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INTEGRATED CYCLE OF MOVIES DEBATES AND CONFERENCES AT FEUC
2009-2010
GLOBAL ECONOMY AND THE WALLS OF REPARTITION OF INCOME
(DOC TAGV / FEUC)
http://www4.fe.uc.pt/ciclo_int/2009_2010_eng.htm
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SESSION 2
GLOBAL ECONOMY AND THE WALLS OF THE INCOME DISTRIBUITION:
MIGRANTS AND THE REGULATION OF LABOR MARKETS
IN THE UNITED STATES AND MEXICO
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CONFERENCES:
LA MIGRACIÓN MÉXICO- EEUU: UNA MIRADA DESDE
LOS MERCADOS DE TRABAJO Y LAS REGULACIONES
GRACIELA BENSUSÁN
(Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México)
LA INMIGRACIÓN MEXICANA INDOCUMENTADA EN LOS ESTADOS UNIDOS:
CONTEXTO Y POLÍTICAS
MARIA LORENA COOK
(Department of International and Comparative Labor School of Industrial and Labor Relations, Cornell
University, Ithaca, New York, USA)
COMMENTS BY:
MARIA DA CONCEIÇÃO PEREIRA RAMOS
(Faculty of Economics of Porto, Portugal)
ANTÓNIO GAMA
(Faculty of Humanities, University of Coimbra, Portugal)
INTEGRATED CYCLE OF MOVIES DEBATES AND CONFERENCES AT FEUC
2009-2010
GLOBAL ECONOMY AND THE WALLS OF REPARTITION OF INCOME
(DOC TAGV / FEUC)
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SESSION 2
GLOBAL ECONOMY AND THE WALLS OF THE INCOME DISTRIBUITION:
MIGRANTS AND THE REGULATION OF LABOR MARKETS
IN THE UNITED STATES AND MEXICO
26 OCTOBER, 2009
LA MIGRACIÓN MÉXICO- EEUU: UNA MIRADA DESDE
LOS MERCADOS DE TRABAJO Y LAS REGULACIONES
GRACIELA BENSUSÁN 1
LA INMIGRACIÓN MEXICANA INDOCUMENTADA EN LOS ESTADOS UNIDOS:
CONTEXTO Y POLÍTICAS
MARIA LORENA COOK 29
Faculty of Economics
University of Coimbra
Coimbra
Portugal
1
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LA MIGRACIÓN MÉXICO- EEUU: UNA MIRADA DESDE LOS MERCADOS DE
TRABAJO Y LAS REGULACIONES1
GRACIELA BENSUSÁN
Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco
México
26 octubre del 2009
Introducción
En tanto los flujos migratorios no se han detenido a pesar de los altos riesgos y costos que deben
soportar los migrantes en la actualidad y puesto que las asimetrías entre los países se están
ensanchando, cabe preguntarnos si las políticas migratorias pudieran ser rediseñadas para
impulsar soluciones equitativas y beneficios para todos los involucrados. Esta pregunta será
examinada a partir del caso de la migración México EEUU, considerada como el nexo bilateral
más importante y la diáspora más grande del mundo hacia un solo país (Castles y Miller, 2004 y
Delgado Wise y Márquez, 2007). Con tal propósito en esta conferencia me propongo revisar el
contexto más amplio en el que se inscribe este proceso y sus principales características,
centrándome en la migración laboral de trabajadores bajos salarios y viendo a México como el
país de origen de este fenómeno, aún cuando también es país de destino y tránsito de cientos de
miles de trabajadores centroamericanos que van hacia los EEUU.
Mi principal interés es mostrar los factores estructurales que inciden en los flujos migratorios
poniendo especial atención en las consecuencias del TLCAN y las políticas neoliberales que lo
acompañaron. Los mitos y realidades que lo envuelven así como los resultados de este proceso,
1 Ponencia presentada para el “Ciclo Integrado de Cinema, Debates e Colóquios na FEUC, 2009-2010”, sob o tema Economia Global e os Muros da Repartição do Rendimento, Coimbra.
2
en términos de las condiciones de inserción laboral en aquel país, me permitirán ilustrar lo que
algunos han denominado como “la desventaja” de ser mexicano en los EEUU. Finalmente
retomaré, a modo de conclusión y para dar alguna respuesta a la pregunta inicial, una propuesta
alternativa de corte transnacional proveniente de una especialista norteamericana (Gordon,
2009), concebida para crear una ciudadanía laboral que traspase las fronteras y recupere la
acción colectiva como principal instrumento para fortalecer los derechos de migrantes y nativos
en aquel país.
Globalización, regionalización, y migración
La fase actual de la migración externa, entendida como una fuerza de transformación que se
volvió central para la política doméstica e internacional, con grandes consecuencias económicas
y sociales para todos los involucrados, puede ubicarse a partir del fin de la Guerra Fría, cuando la
globalización se veía como un fenómeno irreversible. Los movimientos internacionales de
población habían venido creciendo a lo largo del mundo a partir de mediados de los años setenta
y había aumentado el optimismo respecto a la democracia y el capitalismo, a la par que se
intensificaban los flujos de inversión, mercancías, la cultura y las ideas. Como parte de este
complejo fenómeno, los estados nacionales perdían soberanía frente al crecimiento de los
poderes de los mercados globales, el multilateralismo y la integración regional, difuminándose
esferas de autoridad y toma de decisiones circunscritas a nivel nacional (Castles y Miller, 2004,
p. 21-22).
Algunas de las tendencias que caracterizan a la migración internacional contemporánea serían las
siguientes: la globalización de la migración a partir de la diversidad de países de origen y
destino; su aceleración, en virtud del aumento del volumen de los flujos migratorios; la
diferenciación, según se trate de movimientos de personas por razones de índole laboral, político
o de otro tipo; la feminización, al registrarse una presencia creciente de las mujeres en todas las
regiones y tipos de migración y la creciente politización de la migración en tanto la política
doméstica, las relaciones bilaterales y regionales y las políticas de seguridad nacional se ven
fuertemente impactadas por este fenómeno (Castles y Miller, 2004, p. 21-22).
En este contexto, el carácter masivo y diversificado del fenómeno migratorio impone retos tanto
a los países de origen como a los de destino. Sin embargo, en el Norte de América no se asume
3
todavía la necesidad de adoptar políticas bilaterales o multilaterales. A distintos niveles, sea el
nacional o el regional, la política pública frente a las migraciones estaría revelando aquí uno de
los deficits de gobernanza de los mercados globales bajo su enfoque neoliberal, actualmente en
crisis. Más allá de esta región, las políticas adoptadas por los países de la OCDE a partir de los
noventa y con mayor fuerza después del 11 de septiembre del 2001, se distanciaron cada vez más
de las que las precedieron, mismas que favorecían la legalización de la migración ilegal.
Aumentaron en cambio en forma creciente los controles fronterizos, los requisitos para las visas,
los castigos para las aerolíneas que transporten personas indocumentadas, las inspecciones en
lugares de trabajo y el uso de técnicas para detectar documentos falsos junto a sanciones más
fuertes para los infractores, acompañadas de deportaciones masivas en algunos países. La
política migratoria de EEUU respecto a los flujos provenientes de México a partir de 1993 y con
mayor énfasis después los acontecimientos del 11/9 del 2001 es al respecto paradigmática.
La migración laboral internacional debe verse en el contexto de la reestructuración económica
global iniciada a mediados de los años setenta, misma que estuvo acompañada por una fuerte
restricción del anterior reclutamiento organizado de trabajadores manuales por parte de los
países desarrollados, el aumento de los flujos de inmigración y la generación de nuevas prácticas
de empleo para los migrantes. Algunos países latinoamericanos expulsores de mano de obra,
como es el caso de México, están o estuvieron afectados por un rápido crecimiento poblacional,
destrucción o sobreexplotación de recursos naturales, urbanización sin control, inestabilidad
política, condiciones de vida en deterioro y pobreza, todo lo cuál acentuó la brecha con los países
del norte y favoreció la migración desde el sur.
Considerando diversas perspectivas teóricas2, se ha dicho que cuatro elementos asociados a
procesos de cambio económico, social y cultural estarían explicando de manera conjunta el
fenómeno migratorio: a) las fuerzas estructurales en los países en desarrollo que promuevan la
migración; b) las fuerzas estructurales en los países desarrollados que atraen a los migrantes, c)
las motivaciones, objetivos y aspiraciones de los migrantes y d) las estructuras sociales,
económicas y culturales que emergen para vincular las áreas de origen y destino de la migración
(Durand y Massey, 2003, p. 10). En esta conferencia me centraré principalmente en los dos
primeros factores por su importancia en la migración hacia el Norte.
2 Entre las teorías más importantes revisadas por Durand y Massey se incluyen las siguientes: la teoría de la economía neoclásica; la nueva economía de la migración; la teoría de los mercados laborales segmentados; la teoría de los sistemas mundiales; la teoría del capital social y la teoría de la causalidad acumulada (2003, pp. 27-35).
4
La migración laboral México- Estados Unidos
En 2009, el 32% de los inmigrantes en EEUU son mexicanos. México es además el tercer país
del mundo en relación a la recepción de remesas, después de India y China (BM, 2008). La
interacción de múltiples factores enraizados en ambos países ha hecho posible que se configure
un “mercado de trabajo binacional flexible”, cuyo principal catalizador ha sido la demanda
laboral de aquel país aunada a la abundancia de la mano de obra en México, particularmente en
las dos últimas décadas (Tuirán, 2006) Hay que señalar también que México no solamente es el
país de origen de las migraciones sino de tránsito y destino. Por ejemplo, en 2004 transitaron
más de 400 mil migrantes indocumentados por su frontera sur (Datos de INEGI citados por
Delgado Wise y Márquez, 2007). Sin embargo, en esta conferencia me limitaré a examinar la
situación de México como país expulsor de fuerza de trabajo3.
Características
En el caso de la migración mexicana contemporánea a los Estados Unidos, proceso que
Huntington ha calificado como “sin precedentes en la historia estadounidense” y cuya
manifestación más palpable se registra desde fines del siglo XIX4, las características más
relevantes según este mismo autor serían la contigüidad entre un país en desarrollo y otro
desarrollado (debido a los 3 mil kilómetros de fronteras) con fuertes asimetrías5; el número de
migrantes (hoy alcanza al 30% de la migración total en ese país); la “ilegalidad” (particularmente
3 Siguiendo a Castles y Miller se puede caracterizar el contexto más amplio en el que se produce en la etapa actual la migración laboral de mexicanos a los EEUU de la siguiente manera: a) cambios en los patrones de inversión global, incrementando la exportación de capital desde los países desarrollados y la ubicación de las industrias manufactureras en países en desarrollo; b) impacto de la revolución microelectrónica sobre la necesidad de trabajadores manuales en la industria, c) erosión de las ocupaciones manuales tradicionales calificadas en los países desarrollados; d) expansión del sector de los servicios e incremento de la demanda de trabajadores altamente calificados y sin calificación; e) crecimiento del sector informal en las economías de los países desarrollados y en desarrollo, además del trabajo de tiempo parcial y precario; f) diferenciación de fuerzas laborales con base en género, edad y etnia con una creciente participación de mujeres y jóvenes en empleos precarios e informales, además del retiro temprano de trabajadores con habilidades obsoletas (Castles y Miller, 2004, p. 101). 4 Delgado Wise y Márquez identifican diferentes fases en la evolución del sistema migratorio México-EEUU: 1) la del enganche laboral en la construcción de vías férreas a fines del siglo XIX y hasta 1929; 2) la etapa de las deportaciones y el reparto agrario en México (1929-1941); 3) el programa Bracero (1942-1964), primera y única negociación bilateral en donde coincidieron los intereses de ambos países (necesidad vs excedente de fuerza de trabajo en el contexto de la segunda guerra mundial): 4) la migración indocumentada (1964-1985) y la etapa actual (1986 a la fecha), de crecimiento desbordante de la migración y apertura económica indiscriminada en el marco del TLCAN (2005, pp. 128-129). 5 El PIB per cápita de EEUU era en el año 2000 entre 9 y 10 veces más grande que el de México.
