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Estados Romano-Germanos de Occidente Corona de Recesvinto Fíbula longobarda Broches en forma de águila Mausoleo de Teodorico en Ravena Nombre: Estados Romano-Germanos de Occidente Inicio: Año 395 Fin: Año 600 Siguientes: Grandes invasiones y fin del Imperio Romano Occidental Europa merovingia Las Españas visigodas Africa vándala Ostrogodos y longobardos en Italia Gran Bretaña anglosajona Estructuras sociopolíticas y administrativas Cuando en enero del 395 falleció el emperador Teodosio pocos provinciales del Occidente podían pensar que de hecho iban a dejar de pertenecer al Imperio poco más de medio siglo después. El Imperio Romano había pasado por invasiones externas y guerras civiles terribles en el pasado, y de todas se había recuperado. Hacía escaso tiempo que Teodosio había logrado nuevamente unificar bajo un solo cetro ambas mitades del Imperio, y el triunfo de

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Estados Romano-Germanos de Occidente

Corona de Recesvinto

Fíbula longobarda

Broches en forma de águila

Mausoleo de Teodorico en Ravena

Caliz burgundio procedente del tesoro

de Gourdon

Nombre: Estados Romano-Germanos de OccidenteInicio: Año 395Fin: Año 600Siguientes:Grandes invasiones y fin del Imperio Romano OccidentalEuropa merovingiaLas Españas visigodasAfrica vándalaOstrogodos y longobardos en ItaliaGran Bretaña anglosajonaEstructuras sociopolíticas y administrativas

Cuando en enero del 395 falleció el emperador Teodosio pocos provinciales del Occidente podían pensar que de hecho iban a dejar de pertenecer al Imperio poco más de medio siglo después. El Imperio Romano había pasado por invasiones externas y guerras civiles terribles en el pasado, y de todas se había recuperado. Hacía escaso tiempo que Teodosio había logrado nuevamente unificar bajo un solo cetro ambas mitades del Imperio, y el triunfo de la nueva religión de Estado, el Cristianismo niceno, parecía apoyar desde los Cielos a un Imperium Romanum Christianum y a una dinastía que venía ejerciendo el poder desde hacia más de treinta años. Desde el punto de vista de los grupos dirigentes de Occidente la dinastía de Teodosio parecía colmar las aspiraciones de los más, ya que se basaba en un complejo conglomerado de alianzas familiares y políticas con los grupos

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Capiteles historiados de la iglesia de San Pedro de la Nave

(Zamora)

Profetas cantando alrededor del Agnus

Dei

senatoriales más poderosos de las Españas, las Galias e Italia. El gobierno de Teodosio había sabido encauzar los afanes de protagonismo político de bastantes de los más ricos e influyentes senadores romanos y de las provincias occidentales, que de nuevo se aprestaban a ocupar puestos de gobierno en las provincias pero también en la administración central. Además, la dinastía había sabido encauzar acuerdos con la poderosa aristocracia militar, en la que se enrolaban nobles germanos que acudían al servicio del Imperio al frente de soldados bárbaros unidos por lazos de fidelidad hacia ellos. Al morir Teodosio confió el gobierno de Occidente y la protección de su joven heredero Honorio al general Estilicón, hijo de un noble oficial vándalo que había contraído matrimonio con Serena, sobrina del propio Teodosio. Sin embargo, cuando en el 455 murió asesinado Valentiniano III, nieto del gran Teodosio, una buena parte de los descendientes de aquellos nobles occidentales que tanto habían confiado en los destinos del Imperio parecieron ya desconfiar del mismo. Máxime cuando en el curso de dos decenios pudieron darse cuenta de que el gobierno imperial recluido en Ravena era cada vez más presa de los exclusivos intereses e intrigas de un pequeño grupo de altos oficiales del ejército itálico. Además, muchos de muchos de éstos eran de origen bárbaro y cada vez confiaban más en las fuerzas de sus séquitos armados de soldados convencionales y en los pactos y alianzas familiares que pudieran tener con otros jefes bárbaros instalados en suelo imperial junto con sus propios pueblos, que desarrollaban cada vez más una política autónoma. Necesitados de mantener una posición de predominio social y económico en sus regiones de origen, reducidos sus patrimonios fundiarios a dimensiones provinciales, y ambicionando un protagonismo político propio de su linaje y de

