la gualdra 193

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SUPLEMENTO CULTURAL No. 193 - 13 DE ABRIL DE 2015 - AÑO 4 DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN El grupo de rock Enjambre está conformado por los fresnillenses Luis Humberto Navejas (voz), Rafael Navejas (bajo), Julián Navejas (teclados y guitarras), Ángel Sánchez (batería); y por el californiano Javier Mejía (guitarra). Enjambre nace con este siglo; y después de un arduo camino recorrido buscando consolidarse, hoy son protagonistas en la escena nacional del rock. Durante su reciente visita a Zacatecas para presentarse en el Festival Cultural, conversamos con ellos, hablamos del inicio de su carrera, de su música y de su natal Fresnillo, Zacatecas. [Más información en páginas centrales]

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La Gualdra 193

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Page 1: La Gualdra 193

SUPLEMENTO CULTURAL No. 193 - 13 DE ABRIL DE 2015 - AÑO 4 DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

El grupo de rock Enjambre está conformado por los fresnillenses Luis Humberto Navejas (voz), Rafael Navejas (bajo), Julián Navejas (teclados y guitarras), Ángel Sánchez (batería); y por el californiano Javier Mejía (guitarra). Enjambre nace con este siglo; y después de un arduo camino recorrido buscando consolidarse, hoy son protagonistas en la escena nacional del rock. Durante su reciente visita a Zacatecas para presentarse en el Festival Cultural, conversamos con ellos, hablamos del inicio de su carrera, de su música y de su natal Fresnillo, Zacatecas.

[Más información en páginas centrales]

Page 2: La Gualdra 193

2LA GUALDRA NO. 193 / 13 DE ABRIL DE 2015 / AÑO 4

. 193 Cruces nevadas (II)

Por Gabriel Luévano Gurrola

De lectores, narradores, personajes y lugares:Uno más de los utópicos lugares legendariosPor Edgar A. G. Encina

Diario de MateoPor Mateo Estrada Gaviria

El amor, un personajePor Rebeca Mejía López

Castillo de sal si puedesPor Ester Cárdenas

El PicaportePor Simitrio Quezada

Me dices, me hablasPor Alberto HuertaPeroPor Edgar KhondeResistirPor Gerardo del RíoEnchinador de pestañasPor Pilar Alba

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La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

Carmen Lira SaadeDir. General

Raymundo Cárdenas VargasDir. La Jornada de [email protected]

Jánea Estrada LazarínDir. La Gualdra

[email protected]

Roberto Castruita y Enrique MartínezDiseño Editorial

Juan Carlos VillegasIlustraciones

[email protected]

Llegó a mis manos Artificio, el número inicial de la revista de Arte y Cultura de la Universidad Autónoma de Zacatecas que fue presentada el sábado pasado en el Teatro Calderón. Noticias como ésta me llenan de entusiasmo por va-rias razones: la primera es porque entre más espacios editoriales existan para difundir trabajos de calidad en esta área, más oportunidades tendrán los creado-res para dar a conocer su trabajo a un público que cada vez es más numeroso, pero también más exigente. La segunda razón de mi alegría es porque la UAZ, a través de su Consejo Académico de Arte y Cultura, ha tomado la decisión de em-prender un proyecto como éste; siendo la máxima casa de estudios del Estado, hacía falta desde hace tiempo que exis-tiera una revista impresa que registrara lo que se hace al interior de una insti-tución educativa tan prestigiada –ac-tualmente considerada como una de las 20 mejores universidades del país- que se ha caracterizado desde su fundación por el interés en resguardar y promover las artes en nuestro Estado. Y la tercera, pero no menos importante, es que la re-vista Artificio, en realidad es un hermoso producto editorial, bien diseñado y con un contenido muy interesante.

Tiene 64 páginas interiores en papel couché, de las cuales 15 están impresas a color. En ellas encontramos imágenes de la obra de Ismael Guardado, Jorge Pérez, Juan Carlos Villegas, Eduardo Ro-mán Quezada [+], Eric Verdier, Marissa Olivares, Ana Bertha Ibáñez Hernández, Magdalena Okhuysen, Susana Salinas, Tony Dadá, Naomi Luna, Isabella Anto-nelli y Pedro Valtierra.

En este primer número aparecen las colaboraciones de Enrique Cháirez Arellano, “Rulo en el llano”; Vicente Rodríguez, “La naturaleza de las indus-trias culturales”; un poemario de Yamilet Fajardo; una entrevista realizada a Ismael Guardado realizada por Rosa María Vi-lla y Daniel Román con un texto de Kutzi Hernández Galván; un poemario de Mauricio Moncada; Irma Guadalupe Villasana Mercado presenta “Metáforas en movimiento. Esquemas culturales e ideología”; Miguel Aguilar Dorado, “El cine y los otros. El documental como elemento para analizar y modificar la cultura”; Marissa Olivares, “Hombre hecho por goteo en laboratorio”; Je-sús Pasillas Almeida, “Perdida”; Mónica

Muñoz, “Reseña sobre Memorias de un lugar en la arena”; Alberto Ortiz, “Spe-culum”; Mónica J.M. Villalpando, “Re-flejos”; Juan Horacio Garibay, “Reseña musical: Vicente Gallo, When, Warp, 2001”; Juan Antonio de León Sigg y Celia Torres Muhech, “El simbolismo en las puertas de la Catedral de Zacatecas”; Juana Lucía Oliva Bernal “La metáfora del placer. Sobre Manuel Puig”; y Juan José Espinosa Zúñiga, “Las monedas del capitán”. Dejé para el final dos secciones de esta revista porque corresponden a dos queridos amigos que ya no están con nosotros: un dossier de fotografías del Torque (Eduardo Román Quezada, quien falleció este febrero) “Relación de Objetos Olvidados”, acompañado de texto de Sergio Mayorga; y en el princi-pio de la publicación “John Cage: el arte de crear silencio. Trazos hermenéuticos para una comprensión de la música y el arte experimental en la Norteamérica de la posguerra”, del entrañable Armando Haro Márquez, quien falleciera en di-ciembre pasado. Ambos, Armando y el Torque (quien aparece también como como parte del equipo de coordinación), participaron del entusiasmo de crear una revista como ésta cuando aún vivían y hoy su trabajo aparece publicado en este ejemplar que ya de entrada se vuelve, por eso mismo, un número de colección.

La producción editorial estuvo a cargo de Texere Editores; la edición, de Judith Navarro y Magdalena Okhuysen; diseño, Mónica Paulina Borrego Lomas; corrección, Margot Castro Vallina; edi-ción de fotografía, Néstor Cuéllar; co-municación, Martha Alejandra Ramírez Alva; el equipo de coordinación de esta edición estuvo a cargo de Daniel Román Hernández, Samuel Rodríguez Escobar, Eduardo Román Quezada y Vladimir Reyna. El editorial fue realizado por Alfonso Vázquez Sosa, coordinador del Consejo Académico de Arte y Cultura de la UAZ. Vaya para todos ellos mi más sin-cera felicitación y mi deseo de que éste sea el inicio de un productivo y cons-tante ciclo de publicaciones trimestrales; ojalá que pronto tengamos la versión electrónica para que los lectores de otras partes del mundo puedan conocer este proyecto. Larga vida a Artificio.

Que disfrute su lectura.

Jánea Estrada Lazarí[email protected]

EnjambreLos rockeros de FresnilloPor Jánea Estrada Lazarín

Una catástrofe para la historia de la humanidadPor Violeta Tavizón

Mauricio Magdaleno, para intrusosIX. Las colaboraciones en periódicos y revistasPor Conrado J. Arranz 11

Doradao el nuevo erotismoPor Mauricio Moncada León 10

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13 de ABRIL DE 2015 3

La relación fugaz de Clara y Julio, que conforma el punto nodal de la trama, no es menos noble que la perpleja bondad de la pequeña Lula, hija de Bertha, que no entiende por qué al arribar a Alemania la Gestapo se ha llevado por ser judío, al buen hombre que en momentos de hambre les invitó un desayuno durante el transcurso emprendido desde España. Perplejidad que se replica cuando pregunta a su her-mano Ernest la razón por la que algunos hombres, tratados vilmente, portan estre-llas en su saco, para luego imaginar que es parte de esa estirpe desdeñada y desear traer las mismas figuras, iguales a las que en el firmamento son interrogadas cuando no se encuentra el sentido a nada. La ac-titud de Lula y la experiencia amorosa de Clara y Julio, son paréntesis que se abren dentro de la noche y parpadean, tratando de decirnos algo importante. De hecho el enigmático hombre que mira la nieve sabe que en ese encuentro amoroso está su ori-gen. El roce de las dos familias principales prefigura otra, general, más amplia, como si fuera el producto de un vientre que no deja de lanzar interrogantes condenadas a vagar por el mundo añorando fantasmas. La familia que tuvo por hogar una Europa que se volvió trampa.

