mignon, paul-louis - estados unidos, una tragedia americana (doble)

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  • 8/18/2019 Mignon, Paul-Louis - Estados Unidos, Una Tragedia Americana (Doble)

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    LEJOS DE IRLANDA 

    Sin embargo, la literatura dramática irlandesa sigue abierta. En veinte años, en el Teatro de la Abadía, gracias a su personal decisión, algunos poetas, Yeats, Lady Gregory, Synge, O’Casey, mar

    caron sólidamente el espíritu. La oportunidad histórica consistió en que su camino artístico para comprender y explicar el genio popular coincidiera y se pusiera de acuerdo con el movimiento de independencia nacional en lo que tenía de más profundo,  de más auténtico.

    Al proseguir su obra en el exilio —desde 1928 compuso catorce piezas, la última de las cuales, 

     Los tambore s de l padre Ned ,  data de 1958—, O’Casey amplió su estudio de caracteres y de costumbres. 

    Con una sorprendente variedad de técnicas, abordó los problemas sociales (Rosas rojas para mí),  políticos (La estrella enrojece),  la influencia del clericalismo y del militarismo (La copa de plata, Se espera 

     a un ob ispo),   llevando la sátira a lo burlesco (Polvo  púrpura) . La constante áspera de la trilogía dublinesa ha cedido el sitio a una crítica optimista al servicio del humanismo fundamental de O’Casey.

    Y detrás de O’Casey vienen Samuel Becke tt, Bren- dan Behan...

     ESTADO S UN IDOS: UNA TRA GED IA 

     AM ERIC AN A

    c¡ramático nació en los Estados Unidos  en 1916, del encuentro de un escritor de veintiocho  años todavía desconocido y de una joven compañía: Eugéne O’Neill y los «Provincetown Players».

    La convergencia de sus ambiciones al margen de  las escenas tradicionales no se debió, sin duda, al azar. Su empresa se inscribe en un c on jun to' de 

    busquedas, de tentativas; responde a una exigencia  nueva. Se afirman en ella la necesidad y la voluntad de dar al teatro americano una personalidad que no  tiene, de ofrecer a su público una dramaturgia en  que se reconozca, que lo reconozca. Las condiciones  de esta aparición garantizan su autenticidad. Examinadas más de cerca, se distinguen en ellas los principales caracteres de la vida teatral en los Estados Unidos durante su breve historia.

    PROSPERIDAD: BROADWAY Y «OFF BROADWAY»

    Hasta entonces, aunque algunas piezas hubieran comenzado a testimoniar el deseo de reflejar la rea- helad americana, el comercio teatral continúa fuertemente europeizado.

    Hay que señalar que su éxito incita a edificar nuevas salas. De 1900 a 1928, el número de teatros neoyorkinos se duplica; pasa de cuarenta a ochenta

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    y seis. Pero lo que exhiben, en vísperas de la guerra

    de 1914-1918, es mediocre. Broadway es su reino v los negociantes sus dueños.

    Es  pu es fu er a de Broad way («off Broadway»), enGreenw ich Village, y sob re t odo al principio’ en

     pr ov in cias y en la un iv er sida d, do nd e se organiza el movimiento en favor de una expresión escénica original.

    Y ello por una doble raz ón : la prosperidad econó

    mica desarrolla los ocios y una actividad artística es una manera de ocuparlos, principalmente en lasciudades pequeñas.

    Paralelamente, los medios intelectuales, informados de la efervescencia reformadora de las escenas

    europeas, se dedican a poner a punto fórmulas de

    laboratorio, a fin de experimentar lo que deberá

    alimentar los teatros de Nueva York. Así se definen

    el espír itu y la prác tica de la vanguard ia; procede

    ésta de ensayos y realiza propuestas.

    EL PAPEL DE LA UNIVERSIDAD Y DE LOS 

    PEQUEÑOS TEATROS

    En 1912, en la Universidad de Harvard, un pro

    fesor, George Pierce Baker, inaugura un curso de

    composición dramática. En Chicago se abre un pe

    queño teatro de noventa y una plazas por iniciativa

    de Maurice Browne. Al año siguiente, George Pier

    ce Baker define y concreta la acción teatral univer

    sitaria fundando el «47 Workshop». Los estudiantes

    fueron a representar en él las piezas que compu

    sieron como deberes de clase. Entre ellos, EugéneO’Neill.

    A partir de entonces se multiplican por los Es

    tados Unidos «pequeños teatros» y departamentos

    146 Es tad os Unido s: una tragedia americana

    de teatros en las universidades. El «amateurismo»

    inicial de su actividad constriñe a autores e intér

     pretes a ac om od ar su am bición a sus medios . La

     pieza en un ac to resp on de sin du da a necesi dade s de

    tipo práctico.

    LA PIEZA EN UN ACTO

    Pero lo que las contingencias imponen al principio provisionalmente acaba por transformarse en

    una necesidad más profunda. La dramaturgia ame

    ricana parece haber encontrado en la pieza en un

    acto la dimensión de una acción propia para des

    arrollar una meditación esencial sobre la condición

    del «homo americanus». ¿No es significativo que

    cincuenta años después de que O’Neill se iniciara

    con los «Provincetown Players» en el Wharf Theatre

    de Provincetown con dos actos:  En ca mino hacia 

    Cardiff   y  La sed   (reestrenadas las temporadas siguientes en Nueva York, «off Broadway», en una

    cuadra desalojada), Edward Albee se impusiera de

    golpe a la atención mundial con el acto de  Zoo Story,  

    montado por la «Provincetown Playhouse», y que

    lo fuera «off Broadway»? ¿Que la últim a ob ra de

    O’Neill, que aún no ha sido representada,  Hu gh ie, 

    sea en un acto y que Edward Albee, al escribir en

    tres actos Quién teme a Virginia Woolf   haya dado

    la impresión de someterse sobre todo a los impera

    tivos comerciales de los productores?

    «AMERICAN WAY OF LIFE»

    Se ha atribuido a Bernard Shaw una influencia

    determinante en la formación de la comedia de los

    Estados Unidos con el modelo de su diálogo. Para

     La p ieza en un ac to W f 

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    148  Es ta dos Unidos ; una traged ia americana

    afirmar su carácter nacional, está llamada ésta 

    vincularse estrechamente a lo que se designa como 

     American way of Ufe.  Debe convertirse en el espejo d e l mod o de vivir de los espectadores y en el eco de  su s p rob lem as; la naturalidad y la vivacidad, el espíritu del diálogo ayudarán a dar de ese estilo de vida la imagen más satisfactoria. Lo que no deja de re- 

    querir el arte del comediante, obligado a desarrollar con su presencia y el realismo de su representación  lo q u e las palabras a veces sólo indican. También por e l lo ocurre que los comediantes de Broadway difícilmente pueden desvincularse de su contexto y de su interpretación de origen.

    La complicidad establecida entre el teatro y su público en la preocupación por afirmar, por justificar una cierta ética, prohíbe toda sátira verdadera.

    Serán precisos los sucesivos trastornos provocados  

    por la crisis económica de 1929, y luego por la segunda guerra mundial, para que pueda discutirse el optimismo de rigor. Casi siempre se contentan los americanos con eludir los problemas apremiantes mediante el recurso a la huida que ofrecen el divertimiento, en el sentido más amplio del término, o el cuento de hadas.

    Sin embargo, las piezas de O’Neill denuncian en seguida una tragedia y los personajes afectados por ella son compatriotas del autor. Pero, por influencia de Strindberg, la tragedia toca al individuo en su esencia, ante la mirada de Dios, más allá de las  realidades sociales particulares del país.

    La crisis de 1929 hace que se tome conciencia de  los problemas nuevos y replantea el papel que ha de desempeñar el teatro.