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su cultura, estos representantes de las aristocracias tardorromanas occidentales habrían acabado por aceptar las ventajas de admitir la legitimidad del gobierno de dichos reyes bárbaros, ya muy romanizados, asentados en sus provincias. Al fin y al cabo, éstos, al frente de sus soldados, podían ofrecerles bastante mayor seguridad que el ejército de los emperadores de Ravena. Además, el avituallamiento de dichas tropas resultaba bastante menos gravoso que el de las imperiales, por basarse en buena medida en séquitos armados dependientes de la nobleza bárbara y alimentados con cargo al patrimonio fundiario provincial de la que ésta ya hacía tiempo se había apropiado. Menos gravoso para los aristócratas provinciales pero también para los grupos de humildes que se agrupaban jerárquicamente en torno a dichos aristócratas, y que, en definitiva, eran los que habían venido soportando el máximo peso de la dura fiscalidad tardorromana. Unas monarquías bárbaras, en definitiva, que, como más débiles y descentralizadas que el viejo poder imperial, estaban también más dispuestas a compartir el poder con dichas aristocracias provinciales, máxime cuando en el seno mismo de sus gentes tales monarcas desde siempre habían visto su poder muy limitado por una nobleza basada en sus séquitos armados. Pero para llegar a esta situación, a esta auténtica acomodación, a esta metamorfosis del Occidente romano en romano-germano, no se había seguido una línea recta; por el contrario, el camino había sido duro, zigzagueante, con ensayos de otras soluciones, y con momentos en que parecía que todo podía volver a ser como antes. Esta será en lo fundamental la historia del siglo V, que en algunas regiones pudo incluso prolongarse hasta bien entrado el VI como consecuencia, entre otras cosas, de la llamada Reconquista de Justiniano.

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Economía y sociedad en Occidente

Dama del anillo

Campesinos medievales

La ciudad fortificada de Fleurus

Relicario del obispo Alteo

Angeles guardando el Arca de la Alianza

Alcuino de York y Rabano Mauro

Nombre: Economía y sociedad en OccidenteInicio: Año 400Fin: Año 600Siguientes:Bases demográficasEstructuras campesinasCiudad y comercioLenguaje cristiano en las relaciones de poderMonaquismo occidentalLa cultura cristianaEl PapadoPropiedades campesinas

No cabe duda de que es en el plano de las estructuras socioeconómicas, y de sus fundamentales mutaciones, en el que se ha situado uno de los debates esenciales de la moderna historiografía; y ello tanto en una perspectiva de matiz marxista como weberiana. Sustituida para la época que nos ocupa la vieja concepción decadentista por otra que acentúa el carácter propio del periodo, concretado en la particular estructuración de elementos de la Antigüedad clásica con otros de los tiempos plenamente medievales, es evidente que el análisis de las realidades socioeconómicas deberá centrarse en las transformaciones sufridas por el campo y la ciudad, con el telón de fondo de los diversos factores demográficos. Especial interés tiene el estudio del medio rural, dada la supremacía indiscutible de lo agrario en las sociedades occidentales de estos siglos. Si partimos del predominio significativo de la gran propiedad senatorial durante el llamado Bajo Imperio, tendrá particular importancia el análisis de los posibles cambios introducidos en tal statu quo por el asentamiento de grupos de invasores germánicos y el establecimiento de las nuevas formaciones estatales romano-

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entegan un libro a Edgardo germánicas; máxime si se tiene en cuenta

que ambos fenómenos se produjeron bajo modalidades y tiempos muy diversos, y sobre zonas del antiguo Imperio romano dotadas de particularidades específicas por la geografía y la densidad demográfica y por su misma tradición histórica anterior. Tampoco puede olvidarse que el punto final de la evolución socioeconómica de estos siglos sería la plena afirmación de dos grandes clases sociales bien definidas horizontalmente: la aristocracia feudal latifundista, con una funcionalidad en su mayor parte militar, y un amplio campesinado dependiente (servidumbre de la gleba). Polarización social, realizada en base a criterios económicos y político-ideológicos, que se vería unida a la generalización, aunque con variedades y excepciones regionales, del denominado régimen señorial en la explotación de la gran propiedad. En el ámbito urbano, el análisis también debería centrarse en torno a la problemática planteada por las continuidades y discontinuidades con respecto a la Antigüedad clásica. Una tal problemática abarca tanto a la ciudad en su mero aspecto físico -en sí mismo o en relación a todo un territorio centrado en ella- como en su contenido social y a su función económica.

