el antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

33
El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la guerra espiritual FLAVIA FIORUCCI Universidad Nacional de Quilmes It is not given to many to be brave and clear-sighted even at the best and most obvious moments … In any case, intellectuals are not commonly thought of as the stuff from which heroes are made 1 Introducción Señalar el divorcio entre la inteligencia argentina y el peronismo constituye hoy un lugar común en los debates sobre este fenómeno, tanto para condenar el carácter impopular de las clases letradas, su falta de comprensión de un acontecimiento que tendría consecuencias que no supieron advertir, como para subrayar la naturaleza represiva y antiintelectual del régimen de Perón. 2 Pero más allá de dichos juicios, el antiperonismo intelectual permanece como una categoría casi inexplorada lo que se explica también por la escasez de estudios sobre el antiperonismo. Cuando en 1945 Perón surge como candidato presi- dencial, la intelectualidad argentina –salvo los defensores de las distintas ver- siones del nacionalismo local– ve en éste la confirmación de una tragedia anunciada y deposita en la figura del militar devenido político popular las peo- res conjeturas elaboradas a la luz de la década anterior. Perón se les aparece así cuando menos como un Franco, un Mussolini o un Hitler local. Sin embar- go, poco o nada se sabe, sobre la realidad del mundo intelectual en esos años ¿Cómo los escritores expresaron su rechazo a un régimen que resumían en la frase: “Alpargatas sí, libros no?” 3 ¿Cuál fue su estrategia para “sobrevivir a los 1 Judt (1992: 55). 2 Para una crítica de la intelectualidad antiperonista, Portantiero (1961), King (1989) y Terán (1986). Para una crítica contemporánea ver los artículos de la revista Contorno. 3 La frase proviene del líder socialista Américo Ghioldi quien en la última semana de noviembre de 1945 inició un ciclo de conferencias que tituló “Alpargatas y libros en la

Upload: others

Post on 22-Jul-2022

1 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la guerra espiritual

FLAVIA FIORUCCI

Universidad Nacional de Quilmes

It is not given to many to be brave and clear-sighted even at thebest and most obvious moments … In any case, intellectualsare not commonly thought of as the stuff from which heroes aremade1

Introducción

Señalar el divorcio entre la inteligencia argentina y el peronismo constituyehoy un lugar común en los debates sobre este fenómeno, tanto para condenarel carácter impopular de las clases letradas, su falta de comprensión de unacontecimiento que tendría consecuencias que no supieron advertir, como parasubrayar la naturaleza represiva y antiintelectual del régimen de Perón.2 Peromás allá de dichos juicios, el antiperonismo intelectual permanece como unacategoría casi inexplorada lo que se explica también por la escasez de estudiossobre el antiperonismo. Cuando en 1945 Perón surge como candidato presi-dencial, la intelectualidad argentina –salvo los defensores de las distintas ver-siones del nacionalismo local– ve en éste la confirmación de una tragediaanunciada y deposita en la figura del militar devenido político popular las peo-res conjeturas elaboradas a la luz de la década anterior. Perón se les apareceasí cuando menos como un Franco, un Mussolini o un Hitler local. Sin embar-go, poco o nada se sabe, sobre la realidad del mundo intelectual en esos años¿Cómo los escritores expresaron su rechazo a un régimen que resumían en lafrase: “Alpargatas sí, libros no?”3 ¿Cuál fue su estrategia para “sobrevivir a los

1 Judt (1992: 55).2 Para una crítica de la intelectualidad antiperonista, Portantiero (1961), King (1989) y

Terán (1986). Para una crítica contemporánea ver los artículos de la revista Contorno. 3 La frase proviene del líder socialista Américo Ghioldi quien en la última semana de

noviembre de 1945 inició un ciclo de conferencias que tituló “Alpargatas y libros en la

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 161

Page 2: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

oscuros y sombríos días” del peronismo? ¿Cuál era el contenido de sus diatri-bas contra Perón? En síntesis: ¿en qué consistía el antiperonismo intelectual?A la luz de este vacío en los estudios sobre el peronismo en el presente capítu-lo se propone explorar la naturaleza y las características que asume el antipe-ronismo intelectual desde su conformación hasta la caída de Perón en septiem-bre de 1955. Para esto el trabajo realiza un breve análisis de las variasinstituciones culturales y grupos por donde discurría la vida intelectual de esosaños. Los puntos centrales del trabajo girarán en torno a dos argumentos. Porun lado, que ante el peronismo, la estrategia de los intelectuales es la despoliti-zación en pos de la supervivencia; y por el otro, que la crítica cultural devieneen discurso de oposición, transformando la guerra ideológica iniciada a media-dos de los treinta, en una “guerra espiritual” (entendida como la defensa de lacultura o de la vida del espíritu).

El principio del consenso

En cierta forma el antiperonismo intelectual precede al surgimiento del pero-nismo. La oposición a Perón por parte de los letrados deriva de las luchas anti-fascistas que se dieron en el país en los años treinta. La denominada “décadainfame” no sólo marcó en Argentina la “muerte de la República Verdadera”,como denominó Tulio Harperin Donghi (1999) al clima que acompañó el fin delas primeras experiencias democráticas en ese país, sino que fue la inaugura-ción de una etapa en donde el debate intelectual se tiñó de un internacionalismopoco antes visto. El devenir local comenzó a ser leído a través de los aconteci-mientos externos, principalmente europeos. El tono, el vocabulario, los mismosargumentos de la discusión política e intelectual, se cifraban al compás de loque sucedía a miles de kilómetros. Europa vivía grandes conmociones y su ecoen el país era notorio. Primero la Guerra Civil Española y luego la SegundaGuerra Mundial llevaron a la inteligencia vernácula, a un estado de “guerra ide-ológica” en donde se replicaba lo que sucedía en el viejo continente.

Entre los intelectuales argentinos, el liberalismo tenía desde el siglo XIX,más allá de algunas excepciones, un consenso difícilmente rebatible. Era unaidentidad que incluía a los socialistas y hasta algunos comunistas. Como loresumió Carlos Altamirano (2000: 15), “el credo del progreso nacional y su

162 Flavia Fiorucci

historia Argentina”, como una forma de referirse a la antinomia presentada por Sarmien-to entre civilización y barbarie. Según la crónica del diario La Nación, la frase fue elgrito de guerra de los obreros contra los estudiantes antiperonistas de la Universidad deLa Plata el 17 de octubre de 1945.

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 162

Page 3: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

narrativa –el relato del avance económico y civil del país, a cuya marca cola-boraban los logros de la educación común– había comunicado desde comien-zos de siglo a socialistas y liberales “esclarecidos, positivistas o espiritualis-tas.” El liberalismo funcionaba como una identidad flexible y vaga peroconstituía un claro generador de consenso. Las luchas y los conflictos no esta-ban totalmente ausentes pero éstos nunca habían significado la ruptura defini-tiva del campo intelectual en bandos irreconciliables. Ni siquiera el muchasveces agrio debate entre los escritores de Florida y Boedo (los primeros enro-lados en una visión de la literatura “esteticista” y los segundos defensores deuna literatura comprometida socialmente) reiteradamente citado por la críticacomo uno de los ejes sobre los cuales los intelectuales se dividían y definíanidentidades dentro del campo intelectual en los veinte, terminó con el clima decordialidad entre los intelectuales. El diálogo y la posibilidad del trabajo enequipo prevalecían.4

Sin embargo, fines de la década del veinte, el clima armónico del campointelectual comenzó a seriamente cuestionado por el surgimiento del movi-miento nacionalista local. Varios intelectuales, algunos ya reconocidos y otrosque se proyectarían como importantes voces de la siguiente década, se suma-ron a esta corriente. Dicha posición ideológica, resumida por uno de sus segui-dores (Amadeo 1956: 112) como una “reacción antiliberal” implicaba el recha-zo de la democracia liberal sobre todo de la institución parlamentaria y elsufragio popular; el rescate de la religión y los valores más tradicionales de lacultura; la adhesión a un régimen estatista y corporativista y la “necesidad defortalecer la conciencia nacional frente al espíritu –que juzgaba extranjerizan-te– de la etapa precedente, pronunciándose decididamente contra la influenciade las naciones llamadas imperialistas”. El nacionalismo no era sin embargouna posición monolítica y cada una de sus corrientes se decidió por reforzar ya veces por desdeñar algunos de estos puntos. A grandes rasgos y obviandouna constelación de posiciones intermedias el respeto por el sufragio o surechazo dividía la familia nacionalista en dos grandes grupos: los democráti-cos y los antidemocráticos.5 Pero para el liberalismo no había matices, lo quequedaba claro desde su perspectiva era la peligrosidad de esta nueva derecha.

Al mismo tiempo, el desafiante nacionalismo enarbolaba las banderas deuna nueva escuela histórica –el revisionismo– que propiciaba una completa

El antiperonismo intelectual 163

4 De lo contrario, difícilmente se podría haber tan siquiera concebido la creación de unaorganización como Sociedad Argentina de Escritores en 1928. Para un resumen de laspolémicas literarias, Sarlo (2003). Para una discusión sobre la desintegración del con-senso liberal, Halperin Donghi (2003).

5 Para una discusión sobre el tema, Buchrucker (1987).

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 163

Page 4: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

revisión de la historia nacional. Éste implicaba una puesta en tela de juicio delas generaciones liberales argentinas (la de 1837 y la de 1880), las cuáles eranacusadas de extranjerizantes e impopulares. De acuerdo con los dictados delrevisionismo histórico Sarmiento aparecía como un colonizado mental. Mien-tras, los personajes denostados por la versión liberal de la historia, los caudi-llos, asumían su lugar en el panteón de los grandes héroes nacionales. De esaforma, la obra del caudillo Juan Manuel de Rosas, que gobernó la provincia deBuenos Aires entre los años 1835 y 1852, se transformaba en la epopeya de lanacionalidad. Rosas era presentado como el hombre fuerte, capaz de gobernary resistir los embates del imperialismo (había enfrentado exitosamente un blo-que anglo-francés en el Río de La Plata). Los postulados del revisionismorepresentaban una evidente afrenta a la los letrados argentinos que se postula-ban como herederos de la tradición liberal argentina.

El golpe de 1930 que puso fin al segundo gobierno de Yrigoyen en manosde un militar con obvias inclinaciones de derecha (Uriburu) dio a los naciona-listas (al menos ideológicamente) la relevancia que tanto buscaban.6 Pero cam-bios políticos y conflictos internos terminaron rápido con el protagonismonacionalista.7 En 1932, al producirse un nuevo cambio de gobierno ya habíansido desplazados. Aunque breve, el protagonismo de los nacionalistas alimen-tó los temores de los defensores de la democracia. Pese a esto, el campo inte-lectual no fue quebrado totalmente, lo que se explicaba por las “ambigüedadespropias del ambiente intelectual y político de este periodo” (Dolkart: 1999).La colaboración entre intelectuales nacionalistas y liberales era aún posible.Así por ejemplo Victoria Ocampo (una acérrima defensora del liberalismo)todavía abría a principios de los treinta las puertas de su casa y de la revistaque dirigía (Sur) a destacados nacionalistas como los hermanos Irazusta(Rodolfo y Julio), Ernesto Palacio y Ramón Doll (Irazusta: 1975). El diarioliberal La Nación continuaba publicando a un escritor de un nacionalismomilitarista como Leopoldo Lugones. El ejemplo más claro que la colaboracióntodavía era posible fue la participación de escritores de posiciones políticastan disímiles como Jorge Luis Borges (alguien que en 1928 había abrazado lacandidatura de Yrigoyen), Roberto Giusti (miembro del Partido SocialistaIndependiente) y Samuel Glusberg (simpatizante de Trotsky); con Lugones enla recientemente fundada Sociedad Argentina de Escritores (1928).8 Pero el

164 Flavia Fiorucci

6 Contados fueron, sin embargo, los nacionalistas que participaron directamente en estegobierno. Entre ellos se destacan Carlos Ibarguren que fue nombrado interventor de laprovincia de Córdoba, mientras que Leopoldo Lugones se convirtió en algo así como un“escriba” del nuevo gobierno.

