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EL MONSTRUO RECONVERTIDO EN HÉROE: LA SUBVERSIÓN DE LA FIGURA
DEL PRÍNCIPE AZUL EN SHREK
Ángela Palacios Martín
(Universidad de Salamanca)
THE MONSTER TURNED INTO HERO: THE SUBVERSION OF PRINCE
CHARMING FIGURE IN SHREK
Fecha de recepción: 13-4-2018 / Fecha de aceptación: 2-1-2019
RESUMEN:
La película de animación digital Shrek (2001), dirigida por Andrew Adamson y Vicky
Jenson, supuso toda una innovación en la industria de la animación cinematográfica.
El hecho de recurrir a la estructura típica de los cuentos de hadas para subvertirlos y
desmontar toda una serie de tópicos generando una visión paródica de todo este
universo es, sin duda, la clave de su éxito. Sin embargo, la principal subversión la
encontramos en quien se acaba erigiendo como el héroe de la película: Shrek, un ogro
ermitaño que se define a sí mismo como monstruo porque es lo que la sociedad le ha
hecho creer. No obstante, la realidad es bien distinta, porque el ogro vive
pacíficamente en su ciénaga sin hacer daño a nadie y solo hace uso del papel de
monstruo que le han otorgado para divertirse y defenderse de los intrusos. Este
personaje se ve empujado a asumir el papel más opuesto a su naturaleza: el de
caballero-príncipe que ha de emprender una misión para rescatar a una princesa. A
raíz de este cometido, el supuesto monstruo irá asumiendo progresivamente su nuevo
rol como héroe, hasta el punto de triunfar allí donde ningún príncipe lo ha conseguido.
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Palabras clave: Shrek; cuentos de hadas; cine; subversión; príncipe azul.
ABSTRACT:
The digital animation film Shrek (2001), directed by Andrew Adamson and Vicky
Jenson was very innovative in the industry of animation. There is no doubt that its
success is due to the fact that the plot revolves around the typical fairytale structure
in order to subvert and take apart a whole series of clichés generating a parodic vision
of this universe. Nevertheless, the main subversion is found in the character who ends
up being the hero of the movie: Shrek, a hermit ogre who defines himself as monster
because it is what society thinks of him. But the truth is quite the contrary because
the ogre lives peacefully in his swamp without hurting anyone and just makes use of
his role of monster for having fun and defending himself from intruders. This
character is forced to take over the most opposite role against his nature: the role of
knight-prince who has to undertake a mission in order to rescue a princess. As a
result, the supposed monster will be assuming his new role as hero progressively, to
the point of achieving success where no prince has.
KEYWORDS: Shrek; fairytales; cinema; subversion; Prince Charming.
1. INTRODUCCIÓN
La película de animación digital Shrek irrumpió en el panorama cinematográfico
a mediados del año 2001, convirtiéndose en todo un éxito entre público y crítica,
hasta el punto de generar en los años subsiguientes a su estreno tres secuelas, cuatro
cortometrajes, un spin-off e incluso un musical1. La clave de este triunfo radica sin
duda en el hecho de recurrir a la estructura típica de los cuentos de hadas para
subvertirlos y desmontar toda una serie de tópicos generando una visión paródica de
todo este universo. Teniendo esto en cuenta, parece lógico que, con frecuencia, se
1 Las películas que completan la saga y que no son objeto de este análisis son: Shrek 2 (2004), Shrek the Third (2007), Shrek Forever After (2010). Los cortometrajes son: Shrek: Scared Shrekless (2010), Shrek: Donkey's Christmas Shrektacular (2010), Shrek: Thriller Night (2011), Shrek: The Pig Who Cried Werewolf (2011). El spin-off, Puss in Boots (2011), se centra en el personaje del Gato con botas, secundario habitual a partir de la segunda película. El musical de la película, Shrek The Musical, se estrenó en 2008 en Broadway.
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haya señalado a Shrek como una parodia de las películas de los estudios Disney —
cuyas versiones de cuentos de hadas clásicos forman parte del imaginario colectivo de
la sociedad actual—, uno de sus principales competidores en la industria de la
animación. Si bien es cierto que existe una clara intertextualidad de los textos fílmicos
de Disney en la película de Dreamworks, para encontrar la idea primigenia que puso
en marcha este proyecto hay que remontarse una década antes del estreno de la
película.
