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26 Inversión, agua y tecnología en Puebla: la fábrica textil La Guía, 1896-1908 Investment, Water and Technology in Puebla: The Textile Factory La Guía, 1896-1908. Sergio Francisco Rosas Salas 1 María Teresa Ventura Rodríguez 2 Resumen El objetivo de este artículo es reconstruir y analizar el proceso que entre 1896 y 1908 llevó al establecimieanto de la fábrica de blanqueado y estampado La Guía, a las riberas del río de San Francisco, para comprender mejor la importancia del agua en el desarrollo de la industria textil en la ciudad de Puebla. A partir de la reconstrucción de las inversiones para la fundación de la fábrica y de los mecanismos de compra-venta y negociación que concedieron a los propietarios, Ramón Gavito y José Villar, el dominio del líquido, el artículo argumenta que el establecimiento de La Guía tuvo como eje la disponibilidad, posesión y usu- fructo de los recursos hidráulicos de la zona, tanto subterráneos y fluviales, así como al desarrollo tecnológico del periodo y la bonanza empresarial del Porfi- riato (1867-1911), factores que permitieron aprovechar la abundancia de líquido para garantizar una buena producción textil, tanto en cantidad como en calidad. Así pues, queremos subrayar que el desarrollo industrial en las riberas del río de San Francisco fue posible por una doble disponibilidad de agua, tanto en el río como en los pozos artesianos del Estanque de los Pescaditos. Palabras clave: agua, industria textil, Puebla, industrialización. Abstract This paper reconstructs and analyzes the process that ended with the foundation of La Guía coon mill in Puebla, between 1896 and 1908. This factory was esta- blished in Puebla city, near the San Francisco River. Doing so, the paper wants to understand the importance of wáter in the development of the textil industry in Puebla. First of all, we reconstruct the investment to found the factory, as well as the negotiations and contracts that gave the control over water to José Villar y Ramón Pérez Gavito, the factory owners. The paper argues that the business success of La Guia was posible because it could access and control the hidraulic resources of the old Estanque de los Pescaditos, both the river and the artesian wells. The technological development of textil industry as well as the peace of the Porfiriato regime (1867-1911) was important too for the success of La Guía. Finally, we want to underline that the industrial development in the San Fran- cisco river in Puebla was possible because of the abundance of water, both flu- vial and grounded. Keywords: Water, Textile Industry, Industrialization, Puebla. 1 Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. 2 Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

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Inversión, agua y tecnología en Puebla: la fábrica textil La Guía, 1896-1908

Investment, Water and Technology in Puebla: The Textile Factory La Guía, 1896-1908.

Sergio Francisco Rosas Salas1

María Teresa Ventura Rodríguez2

ResumenEl objetivo de este artículo es reconstruir y analizar el proceso que entre 1896 y 1908 llevó al establecimieanto de la fábrica de blanqueado y estampado La Guía, a las riberas del río de San Francisco, para comprender mejor la importancia del agua en el desarrollo de la industria textil en la ciudad de Puebla. A partir de la reconstrucción de las inversiones para la fundación de la fábrica y de los mecanismos de compra-venta y negociación que concedieron a los propietarios, Ramón Gavito y José Villar, el dominio del líquido, el artículo argumenta que el establecimiento de La Guía tuvo como eje la disponibilidad, posesión y usu-fructo de los recursos hidráulicos de la zona, tanto subterráneos y fluviales, así como al desarrollo tecnológico del periodo y la bonanza empresarial del Porfi-riato (1867-1911), factores que permitieron aprovechar la abundancia de líquido para garantizar una buena producción textil, tanto en cantidad como en calidad. Así pues, queremos subrayar que el desarrollo industrial en las riberas del río de San Francisco fue posible por una doble disponibilidad de agua, tanto en el río como en los pozos artesianos del Estanque de los Pescaditos.

Palabras clave: agua, industria textil, Puebla, industrialización.

AbstractThis paper reconstructs and analyzes the process that ended with the foundation of La Guía cotton mill in Puebla, between 1896 and 1908. This factory was esta-blished in Puebla city, near the San Francisco River. Doing so, the paper wants to understand the importance of wáter in the development of the textil industry in Puebla. First of all, we reconstruct the investment to found the factory, as well as the negotiations and contracts that gave the control over water to José Villar y Ramón Pérez Gavito, the factory owners. The paper argues that the business success of La Guia was posible because it could access and control the hidraulic resources of the old Estanque de los Pescaditos, both the river and the artesian wells. The technological development of textil industry as well as the peace of the Porfiriato regime (1867-1911) was important too for the success of La Guía. Finally, we want to underline that the industrial development in the San Fran-cisco river in Puebla was possible because of the abundance of water, both flu-vial and grounded.

Keywords: Water, Textile Industry, Industrialization, Puebla.

