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ab Orgapo äe su Veoerable Oräo Cercera y (ofraäías Dirección y Administración: Silva, 25.-Madrid (12). ,-Teléf. 12803 15 DE FEBRERO DE 1934 NUM. 2 S T_T M A. 13, 10 LA CONFESI1N DEL QUE VA A MORIR, por Fr. Ricardo Delgada—LA ORDEN DE NUESTRA S EÑORA DE LA MERCED: FORMACIÓN DE LOS NOVICIOS, por Fr. J. C.—EL V. P. FR. JUAN DE M OLINA, por Fr. Guillermo Vázquez.—LA EDUCACIÓN RELIGIOSA: EL ARTE DE LA ORACIÓN V OCAL, REZADA O CANTADA, por Fr. Juan G. Castro.—EL TEMPLO DE JERUSALÉN, por Fray José Miguélez.—PLAYA Y SOL (POESÍA), por Fr. José' S. Crespo.—EL SANTÍSIMO SACRA- M ENTO EN LA CAPILLA DEL CORISTADO, por Fr. Emilio Silva.— LA OFICINA DE COMPROBA- CI ONES MéDICAS DE LOURDES. PLUMADA SOBRE EL CENTENARIO DE ERCILLA, por Fr. Ignacio Robles Quiñones. —COMENTARIO A LA VICTORIA ELECTORAL DE LAS DERECHAS, por Fray R aimundo Sanjurjo.—EN MARCHA. por Fr. R. Sanjurio.—UN ALMA SOLA, por Mr. Michel Even. —NUEVAS INDULGENCIAS. RADIOGRAMAS, por Uján•—NOTICIAS. —NECROLOGÍA. LA CONFESIÓN DEL QUE VA A MORIR Aspirando mi luz el alma es fuerte, la pena se hace amor, la noche aurora, la tumba claridad, faro la muerte. B. López Garcia: «La fe». Considera, lector amable, que la e nfermedad es el primer paso que da l a muerte hacia nosotros; es corno un s olemne eco que nos anuncia la par- t ida del tiempo para la eternidad. ¡Cuántas veces se nos acerca en la e xistencia como buscando la brecha f atal por la que quería entrar a saco e n el fondo de la vida con esas varia- d as tentativas que llamamos enferme- d ad! Al mismo tiempo que avanzamos en la vida, avanzamos hacia la muer- te . Te he expuesto brevemente, aun c uando no por orden, el desarrollo d el doloroso drama de la muerte: el s agrado Viático, la Extremaunción, la Misa de difuntos y los funerales, jor- n adas éstas por las que tenemos que pasar y que marcarán la marcha fúne- bre desde las playas del tiempo a las de la eternidad. Veamos ahora el con- solador y purificador misterio de la última confesión del moribundo. ¡Mis- terio de amor y de misericordia! ¡Ca- ble salvador que «el Padre de las mi- sericordias y el Dios de todo consue- lo» nos arroja en medio de los nau- fragios de la culpa! ¡Ay del que va a morir, si no se acoge a el! Hoy enfermedad, mañana muerte ¡Acuérdate, ¡oh hombre!, de que eres polvo y ceniza! ¡No te olvides de que el menor soplo puede derribarte

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abOrgapo äe su VeoerableOräo Cercera y (ofraäías

Dirección y Administración:Silva, 25.-Madrid (12). ,-Teléf. 12803

15 DE FEBRERO DE 1934

NUM. 2

S T_T M A. 13, 10LA CONFESI1N DEL QUE VA A MORIR, por Fr. Ricardo Delgada—LA ORDEN DE NUESTRA

SEÑORA DE LA MERCED: FORMACIÓN DE LOS NOVICIOS, por Fr. J. C.—EL V. P. FR. JUAN DEM OLINA, por Fr. Guillermo Vázquez.—LA EDUCACIÓN RELIGIOSA: EL ARTE DE LA ORACIÓNV OCAL, REZADA O CANTADA, por Fr. Juan G. Castro.—EL TEMPLO DE JERUSALÉN, por FrayJosé Miguélez.—PLAYA Y SOL (POESÍA), por Fr. José' S. Crespo.—EL SANTÍSIMO SACRA-M ENTO EN LA CAPILLA DEL CORISTADO, por Fr. Emilio Silva.— LA OFICINA DE COMPROBA-CIONES MéDICAS DE LOURDES. — PLUMADA SOBRE EL CENTENARIO DE ERCILLA, por Fr. IgnacioRobles Quiñones. —COMENTARIO A LA VICTORIA ELECTORAL DE LAS DERECHAS, por FrayRaimundo Sanjurjo.—EN MARCHA. por Fr. R. Sanjurio.—UN ALMA SOLA, por Mr. MichelEven. —NUEVAS INDULGENCIAS. — RADIOGRAMAS, por Uján•—NOTICIAS. —NECROLOGÍA.

LA CONFESIÓN DEL QUE VA A MORIRAspirando mi luz el alma es fuerte,

la pena se hace amor, la noche aurora,la tumba claridad, faro la muerte.

B. López Garcia: «La fe».

Considera, lector amable, que laenfermedad es el primer paso que dal a muerte hacia nosotros; es corno unsolemne eco que nos anuncia la par-t ida del tiempo para la eternidad.¡Cuántas veces se nos acerca en laexistencia como buscando la brechafatal por la que quería entrar a sacoe n el fondo de la vida con esas varia-d as tentativas que llamamos enferme-d ad! Al mismo tiempo que avanzamosen la vida, avanzamos hacia la muer-te . Te he expuesto brevemente, aunc uando no por orden, el desarrollodel doloroso drama de la muerte: elsagrado Viático, la Extremaunción, laMisa de difuntos y los funerales, jor-n adas éstas por las que tenemos que

pasar y que marcarán la marcha fúne-bre desde las playas del tiempo a lasde la eternidad. Veamos ahora el con-solador y purificador misterio de laúltima confesión del moribundo. ¡Mis-terio de amor y de misericordia! ¡Ca-ble salvador que «el Padre de las mi-sericordias y el Dios de todo consue-lo» nos arroja en medio de los nau-fragios de la culpa!

¡Ay del que va a morir, si no seacoge a el!

Hoy enfermedad, mañana muerte

¡Acuérdate, ¡oh hombre!, de queeres polvo y ceniza! ¡No te olvides deque el menor soplo puede derribarte

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y unas décimas de fiebre abatirte ydar contigo en las soledades de latumba! Considera atentamente y tenvalor de reflexionarlo, que lo que hoyse llama «enfermedad», mañana lla-maremos «muerte».

¡Oh, misterio de la vida y de lamuerte!

Eran los últimos días de la vida delrey Luis XIII. Próximo a morir se hizollevar a una ventana de su palacio,desde donde podía contemplar la se-pultura que le esperaba en San Dioni-sio. Allí permaneció largo tiempo ab-sorto en su triste silencio. Después,descubriendo lentamente su brazo ho-rriblemente enflaquecido, se puso amirarlo atentamente. Uno de sus fie-les familiares, M. de Pontis, que esta-ba allí cerca, le contemplaba. «Mira,Pontis—exclamó el rey—. He aquí lamano que ha empuñado el cetro; heaquí el brazo de un rey de Francia:¿no se diría que son la mano y elbrazo de un muerto?»

¡Qué abrumadora elocuencia la dela enfermedad Es, pues, necesario,ya que todavía hay tiempo, dejar devivir para el mundo y volvernos aDios.

¡Enfermedad hoy, mañana muerte!

A solas con su conciencia

El enfermo está sumido en el des-garrante lecho del dolor. ¡MiradIe...1;acercaos a él y... consoladle; pero,no; dejadle, dejadle a solas con suconciencia; dejadle que escuche susgritos, su potente voz, en el silencioy en la calma; dejadle que tome ensus manos su alma y la interrogue en

ese momento solemne de la vida.¡Dios mío! ¡Cuánto tiempo, sin duda,ha pasado sin ocuparme lo más mí-nimo de ella! ¡Cuántas veces permaneció sordo a las recias llamadas dela conciencia...! Dejadle que siga sucamino, ese camino que lo conduce ala fosa. Dejadle que por su mente va-yan desfilando todas aquellas vanida-des, todas aquellas aventuras de fan-go..., y se reconcentre dentro de símisma para poner sus ojos en la Leydel Señor que tantas veces conculcó,despreció y desdeñó; que tantas vecesse rebeló contra ese Dios que muriópor el en la cima del Calvario. Mien-tras su cuerpo abrumado, decaído,postrado por las dolencias físicas,despierte su conciencia y su espírituretorne a los brazos amorosos de suDios, de donde nunca debió apartar-se, vaya de nnevo a colocarse bajo laaugusta bandera de la Cruz, de dondenunca debió de desertar; ponga supensamiento y su memoria en aquel«pacto olvidado» del bautismo, en losdivinos preceptos del Decálogo, enlas dulces y suaves exigencias delamor divino, en las órdenes de laProvidencia, en los sagrados derechos de Dios... Dejadle a solas con suconciencia a fin de que reconozca las«ligas del pecado», que atan al peca-dor, en frase del rey Profeta. Dejadleque en el silencio de la noche, duran-te las angustiosas horas del día, oigala sorda agitación de la concienciaque le perturba, le inquieta, le llena depavor y espanto al verse cargado conel enorme peso de tantas culpas, detantos pecados y de tantas iniquida-des. Y, entonces, al verse que muy

pronto va a comparecer ante el terri-bl e e inapelable tribunal del soberanoJue z de vivos y muertos, la Iglesia ledice al moribundo aquellas austerasPa labras del Apóstol San Pablo: «ElMedio para escaparse de los rigoresdel Juicio final, es hacerse justicia aSi mismo» (1).

¡Pobre moribundo! Cuando nadiele reprocha ni persigue, antes al con-trario, todos son a prodigarle dulcesternezas, exquisitos cuidados, aten-ciones suaves, porque padece y sufre,el toma en sus manos la causa deDios, él mismo hará el proceso terri-ble de todas sus culpas! Ante el sim-Ple examen de conciencia sobrevieneel arrepentimiento y en la purificadorafragua del dolor ve que el plomo delVil pecado se convierte en el oro puri-.8in10 del perdón. «Porque tú te hasgolpeado el pecho, porque te hasavergonzado de tus faltas; porque enlo íntimo de tu corazón, lo has reco-nocido cuanto te has tornado noble ygrande», «otros se dormirán en suconfusión y se dejarán invadir por laignominia» (2). Así como el hijo pró-di go, midiendo en abismo de su enor-me caída, por el arrepentimiento setransforma en un «corazón nuevo» y'01 una «nueva alma»; así el pecadorenfermo que recapacita sobre sus pa-sadas faltas y las llora, vuelve a re-cobrar la libertad de los hijos de Jesu-cri sto, rehabilitándose ante el tribunalde su propia conciencia y escucha deIfts divinos labios de Jesús aquellasPa labras misteriosas que dijo al

(1) I Cor. XI, 31.(2) Jerm., III, 25.

so, al paralítico, a la mujer adúltera:«Hijo mío, tus pecados te han sidoperdonados» (1).

Necesaria revelación

Cuando se llega al borde de la tum-ba y el moribundo está próximo abajar al sombrío túnel del sepulcro,no es posible que retenga esos secre-tos que pesan sobre su conciencia,aun cuando los haya tenido toda suvida sepultados en el fondo de sualma. Hay momentos en que el hom-bre oprimido por el remordimiento dela conciencia se ve precisado a pre-sentarse a los pies del magistradopara decirle: «¡Prendedme, soy unmiserable, un infame: he asesinado aun hombre!» No parece sino que estaes una ley del corazón, que Jesucristola elevó a Sacramento. La concienciasólo se liberta por la confesión. Perohay una hora suprema en que la con-ciencia es más exigente, en que urgea declararlo todo, todo, sin ocultarnada, ni en los más mínimos detalles,aun aquello que está oculto en losmás escondidos senos del corazón,esa hora es la hora en que los labiosvan a cerrarse para siempre, en laque el secreto que pesa como unaenorme plancha de plomo sobre elenfermo, si no lo declara, se quedaráya eternamente oculto en la concien-cia del que va a morir.

¡Ah! ¡Qué cosa tan horrible debede ser, cuánto se debe de sufrir aldescender a las sombrías soledadesde la tumba con las pesadumbres de

(1) Mat., IX, 2; Luc., V, 20.

las cargas que pesan sobre el cora-zón! Yo no sé qué instinto hay en elmoribundo que les impide llevar másallá del sepulcro los odios, las ene-mistades, las ingratitudes, las mise-rias morales, los crímenes, las infa-mias, las torpezas ocultas... «Precisoes—dice San Lucas—que nada quedeoculto y que cuanto estaba velado seaal fin descubierto» (1).

El enfermo busca la paz, la luz, elperdón, la felicidad. La conciencia he-rida, la conciencia que, según bellaexpresión de un poeta: «es juez, dela-tor y testigo», le grita muy alto:

Es preciso confesarlo todo antes decomparecer ante Aquel que «nada to-lera que esté manchado». Pero, ¿aquién acudirá para saldar sus deudasantes que la condenación le alcance?¿A quién hará esa confesión que debeoir el cielo y la tierra y que viene ennombre de Dios a absolverlo de todassus culpas...?

Hay un hombre que a todas las ho-ras espera las víctimas del pecado,para oir las confidencias íntimas delalma; hay un hombre que es padre,hermano, amigo, consejero, médico,pleno de abnegación y de caridad;hay un hombre en cuyo corazón Diosdepositó una amplitud de amor, unauniversalidad de amor, para recibir alpecador que va a hacerle depositariode sus penas; hay un hombre obliga-do a una fidelidad eterna, pues guar-dará nuestras confidencias en un se-creto eterno; hay un hombre a quienJesucristo le dió el poder de perdonar

(1) Luc., VIII, 17.

los pecados. Este hombre es el sa-cerdote.