    Si hasta en tonces l a p r i m e r a j u s t i f i c a c i ó n de éstees que representa un buen negocio, los esfuerzos

     Acción soc ial  149

    de los animadores de los «pequeños teatros» consiguieron ganarse al sector comercial. Los «Washington Square Players», por ejemplo, se implantaron en Broadway fundando en 1919 la «Theater Guild». Entonces era só lo una organización al servicio de un arte americano del teatro. En 1925 construyen 

    el «Guild Theater» para albergar su s manifestaciones (el «Guild Theater» se convertirá en 1935, y especialmente después de la segunda guerra mundial, en el escenario del «American National Theatre and A c a d e m y » —A . N. T. A.— que milita por un teatro  nacional de los Estados Unidos). Al lado de los  «Washington Square Players», la «Neighbourhood Playhouse» y el «Civic Repertory Theater» de Eva  Legallienne demostraron igualmente una ambición cultural.

    ACCION SOCIAL

    Repentinamente la situación económica y sus repercusiones sociales descubren en la representación teatral un medio de acción directa; puede movilizar la atención pública sobre las dificultades del momento y suscitar movimientos de opinión. La iniciativa corresponde a los aficionados del «Worker’s Laboratory Theatre», en unión con el partido comu-  nista; lanzan el género «Agit-p rop »1 importado de 

    Europa.En 1932 la liga de los «Workers Theatres» se de

    dica a ampliar esa acción. Pese a los buenos deseos,  su empresa no consigue organizarse profunda y duraderamente. De todas maneras, la colaboración con 

    escritores, artistas y agrupaciones profesionales (el

    1Agitación y propaganda.

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    «Group Theatre» 2 y la «Theatre U nion »3), anima

    dos por ideales sociales y humanitarios comunes

    independ ientem ente de una finalidad política precisa,impone a los autores Clifford Odets e Irwin Shaw.

    Sus obras atacan abiertamente los graves problemassociales y políticos del momento.

    En 1935, el estreno de  Esperan do a Le fty   de Clif

    ford Odets por el «Grup Theatre» marca una fecha.Pone en escena un conflicto social y pide al públicoque tome partido.

    El ruido que provocó impulsó a varias agrupacio

    nes aficionadas de la liga a montar a su vez la obra.

    Los asistentes reaccionan con frecuencia vivamente

    y las representaciones provocan incidentes.

    EL TEATRO FEDERAL

    El año 1935, una acción estatal ayuda a acentuar

    el compromiso del teatro con los asuntos del país.

    Tiende a reabsorber el paro que abruma a los come

    diantes neoyorkinos subvencionando un Teatro Federal.

    Entre sus múltiples manifestaciones, la más ori

    ginal, el «Living newspaper» o «Periódico viviente»,

    ofrece una manera flexible y de atractiva vivacidad

     pa ra llev ar a la esce na las cu es tion es del mom en to .

    Se utilizan y mezclan comedia, mimo, danza, cine

    en una amplia revista de cabaret que expone, dra

    matiza y comenta los acontecimientos de la actualidad.

    El Teatro Federal, dirigido por Hallie Flanagan,

    2Con Harold Clurman, Lee Strasberg, Cheryl Crawford,Paul Green, Clifford Odets, Franchot Tone...

    3Con Sherwood Anderson, John dos Passos, SidneyHoward, John Howard Lawson, Elmer Rice...

     ISO Estad os Un idos: una traged ia americana  Las pe rspe ctivas de posguerra 151

    comienza en 1936 con uno de ellos, Triple-A Plowed  

    Under,  sobre la política agrícola, animado por Joseph

    Losey. Se le dan al director muchos medios. Un

    equipo de documentalistas y escritores, de artistas y

    técnico s ■—má s de trescientas personas— participa

    en la realización. Cada día se realizan varias repre

    sentaciones y el precio de las localidades las hace

    accesibles a numeroso público.Aunque el Teatro Federal esté al servicio de la

     po lít ica gu be rn am en ta l, el es pí ri tu de su ac tivida d

    no tarda en inquietar a la Comisión de Actividades

    Antiamericanas fundada en 1938. Se acusa en 1939

    al Teatro Federal de comunismo e inmoralidad; elCongreso suprime sus subvenciones.

     No ob st an te , la vísp era y las pr im er as ho ra s del

    conflicto mundial, las piezas estrenada s en Broadway

    muestran una evolución moral de la literatura dra

    mática. Se evocan directamente las grandes preocu

     pac ion es mun diales , la am en az a na zi , en las ob ras

    de autores consagrados, Lilian Hellman, Elmer Rice

    y Robert Sherwood.

    LAS PERSPECTIVAS DE POSGUERRA

    Sin embargo, Broadway continúa siendo la gran

    máquina de divertir. Al término de la guerra, la

     prod ucción dr am át ic a es tá ta n est re ch am en te co n

    dicionada por esos mecanismos comerciales que

     pa rec en ne cesa rias nu ev as in ic ia tiva s pa ra vo lver alanzar la creación y perm itir las búsqueda s artísticas.

    El teatro ya no es el gran negocio de los años

    veinte. La aportación de capitales invertidos es cada

    vez más limitada y el riesgo de pérdidas tal, que

    los productores, tras de haber ensayado sus espec

    táculos fuera de Nueva York, prefieren detener por 

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    sí mismos las representaciones neoyorkinas si e)

    veredicto de la crítica no es favorable. Ante esta

    situación, resulta difícil, si no imposible, proceder

    a cualquier experimento. Es el caso de Francia p0rla misma época. Se precisan otro marco v otra« condiciones . J dS

    Sí ahora parece indispensable una intervención de los poderes públicos, es demasiado pronto para obtenerla. El A. N. T. A. recurre al mecenazgo. Lo  mismo ocurre con el «Lincoln Center Repertory Theater» de Nueva York fundado en 1960, que no  obstante comienza a beneficiarse de fondos oficiales.

    Durante este período, «off Broadway» es siempre  el sésamo del nuevo teatro. Como al principio, hay una doble localización, primero en Nueva York, concretamente en Greenwich Village, donde tienen lá posibilidad de manifestarse nuevas personalidades :

    Albee, Schisgal, Gelber, Kopit... Luego, por todos  los Estados Unidos, donde a partir del año 1950 se  abren teatros profesionales con el apoyo de las universidades y de sus departamentos dramáticos.

    La ambición es la misma en San Francisco, en el  «Actor’s Workshop», o en Minneápolis en el «Tyro-  ne Guthrie Theatre»: formar un público lo más  extenso posible familiarizándolo con las grandes obras del repertorio clásico y moderno mundial. Es la ambición de los centros provinciales franceses y 

    de los teatros estables italianos.

    EUGENE O'NEILL

    Eugéne O Neill aparece como el patriarca durante toda esta evolución. Fundó la literatura dramática

    americana; sigue dominándola desde la altura de su genio poderoso y difícil.

    252    Es tad os Unidos: una traged ia  americanaW ':'" 

     ; £ug éne O’Ne üi 153

    Hasta 1934 apenas hay un año en que no se estrene  una pieza suya; citemos  Empe ra do r  Io ne s,   1920; 

     El mono pelud o,   1922;  El de se o ba jo los olmos ,  1924;  El Gran Di os Brown,   1926;  El ex tra ño in term ed io,  1928;  A El ec tra le sie nt a bien el lu to,   1931.