1 Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. 2 Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego”, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

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IntroducciónUna guía descriptiva de la república mexicana en 1899 apuntó que ningún es-tado del país sobrepasaba a Puebla “en importancia fabril”. Según la reseña, los ríos de la ciudad impulsaban “numerosísimas fábricas de tejidos... que se levanta[ba]n a sus orillas como frecuentes estaciones en el camino del progre-so” (Figuero Domenech, 1899, p. 486). El optimismo parecía justificado: en la ribera del río Atoyac, a cinco kilómetros de la ciudad, se había desarrollado un corredor industrial que en 1897 albergaba 12 fábricas textiles, y en las orillas del río de San Francisco —en el corazón de la urbe— existía ya una colonia in-dustrial donde se había instalado en 1896 una factoría de medianas dimensio-nes: “La Guía”. Si el corredor del Atoyac se había desarrollado desde 1835 con la fundación de la fábrica La Constancia Mexicana por Estevan de Antuñano, el complejo industrial en la ribera del San Francisco databa de la década de 1880, cuando empezaron a desarrollarse una serie de inversiones que permitieron un variado desarrollo fabril con base en la disponibilidad de recursos hidráulicos en la zona, aprovechando especialmente los pozos artesianos que dieron pie a un temprano desarrollo de la producción artesanal desde la década de 1850 (Rosas y Ventura, 2014; Loreto López, 2009, pp. 69-72).

Nuestra perspectiva metodológica es la historia social de los usos del agua. En esta línea destacan, ciertamente, estudios dedicados al agua potable (Toxqui Furlong, 2013) o al mundo rural (Escobar Ohmstede y Butler, 2013), pero tam-bién hay importantes miradas sobre el agua y la industria. Así, varias historia-doras han contribuido al estudio de la industria a partir del aprovechamiento hidráulico, observando que esta perspectiva permite acercarse a la historia de la transformación y el uso de los recursos naturales por las sociedades loca-les, así como a procesos sociales, económicos y políticos más amplios. Traba-jos como los de Blanca Estela Suárez Cortés (1997), Lourdes Romero Navarrete (2007) o Diana Birrichaga Gardida (2008), por ejemplo, han mostrado la impor-tancia de la relación entre agua e industria para comprender los procesos de desarrollo industrial y de cambio social en las sociedades contemporáneas. En línea con esta perspectiva historiográfica, este trabajo subraya el cambio tecno-lógico y económico como factores claves para el desarrollo de la industria textil en Puebla y especialmente en nuevos modelos de aprovechamiento hidráuli-co, aplicados en este caso al blanqueado y estampado de telas. El énfasis en el agua, empero, no nos hacer perder de vista otras variables. De hecho, la histo-riografía regional es una de las más robustas en lo que se refiere a la historia de la industria textil: Leticia Gamboa Ojeda (1985; 2001; 2005) ha contribuido am-pliamente a conocer el perfil de los empresarios y las inversiones en las fábri-cas poblanas, así como Carmen Aguirre Anaya (1987) y María Teresa Ventura Rodríguez (2002). Las dos últimas han llamado la atención sobre la importancia de la tecnología en la historia textil de Puebla: Aguirre Anaya (1999) a partir de la experiencia de Jesús Rivera Quijano, y Ventura Rodríguez (2009) a partir de las aplicaciones tecnológicas en la temprana industria poblana.

Aprovechando estas contribuciones, este artículo tiene como objetivo re-construir y analizar el proceso que entre 1896 y 1906 llevó al establecimiento de la fábrica de blanqueado y estampado La Guía, a las riberas del río de San Francisco, para comprender mejor la importancia del agua en el desarrollo de la industria textil en la ciudad de Puebla. A partir de la reconstrucción de las inversiones para la fundación de la fábrica y de los mecanismos de compra-venta y negociación que concedieron a los propietarios el dominio del líquido,

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el artículo argumenta que el establecimiento de La Guía tuvo como eje la dis-ponibilidad, posesión y usufructo de los recursos hidráulicos de la zona, tan-to subterráneos y fluviales, así como al desarrollo tecnológico del periodo y la bonanza empresarial del Porfiriato (1867-1911), factores que permitieron apro-vechar la abundancia de líquido para garantizar una buena producción textil, tanto en cantidad como en calidad. Así pues, queremos subrayar que el desa-rrollo industrial en las riberas del río de San Francisco fue posible por una do-ble disponibilidad de agua, tanto en el río como en los pozos artesianos —como ha observado un trabajo reciente (Rosas Salas y Ventura Rodríguez, 2014)—, al tiempo que insistimos en la importancia de la inversión y de la tecnología para garantizar el éxito de las fábricas textiles del río de San Francisco durante el régimen de Porfirio Díaz. En suma, queremos demostrar que el establecimien-to de la fábrica textil La Guía fue posible gracias a la inversión de la colonia española afincada en la ciudad, al desarrollo tecnológico que había hecho de Puebla un centro textil de primer orden en México, y a la disponibilidad de agua abundante y de calidad, tanto subterránea en el Estanque de los Pesca-ditos como a través del río de San Francisco. La importancia del agua para La Guía fue múltiple: sirvió para la producción de energía y como conductor de desechos industriales, al mismo tiempo que se integró al proceso productivo del blanqueado y estampado —que exigía grandes cantidades del líquido de buena calidad—, por lo que su disponibilidad y usufructo fue fundamental en el desarrollo de la fábrica.