El enfermo llama al sacerdote a lacabecera de su lecho del dolor paraque reciba sus confidencias, escucheel relato de sus culpas y perdone susextravíos en nombre de Dios.

En alta mar

En estos días se han recibido noti-cias de un triste acontecimiento acae-cido en alta mar en uno de nuestrosbarcos de guerra, que pone en el almasentimientos de dolor y hace brotardel corazón vibrante protesta por eldesamparo espiritual en que el Esta-do laico español deja a nuestros ab-negados y heroicos marinos.

El buque-escuela de guardias ma-marinos, (Sebastián Elcano», estaactualmente por aguas americanas.Un marinero de la dotación se ponegravemente enfermo mientras el bu-que navega por alta mar. El pobremarinero es español y católico, y alverse en peligro de muerte, al consi-derarse a los umbrales de la eterni-dad, quiere reconciliarse con su Diosantes de presentarse delante de El.Con vivas insistencias pide a sus supe-riores y compañeros que le visitan enla enfermería que le traigan un sacer-dote, pues quiere recibir los últimosSacramentos. Las lágrimas se agol-pan a sus ojos, lágrimas de dolor,lágrimas de arrepentimiento. «¡Quieroun sacerdote, quiero un sacerdotel»,grita el desconsolado marinero. Sussuperiores y sus compañeros no pue-den complacerle, porque el barco nolleva capellán como antes; lo supri-

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Ini O el laicismo del Estado en todos108 buques de guerra. Aquella piado-sa alma no puede tener el dulce con-suelo que su conciencia pide y exigeen aquellos momentos supremos enque va a morir, y muere sin reci-bir los últimos Sacramentos que lehubieran fortalecido en medio de losangustiosos estertores de la agonía.¡ Pobre marinero español! ¡Muere sinlos confortadores consuelos de la Re-ligión y sin el dulce cariño de unasmanos maternales que cerrasen susOj os! Después es lanzado al mar sueedáver sin recibir tampoco una ben-dición sacerdotal y sin el último adiósde una madre. ¡Pobre madre! ¡Ah!¡Vo comprendo la sequedad y des-am paro espiritual de ese marinero dele dotación de un buque de guerraespañol sin la dulce asistencia del mi-ni stro de Dios en el postrer momento!n'o comprendo la pena, la desgarran-le angustia de esa madre al saber quesu hijo murió ansiando vivamente latreuquilidad de su conciencia, la sua-ve Paz de su alma y que el Estadotele° español se lo ha negado...!

1-a última confesión.—Tras el con-suelo y la luz, el perdón

Nada hay más sublime, más pene-trante y más grandioso que la confe-sión del que va a morir. Ved al envia-'10 de Dios junto al lecho de dolor,lleno de majestad, grave y prudente,°stentando en sus manos las llavesl'el Perdón y de la misericordia, pose-Vendo el poder de perdonar los peca-108.

-escuchad al enfermo esa invoca-

ción del Confiteor; abrumado, con-fundido ante la enormidad de susculpas pone como testigos de su con-fesión y de tantas miserias que va adescubrir al sacerdote a una inmensamuchedumbre. «Yo me confieso aDios Todopoderoso»; a Dios hagoesta relación de mis iniquidades, alomnipotente, al eterno, al infinito; «ala Bienaventurada siempre VirgenMaria...› Yo, miserable pecador, paramejor expiar mis pecados, voy a ma-nifestar mis miserias de toda mi vida,a la que fué concebida inmaculada,sin mancha de pecado original, a laque aplastó con su planta la cabezadel dragón infernal, a María que pre-fería perder la púrpura de la materni-dad antes que perder los esplendoresde la blanca túnica virginal, a la quetiene derecho a maldecirme, porquecon mis culpas crucifiqué a su divinoHijo en la cima de la Cruz: a Maríaes a la que llamo y delante de Ellame acuso... Ka San Miguel Arcán-gel...», al terrible vengador, al quecumple la justicia del Dios fuerte, alque teniendo en sus manos la llavede todos los rayos de la indignación,exclama: (¿Quién como Dios?», alque arrojó a Satanás con todos suscómplices al abismo infernal...; anteél me arrepiento, me avergüenzo yacuso... «a San Juan Bautista», almás grande de los profetas, al auste-ro penitente, al que exclamaba: «Ha-ced penitencia, porque he aquí laira...», al que fué el precursor delJuez que me va a juzgar, al que pre-sentó a la humanidad (al Cordero deDios que borra los pecados del mun-do»; a él también lo llamo para que sea

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Al entrar en la habitación de su feli-grés enfermo, éste no puede disimularSU emoción; gruesas lágrimas brotande sus ojos, y le dice:

—¿A qué viene, señor?—Vengo a cumplir mi deber, a sal-

var tu alma...Quedan solos los dos moribundos,

Y pasado algún tiempo, abren la puer-

ta y los dos moribundos abrazadosestaban y llorando ambos...

¡Cuánto consuelo! ¡Cuánta paz yfelicidad lleva al corazón y a la con-ciencia del que va a morir la últimaconfesión!

P. DELGADO CAPEANS, O. Ni.

Poyo, febrero de 1934.

gcción Católica

DE un modo especial invitamos atodos los fieles a que se unan en laAcción Católica, tantas veces porNos recomendada; la cual, aun sinconstituir un partido, más todavía,debiendo estar fuera y por encimade todos los partidos políticos, ser-virá para formar la conciencia delos católicos, iluminándola y formán-dola en la defensa de la fe contratoda clase de insidias. PÍO XI

Z.--

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testigo de la confesión de mis malda-des; pero es preciso, es necesarioque yo me acuse delante de él: ¡Con-fiteor... a los Santos apóstoles SanPedro y San Pablo..., al que negó aCristo y al gran perseguidor... dospecadores... pero lavaron sus culpasen su sangre; a los que han de juz-gar a las doce tribus de Israel; a Pe-dro que lloró amargamente su peca-do; a Pablo que amó con locura aJesucristo y maldice a los que no leaman; yo me confieso, soy culpable,he ofendido a mi Dios: Confileor... aSan Pedro Nolasco, al hijo predilec-to de María, al inocente y puro, al re-dentor de cautivos, a la imagen másperfecta de Jesucristo en la tierra, aél también me confieso y acuso.., ya todos los Santos..., a esa multitudincontable de la corte celestial, a losprofetas, a los apóstoles, a los már-tires, a los confesores, a las vírge-nes.,., a todos los Santos..., si, atodos llamo y ante todos me confiesoy acuso... Confiteor... Después deesta confesión y humillación, despuésde esta declaración, no a un juez im-placable, sino a un padre amoroso,et tibi pater, empieza el relato de susculpas... Entonces Jesús, por mediodel sacerdote, escucha en secreto to-das sus miserias, y al terminar, le dicecon voz apagada por la emoción:«Te he revelado mis delitos y no heocultado mi iniquidad, confesaré con-tra mi injusticia y Tú remitirás la im-piedad de mis faltas» (1).

¡Oh poder inmenso del sacerdote!¡Oh fecundidad divina de la confe-

(1) Salm . , XXXI, 5, 6, 7.

sión! El sacerdote, revestido de todo'el poder de un Dios, va a pronunciarunas maravillosas palabras a cuyapoderoso eco el pecador se transfor-mará en un santo y las puertas de laeterna vida le serán abiertas. Reco-geos para escucharlas con santa emo-ción: (Yo te absuelvo de todos tus-pecados en el nombre del Padre, ydel Hijo, y del Espíritu Santo». «Veen paz; no vuelvas a pecar».

¡Tras el consuelo y la luz, el per-dón!

Una confesión del que va a mori

En una apartada aldea llegaba a sufin un venerable anciano sacerdote.En el lecho de muerte recibe aviso deque un feligrés suyo se hallaba pró-ximo a morir en una alquería vecina.Llama a su coadjutor y le dice: Velea buscar a ese enfermo; me prometióreconciliarse con Dios en su últimahora. Atiéndele. El coadjutor cumplióel encargo de su párroco, mas sinéxito. El enfermo le rechazó...

El dolor del párroco no tenía limi-tes. Ve, le dice de nuevo, en nombremío, y dile que cumpla la palabra queme dió: que se confiese, que vuelva aDios.

Nuevamente fue rechazado con est arespuesta: «Di mi palabra de confe-sarme con él; que venga él y la cum-pliré».

Al saber esto el anciano párroco,levantó sus ojos al cielo, diciendo:«Cúmplase la voluntad de Dios».

Mandó preparar unas parihuelas;cuatro fornidos mozos las conducían,y en ellas iba el sacerdote moribun do -

LA ORDEN TERCERA SECULAR eeDE NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED Ce@

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IV

Miembros de la Tercera Orden.—Los Novicios.—Su formación

Durante la prueba los Noviciosaprenderán bajo la disciplina delMaestro,

a) A guardar los mandamientos deDios y de la Iglesia.

b) A observar los consejos evangéli-cos conforme a su estado.

e) A conocer e imitar el instituto dela Orden de la Merced y los ejemplos desus Santos. (Art. 8.° de las Constitu-ciones de la Orden Tercera secular dela Merced, aprobados por Pío XI).

Cómo y en qué pueden los terciariosobservar los consejos evangélicos, lodeterminan los siguientes artículos desus constituciones:

Art. 12.—En vez de la obediencia re-ligzos a, esfuércense:

a) En guardarlos mandamientos deDios y de la Iglesia;

b) En cumplir fielmente las obliga-ciones de su estado;

c) En obedecer a sus superiores; yd) En someterse a la providencia de

Dios en todas las cosas, aun , en lasadversas, con espíritu humilde y gene-roso.

Art. 13.—En lugar de la pobreza re-ligiosa:

a) Evitando el lujo tanto en el sus-tento como en el vestido y enseres, vivancon sobriedad y modestia, según su con-dición y estado.

b) Depongan la demasiada solici-tud en las cosas temporales y usen deellas como si fueran ajenas; y

c) llag an testamento oportuna-mente.

Art. 14.— a) Guardan castidad se-gún su estado.

b) Absténganse de bailes, espectáculosobscenos y malas lecturas, y

c) Nada indecoroso llame la ateción en las palabras, porte y vesti-dos.

El espíritu peculiar de la Orden de-claranlo los arts. 15 y 17, y confírma-lo la historia y principalmente la vida

sus Santos.Art. 15. — Suplan el voto de Reden-

ción trabajando contra la esclavitud,así del alma como del cuerpo, por tantose consagrarán a obras de misericordia:

a) Enseñando el catecismo a los ni-ños e ignorantes...

b) Ayudando a las misiones, asíentre fieles como entre infieles, con ora-ciones y limosnas.

c) Propagando libros y diarios ca-tólicos, y

d) Finalmente, ejecutando las obrasprescritas por las normas de cada her-mandad, según la necesidad y conve-.niencia de los- lugares.

Art. 17.—a) Llevar en todo tiempoy lugar el escapulario pequeño con elescudo de la Orden, en honor de lapureza de la Inmaculada Virgen Ma-ría.

b) A la cual amen con todo el afec-to de su corazón como a Madre.

e) Invóquenla con el dulcísimo nom-bre de la Merced, y

U) Cuiden de propagar su devoción.La obligación de los votos implica en

el religioso la obligación de la obser-vancia regular, o sea de aquellas prác-ticas de piedad, sin cuyo auxilio elreligioso quebranta los votos o se poneen peligro de quebrantarlos, pierde lavocación o se pone en peligro de per-derla.

Se pretendió, en estos tiempos, se-gún mis noticias, de la Santa Sede laaprobación de una Orden o Congrega-ción de caballeros que, viviendo en elInundo, hiciesen votos religiosos y tu-viesen como ministerio el apostoladosocial.

La idea era hermosa, pero utópica.Porque si contadas personas, de ciertaedad y piedad probada, pueden dargarantías de éxito, la generalidad—nola excepción—que es la que constituyelas corporaciones, no las darían vi-viendo en el siglo, sin campana quellame a los actos comunes, sin superiorininediato que los vigile, sin hermanosque edifiquen y reclamen contra posi-bles abusos con su conducta.

La observancia regular, más o me-nos estrecha, es la mayor o menor ga-rantía de perseverancia y el motivoque la Santa Sede tiene para aprobarOrdenes Religiosas con votos solemnesO Congregaciones de solo votos simples.

Nuestra Orden Tercera, además delPropósito de imitación de la vida reli-giosa, hace propósito también de viviregún la cristiana y piadosa manera

cle vida de la Orden Tercera... (Art. 9cle las Constituciones).

Esta cristiana y piadosa manera de

vida, constituye la observancia regu-lar de la Orden Tercera. Sin ella suprofe ion es pensamiento y afecto deun momento, que se desvanece apenasformado, que no ejerce influencia en lavida del terciario.

Prácticas de esta observancia regu-lar, son: la oración mental y lecturaespiritual; misa diaria, si buenamentese puede; ciertos rezos breves (art. 16 delas Constituciones); confesión y comu-nión, por lo menos mensual, diaria, sies posible; asistencia a los ejercicios yprocesión del Santo Escapulario (ar.tículo 18); contribución a la formaciónde un depósito para socorrer a los Her-manos pobres; promoción del culto di-vino, de la propagación de la Fe, delas vocaciones eclesiásticas y religio-sas, especialmente de la Orden, y deotras obras piadosas, según los estatu-tos de la Hermandad (art. 20).

Este es, pues, el programa de lalabor de iniciación que los Maestroshan de desarrollar durante el ario deprueba de sus novicios; la formaciónteórica y práctica: a) en la vida cris-tiana; bj en la imitación de la vida re-ligiosa; e) en el espíritu propio de laOrden, y d) en las prácticas prescritaspor las Constituciones.

Nada serán, o sólo cadáveres, por laapariencia de Orden Tercera, los cen-tros en que no esté en perfecto vigoresta observancia regular.