5
a partir de 1965, predominantemente mexicana); la concentración regional (2/3 partes se
ubicaban en el oeste del país y la mitad en California); la persistencia (aunque, como se verá, los
datos revelan que el flujo ha disminuido a partir de 2006) y la presencia histórica. En cuanto a
este último, el hecho de que la casi totalidad de Texas, Nuevo México, Arizona, California,
Nevada y Utah fueran parte del territorio mexicano, hasta que se perdió primero la guerra de
independencia texana en 1835-1836 y después la México-Americana en 1846-1848, haría que los
mexicoamericanos no se sientan como inmigrantes y consideren- “de un modo comprensible”,
incluso según Huntington- que tienen derechos sobre esos territorios.
Todos estos rasgos peculiares, y muy particularmente el último, habrían generado en los
estadounidenses un fuerte rechazo a la migración mexicana, a la vez que dificultarían su
asimilación a la sociedad estadounidense (Huntington, 2004, pp. 260-269)6. Como ilustraré más
adelante, la idea de que los migrantes mexicanos- especialmente los de más reciente arribo-
contribuyen a la degradación cultural y económica de los EEUU, influyendo en forma negativa
incluso en la percepción que tienen los méxico-americanos respecto de este fenómeno, tiene
consecuencias muy graves al traducirse en prácticas discriminatorias que afectan sus
oportunidades de inserción laboral, ingresos y protección social.7
Mitos y realidades sobre el impacto de la migración
Se ha señalado que muchas de las ideas negativas en torno de la migración a los EEUU están
basadas en mitos, más que en realidades. Por ejemplo, se sostiene que los inmigrantes
6 Con base en argumentos especulativos, más que en evidencias, la falta de asimilación de los mexicanos en los EEUU se reflejaría, según Huntington, en patrones diferentes a los habituales entre los inmigrantes en aspectos como el manejo de la lengua, la educación, la ocupación, el ingreso, la ciudadanía y los matrimonios mixtos. Por ejemplo, en relación a la lengua, se dice que un porcentaje de mexicanos más alto que el habitual se esfuerza en que sus hijos hablen español, lo que no implica necesariamente falta de asimilación. En materia de educación, mientras el 86% de los estadounidenses nativos tienen el grado de secundaria y el 49.6% del conjunto de los latinoamericanos, solamente el 33.8% de los mexicanos alcanza ese nivel de escolaridad. Aunque las desventajas en materia de inserción laboral pueden ser el resultado de ello, los datos de la Current Population Survey que se recogen en el siguiente apartado muestran que la escolaridad no explica más que una parte de las diferencias ocupaciones y de ingreso, en contra de lo que argumenta Huntington. Finalmente, este mismo autor reconoce que los datos disponibles respecto al grado de identificación de los mexicanos con los EEUU como país, son limitados y contradictorios (Huntington, 2004, pp. 269-281). 7 Un estudio reciente acerca de la opinión que los mexicoamericanos tienen respecto de los costos y beneficios de la migración mexicana muestra que aún dentro de estas comunidades ha tenido efecto la percepción negativa de los estadounidenses sobre este fenómeno. Los mexicoamericanos perciben que los nuevos inmigrantes amenazan la situación de los “mexicanos decentes” y los obliga a luchar contra los estereotipos que se han construido respecto de su origen étnico, asociándolos con “gangsters”. Por otra parte, desde una perspectiva más afín con el multiculturalismo de otros segmentos de la sociedad estadounidense, los mexicoamericanos reconocen que la persistencia de la migración de los mexicanos les ha permitido conseguir una mayor presencia cultural y política en los EEUU (Jiménez, 2007).
6
indocumentados van los EEUU a conseguir el acceso a su sistema de bienestar. Sin embargo, los
hechos no avalan este supuesto. El propósito esencial del migrante es trabajar al punto que el
90% de los trabajadores hombres indocumentados estaban trabajando en 2003. Este porcentaje
era más alto que el de los ciudadanos estadounidenses y el de los inmigrantes legales. Además
eran jóvenes, con baja probabilidad de ir a la escuela o retirarse y eran inelegibles para acceder a
la protección social y otros beneficios públicos. Se sostiene que llegan a los EEUU cruzando su
frontera, lo que solamente es cierto para un porcentaje de entre el 60 y el 75%, mientras el resto
entra legalmente permaneciendo más allá del tiempo permitido. No se trata solamente de
hombres solteros, entre tanto 40% de los indocumentados son mujeres y más de la mitad de los
hombres viven en pareja o con sus familias. Sus hijos no son tampoco indocumentados en su
mayoría: dos terceras partes de quienes tienen padres en esa situación nacieron en los EEUU y
son ciudadanos, además de que solo 1.5 % de los que asisten a escuelas primarias y 3% de los
que lo hacen a escuelas secundarias son indocumentados. Por último, se argumenta que no pagan
impuestos a pesar de que los inmigrantes pagan los mismos impuestos que todos los demás: más
aún, la Administración de Seguridad Social de los EEUU ha estimado que tres cuartas partes de
los indocumentados pagan impuestos de nómina y que contribuyen con entre 6 y 7 billones de
dólares a los fondos de la Seguridad social, a pesar de que no tienen las condiciones para poder
beneficiarse. Además, la mayoría de los hombres de edad se regresan a México a la edad del
retiro (Capps and Fix, 2005).
Si se considera el impacto económico de los inmigrantes indocumentados, los resultados son
diferenciados según se considere el país de origen y el de destino. El principal beneficio para
México se deriva de que la migración reduce la presión social ante la baja capacidad de
generación de empleo formal y se reciben remesas por aproximadamente 25 mil millones de
dólares anuales, destinados principalmente a mejorar las condiciones de vida de las familias de
los migrantes (BM, 2008). Sin embargo, en tanto se trata de una parte de la población con más
años de escolaridad, se pierde el capital humano que de ello se deriva8. Volveré sobre esto más
adelante.
Como resultado de las restricciones que se derivan de su situación migratoria, en EEUU los
inmigrantes son fuente de una gran flexibilidad laboral en el mercado de trabajo y de
8 Mientras el 38.9% de la población de 15 años y más nacida en México y residente en EEUU tiene un nivel educativo superior al bachillerato, la media para México es de 27.8%, por lo que se va más fuerza de trabajo calificada que la que se queda en el país. Delgado Wise y Márquez, 2009, p. 132.
7
abaratamiento de costos. En ese país, al disminuir el empleo manufacturero en un 17% y y
reemplazarse en algunos sectores por fuerza de trabajo de México, se creó un importante nicho
para los migrantes mexicanos (Delgado Wise y Márquez, 2007,p. 137). Una estimación para
2003 indica que, a pesar de su frágil condición migratoria, los migrantes mexicanos contribuyen
con el 8% de la generación del PIB (Ruiz Durán, 2004, citado por Delgado Wise y Márquez,
2007, p. 36). Además, impulsan el crecimiento de negocios como los bancos, las compañías
aseguradoras e hipotecarias así como todo tipo de servicios; agregan entre 600 y 700 mil
consumidores al mercado cada año; generan mayores beneficios a la economía que lo que
obtienen como servicios sociales; son indispensables para evitar que se pierdan las cosechas en
estados como Arizona o California, ocupando posiciones que quedarían vacías. Fueron también
la fuerza de trabajo principal en la reconstrucción de Louisiana y Missisipi después del paso del
huracán Katrina, ocupan el 25% de los trabajos en la industria de la carne y de pollos; entre el 24
y el 27% de los empleos vinculados a la limpieza. En total alcanzan el 4.3% de la fuerza de
trabajo pero agregan más de 22 billones de dólares a la economía anualmente9.
El modelo de exportación de la fuerza de trabajo y sus consecuencias
México y Estados Unidos se convirtieron en socios comerciales quince años atrás al entrar en
vigor el TLCAN, instrumento que institucionalizó un proceso de integración regional de más
larga data que condujo al acercamiento de sus políticas económicas en el marco de la expansión
de las recetas neoliberales del Consenso de Washington. En lugar de incluir en las negociaciones
la libre circulación de la fuerza de trabajo, México aceptó el agravamiento de las restricciones
migratorios y optó por favorecer el flujo de las inversiones y demás mercancías- aunque la
apertura comercial inició en 1986 con la entrada al GATT- con la expectativa de generar los
empleos necesarios para reducir las migración hacia el norte.
Sin embargo, de acuerdo a Delgado Wise y Márquez (2007, p. 130), el TLCAN dio marco a un
modelo exportador de fuerza de trabajo barata sustentado en tres mecanismos que se
complementan: la industria maquiladora, escasamente integrada en la economía mexicana (entre
el 80 y 90 % del valor de las exportaciones es importado) y que constituye un caso de
9 Visto desde la perspectiva de la seguridad, se ha señalado que ninguno de los terroristas del 11/9 ingresó a los Estados Unidos a través de la frontera con México mientras aumentar el control fronterizo solamente se traduce en el aumento del número de muertes, más de 100 adicionales al año en las áreas más vigiladas, a la par que se eleva el costo y el peligro de cruzar la frontera y se reduce el número de retornos, obligando a los indocumentados a permanecer más tiempo en los EEUU (LULAC, 2009).
8
“exportación indirecta de fuerza de trabajo”; la maquila encubierta (plantas que incluyen
procesos más complejos de manufactura pero que operan bajo el régimen maquilador) y la
migración laboral o exportación directa de la fuerza de trabajo, originada en la estrechez y
precarización del mercado laboral mexicano como consecuencia de la reestructuración
económica, con lo que se ofrece mano de obra barata a los EEUU. Tomando en cuenta los tres
segmentos, se estima que un total de 16 millones de mexicanos participa en ese modelo
exportador.
Cabe señalar que, por su parte, el mercado de trabajo de los EEUU ha experimentado
importantes transformaciones desde los años ochenta, que llevaron a la segmentación de los
empleos según se trate de actividades previas a este proceso de reestructuración, como la
agricultura, el servicio doméstico y limpieza, o resultantes del mismo en sectores de punta de la
economía, en la producción de bienes-salario e industrias maduras que se encuentran en proceso
de rescate. En ambos segmentos predominan los empleos precarios, con poca calificación, más
bajos salarios y prestaciones limitadas o inexistentes donde encuentran ocupación los migrantes
mexicanos, como se verá más adelante.
