DIPLOMADO EN INTELIGENCIA EMOCIONAL
LECTURAS DE PROFUNDIZACIÓN MÓDULO III - 3.1
ÍNDICE
CONOCERSE MEJOR A UNO MISMO
DANN, J. (2004) APRENDER LAS CLAVES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL.
ESPAÑA: GESTIÓN 2000.
CONÓCETE A TI MISMO
GOLEMAN, D. (2000). LA INTELIGENCIA EMOCIONAL. (26 ED.).
MÉXICO: HERDER
LA IMPORTANCIA DEL AUTOCONOCIMIENTO
WOOD, R. Y TOLLEY, H. (2004). PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL.
ESPAÑA: GESTIÓN.
¿QUÉ SIGNIFICA CONOCER LAS PROPIAS EMOCIONES?
BACH, E. Y DARDER, P. (2002) SEDÚCEDE PARA SEDUCIR. ESPAÑA: PAIDÓS
AUTOCONOCIMIENTO
TORRABADELLA, P. (2001). CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL.
ESPAÑA: OCÉANO
.
CONOCERSE MEJOR A UNO MISMO
DANN, J. (2004) APRENDER LAS CLAVES DE LA INTELIGENCIA
EMOCIONAL. ESPAÑA: GESTIÓN 2000. (PÁGINAS 26 A 38)
¿Qué es conocerse a uno mismo?
Los sabios dijeron: «el mundo está justo aquí; todo lo que tenemos que hacer es
vaciar nuestras mentes y abrirnos para recibirlo». Piense, por un momento, que
tiene la mente preocupada con el «ajetreo» de su vida. Toda una vida que hacer y
que lograr. ¿Vive en el presente? ¿Qué conocimiento tiene de su propia persona?
Se pueden establecer, posiblemente, tres niveles de conocimiento:
Conocimiento del mundo exterior: lo que ve, oye, huele, prueba y toca.
Conocimiento del mundo interior: sensaciones físicas, como dolor de
cuello, puntos de presión al sentarse, la sensación en la piel de la ropa, y
las emociones que le surgen en su vida cotidiana.
Conocimiento de la actividad fantástica: todas las actividades del sistema
límbico y cerebral más allá del «aquí y el ahora». Cosas que siente, piensa
o que llega a emular o simular, pero que en realidad, no forman parte del
presente.
Puede ser que se imagine a sí mismo como una persona fuerte y en profunda
armonía con sus sentimientos, consciente de las emociones de los demás y hábil en
el trato social. O, en cambio, puede sentir que está viviendo un guión escrito por otra
persona y que no controla los resultados de su vida diaria.
APRENDER LAS CLAVES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Dann, J.
Si no se conoce muy bien, el principal resultado es que no conoce las diferencias
entre realidad (lo que pasó o está pasando realmente) y fantasía (interpretación de
lo que sucedió, su resultado o proyección preferido de lo que podría ocurrir en el
futuro). La mayoría de personas «sueñan despiertas» sobre situaciones que les
gustaría que pasaran o reciclan hechos pasados e inventan resultados alternativos.
Mayer & Salovey, pronunciaron el siguiente discurso de la Conferencia sobre IE
de Chicago, en septiembre de 1999: “Es muy importante entender que la IE no es lo
opuesto a la inteligencia, no es el triunfo de la mente sobre el corazón; es la
intersección única de ambos. La inteligencia emocional combina emoción e
inteligencia. Para este fin, emoción y pensamiento trabajan conjuntamente: la
emoción ayuda al pensamiento y éste puede usarse para analizar las emociones. La
IE es, entonces, la capacidad de usar las emociones para ayudar a resolver
problemas y vivir una vida más eficaz. Las emociones nos proporcionan información
que si la ignoramos puede causar problemas serios. Si somos conscientes de
nuestras emociones, si actuamos sobre nuestras emociones de forma racional,
entonces tendremos todas las de ganar”.
La importancia de las emociones
Antes de que se puedan percibir los beneficios de tener un CE alto, los cimientos
de la IE son conocer la importancia de las emociones, tanto en los negocios como
en la vida personal.
La importancia de las emociones:
Nuestro cuerpo se comunica con nosotros y las otras personas para
indicarnos lo que necesitamos.
Cuanto mejor es nuestra comunicación, mejor nos sentimos.
Las emociones nos ayudan a establecer nuestros límites.
Tienen el potencial de conectarnos.
Pueden servirnos de brújula interna moral y ética.
APRENDER LAS CLAVES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Dann, J.
Son esenciales para tomar buenas decisiones.
Aumentar el conocimiento de uno mismo
Tómese unos minutos para pensar en situaciones en que haya demostrado
conocerse muy bien a sí mismo y otros en que haya mostrado un conocimiento más
limitado. Le recomiendo que los escriba.
El impacto de aumentar el autoconocimiento
Conocerse a uno mismo significa saber lo que se piensa y se siente en el
presente. Si se desarrolla la IE, empezando con un incremento del
auto-conocimiento; ¿qué efecto se tendría:
En casa?
En su vida?
En el trabajo?
Algunos ejemplos comunes de un autoconocimiento elevado serían:
Tomar conciencia de su estilo de conducta actual y del impacto que tiene
sobre los otros.
Enterarse de que se siente incómodo con una persona, a pesar de que no
sabe necesariamente por qué.
Repetir un patrón de conducta de poca ayuda; ser consciente de que está
empezando a descender por un camino decadente y no es capaz de
detenerse.
La curva de aprendizaje desde conocerse a sí mismo hasta la adaptación social,
nos dice que:
Para conocerse a sí mismo tiene que ser emocionalmente culto. El paso
siguiente es ser capaz de diferenciar y clasificar adecuadamente las
APRENDER LAS CLAVES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Dann, J.
emociones individuales. Luego, debe ser cada vez más capaz de
autodominarse, a pesar de las emociones provocadas por una situación.
Después, aprenda a incrementar sus elecciones de conducta en situaciones
concretas. Esto le permitirá conocer mejor a las otras personas, sus
detonantes y las heridas emocionales y sus conductas improductivas.
Finalmente, como ha elegido progresar, se vuelve hábil socialmente gracias
al uso de su propio conocimiento, autodominio y conocimiento de los demás.
Es posible que escoja seguir adelante adquiriendo conocimientos sobre
culturas y costumbres diferentes. Un objetivo puede ser controlar su reacción
frente a choques inesperados de los estándares morales, éticos y
socioculturales.
Cuando se conoce bien a sí mismo y se vuelve emocionalmente culto, es capaz
de distinguir emociones causadas de forma inesperada por algún acontecimiento.
Esto puede ayudarle a tomar conciencia de sus límites personales (lo que puede
aguantar y lo que no puede resistir). Entonces, necesita decidir qué hacer con esta
percepción para cuidar sus necesidades emocionales.
Las emociones pueden servirnos de brújula interna moral y ética, moverla
adecuadamente puede ayudarnos a resolver problemas. En algunas ocasiones,
utilizar opciones puramente analíticas a través del uso de ponderaciones racionales
tampoco nos sirve de nada. Necesitamos tanto la información racional como la
irracional.
Las emociones son esenciales a la hora de tomar buenas decisiones; las
empresas están empezando a aceptar que los instintos y reacciones viscerales
tienen un lugar cuando se trata de tomar decisiones empresariales importantes. De
un modo similar, en nuestras vidas privadas, si hay que seleccionar una opción de
estilo de vida, el equilibrio debería incluir la satisfacción de necesidades emociones
inconclusas.
Elabore una lista de las veces en que no se ha encontrado en plena forma y no ha
actuado tal y como le habría gustado en términos de autoconocimiento. Considérela
APRENDER LAS CLAVES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Dann, J. como una lista de cosas que ha elegido completar para erradicar sus propias dudas.
