la base de la opcion fundamental (1)

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 1 L B SE DE L OPCIÓN FUND MENT L John Freddy Nuván Triana

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  • 1

    LA BASE DE LA OPCIN FUNDAMENTAL

    John Freddy Nuvn Triana

  • 2

    TABLA DE CONTENIDO

    LA BASE DE LA OPCIN FUNDAMENTAL

    PAG

    Introduccin

    Justificacin

    CAPITULO I

    Madurez Humana y Madurez Cristina

    1. Humano

    2. Cristiano

    3. La Iglesia

    CAPITULO 2

    Madurez del Consagrado

    1. La comunidad

    2. Sntesis personal

    Conclusin

  • 3

    JUSTIFICACIN

    Con este pequeo y sencillo trabajo, pretendo dar a conocer un poco la realidad actual de la

    Iglesia, de frente a la creciente escasez de vocaciones para la vida consagrada; tambin es

    un medio para dar a conocer la importancia de un buen discernimiento y de bases humanas

    y cristianas slidas, dadas en casa y reafirmadas en la Iglesia con miras a una opcin

    fundamental. En eso se basa nuestra vida desde una visin cristiana, todo gira en torno a

    nuestras decisiones y elecciones, y que sean bien tomadas, depende de las bases y la

    madurez que estamos constantemente desarrollando. No somos seres acabados, pero s

    seres para la perfeccin, y la logramos en un proyecto de vida contando con Dios como

    inicio, centro y fin de nuestra vida, ya que bien nos dice la Palabra de Dios: El hombre tiene

    proyectos, Yahve, la ltima palabra. (Prov. 16,1).

    Es tambin momento de reconocer la grandeza del hombre al sentirse llamado a una

    vocacin tan excelsa, como es la de servir a Dios, a la Iglesia y a los hombres, y que su

    respuesta y su servicio los har desde su parte humana reconociendo sin duda la accin de

    Dios por medio del Espritu Santo que acta desde nuestro bautismo dndonos las gracias y

    los dones necesarios para nuestra perfeccin y santidad de vida.

  • 4

    INTRODUCCIN

    El hombre como ser integral y en constante desarrollo, experimenta cambios en su vida que

    son decisivos. Cambios que van desde sus pequeas decisiones hasta sus opciones de vida y

    la opcin fundamental. Dentro de esta constante toma de decisiones, va adquiriendo cierto

    grado de madurez humana, cristiana y en ltimas de consagrado; comprendiendo la

    madurez como la coherencia entre lo que se es y lo que se profesa. Aunque el caso ms

    explcito es el del consagrado, cobija tambin los casados y los solteros, tiene su expresin

    externa ms convincente en la fidelidad y responsabilidad en el cumplimiento de los

    compromisos y deberes contrados con su opcin, es decir con Dios, con la Iglesia y con los

    hombres. Para ello, es necesario hacer un esfuerzo constante para mejorar la capacidad de

    tomar prudentes decisiones y opciones definitivas, la estabilidad de espritu, la integracin

    serena de las fuerzas emotivas y de los sentimientos bajo el dominio de la razn y de la

    voluntad, de la fe y de la caridad, la actitud de apertura y donacin constante a los dems

    sin excepcin de personas y la rectitud en el modo de juzgar sobre las personas y sobre los

    acontecimientos de la vida.

    No obstante, esto solo se logra con unas buenas bases cimentadas en lo humano y en lo

    cristiano. Y es lo que precisamente tratar de reflexionar en estos dos captulos, partiendo

    desde la Antropologa, donde el hombre tiene experiencias no slo del plano fsico, sino

    tambin espiritual reconociendo a un Ser Superior (Dios), hasta llegar al caso de

    consagrarse para estar a Su servicio, al servicio de los hombres y de la iglesia.

    Para un vocacionado, es necesario tener buenas bases humanas y cristianas para no dudar

    en la toma de su opcin fundamental y para que cuando ya la haya tomado, all sea feliz y

    d el paso a una madurez de consagrado, no sin antes haber pasado por una vivencia

    humana y una iniciacin cristiana dadas en primer lugar por el ncleo familiar, la sociedad

    y la Iglesia. Esta ltima tiene la responsabilidad no slo de brindarle la oportunidad de

    recibir los sacramentos sino de acompaarlo en un descernimiento, ya que el acoger un

    estado de vida consagrada, exige una nueva vivencia y de superacin que no lograr solo,

    sino con la compaa de la Iglesia representada en sus agentes de pastoral y en sus

    ministros.

  • 5

    LA BASE DE LA OPCIN FUNDAMENTAL

    Con este tema no pienso agotar lo que nos ofrece la Antropologa y en su gran mayora la

    Iglesia, puesto que slo har referencia a una dificultad vista en la vida religiosa que causa

    una falta de identidad y un vacilar en la toma de decisiones y en la opcin fundamental.

    Tampoco es una crtica despectiva a la accin pastoral de la Iglesia, a los promotores

    vocacionales o a los encargados de guiar a los que han sentido un llamado a la vida

    consagrada, es ms bien una reflexin desde mi realidad y la realidad actual de muchos

    aspirantes al estilo de vida que propone la Iglesia y a muchos ya miembros de la misma,

    que se desvirtan de su ser de consagrados. Por eso, iniciar con un pequeo relato, que

    vivi un joven frente a la experiencia de un Dios desconocido, que como muchos hoy en

    nuestro tiempo, llegamos a la etapa de tomar una opcin fundamental como consagrados y

    no tenemos una experiencia de fe ni las bases necesarias para asumir las responsabilidades

    que sta exige. No basta con la preparacin para la primera comunin, pues el ser cristianos

    implica un compromiso ms grande de lo que parece.

    Amar lo desconocido?

    Llegu a un templo y su belleza me inundaba, era un lugar donde desaparece el tiempo o

    simplemente se congela. Hay mucha gente junta, parezco ser uno ms; el silencio y el fro

    que se siente me asusta y me pregunto: Qu ser lo que busca esta turba? Paso por entre

    las sillas y veo gente arrodillada, con los ojos cerrados o con la mirada fija; busco donde

    sentarme y algo me hace sentir que esa gente desaparece y quedo solo. Solo? Presiento

    que alguien se hace a mi lado para escucharme, es tan fuerte ese deseo de expresarme, que

    me parece que ese ser me obliga a hablar; y aparecen mis complejos y razonamientos que

    lo espantan; se hace presente la duda con preguntas: De verdad me escuchas como me

    escuchan mis amigos? Y cmo me respondes? Si ests en una hostia, la hostia parece que

    fuera tu crcel y cuando te exponen parece que la custodia fuera un cordn de seguridad

    mayor, con una puerta de metal y cristal para atraparte. Cmo te expresas si estas tan

    fijo y sujeto a esa naturaleza?

    La gente que est a m alrededor retorna, unos con sus rezos, otros con sus silencios, y yo

    no s qu hago en este lugar.

    - Qu te piden, por qu te piden y cmo les concedes esas gracias y favores que te

    piden?

  • 6

    No me dejo llevar por observar cuadros e imgenes, pues, no me llaman la atencin; pero

    si permanezco all sentado viendo cmo la gente entra y sale, te hacen reverencia, se

    toman fotos y te toman fotos y se van, te admiran como si fueras una exhibicin de objetos

    valiosos; y yo sigo all quieto, silencioso, en ocasiones mirando alrededor y en otros

    momentos te miro.

