científico, en general, se erige sobre un conjunto extremadamente reducido de suposiciones metateóricas. Esta concentración de esfuerzos en una zona relativamente estrecha define lo que habitualmente se considera como la ortodoxia predo-

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  • 7(;72BURRELL, Gibson y MORGAN, Gareth (19796RFLRORJLFDOSDUDGLJPVDQGRUJDQLVDWLRQDODQDOLVLV. Ed. Heineman, Londres. Introduccin, captulos I, II y III.

    75$'8&,'2325('*$5'2&$0,/$77,81/$0,/*5$&,$6,1752'8&&,21

    Este libro, que ha consumido los ltimos dos aos de nuestras vidas, es el producto de una amis-tad y de una asociacin intelectual. Comenz como una idea inocua, que creci con tanta fuerza que se desarroll en "una forma de ver". Ha modificado la manera en las que pensamos la teora social y esperamos que haga lo mismo para otras personas.

    Este libro tiene el propsito de aclarar y ayudar a solucionar lo que parecen ser algunas de las fuentes principales de confusin dentro de las ciencias sociales en la actualidad. Inicialmente, tena un objetivo bastante especfico: tratar de relacionar las teoras de la organizacin con su contexto sociolgico ms amplio. Sin embargo, en el transcurso del desarrollo, este esfuerzo am-pli su alcance y evolucion hasta llegar a ser un emprendimiento que abraz muchos aspectos de la teora filosfica y social en general. En tal carcter, en la actualidad se presenta como un discurso sobre la teora social de importancia para muchas disciplinas de la ciencia social, res-pecto de las cuales aquellas en el rea general de los estudios de la organizacin (sociologa in-dustrial, teora de la organizacin, psicologa de la organizacin y relaciones industriales) son casos especiales mediante los cuales ilustramos nuestros temas generales.

    Nuestra propuesta es que la teora social se puede concebir tilmente en funcin de cuatro para-digmas clave, basados en conjuntos distintos de suposiciones metatericas respecto de la natura-leza de la ciencia social y la naturaleza de la sociedad. Los cuatro paradigmas se fundan en opi-niones mutuamente exclusivas del mundo social. Cada uno se erige por derecho propio y genera sus propios anlisis especficos de la vida social. Respecto del estudio de las organizaciones, por ejemplo, cada paradigma establece teoras y perspectivas que se encuentran en oposicin funda-mental con aquellas generadas en otros paradigmas.

    Dicho anlisis de la teora social nos enfrenta cara a cara con la naturaleza de las suposiciones que suscriben distintos enfoques de la ciencia social. Penetra a travs del detalle superficial que reviste a muchas teoras sociales, hasta llegar a lo que es fundamental para determinar la manera en la cual vemos el mundo que intentamos analizar. Se hace hincapi en la funcin esencial que cumple el marco de referencia del cientfico en la generacin de la teora e investigacin sociales.

    Al referirse a la situacin del campo de estudios de la organizacin en la actualidad, al igual que en otras disciplinas de la ciencia social, se percibe que una amplia proporcin de la teora e in-vestigacin se ubica dentro de los lmites de apenas uno de los cuatro paradigmas que se conside-rarn en esta obra. De hecho, el grueso se ubica en el contexto de una gama relativamente estre-cha de posibilidades tericas que definen a ese paradigma nico. Por lo tanto, no es ninguna exa-geracin sugerir que el emprendimiento social y cientfico, en general, se erige sobre un conjunto extremadamente reducido de suposiciones metatericas. Esta concentracin de esfuerzos en una zona relativamente estrecha define lo que habitualmente se considera como la ortodoxia predo-

  • minante respecto de un tema. Ya que esta ortodoxia es tan dominante y fuerte, sus adherentes, a menudo, la dan por sentado como correcta y evidente. Las perspectivas rivales dentro del mismo paradigma o fuera de sus lmites aparecen como satlites, que definen puntos de vista alternati-vos. Sin embargo, sus consecuencias sobre la ortodoxia muy pocas veces son significativas. Ra-ramente son lo suficientemente fuertes para establecerse como algo ms que un conjunto de en-foques un poco desviacionistas. Como resultado, las posibilidades que ofrecen se exploran con poca frecuencia y mucho menos se comprenden.

    Para entender puntos alternativos de vista, es importante que el terico sea plenamente conscien-te de las suposiciones sobre las que se basa su propia perspectiva. Esta apreciacin implica un viaje intelectual que lleva al terico fuera del terreno de su propio dominio familiar. Exige que l sea consciente de los lmites que definen su perspectiva. Es necesario que viaje a lo inexplorado. Se requiere que se familiarice con paradigmas que no son los propios. Slo entonces podr mirar hacia atrs y apreciar plenamente la naturaleza exacta de su punto de comienzo.

    El trabajo que aqu se presenta es un intento de llevar al estudiante de las organizaciones a zonas que probablemente no haya explorado antes. Es un viaje en el cual nosotros, los autores, nos em-barcamos de manera inconsciente, como resultado de ciertas dudas e incertidumbres fastidiosas respecto de la utilidad y validez de gran parte de la teora e investigacin contemporneas sobre nuestro tema. Nos preocup la forma en la que los estudios de las actividades de la organizacin haban generado montaas de teora e investigacin, que parecan no tener conexiones obvias fuera de estrechas reas de disciplina. Nos perturb la naturaleza esencialmente efmera de nues-tro tema. Nos inquiet el sectarismo acadmico reflejado, en diversas oportunidades, en la hosti-lidad abierta, la indiferencia al "estilo avestruz" y el dilogo y el debate generalmente de mala calidad entre escuelas de pensamiento esencialmente conexas. En resumen, consideramos que nuestra rea temtica requera un examen minucioso de las conjeturas sobre las que se basa, con el objeto de ver en ellas una nueva luz que, se espera, sea refrescante. Nuestro libro, en esencia, presenta un resumen de nuestra jornada y un registro de las conclusiones y percepciones que han surgido.

    Comenzamos nuestro emprendimiento al considerar la manera en la que podramos distinguir entre los distintos enfoques del estudio de las organizaciones. La opinin de que "todas las teor-as de la organizacin se basan en una filosofa de la ciencia y en una teora de la sociedad" pare-ca presentarse una y otra vez en nuestras conversaciones y pronto hallamos que defina dos di-mensiones principales del anlisis. Aunque los tericos de la organizacin no siempre son muy explcitos respecto de las suposiciones bsicas que informan su punto de vista, resulta obvio que todos asumen una opinin respecto de cada uno de estos temas. Sin importar si son conscientes de esto o no, aportan a su tema de estudio un marco de referencia que refleja toda una serie de hiptesis respecto de la naturaleza del mundo social y la manera en la cual se podra investigar.

    Nuestro intento de explorar estas suposiciones nos condujo al terreno de la filosofa social. Nos enfrentamos a los problemas de la ontologa y la epistemologa y otros temas que, pocas veces, reciben consideracin en el campo de los estudios de la organizacin. Al investigar estos temas, hallamos que apuntalaban los grandes debates filosficos entre los tericos sociales provenientes de tradiciones intelectuales rivales. Nos dimos cuenta de que la ortodoxia de nuestro tema se basaba, en esencia, en una sola de estas tradiciones y que las perspectivas satlites que habamos observado en el entorno de la ortodoxia, de hecho, se derivaban de una fuente intelectual bastante independiente. Reconocimos que se intentaba articular puntos de vista derivados de suposiciones

  • diametralmente opuestas sobre la naturaleza bsica del mundo social. En tal sentido, suscriban hiptesis bastante diferentes sobre la naturaleza misma del emprendimiento social y cientfico.

    Al investigar las hiptesis respecto de la naturaleza de la sociedad, en primer lugar, pudimos ope-rar sobre terreno ms firme. La sociologa de los aos 60 haba hecho hincapi en el "debate del orden - conflicto", ya sea que la sociologa enfatizara el "problema del orden" o el "problema del conflicto y del cambio". A fines de los aos 60, el debate se haba considerado terminado y estas dos opiniones de la sociedad se vean meramente como dos aspectos de la misma problemtica. Al analizar la literatura sobre este debate, cada vez nos convencimos ms de que haba encontra-do una muerte prematura. Aunque result obvio que los socilogos acadmicos se haban con-vencido de que el "problema del conflicto" se podra incluir en una categora titulada el "proble-ma del orden", los tericos ajenos a esta tradicin, sobre todo aquellos interesados en la teora marxista, participaban activamente en el desarrollo de las teoras sociales, que colocaban los pro-blemas del conflicto y del cambio al frente de sus anlisis. Aunque los socilogos acadmicos y los tericos sociales marxistas parecan satisfechos de trabajar en forma aislada y de ignorar las perspectivas contradictorias que presentaban, pareca que cualquier anlisis adecuado de las teo-ras de la sociedad deba tomar en cuenta estas perspectivas rivales.

    Nuestro viaje a la literatura marxista nos llev a otro territorio nuevo, en lo que haca a nuestros intereses iniciales. Nos sorprendi hallar paralelos interesantes entre los desarrollos intelectuales dentro de la teora marxista y la sociologa acadmica. Determinamos que las suposiciones sobre la naturaleza de la ciencia social, que haban dividido a los socilogos acadmicos en distintas escuelas de pensamiento, tambin separaban a los tericos marxistas. En ese territorio, adems, el marco terico predominante estaba rodeado de escuelas satlites de pensamiento, que ofrecan explicaciones rivales. Al rastrear estas tradiciones hasta su origen, hallamos que surgan de, pre-cisamente, los mismos lmites de la filosofa social que haban suscripto elementos divergentes dentro de la sociologa misma. Se torn evidente que las tradiciones rivales, que hacan hincapi en el "orden" como opuesto al "conflicto", compartan el mismo pedigr, en lo que respecta a sus races en la filosofa social. Al derivarse de hiptesis similares sobre la condicin ontolgica y epistemolgica de la ciencia social, se haban unido a marcos de referencia fundamentalmente distintos respecto de la naturaleza de la sociedad.

    Dadas estas conexiones cruzadas entre las tradiciones intelectuales rivales, se torn evidente, para nosotros, que nuestros dos conjuntos de suposiciones se podran enfrentar, a fin de producir un esquema analtico para estudiar las teoras sociales en general. Los dos conjuntos de suposi-ciones definieron cuatro paradigmas bsicos, que reflejaban opiniones bastante independientes de la realidad social. Al intentar relacionar este esquema con la literatura de la ciencia social, deter-minamos que poseamos una herramienta sumamente poderosa para negociar nuestro camino a travs de distintas reas temticas y una que pona sentido en gran parte de la confusin que ca-racteriza el debate contemporneo dentro de las ciencias sociales. El esquema se ofreci como una forma de mapa intelectual, en el cual se podran ubicar las teoras sociales, segn su fuente y tradicin. Las teoras pocas veces, si es que alguna, aparecen de la nada. Por lo general, poseen antecedentes bien fundados. Hallamos que nuestro mapa intelectual nos permiti trazar su evolu-cin. Las teoras encajaron en su lugar, segn sus orgenes. Donde se haban fusionado tradicio-nes intelectuales rivales, al parecer surgan versiones hbridas independientes. Lo que al principio apareci como un simple dispositivo de clasificacin para organizar la literatura, ahora se presen-t a s mismo como una herramienta analtica. Nos seal nuevas reas de investigacin. Nos permiti valorar y evaluar teoras contra el teln de fondo de la tradicin intelectual que trataban

  • de emular. Nos permiti identificar grmenes de teoras y anticipar posibles lneas de desarrollo. Nos permiti escribir este libro.