El inicio exacto de Los pozos de la nieve, antes de regalarnos la imagen que me ha servido para armar este texto, es un poema de Octavio Paz que contiene lo que Vias Mahou tratará luego con belleza y fortuna. La Canción mexicana, que abre con los conocidos versos: “Mi abuelo, al tomar el café, me hablaba de Juárez y de Porfirio, los zuabos y los plateados. Y el mantel olía a pólvora”. Los versos no sólo encierran la apremiante necesidad de voltear los ojos a un pasado que se juzga más interesante que el presente. También hablan del poder de los objetos, de su capacidad de hacernos volver, con su tacto, vista y olor, a ese pasado. Los pozos de la nieve es una novela de la memoria, y por lo tanto, nutrida de descripciones. La naturaleza y los objetos, pueden ser un árbol, una motocicleta, una peineta, un pasaporte, un periódico, son portadores de un misterio doloroso que es al tiempo un martirio y un guía. El santo y seña, la clave, la imagen que abrirá las puertas a un universo recobrado: la cruz llena de nieve siempre mirándonos, como si fuera parte de nuestro cuerpo. ¿Acaso el escritor no es un panteísta que busca vencer el vacío con la fusión de la palabra y la realidad de la que viene y a la que pertenece? Sí, en cierta forma toda novela es histórica, autobiográfica y mística.

Ésta es una novela que abona felizmente a una

amplia bibliografía sobre el tema de la Segunda Guerra Mundial y la lucha civil en España, distinguiéndose sin problemas, reinventando el marco de la época con la historia específica de estas dos familias que nunca dejan de dar la impresión de estar en el centro de la vida. Los detalles de su cotidianidad, el brillo genuino que destellan, forman el contrapunto perfecto de la gran máquina, fría e irrefrenable de la historia. Las figuras negras y amenazantes de Hitler, Goebbels y Franco, se vuelven sombras, son aplastadas por el puntual trazado de un pueblo que se resiste y cobra su derecho de exis-tir, si bien en constante huida, en el margen, que aquí, se vuelve nudo, punto central. El mito humano de la supervivencia, es la garantía más confiable dentro del vórtice de la historia con h mayúscula, garantía que sin embargo, teniendo en cuenta todo lo que llevan en con-tra el amor, la conciencia y la piedad, parece un atributo de relato fantástico.

Para Octavio Paz, el poema es la forma en que se reconcilian los hechos y el mito, la posibilidad de re-

creación. En Los pozos de la nieve aparece otro afán de concordancia. El de las palabras y la realidad. La novela es, igualmente, una disquisición sobre el lenguaje, al que se pone en duda, revelando la oscuridad que muchas veces arroja, en lugar de transmitir las sen-saciones y pensamientos que surgen ante la impotencia que la opresión produce.

Todas esas palabras que no le dejan conciliar el sueño. Que le acechan, como las pesadillas. Todas esas palabras que no parecen servir sino para nada más que para matar, poco a poco. Cortarse la cabeza, sí. Y guardar la lengua bajo el paladar, como en un estuche, porque también le duele la boca, las paredes de carne dura y resbaladiza, porque las palabras parecen chocar contra ellas, una y otra vez, que nunca llegan al alma, ni vienen de ella, que sólo hieren.1

Cuando el lenguaje no alcanza a cubrir la cuota de entendimiento esperada, son los objetos los que ocupan su papel de signos, dotados de la magia que los seres humanos impregnan en ellos. Son capaces de concen-trar la existencia, recrudecer la soledad y exacerbar la memoria, y asimismo, la fe en que un día el rompecabezas que cada indivi-duo tiene que armar como justificación de su andar en la tierra, se complete. ¿De qué forma Berta Vias logra conciliar estas dicotomías: hecho y mito, palabra y realidad, objeto y ausencia? Ya hemos respondido con la refe-rencia de Paz. Si bien el género es narrativo, en la obra permea un lirismo que nos salva del vértigo y guía de la mano por los terrenos

a los que nos quiere llevar. El primero de ellos, el de un cementerio y un hombre que mira las lápidas originará una pesquisa que ya está insinuada en el título, que como en muchas otras novelas, es una metáfora de todo el con-junto. Los pozos de la nieve: con qué facilidad cae la nieve (pasa el tiempo), y con qué facilidad forma un pozo, la noche original, un sepulcro donde caben tanto los vivos como los muertos, donde la autora mete la mano y pro-duce poesía con lo que encuentra. Dentro del pozo está la condena de la violencia en todas sus variantes, el empeño por descifrar las razones por las que se mueven los seres humanos. Decía que no es extraño que la autora que du-rante el Encuentro Internacional de Escritores nos alegró con su presencia sea además de estudiosa de la historia, traductora. Son innegables la precisión y gentileza con que su lenguaje vuelve níveo, hermoso y diáfano el golpe en el lago helado del que nos hablaba Kafka, el precio para traducir los signos de la vida.

1. Vias Mahou, Berta

Cruces nevadas (II)“Sólo entonces, cuando aprendes a recorrer cada imagen como si fuera una calle muy larga de una ciudad por la que caminas por primera vez en tu vida o las páginas de un libro que no quisieras olvidar

nunca, las figuras, las palabras, las escenas no te abandonan jamás. Y tal vez hasta puedas llegar a descubrir algo que de otro modo habría permanecido oculto siempre, entre líneas, en algún rincón de la fotogra-fía. Tal vez entonces los secretos del pasado, los de la historia que estás leyendo, se deslicen fuera de sus escondrijos”.

Los pozos de la nieve, Berta Vias Mahou

Por Gabriel Luévano Gurrola

Encuentro Internacional de Escritores

Berta Vias Mahou en la Petroteca de San Agustín, en Zacatecas. Foto de La Jornada Zacatecas.

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LA GUALDRA NO. 1934

De lectores, narradores, personajes y lugares:Uno más de los utópicos lugares legendariosComentarios a Cielo árido de Emiliano Monge*

Por Edgar A. G. Encina

“Este libro está dedicado a las tierras y a los lugares legen-darios: tierras y lugares porque a veces se trata de auténticos continentes […] y otras veces de pueblos, castillos o […] vi-viendas”, sentencia Umberto Eco en las primeras líneas de sus Historias de las tierras y los lugares legendarios1. Se trata de una obra que no hace ni de diccionario ni de reperto-rio de lugares inventados ni de compendio de circuitos legendarios o alimentados por la mitología. Se trata de una obra que sí inscribe, en quince apartados, lugares que han creado quimeras, utopías e ilusiones, porque muchos lec-tores han creído que existen realmente, porque son sitios novelescos que sus lectores fantásticos ansían identificar o descubrir o desean comparar. Son historias de lugares y de tierras que cruzan la ciudad, el monte, la llanura, hasta perderse en la noche, en el tiempo y reviven en la fuerza del relato como producto de la invención lectora, que bien puede originar flujos de creencias o hacer realidad tales reconocimientos.

Son historias de lectores, apenas un fragmento estelar en las infinitas constelaciones que se descargan aplastando nuestras cabezas. Son historias en que los lectores desean habitar y los buscan en la realidad o en sus mundos fantás-ticos o que habitaron y huyeron porque no podían soportar el calor del suelo o el ambiente frío que congela al respirar o las ventiscas terregosas que ciegan con ardor. Son historias leídas, posiblemente parecidas a la realidad o extraídas de la realidad o inspiradas por la realidad o todo lo contrario, que pasman, alientan, convulsan y dan materia para otras escri-turas, para otras lecturas y para otros fragmentos ideales que conforman los muy personales lugares legendarios de historias de las tierras. Ahí sitúo el Cielo árido que Emiliano Monge (Ciudad de México, 1978) narra de la meseta Madre Buena, con sus abiertos espacios abrazados por la reseque-dad, el marchitante calor, el altiplano que atestiguando la desaparición y la fuga revive la “luz [que] arde en los ojos y el sol castiga a los hombres y a las cosas […] cuando el sopor, la lentitud y los murmullos que deja tras de sí la primavera se apoderan de la tierra[…]”. 2

Cielo árido, se titula la novela, y ya desde ahí el tufo de Juan Rulfo y Daniel Sada no se escapa del referente, un tufo de algo que está por perderse y al Gran perezoso que habita los cielos parece sólo importarle como espectáculo, un tufo de que todo se fue a la chingada y este canijo –su autor- no la pone fácil en el recuento, en el relato de daños. Cielo árido, se titula la novela del tal Monge, en la que cocina un personaje central que no es ni héroe, ni antihéroe, ni villano, ni malora, ni todo lo contrario; en la que cocina con un narrador que es personaje pero no es personaje y se debate por vestirse en la historia y al tiempo le saca a los chingadazos; en la que cocina con un lector avisado, adver-tido todo el tiempo, que es agredido implícitamente y se le dice que será, que se le adelanta al precipicio y éste –maso-quista- aguarda porque el entramado estético-narrativo no le deja soltar el libro. Cielo árido que sabemos que es árido porque su autor lo dice aquí, ahí; que no lo dice pero lo cifra allá y acá; que sabemos cómo es porque se parece al cruel

lopezvelardeano 3 y que de a poco construye la historia de una tierra.