    De repente llega a mi mente otra teora enseada, y recuerdo que t no respondes como

    nosotros queremos, que t no hablas como nosotros escuchamos, que t eres ms rebelde

    que yo, porque haces las cosas como t quieres y cuando quieres, es as que comprendo

    que no me hables pero que s me escuches; no te quiero pedir dinero, ni comida, ni ropa, ni

    zapatos, ni una compaera sentimental, ni amigos, te quiero pedir que me entienda a s

    mismo, que pueda liberarme de mis complejos del pasado , que me entienda y que pueda

    entender a los dems. Me arrodillo y te hago mi peticin, ah, pero de paso te pido que

    entienda cuando me respondas. Al instante llega a mi mente un trmino no muy utilizado

    por m: Amor. Y pregunto:

    - Amor, amar a quin?

    Y t me dices

    - A ti y a m

    - Amarme a m? Es que acaso no me amo? Yo me visto, me arreglo, s las

    cualidades que poseo. Creo que yo me amo. Y cmo amarte si no te veo, y como te

    demuestro ese amor?

    - Con la oracin y con tu vida.

    - Es decir que t me amas y yo te amo si me arrodillo, te rezo y te pido?

    - Si lo haces con fe, s... Has una oracin.

    - Cmo?

    - S, has una oracin.

    Yo busqu rpido en mi mente una oracin adecuada y no encontr; busque en mis

    bolsillos y no haba ninguna; busque en mi billetera y encontr la oracin del Santo Cura

    de Ars y la recite.

    Te amo, oh mi Dios.

    Mi nico deseo es amarte hasta el ltimo suspiro de mi vida

    Me mir y me dijo:

    - Ahora s has una oracin

    - Pero si ya la hice?

  • 7

    - No, solo recitaste una oracin que no es tuya; has una oracin desde tu realidad: lo

    que sientes. Cmo dices que me amas si hasta dudas de mi existencia? Por qu

    dices que quieres morir por mi y pensando en mi, si te aterroriza la muerte? Ora

    con lo que tienes en tu corazn, con lo que sientes en este momento. Y dime

    Qu quieres que haga por ti?

    No saba que decir, solo sostuve la respiracin y dije:

    - Que crea seor, que crea en ti y en m.

    Una voz exterior interrumpi ese momento diciendo: ya sale el bus para ir al retiro,

    aprese que lo estamos esperando.

    Era el retiro que hara antes de hacer mi primera profesin de votos y ahora comprendo

    que no te conoca, que lo que saba sobre el Seor era slo conceptos racionales pero no

    haba tenido una experiencia de fe, ms an as estoy dispuesto a consagrarme para servir

    a un Dios desconocido; desconocido para los que quieren manipularlo con las manos, con

    la mente, con la conciencia, con los sentimientos.

    Un cmulo de experiencias humanas como la conciencia de la propia finitud, el encuentro

    intersubjetivo del amor humano, el sentirse portador de vida y la alegra de la paternidad, la

    experiencia de dolor y frustracin, la indignacin y rebelda ante la injusticia, la capacidad

    de extasiarse ante lo bello y hermoso de la vida son, probablemente, las que, de una forma u

    otra, nos abren a la bsqueda del sentido ltimo de nuestras vidas y al encuentro con Dios.

    Es relativamente frecuente que proyectemos sobre Dios, como hacemos en el resto de

    nuestras relaciones humanas, nuestras ansias de seguridad, nuestros miedos, nuestras

    frustraciones, nuestras ilusiones. Todo ello evoca a un proceso crtico de nuestra misma

    imagen de Dios, de purificacin de los dolos que diariamente nos creamos, o del proceso

    de idolatrizacin al que sometemos a Dios. Uno de los principales rasgos de madurez

    religiosa es la actitud de apertura ante el Misterio, de sana sospecha ante lo que de

    idoltrico pueda existir en nuestra relacin con Dios; una vivencia de confianza y de

    docilidad ante Dios y su voluntad, que tienen como fruto una paz y seguridad profunda y

    una actitud de libertad y de riesgo ante todo lo que nos rodea.

  • 8

    CAPITULO I

    Madurez Humana y Madurez Cristiana

    4. Humano

    Desde un aspecto Antropolgico, el hombre es un ser racional, que ha conocido el mundo

    y todo lo que lo rodea gracias a sus experiencias, a sus capacidades de llevar lo sensible a

    conceptos, teoras, leyes; capaz de leer en los fenmenos la grandeza de la naturaleza, ha

    interpretado los signos de los tiempos. Pero el hombre no es solo razn y sentidos, hay algo

    en el hombre que lo impulsa a seguir viviendo, que lo motiva a no quedarse solo en el plano

    de lo fsico, es un mundo desconocido por descubrir. El hombre es tambin un ser

    espiritual, un ser que tiene esperanza de que su vida no acabe con la muerte, es un ser

    religioso, y su religiosidad la ha expresado desde la historia mediante el reconocimiento de

    lo sobrenatural en lo csmico, en los fenmenos naturales. El hombre sinti la necesidad de

    ponerle un orden y un motivo a hacer sus trabajos, saba que las cosas no nos vienen de la

    nada, sino que hay alguien que primero nos lo otorg. Pero, Cmo agradecerle? Y a

    quin o a quienes agradecerles?

    Las diferentes formas de expresin religiosa que la Historia junto con la Arqueologa y

    ciencias afines han descubierto, son la manifestacin de esta incesante bsqueda de sentido

    a la vida, de no quedarse slo en un plano meramente material, de satisfacer ese plano

    espiritual natural en el hombre, el sentir que sus esfuerzos no son en vano, que hay fuerzas

    que no conoce pero que siente como una presencia. Todas aquellas manifestaciones

    cultuales conocidas, muestran que en el hombre, haba unos rasgos de preocupacin sacro-

    mgicos, una fe en la supervivencia ms all de la muerte (ejemplos: los sepelios,

    sacrificios a dioses, rituales inhumadores, Totemismo, monumentos megalticos, culto al

    sol, entre otros muchos)1 y ya en la actualidad lo ha manifestado en las diferentes

    religiones que conocemos, fruto de la organizacin sistemtica de la religiosidad popular,

    dndole un orden dentro de un instituto. Por esto concluyo diciendo que la parte racional

    del hombre camina junto a su parte espiritual, y as debe de ser, pues donde est la fe esta la

    ciencia para buscar una explicacin racional, y donde est la ciencia esta la fe para dar

    fuerza y esperanza en lo que aun no se conoce, pero que se anhela conocer.

    1 Cf. VELEZ CORREA, Jaime, Al encuentro de Dios. Filosofa de la religin. Publicaciones CELAM,

    Bogot, 21-22

  • 9

    De esta manera reconocemos que el hombre es un cumulo de experiencias y vivencias a

    travs del tiempo, y que aquel progreso de ser mejor, es lo que llamamos la madurez; pero

    cundo se puede decir que una persona es madura? La respuesta est en las bases, en los

    inicios, en los cimentos que se adquieren. Por ello es necesario ver las tres principales

    etapas de desarrollo (madurez humana, cristiana y consagrada)2 de la vida de una persona

    que ha tomado una opcin fundamental, en especial por la vida consagrada que requiere un

    mayor compromiso y entrega, donde hay renuncias y sacrificios por ganancias eternas.

    Es as que es bueno partir por saber qu es madurez, y hacer un nfasis especial en la

    madurez cristiana, con su iniciacin como base de toda nuestra vida de fe. No obstante, no

    se puede partir de una iniciacin cristiana si no hay una integracin con la madurez

    humana, con el anhelo de superacin, de bsqueda del bien, de una conciencia y recta

    intencin en nuestros deseos y acciones; ya que en una visin actual de la cultura, est lo

    superficial, lo relativo, lo sensible, lo inmediato, donde cada quien hace su verdad desde sus

    propios criterios, sentimientos o conveniencia. Es el reto de los pastores, crear unas bases

    slidas en la fe que ofrezcan un punto de referencia para la vida3.