Cada semana, o por lo menos dosveces al mes, reunirá el Maestro y laMaestra a sus novicios y novicias, res-pectivamente. Así lo prescriben tam-bién los manuales de las Terceras Or-denes de San Francisco y de Ermita-ños de San Agustín.

n-

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Los Moderadores de las Terceras admitirlos a la profesión o de diferir-Ordenes, con sus Maestros, harán el sela.programa, más o menos extenso, más Para que sepa instruir rectamente ao menos profundo, de lo que ha de en- los discípulos que se le confiaron yseñarse a los novicios, según la capa- dirigirlos por los caminos del Señor, elcidad de éstos, y las veces que dentro Maestro de novicios debe estar suficien-del ario de prueba puedan reunirse. temente versado en las cosas espiritua-

Al Maestro y Maestra de Novicios les, penetrado del espíritu de la Orden;toca informar, respectivamente, al ser de índole suave y celador de laConsejo de la Tercera Orden del estado observancia (art. 26 de las Constitu-moral de sus novicios y novicias y la ciones).conveniencia o no conveniencia de FR. JUAN G-. CASTRO

_Doctrina católica acerca de las riquezas

Adviértase a los que tienen riquezas que no libran ellas de dolor, nien nada aprovechan para la eterna bienaventuranza, sino que antesdaiian (Mat. XIX, 17); que deben a los ricos infundir terror las extra-ordinarias amenazas que les hace Jesucristo, y que ha de llegar un díaen que darán en el tribunal de Dios severísima cuenta del uso que hanhecho de sus riquezas.

Acerca del uso que se debe hacer de las riquezas hay una doctrinaexcelente e importantísima que la Filosofía vislumbró, pero que la Iglesiaperfeccionó y enseña y trabaja porque no sólo sea conocida, sino obser-vada y aplicada alcs costumbres. El principio fundamental de estadoctrina es el siguiente: Que se debe distinguir entre la justa posesióndel dinero y el uso justo del dinero.

Poseer algunos bienes en particular, es, como poco antes hemos visto,derecho natural del hombre; y usar de este derecho, mayormente cuandose vive en sociedad, no sólo es lícito sino absolutamente necesario. «Lícitoes que el hombre posea algo como propio. Es, además, para la vidahumana necesario». (Sto. Tomás, 22 ac q. XeVI, 2).

Mas si se pregunta qué uso se ha de hacer de esos bienes, la Iglesia,sin titubear, responde: «Cuanto a esto, no debe tener el hombre las cosasexternas como propias, sino como comunes: es decir, de tal suerte, que.fácilmente las comunique con otro cuando éstos las necesiten. Por locual dice el Apóstol: manda a los ricos de este siglo que den y que repar-tbot francamente».

LEON XIII

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0000.0°.000000000

El V. P. Juan Molina (1579-1652)

Ei mejor sustituto que el P. Molina, edificados al paso que corridos, porque

l'elación de este viaje, que insertan los Escribía esto el célebre dramaturgo13P . Neyla (1) y Garí (2). Tirso la da en 1639 y en 1637 a 29 de mayo había

todos por su virtud y celo. Por orden sacó este gran padre las manos de el

116 , redimiendo 113 cautivos, cuyas alabanzas nos está dando su mo-

Y después de varios arios de enseñanza entrada, no es de lo menos curioso. La

elector por su provincia. El nuevo ge- algunos granos de incienso y un pocoferal Fray Juan Cebrián le nombró de azúcar candi, que en Túnez le pre-\Tisitador de Andalucía donde edificó a sentó uno de sus cautivos. ¡Tan limpias

1033 en compañía del P. Gaspar Gaste- mereció su provincia por cabeza! Para

Y profesó el ario siguiente fuerzos que hicieron para que los tur1-

confirmó por otro trienio, de valor ultramarinas, encontraron so,do en Barcelona por el Rmo. Prieto, le viejo que traía, piezas y curiosidades

'cle nuestra provincia aragonesa y gozó añadidura de otro paño, que aunque el

°os del maestro Fr. Mateo Benedicto, dicis, con la limosna de Sicilia; los es i-

ed capítulo provincial de 1625, presidi- cuando creyeron hallar en un baulillo

dador de Zaragoza, no encontró el ge- las guardas, como suelen, y quedaron

Maestro. El capítulo provincial de 1622 bida por Urbano VIII, muy afecto a lä12 nombró comendador de Calatayud y Merced desde su Nunciatura en París:fue tal su acierto en el gobierno que en «Al desembarcar en Barcelona e i1624, habiendo sido privado el comen- P. Molina (dice Tirso) le registraron

Obtuvo los grados de presentado y de redención pasó a Roma donde fué reci

Ya de gran veneración en vida, siendo de la relación es excelente, no porque

tires Juan Molina e Isabel de Entrena. tinuado. La serenidad del P. Molina

ße tubre de 1579. Llanlábanse sus pa- les se libraron por un milagro casi con-

recibió el hábito de la Merced en Cala- no lo entendía así. Fué a reunírseleStaYud el 17 de octubre de 1596, de ma- desde Palermo el P. Francisco de

Calatayud y fué bäutizaclo el 28 de corrieron los redentores, y de los cua:-

L'esPués de estudiar las humanidades tuvo gran parte en el éxito, aunque él

que acudían a él en todos los apuros. ser remiendos».

Escribió una sucinta, pero hermosa destia tapabocas» (1).

En 1628 fué nombrado definidor y lamente un hábito lleno de remiendos,

Nació en la villa de Carenas cerca de Pinta muy al vivo los peligros que

Estudió Artes y Teología en Huesca cos no cobraran nuevos derechos de

Es uno de los mayores ornamentos sólo en extracto, «porque no parezca

Paño de lágrimas de los superiores, los girones sean de brocados dejan dé

mismo superior pasó a Túnez en dinero y la codicia, y tan dignamente le

sido elegido el P. Molina, provincial de(1) Hij os ilustres del convento de S. Lázaro, 410.+2) H istoria de las 12edenciones..., 299. (1) Historia General de la Merced, Ms. 11, 398,

— 52 —

Aragón en Barbastro, después de unatemporada al frente del convento dePamplona. Su espíritu ardoroso se ma-nifiesta ya en las actas capitulares,

El V. P. Juan de Molina.

donde se lee entre otras cosas: «Porcuanto se ha experimentado los gran-des aumentos que se siguen en nues-tros conventos, así en lo temporal comoen lo espiritual, de la oración mental...«Se manda tenerla irremisiblementedos veces al día» (1). Excusóse de admi-

tir el breve que para ser maestro teníael cronista P. Juan de Antillón, alegan-do que no podía haber más de doce enla Provincia. Castigó severamente las

faltas de algunos religio-sos, tratando de purifi-car el buen metal detoda la herrumbre anti-gua.

Era sin embargo sua-ve y dulce su trato, lomismo con los religiososque con los seglarestodos hallaban en él con-suelo a sus penas. Eratal su compostura y elrespeto que infundía,que sólo de verlo en lacalle las mujeres livia-nas huían despavoridaso se ocultaban en losportales hasta que pa-sara.

Los argelinos guiadospor un renegado habíansaqueado la villa de Cal-pe (Alicante) a tiempoque faltaban casi todoslos hombres, llevándosegran número de mujeresy niños. Fué preciso or-ganizar a toda prisa unaredención en la prima.'vera de 1639, y como elP. Molina era a la vezredentor y provincial,

nombró su vicario en ausencia al Pa-dre Antonio Garuz, futuro general dela Orden (1).

Hizo a pie el viaje de Zaragoza aBarcelona, que son cincuenta leguas,en pleno verano, lo que hace exclamara Tirso: « Provincial de la Merced y apie por caminos. Rara avis in terra' -

9e

a

A

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No faltaron peligros en el viaje, si bienutenores que la vez pasada y el día deSan Roque hicieron la procesión deentrada en Valencia con 114 cautivos,Casi todos mujeres y niños.

Pué después tres veces comendadorde Zaragoza edificando a la ciudad constl vida, predicación y dirección espiri-tual, en la que se formaron almas ex-traordinarias como doña FranciscaCarvi, que fue venerada por santa. El13. Neyla cuenta haberle oído en unade sus pláticas, excitando a los religio-sos al amor de la Santísima Virgen,que ella había revelado a un siervosuYo no haberse condenado hasta en-unces ningún mercedario, pues su ma-ernal intercesión había obtenido a to-os el arrepentimiento. Neyla sospechaue el favorecido con la revelación fué1 mismo P. Molina.burante la guerra de Cataluña, des-

e 1644 estuvo en Zaragoza una largaeulporada Felipe IV y con él su confe-or el célebre escritor dominico Frayuan de Santo Tomás, que visitaba conreeuencia al P. Molina, lamentandoue su sordera lo incapacitase paralta s dignidades a que pensaban ele-arlo.Venerábalo también sobremanera elrzobispo P. Cebrián, ex general de la

Merced, que le obedecía como a Padre.Un familiar del Arzobispo contaba alP. Neyla que una vez oyó al P. Molinadecir a su señor: mire V. E. que tam-bién hay arzobispos en el infierno, fra-se que conmovió hondamente al P. Ce-brián.

En los últimos años hubo el P. Moli-na de reconstruir gran parte de su con-vento, situado a orillas del Ebro yarruinado por una crecida que se llevótambién el puente elL piedra. Muchasveces se halló sin un cuarto para pagara sus obreros, mas no por eso se inquie-taba, sino que se ponía en oración, es-perando el socorro necesario con lamisma tranquilidad que si lo tuviera enla mano, y no salían defraudadas susesperanzas.

Murió de peste el 20 de diciembre de1652 y su entierro se vió concurridísimoa pesar de la gran nevada que cubríala ciudad. Los devotos se repartieronsu ropa, y ningún mal les vino, a pesarde la infección. Pusieron con el cadá-ver un tubo y en éste un pergaminocon un resumen de su santa vida (1).

FR. GUILLERMO VÁZQUEZ

(1) Arch. Corona Aragón, Monacales, tomo 49,fol. 76.

j) A. C. A. Monacales, t.° 2.659: Libro de Pro-vincia de 1576 a 1643. (1) Ibid.

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EDUCACIÓN CRISTIANA®00.0ezeDnno—000...eseee...000...eeeeee...000...eneee-000e

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ración efímera y sólo en personashabituadas a la reflexión, o por espe-cial don de Dios.

Por donde tenemos—que es lo queahora a nuestro caso importa—estasdos consecuencias: que los actos in-tel ectuales cognoscitivos y afectivos,S ilos hay puros, se desvanecen ape-nas se producen, como relámpagoque repentinamente brilla y abrasa,S in dejar rastro formal de sí, aunquehabilidad maravillosa para la repeti-ción y determinación para la obra, yque ordinariamente, por no decirsiempre, el entender y el querer nece-s itan no sólo sensación o imaginaciónque los estimulen, sino también queles ofrezcan cuerpo en que encarnen,vivan y perduren con existencia tam-bién corta, pero no tan efímera comol a de los actos del todo espirituales.

Entre éstos y aquellos actos hayotros intermedios, muy frecuentes enlos pensadores y hombres de ora-ción. Citemos un pasaje de San Agus-tí n, donde enseña y actúa como cate-q uista. «Casi siempre me desagradatni discurso. Porque estoy codiciosode otro mejor, del que casi siempreROZO interiormente, antes de tratar deexp licarlo con palabras que suenan,Y al ver que no logro darlo a conocercomo lo conozco, me entristezco deque mi lengua no se haya puesto a laa ltura de mi corazón. Porque quiero quetodo lo que yo entiendo, lo entiendata mbién el que me escucha, y veo quen o he hablado de modo que lo logra- No osaría afirmar si esta sutiliza-se . Y más porque el entendimiento ción del elemento sensible es por unacorno por instantáneo relámpago depuración sensible o imaginativa, ollena toda el alma, y la palabra es es más bien una esfumación por nolerda y larga, y muy desemejante de atención, absorbida casi totalmente

aquello, y mientras le doy vueltasesforzándome en expresarlo se metela verdad en sus escondrijos... Por-que la palabra interior no es griegani latina, sino que se presenta al almacomo la cara en los cuerpos. Porquede una manera se dice ira en latín, yde otra en griego, y de mil otras ma-neras diversas según la diversidad delenguas; pero el rostro del airado noes latino, ni griego... Por donde secolige qué distancia tan grande hayentre la palabra de nuestros labios yla mirada aquella aguda de la inteli-gencia que ni en la conciencia dejarecuerdo claro de lo que fue... Y conaquella vehemencia con que hemosentendido quisiéramos comunicarlo anuestros oyentes, pero fracasamosen el intento, y por esto nos angus-tiamos como de trabajar en vano ynos secamos de puro tedio.»

Este género de conocimiento seasemeja al puramente intelectual porla rapidez y fugacidad, y es de la cla-se del segundo porque tiene elementosensible o imaginativo, pero tan sutily activo que parece desvanecido,como sucede en algunas obras de arteen que todo parece forma artística sinmateria sustentadora; de lo cual puededecirse lo que Garcilaso dijo a otropropósito:

y, en fin, de sólo vos formó naturauna extraña y no vista al mundo ideay hizo igual al pensamiento el arte.

El director de Catecismo. El Artede la oración vocal, rezada o

cantada. Teoría

La oración vocal dice relación aDios a quien se ora, al que ora, ysi es en común, a aquellos con quie-nes ora.

En cuanto a Dios es el trato másalto que con El puede tener el hombrecomo tal; esto es, como animal racio-nal, sujeto, por lo tanto, de sensacio-nes e intelecciones y de los afectosque de ellas brotan y en ellas se in-forman. Tanto que Santo Tomás afir-ma que, como en el infierno la blas-femia, no es creíble falte en la bien-aventuranza de los hombres la ora-ción vocal, en el sentido más noble, elde la alabanza divina, y en el gradode mayor expresión el del canto.