    En los captulos siguientes tratamos de presentar nuestro esquema analtico y usarlo para nego-ciar una va a travs de la literatura sobre la teora social y el anlisis de la organizacin. Nuestro objetivo fue presentarlo de la manera ms clara y directa posible y, al mismo tiempo, evitar el peligro de la simplificacin excesiva. Sin embargo, los conceptos de un paradigma no se pueden interpretar con facilidad en funcin de los de otro. Para comprender un nuevo paradigma, se lo debe explorar desde el interior, en funcin de su propia problemtica particular. Por lo tanto, aunque hemos hecho grandes esfuerzos para presentar nuestra opinin de la manera ms sencilla posible, en lo que se refiere al uso del idioma, hemos tenido necesariamente que utilizar concep-tos que, tal vez, resulten poco familiares.

    En los restantes captulos de la Parte I se define la naturaleza de nuestras dos dimensiones clave de anlisis y los paradigmas que surgen dentro de sus lmites. En este anlisis, polarizamos una serie de temas y utilizamos, en gran medida, dicotomizaciones toscas, como medio para presentar nuestro tema. No lo hacemos simplemente para fines de clasificacin, sino para forjar una herra-mienta de trabajo. Apoyamos nuestro esquema como un dispositivo heurstico, en lugar de un conjunto de definiciones rgidas.

    En la Parte II pusimos en funcionamiento nuestro marco analtico. Llevamos a cabo un anlisis de la teora social pertinente para cada uno de los cuatro paradigmas y, luego, procedimos a rela-cionar las teoras de la organizacin con este antecedente ms amplio. Cada uno de los paradig-mas se considera en trminos compatibles con su propio marco de referencia especfico. No se intenta criticar ni evaluar desde una perspectiva IXHUD del paradigma. Esta crtica es demasiado fcil, pero contraproducente, ya que, por lo general, se dirige a los cimientos del paradigma mis-mo. Los cuatro paradigmas se pueden demoler con xito en estos trminos. Lo que tratamos de hacer es desarrollar la perspectiva caracterstica del paradigma e inferir algunas de sus conse-cuencias para el anlisis social. Al hacerlo, hemos encontrado que, a menudo, podemos reforzar las conceptualizaciones que cada paradigma genera, en lo que se refiere al estudio de las organi-zaciones. Nuestro principio rector ha sido tratar de ofrecer algo para cada paradigma, dentro de los trminos de su propia problemtica. Por lo tanto, los captulos de la Parte II poseen una natu-raleza esencialmente expositora. En ellos se trata de ofrecer un marco detallado, sobre el cual se podra basar fructferamente el debate futuro.

    En la Parte III se presenta una breve conclusin, que hace hincapi sobre algunos de los temas principales que surgen de nuestro anlisis.

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    Resulta esencial para nuestra tesis la idea de que "todas las teoras de la organizacin se basan en una filosofa de la ciencia y en una teora de la sociedad". En este captulo, deseamos tratar el primer aspecto de esta tesis y examinar algunas de las hiptesis filosficas que suscriben distin-tos enfoques de la ciencia social. Sostendremos que es conveniente conceptualizar la ciencia so-cial en funcin de cuatro conjuntos de suposiciones relacionadas con la ontologa, la epistemolo-ga, la naturaleza humana y la metodologa.

    Todos los cientficos sociales enfocan su tema a travs de hiptesis explcitas o implcitas sobre la naturaleza del mundo social y la forma en la que, tal vez, se lo podra investigar. En primer lugar, existen suposiciones de naturaleza RQWROyJLFD, hiptesis que tratan la esencia misma del fenmeno que se investiga. Los cientficos sociales, por ejemplo, se enfrentan con una pregunta ontolgica bsica: la "realidad" que se investigar es externa al individuo y se impone a s mis-ma sobre la conciencia individual desde el exterior? O es el producto de la conciencia indivi-dual? La "realidad" es de naturaleza "objetiva" o es el producto de la percepcin individual? La "realidad" est dada "all afuera" en el mundo o es el producto de la mente del individuo?

    Hay un segundo conjunto de hiptesis de naturaleza HSLVWHPROyJLFD relacionado con este tema ontolgico. Se trata de suposiciones sobre las bases del conocimiento, respecto de la manera en la que una persona podra comenzar a comprender el mundo y comunicar este hecho como un conocimiento a sus otros congneres. Estas hiptesis implican ideas, por ejemplo, sobre qu for-mas de conocimiento se pueden obtener y de qu manera se puede elegir lo que se podra consi-derar como "verdadero", a partir de lo que se puede considerar como "falso". De hecho, esta di-cotoma de "verdadero" y "falso", en s misma, presupone una determinada postura epistemolgi-ca. Se fundamenta sobre la visin de la naturaleza del conocimiento mismo, si, por ejemplo, es posible identificar y comunicar la naturaleza del conocimiento como algo slido, real y capaz de ser transmitido en forma tangible, o si el "conocimiento" es algo ms blando, ms subjetivo, espi-ritual o, incluso, de naturaleza trascendental, sobre la base de la experiencia y perspicacia de una naturaleza nica en su gnero y esencialmente personal. Las suposiciones epistemolgicas, en estos casos, determinan posiciones extremas sobre el tema de si el conocimiento es algo que se puede adquirir, por un lado, o si es algo que se debe experimentar personalmente, por el otro.

    En relacin con los temas ontolgicos y epistemolgicos, pero conceptualmente en forma inde-pendiente de ellos, existe un tercer conjunto de hiptesis sobre la QDWXUDOH]DKXPDQD y, en espe-cial, la relacin entre los seres humanos y su entorno. Toda la ciencia social, claramente, se debe fundamentar sobre esta clase de suposicin, ya que la vida humana es esencialmente el sujeto y el objeto de la investigacin, Por lo tanto, podemos identificar ciertas perspectivas de la ciencia social que implican una visin de los seres humanos que responde de manera mecanicista o, in-cluso, determinista, a las situaciones con las que se encuentran en su mundo externo. Segn esta opinin, los seres humanos y sus experiencias se consideran como productos del ambiente, en el cual los seres humanos estn condicionados por sus circunstancias externas. Esta perspectiva extrema se puede contrastar con aquella que le atribuye a los seres humanos una funcin mucho ms creativa, con una perspectiva en la cual el "libre albedro" ocupa el centro de la escena, en donde el hombre se considera como el creador de su entorno, el controlador, en vez de ser el con-trolado; el amo, en lugar de la marioneta. En estas dos opiniones extremas de las relaciones entre

  • los seres humanos y su entorno identificamos un importante debate filosfico entre los partida-rios del determinismo, por un lado, y los del voluntarismo, por el otro. Aunque existen teoras sociales que se adhieren a cada uno de estos extremos, como veremos, las hiptesis de muchos cientficos sociales se encuentran en la gama intermedia.

    Los tres conjuntos de suposiciones que se esbozan precedentemente tienen consecuencias direc-tas de naturaleza PHWRGROyJLFD. Cada uno tiene consecuencias importantes respecto de la manera en la que se intenta investigar y obtener "conocimiento" sobre el mundo social. Es probable que las distintas ontologas, epistemologas y modelos de la naturaleza humana inclinen a los cientfi-cos sociales hacia metodologas diferentes. La gama posible de elecciones, de hecho, es tan gran-de que lo que el "cientfico natural" tradicional considera como ciencia incluye una gama peque-a de opciones. Es posible, por ejemplo, identificar metodologas empleadas en la investigacin de la ciencia social, que consideran al mundo social como el mundo natural, como duro, real y externo al individuo, y otras que lo consideran como mucho ms blando, personal y de calidad ms subjetiva.

    Si se apoya la opinin que considera al mundo social como si fuera duro, externo y de realidad objetiva, entonces el esfuerzo cientfico probablemente hara hincapi en el anlisis de las rela-ciones y regularidades entre los diversos elementos que abarca. Por lo tanto, la preocupacin se relaciona con la identificacin y definicin de estos elementos y con el descubrimiento de formas en las que se pueden expresar estas relaciones. Los temas metodolgicos de importancia, por lo tanto, son los conceptos mismos, su dimensin y la identificacin de temas subyacentes. Esta perspectiva se expresa a s misma con mayor fuerza en la bsqueda de leyes universales, que explican y rigen la realidad que se observa.

    Si se es partidario de la opinin alternativa de la realidad social, que hace hincapi en la impor-tancia de la experiencia subjetiva de los individuos en la creacin del mundo social, entonces la bsqueda de la comprensin se enfoca en distintos temas y los encara de manera diferente. La principal preocupacin se relaciona con la comprensin de la manera en la cual el individuo crea, modifica e interpreta el mundo en el cual se halla. El nfasis, en casos extremos, tiende a colo-carse sobre la explicacin y comprensin de lo que es nico en su gnero y particular para el in-dividuo, en lugar de lo que es general y universal. Este enfoque cuestiona si existe una realidad externa que merezca ser estudiada. En trminos metodolgicos, es un enfoque en el cual se hace hincapi en la naturaleza relativa del mundo social, en la medida en que tal vez se lo perciba co-mo "anti-cientfico", mediante referencia a las normas bsicas que se aplican habitualmente en las ciencias naturales.

  • La dimensin subjetiva - objetiva

    Enfoque subjeti-vista a la ciencia social

    Enfoque objeti-vista a la ciencia social

    Nominalismo ontologa Realismo

    Anti-positivismo epistemologa Positivismo

    Voluntarismo naturaleza humana Determinismo

    Ideogrfico metodologa Trata sobre afir-maciones o leyes abstractas, gene-rales o universa-les

    )LJXUDEsquema para analizar las hiptesis sobre la naturaleza de la ciencia social.

    En este breve esbozo de los diversos puntos de vistas ontolgicos, epistemolgicos, humanos y metodolgicos que caracterizan los enfoques de la ciencia social, hemos tratado de ilustrar dos perspectivas amplias y un poco polarizadas. En la figura 1.1, se trata de definirlas de manera ms rigurosa, en funcin de lo que describiremos como la dimensin subjetiva - objetiva. Se identifi-can los cuatro conjuntos de suposiciones de importancia para nuestra comprensin de la ciencia social y se caracteriza cada una mediante los rtulos descriptivos con los que se los ha sometido a un debate en la literatura sobre filosofa social. En la seccin siguiente de este captulo, se ana-lizar cada uno de los cuatro debates, en trminos necesariamente breves, pero ms sistemticos.