    Durante los doce años que siguen permanece silen

    cioso. Se dedicó a una empresa excepcional para un  poeta dramático: contar en once piezas la historia de su propia familia y aparecer él mismo en escena;describir, por otra parte, la vida política y social de  su país desde la guerra de la independencia hasta  nuestros días (A touch of the poet,  inacabada y representada en 1958). Solamente dos episodios de la  epopeya personal llegaron a término: Una luna para los desheredados,  estrenada unos pocos meses antes  de la muerte del autor (1953), diez años después de haber sido escrita, y Largo via je hacia la n oche   (1956) 

    a cuya representación no pudo decidirse O’Neill en  vida, tan indiscretas y cruelmente verídicas eran  la pintura de los suyos y su confesión. Un padre  alcohólico por holgazanería, cuyo minucioso egoísmo  condena al fracaso a su mujer y a sus hi jo s; una  madre que se ha abandonado a los estupefacientes y  se acuna entre sueños sin esperanza; un hermano consciente de su mediocridad, de los celos que ésta  suscita en él y que intenta dominar; finalmente el héroe —el joven O’Neill— sometido a esta triple  

    fatalidad de la que quisiera huir...¿No corre peligro el ejemplo individual de limitar  

    el alcance de un arte tendido hacia la generalidad, el símbolo y el mito? La fuerza expresiva de  Largo viaje hacia la noche,  como de todo el teatro de

    O Neill, se desprende de la insisten cia realista con  la que se desnudan los corazones, los espíritus, las  almas. Las obsesiones familiares, su autenticidad,

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     Est ad os Un idos: una tragedia americana

    su eterna repetición, la propia imposibilidad en que

    el autor —y por tanto el personaje— se halla de

    escapar a ellas, tienen, a la larga y por la misma longitud de la pieza, un poder de hechizo. Conside

    rado desde el interior, a lo vivo, el caso particular

    se borra, y surge de él una extraña y trágica grandeza, una poesía secreta y envolvente.

    Aquí la acción reside menos en el encadenamientode los sucesos que en la tentativa del autor de exor

    cizar lo demonios íntimos mediante su confesión y

    de dominar su destino sacando de él la lección que

    encierra. Detrás de O’Neill, Arth ur M iller se entregó

    a ello en  Des pu és de la caída   y, más generalmente,

    Edward Albee ofreció este camino a sus héroes.

    A partir de 1946, cuando se concede a O’Neill el

    Premio Nobel de literatura, Pasó el vendedor de 

    helados  no presenta intriga, solamente la confronta

    ción de los destinos sorprendidos en las confidencias

    de los clientes borrachos de un bar, por la noche.

    Con la ayuda del alcohol, el héroe, Hickey, revela

    de pronto que ha matado a su mujer. Cuando llega

    la policía, se vuelve atrás de su confesión inútil

    mente: ya no puede escapar a la muerte.

    El personaje de O’Neill no anda en busca de la

    verdad de los hechos; intenta penetrar el misterio

    de la existencia, el secreto del mecanismo que le

    conduce ineludiblemente a su perdición y cuya fata

    lidad advierte. No se lo permitirá el razonamiento.

    Siente que necesita sobrepasar la realidad inmediata pa ra co m en za r a apre hen derl a ; ne ce si ta pr im er o qu i

    tar las máscaras cuya naturaleza bruta encubre el juego soc ial.

    O’Neill se dedica a ello colocando a sus personajes

    en los lugares, en los medios, en las situaciones en

    que el hombre se desprende de sus cadenas y deja

    £l período entre las dos guerras 155

    libre curso a sus instintos. Cuando se decide a des

    cribir su drama personal, sin duda ve en ello la

    manera de evitar las argucias de la literatura y llegar

    directamente a lo esencial.

    La renovación de la forma dramática de una pieza

    a otra, la utilización de técnicas diversas, del mo

    nólogo interior, del expresionismo, manifiestan esa

    apasionada preocupación por emplear todos los medios para acercarse a la verdad. «Tan sólo medíante

    la búsqueda de lo que no sabría alcanzar, el hombre

     pued e co no ce r una es pe ranz a qu e le haga viv ir y

     por la que pu ed a mor ir» , señaló O’Nei ll.

    Lo que también su héroe busca durante su  Largo 

    viaje  es el contacto verdadero con los demás, la

    comprensión de otro. Gracias a ella podría tener la

    oportunidad no sólo de comprender la vida, sino

    de justificarla. Perdido en sus sueños, acunándose

    en ilusiones, alimentándose de mentiras, naufragaantes de llegar a puerto. El conquistador del Nuevo

    Mundo vaga en el centro de una angustiosa soledad.

    Su esfuerzo desesperado tan sólo resulta más poético

    y trágico.

    Esa tragedia que O’Neill fue el primero en definir

    y cuya expresión más emocionante encontramos en

    sus últimas piezas gobierna las obras más importan

    tes del teatro americano, las de Arthur Miller, Ten-

    nessee Williams y Edward Albee.

    LOS DOMINADORES DEL PERIODO ENTRE 

    LAS DOS GUERRAS

    Alrededor de O’Neill, numerosas personalidades

    concurren a animar diversamente la escena de los

    Estados Unidos. Parece preciso distinguir entre

    «antes» y «después» de la crisis económica, aunque

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    156 Est ado s Unidos: una tragedia americana

    ¡a producción dramática presente ciertas constan,

    tes en cincuenta años de historia, la más importante

    de las cuales es la de cercar la realidad americana Pero hay muchas maneras de hacerlo.

     _ «Antes»., los gr an de s pr ob lem as pl an te ad os ent ra

    ñan una generalidad mundial, ya utilice Elmer Ric¿

    la fantasía de una fábula satírica inspirada por Lú iom   de Molnar,  La má qu ina de calcular   (1923)

     pa ra de nu nc ia r la am en az a qu e el desarrollo deimaquinismo hace pesar sobre el hombre moderno ya muestren Maxwell Anderson y Laurence Sta-

    lling con un realismo violento, la terrible miseria de

    la guerra en ¿Qué vale la gloria?  (1924). En 1926

     El ángulo de pla ta,   de Sidney Howard, encierra e¡ doble interés de proponer un estudio psicoanalítico

    (creará escuela) y tratar vigorosamente a tipos dela sociedad americana.

    En  La calle  (1928), Elmer Rice compone, con unrealismo total, la crónica diaria de las pobres gentesde los barrios bajos neoyorkinos.

    Con Porgy,  adaptado de un relato por su propio

    autor (1927), y  Lo s ve rd es pa stos   (1930), Du Bose

    Heyward y luego Marc Connelly traen a la escena

    a sensibilidad peculiar, el fervor ingenuo del pueblonegro.

    Finalmente, las costumbres burguesas, lo mundano, son el tema de numerosas comedias de Philip

    Barry, aplicado con habilidad y no sin humor a satisfacer a un público ávido de «mirar a los privile

    giados en el ejercicio de sus privilegios», comoseñalara en The Philadelphia Story   (1939).

    Después de la crisis económica encontramos estos

    mismos centros principales de interés. Pe ro — ¿por

    el peso de la coyuntura nacional y mundial, por los

     peligros con qu e am en az a a la hum an id ad ?— los

    £7 período en tre las do s gue rras 157 

    autores plantean los problemas con mayor franqueza,

    con un arte cada vez más seguro.

    Clifford Odets da sus cartas de nobleza al drama

    social y político comprometido. Ya desde su primera

     pieza, que se rá la segu nd a en re pr es en ta rs e,  Des

     piér tate y canta  (1935), la pintura realista de una

    familia judía abrum ada por las dificultades materiales posee un relie ve or ig in al ; a tr av és del ju st o p in to

    resquismo de los retratos, descubre la verdad de

    una situación social e intenta sobrepasarla paradefinir un porvenir mejor.

    Las obras siguientes,  Esp er an do a Left y   (1935),

     Hasta la m ue rte   (1935) y Golden Boy   (1937), in

    tentan provocar en el público una toma de conciencia

    e influir en su comportamiento ulterior en la vidade cada día.