7 Ver Dolkart (1999).8 Ver “SADE: El acta de su fundación”, Mundo Literario, 1996, 1: 8.

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 164

Page 5: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

inicio de la guerra civil española, en 1936, terminó con la posibilidad de coo-peración entre los distintos grupos.

El conflicto español significó la polarización definitiva de la intelectuali-dad local.9 Desde entonces, la división en dos frentes “irreconciliables” se vol-vió evidente. El mundo de los letrados locales se separaba así entre “fascistasy democráticos”, según apoyaran a Franco o a los Republicanos españoles. Lainteligencia liberal junto con la izquierda (más o menos cercana al liberalis-mo) expresó sus preferencias por la República, mientras que los nacionalistasse inclinaron en su conjunto por Franco. En el campo intelectual esto signifi-caba que las distintas tribunas (revistas, agrupaciones, tertulias), se convertíanen portavoces exclusivos de uno u otro bando. Así por ejemplo la mencionadarevista Sur, “voz” del establishment literario, dejó de aceptar colaboracionesde nacionalistas.10 No sin cierto tono de nostalgia el historiador de dichacorriente Julio Irazusta (1975: 227) señaló que “debido a la guerra europea,que confundió a los espíritus y los dividió en banderías irreconciliables”, Vic-toria Ocampo le cerró sus puertas. El aislamiento de los nacionalistas revelósu lado más trágico en el suicidio de Leopoldo Lugones (1938). El que porentonces era el poeta nacional por excelencia, era acusado en una necrológicapublicada en la revista Nosotros de “traicionar a la inteligencia” por haberabrazado el fascismo.11 Las etiquetas, demasiado simplistas por cierto, prove-nían de la posición que era hegemónica entre los intelectuales: la democrática.Desde esta perspectiva, de un lado estaban los nacionalistas, los antidemocrá-ticos, y del otro los democráticos. Si bien, como se dijo, muchos de los nacio-nalistas estaban en verdad contra la democracia, no era ésta la posición de latotalidad de este movimiento, como era el caso del grupo radical de tradiciónYrigoyenista FORJA, que reunía entre sus figuras más notables a Arturo Jau-retche y a Raúl Scalabrini Ortiz.

Sin embargo, era claro que si la disputa española adquiría tamaño impactoera porque ésta se conjugaba en un ambiente local enraizado por el fraude, porprácticas autoritarias y un contexto de gran agitación social. Cuando en 1939estalló la segunda guerra mundial el país hacía casi una década que era admi-nistrado por gobiernos conservadores que habían llegado al poder a través delfraude electoral. Pero a pesar de este componente antidemocrático, ninguno de

El antiperonismo intelectual 165

9 Uno de las primeras manifestaciones de los conflictos que iban a dividir al campo inte-lectual se produjó en las reuniones del Congreso de los P.E.N Club, realizado en BuenosAires en septiembre de 1936. Guisti (1980).

10 En Sur se congregaban para ese entonces las más importantes voces de la literaturanacional. Entre otros formaban parte de ésta, Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares,Manuel Mújica Laínez y Silvina Ocampo. Para un estudio de Sur, King (1989).

11 Larra (1982: 94).

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 165

Page 6: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

los dos presidentes que debían su elección al fraude (el general Agustín Justo1932-1938 y luego Roberto M. Ortiz 1938-1942), habían sido seducidos por elfascismo. Lo que no fue suficiente –vale recalcar– para convencer a los inte-lectuales de que el país estaba a salvo de la amenaza nazi. Si las luchas en lapenínsula ibérica habían sido decisivas para dividir el campo intelectual, elnuevo conflicto mundial iba a “caldear aún más los ánimos”. Nuevamente laslealtades fueron claras, gran parte del nacionalismo apoyó a los países del Ejey los “autodenominados democráticos” se inclinaron en su totalidad por losAliados. El tema candente fue la neutralidad sostenida por el gobierno, queaunque algunos nacionalistas (especialmente miembros de FORJA como RaúlScalabrini Ortiz) se empeñaron en describirla como parte de la tradición histó-rica del país, fue leída por los liberales como un tácito apoyo al ejército nazi ycomo la evidencia de que el fascismo era un problema local. En 1940, el ascen-so como presidente (debido a la enfermedad de Ortiz) del vicepresidente Cas-tillo, un civil con “más amigos” en el frente nacionalista alimentó aún másaquellos temores.

No es éste el lugar para debatir sobre la verosimilitud de las hipótesis tre-mendistas que animaron el debate intelectual de aquella época, en donde la“infiltración nazi-fascista”, se convirtió en la cuestión del momento, pero loque es evidente es que a la luz de esta amenaza, la sociedad argentina observóuna suerte de florecimiento de su sociedad civil.12 Las preocupaciones dieronorigen a un gran número de instituciones y grupos en defensa de la democraciaque agruparon a intelectuales y políticos de todas las tendencias. En 1935 sefundó –originada en el seno del Partido Comunista– la AIAPE (Agrupación deIntelectuales Artistas, Periodistas y Escritores), que más allá de los vaivenesde una organización que tuvo que ajustarse a exigencias partidarias, constituyóentre 1935 y 1943 un activo frente antifascista.13 El 6 de junio de 1940, luegodel bombardeo alemán a Francia, se formó otro enérgico grupo antifascistaque congregó a figuras (tanto políticas como intelectuales) de todo el espectroideológico: Acción Argentina.14 Este grupo intentaba convertirse en un espa-cio de debate y de lucha, ajeno a identidades partidarias, en defensa de la liber-

166 Flavia Fiorucci

12 La Infitración Nazi-fascista era el título de un libro publicado por el dirigente socialistaEnrique Dickmann, en donde proveía evidencia detallada sobre los intentos alemanes deinfiltrarse en Argentina a través de los nacionalistas. Dickmann (1939). La supuestaamenaza nazi ya ha sido desmitificada por el historiador Ronald Newton, quien la aso-cia a una maniobra de propaganda del Departamento de estado norteamericano. Newton(1992).

13 Para una lectura sobre la AIAPE (1997).14 Acción Argentina fue transformándose con el tiempo hasta convertirse en un frente elec-

toral que mucho tuvo que ver con la formación de la Unión Democrática, Bottos (2000).

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 166

Page 7: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

tad contra los embates del fascismo local. Europa era para los fundadores de lainstitución un espejo para mirar la situación local. La caída de Francia era dra-mática pero más trágica era la certidumbre de que el fascismo se estaba apode-rando del país y que Alemania tenía pretensiones sobre Argentina. El mani-fiesto fundacional expresa con vehemencia el tipo de preocupaciones queanimaban a estos hombres:

Hoy debemos enfrentarnos por primera vez desde que se consolidó la Indepen-dencia, con la posibilidad de que nuestra soberanía pueda ser menoscabada por lacodicia extranjera. Ante esa perspectiva sería antipático y suicida no declinar ideasy sentimientos individuales para estrechar filas en un movimiento de defensa, sinotra enseña que la Argentina.15

En junio de 1943 cuando la victoria aliada parecía asegurada, un golpe deestado terminó con el gobierno de Castillo. En un principio, el golpe alimentólas esperanzas de los sectores civiles, pero la nueva administración pronto sereveló aún más autoritaria y pro-Eje que la anterior. Esta llevó adelante unapolítica sistemática de censura y represión que intentaba desmantelar los últi-mos vestigios del orden liberal en pie. La sociedad civil sufrió un grave retroce-so, además de los partidos políticos, la AIAPE y Acción Argentina fuerondisueltas mientras que varias figuras del ambiente intelectual fueron persegui-das, encarceladas, exoneradas de sus puestos en la universidad o se vieron for-zadas a exiliarse; a su vez que el nacionalismo conquistó espacios.16 Fue delseno de este gobierno que salió Juan Domingo Perón. Este coronel, miembro deun grupo de oficiales con inclinaciones nacionalistas (GOU) y admirador deMussolini, registrando un ascenso meteórico, acumulaba en julio de 1944 lospuestos de Secretario del Departamento Nacional de Trabajo (luego Secretaríade Trabajo y Previsión), Ministro de Guerra, y Vicepresidente de la nación.

Los hechos que llevaron a dicho militar a la presidencia de la nación por elvoto popular son conocidos. Perón usó su puesto en la Secretaría de Trabajopara armarse del apoyo de los sindicatos. Su poder creciente alimentó recelos

El antiperonismo intelectual 167

15 Cf. Bottos (2000).16 Varias figuras nacionalistas asumieron puestos claves como el escritor Gustavo Martinez

Zuviría que fue nombrado ministro de Justicia e Instrucción Pública, el conocido teóricoclerical Tomás Casares asumió como interventor de la Universidad de Buenos Aires y elensayista católico Mario Amadeo se convirtió en jefe de asuntos públicos del ministeriode Relaciones Exteriores. Una de las grandes conquistas de los nacionalistas de estaépoca fue la introducción de la enseñanza católica en las escuelas. La victoria nacionalis-ta fue otra vez corta, en el momento en que Argentina declaró la guerra al eje los nacio-nalistas fueron desplazados de sus puestos. Sin embargo esto no logró convencer a lossectores democráticos de que el nacionalismo no era tan “peligroso” como creían.

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 167

Page 8: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

tanto en la sociedad en su conjunto como en el ejército. Pronto el clima ideoló-gico dejó de ser favorable a los militares del GOU. El triunfo aliado dio bríos ala oposición democrática que en septiembre de 1945 reveló todas sus fuerzasen una multitudinaria marcha “Por la libertad y la Constitución.” A principiosde octubre, desde el ejército se intentó desplazar a Perón de la escena política.Pero la maniobra enfrentó la movilización obrera que se congregó en la plazade Mayo pidiendo por la libertad de su nuevo líder. Perón retornó así al centrodel poder, pero ahora como candidato presidencial de las elecciones llevadas acabo en febrero de 1946.

La profecía cumplida

Si bien es cierto que no se puede interpretar la década anterior a 1945 como unproceso histórico que derivó en el indefectible ascenso de Perón, es evidenteque ésta iba a condicionar la lectura del peronismo. Perón era para los intelec-tuales locales la amenaza hecha realidad. A los ojos de una intelectualidad quehacía una década que venía advirtiendo sobre el peligro fascista, el coronelpolítico no era más que la profecía cumplida. Los intelectuales “autoprocla-mados democráticos” difícilmente iban a olvidar el origen de Perón, es decirsu vinculación con el gobierno pro-Eje inaugurado en junio de 1943. En pala-bras de la escritora María Rosa Oliver: “Perón había estado de agregado mili-tar en Italia, el grupo de los coroneles, el GOU, era germanófilo, conocíamosla mentalidad castrense, entonces dijimos, bueno, ahora lo vamos a teneraquí.” (Oliver: 1971). El hecho de que varios de los nacionalistas expresaransus preferencias por Perón, confirmaba aún más el “nazifascismo” de este can-didato.17 Ser antiperonista era entonces para los mayoría de los intelectualesuna posición natural, un derivado lógico de las posiciones que habían tomadoen los años previos.

El periodo que va entre la candidatura de Perón y su elección como presi-dente (de octubre de 1945 a febrero de 1946), estuvo marcado dentro delcampo intelectual (para entonces declaradamente antiperonista) por un climaque oscilaba entre el pesimismo más dramático hasta el optimismo más festi-vo. Era claro que ninguna de las dos posiciones estaba del todo injustificada.La unión de casi todas las fuerzas políticas (los Radicales, los Demócratas

168 Flavia Fiorucci

17 Así como el nacionalismo estaba dividido ideológicamente, también lo estuvo su postu-ra frente a Perón. Mientras que el nacionalismo más elitista tuvo ciertas reticencias aapoyar a la candidatura de Perón, su vertiente populista expresó en masa su adhesión adicha candidatura. Para una discusión sobre el tema ver Walter (1993: 99-118).