Podría suceder que escribiera puntos con los que no se sintiera seguro debido a
temas como:
Relaciones.
Ideas equivocadas.
Presuposiciones no comprobadas sobre personas o hechos.
Problemas.
Competencias de autoconocimiento
Mi propia opinión sobre en qué consiste conocerse a uno mismo se resume
en el cuadro siguiente.
Competencias de autoconocimiento
Conocimiento de los sentimientos: reconocer las emociones propias y sus
efectos. Las personas con esta competencia:
Saben qué emociones sienten, pueden indicar el porqué y clasificarlas
Perciben el lazo entre emoción y acción (vínculos entre sus sentimientos y
lo que piensan, hacen y dicen)
Reconocen cómo sus sentimientos afectan sus acciones, la calidad de la
experiencia en el trabajo y en sus relaciones
Tienen un conocimiento orientativo de sus valores y objetivos
Percepción personal: conocer los puntos fuertes esenciales de uno mismo y las
flaquezas. Las personas con esta competencia:
□ Son conscientes de sus virtudes, debilidades y límites emocionales en
sus relaciones
□ Son reflexivas, comprenden la importancia de aprender a partir de las
experiencias
APRENDER LAS CLAVES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Dann, J.
□ Están abiertas a reacciones sinceras, a nuevas perspectivas, a un
aprendizaje continuo y a un autodesarrollo
□ Son objetivas sobre las reacciones de las otras personas y son capaces
de generar estilos positivos por sí mismos de forma adecuada
□ Son capaces de mostrar un sentido del humor y una perspectiva sobre sí
mismas.
Seguridad en uno mismo: estar seguro de la importancia de uno mismo y de sus
capacidades. Las personas con esta competencia:
Se presentan a sí mismas con seguridad, tienen «aplomo» con calidez
Pueden celebrar la diversidad en equipos, expresar opiniones que son
impopulares y ponerse en una situación arriesgada a favor de lo que es
correcto
Son decididas, capaces de realizar juicios sólidos usando información
emocional y cognitiva a pesar de incertidumbres y presiones
Suelen reconocer que confían en sí mismas
Nos sentimos fuertes cuando nuestra comunicación es congruente y está
alineada internamente. En cambio, cuando la comunicación se rompe, nos
preocupamos y somos incapaces de concentrarnos en otras cosas.
Ejercicio: competencias de autoconocimiento
Anote las respuestas a las preguntas siguientes:
¿Qué competencias de autoconocimiento posee?
¿Por qué?
¿Qué piensa sobre estas competencias?
¿Cómo las pondría en práctica y las desarrollaría:
o ¿En casa?
o ¿En la vida?
APRENDER LAS CLAVES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL Dann, J.
o ¿En el trabajo?
Ejercicio
Considere una vida consistente en vivir el «aquí y el ahora», experimentando
emociones distintas, siendo capaz de clasificarlas y de conocer de dónde provienen.
¿Le da miedo? ¿Cómo sería su vida?
CONÓCETE A TI MISMO
GOLEMAN, D. (2000). LA INTELIGENCIA EMOCIONAL. (26 ED.). MÉXICO: VERGARA
(PÁGINAS 67 A 70)
CONÓCETE A TI MISMO
Según cuenta un antiguo relato japonés, un belicoso samurai desafió en una
ocasión a un maestro zen a que explicara el concepto de cielo e infierno. Pero el
monje respondió con desdén: "No eres más que un patán. ¡No puedo perder el
tiempo con individuos como tú!".
Herido en lo más profundo de su ser, el samurai se dejó llevar por la ira,
desenvainó su espada y gritó: "Podría matarte por tu impertinencia".
"Eso", repuso el monje con calma, "es el infierno."
Desconcertado al percibir la verdad en lo que el maestro señalaba con
respecto a la furia que lo dominaba, el samurai se serenó, envainó la espada y se
inclinó, agradeciendo al monje la lección.
"Y eso", añadió el monje, "es el cielo."
El súbito despertar del samurai a su propia agitación ilustra la diferencia
crucial que existe entre quedar atrapado en un sentimiento y tomar conciencia de
que uno es arrastrado por él. La frase de Sócrates "Conócete a ti mismo"
confirma esta piedra angular de la inteligencia emocional: la conciencia de los
propios sentimientos en el momento en que se experimentan.
A primera vista podría parecer que nuestros sentimientos son evidentes; una
reflexión más cuidadosa nos recuerda épocas en las que hemos sido demasiado
inconscientes de lo que sentíamos realmente con respecto a algo, o
despertábamos tarde a esos sentimientos. Los psicólogos utilizan el
término metacognición, un término bastante denso, para referirse a una
conciencia del proceso de pensamiento, y metahumor para referirse a la
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL GOLEMAN, D. conciencia de las propias emociones. Yo prefiero la expresión conciencia de uno
mismo (self-awareness), en el sentido de una atención progresiva a los propios
estados internos. En esta conciencia autorreflexiva la mente observa e investiga
la experiencia misma, incluidas las emociones.
Esta conciencia de uno mismo parecería exigir una neocorteza activa, sobre
todo en las zonas del lenguaje, adaptada para identificar y nombrar las
emociones que surgen. La conciencia de uno mismo no es una atención
exaltada por las emociones, que reacciona excesivamente y amplifica lo que se
percibe. Se trata, en todo caso, de una forma neutra que conserva la
autorreflexión incluso en medio de emociones turbulentas.
La autoobservación permite una conciencia ecuánime de sentimientos
apasionados o turbulentos. Como mínimo, se manifiesta simplemente como un
leve retroceso de la experiencia, una corriente de conciencia paralela que es
"meta": suspendida por encima o a un costado de la corriente principal,
consciente de lo que está ocurriendo en lugar de quedar inmersa y perdida en la
misma. Es la diferencia que existe, por ejemplo, entre sentir una rabia asesina
con respecto a alguien y elaborar el pensamiento autorreflexivo "Esto que siento
es rabia", incluso mientras uno está furioso. En términos de la mecánica nerviosa
de la conciencia, este sutil cambio en la actividad mental supuestamente señala
que los circuitos neocorticales están controlando activamente la emoción, un
primer paso para alcanzar cierto control. Esta conciencia de las emociones es la
competencia emocional fundamental sobre la que se construyen las demás,
como el autocontrol emocional.
En resumen, conciencia de uno mismo significa ser "consciente de nuestro
humor y también de nuestras ideas sobre ese humor", según palabras de John
Mayer, psicólogo de la Universidad de New Hampshire que, junto a Peter
Salovey, es quien formuló la teoría de la inteligencia emocional. La conciencia de
uno mismo puede ser una atención a estados más internos que no provoque
reacción ni juicio. Pero Mayer considera que esta sensibilidad puede ser también
menos ecuánime; los pensamientos típicos que indican una conciencia
emocional de uno mismo son entre otros: "No debería sentirme así", "Estoy
pensando cosas buenas para alegrarme" y, en el caso de una conciencia de uno
mismo más restringida, el fugaz pensamiento "No pienses en eso", en respuesta
a algo muy perturbador.
Aunque existe una distinción lógica entre ser consciente de los sentimientos y
actuar para cambiarlos, Mayer considera que a todos los efectos prácticos
ambas cosas suelen estar unidas: reconocer un humor desagradable es sentir el
deseo de superarlo. Este reconocimiento, sin embargo, se distingue de los
esfuerzos que hacemos para no actuar movidos por un impulso emocional.