En resumen, pues, queremos mostrar que la inversión, la tecnología y el agua permitieron el desarrollo de la industria textil en Puebla, como ejemplifica el caso de La Guía y del corredor del San Francisco que reconstruimos en estas líneas. Las fuentes de este trabajo fueron localizadas en el Archivo General de Notarías del Estado de Puebla (agnep) y en el Archivo del Registro Público de la Propie-dad de Puebla (arppp); para su mejor ubicación, las citas de archivo se citan a pie in extenso. El artículo está dividido en dos apartados: en el primero de ellos reconstruimos las inversiones, y en el segundo nos enfocamos en el aprovecha-miento hidráulico y la tecnología.

Inversión en el río de San FranciscoEl río de San Francisco fue, desde la fundación de la ciudad de Puebla, una zona urbana de desarrollo productivo. La instalación de estos espacios económicos data del siglo xvi: ya en 1532, por ejemplo, se instaló el molino de San Francis-co, el primero de varios que se establecieron siguiendo la ribera del río hasta su desembocadura en el Atoyac (Carabarín Gracia, 2000). Durante la primera mi-tad del siglo xix había ya panaderías y una importante industria peletera y za-patera, amén de centros dedicados a la producción textil, como telares y obrajes. Ya en la segunda mitad del siglo yacían varios había varios molinos de trigo y algunos establecimientos textiles que producían manta y rebozo manualmente, pero que habían visto pasar sus mejores años (Gamboa Ojeda, 2010; Téllez Gue-rrero, 1986). Durante el Porfiriato, sin embargo, el río de San Francisco fue testi-go del salto tecnológico, ligado sobre todo a la industria textil: La Guía, el caso que nos interesa en estas líneas, fue el inicio del corredor textil que, siguiendo el río, más tarde sería llamado Colonia Industrial de Puebla. Pero no se trató de un caso aislado: la familia Rivero Quijano fundó La Esperanza y en 1912 San Juan de Amandi. En 1906, asimismo, se había fundado La Violeta en el antiguo Estanque de los Pescaditos, y en 1921 se establecería La Iberia (Ventura Rodríguez, 2002).

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Estas fábricas incorporaron los avances tecnológicos que se dieron en las déca-das de 1880 y 1890, dando pie a un segundo salto tecnológico, sólo comparable al que se vivió cuando se establecieron las primeras fábricas textiles entre 1845 y 1845. Gracias a la protección arancelaria, las ventajas fiscales y la concesión de corrientes de agua a los industriales por el régimen de Díaz, la industria textil mexicana vivió un nuevo auge, que se vio favorecido por mejoras tecnológicas notables, como el ferrocarril, el establecimiento de plantas hidroeléctricas y la electrificación de las naves industriales (Keremitsis, 1973). Éste, además, se vio favorecido. En Puebla, el desarrollo industrial se vio reflejado en 1897 en sus dos grandes corredores fabriles: en la ribera del Atoyac se fundó la fábrica tex-til La Covadonga, y en el San Francisco se estableció la ya mencionada factoría de blanqueo y estampado La Guía (Rosas Salas, 2013).

Ambas fundaciones —como el resto de las fábricas textiles poblanas— de-pendían en gran medida de los recursos hídricos disponibles. El elemento fun-damental para su establecimiento y prosperidad fue el agua, por lo que no es casual que las factorías hayan creado dos corredores industriales, el del Atoyac y el San Francisco, que dependían en buena medida de los ríos. En el último de los casos mencionados, además, tenía la virtud de combinar la disponibili-dad del líquido fluvial —que servía como fuente de energía y como drenaje— con pozos artesianos, que dotaban a las industrias de la zona de agua potable de excelente calidad, producto de los veneros ubicados en el Estanque de los Pescaditos y en los antiguos barrios de la ciudad. El caso de La Guía confir-ma esta aseveración: mientras los pozos dotaron a La Guía de recursos para la producción, en San Francisco sirvió para producir energía y para desechar los residuos industriales. Precisamente por la importancia del agua, en el estable-cimiento de La Guía los dueños de la factoría privilegiaron la compraventa di-recta de terrenos que garantizaran el acceso y dominio de los recursos hídricos, el factor de mayor rentabilidad, para garantizarse así la disponibilidad de re-cursos hídricos del lugar, sea para producir energía o para integrar el líquido al proceso productivo.

En la década de 1890 se dio un cambio cualitativo importante en el desarro-llo industrial de las riberas del San Francisco, cuando el Estanque de los Pesca-ditos pasó de ser un espacio de actividades agrícolas o artesanales a un enclave de producción industrial, en buena parte gracias al impulso que en los años an-teriores se había dado a los pozos artesianos y a la posibilidad de compra-ven-ta que se dio gracias al fraccionamiento que iniciara en el Estanque su dueño Ygnacio López Sáenz, abriendo así un espacio que bien pronto atrajo inversio-nes productivas. Así, a partir de 1896 podemos hablar de inversiones mayores, destinadas sobre todo a la industria textil. La primera de ellas fue precisamen-te La Guía, en 1896, ubicada en el antiguo Estanque de los Pescaditos, pero no fue la única: ya en el siglo xx, en la parte suroriente del río se ubicaron las fá-bricas La Violeta en 1908, así como La Iberia en 1920 y Los Ángeles al año si-guiente. Al nororiente, por su parte, se estableció La Esperanza hacia 1900, y San Juan de Amandi en 1911 (Ventura Rodríguez, 2002).