En 1990 vio la luz el cuento infantil Shrek!, escrito e ilustrado por William Steig
—dibujante habitual en la revista New Yorker, que en la última etapa de su vida se
dedicó al terreno de la literatura infantil—. En este libro se narra la historia de Shrek,
un ogro al que sus padres expulsan del hogar para que vaya a sembrar el pánico por
el mundo. Durante su viaje, una bruja le augura que se casará con una princesa, así
que decide perseguir su destino en busca de la misma. A lo largo de su aventura
derrota a un dragón y se encuentra con un burro, que también forma parte de la
profecía y es el que le guía hasta el castillo donde se encuentra la princesa. Una vez
allí, ha de enfrentarse a un caballero que custodia la fortaleza, al que derrota con
facilidad —puesto que el ogro posee la habilidad de «escupir llamas a noventa y un
metros de distancia» (Steig, 2012: 3)—. Finalmente, llega a su meta y halla a «la
princesa más maravillosamente fea de todo el planeta» (Steig, 2012: 26), a quien
descubre como su alma gemela y con la que se acaba desposando.
Aunque la película presenta varios cambios con respecto al cuento original,
derivados en su mayor parte del proceso de ampliación de la historia y de la
introducción de nuevos elementos, sí se encuentran en el texto literario ciertas bases
sobre las que se construye la película, siendo la principal la que «establece que el
ogro, lejos de ser el clásico villano, es el héroe de la historia» (Gámez Fuentes, 2007:
8).
2. SHREK, EL MONSTRUO RECONVERTIDO EN HÉROE
En el universo de los cuentos de hadas, el ogro ha tenido un tratamiento
marginal, posicionándose con frecuencia como el antagonista de la historia y uno de
los obstáculos para la felicidad de los protagonistas. Las principales características con
las que se suele identificar a esta criatura son su gran tamaño, sus brotes de ira y,
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sobre todo, su espeluznante afición gastronómica: comer carne humana,
especialmente de niños (Rosen, 2009: 215).
En oposición, se alza la figura popularmente conocida como príncipe azul —un
joven de alta alcurnia, apuesto, valiente y de modales corteses— quien
frecuentemente se acaba erigiendo como el héroe del relato, por su condición de
restaurador del orden al llevar a cabo la misión de rescatar a la princesa y desposarla.
En Shrek se pretende un alejamiento de este personaje tipo desde el mismo inicio de
la película, en el que ya se introduce el tono paródico que será una constante a lo
largo de la misma. El film abre con la voz en off del ogro narrando el clásico cuento de
hadas en el que una doncella, encerrada en un castillo custodiado por un dragón y
presa de un encantamiento, aguarda a ser liberada del mismo. Cuando Shrek llega al
final del cuento, en el que se explica que solo con un beso de amor verdadero —a
cargo del valeroso caballero (que se muestra en la ilustración de la escena)— la joven
podrá alcanzar un final feliz, el ogro, escéptico, realiza el siguiente comentario: «like
that’s ever gonna happen» (Adamson y Jenson, 2001). A continuación, arranca la
página en la que precisamente aparece el mencionado salvador y da a intuir al
espectador que la usa como papel higiénico. Sin embargo, a pesar de este rechazo
inicial, conforme avanza la película, será el propio Shrek —cuya condición de ogro le
convierte en la imagen más opuesta a lo que soñaría una princesa— quien ocupe el
lugar habitualmente destinado al príncipe en las historias, erigiéndose como héroe
salvador de la doncella en apuros.
Shrek se nos presenta como un ogro ermitaño que vive apaciblemente en su
ciénaga, aislado del resto del mundo. Él se ve a sí mismo como un monstruo porque
es lo que la sociedad en la que vive —alienada por todo tipo de leyendas y rumores
sobre las atrocidades que cometen los ogros— le ha hecho creer. Este hecho queda
evidenciado en varias ocasiones como cuando contempla su reflejo en un espejo
fragmentado (Fig. 1.), o pinta su autorretrato en los carteles que disuaden de
acercarse a su hogar acompañado del lema «beware ogre» (Fig. 2.) —esta imagen es
casi idéntica a la que aparece en los edictos que ofrecen una recompensa por su
captura—.