Cuando decimos "¡Basta!" a un niño cuya rabia lo ha llevado a golpear a un
compañero, seguramente interrumpimos los golpes, pero la rabia sigue
encendida. Los pensamientos del niño aún están fijos en el disparador de la ira
—"¡Pero él me quitó mi juguete!"—, y la ira continúa viva. La conciencia de uno
mismo posee un efecto más poderoso sobre los sentimientos intensos y de
aversión: la comprensión de que "Esto que siento es rabia" ofrece un mayor
grado de libertad; no sólo la posibilidad de no actuar sobre ellos, sino la posibili-
dad añadida de tratar de librarse de ellos.
Mayer opina que la gente suele adoptar estilos característicos para
responder y enfrentarse a sus emociones:
Consciente de sí mismo. Conscientes de sus humores en el momento en que
los tienen, estas personas poseen, comprensiblemente, cierta sofisticación
con respecto a su vida emocional. Su claridad con respecto a las emociones
puede reforzar otros rasgos de su personalidad: son independientes y están
seguras de sus propios límites, poseen una buena salud psicológica y suelen
tener una visión positiva de la vida. Cuando se ponen de mal humor, no
reflexionan ni se obsesionan al respecto, y son capaces de superarlo
enseguida. En resumen, su cuidado los ayuda a manejar sus emociones.
Sumergido. Se trata de personas que a menudo se sienten empantanadas en
sus emociones e incapaces de librarse de ellas, como si el humor las
dominara. Son volubles y no muy conscientes de sus sentimientos, por lo que
quedan perdidas en ellos en lugar de tener cierta perspectiva. En
consecuencia, hacen poco por tratar de librarse del mal humor, y sienten que
no controlan su vida emocional. A menudo se sienten abrumadas y
emocionalmente descontroladas.
LA INTELIGENCIA EMOCIONAL GOLEMAN, D.
Aceptador. Si bien estas personas suelen ser claras con respecto a lo que
sienten, también tienen tendencia a aceptar sus humores, y no tratan de
cambiarlos. Al parecer existen dos ramas en el tipo aceptador: los que suelen
estar de buen humor y tienen pocos motivos para cambiarlo, y las personas
que, a pesar de la claridad que tienen con respecto a su talante, son
susceptibles con respecto al mal humor pero lo aceptan con una actitud
de laissez-faire, sin hacer nada para cambiarlo a pesar de las perturbaciones
que provoca; esta pauta se encuentra entre personas depresivas que están
resignadas a su desesperación.
LA IMPORTANCIA DEL AUTOCONOCIMIENTO
WOOD, R. Y TOLLEY, H. (2004). PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA
EMOCIONAL. ESPAÑA: GESTIÓN.
(PÁGINAS 66 A 76)
LA IMPORTANCIA DEL AUTOCONOCIMIENTO A menudo se dice que un autoconocimiento aumentado y la persecución de la
felicidad humana están intrínsecamente vinculados; uno sigue al otro. Ciertamente
es duro sentirse satisfecho con su vida si está confuso sobre quién y qué es.
¿Pero cuántos de nosotros tenemos el entendimiento adecuado de nuestros
propios sentimientos e impulsos y somos capaces de utilizar ese conocimiento para
tomar las decisiones importantes que afectan a nuestras vidas, y regular y dar
forma a nuestro comportamiento? La experiencia sugiere que a menudo tenemos
percepciones falsas y poco realistas sobre nosotros mismos. En los dos extremos,
tanto nos menospreciamos, como nos contemplamos demasiado. Sin embargo,
aunque el pensamiento pudiera ser admitirlo, trabajar exactamente sobre quién es
usted no es simplemente una cuestión de pensamiento. Cuando se trata de
ponderar planes o tomar decisiones o embarcarse en cursos de acción, quién es
usted es definido tanto como cualquier cosa por la fortaleza de sus sentimientos
internos. Por lo tanto, aunque el impulso pudiera ser querer tener éxito en otros
campos, se debe preguntar qué está pasando, no sólo en su cabeza, sino también
en sus emociones. ¿Qué estamos tratando de probarnos a nosotros mismos y a los
demás? Es de sabiduría popular decir que usted debería pegarse a lo que hace
PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.
mejor -«hay que perseverar». Necesitamos tener cuidado, por tanto, de que,
reconociendo su importancia, no dejemos que nuestras emociones desvíen
nuestros juicios.
Aspectos del autoconocimiento
Dividimos la conciencia de uno mismo en seis aspectos clave, estos son:
• Respétese a usted mismo.
• Sea positivo.
• Sea honesto consigo mismo.
• Dé un descanso a la lógica y a la racionalidad.
• Escuche a los demás.
Respétese a usted mismo
• Comprenda su impacto en otras personas.
Este aspecto del autoconocimiento trata sobre reconocer y respetar sus propios
sentimientos internos, y al hacerlo tener cuidado de usted mismo. Carl Rogers, un
psicólogo de EE. UU., lo dijo de forma más precisa. Al escribir sobre las lecciones
que él había aprendido de su propia vida, dijo que había llegado a aceptar sus
sentimientos internos e impulsos «como una parte enriquecedora de mí mismo».
Entonces dijo: «No espero actuar sobre todos ellos, pero cuando los acepto, puedo
ser más real: mi comportamiento, por tanto, será más apropiado a la situación
inmediata.» En otras palabras, aceptar en lugar de negar nuestros sentimientos
más íntimos, no sólo aumenta nuestras experiencias de vida, sino que mejora la
forma en que nos comportamos.
Tómese algún tiempo para reflexionar sobre los sentimientos internos e
impulsos, los cuales tienen la capacidad de ser una «parte enriquecedora» de
usted. ¿Cuáles acepta y cuáles niega? ¿Sobre cuáles actúa y cuáles reprime?
PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.
Por tanto, nuestro consejo sería ejercitar su derecho de perseguir el «número
uno» atendiendo a sus propios sentimientos e impulsos, incluso si eso significa
pasar menos tiempo preocupándose sobre las necesidades emocionales de las
otras personas. Todo esto suena como si le estuviéramos urgiendo a ser egoísta -a
ser desprovisto de empatía-, pero esto no es lo que queremos decir. Ser
auténticamente egoísta significaría concentrarse solamente en sus propias
necesidades emocionales ignorando los sentimientos de los demás. Lo que
estamos diciendo es que es importante conseguir el equilibrio entre celebrar su
propia humanidad aceptando sus sentimientos internos y respetando aquellos de
los demás. Desde el punto de vista de la IE, preocuparse continuamente sobre
cómo se siente otra gente es tan insano como obsesionarse con su propio estado
emocional.
Sea positivo
Por tanto, conseguir el equilibrio correcto es la meta que debería fijarse usted
mismo -un estado que pudiera resultar estando «cómodo con usted mismo»-. Pero
estar cómodo con las emociones no significa necesariamente que usted haya
conseguido la perfección, ya que el equilibrio es correcto y no hay espacio para
mejoras. Lo que podría realmente estar diciendo es: «Sé quién y qué soy y lo
acepto», lo que podría ser interpretado como: «No necesito cambiar». Si es este el
caso, el peligro es que, al engañarse a uno mismo, usted está estancándose en
términos de su IE y al hacerlo se está perdiendo una oportunidad de crecer y
desarrollarse como individuo.
¿El vaso está medio lleno o medio vacío? Usted está siendo positivo si lo ve
medio lleno todo el tiempo. Una inclinación hacia la negatividad es emocionalmente
inútil y finalmente socava toda la personalidad. Ser completamente consciente de
uno mismo es estar abierto a las posibilidades, y usted no puede estar
completamente abierto a las posibilidades si la mayor parte del tiempo su mente ya
está cerrada.
PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.
Suponga que alguien dice que sabe que son «unos miserables esto y aquello».