¿Quiénes fueron los inversionistas que hicieron posible el establecimiento de La Guía, y cuáles fueron sus estrategias de inversión? En términos genera-les, el caso analizado refuerza algo ya conocido por la historiografía: la im-portancia de las inversiones españolas y más concretamente asturianas en la industria poblana (Gamboa Ojeda, 2008). Asimismo, subraya la preeminencia de las empresas familiares aún en la última década del siglo xix para detonar

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el desarrollo tecnológico de la industria textil de la región, ligando en torno a ellas varias empresas que permitían ya entonces completar el ciclo productivo textil. Asociados con asturianos residentes en la península, los empresarios Ra-món Gavito Noriega y José Villar fueron los encargados de establecer La Guía, en un proceso que inició desde 1894 y se concretó en 1896, cuando el blanqueo y acabado de las telas se echó a andar junto al San Francisco.

Veamos los detalles. El 13 de enero de 1894 se conformó en Puebla la so-ciedad en comandita Sota y Compañía, fundada por Paulino de la Sota y Ortiz como comanditario, y por Nicasio de la Sota y Ramón Gavito Noriega como comanditados.3 Su objeto era “[...] fomentar y explotar las fábricas de hilados y tejidos de lana y algodón titulados ‘Recogidas Viejas’ y ‘La Independencia Mexi-cana’, las cuales se dedicaban al hilado y tejido de lana; en la segunda también se procesaba el algodón”.4 Tanto la Independencia como la fábrica de Recogi-das eran fábricas de pequeño tamaño establecidas en antiguos centros de pro-ducción artesanal, que recientemente habían sido mecanizadas, y que habían tenido éxito económico por el auge reciente de la industria textil poblana. Se trataba, vale la pena insistir, de empresas de propietarios ligados por lazos de origen. Paulino de la Sota vivía en Bilbao, desde donde aportó el capital para la sociedad; su hermano Nicasio vivía en Puebla, y fue él quien contactó con el también asturiano Ramón Gavito y Noriega, un industrial que formaba parte de una de las familias con raíces españolas que invirtieron en el desarrollo de fábricas medianas, bajo una lógica de inversión claramente familiar, que recibía capitales de allegados y amigos avecindados en la península a través de socie-dades mercantiles comanditarias (Gamboa Ojeda, 1985, pp. 122-123). En 1896, sin embargo, cuando se fundó La Guía, se reporta a Nicasio de la Sota como habitante de Bilbao, al otorgar un poder a Ramón Gavito Noriega para que se haga cargo de la sociedad.5

En junio de 1896 Ramón, como representante de Sota y Compañía, acordó con José Villar establecer una sociedad que, bajo la razón Sota y Villar estable-cería “una fábrica de blancos y estampe”: La Guía.6 En diciembre de ese mismo año se firmó el convenio. En él se establecía que Sota y Compañía y José Villar se constituían “en sociedad industrial y mercantil” con el nombre de “Sota y Villar”, con objeto de establecer “una fábrica de blanqueo y estampados de al-godón que los socios están construyendo en un aparte que para tal efecto ad-quirieron de la finca llamada del ‘Estanque de los Pescaditos’”.7 El capital fue de 150 000 pesos, repartidos en partes iguales. La inversión tenía como objetivo adquirir terrenos y aguas, así como todo lo necesario para iniciar las operacio-nes de la fábrica. A estos detalles volveremos en el apartado siguiente.

Así, tenemos que a partir de 1896, el encargado del proyecto de fundar la fábrica que nos ocupa en México será Gavito, a través de capital recibido por los Sota desde Bilbao. En suma, los primeros capitales para la fundación de La Guía provinieron de inversiones asturianas, tan importantes para el desarro-llo industrial de Puebla en el Porfiriato, y tuvieron como su principal encarga-do en Puebla a Ramón Gavito Noriega. Durante su estancia en la Angelópolis, este empresario había reunido una fortuna de más de 700 000 pesos, además de

3 En una sociedad en comandita el comanditario aporta el capital, y el comanditado el trabajo (Código, 1905, p. 43).4 agnep, notaría 9, notario Ángel Genaro Figueroa, libro de 1894, 13 de enero, f. s. n.5 agnep, notaría 5, notario Patricio Carrasco, libro II de 1896, 29 de diciembre, anexos, f. s. n. “Copia de escritura de

Mandato otorgada por Don Nicasio de la Sota a favor de Don Ramón Gavito Noriega”.6 agnep, notaría 5, notario Patricio Carrasco, libro I de 1896, 17 de junio, f. 152v. 7 agnep, notaría 5, notario Patricio Carrasco, libro II de 1896, 29 de diciembre, f. 299v.

