obras completas de d. armando palacio valdÉs ———— tomo …

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The Project Gutenberg EBook of El señorito Octavio, by Armando Palacio Valdés This eBook is for the use of anyone anywhere at no cost and with almost no restrictions whatsoever. You may copy it, give it away or re-use it under the terms of the Project Gutenberg License included with this eBook or online at www.gutenberg.org Title: El señorito Octavio Author: Armando Palacio Valdés Release Date: August 1, 2011 [EBook #36940] Language: Spanish *** START OF THIS PROJECT GUTENBERG EBOOK EL SEÑORITO OCTAVIO *** Produced by Chuck Greif and the Online Distributed Proofreading Team at http://www.pgdp.net OBRAS COMPLETAS DE D. ARMANDO PALACIO VALDÉS ———— TOMO III

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TheProjectGutenbergEBookofElseñoritoOctavio,byArmandoPalacioValdés

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withthiseBookoronlineatwww.gutenberg.org

Title:ElseñoritoOctavio

Author:ArmandoPalacioValdés

ReleaseDate:August1,2011[EBook#36940]

Language:Spanish

***STARTOFTHISPROJECTGUTENBERGEBOOKELSEÑORITOOCTAVIO***

ProducedbyChuckGreifandtheOnlineDistributed

ProofreadingTeamathttp://www.pgdp.net

OBRASCOMPLETAS

DE

D.ARMANDOPALACIOVALDÉS————

TOMOIII

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ELSEÑORITOOCTAVIO

————

MADRIDLibreríadeVictorianoSuárez,PRECIADOS,NÚMERO48

1896

ESPROPIEDADDELAUTOR

ALÍNDICE

MADRID.—HijosdeM.G.Hernández,Libertad,16dup.º

I

Despiertaelhéroe.

NI las ventanas cerradas con todo esmero, ni las sendas cortinas que sobreellas se extendían, eran dique suficiente para la luz, que vergonzantemente secolabapor los intersticiosde lasunasy laurdimbrede lasotras.Peroesta luzapenas tenía fuerzaparamostrar tímidamente loscontornosde losobjetosmáspróximosálascortinas.Losquesehallabanunpocolejanosgozabantodavíade

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una completa y dulce oscuridad. Las tinieblas, desde elmedio de la estancia,atajabanelpasoálaluz,riéndosedesusinútilesesfuerzos.Héaquílosobjetosqueseveíanósevislumbrabanenlaestancia.Apoyadoen

lapareddeladerechaycercanoalhuecodelaventana,unarmarioantiguo,quedebió ser barnizado recientemente, á juzgar por la prisa con que devolvía envivosreflejoslostenuesrayosdeluzquesobreélcaían.Enfrente,ycercadelaotraventana,untocadordemaderasinbarnizar,algustomodernísimo,deesosque se compran en los bazares deMadrid por poco dinero.Nomuy lejos deltocador, una silla forrada de reps, sobre la cual descansaban hacinadas variasprendas de vestir,masculinas.Hasta el instante de dar comienzo esta verídicahistoria,nadamásseveía.Esperemos.Suenanporlapartedeafueraalgunosruidosmatinalesquedejanpresumirel

sitio enquenoshallamos.Nadadecarruajesquealpasar rodandoestremecencon leve vibración nuestros cristales y nuestro lecho; nada de voces ásperas yopacasquepregonannosesabequé;nadademazurcas,cienvecesconcluídasycienvecescomenzadaspor losdedosaprendicesdealgunavecina.Escúchansegorjeossuavesdepájaros, ladridosdeperros,golpesdeherramientayunaqueotra imprecaciónlanzadasobre las inocentesbestiasquearrastranuncarro.Enlashabitacionesinterioressealzaelcántico,másfrescoquemelodioso,deunacriada.Talveznoshallemosenelcampo.Sinembargo,quenoseanticipejuicioalgunoacercadeestepunto.Laluz,cadavezmásatrevida,consigueacorralarálastinieblasenlosrincones

delaestancia.Algomásseve.Unamesadeescribirtalladaconpésimogusto,ysobre la cual haymuchos papeles y un enjambre de baratijas que los sujetan.Detrásdelamesaunsillónforradodelamismatelaquelasillaqueanteshemosvisto,ydetrásdelsillón,ycolgadadelapared,lacabezadisecadadeunciervo,sobrecuyaprofusacornamentadescansauna lindaescopetadedoscañones,ydebajodelacabeza,ytambiéncolgados,unpardefloretes,otrodecaretasyunguante de esgrima. El pavimento de la sala está cubierto con una alfombraordinaria y sus paredes exornadas de varios cromos que representan... Nopercibimosbienloquerepresentan:yalosabremoscuandohayaunpocomásdeluz.Se oye una respiración suave y acompasada. La luz deja en descubierto el

marcodeunapuertaconvidrieradiscretamenteentornada.Es lapuertadeunaalcoba, y dentro de ella ya es posible observar los contornos severos de unacamadeébano,obraalparecerdelsigloXVII.Contrastalastimosamenteconlamajestad de esta cama la mesilla de noche de humilde aspecto y exiguasproporciones.Sobrelamesillahayunapalmatoriaconsubujíaapagada,unreloj

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despertador, dos ó tres libros de cubierta amarilla, un par de guantes y unpañuelodeseda.ElcaballeroqueduermeenlacamadelsigloXVII,duermeconlacarahacialaparedynopodemosdecirotracosasinoqueesrubioydisfrutade abundante y riza cabellera. Pero aguardemos unos instantes, porque eldespertadordebesonarálassieteynofaltanmásquecuatrominutos.Suenaalfin conel ruidoagrioy estridentequecaracteriza á tales artefactos.Elblondocaballeroseestremecelevemente,alzaunpocolacabezadelaalmohada,aspiraelaireconfuerzaporentrambasnarices,tirahaciasíporlaropaquelecubreyse oculta otra vez en la almohada, dejando escapar de su garganta un débil yprolongadoronquido.Alcabodemediahora,pocomásómenos, seescuchan ligerospasospor la

estancia; ábrese lentamente la puerta y una voz que aspira inútilmente á serdiscretaysuavedice:—Señorito...señoritoOctavio.—¡Eh!...¡cómo!...¿quiénva?—Soyyo,señorito...yasonlasnueve.—¿Cómolasnueve?¿Yporquénomehasllamadoálassieteymedia?...¡Por

vidade!...¿Notehedichoquemellamasesálassieteymedia?—Esverdad,peroustedmehaencargadoledijesequeeranlasnueve.—¡Ah!¿Demodoquenosonlasnueve?—No,señorito;sonlassieteymedia.—Estábien;veteyvuelveporaquídentrodeuncuartodehoraporsiacasohe

vueltoádormirme.El señorito es un adolescente de tez blanca, sonrosada, de facciones puras y

correctas como las de un Apolo, los ojos de un azul muy claro, la frentedespejada, quizá demasiado despejada, y la boca pequeña, quizá demasiadopequeña.Ánoserporelbozoincipientequemanchasulabiosuperior,seríasurostroeldeunadamaynomalparecida.Efectivamente, el señorito se durmió otra vez, sin pensar en ello, así que la

criadacerrótrassílapuerta.Susueñonoeratansosegadocomoantes.Devezencuandolecorríaunestremecimientoporelcuerpo;larojacolchadedamascoqueletapabaseagitabablandamentecomosientraseporlasventanasunsoplodeaire:otrasvecesdabasúbitounavueltayabríalosojosdesmesuradamenteytornaba á cerrarlos con cierta precipitación nerviosa; más tarde extendía losbrazos y se escuchaban crujir los huesos y lanzaba un fuerte suspiro que ledejabaaniquilado.Nohayduda,elseñoritoOctaviobatallabarudamenteconelsueño.

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—Señorito...señorito...¿noselevantausted?—Sí,sí...allávoy...enseguida.Ydichoyhecho;abriólosojos,llevóáelloslospuñosylosfrotóconsingular

encarnizamiento,corriótodoelcuerpohaciaarribahastatocarconlacabezaenlamaderadelacama,cruzólosbrazossobreelpecho,yotravezquedódormido.Hayqueconfesarlofrancamente:nuestrohéroeesmáshermosodormidoque

despierto.Tienesurostrodormidotantapureza,correcciónyserenidad,quehacevenirálamemoriaelretratoquelahistorianoshadejadodeAlcibíades.Perolosojosnoprestanningúnatractivoáesterostro:sondemasiadoclaros.Despuésdetodo,no es fácil hallar ojos que convengan á esta clase de rostros.Tomad losmáshermososdelatierra,ponédselosálaVenusdeMilo,yhabréisdestruídosuencanto.Trascurremediahoraylacriadapenetranuevamenteenlaalcoba.—En seguida... en seguida. Corre las cortinas y abre las ventanas.Antes de

cincominutosestoyvestido.Enefecto,el joven,con lamayorpremura, levantó la ropade lacamadeun

sologolpe,echóelbrazofueray tratódealcanzarelpantalónqueyacíasobreunasilla;peroaunquelefaltabapoquísimoespacio,nopudoconseguirlo.Óelbrazoeramuycorto,ólasillaestabademasiadolejos.Detodassuertes,eljovenno había podido prever este contratiempo. Así que dejó caer el brazodesesperadamente sobre la cama con señales de abatimiento. Á los pocosinstantessintióunligerotemblordefrío,ydulceylentamenteatrajolaropaysecubrió lamitaddel cuerpo.Después fijó los ojos enunpuntodel espacio, lospuso más tarde en blanco, cerrólos por último y nos parece que volvió ádormirse.Laluzinundabavivamentelaestancia,que,fueradeciertoabigarramientoya

indicado,estabadecoradaconeleganciayera,ánodudarlo,lahabitacióndeunjoven de espíritu cultivado y con gustos artísticos. Los cromos de las paredesrepresentaban en su mayoría mujeres hermosas y escenas de amor. RomeodespidiéndosedeJulietaybajandoporlaescalacuandoelcantodelaalondraselo ordena cruelmente: Francesca y Paolo leyendo juntos el libro de Galeoto:Fausto y Margarita paseando cogidos del brazo por el jardín: una jovencircasianareclinadasobrecojinesdeterciopelo,etc.,etc.Lapuertatornaáabrirseychillaunpoco.Octaviodaunsaltoyquedasinsaber

cómodepiesobrelacama.—Nosepuedeentrar,nosepuedeentrar.Meestoyvistiendo.¿Quéhoraes?—Lasochoymedia.

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—Puesaúntengotiempo.Márchate,Ramona.Todoelmundocomprendequenoesdecorosonicómodopermanecermucho

tiempo en pie sobre una cama en paños menores. Nuestro caballero lo fuécomprendiendo paulatinamente, y paulatinamente fué cambiando de postura,doblando ahora una rodilla, poco después la otra, sentándose más tarde, yconcluyendoporextendersecomoantessehallaba;todoestocomosicedieraáinspiraciones superiores ó á dura necesidad y no á liviano capricho suyo. Lamisma necesidad le obligó después á cubrirse las carnes que tiritaban.Cerráronselelosojosdegolpe;volvióáabrirlosyvolvióácerrarlos.Alcabodealgunosinstantestornaáabrirloséinmediatamenteselecierran.Estavezyanolosabre.Losruidosmatinalesqueantesseescuchabansehabíanidotrasformandopoco

ápoco.Oíaseahoraelandaracompasadodelostranseuntesylossaludosquealpasar sedirigían.Sonaba tambiéndevezencuandoalgúnbalcónque seabríaconestrépitoó lavozdeunamujerquemandabaá suhijo á la escuela,ó loschillidos penetrantes de los niños que jugaban en la calle. Envolviendo todosestosruidosdeunmodovagoymisterioso,percibíaseellejanorumordeunríoque no corría muy apacible. Indudablemente no estamos en el campo, perotampoco en la ciudad. Todo hace presumir que nos hallamos en una villa deescaso vecindario, que participa, como todas las de su clase, de la naturalezaurbanaylarural.Elsolnosecontentayaconbañaralegrementeelrecintodelasala,ypenetra

enlaalcoba,yenvuelvelacamayelmanceboensuluzgloriosa.Consuinfinitopoder decorativo, trasforma lo que antes era oscuro lecho, ocupado por unmancebo, en altar fantástico y resplandeciente donde reposa la juventud. Lascolumnas lustrosas, talladas con mil suertes de primores, la roja colcha dedamasco,lassábanasdesingularblancura,lasguarnicionesdelasalmohadas,elrelojylapalmatoriaqueyacensobrelamesadenoche,loscabellosdoradosdeljoven y las paredes enjalbegadas, todo brilla, todo arde, todo lanza vivosdestellos. Los diversos colores se igualan y hasta se confunden bajo el poderadorable de aquella luz risueña. Es una especie de apoteosis instantánea queatraeyhalagalavista.El joven duerme con más sosiego que nunca, mientras su cabeza arde y se

inflama con los rayos del sol. Éstos penetran como un torrente por todos loshuecosdelablondacabellera,ylailuminaninteriormenteylaconviertenenunamasa incandescente que arroja por intervalos llamas extrañas y fugaces. Surostro va adquiriendo cierta expresión de beatitud que coincide perfectamenteconelnuevoestadodeapoteosisteatralenquelehacolocadolaluzdelsol.Es

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fácil sospecharque sus tibios rayoshan traídoconsigo losgratos sueñosy losbellosfantasmasdelapoesía.La colcha de damasco sube y baja con un compás monótono que incita á

dormir. La atmósfera, cada vez más encendida y sofocante, empieza á versesurcadaporalgunosinsectosaladosquezumbancontonosagudosymareantes.El reloj hace coro, cual otro insecto, con levísimo tic tac, al zumbido de suscompañeros.Unaqueotravezseoyeelchasquidodelasmaderasdelacamaódelosarmarios.Enestemomentoseabreconviolencialapuertadelasalaypenetraenellauna

obesapersonadelsexofemenino.—Hijodemi alma, ¿no te has levantado?NohavenidoRamona á llamarte,

¿verdad? ¡Jesús, quémujer! ¿Dónde tendrá el sentido? ¡Diosme dé pacienciapara sufrirla!... Pues ahora ya no es tiempo.Acaban de pasar á escape por laplaza.—Laculpaesmía,mamá.Ramonamehallamadoálahora.—Pero¿cómotehasdormidodeesemodo,criatura?Si tehubierasacostado

con cuidado, no sucedería eso. Yo me despierto cuando se me antoja. Nonecesitomásque fijarmeunpocoantesdedormirmeen lahoraenquequierodespertar, y es cosa sabida... minutos más ó menos, me tienes enteramentedespabilada.—Lodifícil,mamá,noesdespertar,eslevantarse—dijoeljovenconprofunda

filosofía.—Yalocomprendo;perohayquehaceralgoporsí,hombre.Claroestáquesi

unoseabandonaalsueño,nuncaselevantarácuandonecesitanitendrátiempoparanada.Túduermesmucho,hijo:esonopuedesentartebien.Piensoque tupadretienerazóncuandodicequetusojerasprovienendeeso.—¿Quiénloshavistocruzarporlaplaza?—LaseñoraRafaela,quevinoátraermeunasmediasqueyamásdedosmeses

le tenía encargadas—¡ayquépesadaes esamujer!—medijoquehabíavisto áPedro el del Palacio salir á caballo, como á cosa de las ocho, por la carreteraarriba.Álasnueve,pocomásómenos,llegóuncarruajecondoscaballos,queparóenfrentede lacasadeD.Marcelino.Alparecer,D.Marcelinoestabaá lapuertadelatienda,ycuandollegóelcarruajeélmismoparóloscaballos.Dentroveníaelseñorconde,laseñoracondesayenelpescantedoscriadosdeuniforme.D. Marcelino se empeñó en que se apeasen para descansar un poco y tomaralgún refresco, pero el señor conde se negó completamente, y D.ª Felicianaentonces salió con una bandeja de dulces y unas copas de Jerez á la calle. El

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señorcondenoquisoprobarnada:laseñoracondesatomóunarosquilladeSantaClara, y pidió después un vaso de agua. Estando en esto llegó otro carruaje,donde venían los niños con una señora rubia muy guapa, que traía sombrerotambién al igual de la señora condesa. Los niños, como es natural, comieronalgunos dulces, pero la señora rubia, ni por uno ni por otro fué posible queprobasesiquieraunaalmendra.—YD.Primitivoyeljuez¿noestuvieronásaludarles?—Aguarda,hombre,voyallá.EnestosepresentaD.Primitivo,yentoncesel

señor conde sebajódel carruajey ledióunabrazomuyapretadoyempezóáhablarconélquenocerrababoca.DespuésllegaD.JuanCrisóstomo,yunpocomás tardeel juez.Medijo laseñoraRafaelaqueelseñorcondeestuvomuchomenoscariñosoconeljuezqueconD.Primitivo.Todosseempeñabanenqueseapeasenydescansasenunrato,peronoloconsiguieron,porqueelseñorcondelesdijoque,faltandotanpocoparadescansardeunavez,nohabíanecesidad.Yenesocreoqueteníarazón.ÁestashorasyaestándeseguroenlaSegada.Loque siento es que tú no hayas ido á darles la bienvenida, porque lo que es tupadre... ya podía llegar el rey de España, que él seguiría tan quieto en sudespacho,sinasomarsiquieralasnaricesporelbalcónparaverlepasar...PuesápocoratodicenquepasóPedroácaballo,quetraíaalniñomayordelantedesí.Elniñoibamuycontento,yarreabalacaballeríaconunlatiguillo.Dicentodosqueloschicossonguapísimos.—Ylacondesa,¿cómoestá?...Yanomeacuerdodeella.—Laseñoracondesadicenqueestáaúnmáshermosa,perodepeorcolor.¡Qué

habíadesuceder!¡Sitodoslosquevienendelacorteparecequellegandelotromundo!LavidadebesermuyagitadaenaquelMadrid:¡tantobaile,tantoteatro,tantocafé!Yluegotantagentereunidaenunacasa...yaselodecíaálaseñoraRafaela,nopuedesersano.Encambio,elseñorcondeigualquehaceonceaños.Laverdadesquesucaranopodíaperder.Todalavidafuédescoloridocomolafrutadeinvierno.¡Quédiferentedesupadre,queenpazdescanse!¡Aquélsíqueeraunmozocomounaplata!—Pues lo que es tipode conde,meparecequehade tenermás éste.Por lo

pocoquerecuerdo,sufiguradebesermásdelicadaymáselegante.Elotroerademasiadogordoyteníalasfaccionesabultadasytraíaelpelomuycorto.Erauntipodebourgeois.—Seríaloqueseteantoje,peroeraunhombremuycampechanoymuyála

buenadeDios.¡Asífueseéstecomoél!¡Pobreseñorconde,enquépocosdíasseescapóalotromundo!...Mevoy,queaúnnolehemandadoelalmuerzoátupadre,yestaráfurioso.Ahorahazmeelfavordesalirdeesabenditacamayno

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vuelvasádormirte.Hastaluego,hijomío.La señora D.ª Rosario (que así se llamaba la mamá del héroe) dió algunos

pasosporlasalaendirecciónálapuerta.Suhijolallamóantesdellegaráella.—Mamá.—¿Quéseteofrece,hijo?—Mira,mamá—dijobajandolavozyunsíesnoescortado,—alhablardelos

condesócuandoáellostedirijas,nodigasseñorcondeóseñoracondesa,sinocondeócondesasimplemente.Elseñorantesdeltítulolodicensóloloscriadosydependientesdelacasaólaspersonasinferioresquenoserozanconellosenunpiedeigualdad.

II

Losseñorescondes,óloscondesásecas,comopedíaelseñoritoOctavioquesedijese.

ENelnombredelPadreydelHijoydelEspírituSanto.

Hechalaseñaldelacruz,loscondessesentaron,desdoblaronlasservilletasyacercaronlassillasálamesa.Losniñoscontinuaronenpiecon lasmanossobreelpechomurmurandouna

oración. El aya, en pie también, con las manos cruzadas, los observabaatentamente, sindejar por esodemover sus labios finosy rojos.Concluída laoración,losniñosmiraronalaya:éstahizounaimperceptibleseñalconlosojosy todos se sentaron. Un criado con librea fué anudando las servilletas á lagarganta de los chicos bajo la atención vigilante de la institutriz. Nadiedespegaba los labios. El criado empezó lentamente á dar la vuelta á la mesasirviendoelprimerplatodelalmuerzo.Yaquenadiehablaenlamesa,dediquémonosuninstanteáobservarlatrazay

figuradelosqueáellasesientan,empezandoporelconde,comojefequeesdelafamilia.Esunhombreflaco,decolormorenoquetiraáaceitunado,delabiosdelgados,

ojos negros opacos que miran con notable insistencia, lampiño hasta cierto

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punto,puesquenoadornasurostromásqueexiguoynegrobigoteynoofrecensusmejillas señalesdelpasode lanavaja; lanariz finay la frente levantadayestrecha.Visteconesmeradacorrecciónyáparcongravedad.Siácualquiera,ysólopor la apariencia, se le preguntase la edadquepuede tener, se veríamuyembarazado para contestar; á tal punto parece indefinida y vaga. Su rostro,aunque sin frescura, es juvenil, y el cabello, lacio y sedoso, todavía noofreceentresusnegrashebrasniunasolablanca.Mascontodoeso,hayenlaextrañainmovilidad de sus ojos y en la fijeza de los rasgos de su fisonomía algomarmóreo y cadavérico que, irradiando sobre toda su persona, la comunica elsellode lavejez.Almismo tiempo sumododevestir esharto severoparaunjoven.Susmanos son tan finasydelicadasque si, comovulgarmente se cree,ésteessignodearistocracia,elcondedebíaperteneceráunadelasmásantiguasyesclarecidasfamiliasdeEspaña.Yenparteasíeralaverdad,porqueelseñorconde de Trevia pertenecía á una antiquísima familia, pero no española, sinoitaliana. Allá en tiempos lejanos, uno de sus antepasados había contraídomatrimonio con cierta rica heredera del Norte de España y había venido áestablecerseáMadrid.Susdescendientescontinuaronresidiendoenestacapital,enteramente naturalizados y disfrutando las pingües rentas que venían deNápoles y las aún más cuantiosas que llegaban de la provincia española delNorte,enqueahoranoshallamos.ElabuelodelcondeactualquisotodavíasermásespañolyenajenósupatrimoniodeNápoles,rompiendodeestasuertetodarelación con Italia. Decían en Madrid por aquel entonces que una españolavistosa y de mucho rumbo había tenido la culpa de este rompimiento. Losseñores de Trevia, que ya eran españoles por naturaleza, lo fueron desdeentoncestambiénporlahacienda.Ápartirdeestaépocapadecierondenostalgia.ElcondequeenestemomentopresidelamesahabíasidoeducadoenFrancia

desde sus más tiernos años por la voluntad de su madre, personaextremadamentecaprichosayextravagante,quenuncapudoacomodarseconelcarácter franco y generoso y un poco rudo y agreste de su marido. De estaeducación francesa quedábale, amén de muchas costumbres que chocabanabiertamenteconlasnuestras,unapronunciaciónextranjeraqueseesforzabaendisimularyunaexquisitayuntantoafectadaurbanidadensusmodales,quesegrababaprofundamenteenlamemoriadecuantosletrataban.Habíaenlaeternay leve sonrisa que plegaba sus labios y en lo insinuante y correcto de susmanerasalgodefemenino,quenosecompadecíapoconimuchoconlofirmeéinsistentedelamirada.Talveznoseafemeninoeladjetivomáspropioparaelcaso, pero en este momento no hallamos el adecuado. Aunque no es posiblecerciorarseahora,dadocasoqueestásentado,podemosafirmarqueesalto.Se

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encuentradecaraálaluzysusnegroscabellos,peinadosnegligentementehaciaatrás, brillan comoel azabache,y sus largaspestañas, cadavezque levanta lacabeza,bajanysubenconligerotemblorqueriendoevitarlosrayosimportunosdelaluz.Elcondenoeshermoso,peroteníamucharazónOctavioalpresumirqueeraunhombredistinguido.Laperfectaseguridaddesusmovimientosyeldescuidoeleganteconquetomalosmanjaresyalargalacopaalcriadoparaqueleechevino,acreditanenélalhombrenacidoyeducadoenlaopulencia.Enestemomento tomaentresusdedosafiladosunhuesodeaveque llevaá labocayempiezaároerconlimpiezadegato.Yaquíestálapalabraqueanteshacíafalta.ElcondedeTreviaensusactitudesymanerastienemásdegatoquedemujer.Lacondesaestásentadaásu ladoyesmujerqueseguramenteno llegaá los

treintaaños,pequeñita,demejillas frescasy sonrosadas,ojospardos rasgados,cabellos de un castaño claro, con una boca deliciosa provista de pequeños yblancosdientes.Unamujersanayhermosa.Aunquesufiguraesmenuda,estáadmirablemente formada, pero se observan en ella tendencias á engordar quepudieranmásadelantedañarsugentileza.Hoyporhoy,consucuellomórbidoygracioso, el seno firme y decidido, que aspira á levantarse hacia la barba, sucintura delicada, los brazos redondos y macizos, las manos breves de uñassonrosadasysuspiesinverosímiles,lacondesadeTreviaesunamujerhechaátorno.Guardabaparecidoconlafrutadelatierra,conlasmanzanaslustrosasycoloradas que en apretados piños cuelgan por encima de las paredes de lashuertasenelpaísenquenoshallamos.Ellatambiéneraunafrutadelpaís,sazonadaydulcecomopocas.Elcondede

Trevia,enunadelasexpedicionesdecazaquehizoásuvueltadeFrancia,laviócolgadaalbalcón toscoydeterioradodeunacasasolariega,yno lecostómástrabajoquealargarlamanoparacogerla.¡Yquétieneestodeparticularsabiendola vida que aquella niña gentil llevaba en su casa solariega! Hija de unpropietarioinsignificante,delosquetantoabundanenlasprovinciasdelNorte,severohastalacrueldadconlascuatrohijasqueelcielolehabíadado,lapobreLaura,queasísellamabalacondesa,viviólosprimerosañosdesuexistenciaenunfatalestadointermedioentreelseñoríoylapobreza.ElescudodepiedraqueornabalafachadadesucasadabaálafamiliadeEstradalugarpreeminenteenlacomarca,peronoredituabaningunaclasedeinterés.Lasrentasdelacasaerantan exiguas, que D. Álvaro Estrada y su familia vivían casi atenidos á losproductosdeloqueenestepaíssellamalaposesión,estoes,álosfrutosdelastierrasqueordinariamentecircundanlascasasantiguas.ParaexplotarsustierrasD.Álvaronoteníamásservidumbrequedoscriadosyunamoza,quealternabaentre la dirección de las simplicísimas tareas culinarias de la cocina y las un

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tantomáscomplicadasocupacionesdebajarporaguaalrío,echardecomerálasbestiasdurantelaausenciadeloscriados,lavarlaropadelafamilia,amasarelpanysacarlodelhorno,iralmercadodelavillaloslunesporaceite,especias,estambre para las señoritas, etc., etc., y durante las interminables noches deinviernohilar,encompañíadelafamiliayalgunasvecinas,enelvastoyoscurosalóndelacasa,algunasvarasdelienzoburdoparasábanas.¡Quénochesaquellasdeinvierno!LabuenamadredeLaura,despuésdecenar

áprimerahora,sentábaseenunextremodelanchurososofádelana,yseponíaáhacer calceta debajo de un colosal velón que ardía solamente por uno de susmecheros.Ellaysushermanassecolocabanen tornode lamesay trabajaban,hilando, cosiendo ó haciendo también calceta. Las vecinas labradoras ibanentrando una á una en silencio, con sus basquiñas negras de estameña, lospañuelosanudadossobrelacabezaylosbrazosmalcubiertosporunacamisadelienzo.Despuésdedarlasbuenasnochesenvozbaja,buscabanconlavistaunrincón oscuro, y allí se sentaban sobre el pavimento lustroso de madera decastaño, y fijando la rueca en la cintura, empezaban á hacer rodar los husos,mojando repetidas veces con la lengua el lino, del cual tiraban por brevesintervalos.Laspausaserantanfrecuentesydilatadasenestareunión,queunasolallenaba

áveceshorasenterasyhastanoches.Sinembargo,algunasvecessehablabadelvecino que había perdido una vaca en el monte, y se le compadecíasinceramente, y se le encomendaba á San Antonio bendito para que se lavolviese,óbiendelariquezaimprovisadadeltíoBernabé,queconsólotreintaañosdetrabajoconstanteyahorrohabíacompradorecientementeelpradodelaLagunaen ¡treintamil reales!,óbiende lanubedepiedraqueelañoanteriorhabía arrancado toda la flor de los árboles y arrojadoun sin fin de plantas demaízporelsuelo.Lacosechaeraeltemageneralypredilectodeestastertulias,y aunque alguna vez se apartasen de él para entrar en otros, la cosa másinsignificantevolvíaátraerloálamemoriayácuento.Rugíaunpocoelvientoporfuera;puesyaapuntabaunavecinaquelosañosdevientoeransiempredemiseria.MirabaD.Álvaroalcielopor laventanaydecíaqueestabadiáfanoyestrellado; pues en seguida se suponía que estaba helando, y se lamentabagrandementelareunión,porquelasheladasibanásecartodalasiembra.Pasabaunmuchachocantandopordelantedecasa;puesnofaltabaunoqueexclamase:«¡Sí,canta,canta,queloqueesesteañovamosátenertiempoparallorar!»Enloslargosintervalosdesilencioseescuchabaelrumorsolemneymisterioso

delrío,quecorríaenelfondodelvalle,áunoscienpasosdelacasa,ylalluviaque acompasadamente caía casi siempre sobre las hojas de los árboles

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produciendofugacestembloresdefríoenlostertulios.Dentrodelasalacrujíaellinoalserdesgarradoporlosdedosdelashilanderasysonabanlasagujasdelacalcetaalchocarligeramenteunasconotras.Laluzdelvelónibamuriendopocoápocoporfaltadeaceite:lostertuliosquedabanenvueltosenunamediasombrahastaquedoñaRosaalzabalacabezaconimpaciencia,ydecía:«¡Jesús,quenoveo! Pepa, ¿en qué estás pensando? ¡Echa aceite á ese velón!» Al revivir depronto la luz todo elmundo respiraba con fuerza, y algunamujer que dormíadespertabalanzandounsuspiro.Al llegar cierta hora, infaliblemente, subíaD.Álvaro de la cocina, donde se

habíaquedadocharlandocon loscriados, también sobre la cosecha.Lospasosrudos de los tres hombres por la escalera agitaban la tertulia del salón. DoñaRosadejabalacalcetaydecía:«Laura,véporelrosario,queyasubetupadre».Yellaentoncesabríalapuertadeungabineteoscuro,ytemblandodemiedo,quesehubieraguardadobiendeconfesar,descolgabaátientasyprecipitadamenteunrosario que colgaba sobre la cama de su madre. Tomábalo D. Álvaro de lasmanos de su hija y comenzaba las Ave-Marías, paseando lentamente de unaesquina áotradel salón.La familiay losvecinos se arrodillabandevotamentefrente á una estampaordinariay ridículade laVirgen, que, provista demarconegro,colgabasobreelsofá,yrespondíanconsordoyprolongadomurmulloálasoracionesqueD.Álvarodecíaenaltavoz.Lascuatrohijasrezabansiempreen un mismo sitio, bajo la mirada persistente de su madre. Á la más levedistracción, al más insignificante descuido, la madre gritaba con aspereza:«¡Matilde!...¡Laura!¿queréisestarosquietas?»D.Álvaroentoncesinterrumpíauninstantesupaseo,callaba,ydirigíaálasculpablesunamiradaprecursoradealgún castigo. Después proseguía el paseo y alzaba nuevamente su voz, querecorríavariostonosagudosygraves.Empezabaordinariamentelaoraciónconunsonidograveycavernoso,queápocosedebilitabaymoría,sealzabaotravezhacia el medio de la cláusula, y terminaba por tres ó cuatro palabras mediocantadasen tonochillónyplañidero.El coro respondía siempreconelmismomonotono rumor percibiéndose sobre él las notas gangosas de la voz de D.ªRosa. Cuando llegaba la letanía, aquel rumor monotono cambiaba, setrasformabaenotrodiverso,másbreve,enelcuallaesefinaldelorapronobisse prolongaba con un silbido dulce que provocaba en Laura cierta soñolencialánguidaque lahacía felizporunos instantes.Veníandespués lasoracionesdepura devoción, y mientras duraban, las vecinas se sentaban en el suelo y lascuatrohermanasensussillas.Rezábaseentoncesporcuantoesposiblerezarenestemundoyenelotro,porlasánimasdelpurgatorio,porelSantoÁngeldelaGuarda, por el santo de su nombre, por los caminantes y navegantes para que

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Dios los conduzca ápuertode salvación, áSanRoquebendito, abogadode lapeste,porlapazyconcordiaentrelospríncipescristianos,etc.,etc.,terminandosiempre con un Padre-nuestro á todos los santos y santas, ángeles, serafines,tronosydominacionesdelacortecelestial,paraquenosayudenenlahoradelamuerte.Concluídos los Padre-nuestros,D.Álvaro se hincaba de rodillas en elsuelo,ylasmujeresselevantabanparahincarsetambién,conunrozamientodeenaguasqueinfundíasiempreenelcorazóndeLauralaespecialsatisfacciónqueproporcionaunatareaconcluída.Elrosarioibaáterminarse.HincadoD.Álvaro,decíaconvozmás solemnequeantes:«CincuentamilmillonesdemillaresdevecesseabenditoyalabadoelSantísimoSacramentodelaltar»,yempezabanlosactos de fe, después de los cuales venía el alabar á Dios. Al llegar aquí laspalabras del dueño de la casa eran cada vezmás cortadas y rápidas y el coroapenaspodíaseguirle,anhelanteyfatigado.Conestosedabapor terminadoelrosario.Eranlasdiez.Lasvecinasse levantabanensilencioydespedíanseconpalabrasmelosasyserviles.Uncriadoencendíaelcandildelacocinaybajabaáabrirleslapuerta.¡CómoseacordabaLauradetodosestospormenores!Cuandoveníanásumemoriaaquellasnochesdeinvierno,sentíacorrerporsucorazónunestremecimientoqueellamismanopodríadecirsieradehorroródealegría.Poreldía,lasconstanteslluviasdelpaísylaseveridaddesupadrereteníanlas

encasa limpiando lashabitacionesybarriéndolasó recosiendo la ropablanca.Enlosmomentosenquecesabalalluvia,solíasalirenalmadreñashaciaelríoólafuenteconPepa.Allísejuntabanalgunasmozasdelavecindadconsusjarrosdebarrooscuroysusherradasrelucientes,ymientraslafuentellenabaconpausalas herradas, retozaban lasmozas y se decían chistes toscos y cándidos.ÉstoseranlosúnicosmomentosdeexpansiónqueLaurateníalosdíasdetrabajo.Sucategoría superior no la impedía tomar parte en aquellos juegos. Todas lasmuchachas que allí se juntaban eran sus compañeras desde la infancia y latratabanfamiliarmentedetú.Loúnicoenquesemostrabaladiferenciaqueentreellasexistíaeraenque,alllegarLaura,laqueocupabaelmejorsitioponíaseenpie y se lo dejaba con sonrisa afectuosa.Almismo tiempo, podía notarse quealgunavezledabanrudosysonorosbesosenlasmejillas,cosaquejamáshacíanentresí.Cuando llegaba laépocade la recolección,donÁlvaro llamabaunoscuantos

jornalerosparaauxiliaráloscriados.Porlanoche,hablandodelostrabajosdeldía siguiente, solía decir á sus hijas en tono humilde, que asustaba por loinusitado, afectando al mismo tiempo sonrisa campechana: «Si queréis ir ádivertirosunpocomañanaalpradode losMolinos,yasabéisqueprincipianásegarlo.»Lasniñascomprendíanperfectamente,yaldíasiguientedemadrugada

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tomaban unos palos ligeros y lustrosos por el uso, y se pasaban el díaesparciendo la hierba segada para que el sol la secase más pronto. Cuandotornabanácasaalcaerde la tarde,con loscabellosendesordeny lasmejillasatezadas, involuntariamente fijaban la vista en el escudo de la fachada. Losleones de piedra parecían mirarlas tristemente con sus órbitas inmóviles. Unpensamiento de indefinible y vagamelancolía rozaba suavemente las cándidasfrentes de las señoritas deEstrada.Esto duraba un instante. Por lo demás, lashijasdeD.Álvaroveíansiemprecongustovenirelotoño,ygozabanplaceressincuentoayudandoálosjornalerosensustareas.Elairepuroylosaromasdelcampolasinfundíannuevavida;crecíaenellaselapetitoyelsueño,ypasabanlasmañanasylastardesenperpetuacarcajada,escuchandoytomandoparteenlas toscas chanzonetas de los criados. D. Álvaro, en esta época, disfrutabasiempredemejorhumor,ysolía,mientraspresenciaba,sentadosobrelahierba,lostrabajosdelagente,contarlesalgunaanécdotachistosadesujuventudódarunpocodecantaletaconpesadezcómicaáalgunodesuscriados.ElcondedeTreviavióáLaura,comohemosdicho,ásuvueltadeFrancia.La

casasolariegadelosEstradadistabanadamásqueleguaymediadelpalaciodeloscondesysehallabaasentadasobreunaeminenciadelamargenderechadelrío Lora. Entre la casa y el palacio, aunque mucho más cerca de éste,encontrábaselapequeñavilladeVegalora.Lauratuvoamoresconelcondeysecasó con él enmedio de un estupor que no la dejaba ver lo que pasaba en elfondo de su corazón. Apenas se acordaba ya de las sórdidas alegrías de suspadres,delasorpresadesushermanas,delaviolentaoposicióndelviejoconde,delosplácemesservilesdelasvecinas,delasmiradasagudasycoléricasdelasmuchachas de la villa, de los preparativos fastuosos de la boda, del caballoblancoenquesaliódesucasaparalaiglesia.Todopasabaporsumentecomounsueñodelcualseescapanloscontornosy la luz.Sobreestesueñoflotabasóloconadmirableprecisiónunaverdad,esásaber:quesihubieratenidoelvalordenoamaralconde,D.Álvaro lahubiese ahogadoentre susmanos.Despuésdecasados se fueron áMadrid, y allí estuvieron once años.Todo lo que pasó enestosañosestabaclavadoenlamemoriadeLaura.Lamesacontinúaenelmismosilencio.Cadacualllevalosmanjaresálaboca

y los traga cual si desempeñase una tarea grave y solemne. El choque de losplatos y copas y los pasos del criado son los únicos ruidos que ámenudo seperciben en el espacioso comedor. Puede notarse que, á más de no cruzar lapalabra,lastrespersonasmayoresquesesientanálamesanosedirigensiquieraunamirada;yestecuidadocontalescrupulosidadlorealizan,queácualquierasele ocurre que hay en él buena parte de afectación. Sólo los tres niños giran

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lentamente sus grandes ojos garzos, posándolos alternativamente y por brevesinstantes, en supadre, en sumadrey en la institutriz.Algunasveces semiranentresíysonríeninocentemente,comodeseandocomunicarsesuspensamientossencillos,pero loaplazanparamásadelante,comosoldadosenformación.Sinembargo,nohaydudaquepordebajode lamesaseencuentraestablecidaunacorriente comunicante en la que sus menudos pies juegan papel de martillostelegráficos.Ámenudo,cuandoestosmartilloscaencondemasiadapesadez,lafisonomíadelyunquesecontraeydejaescaparunligerogrito,quehacevolverlacabezayfruncirlascejasdelabellainstitutriz.Elyunqueentoncesdespliegasufisonomíacontraídayseapresuraállevareltenedorálabocacomosinadahubieseacaecidoquemerecierallamarlaatencióndelospresentes.Lacondesafrecuentemente dirige á ellos sus ojos y los envuelve en una mirada dulce yprotectoraóleshacealgunarápidaseñaparaqueselimpienócuidendelplato,queestáápuntodecaer.Losniñoscambianconsumadresonrisasymiradas,peroatiendenconmásempeñoásupadre.Lafisonomíaindiferenteyglacialdeésteatraesusojosconsingularinsistencia,comosidespertaseenellosunagrancuriosidad.Nopasauninstantesinqueóunoúotrotengansusmiradasclavadasenél.—Me apieta la servilleta—concluye por exclamar en tono lastimero la niña

quesesientaalladodelainstitutriz.Esunahermosacriaturadecincoañosálosumo,conrostrotrigueñoycabellos

negrosensortijados,quecaenenprofusiónsobreelcuelloylafrente.La institutriz, sin despegar los labios, lleva susmanos al cuello de la niña y

afloja la servilleta. Pero no debió ser grande el desahogo, porque la criaturatornóállevarsusdiminutasmanosálagarganta,gritandoconmásansiedad:—Meapieta,mamá,meapieta.—Noessierto—exclamala institutriz;—laservilletaestábienpuesta.Nosea

ustedmimosa,señorita,ólaenserraremosmientrassecome.La voz de la institutriz, irritada en aquel momento, no dejaba de tener

inflexionesdulces,aunqueextrañas.Suacentoeramarcadamenteextranjero.—Meapieta,mamá,meapieta,—repitióágritopelado laniña,concreciente

angustia.—Cállese usted, mimosa,—exclama el aya, cogiéndola por el brazo y

sacudiéndolafuertemente.Elcondelevantalacabezaconimpacienciaycambiaunarápidamiradaconla

institutriz.—¡Meapieta,meapieta!...

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Lainstitutrizarrancalaservilleta,bajaálaniñadelasilla,laarrastrahaciaunahabitación contigua, abre la puerta y la empuja hacia lo interior, cerrandodespués.Ytranquilamentevuelvehacialamesaysesienta.La condesa, durante aquella escena, había seguido con los ojos

desmesuradamente abiertos losmovimientosdel aya.Despuésde sentada ésta,siguió inmóvil, teniendo cogida con una mano la punta de la servilleta enademán de llevarla á la boca para limpiarse. Los gritos de la niña, aunqueamortiguadospor ladistanciay el obstáculode lapuerta, comenzaron á sonaragudosy lastimeros.Lacondesasiguióunos instantesen lamismaactitudconlos ojos fijos y el oído atento á aquellos gritos. Después se puso á comertragandoatropelladamentelosmanjares.Elcondenolevantósiquieralacabeza.Con la misma seguridad y elegancia siguió comiendo silenciosamente, sinmanchar siquiera sus labios finos y pálidos. La institutriz parecía absorta yabismadaensuspensamientos,porquenoapartabalavistadelfrascodemostazaquedelantedesíteníaydejabapasarlargosintervalossinmovereltenedorqueapretabaentresusdedos.Loslamentosdelaniñaeranprolongadosyserepetíansincesarysindebilitarse.Losdientesdelacondesacontinuabantriturandoconfuerzagrandespedazosdepan:susmanossepaseabanunpocotemblorosasporlamesa tomandoy soltandoprecipitadamente losobjetosque sehallabaná sualrededor.Ámenudolevantabalacabezayparecíaconcentrartodossussentidoseneloídoderecho,queinclinabaligeramentehacíalapuertadelgabinete.Losgritosde laniña se ibanhaciendomenosagudosporvirtudde la fatiga,

trasformándose en quejidos roncos y profundos. La puerta del aposento seagitabaávecesá impulsodelospequeñosgolpesquedabaconsusmanecitas.Poco á poco los quejidos fueron cambiándose en sollozos convulsivos, queexpresaban mayor desesperación todavía. Algunos sonidos articuladosempezaronápercibirseconfusamenteenaqueltorrentedesollozos.—Tenomiedo,mamá...tenomiedo.Lacondesallevóunacopadevinoáloslabiosydejócaeralgunasgotassobre

laropa.Sinecharlodever,siguiótragandopedazosdepan,abriendoycerrandolosojosalmismotiempoconnerviosarapidez.—¡Ay,mamita,porDios!¡Tenomiedo...tenomiedo!...Seoyeestrepitosoruidoenlaestancia.La condesa se había levantado súbitamente y con extraña violencia, dejando

caer la silla donde se sentaba. Apresuradamente había corrido á la puerta delgabineteylahabíaabierto.Tomólaniñaentresusbrazosyestallóunanubedevivosysonorosbesos.Despuésvinoconellahacialamesa,levantólasillayse

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sentó. Un círculo pálido se dibujaba en torno de sus hermosos ojos, que sepaseabanconexpresiónaltivadesumaridoálainstitutrizydelainstitutrizásumarido.Teníalasmejillasinflamadas,yporsusnaricesabiertasentrabaysalíaelaire rápidamente y con ruido. Con las manos temblorosas acariciaba laensortijadacabezadelaniñaylaapretabacontrasupechoanhelante.Los ojos del aya, mientras duró esta brevísima escena, no se alzaron de la

mesa,ysuslabiosestuvieroncontraídosconsonrisaduraynerviosa.Elcondeclavólavistaensumujerysealzódelasillapausadamente.Enestemomentopenetróelcriadoenelcomedordiciendo:—Unseñoritojovenyrubio,quevienedeVegalora,preguntaporlosseñores.—Quepaseadelante.

III

Losamigosdelconde.

—Álospiesdeusted,condesa.¿Cómoestáusted,conde?

Loscondesrespondieronconalgúnembarazoalsaludodenuestrohéroe,quenoeraotroeljovenrubioqueveníadeVegalorapreguntandoporlosseñores.Noprocedía solamente este embarazo de la escena violenta que acabamos depresenciar, sino también de que los condes no tenían el gusto de conocer alseñoritoOctavio.Asíquemirábanledehitoenhitomientrasarrastrabaconsusmanos enguantadas una silla y la colocaba entre los esposos. Y después desentadoaúnsiguieronmirándole,esperandosindudaalgoquedebíadecir.—OctavioRodríguez—dijoalfinéstemirandoáunoyáotro.—¡Ah!—dijoelconde,sindejardecontemplarleyesperandosindudamejores

explicaciones.—He tenido el gusto—siguió el señorito—de conocer á su papá, que Dios

haya,ydevisitarcuandoniñoestacasabastantesveces.Supapáeramuyamigodelmío.Áustednohepodidoconocerle,porqueenlacortatemporadaquepasóaquímehallabayofueradeVegaloraestudiandolasegundaenseñanza.—¡Ah!—volvióáexclamarelcondeentonocomplaciente.

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—Había pensado saludar á ustedes á su paso por la villa, pero tuve lamalafortunadellegarálaplazaprecisamenteenelmomentodearrancarelcarruajequeestabadetenidofrenteálatiendadeD.Marcelino.Lohesentidodeveras...(Breve pausa durante la cual el joven baja la vista hacia sus pantalones y lossacudeunpococoneljunquilloquellevaenlamano.)—¿Alfinsehandecididoustedesáhacerunpequeñotourdepromenadeporestaslejanastierras?Al pronunciar estas palabras sonrió con beatitud, y los condes siguieron su

ejemplo.—No por ser lejanas dejan de ser bonitas. Lo mismo Laura que yo hemos

venidoextasiadostodoelcaminocontemplandolashermosasriberasdelLora.—¡Oh! Han llegado ustedes en la mejor estación. Es la época en que se

evaporalacortinadenieblasquelashatapadotodoelinvierno.Estepaísconluzseríamuybonito;perodesgraciadamentenolatenemossinodosótresmesesalaño.El señorito Octavio no dejaba la sonrisa beata. El conde le observaba

atentamentedelacabezaálospies.—¿Ypiensanustedespasarmuchotiempoenestaposesión?—Quizá todoelverano:despuésdeonceañosdeabandono,yacomprenderá

ustedquenomefaltaránasuntosquearreglar.—¡Ah! Indudablemente. La verdad es que han sido ustedes crueles con

nosotros,privándonosdesupresenciatantotiempo.—Mil gracias... deje usted el sombrero.Me parece que de aquí en adelante

renunciaremosáBiarritzyvendremoságozarporlosveranosdeestamagníficanaturaleza.El señorito dejó el sombrero sobre otra silla, inclinando repetidas veces la

cabezaparaindicarquelaspalabrasdelcondeleinteresabanprofundamente.Ydigamos ahora cómo era el señorito fuera de la cama.No es tan niño nuestrohéroecomonospareciócuandoporlamañanalevimosacostadoensulechodelsigloXVII.Aunquesurostro,cándidoydelicado,esdeadolescente,lafiguranoloes,ydeclaraenélunjovendeveintidósóveintitrésaños,demedianaestaturay bien proporcionado. Viste con pulcritud, y si bien un poco retrasado en lamoda respecto á Madrid, está adelantado y mucho respecto á la queordinariamenterigeenlasprovincias,sobretodoenlospueblossecundarios.Sutrajesecomponedeunchaquetde telaazul,chalecoblanco,pantalón tambiénazulybotasdecharolmuyempolvadas.—Pero aquí, conde, resígnese usted á llevar la vida de la naturaleza. Las

personasconquienessepuedealternarsontanescasas,querealmentesehallan

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reducidas á unadocena á lo sumo;y aun en ellas, no encontraráusted, ni porpienso,laculturaylasmanerasdelabuenasociedad.Sinotraemuchoslibros,seme figuraque sevaustedáaburrir soberanamente. ¡Ah!Los libros son losquehacenposiblelavidaenestosrinconesdelmundo.Aunque las palabras iban dirigidas al conde,Octaviomiraba al decirlas á la

condesaconlamismasonrisaenloslabiosyunpocoruborizado,sinduda,dehaberhabladotantotiempo.Elcondeleobservabacadavezconmáscuriosidad.—Usted es muy joven, y no me sorprende que se aburra en Vegalora. Me

parece,sinembargo,queexageraunpoquito.—Noexagero,conde,noexagero.Esunpueblofatal.Yolosébastantebien,

pordesgracia.Sinofuerapornodisgustarápapá,meiríaáviviráMadrid,almenosduranteelinvierno...—¿Supapádeustedesdeestepaís?—Sí, señor, y aquí ha ejercido la profesión de abogado toda la vida... D.