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    Estos trminos han sido tema de gran debate en la literatura y hay grandes zonas de controversia a su alrededor. La posicin nominalista gira alrededor de la suposicin de que el mundo social externo a la percepcin del individuo est formado por nada ms que nombres, conceptos y rtu-los, que se usan para estructurar la realidad. El nominalista no admite que haya ninguna estructu-ra "real" en el mundo en el que estos conceptos se usan para describir. Los "nombres" usados se consideran como creaciones artificiales, cuya utilidad se basa en su conveniencia como herra-mientas para describir el mundo externo, obtener sentido de l y negociar con l. El nominalis-mo, a menudo, se iguala al convencionalismo y no haremos ninguna distincin entre ellos 2.

    El realismo, por otro lado, postula que el mundo social externo a la percepcin del individuo es un mundo real formado por estructuras duras, tangibles y relativamente inmutables. Ya sea que rotulemos y percibamos o no estas estructuras, sostienen los realistas, siguen existiendo como entidades empricas. Tal vez no seamos conscientes de la existencia de determinadas estructuras cruciales y, por lo tanto, no tengamos "nombres" o conceptos para expresarlas. Para el realista, el

  • mundo social existe independientemente de la apreciacin de l por parte del individuo. El indi-viduo se considera como nacido dentro de un mundo social y que vive dentro de l, que posee una realidad propia. No es algo que el individuo crea. Existe "all afuera". Ontolgicamente es anterior a la existencia y conciencia de cualquier ser humano individual. Para el realista, el mun-do social tiene una existencia tan rgida y concreta como el mundo natural 3.

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    Se ha sostenido que "la palabra "positivista", como la palabra "burgus", se ha transformado en un epteto despectivo, en lugar de un concepto descriptivo til" 5. Nuestra intencin es usarlo aqu con este ltimo sentido, como un concepto descriptivo que se puede usar para caracterizar una clase especial de epistemologa. Gran parte de las descripciones del positivismo en uso ac-tualmente se refieren a una o ms de las dimensiones ontolgicas, epistemolgicas y metodolgi-cas de nuestro esquema, para analizar suposiciones respecto de la ciencia social. Adems, a veces se lo iguala errneamente con el empiricismo. Dichas conflaciones o fundiciones enturbian temas bsicos y contribuyen al uso del trmino en un sentido peyorativo.

    Aqu usamos el "positivismo" para caracterizar epistemologas que tratan de explicar y predecir lo que sucede en el mundo social, al buscar regularidades y relaciones causales entre sus elemen-tos constituyentes. La epistemologa positivista se basa, en esencia, en los enfoques tradicionales que dominan las ciencias naturales. Los positivistas tal vez difieran en funcin del enfoque deta-llado. Algunos aseveraran, por ejemplo, que las regularidades formadas como hiptesis se pue-den verificar mediante un programa de investigacin experimental adecuado. Otros sostendran que las hiptesis slo se pueden falsificar y nunca se puede demostrar que son "verdaderas". Sin embargo, tanto los "verificacionistas" como los "falsificacionistas" aceptaran que el desarrollo del conocimiento es, en esencia, un proceso acumulativo, en el cual se agregan nuevas percep-ciones al acervo existente de conocimiento y se eliminan las falsas hiptesis.

    La epistemologa del anti-positivismo tal vez asuma varias formas, pero se presenta con firmeza contra la utilidad de una bsqueda de leyes o regularidades subyacentes en el mundo de los asun-tos sociales. Para el anti-positivista, el mundo social es esencialmente relativista y slo se puede comprender desde el punto de vista de los individuos que participan directamente en las activi-dades que son objeto de estudio. Los anti-positivistas rechazan el punto de vista del "observa-dor", que caracteriza la epistemologa del positivista como una posicin de ventaja vlida para comprender las actividades humanas. Sostienen que slo se puede "comprender" al ocupar el marco de referencia del participante en accin. Se debe comprender desde el interior, en lugar de hacerlo desde el exterior. Desde este punto de vista, la ciencia social se considera esencialmente como un emprendimiento subjetivo, en lugar de objetivo. Los anti-positivistas tienden a rechazar la nocin de que la ciencia puede generar conocimiento objetivo de cualquier clase 7.

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    Este debate gira alrededor del tema de qu modelo de hombre se refleja en cualquier teora so-cial-cientfica determinada. En un extremo, podemos identificar una visin determinista, que considera al hombre y a sus actividades como completamente determinadas por la situacin o "entorno" en el que se ubica. En el otro extremo, podemos identificar la visin voluntarista, en el

  • sentido de que el hombre es completamente autnomo y tiene libre albedro. Respecto de las teo-ras de la ciencia social que tratan de comprender las actividades humanas, se deben inclinar en forma implcita o explcita hacia uno u otro de estos puntos de vista, o adoptar una opinin in-termedia, que permita la influencia de factores de situacin y voluntarios, al explicar las activi-dades de los seres humanos. Dichas hiptesis son elementos esenciales de las teoras sociales - cientficas, ya que definen, en trminos amplios, la naturaleza de las relaciones entre el hombre y la sociedad en la que vive 8.

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  • se adopta un enfoque "realista" respecto de la ontologa. Esto se respalda con una epistemologa "positivista", opiniones relativamente "deterministas" de la naturaleza humana y el uso de meto-dologas que tratan sobre afirmaciones o leyes abstractas, generales o universales. La segunda tradicin intelectual, aquella del "idealismo alemn", se encuentra en completa oposicin a sta. En esencia, se basa en la premisa de que la realidad final del universo radica en el "espritu" o "idea", en lugar de hacerlo en los datos de la percepcin por los sentidos. Es esencialmente "no-minalista" en su enfoque respecto de la realidad social. A diferencia de las ciencias naturales, se hace hincapi en la naturaleza esencialmente subjetiva de los asuntos humanos y niega la utilidad y relevancia de los modelos y mtodos de la ciencia natural para los estudios en este terreno. Es "anti-positivista" en epistemologa, "voluntarista" respecto de la naturaleza humana y favorece los mtodos ideogrficos como los cimientos para el anlisis social. El positivismo sociolgico y el idealismo alemn, por lo tanto, definen los extremos objetivos y subjetivos de nuestro modelo.

    Gran parte de los socilogos y tericos de la organizacin se han criado dentro de la tradicin del positivismo sociolgico, sin ninguna exposicin a los principios bsicos del idealismo alemn. Para ellos, la ciencia social se considera conforme a la configuracin de suposiciones que carac-terizan el extremo objetivo de nuestro modelo. Sin embargo, durante los ltimos setenta aos, aproximadamente, ha existido una interaccin creciente entre estas dos tradiciones, sobre todo en el mbito socio-filosfico. Como resultado, han surgido puntos de vista intermedios, cada uno con su propia configuracin particular de hiptesis sobre la naturaleza de la ciencia social. Todos han generado teoras, ideas y enfoques caractersticos de su posicin intermedia. Como sosten-dremos en captulos posteriores, los desarrollos de la fenomenologa, etnometodologa y el marco de referencia de la accin se deben comprender en estos trminos. Estas perspectivas, aunque ofrecen su propia manera especial de visin, a menudo se han usado como bases de lanzamiento para ataques al positivismo sociolgico y han generado una cantidad considerable de debate entre escuelas de pensamiento rivales. La naturaleza de este debate slo se puede comprender plena-mente al "aprehender" y apreciar las distintas suposiciones que suscriben los puntos de vista en conflicto.

    Es nuestro argumento que el esquema analtico que aqu se ofrece permite hacer precisamente esto. Se lo presenta no como un mero dispositivo de clasificacin, sino como una herramienta importante para negociar la teora social. Atrae la atencin a suposiciones clave. Permite hacer hincapi en temas precisos, que diferencian los enfoques socio-cientficos. Tambin se enfoca el grado de congruencia entre los cuatro conjuntos de suposiciones sobre la ciencia social, que ca-racterizan cualquier punto de vista determinado de un terico. Lo ofrecemos aqu como la prime-ra dimensin principal de nuestro esquema terico para analizar la teora, en general, y la teora de la organizacin, en particular. Por motivos de conveniencia, habitualmente la llamaremos la dimensin subjetiva - objetiva, dos rtulos descriptivos que, tal vez, capturan los puntos en co-mn entre las cuatro cadenas analticas.

    127$6

  • 3. Para un anlisis global del "realismo", ver Keat y Urry (1975), pg. 27-45. Conforman gran parte de la distincin entre "positivismo" y "realismo" pero, como admiten, estos trminos se usan en forma levemente no convencional.

    4. Para una mayor discusin sobre el debate positivismo - anti-positivismo, ver, por ejemplo, Giddens (1974) y Walsh (1972).

    5. Giddens (1974),pg. 1. 6. Ver, por ejemplo, Popper (1963). 7. Para una buena ilustracin sobre la visin anti-positivista de la ciencia, ver Douglas (1979b),

    pg. 3-44. 8. El debate de la naturaleza humana, en su sentido ms amplio, implica muchos otros temas a

    los que aqu no hemos hecho referencia. Sin embargo, el modelo preciso de hombre que se emplear en cualquier esquema analtico se suscribe mediante suposiciones que reflejan el tema del voluntarismo - determinismo de una forma u otra. Aqu hemos aislado este elemento del debate, como forma de considerar, en su nivel ms bsico, una hiptesis necesaria respec-to de todas las teoras sociales-cientficas que tratan de explicar las actividades humanas. Las proposiciones detalladas sobre la explicacin precisa de las actividades humanas elaboran, de una manera u otra, este tema bsico.

    9. Para una excelente discusin sobre la naturaleza del enfoque ideogrfico respecto de la cien-cia social, ver Blumer (1969), Captulo 1.

    10. Es importante aqu hacer hincapi que, tanto la metodologa que trata sobre afirmaciones o leyes abstractas, generales o universales, como la metodologa ideogrfica se pueden utilizar en un sentido deductivo e inductivo. Aunque el debate inductivo - deductivo en la ciencia es un tema de considerable inters e importancia, no lo consideramos como esencial para las cuatro dimensiones que aqu se sugieren como medio para distinguir entre la QDWXUDOH]D de las teoras sobre la ciencia social. A pesar de ello, sigue siendo un tema metodolgico impor-tante, de relevancia para el anlisis de la sociologa y de la organizacin, GHQWUR del contexto de las hiptesis que aqu se exploran.

  • 2. 68326,&,21(662%5(/$1$785$/(=$'(/$62&,('$'

    Todos los enfoques sobre el estudio de la sociedad se ubican en un marco de referencia de una u otra naturaleza. Las distintas teoras tienden a reflejar perspectivas, temas y problemas diferentes merecedores de estudio y, por lo general, se basan en todo un conjunto de hiptesis que reflejan una opinin especial sobre la naturaleza del tema que se investiga. Durante los ltimos veinte aos, aproximadamente, se han visto una serie de intentos, por parte de los socilogos, para deli-near las diferencias que separan las diversas escuelas de pensamiento y las suposiciones metaso-ciolgicas que reflejan.

