lister - asi destruyo carrillo el pc

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    Enrique Lister

    Asi Destruyo Carrillo El Pce

    Datos del libro

    Autor: Lster, Enrique1983, PlanetaColeccin: Documento, 117ISBN: 9788432043017Generado con: QualityEbook v0.67

    Enrique Lister

    As destruy Carrillo el PCE

    Documento/117

    Enrique Lster As destruy Carrillo el PCE

    Planeta

    COLECCIN DOCUMENTO Direccin: Rafael Borras BetriuConsejo de Redaccin: Mara Teresa Arb,Marcel Plans, Carlos Pujol y Xavier Vilar

    Enrique Lster, 1983Editorial Planeta, S. A., Crcega, 273 - 277,Barcelona-8 (Espaa)

    Edicin al cuidado de Ester Berenguer

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    Diseo coleccin y cubierta de HansRomberg (realizacin de Jordi Royo)

    Ilustracin cubierta: pleno del CC delPCE celebrado en Toulouse, diciembrede 1945 (foto Autor)

    Procedencia de las ilustraciones: ArchivoEditorial Planeta, Capital News Photos,Europa Press, Film Polski, Flash Press,Gamma, Photo-Boix, Photo Keystone,Prensa Latina, SIC y Autor Primera edicin: mayo de 1983Depsito legal: B. 15573 - 1983ISBN 84 - 320 - 4301-XPrinted in Spain - Impreso en EspaaTalleres Grficos Duplex, S. A.,Ciudad de la Asuncin, 26-D,Barcelona-30

    A MODO DE INTRODUCCIN

    ESTAMOS asistiendo a la ltima etapa de la existencia del PCE como Partido Comunista.Para unos es una sorpresa; para otros, motivo de alegra; para muchos, entre los que nos contamos, motivo de pena.En cuanto a la explicacin de las causas de la descomposicin del PCE, las hay para todos los gustos, pero la inmensa

    mayora de las gentes las colocan en estos ltimos siete aos. En fracasos electorales, en lucha entre los del exilio y los del pas, y entre generaciones y profesiones.

    La verdad es que el origen de las causas viene de mucho ms lejos. En las pginas que siguen yo voy a dar misopiniones sobre aquellas causas que yo considero las principales. Y para hacerlo voy a recurrir a hechos vividos por mdesde nuestra guerra y a las opiniones dadas por otros y tambin por m a partir de 1939.

    Slo aclarando diferentes pocas pasadas de la vida del PCE, de sus rganos dirigentes y de sus hombres se puedecomprender lo que est sucediendo hoy dentro del PCE y en el movimiento comunista espaol en su conjunto. Deboconfesar, sin embargo, que habr cosas que an se quedarn en el tintero, o ya en el papel, pero que hacerlas pblicas yllegar hasta el fondo de su verdadero contenido no ayudara al comunismo en la poca en que vivimos y en la etapainmediata, y yo soy, ante todo, comunista.

    Una de las preguntas con que ms me encuentro es cmo Carrillo pudo llegar a la Secretara General del Partido. S, esdifcil de comprender, pero no lo es tanto si se tiene en cuenta la propia historia del PCE, cmo surgi, las diferentes

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    etapas por que pas, la composicin de sus diferentes direcciones, las caractersticas de sus mximos dirigentes a lo largode su existencia.

    Se debe tener en cuenta, asimismo, que de 1920 a 1982, es decir de los sesenta y dos aos de lo que fue PCE, casicincuenta los ha pasado en la clandestinidad, terreno abonado para toda clase de vulneraciones en un partidorevolucionario.

    Por ejemplo, son muchos los que acusan a Carrillo de haber sido enviado al PCE por determinados servicios deespionaje. Conste que yo no quiero caer en la prctica de la espionitis de la que desde hace tantos aos vengo acusandoa Carrillo; pero los hechos estn ah y cuanto ms vueltas le doy ms me encuentro con un Carrillo tremendamentesospechoso de ser autor de todo eso que l ha acusado falsamente a tantos comunistas honestos; es decir, de haber sidoenviado al PCE por servicios de espionaje.

    Por poco que nos fijemos nos encontramos con un Carrillo escurridizo y siempre con contradicciones al hablar de smismo. Yo le algunas biografas encargadas por Carrillo a ciertas gentes: Debray y Gallo, A. Mara Yage, dondeCarrillo les cuenta lo que le parece y como le conviene. Ahora tiene anunciada otra biografa de Carrillo su socio defechoras, en otra poca, Fernando Claudn. Ese s que podra decir cosas sobre determinadas pocas siniestras de Carrillo.Claudn, junto con Dolores, fueron guardianes en Mosc de las dos maletas de microfilmes con las historias de una partede los crmenes de los aos cuarenta y parte del cincuenta.

    Pero Claudn no escribir sobre eso. Claudn, como buen empolln, parir un soporfero mamotreto para aumentar elconfusionismo que ya existe, y, a la vez, echarle un cable a su compadre Carrillo y cubrirse l mismo de sus propiasresponsabilidades.

    Pero veamos algunos hechos en que se basan las sospechas de unos y las acusaciones de otros sobre Carrillo.Al producirse la sublevacin fascista, Carrillo estaba en Francia y no regresa a Espaa hasta un mes despus. Ah

    tenemos ya un mes del que no conocemos nada de lo que hizo Carrillo. l cuenta una historia, pero nadie puedeconfirmarla, nadie dice haberle visto durante ese mes.Despus de ese mes de misterio Carrillo aparece en Madrid donde, aprovechndose de que Trifn Medrano y otros

    comunistas dirigentes de las JSU estn en el frente, se apodera, junto con Ignacio Gallego, Federico Melchor, GonzlezJerez, Manuel Azcrate, Fernando Claudn y otros del mismo corte, de la direccin de la organizacin juvenil.

    Sobre su conducta en la guerra, luego en Francia y su estancia en Mosc hablo en Otro lugar, por eso no lo har aqu.Una de las cuestiones que ms llama la atencin a los camaradas son las relaciones de Carrillo con los yanquis.En el captulo que aqu dedico a la lucha por la paz, trato de la oposicin de Carrillo a que denunciramos las bases

    militares norteamericanas en Espaa, a que preparsemos nada contra ellas y a que se publicaran los dos folletos preparados por m. En esa poca yo lo achacaba a las malas relaciones que haba entre l y yo. Pero con el tiempo he idoligando hechos. Todo ello lo un con cosas ms lejanas y ms cercanas.

    Las facilidades que encontr Carrillo en Estados Unidos en 1940, a su llegada all procedente de la Unin Sovitica; lafacilidad con que pudo moverse por Amrica latina hasta 1944, ao en el que regres a Europa. Las facilidades con queCarrillo cont para ese regreso. En plena guerra lleg a Lisboa, procedente de Montevideo, con toda tranquilidad,atravesando un mar dominado por yanquis e ingleses; vivi la gran vida durante varias semanas en un Estoril plagado deagentes de servicios secretos; pas tranquilamente a frica por un rea tambin plagada de ingleses y yanquis, rea en la

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    que incluso los jefes de la resistencia francesa no penetraban sin el visto bueno de la CSS (la predecesora de la CIA) y del Intelligence Service, para desembarcar, no menos tranquilamente, en Argelia, ciudad en la que permaneci unas semanas para seleccionar unas cuantas personas y ponerlas a disposicin de los servicios secretos yanquis, que despus deinstruirlas las enviaron a Espaa para hacer espionaje por su cuenta.

    Complet Carrillo su obra en frica echando del Partido a los que no se le sometan, y terminada su misin all entr enFrancia, cruzando otra vez un mar estrictamente dominado por ingleses y norteamericanos. Quin tena inters en queCarrillo llegara a Francia antes que ningn otro dirigente del PCE? El Partido, no. Carrillo vino a Europa por cuenta deotros, pero no por una decisin de la direccin del Partido. Carrillo, en Amrica, estuvo siempre independiente del Partido.

    Viendo las relaciones cada vez ms estrechas de Carrillo con los yanquis hoy, su conducta pasada aparece con todaclaridad. Su actividad de ayer era la preparacin de su poltica, de sus actividades y de sus relaciones de hoy.En cuanto a la tan frecuente interrogante de cmo es posible que Dolores lbrruri le permitiera a Carrillo la destruccin

    del Partido, tambin en las pginas que siguen encontrar el lector una parte de la explicacin. Dolores lbrruri ha odiadosiempre a Carrillo; ha dicho sobre l las cosas ms despreciativas que yo haya podido escuchar. Pero Dolores lbrruri letiene miedo. Carrillo ha logrado irla comprometiendo en sus crmenes y cada vez que en los aos sesenta y setenta yo lainvit a que dijera la verdad al Partido, me responda que prefera tirarse por una ventana. La ltima vez que intentconvencerla fue en febrero de 1970, en su casa de Mosc. Casi todo el secreto est en los hechos sangrientos en queCarrillo ha logrado comprometerla. Y digo casi todo, y no todo, porque queda algo ms que prefiero no incluir aqu.

    CAPTULO PRIMERO

    DISCUSIONES EN MOSC, 1939

    YO llegu a Mosc el 14 de abril de 1939. En la estacin me esperaba el camarada Manuilski, miembro delSecretariado de la Internacional Comunista. Nos llev a Carmen, a la nia y a m a su dacha en Kntsevo, cerca de Mosc,donde habamos de residir hasta septiembre, en que yo ingres en la Academia Militar.

    El camarada Manuilski esperaba mi llegada para ir los dos al sanatorio de Barbija, donde estaban en tratamiento JorgeDimitrov y Jos Daz, y para donde salimos despus de dejar a Carmen y a la nia en la dacha. Llegamos al sanatorio a lasonce de la maana y partimos a las ocho de la noche porque los mdicos ya nos echaron. Durante nueve horas estuve bajoel fuego de las preguntas de los tres.

    Me impresion el amplio y profundo conocimiento que los camaradas Dimitrov y Manuilski tenan de todo el problemaespaol y el humanismo que se desprenda de todas sus preocupaciones en cuanto a la trgica situacin en que seencontraba el pueblo espaol despus de la derrota y de los espaoles recluidos en los campos de concentracin en Franciay frica.

