introducción palacio y ulloa

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Un lugar para relatos: naturaleza, historia y narrativa. William Cronon. 29 Historia tropical: a reconsiderar las nociones de espacio, tiempo y ciencia. Germán Palacio 67 Historia ambiental de América Latina: orígenes, principales interrogantes y lagunas. Lise Sedrez . 99 APORTES A LO AMBIENTAL DESDE UNA VISIÓN MÁS AMPLIA DE LAS CIENCIAS SOCIALES La historia ambiental frente a las cienciassociales. Alberto G. Flórez M. 113 La naturaleza en los estudios sociales. Claudia Leal 123 De una naturaleza dual a la proliferación de sentido: la discusión antropológica en torno a la naturaleza, la ecología y el medio ambiente. Astrid Ulloa 139 La antropología y la cuestión de la naturaleza. Philippe Descola 155

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Page 1: Introducción Palacio y Ulloa

Un lugar para relatos:naturaleza, historia y narrativa.William Cronon . 29

Historia tropical:a reconsiderar las nociones de espacio, tiempo y ciencia.Germán Palacio 67

Historia ambiental de América Latina:orígenes, principales interrogantes y lagunas.Lise Sedrez . 99

APORTES A LO AMBIENTAL DESDE UNA VISIÓNMÁS AMPLIA DE LAS CIENCIAS SOCIALES

La historia ambiental frente a las ciencias sociales.Alberto G. Flórez M. 113

La naturaleza en los estudios sociales.Claudia Leal 123

De una naturaleza dual a la proliferación de sentido:la discusión antropológica en torno a la naturaleza,la ecología y el medio ambiente.Astrid Ulloa 139

La antropología y la cuestión de la naturaleza.Philippe Descola 155

Page 2: Introducción Palacio y Ulloa

Ciencia, estética y cultura en la naturaleza moderna.Margarita Serje 175

Notas sobre la noción de conflicto ambiental:¿un nuevo matiz en el análisis histórico?Germán Palacio 193

Pensando verde:el surgimiento y desarrollo de la concienciaambiental global.Astrid Ulloa ""."."."".""."""" ""."".".".. 205

Page 3: Introducción Palacio y Ulloa

I 1IIIIll 11d, 1I 11111'1111111//1 11111111/1/11/1111'1/1,',' 1111111di' II111'111111111',111 I11I 1111111'1111111111.11-11110 l' '111dI' "v.' Ilgn '10111,,11,,'11,"111111111011111''OI'i'lldll Y nijll,. nlv'l\iddN in.l;

1Ii1111111IlIlt'III,lllllll ti dI' IliHlorh Ambienle 1 I 'brcd n Bogotá en11 Id o 111111111111'1111',l'rJl'l n,'l)lIlI do d 'un f rtil relación institucional entre

d ,1 Joll 1'111111dI' '1\lol11bi- 'd L ti ia y ellcanh a través de su línea deII 1I 1 111111111M 't(lo Ambi nt ", y del proyecto "El nativo ecológico"

1 1111111'"1 1 .111Il'lld 1, •

111JI" 1 f¡ 1111111' on tllra en la discusión de la relación naturaleza-sociedad1 '1'"' 1.111,1 dir 'iplin ~ las ciencias sociales, esta colección aspira a convertirse11I l' 1I 11¡III1'110d r fl xión e investigación, colocando estas discusiones en

111 '" IiI '"' it11MI S qu reducirse a una subdisciplina de la historia, que tendería aI 1"ti 11111111111 It Istoriador~s, pretende abrir el diálogo interdisciplinario entre las

, '" .11. 1IIIIIlanasy la~ ciencias naturales, pero que tambiéninduya a las artes,1111"10'1111111,1'(Ill'banismo. las ciencias de la salud, las ciencias agrarias y las

1 11111111' 1'(111,1111"(-listoria y Ambiente" es más que historia ambiental.

1111IIltll 0'1 i11t'ntan el an~erior enfoque sin fronteras. En primer lugar, debido a11" 11 1'" 't~111111"n reciente Por la relación entre ambiente e historia no fue iniciada1'11111111111.1111''s profesion'\les sino por un variado grupo de investigadores1'111'1Iitll"'/ dI' t1iv rsas disci\Jlinas. En segundo lugar, para ofrecer un marco más111'11111qlll' 1'llrnpuJ ado por 11\5instituciones ambientales que tienden a circunscribir

1111 111Il1o. 1 1 biología, la eQología y áreas afines del conocimiento. Los dos motivos11111I1(1luull1, r 'sisten a cualqui~ra de las dos tendencias reduccionistas que oscilan, para,l.. I1111\11 1)(leas palabras, entre las disciplinas de la historia y de la ecología.

