el animal disec3b1ado peter sloterdijk y la ontogenealogia de lo humano

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  • 7/29/2019 El Animal Disec3b1ado Peter Sloterdijk y La Ontogenealogia de Lo Humano

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    EL ANIMAL DISEADO:PETER SLOTERDIJK Y LA ONTO-GENEALOGA DE LO HUMANO

    HERNN ALEJANDRO CORTS RAMREZ

    UNIVERSIDAD SANTO TOMSFACULTAD DE FILOSOFA Y LETRAS

    LICENCIATURA EN FILOSOFA Y LENGUA CASTELLANABOGOT, D.C.

    2012

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    EL ANIMAL DISEADO:PETER SLOTERDIJK Y LA ONTO-GENEALOGA DE LO HUMANO

    HERNN ALEJANDRO CORTS RAMREZ

    Trabajo presentado como requisito para optar al ttulo de Licenciado en Filosofa yLengua Castellana

    Director:SANTIAGO CASTRO-GMEZ

    Doctor en filosofa

    UNIVERSIDAD SANTO TOMSFACULTAD DE FILOSOFA Y LETRAS

    LICENCIATURA EN FILOSOFA Y LENGUA CASTELLANABOGOT, D.C.

    2012

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    A mis padres porque me ensearon mil formas

    de habitar el mundo

    A Alejandra por querer habitar y permitirme crear

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    AGRADECIMIENTOS

    Si la premisa de Heidegger pensar es agradecer es correcta, he de decir que

    existen muchas personas con quienes he pensado. En primer lugar debo

    agradecer a mi familia que largas noches acompa mis lecturas, soport mis

    ausencias y nunca baj los brazos, mil gracias. Mi ms sincero agradecimiento

    para Santiago Castro-Gmez, de quien he aprendido lo poco que s de filosofa,

    su dedicacin, su paciencia y su tenacidad para ensear no slo han sido motivos

    para amar ms la filosofa, sino que se han convertido en un devenir filosfico en

    el que la vida es el actor principal; con sus clases aprend el valor de la crtica, el

    coraje de verdad y a asumir la existencia como obra de arte; sus lecciones fueronel espacio indicado para descreer y atreverse a crear. A mis dems profesores

    agradezco sus palabras, sus cuidadosos cursos y su empeo por forjar una

    academia: Diana Guzmn, Hernn Martnez, Patricia Rubianogroot, Samuel

    Hernndez y Leonardo Tovar. Gracias. A mis amigos agradezco su paciencia para

    leer, escribir y acompaar en silencio el trabajo de esta investigacin: Juan

    Camilo, Juan Sebastin, Andrs, Javier y Sergio. A mis estudiantes, que

    soportaron con tanta paciencia un rostro distrado y muchas palabras sobre

    pensadores raros, mil y mil gracias. Por ltimo gracias al espacio de la facultad de

    filosofa de la Santo Toms porque all aprend que la crtica slo es posible

    cuando el cuerpo padece, cuando hay que desligarse.

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    CONTENIDO

    INTRODUCCIN .................................................................................................... 8

    I. LA ANTROPOLOGA FILOSFICA COMO ONTO-GENEALOGA ................... 15

    1.1 Scheler y Sloterdijk: antropologa filosfica y ciencia del hallazgo .................. 18

    1.2 La herencia de Gehlen .................................................................................... 27

    1.3 La antropologa filosfica como onto-genealoga ........................................... 33

    II. ESFEROLOGA Y ONTO-GENEALOGA. EL ESPACIO COMO CATEGORA

    TRANS-HISTRICA.............................................................................................. 43

    2.1 Espacio ntimo: la esfera dual ......................................................................... 45

    2.2 Humanismo y el uno-todo: globos ................................................................... 53

    2.3 Espumas: ser-en-muchos-lugares .................................................................. 62

    III. ANTROPOTCNICAS: EL HOMBRE COMO ANIMAL DISEADO................. 72

    3.1 Parque humano y zoopoltica: la antropotcnica como diseo del mundo ..... 75

    3.2 Antropotcnica como diseo de s................................................................... 88

    REFERENCIAS ..................................................................................................... 98

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    RESUMEN

    La presente investigacin presenta la obra de Peter Sloterdijk como una onto-

    genealoga de lo humano, en la que el hombre es definido como un animal

    diseado. Por medio de la lectura de una serie de textos del pensador alemn, se

    exploran sus dilogos con la tradicin de la antropologa filosfica, sus propuestas

    conceptuales y sus crticas a la cuestin de lo humano. El texto intenta demarcar

    la extensa obra del filsofo alemn mediante la construccin de algunos

    conceptos.

    Palabras clave: onto-genealoga, hombre, animal diseado, antropologa

    filosfica,

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    [] la vida del ejercitante no se agotara en la simplereproduccin de los actuantes mediante sus acciones.Todas las ampliaciones del mbito de las capacidades,todas las ascensiones hasta lo ms alto de la habilidadartstica se realizaran sobre la base de unautomodelado conseguido mediante el ejercicio.

    Caminar por el cable significa dejar todo lo que se hasido en el pasado. nicamente as podr traducirse enuna serie diaria de ejercicios el imperativo: Has de

    cambiar tu vida! La existencia acrobtica destrivializa lavida, poniendo la repeticin al servicio de lo irrepetible.

    Encontrar la buena forma constituye una tarea dediseo (Design-Aufgabe), que conlleva un ejerciciolgico-moral.

    [] el hombre se convierte en el animal que estcondenado a dirigir, a ejercitarse, a pensar.

    Peter SloterdijkHas de cambiar tu vida

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    INTRODUCCIN

    No hay teora sin transfiguracin, no hay vida sin ejercicio, no hay hombre sin

    prctica. As podemos encabezar la investigacin que aqu se emprende: un

    intento por deslindar las versiones que comprenden al hombre como algo dado deantemano y que no se preocupan por re-construir el entramado histrico que le ha

    legado una posicin privilegiada. Bajo el horizonte de una antropologa histrica,

    intentaremos construir una lectura de la extensa obra de Peter Sloterdijk. No se

    trata de una revisin total, empresa que excede nuestras capacidades, sino de

    una revisin parcial que, bajo algunos supuestos, se pone a la tarea de lanzar una

    serie de preguntas al pensador, de ponerlo como interlocutor de un presente que

    necesita urgentemente ser pensado. A pesar de que el tema de lo humano haya

    quedado desvalido de atencin terica despus del desarrollo de las ideas de

    Foucault y Deleuze, es necesario retomar su cadver. No se trata de pensar en

    contra de estos filsofos franceses sino de complementarlos, introduciendo una

    lnea que no cruz sus reflexiones. En este sentido, la antropologa filosfica

    intenta re-semantizar la cuestin del hombre, convirtindola en un eje de reflexin

    sobre el pensamiento y sus dimensiones ticas, construidas a lo largo de un

    trasegar histrico. Nuestra preocupacin por la antropologa slo puede ser

    comprendida desde un horizonte crtico donde el hombre es concebido como unescenario en el que las preguntas toman cuerpo, y en el que los actores se juegan

    la existencia. El flujo de la historia transfigura la existencia de los hombres, los

    hace devenir tcnicamente de la mano de una operacin seriada que suple la

    deficiencia orgnica con la que enfrentan el afuera exterior.

    La tesis aqu expuesta apunta a considerar el trabajo de Sloterdijk como una onto-

    genealoga de lo humano, mostrando que su reflexin gira en torno a la

    explicitacin de las condiciones de posibilidad para la emergencia del hombre y de

    los mundos posibles que habita ste. Mediante un anlisis del espacio como

    categora trans-histrica, Sloterdijk expone de qu modo los hombres construyen

    el mundo modificando la valoracin que tienen del espacio para hacer efectivo su

    habitar. As pues, los hombres son seres-en-el-mundo, que mediante la promesa

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    de la metfora y de las intervenciones tcnicas sobre s mismos, hacen del

    espacio un mundo susceptible de ser habitado. El habitar responde a la prctica

    estratgica que los hombres gestan sobre s y sobre los otros. Queremos mostrar

    cmo el hombre se produce histricamente a s mismo gracias al desarrollo de

    una serie de tcnicas simblicas, de invernaderos, de esferas, que no tienen otro

    propsito que el de sostener la existencia a salvo de la peligrosa inseguridad

    ontolgica del exterior.

    Ser-en-el-mundo significa ser habitante, estar-en-medio-de, haber devenido de un

    estadio de proto-humanidad de la mano de una serie de tcnicas creadas

    estratgicamente para solventar la deficiencia biolgica del animal humano. La

    analtica esferolgica emprendida por Sloterdijk pretende contar de qu manera

    estos animales emprenden una lucha contra su propia naturaleza deficitaria para

    devenir humanos mediante la transformacin del espacio y la creacin de

    esferas artificiales. En ese sentido, la antropodicea, como recuento genealgico de

    la historia de los homnidos, se convierte en el eje de esta investigacin, que

    examina la relacin de los espacios con el habitar tcnico que los hombres hacen

    en el desarrollo de su historia. El trnsito de los hombres en el mundo est

    determinado por la creacin de una serie de tcnicas que hacen de los regazos

    simblicos grandes casas inmunolgicas en las que la vida se siente cobijada. Lafilosofa de Sloterdijk funciona entonces como un horizonte analtico de la cuestin

    humana que se estructura desde el diseo y la puesta en prctica de un boceto

    que tiene fines inmunolgicos. La vida humana slo es posible gracias al diseo

    de placentas inmunolgicas, de esferas acondicionadas que hacen la vida posible

    porque modifican las condiciones para que el mundo exista. El hombre crea el

    mundo desde el desarrollo de s mismo y la intervencin sobre los otros incapaces

    de su auto-gestin.