    (/'(%$7(25'(1&21)/,&72

    Dahrendorf (1959) y Lockwood (1956), por ejemplo, han tratado de distinguir entre estos enfo-ques sobre la sociologa que se concentraban en explicar la naturaleza del orden y del equilibrio sociales, por un lado, y, por el otro, aquellos que se preocupaban ms por los problemas del cam-bio, conflicto y coercin en las estructuras sociales. Esta distincin ha recibido mucha atencin y se ha conocido como el "debate orden - conflicto". Los "tericos del orden", por lo general, han superado en gran medida a los "tericos del conflicto" y, como Dawe ha observado, la tesis en el sentido de que la sociologa se ocupa centralmente del problema del orden social, se ha transfor-mado en una de las pocas ortodoxias de la disciplina. Es habitual como una premisa bsica en muchas explicaciones de la teora social que, de otra forma, diferiran considerablemente en pro-psito y perspectiva (Dawe, 1970, pg. 207) 1.

    Muchos socilogos, en la actualidad, consideran que este debate est muerto o que, en primer lugar, se trata de un no debate un poco falso (Cohen, 1968; Silverman, 1970; van den Berghe, 1969). Los socilogos, influenciados por el trabajo de escritores tales como Coser (1956), quien seal los aspectos funcionales del conflicto social, han podido incorporar el conflicto como una variable dentro de los lmites de las teoras que, primariamente, se impulsan hacia una explica-cin del orden social. El enfoque sostenido por Cohen, por ejemplo, ilustra esto claramente. To-ma su punto de partida del trabajo de Dahrendorf y elabora algunas de las ideas centrales del de-bate orden - conflicto, para presentar dos modelos de sociedad, que se caracterizan en funcin de conjuntos antagonistas de suposiciones que atribuyen a los sistemas sociales las caractersticas de FRPSURPLVRFRKHVLyQVROLGDULGDGFRQVHQVRUHFLSURFLGDGFRRSHUDFLyQLQWHJUDFLyQHVWDELOL

    GDG \ SHUVLVWHQFLD, por un lado y las caractersticas de FRHUFLyQ GLYLVLyQ KRVWLOLGDG GLVHQVRFRQIOLFWRPDODLQWHJUDFLyQ\FDPELR, por el otro (Cohen, 1968, pg. 166-7).

    La crtica central de Cohen es que Dahrendorf se equivoca al tratar los modelos de orden y con-flicto como totalmente independientes. En efecto, sugiere que es posible que las teoras impli-quen elementos de los dos modelos y que no necesariamente se inclinen hacia uno o el otro. Des-de este punto de vista, las opiniones de orden y conflicto de la sociedad son dos caras de la mis-ma moneda. No son mutuamente excluyentes y, por lo tanto, no es necesario reconciliarlas. La fuerza de esta clase de argumento ha sido muy poderosa al distraer la atencin del debate de or-den - conflicto. Inmediatamente despus del denominado movimiento de la contracultura, a fines de los aos '60, y del fracaso de la revolucin de 1968 en Francia, los socilogos ortodoxos se han interesado mucho ms por los problemas del "individuo", en oposicin a aquellos de la "es-tructura" de la sociedad en general. La influencia de los movimientos "subjetivistas", como la fenomenologa, la etnometodologa y la teora de la accin, a los que hicimos referencia al pasar en el captulo anterior, tuvieron la tendencia de transformarse en mucho ms atractivos y ms

  • merecedores de atencin. Como resultado, el inters para continuar el debate conflicto - orden se ha reducido bajo la influencia de temas relacionados con la filosofa y los mtodos de la ciencia social.

    Aqu sostenemos que si se analiza la fuente intelectual y los cimientos del debate orden - conflic-to, se fuerza la conclusin de que ha encontrado una muerte prematura. Dahrendorf y Lockwood trataron de revitalizar el trabajo de Marx a travs de sus escritos y restaurarlo a un lugar central en la teora sociolgica. En gran medida, Marx ha sido muy ignorado por los principales socilo-gos y la influencia de tericos como Durkheim, Weber y Pareto ha sido de suma importancia. Es interesante notar que estos ltimos tres socilogos estn muy comprometidos con el problema del orden social. Es Marx quien se preocupa de la funcin del conflicto como fuerza impulsora de-trs del cambio social. Por lo tanto, si se afirma de esta manera, el debate orden - conflicto est suscripto por la diferencia entre las perspectivas y preocupaciones de los tericos sociales de im-portancia del siglo XIX y de principios del XX. La sociologa moderna ha hecho poco ms que enunciar y desarrollar los temas bsicos iniciados por estos pioneros del anlisis social. Afirmar que el debate orden - conflicto est "muerto" o es un "no debate" es, por lo tanto, interpretar flo-jamente, cuando no ignorar, las diferencias sustanciales entre el trabajo de Marx y de, por ejem-plo, Durkheim, Weber y Pareto. Cualquiera familiarizado con la obra de estos tericos y cons-ciente de la profunda divisin que existe entre el marxismo y la sociologa se ve obligado a admi-tir que existen diferencias fundamentales, que estn lejos de haberse reconciliado 2. Por lo tanto, en este captulo deseamos volver a evaluar el tema del orden - conflicto, con el objeto de identifi-car una dimensin clave para analizar las suposiciones sobre la naturaleza de la sociedad refleja-da en distintas teoras sociales. Para hacer esto, debemos regresar al trabajo de Dahrendorf, quien trata de establecer los temas en conflicto en los siguientes trminos:

    La teora de la integracin de la sociedad, como se muestra en el trabajo de Parsons y otros funcionalistas estructurales, se basa en una serie de hiptesis de la siguiente clase:

    1) Toda sociedad es una estructura relativamente persistente y estable de elementos. 2) Toda sociedad es una estructura de elementos bien integrada. 3) Todo elemento de una sociedad tiene una funcin; o sea, realiza un aporte a su manteni-

    miento como sistema. 4) Toda estructural social que funciona se basa en el consenso de valores entre sus miem-

    bros...

    ...Lo que he denominado teora de coercin de la sociedad tambin se puede reducir a una cantidad pequea de principios bsicos; aunque, una vez ms, estas hiptesis simplifican en exceso y exageran el caso:

    1) Toda sociedad se encuentra, a cada momento, sujeta a procesos de cambio; el cambio so-cial es ubicuo.

    2) Toda sociedad muestra, a cada momento, disenso y conflicto; el conflicto social es ubicuo 3) Todo elemento de una sociedad realiza un aporte a su desintegracin y cambio. 4) Toda sociedad se basa en la coercin de alguno de sus miembros por parte de otros (Dah-

    rendorf, 1959, pg. 160-2).

    Los adjetivos opuestos que el esquema de Dahrendorf sugiere para distinguir los enfoques res-pecto del estudio de la sociedad se pueden unir convenientemente en forma de tabla, de la si-guiente manera:

  • 7DEOD'RVWHRUtDVGHODVRFLHGDGRUGHQ\FRQIOLFWR

    6HJ~QODRSLQLyQLQWHJUDFLRQLVWDR

    VREUHHO RUGHQGH OD VRFLHGDG VH

    KDFHKLQFDSLpHQ

    6HJ~Q OD RSLQLyQ VREUH FRQIOLFWR R

    FRHUFLyQGHODVRFLHGDGVHKDFHKLQFD

    SLpHQ

    Estabilidad Integracin

    Coordinacin funcional Consenso

    Cambio Conflicto

    Desintegracin Coercin

    Como Dahrendorf admite, esta conceptualizacin es una especie de simplificacin excesiva y, aunque ofrece una herramienta muy til para abordar las diferencias entre los dos puntos de vista, est abierta a la posibilidad de interpretaciones errneas, en el sentido de que los distintos adjeti-vos significan cosas diferentes para personas diversas. En ningn lado esto resulta ms evidente que en la manera en la cual la nocin de FRQIOLFWR se ha tratado en la literatura sociolgica. Desde la demostracin de Coser acerca de las funciones del conflicto social, por ejemplo, la funcin del conflicto como un mecanismo integrador ha recibido una gran cantidad de atencin. De hecho, toda la nocin de "conflicto" a menudo se ha incorporado en la nocin de integracin. La dimen-sin de integracin - conflicto de Dahrendorf se ha extendido convenientemente, de modo que se ha llevado dentro de los lmites de la preocupacin tradicional de la sociologa para la explica-cin del orden. La falacia de esta posicin se torna evidente, si se consideran determinadas for-mas extremas de conflicto, por ejemplo, conflicto de clases, revolucin y guerra, que slo se pueden incorporar en el modelo integracionista haciendo un gran esfuerzo de la imaginacin. Ejemplos como este sugieren que es errneo igualar esta clase de conflicto macroestructural con el conflicto funcional identificado por Coser. Existe un tema importante de grado que est aqu presente, que hace hincapi en los peligros de la dicotomizacin de la integracin y el conflicto. De manera realista, la distincin entre ambos es una especie de continuo, ms de lo que la gran mayora de los escritores reconocen.

    Otra cadena del esquema de Dahrendorf que se puede considerar un poco problemtica radica en la distincin entre FRQVHQVR y FRHUFLyQ. A primera vista, la distincin parece obvia y bien defini-da y se hace hincapi en valores compartidos, por un lado, y en la imposicin de cierta clase de fuerza, por el otro. Al inspeccionar con ms minuciosidad, existe cierta ambigedad. De dnde provienen los valores compartidos? Se los adquiere en forma autnoma o algunos miembros de la sociedad los imponen a otros? En esta pregunta se identifica la posibilidad de que el consenso tal vez sea el producto del uso de cierta clase de fuerza coercitiva. Por ejemplo, como C. Wright Mills ha sealado, "Lo que Parsons y otros tericos importantes denominan "orientaciones a los valores" y "estructura normativa" se relacionan, principalmente, con los smbolos maestros de la legitimacin" (1959, pg. 46).

    Una estructura normativa (lo que Dahrendorf considerara como un consenso) aqu se trata como un sistema que legitimiza la estructura de poder. Desde el punto de vista de Mills, refleja el hecho de la dominacin. En otras palabras, los valores compartidos tal vez se consideren no tanto como un ndice del grado de interaccin que caracteriza a una sociedad, (sino) como uno que refleja el xito de las fuerzas de la dominacin en una sociedad tendiente a la desintegracin.

  • Desde un punto de vista determinado, las ideas, valores y normas compartidas existentes son algo que se debe preservar. Desde otro punto de vista, representan una modalidad de dominacin de la cual el hombre se debe liberar. Por lo tanto, la dimensin de consenso / coercin se puede consi-derar en el sentido de que hace hincapi en el tema del control social. El consenso, sin tener en cuenta la manera en que surja, se identifica en el esquema de Dahrendorf como algo indepen-diente de la coercin. Consideramos que esto es una opinin equivocada ya que, tal como se su-giere precedentemente, ignora la posibilidad de una forma de coercin que surge a travs del con-trol de los sistemas de valores.