¿Dará crédito a una persona con tal conciencia de sí misma? Posiblemente podría,
pero si lo hace, debería reconocer que lo que realmente está haciendo esa persona
es cerrándose lo máximo posible. Es como si la persona estuviera diciendo
realmente: «Sé que tengo mis limitaciones, pero me gusta así» -lo cual, por
supuesto, es la prerrogativa de esa persona. No se puede negar que tal persona es
consciente de sí misma, pero sólo respecto a una parte limitada de ella. Sólo
probando cosas, usted aprende a definir y luego refinar sus gustos y preferencias
-y al hacer esto explora su propio potencial humano-. Negarse incluso a probar le
hace menos persona; alguien que no está realmente seguro de en lo que es capaz
de convertirse. ¿Cuántos de nosotros estamos preparados para forzarnos al límite
para descubrir lo que realmente podemos hacer? Sin embargo, para ser positivo
usted debe ser consciente de sí mismo, tener confianza en sus propias
capacidades, pero no hasta el punto de un optimismo sin sentido.
Piense en la gente negativa que conoce. El tipo de gente que empieza las
frases con «Es difícil» o «No vale la pena». ¿Qué le molesta de ellos? ¿Han tratado
de solucionar las cosas cuando dicen «No», de modo que puede estar seguro de
que esté basado en el auto-conocimiento? ¿O es que convierten las cosas en una
forma general de salida del miedo a lo desconocido? Suponga que expresan sus
sentimientos negativos de una forma divertida (como lo hacen a menudo). ¿Hace
esto que se sientan mejor sobre ellos mismos? ¿Le hace sentirse mejor a usted
hacia ellos?
Finalmente, recuerde que ser prejuicioso -abierta o encubiertamente- es otro
signo seguro de negatividad. Esto es debido a que el prejuicio trata sobre hacer
juicios o formarse opiniones, sin considerar toda la información relevante y los
temas que surgen de ella. La tendencia resultante y la hostilidad no pensada
excluyen muchas posibilidades constructivas que podrían, de otra forma, abrirse a
usted. Esto es debido a que los prejuicios cierran su mente cristalizando los
sentimientos negativos sin someterlos a un riguroso examen de sus causas
PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.
subyacentes y un examen más de cerca de sus consecuencias para nosotros y
para los demás.
Sea honesto consigo mismo
Esto trata sobre ser auténtico, haciendo cosas para mantener quién es
realmente para poder decirse a usted mismo «Ese soy yo realmente». Por
supuesto, trabajar esto no es una cosa fácil de hacer, porque no estamos
acostumbrados a preguntar «¿Quién soy yo?». Uno de nosotros tuvo un cum-
pleaños recientemente y se preguntaba cómo celebrarlo; una gran fiesta o no. Por
tanto, habló con amigos que dijeron: «Una gran fiesta, tú no eres así en absoluto.»
Entonces lo discutió con la familia y dijeron: «¿Por qué no? Lo pasarás bien.» Así
que celebró la fiesta y la disfrutó.
Tómese su tiempo para preguntarse: ¿Quién es el verdadero yo? ¿Qué me
define? ¿Cuándo estoy siendo honesto conmigo mismo y cuándo no?
Probablemente necesitará tomarse su tiempo con este ejercicio porque las
respuestas no saldrán rápidamente, pero creemos que encontrará que es
gratificante e instructivo.
Sólo porque participó en una fiesta no le convierte de la noche a la mañana de
ser un introvertido a un extrovertido; existe mucho más para ser honesto consigo
mismo que eso. Lo que tiene que trabajar es lo que le va y lo que no la mayoría del
tiempo. Por supuesto, «déjese llevar», pero cuando llega a un punto real -cuando
usted siente que se está comportando de forma que se aleja de su verdadero yo-
entonces llega el momento de decir «es suficiente».
Ser honesto consigo mismo, por tanto, trata sobre ser realista -conociendo las
fortalezas y limitaciones de sus sentimientos y actuando de acuerdo con ellos-. A
este respecto, la primera cosa que hay que entender es que ser honesto consigo
mismo no le reduce; al contrario, perfila su percepción del rango de opciones
abiertas a usted para que tenga menos decepciones y más éxitos en su vida. Si
usted sabe que no disfruta trabajando con otra gente, trate de encontrar algo más
en lo que tenga una oportunidad de hacer más cosas por su cuenta. Si usted sabe
PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.
que el trabajo voluntario no es para usted, aléjese de ello y busque otra salida para
sus energías que le dé mayor satisfacción. Si siempre ha tenido ganas de hacerlo,
corra una maratón de todas formas, pero si es usted un corredor divertido,
asegúrese de pasarlo algo bien.
Dé un descanso a la lógica y a la racionalidad
Este aspecto del autoconocimiento está netamente resumido por el título de una
canción de David Byrne: «Deje de hacer cosas con sentido». Puesto de forma
simple, el consejo aquí es que sea más receptivo a lo que le están diciendo sus
emociones -tomarse sus «instintos» seriamente-. Para hacer esto tiene que estar
preparado para desterrar al tirano cerebro y rendirse a sus intuiciones, sensaciones
y al juego de su imaginación.
La canción, por tanto, sirve para advertirnos contra permitir que la racionalidad
enmarque nuestras vidas, incluso cuando nuestras emociones tratan de expulsarla.
Por muy ineptos que podamos ser, se ha colocado una gran carpa en nuestra
sociedad bajo el poder del pensamiento racional. Como resultado, la parte creativa
y juguetona de la mayoría de nosotros está poco utilizada y poco nutrida. La
mayoría de la gente ha aprendido a suprimir su intuición y está condicionada a
apoyarse solamente en las partes lógicas y racionales de su mente. La intuición,
por cierto, significa el poder o facultad de conseguir el conocimiento directo o
cognición, sin un pensamiento racional e inferencia; en otras palabras, tener un
pensamiento sin saber cómo ese pensamiento llegó a nuestra cabeza.
Por tanto, cuando la gente dice «estar en contacto con uno mismo», lo que nos
está diciendo es que conectemos con las partes intuitivas y creativas de nuestras
mentes. Por supuesto, estar en contacto con uno mismo tiene mucho que ver con
descubrir quién es usted y ser honesto consigo mismo. El cómo esté en contacto
con usted mismo es una cosa muy individual.
PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.
Escuche a los demás
Aquí la línea del argumento es que cerrando sus oídos a los demás, usted está,
en efecto, restringiendo seriamente la posibilidad de reflexionar sobre sus propios
sentimientos, pensamientos y comportamiento. Cuanto más absorto esté, menos
conciencia de usted mismo tendrá; pierde el equilibrio del que hablamos
anteriormente. La gente que no escucha piensa que sabe más -«A la mente le
gusta la cama siempre hecha», en la frase de William Carlos Williams-. La gente
que piensa que sabe más está rechazando reflexionar sobre su propio
comportamiento, excepto quizá para confirmar que sigue sabiendo más todavía.
Comprenda su impacto en los demás
Pero mejorar en el componente del autoconocimiento de la IE demanda más
que escuchar; debe evitar emitir juicios o sacar conclusiones prematuramente, o
responder de forma defensiva a lo que se ha dicho. Cuanto más falle en evitar esas
reacciones, más frustrado, agitado y enfadado (y menos autocontrolado) se
volverá. Quizás esto es el por qué algunas personas cesan de escuchar. Pero no
es la respuesta; usted tiene que escuchar activa y abiertamente para tratar de dar
sentido a lo que ha oído.
