libros - revista de la universidad de méxico · 2014-02-22 · vanguardista del modernismo y...

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Puerta abierta: antología de jóvenes poetas rumanos En cuestiones de poesía, los mexicanos hemos puesto siempre los ojos en Europa Occidental y Norteamérica. Esto lo confIT- man las abundantes traducciones y antolo- gías de poetas franceses, ingleses, italianos y norteamericanos que circulan en nuestras librerías. Todo eso está muy bien. Pero cuántas ausencias tenemos que lamentar por nuestra ignorancia respecto a otros países y cuán poco se ha hecho para reme- diar tales carencias. Lo mismo vale, incluso, para nuestro continente, y sólo hasta hace poco ha comenzado a circular la poesía latinoamericana entre los jóvenes -aunque, de cualquier manera, César Moro, Westpha- len, Teómo Cid, Gómez-Correa, Antonio Porchia o Carlos Drummond de Andrade continúan entre la dispersión y el olvido. Apenas en los últimos años se ha comen- zado a leer en México a Pessoa, a Kavafis, Seferis, Lundkvist, a Salvador Espriú, a los poetas gallegos, gracias a los esfuerzos de nuestros poetas mayores y de algunos poe- tas españoles. Pero queda todavía un enor- me horizonte de poetas por descubrir. En nuestro país, la poesía europea orien- tal moderna es prácticamente desconocida, y de ella sólo existen unos cuantos ejem· plos vertidos a nuestra lengua: Vladimir Holan, Vasko Poppa, Gyorgy Somlyó, Emi- nescu o Mijail Beniuc; pero en realidad, no sabemos qué o cómo son la poesía de Checoslovaquia, Hungría, Yugoslavia, Bulga- ria, Polonia o Rumania. De este último país, conocemos un poco más de su poesía porque contamos con una excelente antolo- gía elaborada por Darie Novaceanu, publi- cada por Barral hace seis años. El motivo de esta nota es precisamente la aparición de una antología de la joven poesía rumana publicada en México hace unas semanas. Ya la primera antolvgía nos revelaba la existencia de grandes poetas: Tudor Arghe- zi, George Bacovia, Lucian Blaga -por mencionar sólo algunos nombres- y la be- lleza y calidad de los poemas ahí reunidos sembró entre nosotros la inquietud y la necesidad de conocer otros poetas, nuevos ejemplos de la poesía rumana. Puerta Abierta, título de la nueva antología, reúne a diez poetas rumanos, no tan jóvenes como podría esperarse (el último poeta 3!9 Libros antologado tiene treinta años), pero cuya inclusión explica Novaceanu en el prólogo: "La juventud no es un territorio vigilado por los años idos o venideros, sino tan sólo juventud, es decir, modo de vida, manera de pensar, variada sensibilidad frente a la naturaleza y la historia. Sobran los ejem- plos: pisando el umbral de los ochenta años, Goethe escribirá su inigualable 'Elegía de Brandenburg', donde el sentir poético de la vida no va más allá de los dieciocho años." Los poetas incluidos en Puerta abier- ta "ya son nombres en la poesía rumana; poetas que ya tienen tres o cuatro libros publicados. Me he inclinado por sus prime- ros libros y sus primeros poemas, escritos cuando aún no cumplían los veinte años". Conocemos poco, mejor dicho, casi na- da, de la cultura rumana. Sus escritores más conocidos (Mircea Eliade, E. M. Cioran, Ionesco) han: llegado hasta nosotros debido solamente al reconocimiento que han reci- bido en otros países europeos. Pero el nombre de su patria, a lo sumo, nos hace evocar una tierra lejana y extraña. Bastaría sin embargo asomarse un poco a su historia para descubrir cuántas cosas nos acercan. Encontramos un remoto origen común en el lenguaje: tanto el rumano como el espa- ñol provienen del latín y ... Pero no habre· mos de repetir aquí lo que el lector encon- trará en otras páginas de este mismo núme- ro. Es' difícil querer defmir la poesía ruma· na; en sí misma, la noción de poesía es indefinible. Pese a todo, podemos intentar aproximarnos mediante una serie de ideas, de impresiones. "Vale la pena -ha escrito Novaceanu- preguntarse cuáles serían las más acusadas vertientes por las que discurre la poesía rumana contemporánea. Para con- Dibujos de Mauricio Watson testar esquemáticamente, puede señalarse que sus rasgos esenciales, van desde un subjetivismo más o menos transparente ha- cia una fértil objetividad; desde un fervoro- so individualismo hacia una clara apetencia de universalización. Tal vez su característica fundamental sea la de abrirse hacia todo y con todo. En medio de ello, naturalmente, hay tendencias y tendencias." La poesía rumana es una poesía de hondas raíces rurales, bucólica. en la que el campo, el paisaje, los animales y las costumbres cam- pesinas se tiñen de significados mágicos y misteriosos, para trabar fmalmente un con· tacto más directo con la realidad. Este es el caso, por ejemplo, del poema "La muerte de la corza", de Nicolae Labis, muerto trágicamente a los veintiún años. Cito sólo algunas líneas: Mató la muerte todo soplo de viento Se apagó el sol hundiéndose en la tierra. Ardiente y vacío quedó el cielo. Sólo se saca fango de las fuentes y danzan fuegos en los bosques, danzas salvajes, satánicos juegos. El valle retumbó. Arrodillada, la corza irguió su frente, la tendió hacia los astros y al fin se derrumbó. En las aguas nacieron racimos negros como collares. De las ramas voló un pájaro azul. La vida de la corza voló hacia lejanos horizontes, lentamente, y no hubo más que el eco del grito de los pájaros que abandonan sus nidos vacíos en el otoño Me acerqué, tambaleante, para cerrar sus ojos, sus apesadumbrados ojos entre cuernos vigilantes y me quedé en silencio, pálido, entonces mi padre gritó alegremente: ¡Tenemos qué comer! Este tipo de poemas constituyen una de las más claras tradiciones de la poesía ru· mana. Pero "hay tendencias y tendencias", y entre los poetas antologados nos ofrecen; desde la brevedad de su muestra, un exten- so panorama. Quiero citar aquí uno de los poemas más destacados del libro, escrito por Ana Blandiana (1942), porque los ejemplos muestran más claramente que cualquier descripción el sitio en que se encuentran estos poetas:

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Puerta abierta:antología de jóvenespoetas rumanos

En cuestiones de poesía, los mexicanoshemos puesto siempre los ojos en EuropaOccidental y Norteamérica. Esto lo confIT­man las abundantes traducciones y antolo­gías de poetas franceses, ingleses, italianosy norteamericanos que circulan en nuestraslibrerías. Todo eso está muy bien. Perocuántas ausencias tenemos que lamentarpor nuestra ignorancia respecto a otrospaíses y cuán poco se ha hecho para reme­diar tales carencias. Lo mismo vale, incluso,para nuestro continente, y sólo hasta hacepoco ha comenzado a circular la poesíalatinoamericana entre los jóvenes -aunque,de cualquier manera, César Moro, Westpha­len, Teómo Cid, Gómez-Correa, AntonioPorchia o Carlos Drummond de Andradecontinúan entre la dispersión y el olvido.

Apenas en los últimos años se ha comen­zado a leer en México a Pessoa, a Kavafis,Seferis, Lundkvist, a Salvador Espriú, a lospoetas gallegos, gracias a los esfuerzos denuestros poetas mayores y de algunos poe­tas españoles. Pero queda todavía un enor­me horizonte de poetas por descubrir.

En nuestro país, la poesía europea orien­tal moderna es prácticamente desconocida,y de ella sólo existen unos cuantos ejem·plos vertidos a nuestra lengua: VladimirHolan, Vasko Poppa, Gyorgy Somlyó, Emi­nescu o Mijail Beniuc; pero en realidad, nosabemos qué o cómo son la poesía deChecoslovaquia, Hungría, Yugoslavia, Bulga­ria, Polonia o Rumania. De este últimopaís, conocemos un poco más de su poesíaporque contamos con una excelente antolo­gía elaborada por Darie Novaceanu, publi­cada por Barral hace seis años. El motivode esta nota es precisamente la aparición deuna antología de la joven poesía rumanapublicada en México hace unas semanas.

Ya la primera antolvgía nos revelaba laexistencia de grandes poetas: Tudor Arghe­zi, George Bacovia, Lucian Blaga -pormencionar sólo algunos nombres- y la be­lleza y calidad de los poemas ahí reunidossembró entre nosotros la inquietud y lanecesidad de conocer otros poetas, nuevosejemplos de la poesía rumana. PuertaAbierta, título de la nueva antología, reúnea diez poetas rumanos, no tan jóvenescomo podría esperarse (el último poeta

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antologado tiene treinta años), pero cuyainclusión explica Novaceanu en el prólogo:"La juventud no es un territorio vigiladopor los años idos o venideros, sino tan sólojuventud, es decir, modo de vida, manerade pensar, variada sensibilidad frente a lanaturaleza y la historia. Sobran los ejem­plos: pisando el umbral de los ochentaaños, Goethe escribirá su inigualable 'Elegíade Brandenburg', donde el sentir poético dela vida no va más allá de los dieciochoaños." Los poetas incluidos en Puerta abier­ta "ya son nombres en la poesía rumana;poetas que ya tienen tres o cuatro librospublicados. Me he inclinado por sus prime­ros libros y sus primeros poemas, escritoscuando aún no cumplían los veinte años".