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Fig. 1. Fig. 2.
Sin embargo, donde mejor se aprecia esta distorsionada concepción de sí
mismo es en la escena en la que una multitud armada con antorchas y horcas —
emulando las persecuciones de monstruos propias de las películas clásicas de terror2—
se presenta en su ciénaga para apresarle y él, fiel a su papel de ogro, les asusta y, a
continuación, actuando cual apuntador de una obra de teatro, les indica que han de
salir huyendo despavoridos. De hecho, en esta secuencia, —y en general, en la
primera parte de la película—, Shrek da la sensación de estar interpretando el papel
de monstruo, como resignado a cumplir con el rol que injustamente se le ha
adjudicado solo por el hecho de ser diferente. Pero, a pesar de ello, en el fondo es
consciente de que está lejos de serlo y que únicamente se está viendo juzgado por su
apariencia. Este aspecto se refleja en sus conversaciones con su compañero de
aventuras, Asno, en las que el protagonista le informa de que los ogros son más
complejos de lo que la gente cree al compararlos con las cebollas y sus capas,
ilustrando su idea de que «sometimes things are more than they appear» (Adamson y
Jenson, 2001). Por tanto, existe una dualidad en la percepción que él tiene de sí
mismo: se ve como un monstruo, pero sabe que ese no es el término que le define,
que en su interior hay mucho más y que su fealdad externa contrasta con su belleza
interior.
No obstante, lo que nunca llega a considerarse Shrek es un héroe, etiqueta que
resultaría difícil adjudicarle al comienzo de la película, ya que el protagonista en
principio se ampara en su carácter asocial y en su falta de empatía con respecto a los
que le rodean. A pesar de ello, progresivamente, y casi de manera accidental, a lo
largo del film el ogro se irá perfilando poco a poco como el verdadero héroe de la
historia.
2 Este cliché deriva de la adaptación de Frankenstein que James Whale llevó a cabo en 1931, película que introdujo
éste y otros nuevos elementos ausentes en la novela original de Mary Shelley y que pasarían a formar parte de la concepción cinematográfica del mito (Pardo García, 2005: 224-225). Asimismo, este tópico aparece también en Beauty and the Beast (1991) de Walt Disney Pictures, uno de los textos fílmicos que Shrek toma como referencia.
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2. 1. Defensor de las criaturas de los cuentos
La acción de la película transcurre en un mundo en el que las criaturas de los
cuentos de hadas son perseguidas y expulsadas de sus hogares por orden de lord
Farquaad, un príncipe tirano que quiere limpiar su reino de lo que él considera seres
«anormales»3. En este clima de intolerancia, Shrek se cruza en su camino con Asno,
un burro al que libra de forma accidental de sus perseguidores y que termina
convirtiéndose en su compañero de aventuras, a pesar de las reticencias del ogro.
El personaje de Asno, aunque se perfila como el escudero del héroe, acaba
subvirtiendo este rol, pues más que ayudar, la mayoría de las veces dificulta la tarea
del protagonista. Además de suponer un contrapunto cómico al carácter taciturno del
ogro, funciona como «su inquisidor psicológico ya que es quien obliga a Shrek a
enfrentarse a sus conflictos e inseguridades» (Gámez Fuentes, 2007: 75).
Sin embargo, no es Asno el único personaje del que Shrek se erige defensor
accidentalmente, puesto que las criaturas de los cuentos, desterradas de sus hogares,
se ven obligadas a instalarse en la ciénaga del protagonista. Ante esta invasión, el
ogro reacciona con enfado, anunciando a los seres que irá en busca del causante de
sus desdichas para que les devuelva a sus hogares y él pueda recuperar su
tranquilidad. Esta acción le convierte en un héroe para las criaturas de los cuentos,
que ven por fin como alguien es capaz de plantar cara al villano y luchar por ellos y
por sus derechos.
Es también significativo señalar cómo la introducción de esta serie de
personajes —entre los que se encuentran Pinocho, el lobo feroz, los tres cerditos,
Blancanieves, los siete enanitos, etc.— funciona a menudo como fuente de humor, ya
que al formar parte del imaginario colectivo, son figuras identificables por el público y
objetivos fácilmente parodiables.