rJ111' lro 'nfoque abierto a la transdisciplinariedad puede adolecer de defectos1 (11Illdo n la dificultad de ~stablecer conceptos y definiciones extremadamente1'"'1I/IOI!.N recomendable tlara quien sufra de una neurosis disciplinaria extrema.1111l'lllld. I no se trata de una Opción puramente voluntarista. Más bien responde a una

II11\ In nceptual marcada Por el estado de desarrollo de los estudios ambientales y1'111((1, nbismos disciplinarios que desde tiempos remotos construyó una dualidadIdll1l111'ntre ciencias de la nahu-aleza y ciencias sociales. Esa dualidad, desde el siglo

I .' profundizó y materializ~ en especializaciones. Esta colección, en cambio, apuntaI 11'1 nsar, desafiar, cuestio~ los fundamentos, eventualmente hacer un balance, y

f Il.ll!TInte contribuir a const:J:uh una nueva síntesis que supere esta dualidad que, con("1111;0del tiempo, se "naturaJ4.:ó".

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I1 111" 1111,1111"11111dI' 111dlllll dll I I'p 11'lIl'1nn(Inl!1111\1'll 1'lIln 11.11111'1111''';11" l' tllll 1" 1\ 1'111' I 'Jllll 11' 11','11 orrlln 'iol1 . '0 lalc. mo l'1I1i11tlll 111111 i n

11111 11111111111I 1¡1I'\'[o

,"dl 1III.d 11 It'( IVII 111el' lku el p n ami nto pecializado. Desde luego,"1 1111 1"'111[111\'11[0 l' 1 11 'lllpl z d s: los movimientos ambientales tienen1111"11111111'1\Iw '( CI10r/) d le pr du ci6n de conocimiento académico, pero,1 11 ", I 1 111'1'1'lInkl1l, S a ad mi a han influido en la acción ambiental. Por

'1' "'1dll, ti" 1I1111 1), IUfl mpafia de los ambientalistas deben parte de su éxitoti "11'1110 '1"111(j o Ilobr la cri is ambiental y sus posibles soluciones y, de

,,1111 "Ir ',d 'ifu .• mulLi interdisciplinarios son un presupuesto de las accionesIlId. 1"11ill', (In I que poco a poco se desdibujan, se hacen mutuamente111•1111'Illlef O, I In nos, acceden al diálogo disciplinas hasta hace poco11 I 1I11t' ,

1,111'('1'011'ptualizaci6n de la dicotomía sociedad-naturaleza pasa por la11il lI11ti ntal colectiva. No estamos hablando ingenuamente de una especie

ti. Illllot'llni nto militante sino del reconocimiento de que la agenda1I " 11; 11iV no puede dejar de tener presente que la ciencia, entendida como

, "I'lll)¡l'imi nto académico, sistemático y riguroso, basado en evidencias y111('I'pt bl 'de ser puesto a prueba y revisión crítica, se desarrolla, no sólo como11111"1 du t autónomo y aséptico de los científicos, sino que está enraizado y11111'111'I1 '1do con influencias y redes sociales que lo permean.

1\11l'guida haremos unas reflexiones que hacen explícito el supuesto de que,,1 11"U1'1'110 conceptual está asociado al accionar de grupos sociales que1lll1'11Mt n reflexiones y preocupaciones ambientales; y luego pasamos a1'1" 11' n1 l' algunas recomendaciones que van más allá del su puesto de que los" Illd io ambientales deben ser interdisciplinarios, presentando a los lectores el1" u 1I d de una experiencia interdisciplinaria que ha dado sustento a la, Il'" 'ci n de Historia y Ambiente. No debe pensar el lector que los artículos que11 p I presentamos están dirigidos a hacer propuestas o replanteamientos sobre(,1 movimiento ambiental o la acción colectiva ambiental. Eso podría ser el temadi' 011' s textos. Lo que estamos tratando de rescatar es que si bien este libro trae1'l'f1 xiones historiográficas y teóricas, ellas no dejan de tener asidero enIrllnsf rmaciones, tomas de conciencia y procesos surgidos, inspirados olnimados en ellos.

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\,11 IIIIIV 1111'11111 '" Illlll',h 11 Y 1IIIIIIIiI.d,· .11111.111111 1Il,\llth-d.ld 1I1111111.d.1I

I 1\111 11' 101111 \lI hO ""11 \'11111/ Ii¡· l. d'llldll dl,1 ~lllh'l ./',111 1" 111 IIII'ItII\

'on(orl11o lo, I nI' 111k 111b,'o dI' OII',11I! 1,111 11111' 1'011 ,'rVIII' 011 1.\prcs rva ionisla, I i ual qu ' Illr l' Pl'I'II)¡, 1 '\'111 'o Il1lt'l1lbl'll d' 1,1 \'11\ "

media. Algunos de sus finan iad l' fl, sin '111 argo, no I'j mm tl . ~ '1' mil'olbl'O

adinerados e influyentes de la sociedad, omo qu I pr rv i nismo luvo '1 11'1'

sus inspiradores e impulsores a las elites aristocráticas y plutocráti a qu' alprincipio organizaron cotos de caza, convertida en un deporte antes que n unaactividad de subsistencia, pero luego promovieron los parques nacionales en upaíses de orígenes y sus colonias, abandonando los rifles.