Vuelvo.Vuelvo, porque el círculo no quedó mar-

cado. Vuelvo, porque en la arena, cuando niño, hacíamos una moneda grande y al vol-ver evadiendo al resguarda que te congelaba salvabas tu vida, la de los congelados y la de todos tus amigos. Vuelvo, como los perros hacen cuando orinan un poste, nada más para marcar territorio, para molestar a los otros perros, para encontrar mi propio ras-tro. Vuelvo porque sí, porque frente al nove-nario de “La renuncia”, “La concepción”, “La fortuna”, “El alumbramiento”, “La decepción y el desagravio”, “La desaparición y la fuga”, “La conversión y el desamparo”, “Los ascen-sos” y “Las exequias”, se trazó una galería de relatos a la manera de disección de instantes, como faros en la niebla cada uno es intervalo que pudo ser el comienzo o el entreacto de una vida, como la nuestra, que pasa su mayor tiempo sin pasar nada. Vuelvo:

Por suerte para el curso de esta historia, una historia que será mejor no asociar con esta idea: el curso, es decir: por suerte para los saltos de esta historia, aunque nuestro hombre cumpla con lo que ahora, sin dejar de ver el picaporte de la puerta, vuelve a prometerse, es decir: aunque consiga olvidar todas las anteriores a esta hora en la que estamos, aquí estoy yo para acordarme y remendar lo que haga falta: en mi poder están las hojas que un día escribió Ger-mán Alcántara Carnero, los cinco testimonios que levanté entre sus

muchachos, las noticias que en su día recorté yo de la prensa, las notas que tomé en su momento y el relato de los hechos que he debido imaginar para dar forma a esta historia: la historia de Germán Alcántara Car-nero, de la región en que vivió y de la era que marcó a sangre y fuego, una historia que ya dije: no conviene asociar a esta palabra: curso, pues es antes que un continuo una galería de momentos.4

Vuelvo. Vuelvo porque ese truco narra-tivo que alude a las formas estéticas como actos y experiencias comunicativas hacen de Germán Alcántara Carnero, el personaje principal, “Nuestrohombre”, “el gringo”, hijo de “Elprimero” y la “Quecontiene”, hermano de Sagrario y Heredí y que olvidó a Anne Lucretius Ford y al Delmónico Macías Oso-rio. Vuelvo:

Porque en este punto de esta historia, una historia que por fin ya sabe cuál podría haber sido su comienzo aun a pesar de no tener comienzo y tam-bién sabe que seré yo en algún punto del relato un nudo más en su hilo, el instante que ahora importa es única-mente el instante que con menos luz irradia la existencia de nuestro hom-bre al volver sobre éste la mirada: un instante que aun así podría haber sido el comienzo de esta historia, nuestra historia, si alguien más la hubiera relatado y si éste: Alguienmás, nos presentara los sucesos deslumbrantes que sostienen la existencia de […] manera lógica, lineal, inmóvil, mono-lítica y vacía.5

Vuelvo por tercera vez.Vuelvo, como “Alguienmás”, para en-

terarme que he leído “Una historia en la que luego de aceptar: [que] no seré nunca personaje, debería aceptar también: [a su vez, que] tampoco seré un nudo atado a su hilo […]”.6 Que he presenciado-leído fragmentos de vida de “un hombre que sin saberlo fue su siglo y la de un lugar que se condensa aquí […]”,7 allá. Vuelvo porque en todas las líneas la violencia es la historia y es acto narrativo; porque el filo del conflicto que se asoma en cada párrafo donde la solución es pelear y la razón se esconde en el entramado ilógico del relator y la agonía de su lector, se descubre todo, se descubre así como resultado de las acciones que, en el nódulo, está la tragedia imaginada de un ser como el que ahora lee, como el que mañana o esta noche abrirá el libro, no podrá escapar de su historia, ni huir menos de su sombra. Vuelvo al lugar imagi-nario que se construye en la narrativa, al que el personaje desea huir y sólo lo alcanza en la muerte.

*El Cielo Árido, de Emiliano Monge [xxviii Premio Jaén de Novela], Mondadori, 2012. Encuentro Internacional de Escritores, 29 Festival Cultural Zacatecas, 2015.

1. Umberto Eco, Historias de las tierras y los lugares legen-darios, Barcelona, Lumen, 2013, p. 7.2. Emiliano Monge, El cielo árido, México, 2012, Litera-tura Mondadori, 508, p. 101.3. Cfr. Ramón López Velarde, “La bizarra capital de mi estado…”, en: La sangre devota, México, 1916.4. Emiliano Monge, Op. Cit., El cielo árido, p. 16.5. Ibídem, pp. 59-60.6. Ibídem, p. 161.7. Ibídem, p. 13.

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Emiliano Monge en la Petroteca de San Agustín, en Zacatecas. Foto de Gabriela Flores.

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Una de las primeras civilizaciones en la historia de la humanidad fue la de Mesopotamia, situada entre los ríos Tigris y Éufrates, y que actualmente desembocan en el Golfo Pérsico. Han sido tres regiones en las que se ha dividido a esta civilización: la Mesopotamia meridional (habitada desde el año 30000 a. C.); la Mesopotamia de la región central en donde se encontraba Babilonia; y la Me-sopotamia septentrional, conocida también como Asiria y en la que se ubica la ciudad de Nínive, actual Mosul.

Las ciudades asirias se remiten al siglo 2500 a.C y se convirtieron en una potencia mililtar y por ende en un gran imperio. La Historia del Arte ha distinguido a la cul-tura asiria por sus avances en cuanto a la ingeniería para el aprovechamiento y canalización de aguas; por sus relieves en los que se ensalzan las victorias de los reyes; así como por los vestigios arqueológicos que han persistido por milenios.

A lo largo de la historia, el pueblo iraquí sobrevivió varias invasiones. Durante el siglo XIX se comenzaron a suscitar distintas exploraciones arqueológicas para inves-tigar la cultura asiria en el territorio iraquí. Tras la época colonialista, Irak formó parte del imperio británico del cual se independizó en 1920. Seis años después abrió el primer museo iraquí, entonces conocido como Museo Bagdad, en el que en 28 salas se alojaron las diversas pie-zas que se fueron rescatando tras las excavaciones arqueo-lógicas. Desde la década de 1920, el gobieron iraquí pidió que se estableciera un registro del acervo que se tenía en

el museo, así también fue un decreto que todo el material excavado fuera presentado al centro museístico para su cata-logación.

En la década de 1970 se comenzó una reestruc-turación y se inauguró en 1983 un nuevo edificio que alojó el gran acervo que el Museo Nacional de Bagdad tenía en res-guardo. Sin embargo, a partir de 1991, tras el inicio de la Guerra del Golfo, este espacio ce-rró sus puertas. Tras la captura de Sadam Husein en 2003, el peligro en el que se encontró más de una década el acervo llegó a su mayor exacerbación. Comenzó una ola de saqueos tanto de locales como de extranjeros, que entraron sin mayor remordimiento a las salas, bodegas y biblioteca y robaron más de 7,000 piezas de carácter invaluable.

Hace dos meses, en el mes de febrero, comenzó a circular un video en redes sociales, en el que se observa al llamado Estado Islámico destruyendo a punta de marti-

llazos y balazos, el patrimonio del Museo de Mosul, el se-gundo museo más importante en Irak después del Nacional de Bagdad. Cabe destacar que Mo-sul se encuen-tra en lo que antiguamente fue la ciudad de Nínive, cuna de la cultura asiria, por lo que en el museo se exhi-bían de las más antiguas piezas

de la cultura mesopotámica. Los yihadistas se dedicaron a destruir los objetos más grandes, difíciles de transportar; sin embargo, los arqueólogos iraquíes creen que las piezas medianas y pequeñas han comenzado a traficarse en los mercados del arte.