Esta oración es la de todo el hom-bre, porque lo es de sus sentidos consus afectos y del entendimiento conla voluntad. Es digna de Dios, porquees oración «en espíritu y verdad» porlos actos del alma espiritual y por in-formación de la misma sensibilidad.Nace del entendimiento, se encarnaen el afecto hasta en el sensible, en-nobleciéndolo.

Hay en la vida de los santos casosmaravillosos de esta oración, que yollamaría integral o humana por serde todo y de sólo el hombre. Lo fuéla de Nuestro Señor Jesucristo glo-riosa y mortalmente transfigurado enel Tabor y Getsemaní, respectivamen-

te. Lo fue lo de la Beata Mariana de-Jesús cuando «se sintió tan sabrosa yrecogida interiormente, que no se po-día casi apartar del altar, y aun junta-mente el cuerpo tan encendido, que sepudo muy bien decir: «Cor meum etcaso mea exultaverunt in Deum vi-

vum». Y no hace falta ser psicólogo'profundo para sorprender, pues sal-tan a la vista, estos dos elementos, deplasticidad y forma en las oracionesde la Sagrada Escritura. De mayorplasticidad en el Antiguo Testamentoy de forma más acendrada en el Nue-vo; pero en el uno y en el otro ora-ción integralmente humana.

Con esto queda ya dicha, la rela-ción que con el hombre tiene la ora-ción vocal; -es su oración, porque loes de todo su conocer y querer, sensi-ble y espiritual. Pero para formarnosconcepto más adecuado, estudiare-mos las relaciones mutuas entre estosdos elementos: el sensible o corpó-reo, y el intelectual o espiritual.

Admitido que se da en el hombrepuro entender que es acto del todoespiritual, y su consecuente afecto,no sólo en su valor y equivalencia —dato necesario para probar la espiri-tualidad del alma humana—sino tarrybien en su realidad misma con des'prendimiento del fantasma o sensa-ción, aunque con dependencia de losensible, como parece atestiguarlo laconciencia de algunos sutiles pensa -dores; lo cierto es que estos actosúltimos, si se dan, son pocos, de da-

dole.—No ha

el estudio. Yo nnoticia de otras reco

mejor recomendación quetengo ni quiero tener

endaciones.

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por el entendimiento en la contempla-ción de la verdad.

Es, pues, lo sensible en la or ciónestímulo que despierta al alma a orar,cuerpo en que se encarna la oracióninterior y perdura, desahogo del afec-to, y por fin, según Santo Tomás, tri-buto debido a Dios pues nos hizocuerpo y espíritu.

El canto intensifica esta influenciamutua de lo espiritual y sensible; por-que aviva de tal modo los sentidos einteligencia que parece aumenta sucapacidad, eleva la tensión afectiva atérminos insospechados, da cuerpomás duradero a nuestros pensamien-tos y afectos, desahogo mayor alalma, paga el tributo de alabanza máscopioso a Dios.

«Cuánto lloré — dejó escrito SanAgustín en sus Confesiones—en loshimnos y cánticos, vivamente conmo-vido por las voces de tu Iglesia cuan-do suavemente cantaba. Metíanse pormis oídos aquellas voces, difundíasepor mi corazón la verdad, levantábase

de aquí el incendio del afecto piado-so, corrían las lágrimas y me iba muybien con todo ello».

Y dándolo la razón en otro lugar delas mismas Confesiones, dice: «Máspiadosa y más ardientemente se le-vanta en el alma la llama de la piedadcuando se canta que cuando no secanta, porque todos los afectos denuestro espíritu según su diversidadtienen en la voz y en el canto sus pro-pias expresiones, que no sé por quéoculto parentesco se despiertan y avi-van».

Pero la música religiosa deben seralas con que se eleve el afecto piado-

so, no sirena que embelese el sentido,cautive el corazón, apague la devo-ción, avillane los afectos. Porque yalos antiguos filósofos dejaron consig-nada esta influencia de la música so-bre el alma. Hay música que la sere-na y música que la perturba, músicaque la ennoblece y música que la en-canalla, música que la concentra ymúsica que la disipa.

Plafón exige tales condiciones paraque la música sea educadora de losciudadanos de la República ideal porél soñada, que no las exigiría mayo-res el más austero Padre de la Iglesiani el más estrecho reformador de Re-ligión descalza. La tal música ha deser modesta, sencilla, no afeminada,no rústica, no varia.

El rezo y el canto en común aumen-ta estos afectos y produce otros nue-vos con el intercambio entre los querezan o cantan.

Como a la edificación mutua delcuerpo místico de Jesucristo que es laIglesia, concurre cada uno de los fie-les con el don recibido, así concurrentambién con la oración y canto en co-mún. Esta voz es como clarín que des-pierta y anima, aquélla parece tieneclaridad y alumbra, la otra es señorade sí misma y enseñorea y serena.Este siente la ternura y nos enterne-cemos, ese el entusiasmo y nos entu-siasmamos, aquél el asombro de lascosas divinas y nos asombramos. Y

resulta la oración y el canto en comúnuna común inteligencia, un comúnafecto, una común emoción, un comúnvivir, porque cada uno siente no sólolo suyo, sino también lo de su próji-mo, por este flujo y reflujo de comu-

nicaciones mutuas. Y allí donde nolle ga la voz humana, llega la de losinstrumentos de iglesia, de calle y deespacio, órganos, orquestas, bandasde música, campanas y cañones, y laoración en común se agranda y es lade todo un pueblo.

De donde tenemos que la ciencia oel arte de la oración vocal rezada ocan tada, incluye: saber decir o cantar,rezar o cantar lo que se sabe, y saberlo que se reza o canta.

AMEducad bien a vuestros hijos

Cierto día en que los lacedemoniosestaban reunidos en la plaza pública,inlandó Licurgo llevar allí dos perros y'Os dejó en libertad, al tiempo queponía a su vista una liebre viva y un'4-len plato de carne.1 , U no de los perros se abalanzó a la'ebre, mientras el otro se precipitabasobre el plato de carne.

El público no salía de su asombro,l n comprender lo que aquello signi-

u

eaba.• E ntonces Licurgo les dijo: «Estosrs p erros son hijos del mismo pa-re Y de la misma madre, pero como

'es he dado distinta educación, el unores ultó muy buen cazador, y el otroun g lotón. Del mismo modo sucederácon vuestros hijos: serán buenos o21e los, según la educación que lesgeis».

¡Si hicieran así todos!

Se cuenta del gran sabio Menéndezr‘ eleyo, que se le presentó en una:cesión un estudiante con una reco-" Iendación para los exámenes.

El gran maestro, indignado, des-

Sabe decir o cantar el que conoceprácticamente el arte de la emisión dela voz hablada o cantada. Reza o can -ta lo que sabe el que tiene a flor delabios, por viva representación de laimaginación, lo que ha de rezar o can-tar. Y sabe lo que reza o canta el queentiende y siente lo que reza, que escomo el alma que informa y .da vidaal rezo y al canto.

F. JUAN G. CASTRO

achó al atrevido estudiante, dicién-

Buenos consejos1. 0 Primero cuídate de tu propia

casa, y si luego te queda tiempo, ocú-pate en lo que pasa fuera de ella.

2.° Que cada cual se cuide de sucasa, que Dios ya se cuida del mundo.

3.° El hombre es la cabeza; la mu-jer el sombrero que la cubre.

4.0 Buen matrimonio, buenos hi-jos.

5.° Los niños pequeños pisan elregazo de su madre; los grandes lepisotean el corazón.

6.° Un hijo, temor constante; doshijos, niños juguetones; tres y másson los que salen bien.

7. 0 Muchos hijos, muchos padre-nuestros, mucha bendición de Dios.

A. M. WEIS

AdivinanzaUna arquita blanca como la cal,

que todos saben abrir y nadie cerrar.

NIDADES

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CURIOSIDADES El templo de JerusalénBÍBLICAS - - ez4

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— 59 —

El grabado que acompaña al presen-te artículo, se refiere al Tabernáculo.Debería haberse publicado con su res-pectivo artículo el anterior de esta se-rie; pero por no haberlo recibido atiempo, no pudo ser así, y lo ponemoscon éste.

Como ya queda dicho allí, el Taber-náculo era por sus divisiones el tipoque luego había de reproducirse, aun-que con más detalles, en la construc-ción del Templo; por eso creemos con -veniente recomendar a los lectores a.quienes ello interese refresquen la me-moria de lo allí expuesto, fijándosetambién en el grabado.

Cuando ya los enemigos del pueblode Dios estaban vencidos, desapareci-dos unos y aquietados o subyugados losdemás, udo el santo rey David pensaren obras de paz y progreso. Su primercuidado entonces fué fabricar para elSeñor Dios un palacio adecuado, den-tro de la posibilidad humana, a tangran majestad.

Era fuerza que tal solicitud agradara.al Señor, aunque para que comprenda-mos cuán mucho ama la paz que debeunirnos a todos como a hermanos e hi-jos del mismo Padre que es Dios, no

quiso aceptar aquella ofrenda de ma-nos de David, porque las tenía man-chadas con la sangre derramada entantas guerras, siquiera no hubieransido éstas injustas. Trabajó sin embar-go con grandes ansias en reunir mu-chos y muy variados materiales parala obra, cuya realización quedaba en-comendada al rey pacifico, su hijo Sa-lomón, que no otra cosa quiere decirese nombre. Además reunió Davidgrandes sumas de dinero, destinandopor su parte tres mil talentos de oro ysiete mil talentos de plata, cuyo valorestima H. Lesétre próximamente enunos trescientos millones de francos,encabezando así una suscripc,ón po-pular voluntaria. Los jefes del pueblocontribuyeron con cinco mil talentosde oro y diez mil talentos de plata;total, más de unos quinientos treintamillones de pesetas, y gran cantidadde piedras preciosas. El solar en quehabía de ser edificado el templo habíasido adquirido también por David,quien pagó por 01 a su dueño anterior,Aresina u Ornan el jebuseo, seiscientossiclos, unas dieciocho mil pesetas apro-ximadamente.

Además dejaba el santo anciano losplanos preparados y miles de obrerosde todas las clases necesarias dispues-

tos a comenzar los trabajos a la ordenyoeeleto.rey, de tal manera que Salomón notenía ya otra cosa de qué preocuparseOlas que de llevar a cabo el gran pro-

Lo primero que había de hacerse eraPreparar el solar, y esto sólo era ya dePor sí una obra de no pequeña impor-tancia. En efecto, para obtener la me-seta que aún hoy admiramos, fue ne-esario cortar la colina del Moda porla Parte del Norte y construir grandesMuros de contención por los otros treslados y rellenar o terraplenar el hueco,cl ue asa dejaba la pendiente natural dela colina, hasta igualar y nivelar lasuperficie de la explanada. Esta viene

consistir en un cuadrilátero un pocorregular, algo a modo de un trapecio,

euYos dos lados mayores son los quer,au de Norte a Sur. Estos son, uno de"1 metros, y el otro de 462, y los pe-queños, de Este a Oeste, son de 281Lnetros el del Sur, y de 310 el del Norte.rrimitivamente no parece que la pla-t,forma fuera tan grande, sino quetierodes primero, y más tarde Adria.-,no , la habrán posiblemente agranda-ra () Un poco en ocasiones que más tardeconsi deraremos. De , de que se hicieronestas obras hasta nuestros días han pa-,Sado no menos de tres mil arios, y a‘ravés de tan largo tiempo han idoacumulándose grandes cantidades deescombros alrededor de aquellos mu-r?s , por lo que el suelo actual está mubeno más elevado que el de entonces.Lxploraciones y excavaciones moder-nas elevan esa diferencia a 14 metrosPara el ángulo S. E., si bien los cimien-t,o.s en este punto alcanzan una profun-m'ciad de más de 24 metros, de 20,60 enei ángulo S. O. y de más de 22 metros

hace la mitad del lado de Occidente.Hacia el extremo Norte de este ladoquedaba ya la meseta a nivel con elsuelo de la ciudad, el cual descendía(y aún desciende hoy algo) hacia elPoniente, para luego volver a elevarsehacia la colina Occidental llamadaMonte Sión, y esa hondonada, tantomás pronunciada cuanto más se vienehacia el Sur, es lo que se conocía conel nombre de valle del Tiropeón, y quemuchos creen ser también el de Gehen-na, al que dedicaremos, si Dios nosdeja, su correspondiente artículo enesta serie de curiosidades bíblicas. Hoysolamente adelantaremos que esta par-te del Tiropeón es la que ocupa el ac-tual barrio de los judíos.

Una de las cosas que grandementeexcitan la admiración, es la magnitudde los bloques de piedra que se em-plearon en aquellos muros. Cerca delángulo S. O. hay uno de 12 metros delargo y dos de alto, y muchos otros sonde siete metros, disminuyendo talestamaños en las hileras superiores. Ca-da hilera está colocada un poco másadentro que su vecina inferior, con locual al muro ofrece así una inclinaciónmuy perceptible hacia el interior de laobra.

Dispuesta ya la explanada, sigui&ronse con gran actividad las obras dela casa del Señor. Esta ocupaba unaparte pequeña ce la meseta, y alrede-dor de ella quedaba una buena faja deterreno libre para los atrios y pórticos,como veremos.

(Continuará).

FR. JOSÉ MIGUÉLEZ

Poyo y enero de 1934.

El Tabernáculo.

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(e) 25) •Ry.99.1P11.

PLAYA Y SOL(MARINA)

Sobre un peñón de nuestras rubias playas,reclinada en un pino la cabeza,

los ojos entornadoscon morosa fruición de fino esteta

contemplemos las olasen el nirvana de una tarde quieta...

Cortando las aguas,tendida la vela,dejando a su pasoblanquísima estelaprosigue un balandrosu rauda carrera

dando celos al ave que surcalos espacios del aire ligera.