    Con Sloterdijk comprendemos de qu manera el hombre puede ser considerado

    un habitante, un ser-ah, un Dasein que est arrojado en el mundo. Sin embargo,

    este homnido no cae al mundo como quien cae en un suave colchn, pues su

    existencia se ve abandonada en un inhspito lugar, en un espacio vaco que se

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    transforma en la medida que cambia su vida. As las cosas, el mundo no es una

    condicin dada de antemano, sino que es una creacin tcnica que deviene

    posible con la salida del hombre de su proto-humanidad. Los hombres construyen

    el mundo en la medida que asumen su existencia y la transforman por medio de

    operaciones tcnicas. Con la creacin de una serie de prcticas estratgicas el

    espacio se convierte en un lugar clido, resguardado, en el que la vida es posible

    y el mundo habitable. El salto de la proto-humanidad a la humanidad solo es

    posible cuando el homnido convierte el exterior en interior. Ni hombre ni mundo

    son condiciones dadas de antemano, sino que son construcciones desarrolladas

    desde la prctica inmunolgica. As pues, los conceptos de hombre y mundo slo

    adquieren sentido como prtesis tcnicas que han tenido lugar gracias a una

    transformacin de la existencia. El mundo como un lugar en el que es posible laexistencia slo aparece tras el desarrollo de los primeros hombres como seres

    ejercitantes, que han construido una serie de prcticas de climatizacin con el fin

    de transformar un ambiente hostil en un medio ambiente seguro y clido.

    La cuestin antropolgica indaga aqu cmo emerge esa idea de lo humano como

    acondicionamiento de la vida, como ejercicio y transformacin de unas

    condiciones para el diseo y la creacin de otras. Los hombres son en realidad

    animales ejercitantes que se disean a s mismos con el devenir histrico.Proponemos entonces una definicin del hombre como animal diseado, como ser

    que se crea s mismo, que se hace obra de arte mediante el dibujo, el boceto y el

    ejercicio. Los hombres son creadores, domesticadores de s mismos, animales de

    caza que van tras su presa, que gestan prcticas de distanciamiento frente al

    exterior, que modifican la naturalidad a la que son arrojados a travs de la

    metfora. Esta investigacin intenta explorar, por tanto, de qu manera la obra de

    Peter Sloterdijk puede ser pensada como una onto-genealoga de lo humano, esdecir, como un estudio de las condiciones que hacen posible la emergencia del

    hombre como diseador de s mismo.

    La investigacin est divida en tres grandes partes. En la primera intentaremos

    argumentar qu ideas de la corriente de la antropologa filosfica alemana de los

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    aos 30 resuenan con el pensamiento de Sloterdijk. La investigacin comienza

    con una exploracin del conocido texto El puesto del hombre en el cosmos de Max

    Scheler en donde se presenta programticamente el objeto de la antropologa

    filosfica. De all se infiere que toda antropologa filosfica intenta responde a tres

    cuestiones generales: en primer lugar, la apertura del hombre al mundo y a su

    condicin como tal, es decir, al cuestionamiento de la vida misma del hombre

    desde su capacidad para abrirse al mundo, de comprender aquellos fenmenos

    que son exteriores a l y que terminan determinando su existencia. En segundo

    lugar, la antropologa filosfica intenta responder por ese lugar peculiar que los

    hombres se arrogan el derecho de ocupar. Se trata entonces de cuestionar si es

    legtimo decir que los hombres ocupan una especie de puesto singular en el

    cosmos, es decir, si en verdad ellos son superiores a los dems entes que

    habitan el mundo como tal. En tercer lugar, quien se adentra en un estudio de la

    antropologa filosfica termina por comprender que las preguntas que sta

    propone tienen la posibilidad de transformar la vida. Un saber como el de la

    antropologa filosfica navega entre los espacios de lo humano, con el propsito

    de esclarecer el fenmeno humano, se inmiscuye en aquello ms elemental para

    responder con claridad total a lo qu es el hombre. Sloterdijk recorrer esas tres

    dimensiones de la antropologa filosfica de la mano de Arnold Gehlen, para quien

    el hombre es un animal deficitario, un ser desvalido que viene al mundo con un

    equipamiento vital obsoleto para sobrevivir en el exterior agreste. Pese a ello, el

    animal humano tiene la facultad de desarrollar una serie de tcnicas que le sirven

    como suplemento de esa deficiencia orgnica. La creacin de una segunda

    naturaleza acontece como la posibilidad de saltar hacia la humanidad, de devenir

    humano desde la operacin tcnica del mundo y de s mismo. Se argumentar

    que la tradicional antropologa filosfica jams se hizo la pregunta por el venir al

    mundo del hombre, jams roz el mbito de la investigacin histrica, nunca se

    preocup por la explicitacin del origen de lo humano. Lo que hace Sloterdijk es

    re-lanzar la pregunta por el hombre desde un horizonte diferente que incluya una

    perspectiva histrica. Con los conceptospotica de comenzarypotica del mundo

    el pensador alemn inaugura un nuevo espacio de reflexin sobre el hombre en el

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    que el problema de la emergencia adquiere un papel principal. En ese primer

    captulo se muestra entonces cmo la antropologa filosfica se convierte para

    Sloterdijk en una investigacin onto-genealgica.

    En el segundo captulo intentamos demostrar cmo la cuestin onto-genealgicatiene su desarrollo en la triloga Esferas, explorando el concepto de espacio como

    una categora analtica y trans-histrica. El argumento principal consiste en

    mostrar que segn sea la valoracin que los hombres tienen del espacio, ellos

    mismos modificarn histricamente la manera como se comportan, como viven.

    En tanto que los hombres son seres-en-el-mundo, seres-ah, el espacio que

    habitan los constituye, los hace ser lo que son. Las esferas son espacios anmicos

    co-habitados, co-animados, en los que los hombres desenvuelven su existencia,

    en donde resguardan su existencia del frio exterior de la naturaleza primigenia. En

    tres picos asaltos, Sloterdijk demuestra cmo los hombres producen una serie de

    regazos tcnicos a partir de los cuales se crea un adentro simblico que les

    protege de la naturaleza hostil. En el transcurso de la historia los hombres han

    vivido en esferas, han habitado una serie de invernaderos que han hecho posible

    que su vida se reproduzca y expanda, a pesar de su infradotacin biolgica.

    Los proto-hombres habitan en un tipo de esferas primigenias que se caracterizan

    por conservar una estructura dual, un par primigenio que se caracteriza por

    animarse mutuamente. A ese tipo de esferas duales Sloterdijk las denomina

    burbujas y las considera como esferas frgiles que se contornean y se animan

    desde el primer hlito. Los primeros estadios de humanidad dependen de un par

    co-originario que le ofrece la posibilidad de tener vida, de animarla desde la

    cooperacin solidaria que busca sostener la existencia. Las primeras alianzas

    esfricas se constituyen desde una alianza sonora, desde un una serie de mbitos

    irreconocibles para la percepcin que est demasiado enfrascada en lo grande. La

    burbuja se inmiscuye en la intimidad intenta narrar esos primeros estadios de

    humanidad desde la estructura desde la estructura del estar-juntos. En segundo

    lugar, Sloterdijk se propone mostrar de qu manera las burbujas revientan y con

    su estallido adviene un tipo de reconfiguracin espacial que responde a una

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    poltica imperial. Con el advenimiento de las altas culturas los hombres se ven

    envueltos en grandes globos imperiales, en esferas que guardan la estructura de

    lo Uno, que pisotean el volumen de la burbuja y anteponen la identidad de la

    unidad. Las altas culturas aparecieron como grandes esferas imperiales

    destruyendo la singularidad comunitaria de la burbuja. As pues, en este segundo

    estadio los hombres son parte, son seres-parte, o seres-para que responden a una

    organizacin construida desde la identidad de lo Uno. En tercer lugar, las esferas

    se convierten en escenarios de lo mltiple donde la forma se desvanece

    impidiendo el agenciamiento imperial de los hombres en grandes globos. Con el

    decaimiento de la metafsica, los hombres viven en un mundo espuma donde la

    forma fundamental de relacionarse con el espacio es la de ser-en-lo-mltiple, ser

    de muchas maneras, devenir constantemente para crear una serie de relatosinmunolgicos. Hoy ms que nunca, la existencia se ve corroda por el peligro de

    la inseguridad ontolgica. Mediante la exposicin de lo que Sloterdijk llama

    atmoterrorismo se comprender cmo el mundo contemporneo es un lugar en el

    que se dan cita diversos modos de ser y de habitar.

    Finalmente, esta investigacin concluye con un tercer captulo en el que intenta

    redondearse el producto de la investigacin, tras comprender la manera cmo

    Sloterdijk aborda la pregunta por lo humano. Vista las cosas as, el hombrevendra a ser el desarrollo de un conjunto de diseos histricos gestados por el

    mismo que se construyen a partir de tcnicas. El hombre no puede escapar de la

    necesidad de crear una serie de prcticas inmunolgicas, de disear estrategias

    para sostener su propia vida. En este ltimo captulo se expone, de manera

    esquemtica, la doble acepcin del concepto antropotcnica con el propsito de

    mostrarla como una categora analtica que pone sobre la mesa la propuesta de

    Sloterdijk. La reflexin gira en torno a dos de los ms polmicos textos del filsofoalemn en los cuales asesta una dura crtica al humanismo contemporneo,

    acusndolo de cierta candidez y de una estructura cargada de tintes metafsicos.

    All concluimos que el hombre es un animal de diseo, un practicante que se

    ejercita sobre sus mismos diseos. Para el pensador de Karlsruhe, el hombre no

    es algo dado, sino que es un animal que experimenta, que juega, que se modifica

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    en virtud de intervenciones tcnicas sobre los dems y sobre s mismo. En este

    sentido, las tcnicas de produccin del hombre como ser histrico son

    denominadas por Sloterdijk antropotcnicas.

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    I

    LA ANTROPOLOGA FILOSFICA COMO ONTO-GENEALOGA

    [] la antropologa nace como una nueva forma de laantropodicea. En ella comienza el hombre a tomarse a smismo de manera emprica y a investigar su forma de serinspirado en su propia revelacin.

    Peter SloterdijkExtraamiento del mundo

    Los avatares antropolgicos han intentado eludir un espinoso tema que tiene que

    ver con las condiciones de emergencia del hombre; lo que se suele decir enantropologa filosfica pasa por ser una descripcin de lo ya dado que deja fuera

    de la reflexin aquello que hace posible la aparicin de los fenmenos. A pesar de

    ese circular modo de observar las cosas, la investigacin antropolgica, quiralo o

    no, topa con el problema de la emergencia del hombre; ste salta a la luz como un

    obstculo, como un callejn sin salida. No en vano, las investigaciones tienden a

    cerrarse construyendo conceptos en los que el problema de la emergencia del

    hombre aparece como una regresin infinita carente de sentido. El problema de la

    emergencia [Enstehung] queda cerrado; para los antroplogos describir qu es el

    hombre basta.