    La vocacin desde la perspectiva Antropolgica y Trascendental comporta un llamado a

    una misin especfica que causa un cambio interior y una trasformacin en el ejercicio de

    las actividades cotidianas; tambin causa un cambio de actitud ante la vida. Por tanto la

    respuesta, aunque es dada desde su ser de persona, no deja de lado la cultura y costumbres

    propias, ni todo lo que se refiere a su vida fsica y mental. Es una respuesta desde un acto

    de fe, puesto que, debe de existir en l un sentido de trascendencia, para dar respuesta a

    algo sobrenatural; de igual forma este llamado se hace desde la libertad del hombre y por

    tanto tambin exige una respuesta libre que con seguridad, cambia la vida y su concepto de

    libertad. Ya no se hablar de libertad como un hacer lo que me parece, sino de un hacer las

    cosas desde un proyecto de vida, ya que el ser vocacionado no significa el llamado a una

    persona totalmente hecha en lo que respecta a lo humano y espiritual, sino que la vocacin

    es un llamado a hacerse persona, es un impulso a progresar en lo trascendental, es decir, se

    dar de forma proyectiva la autodeterminacin, la identidad y la apertura a los otros.

    Por tanto, la vocacin es de una persona que tenga deseo de superarse y al mismo tiempo de

    entregarse a los dems. Un joven que se siente llamado por Dios, responde desde su

    persona, su experiencia de fe, experimenta esas dos dimensiones propias de todo ser

    humano, su individualidad, apertura para con los otros, hace uso de sus capacidades

    2Cf. LA FORMACIN SACERDOTAL, Documentos eclesiales 1965-1988. Publicaciones CELAM,

    Bogot, 131-143 3 Cf. VELEZ CORREA, Jaime, Al encuentro de Dios. Filosofa de la religin. 9-11

  • 10

    cognoscitivas y se impulsa para expresar de manera externa en sus relaciones personales.

    La vocacin es la mayor manifestacin del amor de Dios para con el hombre, causa en l, al

    momento del llamado, un caos en lo que respecta a su realidad personal y haciendo que

    interiormente se cree un conflicto ya que hace que el interpelado por Dios sienta que tiene

    que dejar sus valores adquiridos y vivir bajo otros que tendr que adquirir. Es aqu donde

    juega un papel importante la madurez humana que la persona tenga y sus bases cristianas,

    para dar su respuesta.

    Qu se entiende pues, por madurez para un vocacionado? Una persona madura se nos

    presenta como alguien que ha adquirido la capacidad habitual de obrar libremente. Es decir,

    una persona que hace opciones conscientes y responsables, con estabilidad, sin tener que

    pasarse la vida replantendose sus decisiones, sin adquirir una seguridad y una certeza

    sobre ellas. Esto no se trata de no cometer nunca errores o de no cambiar nunca de opinin,

    sino de tener claros algunos principios fundamentales en la vida. No es la madurez el llegar

    a una edad en la que se puede hacer todo lo que se quiera, sin lmites, pues con los aos se

    adquiere una madurez automtica para realizar actividades que de nios se hacan. Ver la

    madurez de esta forma es la ms precaria, confundindola con un deseo de libertinaje,

    como el libertinaje de los jvenes caprichosos que buscan una libertad financiada por sus

    padres.

    Finalmente concluyo diciendo, que la vocacin es un llamado Divino, lejos de caprichos y

    deseos meramente humanos. La respuesta debe ser desde la persona, segn su experiencia

    de fe, y segn las bases recibidas tanto humanas, como cristianas. Por tanto, no podemos

    juzgar ciertas actitudes de un vocacionado, ni pretendamos medir su fe, sino ser un medio

    de discernimiento reforzando y llenando vacios de las carencias no premeditadas en su

    persona.

    5. Cristiano

    Una vez se ha hecho este recorrido desde la Antropologa, sin desconocer la accin de Dios

    en el hombre, que llama a unos para que se consagren a su servicio, valindose de su ser de

    persona, sus anhelos y deseos de superacin, los hace instrumentos para que todos lo

    conozcan y conocindolo se arriesguen a hacer de sus vidas algo ms que un estar en el

    mundo. Ahora, con base en el siguiente texto bblico se ver la accin de Dios en los que,

    sin vacilar decidieron ser su instrumento, dejndose guiar por el impulso del Espritu Santo

    y no hacer su voluntad, sino la del Padre.

    Este texto representa de forma muy global la misin de la Iglesia de acompaar e instruir a

    los que ignoran la verdad, pero que sienten que su ser espiritual necesita saciarse. De igual

  • 11

    forma presentar otros textos que iluminan la accin propia de la Iglesia en su misin

    encomendada por el mismo Jess.

    El ngel del Seor habl a Felipe diciendo: Levntate y marcha hacia el medioda por el

    camino que baja de Jerusaln a Gaza. Es desierto. Se levant y parti. Y he aqu que un

    etope eunuco, alto funcionario de Candace, reina de los etopes, que estaba a cargo de

    todos sus tesoros, y haba venido a adorar en Jerusaln, regresaba sentado en su carro,

    leyendo al profeta Isaas. El Espritu dijo a Felipe: Acrcate y ponte junto a ese carro.

    Felipe corri hasta l y le oy leer al profeta Isaas; y le dijo: Entiendes lo que vas

    leyendo? El contest: Cmo lo puedo entender si nadie me hace de gua? Y rog a

    Felipe que subiese y se sentase con l. El pasaje de la Escritura que iba leyendo era ste:

    Fue llevado como una oveja al matadero; y como cordero, mudo delante del que lo

    trasquila, as l no abre la boca. En su humillacin le fue negada la justicia; quin podr

    contar su descendencia? Porque su vida fue arrancada de la tierra. El eunuco pregunt a

    Felipe: Te ruego me digas de quin dice esto el profeta: de s mismo o de otro? Felipe

    entonces, partiendo de este texto de la Escritura, se puso a anunciarle la Buena Nueva de

    Jess. Siguiendo el camino llegaron a un sitio donde haba agua. El eunuco dijo: Aqu

    hay agua; qu impide que yo sea bautizado? Y mand detener el carro. Bajaron ambos

    al agua, Felipe y el eunuco; y lo bautiz, y saliendo del agua, el Espritu del Seor

    arrebat a Felipe y ya no le vio ms el eunuco, que sigui gozoso su camino. Felipe se

    encontr en Azoto y recorra evangelizando todas las ciudades hasta llegar a Cesarea.

    (Hch 8, 26-40)

    Este es un pasaje ejemplar del concepto de Iniciacin en la Iglesia Apostlica y de una

    metodologa de acompaamiento pastoral. Felipe es imagen y smbolo representativo de

    una forma de ser de la Iglesia, de su misin especfica, pues dondequiera que Dios abre la

    puerta de la Palabra para anunciar el misterio de Cristo a todos los hombres, confiada y

    constantemente hay que anunciar al Dios vivo y a Jess el Cristo enviado por El para salvar

    a todos, a fin de que los no cristianos abrindoles el corazn el Espritu Santo, creyendo se

    conviertan libremente al Seor y se unan a l con sinceridad; y para los que ya han recibido

    este primer anuncio, tomen un carcter de compromiso dentro de la Iglesia a fin de ser un

    solo rebao con un solo pastor, Jess, que es "camino, verdad y vida" (Jn 14, 6)4.

    El eje de esa comunidad cristiana que se manifiesta en la persona del Apstol, es la obra

    misionera sin exclusiones. Felipe anuncia a todos los pueblos que Cristo otorga, a todo

    aquel que en l cree, la fuerza para vivir de acuerdo al modelo propuesto en los evangelios

    4 AG. Nm.13-14

  • 12

    y en las primeras comunidades. La estructura confesional de este cristianismo es, a la vez,

    simple pero esencial. Este pasaje va directo al ncleo de la fe y confesin cristiana que no

    se limita para slo unos pocos, sino para todos, en la imagen de este etope y eunuco que

    representa la universalidad de la accin de Dios.