    Al distinguir entre HVWDELOLGDG y FDPELR como caractersticas respectivas de los modelos de orden y conflicto, Dahrendorf una vez ms se encuentra abierto a las interpretaciones errneas, aunque l afirma explcitamente que no es su intencin sugerir que la teora del orden supone que las sociedades son estticas. El se preocupa por demostrar de qu manera las teoras funcionales se relacionan esencialmente con aquellos procesos que sirven para mantener los esquemas del sis-tema en general. En otras palabras, se considera a las teoras funcionales como estticas, en el sentido de que versan sobre la explicacin del VWDWXVTXR. En este sentido, las teoras sobre el conflicto son claramente de naturaleza diferente. Se comprometen con los procesos y con la natu-raleza del cambio estructural arraigado en la sociedad y tratan de explicar dicho proceso y natura-leza, en contraste con un cambio de una naturaleza ms superficial y efmera. El hecho de que todas las teoras funcionales reconocen el cambio y que el cambio es una realidad emprica obvia en la vida cotidiana, ha provocado que la categorizacin de Dahrendorf respecto de la estabilidad y el cambio pierda su fuerza e influencia radicales y potenciales. Se puede sostener que se necesi-tan rtulos diferentes para identificar las dos preocupaciones principales para Dahrendorf. En primer lugar, la visin del orden de la sociedad se orienta, principalmente, hacia el VWDWXVTXR. En segundo lugar, versa sobre el cambio de una naturaleza fundamentalmente diferente de aquella que estudian los tericos del conflicto 3.

    Las nociones de Dahrendorf sobre FRRUGLQDFLyQIXQFLRQDO y GHVLQWHJUDFLyQ se pueden contem-plar en el sentido de que constituyen una de las cadenas ms poderosas del pensamiento que dis-tinguen las perspectivas del orden y del conflicto. Sin embargo, una vez ms hay lugar para las interpretaciones errneas. El concepto de integracin en la obra de Dahrendorf deriva de la pre-ocupacin de los funcionalistas respecto del aporte que hacen los elementos constitutivos de un sistema a la totalidad. En muchos sentidos, esta es una simplificacin excesiva. Merton (1948) introdujo la idea de funciones manifiestas y latentes, algunas de las cuales tal vez sean disfuncio-nales para la integracin de la sociedad 4. Una vez ms, Gouldner (1959), en un escrito un poco posterior a la publicacin de la edicin alemana de la obra de Dahrendorf, sugiere que las diver-sas partes de un sistema tal vez tengan un alto grado de autonoma y que, quizs, contribuyan muy poco mediante la integracin del sistema en general. Por lo tanto, la frase "coordinacin funcional" es una especie de simplificacin excesiva y, dada la existencia de los puntos de vista expresados precedentemente dentro del campo funcionalista mismo, no resulta sorprendente que el concepto de "desintegracin" se considere como pertinente y capaz de ser usado desde un pun-to de vista funcional. La "desintegracin" se puede considerar con facilidad como un concepto integracionista y, al igual que otros aspectos del esquema de Dahrendorf, esta dimensin, a me-nudo, se ha extendido y se ha llevado dentro de los lmites de las teoras del orden. Por tal moti-vo, tal vez resulte ms claro si la posicin de la teora del conflicto sobre esta dimensin se hubiera presentado en trminos ms radicales y especficos. Gran parte de la teora marxista, por ejemplo, se refiere a la nocin de "contradiccin" y a la incompatibilidad bsica entre los distin-tos elementos de la estructura social. La contradiccin implica heterogeneidad, desequilibrio y, esencialmente, fuerzas sociales antagnicas y divergentes. Por lo tanto, se erige como el polo

  • opuesto del concepto de "coordinacin funcional", que debe presuponer una compatibilidad bsi-ca entre los elementos de cualquier sistema determinado. Sostener que el concepto de contradic-cin se puede incluir dentro del anlisis funcional exige, ya sea un acto de fe o, por lo menos, un salto considerable de la imaginacin.

    La obra de Dahrendorfl ha servido claramente a un fin muy til al identificar una serie de cadenas importantes del pensamiento que distinguen a los tericos del orden de los tericos del conflicto. Sin embargo, como resultar obvio a partir del debate precedente, en muchos sentidos las distin-ciones que se han trazado entre las dos meta-teoras no van lo suficientemente lejos. En especial, las percepciones de unos veinte aos de debate sugieren que la caracterizacin de la perspectiva del conflicto no ha sido lo suficientemente radical para evitar la confusin con la perspectiva "integracionista". Esto ha permitido a los tericos del orden enfrentar los desafos que presenta el esquema de Dahrendorf respecto de su marco de referencia, dentro del contexto de su modalidad de pensamiento orientada al orden. Para ilustrar este punto, volvamos a la obra de Cohen (1968) que se ha mencionado precedentemente.

    Al sostener su punto de vista, Cohen parece interpretar errneamente la distincin entre los dos modelos. Su interpretacin de conceptos extiende las diferentes variables hasta llegar a una for-ma dentro de la cual se puede considerar como compatibles entre s. En efecto, en todo su anli-sis se refleja un intento de incorporar el modelo de conflicto dentro de los lmites de la teora del orden contempornea. Por lo tanto, se pierde la esencia radical de la perspectiva del conflicto y se puede llegar a la conclusin de que los dos modelos no se excluyen mutuamente y que no es ne-cesario reconciliarlos. Se sostiene que los dos modelos no son alternativas genuinas y, en efecto, se sugiere que cada uno no es ms que el recproco del otro. Por lo tanto, se puede abandonar el anlisis de Dahrendorf con el tema central de este libro, el problema del orden, en gran medida intacto. La incorporacin del conflicto dentro de los lmites del modelo de orden le quita nfasis a su importancia 5.

    En consonancia con el anlisis que presentamos precedentemente, sostenemos que, en el intento de reducir los dos modelos a una base comn, se ignoran las diferencias fundamentales que exis-ten entre ellos. Una teora del conflicto fundamentada sobre una controversia estructural profun-damente arraigada, y preocupada por las transformaciones radicales de la sociedad no es compa-tible con la perspectiva funcionalista. Las diferencias entre ellos, por lo tanto, son importantes y merecen sobresalir en cualquier intento de analizar la teora social. Con el beneficio de la visin retrospectiva, es posible ver que muchas de las interpretaciones errneas que han surgido lo han hecho debido a que los modelos del anlisis de Dahrendorf no se diferenciaban lo suficiente. Por lo tanto, deseamos proponer que se introduzcan determinadas modificaciones, para articular las diferencias en una forma ms explcita y radical. Ya que gran parte de la confusin ha surgido debido a la ambigedad de las descripciones relacionadas con los dos modelos, deseamos sugerir el uso de una terminologa un poco distinta.

    5(*8/$&,21

  • Introducimos la frase "sociologa de la regulacin", para hacer referencia a los escritos de teri-cos que, sobre todo, se preocupan por ofrecer explicaciones de la sociedad en trminos que recal-can su unidad y cohesin subyacentes. Se trata de una sociologa que, esencialmente, versa sobre la exigencia de regular los asuntos humanos. Las preguntas bsicas que se formulan tienden a recalcar la necesidad de comprender por qu la sociedad se conserva como una entidad. Se trata de explicar por qu la sociedad tiende a mantenerse junta, en lugar de descomponerse. Se interesa en comprender las fuerzas sociales que evitan que la visin de Hobbs de "guerra de todos contra todos" se transforme en una realidad. La obra de Durkheim, con su nfasis en la naturaleza de la cohesin y solidaridad sociales, por ejemplo, ofrece un ejemplo claro y global de la preocupacin por la sociologa de la regulacin.

    La VRFLRORJtDGHOFDPELRUDGLFDO se erige en fuerte contraste con la "sociologa de la regulacin", en el sentido de que su preocupacin bsica es hallar explicaciones para el cambio radical, el conflicto estructural profundamente arraigado, modalidades de dominacin y contradiccin es-tructural, que sus tericos consideran como una caracterstica de la sociedad moderna. Se trata de una sociologa que, en esencia, versa sobre la emancipacin del hombre de las estructuras que limitan e impiden el crecimiento de su potencial para el desarrollo. Las preguntas bsicas que se formulan hacen hincapi en la privacin del hombre, tanto material como psquica. A menudo es algo visionario y utpico, en el sentido de que se considera la potencialidad como algo real. Ver-sa sobre lo que es posible, en lugar de lo que es; con alternativas, en lugar de la aceptacin del VWDWXVTXR. En este sentido, est muy separada y distante de la sociologa de la regulacin, como la sociologa de Marx est separada y distante de la sociologa de Durkheim.

    La distincin entre las dos sociologas tal vez se pueda ilustrar mejor de manera esquemtica. Los puntos de vista extremos se contrapesan, para resaltar las diferencias esenciales entre ellos. En la tabla 2.2 se resume la situacin.

    Ofrecemos esta distincin "regulacin - cambio radical" como la segunda dimensin principal de nuestro esquema para analizar las teoras sociales. Adems de la dimensin subjetiva - objetiva desarrollada en el captulo anterior, la presentamos como un medio poderoso para identificar y analizar las suposiciones implcitas en las teoras sociales en general.

    Por lo tanto, las nociones de "regulacin" y "cambio radical" se han presentado en forma tosca y extrema. Los dos modelos que se ejemplifican en la tabla 2.2. se deben considerar como formu-laciones ideales y tpicas. Los siete elementos que hemos identificados se prestan a un tratamien-to mucho ms riguroso y sistemtico, en el cual su forma y naturaleza globales se esbozan en detalle. Demoramos esta tarea hasta los captulos posteriores. Aqu, deseamos dedicarnos a las relaciones amplias que existen entre las sociologas de la regulacin y el cambio radical. Soste-nemos que presentan, fundamentalmente, opiniones e interpretaciones diversas sobre la naturale-za de la sociedad. Reflejan marcos de referencia fundamentalmente diferentes. Por lo tanto, se presentan a s mismas como modelos DOWHUQDWLYRV para el anlisis de los procesos sociales.

    Presentar los modelos de esta forma es invitar a la crtica, segn los lineamientos de lo que est nivelado (? - ilegible en el documento original) en la obra de Dahrendorf. Por ejemplo, se podra sugerir que los dos modelos son recprocos entre s, no ms que las dos caras de la misma mone-da, y que las relaciones entre los sub-elementos de cada modelo no necesariamente deben ser congruentes, o sea, que tal vez en el anlisis se preste atencin a los elementos de ambos.