    Iniciar aqu una investigacin sobre las condiciones de posibilidad y de

    emergencia del fenmeno humano exige problematizarel asunto, revivirlo y traerlo

    al debate filosfico para evidenciar que el tema del hombre necesita de una

    profunda reflexin. Lo que intentaremos, de aqu en adelante, es retornar hacia los

    inicios, ir al comienzo, para mirar de qu modos se trazan las lneas que nos

    conectan con el pasado, que nos unen con nuestro ya-sido. Una labor que, para

    Sloterdijk, no puede estar en manos de una antropologa, a menos que sta

    decida transformase, volverse filosfica.

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    Intentaremos trazar un camino que nos lleva a hacia la primera pgina de lo que

    somos, donde la insistencia en el problema del hombre se convierte en el eje de

    un pensar intempestivo, un pensar que mira las emergencias y las urgencias de lo

    que somos hoy. Nuestra lectura del problema del origen es el repliegue de lo que

    Sloterdijk hace en su obra. Trataremos entonces de trazar una serie de lneas que

    tejan una trama argumental suficiente para construir una tesis que ofrezca un

    vistazo panormico de la obra de Sloterdijk, en torno al problema del hombre.

    El primer hilo va de Sloterdijk a Scheler y Gehlen, y tejerlo exige abordar un

    presupuesto inicial: la transfiguracin de la antropologa filosfica en un estudio

    onto-genealgico del fenmeno humano. Mutacin que slo deviene posible

    cuando lo que se dice sobre y acerca del hombre se halla ordenado bajo la

    vestimenta de una crtica de la razn histrica. La antropologa filosfica es aqu

    un pretexto que conduce a la pregunta sobre la emergencia del hombre. Muchos

    de los intentos por responder qu es el hombre adolecen de una slida respuesta

    sobre el comienzo de ste, sus lugares son comunes y obvios. Hasta aqu la

    esencia del hombre reside en su diferencia con el animal: somos hombres en tanto

    que superamos nuestros instintos animales; diferencia especifica como negacin

    de la animalidad, la razn como el acto diferenciador-negador que permite que el

    hombre se garantice a s mismo como un no-animal. El origen de lo que somospasa por la consolidacin de la diferencia especfica (razn) como armazn que ha

    ganado su valor a travs de un ejercicio histrico que pocas veces ha reflexionado

    sobre la cuestin del comienzo. Todo desarrollo conceptual de la antropologa se

    sienta en el escaparate del hombre en tanto que animal racional. Pero qu pasa

    cuando empiezan a tambalear los suelos, cuando los fundamentos se labran

    resbalosos y las estructuras trascendentes pierden sentido? Es ah donde el

    comenzardebe entenderse como un acto de creacin singular, como un ejerciciohistrico que intenta reconstruir poticamente lo ya sido y lo ya comenzado.

    El retorno a la tradicin de la antropologa filosfica de Gehlen es la evidencia de

    un lazo con el pasado, de un comenzar desde lo ya-sido. Sloterdijk retomar dos

    tesis presentes en la obra de este socilogo alemn que resultarn vitales para el

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    desarrollo de su proyecto, que tempranamente puede ser definido como una

    fenomenologa del habitar como estructura fundamental del ser-en-el-mundo. Los

    tres tomos de Esferas son en realidad una antropodicea (Sloterdijk, 2003. p. 39),

    un relato de los comienzos, del gnesis, de cmo el hombre deja de ser una

    estatua arcillosa para devenir un gemelo insuflado (Sloterdijk, 2003, pp. 40-42).

    Las marcas sobre la emergencia del hombre son exploradas en un tema olvidado

    en la filosofa: el tema del espacio. Las respuestas al comienzo del hombre son

    una especie de cartografa de los espacios anmicos, de los modos de

    habitabilidad, en las que la ontologa se estructura como un saber del origen.

    Preguntarse por la gnesis de lo humano y desde all hacer el intento de re-

    inventar su historia es la consolidacin de una crtica de la razn histrica; el relato

    antropodiceaco es un salto onto-genealgico, es decir, un modo de contar lahistoria intempestiva de nuestro devenir, de lo que hoy somos. La genealoga

    como ontologa, el origen como emergencia, la emergencia como urgencia del

    presente. Al trnsito de las reflexiones esencialistas sobre el hombre, hacia la

    relacin de lo anmico y espacial como devenir histrico es a lo que llamaremos

    salto onto-genealgico.

    A efectos metodolgicos dividiremos el captulo en tres sesiones. En la primera,

    exploraremos la relacin de Sloterdijk con Scheler y el hundimiento de laspreguntas antropolgicas en cuestiones profundas que acercan la reflexin haca

    el tema del origen. En la segunda parte veremos las generalidades de la

    antropologa filosfica de Gehlen y cmo sus tesis sobre el animal deficitario

    [Mngelwesen] nos empujan a la cuestin inquietante de la antropognesis. En un

    tercer momento veremos cmo la antropologa filosfica deviene onto-genealoga,

    o genealoga de lo humano en la obra de Sloterdijk, argumentando que el proyecto

    de unapotica del comenzares una activacin metafrica de la historia crtica queNietzsche desarroll en su obra.

    1.1. Scheler y Sloterdijk: antropologa filosfica y ciencia del hallazgo

    En al menos dos puntos cruciales se tocan las obras de estos dos pensadores

    alemanes: por un lado, en la explcita atencin a la configuracin existencial del

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    hombre y por otro en el abordaje de cmo el hombre deviene para s mismo.

    Scheler fue uno de esos agudos crticos a comienzos del siglo XX, para quien las

    devastadoras consecuencias de la primera guerra mundial, la cada de algunos

    estados totalitarios y la acelerada tecnificacin dejaban de ser hechos aislados

    para convertirse en acontecimientos que marcaban una profunda crisis en la

    humanidad europea. Por otro lado, las denominadas ciencias humanas reciban

    una dura estocada por parte del positivismo y se vean barruntadas por un

    cientificismo tecnicista que confinaba la reflexin filosfica a un lugar oscuro. Con

    Scheler se podra decir que todos estos acontecimientos iban a parar en un mismo

    lugar: la crisis e incomprensin del concepto de hombre.

    La antropologa filosfica de Scheler tiene como propsito resolver la cuestin de

    la esencia del hombre mediante una reconstruccin de su estructura desligada de

    los cnones siempre preconcebidos: el hombre como criatura de dios, como

    animal racional y como cspide la evolucin natural. Para Scheler estas

    respuestas pasaban de ser insuficientes a convertirse en verdaderos problemas

    de comprensin de lo antropolgico, no slo por su carcter apriorstico sino por

    su nivel de alcance parcial. Detenerse en la cuestin antropolgica necesitaba de

    una meditacin global del fenmeno humano y de una atrevida estructuracin del

    concepto desde sus races. Scheler comprenda muy bien que cada definicincannica resultaba veraz si se entenda al hombre como un ser con dimensiones

    aisladas, como un fenmeno particular y solitario en la marcha histrica. Quien

    decidiese confrontar estas dimensiones y articular sus posibles respuestas slo

    encontrara el fracaso de stas como respuestas antropolgicas y la contrariedad

    expresa de una crisis acerca de la cuestin del hombre mismo.

    El puesto del hombre en el cosmos de 1929 es el desenmascaramiento de los

    prejuicios como limitantes de la expresin del hombre y sus dimensiones. Adems

    de ello, este texto, que resulta programtico, anuncia lo que desde entonces se

    llamar antropologa filosfica. La primera parte del texto se encarga de

    examinar cules son las razones que hacen a las respuestas cannicas parciales.

    Cuando uno se encuentra con la cuestin qu es el hombre?, topa con tres

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    crculos de ideas que intentan ofrecer una respuesta: el crculo judeo -cristiano, el

    crculo logocntrico y el crculo cientfico-gentico (psicogentico). A los dos

    primeros los podemos llamar crculos de afirmacin diferenciante, mientras que el

    tercero puede ser llamado crculo de negacin diferenciante; las antropologas

    teolgicas, filosficas y cientficas, responden desde una visin del mundo

    recortada, en la que cada disciplina cuenta con una metodologa restringida. Los

    primeros crculos de ideas, de afirmacin diferenciante, realizan el concepto de

    hombre desde lo exterior, son afirmativos en tanto que se dicen ciertos en relacin

    con algo que no son ellos mismos (Scheler, 2000, pp. 87ss). As, en la

    antropologa teolgica el hombre es tal gracias a su diferencia de grado con dios y

    en la filosfica gracias a su diferencia de grado con el animal; ambas, en todo

    caso, guardan una estrecha relacin en su modo de proceder, en el que laespecificidad del grado conduce al cierre del crculo y a la respuesta a todo lo que

    tiene que ver con el hombre. El ltimo crculo de ideas responde, por el contrario,

    con una diferencia especfica que niega; el hombre no es animal gracias a su

    aparataje biolgico que ha evolucionado con el paso del tiempo. As pues, en tanto

    que este crculo de ideas pretende examinar minuciosamente la diferencia en pro

    de una negacin que sublima la naturaleza y desdea lo que es inferior, se

    acenta cierta discrepancia que tiene como resultado una identificacin del

    hombre y la idea de superioridad sobre la naturaleza. No es extrao que esta

    indicacin resulte ser ampliamente valedera entre quienes comprenden que el

    saber es poder y que las relaciones que el hombre entabla con su mundo slo

    pasan por ser meramente instrumentales y objetuales.

    A pesar de la extensa tradicin y de la suficiente cantidad de afirmaciones que

    hacen a estos crculos de ideas verdicos, Scheler muestra una carencia de parte

    de esas maneras de comprender al hombre y alega por la posibilidad de construirun concepto esencialdel hombre, que no separe cada una de sus dimensiones.