    Felipe, al igual que todos los agentes de pastoral, y en s, todos los cristianos que de alguna

    u otra forma estn comprometidos con la formacin cristiana, es un instrumento en manos

    de Dios. El ubicarse en el mismo plano, sentarse junto a aquellos que no conocen pero que

    anhelan conocer a Dios, estar en el mismo espacio, estar disponibles, escuchar sus

    necesidades y demandas, responder a lo que piden, y revelar el llamado de Dios a ser parte

    de su pueblo en Cristo.

    Es interesante lo detallado de la descripcin de la situacin y la persona del eunuco. El

    inters del escritor por aquello que es y hace este personaje, tambin puede ser un elemento

    que enriquezca una pastoral con jvenes que la sociedad rechaza: los que adquieren formas

    de vida que, a primera vista, vemos como imposibles de llegar a ser consagrados. Es el caso

    de los jvenes que han cado en las drogas, en el alcohol, en la prostitucin, etc. En este

    relato, el eunuco, su historia, su situacin y sus preocupaciones se ubican en el centro de

    esa accin pastoral. Es tambin importante considerar cmo se ubica el Apstol segn el

    mandato del ngel: Acrcate y camina junto a su carro. Es sorprendente la simplicidad

    con la cual el Apstol se aproxima y con cuanta consideracin. Es un aproximarse

    despojado de todo poder o prestigio. Se ubica en silencio en un caminar junto a aquel que

    quiere ayudar y se interesa por aquello que vive y hace el objeto de su misin.

    El dilogo entablado se fundamenta en las preguntas y necesidades del etope. Es un

    dilogo de ayuda y servicio. Todo gira alrededor de la situacin, las preguntas y

    necesidades del destinatario. A partir de esa situacin especfica se realiza la accin

    pastoral. Y por ltimo, el bautismo que en su simplicidad nos muestra una estructura

    primera de la confesin de fe de la Iglesia Apostlica. Aqu hay agua, qu me impide ser

    bautizado? El excluido en la sinagoga por su condicin de eunuco y etope, pregunta qu

    le impide ser incluido en la comunidad cristiana. A esta pregunta le sigue una accin visible

    de Felipe, el bautismo. Cumplida la Iniciacin, la tarea pastoral termina y el etope contina

    su camino construyendo su vida desde otra perspectiva y con un nuevo sentido de

    pertenencia. No obstante, aqu no termina la accin pastoral para quien quiere adquirir un

    compromiso ms profundo con la comunidad que lo ha acogido, es el caso de los que

    aspiran a una vida consagrada; este debe ser un proceso ms extenso, con un

    acompaamiento ms profundo, reconociendo los dos elementos de una vocacin: la

  • 13

    persona y la accin divina5, es decir la parte antropolgica de la persona y la accin de

    Dios. De estos dos elementos es de donde brota la interpelacin por un llamado a una

    misin y la puesta de las capacidades humanas para realizarla.

    La misin, la Iglesia la recibi de los Apstoles con la encomienda de llevarla hasta el fin

    de la tierra, es decir no para unos, sino para todo ser humano, sin importar si lo aceptan o

    no; y para los que aceptan este mensaje de amor, llevarlos a que se unan a este cuerpo de

    Cristo y de la iglesia. El mandato de Jess es directo y activo, no se logra con una sola

    intervencin, sino fruto de un acompaamiento, una constante reiteracin del mensaje, para

    que, aquellos que lo acogen no sea solo de odas, sino que por el bautismo adquieran la

    gracia y el compromiso de ser cristianos, profesando la fe en un nico Dios Trino (Mt

    28,19-20).

    Podramos hacer una analoga sencilla de lo que puede ser de alguna manera esta iniciacin

    cristiana: La persona sera como un rbol, donde la raz es la Palabra de Dios impresa en el

    corazn del hombre; la raz sostiene a este rbol y es por donde recibir los nutrientes para

    dar su fruto, de los cuales depender la calidad del mismo. El tronco de este rbol es la

    iglesia, como intermediario entre la raz y su fruto. El deber nuestro y de la Iglesia es no

    dejar que los contaminantes daen nuestro fruto, que los que siembran y cuidan de este

    rbol deben ser perseverantes y constantes en su trabajo, ya que la misma Palabra nos dice

    que llegarn tiempos en que embaucadores trastornarn a las gentes con doctrinas

    contrarias a lo que ensea la Iglesia, quitarn el sentido de nuestras vidas y podrn

    dominarnos. Hoy lo vemos en las nuevas formas de ver la espiritualidad, donde nos dicen

    que nuestra vida la dominan los astros, que los ejercicios espirituales son terapias donde se

    descansa el cuerpo y la mente con el fin de olvidar por un tiempo los problemas. Son todo

    lo que nos ofrecen los medios de comunicacin buscando un egocentrismo y un hedonismo,

    que importe ms nuestra apariencia que nuestro ser. (1Tm 4, 1-8).

    Por otra parte, el mayor reto de los discpulos de Jess es, el hacer que el mensaje llene de

    sentido la vida, que cause en toda persona una revolucin interior que los haga decir: Te

    seguir adondequiera que vayas (Lc 9, 57b); no hombres siguiendo a hombres, sino

    hombres siguiendo la verdad, el mismo que da la vida y la sostiene. Pero no es slo de

    palabras, sino que sea un seguimiento pleno, sin excusas (Lc 9, 57-62). No obstante,

    debemos ser lentos para condenar a esos aspirantes a discpulos que ofrecieron excusas.

    Quin entre nosotros no ha hecho lo mismo? Tambin debemos notar que los predecesores

    de la fe, primero ofrecieron excusas antes de que finalmente aceptaran el llamado de Dios.

    5 Cf. ALDAY, Jess, La vida consagrada. Aspectos Antropolgicos, Psicolgicos y Formativos,

    Publicaciones claretianas, Madrid, 2004, 13-36.

  • 14

    Moiss protest: Quin soy yo para ir al Faran y sacar de Egipto a los israelitas?

    (x 3,11).

    Y luego argument soy tardo en el habla y torpe de lengua (x 4,10). De igual forma

    Jeremas protest Yo dije: Ah, Seor Yahve! Mira que no s expresarme, que soy un

    muchacho. (Jer 1,6); Isaas, Ay de m, estoy perdido, porque soy un hombre de labios

    impuros y vivo entre un pueblo de labios impuros, y mis ojos han visto al rey, Yahve de los

    Ejrcitos! (Is 6,5); y otros muchos, para entender que, no es que dudaran de Dios, sino

    que se sintieron impedidos. Sin embargo, Dios tambin se vale de los dbiles para anunciar

    el ms grande de los Misterios a todas las gentes. En ocasiones, olvidamos que los

    discpulos eran hombres como nosotros, con una personalidad propia que el mismo Jess

    tuvo que ir moldeando; eran seres escogidos por el seor, no porque fueran perfectos, sino

    por que respondieron su llamado sin importarles nada; seres que fueron creciendo

    progresivamente en el conocimiento de Dios y en la coherencia de su seguimiento.

    6. La Iglesia

    Ahora veamos cmo la Iglesia cumple con la misin encomendada por Jess a sus

    apstoles y estos a nosotros, teniendo siempre como referencia la Palabra de Dios en todo

    su esplendor, pues, en ella est lo que debemos anunciar y a quin debemos anunciar. No

    es un mensaje propio, ni lo haceos en primera persona para gloriarnos, sino que es la Buena

    Nueva del Reino de Dios preparado para todos los hombres. Por eso, la Iglesia se ve

    impulsada por el Espritu Santo a poner todos los medios para que se cumpla efectivamente

    el plan de Dios, que puso a Cristo como principio de salvacin para todo el mundo.