El Imperio Proto-Bizantino

Justiniano dando órdenes a sus

arquitectos

Cisternas de

Nombre: El Imperio Proto-BizantinoInicio: Año 395Fin: Año 711Siguientes:El Imperio de Oriente en el siglo VJustiniano y la crisisDel Imperio Romano al BizantinoSociedad y economía

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Constantinopla

Teodosio presidiendo los juegos

Interior de la iglesia de Santa Sofía de

Constantinopla

Los Reyes Magos

Cultura protobizantina

La historia del Imperio Bizantino -o más propiamente del Imperio Romano (en la pars Orientis)- en los algo más de tres siglos que van desde la muerte de Teodosio el Grande (395) hasta el desgraciado final de Justiniano II, el de la nariz cortada (711), constituye el llamado periodo Protobizantino según una feliz periodización que de la historia bizantina hizo Ernest Stein. Dicho periodo se señalaría por mantener los rasgos esenciales de los tiempos anteriores, los propios del Imperio Romano universal del siglo IV, pero por poner las bases y las condiciones propias del Bizancio clásico de la Alta Edad Media. Entre dichas características heredadas cabría señalar en primer lugar la decidida vocación de la clase dirigente bizantina por conservar el Imperio de los romanos en su prístina extensión tricontinental, tal y como expresaría el emperador Justiniano en su famosa proclama poco antes de iniciar su obra reconquistadora en África e Italia. Dicha vocación no sólo impulsó éste y otros intentos reconquistadores y un costosísimo esfuerzo bélico por mantener las posiciones adquiridas en Occidente, sino también una política intervencionista en los territorios y Cortes romano-germánicas de la Península Ibérica y las Galias. Intervencionismo que se basaba en una querida, y en gran parte reconocida por los otros interlocutores, posición de hegemonía o preeminencia política del Imperio, que en los usos diplomáticos establecidos por éste suponía imaginar al Imperio y a los diversos Reinos como constituyendo una gran familia en la que el emperador constantinopolitano era el padre y los reyes germanos sus hijos. Esta vocación hegemónica en todo el ámbito mediterráneo se basaba, y a su vez favorecía, en el mantenimiento de una cierta unidad económica del Mediterráneo, donde todavía existía un importante comercio,

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especialmente impulsado por el transporte estatal de bienes fiscales que unía los puertos principales del mismo. Y desde el punto de vista cultural supuso un constante reto para el gobierno imperial de crear y sostener una ideología unitaria, expresada en lenguaje religioso, que mantuviera cohesionados a los grupos dirigentes de las diversas regiones que lo componían, evitando la consolidación y diferenciación ideológico-cultural de las mismas. De tal forma que sería en el terreno de las grandes disputas religiosas de la época -Arrianismo, Nestorianismo, Monofisismo y Monotelismo- en el que mejor se reflejaron esas tensiones entre centro y periferia que caracterizaron la época protobizantina. Pero estos siglos también pusieron las bases del posterior Bizancio altomedieval. Dichas tensiones entre centro y periferia al fin supusieron una nueva toma de identidad cultural y étnica por parte del núcleo balcánico-anatólico del Imperio, lo que se expresada en su monolingüismo helénico y en su ortodoxia cristiana. El paulatino colapso del transporte y comercio estatal y mediterráneo de bienes fiscales también constituye otro síntoma y consecuencia de dichas tensiones entre centro y periferia; y, además de explicar la rápida dislocación del Imperio en el Oriente de mayoría no helénica ni ortodoxa y el incontenible avance de la conquista islámica en la segunda mitad del siglo VII, dicha ruptura era síntoma de la culminación de un proceso de cambio socioeconómico que a su vez precipitó. La disminución drástica de los intercambios comerciales y de la fácil provisión de alimentos condujo a la disminución del tamaño de las ciudades, y hasta a la desaparición de varias de ellas. La unión de los intereses de los grandes propietarios y los campesinos frente a las exacciones fiscales del Estado habría supuesto una recreación de las economías campesinas autónomas de subsistencia, a lo