Cercano a las playasel mar jugueteacon lindas barquillasde blanca inocenctaque a un lado y al otroburlón balancea...

del vuelo cansadas a un bote se acercany, en sus bordes posándose leves,

sus cuerpos recreanya bajando a las aguas, gentiles,ya dejando las ondas con priesa...

Hirióse el sol en la picuda cima,su herida mana sangre bermejaque, al caer, va pintando las olas,

dorando las crestas,incendiando los pinosde la ribera.

Su muerte lloraron las blancas ermitasque los altos pueblan,

y los cielos también la lloraroncon lágrimas bellas

que, rodando, tomabanforma de estrellas...

¡Qué fuerte encanto el de estas playas rubiascuando las olas a besarlas llegan,y qué grata la sombra de los pinosen el nirvana de una tarde quieta!

FR. JOSÉ S. CRESPO

(9) •541 (9) •s*

Por el mar del cielogaviotas sin cuento naveganextendidas las alas de espuma;

EL SANTÍSIMO SACRAMENTO EN LACAPILLA DEL CORISTADO La oficina de comprobaciones indicas de Lourdes, en 1930

Jesús elige y educa a sus Após-toles

Día de inmenso júbilo para los estu-diantes de este constado de Poyo, el7 de diciembre pasado. Jesucristoquiso tener una nueva morada dondecon frecuencia recibiera las adoracio-nes de sus almas predilectas, y desdedicho día 7 ha ido a esconderse amo-rosamente en el oratorio del coris-fado.

Mucho tiempo hacía ya que los co-ristas ansiaban tener a Jesús Sacra-mentado en su capilla, y no pocossacrificios se habían ofrecido paraobtenerlo; por fin, se recibió el sus-pirado rescripto pontificio obtenidoa favor del P. Comendador de estecr.vento y que para su ejecución ve-nia firmado por nuestro Reverendísi-mo P. General a 20 de noviembre úl-tia o.

La capilla está situada en el ángulonoroeste del convento, debajo delllamado Torreón. Forma un cuadradocon pavimento y bóveda de granito ycon unos muros de tal espesor quesemeja los de un castillo. El altar essencillo y con hornacina para unasola imagen, que ahora ocupa la deNuestra Santísima Madre. Por el esti-lo del altar se hizo un nuevo sagrariode cedro, que los mismos coristastapizaron esmeradamente. Hechos,pues, todos los preparativos y ador-nada ricamente la capilla, se procedió

a la traslación del Santísimo Sacra-mento.

—Reunidos al toque de campana en la

iglesia todos los religiosos de estanumerosa comunidad, y revestido elP. Comendador de capa pluvial, sedispuso la procesión, llevando elpalio ocho coristas. En el trayecto la«Schola» cantó varias piezas polifó-nicas de Victoria, Ett, Nascus, etcéte-ra, con tal sentimiento, tal arte y deli-cadeza, que a mí se me figuró muysuperior a cuantas veces la había oídoy aún superior a sí misma. La emo-ción fue intensa en todos, hasta elpunto que a más de un religioso se levió derramar lágrimas.

Ya en la capilla y puesto el sagradocopón sobre el altar, se cantó unasolemnísima estación, intercalandoentre los padrenuestros diversos mo-tetes y el Viva Jesús Sacramentado,armonizado a cuatro voces, por el quefue Maestro de Coristas P. Soláegui.Al final del acto y antes de cerrar eltabernáculo el P. Comendador FrayRicardo Delgado, con voz entrecortada por la emoción, dirigió una sentidaalocución a todos los presentes, con-gratulándose por haberle tocado rea-lizar tal acto y encareciendo sobre-manera a los coristas el singular inte-rés que deben tener por que Jesucristoeste lo menos posible solo en estenuevo sagrario,

FR. Emilio SILVA

-He aquí resumidas unas interesantesObservaciones del doctor Vallet, presi-dente de la Oficina de Constataciones(comprobaciones) de Lourdes, acercade su actividad durante el ario de pere-grinaciones que ha terminado el 15 deoctubre.

El número de médicos que han veni-do a tomar parte en sus trabajos, hasuperado con mucho al de 1929, y es unPlacer ver qué capital interés tomacada año el HECHO de LOURDES enlas p reocupaciones del mundo médico,Cuyas personalidades más eminentesno se desdeñan hoy en venir a asociar-se a sus investigacione, científicas.

Nuestros registros nos dan en loscuatro últimos arios las cifras siguien-tes: 722 médicos en 1927; 788 en 1928;920 en 1929 y 998 en 1930, cifras que yade suyo hablan con la mayor elocuen-cia. •

Los franceses son entre estos com-Pa ñeros los ms numerosos, 489; des-Pues 103 médicos belgas; 79 italianos;47 espario es; 89 norteamericanos; 38sudamericanos; 22 holandeses; 20 sui-zos; 17 irlandeses; 16 alemanes; el restode las diversas nacionalidades: Dina-marca, Suecia, Polonia, etc. La famade Lourdes y sus curaciones ha llegadoa ser universal.

La ASOCIACIÓN MÉDICA INTER-NACIONAL DE NUESTRA SEÑORAUE LOURDES ha progresado para-lelamente y hoy cuenta con 1.250Miembros de naciones diferentes, bajoel mismo exergo de nuestra insignia:CREDO. La fe internacional en Cristo,Rey de todos los pueblos'.

Nuestros trabajos de este ario hansido de dos clases.

En primer lugar completar los lega-jos que merecían la pena, de los enfer-mos examinados en 1929 o antes, yexaminar de nuevo a estas personas en1930 para decidir cuáles eran los casosdignos de ser tenidos como hechos deLourdes.

Estos legajos eran 92. Hemos descar-tado 79 que han sido clasificados; y he-mos homologado las siguientes cura-ciones:

La El señor Miguel Marcel, delCressier, cantón de Neuchatel (Suiza),curado el 15 de mayo de 1929 de ente-rocolilis muco-membranosa y de poli-nefritis.

2. a Señorita Cerni, en religión Her-mana San Ambrosio, de las Hermanasde Nuestra Señora de la Presentación,de Entrevaux (Bajos Alpes), curada el18 de junio de 1929 de colitis bacilar.

3. a Señorita Renée Sonhalder, deParís, curada el 20 de junio de 1929, dealteraciones cardiovasculares y dysto-nia neuro vegetativa.

4.a Señorita Paula Margerie, de lafundación de Santa María, de Cannes,curada el 27 de julio de 1929, de menin-gitis tuberculosa aguda.

5.a Señorita Irene Van de Vorde,del Hospital civil de Versalles, curadael 31 de julio de 1929, de tuberculosispulmonar bilateral.

6. a Señorita Roma ni e Van Ker-ckvoorde, de la Caridad (Lille), curadael 24 de agosto de 1929, de úlcera duo-denal.

7. a María Tropolomg, del hospitalde Gand (Bélgica), curada el 5 de agos-to de 1929, de mal de Pott y de perito-nitis tuberculosa.

8. a Señorita María Chauvin, de Pa-

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rís, curada el 23 de agosto de 1929, demal de Pott.9.' Señorita Juliana Dhalluin, de

Tourcoing (Norte), curada el 1 de sep-tiembre de 1929, de úlcera mediogás-trica.

10. Señorita Margarita Adam, deJournal (Luxemburgo Belga), curadael 11 de septiembre, de nefritis tubercu-losa.

11. Señorita María Nault, de Saint-Aigana-sur-Ros (Mayenne), curada el11 de septiembre de 1929, de fístula in-guinal derecha supurante en abundan-cia.

12. Señorita Alicia Guillaumin, deValingny (Allier), curada el 20 de sep-tiembre de 1929, de múltiples abscesos

de la piel; .una verdadera espuma-dera».

Una decimatercera curación se hadejado para el ario próximo, la de laHermana María Bernardeta, de Blanzy(Seine-et-Loire).

Fuera de esto, hemos examinadocerca de 200 enfermos que se decla-raban o mejorados o curados. Despuésde minuciosos exámenes hemos hecho104 legajos de informes interesantesque actualmente están en estudio, yentre los cuales se ven en perspectivaalgunas curaciones de las más nota-bles.

(Del «Boletín oficial del Obispadode Madrid -Alcalá' 1.0, de diciembrede 1933).

Este año es el IV centenario del,Ilac imiento de D. Alonso de Ercilla yL-nä iga. Más de una vez me he pre-gu ntado si haría bien en escribir algoreferente al centenario de este ilustrePoeta, cantor de las glorias de Arau-co . El anhelo de contribuir a recor-dar la memoria de un hombre que tanue cerca interesa a mi patria y a Es-131-i a, me ha impulsado a escribir.

Don Alonso f u é un héroe comoil itar y un magnífico pulsador de la

' ira como poeta. Con La Araucanavino a aumentar y adornar la muyfecunda e imperecedera literatura delSiglo de Oro. Pero la personalidadd e este poeta no ha quedado comoIQ de tantos otros confundida en elnúmero de los buenos modelos, sinoque ella se agiganta y sobresale;Sobresale y se agiganta, porque nos

atrayente el pajecito relamido yTagante, que por impulsos secretos

corazón, abandona la Corte y su' B usto, empuña la espada y se lanzae ti erras remotas, al Arauco, donde

« Venus y Amor no alcanzan parte;Sólo domina el iracundo Marte...»,

campo de una guerra sin igual en' a Historia, por las peripecias que sePadecen, por el ardor con que defiendeU n bando su terruño y por la noblezaY, constancia de otro. Allí en medio

aquellas selvas vírgenes bordadasri o r copihues, compuso nuestro Erci-: la su canto épico, único en nuestra'eng

La Araucana es algo vivido, unPoema compuesto en el mismo campo,de batalla por uno de los protagonis -

e que considerando (dice él) ser sere historia verdadera y de cosas de

guerra, me he resuelto a imprimirlaayudando a ello... el agravio que al-gunos españoles recibirían quedandosus hazañas en perpetuo silencio, fal-tando quien las escriba», por las mily una dificultades que para ello seofrecían. Además, le movió el verque «todo lo merecen los Araucanos,pues ha más de treinta años que sus-tentan su opinión, sin jamás haberse-les caído las armas de las manos, ysiempre pgimaneciendo en su firmepropósito y entereza, dan materia lar-ga y campo abierto a los escritores».Es noble al reconocer las dotes delos indígenas: «Y si a alguno le pare-ciere que me muestro algo inclinadoa la parte de los araucanos, tratandosus cosas y valentías más extendida-mente de lo que para bárbaros serequiere; si queremos mirar su crian-za, costumbres, modos de guerra yejercicios de ella, veremos que mu-chos no les han hecho ventaja, y queson pocos los que con tal constanciay firmeza han defendido su tierra con-tra tan fieros enemigos como son losespañoles».

De paso, diré que es de admirar sucasi completo conocimiento geográ-fico en tierras, en muchas de las cua-les él era el primero que ponía el pie:

«Aquí llegó, donde otro no ha llegado,Don Alonso de Ercilla que el primero...»,

así se expresa al relatar su viaje ala región de los canales en el Sur deChile. Su conocimiento geográficovéase en estos versos:

« Chile, fértil provincia, y señaladaEn la región Antártica famosa,

Plumada sobre un centenario

Alonso de Ereilla (1533-1933)

MAL DE AUSENCIAA la entrada de un valle, en un desierto

do nadie atravesaba ni se víavi que con extrañeza un can hacíaextremos de dolor con desconcierto;agora suelta el llanto al cielo abierto,ora va rastreando por la vía:camina, vuelve, para, y todavíaquedaba desmayado como muerto.

Y fue' que se apartó de su presenciasu amo, y no lo hallaba, y esto siente:mirad hasta do llega el mal de ausencia.

Moviórne a compasión ver su accidente:aVele lastimado.- Ten paciencia,que yo alcanzo razón, y estoy ausente.

GARCILASO DE LA VEGA

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°gAgoogAg.o o. oo3 g La prueba del fuego o o o„...000.000,„(0‘1 0%;:ga

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— 66 —

Es Chile Norte Sur de gran longura,Costa del nuevo mar del Sur llamado;Tendrá del Este al Oeste de angosturaCien millas por lo más ancho tomado,Bajo del polo Antártico en alturaDe veinte y siete 2rados, prolongadoHasta do el mar Océano y ChilenoMezclan sus bguas por angosto seno.

Y en otra estrofa:

Digo que Norte Sur corre la tierra,Y baña la del Oeste la marina;A la banda del Este va una SierraQue el mismo rumbo mil leguas camina.

Es digno, pues, Ercilla de eternagratitud de parte de España y de Chile:de España, porque no sólo enriqueciósu lengua, sino, además, porque hizojusticia a aquel puñado de españoles,que entró en las selvas de Araucomovido sólo por el amor a España,por el altruismo, por el deseo de ex-tender la civilización y el Evangelio;de Chile, porque como noble castella-no, tuvo la caballerosidad de reco-nocer las virtudes y el patriotismoinnato de los incomparables arauca-nos y, sobre todo, porque con suintuición de lo porvenir, cantó a laraza chilena, al pueblo chileno quehabía de nacer del choque de dossangres, de quien se escribió des-pués en el Hinmo Nacional:

«siempre noble , constante y valientete encontraron los hijos del Cid».

Chile no ha sido ingrato con elcantor de las glorias de Arauco: fren-

te al parque principal de su capital(Santiago), se levanta hermoso mo-numento en su honor; en él está elpoeta sentado, mientras una mujeraraucana, de pie a su espalda, está enactitud de coronarle.