En ese contexto, los flujos migratorios de México a EEUU han sufrido cambios10: el incremento
de los flujos migratorios desde 1960 (30 mil) hasta 2006, cuando alcanzó los 400 mil para
comenzar a decrecer hasta 175 mil en 2008; el paso de una migración circular o temporal a un
patrón más permanente; el predominio de la migración no documentada (85% de los que
ingresaron entre 2000 y 2004, en tanto este porcentaje era de aproximadamente el 18% entre
quienes migraron en el período 1980-1984), el incremento del riesgo y el costo de migrar ante el
fortalecimiento del control en la frontera y el desvío de los cruces a zonas más peligrosas
(alrededor de 4000 muertes entre 1994 y 2006, mientras el costo de los servicios de traficantes
pasó de 400 dólares en 1992 a 1500 dólares en 2006); la diversificación del fenómeno migratorio
en todo el territorio nacional (ausente solamente en 93 de 2443 municipios del país); la mayor
visibilidad de los migrantes en todo el territorio de los EEUU; una mayor diversificación
sectorial y ocupacional tanto en los lugares de origen como de destino y la mayor importancia
del flujo migratorio proveniente de zonas urbanas (Tuirán, 2006, pp.12-14).
10 Entre los años cuarenta y cincuentas la migración mexicana a EEUU se caracterizaba por el predominio de trabajadores con niveles bajos de escolaridad, provenientes principalmente de zonas rurales del centro-occidente de México, con inserción laboral en la agricultura y se ocupaban la mitad del año o más en los EEUU mientras permanecían trabajando los demás meses en sus lugares de origen (Tuirán, 2007, p. 12).
9
La transnacionalización laboral y sus efectos en la migración son el resultado de procesos de
internacionalización de la producción que desarticula y reintegra las cadenas productivas y,
paralelamente, de cambios en las estructuras demográficas de ambos países que llevan a la
complementación, entre tanto al mayor envejecimiento de la población estadounidense le
corresponde una “tardía” transición demográfica en México. Siguiendo a Delgado Wise y
Márquez (2007), los efectos sobre México de este modelo pueden agruparse en cuatro aspectos:
1) El desencadenamiento de procesos de acumulación en la economía mexicana, generando una
grave dependencia frente a los EEUU; 2) la transferencia del costo de producción de la fuerza
de trabajo exportada; 3) el desmantelamiento de una parte del aparato productivo y la
dependencia crítica de las remesas en la estabilidad socioeconómica de México (p. 139).
Como resultado de estas tendencias, el impacto de la crisis económica global sobre México fue
uno de los más significativos, lo que puso en evidencia la extrema vulnerabilidad externa
derivada de su estrategia exportadora y, hasta cierto punto, su evidente fracaso. Entre 2001 y
2008, mucho antes de la crisis, se perdieron más de 1 millón doscientos mil empleos en la
industria manufacturera. Debido al componente importado de las exportaciones- entre el 80 y el
90%- el saldo para el país se limita a la derrama salarial. Parte de los empleos generados en la
industria maquiladora después del TLCAN se esfumaron con la entrada de China a la OMC,
como es el caso de la industria del vestido y la electrónica. La industria automotriz, principal
fuente de las exportaciones a los EEUU (80% de la producción), se encuentra amenazada no
solamente por la crisis sino por el desarrollo de esa industria y las exportaciones desde China11.
Los indicadores sociales y económicos muestran también un severo impacto. Después de años de
bajo crecimiento- el más bajo en América Latina en 2008- el PIB cayó en el tercer trimestre de
2009 un 10.3%. El desempleo pasó de 3.5% a más del 6 % (2008-2009) y la población en
situación de pobreza se incrementó en 6 millones según datos de 2008, previos al estallido de la
crisis. La política monetaria seguida en el país exacerbó la volatilidad del tipo de cambio y la
política fiscal no dejó margen para instrumentar medidas anticíclicas: se capta menos del 15%
del PIB a través de los impuestos y el 40% del gasto público proviene de los recursos petroleros,
en franca declinación. La migración y la informalidad (esta última ya ocupa a más de la mitad de
la PEA) constituyeron la válvula de escape del mercado laboral. No se crearon mecanismos de
compensación de los altos costos sociales de esta estrategia, salvo programas focalizados que sin
11 Datos provenientes de Enrique Dussel, La Jornada, 3 de octubre del 2009. (ver Rodriguez, Israel,2009)
10
embargo proporcionan ayuda básica a 5 millones de familias. Por el contrario, la dependencia de
las remesas – que se multiplicaron 30 veces desde fines de los años ochenta- resultó
determinante en la economía de ciertos sectores y regiones, además de que compensó la pérdida
de importancia de otras vías de financiamiento, como la inversión extranjera y la industria
maquiladora (Delgado Wise y Márquez, 2007, p. 135).
Si bien México tiene una balanza comercial superavitaria frente a EEUU y Guatemala, es
deficitaria ante el resto del mundo. Experimentó además una pérdida de competitividad debido a
la política cambiaria así como a los rezagos en infraestructura. No se adoptaron políticas de
fomento del mercado interno y se mantuvo como prioridad el equilibrio de las finanzas públicas.
La inversión privada no pudo compensar la caída de la inversión pública generada por el cambio
estructural adoptado a partir de los años ochenta, lo que se tradujo en bajas tasas de crecimiento
(Anguiano et al, 2009, p. 8-9). En 2008, antes del estallido de la crisis económica mundial,
México fue no solamente el país que menos creció sino que era uno de los pocos que tenía
salarios mínimos por debajo de la línea de pobreza en América Latina (Cepal, 2008).
En cuanto al impacto del TLCAN en el campo, se produjo una creciente integración de la
agricultura mexicana a la de los EEUU y un aumento de los ingresos de las familias rurales, lo
que se debió sobre todo a las estrategias de sobrevivencia de las familias, pero se trastocó en
forma drástica la alternativa de vida en el campo para la mayoría de los productores. El fin de la
protección del sector agropecuario a partir del TLCAN coincidió con la ampliación de los
subsidios en los EEUU, sin que los bajos precios de los productos importados beneficien a los
consumidores mexicanos.12 En los primeros ocho años de la vigencia de ese acuerdo la
participación del sector agropecuario en el PIB había caído del 6.3 al 4.2% (Ornelas Delgado,
2003). Los programas gubernamentales destinados a este sector resultaron regresivos en tanto el
10% de los productores concentra entre un 50 y un 80% de los subsidios, según el tipo de
programa (Anguiano et al, 2009, p. 8-9). El desempleo creció en forma alarmante al punto que
según datos oficiales para 2002 se habían perdido casi 1.8 millones de empleos y la situación de
pobreza afectaba a casi el 70% de la población rural (Gómez Cruz y Schwentesius Rindermann,
2002).
12 Por ejemplo, se calcula que por cada peso que destina el gobierno mexicano a los productores del campo, el gobierno estadounidense aporta 18 y la UE alrededor de 10 pesos. Ornelas Delgado, 2003.
11
Ante estos resultados, existe un marcado consenso entre los especialistas en que el patrón de
integración impulsado por el TLCAN no satisfizo las expectativas en cuanto a la contención de
los flujos migratorios, aún cuando en los tres últimos años se registra una pequeña disminución
debido a la grave situación económica en los EEUU. Tuirán sostiene al respecto que la respuesta
centrada en el reforzamiento del control fronterizo no será una estrategia eficaz para regular este
fenómeno, lo cuál exigiría un enfoque más amplio centrado en el desarrollo de México. Más aún,
sostiene que la única solución duradera sería la generación de empleos en México y la reducción
de la brecha de ingresos frente a EEUU, además de una intensa cooperación entre ambos países
(Tuirán, p.14). En el mismo sentido, Delgado Wise y Márquez concluyen que el modelo de
exportación de fuerza de trabajo auspiciado hasta ahora por el TLCAN ha contribuido a acentuar
las asimetrías entre ambos países, en lugar de impulsar la convergencia, al punto que en 2004 la
brecha existente diez años atrás por lo que se refiere al PIB per cápita en EEUU (2.6 veces el
mexicano) se había ampliado para ser de 2.9 veces. En lugar de generar empleos en México, el
TLCAN y las políticas neoliberales que lo acompañaron incentivó la migración laboral a los
EEUU y profundizó la dependencia económica de las remesas (2007, pp. 134-135).
Coincidiendo con esta evaluación, en su estudio sobre las condiciones laborales de los migrantes
mexicanos, Levine argumenta que la integración de facto entre el mercado laboral
estadounidense y el mexicano requiere de un marco institucional y soluciones más equitativas de
forma tal que se beneficien todos los trabajadores involucrados (2005, p. 24).
Las paradojas de la inserción laboral en EEUU
México y EEUU tienen regímenes laborales y Estados de Bienestar aparentemente contrastantes
pero sus mercados de trabajo muestran hasta cierto punto resultados semejantes, especialmente
por lo que se refiere a la marcada segmentación y flexibilidad laboral y el papel declinante de la
negociación colectiva como forma de determinar las condiciones de trabajo. Mientras en México
el régimen laboral es sumamente reglamentado, con niveles mínimos de protección
supuestamente garantizados a todos los asalariados en temas de estabilidad laboral, despidos
injustificados, duración de jornadas, pagos de horas extras, días de descanso semanales y
obligatorios, vacaciones, períodos de descanso por maternidad, aguinaldo y seguridad social
(salud, pensiones, guarderías, vivienda), en EEUU la protección establecida en la legislación es
una de las más limitadas del mundo, dejando amplios márgenes a la discrecionalidad de los
empleadores. El contraste es igualmente fuerte a nivel formal en temas de derechos colectivos,
en tanto México instauró un régimen que puede caracterizarse como de tipo “corporativo
12
estatista”, con amplias facilidades para la formación de sindicatos, negociar colectivamente y
ejercer el derecho de huelga, aunque estos derechos quedan sometidos a un fuerte control estatal.
Por el contrario, EEUU estableció en este aspecto un régimen marcadamente liberal e
individualista, donde es difícil cumplir con las condiciones exigidas para que un sindicato logre
imponer la negociación colectiva al empleador (Bensusán, 2000).
Las distancias entre ambos regímenes laborales se acortan si se toma en cuenta que en México
una parte significativa de los asalariados, especialmente aquellos ubicados en las empresas de
menor tamaño, en la construcción, el trabajo doméstico o el trabajo agrícola, carecen de toda
protección debido a una aplicación sumamente laxa de la legislación y la ausencia de sindicatos
independientes y representativos. En ambos países las tasas de sindicalización son sumamente
bajas y estuvieron declinando en el marco del proceso de reestructuración económica,
especialmente por la caída del empleo manufacturero y la extensión del outsourcing, dejando un
margen amplio para la unilateralidad en la determinación de las condiciones de trabajo en los
nuevos empleos13. De esta manera, los migrantes mexicanos no cambian sustancialmente de
condición laboral al trasladarse a los EEUU y desempeñar empleos de baja calificación y sin
protección, pero obtienen a cambio salarios mucho más altos que los de su país de origen.