La destrucción no ha parado ahí, desde enero de 2015 se han causado severos daños a 42 sitios, incluyendo igle-sias cristianas, bibliotecas, mezquitas dedicadas a profetas y santuarios. En respuesta a estos actos barbáricos, el gobierno iraquí inauguró el pasado mes de marzo la reaper-tura del Museo Nacional de Bagdad, después de doce años de reahibilitaciones al edificio y de recuperar más de 4,000 piezas después del saqueo de 2003. El mensaje fue muy claro para el grupo yihadista y fue mencionado por el pri-mer ministro del país: “Preservar su civilización”. El acervo que alberga actualmente dicho museo tiene cerca de 15,000 piezas, que hasta el día de hoy se encuentran todavía a salvo de las manos de un grupo que quiere controlar a un pueblo al que está destruyéndole su memoria histórica.

Los actos de devastación a los sitios que se encuentran en Siria e Irak no nos deben resultar lejanos o intrascen-dentes, ya que se está desmantelando no sólo la historia y el patrimonio de dos países; estos actos vandálicos de ani-quilamiento y saqueo están provocando paulatinamente la demolición de los cimientos de las primeras civilizaciones de la humanidad, por lo tanto, nuestro pasado más antiguo.

* Curadora.

13 de ABRIL DE 2015 5

El Templo de las Musas

Una catástrofe para la historia de la humanidad

“La identidad de un país, su valor y su civilización residen en su historia. Si la civilización de un país ha sido saqueada,

como la nuestra ahora aquí, su historia termina”.

Raid Abdul Ridhar Mohammed (arqueólogo iraquí, 2003).

Por Violeta Tavizón *

Arte

Museo Nacional de Bagdadhttp://www.historiayarqueologia.com

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6 LA GUALDRA NO. 193

Enjambre Los rockeros de FresnilloPor Jánea Estrada Lazarín

Fotografía: Juan Carlos Villegas

Mús

ica

El grupo de rock Enjambre está conformado por los fresnillenses Luis Humberto Navejas (voz), Rafael Navejas (bajo), Julián Navejas (teclados y guitarras), Ángel Sánchez (batería); y por el ca-liforniano Javier Mejía (guitarra). Enjambre nace con este siglo; y después de un arduo camino recorrido buscando consolidarse, hoy son prota-gonistas en la escena nacional del rock. Durante su reciente visita a Zacatecas para presentarse en el Festival Cultural, conversamos con ellos, hablamos del inicio de su carrera, de su música y de su natal Fresnillo, Zacatecas.

Jánea Estrada Lazarín: Antes de llamarse En-jambre, tuvieron otros grupos en Fresnillo… Luis Humberto, ¿podrías hablarnos de cómo dio ini-cio esta aventura? Sabemos que tenías 15 años cuando estabas fundando tu propio grupo…Luis Humberto Navejas: Sí, en esa época vivía-mos todavía en Fresnillo y Rafa y yo fundamos un grupo que se llamaba Los Cuatro Fantásticos, en donde además estaba el hermano de Ángel, César… al año o un poco más Ángel tocó con nosotros. Por azares del destino nos tuvimos que ir a Estados Unidos y continuamos el grupo por allá y le pusimos el nombre de Enjambre; después de varias alineaciones nos quedamos nuevamente Rafa y yo solos al tiempo que Javier y Julián, quienes tenían otro grupo, se quedaron también solos, y nos juntamos. Luego, de vaca-ciones, nos encontramos otra vez a Angel, le dijimos que si quería estar con nosotros, subió su batería al carro y se fue a Estados Unidos.

El grupo de Julián Navejas se llamaba Tely; un grupo con influencia de la música sicodélica de los sesentas. Tocaban en inglés, “nos movíamos más bien en el círculo gabacho cuando vivíamos allá”, dice Julián.

JEL: ¿En qué año finalmente se reúnen los cinco?Luis Humberto Navejas: En el 2006 empe-zamos a componer juntos, y a descomponer también, y grabamos un primer disco en 2007; ya habíamos venido un par de veces a México a tocar y nos dimos cuenta que aquí había un público para lo que estábamos haciendo. Luego a través de my space había mucha retroali-mentación con un público nuevo y creciente, regresamos una tercera vez y dijimos “vamos a quedarnos una temporada”, ya pasaron más de 6 años de “esa temporada” y seguimos aquí…

JEL: Son cinco discos ya desde que se funda el grupo. Muy diferentes, por cierto…Luis Humberto Navejas: Sí, cinco discos. El pri-

mero tiene una historia interesante; tres de los que somos ahora no estaban todavía en la banda y el disco representa un poco la búsqueda del sonido que queríamos y que no encontramos; el disco se llama Consuelo en Domingo y a pesar de que no es la música que tocamos ahora le tenemos mucho cariño por lo que representa y porque los integrantes anteriores son buenos amigos también. En realidad nosotros empe-zamos a contar la carrera de Enjambre cuando empezaron a pasar cosas a partir del segundo disco, Felino, que es con el que llegamos a Mé-xico. Después siguió Daltónico, Huéspedes del orbe y ahora, el más reciente: Proaño.

JEL: Como el cerro de Fresnillo… hablemos ahora un poco de esta hermandad que existe entre la gente fresnillense; vemos cómo donde quiera que se encuentran, siempre se van a reu-nir en torno a su lugar de origen…Julián Navejas: Sí, es algo muy curioso, tú lo mencionas y es cierto. Nos pasa cuando vamos a tocar a diferentes ciudades; siempre llega alguien de Fresnillo y los del staff dicen “y a éste cómo le dicen, cuál es su apodo”. Es algo muy padre, yo lo presumo; Fresnillo no es un lugar turístico, pero la calidez de la gente es el atrac-tivo de esa ciudad…Rafael Navejas: Sí, recién fuimos a Los Angeles

y nos dimos cuenta que hay una liga de fresni-llenses que se juntan a jugar básquet; mandaron a hacer sus camisetas y se llaman “Los Mineros de lejos”, porque son mineros pero están lejos de Fresnillo, y se reúnen todos los domingos a jugar equipos de diferentes ciudades del condado de Los Angeles… hasta allá estamos unidos…

JEL: Ustedes no viven desde hace años allá, pero ¿qué es lo que más extrañan de su ciudad?Julián Navejas: Yo extraño a la gente, a mis amigos, a mis abuelitas, la familia, la comida, el cotorreo…Rafael Navejas: Y extrañamos a Fresnillo mismo. Porque ya ha cambiado mucho. Lo poquito que queda de lo que nosotros vivimos tratamos de reavivarlo dentro de lo que se puede… estar con la familia, con los amigos. Ha cambiado porque mucha gente de fuera ha llegado ahí; antes salía a la calle y a todo mundo conocía, ahora casi no conozco a nadie. Obvia-mente en materia de seguridad ha cambiado muchísimo, ha empeorado. Nosotros, cuando adolescentes, nos amanecíamos en la calle, hasta que salía el sol…Julián Navejas: Tomando malteadas, sodas… [ríe]Rafael Navejas: Andábamos en la bicicleta a to-das horas, sin miedo; en ese sentido extrañamos

a Fresnillo mismo, el de nuestros recuerdos.

JEL: De ahí la canción de “Sábado perpetuo”…Luis Humberto Navejas: Sí, de hecho, tenemos mucho que no vivimos allá; pero siempre que íbamos no sabíamos ni qué día de la semana estábamos viviendo; reunidos con la bola de cuates sentíamos que en Fresnillo siempre era sábado. La canción habla de esa etapa de nues-tras vidas en la que sentíamos que era nuestra ciudad, sin nada de “intrusos”, cuando teníamos la libertad de hacer lo que quisiéramos. “Sábado perpetuo” es un homenaje a ese Fresnillo y donde se contrasta ahora la impotencia de saber que no podemos hacer nada y de que no hay nadie que haga algo al respecto…Julián Navejas: Empezando por quien se su-pone que debe hacer algo por rescatarlo, que es el gobierno, y que muchas veces es cómplice de lo mismo.

“Un sábado perpetuo, éramos la ley sin decreto / de la noche merodeadores, del amanecer busca-dores / éramos buen tiempo perdido, del capricho de un suspiro / por las calles ya no se vela, pues nos toca la balacera / y con el alba en la acera, sólo nos queríamos cerciorar / que el mundo no dejara de girar”.