     Esperan do a Lef ty   sitúa en la escena una reuniónde huelguistas —taxistas de Nueva York—, en el

    transcurso de la cual se animan momentos del pa

    sado de uno o de otro que explican y justifican susreivindicaciones.

    Golden Boy  relata el destino trágico de un mu

    chacho que sacrifica sus dones de artista al dios

    Dólar. Joe se hace boxeador para ganar mucho dine

    ro. Ocurre que un adversario muere bajo sus golpes;

    no puede soportar esa responsabilidad y se da la

    muerte.En el año 1936, mientras George Kaufmann y

    Moss Hart arrastran a personajes y espectadores en

    la desbocada fantasía burlesca de  N o la llev aréis 

    con vosotros,  la sombra de la guerra, amenazando

    con los progresos de los fascismos de Europa, co

    mienza a perfilarse incluso en la comedia, por ejem

     plo en la de S. N. Beh rm an , Fin de verano,  estudio

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    8/18

    de aspectos de la mentalidad americana al salir dela crisis económica.

    Al principio, rec uerdo de las miserias de la gue- !

    rra pasada: en  Jo hn ny Jo hn son  (1936), Paul Green  \ 

    aut or por otra par te de piezas sobre el problema ínegro, expone ingenuamente la «biografía de un I

    hombre del bajo pueblo» cuya carrera y vida senti-  \  

    men tal han queda do rotas por el prim er conflicto •

    mundial. Sobre todo  Enter rad a los m ue rtos   (1936)de Irwin Shaw, crea la visión fantástica de un cam

     po de ba ta lla do nd e las víct im as pr óx im as a ser ¡

    en terra da s se levan tan y gritan su rebeldía. Clifford !

    Odets evoca directam ente los dramas de la Alemania I

    hitleriana en  Ha st a la mue rte,   y R obe rt Sherwood, |

    hasta entonces autor de comedias novelescas como

     El bo sq ue pe tr if ic ado  (1935), denuncia con  Id io t’s  ? De lig ht   (1936), situ ad a en un ho tel su izo de la fron- ■;

    tera con A ustria, la imp osibilidad de sustrae rse al i

    tormento político que se dispone a sacudir al mun-  j  do. En vísp eras de la guerra, se servirá de la vida íde Lincoln (Abel Lincoln en Illinois)  para exaltar el >

    espíritu de igualdad y de libertad ante el peligro

    fascista. En 1940, Elmer Rice con  Hacia el oes te  y

    Lilian Hellman con  La guard ia sobre el R in   darán

    un nuevo testimonio de esa preocupación cívica de

    la escena americana.

    Lilian Hellman vio representada su primera obra

    en 1934,  La hor a de l rec reo ,  seguida en 1939 por

     Los pe qu eñ os zorros.   Su talento consiste a la vez enexplorar con agudeza ciertas perversiones mentales

    y estudiar sus efectos en el grupo social y describir

    el fatídico mecanismo del mal. Hija mayor del psico

    análisis, América se complace en desemboscar los

    monstruos íntimos. En el teatro de Lilian Hellman,

    el estudio psicológico está acompañado de una pin-

    1">8 Es tad os Unidos : una tragedia americana  jh or nio n Wi ld er 159

    tura de las costumbres cuyo interés no es menor.Como, en  Los pe queños zo rros   y Otra parte del bos

    que  (1946), la evolución de la sociedad sudista tras

    la Guerra de Secesión.

    Es otra manera de expresar la realidad americana

    c o n t a n d o su epopeya.

    Ya en 1935,  El bosque petr if icado,   de RobertS h e r w o o d , reanima el espíritu de los westerns  en el

    marco del siglo xx; en 1937,  La gran aguja,   de Maxwell Anderson, confronta a los descendientes de los

    pi o nero s de las Rocosas con los fantasmas de los con

    quistadores del Oeste.

    THORNTON WILDER 

    El juego de vivos y muertos, de presente y pasado,

    es pues un medio frecuentemente utilizado para sacar

    las lecciones de la historia y prestar al espectáculo

    dramático la poesía de los sueños. En 1938, el géneroencuentra su obra maestra en  Nue st ra pequeñ a ciu

    dad,  de Thornton Wilder.

    Profesor, Wilder conoció el éxito como novelista

    y compuso algunas piezas breves antes de escribir

     Nuestra pequeñ a ciu dad.  Se presenta ésta como una

    meditación familiar sobre la vida, ilustrada por la

    suerte de los habitantes de una «pequeña ciudad» del

     New Ha mpshire . La in tr ig a se de sa rrol la en el p ro s

    cenio, donde un director escénico se encarga de guiar

    al espectador a través del lugar al encuentro de dos

    familias y de algunas figuras de la localidad en el

    ejercicio de lo cotidiano. Ningún decorado, o casi

    ninguno, tan sólo los elementos indispensables. Los

     personajes sugieren con sus gesto s los ob je to s do

    mésticos. Y no por buscar una abstracción; las es

    cenas son realistas. Más bien como si el contorno

  • 8/18/2019 Mignon, Paul-Louis - Estados Unidos, Una Tragedia Americana (Doble)

    9/18

     piec is o de las cos as se esfumase en el pensamiem del comentador ocupado en esclarecer el sentido dlos actos con las palabras de cada día, y en extra ?

    de ellos la filosofía que encierran, con ocasión

  • 8/18/2019 Mignon, Paul-Louis - Estados Unidos, Una Tragedia Americana (Doble)

    10/18

     Est ad os Un idos: una traged ia americana

    escriban para el teatro, ofrecerán en lo sucesivo obras comerciales (concretamente,  El gran cuchi llo , 

    1949, y Para lo mejor y para lo peor,   1950, déC. Odets).

    M ientr as O ’Neill prosig ue su obra en solitario, los

     pi on er os de la co med ia am er ican a, Elm er Rice, Max

    well Anderson, Sidney Howard, continúan produ

    ciendo. E igualmente Robert Sherwood y Lilian

    Hellman.

    Pero la guerra influyó en las líneas generales dela producción dramática.

    Desde 1941, el humor negro de  Ars én ic o y encaje 

    antiguo   de Joseph Kesselring, de la extravagante

    empresa criminal de sus heroínas, dos viejas y respe

    tuosísimas damas, puede parecer el medio de escapar

    mediante la risa a los horrores de la época. Es un

    reflejo común. Más tarde, la manía sonriente del

    héroe de  Har ve y   (de Mary Chase), que goza de la

    compañía de un gigantesco conejo al que sólo él ve, pr oc lam an do , a su man er a, qu e el ref ug io en lo

    imaginario es una sabiduría.

    LA COMEDIA MUSICAL

    Podría igualmente creerse que el nacimiento de la

    «musical comedy», ocurrido en 1943 con Oklahoma 

    de Rodgers y Hammerstein, responde a una necesi

    dad de perderse en un lirismo sencillo, en los movi

    mientos y los ritmos del espectáculo. De hecho, el

    género realiza la auténtica síntesis de múltiples ele

    mentos tradicionales sacados a la vez de la opereta,

    de la pantomima y del music-hall europeos, y del

    vodevil, de los «minstrels shows» de los cantantes

    negros, de las revistas c antadas y bailadas, y también

    de las «Follies» tipo Ziegfield con sus suntuosas

    tfuevos autores 163

     para das. De es te modo consigue el americano mani

    festar una mentalidad y una sensibilidad que le son

     propias. Si South Pacific  de Rodgers, Hammerstein

    y Logan (1949), Kiss me, Kate  de Colé Porter y Bella

    Spewack, inspirada en  La fie reci lla domada  de Sha

    kespeare (1949), y  M y Fair La dy   de Frederick Loewe

    y Alan Jay Lerner, sacada de Pygmalion  de Bernard

    Shaw (1956), ofrecen el placer de la fantasía, Perdido  en las estrellas  de Maxwell Anderson y Kurt Weill

    (1949) trata seriamente de las relaciones entre negros

    y blancos en Africa del Sur. La forma compuesta de

    la comedia musical llega progresivamente a descubriruna unidad.