    Predicando el Evangelio, mueve a los oyentes a la fe y a la confesin de la fe, los dispone

    para el bautismo, los arranca de la servidumbre del error y de la idolatra y los incorpora a

    Cristo, para que crezcan hasta la plenitud por la caridad hacia El6.

    Ya nos dice tambin el Catecismo de la Iglesia Catlica que mediante los sacramentos de la

    Iniciacin Cristiana, el Bautismo, la Confirmacin y la Eucarista, se sientan los

    fundamentos de toda vida cristiana, hacindonos participes de la gracia como un Don no

    automtico, sino de forma analgica al desarrollo de nuestra vida; es decir, el nacer, crecer

    y el desarrollarnos. De esta manera, nos vamos desplegando en lo que respecta a una vida

    de fe, aumentando las gracias necesarias para ir progresando en una perfeccin y en una

    santidad de vida, siendo el Bautismo la puerta para todos los sacramentos. 7

    6 LG Nm.17. 7 Cf. CEC. Nm. 1212

  • 15

    La Iglesia, que ha considerado siempre la formacin de los fieles como una de las tareas

    ms esenciales de su quehacer, con el paso del tiempo reconoce que su misin inicia con la

    primera evangelizacin, que es el llevar el Evangelio a los que no lo conocen y por ende no

    conocen a Jess, con la esperanza de que los interlocutores se sientan movidos y deseen

    hacerse discpulos, no de la noche a la maana, pero s progresivamente. Por tanto, la

    Iglesia no se debe limitar solo a dar una buena catequesis a los nios que por sus padres,

    llevan una creencia cristiana, sino que tambin sea para todo aquellos que ignoran todo

    esto, pues en ellos tambin acta la fuerza del Espritu Santo. Por eso, la Iglesia como

    institucin ha creado la pastoral de Iniciacin Cristiana que no se limita a reflexiones

    espontaneas, ocasionales u otras actividades dentro de la Iglesia. El concepto de Iniciacin

    Cristiana suele confundirse o se presta con facilidad a un equvoco, cayendo en una

    vaguedad que lo hace inservible. En otras palabras: si todo es Iniciacin Cristiana, nada es

    Iniciacin Cristiana. Tratar entonces de dar a entender un poco lo que es en realidad sin

    perder de vista el tema que nos conduce a la opcin fundamental que, en nuestro caso, es la

    vida consagrada:

    Iniciacin Cristiana se debe comprender como proceso catequtico-sacramental y vivencial

    por el que una persona se hace cristiana con un comienzo en el bautismo y una meta en la

    confirmacin, o mejor dicho, la Eucarista. Por eso, el anuncio catequtico ha de ser

    sistemtico y completo, sostenido en el seno de una comunidad eclesial, desarrollado en el

    tiempo y marcado por unos momentos fuertes o ritos sacramentales. La Iniciacin Cristiana

    la entendemos aqu como una Institucin catequtica eclesial, con entidad propia. Es aquel

    proceso en el que uno se hace cristiano, a travs de una insercin global en la vida de fe.

    Estos ritos de Iniciacin se encuentran en la mayora de las religiones. Por tanto, no es slo

    de carcter meramente cristiano, y por ende, puede estar rodeado de signos y acciones de

    otras religiones antiguas o de la vida cotidiana de culturas, sin quitar lo particular de la

    Iniciacin Cristiana. Podramos hacer referencia a que en todo grupo humano, existe un

    proceso de iniciacin para entrar en l, con sus propias formas, su tiempo y sus exigencias.

    Toda Iniciacin es un camino de entrada que nos lleva poco a poco a introducirnos en ese

    grupo y a pertenecer al mismo con todos los derechos y deberes. Eso que vale para

    cualquier grupo humano, se resalta de manera ms elaborada y organizada para nosotros en

    todas las experiencias religiosas antiguas y actuales. Tambin la Iglesia, desde los tiempos

    apostlicos, para formar a un cristiano sigui un camino de Iniciacin, llamado

    catecumenado, que consta de varias etapas. Este camino puede ser recorrido rpida o

    lentamente y comprende siempre algunos elementos esenciales: El anuncio de Jesucristo, la

    acogida del Evangelio, la conversin, la profesin de fe, el Bautismo, la efusin del Espritu

    Santo, el acceso a la comunin Eucarstica y la integracin en una comunidad. Es decir, la

    Iglesia siempre ha estado convencida que ser discpulo de Cristo implica un camino de

  • 16

    entrada, de vivencia, de crecimiento y de integracin en la Iglesia misma, que est marcado

    por estos tres Sacramentos de iniciacin cristiana.8

    Es necesario desde luego distinguir tambin entre ese Primer anuncio y catequesis. El

    Primer anuncio se dirige a los no creyentes y a los que, de hecho, viven en la indiferencia

    religiosa. Asume la funcin de anunciar el Evangelio y llamar a la conversin. La

    catequesis, distinta del primer anuncio del Evangelio , promueve y hace madurar esta

    conversin inicial, educando en la fe al convertido e incorporndolo a la comunidad

    cristiana. La relacin entre ambas formas del ministerio de la Palabra es, por tanto, una

    relacin de distincin en la complementariedad.9

    La peculiaridad de la Catequesis, distinta del anuncio primero del Evangelio que ha

    suscitado la conversin, nos lo dice la Catechesi Tradendae que persigue el doble objet ivo

    de hacer madurar la fe inicial y de educar al verdadero discpulo por medio de un

    conocimiento ms profundo y sistemtico de la persona y del mensaje de Nuestro Seor

    Jesucristo10. En la prctica, el avance es mnimo o nulo: cierto nmero de nios

    bautizados en su infancia son enviados a la catequesis parroquial sin haber recibido alguna

    Iniciacin en la fe. Estn tambin los no bautizados, y los preadolescentes y adolescentes.

    Que han sido bautizados y que han recibido sistemticamente una catequesis as como los

    sacramentos, pero que titubean por largo tiempo en comprometer o no su vida con

    Jesucristo, esquivando la formacin religiosa en nombre de su libertad. Finalmente, los

    adultos mismos no estn al reparo de tentaciones de duda o de abandono de la fe, a

    consecuencia de un ambiente notoriamente incrdulo. Es decir que la "catequesis" debe a

    menudo preocuparse, no slo de alimentar y ensear la fe, sino de suscitarla continuamente

    con la ayuda de la gracia, de abrir el corazn, de convertir, de preparar una adhesin global

    a Jesucristo en aquellos que estn an en el umbral de la fe11

    .

    Para el Directorio General para la Catequesis, la fe cristiana es ante todo conversin a

    Cristo, adhesin plena y sincera a su persona y decisin de caminar en su seguimiento. Es

    un encuentro personal con Jesucristo, es hacerse discpulo suyo. Exige el compromiso

    permanente de pensar como l, de juzgar como l y de vivir como l lo hizo. As, el

    creyente se une a la comunidad de los discpulos de Jess y hace suya la fe de la Iglesia. La

    conversin lleva consigo un cambio de vida, una transformacin profunda de la mente y del

    corazn, que se manifiesta en todos los niveles de la existencia. La fe es, adems, un don

    destinado a crecer en el corazn de los creyentes, lo que da origen a un proceso de

    8 Cf. Diccionario Teolgico Enciclopdico, Segunda Edicin, Editorial Verbo Divino, Pamplona, 1996. 503

    9 Cf. DGC. Nm. 61 10 CT. Nm.19 11 Cf. Ibd. Nm.19

  • 17

    conversin permanente que dura toda la vida, y su mayor y ms radical expresin es la

    vivencia de una opcin fundamental con madurez12

    .