En efecto, los salarios mínimos generales en el DF (Zona A), perdieron un 75% de su poder
adquisitivo entre 1982 y 2007, creando un fuerte incentivo para la migración (Garavito, 2007).
Respecto de los que se pagan en los EEUU (0.5 dólares la hora en el primer caso vs 7.25 dólares)
los mínimos mexicanos guardan una relación de 1 a 14.14 La brecha se amplió como
consecuencia de la última devaluación en México y el aumento del salario mínimo federal en los
EEUU, en tanto en 2006 la diferencia era de 1 a 10, semejante a la que existía cuando entró en
vigor el TLCAN (Bensusán, 1994). Incluso considerando que un alto porcentaje de la población
(86.7%) ganaba a mediados del 2000 hasta cinco salarios mínimos (Levine, 2005, pp. 7 y 8), esta
suma es hoy equivalente a la tercera parte del salario mínimo federal en los EEUU. La situación
es más grave aún si se considera que la distancia entre los niveles de productividad de ambos
países ha tendido a acortarse y que en algunos sectores productivos ya es mayor en México
13 En México, la tasa de sindicalización es del 10% de la PEA y poco más del doble considerando solamente la PEA asalariada. En EEUU, era del 12% de los trabajadores mayores de 16 años, con una declinación del 8% desde 1983. en ambos países los sindicalizados obtienen salarios más altos y tienen una mayor probabilidad de tener acceso a prestaciones sociales, incluyendo pensiones y seguro de salud. Para México, Bensusán, 2006; Para EEUU, Lee, Marlene y Mark Mather, 2008. 14 El salario mínimo general en el DF (Zona A) es de 54.80 $ por ocho horas de jornada. La estimación en dólares tomó en cuenta la tasa de cambio al 2 de octubre del 2009, equivalente a 13.5 $ por dólar.
13
(Delgado Wise y Márquez, 2007). Siguiendo la misma tendencia del salario mínimo, el salario
manufacturero estadounidense representaba 5.7 veces el mexicano en 1994 y casi 7 veces en
2004 (Delgado Wise y Márquez, 2007, p. 134). En 2007 la diferencia ya era casi de diez a uno
(U.S. Department of Labor, Bureau of Labor Statistics, Marzo del 2009).
El estudio de Giorguli Saucedo y Gaspar Olvera (2008), elaborado para el Consejo Nacional de
Población ( Conapo), inscribe la participación de la mano de obra inmigrante en EEUU en el
marco de tres paradojas que tienen que ver con: 1) la estructura productiva en EEUU; 2) la
creciente dependencia de la mano de obra de los inmigrantes para proveer los bienes que forman
parte del estilo de vida de ese país y 3) las contradicciones en torno a la incorporación o no
incorporación de los mexicanos en dicho país. En cuanto a la primera paradoja, se observa que el
dinamismo económico en ese país se concentró por una parte en la generación de empleos
flexibles, sin protección social, con escasas posibilidades de movilidad laboral ascendente y que
no pueden cubrirse con mano de obra nativa, a la par que se creaban empleos de alta calificación
y remuneración, generando una fuerte polarización de los ingresos. En un contexto como el
estadounidense marcado por la creciente desigualdad15, los migrantes se insertan en las
posiciones más desprotegidas, lo que se ve facilitado por la mayor vulnerabilidad en que se
encuentran al ser indocumentados pero también por el hecho de que encuentran ventajas respecto
de su situación laboral en el país de origen. De esta manera la inserción precaria y la exclusión
social de los inmigrantes mexicanos resultan bien tolerados por éstos y a la vez resultan
funcionales a la economía estadounidense.
Otra paradoja se refiere a que a pesar de la dependencia que la economía estadounidense tiene
respecto de la mano de obra mexicana, la sociedad de ese país no le asigna la correspondiente
importancia. La entrada de inmigrantes indocumentados es en ese país un tema político
controvertido en el que predomina una visión de control y restricción que refuerza el tipo de
inserción laboral en los empleos de menor remuneración y mayor desprotección y marginación: “
paradójicamente mientras la percepción social negativa en torno al migrante a Estados Unidos se
vincula con la imposibilidad de insertarse de forma exitosa a la sociedad receptora, el ambiente
restrictivo en torno al manejo de la migración indocumentada limita las posibilidades de una
15 Por ejemplo, la brecha entre los salarios medios y los salarios más altos fue creciente a partir de los años setenta. Entre 1992 y 2005, el promedio del pago para los altos ejecutivos (CEOs) en la mayor parte de las empresas se incrementó en 186% mientras el salario promedio lo hizo en solo 7%. En 2005, los CEOs en ese país ganaron 262 veces más que un trabajador promedio mientras en 1965 esa diferencia solo era de 24 veces. Lee, Marlene y Mather Mark, 2008.
14
inserción económica más favorable para los trabajadores inmigrantes de baja calificación nacidos
fuera de Estados Unidos”. De esta manera, el estigma más fuerte contra la migración se centra en
el origen hispano y en particular, mexicano, tanto por su historicidad como por su magnitud, en
tanto como vimos representa al 30% de los más de 20 millones de trabajadores inmigrantes que
existían en 2006.
Entre los factores de rechazo se argumenta sobre su escasa integración al país, debido a los altos
niveles de pobreza, los menores niveles de escolaridad y el hecho de ser indocumentados. Esto
deja de lado que el tipo de ocupación no permite una movilidad ascendente y que un mayor nivel
de escolaridad no significaría en el corto plazo acceder a empleos mejor remunerados. El estudio
de Giorguli Saucedo y Gaspar Olvera (2008) muestra al respecto, como detallaré más adelante,
que en ocupaciones similares y con niveles análogos de escolaridad, tiempo de permanencia en
el país y ciudadanía, los mexicanos perciben ingresos más bajos que los de otras poblaciones.
Existiría así un estereotipo del “trabajo mexicano”, cuyas características serían el ser poco
calificado y de baja productividad, configurándose “la desventaja de ser mexicano” en el
mercado de trabajo estadounidense, misma que es independiente de las características
sociodemográficas de los migrantes (p. 159).
La desventaja de ser mexicano: brechas ocupacionales, de ingreso y protección social16
Diversos estudios han mostrado que existe una sobreconcentración de la mano de obra mexicana
en empleos de baja calificación, a pesar de la mayor presencia en los flujos migratorios de los
últimos diez años de inmigrantes con educación media superior y superior. Los inmigrantes
mexicanos principalmente se ubican en ocupaciones de servicios de baja calificación, en la
manufactura y en la construcción, concentrando en 2006 entre el 70 y el 85% del empleo de los
inmigrantes ocupados en EEUU, incluyendo tanto los que migraron más tempranamente como
16 Este apartado se basa en el estudio elaborado por Giorguli Saucedo y Gaspar Olvera, 2008, para el Consejo Nacional de Población, a partir de los datos del suplemento correspondiente al mes de marzo del 2006 de la Current Population Survey (CPS). Para fines comparativos se utilizó esta misma fuente correspondiente a 1995. El análisis se refiere a la población entre 16 a 64 años. La población ocupada se agrupó en siete categorías: Ejecutivos, profesionistas y técnicos; trabajadores de servicios semicalificados (ocupaciones vinculadas al cuidado de la salud como ayudantes y auxiliares); ventas y apoyo administrativo de oficina; trabajadores de servicio de baja calificación (preparación de comida y ocupaciones de mantenimiento y limpieza de inmuebles); obreros y trabajadores especializados (salvo construcción) y agricultores y trabajadores agrícolas. Para efectos del análisis multivariado se utilizaron cinco categorías: no manual calificado (ejecutivos, profesionistas y técnicos); no manual semicalificado (servicios semicalificados y ventas y apoyo administrativo y de oficina); no manual de baja calificación (preparación de alimentos, limpieza y mantenimiento, cuidado personal y actividades relacionadas); manual no agrícola (obreros y trabajadores especializados) y trabajadores agrícolas. (Ver anexo, p. 177)
15
los más recientes (antes y después de 1995). Considerando el patrón de inserción laboral de los
migrantes mexicanos por género se encuentra que las mujeres se insertan en empleos no
manuales semicalificados y de baja calificación, mientras los hombres se concentran en
actividades manuales. Aún así, las mujeres mexicanas tienen más probabilidad de ocuparte en
este tipo de actividades que las nativas en EEUU o en otro país.
Como se mostró en otra parte de esta exposición, los flujos migratorios se han diversificado al
ampliarse los lugares de origen: rurales y urbanos y con niveles altos y bajos de escolaridad. A
pesar de ello, la diferencia en cuanto a las oportunidades laborales de los mexicanos se mantiene
después de aislar las variables sociodemográficas. Sin embargo, se confirma que el tiempo de la
migración incide en la probabilidad de insertarse en ocupaciones no manuales semicalificadas,
tanto en el caso de los hombres como de las mujeres. El flujo de reciente arribo se ubica
principalmente en la construcción (30.9%), en manufacturas (14.2%) y en servicios de baja
calificación (17.4% en preparación de comidas y 14.3% en mantenimiento y limpieza) al punto
que en conjunto estas categorías incluyen a tres de cada cuatro migrantes que llegaron a los
EEUU entre 1995 y 2005. Esto ha sido explicado como el resultado de la existencia de un patrón
de integración conforme aumenta el tiempo de residencia, lo que podría deberse tanto a una
mejora en la situación migratoria, como por un proceso de selectividad en la migración de
retorno, en el sentido de que permanecen en los EEUU los que tienen mayor escolaridad y
mejores opciones laborales. En el mismo sentido, el adquirir la ciudadanía es un factor muy
influyente en la probabilidad de que los migrantes tengan empleos no manuales calificados y no
calificados. Se registran asimismo diferencias importantes según áreas geográficas de inserción,
lo que se debe a diferentes demandas de empleo en las regiones de los EEUU.
Uno de los contrastes más significativos con otras poblaciones de migrantes, es que menos del
10% de los mexicanos (al igual que de centroamericanos) ocupaban puestos de trabajo como
ejecutivos, profesionistas y técnicos, mientras ese porcentaje se eleva al 40% en el caso de
migrantes de otras nacionalidades, quienes responden de mejor manera a la demanda de obra
calificada en EEUU. Si solamente se considera a los mexicanos que arribaron después de 1995,
no más del 4% ocupaba ese tipo de puestos de alto nivel. Dos factores han sido señalados como
posibles explicaciones de esta desventaja: por un lado la baja escolaridad de los mexicanos
determina con mayor fuerza el perfil de inserción ocupacional, en tanto uno de cada cuatro
mexicanos tenía el equivalente de educación primaria, mientras solamente el 3% del resto de los
inmigrantes estaba en esa misma situación; igualmente mientras solo entre el 12 y el 18% de los
16
mexicanos, según fecha de arribo, tenía algún año de educación terciaria, los centro americanos
eran más del 25% y los demás migrantes un 66.3%.