    De esa manera, la antropologa filosfica de Scheler parte de la subordinacin del

    concepto sistmico-natural de hombre por un concepto esencial. Un concepto que

    ha de responder de manera totala todo lo que es el hombre y consecuentemente

    no podr estructurarse desde ningn sesgo parcial ni verse constreido por algn

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    prejuicio. A qu deber responder entonces ese concepto esencial? A si es

    legtimo y vlido considerar que el hombre puede arrogarse el derecho de decir

    que ocupa un lugar singular en el mundo. Un concepto esencial del hombre intenta

    fundamentar ese privilegio del que goza el homnido gracias a su esencia radical.

    Para poder sostener esa visin ser necesario construir una antropologa filosfica

    que afirme al hombre como el individuo de la diferencia en todo sentido.

    Para Scheler es claro que el hombre es un ser que recompone su esencia a partir

    de la mejora de sus facultades para modificar la relacin con su entorno; por lo

    tanto ser hombre no significa carecer de algo, sino que el estatuto de hombre se

    obtiene gracias a la mejora de las facultades vitales. As pues, el hombre comparte

    con el resto de seres de la naturaleza el estadio de la vida en el que se desarrolla

    el impulso afectivo, el instinto, la memoria asociativa y la inteligencia (Scheler,

    2000, pp. 42-65). En este nivel de la vida no existira una diferencia con el animal,

    ni de tipo genrico ni facultativo, pues el hecho de que cada ser pueda poseer una

    o ms de esas facultades afirma cierta semejanza en el nivel orgnico, lo cual

    significa que la diferencia hombre-animal no puede residir en el estadio de la vida.

    El hecho de que el hombre sea una parte ms del cosmos no indica que desde

    siempre haya ocupado un puesto singular en ste. Incluso podra decirse que el

    puesto singular del hombre es producto de un trnsito histrico en el que cada unade estas facultades, del estadio de la vida, ha mejorado las relaciones con su

    entorno.

    Una de las batallas conceptuales ms fuertes a las que Scheler se enfrenta tiene

    que ver con la diferencia de grado entre la inteligencia animal y la inteligencia

    humana, como si toda la batalla de la antropologa filosfica se diera en el terreno

    que justifica la diferencia especifica. Scheler no llama al estadio de esta diferencia

    racionalidad, sino espritu. Una cierta vocacin de corte teolgico es evidente en

    la reflexin filosfica de Scheler pues es gracias al puesto metafsico del hombre

    que ste resulta diferente con respecto a los dems seres vivos. Lo nico que

    hace que el hombre sea hombre no es un nuevo estadio vital, ni todava menos

    uno de los estadios de manifestacin de la vida, la psique, sino un principio

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    opuesto a toda vida en general, incluida la vida del hombre: una realidad esencial

    verdaderamente distinta, del todo irreductible a la evolucin natural de la vida

    (Scheler, 2000, p. 66).

    La contraposicin entre espritu y vida es entonces el lugar donde se desarrolla laantropologa filosfica de Scheler y en el cual se estructura su concepto esencial

    del hombre. Podemos sostener, que tal contraposicin se debe a la legitimacin

    del saber filosfico como saber total que intenta estar por encima del sesgo de

    legitimidad de la biologa de los aos veinte. Pues una teora sobre el hombre no

    puede descansar en una diferencia de nivel entre los modos de operacin de la

    inteligencia en la naturaleza. Por ello Scheler define la inteligencia [] como

    comprensin de una situacin (conforme a la naturaleza contingente) en virtud de

    un sistema de referencia cuyos fundamentos estn dados en parte en la

    experiencia y en parte son completados por anticipacin en la representacin

    (Scheler, 2000, p. 60). As que todo rasgo inteligente tiene que ver con cierta

    capacidad de anticipacin del fenmeno, con la previsibilidad de lo que acontece

    con cierta regularidad en la naturaleza; Scheler admite de esa manera la profunda

    discusin que existe en torno a si un animal es o no es inteligente, haciendo de la

    inteligencia solo un estadio ms de la vida psquica del individuo que no puede

    arrojarle una diferencia fundamental.

    Scheler seala que en los animales la inteligencia funciona gracias a cierta

    predisposicin a una finalidad complaciente en la que se usan determinados

    medios o herramientas. As, cuando el mono logra alcanzar una banana con la

    sbana con la que sea arropa diariamente, se comprende que el uso de su

    aparato orgnico no responde a un mero y simple impulso afectivo sino que

    necesita de la ordenacin de cierta informacin y de la organizacin de sta en su

    entorno en virtud de una finalidad, en este caso, alcanzar la banana. El animal no

    es un mecanismo de impulsos, como tampoco es una mquina instintiva y un

    mecanismo de asociaciones y reflejos [] el animal es capaz de intervenir

    espontneamente en esta constelacin de impulsos y abstenerse, hasta cierto

    punto, de gratificaciones inmediatas para obtener gratificaciones mayores, aunque

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    ms lejanas en el tiempo y slo accesibles mediante rodeos (Scheler, 2000, p.

    64).

    La diferencia hombre-animal radica entonces en un escenario distinto al de la

    inteligencia ordenada y la mera repeticin de actos por impulso: [] la esenciadel hombre y lo que puede llamarse su puesto singularestpor encima de lo que

    se denomina inteligencia y facultad de elegir, y tampoco se captara imaginando

    un acrecentamiento cuantitativo, ni siquiera infinito de estas dos facultades

    (Scheler, 2000, p. 66). Lo verdaderamente diferente reside en un escenario

    completamente distinto al de la vida orgnica y su conjunto, escenario que Scheler

    denomina espritu. Qu implicaciones antropolgicas tiene que el espritu sea el

    escenario de la diferencia entre el hombre y el animal? Si algo es importante en el

    desarrollo que Scheler inicia es la posibilidad de desmentir los aprioris de talante

    humanista que dan por sentada esa superioridad por parte del hombre sobre el

    resto de la naturaleza. Por ello es indispensable la consideracin del hombre como

    una parte ms de la naturaleza, en este del mundo biopsquico, al que

    corresponden tanto la facultad de la inteligencia como el instinto y los impulsos

    afectivos. El hombre llega a ser tal slo mediante la ideacin y la efectiva

    realizacin de esa ideacin, proceso que slo es posible en tanto que exista una

    especie de alejamiento del mundo orgnico y un despliegue de las facultades delhombre en lo espiritual: [] la determinacin fundamental de un ser espiritual,

    sea cual sea su constitucin psicolgica, es su desvinculacin existencial de lo

    orgnico, su libertad, su independencia, o la del centro de su existencia, respecto

    del cerco, de la presin, de la dependencia de lo orgnico, de la vida y de todo

    lo que pertenece a la vida, y tambin, por lo tanto, de su propia inteligencia

    impulsiva (Scheler, 2000, p. 67).

    El hombre se convierte para Scheler en el nico viviente capaz de saberse

    poseedor de un puesto singular cuyas caractersticas ya no estn escritas en un

    plano de orden biolgico, sino que se trazan en la estructura de un plano

    ontolgico, en el que adopta una nueva actitud hacia el mundo. Esa nueva actitud

    tiene que ver con esa posibilidad, que solo posee el hombre, de preguntarse por el

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    lugar que ocupa en el cosmos, por la legitimidad de ese lugar y por las razones

    histricas que acompaan ese desarrollo. El lugar que el hombre ocupa en la

    historia no es el producto de un azar contingente o de una actuacin de la

    providencia divina, pues para Scheler est claro que la capacidad de desarraigo

    de la tradicin es el modo esencial que tiene el hombre de habitar el mundo. Pues

    [] todo verdadero desarrollo humano descansa esencialmente en una creciente

    desestructuracin de la tradicin (Scheler, 2000, p. 57). El ser del hombre pasa

    entonces por el distanciamiento del mbito de lo orgnico y su instalacin en lo

    espiritual como algo objetivo: Espritu es, pues, objetividad, posibilidad de ser

    determinado por el ser-as de las cosas mismas. Solo tiene espritu el ser vivo

    capaz de alcanzar la objetividad plena. O ms exactamente: solo es portador de

    espritu el ser cuya relacin fundamental con la realidad fuera de l y en l, adiferencia del animal y de su inteligencia ha invertidosu dinmica (Scheler, 2000,

    p. 68).

    La inversin de esa dinmica consiste en la posibilidad de disponer del mundo

    como objeto de conocimiento para-s y como conocimiento de s mismo, mediante

    el encausamiento de los impulsos de la vitalidad para una resistencia del ser-s-

    mismo. La antropologa filosfica permite preguntarse por la peculiaridad

    inmanente del espritu en tanto que alejamiento de lo orgnico-vital. Esealejamiento es el resultado de una resistencia a los impulsos afectivos (vitales)

    que son co-constitutivos del hombre en tanto que habitante del cosmos. Sin

    embargo, un ser espiritual ya no est, pues, ligado al impulso y al medio, es un

    ser libre respecto del medio y as queremos llamarlo nosotros abierto al

    mundo: este ser tiene mundo (Scheler, 2000, p. 67). Esa libertad se obtiene

    gracias a los procesos de resistencia de la vitalidad del mundo, lo cual significa,

    que el espritu en tanto que objetividad y alejamiento se convierte en el escenarioen el que se alcanza plenamente la esencia del hombre. Una antropologa

    filosfica, como el mismo Scheler seala, intentar evidenciar de qu manera

    funcionan el resto de estructuras propias del hombre en relacin a su constitucin

    fundamental, es decir, en relacin con su mundo espiritual, por lo que no sera

    atrevido afirmar que la antropologa scheleriana termina siendo una especie de

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    antropologa teomrfica que slo puede concebir el mundo como una esfera dada

    objetivamente de antemano.

    Justo en este punto es donde se unen y se separan Sloterdijk y Scheler, pese a

    que los aspectos ms recurrentes en la obra del pensador de Karlsruhe resuenancon esta ltima parte de la antropologa scheleriana. Sloterdijk es heredero de un

    camino pragmtico y des-esencializador que resuena a mayor escala con el

    socilogo alemn Arnold Gehlen. Pese a ello es posible encontrar una reiterada

    problematizacin de la antropologa filosfica como saber que pregunta por tres

    elementos cruciales: la condicin del s-mismo y su apertura al mundo (Scheler,

    Gehlen, Sloterdijk), por la particularidad de su lugar singular (Scheler y Sloterdijk)

    y la peculiaridad de su forma de acceder a esa pregunta como un evento

    transformador (Sloterdijk). Podremos afirmar que existe una caja resonante entre

    estos tres autores en los que la pregunta por el hombre se convierte en una

    cuestin que puede transformar los cimientos de la existencia de cada individuo

    particular1.