Conocemos poco, mejor dicho, casi na­da, de la cultura rumana. Sus escritores másconocidos (Mircea Eliade, E. M. Cioran,Ionesco) han: llegado hasta nosotros debidosolamente al reconocimiento que han reci­bido en otros países europeos. Pero elnombre de su patria, a lo sumo, nos haceevocar una tierra lejana y extraña. Bastaríasin embargo asomarse un poco a su historiapara descubrir cuántas cosas nos acercan.Encontramos un remoto origen común enel lenguaje: tanto el rumano como el espa­ñol provienen del latín y... Pero no habre·mos de repetir aquí lo que el lector encon­trará en otras páginas de este mismo núme­ro.

Es' difícil querer defmir la poesía ruma·na; en sí misma, la noción de poesía esindefinible. Pese a todo, podemos intentaraproximarnos mediante una serie de ideas,de impresiones. "Vale la pena -ha escritoNovaceanu- preguntarse cuáles serían lasmás acusadas vertientes por las que discurrela poesía rumana contemporánea. Para con-

Dibujos de Mauricio Watson

testar esquemáticamente, puede señalarseque sus rasgos esenciales, van desde unsubjetivismo más o menos transparente ha­cia una fértil objetividad; desde un fervoro­so individualismo hacia una clara apetenciade universalización. Tal vez su característicafundamental sea la de abrirse hacia todo ycon todo. En medio de ello, naturalmente,hay tendencias y tendencias." La poesíarumana es una poesía de hondas raícesrurales, bucólica. en la que el campo, elpaisaje, los animales y las costumbres cam­pesinas se tiñen de significados mágicos ymisteriosos, para trabar fmalmente un con·tacto más directo con la realidad. Este es elcaso, por ejemplo, del poema "La muertede la corza", de Nicolae Labis, muertotrágicamente a los veintiún años. Cito sóloalgunas líneas:

Mató la muerte todo soplo de vientoSe apagó el sol hundiéndose en la tierra.Ardiente y vacío quedó el cielo.Sólo se saca fango de las fuentesy danzan fuegos en los bosques,danzas salvajes, satánicos juegos.

El valle retumbó. Arrodillada,la corza irguió su frente, la tendió hacia

los astrosy al fin se derrumbó. En las aguas nacieronracimos negros como collares. De las ramasvoló un pájaro azul. La vida de la corzavoló hacia lejanos horizontes, lentamente,y no hubo más que el eco del grito de los

pájarosque abandonan sus nidos vacíos en el otoñoMe acerqué, tambaleante, para cerrar sus

ojos,sus apesadumbrados ojos entre cuernos

vigilantesy me quedé en silencio, pálido, entonces

mi padregritó alegremente: ¡Tenemos qué comer!

Este tipo de poemas constituyen una delas más claras tradiciones de la poesía ru·mana. Pero "hay tendencias y tendencias",y entre los poetas antologados nos ofrecen;desde la brevedad de su muestra, un exten­so panorama. Quiero citar aquí uno de lospoemas más destacados del libro, escritopor Ana Blandiana (1942), porque losejemplos muestran más claramente quecualquier descripción el sitio en que seencuentran estos poetas:

I

I

I:1

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¿Recuerdas la playa?

Recuerdas la playacubierta de botellas amargassobre la cualno pudimos caminar descalzos?¿Te acuerdas cómo mirabasel mar y me decíasque me estabas escuchando?Histéricas gaviotasgiraban alrededor de campanadasde iglesias invisibles.¿Te acuerdas cómo te alejabashacia el mar, diciéndomeque te faltaba la lejaníapara poder mirarme?La nieve se apagabamezclada con los pájarosen el agua.Yo miraba las huellasde tus pies sobre el mary el mar se cerrabacomo un párpadosobre el ojo que esperaba.