BaltasarRodríguez...talvezleconozcausted...—¡Ah!¿esustedhijodeD.BaltasarRodríguez?El conde pronunció estas palabras con tal pausa y frialdad, que no es fácil

comprendercómonosehelaronantesdesalirfueradeloslabios.—Servidordeusted—dijoOctavio,conseñalesvisiblesdehallarsecortado.—Heoídohablarbastantede supapá—prosiguióel conde, conmayorpausa

aúny sin apartar sumirada fría y escudriñadora del rostro delmancebo.—Es,según tengo entendido, una persona principal en la villa y ha ejercido variasveceselcargodealcalde,¿noesverdad?—Hasidoalcalde,sí,señor.—Sí,sí,heoídohablarbastantedesupapáylehevistotambiénalgunasveces

durantemicortaresidenciaaquí.Cesólaconversacióndepronto.Elcondesepusoámirarconindiferencialos

árboles y las montañas que se percibían al través de los cristales. Octavio seobstinabaensacudirconel junquillo lospantalones,haciendosaltarnubecillasdepolvo,apenasperceptibles.Lacondesaseentreteníaenjugarconlosrizosdesuniña,ylainstitutrizhacíabolitasdepanconlosdedos,mirandofijamentealfrasco de mostaza. Todos parecían estatuas, menos Octavio, que á menudomudabadeposturahaciendorechinarlasilla.—Realmente,parecequehan traídoustedes el buen tiempo consigo—dijo al

fin.—Hoyeselprimerdíabuenodesdehacelomenosquince.

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—¿Deveras?—dijoelconde,sindejardeatenderáloscristales.—Sí, señor, sí; hemos tenido una temporada fatal... Y luego como aquí se

ponen los caminos tan malos... Cuando viene uno de estos temporales, esnecesarioencerrarseencasa,hastaqueDiosquiere.Nuevosilencio.Eljoven,cadavezmáscortado,extiendelentamenteelbrazo

y,tomandoporlamanoálaniña,quelacondesatienereclinadasobreelregazo,laatraeconsuavidadhaciasí,lameteentresusrodillasy,besándola,ladicemuyquedo:—¿Cómotellamas?—Emilia.—Esunnombremuybonito.¿Quieresmuchoátushermanos?—Sí.—¿Yátuspapás?—Sí.La niña, al pronunciar esta segunda afirmación, levantó los ojos del suelo y

echó una rápida mirada á su padre. Éste dignóse al fin volverse hacia lospresentesyseencaróconelseñoritoOctavio.—Diga usted, señor Rodríguez, ¿su papá no fué el presidente de la junta

revolucionaria?—Sí, señor, lo fué en los primeros momentos, pero á los pocos días hizo

dimisión.Aceptóelcargosolamenteporcompromiso,yparaevitarlosdesmanesque,sinofueseporél,hubierahabidoseguramente.—Hizoperfectamente;hasidounprocedermuynoble.Ydespuésdebrevepausadurantelacualempezóádibujarseensuslabiosuna

sonrisa,siguió:—¡Oh!Yaséqueelpapádeustedesunapersonamuyilustradayuncampeón

decididodelalibertad.Lasonrisadelcondeera tanpenetrantequese tiñerondecarmín lasmejillas

delseñoritoOctavio.—Precisamente un campeón, no, señor... Es hombre que piensa de cierto

modo...Comotieneuncaráctermuyabierto,seexpresasiempreconcalor...Estoleperjudica...—De ningún modo. Á mí me gustan los hombres resueltos en sus

convicciones,ysupapáesunverdaderoprogresista,segúnmehandicho,muyhonrado,muysincero,etc.,etc.Losprogresistas,porpuntogeneral,sonbuenaspersonas.Ustedmedispensará,amigomío,siledejoenestemomento—añadió

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levantándose;—tengomuchísimascosasquearreglar.Yasabeustedloqueesunviajeconniños.Aldecirtalespalabras,elcondeextendíalamano,sinmirarle,alseñorito,que

tambiénsehabíalevantado.Despuéslevolviólaespaldaydióunospasoshaciaelgabinete.—El señor cura de la Segada desea ver á los señores—anunció la voz del

criado.Volvióse rápidamente el conde y dió un paso hacia la mesa. El aya llamó

apresuradamente á los niños y cuchicheó con ellos un instante. El señoritoOctaviopermanecíadepie.Enelmarcodelapuertaapareciódeprontolafiguradeunsacerdoteanciano.

Erade estaturamásquemedianayvestía unbalandránbastante deterioradoygrasiento,ymostrabaenloerguidodesucuelloyensuactitudfirmequeposeíaunacomplexiónrecia.Comoteníaelsombreroenlamano,dejabaaldescubiertounacabezaqueaúnestabaregularmenteprovistadecabellosblancosyrizossinaliñonicomposturaalguna.Latezexcesivamentemorenaylosojosnegrosyunpocohundidosofrecían tal fuegoyviveza,quecontrastabannotablementeconlasarrugasdelrostroylablancacolordeloscabellos.Colocadoálapuerta,sinavanzar un paso y sonriendo campechanamente, comenzó á hacer reverenciasmundanas,diciendoalmismotiempo:—¡Conque al fin no se nos han perdido por allá! ¡Conque al fin estos

despegadosseñoresseacuerdandequehayunrincónenelmundoquesellamala Segada! ¡Conque al fin todavía los lugareños valemos algo para loscortesanos!Los niños avanzaron hacia él, y tomándole una mano se la fueron besando

sucesivamente.Despuéselaya,queveníadetrás,quisohacerlomismo,peroelclérigolaretiróvelozmenteyconsorpresa.Elcondeleabrazórespetuosaperoafectuosísimamente.—¡Vayasivalenloslugareños,yvayasiselesquieretambiénporallá!—Señor conde, usted tiene algún diablometido en el cuerpo; está usted tan

mozoytanfrescocomolaúltimavesquelevi.Laseñoracondesanotienetanbuencolor,perohadeserporculpa,sinomeengaño,deestosdiablejosqueveopor aquí tan gordos y sonrosados. Vaya, vaya con el señor conde, ¿qué lehabremoshechonosotrosparaqueasínosaborrezca?...¿Quélehabremoshechonosotrosparaqueasínosaborrezca?ElcuradelaSegadateníaporcostumbrerepetirdos,tresyhastacuatroveces

lamismafrase,mirandofijamentealinterlocutor,yabriendodesmesuradamente

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labocaparareirytambiénparadejarverunosenormesydesvencijadosdientes.—Conquedigausted,criatura,¿quélehemoshechonosotrosparaqueasínos

aborrezca?—Señor cura, no ha sido todo culpa mía. Crea usted que no dejaba de

acordarmemuchasvecesdeestehermosopaísydelosbuenosamigosqueaquítengo.—¡Ah, tunante! ¡Y qué bien se conoce que viene usted de la corte! Señora

condesa,no ledejeustedmentir tandescaradamente.Señorconde,esustedungrandísimotunante...sabeustedmuchoparaunpobrecuracomoyo...sabeustedmucho...sabeustedmucho.Decíatodoestoriendoysincerrarunmomentolacuevadesuboca.Elconde

le señaló un asiento y todos se sentaron.El cura se hizo cargo entonces de lapresencia de nuestro héroe, y exclamó dirigiéndole una mirada y una sonrisaambiguas:—¡Calle!¿TambiénelseñoritoOctavioestáporaquí?ElseñoritoOctavioes

muyfino.¿Ycómosiguensusseñorespadres,señorito?—Muybien,señorcura,¿yustedcómosigue?—¿Cómoquiereustedquesigauncuraenestostiempos,señorito?Tirando...

tirandoporestecuerpopecador...¡VálateDiosporelseñoritoOctavio!...¡VálateDios!...La risa persistente y lasmiradas del clérigo no despertaban en el joven una

alegríamuyíntima,aunqueotracosaquisieraaparentar.—Vaya,vaya,vaya...loqueesahora,señorconde,nosenosescapaustedtan

pronto.Losmadrileñossequedaránchupandoeldedoporunatemporada...¿noesverdad,señoracondesa?...¿Dóndemejorqueentrelossuyos,señores?...Ydabapalmaditasafectuosasenlarodilladelconde,queleobligóáponerseel

sombrero.—¿Yquétal,quéocurreporlaparroquia,señorcura?—Pero,hombredeDios,¿quéquiereustedquepaseenestemiserablerincón?

DéjesedemiseriasycuéntenosalgodeaquelMadrid,deaquelMadriiid...¡Ay,quéMadriddemispecados!Deallíálagloria,señorconde.¡Cuántoseñorío!...¡cuánto coche!... En los días que estuve allá con el chico no paré en casa unmomento.Andabapor lascallescon labocaabiertaynomecansabademirarparaaquellospalaciostanmagníficosyparaaquellosseñorotesquepasabanencocheconmuchoceño...Estonoesparanosotros,querido, ledecíaalchico...Vámonos,vámonoscadaunoánuestro rincón...Yo soyunpobrecura... túunpobreestudiante...¿Quétenemosnosotrosquepartirconestasgrandezas?...

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—Vamos, señor cura, que no es precisamente entre el ruido donde más sedivierteuno,ybiensequejabausteddeaquellabullacontinua.—Pero¿quién secomparaconmigo, señorconde?Yosoyunpobrecuraque

estámásalláqueacá.Yonotocopitoenningunapartemásqueenmisacristía.Sihay todavíaalgunaspersonascomousted, señorconde,quemeapreciandeveras,alláselashayan...yomelavolasmanos.MeacuerdodeaquellatardeenquemedejóustedsoloensucarruajeyordenóalcocheroquemellevaseáunsitioquellamanlaCastellana...¡SantoCristodelAmparo!...Señores,aquéleraun cruzar de coches á un lado y á otro, lo mismo, lo mismo que cuando setropieza con un hormiguero en la tierra... Aquellos señorotes y señorotas queibanmuy arrellanadosmemirabany se reían...Dirían, sin duda: ¿qué diablosvendrá á hacer aquí este pobre cura de aldea?... ¿Y ámí qué? Teníanmucharazón... Desengáñese usted, señor conde, los curas vamos de capa caída...caiiida...caiiida...—Puesápesardetodo,señorcura,leaseguroquemevafastidiandocadadía

maslafarsaylafrivolidaddelacapital.Nopuedosoportarátantonecio,átantoadvenedizo,á tantosapohinchadocomoahorahasubidoá lasuperficiealsondelhimnodeRiego...—Porqueusted,señorconde,esmuyraro,muyraro,muyraro...Siempreloha

sido...siemprelohasido...¿ÁquenolepasaotrotantoalseñoritoOctavio?¿noes verdad, señorito?... ¡Cuánto más vale aquel Madrid tan hermoso, tansuntuoso,queestamiserablealdea!—YonoestuveenMadrid,señorcura...Eljovenpronuncióestaspalabrasvisiblementeturbado.Lasonrisadelcurale

inquietaba,lehacíasubirloscoloresalrostro.¡Eratanfinaymaliciosa!—Es verdad, señorito... es verdad... es verdad... Nome acordaba... Pero no

tieneustedmásremedioqueiráMadrid,señorito...nohaymásremedio...Aquíseaburreusted...necesitaustedmáscampo.Losjóvenesdeprovechonopuedenestarseenlasaldeastodalavida.—Oiga,señorcura—dijoelconde,—¿quénoticiashaydelchico?—Tiene salud, gracias á Dios. El pobre, cuando me escribe, nunca deja de

acordarsedeusted,ymedicequesiempreletienepresenteensusoraciones,lomismoqueásuamadaesposayfamilia.Nopuedeustedfigurarse,señorconde,lo agradecidoque le está.Si no fuesepor la becaqueha tenido la bondaddesacarle, ¿cuándohubierapodidoyodarlecarrera?Dentrodedosmeses ¡loadosea Dios! cantará misa el pobre. Ayer le escribí precisamente y le decía:Desdichadaocurrenciaeslatuyaalordenarte.Lostiemposestánmalos,malos,

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malosparalaclerigalla.Muchomejortevendríameterteporalgunodelosclubsquenodejarádehaberporahíyhacercarrera...Larisadelcondeleinterrumpió.—¡Siemprehadeserustedelmismo,señorcura!—Pues qué, ¿no digo la verdad? Y á propósito, señor conde: es fácil que

necesite molestarle nuevamente. No sabe usted el trabajo que me cuestadecidirmeáello,pormásqueestébienconvencidodelaproverbialbondaddeustedydelaestimaciónquesinmerecerlomeprofesa...Perodeestascosasyahablaremos más tarde... ¡Qué gana va usted á tener ahora de escucharrecomendaciones!—Adelante,señorcura.—Nada,nada,noquieromolestaráustedahoraqueacabadellegar.Otrodía

será.—Yasabeustedquenomemolestanunca.Sigausted;¿quéesello?—Ahora no, ahora no... tiempo tenemos... ¡no faltaba otra cosa!... Quiero,

señorconde,quealmenoshoynopuedausteddecircuandomevaya:«EstecuradelaSegadaesunposma».Celebróelcondelafraseconmucharisa,yelclérigocontestóásusmetálicas

carcajadasconotrassonorasycampestres,queprodujeronalgunosinstantesdealgazara en el comedor. La condesa sonreía dulcemente, mientras el señoritoOctavioseguíaejecutandoesfuerzosprodigiososytitánicosparaqueloschistesdelpresbíteroledesternillasendealborozo.Presentóse nuevamente el criado, y dijo que tres señores que acababan de

llegardeVegaloradeseabansaludaráloscondes.—Hágalesustedentrar.Y á poco rato taparon el huecode la puerta tres figuras provinciales, que es

bienquedescribamosbrevemente.ElprimeroesD.Marcelino,elmismoquecuatrohorasanteshabíasalidodesu

tienday,conriesgoinminentedelavida,habíadetenidoloscaballosdelcarruajeenqueibanloscondes,tansóloporelplacerdeofrecerlesunacopadeJerezyunarosquilladeSantaClara.Eshombreyaentradoendías,gruesoybajo,muymoreno,connaricesenormesyunoscabellostiesosyerizadoscomolosdeunjabalí. No gasta pelos en la cara, pero se afeita de tarde en tarde, lo cual damayor realce á su rostro, espléndidamente feo. Es castellano de nacimiento ytodalavillalehabíavistollegardesupaísconunamanoatrásyotraadelante,como acostumbraban á decir los particulares de Vegalora á la hora de lamurmuración.Noeraverdad, sinembargo,porqueD.Marcelino,cuando llegó

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detierradeCamposhaciatreintaaños,traíalasmanosocupadasconunaporciónde saquillos de lienzo crudo repletos de espliego, flor de malva, manzanilla,sanguinaria,flordetila,anísyotrasvariashierbasysimientesmedicinales,quepregonaba con hermosa voz de barítono que á los vecinos de Vegalora lespenetrabahasta lomás escondidode los sesos.Después, y sucesivamente, fuépasando por los estados de rematante de la carne, de los artículos de beber yarder,detratanteenpañosybayetas,recaudadordecontribuciones,síndicodelayuntamiento,administradordecorreos,alcaldeyno recordamossi algúnotrocargomás.Hemosdichoquehabía idopasando,ynoesverdad;D.MarcelinoloshabíaidoadquiriendotodosmercedáunaseriedetrabajosmásespantablesquelosdeHérculesylibrandoencadaunounabatalladesupremadelicadezayhabilidad.Álahorapresenteejercíatodoslosquenoeranincompatiblesporlaleyyalgunos tambiénde losque loeran.Eneldesempeñodeestas funcioneshabíallegadoárico,gozandoalmismotiempodelrespetoylaconsideracióndesusconvecinos.CuandoibaápaseoporlascarreterasconD.Primitivoóconeljuez, todos los labradores y jornaleros se quitaban la boina ó la montera ydecían:«Buenastardes,D.Marcelinoylacompañía».D.Marcelinonoveíamásqueesto;perolosqueveníandetrássolíanverálosaldeanosquedarseparadosun instante con lamontera en lamano,mirándole á las espaldas de unmodobastantemenosrespetuosoqueálacara.Solíanoir tambiénáalgunocrujir losdientesymurmurarsordamente:«¡Malrayoteparta,ladrón!»En pos de D. Marcelino venía D. Primitivo, varón formidable, de elevada

estaturayampliasespaldas,rostromofletudoyencendido,llenodeherpes,barbaescasayrecortadaylosojossiempreencarnizadoscomolosdeunchacal.Eraprocuradordeljuzgado.Sentíapasiónprofunda,inmensahacialahorticultura,álacualdedicabacasi todossusocios;peroeraunapasiónhonradayplatónica,porqueD.Primitivonoteníahuerta.Entreteníala,pues,yaquenolasatisficiese,poniéndoseescrupulosamentealtantodetodaslasparticularidadesdelashuertasde sus amigos, dándoles siempre oportunos consejos acerca del cuidado de lahortaliza y de la conservación de los frutales y regalándoles semillas exóticasqueno se sabíadóndey cómo las adquiriera.Lospropietarios le respetabanydecían de él ahuecando la voz y con asombro que «conocía sesenta y cuatrocastas de peras».Á pesar de esta afición agrícola,D. Primitivo era un animalcarnívoro,estoes,sealimentabacasiexclusivamentedecarne,locual,aldecirdelmédico deVegalora, introducía en su organismo un exceso de fibrina queocasionaba las herpes de que estaba plagado y le exponía á una congestióncerebral,yquenoseanduvieraenfiestas,porquetenía laespadadeDamoclessuspendidasobresucabeza.

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ConambosseñoresveníaellicenciadoD.JuanCrisóstomoÁlvarezVelascodela Cueva (que así firmaba siempre sus demandas y réplicas), personapulquérrimaáquiendistinguíande lejos losvecinosde lavillapor lablancurainmaculada de sus pecheras. Gastaba bigote y perilla, lo cual le daba másaspecto de coronel de caballería que de hombre de toga. Hablaba poco, casinada, pero era tan exquisita y ceremoniosa su cortesía, que los que platicabanconélsiemprequedabanunpococortadosydescontentosdesímismos.Asentíaá todo cuanto se le dijese, cerrando los ojos, bajando la cabeza y diciendo entono melífluo: «¡Perfectamente!» Tenía el Sr. Velasco de la Cueva infinitosmodosdepronunciaresteperfectamente, alargando,contrayendo, reforzandoósuavizandolassílabas,detalsuertequeseajustabaaltonoysignificadodelaspalabras del interlocutor. Á pesar de eso, el promotor fiscal, que era hombrechusco, hacía su parodia en la tienda deD.Marcelino, y contaba que un día,explicándole áD. Juandequémodo sehabía caídodeuncaballo, al llegar alpunto de decir «el caballo se levantó de atrás y me arrojó por la cabeza,estrellándome contra una pared cercana», D. Juan Crisóstomo le habíainterrumpidoexclamando:«¡Perfectamente!»Seríainvencióndelpromotor,peroeramuyverosímil.Alpenetrarlostresvaronesenelcomedor,elcondeyOctavioselevantaron:el

curapermaneciósentadolomismoquelasmujeres.—¡Oh,señores,quéprontosehantomadoustedeslamolestiadevenir!—Señor conde—dijoD.Marcelino,—estábamos impacientespor saber cómo

habíanllegadoustedesálaSegada.Aunquecalientaunpocoelsol,yaestamosacostumbradosá sufrirlo... ¿noesverdad,D.Primitivo?...Además, cuando lascosassehacencongusto...¿eh?¿eh?YreíabienaventuradamenteD.Marcelino,yreíaelconde,yreíaD.Primitivo,

yreíaelcura,yhastasereíaelseñoritoOctavio.—De todosmodos, loagradezcoenel alma, señores. ¿Yqué tal,qué talpor

estastierras?—Perfectamente.Nohayparaquémanifestarquiénpronuncióesteadverbio.—En la última carta que le escribí, señor conde—dijo D. Marcelino,—le

comunicaba todas las noticias de este pueblo, y ya ve que eran bien pocointeresantes.—Estepuebloesmuypacífico—apuntódonPrimitivo.—AquínolleganesosmotinesquehayahoraporMadridundíasíyotrono.

(OtravezdonMarcelino.)

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—Algunaventajahabíamosdetener...algunaventaja...algunaventaja.Dioslohacompensadotodo,señores.Vivimosapartadosdelosdeleitesdelacorte...esverdad... es verdad... pero vivimos por ahora tranquilos. No es poca fortuna,créameusted,noespocafortuna...—Lagentedelpaísdebesermuysencilla,¿noescierto?Enestasprovincias

delNorteesdondeseconservantodavíarestosdeaquellahonradezypiedadquecaracterizabanánuestrosmayores.—Es gente honrada á carta cabal—dijo don Primitivo.—Afortunadamente,

todavíanonosloshanmaleado.—Unosinfelices,señorconde...unosinfelices...Loúnicoqueleshacefaltaes

unpocodefilosofíaalemanaparaserhombrescompletos.Todosrieronconestrépito.—Alguna que otra vez—apuntó D.Marcelino,—cuando tienen una copa de

más dentro del cuerpo, suelen cometer cualquier desmán, pero ya se sabe queentoncesobraelvinoporellos.—Y tienen bastante afición á lo ajeno—indicó el señorito Octavio.—Casi

todoslosañosnosdejansinfrutaenlahuerta.—Es verdad, señorito, es verdad... Tiene usted mucha razón... Hay mucha

afición á lo ajeno en esta comarca... Pero, créameusted, señorito, el gobiernotambiéntienealguna...ynoesprecisamenteálafruta...Elcondedirigióunasonrisaalclérigo.—Desdelamuertedelguardamontes,haceyatresmeses—dijoD.Primitivo,—

nosehaoídohablarenesteconcejodeningunatropelía.—¿Fuéelquehallaronestranguladoenunmaizal?—interrogóelconde.—No, señor; ese fuéAntuña, el pagador de la carretera. Esamuerte ha sido

muchoantes...áprincipiosdelotoño.—Detodosmodos,hasidounasesinatohorrible.—Pero,señorconde—profirióD.Marcelino,—Antuñamurióporquequiso.¿Á

quién se le ocurre salir de noche de la villa con veinticuatromil reales en elbolsillo?¿Noconoceustedqueesunaimprudenciamayúscula?—¡Perfectamente!—Hechosaislados,señorconde,hechosaislados...porahora,hechosaislados.

Eltruenogordonotardaráenvenir.Peronohayquetenercuidado,porquelosexcesosde la libertadsecorrigencon la libertad... sí, señor,secorrigencon lalibertad...EsodecíaunperiódicoquelevienealseñorjuezdeMadridtodoslosdías...todoslosdías.

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Elcondeseinclinóhaciaelcurayledijoalgunaspalabrasaloído.—¡Bravo,señorconde,bravo!—exclamóelclérigo,echándosehaciaatrásen

lasillaymirándolefijamenteconairetriunfal.—Todosharemosloquepodamosparaqueselogre.Ustedeslapersonamásápropósito.Despuéssepusieronambosácuchichearanimadamente.D.Primitivocorriólasillahaciaellosypreguntóenvozbaja:—¿Hayalgunanoticiadeallá?—Nosetrataahoradeallá,sinodeacá—respondióelcura.Vueltaácuchichearlostres.D.Primitivoparecíasumamenteinteresadoenla

conversaciónymovía losgigantescosbrazoscualsi sirviesendevolanteásusojoscarniceros,querodabanporlasórbitasconpavorosavelocidad.Almismotiempohacía supremos y angustiosos esfuerzos para trasportar su desentonadavozalfalsetediscretoqueusabanelcondeyelsacerdote.EllicenciadoVelascodelaCueva,despuésdeposarenelgrupodesusamigos

variasmiradasácualmásimponente,osótambiénaproximarlasilla,yprestoleenterarondelasuntoquetrataban.LacondesaselevantóydijoalseñoritoOctavio,queeraelúnicoqueconcedió

atenciónásumovimiento:—Conpermiso:soyconustedesalinstante.Ysefuéporlapuertadelgabinete.El aya se puso también á hablar con los niños en voz baja, dirigiéndoles, á

juzgar por su continente severo y el nomenos grave de los oyentes, serias yprofundasadvertencias.Nuestro señorito tomópiedeellopara sacar elpañueloy sonarsecon ruido.

Después,conmuchacalma,lopaseórepetidasvecespordebajodelanariz;porúltimo, no sin vacilar un poco, se decidió á meterlo en el bolsillo.Inmediatamente,ysinningúnpreparativo,abrochóunbotóndelguantequesehabíasoltado.Después tosió tresvecesconsecutivasysepusoáexaminarconprofundísimaatenciónyfrunciendoferozmente lascejaselpuñodel junquillo.Nobienhuboterminadoestatarea,pasóáazotarseconéllospantalones,delamisma traza que lo hiciera al comienzo de su visita. Todavía se alzaron á losgolpesalgunasnubecillasdepolvo,aunquemáslevesytrasparentes.Elcuchicheodelcondeysusamigosproseguíavivo,llenodeexpansión.Eldel

ayaylosniños,graveydiscretocomoantes.Elcriadoentrabaysalíallevandolasfuentes,losplatosylosdemásobjetosqueyacíanendesordensobrelamesa,pero todo con mucho silencio y espacio y sin dejar de dirigir, cada vez que

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entraba, una mirada insistente y curiosa á nuestro héroe, el cual procurabaartificiosamenteevitarelcambio.Elcomedoreraunavastacámara,másvastaque cómoda y elegante, y sus muebles toscos y ennegrecidos, y sus grandescortinas de colores marchitos, y los cristales turbios y emplomados de susbalcones,mostrabanclaramentequeelviejocondesecurabapocodelaliñodelacasa, y que el nuevo no la habitaba mucho tiempo. El falsete de losinterlocutoresproducíaenestevastocomedorunefectoextrañoysevero,comoelmurmullode losfielesenuna iglesia.Ánuestro joven leparecíademasiadosevero. De vez en cuando, la voz de D. Primitivo, no pudiendo resistir tantotiempolapresióncruelquesobreellaestabapesando,lanzabaungallo,yseoíalapalabravotosócandidatos.Elayalevantabasusojosprofundosylosfijabauninstanteenelgrupodeloscaballeros.Alfin,nuestroseñoritodecidióseátomarunadelascopasqueaúnquedaban

sobre lamesa. Empezó á observarla escrupulosamente, dándole vueltas ymásvueltasenlamano,haciéndolasonarconungolpedeuñayllevándoladespuésal oído para escuchar sus vibraciones hasta que morían. Por mucho que leembargasenal jovenestasobservacionesde físicaexperimental,nodejabaporeso de mover los ojos con ansia hacia todas partes, y especialmente hacia lapuerta del gabinete, como si por allí le hubiese de venir su salvación.Respirábase en el comedor un ambiente cargado de discreción, que á nuestromancebo le producía la misma inquietud y malestar y los mismos desmayosenervantes que si estuviese cargado de electricidad. Y ya se entregabalánguidamenteápensamientostristesdemuerte,cuandoempezaronádibujarseensudesmayadoespírituloscontornosdeunaideafortificanteyregeneradora:laideademarcharse.Masparallevarácaboesteactoeraprecisodespedirse,yel despedirse había sido siempre para nuestro señorito uno de esos problemaspavorosos que pocas veces obtienen resolución. Antes de levantarse, cuandoestaba envisita, teníaque sostener unabatalla consigomismo,que áveces seprolongaba más de la cuenta. Sentía el mismo temor y embarazo que losoradoresnovelescuandolevantansuvozenpúblico.Perosisiemprehabíasidounproblemadifícil,enaquelinstante,consideradoeléxitopocolisonjerodesuvisitayelcarácterylasituacióndelaspersonasqueallísehallaban,ofrecióseloalalmacomounautopia.Nipodíaserdeotrasuerte.¿Quédecomentariosnoharíanaquellosseñoresdespuésqueélsalieseporlapuerta?¿Cuántoschistesnoseleocurriríanalcuraacercadesupersona?Seleponíanlospelosdepuntadepensarenello.Laidea,pues,demarcharseeradetodopuntoinadmisible.Másvalíaseguirhaciendoexperimentosacústicosconlacopadecristal.Mientras proseguía embebecido en esta fructuosa tarea, el cura de laSegada

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apartóse un momento de la conversación y le clavó los ojos con expresiónreflexiva.Después,volviéndosealcondeconlamismavozdefalsete,ledijo:—Laúnicapersonaquecuenta enestepaís conbastantes fuerzasparaganar

unaseleccionesesD.BaltasarRodríguez.Elenemigo temibleesése,yno losqueindicóD.Primitivo.Créameusted,señorconde...créameusted...—Esloqueyoteníaentendidoantesdevenir—repusoelconde.—Alparecer

eshombreacaudaladoygozadesimpatíasenlapoblación...—Nocabeduda,nocabeduda.El cura volvió á mirar á Octavio, sonriendo esta vez maliciosamente, y

prosiguió:—DonBaltasaresunabuenapersona...todouncaballero...muycumplidoen

sustratos...¡yunpadrazo,señorconde,unpadrazo!...El conde alzó la cabeza y dirigió una larga mirada á Octavio. Los demás

interlocutorestambiénvolvieronhaciaéllavista.—Señores,—dijoel conde levantándose,—es lástimaqueestemosencerrados

encasaenundíatanhermoso.Vamosádarunavueltaporlapomarada.Tengoyadeseosdepisarhierbayvermedebajodelosárboles.Loscircunstantesselevantaron.Lacondesaaparecióenaquelmomentoporla

puerta del gabinete. Octavio quiso aprovechar la ocasión, que le pareció deperlas,paradespedirseydióalgunospasoshaciaellaconlamanoextendida.—Condesa,á lospiesdeusted...Hetenidomuchogustoenveráustedestan

buenosy...—¿Qué es eso, señorRodríguez—exclamó el conde viniendo hacia él,—nos

quiereusteddejartanpronto?¿Porquénovieneádarunpaseoconnosotros?...¿Tantaprisatieneusted?Estaspreguntas fueronhechasen tono francoycariñoso,yOctavio,unpoco

aturdido,balbució:—Prisa,precisamente...no...pero...—Puessinotieneustedprisa,esusteddelapartida.Señores,enmarcha.El licenciado Velasco de la Cueva, que desde muchos años atrás venía

ejerciendoelmonopoliode lasbuenasmanerasenVegaloraysiete leguasá laredonda,ofrecióelbrazoálacondesaconunareverenciadignadelsigloXV.D.Primitivoquisoimitarle,yseloofrecióalayaenlaformaeleganteydesenvueltaque un oso lo hubiera hecho; pero la blonda extranjera lo rehusó, dándole lasgraciasconunainclinaciónceremoniosa.Seguíaloselcurallevandodelamanoá un niño, y cerraba la marcha el conde, que llevaba cogido familiarmente á

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Octavioporlaespalda.

IV

Lapomarada.

CUANDO el licenciadoVelascode laCuevapuso suplantaceremoniosaenlosumbralesdelpalaciocondal,losrayosdeunsolfogosodeestíoleobligaroná hacer guiños, con lo cual perdió no poca autoridad su rostro imponente. Lacondesasoltóelbrazoylediólasgracias.EranlascuatrodelatardedeundíadelmesdeJunio.Loscondesysusamigos

teníandelantede síunode lospanoramasmásespléndidosygrandiososde laprovinciaenquenoshallamos,queeslamásbelladeEspaña.Elpalacio,comolasgentesdelpaíslollamaban,óelvetustocaserón,comomejorsediría,estabasituadoá lamargen izquierdadelLorayenel fondodelvalledonde radicaelconcejoypartido judicial deVegalora. En torno suyo veíanse quince ó veintechozas, pertenecientes en su mayoría y habitadas por colonos de la casa deTrevia.Estacasagrandeypardaylascasuchasmáspardasaúnqueyacíanásualrededor, semejaban de lejos á una gallina pastando con sus hijuelos en elcampo. Alzábase el pueblo de la Segada en el fondo del valle y ocupaba elángulo formado por un riachuelo que venía de las montañas cercanas ádesembocar en el Lora. Distaría del primero unas cien varas, y de éste unastrescientas. La fachada principal de la casa no miraba al valle, sino á lasaltísimasmontañasquelocerraban.Entrelacasaylafaldadeéstasnomediabandetierrallanamásdedoscientospasos,yeraelsitioqueocupabanlahuertaylapomarada.Desdelosbalconesdelafachadatraseraveíasetodoelvalle,quenoera muy extenso, y también se divisaba como á media legua de distancia ungrupogrande de casas que era la villa deVegalora.Entre laSegada y la villacorríabulliciosoylímpidoelrío,elcualtomabaydejabaásutalantelapartedelvalle quemejor le convenía para su cauce. Como lo cambiaba ámenudo, lastierras plantadas de maíz y los prados que bordaban sus orillas nunca teníanseguroeldíademañana:tanprestoregalabanlavistayeloídoconsusmaícessonorosos y su verde césped, como molestaban y cansaban los pies con susredondos ó puntiagudos guijarros.Los vecinos deVegalora y laSegada, en el

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espaciodecuarentaócincuentaaños,habíanvistocorrerelríoporcasitodalasuperficiedelvalle.Ápesardeesto,alpocotiempodehaberdejadoelaguaunsitio cualquiera, ya brotaba allí una vegetación briosa, y el valle continuabasiempre pintoresco y regocijado como pocos. Por todas partes lo circundabancolinasderegularelevaciónvestidasdecastañaresypradosrelucientes,exceptoporelfondo,óseaporelladodelaSegada.Aquílascolinasocupabansóloelprimertérmino.Porencimadeellassealzabanenormesyenriscadasmontañas,cubiertas de nieve desdeOctubre hasta Junio. Formaban parte de la cordillerafragosaqueseparalasprovinciasdelNortedelasdelcentro.Vegaloraera,portanto,elúltimoconcejodelaprovinciaenlaregiónenquenoshallamos.Detrásde aquellas moles inmensas y oscuras se extendían los campos yermos ydilatadosdeCastilla.Nuestrosseñores,alsalirdecasaporlapuertaprincipal,alzaronlavistapara

contemplarestasmontañassoberanas,iluminadasporunsolqueyaempezabaádescenderhacialascolinaslaterales.Lanievehabíadesaparecidocasitotalmentedel paisaje. Sólo en las crestas más elevadas percibíanse algunas manchasblancascomoderopastendidasásecar.Entreaquellascrestasdescollabaunadepasmosaelevaciónyarrogancia,quelagentedelpaísllamabaPeñaMayor.Eraun enorme peñasco á quien todos los demás que en torno suyo se agrupabanservían de pedestal. Terminaba en punta, como la aguja de una inmensa yfantásticacatedral;perolosquehastaalláhabíantrepadoalgunavezafirmabanquesobreestapuntahabíauncampobastanteespacioso.Talytandesmesuradaera su elevación.Durante losmesesdeverano, loshabitantesdel vallepodíanadmirar á su placer losmajestuosos contornos de la peña, que se alzaba en elcielo diáfano y cortaba el éter cual si fuese la reina del espacio. Servíales,además, en estosmeses de reloj, pues el sol hería su frente de lleno, al llegarprecisamenteelmediodía.Cuandoelotoñoerayaunpocoentrado,seocultabaentrelaniebla,ynovolvíaáparecersinounoqueotrodíamuyrarodelinvierno,enqueelviento,soplandofuerteporlanoche,habíabarridoeltupidomantodelos cielos. Pero hasta llegar á la Peña Mayor había una serie de escañosgraníticos,superpuestoslosunosálosotros,demilextrañasformaséimitando,áveces,enormesedificiosyanimalesmonstruosos.ÁlaizquierdadelaMayorhabíaunapeñacorcovadaquesemejabaáundromedario:áladerechaotraqueera la perfecta imagen de la torre de un gran castillo, con sus desmesuradasalmenasporentrelascualesseveíaelazuldelcielo.Estacortinademontañascerrabaherméticamenteelvalleporaquellado.Alllegaráestesitioparecíaquese acababa el mundo, y que detrás de la oscura cortina no había más que elespaciosinfin.

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Los condesy sus amigosdetuviéronse á la puerta de la casa, y con lamanopuesta sobre los ojos á guisa de pantalla, se estuvieron buen rato paseando lavista por el gran telón descrito. Después atravesaron la calle y entraron en lahuerta por una gran puerta enrejada de hierro. Era la huerta cuadrilonga ybastanteespaciosa,yestabacerradaporaltosytoscosmurosdeteriorados.Enelfondohabíaotrapuertaigualálaprimeraquedabapasoálapomarada.La comitiva conversaba y reía dando vueltas por las calles no muy bien

aderezadas de la huerta, parándose á cada instante y entremezclándosecontinuamentesinguardaretiqueta.D.Primitivoparecíaeldueñodelacasa,ydesdeque lapuertaenrejadasecerrara trasélsecreyóenelcasodenocerrarbocaá findeexplicar á los circunstantes lasparticularidadesypormenoresdetodas y cada una de las plantas que iban encontrando, sin perdonar el másinsignificantedetallequepudieraesclarecerásusoyentesenasuntotandelicado.Lasúnicaspersonasquenireíannitomabanparteenlaconversacióneranelayay la condesa. La primera no perdía de vista á los niños, regulando con señasimperiosas sus pasos y movimientos. La segunda no apartaba los ojos de laspardasmontañasqueteníadelanteydeshojabadistraídamenteunarosaqueunodelosniñoshabíaarrancadodesutalloparaofrecérsela.Aquellasmontañasseveíantambién,aunquemáslejanas,desdelacasasolariegadeD.Álvaro.¡Buenagana de reir teníaLaura en aquel instante! Su pensamiento volaba, volaba sindetenerse por los días de su existencia, desde aquellos remotos en quecontemplabaabsorta,debrucessobreelbalcón,lasnubesquecubríanlacabezadelaPeñaMayor,hastalasescenasmásrecientes.Losremotosseleaparecíanenvueltosenunagasablancaqueborrabaloscontornosyaúnmáslosalejaba:loscercanosveíalos tanbiencomosi estuviesen talladosen relieveyparecíansaltarhaciaellapalpitantesyteñidosdesangre.¿Porquénohabíapermanecidotodalavidaensucasa,serena,tranquila,contemplandoaquellasmontañasquenadamalolaenseñaban?Alpensarquemientrassuespírituenlosúltimosonceañosbajabaysubíaenperpetuaagitación,desdeelcielohastaelinfierno,ellashabían estado allí altivas, felices, contemplando noche y día el firmamentoaugusto,unaenvidiasordaseapoderabadesucorazónycomenzabaánacerenélundeseovivo,irresistible,dereposo.Pero¿quéreposodeseaba?¡Ay!deseabavolarálacimadelaPeñaMayor,llevadaporunángel,yallí,bañándoseeneléterazul,sinescucharunavozmalditaqueteníasiempreenlosoídos,pasarlavidaacariciadaporDiosyacariciandoásushijos.Aldar lavueltaáunrecodode lahuertasintióde improvisoensucuelloun

alientocálidoyunavozledijoaloídomuyquedo:—RecuerdaquehasagraviadoámissFlorencia.

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Yvióqueunasombrasealejabadeellaparaunirseotravezalgrupode lospaseantes.Seestremeciófuertemente,detuvoelpaso,ylarosamutiladacayódesusmanos.Octavioseleacercóenaquelmomento.—Condesa,laveoáustedmuypensativa.¿EchausteddemenosyaáMadrid?—Sí,señor,loechodemenos.—Locomprendobien,peromeparecequetodavíanotieneustedmotivopara

quejarse, pues acaba de llegar. ¡Oh! cuando lleve usted aquí algún tiempo yaveráloquedadesíestedeliciosopaís.Lamateria,condesa,imperaaquícomoreinayseñora.Ustedvienedelmundodelespírituylehandedolerlosprimerospasossobreestatierramuertaysilenciosa.Nomesorprende.—¡Ah,sinomedolieranmásquelosprimerospasos!—Escierto; lopeor en lavidadel campoes lamonotonía,y ésta crecey se

haceirresistibleconeltiempo.Porlodemás,nosedebenegarqueestepaíseshermosoyqueencierramuchapoesía.Yoquehenacidoenélyenélhevividosiempre,aúnmesientoimpresionadocuandoalabrirlasventanasdemicuartoporlamañanafijolavistaenlasaltísimasmontañasquetenemosenfrente.¡Québien se destacan sobre el fondo azul! ¡Qué pureza de líneas! ¡Qué contornos!Peromiroenseguidahaciaabajoyvieneeldesencanto,condesa.Lospaisanosnocorrespondenalpaís.Aquínadiesepreocupasinodeldinero.Serespiraunaatmósfera sórdida, en la cual se asfixian todos los sentimientos elevados.Hayalgunaspersonasdealmadelicadaygenerosa,peroaunéstasnopuedenmenosderesentirsedelasociedadenquehanvivido:soncapacesdeunrasgoheroico,de una pasión fuerte, pero no pueden alcanzar ciertas nuances del espíritu,ciertas delicadezas que sólo se encuentran en las clases elevadas y en unasociedadcultayrefinada.—¿NopiensausteddarunavueltaporMadrid?—Debuenaganaladaríayaunmequedaríaallá,peromispapásnotienenmás

hijoqueyo...yyaveusted.—Quédeseusted,quédeseusted...NopienseenMadridporahora...Tiempole

quedaparasaberloqueesaquello.—Novaya usted á creer, condesa, que es curiosidad lo que siento, no; es el

deseoquetengodellenarciertosvacíosquehayenmiespírituloquemeobligaápensarenMadrid.Yonogozoconloqueaquísuelegozarlagente;antesbiensus placeres son ocasión de padecer paramí, porque nada hay que atormentetanto como encontrarse aislado entre la muchedumbre y á mil leguas de suspensamientos y aspiraciones. Así, que paso la vida encerrado enmi casa, singanas de agregarme á ella... leyendo... pensando... soñando. Alguna vez he

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asistidoconlaimaginaciónálassoiréesdondeustedhabrilladotanto,condesa.—¿Deveras?—Sí,señora;acostumbroáleerlasrevistasdesalonesdeLaEpoca,yenellas

hevistoconfrecuenciaelnombredeustedrodeadodeadjetivosqueahorameparecenpálidos.—Milgracias.—Mepreciodesincero,condesa.EnelúltimobailedelosduquesdeHernán

Pérez llevaba usted un vestido de surah azul celeste, con escote sesgado yespaldadeformaprincesa.Elvuelodelafaldaformabapordetrásunacascadadepouffs sostenidosporcordones,y llevabaustedasimismolazosdesurahenloshombrosyeneltalle.—¡Ah!Veoquenoselehaescapadoáustednada.UnrugidodeD.Primitivolesobligóáinterrumpireldiálogo.Extático,conlos

brazos cruzados sobre el pecho, contemplaba sin pestañear un cuadro delechugas,mientras loscompañeros lemirabansincomprenderelmotivode talsorpresa.Alfin,despuésdelargosilencio,exclamóconvozronca:—¡Sinoloviesepormisojos,nuncalocreyera!Yomismoledilasemillaá

Pedro;yomismoleindiquécuándodebíasacarlasdelvivero;yomismoestuveuna tarde entera ayudándole á plantarlas... ¿Cómo han espigado estaslechugas?...¿Porquéhanespigadoestaslechugas?YD.Primitivomovíalacabezahaciaadelante,haciaatrás,áladerechayála

izquierda.—Talvezlalluviadeestosdíashabráinfluídoperniciosamentesobreellas—

manifestótímidamenteellicenciadoVelascodelaCueva.—¡Quélluvianiquécalabazas!...Nodigaustedtonterías,D.Juan.Lalluvia,

cuandolaslechugasseplantanenlaépocayenlaformaenquedebenplantarse,noinfluye,notieneporquéinfluirsobreellas.—Perfectamente.—Aquí no puedemenos de haber algúnmisterio. Pedro habrá hecho alguna

majaderíaenelcuadro.Ellasporsíestoysegurodequenohubieranespigado.¿Áquéasuntohabíandeespigar?Asíqueletropiecemeenterarédeloquehahecho,yyaveráustedcómoresultaloqueyodije.La irritación de D. Primitivo cedió ante la esperanza de ver muy pronto

cumplidasuprofecía.Continuaronrecorriendolentamentelahuerta,parándoseahoradelantedeunas

alcachofas, después ante un cuadro de remolachas ó de una esparraguera. D.

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Primitivo, maniobrando constantemente en el centro del grupo, parecía unfilósofodelaescuelaperipatética.LacondesayOctaviosehabíanquedadounpocoatrásy siguieronhablando

delbailedelosduquesdeHernánPérez,óseadel«mundodelespíritu»,comodecíanuestroseñorito.Lahorticulturanolesseducía.Masalhallarseenfrentede una frondosa y espléndida magnolia, ambos detuvieron el paso paracontemplarla. Era un árbol hermoso y grande como pocos, y entre sus hojasoscuras y metálicas advertíase crecido número de bolas blancas que soltabanaromafresco,acreypenetrante.Lasprimerasramasnopasabandelaalturadelrostro.Lacondesaasiócon lamanodeunadeellasprovistade flory la trajohacia sí. El árbol, al ser movido, dejó caer algunas gotas de agua sobre lasmejillasdelaseñora,quehizounamuecagraciosa.—Elárbollabendiceáusted—dijoOctaviomirandoextasiadocómocorríael

aguaporlasmejillasdeladama.—Hubierapasadosinsubendiciónperfectamente—contestóellariendo.Yalmismotiempohundiósulindorostroenelcálizdelaflorparaaspirarla

fragancia.LacondesadeTreviaestabaenaquel instantebellísima;porque susojosgrandes, rasgados, secerrabanblandamentecon laexpresióndeunplacercelestial; porque sus mejillas de rosa, acariciadas por las blancas y carnosashojas de la magnolia, brillaban y temblaban de gozo; porque sus cabelloscastaños,sedosos,lecaíanconciertodesordensobrelafrente;porqueinclinabala cabeza dejando ver el principio de una espalda de alabastro; porque estabaempinada graciosamente sobre la punta de sus pies inverosímiles. Levantó lacabezayexhalóunlargosuspiro.—¡Oh,quédeliciosoaroma!Octavioseapresuróáhundirtambiénelrostroenlaflorqueladamaaúntenía

cogida.—¡Delicioso!¡delicioso!—¡Es tan penetrante... tan embriagador!... Siempre fuí apasionada de este

aroma.—Yoloserédeaquíenadelante.La condesa soltó la rama é inclinó la cabeza sonriendo afablemente. Y

emprendieronotravez lamarchaensilencio.Octavio lo rompióalcabodeuninstantediciendo:—¿Dequéperfumistaacostumbraustedásurtirse,condesa?—No tengoningunoconocido;entro indistintamenteen laprimerperfumería

queencuentro.

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—Peroalmenostendráustedunamarcapredilecta.—Tampoco;nuncamefijoenlosrótulosdelosfrascos.—Puesyo,despuésdehaberprobado lasprincipalesmarcas,mehedecidido

por la deMaría Farina. Es la que he halladomejor. Sus perfumes sonmenosintensos que los de otras casas, pero son mucho más delicados. Debemosexceptuar, sin embargo, la rosa blanca que, comousted sabrá seguramente, esprivilegio especial del célebre Hakinsson. La rosa blanca y el azahar son losúnicosperfumesquetomoahoradeestacasa.Siguió la conversación de los perfumes por algún tiempo todavía, muy

animadaporpartedeOctavio, queparecíahallarse en terreno firmey abierto;lánguida y cortada por parte de la condesa que, como había dicho, no erainteligente en este ramo.D. Primitivo y sus secuaces habían entrado ya en lapomarada, y nuestra pareja siguió el ejemplo.Al llegar á la puerta tropezaronconmissFlorenciaylosniños.Lacondesadirigióáaquéllaunasonrisa.Elayapermaneciógraveyseinclinóprofundamentedejándolespaso.Era la pomarada un campo vasto, donde los árboles estaban tan espesos y

habíanadquiridotaldesarrollo,queelsolnoconseguía,sinodespuésdemuchotrabajo, introducir enél algunosdelgados rayos.Losmanzanos sonárbolesdepoca imaginación. En vez de gastar sus fuerzas estérilmente en subir hastamecerse en las nubes, procuran buenamente redondearse, ocupando el mayorpedazo posible de estemiserable planeta.Mas al desenvolver su personalidadlibrementeenel tiempoyelespacio,nuncadejandemolestaralvecino,de locualresultasiempreunabóvedamássólidayespesaquefantástica.Algunosdeellostantodescendíanensusaspiraciones,quetocabanconlasramasálatierraformando glorietas naturales, frescas, sombrías, mullidas. Á pesar de losesfuerzosinauditosqueelsolhabíahechodurantetodoeldíaparatemplarsusardores en la frescura del césped, éste se hallaba todavía húmedo. Los lindoszapatos de la condesa, que se hundían en él como dos ratones, aparecíanmojados cada vez que levantaba el pie. Dentro de aquella bóveda enanazumbabaunamuchedumbredeinsectos,queempezabanásentirseinquietosporlamarchacadavezmásprecipitadadelsol.Ávecessepercibíaunruidoleveysordo entre las ramas, y veíase un pájaro salir de un árbol y posarse en otrocercano. Los árboles no derramaban aroma, porque los frutos estaban aúndemasiadoverdes:encambio,elsueloexhalabaolorfuertedetierrahúmeda.Enunodelosángulosdelapomaradaseveíaunagranmanchadesombra.Eraqueelsolestababesandoyalacimadelascolinasyempezabaáabandonarelvalle.Átodoesto,D.Primitivohabíasacadodelasprofundidadesdesugabánuna

enorme podadera, y prodigabaminuciosos cuidados á losmanzanos, hacia los

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cuales se sentía atraído por simpatía irresistible.Aquí le cortaba un renuevo áuno,másallá lequitabauncaracoláotro, enotraparte levantabaun rodrigónquesehabíacaído,etc.,etc.ElprocuradorpasabacercadeelloscomoelsoplodelaProvidencia.Octavio seguía al lado de la condesa y conversaba con ella sobre cosas

indiferentes, alusivas unas veces á los objetos que tenían á la vista, otras (lasmás)álasparticularidadesdelavidacortesana,queeljovenparecíaconocertanbiencomoladama.Elrostroylosademanesdelseñoritonocorrespondíanenuntodo á la materia de la conversación. Decía todas sus frases en tono taninsinuanteysemostrabatanturbado,quecualquierapodríacreer,observándolede lejos, que estaba haciendo una declaración de amor. Siempre le pasaba lomismo cuando hablaba con las mujeres. Su fisonomía sonriente, ruborosa yexpresivaconexceso,lehabíahechopasarpornoviodecasitodaslasdamiselasá quienes se había acercado en su vida. Claro está que tales presunciones notenían fundamento positivo; pero quizá si penetrásemos en losmisterios de lapsicología, hallaríamos disculpa para la ligereza de los vecinos de Vegalora.Porquehayenciertos temperamentosun fondo tangrandedemateriaamorosa(si sepermiteestasingular locución),quenonecesitamásqueun levemotivoparamostrarse en la superficie.El amor reposa en estos temperamentos comounamasadepolvocoloranteenel fondodeunvasodeagua;asíqueseagita,toda el agua queda teñida. El hecho aparente era que nuestro amigo ni seenamorabanisedeclarabaálasmujeresqueteníacerca,peroenrealidad,hacíauno y otro. Su plática, pues, con la condesa tenía mucho de dúo amoroso.Cuandodecía,verbigracia:«Seestáustedhumedeciendo lospies,condesa», latraducciónexactade la frase,quesedibujabaensusojos,era:«Dequébuenagana, señora, se los secaría conmi aliento». Se había quitado el sombrero, yjugaba con él entre lasmanos afectandounaposesiónde símismoque estabalejosdesentir.Llevabaenlabocaunclavelblancosalpicadodemanchasrojas,ylomordíacondisplicenciadignadeunsociodelVelozClub.Devezencuandovolvía el conde la cabeza y le dirigía una sonrisa afectuosa, á la cual nuncadejabadecontestarelmanceboconunsaludofamiliar.—Es muy bonito ese clavel que lleva usted—dijo la condesa, mientras lo

admirabasinceramenteconlosojosmuyabiertos.Octavioloquitóprecipitadamentedelaboca.—Sinofueseporqueyaestámordido,tendríaplacermuygrandeendárselo...