Comprender su impacto en los demás es un aspecto crucial del
autoconocimiento porque los fuertes sentimientos y los impulsos que ellos generan
pueden ser explosivos si se manejan incorrectamente. Tenemos que ser cautos en
la forma en que respondemos a nuestras propias emociones, por tanto, también
ser sensibles a los de las otras personas. ¿Pero cuántos de nosotros entendemos
realmente el impacto que tenemos en los demás, incluyendo a los más cercanos?
Podríamos parecer a algunos distantes e insensibles, para otros dudosos y
versátiles, y todas esas cosas para algunas personas. Podríamos sorprendernos si
descubriéramos lo que los demás realmente sienten acerca de nosotros -y es una
curiosidad del comportamiento humano que raramente descubrimos-. Por ejemplo,
¿puede usted decir honestamente, con la mano en el corazón, que entiende lo que
PONGA A PRUEBA SU INTELIGENCIA EMOCIONAL WOOD, R. Y TOLLEY, H.
sus colegas y amistades sienten hacia usted, incluso aquellos que usted piensa
que están más cerca suyo? ¿Su yo interior es realmente la tierra desconocida?
A menudo, sólo descubrimos algo sobre nosotros mismos cuando una persona
deja escapar algo sin querer. Puede no ser grato descubrir información de esta
forma (dependiendo de lo que tengan que decir). Usted puede aprender cosas so-
bre usted mismo preguntando directamente, pero puede no serle fácil. Es válido
probar con alguien que le conozca bien y cuyos juicios respete.
Por tanto, puede ser complicado descubrir exactamente cómo impactamos en
los demás y, por tanto, debemos aprender a controlar nuestro propio
comportamiento lo mejor que podamos. Así es como la empatía -nuestra capacidad
de sentir lo que los demás están sintiendo- ayuda. Si puede sentir con un grado de
exactitud cómo sienten los demás, entonces normalmente puede medir cómo le
están respondiendo, y de esa forma asegurarse de que se comporta de forma
apropiada a las circunstancias.
¿QUÉ SIGNIFICA CONOCER LAS PROPIAS EMOCIONES? BACH, E. Y DARDER, P. (2002). SEDÚCETE PARA SEDUCIR. ESPAÑA: PAIDÓS.
(PÁGINAS 70 A 83)
¿QUÉ SIGNIFICA CONOCER LAS PROPIAS EMOCIONES? En general las personas conocemos poco nuestras emociones, y prueba de ello
es la dificultad que la mayoría de nosotros experimentamos cuando hablamos del
tema. Si le preguntamos a alguien qué hace o a qué se dedica, podemos tener
conversación para un buen rato, pero, si en cambio le preguntamos cómo se siente,
es muy probable que en un par de segundos podamos dar por terminada la charla. Y
es igual de probable que la respuesta previsible, «bien», ni tan sólo sea verdad. Lo
más terrible es que no nos sucede con desconocidos, sino con personas que forman
parte de nuestro círculo íntimo y con las que los niveles de comunicación en los que
nos movemos no distan mucho de las fórmulas rituales estereotipadas que
utilizamos con desconocidos: «Hola, ¿qué tal, cómo estás? Yo bien, ¿y tú? Yo
también bien, gracias».
Sin vivir las emociones, no llegamos nunca a conocerlas, y sin compartirlas,
tampoco. Conocer las propias emociones significa:
Conocer las causas de nuestras emociones. No hay sentimientos
inmotivados (Castilla del Pino, 2000, pág. 112). La negación de motivos
como «No sé qué me pasa o por qué estoy así» obedece a menudo al
miedo que tiene el sujeto a que su descubrimiento altere el equilibrio
interno —muchas veces precario— en el que se encuentra y le obligue a
un replanteamiento vital/personal, parcial o total;
SEDÚCETE PARA SEDUCIR BACH, E. Y DARDER, P.
Descubrir las necesidades vitales básicas y las metas o expectativas que
hay detrás de una emoción. El conocimiento de las emociones debe ser la
puerta de acceso a lo que uno quiere y necesita para sentirse bien y a la
vez el camino que nos conducirá a establecer vínculos afectivos con el
otro y a colaborar en proyectos comunes;
Conocer las propias emociones significa, también, analizar la fun-
cionalidad de los esquemas emocionales con los que afrontamos los
acontecimientos de nuestra vida. Se trata de utilizar la información que
nos proporciona la emoción como recurso reorientativo y adaptativo.
Implica abordar y entender la emoción que experimentamos en términos
de congruencia o incongruencia, de adecuación o inadecuación entre
nuestras acciones y los intereses o las expectativas que las mueven para
poder reformular unas, otras o las dos. Finalmente, conocer las propias
emociones significa también identificar, reconocer y poner un nombre a
las emociones que tenemos.
Es importante no reducir el conocimiento de las propias emociones a este último
punto. No basta con identificar, reconocer y poner nombre a las emociones que
experimentamos. Esta sería una actividad meramente cognitiva que no se
diferenciaría demasiado del hecho de nombrar las partes del cuerpo humano o las
partes de una flor. Además de ponerles nombre, tendríamos que procurar tener una
visión lo más completa posible del conjunto de factores que originan nuestras
emociones.
Conocer las emociones y sus causas es necesario porque nos puede otorgar
capacidad de influencia sobre nuestras respuestas emocionales y conductuales.
Nos puede alejar del determinismo biológico y del condicionante cultural, y
acercarnos a la autonomía personal y a la inteligencia creadora (Marina, 1993), así
como mejorar los esquemas emocionales que aplicamos a las situaciones que
vivimos.
Uno de los objetivos del desarrollo emocional debe ser conducir al umbral de la
consciencia las motivaciones ocultas y las asociaciones estímulo/respuesta que
SEDÚCETE PARA SEDUCIR BACH, E. Y DARDER, P.
hemos fijado por condicionamiento y que originan nuestras emociones. Hay unas
cuantas emociones innatas, pero la mayor parte de ellas son respuestas
condicionadas. Hemos asociado un estímulo a una emoción, y cada vez que se
presenta aquel estímulo u otro similar, experimentamos automáticamente la misma
emoción. A veces la emoción es apropiada al estímulo, pero otras no tiene ningún
tipo de relación. La desencadena algún trauma, frustración, carencia o experiencia
emocional mal resuelta que tenemos inconscientemente asociada a aquel estímulo
y que nos provoca distorsiones cognitivas o reacciones inapropiadas.
No obstante, debemos ser conscientes de que nunca llegaremos a juntar todas
las piezas que conforman el rompecabezas de nuestras emociones. Por mucha
introspección que practiquemos y mucha destreza emocional que vayamos
adquiriendo, siempre nos quedará algún cabo suelto. Pero esto no debe ser un
factor disuasivo para emprender un proceso de autodescubrimiento emocional.
Cuanto más conozcamos de nosotros mismos, de lo que nos es propio y de lo que
hemos ido incorporando posteriormente a partir del aprendizaje y de las
experiencias vividas, más fácil nos será aceptar y regular lo que es innato, y
modificar y ampliar lo que es adquirido a partir del entrenamiento y de la progresiva
incorporación de hábitos nuevos que lo superen o lo contrarresten.
El valor de la emoción como fuente de autoconocimiento queda fuera de toda
duda. Los pensamientos y sentimientos que construimos a partir de nuestras
emociones serán más consistentes e integradores cuanto más se sustenten en las
necesidades y metas que las desencadenen.
Por otro lado, conocer las propias emociones es un paso previo imprescindible
para llegar a regularlas. Es muy diferente estar triste y saberlo, que estar triste y no
saberlo. Al tomar conciencia de la emoción que estoy experimentando, me será más
fácil, para afrontarla, adoptar estrategias que favorezcan mi proyecto vital, en lugar
de entorpecerlo.
SEDÚCETE PARA SEDUCIR BACH, E. Y DARDER, P.