    NUEVOS AUTORES

    Las pruebas de la guerra llevan, por otra parte, a

    los autores, ya a abordar sus realidades y problemas,

    ya a volverles la espalda para consagrarse a la evocación de episodios familiares. La comedia de lo coti

    diano y el realismo continúan siendo las constantes

    de la escena norteamericana.

    La actualidad pasa por  La piel de nu es tros dien te s 

    de Thornton Wilder (1942), la sátira de un traficante

    advenedizo (Caído del nido   de Garson Kanin, 1942),

    un drama de guerra con implicaciones psicoanalíticas

    (The Home of the Brave,  de Arthur Laurents, 1946),

    la comedia de la vida militar en un barco de avitua

    llamiento en el Pacífico (Mister Roberts  de JosuahLogan, 1948), y sobre todo por la pieza que impone

    la personalidad de A rthur M iller : Todos eran mis 

    hijos  (1947). Entre los autores dedicados a los estu

    dios domésticos, encontramos a John van Druten y,

    en 1945, a Tennessee Williams con  El zo o de crista l, 

    mas por lo original y el poder de su carrera no tarda

  • 8/18/2019 Mignon, Paul-Louis - Estados Unidos, Una Tragedia Americana (Doble)

    11/18

    este último, como O’Neill al término de la primera guerra mundial, y como Arthur Miller, en escapar a

    las clasificaciones para afirmar una tragedia.

    TENNESSEE WILLIAMS

    A primera vista,  E l zo o de cr ist al   es el drama de

    una familia de la burguesía media en la época de la

    crisis económica entre las dos guerras. El padre

    ha partido, y el hijo lleva una vida ingrata entre su

    madre y su hermana a quien una enfermedad físicaha replegado sobre sí misma. La joven Laura sueña en torno a una jaula de animales de cristal hilado.

    A petición de su madre, Tom consigue de un cama- rada que pase la velada con ellos. El encuentro de

    Jim convencerá quizá a Laura de que tiene una

    oportunidad en la sociedad. La comprensiva aten

    ción que Jim presta a Laura, algunos pasos de baileque esboza con ella, un beso furtivo, hacen efecti

    vamente surgir en la muchacha una esperanza muy

     pr ont o te rr ib le m ente deseng añ ad a.

    Se evocan estos sucesos; aparecen en el recuerdo

    de Tom y se bañan en un clima sentimental de una

     po esía ag rid ulce . Est am os le jos de las vio lencias y

    del erotismo que presentarán las piezas ulteriores

    de Williams. Sin embargo, a través de la musiquilla

    dolorosa de  E l zo o de cr ist al   sorprendemos ya los

    temas y los caracteres fundamentales de su obradramática.

    Ciertamente, los personajes poseen una individua

    lidad bien definida, tienen relieve, están vivos,atraen. El genio del autor consiste en interesarnos

     po r sus cr ia tu ra s ant es in clus o de que com prenda mos

    el alcance de la aventura en la que están inmersos;

     poseen un a re al id ad in med ia ta , ta n to más fue rte y

    164 Esta dos Unidos: una tragedia americana

    seductora, incluso fascinante, cuanto que en seguida

    las sentimos rodeadas de misterio, las adivinamosJ prisioneras de fuerzas que las sobrepasan.

    Por encima de la anécdota y la máscara realista

    que presenta el rostro de las heroínas y héroes de

    Un tranvía llamado Deseo  (1947), Verano y humo  

    (1948),  La gata sobre el te jado de cinc   (1955),  La 

    caída de Orfeo   (1957),  R ep ent in am en te el ú lt im o  

    verano  (1958),  Dulce pájaro de ju ven tu d   (1959),

    Williams hace que sintamos la tragedia del hombre

     j arr ojad o del pa ra íso, esclavo de l de se o se xu al e in

    capaz de llegar al puerto de una satisfacción. Esa

    doble frustración, moral y física, gobierna su com

     po rtam iento y sus ob ras. A rr ast ra do siem pr e por su

    imposible búsqueda, acentúa su miseria en aventuras

    sórdidas al mismo tiempo que pretende compensar

    sus fracasos con un miserable montón de ilusiones.

    La alternativa e ntre la prostituc ión y la homosexua-I lidad que parece proponerse a ciertos personajes,

    ( revela sin duda menos una perversión lúcida que el

     j oscuro de so rd en de se res im pot ent es pa ra do m in ar

    í  los mo nstruo s que los agitan y prec ipita n en la locura.

    La impotencia moral y física caracterizan al héroe

    . de Williams. Vive éste en un mun do de ter ror esa

    historia «llena de ruido y de furor, contada por un

    idiota y que nada significa», de la que habla Macbeth.

    Camino real  (1953) lo expresó mediante una visión

    sintética, fantasmagórica, de la humanidad en suhistoria. Excepcionalmente, en  La ros a ta tuad a (1951)

    y Period of Adjustment   (1960), Williams adopta el

    tono de la farsa y el humor. Es evidente que su tea

    tro es simbólico. «Siento debilidad por los símbolos»,

    declara Tom. Un tranvía llamado Deseo   es fácil ejem

     plo de ello. Gen er al men te , el símbo lo es men os

     prima rio ; el po et a Ten ne ssee Will iams co ns ig ue su-

    165Tennessee Williams

  • 8/18/2019 Mignon, Paul-Louis - Estados Unidos, Una Tragedia Americana (Doble)

    12/18

    166 Estad os Unidos: una tragedia americana

    gerirlo en lo fantástico subyacente a lo cotidiano,

    mediante la belleza y la fuerza de las imágenes.

    El mismo lo pre cisó : no preten de dar cue nta de la

    América contemporánea, sino de una experiencia in

    terior que interesa al hombre en su esencia. La refe

    rencia en dos ocasiones al mito de Orfeo, por

    consiguiente al poeta, muestra la parte que toma

     pe rson al m en te el au to r en el dram a.

    Sin embargo, porque es poeta, evita la abstracción

    y encarna vigorosamente sus temas. Si elige situar

    sus piezas en el Sur de los Estados Unidos, es porque

    está vinculado a él por sus orígenes. También por

    que los sudistas representan una sociedad decadente

    lanzada a su propia destrucción. Son para Williams

    lo que los terratenientes de la Rusia zarista para

    Chejov. Williams no oculta cuánto debe al drama

    turgo ruso. Aparte de las diferencias de época y de

    temperamento literario, es cierto que en las piezas

    de Williams, lo mismo que en las de Chejov, laacción es menos importante que la revelación pro

    gresiva de las personalidades secretas, que la confe

    sión de las almas. Lo mismo en unas que en otras

    es sensible la compasión del autor por sus personajes,

    cuando ésta le incita a estudiar el recorrido de la

    miseria de los mismos con minucioso objetivo. La

     pa to lo gía de los casos de te rm in ó a Willia ms a rep le

    garse al gusto americano por el psicoanálisis, no para

    ofrecer remedios, sino más bien para cercar lo más

    apretadamente posible la complejidad de la tragediahumana.

     La no ch e de la iguana  (1961) es su desembocadura.

    Al igual que el  Largo via je hacia la noche,   no hace

    sino confrontar a determinado número de individuos

    significativos —desequilibrados o fracasados— en un

    momento de crisis —aquí en un hotel de vacaciones

     Arthur  M ill er  167 

    de la costa mexicana— y provocar su confesión re

    cíproca.