Algunos de estos grupos, desde la década de 1960, se tornaron radicales. Entrsus acciones se cuenta la resistencia a proyectos de desarrollo -la construcción dcarreteras, torres petroleras e J:tidroeléctricas-, la lucha contra la contaminaciónurbana, la denuncia de la utilización de químicos en la producción agraria y as!sucesivamente. Estas manifestaciones colectivas fueron acompañadas de protestasantinucleares y rechazo a las tendencias consumistas del capitalismo de la épocadel estado de bienestar. Aunque no siempre han tenido éxito en detener uncapitalismo expansionista y voraz, las acciones de los movimientos ambientaleshan generado procesos políticos y cambios sociales. Adicionalmente, también hanpresionado o incubado simpatías entre académicos, a la vez que posicionado eltema en la agenda pública e internacional. En el campo académico, que algunasveces anticipa y presagia el futuro, algunos piensan que estamos viviendo el finde la era del desarrollo.

La crítica a la concepción que separa de una manera radical naturaleza ysociedad no es uniforme sino que recorre las asimetrías políticas, económicas,sociales y culturales de un mundo dividido. En efecto, a pesar de que se reconoceque la crisis ambiental es planetaria, el desarrollo del tema ha supuestogeneralmente un notorio antagonismo en la escala global. Desde la Conferenciade Estocolmo sobre hábitat, a comienzos de la década de 1970, el contraste entrela preocupación y las reflexiones de los países más industrializados y losconocidos como en' "vía de desarrollo" no pueden ser subestimados.Posteriormente, con el colapso de los países de economía centralmenteplanificada, esta polaridad se bautizó como el antagonismo Norte-Sur. Hoy en díaestamos en mora de superar esa dicotomía que debe establecer distinciones másdetalladas ya que hay países del "Sur" de ecosistemas templados, parecidos en sud arrollo a algunos países del "Norte", así como países del "Sur" tropicalesuyos problemas ambientales poco se parecen a los de países del "Sur" de clima

t mplado. Si hay un reclamo sobre que el "Sur" también existe, habría que

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Los moviini ntos ambientales que hacen parte hoy en día de un panoramadl' i n supranacional, han tenido éxito también en desarrollar una ciertaon i n ia ambiental que influye a los académicos. Incluso a aquellos que sei 'nt n trabajando bajo la óptica objetiva y neutral de la ciencia positiva. Sin

pr t nder agotar el amplio número de factores, resaltamos tres de ellos que ser' onocen como de especial importancia cuando nos acercamos a buena parted' los ejemplos americanos en el tema de la formación de la concienciambi ntal. El primero, una supuesta conciencia natural que tendría asidero en

lo pueblos nativos; el segundo, la tradición reconocida al discurso científico; y~I t rcero, relacionado con los movimientos ambientalistas en sentido estricto.Las cosmologías amerindias son, frecuentemente, consideradas comoxpresiones auténticas de una adaptada conciencia ecológica. A pesar de questa visión que ensalza el ecologismo nativo sea discutible, lo que se trata de

Hubrayar acá es que esta perspectiva está ampliamente difundida, entrembientalistas, al menos.

La tradición científica también se reconoce como pieza esencial en eld sarrollo de la conciencia ambiental. Esta conciencia se remonta a viajes den turalistas y a trabajos de pioneros del siglo XVIII que, aunque funcionariosoloniales, luego son incorporados en la tradición científica republicana. En elso colombiano habría que citar a José Celes tino .Mutis y su Expedición

B tánica. Pero quizás quien más resonancia y reconocimiento internacional hat nido.es el naturalista Alexander von Humboldt. El discurso científicoont mporáneo que se reclama ecologista y ambientalista se enlaza con una

I rga línea de ancestros.

Los movimientos ambientalistas, compuestos por militantes formados envuri das profesiones, por último, han contribuido al desarrollo de la conciencia1mbi ntal. La incidencia de factores internacionales ha permitido la~rolif ración de ONG multidisciplinarias que alientan la acción ambiental.Adl ionalmente, estos movimientos ambientales entendidos en sentido amplio110 ~ u 'd n d sconocer que pobladores indígenas, culturas afroamericanas opobl H'lon 's amp sinas han desarrollado o adoptado unas tecnologías másml~ Ibl '. ron I m dio, qu muchas de las tecnologías modernizantes y

t· milI tI . Al 1 f h . 'rlo, r valoriz n un ab T, ha ta hace poco despreciado.