    Para argumentar esto disponemos de un texto de Sloterdijk que resuena

    crticamente con la ltima parte de El puesto del hombre en el cosmos . Existe un

    enorme parecido entre dos apartes textuales que a su vez tiene intenciones

    dispares y que para nosotros constituye una renovacin crtica de la pregunta

    antropolgica. El texto de Scheler es el siguiente:

    Una vez que el hombre se ha colocado fuera de la naturaleza y se haconvertido en su objeto esto pertenece a su esencia, es el acto mismo dehominizacin -, ha de volverse en torno suyo, estremecindose, por decirloas, y preguntar: Dnde estoy yo mismo? Cul es mi lugar? Propiamente, lya no puede decir: soy una parte del mundo, estoy cercado por el mundo,pues el ser actual de su espritu y de su persona es incluso superior a lasformas de ser de este mundo espacial y temporal (Scheler, 2000, p. 123).

    El anterior texto es la puerta de entrada a todo aquel discurso de Scheler sobre la

    preeminencia del puesto metafsico del hombre, desde el cual se podra afirmar,

    sin temor, que una definicin del hombre scheleriano sera la de animal

    1 La resonancia con ese proyecto ser evidenciada con la lectura total del primer capitulo

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    metaphysicus. El puesto singular del hombre para Scheler tiene que ver con la

    posibilidad que guarda de verse a s mismo como transcendente y alejado de la

    estancia mundana. Es un imperativo diferencial que le garantiza el acceso al

    mundo desde una superioridad ontolgica2. Ese tipo de superioridad es para

    Scheler la indicacin de una relacin metafsica entre la estancia del hombre en el

    mundo y el fundamento del mundo, que sirve como justificacin de esa

    contingencia radical a la que el hombre es sometido desde su venida al mundo.

    As pues, para Scheler es necesario que el hombre pueda objetivar su mirada,

    justificndola desde su particular puesto metafsico. Preguntarse por su lugar

    particular es la manifestacin de una conciencia alejada del mundo que palpa esa

    sustancialidad de la que es partcipe. El espritu se convierte en Scheler en una

    esfera redonda e incomunicable con la naturaleza que resguarda los nimosmetafsicos de reconocimiento del hombre.

    Si para Scheler la pregunta antropolgica desemboca en una inevitable

    contrariedad metafsica que explicita el lugar de comunin que aparta al hombre

    de la vida hacia el espritu, en Sloterdijk la cuestin adquiere un carcter de orden

    intramundano en el que la contingencia radical y la inmanencia resultan

    determinantes. El texto de Sloterdijk es el siguiente:

    No soy ninguna de las cosaseso quiere decir que ya no hallo ningn amparoen lo que no es humano-; no soy, y ahora lo s, piedra, ni planta, ni animal, nimquina, ni espritu, ni Dios. Con esta sxtuple negacin circundo loinquietante de todos los espacios. Quien es hombre vive en una posicin quese extraa absolutamente de s misma. A partir de ah, no soy ms queescenario de una pregunta. Mi vida es un teatro del estremecimiento de quetengo que ser algo diverso de todo aquello que goza de confort, cosa entrecosas, ser entre seres. Por qu me toca a m? (Sloterdijk, 2008, pp. 29-30).

    2 Un dato muy curioso y quiz inexplorado es el profundo vinculo que puede existir entre estaltima parte del texto de Scheler y algunas de las indicaciones de Heidegger en Carta sobre elhumanismo, sobre todo me refiero a aquellas fuertes indicaciones del maestro de Alemania en lasque alude que la esencia divina nos es incluso ms cercana que la naturaleza animal. Es claro quehay que guardar las distancias entre estos dos autores pero de fondo pueden existir profundoslazos de conexin entre uno y otro, que podran ser explorados desde Ontologa hermenutica dela facticidad, pasando por Ser y tiempo, hasta estas ltimas indicaciones de Carta sobre elhumanismo.

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    Es justamente esa especificidad que logra hacer del hombre un algo diferente de

    los objetos, aquella que puede constituir su espacio de habitabilidad mundana. La

    pregunta antropolgica para Sloterdijk es tambin la pregunta por el puesto

    singular pero en relacin con la materialidad del mundo mismo; el hombre

    circunda su mundo con la angustia motivante de no ser absolutamente ninguna de

    las cosas exteriores, pero de poder preguntarse, sin embargo, por qu le toca a l,

    en su singularidad, responder por su lugar. Indefectiblemente Sloterdijk hunde la

    pregunta antropolgica hacia un asidero en el que la propia singularidad se

    asombra de la peculiaridad espacial en medio del entorno mundano. No se trata,

    entonces, de exaltar la capacidad metafsica para generar una distancia de grado

    con el animal, sino de animar una problematizacin del por qu el hombre se

    atiene a un lugar especial con su venida al mundo.

    De modo que al volverse en torno a suyo, el hombre hunde su mirada, pordecirlo as, en la nada: su mirada le descubre la posibilidad de la nadaabsoluta y esto le impulsa a seguir preguntado: por qu hay un mundo, porqu y cmo existo yo? (Scheler, 2000, p. 123).

    Esa misma pregunta es la que intenta ser respondida por Sloterdijk, con la

    diferencia de que ste no lo hace desde la perspectiva metafsica de Scheler; no

    se trata de un teomorfismo y de la indicacin de que esa justificacin est dada

    por el puesto singular ocupado por el espritu. Sloterdijk intentar configurar una

    ontologa histrica de los hechos humanos que revele cmo el hombre viene al

    mundo y transforma su estancia mundana asumiendo su lugar particular y

    transformndolo cada vez que puede. Por ello, para el filsofo de Karlsruhe sern

    ms determinantes las ideas del socilogo alemn Arnold Gehlen, quien considera

    al hombre como un ser activo cuya naturalidad pasa por ser un mero acto de su

    inteligencia tcnica.

    1.2. La herencia de Gehlen

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    Partiremos de una de las indicaciones que Gehlen mismo nos ofrece en una de

    sus conferencias, donde de manera muy rpida expone algunos de sus

    argumentos para reconstruir una historia de la antropologa filosfica. Para

    Gehlen, los intentos antropolgicos posteriores a Kant erraron el camino y

    distribuyeron sus esfuerzos para construir una teora del hombre desde mbitos

    metafsicos y transcendentes. Incluso Scheler, quien intent derrumbar algunos de

    los prejuicios antropolgicos, como fue expresado arriba, queda atrapado en esa

    visin metafsica del hombre que considera que ser humano es gozar de cierta

    posibilidad transcendente que dispone el mundo de manera objetual. Pese a las

    discrepancias que Gehlen tiene con Scheler, reconoce que fue ste ltimo quien

    puso sobre un camino nuevo la problematizacin de la cuestin del hombre: []

    la concepcin de hombre como ser primordialmente activo, entendindose poraccin la actividad destinada a modificar la naturaleza con fines tiles al hombre.

    sta fue mi posicin, la que no dejaba de estar influida por una orientacin

    filosfica americana llamada pragmatismo, aunque conservaba dos tesis bsicas

    de Scheler: el punto de partida de la comparacin del ser humano con el animal, y

    la teora de que el hombre est abierto al mundo, esto es, su posibilidad de ser

    impresionado por una multiplicidad cualquiera de informaciones del mundo

    exterior, aun cuando sean biolgicamente indiferentes o incluso perjudiciales

    (Gehlen, 1993, p. 32).

    Recordemos que la pretensin de Scheler era la de construir una teora sobre el

    hombre que sirviese como teora total en tanto que esgrimiera las diferencias entre

    las dimensiones constituyentes de lo humano, lo que llev a definir al hombre

    como un ser espiritual que slo puede llegar a tal compromiso consigo mismo

    desde la resistencia a sus impulsos orgnico-vitales. La existencia humana para

    Scheler es una cuestin de resistencia a los impulsos vitalicios, en tanto que

    alejamiento de lo orgnico y desvelamiento de lo espiritual, de lo que est ms all

    de este mundo sensible. La concepcin espiritual de Scheler es entonces la

    garanta de comunin entre las dimensiones biolgica y metafsica. Gehlen

    proseguir el camino de una antropologa filosfica que d cuenta de la totalidad

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    del hombre por otros caminos. As, en El hombre, su naturaleza y su lugar en el

    mundo (1987) afirma que slo podr encontrarse algo verdaderamente humano en

    el momento en el que se piensen de modo unitario las dimensiones que

    constituyen la realidad del homnido. Mientras no tengamos una visin total del

    hombre tendremos que quedarnos en la contemplacin y comparacin de las

    caractersticas individuales, y mientras nos quedemos ah no existir una

    antropologa independiente, ya que no habr un ser humano independiente

    (Gehlen, 1987, p. 14). La totalizacin de las dimensiones humanas es la

    configuracin de un gran relato sobre el hombre, que tiende a desbaratar los

    dualismos configurados por la historia del pensamiento occidental; de ese modo la

    antropologa filosfica no puede verse obligada a optar por lo espiritual o lo

    biolgico, sino que procura un esclarecimiento del fenmeno humano comounidad.

    A diferencia de Scheler, Gehlen considera que en el hombre no existe una

    ambigedad entre espritu y vida, sino que ambos estadios son dimensiones del

    ser humano. Esto indica que la sustancialidad del hombre y su esencia no estn

    restringidas al escenario del espritu, sino que incluyen la transformacin tcnica

    de su entorno. Para Gehlen el hombre es un ser activo que dispone de la

    conciencia de su naturaleza orgnica para transformarla en virtud de su propia

    supervivencia. La concepcin del hombre como ser activo est sustentada en dos

    ideas determinantes para nuestro propsito: por un lado, la consideracin del

    hombre como un ser deficitario [Mngelwesen] y por el otro, la propuesta del

    hombre como un sernaturalmente cultural.