2. 2. Vencedor de un torneo de caballeros
Tras la invasión de su ciénaga por parte de los personajes de cuento, Shrek es
un ogro con una misión: recuperar su hogar. Por lo tanto, acompañado de Asno, se
encamina a Duloc, donde se halla la fortaleza de lord Farquaad. Una vez allí, irrumpe
en un torneo que el príncipe está celebrando entre sus caballeros para designar a un
3 La expulsión de los personajes de cuentos de hadas de sus lugares de origen también ha sido tratada en otras ficciones como la serie de cómics Fables (2002) de Bill Willingham —en la que se ven obligados a vivir exiliados en
Nueva York tras la invasión de sus tierras por un misterioso enemigo, «El Adversario»— y la serie de televisión del canal ABC, Once Upon a Time (2011) —en la que los personajes, víctimas de una maldición provocada por la madrastra de Blancanieves han sido privados de sus recuerdos y recluidos en un pueblo del mundo real llamado Storybrook—.
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elegido que vaya a rescatar a la princesa con la que pretende casarse para poder ser
rey. Ante la aparición del ogro, Farquaad cambia las reglas del torneo y dicta que
aquel que de muerte al monstruo será el que emprenda la misión. Shrek los vence a
todos, luchando sin galanterías, ni armas, tan solo con la fuerza y habilidades propias
de su especie, convirtiéndose involuntariamente en el mejor candidato para ir en
busca de la princesa —condición que se le impone para devolverle su ciénaga—.
Esta escena supone el primer encuentro entre el héroe en potencia y el villano
de la historia, Lord Farquaad. Este personaje es una clara contraposición de Shrek, ya
que se muestra como un falso príncipe azul,4 que no solo rompe con este estereotipo
por estar físicamente alejado del prototipo —se trata de un hombre pomposo, de corta
estatura y posee unas facciones carentes de atractivo—, sino que además se presenta
como un déspota intolerante y ambicioso que, como se ha señalado antes, ha
desterrado a todas las criaturas mágicas de su reino por considerarlas un crimen
contra la naturaleza. El contraste entre ambos personajes se subraya aún más con la
banda sonora que acompaña a la introducción de cada uno de ellos. Mientras que
Shrek aparece por primera vez ante el espectador al ritmo de una canción de rock —
All Star, de Smash Mouth— cuya letra «concuerda perfectamente con la
caracterización no convencional del personaje» (Millán Barroso: 2003, 250), la
entrada de Farquaad a escena es orquestada por «una música solemne de tambores y
órgano» (Gámez Fuentes, 2007: 41) en consonancia con su paso militar y el contexto
regio que le rodea. Asimismo, su voluntad de rescatar —o hacer rescatar, para ser
más exactos— a la princesa Fiona y casarse con ella no tiene nada que ver con el
amor, sino más bien con un requisito que ha de cumplir para poder ser rey5. No
obstante, a pesar de su papel de antihéroe, este personaje «conserva la categoría de
fuente del heroico viaje, como corresponde a las altas figuras de los cuentos» (Millán
Barroso, 2003: 252), ya que, como estamos comprobando, todos los momentos
heroicos de Shrek —y especialmente, el que se tratará a continuación— son
consecuencia de las acciones de lord Farquaad.
2.3. Paladín de la princesa
4 La figura del príncipe azul (Prince Charming, en inglés) como personaje aparece a partir de la segunda película de la saga y se perfila como una clara antítesis de Shrek: un hombre narcisista que posee belleza exterior y fealdad interior. Se encuentra frustrado y es ridiculizado constantemente porque Shrek ha usurpado su papel de héroe salvador de la princesa y, cegado por sus ansias de venganza y su afán de protagonismo, acaba convirtiéndose en el villano de la historia para intentar recuperar lo que cree que le pertenece por derecho. 5 Más tarde, se descubrirá como la princesa utiliza a lord Farquaad en los mismos términos, puesto que lo único que pretende al desposarse con él es romper el hechizo al que se halla sometida.