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1,0 111' "Il Inll' 11"1'I,IVIII"II'II , 111111" ,1. 11111111111'di 11111111'111'"IIIIIdl'II1 tiin 'idl'n, a HlI 1lI11I\I"'¡I,1'1\ 111Iv 11'1',1111,1 II1I I 11111111111111 IIlIld"III.III' 1'1111ag nda a d 'mi <l e II1!l·II'\'lIl,d ,11 111,dl. IlIdll d.1I1dnll' 1'.,bid,l.tI ,1111'1"ancestral" y haci ndo 'xpl cito, .IIl'I\I¡lIldo 1I Inl/ 1I1lln " 1.1111\1I'opolog 1, 111arqueología, la sociología o la hi 1 l'i,l" inrltlll 11111I1'Wllp"rj(lIl "mbll'I1I,II, l'n 1,1primer caso; estimulando a los científi S a r '. POI1lII'r1I',\ UI1.1pr 'ocul a i)l1 HOl'i.t1global, nacional y local en el segundo; y g n ran lo di lago inl r lis 'iplin')J'ioentre militantes ambientalistas formados en profe ioncs div rsa involu r doen movimientos sociales de variado tipo, en el tercero,

La colección de Historia y Ambiente se presenta al lector con este segundovolumen como un producto acabado y plasmado en una serie de artículos, Sinembargo, su génesis implicó un ejercicio de interdisciplinariedad. En la medidaen que aquí le presentamos al lector artículos específicos que atienden al esfuerzode reflexionar sobre los aportes y diálogos de disciplinas en el campo ambiental,hemos creído pertinente compartir con el lector este ejercicio, ,inclusive corriendoel riesgo de sonar, en ocasiones, muy particularistas.

La formulación y ejecución de proyectos de investigación ambiental tien '1)

implícito el problema de que los investigadores, por lo regular, son graduados ndisciplinas. Este sólo hecho tiende a socavar las buenas intencion ,interdisciplinarias. A la hora de la conformación de un equipo de trabajo, elcampo jurídico está reservado a un/ a abogad@; el del desarrollo a un/ II

economista; si se refiere a pueblos indígenas o culturas diversas el/la antropólog~'lreclamará el derecho que le asiste; las implicaciones de las configuracionc.ecosistémicas será el ámbito del/ a biólog@ y así sucesivamente.

Esta situación remite a una discusión fundamental. Desde un punto de vis!.\teórico, hay quienes afirman que la interdisciplinariedad exige la vinculaci n dI'expertos de alto nivel en campos disciplinarios. Nuestra experiencia mu slra locontrario. Sería exagerado decir que un/ a expert@ especializad@ no irw parouna investigación ambiental, entendido, desde luego, como s. inll rarel 111naturaleza y sociedad. Por supuesto que la comprensión d I < mbil'nl.ll (O!l\IJ l'f"ámbito de una naturaleza apartada e independient d I r hUl1l11no110n'quit'lIinterdisciplinariedad, Bajo el supuesto contrario, podr.l proiltlr. l' IIUI' qU1I'11111l'diestro y confiado en su sab r dis iplinario 1'1'1qUII'11 1111'110,l' 1.1tll 1'111'111 I

desafiar la I gi Y 1011HUI 1I1'.lo, dI', 11 pl'tlj11O ti 11'1 (1111111'1111111.. 1,diH\ Iplll1.1'1,It"y j1mfl" inl\"II" \1'11''11' 1I'lllIlllll'lI 1'111'1111111,'11dtllll y 11111111lit I1diti "lll'l y 1IIIn' '1111 l' tlll' 1111"11 1", 1111111,1I 1"111111"" d, 1I 1111111111''"11

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,'11 '11111"1',11,111\llll' '11' 'sila l' alm nte S qu este experto/a estédi'IU' 10/1 11 1'1'pl"'I1)'::Id / , nriquecido/a y cuestionado/a desde otraslrin h rtHI • 'ad mi s. Lo que se requiere, más que discutir sobreinl rdi iplinariedad, es diseñar mecanismos específicos que garanticen lap rtura interdiscipinaria. Por ello debe haber un lugar pedagógico en el

pro eso investigativo, que bien puede ser un espacio de discusión abierto a lamunicación permanente, que obligue a los investigadores a explicitar sus

supuestos y sus reparos a las opiniones y puntos de partida del resto deinv stigadores. Aunque este proceso de intercambio debe poner a dialogar lasdii plinas, esta propuesta no está exenta de peligros. Una discusión muyir n tal o irrespetuosa puede, no sólo, herir sensibilidades y orgullospr fe ionales, sino descomponer el equipo de trabajo, alargando las discusionesl' ricas en desmedro del resultado concreto. Un balance entre ambas posturas/prfa la solución al problema; una solución fácil de formular pero difícil del' 'alizar.