    Toda accin es para Gehlen la manifestacin de una inteligencia ordenada que

    modifica la exterioridad en virtud de un mejoramiento de las condiciones de vida:

    la accin es de por s dira yo- un movimiento cclico complejo que se conecta a

    travs de las cosas del mundo exterior, y la conducta se modifica segn los

    resultados que avisa de vuelta (Gehlen, 1993, p. 34). Este movimiento cclico

    exterioriza la deficiencia natural del equipamiento vital del hombre y articula la

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    consolidacin de un proceso transformacin de la conducta. La accin es una

    respuesta a la agresin del medio fsico por medio de las facultades internas que

    el hombre posee. As pues, la observacin de que el hombre es un ser desvalido

    es la primera premisa para comprender cmo es posible que la accin sea el

    rasgo esencial del ser humano. Gehlen afirma que el hombre est orgnicamente

    desvalido, sin armas naturales, sin rganos de ataque, defensa o huida, con

    sentidos de una eficacia no muy significativa; los rganos especializados de los

    animales superan con creces cada uno de nuestros sentidos. No est revestido de

    pelaje ni preparado para la intemperie, y ni siquiera muchos siglos de auto-

    observacin le han aclarado si en verdad posee instintos, y cules son (Gehlen,

    1993, pp. 63-64).

    Es evidente que Gehlen est profundamente influenciado por la biologa positivista

    de los aos treinta en Alemania y que articula dicha argumentacin con el naciente

    pragmatismo norteamericano. Sin embargo, no podemos ver en Gehlen a un

    pensador evolucionista que afirma la superioridad del hombre dentro de la escala

    natural; por el contrario, Gehlen considera que es el puesto desvalido del hombre

    el que le otorga su esencia radical. No puede existir accin sin desvalimiento,

    sera una frase para describir la antropologa de Gehlen.

    La naturaleza humana consiste en la tragedia de haber nacido sin un

    equipamiento suficiente para vivir a la intemperie, por lo que el hombre se ve

    avocado a la transformacin de su entorno para la subsistencia en lo orgnico.

    Sloterdijk ve en la propuesta de Gehlen la posibilidad de que la antropologa

    filosfica pueda llegar a una definicin del hombre desde sus propios medios y no

    en relacin con una exterioridad. La tesis central que Sloterdijk tomar de Gehlen

    es que el hombre resulta ser un animal deficitario que deviene humano slo atravs del uso de una serie de tcnicas. Esto quiere decir que el hombre no tiene a

    su mano la tcnica, sino que es la tcnica la que lo hace devenir hombre. El

    homnido es fundamentalmente un ser deficitario [Mngelwesen], un animal

    carencial, que adolece de una indumentaria natural capaz de hacerle sobrevivir en

    el escarpado mundo exterior: La falta casi total de rganos cargados de instintos

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    especializados; el mundo como esfera indefinida, infinitamente de su existencia; y

    la necesidad de vivir eligiendo y adoptando actitudes, o sea, de actuar, no son sino

    aspectos diferentes de una misma situacin bsica humana (Gehlen, 1993, p.

    48).

    Al no poseer garras, alas, o dientes afilados, el hombre se torna incapaz de vivir

    en la naturaleza. No posee la capacidad de adaptarse al medio ambiente porque

    ste supera su constitucin orgnica. Justo por esa deficiencia natural, el hombre

    se ve a s mismo en la imperiosa necesidad de alzarse contra la naturaleza

    primera y convertirse en el creador de una segunda naturaleza en la cual pueda

    sobrevivir. La creacin de esa segunda naturaleza es, al igual que en Scheler, un

    movimiento de distanciamiento y la expresin de un impulso de descarga. ste

    impulso es la manifestacin del lenguaje como una operacin de alejamiento que

    objetiva al mundo y que permite la creacin de un mundo tcnico. El desarrollo del

    lenguaje es el medio a travs del cual el hombre se asume a s mismo como tal y

    genera un interior, la elaboracin de un espacio que complementa e inmuniza la

    carga deficiente de su equipamiento biolgico. El lenguaje aparece entonces

    como un modo de inmunizacin y radicalizacin del distanciamiento entre la

    naturaleza y la cultura. La seguridad ontolgica afirma un lugar conocido para

    aquel al que le resulta extrao el mundo biolgico. La naturaleza primera se vuelvediferente, extraa y hostil, mientras que el nuevo mundo inmunolgico deviene

    culturalmente de un proceso de descarga.

    El hombre se convierte, de ese modo, en el ser capaz de crear un medio ambiente

    artificial en el cual sobrevivir. El animal humano dej de ser un ser natural para

    devenir un ser cultural. La tcnica se convierte as en una serie de acciones

    estratgicas, ordenadas y coordinadas para una finalidad particular: la produccinde espacios artificiales donde el hombre puede existir. De tal manera que la

    tcnica no es el producto de abstracciones elaboradas con fines productivos, no

    es tampoco una mera operatividad seriada, sino que es la puesta en escena de la

    inteligencia como ejercicio de accin. Desde su aparicin la tcnica ha

    acompaado al hombre, y es tan originariamente ingeniosa como l mismo []

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    sera el principio de sustitucin de rganos, junto al cual aparecen en adelante la

    descarga y la superacin de rganos (Gehlen, 1993, p. 114). La tcnica no es un

    suplemento premeditado en la mano del hombre, sino el modo de construir un

    interior desde la regularidad del ejercicio. Fue necesario entrenarse, de un modo u

    otro, para abrigarse a la luz de una fogata, tanto como para reunirse en una sala

    constitucional; los procesos de asociacin y los de compensacin inmunitaria

    fueron vitalmente procesos histricos de auto-domesticacin.

    La serie de acciones ordenadas que diagnostica Gehlen es la manera de expresar

    cmo el hombre no es racional nicamente con el advenimiento de las altas

    culturas, sino desde el momento en el que puede verse ejercida la regularidad de

    la prctica. El hombre goza as de racionalidad gracias a un adiestramiento por

    medio de las tcnicas. En esta perspectiva es impensable que el hombre haya

    devenido tal por gracia, o por providencia, sino que fue la manera de enfrentarse y

    habitar el mundo lo que le empuj a darse a s mismo una segunda naturaleza tan

    convincente, que se volvi para l su naturaleza. El hombre no es entonces la

    cspide de la evolucin natural sino la cspide de su propia evolucin, el resultado

    de la creacin de un mundo artificial cuya caracterstica fundamental es la

    virtualidad. Nuestra conducta se torna cada vez ms variada, pero tambin ms

    virtual, simple capacidad; lo percibido es cada vez ms mera indicacin de

    posible despliegue, al que en la mayora de los casos ya no nos entregamos

    (Gehlen, 1993, p. 68). Esta argumentacin de Gehlen ser determinante para

    Sloterdijk, quien considerar que toda la naturaleza humana vive gracias a la

    creacin de teros tcnicos, deplacentas inmunolgicas.

    El hombre es el nico animal viviente capaz de crear un mundo a travs de la

    tcnica, de modo que la esfera cultural se convierte en su naturaleza, la nica en

    la que puede vivir. El ser humano vive como ser cultural, es decir, de los

    productos de su actividad previsora, planificada y mancomunada, que le permite

    procurarse, transformando previsora y activamente, conjuntos muy diversos de

    condiciones naturales, tcnicas y medios de vida. De ah que pueda llamar esfera

    cultural a la respectiva suma de condiciones iniciales modificadas por su actividad,

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    en las cuales slo el hombre vive y puede vivir (Gehlen, 1993, pp. 64-65). La

    creacin cultural es entonces producto de esa carencia orgnica esencial con la

    cual el hombre es arrojado en el mundo; su imprevisin y su falta de instinto son el

    empuje necesario para la gestacin de una estructura radicalmente opuesta al

    agreste exterior natural. La hominizacin tiene que ver con un proceso de

    conciencia de la carencia facultativa y de creacin de un sustituto onto-tcnico de

    supervivencia. La cultura es el medio ambiente creado por el hombre que se

    convierte en su naturaleza y que anima su deficiente composicin natural.

    De esa manera, al desprenderse del esquema dualista y de la metafsica, la

    concepcin del hombre como ser activo parece til y fructfera, pues la accin es,

    por una parte, actividad de un organismo de un organismo inteligente y, por

    otra parte, efecta algo en el mundo, introduce un cambio, le otorga finalidad,

    interviene. As se establece la va de enlace en que finalmente se encuentran los

    enfoques biolgico y cientfico-cultural del hombre (Gehlen, 1993, p. 39). Es la

    articulacin que hace que el mundo sea comprendido como una actividad

    inteligente que el hombre ha construido gracias a su desvalimiento biolgico. Esta

    argumentacin supone el debilitamiento de estructuras metafsicas que creen que

    esa superioridad ganada por el hombre es producto de una evolucin o de un

    milagro divino.

    Justo en este punto es donde podemos empezar a comprender cmo la

    antropologa filosfica en Sloterdijk intentar configurar un nuevo estadio de

    reflexin que no desvincula la tica y la ontologa. En Sloterdijk el problema de la

    antropologa filosfica tendr un giro interesante al retomar los argumentos de

    Gehlen sobre el devenir tcnico del hombre, pues mostrar que el problema

    central de la antropologa es trazar una genealoga de lo humano, o como

    Nietzsche la hubiese dicho, el problema de la antropognesis. De aqu en adelante

    equipararemos ambos trminos y buscaremos explicitar cmo la antropologa

    filosfica se vuelve onto-genealoga, en tanto que procura pensar las condiciones

    de emergencia del fenmeno humano, siendo el primer antecedente para esa

    indicacin la tesis de Gehlen del hombre como un ser deficitario [Mngelwesen].