El otro factor es la “selectividad negativa” hacia los mexicanos respecto de otros grupos de
migrantes, reflejando una segregación del mercado de trabajo según país/ lugar de origen y en
este caso, un proceso de discriminación. A través del análisis multivariado, se comprueba que
más allá de la escolaridad, hay factores asociados al hecho de ser mexicano que definen las
oportunidades de inserción laboral, como es el caso de la falta de documentación17. Puede
suponerse también que hay un proceso de autoselección de los migrantes que incide sobre la
inserción, junto a la importancia de las redes sociales y su impacto sobre la sobreconcentración
geográfica y sectorial. Otros factores son de índole cultural y se asocian con la valoración
negativa que, como ya se dijo, se tiene sobre el trabajador mexicano en algunos sectores de la
sociedad estadounidense. (p. 35)
Hay que señalar que una alta proporción de los migrantes mexicanos carece de permiso para
trabajar (el 57% en 2005, elevándose a entre el 80 y el 85% en el caso de los que ingresaron
entre 1995-2005), lo que refuerza su vulnerabilidad. Así, la participación de los migrantes sin
documentación en actividades agrícolas (4%) y en manufactura y construcción (19%) triplica la
participación de los nativos en esas actividades. Mientras 11 de cada 100 ocupados como
ejecutivos, profesionistas y técnicos son inmigrantes no mexicanos, uno de cada tres ocupados en
la agricultura y 15.4% de los trabajadores de la construcción nació en México. (Giorguli
Saucedo, Silvia y Selene Gaspar Olvera, 2008, pp. 25-26). Sin embargo, independientemente de
la distribución porcentual y tomando en cuenta los números absolutos, más de 450 mil
trabajadores mexicanos ocupaban puestos como ejecutivos, profesionistas o técnicos, alcanzando
el segundo lugar en cuanto al volumen en este tipo de empleos. (p. 28).
El contexto en el que se insertan los inmigrantes tiene un gran peso por lo que se refiere a sus
condiciones laborales. El mercado estadounidense se caracteriza por tener un régimen laboral de
bajo perfil y asignar un peso mayor al mercado en la determinación de las condiciones laborales,
que dependen de la capacidad de negociación individual del trabajador. La marcada tendencia
17 A través del análisis multivariado se muestra que la concentración de inmigrantes en una u otra ocupación no se explica totalmente por el nivel de educación. Por ejemplo, los mexicanos que estudiaron un año de high school tienen una probabilidad notablemente menor que los nativos de trabajar en ocupaciones no manuales calificadas o semicalificadas (0.04 para los mexicanos que llegaron antes de 1995 y 0.23 para los nativos). Giorguli Saucedo, Silvia y Selene Gaspar Olvera, 2008.
17
hacia la segmentación laboral, la flexibilización y el mayor individualismo en materia de
protección social a los que antes hicimos referencia, se traducen en la exclusión de un alto
porcentaje de trabajadores de toda protección social. Por ejemplo, en EEUU solamente el 50%
de los trabajadores tiene acceso a un seguro médico pagado por el empleador o a un plan de
pensiones18. Es además uno de los países desarrollados con mayor desigualdad en el ingreso y
con mayor porcentaje de trabajadores con niveles de ingreso inferiores a la línea de pobreza
(Ghai, 2007, citado en Giorguli Saucedo, Silvia y Selene Gaspar Olvera, 2008., p. 84).
El patrón de los ingresos en el mercado estadounidense sigue tendencias diferenciadas según el
país de origen, el género y el nivel educativo. Según el trabajo de Borjas (2007, cit en Giorguli
Saucedo, Silvia y Selene Gaspar Olvera, 2008, p. 54), las diferencias de capital humano
explican alrededor de tres cuartas partes de las diferencias de ingresos entre mexicanos y nativos
hispanos, a la par que la tendencia hacia la convergencia de los salarios con los de los nativos se
registra de manera más clara entre otros grupos de inmigrantes.
Los mexicanos que llegaron después de 1995 reciben la mitad de lo que obtienen por hora los
nacidos en EEUU. El aumento que obtienen los mexicanos que llegaron con posterioridad a esa
fecha es pequeño y menor a lo que podría esperarse en atención a la experiencia laboral y la
adquisición del idioma. El nivel de ingresos de los mexicanos varía conforme al género, el nivel
de escolaridad y la edad. Por ejemplo, mientras las mujeres ganan entre 9.1 y 11.6 dólares por
hora, los hombres perciben entre 11.6 y 13.9 dólares por hora. Los mexicanos de reciente
ingreso están en la situación más desventajosa en materia de ingreso, lo que se mantiene incluso
para los que tienen mayor escolaridad, pero de todos modos se benefician ampliamente respecto
de la situación que tendrían en su país de origen.
Inclusive en los empleos que requieren más calificación, la brecha de los mexicanos respecto a
los nativos y el resto de los inmigrantes es muy amplia. Por ejemplo, los nativos que ocupan
empleos calificados obtienen un ingreso 40% más alto que los mexicanos en similares
ocupaciones y con más de diez años de residencia en los EEUU. Por el contrario, la brecha
salarial entre los nativos y los inmigrantes con menores niveles de escolaridad no alcanza al
20%, lo que según el estudio de Giorguli Saucedo, y Gaspar Olvera, 2008, sugiere que hay un
18 Considerando las ocupaciones, solamente uno de cada cuatro trabajadores agrícolas tiene seguro médico y uno de cada cinco está cubierto por un plan de pensiones ofrecido por el empleador. En general, los empleos no manuales de baja calificación tienen coberturas inferiores al 30% en seguro de salud y pensiones (Ver Giorguli Saucedo, Silvia y Selene Gaspar Olvera, 2008. p. 90).
18
grupo de nacidos en EEUU que se encuentra en desventaja y tiene poco acceso a los empleos
más estables, lo que lo acerca a la situación de los inmigrantes.
El tipo de Estado de Bienestar configurado en ese país ha sido calificado por Esping Andersen
como “residual” por el menor nivel de responsabilidad del Estado en materia de seguridad social
(limitada a los grupos más vulnerables, salvo en el caso del seguro de desempleo) junto al papel
asignado al mercado en la satisfacción de las necesidades básicas19. Bajo este régimen, el
trabajador debe negociar individualmente con el empleador gran parte de las condiciones
laborales y el acceso a la protección social. El tipo de prestaciones estará determinado por las
características del empleador y la capacidad de negociación del empleado, que en el caso de los
inmigrantes indocumentados es prácticamente nula. Por la falta de documentación, residencia o
ciudadanía, además de los factores que inciden sobre el tipo de inserción laboral, el acceso a los
servicios de salud está muy restringido para los inmigrantes en general, lo que se agrava cuando,
como en el caso de los mexicanos, sus ocupaciones se concentran en actividades con mayores
niveles de flexibilidad (empleos no manuales de baja calificación) o como la construcción, con
mayores probabilidades de que ocurran accidentes de trabajo. Es por tanto fácil de entender que
la situación de los mexicanos, en particular de aquellos que tienen empleos no manuales de baja
calificación con altos grados de flexibilidad laboral, es especialmente vulnerable, a la par que se
enfrentan a una marcada desigualdad en el acceso a la protección social. Por ejemplo, para los
mexicanos de reciente arribo (después de 1996) la probabilidad de tener acceso a la protección
(atención médica) es tres veces menor que la de los nativos, con escasa variación en el caso de
las mujeres. Los mexicanos con más de diez años de residencia también experimentan una gran
desventaja frente a los nativos por lo que se refiere al acceso a protección en materia de salud y
pensiones (la probabilidad es 60 a 70% mayor en el caso de los nativos). Esto coincide con el
hecho de que los menos protegidos son los empleos agrícolas y no manuales de baja calificación,
donde se concentran los mexicanos.
Los niveles de desigualdad que venimos mostrando se confirman al comparar el acceso a
prestaciones de los trabajadores inmigrantes y entre los trabajadores de una misma ocupación.
En el caso de los trabajadores no manuales de baja calificación (que ocupan los empleos que más
han crecido y tienen mayores posibilidades de crecer en el futuro), se encuentra que los
19 Estados Unidos era en 2005 uno de los países desarrollados con menor gasto público social como porcentaje del PIB, al ubicarse en 16.2%, frente a un 31.3% de Suecia, un 28.7% de Francia y un 27.3% de Alemania (datos de OCDE, 2007 a y b, citado por Giorguli Saucedo, Silvia y Selene Gaspar Olvera, 2008, p. 83).
19
mexicanos de reciente arribo- con un 13.1% de cobertura médica- están en peor situación que
todos los demás trabajadores (con porcentajes que van del 25 al 30% para los mexicanos de
arribo más temprano, los centroamericanos y dominicanos y los nativos). La situación de
desigualdad se repite en el caso de los trabajadores mexicanos manuales no agrícolas que
llegaron en los últimos diez años. En este caso el porcentaje de trabajadores nativos con acceso
al seguro médico triplica al de los mexicanos.
La cobertura médica está asociada al nivel de ingreso. Por ejemplo, los empleos en la
construcción y la manufactura pagan mejores remuneraciones y por lo tanto crean una mayor
oportunidad de tener acceso al seguro médico. Además, los ocupados en empleos no manuales
calificados y semicalificados tienen una mayor probabilidad de tener acceso al seguro médico.
En cualquier caso, solamente el 10.7% de los mexicanos que llegaron después de 1996 tenían
acceso a esta cobertura, lo que muestra su extrema vulnerabilidad. Conforme aumenta la
escolaridad, aumenta también la posibilidad de tener un seguro médico. La educación tiene un
mayor peso en la probabilidad de que las mujeres accedan a un seguro médico y la experiencia
laboral en los hombres.
Cabe señalar que en todas las regiones los mexicanos se insertan en empleos que están en la base
de la pirámide ocupacional. Sin embargo, existen diferencias en el perfil sociodemográfico y el
tiempo de residencia de los mexicanos en diversas regiones de los EEUU, así como variaciones
en las formas de incorporación laboral, sea en el tipo de ocupación como en las condiciones de
trabajo, mismas que mejoran en la región de mayor tradición migratoria y concentración de
mexicanos (Sudoeste primera fase). El sector agrícola sigue concentrando a un flujo migratorio
mexicano predominantemente rural y ha perdido relevancia en la generación de empleos para los
migrantes de este país pero se observa que en algunos casos ha aumentado la dependencia de los
mercados locales de este tipo de mano de obra (Costa Este, Grandes Planicies) o por lo menos se
ha mantenido. En el caso de los empleos no agrícolas, se observa que la especialización de las
economías locales en algunas industrias o servicios influye en el contexto de inserción de los
mexicanos, abriendo nuevos nichos de mercado de trabajo para ellos.
El impacto de la crisis en los flujos migratorios
El estallido de la crisis financiera en septiembre del 2008 generó un fuerte temor en México por
el posible retorno de los migrantes debido al aumento del desempleo, más intenso en el caso de
20
la población hispana, y de las deportaciones. Este temor se alimentaba de la experiencia vivida
en México como consecuencia de la crisis de 1929 (con casi medio millón de deportaciones) y
por información periodística reciente, proveniente de diversas regiones de los EEUU en este
mismo sentido. Debido al tipo de ocupaciones en las que se insertan, los migrantes mexicanos se
ubicaban en sectores económicos que venían experimentando caídas importantes desde 2006,
como es el caso de la construcción, llegando en el primer semestre de 2009 a niveles de
desempleo que superaron el 13 %, mientras la tasa general es de alrededor de 9.4%20 .