    De vez en cuando, segn yo iba hablando, Dimitrov o Manuilski tomaban el telfono para dar las instrucciones quedeban ser comunicadas a Pars, en relacin con la situacin de diferentes camaradas, pero el tema central de las preguntasera el poltico. Qu haba pasado en el ltimo perodo de la guerra, y sobre todo en la zona centro- sur? Cul haba sidola actitud de los rganos dirigentes del Partido y de sus diferentes miembros? Cul haba sido la conducta de Togliatti y

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    de los dems delegados de la IC?Fui reservado en mis respuestas y me call cosas y opiniones que ms tarde dije en las reuniones de la direccin del

    Partido presididas por Jos Daz. Me pareca que eso era lo correcto, y Jos Daz fue el primero en apreciarlo as.En el resto de abril y primeros das de mayo fueron llegando diferentes miembros de la direccin del Partido: Dolores

    Ibrruri, Jess Hernndez y su mujer, Juan Comorera y la suya, Pedro Checa y la suya, Togliatti y la suya, Vicente Uribe yModesto. Todos ellos se fueron alojando en la dacha de Manuilski. Jos Daz sali de la clnica y tambin vino a alojarseall con su mujer y su hija. Lleg asimismo a Mosc Santiago Carrillo, con su mujer y su hija, mas con gran sorpresa param no lo trajeron a la dacha ni lo llevaron al hotel Lux, donde estaban Enrique Castro y otros miembros del CC, sino quelo metieron en el hotel Nacional, y ello a pesar de ser miembro suplente del Bur Poltico, mientras que Comorera,Modesto y yo slo lo ramos del CC. Pero sta no sera mi nica sorpresa en relacin con Carrillo.

    Discusiones en Mosc

    Hacia ltimos de mayo dimos comienzo en la dacha a un examen de nuestra guerra y sobre todo del final de la misma.Participbamos en ese examen, bajo la presidencia de Jos Daz, secretario general del Partido, los miembros del BPDolores Ibrruri, Vicente Uribe, Jess Hernndez y Pedro Checa, y los miembros del CC Juan Comorera, Juan Modesto yyo. Participaba asimismo Palmiro Togliatti, que haba sido hasta el ltimo momento delegado principal de la IC antenuestro Partido. Segunda sorpresa para m: la no participacin de Carrillo, siendo miembro del BP y estando en Moscdesde mediados de mayo.

    En el libro Maana Espaa (pp. 73 - 79) recurre Carrillo a inventar fechas para querer demostrar que l no estaba enMosc cuando esas discusiones tuvieron lugar.

    Carrillo lleg a Mosc, junto con su mujer e hija, en mayo de 1939, y no el 26 de diciembre como l afirma. De Moscsale para Amrica junto con su mujer e hija y Juan Comorera. El viaje lo hicieron a travs del Japn. Toda esa estancia enFrancia y Blgica es falsa. Carrillo mezcla unas fechas e inventa otras segn le convienen. Falso tambin su residencia enel hotel Lux. Vivi en el hotel Nacional. Falso lo de su trabajo como secretario de la Internacional Juvenil Comunista y lode sus reuniones con el secretariado del KOMINTERN. Y falso, asimismo, que la misin que l llevaba para Amricatuviese nada que ver con la organizacin de la juventud. La misin era otra.

    Con todas esas falsedades Carrillo quiere ocultar la verdad de que vivi en Mosc como apestado, sin participar en lasdiscusiones polticas que all hubo ni en ninguna actividad dirigente.

    Debo decir que yo casi no conoca personalmente a Carrillo. Le haba visto dos o tres veces durante la guerra, ningunade ellas en el frente; y un da en el parque Mximo Gorki de Mosc nos encontramos por casualidad al estar yo paseandocon mi mujer y nuestra hija y l tambin con su mujer y su hija.

    En mis conversaciones con Uribe en 1961, a las que me referir ms adelante, ste me dijo que Togliatti y Jos Daz sehaban opuesto a que Carrillo fuese a vivir a casa de Manuilski, donde vivamos los dems, y que participase en nuestrasreuniones.

    Esta oposicin se deba a que, lo mismo en el Secretariado de la Internacional Comunista que en el Bur Poltico denuestro Partido, exista un estado de nimo de repulsin hacia l, no slo por su pasado trotskisante, sino porque haba

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    cosas sucias en su conducta. Haba no slo la indecente carta a su padre, sino tambin el haber sacado de la crcel deMadrid, cuando era jefe de polica, a un to suyo falangista y haberle hecho pasar al campo enemigo.

    Haba la traicin a Largo Caballero, gracias al cual Carrillo haba llegado a la Secretara General de las JuventudesSocialistas, y haba las persecuciones contra sus propios compaeros de direccin de la juventud socialista que no sesometieron a l incondicionalmente al realizarse la unificacin de las Juventudes Comunistas y Socialistas, crendose lasJuventudes Socialistas Unificadas.

    Otra cosa sobre la que haba -y sigue habiendo y un da se llegar a aclarar- graves sospechas es su papel en la muertede Trifn Medrano, desaparecido el cual Carrillo quedaba como dirigente absoluto de las Juventudes SocialistasUnificadas. De esto algo dijo Indalecio Prieto y, una vez que surgi en una conversacin del CE del Partido, Carrillo se puso furioso y par toda posible discusin.

    Al revs de lo que hacan Carrillo y otros miembros de la direccin de las JSU en aquella poca y actualmentemiembros del CE del Partido de Carrillo, de emboscarse en la retaguardia, Medrano empu el fusil desde el primer da dela sublevacin, conquistando en los combates de Madrid, de la Sierra y de Talavera sus galones de comandante yaumentando su prestigio de autntico dirigente de la juventud espaola.

    En tal caso, Jos Daz no slo se neg a que Carrillo participase en las discusiones a las que vengo refirindome, sinoque ni siquiera quiso hablar con l.

    Cuando llevbamos unas tres semanas discutiendo entre nosotros, dio comienzo una discusin paralela con elSecretariado de la IC en la que participaba todo nuestro grupo. Esas discusiones que duraron unos dos meses no fueronnada fciles con el Secretariado de la Internacional Comunista, pero sobre todo entre nosotros. En las discusiones con elSecretariado de la IC estbamos todo el grupo, pero los que tomaron una mayor participacin fueron Jos Daz, VicenteUribe y Jess Hernndez.

    Las discusiones entre nosotros, repito, no slo no fueron nada fciles, sino que en diferentes momentos adquirieron unagran violencia, sobre todo al tratarse el ltimo perodo de la guerra en Catalua y en la zona centro-sur. Jos Daz exigiuna y otra vez una explicacin de por qu no se haban cumplido las decisiones tomadas antes de su salida para la UninSovitica -a donde se march muy enfermo- de que el BP del Partido y la direccin de las JSU se trasladaran a Madrid y aValencia, quedndose en Catalua Uribe con su doble carcter de miembro del BP y de ministro del Gobierno. InsistaJos Daz, y con razn, en que durante la batalla del Ebro haba quedado clara la conducta capituladora de toda una seriede altos mandos y de dirigentes polticos en la zona centro-sur. Sostena Jos Daz, y tambin con toda razn, que una delas enseanzas de la batalla del Ebro era que el ejrcito de la zona catalana no podra resistir solo todo el peso del ejrcitoenemigo; por eso era necesario mover a los ejrcitos de la zona centro-sur para obligar al enemigo a dividir sus propiasfuerzas.

    En el libro Alerta a los pueblos el general Rojo escribe: La batalla de Catalua comenzamos a perderla alsuspenderse la operacin sobre Motril. Hubiera bastado ese ataque, en relacin con las subsiguientes maniobras deExtremadura y Madrid, para desarticular el plan adversario o, cuando menos, si Franco sacaba tropas de Catalua, paraganar algn tiempo ms del que nos concedi el temporal de lluvias y lograr que el ansiado armamento hubiera llegadooportunamente para ser til en Catalua y en la regin central.Dnde estaban, mientras esto suceda, los miembros ms destacados de la direccin del Partido y de las JSU? En su

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    casi totalidad, en Catalua y con los coches enfilados hacia la frontera.Pero, adems, qu influencia beneficiosa tuvo para la defensa de Catalua y de Barcelona concretamente la presencia

    all de esos dirigentes del Partido y de las JSU? Ninguna! Ni se les vio ni se les sinti. Yo vi a alguno de ellos, entre loscuales a Carrillo y Antn, una semana antes de la prdida de Catalua, pero no en mi puesto de mando sino cerca deFigueras cuando la lnea de fuego pasaba por delante de Gerona, es decir, a cerca de cuarenta kilmetros.

    Fue, asimismo, duramente criticada por Jos Daz la actitud y conducta de los miembros del BP Dolores y Delicado,que estaban en la zona centro-sur.

    En esas reuniones expuse mis opiniones en forma crtica y autocrtica sobre diferentes cuestiones y aspectos deldesarrollo de nuestra guerra y de nuestra actitud en ella.En mis diferentes intervenciones abund en las mismas cuestiones que tanto preocupaban al secretario general y merefer a otras que l no haba tocado. Sostuve que si los miembros del BP -Carrillo, Mije, Giorla y Antn- se habanquedado en Francia despus de la prdida de Catalua, se deba a que ellos daban la guerra por terminada al perderse esaregin. Dije que esto mismo de dar la guerra por terminada despus de la prdida de Catalua tambin les haba pasado aDolores y Delicado, y que slo as se poda explicar el que se encerraran en Elda -cerca de Alicante- y que nos dieran laorden al grupo de militares que habamos llegado de Francia de que nos encerrramos tambin all, lejos de los frentesdonde estaban las fuerzas militares y de los grandes centros industriales donde estaban las masas obreras y, sobre todo,lejos de Madrid, que haba sido la gran fortaleza del Partido y que en esos momentos era el centro de la conspiracincontra el Gobierno, contra el Frente Popular y la Repblica. Dije que jams podra olvidar la penosa impresin que recibla maana del 6 de marzo cuando al llegar a Elda, procedente de Cartagena -donde la sublevacin fascista haba sidoaplastada-, y unas horas despus de haberse sublevado ya Casado, me encontr con Dolores, Delicado y otros dirigentesdel Partido, no estudiando la respuesta que se poda dar a los traidores de la juntacasadista, sino preparando la toma del

    avin para el extranjero.Hizo Jos Daz una crtica en la que trat de cobardes a los miembros del BP y de la direccin de las JSU que despusde la prdida de Catalua se quedaron en Francia en vez de ir a la zona centro-sur donde estaba la parte fundamental denuestros militantes. Entre esos dirigentes estaban, precisamente, Santiago Carrillo, secretario general de las JSU, lainmensa mayora de cuyos militantes se encontraban en la zona centro-sur; Mije, dirigente andaluz; Antn y Giorla,miembros del Comit Provincial de Madrid; los cuatro, miembros del BP en esa poca y todos dirigentes del Partido deCarrillo hasta hoy unos y hasta su muerte otros. En el avin en que sal de Toulouse para la zona centro-sur la noche del13 al 14 de febrero de 1939, es decir, tres das despus de haber salido de Catalua, bamos trece pasajeros a pesar de queel avin tena 33 plazas. Es decir que veinte iban vacas.

    En el libro Maana Espaa (p. 70) Carrillo dice: Yo haba salido de Espaa con el Ejrcito Republicano de Catalua.Yo quise regresar a la zona centro-sur para participar en el combate al lado de mis camaradas del Partido y de la Juventud. Pero el Partido retras mi marcha y, desgraciadamente, la lucha se termin.