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    1.3. La antropologa filosfica como onto-genealogaDurante el transcurso del captulo hemos intentado sealar las razones por las

    cuales es posible y admisible argumentar que la reflexin de Sloterdijk asume el

    problema antropolgico con seriedad. As pues, hemos explorado dos vertientesdel desarrollo que intentan dibujar un trazo histrico en el que nuestro pensador

    alemn aparece como heredero de las reflexiones de Max Scheler y Arnold

    Gehlen. En ambos casos la pregunta por el hombre es una cuestin que, tarde o

    temprano, topa con el problema del origen del humano, quedando indeterminado

    saber cul es realmente la respuesta a ese cuestionamiento. En Scheler la

    pregunta porel hombre sigue indagando por la esencia como concepto total que

    demarca los lmites entre lo animal y lo humano. Por el contrario, en Gehlen la

    pregunta por el hombre est animada por un rastreo, en parte histrico, que

    argumenta el concepto de hombre como una construccin cultural que ha

    devenido histrica y biolgicamente. Ante este panorama, Sloterdijk construye una

    reflexin que deslinda y sumerge la pregunta antropolgica en una revisin de tipo

    genealgico. Esto quiere decir, que ya no es determinante la pregunta por el

    hombre que conduce a una construccin conceptual total, como pretenda

    Scheler, sino que la cuestin debe ser sometida a una revisin histrico-valorativa

    que comprenda cules son las condiciones de posibilidad para la emergencia de lohumano. A este profundo cambio en la cuestin antropolgica lo denominamos

    salto onto-genealgico. Este salto se da en dos vas: por un lado, la pregunta por

    el hombre se vuelve una pregunta que interroga a cada sujeto particular, es decir,

    que cada quien debe darse una respuesta acerca de quin es y gracias a qu es

    as; al igual que Scheler la antropologa hunde races en un suelo existencial que

    empuja las preguntas a cuestiones singulares. Por otro lado, el salto consiste en

    una regresin, en una exploracin de las condiciones y de los espacios en los quefue posible la emergencia del hombre y la creacin del mundo.

    En Sloterdijk existe una especie de hundimiento, de inmersin de las preguntas

    antropolgicas que consiste en trasladar la cuestin del hombre desde un mbito

    estrechamente esencialista hacia un mbito ampliamente histrico, en el que se

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    dejan de lado las recurrentes definiciones tradicionales, para incurrir en las

    inexploradas condiciones de posibilidad en las que emerge lo humano. El trabajo

    de Sloterdijk se concentra en una exploracin itinerante de los espacios en los que

    es posible el advenimiento del hombre; lo antropolgico recibe un estatuto

    histrico en el que se configura y responde cmo el hombre ha devenido tal. No se

    trata entonces de una pregunta de orden metafsico en la que se responde con un

    concepto unvoco, sino de una cartografa del mapa histrico que se ha trazado

    hasta el hombre contemporneo. La pregunta deja de ser una cuestin ex-

    tempornea y se convierte en un desarrollo genealgico cuyo eje es ubicar la

    emergencia del hombre en un acontecimiento que tiene un lugar en la historia.

    As pues, existen al menos dos vas de resolucin de la cuestin: por un lado

    aquella que arroja la investigacin a un suelo existencial y por otro, una que

    indaga las probabilidades histricas del advenimiento del hombre desde su

    nacimiento como creador del mundo por medio del lenguaje. La primera de las

    vas se explora en el texto Extraamiento del mundo, texto de 1993 en el que

    Sloterdijk propone una especie de antropologa del adviento que consiste en

    explorar de qu manera los hombres vienen y salen del mundo.

    En este texto, escrito a modo de ensayo, se desarrolla una perspectiva

    antropolgica que est fundamentada en el concepto de extraamiento: el hombre

    es considerado como un ser que ocupa un lugar diferente al resto de cosas del

    mundo, es un ser desvalido que ha sido sobrepasado por el afuera hostil de la

    naturaleza y que necesita asumir su extrao lugar para poder habitar el mundo. La

    habitabilidad del mundo depende entonces de un profundo cambio en la

    valoracin de esa condicin de extraeza que es co-originaria al hombre. Su

    existencia es efectiva mediante la transformacin del afuera hostil en mundo

    susceptible para ser habitado. Durante el transcurso del libro lo que se presenta es

    una cantidad de relatos y de acontecimientos histricos en los que se ha dado una

    transformacin en las valoraciones de la extraeza como aquel lugar primigenio en

    el que el hombre hace efectiva su entrada al mundo. El impulso de la creacin

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    depende del mpetu con el cual el hombre se enfrente a un mundo e intente

    transformar lo que le resulta extrao.

    El primerespacio que el hombre habita est constituido por un afuera hostil que

    sobrepasa su vitalidad. La naturaleza segunda del hombre deviene gracias a unaextensa capa de relatos, construida a lo largo de la historia en diferentes lugares y

    situaciones, con la que el hombre rompe su circunstancia primera e inaugura una

    instancia llamada cultura. El mpetu con el cual se forma la humanidad depende

    de la fuerza creadora que arroje la extraeza en los hombres. De esa manera, lo

    antropolgico pasa de ser un estudio de los hechos que afirman la existencia del

    hombre a ser una cartografa de esos mpetus que forjan a los hombres y sus

    temperamentos. Esta cartografa de los mpetus explora el modo en el que los

    hombres construyen relatos de s mismos que los llevan y los traen al mundo:

    El movimiento del venir-al-mundo es, en suma, segn su modo de ser, lametamorfosis o el traslado del propio Yo desde el seno materno al seno delmundo, cuya ndole inquietante consiste en ser un continente que, a causa

    de su inconmensurabilidad, ms que contener a los individuos los deja caer(Sloterdijk, 2008, p. 73).

    Sloterdijk demostrar que la pregunta por el hombre se convierte en un ejerciciode comprensin histrica en el que se desmantelan las verdades humanistas y se

    superponen una serie de relatos en los que lo humano es un proceso de auto-

    crianza y de creacin metafrica del mundo. Lo antropolgico deja de estar

    mediado por el mpetu de una resolucin total y pasa a ser re-construido mediante

    el mapeo de una serie deprcticas de hominizacin que han sido superpuestas en

    la escena de la historia.

    En Extraamiento del mundo Sloterdijk propone una va de ensayo en la que la

    cuestin del hombre desborda los lmites del humanismo clsico, girando hacia

    una vertiente que toma con seriedad la pregunta en torno a s, concluyendo que la

    existencia del hombre se autogestiona su propia salida. La primera va del salto

    onto-genealgico, que aqu llamaremos salto ontolgico, se comprende a la luz de

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    una de las afirmaciones de Sloterdijk: La misma humanizacin solo es inteligible

    como la salida que el animal sin salida se procura en su huida hacia adelante. En

    eso, son los hombres, de cabeza a los pies, criaturas de la huida hacia adelante,

    vstagos de la metfora, de la metamorfosis (Sloterdijk, 2008, p. 59). Esta

    variable, que aqu se presenta, muestra cmo la definicin del hombre depende de

    su fuerza creadora y de su mpetu para salir de s mismo y atacar su indefensin

    desde la transformacin de un afuera que se le presenta hostilmente. En este

    sentido, que el hombre salte hacia su humanidad responde a que se asume como

    un animal que debe transfigurar su existencia en virtud de un afuera que est en-

    frente. La naturaleza hostil se convierte para Sloterdijk en una de las condiciones

    de posibilidad para la emergencia y en el espacio determinante para la

    construccin del mundo humano. Asumir la pregunta por el s mismo, comoproblematizacin del suelo existencial, significa a su vez explorar la salida que el

    hombre se dar y el suelo cultural al que ir perteneciendo mediante la

    construccin de una segunda naturaleza. Sloterdijk es aqu cercano a Gehlen,

    para quien el hombre construye su mundo y habita la naturaleza gracias a su

    capacidad para crear tcnicamente una esfera cultural.

    Esta primera va del salto genealgico, va existencial u metafrica, hace

    referencia a la reflexin que el hombre gesta sobre s mismo, sobre susingularidad, es decir, a la formulacin de aquellas preguntas sobre quin soy y

    quin he sido que son inherentes para cualquier sujeto en algn momento de su

    existencia. No se trata, por supuesto, de una reflexin de tipo epistemolgico que

    pretenda sostener un saber seguro y psicolgico sobre la cuestin, sino que se

    trata de la puesta en escena de un ejercicio que se desborda entre lo conceptual y

    lo existencial. La pregunta por quin y qu he sido modifica la existencia del

    hombre y plantea un ejercicio de investigacin que excede una definicinestrechamente conceptual. La antropologa tradicional se torna insuficiente en la

    medida que no provee un saber sobre las condiciones de emergencia de nuevas

    valoraciones sobre lo humano y su capacidad de extraarse.

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    El salto consiste entonces en argumentar que los conceptos y las ideas de hombre

    no son suficientes, si no se comprende de qu manera funcionan como tcnicas

    de hominizacin. Parte de lo que expone Sloterdijk tiene que ver con desmitificar

    las sensaciones, los mitos y las metforas como simples y sencillas fantasas. En

    ese sentido es ms valioso un ejercicio fenomenolgico de las sensaciones o de

    los mpetus, que un trabajo antropolgico que se limite a definir que es el

    hombre. As, la pregunta por el hombre, por lo que es y ha sido, no puede sino

    provenir de un sentimiento de ahogo, de inmersin desprotegida en la que su

    existencia se ve completamente empujada a buscar una salida. La pregunta por el

    hombre es un salto hacia s mismo, una bsqueda de su humanidad en el relato,

    en la posibilidad de gestar una metfora que haga efectiva su existencia. El

    hombre es un animal que se promete a s mismo una salida, un afuera que loempuja ms all de sus propias limitantes y del ahogo que le causan sus propios

    cuestionamientos vitales. La humanizacin consiste en ese trnsito en el que las

    preguntas modifican el suelo existencial para hacer de la extensa llanura del

    ahogo un bosque de relatos y auto-bosquejos. El mundo del hombre es el

    resultado de las promesas que ste se ha hecho desde sus afirmaciones y

    negaciones, as como dice Sloterdijk: La fuerza en el sujeto aparece en el

    escenario abierto universal como sufrimiento de la determinacin y de la

    autodeterminacin. En esta lnea humanizacin casa a la perfeccin con

    autobosquejo y agresin (Sloterdijk, 2008, p. 38). Quien es hombre vive de

    manera trgica en el trnsito que lo lleva desde su no-humanidad hasta una salida

    que lo hace humano desde el relato, la metfora y la promesa. El salto ontolgico

    consiste en recorrer ese camino que va desde la sensacin de extraeza originaria

    del hombre hacia pregunta de cmo habita y traza caminos en el mapa de su

    mundo. El cuestionamiento del hombre pasa entonces por un anlisis profundo de

    su situacin como arrojado en el mundo, como ser desvalido que por medio de

    relatos ha construido un entorno ficcional, una segunda naturaleza cultural en la

    que es posible adquirir su estatuto como humano.