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que también contribuyeron los asentamientos de eslavos en los Balcanes. Recreación campesina que ciertamente sería la base para un cambio fundamental en el reclutamiento militar, propio del régimen Temático clásico. Al mismo establecimiento de éste contribuyó muy fundamentalmente el cambio en la administración pública exigido por la contracción del Imperio y la constitución de casi todo su territorio en una posible frontera en profundidad, y por la necesidad de dotar a los mandos militares de atribuciones fiscales y civiles para el aprovisionamiento directo de sus unidades ante el mismo fracaso de la Hacienda centralizada. Caracterizados así estos tres siglos del Imperio Bizantino por las tensiones entre el centro y la periferia, por su vocación mediterránea universalista y su fracaso, por la continuidad de rasgos propios del Imperio Romano del siglo IV y la aparición de otros típicos del Bizancio clásico de los emperadores isaurios y macedonios, no cabe duda que se dibujarían con nitidez en el plano de los acontecimientos -pero también de las mismas estructuras profundas- tres períodos. El primero de ellos iría de la muerte de Teodosio el Grande (495) a la subida al trono de Justino I (518). El segundo estaría constituido por los sucesores de Justiniano, hasta la crisis de Focas y la sublevación de Heraclio (610). Mientras, el tercer periodo correspondería a la dinastía fundada por este último (610-711).

El mundo islámico

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Nacimiento de Mahoma

Mezquita de la Cúpula de la Roca (Jerusalén)

Mezquita al-Aksa (Jerusalén)

Palacios de Damasco

Minarete y patio de la Gran Mezquita de

Damasco

Interior del Salón Rico de Medina Azahara

Nombre: El mundo islámicoInicio: Año 550Fin: Año 1100Siguientes:La Arabia del ProfetaMahoma: su figuraLa Gran ConquistaLos OmeyasEl espacio islámicoLos abassíes y el apogeo califalDisgregación y nuevos poderesEl fin del Islam clásicoAl-AndalusCivilización islámicaEconomía y sociedad

En vísperas de la aparición del Islam, el Próximo Oriente mediterráneo y su entorno vivían totalmente ajenos a aquella posibilidad, que nadie habría podido prever, pero se hallaban en tal situación de debilidad defensiva y en tan difíciles circunstancias políticas que es relativamente comprensible el que la expansión islámica obtuviera unos resultados tan rápidos y contundentes. Sus principales víctimas fueron los imperios persa, sasánida y bizantino. Bizancio atravesaba por malos momentos desde el último tercio del siglo VI: la obra conquistadora de Justiniano se venía abajo por completo en Hispania, parcialmente en Italia, ante la entrada de los lombardos en la península, y, sobre todo, se derrumbaba la frontera del Danubio ante la agresividad de los ávaros y las migraciones de pueblos eslavos, que se consolidaron en los años finales del siglo VI y primeros del VII. La rivalidad con el imperio persa, el gran enemigo desde el siglo III, acababa de provocar momentos de máxima confrontación: Cosroes II (590-628) había conquistado Siria, Palestina y Egipto entre los años 613 y 619 sin encontrar grandes resistencias, y había llegado a asediar Constantinopla, en combinación con los

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(Córdoba)ávaros, en el año 626. Pero tales éxitos agotaron la capacidad militar y financiera del Gran Rey persa y el emperador Heraclio recuperó todos los territorios perdidos, entre los años 627 y 630. Armenia, como era habitual, había padecido la expansión persa en su propio territorio, pero lo había recuperado después, manteniéndose fiel a su identidad y a su cristianismo, que la aproximaba a Bizancio aunque estuviere fuera de su órbita política, lo que evitaba reacciones antiimperiales semejantes a las que se daban entre los monofisitas de Egipto o Siria. Porque, si el imperio sasánida estaba en proceso de descomposición política, como parece mostrarlo el hecho de que se sucedieran ocho emperadores entre los anos 629 y 632, el bizantino tampoco era lo que parecía: "La realidad del imperio -escribe A. Ducellier- no se corresponde con su extensión geográfica oficial. En torno a un reducto sólido, Anatolia, zona del Egeo, Tracia, litoral griego oriental, grandes islas desde Slcilia a Chipre, provincias de Italia meridional, gravita un enorme conjunto territorial trabajado por las disidencias internas, nacionales y religiosas en Siria y Egipto, étnicas y culturales en Africa, culturales y políticas en Italia, sin contar con el peso eslavo sobre los Balcanes y la amenaza lombarda sobre el Exarcado, Apulia e incluso Cerdeña". La expansión del Islam transformaría radicalmente los anteriores equilibrios de poder y escenarios de enfrentamientos: el imperio persa desapareció mientras que Bizancio se veía privado de sus provincias africanas y de Palestina y Siria; como consecuencia, se aceleró su transformación hacia un nuevo orden de cosas medieval basada en su raíz y componente griega y en la relación e influencia con los eslavos, a menudo en términos defensivos y muy conservadores, sin renunciar por ello ni a la universalidad de la idea imperial ni a su peculiar conjunción