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El siguiente momento de la película en el que Shrek vuelve a posicionarse como
héroe es al llevar a cabo la misión prototípica, no solo de los cuentos de hadas, sino
de los grandes héroes: rescatar a la princesa del castillo custodiado por un dragón en
el que se halla prisionera6. A raíz de esto, es interesante señalar lo que dice Propp
(1987: 55) con respecto a las mujeres recluidas en los cuentos, puesto que al parecer
es frecuente que éstas se conviertan en las futuras esposas de los héroes. En Shrek,
todo parece apuntar en principio a que Fiona se desposará con lord Farquaad porque
es el príncipe y quien ha mandado en su busca precisamente con el fin del
matrimonio. Sin embargo, quien realmente la ha rescatado es Shrek, convirtiéndose
por tanto y sin pretenderlo con sus acciones, en el futuro esposo de la princesa.
La secuencia del rescate resulta además clave fundamentalmente por dos
razones. Por un lado, es la parte del film en el que más se incide en la oposición entre
las figuras del ogro y del príncipe azul, mientras que por otra, se hace uso de las
convenciones de los cuentos de hadas para ridiculizarlas y caracterizar a los
personajes, especialmente al héroe y la heroína de la historia. Ambos parten de
creencias contrarias con respecto a los cuentos —Shrek es escéptico, mientras que
Fiona se muestra creyente— para acabar adoptando, en cierto modo, la perspectiva
del otro.
Oposición entre ogro y príncipe azul
Shrek vuelve a demostrar, al igual que en el torneo, ser mejor que los
supuestos caballeros de verdad, al triunfar allí donde ellos no lo consiguieron, como
demuestran los esqueletos calcinados que Asno y él se encuentran a su paso. A pesar
de que se atavía con restos de las armaduras de los caídos y llega a empuñar una
espada, no usa las armas de manera convencional para dar muerte al dragón, sino
que en vez de la fuerza bruta usa su astucia para impedir que les persiga. Él cumple
con su misión, pero no actúa en principio como se esperaría de un caballero, porque
no lo es, es un ogro y tiene su propia forma de hacer las cosas, hecho que no
desmerece su condición de héroe. Esto queda muy bien ilustrado en una de las
conversaciones entre Shrek y la princesa Fiona:
FIONA: You didn’t slay the dragon? SHREK: It’s on my “to-do” list. Now c’mon!
6 Por lo tanto, en esta escena, y a su humilde manera, Shrek se equipara con héroes legendarios de la talla de Perseo, San Jorge, Tristán, Sigfrido, Beowulf, etc.
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FIONA: But this isn’t right! You’re meant to charge in, sword drawn, banner
flying! That’s what all the other knights did. SHREK (indicating a knight skeleton): Yeah, right before they burst into flame.
[…] FIONA: What kind of knight are you?
SHREK: One of a kind. (Adamson y Jenson, 2001)
El contraste entre ogro y caballero también se recalca visualmente en la escena
en la que Shrek se encuentra dentro de la habitación de la princesa y se acerca para
despertarla (Fig. 3.). Decorando una de las paredes de la habitación se aprecia un
tapiz en el que aparece la imagen prototípica del caballero andante.
Fig. 3. Shrek se aproxima a la princesa para despertarla
El ogro, vestido con partes de armadura, grande, feo y sucio no podría
diferenciarse más de la imagen idílica representada en la tela que muestra a un
caballero vestido completamente de armadura, montando un espléndido corcel y
ondeando su estandarte.
Convenciones de los cuentos de hadas
El caballero del tapiz también nos remite al cuento que aparecía al comienzo de
la película y del que Shrek se mofaba. Sin embargo, ahora hace uso de esa
información para encontrar a la princesa, ya que, cuando Asno le pregunta por el
paradero de la misma, él no duda en responder: «The princess will be up the stairs in
the highest room, in the tallest tower» (Adamson y Jenson, 2001) sometiéndose, a
pesar de su inicial escepticismo, a las convenciones de los cuentos de hadas. Y, en
efecto, éstas le ayudarán a alcanzar su objetivo.