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 168

Page 9: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

Progresistas, los Socialistas, parte de los Conservadores y los Comunistas) enun frente electoral contra Perón (la Unión Democrática), podía explicar losbuenos augurios. Una carta que el escritor Julio Cortázar le envía a uno de susamigos, 15 días antes de las elecciones, da cuenta de lo señalado:

Por aquí las cosas siguen que arden. Tengo la leve impresión de que va a ocu-rrir algo grande antes del 24 de febrero. He pulsado todo lo posible el ambiente, yme he mezclado bastante en el proceloso mar de la política (que le dicen). Estuveen la proclamación de la lista comunista en el Luna Park, estuve en la del PS. Yfinalmente, ayer tuve el inmenso orgullo de estar en la avenida 9 de Julio cuando laproclamación de la formula democrática. Presumo que ya habrá visto las fotos delos diarios de lo que fue aquello. Resulta imposible, absolutamente imposible inten-tar una descripción. Es la multitud más fabulosa que haya yo contemplado en mivida. Si después de esto el Coronel retirado tiene todavía alguna esperanza deganar elecciones correctas... evidentemente le funciona mal el piso alto.18

Como advirtió también otro escritor –Aldolfo Bioy Casares– en el mundo delos escritores “los peronistas” no eran una presencia visible (Sorrentino 1992).Pero frente a las señales que vislumbran una victoria se barajaban también lashipótesis más agoreras frente al poder del fascismo, que aunque ya derrotado enla guerra, continuaba en los ojos de los intelectuales argentinos más fuerte quenunca. En el número de la revista Sur dedicado al fin de la guerra, el escritorcomunista Enrique Amorín se preguntaba si se había “agotado la posibilidad dever resurgir el nazismo.” Y con resignación respondía que no, que “sin campos,sin alambrados, la ideología [nazi reverdecía] por las tierras”.19

La alusión al fascismo de Perón y la defensa de la democracia se articulócomo uno de los ejes centrales sobre los que la Unión Democrática centró sucampaña en 1946. Para muchos, este hecho fue uno de los motivos de su derro-ta.20 Frente al contenido social del discurso de Perón, la defensa de la libertadaparecía vacua para grandes sectores de la sociedad, que tenían preocupacio-nes menos abstractas que el denominado “naziperonismo”.21 La adhesión de lamayoría de los letrados al antiperonismo fue expresada por éstos en una cartapública, fechada justo antes de las elecciones. En ésta describían los comicioscomo una opción “entre una tendencia que proscribe y escarnece la libertad de

El antiperonismo intelectual 169

18 Julio Cortázar, carta a Sergio Sergi 10 de febrero de 1946, en: Bernández (ed.) (2000: 197).19 Amorín (1945: 72).20 Para una observación de los mismos miembros de la Unión Democrática en este sentido

ver el comunicado del Comité de la Sección 16 de la Unión Cívica Radical citado porTorre (1990).

21 De esta forma fue denominado por el dirigente del partido comunista Vittorio Codovillaen una serie de conferencias que dieron título a su libro Batir el naziperonismo (1946).

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 169

Page 10: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

expresión y de pensamiento y otra que la hace posible”.22 Finalmente, realiza-do el recuento de votos, los intelectuales se convencieron de que el fascismono había muerto y que había resurgido con caracteres locales en la Argentina.

Perón en el poder

El antiperonismo ocupó desde 1946 el lugar que la identidad antifascista teníaen el debate intelectual argentino desde el inicio de la Guerra Civil española.El rechazo a Perón se constituyó en un factor de aglutinación aún más fuerteque la vieja identidad, reforzando la ya existente unión en un mismo “bando”de intelectuales de distintas corrientes políticas e ideológicas. Perón –sin que-rerlo seguramente– infundió en el “campo intelectual democrático” un senti-miento de comunidad, una cohesión, que aunque exenta de proyectos comunesno volvería a repetirse en los años venideros. El interrogante que nos debemospreguntar a esta altura del relato es ¿por dónde discurrieron los límites de laoposición intelectual una vez que Perón asumió el poder? ¿Cuál es la reacciónde la intelectualidad democrática unida en el rechazo a Perón? Si el peronismoera la amenaza de una década hecha realidad, los intelectuales no expresaronsorpresa frente al hecho consumado. Lo que sí debe ser advertido es que eltriunfo de Perón no fue recibido ni con grandes declaraciones ni manifiestos.Por el contrario, el peronismo llegó para desacelerar la marcada politizacióndel campo intelectual de los años anteriores. La revista Sur, por ejemplo, quehabía dedicado su número entero de julio de 1945 al avance del fascismo y alproblema de la democracia de masas (ahora más pertinente con el ascenso dePerón), sólo menciona al nuevo gobierno por primera vez en agosto de 1946.Sur reprodujo el discurso que Jorge Luis Borges pronunció en la cena de des-agravio que los escritores le hicieron porque el gobierno de Perón lo trasladóde su cargo en una biblioteca municipal a inspector de aves del mercado muni-cipal. Según cuenta el escritor lo que capturó su atención fue un cartel con laleyenda “DELE DELE”:

Tendré que renunciar repetí, pero mi destino personal me importa menos queese cartel simbólico. No sé hasta donde el episodio que he referido es una parábola.Sospecho, sin embargo que la memoria y el olvido son dioses que saben bien lo quehacen. Si se han extraviado lo demás y si retienen esa absurda leyenda alguna justi-

170 Flavia Fiorucci

22 “Declaración de Escritores en Apoyo a la Unión Democrática”, incluida en Altamirano(2001: 183). Entre otros firman: Leónidas Barletta, Jorge Luis Borges, Raúl GonzálezTuñón, Eduardo Mallea y Victoria Ocampo.

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 170

Page 11: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

ficación los asiste. Lo formulo así: las dictaduras fomentan la opresión, las dictadu-ras fomentan el servilismo, las dictaduras fomentan la crueldad, más abominable esel hecho de que fomenten la idiotez. Botones que balbucean imperativos, efigies decaudillos, vivas y mueras prefijados, muros exornados de nombres, ceremoniasunánimes, la mera disciplina usurpando el lugar de la lucidez.23

Las declaraciones de Borges fueron proféticas sobre la forma en que Surinterpretó el peronismo: como un gobierno autoritario pero también como unamanifestación de la decadencia cultural por la que atravesaba el país. El dis-curso citado fue la única vez en casi diez años en que Sur se refirió al peronis-mo directamente. A partir de 1946, Perón y sus políticas se convirtieron en untema innombrable en las páginas de Sur que la revista sólo abordó a través dereferencias cruzadas y el uso de un lenguaje en clave.

En la Sociedad Argentina de Escritores –algo así como el sindicato de losescritores– se dio una situación que se ajustaba a un patrón que llegó con Perónpara quedarse: la despolitización del campo intelectual. La sociedad de losescritores, aunque concebida en sus orígenes como un gremio apolítico, alcomenzar la década de los cuarenta ya había dirimido posiciones y había aban-donando completamente sus pretensiones de crear una asociación profesionalajena a la guerra ideológica en que la sociedad estaba sumida. Éste no habíasido un camino sin obstáculos. La apoliticidad de la asociación había sido pre-sentada por varios de sus fundadores como uno de sus más caros principios.Era dicha característica la que iba permitir a la SADE la defensa de los intere-ses sectoriales. El argumento implicaba por otro lado la defensa de la autono-mía del mundo literario frente a los vaivenes de la política. El fin de dicho pro-yecto se hace evidente cuando el ex director del suplemento cultural del diarioLa Nación, el escritor Arturo Cancela, decide en 1945 separarse de SADE yfundar junto con otros escritores una “contra-SADE nacionalista”: ADEA,(luego peronista). Cancela decide tomar este curso de acción porque para eseentonces la política reinaba incontestable en SADE y esto se traducía en supropia marginación y la de sus compañeros ideológicos. La sociedad de losescritores se había convertido en la voz de los autodenominados democráticosen su cruzada contra el nacionalismo y sus defensores. Cuando Perón comien-za a descollar en la escena política, el antinacionalismo incubado en la institu-ción desde mediados de los treinta devino rápidamente en antiperonismo. Laidentificación de la SADE con el antiperonismo era por lo tanto predecible.Sin embargo, si en 1945 la asociación estaba comprometida en una luchaabierta por la defensa de la democracia, que presentaba como el único sistema

El antiperonismo intelectual 171

23 Borges (1946).

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 171

Page 12: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

en donde los escritores podían desarrollar su obra, sorprende comprobar quefrente a la candidatura de Perón la asociación decide no participar en la UniónDemocrática, alegando que el estatuto prohíbe las actividades políticas.24 Sepodría argumentar que lo que la asociación no quiere hacer es formar parte deun frente electoral, pero las actividades posteriores de la institución permitenvislumbrar que detrás de la advertencia hay una estrategia clara: la supervi-vencia institucional.

Durante este tiempo lo que sobresale, sobretodo si se lo contrasta con lamilitancia de la institución en los años anteriores, es el silencio. La instituciónse abstiene de expresarse sobre la marcha del 17 de octubre, sobre la amenaza“naziperonista” y sobre el resultado de las elecciones de febrero de 1946. Apartir de entonces y hasta mediados de 1954, el retiro del gremio de los escri-tores de la vida política se hizo evidente en la ausencia de pronunciamientospúblicos que se ocuparan del devenir político del país y en el deliberado silen-cio sobre temas políticos en las reuniones, según lo atestiguan las actas de lainstitución.25 El retraimiento de la SADE significaba el abandono del compro-miso que la asociación había asumido con la defensa de las libertades. Si elperonismo era una variación local del “nazismo”, como lo había calificadoJorge Luis Borges en 1946, en uno de los pocos encuentros en donde un miem-bro de la asociación se refirió directamente al naciente peronismo, la falta deuna condena pública al régimen era una clara claudicación. Sin embargo, dicha“claudicación” permitía a la SADE garantizar su supervivencia institucional,lo que implicaba que ésta continuaba siendo un árbitro de la cultura del país,ámbito en donde el gobierno tenía escasa autoridad y legitimidad. Aún si unaposición más combativa podría considerarse como la conducta “ideal”, eraclaro que con ésta la SADE no iba a llegar demasiado lejos. La exoneración dela Universidad de Buenos Aires de 423 profesores y la renuncia de otros 825considerados antiperonistas entre 1943 y 1946, era un dato de la realidad quelos miembros de SADE no podían ignorar, no sólo porque involucraba perso-nalmente a muchos de ellos sino porque hablaba a las claras del carácter opre-sivo del nuevo régimen. Pero esto mismo también implicaba que ahora la vida

172 Flavia Fiorucci

24 El Manifiesto del Tercer Congreso reza lo siguiente: El escritor sólo puede desarrollarsu función, realizar su obra y ser fiel a su propio destino en un orden fundado en el libreconsentimiento del individuo y no en cualquier sistema que restrinja o suprima la liber-tad... La condena de los regímenes de fuerza que este congreso sanciona, obliga a losescritores a combatir por la libertad en que radica el honor de su función social, la digni-dad de su oficio y la honestidad del magisterio que ejercen. Sociedad Argentina deEscritores (1941: 50).

25 Se registraron algunos manifiestos pero éstos eran de otra naturaleza, no era la políticaen sentido abstracto la que motivaba la participación de la SADE sino ataques concretoscontra el mundo de los letrados. Fiorucci (2001)

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 172

Page 13: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

intelectual debía desarrollarse en ámbitos externos al estado. Se daba algo asícomo una “privatización de la cultura” y la supervivencia de institucionescomo la SADE cobraba una importancia vital.26

El alejamiento de la vida intelectual y cultural de la tutela del estado signi-ficó que los intelectuales se aglutinaron en otros ámbitos, como señaló Federi-co Neiburg, el gobierno “cohesionó a los excluidos en torno de otras activida-des y de otras instituciones” (1998: 168). El Colegio Libre de EstudiosSuperiores (CLES), una especie de universidad informal, llamó a sus filas aincorporarse a todos los profesores exonerados y desde allí siguió proveyendoun espacio de debate para las discusiones de tipo más académico, al punto deconvertirse en algo así como una shadow university hasta que sufrió la repre-sión severa del régimen. Pero en éste también fue evidente la despolitizaciónde las polémicas que tenían lugar en su seno y nuevamente la razón parecíaexplicarse por la voluntad de preservar la vida del espíritu. Como lo señalóNeiburg, en el CLES “la discusión de los proyectos para el país con la partici-pación de políticos, empresarios y juristas en actos de verdadero contenidopolítico, dio paso a otro tipo de actividades que tenían la triple finalidad demantener vivas las relaciones entre los socios y amigos, proporcionarles alter-nativas laborales y continuar realizando un trabajo de proselitismo y de reclu-tamiento entre un público más amplio” (1998: 171).