JEL: Esa frase del final, en la que hablan de las

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Música

balaceras, es muy contundente y en el Vive Latino de este año prendió mucho a la gente; sobre todo porque ustedes se atreven a hablar de manera frontal de esa violencia que impera en el país completo y ahora más en su ciudad natal…Luis Humberto Navejas: Es una situación que se vive en gran parte de la república mexicana; nosotros que andamos tocando en diferentes ciudades nos damos cuenta que es una situación que resuena mucho. Acabamos de tocar en Monterrey y la gente la cantó como si fuera de ellos… la situación de violencia se vive en toda la nación…Rafael Navejas: Tristemente…Julián Navejas: Sí, tristemente que todos se puedan identificar con algo así; pero la contraparte es que aunque no podamos hacer nada para solucionarlo, qué alegría es que todos podamos cantar juntos; eso no nos lo pueden quitar, eso es nuestro. Y aunque al país se lo lleve la tristeza, el ser mexicanos, el ser zacatecanos, el ser fresnillenses, es nuestro, no nos pueden quitar la libertad de querer cantar y estar felices, de creer en lo que creemos, de tener fe en Dios… Yo no creo que como artistas podamos hacer mucho al respecto, no somos personas muy conocedoras de política, ni somos intelectuales ni mucho menos, pero nos gusta hacer mucho lo que hacemos, eso lo compartimos, porque todos pueden hacer lo mismo también.

Enjambre ha compartido el escenario con bandas como Café Tacuba, Caifanes, Zoé, Babasónicos, Aterciopelados… Como zaca-tecanos se sienten orgullosos de estar presentes en la escena nacional del rock siendo de provincia. En cuanto a sus influencias, manifiestan ser amantes del rock clásico. Desde niños, los herma-nos Navejas escuchaban, gracias a su padre, quien toca la guitarra, música de los Beatles, Joan Manuel Serrat, Piero, Juan Gabriel, Timbiriche…

JEL: En Fresnillo hay grandes músicos… ¿hay alguna in- Ángel Sánchez

Javier Mejía Julián Navejas Luis Humberto Navejas

Rafael Navejas

fluencia de ellos en su música?Rafael Navejas: A mí me gusta también la música clásica; me gusta la obra de Manuel M. Ponce. Tomás Méndez también es de Fresnillo y fue un gran compositor… eso nos da mucho orgullo. Yo escucho mucha música ranchera…Luis Humberto Navejas: De hecho hay un pequeño tributo a Tomás Méndez en una de nuestras canciones llamada “Ali-cia”, en la que mencionamos una frase de “Paloma Negra”: “ya no sé si maldecirte o por ti rezar”… También está la Orquesta de la Provincia de Beto Díaz, cuando nos subimos al escenario, siempre ponemos el intro de una canción de ellos “Una mujer enamorada”, un tema instrumental con el que siempre subimos al escenario.

JEL: Los Temerarios…Luis Humberto Navejas: ¡Y Los Románti-cos de Zacatecas también! Nosotros los co-nocimos en Fresnillo, ellos también fueron al colegio al que fuimos nosotros…

JEL: Hablemos del Colegio Fresnillo… ¿To-dos, salvo Javier, estudiaron ahí?Luis Humberto Navejas: Desde primero de primaria, bueno, Ángel desde el kín-der…

JEL: ¿Recuerdan a algún maestro en es-pecial?Luis Humberto Navejas: Yo me acuerdo de todos los maestros y de todas las mon-jas… [ríe] Un saludo para todas las Siervas del Jesús Sacramentado, son una chulada…Julián Navejas: La maestra Chofis…Luis Humberto Navejas: Y la maestra Ma-risela, la maestra Lucha, la madre Hilda, la madre Marisela, la madre Margarita.Julián Navejas: La madre Lupita…Luis Humberto Navejas: Y ya no quere-mos decir nada más porque se nos pueden pasar algunos maestros; pero les manda-mos un saludo a todas las personas que trabajan en el Colegio Fresnillo…Rafael Navejas: Y a las madrecitas chulas…

JEL: ¿Dónde tomaron ustedes su primera clase de música?

Luis Humberto Navejas: En la calle… [to-dos ríen]Julián Navejas: Iniciamos tocando en la rondalla del Colegio… Yo hasta viajé a dife-rentes lados tocando con ellos…Rafael Navejas: En la casa siempre mi papá tocó la guitarra y mis tíos… entonces siem-pre tuvimos una influencia familiar… no sé en qué punto exactamente, pero desde chiquillo ya tocaba la guitarra.Luis Humberto Navejas: Recordamos las canciones que llevábamos de serenata a las mamás [canta]: “Madrecita del alma querida en el pecho yo llevo una flor…”.

JEL: ¿Qué esperarían ustedes de Fres-nillo?Julián Navejas: Nada, yo cuando voy ahí sólo espero pasármela bien… Fresnillo no nos debe nada, al contrario, nosotros le debemos mucho…Rafael Navejas: Nos dio mucho, nos dio una infancia muy linda, una adolescencia también; nos dio mucha inspiración, to-davía nos da inspiración. Varias canciones del disco nuevo, Proaño, tienen en gran parte que ver con Fresnillo. Hay una can-

ción que se llama “Tras la puerta” que habla de un cuarto donde todavía están nuestros álbumes fotográficos, nuestros juguetes, todo está almacenado ahí, en casa de mi abuelita. Está otro tema instrumental que se llama “Calzada Proaño”, son por lo menos cuatro canciones que hablan de él, así que Fresnillo nos sigue dando mucho todavíaJulián Navejas: Una canción que tocaba con mi anterior grupo habla también del cielo rojizo de Fresnillo…

La entrevista continuó con más preguntas por parte de nuestros compañeros Rafael de Santiago y Benny Contreras, quienes les cuestionaron sobre qué recomendaciones les harían a las bandas locales, qué esperan en los próximos años como agrupación, qué opinan sobre los empresarios que no les pagan a los grupos que van empezando… Si usted quiere saber más, le recomiendo que visite el canal de La Jornada Zacatecas TV en Youtube, en donde encontrará com-pleta la conversación que tuvimos con este exitoso grupo fresnillense, orgullo de todos los zacatecanos.

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El amor es un tema más que recurrente en El Quijote, pues a largo de la novela Cervantes nos envuelve en muchas historias dentro de la misma hablándonos de personajes que sufren por no estar con la persona amada, que han traicionado por amor e incluso aqué-llos que han perdido el juicio por culpa de Cupido.

En el capítulo XX de la segunda parte, se hace una descripción interesante del Amor. Don Quijote y Sancho son invitados a las bodas del rico Camacho con Quiteria, quien en realidad está enamorada de Basilio el pobre, este último hace una aparición real-mente dramática en el capítulo siguiente, donde se prosigue la aventura. Las bodas se aprovechaban para dar espectáculos a los invitados, la descripción de la celebración es por demás interesante, pues los torneos y representaciones que se narran en este capítulo eran comunes en tiempos de Cervantes.

Así, don Quijote y Sancho presencian una danza hablada, es decir, un ballet con argumento y recitado. En ésta apare-cieron ocho ninfas, repartidas en dos hileras: de la primera era guía el dios Cupido, y de la otra, el Interés. El primero adornado de alas, arco, aljaba y saetas y, el segundo, vestido en colores de oro y seda. Las ninfas seguidoras del Amor portaban en las espaldas sus nombres: Poesía, Discreción,

Buen Linaje y Valentía. Las que seguían al Interés eran: Libe-ralidad, Dádiva, Tesoro y Posesión Pacífica.

Al comenzar la danza, Cupido fue el primero en presen-tarse diciendo: “Yo soy el dios poderoso en el aire y en la tierra y en el ancho mar undoso y en cuanto al abismo encierra en su báratro espantoso. Nunca conocí qué es miedo; todo cuanto quiero puedo, aunque quiera lo imposible, y en todo lo que es posible mando, quito, pongo y vedo”.

Recordemos que en la época Cervantina comenzaba el resurgimiento de la tradición clásica, los grandes dioses mitológicos se recuperan en la narrativa y en todas las artes. Así, Cupido aparece en varias ocasiones a lo largo de la obra, definiendo lo bueno y lo malo que provoca este dios.