  • 7DEOD

    La dimensin "regulacin - cambio radical"

    La sociologa de la REGULACION versa so-bre:

    La sociologa del CAMBIO RADICAL versa sobre:

    a) 6WDWXVTXR b) Orden social c) Consenso (1) d) Integracin y cohesin sociales e) Solidaridad f) Satisfaccin de las necesidades (2) g) Realidad

    a) Cambio radical b) Conflicto estructural c) Modalidades de dominacin d) Contradiccin e) Emancipacin f) Privacin g) Potencialidad

    1RWDV: (1) Por "consenso" queremos significar acuerdo de opinin voluntario y "espontneo". (2) La frase "satisfaccin de las necesidades" se usa para referirse al hincapi puesto sobre la

    satisfaccin de las "necesidades" individuales o del sistema. La sociologa de la regulacin tiende a presuponer que las diversas caractersticas sociales se pueden explicar en relacin con estas necesidades. Presupone que es posible identificar y satisfacer las necesidades humanas, dentro del contexto de los sistemas sociales existentes y que la sociedad refleja estas necesidades. El concepto de "privacin", por otro lado, est enraizado en la nocin de que el "sistema" social impide la realizacin humana y que la "privacin" se crea como re-sultado del VWDWXVTXR. El "sistema" social no se considera en el sentido de que satisface las necesidades, sino que socava las posibilidades para la realizacin humana. Est enraizado en la nocin de que la sociedad tiene como resultado la privacin, en lugar de la ganancia.

    La respuesta a las dos crticas sigue nuestra defensa de la obra de Dahrendorf. Fusionar los dos modelos y tratarlos como variaciones de un tema nico es ignorar o, por lo menos, interpretar flojamente las diferencias fundamentales que existen entre ellos. Aunque tal vez sea posible usar cada modelo en forma diluida y, por ende, obtener dos anlisis del terreno intermedio que aproxima a cada uno, ellos deben permanecer esencialmente independientes, ya que se basan en suposiciones opuestas. Por lo tanto, tal como hemos ejemplificado, analizar las "funciones" del conflicto social es comprometerse con la sociologa de la regulacin, en contraste con la del cam-bio radical. Sin tener en cuenta la cercana de la posicin personal respecto del terreno medio, parecera que uno siempre se debe comprometer con un lado ms que con el otro. Las distincio-nes fundamentales entre las sociologas de la regulacin y del cambio radical se aclararn en ca-ptulos posteriores, a partir de nuestro anlisis de su desarrollo intelectual y de las escuelas cons-titutivas de pensamiento. Conceptualizamos estas dos amplias perspectivas sociolgicas en forma de una dimensin polarizada, al reconocer que, aunque las variaciones dentro del contexto de cada una son posibles, las perspectivas estn necesariamente separadas y son distintas entre s.

    127$6

  • 2. Para un anlisis del debate del marxismo vs. ciencia social, ver Shaw (1975). La divisin entre los tericos marxistas y los socilogos ortodoxos, en la actualidad, es tan profunda, que cada uno ignora al otro por completo o se complacen en intercambiar abusos y acusaciones respecto del conservadurismo o subversividad polticas comnmente relacionadas con sus respectivos puntos de vista. El debate sobre las fortalezas y debilidades intelectuales de sus puntos opuestos de vista resulta conspicua debido a su ausencia.

    3. A fines de este captulo, sugerimos que las descripciones de "preocupacin por el VWDWXVTXR" y "preocupacin por el FDPELRUDGLFDO" ofrecen opiniones ms exactas de los temas que aqu estn implcitos.

    4. Dahrendorf reconoce la distincin de Merton entre funciones latentes y manifiestas, pero no se dedica a la consecuencia de las "disfunciones" para el concepto de integracin (Dahren-dorf, 1959, pg. 173-9).

    5. Otros tericos del "orden" que se han dedicado al modelo de Dahrendorf tienden a seguir un camino similar, en un intento por abrazar la teora del conflicto dentro de su perspectiva. Ver, por ejemplo, van dea Berghe (1969).

  • 3. '26',0(16,21(63$5$',*0$6

    En los dos captulos anteriores, hemos hecho hincapi en algunas de las suposiciones clave que caracterizan los distintos enfoques de la teora social. Hemos sostenido que es posible analizar estos enfoques en funcin de dos dimensiones claves del anlisis, cada una de las cuales resume una serie de temas conexos. Se ha sugerido que las hiptesis sobre la naturaleza de la ciencia se pueden considerar en funcin de lo que denominamos la dimensin "subjetiva - objetiva", y las suposiciones sobre la naturaleza de la sociedad, en funcin de la dimensin "regulacin - cambio radical". En este captulo, deseamos analizar las relaciones entre las dos dimensiones y desarro-llar un esquema coherente para el anlisis de la teora social.

    Ya hemos observado la manera en que el debate sociolgico, desde fines de los aos '60, ha mos-trado la tendencia a ignorar las distinciones entre las dos dimensiones, sobre todo, la forma en que ha existido una inclinacin a hacer hincapi en temas relacionados con la dimensin "subje-tiva - objetiva" e ignorar aquellos relacionados con la dimensin regulacin - cambio radical. Resulta muy interesante percibir que este foco de atencin ha caracterizado al pensamiento socio-lgico relacionado tanto con la regulacin como con el cambio radical. El debate subjetivo - ob-jetivo se ha llevado a cabo en forma independiente en los dos campos sociolgicos.

    Dentro de la sociologa de la regulacin, ha asumido la forma de un debate entre la sociologa interpretativa y el funcionalismo. A raz del tratado de Berger y Luckman sobre la sociologa del conocimiento (1966), la obra de Garfinkel sobre etnometodologa (1967) y un resurgimiento ge-neral del inters en la fenomenologa, el estatus cuestionable de las suposiciones ontolgicas y epistemolgicas acerca de la perspectiva funcionalista se ha tornado cada vez ms expuesto. El debate, a menudo, ha conducido a una polarizacin entre las dos escuelas de pensamiento.

    De igual forma, dentro del contexto de la sociologa del cambio radical, ha existido una divisin entre los tericos que suscriben las opiniones "subjetivas" y "objetivas" de la sociedad. El debate, en mucho sentidos, toma la delantera a partir de la publicacin de la obra de Louis Althusser lla-mada 3DUD0DU[)RU0DU[ en 1965 en Francia y en Gran Bretaa en 1969. All se presentaba la nocin de un "quiebre epistemolgico" en la obra de Marx y se recalcaba la polarizacin de los tericos marxistas en dos campos: aquellos que hacan hincapi en los aspectos "subjetivos" del marxismo (Lukcs y la Escuela de Francfort, por ejemplo) y aquellos que sostenan enfoques ms "objetivos", por ejemplo, aquellos relacionados con el estructuralismo althuseriano.

    Por lo tanto, dentro del contexto de las sociologas de la regulacin y del cambio radical, entre mediados y fines de los aos '60 se percibi un cambio muy marcado en el foco de la atencin. El debate HQWUH estas dos sociologas, que haba caracterizado los principios de los aos '60, desapa-reci y se lo reemplaz por un dilogo introvertido GHQWUR del contexto de cada una de las escue-las de pensamiento independientes. En lugar de "hablar" entre s, se volvieron hacia adentro y dirigieron sus observaciones a s mismas. La preocupacin por determinar su posicin respecto de lo que denominamos la dimensin subjetiva - objetiva, un proceso complicado en vista de todas las cadenas interconexas, condujo a un descuido de la dimensin regulacin - cambio radi-cal.

    Como consecuencia de estas novedades, el debate reciente, a menudo, se ha confundido. El pen-samiento sociolgico ha mostrado una tendencia a caracterizarse por un estrecho sectarismo, a partir del cual figuran notoriamente ausentes una perspectiva y una comprensin globales de los temas bsicos. Es el momento oportuno para considerar el camino hacia adelante y nosotros pro-

  • ponemos que las dos dimensiones clave del anlisis que hemos identificado definen parmetros esenciales, dentro de los cuales esto se puede desarrollar. Los presentamos como dos dimensio-nes independientes, que hacen resurgir los temas sociolgicos de principios de los aos '60 y se colocan entre aquellos de fines de los '60 y principios de los '70. Al tratarlos conjuntamente, de-finen cuatro paradigmas sociolgicos independientes, que se pueden utilizar para el anlisis de una amplia gama de teoras sociales. Las relacin entre estos paradigmas, que rotulamos para-digma del "humanismo radical", paradigma "estructuralista radical", paradigma "interpretativo" y paradigma "funcionalista", se ejemplifica en la figura 3.1

    )LJXUD. Cuatro paradigmas para el anlisis de la teora social.

    LA SOCIOLOGIA DEL CAMBIO RADICAL

    SUBJETIVA

    Humanista Radical

    Estructuralista Radical

    OBJETIVA

    Interpretativa

    Funcionalista

    LA SOCIOLOGIA DE LA REGULACIN

    Se tornar claro, a partir del diagrama, que cada uno de los paradigmas comparte un conjunto comn de caractersticas con sus vecinos en los ejes horizontal y vertical, en funcin de una de las dos dimensiones, pero se diferencia en la otra dimensin. Por tal motivo, se los debe conside-rar como contiguos, pero separados. Contiguos, debido a las caractersticas compartidas, pero separados porque la diferenciacin, tal como demostraremos ms adelante, es lo suficientemente importante como para garantizar el tratamiento de los paradigmas como cuatro entidades inde-pendientes. Los cuatro paradigmas definen perspectivas fundamentalmente diferentes para el anlisis de los fenmenos sociales. Enfocan este esfuerzo desde puntos de vista contrastantes y generan conceptos y herramientas analticas bastante diferentes.

    /$1$785$/(=$

  • que se puede considerar tilmente en el sentido de que enfoca la teora social dentro de los lmi-tes de la misma problemtica.

    Esta definicin no implica una unidad completa de pensamiento. Se permite el hecho de que, dentro del contexto de cualquier paradigma determinado, existir mucho debate entre los tericos que adoptan distintos puntos de vista. Sin embargo, el paradigma posee una unidad subyacente, en funcin de sus hiptesis bsicas y, a menudo, "dadas por sentado", que separan al grupo de tericos de manera muy fundamental de los tericos que se ubican en otros paradigmas. La "uni-dad" del paradigma, por ende, deriva de la referencia a opiniones alternativas de la realidad que yacen fuera de los lmites y que, tal vez, no necesariamente se reconozcan como existentes.

    Al identificar cuatro paradigmas en la teora social, en esencia, sugerimos que es significativo examinar el trabajo en el rea temtica, en funcin de cuatro conjuntos de suposiciones bsicas. En cada conjunto, se identifica una realidad social y cientfica bastante independiente. Ubicarse en un paradigma determinado es ver el mundo de una manera especial. Por lo tanto, los cuatro paradigmas definen cuatro opiniones del mundo social, sobre la base de distintas hiptesis meta-tericas respecto de la naturaleza de la ciencia y de la sociedad.