Lo paradójico aquí es observar que esa “privatización” de los ámbitosletrados y académicos produjo indirectamente un boom (aunque de algunaforma artificial) de la vida intelectual. Un número nada desdeñable de revistasse fundaron en esos años, revelando la red de relaciones que se tejieron alcompás de la posición antiperonista. Por un lado, la mera oposición bastabapara unir a intelectuales con posiciones diferentes y por el otro parecía que loúnico que servía contra la “barbarie peronista” era oponer la alta cultura. Asísurgieron revistas culturales como: Expresión (1946-1948); Realidad (1947-1949); Liberalis (1949-1961) e Imago Mundi (1953-1955) y desde una pers-pectiva bastante distinta Contorno (1953-1959). Si bien en cada una de ellas,primaban ciertos intelectuales, Expresión por ejemplo constituía una publica-ción de izquierda mientras que Realidad estaba dominada por un marcadoantimarxismo, los nombres se repetían en unas y otras y las diferencias ideoló-gicas no importaban demasiado, así por ejemplo Giusti estaba tanto en Expre-sión como en Liberalis. Pero lo que también resulta notorio es que salvo Libe-

El antiperonismo intelectual 173

26 Silvia Sigal señala esto como una constante del campo intelectual argentino. La vulnera-bilidad de la universidad (estrechamente correlacionada en el país a los vaivenes de lapolítica), favoreció el desarrollo de “instituciones” autónomas como el CLES y el Insti-tuto Di Tella más tarde y consolidó lo que la historiadora llama la capacidad de auto-organización de los intelectuales. Sigal (1996: 100-103).

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 173

Page 14: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

ralis ninguna de las nuevas publicaciones logró sobrevivir más allá de unospocos años o números. El cierre no tenía que ver con la censura directa delestado. En la mayoría de los casos éste se explicaba por falta de fondos. Otras,como Imago Mundi, perecieron cuando la normalización de la vida académicaen 1955 hizo que sus mentores retornaran a la universidad. Paralelo a esteresurgir de las revistas culturales, se dio en el país un auge de la industria edi-torial, que se había originado con la crisis de la industria española provocadapor la guerra civil en dicha nación. Esto es tan notorio que los años 1936-1956constituyen “el periodo de mayor prosperidad relativa de la industria editorialargentina y con toda certidumbre su periodo de mayor relevancia como pro-ductor internacional de libros” (Rivera 1980: 577). Aunque a partir de 1950 sepueden ver los primeros síntomas del deterioro posterior de la actividad, esevidente que durante los gobiernos de Perón el libro argentino no sólo producedivisas sino que se convierte en una mercancía de exportación. La ampliaciónde la industria editorial constituyó una oportunidad laboral para aquellos pro-hibidos por el gobierno, no sólo dirigiendo varias de las editoriales en expan-sión sino trabajando en las actividades paralelas que el boom editorial creó(traducción, corrección, edición, etc.) Sin embargo, nada de esto hizo más“digerible” el régimen, que para la mayoría de los intelectuales se traducía enla decadencia cultural del país.

¿Pero significó esto que los intelectuales ante la llegada de Perón se ence-rraron en sus propias instituciones, ya sea asociaciones, universidades parale-las, revistas o tertulias, e ignoraron los acontecimientos de la vida política? Enotras palabras: ¿hubo algún espacio para ejercer la crítica al peronismo? Estelugar sí existió pero no hay que buscarlo en “clave política”. La crítica intelec-tual se manifestó como una defensa del espíritu frente a un régimen que se lespresentaba a la intelectualidad argentina como una afrenta de los valores de lacivilización y la cultura. La oposición política estaba censurada, por lo que lacrítica cultural permitía una serie de sutilezas y licencias que fueron utilizadaspor los intelectuales. La guerra político-ideológica devino entonces en unaguerra en defensa del espíritu, no exenta claro, de connotaciones de naturalezapolítica.

El primer gran enfrentamiento de la SADE con el gobierno de Perón reve-la la lógica de la “guerra” que los intelectuales entablaron contra el peronismo.Ésta se dio cuando la Comisión Nacional de Cultura presidida por el historia-dor nacionalista Ernesto Palacio –en ese entonces diputado por el peronismo–quitó al historiador Ricardo Rojas del premio que había ganado en 1945 por sulibro El profeta de La Pampa. Vida de Sarmiento y se lo otorgó a Pilar deLusarreta, historiadora revisionista con una trayectoria mucho menor a la deRojas, pero afiliada al partido gobernante. Rojas había sido candidato a sena-dor nacional por el partido radical en las elecciones de febrero de 1946. Difícil

174 Flavia Fiorucci

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 174

Page 15: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

es saber si despojarlo del premio fue una medida que le cobraba a Rojas dichacandidatura o como afirmó cínicamente uno de sus colegas “Sarmiento [temadel libro de Rojas] no era en ese entonces una figura de buen tono para ser pre-sentada en una sociedad de gente piadosa, decente y ordenada”.27 A pesar deque Rojas no era miembro de la SADE, ésta tomó la ofensa contra el escritorcomo una burla al gremio en su conjunto. La respuesta de la asociación fueentonces categórica, entregarle el premio mayor de la institución, el “GranPremio de Honor”, a Ricardo Rojas. SADE no fue de ese modo a la confronta-ción directa con el gobierno, no realizó un manifiesto público de rechazo yaunque el repudio a la medida era claro y dio lugar a fuertes declaracionescontra el gobierno, éstas quedaron confinadas a las reuniones de la institu-ción.28 Tampoco intercedió a favor o en defensa de Rojas para que el gobiernolo resarciera del agravio cometido, sino que la institución le dio ella mismauna especie de indemnización moral. De esa forma lo que la Sociedad deEscritores intentó hacer también fue legitimar sus propias credenciales cultu-rales. Si los premios oficiales eran repartidos entre aquellos que expresaban sufavor al gobierno los galardones de la SADE premiaban, por el contrario, elvalor literario y los principios de quienes eran sus acreedores.29 De algunaforma la SADE salía fortalecida del “episodio Rojas”. Con la entrega de sumáximo galardón a Rojas venía a recomponer el orden jerárquico dentro delcampo cultural del país que era destruido por el gobierno. Con esto los escrito-res evitaban la confrontación directa pero establecían una lucha velada en unespacio donde tenían más poder.

Desde el episodio sucedido con Ricardo Rojas el Gran Premio de Honor seconstituyó en una especie de símbolo de la resistencia para los escritores de laSADE. De ahí en más y durante los años en que el peronismo fue gobierno, elpremio fue entregado a escritores con claras credenciales “democráticas”,muchos de ellos hostigados por el peronismo. Durante esa década la asocia-ción otorgó el mencionado galardón a los escritores Eduardo Mallea, EzequielMartínez Estrada, Arturo Capdevilla, Baldomero Fernández Moreno, Francis-co Romero, Alberto Gerchunoff, Enrique Banchs y Manuel Mújica Laínez. El

El antiperonismo intelectual 175

27 Giusti (1946).28 Borges afirma en la entrega del premio que “la expoliación de que Rojas ha sido víctima

es un eje más de esta melancólica serie que algunos llaman injusticia y otros nazismo”.Si bien es cierto que las declaraciones de Borges son reproducidas en el Boletín de lainstitución al contrario de lo que hubiera sucedido unos años atrás, éstas no son materialde un manifiesto dirigido al gran público. Borges (1946).

29 En el mismo discurso Borges afirma “al hacer suyo ese dictamen la Comisión directiva,le expresa, por mi intermedio, su adhesión y aplauso a los ideales democráticos queenaltecen su vida y su magnífica obra”. Borges (1946).

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 175

Page 16: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

Premio de Honor, presentado por la propia SADE “como el más alto prestigioque puede aspirar un escritor en el país”,30 era considerado no sólo un recono-cimiento a la obra sino también a la trayectoria democrática del escritor acree-dor del galardón. Era la puesta en práctica de aquello que Erro tan claramenteexpuso al recordar a Ricardo Rojas: “al escritor no sólo hay derecho a pedirleobras hermosas, sino también limpia conducta cívica”.31 Para estos escritoresla decisión sobre quién recaía el gran premio constituyó una forma de “resis-tencia silenciosa”, una oposición imperceptible para el gobierno, pero que erauna forma de ejercer y afirmar su poder dentro del campo intelectual. La “gue-rra” contra Perón era la “guerra” de la cultura contra la barbarie, y la forma deluchar significaba seguir controlando los circuitos culturales y desde allí ejer-cer la oposición del espíritu.

En el caso de la revista Sur, la defensa del espíritu constituyó notoriamenteel eje sobre el cual se articuló el rechazo a Perón. Como ya se dijo, es imposi-ble encontrar en las páginas de dicha publicación referencias directas al pero-nismo, pronunciamientos o manifiestos en contra de uno u otro acontecimientopolítico, sin embargo el discurso opositor nunca estuvo ausente. El grupoexpresó su antiperonismo reiteradamente a través de la crítica cultural. Lapublicación analizó las distintas expresiones artísticas y culturales que nacie-ron bajo el amparo del estado peronista para oponerse a un régimen que, en suspropias palabras, los había sumido en la “indigencia espiritual”.32 El centro delas diatribas era el nacionalismo cultural que se promovía desde el gobierno, yque enarbolaban los seguidores de Perón. Así por ejemplo, la escritora EstelaCanto, describió en la revista los filmes de esos años como “falsos, lánguidos,casi intolerantes”, características que asoció irónicamente a su “dosis de patrio-terismo”.33 El crítico literario español exiliado en Argentina Francisco Ayala,advirtió desde Sur sobre el prejuicio “de las literaturas nacionales”, que en suparecer no tenían “otra realidad sino la de la afirmación ideológica, aspiracióndictada por consideraciones o sentimientos de índole política, y en todos aje-nos a la literatura misma”.34 El panorama de la pintura fue evaluado por el crí-tico de arte Felix Della Paolera, quien resumió con cierto humor la posición delgrupo en torno al tema afirmando que “no se llegará a una plástica nacional porla mera acumulación de carretas, chiripás, coyás, ranchos, mates, aljibes, guita-rreros, domas pericones o carreras de sortijas”.35 El revisionismo histórico

176 Flavia Fiorucci

30 Erro (1957-1959).31 Erro (1957-1959).32 Olivera (1952: 147).33 Canto (1950: 70).34 Ayala (1951).35 Della Paolera (1950: 68).