Conocido el amor de Chile a donAlonso, no es de admirar, entonces,que con verdadero amor y entusiasmose hayan celebrado fiestas conmemo-rativas; en ellas ha tomado parte elpueblo, el Gobierno y lo que de másselecto hay en los centros culturaleschilenos. La prensa de allende losAndes nos cuenta, entre otras cosas,un acto literario musical en el másaristocrático Club de Chile, con asis-tencia del Presidente de la República,Excmo. Sr. Alessandri, del Canciller,de los ministros de Estado y del Em-bajador de España, en el cual actopresentaron trabajos buenas plumasde la intelectualidad nacional; una inte-resantísima conferencia en el CírculoEspañol dada por el distinguido ca-ballero chileno Dr. Miguel Luis An-nenätegui, y la inauguración solemnede un relieve, que representa a Erci-lla en el Centro Español.

Honrando a Ercilla pago un dobletributo de amor: a mi patria tierra, detanta gloria, y a España que fué gene-rosa en hacer participar de su civiliza-ción y religión al indomable Arauco.

F. IGNACIO ROBLES QUIÑONESMercedario

Poyo, Diciembre de 1933.

Comentario a la victoriaelectoral de las derechas

Era más que útil que así sucediese.La razón contrasta la experiencia ac-tual con la histórica y no debe equi-vocarse. En realidad de verdad, nose equivocó.

No quiero hablar entre líneas, sinomuy claro; por eso, si al poner eldedo en la llaga escuece, no tengoq ue hacerle.

Todos se alegran, hablo de los ca-tó licos, de la victoria electoral dere-chista del domingo 19 de noviembre.Todos, y en verdad que es laudablesu regocijo. Pero que no pare todoahí, es lo que hace falta. Para elloexaminemos a la ligera las causas delos latigazos sufridos y obtendremosel remedio para evitar otros mayores.Remedio en que, pese a lo último, hade ser como dice San Gregorio Mag-no , lo contrario precisamente de lohecho hasta hoy por todos.

Se habla mucho de reacción conIlha serie de «antis» que espanta. Elnombre cristiano que responde a estaide a, es: arrepentimiento. Y la serialmás clara de todo ello es el interésco n que se defiende a la Iglesia, aunSI n conocerla.

Así, digámoslo claro, sin conocerla.¿Qué se haría si se conociese en suintimidad soberana?

Ya nos duelen los oídos con tantotö Pico banal, que en el fondo no llevaMás que ilusión. Es preciso hacer,

hablar y pensar en cristiano neto.Seguir en todo las huellas de la Igle-sia Católica.

Para conseguirlo hay que estudiarsu dogma y su moral, su liturgia ytodas sus enseñanzas sociales.

Así que ahora empieza la tarea ca-llada, pero única efectiva que haráfijar en realidad las bellas esperanzasnacidas el domingo 19 de noviembrey acrecidas el domingo 3 de diciembre.

Aludí al arrepentimiento. ¡Cuántosdatos pudiéramos poner para probar-lo! Los comodones que se levanta- •ban de cama para ir directamente alcafé, pasándose la vida en eternaopción al título de verduleras, van amisa y... no critican tanto; trabajanmás.

El Santo Rosario en familia que havuelto a ser rezado en muchas y queda sus consiguientes resultados.

La mortificación, privándose mu-chas almas que iban, sí, a la Iglesia,pero que salían de ella como si nohubieran ido, pues su pensamientoestaba ocupado en el sport, en laconversación peligrosa, y por esoamada, en el espectáculo más quefrívolo._ en tantas cosas de dominio vulgar que todos sabemos.., hanvuelto también a Dios, y de veras.

¡Bendito látigo cuyos efectos hantenido la virtud de hacer pensar ymudar de vida a tantas almas!

¡Qué gran propaganda la de AcciónPopular!

Sí, muy grande; pero mayor que esa

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000

es necesario realizar para la siembrafructuosa de nuestras ideas, para quede una vez reconozcan y amen, sien-tan y vivan la Religión del Crucificado.

Sin eso, todo será baldío. Las ideas,que sólo se apoyan en las concepcio-nes materialistas de la vida, tienen unfin triste y muy poca raíz; acabanpronto.

Volvamos, pues, de nuevo al únicocamino serio para asegurar nuestrotriunfo. Es el estudio de Cristo; es elamor que nacerá de este conocimien-to; es la práctica de la justicia y cari-dad social, no como la quieren los co-munistas y socialeros, sino como nosla enseña la Iglesia Católica, fiján-dose en las Encíclicas de León XIII yPío XI, que están acomodadas a lostiempos modernos, y con que el Can-

ciller Dollfus, hombre amante de supueblo, está estructurando el estadoaustriaco.

Hemos todos de poner nuestro in-condicional trabajo, aun con sacri-ficio, al servicio de estos idealesúnicos, en los cuales se encuentra laredención de la actual sociedad sinapresuramientos, pues todo lo quesea sin premeditación, lleva el sellode una pronta y fatal caída.

Al dar gracias a Dios, no nos olvi-demos. Hemos triunfado porque he-mos orado y nos hemos arrepentido,no sea que si ahora, descansamostranquilos, tenga de nuevo el Señorque castigarnos, trayendo de nuevo anuestra Patria la horda que sólo nece-sitó dos años para ponerla al bordede la ruina.

FR. R. SANJURJO

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Poco a poco, pese a los eternosPes imistas, vamos caminando haciala meta de una reorganización delPueblo cristiano. Es altamente con-solador el espectáculo, y la base se-gura de un retorno nacional hacia laverdadera práctica de la vida cristia-na . Y, como siempre, los grandes re-vol ucionarios de estas revolucionesm agnas y fecundísimas, son los «jó-venes». Para ellos, pues, nuestroaplauso y nuestra gratitud. El día 14de l mes de enero se fundó en Poyo lagran organización moderna, niña delos ojos de la Iglesia: La Juventudçatólica. Se fundó con empuje; losJóvenes, felizmente, no saben hacer

las cosas de otro modo, y por esoprecisamente gozarán de verdaderavida. Son cincuenta muchachos ague-rridos y valientes que no temen a loque puedan decir ciertos bobos quenunca faltan, y que se proponen lle-var a la práctica la verdadera vidacristiana con todas sus enseñanzas ytodos sus sacrificios que serán ben-decidos por Dios y por su Santa Ma-dre y Nuestra, bajo cuyo dulcísimoamparo se colocan.

Hermosa Comunión general, a laque los acompañaron una delegaciónde la Juventud de Pontevedra y deMarín, con los Rvdos. Consiliarios.Un simpático desayuno en un aula del

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Fundación de la Juventud Católica en Poyo

LA CARIDAD FRATERNA

Nosotros conocemos haber sido trasladados de muerte a vida, enque amamos a los hermanos. El que no los ama, queda en la muerte;cualquiera que tiene odio a su hermano, es un homicida. Y ya sabeisque en ningún homicida tiene su morada la vida eterna.

En esto hemos conocido la caridad de Dios en que dió su vida potnosotros, y así nosotros debemos dar la vida por nuestros hermanos.

Quien tiene bienes de este mundo, y viendo a su hermano en necesi-dad, cierra las entrañas para no compadecerse de él, ¿cómo es posibleque resida en él la caridad de Dios?

Hijitos míos, no amemos de palabra y con la lengua, sino con obrasy de veras.

(Epístola primera de S. Juan, III, 14-18.)Juventud Católica de Poyo.

'43 UN ALMA SOLA g— 70 —

Convento y el recuerdo de tan gratodía plasmado en una foto. He ahí lalabor de la mañana. Empezó el acto alas nueve y son las once y media. En-el Campillo arrancan los autos dePontevedra y Marin entre aplausos yvítores. Una orden: A las tres todosen el Convento. Y los jóvenes semarchan alegres a sus casas, dondeles espera el yantar humano, despuésde haber a la mañana comido el Pande los Angeles.

Son las tres de la tarde. La lluviapertinaz ha cesado; el cielo está decolor plomizo, pero no lloverá. Llegaun ómnibus con la Juventud de Ponte-vedra. Recibidos por los de Poyopasan al salón de actos del Convento,donde tendrá lugar la inauguración.Es ésta un alarde de catolicismo sin-ceramente sentido, a cargo de losmismos jóvenes que quieren ser he-raldos de la nueva campaña caballe-resca, la conquista del mundo mo-derno.

Habla el primero D. Saturno Cid,presidente de la Juventud de Poyo. Selimita a dar las gracias después desaludar a los forasteros. El P. Co-mendador, Fr. Ricardo Delgado, pre-senta al nuevo Consiliario del Centrode Poyo, P. José S. Crespo, exten-diéndose sobre el programa que serealizará. Hablan los dos jóvenespontevedreses Sres. Portela y Code-sido, y de sus ardientes y vibrantesdiscursos, nace esta conclusión. Es lahora de la Juventud netamente católi-ca, trabajadora y disciplinada. Losaplausos demuestran a estos jóvenesque han sabido hablar como tales,llenos de vida y entusiasmo.

Puso fin a la sesión el Padre Cres-po, hablando en nombre de sus mu-chachos y en el suyo propio, repitien-do las gracias, deseando a todos laperseverancia.

Despedidas, que no causan dolor,sino gozo, pues el domingo volverána encontrarse en Moaña, donde losjóvenes jurarán su Bandera.

En marcha y hacia el triunfo. Heaquí la visión del cronista contagiadopor el gozo y el entusiasmo de estosespíritus verdaderamente juveniles,pero llenos del alma de todo aposto-lado, que es el amor.

Sólo falta poner de relieve lo quetrabajan estos muchachos y de cómose disponen para la lucha diaria y dealgo que bulle en sus cabezas llenasde optimismo y de fe.

Su labor la desarrollan del modosiguiente: Todos los días a las seis ymedia de la tarde, tienen en un localpropio, fuera del convento, el Círculode Estudios hoy a base de explicacio-nes orales y un pequeño repaso de laprimera enseñanza. Después se en-tretienen media hora en honesto es-parcimiento, aprendiendo entre otrosjuegos el '& ajedrez», que tanto contri-buye a avivar la inteligencia.

Los domingos asisten en corpora-ción a la Santa Misa.

Pronto funcionarán varias Sec-ciones: Las primeras serán las dePiedad y de Apostolado. Poseen yauna Biblioteca incipiente de obras mo-rales y de amena literatura, y dadaslas magníficas cualidades de estosjóvenes para la música, pronto ten-drán un hermoso orfeón.

Es decir, que está en pleno funcio-namiento y que muy pronto dará es-pléndidos resultados.

A las almas buenas que esto leany quieran ayudar con una limosna aestos jóvenes, no sólo deben esperarel natural agradecimiento humano,sino las bendiciones que atraen delCielo estos fervorosos muchachosque tan hondamente sienten el amora Cristo y a sus enseñanzas.

FR. 1 � . SANJUI2J0

Sor Carmela, tornera de un con-vento de Toledo, anda bien ligera porlas rúas de la vieja ciudad... Pero,¡Cómo ha cambiado desde la mañana

ti ella! Treinta años hacía que estabadentro del convento de las Francisca-ns • Todo el mundo la conoce; esInu Y buena la viejecita, y la llamanPo r su nombre en los barrios bajos,donde da muy buenas palabras y re-Parte largas limosnas. Adora a losnitios, tiene un tesoro inagotable deindu lgencia para sus travesuras, y—lo que ellos más estiman—lleva siem-Pre la faltriquera llena de golosinas yChucherías.

Hoy no tiene Sor Carmela la dulcecara de menudita anciana arrugada,encuadrada por la toca; Sor Carmela,eo n las cejas fruncidas, los ojos ro-jos , pasa las cuentas del rosario su-jetado a la cintura, pero no ora conlo s labios, su espíritu está en otraPa rte; acaba de sufrir un gran cambiod ile trastorna toda su vida. Cuarenta

ci ncuenta años hace que entró enel convento—no puede precisarlo,achaque de ancianos—, y apenas pro-fesó le confiaron el cuidado del torno,qUe no es pequeño cuidado. Teníaqu e abrir a los que venían a visitar a

religiosas, sufrir a los inoportu-nos y despacharlos con un amable0eo grafías, sin faltar a la virtud dele caridad. Tenía también el encargode adornar el altar de Nuestra Se-riare.

Con toda la sencillez de su alma, la

buena religiosa venía cumpliendo du-rante largos años estos deberes, y heaquí que una espantosa catástrofe lalanza a lo desconocido cuando me.nos lo esperaba; porque, ¿cómo hu-biera podido prever cosa semejante?Había cuatro años que los diputadosa Cortes habían acordado con votosacrílego la expulsión de todas losreligiosos y religiosas de sus con-ventos. Uno a uno fueron despóblán-dose los de Toledo. Primero se fue-ron los Cartujos, allá muy lejos, muylejos. Los Benedictinos y Benedicti-nas buscaron en el extranjero, en In-glaterra, el asilo que les negaba lapatria. La marcha continuó; los Jesui-tas, los Padres de la Merced, los querescatan los cautivos del poder de losturcos. Ya no quedan en Toledo másconventos que los del Carmen y de laEncarnación, de las Franciscanas,fundado por el mismo San Fran-cisco.

El ministro del ramo se había di-cho: «Estas pobres locas no son decuidado; dejarlas estar». O, mejor, nose habían tomado aún medidas contraellas. Las protectoras de la casa leshabían dicho que debían irse inmedia-tamente, no aceptar ese gesto orgu-lloso de compasión, Pero, ¿a dóndeir? ¿Con qué recursos contaban? Ysi por casualidad se olvidaban deellas, Esta esperanza se desvaneció.

El gobernador diö órdenes; un sim-ple decreto en que se les mandabaque dentro de veinticuatro horas aban-

Sor Carmsesión

ela fue, pues, a tomar po-de su nuevo domicilio y a ins-

— 72 — — 75 —

donasen el convento. Y sin tenertiempo de recoger sus pobres mue-bles, que miraban como sagrados porestar dedicados al servicio del Señor,se fueron dispersando... ¡Qué tristefué aquello! Jamás olvidará Sor Car-mela lo que sufrió en aquellas horasque tronchaban su vida. La MadreAbadesa había reunido en torno suyoa sus hijas en el capítulo, las bendijo,las dispensó del voto de clausura yobediencia; pero al delegado del go-bernador se le acabó la paciencia paraesperar, y de mal talante entró en elcapítulo y mandó que saliesen inme-diatamente.