    Pero tres pginas ms adelante afirma: Salgo de Espaa con el ejrcito despus de un mes duro. Estoy atacado por lasarna que estaba muy extendida en esta poca, en la que no haba posibilidad de mudarse de ropa durante meses enteros.Yo me fui a Pars.Ya en 1959, en el folletoAdonde va el Partido Socialista?, pgina 19, escriba Carrillo: Vino marzo de 1939 y el

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    golpe de Casado en Madrid. Los comunistas y los jvenes socialistas unificados de Madrid lucharon con armas en lasmanos contra la Junta de Casado, en defensa del gobierno legtimo de la Repblica que presida un socialista, Negrn. Yono pude participar personalmente en esa lucha, como otros de mis camaradas, porque el ltimo perodo de la guerra mecogi en Catalua, sindome materialmente imposible regresar a la zona centro-sur .

    Como puede verse, Carrillo da diferentes versiones y busca diferentes causas a su no ida a la zona centro-sur: la falta demedios, el Partido, la sarna; todo ello para ocultar la verdadera causa: su cobarda.

    La Junta de Casado dio el golpe el 5 de marzo, Carrillo pas de Catalua a Francia el 8 de febrero; es decir, que tuvocasi un mes para decidirse a volver, pero al final prefiri Pars a Madrid.

    La cuestin es que esos miembros del Bur Poltico y de la Comisin Ejecutiva de las JSU hacan lo mismo que otros polticos y ciertos jefes militares: daban la guerra por terminada y perdida al encontrarse en Francia despus de la prdidade Catalua.

    Despus de la prdida de Catalua era posible continuar la guerra en la zona centro-sur? Sin duda de ninguna clase era posible, y as lo sostuve en las discusiones de Mosc en 1939. Esta misma opinin, defendida por m veinte aos mstarde en la Comisin de Historia de la Guerra, fue uno de los motivos de discrepancia entre Carrillo y yo, y de mi salida dela comisin.

    Mientras Carrillo sostena que con la prdida de Catalua la guerra estaba perdida y que se deba dar por terminada y, por tanto, ya nada se poda hacer en la zona centro-sur, yo sostena, y sostengo, lo contrario.

    Dolores Ibrruri dijo ante el VI Congreso del Partido: Unos meses ms de resistencia y la guerra hubiera podido ser ganada, porque las fuerzas interesadas en comenzar la segunda guerra mundial no podan mantener la tensin a quetenan sometidos a sus pueblos. Cinco meses despus de aplastada la resistencia republicana, Hitler comenzaba lasegunda guerra mundial.

    Yo, por mi parte, no quiero entrar en especulaciones acerca de si Hitler habra comenzado o no la guerra en la fecha queempez si la guerra de Espaa no se hubiese terminado. Lo que he sostenido, y sostengo -aunque Carrillo me lo hizoquitar de un artculo sobre la batalla del Ebro y luego hizo todo lo que pudo para que no se tratase de ello en mi libro Nuestra guerra-, es que con los medios y el territorio que nos quedaba en la zona centro-sur haba la posibilidad -aun en el peor de los casos y aceptando la idea de que la guerra la perdamos, idea con la que no estoy de acuerdo- de resistir siete uocho meses.

    Dos meses necesit el enemigo para conquistar las cuatro provincias catalanas, volcando todas sus fuerzas disponibles(ms de 600 000 hombres) contra un ejrcito de 200 000 combatientes agotados por la larga batalla del Ebro, mal armadosy sin reserva alguna. Mientras tanto, en la zona centro-sur contbamos con un ejrcito de cerca de un milln de hombres,la mayor parte encuadrados ya en unidades militares y con experiencia combativa. Cuatro ejrcitos: centro, Extremadura,Andaluca y Levante; 16 cuerpos de ejrcito, 52 divisiones con 141 brigadas. Dos brigadas de Caballera; 27 batallones deIngenieros; unos 280 tanques y blindados; 400 piezas de artillera. Haba, adems, 21 grupos de Guardias de Asalto. Laaviacin contaba con unos 100 aparatos de diferentes tipos. La escuadra era mucho ms numerosa que la del enemigo yestaba formada por 3 cruceros, 13 destructores, 7 submarinos, 5 torpederos, 2 caoneros y toda una serie de barcosauxiliares.Se poda contar, adems, con 200.000 a 300.000 hombres ms, parte de los cuales estaban ya en campamentos de

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    entrenamiento. Y creo, por ltimo, que no es exagerado pensar que una parte, por lo menos, de los combatientes y de losmandos que haban pasado a Francia regresara a la zona centro-sur.

    Se puede argumentar, y se argumenta, que la correlacin de fuerzas y de medios en su conjunto nos era desfavorable, loque es cierto. Pero si la comparamos con Catalua, esa correlacin de fuerzas y de medios nos era mucho ms favorableen la zona centro-sur que en la zona catalana, como hemos podido ver ms arriba.

    En cuanto a territorio, la zona centro-sur comprenda unas diez provincias, la mayor parte completas y algunas otrasdivididas por las lneas del frente, con un total de 120 000 km y nueve millones de habitantes. Con ciudades comoMadrid, Valencia, Alicante, Albacete, Murcia, Almera, Jan, Cuenca, Guadalajara y Ciudad Real. Tena la zona ms de700 Km. de costa con un respetable nmero de puertos, entre ellos los importantes de Valencia, Alicante, Almera y el deCartagena con su base naval.

    En relacin con el abastecimiento, aparte del aprovisionamiento que se poda seguir recibiendo por mar -no se debeolvidar que contbamos con una Marina de guerra muy superior a la del enemigo para defender nuestras comunicacionesmartimas, sobre todo si se estaba dispuesto a jugarse el todo por el todo y obligar a la flota a que diera la cara-, estaban ennuestro poder zonas de gran riqueza agrcola como las de Valencia, Alicante, Murcia, Ciudad Real y Jan.

    Haba, pues, territorios y medios para, en el peor de los casos, continuar la guerra seis u ocho meses ms. La segundaguerra mundial comenz tan slo cinco meses despus de terminada la contienda de Espaa. Claro que se puede pensar,como digo anteriormente, que de no haber terminado la guerra de Espaa, Hitler no se hubiera lanzado a un conflictoarmado global y hubiese esperado un poco. Es posible que s, pero tampoco est descontado lo contrario.

    Pero vamos a aceptar lo peor para nosotros, es decir, que la guerra hubiese terminado con nuestra derrota total seis uocho meses ms tarde. De haberla terminado dignamente, en la unidad, como en Catalua, los resultados hubiesen sidomuy diferentes para toda nuestra lucha posterior, pues las consecuencias de la ruptura del Frente Popular, a tiros, estn ah:

    todava la unidad entre las fuerzas de izquierda no ha sido rehecha.El argumento principal de los sublevadoscasadistas era que queran conseguir una paz honrosa y evitar vctimasintiles a las fuerzas republicanas; los resultados tambin estn ah, a la vista de todos: cientos de miles de fusilados. Creoque no puede haber duda de que, de haber combatido, las bajas republicanas hubiesen sido mucho menores que las quehubo sin combate y que, por el contrario, el enemigo hubiese terminado la guerra mucho ms debilitado. Pero incluso paraconseguir un acuerdo de paz con los franquistas, slo mediante la firmeza y la disposicin de continuar la lucha se podaabrir tal posibilidad.

    Si los franquistas hubiesen visto que estbamos dispuestos a repetir lo de Catalua -combatir hasta el ltimo palmo detierra y destruir todo lo que pudiese hacer ms lento su avance, y otras muchas cosas-, no hay duda que hubiesen mostradouna actitud menos intransigente.

    Esas y muchas otras cosas nos deben hacer pensar en lo que se poda hacer en esos siete u ocho meses, incluso en elcaso de dar la guerra por perdida, sobre todo teniendo en cuenta la experiencia negativa de Catalua, donde nada habaquedado organizado detrs de nosotros, y el trgico ejemplo del paso a Francia, de lo que nos esperaba si ramosderrotados: campos de concentracin, miseria, trato infame, crceles y fusilamientos. Esos siete u ocho meses habranservido para hacerles pagar an ms cara la victoria a los franquistas -en caso de que la obtuvieran- y, sobre todo, paratomar toda una serie de medidas con el fin de organizar la continuacin de la lucha por otros medios y otras formas.

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    Nos habran permitido crear organizaciones de Partido con medios de propaganda y de todo tipo para actuar en laclandestinidad en las ciudades y en los pueblos, as como establecer miles de depsitos de armas, municiones, vveres yotros medios de subsistencia y de combate.

    Miles de mandos, de combatientes, de responsables polticos, sindicales y estatales de los ms comprometidos podranhaberse salvado de la muerte si en los primeros das de la derrota hubieran tenido donde esconderse, hubiesen tenido enciudades y montaas un refugio y una base organizada de antemano para continuar la lucha.

    Lo anterior no quiere decir que esto no se pudo o no se debi hacer, pese a cundo y cmo se termin la guerra, si ladireccin del Partido hubiera cumplido con su deber.

    Dolores Ibrruri escribe en su libro El nico camino: De ah que no preparsemos a nuestros camaradas para hacer frente a cualquier contingencia en nuestra retaguardia, de ah la ausencia de previsin ante la posibilidad de la derrota. Niimprentas, ni papel, ni radio, ni dinero, ni casas, ni organizacin ilegal. Nada habamos preparado.

    Bien caro haban de pagar nuestro partido y nuestro pueblo esta falta de previsin.S, parte de los dirigentes mximos del Partido y de las JSU de aquella poca, muchos de los cuales lo siguen siendo en

    la actualidad del Partidocarrillista, son culpables de muchas de las tragedias de aquel perodo, que ellos quisieran ocultar hoy con nuevas marrulleras. Son culpables, sobre todo, de la falta de previsin y medidas para la continuacin y actividaddel Partido en las condiciones de la derrota.

    Es claro que la aceptacin de una u otra tesis lleva consigo el estudio y anlisis de los hechos y del papel de unas u otrasfuerzas de forma diferente. Pero incluso aunque aceptramos la tesis de que era imposible continuar la guerra despus dela prdida de Catalua, no podemos aceptar que todo lo que hizo la direccin del Partido en relacin con esa cuestinfuese correcto y, por el contrario, lo es mucho menos si admitimos que -aun en el peor de los casos, es decir, el de perder la guerra- haba todas las posibilidades y medios para continuar la lucha como mnimo siete u ocho meses e incluso ms, y

    que ello hubiera sido menos doloroso y menos costoso para nuestros combatientes y para todos los antifranquistas de loque fue al terminar la guerra como se termin.A qu se debe esta conducta de tales dirigentes?Segn mi opinin, a dos causas: una, que a estos dirigentes, como a todos los que desempebamos otras misiones, sus

    cargos les venan demasiado anchos. El cambio fue demasiado brusco y demasiado grande para todos nosotros. Pasar de laoposicin a participar en la direccin de toda la vida del pas y, adems, en una situacin de guerra, era terriblementecomplicado y difcil para todos nosotros. Pero, reconociendo este aspecto de la cuestin, queda otro: el de la actitud yconducta de cada uno para superar, vencer sus propias dificultades y deficiencias. Y es aqu donde todo no march comoes debido. La conducta moral y la actitud de una serie de dirigentes polticos ante la lucha, las dificultades y los sacrificiosdel pueblo dejaron bastante que desear. Y si hoy recuerdo todo esto no es slo por el papel negativo que la conducta deesos dirigentes desempe en la actividad de los rganos dirigentes del Partido y de las JSU en aquella poca, sino porquealgunos de esos dirigentes siguen hoy en cargos de direccin del PCE como Carrillo, con una conducta tan negativa y tanseoritil como la de hace cuarenta y tantos aos.