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 176

Page 17: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

–caricaturizado en una de las notas como “desinencia en ista”– fue tambiénobservado desde el mismo ángulo cuando fue descrito por Ayala como la “últi-ma fase, de la morbosa decadencia del espíritu público”, que se estaba dandoen el país. La crítica al revisionismo venía acompañada de una defensa de loshéroes del liberalismo, como el caso de Esteban Echeverría, convirtiendo alcentenario de su muerte en una fecha simbólica para la “resistencia antipero-nista” (Aricó: 1988). Frente a la decadencia el grupo anteponía sus propios ide-ales, en donde la defensa del universalismo cultural era central. El antiperonis-mo de Sur se redujo entonces a una defensa de los grandes valores “delespíritu”, de los que claramente el grupo se sentía poseedor legítimo.36

Las revistas que se crearon en esos días también nacieron con el mismodesignio: ejercer la defensa de la cultura. Expresión, la publicación dirigidapor los comunistas Hector P. Agosti, Enrique Amorín y Emilio Troise y por elsocialista Roberto Giusti, aunque intentó una crítica más directa al gobierno,no pudo escapar de juicios parecidos a los de Sur. Uno de los artículos critica-ba la sesión musical del Teatro Colón afirmando que el programa había sidoescogido por Evita.37 De la misma forma, se abogaba por “trascender en litera-tura la simple nominación de lo nacional y recrear una figura del país física yespiritualmente verdadero”.38 La revista Realidad, dirigida por el filósofoFrancisco Romero, y en donde colaboraban varios intelectuales cercanos alliberalismo, entre ellos el ensayista Carlos Alberto Erro, el experto en educa-ción Lorenzo Luzuriaga, y los escritores Ezequiel Martínez Estrada y EduardoMallea, puso el acento en analizar la crisis de occidente. Pero aunque en ella ladefensa del espíritu, aparecía en un tono más universal, la connotación localno estaba del todo ausente. El manifiesto fundacional expresaba que los debe-res de la cultura occidental: “–tal como han sido esbozados antes en el sentidode la lucha por la vigencia de valores universales capaces de configurar unesquema vital aceptable para todo el mundo y dotado de viabilidad histórica–gravitan sobre nosotros de manera particular, porque a nuestro alrededor pros-peran tendencias negativas, fuerzas que empujan al mundo, no hacia aqueldeseable programa de vida, sino hacia la disolución de todo principio espiri-tual y aun de toda cultura”. Liberalis, tal cual como su nombre lo expresaba secreaba para defender los valores del credo liberal. En sus páginas se reuníanmás de ochenta intelectuales tan diversos como el escritor Ernesto Sábato, elabogado creador de Acción Argentina Rodolfo Fitte, el filósofo Vicente Fato-ne, el historiador Juan Canter y los incansables Erro y Giusti entre otros. La

El antiperonismo intelectual 177

36 Para una discusión y caracterización del grupo King (1989).37 Hurtado (1947).38 Fernández (1949).

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 177

Page 18: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

defensa del liberalismo era presentado en sus páginas como una reivindicacióndel individuo, “como la única razón valedera del pensamiento y de la libre ini-ciativa”.39 El liberalismo se convertía en las páginas de la publicación en unaplataforma desde donde juzgar la decadencia traída por el peronismo. Así larevista centraba sus diatribas contra el clericalismo, el hispanismo y el revisio-nismo histórico que describía como la suma de todas esas tendencias, comouna “reacción oscurantista de origen y afán regresivo”.40 El caso de esta revis-ta revelaba más que ningún otro el lugar que el liberalismo, readquirió en esosaños como mito unificador de la intelectualidad “democrática” en contra delperonismo.

La crítica cultural no era siempre clara o directa en su alusión a Perón. Pocoa poco se fue creando un lenguaje en código que autores y lectores fueronaprendiendo y refinando. A veces la lectura requería cierta suspicacia para des-cifrar los ataques al gobierno. Las revistas utilizaban un lenguaje pleno demetáforas y alusiones no siempre evidentes. Por ejemplo, la publicación deCalígula por parte de Sur en 1946 era una forma de representar a Perón. Sehablaba de Europa y de Occidente como una forma de describir desarrollos yproblemas locales. Así, aunque el análisis del escritor peruano Albert Wagnerde Reyna publicado por Realidad sobre la posguerra no mencionara la situa-ción local, era evidente la intención de los editores de la revista cuando publica-ban un artículo que resumía la crisis actual afirmando que se podía describircon los “títulos de tres libros contemporáneos famosos: la rebelión de lasmasas, la decadencia de occidente, una Nueva Edad Media”.41 Como observóel editor de Liberalis durante el periodo peronista, en la referencia a aconteci-mientos lejanos “trataban de reflejar … el caso argentino”.42 La crítica políticamás específica tampoco estuvo del todo ausente, pero ésta era presentada deuna forma que se podía relacionar con los grandes valores de la civilización. Elproblema era presentado por estos intelectuales con rótulos como “la democra-cia de masas”, avasalladora contra el individuo y las minorías, como el estatis-mo aniquilador de los derechos civiles; pero nunca con nombre y apellido.

Imago Mundi, la publicación dirigida por el historiador José Luis Romero,vio la luz cuando el régimen de Perón había avanzado en sus impulsos represi-vos, por lo que en ésta la alusión al peronismo fue casi inexistente. La publica-ción, pensada como vehículo de una determinada aproximación a la historia(la historia cultural), poco difería de las otras nacidas durante esos años: revis-

178 Flavia Fiorucci

39 Liberalis (1949).40 Liberalis (1953).41 Wagner de Reyna (1947). 42 Liberalis, Junio de 1956.

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 178

Page 19: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

tas culturales que se ocupaban de distintos temas que hacían a la discusiónintelectual.43 Dado el contexto en que se publica, no hay menciones en suspáginas sobre temas que se podrían relacionar con el peronismo, del mismomodo no hay artículos que se ocupen de problemas o cuestiones locales. Esdecir en esta publicación, la crítica cultural no fue un vehículo para ejercer lacrítica al peronismo. Sin embargo, es claro que lo que se busca desde estarevista como desde las otras, es garantizar que la vida intelectual sobreviva alos embates del gobierno y nuevamente se piensa en la guerra de los intelec-tuales contra Perón como “la guerra de la cultura contra la barbarie”. Contor-no representa un caso atípico dentro del universo intelectual antiperonista.44

La publicación, fundada en 1953 y que publicó bajo Perón seis números, reu-nía a un grupo de jóvenes que hicieron su debut durante el régimen de Perón.Entre éstos se encontraban quienes serían varios de los críticos literarios másconocidos de la siguiente década: los hermanos Viñas (Ismael y David), LeónRozitchner, Noé Jitrik y Ramón Alcalde entre otros. La revista ponía el acentoen la crítica literaria, tanto que ha sido considerada como el “momento inau-gural de la irrupción de la crítica” en el país (Cella (ed.): 1999). La gran pecu-liaridad de ésta dentro del universo de la producción cultural de la época, esque la publicación representaba un grupo que buscaba distanciarse tanto delperonismo como del antiperonismo. Desde la óptica de estos jóvenes que bus-caban “exorcizar genealogías”,45 el establishement intelectual antiperonista,representado por antonomasia en las figuras de Jorge Luis Borges y VictoriaOcampo, era tan nefasto como el peronismo. Si la crisis era tal como para per-mitir la llegada de un Perón, era también porque la intelectualidad había fraca-sado en entender el país, particularmente sus desafíos. El grupo cuestionabalas premisas que regían en el campo intelectual local, sobretodo el consensoliberal que se mencionó anteriormente y la falta de compromiso de los letra-dos, que se expresaba en la práctica de una literatura de “evasión”.46 El antipe-ronismo era visto desde las páginas de la publicación como una posición sim-plista, que dividía la realidad entre el imperio del bien y del mal; entre el “reinode los Santos y los abyectos” según un artículo de David Viñas. A la vez que

El antiperonismo intelectual 179

43 Para una discusión sobre el tema ver Luna (1976: 138). Para un estudio sobre ImagoMundi, Acha, (1999).

44 La misma ha ejercido una notoria fascinación dentro de la crítica literaria justificadamás por consideraciones posteriores –como la de proveer un “linaje” a la intelectualidadprogresista local o por la importancia que varios de sus colaboradores alcanzaron en losaños venideros– que por la influencia real que ejerció en aquel contexto. Plotkin y Gon-zález Leandri (2000).

45 Gorini Juan José, (seudónimo de David Viñas) (1952).46 Alcalde (1955).

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 179

Page 20: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

no lograba advertir que el peronismo era parte de la realidad “y que no cabíacondenarla imponiéndole el sayo amarillo.” Pero tales declaraciones eranseguidas por otras, que censuraban de igual forma al peronismo al que resumí-an como una opción “entre el sí definitivo o la aniquilación, el acatamientointegro o la eliminación”.47 Por lo que a pesar de las obvias diferencias conotras publicaciones, hasta antes del golpe de 1955, para los colaboradores deContorno al igual que para los criticados “letrados consagrados” el peronismoimposibilitaba cualquier desarrollo cultural o intelectual y era tan reprochablecomo su contra cara.

La Represión contra “la vida del espíritu”

El desdén de Perón por la cultura de elite fue notorio. Su gobierno no tuvo unapolítica cultural clara. La gran innovación de su gestión fue la gratuidad y lamasificación de la cultura, pero más allá de eso, no hubo un intento guberna-mental por cambiar los modelos culturales hegemónicos. Tampoco existió unplan sistemático para atraer intelectuales, que podría haber facilitado dichalabor cultural.48 Las tentativas en este sentido no fueron más allá de un pro-yecto aislado –que tenía que ver con la necesidad de reducir la oposición–como fue el de crear una gran confederación de letrados (la Junta Nacional deIntelectuales). A pesar de que Perón subrayó en varias ocasiones la centralidadde la cultura en 1949, lo escuchamos decir que todavía la obra en dicho terre-no no ha sido comenzada, ya que la obra social viene primero.49 Un año des-pués, en 1950, hablando ante los pocos letrados que lo apoyan el presidentereconoce que aún “no [ha] podido todavía invadir, algunos horizontes, espe-cialmente el de los intelectuales”.50 La consecuencia “feliz” de esta situaciónfue que no hubo una política sistemática de dominación de los ámbitos letra-dos, como si existió por ejemplo en torno a los medios masivos de comunica-ción sobre los cuales el gobierno utilizó diversas medidas en pos de ejercer uncontrol total. Sin embargo, esto no quiere decir que el campo intelectual anti-peronista no sufriera los embates de un régimen que hacía recurrente uso demecanismos autoritarios en otros ámbitos. El hecho de que en los primerosaños de la administración de Perón la crítica cultural ocupara el lugar de la

180 Flavia Fiorucci

47 Viñas (1954).48 El peronismo también marginó a sus propios intelectuales. Figuras del ámbito letrado

como Arturo Jauretche o Raúl Scalabrini Ortiz, para 1950 ya habían sido silenciadasdentro del peronismo.

49 Perón (1949).50 Perón (1950).

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 180

Page 21: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

oposición se debía a que existía entre la intelectualidad y el estado una suertede acuerdo tácito: mientras las actividades de los letrados no rebasaran loslímites de las elites, el gobierno hacía oídos sordos. Y si en los primeros añosesto funcionó, aunque con momentos de tensión –las asociaciones culturalescomo la SADE siguieron actuando normalmente, lo mismo que las publicacio-nes– desde principios de 1950 se comienza a notar el efecto creciente de lacensura en el campo intelectual.

No es posible poner una fecha clara al aumento de la represión de la “vidadel espíritu”, pero los primeros indicios ya son visibles a partir de 1950, parahacerse más numerosos a medida que nos acercamos a la segunda presidenciade Perón, hechos que se correlacionaban con un contexto de mayor polariza-ción política.51 En 1950 una ley reglamentada recién en 1952 sancionó la reor-ganización de las academias profesionales. Entre otras cosas, dicha ley estipu-laba que la designación de los académicos de número debía ser aprobada por elPoder Ejecutivo y que los miembros de más de sesenta años de las academiasexistentes debían retirarse.52 Más que el cambio significativo en la orientacióny dirección de dichas instituciones, las intervenciones se tradujeron en unaespecie de clausura de hecho, dado que las academias interrumpieron sus acti-vidades a partir de 1952. La principal sede del CLES en la ciudad de BuenosAires fue cerrada, lo que resultó en que sus filiales del interior (Bahía Blanca yRosario) se convirtieran en sus centros de actividades. En SADE, el giro autori-tario del gobierno contra el mundo intelectual fue evidente cuando en agosto de1952 la institución fue impedida de realizar su Sesión Extraordinaria, en la cualse debían elegir nuevas autoridades. En ese entonces el presidente de la socie-dad de escritores era Jorge Luis Borges. De acuerdo a lo estipulado por el esta-tuto, en caso de que no pudieran elegirse nuevas autoridades, las viejas debíanpermanecer en el cargo. Borges se vio obligado entonces, por la censura delgobierno, a ser presidente un año más de lo que le correspondía. Si bien la ins-titución ya había tenido algunos conflictos aislados con el poder político, enninguno de ellos la misma existencia de la sociedad había estado en riesgo.Frente al que era sin lugar a dudas el mayor asedio, la SADE buscó por todoslos medios posibles que entrarían dentro de la categoría de “diplomáticos” elfin de la restricción. La asociación no fue a la confrontación y se abstuvo decondenar al gobierno públicamente. Aunque informó inicialmente a la prensa ya sus asociados de lo que estaba sucediendo, los intentos de terminar con la

El antiperonismo intelectual 181

51 Basta sólo recordar que en septiembre 1951, Perón tuvo que enfrentar el primer intentoserio de golpe de estado, liderado por el general Benjamín Menéndez.