Sería defícil establecer qué aportacioneshacen estos poetas a la poesía de su país.Es evidente que su manera de mirar elmundo .y la vida se encuentra ya en lospoetas precedentes. Quizá podríamos decirque existe en la poesía rumana una maneraparticular de mirar, una sensibilidad delpueblo rumano que sus poetas han cualtiva­do y preservado, que también se encuentrapresente en su pintura y en su música. Esla esencia profunda de un pueblo que haluchado infatigablemente, una sensibilidadque comparte simultáneamente, sin queexista contradicción por ello, la desesperan­za y la visión de una vida mejor. Paracomprender mejor esto es necesario recor­dar aquellas palabras de André Coyné apropósito de César Moro: Existen "poetasconvencidos -consciente o inconsciente­mente- de la imperfectibilidad infinita delhombre, tal como la defmió Reverdy, y dela irremediable maldición de la poesía entodo tiempo y en todo lugar (aun donde ycuando la adulan) y por ello -solamentepor ello- de su absoluta necesidad". Yaquí es donde habremos de situar a lospoetas de esta antología. De ahí tambiénque, pese a las distancias geográficas quepueden existir entre México y Rumania, suspoemas nos afectan profundamente. Lapoesía es el único terreno verdaderamenteuniversal donde todos los hombres puedenreconocerse.

y para qué andar con rodeos. Todos lospoetas hacia los que nos permite acercarnos

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esta Puerta abierta son excelentes. Hayalgunas fallas en la traducción, pero sonfácilmente superables con una lectura aten­ta.

He tratado de no citar más poemas dellibro -aunque valdría la pena y sería justi­ficado hacerlo- porque, finalmente, el pro­pósito de esta reseña es compartir una seriede entusiasmos con los lectores.

Rafael Vargas

Puerta abierta, Antología de la joven poesía ru­mana.La máquina eléctrica, Editorial. Traducción deDarle Novaceanu.Marzo de 1978, México.

Polivalentes, polimorfos,polifónicos*

Arrebiatada, alegre, festejeante celebraciónes esta en la que Saúl Yurkievich la hace deanfitrión una vez más a la fiesta más concu­rrida, hoy por hoy, de las letras hispano­americanas. Su celebración, versátil e irres­petuosa, tiene sobre todo el don de lasíntesis que, en este caso, queda lejos deser mínimo. En ella reivindica el caráctervanguardista del modernismo y asienta, conmás emoción que metodología, su espíritugenitor en base a la especulación que conla palabra -cogida del rabo, chillona- ejer­cieron. La escritura modernista; "polivalen­te, poliforme, polifónica", determina la na­turaleza de la modernidad y Yurkievich, enenumeraciones hilarantes como las de losinstrumentos para limpiar culos de Panta­gruel, así lo asienta: "palabra más alegrónque alegato... más perceptora que precep­tora". El frenético celebrar los lugares co­munes visitados y revisitados de la ensayís­tica tradicional no elimina un segundo gocenada vicario: escarnecer nuestro acerbo deopiniones y juicios autoritarios con alevosíatan acelerada hace celebrar, también, lamanera en qúe los lugares comunes se apun­talan y operan (nada hay más operanteque un lugar común y Gómez de la Sernahubiera deseado más fundar uno que escri­bir el Quijote).

"Para dar vida al orbe entero" dice­Yurkievich, "el modernismo operó la máxi­ma ampliación en todos los órdenes textua­les", resume el horizonte semántico, festejalo planetario, escarcea la idea de la percep­tibilidad, agota lo sicológico y lo estilístico,

supera lo comarcano, rebasa todo y seyergue en un omnívoro internacionalismo.Su translingüismo, sus excesos y subversio·nes, su mentalidad de bazar, cambista, ysus afanes catalogan tes confluyen, buenaidea, en una estética paródica estilizada ymuseográfica. Los modernistas, acólitos delpatchwork y la cornucopia, se encaramanen la locomotora de la tecnificación y searrojan osados del trampolín de lo cosmo­polita a la fosa de la saturación gritandovivas a la bicicleta y la fugacidad de todolo creado, etc., etc., etc. Nada hay denuevo en esta celebración: conocemos a losinvitados y las viandas son siempre sabrosasy nutritivas. Acaso Yurkievich señale unaspecto pospuesto y casi original: sus párra­fos dedicados a la "excentricidad" -demoscon él a la palabra todo respeto- sonmuestra excelente del brío para acometer laapretada síntesis. Monta en su kermessepuestos regocijantes que cubren desde elespíritu de la belle époque (con todos losniveles históricos y económicos de rigorsabiamente administrados) hasta el fervorde la subjetividad pasando por el vistuosis­mo técnico liróforo, Eros y las relacionesentre la metáfora y el modo de producción.

Como suele suceder con los modernistasmismos, el primer capítulo hace las veces,en su estilo, de una cámara de descompre­siÓn, somete las ideas al vértigo de laspalabras y al inefable placer de la enumera·ción. No hay cuidado. Esto ya se sabe peroes divertido decirlo como justo es que hayasobre quién decirlo. Derramado en ese goce,su verborrea agasaja a los máximos torresde Dios: Darío ("Los placeres de luz en elabismo"), Lugones ("La pluralidad operati­va") y Herrera y Reissig ("El áurico ensi·mismo").