    En una parte de los dirigentes del Partido hubo, desde los primeros das, una tendencia a la buena vida y en la prctica,desconfianza en la victoria del pueblo, desconfianza que esos dirigentes encubran con una actitud de fanfarroneradiciendo que preocuparse de tomar medidas de organizacin ante la posibilidad de una derrota sera no creer en la victoria.

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    Con otra actitud, una de las cosas que hubiera pasado es que la direccin del Partido se habra preocupado de adoptar lasmedidas para proseguir la lucha en la clandestinidad; hubiese pasado que la direccin del Partido se habra preocupado deayudar a nuestras organizaciones y militantes en las zonas ocupadas por los franquistas desde los primeros das de lasublevacin y, en primer lugar, de ayudar a las guerrillas que haban surgido espontneamente en muchas de esas zonas.

    En los ltimos das de la guerra las directivas dadas por la direccin del Partido a los camaradas fueron de trasladarse aValencia y Alicante por todos los medios a su alcance. Por su parte, y siguiendo la orientacin y las rdenes dadas por ladireccin del Partido, los miembros del Comit Central que quedaron en la zona centro-sur al acabarse la guerra,dedicaron todas sus energas y los medios del Partido a salir al extranjero. Algunos de ellos regresaron luego al pas desdeAmrica, pero el regreso de unas docenas de camaradas al pas y la muerte heroica de la mayor parte de ellos no puedeservir para encubrir la falsa orientacin dada al Partido por su direccin. En tal caso es una nueva acusacin, pues si esoscamaradas, en vez de salir al extranjero para luego volver a entrar, se hubieran quedado en el pas con determinadascondiciones de vida y de trabajo, lo ms seguro es que se habran salvado. No debe olvidarse que la casi totalidad de loscamaradas detenidos despus de regresar del extranjero lo fueron nada ms llegar. Y hay pruebas de que a ms de uno la polica ya lo estaba esperando antes de llegar.

    La voluntad de vencer desempea un papel de enorme Importancia para obtener la victoria en toda lucha, ya seaarmada, poltica o de otro tipo. Esa voluntad de vencer la haba en la inmensa mayora de los que durante la guerradefendimos la Repblica, lo mismo en los frentes que en la retaguardia. Pero esa voluntad le faltaba a la mayora de losque dirigan esa lucha en los ms altos escalones, incluida una parte de los miembros de la direccin del PCE y de las JSU.Voluntad de vencer la tena Jos Daz, pero estuvo enfermo la mayor parte de la guerra y por eso imposibilitado de dirigir.La tenan Pedro Checa y Vicente Uribe; la tenan Daniel Ortega, Domingo Girn, Guillermo Ascanio, Cayetano Bolvar,Manuel Recatero, Cristbal Valenzuela, Trifn Medrano, Andrs Martn, Jos Cazorla, Eugenio Mesn, Lina Odena y

    otros muchos dirigentes del PCE y de las JSU que lo supieron demostrar en los campos de batalla y frente a los piquetesde ejecucin casadistas y franquistas. Pero qu poquitos hay hoy en el Comit Ejecutivo y Comit Central carrillistas queen aquella poca dieran pruebas de voluntad de vencer, a pesar de que por los cargos que desempeaban en la direccindel Partido y de las JSU tenan la posibilidad de hacerlo.

    Los militantes del PCE y de las JSU cumplieron magnficamente con su deber. Derrocharon herosmo, valor fsico,capacidad organizativa y dignidad. Pero no hay derecho a parapetarse tras la obra de los militantes para seguir presentndose como unos dirigentes que todo lo han hecho magnficamente y que a ellos se deben los xitos del PCE.Esos xitos han existido a pesar de que una buena parte de esos dirigentes que hoy siguen a la cabeza del Partido carrillistano cumplieron con su deber.

    De las debilidades de esos dirigentes en la guerra y en su conducta posterior haba de aprovecharse Carrillo por los aoscuarenta y cincuenta para someterlos a su completo dominio, como iremos viendo a lo largo de los aos.

    En las discusiones de Mosc mostr mi acuerdo con las opiniones de Jos Daz de que haba sido un grave error quedespus de la batalla del Ebro -y ms an a partir de los primeros das de enero, cuando la prdida de Catalua se veavenir, sobre todo si tena que seguir defendindose exclusivamente con sus propios medios, como sucedi- lo fundamentaldel BP y de la direccin de las JSU no se trasladara a la zona centro-sur, que era donde se poda ayudar a Catalua. Pero almismo tiempo que daba mi acuerdo a esa opinin, sostuve que consideraba que el error vena de ms atrs, al trasladar a

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    Barcelona, ya antes del corte de la zona republicana en dos, pero sobre todo despus del corte, a la totalidad de losmiembros del BP y una parte fundamental del CC, as como de la direccin de las JSU y otros cuadros.

    Opin tambin que querer explicar el golpe de Casado exclusivamente por la traicin de una serie de gentes y de las presiones y manejos del Gobierno ingls, poda parecer cmodo, pero no era ni convincente ni real. Afirm que, segn miopinin, sera necesario examinar cmo se haba llegado a esa situacin, el papel de las diferentes fuerzas yresponsabilidades entre nosotros mismos, comenzando por el BP y cada uno de sus miembros. Estas y otras opiniones queall expuse se habran de ir confirmando en m a lo largo de los aos al ir conociendo hechos, conductas y actitudes que enesos momentos ignoraba.

    La discusin, repito, no era nada fcil, y segn iban pasando los das y las semanas se iba complicando y agriando cadavez ms, lo mismo entre nosotros, los espaoles, que con el Secretariado de la IC. Cada da que pasaba se afirmaba en mla idea de que se quera llegar a unas conclusiones pero sin ir realmente al fondo de los problemas. Y as, a mediados deagosto, se dieron por terminadas las discusiones, tanto entre nosotros como con el Secretariado de la IC. En una reunin -la ltima-, Jos Daz hizo toda una serie de proposiciones y todas ellas fueron aprobadas. Entre stas estaban: que Uribe,Hernndez, Comorera y Checa salieran para diferentes pases de Amrica. Lo que hicieron en las semanas siguientes.Hernndez, con su mujer, tuvo que volverse desde Suecia y ya se qued en la Unin Sovitica hasta ltimos de 1943, enque sali para Mxico. Los dems llegaron normalmente a sus destinos.

    Se aprob asimismo que los miembros del BP en Francia, Giorla, Delicado y Antn, y los del CC, Santiago lvarez yotros, continuaran en ese pas, encargndose de organizar el Partido all. Dolores y Castro pasaran a trabajar en la IC y el propio Jos Daz entrara a formar parte del Secretariado de la misma. Modesto y yo ingresbamos en la Academia Militar Frunze para hacer un curso de tres aos. En cuanto a Carrillo nada se dijo ni acord.

    Por su parte, el Secretariado de la IC decidi el regreso de Togliatti a Francia, donde fue detenido unos meses ms

    tarde, pero logr salir de la crcel y regresar a Mosc gracias a la ayuda del Gobierno sovitico.Durante esas discusiones en Mosc hubo para m muchas cosas incomprensibles, que slo con el correr de los aos y alir conociendo hechos, opiniones y personas se fueron aclarando. Lo cual no quiere decir que no queden puntos oscuros para m. Una de las cuestiones incomprensibles para m-en el momento de producirse- fue la liquidacin brutal de lasdiscusiones entre nosotros y de nosotros con el Secretariado de la IC. Esa forma de poner fin a una discusin donde sehaban tratado problemas muy serios sin llegar a ninguna conclusin ni acuerdo sobre los temas examinados, me parecaun escamoteo puro y simple. Slo ms tarde haba de ir conociendo toda una serie de hechos relacionados con nuestraguerra que haban sucedido durante sta o que seguan sucediendo. Entre ellos uno, y no pequeo, es lo que estabasucediendo con muchos de los mandos militares y polticos soviticos que haban participado directa o indirectamente enla guerra de Espaa.

    Los dirigentes soviticos no tenan inters en que la profundizacin en el examen de los acontecimientos en Espaa y delas actividades de los consejeros, delegados de la IC, miembros de las Brigadas Internacionales, etc., nos llevarademasiado lejos.

    Otro problema muy serio era la propia situacin del PCE, debido a la actitud y conducta de parte de sus miembros dedireccin que, aprovechndose de las dificultades que nos creaba la derrota y la divisin geogrfica del Partido y de susrganos dirigentes, actuaban segn les pareca a ellos. La derrota en la que tales dirigentes tenan una seria responsabilidad

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    les vena bien para sacudirse la disciplina del Partido. Caro pagaramos ese escamoteo!Las discusiones fueron para m el descubrimiento de un mundo nuevo. En el perodo anterior a la guerra yo haba

    dirigido la rama poltico-militar del Partido y en marzo de 1937 fui elegido miembro del CC, mas toda mi actividad sedesarroll en los frentes de batalla. Asist a dos plenos del CC, pero mis deberes en el frente no me permitan ausentarmemuchas horas ni tener una relacin muy frecuente con el Bur Poltico. Por eso, lo que yo iba conociendo delfuncionamiento de ste y de sus diferentes miembros era por conversaciones con camaradas y no por una participacindirecta en la direccin.

    En las discusiones de Mosc, ante m se iba abriendo un panorama que me llevaba de sorpresa en sorpresa. Cobardas ycorrupciones aparecan en la vida y conducta de algunos de los presentes y de otros que no estaban pero que eranmiembros de la direccin.

    Estoy plenamente convencido de que si en 1939 se hubiese hecho un verdadero anlisis de la derrota que acabbamosde sufrir, sus causas y las responsabilidades que nos incumban individual y colectivamente, muchos errores posterioreshubiesen podido ser evitados. Y, sobre todo, Carrillo no hubiese podido someter a su total dominio a esos dirigentes. saes una de las explicaciones, no la nica, de cmo Carrillo pudo llegar a ser el amo del PCE y llevarlo a su destruccin.