Pero,enfin,lequitaremosunpocodeltallo...(almismotiempocortabalapartequehabíaestadoenlaboca).¿Loaceptaustedasí,condesa?—Conmuchogusto.Milgracias.

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Estabanyapróximosálaempalizadaquecircuíalafinca,yparanovolverporelmismositioempezaronácaminaralladodeella.Apenashabíandadoalgunospasos,cuandosintieronporlapartedefueraunalientojadeante,yvieronenloaltodelaestacadalacabezadeunperro,elcualcayóinmediatamenteásuspiesysepusoáladrarles,sinatenderálasrazonesdedonPrimitivo,queledecía:—Ven acá, Canelo... ¿No me conoces, Canelo?... ¿Dónde está tu amo,

Canelo?...Elperrorecordóqueyahabíavistoaquellacaraenotraparte,peronoquisodar

subrazoátorcerniconfesarquesehabíaequivocado,ysiguióladrando,aunquesinganayporcompromiso.—¿Quéeseso,Canelo?...¿Teolvidasdelosamigos?...—Guau,guau,guau.—¿Dóndedejasteátuamo,Canelo?—Guau...guau.—¿Venísdecaza,Canelo?—Guau...Pordetrásdelaempalizadaempezóáasomarunaescopetadedoscañones,y

sevióunsombrerodegrandesalasqueocultabaámediaselrostrodeunjovenmoreno,elcual,conmuchaprestezayagilidad,pasóambaspiernasporencimadelaspuntasdelasestacas,ydandounsaltoquedóenpiedelantedelconde.—¡Hola,Pedro!¿Dedóndevienes?—Señorconde,fuíámatarunzorroquemedijeronandabaporlamatadeltío

Bonifacio.Encosadeochodíaslezampótresgallinas.—¿Ylotraes?—Sí,señor;aquíestávivotodavía.Noletocaronmásquealgunosperdigones

enestapata...¡Noseacerqueusted,señoracondesa,queestosanimalessonmuytraidores!—Hola, caballerito—dijo el conde dirigiéndose al zorro, que colgaba de la

espaldadePedro.—¿Conqueentretieneustedsusociosengulléndoselasgallinasdel vecindario? ¿Y se figuraba usted que sus proezas no habían de tener finjamás?—Este Pedro—dijo el cura—es un buenmuchacho... es un buenmuchacho.

Nosvadespejandolacomarcadealimañas.Señorconde,tieneustedunaalhajaenestemuchacho...sobretodoesmozoformalydepalabra.—Señorcura,sinofuíáayudarleáustedáarreglarlahuerta,fuéporqueestos

díasanduvemuyocupadadopreparandolascuentas...

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—Bien,hombre,bien;yonotehepreguntadonada.Nohagomásquereferirtusméritosycualidadesalseñorconde.—Esqueentiendobienlasindirectas.—Pedro,dejaaquíelzorroyvéácasaporunpocodepajaóhierbaseca.—¿Qué es eso, le quiere usted hacer cama á ese bicho?—preguntó D.

Primitivo.—Sí;lequierohacerunlechocómodoparaquesecure.No tardó Pedro en llegar con unamuy bastante cantidad de hierba entre los

brazos,yasíqueladejóenelsuelo,ordenólesuseñorquecolgaseelzorroporlas patas traseras de la rama más baja de uno de los árboles. La condesa,mientrassepracticabaestaoperación,alejósevelozmentedelgrupoyseperdióprontodevistaentre losárboles.Mandóenseguidaelcondecolocar lahierbadebajodelzorro,ysacódelbolsillounapreciosafosforeradeoro.—¡Hola,señorconde,intentaustedhacerunautodefe?Yaconcluyeronesos

tiempos ominosos... ya concluyeron esos tiempos ominosos. El zorro le va államaráustedoscurantista,yconrazón,síseñor...yconrazón.Elcondesebajósonriendoyaplicóunfósforoencendidoálahierba.Elzorro,colgadobocaabajo,permanecíainmóvil,ynadieletuvieraporvivoá

no ser por sus ojos abiertos que giraban lanzando miradas recelosas á losespectadores. La sonrisa de éstos le contrariaba visiblemente. Empezaban ásonar loschasquidosde lahierbayel fuego ibacundiendopocoápocopor lomás interno del montón, que lanzó una bocanada de humo espeso. El zorroquedóenvueltoporuninstanteyseleescuchóestornudar.—Yalesubeelhumoálasnarices,señorconde—dijoD.Primitivo.Elvientodisipóelhumoespeso,yelmontóncomenzóáarrojarunacolumnita

deotroazuladoytrasparente.Quedóelzorroaldescubierto,yobserváronseenél señales de una inquietud que iba en aumento. Todos le contemplabancuriosamente y sin quitarle ojo, excepto Pedro, el cual, ajeno totalmente alespectáculo, se ocupaba en sacar el cartucho quemado de la escopeta y enarreglar sus llaves. Una llama brotó súbito de la hierba y rozó el hocico delanimal,quesacudiólaramaconviolencia.—Yalecome,yalecome,pordomáspecadohabía—dijoriendoelcura.Tornóábrotarlallamaconmásfuerzayestavezsedetuvoalgúntiempoenel

hocicodelzorro,quelanzóunchillidoáspero,ridículo.ElCanelocomenzóáladrarfuriosamenteyfuénecesarioquesuamolediese

unpardepuntapiésparahacerlecallar.Losespectadoresacogieronconalgazara

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elchillidodelanimal.Elcondenohizomásquesonreir.Porterceravezsaliólallama del montón, próximo ya á convertirse en hoguera, y envolvió con unahorrenda caricia la cabeza del zorro, el cual, tratando de huirla, principió áenroscarse, lanzando almismo tiempo continuos chillidos. El perro, sin hacercasodelospuntapiésdePedro,nocesabadeladraryaullar,corriendodeunladoá otro, unas veces acercándose á la hoguera con las orejas tiesas y los peloserizados, marchando otras á ocultarse entre las piernas de alguno de lospresentes.Laalgazarahabíaidocesandopocoápocoenelconcurso.Losrostrosquedaron completamente serios. El conde seguía sonriendo como antes.Quemaba ya la hierba por todas partes y chisporroteaba arrojando pavesasinflamadasqueseapagabaninstantáneamenteycaíanconvertidasenceniza.Eldíaestabaconcluyendo.Lamanchanegradelaesquinasehabíaextendidocualsi fuese aceite por toda la pomarada. Así que la luz de la hoguera trazabacírculos luminosos en ella y corría á veces impetuosamente por debajo de labóvedailuminandounagranextensiónyprontamentesereplegabaabandonandoelcampoálasombra.Veíansereflejosvivosyfugacesenlashojasdelosárbolesy sentíase en el rostro el calor abrasante de las llamas. El desgraciado zorroseguía enroscándose y retorciéndose para salvar su cabeza, pero el fuego letostabael lomocruelmente.Unhedor irresistibledepeloquemadoseesparciópor la atmósfera. El dolor arrancaba al pobre animal gritos cada vez másextrañosypenetrantesqueresonabandeunmodosiniestroenelsilenciode lapomarada.Áestosgritosdesgarradoresrespondíanlúgubrementelosaullidosdelperroquedabavueltasentornodelahoguera,espantadoytrémulo.Un espectador se desplomó y cayó con ruido sordo sobre el césped. Todos

acudieron á aquel sitio. Era el señorito Octavio que se había desmayado.Inmediatamentequelolevantaronrecobróelconocimiento.—Noesnada,noesnada...muchasgracias...Mepasaestoconfrecuencia.D. Primitivo sacó de las reconditeces de su faltriquera un vaso de metal y

corrióáuncharcoqueestabapróximo.Cuandollegóconelvasolleno,eljovenestabayadepieyhablabaserenamenteconelconde.MasD.Primitivonoquisoperder el viaje y acercándose cautelosamente á él, sin darle aviso alguno leencajó toda el agua en mitad del rostro. Octavio quedó un instante sinrespiración.—Muuuchasgracias,D.Primitivo...No...habíanecesidad...Aunque trató de secarse inmediatamente con el pañuelo, no pudo evitar que

unaregularcantidaddeagualeentraseentreelcuellodelacamisaylacarne,locualleprodujoescalofríosyestornudosparabuenrato.Elfuegohabíaquemadoentantolacuerdaquesujetabaelzorroalárbolyel

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animalhabíadesaparecidoyaenlahoguera.Lasllamasfuerondecreciendopocoápocoyprestonohuboallímásqueunmontóndecenizas.—Me parece que es hora de ir aproximándonos á nuestro asilo—dijo el

licenciadoVelascodelaCueva.—Tiene usted razón, D. Juan—repuso don Marcelino;—la noche se viene

encima,ydeaquíáVegaloratodavíahayunpaseíto.Se pusieron todos enmarcha hacia la casa. Á los pocos pasos hallaron á la

condesa, que salió de entre los árboles conunniñode lamanoy el clavel deOctavioenlaboca.EstavezsintiónuestrojovenunfuerteescalofríodeplacerqueleindemnizóconcrecesdelostormentosquelehabíahechosufrirelaguadeD.Primitivo.Acercóserápidamenteáladamaysepusoádarlecuentadesudesmayo.—Nopuedeusted figurarse,condesa, lo impresionablequesoy.Esdesgracia

nacerconuntemperamentocomoelmío.Elmédicomedicequesoyunmanojodenerviosyquedeboevitartodaslasemocionesvivas,lomismolastristesquelas placenteras... Pero si he de huir las últimas—añadió después de brevesilencio y fijando sus ojos tímidos en la condesa—espreciso que no vuelva áparecerporaquí.—¿Yporqué?—Porque...laimpresiónqueustedmecausaesdemasiadoplacentera.—¿SabeustedquesinsalirdeVegaloraesustedyauncortesanoperfecto?Octaviosintióseaúnmáslisonjeadoporestaspalabrasqueporelbuensitioque

lacondesahabíaotorgadoá suclavel,ymientras caminabanendireccióná lahuerta se enredó en un laberinto de explicaciones metafísicas sobre lasdiferencias y afinidadesque existen entre la galantería, el amor, la amistad, lasimpatía,etc.,etc.MientrastantoD.Primitivoseenterabaconprofundasorpresade que Pedro no había tocado siquiera en el cuadro de las lechugas. Elprocurador se guardó de comunicar la noticia á sus compañeros, y cuandollegaronálahuertayseencontrófrenteálasmalhadadaslechugas,quehabíantenido la audacia de espigarmotuproprio, bajó la cabeza y pasó de largo sinconocerlas.—Adiós,señorcura,mañanapasaréáverleensurectoral.Adiós,D.Primitivo.

Adiós,señorRodríguez,quenodejeusteddevisitarnosconfrecuencia.Adiós,D.Juan.Adiós,D.Marcelino.Octavio se había quitado un guante apresuradamente, y al dar lamano á la

señoradelacasaledijoenvozbaja:—¡Quéfelicessonalgunosclaveles,condesa!

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Todospartieron.Elcuralesdejóálasalidadelvillorrioyemprendióelcaminopendienteytortuosodelarectoral.LoscuatrovecinosdeVegalorasiguieronlacalle de avellanos que conducía al río, salvaron el puente, y una vez en lacarreterafuéasuntodepocosminutoselponerelpieenlavilla.Octavioapenasdespegó los labios en todo el camino. Una nube de pensamientos flamígerosdabavueltasentornodesucabellerayleimpedíaverlasquesecerníanenlasalturas, besadas suavemente por los moribundos rayos del sol. ¡Qué carapondríanlostresgravesseñoresquemarchabanásuladosidijeseenaltavozloqueibapensando!En una de las calles dejaron á D. Primitivo, que se metió en su casa. Más

adelante al licenciado Velasco de la Cueva. Por último llegaron á casa de D.Marcelino.Latiendaestabayailuminada.—¿Noveustedquéamigossondelaclaridadenmicasa?—exclamóeltendero

en tono que no expresaba ninguna satisfacción.—¿Quiere usted pasar, D.Octavio?Notardarálagenteenllegar.—Conmuchogusto.Paseusted,D.Marcelino.—Paseusted,D.Octavio.—Paseusted,D.Marcelino.

V

LatiendadeD.Marcelino.

AUNQUEmuchomásclaradeloquesuamohubieradeseadoátaleshoras,latienda no era, á decir la verdad, un farol veneciano. Toda su iluminación sereducía áuna lámparadepetróleocolgadaenel centrode la estancia sobre elmostrador.Ycomoquieraquelatiendaeragrandeylalámparateníapantalla,suluz blanca y crecida, en forma de mariposa, no conseguía traspasar lospolvorientoscristalesdelosarmarios.Sinosupiéramos,pues,hacetiempo,queD. Marcelino comerciaba en paños y bayetas, no era fácil que ahora nosinformáramos del contenido de tales armarios. Elmostrador iba de una á otraparedáloanchoyeraoscuro,yestabaresplandecienteporelusolomismoquesi lo acabasen de barnizar.Había clavadas en él algunasmonedas falsas, y en

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uno de sus extremos se veía una pecera sucia por la cual nadaban algunospececillos colorados. Detrás del mostrador, y en un rincón de la tienda, unamesillarodeadaporunenrejadodemaderapintadadeverde.Eraelescritorio;elparajemástemibleypeligrosodelacomarca.DecíaPacoRuizásusamigotesdelcaféquepreferíairámedianochealcementerioállegarseálasdocedeldíaalescritoriodeD.Marcelino.El contenido oficial (digámoslo así) del establecimiento, y por el que D.

Marcelinopagabasucontribución,siesquelapagaba,quenoestamosseguros,eranlospañosylasbayetas.Maspodemosafirmar,bajopalabradehonor,queundíahemosvistoentraráunniñopidiendomedialibradefideosyseladieron;otrodíaentraronvariosjóvenesporcohetesysalieronconellos;y,finalmente,en cierta ocasión entró una mujer pidiendo sanguijuelas y observamos quesatisfacían sudemanda.YsiD.Marcelinonoeraexclusivoen lanaturalezaycircunstanciasdesusmercancías,fuerzaesconfesarqueaúnloeramenosenelcarácteryopinionesdelostertuliosquecotidianamenteinvadíansutienda.Allíacudían,comotodoelmundosabe,personajestanarcaicosyretrógradoscomoD. Primitivo, don Juan Crisóstomo, el cura de Vegalora y el de la Segada;conservadores partidarios del justo medio como D. Lino Pereda, D. IgnacioValcárcelyotros;liberalestempladoscomoD.BaltasarRodríguez,eljuezyelpromotor fiscal, y, por último, republicanos federales socialistas con todas susconsecuenciascomoPacoRuizysusabioamigoeljovenkrausistaHomobonoPereda,hijodeD.Lino.FácilessondepresumirloszipizapesdequeseríateatroenmuchasocasioneselestablecimientodeD.Marcelino.Porfortunaésteteníalasaludablecostumbrededarlarazónátodosycadaunodeloscontendientes.De esta suerte nadie se encontraba solo en la defensa de ninguna causa y lairritaciónnuncapodíaalcanzarungradopeligroso.Cuando nuestros amigos penetraron en la tienda, las únicas personas que en

ellahabíaeranD.ªFelicianaysuhijaCarmencosiendodebajodelalámpara,yPacoRuizsentadosobreelmostradorconlaspiernascolgandohaciafuera,quesebalanceabansuavementecomodospéndulos.—¡Hola! ¿Vienen ustedes de visitar á la ilustre familia de los Trevia?—dijo

PacoRuiz,queeraunmozoguapoyarrogante,deojosnegrosexpresivos,barbarecortada y que á la sazón mordía, cerrando los ojos voluptuosamente, unmagníficocigarrohabano.—Sí,venimosdelaSegada.—¿Repartíanporallámonedasdecincoduros?—Loqueserepartíacuandofuimoseraunsolmagníficocapazdederretirlas

piedras.

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—¿DemaneraqueustedcreequeyonodeboirálaSegada?PacoRuiz dijo estas palabras con gravedad cómica.D.ª Feliciana yCarmen

rieron.—¡Siempre ha de ser usted el mismo!—repuso D. Marcelino un poco

amoscadolevantandolatabladelmostradorparaentrar.Efectivamente,PacoRuizsiempreeraelmismo,estoes,siempreeraunjoven

más chistoso que afable y más desvergonzado que chistoso. Pertenecía á unaantigua aunque arruinada familia de Vegalora. Para subvenir á sus muchasnecesidadesno teníaotras rentasqueel tresillo, el golfoy elmonte, en cuyosjuegos,aldecirde lavilla,eraunasombrodehabilidad.Cincoóseishorasdecasino todos los días le bastaban para gastar más con su persona que otrosmuchos con toda su familia. Vestía con lujo, pero caprichosamente y sinsometerseá lamoda: traíasortijasdevaloren losdedosyfumaba losmejorescigarros de la provincia. ¿Por qué era republicano? Nunca hemos acertado ácomprenderlo.Verdadquesereíadelaspreocupacionesnobiliariasydecíamuybuenos chistes á propósito de los conservadores; pero con todo eso, puededudarse que hubiese en el fondo hombre más orgulloso y linajudo que PacoRuiz.Es posible que estemuchacho encontrasemuyoriginal el ser demócrataperteneciendoáunafamiliaaristocrática,yquesólobuscandolabellezade talcontrastehubieravenidoádarconsushuesosenelpartidoliberalmásavanzado.Octaviopasó tambiénconD.Marcelinoal interiorde la tienday se sentó al

lado de Carmen, y le dijo en voz baja algo al oído. La niña le respondióigualmenteenvozbaja,conmuchaamabilidad.Carmen era una niña hermosa, infinitamente más hermosa que su padre.

Acababade cumplir los diez y ocho años, y era blanca como la lechey rubiacomoeloro.Sumadretambiénloera.Teníalosojosazules,oscurosyprofundoscomo el mar, y como en éste, también fingía la mente detrás de su misteriopalaciosencantadosdecristalyjardinesdeslumbradores.¡ParecíaincreíblequetalpimpollofuesehijodelpuercoespíndeD.Marcelino!Cuandomásniña, lallamabanenlavillaelangelito.Ellaseincomodabamuchoysolíavenirácasallorandocuandoal salirde laescuela loschicos laseguíanapodándoladeestemodo.Enefecto,eradifícilimaginarsenadamáslindoymásaéreoqueCarmená los doce años. Con la edad, y al hacerse mujer, los contornos celestes yangélicossehabíanborradountanto,peronadahabíaperdidoporesosubelleza.Sobrelaslíneaspurasygloriosasdelquerubín,lanaturalezahabíatrazadootrasmáscurvasyterrenalesqueleibanámaravilla.Además,teníaunmododemirardulce,rápidoyllenodetimidezqueseducíaá

lagentejovendelavilla.Cuandolanzabaunadeesasmiradasfugacesyvivas

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comounrelámpagodeestío,parecíaqueelalmaseasomabaun instanteá losojos,poníasealtantodetodoyseentrabaotravez,yvelozmente,ensuretiro.Hablabapocoysonreíaámenudo.LostertuliosviejosdeD.Marcelinonoteníanboca bastante para elogiar su modestia y afabilidad. Los jóvenes no hallabantérminossuficientesparaexaltarsubelleza.—Conquedigausted,D.Marcelino,ynoseofenda,¿elcondevienetanloco

comosefué?—Vaya,vaya,veoqueestáusteddemejorhumorqueyo.—Mehancontadocosasgraciosasde suvida enMadrid.Últimamente leha

dado,segúnmehandicho,porbañarsetodoslosdíasenunaporcióndeaguas,hastaquelaúltimaquedesiempretancristalinacomoantesdemeterseenella.Elmejordíalevanásalirescamasalpobreseñor,aunqueyameparecequeviveescamado...yhacebien,porquesumujervaleloquepesa.—Vamos,Paco,noseaustedmalo—exclamóD.ªFelicianaconunamuecaque

revelabalainfluenciafascinadoraquesobresualmaejercíalamurmuración.—Si usted fuera á dar crédito á todo lo que se dice, Paco—añadió D.

Marcelino,—pasaríalavidaescuchandonecedades.—Pero,hombredeDios,¿quiereusteddecirmeámíloqueesesecaballero?

¿Pues no le he visto soltar un tiro á una yegua que le había costado diezmilreales,porqueseleencabritócercadelpuentenuevo?¿YnorecordamostodoscuandoandabaporesascallesvestidodedrilblancoenelmesdeEnero?—ÁmímecontóDolores,ladoncellaquedejaronaquí—apuntóD.ªFeliciana,

—quereciéncasadoconLaura laobligabaásentarseenunamecedorayél sesentabafrenteáellaenotra,ypasabahorasenterasmeciéndose,sinquitarlaojo.—¡Estaríadivertido,comohayDios!...PeroesotambiénlohacíaD.Marcelino

conusted.—¡Ya lo creo! Nosotros los plebeyos no podemos darnos el gusto de tener

extravaganciascomoustedeslosaristócratas.—¡Adiós!YaseenfadóD.ªFeliciana.—¡Buenatontaseríaenenfadarmeporunasimplezacomoésa!Mepareceque

yadebíaestaracostumbradaásusocurrencias.—Nosce te ipsum, D.ª Feliciana. Usted está enfadada y no lo conoce.Meta

ustedlamanoenelpechoyseharácargo...—¡Cállese usted, hombre!—exclamó la señora riendo.—Á usted hay que

meterloensalmueraparaquenosepierda.—Estávisto,D.ªFeliciananopuedeenfadarseconmigo.

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Y así era la verdad. El espíritu de aquella señora guardaba en sus adentrosnotablesafinidadesconeldeljugador.Ambossecomprendíanadmirablemente.ParaD.ªFeliciana,encerradanocheydíadetrásdelmostradoryocupandotodaslas horas de su existencia en ir levantandopoco á pocoyochavo á ochavo lafortunade sumarido,PacoRuiz, con susdichospicarescos, á los cuales dabarealcelaconstantegravedaddesufisonomía,representabaelteatro,elbaile,lasjoyas, losvestidos; todoloqueconstituyeelrecreoyámenudolafelicidaddeunamujer.Paraeljugador,D.ªFelicianaeraunserdespreciable,comotodoslosde la creación, pero que le comprendía, alcanzando el valor de sus frases. Enmuchasocasiones,pues,ycuandoseenredabaenlosplieguesdeunhumorismohartosutil,Pacoseveíaen lanecesidaddehablarsóloparadoñaFeliciana.Elresto de la tertulia adivinaba de unmodo vago la malignidad de que estabancargadaslaspalabras,peronoibahastaelfondodesusignificado.Llegó, en esto, á la tienda un señor como de sesenta años de edad, alto,

delgado, vestido todo de negro y con sombrero de copa.Y á propósito de lossombrerosdecopa,hayquedecirqueenVegalorasólohabíasietepersonasquelo gastasen á diario, entre las cuales se contaban el licenciado Velasco de laCueva, el juez,D. IgnacioValcárcel y el caballerode las patillas blancas, queahora da las buenas noches á los presentes con una reverencia protectora queindicaclaramentelaenormerespetabilidaddequegozaba.—Buenas noches, D. Lino—dijo Paco.—¿Dónde ha dejado usted á

Homobono?D.Linotosiódosótresveces,sesentóconmuchacalmaysedignóresponder

alcabodealgunosinstantes:—Homobono,entregadoalestudioconhartomásahincodeloqueaconsejala

higieneylaprudencia,novendráhastadentrodeunrato.—Tiene usted un hijo de mucho provecho, don Lino. Bien que, siendo

republicano,nohayparaquéañadirqueesunjovenexcelente.D.Linotosióotrastresvecesydejótrascurrirbastanteespacioentrelatosyel

discurso.—¿Quéseosalcanzaávosotrostodavíasobrelosaltosasuntosdelapolítica?

Como sois unosmuchachos (Paco tenía treinta años), camináis desenfrenadospersiguiendo un ideal de todo punto imposible. (D. Lino vuelve á toser yprosiguesuoraciónfirmeypausadamente,comohombrequeposeeunarentadecincomil duros en bienes raíces.)—¿Nunca observasteis cómo el hombre quecorremuchopara llegaráunpuntoámenudocaeyse inutilizaynoconsiguejamás supropósito? ¿Ycómoelque á su ladocamina lentapero seguramente

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sueledarcimaásuempresaylogravercolmadossusdeseos?...—Pero,D.Lino,eseargumentonotienefuerza,porque...—Espera,hombre,espera;déjameterminar;losjóvenessoismuyprecipitados.

(Nueva y prolongada pausa.) Pues de la misma suerte que entre estos doscaminanteselsegundoeseljuiciosoyelprimeroelinsensato,yelunoconsiguesuintento,mientraselotroderrochaestérilmentesusfuerzasylasconsume,asíenelgobiernodelasnaciones...Enredóseunadiscusiónpolíticaqueseprolongóbastantetiempo.Repitiéronse

hastalasaciedadtodosloslugarescomunesqueálasazónllenabanlascolumnasdelosperiódicos.Si áD.Lino le faltase este cachito de discusiónquepor su edady prestigio

veníasiempreáreducirseáunmonólogoconservador,notendríaganasdecenaralirseácasa.PacoRuizlerespetabamuchomásdeloquepodíaesperarsedesucarácterdíscoloydesvergonzado,locualnosabemossiprocedíadelaamistadqueleuníaásuhijoHomobonoódeotramayorrazón.Durante la discusión de Paco y D. Lino, fueron entrando en la tienda y

sentándoseenlosbancosforradosdegutaperchaalgunasfigurassilenciosas,queresultaronserlasdeljuez,donIgnacioValcárcel,elpromotor,elmédicoyotrosdoscaballeros.Callaron buen rato y atendieron á las razones que ambos contendientes se

arrojabanalrostro;peroobservandosuescasaóningunanovedad,sepusieronáhablar entre sí.D. Ignacio fué el primeroque se volvió hacia sus compañerosentablandoconversación.Nolegustabaescuchar,segúndecía,sinocuandoleenseñabanalgo.Poresoél,

siemprequehablabavertía raudales de ciencia enseñando á sus oyentes á quéhora se había levantado, si el chocolate le había producido algún ardor en elestómago,cuálerasupaseofavorito,silasúltimasbotasquelehicieronhabíanresultado buenas, en qué postura dormía más á su gusto, etc., etc. Estosconocimientosnosalíandelaesferadesupersonalidad.SiD.Ignaciofueraunpoetainspiradoóungranfilósofoóunestadistanotable,tendrían,ánodudarlo,bastanteimportancia,sobretodocuandosetratasedeescribirsubiografía;pero,desgraciadamente,nosentíaningunaaficiónálasmusas,odiabaálosfilósofos,yencuantoálapolítica,quedabareducidasuactividadáleerElTiempo,porlocualnodiremosmásdesucarácternidelainfluenciaquehaejercidosobresusiglo.Ungrupodemujeres,abrigadasconmantonesgrisesyenvuelta lacabezaen

sereneros de estambre de varios colores entró en la tienda, animándola

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repentinamente con una ráfaga de saludos y movimientos desordenados. D.ªFeliciana yCarmen se levantaron y salieron á recibirlas.Hubo por breve ratobesos sonoros en lasmejillas, risas descompasadas y preguntas sin fin. Todasaquellasseñorasqueríanhablaráuntiempo,todasteníanensucabezaunmundodepensamientos referentesá sihabían salidoónodecasaeldíaanterior, á sihabían traído el calzado fuerte por causa de la humedad, á si habían cenadoprimeroqueotrasnochesósiestabanacatarradasónohabíantenidohumorparapeinarse, etc., etc., que necesitaban echar fuera cuanto más antes y sin darsepuntodedescanso.Yauntantososegadas,D.ªFelicianapropusoquesepasaraála trastienda, y allá se fueron las hembras acompañadas de Paco Ruiz, elpromotoryOctavio.Loscaballerosquedáronseensuspuestos.YesfamaqueentodalanocheelinfelizD.Ignacionopudoaprendernada,graciasálaprodigiosafacundiadeD.Lino.Unavezenlatrastienda,queeraunasalacuadradabastantesucia,vestidade

estanteríademadera llenadepiezasdepañoy sembrada, sobre todohacia losrincones, de multitud de objetos polvorientos y enmohecidos, las señoras sedespojarondesusabrigos.Enelcentrohabíaunagranmesacubiertacontapeteazul, y colgando sobre ella una lámpara idéntica á la de la tienda. Sentáronsetodoscongranalgazaramoviendolassillasmuchomásdelonecesario.OctaviosesentóalladodeCarmen,sinquenadieseacordasededisputarleelsitio,antespor el contrario, se observó por varias de las señoras que D.ª Feliciana,distraídamentesinduda,soltóvelozmentelasillaqueteníacogidaalladodeladesuhijacuandonuestrojovenseacercóáella.—Vengaesabolsa,Carmelita—dijoPaco,queandabadandovueltasalrededor

delamesa,metiendolacabezaentrelasseñoras,hablandoyriendocontodas;—¿dóndelahapuestousted?—Ahí,enelsegundoestante,álaizquierda...cójalausted.—Señoras,yo llevo lavozcantanteestanoche.Lesparticipoquehe tomado

antes de venir dos huevos crudos. Ninguna de ustedes está en situación dehacermelacompetencia.Daréeldodepechoyharéalgunasfermatasdeúltimanovedad.Sacódelaenormebolsadepercalunenjambredecartonesdeloteríaylosdejó

sobre lamesa.Lasseñoras seapresuraroná tomarlosyponerlosdelantedesí,uniéndolossimétricamente.Despuéssacóunplatodemetalquequedófijoenelcentro.—Vamos,señoras,dineroalplato—dijodoñaFeliciana.Lostertuliosfueronsacandodesusfaltriquerasuncrecidonúmerodemonedas

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decobreyotromuchomásescasodeplata.—Yo no tomo hoy más que un cartón—dijo una señora que tenía cara de

lagartija.—Eldomingoperdíseisreales...Ahívaunperrochico.—DoñaDemetria—apuntóPaco,—esustedmuydesgraciadaeneljuego.Debe

ustedserdichosaenamores.—Sílohesido,porquenuncatuveunnoviotaninsignificantecomousted.—Pormásqueustedpienseotracosa,doñaDemetria,sigocreyendoqueusted

yyoharíamosunaparejamuylinda...Yasabeustedqueencuantoesoslabiosdecoralpronuncienelansiadosí,encargoel trousseauáMadrid...¿Legustan lascamisasabiertas,D.ªDemetria?—Vaya, vaya, callen los novios y empiece ya á cantar—manifestó D.ª

Feliciana.—Vamosallá.

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Paco empezó á remover con mucha prisa y donaire la bolsa. Las bolas demaderadebojquehabíadentroprodujeronunruidodesagradable.Octavio acercó laboca al oídodeCarmeny ledijo suavemente envozmuy

baja:—¿Tehasacordadodemíhoy?Laniñasonrióysiguiómirandoparaloscartonesqueteníadelante.¡Hola, hola! ¿Pero el señoritoOctavio es noviode la niña deD.Marcelino?

¡Quién lohubierapensadohacepocashorasalverle tan rendidoymelifluoallado de la condesa de Trevia! Y no es un novio cualquiera, según todas lasseñales, sino un novio consentido y aceptadopor los padres; un novio oficial.¡QuébienseconocequeD.BaltasarRodríguezganómuchodineroálaabogacíayaúnmásconalgunosnegociosdeminasenqueestabametido!D.Marcelinoposeíaunbuencapital,peroteníavarioshijos,mientrasD.Baltasaracumulabariquezas para uno solo. He aquí el secreto de que nuestro señorito se hallasesentadotanásusanchasalladodelahermosaCarmen.—Estanochehesoñado—continuóOctavioenvozapenasperceptible—quete

habíasmuerto. Estabas tendida sobre un lecho de hojas de laurel y sándalo yteníasceñidalafrenteporunacoronadeazahar.Tumadremellevódelamanoadondeyacíasymedijo:«Miraquéhermosaestá;¡siparecequeestádormida!»Yomeinclinésobretiytecontempléalgúntiempoysemesaltaronlaslágrimas.Mislágrimascayeronsobreturostroylevantastelacabezaconunmovimientorápido,«¡Estáviva,estáviva!»gritótumadre...—¡Sabesquesueñasunascosasdivertidas!Habríascenadofuerte.—Entoncesyome incliné aúnmás,muchomás,metí lasmanos suavemente

pordebajodetucabezaylaaproximémucho,muchísimoálamía.Despuéshiceunacosaquequisieraestarhaciendoátodashoras...—¡Quétontoeres!—dijolaniñaruborizándose.—Elonce;elcuarentaytres;elsetentapelado,yrevuelvo—gritóPaco.Mientras agitaba las bolas, todas lasmiradas se posaron en los dos amantes,

que instantáneamente dejaron de conversar. Paco volvió á sacar y á gritar losnúmeros.—¿Mequieresmucho?—¿Notelohedichobastantesveces?Yadebíasestarcansadodesaberlo.—Díme,cuandotedespiertasporlanoche,¿enquépiensas?—Yo nunca despierto por la noche, querido. En cuanto apago la luz quedo

comounleño,ysialgunavez,porcasualidad,despierto,aldíasiguientenome

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acuerdodeloqueestuvepensando.Yasabesquenosoytanpoéticacomotú...Apunta ese diez y siete que acaba de salir... Creo que para querer bien no esnecesarioteneresasideasrománticas.—Puesyocreoquesí.—Puesyocreoqueno.—Vaya,no riñamosymírameunpoco.Túno sabes lascosasqueyoveoal

travésdetuspupilasazules.Lomáshermosoqueexisteenlacreaciónesazul:elcielo,elmarytusojos.¿Nohasobservadoquéaficióntengoalcolorazuldesdequetequiero?Miramitraje;miramicorbata...—Elveintiocho;eltres;elcinco;elochentapelado,yrevuelvo—gritóPaco.—Yatengoterno—dijoD.ªFeliciana.—Oiga,Paco;nohacontadoustedáestas

señoraslaescenadelallegadadeloscondes.¡SivieranustedesquébienimitaáLaura!Esmorirsederisa.Vamos,Paco,describaustedlaescena.—Sí,sí,queladescriba—dijerontodos.—Ahoraestamosjugando;mástarde—repusoPaco.—No,no,ahora—clamarontodos.El jugador se hizo todavía un poco de rogar; pero al fin, cediendo á las

instancias reiteradas del concurso, dejó la bolsa sobre la mesa y dijo á D.ªFeliciana:—Pues bien, ofrézcame usted las rosquillas. D.ª Feliciana se levantó con la

sonrisaen los labios, tomóelplatode loscuartosyse fuéhaciaélenademánhumilde y presentándoselo. Entonces el jugador, con modales grotescos yatiplando la voz, comenzó á remedar á la condesa de Trevia (que en aquellatertuliasellamabasiempreLauraásecas),contrahaciendosusnoblesysencillaspalabrasyponiendoencaricatura susgraciososademanes.Los tertulios todos,exceptuandoáOctavio, reíanconestrépito.PacoRuiz tomabacon lapuntadelos dedos, y como temiendo mancharse, una moneda del plato y figurabamorderlaconmuchadelicadeza,diciendo:—Están muy buenas, D.ª Feliciana; ¿las ha hecho usted? No podía usted

ofrecermeregalomejor,señora.Ylasfrasesincisivasygroserasvolabandebocaenboca,mientraseljugador,

como un notable comediante, seguía parodiando la escena breve en la cualaquellaD.ªFelicianaqueahorareíacontantogozo,habíasalidoálacalletodasofocada con una bandeja de confites, prodigando á la condesa las másextremadasyservileslisonjas.Unaseñoraexclamaba:«¡Yalocreoqueestaríanbuenas! ¡Que se acuerde de las que comía en casa de su padre!» Otra decía:«¡VayaporDios,señor;yoconestascosasmemareo!»Másallámurmurabauna

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vieja:«¡Quémundoésteycuántasvueltasda!»Ytodasellashacíancoroconsusrisasmaliciosasysusdichospunzantesálamímicadeljugador,elcual,asíqueconcluyóderepresentarlaescena,volvióácogerlabolsaydijocomohablandoconsigomismo en tono entre compasivo y desdeñoso: «Á esta pobreLaura lesientaelcondadocomoáunCristounpardepistolas».Lasseñoraslemiraroncon respeto y rieron discretamente este chiste que cerraba la serie de lospronunciadoscontalmotivo.OctaviodijoáCarmenenvozbajaperoirritada:—¡Parecementiraqueteríasdeestaspayasadas!La niña lemiró con ojosmuy abiertos y asombrados, como si no acertara á

comprenderlaposibilidaddequefuesemaloyfeoloquesolazabaátantagenterespetable.Desdequetuvierausoderazónnohabíaescuchadoensutiendaotrasconversaciones.—Eltreintaydos;elsiete;elsetentayuno;laniñabonita...—Esdecir,Carmen—soplóOctavio al oídode sunovia, la cual le pagó con

una mirada risueña que sin duda significaba: «¡Acabaras de decir algo deprovecho!»—LosanteojosdeMahoma;eluno;arribayabajo...—¡Alto! ¡alto! ¡alto!—exclamó atropellándose una señora que tenía una

verrugaenlanarizygastabasortijasdepeloenlassienes.—YaprincipiaD.ªFaustina—exclamóD.ªFelicianaconmalhumor.—¡Bendito

seaDios,señora,quésuertetieneusted!Mientras se confrontaban losnúmerosdel cartóncon losde lasbolasque se

hallabanesparcidasencimadelamesa,tareaqueduróbuenrato,porquePacosecomplacía en atormentar á la afortunada señora, los amantes no cruzaron lapalabra.Cuandoeljugadorvolvióáagitarlabolsacomenzóotravezsuarrullosuave.—Tevoyápedirunacosa.—¿Quées?—¿Melaconcederás?—Dímeantesloquees.—No,no;quieroquemedigasprimerosihasdeconcedérmela.—Mientrasnosepadequésetrata,notelopuedodecir.Yacomprendesquesi

esunacosaquenodebaconcederte...—Puesbien,telodiré;dameunzapatitotuyo.—¡AveMaríaPurísima!¿Yparaquéquierestúeso?—Paratenerloguardadosiemprecomounareliquiaenuncofrecitodecristaly

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ponerloalladodemicama;parasacarlocuandomevayaáacostaryacordarmedetiydarleunmillóndebesos...—¡Calla,calla!—exclamólaniñasonriendoruborizada.—Eldiezyseis;eltreintaynueve;elsetentapelado,yrevuelvo.—¡Jesús, qué setenta—interrumpió D.ª Demetria;—ni una sola vez deja de

salir!—¿Meloconcederás,hermosa?—No.—¿Porqué?—Porqueesunasuciedad...Apuntaesecuarentaynueve.—Todoeslímpidoybellotratándosedeti.—¿Te figuras que soy cuerpo santo? Espera, espera un poco—dijomirando

paraloscartonesdeOctavio;—hasdejadopasareltrecesindarelalto.—¿Quéeseso?¿quéeseso?—preguntódoñaFelicianaintroduciéndoseenla

conversación.—QueOctaviohadejadopasareltrecequelefaltabasindarelalto.—Pues ahora ya no tiene derecho—exclamó precipitadamente y lanzando

miradasansiosasalplatoD.ªFaustina.—¿Yporquénolahadetener,siestabadistraído?—repusoD.ªFeliciana.—Puesporlomismo;eljuegoesjuegoysehadeatenderáélconformalidad.—Noseapureustedtanto,señora,quenoespuñaladadepícaro.Situvieralos

cincosentidospuestosenelcartón,comousted,nolesucederíaeso.—Nosenecesitatenerpuestosloscincosentidosparaapuntarlosnúmerosque

salen,yestristegraciaque,porqueunapersonasedistraiga,losdemássuframoslasconsecuencias.—Mástristeeslagraciadeganarunaloteríayqueotroselalleve.—Mire usted—dijo Paco al oído de la señora que tenía á su lado—con qué

energíadefiendeD.ªFelicianalosperroschicosdesuyerno.D.ªFelicianacomprendióporelmovimientodeloslabiosdeljugadoryporla

sonrisadesucompañeraquehabíaservidode temaáunaburla,ynodijootrapalabra.El juegocontinuóyvolvióá escucharseel cánticode losnúmerosenmediodereligiososilencio.AlcabodeunosinstantesD.ªFaustinadióelalto.ConsidereellectorloqueentoncespasóporelcorazóndeD.ªFeliciana.Sino

fueseporquePacolamirabafijamenteysonriendo,esseguroqueaquellanocheD.ªFaustinahubieraoídolasverdadesdelbarquero.Otrascincovecesentraron

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de golpe las bolas de boj en la bolsa, y otras tantas salieron una á una y conpausa.Conlavistafijaenloscartonesyungranodemaízentrelosdedos,lostertulianos permanecían silenciosos y atentos, excepto nuestro señorito que ámenudo se inclinaba hacia la oreja nacarada de Carmen para decirle algunaspalabras. Aunque parezca mentira, aquel senado gozaba placeres infinitosmientras alguno de sus miembros no gritaba «¡alto! ¡alto!» El único que seaburría soberanamente era Paco, quien procuraba ostentar su aburrimiento ypresentarloá la tertuliacomounnuevoderechoásugratitudyadmiración.Sugritobroncoydesafinadollegabaperfectamentehastalatiendayhacíasonreirálospadresgravesenlosmomentosdesilencio.Lacharladeéstossólollegabaála trastienda cuando degeneraba en disputa. Á las diez se levantó una señoradiciendo que era muy tarde. Las demás lograron convencerla de que debíaesperar laúltimalotería.Cuandoconcluyó, todosempujaronloscartoneshaciaadelante.Pacocomenzóátirargranosdemaízálasseñoras,quesealborotaroncomo gallinas en el corral, y muertas de risa dispararon iguales proyectilescontra el agresor, quien, haciendo muecas y contorsiones cómicas, fué árefugiarseenunrincóndelaestancia.MientrastantoOctavioseparabaunlápizdeoroquependíacomodijedelacadenadesureloj,yvolviendouncartóndelrevésescribióestaspalabras:«Adiós,dueñomío;voyápensarenti».Despuéspresentó el cartón á su novia.Laniña se rió, y pidiéndole el lápiz comenzó áborrarlentaycuidadosamenteloescrito.—Vaya,vaya,queesmuytarde—dijoconimpaciencialaseñoraqueprimero

sehabíalevantado.Empezaron á ponerse los abrigos. Paco tomó el serenero de una señora, se

envolviólacabezaconélysaliódeestatrazaálatienda,dondefuérecibidoconrisas protectoras y benévolas. Las señoras á su vez chillaban y soltabancarcajadas agudas que provocaban á reir. Hubo, lo mismo que á la entrada,apretonesdemanos,besossonorosymuchoruido.Todaslasdamashablabanáuntiempo.Octavioaprovechólaconfusiónparamandarunbesoásunoviaconla punta de los dedos. Por fin el bullicioso grupo salió á la tienda, y de allí,despuésdehabertomadoensucompañíalapartemasculinadela tertulia,á lacalle.En la puerta encontraron áHomobonoPereda, que era unmuchacho deveintidós años con las piernas torcidas y cara de niño llorón. En Vegalora lellamabanelFeto.AcababadeconcluirlacarreradeFilosofíayLetrasenMadridy teníayaescritoypublicadounvolumensobre losOrígenesde lavida;otro,que comprendía sólo la parte general, sobre elLibrealbedrío, y un folleto desesenta páginas titulado¿Adóndevamos? en el cual se esclarecían de todo entodo las más famosas teorías y sistemas que han nacido para defender la

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inmortalidaddelalma.D.Linodeplorabaenpúblico«lasideasextraviadasylossueños»desuhijo,peroenrealidadnodejabadeconsiderarlocomounmilagroycomoátallosacabaápasearcasitodaslastardesporlavilla,ofreciéndoloálaadmiracióndesusconvecinosconlamismaunciónqueelsacerdotealpresentarelSantísimoSacramentoálavistadelpueblo.—¡Ábuenahorallegausted!—dijeronáuntiempodosseñoras,asíquevieron

áHomobono.—Deseguroestaríaustedestudiando...Loslibroslesacanáustedloco.—No lo crean ustedes—repuso el Feto ruborizándose.—No hice más que

entretenermeunrato...Pensabavenirájugar,perosemepasólahorasinsabercómo... Aunque ya era tarde, como estaba fatigado, salí á tomar un poco elfresco...Tengolacabezacomounhorno...—Esonopuedeserbueno,Homobono—dijounaseñora.—Seestáustedmatando—añadióotra.—Todoslosextremossonmalos—apuntóunatercera.—¡Sí,sí,estudia,querido,—exclamóPacoRuiz,—queyaveráscómotepaga

estepaís!D. Lino sonreía bienaventuradamente diciendo al promotor «que bueno era

estudiar;quebrutosdemasiadoshabíaenVegalora».Elgruposiguiómarchandopor las calles oscuras y mal empedradas, riendo cuando alguno tropezaba ycharlando animadamente. Poco á poco se fué reduciendo el pelotón por irdeteniéndosecadacualálapuertadesucasa.Octavionosefuéálasuyahastadespués de acompañarlos á todos. Ya sabemos el trabajo que le costabadespedirsedeunconcurso.Cuandollegóáella,sumadreleesperabaylacenatambién. D. Baltasar se había ido á la cama. Durante la cena, madre é hijohablaroncomodosamigosen tonodiscretoyconfidencial.Nodiremos loquehablaron,porquesevahaciendomuylargoestecapítulo.SóloapuntaremosqueOctavio llevó casi todo el tiempo la palabra y que su madre le escuchabaatentamenteyconsatisfacción.LosojosdeD.ªRosarioexpresabanunorgulloinocente al posarse sobre el rostro de su hijo,mas lánguido y ojeroso que decostumbre.Finalmente, entróse nuestro mancebo en el cuarto donde por la mañana le

encontramos, y mientras se desnudaba perezosamente y arreglaba convoluptuosidadlascortinasdellecho,nodejódepensaruninstante...¿Enquién,enquiénpensabaelhijoúnicodeD.BaltasarRodríguez?Laspalabrasfugacesque se le escapaban una que otra vez de los labios eran incoherentes. Sólocuando alzó la ropa del lecho ymetió una pierna dentro se le oyó claramente

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decir:«¡Queelegancia,quédistinción!»Ymástarde,cuandoapagódeunsoplola luz de la bujía y se zambulló en las sábanas, también se le oyómurmurar:«Muylinda:tieneuntipoideal,pero¡estancursilapobre!»

VI

Undíamás.