    CAPITULO 2

    Madurez del Consagrado

    3. La comunidad

    La Iniciacin Cristiana busca ser entonces, escuela de cristianismo, es decir, enseanza y

    aprendizaje, testimonio y seguimiento de la fe, en una palabra: experiencia de Dios. En este

    itinerario acontecen: el primer anuncio o kerigma, la catequesis, la experiencia de oracin

    personal y litrgica, la participacin sacramental, la experiencia de fraternidad o de vida

    comunitaria, la toma de conciencia del compromiso social para compartir y servir desde

    una opcin fundamental (matrimonio, soltero o consagrado). Ahora la pregunta ser En

    qu sentido podemos extrapolar lo dicho hasta ahora sobre la madurez humana y cristiana

    al mbito del proceso de crecimiento en la fe, con todo lo que esto supone en el orden de la

    catequesis, y del discernimiento vocacional, para un joven en proceso de postulantado?

    Hecha la opcin fundamental, el siguiente paso es ser coherente con ella, pero el hombre

    como imagen de Dios difuminada por el pecado debe trabajar toda su vida para adquirir

    esta coherencia. Ahora bien, ste trabajo de identificacin con la opcin por Dios y por la

    vida virtuosa necesita como plataforma y cimiento de construccin, la madurez humana y la

    Iniciacin Cristiana que debe ofrecer la Iglesia y la sociedad, para todos aquellos a los que

    por el kerigma han recibido el Primer anuncio de la Palabra de Dios, la Buena Nueva; pues

    12 Cf. DGC. Nm. 53-56

  • 18

    la actividad de la Iglesia tiene como finalidad que la fe de los fieles se haga viva, explcita

    y activa, por medio de la enseanza de la doctrina y de la experiencia de la vida cristiana13

    En este captulo me centrar ms desde la situacin de un aspirante a la vida consagrada, y

    ms explcitamente desde nuestra comunidad, haciendo referencia desde luego a las fuentes

    de nuestra espiritualidad y de la Iglesia, resaltando la importancia de una buena Iniciacin

    Cristiana, unos buenos principios dados en casa, principios humanos que se adquieren, pero

    que si no favorecen se podran cambiar. Todo depender del ambiente y la identidad de la

    comunidad.

    Cuando en el hombre se gesta un deseo de darle un sentido a su vida y encuentra que no

    hay un solo camino, sino que puede discernir entre casado, soltero y consagrado, es algo

    natural que se detenga y mire las posibilidades; pero cuando le damos un sentido

    trascendental a lo que ser de nuestra vida, vemos que hay una vocacin para alguno de

    estos estados de vida, que no es por capricho o en donde pueda sacar ms provecho. Aqu

    entra en juego esa madurez humana y cristiana de la que habl anteriormente.

    Es necesario entonces, diferenciar lo que es una opcin fundamental y una eleccin

    deliberada. Opcin fundamental es, mediante la cual la persona decide globalmente sobre s

    misma, en forma transcendental, atemtica, y libremente; mientras que las elecciones

    deliberadas, son aquellas decisiones, que aunque implican tambin lo moral y la libertad,

    son relativas y dependen ms de los principios y voluntad. Sin embargo, esas elecciones

    tambin influyen en la opcin fundamental e influirn en la vivencia de la misma despus

    de haberla tomado.

    De esta forma, la Congregacin de la Fraternidad Sacerdotal tiene en sus Constituciones y

    en el Derecho comn, algunos principios para la aceptacin de un aspirante a la vida

    religiosa. En primer lugar, el Derecho Cannico de la Iglesia, expresa la sabidura de la

    misma, como madre que busca el bien para sus hijos. Con vigilante cuidado, los

    Superiores admitirn tan slo a aquellos que, adems de la edad necesaria, tengan salud,

    carcter adecuado y cualidades suficientes de madurez para abrazar la vida propia del

    instituto; estas cualidades de salud, carcter y madurez han de probarse, si es necesario, con

    la colaboracin de peritos, quedando a salvo lo establecido en el can. 22014. Estas no son

    cosas sacadas de seres inhumanos, sino que son totalmente coherentes con el acogimiento

    de un estilo de vida como el de ser religioso. Por eso, dentro de la Congregacin en el

    captulo 11 de las Constituciones, describe la admisin de los candidatos partiendo de la

    necesidad del relevo. Lo comparo con el cambio de guardia en una base militar, donde si no

    13 CIC. Nm.773 14 CIC. Nm. 642

  • 19

    hay un relevo de guardia este puesto quedara descubierto y el enemigo podr entrar. De esta

    manera, tampoco podemos dejar que cualquiera nos releve, slo aquel que sabe a quin

    necesita, sabr a quien poner. Ya en la cuestin de vocaciones para la Comunidad es

    necesario acudir al dueo de la mies que sabe a quienes necesita, y por eso mismo, los

    superiores deben actuar con criterio sobrenatural, pues, no es llenar un puesto en la tierra,

    sino preparar miles de puestos en el cielo. Es necesario, el testimonio de parte de los ya

    religiosos como motivacin, para admitir solo a los animados de un buen espritu,

    piadosos, celosos, que se sientan llamados a la adoracin y al servicio15.

    Para tratar de sintetizar un poco las caractersticas de un joven que se siente llamado a la

    vida consagrada dentro de la Fraternidad Sacerdotal, har una lista por la cual caemos en

    cuenta de que no son cosas del otro mundo, sino que son elementos indicadores de un grado

    de madurez humana y cristiana y de las necesidades de la Iglesia.

    Que crean y quieran ser santos.

    Animados.

    Piadosos.

    Sentirse llamados.

    Aptitudes espirituales, morales e intelectuales.

    Recta intencin.

    Libre voluntad.

    Salud

    Madurez afectiva y psicolgica16.

    Ya en el Directorio Espiritual, donde no es tanto desde el plano fsico, sino del espritu de

    los aspirantes, nuestro padre fundador el padre Eugenio Prvost, resalta que deben ser

    elementos de gran perfeccin para esta obra y no tanto hombres cualificados, pues, aunque

    son necesarios, tambin lo son aquellos que animados no ms que por un deseo de servir

    pueden hacer un mayor bien. No me corresponde juzgar ni decir cules s o cules no, ya

    que la gracia de Dios acta como l quiere y llama a los que quiere. Todos sern necesarios

    para construir el Reino de Dios en la tierra, por eso el fundador es muy radical en decir que

    los superiores deben actuar de forma severa en la eleccin de los sujetos para no tener

    molestias a largo plazo, pues dice el Directorio: vale mejor un solo religioso, bueno, con

    menos talentos y cualidades, que diez, ms brillantes pero menos fervorosos. Parece que

    ese ser bueno, es sentir esas ganas de santificacin y de entrega, y eso es lo que debe ser

    15 Constituciones de la Congregacin de la Fraternidad Sacerdotal, Primera parte, Capitulo 11, Nm. 85-89 16 Cf. Ibd.

  • 20

    la garanta de un religioso, ya que la vida religiosa es un centro de virtudes y

    perfecciones17

    .

    La mayor parte de las dificultades encontradas en la actualidad en los jvenes aspirantes a

    la vida religiosa es que no hay o no se ha completado una madurez humana y cristiana

    suficientes para asumir un compromiso mayor. Tal vez, la Iglesia ha decado al mostrar este

    estado de vida como algo que puede ser transitorio dado el caso. Lo que de fondo se marca

    es la escasa madurez para acoger este estado y la ligereza con la que se hace la escogencia y

    aceptacin de los aspirantes. Aqu entra fundamentalmente el acompaamiento no

    acelerado del promotor vocacional, el ideal ser siempre iniciar al menos, procesos

    vocacionales desde los grados 9 para evitar escogencias aceleradas limitando solamente la

    promocin vacacional con los jvenes del grado once, donde es evidente que el ltimo ao

    de la formacin secundaria para todos los jvenes, es un ao de discernimientos mltiples y

    acelerados. Y ya una vez tomada la decisin en la admisin de un miembro, no hay ms

    que, tolerar y tratar de suplir esas dificultades que harn que se pierda tiempo pastoral.