En el capítulo LVI de la segunda parte, don Quijote se distrae por culpa de aquel niño ceguezuelo a quien suelen llamar Amor, el cual no perdió oportunidad de triunfar sobre un alma lacayuna y ponerla en su lista de trofeos. Cervantes, describe la acción de Cupido hacia don Quijote de una forma muy parecida a la que Homero narra la influencia y movimiento de los dioses en las tramas de La Ilíada y La Odisea, al decir que: “Le envasó al pobre lacayo una flecha de dos caras por el lado izquierdo, y le pasó el corazón de parte a parte. Causando así que don Quijote no escuchara el son de la trompeta que daba inicio a

un enfrentamiento. Todo esto, porque el Amor es invisible y entra y sale donde quiere, sin que nadie le pida cuenta de sus hechos”.

¿Somos también, estimado lector, almas lacayunas como don Quijote?

* Comentarios y sugerencias:Twitter: @RbkMej

El amor, un personajePor Rebeca Mejía López

Lite

ratu

raNotas sobre Sueño DFeño[Dirección y guión Alberto Amador Sa-las, Festival DocsDF, México, 2014, corto 10:34 m.]

Poder inspirar. Sí, poder inspirar es el fin que tiene el jovencísimo tabasqueño Ciprián Azcuaga. También es el fin del guionista y director zacatecano Alberto Amador Salas.

La historia es sencilla: “Ciprián busca realizar su sueño de ser bailarín profesio-nal y triunfar en el Distrito Federal. Desde niño se ha inmiscuido en el mundo de la danza folklórica; sin embargo, decidió inclinarse por el baile moderno. Ciprián tiene más de un año buscando el sueño defeño porque en su pueblo natal las opor-tunidades que existen se reducen a sólo bailar al ritmo del tambor y la ganadería. Para él y muchos más, salir de provincia es la única forma de desarrollar su verdadera pasión”.

Pese a lo sencillo del relato, Ama-dor envía un mensaje: para satisfacer los sueños individuales se debe suprimir la comodidad del arraigo (los vínculos, la localidad y las condiciones ideales y materiales).

Amador, nótese que enfatizamos en el guión y la dirección, porque este trabajo fue seleccionado entre cientos de pro-yectos enviados al Festival DocsDF y lo elaboró durante la celebración del mismo en la Ciudad de México.

En la vista del documental, hay cuatro protagonistas: Ciprián y su historia; la danza que denomina street dance; la buena dirección de Amador; y, las locaciones urbanas del DF (también hay cientos de islas rurales).

Ciprián es un hermoso joven que ha cumplido una parte de su sueño: estudiar danza en una academia profesional que le satisface. La otra parte está en copretérito: busca inspirar.

La historia es relatada con la voz pre-sente activa de Ciprián. La cámara lo sigue a la academia, a los lugares que ahora son parte de su fin: calles, plazas, muchedum-bre con sus propias historias anónimas.

La cámara-Amador no cede a Ciprián. Los dos son complementos, pues tienen un fin: cumplir un sueño.

Me quedo con una escena, que a mí me inspiró: Ciprián llora emocionado al platicar de sus padres, el amor al arte y de cumplir parte de su sueño. Atrás de él es notorio que está el Palacio de Bellas Artes, el símbolo cultural del país.

Lunes 13Estoy totalmente instalado en la nueva casa. Michel ayudó en la mudanza. El tras-lado fue con discreción, para evitar a Sine. Con prudencia pongo distancia. Además, Ramón anda en su sainete y en la feria.

Funciona todo: internet, agua, elec-tricidad y mensajería. El gas es de cilin-

dro. Una incomodidad: entran moscas y hacen su ruidal. El acceso al patio interior no tiene puerta de alambre. Le avisé a los dueños. Sugirieron colocar una cortina de tela ala de mosca y una bolsa con agua.

Sujetín escribe diario, lo hace desde el miércoles antepasado. Me hacen gracia sus mensajes [chatean por el inbox de Facebook]. Estuve con él jueves y viernes. Sólo fui para estar con él.

Tiene un cuarto prestado; es sólo para vacaciones. En la feria no.

Ahora viste skinny jeans marrón claro y botas de trabajador. Ha enjutado las playeras y camisas.

Sujetín es un camaleón que identifico

por los tatuajes y el lunar en su peny.Por primera vez ha propuesto venir.

Promete un fin de semana. No hay fecha. Sé que no ocurrirá. Yo seguiré yendo a sus cuartos temporales y hoteles de horas.

Él sabe qué significa para mí. Yo no tengo sus palabras. Es como Andrés.

Andrés llegó el miércoles pasado. Llamó. No respondí.

Sigo en la redacción del manual. An-tes, durante la mañana leo [Lee La sole-dad de los animales de Daniel Rodríguez Barrón. Es una sugerencia de M]. En las tardes camino en las veredas que van a Los Cardos [el acto le recuerda Pájaro vuelve a tu jaula y Desiertos intactos de Severino Salazar].

Por Mateo Estrada GaviriaDi

ario

de M

ateo

Fotograma de Sueño DFeño, de Alberto Amador.

Bodas de Camacho con Quiteria. Capítulo XX de don Quijote. www.gutenberg.org

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sen (descubridor del Polo Sur), cuyo bolso de libros se hundió en los hielos y se vio obligado a leer cada día un indigesto libro titulado Retrato de Su Sagrada Majestad en Sus soledades y sufrimientos. En el segundo texto nos dice que la relación del escritor con sus lectores es una cuestión de vida o muerte. Si el escritor es leído, vive; si no, muere. También menciona la relación del escritor con sus editores y llega a la conclusión de que es más extraña, difícil y compleja que una relación amorosa. Concluye señalando que la industria edi-torial en nuestros días, está sometida a la codicia devastadora de los inversores y exigen al escritor que produzca bestseller tras bestseller. En el tercer texto, sin dejar de lado la industria editorial, nos cuenta que seis meses antes de ganar el Premio Novel la escritora Doriss Lessing le escri-bió una carta desconsolada en la que decía que había enviado su más reciente novela y un par de relatos largos a sus editores ingleses y estadounidenses. Los primeros le dijeron que escribía demasiado (ella ya había cumplido ochenta años), los segun-dos, que su literatura tenía poco interés

para las nuevas generaciones. Termina la anécdota señalando cómo después del Nobel Lessing fue festejada y cortejada (claro por los editores) pero que ella jamás olvidó lo sucedido. En fin, los invito a leer este libro, sencillo y ameno, publicado por la editorial sextopiso y (parafraseando a Manguel) seguir formando parte a ese cír-culo al que pertenecemos, desde siempre y para siempre, libros y lectores.

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Castillo de sal si puedes“Somos criaturas de palabra, nacemos con el don de la palabra, vivimos a través de la palabra, conocemos y damos

a conocer nuestra experiencia con la palabra, y sólo cuando morimos perdemos la palabra. Y, dicen algunos, ni siquiera entonces: las almas que Dante encuentra en la Ultratumba siguen haciendo literatura”.

Alberto Manguel

Por Ester Cárdenas

Para cada tiempo hay un libroEs el título del más reciente libro de Alberto Man-guel con doce textos, todos alrededor del libro y se-senta fotografías de Álvaro Alejandro en las que en-foca el libro de muy diversos ángulos y maneras. La

primera fotografía nos muestra la palabra libros en quince idiomas. En el primer texto Manguel afirma que cada ocasión tiene su libro pero no todo libro conviene a cualquier momento de nuestra vida, pasa luego a contarnos una anécdota sobre Amund-

“Tanto es así que…”Debemos distinguir el uso del adverbio “tanto” y su apó-

cope “tan”. Esta última forma es “tan especial” (el chiste se cuenta solo) que sólo se antepone a adjetivos y adverbios.

Ejemplos:Vienes tan distante, tan distinto, que no te reconozco.Se comportó de un modo tan estúpido que mejor me fui.Se acercó tan sospechosamente.Tan no lo quiso que ya lo denunció.“Tanto”, en cambio, se antepone a verbos, sustantivos y pro-

nombres:Tanto come que ha engordado tres kilos en el mes pasado.Hace tanto ruido que ninguno lo soporta.Te quiero tanto que ya no puedo más.En este contexto, pues, es incorrecto utilizar el apócope

“tan” antes de un verbo. Sobre todo si ese verbo es el sustan-tivo “ser”.

No se dice, pues, “Tan es así que…”. Lo correcto es “Tanto es así que”.

Además no es necesaria la coma antes del pronombre.