LAdoncellaqueálamañanasiguienteentróeneldormitoriodelacondesadeTreviahizoelmenorruidoposiblealentreabrirlosbalcones.Dirigióunamiradatristeycompasivaallechodesuseñoraysaliósobrelapuntadelospiescomohabíaentrado.Lacondesaseincorporóyestuvobuenratopaseandolavistaporlosobjetosqueentornosuyoyacíanconinsistenteyextrañacuriosidad,comosila hubiesen trasportado durante el sueño á un paraje que jamás hubiera visto.Teníalasmejillasencendidas:susojosbrillabandeunmodosombríodebajodelaprimorosacofiaquemanteníaprisionerosloscabellos.Bienseechabadeverquenohabíadespertado en aquelmomento.El sueñodulcede la juventudnoarrebatadetalsuertelasmejillas;noinfundeenlosojossemejantebrillonideja,sobretodo,talexpresiónaciagasobreelrostro.Por delante de aquellos ojos inmóviles y resplandecientes como el acero

bruñidohabíadesfiladodurantelanocheunaprocesióndefantasmas.LamiradadeLauraguardabaaúnrestosdelterroryelextravíoquelasvisionesinfundenenelalma.¿Qué había pasado aquella noche?Sería lo que otras veces. Porque la joven

condesa, en los años que llevaba de matrimonio, había visto desfilar muy ámenudo sobre su lecho la misma procesión de fantasmas pálidos. Un criadoindiscreto dijo al cabo de algún tiempo á un vecino de Vegalora que aquellanochehabíavistoporlarendijadeunapuertaálacondesaderodillasantemissFlorencia.Elconde,conelrostromáspálidoquenunca, losbrazoscruzadosyunpocotembloroso,estabaenpiemirándolafijamente.Anteshabíapercibidoenelgabinetedesusamosruidodepasosprecipitados,vocesygemidos.Lacondesaconcluyóporfijarsumiradaextraviadaenelbrazoqueteníafuera

delacama:hizoungestodedolor,sacóelotroqueteníaentresábanas,ysuave

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y lentamente empezó á recoger hacia arriba la manga del primero. La tenuecamisadebatistafuépocoápocoarrollándoseentornodeaquelbrazocomounturbante. Los hechizos de aquel brazo, prodigio de elegancia y blancura, ibanquedandoaldescubiertosinrecibirelhomenajedeadmiraciónqueunescultorlehubiera seguramente otorgado. Cesó de dar vueltas. En una de ellas apareciósobre el fondo blanco y lustroso una gran mancha morada con bordesamarillentos.Laura, al ver aquellamancha, nopudo reprimirun levegestodeespanto. Después siguió con la vista clavada en ella larguísimo rato con lamismaexpresióndeextravíoóindiferencia.Pocoápocosefueroncontrayendosuslabiosydejaronpasoáunasonrisaduraycruelcomonuncasehabíavistoensucándidaboca.Ydetrásdeestasonrisaquisopercibirse,alláenelfondodelagarganta,unarisaapagada,nerviosa,amenazadora,comojamástampocohabíasalidodesupecho.Todaslasalmas,hastalasmáspuras,sesientenacariciadasen algún instante de la vida por el crimen. La condesa sentía ahora sobre lafrente su beso ardoroso,maldito. Separó los ojos de lamanchamorada y losmoviósiniestramenteentodasdirecciones.Parecíabuscarlavíctima.Dejóvagarsusmanoscrispadassobrelacama,apretandoconfuerzalaropa.Quizábuscabaelarma.Peronilavíctimanielarmasemostraron.Envezdeellas,tropezaronsusojos

alpasarporlaventanaconlosalmenadosriscosdelaPeñaMayor,queflotabaálolejoseneléterazul.Pocasvecesapareciótanpuraylimpiadevaporescomoenaquelmomento.Lamañanaeraespléndida.Elsolhabíamadrugadomucho,señalciertadequeálatardesenublaría.LoscontornosdelaPeñaMayorydesuscompañerasparecíandibujadossobreelgran lienzodel firmamentoporunpincelmonstruoso.Lauramiróotravezálamanchadelbrazoyotravezlevantóla vista hacia las altas montañas del horizonte. El odio y la ira que habíanenturbiadosusclaraspupilassefuerondisolviendoytornaronáaparecerenellaslaspurezasyhermosurasdelfondo.Notardaronennublarsedelágrimasyaunendarpasoáuntorrentedeellasqueleabrasaronlasmejillas,refrescándoleelalma.Vistióseconpausa, sinpedir auxilio á ladoncella,y arrastrandounpoco los

pies, que iban calzados con unos pantuflos de raso amarillo, se acercó á laventana.Lasmañanas son frescas en estepaíshasta en elmesde Junio, y loscristalessehabíanempañado.Sepusoáescribirdistraídamentesobreellosconsudedorosado.Primeroescribiósunombrevariasveces.Despuéstrazóeldesuniña «Emilia»; después el de su hijo mayor «Pepito». Las letras despedíanhermosos reflejos azules. El dedo de la condesa, al trazarlas, producía débilchirrido. Quedóse un instante pensativa. De pronto escribió rápidamente con

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caracterescasiininteligiblessobreelcristalelnombrede«Carlos».Eraeldesumarido.Yalinstante,rápidamentetambiényconciertaansiedadferoz,pusolapalma de lamano sobre él y lo hizo desaparecer.Quedó limpio el cristal. LaPeñaMayor, bañada ya por la luz del sol, dejóse ver risueña y serena comonunca.Hizollamarásushijos,ypasómásdeunahorajugandoconelloscomouna

niña.Elque lahubiesevisto retozar locamenteycorrerdeun ladoáotro,oraocultándose de Pepito, ora persiguiendo á Enriqueta, ora llevando entre susbrazos á Emilia para sustraerla á las caricias de sus hermanos, no imaginaríaseguramente que pocos momentos antes derramaba copioso y amargo llanto.Una de las propiedades que caracterizaban á la joven condesa era el pasarfácilmentedelpesará laalegría.Sunaturalezasanayequilibradarechazabaeldolor, como los organismos rechazan siempre los cuerpos extraños. Aquellasangre,henchidade juventud,quediscurríaporsusvenasazuladas, tiñendodecarmínlasmejillasylatiendopoderosaenlassienes,teníafuerzabastanteparaahogar los negros fantasmas de la imaginación. Era el suyo un temperamentofelizquesólomuytristesyodiosascircunstanciaspodíanvolverdesgraciado.Despuésque losniños fueron á estudiar sus lecciones sepuso á escribir una

carta.AntesdeterminarlarecibiólavisitadesuhermanaMatilde,quehabitabacomoseñora lacasadeEstrada.Suspadreshabían fallecidoy tambiénunadesushermanas.Otra,llamadaÁngela,sehabíacasadoconuningenierobelgaysehabía ido á establecer áAndalucía.Matilde era la única que vivía en el país,casadaconunmuchachomásaltoyfornidoquerico,granbebedoryjugadordebolos, queposeía los instintosgroserosyviciososdeun labriegoy loshumosnobiliariosdeunmayorazgo.Teníanyasietehijos,yaunqueLaurayÁngelalescedieran su parte de herencia, criábanlosmás pobremente aún que D. Álvarohabíacriadoálossuyos.Raroeraelañoquenovendíanalgunafincaótomabanápréstamodineroparacubrireldéficitdesusingresos.Charlaronmucho,muchísimo.Lauranosecansabadeacariciarásuhermanay

decontemplarlaconojosansiososyhúmedos.Recorrierontodalacasa.Matildequiso ver las ropas y objetos de Laura, y ésta, por complacerla, se tomó lamolestia de mostrárselos, sin notar las miradas penetrantes y codiciosas queaquéllaposabasobreellos,nilasonrisadedespechoquevagabaporsuslabios.Las telas deslumbrantes que derramaban un perfume delicado, los encajescostosísimosylosmilprimoresdetodassuertesqueibansaliendodelosbaúles,despertaban en Matilde la sensualidad y concupiscencia de su naturalezaaldeana.¡Cómosehubierareídodequienledijesequesuhermana,laopulentacondesadeTrevia,eramásdesgraciadaqueella!

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Almorzaronenelpalacio,ygraciasáestacircunstanciahuboconversaciónenlamesa.Pocodespuésdetomarelcafé,Matilderogóquesacasenloscaballosdelacuadra,pueshabíadejadoá lospequeñoscon lacriadayestaba inquieta.Ymontando con más arrojo que donaire y acompañada de su robusto marido,partiósealtrotecorto,yesfamaqueduranteelcaminonodirigiólapalabraásuconsorte.VolvióLauraálasoledaddesucuarto.Eldíaseguíadespejadoycaluroso.Era

lahoradelasiesta.Losruidosdelcamposehabíanapagadoporcompleto.Enlacasa no se escuchabamás que la conversación de los criados que departían óaltercaban en la cocina y el choque de la vajilla al ser limpiada. Después depermanecer un rato apoyada en la ventana, resolvióse á salir, no sin haberseprocuradounasombrillaytomarsuálbumdedibujosyalgunoslápices.Cuandosalvólahuertaconligeropaso,elcalorhabíaalcanzadosugradomáximo.Elsolrelucíairacundoenlasalturascongrandesansiasdereducirácenizastodoslosverdoresdelvalle.Elvientoperezosonolesdabaayudaconleveyfrescosoplosiquiera.Losárboles,lashierbas,lasplantasylasfloressufríanápiefirmeaquelchubascoderayoscondignidadyresignación.Puestoquenohayotroremedio,parecían decir, dejémonos tostar por ese bárbaro, esperandomejores tiempos.Algunashojasmáspequeñasquelasotrasnopodíanresistiraquelinfiernoysedoblabanyretorcíancomopacienteseneltormento.La condesa avanzaba por la huerta. La sombra desmesurada de su quitasol

corría comodensa nube por encima de los cuadros de hortaliza.Algún pájaroque venía jadeante á refugiarse entre los árboles proyectaba también sumonstruosasiluetaalpasar.Abriólapuertadelapomarada,yentrandoenellalarecorrióáloanchohastadarconsumanoenelpestillodeotrapuertademadera.Detrásdeéstahabíaunvastocampopobladodecastañosqueestabaendecliveyera también pertenencia de la casa. Empezó á subir por él lentamente,apoyándose en el quitasol que ya había cerrado. Parábase de vez en cuando átomaralientoconpretextodecontemplarelvallequeseibadesplegandoásusespaldasconinfinitostonosverdesquelaluzdelsolmatizaba.Cuandosesintióincapazdeseguir,buscóconlavistaelcastañomásgrandeyfrondosoyfuéseásentardebajodeél.Dejópasearsumiradaserenaporelhermosopanoramaquetenía delante. El Lora, como una cinta de plata bruñida, desarrollábase á susanchas por la parte llana. Las montañas mostraban á lo lejos sus faldas deterciopeloverde.Porúltimoabrióelálbum,ytomandoellápizsepusoádibujareltroncoañoso

yretorcidodeunárbolcercano.Embebecidaensutrabajonoescuchabaelcrujirdelahierbaquenomuylejosdeallíestabansegando.Alcabodepocotiempo

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unavozfrescadebarítonoentonóconpausalasprimerasnotasgravesdeunodeloscantosdelpaís.Lauradejóreposarellápiz:leparecíaconoceraquellavozyaquelcanto.SintióvibrarensucorazónlosecosperdidosdeaquellabaladatristeymonótonacomotodaslasqueresuenanenlosvallesdelNorte.Enotrotiempolejano,muy lejano, esasmismas notas, suaves como el arrullo de la tórtola yprolongadascomoelrumordelrío,habíanpasadomuchasvecesporlagargantade una niña cándida y alegre á quien todos besaban y llamaban de tú,trasformadadespuésenilustredama.Cuandoelcantohubocesado,selevantóyempezóácaminarhaciaelsitiode

dondesaliera.Notardómuchotiempoenverdesdeelbosquedondesehallabaun prado extenso que le seguía. En medio de él una cuadrilla de segadoresinclinados hacia la tierramovían sus brazos á compás.Cerca de ellos, en pie,estabaun jovenvestidodedril azuly sombrerodepaja.EranuestroconocidoPedro, que vigilaba los trabajos de la gente y los dirigía. Podría tener unosveinticincoañosdeedad.Erademedianaestatura, robustoybien formado,derostromorenoyexpresivo,congrandesojosnegrosycabellocrespoyenredado.NohabíanacidoenlaSegada,sinomuycercadelacasadeD.ÁlvaroEstrada.Tocóleirdesoldadoálosveinteañosyconsiguióllegarásargentomuyprontopor su buena conducta y rápida comprensión. Cuando volvió á su país, hacíapocomásdeunaño,habíaperdidoelhábitodetrabajarenlasfaenasdelcampo,aunque ganara mucho en el manejo de la pluma y buenos modales. Porinfluencia deMatilde y sumarido entró como administrador subalterno de lacasa de Trevia, habitando en el palacio de la Segada y dependiendo deladministradorgeneral,queresidíaenlacapitaldelaprovincia.Lacondesasefuéacercandoalsitiodondeestabalacuadrilla.Alverlatodos

suspendieron el trabajo: apoyados en la guadaña quedáronse contemplándolamientrasPedrocorrióhaciaellaconelsombreroenlamano.—¿Notieneustedmiedoalcalor,señoracondesa?—No; viniendo preservada del sol no es tan grande. Ponte el sombrero. Al

parecer,prontosegaréiselprado.—Pensábamosdarloporconcluídoestatarde.—Muchoes,sinembargo.Llegaron cerca de los segadores, que la saludaron llevando las manos á los

sombreros,boinasymonteras,quedetodohabía.Lacondesapasólavistaporaquellos rostros atezados y cubiertos de sudor que sonreían rústicamente sinquitarlaojo.—Mal día tenéis, amigosmíos—dijomovida á compasión por la fatiga que

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revelaban.—La luna nos incomoda un poco, señora—respondió un viejo sonriendo,—

peroyaestamosacostumbrados.Loscompañerosrieron,ylacondesatambién,porcomplacencia.—Mira,venámostrarmeelestablo:asínoslibraremosunpocodelcalor.—Comogustelaseñora.Elestablosehallabaenlapartesuperiordelprado.Eraunedificioconstruído

conpocoesmero,compuestoúnicamentedeunagranpiezaalniveldelatierrapara el ganado, y otra encima de ella para guardar la hierba. Pedro corrió elcerrojodeunagranpuertapintadaconalmagreylaabriódeparenpar.Elvahoquedespedíanlosanimaleslescalentóelrostro.Lasdiezódocevacasquehabíadentro acostadas sobre hojas de castaño y rumiando con sosiego volvieronlentamentelacabezaparamirarálapuerta.Unadeellas,másmedrosaquelasotras,sepusoenpie.Lacondesaaspiróaquelambientedensoyhúmedoconmásplacerquelosperfumesdesutocador.—¿Cómosellamaesavacaquesehalevantado?—Cereza.—¡Quéhermosaes!Entróenelestabloydióalgunospasoshaciaella.—¡Cuidado,señora,queesunanimalmuytorpe!Perolacondesanohizocaso.Llegóhastalavaca,lacualsacudiólacabezay

lanzóunresoplidoconseñalesdesusto.—¡Cuidado,señora,cuidado!—volvióáexclamarPedro.La condesa, sin vacilar, puso su diminuta mano sobre el testuz del animal;

despuéslocogióporuncuerno,y,porúltimo,empezóáacariciarleelhocico.Lavacaalprincipiosacudía lacabeza,hacíasonar lacadenaque lasujetaba;masprontosedióápartido,contentándoseconsoplarfuerteyabrirmucholosojos.Alfin,vencidadegustoporlascaricias,extendiólacervizylamióconsuásperalengualamanodelaseñora.—Yavesquenohayporqué tenerlamiedo—dijo riendoy secando lamano

conelpañuelo.Pedrolacontemplabaconsorpresa.—Éstas son las crías, ¿verdad?—dijo apuntando para unas cuantas becerras

sujetasáotropesebremáschico.—Sí,señora;ahoranohaymásquetres,peromuyprontotendremosotrasdos.—¿Cuántotiempotieneestapequeñita?

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—Notienemásqueunmes.Nacióel27deMayo.—¡Quécosatanlinda!¡esunamonada!Labecerrasepusoádarbrincosyátirardelacadenacuandoseacercaroná

ella.Unadelasvacasvolviórápidamentelacabezaylanzóundébilmugido.—¡Mira,miralamadrecómonosriñe!Lapobrecillacreequevamosáhacer

daño á su hija. No tengas cuidado—exclamó dirigiéndose á ella, que no latocaremos.Lavaca,comosiquedasesatisfechaconaquellaspalabras,dejódemirarála

críaysiguióruminadotranquilamente.—¡QuéanimalitosdeDios!Soncomonosotros.—Yávecesmejoresquenosotros—respondióPedro.—Yávecesmejoresquenosotros—repitiólacondesa,porcuyosojospasóuna

nubequeapagóuninstantesubrillo.Salieron del establo cuando venían hacía él algunas mujeres con cargas de

hierbaenlacabeza.—¿Vaisámeterlahierbaenelpajar?—lespreguntó.—Sí,señora;laquetraemosyaestáseca.—¿Queréisqueosayude?Todasseecharonáreir.Unadeellas,másatrevidaquelasotras,respondió:—Sí,señora;súbasealpajaryrecojalahierbaquenosotrasledaremos.Pedro alzó una escalera de mano que estaba en el suelo y la arrimó á la

aberturadelpajar,subiendoinmediatamenteporella.—¿Seatreveustedásubir,señorita?—dijodesdearriba.—Mirasimeatrevo—contestósuamaaltiempoqueascendíaporlaescalacon

solturaydecisión.Pedro la tomópor lamanoal tiempodeponerelpieenelpajar.Estabaéste

mediado de hierba. Laura se dejó caer sobre ella pesadamente, aspirando convoluptuosidad el aroma fresco del heno, del tomillo, saúco silvestre y otrashierbasaromáticasquesecríanenlospradosdelamontaña;despuésselevantóysepusoádarvueltasdeun ladoáotro,hundiéndosehasta la rodilla.Esto leplacíasobremanera,ájuzgarporlasonrisafelizquecontraíasuslabios.Elpajarestaba solamente cubierto por las tejas. Como éstas no ajustabanherméticamente, por los claros que dejaban penetraba la luz, que por brevesintervalosheríaelrostrodelacondesa.—Yome colocaré á la ventana y recibiré la hierba queme den lasmujeres.

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Usted,señorita,¿quiereserlaencargadadeesparcirla?—Sí,sí;estoydispuestaátrabajarmucho;empiezacuandoquieras.—Puesáello;¡eh!tú,Rosaura,subeesacarga.Unamujersubióhasta lamitadde laescalerademano;desdeallíentregósu

cargaáPedro,quedespuésdedesatarlacomenzóá tomargrandesbrazadosdehierbayáarrojarlosconfuerzahaciaelsitiodondesehallabalacondesa,queásu vez la tomaba también y la iba esparciendo convenientemente. Al pocotiempodeejecutarestatarea,algunasgotasdesudorempezaronácorrerporsufrente.—¡Si vierais cómo trabaja la señora condesa!—dijo el mayordomo á las

mujeresdeabajo.—Así,así;hoyganarásujornal—respondióuna.La condesa reía. Tenía ya las mejillas encendidas como la grana. Toda su

sangredealdeanaparecíafluiráellasvelozmentecansadadeagitarelcorazón.—¿Noestáustedfatigada,señorita?—No,no;adelante.—Prontoconcluiremos;faltansolamentetrescargas.Aunquenoqueríaconfesarlo,sehallabahorriblementefatigada.Sushermosos

brazos, que se trasparentaban dentro de la bata sutil que los cubría, se ibanmoviendo cada vez con menos soltura: tenía la boca entreabierta y respirabaaceleradamente. Al encendido encarnado de lasmejillas había sucedido ciertapalidez, sobre todoen los labiosyenelhuecode losojos.CuandoPedrodijo«yahemosconcluído»,sedejócaercomounapiedra,exclamando:—¡Quéatrocidad!¡Cómomehecansado!—¿La habrá hecho á usted daño, señorita?—preguntó el mayordomo con

solicitud.—No,no;estopasaráenseguida.Pocoápoco,enefecto,fuédesapareciendolapalidezdelrostro,quevolvióá

teñirsedevivocarmín.Loslabiossefueronplegandoparaocultarlasdosfilasde primorosos dientes que habíanmostrado hasta entonces.Con el pañuelo seenjugabaelsudordelrostroycuello.Teníalacabezacubiertadehierbasyhojasmenudasquesehabíanenredadoenelcabello.Devezencuandolevantabaconlamanolosrizosquelecaíanporlafrente.Después de una pausa bastante prolongada, fijó sus ojos con insistencia en

Pedro,quesehabíasentadoásulado,yaunestuvodeestemodoalgúntiemposinhablarle.Alcabolepreguntó:

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—¿Erastúelquecantabahacepoco?—¿Dónde,enelprado?...Sí,señora.—¡Cuántasveceshabrécantadoyoeseromance!...Enmicasalollamabanel

romancedeLaura.Túerasmuyniño,perotumadreseacordaráseguramentedehabérmelooído.—Tambiényomeacuerdo.—¿De veras?Debías de ser una criatura. Cuandome casé todavía ibas á la

escuela. Me acuerdo de verte pasar por delante de casa con el cartapacio decuerocolgadoalcuello.¿Noteníaislaescuelaenelatriodelaiglesia?...Sí,sí;lo recuerdo perfectamente. El maestro era un aldeano bastante bárbaro. Mimadrereñíaconélalgunasvecesporlomuchoqueosmaltrataba.Túerasmuyguapo de chico, pero también muy travieso. Un día pasó un muchacho pordelantedenuestrapuertaconlacaraensangrentadaynosdijoquetúlehabíasgolpeado.Mipadreseincomodómucho...—¿EraunhijodeltíoPepe,delacasadeabajo?—Meparecequesí.—Pueslepeguéporqueestabapinchandoconunalfileráunaniñademenos

edadqueél,hijadeTelesforoeltabernero.Nosemeolvidaquecaimoslosdosrodandoenelbarrancoquehayjuntoálaiglesia.Meacuerdobien,porqueaqueldíamepusoelcuerpoelmaestrolomismoqueunacriba.—¡Québruto!...Puesotravezuncriadodecasatequisometermiedocuando

ibasaloscurecerálaiglesiaátocarlaoración,disfrazándoseconunasábanaámodo de fantasma... ¡Pero bueno eras tú para dejartemetermiedo!...Así queestuvocercatomasteunapiedrayselatirasteálacabezaconlamayorfrescura.Vinodescalabradoparacasa,jurandoqueselashabíasdepagar.—Puesyo,señorita,meacuerdodeustedenaquel tiempocomosi la tuviera

delantedelosojos.¡Quédivertidayjaraneraerausted!Dondeustedestabanopodíahabermalhumor,yen todos loshoruelosyesfoyazas seaguardabaá laseñoritaLauracomoalaguadeMayo.Oíadecirenmicasayentodaspartesqueno había corazón como el suyo: así que la quería más que á ninguna de sushermanas.Después tuvemotivos para quererlamuchomás, porque hizo ustedpormíunacosaquenolaolvidarémientrasviva,asívivamilaños.—Norecuerdo...—Puesyolo tengobienpresente.Mipadre,comoustedsabe,señorita,hacía

almadreñas,ydeesovivíamos.Marchabaporlamañanaalmonteysolíavenirálatarde.LosjuevesibaáVegaloraávenderlasalmadreñas.Yoacostumbrabaállevarlelacomidaalmonte.Enunaocasiónmimadrehabíaestadoenfermayen

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la cama algunos días, y tomó algunas medicinas que yo le fuí á buscar. Alparecersegastóenellaselúnicodineroquehabíaencasa,porquemeacuerdobienqueunmartesálahoraenqueyosolíairalmonteconlacomida,medijomimadre:«Notengoquemandarátupadre;eltaberneronoquisofiarmeelpanni darme un poco de manteca para componer las patatas. Díle que si tienealgunos cuartos te los dé. Á mí me proporcionará un poco de caldo la tíaPrudenciaytengobastante».Marchémealmonteyhalléámipadretrabajandoconmuchoafán.Cuandomevióllegarsinlacestamepreguntó:«¿Nometraeslacomida?»«Mimadremedijoqueno teníaquemandarle;quesiusted teníaalgunoscuartosmelosdieraparacomprarpan.»Llevólamanoalbolsillo,perono sacó nada de allí, y me dijo con una alegría que yo comprendí que erafingida:«Nohaynecesidaddeirporpan;notengohoyganasdecomer;conqueátrabajar,amigomío».Ysepuso,enefecto,ámanejarelhachaconnuevoafán.Yo,entretanto,empecéácorretearporlascercanías,sinsospecharquemipadreno había tomado alimento desde el día anterior. No obstante, me hice cargoprontodequesuardoribacediendoylasfuerzasleabandonabanpocoápoco.Movía losbrazoscondificultadyámenudosedeteníapara tomaraliento.Sindarme cuenta de ello, cesé de enredar yme fuí acercando á él,mirándole ensilencio.Al cabodeun ratodejó caer el hachade lasmanosy fijó enmiunamiradadeangustiaqueaúntengoclavadaenelcorazón.«Nopuedomás,Pedro;tengohambre»,medijo.Yonoséloquepasópormíentonces,señorita.Semehizounnudoaquí,enlagarganta,comosifueseáahogarme.Semefiguróquetodas las cosas daban vueltas ámi alrededor, y sentí dentro del pecho un fríoparticular,quenuncamásvolvíásentir.Derepentemeacuerdoqueechéácorrercomounlocoporelmonteabajo,sinsaberadóndemarchaba.Comonoseguíalavereda,meibadestrozandolospiesconlaretamaylaszarzas;peronolonotaba.Noveíanada.Las lágrimasmenublaban losojos;perocorría,corríacadavezconmás furor,y sin saber cómonidequémanera,meencontrédelantede sucasa.Estabaustedsolaalbalcóncosiendo,yrecuerdoqueladijetemblandodemiedo:«Señorita,mipadre tienehambre;démeusteduna limosna,porDios».Memiróustedconmuchasorpresa,ymedijo:«Aguardauninstante».Alpocotiempobajóustedá la calle, se enteróde loquepasaba,ymedióunapeseta,diciéndome:«Anda,veácomprarpan,ycorreállevárselo».Nohabíanecesidadde advertírmelo. Partí como una exhalación á la taberna, compré un pan y unbuenpedazodequeso,ysubídandobrincosytrepandocomouncorzoalsitiodondeestaba.Cuandomevióconelpanyelquesoenlamano,loprimeroquehizofuépreguntarme:«¿Quiéntedióeso?»«LaseñoritaLaura.»«QueDiosselopagueyselorepresentedegloriaenelcielo.»Despuéssepusoácomerconunansiaquepartía el corazón.«Come tú también,hijomío»,medijo alpoco

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tiempo,«Yamedierondecomerabajo», lerespondí.Eramentira.Yotampocohabía tomadonadaaqueldía,peroquisequemipadrecomiera loque lehacíafalta.Cuandobajé, tragandounas cortecillas quehabía dejado, y la vi á ustedotravezenelcorredor,lejuroquemepareciómáshermosaquelaVirgen.Quisedarlalasgracias;peronofuícapazdedecirunapalabra.Paséconlamonteraenlamano,sindejardemirarla.Algodebióustedconocerenmisojos,porquesesonrióymesaludóconlamano.—¡PobrePedro!—Losperrosnoolvidanlamanoqueleshaacariciadounavez.Elhombreque

olvidalosbeneficiosespeorqueunperro.—Despuésqueyomefuíhasestadoenelservicio,¿verdad?—Sí,señora;metocólasuerte.Cuandomemarché,lavísperadeSanAntonio,

creí que todos estos picachos se me venían encima. Iba más triste que lamedianoche.EstepobreCaneloqueustedveaquíeraentoncesuncachorrillo,ymesiguiómásdecuatroleguas,hastaquetuvequepegarleparaquesevolviese;perodespuésdepegarle,todavíameseguíadelejos.EntonceshicequeloatasenylollevasenáVegalora.Enmicasanopodíanmantenerlo:selodejéáunamigopanadero que tengo en la villa.Así que perdí de vista estasmontañas, yamesentí otro hombre, y canté y retocé como los demás. ¡Qué palos me tienencostadoestosretozos!Habíaunsargentoenmicompañíaquenuncapreveníalascosasmás que una vez.Decía que él no era reloj de repetición.Á la segundahablabaconelgarrote.Pues,ápesardesantiguarnosdelolindo,nolequeríamosmal, porque era hombre franco y nunca delataba á nadie. En una acción cayóheridoámilado:yolocogíylollevésobrelasespaldascercadeunahora,hastaencontrarunabarraca,dondemurióálaspocashoras.—¡Nohabráspasadopocostrabajos,Periquillo!Llevaríasescapulariosiempre,

¿noesverdad?—DeNuestraSeñoradelCarmen.—¿Caísteheridoalgunavez?—Sí, señora; una vez, enNavarra,me pasó una bala de un lado á otro;me

entróporaquí, salvasea laparte,ymesalióporaquí.Poco faltóparaquemeechasenlatierraencima.EnCuba,unnegro,masnegroquelastinieblas,grandecomouncastaño,medescargóunmachetazoenunhombro,queápocomeparteendos.Sinembargo,mecurémásfácilmentequedelbalazo.Peroenlaguerralodemenossonlasheridas,señoracondesa.Cuandounocaeherido,lollevanalhospital y allí se está tresó cuatromeses comouncanónigo, tomandobuenoscaldos y platicando con algún compañero, mientras los demás andan con la

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lenguafueradeaquíparaallá,unasvecescomiendomalyotrasvecessincomer,alsolcuandolohaceyalaguacuandocae...Tambiéntienensusraticosbuenos,novayaustedácreerse;cuandounovaáatacarunatrinchera,pongoporcaso,ysuena la cornetaenmediodel silencio,y sedescargan losprimeros tiros,y sehueleelhumodelapólvora,ysinverlo,porqueelhumolotapa,seescuchalavozroncadeloficialquegrita:«Adelante,muchachos»;ysesube,sesubehastaencaramarse sobre la trinchera, salpicados de sangre, entre los quejidos de losque caen, los gritos de los que suben y el choque de las bayonetas, aunqueparezcamentira, sienteunounascosquillasquecorrenpor todoel cuerpoy lehacengozar...Haymomentosquenosecambiaríanpormuchosañosdebuenavida,señorita...Pedro se había ido animando poco á poco. Sus grandes ojos negros giraban

descompasadosconfieraexpresión.Sucrespacabelleraerizábasecomolacrindeuncorceldeguerra.Lacondesalemirabaconsusto.—¡Quéatrocidad!—exclamó.—¡Quégustostanbárbarostenéisloshombres!—Tiene usted razón, señorita; bienmirado, ¿habrá bestialidadmayor que la

guerra?—Ysinembargo,yonoséloquetiene,quehastaánosotraslasmujeresnos

inflamayentusiasma.¡Cuántasveces,alverpasarunbatallónmarchandoalsonde la música con su bandera desplegada y las agudas bayonetas en alto quebrillanalsolysemuevenconsiniestrocompás,mehaentradoenapetitoelserhombre para seguir su suerte borrascosa! Desengáñate, Pedro: á vosotros,cuandolostiemposvienenmalos,osquedaelrecursodelucharconeldestino,mientrasquenosotras...¡Jesús!...¿quémehapicadoaquí?Lacondesainterrumpiósudiscursoparasacarvivamenteunamanoquetenía

metidaenlahierba.Enlablancaytorneadamuñecaaparecióunagotadesangre.Pedroseapoderóinstantáneamentedeaquellamano,yponiendoloslabiossobreella,chupólagotadesangre.—¿Quéhaces?—Nada,señorita.Silahamordidounavíbora,noesustedyalaquemuere.—¡Quéhorror! ¡QuieraDiosqueno seavíbora!Gracias,Pedro...Hashecho

malenexponerte...¡LaVirgendelCarmenpermitaquenoseavíbora!—Noseapureusted.Expuse tantasveces lavidaporcosasqueá la largano

meimportaban,quenadatienedeparticularquelaexpongapormiseñora.—Gracias,gracias,Periquillo...NoquerráDiosqueseavíbora...Ofrezcouna

misa á laVirgen delCarmen si no te sucede nada...Mira, vámonos de aquí...Estoyagitada...nerviosa...Vámonos,vámonospronto.

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La condesa tornó á bajar la escalera de mano, ayudada por Pedro, y juntosatravesaronelprado,descendieronporelbosquedecastañosypenetraronenlapomarada,abriendolapuertademadera.ÁlospocospasosLauradistinguióálolejosentreelfollajeásumarido,acompañadodeOctavio.—Vuélvete, Pedro, que ya nome haces falta—se apresuró á decir. Después

avanzósolahaciael sitioenquesehallabaelconde.Ycomo llegaseallá, fuésaludadaporOctavioquesehizoalmíbaral tomarle lamanoyenterarsedesusalud.Todos juntos se dirigieron lentamentehacia el palacio, porque el sol yadeclinaba.Enunadelasrevueltasdelcaminotuvotiempoelcondeparadecirensecretoásumujer:—Convienequetemuestresamableconesemuchacho.

VII

Ilsoldel'ánima

TRASCURRIERON bastantes días. Octavio, alentado por la extremaconfianza que los condes le otorgaban, no escaseó sus visitas á la Segada.Lamayor parte de los días iba después de comer y volvía á la caída de la tarde.Algunavezsequedabahastalasdiezólasoncedelanoche.Entoncesuncriadode la casa salía acompañándole con un farol hasta el puente.Allí le dejaba, yOctavio caminaba solo por la carretera hasta llegar á la villa. El trayecto erabreve, como ya sabemos. Nuestro joven, emboscado en un laberinto depensamientos vagos y risueños, lo convertía en brevísimo.Á tales horas pocagentesehallabaenelcamino.Algúnqueotroarrieroconsusmulasdelanteymontadoenunadeellassobreunapirámidedefardos;cualquiervecinoqueporcasualidad saliese en busca de una vaca extraviada, ó los mozos crudos deVegalora que tuviesen arrestos suficientes para ir á cortejar las mozas de laSegada ó de otros lugares cercanos. El señorito Octavio, aunque no sintiesemiedoprecisamentecuandoveíablanquearentrelassombrasespesaslacamisadeunlabrador,nolehacíagracianinguna.Poruninstantequedabansuspensosenelairelosrisueñosfantasmasdesuimaginación,esperandoqueeltranseuntepasase.Cuandoéstedecía: «Buenasnoches, señoritoOctavio», dejaba escapar

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unsuspirodesatisfacciónalversereconocidoymurmuraba:«Esunatemeridadandaráestashorassoloportalessitios:¡nomevendréotrodíasinunarma!».Elacuerdojamásllegabaácumplirse,yseguíayendoyviniendodeVegaloraálaSegada totalmente inerme y á merced de todos los riesgos y venturas. Quizátuviese un vago presentimiento de que el arma no le había de prestar socorromuyeficazencasodeapuro.Para comprender bien qué casta de pensamientos alteraban y embebecían al

jovendurantesuspaseosnocturnos, sonnecesariosalgunosantecedentessobresu educación, temperamento y aficiones. El padre del héroe, D. BaltasarRodríguez, era hombre que poseía inteligencia clara, ilustración, si no muyextensa,bastante sólida,y sobre todounasensibilidadexquisitaqueprocurabaocultar cuidadosamente debajo de un exterior frío y hasta severo. Ésta era laparteflaca,pensabaél,desucarácter,ylacombatíaylarefrenabasintreguaentodoslosmomentosdelavidasinlograrresultadossatisfactorios.D.BaltasarnoaceptabasuexcelentecorazóncomounbeneficiodelaProvidencia,sinocomocargapesadísimaquelehabíamolestadodurantesucarrera,estorbándoleenellogro de todos sus propósitos. «Si yo hubiese tenido arranque para dejar ámimujeryámichiquitínypartirparaCuba,cuandoen1854meofrecieronlaplazadesecretariodelBancodelaHabana—solíadecirásusamigosíntimos,—áestashorasotraseríamifortuna.Simehubieraaprovechado,comoD.Marcelino,delaruinadelacasadeArgüelles,esavegaqueustedveahí,señorjuez,seríamía.SituviesevalorparaarrojardelacaseríaáModestoFernández,quehaceochoañosquenomepagarentaalguna,podríaagregartodasesastierrasálaposesióny ésta doblaría de valor... Pero ¡si no puede ser!—concluía siempre en tonodesesperado.—¡Siloshombrescomoyodebieranestarsequietosensucasaynometerseendibujos!»Cuandoalgunoporconsolarleledecía:«Despuésdetodo,D.Baltasar, esmuchomejor tener la conciencia tranquila comousted, que nomanchada como los otros», volvíase airadamente exclamando: «¿Y qué es laconciencia?Yonocreoen laconciencia.VeoqueD.Agapitode lasRegueras,después de haberse comido la fortuna de los hijos de su hermano, vive tantranquiloyesmásfelizqueyo.VeoqueD.Marcelinogozadesuriquezaconlaserenidaddeunarcángelynosueñaquehayseresquederramanlágrimasporsucausa...¡Laconciencia,laconciencia!Laconcienciaesunacosaquesirvesóloparamolestaráloshombreshonrados».NodejabadeofrecerribetesdecómicoeldeseoardientequeD.Baltasarteníadeserunhombreinmoralyperverso.EltemperamentodeOctavioguardababastantesafinidadesconelsuyo,locual

le traía desesperado. D. Baltasar hubiera dado cualquier cosa por que su hijofueseunlagartoqueseperdieradevista,untruchimáncapazdeenredarconsus

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artimañasátodoelconcejo.Perodesgraciadamentenoeraasíó,pormejordecir,eratodolocontrario.«Estechico,decía,medaámíquinceyraya.Cuandoyome muera será capaz de pedir permiso á los vecinos para comer lo que lepertenece.»Sintiéndoseysintiéndoletanlejosdelcarácterqueambicionaba,nodejabadeexponerleámenudolasventajasdeestecarácterideal.«Miraalhijode D. Rodrigo cómo se las ha arreglado para echar á los dos médicos delmunicipioyquedarseélsolocobrandoelsueldodeambos.Miraalsecretariodelayuntamientoquécasatanhermosaestálevantandoenlaplaza.»—¿Yquésueldotieneelsecretario?—preguntabaOctavio.—Diezmilreales.—¿Ycondiezmilrealesalañoselevantancasasmagníficas?—Ahí verás tú—respondía D. Baltasar guiñando maliciosamente el ojo

izquierdo.Y el padre y el hijo, las dos almas más cándidas y nobles de la comarca,

proseguían silenciosamente su paseo abismados en la admiración que lesinfundíanaquellosmiserablesáquienesnopodíanimitar.D.ªRosarioeradignaconsortedelbuenabogado.Pormásqueexistiesenentre

ambos notables puntos de desemejanza, tocaban sólo á la superficie, dejandoincólumeelfondo,igualmentegenerosoyhonrado.ElingenioyladiscreciónnoeranlascualidadessobresalientesdeD.ªRosario.Porlomismoeranaquellasenquemáshincapiéhacíasuvanidadpueriléinofensiva.Tambiénsevanagloriabade poseer un alma elevada y poética, que había sabido resistir á la influenciaprosaicayálascostumbresvulgaresdelpuebloenquevivía.Porlanoche,antesde recogerse, solía abrir el balcón de su cuarto para contemplar la bóvedaestrellada. Alimentaba un canario y una pareja de tórtolas, y cultivabaesmeradamente en tiestos algunas plantas de claveles y geranios. Los díasfestivos dedicábalos íntegros á la lectura de novelas sentimentales. Por estasrazonesyporalgunasotrasanálogas,seconsideraba lamujermássensibledeldistrito.Octavio poseía varias propensiones ó cualidades de su madre, entre ellas la

afición á las flores y á la lectura. Pero estas aficiones, al ser trasmitidas,sufrieron alguna modificación, como sucede casi siempre en tales casos. D.ªRosario alimentaba su inclinación á las flores regando los crecidos y frescosclavelesygeraniosdesustiestos.Octaviodesdeñabaestasfloresporvulgaresymentabaámenudoensudiscursootrasexóticas, totalmentedesconocidasparaloshabitantesdelavilla.Aseguraba con formalidad que elmejor adorno de los jardines y salones no

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eran las flores, sino las plantas y los arbustos. Citaba y describía con frasepintorescalosqueestabanálamodaporaqueltiempoenlossaraosdelacorte,tales como las begonias,marantos, bambús de la India, pándanos de Java,latanieros, etc., etc.Había llegadohastapedir la semillademuchosdeellosáParís; pero como no tenía estufas en el jardín ni disponía de otros mediosindispensablesparalavidadetalesplantas,nohabíalogradoaclimatarninguna.Sinembargo,áfuerzadecuidadosydespuésdereñirmuchoconelcriadoydeincomodarse,habíaconseguidoformarunaglorietabastantehermosaytupidadelianasycapullosdeLevante.Eraelsitiopredilectodenuestrojoven,dondesolíarefugiarse á leer en las tardes calurosas de estío.También crecían en el jardínvariasplantasderesedayheliotropo,yunamuchedumbredeperlasdeOrienteyrosalesdemalmaisson,quedebíanigualmentesuexistenciaásusdesvelos.Otrotantohabíasucedidoconlalectura.Octaviohabíaprincipiadoporleerlos

tomos desvencijados y grasientos que sumadre guardaba en el armario de laropa blanca. No tardó en cansarse de ellos hallándolos demasiadamenteinocentes.Enfrascósedespuéseneltrágicolaberintodelosfolletinesque,sibienle mantuvieron agitado y divertido una larga temporada, no consiguieronpegársele al alma. Por último, habiendo llegado á Vegalora cierto ingenierobelga para dirigir el laboreo de unas minas de D. Baltasar, tomó algunaslecciones de francés y trabó conocimiento por su mediación con los másacreditadosyflamantesnovelistasdelanaciónvecina,AlfonsoKarr,JulioJanin,TeófiloGauthier,OctavioFeuilletyotros.Elúltimofuéelqueinmediatamenteadquiriólaprivanzadesucorazón:lesedujohastaunpuntoindecible.EncargótodassusobrasáParísylashizoencuadernarlujosísimamenteenpieldeRusia(unadelasmaníasdenuestrohéroeeraeltenertodossuslibrosencuadernadosconelegancia).Colocadasenlugarpreferentedesubiblioteca,fueronparaél,áuntiempomismo,códigodelacortesaníaybibliadelossentimientosnebulososydelicados.Desdeentoncesvivióunavidaficticia,perollenadeencantos,incomprensible

para la mayoría de los humanos, sobre todo para los humanos de Vegalora.Alejándosecadavezmásdel comerciode lagenteque le rodeaba,principióáasistirconlaimaginaciónálasescenasdescritasconmásartequevigorporsufavoritoFeuillet,yárepresentárselascontalverdad,queniunsolopormenorlesfaltaba. Conocía de un cabo á otro el faubourg Saint-Germain, teatroimprescindible de las novelas de su homónimo, y trataba familiarmente á lospersonajes que allí figuraban. Estaba á la vez enamorado de Julia Trecœur laPetitecomtesseySibila, y admiraba profundamente el carácter extravagante ylasmanerascortesanasyelvalordeMonsieurdeCamors.Noselecaíandela

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mente aquellos diálogos ingeniosos donde la respuesta, siempre oportuna,parecía meditada con espacio y no fruto de la improvisación, ni los rasgosdelicadosdondesemostrabadegolpeyencualquiermenudencialaelevaciónynoblezadeunalma,nilagalanteríavoluptuosaydiscreta,nielestiloinsinuanteyperfumadoquecaracterizanátalesobras.Y no solamente fué espectador humilde de estas escenas, sino que, dejando

sueltalariendaásufantasíadesocupada,sepusoátejernovelasanálogasdelascualessiempreresultabaélelhéroeóprotagonista.Ahoraseveíaálospiesdeunaduquesadiciéndoleconvoztemblorosafrasesapasionadasycandentesqueellaescuchabaarrobadaysuspensa;ahoraseencontrababatiéndoseáespadaconun jovencoronelenmitaddeunbosque,condosamigosvestidosdenegroallado;ahoraasistíaálacazadeunjabalícabalgandoálapardeunahermosayegregiadama,áquiensalvabalavidaporunactodevalorheroico;ahora,enfin,resolvía suicidarse escribiendo antes una larga carta de despedida cuajada defrases elocuentes y tildes psicológicas, nada claras para el que no estuvieseiniciadoenellenguajecortesano,álaseñoradesumejoramigo,dequienhabíatenidoladesgraciadeenamorarseperdidamente.Aunque éstas no fuesen más que imaginaciones que vivían ocultas y

satisfechasenelmagíndenuestroseñorito,todavíalograrontrasladarseuntantoá lavidarealpor la fuerzade lacostumbrey lahuellaque ibandejandoensuespíritu.Así,deunmodovagoéinconsciente,principióáimitarelcarácterylasinclinaciones de los personajes que más admiraba y á adoptar en la formaestrecha y deficiente que podía los usos de la sociedad elevada donde teníapuestos los ojos. Entonces se le vió andar por los parajesmás retirados de lapoblación,soloyvestidoconextraordinariaelegancia.Álomejorseparabaanteun niño que lloraba en medio de la calle y lo consolaba y le limpiaba laslágrimasconsupañuelo,y lemetíadespuésunamonedadeplataen lamano.Otras veces se le veía paseando á caballo, también solo, por las cercanías,dejandolasriendassueltasycontemplandoelpaisajeconmuchososiego,óbienmarchandoátodoescapecomosihuyesedealgunoqueleperseguía.EncargóáMadrid cajas de guantes y corbatas, suscribiéndose á dos periódicos francesesquetraíanrevistasdesalones.Tambiénhizovenirfloretesycaretascontodoslosrestantesadminículosdeljuegodeesgrima.ComoenVegalorayacasoentodalaprovincia no había maestro de armas que le enseñase, compró un tratado, yateniéndoseásusexplicacionesyálasfigurasquerepresentabansusgrabados,se puso á esgrimir el florete contra las paredes, sin otro resultado que el deromperdosótrescristalesytirarunfrascodetintasobrelamesa.Tambiénquisoensayarseenlacazaporserelrecreofavoritodelaaristocracia;perosiendola

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tierradondevivíaextremadamentemontuosayquebrada,sefatigabademasiadoyhuboderenunciaráella.Como al fin y al cabo Octavio tenía veinte años y una imaginación nada

apagada, y le bullía la sangre en el cuerpo, pormásque en todo el pueblonohubiese mujer capaz de inspirarle una pasión aérea y nerviosa como suentendimientomás que su corazón ansiaba, no pudo sustraerse á la ley que átodos los humanos encadena. Un día, hallándose en el jardín de su casarecortando los setos de boj y membrillo, para lo cual, y con objeto de nolastimarse las manos, solía ponerse guantes, vió en el balcón cercano unascabecitas rubias que le sonreían. Eran los hijos de D. Marcelino, á quienesOctavio, como vecino, no dejaba de conocermuchísimo.Allí no estabanmásquelospequeños.Empezóáhacerlesseñasyáenviarlesbesosconlapuntadelosdedos,quelosniñosseapresurabanádevolverporelmismoprocedimiento.Cansadodelamímica,lesdijoesforzandolavoz:—¿Queréisunaflor?Los chiquillos gritaron «sí, sí», moviendo la cabeza afirmativamente hasta

descoyuntarse.Octavioarrancóunclavelyseloarrojó,peronohabiendohechobienlapunteríacayóenelpatiocontiguo,congrandeyruidososentimientodelos nenes. Tomó otro riendo y volvió á tirarlo. Esta vez obtuvo un resultadosatisfactorio.Elniñoquelocogiólediólasgraciasconunbeso.Losdemássepusieronágritar:—Dameotro,dameotro.—Allávoy;nohayqueimpacientarse;paratodoshabrá.Mascuandosedisponíaá tirarel segundoclavel,vió levantarse rápidamente

sobre las maderas de la galería otra cabeza rubia un poco mayor, aunque nomenos hermosa. Una mano blanca salió por un instante fuera, y una voz detimbredulceysonoropronuncióestaspalabras:—Esaesmejor.AlmismotiempocayóásuspiesunagrandeymagníficarosadeAlejandría.

La cabeza y la mano habían desaparecido como un relámpago. El joven,recogiendolaflorconnopocasorpresa,preguntó:—¿Quiénestáahíconvosotros?Losniñosrespondieronácoro:—EsCarmen,esCarmen.¡Uy!¡uy!¡uy!Loschicoslanzarongritosdedolor.Alparecer,suhermana,pocosatisfechade

lasinceridaddelcoro,lesestabarepartiendosendospellizcosenlaspiernas.

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—Decidlequeseasomeparadarlelasgracias.—Noquiere...noquiereasomarse.—Puesentoncesdadlelasgraciasenminombre.

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—Dicequenolasmerece.—Dilequesientomuchoquenoseasome.—Dicequeporqué.—Porquemegustaríamuchoverla.—Dicequebienvistalatienes.Efectivamente,Octaviolaveíatodoslosdías,yaenlacalle,yaenelbalcón;

pero con la superioridad desdeñosa que losmancebosmuestran siempre á losniños, aumentada en este caso por sus aficiones romancescas y costumbressingulares, no había reparado en ella. Insensiblemente Carmen había idocreciendo y desarrollándose hasta convertirse en una mujercita muy linda yapuesta, sin quenuestro joven lo echase de ver.Cuando se efectuó la anteriorescenapodríatenercatorceóquinceaños.Enlanochedeaqueldía,Octavio,untantopreocupadoconlaaventuradela

flor, que le dejara en la boca cierto sabor novelescomuy de su gusto, fué detertuliaálatiendadeD.Marcelino,dondecasinuncaponíalospies.Apenasleviólaniña,sedióácorrerporlasescalerasarribacomounaciervahuída,ynoparecióen toda lanoche.Otro tantosucedióen las tresócuatrosiguientes.Alfin,aquellacorza ligerísima,unpocomás familiarizadacon lavistadel joven,principió á vagar por los contornos de la tienda, aunque siempre recelosa ypronta á escapar.UnanocheOctavio ledió lamanoal despedirse, como si setratasedeunapersona formal.Laniñase loagradecióconunasonrisa.En lasnochessiguientesseaventuróámirarledeaquelmododulce,rápidoyllenodetimidez,dequeyahemoshablado.Octaviollamabaáestasmiradasdevueltadellave,porque,enefecto,parecíaqueabríauninstantelaspuertasdesualma,yveloz comoun relámpago tornaba á echar el cerrojo. Para abreviar,Octavio yCarmen se entendieron perfectamente al poco tiempo. De este noviazgoimprevistosehablóbastantesdíasenlavilla.ApenasentrónuestroseñoritoenamoresfrancosconlahijadeD.Marcelino,

principió á desbordarse de su fantasía el torrente de emociones vagas yrefinadas, sentimientos alambicados y caprichos extravagantes que allí habíanido formando depósito.Y tanto por el cariño que inmediatamente nació en sucorazón,comoporconcederundesahogoá las imaginacionesquedesdehacíatiempo bullían en su cabeza, comenzó á ensayar en sus relaciones todo aquelconjunto de metafísicas amorosas y zalamerías aristocráticas de que estabanplagadaslasnovelasquemásámenudoleía.Algodeellohavistoyaellectorenunodelosanteriorescapítulos;peronofuémásqueunamuestrainsignificante;porqueeldepósitodemoneríasdeOctavioera inagotable.Unasvecespedíael

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pañueloásunoviayselodevolvíaaldíasiguiente,despuésdehaberdormidoconlacabezaapoyadaenél.Otrasselevantabaáhorasavanzadasdelanoche,echabaunaescaladeseda,quehabíacomprado,álosbalconesdeD.Marcelino,subíapor ella, y llamabamuydiscretamente en el cuartodeCarmen.Laniña,muertademiedo,preguntaba:«¿Quiénandaahí?»Octavio,metiendolavozporlas rendijas del balcón, respondía: «Carmen, te quiero, te quiero»; y sedescolgaba rápidamente riéndose del susto de su novia.Otras veces reñía conellaporcualquierbagatelaypasabaochodías sinverla,alcabode loscuales,aprovechando un momento en que los dejaban solos, se arrojaba á sus piespidiéndole perdón y haciendo mil extremos de arrepentimiento. Tan prontoideabaobstáculosinsuperablesparaunirseconsuamada,yafueselaoposiciónviolenta de D.Marcelino—el cual, dicho sea entre paréntesis, no pensaba ensemejantecosa,—óalgúnfunestomisterioqueseinterponíaentreambos,comosecomplacíaenllamarlasuprometidaysuesposayenquesalieraápaseoconsumadreD.ªRosarioóvinieseácomerá supropiacasa.EnciertaocasiónseempeñóenqueledijesequelequeríamásqueáDios;enotraseleantojóquedurmieseconguantesparaconservarbellasytersaslasmanos.Todosestoscaprichosyotrosinfinitosmásdenuestrohéroeacogíaloslaniña

con marcado disgusto y resistiéndose. No acertaba á comprenderlos. En nopocoscasoshubodenegarserotundamenteálasqueellaconsiderababurlasmásquepruebasdeamor.LaverdadesqueCarmenestabaformadadeunapastamuydistintadeladesu

novio.Porsunaturalerapocoápropósitoparasondearlasprofundidadesmásómenos ridículas y extravagantes, pero siempre espirituales, del carácter deOctavio.Hubierapreferido,sinduda,unosamoresmenosalambicados,unnoviomásálapatallana,quehicieraloquelosdemás,estoes,quelaacompañaraenpaseosyromerías,lecontaselasespeciesquecorríanporlavilla,ledijesequelaqueríacuandovinieseácuentoyen términos lisosy llanos;ysialgunavez leentrabantentacionesdesermástiernoquedecostumbre,lediesebuenamenteunbesoen lasmejillasynoen lapuntade losdedosóenelpelo,comohacíaelsuyo.CuandoloscondesdeTreviallegaronalpaís,losamoresdeOctavioyCarmen

contabancercadedosañosdeexistencia.Enestetiempoloscaprichosdelunoyla resistenciade laotrahabían idocediendopaulatinamente.Ambos sehabíanllegadoáacostumbraryreñíanconmenosfrecuenciayhubieranconcluídoporcasarsesinlaaparicióninopinadaenVegaloradelacondesadeTrevia.Peroestanoble señora tuvo el privilegio de resucitar inmediatamente, y á la primeraentrevista,todaslasilusionesamortiguadasdenuestrohéroe,removiendodeuna

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vez el depósito de aficiones, esperanzas y sueños seductores que yacíandesmayadosenelfondodesualma.Yenverdadquenadiequetuvieraojosenlacarayalgunainclinaciónartísticaenelcorazónloextrañaría.Pocasmujerespudieranhallarseque reflejasenensu fisonomíamásnobleza,

bondad y ternura, ni que supiesen unir de modo más dichoso una modestiasincera á una firmeza y elegancia en sus modales que alguna vez la hacíanaparecer altiva y desdeñosa. Precisamente esta última cualidad era la quemásatraíayencantabaalhijodeD.Baltasar.Avezadoaltratoinsustancialyvulgarde las jóvenes de Vegalora, que sin motivo se reían estrepitosamente ó semostrabanseriascomounregidordeayuntamiento,deesasniñasqueobservanlascorbatasqueunotieneylasbotasquetraeyseenfadansinoselassaludaáuna legua de distancia, y se hacen almíbar así que un joven rico se acerca ádarleslasbuenastardes,lacondesafuéparaélunarevelaciónó,pormejordecir,larealizaciónviva,hechacarneyalalcancedelamano,deloqueloslibroslehabían ya revelado. Cuando se acercaba á saludarla y tocaba sus dedos finosenguantados y aspiraba el perfume delicado que se escapaba de su persona,como si fuese cualidad de ella y no afeite del tocador, y escuchaba su vozsiempreentonadadiscretamenteyveíavagarporsuslabiosunasonrisadistraídaymelancólica,seacordabadelasheroínasquesucesivamentehabíanocupadosufantasíaysedecíaquelacondesanadadesmerecíaásulado.CuandovolvíadelaSegadadespuésdehaberpasadoalgunashorascercadeellayentrabaporlossuciosarrabalesdeVegalora,nuestroseñoritodejabaescaparsiempreunsuspiroysepasaba lamanopor la frente.Allíserompíaelencanto.Lanubebrillantequeleenvolvíaduranteelcaminovolabaáunirseconlasqueelsolbesabaantesdemorir.Unatardesehallabanambosasomadosdebrucesalbalcónprincipaldelacasa.