    De este modo reconocemos que Williams se ins

    cribe, con su genio propio y su sensibilidad particu

    lar, detrás de O’Neill y anuncia el nuevo teatro que

    va a nacer «off Broadway», hacia el año 1960, bajo

    la influencia europea de Ionesco y de Beck ett: un

    teatro no de acción en el sentido aristotélico deltérmino, sino un teatro de descripción, de testimonio.

    ARTHUR MILLER

    Si O’Neill está influido por Strindberg y Williams

     por Ch ejo v, A rthur M ill er lo es tá po r Ibsen .

    Este maestro basta para dibujar la línea general

    de su teatro. Williams considera al hombre en sí,

    Miller lo sitúa en el grupo social. Si en ello hay tra

    gedia, nace del conflicto entre comportamiento indi

    vidual y los imperativos colectivos. Pero es tan sólo provisional, ya que las im po sibi lid ad es son ci rcun s

    tanciales. Muestran casi siempre mala fe, una huida

    ante la verdad, sumisión a los conformismos, a los

     prejuicio s, una fa lta de va lor pa ra ve r cla ro, un a

    complacencia en uno mismo. Al menos, Miller se

    sirve de la representación dramática para intentar

    desenredar la madeja de motivos, razones y hechos

    que pudieron conducir al desdichado desenlace. Ese

    esfuerzo de comprensión al cual asocia a su público

    debe desembocar en una enseñanza. Sin dar ningunalección, sin presentar el declarado didactismo de un

    Brecht, Miller desea ser un buen abogado, con

    vincente.

    De ahí la estructura, la forma, el realismo pecu

    liares de su teatro. Cuando conoce su primer éxito,

    en 1947, con Todos eran mis hijos,  se ajusta al

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    13/18

    168  Es tado s Unidos: una traged ia americana

    realismo literal. Ha confesado haberse entregado a un ejercicio de estilo, pero le interesaba el tema. Al

    d e n u n c i a r la o b r a criminal de un proveedor de mate

    rial de guerra defectuoso, culpable de la muerte de

    varios pilotos, no podía hacerlo sin dar la sensación de una verosimilitud absoluta. En el contexto de la

    escena americana y de sus estudios de costumbres,

    era lógico que pareciera respetar ciertas costumbres.'De todas maneras, el rigor del desarrollo dramá

    tico, la fuerza de los retratos, el vigor sin pasión par

    tidista del proceso distinguían ya la obra en el con

     ju nt o de la pr od uc ción am er ican a.

    La tragedia nacía del hecho de que el culpable no

     podía esca pa r a su fa lta y te ní a po r juez a su prop io

    hijo, que le había descubierto. El crimen lleva con

    sigo su castigo. El viejo Keller había dado prueba de astucia para garantizar su inocencia. Cobarde

    mente había fingido una enfermedad en el momentode responsabilizarse de la entrega del material incri

    minado; había encargado por teléfono efectuarla a

    su hombre de confianza y es finalmente éste el cas

    tigado. ¿Por qué tal sucesión de malas obras? En

    nombre de una moral que hace de la ganancia su

    regla de oro. Ahora bien, la misma habilidad del pro

    cedimiento suscita los recelos que conducen al hijoa investigar y erigirse contra su padre.

    En el corazón del drama, por una parte el plan

    teamiento de una ética sin duda extendida, por otra

    el tema fundamental de Miller, que se sigue de la

     pe rspe ct iv a so cial de su te atr o : la r e s p o n s a b i l i  

    d a d . El acto compromete y condena por su villanía,

     pe ro ta mbién po r lo qu e re su lta de é l ; el ac to req uie

    re la reflexión tanto sobre su propia naturaleza como

    sobre sus repercusiones hasta el infinito.

    Teatro de la conciencia, el de Miller exige su

     Ar thur Mill er  169

    técnica. En 1949,  La mue rte de un viajan te   ofrece

    un primer ejemplo de la misma. Toda la pieza se

    desarrolla en la memoria de un viajante, Willy Lo

    man —un hombre como los demás—, obligado arepasar cuanto ha hecho a lo largo de su vida el día

    en que suena para él, prematuramente, la hora de

    la jubilación, y lo excluye la sociedad activa. Surgen

    fragmentariamente momentos de su existencia quelo acusan. Lo acusan sobre todo de haberse cegado

    a sí mismo, cuando al comienzo podía creerse auto

    rizado a descargar la responsabilidad en los demás.

    También en esta ocasión, para que las escenas

     posean el va lor de piez as co nv in ce nt es , el to no

    es realista, pero de un realismo que se ha calificado

    de selectivo por la elección de los episodios signi

    ficativos de la vida que propone, en función de la

     preocupa ció n de l hé roe.

    Si Las brujas de Sa lem   (1953) retornan a una formatradicional es, quizá, porque el tema tiene una can

    dente actualidad. La dramatización de un proceso

    de brujería histórico a finales del siglo x v i i   tan sólo

    era un medio para tratar, transportándolo y elevando

    su debate, el problema del maccarthysmo y, a través

    de él, de una responsabilidad colectiva. La simplici

    dad y la naturalidad de la evocación de aconteci

    mientos reales del pasado debía hacer más inquie

    tante su renovación contemporánea.

    En Panorama desde el puente   (1955) y  Des pu és de  la ca.da  (1964), Miller utiliza al presentador —un

    abogado, confidente del héroe, Eddie Carbone— con

    el fin de juzgar su comportamiento, y al propio

    héroe, desarrollando una meditación ilustrada por

    la escenificación de recuerdos.

    En ambos casos, como en el de  La muer te de un  

    majante,  la aventura sólo es a primera vista indi

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    14/18

    vidual. Eddie Carbone es víctima de una pasión

    sin esperanza y sin correspondencia por una mu

    chacha, Catalina, a quien su mujer, Beatriz, y

    mismo educaron; se rebaja a una denuncia para

    intentar eliminar a Rodolfo, el joven que ella ama

    Acabará por hacerse justicia. Acción melodramáticasi, por una parte, Eddie no se abandonase a la locura

    de los celos tras haber dolorosamente intentadodominar su demonio (mas éste impone su ley); si,

     po r o tr a pa rte , no re ve la ra ci er ta s di ficu ltad es del ser

    del hombre americano. Eddie es siciliano de origen.

    Con su trabajo y su conducta ha encontrado un

    lugar en el Nuevo Mundo —un lugar que puede

    llegar a ser su   lugar—. Rodolfo es un primo clan

    destinamente entrado en los Estados Unidos. Es un

    emigrante más, impulsado por el mismo deseo de

    sustraerse a la miseria de su país, y por la misma

    ambición de fundirse en la población americana, de

    adquirir los derechos y los recursos que definiránuna dignidad. Lo que se expone para este futuro es

    lo que concurre a la tragedia de la pieza. Ninguno

    de los personajes ha llegado aún a ese paraíso. Están

    como flotando por el mundo, desarraigados de la

    Europa natal, sin amarres seguros en la tierra a la

    que han abordado. En diversos grados sufren la ges

    tación nunca acabada de América. Eddie Carbone,

    Rodolfo y su hermano Marco son unos rostros que

    emergen accidentalmente de la confusa masa de una

     pobla ció n; su hi st or ia es la an éc do ta qu e ilus tra undrama común. El teatro de Arthur Miller encuentra

    sus justas dimensiones en estas lejanas perspectivas.

    Igualmente, el debate interior de Quintín en  Des

     pu és de la caída   adquiere su significado completo

    cuando sitúa la responsabilidad del Adán-Quintín

    frente a la Eva-Maggie con relación a la alienación

    170 Esta dos Unidos: una tragedia americana los éxitos de los años 50 171

     je la es trel la y a la maldición co lect iva de la hu m a

    nidad que ha conocido los campos de la muerte.