* Lo invito a que envíe comentarios y demás inquietudes a:

[email protected]

El PicaportePor Simitrio Quezada

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LA GUALDRA NO. 19310

Las circunstancias son la realidad del hombre, según se ha dicho; pero podría agregarse que esas circunstancias son producto de elecciones y contextos. Podemos inferir esta afirmación en la historia que nos presenta David Miklos, porque nada hubiera sucedido en Dorada si su personaje no hubiera optado por buscar a esa mujer, una dorada, que lo llevaría a La dorada y Aguafuerte. No intento confundir al lector, no es un juego de lenguaje simple, debe entenderse que el título de la novela corresponde a varios niveles dentro de la historia: por un lado, tenemos la ciudad que lleva ese nombre; por otro, la mujer oriunda de dicho lugar que es así nombrada; se trata, además, de una representación en especial, la mujer de la pintura que se volverá, de forma progresiva, el factor de-terminante dentro de la narración. He comenzado con este escrito de una manera abrupta, con la in-tención de plasmar el indicio dentro del título de la novela que, a final de cuentas, sólo es un incidente en el destino del personaje.

Cuando se habla de novela erótica llegan a la mente dos visiones distintas, una de ellas corres-ponde a la idea que plantea Bataille en el sentido de transgresión a partir de tres niveles. Transgresión desde el supuesto de que debe existir una prohi-bición, ya sea ética, moral o jurídica. En cuanto a los niveles, señala el erotismo de los cuerpos, de los corazones y de las almas. La otra visión se centra en insinuar hechos o deseos sexuales. Con el tiempo, he creído necesario incluir otra manera de conjuntar ambas, o plantearlas por separado: la sospecha del otro o la especulación de la transgresión del otro en hechos explícitos, como pudiera suceder en la insinuación adivinada o intuida desde el otro, es decir, la complejidad de posibilidades en la enunciación misma de los actantes y los hechos, como también habría que buscar en la interpretación del silencio de ambos. Para ejemplificar, en el caso de las novelas de Sade nos enfrentamos a una transgresión explícita de los personajes en cuanto a la violencia ejercida sobre otros, mayor en proporción con las prohi-biciones que implica cada circunstancia. Es decir, hay conocimiento de lo que no está permitido, lo cual origina un deseo que encuentra placer en su ejecución porque se sabe que se pisoteó la prohi-bición de forma deliberada. En cuanto al erotismo como insinuación, pueden observarse los textos de Restif de la Bretonne y John Cleland, en donde se emplean metáforas, analogías y alegorías de los órganos sexuales para volver el discurso menos obsceno, aunque no menos candente. En ocasio-

nes, sin embargo, no resulta suficiente trazar ese esquema.

Las dos maneras de mostrar el erotismo son similares en cuanto a la interacción de dos o más personajes, sea por común acuerdo o a través de la violencia, pero hay novelas eróticas que muestran un carácter distinto en dicha interacción; por ejemplo, en el caso de Roberte, esta noche de Pierre Klossowski, Octave no busca poseer a Roberte de una manera carnal, sino desde su totalidad apre-hendiendo todas las formas posibles de Roberte: la esposa, la tía, la salutista, pero también cuando no puede contenerse y cede a los deseos despiertos a su pesar, o quizá no, cuando se entrega a otros hombres; éste es el punto complejo de expresar, porque en ocasiones es sólo la mente de Octave la que imagina esos escenarios y atribuye el placer y el deseo que experimenta Roberte a un puro espí-ritu. La narración oscila entre la transgresión y la insinuación, la sospecha del otro o la especulación de la transgresión del otro en hechos explícitos; pero también es importante el espacio en el que sucede la narración erótica pues implica el marco y el fondo, a manera de obra de arte pictórica, para crear la totalidad de la escena y que no sólo se limite a la acción de los cuerpos.

Era necesario ese rodeo para explicar mi apre-ciación de Dorada a partir del erotismo. Se trata de una novela en la que el narrador autodiégetico dosifica la transgresión, como se observa cuando apunta que la fotografía de un par de tetas y un rostro parcialmente oculto por unas gafas le hace emprender un viaje a una ciudad mítica, que pu-

diera ser un error. Su deseo y búsqueda de placer se manifiestan en lo que cree saber del tipo de mujer de esas tierras, es decir, su imaginación ge-nera un ideal, que puede ser cualquiera o muchas o ninguna. Su dorada, como la llama, es igual a otras doradas, la única diferencia es que ella lo ha con-tactado y seducido a la distancia, pero sólo porque él se ha dejado seducir por su propio pensamiento. En el apartado que corresponde a “Adentro”, las veces que posee sexualmente a la mujer generan incertidumbre y ambigüedad entre algo real o imaginario, una especie de sueño o alucinación. Desde su llegada, y aún en el avión, le suceden cosas extrañas como parte de un deseo ramificado, si pudiera decirse así, pues busca a una mujer en específico, aunque no elimina la posibilidad de interactuar con otras, como la rubia que viajaba a su lado o la azafata o la agente de migración o la taxista, éstas cuatro idénticas o la misma en versiones diferentes. En cualquier caso, muestra un deseo violento: “Me inclino hacia la agente de migración y la beso con furia, le muerdo el labio, su gorro cae al suelo y la despeino, libero la cabellera de la coleta, aprieto a la mujer contra mí y siento sus pechos voluminosos contra mi torso”, pero nada de eso ocurre. Cuando cree estar con su dorada en el cuarto de hotel, sucede algo similar, los momentos voluptuosos llegan a su mente como recuerdo o evocación, pero se desvanecen como posibilidad de realidad o sueño. En el apartado “Afuera”, en cambio, el contacto sexual se plantea como real con las veintidós mujeres que lo rodean, incluso con aquella mujer rubia que viera por primera vez

en el avión; todas son distintas, todas son iguales, todas son la misma en su deseo. Las posee a todas, de tres en tres por noche, y retoza con ellas du-rante el día. Lo que ellas desean es lo que él cree que desean, y es su propio deseo también porque, quizá, a eso fue a La dorada, aunque haya tenido que comprobarlo y realizarlo en Aguafuerte, un lugar que pertenece a esa ciudad, pero es comple-tamente distinto al mismo tiempo.

La manera en que se enmarca la narración de los sucesos eróticos es lo que permite atar cabos y crear la complicidad con el lector porque, para generar el artificio del mundo mágico que es La dorada, cuando llega el narrador se menciona que un hombre le da una yerba para el mareo produ-cido por el vuelo o el cambio de altura de la ciudad; esa yerba aparecerá en varios momentos como un indicio del mundo imaginario del narrador: en la segunda parte de la novela se vuelve recurrente para entender el discurso de U., quien le “facilita” las hojas redondas de un árbol. También el paisaje de la segunda parte de la historia, desarrollada en Aguafuerte, remite al nombre de la novela, Dorada, pues una pintura que llevaba consigo el narrador para regalarla a su dorada se convierte en la repre-sentación de la mítica ciudad a través de sus tonos ocres, así como la mujer representada, recargada en un árbol y con un libro entre las manos, como si le-yera o durmiera. Dicha pintura es la representación o presagio o develación de su viaje y su verdadera razón, que él mismo desconoce. Nada fue, en fin, casualidad. La única manera de averiguarlo, sin embargo, es la lectura de la novela de David Miklos.

Encu

entr

o Int

erna

cion

al de

Escr

itore

sDoradao el nuevo erotismo

“No me atrevo a decirle a U. que el encuentro de anoche fue todo menos fogoso, más un acoplamiento que una experiencia erótica compleja, que se trata del sexo más límpido que he tenido en mi vida”.

D. Miklos

Por Mauricio Moncada León

David Miklos en la Petroteca de San Agustín en Zacatecas. Foto de La Jornada Zacate-cas.

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Mauricio Magdaleno, para intrusosIX. Las colaboraciones en periódicos y revistas

Por Conrado J. Arranz*

“En ocasiones reunía los artículos de periódi-cos, los refinaba y los volvía a condimentar, constituyendo así libros”, afirmó Mauricio Magdaleno en una entrevista. La afirma-ción no es baladí, constituye la esencia del pensamiento y la acción del autor, que tuvo en los periódicos y revistas de la época su eje central. La mayor parte de sus libros ensayísticos provenían de la reunión de estos artículos: Vida y poesía (1936), Rango (1941), Tierra y viento (1948), Ritual del año (1955), Las palabras perdidas (1956), Agua bajo el puente (1968). Sobre Tierra y viento, Salvador Novo dijo en una crítica:

“El libro de Mauricio Magdaleno me gustó mucho. Lucen más en libro, en conjunto, esas líricas descripciones de un México que redescubrimos a cada viaje por sus provincias. El deslumbramiento que ellos deparan a los espíritus selectos impregna, también, el bello, original pe-queño volumen de Giner de los Ríos”.