    El tiempo de escogencia de los candidatos no es total en las cortas convivencias, pues, este

    sera un primer filtro donde por medio de preguntas y de ver sus actitudes se reconocer sus

    verdaderos deseos. Mas sin embargo, no se puede confiar de ello y por eso el

    discernimiento tanto del aspirante y de la comunidad est en el ao de aspirantado y el ao

    de noviciado, o que se debera llamar el tiempo de discernimiento, donde se lleve una

    continuidad en el proceso de acompaamiento, pues no todos acogen el carisma o no se

    comprende, y no todos tienen el mismo nivel intelectual, pero si la confiada vocacin.

    Habrn aqu elementos que se pueden corregir; no hay que escatimar recursos ni tener

    miedo en prolongar este tiempo18

    . Ciertamente no se le pide a un candidato a este estado de

    vida que asuma responsabilidades directamente, sino que se le juzgue capaz de conseguirlo

    progresivamente durante el tiempo que se considere necesario, teniendo en cuenta el

    Derecho comn y el Derecho propio19

    .

    Por ltimo podramos reflexionar todos, sobre la situacin de nuestra Comunidad y en s de

    toda la Iglesia, cuando no se lleva un seguimiento de los aspirantes a la vida consagrada.

    Esto debe de ser un trabajo en conjunto donde no se deje solo al promotor vocacional en su

    trabajo, sino que todos nos comprometamos con esta labor; el primer paso ser el crear un

    buen proyecto de pastoral vocacional, no por temporadas, ni como lo haba comentado

    anteriormente, de que solo gastamos energas en los jvenes de grado once, sino, que

    17 Directorio Espiritual, Cap. XXVII 18 Cf. Ibd. 19 Cf. CONGREGACIN PARA LOS INSTITUTOS DE VIDA RELIGIOSA Y LAS SOCIEDADES DE VIDA APOSTLICA, orientaciones sobre la formacin en los institutos religiosos, Ediciones Paulinas,

    1990, Nm. 42-44

  • 21

    tambin sea un trabajo con grupos de jvenes de grados inferiores. Tal vez no todos querrn

    entrar a la Congregacin al final del trabajo, pero quizs haya inquietudes hacia una

    parroquia, una Dicesis. Independiente de los resultados, este ser el mejor de nuestros

    trabajos: el formar mejores cristianos comprometidos con la Iglesia, y de hecho, algo de

    nuestra espiritualidad quedar en ellos, como el de orar por los sacerdotes y no juzgarlos.

    El otro caso es el de los aspirantes a la vida religiosa que ya han pasado por un seminario u

    otra comunidad. Este debe de ser otro desafo y otro tipo de seguimiento, ya que son

    jvenes o en el mayor de los casos, adultos ya formados con unos esquemas mentales

    propios, quizs tambin con una espiritualidad definida o habitual, etc. No se trata de

    rechazarlos sino de un mayor seguimiento para comprobar sus verdaderas motivaciones y

    que expresen ese deseo no solo de consagrarse, sino de buscar la identificacin con el

    carisma y en ltimas, con la bsqueda de la santidad desde este estado de vida. Estos son

    temas que no los podemos tratar precipitadamente, pues no podemos caer tambin en

    pretender buscar jvenes que se acoplen a nuestros esquemas mentales a veces un poco

    errados, o pretender reclutar jvenes dciles en carcter que trasformemos a nuestro parecer

    y llegar a crear un mimo con sotana, que repite lo hace el que est a su frente.

    El ideal ser formar jvenes que desde su realidad personal, se integren a su opcin

    fundamental por discernir, jvenes con carcter, que en su bsqueda de la santidad sean

    orientados por el mejor camino. Retomo aqu el texto base (Hch 8, 26-40), donde el apstol

    Felipe impulsado por el Espritu, se acerca al eunuco, lo acompaa y responde a sus

    inquietudes dndole a conocer la verdad, haciendo fluir de l el deseo puesto por Dios en su

    corazn, de consagrarse, a ejemplo de un novicio que responde al llamado de Jess y se

    compromete segn el espritu y finalidad de este instituto. Esta profesin radica

    ntimamente en la consagracin de su bautismo y la expresa ms plenamente en la

    profesin de los consejos evanglicos20

    . Y el CIC nos expresa esa gran importancia del

    bautismo y de los dems sacramentos de iniciacin cristiana para acoger el estado religioso,

    1 Quien no ha recibido el bautismo, no puede ser admitido vlidamente a los dems

    sacramentos. 2 Los sacramentos del bautismo, de la confirmacin y de la santsima

    Eucarista estn tan ntimamente unidos entre s, que todos son necesarios para la plena

    iniciacin cristiana21

    . Esto para decir que las bases no se pueden abolir y no podemos tratar

    de limitar la gracia de Dios a nuestros principios, pues, Dios acta en donde nosotros no

    seremos capaces de arriesgarnos.

    4. Sntesis personal

    20 Constituciones de la Congregacin de la Fraternidad Sacerdotal, Segunda parte, Capitulo 18, Nm. 152 21 CIC. Nm. 842

  • 22

    La vida de un consagrado debe ser un signo de esperanza para muchos hombres y mujeres

    que buscan dar un sentido a sus vidas. Por eso, la vida de un religioso debe estar marcada

    por una pasin por lo que hace, una pasin que nace desde antes de dar respuesta a su

    llamado, debe de ser un apasionado por imitar a Jess en su manera de vivir: pobre humilde

    y casto. Ah est el testimonio de un religioso inmerso en el mundo, vivir como vivi

    Jess, de igual manera, la constante del religioso se mide en buscar la forma de conocerlo

    cada da ms y tratar de complacerlo. Audacia en conocer el llamado, de saber qu exige

    ese llamado; por eso cuando un joven quiere formar parte de este estilo de vida, es

    necesario no preocuparse por el nmero, ni por darles las estructuras, las seguridades y

    pretender con eso comprar un religioso, no! Es necesario darle una base espiritual,

    ofrecerle herramientas para consolidarla, con el fin de formar un cristiano y no quedarse

    como deca Charles de Foucauld: Conocer a un Cristo pobre, y seguir siendo ricos. No

    es mostrar tericamente un buen prospecto de buen discpulo de Jess, sino testimoniarlo

    desde nuestra vida. Es el deseo tambin de querer mostrar cosas distintas sin daar nuestro

    objetivo, o fin; es proponer cosas nuevas dentro de la vida religiosa, es vivir el misterio

    desde otra perspectiva, sin temor a no hacerlo porque parece indebido y conduce a

    asegurarse en el pasado. Es creatividad: los sacramentos, son lo esencial en la vida

    religiosa, y ms la Eucarista, fuente y culmen de todo cristiano; de esta manera, es la

    Eucarista y todos los momentos sacramentales que nos deben llevar a la unin, y para ello

    debemos ser distintos, no raros, sino distintos, que vivamos el misterio de Cristo de una

    forma que llame la atencin, que nos lleve a ser fieles a la vocacin desde la libertad, algo

    que transforme nuestro espritu y salve almas.