E probable que el balance de encuentros sea menos frecuentes que el deel' n uentros. Entre los más importantes" encuentros" puede darse lan1 lÍvación generalizada y el optimismo de los participantes si se trata de unpr y to ambicioso que implique un desafío intelectuaL Pero el catálogo deti', n uentros puede ser más extenso. En primer lugar, pronto se sentirán lasti /h' n ias entre los(as) investigadores( as) entrenados en ciencias "exactas" y

provenientes de ciencias sociales y humanas. Los primeros tenderán a(' l, bl r los "hechos" mientras que los segundos se aprestarán a realizar"1¡Il'rpr taciones" que a los ojos de los primeros no respetan los hechos. Lati', ri p i n para éstos será todo un objetivo antes de formular cualquier11111'r¡l' ,t i n. Desde el otro bando se supondrá que los "hechosll son tambiénlIt '''1 l' 'l iones ya que los hechos son seleccionados, catalogados y ordenados

('1\11 vi ion criterios predeterminados. Ya se ha dicho que las ciencias"1' II('ln," l' t nden "explicar" con causalidades y las sociales" comprender"

11I'¡H'1'I'n m anj i mas ya que la vida social es compleja. Lo anterior no quieretli'l' " qill' 110h brá forma de avanzar, sino que supone paciencia para tratar de1 IIllIpn'lHI '1' I upuestos de cada cual y las limitaciones y alcances de cada1l!'11 1111 ¡'I1!( .

1,11/11 IIIVI' I/¡'o J l' las pueden sentir que el ejercicio interdisciplinario",IIII'ld 111"1111111111111'11['in, 'gllric.ind una p ci de ritmo de trabajo de "dos1'1 11 1111,.1011111'Y lllH Ilr'11" 10'111'11/'.11/111'mi,'lTlo tU d S l' obj to de disputa. En1I \ \11' I 'I11t 1"1'ltIIdt'lI 1111\'1'1111111'11101/111,1'11I() ¡il' 1,1ler erl p rana s rá

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Hay que tener en cuenta que con el propósito de evitar desencuentros no lo'

deben producir salidas facilistas. Este es el caso de los intentos de tratar 10R

desencuentros con una estrategia de producción de consensos. Aunque su natractiva esta propuesta, es ajeno a la rigurosidad académica el hac rconcesiones que podrían debilitar la fuerza misma de los argumentos. Losconsensos son plausibles cuando se trata de documentos de política, como en Icaso de textos legislativos parlamentarios o convenciones producidas en el senode organismos internacionales. Por ejemplo, es bien conocida la crítica a la id ade "desarrollo sostenible" tal como fue formulada en el Informe Brundt1and,Nuestro Futuro Común, ya que privilegia el consenso en desmedro del rigor. Porello en la práctica, un cierto eclecticismo, que no consenso, puede ser unresultado normal de un proyecto colectivo ambiental. Bajo una comprensióngeneral de un proyecto se abre la puerta a que cada investigador desarrolle supropia contribución, aunque el resultado final no tenga una coherencia estrechay tienda a ser una colección de artículos reunidos por una temática común perocon matices, divergencias y, en el peor de los casos, contradicciones teóricas.

Como resultado de una experiencia específica, algunos de estos comentariopueden sonar "de manual", lo cual no le quita la importancia para quienpretenden hacer un trabajo colectivo de interdisciplinariedad. El liderazgo S

también un problema que debe ser tenido en cuenta cuando se trata de hac rinterdisciplinariedad. Ya que los investigadores proceden de campos diversosdivergentes y que ell@s son autoridades en su propio campo, este procesodifícil y complejo. Para lograr la cohesión del grupo, la dirección debe tender aser fundamentalmente una coordinación. Esta posición tiene que evitar tomardecisiones verticales con el propósito de mantener la cohesión, sacrificandohomogeneidad o uniformidad de criterios. El estatus del director / a d b s T, <

lo más, una especie de "primus inter pares". También puede s r una autoridadacadémica, pero sólo en su propio campo disciplinario.