    No estarn de ms unas palabras en relacin con la cuestin de las academias militares.A mediados de junio, Manuilski nos comunic que se nos ofrecan entre veinticinco y treinta plazas en la Academia

    Militar Frunze y seis en la de Estado Mayor. Se nombr una comisin formada por Checa, Castro y yo para preparar lalista de candidatos, que al final qued compuesta de la siguiente forma: Modesto, jefe de ejrcito; Tagea y yo, jefes decuerpo; Merino, Rodrguez, Beltrn, Soliva, Marn, Ortiz, Feijoo, Usatorre, jefes de divisin; Artemio, Garijo, Aguado,Garca Victorero, Alvarez, Justino, Casado, Muoz, Carrasco, Snchez, jefes de brigada; Boix y Carrin, jefes de batalln; de Artillera, Snchez Thomas; de Ingenieros, Bobadilla; de Aviacin, Vela; de Marina, Menchaca. A esta lista

    de veintisiete fue agregado luego, por indicacin de los soviticos, el Campesino, que a los pocos meses de comenzado elcurso fue dado de baja.Para la Academia de Estado Mayor fueron destinados: A. Cordn, J. M. Galn, Ciutat, Prados, Mrquez y Sierra.En septiembre de 1939 comenzamos los estudios en las dos academias. El curso era de tres aos, pero al producirse la

    agresin hitleriana contra la URSS el 22 de junio de 1941, la Frunze pas a ser una academia de seis meses para oficialeshasta el grado de capitn. Los alumnos y la mayor parte de los profesores marcharon al frente, y nosotros, de alumnos pasamos a profesores. Posteriormente, nuestro colectivo se fue disgregando. Una parte se fue a formar parte delmovimiento guerrillero en la retaguardia enemiga; Modesto, Cordn y yo fuimos ascendidos a generales y enviados alEjrcito polaco, organizado en la Unin Sovitica. En l, Cordn pas a formar parte del Estado Mayor; Modesto almando de la primera divisin, y yo de la segunda. El resto continuaron de profesores.

    Por nuestra participacin en la preparacin y mando del nuevo Ejrcito polaco, Modesto y yo habamos de recibir en1946, de manos del presidente Beirut, la ms alta condecoracin polaca, la Cruz de Grnwald.

    Qu es hoy de todos esos militares? Boix y Feijoo murieron durante la guerra contra los hitlerianos. Aguado yModesto murieron en Praga. Soliva, Garca Victorero, Muoz y Vela murieron en Espaa. Bobadilla, Usatorre, Carrasco ylvarez murieron en la Unin Sovitica. Casado muri en Cuba. Tagea y Beltrn murieron en Mxico. Cordn murien Italia. El resto andamos por el mundo.

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    CAPTULO II

    FEBRERO DE 1945 ENCUENTRO CON CARRILLO EN PARIS

    A mediados de octubre de 1944, estando en el frente ucraniano al mando de la 2. Divisin del Ejrcito polaco, mellam Dimitrov a Mosc. En una larga conversacin me explic las opiniones y planes de Stalin en relacin con el problema espaol. Resumidas, esas opiniones y planes consistan en lo siguiente:

    a) Stalin quera desbaratar los planes de los imperialistas, sobre todo de los ingleses, orientados a dejar a Franco en el poder despus de la derrota del fascismo en los campos de batalla.

    b) Segn Stalin, era necesario obligar a los dirigentes socialistas, anarquistas y republicanos a abandonar su poltica de pasividad y de espera a que el problema espaol lo resolviesen desde fuera los imperialistas.

    c) Era necesario formar un Gobierno, o algo parecido, que pudiese hablar y tratar en nombre del pueblo espaol; seradeseable que ese Gobierno, Comit de Liberacin, o como se le quisiera llamar, estuviese presidido por Negrn.

    d) Y por ltimo, esa representacin de la democracia espaola debera estar respaldada por un movimiento popular, unade cuyas expresiones podra ser, en la situacin de Espaa, la lucha guerrillera.

    En relacin con esas cuestiones, y concretamente con las guerrillas, Stalin consideraba que Modesto, Cordn y yodebamos trasladarnos a Francia, a donde tambin deba trasladarse Dolores, sobre todo para ponerse ella en relacin con Negrn y otros dirigentes republicanos.

    Respond que las opiniones y planes me parecan excelentes y que se trataba de ponerlos en prctica lo ms rpidamente posible.Dimitrov me comunic entonces que los especialistas haban estudiado ya las posibles rutas para llegar a Francia; que

    para nosotros se haba previsto el viaje a travs de Yugoslavia, y para Dolores a travs de El Cairo.El 7 de noviembre de 1944 Modesto, Cordn y yo salimos de Mosc en un avin especial. Despus de hacer noche en

    el camino, el 8 llegamos a Bucarest, donde permanecimos hasta el da 11, en que salimos para Belgrado, llegando all elmismo da.

    En Belgrado surgieron dificultades para continuar el viaje, lo que nos oblig a quedarnos all ms tiempo del que pensbamos. Aprovechamos ese tiempo para estudiar las experiencias de la lucha de las guerrillas y del Ejrcito Popular yugoslavo, al que estuvimos incorporados con nuestros grados de generales y de cuyo mando recibimos toda clase deatenciones y facilidades, pasando a formar parte del Estado Mayor personal de Tito y viviendo en su propia residencia.

    Por fin lleg para Modesto y para m la posibilidad de proseguir el viaje a travs de Roma, donde estuvimos dos das,teniendo que quedarse Cordn en Belgrado algn tiempo.

    Al llegar a Pars, en febrero de 1945, inform a Carrillo de las opiniones y planes expuestos por Dimitrov. Me contestque con esos planes lo que haramos sera sacarles las castaas del fuego a socialistas y anarquistas, que estaban enmejores condiciones que nosotros para tomar en sus manos la direccin de una salida democrtica y que, adems,

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    contaran con la ayuda real y directa de ingleses, americanos y franceses, mientras que nosotros no recibiramos de lossoviticos ms que consejos, que de nada nos serviran.

    Yo casi no conoca personalmente a Carrillo. Lo haba visto dos o tres veces durante la guerra, ninguna de ellas en elfrente, y ms tarde una vez en Mosc, en 1939.

    A principios de 1945, Carrillo lo tena todo en sus manos. l haba llegado a Francia en noviembre y se habaapoderado no slo de la direccin poltica, sino de todos los medios materiales del Partido.

    Por fin lleg Dolores. Una esplndida villa, criados, escolta, y todo lo dems seleccionado por Carrillo, la esperan. YCarrillo la convence de que las opiniones y planes para el desarrollo en gran escala de la lucha guerrillera y la creacin deun rgano de direccin poltica a tono con ese tipo de lucha, no tienen aplicacin posible en Espaa.A pesar de esa actitud negativa de Carrillo, aceptada por Dolores y luego por otros miembros de la direccin del Partidosegn fueron llegando a Francia, Stalin continu llevando consecuentemente la lucha por barrer el franquismo del poder ydevolver al pueblo espaol un rgimen democrtico.

    Del 17 de julio al 2 de agosto (1945), tuvo lugar laConferencia de Potsdam . En ella el caso espaol fue discutidorepetidas veces en sesiones plenarias y en reuniones de comisiones. Stalin y Churchill llegaron a discusiones muy agriassobre esa cuestin.

    En la sesin plenaria del 19 de julio, es decir, a los dos das de abrirse la Conferencia, la delegacin sovitica presentun memorndum en el que, entre otras cosas, se deca textualmente:

    El Gobierno de Franco constituye un grave peligro para las naciones amantes de la libertad en Europa y Amrica, por loque proponemos a los aliados:

    Primero: romper toda clase de relaciones con el Gobierno espaol, y

    Segundo: ayudar a las fuerzas democrticas espaolas para hacer posible que el pueblo espaol establezca un rgimen poltico acorde con sus deseos.

    En el acuerdo firmado al final de la Conferencia en lo que a Espaa se refera, se deca textualmente:

    Los tres Gobiernos se sienten obligados a indicar claramente que por su parte no favorecern ninguna solicitud deingreso del presente Gobierno espaol, el que habiendo sido fundado con el apoyo de las potencias del Eje, no posee enatencin a sus orgenes, sus antecedentes y su ntima relacin con los ejrcitos agresores las cualidades necesarias para justificar su ingreso en el seno de las Naciones Unidas.

    Antes de la reunin de Potsdam existan ya dos importantes documentos internacionales en los que el problema espaolestaba claramente incluido. Me refiero a las Declaraciones de Tehern y de Yalta, firmadas por Stalin, Roosevelt yChurchill. En la primera y al tratar de Europa, se deca: Eliminar la tirana y la esclavitud, la opresin y la Intolerancia.En cuanto a la Declaracin de Yalta , firmada por las tres mismas personas el 12 de febrero de 1945, deca:

    El primer ministro de la Unin de Repblicas Socialistas Soviticas, el primer ministro del Reino Unido y el presidente

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    de los Estados Unidos de Amrica se consultaron entre s, en provecho comn de sus pueblos respectivos y de los pueblosde Europa liberada. Manifiestan su acuerdo de concentrar, durante el perodo transitorio de inestabilidad en Europaliberada, los procedimientos de sus tres Gobiernos para ayudar a los pueblos liberados del dominio de Alemania nazi y alos antiguos satlites del Eje en Europa, a fin de que resuelvan por medios democrticos sus urgentes problemas polticosy econmicos.

    El establecimiento del orden en Europa y la reconstruccin de la vida nacional econmica deben lograrse por procedimientos que permitan a los pueblos liberados destruir hasta los ltimos vestigios del nazismo y el fascismo y crear instituciones democrticas de su propia eleccin. Este es un principio de la Carta del Atlntico: el derecho de todos los pueblos a escoger la forma de gobierno bajo la cual desean vivir y la restitucin de los derechos soberanos y el gobierno propio a los pueblos que han sido privados de ellos por la fuerza de las naciones agresoras.

    Para fomentar las condiciones en que los pueblos liberados puedan ejercitar estos derechos, los tres Gobiernos ayudarnconjuntamente al pueblo de cualquier Estado liberado de Europa o de cualquier antiguo satlite del Eje en ese continente,en donde lo exijan las condiciones, a su juicio:

    a) a establecer condiciones de paz interna; b) a llevar a la prctica medidas de emergencia para la ayuda a los necesitados;c) a formar un Gobierno provisional ampliamente representativo de todos los grupos democrticos de la poblacin,

    comprometido a establecer, a la mayor brevedad posible y por medio de elecciones libres, el gobierno responsable de lavoluntad del pueblo;

    d) a facilitar, en los casos necesarios, tales elecciones libres.