    Que Miller no haya conseguido plenamente armo

    nizar esos diferentes elementos en el seno de la

    obra dramática (sin duda porque la aventura de

    Quintín y de Maggie refleja demasiado directamente

    !a de Miller y Marilyn Monroe y no se ha desvincu

    lado lo suficiente para llegar a la generalidad artística) n o impide que  Despu és de la caída  muestre la

    originalidad del autor en la dramaturgia americana:

     jus tificar la ex is tenc ia del ho mbr e en el mun do

    moderno. Da un nuevo ejemplo de ello con  Inci de nt e  

    en Vichy   (1965), obra situada en la Francia de los

    años de ocupación alemana y de persecución racial.

    LOS EXITOS DE LOS AÑOS 50

    Al lado de los dos «grandes» de la posguerra,

    William Inge, revelado en 1950 con Vuelve, pequeña Sheba,  es la personalidad más importante.  El picn ic  

    (1953), Parada de autobús   (1955) y  La sombra en lo 

    alto de la escalera   (1957) componen con arte preciso

    y delicado cuadros de costumbres familiares de una

    humanidad bellamente matizada. Inge sabe crear

    situaciones y establecer entre sus personajes las re

    laciones que resumen una vida y sugieren sus éxitos

    y fracasos, sus satisfacciones y penas. Tampoco ol

    vida mostrar las secretas sombras de los caracteres.

    De este modo equilibra con habilidad, con sencillezy naturalidad, los elementos fundamentales de la

    comedia típica americana, lo que explica su éxito.

    El éxito de los autores que alimentan Broadway

    corresponde evidentemente a un acuerdo con la

    mentalidad del espectador medio, con sus costum

     bres; el gra do de m ae st ría y ta le nt o ga rant izan el

  • 8/18/2019 Mignon, Paul-Louis - Estados Unidos, Una Tragedia Americana (Doble)

    15/18

    172  Es tado s Uni do s: una traged ia americana

    esplender más o menos grande de las obras. G0reVidal y su Visita a un pequeño planeta   (1957), ma

    ñera de tratar con humor la amenaza de la bomba'

    atómica, William Gibson y su  Mila gro en  Alabama (1959), dramatización patética del caso de Hellen,

    Keller, la pequeña sordomuda arrancada a su prisión interior, Paddy Chayevsky cuando se sirve del mis

    terio pintoresco de las ceremonias judías de exorcismo para librar a su Segundo hombre   (1959) de una

    grave obsesión, muestran que la escena neoyorkina se reparte entre el cuadro de costumbres, el estudio

     pa to lóg ico y un a cie rta pr eo cu pa ci ón po r los proble

    mas que la coyuntura mundial plantea a todo individuo lo mismo que a la sociedad.

    Dos escritores reputados, la novelista Carson Mac

    Cullers y el poeta Archibald Mac Leish, ilustran

     br il la ntem en te es ta s pr in cipa les te nd en cias , la pri

    mera con  La invi tada a la boda,  bella comedia del pa so de la in fanc ia a la ad olesce nc ia , y Archiba ld

    Mac Leish con  J. B,  (1958), moraleja sobre el perso

    naje de Job presa de las catástrofes modernas.

    UN TEATRO NEGRO

    La revelación y el éxito en 1959 de Un racimo al 

    sol,  de Lorraine Hansberry, llaman la atención gene

    ral hacia un teatro cuyos personajes son negros yque está escrito por un autor negro.

    Un racimo al sol  expone un trozo de vida doméstica La ambición de la familia Younger de evadirse

    de la casa sin aire donde vive amontonada en el

     ba rr io negro de Chica go ch oca con el deseo de los 

     blan cos de op on er se a la in stalac ió n de negros en

    m e d i o d e e l l o s . S e a n cuales sean las consecuencias, los Younger seguirán decididos a instalarse en la

     fil nuev o teatro 173

    casa que pudieron comprar gracias a un seguro devida cobrado a la muerte del padre.

    De hecho, el debate no constituye el origen de la

    acción, y Lorraine Hansberry comienza por reflejar

    con finos trazos la vida de todos los días. Sin ser

    original, su pintura está bien realizada. El sentido

    del matiz aparece en el momento en que estalla elconflicto, en la dignidad sencilla, conmovedora de

    los Younger. Un racimo al sol  evita toda violencia polémica.

    La aparición «off Broadway» de un teatro que

    rompe con las tradiciones de Broadway va a estar

    acompañada, en los años 60, por la búsqueda de

    los escritores negros James Baldwin (Blues para 

    mister Charlie,  1964) y LeRoi Jones (El metro fan

    tasma,  1964, y  E l esclavo,   1964), que persiguen una

    literatura dramática de denuncia y de lucha. LeRoi

    Jones realiza la innovación de emplear un vocabulario grosero, incluso puerco, sin límite alguno, para

    exponer mejor la verdad de los antagonismos en

    la libertad total del lenguaje.

    EL NUEVO TEATRO

    Hace cuarenta años que la dramaturgia americana

    abre sus mismos surcos. Sin duda que un O ’Neill,

    un Tennessee Williams descubrieron un horizonte

     por en cima de l est re ch o mar co re al is ta de la vidadiaria. ¿Pero comprendió totalmente su obra un

     público am pl io ?

    El ejemplo de los nuevos autores de Europa ayuda

    a la joven generación a manifestar de pronto la ne

    cesidad de romper con sus hábitos y buscar otras

    reglas. Se produce el acontecimiento durante losaños 1959 y 1960.

  • 8/18/2019 Mignon, Paul-Louis - Estados Unidos, Una Tragedia Americana (Doble)

    16/18

    Sin que sea posible apreciar bien el alcance de la

    experiencia, hay que comenzar por levantar acta de

    la práctica de los «happenings». Prolongan el movi

    miento pictórico «Pop Art». Un pintor, Alian Ka- prow , es qu ien los inicia.

    Provoca en las galerías de pintura, y más tarde

    en los sitios más diversos, cerrados o al aire libre,

    acciones improvisadas de corta duración, a las que

    debe asociarse indistintamente toda la asistencia,

    en principio poco numerosa. Ya no hay actores ni

    espectadores, sino provocadores y provocados como

    en una ceremonia mágica. Buscan la emoción bruta

    que puede causar la sorpresa de los actos insólitos,

    en los que físicamente están mezclados y en los que

    muy pronto tienen que participar.

    Efectivamente insólitos, los «happenings» se des

    arrollan de forma deliberada en el absurdo. Lo esen

    cial es recrear el teatro fuera del teatro, introducir

    el juego en el paisaje natural (las playas desiertas,fábricas desalojadas y las gargantas del Gran Cañón

    son los más favorables, al decir de Alian Kaprow).

    Semejante espectáculo no puede ser contemplado

    desde el exterior sin que parezca ridículo; exige

    absoluta complicidad. Su esoterismo, su definición

    de un universo de sensaciones extrañas, muestran

    la negativa del contexto social y una huida hacia

    una estética ingenua.

    Cierto es que el movimiento dramático que nace

    entonces tiende a replantearse las formas y los pensamientos convenidos; posee un significado polé

    mico en relación no sólo con los convencionalismos

    teatrales, sino más profundamente con la mentalidad,

    el modo de vivir. Testimonia al mismo tiempo un

    sentimiento angustiado de soledad y de prisión en el

    seno de un mundo estereotipado. Para conseguir que

    174 Estad os Unidos: una tragedia americana ¡960: Albee, Gelber. 175

    explote, se utilizará la violencia, «la crueldad» pre

    dicada por Artaud, dirigida sobre los nervios de losespectadores.

    1960: ALBEE, GELBER...

    Esta soledad y el deseo de comunicarse con los

    otros, lo expresa «off Broadway», paso a paso en

    1960, con dos obras de autores hasta entonces desconocidos:  Zoo St or y,   de Edward Albee y  El co ntacto,  de Jack Gelber.