Elcondeleíaunperiódico.MissFlorenciapaseabaporlahuertaconlosniños.Eldíaestabaopacoycaluroso.Montonesdenubesespesasvendabanlafrentedela Peña Mayor y bajaban hasta reposar sobre las colinas más próximas,cubriendotodoelvalledeuntoldoimpenetrable,sinqueporellohubiesetemorde lluvia ó tempestad. En estas tardes, frecuentes en los países del Norte, elsilencioesmáscompleto,elairesofocanteyabrasalasmejillas.Sinofueseporelrumordelrío,secreeríaunosordo,pueslospájaroscallanposadosinmóvilessobre las ramas, los perros dormitan tendidos en los parajes más frescos, lasbestiasdecargareposanenelestabloópacensilenciosamenteenlosprados,losinsectos no zumban y los humanos se esconden no se sabe dónde. Y, sinembargo,nuncasemuestralavidatanpoderosacomoenestosdías.Parecequeporlasentrañasdelatierracirculaunafuenteabundosadeactividadquefecunda

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losgérmenesdepositadosenellayprestosásalir.Haycomounaconcentracióndefuerzasenlanaturalezayunpruritoirresistibledecrear.Poresolagentedelpaísllamaconnotableexactitudáestosdíascriadores.Nuestrocuerposufrelamismainfluencia.Advertimosenél,enmediodeciertapesadezletárgica,mayorfuerzaysalud.Lasangrehierve,circulandoactivamenteporlasvenasylatiendoconinusitadobríoenlassienes;lasmejillasseinflaman;loslabiossesecanylosojosbrillansuavementecomolaslucesencendidasenlosdormitorios.Lacondesallevóunamanoálafrenteyseparóunpocolosrizosquelecaían.—¡Quécalortansofocante!Prefierolosdíasdesol;¿yusted?—Antestambiénlosprefería.Hoymehepasadoálosnublados.—¿Yporqué?—Por algo extraño que está acaeciendo en mi espíritu y que no acierto á

explicarme.Hecambiadomuchodegustosdepocotiempoáestaparte,condesa.—Pues yo voy á explicarle en dos palabras lo que le sucede. Usted está

enamorado,Octavio.—Puedeser—respondióruborizándose.—Sí,sí,estoyenteradadetodo.Ayermelahanenseñado.¡Espreciosa!Loque

esenesteasuntoleaconsejoquenocambiedegusto.—¿Ysicambiase?—Iríaustedperdiendoenelcambioprobablemente.—¿Ysinoperdiese?—Haríaustedmaldetodosmodos.La condesavacilóun instante antesde responder así.Octavio, al observarlo,

sonrió levemente. Los dos callaron hundiendo sus ojos en aquella gasaimpenetrable de vapores. La condesa buscaba el sol. Octavio buscaba unafórmula.Lacondesaprincipióátararearpianolafamosafraseilsoldel'ánimadeRigoletto.Octaviolaescuchabaconarrobamiento:sintióhúmedossusojosyapretadalagarganta.Cuandoladamadistraídamentequisopasaráotramelodía,lainterrumpióexclamando:—No puede usted figurarse, condesa, qué impresión tan hondame causa la

frase que acaba usted de cantar. De todas las melodías que hasta ahora heescuchado, ninguna expresa más vivamente el triunfo del amor. Hay cantosdondesepintamejorelamorinocenteypuro;loshaytambiénquereproducenconmásverdadlasamargurasdelamordesgraciadoólosgritosdesesperadosdeunapasióntempestuosayloca;peroningunodondeelamorsemuestretanfelizyembriagador,henchidodealegríaycargadodeperfumes;dondeelalmaylos

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sentidos reposenconmásdeleite. ¡Oh!Es el amor conque sueña la juventud;queenciendeelcorazónsinconsumirlo;queinundanuestroespíritudeluzydearmonía,ypenetra,cualbálsamodulcísimo,portodoslosporosdelcuerpo.—¡Estáustedelocuente!—dijolacondesamirandoconsorpresaaljoven,que

dabamuestrasdehallarseconmovido.—Loqueestoyesridículoespetándoleáustedundiscursosobreeldúodeuna

ópera—repusoélsonriendoycalmándoserepentinamente.—Nadade eso; hablaustedperfectamente, y sobre todo, el calor conque se

expresapruebaquetieneusteduncorazónsensible.—Locualesunadesgracia,condesa.—No lo crea usted. Aunque se sufra mucho, vale más sentir que no sentir.

Siempreespreferibleserhombreáserpiedra.—Nome atrevo á disputarlo, porquemi causa es antipática; pero crea usted

quehaymomentosenquedaríaunocualquiercosaporserpiedra.—Nada,nada,Octavio,estáustedenamorado;seleconoceálalegua—dijola

condesaconalegríainfantilyfamiliarcapazdetrastornarácualquiera.—Sí que lo estoy—repuso Octavio con firmeza y clavando sus ojos en la

dama;—peronosabeusteddequién.La condesamiró en aquel instante para la huerta y vió ámissFlorencia que

paradaenmediodeuncamino loscontemplaba fijamente.Después,arrastradaporciertafuerzamisteriosaqueacreditalaexistenciadelmagnetismo,volviólacabezahacia la salayhalló losojos turbiosy fríosdel condeque también loscontemplaba. Y como si imaginase que con un arma de fuego le estabanapuntando al pecho y con otra á la espalda, dejó velozmente el balcón, dióalgunas vueltas por la sala, fué, por último, á sentarse delante del piano yempezóácorrerlosdedosporlasteclasdistraídamente.Octavio,enlamismaposturayabsortoensuspensamientos,noparecíahaber

notadosumarchabruscaniescucharlascaprichosasnotasquesalíandelpiano.Losdedosde ladama,cansadossindudadevagará laventuraporel teclado,empezaron á señalar delicadamente una melodía. Era il sol de l'ánima. ÁOctavioledióunvuelcoelcorazónyvolviórápidamentelacabeza.Lacondesa,con la sonrisaen los labiosy losojosmediocerrados, lemirabaporentre susnegras y largas pestañas con expresión picaresca. Después que hubo cesado,Octavio se dirigió á ella, apretó sumanounpocomásquede costumbrey sedespidió hasta el día siguiente. El rostro delmancebo, al enderezar lamarchahaciaVegalora,parecíadecirálosárbolesquesombreabanelcamino:«Amigosmíos,estoeshecho».

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VIII

Laromería.

ELcondedijoálacondesa:

—Si tienes gusto en ir á esa fiesta, vé, queridamía.Mehas de permitir, sinembargo, que no te acompañe. Esos recreos campestres no despiertan en micorazónlostiernosybucólicossentimientosqueeneltuyo.Lodijoconlasonrisadesiempre.EstabanpresenteselcuradelaSegadayel

licenciadoVelascodelaCueva.ElcondedeTreviaguardabaásumujerdelantede gente el respeto y atención que la más egregia dama pudiera exigir de sumarido.Aun,enestepunto,ibamásalládeloqueordinariamentesepracticaenelmundo.Orafueseresultadodesucarácterextravagante,oraprocediesedeunpruritoderesucitarañejasyolvidadascostumbresdelanobleza,ósimplementepor apartarse del vulgo, lo cierto es que su excelencia rodeaba á la condesapúblicamentedeunaparatodeceremoniayhomenajequerecordabalosbuenostiemposdelacaballeríaólarefinadacortesaníadelossalonesdeLuisXIV.Laservidumbreylosamigosíntimossabían,noobstante,áquéatenersesobre

estacortesía.La condesa quiso ir á la romería de su parroquia. La idea de presenciar

nuevamenteuna fiestadonde tantohabíagozadocuandoniña, la lisonjeabaenextremo.Pedro,porsuparte,nodejabadementarámenudoesta romería,queeratambiénlasuya,ydeprometérselasmuyfelicesparacuandollegase,locualaguijabamásymáseldeseodesuseñora.Decidióporfinésta,conlaveniadesumarido,acudiráellaydijoáPedro:—Sinofueseporquenoquieroimpedirquetediviertasátusabor,túseríasmi

acompañanteenlaexpedición.—Yloseré,señorita,siesqueustednomeechadesulado.Lamejordiversión

paramíhoyesverhonradalaromeríademiparroquiaporlaseñoracondesa.—¿Lodicesdeveras?—Señorita,lehabloconelcorazón.—Notecreo.Elmayordomohizomilprotestasácualmásexageradaparaquelecreyese.—Gracias,gracias.Venconmigo,peroyasabesquenoteloexijo.—Señorita,porDios,nomeofenda...

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Despuésdehaberhabladoalgúntiemposobreello,decidiólacondesairápieparaconfundirsecon lamuchedumbrede losromerosyparticiparde todos losplaceresymolestiasdeestegéneroderegocijos.Salieron poco después de almorzar. Laura llevaba un gracioso traje corto de

rayasblancasyverdes, ligeramentedescotadoenformadecorazón.Lacabezadescubiertaysueltassobrelaespaldalasdosesplendidas trenzasdesucabellocastaño. Pedro vestía pantalón apretado de color lila, chaqueta negra, tambiénceñida,sombrerodepaja,unpañueloblancodesedaalcuelloyfajamorada.Enlamanollevabaungarrotedeacebomuypintarrajeadoconunacintaparacolgarde lamuñeca.ElCanelo,conel raboenroscado,marchabadelante,unasvecescerca,otraslejos,yparándoseconfrecuenciaáversisusamosleseguían.Mientrasno salvaronelpuentecaminaronen silencio.Lacondesaobservaba

conelrabillodelojoysonriendopicarescamentelaactitudencogidayespantadadesuacompañante.Alllegarálacarreteratuvocompasióndeélyledirigiólapalabra.—¿Sabesqueesungarrotetremendoesequellevas?—Noesmalo,señorita,peroloqueimportaesmanejarlobiencuandollegueel

caso.—Dámelo,ytoma.Yollevaréelpaloytúlasombrilla,quenomehacefalta.Yempezóácaminarapoyándoseenélconmuchodonaire.Alcabodeunrato

dijocongestodefatiga:—Mira... Llévalo tú, que no puedo.Está visto que hoy no he de dar ningún

paloenlaromería.Pedro sonrió. Quiso decir algo, tal vez una galantería; movió un poco los

labios;sepusoencarnado...ynodijonada.—Por más que disimules, Pedro, no puedes ocultar que vas á disgusto

conmigo.Vamos,dílaverdad,¿nohubieraspreferidoirsolo?Tratódeconvencerásuseñoraporcuantosmedios lesugiriósuimaginación

dequeibacontentísimo.Lacondesalecontradecía,riendoalverletansofocado:celebraba con mucha algazara los disparates que al pobre muchacho se leocurríanparademostrarsutesis.—¿Y qué dirá tu novia cuando vea que no bailas con ella? Procuraré que

tengasunratolibre.—Pero si no tengo novia... ¿Quién le dijo á usted eso?...Apuesto á que fué

ManueldeMaría...Puesqueseandeconcuidadoesecharlatánconlasbromas,quebiensabecómolasgasto...

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Dieronuncortorodeoparanopasarporlavillaytornaronáseguirlacarretera,siempreáorillasdelLora.Latardeestabaapacibleylímpida:sóloalgunasnubesfestonadasasomabanlafrenteporencimadelacresteríadelasmontañas.Elsolnolesmolestabasinoáratos,ysufuerzaestabadeleitosamentemitigadaporunvientecillo fresco que el río traía sobre su corriente. Según se alejaban delpalacio y de sus contornos, crecía pasmosamente la locuacidad de la condesa.Empezó á descargar una nube de preguntas sobre la cabeza del mayordomo.¿Había estado en la romería el año anterior? ¿Había venido con algunamuchacha? ¿Qué casa era aquella que se veía del lado allá del río? ¿Habríasalmonesenelpozoqueteníanásuspies?¿Cuántasvecessehabíabañadoyadesde que empezó el verano? ¿Cuántos años tenía el Canelo? ¿Era buencazador?—Á todas iba contestando Pedro con la gravedad y firmeza que lecaracterizaban, satisfaciendo la curiosidad de su señora y esclareciendo suinteligencia sobre las diversas cuestiones que sometía á su decisión.Paulatinamente se había ido despojando del temor y cortedad que leembargaban.LapobreLaura,consufigurillamenudayagraciada,consusmanosymejillas

declavel,losojosclarosyhúmedos,loslabiosrojosysonrientes,ysobretodo,conlaspalabrasamablesquedulcementefluíandeellossincompostura,noeraápropósito para inspirar temor á nadie. Quizá en los salones de la corte,fastuosamente ataviada, cuando aquellos ojos garzos rasgados se clavaran conceño,yaquelloslabiosfrescosycándidosseplegaranduramenteconunasonrisafría, pudiera aparecer altiva (y tal era la opinión que de ella tenían formadamuchos). Pero la damaorgullosa y severa se había quedadopor allá.Aquí noestaba á la sazón más que una hermosa mujer que charlaba por los codos ymarchaba sin compás, unas veces á brincos y otras arrastrando los pies,bajándose á lo mejor para tomar una piedra y arrojarla al río, ó pegandogolpecitosconlasombrillaenlasramasdelosárboles.ProntodivisaronlacasasolariegadelosEstradaencimadelacarreteracomoá

unas cien varas. Allí desembocaba en el Lora un riachuelo. Nuestra parejaabandonó la carretera y emprendió lamarcha por la estrecha cañada que esteriachueloseguía.Alpasarpordebajodesucasa,lacondesaalzólosojoshaciaellaysacóelpañueloparaenjugarunaslágrimas.—Pedro—dijoseñalándolaconeldedo,—ahíyanoquedanadie.Siguieronmarchando.Bienprontolavariedadamenadelcaminodivertióála

condesadelostristesrecuerdosqueleasaltaronálavistadesuantiguamorada.La garganta por donde caminaban era estrechísima. Formábanla dos enormesmontañascalizascortadasverticalmente,desuertequeeratanestrechaporarriba

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como por abajo. Aquellas monstruosas paredes eran blancas, pero estabansalpicadasporgrandesmanchasdemusgo.—¡Quéatrocidad!¡Quéalturatienenestasmontañas,yquécercanasestán!¡Si

parecequesevienenencima!—¿Veusted,señorita,aquelagujeroquetienelapeñaalláarriba?—Sí.—Pues antes había allí un nido de buitres, y yo entré de chico una vez á

cogerlesloshuevos.—¿Ypordondeteencaramasteallá?—Porunacornisaqueformalapeñayqueapenassevedesdeaquí.Porcierto

que cuando llegué delante del agujero salió de repente el pájaro yme dió unaletazoenlacaraquemehizovacilar.—Sitehubierascaído,adiósromerías,¿verdad,Pedro?—Iríaálasromeríasdelcielo,quedebendesermejoresqueéstas.—Tienes razón. ¡Qué hermosas serán las fiestas que los ángeles celebran en

honor de Dios! ¿No hubiera valido mucho más morirse de niño, sin haberpecado,paraserunodeesosángelesqueestáná lospiesde laVirgen?...Peroahora...ahorayanopuedeser...Debemoscontentarnos,sisomosbuenos,coniralcieloyestarnosallímuyquietos,gozandoconveráDios,ynadamás...Siguieron hablando de cosas del cielo algún tiempo, pero no como personas

graves,sinocomoniños.Aquellacharlapuerilparecíarefrescarálacondesa.Laniñacándidaybulliciosavolvíaánacerdentrodeella,ysalía lanzandodulcescarcajadasá la luz,olvidándosede laoscuraprisiónenquehabíayacidoonceaños.Hablabaporhablar,comolosniños;preguntabalascosasmássencillasymenudas, complaciéndoseenhumillar su inteligenciacultivadayen trocar susmanerascortesanasporotrasrudasycampesinas.Mas era de observar cómo, á medida que esta trasformación se operaba,

cambiábase también el encogimiento y temor del mayordomo en franqueza ylibertad. Insensiblemente Pedro empezó á tratar á su señora como á unacompañera,hastareirsealgunasvecesdesuspreguntasinocentesydisparatadas.La condesa reía también, así que las hacía; pero le daba golpecitos con lasombrilla,llamándoleburlónycazurro.Siladespojasendesuropaylapusiesenuntrajedealdeana,hubieranpasadomuybienpornoviosóhermanos.Cuandoencontrabanunasaltadera,elmuchachosaltabaprimeroyalargabasugranmanoendurecidaálacondesa,quesumíadentrodeellalasuyabreveyfragantecomounbotónderosa.Otrasveces,sierademasiadoaltaylaseñoritagritabadesdearribaqueteníamiedo,latomabaporlacinturayladepositabaenelsueloconla

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mismadelicadezaquesifueseunobjetodecristal.«¡Quéfuerzatienes,Pedro!ledecía ella. Si me dieses un golpe con esas manazas, me matarías.» Elmayordomosonreíaámododesultánacariciadoyseencogíadehombroscondesdén.Pocoápoco se iba estableciendoentre ellos la relación trazadapor lanaturaleza:ella,comoserdébil,delicadoymenesteroso,sometiéndose;él,comofuerteyenérgico,dominándolayprotegiéndola.El camino estaba sombreado por avellanos, que con sus haces de troncos

delgados,formandoámododeenormescanastillos,salíandelospradosvecinos.Elverdeclaroydeslumbradordeéstosresaltabayhacíacontrasteconeloscurodeaquéllos,regalandolavistayconvidandoáreposar.Elríocorríamurmurandoporelfondodelacañada.Enunodelospradosquebordabanelcamino,corríatambién un arroyo que servía paramover elmolino que blanqueaba entre losárboles.Era cristalinoypuro, y sedesataba tangentil y suavementequedabagloriaverlomarcharporlapradera.Lacondesasignificóeldeseodereposaruninstante en suorilla.Estaba cansaday le placía en extremomirar el cursodelagua.Además,teníantiempodesobraparaestarenlaromería.Sentáronsesobreelmantodecéspedsalpicadodeflorecillasblancas,yempezaronácontemplarconojosextáticoslaserpientedeplataquesearrastrabaperezosamenteábuscarsuguaridaenelmolino.Lacondesasebajaba,metíalamanoentresusescamasylasacabamojadaylasacudíariendosobrelacaradePedro,elcualreíaásuvez y no se tomaba el trabajo de limpiarse. Pero no pormarchar suavementedejabademurmurarlacristalinasierpealgunascosasaloídodenuestrapareja.Alprincipiolacondesapensabaquedecíasiemprelomismo.—¡Quépesadez!Siempreelmismoru,ru...¡llegaámarear!¿Noobservascon

qué gravedad murmura esta gran culebra?... Parece un maestro que nos estásermoneando, sin cansarse jamás de darnos consejos... Escucha ahora sinembargo...¡Quénotasdeflautatanhermosas!...Yavuelvealru,ru...Otravezlaflauta...Parecequeinterrumpesusermónparahacernosunacaricia...Pedroconsusgrandesojosabiertosseguíalacorrientedelagua.—¡Quéseriotehaspuesto,Periquillo!...¿Tevasaprovechandodelosconsejos

delagua?...¡Nopongasesosojazos,hombre,quemeasustas!Lajovenreíasincesarysinmotivo,comoquiensedesquitade largoayuno.

Eran sus carcajadas sonoras y claras, pero no en tono agudo, sino grave. Lasnotasfirmesyllenasquedesugargantaseescapabancuandoreía,contrastabanun poco con la pureza y trasparencia de su mirada. Salían teñidas de ciertasensualidadpunzantequeagitabalossentidos.Eraunarisadulceyamargaáunmismotiempo,comoladeunabacante.LacándidaLauraestabamuylejosdesospechar losmisterios amablesde su risa.Si los conociese, tal veznotaría el

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brilloinusitadodelosojosdesusamigoscuandoladejabacorrerporsugargantayseruborizara.—Mire usted, señorita, cómo se inclinan estos avellanos sobre el arroyo...

Parece que arden de sed los pobres. ¡Qué pena debe de sermirar el agua tancercaynopoderbeberla!...Mireusted,mireusted,sinembargo,aquellarama...ya consiguió besar la corriente... ¡Cómo se pondrá ahora el cuerpode agua!...¡Calle,ahorasalimosconquenosestabaescuchandoaquellagarto!...En efecto, uno de estos animales de pintada piel había asomado primero la

cabezaalruidodelaconversaciónporentredospiedras,ynotardóensalirtodoél,quedandoinmóvil,segúnsucostumbre.—¡Ah maldito!—gritó el mayordomo arrojándole una piedra con todas sus

fuerzas.—¡Noescucharásmástiempo!La piedra cayó sobre el lomo del animal, partiéndolo en dos. La cola dió

todavíaalgunosbrincossobrelaarena.—¡Pobrecillo!—exclamólacondesa.—¡Paraquélohasmatado!—Señorita, dicen que estos animaluchos hablan con las brujas y les cuentan

todo loqueoyen.Parece increíble, ¿verdad?...Puesámídechicomesucedióqueunavezhablémaldelmaestroconotrocompañero,yprometívengarmedeélcuandofuesemayor.Unlagartonosestabaescuchando.Puesaldíasiguientelo supo por una bruja que llamaban la tía Dolorosa. Por poco me deshace ápalos.Entoncesmepuseácavilarsiseríaellagarto,¡ylestoméunodio!...Sin dejar de hablar, levantáronse y emprendieron nuevamente lamarcha.No

tardaron en salir de la áspera y estrecha cañada y desembocar en un vallerelativamenteancho.Eracasicircularyalcanzaríadoskilómetrosdediámetro.Nada más fértil y frondoso que aquel pedacito de tierra llana circundado dealtísimasmontañas.Todoélestabadedicadoápraderíaysemejabaunaalfombradondelossetosguarnecidosdeavellanostrazabanlosdibujos.Elríocorríaporelmediomásserenoy tranquiloqueen lacañada.Á laentradaencontraron lacasadePedro,quienseempeñóenquesuseñoradescansaraenellauninstante.Lauranoosónegarse.LacasaestabahabitadasolamenteporlamadredePedroyporunhermanitodedoceaños.Elpadrehabíamuerto.Allífuerondeoirlasexclamacionesdelabuenamujeralverálaseñoracondesaencompañíadesuhijo.Nosabíaloquelepasaba.Corríadeunladoáotroponiéndoledossillasáunmismo tiempoparaque se sentase.Hacíamil reverencias ridículasyno secansaba de repetir «¡que cuándo podía esperar ella que la señora condesa sedignaraentrarenunachoza tanmiserable!»El jovenescuchaba laszalameríasde sumadre con indiferencia: Laura, con semblante risueño y agradecido. La

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pobremujernopodíaofrecernadamásqueunatazadelecheytortadeborona,pero«¡cómohabíadecomercosatanruinlaseñoracondesa!»—Que locomaparaque sepacómoviven los pobres—dijoPedro con cierto

énfasisbrutal.La condesa, lejos de ofenderse, le dirigió sonriendo una mirada humilde y

aceptódemanosdesuespantadamadrelatazadelecheylatorta.Comió,sinocon gran placer, al menos sin hacer ningún asco, mientras el mayordomo lacontemplaba fijamente con expresión triunfal.ElCaneloparticipó tambiéndelfestín, y bien lo tenía ganado, pues pormilagro no se le desprendió el rabo áfuerzademenearlo.—Vamos,vamos,queyaeshoradeirllegandoálafiesta.Yotravezemprendieron lamarcha, alargandoelpaso.Salvaroncasi todoel

vallecaminandoporunadelasladeras.Álamitaddeélpróximamentesintieronel lejano y débil repiqueteo del tambor. Algo más adelante percibieron unmurmulloórumorvagoyconfusoquedespiertasiempredulceemociónenlosqueasistenáestaclasederegocijos.Laromeríaestabacerca.Caminarontodavíaalgunosminutosporunespesomaizalquelosocultabaenteramente,yllegaronpor fin á un sitio desde el cual vieron á corta distancia el campo donde secelebraba.Eraunvastopradodeverdeclaro,todocircuídodeavellanos.Elespectáculoqueofrecíaeraáparsorprendenteydeleitoso.Porencimadeél

hormigueaba una muchedumbre compuesta principalmente de mujeres, cuyospañuelosdediversosyvivoscolores,almoverse,mareabanyturbabanlavista.Los hombres en su mayoría se hallaban recostados debajo de los árboles,bebiendo pésimo vino y cantando desentonadamente. Escuchábanse los gritosdesafinadosdelospregoneros,ofreciendoaguadelimón,sangríadevinotintoyavellanas tostadas, y los sonidos agudos y gangosos de la gaita, siempreacompañada del tambor. Esparcidas por diversos parajes del campo veíansealgunasmesasvestidasdelienzoblancoyatestadasdeciertosconfitespeculiaresde la fiesta, comomazapanes, amargos, florones, madamitas, crucetas que sellevabanlosojosde losniñosy loscuartosde lasmadres.Pocossevande lasromeríassinalgunosdeestosdulcesenunpañuelo,loscualestomanelnombrede perdones, por ser la ofrenda que los romeros hacen á su familia enrecompensadehabersequedadoencasamientrasellossedivierten.En uno de los ángulos del prado se hallaba el grupo de los bailadores que

movíanlaspiernasconligerezaalsondelagaitayeltambor,rodeadosdeotrogrupomás numeroso de curiosos. Pero lo quemás atraía la vista era un grannogal,colocadocasienelcentrodelcampo,queporloespesodesushojasylobien recortado semejaba una enorme planta de albahaca. Debajo de él una

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cantina, donde los cueros hinchados que guardaban el vino yacíaninsolentemente sobre las mesas, inmóviles como borrachos. En torno de lacantinaydelárbolsehabíaformadounadanzaquedabavueltaspesadamente,cantandolasbaladasdelpaís.Nuestrapareja se introdujoentre lamuchedumbre. Inmediatamente sevieron

rodeados por una porción de aldeanas conocidas de Laura en otro tiempo,quienesprorrumpieronenexclamacionesdesorpresayplacer,saludándolaconmuestrasdeunregocijoespontáneo,yprodigándolamilepítetoscariñososdelosquetantoabundanenlalenguarústicayprimitivadeestascomarcas,talescomo«botón de rosa, lucero, corazón de manteca, reitana y palomina sin hiel».Ninguna, sin embargo, se atrevía á llamarla de tú, ni á besarla, aunque buenaganaselespasabaátodas.Algunas,nopudiendoresistirlatentación,letomabanlasmanosyselascubríandebesos.Laura,muyconmovida,consiguióáfuerzade trabajos desprenderse de aquel grupo y seguir adelante. MarchabaapoyándoseenelbrazodePedroaspirandocondeliciatodoslosoloresytodoslos ruidos de la romería, parándose á cada instante y fijando su atención encuantolarodeaba.Cercadeunamesadeconfitespercibióalfináunajovenquehacíatiempolamirabaconojostímidosyansiosos.Eralaamigamásíntimaquehabía tenido. Voló hacia ella y la estrechó entre sus brazos con fuerza. Laaldeana recibió tal impresión, que no acertó á decir ni hacer nada, y se dejóacariciarporlacondesa,inmóvilydesfallecida,perosoltandoporsusojostristesun diluvio de lágrimas.Después charlaronmucho de cuanto les había pasado.Pedro, que no podía tomar parte en la conversación, derramaba la vista consemblantedistraídoporloscontornos.—Perico, te estás aburriendo. De buena gana bailarías un poco, ¿no es

verdad?...Puesmira,pormínohasdedejardehacerlo.Vamosallá,quequierobailarcontigo.Y dicho y hecho: la condesa, á pesar de los ruegos y las protestas del

mayordomo,learrastróhaciaelsitiodelbaileyseintrodujoalláresueltamente.Y con gran pasmo del grupo de curiosos, puestos uno enfrente de otro,comenzaron á bailar con brío y arrogancia al son de la gaita. Los mozos,levantando los brazos y mirando á las mujeres atrevidamente á la cara,ejecutaban mil suertes de figuras, brincaban hacia atrás y hacia adelantehaciendo ruido con sus fuertes y claveteados zapatos. Las mujeres, con losbrazos y los ojos bajos, brincabanmuchomenos y recibían la ruidosa y toscaadoracióndesuparejadignamenteyruborizándose.Pero¡quiénseacordabadeningunadeellasteniendoálavistalafiguraencantadorayrisueñadelacondesadeTrevia!Lamuchedumbre,quediscurríaconestrépitoporelvastoprado;el

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manso río, que atravesaba el valle sin prisa de llegar á su destino, como unviajero que admira la amenidad del sitio; el césped florido, donde los pies sehundían con deleite; los árboles, y las imponentes montañas, que cerraban ácorta distancia el horizonte, todo estaba allí colocado por Dios con el objetoexclusivodever áLaura.Por lomenosnohabría hombredemediano sentidoprácticoquenodieratodasaquellashermosurasporunodelosrizosquecaíanen desorden sobre su frente, alborotándose más y más con los rápidosmovimientosdelbaile.Cuandoyateníalasmejillasencendidascomoamapolasylospiessenegabanásepararsedelatierra,quedóinmóvil,yempezóádarseaireconelpañuelo.Enaquelmomentoalzóseunpocodetumultocercadeellos:se oyeron algunos gritos coléricos y también el chasquido de los garrotes. Lagenteacudióalláentropel.Viéronsebastantespalosenarboladosyotrostantoscombatientes ebrios de furor, y alguno de ellos soltando sangre por la frente.Salió una voz del tumulto gritando: «¡Pedro, que matan á tu primo!» Elmayordomo partió como un rayo, y vibrando su nudoso garrote empezó árepartir palos lindamente. Pronto trazó elmiedoun círculo espacioso en tornosuyo.Lasmujeressecogíanálacinturadeloscampeones,queriendosujetarlos.La condesa, al igual de ellas, también trataba de contener á Pedro vertiendolágrimas de susto. Cesó al cabo la gresca por la misma razón que habíaempezado,estoes,porninguna.Quedaronalgunasmesasdedulcesporelsueloy no pocas cestas de fruta volcadas. Los heridos se fueron á lavar al río, queestabacerca.Ladanzasiguiódandovueltasentornodelgrannogal.Álacondesatambiénle

vino en apetencia el entrar en ella. Ya los hombres y las mujeres no estabanseparados como en los antiguos tiempos, sino agradablemente confundidos,aunqueagarrándosesóloporeldedomeñique.Losmozosterciabansusgarroteshaciéndolos descansar sobre el brazo, lo cual prestaba á la danza el aspectoguerrero que indudablemente tuvo en su origen. Cuando la condesa y Pedroentraron,lamitaddeladanzadecíacantando:

¡Ay,ungalánd'estavilla!¡Ay,ungalánd'estacasa!

Laotramitadcontestaba:¡Ay,digaloqu'élquería!¡Ay,digaloqu'élbuscaba!

Lamelodíaerasuaveymonótona.Enunamitadcantabanlasvocesagudas,yenlaotralasgraves,prolongandotodasmucholavocalfinaldelsegundoverso:

¡Ay,buscolablancaniña!

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¡Ay,buscolaniñablanca!Alinstanterespondíanlosotros:

¡Ay,quenol'hayn'estavilla!¡Ay,quenol'hayn'estacasa!

Lacondesasebalanceabacogidaaldedodelmayordomo.Ámenudovolvíalacabeza para dirigirle una sonrisa. Todos tenían los ojos puestos en ella,mostrandogransatisfaccióndeversetanhonrados.

Sinoeraunamiprima,Sinoeraunamihermana.

Ycantabanlasvocesgravesenseguida,bienenteradasdetodo:¡Ay,delmaridopedida!¡Ay,delmaridovelada!

—Pedro—dijoenvozbajalacondesa,—¿cómoerestanquimerista?Yotecreíamáspacífico...¡Mehasdadounsusto!...Todavíamelateelcorazónconprisa.—¡Ah,señorita!¡Siustedsupieraelsentimientoquetengoporhaberhechoesa

barbaridad!...Me estaría dandode palos hasta romperme la cabeza, por bruto.Peroyaveusted,eramiprimo...Ustedesmuybuena,señorita,ymeperdonará,¿noescierto?—Sí, Periquillo, estás perdonado—repuso haciendo una mueca graciosa y

soltandoeldedoparaapretarlamanodeljoven.¡Ay,bienqu'oralacastiga!¡Ay,bienquelacastigaba!

Ymejorenteradoslosotros,respondían:¡Ay,convarillasdeoliva!¡Ay,convarillasdemalva!

Losmozosylasmozassedirigíanenlosintermediosdelcantopalabrassueltasy se daban leves empellones á guisa de caricias, no siendo al parecer estosrequiebros de hombros los quemenos estimaban las doncellas de sus galanes.Todoscantabanmaquinalmenteysindarsecuentadeldramasombríoqueseibadesenvolviendo en su romance.LamismaLaura, que pudiera ver en él tristesanalogías,nofijabalaatención.Pocasvecesselaviótanrisueñaydespegadademalos pensamientos. Con la boca entreabierta, los ojos brillantes y el vaivénincitante de su cuerpo garrido, parecía otra Laura evocada y traída de losabismosdeltiempoporaquelritmoprimitivo.

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¡Ay,quesuamigol'espera¡Ay,quesuamigol'aguarda!Alpiedeunafuentefría,Alpiedeunafuenteclara,Queporelorocorría,Queporeloromanaba.

—¿Nolepareceáusted,señorita,quepodemosirdejandolaromería?Elsolestáyamuybajo...Laurasacudiólacabezacomosidespertasedeunsueñoysoltósusmanosdel

corro.Cuandosealejarondeladanzalasvocesagudascantaban:Yasubuenamorvenía,Yasubuenamorllegaba.

Ylasgravesrespondían:Pordondeoraelsolsalía,Pordondeoraelsolrayaba.

Despidiéronse de cuantos amigos hallaron. La sombra, en efecto, habíainvadido todo el valle y empezaba á escalar lentamente las montañas.Compraron confites y avellanas tostadas y bebieron unos sorbos de vino paratomar fuerzas. Algunas aldeanas los acompañaron un buen trozo del camino,despidiéndolosálasalidadelvalle.Alentrarenlacañada,unabrisaperezosayblanda vino á acariciarles el rostro y las manos. Caminaban charlando ycomiendo avellanas. Cuando la condesa tenía reunidos en la mano algunoscascos, los arrojaba riendoá la carade suacompañante.Lavozde lagaita seperdíamoribunda ya en los repliegues y concavidades de las peñas. El río sequejaba amargamente del poco sitio que éstas le dejaban. Cerrábanse losavellanos formando túnel y oscureciendo mucho el camino. Los honradoscastaños alargaban sus palmas sobre las cabezas de los romeros brindándolesprotección. Al pasar cerca del molino Laura le dirigió una mirada. La granculebra triste yoscurano acababade encontrar guariday seguía arrastrándosesilenciosamente entre las sombrasdel crepúsculo.Lospedazosdel lagartoquePedrohabíamatadosereflejabanaúnensulomotemblorosoyplomizo.Cuandollególaparejaalpalacioerayanochecerrada.

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IX

Fragmentosdeundiario.

CIERTOnohabrálectorquehagaalseñoritoOctaviolaofensadesuponerledesprovistodeundiario.Loshéroesdenovelatienenciertasobligacionesálasquenopuedensustraerse.Héaquíalgunostrozosarrancadosdesucuaderno.Sondegranutilidadparaelcursodeestahistoria.Estánescritosdesumismo

puñoenunamagníficaletrainglesa.Julio26.

Lomismoqueayer.¡Quétiempotanfatal!Notengodisculpaparairalláconestalluviaqueahoradaencaerporlastardes...¡YyoqueatravesaríaelOcéanoenunalanchaportocarundedodesuhermosamano!

Julio27.

Lomismoqueayeryqueanteayer.Lasmañanasestánlimpiasyclaras,yálatarde es precisamente cuando estalla la borrasca.Me desespero.Hoy no puderesistirlatentación:toméelimpermeableymefuíhaciaallá.Despuésdepasarel puente salté á los prados para atravesar el camino. Si me hubieran vistocaminarconaquel temporalnosé loquehubieranpensado.Miobjetoúnicoyexclusivoeraverla,aunquefuesedelejos.Meapostédetrásdeunárbolyestuveesperandonosécuántotiempo.Elaguamebañabaelrostroyelcuello.Alfinoísuvozclarayperlada.Salióalcorredorconsuhijoyambossedivirtieronunratoenextenderlasmanospararecibirenellasloshilosdeaguaquecaíandeltecho, secándosedespués con el pañuelo. ¡Qué aspecto infantil tan encantadortomaáveces!Ynoobstante,yo laprefieroaltivaysoberbia,cuandopaseasumirada distraída por los objetos y contesta á un saludo profundo con leveinclinación de cabeza. Mujeres hay muchas; damas muy pocas. Cuando meacercoáella tiemblode lospiesá lacabeza,peroeste temblormehacegozarextraordinariamente. Son misterios de mi organismo que á nadie se puedenconfiar,porquenadielosentendería.

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.........................Agosto1.º

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Hoy,hablandoconelladelaantigüedaddemifamilia,meenredéenunlíodementirastangrande,quenosécómopudesalirdeél.Mepusecoloradohastalasorejas,ycuantosmásesfuerzoshacíaporaparecersereno,másmesofocaba.Silo notó, como es de presumir, ¡qué idea tan baja habrá formado demí!Estoyvendidoconeste rubor estúpidoquemeasaltapor elmás levemotivo.Semefiguró que al despedirmehizo un gesto de desprecio, ¡Diosmío, que estúpidosoy!

Agosto2.

Cuandocreíqueibaáencontrarlafríayseriaporminecedaddeayer,recibíladeliciosasorpresadehallarlamásamableyjovialquenunca.Jamásseacabadeentenderáestaclasedemujeres;peroestosvaivenesymisteriossonlosquemásenciendenelamor.Alverlahoydirigirseámítancariñosayrisueña,medióunvuelcoelcorazón;semecortólavoz:seguramentemepusepálido.Nuncameha pasado esto con Carmen. Á los ocho días de tratarla ya me la sabía dememoriaypredecíatodassusrespuestasyademanes.¡PobreCarmen,quémallepagoelamorquemetiene!Peroella,óeldiabloporella,seempeñaenquitarmelasilusiones.Ayermedecíacongranamabilidadqueesperabaquehoyfueseásucasaácomerdemediodía.¿Tengoyo laculpadeque lapobreniñasea tanchabacana?...Hoyhaestadocariñosaenextremoconmigo,hastaelpuntodequesu marido fijase alguna vez con insistencia su mirada en nosotros. Esto hacontenido un poco los ímpetus de la lengua, pronta á dejar escapar mi dulcesecreto.Yopensabaqueá losmaridosse les teníasiempre lástima;peronoesasí.Esehombremecausapavor.Sumiradamehacetemblar.Hemosmerendadoenelcampo,queestabadelicioso.Hegozadopocasvecestantoenmivida.Elhumor de ella excelente, aunque á veces decaía repentinamente y sinmotivo.Comoyomenegase á tomar cierto confite del que se hacíangrandes elogios,levantósedeimprovisoconunacucharillaenlamano;seacercóámí;mehizoconungestoencantadorabrirlabocaymeintrodujoallálacucharacargadadedulce.Dudoquelaambrosíatuviesemejorgusto.

Agosto3.

(Aquí apunta el héroe la escena que se ha descrito al final del capítuloséptimo.)

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.........................Agosto5.

Ayermellamóelcondeaparteconaparatodemisterio.Confiesoqueleseguímásmuertoquevivo.Nodudéquehabíasospechadomipasión;perolaamable

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sonrisaconqueinaugurósudiscursometranquilizócompletamente.MedijoqueseacercabanlaseleccionesparadiputadosáCortesyquecontabaconmiapoyoy el de mi padre. No tuve valor para contestarle que yo no tengo ningunainfluencia, y quemi padre, como hombre afiliado á un partido político, tienecompromisos ineludibles, contrarios, sin duda, á las ideas que él representa.¡Cuánto sientoquepapá figure enunpartido tan avanzado!No sé por quéhatenido la desdichada ocurrencia de enamorarse de esa chusma insolente queescarnece todo lo grande y elevado. La igualdad que esa gente pide es laigualdadenlagroseríaylabajeza.Lesmolestaelbrillodelossalones,ysientenenvidia y pidenque todo elmundohabite endesvanes.Se sientenmolestadospor lasuperioridadde losnobles,porsucultura,porsuvalor,porsuexquisitaeducación, y pretenden que sean torpes y cobardes como ellos, sin que susnombres ilustres, que van unidos á las inmarcesibles glorias de España, lesinfundanrespeto.Odiantambiénlareligión,porqueseoponeásusapetitosylesencarece la humildad. Quieren, en una palabra, destruir las dos cosas máshermosas que los hombres han poseído jamás: el culto á la divinidad y esasublimemagistraturade lossiglos,quese llamapoder real.Meavergüenzodehaberqueridotambiénsudestrucción.Todoelquetengaalmadeartistasentirásiemprerepugnanciahaciaeltriunfodelafuerzanumérica.

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.........................Agosto9.

Estoyinquieto;nopuedodormir.Melevantodelacamayescriboestoscuatrorenglonesenunestadocasifebril.Todoelmundonotaqueandoojerosoypálidoestosdías.Yenefecto,sientounaintranquilidadtangrandeenmialmayenmicuerpo,comosituvieraunapiladeelectricidadenlacabezayotraenelcorazón.¡Diosmío,pordarleunbeso,aunquefueseensulindopiedesnudo,renunciaríaá todas lasdichasdeestemundo!Porbesar sucuelloblancoyperfumadomeparecequedaríatambiénlasdelotro.Hoyhemosdadounpaseorelativamentelargo.SeguimoselarroyoquebajadelamontañaáunirseenlaSegadaconelLora,caminandosiempreentreárboles.Comoíbamosformandogrupo,apenaspudehablarconella.Llevabaunvestidoazuloscuro;elcabelloaldesgaire;enelbrazo derecho un brazalete de esmeraldas y en el cuello un medallón de lasmismas piedras. No necesitaba estampar estos pormenores, porque los he derecordar mientras me dure la vida. En cierto paraje estrecho tropezó en unapiedragrande,ygraciasáD.Primitivo,quelasostuvo,nocayó.Mehefijadoenlapiedra,porquepiensoarrojarlaalrío...Perono;mejorserállevarlaámijardíny conservarla. Llegamos cerca de una capilla llamada de laConsolación. La

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condesa se empeñó en entrar; yo la seguí. Los demás, incluso el cura de laSegada, se quedaron fuera con el pretexto de que estaban sudando. La luz sefiltrabacon trabajodentrodelexiguo templopordosventanillasestrechasquemás parecían grietas. Colgada frente al altar de laVirgen, chisporroteaba unalámparadebronce.AquellaVirgensolitaria,demejillasypiesrosados,deojoscándidosypiadosos,recibiendocomoúnicaadoracióneltristechisporroteodelalámpara,infundíaenelalmatiernayamorosadevoción.Elsilencioeragrande.Las sombras descendían del techo por intervalos y cubrían con tupidomantoalternativamenteelaltar,elconfesonario,laVirgenyelpavimento.Lacondesasehincóderodillasymedijoenvozbajaysonriendo:—¿QuiereustedrezarunasAve-maríasconmigo?Meapresuréáhincarmetambiénásulado.Empezóárezardelante,muybajo,

yyoáresponderle.Nopuedodescribirlasensacióndeliciosaquetaloraciónmecausó,aunquesípresumoquenoaprovechónadaámialma.Aquelcuchicheotan suave que salía de su boca, penetraba en todo mi ser y lo henchía devoluptuosidad. Hubiese querido prolongar unos instantes más aquel estado, ymorirmedespués.Cuandovolvíamosparacasatratédeexplicarlealgodeloquemepasaba,para

queconociesesiquieraunpartedelamorinfinitoquemeinspira;perosiemprerehuíalaconversación.Unavez,sinembargo,logréquesefijase.—Quisieramorirmepronto—ledijerepentinamente.—¿Yporqué?—repusovolviendoelrostroconsorpresa.—Porquellevodentrodemíundemonioquemeatormentasincesar.—¿Quédemonioesése?—Unapasiónimposible.Siguiócaminandoensilenciounosmomentosysepusograve.Hastaentonces

habíaestadorisueñayhabladora.—Noencuentromotivoparaqueusteddeseelamuerte,Octavio.Unapasión,

porimposiblequesea,arrastraconsigomuchosydulcesplaceres.Solamenteelamar esyauna felicidad inmensa... ámi entendermuchomayorque lade seramado.Siesverdadqueustedsienteunapasión,yesapasiónesnoble,procureusted encerrarla en el fondo del alma como una joya preciosa, como una flordelicada.Lasfloresnocrecenenlosparajesinfectosóáridos.Quizálepreservede cometer malas acciones; y aunque no fuese más que por esto, debe ustedbendecirla.Nome cabe duda que entendiómi declaración. Sumirada huía de lamía al

decirmeestaspalabras; suvoz temblaba; supasoeraprecipitado... ¡Oh, sí,me

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ama,meama!...Sientonoobstanteunaturbación...Meencuentrotanagitado...Todaslasnochessueñocosasespantosas...

Agosto15.

Mecausavergüenza escribir lo que acabade sucederme; pero ¿nohade sereste librosolamenteparamí?Noquierodejarde apuntarlo, aunquemecuestetrabajo.Tendrésiempreálavistalahistoriaexactademivida.Hemosestadoenelmonteácazar.Salimosálascincoymediadelamañanay

regresamosálassietedelatarde.Elcondeseempeñaenqueellacacetambién:¡y por qué sitios! Pormucho que la imaginación trabaje, es imposible que seforje nada tan fragoso y espantable. Hemos estado en lamisma PeñaMayor;peroantesdellegarallánecesitamosatravesarbosquesespesosdehayas,dondese deja en pedazos la ropa y hasta la piel, senderos labrados en la roca sobrenegrosabismos,dondeuntropezóncuestalavida,ypuentesrústicos,formadosávecesdeunsolotroncodeárbol,quepormaravillanosevaunocienvecesaltorrente.Lasmontañas se elevan ámenudoperpendicularmente sobrenuestrascabezas,dejandosólounestrechopasoqueserepartenelhombreyelarroyo.Enotrasocasioneslospeñascosseaglomeranenunpunto,losunossobrelosotros,de tal suerte que el hombre y el arroyo se ven obligados á darmil vueltas yrodeos para hallar salida. Ella pasa por los sitios más peligrosos sin ningúnmiedo.Ávecesparecegozardesafiandoálamuerte.VerdadquellevaconsigoáPedro elmayordomo, que conoce todos aquellos parajes al dedillo y andaporellos lomismoque por una sala.Le he visto hoy coger á la condesa como sifuese una muñeca y atravesar de dos brincos un puente hecho de troncospodridos.Despuésde andar inútilmentebastante tiempo,yyabienmediada latarde, echamosun rebañode nueve corzos.Ni ella ni yo, por haber disparadoconprecipitación,conseguimostocaráninguno.Elcondeesperóconcalmaqueestuviesencercaydejódosmuertosdedosdisparos.Laimpasibilidadconqueestehombreloejecutatodoesparasorprenderácualquiera.Ellaletienemiedo,yestomeobligaáodiarlecontodomicorazón,pormásquereconozcaqueesunhombre distinguido. No creo que la maltrate, pues al fin y al cabo «noblezaobliga»,peromedaelcorazónquenolaquiere.¡Quésacrilegio!¿DóndetendrálosojoselseñorcondedeTrevia?Después que presenciamos las últimas convulsiones de los corzos (cuando

contemplé el dolor de aquellos inocentes animalitos, por nada en el mundohubieraqueridosersumatador),subimosaúnmásparaverellagoAusente,queesuncaprichograndiosodelaNaturaleza.Estárodeadodealtasydescarnadasmontañas que forman un anfiteatro en el cual la superficie tranquila del aguaformaelredondel.Nosasomamosporunodelospeñascosquelocircundan.La

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soledaddeaquelsitioesaterradorayoprimiómicorazón.Pareceellugardondelosgeniosdelamontañavienenállorarsustristezas,yaquellasaguasopacasypesadas como el plomo, las lágrimas que derraman. El conde, apenas huboarrojadosobreélunamirada, sevolvióconPedro.Quedamosellayyoenpiesobreel abismo. ¡Quéhermosaestaba sobre supedestalgranítico!DespuésdeDios,jamáscontemplóaquellasaguasunsertanbello.Sentíqueelcorazónmelatía fuertemente; me pasó como un carbón encendido por la garganta;turbósemelavista,ysinsabercómo,meencontréásuspies,diciendo:—Más valemorir una vez quemorirmil veces cada día. Hace unmes que

tengo un infierno en el corazón...Una palabra, unamirada, un gesto de ustedpuedeelevarme repentinamentealcielo...Porquequieroqueustedsepaque laamo... sí... la amo como un insensato que soy. Soy un insensato... pero ya notiene remedio... Si esa palabra ó esa mirada no viene, tendrá usted la tristesatisfaccióndevermerodarahorahastaesasnegrasaguasquemetaparánparasiempre.Quedóunmomentosuspensa,mostrandogransorpresa.Medirigióunamirada

altiva y prolongada; y sin proferir palabra volvió la espalda y echó á andarlentamente.No sé lo que pasó por mí. Cuanto tenía delante, el lago, la tierra, el cielo,

quedaronconfundidosyseoscurecieron.Sentíqueeranecesariomorir,yvi lamuertedelantedelosojos.Perounpensamientomalditodetemorsealzóenmicorazón con poder invencible.Vi de improviso y en un solo instante todomipasado: los sitios donde corrieron las dulces horas demi infancia, el pequeñolechodondemedormíaoyendoloscuentosdelacriada;sentísobrelafrentelostiernosbesosdemimadreyenlasmejillas laásperacariciade lamanodemipadre,mássuaveparamíqueelaladeunángel... ¡El lagoestabatannegro!...¡Quérumorlúgubrelevantaríamicuerpoensangrentadoalpenetrarenél!...¡Ay!Faltómeelvalor... ¡Quévergüenza!...Metíel rostroentre lasmanosyrompíállorarcomounniño.Notéqueyanoandaba,ysinverlasentíquesumiradaseposabasobremímás

dulceycompasiva.Durante el camino no me atreví á despegar los labios. Ella también iba

silenciosa. El conde y Pedro charlaban de las ocurrencias de la caza. Cuandollegamos á casa era ya noche. Lo primero que vimos en el portal fué á lamonísimaEmiliaqueextendió losbracitoshaciasumadregritandodealegría.Ésta se apresuró á levantarla y le dió un sonoro beso en la frente. Después,señalándomelaconademánimperioso,medijo:«¡Ahí!»Obedecísumisoybesétambiénlafrentedelaniña.