    Los tres Gobiernos consultarn con las dems Naciones Unidas y con las autoridades provisionales y los dems

    Gobiernos de Europa cuando estn en estudio asuntos de inters directo para ellos.Cuando, en opinin de los tres Gobiernos, las condiciones en cualquier Estado europeo liberado o en un antiguo satlitedel Eje en Europa lo hagan necesario, se consultarn inmediatamente entre s respecto a las medidas necesarias paracumplir con las responsabilidades mancomunadas expuestas en esta declaracin.

    Por ella reafirmamos nuestra fe en los principios de la Carta del Atlntico, nuestra adhesin al Acuerdo de las NacionesUnidas y nuestra decisin de formar, con cooperacin de los dems pases amantes de la paz, un orden mundial bajo laley, dedicado a la paz, a la seguridad, a la libertad y al bienestar de la especie humana.

    El 1 de marzo de 1946 el Gobierno francs cerr la frontera con Espaa, lo que representaba un duro golpe para losfranquistas. Mientras tanto, a nosotros no se nos ponan obstculos por parte de las autoridades francesas para pasar deFrancia a Espaa y de Espaa a Francia a travs del Pirineo o por mar.

    El 4 de marzo, tres das despus de cerrada la frontera, se haca pblica la nota tripartita de los Gobiernos de Francia,Inglaterra y Estados Unidos en la que, entre otras cosas, se deca:

    Los Gobiernos de Francia, el Reino Unido y Estados Unidos de Amrica han cambiado impresiones respecto al actualrgimen espaol y sus relaciones con dicho rgimen.

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    Se ha convenido que, en tanto que el general Francisco Franco siga rigiendo a Espaa, el pueblo espaol no debeesperar una asociacin completa y cordial con aquellas naciones del mundo que, mediante un esfuerzo comn, produjeronla derrota del nazismo germano y del fascismo italiano, que ayudaron al presente rgimen a elevarse al poder y que lesirvieron de modelo.

    La amnista poltica, el retorno de los espaoles desterrados, las libertades de asamblea y asociacin poltica y losarreglos para elecciones pblicas libres son esenciales.

    Un gobierno interno que se dedicase a estos fines debera recibir el reconocimiento y el apoyo de todos los pueblosamantes de la libertad.

    Sucesivas resoluciones de la ONU

    Fueron muchas las sesiones dedicadas al examen de nuestro problema en el subcomit especial, el Comit de AsuntosPolticos y de. Seguridad, en el Consejo de Seguridad y en el pleno de la Asamblea General, que en la resolucin final,aprobada en la sesin plenaria del 12 de diciembre de 1946, con los votos a favor de la URSS, Estados Unidos, Francia eInglaterra, deca lo siguiente:

    Las Naciones Unidas, en San Francisco, en Potsdam y en Londres, condenaron el rgimen de Franco en Espaa ydecidieron que, durante todo el tiempo que este rgimen subsista, Espaa no podr ser admitida como miembro de las Naciones Unidas.

    La Asamblea General, en su resolucin del 9 de febrero de 1946, ha recomendado a los miembros de las NacionesUnidas que se atengan a la letra y el espritu de las declaraciones de San Francisco y de Potsdam.

    Los pueblos de las Naciones Unidas aseguran al pueblo espaol su constante simpata y su cordial bienvenida cuandolas circunstancias permitan que sea admitido en el seno de las Naciones Unidas.

    La Asamblea General recordaba que en mayo y junio de 1946 el Consejo de Seguridad realiz un estudio de lasmedidas que las Naciones Unidas podran tomar en el futuro con relacin al caso. La subcomisin encargada de esteestudio estableci por unanimidad que:

    a) Por su origen, naturaleza, estructura y comportamiento, el Gobierno de Franco es un rgimen fascista, calcado de laAlemania nazi de Hitler y de la Italia fascista de Mussolini, y en gran parte est establecido gracias a su ayuda.

    b) Durante la prolongada lucha de las Naciones Unidas contra Hitler y Mussolini, Franco, a despecho de las reiteradas protestas de los aliados, dio una ayuda de lo ms sustancial a las potencias enemigas desde el principio; por ejemplo, de1941 a 1945, la Divisin Azul de Infantera, la Legin Espaola de Voluntarios y el Escuadrn (Areo) Salvador combatieron contra la Unin Sovitica en el frente de Europa oriental. En segundo lugar, en el verano de 1940 Espaaocup Tnger, violando el Estatuto internacional de esta ciudad, y, por el hecho de mantener un ejrcito en el Marruecosespaol, inmoviliz efectivos considerables en el norte de frica.c) Documentos incontrovertibles prueban que Franco fue culpable, en unin de Hitler y Mussolini, de haber fomentado

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    la guerra contra los pases que, en el transcurso de la guerra mundial, han llegado a asociarse con el nombre de NacionesUnidas. En el plan de esta conspiracin estaba previsto que la participacin integral de Franco en las operaciones deguerra sera diferida hasta el momento en que se decidiera de comn acuerdo.

    La Asamblea General Convencida de que el gobierno fascista de Franco en Espaa, que fue impuesto por la fuerza al pueblo espaol, con la

    ayuda de las potencias del Eje, a las que prest asistencia material durante la guerra, no representa al pueblo espaol yhace imposible la participacin de este pueblo en los asuntos internacionales dentro de la Organizacin de las NacionesUnidas.RECOMIENDA:

    Que el Gobierno de Franco de Espaa sea excluido de todos los organismos internacionales establecidos por las Naciones Unidas, o relacionados con la Organizacin en conferencias u otras actividades organizadas por las NacionesUnidas o por los organismos citados, hasta que se constituya en Espaa un nuevo Gobierno que pueda ser aceptado.

    LA ASAMBLEA GENERAL, ADEMS,Recomienda que todos los miembros de las Naciones Unidas retiren inmediatamente de Madrid a sus embajadores y

    ministros plenipotenciarios acreditados en esa capital.LA ASAMBLEA GENERAL RECOMIENDA ASIMISMO QUE,Si dentro de un perodo razonable no se ha establecido en Espaa un Gobierno cuya autoridad derive de la voluntad de

    sus ciudadanos, el Consejo de Seguridad reconsidere nuevamente la adopcin de medidas adecuadas, con el fin deremediar la situacin que prevalezca.

    LA ASAMBLEA GENERAL RECOMIENDA ADEMS

    A los Estados miembros que den cuenta al secretario general y a la prxima Asamblea de las medidas que hayantomado para ejecutar esta recomendacin.

    sos no son ms que algunos elementos que demuestran que el ambiente internacional era favorable a la democraciaespaola.

    Qu hubiese ocurrido si esa situacin internacional favorable al antifascismo espaol hubiese estado acompaada deun potente movimiento de lucha dirigido por un gobierno o comit que representara al pueblo espaol?

    Que cada uno saque sus conclusiones! En cunto a las mas, consisten en que 1945 - 1946 fueron los aos decisivos para resolver el problema de la liquidacin del rgimen franquista. Aqul fue el momento para volcar en Espaa todo loque era posible en hombres y material; era el momento para colocar a la democracia mundial ante sus responsabilidades,de dar argumentos a nuestros amigos de todos los pases para exigir de sus gobernantes y dirigentes que, aniquiladosHitler y Mussolini, no haba derecho a que su criatura, Franco, no se hundiese con ellos.

    se era el momento para pedir a nuestros camaradas que ya estaban en el poder en diferentes pases de Europa que nosayudasen como era su deber hacerlo.

    Hasta ese perodo, y hasta bastante despus, el Gobierno y autoridades franceses no nos ponan obstculo para nuestraactividad en Francia y, sobre todo, a lo largo de la frontera con Espaa.

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    En cuanto a yanquis e ingleses, las repetidas declaraciones y tomas de posicin demuestran que no estaban nada segurosen cuanto a la direccin que podan tomar los acontecimientos en Espaa, y si ellos hubiesen visto que stos tomaban lava del desarrollo de la lucha armada, se hubiesen dado prisa en favorecer una salida de tipo republicano para que las cosasno fuesen ms lejos que lo que a ellos les convena.

    Pero entre nosotros, en una tal situacin, en vez de arreciar en el desarrollo de la accin guerrillera y de las demsformas de lucha, se prefiri que Carrillo pasase a ser ministro de un gobierno que estaba en contra de la lucha guerrillera yde cualquier otra forma de lucha armada. Y la direccin del Partido, en vez de pedir a nuestros amigos que ya estaban enel poder en los diferentes pases europeos su ayuda para reforzar la lucha, lo que les pidi fue que reconocieran alGobierno en el que haba ingresado Carrillo. Y la mayor parte de esos pases lo hicieron, pero no la Unin Sovitica, queestaba convencida de que eso no era ms que una farsa.

    No estar de ms recordar que Carrillo fue nombrado ministro por el presidente Diego Martnez Barrio, el 1 de abril de1946. De lejos le viene, pues, a Carrillo su apetito ministerial. En esos aos, Carrillo no tena ninguna prisa en la salidademocrtica para Espaa. Los mximos dirigentes conocidos del Partido eran otros, y en una situacin de desarrollonormal del Partido, l no tena ninguna posibilidad de llegar a la Secretara General. l lo saba, y por eso lo que leinteresaba era ganar tiempo y posiciones con el mtodo maniobrero que le es propio, ir deshacindose del mximo defuturos oponentes a sus planes.

    Para qu sirvieron esos Gobiernos? Para nada til. A qu fue Carrillo a ese Gobierno? A combatir para que adoptaseuna lnea de lucha, de reconocimiento y apoyo a las guerrillas y a las otras formas de verdadera lucha en el pas? Nihablar! Carrillo utiliz el movimiento guerrillero para conseguir sus objetivos personales y no la victoria del pueblo. En lapoca de las guerrillas consigui ser ministro de un Gobierno que no quera ni or hablar de la lucha guerrillera. En esosaos, 1945 - 1946, cuando lo que haca falta era volcar en la lucha armada el mximo de medios posible, todo lo que

    preocupaba a Carrillo es ser un buen chico en un puesto de ministro del Gobierno republicano. Ahora aspira a algo mselevado, a ser ministro en un Gobierno de derechas.En 1945, al encontrarnos en Francia los cuadros dirigentes del Partido -separados desde 1939-, pudimos, y debimos,

    hacer el anlisis que no se hizo en 1939, agregando a ese examen el del perodo comprendido entre 19391945. Si lohubisemos hecho as, quiz habramos comprendido cul era la situacin del problema espaol en aquel momento y qu podamos y debamos hacer y, sobre esa base, elaborar una lnea poltica correspondiente a esa situacin.

    En aquel momento hubiese sido lgico examinar la actividad del Partido durante esos seis aos, lo mismo en Espaaque en toda una serie de pases en los que tenamos ncleos importantes de camaradas. Y hubiera sido obligatorio,asimismo, un examen de cmo haba cumplido cada miembro de la direccin del Partido con sus deberes en los lugares enque haba trabajado durante los seis aos de separacin.