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poseer el almacén de telas El Nuevo Mundo, la fábrica La Carolina en Atlixco y La Independencia en Puebla, además de la que nos ocupa. A decir de Leticia Gamboa, Gavito formó parte, con otros nombres como Ángel Díaz Rubín o En-rique Artasánchez, de un perfil empresarial de españoles que se organizaron en sociedades de personas con fuerte presencia familiar y con una amplia acti-vidad mercantil en diversos giros, y que tuvieron como base de su actividad la ciudad de Puebla; don Ramón era, en fin, parte de aquel “núcleo oligárquico en lo económico y hegemónico en lo político”, pues apoyaban y habían creci-do empresarialmente durante el régimen del presidente Porfirio Díaz (Gamboa Ojeda, 2001, pp. 60-63).

Por su parte, José Villar era asturiano, como Ramón Gavito, y a principios del siglo pasado llegó a fundar una de las más importantes familias industria-les de Puebla con raíces hispánicas. Incluso procedían de la misma localidad: Poo, en la provincia de Llanes (Gamboa Ojeda, 2008, pp. 22-23). Ambos habían llegado jóvenes a México, siguiendo el camino clásico de los asturianos y de buena parte de los migrantes españoles para amasar una fortuna que les permi-tiera invertir en nuevas aventuras empresariales: llegados en el marco de una migración en cadena, se empleaban con sus familiares y vivían en los estable-cimientos que atendían, hasta lograr reunir con su salario algún monto consi-derable, que recibían sólo hasta entonces. Así lograban su independencia, en el marco de redes e inversiones familiares a las cuales ya nos hemos referido (Pérez Herrero, 1981, pp. 103-173).

José Villar había iniciado inversiones en 1890, cuando adquirió el moli-no La Providencia en Santa Ana Chiautempan por 10 000 pesos.8 Más tarde, en 1899, invirtió en la fábrica La Carolina de Atlixco, explotada por Manuel García Teruel desde 1864. Ramón Gavito, por su parte, acrecentó su riqueza en las fábricas textiles y en diversas actividades productivas, como el molino de San Francisco, del cual fue socio hacia 1900.9 Gracias al progresivo aumento de su capital, en 1903 Gavito liquidó la sociedad Sota y Compañía, y formó una nue-va con José Villar. El 13 de enero de aquel año se estableció la sociedad mercan-til Gavito y Villar, con el objetivo de “explotar las fábricas de estampados ‘La Guía’, la de hilados y tejidos de lana y algodón ‘La Independencia’, [y] las de tejidos de algodón ‘La Economía’ y ‘La Carolina’, en el distrito de Atlixco”.10 El capital total fue de 436 433 pesos, una cantidad importante en el seno de las ri-quezas regionales de entonces, a lo cual había que sumar 57 600 pesos de existen-cias en las fábricas.11 Así pues, tenemos que en 1903 la fábrica La Guía formaba parte de una amplia experiencia empresarial de los asturianos Gavito Rivero y Villar en Puebla, y se había integrado a través de este entramado empresarial a los procesos productivos ligados a la industria del algodón, en auge en Pue-bla durante el porfiriato. La Guía, pues, era parte de un proyecto empresarial que aprovechó las posibilidades económicas que produjo el régimen de Díaz, y mostró la sagacidad de los empresarios asturianos en Puebla, que iniciaron des-de 1896 un proceso de compra-ventas y negociación para garantizar el éxito de la fábrica que concluía la producción de las telas de la sociedad Gavito y Villar.

8 agnep, notaría 5, notario Patricio Carrasco, libro I de 1890, 8 de marzo, f. 97.9 agnep, notaría 5, notario Patricio Carrasco, libro II de 1903, 5 de octubre, f. 155v.10 arppp, libro 1 de sociedad, tomo 2, número 80, f. 161. Además, explotarían el almacén de novedades El Nuevo Siglo,

en la calle del Costado de San Pedro.11 agnep, notaría 5, notario Patricio Carrasco, libro I de 1903, 5 de junio, f. 285v.

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En suma, en este apartado hemos insistido a partir de la experiencia de Ra-món Gavito y de José Villar en las sociedades e inversiones que hicieron posible la fundación de La Guía en la ribera del río de San Francisco, y más específica-mente en el Estanque de los Pescaditos. En conjunto, este caso muestra que la industrialización textil de fines del porfiriato se debió en buena medida a in-versiones conjuntas que tenían como base las redes familiares o de procedencia, que permitieron reunir mayor capital y coaligar en sociedades el funcionamien-to de varios centros productivos, coadyuvando a que las sociedades producto-ras de textiles pudieran tener en sus factorías todos los procesos productivos. Finalmente, cabe la pena señalar la importancia del capital asturiano para la fundación de la factoría, a través de los Sota. Más tarde, empero, el funciona-miento de la fábrica fue posible gracias al capital que, si bien pertenecía a astu-rianos, se había reunido en México, gracias al trabajo previo de Villar y Gavito en Puebla. Fue precisamente en la asociación de ambos capitales, ligados por lazos de nacionalidad y por intereses productivos. De hecho, la especialización productiva de La Guía en acabado y estampado, se debía precisamente a que estaba integrada a otras fábricas de la sociedad Gavito y Villar, específicamen-te a La Carolina y La Independencia. Por ello, como veremos, el sitio fue ele-gido cuidadosamente, con base en la disposición de los recursos hidráulicos.