La interdisciplinariedad compromete las fu nt s yprofesional. La alusión de Pierrc Bourdi u a unas di.ámbito científico p TO domin das so inlm nt(', tul umo •xa los, ('n contra l' <ln di dplln 1tu pu t

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r (n() Iml nto 1 ntffl m di 1M, pu d n serr fr t das a los , r 1 10 lnt t'd18 iplin dos. Ciertas cualidades sociales delgrupo que pretende interdisciplina son importantes en la medida que desafíanla 16gicadel poder disciplinario actual. Por ejemplo, una cierta humildad frenteal desafío epistemológico; adicionalmente, un reconocimiento de que losresultados siguen, en buena medida, siendo provisionales; por último, unrespeto profundo por las opiniones de los demás y una aceptación de que lossaberes disciplinarios, con todos sus desarrollos y contribuciones también hangenerado ignorancias y bloqueos ante otras formas de producir conocimientoútil. Una dosis de escepticismo sano dentro de la disciplina, o de visión críticadentro del saber experto, es condición para el ejercicio interdisciplinario. Ladistinción que aquí se hace, rechaza cualquier implicación de que el más diestroen la formación especializada, es el más apto para afrontar los desafíos de lainvestigación ambiental. Para pensar interdisciplinariamente se debe hacer unesfuerzo temprano desde la formación profesional disciplinaria y no esperar aque el experto haya sido ya encerrado en los muros de la formacióndisciplinaria.

Lo anterior no debe inducir a desconocer las bases disciplinarias sobre lasque se sustenta el conocimiento científico moderno. La interdisciplinariedad quese produce eludiendo la conciencia de esta condición, puede llegar a convertirseen una generalística ingenua y superficial, que fácilmente puede hacer tránsito ala autopista resbalosa de la charlatanería. La interdisciplinariedad es unejercicio que, aunque todavía en pañales, tiene que evolucionar reconociendoprecisamente la realidad de las fronteras disciplinarias, sus nudos gordianos, sul6gica, sus logros y también sus prevenciones y prejuicios. El desconocimientode estas condiciones sólo retrasa la posibilidad de avanzar colectivamente en laempresa de producir conocimiento interdisciplinario y prolonga la posibilidadde que los desencuentros sean más numerosos que los encuentros.

Estamos en mora de hacer un ejercicio que evalúe sistemáticamente diversosesfuerzos interdisciplinarios y que permita elaborar un balance de los mismos.Así podríamos ver como la historia ambiental, la geografía histórica, laociobiología, la ecología humana o la ecología política, para citar algunas áreas

d conocimiento ambiental, tienen diversos puntos de partida, variadastrategias metodológicas, a veces paralelos o divergentes supuestos político-

pist mológicos y evidentemente, conclusiones dispares. La agenda de laint rdi6ciplinariedad en el ámbito ambiental debe realizar esta investigación en1futuro pr6ximo.

n fin, ntes de pasar a presentar específicamente el contenido del libro,t r rd r la int n i6n de esta presentación. Ella consiste en recordar e

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ilustrar que determinaciones sociales y transformacion S t Óricas ymetodológicas se retroalimentan. La preocupación por la interdisciplinariedadno es sólo un desarrollo intelectual sino que aspira a proponer soluciones adesafíos sociales específicos, en este caso, a aquellos que se derivan de lacompleja interacción entre los humanos y su entorno. Un ingrediente esencialde esas soluciones pasa por los insumos y aportes de la acción colectivaambiental. De lo contrario, podría simplemente producir respuestas pero nosoluciones ya que estas deben incluir un arraigo y legitimidad social.

Este texto esta dividido en tres secciones: reflexiones especificas desde lahistoria ambiental, aportes a lo ambiental desde una visión más amplia de lasciencias sociales y discusiones sobre el discurso ambiental, que articulan una seriede textos que dimensionan las nuevas perspectivas de análisis sobre las relacionessociedad y entorno en las ciencias sociales.

La primera sección de este libro recoge las discusiones al interior de la historiaambiental e incluye los artículos de William Cronon, Germán Palacio y LiseSedrez. Debido a que la concepción moderna de naturaleza tiende a entender1acomo carente de subjetividad y susceptible de capturar1a objetivamente, se podríaasumir que la historia ambiental se realiza como una cronología objetiva. Sinembargo, para Cronon, esto es un error, como lo plantea en «Un lugar pararelatos: naturaleza, historia y narrativa», donde al hacer la comparación de dostrabajos notables sobre la historia del Dust Bowl (las sequías de las GrandesPlanicies norteamericanas de la década de 1930) muestra cómo la historiaambiental no deja de ser un lugar para relatos diversos. Este resultado essorprendente, debido a que las fuentes utilizadas por dos destacadoshistoriadores son exactamente las mismas. Mientras uno narra una historia llenade logros, es decir progresista, el otro relata otra historia plena de fracasos ydesilusiones, es decir romántica. Dice Cronon: «cuando nosotros describimos lasactividades humanas dentro de un ecosistema, aparecemos contando siemprehistorias sobre ellas: solo que la naturaleza puede ser coautora de nuestrashistorias». Esta es sólo una de las conclusiones del texto en donde el autordemuestra, convincentemente, cómo la historia ambiental está sujeta a los relatosque sobre la nattira1ezahacemos los seres humanos, quienes somos, naturalmente,contadores de historias.