Salieron, pues. Fuera las estabanesperando sus familias, avisadas deantemano por el gobernador, y una auna las religiosas se despidieron parasiempre...

En la calle poco cariño, algritos eran los sentimienchedumbre; sólo upueblo se atrebas delNohasta que se fuesen muriendo... Perono... y en unos momentos todo sehabía concluido. La Madre Abadesase marchó a Vizcaya con su herma-no, el duque de Torregrande. La bue-na de Sor María de los Siete Dolo-res, que cantaba tan divinamente,tomó el exprés para Andalucía; SorConcepción, la simpática viejecita, aquien todos tenían por santa, se fue aValencia con su resobrino, fuerte yguapo mocetón, orgulloso de su pa-pel de protector; Sor María del Cal-vario, Sor Antofiita del Santísimo Sa-cramento, Sor Teresa de Jesús, ya no

las verá más por estas tierras... Conestos pensamientos, a la pobre legui-ta le estallaba el corazón dentro delpecho, y a todo su pesar le corríanpor sus pálidas mejillas amargas lá-grimas.

Se quedó, pues, sola en Toledo,solita de todas las religiosas del granconvento de Franciscanas..., y no te-nia familia ni sabía a dónde ir. Perouna señora muy adicta al convento letenía dicho: «Mientras yo viva, tendráusted en mi casa habitación y la máscompleta hospitalidad... No le dieotra ocupación que la dea las señoritas al pashoras al día...

alarse en él. Su equipo: una pocaropa blanca, nada nueva, su rosarioindulgenciado, algunos libros de pie-dad y, sobre todo, su querida imagende Nuestra Señora de los Dolores..,¡Ah! Le tenía una gran devoción; estamilagrosa imagen salvó a Sor Maríadel Calvario. Esta religiosa habíacontraído una pneumonía haciendooración mental en uno de los brumo-sos días de otoño en el claustroabierto. Pues bien, rezando por ellaSor Carmela una decena del rosarioante esta imagen alcanzó su curación.Así que Sor Carmela hubiese dejadotodas sus cosas a los empleados delGobierno antes que su querida Vir-gen. Pronto quedó instalada en sanueva celda; después, enjugándoselas lágrimas, reanudó sus correríaspor la vieja ciudad... Pronto recobrósus antiguas costumbres y correteacomo siempre las callejuelas, siempre

adelante, derecha, sin saber a dónde...

¡Ea! Hay que resignarse; ella sola5 °1¡la, será en Toledo la que repre-sente toda la Comunidad; la MadrAbadesa se lo había dicho.

Con este nuevo título tema grandesdeberes , pero ¿cuáles eran éstos? Nolo sabía. ¿Para qué podía servir unaPobre lega? ¿Fuera siquiera monja deCoro? Sabía escribir y leer lo bastan-te Para rezar su libro de horas....

¡Ah , pensaba ella, meneando la cabe-4 , que Jesús Nazareno se apiade dee! La Madre Abadesa estaba dema-siad o apenada, quiso darme algúnConsuelo, pero yo no sirvo para4da... Y las lágrimas continuabaneorriendo...

Qevolviendo en su mente estas co-% tan tristes, la religiosa llegó alextremo de la ciudad, cerca de laIglesia de San Juan de los Reyes, en

tI S' os muros cuelgan las cadenas decautivos que allí hizo poner Don

ernando el Santo (1). San Fernan-(°, pensaba la religiosa, líbrame tam-uifil de las cadenas de mis enemi-,hs. .. Se decía a sí misma que eragehlasiado tarde, que había llegado

sin darse cuenta, que tenía quer\v° I verse y reanudar su vida regular.'-ero estar tocando la iglesia y notltra r a visitar al Santísimo Sacra-

tnento del altar, eso no podía ser.„ e hipujó Sor Carmela la pesada'l'erra que cierra la entrada, y pene- Piadosamente, después de haber

° Illado agua bendita. La noche se

e,(1) Res petamos el original, que no tiene preten-' 6n de historia.

echaba encima, no había nadie en laiglesia, no oía otra cosa que sus pro-pios pasos que venían a turbar el si-lencio. ¡Cómo! Nadie orando al Maes-tro, ningún corazón que le diga: «Yote amo», ni una de esas viejecitasque suelen verse en la penumbra delos altares, inmóviles como las esta-tuas de la Nuestra Señora, ante lascuales oran, musitando sus oracionestan suaves como el ruido de su rosa-rio.

Nadie..., nadie que haya podido ve-lar con El. En el altar mayor luce unalarnparita oscilante y que representaa toda la ciudad; su llama agonizacomo mariposa que está para sumer-girse en el aceite. Sor Carmela pien-sa que es la imagen de su vida, y quedespués de ella no se hará nada pararestaurar la Comunidad y para conti-nuar su obra.

Sor Carmela, considerando esteabandono, atraviesa la inmensa nave.No está cansada como de costumbre,parece haber recobrado la ligereza deotros tiempos, y casi sin tocar el sue-lo llega hasta el altar y ora. ¡Su rosa-rio! Mientras lo reza, medita los mis-terios dolorosos. Dicen tan bien con suestado de ánimo... Ave, María, gra-tia plena..., la oración del Huerto. Enel rezo levanta los sus ojos y en elnicho de encima del Sagrario, unCristo doloroso, el Nazareno, el pe-nitente divino. Es una antigua imagendel siglo XVI, esculpida por Cano. No,no es tan hermosa, ni tan rica comola del convento, pero es tan expresi-va, tan viviente, que parece va a ha-blar.

se

gunosos de la mu-mujeres del

vieron a decir a las bar-comisario: «¡Por la Virgen!

las pudo dejar continuar ahí

nas

ronompañar

eo una o dosdC

e

NUEVAS INDULGENCIAS

3/aria- Madre de gracia, Madre demisericordia, defiéndenos del enemigo

recibenos en la hora de la muerte.

Por rezar esta jaculatoria Pío XIconcedió las siguientes indulgencias:

1. 0 Indulgencia parcial de 300 díasPor cada vez que se diga, por lo menosCOn corazón contrito.

2.° Indulgencia plenaria una vezal mes, habi6ndola dicho todos losetns di eioycnuems. plidas las acostumbradas

(Acta Apost. Sedis, núm. 15 del ario1933, pág. ,447).

Indulgencia plenaria a . los que pcsis-

ten a las procesiones del Santísimo Sa-cramento.

Concedió el Romano Pontífice indul-

fleileia plenaria a los que, confesando37» comulgando y orando por la inten-ción del Romano Pontífice, asistan alas procesiones del Santísimo, especial-'ente a las más solemnes, pero tam-

bión a las que se hacen por dentro de

la iglesia, o cuando se lleva pública-mente el viático a los enfermos.

(Acta Apost. Sedis, núm. 16 de 1933,págs. 478 y 479).

CONDICIONES PARA GANAR LAS INDUL-

GENCIAS DEL ROSARIO Y VÍA-CRUCIS

Concedió el Romano Pontífice el 20de octubre pasado, que siempre quepor el trabajo manual o por otra razo-nable causa, el que reza el Rosario ohace el Vía-Crucis con crucifijo indul-genciado para este fin, no puede pasarlas cuentas, o no puede tener el Cruci-fijo en las manos, gane las indulgen-cias del uno y otro ejercicio, mientrasdurante el rezo del Rosario o de losveinte Padrenuestros, Avemarías yGloria Patris del Vía-Crucis, de algún

modo tengan consigo el Rosario o elCrucifijo.

(Acta Apost. Sedis, núm. 17 de 1933,págs. 502 y 503).

UJÁN

e-D- 74 —

¡Cómo! Sor Carmela se atrevió aquejarse de sus desgracias, de suabandono... El que la está mirandocon sus grandes ojos dolorosos deatormentado, siendo Dios como es,vestido de un andrajo de púrpura, co-ronado de espinas, todo ensangren-tado, es Dios el que sufre, El... Y lareligiosa estupefacta lee la inscripciónen letras de oro al pie de la imagen:«¡Oh vosotros los que pasais por elcamino, mirad y decidme si hay dolorsemejante al mío!»

La religiosa se levanta, ha com-prendido la lección. No, no se quejaráya más, sabrá mantenerse a la alturade su misión; está sola; su Comuni-dad disuelta; pero ella, para ayudarlaa la lucha de cada día, tiene a Aquél,que sabe mejor que nadie de sufri-mientos.

Sufrirá por faltas que no ha come-tido, por gentes que no la conocen,pero que son sus hermanos, puestoque El ha muerto por todos. Sí, ellasufrirá, solita, confiada en el Maestroadorado, continuará en lugar de sushermanas la obra de expiación por lospecados de toda la ciudad, valiente-mente, sin lamentos. Ha comprendidoque el sufrimiento es su dignidad, ycuando sienta demasiado pesada lacarga de su oficio, vendrá aquí a bus-car fuerzas al pie de Aquél, que es elmodelo del sufrimiento.

¡SU misión! Pero mira a su alrede-

dor y la Iglesia está a oscuras y soli-taria! ¡Su misión! Rezará por los queno rezan, continuará la misión de suOrden en la oscuridad.

¡Qué hermoso es esto! ¡Qué gran-de! Dios lo sabe, aunque los hombreslo ignoren; y Dios, que no permite queuna plegaria, que un esfuerzo se pier-dan, dará victorias incontables a losque aquí abajo luchan por su Iglesia;victorias alcanzadas por la humildereligiosa. Su misión es bien hermosa;no tiene derecho a quejarse. Sabe loque tiene que hacer en todo momento.Mira el porvenir sin sobresalto. P u

-dieron echarla de su claustro. Peronadie puede estorbar su misión, por-que su encanto y su ideal lo guardeen el sagrario de su corazón, y este

santuario no hay fuerza humana cligpueda profanarlo. Sabe lo que tienEque hacer...

(Gracias a Dios»... Sor Carmela rictendrá ya miedo... Adora la religioseuna vez más a su Maestro, sostén de

los humildes, y fortalecida sale de leIglesia de San Juan de los Reye5cuando ya es noche oscura. Pero loIglesia de su alma está iluminada poruna luz que no se apagará jamás.

Sor Carmela entra en la ciudadmarcha alegremente por sus callejuelas; va desgranando las cuentas de 51.3

rosario... Dios te Salve, María, llenade gracia. Está ya en los misteriosgloriosos.

MICHEL EVEN

RADIOGRAMASUNA ENTRE VARIAS QUE SE ENCUEN-

"TRAN EN LA MISMA SITUACIÖN. — Soylegítimamente casada, pero separadapor siempre de mi marido por senten-cia eclesiástica y civil; no tengo hijos.por hab&seme muerto los que tuve, ni.otras obligaciones en este mundo, ¿pue-do entrar religiosa?

Antes del 19 de mayo de 1918 en•que entró en vigor el actual Derecho-Canónico, podía usted entrar en cual--quier Orden religiosa, cuyas Constitu-ciones no prohibiese la entrada a lasde 'su situación. No podía entrar enninguna religión de votos simples por•estar prohibido por León XIII desde el•8 de diciembre de 1900.

Actualmente no puede entrar ni en• Orden ni en Congregación religiosamientras le viva su marido. Pero comoes mera ley eclesiástica, pues su situa-•ción es compatible con las obligaciones• de religiosa, puede obtener de la SantaSede la dispensa de esta ley canónica,-que, dadas las circunstancias favora-bles de su caso, creo obtendrá fácil-mente, habiendo Comunidad que lareciba.

UN PUEBLF,REÑO. — Tenemos un secre-tario de Ayuntamiento, que se echa de.cristiano como el que más, para quienno hay más leyes que las que salen enla Gaceta de Madrid, pues dice conmucho aplomo a los pasmarotes delpueblo, que son casi todos los vecinos,que la ley obliga cuando manda y hacelícito todo lo que permite. A mi no me• cabe eso en la cabeza, y quisiera saber,

,para cuando se presente el caso, poderreplicarle adecuadamente.

Oficio de la ley es mandar, prohibir.y permitir. Impone obligación cuandomanda o prohibe, deja en libertad•cuando permite, no mandando ni pro-hibiendo, o derogando leyes, pero sólo•cuando la ley no sale de aquello que,puede mandar o permitir.

Porque las leyes no son más quepapel mojado sin fuerza de obligar nide conceder derecho cuando piden loque no se debe o permiten lo que no lespertenece. Objeto de la ley que mandao prohibe o permite son la prestaciónu omisión o permisión de actos, debidosen .alguna manera.

Nosotros no nos debemos del todo,ni tampoco nuestras cosas, a la nacióny al estado, y por tanto, cuando lasleyes, aunque salgan en la «Gaceta» deMadrid, nos piden lo que de ningunamanera debemos no son leyes.

Debemos totalmente todo lo que so-mos y tenemos a Dios, por ser suscriaturas. Justamente nos lo pide . alexigirnos que le amemos con todo elcorazón y con todas las fuerzas.

Nos debemos a la Iglesia en el ordenreligioso, porque es la representantede Dios en sus derechos y es su minis-tra en nuestra educación y formacióny perfeccionamiento de hijos de Dios.La ley eclesiástica universal obligacon garantías de acierto y con seguri-dad de que no se excede.

Nos debemos a la familia, o entidadde que somos miembros. Nos debemoscomo ciudadanos a la nación y al es-tado. Pero ni a la familia, ni a la na-ción nos debemos totalmente.

Por tanto, no basta que sea ley paraque obligue o permita.