La Guía y el aguaA partir de 1896, Ramón Gavito y José Villar iniciaron la compra de tierras y aguas para “establecer y explotar una fábrica de blancos y estampe”.12 Se tra-ta de La Guía, que llegaría ser, como hemos insistido, la primera fábrica textil de mediano tamaño que se establecería en el Estanque de los Pescaditos. Con este objetivo, el 17 de junio de 1896 la sociedad Sota y Villar compró a Ygna-cio López Sáenz una parte del Estanque de los Pescaditos. El antiguo dueño de la todavía finca rústica vendió a la sociedad una fracción de 4 261 metros cua-drados, que destacaba por estar junto al río de San Francisco y tener un surco de agua potable que daba seis y medio litros por segundo sin interrupción, to-mado del manantial y de dos pozos artesianos también incluidos en la venta.13 Los compradores insistieron que el agua debía tener la calidad “de pozo arte-siano”, estar completamente limpia y disponible para cualquier uso, además de garantizar la cantidad de 390 litros por minuto, sin interrupción. Como es evidente, desde la primera compra Gavito y Villar tenían la intención de apro-vechar el líquido en los procesos productivos.

Las especificaciones en torno al líquido continuaron: si en los primeros seis meses después de la venta el agua escaseara, la cantidad de líquido estipulada debía ser completada por López Sáenz con el agua que manaba en otros pun-tos del Estanque, buena parte del cual todavía era propiedad del vendedor. Por su parte, López estableció en el contrato que no podrían abrirse más pozos ar-tesianos, pues ésta era facultad exclusiva suya; aún más, los existentes debían ser limpiados cada tres meses por los Gavito y Villar. A cambio, López cuida-ría y repondría los caños de desagüe de la fábrica en caso de que hubiera pro-blemas con ellos, para garantizar la expulsión del líquido usado de la fábrica.

12 agnep, notaría 5, notario Patricio Carrasco, I libro de 1896, 17 de junio, f. 152v – 154.13 agnep, notaría 5, notario Patricio Carrasco, I libro de 1896, 17 de junio, f. 154v.

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Imagen 1. Primera venta de Ygnacio López para la fundación de la Guía, 1896

Fuente: agnep, notaría 5, notario Patricio Carrasco, I libro de 1896, anexos.

Como se ve, la compra no se limitaba al terreno, evidentemente importante para establecer la fábrica, sino que hacía especial hincapié en el acceso y uso del agua. De entrada, López Sáenz estaba interesado en garantizar su predominio sobre el acceso al líquido, pues buena parte de sus ventas descansaba en la exclusivi-dad que tenía para abrir nuevos accesos al agua potable a través de la apertu-ra de pozos artesianos. Pero al mismo tiempo, quedaba obligado a garantizar a los compradores el acceso a los recursos hídricos del terreno, sea potable o fluvial, como se hace evidente en la obligación de satisfacer 390 litros por se-gundo y de cuidar la cañería para que la fábrica que se establecería tuviera un desagüe directo al San Francisco. Por su parte, el contrato hace evidente que Gavito y Villar eligieron el terreno con base en el acceso a los recursos hidráu-licos: por un lado, querían la suficiente agua limpia como para garantizar los trabajos de la fábrica, y por el otro tener una posición privilegiada de acceso al río, para completar los procesos productivos con la excreción de las aguas des-pués del estampado y blanqueo de las telas. Esta compra original se completó unos meses después, el 7 de noviembre de 1896, cuando la sociedad compró unas fracciones del terreno de la finca llamada Estanque de los Pescaditos, si-tuada en la ribera del río de San Francisco de esta ciudad, las cuales fracciones [son] contiguas al terreno que ya tienen adquirido de la propia finca los com-pradores, por un precio de 800 pesos.14

Según deja ver la conformación de la sociedad Sota y Villar, en diciembre de 1896 la fábrica ya estaba instalada, y funcionaba con normalidad en el blanqueo y estampado de tejidos de algodón.15 Años más tarde, en 1899, los propietarios de La Guía hicieron una tercera adquisición: otra fracción del Estanque de los Pescaditos, “a orillas del río de San Francisco”, que tenía una extensión de 750 metros. En esta venta Ygnacio López no incluía ningún agua del Estanque y prohibía de nuevo abrir más pozos artesianos, así como alterar los existentes.16

14 agnep, notaría 5, notario Patricio Carrasco, II libro de 1896, 7 de noviembre, f. 237. 15 agnep, notaría 5, notario Patricio Carrasco, II libro de 1896, 26 de diciembre, f. 299v. 16 agnep, notaría 5, notario Patricio Carrasco, I libro de 1899, 8 de mayo, f. 282v.