Al mal tiempo, mala cara
Debemos considerar las emociones como estados internos y externos al mismo
tiempo. Esta distinción es importante, porque uno de los problemas mayores de las
emociones es la disonancia entre el estado emocional interno y el externo, entre lo
que siento y lo que aparento sentir o dejo traslucir realmente.
Una de las máximas que mejor define lo que ha sido hasta la actualidad la
vivencia de las emociones es la de al mal tiempo, buena cara. En cuestión de
emociones las vivencias son internas, y la cara pocas veces acostumbra a ser
el espejo del alma.
Desde la salud emocional, nos atrevemos a reivindicar que al mal tiempo
tenemos derecho a poner mala cara, y conviene que en determinadas ocasiones así
lo hagamos. La mayoría de las veces poner buena cara no es otra cosa que una
estrategia para no tener que afrontar las causas últimas de nuestro malestar o para
no tener que mostrarnos como realmente somos, y con estas actitudes no
conseguimos otra cosa que perpetuar el mal tiempo en nuestro interior y causar una
disgregación cada vez más acusada entre lo que somos y lo que aparentamos ser.
Las emociones básicas o primarias (y de éstas hay pocas: miedo, rabia, tristeza,
alegría...) son biológicamente adaptativas si se atienden en el momento en el que se
producen y se expresan de la manera que les es propia. Por ejemplo, es más propio
que la tristeza se exprese llorando y la rabia refunfuñando que al revés. Para que
esta función adaptativa pueda tener lugar tenemos que pasar por una serie de pro-
cesos —como permitirnos aceptar, comprender y reorganizar la experiencia
emocional—, que no podemos completar sin la participación del otro. Necesitamos
la comprensión del otro, y necesitamos básicamente su apoyo, así como también la
interpelación, la confirmación y el punto de referencia externo a nosotros que el otro
representa, no sólo para superar nuestras evidencias subjetivas y ampliar límites,
sino básicamente porque el acercamiento al otro es origen y final del recorrido que
empiezo hacia mí mismo. Sin el otro no podría construir mi identidad.
SEDÚCETE PARA SEDUCIR BACH, E. Y DARDER, P.
Debemos recordar que «las emociones son funciones biológicas del sistema
nervioso, funciones cerebrales» (LeDoux, 1999, pág. 14) y, por lo tanto, internas;
pero debemos admitir también su función social y socializadora, y así pues, externa.
A pesar de tratarse de estados biológicos internos, la mayoría de emociones se
origina en una situación de interacción entre un t ú y un yo. Esto significa que tienen
un origen y también una repercusión social. La congruencia entre esta doble
dimensión biológico-interna y social-externa será determinante para establecer
unas relaciones interpersonales fundadas en la autenticidad y la integridad
personales.
En este punto se produce una nueva paradoja. Por un lado, tenemos que llegar a
descubrir quiénes somos internamente para poder relacionarnos con los demás
desde la más profunda honestidad, pero por el otro, no hay integridad ni integración
posibles sin interacción social humana. Esto es tanto como decir que debo tener
suficiente confianza en mí mismo y en el otro como para, mucho antes de saber
quién soy, lanzarme a interactuar con la doble esperanza de descubrirme y de
descubrir al otro en el proceso.
Esta paradoja nos ayuda a distinguir entre las emociones dirigidas a uno mismo
y las emociones dirigidas a los demás, y a afirmar la interdependencia entre unas y
otras. Entre las primeras existe la vivencia y el conocimiento de las propias
emociones, que conduce a la valoración positiva de uno mismo, a la autoestima, a la
regulación emocional y a la capacidad de automotivarse. Las segundas se pueden
concretar en la comprensión de las emociones de los demás, la empatía, las
habilidades sociales y las vivencias éticas que, juntas, nos permiten sintonizar y
establecer vínculos emocionales enriquecedores con los que nos rodean.
Decidirse a vivir, a conocer y a regular las emociones exige necesariamente
arriesgarse en la relación con los demás. A partir de ésta, que debe regirse por unos
pactos consensuados y unos valores compartidos, emergerá el desarrollo personal
mutuo y la satisfacción vital compartida.
SEDÚCETE PARA SEDUCIR BACH, E. Y DARDER, P.
Todas las emociones son necesarias
La distinción que a veces se hace entre emociones positivas (amor, humor,
alegría...) y emociones negativas (miedo, rabia, tristeza...) no significa que unas
sean malas y otras buenas. Significa que unas coinciden con nuestros objetivos y
las otras no, que unas las vivimos como placenteras y las otras no. Explicado así se
entiende lo que significa, pero la diferenciación no nos satisface. «Por último, vuelvo
a insistir en la conveniencia de eliminar la calificación de los sentimientos en posi-
tivos y negativos. Los sentimientos son de aceptación o rechazo, y su positividad o
negatividad no se determina en abstracto, sino que depende de los efectos que
causen en el sujeto» (Castilla del Pino, 2000, pág. 153).
La melancolía se puede vivir con un cierto placer, por ejemplo. La tristeza puede
ser de una gran belleza y el humor puede resultar ofensivo. La rabia puede ser
constructiva y el amor mal entendido puede llegar a ser destructivo. Pero éstas no
son las únicas objeciones. Tenemos algunas más. ¿Por qué tiene que ser negativo
lo que puntualmente va o parece ir contra nuestros objetivos? Y si resulta que
nuestros objetivos están mal fijados, ¿por qué no se corresponden con nuestras
necesidades o capacidades reales? ¿Y si aquella emoción que no es congruente
con nuestros objetivos, y que por este motivo la llamamos negativa, nos conduce
finalmente a una revisión de nuestro proyecto vital y a una reformulación más
realista de nuestros objetivos? Realmente, ¿podemos denominar negativa a una
emoción que puede acabar re-conduciendo y positivizando determinados aspectos
de nuestra vida?
Por otro lado, la distinción apriorística entre positivas y negativas puede
inducirnos a establecer una serie de prejuicios contra determinadas emociones y
conducirnos a excluirlas de nuestro repertorio habitual.
Con todo, la razón principal es que, en lo que se refiere a su potencial
constructivo y adaptativo, no hay distinción entre positivas y negativas. Las dos
pueden ser positivas en este sentido, y esto es lo verdaderamente importante. Por
este motivo preferimos hablar de vivencia o integración positiva o negativa,
adaptativa o desadaptativa de nuestras emociones.
SEDÚCETE PARA SEDUCIR BACH, E. Y DARDER, P.
Que la distinción no es inofensiva lo demuestra el hecho de que es fácil llegar a
formular a partir de ella objetivos que pretendan fomentar las primeras y eliminar las
segundas, y cuando se eliminan las segundas, nos privamos de señales o
informaciones reguladoras de gran valor para nuestra vida.
No siempre podremos evitar ni prevenir las denominadas emociones negativas.
Lo que sí podemos conseguir con entrenamiento es minimizar los efectos
perjudiciales que en determinados momentos pueden tener sobre nuestra vida y
nuestras relaciones. Pero para que esto sea posible, hay que sentirlas, observarlas
y expresarlas igual que las denominadas positivas, por medio de canales y
estrategias que favorezcan su integración.
Todas las emociones son además necesarias. La tristeza es necesaria, porque
sin ella no podría haber alegría. Más aún. A veces, a pesar de conocer la alegría, es
necesario acercarse a la tristeza para acceder a una alegría más completa y sólida.