    Nosotros sostenemos que todos los tericos sociales se pueden ubicar dentro del contexto de es-tos cuatro paradigmas, segn las suposiciones metatericas reflejadas en sus obras. Los cuatro paradigmas, tomados conjuntamente, ofrecen un mapa para negociar el rea temtica, que ofrece una manera conveniente para identificar las similitudes y diferencias bsicas entre la obra de di-versos tericos y, en especial, el marco de referencia subyacente que adoptan. Adems, se ofrece una manera conveniente para localizar el propio marco de referencia personal respecto de la teo-ra social y, por lo tanto, un medio para comprender por qu determinadas teoras y perspectivas tal vez tengan un atractivo ms personal que otras. Al igual que con cualquier otro mapa, se ofre-ce una herramienta para establecer dnde est uno, dnde ha estado y dnde es posible que est en el futuro. Se ofrece una herramienta para trazar un mapa de las jornadas intelectuales de la teora social, la propia y aquella de los tericos que han hecho aportes al rea temtica.

    En este trabajo, tratamos de utilizar bastante las cualidades similares a un mapa que poseen los cuatro paradigmas. Cada uno define una gama de territorio intelectual. Dadas las suposiciones metatericas globales que distinguen un paradigma de otro, existe espacio para mucha variacin dentro de ellos. En el contexto del paradigma "funcionalista", por ejemplo, determinados tericos adoptan posiciones ms extremas, en funcin de una o de las dos dimensiones, comparadas con otras. Esta diferencia, a menudo, explica el debate interno que se prolonga entre los tericos de-dicados a las actividades de la "ciencia normal", dentro del contexto del mismo paradigma 2. En los captulos restantes de esta obra se examinan cada uno de los cuatro paradigmas con cierto detalle y se intenta ubicar a sus principales tericos en estos trminos.

    Nuestra investigacin sugiere que, aunque la actividad dentro del contexto de cada paradigma, a menudo, es considerable, las "jornadas" inter-paradigmticas son mucho ms escasas. Esto est de acuerdo con la nocin de Kuhn (1970) sobre la "ciencia revolucionaria". Para que un terico cambie de paradigma, se necesita una modificacin en las hiptesis metatericas, algo que, aun-que es manifiestamente posible, a menudo no se logra en la prctica. Como Keat y Urry expresa-ron, "Para los cientficos individuales, el cambio de lealtad de un paradigma a otro, con frecuen-cia, es una "experiencia de conversin", similar a los intercambios gestlticos o modificaciones de fe religiosa" (1975, pg. 55). Cuando un terico cambia su posicin de esta manera, sobresale con mucha claridad como una ruptura de envergadura respecto de su tradicin intelectual. Ade-

  • ms, se lo proclama de tal forma en la literatura, en el sentido de que al terico, por lo general, le dan la bienvenida aquellos a quien el terico se ha unido y, a menudo, sus antiguos "colegas de paradigma" lo repudian. Por lo tanto, vemos lo que se conoce como "ruptura epistemolgica" entre la obra del joven Marx y del Marx maduro, lo que se podra identificar como un cambio del paradigma humanista radical al paradigma estructuralista radical. En el campo del anlisis de la organizacin, se puede detectar una modificacin del paradigma distintivo de la obra de Silver-man, un desplazamiento del paradigma funcionalista al paradigma interpretativo. Analizaremos estas jornadas intelectuales con ms detalle en captulos posteriores.

    Antes de continuar con un anlisis de los cuatro paradigmas, conviene enfatizar un aspecto. Este se relaciona con el hecho de que los cuatro paradigmas se excluyen mutuamente. Ofrecen opi-niones alternativas de la realidad social. Comprender la naturaleza de los cuatro es entender cua-tro opiniones diferentes de la sociedad. Se ofrecen distintas maneras de ver. No es posible una sntesis, ya que en sus formas puras son contradictorios, porque se basan, como mnimo, en un conjunto de suposiciones metatericas opuestas. Son alternativos, en el sentido de que se SXHGH operar en paradigmas diferentes en forma secuencial con el tiempo, pero en forma mutuamente excluyente, en el sentido de que no se puede operar en ms de un paradigma en cualquier mo-mento determinado del tiempo, ya que al aceptar las hiptesis de uno, se desafan las hiptesis de todos los otros.

    Ofrecemos los cuatro paradigmas para su consideracin en estos trminos. Esperamos que el conocimiento de los puntos de vista en conflicto, por lo menos, nos haga tomar conciencia de los lmites dentro de los cuales enfocamos nuestro tema.

    (/3$5$',*0$)81&,21$/,67$

    Este paradigma ha ofrecido el marco dominante para la conducta de la sociologa acadmica y el estudio de la organizacin. Se representa una perspectiva que est firmemente enraizada en la VRFLRORJtDGHODUHJXODFLyQ y se enfoca el tema desde un punto de vista REMHWLYLVWD. Los tericos funcionalistas han estado en el primer plano del debate "orden-conflicto" y los conceptos que hemos usado para categorizar la sociologa de la regulacin rigen en diversos grados para todas las escuelas de pensamiento dentro del paradigma. Se caracteriza por la preocupacin de ofrecer explicaciones del VWDWXVTXRRUGHQ VRFLDO FRQVHQVR LQWHJUDFLyQ VRFLDO VROLGDULGDG VDWLVIDFFLyQGHQHFHVLGDGHV\UHDOLGDG. Estas preocupaciones sociolgicas generales se enfocan desde un punto de vista que tiende a ser UHDOLVWDSRVLWLYLVWDGHWHUPLQLVWD\OHJLVODWLYR

    .

    En el paradigma funcionalista se genera una sociologa reguladora en su forma ms plenamente desarrollada. En su enfoque ms general, se intenta ofrecer explicaciones esencialmente raciona-les de los asuntos sociales. Se trata de una perspectiva que es sumamente pragmtica en su orien-tacin, que se ocupa de comprender a la sociedad de forma tal que se genere conocimiento que se pueda utilizar. A menudo, en su enfoque se orienta a los problemas y versa sobre ofrecer solu-ciones prcticas a los problemas prcticos. Con frecuencia, se compromete firmemente con una filosofa de la ingeniera social como base del cambio social y se recalca la importancia de com-

    1 Usese este trmino con el sentido de estudio o formulacin de afirmaciones o leyes abstractas, gene-

    rales o universales (N. de la T.).

  • prender el orden, equilibrio y estabilidad en la sociedad y la forma en que estos factores se pue-den mantener. Se ocupa de la "regulacin" efectiva y del control de los asuntos sociales.

    Tal como resulta evidente, a partir de nuestro debate en el Captulo 1, el enfoque de la ciencia social caracterstico del paradigma funcionalista est enraizado en la tradicin del positivismo sociolgico. En esto se refleja el intento, SDUH[FHOOHQFH, de aplicar los modelos y mtodos de las ciencias naturales al estudio de los asuntos humanos. Se origin en Francia en las primeras dca-das del siglo XIX y su principal influencia sobre el paradigma ha sido a travs de la obra de te-ricos sociales tales como Augusto Comte, Herbert Spencer, Emile Durkheim y Vilfredo Pareto. El enfoque funcionalista respecto de la ciencia social tiende a suponer que el mundo social est compuesto por artefactos y relaciones empricas relativamente concretas, que se pueden identifi-car, estudiar y medir mediante enfoques derivados de las ciencias naturales. El uso de analogas mecnicas y biolgicas como un medio para modelar y comprender el mundo social se ve espe-cialmente favorecido en muchas teoras funcionalistas. A guisa de ejemplo merece considerarse, por ejemplo, la obra de Durkheim. Como ncleo de su posicin se encuentra la idea de que los "hechos sociales" existen fuera de la conciencia del hombre y limitan al hombre en sus activida-des diarias. El objetivo era comprender las relaciones entre estos hechos sociales "objetivos" y articular la sociologa que explicaba las clases de "solidaridad" que ofrecan el "cemento social" que une a la sociedad. La estabilidad y la naturaleza ordenada del mundo natural se consider como caracterstica del mundo de los asuntos humanos. Para Durkheim, la tarea de la sociologa era comprender la naturaleza de este orden regulado.

    Sin embargo, desde las primeras dcadas del siglo XX, el paradigma funcionalista cada vez se ha visto ms influenciado por elementos provenientes de la tradicin idealista alemana del pensa-miento social. Tal como se recordar a partir de nuestro debate del Captulo 1, en este enfoque se reflejan las hiptesis sobre la naturaleza de la ciencia social que se erigen en oposicin a aquellas del positivismo sociolgico. Como resultado de la obra de tericos tales como Max Weber, George Simmel y George Herbert Mead, se han utilizado elementos de este enfoque idealista dentro del contexto de las teoras sociales que han intentado salvar la brecha entre las dos tradi-ciones. Al hacerlo, se han forjado perspectivas tericas caractersticas de la regin menos objeti-va del paradigma, en su punto de unin con el paradigma interpretativo. En estas teoras, se ha rechazado el uso de analogas mecnicas y biolgicas para estudiar el mundo social y se han in-troducido ideas que recalcan la importancia de comprender a la sociedad desde el punto de vista de los actores que realmente participan en la ejecucin de las actividades sociales.

    Desde la dcada de los '40, tambin ha existido una infusin de determinadas influencias marxis-tas caractersticas de la sociologa del cambio radical. Estas se han incorporado dentro del para-digma, en un intento por "radicalizar" la teora funcionalista y rechazar el cargo general de que el funcionalismo es, esencialmente, conservador e incapaz de ofrecer explicaciones para el cambio social. Estos intentos suscriben el debate examinado en el captulo anterior, respecto de si la teo-ra del "conflicto" se puede incorporar dentro de los lmites de una teora del "orden", para ofre-cer explicaciones adecuadas de los asuntos sociales.

  • )LJXUD. Influencias intelectuales del paradigma funcionalista.

    LA SOCIOLOGIA DEL CAMBIO RADICAL

    SUBJETIVA

    Teora Marxista

    OBJETIVA

    Idealismo alemn

    LA SOCIOLOGIA DE LA REGULACIN Positivismo sociolgico

    Por lo tanto, expresado con crudeza, la formacin del paradigma funcionalista se puede com-prender en trminos de la interaccin de tres conjuntos de fuerzas intelectuales, tal como se ejemplifica en la figura 3.2. De ellas, el positivismo sociolgico ha sido la que ms influencia ha tenido. Las tradiciones contrapuestas se han absorbido y usado dentro del contexto de la proble-mtica funcionalista, en la que se recalca la naturaleza esencialmente objetivista del mundo so-cial y una preocupacin por las explicaciones que hacen hincapi en la "regulacin" de los asun-tos sociales. Estas corrientes cruzadas de pensamiento han dado origen a una serie de escuelas de pensamiento distintivas dentro del paradigma, que se caracterizan por una amplia gama de teora y de debate interno. A guisa de resumen, una vez ms en forma cruda, en las figuras 3.3 y 3.4 se ilustran los cuatro paradigmas, en funcin de las escuelas constitutivas de la teora sociolgica y de la organizacin, que se explorarn posteriormente. Tal como resulta obvio, la mayora de los tericos de la organizacin, socilogos industriales, psiclogos y tericos de las relaciones indus-triales enfocan su tema desde el interior de los lmites del paradigma funcionalista.