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con la defensa del cristianismo ortodoxo. Al cabo, el nacimiento y apogeo de la civilización bizantina entre los siglos VII y IX permitió la irradiación de influencias religiosas y culturales que contribuyeron decisivamente a establecer la identidad histórica de los pueblos de la Europa balcánica y oriental. En la expansión del Islam hay que valorar lo nuevo, que es el nacimiento de un espacio de civilización aglutinado en torno a una religión original y al poder que emana de ella, y las inmensas consecuencias históricas que se han derivado de aquellos hechos, ocurridos en tan breve tiempo. Pero, también, es preciso valorar cómo refundió una inmensa y heterogénea herencia cultural, convirtiéndose, segué expresión de F. Braudel, en "nueva forma del Próximo Oriente". Una forma no inmóvil sino en construcción y con fuertes diferencias regionales: a menudo se tiende a dar una imagen demasiado estática y cerrada de la historia islámica, y este peligro se acentúa en síntesis breves como lo es ésta.

El Imperio Bizantino

Justiniano

Nombre: El Imperio BizantinoInicio: Año 600Fin: Año 1000Siguientes:Supervivencia y transformaciónNueva organización rural y defensivaLa época de la Querella IconoclastaLa Dinastía MacedónicaPlenitud de la civilización bizantinaLa Iglesia OrtodoxaLa Iglesia OrtodoxaRenacimiento cultural

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Emperatriz Ariadna

Portaestandarte con caballo

Emperador a caballo

Cristo rodeado de ángeles y santos

Entre los siglos VII y XI el Imperio Bizantino conjugará momentos de crisis con épocas de esplendor. A la dinastía inaugurada por Justiniano le seguirá la que Heraclio inició en el año 610. Durante esta dinastía el Imperio atravesará graves crisis internas, provocadas especialmente por la corrupción del aparato administrativo y las continuas querellas religiosas con Roma. Pero la crisis alcanzará su momento culminante con la dinastía Isaúrica iniciada por León III. En esta época se produce la Querella Iconoclasta donde la controversia por el culto a las imágenes centra toda la vida bizantina. Al mismo tiempo que se producen estos intensos debates teológicos, eslavos, musulmanes y búlgaros presionan las fronteras, provocándose continuos enfrentamientos. La dinastía de los emperadores macedonios, inaugurada por Basilio I, restaurará el esplendor al Imperio Bizantino al consolidarse la estructura administrativa interna y producirse una expansión en la política exterior. El año 1000 traerá la decadencia del Imperio Bizantino.

Restauración política occidental

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Coronación de Carlomagno

Carlomagno dirige la edificación de la

Capilla Palatina de Aquisgrán

Alcuino de York y Rabano Mauro

entegan un libro a Edgardo

Moneda acuñada en el reinado de Pipino el

Breve

Espada cuya propiedad se atribuía

a Carlomagno

Muerte de Carlomagno

Nombre: Restauración política occidentalInicio: Año 700Fin: Año 1050Siguientes:Apogeo de los carolingiosSegundo asalto a la Europa cristianaDe los carolingios a las dinastías nacionalesLa restauración otoniana

El empuje árabe que provocó a comienzos del siglo VIII el hundimiento de la España visigoda, coincidió con firmes intentos de reagrupación territorial en otras partes de la Cristiandad: en el Oriente bizantino; en la Italia lombarda gracias a la labor del rey Luitprando; en la Inglaterra anglosajona y, sobre todo, en la Galia Franca. No fueron aquí los monarcas (los peyorativamente designados como reyes holgazanes) los protagonistas del proceso sino las familias que, desde algunas generaciones, ostentaban el titulo de Mayordomos de Palacio. De entre todas ellas, una había de adquirir especial fama: los pipínidas o carolingios. Uno de sus más cualificados representantes -Pipino de Heristal, mayordomo de Austrasia- se impondría a sus rivales en la batalla de Tertry (687) implantando su autoridad también sobre Neustria y Borgoña. Sin embargo, las reunificaciones territoriales en el mundo franco amenazaban siempre con no sobrepasar la vida de quienes las habían promovido. Así, cuando en el 714 Pipino de Heristal muere, la anarquía retoña en la Galia.