    El «Living Theater» de Julián Beck y Judith Ma

    lina, uno de los centros más importantes de la

    investigación teatral, es el que revela a Jack Gelber.

    Lo mismo que un «happening»,  El co ntac to   intenta

    dar la impresión de lo «tomado del natural», sin

    anécdota ni continuidad dramática.

    El pretexto es una película documental que va a

    rodarse sobre los drogados reunidos en la habitaciónde uno de ellos, un músico de jazz; esperan la lle

    gada del proveedor de morfina. La llegada del hom

     bre, la ab so rc ió n de la dr og a y so br e to do la lar ga

    espera que precede son los únicos elementos dramá-i ticos.

    A diferencia del pirandellismo del que procede la

     pieza, no se orga niza ning un a hi stor ia . Las pa labras ,

    los silencios interminables, las improvisaciones mu-

    ■sicales que se desarrollan paralelamente pero sin

    relación pretenden, por el contrario, reflejar la desorganización de ciertos momentos de la vida entre

    seres  pr of un da men te ex trañ os los un os a los ot ro sy juntos ta n sólo po r un vic io co mú n.

    Es cierto que al término de la espera, cuando unode esos hombres se encoleriza con riesgo de su vida,y es violentamente derribado, el accidente alcanza

  • 8/18/2019 Mignon, Paul-Louis - Estados Unidos, Una Tragedia Americana (Doble)

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    i / 6  Estados Un ido s: una tra ged ia americana

    una excepcional intensidad dramática; sorprende

    físicamente al espectador en la medida en que la

    aparente ausencia de orden artístico ha acabado por

    dar una verdad inmediata a la presencia de los ner sonajes.

    Por otro lado, pese a su carácter documental

    literal,  El co ntac to   «interesa» por los símbolos que

    se pueden extraer de él o aplicarle: la espera trágica, en cuanto que fracasa siempre, de un paraíso

    la naturaleza ilusoria del contacto con otro,..

     No es me no s sensib le el simbo lis mo en  Zoo Story , 

    de Edward Albee, como tampoco en  La chirona,  dé

    Kenneth Brown (1963), en que una prisión de «mari-

    nes», en Japón, con sus ritos singulares, absurdos y

    crueles, representa un infierno levantado p or la manndel hombre.

    El joven héroe de  Zoo St or y,   desesperadamente

    solitario, busca igualmente un con tacto. Para intentarlograrlo, aborda a un desconocido en un banco pú

     blico, se las ingenia pa ra ha ce rse co m pr en de r por

    él, para vencer su indiferencia y sólo consigue captar

    su atención exasperándolo. A fin de cuentas, no

    encuentra más salida que hacerse matar por él.

    De este modo, este tipo de obras conmueve a su

     pú blico, en pr im er té rm in o po r la ra re za inquietante

    del comportamiento de los protagonistas, que incita

    a desentrañar sus móviles, en segundo término por

    la sensibilidad dolorosa, la desesperación y la angustia que revelan, y finalmente por el significado quese les puede atribuir.

    Al tratar del hombre en su generalidad, estasobras no sacrifican el papel social del teatro. Los auto

    res de los años 60 se sienten herederos de los

    autores de los años 30. Intentan favorecer la crítica

    de los conformismos que pervierten la sociedad y

    ¡960: Albee, Gelber. 177

    su sistema político, en primer lugar los «sueños» en

    los que algunos se complacen y que enmascaran o j disfrazan la real id ad . Co mo  E l su eñ o de Am ér ic a  

    de Albee (1961).

    Una vez más nos hallamos en presencia de un

     juego del su bc on sc ie nte, co mpe ns ad or de in sa ti sf ac

    ciones cotidianas. De la misma manera, ¿Quién teme  a Virginia Woolf?,  de Albee (1962), desarrollará la

    terrorífica comedia de un hijo imaginario que se

    arroga una pareja frustrada de descendencia.

    En  El sueñ o de Am ér ic a   también se trata de un

    hijo ideal, o más exactamente del monstruo acurru

    cado en el espíritu de la mujer dominadora, la  M om : 

    el hombre a la medida de su ambición.

    El tema de la mujer devoradora e insatisfecha re

    aparece en  H um or de ahorcado,  de Jack Richardson

    (1961), y en Oh, papá, pobre papá, mamá te ha m etido en un armario y a mí me da mucha pena,  de

    Arthur Kopit (1962); parece, pues, esencial a la joven

    ■ generación en su esfuerzo por denunc iar las tarasde la sociedad moderna.

    | Según su temperam ento, sus dones o su humor,

    , Albee, Ric hardso n y Kop it utilizan una fantasía satí-

    | rica, diverti da o aspera. Kopit califica su pieza de

    «fantasía freudiana»; se divierte con una franca

     paro dia de los es qu em as ps icoa na lí tico s. Por lo de-

    más, con él se abrió paso la vanguardia en el bulevar| de Broadway. Para Alb ee, el psicoanálisis y sus

     j métodos son, sobre todo, el medio, no de cuidar o

    I de sanar, sino de quitar a los protagonistas de

    ¿Quién teme a Virginia Woolf?   el refugio de las

     buenas ra zo ne s y de ci er to pat et ism o fr en te a sus

    verdaderos problemas. Los subtítulos de los actos,

    «luego de máscaras», «Exorcismo»..., indican la

    12

  • 8/18/2019 Mignon, Paul-Louis - Estados Unidos, Una Tragedia Americana (Doble)

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    178 Estad os Unidos: una tragedia americana

    necesidad de arrancar por la fuerza a los pacientes

    de sus obsesiones y complacencias.

    Pero, ¿qué queda de ellos una vez caída la más

    cara? Murray Schisgal (El tigre,  1963,  Las me canó

    grafas,  1963, y  Lo ve ,  1965) se dedica a mostrar a los

    seres fijos en una serie de muecas impuestas por las

    vulgaridades de las relaciones humanas, especial

    mente amorosas. Por debajo se descubre el vacío.

    Schisgal lo hace con una inspiración humorística de

    gran virtuosismo.Albee incluye acritud y ese sentido trágico, nota

     ble de sd e  Zoo Stor y.Aunque hayan injertado en el teatro americano

    una dramaturgia nueva, estos autores no dejan de

    conservar algunas de sus características fundamen

    tales. Puede reconocerse en ellos a los nietos de

    O’Neill.

    VII

     A L E M A N IA : D R A M A S DE G U E R R A S  

    PERDIDAS  

    «Hacia 1946, un diario berlinés publicaba un di

     bujo qu e repr es en ta ba a Aleman ia ba jo los ras go s

    de una mujer andrajosa que vendía localidades de

    teatro en medio de las ruinas» K  Esta anotación

    satírica refleja bien la excepcional importancia del

    arte dramático en la vida cotidiana del alemán.

    UN ARTE DE ESTADO

    La institución de un teatro municipal se realiza en plen a gu er ra de 1914-1918, en un a ciud ad re la tiva

    mente poco alejada de las zonas de comb ate: Bo-

    chum. Luego del segundo conflicto mundial, cuando

    el país conocía la miseria económica, una de las

     prime ras acciones po lít icas fue pe rm it ir la co nt in ua

    ción de la actividad teatral. Se comenzó recurriendo

    a salas circunstanciales cuando habían sido destrui

    dos los teatros. Luego se levantaron nuevos edificios

    con la preocupación de definir las condiciones arqui

    tectónicas y escenográficas de un arte moderno.

    Esa vitalidad del teatro alemán se debe a casi dos

    siglos de implantación en cada uno de los pequeños

    Estados que constituyeron el imperio de Bismarck,

    y cuyas prerrogativas, especialmente en materia cul-

    1Jean-Pierre Ponnelle: Situación del teatro alemán contemporáneo.  «Théátre populaire», julio-agosto 1953.