La princesa, en cambio, tiene una visión distinta a la de Shrek con respecto a
las reglas de conducta extraídas de los cuentos. Ella en principio cree que siguiendo
estas normas y aguardando pacientemente a su valiente salvador conseguirá su final
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feliz. De hecho, el personaje de Fiona parece cumplir, en apariencia, con el
estereotipo de princesa: su belleza7, sus modales, su aparente delicadeza nos remiten
a ello. Sin embargo, el espectador no tarda en descubrir que es todo lo contrario.
Fiona es una princesa pragmática, una falsa Bella Durmiente, que se finge dormida
cuando su salvador aparece, únicamente porque cree que siguiendo las convenciones
dictadas en los cuentos de hadas podrá ser rescatada, romper su hechizo y tener un
final feliz. Por lo tanto, «contrary to Disney's damsels in distress, Fiona embraces the
rules consciously» (Márquez Pérez: 2003, 284) y, ante la llegada del que cree que es
el caballero que va a rescatarla, coge un ramo de flores entre las manos —imitando a
la Bella Durmiente de Walt Disney— e incluso pone sus labios en posición de besar8.
Normalmente, las princesas en los cuentos suelen ser personajes pasivos,
totalmente dependientes de un príncipe que las salve y de sentido a su vida. Este
estereotipo también es desmontado por Fiona, que se erige como un personaje activo,
una princesa guerrera capaz de defenderse por sí misma, «demostrando su
independencia en la fuerza física con respecto al género masculino» (Martín Nuñez,
2009: 16). Esta cualidad de Fiona se pone de manifiesto cuando realiza una exhibición
de artes marciales —deudoras de películas de acción como The Matrix (1999),
Charlie’s Angels (2000) o Tigre y Dragón (2000)— para derrotar a Robin Hood y su
banda. Esta idea se verá aún más reforzada en la película que cierra la saga de las
aventuras del ogro —Shrek Forever After— en la que se presenta una realidad
alternativa en la que Shrek no habría existido, y como consecuencia de su ausencia,
es la propia princesa quien se rescata a sí misma. Incluso, en los momentos en los
que Fiona parece asemejarse a las princesas de Disney, «the parallelism only serves
to bring them more separate» (Márquez Pérez, 2003: 285). Así ocurre, por ejemplo,
en la escena en la que mantiene un diálogo musical con un pájaro —una clara alusión
a Snow White and the Seven Dwarfs (1937)—, solo que en esta ocasión, la canción
termina con la muerte del pájaro por intentar medir su voz con la de la princesa.
2.4. El amor verdadero que rompe el hechizo
7 Los rasgos de Fiona remiten al ideal de mujer típico de los prerrafaelistas: cabello largo y de tono cobrizo, tez blanca y rasgos delicados. El pelo largo suele ser un rasgo común entre las princesas de cuento y tradicionalmente se interpreta como un signo de belleza femenina. De acuerdo con Vladimir Propp, «Los largos cabellos […] confieren a la princesa una fascinación especial» (Propp, 1987: 54). 8 En este sentido, la actitud de Fiona recuerda al siguiente microrrelato del escritor Marco Denevi en el que se parodia el motivo del beso en los cuentos de hadas: «La Bella Durmiente cierra los ojos pero no duerme. Está esperando al Príncipe. Y cuando lo oye acercarse simula un sueño todavía más profundo. Nadie se lo ha dicho pero ella lo sabe. Sabe que ningún príncipe pasa junto a una mujer que tenga los ojos bien abiertos» (Denevi, 1973: 215).
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Una vez rescatada la princesa y abandonado el castillo, las aventuras del héroe
y la heroína siguen su curso, siendo éstas esenciales para el devenir de la historia
puesto que «representan la búsqueda de la otra mitad, de la fuerza complementaria
mediante la cual se consigue el equilibrio, la armonía y todo lo indispensable para vivir
por siempre feliz» (Cooper, 2004: 93). En su viaje de regreso, los protagonistas se
internan en otra convención de los cuentos: el bosque, que, de acuerdo con Vladimir
Propp (1987: 77) «constituye por regla general, una barrera que retiene al héroe». Es
en este entorno, que ocupa prácticamente todo el viaje de regreso, donde se produce
el enamoramiento entre el ogro y la princesa, que dejan sus diferencias a un lado y
empiezan poco a poco a ser conscientes de lo que les une. La banda sonora vuelve a
adquirir bastante protagonismo en esta parte de la historia, pues se suceden tres
canciones románticas que ilustran los distintos estadios de la relación entre Shrek y
Fiona, siendo especialmente relevante My Beloved Monster, del grupo Eels. La letra de
esta canción de rock —género musical vinculado anteriormente a Shrek en la
película— alude a una relación amorosa entre un humano y un monstruo femenino,
subrayando lo que el espectador está visionando, a la vez que crea una aparente
confusión de roles que cobrará más sentido cuando poco después se desvele el
secreto de Fiona: su maldición la transforma en ogresa por las noches y solo un beso
de amor verdadero podrá devolverle su verdadera forma.