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Imagen 2. Segunda venta de Ygnacio López para la fundación de La Guía, 1896

Fuente: agnep, notaría 5, notario Patricio Carrasco, II libro de 1896, anexos

Cabe señalar la continuidad de las prácticas de control y usufructo del agua establecidas desde la compra de 1896. Con estas tres operaciones quedó defi-nitivamente establecida La Guía, garantizando a la fábrica no sólo una buena posición en la corriente del río de San Francisco, sino un buen dominio de los pozos artesianos que había abierto Ygnacio López en el Estanque de los Pesca-ditos desde 1891. El terreno donde se fundó La Guía a partir de 1896 resultó el lugar idóneo para establecer una fábrica textil de blanqueado y acabados. Por un lado, colindar con el río de San Francisco fue importante por ser el desagüe principal de la factoría, pero además de eso, porque ya para entonces también se utilizaba el San Francisco como una fuente de energía hidroeléctrica, com-binando el agua del río con el vapor generado en los depósitos de agua sub-terránea (Fenochio, 1899, p. 1). La tecnología hidroeléctrica de La Guía, otro elemento novedoso en la tecnología fabril de Puebla a fines del siglo xix, fue exportada de Inglaterra. Su planta garantizaba una producción de 3 500 watts, producción que si bien era de modestas proporciones en relación con las es-tablecidas en el Atoyac, permitía abastecer las necesidades de la fábrica, tanto para su iluminación como para sus procesos productivos. En el contexto de la Colonia Industrial del San Francisco, empero, era una producción importante.

En suma, tenemos que la fundación de La Guía fue posible, de entrada, gra-cias a la disponibilidad de recursos hídricos fluviales: el San Francisco era un importante productor de energía hidroeléctrica y era el más inmediato y mejor desagüe. Si en éste último caso se siguió un manejo del río común para enton-ces, el uso del agua como fuente de energía hidroeléctrica fue una novedad en este desarrollo industrial, por lo que bien puede considerarse a La Guía como parte del segundo salto tecnológico que la industria textil poblana vivió a fines del siglo xix, cuando con uso de tecnología extranjera mejoró su producción y sus recursos energéticos.

Por su parte, la insistencia en las primeras compras de la sociedad en el domi-nio de los pozos artesianos y en la calidad de las aguas se debía a que el líquido

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potable era necesario para el blanqueo de telas, giro principal de La Guía, como hemos venido insistiendo a lo largo del artículo. Según Jesús Rivero Quijano, el método de blanqueo de telas a finales del siglo xix dependía del agua limpia, pues al combinarse y hervirse con sosa cáustica y blanqueol (tratamiento de so-sas y cenizas), se podría blanquear la ropa sin impregnarla del mal olor produ-cido por el método usual hasta entonces: el lavado con sebo. Se trataba, pues, de un método moderno. Si lo mínimo necesario eran 110 litros de agua por minuto, es evidente que La Guía tenía garantizada una buena producción gracias a los pozos artesianos del Estanque, que triplicaban esta necesidad básica de líquido (Rivero Quijano, 1990, pp. 315-316).

Imagen 3. Vista actual del Centro de Convenciones de Puebla, en los restos del antiguo edificio de La Guía

Vale la pena insistir en que el proceso de blanqueado y tejido fue el que hizo de los pozos artesianos una prioridad. Al estudiar el caso de Metepec, Mariano Cas-tellanos (2009, pp. 198-200) enfatizó que una vez utilizada el agua co mo fuerza motriz, ésta pasaba al interior de la fábrica, donde se aprovechaba como mate ria prima. Como La Guía, en Metepec se necesitaba mucho líquido para el proceso productivo, pues uno de los ejes de la producción era el blanqueado y estam-pado. Este proceso marcó el aprovechamiento hídrico de las factorías porque requirió agua muy limpia, que además de ser abundante terminaba contami-nada con químicos, algo inédito incluso en el San Francisco. La combinación de agua fluvial y agua subterránea, pues, era fundamental para La Guía; su disponibilidad en el Estanque de los Pescaditos fue el elemento central para su establecimiento. Llevando esta conclusión más allá, es posible afirmar que los pozos artesianos fueron la clave para la fundación de La Guía. Incluso se pue-de afirmar que el agua subterránea fue la base para que Gavito y Villar eligie-ran el Estanque como el lugar apropiado para la fundación de la factoría. El agua obtenida allí tenía dos características: era lo suficientemente limpia como para garantizar un buen acabado del proceso de blanqueado y estampado, y

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era abundante para estos fines. Así, el agua de pozo quedó integrada a la fac-toría como materia prima.

Ello no implica, por supuesto, que el río de San Francisco no fuera también fundamental. Al producir su propia energía como otras factorías del corredor, La Guía necesitaba que el agua fluvial tuviera flujo continuo, por lo que las adquisi-ciones de terreno de Gavito y Villar tenían como objetivo alcanzar el río, al tiempo que se aseguraban de tener un drenaje inmediato. Al ser compartido por otras fá-bricas, el San Francisco mantenía un caudal constante, lo que garantizaba que se-rían una buena fuente de energía y un buen drenaje para el conjunto de usuarios.