    Entonces se hubiese visto que la conducta y el comportamiento poltico y moral de la inmensa mayora de los militantesde nuestro Partido, lo mismo en Europa que en Amrica, en frica y sobre todo en Espaa, haba sido ejemplar, mientrasque la conducta y el comportamiento de una parte de los dirigentes en la emigracin haba dejado bastante que desear.Dolores Ibrruri, Carrillo, Mije, Antn, Delicado, son buenos ejemplos de lo que decimos, aunque no eran los nicos.

    Si un tal examen se hubiera hecho, a ms de uno se le habran bajado los humos de gran seor, entrando en la nuevaetapa con una conducta poltica y moral a tono con lo que debe ser un dirigente del Partido. Nada de eso se hizo y as

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    marcharon las cosas.Todo examen serio fue ahogado. Haba muchas cosas sucias, muchas cobardas que los que deban hacer el examen

    tenan inters en ocultar. Y, lo mismo que luego, la alianza para la conspiracin del silencio se hizo a costa del Partido.S, debieran haber sido examinadas muchas cosas y conductas, algunas de las cuales no hago ms que apuntar aqu,

    pero que un da, cuando se haga la verdadera historia del Partido, habr que tratar con toda la profundidad que merece yhacer sobre ellas toda la claridad necesaria.

    Pleno de Toulouse

    Durante los das 5, 6, 7 y 8 de diciembre de 1945 se celebr en Toulouse (Francia) la llamada reunin plenaria delPartido Comunista de Espaa, siendo su caracterstica principal la agitacin y el triunfalismo. Los plenos del Partidocelebrados en Francia no tenan carcter ni de reuniones de Comit Central ni de conferencia del Partido, aunquehbilmente eran presentados como tales. En la prctica, eran plenos de nuestra organizacin en Francia. El de 1945 fue,como digo, del ms puro triunfalismo, demaggico y de escamoteo de todo examen de los verdaderos problemas. Perotuvo algo ms grave; y es que en ese pleno se sentaron las bases de toda la poltica oportunista y revisionista que, pasando por las etapas de la reconciliacin nacional, del pacto por la libertad y otras, haba de ir deshaciendo el Partido yconvirtiendo el poderoso movimiento comunista espaol en ese revoltijo de partidos y partiditos, grupos ygrupsculos, oposiciones de izquierda, organizaciones unitarias y muchas cosas ms que hoy existen.

    A raz de ese pleno se acord, a propuesta de Carrillo, que D. Ibrruri escribiera una carta a toda una serie de dirigentesde los partidos y organizaciones antifranquistas espaoles proponindoles una consulta al pueblo. Se acord asimismovisitar a aquellos de esos dirigentes que fuese posible. Se examinaron nombres de los posibles visitados y de los posibles

    visitadores. A m me toc visitar a Casares Quiroga, Portela Valladares y, sobre todo, a Largo Caballero, pues seconsideraba que podra ser a m al nico que estuviera dispuesto a recibir, pues era, de entre todos, tambin el nico queno haba empleado la navaja cabritera contra l.

    Las entrevistas con Casares Quiroga y Portela Valladares fueron fciles, pues ya existan relaciones entre nosotros por pertenecer los tres al Frente Nacional Gallego, que funcionaba en Francia en esa poca.

    Conseguir el encuentro con Largo Caballero a travs de su secretario Aguirre tampoco fue difcil. La entrevista fuecordial. Le expliqu nuestras opiniones y puntos de vista sobre la situacin y nuestras propuestas. l me explic las suyas.Entre otras cosas me habl de sus planes para unir a los socialistas y de las dificultades con que tropezaba en esa tarea.Dijo que son muchas y muy profundas las heridas que tus amigos me han causado; pero es mucho ms importante latarea que tenemos ante nosotros de liberar a nuestro pueblo del fascismo. Y agreg que podramos vernos todas las vecesque yo quisiera.

    La entrevista fue, repito, francamente cordial, y lo que menos yo poda imaginarme es que a ese hombre, que vi lleno deenerga y planes de lucha, haba de despedirle unos meses ms tarde llevado por una muerte cruel que vena a cerrar unalarga vida de dignidad y de lucha por la gran causa del socialismo.

    Se recibi una cierta cantidad de respuestas -cuyos originales conservo yo- a la carta de D. Ibrruri, aunque todas ellasrechazando la propuesta. Respondieron: el dirigente gallego A. R. Castelao, Portela Valladares, Luis Jimnez de Asa,

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    Luis Fernndez Clrigo. Todos ellos tenan una posicin ms avanzada en cuanto a la salida democrtica para Espaa quela que, en esa poca, comenzaba ya a tomar la direccin del PCE.

    Las cartas estaban firmadas por D. Ibrruri, pero el inspirador del contenido era Carrillo. Lo que pasa es que, en aquellapoca, Carrillo era mucho ms cauteloso de lo que lo es hoy. Por ejemplo, en un mitin dado en la piscina de Toulouse el 1de abril de 1945, lanz por primera vez la consigna de huelga general poltica, pero tuvo buen cuidado de agregar queapoyar la insurreccin nacional. Con el tiempo, la insurreccin nacional haba de quedar reducida a huelganacional pacfica.

    Carrillo, desde su llegada a Francia, haba venido realizando su propia poltica a espaldas del Partido, como demuestra,entre otros muchos ejemplos, ese par de prrafos de la carta respuesta de 22 de diciembre de 1945 del poltico MiguelMaura:

    El programa de accin que usted me propone en su carta coincide casi punto por punto con el que hube de trazarmehace doce meses. Las diferencias que entre los dos existen son ms de procedimiento que de finalidad o de doctrina.

    En el mes de diciembre del pasado ao tuve ocasin de departir con los representantes del Partido Comunista que, conel seor Carrillo, me visitaron. Largamente les expuse mis puntos de vista, que coinciden, como digo, casi a la letra conlos que usted expone en su carta.

    Y as, con el famoso pleno como tapadera, pero sin haber hecho un verdadero anlisis de la situacin de la quehabamos salido, emprendimos la nueva etapa cojeando de los dos pies. Y cojeando marchamos hasta octubre de 1948 enque, despus de los consejos de Stalin, introdujimos en nuestra poltica los cambios a que me referir a continuacin.

    Pero esto lo hacamos, una vez ms, sin un verdadero anlisis de la etapa que acabbamos de recorrer, y sin un estudio

    de los errores que habamos cometido. Y presentamos al Partido la idea de que habamos introducido cambios no porqueestuviramos llevando una poltica equivocada, sino porque haba un cambio en la situacin. De esta forma le servimos alPartido, en 1948, unos cambios de situacin que haban tenido lugar -lo mismo en Espaa que a escala internacional- en1944 y 1945. Es decir, marchbamos a remolque de los acontecimientos con varios aos de retraso.

    Un verdadero anlisis de la situacin nacional e internacional en 1945, colocando las diferentes formas de lucha -entreellas la lucha guerrillera- en ese marco y escuchando las opiniones de los representantes de la mayor parte posible deunidades guerrilleras y de los que dirigan en el pas las diferentes formas de lucha, nos hubiese llevado, sin duda deninguna clase, a conclusiones y medidas muy diferentes a las que se tomaron. Pero lo que queran Carrillo y sus patroneses lo que se hizo, pues las guerrillas no eran para l otra cosa que un medio en sus manejos hacia la jefatura del Partido.

    CAPTULO III

    MOVIMIENTO GUERRILLERO EN ESPAA (1936 - 1951)

    DESDE hace bastantes aos asistimos a una labor sistemtica de Carrillo y sus socios no slo por minimizar laimportancia de la lucha guerrillera en Espaa sino, sobre todo, por desprestigiarla y por disminuir o hacer desaparecer el

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    papel de los comunistas en esa lucha. No es mi intencin tratar aqu con la amplitud que requiere este aspecto de la lucha del pueblo espaol, pues no cabe en

    un captulo de un libro. Pienso hacerlo en un libro aparte para poder dedicarle toda la importancia que tiene y el espacioque requiere. Aqu me limitar, pues, a trazar algunos rasgos principales de esa forma de lucha y mis opiniones sobre ello.

    El 1 de abril de 1959 apareci un documento del CC del PCE con motivo del XX aniversario del fin de la guerraespaola y de balance de las actividades de la oposicin a la dictadura franquista. De las 94 pginas que contiene elfolleto, al movimiento guerrillero se le dedica exactamente una pgina, y toda ella en plan llorn y de disculpa, como puede verse por los siguientes prrafos:

    La propaganda oficial, con fines fcilmente comprensibles, ha tratado de contraponer nuestra poltica de reconciliacina la ayuda que en un perodo prestamos al movimiento guerrillero. Nada ms falto de fundamento.

    El movimiento guerrillero no fue una creacin del Partido Comunista, sino una de las secuelas de la guerra civil, y sumantenimiento a lo largo de casi diez aos, fruto del brbaro terror gubernamental.

    Al final de la guerra, centenares de combatientes republicanos hubieron de optar entre ser fusilados -como lo fuerondecenas de miles- o refugiarse en las montaas para defender sus vidas. As naci el movimiento guerrillero, que durantela dcada del 40 fueron engrosando otros antifranquistas fugitivos de la represin.

    Slo fugitivos? Y los voluntarios incorporados en Espaa misma y los que fueron del extranjero?

    En uno de los Cuadernos de Educacin Poltica publicados por la direccin carrillista en junio de 1969 y titulado Ques el Partido Comunista?, se dice:

    El Partido Comunista de Espaa, por ejemplo, en un perodo de treinta aos ha tenido que modificar su tctica endiferentes ocasiones: lucha pacfica primero; participacin en la insurreccin de Asturias en 1934; lucha pacfica electoralen 1936; lucha armada contra el fascismo de 1936 a 1939; lucha clandestina; movimiento guerrillero contra el fascismodesde 1944 hasta 1947 - 1948.

    Como puede verse, en el primer documento se reconoce que el movimiento guerrillero se mantuvo casi diez aos, loque ya disminuye la cifra pues fueron algunos ms; pero puestos a quitarle importancia a la lucha guerrillera, en elsegundo documento ya lo reducen a cuatro aos. Pero lo ms importante es que se niega que hayan sido los comunistas los principales organizadores y sostenedores de las guerrillas. Si se tratara de un acto de modestia, podra tener una ciertadisculpa; pero de lo que se trata es de renegar de esa pgina de lucha como reniegan de muchas ms cosas.