Mientras los ingresos promedio de los hogares de los estadounidenses se incrementaron en 1.3
% entre 2006-2007, los ingresos de los inmigrantes sin ciudadanía se habían reducido un 7.3%,
debido a la contracción de la industria de la construcción. El contexto previo al estallido de la
crisis, como lo registran las encuestas, era de un fuerte pesimismo entre los inmigrantes debido al
endurecimiento de las leyes de inmigración y la inconformidad frente a las incursiones en los
lugares de trabajo y la persecución penal. Un 10% de los inmigrantes, incluyendo a ciudadanos,
reportaba que había sido detenido por la policía y las autoridades por razones migratorias, en
tanto altos porcentajes que iban del 50 al 70% de los latinos manifestaba haber tenido
dificultades de tipo laboral o para conseguir vivienda (Alarcón et al, 2008).
Las deportaciones ya eran una realidad, en tanto el Departamento de Seguridad Nacional creado
en 2003, inició una operación a partir de su policía de inmigración (Inmigration, Custom
Enforcement) para detener a los indocumentados (sumando alrededor de medio millón de
deportaciones de criminales y no criminales entre 2005 y 2008), proceso que se sumaba al que
realiza la patrulla fronteriza (Border Patrol). Solamente en 2006 esta última había realizado casi
un millón cien mil deportaciones (Ibid, pp. 198-199).
De acuerdo al reporte del Pew Hispanic Center, en marzo de 2008 había 11 millones 900 mil
indocumentados en los EEUU, de los cuales eran mexicanos siete millones, cifra que habían
venido creciendo entre 2000 y 2007. Sin embargo, mientras el flujo migratorio de
indocumentados era de alrededor de 800 mil por año entre 2000 y 2004, disminuyó a 500 mil
desde entonces y hasta 2008, lo que podría explicarse por la información de los migrantes hacia
sus familias y amigos respecto de la dificultad de encontrar empleo en los EEUU. En conjunto,
esta institución señala que entre mediados del 2006 y 2009 el flujo de población en la frontera
20 Datos del Departamento de Trabajo de los EEUU, citados en Durán, 2009
21
norte cayó un 73%. En el caso de los mexicanos, entre marzo de 2008 y marzo de 2009
solamente cruzaron 175 mil personas, frente a las 653 mil registradas en el mismo lapso entre
2005-2006. Con todo, a principios del 2009, el total de inmigrantes mexicanos en EEUU
(documentados y no documentados) era de 11 millones 500 mil, cifra muy cercana a los 11
millones 600 mil de 2008 y 11 millones 700 mil de 200721.
También se registró una disminución de las remesas enviadas a México desde EEUU por los
migrantes: de alrededor del 12% entre agosto de 2007 y el año siguiente, cuando se registró una
ligera recuperación, posiblemente debido a la devaluación del peso frente al dólar, sin llegar a
recuperar la situación existente en 2007.
Por el contrario, no se registran cambios en el patrón de retorno de los migrantes mexicanos, lo
que se explica posiblemente por la importante inversión económica y emocional que se tuvo que
realizar para llegar a los EEUU, especialmente debido al reforzamiento del control fronterizo a
partir de 1993 (IBID, p. 204). Otra poderosa razón para el no retorno es la grave situación por la
que atraviesa la economía mexicana, comunicada a los migrantes a través de sus familias y
amigos. Es de hacer notar que, de acuerdo a diversas fuentes, por primera vez se detecta un
importante flujo de remesas de los estados de fuerte migración, como Puebla y Oaxaca, hacia los
migrantes mexicanos en EEUU, lo que indicaría que hoy en día las familias están apoyando a los
desempleados para que no regresen al país, dada la falta de empleo y la creciente dificultad para
cruzar la frontera22
El resultado de las encuestas de opinión del Pew Hispanic Center indicaría incluso que en un
contexto de recuperación los flujos podrían incrementarse en tanto uno de cada tres mexicanos
estaría interesado en migrar a los EEUU y uno de cada dos estaría dispuesto a hacerlo sin
documentación. Casi 6 de cada 10 entrevistados manifestó que los migrantes tienen una vida
mejor en el país vecino23. Sin embargo, de acuerdo a uno de los especialistas de esa institución,
uno de los factores a considerar es el proceso de envejecimiento de la población mexicana así
como la contracción de su fuerza laboral, lo que podría llevar a una menor intensidad de los
21 Otra fuente, la encuesta nacional de empleo estadounidense, registra que de febrero del 2008 al 2009, regresaron a México 433 mil migrantes, cifra inferior a los 440 mil que lo hicieron entre 2007-2008 y a los 479 mil en 2006. Garduño, Silvia, 2009 (Reforma, 22 de julio de 2009.) 22 La Jornada, 7 de octubre del 2009. 23 Noticias, Telemundo 51.com, publicado el 23 de septiembre del 2009.
22
flujos migratorios a los Estados Unidos, incluso después de que se recupere la economía. (Jeffrey
Passel, 2009, citado en Noticias, 22 de julio 2009).
Políticas migratorias: una alternativa transnacional
Después de la primera y única experiencia de bilateralidad en el proceso migratorio México
EEUU- el Programa de Braceros aplicado entre 1942-1964- se ingresó en una etapa dominada
por el incremento de la migración indocumentada bajo la tolerancia del gobierno mexicano y
estadounidense. La posición mexicana fue calificada como de “omisión” o de “no política”
frente a la creciente demanda de mano de obra barata y flexible por el mercado estadounidense.
La fase siguiente, cuando la apertura económica indiscriminada desembocó en el crecimiento
desbordante de la migración, se acompañó de la legalización de 2.3 millones de mexicanos
indocumentados (Ley Simpson Rodino, 1986), sin contener los flujos migratorios. El tema
estuvo prácticamente ausente en la negociación del TLCAN, salvo algunas disposiciones
relativas a la migración de profesionales, que adquirió una creciente importancia24, y poco
después se endureció la posición de los EEUU, con la creación de muros y el aumento de las
deportaciones. Las visiones de México y EEUU diferían sustancialmente respecto del tema
migratorio: mientras el primero sostenía que la migración resultaba de la demanda en el país
vecino, este consideraba que la escasez de oportunidades en México era el factor decisivo de un
proceso que se implicaba la contravención contra la legislación del país receptor. ( Castles y
Miller, 2004).
Al comienzo de la administración del presidente Fox mejoraron las condiciones para negociar
una agenda migratoria bilateral- buscándose por parte de México el reconocimiento de la libertad
de migrar- pero esta oportunidad se cerró con los atentados del 11 de septiembre del 2001,
además de que las perspectivas de ambos países en el tema siguen siendo contrastantes. Una
dificultad proviene justamente de las marcadas asimetrías socioeconómicas entre ambos países y
de la naturaleza del TLCAN, limitado a una zona de libre comercio.
Nuevamente, en 2009, las promesas del entonces candidato presidencial Barack Obama en torno
a la promoción de una reforma a las leyes de migración generaron grandes esperanzas entre los
24 Por ejemplo, la tasa de migración de alta calificación desde México hacia países de la OCDE pasó del 10.9% en 1990 al 16.9% en 2007, alcanzando a más de un millón y medio de migrantes, ubicándose por encima de la media de la región de América latina y el Caribe (11.3%). International Organization for Migration, 2009.
23
migrantes que se verán postergadas al menos hasta el próximo año. Sin embargo, aún entonces,
las posibilidades de concretarse son reducidas, debido a otras prioridades de la agenda interna de
aquel país así como a la dificultad de obtener el apoyo político necesario. Vale la pena agregar
que, incluso si se aprueba la reforma de salud actualmente en negociación para incluir a los 45
millones de estadounidenses que no tienen acceso a la protección, los migrantes indocumentados
quedarían excluidos de los beneficios que se logren.
En este contexto y para finalizar esta larga exposición de una manera menos pesimista, me
gustaría resumir brevemente una propuesta académica proveniente de una académica
estadounidense- Jennifer Gordon, 2009- basada en la idea de regular la migración de manera tal
que sea posible avanzar hacia una ciudadanía laboral transnacional y hacia el fortalecimiento de
los derechos de los trabajadores, tanto de los migrantes como de los nativos. Siendo realista,
Gordon reconoce que las regulaciones y las políticas no pueden conducir el proceso migratorio
pero sostiene que no son, sin embargo, irrelevantes. Esta propuesta se inscribe en los esfuerzos
desarrollados al formularse la Convención de Naciones Unidas sobre la Protección de los
Derechos de todos los Migrantes25- con muy pocas ratificaciones- y de las recomendaciones
formuladas por la OIT en torno al trabajo decente, cuyas principales limitaciones son, en ambos
casos, la falta de mecanismos coactivos para imponerlas. Cabe señalar que, en esta misma
dirección, el último Informe de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas ( 2009) propone que
los países ricos abran sus puertas a la inmigración de los países en desarrollo como una
necesidad ineludible en una economía globalizada.
La idea central de Gordon (2009) es replantear qué es lo que los gobiernos, las organizaciones de
la sociedad civil y los migrantes pueden hacer para fortalecer los derechos laborales tomando en
cuenta dos criterios: los esfuerzos por mejorar estos derechos por parte del país de origen y la
articulación entre las iniciativas de la sociedad civil y los sindicatos para ofrecer apoyo a los
migrantes y vincular las organizaciones de los países de origen y de destino. Las características
de esta propuesta serían el manejo multilateral de la migración laboral basada en derechos como
principio central, la ciudadanía laboral móvil, la cooperación entre gobiernos y sociedad civil
para fortalecer los derechos laborales y la movilidad de los beneficios a través de las fronteras.
25 La Convención entró en vigor en julio de 2003 y fue ratificada por 39 países (United NAtions (2009), Treaty Collection. Chapter IV. Human Rights. http://treaties.un.org/Pages/ViewDetails.aspx?src=TREATY&mtdsg_no=IV-13&chapter=4&lang=en.
24
Se trataría de ofrecer al migrante la posibilidad de escoger entre un empleo temporal por todo el
tiempo que lo requiera o desee o su permanencia indefinida, incluyendo condiciones de trabajo
mínimas garantizadas. Esto dependería de la obtención de un permiso- “TLC visa”- sujeto a su
afiliación a una organización transnacional de trabajadores, en lugar de vincularlo a un
empleador en particular, como se hace en los programas de migración temporal. De esta forma,
el migrante quedaría capacitado para trabajar con cualquier empleador con derechos plenos y la
opción de obtener una residencia permanente y, si lo desea, la ciudadanía. Tendría libertad para
moverse entre su país de origen y el de destino, comprometiéndose a una obligación central:
ingresar a una organización transnacional de trabajadores en su país de origen y, después de un
mes del ingreso al país de destino, debería ingresar a una organización semejante en este país en
el área geográfica y el sector en que labora. Lo más importante es que el migrante se
comprometería bajo juramento a denunciar al empleador que viole sus derechos, basados en las
leyes o en otro tipo de acuerdos. El incumplimiento en la obligación de denunciar lo llevaría a
perder la membresía y el derecho a la visa. Por su parte, las organizaciones laborales
transnacionales cooperarían de manera transfronteriza en la defensa de los derechos de los
trabajadores y les ofrecerían otro tipo de servicios, como la enseñanza del idioma. Las
organizaciones se coordinarían en un órgano llamado “Transnational Worker Justice
Collaborative”, encargado de monitorear el proceso migratorio, apoyar el trabajo de aquellas
organizaciones y proponer reformas de política. No sería un órgano gubernamental ni parte de
ningún sindicato u organización existente en los EEUU o en los países de origen pero estaría
estrechamente vinculado a ellas (Gordon, 2009, pp. 5-7).