52 Para el caso de la Academia de Historia ver Quattrocchi-Woisson (1995: 281) y para unadiscusión más general sobre el efecto del decreto reglamentario ver Flavia Fiorucci(2005).

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 181

Page 22: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

prohibición gubernamental oscilaron entre cartas al delegado de la policía fede-ral, al inspector de Justicia (que debía labrar las actas) y al ministro del Inte-rior.53 Finalmente un año después, en agosto de 1953, una comitiva de la SADEque se reunió con el ministro Borlenghi consiguió que éste autorizara la realiza-ción de la Asamblea necesaria para reelegir las autoridades.54

Los hechos indicaban que el gobierno ya no estaba tan dispuesto a aceptarel dominio de los sectores antiperonistas sobre la cultura. En abril de 1953,durante una concentración en la plaza de Mayo, en la que hablaba Perón, esta-llaron bombas colocadas por grupos opositores. El saldo de las explosionesfue varias personas muertas y una escalada de violencia poco antes vista. Losincendios al Jockey Club, a la Biblioteca de la Casa del Pueblo, a la Casa Radi-cal y al Comité Conservador, fueron la respuesta a las bombas. El gobiernoreaccionó encarcelando indiscriminadamente opositores, entre abril y mayo sedetuvieron a 4000 personas (Luna 1987: Tomo III, 48). Varios escritores de laSADE quedaron entre rejas. Entre ellos la de casi toda la Comisión entera deASCUA, una asociación que desde hacía sólo unos meses reunía a intelectua-les antiperonistas con el lema de defender la tradición de mayo.55 El pocoantes presidente de la sociedad de escritores (1948-1950) Carlos Alberto Erro–uno de los fundadores de ASCUA– quedó entre los encarcelados con suscompañeros en dicha empresa, entre los que se encontraban varios escritoresmiembros de SADE como Julio Aramburu, José Barreiro, Víctor Massuh, Car-los Manuel Muñiz, Norberto Rodríguez Bustamante y Francisco Romero.56 La

182 Flavia Fiorucci

53 Ver Actas N° 509 hasta N° 521, de agosto de 1952 a agosto de 1953.54 Roberto Giusti cuenta en sus memorias esta visita al ministro del Interior ingeniero Bor-

lenghi. De acuerdo a lo declarado por Giusti, Borlenghi no comprendía por qué losescritores no estaban alineados con Perón. Giusti (1994: 262).

55 La asociación, fundada por un grupo reunido alrededor del ensayista Carlos AlbertoErro en 1952, se postulaba como un espacio para discutir los problemas del país. La cre-ación de ésta se originaba en gran parte en la frustración que causaba a varios intelec-tuales el “abandono de la lucha” que se hacía desde tribunas como la SADE. Las decla-raciones de Erro en el primer boletín, en las que acusaba a la inteligencia de ser“frustrada y estéril”, a la vez que abogaba a que ésta se constituyera en “algo más queuna espectadora ingeniosa o divertida de la realidad argentina”, ilustraban claramente elporqué de la asociación. Sin embargo, desde un principio ASCUA no logró los fines conque había sido creada, convirtiéndose en otra tribuna más del repertorio de temas que serepetían una y otra vez en los distintos ámbitos: el revisionismo histórico, la generacióndel 37, la libertad entendida en sentido abstracto. La asociación no fue la plataformapara una militancia más activa. Como lo observó años más tarde en una devastadora crí-tica el escritor comunista Héctor Agosti, ASCUA fracasó en “elevarse sobre el vacuoliberalismo”. Erro (1953) y Agosti (1959: 141).

56 La Comisión directiva de ASCUA estaba formada por: Carlos Alberto Erro, Julio Aram-buru, Daniel A. Seijas, Isaac Maguid, José Fornaroli, José P Barreiro, Cupertino del

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 182

Page 23: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

lista de detenidos miembros de SADE era sin embargo más vasta, escritoresque no pertenecían a ASCUA también quedaron en la redada. Entre otros, elpoeta Enrique Banchs, la directora de la revista Sur Victoria Ocampo y el cate-drático Vicente Fatone, fueron a parar a la cárcel. Si bien nunca se supo quié-nes fueron los responsables de las bombas, difícilmente estos intelectualestuvieron algo que ver con dichos actos de terrorismo.

Dependiendo de los casos los escritores permanecieron alrededor de cua-renta días encarcelados. La pregunta que los hechos descritos suscitan es:¿Qué hizo la SADE, como entidad gremial de los escritores, para defenderlosy para garantizar la libertad intelectual? ¿Qué hizo la SADE para defender aquién fuera su presidente anterior? A pesar que la institución había reducidosus niveles de politización, ésta tenía un declarado compromiso con las liber-tades que hacían a la tarea intelectual.57 Pero cuando ese compromiso era talvez más necesario que nunca, considerando que el momento político no estabapara la confrontación, la SADE decidió abstenerse de salir en defensa de susasociados.58 Ésta fue claramente una decisión unilateral de la Comisión Direc-tiva presidida por Borges dado que en ese entonces la sociedad estaba impedi-da de realizar asambleas. ¿Temió la SADE que una confrontación así con elgobierno le costaría el cierre total de la institución? Si éstas eran las razones esnecesario afirmar que las mismas no fueron un obstáculo para el gremio de losperiodistas. El Círculo de Prensa se entrevistó con el ministro Borlenghi paraobtener la libertad de los periodistas y escritores detenidos.59 La actitud de laSADE fue duramente criticada por varios de sus miembros. Leónidas Barletta,ex presidente de la asociación, fue uno de los opositores más claro a la actitudasumida por la sociedad de escritores. En una de sus alusiones a estos hechosBarletta se preguntaba por las razones que motivaron que los escritores nodefendieran a sus colegas: “Si es por miedo, ¿miedo de qué?”; afirmaba Bar-letta, “¿de qué los encierren? ¿Y acaso no es mejor estar entre rejas con el res-peto y la gratitud emocionada de los jóvenes que nos suceden, que estar en elcómodo gabinete escribiendo con suma cautela sobre Sarmiento y Echeverría,

El antiperonismo intelectual 183

Campo, Rodolfo Fitte, José Santos Gollan, Víctor Massuh, Carlos Manuel Muñiz, JaimePerriaux, Héctor Raurich, Norberto Rodríguez Bustamante, Francisco Romero, ErnestoSábato y Ángel M. Zuloaga.

57 En esos momentos en que se dieron conflictos entre el estado y la SADE, ésta había res-pondido alegando ese compromiso.

58 La razón por la que la SADE no defendió a sus propios escritores quedó clarificadarecién un año después cuando la SADE se negó a defender a Carlos Agosti, que tambiénhabía sido encarcelado. En ambos se consideró que el ambiente político no era propiciopara dicha defensa. Acta N° 543, SADE, 27 de julio de 1954.

59 Romero Delgado (1959: 96).

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 183

Page 24: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

soportando la sonrisa desdeñosa de quienes se sienten defraudados por unaconducta que no puede ser nunca la de un intelectual?”.60

¿Pero existió la actitud que reclamaba Barletta entre los intelectuales? Locierto es que los reclamos del escritor de Boedo parecen haber tenido poco eco.Los intelectuales continuaron “en sus gabinetes”. En la constelación de revistasantes citadas tampoco aparecen mencionados los arrestos, ni las prohibicionespor las que pasaba SADE y el CLES. La crítica cultural cruzada seguía siendousada como discurso de oposición, pero ante los hechos, su significación ya noera la misma. La revista Sur cuya directora quedó entre las prisioneras publicólas cartas de Antonio Gramsci desde la cárcel recurriendo a una obvia metáfora.En la figura del pensador italiano –asediado por el fascismo– los intelectualesse representaban. En 1949, desde Liberalis, Francisco Ayala ya había resumidola actitud que tomaron los intelectuales antiperonistas:

El escritor, a la fecha, mas bien tendrá que reducirse a una especie de clandesti-nidad, de estrecha, oscura, disimulada, secretísima confabulación, dejándose des-pojar de todo, abandonando cualquier pretensión de influjo directo sobre el mundo,a cambio de preservar tan solo sus palabras mas desnudas.61

Leída la cita desde la perspectiva personal de Ayala, la misma tenía un signi-ficado nítido. El autor, un exiliado español en Argentina, proponía el exilio inter-

184 Flavia Fiorucci

60 Leónidas Barletta, Carta a Manuel Gálvez, Buenos Aires, 12 de diciembre de 1953,Archivo Personal de Gálvez, Academia Argentina de Letras. El ex presidente de la insti-tución Leónidas Barletta –quien por propia iniciativa se reunió con varios otros escrito-res para pedir por los presos políticos– expresó en reiteradas ocasiones su rechazo a laactuación de la SADE y todos aquellos que se negaron a interceder por sus colegasencarcelados. La cita transcrita arriba es parte de una carta, dirigida al escritor ManuelGálvez a quien Barletta había invitado a participar en la defensa de los presos pero quese había negado alegando la filiación comunista del ex presidente de la SADE. Barlettacriticó tanto la actitud de Gálvez como la de sus colegas de SADE. Desde su publica-ción –Propósitos– volvió en reiteradas ocasiones sobre estos hechos. Lo cierto es quedel otro lado, la actitud de Barletta también resultó inaceptable para muchos de sus cole-gas. De modo de interceder por los presos este último se asoció con escritores que eranconfesos peronistas y firmó con ellos un petitorio. Entre los firmantes estaba el enemigomás claro de la SADE: su anterior socio, Leopoldo Marechal. Para los escritores antipe-ronistas de SADE ésta era una actitud inaceptable. Los límites eran claros, no podíahaber convivencia alguna con los peronistas, ni aún para interceder por los colegasencarcelados. Giusti a la distancia dirá que no firmó el petitorio porque consideró que“los amigos presos eran quienes más se oponían a obtener la libertad por ese caminooblicuo”. Giusti (1994: 262). Ver además “Un grupo de escritores solicitó la libertad devarios colegas detenidos” en La Prensa, 13 de junio de 1953:5 y Barletta (11 de agostode 1955).

61 Ayala (1949).

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 184

Page 25: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

no como una solución, como una actitud moral. Durante el año y medio quesiguió al encarcelamiento masivo de intelectuales, la represión en el sector conti-nuó. El curso de acción de los letrados y de sus asociaciones –es decir “encerrar-se en sus gabinetes”– tampoco cambió hasta que fue evidente que el régimen seagotaba. La SADE prosiguió negándose a defender a los escritores encarcelados.Por ejemplo, en julio de 1954, la asociación se rehusó a interceder en el Ministe-rio del Interior por el encarcelamiento del escritor comunista Carlos Agosti,quien era un miembro activo de la institución. Las revistas tampoco iniciaronuna discusión sobre el tema o mencionaron los hechos durante dicho periodo.

Para mediados de 1955, la Argentina era una sociedad en crisis. El conflic-to que el gobierno sostenía con la iglesia había derivado en la polarización dela sociedad entera. Había indicios certeros de que el gobierno peronista estabaagonizando. Los rumores de golpes y conspiraciones abundaban, se sentíacomo lo llamó Federico Neiburg (1998: 181) “una sensación de vísperas”. Eraclaro que algo estaba por cambiar y así lo percibió la SADE que dejó de juzgarinoportunas las negociaciones por sus afiliados aún cuando la policía seguíaprohibiendo las reuniones de la sociedad y comenzó a interceder por sus aso-ciados encarcelados.62 Por primera vez desde octubre de 1945, la asociaciónexpuso sin tapujos su opinión con respecto a la situación política del país.Ante el pedido de pacificación del presidente que siguió al intento golpe esta-do en junio de ese año, la sociedad de escritores envió a principios de agostoun comunicado a la prensa en el que abogaba por el fin del estado de guerrainterna declarado por el ejecutivo el cual permitía al estado violar las liberta-des individuales. A la vez que dejaba claro en dicho manifiesto que la pacifica-ción sólo iba a tener viabilidad si antes el gobierno terminaba con la represióna la oposición y por supuesto a la institución en particular. El manifiesto decla-raba que sólo “suprimiendo las detenciones sin causa, sin juicio y sin explica-ción, y dejando sin efecto las prohibiciones de actos literarios” se iba a dar ungran paso en pos de la paz interna.63

La respuesta de la SADE ante el pedido de pacificación poco se diferencia-ba de la que habían pronunciado otras fuerzas de la sociedad civil. Lo que debesorprender es en cambio el hecho de que la institución se manifestó pública-mente en un estilo que mucho tenía que ver con la SADE de principios de los40. Había un evidente paralelismo entre el manifiesto de agosto del 55 y elmanifiesto fechado 10 años antes en agosto del 45 en donde la sociedad aboga-

El antiperonismo intelectual 185

62 Desde principios de 1955 la SADE volvió a interceder ante el ministro del Interior porlos asociados presos alegando “el deber que la sociedad (tenía para) un colega en esetrance”. Ver Acta N° 556, SADE, 21 de marzo de 1955; Acta N° 557, SADE, 4 de abrilde 1955, Acta N° 558, 18 de abril de 1955,

63 Acta N° 564, SADE, 8 de agosto de 1955.

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 185

Page 26: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

ba por el retorno a la normalidad constitucional.64 Aunque aún era demasiadotemprano –Perón seguía siendo presidente– la SADE se estaba preparando paralos días que venían, quien tuviera un pasado antiperonista iba a ser beneficiado.