    Los desafos de la vida Religiosa, los conocemos como los consejos evanglicos, pues, de

    esta manera nos lo presenta la exhortacin La vida consagrada en su nmero 87; yo

    considerara que son cuatro, u otros ms que ayudan a ver la grandeza de ser del religioso

    que hoy en da es un reto, aparte de la vivencia de los consejos evanglicos; o podra decir

    que estos son los que vienen por aadidura, cuando se vive virtuosamente una vida casta,

    pobre y obediente:

    La verdad: el mundo necesita modelos para los jvenes que vagan por la vida sin

    sentido; se necesitan referentes, testigos ms que maestros, que enseen con su

    ejemplo de vida lo bueno de ser cristiano, que no exijan una manifestacin de

    alegra vocacional, cuando ellos llevan un ministerio arrastrado, que no enseen una

    pobreza en el derroche o en la tacaera; que no enseen una obediencia discutida o

    discutible; que no enseen una castidad posible e imposible.

  • 23

    Fraternidad abierta para el encuentro con el otro, que se d con una alteridad de

    satisfacer las necesidades del otro y las mas; es un trascender, salir de mi para ir al

    ms cercano.

    Pertenencia: sentirnos pertenecientes a alguien o a algo, y que esto nos lleve a dar

    todo para lograr sus propsitos, que se note el desgaste tanto fsico como moral y

    espiritual por un fin comn, que no seamos slo amigos, sino hermanos, como lo

    profesamos en nuestra fe al ser hijos de Dios, pues los amigos los buscamos como

    nos convienen, pero los hermanos nos lo da Dios como los necesitamos, son

    aquellos que realzan mis complejos para corregirlos y mis virtudes para seguir, me

    muestran los limites de mi ser y lo que por negligencia dej de hacer.

    Purificacin global de la vida: Purificar la indiferencia para los que piensan

    distinto. Purificar las estructuras que me hacen cuadriculado y limitan mi

    pensamiento. Purificar los medios que utilizo para mi perfeccionamiento, pues,

    puede ser que me perfeccione para ser mejor en lo que el mundo me ofrece, mas no

    en lo que yo le puedo ofrecer al mundo.

    Soy consciente que el seguimiento de Cristo no es fcil, que exige renuncias, no slo de

    cosas materiales o de propuestas de trabajo que den estabilidad econmica, sino de dejar

    familia, principios, cultura; pues, por ms que no dejemos de tener unas races, es necesario

    acoplarnos al entorno en que vivimos, debemos ser como los animales que emigran de un

    lugar para otro con el fin de encontrar mejor alimento, y que por el paso de un lugar a otro,

    cambian sus mtodos de supervivencia aunque no dejan de ser la especie que son; as es el

    hombre cuando cambia de un lugar a otro, tiene que acoplase a este lugar y acoger la forma

    de estar all. Ahora, dentro de una comunidad donde hay diversidad de culturas y diferentes

    temperamentos, es ms estricto el compartir, y esto tambin hace que el joven cristiano d

    unas muestras de su recta intencin y de su compromiso, y es donde los superiores deben

    trabajar arduamente para que la convivencia no sea una rutina. Con los que compartimos

    deben manifestarse los caracteres de bases humanas y actuar para tratar las diferentes

    situaciones; no esperar a que el tiempo pase y que el mismo joven caiga en la cuenta de sus

    carencias y de sus dificultades; para ello son los aos de propedutico y del noviciado, su

    continuidad en la formacin y seguimiento bien sea para llenar esos vacios del aspirante o

    para un pleno discernimiento.

    No somos seres terminados, ni aun los animales que cuando nacen ya tienen la capacidad

    de por instinto buscar su alimento y moverse para conseguirlo. Pero no estn terminados

    del todo, pues, ellos nacen con unos rganos aptos para su mximo desempeo, pero que al

    nacer no los dominan. Pensemos en el Chita, el animal ms rpido de la naturaleza que en

  • 24

    veinte segundos alcanza una velocidad de 120 km/H, pero cuando es cachorro hasta un

    puercoespn es su mayor rival. De esta manera el hombre no est logrado, sino que se va

    formando en sus experiencias y en lo que la sociedad le ensee; es como a un gato, si no se

    le ensea que tiene que cazar los ratones, el nunca lo sabr. De igual forma, si no nos dan

    las bases necesarias para la plena vivencia de una vida cristiana, de seguro que no seremos

    ms que otro miembro de una religin, pero que al momento en que esta religin entre a

    interferir con mi forma de existir, la abandonar sin ms.

  • 25

    CONCLUSIN

    En muchas ocasiones, solemos apresurarnos a hacer juicios deliberados frente a los

    aspirantes que llegan a vivir una convivencia, para conocer un poco sobre el tema de la vida

    religiosa; llegan jvenes que aun estn en el colegio terminando su bachillerato y jvenes

    que ya han tenido una vida laboral y de estudios superiores, y llegan tambin los que ya han

    pasado por un seminario y que conocen un poco como es la situacin. Y nuestra primera

    actitud es calificarlos como: sirve, no sirve, es como piadosito, es como loco, introvertido o

    extrovertido, entre otras. Pero no nos detenemos a pensar en qu grado de madurez humana

    y cristiana pueda estar; tal vez el que consideramos como demasiado piadoso, salido un

    poco de la realidad, sea un entregado adorador, con unas bases solidas dispuesto a servir; o

    que, tal vez ese extrovertido sea un impulsador de ideas, y que ese introvertido, callado sea

    un realizador de ideas, eso s, con bases humanas y cristianas firmes.

    La cuestin no est en escoger lo que nos sirve para producir o mostrar, pues, la vida

    consagrada no es de mostrar como un producto para vender, sino que debe ser un referente

    para la vida de muchos jvenes que estn en el mundo queriendo ser diferentes con lo que

    el mundo les vende, y que dejan que los medios de mercado les manejen sus pensamientos

    y su mismo cuerpo; por eso la vida religiosa debe de ser el faro que gue, no que encandile,

    sino que gue por los caminos rectos que llevan a la perfeccin y en ltimas a la santidad.

    Somos un cmulo de experiencias, unas buenas y otras no tanto, pero que van labrando

    nuestra personalidad y nuestra forma de desenvolvernos en la sociedad, y que marcan

    nuestra forma de concebir el mundo. Dentro de este cmulo de experiencias tambin estn

    las experiencias religiosas que la vida y las circunstancias nos ofrecen, pero principalmente,

    la fuente de nuestras experiencias en general, son las enseanzas recibidas en casa, y son

    las que en nuestras situaciones lmite se manifiestan en su forma ms pura. Es en familia

    donde nos hacemos personas y donde vamos adquiriendo un cierto nivel de madurez; es en

    la familia donde aprendemos la fe, ya que si nos bautizaron cuando ramos pequeos, lo

    hicieron en la fe de nuestros padres, padrinos, y en la fe de la iglesia, mas, en la

    confirmacin la concebimos en nuestra persona, cuando con una preparacin nos hicimos

    consientes de lo que queramos hacer.

    An no somos cristianos maduros despus de poder comulgar por primera vez y asistir a las

    celebraciones litrgicas. An no somos maduros para acoger un mandato Divino; an

    somos unos pequeos, no sabemos hablar, no tenemos las palabras para suscitar

    conversin, pero tenemos un llamado, y hay que dar una respuesta; cmo darla? Quin

    nos debe orientar? La Iglesia, si, la Iglesia es la responsable y tambin es la responsable que

    sea una respuesta firme. Qu hacer?

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    Lo que queda es, crear una mayor conciencia sobre el problema vocacional y mayor

    claridad teolgica sobre la unidad y la diversidad de la vocacin cristiana, claridad y

    seriedad en los proyectos pastorales y en el seguimiento a los aspirantes; que haya una

    continuidad entre el proceso de aspirantado, es decir, antes de entrar a la comunidad, en el

    propedutico y en el noviciado.

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