Sus primeras colaboraciones se produ-jeron en El Demócrata, el periódico que dirigió Vito Alessio Robles. Mauricio Mag-daleno fue el ganador del primer concurso de cuentos que organizó dicha publicación. El cuento no tenía título y fue publicado en la sección conocida como “Las mañanas de Schaharazada”. Tras éste, publicó un artículo profundamente anticlerical: “El crepúsculo de las religiones”. Corría el año de 1925, y Mauricio Magdaleno apenas tenía 19. Después, continuó escribiendo en El Nacional (1933-1935), El Libro y el Pueblo, El Universal (1935-1954), Columna, Repertorio Americano, América, Noveda-des, Cuadernos Americanos, Mundo, Todo,

Literatura

Excélsior, La Prensa, entre muchas otras publicaciones periódicas, hasta contar con un total de mil quinientos artículos publicados. Eran varias las líneas te-máticas que abordaba el autor: política, costumbrismo y viajes, literatura, e historia.

En 1935, a punto de concluir su actividad periodística en El Nacional, Mauricio Magdaleno fue designado jurado para los recién creados premios nacionales. Una carta a José Muñoz Cota, en ese momento jefe del Depar-tamento de Bellas Artes, nos demuestra la consideración que tenía el medio intelectual hacia la labor de Magdaleno como periodista, ya que era el respon-sable de fallar el premio nacional en la categoría de periodismo. Lamentable-

mente, la carta que Magdaleno dirigió a Muñoz Cota, suponía el rechazo de esta responsabilidad, debido a que no encontraba directrices claras para la designación del ganador y no quería ser acusado con conjeturas que creía no merecer su labor.

Los artículos significaron un espacio privilegiado para la experimentación formal y temática, para la plasmación de sus obsesiones sin necesidad de sentir la presión del libro. Desde allí desmembró la época y la sociedad que le tocó vivir, el paso previo a la creación de su obra. Los lectores también pudieron encon-trar en sus artículos un espacio para el diálogo, la felicitación o el reproche, como podemos observar en el siguiente testimonio de un lector asiduo a una de sus columnas:

“Le suplico que cese usted de marti-rizarnos a todos sus lectores […] con esos formidables blocks de tipografía proustiana, sin guiones, sin puntos y aparte, sin la maciza, espesa, exasperante aun cuando deliciosa y vigorosa literatura suya. […]. Somos muchos los que por acá vemos en us-ted uno de los escritores más serios y cuajados de nuestra generación li-teraria […]. No la amuele, señor don Mauricio Magdaleno, hágase usted más accesible”.

Al igual que sus libros de artículos y ensayos, una gran parte de sus cuentos fueron previamente publicados en pe-riódicos (los estudios que se han hecho hasta el momento sufren de anacronis-mos porque no los tuvieron en cuenta), así como algunos capítulos de las nove-las. Su tercera novela, Concha Bretón, fue publicada por completo en El Nacional. Hablaremos de ella en la siguiente en-trega.

* (Madrid, 1979) Escritor, crítico, e investi-gador de proyecto en El Colegio de México. Doctor en literatura española e hispanoame-ricana por la UNED, con una tesis sobre el universo literario de Mauricio Magdaleno. Sus intereses de investigación son la literatura es-pañola e hispanoamericana de los siglos XIX y XX, prestando una especial atención a la narrativa mexicana y a la literatura del exilio español. Junto a Andrés del Arenal ha coor-dinado la colección de ensayos El muerto era yo. Aproximaciones a Juan Rulfo (Calygramma / EstoNoEsBerlín, 2013) y ha realizado la edición, el estudio preliminar y las notas de la novela El resplandor, de Mauricio Magdaleno (Clásicos hispanoamericanos, 2013). Actual-mente reside en México, DF.

Caricatura que apareció en la sección de “La cultura al día”, del Excélsior, 20 de julio de 1985, p. 1.

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Para Isac BetancourtLlegas. Silencioso, llegas. Me dices. Me hablas. Me susurras. Me previenes cuando estoy a punto de tomar las peores decisiones. Durante las tormentas me brindas protección contra rayos y cen-tellas. Siempre atento. Siempre vigilante. Amoroso velas mi sueño. No permites que lleguen los demonios y chamucos. Cuidas mis pasos durante el día. Me aconsejas y me apartas de las malas compañías y caminos tortuosos. Cuando ardo de fiebre y calentura tu mano me refresca la frente. Soplas y desvaneces mis pesadillas. Me previenes de enfermedades y dolencias. Puedo sentir tu presencia. Percibir tu olor. El calorcito de tu cuerpo que se traduce en armonía… El aliento dulce… Tú voz que me susurra…

12 LA GUALDRA NO. 193 / 13 DE ABRIL 2015

Río d

e Pal

abra

sMe dices, me hablas

“Las horas que pasan las horas del día

si tú estás conmigo

serán de alegría”.

Por Alberto Huerta

PeroPor Edgar Khonde

Leonora Carrington. La Giganta.

¿Te acuerdas cuando bailábamos en cámara lenta? Cuando a pesar de la lluvia saltábamos en los charcos y nos besábamos empapados. Porque a mí no se me ol-vida, nunca se me olvida, nunca pinches se me olvida. Éramos invencibles. Entonces, simplemente un día te fuiste. La situación se volvió insostenible: del nada sirve y todo se desmaya, pasé al siempre me sobra la mitad de la pizza y tardo el doble de tiempo en acabar con la despensa. Le dije al psicoanalista, que me miró, arrojó la pluma al suelo, se levantó, caminó de derecha a izquierda, se acercó, me abofeteó y me dijo que en diez meses no había dejado de nombrarte, a pesar de que lo prometía cada vez que me retiraba. Le pedí otra oportunidad. Volvió a su silla. Lo intenté por segunda vez, y tú ya sabes que siempre lo intento; que me juego hasta la vida por lograrlo. Luego una tercera vez. Para la cuarta, el psicoanalista prendió un cigarrillo, me ofreció un trago de su botella de agua. Y hubiera sido

mejor tequila, o ron, ya sabes cuánto me puede el ron. Me dijo que si no íbamos a lograr un avance, que hablara y le contara. (Sabes cuántas veces se lo he contado, cuántas ocasiones he relatado el día que te conocí y cómo fue nuestra vida. Sabes el número de veces que he dicho tu nombre. Sabes a cuántos desconocidos les he descrito la última vez que me miraste). Me incorporé y cogí la botella. Di un gran sorbo de agua. Le terminé hablando de ti, como a todos, como al que me cobra en el Oxxo, como al cajero del banco, como a la recepcionista de mi den-tista, como a mis gatos y mis fantasmas, como siem-pre. Tan fácil que era entender que éramos jugadores de blackjack y de lo que se trataba era de asaltar la banca. Éramos el Barça de Messi y Pep Guardiola. Ya tenía tu impermeable para esa tarde que llovía y que saldríamos a buscarnos la malteada de menta choco-late, pero la cagaste.

Pocas torturas tan atroces en la vida he sufrido, como el tener que utilizar un enchinador de pestañas. Si alguien de ustedes no lo conoce es porque es un objeto más bien arcaico, sobre todo ahora con el uso de las pestañas postizas o los potentes productos cosméticos. Es una especie de pinza con un par de hules en medio cuya finalidad es rizar las pestañas y darles una apariencia más larga de la que tienen. Eso es, aunque a mí se me figura más como una guillotina en miniatura cuya finalidad es cercenar no sólo las pestañas sino el párpado y el ojo entero. Los ojos lloran incansablemente cuando lo tienen frente a ellos esperando que las dos partes de la pinza hagan su trabajo y dejen las pestañas amplias, largas y rizadas: Para lograr una mirada encantadora, que cau-tive a cualquiera. El resultado compensa la tortura, dicen convencidas las tías que enseñan a usarlo. Pero eso a mí no me convence, no deberían enseñarme a conquistar con la mirada sino aprender a abrir bien los ojos.

Enchinador de pestañasPor Pilar Alba

De sangre son los viáticosfruto de nuestra época que venera esa deidad óseaes la medianoche el principio de su reinola afiladura metálica su ofrendael estertor y la hoguera su rú-brica

en sus lindes se ha proscritotodo gesto de ternura.Por eso vamos a amarnosque es la única resistencia posiblecada cariciacada manifestación amatoriaserá el testimonio de la vitalidad.

ResistirPor Gerardo del Río