Un pasado glorioso

En la mañana del 20 de septiembre de 1955, Perón entró en la embajada deParaguay para comenzar un periodo de casi dos décadas de exilio. Un golpe deestado, conocido como la Revolución Libertadora, liderado por fuerzas milita-res y apoyado por civiles terminó con el segundo gobierno peronista. Numero-sos son los testimonios que prueban el alborozo con el que la “intelectualidaddemocrática” recibió la caída de lo que consideraba un régimen de diez añosde oprobio. Comenzaba el tiempo de la “reconstrucción nacional” como reza-ba la consigna que daba título al número de Sur posterior al peronismo; o comose declaraba desde Liberalis, el “campo (estaba) despejado”65 para la tareaintelectual. Pronto fue evidente que detrás de la alegría de los letrados habíaun proyecto claro: los intelectuales buscaban posicionarse en un lugar clavepara colaborar en la mencionada “reconstrucción”. Éstos buscaban reconquis-tar los espacios perdidos, como por ejemplo en la universidad, y reafirmar supoder. Un análisis de los mismos testimonios que siguieron a la denominadaRevolución Libertadora, muestra como esta intención fue siempre evidente.Por ejemplo en el hoy mítico N° 237 de Sur, es notorio como los intelectualesse adjudican un rol preponderante en la nueva Argentina. “El sector culto denuestro pueblo”, postula uno de los artículos, “debe proyectar su cultura sobrela zona inculta, vincularse con sus temores y sus necesidades, ser para ella laproa de la nave”.66 Si la “administración depuesta (había propiciado) la per-versión intelectual y moral”,67 como resumía Hugo Cowes también desde Sur,no había duda de porque los intelectuales estaban llamados a cumplir un rolprotagónico. Eran los “educadores”, los letrados, los que tenían “deberesineludibles” ante “la crisis espiritual de la época”.68 Pero quién se adjudica latarea de “reconstruir el país”, también busca el poder para hacerlo.

En SADE el proyecto de los letrados fue más explícito que en ningún otrolugar, tal vez por el hecho de que la institución se presentaba como una asocia-ción que buscaba la representación orgánica de los intelectuales. Pero también

186 Flavia Fiorucci

64 Acta N° 388, SADE, 31 de julio de 1945.65 “Frente al campo”, Liberalis (1956).66 Peralta (1955: 113).67 Cowes (1955: 122).68 Mantovani (1955: 19).

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 186

Page 27: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

fue ahí donde éste reveló sus aristas “menos dignas”. Luego de producido elgolpe, en un comunicado público la institución expresó su adhesión a la nuevaadministración, pero al mismo tiempo sacó a relucir sus propias historia deresistencia antiperonista y consecuente persecución.69 El fin del peronismodeterminó una batalla dentro del campo intelectual para apropiarse de unasupuesta tradición antiperonista.70 La SADE se construyó una historia de mili-tancia opositora que claramente no coincidía con lo actuado por la instituciónsi recordamos que se negó a defender a sus miembros. Ese pasado (en partereal y en parte “inventado”) operaba como una legitimación más allá de cual-quier cuestionamiento y transcendía los límites de SADE. La historia era cons-truida a través de ciertos datos, quién había sido exonerado de la universidad,o se había visto perjudicado de alguna forma por el gobierno se convertía auto-máticamente en un antiperonista militante. Lo mismo era aplicable paraSADE, si fue perseguida eso sucedió porque era ésta una voz de la oposición.Cuando estos datos no resultaban suficientes, el mismo silencio, la “no-cola-boración” de sus escritores se presentaba como la evidencia del pasado antipe-ronista de la agrupación y de sus miembros. Como afirmó uno de sus poetasasociados, Enrique Fernández Latour: “con sólo negarse a las genuflexionesde rigor, con sólo mantenerse en la SADE, ese benemérito reducto de la inteli-gencia libre salvaron su dignidad y la de nuestras letras”.71 Ese pasado “cons-truido” era una historia que operaba como una fuente de legitimidad hacia elfuturo. Roberto Giusti lo expresó con claridad al afirmar que:

Válidos de esta fuerza moral que nos concede un pasado limpio, los afiliadosde la SADE tenemos el derecho, no digo a ejercer represalias, pero si a mantener-nos vigilantes para exigir que no sean indultados moralmente los que pecaron con-tra la libertad de la inteligencia.72

El antiperonismo intelectual 187

69 El comunicado expresa que la institución “celebra con júbilo el fin de un régimen quecercenaba el ejercicio de los más sagrados derechos de la ciudadanía y de la cultura”, ala vez que señala que “durante largo tiempo esta sociedad vio trabadas sus actividades.Sus conferencias, sus cursos de arte y de literatura y sus reuniones de difusión intelec-tual fueron prohibidas. Muchos de sus asociados, conocidos profesores y escritores,sufrieron persecución y encarcelamiento, y no pocas veces la entidad debió afrontar ladifamación”. Ver SADE, Acta N° 569, 24 de septiembre de 1955.

70 La batalla tomó ribetes casi ridículos cuando desde las páginas de la revista Mayoría sedesarrolló una polémica sobre la participación de escritores de la institución en revistasperonistas. Para el bando “peronista” el sentido de la polémica era “demostrar que hubovinculación cultural entre el peronismo oficialista y el antiperonismo oficial”. Para losescritores de la SADE la intención era negar “cualquier tipo de colaboración”. Ver Fin-negan (5 de febrero de 1959) Pineda (26 de marzo y 16 de abril de 1959).

71 Mayoría, 8 de enero de 1959.72 Giusti (1957-1959).

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 187

Page 28: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

El proyecto de los escritores había sido puesto al desnudo bien tempranocuando una delegación de la SADE visitó al presidente provisional, el generalLonardi, para “agradecer la distinción nominativa a miembros de la institución”en puestos de gobierno.73 Entre otros Jorge Luis Borges había sido nombradodirector de la Biblioteca Nacional, José Luis Romero interventor de la Universi-dad de Buenos Aires, Vicente Barbieri director de la revista El Hogar, ErnestoSábato director de la publicación El Mundo, Roberto Giusti director del Institutode Literatura Iberoamericana de la UBA, Vicente Fatone embajador en la India.Adjudicándose con éxito ese pasado “gloriosamente antiperonista” los escritoresconquistaron con creces los espacios de poder perdidos. El hecho de que elnuevo gobierno los escogiera para puestos claves, como dirigir la BibliotecaNacional o intervenir la Universidad de Buenos Aires, implicaba aceptarloscomo símbolos de la resistencia antiperonista. Del otro lado, también es ciertoque la “alianza” entre los intelectuales y los militares “libertadores” constituyóuna fuente de legitimidad para el gobierno y que garantizó que en muchos casosla adhesión de los intelectuales a la nueva administración fuera de carácterincondicional.74 Un mes después del golpe, Cortázar, observaba desde París queel hecho de que muchos de sus amigos fueran llamados a ocupar “puestos impor-tantes prueba por parte del gobierno la buena voluntad de llevar gente honesta alas funciones públicas”.75 Es así como en 1955, el pasado antiperonista (no siem-pre a la altura de lo que se podría denominar el compromiso de un intelectual) seconvirtió en una carta de presentación, en una oportunidad para la intelectuali-dad. Pronto, iban a aparecer nuevos conflictos, que iban al menos a “desafiar” lavictoria ganada con la libertadora y que iban a comprometer seriamente el con-senso del antiperonismo intelectual, quebrando nuevamente el campo.

Consideraciones finales

No caben dudas de que el antiperonismo fue hegemónico dentro del campointelectual. La oposición de los letrados a Perón era una consecuencia lógica delos conflictos que dividían a los intelectuales locales desde mediados de losaños treinta, cuando la política se convirtió en una obvia frontera de demarca-

188 Flavia Fiorucci

73 Ver SADE, Acta N° 570, 4 de octubre de 1955 y Acta N° 571, 18 de octubre de 1955.74 Ante varias denuncias por la represión creciente del gobierno, varios intelectuales fir-

man un manifiesto de apoyo incondicional. Ver “Los escritores declaran fe en la revolu-ción”, La Nación, 24 de septiembre de 1956.

75 “Carta de Julio Cortázar a Jean Barnabé, 31 de octubre de 1955”, Bernández (ed.)(2000: 327).

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 188

Page 29: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

ción en el campo cultural. El análisis de los circuitos culturales opositores aPerón entre el periodo 1945-1956 permite concluir que la oposición a Perónconstituyó una clara “generadora de consenso” y “cohesión” entre la intelectua-lidad autoproclamada democrática, en donde liberales y comunistas compartíanun mismo frente de lucha. Lo mismo también significó un boom de la “vida dela cultura”, en el sentido en que varias revistas se fundaron en estos años y anti-guas instituciones como la SADE o el CLES adquirieron un valor aún másimportante, porque se convertían en los “espacios” donde la cultura podía seguir“sobreviviendo”. Desde éstos se ejercía la defensa de la vida del espíritu, quecomo se mencionó fue la forma en que los intelectuales expresaron su rechazo aPerón. El movimiento peronista fue interpretado por los letrados no sólo comoun gobierno autoritario, sino sobretodo como la consumación de un proceso dedecadencia y alienación cultural. Constituía la evidencia de la mediocridad delpaís. Ante esto la guerra de los letrados se convirtió en la guerra de la defensadel espíritu. La “crítica cultural” permitía a los escritores ciertas “sutilezas” quehacían que no peligrara la misma existencia de sus instituciones culturales. Eldiscurso de oposición al peronismo consistía entonces en un lenguaje de códi-gos y señales al que lectores y escritores se acostumbraron. Esto implicaba quela resistencia era silenciosa y como lo subraya Jordi Gracia, al describir la acti-tud de los intelectuales liberales ante Franco, “cuando la resistencia es silencio-sa es porque no ha sabido ser ruidosa, ni pletórica y alegre y vital y explosiva,sino acobardada, timorata, precavida, cauta y muy poco heroica”.76

Pero aún a pesar de los esfuerzos de la inteligencia antiperonista de no pro-vocar al gobierno, a medida que se acerca la segunda presidencia de Perón(1952), la represión la toca de cerca y varios intelectuales son encarcelados ysus instituciones censuradas. De forma casi predecible la “censura guberna-mental” se traduce en un incremento de la “autocensura” por parte de los letra-dos. Si bien éste puede ser visto como un comportamiento racional significó elabandono de lo que para muchos es el compromiso de un intelectual. En ellugar donde esto fue más evidente fue en la SADE, institución creada paradefender a sus asociados, que se negó a interceder por la libertad de sus sociosencarcelados. El hecho de que los mismos escritores mandaran cartas a la ins-titución pidiendo la mediación de la SADE, prueba que su defensa era unaconducta que se esperaba del gremio de los letrados. Lo paradójico de la situa-ción, es que a pesar de la falta de dicho “compromiso”, cuando Perón cae enseptiembre de 1955, el antiperonismo deviene en fuente de legitimidad paralos intelectuales democráticos. El “pasado antiperonista” es la plataforma quelos intelectuales usan para posicionarse en la Argentina que viene. Los intelec-

El antiperonismo intelectual 189

76 Gracia (2004:19).

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 189

Page 30: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

tuales consiguen éxitos claros en esta operación. El gobierno los elige para–ahora sí desde el estado– legislar sobra la vida intelectual y desde allí colabo-rar en la denominada “desperonización” del país. Todo esto revela por otrolado la incapacidad del gobierno de Perón de “quebrar” la hegemonía antipe-ronista sobre la cultura. Durante esos 10 años, la vida cultural continúo funcio-nando a la par del estado, y cuando fue necesario, los intelectuales ya estabanpreparados para el recambio.