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NG10nllldl"lr 1 no Ion yrollo d 1 hl t ri. ambl ntal implica

hist ria n general. Palacio estudia estos retos: ti mpo, espacio y ciencia. En cuanto a la categoría

tiempo, t rU ul oncluye que las preocupaciones ambientales redefinen lanoción de pa ado en la historia vinculándola al presente y al futuro, mostrandocómo el tiempo de la naturaleza y el de la historia humana son divergentes. Enrelación con el espacio, la historia clásica se fundó en un determinismo ambientaleurocéntrico a la que debería oponérsele una historia de los trópicos. Ambasnociones están conectadas con la separación tajante en el pensamiento modernoentre ciencias de la naturaleza y ciencias humanas. Evitando colapsar estos dosc~mpos de las ciencias, este artículo propone reconstruir los lazos entre ambas,aceptando que mientras que las primeras funcionan bajo la lógica de paradigmas,las segundas lo hacen con subparadigmas en permanente competencia. Se tratatodavía de un camino por recorrer, que no puede suponer de manera trivial laabolición de tajo de las distinciones disciplinarias.

Con base en la experiencia de construcción de una bibliografía virtual apoyadadesde varias universidades de los Estados Unidos, en «Historia ambiental deAmérica Latina: origen, principales interrogantes y lagunas», Sedrez propone quela producción sobre América Latina es nutrida pero increíblemente desarticulada.Más que interdisciplinaria es multidisciplinaria. Una historia ambiental en sentidoestricto para América Latina es muy reciente, por lo cual este trabajo tuvo comoeje una visión amplia definida como historiografía sobre medio ambiente. Porrazones de familiaridad y quizás de volumen, la autora enfatiza en la literaturabrasilera pero también se retrotrae a'un importante pionero, el geógrafo CarlSauer de la Escuela de Berkeley. Los temas centrales del trabajo se refieren alencuentro entre el Viejo y el Nuevo Mundo, a la relación entre ambiente y fronteray a la historia del conservacionismo.

Aportes a lo ambiental desde una visión más amplia de lasciencias sociales

Esta segunda seccióh destaca la relación que la historia ambiental tiene conotras ciencias sociales y cómo éstas, a su vez, establecen replanteamientos quer dimensionan las concepciones duales de naturaleza y cultura y establecen undiálogo interdisciplinario. En este aparte se presentan los textos de Alberto Flórez,

laudia Leal, Astrid Ulloa y Philippe Descola. Flórez en "La historia ambientalfr nt a las ci ncias sociales", crítica la tendencia a asociar los temas ambientales

n lo ,ff I (1, lo bloló j O Y con los científicos naturales, lo cual desconoce la

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dimensión cultural, el papel de los conocimientos locales y el posiciona 1 ntdesde las ciencias y los investigadores con respecto a su género. Partiend d 1historia ambiental, describe el surgimiento y quehacer de la misma como unamirada que profundiza en las relaciones temporales y espaciales de los humanoscon su entorno y viceversa. De igual manera, presenta cómo ésta ha entabladoun diálogo interdisciplinario tanto con ciencias naturales como sociales, quepermite una mirada de lo ambiental, que aunque particular e interpretativa delaccionar humano, puede posicionarse frente a las tecnologías que atentan contrala naturaleza para proponer una naturaleza posible o deseada.

Leal en "La naturaleza en los estudios sociales", discute cómolas relacionesque los humanos tienen con la naturaleza se han convertido en un tema dereflexión permanente en las ciencias sociales, a tal punto que han surgido variassubdisciplinas como la historia ambiental y la ecología política. Enfocándose enestas dos subdisciplinas analiza sus orígenes, precursores, principales teóricos ylos grandes temas que han sido básicos en los análisis de las mismas. Destacalas raíces de cada una de ellas para presentar cómo la historia ambiental surgede la historia y la geografía histórica, mientras que la ecología política surge dela ecología cultural y la economía política. Sin embargo, la historia ambiental yla ecología política, en palabras de Leal "integran la naturaleza en las cienciassociales" y tienen en común tres grandes temas que han permitido abordar larelación de los humanos con la naturaleza: la transformación del medioambiente, la influencia de la naturaleza sobre la vida social y las ideas sobre lanaturaleza.