Ha de ser honesta, no pidiéndonosnada contrario a la naturaleza racio-nal, nada que sólo debamos a Dios,nada contrario al bien familiar, o dela sociedad a que tengamos derecho depertenecer. Ha de ser útil al bien pú-blico, no nociva; ha de ser justa, nopidiendo fuera de derecho, ni en pro-porcionalidad superior a la de los otrosciudadanos. Por faltarle esta condiciónno obligan algunas leyes tributarias, yno faltan en conciencia quienes tratande burlarlas.—UJÄ

MADRID

El Sr. Obispo de Ponce, Exce-lentísimo Sr. D. Luis Wellinger._Durante su cortísima estancia en Ma-drid, de solos días, celebró una Misacle comunión en nuestra iglesia, el 21de enero. El apostólico Prelado tieneel don de gentes. Conocerle y amarlees todo uno.

—Día primero de año solemnísima'unción del XV aniversario de la fun-dación en esta iglesia de los Juevestilearísticos, que por cierto tienen vidaPujante con Horas Santas hermosísi-alas. Misa de comunión general concu-.rridísima. Fervorosa Hora Santa. Re-novación de fidelidad a la bandera.ruede estar satisfecho el nuevo PadreDirector., —En los primeros días del ario, paradesempeñar las cátedras de Griego ySagrada Escritura y dar lecciones dePerfeccionamiento en la música, setrasladó a Poyo el Reverendo PadreJosé Miguélez.T, —Embarcó en Cádiz para Puertoje° el 24 de enero el joven religiosoneverendo Padre Eulogio Acha. Des-Intés de haberse dedicado breves añosa la enseñanza en nuestro Colegio deMadrid y a la reforma de menores en8, an Sebastián, marcha con grandesdeseos de apostolado.

de —Celebróse solemnemente el Triduonuestro Santo Padre.

h —Resultó muy concurrido el de San1W as , que predicó el R. P. Fernando

— La Venerable Orden Tercera tomóel acuerdo acertadísimo de que lastoinas de hábito y profesiones se hagan711- la festividad de la terciaria ma.dri-'ella la Beata Mariana de jesús. Coneste precederá la debida preparación,

se le dará solemnidad y el Maestro deNovicios podrá uniformar e intensifi-car su labor de formación de los no-vicios.

—Suceso de gran trascendencia fué-la inauguración de la Catequesis ennuestra iglesia el 13 de enero. Se em-pezó con unos cuarenta, entre niños yniñas, y a últimos del mes había yaciento veinte, distribuidos en diez sec-ciones. Es de lo mejorcito que pudoencontrarse, porque los preferidos sonlos que no tienen ninguna instrucción.Pronto será, cosa buena, porque sonexcelentes las catequistas y personaldirector. No tiene que decirse que s e .necesita la ayuda de nuestros amigos.La falta que mas se siente es la delocal adecuado con sus asientos y hastamesitas, en que los niños estén cómo-dos.

HERENCIA

Solemne Triduo a nuestro Santo Pa-dre. Predicó el prinier día el P. LuisArias; el segundo y el día de la fiesta,respectivamente, los señores don JoséToledo Abril, Profesor, y don SerafínTella, Director del Colegio Balmes,fundado por los Padres de Familia yatendido por la Sadel.

—Pasó inadvertida totalmente unafecha gloriosa para Herencia y para laMerced de Castilla, la inauguraciónhace veinticinco años, el día de nues-tro Santo Padre, de 1909, del Colegio.de Primera Enseñanza, Comercio yclases especiales. Predicó el Muy Re-verendo Padre Buenaventura de Bone-ta, restaurador de la Provincia y en-tonces Provincial. Fué el primer Di-rector el P. Comendador Fr. Luis Suá-rez, y les primeros profesores los Pa-dres Francisco Bóveda, Alberto Ba-rros, Bernardo Martínez, Jesús Otero,

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y el Hermano Fr. León Corredoira. ElColegio se montó todo a la - moderna.Los profesores, de lo mejor que tenía-mos, cumplieron tan bien, que el ins-pector de Enseñanza lo elogió COMO elprimero de la provincia de CiudadReal. Varios jóvenes deben al Colegiola mejora de su posición social. Si elpueblo lo hubiese favorecido con calor,mayores provechos hubiesen reporta-•do. La situación económica de la Pro-vincia no permitió sostener aquel lujo

• de profesorado. Lugar principal en elrecuerdo y en la gratitud ha de tener-aquella inolvidable señora doña Com-cha Enríquez.

—Continúan celebrándose con igualfervor y concurrencia el primer juevesde mes los Jueves Eucarísticos; y so-bre todo los primeros Viernes del Co-razón de Jesús, en cuya comunión ge,neral se acercan a la sagrada mesaunos cincuenta hombres y unas tres-cientas mujeres.

—Distribuir por todos los sábados• de años las funciones a la SantísimaVirgen que antes se celebraban antes o-después del 24 de septiembre y queduraban dos meses y dos meses y me-dio, ha sido un acierto.

Todos los sábados resultan concurri--dos y no cansan las pláticas.

—El catecismo de niños tiene una. asistencia media de trescientos.

Tuvieron grandes fiestas en los pri-meros días del año y una feria infantil,

• en que se distribuyeron juguetes porvalor de 200 pesetas y prendas de ves-tir y cortes de traje por valor de 600.-Quienes de esto tengan experiencia,' saben lo que habrá costado reunir esas800 pesetas.

—La música y el canto de la Iglesia•en Herencia, es cosa digna de oirse. En•eso tienen ya tradición larga. El corono está, muy nutrido, pero es selecto.Nada se le pone delante, contando conalgunos ensayos. Y la masa del pueblono desdice del coro. Indicio de la ver-dad de la ejecución y gusto nos lo da.el que el Sr. Obispo, en las fiestas de

Nuestra Santísima Madre, mandó repe-tir algún canto.

El mejor órgano de la Provinciasin tal vez el mejor coro.

—El Sr. Obispo confió a los PadresMercedarios *la dirección de la Juven-tud Católica masculina, nombrandoConsiliario al R. P. Luis Arias, a quiendeseamos éxitos.—Corresponsal.

FERROL

•Simpática y conmovedora resultó lafiesta que en el salón de actos de nues-tro Colegio se dió, después de Reyes,con motivo del reparto de premios alos golfillos abandonados - de la Escueladel Divino Corazón, de esta ciudad.

Alternaron en ella niños de las másdistinguidas familias de Ferrol conlos humildes, pero graciosísi mos alum-nos de dicha escuela.

Todo el numeroso y selecto auditorioescuchó complacidísimo los monólogosy diálogos que recitaban aquellos ni-ños, de tan distinta posición social,pero que la caridad cristiana uníaaquel día en fraternal abrazo.,

La alegoría de la «Caridad», simbo-lizada en una preciosa niñita vestidade ángel, que acoge a otra pobrecitabajo los pliegues de su manto, despuésde haberle escuchado • la conmovedorasúplica en que le ruega se apiade delhambre, del frío y abandono en que seencuentra, hizo sollozar a más de unode los concurrentes. -

Muy bien el desfile de los ReyesMagos; el canto del coro de «Angeles»en el «Nacimiento» y la ofrenda rego-cijada de las aldeanitas.

El guste exquisito y lujo de los pe r -sonajes, así como el ingenio y artedesplegados en las decoraciones y efec-tos de luz, fueron objeto de muy mere-cidos elogios.

Terminó la fiesta con una breve alo-cución del P. Rector, en que dió a co

-nocer la transcendencia de la labordesarrollada en esta Escuela por lasabnegadas y caritativas señoritas, asi

eoino el acierto con que es dirigida porP. Antonio Silva.

La función hubo que repetirla el.,"° 11-li ngo siguiente en obsequio de los

del Catecismo y para que pudie-r, an verla nuestras familias, que no loaanían podido hacer el primer día.

—Tras brillantes exámenes en el.instituto, terminaron en este mes sus'estudios de bachillerato los alumnos deIlnestro Colegio Sres. D. Franco Ro-„c1riguez, 1). Luis Vierna, D. Saturnino1nances, D. José Iglesias Lizano y don-julio Vega.2 A los nuevos bachilleres, como a sust`istingui das . familias, nuestra enhora-,aiena., —Muy brillante y concurrida resultó'a tiesta mensual de los «Jueves Euca-neie0s».

duraron la bandera los nuevos coros.'311 D irector, el R. P. Saavedra, exhor-tTó a los socios a cumplir lo prometido.1-Lns coros de niñas también tuvieron su4tira de bandera y fiesta especial en°tro jueves.

--Para fomentar- la verdadera vidaP iedad en el pueblo y contrarrestar

2110 posible la ignorancia religiosa, se°rció abrir en esta Iglesia la puerta

Clg Sagrario todos los días en que hayatillición especial, rezar el Santo Rosa-

dirigir una instrucción brevísimae diez minutos, cuando más, a los fle-

'les. Los asuntos puntos del catecismo,la Escritura Sagrada o de la li-tegi a

—Resultó muy solemne y concurridanovena a nuestro glorioso PadrePedro Nolasco. Predicó todas las

d‘des un Padre de esta Comunidad. Eldim o día comulgaron todos los niños

nuestro Colegio y numerosos tercia-11 °.,S” y devotos.

Llamó justamente la atención elI llsto exquisito con que estaba adorna-i,"° el altar. Por la tarde, pronunció el

negi írico el R. I'. Gumersindo Placer.

POYO

Hay pocas noticias este mes, prime-ro del año. Pensando en los impacien-tes, redactaré lo que haya.

El día 23 de diciembre pasado reci-bieron en Tuy las dos últimas OrdenesMenores los Rvdos. Coristas Fr. DavidBiain, Fr. Amadeo González, Fr. Ma-nuel Carrera y Fr. Ignacio Robles.Este último es de la provincia de Chile.En el próximo mes de marzo esperanordenarse de Subcliaconos.

Recibió de Roma el Rvdo. P. Comen,dador de este Convento el Decreto au-torizando tener Reservado en la Capi-lla del Constado. Con tal objeto -tuvolugar una_ conmovedora función Euca-rística.

El día 23 comenzó la Novena a Nues-tro Santo Padre que se hizo a la ma-ñana para dar más facilidades a laspersonas devotas que así pueden enca-riñarse con la gran figura de San PedroNolasco, cuya vida se les explica. Losúltimos tres días finales se hará un tri-duo solemnísimo.

El día 22 de este mes asistimos enCampo Lameiro al aniversario cele-brado por el eterno descanso de la ma-dre de nuestro muy Rvdo. P. Provin-cial, rezando fervorosamente por lacaritativa señora, cuyas virtudes todosse complacen en recordar. De nuevoacompañamos en su dolor al carísimobienhechor nuestro . D. José Barros y atoda su familia.

De predicación sólo diré que el PadreG-aite salió a dar 'varias tandas de Ejer-cicios Espirituales y Religiosas despuésde haber predicado la Novena al NiñoJesús.

El P. Armengol fundó los «JuevesEucarísticos» en 1VIellid, donde quedancatorce Coros fervorosísimos.

R. SANJURJO

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NECROLOGIAS 3

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—En la Coruña dejó de existir nues-tro buen amigo el canónigo de aquellaColegiata doctor Jesús Prego Noya,que contaba en Compostela con mu-chas relaciones de amistad y admira-ción.

Era natural de la inmediata parro-quia de Grijoa (Enfesta).

Tenía cincuenta y cinco años deedad.

Brillantemente hizo los estudios ecle-siásticos en la Universidad Pontificiade Compostela, disfrutando de unabeca ganada por oposición.

Era licenciado en Sagrada Teologíay doctor en Derecho Canónico.

Recién salido del Seminario, fué du-rante algún tiempo coadjutor de laparroquia de Santa María del Camino,en Compostela, y al mismo tiempo ca-pellán y familiar del obispo auxiliarque fué del cardenal Martín de Herre-ra, doctor Severo Araujo Silva.

Luego fué párroco de Trasmonte(Ames) y de Lousame (Noya), dondedió el año 1923 la Misión general, pre-dicada por los Padres Mercedarios dePayo, Martín López y Tomás Eseänez,en la cual se echaron los fundamentosde la Archicofradía de la Merced, quegoza de vida pujante y gloriosa.

Ganada la canonjía en Coruña poroposición, siguió siempre mostrando elprofundO'carifio que tenía a su parro-quia de Lousame , enviando inclusolimosnas para que pudiesen celebrarsecon gran esplendor los cultos que losarchicofrades dedican a su Madre de la

Merced. Por su parte, sus antiguos feli-greses, le honraron nombrándole Pre-sidente honorario de la Cofradía y dela Visita Domiciliaria, que cuenta horcon doce capillitas, y le enviaron a.Coruña un hermoso pergamino; en elque constaba el cariño a su antiguapárroco.

Pertenecía . al Consejo de Adminis-.traeión del periódico «El Ideal Ga-llego».

A todos los lectores de LA MERCED'de quien era suscriptor, pedimos uneoración por su alma, que ya habrarecibido el premio que la Virgen da 3'

sus hijos.A toda su familia y a los antig'110

feligreses de Lousame, apenados parla muerte de D. Jesús Prego, envia-mos nuestra más sentida condoleneiarprometiéndoles no olvidarlo en las o ra-ciones que a Nuestra Santísima Madredediquemos.—FR. R. S.

—En Herencia fallecieron los ter-ciarios don Aguedo Manzanero,Julián González, doña María Josefg,Corrales, doña Concepción Aguilera,don Sebastián García y doña Do l orMoraleda.

—En el mes de julio falleció en Ma-nera (Albacete), doña Francisca Grue-so Ordóñez, viuda de Solana, madrede nuestra suscriptora doña Sofía So-lana Grueso.Grueso. Tenía ochenta y dos años'de edad.

—En Oviedo, don Justo Sierra, Ter-ciario de la Merced y antiguo suseri P-tor. A su familia nuestro pésame.

CON LAS DEBIDAS LICENCIAS

Editorial Católica Toledana, Juan Labrador, 6, teléfono 211.