Bibliografía y fuentes citadas

Actas de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE).Acha, José Omar (1999): “Imago Mundi (1953-1956) en una coyuntura historiográfica-

política”. En: Prismas, 3, pp. 117-142.Agosti, Hector (1959): El mito Liberal. Buenos Aires: Ediciones Procyon.Alcalde, Ramón (1955): “Imperialismo, cultura y literatura nacional”. En: Contorno,

5/6, Septiembre. Reproducido en Carlos Magnone y Jorge Warley (eds) (1993):Contorno Selección. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, pp. 133-143.

Altamirano, Carlos (2000): Peronismo y cultura de izquierda. Buenos Aires: TemasGrupo Editorial.

— y Beatriz Sarlo (2001): Bajo el signo de las masas (1943-1973). Buenos Aires:Ariel.

Amadeo, Mario (1956): Ayer, Hoy y Mañana. Buenos Aires: Ediciones Gure.Amorín, Enrique (1945): “Sobre la paz”. En: Sur, 129, julio, p.p 71-72.Aricó, José (1988): La cola del diablo. Buenos Aires: Punto Sur.Arrieta, Roberto/Giusti, Roberto y otros (1980): La profesionalización de la crítica

literaria. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina. Ayala, Francisco (1949): “El Escritor”. En: Liberalis, 2, Julio-Agosto, pp. 34-35. — (1951): “El escritor”. En: Sur, 203, septiembre, pp. 6-19.Barletta, Leónidas (1955): “Problemas del escritor”. En: Propósitos, 11 de agosto.Bernández, Aurora (ed.) (2000): Julio Cortázar-Cartas 1937-1963. Buenos Aires: Alfa-

guara.Boletín de la Asociación Cultural Argentina para Defensa y Superación de Mayo (Bue-

nos Aires).Boletín de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) (Buenos Aires).Borges, Jorge Luis (1946): “En forma de parábola”. En: Boletín de la SADE, XIV, p. 29.— “Palabras pronunciadas por Jorge Luis Borges en la comida que le ofrecieron los

escritores”. En: Sur, 142, pp. 114-115.Bottos, Patricio (2000): “Antifascismo en la Argentina: los orígenes de la Unión Demo-

crática, 1936-1946”. Trabajo de Licenciatura. Buenos Aires: Universidad de SanAndrés.

Buchrucker, Cristián (1987): Nacionalismo y Peronismo. La Argentina ante la crisisideológica mundial. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.

190 Flavia Fiorucci

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 190

Page 31: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

Cane, James (1997): “Unity for the Defense of Culture”: the AIAPE and the CulturalPolitics of Argentine Antifascism, 1935-1943”. En: Hispanic American HistoricalReview, 77, 3, pp. 443-469.

Canto, Estela (1950), “Almafuerte”. En: Sur, 185, pp. 70-72.Cella Susana (ed.) (1999): Historia crítica de la literatura Argentina. Buenos Aires:

Emecé.Codovilla, Vittorio (1946): Batir al naziperonismo. Para abrir una era de libertad y

progreso. Buenos Aires: Ed. Anteo.Contorno (Buenos Aires).Cowes, Hugo (1955): “Nuestra enseñanza secundaria”. En: Sur, 237, noviembre-

diciembre, pp. 121-124.Della Paolera, Félix (1950): “Exposición de Juan Batlle Planas”. En: Sur, 183, pp.

68-70.Dickmann, Enrique (1939): La infiltración nazi-fascista en Argentina. Buenos Aires. Dolkart, Ronald H (1999): “The Right in the Década Infame, 1930-1943”. En: Mc Dee

Deutsch, Sandra (1999): Las Derechas. The extreme right in Argentina, Brazil andChile 1890-1939. Stanford: Stanford University Press.

Erro, Carlos Alberto (1957-1959): “Manuel Mújica Láinez-Gran Premio de Honor1955-1956”. En: Boletín de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), pp.17-18.

— (1953): “Porque nos basamos en Mayo”, Boletín de la Asociación Cultural Argen-tina para Defensa y Superación de Mayo, 1, Septiembre.

Expresión (Buenos Aires). Fernández Torres, M. A. (1949): “El aporte del interior a la literatura nacional”. En:

Expresión, 3.Finnegan, Patricio (1959): “Si los escritores auténticamente democráticos se negaron a

tener ningún contacto con el peronismo, no cabe duda de que la SADE está pobla-da de intelectuales totalitarios”. En: Mayoría, 5 de febrero de 1959, p.28.

Fiorucci, Flavia (2001): “Los escritores y la SADE: entre la supervivencia y el antipe-ronismo. Los límites de la oposición (1946-1956)”. En: Prismas, 5, pp. 101-125

— (2005): “Reflexiones sobre la gestión cultural bajo el Peronismo”. En: Actas de lasX Jornadas Interescuelas/Departamento de Historia, Universidad Nacional deRosario, septiembre 2005.

Giusti, Roberto (1957-59): “Roberto Giusti-Gran Premio de Honor 1957-1958”. En:Boletín de la Sociedad Argentina de Escritores. 1957-1959. Buenos Aires: SADE,pp. 55-61.

— (1946): “Perfil del tiempo -Actos de Fe”. En: Expresión, I, p. 80-81.— (1994): Visto y Vivido. Buenos Aires: Ediciones Teoría.Gorini, Juan José, (seudónimo de David Viñas) (1954): “Una expresión, un signo”. En:

Contorno, 2, Mayo. Reproducido en Carlos Magnone y Jorge Warley (eds) (1993):Contorno Selección. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, pp. 71-80.

Gracia, Jordi (2004), La Resistencia Silenciosa. Barcelona: Anagrama.Halperin Donghi, Tulio (1999): Vida y Muerte de la República Verdadera. Buenos

Aires: Ariel.

El antiperonismo intelectual 191

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 191

Page 32: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

— (2003): La Argentina y la Tormenta del Mundo. Buenos Aires: Siglo XXI.Hechos e Ideas. Revista Radical (Buenos Aires).Hurtado, Leopoldo (1947): “La música en Argentina”. En: Expresión, 2, enero,

p. 196.Irazusta, Julio (1975): Memorias-Historia de un historiador a la fuerza. Buenos Aires:

Ediciones Culturales Argentinas.Judt, Tony (1992): Past Imperfect-French Intellectuals 1944-1956. Berkeley, Univer-

sity of California Press.King, John (1989): Sur Estudio de la revista argentina y de su papel en el desarrollo de

una cultura 1931-1970. México: FCE. La Nación (Buenos Aires).Larra, Raúl (1982): Etcétera. Buenos Aires: Ánfora.Liberalis (Buenos Aires).Luna, Félix (1987): Perón y su Tiempo. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.Mc Gee Deutsch, Sandra/Dolkart, Ronald H. (1993): The Argentine Right. Wilming-

ton: Scholarly Resources Books.Mantovani, Juan (1955): “La formación del hombre libre”. En: Sur, 237, noviembre-

diciembre, pp. 18-23.Mayoría (Buenos Aires).Mundo Literario (Buenos Aires).Nállim, Jorge (2003): “De los intereses gremiales a la lucha política: la Sociedad

Argentina de Escritores (SADE), 1928-1946”. En: Prismas, 7, pp. 117-138.Neiburg, Federico (1998): Los intelectuales y la invención del peronismo. Buenos

Aires: Alianza Editorial.Newton, Ronald (1992): The Nazi Menace in Argentina, 1931-1947. Stanford: Stanford

University Press.Oliver, María Rosa (1971): “Entrevista”, Archivo de Historia Oral, Instituto Di Tella,

C2-3.Olivera, Miguel Ángel Alfredo (1952), “Sección Teatro”. En: Sur, septiembre – octu-

bre, 215-216, p.147.Peralta, Carlos (1955): “La rosa negra”. En: Sur, 237, noviembre-diciembre, p.113.Perón, Juan Domingo (1949): Perón habla a los docentes. Buenos Aires: Subsecretaría

de Informaciones.— (1950): “Hablando a los intelectuales”. En: Hechos e Ideas, XI, p.77.Pineda, Ángel (1959): “Los socios de la SADE ‘benemérita institución, reducto de la

inteligencia libre’-también escribían en las revistas oficiales del peronismo”. En:Mayoría, 26 de marzo, p. 24.

— “Una carta aclaratoria del escritor Delio Panizza: hechos, circunstancias y conclu-siones que de la misma se extraen”. En: Mayoría, 16 de abril, p. 23.

Plotkin, Mariano/González Leandri, Ricardo (2000): “El regreso a la democracia y laconsolidación de las nuevas elites intelectuales. El caso de Punto de Vista: Revistade Cultura. Buenos Aires (1978-1985). En: Plotkin Mariano / González Leandri,Ricardo (edts.): Localismo y globalización. Aportes para una historia de los inte-lectuales en Iberoamérica. Madrid: CSIC, pp. 217-240.

192 Flavia Fiorucci

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 192

Page 33: El antiperonismo intelectual: de la guerra ideológica a la

Portantiero, Juan Carlos (1961): Realismo y Realidad en la Narrativa Argentina. Bue-nos Aires: Procyon.

Propósitos (Buenos Aires).Quattrocchi-Woisson, Diana (1995): Los males de la memoria. Buenos Aires: Emecé. Realidad (Buenos Aires).Rivera, Jorge (1980): “El auge de la industria cultural (1930-1955)”. En: Historia de la

Literatura Argentina, II, Buenos Aires: FCE, p. 577.Romero Delgado, Manuel (1959): “¿Quién logró del ministro Borlenghi la libertad de

los intelectuales de ASCUA: el Círculo de Prensa o el Sindicato Argentino de Escri-tores?”. En: Mayoría, 19 de febrero de 1959, p. 96.

Sarlo, Beatriz (2003): Borges, un escritor en las orillas. Buenos Aires: Seix Barral.Sigal, Silvia (1996): Le rôle politique des intellectuels en Amérique Latine. La derivé

des intellectuels en Argentine. Paris: L’ Harmattan.Sociedad Argentina de Escritores (SADE) (1941): III Congreso de Escritores-Tucu-

mán-Resoluciones, Declaraciones y Conferencias. Buenos Aires: SADE. Sorrentino, Fernando (1992): Siete Conversaciones con Adolfo Bioy Casares. Buenos

Aires: Editorial Sudamericana. Sur (Buenos Aires).Terán, Oscar (1986): En Busca de la ideología argentina. Buenos Aires: Catálogos

Editora. Torre, Juan Carlos (1990): La Vieja Guardia Sindical: sobre los orígenes del peronis-

mo. Buenos Aires: Editorial Sudamericana.Viñas, David (1954): “La historia excluida: Ubicación de Martínez Estrada”, en: Con-

torno, 4, Diciembre. Reproducido en Carlos Magnone y Jorge Warley (eds) (1993):Contorno Selección. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, pp 30-48.

Wagner de Reyna, Albert (1947): “Fin de Era”. En: Realidad, 2, Marzo-Abril, pp. 229-246.

Walter, Richard (1993): “The right and the Peronists, 1943-1955”. En: Mc GeeDeutsch, Sandra / Dolkart, Ronald: The Argentine Right. Willimigton: ScholarlyResources Inc., pp. 99-118.

Zannatta, Loris (1999): Perón y el mito de la Nación Católica. Buenos Aires, EditorialSudamericana.

El antiperonismo intelectual 193

SEBASTIANI 10/4/06 09:59 Página 193