Aunque así planteada pudiera resultar una propuesta sin fundamento, el documento elaborado
por Gordon, 2009, se sostiene en una exhaustiva revisión de experiencias, si se quiere parciales y
dispersas entre diversos instrumentos nacionales e internacionales, centradas en programas de
visitantes temporales. Sin embargo podrían ser un punto de partida para impulsar un nuevo
enfoque sobre políticas migratorias en un marco de globalización en el que no debe perderse de
vista la diversidad de trabajadores migrantes y de los contextos en que se insertan así como la
necesidad de favorecer la acción colectiva como una condición indispensable para poner un
freno al deterioro de los derechos laborales que se viene experimentando en todas las latitudes.
Si se considera que diversas estimaciones calculan que tan pronto como en 2015 o algunos años
más tarde EEUU requerirá contar con fuerza de trabajo migrante para compensar el
envejecimiento de su población (Castañeda, 2009), tal vez sea ahora el momento para negociar
25
con ese país mejores condiciones de regulación de los flujos migratorios, poniendo en el centro
los derechos de los trabajadores desde una perspectiva transnacional de la ciudadanía.
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▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀▀
LA INMIGRACIÓN MEXICANA INDOCUMENTADA EN LOS ESTADOS UNIDOS:
CONTEXTO Y POLÍTICAS
MARIA LORENA COOK
Department of International and Comparative Labor School of Industrial and Labor Relations,
Cornell University
Ithaca, Nova Iorque, Estados Unidos da América
26 de Outubro de 2009
Introducción
Lo que me interesa hacer esta tarde es presentar un contexto para entender las políticas del
gobierno de Estados Unidos frente al fenómeno de la inmigración, y sobre todo, la inmigración
indocumentada en los últimos años. El enfoque no será tanto sobre la regulación de los mercados
laborales, aunque intentaré dar algunos datos al respecto, simplemente porque no soy
economista. Pero creo que el marco que voy a presentar sí les proporcionará un mayor
entendimiento de lo difícil que es enfrentar este asunto en mi país, y de lo controvertido que es
una regulación de esta población importante de trabajadores.
Primero quiero darles algunos datos respecto al tamaño de la población de inmigrantes
mexicanos, y entre ellos, de los indocumentados. Sigo con una breve historia de las políticas
hacia esta población, terminando con una discusión acerca de los acontecimientos más recientes,
y los desafíos a futuro que enfrentamos. Creo también que ésto puede proporcionar un buen
trasfondo o contexto para entender la película que se pasará esta noche como parte del ciclo de
conferencias y filmes, Crossing Arizona.
30
La Inmigración Mexicana en los Estados Unidos
La poblacion mexicana que reside en los Estados Unidos es mas grande que cualquier otro grupo
nacional. Hoy en dia hay 12.7 milliones de mexicanos en los EE.UU., 17 veces mas que el
numero en el pais en 1970. Los mexicanos forman el 32% de todos los inmigrantes en el pais.
Ningun otro pais del mundo tiene tantos inmigrantes como los que tiene los EE.UU. procedentes
solamente de Mexico.26
El crecimiento de la inmigracion mexicana ha sido rapida. El numero total se duplico entre 1980-
1990 y crecio mas del doble entre 1990-2000. Desde 2006, sin embargo, este crecimiento se ha
ido nivelando.
Otro dato interesante es que un 11% de los que han nacido en Mexico estan viviendo en los
Estados Unidos. Tambien el que un 73% de los hijos de inmigrantes indocumentados son
ciudadanos de los EE.UU. por nacimiento.
El dato sobre los hijos es importante porque señala lo complejo que es el problema de los
indocumentados, en el sentido de que muchos residen con sus familias, y éstas a su vez tienen
estados legales diferentes—o sea que una misma familia puede tener miembros con estatus
migratorio legal, indocumentados, y ciudadanos a la vez. Las implicaciones de esto se empiezan
a ver cuando hablamos de politicas migratorias restrictivas, que casi siempre tienen un impacto
negativo sobre la unidad familiar.
Tomado como un conjunto, estos datos demuestran la importancia cuantitativa de la poblacion
mexicana en los EE.UU., por no decir de la poblacion de ciudadanos estadounidenses de origen
hispano. De ahi podemos concluir tambien que la poblacion mexicana y de origen mexicana
tiene una importancia economica y cultural para los Estados Unidos desde hace muchos años.
Los indocumentados
Mas de la mitad de la población mexicana que reside en los EE.UU. es indocumentada, unos 7
millones. Los mexicanos indocumentados forman un 59% de la poblacion de inmigrantes
26 Pew Hispanic Center Fact Sheet, Mexican Immigrants in the United States, 2008, April 15, 2009.
31
indocumentados en su totalidad, que son alrededor de 11.9 millones. Son el 21% de los
inmigrantes legales.
8.3 millones de inmigrantes indocumentados forman parte de la fuerza de trabajo en los EE.UU.,
o sea, los indocumentados son un 5.4% del total. En algunos estados, son mas del 10% de la
fuerza del trabajo. Es el caso de los estados de California, Arizona, y Nevada, en el oeste del
pais.
En cuanto a los sectores de la economia en los que trabajan los inmigrantes indocumentados, la
mayoria esta concentrada en agricultura, construccion, hosteleria, y servicios (jardineria, trabajo
domestico, lavanderia, limpieza). 1 de cada 4 trabajadores en agricultura es indocumentado, por
ejemplo.
A traves de estos datos podemos ver la importancia de la poblacion indocumentada en terminos
cuantitativos, y de ahi tambien surge su importancia para la economia y la vida cultural de los
Estados Unidos.
Breve historia de la politica migratoria hacia los mexicanos indocumentados
La politica de los Estados Unidos frente a la inmigracion mexicana ha sido marcada por
inconsistencias y contradicciones. Por un lado, se reconoce la necesidad de una mano de obra
extranjera en muchos sectores de la economia. Por otro lado, esta necesidad se enfrenta a un
rechazo hacia la inmigracion, sobre todo la indocumentada, que surge periodicamente en la
historia de los Estados Unidos.
La poblacion mexicana ha sido importante desde un principio, sobre todo en el suroeste del pais,
ya que esa zona fue territorio mexicano antes de la guerra entre EE.UU. y Mexico en 1848. Por
eso se dice con fecuencia en esta region, "nosotros no cruzamos la frontera, la frontera nos cruzo
a nosotros."
Por muchos años los mexicanos entraban y salian del territorio estadounidense sin muchos
controles. La Revolucion Mexicana entre 1910-1917 llevo a que muchos se refugiaran en los
EE.UU. Sin embargo, en los 1930s, con la crisis economica, los EE.UU. realizo grandes redadas
en que deportaron a miles de mexicanos, incluso a aquellos mexicano-americanos que eran
32
ciudadanos de los EE.UU. Igualmente, en 1954 el gobierno llegó a deportar a mas de un millón
de mexicanos.
Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial se dio tambien el unico acuerdo bilateral sobre
migracion entre los gobiernos de EE.UU. y Mexico. El llamado programa "Bracero" llegaria a
contratar en origen a trabajadores mexicanos en la agricultura y en los ferrocarriles de los
EE.UU. En 1964 se puso fin al acuerdo, bajo presion de los sindicatos estadounidenses que
vieron a la mano de obra mexicana como una competencia para los trabajadores ciudadanos.
Pero el programa bracero tambien llevo a que varios trabajadores inmigrantes permanecieran en
los EE.UU., creando asi unas redes sociales transnacionales que ayudaron a que la migracion
continuara en las decadas que siguieron el fin del programa.
Cuando en 1965 se pasó a unas leyes migratorias basadas en cuotas de origen nacional, Mexico
estaba incluido dentro de la cuota de permisos de entrada para los que provenian del hemisferio
occidental. Esto occurio asi a pesar de la cercania geografica de Mexico con los Estados Unidos
y de los lazos historicos, economicos, y sociales entre los dos paises, que hacian que hubiera mas
migracion mexicana que de cualquier otro pais. A partir de entonces el “problema” de migracion
illegal proveniente de Mexico empezo a fundarse, porque sencillamente no habia suficientes vias
legales para la inmigracion desde Mexico a EE.UU.
A mediados de los años 1980 se implemento una ley de regularizacion que afecto a una parte de
los indocumentados en el pais. Esta ley legalizo a alrededor de tres millones de inmigrantes, en
su mayoria mexicanos. Tambien fue esta ley la que hizo ilegal por primera vez la contratacion de
trabajadores indocumentados. Hasta la fecha no se ha llevado a cabo otra regularizacion de
inmigrantes indocumentados, a pesar de contar con alrededor de 12 millones de personas
indocumentadas hoy en dia.
La ultima ola anti-inmigrante empezo a crecer en los 1990s. A principios de esa decada los
electores del estado de California aprobaron una ley estatal, la Proposicion 187, cuyo intento era
restringir el acceso de los inmigrantes a los servicios publicos del Estado. Esto coincidia con la
firma del Tratado de Libre Comercio, o NAFTA, que pretendia abrir las fronteras al libre
intercambio de comercio pero no a la movilidad laboral.
33
Es mas, a mediados de los 1990s fue cuando se empezo a cerrar partes de la frontera entre
EE.UU. y Mexico al movimiento migratorio con operaciones de la Patrulla Fronteriza. Estas
operaciones canalizaron el flujo de inmigrantes indocumentados lejos de las zonas urbanas hacia
los territorios mas peligrosos, como los desiertos de Arizona y Tejas. Con este cierre de partes de
la frontera, aumento tambien el numero de inmigrantes que murieron --la mayoria de sed-- en sus
intentos de cruzar la frontera para trabajar. Hoy se calcula que mas de 5,000 inmigrantes han
muerto asi cruzando la frontera entre los dos paises desde mediados de los 1990. La pelicula de
la tarde tratara este tema con mas profundidad.
En el 2001 las expectativas de que se pudiera llegar a un acuerdo bilateral con Mexico sobre la
inmigracion, con los presidentes George W. Bush de EE.UU. y Vicente Fox de Mexico, cayeron
de nuevo con el derrumbe de las Torres Gemelas el 11 de septiembre. A partir de esa fecha, el
contexto politico no estaba dado para tratar el tema de una regularizacion de los indocumentados
en el pais. Aunque se haya intentado en varias ocasiones de tocar el tema en el congreso y por
parte del gobierno, politicamente ha sido muy dificil. Esto es notable ya que hay grupos
importantes, tal como las organizaciones empresariales y los sindicatos, asi como las
organizaciones hispanas en los EE.UU., que han promovido una reforma migratoria. A pesar de
esto, hasta la fecha no ha sido posible.