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Busto de Carlomagno

Economía y sociedad altomedieval

Campesinos medievales

La ciudad fortificada de Fleurus

Moneda acuñada en el reinado de Pipino el

Breve

Alcuino de York y Rabano Mauro

entegan un libro a Edgardo

Relicario del obispo Alteo

Nombre: Economía y sociedad altomedievalInicio: Año 700Fin: Año 1000Siguientes:La población en OccidenteEl trabajo en los camposEl sistema villicarioActividades mercantilesReformas monetariasComercio interiorRutas del comercio exteriorSociedad altomedieval: los ordines

La restauración imperial de la Navidad del 800 se convirtió en el gran mito político de la Europa Medieval. Un mito que contrastaba brutalmente con las limitaciones entre las que se desenvolvieron Carlomagno y sus sucesores. Limitaciones que alcanzaban no solo al aparato institucional carolingio sino también -y esto es lo más importante- a sus recursos humanos y económicos. Se seguirá discutiendo si la época de Carlomagno supuso una ruptura económica con el mundo antiguo, tal y como pensó H. Pirenne hace ya setenta años o si, por el contrario, la sociedad franca -como recientemente ha insistido G. Bos- fue una sociedad esclavista perfectamente ubicable en el marco de las sociedades antiguas. ¿Ruptura en torno al 700? ¿Mutación en torno al año Mil? En cualquiera de los dos casos, la Europa de los carolingios y de sus epígonos otónidas se nos

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presenta dotada de una cierta unidad.

 

 

La Iglesia en el Occidente Altomedieval

Iglesia de San Pedro de la Nave (Zamora)

Pantocrátor rodeado de los evangelistas

Interior del oratorio de Germiny-des-Prés

Nombre: La Iglesia en el Occidente AltomedievalInicio: Año 700Fin: Año 1000Siguientes:El Papado y sus vicisitudesEl estamento eclesiásticoEl mundo monásticoPiedad y cultura religiosa entre laicosRenacimiento carolingioRenacimiento Otoniano

La vida intelectual de la Europa de la Alta Edad Media es inseparable de ciertos proyectos de reforma religiosa que habían de afectar a todos los sectores reconocidos de la sociedad del momento. Que los resultados no hayan sido del todo satisfactorios no debe restar otro mérito: muchas de las medidas de Carlomagno y sus colaboradores serán precedente y referencia obligada para ambiciosos programas de épocas posteriores. J. Paul ha destacado recientemente que "el orden político e ideológico carolingio entrañaba una estrecha imbricación entre Iglesia y sociedad incluso en los más mínimos detalles". Los afanes ordenancistas de Carlomagno en los terrenos político o económico se extendieron también al ámbito religioso en el que con frecuencia actuó de forma despótica. Si en el campo de la política Carlos era el restaurador del Imperio Romano

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Decoración del interior del oratorio de Santa María in

Valle

Arca de la Alianza protegida por dos

ángeles

Iglesia de Santa María de Quintanilla de las

Viñas (Burgos)

en el Occidente sobre pautas esencialmente cristianas y con la complicidad del Pontificado, en el campo de la liturgia ocurrió otro tanto. Las reformas uniformizadoras de los rituales y su romanización frente a los particularismos regionales fueron resultado de los deseos de Pipino el Breve y sobre todo de su sucesor que contó para ello con la inapreciable colaboración del papa Adriano. El Hadrianum, elaborado hacia el 785 sobre libros anteriores, habría de convertirse en pieza básica para todas las reformas litúrgicas ulteriores. ¿Subordinación de los intereses eclesiásticos a los proyectos de reforma político-religiosa de los carolingios y sus epígonos? La respuesta requiere múltiples matices acordes con la propia evolución de los acontecimientos.