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Agosto16.

Salgodelacamaenesteinstante.Nohesoñadomonstruosidadescomootrasveces,perohasidotantristemisueño,queaúnestoyconmovido.Sientodentrodelalmaunamelancolíahondaydesgarradoracomosimeencontrasesoloenelmundo.Soñéquemehallabaenmediodeun salóndebaile espléndidoyhermosoy

profusamenteiluminado.Peroloraroesqueenaquelsalónnohabíanadiemásqueyo,quemepaseabaentrajedeetiqueta,viendorepetirsemiimagenentodoslos espejos. El silencio era casi absoluto. Mis pies se hundían en la mullidaalfombrasinproducirruido.Alcabodealgúntiempoobservéqueseabríaunapuertayaparecíaenellalatorneadafiguradelacondesa,ricayelegantementevestida. Dirigióse ámí sonriendo yme dijo: «¿Quiere usted que bailemos unpoco?» Al mismo tiempo escuché los acordes de un vals de Strauss, tocadoadmirablemente por una orquesta invisible. Nos pusimos á bailar. Ella seabandonóenmisbrazoscomounaniñaycorrimoselsalóndeuncaboáotrosintocar apenas en el suelo. Yo, sin gastar preámbulos, le declaré mi amor conpalabrasfogosasyapasionadas.Merespondióquesuamoreratangrandecomoel mío y empezó á estrecharse más contra mi pecho. Turbado y ebrio devoluptuosidad,quiseacercarmislabiosálossuyos;peroenaquelmomentomesentí cogido por unasmanos de hierro.Volví la cabeza y seme figuró ver elrostropálidodelconde.Tododesaparecióymisueñoquedódisipado,comolasimágenesdeuncuadrodisolvente.Despertémuyagitado.Aunqueestoymejor,aúnmeduralaalteraciónnerviosa.

NosésillegaréápresentarmeotravezenlaSegada.Quisieratenerfuerzasparahuirdeestossitios.

X

Síntomasgraves.

EL calor había alcanzado su gradomáximo.Los árboles y las plantas, pocoacostumbradosáél,empezabanásentirsesofocadosydemandabanálasnubes,quepasabanvolandosobreellos,algunasgotasdeagua;perolasnubessehacíanlassordasyseguíaninflexiblessucaminoporelespacio.Losfrutoscomenzaban

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á amarillear; los riachuelos se secaban dejando al descubierto su lecho deguijarros que los rayos del sol tornaba blancos. Si se aplicaba un fósforoencendidoálahierba,ardíacomoestopa.LagentedelaSegadateníaqueandarunkilómetroparairálafuente,porqueladelpueblosehabíaagotado.La vida en el palacio era monótona, pero dulce y amable. Laura tenía

perfectamentedistribuídoel tiempo,ylejosdeaburrirseseencontrabacomoelpezenelagua.LaideadesuvueltaáMadridlaestremecía.Selevantabamuytempranoysalíaálahuerta,dondehizoporsumanoalgunasnotablesmejoras,comofuéladetrasplantaralgunosclavelesqueestabandemasiadoprietosysemolestaban, y limpiar el polvo con delicado esmero á las hojas de unaenredadera:tambiéncolocóunaesteritadequitaipónsobrelosalelíesparaqueelsolnolosquemaseáciertashorasdeldía.Tornabaalpalaciosiemprefatigadayseapresurabaálavarselasmanosmanchadasdetierra.Despuéssedesayunabaen compañía de sus hijos, con los cuales permanecía encerrada en sushabitacionestodalamañana,alternandolosjuegosconeltrabajo.Eranlashorasmásdeliciosasde suexistencia.Peroveníaná avisarlaqueel almuerzoestabaservidoyerafuerzaresignarseotravezáversonrisasambiguas,miradascrueles,semblantesodiados.Por la tarde, cuando no tomaba el álbum y los lápices para ir á dibujar al

campo,salíaádarunavueltaporelpueblo.Entrabaenlascasasdelosvecinosysepasaba ávecesdosó treshoras en algunade aquellasmiserablesviviendassentada sobre un cofre sucio, escuchando sin pestañear las relaciones de lasmujeresgárrulasquenoacababanjamásóayudándolasensusfatigosastareas.Al principio la trataban con mucho respeto. Á medida que la conocían, ibantomando confianza, que hubo de tocar no pocas veces en familiaridad. Pedrosolíaacompañarlaenestasexcursiones,lomismoqueenlostrabajosmatinalesde jardinería. El pobre debía de aburrirse de un modo lastimoso en aquellassesionesenque lacondesaservíadepañode lágrimas,perono lodemostraba.Antes parecía estar como en la gloria sentado frente á su señora, callando,sonriendoysinquitarlaojo.Álascinco,pocomásómenos,lacondesavolvíaácasapara recibir lasvisitasde losamigosdeVegalora.Aloscurecer comíanydespués de rezar el rosario y acostar á los niños se encerraba en su cuarto ypasabagranratoleyendoantesdeirseálacama.Asíeralavidaquelaopulentacondesa de Trevia, gloria y admiración de los salones de la corte, verdaderaestrellaSiriodelasociedadmadrileña,encontrabadulceyamable.Algunosdíassalía de caza, con no poca pesadumbre, pues aunque amaba el ejercicio y loscampos, aborrecía la muerte de los animales inocentes. Además, se veíaprecisadaáestarconélalgunashoras.

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Encuantoálamaneraqueelcondeteníadepasareltiempoensupalacio,sólolablondainstitutrizpudieradarcuentaperfectadeella.Ladelmayordomohabíacambiadonotablementedesdelallegadadesusamos.

Pedroeraunbuenmuchacho,unpocobrusco,unpocoaltivo,unmuchocándidoynoble.Lasvicisitudesdesucarreramilitar,aunquebreve,gloriosayvariada,nolehabíanenseñadomásdeloqueyateníaaprendidodelanaturaleza:ácallarpocas veces sus sentimientos y á ser intrépido y firme en todas ocasiones. Sufiguraanunciabaclaramenteestascosas.Aquellosojosnegrosveladosporlargaspestañas, aquel cabello encrespado, los rasgos pronunciados de su rostrotrigueño, la anchura de su cuello y lo fornido de sus hombros acusaban sinningunadudael temperamentosanguíneopuro.Entoda lacomarcaera temidoporsusímpetusyamadoporsufranquezaygenerosidad.LavidadePedroantesera la de un labrador bien acomodado. Odiaba las cifras y las cuentas yprocuraba despachar las que le estaban encomendadas en el menor tiempoposibleyporelprocedimientomásbreve.Encambioeraapasionadísimodelostrabajosdelcampo,delacaza,deloscaballosydelostoros.Lecostabamuchotrabajoestarsequieto,sobretodoencasa.Parecíaquesuspulmonesdegigantenoencontrabanaireniaunenlosespaciosossalonesdelpalacio.Perodesdequelosseñoreshabitabanen laSegada,ómuchohabíancambiadosusaficiones,ómuy contrariado debía estar, pues sus costumbres no eran las mismas. Ya nosalíadecazasinoconloscondes.Dejóenmanosdeloscriadoslostrabajosdelalabranza.Apenasvisitaba lascuadrasypasabamuchomás tiempoencasa.Lacondesaleteníasecuestradoparatodassusexcursionesyarreglosdejardín.Losniñostambiénlereteníancomouncompañeroquelesservíaensusjuegos.

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Las relaciones entre Pedro y la condesa habían experimentado asimismoalgunosaltibajosdignosdeatención.Durante losprimerosdías,elrespetoylaveneración tenían cohibido al mayordomo en presencia de su señora y leobligaban, contra su natural, ámostrarse tímido y reservado.Vino después unperíododeconfianzadelcualhemosvistoyaunamuestraen laexcursióná laromería. Su carácter franco y enérgico concluyó por sobreponerse al espírituinfantil de la condesa. En sus conversaciones casi llegó á borrarse la líneainfranqueable que los separaba.Masde repente, y sin queLauradieramotivoparaello,Pedrocayódenuevoenunatimidezyunareservainexplicables.Nosólo prescindió de las frases familiares y de los modales descuidados en supresencia,sinoquehastaevitabaelmirarlafrenteáfrente.Ápesardeestonosenotóquehuyeralasocasionesdeacompañarla;antesalcontrario,parecíaquelassolicitaba.Mas,unavezásulado,dejabapasarlashorassindespegarloslabios,apresurándose á cumplir sus órdenes más insignificantes. La timidez delmayordomonoeraenverdaddelamismaíndolequeantes.Habíaenellamásidolatría á la mujer que respeto á la señora. La condesa, ó no observaba talcambiodemodales,ósiloobservabanoqueríafijarlaatenciónenello.La actividad de Pedro había decrecido notablemente. Aquel Hércules se

enervaba á ojos vistas en los cuidados del jardín. El perfume que la condesadespedíadesupersonahabíamermadosusfuerzasyelrocefugazdesuvestidoturbadomuchosuscostumbres.Cuandoquedabasólonobuscabaalmomento,como antes, una ocupación manual en que entretenerse. Permanecía grandesratoscontemplandosinpestañearcualquierobjetoquetuvieradelantedelosojosy(cosaquehastaentoncesnuncalehabíasucedido)lellamabanpoderosamentelaatenciónlascimaslejanasyvacilantesdelasmontañasquecortabanlaniebladelhorizonte.Quisoatribuiralcalorestasingularpostraciónqueexperimentaba,ycuandoalgúnvecinodespuésdesorprenderleconlosbrazoscruzadosledirigíaalguna pulla, echaba pestes contra el verano, que le quitaba las ganas deemprenderningúntrabajo.Yenrealidad,nomentía.Nuncahabíasufridotantocalor. La sangre hervía dentro de sus venas produciéndole gran desasosiego.Pasabalasnochesenclarodandovueltasenlacamasinlograrprenderlosojos.Ydevezencuandosolíalevantarseenlomáshondodesusentrañasunrumorextraño,doloroso,queledesazonabasinacertarácomprenderdedóndeveníaniquéexpresaba.Parecíaelruidodelasangrealinvadirconímpetulugaresdondenuncahubieseentrado.Ciertanocheenquese revolvíaenel lechomediosofocadoporelcalory la

desesperación de no dormirse, después de haber aligerado la ropa en vano yabiertodeparenparlaventana,concibióelproyectodesalirádarseunbañoen

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elrío.Ycomoparanuestromayordomolosproyectoseranresoluciones,ymástratándosedealgopeligroso,dichoyhecho:levantósevelozmente,abrióunadelaspuertas traserasdelpalacioyseencaminósinvacilará lasorillasdelLora.Despojóseinmediatamentedelvestidoysezambullóenloscristalesopacosdelrío con estrépito.Lanoche era despejada, pero sin luna.El remansodonde sebañaba estaba envuelto en sombras espesas que los árboles arrojaban.Permaneció más de media hora tendido de cara al cielo contemplando lasestrellasqueflotabanenelétercomoélenelagua.Pensaba,ópormejordecir,soñaba cosas disparatadas, pero suaves y hermosas. El calor, sin embargo, nohuíadesucuerpo.Dejópasarmástiempo,yviendoquenoconseguíarefrescarseenteramente,saliódelbaño.Cuandosepusolaropasintióunfuertetemblordefrío,quedesaparecióal instante.Enelcaminosintióotrosdosó trescadavezmás prolongados. Al entrar en la cama tiritaba atrozmente y no consiguióproducir la reacción por más que se echó gran cantidad de ropa encima. Alamanecerselefijóunagudodolorenelcostadoizquierdoqueleobligóállamaralmédico.Álasdiezdelamañanaestabadeclaradalapulmonía,yelmédicodelavillaledabaunfuertelancetazoyleextraíabuenaporcióndesangre.Lacondesa,álasdocedelmismodía,asomósucaritagraciosaysonrosadapor

lapuertadelcuartoypreguntóconinterés:—¿Quéeseso,Pedro,quétepasa?—Mehepuestomalo,señorita,peroyaestoybien.—¡Quéhasdeestarbien,hombre,simehandichoqueteacabandesangrar!

¿Cómohashecholaatrocidaddebañartepor lanoche?Teestábienempleadopormajadero.¿Creesquesepuedejugarconlasalud?Loquenosucedeenunañosucedeenundía.Losqueestáisrobustososfiguráisquenopodéisenfermarjamás,perocuandomenoslopensáisosvieneellatigazoencima.Voyáprepararelcalmantequeelmédicoharecetado.Tencuidadodenosacarlosbrazosfuera.GraciasáDios,esonoseránada.Notengasaprensión.Desapareció después de pronunciar este sermoncito, que el mayordomo

encontródelicioso.Aldíasiguienteálamismahoravolvióáasomarlacabeza.—¿Cómova?—Mejor;yamehadesaparecidoeldolor.—¿Hasdormido?—Regularmente.—Ya sé que te probó bien el calmante. Hay que repetir la dosis. Lo que

importaesquesudesmucho.Hemandadocalentarunasbotellasdeaguaparalos

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pies, y que te las renueven cada hora. ¡Pero quémajadería has hecho, Pedro!¿Cómosetehaocurridolaideadebañarteporlanoche?...Lacondesapronuncióunnuevosermóncontraloshombresquejueganconsu

salud.Alotrodía,despuésdepreguntarlecómoseguía,Lauraobservóquelaropade

lacamasehabíacaídounpoco,ysinpodercontenerseseacercóalenfermo.—¡Ave María Purísima, cómo has puesto la ropa!—exclamó mientras la

arreglaba con solicitud maternal.—Si no te movieses tanto, criatura, no tesucedería esto. No tienes tú toda la culpa, sino esas torpes de criadas que nosabenhacerunacama.Al tirarpor la ropahaciaarriba, losdedosde lacondesa rozaron labocadel

mayordomo, el cual dejó escapar un beso tímido sobre ellos. Laura quitórápidamentelamano,sepusocoloradaycontinuó,sindecirpalabra,arreglandolacama.Al día siguiente sólo asomó la nariz por la puerta para preguntarle cómo

seguía, y se fué sin entrar en conversación. Pero al otro volvió á notar condisgustoquelasalmohadassehallabancompletamentefueradesusitio.—Debes de estarmuy incómodo, Pedro. Espera... alza un poco la cabeza....

Así....¿Noestásmejorahora?Arreglódespuésunpoquitoellecho,yallá,paraconcluir,tiróotravezporla

ropahacíaarriba.Lacasualidadhizoqueotravezrozasensusdedosconlabocadeljoven.LacasualidadtambiénquePedroapretasesuslabioscontraellos.Lacondesanopareciónotarlo.Elmayordomoeramuyinquietoenlacama.Laenfermedadlehacíaserloaún

más, por lo que conmucha frecuencia se le revolvía y marchaba la ropa. Almenos, lacondesa laencontraba siempremuydescompuesta.Lascasualidadesdequehablábamosrepitiéronsevariasveces,sinqueLaurasedieseporenteradaniacusaserecibodelbeso.¡Eratanleveytantímido!Sihubiesemostradoenojo,elpobrePedrohubieraempeoradoyacaso sucumbido.Peroconaquelladulcemedicinanuestromancebosefuémejorandodeunmodorápido,hastalevantarseálosdocedíasdellecho.Nuncaenfermedadselehizomáscortaánadie.Estuvo tresócuatrosinsalirde lahabitación.Duranteellospudoobservarse

una cosa singular, y es que estabamenos contento en la convalecencia que lohabía estado en la enfermedad.La gente del palacio lo atribuía al abatimientoqueledejaralaextraccióndesangre.Lacondesaveníaáverletodoslosdías,conversabaconél,letraíagolosinas,le

mimaba... pero ya no arreglaba la ropa.Su tristeza era visible para todos, que

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procurabananimarle,menosparaella.Unatarde,sinembargo,cuandoestabayacasisano,lacondesaasomó,como

decostumbre, la cabezay lepreguntó sino sedecidía ádarunavueltapor lahuerta.Eldía estabamuyhermosoy el ambiente seco; algunavez eraprecisosalirdelcuarto.Pedrocontestó,sonriendo,quenosehallabaconánimotodavíaparapasear.Masenlasonrisaquecontrajosuslabiosreflejábaseunatristezatanprofundaytangrandeabatimiento,quelacondesaselequedómirandounbuenespaciotratandodesondarleelalma.Alfin,acercóseáéllentamenteyledijoenvozbaja:—Estásmuytriste,Pedro.¿Teencuentraspeor?—No,señorita,no;meencuentrobien.—Vamos,noloocultes.¿Tesientesmal?—No;yaestoycompletamentebueno.—Entonces,¿tehacefaltaalgo?Vaciló un instante y, apoderándose rápidamente de una mano de su señora,

empezóácubrirladebesosapasionados.—Sí,mehacefaltaesto.ÁlapobreLaurase leencendióel rostro.Quedóconfusay temblorosa,yno

supo más que decir mientras trataba de sustraer su mano á las apasionadascariciasdelmayordomo:—¡No,esono...esono!

XI

Loquecuestaunperrodecaza.

ELCanelonoeraunodeesosperrosfrívolosqueseponenendospatasasíquese loordenancon imperio,ni se entreteníaenbuscarunpañuelocuandose loocultabanadrede,ninuncaseoyóquehubiesesaltadoporFrancia,porInglaterraóporcualquierotropaísextranjero.Tampocoeraunperrocomineroquellevaselacestaalmercadoylabolsadeloscuartosyviniesemuytranquiloparacasaconlacarneyelpansintocardeellos.Habíaformadoopiniónmuyseverasobre

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todas estas niñerías que no tienen inconveniente en ejecutar los perrossietemesinos.Sialguienlehubierapropuestounacosaparecida,esseguroquelohubiera rechazado enérgicamente.Mas en lo que toca al cumplimiento de lastareasqueestabanencomendadasásucuidado,bienpuededecirsequeningúnperro le ponía el pie delante.Era esclavode susdeberes.Así que sentía en elcuelloelcascabeldecazayveíaásuamotomarlaescopeta,selehinchabanlasnaricesdecontentoyempezabaá ladrarcomounenergúmeno(comounperroenergúmeno),manifestandopor todos losmedios posibles que el deber no eraparaélunacarga,antesporelcontrarioestabadeseandoserútilentodoloquepudiera. Por esta cualidad tan sobresaliente, y por su maravillosa aptitud yhabilidadparaquedarhechounaestatuadelantedelasperdicesyparacobrarlas,aunque se ocultasen en el centro de la tierra, se había captado la estima yadmiracióndetodosloscazadoresdelcontorno.Algunodeellosllegóáofrecerpor él dos onzas de oro; pero estaba tan lejos Pedro de enajenarlo á ningúnprecio,comodetirarseálamar.Porqueaunquenoleescaseabalospuntapiés,talcariño le profesaba, que primero le faltara el pan á él que á su perro. Razónpoderosatenía,pues,elCaneloparaadorarásuamoynosepararsedesuladonidedíanidenoche.Las costumbres del Canelo no podían ser más sencillas y metódicas. En el

inviernosetumbabaalsol,yenelveranoálasombra.Laúnicavariantequeávecesintroducíaenesterégimensaludable,eraeltumbarsetambiénalsolporelveranoexponiéndoseátomaruntabardilloóunascalenturasgástricas.Adoptabasiempre para acostarse posturas diversas y tan fantásticas en ocasiones, queexcitaba la admiraciónde losque lemiraban.Sino fuesepor laspulgasy lasmoscas,elCanelosehubierajuzgadoconrazónelperromásdichosodelatierra.Pero estos inicuos animalejos le habían declarado una guerra cruel; noperdonabanmediodemolestarleyexasperarle,consiguiendoávecesponerleenunestadodeirritaciónvecinodelalocura.Losrasgossobresalientesdesucaráctereran lahonradezy la independencia.

Mas no dejaba de ser afable con todo el mundo y se dejaba acariciar decualquiera, aunque sin hacer aspavientos. Era pacífico por naturaleza y de untemperamentotanconciliador,quenadiepodíavenirálasmanosconotroensupresencia: en seguida saltaba hecho una furia sobre los contendientes, y losobligabaásepararsecongravedetrimentodesuspantalones,cuandonode laspantorrillas.Gozabademuchapopularidadenlacomarca,siendoconocidoporsunombrelomismoenlavillaqueenloscaseríosdelconcejo.Entrelosperrostambiénerabienquisto.Todosconfesabanque teníauna razónmuyclaray lejuzgaban incapazde jugarunaperradaánadie.Si la razacaninaconvocaseun

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parlamento, el Canelo sería indudablemente el candidato indicado para aqueldistrito.Mascomoalfinnohaymortalqueestélibrededefectos,nuestroCanelotenía

algunos,aunquedepocamonta,quelaimparcialidadobligaáconfesar.Decíase,conrazón,queerauntantocaprichosoynobastantejustificadoensusantipatías.Todoelmundo,porejemplo,censurabalaconductainconvenienteygroseraqueseguíaconellicenciadoVelascodelaCueva,alcualsinmotivoalgunoladraba,gruñía y hasta pretendía morder. El pobre D. Juan Crisóstomo no acertaba áexplicarse el por quéde esta aversión, y se le erizaba el cabello cadavezquenecesitabairálaSegada.Apelóalrecursodelosmendrugos,llevandosiemprebuenaprovisióndeellosenlosbolsillos,queseapresurabaádonarliberalmenteal inhumano perro, así que le tenía cerca; mas éste, que mientras duraba lapitanzamovíalacolaenseñaldeamistadygratitud,lomismoeraconcluir,quetornabaágruñirdeunmodomáscruel,sinconsentirporningúnconceptoqueellicenciadolepasaselamanoporlacabeza.Peorresultadodiótodavíaelbastónde estoque queD. JuanCrisóstomo tuvo á bien comprar.El furor delCanelo,cuandosehizocargodequeellicenciadohabíaadquiridounnuevobastón,notuvolímites.Eraunaofensaquesólopodíalavarseconsangre.FuémenesterquePedrolemachacaseágolpesydespuésleataseparaconseguirapaciguarlo.Ademásdeestadesigualdaddecarácter,quepor fortunasólosemostrabade

raroenraro,esnecesariomanifestarqueeraunodelosperrosmenosreligiososquesehubiesenvistonunca.Nosabemossiporestarinficionadodelosúltimoserrores de la filosofía alemana, ó por sumismonatural refractario á toda ideateológica,eslociertoqueeramuypocorespetuosoconlosmisteriosdenuestrareligión.No se dió vez que hallándose enmisa no se hubiera levantado en elinstante más crítico y solemne para desperezarse groseramente abriendo unabocahorrorosayechandounpalmodelenguafuera.Hecholocualconmuchasangre fría y la cola tiesa, se salía pian pianito del templo. Todo el mundocensurabafuertementeestosalardesdeimpiedad.Mas á pesar de tales y otros defectos, no es posible negar que era un perro

simpático y de excelente fondo. Desde la llegada de los condes á la Segada,había experimentado su vida algunasmodificaciones que no eran de su gusto.Confesaba,comonopodíamenos,quelacomidaeramásabundanteyescogida,peroencambioseveíaobligadoásufrirlasobacontinuadelosniñosquenoledejabanásolniásombra.Entodoeldíanocesaban:Caneloparaaquí,Caneloparaallí;unasvecesmontándoselesobreelespinazo,otrastirándoledelasorejasyotrasdelrabo.Eracosaparadesesperarse.Mastodolosufríaconpacienciaporser los verdugos hijos de tal madre. Porque es de saber que el Canelo había

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tomadograndísimoamorálacondesadesdeelpuntoenquelavió,sinqueparaello hubiese ningún motivo de interés, pues ya conocemos la generosidad ylimpiezadesucorazón.Lomismoeraverlaqueyaperdíasucontinentegraveyreposado:saltabaybrincabaymovíalacolahaciendomilsuertesdecarocaslomismoqueunruincachorro.Algunasveces,sindecirostenimoste,leponíalaspatassobreelpecho,yenpocoestabaqueno lahiciesecaer;otras,cuando laveía sentada en el campo, se acercaba sigilosamente por detrás y le pasaba lalenguaporlacara.Lacondesadabaungritoydespuésseechabaáreírmientraséllacontemplabadehitoenhitoádistanciarespetable,unpocoasustadodeloque había hecho. Verdad que la condesa le pagaba su afición prodigándolegrandescuidadosculinariosylibrándoleennopocasocasionesdelajustacóleradesudueño.Ybastadenoticiabiográfica.Acaeció que una mañana de los últimos días del mes de Agosto salió la

condesaconsushijosásolazarseálapomarada,dondelasespesascopasdelosárbolesbrindabansombrafrescaydeleitable.Reclinadadebajodeuno,sobreunalmohadón que le trajo Pedro, miraba con semblante risueño corretear á losniños y divertirse con el Canelo. Éste, contra lo que pudiera presumirse, sehallabadehumorexcelente:seprestabadebuenavoluntadáqueletirasenporelrabo,sindejarporesodehacerseelenfadadoycorrerdetrásdelosmuchachoscomounafieraquelosfueseádevorar.Perolosniños,quesabíanáquéatenersesobreestafiereza,separabanderepenteylemetíansusmanospequeñísimasenla boca con lamayor tranquilidad delmundo.Miss Florencia paseaba sola enunodelosparajesmásapartadosdelafincaconunlibroabiertoenlamano.Lacondesahabíacambiadobastantedesdesullegadaá laaldea.Habíaensu

personamodificacionessensiblesquetodoelmundonotaba,yotrasquesólounojo perspicaz y avezado á sondar las profundidades del corazón pudieradistinguir. El cambio de color en las mejillas era lo que primero saltaba á lavista. Los aires del campo y el ejercicio las habían tornado más frescas yrosadas:lasojerasmadrileñashabíandesaparecidototalmente.Perolamiradadelas gentes que ordinariamente frecuentaban el palacio deteníase aquí, sinobservar los matices delicados, los detalles casi imperceptibles de estatrasformación.No observaban, por ejemplo, que sus ojos estaban velados á lacontinuaporunahumedadcristalinaqueloshacíamásbrillantesytiernosyquesus labios, en cambio, se hallaban casi siempre secos. No observaban que sumarchaeramáslentaysusademanesmástímidos;quelegustabamuchoestarsolayqueámenudoselaencontrabadistraídaconlosojospuestosenelvacío;quevagaba,enfin,constantementeporsubocahermosaunasonrisabeatamuylejana de aquella aciaga y melancólica del tiempo en que por primera vez la

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vimos. Para cualquier hombre aficionado al estudio y observación de loscaracteres, no ofrecía duda que la condesa de Trevia era feliz. Caso raro, enverdad,dadoslosprecedentesquedeellatenemos.¿Cómosehabíaoperadounatrasformacióntansúbitaenelespíritudenuestraheroína?¿Quéacontecimientosingular y poderoso había conseguido despedir la nube de tristeza que laenvolvíaydespertarnuevamentelamúsicadulcedesutemperamentorisueño?Para la mujer sólo hay un acontecimiento capaz de producir tales y taninstantáneos efectos: nuestros lectores lo saben y aúnmejor nuestras lectoras.¿Estaríalacondesaenamorada?Dejemosquelosacontecimientos,próximosporfortuna,venganáesclarecerlo.Al poco rato de hallarse disfrutando de la amenidad de la pomarada llegó

también el conde, vestido como siempre demodo caprichoso, con un traje defranelablancaygorranegradecaza.Traíapintadosenelsemblanteelcansanciode todo y la sequedad de su alma. Después de haber contemplado brevesinstantes á sus hijos, que ya no corrían, sino que formaban grupo silencioso,dentrodelcualestabaelCanelo,hizoquePedroletrajeselaescopetaparatiraralblanco.Fijóseésteeneltroncodeunmanzano,yporalgúntiempoestuvieronresonando tiros en la finca. Todos los presentes fueron invitados á tirar,exceptuandolosniños.Lacondesaacertómuchosblancos,lomismoquePedroymissFlorencia.Elúnicoqueestuvodesgraciadofuéelconde,ápesardeseruntirador habilísimo en toda clase de armas, de lo cual había dadomás de unabrillantemuestraenlostirosdepistolaysalasdearmasdeParísyMadrid.Peroaqueldíaestabanerviosoónosabíaloquelepasaba.Teníamotivosparaestarirritadoporsutorpeza,ynoobstante,sufisonomíanodabaseñalesdealteración,apareciendo fría y tranquila como siempre y plegada por la misma ambiguasonrisa,aunqueunpocomásdefinida.El Canelo, desde que oyera los primeros tiros, no paraba ni tenía sosiego,

figurándose, sin duda, que aquello tocaba ya á su ministerio. Pero estabasumamentesorprendidodenovercaerniunmiserablepájaro,ydeplorabaensuinteriorladetestablepunteríaylatorpezadeloscazadores.Lascarrerasylossaltosquedabaeranincesantesyprodigiosos.Elconde,que

estabaapuntandoalblanco,sedistrajounadelasvecesmirándolecorrer,ysindecir palabramovió el cañón y lo dirigió hacia él. Sonó el tiro. ElCanelo sedetuvoensucarreraycayóheridomortalmente.El conde soltó una carcajada y dijo alargando la escopeta ámiss Florencia:

«Veoque aúnnoheperdido enteramente la puntería».Todos los circunstantesquedaronatónitos.Pedrosepusoblancocomoelpapel;despuéslesubióunaoladesangreálacaraypasóunrelámpagodeiraporsusojos.Todosucuerpose

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estremeciócomoelmástildeunbarcoalgolpedelviento.Poruninstantepudocreersequeelfieroleóncaíasobreelgatoylodeshacíaentresusgarras;maslachispaseapagósincausarestrago.Quedóseotravezpálido,bajólosojosydeellosbrotóuna lágrimaardienteysilenciosa.Loúnicoquesus labios trémulosmurmuraron fué:«¡Señor!»deunmodocasi imperceptible.El conde le arrojóunamirada altiva, volvió la espalda y se fué hacia casa. La condesa y Pedrocorrieronalsitiodondeyacíaelperroluchandoconlasansiasdelamuerte.Elpobre animal levantó la cabeza lentamente, y pareció decirles con unamiradaangustiosa:«¿Porquémehabéismatado?»Pedrodijosordamente:—Hacefaltaagua.La condesa agarró el sombrero delmayordomo y voló á uno de los charcos

cercanos.Después,ambosderodillas,sepusieroná lavar laheridadelanimal.Labalalehabíaatravesadodeparteáparte,entrándoleporelvientrecercadelaspatastraserasysaliéndoleporelpecho.Todoslosesfuerzosfueroninútiles.Lasangrecorríacontalabundancia,ápesardelospañuelosqueleataron,queenbreve se hizo un charco á su alrededor. Los niños, á cierta distancia,contemplaban con ojos de espanto y dolor la muerte de su fiel amigo. Larespiración del Canelo era cada vezmás fatigosa y anhelante: después se fuépoco á poco amortiguando, escuchándose un estertor débil y profundo. Se levidriaronlosojos.Levantó,porúltimo,consuavidadlacabeza,quelacondesase apresuró á tomar entre sus manos. El moribundo perro alargó un poco elhocico,lamióunadeaquellasmanosyexpiró....

.........................

.........................Acababandesonarlasdosdelanoche.Elrelojdelsalónprincipal,ocultoensu

cajademaderanegra,habíavaciladoalgúntiempoantesdedarlas.Lastinieblasenvolvían el salón y toda la casa.Reinaba el silencio en todas partes. El latirgrave y acompasado del reloj era el único ruido sedicioso que turbaba lamajestaddeaquelsilencio.Sehabíaestremecidodentrodesuarmadura,comosiquisiera despertar de algún sueño triste, y había exhalado un suspiro ronco:después se escucharon en lo interior de su vientre algunos ruidos huecos ymecánicos.Porúltimo, lanzódos campanadas firmesy solemnesquevibraronlargo tiempopor losespacios tenebrososdelpalacio.Después todoquedóotravezensilencio.Trascurrieronalgunosinstantes.Unadelaspuertasdelsalón,laquedabaálas

habitacionesdelacondesadeTrevia,empezóáabrirsesuavemente,yaparecióenellaunafigurablanca.Cerrótrassílapuertayavanzócautelosamentehastalamitad de la estancia. El reloj no la dijo una palabra: se contentó conmirarla

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desde su rincón oscuro asomando el rostro por encima de la negra caja demadera. La figura blanca, después de pararse un instante, avanzó de nuevo ysalióporotrapuertaquedabaáunpasillo.Siguióavanzandoporélcadavezconmás cautela y apoyándose en la pared; subió después una escalera interior yentró en otro pasillo. En la mitad de él tropezó con un mueble, produciendofuerteruido.Detúvose,quedandoinmóvilcomounaestatua.Sóloseescuchabasurespiraciónanhelanteycomprimida.Despuésdeunratosiguiómarchando,ycruzótodavíaotropasillomásestrechoymáslargo.Alfinaldeélseparóanteuna puerta y aplicó el oído. Dentro se oía una respiración tranquila yacompasada. Al cabo de buen rato alzó con la mano suavemente el pestillo,empujó la puerta y penetró silenciosamente en la estancia. Con los brazosextendidoshacia adelante, avanzóalgunospasoshasta tropezar conuna cama.Quedóinmóvilotravez,yconvozapagadadijo:—Pedro...Pedro...Nadiecontestó.Volvióárepetirmásfuerte:—Pedro...Pedro...EstavezlavozdePedrocontestó:—¿Quéeseso?...¿Quiénva?—Soyyo;noteasustes.Eljovenseincorporóviolentamenteenlacamayexclamóespantado,aunque

envozbajatambién:—¡Usted,señorita!...¿Ocurrealgo?...¿Quéesloquequiere?...Lafigurablancaleechólosbrazosalcuelloyacercandolabocaásuoídole

dijo con acento tembloroso, en el cual se percibía al mismo tiempo ciertaferocidad:—Quiero...¡quieroquetevenguesdeeseinfame!Yacabandodedecirestaspalabras,volviólacabezahacialapuerta,ysusojos

hermosos,rasgados,centellearondeindignación.

XII

Unpaquetedecartas.

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DeOctavioRodríguezálacondesadeTrevia.

SERÁforzoso,pues,quesucumba?¿Elcálizdelavidahabráagotadoparamísu licordulceychispeante?¿Nohedeapuraryamásquesushecesamargas?Cuando torno la vista al pasado, condesa, y contemplo lo que era hace pocosmesesyloqueahorasoy,meacometendeseosinmensosdeodiaráusted.¡Ah,siestopudieraser! ¡Ah,sipudieraborrar,aunquefueseconmisangre, lapasiónfatalquemeatormenta!Si usted comprendiera mi felicidad pasada, cuando bañado por el sol de la

alegría y dormido suavemente sobre risueñas ilusiones esperaba que mi almadespertasealrumordeunapasiónembriagadoraqueiluminasemiespírituyloencendieseenplacerescelestiales;siustedalcanzaraahoratodalafuerzademidesgracia,quizánofuesetancruelconmigo.Yoconocíaelamorporlasnovelas.Nuncavienélotracosaqueunsentimientopurísimo,encantodelavida,sacadoporDios del seno de la luz para regalo del universo. Todas lasmelancolías ytristezasquedeélescuchabareferir, todossusanhelos,doloresymartirios,meparecíanunacompañamientoobligadoqueservíatansóloparahacermásdulceysonorasumúsica.Nohabíasospechadojamásquelosdoloresdelamorpodíanlastimarelalma,quesuslágrimaseranverdaderaslágrimas,amargasycalientescomolasdemásqueseviertenenelmundo.Eraqueaúnnohabíaamado.Undíavinoámíunaniñahermosa,tiernaysencillaymeentregósucorazón.

Yo fuí bastante bárbaro para no saber qué hacer de él. Por un momento creíamarlo,localentécontramipecho,loperfuméconlapoesíademissueñosylocubrícontodaslasfloresdemiespíritu;perofuéenvano.Aquelcorazón,envezdecalentarmipecho,loibaenfriandopocoápoco.Misesfuerzosparagozarladicha inefable de amar fueron estériles. Sobre todo en este mundo se puedemandar; sobre la tierra oscura que pisamos, sobre los abismos recónditos delOcéano, sobre los senos luminosos del aire, menos sobre nuestros propiossentimientos.Vino usted después, y sonó la hora demi vida y demimuerte.Aunqueustedno locrea, lediréqueyamialmalahabíaadivinado,queyasuimagen pura y graciosa flotaba vagamente en lo íntimo demis pensamientos.¡Peroquélejosestabadesospechar,cuandoporvezprimerafijóustedenmísusojos brillantes, lo que había de suceder tan presto!Tuve la audacia de amar áusted; tuvelaaudaciadedecírseloynola tuveparamorir.¡Cuántodebeusteddespreciarme!Soymuy desgraciado; no puedo serlomás, aunque el cielo se empeñase en

ello;perolejuropormisalvaciónquenotrocaríamidesgraciaporlafelicidaddenadie.Yesporquevaustedligadaáestadesgracia,porqueesustedlacausa

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deella,porqueenelfondodeestecálizdeamarguraveobrillarsusojosaltivosyserenos.Esdetalsuertemiamor,quelaquieroáustedmás,altivaquerisueña,quepadezcohorriblementeconsusdesdenesypadeceríaaúnmássi,confundidaconelvulgode lascoquetas,meotorgara lospequeñosfavoresquehalagan lavanidad,quegozoconqueustedmedesprecieymehagalloraryquetodasestasextravagancias se las cuento para que usted me desprecie todavía más y seacreciente el sabor dulce que percibo en el fondo de sus desprecios. ¡Seréinsensato!Deboconfesarletambiénalgoquemehumilla,porquequieroqueustedleaen

mi almacomoenun libro abierto.Yomedecidí áhablar áustedde amor,noporque me inspirara desde el punto en que la vi una pasión loca, sino pormotivos de vanidad; porqueme lisonjeaba ser amadode una damahermosa ycelebradaenelmundocortesano.Hoytodosestosmotivossehanidomarchandoálatierra,comolaescoria,yhaquedadolimpioyacendradoeloropurodemicariñoó,mejordicho,demiadoración.Elamoresalgoque igualaá losseresque lo sienten, y yo no quiero ser igual á usted, sino infinitamente inferior:quisiera ser el gusanoque usted aplasta con el pie al caminar sobre la hierba.Voy á confesarle aún otra cosa, pero con mucho misterio, bajo secreto deconfesión.Hayenelfondodemidesgraciaunpensamientotanconsolador,quecasi nome atrevo á decírselo demiedo que ustedme lo arrebate: es una luzsuaveque esclareceunpoco las tinieblas enqueyacemi espíritu acongojado.Ustednoamaásumarido.NomearranqueustedporDiosestaúltimailusión.Ustednoamaánadie:nohayhombreenelmundodignodetalhonra.¡Cuántoplacerme causa el creer esto! Su espíritu sereno como lasmontañas que noscircundan y casto como la nieve que viene á caer sobre ellas, vive encontemplacióneternadelfirmamentoazul.MecomplazcoenconsideraráustedcomounadeaquellasdiosasdemármolquehabitabanenelsenodelosbosquesdelaGrecia,comunicandosupensamientoaugustoconlablancalunaqueálanochelasvisitaba.¿Ysabeustedporquémecomplazco?Porqueaquellasdiosasescuchabanlafervienteplegariadelosperegrinosqueveníanápostrarsealpiedesupedestal,inmóviles,frías,sindignarsesiquieraposarsobreelloslamirada;porqueaquellasdiosas,comousted,noamabanánadie.¡Ánadie,ánadie!¡Quéfelizmehaceestepensamiento!Peroquétristefelicidaddebeserésta,¿verdad,condesa?Sí;estoy tristeydeesta tristeza infinitaquemeoprime talvezsalgaalgomuytristetambién.Vivoentalconfusióndeideasqueniséloquepienso,niloquehago,óloqueesmáscierto,piensocuantosepuedepensarynosoycapaz de hacer nada. ¿Quéme aconseja usted? Estoy resuelto á llevar á cabocuantomeordene,menosdejardeadorarla.Ensusmanosadorablespongomi

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pobrecorazón.¡PorDios,nolehagaustedmuchodaño!

OCTAVIO.

————DelacondesadeTreviaáOctavioRodríguez.

Leescriboáustedarrepintiéndomedeantemanodehacerlo.Noesenverdadprudentequeescribaáunjovenquesediceenamoradodemí,pormásquesepaá qué atenerme sobre este amor. Pero dada la exaltación momentánea de suánimoysu temperamentoexcesivamente impresionable,ycomoquieraqueyahace algunos días que no pone los pies en esta casa, tampoco sería prudentedejardeescribirle.Y ante todo, ¿de dónde ha sacado usted que yo le desprecio?Repaso enmi

memoria todos losmomentos que nos ha hecho el honor de dedicarnos, y nocreo que haya salido de mis labios una palabra ni que haya ejecutado actoningunoquepuedainducirleáustedácreercosasemejante.Ysialgunavezhaobservado enmí señales de impaciencia, considere usted de lo queme estabahablandoyseharácargodequenopodíamenosdedarlas.Por lo demás, puede creer que, lejos de despreciarle,me ha inspirado usted

siempreunaprofundaestimación fundadaensucorazóngenerosoysensibleyensucarácterafablesobretodoelogio.Loquehayes(ynoseofendaporqueselodiga)quetieneustedlacabezallenadeideasromancescas,lascualesleturbanylehacenverloquenoes.Ayersecreíaenamoradodeunaniñadequinceaños;hoy se juzga usted apasionado de unamujer de treinta. ¿No comprende ustedmismoqueenellojuegamuypocopapelelcorazón,yquetodotienesuraízenuna fantasía inquieta y poderosa? Hoy forja usted sobre mi insignificantepersona una novela tan complicada é interesante como la que hace poco tejíasobrelahermosaniñaqueestodavíasunovia.¿Noseleocurrequeestanovelanecesariamentehadeterminarcomoaquélla?Estoymuylejosdeserloquesumenteexaltadasehafigurado.NosoyesadiosadelaGreciadequeustedhabla,que sólo se comunica con la luna y recibe la adoración de los mortales sinpestañear, sino una pobremujer plagada de defectos y que está en el caso deagradecercualquierpruebadeatenciónqueseleconceda.Me pide usted que le diga lo que debe hacer. Es una carga superior á mis

fuerzas.Noséloqueconvendríaqueustedhiciese.Sinembargo,yoensucasome iría de este país por una temporada hasta que nos hubiésemos partido áMadrid.Cuandovolvieraávermeelañoqueviene,ledoymipalabradequesehabríadeshecholadiosadelaGreciaydequeustedsereiríagrandementedesí

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mismo.Hagalapruebayloverá.LAURA.

————DeD.PrimitivoAlonsoáM.BaltasarAlonso.—27,ruedesFeuillantines.—Paris.

Queridosobrino:Leítugratadel14,yporellaveoquegozasdesalud,delocualnosalegramosmucho,lomismotutíaqueyo,puesesloprincipal,porquedetodolodemáshayquehacerpococaso.Yaséquemarchanbientusnegocios,aunquenuncamedicesunapalabra.Ereslomismoquetupadre,quecuandolesale bien una cosa se calla, y cuando le salemal no tiene boca bastante paraquejarse.Quizássepaspor losperiódicosquevamosá tenereleccionesparaelmesde

Diciembre.Eselcasoquemehecomprometidoáapoyarcontodasmisfuerzasla candidatura del señor conde de Trevia, persona de quien me habrás oídohablar más de una vez, muy amigo mío, de sanas ideas y excelentessentimientos. En estos tiempos de desorden conviene que los hombres que noqueremos la destrucción de la religión de nuestros mayores, nos unamos yvotemos personas de respeto para oponernos al torrente impetuoso que nosarrebata al ateísmo y á la demagogia. Te lo digo para que me contestes á lavuelta de correo si puedo disponer de los votos que tienes en laMeruca y enCayacente.Lamayor parte de ellos estánobligados también á la fábrica, perocreo que si les presento una carta tuya amenazándoles con el desahucio notendránmásremedioquehacerloqueselesmande.Cuentoquenomefaltarásenestaocasión,puesyasabeselinterésquetengoenelasunto.Pues hablando de otra cosa, te diré que las judías del Danubio queme has

enviado han salido riquísimas, y que todos andan detrás de mí para que lesproporcione algunaspara sembrar.Parecementira lo que aumentande tamañodespuésquesecuecen.LosperalesselosregaléáD.LinoPereda,perotodossesecaron, lo cual me ha disgustado mucho, aunque presumo que habrá sidoporquelosplantóentierrademasiadohúmeda.Lomismosepecaporlomuchoquepor lo poco.Nodejes demandarme en tiempooportuno algunosotros debuenacasta,puesselosheprometidoalcuradelaSegada.Elnabicolaquínohagustado gran cosa, pero es que no entienden una palabra de legumbres. Si lohubierancomidoátiempoynolohubiesendejadoendurecerseenlatierra,estoysegurodequediríanotracosa.NosucediólomismoconlacoldeBruselas,pueshagustado tantoqueno se cansandealabar su finuray agradable sabor;perocomono se aprovechande ellamasque los repollitosquenacen en el tronco,dicen que para comer algo es necesario segar un cuadro entero. En esto me

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parecequenodejandetenerrazón.Esunalegumbremuyrica,perocara.No tengo más que decirte por hoy. Consérvate bueno y recibe muchos

recuerdosdetutíaydetodalademásfamilia,yunfuerteycariñosoabrazodetutío

PRIMITIVOALONSO.

Vegalora18deSetiembrede187...

————DelprovisordelaDiócesisalpárrocodelaSegadayarciprestedelconcejodeVegalora.

Miestimadoarcipreste:Sumaalegríay regocijonoshancausado lasnoticiasqueen suúltimanoscomunica,y es enverdadcosaparaalabar áDioselvercuánfácilmentesevanvenciendoenésa,comoen todaspartes, losobstáculosqueantesparecíaninsuperables.Porqueciertamente,nadiepudieracreerqueunacomarca tan revoltosa como ésa, donde el masonismo ha conseguido echarhondasraíces,estéápuntoahorademandarálasCortesundiputadonetoydebuenacasta.Suilustrísima,áquienhicepresentelosfructuosostrabajosqueestáusted ejecutando en pro de la santa causa, se ha dignado recibirlos conbenevolencia,ymeencarga le trasmita subendiciónparaquepersistaenellosconelmismoceloyentusiasmo.La cuestión de proporcionarmisa á los de Cayacente y Romeral, que como

ustedmeindicanosdarácientocincuentavotos,puedeustedconsiderarlacomoresuelta,yestáustedautorizadoparadecirloasíenelofertoriodelamisacuandolocreaoportuno.ÁpesardequeustedcuentacomoseguroelapoyodeeseD.BaltasarRodríguez,yonomefío.Tengolaspeoresnoticiasdetalindividuo,yaunquenoséenquéformaletendráustedcogido,nadamásfácilqueálapostretirelacabraalmonte.Detodosmodos,procurequenoseleveaenpúblicoconese sujeto, y esparza bien la creencia entre la gente de que el apoyo que nospresta obedece sólo á los remordimientos de su conciencia y á los deseos deponerseenpazconlaIglesia.MuchomehasorprendidoloqueustedmecuentadelpárrocodeSolano,pues

nuncapudeimaginarmequetratándosedeunaelecciónenqueestáinteresadoelPalacio llegara á cerdear; pero á bien que le tengo cogido por el cuello conmotivodeciertadenunciaquenoshanremitidohacetiempo,ysinosedecideátrabajar comoDiosmanda, lo dicho dicho,mi amigo, que ya le cayó encimatareaparadivertirseunrato.¡VayatodoporDios!EscribíennombredesuilustrísimaáesecapellándelaSeodeUrgelparaque

recomendara la candidatura del señor conde á su hermano el estanquero de

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Romeral.Hastaahoranoseharecibidocontestación.Suplicándolemuchísimareserva,lediréquehemostocadotambiénlatecladel

gobernador, el cual, á pesar de ser un republicano desorejado, ha respondidoadmirablemente.Ásuseñora,queeshijadeunprenderodelacalledelRubio,ledamuchopor laaristocraciay llamachusmaá lospartidosavanzados:conquenoledigomás,porqueestobastaysobra:intelligentibuspauca.Losquesosquemehamandadosalieronexcelentes,sobretodoelamarillo.Si

puedeencargarotrosdos,hágalopormicuenta,pueslosnecesitopararegalaráunapersonaderespeto;nolemolestomásporhoy.Consérvesebuenoynodejedeenterarmeminuciosamentedetodocuantoocurra,puesdarágustoconelloásuamigoysuperior,q.b.s.m.,

JOAQUÍNLLAGOSTERA.N***1.ºdeOctubrede187...