¿Cómo tener una noción del valor de los recursos hídricos en la inversión de Gavito y Villar para establecer La Guía? La respuesta la podemos encon-trar en el inventario parcial que se hizo en enero de 1908, cuando se formó la sociedad Gavito y Villar. Según estableció el balance general, La Guía tenía un valor de 217 731 pesos, situándose como la segunda fábrica en importancia para la nueva sociedad en lo que toca al inmueble y al tamaño, pues La Caro-lina —incluyendo su planta eléctrica, que surtía de luz a la ciudad de Atlixco— se valuó en 588 400 pesos, y La Yndependencia, a la ribera del Atoyac, en 170 000.17 Veamos otros datos. En enero de 1903, cuando se conformó la sociedad Gavito y Villar, se realizó un inventario de las mercancías en las fábricas de la compañía. Aquel año, en el almacén y la bodega de La Guía había 32 858 pesos de materiales acabados, y 23 367 de artículos en preparación. La bodega tenía además 71 942 pesos en mantas blancas, listas para procesarse. Por último, en drogas y colores había 11 107 pesos; en leña y materiales para blanqueo 9 008 pesos, y en etiquetas y otros artículos 3 378 pesos. El total del material era de 151 662 pesos. Por su parte, en La Yndependencia se resguardaban 56 778 pe-sos de materiales, y en La Carolina 76 347 pesos.

Así, el inventario de 1903 revela que, a pesar de ser la segunda fábrica por su tamaño para la sociedad Gavito y Villar, era la más importante por la can-tidad de su producción, superando a La Yndependencia por casi el triple y a La Carolina por el doble. Las mercancías y la capacidad productiva de La Guía en 1903 muestran que la disponibilidad hídrica del Estanque de los Pescaditos, entre el río de San Francisco y los pozos artesianos, garantizaron agua limpia para un proceso de blanqueo y estampado amplio y rentable, y capacidad flu-vial para deshacerse del agua sucia y generar la energía necesaria para movili-zar la maquinaria de La Guía. Gracias a estos recursos se posicionó como una fábrica importante de medianas producciones en el marco del segundo salto tecnológico de la industria textil poblana, contribuyendo a afianzar el corredor del San Francisco como un ámbito industrial en la Puebla del siglo xx.

ConclusionesQueremos aprovechar estas conclusiones para insistir en dos elementos que hemos demostrado a partir de la historia de una unidad fabril: la importancia de los recursos hidráulicos para el desarrollo de la industria textil poblana, y la combinación de agua fluvial y agua limpia de pozos artesianos para el es-tablecimiento de La Guía. Al aprovechar el río de San Francisco como fuente de energía y drenaje e integrar agua potable a su proceso productivo, La Guía hizo de esta doble disponibilidad hídrica la base de su desarrollo industrial y de su éxito empresarial.

17 agnep, notario 5, notario Patricio Carrasco, I libro de 1908, 2 de abril, anexos, f. 260v.

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Antes de insistir en estos dos aspectos, vale la pena señalar un tercer ele-mento que ha mostrado este trabajo: la importancia de las inversiones asturia-nas en el desarrollo de la industria textil poblana. En concreto, el caso analizado muestra las inversiones de Ramón Gavito Noriega y de José Villar en el desa-rrollo de la industria textil poblana. En el entramado empresarial y producti-vo de los dos españoles, La Guía tuvo como propósito completar los procesos productivos que desarrollaban ya en La Carolina y La Independencia. En ese sentido, la vocación de La Guía como fábrica de estampado y acabado mues-tra la lógica de inversiones que hicieron posible el desarrollo textil del Estaque de los Pescaditos y en los años subsecuentes de las riberas del río de San Fran-cisco. Este trabajo, pues, muestra la importancia de la inversión española en el desarrollo industrial de Puebla.

Por último, queremos insistir en que al dedicarse al blanqueo y estampado de telas, la fábrica en cuestión privilegió el agua de los pozos artesianos, pues al proveerle de agua limpia y abundante garantizó el éxito en los acabados tex-tiles. Así, esta agua se convirtió en parte del proceso productivo, en una materia prima fundamental que se unía al inédito aprovechamiento del San Francisco como desagüe químico y, sobre todo, como fuente de energía hidroeléctrica. En suma, la instalación de La Guía en el antiguo Estanque de los Pescaditos tuvo como principal motivación la disponibilidad de recursos hídricos del lugar. Como el resto de las fábricas textiles de Puebla fundadas en los corredores del San Francisco y el Atoyac, La Guía dependió del agua para determinar su ubi-cación y garantizar su éxito. Así, este caso revela la íntima relación entre agua e industria en la Puebla del porfiriato, y la importancia del líquido en la mejo-ra cualitativa y el salto tecnológico de la industria textil poblana a fines del si-glo xix y principios del siglo xx.

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