En este punto podemos recordar a Machado: «Tenía una espina en el corazón,
logré arrancármela y ahora no me siento el corazón»; a Montaigne, que decía que
quien arrancase al hombre el conocimiento del dolor, le extirparía al mismo tiempo
el conocimiento del placer y reduciría el hombre a la nada; o a Cornelius y Faire:
«No se puede ser feliz si no se puede experimentar tristeza, y no se puede sentir
realmente amor si no se es capaz de expresar ira» (Tú ganas, yo gano,
Yo soy así
1989, pág.
107).
¿Cuántas veces lo debemos haber dicho? Yo soy así. Esta frase puede ser
afortunada o desafortunada dependiendo del tono en el que se diga y del mensaje
implícito que conlleve.
Muchas veces se pronuncia desde el paradigma de la independencia, que es el
paradigma en el que se encuentra actualmente una parte considerable de nuestra
sociedad. Después de pasarnos unos años acatando sumisamente la moral y las
normas que nos vienen impuestas desde fuera y que en muchos casos han
supuesto la negación del yo interno, estamos en una fase ineludible de rebelión de
SEDÚCETE PARA SEDUCIR BACH, E. Y DARDER, P.
los yoes.
1.
El problema es que nos quedamos en esta fase. Esto puede ser negativo
por dos razones:
2.
Porque puede significar que nos resignemos a ser como somos, sin
ningún tipo de espíritu de superación, o quizá sin ningún deseo de
aprender a tolerarnos ni a convivir lo mejor posible con lo que somos.
O porque puede querer decir que el otro nos tiene que «aguantar» como
somos tanto si le gusta como si no: Esta es mi decisión y tú debes
aceptarla, mi vida es mía y tú no debes entrometerte, a mí no tienes que
decirme lo que tengo que hacer..., o peor aún: Si no te gusto, te
aguantas... Cuántas veces habremos oído estas frases en un tono
agresivo, de negación y desconsideración total hacia el otro.
Yo soy así, puede llegar a sonar bien cuando uno lo dice en un tono de humor o
de humildad que denota la aceptación de lo que se es y la reconciliación consigo
mismo, y también cuando admitimos que, a pesar de ser actualmente de una
determinada manera, con el tiempo podemos llegar a ser de otra.
En este punto conviene hacer una distinción entre el modo de ser y el modo de
comportarnos. Actuar puntualmente de una determinada manera que pueda ser
valorada por uno mismo y por los demás como inapropiada no significa que uno sea
siempre así. Por otro lado, ser capaz de adoptar determinadas formas de conducta
de las consideradas apropiadas tampoco es garantía de que estas formas estén
bastante asumidas interiormente.
No podemos olvidar que nuestro proceso de desarrollo no termina nunca. A
veces, cuando decimos Yo soy así, lo decimos como si realmente hubiese
terminado y ya no fuese posible ningún cambio ni evolución. Esto no sólo no es
cierto, sino que además representa una falta de consideración importante hacia uno
mismo y hacia los demás. El anhelo de superación y el deseo de mejorar la calidad
de nuestra vida y de nuestras relaciones deberían mostrarse todavía más visibles
en la vida adulta, y ya no sólo por la legítima aspiración al bienestar personal, sino
fundamentalmente por un sentimiento y un sentido de responsabilidad hacia el
bienestar de aquellos que nos rodean.
SEDÚCETE PARA SEDUCIR BACH, E. Y DARDER, P.
¡Qué miedo!
¿Cuál es el principal obstáculo con el que podemos topar en el momento de
conocer nuestras emociones? Sin duda alguna, el miedo.
Tengo miedo de saber de mí porque esto puede significar que me obligue a
cuestionarme y a moverme, y tengo miedo del otro porque puede ser que el otro me
cuestione y me obligue a moverme. El miedo a lo que puedo llegar a descubrir de mí
mismo provoca que me resista a adentrarme en mis sentimientos y a relacionarme
estrechamente con el otro. Cuando me doy cuenta de que el conocimiento de mis
emociones me puede comportar ciertos riesgos y exigirme ciertas responsabilida-
des a veces incómodas, es posible que desista de hacerlo y me quede allí donde
estaba.
La primera resistencia con la que choca inevitablemente la educación de las
emociones es la resistencia al cambio propia de cualquier organismo vivo. Para
educarnos —o reeducarnos— emocionalmente tenemos que estar dispuestos a
cuestionarnos cosas cada día, a imprimir en nuestra vida cambios de rumbo, que a
veces pueden ser radicales o espectaculares.
El miedo al dolor puede bloquear mis emociones, y en consecuencia mis
acciones, y este bloqueo puede llegar a ser todavía más perjudicial que el dolor del
que intento huir. Me puede dejar estancado en una situación o en un momento
evolutivo determinado, que me impedirá avanzar hacia lo que me podría hacer
madurar y podría proporcionarme una mayor felicidad, aunque fuese a costa de una
cierta dosis de sufrimiento.
Por miedo a ser demasiado sensibles, nos da miedo afrontar nuestra debilidad,
descubrir la necesidad del otro, vernos las caras con el dolor y con toda la gama de
emociones que forman parte de la pluralidad de lo humano, que son unas cuantas
más que aquellas que se consideran políticamente correctas y que tienen la
catalogación de positivas.
Por miedo a nuestra parte biológica, instintiva o primaria, hemos cultivado sólo
nuestra parte racional y hemos dejado mucha vida encerrada dentro de nosotros.
SEDÚCETE PARA SEDUCIR BACH, E. Y DARDER, P.
Más que complemento de la dimensión cognitiva, la dimensión emocional debe
entenderse como el eje vertebrador que puede hacer posible la integración fecunda
y satisfactoria de aspectos del ser humano que deberían funcionar de forma
integrada y que han sido escindidos: los innatos y primarios por un lado y los
racionales y aprendidos por el otro.
La vida debería apropiarse de las emociones, y no la ciencia para esterilizarlas y
extirpar algunas de forma preventiva. Huxley escribió: «Cuando el individuo siente,
la comunidad se resiente». Es evidente que la heterodoxia y el pensamiento
divergente amenazan la sociedad. Quien se dedica a cultivar su sensibilidad y su
capacidad de emocionarse representa una amenaza para quien no lo hace, pues
quizá ya sería hora de que nos dedicásemos a sentir intensamente, a ver si se
resiente y tambalea por fin una sociedad poco excitante que busca en la droga, en el
alcohol, en el consumismo, en la violencia, en los reality shows, en los deportes de
riesgo y en cualquier otro tipo de simulación o de adicción, entre los que no hemos
de descartar la propia adicción al conocimiento o al trabajo, sucedáneos de la
carencia de emociones auténticas.
AUTOCONOCIMIENTO
TORRABADELLA, P. (2001). CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA
EMOCIONAL. ESPAÑA: OCÉANO.
(PÁGINAS 47 A 57)
AUTOCONOCIMIENTO “Dime cómo te sientes y te diré quién eres”
El viaje más largo es el que se hace hacia el interior de uno mismo.
DAJ HJALMAR HAMMARSKJÓLD
Vivimos de afecto Desde el mismo instante en que nacemos, ansiamos intercambiar afecto. Está
demostrado que si se aísla a un bebé de todo contacto físico, privándole de una
proximidad afectiva, aunque se le den los cuidados y el alimento para sobrevivir, será
propenso a enfermar y, en casos extremos de aislamiento, es probable que muera.
Cuando recibimos afecto, notamos que alguien reconoce nuestra existencia, que le
interesamos. Necesitamos sentir que importamos a alguien para que nos interese existir.
Nuestra sed de afecto es tan imperiosa que puede empujarnos a intentar sentir y ser lo
que se nos pida con tal de complacer a una posible fuente de afecto. Si por escasez sólo
disponemos de una fuente de afecto que en vez de darnos afecto positivo (amor) nos riñe
CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL TORRABADELLA, P.
o nos desprecia (nos da afecto negativo), preferiremos sus desprecios o castigos antes
que sentirnos ignorados.