Los temas que han llevado a la mayor oposicion han sido 1) la regularizacion de la poblacion
indocumentada, y 2) las caracteristicas de un programa temporal para futuros trabajadores en
ciertos sectores de la economia, como la agricultura. En cuanto al primero, la oposicion se fija en
el hecho de otorgar estatus legal a los que no entraron legalmente al pais como un punto
contradictorio que erosiona el estado de derecho y que probablemente atraiga a mas inmigrantes,
en una especie de “efecto llamada”.
En cuanto al segundo, la oposicion se centra mas en la cuestion de qué tanta autonomia tendrian
los trabajadores temporales para cambiar de empleador una vez en los EE.UU. y tambien si se
les otorgaria algun camino para avanzar hacia la ciudadania, o si se les obligaria a retornar a sus
paises.
Aqui existe un debate interesante entre los que en general apoyan una reforma migratoria que
incluya una legalizacion. Las divisiones en este punto existen entre los empleadores y sindicatos,
34
y tiene que ver con la urgencia que los primeros sienten para poner en pie algun programa que
responda a sus necesidades de contratar mano de obra.
Pero tambien existen diferencias al interior de los sindicatos, donde la diferencia recae en si
aceptar o no la posibilidad de programas temporales—un sector ha rechazado en principio los
programas de trabajadores temporales, por crear “trabajadores de segunda clase” y un sector
facilmente explotable, mientras que otro los acepta como una medida de negociacion politica,
para poder llegar a una reforma migratoria mas amplia que incluya la regularizacion o
legalizacion.
A parte de estos dos grandes puntos, hay tambien discusiones bastante avanzadas sobre una
reforma para la contratacion de trabajadores en el sector agricola, y otras que se refieren a la
posibilidad de que los hijos de inmigrantes indocumentados que vinieron con sus padres puedan
arreglar su estatus y convertirse en inmigrantes legales y eventualmente en ciudadanos. En la
actualidad, estos hijos indocumentados no tienen la posibilidad de ajustar su estado de ilegalidad
migratorio. Esto los condena a un vida en la marginalidad a pesar de que hayan pasado la mayor
parte de su vida en los EE.UU. y de que este sea el unico pais que hayan conocido. Es una
situacion que afecta al menos a unos tres millones de jovenes.
La política migratoria en los 2000: Hacia más restricción
Ahora, en esta década notamos un aumento contínuo en las políticas restrictivas en contra de la
inmigración indocumentada, que a su vez se desliza hacia los inmigrantes en general e incluso
los ciudadanos de origen hispano. Entre estas políticas encontramos:
� Un ascenso en el número de deportaciones de inmigrantes;
� Un ascenso en el número de detenciones de inmigrantes, en la mayoría de los casos son
detenciones previa a la deportación;
� Un incremento en el número de redadas en los lugares de empleo;
� Un aumento continuo en esta década en los recursos, tantos monetarios como de personal,
destinados a la “seguridad fronteriza” y al cumplimiento de las leyes migratorias;
� Una mayor cooperación entre la fuerzas de polícia municipales y locales y los federales en
asuntos de inmigracion (anteriormente se mantenía una clara separación en donde la inmigración
era jurisdicción del estado nacional exclusivamente);
35
� Un aumento en el número de muertos en la frontera; se trata de las personas que cruzan el
desierto y mueren por calor y falta de agua, o bien por frío, o por un acto violento.
El único lugar donde encontramos un descenso es en el número de aprehensiones de inmigrantes
indocumentados, y en las remesas que se envían a México. Respecto al primer dato, se debate si
se debe al mayor número de patrullas fronterizas y a las políticas restrictivas o, al contrario, al
menor número de empleos por causa de la crisis económica. En caso del segundo, acerca de las
remesas, se le vincula a la caída del trabajo en los Estados Unidos. Hasta se ha llegado a hablar
de remesas que viajan al revés, de los familiares en México a los inmigrantes sin trabajo en los
Estados Unidos.
Otro dato importante es que el aumento de recursos para las políticas restrictivas ha dado un
salto a partir de 2006 hasta la fecha. Esto tiene una explicación política: es en 2006 cuando se
vislumbra el fracaso de una política de reforma migratoria en el Congreso de los Estados Unidos,
y es a partir de entonces que el gobierno federal de Bush decide avanzar en dos etapas.
La primera etapa sería la de asegurar la seguridad de las fronteras y el cumplimiento de las leyes
de inmigración al interior del país, lo que lleva a las redadas y deportaciones. La segunda etapa,
a la que aún no se ha llegado, sería la reforma de las leyes para tratar el asunto de la
irregularidad. El argumento es que el público estadounidense sólo aceptaría una reforma (que
supuestamente llevaría a la regularización de los indocumentados) después de sentirse asegurado
de que la seguridad de la frontera y el cumplimiento de las leyes existentes estuvieran asentados.
¿Porqué ha sido la política estadounidense tan anti-inmigrante (anti-mexicano?)
Economía versus ideología
La política anti-migrante en los Estados Unidos data desde antes de la crísis económica, por lo
que habría que buscarle motivos más ideológicos que económicos. Aquí se complica el análisis,
ya que las posibles explicaciones son muchas y a veces encubiertas. Un factor importante puede
ser la creciente presencia de población mexicana en aquellos estados dónde no ha existido una
población histórica. Aquí lo que se presencia es una reacción, por parte de la población
autóctona, de rechazo a una cultura e idioma que es extraña para ellos. Ciertamente hay aqui un
elemento importante de racismo y de clasismo. Este miedo a lo desconocido es a su vez
36
explotado por políticos conservadores y por demagogos que aparecen en los medios de
comunicación nacionales y locales.
Otro factor es un mayor énfasis, a partir del 11 de septiembre, 2001, en la cuestión de la
seguridad nacional entendida como seguridad fronteriza y legalidad. Esto se ha fusionado con la
idea de que el gran número de indocumentados en el país contribuye a la inseguridad nacional.
La respuesta por parte de sectores de la poblacion y del gobierno ha sido tratar de “asegurar” las
fronteras, con resultados poco eficaces, como hemos visto arriba.
Ha sido muy difícil batallar contra la ideología anti-inmigrante. El presentar datos que indiquen
el nivel de las contribuciones de la poblacion inmigrante no ha llegado muy lejos, ni tampoco ha
servido de mucho el argumento de que una forma de relevar la inseguridad respecto a quienes
son los indocumentados es, simplemente, legalizarlos.
Los políticos moderados de ambos partidos temen tocar un tema tan controvertido. Los
sindicatos han apoyado la legalización de los inmigrantes pero una parte importante de sus bases
no está convencida, más en período de crisis económica. Las políticas públicas se enfocan en
detener y deportar a inmigrantes sin contemplar una reforma migratoria que abriría la posibilidad
de una vía legal de inmigración para muchos de estos trabajadores. O sea, la campaña anti-
inmigrante es ahora la dominante, apoyada por una ola popular y aprovechada por políticos
populistas.
Los hispano-americanos y el futuro de la politica hacia la inmigración
Lo que quiero subrayar con estos comentarios, es que en la actualidad la politica migratoria de
los Estados Unidos no obedece a una logica racional economica, sino mas bien a una logica
politica --o mas bien, populista-- de miedo y rechazo por parte de un sector de la poblacion, que
tiene raices complicadas. Es decir, creo que viene de una combinacion de factores vinculados
con los cambios en la economia global, en donde la clase trabajadora no-inmigrante se ve
amenazada por la perdida de empleos, el deterioro en los salarios, las escasas posibilidades de
avanzar en el orden social, etc. Esto se vincula con la inseguridad nacional que provoco el 11 de
septiembre, y con una inseguridad cultural, identificado por Huntington, de la expansion de una
poblacion hispana, sobre todo en los estados del sur y este que son los “nuevos destinos” de la
inmigracion hispana.
37
Por otro lado, esta el hecho de que muchos sectores de la economia en los Estados Unidos han
venido a depender de la mano de obra barata que ofrece la inmigracion, sobre todo la
indocumentada. De ahi el apoyo de los empleadores a una reforma migratoria, para que no se les
dificulte la contratacion de trabajadores, y de los sindicatos, que se dedican a afiliar a los
trabajadores de estos sectores.
Ademas, existe el dato de que los Estados Unidos, como los demas paises desarrollados, tiene
una poblacion autoctona con un medio de edad mayor y con una taza de nacimiento reducido,
por lo que se precisa de la inmigracion para el desarrollo economico del pais y para los
programas de beneficiencia publica como es el de la seguridad social. Sin embargo, no es esta la
logica que prevalece en las discusiones ahora.
Tarde o temprano --soy optimista despues de todo-- se llegara a alguna reforma migratoria. (De
hecho, en las encuestas se repite que la mayoria de los ciudadanos apoya una politica migratoria
que incluya algun tipo de legalizacion.) Tarde o temprano, el peso de una poblacion inmensa
ilegalizada tendra que resolverse en el ambito politico, o bien por razones practicas, economicas,
o bien porque ya no se podra soportar las condiciones inhumanas que implican el no hacer nada,
el continuar con lo mismo. Otro factor importante es el gran numero de ciudadanos de
ascendencia latina que usara su voto para presionar por un cambio de politica.
En otras palabras, las presiones a futuro para una reforma son inmensas. Mientras tanto,
lamentablemente, el costo humano seguira siendo muy alto.
INTEGRATED CYCLE OF MOVIES DEBATES AND CONFERENCES AT FEUC 2009-2010 GLOBAL ECONOMY AND THE WALLS OF REPARTITION OF INCOME (DOC TAGV / FEUC) http://www4.fe.uc.pt/ciclo_int/2009_2010_eng.htm ---------------------------------------------------------------------------------------------- SESSION 2 GLOBAL ECONOMY AND THE WALLS OF THE INCOME DISTRIBUITION: MIGRANTS AND THE REGULATION OF LABOR MARKETS IN THE UNITED STATES AND MEXICO OCTOBER 26, 2009
Time: 15.00 Room: Auditorium of the Faculty of Economics
Conferences by: Graciela Bensusán (Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México)
La migración méxico- eeuu: Una mirada desde los mercados de trabajo y las regulaciones
Maria Lorena Cook (Department of International and Comparative Labor School of Industrial and Labor Relations, Cornell University, Ithaca, Nova Iorque, Estados Unidos da América)
La inmigración mexicana indocumentada en los Estados Unidos:Contexto y políticas
Comments by: Maria da Conceição Pereira Ramos (Faculty of Economics of Porto, Portugal) António Gama (Faculty of Humanities, University of Coimbra, Portugal)
Time: 21.15 Room: Academic Theatre of Gil Vicente
Film/Documentary: Crossing Arizona de Joseph Mathew 2006 Comments by: Graciela Bensusán Maria Lorena Cook Maria da Conceição Pereira Ramos António Gama Debate -------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------