    Las guerrillas durante nuestra guerra (1936 - 1939)

    Durante la guerra nacional revolucionaria del pueblo espaol se daban todas las condiciones para la existencia de un potente movimiento guerrillero en la retaguardia franquista. En las zonas ocupadas por los sublevados exista una baseinicial para su organizacin con los miles de patriotas que se echaron al monte, pero esas condiciones no slo no fueron

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    Con la derrota de la Repblica en 1939, empez para las fuerzas antifranquistas y democrticas el perodo ms duro desu existencia. Con la implantacin del rgimen franquista en todo el territorio nacional, millares de hombres se echaron almonte, encontrndose en muchos lugares con los que ya andaban por las montaas desde el comienzo de la sublevacinfascista. A pesar de que estos hombres estaban bajo la impresin de la derrota; a pesar de que se encontraban acorralados por las fuerzas de represin del enemigo, sin puntos de apoyo y movindose entre una poblacin aterrorizada por elsalvajismo falangista; a pesar de todos los defectos y debilidades, muchos de esos guerrilleros fueron el elemento principalque en muchas zonas de nuestra patria sostenan en alto la moral de nuestro pueblo y le daba confianza para resistir y nodarse por vencido.

    Durante un perodo, las acciones propiamente guerrilleras casi no existieron. Los guerrilleros se vieron obligados adefenderse de las persecuciones de que eran objeto por parte del rgimen franquista, limitndose nicamente a accionescuya finalidad era conseguir medios para subsistir y conservar la vida.

    Los comunistas hicieron grandes esfuerzos para dar un contenido antifranquista a las actividades de los millares decombatientes que haban buscado en el monte refugio a las persecuciones del terrorismo franquista.

    As comenz a tomar de nuevo un contenido combativo y poltico el movimiento guerrillero que, adems de haber alimentado en el pueblo durante esta etapa la confianza en la reconquista de la libertad, contribua poderosamente a lalucha del pueblo espaol para evitar que Franco arrastrara a Espaa a la guerra al lado de Hitler.

    Durante todo el perodo de la segunda guerra mundial y varios aos despus de terminada sta, las agrupacionesguerrilleras de Galicia-Len, Asturias-Santander, Levante- Aragn, Andaluca-Extremadura y el Centro combatieronconstantemente contra las fuerzas armadas y de orden pblico franquistas; atacaron cuarteles y centros de suministros,nudos de comunicaciones, trenes militares y centrales elctricas; ejecutaron a centenares de fascistas que se distinguan enla represin.

    Ello oblig a la dictadura franquista a mantener en continua movilizacin a gran parte de sus fuerzas militares durantela segunda guerra mundial. De esta forma los guerrilleros espaoles impidieron que esas fuerzas pudieran ser utilizadas enla lucha al lado de las potencias fascistas. Basta decir, a ttulo de ejemplo, que los quinientos hombres con que lleg acontar la Agrupacin de Levante y Aragn tenan en jaque, en las provincias de Valencia, Cuenca, Castelln de la Plana yTeruel, a unos 40 000 hombres de las unidades armadas del franquismo.

    Los espaoles, con su lucha guerrillera durante la segunda guerra mundial, le crearon a Franco obstculos para arrastrar a Espaa a la guerra al lado de Hitler. Contribuyeron modestamente, es cierto, pero contribuyeron a la victoria sobre losejrcitos fascistas. Los guerrilleros espaoles crean que la derrota de las fuerzas fascistas en el plano internacionalarrastrara tras de s el rgimen franquista. Pero no se dedicaron a esperar pasivamente esa cada, y despus de la victoriaaliada no abandonaron la lucha, sino que la reforzaron con ms ardor an para llevar al pueblo al levantamiento armado.

    Despus de la derrota de la Repblica en 1939, la lucha guerrillera ocup -en el conjunto de la lucha del puebloespaol- un lugar de primer orden, y durante cierto perodo, un lugar decisivo en algunas regiones.

    En las montaas de Espaa y en algunas ciudades, grupos de patriotas abnegados se batieron heroicamente duranteaos. Eran los guerrilleros la vanguardia aguerrida y ofensiva del pueblo espaol, organizados en una red dedestacamentos de combate que, con sus luchas heroicas y sus golpes audaces a los representantes y defensores del rgimenfranquista, despertaban el entusiasmo de amplios sectores de la poblacin, levantaban la moral del pueblo y le daban la

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    confianza en un maana de libertad. En ese perodo slo exista libertad entre los guerrilleros.Con la visita de los guerrilleros, muchos pueblos vivan unas horas o unos das de libertad; vean ondear en la torre de la

    iglesia o del ayuntamiento la bandera republicana, que les daba confianza en que el franquismo no sera eterno y que laRepblica volvera.

    Los guerrilleros eran la continuacin de la lucha que libr el pueblo espaol durante 32 meses de guerra nacionalrevolucionaria contra los sublevados franquistas y los invasores nazi fascistas por la soberana del pueblo y laindependencia nacional de Espaa. Eran el destacamento armado de la resistencia espaola.

    En ese destacamento hubo de todo. Hubo unidades disciplinadas, con una alta moral poltica y combativa, cuyasoperaciones tenan un verdadero contenido antifranquista. Hubo otras que no dieron totalmente el salto de huido averdaderos destacamentos guerrilleros. Pero en todo momento la lucha guerrillera desempe un gran papelrevolucionario, manteniendo la confianza del pueblo en la conquista de la libertad.

    Los aos en que combatieron las guerrillas fueron aos terriblemente duros para el pueblo espaol. De ah eseimportante papel de los guerrilleros.

    Una estadstica elaborada sobre la base de las propias fuentes del rgimen a mediados de 1946, muestra que en aquellapoca haban en las crceles 234 419 espaoles.

    Segn declaraciones de un funcionario del Ministerio de Justicia franquista, el corresponsal de la Prensa AsociadaCharles Foltz, entre abril de 1939 -fin de la guerra- y julio de 1944 fueron ejecutadas en Espaa 192 682 penas de muerte.Muchos fueron asesinados por su participacin en la guerra; pero otros lo fueron por seguir manteniendo encendida lallama de la lucha en el suelo de Espaa y alentando la fe en el pueblo, por seguir testimoniando al mundo que lademocracia espaola no se renda.

    Contra los guerrilleros, el rgimen franquista ha empleado lo ms escogido de sus fuerzas represivas. El Cuerpo de la

    Guardia Civil, de 27 000 hombres que tena durante la Repblica fue aumentado a 100 000, y las escuelas funcionaban atodo rendimiento, preparando nuevas promociones de guardias; y esta fuerza, casi ntegra, se empleaba contra losguerrilleros. Ms de veinte escuelas antiguerrilleras funcionaban en diferentes puntos de Espaa, con la tarea de preparar,con hombres escogidos entre la Guardia Civil, Legin y Regulares, destacamentos antiguerrilleros que, lanzados a laszonas guerrilleras y hacindose pasar por guerrilleros, descubran a los que los apoyaban.

    Franco recurri a todas las violencias para aniquilar las guerrillas. Emple toda clase de fuerzas y armas, desde lasdivisiones del Ejrcito hasta contrapartidas guerrilleras, poniendo en juego criminales recursos de provocacin, sobre todoen el campo. Arras pueblos y despobl comarcas enteras.

    La aviacin de reconocimiento y bombardeo fue empleada en muchas zonas guerrilleras contra las que se sostuvo unaferoz guerra de tierra quemada, desalojando a los campesinos de sus casas, obligndolos a dejar la aceituna pudrirse en losrboles y las cosechas en las tierras, incendiando los bosques y los campos donde crean se cobijaban los guerrilleros.

    El camino recorrido por las guerrillas haba sido largo y lleno de sacrificios y herosmo en la lucha implacable contra elenemigo fascista, al que haban asestado duros golpes, conquistando la admiracin y el cario de las amplias masas denuestro pas.

    Regado de sangre generosa, cimentado sobre las vidas de muchos centenares de los mejores hijos de los pueblos deEspaa, se haba forjado ese magnfico movimiento guerrillero que sacaba de quicio a Franco y a los fascistas.

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    En aquel perodo el Partido Comunista reforz su apoyo al movimiento guerrillero con el envo de hombres, material ydinero desde fuera, pero ese esfuerzo no fue hecho en la medida necesaria y posible.

    Es sobradamente conocido que los guerrilleros viven del apoyo que encuentran en la poblacin civil; pero no es menoscierto que ese principio no debe tomarse en forma absoluta. Existen toda una serie de medios tcnicos y de elementos decombate de muy difcil adquisicin sobre el terreno y que, al ser recibidos de otros lugares, facilitan la capacidadcombativa de las guerrillas.

    El reclutamiento tiene una importancia vital para la vida y continuidad de las guerrillas. Pues bien, en la poca a la quenos referimos haba una verdadera afluencia de voluntarios que pedan su incorporacin al combate. He aqu lo que diceun ltimo jefe de las guerrillas de Galicia sobre las posibilidades de reclutamiento existentes en aquella poca:

    La lucha era dura y no precisamente por falta de la ayuda del pueblo sino, y sobre todo, por la carencia de armas ymuniciones. Ya no ramos hombres escapados; ramos combatientes antifranquistas. Las puertas se nos abran msfcilmente. Cada vez tenamos ms hombres y ms necesidades. Estos jvenes (pues eran jvenes los que luchaban en primer lugar en el llano y al ser descubiertos suban a las guerrillas) pedan armas y municiones. No pocas fueron lasdecepciones al ver lo mal armados que estbamos. "Queremos armas", nos decan muchos, "dadnos armas y subiremos, noslo uno, sino por destacamentos enteros.

    Esos y otros testimonios, que se podran aportar en abundancia, permiten apreciar cmo a las guerrillas no les faltaba elapoyo entre la poblacin y, principalmente, entre los campesinos. Lo que falt fue la ayuda tcnica de fuera y que elPartido pusiera al servicio de esa forma de lucha todos los medios y los hombres que era posible poner.

    Se prest poca atencin a la creacin y ayuda a los destacamentos guerrilleros de ciudad; que si bien es cierto que su

    lucha era ms expuesta y difcil, no lo era menos el que sus golpes audaces tenan una gran repercusin en el pueblo.En aquellos aos, y despus de haberse batido contra las fuerzas hitlerianas y reaccionarias en la segunda guerramundial, en Francia, en la Unin Sovitica, en frica y en otros campos de batalla, volvieron a Espaa decenas decamaradas con misiones de direccin y de mando de las unidades guerrilleras. Antes de salir para el pas, estos camaradasasistan a unos cursillos poltico-militares donde se compenetraban con la situacin nacional e internacional y la polticadel Partido y en cuestiones concernientes a la accin guerrillera, teniendo en cuenta lo que las recientes luchas habanaportado a esta forma de combate.

    La seleccin de esos hombres era tarea fcil, pues si para desempear la jefatura de las guerrillas no basta unnombramiento, se requiere, por el contrario, toda una serie de condiciones personales: saber mandar, valor, serenidad,carcter, simpata, aptitud para captar situaciones que a otros se les escapan, etc. Caractersticas que slo se descubren enel campo de lucha y que quienes ms fcilmente las descubren en los que las tienen son los mismos compaeros decombate, los subordinados. El Partido tena a su disposicin centenares de camaradas que haban demostrado ya reunir lascualidades requeridas.

    Pero no eran