    (/3$5$',*0$,17(535(7$7,92

    Los tericos que se ubican dentro del contexto del paradigma interpretativo adoptan un enfoque conforme con los principios de lo que hemos descripto como la VRFLRORJtDGHODUHJXODFLyQ, aun-que su enfoque VXEMHWLYLVWD del anlisis del mundo social torna a sus enlaces con esta sociologa, a menudo, implcitos, el lugar de explcitos. El paradigma interpretativo se informa por la pre-ocupacin de comprender al mundo tal como es, de entender la naturaleza fundamental del mun-do social en el campo de la experiencia subjetiva. Se busca una explicacin dentro del territorio de la conciencia y subjetividad individuales, dentro del marco de referencia del participante, opuesto al observador de la accin.

    En su enfoque respecto de la ciencia social, tiende a ser QRPLQDOLVWDDQWLSRVLWLYLVWDYROXQWDULVWDe LGHRJUiILFR. Se considera al mundo social como un proceso social emergente creado por los

  • individuos en cuestin. La realidad social, en tanto y en cuanto se reconoce en el sentido de que posee existencia fuera de la conciencia de cualquier individuo, se toma en cuenta como apenas algo ms que una red de suposiciones y significados intersubjetivamente compartidos. El status ontolgico del mundo social se considera como extremadamente cuestionable y problemtico, en lo que hace a los tericos que se ubican dentro del paradigma interpretativo. A la vida cotidiana se le otorga la condicin de un logro milagroso. Los filsofos y socilogos interpretativos inten-tan comprender las bases y la fuente mismas de la realidad social. A menudo, indagan en las pro-fundidades de la conciencia y de la subjetividad humanas, en su bsqueda de significados fun-damentales que yacen implcitos en la vida social.

    )LJXUDLos cuatro paradigmas sociolgicos.

    Referencias (de arriba abajo y de izquierda a derecha):

    The sociology of radical change: la sociologa del cambio radical. Radical humanism: humanismo radical. Anarchistic individualism: individualismo anrquico. French existentialism: existencialismo francs. Critical theory: teora crtica. Solipsism: solipsismo. Subjective: subjetivo. Phenomenology: fenomenologa. Hermeneutics: hermenutica. Phenomenological sociology: sociologa fenomenolgica. Interpretive sociology: sociologa interpretativa. Radical structuralism: estructuralismo radical. Contemporary Mediterranean Marxism: marxismo mediterrneo contemporneo. Russian social theory: teora social rusa. Conflict theory: teora del conflicto Objective: objetivo. Integrative theory: teora integradora. Social system theory: teora del sistema social. Objectivism: objetivismo. Interactionism and social action theory: interaccionismo y teora de la accin social. Functionalist sociology: sociologa funcionalista. The sociology of regulation: la sociologa de la regulacin.

    )LJXUDLas escuelas principales del anlisis de la organizacin.

    Referencias (de arriba abajo y de izquierda a derecha):

    The sociology of radical change: la sociologa del cambio radical. Anti-organisation theory: teora de la anti-organizacin. Subjective: subjetivo. Ethnomethodology and phenomenological symbolic interactionism: etnometodologa e interac-cionismo simblico fenomenolgico. Radical organization theory: teora de la organizacin radical.

  • Objective: objetivo. Pluralism: pluralismo. Action frame of reference: marco de referencia de la accin. Theories of bureaucratic dysfunctions: teoras de las disfunciones burocrticas. Social system theory: teora del sistema social. Objectivism: objetivismo. The sociology of regulation: la sociologa de la regulacin.

    De acuerdo con esta opinin de la realidad social, apenas resulta sorprendente que el compromi-so de los socilogos interpretativos ante la sociologa de la regulacin sea implcito, en lugar de explcito. Sus hiptesis ontolgicas descartan un inters directo en los temas subyacentes en el debate orden- conflicto como tal. Sin embargo, su punto de vista se encuentra suscripto por la suposicin de que el mundo de los asuntos humanos es cohesivo, ordenado e integrado. Los pro-blemas del conflicto, dominacin, contradiccin, potencialidad y cambio no cumplen ninguna funcin en su marco terico. Estn mucho ms orientados a la obtencin de una comprensin del mundo social subjetivamente creado "tal como es", en funcin de un proceso continuo.

    La sociologa interpretativa versa sobre la comprensin de la esencia del mundo cotidiano. En funcin de nuestros esquemas analticos, se encuentra suscripta por un compromiso con temas relacionados con la naturaleza del VWDWXVTXRRUGHQVRFLDOFRQVHQVRLQWHJUDFLyQVRFLDO\FRKHVLyQVROLGDULGDG\UHDOLGDG 3.

    El paradigma interpretativo es el producto directo de la tradicin del idealismo alemn del pen-samiento social. Sus basamentos se establecieron en la obra de Kant y reflejan una filosofa so-cial en la que se recalca la naturaleza esencialmente espiritual del mundo social. La tradicin idealista result sobresaliente en el pensamiento alemn, a partir de mediados del siglo XVIII en adelante, y se relacion estrechamente con el movimiento romntico en la literatura y en las ar-tes. Sin embargo, fuera de este territorio, result de inters limitado, hasta que revivi a fines de 1890 y en los primeros aos de este siglo (el XX) bajo la influencia del denominado movimiento neo-idealista. Tericos tales como Dilther, Weber, Husserl y Schutz han efectuado aportes de envergadura para establecerlo como un marco para el anlisis social, aunque con diversos grados de compromiso respecto de su problemtica subyacente.

    En las figuras 3.3 y 3.4 se ilustra la forma en la cual el paradigma se ha explorado, en lo que res-pecta a nuestro inters presente en la teora social y en el estudio de las organizacin. Aunque ha existido una cantidad pequea de intentos por estudiar los conceptos y situaciones de la organi-zacin desde este punto de vista, el paradigma no ha generado demasiada teora de la organiza-cin como tal. Como se tornar evidente a partir de nuestro anlisis, existen buenos motivos para esto. Las premisas del paradigma interpretativo cuestionan si las organizaciones existen de otra manera que no sea un sentido conceptual. Su importancia para el estudio de las organizaciones, por ende, es de la clase ms fundamental. Se desafa la validez de las suposiciones ontolgicas que suscriben los enfoques funcionalistas respecto de la sociologa en general y el estudio de las organizaciones en particular.

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    El paradigma humanista radical se define por su preocupacin por desarrollar una VRFLRORJtDGHOFDPELRUDGLFDO a partir de un punto de vista VXEMHWLYLVWD. Su enfoque respecto de la ciencia so-cial tiene mucho en comn con el del paradigma interpretativo, en el sentido de que se considera al mundo social desde una perspectiva que tiende a ser QRPLQDOLVWDDQWLSRVLWLYLVWDYROXQWDULVWD e LGHRJUiILFD. Sin embargo, su marco de referencia se compromete con una visin de la sociedad en la que se recalca la importancia de destronar o trascender las limitaciones de los esquemas sociales existentes.

    Una de las nociones ms bsicas implcitas en todo el paradigma es que la conciencia del hombre est dominada por las superestructuras ideolgicas con las cuales el hombre interacta y que s-tas impulsan una cua cognitiva entre s mismo y su conciencia verdadera. Esta es la cua de la "alienacin" o de la "falsa conciencia", que inhibe o evita la verdadera realizacin humana. La principal preocupacin de los tericos que enfocan el predicamento humano en estos trminos, se relaciona con la OLEHUDFLyQ de las restricciones o limitaciones que las estructuras sociales existen-tes imponen al desarrollo humano. Se trata de una "marca de fbrica" de la accin de formular teora social, diseada para ofrecer una crtica del VWDWXVTXR. Se tiende a ver a la sociedad como anti-humana y versa sobre enunciar formas en las cuales los seres humanos pueden trascender los lazos y grilletes espirituales que los atan a patrones sociales existentes y, por lo tanto, alcanzar su potencial pleno.

    En funcin de los elementos con los cuales hemos tratado de conceptualizar la sociologa del cambio radical, en el humanismo radical se hace mucho hincapi en el FDPELRUDGLFDOPRGRVGHGRPLQDFLyQHPDQFLSDFLyQSULYDFLyQy SRWHQFLDOLGDG. Los conceptos de FRQIOLFWRHVWUXFWXUDO y FRQWUDGLFFLyQ no figuran en forma prominente dentro de esta perspectiva, ya que son caractersti-cas de opiniones ms objetivistas del mundo social, por ejemplo, aquellas presentadas dentro del contexto del paradigma estructuralista radical.

    De acuerdo con este enfoque subjetivista acerca de la ciencia social, en la perspectiva humanista radical se hace hincapi central en la conciencia humana. Sus cimientos intelectuales se pueden rastrear hasta la misma fuente que la del paradigma interpretativo. Se deriva de la tradicin idea-lista alemana, sobre todo tal como se expresa en la obra de Kant y de Hegel (aunque como se reinterpreta en los escritos del joven Marx). Es a travs de Marx que la tradicin idealista se uti-liz por primera vez como base para la filosofa social radical y muchos humanistas radicales han obtenido su inspiracin de esta fuente. En esencia, Marx invirti el marco de referencia que se refleja en el idealismo hegeliano y, por ende, forj la base del humanismo radical. El paradigma tambin ha recibido mucha influencia de una infusin de la perspectiva fenomenolgica derivada de Husserl.

    Tal como ilustraremos en nuestro debate detallado acerca de ese paradigma, adems de las pri-meras obras de Marx, el inters permaneci dormido hasta la dcada de 1920, cuando Lukcs y Gramsci reavivaron la atencin en las interpretaciones subjetivistas de la teora Marxista. Los miembros de la denominada Escuela de Francfort retomaron este inters, lo cual ha generado un gran debate, sobre todo a travs de los escritos de Habermas y Marcuse. La filosofa existencia-lista de Sartre tambin pertenece a este paradigma, al igual que los escritos de un grupo de teri-cos sociales tan diversos como Illich, Castaneda y Laing. Todos, de diversas maneras, comparten una preocupacin comn por la liberacin de la conciencia y la experiencia de la dominacin, a travs de diversos aspectos de la superestructura ideolgica del mundo social, dentro del cual los

  • hombres viven sus vidas. Se trata de cambiar el mundo social a travs de la modificacin de las modalidades de la cognicin o percepcin y de la conciencia.

    En las figuras 3.3 y 3.4, una vez ms, se ofrece una especie de resumen tosco y rpido de la for-ma en la cual se ha explorado este paradigma, en trminos de la teora social y del estudio de las organizaciones. Como sostendremos en el Captulo 9, los escritores que tienen algo que decir respecto de las organizaciones desde esta perspectiva, han sentado las bases de una naciente WHRUtDGHODDQWLRUJDQL]DFLyQ. El paradigma del humanismo radical, en esencia, se basa en la inver-sin de las suposiciones que definen al paradigma funcionalista. No debe ser una sorpresa, por ende, que en la teora de la anti-organizacin se invierta la problemtica que define la teora de