————DeHomobonoPeredaásuamigoManuelRuizPérez,secretarioprimerodelaseccióndeliteraturadel

AteneodeMadrid.

MiqueridoManolo:He leído tucartaconelmismoplaceryatenciónquesifuese un artículo de Tiberghien ó Leonardi. Eres tan erudito y piensas tanderecho, que la ciencia fluyede tu plumahasta cuando tratas los asuntosmásinsignificantes.Lospárrafosqueentuepístoladedicasalcontenidonecesariodela voluntad y á la existencia del principio sobre-individual en el yo sonadmirablesymehancausadoprofundaimpresión.Lomismodigodelaspalabrasqueconsagrasaldesenvolvimientodenuestras

facultadesinteriores,cadaunaensímismaytodasenrelaciónarmónicaentresí.Juzgocomotúqueesimprescindibleapartarsedetodafalsarelaciónentreestasfacultades si se quiere evitar el desorden interior que es su consecuenciaindeclinable.Nopuededarselaarmoníaenlasrelacionesexterioresdelhombremientraslavidainteriornoestérectamenteordenadaensusfacultadesydiversastendencias; y para que este orden se establezca, precisa que concibamos eldestino del hombre en su unidad, como abrazando todos los fines particularesque en él se contienen. Tanta mella han hecho en mi espíritu tus atinadasobservaciones, y tanto hemeditado sobre ellas, que al cabome he decidido árealizarimportantesreformasenmimododevida.Nopuedoocultarmepormástiempo que hay en ella un principio de desorden que ya está produciendonotablesdesequilibrios,elcualdesordensehallasostenido,ánodudarlo,porunpredominionocivodelpensamientosobrelasotrasfacultadesinteriores.¡Ycuánciertoesqueelcultivoexclusivodelpensamientoconducealorgullo!

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MipadremesignificóeldeseodequemepresentasecandidatoparadiputadoáCortesenlaspróximaselecciones.Hevistoenellounmediomuyadecuadoparaejercitarmivoluntaddesmayada,ylerespondíquetendríamuchogusto.Hemosempezado ya nuestros trabajos electorales, que, entre paréntesis, no puedesfigurarteloquerepugnanámieducacióncientífica,puesentodosellosseatacandirectaóindirectamentelasbasesfundamentalesdelderechopúblico,coartandodeunmodoódeotrolalibertaddelelector.TengoporcontrincantealcondedeTrevia,apoyadoportodosloselementosreaccionariosdeldistrito.Loscurasmehacen una guerra encarnizada propalando que soy un impío. Si el ser impíoconsiste en detestar la forma histórica que actualmente reviste la religión, esverdad lo que dicen, pero de ningúnmodo si consiste en no tenerla. Los quecreemos,comotúyyo,quelareligiónesunodelosfinesracionalesdelavida,¿cómohemosdeserirreligiosos?Mepidesquetesugieraalgúnpensamientoparaundrama,puesquiereshacer

tusprimerasarmasenelteatro,ymepreguntassientreestasásperasmontañasnoencontraríasalgunaaccióninteresantequepuedaservirtedetema.No,amigomío.Aquíhallarás labellezaobjetivade lanaturalezaen todosuesplendor, lacual no sirve gran cosa para expresar adecuada y completamente el complejoorganismo de la vida humana, que es lo que tú intentas. La poesía dramática,comosabesmejorqueyo,noexpresalabellezaobjetivaexterior(auncuandoseden en ella elementos objetivos), sino la belleza objetivo-subjetiva, donde sehallan indisolublemente unidos hechos interno-externos y psico físicos enenlazadoconcierto.Loqueestasfragosassierrastepuedenproporcionaresunadecoración grande, imponente, pero no el hecho de la vida humana queconstituyeelfondodetodacomposicióndramática,porqueaquílosafectosylaspasionesnoseelevanalgradodeenergíaydignidadnecesarioparaqueexistaesejuegoencontradodesentimientosycaracteressinelcualnoesposiblequeseproduzca la emoción estética. Por lo demás, con los vastos conocimientosfilosóficos que tú posees y los especialísimos estudios que has hecho en laestética, no dudo por un momento que escribirás una obra maestra y quealcanzarás un éxito ruidoso en el teatro. Á mi entender, están haciendo faltaobrasmacizas, con un fin objetivo, con un pensamiento trascendental que lasinformeylaspresteconsistencia.Lasobrasmáscelebradashoyámímesuenaná hueco y no veo en ellas otra cosa que una forma bella guardando unpensamientomuy frívolo.Mientras loshombresdecienciano seapoderendelteatro,nopasaráéstedeserunfútilyagradableentretenimiento.Nadamásporhoy.Heestudiadotodoeldíaytengolacabezacomounhorno.

HOMOBONO.

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Vegalora3deOctubrede187...

XIII

Elcáliz.

OCTAVIObesólafirmadelacarta,dejócaerlasmanossobrelasrodillasylacabeza sobre el pecho. Así estuvo largo espacio inmóvil como una estatua,delantedesuescritorio.Alvolverensí,escapóseledelpechounsuspiroblandoyprolongado.Eralanotafinal,tristeymoribundadeunamelodíadelcorazón.Alzósedelasillayconpasovacilantefuéáabrirlaventana.Eldíaempezabaádeclinar.Sumiradavagóalgúntiempoporloscontornosdelacasa;poreljardín,cuyosárbolesseibantornandoamarillos;porlosprados,quecomouncinturóndeesmeraldaslocircundaban;porlastierrasdilatadasdemaízqueostentabanyacon orgullo sus mazorcas rebujadas. Al cabo se detuvo con insistencia en ungrupodecasasqueapenassedistinguíaenelfondodelvalle.Despuésalzólosojos á los adustos riscos de la PeñaMayor y se estremeció. Creyó sentir unacorrientedeaireglacialporelcorazón.Quedósepálido,cualsiacabasedeveralgomuyespantoso.—¿Quéseráesto?—murmurómientrascerrabaapresuradamentelaventana.Sefuéotravezalescritorioyapoyósobreélamboscodos,metiendolacabeza

entrelasmanos.—Sí—tornó á decir en voz baja:—yodebímorir en aquelmomento... ¡Gran

ocasión!...Hubieraconservadodemímemoriaamarga,peropunzante,comoelolordeuncadáver...Ahoramedespreciaporcobarde...Ahorayanoesocasióndemorir,sinodeseguirsiendoloquehesido...uncobarde.Memandaquehuya;pueshuyamos.QuierocumplirsuvoluntadconelmismoafánquesifueseladeDios...Sí,sí,huyamos...Ellalomanda...Sealzódelasillavivamente,ydióalgunospaseosrápidosporlasala.Después

arrastró desde su cuarto un baúl-maleta, y se puso á introducir en él ropa quesacaba con precipitación del armario. Cuando vió el equipaje hecho, locontempló con ojos de espanto, como si no comprendiese para qué servía.Acordósedequeaúnlefaltabaalgo,ysacandounallavecitadelbolsilloabrióel

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cajóncentraldelescritorio.InmediatamentetropezósuvistaconunarelojeraqueCarmen lehabía regalado el díade su santo.Estababordadapor sumano.Lapusosobrelamesaylaenvolvióenunamiradatiernaycompasiva.—¡Pobreniña!—murmuraronsuslabios.—¡Porquéandarántanmalarregladas

lascosasdeestemundo!Ysaltaronásumemoriadeimprovisolosinstantesfelicesdeaquellosamores

serenosylímpidoscomolospensamientosdelainfancia,desdeaquellatardeenque sumanecita blanca le arrojó una rosa deAlejandría, estando en el jardín,hastalanocherecienteenqueaquellamismamanoledióunpellizco,mientrassudueñoledecíaaloído:«¿Quétienes?Andasmuytristedealgúntiempoáestaparte».Sintióseconmovidoporestosrecuerdos.Luegoseenfureciócontraeldestino,

laProvidencia,óloquesea,quenoshaceinsensiblesparalosquenosamanynosinflamadeamorporlosquenosdesprecian.—¿Porqué,porquénohedequereryoáestaniñacomoellamequiere?—se

decía.—Simefueraposiblesentirporellaloquesientoporlaotra,nienlatierranienelcielohabríaunsermásfelizqueyo.Recordóconenternecimientoelprimerbesoqueladióporsorpresaviniendo

depaseo,yel ruborqueseapoderódeella instantáneamente.Recordócuandoestuvo enferma, hacía ya tiempo, y le permitieronverla en su lechodiminuto,dondereposabapálidayojerosa,peromásbellaquenunca.Recordótambiénlavezprimeraquevino ávisitar á sumadre, quien la recibió en la escaleray laechólosbrazosalcuellocubriéndoladecariciasyllamándolahija.Pocoápoco,yporvirtuddeestasmemorias,sefuéapaciguandolaviolentadesesperaciónenqueardíasuespíritu;fuépenetrandoenélunpensamientomelancólicoysuaveque le reconcilió por un instante con la vida. El sentirse amado, mucho mássiendoporunamujerhermosa,aplacasiempreunpocoelodiodelaexistencia.«¡Cuántoselementosdedichaperdidosydesbaratados!»pensómientrasdaba

vueltasentrelosdedosálarelojera.«¡Pobreniña!volvióámurmurar;¡quélejosestarás de presumir lo que te espera!» La compasión penetraba en su pechocomo un torrente, y lo llenaba de inquietudes. «No; nome escaparé como unladróndespuésdehabermeintroducidotraidoramenteenelsantuariodesualmainocente.Iréádespedirmedeellayachacarémiviajeáunmandatopaterno,áunnegociourgente.Desdeallápodréirpocoápocodesengañándola,ytalvezlaausencia mitigue la aspereza del golpe. Ya que me vea precisado á herir,procuraréhacerelmenordañoposible.»Tomadaestaresolución,encendióunabujíaysealiñóloscabellosfrenteáun

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espejo. Cogió el sombrero y el bastón, apagó la luz y bajó la escaleravelozmente.Enuninstantesalvóelcortoespacioqueleseparabadelacasadesunoviaypenetróenlatienda,dandolasbuenasnochesconmenosaplomoqueotrasveces.Había ya alguna gente, porque era noche de lotería. Paco Ruiz se hallaba

sentado sobre elmostradormordiendoun cigarro, como lavezprimeraque levimos. Escuchaba con suprema indiferencia, guiñando los ojos á menudo, lahistoria circunstanciada de un catarro pulmonar que hacía ya media hora leestabarelatandodonIgnacioValcárcel.D.LinoPeredaconversabaenunrincónconelpromotor,haciéndolesaberquesuhijohabíarecibidoelmismodíaporelcorreo un paquete de pruebas de imprenta que le enviaban de Madrid. Nocomprendía cómo el chico tenía cabeza para corregirlas en el plazo que leseñalaban.CasialmismotiempoqueOctavio,entraronalgunasseñoras,loquesirvióde

señal para trasladarse los jugadores á la trastienda. Al llevarlo á cabo huboapreturaálapuertayCarmentuvoocasiónparaestrecharcondisimulolamanode su novio. Octavio le devolvió la caricia afectuosamente y le dirigió unamiradatiernaygraveálavez.Estabaunpocopálido,comoelcirujanoquevaáacometer una operación importante. Sentáronse todos con el estruendoacostumbrado, y como de costumbre también quedaron juntos los novios.DelotroladodeCarmensecolocóD.ªDemetria.PacoRuiz,ensucarácterdeídolode la tertulia, andabahaciendode las suyas en tornode lamesa.Mas al pocotiemposeacercóáD.ªDemetriayconsudesenfadohabitualledijoenvozalta:—DoñaDemetria,yonopuedovivir sinusted.Nadapuedencontramiamor

losdesprecios.¿Meconcedeustedunsitioásulado?Lavieja,poniendocaradevinagreyrefunfuñando,apartósehaciaunlado,yel

joven introdujosusillaentreellayCarmen.Estabaempeñadaá lasazónentreéstaysunoviounapláticasuavecomoelgorjeodelastórtolas.Octavio,ámododeungolosoque,ahitoyempachadoporlosconfites,todavía,antesderetirarelplato, lleva las manos á él y se obstina en comer más, preguntaba á la niñablondaconacentomelifluo:—¿Mequieresmucho?—¡Pero,hombre,quématracaeres!¡Cuántosmillonesdeveceslohabrásoído

entuvida!—Esque,vidamía,necesitooirlohoyotravez.Nuncalohenecesitadotanto

comoahora.Dijoestaspalabrasconvozunpocotemblorosa.Carmenledirigióunamirada

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desorpresa.—Puessitantolonecesitas,telodiréotravez.Sí:tequiero,tequiero...Yaestá

usted serbido, donCaprichoso. Pero no pongas esa cara, hombre deDios. ¡Siparecequeestáshaciendotestamento!—¿Estas segura de que no lo estoy haciendo allá en mis adentros? Mira,

Carmen,yaconocerásenmisemblantequemepasaalgograve.Tehequeridoyte quiero muchísimo, porque eres una niña buena y hermosa, y porque sé elcariñoquemeprofesas.Elafectoquemeinspirasesdulceyprofundo,ytienealgo del amor fraternal. Todos los días risueños de mi existencia van unidosindisolublementeátuimagenbella.Enelcursodenuestrosamores,puedodecirquenotuvemotivoserioparaquejarmeunasolavezdeti.Nuestrasreyertashansidosiemprelasdedosniñosyhanterminadoconlamismabrevedadquelasdelos pájaros que riñen en el aire. Los pensamientos honrados que abrigo y laspocas acciones virtuosas que en mi vida pueda llevar á cabo, también creodebértelasáti,ysuenatunombreenmisoídostansuave...LaafortunadaD.ªFaustinadióelaltoenaquelmomento.Carmen,quehabía

estadoescuchandocon semblante inquietoydistraídoeldiscursode sunovio,tomóparteenelalborotoquesearmóen lamesacon talmotivo.Las señorasdecían, medio en broma, medio en serio, que aquello no se podía sufrir. D.ªFelicianaodiabaáD.ªFaustinacontodosucorazón,perosereprimía.Despuésqueelordensehuborestablecido,CarmensepusoácharlarcomounacotorraconPacoRuiz.Loschistesdel jugadorlahacíandesternillarsederisa,hastaelpuntodequealgunasveceslemandabacallar,porqueledolíaelpecho.Octaviohabló tambiénun rato con la señoraque tenía al lado.Mas aunqueaparentaseindiferencia,claramenteseleíaensurostroeldisgustoquelaconductaligeradesunovialecausaba.Irritadoalfinledióungolpecitoenelbrazoyledijoconacentoirónico:—¿Concuáldelosdostequedas?Laniñamostróseunpococortadayrespondiómirandoparaloscartones:—¡Quétontoeres!—Esquecomoteveotanentusiasmada...—Vamos,nodigasdisparates.¿Qué tienedeparticularquehableun instante

con Paco?Me parece que después del tiempo que llevamos en relaciones yapodíasteneralgunamayorconfianzaenmí.—Sí la tengo, querida mía—repuso suavizándose de repente,—pero no se

pueden evitar ciertos impulsos de celos que nacen, sin saber cómo, en elcorazón.Porlodemás,debesconvenirenquehasobradoconligereza,yquesin

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querermehascolocadoenunasituaciónridícula...Perodejemosesto:tengoquehablarte de cosas serias, de las cuales tal vez dependa tu felicidad y la mía.Necesito que me escuches con atención. No sé qué profundidad habránalcanzado las raíces de tu amor, porque esto jamás lo llega á averiguar unamante. Eres aún muy niña y en tu edad los afectos suelen ser más biencaprichos que pasiones. Aunque hoyme quieras con toda el alma, simañanadejasesdevermeyestuviesesseparadademíporalgúntiempo,quizáeseamorse fuera debilitando y al cabo concluyera por extinguirse. No es que deje detener confianza en ti, hermosa, pero todo cabe en lo posible. Esa separaciónacasoestépróxima...quizáempiecemañanamismo.Eljovendabavueltasentrelosdedosdesdeelcomienzodesudiscursoáuna

bola de la lotería, y al proferir estas palabras se le cayó al suelo. Bajóserápidamenteácogerla,masalhacerlopudoobservarconestupefacciónquelasmanosdePacoRuizydeCarmensehallabanenlazadasyquesesoltabanátodaprisaalnotarsumovimiento.Sintió lamisma impresiónquesihubiese tocadounavíbora.Allevantarselanzóunamiradafulminante,abrasadora,sobreambos.Paco Ruiz parecía atender con cuidado al juego, mientras en sus labios sedibujaba vagamente una sonrisa sarcástica. Carmen también atendía á suscartones,perorojayconfundida.El efecto que de repente produjeron á nuestro señorito no sólo aquellos dos

seresmiserablesqueteníacerca,sinotodoslosallícongregados,noesfácildedescribir.Laindignaciónenquerebosabasualmalehizoverenellos,porartemágico, no una asamblea de seres humanos, sino una piara de animalesinmundos.Acometióleunascoinvencibleyunsentimientovivoyenérgicodelasuperioridaddesupersona.Ningunadeaquellasalmaspequeñaspodíagozarelprivilegiodeofenderle.Debuenaganaleshubieraescupidoátodosenlacara.Contentóseconarrojarálatertuliaunaprofundamiradadedesprecio,ytomandoelsombrerosaliódelatrastiendaydelatiendasinpercatarsedelasorpresadeloscircunstantes.Unavezenlacalledetuvoelpaso,yvolviendolavistaatrásmurmuró:—Al fin no pudo desmentir su casta... ¡Su casta de villanos!—añadió con

acentomáscolérico.Sucóleracedió,noobstante,muypronto.Nohabíasidomásqueunairritación

pasajeralevantadaporelamorpropio.ComolahijadedonMarcelinonohabíavividojamásenelfondodesucorazón(pormásqueéltrataradeengañarseásímismosuponiéndolo),laheridanopodíatenermuchaprofundidad.Despuésdetodo,enelinstantedecontemplarsuperfidia,¿noibaéltambiénáengañarlayáhacerlaunatraición?Ciertoquenoeratangrosera,peroalfineraunatraición.

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Por otra parte, tenía el espíritu tan henchido de sentimientos nebulosos yfiligranasespirituales,quenoesmaravillasiá lospocosminutosdevagarporlas calles se olvidase enteramente de la escena vergonzosa en que acababa dejugar papel tan desairado. ¡Ay! Otras escenasmás lejanas se le representaroninmediatamente con mayor energía! Acudieron en tropel á su mente lospensamientosdolorososqueálatardelehabíanasaltadoensuhabitacióncuandoelsolseponíaylassombrasibanenvolviendolentamentelosámbitosdelasala.Laimagencelestedelacondesavinosobrelasalasdelvientoásoplarlallama

que leestabaconsumiendo.Eraprecisoalejarseómorir.Lacarta lodecía... lacarta que estaba guardada en su bolsillo. Llevó la mano allá y la sacó conviolencia.Nohabíaclaridadbastanteparadescifrarsuscaracteres,perolosteníabien descifrados. Los estaba leyendo con los ojos del alma tan perfectamentecomo si los rayosdel sol delmediodía cayesendeplano sobre ellos.La lindamano de la condesa había pasado por encima de aquel papel. Lo llevó á loslabios con trasporte y lo tuvo largo espacio sobre ellos. La carta despedía unperfumesuaveydelicado.Eljovenloaspirócondeliciacerrandolosojos.Tornóáguardarlacartaysiguióandandoálaventura.Empezóásoñardespierto.Ofreciólesuimaginacióninmediatamenteuncuadro

risueño y venturoso. La condesa le amaba. Se lo había dicho al oído cuandomenosloesperaba,despidiéndoleenseguidarojadevergüenza.Áestaconfesiónhubieron de seguir, como es lógico, horasmuy felices, horas de juventud, deamorydeventura,comolasllamaelpoeta.Lafantasíaencendidadelmancebono dejaba de recorrerlas una á una, complaciéndose y recreándose en ellas, yadornándolasconlosdetallesmásinefablesyprimorosos.Unatarderecientelehabíadicholacondesaechándolelosbrazosalcuello:«Escucha,Octavio;tengomiedo,muchomiedo de perderte. Vivo en continuo sobresalto, que amarga yemponzoña los instantes felices que paso á tu lado. Si el conde llegase ásospecharalgo,tenporseguroquetemataríaóteharíamatar.Sólodepensarlome estremezco. ¿No seríamejor que huyésemos, sí, que huyésemos á ocultarnuestradichaynuestroamorencualquierrincóndelmundo,álamargendeunrío,enunacasitarodeadadelaurelesynaranjos?»Despuésdealgunasdudasyvacilaciones, se resolvieron á llevarlo á cabo. Hicieron sus preparativos yseñalaron la noche en que se había de consumar la fuga. Ya la noche habíallegado.Lacondesaleaguardabaynohabíaqueperderuninstante.Detrásdeéluncriadotraíadosmagníficoscaballosqueenpocashoraslospodíanconducirálaorilladelmar,dondeseembarcaríanparaalgúnpaíshermosoyseguro.Sacóle de su desvariado ensueño el ruido que produjo al caer á sus pies un

erizodecastañasdesprendidodelárbolpor lamadurez,másqueporelviento.

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Sin darse cuenta de ello, había tomado la carretera de la Segada, y notó consorpresaqueestabayabastantecercadelpuente.Lanocheerafrescayapacible.El cielo parecía empedrado de nubecillas redondas y blancas, como pacas dealgodón,quedejabanpasoexpeditoálaclaridaddelaluna.Enocasionesselaveíaporlosintersticiosnadandoserenaporlosabismosdelaire.AlzólavistayviónegrearencimadeélloscontornosfantásticosdelaPeñaMayor.Elmismoestremecimientosingularydolorosoqueporlatardelecorrióahoraportodoelcuerpo.—¡Cosaextraña!—exclamó, tornandoáemprender lamarcha.Hallósepronto

al ladodelpuente.Despuésdevacilarunmomentopenetróenél.—Puestoquemañana parto—se dijo—quiero echar una últimamirada á los balcones de suhabitación; quiero recorrer los sitios en que tantas veces la he visto por midesgracia.Cuandotenganoticiademimarcha,¡quéajenaquedarádeesteviajenocturno!¡Oh,nopuedeconcebirloquelaamo!El río sonaba impetuoso debajo del puente. La claridad de la luna prestaba

fosforescencia á la espuma de sus remolinos. Un poco más lejos se extendíalímpidoy tranquiloenunremansodilatadoquesombreabanporambosbordesdosfilasdeespesosavellanos.Despuésquehubopasadoelpuente, entrópor el estrechoy sombríocamino

queleseparabadelascasasdelaSegadaydelpalaciocondal.Notardóenllegaralpueblecilloyloatravesósinhacerruido.Todoestabaenreposo.Enlascasasnohabíaluz.Sóloalpasarpordelantedeunapuertaescuchólasvocesgangosasde algunas mujeres que rezaban el rosario. Dió la vuelta con precaución alpalacio,peronopudocolocarsedelantede losbalconesde la condesa,porquehabía demasiada claridad en aquel sitio. Entonces, con el objeto decontemplarlosásusaborysinriesgodeservisto,dióunpequeñorodeo.Saltólacerca de la pomarada, que no eramuy alta y ofrecía grietas donde apoyar lospies.Desdeallípenetróenlahuerta,empujandolapuertaenrejada.Masapenashabíaavanzadoalgunospasos,cuandosedetuvorepentinamenteconespanto.Lepareció escuchar ruido en uno de los cenadores próximos. Quedóse inmóvilcomo una estatua, conteniendo la respiración. Y, en efecto, pudo escucharclaramente el murmullo de dos personas que conversaban discretamente. Elseñorito,paraquienlasvoceseranhartoconocidas,fuéandandoápasodelobohastacolocarsedetrásdeunárbolinmediato.Desdeallínoseperdíaunapalabradelaconversaciónporbajoquesehablase.Apenasescuchólasprimerasfrases,sepusopálido.Unadelasvoceseramasculina;laotrafemenina.Eldiálogoeratansuaveydiscreto,quesemejabaelruidodelvientoalpasarporlaenredadera.Ánuestrojoven,noobstante,aqueldébilmurmulloleatronabalosoídoscomo

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el estampido de cien cañones, á juzgar por el susto y espanto pintados en susojos.Lasangre ibahuyendoá todaprisadesu rostro,dejándolecadavezmáspálido,hastaponerselívido.Tuvonecesidaddecogersealárbolparanocaer.Alcabodepocosminutosyanoescuchaba.Conlafrentebañadaenunsudorfrío,los ojos extraviados y agarrado fuertemente al árbol, parecía hallarse enpresenciadeunespectro.Suagoníaseprolongócercademediahora.Porúltimo,lavozfemeninapronuncióunadiósydejódeescucharse.Octaviopudoverunafigurabreveygentilquesedeslizabaporlahuertaydesaparecía.¡Peroelhombreaúnestabaallí,ásulado,inmóvildebajodelaenredadera!La

sangresubióotravezaceleradamentealrostroylotiñódefuertecolorrojo.Unaoladefuegoinvadiósuyertocorazónabrasándoloenira.Diótresócuatropasosadelante.Almismotiempoelhombresalíadelcenadorylaclaridaddelalunadejó ver las facciones atezadas y varoniles de Pedro. El señorito no pudocontenerse.—¿Eres tú, miserable?—exclamó con voz alterada poniéndosele delante.—

¿Eres tú, gañán asqueroso, el que se atreve á profanar lo que debiera ser tansagradoparaticomolaHostia?...¿Nosabesqueloscriadosnopuedenatentarálahonradesusseñores?...Puesapréndelo,villano...Eljunquillodeljovensilbóalmismotiempoenelaireyfuéácruzarlamejilla

del mayordomo. Oyóse una exclamación de rabia. Pedro alzó la mano, y elseñoritorodóporelsuelosinsentido.—¡Oh, qué bárbaro, le he matado, le he matado!—profirió el mayordomo

inmediatamenteacercándoseásuagresor.—¡Esunchicotandébil!...Yarrodillándoseenelsuelolevantósuavementelacabezadelherido.Prontose

cercioró de que no estabamuerto, sino desmayado. Pero de todosmodos eragravísimocompromiso.Tratódevolverleálavidadándoleaireconelsombrero(porquenohabíacercaagua),peroinútilmente.Noeraposiblepedirauxilioencasa, por el escándalo que se armaría. Dejarlo allí era una acción indigna yexpuesto,además,ácualquierpercance...¿Quéhacer?...

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Despuésdemeditarbrevesinstantes, tomódeprontounaresoluciónviolenta.Agarróal señoritoporelmediodelcuerpoy loechóalhombrocon lamismafacilidadquesifueseuncanastillodecerezas.Saliódelahuerta,cruzóelpueblorápidamenteyentróenelcaminodeVegalora.Prontoaparecióenelpuenteyloatravesócomounasaeta.Despuéscorrióálolargodelacarretera,ocultándoseydesapareciendo por intervalos, según caminaba debajo de los árboles ó aldescubierto.Alllegarcercadelavillasedetuvoátomaraliento.Actocontinuosedeslizóconprecauciónrozandolasparedesdelascasas,consiguiendollegarsinningúntropiezoáladeljoven.Elportalestabaoscuro.Despuésdebuscarátientaselllamador,lohizosonardosvecesfuertemente.Tirarondesdearribaporun cordel y se abrió la puerta.EntoncesPedronohizomásquedepositar conprestezaelcuerpodelseñoritoentierra,yecharseáhuircomoungamoporlascalles.No fué pequeño el alboroto que se armó en la casa de D. Baltasar así que

hallaronaljovenensemejanteestado.D.ªRosario,creyendoásuhijomuerto,sedióágritarcomounaloca.Convencidos,sinembargo,prontamenteD.Baltasaryloscriadosdequenoeramásqueunsimpledesmayo,lograroncalmarla.Enefecto, Octavio no experimentaba más que un adormecimiento del cerebroproducido por la conmoción. Á fuerza de echarle agua en la cara y hacerleaspirar esencias, consiguieron que recobrase el conocimiento. Apenas estuvovivoleabrumaronconpreguntas.¿Quéhabíapasado?¿Quiénlehabíapuestodeaquel modo? ¿Quién llamó á la puerta? Negóse á responder algún tiempodiciendoqueno sabía, que no se acordabade nada.Pero haciéndose cargodeque no era posible que sus padres se contentasen con esto, prefirió idear unahistoria.Suimaginaciónpoderosalevinoenayudainmediatamente.Unhombredebarbacontrajedeobreroleestabaaguardandoenelportalpararobarle.Lepidió lo que traía amenazándole con un puñal, pero él retrocediendo habíallegadohastalapuertaypudocogerelllamador.Viéndosefrustradoelladrónledió un fuerte golpe en la sien que le hizo venir al suelo. D. Baltasar salióinmediatamente ádar parte al juzgado.Octavio, despuésdehaber sorbidodostazasdetilaydeceñirselacabezaconunpañueloempapadoenárnica,seretiróásuhabitaciónpidiendoqueledejasendescansar.El descansodenuestro señorito consistiópor lopronto endar vueltas por la

sala como un lobo enjaulado, sin dignarse echar una mirada al arqueológicolecho.Así pasó algún tiempo enun estadode agitaciónque inspiraba lástima.Las mejillas se le iban inflamando. Sus ojos zarcos llegaron á inyectarse desangre.Relámpagossiniestrosbrotabandeellosdevezencuando,ydespuésdecadaunosucuerposeestremecíacomosiacabasedecometerunasesinato.Yes

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laverdadquealláenlosprofundosabismosdelalmalosestabacometiendo,yácualmáshorrible:porquetantasvecescomolaimagendePedroseofrecíaásuimaginación,otrastantaslecosíaápuñaladasconsingulardeleite.—Este canalla (murmuraba unas veces y pensaba otras), después de haber

abusado de su fuerza física, quiso burlarse demí trayéndome á casa... ¡Ah, sihubiera tenido un arma, hubiesematado á las dos víboras en su nido!... Perotodavíahaytiempo...¡Miserable!...Enmividapudepensarqueunhombretansoezllegase...¡Siapenasesposiblecreerlo!Senecesitatenerbienenvilecidoelcorazón para entregarlo á un patán como ése. ¡Qué risa!... Digo, no... ¡quévergüenza! ¡Lindo galán ha elegido la condesa de Trevia!... Este invierno deseguro llamará la atención en las soirées de los duques de Hernán-Pérez.—(Octaviosonreíaalpensaresto,perodeunmodoquedabaganasde llorar.)—Pero ¿es posible que no haya más que podredumbre en el corazón de lasmujeres?...¡Yyoquenomehubieraatrevidoátocarconloslabioslaorladesuvestido!...Buenpapelmehanhechojugareseparde...Peronosereirándemímucho tiempo...Mañana salen de caza y se las prometen muy felices...—(Eljovensedetuvodelantedelescritorio.)—Puesbien,lafelicidadnoexisteenestemundo.Tengoenmimanoelrayoqueospuedepulverizar...¡Alláosloenvío!Al decir esto se sentó, y tomando pluma y papel trazó con agitación y

disfrazandolaletralasiguientecarta:Excmo.Sr.CondedeTrevia.

Simañanasalesácazarcon tuseñora,abremucholosojosyquizáspodrásveráquienterobalahonra.

UNAMIGO.

Despuésdecerrarlayescribirelsobrellamóálacriada.—¿Sehaacostadoyatuhermano?—No,señorito.—Pueshazmeelfavordedecirlequesuba.Alpocoratosepresentóenlasalaunmuchachoaltoydelgado.—Díme,Juan,¿teconocenenlaSegada?—No lo creo, señorito, porque como usted sabe, hace pocos días que he

llegadodeCastilla.—Puesentonces tevoyá confiarunencargomuydelicado.Tomaesta carta.

InmediatamentecorresálaSegada,llamasenelpalacioydicesquelaentreguenalseñorconde.Ysinaguardarcontestaciónnientrarenpláticaconloscriados,tevienesátodoescape,noporelcaminoreal,sinoporlosprados.¿Seráscapaz

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dehacerlo?—Noescosadifícil.—Puesterecomiendomuchosilencioparaqueestoquedesóloentrelosdos.Octavio introdujo al mismo tiempo una moneda de plata en el bolsillo del

chico,quesaliódandolasgracias.Unavezsolo,llevóambasmanosálacabeza.Selepartíadedolor.Desnudóse

deprisaysemetióenlacama.Perolasemocionesdelanochehabíanalteradodemasiadosusnerviosparaquepudiesedormir.Losgeniosdelacóleraydelavenganzabatíanlasnegrasalassobresufrentepálida.Revolcósesinfinentrelassábanascomosiestuviesenllenasdealfileres.Sólocuandorayabaelalbalogrócerrarlosojosconunsueñoinquietoyfatigoso.

XIV

Ámedianoche.

AÚN no ha caído la última hoja de los árboles y ya arde el fuego en lachimenea.¿Quiéntendráfrío?El gabinete es rojo. Las espesas cortinas de damasco, que caen formando

pliegues sobre la alfombra,nodejanpasoá la claridadde la luna.Laestanciayacería en tinieblas si no fuesepor los troncosde robleque forman allá en elfondounrincónluminoso.Ardenensilencio;lamitadestáconvertidaenbrasa.Algunasllamasfugacesy

azuladasloscoronanyseextinguenalternativamente.Aldesaparecerdejanensupuesto blancos penachos de humo, que no tardan en ascender por el estrechocañónátomarelfrescodelanoche.Devezencuandosedesprende,conruidoseco, algún pedazo de brasa, y rodaría hasta la alfombra sin la intervenciónsalvadora de dos cabezas de bronce enlazadas por una barra de hierro queguardanlaentradadelagujero.Laimpasibilidadestoicaconquesedejantostarporloscarbones,antesqueconsentirlespasaráprenderfuegoálacasa,esdignade encomio. Cuando salieron de la tienda eran doradas y relucientes, yrepresentaban dos mujeres hermosas. Ahora son negras y nadie sabe lo querepresentan.

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Descansandoáunladoestánloshierrosdelachimenea.Lalumbreloshieredetravésproduciendodestellos.Delantedelfuegoypróximasáélhaydosbutacasenactituddeconversaramigablemente.Peroestánmudas,óporlomenosnoseoye lo que dicen. Quizá fatigadas de charlar y enervadas por el calorcilloagradablequetemplalaatmósferadelgabinete,sehayanentregadoalsueñoóálameditación.Laclaridadlasbañaávecesvivamente:otraslasdejasólomedioesclarecidas.Detrás de las butacas empieza ya la sombra; una sombra indecisa. En ella

flotancomomasasnegraslosmueblesdelacámara.Enocasiones,cuandounallamamásvivasedespiertasobreloscarbones,elcírculoluminosoensanchasusdominios y arroja vivos reflejos á las paredes. Entonces, entre los vacilantesrayosdelallama,percíbenseloscontornosseverosdelossillonesarrimadosalmuro. Tal como aparecen, correctos, graves, inmóviles, semejan un congresoconstituídoensesiónpermanente.Lassombrastemblorosasaprovechanlahuídadelallamaparaenvolverlosdenuevoensumantotenebroso.Elgabineteestásolo.Unafantasíaalgoviva,espoleadaporelmiedo,pudiera,

sinembargo, fácilmente imaginarotracosa.Porqueámenudosevecorrerunagranmancha negra por losmuros, y pasar con la brevedad de un relámpago.Otras veces, la mancha negra surge de improviso detrás de las butacas, searrastra lentamente por la alfombra y va á ocultarse entre los pliegues de lascortinas. Otras, baja por el cañón de la chimenea un zumbido, aunque leve,extrañopordemásymedroso.Yenlosángulososcurosdelaestancia,ydebajode las sillas, y en los huecos de los balcones, se agitan á la continuamuchedumbre de fantasmas que esperan la hora de extinguirse el fuego parasalir.Reinaelsilencio.Eslamedianoche.Afueraseoyeunavezqueotraelcansado

latirdealgúnperro.Detiempoentiemposealzatambiéndelsombríorecintodelvalleungritoagudo,prolongado,angustioso,unodeesosgritosdelanochequenadiesabededóndeparten,yquehielandeterrorelcorazóndelmásbravo.Óyese en la estancia el crujir de un vestido. Aparece una mujer de figura

elevada y majestuosa, que marcha con lento paso á sentarse en una de lasbutacasquehaydelantedelachimenea.Laluzquedesúbitolabañadejaverlafisonomíasevera,perobella,delainstitutrizdelosTrevia.¡Oh,no;nohaymentiraendeclararqueeshermosa!Suscabellossonrubiosy

claros,yestánanudadospordetrásdeunmodosencilloyoriginal:losojosdeunazuloscurocomoelcielodeAndalucía:lafrenteunpocoestrecha,comoladelas estatuas griegas: la nariz delicaday correcta: los labios delgados y rojos ysiemprehúmedos:labarbabienseñalada,yelcuellomórbidoyflexible.Perolo

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quemásresaltaenesterostroes lablancuradeslumbradorade la tez.Nodebecomparársela almarfil, á la nieve, al nácar ó á la leche, porque la tez de unamujerhermosavalemásquetodasestascosasjuntas.Laimaginaciónnopuedeconcebir nadamás delicado,más terso ymás suave que el cutis de la blondainstitutriz.Todasestasperfeccionesnohanlogrado,sinembargo,producirunafisonomía

dulceyapacible.Laexpresióndeaquelrostroadmirableesduraysiniestra.Sufrenteestásiempreligeramentefruncida.Losojosnodespidenmásquemiradasaltaneras, como si tuviese al mundo entero postrado á sus pies. Pero talexpresiónsoberbiayferozhacíaaúnmás incitantesuhermosura,porquegustaparticularmenteálahumananaturalezaloinaccesible,yporqueesopiniónmuyseguidaentrelossabiosquevalemáselpellizcodelamujerariscaqueelbesodelatierna.MissFlorencia,despuésdesentarseenlabutaca,quedóconlosojosclavados

enlalumbre.Unadelasmanos,prodigiodefinura,descansabaenelregazo;laotrapendíafueradelabutaca.Elfuegolaenvolviótambiénenunamiradalargaqueprestóásurostromayortrasparencia.ElcondedeTreviavinosilenciosamenteásentarseenlaotrabutacayquedó

mirándolafijamente.Elayanoapartólosojosdelalumbre.—Yaestoyaquí—dijocon impacienciaalcabodeun ratodecontemplación.

MissFlorencianomovióundedosiquiera.D.Carlosletomóunamanoylallevósuavementeáloslabios.Tampocoelaya

hizoelmenormovimiento.—¿Nooyes,dí,nooyes?—dijoentoncessacudiendoaquellamano.—Soyyo.—¿Quéhay?—repusoellavolviendolentamentelacabeza.—Tedigoquetengoelhumormuynegro,quemeahogalabilisyqueeneste

momentoalmenosnecesitoqueseasunpocomáshumildequedeordinario.¿Loentiendes?—profirióreprimiendoconesfuerzolacólera.La institutriz lemiró con sorpresa á la cara, y después de contemplarle con

atenciónunos instantes,convirtiódenuevosusojosá la lumbre,haciendounaimperceptiblemuecadedesdén.Elcondesiguiócontemplándolaconmiradacoléricaunbuenespacio.Luegose

alzó bruscamente y comenzó á dar paseos por la estancia.Al cabo de un ratomissFlorencialevantólacabezayledijoconacentomássuave:—Siéntate.¿Quémalahierbahaspisadohoy?Elcondevinodenuevoáacomodarseenlabutaca,tomóunodeloshierrosy

escarbóla lumbreconademándistraído.Despuésde largapausadejóelhierro

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ensusitioysacódelbolsillounpapelquepresentóalaya.—Miraloqueacabandeentregarme.MissFlorencialoacercóálachimeneaypasósusojosporél.—Unanónimo—profiriósonriendoyentregándoselodenuevo.—Sí,unanónimo...¿Porquésonríes?—Porquemecausamuchoplacerqueteagitetantolapérdidadelcariñodetu

esposa.—¡Noeseso,noeseso!—exclamóD.Carloscon impaciencia,heridoporel

tono irónico de aquellas palabras.—Respecto al cariño que nos tenemos,demasiadosabesáquéatenerte.Peroporencimadelcariñohayotracosamuchomásimportanteparamí,queeslahonra.—Díelamorpropio.—Bien, pues el amor propio. Aunque entre nosotros no exista hace tiempo

verdaderomatrimonio, el lazo social que nos une no se ha roto. Ella tiene eldeberderespetarlo...Sinolorespeta—añadiósordamente,—nosveremos.MissFlorenciadejóescaparunarisitamaligna.—¡Esgracioso!¡esgracioso!—¿Elquéesgracioso?—preguntóélcogiéndolaporlamuñecayapretándola

convulsivamente.Lainstitutrizsepusounpocopálida,perodijoconcalmasindejardesonreir:—Teadviertoquemeestáshaciendodaño.—Dí, ¿qué es gracioso? ¿qué es gracioso?—repitió el conde sacudiéndola

rudamente.—Vuelvoádecirtequemehacesdaño.YonosoylacondesadeTrevia,sino

unapobreinstitutriz.Nomerezcosertratadacontantaconfianza.Elcondeaflojólamanoylamirófijamente.—¿Sepuedesaberquéesloquehallasgraciosoenestepaso?—Esgraciosoelsuponerquelacondesahabíadesufrirtodalavidasinbuscar

eldesquite.D.Carlosquedóuninstantesilencioso.Alcabodijoalzandoloshombros:—Estábien.Quelobusque.Peroalfinaldeesosdesquitesesfáciltropezarcon

unabala.Guardaronambossilencioobstinadomuchotiempo.—¿YtúconocesalRomeo?—preguntóalfinelconde.—¡Yalocreo!—respondióelayasinmirarle.—¡Ytútambién!

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—¿Por qué no me has llamado la atención hasta ahora? Ni una palabra hasalidodetuslabios.—Loscriadosnodebenmezclarseenlosasuntosdelosamos.—¡Yapareció lagotitadehiel!—exclamólevantándosedenuevoypaseando

porlaestancia.Al cabo se acercó por detrás á su querida y, tomándole el rostro entre las

manos,ledijoinclinándose:—No hablemosmás de eso. Seamos felices. Hace ya algún tiempo queme

tratas con mucha crueldad, ingrata. Mis caricias no logran despertar en tucorazónunmovimientodeternuranientuslabiosunasonrisa.Ámedidaquemiamorcreceparecedebilitarseeltuyo.Teencuentromuyfría.—Fríano,respetuosa.—¡Otra vez!—exclamó el conde riendo.—Demasiado sabes—añadió

sentándose y acariciándole unamano—quede hechono hay en esta casamásseñora que tú hace tiempo. Los criados, los niños, la condesa... yo mismo,pasamoslavidamirandotusemblante,estamospendientesdelaexpresióndetushermososojoscomoelmarinodelasmudanzasdelcielo.Tehasapoderadodetodomiser.Teamotanto,queporuncabellotuyodaríacienvidassilastuviera.Elcondepronunciólasúltimaspalabrasconunapasiónquenadiesospecharía

ensutemperamentoimpasible.Labellaextranjerasonriócomounadiosaquepercibeelolordelincienso.Se

levantóparaañadirunleñoalfuegoyvinoluegoásentarsesobrelasrodillasdelconde con el silencio y la delicadeza de una gata. Los ojos opacos de aquélbrillaron al sentir el blando peso. El fuego lanzaba sobre ellos reflejosmaliciosos.—Yo también soy feliz con tu amor—le dijo suavemente al oído.—En mis

horasdesueño,enlosmomentosenquefabricabacastillosenelairenuncapudeimaginar tantadicha.Esmás: yopensabaque el amor estabavedadoparamí.Diosmehacriadoconuncorazónpocosensible.Dicenquesoyorgullosa,fría,áspera,yacasotenganrazón.Perotúnopuedesquejarte,porquetehaslogradointroducirenelúnicorincónapaciblequehayenmialma.Sitúnomehubiesesenseñado lo que es amor, moriría sin conocerlo, porque ningún otro hombreharía loque túhashecho.Acuérdatede lashumillacionesquehas sufrido, laslágrimasdefuegoquehasderramado,lasnochesenvelapasadasálapuertademicuarto...—Sí,sí;¡melohashechopagarcaro!—exclamóelmagnateriendo.—¿Tepesadelacompra?—dijolaextranjeratirándoledelaoreja.

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—Nadadeeso.Estoyconformeconelprecio,yaundaríaalgomásencima.—Yyomealegrodehabercaídoápesardemiorgullo...Pero,teloconfieso;

aunquemehagafeliztuamor,tengomomentosenquesoymuydesgraciada.Nopuedo olvidar la posición, no ya humilde, sino deshonrosa que ocupo en estacasa.Cadaunadelasmuestrasderespetoqueprodigasátumujerenpúblicoesunasaetaenvenenadaquevieneáclavarseenmicorazón.Notelasrecrimino,porque los caballeros ilustres no pueden portarse como los gañanes, pero mehacenmuchodaño.Entonces(dispénsameestaniñería)memiroalespejoymepregunto:¿Notengoyoportedecondesa?¿Mismanosnosonfinasydelicadascomolasdeunadama?¿Micuellonoeserguidoyesbelto?¿Tengoporventuralosojoshumildesyrastreroscomounasirviente?...Y,sinembargo,ápesardeesto y á pesar de tu amor, jamás, jamás seré otra cosa que una domésticadistinguida.¡Oh,nosabeselefectoqueproduceenmítalidea!Haymomentosen que resuelvo tomar mi ropa, huir de tu lado y buscar en el mundo algúnrincónoscurodondeocultarmivergüenza.Elcondelaapretóamorosamentecontrasupechoylacubriódebesos.Quedó

despuéslargoratoinmóvilconlosojosenelfuego,graveypensativo.Alcabodijo:—¡Quiénsabe!¡quiénsabe!Elmundodamuchasvueltas.—Paramínodarámásqueuna...¡Lavueltafinal!—¡Calla, calla!—exclamó él riendo y tapándole la boca.—No puedes

deshacertedeesasideaslúgubresyrománticas,porquetieneselcerebroatestadodefolletines.—Porque lo tengo lleno de tu amor y temo perderlo—manifestó ella,

apretándoleásuvezconpasión.Lapláticasehizomásalegre,peromássuaveydiscreta también.Largorato

sonóenelrojogabineteuncuchicheoamorososobreelcualestallabadevezencuandoelecodeunacarcajadacomprimidaóelrumordeunbeso.La blonda extranjera estuvo como nunca tierna, mimosa, embriagando á su

nobleamantecondulcesyexquisitascariciasquejamásésteconociera.Peroenmediodesufrenesíamoroso,unhombremásobservadorqueelcondehubieranotado cierta inquietud, algo triste y siniestro que brotaba á la frente porintervalosenformadearruga,yálosojoscomorelámpagosaciagos.Trascurriómucho tiempo. Al cabo la institutriz, después de vacilar infinitas

veces,seatrevióápreguntarlealoído:—¿Quépiensashacerdespuésdeloquetehanescrito?Elrostrodelmagnatesecontrajofuertemente.

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—¡Silencio!Niunapalabramásdeeseasunto.Quedóserio,taciturno,conlosojosclavadosenelfuego.MissFlorencianose

atrevióáinterrumpirle.Alcabosusemblantecontraídosefuédilatandoporunasonrisaamarga,yprofirió:—Noséjamásdeantemanoloquehedehacer.Obedezcoálainspiracióndel

momento.

XV

Buscandosalvación.