Dlloa en el texto "De una naturaleza dual a la proliferación de sentido: ladiscusión antropológica en torno a la naturaleza, la ecología y el medioambiente" analiza cómo dentro de las investigaciones antropológicas lasconceptualizaciones sobre la naturaleza como construcciones sociales empiezana ser consideradas dentro del debate teórico como relevantes y productivas.Presenta cómo esto ha implicado un largo proceso de transformación einteracción de la noción moderna sobre la naturaleza (la cual se opone a lasociedad) con nociones híbridas de cuasi-objetos y cuasi-humanos. Para analizarestos cambios e interrelaciones, realiza una revisión teórica de lastransformaciones que se han dado en las categorías e investigacionesantropológicas sobre naturaleza, ecología y medio ambiente.,

En "La antrop~logía y la cuestión de la naturaleza", Descola cu tiona ycrítica el dualismo de la naturaleza y la sociedad como una categorf unlv r al,y parte de su experiencia con los achuar en la amazonia ecu t rl n p radescribir cómo la naturaleza en este contexto es una relación 1, dlos no humanos son tratados como personas. O m n r g

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dlm n Ion mo t ) u I human s ntran en interrelaciónn 10 no hum no : d 16n, d interacción y de e1asificación.A partir

d la mirada antr 1 n diversos contextos culturales, plantea que lasmúltiples relacion s d los humanos con los no humanos deben ser integradas11 n nuevo campo analítico en el seno del cual el naturalismo moderno, lejos deconstituir la unidad de referencia que permite juzgar las culturas distantes en eltiempo o en el espacio, no sea más que una de las expresiones posibles deesquemas más generosos que gobiernan la objetivación del mundo y de laalteridad" .

En la tercera sección se recogen los artículos de Margarita Serje, GermánPalacio y Astrid Ulloa que tienden a complejizar el discurso ambiental. Serje, en«Ciencia, estética y cultura en la naturaleza moderna» denuncia el carácterexcéntrico y peculiar de la cultura Occidental moderna debido a que es la únicasociedad que se presenta como patrón o referente universal y cima de lahumanidad. Buena parte de esta pretensión universalista sin sustento, ya que,n verdad, Europa es sólo una pequeña región del mundo, se basa en su

concepción «naturalista de la realidad». La naturaleza en este pensamiento esun ámbito material y objetivo que existe en sí, es exterior a lo humano eindependiente de todo conocimiento y se construye conceptualmente enoposición a lo social, ámbito separado y opuesto a la naturaleza. Serjergumenta que esta concepción de naturaleza tiene unas raíces históricastéticas asociadas a las formas de mirar el paisaje desde el Renacimiento, con

la invención de la perspectiva, y se reproduce posteriormente con el avance de1 biogeografía y la ecología durante el siglo XIX.

En «Notas sobre la noción de conflicto ambiental: ¿un nuevo matiz en elnálisis histórico?», Palacio pretende delinear aspectos básicos de las nociones

d onflicto ambiental. Se trata sólo de un punto de partida que dé lugar ald S rrallo de un proyecto que desglose con detenimiento 'y sutileza losV rid(simos matices del complejo campo que aquí se presenta. Los puntos enqu concentra este artículo son los siguientes: armonía y conflicto en eluno lmi nta Occid· ntal; naturaleza y función social del conflicto; modelos

hl I rl O d nfll lo mbi ntal y la redefinici6n del conflicto social a la luz delnnfll to mbl ni 1. 1. v rl' d d ntendimientos del conflicto ambiental

I I Iv 1 1 JI I no pr ta en las visiones clásicas sobre1 lit ontrapu stas son relativamente

I m omo un a tor pot ncial.

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Llevado a un extremo, cuando la naturaleza se convierte en t r ti nd ndiluirse las distinciones radicales entre seres humanbs y naturaleza y sreconstruyen las áreas de continuidad entre naturaleza y cultura. Se trata, segúnel autor, de visibilizar la naturaleza en la conflictiva historia humana, y en elextremo, de la posibilidad de otorgarle subjetividad a la naturaleza diluyendo ladicotomía forjada en el pensamiento moderno en que los seres humanos son lossujetos y actores de la historia mientras que la naturaleza es un objeto inerme ycarente de historicidad.

Finalmente, Ulloa en "Pensando verde: el surgimiento y desarrollo de laconciencia ambiental global", se centra en la historia del ambientalismo y exploradiferentes versiones y concepciones sobre el medio ambiente, destacando el papelde los movimientos ambientalistas. Posteriormente realiza una reflexión sobre lasimplicaciones que tiene el ambientalismo globalizado, r~saltando dos de susprincipales tendencias: la antropocéntrica y la biocéntrica; señalando los procesosde control que trae una acción global en torno a la crisis ambiental.

En síntesis este libro agrupa una serie de textos que quieren dar al lector uncontexto básico para abordar las actuales discusiones en torno a lo ambientalcomo una categoría amplia que supera la dicotomía moderna de naturaleza ycultura y reposiciona al ser humano como fruto de la interrelación con su entorno.

Los editores