Por otro lado, la historia de amor entre ogro y princesa supone una
reinterpretación del mito de la Bella y la Bestia. Este mito, que hunde sus raíces en la
literatura francesa del siglo XVIII y cuyo texto original es obra de Gabrielle-Suzanne
Barbot de Villeneuve, cuenta la historia de un príncipe transformado en Bestia por una
maldición, y que no recuperará su verdadero aspecto humano hasta que una joven
virgen le demuestre su afecto. Sin embargo, la versión más conocida en la actualidad
es la que llevó a cabo la factoría Disney en 1991 —Beauty and the Beast— y que es,
además, la película que sirve como hipotexto a Shrek para realizar su subversión. En
este caso, la maldición no recae sobre el príncipe, sino sobre la princesa, siendo este
motivo el que provoca la demora de los personajes en el bosque, y el que facilita que
los dos protagonistas acaben juntos al tener en común su condición de ogros.
Asimismo, mientras que en la película de Disney la Bestia se vuelve más refinada y
civilizada por el contacto con Bella, en Shrek ocurre precisamente lo contrario, ya que
Fiona no duda en abandonar sus modales y buenas maneras ante la presencia del
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ogro llegando a eructar, hacer uso de la violencia e incluso a degustar ratas de
campo.
El final de la historia original también se verá subvertido en la película cuando
la princesa, al romperse el hechizo, pierda su apariencia humana para adquirir su
verdadera y definitiva forma: la de ogresa. Por lo tanto, mientras que en la película de
Disney la belleza física triunfa al final —a pesar del leitmotif de que ésta se encuentra
en el interior—, «in Shrek that assertion is ultimately respected and reinforced with a
final message of self-acceptance» (Márquez Pérez, 2003: 285).
En última instancia, Shrek, fiel a su papel de héroe, desenmascara al falso
príncipe, sacando a la luz sus verdaderas motivaciones para casarse con Fiona —ser
coronado rey— y se posiciona como el único capaz de hacerse valedor del amor de la
princesa, sincerándose con ella y demostrándole que la ama incondicionalmente.
Como prueba de ello, logra el objetivo final: poner fin al encantamiento y desposarse
con ella, asumiendo definitivamente el lugar y el papel destinado en principio al
príncipe azul.
3. CONCLUSIÓN
Es interesante observar cómo de una pequeña semilla de apenas treinta
páginas ha germinado no solo una película, sino todo un universo fílmico, sustentado
en la sencilla pero efectiva idea de que la condición de monstruo no determina el
papel que éste puede desempeñar en una historia.
Shrek se adscribe a dos de las tendencias más extendidas en las ficciones
actuales. Por un lado, se posiciona como una reescritura de cuentos de hadas, en la
que los personajes se alejan de los patrones marcados por la tradición y empiezan a
crear los suyos propios. Mientras que, por otro, sigue la línea de muchas ficciones de
género fantástico actuales, en las que se produce una humanización del monstruo —
de hecho, en la película los protagonistas ofrecen unos rasgos físicos más dulcificados
y una personalidad más bondadosa que en el cuento original, de cara a una mayor
aceptación por parte del público—. Esta humanización supone una evolución del rol
que el monstruo habitualmente desempeña en la historia, puesto que pasa de ser
considerado el villano a posicionarse como héroe, un título con el que nunca acabará
de estar del todo cómodo —como demuestra la ambigüedad moral a menudo presente
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en este tipo de personajes—, pero que sin embargo acabará desempeñando con gran
éxito.
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