Asia en la Alta Edad Media

Busto real sasánida

Nombre: Asia en la Alta Edad MediaInicio: Año 450Fin: Año 1000Siguientes:Irán SasánidaPróximo OrienteChinaJapónIndiaIndochina e Insulindia

Acostumbrados los europeos a ser el centro

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Stupa de Sanchi

Pagoda Oi-yut´a

Sala del Gran Buda

Copa de Cosroes

de la civilización universal desde época clásica pero especialmente a partir del siglo XVI, no es de extrañar que casi todas las Historias Universales realizadas en el Viejo Continente tengan una óptica eurocéntrica, más incluso si se han realizado en Francia o algún país de la Europa occidental, ya que entonces para esos autores Europa se limita única y exclusivamente a los territorios que formaron en su momento el imperio carolingio, con algunas ligeras ampliaciones hacia el Norte o el Este. Este grave error es todavía mucho mayor si nos referimos a los tiempos que hemos decidido de manera totalmente aleatoria llamarlos medios. Ya que será precisamente a lo largo de la Edad Media cuando en Asia y en menor grado en Africa se consolidaran unas organizaciones sociales que alcanzarán un más que notable desarrollo económico, espiritual y material, que en nada tendrán que envidiar a nuestra civilización occidental, seno más bien al contrario. En el gran Continente asiático a lo largo de la Edad Media fueron surgiendo una serie de grandes civilizaciones, la mayoría de las cuales serán una pura evolución de etapas históricas precedentes. Tal es el caso entre otros de los imperios del mundo indoiranio y la proyección de algunos de ellos por la península de Indochina e Insulindia. El Asia oriental con la gran civilización china y sus largos caminos de penetración, y el Japón siempre protegido por su situación insular. Como nexo de unión entre el Asia mas occidental y la oriental el mundo de las estepas se convertirá en más de una ocasión en el verdadero protagonista de la Historia continental, llegando incluso con su impulso a influir directa o indirectamente en la Historia del Continente europeo. La irrupción del Islam en Asia occidental y central a través de la India -a partir de meditados del siglo VII- cambió radicalmente la estructura política del Continente, que a principios del siglo VIII estaba principalmente controlado en

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su mayor parte por aquél y el imperio chino de los T'ang, ambos en pleno apogeo. Pero el Continente continuara siendo una gran reserva de potenciales invasores que, entre los Urales y las murallas chinas, amenazaban constantemente a los pueblos sedentarios de ambos extremos. Eran, entre otros, los turco-mongoles, los hunos, los yuán-yuán, los uigures, los khitai, etc. Pero estos pueblos si pudieron ejercer en un determinado momento de verdaderos señores del Continente fue debido fundamentalmente a la inestabilidad del mundo asiático medieval, que propició como factor determinante una serie de crisis en los imperios tradicionalmente constituidos.

Africa en la Alta Edad Media

Máscara

Máscara

Nombre: Africa en la Alta Edad MediaInicio: Año 430Fin: Año 1000Siguientes:Africa SuprasaharianaAfrica Subsahariana. El Imperio de GhanaAfrica Oriental e Indica

El Continente africano será una inmensa plataforma en donde se desarrollen y evolucionen las mas diversas culturas, por donde se extenderán en más de una ocasión unas civilizaciones extrañas a él, que lo condicionará en los aspectos religioso, económico y social. Una de las cosas que mas llama la atención de este Continente es su heterogeneidad, que se manifiesta principalmente en las áreas mas norteñas habitadas por gentes blancas, y el resto del Continente poblado mayoritariamente por

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Máscara caprina

Máscara

Casco ghanés

Pendientes ghaneses

Colgante ghanés

pueblos negros; si bien a excepción del color de la piel, el tipo africano negro no puede definirse con mucha precisión, debido a la gran variedad de matices en sus rasgos físicos, que de ningún modo revisten caracteres generales. E incluso muchas poblaciones como los etíopes, somalíes y pueblos del Tibesti, en el Sahara oriental, que tienen una piel negra menos oscura, presentan unos rasgos que apenas se diferencian de la llamada raza blanca. La historia de Africa en los tiempos llamados Medios refleja claramente esta variedad en todos los aspectos, y con seguridad de una manera mucho menos real de lo que fue debido a la falta de información histórica de todo tipo. Para un mejor estudio podemos considerar tres ámbitos geográficos: Suprasahariano, Subsahariano y Oriental e Indico.