LAS ocho de lamañana serían ya bien sonadas cuando el señorito Octavioabrió los párpados despegándose del sueño febril que le embargara desde elamanecer.Muy lejosdeconcederledescansoy reparar susgastadas fuerzas, ledejómás inquietoymolidoquenunca: lasmejillaspálidas;uncírculooscuro,amoratadoentornodelosojos.Laideadelanónimocayódeimprovisocomounrayosobresumenteylehizo

dar un salto en la cama.Representósele con espantosos y sombríos colores lagran atrocidad que había hecho. Le pareció imposible que él, un hombre dehonor,hubiesellevadoácaboaccióntanindignayrepugnante.Porunmomentodudósiestaríaaúnbajolainfluenciadealgunapesadilla.Cuandosecercioródequeerauna realidad,dequehabíasidounvildelator,dequecorríapeligro lavidadelserquemásamaba,entregóseáunaviolentadesesperación,mordiendola ropa del lecho y prodigándose con furia epítetos á cual más injurioso. Laimaginación le hizo ver lamuerte próximade la condesa.Ante un cuadro tanespantable,desaparecióalmomentolaafrentaquehabíarecibidoyselaperdonódetodocorazón.«Despuésdetodo,sedecía,yonotengoningúnderechosobreella. Si se ha enamorado de otro, debo sufrirlo con resignación como unadesgracia.Sólouncorazónpequeñoescapazdehacerloqueyohice.Hastasecomprendequeloshubiesematadoenaquelmomento,porquelapasiónciegaelespíritu... ¡perodelatarlos!... ¡Diosmío,qué indignidad!...Cualquieradiríaquemiamornoeramásqueundeseovanidosodeserpreferido...Y,sinembargo,noescierto;yolaadoraba...Laadorotodavíaenloprofundodemipecho.Enun

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principiomesedujoelaparatomundanodequeestabarodeada;perodespuéssefuéinfiltrandopocoápocoenmialma,hastaelpuntodequenoerayoelquepensabay sentía, sino ella laquepensabay sentíapormí...Hoydaría lavidaporquefueseunapordiosera,contalquemeamaseunpoco...»Y embebecido en estas y otras reflexiones estuvo algún tiempo sentado. De

repente le asaltó el pensamientodel gravepeligroque corrían las vidasde losamantes,ysearrojóconímpetudel lecho.Vistióseámediasprecipitadamente,como si fuese á ejecutar algún acto que exigiese mucha premura. Una vezvestido, quedóse inmóvil con la mano puesta sobre el pestillo de la puerta.¿Adónde iba? Era preciso á toda costa evitar el crimen que no tardaría enperpetrarse, si no se había perpetrado ya; pero ¿cómo?Quiso pensar en algúnmedio,masnopudo.Lasideasledabanvueltasenlacabeza.Noacertabaásacarnada en limpio de su meditación ansiosa. Adivinaba la existencia de algúnpensamientosalvador,peroestabaenvueltoentantupidasgasasquenopercibíade él absolutamente nada. Y cuantos más esfuerzos hacía para sujetar suimaginación y enderezarla á un resultado práctico, más se turbaba y más seperdía enunpiélagode lucubraciones absurdas.Loúnicoquevió claro fué laimposibilidaddeintentarporsucuentanadaconelconde.Eranecesariodarlesavisoáellos;pero¿enquéformayporquémedios?Despuésdemuchovacilar,seresolvióáirélmismoálaSegada.Emprendió lamarcha inmediatamente y con no poca celeridad, aumentando

éstaámedidaquelaideaterribledenollegarátiemposeibaapoderandodesurevueltocerebro.Yaestabaenlacarretera...yacruzabaelpuente...yacaminabaporeltúneldeavellanos...yaestabaenelpueblo.Acercósealpalaciollenodesusto, y vió salir á un criado de una de las cuadras. Después de reprimir surespiraciónfatigosa,yfingiendonaturalidad,leabocódiciéndole:—¡Hola,amigo!¿Losseñorescondessehanidoyadecaza?Elmomentoque trascurrióentresupreguntay la respuestadelcriadofuéde

supremaangustia.—La señora condesa ha salido ya con el mayordomo. El señor conde está

durmiendo.Lanoticia, sin sacar ánuestro jovende apuros, le tranquilizóunpoco.Tuvo

fuerzasparadecir:—Gracias, muchacho: voy á dar un corto paseo mientras el señor conde se

levanta.Así que se alejó algún trecho, retoñaron con más fuerza sus ansias. Aquel

extraño sueñodel conde en tales circunstancias le causabagran inquietudy le

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parecíaprecursordeunatremendadesgracia.«¡Oh!tengolaseguridad,sedijo,dequeantesdeunahoraelcondedeTreviasaldrádesupalacio...Ysisaleespara cazarlos como á dos ciervos... ¡Diosmío, es horrible, es horrible!... ¿Nohabráunmediodecortarelpasoálamuerte?...»Semesabaloscabellosycorríasintinoporlamargendelriachueloquebajaba

de laPeñaMayor.Aldarvueltaáunreplieguedel terrenovióblanquearentrelos árboles, no muy lejos de sí, la iglesia de la parroquia. Al mismo tiemposurgió en su espíritu un pensamiento, al cual se agarró el desdichadoinmediatamente, como se agarra á un clavo ardiendo el que rueda hacia elabismo.PensóenelcuradelaSegadayenlainfluenciapoderosaqueejercíaalparecersobreelconde.Pensóenquecomohombresagazydemucho ingeniopudiera tal vez hallar algún recurso ó excogitar algún medio de conjurar latormenta.Despuésdetodo,ensucalidaddeministrodeDios,estabaeneldeberdehacercuantolefueraposibleparaevitarlaconsumacióndeuncrimen.Comoamigodeloscondes,hallábaseaúnmásobligadoáimpedirladesgraciaquelesamenazaba.Sedeterminóáirálarectoralycontarleloqueocurría,bajosecretodeconfesión.Losmomentoscríticosydecisivos.Sedióácorrercuantomáspudohacia la

casa, que por fortuna no estaba lejos. Era, como casi todas las rectorales dealdea, pobre de aspecto, rodeada de huertas extensas y feraces, y tenía en lafachadaprincipalun largobalcóndemaderasinpintar,guarnecido todoélporunaparracuyospámpanosestabanyamarchitos.Lapuerta,ennegrecidaporeltiempo,no tenía llamador.Sevióprecisadoádardosgolpes sobre ella con lapalmadelamano.Despuésdeunbuenratodeesperarechinaronlosgoznesconciertochirridoprolongadosemejanteáunlamento,yaparecióunavieja,lacual,sinaguardarlapreguntadelmancebo,ledijoentonoáspero:—Elseñorcuraestáarriba.Yápasoaceleradofuéáhundirseporunapuertecilla,quemásparecíaagujero,

de donde salían bocanadas de humo y fuerte olor á guisado.Octavio tomó laescalera estrecha, sucia y llena de agujeros que conducía al piso primero yúltimode lacasa,ydespuésdeatravesaruncortopasillo,hallóse frenteáunapuertasobrelacualdióotrosdosgolpesconlamano,aunquemásdiscretos.—¡Hola!¿quiénandaahí?—preguntólavozcascadadelcuradesdeadentro.—Soyyo,señorcura;tengalabondaddeabrir.—¿Sabequenoleconozco,miamigo?...Peroaguárdeseuninstanteelquesea,

queestoyconcluyendodeafeitarme.Le molestó extraordinariamente aquella dilación. Se puso á dar vueltas

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agitadamenteporelpasillo.Cadaminutoquepasabaleparecíaquetraíaconsigouna calamidad. Por fin se abrió la puerta, y el rostro atezado del cura, queapareció detrás de ella, expresó una agradabilísima sorpresa al ver á nuestrojoven.—¡AveMaríaPuriiiiisima!...¡PuesnoeraelseñoritoOctavioelquellamaba!

¿Porquénodijosunombre,criatura,ylehubieraabiertoinmediatamente?VayaporDios...vayaporDios...Esustedeldiantre,señorito...Paseahoraadelante...Siénteseycúbrase;siénteseycúbrase;siénteseycúbrase...Laestanciaenquepenetróeralamásoriginalqueensuvidahabíavisto.No

teníagrandesdimensiones,peroalbergabatrastossuficientesparaamueblarunacasaentera,loscualessehallabanesparcidosdetansingularycaprichosomodo,queeraenverdadcosadignadeverse.Lossofás,queerantres,nosehallabanarrimadosálaparedcomoentodaslassalasdelmundo,sinoqueformabanenelmedio un cuadrado abierto por uno de los lados, al modo que se ponen losbancosenlasiglesiaslosdíasdefuneral.Enelcentrodeestecuadradosealzabaun ropero de madera sin barnizar atestado de sotanas, balandranes, manteos,sombrerosdeteja,bonetes,etc.,etc.,todomuyusadoysucio.Enelrincónmásoscuroapenasseveíalamesadeescribircubiertaconunabayetaquehabríasidoverde; actualmente lasmanchasde tinta,vino, lecheyotros líquidos lahabíanpuesto casi incolora. Sobre la mesa descansaban algunos breviarios, algunasplumas de ave, algunos tinteros y una buena cantidad de polvos de escribir.Había además hasta una docena demanzanas (ó pomas, como las llamaba ellicenciadoVelascodelaCueva),unpaquetedecafémolidoyalgunoscigarros.Un armario inmenso, colosal, tapaba casi por entero uno de los lienzos de laestancia. Cerca de él, amontonados formando pila, unos cuantos feísimos ydesvencijadoscofres.MásalláunacómodaysobreellaunSanJosédemaderacon su correspondiente niño, algunos paquetes de periódicos y dos grandescaracolesdemar.Otrosmuchosmuebleshabía,deloscualesnosehacemenciónpornoserprolijos.Lassillasnumerosas,siendodenotarquenoseencontrabandosdeunamismaclase:eraunaescalaquerecorríadesdelaforradadevaquetacon respaldo tallado, hasta lamoderna de rejilla.En el suelo y arrimados á laparedhabíavariashilerasdefrascosdetodasformasytamaños,yesparcidosencuriosodesordenyacíannopocoslibrosforradosenpergamino.Estecuadroteníaunfondoopacoyparduscoqueadvertíaclaramentedequela

escobanohabíapenetradojamásenaquelrecinto.Elpolvoenvolvíaensumantoprotectorlosmuebles,loslibrosylosfrascosdelahabitación,ylatapizabatanperfectamentequelospiesnoechabanmenoslamullidaalfombra.Alpocoratode estar allí nadie dejaba de aspirar, mascar y tragar polvo en respetables

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porciones.El señorito Octavio, así que estuvo sentado, experimentó un vago malestar,

cuyacausanopodíabienexplicarse.Searrepintiótambiénvagamentedehaberacudidoáaquelsitioenbuscadesalvación.—Vaya, vaya, vaaaya... ¿Y cómo deja usted á su señor padre y á su señora

madre?Tanbuenos,¿eh?¿Noesverdad?...Pero,hombre,¡québienseconservasuseñorpadre!Elotrodíalevienlacalleymedejópasmado:estácadadíamásjoven...Yaledijeyo:«DonBaltasar,labuenaconductaobramilagros».Porquesuseñorpadre,quieroqueustedlosepa,siemprepisóderecho...esverdad,ysitodoshubiesenseguidosuejemplocuando jóvenes,noandarían tantosporahíhechosverdaderascataplasmas...Octavio,parahuirelvagomalestarqueleaquejaba,procurórepresentarsebien

elapuroenqueseveíayelsagradoministeriodelapersonaqueteníadelante.Sehizocargodequenohabíamásremedioqueentregarseenmanosdelcura,salieseloquesaliese,yledijocondecisión:—Señorcura,hevenidoásucasaparahablarledeunasuntomuygrave.Hay

circunstancias en la vida en que un consejo dado con oportunidad puedesacarnosdeunserioconflicto.Yomeencuentro,pordesgracia,enunasituaciónbastanteapurada,ypiensoqueningunapersonamejorqueustedpuedeserenarlatormentaquemeamenaza.—Vamos,vamos...Alparecersetratadeuncasodeconciencia,¿noesasí?—Algodeeso.—Puesentrenosotrosloscuras,pasaporunagranverdadquelaconcienciase

descargamásfácilmenteteniendoelestómagorepletoquevacío.Conqueasí,miamigo,antesdepasaradelantevaustedáfortalecerelsuyoconalgoquelevoyádar...Porquehade saberusted, señorito,queyo tengo siemprede repuestoenestaalacenaunpocodelastreparalospecadores.El cura se había acercado efectivamente á una alacena, riendo mientras la

abría.—Dispenseusted,señorcura;nopuedotomarnadaenestemomento.—Nada, nada... aquí no hay dispensas que valgan... Ustedes los jóvenes

necesitannutrirseparatenerunpocososegadosesosnervios...¡esosnervios!...—Señorcura,porDiosmedispense,meesimposible...—¡Quieto!¡quieto!queestemundoacáhadequedar...yloquelevoyádarno

es un veneno... De aquí no sale sin haber hecho algún gasto al cura de laSegada...Porque,loqueesáterco,nomeganaustedámí,señorito.

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Elcurasedirigióaldecirestoálapuerta,diólavueltaálallaveyselaguardóenelbolsillo.Después tornóá laalacenayfuésacandoconcalmayponiendosobrelamesaungranpedazodesalchichón,dosbollosdepanyunabotelladevino. Octavio le dejó hacer, mirando todo aquel aparato con ojos resignados.Comprendióqueelcuranoescucharíaunapalabrasiantesnotomabaalgo.—¡Ajá!yaestánarreglados losbártulos...Lomejorquepuedehacerahora...

créameámí...esmeteralgoenelcuerpo.Eltiempoquesegastaencomer,nosepierde. Los viejos hemos aprendido estas cosas al cabo de muchos años, yustedes los jóvenes las aprenderán también... es verdad... El salchichón vinodirectamentedelafábrica.TengoyoenVichunprimohermanoestablecido,quetodos los años se acuerda de mandarme una buena provisión. El pan estáamasadoycocidoencasa...Coma,pues,sinescrúpulo,queluegohablaremos.Nuestro joven empezó á morder conmanifiesta repugnancia un pedacito de

salchichónqueteníaentrelosdedos.—Vaya,vaya,vaaaayaconelseñoritoOctavio...¿Yquévientoscorrenporla

villa,señorito?Nosotros,loscurasdealdea,nosabemosnadadeloquepasaenelmundohastaquellegaeldíadelmercado.—Pueslomismodesiempre,señorcura:nadaocurredeparticular.—¿Quésesabedelaseparacióndelpromotorfiscal?—Noteníanoticiashastaahoradeque...—Hombre, hombre... ¿Viene usted de la villa y no sabe que el gobernador

pidióalGobiernolaseparacióndelfiscal?Alparecerescuestióndeelecciones...—Comoyomeenteropocodepolítica...—Haceustedbien,señorito;haceustedbien;haceustedbien.Lapolíticatrae

consigo muchos disgustos... Pero en España no hay otro camino mejor paraarribarálosaltospuestosyhacersehombreenunmomento.¡Cuántosquehoyson grandes personajes y se sientan en la poltrona andarían por su tierraescribiendo pedimentos y dando consultas á peseta si no hubiesen metido lanarizenlapolítica!...Laverdades,querido,queelquenoandasequedaatrás,ysólolaocasiónhacealhombre,yelquenolaaprovechaesuntonto.Yenúltimoresultadohayque tomarlo todoconcalma...concalma...concalma;porque loqueesdetomarloápechosnosesacanada...Lafeesmuybuenaparasalvarlasalmas,peroloscuerpos...nequaquam.Enlapolíticapiensoyoquenobastayaaquello de ver y creer, sino que es necesario ver y tocar... ¿no es verdad,miamigo,noesverdad?...¡eh!¡eh!¡eh!...ElmalestardeOctavioibaenaumento.Apuntábaleyaeldeseodemarcharse.

Sintióalmismotiemposed,porqueelsalchichónhacíaampollaenlalengua.

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—¿Podríantraermeunvasodeagua,señorcura?—Noblasfemeusted,señorito...¡Quéaguaniquéochocuartos!Elaguapara

lasranasyelvinoparaloshombres...Vaustedábeberunodemisamayorquetengoreservadoparalosamigosqueestimodeveras...—Gracias,gracias;tengomuchased,yelvinonomelaapaga.—Estáustedenunerror,señorito...enunerrormuygrande.Paraapagarlased

no hay nada mejor que el vino; está probado. No diré que si usted bebe esepeleónquetraenlosarrierosdeToro,llenodecampecheyotrasporquerías,noquedeustedpeorqueantes;peroentratándosedelvinodeRuedalegítimoycondiez años en la bodega, como el que tiene delante, diga usted que es unabendición del cielo, y que apaga la sed lo mismo que hace discurrir á unborrico... ¡Calle!... ¡puessino lehe traídocopaparabeberlo!... ¡VálateDios...válateDios...válateDios!...El cura se levantó, fué otra vez á la alacena y sacó de ella una copa

extraordinariamentesucia.Despuésdehaberlamiradoaltrasluz,fuéálavarlaálajofainaconelmayorsosiego.Octaviobebióunacopadelvinodemisamayor,y,enefecto,noleapagólased:Laimpacienciaylarabiaayudabantambiénáabrasarlelasentrañas.—Pues,comoibadiciendo,tieneustedrazón,señorito.Lapolíticatraemuchos

disgustos;peroenúltimo resultadovienená recaer sobre losquedependendeella y tienen el pan de cada día ligado á la voluntad de un cacique.Mas nosucedeotrotantocuandoelquesemeteenellaesunapersonaindependienteporsu fortuna,comousted,pongoporcaso, señorito.Mañana ledaundisgusto lapolítica á un hombre como usted; pues se mete en su casa muy tranquilo,diciendo: ¡Ahí queda eso!... Además, no es fácil comprender hasta qué puntofacilitaelcaminodelosaltospuestoslacircunstanciadegozarunabuenarentael que los solicita... Créame que, averiguado que un hombre es rico, losobstáculosdesaparecendesuvistacomoporencanto...Peroasíquesesusurraque es pobre, todo elmundo corre á ponerle el pie delante para que caiga denarices.Yonoséloquetienelapobreza,queátodoshuelemal.¿Noesverdad?¿eh?¿eh?Lacharladelclérigohabíaconseguidomarearánuestrojoven,poniéndoleen

completodesordenlasideas.Laimpacienciaqueledevorabadesdeelcomienzodelaescena,lehabíaidosubiendolasangreálacabezaybullíadentrodeellahaciéndolepensarencosasextrañasbienlejanasdelasuntoquedebíaocuparle.Mientraslavozcascadadelcuralemartirizabalosoídos,estabapensandoenunperro que había encontrado por el camino con una pierna rota. ¿Quién habríapuestodeaquelmodoal infelizanimal?Talvezalgúnmuchachole tiraríauna

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piedra.¡Vayaunaproeza!Poco á poco se fué apoderando de su espíritu una gran repugnancia, una

repugnanciainvencible.Almismotiempoempezóábrillarensusojoslafirmedecisión de no decir palabra de su gravísimo asunto al hombre de sotana queteníacercaydemarcharseal instantedeaquelsitio.Sehabíaequivocado.Allínoencontróelsalvadorquebuscaba.Todavía,noobstante,permanecióclavadoen lasillacomosielcuerposenegaseáobedecer lasórdenesapremiantesdelespíritu.Elclérigoprosiguiódiciendo:—Elúnico jovenqueenestacomarcaseencuentraencondicionesdeserun

hombreinfluyenteenlapolíticaesusted,señorito.Yasabequenosoyaduladory que se lo digo como lo siento... No porque la modestia lo tape se deja dereconocerelméritodondelohay...Peronosemeafilie,porDios,eneserebañodecharlatanesychorlitoscomoelhijodeD.LinoPereda,porqueentoncesnoconseguirá nada... Si usted comprende sus intereses, no debe separarse delpartidodeloshombresseriosyrespetables...Lospartidosavanzadosestánllenosdejóvenes,yparaqueunodeustedesllegueábrillaresnecesarioqueseaunaeminencia, y aun así jamás adquiere respetabilidad. En cambio el partidocatólico tiene consigo toda la riqueza del país y toda la aristocracia, pero lehacen falta jóvenes, por lo cual no es difícil que unmuchacho de valer comousted logre distinguirse pronto... Créame á mí, señorito, créame á mí... Es elEvangelio lo que usted está oyendo. Para alcanzar dentro de pocos años unaposiciónbrillanteymandarcomojefeenestedistritoyacasoenlaprovincia,notiene más que hablar con prudencia, alternar con las personas sensatas delpueblo,cumplircon lospreceptosde la Iglesiaydejarseestar...dejarseestar...Lodemáscorredenuestracuenta...Loscurasvalemospoco...esverdad...perotodavía... todavía... todavía... Hoy por hoy, lo que le conviene es apoyar condecisiónlacandidaturadelseñorcondedeTrevia...Haráustedungranfavorálabuenacausayadquirirálaconsideracióndetodosloshombressensatos.Mañanaserá otro día... El conde no ha de ser siempre diputado, señorito... y cuandolleguelaocasión,todosarrimaremoselhombroyleayudaremosáempinarse...OctaviosintióunfuerteestremecimientoaloirelnombredelcondedeTrevia,

comosidespertasedeunsueñoprofundo.Deprontosealzódelasillaydijocontonoresueltoquenoadmitíaréplica:—Nome siento bien en estemomento, señor cura.Otro día hablaremos del

asuntoqueaquímetrajo.Hastalavista.Y sin aguardar contestación salió como un huracán por la puerta, dejando

altamente sorprendido al clérigo. Al llegar á la calle, sin detenerse un punto,dióseácorrerporlamargendelriachueloendirecciónálamontaña.«Después

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detodo,seibadiciendo,elcondeaúnnosabequiéneselamantedesumujer.»Y los que por allí cruzasen á la sazón observarían, no sin sorpresa, que el

pálidosemblantedelseñoritoresplandecíacomoeldelasestatuasdeloshéroes,ysucuerpoafeminadoparecíahechodeaceroalescalarlosprimerosriscosdelaPeñaMayor.

XVI

Lashecesdelcáliz.

SALIERON solos. El conde había dormido mal y necesitaba todavía algúndescanso.Lesdijo,pormediodeunodesusmonteros,quepodían irandando,puesnotardaríaenalcanzarlos.La mañana estaba nublada y fresca. El toldo de nubes que cerraba

herméticamenteelhorizontenoera,sinembargo,muyespeso:laluzpasabaporélsintrabajo.DelladodelOrientesepercibíalaredondamasainflamadadelsol,prisioneroentrecendalesplomizos.Unvaportrasparenteyazuladollenabatodoelespacioydescomponíayborrabaloscontornosdelosobjetosdejandoenellosúnicamente el color, y á veces sólo lamancha.Allá en los rincones del valletodavía se observaban algunos jirones de niebla, algunos pedazos blancos demuselinaquenoconsiguieron levantarseyquesemovían temblorososentreelamarillofollajedelosárboles.Laclaridadsembrabadevariadosmaticeselllanoy lasmontañas, compensandoenciertomodo lamonotoníadel cielo.Sobreelcolorverdedominantedelaspraderasresaltabanlasgrandesmanchasnegrasyrojas de la tierra labrada. Al lado de las blancas rocas calizas se alzaban losgrupos de árboles vestidos á medias de hojas amarillas. La tierra traspirabacopiosamente. El musgo de las laderas ahumaba bajo los tibios rayos delrebozadosol:decadahilodehierbapendíaunagotadeagua.Nuestroscazadorescaminabanlentamente.Elalientoquesalíadesusbocasse

cuajabaenlaatmósfera.Lacondesaibaceñidaporunriquísimoabrigoforradodepieles,yocultaba su rostro, encarnadocomounacerezaporel frescode lamañana, debajo de enorme y caprichoso sombrero de paja. Pedro, en traje decazador,marchaballevandosobreelhombrounacarabinadedoscañonesylade

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su señora, que era un primoroso juguete encargado exprofeso por el conde áInglaterra. El semblante del mayordomo expresaba una melancolía grave yprofunda que su pareja no echaba de ver, á juzgar por el tono indiferente queimprimíaálaspalabrasquedevezencuandocruzabaconél.Pocaseranlasquehabíansalidodelos labiosdePedroenlamediahoraquellevabandecamino.Marchabadistraído,conlamiradaperdidaenlasnieblasdelhorizonte,absortoen vagos y tristes pensamientos. Los celos le tenían asida el alma desde elencuentroqueporlanochetuvieraconOctavio.Maserasuamortantímido,ápesardelasvictoriasalcanzadas,quenoosabadecirunapalabradetalescenaála condesa.Sucorazón sencillono tenía conocimientode lasmil estratagemasqueseempleantanámenudoparasorprenderlospensamientosylasintencionesdelosotros,sindejarver lasnuestras.Porotraparte,sunaturalezaruday lealrechazabapor instinto laperfidia.Asíque,ante lapresuncióndeserengañadoporlamujerqueamaba,supensamientoserevolvíaaturdidocomoelpájaroquepenetracasualmenteenunasala.Al fin la distracción llegó á ser tan manifiesta que la condesa se le quedó

mirandounratoylepreguntóconinquietud:—¿Quétienes?—¿Yo?...Nada.—Sítal...Algotepasa...¿Porquéestástriste?—Noestoytriste.—¡Oh!Nopuedesengañarme,Pedro.Sinotepasaraalgoquetecausapena,

dadalasuertequehemostenidodesalirsolos,iríascontentocomootrasveces...Ámenos—añadió lanzándoleunamiradaentrecándidaymaliciosa,—ámenosquenotevayascansandodemí.Pedrosepusorojoybalbucióalgunaspalabrasincoherentesparaprotestarde

aquella suposición que le lastimaba el alma. Laura se cercioró aúnmás de sutristeza,yponiéndoleunamanosobreelhombro,ledijoconmimo:—Vamos...díme,querido,¿quétienes?Elmayordomodiótodavíaalgunospasossincontestar.Unalágrimatemblóen

susnegrasy largaspestañas,ybajórodandosilenciosapor lamejilla.Lauraalverlaexclamóconsobresalto:—¿Quéeseso?¿Porquélloras?—Porquenomequieres.ElsemblantedeLauraseserenó,ymedioriendorepuso:—¿Ycómohasllegadoáaveriguareso,pícaro?

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—Nomemartirices,porDios...Tengoaquíenel ladoizquierdoundolor tanvivo,queparecequemeestánabriendoelpechocongarfios...Quieromásmorirquepadecerlo...Escucha;voyáhacerteunapregunta...Segúncomocontestes,así me matarás ó me darás la vida... ¿Prometes decirme la verdad?... ¿Loprometesporlasaluddetushijos?...—Nonecesitojurarparadecirverdad...perosí...telojuroporlasaluddemis

hijos...Habla...—¿Estás enamorada ó sientes algún interés por el hijo de D. Baltasar

Rodríguez,poresejovenrubioquevieneámenudoalpalacio?—No.Lacondesapronuncióestanegacióncontalfuerzaymostrandotantaseriedad,

que Pedro, sintiendo de improviso una alegría inmensa, infinita, quedó, sinembargo,confuso.Nosupomásquedecirmirandoalsuelo:—¡Perdóname!—Estás perdonado; pero mira... no vuelvas á hacerme preguntas tontas...

Tenemos demasiadas cosas en que pensar, para ocuparnos en llorar celosridículos.Nonecesitómáselmayordomoparaquedarenteramentesosegado.Lapalabra

delacondesahizolaluzensuatribuladoespíritu,ydejóescaparunsuspirodesatisfacción, como si le hubiesenquitadouna losadeplomode encimade loshombros.Ni se atrevió, ni quiso preguntarmás. Tenía bastante con lamiradalímpida y franca que su dueña le dirigió al responderle. Tornó á brotar en supecholapuraalegríaquesiempreleacompañaba,manifestándosealexteriordeuna manera infantil. Empezó á charlar por los codos y á caminar con másceleridad.Debuenaganahubiesedadobrincos.Cuandoalgunaramaóvástagoimportunointerrumpíaelcamino,yademuylejossedabaácorrerparasepararloy que la condesa pasase cómodamente. Si percibía entre las zarzas algunamadreselva, aunque se arañase las manos, ya estaba saltando á cogerla paraofrecérsela.Otrasvecesprocurabaquedarseatrásparacontemplarlaásabor.Lacondesasentíasobresuespaldalamiradaamorosadeljoven,ysonreía.Caminaban por la margen del río, cuyo declive hasta entonces había sido

bastantesuave.Pocoápoco,yámedidaquese ibaestrechandolacañada, fuéhaciéndose más agrio y más violento. Cesaron las praderas y empezaron losbosques de hayas, que se extendían por entrambas laderas hasta perderse devista.Losperros se internaronporellos rastreandoalgúncorzoó robezo;peroLauranoqueríacazar,yPedroloshizovenirinmediatamenteconunsilbido.—¿Noteparecequedejemoslacazaparacuandoélvenga?Subamosmientras

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tanto al lago; no me canso de verlo. En la primer cabaña que encontremospodemosdejardichodóndeestamos...Elmayordomolohallótodomuybien,ysiguieronandando.Laselvaofrecía

unaspectomágico.Elotoño,dorandoporenteromuchasdesushojas,haciendopalidecerlevementeáotrasydejandoverdeslasmenos,lahabíaconvertidoenunricomantodebrocadoquecubríalosformidableshombrosdelamontaña.Elrumorquedeellaveníanoera,comoenlaprimavera,dulce,sinodesapacible.Losolores,acresypunzantes.Lospiesdeloscazadorestriturabanlashojassecasdequeestabasembradoel

camino.Alcabodealgúntiempoterminaronlosbosquesyempezarondenuevolaspraderas,queseapartabanbastantedelasdelllano,puesnoerancomoéstasdeunverdeclaro,sinooscurasytersas:lahierba,enextremotupidaymenuda.Asíquedejaronelbosquetoparonconunacabaña,dondehicieronalto.Elpastorlessirviólecheacabadadeordeñar,yquedóavisadoparadeciralcondeyásusmonterosquenotardaríanendescender.Ycontinuaronsuinterrumpidamarchaporlasendaqueserpeabaálaveradelarroyo.Lapendientesehizomuchísimomás agria. El arroyo, en vez de desatarse sereno y cristalino como abajo, sedespeñabaenespumosostumbosasordandoálosviajeros,loscualessedeteníancon frecuencia á tomar aliento.Con el pecho anhelante y lasmejillas pálidas,quedábanseunofrenteáotrosonriendo.—¿Estásfatigada?—Algo.—¿Quieresquetelleveenbrazosunpoquito?—Niunpoquito,niunmuchito...Túmejuzgasdemasiadodébil,Perico...Es

necesario que te vayas convenciendo de que soy una aldeana en toda laextensióndelapalabra...Ysino,mira...mira...Lacondesaemprendíaácorrerdesaforadamenteporelmontearriba;peroálos

pocospasosdejábasecaerjadeantesobreelcésped,llamandoburlónycazurroaljovenporqueseestabariendo.Entoncesésteacudíaálevantarla,cogiéndolaporambasmanos.Pero lanuevaaldeanasehacía lapesada: eranecesario tomarlapor la cintura para ponerla en pie. El viento del puerto, cargado de aromassaludables, los tornaba retozones como cabritillos. Escuchábase á lo lejos elsonido de los cencerros y veíanse pastar tranquilamente algunos ganados.Dejaronlasmárgenesdelarroyoysepusieronáascenderporunadelasladeras,siguiendo un estrecho sendero que hacía eses. Pronto se borró el sendero ytuvieronquecaminarsobreelmusgo.—Teadvierto—dijoPedro—quenotardaremosentropezarconlaniebla...Ya

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lavesahícerca...—¿Yentonces?...—Nada,yo tengo la seguridaddequenoduramásdedoscientospasosyde

que el corte de la Peña se encuentra á estas horas bañado por el sol... Pero sitienesmiedoálahumedadpodemosvolvernos...—No,no...deningúnmodo...¿Creesquevamosáverelsoldeveras?...Pues

adelante.Enefecto,despuésdesubiralgomásporunásperorepecho,vestidocasitodo

éldetojoyretama,locualhacíamuypenosalaascensión,tocaronenlanieblayseinternaronporella.Pedrocogiódelamanoálacondesaparaquenocayese,enelcasode tropezar.Alpocoratosintieronhúmedalacaray lasmanosyserieroncomosileshubiesepasadoalgunacosaplacentera.—Debemosparecerdosfantasmas,Pedro...¿Seráciertoqueestamosdentrode

unanube?—¡Yalocreo!—¿Deunadeesasnubesquevemoscorrerporelcielo?—¿Puesdequéotrasquieresquesea?—¡AveMaría!Asícomoelmayordomolohabíapredicho,nosehabíanpasadodiezminutos

cuando la niebla comenzó á enrarecerse, convirtiéndose en una gasa sutil quedejó percibir en vagorosa indecisión las peñas y los arbustos. Sintieron en elrostrocalor,comosiseaproximasenáunhorno,yobservaronqueellevevaporque aún los envolvía se agitaba. Allá arriba, delante de sí, vieron una granmanchadeoro.Yderepente,despojándosedesucendalgaseoso,comoelquedejacaerunatúnicadeloshombros,quedaronanegadosenluz,surgiendocomodos manchas negras en medio del éter azul, debajo de un sol radiante. Lacondesalanzóungritodeentusiasmo.Después,acercándosemásásuamanteyempinándose sobre la punta de los pies, le dió un beso claro y sonoro en lamejilla.Pedrolaestrechócontrasucorazón.Eralaprimeracariciaquesehacíandesdequesalierondecasa.PocotrechonecesitaronandarparacolocarsesobreelmismocortedelaPeña.

Elespectáculoqueentonceshirió suvista fuéunode losmáshermosos,y sindudaelmássublimequepuedenverloshumanos.Portodalaregiónquelavistaabrazabaseextendíaunmardeleche,ligeroyfluido,quecerrabaporenteroelhorizonte.Sobreestemarresplandecíalaesferaluminosadelfirmamento,dondenadabaelsol,arrastrandoconorgullosumajestuosacabelleradeoro.Alláálolejos, de uno y otro lado, se alzaban sobre elmar de leche algunos negros ó

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jaspeadosislotesqueeran,sinduda,lascrestasdelasmontañasmáselevadasdelacordilleracantábrica.Parecíaqueechándoseánadarsepodíallegaráellasalinstante.Elsolnoteñíaporiguallasuperficiedeaquelocéanonubloso:enunaspartes lomatizaba levemente de rosa, en otras de oro; á trechos lo dejaba ensombra y á trechos lo hacía arder en resplandores. Nuestra pareja se hallabasobrelamismacrestadelaPeñaMayor,queformabaunadelasvariasislasdequeestabasembrado.Debajodeellos,áloscuarentaócincuentapasos,lasolasdelecheyrosacercabanlaPeñaylabatíandulcementeconsuhálitosutil.Nadieimaginara que dentro de ellas, allá en el fondo, dormían las aguas tristes ypesadasdellagoAusentesueternosueñoinalterable.El corazón de los amantes se estremeció de alegría delante de aquel cuadro

prodigioso,tanlejanodelosqueseacostumbranáverenlatierra.¡Latierra!Latierra no existía en aquel sitio: era un mito sombrío, una pesadilla de laimaginación.¡Quiénseacordabadelatierra!Allínohabíamásquecielo;cieloarriba,cieloabajo,cieloentodaspartes.Sentados sobre laPeñabebíanpor suentreabiertabocael airede lasalturas,

nítidoyfrescocomoelalientodelosángeles.Laluzsedesprendíaenefluviosinfinitosporlosorbesazules,haciéndolescentellar.Lasoledadyelsilencio,tanamargosenlatierra,eranallídulcesyamables.Ningúnruidoterrestreprofanabalamajestaddeaquellagloria.Sólolamente,mejorquelosoídos,escuchabaunrumorsolemne,unamúsicagraveymelodiosa,comoelhimnoque lasesferasentonansincesaralEterno.Poco á poco fué entrando el vértigo en el alma de Laura. Un deliquio

voluptuoso,dulcísimo,seapoderódesussentidos,dejandodespiertatansólolafantasía;yempezóásoñar.ImaginósequeellayPedronollegabandellodazaldelatierra,sinodelosespacioslumbrososquelosrodeaban.Habíanatravesadoen raudo vuelo el éter, y vinieron á posarse como dos pájaros celestes sobreaquellaroca.Peronotardaríanenalzarsedenuevoparasumirseotravezenlossenosazulesdelfirmamentoyalcanzarotrossitiosdemayorgloria.Yaestabanmuertos para el mundo, y sólo bajaban á él de raro en raro, envueltos en labrumade la tardeóen laolade losmares,óatados, talvez,áunrayodesol.HabíansondadoelinefablemisteriodeloscielosyformabanpartedelcorodelossantosquecantanlasalabanzasdelSeñor.Gozabanentrenubesdeinciensoyresplandoresdeladichaperdurablereservadaálosbuenos.Pero este hermoso sueño fué turbado por un pensamiento cruel que heló su

corazón. Ella no podía entrar en el cielo.Ya no era inocente y pura como enotros tiempos,ynoofrecería en remisiónde suspecadosvenialesunavidademartirios y humillaciones. Había destruído con una venganza ruin todos sus

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merecimientos.Noeramásqueunainfelizpecadora,unadespreciableadúltera.Las puertas del infierno se abrirían para ella cuando muriese, y quedaríasepultadaeternamenteenlostormentosdeloscondenados.Se estremeció de horror. ¿Sería posible que Dios la perdonase aquel gran

pecado? No dudaba de su misericordia infinita, mas para ser perdonada eranecesarioarrepentirse.Entoncespensóvagamenteenhuirdesuamanteyhacerpenitencia.Acercósemásáélylepreguntóconvoztemblorosa:—¿Tehasconfesado,Pedro?—¿Porquémelopreguntas?—Porque estamos ofendiendo á Dios enormemente... porque estamos en

pecadomortal...Siahoranosmuriésemosiríamosádaralinfierno.—Yosí...Túno,porqueeresunamártir.—Yosoyunapecadoramuchopeorquetú,porquehejuradodelantedeDios

guardar fidelidad á un hombre y he violado este juramento... Soy una mujerdespreciablequeestádeshonrandoásumarido...Mira,Pedro,tequierocontodami alma. Por ser libre y casarme contigome resignaría desde ahoramismo áganarelpan,comolaúltimalabradora,conelsudordemifrente...aúnmás,meresignaríaámendigarlodepuertaenpuerta...Peronoquieroperdermialmanila tuya...Nopuedoamarámimarido,peropuedo serle fiel...Loqueestamoshaciendoesmuycriminal,ytardeótempranocaerásobrenosotroselcastigodelcielo...¿Porquénohemosdeamarnospuramente,sinmancharnuestrasalmas?Talvezestosealícito...Yomeinformarédelconfesor...Detrásdeesecieloazulestá Dios contemplándonos. Si ahora refrenamos nuestro gusto, iremos ájuntarnos á él despuésde lamuerteypodremos amarnospor los siglosde lossiglos...Pedrobajó la cabeza sin atreverse á contradecirla.La condesa le interrogaba

conlavista.Alfinrepuso:—Yanosésiesmaloóbuenoloqueestamoshaciendo.Túdicesqueesmalo,

y lo será. De lo que estoy seguro es de que si dejas de quererme iré para elinfiernoirremisiblemente...Yenúltimoresultado,faltándometuamor,elcieloyelinfiernosonigualesparamí...—¡Calla,calla!—exclamóellatapándolelabocaconunadesusmanos.—¡No

digasblasfemias!Todavía prosiguieron algún tiempo hablando seriamente sin hallar ninguna

solución que les contentase. Cuando agotaron el tema permanecieron tristes ysilenciosos sin atrever á mirarse. Los ojos de entrambos se perdían en losreplieguesdelocéanoondulantequeseextendíaásuspiesyparecíanseguircon

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atenciónelvaivéndesusolasargentadas.Alfin,lacondesavolviólacarahaciaPedroyledirigióunatiernasonrisa.Despuésaproximósemásáélyreclinólacabezasobresufornidopecho,sindejardecontemplarensilencioelespectáculosublimedelaNaturaleza.Mas en aquel instante escucharon pasos á su espalda y se volvieron con

presteza.ElseñoritoOctavioestabadelantedeellos.Sinesperarpreguntaalgunani hacer caso de la sorpresa que en sus rostros se pintaba, les dijo con tonoimperioso:—¡Huid!Elcondepuedellegardeunmomentoáotro.—Leestamosaguardando—contestóPedrosecamente.—Pueshacesmalenaguardarlo.Losabetodoyvieneámatarte.—Razóndemásparaquenohuya.—¡Esoes,hazle frente,ydespuésdehaberle robado lahonra,mátalo!...Los

valienteshacenlascosasporredondo.Eresunnecioyunfatuo...Sinoamaslavidaahora,nomerecesladichaquehaslogrado...¡Huye,huye,insensato!...Elvalornoconsisteendespreciarlavida,sinoensaberlaperderátiempo.Elvientohabíaderribadoel sombrerodel señorito.El solbañabasu revuelta

cabellera dorada, que despedía fugaces destellos como en la mañana que porprimeravezlevimos.Sufaz,pálidaentoncesporelsueño,loestabaahoraporlaemoción.Perosusojos... ¡oh, susojosmudaronmuchodesdeentonces!Yanoeran aquellos ojos fríos y tímidos que resbalaban sobre los objetos sinpenetrarlos.Brillabanconinusitadofuego.Sufiguradelicadayendeblealzábasesoberbiaenelsitiomáseminentedela

rocaydescollabasobreelazuldelcielo.Losdosamantes,situadosenunlugarmásbajo,desaparecíandelantedeélcomodesaparecendelosojosdelpúblicolos actores secundarios cuando entra en escena el protagonista del drama. Lacondesa,que se estrechaba,muertade sustoyvergüenza, contra suamante, leencontródesconocido.—Huye,huye,porDios,Pedro—dijoLauraconvoztemblorosa.—Sí,perotúconmigo.—Yonopuedohuir...Tengohijos...Además,teserviríadeestorbo...—¿Ysiponelamanosobreti?—Yasabesquenopuedeser...Por infameque tengaelcorazón,no llegaráá

tantacobardía...Elcondenotienederechosobremivida...El semblante de Octavio se iluminó de repente al escuchar estas palabras y

preguntóenseguidaconansiedad:

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—¿Estáustedsegura,señora,dequesumaridonointentaránadacontrausted?—Estoysegura.—Ya lo oyes, Pedro... La condesa no necesita tu vida por ahora... Puedes

marchartesintemor.Pedro comprendió que tenía razón; pero no hubiera cedido á no encontrarse

con los ojos suplicantes de su amada.Al fin, posando los suyos sobre ella, yenvolviéndolaenunamiradagraveytierna,ledijoconacentoenérgico:—Hastaluego.Ylanzándoseporlapendienteabajo,desaparecióálospocosmomentos.El que siguió fué solemne para los dos seres que quedaban en la roca. La

condesaocultabaelrostroentrelasmanos.Octaviolacontemplabaensilencio.Élfuéquienprimerolorompió,exclamando:—¡Estáfueradepeligro!Conocetodosestossitiosápalmos.Nodaríaconél

unbatallónentero,cuantomásunhombre.Yanodebeustedafligirse,señora...—Nomeaflijoporél.—¿Puesporquién?—Porusted.—¡Pormí!—Sí; le he hecho á usted mucho daño... Conozco que tiene usted motivo

sobradoparaodiarme...ylepidoperdón.—¡Bah!—repuso el joven afectando tono indiferente.—Yo no tengo de qué

perdonar á usted. Sime ha pisado el corazón, es porqueme he empeñado enponerlo debajo de sus pies. ¿Había de ser forzoso que usted se enamorase demí?...Estascosasnodependende lavoluntad... son fatales...Elamor raravezencuentraalamorenestemundo...¿Porquéhedeseryolaexcepciónynolaregla?...Nosepreocupeustedpormíniseaflija...Despuésdetodo,lasheridasquenomatanderepentesuelencicatrizarse...Lavidaesunconjuntodelágrimasyquebrantosdondesólomuypocosseresprivilegiadosrecogenalgunasflores.

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Aquel tono indiferente no podía engañar á nadie. Hablaba con el corazóndesgarrado.Suspalabrasexpirabanámenudoenlagarganta,comoelecodeunsollozo reprimido.Lasque llegabaná los labiosveníanenvueltas en lágrimas.Mientraslaspronunciónoapartólosojosdelnebulosohorizonte,queelsolteñíadegrana.Lauraadivinóperfectamenteloquepasabaenaquelespírituardienteydelicado,yguardósilencio.Alcabodeunrato,eloídodeOctavio,finocomoeldeuntísico,percibióentre

lanieblaunrumor.Volvióentonceselrostrohacialacondesa,ydirigiéndoleunasonrisaledijoconvozapagada:—Hastaluego.—¿Cómo?¿Semarchausted?—Sí:prontonosveremos.Sonóentrelanieblauntiro,yelseñoritoOctaviosedesplomósobrelatierra

conlacaramirandoalcielo.Oyóseinmediatamenteunsegundodisparo,ylacondesavinoácaerdebruces

sobreél,cualsifueseáhacerleunacaricia.El conde surgió de la nube al instante. Llegóse á los cadáveres y con un

pequeñoesfuerzoloshizorodarporlapendientedelaPeña.Lanieblalostapóenseguida.Despuésseoyóelruidoqueprodujeronalentrarenellago.

————Elvientohabíaarrojadomuylejoslasnieblasqueenvolvíanellago,ylanoche

se presentó limpia y serena. En el oscuro manto del cielo principiaron áencenderse, como lejanas luces trémulas, algunas estrellas.Elhéspero corría áesconderseentrelasmontañas.Lalunaasomabayasudiscoresplandecientepordetrásdeellas.LasaguasdelAusentedormíansusueñoprofundo,quietas,inmóvilescomoel

día en que Dios las vertió en aquella inmensa pila de granito. No siempreestabanasí.Algunavez,detardeentarde,solíandespertaryesperezarsecomounmonstruo,conterriblessacudidas,lanzandosubabaespumosaálasparedesqueloguardabanprisionero.Masahoraelmonstruocallabacomounmuerto,ydejaba pasar sobre su lomo bruñido los rayos temblorosos de la luna, queformabansobrelaoscuralinfaunregueroluminoso.Negreaban las altas montañas que lo cercan arrojando sobre él capas de

sombra.Elcieloparecíacortadoporsusenormesmasasdentadas.Lassombrasseespesabanenlasmárgenesdellagoysubíanporlosflancosdelarocahastatocar en la cima.El reguero luminosobrillaba en el centro comouna cintadeoro.

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Al fin la luna apareció toda entera sobre una de las crestas y emprendió sumarchacalladaporelespacio.Lasestrellaslaseguíanconsesgovuelocomounabandadade pájaros.Los ámbitos del lagoquedaron iluminados, y los líquidossenosdelmonstruoseestremecieronlevementealrecibirlacariciadelastrodelanoche.Alláentre la junciade laorillaoyóse lavozdulceyaflautadadeunsapo.Pedrobajólentamente,apoyándoseconlasmanosenlasrocashastatocarcon

suspies en losbordesdel agua,ypermaneció inmóvil.El sapohabía repetidocentenaresdevecessuseternasnotasrománticas.Lalunaalcanzabayaelmediodelaesferayflotabacomounaisladeoroentrelosplieguesdelviento.Ellagotitilababajosublandacaricia,y la figura tristeydoloridadelmayordomoaúnseguíainmóvilalpiedelaorillaconlosbrazoscruzadosylosojoshundidoseneloscurosenodelagua.

XVII

Epílogoinnecesario.

CartadeHomobonoPeredaásuamigoManuelRuiz,secretarioprimerodelaseccióndeliteraturadelAteneodeMadrid.

MIqueridoManolo:Aunquenohetenidoelgustodever letratuyahaceyabastantetiempo,teescriboparanoticiarteunsucesoquetienepreocupadahaceyaalgunosdíasátodalapoblación.Yatienesasuntointeresanteypatéticoparatudrama, si esquenohashalladootromejor.FigúratequemicontrincanteelcondedeTrevia,hombredecarácterextravagante,yquealgunosdabanporloco,llegóáestepaísenloscomienzosdelverano,contodasufamilia.Laseñoraeraunamujerdesingularhermosuray llenadeatractivosensupartemoral, sinomientelafama.Álospocosdíasdehallarseaquícomenzóágalantearla,segúnse dice, un joven de esta población llamado Octavio Rodríguez, bastantesimpático é inteligente, pero de escasísima instrucción.Dícese también que lacondesa no tardó en corresponder al amor del joven, dándole de ello pruebasconvincentes. El verano debió ser para los amantes delicioso, pues Octaviofrecuentaba diariamente el palacio de los condes y los acompañaba á todas

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partes,sinqueelmaridosospechasedelafidelidaddesuconsorte.Algunos,sinembargo, quieren suponer que tenía conocimiento de la falta bastante tiempoantes de consumar su venganza, y que la dilató por uno de esos caprichosincomprensiblesdesucarácter.Lociertoesquehacealgunosdíaslesarmóunlazodondefatalmente fueronácaer losdesventuradosamantes.Sorprendiólos,al parecer, en las márgenes del lago Ausente, donde con pretexto de la cazarealizabansuscitas,ydióáamboslamuerte.Noseconocenlosdetallesdeestamisteriosayterriblevenganza.Elcondedesapareció,ysedacomoseguroquehapasadoáFranciaáformarpartedelacortedelPretendiente.Unmayordomosuyo, que la voz pública designa como el principal auxiliar del asesinato,tambiénhuyódelpaís.Hé aquí, pues, cómo á consecuencia de una tragedia espeluznante me

encuentroyoenestemomentosincompetidorenlaspróximaselecciones.Porlotanto,puedesconsideraryaátuamigoHomobonohechoundiputadoysentadoenlosescañosdelCongreso,noparaser,comolainmensamayoríadenuestrospolíticos,unfielobservadordelderechoyestadoreinantes,sinoparapensaryobrar en el espíritu del derecho eterno.Te remito elmanifiesto brevísimo queacabo de dirigir á mis electores, y espero que me digas sinceramente lo quepiensasacercadesucontenido.Meparecequehadehacermuchoefecto.HepasadotodoeldíacorrigiendolaspruebasdelaPropedéutica,quesaldráá

luz dentro de un mes próximamente, y tengo la cabeza hecha un volcán. Nodejesdeescribirmeenseguida.Teabrazatuamigodelalma

HOMOBONO.

Dentrodelacartaibaelsiguientedocumentoimpreso:ELECTORESDELDISTRITODEVEGALORA:

Átodohombreenlatierradebeserlecumplidosuderecho,elcualnoesotracosa que la recíproca y exigible condicionalidad para el destino humano(individual y total). El derecho quiere que todos los hombres den y recibanmutuamente y en forma social el sistema de condiciones permanentes ytemporalesquesunaturalezaarmónicareclama,paracuyofinhayunorganismointerior é interiormente relativo y omnilateral llamado Estado. Importa, pues,considerar seriamente cuán interesados nos hallamos en que el Estado seorganice y asiente en vista de su fin, no en atención de otros históricos ótemporales.Lasperturbacionessocialesquelahistorianosofreceylasbárbarasinfracciones del derecho, tienen su origen en el desconocimiento de losprincipiosfundamentalesdelacienciapolítica,ácuyoestudioheconsagradolosmejoresañosdemivida.

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Llevando,pues,porcanonynormademiconductaloseternosprincipiosdelderechoynolasmáximasprácticasdelospolíticosaluso,quenosonsinoreglasparaexplotarensuprovecholasmiseriasdelacorrupciónhumanayalcanzarelpoder,objetodesusafanes,mepresentoantevosotrossolicitandovuestrolibreéinteligente sufragio para representaros en el Parlamento. Los principiosinmutables,á losquerindofervorosoculto,me impidenhacerosningunaclasede ofrecimiento de los que tanto abundan, por desgracia, en los manifiestospolíticos.Talesofrecimientosnopuedenmenosdeserparatodohombrederectosentido altamente inmorales, pues casi siempre se fundan en el privilegio y lainjusticia.No esperéis, por tanto, si llego á honrarme con el título de vuestrorepresentante, que alcemi voz reclamando para este distrito ninguna clase demejoramoralómaterialquelosdemásnoposean:antescombatirécontodasmisfuerzascualquier intentode llevarlaácabo,porquenoquieroserrepresentantedeningúninterésparticularytemporal,sinodelosgeneralesypermanentesenquelasociedaddebeasentarse.Loúnicoquepuedoofreceroscomohombredehonrada conciencia es ponerme siempre del lado de la justicia en el conflictodiarioquelasdiversasfuerzassocialespromueven,yprocurarenlamedidadelas mías el reinado de un orden más positivo y orgánico entre los finesfundamentales humanos y sus sociedades relativas, para evitar que el pueblo(sistema de familias), preocupado del fin presente, como absoluto, acabe porpensarquenohaymásvida,nimásfinqueproseguir,nimásbienqueesperar,sinolascondicionesyestadostemporalesóhistóricos.

HOMOBONOPEREDA.Vegalora3deNoviembrede187...

FIN

ÍNDICE

——Páginas.

I. —Despiertaelhéroe 1

II. —Losseñorescondes,óloscondesásecas,comopedíaelseñoritoOctavioquesedijese 14

III. —Losamigosdelconde 32

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IV.—Lapomarada 58V.—LatiendadeD.Marcelino 82VI.—Undíamás 107VII. —Ilsoldel'ánima 131VIII. —Laromería 152IX.—Fragmentosdeundiario 173X.—Síntomasgraves 186XI.—Loquecuestaunperrodecaza 197XII. —Unpaquetedecartas 210XIII. —Elcáliz 240XIV.—Ámedianoche 244XV.—Buscandosalvación 255XVI.—Lashecesdelcáliz 271XVII. —Epílogoinnecesario 290

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