Tardamos años en comprender que lo importante es lo que sentimos en nuestro
interior (cuando lo aprendemos) y la experiencia tiende a hacernos más inteligentes
emocionalmente. Comprendemos, con el tiempo, que aunque siempre necesitaremos
afecto, únicamente lo que sentimos en nuestro interior importa de verdad.
1.
Es así como empezamos a desarrollar el cultivo de nuestra comprensión de lo que
sentimos; nuestra inteligencia emocional, haciéndonos capaces de:
2.
Darnos cuenta de nuestras propias emociones
3.
Pensar de forma adecuada acerca de las mismas
Comprender las emociones de los demás
Estos tres pasos son sucesivos: nadie puede pensar acerca de una emoción (2) que
no se ha dado cuenta que tiene (1 ) y nadie puede comprender las emociones de los
demás (3 ) si no comprende antes las suyas propias (2).
La inteligencia de nuestras emociones, como la inteligencia de cualquier otra cosa,
puede desarrollarse; de hecho, como en otras ramas del saber humano, se vuelve más
interesante cuanto más sabes. Una vez empiezas a comprender las cosas que sentías
sin ser consciente, se despierta en ti una dinámica que hace crecer tu interés. Tú mismo
deseas investigar cuáles son las formas más eficaces para comprenderte cada vez más.
Desarrollando tu IE comprendes que:
Todos necesitamos afecto para creer que existir importa. Nos adaptamos a
lo que se nos pida, con tal de obtener dicho afecto.
Las decisiones mejores, a la larga, son aquéllas que tomas teniendo en
cuenta tus sentimientos, oyendo tu estado interior (lo afectivo es lo efectivo).
CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL TORRABADELLA, P.
¿Qué nos pasó de niños? Es frecuente inculcar a los niños el mensaje de que no deben intentar comprender
«por qué» se sienten como se sienten: sólo deben evitar sentir ciertas cosas. En determi-
nadas dosis, esta postura conduce a formar personas acostumbradas a no pensar,
ignorantes de que pensando adecuadamente pueden controlar sus sentimientos.
De niño conocías las prohibiciones formuladas o insinuadas por tus progenitores.
Sabías que si querías obtener su afecto, debías evitar ciertas conductas. Por otro lado,
sabías lo que debías hacer porque las personas importantes para ti te decían lo que eras,
lo que suponían que serías o incluso, lo que temían que fueras. Pero, sobre todo, sabías
lo que debías hacer, más que por lo que te decían, por cuándo y cómo te hacían caso.
En ciertas familias, los niños saben que se les quiere sólo por ser ellos, que se les
dará la atención que necesitan y que, si tienen algún problema o alguna situación les
altera, se intentará solucionar o actuar al respecto.
Estas familias de «primera clase», en las cuales ambos progenitores tienen
personalidades adultas, enseñan a usar la lógica y animan al niño a disfrutar, reconocer y
actuar frente a sus emociones infantiles naturales. Son factorías de personas con una IE
bien desarrollada: espontáneos, empáticos y autónomos.
Si la familia no es así, el niño aprende a ocultar ciertas emociones. Tal como Claude
Steiner explica en su libro Los guiones que vivimos,
Cómo mejorar tu inteligencia emocional
que el niño «esté mal» puede servir
de excusa, por ejemplo, para no cuidarle como es debido, para reñirle (descargando así
las frustraciones que los mismos padres tienen), etc.
Puedes mejorar tu inteligencia emocional «dándote cuenta» de qué emociones
reprimes sin ser consciente.
Así, enfrentándote a dichas emociones, notándolas en tu cuerpo y pensando acerca
de ellas, podrás aceptarlas y vivir de forma plena. Se trata de una toma de contacto
contigo mismo.
CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL TORRABADELLA, P.
Sentimos de acuerdo con las normas sociales de la época. La organización social y la
cultura han ido evolucionando y moldeando nuestras expresiones emocionales. Y la
sociedad refuerza las respuestas que le resultan más útiles. (A ella, no a ti).
Así, en una organización social altamente cooperativa como por ejemplo la de ciertos
esquimales canadienses, que viven en condiciones climáticas extremas, no se conocen
los sentimientos de ira o rabia y no hay medios para designarlos, ni siquiera con palabras.
Cuando un miembro sufre una frustración, se sentirá o bien deprimido o bien alegre.
Allí no tendría ninguna utilidad que los veinte o treinta sujetos que viven en un territorio de
70.000 km2 se agrediesen y menos que se exterminaran unos a otros. No se contempla
esta posibilidad y, por tanto, no se considera ni siquiera posible la emoción de la ira.
Contar contigo mismo
Cuando una persona sintoniza con sus propias emociones sintoniza consigo mismo,
dejando al margen lo que la sociedad o los demás dictan. Sentir una emoción es creer en
ti mismo.
Tu mejor amigo y aliado en el mundo eres tú mismo. Puedes pensar que tu estabilidad
depende de tu familia, de tu trabajo, de tus amigos o de los afectos que tienes, pero hay
algo que sabes seguro: con lo único que puedes contar para siempre es contigo mismo;
naciste solo y morirás solo.
Tu concepto de ti mismo fue modelado en los primeros años de tu vida, como producto
de las diversas formas en que eras visto por los demás.
Mucha gente no llega nunca a cuestionar o a poner en tela de juicio esa imagen que
de sí mismo le dieron y la confunde con su yo real.
1.
El autoconocimiento requiere de tres etapas:
2.
¿Qué sientes del exterior? Sensaciones.
3.
¿Qué sientes de tu interior? Emociones.
¿Qué piensas conscientemente? Pensamientos.
CÓMO DESARROLLAR LA INTELIGENCIA EMOCIONAL TORRABADELLA, P.
¿Cómo saber quién eres?
Una cosa te lleva a la otra; se trata de una cadena que hace que puedas
comprenderte más a ti mismo.
Haciéndote consciente de las acciones que tienen valor y sentido para ti llegarás a
conocerte mejor. ¿Qué cosas cuentan para ti? ¿Qué cosas son secundarias o carentes
de importancia? No importa que sean sencillas, como cuidar tu cuerpo y tu forma física,
criar de forma apropiada a tus hijos, realizar una misión en tu trabajo o cualquier otra cosa
carente de espectacularidad.
Cuando te conoces, no te sientes determinado por lo que en principio se espera de ti;
usas tus criterios internos para vivir de forma plena. Conocer tu esquema de valores es el
paso previo y necesario para dar un sentido a tu «yo», para tener una noción clara y
concreta de quién eres.
Conoce tus rasgos
En cada momento de tu vida eres libre para pensar y actuar de la manera que te
parezca más inteligente, aunque esto Implique hacer algo que los que te conocen quizás
no esperan de ti. Si la vida puede ser una comedia, es bueno dar sorpresas (y aceptarlas)
cuando eso te hace feliz. La vida es un drama para quien no piensa.
Conocerse a uno mismo es la obra de una vida. Es aprender a escucharte, aceptar tus
propias emociones, tus características profundas, descubrir lo que realmente quieres y te
conviene.
Vivimos constantemente inmersos en estímulos externos, pendientes de analizar el
entorno. Pero, por muchas cosas o afectos que logremos, la paz interior y la felicidad sólo
pueden darse cuando estamos de acuerdo con nuestro ser más profundo.
El proceso de conocerte implica: escucharte a ti mismo, atender a tus pensamientos
en solitario, enriquece tú interior; darte cuenta de tus emociones y aceptarlas te permite
pensar y actuar respecto a ellas, ponerte en movimiento.; tu modo de sentir y pensar