gobiernos sin oposición by ralf dahrendorf - project syndicate
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WORLD AFFAIRS
RALF DAHRENDORF
Ralf Dahrendorf (1929-2009), was the author of numerous acclaimed books and a European
Commissioner from Germany, member of the British House of Lords, Director of the London
School of Economics, and Warden of St. Antony's College, Oxford.
NOV 11, 2002
Gobiernos sin oposición
Las elecciones a mitad del periodo presidencial en Estados Unidos proporcionan el
último ejemplo de un fenómeno en crecimiento: los gobiernos democráticos que no
enfrentan un desafío eficaz por parte de una oposición. Más precisamente, este
fenómeno abarca al creciente número de líderes políticos elegidos democráticamente
que no tienen rivales alternativos que sean capaces de articular a los descontentos en
una oposición viable.
Este fenómeno de ningún modo está confinado a lo una vez fue la derecha política. El
Reino Unido vive actualmente lo que podría llamarse la autodestrucción del Partido
Conservador de oposición. Por tercera vez en siete años los Tories están devorando a su
propio líder, sin que haya a la vista un líder alternativo viable para el partido.
En Alemania, la estrecha victoria de Gerhard Schröder se está asegurando con la
intensa búsqueda de chivos expiatorios que actualmente ocurre al interior de la
oposición Demócrata Cristiana, así como debido al colapso moral del socio menor de la
CDU, los Demócratas Liberales. En Francia y en Italia es posible encontrar paisajes
políticos con un desequilibrio incluso más notorio; ni el Presidente Chirac ni el Primer
Ministro Berlusconi deben temer a sus rivales... de hecho, ninguno tiene un rival del
que podamos hablar.
Más aún, esta situación no está limitada a Europa. La autodestrucción del Partido del
Congreso ha dejado al gobierno de la India sin tener que preocuparse por amenazas
políticas que provengan de fuera de sus propias filas. En Rusia, el Presidente Putin se
alza por sobre la Duma electa de su país como Gulliver sobre los Liliputienses.
¿Cómo y por qué ha sucedido esto? En particular, ¿cómo se puede explicar esta
situación a la luz del hecho de que los jefes de gobierno actuales que no enfrentan
rivales serios no son (al menos en su mayoría) líderes imponentes cuyo carisma los
escude frente a la oposición? Una razón es la actual personalización de la política, que
está teniendo lugar en todos los rincones del mundo.
No importa si es carismático o no, los votantes quieren un caudillo formal,
preferentemente con valor de celebridad. Esta "celebridad" se puede basar en la
personalidad, como en el caso de Blair y Berlusconi, o en las circunstancias, como
sucede con Bush, Schröder y Putin, pero está íntimamente ligada a la nueva política
basada en el atractivo en los medios de comunicación.
Tras esto, sin embargo, se oculta un cambio más profundo a la democracia. El fin de las
ideologías ha sido invocado tantas veces que uno duda en repetir la frase. No obstante,
es un hecho el que en todos los casos de gobiernos sin oposición efectiva no es fácil
formular una política alternativa que desafíe a los líderes y sea electoralmente viable.
El Presidente Putin es quizás el ejemplo más extremo en este sentido, pero Blair y
Berlusconi no están muy atrás en cuanto a poseer está "inmunidad a las políticas".
Podrían formar coaliciones con cualquiera, y por supuesto entre ellos mismos, no
importa cuál sean sus filiaciones políticas tradicionales. Es difícil ponerlos en aprietos
ofreciendo políticas alternativas en cualquier campo.
Sin embargo, es posible que esta situación no perdure. En al menos dos aspectos, están
comenzando a emerger opciones de políticas alternativas, y puede ser que un día
lleguen a dominar el debate público. A nivel interno de los países, hay una diferencia
obvia entre quienes abogan por el "modelo europeo" de capitalismo social y moral y
quienes adhieren al neoliberal "consenso de Washington", que los europeos asocian
con el modelo económico de Estados Unidos. A nivel internacional, el choque entre
unilateralistas y multilateralistas no está confinado a los Estados Unidos. En las
actuales circunstancias, algunos lo ven como un choque entre la paz mediante la
negociación, y la intervención activa e incluso preventiva.
Luego están los grandes problemas de los que no se habla. La ley y el orden están en la
agenda de la mayoría de los gobiernos, pero muchos votantes sienten que aún no
tienen una adecuada preponderancia La inmigración es vista como una seria amenaza
por mucha gente, por lo que los demagogos tienen cada vez más la capacidad de liderar
el resentimiento y obtener apoyo en la base social. En la UE, la integración europea es
algo que la mayoría de los partidos políticos dan por supuesto en los estados miembros
más antiguos de la Unión, pero una considerable proporción de estos electorados tiene
dudas acerca de ella, y en los países candidatos a la UE las dudas son aun más fuertes.
Por lo tanto, a pesar de la actual quietud política, bajo la superficie puede estar
ganando fuerza una ruptura importante entre los líderes aparentemente sin rivales y los
cambiantes humores del pueblo. Este desasosiego se expresa de varias maneras. Una es
la apatía de los votantes. La mayoría de los líderes mencionados anteriormente cuentan
con una fuerte lealtad de sólo una pequeña minoría de sus electorados totales, por lo
que su legitimidad es incierta.
Otra forma de desasosiego es la "oposición de los medios de comunicación". Esto se ha
convertido en un tema importante en varios países y ha llevado a algunos gobiernos
(como hizo recientemente el Presidente Putin) a intentar limitar la libertad de
expresión. Luego está el revelador surgimiento y desaparición de partidos de protesta,
como los grupos holandeses reunidos por el asesinado Pim Fortuyn. Lo que revelan es
el fracaso de las instituciones democráticas tal como funcionan hoy en día. Estos
indicios se ven subrayados por el creciente papel de "la calle", manifestaciones de
irritación pública centradas en problemas específicos, pero que en realidad se dirigen
contra los gobiernos sin oposición.
El resultado es una preocupante combinación de autoritarismo en ciernes entre
quienes gobiernan, junto a una creciente intranquilidad de los gobernados. Como es el
caso tan frecuentemente, no hay una medicina clara contra este síndrome. Sin
embargo, es evidente la urgente necesidad de una oposición eficaz, por lo general de
tipo parlamentario. Los gobiernos sin oposición suponen una amenaza para la
democracia misma. Para defender nuestra libertad necesitamos democracia al interior
de nuestros países, al menos con tanta urgencia como la capacidad de atacar
cualesquiera "ejes del mal" que puedan existir en otros lugares del mundo.
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