    La segunda va del salto, debe ser llamada salto onto-genealgico porque ella

    describe las tcnicas de hominizacin y los cambios en las valoraciones del

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    espacio humano como mundo creado a travs de prcticas y ejercicios. En esta

    segunda va, la cuestin consiste en desarrollar una de las premisas que se han

    obtenido con la problematizacin del suelo existencial. A travs de Gehlen,

    Sloterdijk ha demostrado que el hombre es un ser desvalido y deficitario que

    cumple su humanizacin bajo una serie de tcnicas en las que crea un medio

    ambiente artificial, una segunda naturaleza de carcter tcnico que le resguarda

    del hostil y violento afuera natural. Aqu se estructura una exploracin que

    diagnostica de qu manera y bajo qu condiciones los hombres aparecen en el

    mundo como seres capaces de transformar tcnicamente su naturaleza primera.

    Pero esta segunda va no ser desarrollada en este captulo, sino en los dos

    captulos siguientes.

    Me concentrar por ahora nicamente en la primera va, lo que hemos

    denominado onto-genealoga, que est contenida en las lecciones que Sloterdijk

    pronunci en el ao de 1988 en la universidad de Frankfurt, donde se concentr

    en desarrollar y explicitar en qu consista una potica del mundo. En esas

    lecciones es evidente una fuerte influencia del pensamiento de Nietzsche, sobre

    todo de sus Consideraciones intempestivas, en las que el pensador del martillo

    hace del presente un objeto de diagnostico. En particular la segunda intempestiva,

    titulada Sobre la utilidad y el perjuicio de la historia para la vida construye todo unmarco de referencia en el que el tema de la historia empieza a inmiscuirse en la

    reflexin antropolgica misma. La historia funciona aqu como un relato, como una

    metfora que permite al hombre construirse a s mismo. En ese sentido, y

    siguiendo las indicaciones de Nietzsche, Sloterdijk muestra que el hombre es un

    animal potico que necesita de la creacin de un suelo metafrico, de una

    segunda naturaleza, de una historia que le sirva como carga de tradicin y que

    naturalice sus modos de habitar el mundo.

    La historia funciona como un relato de humanizacin en la cual se exaltan ciertas

    autodeterminaciones de hombres pasados y se estructuran grandes monumentos

    que tras de s pueden o no dejar lugar a la creacin. La historia produce hombres

    de diferentes maneras: Nietzsche distingue tres tipos de historia e identifica cmo

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    funcionan para forjar la estructura del presente y el carcter mismo de los

    individuos. En su diagnostico, afirma que el hombre puede auto-representarse a

    partir de la Historia monumental, de la Historia anticuaria y de la Historia critica.

    Los hombres creados a partir de la Historia monumental necesitan actuar y

    esforzarse para superar esos eventos del pasado que siempre les sobrepasa, son

    hombres que viven a la sombra de un pasado mejor y que deciden ser como el

    arquetipo de hombre que la historia ha creado. Sin embargo, esa Historia

    monumentaldiscrimina acontecimientos y oculta despreciando lo que no le parece

    lo suficientemente grande. A travs de esa historia los hombres tienden a

    magnificar los hechos y ocultar las prcticas, son hombres de Estado, religin y

    ciencia para quienes la certeza de lo que ha sido hecho no les permiten concebir

    algo nuevo. La creacin queda ahogada . Cuando la consideracin monumentaldel pasado domina sobre las otras maneras de considerar la historia, esto es, la

    anticuaria y la crtica, sufre el pasado de ese mismo dao: grandes partes de ste

    se olvidan, se desprecian, constituyndose algo parecido a una corriente gris

    continua en la que slo los hechos particulares previamente adornados se alzan

    como archipilagos aislados (Nietzsche, 2009, p. 340).

    La Historia anticuaria mira el pasado con la nostalgia de que todo tiempo pasado

    fue mejor. El hombre anticuario necesita venerar y conservar, es un archivero quesiente que el presente no tendra vida si no fuese por el espectro de un pasado

    insuperable; l no acta en el presente porque ha decidido aferrarse a una vida

    que est distante, en un tiempo que ya no le pertenece. Conserva los dolos de

    barro y prefiere las miradas hacia atrs que el enfoque y la accin en un presente

    inmediato.

    Por ltimo, Nietzsche identifica un tercer tipo de narracin histrica, la Historia

    crtica, donde el pasado es visto para ser juzgado y valorado de acuerdo por la

    situacin que el hombre padece en el presente. Es menester que el hombre, para

    poder vivir, tenga la fuerza de destruir y liberarse del pasado, as como que pueda

    emplear dicha fuerza de vez en cuando (Nietzsche, 2009, p. 346). En ese sentido ,

    la fuerza de la creacin y la actitud histrica resuenan con el modelo propuesto por

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    Sloterdijk de una construccin del mundo a partir de la fuerza creadora del

    hombre. De este modo, el concepto de potica del mundo que ve en el hombre

    una potencia que se desenvuelve y despliega desde la creacin, en la medida que

    usa el pasado e indaga por la condiciones del mismo, puede ser pensado como

    una Historia crtica en el sentido nietzscheano.

    Se trata del intento de darse a posteriori un pasado del que se quiera procederfrente al pasado del que efectivamente se procede, un intento que es siemprepeligroso, no slo porque es difcil encontrar un lmite a la negacin delpasado, sino porque las segundas naturalezas son, en la mayor parte de loscasos, ms dbiles que las primeras (Nietzsche, 2009, p. 347).

    El concepto de potica del mundo resuena con la indicacin de la construccin a

    posteriori del pasado en la medida que construye el mundo desde el presente,

    explora los lmites y el modo de construccin con el fin de dar completa

    comprensin al ahora. La potica del mundo es una cartografa de aquellas

    condiciones que hacen posible el mundo humano, una analtica del venir al mundo

    en la que se responden las preguntas del salto ontolgico: qu ha sido y qu es el

    hombre. El sptuple armazn de las condiciones de posibilidad tratado en Venir al

    mundo, venir al lenguaje (2006) resuena tanto con la segunda intempestiva sobre

    la historia, como con el proyecto de la verdad como metfora desarrollado enSobre verdad y mentira en sentido extra-moral.

    En la cuarta leccin de Venir al mundo, venir al lenguaje (2006) puede leerse

    cmo la problematizacin antropolgica salta y arremete contra la propia

    singularidad cuando se asumen las preguntas dentro de una racionalidad histrica

    que intenta responder qu es el hombre, argumentando qu ha sido y cmo ha

    comenzado:

    Si el hombre es el animal narrador por antonomasia es porque tambin es lacriatura condenada a comenzar que est obligada a orientarse en el mundosin poder estar presente en su comienzo real como test igo despierto. No estdestinado a poder comenzar consigo mismo como un animal privado delenguaje que olfatea la apertura al afuera, sino a hacerse cargo de s slodesde el momento en que el lenguaje me da a m mismo. De ah que tamponeel agujero del comienzo con relatos, y comience a enredarse con esos relatos,

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    porque l es la criatura que no dispone de su comienzo (Sloterdijk, 2006, p.41).

    Esa imposibilidad de empezar desde s mismo con la llegada al mundo es para el

    hombre parte de su constitucin ontolgica: el hombre es un ser desvalido, un

    sujeto ajeno a un comienzo despierto que usa el lenguaje como una tcnica de

    humanizacin y entrada al mundo. El ser humano rellena el agujero de la falta de

    palabra con diversos relatos sobre su comienzo, creando una serie de prtesis

    que abren y configuran un mundo climatizado y tcnico. En tanto que el hombre

    reconoce su carencia de comienzo, empezar a crear formas narrativas de

    acceder a l; sin embargo, para Sloterdijk estos intentos de comienzo por s

    mismo y de empeo regresivo haca el origen slo tienen justificacin si elcomienzo es visto como una continuacin y no como una serie de

    discontinuidades novedosas cuyo sustento sea el acto de comenzar por

    comenzar3. De hecho, para Sloterdijk comenzar es en realidad continuar los

    impulsos de un trabajo narrativo sobre s mismo, que intenta resolver esas pginas

    no recordadas en el estadio del nacimiento:

    Cuanto ms radicalmente tratan los hombres de volver a sus pginas de atrs,ms poderosas son las razones que tienen para comenzar de nuevo y ms

    intensa es su preocupacin porque algo que tiene un comienzo complicado notermine tambin convirtindose en un mal final (Sloterdijk, 2006, p. 54).

    La carencia de un comienzo claro impulsa al hombre a estar configurando

    continuamente su mundo desde la metfora y el relato. Los hombres son seres de

    promesa cuyo nimo ontolgico est inspirado en la narrativa que tapona el vacio

    del comienzo haciendo clida la estancia mundana. Sloterdijk hace del problema

    de la venida al mundo el centro de su reflexin en la que encuentra una serie de

    gestos a priori (condiciones de posibilidad) gracias a los cuales el hombreconstruye el mundo como tal. La potica del mundo aparece en Sloterdijk como

    una potica del parto en la que el nacimiento es el acontecimiento histrico de

    estructura ontolgica. El lenguaje y la metfora son tcnicas en la mano del

    3 No se trata de un viaje haca el primer origen, hacia ese primer comienzo que se vuelvefundamento, no es una bsqueda de ursprungsino de la entstehung.

  • 7/29/2019 El Animal Disec3b1ado Peter Sloterdijk y La Ontogenealogia de Lo Humano

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    hombre que permiten la estructuracin del mundo como lugar habitable, como

    afuera clido y perfectamente climatizado. Este tipo de tcnicas narrativas le

    permiten reconstruir un mundo histrico que ha sido valorado de diferentes

    maneras y ofrece la posibilidad de juzgar ese mundo desde un lugar-otro que ha

    sido creado desde la eventualidad de re-valorar el sentido.

    Cerramos entonces nuestro argumento diciendo que Sloterdijk se apropia de la

    tradicin de la antropologa filosfica de una forma muy particular, al mostrar cmo

    la pregunta por el hombre funciona como una tcnica de hominizacin. La misma

    antropologa filosfica ha sido un discurso a travs del cual el hombre se pregunta

    por s mi